Leyenda la niña de la iglesia La niña de la iglesia. En una noche fría, un conductor de taxi después de un cargado día de trabajo decide tomar camino para su casa, cuando lo hace de repente alcanza a ver una jovensita que le hace la parada, pero como ya no quería trabajar no se para. Más adelante recuerda la muerte de un hermano de el lo asaltaron y lo mataron por caminar sólo en la noche. Piensa un poco pero finalmente regresa por la señorita, cuando se subió le pareció una joven hermosa, de unos 16 años aproximadamente, cuando le pregunto que a donde se dirigía le dijo que a cualquier iglesia, de referencia la más cercana para alcanzar la última misa de la noche. Ya que llegaron a la iglesia el le dice que la esperara ahí afuera. Cuando se término la misa ella le pide que la lleve por donde la recogió, en la esquina de un cemeneterio, llegando allá la joven le dice que no tiene dinero para pagarle sólo tiene un relicario de oro que le dio su papá con mucho cariño la última vez que la vio, que se lo lleve a la direccion de el y que el alla le pagaria. Cuado llega a la casa del papá le cuenta lo que pasó y le dijo que si es su hija, pero que ya tiene varios años muerta y que lo peor fue que nunca le pudo hacer una misa por la pobreza en la que vivían. Se dice que la joven le mando el señor a su papá para que viera que ya había ido a misa y estuviera tranquilo, y esa fue la única vez que alguien vio a su hija, se dice que ya pudo descansar en paz. Leyenda del submarino La leyenda del submarino UB-65. Esta leyenda data de 1916 y proviene de Alemania, cuando apenas hacia una flota de submarinos. Uno de ellos que llamaron UB-65, cuentan que una viga se depslomo ens u construcción y aplasto a dos hombres, uno de los dos afectados murió, el primero de varias muertes que tuvieron lugar en este submarino. Despues cuenta la leyenda que 3 tripulantes se quedaron dentro de la cámara de gas y murieron asfixiados. Hasta este momento nadie se preocupaba, ya que parecía haber sido causado de manera ocacional por el descuido mismo de los trabajadores. Cuando el UB-65 se dispuso a sumergirlo al mar, ordenaron a un marinero a que inspeccionara las escotillas, pero nos e supo por que ni nada de ese marinero, al parecer los que lo vieron el solo salto por la borda, y quedo atrapado y descuartizado por el remolino del submarino, todo asumieron la muerte de este marino como un suicidio. A los días mandrón revisar el submarino y la conclusión fue que aun era apto para trabajo, durante el acomodo del submarino para sacarlo nuevamente al mar exploto misteriosamente un torpedo, el cuál mato a ocho marineros y a un teniente, cuentan los marineros que sobrevivieron que se aparecia el marinero suicida en la punta de la borda, que aparecia con los brazos cruzados, y aunque el submarino fue exorcizado estas apariciones continuaron, al ver que ningún marinero quería subir al UB-65 lo dejaron fuera de servicio, pero este submarino siempre fue aprobado para su servicio. La Leyenda de la Llorona Es una de las más famosas Leyendas Mexicanas, que ha ha dado la vuelta al mundo, se trata de la de La Llorona, la cual tiene sus orígenes desde el tiempo en que México fue establecido, junto a la llegada de los españoles. Se cuenta que existió una mujer indígena que tenía un romance con un caballero español, la relación se consumó dando como fruto tres bellos hijos, a los cuales la madre cuidaba de forma devota, convirtiéndolos en su adoración. Los días seguían corriendo, entre mentiras y sombras, manteniéndose escondidos de los demás para disfrutar de su vinculo, la mujer viendo su familia formada, las necesidades de sus hijos por un Padre de tiempo completo comienza a pedir que la relación sea formalizada, el caballero la esquivaba en cada ocasión, quizás por temor al qué dirán, siendo él un miembro de la sociedad en sus más altos niveles, pensaba mucho en la opinión de los demás y aquel nexo con una indígena podría afectarle demasiado su estatus . Tras la insistencia de la mujer y la negación del caballero, un tiempo después, el hombre la dejó para casarse con una dama española de alta sociedad. La mujer Indígena al enterarse, dolida por la traición y el engaño, totalmente desesperada, tomó a sus tres hijos, llevándolos a orillas del rio, abrazándolos fuertemente con el profundo amor que les profesaba, los hundió en el hasta ahogarlos. Para después terminar con su propia vida al no poder soportar la culpa de los actos cometidos. Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la mujer en el río donde esto ocurrió. Hay quienes dicen haberla visto vagando buscando desesperada, con un profundo grito de dolor y lamento que clama por sus hijos. La culpa no la deja descansar, su lamento se escucha cerca de la plaza mayor, quienes miran a través de sus ventanas ven una mujer vestida enteramente de blanco, delgada, llamando a sus hijos y que se esfuma en el lago de Texcoco. El Puente de los Duendes Esta leyenda tiene sus orígenes en Puebla, México, donde los lugareños son advertidos desde niños sobre la peligrosidad de un lugar en medio de la sierra, donde pequeños duendes arrastran a la gente hasta llevarlos debajo de un puente, en el que hacen cosas aun no sabidas y quien entra ahí no sale jamás. Este tenebroso lugar es conocido como “El Puente de los Duendes”, y gracias que una persona pudo escapar se sabe un poco ms de este destino incierto. Un hombre regresaba de la fiesta del pueblo algo pasado de copas, para combatir un poco el frio, en medio de la noche se le ocurre ir a buscar leña, la única que pudo encontrar estaba cerca del tan temido puente, ya sabiendo las desgracias que a él se le atribuían procuró estar lo más pronto posible de regreso, solo tomó un par de palos tan rápido como pudo. Pero al dar vuelta, vio entre los matorrales una gallina grande y gorda. Parecía que no pertenecía a nadie porque la gente acostumbra guardar los animales en sus corrales por temor a lobos o coyotes. El hombre se dispone a capturarla, la sigue entre los matorrales, y aunque la gallina es muy lenta, se le hace escurridiza. Con la idea en mente de tenerla en la mesa para la cena, no desistía de su intento, hasta que se dio cuenta, que la gallina se detuvo justamente en un extremo del puente. Demasiado asustado y con intención de correr, no pudo hacerlo, sentía todo el cuerpo adormecido, y era conducido contra su voluntad hacia abajo del puente, donde se escuchaban algunas risas y cuchicheos. Pudo ver entonces que aquella gallina regordeta, se convertía en un hombrecillo de menos de un metro, que lo veía fijamente con una risa malintencionada, oyéndose gritos y gemidos de dolor, el hombre pudo salir un segundo de su trance, tomando el control de su mano para hacer la señal de la cruz, y diciendo estas palabras – Padre nuestro, si mi carne es para los demonios, al menos deja que mi alma esté contigo en el paraíso Las criaturillas chillaron en reacción de desacuerdo, queriendo abalanzarse sobre él, se le fueron encima, pero afortunadamente el hombre pudo escapar corriendo, gracias a sus palabras. Al siguiente día al despertar, pensaba que todo había sido un mal sueño, pero un intenso dolor lo hizo voltear hacia sus piernas, las cuales tenía desgarradas y ensangrentadas, y al levantarse vio un camino de plumas cubiertas de sangre que marcaban el camino hacia el puente. El dragón de Wawel Adaptación de la antigua leyenda de Polonia Según cuenta una leyenda polaca, hace muchos siglos, en las tierras gobernadas por el príncipe Krakus, empezaron a suceder hechos muy extraños que nadie lograba comprender. Dice la historia que en sus dominios había una colina conocida como la colina de Wawel. Un día, sin saber por qué, comenzaron a faltar personas que vivían en los pueblos colindantes, gente que de repente un día se esfumaba y de la que nunca jamás se volvía a saber nada. Por si esto fuera poco, los pastores empezaron a notar también que, cada vez que hacían recuento de ovejas, en sus rebaños siempre faltaba alguna. Los habitantes de la zona estaban desconcertados ¿Cómo era posible que personas y animales desaparecieran como si se los hubiese tragado la tierra? Algo iba mal, pero nadie tenía ni idea de cómo solucionar el misterio. Un día, un muchacho que paseaba por la colina, descubrió una enorme cueva tapada por unos matorrales. Asomó la cabeza y se quedó paralizado de miedo: allí dentro dormía un dragón verde de piel brillante y tamaño descomunal .Tenía un aspecto que daba pavor y cada vez que roncaba, las paredes de la cueva vibraban como si fueran de papel. Temblando como un flan salió pitando de allí y bajó al pueblo más cercano para avisar a todo el mundo. Después, fue al castillo para comunicárselo también al príncipe Krakus, quien consciente de la terrible amenaza que suponía el reptil alado, mandó a los soldados más valerosos de su ejército a luchar contra él. Un grupo enorme, armado hasta los dientes, tomó rumbo a la colina con una única misión: ¡abatir al temible enemigo! Pero el dragón, que ya estaba despierto, vio que el ejército se acercaba e intuyó que iban a por él. Muy airado, salió de su guarida, cogió aire y los expulsó de allí lanzando bocanadas de fuego por su enorme boca. Los soldados salieron volando como muñecos de trapo, envueltos en una especie de huracán caliente y con el culo un poco chamuscado. Evidentemente, la operación resultó un fracaso. El dragón era demasiado fiero, demasiado fuerte y demasiado peligroso como para acercarse. El príncipe Krakus, como último recurso, promulgó un bando real: quien consiguiera vencer al monstruo, se casaría con lo que él más quería: su dulce hija Wanda. Una noticia de tal magnitud no tardó en extenderse como la pólvora y llegó a oídos de un joven y guapo zapatero. El muchacho, que era muy humilde pero inteligente como el que más, decidió intentarlo y elaboró un plan infalible. ¿Quieres saber qué hizo?… Consiguió la piel de un borrego, la rellenó con azufre y alquitrán, y por la noche, cuando el dragón dormía, la colocó en la entrada de la caverna. En cuanto se despertó de su profundo sueño, el animal vio la falsa oveja, se relamió y la devoró con ansia. La comió tan rápido y con tantas ganas, que al terminar sintió mucha sed y bajó al río Vístula a beber. El agua penetró a borbotones en su inmenso estómago, y al entrar en contacto con el azufre y el alquitrán que se había zampado sin darse cuenta, la tripa le explotó en mil pedazos. El zapatero fue aclamado como un auténtico héroe y recibió todos los honores posibles, aunque el mejor de todos los premios, fue casarse con la hermosa princesa Wanda. Dicen que fueron muy, muy felices, durante toda la vida. Hoy en día, en Polonia, existe una población en torno a la colina donde vivió, hace tantos siglos, el peligroso dragón. Está considerada una de las ciudades más importantes y bellas del país y se llama Cracovia, en honor a uno de los protagonistas de esta historia: el príncipe Krakus. Si algún día vas a visitarla, podrás comprobar cómo muchos de sus habitantes todavía recuerdan esta preciosa leyenda que sus abuelos les contaron cuando eran niños y que va pasando de generación en generación. El monstruo del lago Según cuenta la leyenda habia preciosa muchacha llamada Untombina, hija del rey de una tribu africana. A unos kilómetros de su hogar había un lago muy famoso en toda la comarca porque en él se escondía un terrible monstruo que, según se contaba, devoraba a todo aquel que merodeaba por allí. Nadie, ni de día ni de noche, osaba acercarse a muchos metros a la redonda de ese lugar. Untombina, en cambio, valiente y curiosa por naturaleza, estaba deseando conocer el aspecto de ese monstruo que tanto miedo daba a la gente. Un año llegó el otoño y con él tantas lluvias, que toda la región se inundó. Muchos hogares se vinieron abajo y los cultivos fueron devorados por las aguas. La joven Untombina pensó que quizá el monstruo tendría una solución a tanta desgracia y pidió permiso a sus padres para ir a hablar con él. Aterrorizados, no sólo se negaron, sino que le prohibieron terminantemente que se alejara de la casa. Pero no hubo manera; Utombina, además de valiente, era terca y decidida, así que reunió a todas las chicas del pueblo y juntas partieron en busca del monstruo. La hija del rey dirigió la comitiva a paso rápido, y justo cuando el sol estaba más alto en el cielo, el grupo de muchachas llegó al lago. En apariencia todo estaba muy tranquilo y el lugar les parecía encantador. Se respiraba aire puro y el agua transparente dejaba ver el fondo de piedras y arena blanca. La caminata había sido dura y el calor intenso, así que nada les apetecía más que darse un buen chapuzón. Entre risas, se quitaron la ropa, las sandalias y las joyas, y se tiraron de cabeza. Durante un buen rato, nadaron, bucearon y jugaron a salpicarse unas a otras. Tan entretenidas estaban que no se dieron cuenta de que el monstruo, sigilosamente, se había acercado a la orilla por otro lado y les había robado todas sus pertenencias. Cuando la primera de las muchachas salió del agua para vestirse, no encontró su ropa y avisó a todas las demás de lo que había sucedido. Asutadísimas comenzaron a gritar y a preguntarse qué podían hacer ¡No podían volver desnudas al pueblo! Se acercaron al lago y, en fila, comenzaron a llamar al monstruo. Entre llantos, le rogaron que les devolviera la ropa. Todas menos Utombina, que como hija del rey, se negaba a humillarse y a suplicar nada de nada. El monstruo escuchó las peticiones y, asomando la cabeza, comenzó a escupir prendas, anillos y pulseras, que las chicas recogieron rápidamente. Devolvió todo lo que había robado excepto las cosas de la orgullosa Utombina. Las chicas querían volver, pero ella seguía negándose a implorar y se quedó inmóvil, en la orilla, mirando al lago. Su actitud consiguió enfadar al monstruo que, en un arrebato de ira, salió inesperadamente del lago y de un bocado se la tragó. Todas las jovencitas volvieron a chillar presas del pánico y corrieron al pueblo para contar al rey lo que había sucedido. Destrozado por la pena, decidió actuar: reclutó a su ejército y lo envió al lago para acabar con el horrible ser que se había comido a su niña. Cuando los soldados llegaron armados hasta los dientes, el monstruo se dio cuenta de sus intenciones y se enfureció todavía más. A manotazos, empezó a atrapar hombres de dos en dos y a comérselos sin darles tiempo a huir. Uno delgaducho y muy hábil se zafó de sus garras, pero el monstruo le persiguió sin descanso hasta que, casualmente, llegó a la casa del rey. Para entonces, de tanto comer, su cuerpo se había transformado en una bola descomunal que parecía a punto de explotar. El monarca, muy hábil con el manejo de las armas, sospechó que su hija y los soldados todavía podrían estar vivos dentro de la enorme barriga, y sin dudarlo ni un segundo, comenzó a disparar flechas a su ombligo. Le hizo tantos agujeros que parecía un colador. Por el más grande, fueron saliendo uno a uno todos los hombres que habían sido engullidos por la fiera. La última en aparecer ante sus ojos, sana y salva, fue su preciosa hija. El malvado monstruo dejó de respirar y todos agradecieron a Utombina su valentía. Gracias a su orgullo y tozudez, habían conseguido acabar con él para siempre.