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UNIDAD DIDACTICA N°2 - EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS (clase bíblica para niños)

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UNIDAD DIDACTICA N°2
EJE 1: EL PRINCIPIO DE TODAS LAS COSAS
2.
REBELIÓN EN LOS CIELOS
a) Ángeles
b) ¿Quién es Satanás?
c) El comienzo del mal
2. REBELIÓN EN LOS CIELOS:
A) Ángeles:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16)
“Solo tú eres el SEÑOR; tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos y todo su
ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, los mares y todo lo que en ellos hay. Tú
sostienes con vida a todos; los ejércitos de los cielos te adoran.” (Nehemías 9:6)
Dios en su inmenso poder, creó todo lo que vemos, sí; pero ¿hay algo más?
Luego de la lectura de estos versículos, entre otros, llegamos a la conclusión de
que hay mucho más detrás de lo que vemos. Dios creó cosas imperceptibles (o
inapreciables) al ojo humano, y en este punto queremos enfocarnos.
Aquí se menciona algo que nos da pie para comenzar: “los ejércitos de los cielos”.
¿Qué cosa hay en los cielos? La palabra ejército alude en primer término a una
“masa de personas”, una cantidad indefinida, pero que al parecer es innumerable
(Dn 7:9-10). La Escritura nos da testimonio de una creación que ocupa un lugar (el
Apóstol Pablo se referiría al “tercer cielo”) más cercano a la misma presencia de
Dios. Pero, ¿cuál es la finalidad de estos seres? siguiendo la lectura de este último
versículo, encontramos una primera e importante función: adorar a Dios.
“Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
Alabadle, sol y luna; Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.
Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos.
Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, y fueron creados.”
(Salmos 148:2-5)
En este fragmento encontramos una diferenciación de nombre entre estos seres, y
aparecen así los “ángeles”. Este concepto, que refiere a un grupo particular de
seres, con unas características particulares, viene del término hebreo “malák”, que
significa despachar como delegado; mensajero; específicamente de Dios, también
utilizado para designar a un profeta, sacerdote o maestro.
Otro versículo interesante para diferenciar a los ángeles dentro del grupo de los
seres celestiales, es el siguiente:
Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que
alababan a Dios, y decían:
¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
(Lucas 2:13-14)
En este caso, ya dentro del nuevo testamento, el término deriva del griego
“ángelos”, que remarca la misma función que el término en hebreo: “mensajero”.
En este versículo encontramos también el concepto de alabanza a Dios unido a la
naturaleza de estos seres.
Ahora, ¿qué diferencia hay entre los ángeles y el resto de los seres mencionados
en los versículos anteriores como “ejércitos” o “huestes”?
En la Escritura hallamos cierta distinción. La misma está marcada principalmente
por la función de cada uno de estos seres y esto ya lo podemos notar al traducir
sus nombres:
-
Ángeles (propiamente dichos): como dijimos anteriormente, se trata de
mensajeros de Dios. Ofician como mensajería entre Dios y los hombres.
Como ejemplo tenemos a Gabriel, que es el único ángel mencionado con
nombre propio, y fue encomendado a dar mensajes muy importantes, como
por ejemplo, el nacimiento de Jesús a María (Lc 1:26). También: Dn 8:16;
Dn 9:21-23; Lc 1:19.
“Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, Poderosos en fortaleza, que
ejecutáis su palabra, Obedeciendo a la voz de su precepto.”
(Salmos 103:20)
También los encontramos llevando a cabo encargos de Dios en momentos
específicos, como por ejemplo, ayudando a Lot y su familia a escapar de
Sodoma (Gn 19:1-15), o Sacando a Pedro y a Juan de la cárcel (Hch. 5:19);
Adorando a Dios (Hebreos 1:6); Animando en tiempos de peligro (Hechos
27: 23-24).
-
Arcángel (Gr. arjángelos: ángel principal o primero en rango). En este tipo
encontramos al Arcángel Miguel, que es el único mencionado en la
Escritura con nombre propio y designado con este título; al parecer, se trata
del ángel guardián de Israel. (Dn 10:13; Dn 12:1; Jud 9).
-
Querubínes (heb. kerúb ; gr. jeroub). Aunque la raiz hebrea de este nombre
tiene un significado incierto, se relaciona este concepto con karâbu
(proveniente del acadio), que se traduce como “bendecir” y “orar”. Se
relaciona a este tipo de seres con la adoración permanente a Dios,
habitando en su misma presencia (Is 37:16), como guardianes (esto, como
figurativo de la imagen de escultura que Dios mandó a colocar en el arca
del pacto. Ex. 25: 18-22); aunque también los encontramos cumpliendo
otros labores, como en el caso de Génesis 3:24
-
Serafines (Heb. saráf: estar en fuego, encender; ardiendo; criatura
simbolizada por su color bronce). Se trata de seres que están situados por
encima del trono de Dios a cargo de adorarlo, de manifestar Su gloria y de
exaltar Su santidad (Is 6:1-6).
Pero, si no todos esos ejércitos o huestes celestiales son ángeles (mensajeros)
específicamente, ¿por qué solemos englobarlos a todos dentro de este concepto?
Aquí nos encontramos con dos puntos de vista: hay quienes los estudian como
diferentes, y otros que los tratan a todos como ángeles, diferenciándolos
únicamente por sus funciones, clase y rango. A modo de facilitar su estudio, la
teología los ubica a todos dentro de ese término, llamando a esta materia
Angelología; y sin pretender crear confusión en la mente de los aprendices,
podemos simplificar (o complejizar) este asunto según la madurez cognitiva de los
mismos. Al fin y al cabo, lo importante en este punto es comprender que existe
una creación de seres celestiales, distinta a la humanidad.
Para concluir con esta idea, queda por preguntarnos: ¿En qué momento Dios creó
a estos seres?
Si bien la Biblia no nos especifica el momento justo en que Dios crea a estos seres
celestiales, a partir de la lectura de al menos dos versículos claves, podemos
llegar a la conclusión de que esto tiene lugar antes de la creación de los cielos y la
tierra:
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes
inteligencia.
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de
Dios?” (Job 38:4-7)
(Cabe aclarar que hijos de Dios es otro modo en que la Biblia ocasionalmente
menciona a los ángeles, como en Job 1:6).
“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová
Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1)
La serpiente es representativa de satanás, como también leemos en Apocalipsis
12:9. Por lo tanto, si el diablo ya estaba en el Huerto del Edén, podemos deducir
por lógica que ya desde antes de este acontecimiento se había dado la caída de
satanás, y en consecuencia también, la creación de todos los ángeles.
Como resumen de este punto, concluimos diciendo que: hay seres creados por
Dios, a los que llamamos “Ángeles”. En la Biblia no encontramos un dato
específico que nos ayude a precisar con exactitud el tiempo en que estos seres
fueron creados, pero podemos asegurar que esto sucedió antes de la creación del
mundo. Sabemos además que fueron partícipes de diferentes momentos de la
historia y que su intervención en ellas fue tal, que hasta los propios humanos se
maravillaban con su presencia.
“Mi Dios envió su ángel. El cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen
daño, porque ante él fui hallado inocente…” (Daniel 6:22)
“Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y
tocando a pedro en el costado, le despertó, diciendo: levántate pronto. Y las cadenas
se le cayeron de las manos.” (Hechos 12:6)
Así también, en la Biblia en ninguna parte leemos que fueron creados a imagen y
semejanza de Dios, caso contrario a los humanos (Gn 1:26). Se trata entonces de
seres espirituales creados diferentes al hombre, pero sí, que al igual que éste
último, poseen voluntad propia y capacidad de elección (Heb 1:6, Jud 6-9).
Por supuesto que habría mucho más para especificar en este apartado, pero lo
hasta aquí dicho, consideramos que es suficiente para el fin propuesto.
b) ¿Quién era Lucero ?
“Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho
Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado
de hermosura.
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura;
de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo,
esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados
para ti en el día de tu creación.
Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí
estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado,...”
(Ezequiel 28:14-15a)
“oh Lucero, hijo de la mañana!” (Isaías 14:12)
En el capítulo 28 del libro del profeta Ezequiel, a partir del versículo 12,
encontramos varios datos acerca de un ser muy especial. Si bien se afirma que de
quien se hablará a partir de ese verso es del rey de Tiro, notaremos que detrás de
este título o nombre, se esconde entre líneas una entidad mucho más antigua y
particular. Algo similar ocurre en el texto citado de Isaías: palabras que son
evocadas hacia el rey de Babilonia, pero que al final, dejan a relucir que un poder
superior al humano operaba en este rey (véase también Daniel 10:13, “El príncipe
del reino de Persia”). A continuación resaltaremos algunos puntos que nos
ayudarán a entender lo expuesto aquí.
Se trata de un ser hermoso, “sello de la perfección” y lleno de sabiduría. Había
estado presente en el mismísimo huerto del Edén. Su vestidura, llena de piedras
preciosas; y en el día de su creación fue recibido con lo mejor de los instrumentos.
Se trataba de un Querubín, que como mencionamos en el apartado anterior, era
un ser celestial que habitaba en la mismísima presencia de Dios, rindiendo
alabanza. De hecho, leemos que se trataba de un Querubín “grande” (esta palabra
deriva de una raíz que significa ungido, consagrado; y más concretamente a un
ser imponente, con alas extendidas.); con una función particular: proteger (cubrir
por encima).
Lucero (o también traducido como Lucifer), Heb. Jeilél: lucero de la mañana. Este
nombre proviene de jalál: ser claro; brillar; hacer espectáculo, alardear; y así ser
necio. Aunque de un nombre hermoso, ya en su significado se deja ver una veta
de opacidad, irónicamente.
c) El comienzo del mal:
“…hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste;
por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego,
oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a
causa de tu esplendor…” (Ezequiel 28:14-17)
“¡Cómo has caído del cielo, oh estrella luciente, hijo de la mañana ! Has sido
arrojado a la tierra, tú que debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de
Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del
norte;
sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Isaías 14:12-15)
Detrás de ese ser tan bello y excelso, se ocultaba alguien perverso, el cual a
causa de su orgullo, ego, arrogancia, codicia, fue desterrado de la Santísima
presencia de Aquel a quien se suponía que debía darle toda la gloria. Tanta
soberbia lo llevó a tomar la decisión corromperse; se reveló contra su Creador,
queriendo ser igual a Él, deseando un trono en las alturas, dispuesto a recibir él
mismo toda la alabanza que le correspondía a Dios. La consecuencia de su
pecado fue terrible…
Aquel precioso Lucero, llegó a convertirse en el enemigo de Dios por excelencia y
por la eternidad.
“También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que
tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas;
y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la
tierra.” (Apocalipsis 12:3-4)
“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y
Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles
fueron arrojados con él.” (Apocalipsis 12:9).
La Palabra nos deja ver que, no conforme con ser desterrado del cielo, Lucifer se
llevó con él una gran cantidad de ángeles, quienes siendo corrompidos por la
soberbia, prefirieron a este malvado ser antes que a Dios; ellos sufrieron la misma
consecuencia que su “amo”. Este es el comienzo del pecado: la rebelión en los
cielos.
“en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los
hijos de desobediencia,” (Efesios 2:2)
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44)
Respecto a su nombre, la Biblia lo llamará de diversas maneras: Diablo
(acusador), Satanás (adversario), tentador, padre de la mentira, maligno,
engañador, serpiente antigua, el enemigo, etc. Diferentes nombres que dan mayor
idea acerca de sus malvadas cualidades, pero él sigue siendo el mismo, y su fin,
también.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente,
anda alrededor buscando a quien devorar;” (1 Pedro 5:8)
“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.”
(2 Corintios 11:14)
Con frecuencia, el común de las personas suele imaginar a Satanás como un ser
de color rojo, con dos cuernos, una cola puntiaguda y un tridente en las manos;
pensando que, si bien se trata de un ser que da miedo, sería muy fácil de
“identificar” y sus caminos serían tan malignos, que cualquiera podría detectarlos.
Pero La Escritura nos muestra otra cosa.
Satanás era hermoso, y aún hasta la actualidad él tiene la capacidad de “vestirse”
de cosas buenas. Pervierte la verdad; es el padre del engaño. Un ilusionista que
crea hermosos espejismos, que al final resultan en caminos anchos que llevan a la
destrucción del alma.
Así como Lucero, nadie está exento de pecar contra Dios y la consecuencia sigue
siendo la misma: ser separado de la Gloria de Dios (Ro 3:23). Es su deseo y su
gran objetivo el arrastrar junto con él a todas las almas que más pueda hacia el
destino que le espera: el infierno. Ya logró llevarse a gran cantidad de ángeles (los
llamados ángeles caídos o demonios, Mt 12:24), ahora también quiere arrastrar la
mayor cantidad de almas posibles (Ap 20:10-15).
A partir de todo lo expuesto, concluimos remarcando el hecho de que claramente
no era (ni lo es hoy) el deseo de Dios la corrupción de Su perfecta y divina
Creación. La decisión personal por el Creador es una acción clave, que operó en
Lucifer, en los ángeles caídos y que continúa vigente para la humanidad hoy.
Teniendo en cuenta que todos hemos pecado (y conociendo la consecuencia que
eso conlleva): este es un buen momento para compartir el evangelio con los
aprendices.
Hasta aquí llegamos con esta unidad. Se requiere que el maestro se involucre con
la lectura e investigación de los temas tratados. El material presentado no es más
que una guía de estudio personal y acotada, que, a la vez que proporciona un
conocimiento básico de ciertos temas, sirve de disparador para continuar con la
tarea de seguir buscando la Verdad en la Palabra de Dios.
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