Autor Revista de Estudios de la Mujer Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Titulo Co-Editoras María Herminia Di Liscia (UNLPam) Marta L. Carrario (UNCo) Cecilia Lagunas (UNLu) Responsable de la edición de este volumen Secretaria de redacción: Mónica Adriana Morales Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (UNLPam) Consejo Editorial UNLPam UNCo UNLu María José Billorou Stella Cornelís Mariana de Dios Herrero Marcela Domínguez Virginia González Ana María Lassalle Alejandra Erica Montaña Mónica Morales Lía Norverto María Betsabé Policastro Natividad Ponce Daniela Zaikoski Griselda Fanese Adriana Hernández Nilda León Laura Méndez Alejandra Minell Lidia Ozonas Carmen Reybet Marta Flores Patricia Talani Nora Mantelli Rosa María Becerra Carlos Cansanello Mabel Fernández Susana Fioretti Liliana Gastrón Cristina Gutiérrez Gloria Lynch Adriana Martínez Griselda Negri Alicia Palermo Mariano Ramos Estela Salles Amalia Testa Brisa Varela Consejo Asesor Dra. Reyna Pastor (CSIC-Madrid-España) Dra. Gloria Bonder (CEM-Argentina) Dra. Nélida Bonaccorsi (UNCo) Dra. Eva Giberti (Psicóloga-Argentina) Dra. Mary Nash (Universidad de Barcelona-España) Dra. Eni De Mezquita de Samara (Universidad de Sáo Paulo-Brasil) Lily Sosa de Newton (Historiadora-Argentina) Dra. Hebe Clementi (Fundación Otra Historia-Argentina) Dra. Dora Barrancos (CONICET-Argentina) Dr. José Carlos Escudero (UNLu-Argentina) Dra. Elena Chiozza † (UNLu-Argentina) Dra. Cecilia Grossman (CONICET-Argentina) Dra. Karen Offen (Stanford University-USA) Dra. Donna Guy (Arizona University-USA) Dra. Susana Socolow (Emory University-USA) Dr. José Maristany (UNLPam-Argentina) Dra. Mónica Bendini (UNCo-Argentina) Dra. Capitolina Díaz Martínez (Universidad de Oviedo-España) Lic. José Luis Moreno (UNLu-Argentina) Dra. Carmen Ramos Escandón (CIESAS-México) Marta Goldberg (UNLu) Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Autor Volumen XX Año 2016 ISSN 0328-6169 Santa Rosa - La Pampa Revista de Estudios de la Mujer Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de La Pampa Centro Interdisciplinario de Estudios de Género Facultad de Humanidades Universidad Nacional del Comahue Área Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer Departamento de Ciencias Sociales Universidad Nacional de Luján Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Titulo Misión: La Aljaba, segunda época. Revista de Estudios de la Mujer, es una publicación anual editada por las Universidades de La Pampa, Luján y Comahue, cuyo fin es contribuir al conocimiento de los Estudios de la Mujer, mediante la publicación de trabajos de investigación, ensayos de reflexión, artículos de divulgación y estudios aplicados. Los trabajos se distinguen por su calidad, claridad y cientificidad, todos ellos escritos y avalados por autoras/es nacionales y extranjeros que dan a conocer el estado y las nuevas tendencias de la problemática de la mujer y del género. Esta revista está destinada al público lector interesado por las contribuciones que los Estudios de la Mujer y el enfoque de género aportan al desarrollo científico de las diversas áreas del conocimiento. Intercambios y pedidos: Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de La Pampa Coronel Gil 353 – 6300 – Santa Rosa – La Pampa Centro Interdisciplinario de Estudios de Género Facultad de Humanidades Universidad Nacional del Comahue Avenida Argentina 1400 – 8300 – Neuquén Área Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer Departamento de Ciencias Sociales Universidad Nacional de Luján Cruce Ruta 5 y 7 – 6700 – Luján – Buenos Aires Responsable de la edición: Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de La Pampa Coronel Gil 353. 3er. Piso, oficina 306 Tel.: 54-2954-451663 Email: [email protected] Diagramación y diseño de tapa: Lucía Bernardi Ilustración de tapa: Isabel Di Liscia “Fedra” Acrílico 50x70, 2015. Responsable de la impresión: Universidad Nacional de La Pampa, 2016 Registrada en el directorio de LATINDEX por el CAICYT – CONICET, Nº 2471. Queda hecho el depósito que establece la ley 11723 - ISSN Nº0328-6169 Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Autor Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Titulo Universidad Nacional de La Pampa Universidad Nacional del Comahue Rector: CPN Sergio Baudino Vicerrector: Mg. Hugo Alfonso Facultad de Ciencias Humanas Decano: Lic. Sergio Maluendres Vicedecana: Prof. Beatriz Cossio Rector: Lic. Gustavo Crisafulli Vicerrector: Mgr. Juan D. Nataine Facultad de Humanidades Decano: Dra. Beatriz Gentile Vicedecana: Dra. Norma Steimbreger Universidad Nacional de Luján Presidente: Ana María T. Rodríguez Director de Editorial: Rodolfo Rodríguez Consejo Editor de EdUNLPam: Pedro Molinero, María Ester Folco, María Silvia Di Liscia, Estela Torroba, Liliana Campagno, Celia Rabotnikof, Alicia Sáenz, Edith Alvarellos, Yamila Magiorano, Paula Laguarda, Marisa Elizalde, Ricardo Tosso, Mónica Boeris, Rubén Pizarro, Jorge Olivares, Griselda Cistac, Raúl Álvarez Rector: Ing. Agr. Osvaldo Pedro Arizio Vicerrector: Ing. Agr. María Cristina Serafini Departamento de Ciencias Sociales Director Decano: Prof. Omar Horacio Gejo Vicedirectora Decana: Lic. Amalia E. Testa Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Autor Índice / Summary María Herminia Di Liscia Presentación y despedida 11 Nélida Bonaccorsi Mujeres, violencia estatal y Derechos Humanos: a 40 años del golpe 15 cívico-militar en Argentina Women, state violence and Human Rights: a 40-year civil-military coup in Argentina Artículos Dora Barrancos Feminismos entre la paz y la guerra 19 Feminisms between peace and war Graciela Di Marco Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres en las teorías y prácticas democráticas. Un estudio comparativo de las transiciones en América Latina y el norte 35 de África desde una perspectiva sur - sur And challenges surrounding the full inclusion of women in democratic theories and practices. A comparative study of the transitions in Latin America and the north of Africa from a perspective south - south Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Titulo Gabriela Castellanos Llanos Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto 69 Gender styles and tyranny of binarism: Why we need the concept of genderlect María Belén Caballero Baez El Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico La 89 Pampa Movement for Women´s Rights of General Pico La Pampa Carolina Folmer El impacto del abolicionismo y/o reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres en situación de prostitución. Santa Rosa La Pampa, año 105 2015 The impact of abolitionism and/or reglamentarism in the daily life of women in prostitution. Santa Rosa La Pampa, 2015. María Virginia González Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la Antorcha y 123 pronunciar el Verbo Hortensia Maggi’s Natalia Mértens (1996). Take up the Torch and pronounce the Verb Graciela Hernández Pliegues y repliegues del género y la memoria. La poligamia en un trabajo de historia oral con mujeres, en espacios de alfabetización de adul145 tos/as. Bahía Blanca (1995-2013) Folds and creases of genre and memory. Polygamy in an oral history work carried out with women in adults’ literacy courses. Bahía Blanca (19952013) Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Autor Jesús Jaramillo “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos 167 “Walk all day”: constructions of gender of children and girls in urban spaces María José Ortega Chinchilla “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en 187 Portugal en el siglo XVIII “A pernicious custom”. Discourses on wage breastfeeding in Portugal in the eighteenth century Oliva Solís Hernández El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana 205 The role of women inside Norteña mexican music Brisa Varela Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios esco223 lares: entre la vigilancia y la displicencia Geography gender and body discourses in school microspace: between monitoring and nonchalance Actividades Académicas Vanina Guazzaroni y Belen Pissarello. IV Encuentro Internacional de Investigación de Genero: cultura, sociedad y política en perspectiva 245 de género Cristina N. Gutierrez Dipróspero. Trabajo remunerado y no remunerado en el mundo doméstico y académico de varones y mujeres del Depar247 tamento de Ciencias Sociales-UNLu Mónica Molina: La palabra. Una herramienta de acción política para 251 deconstruir el lenguaje prostibulario Segunda época, Volumen XX, 2016, 1-10 Reseñas Eleonora Gómez Castrilli María de los Ángeles Dicapua, Julieta Mascheroni y Melina Perbellini (compiladoras) (2013), Detrás de la mirilla. Trabajo y género en las nue261 vas formas de asociatividad Damian A. Cipolla Vélez Sainz Julio, “De amor, de honor e de donas”. Mujer e ideales cor265 teses en la Castilla de Juan II (1406-1454) Jessica Eileen Jones Susan Howe, Estratos de una voz femenina estadounidense 267 María Morales y Giulietta Piantoni Nadia Fink y Emiliano Saá, Colección Antiprincesas + Antihéroes 271 Rayén Daiana Pozzi Alicia Genovese, La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas 275 Marta Urtasun Anamaría Mayol, (2015). En los gestos de la noche 279 Pautas para las/os colaboradoras/es 285 Los Artículos y comentarios son de exclusiva responsabilidad de sus autores/ as. Está prohibida la reproducción total o parcial y por cualquier medio, sin permiso expreso de las editoras. María Virginia González PRESENTACIÓN Y DESPEDIDA María Herminia Di Liscia Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer UNLPam M e ha tocado el privilegio de editar el volumen 20 de nuestra revista, lo que supone muchos recuerdos y evocaciones. Allá por el 95, Cecilia Lagunas me invitó a editar una revista de Estudios de la Mujer. De manera absolutamente inconsciente, rápidamente le dije que sí. La inconsciencia tiene que ver con los ímpetus por generar acciones significativas, sin medir que no sabíamos nada de edición. Nadie nos había formado ni enseñado sobre esta disciplina, pero igualmente comenzamos haciendo camino al andar. Así nació La Aljaba, primera revista de Estudios de la Mujer editada por tres universidades nacionales. Y año a año veía la luz un nuevo número, con dificultades, tropiezos, pero siempre aprendiendo e intentando mejorarla. Avatares económicos y académicos no nos vencieron, por el contrario, fortalecieron los vínculos para seguir concretando esta experiencia de reunión de tres mujeres y tres universidades que crearon y produjeron una revista. Nuestra vida académica se fue nutriendo de nuevas exigencias, y mientras íbamos editando la revista, concursamos, hicimos maestrías y nos doctoramos. La Aljaba fue creciendo en calidad, uno de los indicadores sin dudas fue la Mención en el Concurso de Revista de Investigación en Historia y Ciencias Sociales organizado por la Fundación Compromiso y la Fundación Ford, obtenido en 2004. En este número podemos contar con contribuciones de dos excelentes académicas argentinas y amigas, que generosamente han producido estos artículos que hoy ponemos a disposición. Me refiero a Dora Barrancos con el sugerente análisis sobre las cuestiones bélicas y el pacifismo producidas por grupos feministas y a Graciela Di Marco, con su novedoso estudio sobre el feminismo en Africa en una perspectiva comparativa con los países del sur americano. Segunda época, Volumen XX, 2016, 11-13 11 Presentación y despedida Asimismo en este número damos ingreso a un artículo de una académica reconocida dentro de las ciencias sociales latinoamericanas y los estudios de género: Gabriela Castellanos Llanos, editora de La Manzana de la Discordia de la Universidad del Valle de Cali Colombia. Su artículo sobre el concepto de “generolecto” es iluminador respecto del lenguaje y del discurso feminista. No quiero olvidar mencionar que este volumen 20 de 2016 se edita a los cuarenta años del golpe civico-militar en nuestro país. Por la memoria de todas y todos es que nuestra revista se hace eco de esta recordación a través del artículo de Nélida Bonaccorsi. Y como es habitual, los demás artículos son estudios –en algunos casos regionales- producidos por profesionales pertenecientes a las tres universidades nacionales, además de las secciones de reseñas bibliográficas y actividades académicas. Agradezco a quienes a lo largo de estos veinte años, han colaborado con sus artículos en un abanico de diversidades de temas, enfoques y disciplinas donde ha radicado la riqueza del complejo mundo investigativo que responde a un ideario plural y a la heterogeneidad de la escritura que evoca las diferentes situaciones y condiciones de las mujeres y sus formas de elaboración cultural alternativa. El derrotero en todos los números muestra la vigencia y cada vez más profundo abordaje, por distintas disciplinas, de los temas sobre las mujeres y el enfoque de género. Esta presentación es también una despedida ya que este volumen será el último que edite, por cuanto dejo esa responsabilidad en una persona más joven que ya está formada para hacerlo. En mayo de este año el grupo de “La Aljaba” como solemos llamarnos nos encontramos en la Universidad de Luján para participar del IV Encuentro Internacional de Investigación de Genero: cultura, sociedad y política en perspectiva de género. En estas jornadas, en las que se abrieron nuevas perspectivas de trabajo e intercambio, renovamos nuestro compromiso con los estudios de género, con la universidad pública como institución formadora y con la sociedad. Sin dudas que dentro de este compromiso la continuidad de La Aljaba es central y está garantizada. 12 Segunda época, Volumen XX, 2016, 11-13 Nélida Bonaccorsi MUJERES, VIOLENCIA ESTATAL Y DERECHOS HUMANOS: A 40 AÑOS DEL GOLPE CÍVICO-MILITAR EN ARGENTINA “En el golpe de Estado cívico militar del 76 fueron vulnerados los Derechos Humanos” ¿A qué nos referimos con esta frase tan repetida? E n esos años nefastos mujeres y varones fueron encarcelados, torturados, asesinados, perdiendo el derecho a la libertad de expresión y actuación. Quienes fueron a las cárceles se les negó el “habeas corpus”, el juicio y defensa. Y por el hecho de ser “mujer” ellas sufrieron vejámenes, violaciones, violencia psicológica, secuestros de sus hijos, entre otras aberraciones. Es necesario vincular la problemática de la violencia contra las mujeres por una cuestión de género. Situación que se desprende acerca de la concepción moralizadora de mujer-madre-cuidadora…que las presas transgredieron. Los militares argentinos sostenían esas ideas sexistas y violentaron los cuerpos a esas mujeres “subversivas” como mecanismo perverso del ejercicio de poder. Si, ellas querían subvertir, transformar ese modelo cultural y social que oprimía a los argentinos y a las mujeres en particular. Los testimonios de las que sobrevivieron, hacinadas en cárceles, y en especial la de Villa Devoto, narran en el libro Nosotras, presas políticas, 1974-19831 con ira, indignación tanta humillación recibida por esos seres “inhumanos”. Pero también exaltan la sororidad, empatía entre las presas de todas las edades, de distintas partes del país y con miradas políticas diferentes, con la esperanza constante de la libertad y justicia. La militancia de las mujeres por los derechos de igualdad y equidad no se inicia en los años 60-70. La historia registra testimonios de mujeres que lucharon por los derechos al trabajo asalariado, las sufragistas por voto femenino y ser elegidas en puestos políticos. Además, mujeres pioneras en vindicar los derechos humanos para las mujeres como Juana Manso, Julieta Lanteri, Alicia Moreau, Eva Perón y tantas 1 Viviana Beguán (coord.), 2006, Buenos Aires, Nueva América. Segunda época, Volumen XX, 2016, 15-16 15 Mujeres, violencia estatal y Derechos Humanos: A 40 años del golpe cívico-militar en Argentina otras. Algunas con la palabra, otras con reflexiones escritas, o con denuncias concretas dejaron testimonios de sus voces levantadas a la injusticia de ser consideras inferiores, subordinadas. A lo largo de la historia comprobamos que muchas fueron perseguidas, presas, ridiculizadas en una sociedad patriarcal dictaminadora sobre las mujeres que deben estar en el espacio doméstico, procreando y en los oficios de mantenimiento y cuidados de los otros miembros de la familia. Si bien los Derechos Humanos fueron vulnerados en la época dictatorial no quiere decir que con la redemocracia todos los derechos fueron garantizados. Las mujeres seguimos sufriendo inequidad, discriminación, maltrato…femicidios, cada vez más nombrados en su verdadera significación. Leyes y más leyes se proponen para defender a las mujeres para vivir en una sociedad igualitaria. Pero, esas leyes quedan en la escritura, pocas son cumplidas. Entonces los colectivos de mujeres crean políticas públicas, estrategias para garantizar la igualdad de oportunidades y trato para poder vivir en una sociedad más justa que respete los derechos humanos en los hechos. En el abordaje de la violencia contra las mujeres se debe tener en cuenta el respeto de la dignidad, autonomía e inviolabilidad como cuestión de derechos humanos. Las mujeres sensibilizadas con estos principios se transforman en ciudadanas activas capaces de dirigir sus propios destinos libres de violencia. Sin embargo, es un largo camino al que no todas pueden acceder. La falta de una justicia convencida de aplicar las leyes, falta de políticas claras y eficientes, lugares de contención hacen que las más vulnerables no puedan revertir su situación. Los estereotipos que las culturas fueron tejiendo se imponen y si bien hay una resistencia mundial con el protagonismo de muchos varones, aún perduran en mentalidades conservadoras-sexistas esos modelos de inferiorizar al otro/a como objeto y no sujeto pensante. Para que “el nunca más” sea efectivo es indispensable rescatar la memoria de las luchas de mujeres y varones contra la injusticia social, y replantearse los valores de una sociedad defensora de la libertad, la equidad y los Derechos Humanos. Nélida Bonaccorsi Centro Interdisciplinario de Estudios de Género, Universidad Nacional del Comahue 16 Segunda época, Volumen XX, 2016, 15-16 Nélida Bonaccorsi Artículos Segunda época, Volumen XX, 2016, 15-16 17 Dora Barrancos FEMINISMOS ENTRE LA PAZ Y LA GUERRA1 Feminisms between peace and war Dora Barrancos (UBA/UNQ/CONICET) Resumen El trabajo examina las posiciones tomadas por las feministas europeas durante la Primera Guerra Mundial, circunstancia que dividió aguas entre las pacifistas y las belicistas. Las mujeres a favor de la paz realizaron en 1915 el Congreso Internacional de la Haya que solicitó el inmediato fin de la contienda. También se reunieron en Berna, Suiza, las pacifistas de la social democracia, en oposición a sus compañeros varones, que votaron los créditos de guerra en donde eran representantes. La guerra fracturó al feminismo que sólo pudo recomponerse a propósito de la demanda de derechos después de 1918. El trabajo analiza también el pensamiento de Virginia Woolf contra la guerra en Tres guineas, obra en la que responsabiliza al patriarcado pero señala la connivencia que suelen poner en evidencia las propias mujeres. Palabras claves: feminismo europeo – belicismo – pacifismo - Virginia Woolf Abstract The paper examines the positions taken by European feminists during World War I, a fact which divided waters between the pacifists and warmongers. Pacifists women held the International Congress of The Hague in 1915 that requested the immediate end of the war. The pacifist women of social democracy also met in Bern, Switzerland as opposed to their male peers, who voted for war credits. The war broke feminism that could only compose herself about demand rights after 1918. The paper also analyzes the thought of Virginia Woolf against the war in her book 1 Este texto forma parte de la conferencia brindada por la autora en el XVII Congreso Colombiano de Historia, bajo el lema “La paz en perspectiva histórica”, Bogotá, 5-7 de octubre de 2015, organizado por la Academia Colombiana de Historia y la Asociación Colombiana de Historiadores. Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 19 Feminismos entre la paz y la guerra “Three Guineas”. She blames the patriarchy by wars, but she says that wars can be sustained with the cooperation of women. Keywords: european feminism - warmongering - pacifism - Virginia Woolf E n abril de 2015 se cumplió el centenario del Congreso Internacional por la Paz que reunió a cientos de mujeres en La Haya para reclamar el fin de la contienda, y también en 2015 se cumplieron cien años de la reunión contra la guerra que hicieron las mujeres socialistas en Berna, a contrapelo de muchos compañeros de la social democracia que no estaban de acuerdo con este encuentro. Me propongo revisitar las dramáticas circunstancias de la guerra y sus repercusiones en las filas feministas, los enfrentamientos habidos entre sus adherentes, los disensos profundos que separaron a las militantes, con el propósito principal de disuadir cualquier construcción representacional destinada a consagrar el pacifismo inmanente de la condición femenina. Aunque la crítica feminista ha sido muy incisiva respecto a desarraigar completamente el “ideal femenino” cimentado en la perspectiva de las conductas morigeradoras de los conflictos, se encuentran voces que han inclinado la balanza de los valores éticos del cuidado como inherentes a las mujeres (Gilligan, 1985), y en el campo historiográfico no faltan abordajes que proponen la predisposición conciliatoria de los grupos femeninos (Aguado, 1999). El feminismo, surgido a mediados del XIX, había forjado un camino tan internacionalista como el de las nacientes organizaciones del proletariado, de modo que los aprestos bélicos -que ya se insinuaban en las últimas décadas de ese siglo-, motivaron manifestaciones pacifistas por parte de no pocas militantes. Se ha sostenido que la primera agrupación de mujeres por la paz surgió en Ginebra en 1868 (Ubric Rabaneda y Martínez Martínez, 2015:192) y piénsese en el difundido alegato de Bertha von Suttner con su célebre Abajo las armas! de 1889. Los congresos feministas de inicios del XX a veces plantearon la necesidad de hacer votos por la paz, y parecía haber existido una sensibilidad común de las diversas cuencas feministas acerca de esta posición, en verdad una noción más atribuida que propiamente constatada en las manifestaciones de la época. Resultaba un “dato natural”, y por lo tanto indubitable, que las mujeres se opusieran a las guerras porque estaba en su irrenunciable “naturaleza maternal”, y puede recorrerse la miríada de ensayos aparecidos sobre esta condición cardinal femenina, comenzando por la que subrayó el propio feminismo de la época. Como escribía una destacada militante feminista pacifista, Crystal Eastman a 20 Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 Dora Barrancos otra igualmente destacada feminista, Jane Addams – que en 1931 recibiera el Premio Nobel de la Paz, compartido con Nicholas Murray Butler: As mothers or potential mothers, women have a more intimate sense of the value of human life (…) therefore (…) there can be more meaning and passion in the determination of a women’s organization to end war than in an organization of men and women with the same aim” (Gordon, 1990:624). El maternalismo constituyó una clave en la agenda de los feminismos, un término que vinculaba centralmente la demanda de prorrogativas. La perspectiva de la injusticia ondeaba sobre la falta de reconocimiento a la dignidad del maternaje. Y vale la pena recordar al notable sociólogo, probablemente uno de los más amigos de la causa femenina a inicios del XX, Georg Simmel que veía en la mujer el auténtico reposo del ser metafísico por su ínsita condición de reproductora. Simmel aseguraba: De las mujeres podría decirse que viven en cierto sentido más, que deben tener una vida más concentrada y disponible que los hombres porque han de proveer con ella también al hijo (…) Se trata para ella (…), no de una oposición entre proceso y resultado o idea, sino de la vida, en un sentido tan unitario que no se disgrega en proceso y resultado” (Simmel, 1999:94-95) Nuestro autor pensaba que las mujeres “representaban el fondo de las cosas”, y no vacilaba en sostener que descansan inconmovibles y profundamente inmersas en la última instancia de su propio ser, y que precisamente por esto y en esta medida el fondo de la existencia como tal, la unidad secreta, incognoscible, de la vida y del mundo, es su propio fundamento” (Simmel, 1999: 110). Era el diferencial del “sentido materno” lo que confería a las mujeres la “unidad de la existencia”, circunstancia que las hacía menos “históricas”, esto es, menos proclives a los cambios epocales que los varones. Eran las depositarias por lo tanto del sentido de lo absoluto, y por esa circunstancia revelaban una axiología que se sustraía al paso del tiempo pues la sustancia valorativa era trans-temporal. Las consecuencias acerca del deber de conservación de la paz que les competía resultan bien imaginables. Y aunque hubo un notable cambio de agenda entre la “primera ola” feminista y la iniciada a mediados del siglo pasado, ya que medió una alteración completa del antiguo esencialismo ontológico conferido a las mujeres, tal como señaló Linda Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 21 Feminismos entre la paz y la guerra Rennie Forcey – una destacada especialista en estas cuestiones –, el pacifismo pareció ser un punto compartido por la humanidad femenina: “The connection between women and peace is ancient; peace is often symbolized as the mother, the preserver of life, the angel in the house” (Forcey, 1991:332). Cuando Simmel escribía su ensayo en 1911, los fragores de la guerra ya se auscultaban. Las feministas inscribían con más fuerza los reclamos de equiparación civil y política, aunque abundaban las divisiones sobre todo en torno de la estrategia de la reivindicación. Sólo a título de ejemplo recordaré lo que ocurría en Inglaterra en donde de modo incisivo las cuestiones de metodología de la acción enfrentaban a los dos grupos principales encabezados por singulares militantes. De un lado se encontraba Emmeline Pankhurst a quien secundaban, entre otras, sus hijas Christabel y Sylvia, aguerridas militantes por los derechos políticos femeninos, fundadoras del WSPU (Women’s Social and Political Union), grupo que se tornó célebre por la radicalidad de las medidas de acción directa. Recordaré que eran conocidas como las sufraggetes – con cierta ironía - y que sus características temerarias a menudo también fastidiaban a muchas feministas. Fueron célebres sus enfrentamientos con la policía, los atentados que produjeron - tales como los incendios en estaciones ferroviarias y hasta alguna bomba que estalló en la acera de la casa del Ministro David Lloyd George, originando repetidas detenciones de las líderes. No puede omitirse que su metodología - nada comedida con el orden inglés-, incluyó la inmolación de la joven militante Emily Davison quien se arrojó a las patas del caballo del rey en el Derby de 1913. De otro lado se congregaban las militantes que rodeaban a figuras como Lydia Becker y Millicent Garrett Fawcett - una de las primeras mujeres que escribió sobre economía – y que sostuvieron el NWSS (National Union of Women’s Suffrage Societies). El estilo de su acción era completamente contrapuesto, y también había algunas diferencias sociales, pues Emmeline representaba a los estratos medios de las mujeres inglesas y Millicent pertenecía a una familia más acaudalada. La estrategia fundamental que guiaba a las moderadas de la NWSS consistía en convencer paulatinamente a la sociedad y al poder político acerca de la justicia de la igualdad entre los sexos, se identificaron como adherentes suffragists y en todo caso deseaban diferenciarse de las alborotadas conductas del otro bando. Esperaban obtener derechos mediante la adhesión por parte de los representantes parlamentarios, y sus propósitos, que vinculaban a casi quinientas organizaciones con alrededor de 60 mil adherentes, estaban enmarcados en las reglas de la persuasión y el convencimiento. 22 Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 Dora Barrancos Pero cuando estalló la guerra en 1914, ambas mujeres coincidieron. Parecía inaudito que Emmeline, que siempre había contestado al orden patriarcal inglés y protestado contra sus formas represivas, y que había adherido al naciente Partido Laborista, ahora se pusiera a favor de los impulsos nacionales bélicos. Millicent, que compartía los valores liberales y decididamente maternalistas, no dudó en defender el derecho británico a la contienda. En la vereda de enfrente se situaron las voces de pacifistas como Mary Sheepshanks, que no vacilaba en decir que la guerra era “una completa auto inmolación”, una “masacre devastadora” (Offen, 2000:258), y de Mary Sargent Florence quien escribió un texto emblemático con Charles Ogden –un amigo de la causa de la liberación femenina – Militarism versus Feminism: An Enquiry and a Policy Demonstrating that Militarism involves the Subjection of Women, en 1915. Para los autores, el feminismo debía ser pacifista, no cabía otra postura. No obstante, y tal como ocurría con Panckhurst y Garret Fawcett, no faltaban las militantes que apoyaban a sus países en la decisión de la Primera Guerra, tal lo que ocurría con las líderes de la BDF – la Federación de Asociaciones de Mujeres Alemanas – que pedían que las mujeres secundaran a Alemania en la contienda. Una situación particular se vivió en Francia donde la mayoría de las feministas renunciaron a su discurso internacionalista y adoptaron una “retórica nacionalista y patriótica en el marco de una cultura de guerra”2. Algunas figuras fueron emblemáticas como Marguerite Durand, Cécile Brunschvicg y Jane Misme quien el 19 de diciembre de 1914, declaró: “Mientras dure la guerra, la mujer del enemigo será también el enemigo” (Albistur y Armogathe, 1977:370). Las feministas francesas de la UFSF (Unión francesa para el Sufragio de las Mujeres) y del CNFF (Comité Nacional de Mujeres francesas) consideraban la guerra como una “causa sagrada” en contra de “la barbarie y del militarismo prusiano”. Llamaban a sus compatriotas a ser “sembradoras de valentía” y a “no debilitar el sentido del deber”3. Como puede observarse, aunque algunas feministas parecieron converger con sentimientos y proclamas antibélicas, fracciones importantes, o mejor dicho, las representantes destacadas de dichas fracciones, tomaron la posición nacionalista de justificar la guerra y no cambiaron de idea aun cuando los enfrentamientos incrementaron su brutalidad, ocasionando la muerte de miles y miles de jóvenes. De modo que cuando las feministas pacifistas decidieron reunirse en La Haya, ni la airada Emmeline ni la más contenida Millicent, estuvieron presentes. Hubo notables dificultades para cruzar el Canal de la Mancha ya que las autoridades había prohibido la asistencia a la Conferencia – no se otorgaban pasaportes - y se establecieron 2 www.conesud.com/.../El_feminismo_en_Francia_durante_la_Pr0imera Guerra 3 www.conesud.com/.../El_feminismo_en_Francia_durante_la_Primera Guerra Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 23 Feminismos entre la paz y la guerra severos controles para impedir los traslados. Esta circunstancia explica que aunque las inscriptas inglesas llegaron a cerca de doscientas, sólo un muy escaso número acudió a la Conferencia. No obstante, Inglaterra estuvo entre los países aliados que menor severidad tuvo en la expedición de pasaportes. Entre las representantes de Gran Bretaña se destacaron la matemática escocesa Crystal Macmillan – la primera mujer a egresar de la Universidad de Edimburgo, y debe subrayarse la rara especialidad para una mujer en el periodo –, y Kathleen D’Olier Courtney (Liddington, 1991: 96), ambas militantes de la NWSS. Pareciera que el número de pacifistas fue mayor en este grupo, y que hubo mayor concentración de militantes contra la guerra en Gales y Escocia. Pero no sólo las inglesas tuvieron dificultades para asistir a La Haya, ya que en todas las fronteras europeas – y en algunas con más saña que en Gran Bretaña- hubo impedimentos, pero finalmente más de mil quinientas mujeres arribaron a los Países Bajos para reclamar por la paz. Un párrafo aparte merecen Jane Addams – quien había fundado el Partido de Mujeres por la Paz en EEUU y que fue electa Presidenta del Congreso -, la holandesa Aletta Jacobs, la germana Anita Augspurg, la belga Eugénie Hamer, la húngara Rosita Schwimmer. Las francesas pacifistas no pudieron llegar a La Haya debido a que no pudieron obtener sus visas. Aletta Jacobs sostuvo en la inauguración: Se ha afirmado (…) que deberíamos haber limitado nuestro programa a una mera protesta contra la guerra y que la reclamación del voto para las mujeres estaban fuera de lugar en el programa de una conferencia de paz. Sin embargo, las que hemos convocado este congreso nunca lo hemos llamado un Congreso de paz sino un Congreso Internacional de mujeres reunidas para protestar contra la guerra y para sugerir pasos que pueden conducir a que la guerra sea imposible.”4 Las cuestiones centrales abordadas por el Primer Congreso de La Haya fueron la condición femenina y la guerra, los principios para asegurar una paz permanente, la cooperación Internacional y la educación de la infancia como un presupuesto para crear sociedades pacíficas. Se propuso que los países neutrales gestionaran el inmediato arbitraje mediante una conferencia internacional y que se escuchara especialmente a las mujeres que debían reunirse en una conferencia “ad hoc”. Se resolvió que las medidas adoptadas se hicieran saber a todos los países, contendientes y no contendientes, y especialmente al Presidente Wilson, de los Estados Unidos, y se ha sostenido que el documento de La Haya inspiró bastante sus posiciones al terminar 4 24 www.seipaz.org/documentos/2014WILPF.pdf Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 Dora Barrancos la guerra (Magallón, 2006). La síntesis de las declaraciones del centenario Congreso se sustenta en la idea de que era esencial erradicar la violencia entre las naciones, como había que erradicarla en las propias sociedades, y que la justicia era prometedora de la paz, siendo esencial igualar a las mujeres con los varones. En marzo de 1915, un poco antes del congreso de La Haya, las mujeres socialistas contrarias a la guerra se convocaron en el territorio neutral de Suiza, en Berna. Debe recordarse que en 1907 habían fundado en Stuggart la “Internacional de Mujeres socialistas”, gracias especialmente a la tarea de Clara Zetkin. Frente a la declaración de la guerra, como es bien sabido, las fracciones dirigentes de los partidos socialdemócratas de los países beligerantes coincidieron en la dramática decisión de abandonar la neutralidad y apoyar a sus respectivos países. Fue el golpe de gracia para la II Internacional. Resultaba pasmoso que los principales líderes alemanes, franceses, belgas, adhirieran a las posiciones de cada uno de su gobiernos, que votaran créditos para auxiliar en la guerra –como fue el caso de los representantes alemanes–, o se incorporaran a los gabinetes de sus respectivos gobiernos en orden a cerrar filas nacionales. El caso austríaco fue, además, muy dramático en términos personales para el destacado dirigente Victor Adler. Sus posiciones a favor de la guerra lo enfrentaron con su propio hijo, Friedrich, quien en 1916 terminó asesinando al Primer Ministro de su país, el Conde Karl von Stürgkh5. Pero buena parte de las mujeres socialistas se opusieron a sus respectivos partidos y de modo desafiante se reunieron en Suiza. Clara Zetkin, había arengado en la reunión de la Internacional Socialista en Basilea, en 1912, acerca del significado temible de la guerra, véase: Mujeres socialistas de todos los países, en unión inseparable con la Internacional Socialista, combatan contra la guerra. La guerra moderna significa destrucción masiva y matanza masiva. Pero la guerra sólo es la extensión de la matanza masiva que el capitalismo desata cada hora de cada día contra los proletarios. Año tras año, cientos de miles de víctimas caen en el campo de batalla laboral de las naciones capitalistas desarrolladas, muchas más que en cualquier guerra. Entre esas víctimas, las mujeres son un número cada vez mayor. La guerra es sólo la explotación masiva más alocada por medio del capitalismo. Son los 5 Fue notable su alegato a favor de la paz, al momento de ejercer la defensa. Fue condenado a muerte pero luego se modificó la pena y finalmente fue liberado por la revolución de 1918. En el juicio dijo: “Ahora vemos en esta guerra que el movimiento obrero se ha desviado de este viejo principio y que los socialdemócratas han adoptado el modo imperialista de pensamiento, y estamos defendiendo un programa en el que no defienden el alemán Estado -que nacional correspondería con la defensa nacional de los franceses y los belgas, pero la integridad del Imperio alemán, incluyendo hasta sus colonias.(…)Los socialdemócratas sacrificaron el carácter internacional de su movimiento al apoyar abiertamente una política de poder y valores estratégicos (…)Ha habido socialdemócratas que han ido tan lejos como para entregarse a la política desvergonzada de la conquista de una burguesía imperialista(…)La causa socialista, siempre he mantenido, es mucho mayor que cualquier formación del estado temporal, y por lo tanto hay que negarse a transigir o comprometer a su destino por una identidad íntima con el destino de una nación, un error que se cometió en el pasado” Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 25 Feminismos entre la paz y la guerra hijos de los proletarios quienes deben enfrentarse, matarse entre sí. Las mujeres y las madres deploran ese crimen y no sólo porque mutila los cuerpos de sus propios familiares, sino también porque destruye las almas. La guerra amenaza con todo los que las madres enseñan a sus hijos sobre la solidaridad y la comunidad internacional. Las mujeres pueden instilar en sus hijos profundos sentimientos contra la guerra, pero esto no significa que las mujeres no quieran hacer sacrificios. Ellas saben que es necesario luchar y morir en la lucha por la libertad. La lucha contra la guerra, y la lucha por la libertad, no pueden librarse sin las mujeres”.6 Frente al estallido de la contienda, se impuso entre las socialistas llevar adelante el encuentro de Berna. La propia Clara Zetkin - con el auxilio de Rosa Luxemburgo, Luise Saumoneau, Alejandra Kollontay entre otras líderes - sostuvo aquel congreso sorteando muchas adversidades (Evans, 1976). Piénsese que ninguno de los países litigantes otorgaba visas para estas reuniones y que la mayoría de los líderes socialdemócratas justificaban a sus respectivos países en el ingreso a la guerra. Aun así, se encontraron alrededor de setenta mujeres de diversas latitudes y su lema central puede encontrarse en la frase “guerra a la guerra” (Offen, 2000: 258). Su declaración volvía sobre las relaciones entre el capitalismo y el belicismo y reclamaba a todas las mujeres oponerse al flagelo que atrasaría la liberación del proletariado y de ellas mismas. Entre las pacifistas francesas, además de la enérgica Saumoneau, ocupa un lugar prominente Marie Verone, cuya saga a favor de la paz le trajo numerosas contrariedades, pero seguramente no tanto como ocurrió con su compatriota Hélène Brion, tal vez un símbolo de los empeños a favor de la paz. Brion estaba lejos de congraciarse siquiera con los sindicalistas – aunque el sindicalismo francés fue uno de los más resistentes a la guerra, y que en su calidad de maestra, estaba afiliada a la CGT. Brion sentía que su posición feminista debía significar inexcusablemente una adhesión antibélica, tal lo que proclamaba en un folleto que vio la luz en 1916, La voie féministe, donde reprochaba a los partidos políticos y al propio sindicalismo estar muy lejos de comprender la verdadera situación de las mujeres en el hogar y en el trabajo. Hélène exhibía especial bizarría al vestir ropas masculinas, lo que aumentaba la desconfianza contra su persona, y corrió la especie de que su pacifismo era en verdad una treta para esconder que era una espía al servicio de los alemanes. Fue arrestada en 1917 – se ha dicho que su caso pudo representar la segunda versión Dreyfus (Albistur et Armogathe, 1977:363) -, condenada a tres años de presión y exonerada de sus funciones en el magisterio, al que sólo pudo regresar en 1925. Más tarde que las mujeres, se reunieron los socialistas opositores a la guerra, y también se están cumpliendo cien años de ese acontecimiento. Ya he dicho que el 6 26 http://www.socintwomen.org.uk/es/history.html Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 Dora Barrancos flagelo fue un antes y un después para los principios de la internacional socialista. El mismo Lenin estuvo presente en la Conferencia que se celebró nuevamente en la neutral Suiza, en Zimmerwald en septiembre de 1915 y que fue el germen de la III Internacional. Fueron muy pocos los asistentes; los representantes británicos, por ejemplo, no consiguieron sus pasaportes. Sólo se registró un total de 42 delegados entre los que hubo algunas mujeres, tal el caso de Angélica Balabanova (rusa residente en Italia que fue representando a este país) – y pacifistas como los franceses Alfred Merrheim – líder de los metalúrgicos -, y Albert Bourderon, los alemanes George Ledebour y Adolf Hoffmann, y el italiano Oddino Morgari. Debe recordarse que el socialismo italiano fue bastante excepcional pues la mayoría de sus líderes se pronunciaron contra la guerra, y entre los que sostenían esta posición se encuentra Benito Mussolini a la sazón adherente. No faltaron representantes de Holanda, Suecia, Noruega, Rusia (de todas las fuerzas contestatarias importantes), Polonia, Rumania, Bulgaria y del Bund judío (Cole, 1974: 36-37). Se ha sostenido que Lenin tuvo un papel muy importante en la declaración que atribuyó la culpa de la guerra a los gobiernos capitalistas reaccionarios y a los que los apoyaban, denunciando la apostasía de los socialistas probelicistas en los países beligerantes, y terminando con la demanda de una paz sin anexiones ni indemnizaciones, y con un llamado a los trabajadores de todo el mundo a unirse “por encima de las fronteras, los campos de batalla y las ciudades” (Cole, 1974:38) Hacia 1919, finalmente se originó la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Women’s International League for Peace and Freedom, WILPF), por la que había bregado el encuentro de La Haya. Y también en mayo de 1919 hubo una Segundo Congreso Internacional de mujeres por la paz, esta vez en Zurich, cuando ya se entreveían las tremendas consecuencias de Versalles y los estados perdedores se preparaban para desgajar territorios, contraer deudas e hipotecar el futuro que no parecía ser otro que el de una nueva contienda. Casi una década más tarde de estos acontecimientos la notable escritora Virginia Woolf publicó “Tres guineas”. No sólo realizó un brillante análisis de crítica cultural –tal vez uno de los más importantes relativos a la sociedad inglesa-, sino que fue una de las más contundentes contribuciones relacionadas con la responsabilidad política del orden patriarcal por las contiendas bélicas. Recordaré que la autora ordena el desarrollo del texto en torno de la presunta oferta de un caballero que se dispone a retribuir con tres guineas –moneda de oro que salió de circulación en 1971-, para resolver la cuestión de cómo pueden evitarse las guerras. El libro de Woolf presenta una saga de argumentaciones todavía notables, una punzante incisión en Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 27 Feminismos entre la paz y la guerra las vísceras del sistema patriarcal y capitalista, y lo es especialmente por el contexto de la escritura. Aunque el libro llevó mucho tiempo y se originó en una conferencia en la National Association for Woman en 1931, no puede dejar de pensarse en que se publicó en 1938, cuando ya las bombas del Tercer Reich caían sobre Inglaterra, y que Virginia estaba casada con el judío Leonardo Woolf. El libro, que resultó muy poco confortable para la época por su contenido y por su estilo mordaz, es anticipatorio de la actual historiografía sobre las mujeres. Sorprenden sus hallazgos históricos, y no hay duda del empecinado rigor que Woolf empleó para cuestionar la supremacía masculina y la discriminación histórica de las mujeres. En el juego de la retribución de las guineas para resolver la cuestión de la guerra, la primera se ofrecerá para reconstruir el sistema educativo de los varones, aunque también de las mujeres. Las clases altas – en donde se sitúan “los hombres con educación” - de especial referencia en el texto – han instituido la histórica contabilidad del FEA, el “fondo de educación de Arthur”, denegando la posibilidad de educarse a las mujeres de la familia. Se trata en verdad de la articulación yuxtapuesta de poder económico, político y cultural masculino. Pero la educación que han recibido los varones no sólo no asegura la libertad, sino que no registra ni un gesto “de aborrecimiento de la guerra”, más bien todo lo contrario, es la responsable de que las haya, por lo que hay que reconstruir todo el sistema educativo, asegurándose otro “joven y pobre”, “que no tenga capillas”. En el nuevo sistema: No se enseñarán las artes de dominar el prójimo, ni las artes de mandar, de matar, de adquirir capitales y tierras. Esas artes exigen demasiados gastos generales, salarios, uniformes y ceremonias (…) Debería enseñar las artes de la humana relación; el arte de comprender la vida y la mente del prójimo, y las artes menores del habla, el vestir, la cocina que están aliadas con las anteriores (…) Deberá explorar las sendas mediante las cuales el cuerpo y la mente pueden cooperar” (Woolf, 2015:67). Si los varones gozaban de todos los usufructos sociales, las jóvenes inglesas fueron educadas para casarse en condición sumisa, tal su principal destino. Hay pues sinergia entre el dominio patriarcal, la educación que lo perpetúa, el acatamiento por parte de las mujeres, y la guerra, que si es formulada por los varones que gobiernan, atrapa a las mujeres y gracias a esa influencia inconsciente - dice Woolf – se la favorece. Porque aún la guerra – como ocurrió en 1914 – aparece como una manera de ser considerada públicamente. ¿De qué otro modo puede explicarse que “las hijas de los hombres educados” hayan acudido presurosas a asistir los heridos, trabajar en tareas impensables y hasta convencer a “los hombres jóvenes de que luchar era heroico”? He aquí un orden concomitante que conduce al belicismo de las congéneres, 28 Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 Dora Barrancos “conscientemente” –dice Woolf– “deseaban nuestro espléndido imperio; inconscientemente, nuestra espléndida guerra”. Esa primera guinea es entonces para reconstruir el sistema educativo, base de la cadena cultural que conduce a la guerra. La segunda guinea se ofrece en torno de la necesaria profesionalización de las mujeres. La única arma que pueden tener contra la potestad patriarcal es “tener ingresos independientes”, y conseguir igual retribución. No vacila en colocar bis a bis las declaraciones de líderes nazifascistas con las de los conspicuos liberales en lo que concierne a la común idea de que el lugar de las mujeres es el hogar, el principio compartido de la esencial diferenciación de los sexos. La cuestión del derecho al trabajo femenino es fundamental en las tesis de Woolf – su libro antecesor, Un cuarto propio puede ofrecerse como una muestra de uno de los más importantes combates en torno de esa prerrogativa -, y nuevamente reflexiona acerca de la contribución fundamental para la liberación femenina. Es decisivo obtener una profesión, pero la profesionalidad no puede inducir a lo que es propio de los varones, al individualismo y la competición, fenómenos en los que cifra una amenaza para la paz. Al otorgar la segunda guinea para evitar la guerra, advierte: Debe jurar usted que hará cuanto pueda para exigir que toda mujer que ingrese a una profesión de modo alguno pondrá obstáculos para impedir que otro ser humano, hombre o mujer, blanco o negro, siempre y cuando esté capacitado para dicha profesión, ingrese en ella, sino que al contrario hará cuanto pueda para ayudarle” (Woolf, 2015:117). Su alegato recuerda a las congéneres que no sólo se trata de obtener el desempeño deseado en el mercado laboral, sino de las condiciones capitalistas de ese desempeño: A nuestra espalda tenemos el sistema patriarcal, el hogar con su inanidad, su inmoralidad, su hipocresía, su servilismo. Ante nosotras tenemos el mundo de la vida pública, el sistema profesional, con su carácter absorbente, sus celos, su competitividad, su codicia. El primero nos encierra como esclavas en un harén; el segundo nos obliga a dar vueltas y vueltas como la oruga con la cabeza junto a la cola, alrededor del morral, del sagrado árbol de la propiedad” (Woolf, 2015:129). La autora realiza una especie de auto de fe acerca de la profesionalidad de las mujeres con trazos exigentes, entre los cuales está conseguir experticie, denunciar las práctica de abuso o tiranía, renunciar a aspirar a grandes retribuciones, rechazar los honores superfluos, analizar cómo se usan los bienes públicos y privados con especial ejercicio de supervisión sobre lo que se enseña en las escuelas y en los púlpitos – y dedicó muchas páginas a cuestionar el apartamiento de las mujeres de Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 29 Feminismos entre la paz y la guerra las funciones sacerdotales. De modo que las mujeres deben profesionalizarse y no abandonar la posición crítica: “Al criticar la educación, contribuirán a crear una sociedad más civilizada que protegiera de la cultura y la libertad individual. Al criticar la religión, intentarían liberar el espíritu religioso de su servidumbre (…) (Woolf 2015:198). El alegato de Woolf incluye un pasaje notable sobre la prostitución, sin que la mencione: “No debería ser difícil trasmutar el viejo ideal de la castidad del cuerpo en un nuevo ideal de castidad mental: afirmar que si estaba mal vender el cuerpo a cambio de dinero, es mucho peor vender la mente a cambio de dinero (…)( Woolf 2015:127). La oferta de la tercera guinea – tal vez un capítulo central del libro - da por descontado de que impedir la guerra y asegurar la paz duradera supone “la protección de los derechos del individuo, la oposición a los regímenes dictatoriales, la defensa de los ideales democráticos, la igualdad de oportunidades para todos” (Woolf, 2015:154). Pero el foco está puesto en cómo disuadir a las congéneres de cualquier aprestamiento en sintonía con la guerra, en llevarlas a eludir cualquier compromiso bélico. En verdad, la población femenina, debido a la exclusión, podría constituir una asociación que irónicamente podría llamarse “Las de afuera”. Punzaré sólo algunos párrafos, e invito a pensar que Woolf escribía mientras Inglaterra enfrentaba al nazismo y que hubiera podido justificar la contienda hasta en su condición de casada con un judío: Cuando él diga, como demuestra que ha dicho la historia y probablemente vuelva a decir: “Yo lucho para proteger nuestro país”, y busque de esa manera encender en ella el sentimiento patriótico, ella tendrá que preguntarse: “¿Qué significa “nuestro país”, que soy “de afuera”? Para responder a esa pregunta, analizará el significado que “patriotismo” tiene para ella. Se informará acerca de la situación de su sexo y de su clase en el pasado. Se informará a acerca de la cantidad de tierra, riqueza y propiedad que su sexo y su clase posee en la actualidad: ¿Cuánto “de Inglaterra” le pertenece en realidad? (…) Se informará acerca de la protección legal que le otorgaron las leyes en el pasado y que le otorgan en la actualidad. Y si él agrega que “lucha para proteger el cuerpo de ella”, ella reflexionará acerca del grado de protección física del que goza actualmente cuando las palabras “PRECAUCIONES ANTE UN ATAQUE AEREO” están escritas en las paredes. Y si él aduce que lucha para proteger a Inglaterra del dominio extranjero, ella reflexionará que para ella no existen los extranjeros pues la ley hace de ella una extranjera si se casa con uno” (Woolf, 2015:164). 30 Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 Dora Barrancos No puede eludirse considerar el patetismo de la reivindicación de la lucha patriótica que exigían los varones ingleses – como ocurría en todas las sociedades contendientes – a quienes habían sido excluidas del estado de ciudadanía. Por lo tanto su alegato destinado a las mujeres inglesas valía para cualquier mujer del orbe. Véase Se dará cuenta que no tiene ningún motivo bueno para pedirle a su hermano que luche para proteger “nuestro” país. “Nuestro país” – dirá ella – durante la mayor parte de su historia me ha tratado como a una esclava, me ha negado la educación y cualquier forma de participación en sus ventajas. “Nuestro país” deja de ser mío si me caso con un extranjero (…) Por lo tanto si ustedes insisten en sostener que luchan para protegerme, a mí o a “nuestro país”, con seriedad y racionalidad, aclararemos que no luchan para satisfacer mis instintos, ni para protegerme a mí, o a ”mi país”, sino para satisfacer un instinto sexual que yo no comparto, para procurarse beneficios de los que yo nunca participé, y de los que probablemente nunca participaré. Porque la verdad – dirá “la de afuera” – es que como mujer yo no tengo país. Como mujer, no quiero ningún país, como mujer mi país es el mundo entero” (Woolf, 2015:265 – 266). Virginia Woolf ocupó la cabecera de la retórica antipatriarcal y pacifista de su tiempo, y no le escapó que no bastaba la liberación de las mujeres, sino una alteración completa de la cultura individualista y egoísta, que no se trataba de sustituir al amo, sino de encarar la construcción de una sociedad nueva que si estaba basaba en la autonomía, no podía escindirse de la solidaridad. Conclusiones Me propuse desarrollar, con la evocación de los congresos pacifistas femeninos de hace un siglo, que la expectativa sobre la ínsita no agresividad del modelo construido patriarcalmente para las mujeres, está muy lejos de tener asidero habida cuenta que esos congresos significaron una solicitud particular para que aquellas fueran efectivamente agentes de paz. El feminismo tuvo una grave fisura con la Gran Guerra, como ocurrió con el socialismo internacionalista. Hubo una gran cantidad de feministas que detuvieron sus demandas y fueron arietes belicistas en sus propios países, y aunque entre las mujeres socialistas hubo resistencias a emular la conducta de los líderes - ganados por el nacionalismo bélico-, tampoco pudieron constituir una corriente expresiva, aunque es evidente que 1914 fue un parte aguas, y que la radicalidad del socialismo ingresó a nuevas vertientes a causa de la guerra y, desde luego, del triunfo de la Revolución Rusa en 1917. Nada más inapropiado que asegurar que la “naturaleza” de las mujeres propende al entendimiento y la reconciliación, de ahí el alegato de Virginia Woolf en el texto analizado, y en todo caso – como esa gran voz Segunda época, Volumen XX, 2016, 19-33 31 Feminismos entre la paz y la guerra enunció en uno de los peores momentos de la historia del siglo XX, – la guerra es el resultado de las condiciones competitivas y excluyentes de determinados grupos, proyectados como necesidades del estado-nación. Entraña lógicas patriarcales, pero la subordinación femenina no ha cesado de ser coadyuvante. No pocas mujeres, representando el nacionalismo encarnado por los países de la órbita occidental en el siglo pasado, estuvieron en las antípodas del ideal cooperativo y solidario, de la justicia social que reclamaba Woolf, y forjaron el espejo del espíritu bélico que caracterizaba a los patriarcas ingleses que tan agudamente describió en Tres guineas. Debe pensarse que los feminismos quedaron divididos por la correntada mortífera de la guerra y que pudieron restañarse las heridas a propósito de la gran retomada de las acciones a favor de los derechos, justamente cuando las mujeres pudieron constatar que habían valido muy poco sus esfuerzos durante la contienda pues debían desocupar los trabajos al regreso de los varones. Terminada la guerra volvieron a agudizarse las voces que proclamaban la igualdad jurídica y el estado de ciudadanía, y al calor de esas demandas pudieron opacarse las diferencias entre pacifistas y belicistas. Es muy probable que las organizaciones feministas hayan aprendido las duras lecciones del pasado, aunque es muy difícil pedirle lecciones a la Historia. Bibliografía AGUADO, Anna, (Comp.) (1999), Mujeres, regulación de conflictos y cultura de la paz, Valencia, Universitat de Valencia. ALBISTUR, Maité y ARMOGATHE, Daniel (1977), Histoire du féminism français du moyen âge à nous jours, Paris, Edition des femmes. COLE, G.D.H (1974), Historia del pensamiento socialista. T. V: Comunismo y socialdemocracia, 1914-1931, México, FCE. EVANS, Richard (1978), The feminist movement in Germany, 1894-1933, London and Beverly Hills, Sage FORCEY, Linda Rennie (1991), “Women as peacemakers. 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UN ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS TRANSICIONES EN AMÉRICA LATINA Y EL NORTE DE ÁFRICA DESDE UNA PERSPECTIVA SUR -SUR And challenges surrounding the full inclusion of women in democratic theories and practices A comparative study of the transitions in Latin America and the north of Africa from a perspective south - south Graciela Di Marco Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos Universidad Nacional de San Martín Resumen Las revueltas y cambios políticos ocurridos en el norte de África desde 2011 ponen en primer plano las categorías de democracia y democratización y el desafío de abordarlas con sus especificidades, teniendo en cuenta no solo los aspectos formales, sino también si se basan en la representación popular y la profundización de las instituciones democráticas, la igualdad de género y los derechos humanos. Los objetivos de este artículo son analizar y comparar la emergencia de identidades políticas, la ampliación de los derechos de las mujeres y la formación de agendas en torno a los procesos que están en desarrollo en Túnez y Egipto para compararlos con las transiciones llevadas a cabo en tres países de América Latina: Argentina, Chile y Brasil. Nos basamos en un enfoque sur-sur y desde una visión crítica derivada de la teoría de la hegemonía acerca de las conceptualizaciones vigentes de las Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 35 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres democracias y las democratizaciones, en su mayor parte de cuño liberal. Hemos realizado entrevistas a activistas y académicos de los países referidos, observaciones, revisión de literatura y seguimiento de noticias en Internet. Palabras claves: Democracias, democratizaciones, igualdad de género, derechos humanos. Abstract Riots and political changes taking place in North Africa since 2011 highlight the categories of democracy and democratization together with the challenge of addressing them with their specificities, taking into account not only the formal aspects but also whether they are based on popular representation and the deepening of democratic institutions, gender equality and human rights. The main aims of this work are to analyze and to compare the emergence of political identities, the situation of women’s rights and the agendas around the processes that are developing in Tunisia and Egypt to compare them with the with the transition processes in three Latin American countries: Argentina, Chile and Brazil. We base the analysis on a south-south perspective and the critical approach derived from the theory of hegemony on the current conceptualizations of democracy and democratization, mostly of liberal stamp. Our methodology includes conducting interviews with activists and scholars from the countries concerned, performing observational work, reviewing literature and monitoring of Internet news. Keywords: Democracies, democratization, gender equality, human rights. Sumario: Introducción. Los casos estudiados en el Norte de África. Las transiciones. Los movimientos de mujeres en el norte de África. Las mujeres en las revueltas. Después de la primavera. Los discursos sobre la transición en Túnez y Egipto. Conclusiones. Bibliografía. Bienvenidas a la asamblea de mujeres del foro social mundial “Nosotras, las Mujeres Tunecinas en Movimiento del FSM, hacemos un llamado a las mujeres de todo el mundo a unirse en una reunión de mujeres para el 26 de marzo a las 10 de la mañana “Derechos de las mujeres”. La Asamblea de las Mujeres es un momento crítico para nosotras las mujeres, para que podamos unirnos para expresar nuestra solidaridad con todas las mujeres en la lucha y nuestro rechazo del capitalismo salvaje y de cualquier modelo de desarrollo que nos 36 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco cosifica, nos margina, comete violencia contra nosotros, nos abandona con el desempleo y la precariedad, y nos excluye de los centros de poder y riqueza. Queremos que nuestra presencia sea tan grande como son nuestras luchas contra la discriminación, como diversas son las formas de violencia a las que estamos sometidas y tan importantes como nuestra lucha para hacer posible otro mundo. Hagamos de este espacio un momento de solidaridad y experiencias compartidas, un momento para recargar nuestra creatividad militante, nuestro espíritu de lucha y formas de resistencia y de lucha: la lucha contra la violencia contra las mujeres tanto en el ámbito público y privado, tanto en los momentos de conflictos como en la paz ; la lucha contra la feminización de la pobreza y la precariedad; la lucha por el acceso a la tierra y la vivienda; la lucha por nuestros derechos sexuales y reproductivos; la lucha por la preservación de nuestro planeta y nuestra salud. Queremos que nuestra presencia en el nuevo Túnez de la dignidad sea la voz de la revolución y no una voz de la libertad suprimida. Vamos a reunir a las voces de las mujeres contra el patriarcado dominante y contra todas las formas de fundamentalismo, que quiere apoderarse y controlar nuestros cuerpos. Su presencia es una expresión de solidaridad con nosotras, las mujeres de Túnez y con todas las mujeres en el mundo árabe que luchan para asegurar que el proceso revolucionario sea permanente y para los derechos y libertades y la justa distribución de la riqueza. Enfrentemos juntas los desafíos, exijamos juntas nuestros derechos humanos universales e indivisibles, nuestra dignidad, nuestra ciudadanía, nuestras libertades. Por un mundo igualitario y justo, para decisiones económicas que favorezcan al pueblo y no un sistema de explotación impulsado por las ganancias, y los dictados de la deuda”. Asamblea de Mujeres del Foro Social Mundial http://www.fsm2013.org/en/node/11888. Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 37 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres E Introducción1 l 26 de marzo de 2013 se realizó la Asamblea de Mujeres, como acto inaugural del Foro Social Mundial (FSM) que tuvo lugar en Túnez, en la que participaron más de tres mil personas, de las cuales un tercio fueron varones. Dada la ubicación del FSM, más del ochenta por ciento de las/ os participantes eran de Oriente Medio y el Norte de África (MENA). En la declaración que transcribimos al comienzo de este artículo se presentaron las principales demandas de las mujeres tunecinas en el FSM, que pueden hacerse extensivas a todas las de la región. En la Asamblea el énfasis estuvo puesto en la lucha por la democracia y la igualdad de derechos. Las activistas que tomaron la palabra enfatizaron la necesidad del fortalecimiento de la democracia, el debate y la lucha en torno al secularismo. Las demandas más específicas fueron desarrolladas en los talleres, en especial los convocados por la Asociación de Mujeres Demócratas de Túnez, quienes aclararon que en su país había habido un intento de retroceso en la igualdad de derechos, manifestado en el borrador de la nueva constitución, que se pudo frenar a través de las manifestaciones en oposición a que figurase en la misma la complementariedad de varones y mujeres y no la igualdad, como estaba presente en la constitución anterior, hasta que el partido En Nahda llegara al gobierno2. Las demandas cubren varias dimensiones: 1 Este artículo es parte de la producción academica del Proyecto « Estudio comparativo sobre la lucha por los derechos humanos, los derechos de las mujeres y el laicismo, en los procesos de transición desde los regímenes autoritarios a la democracia en el cono sur de América Latina (Argentina, Chile y Brasil) y el norte de África (Túnez, Egipto y Marruecos) », Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín – UNSAM-.Equipo: Graciela Di Marco; Ana María Mendes Diz, Patricia Schwarz, Oscar Grillo. Este proyecto es continuación del: “Estudio comparativo sobre la Democratización de lo público y lo privado en países de América Latina, América Central, Asia y África. UNSAM-International Research Centre -IDRC-. Canadá. Período: 2008-2010” Producto del mismo es el libro publicado en 2011: Feminismos, democratización y democracia radical: Estudios de caso de América del Sur, Central, Medio Oriente y Norte de África, que presenta capítulos de académicas miembros de la Red Global de Estudios de género y feministas. Hemos realizado observaciones participantes en el FSM, realizado en Túnez (2013) y asimismo, participamos en la Cuarta conferencia anual del The Program on Arab Reform and Democracy, POMED, de la Universidad de Stanford, denominada Building Bridges: Towards Viable Democracies in Tunisia, Egypt, and Libya, también realizada en Túnez, en la misma fecha, lo que nos permitió observar el despliegue de dos enfoques contrastantes, el del FSM, y el de los demócratas liberales. En la conferencia mencionada hicieron presentaciones los líderes Rachid Ghanuchi, presidente de Ennahda, y de Mohamed Beji Caid Essebsi, presidente del Nidaa Tunis, con sus diferentes perspectivas sobre las transiciones. En esta comunicación presentamos el análisis de Túnez y Egipto. 2 Renacimiento-partido islamista moderado. 38 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco a) Vinculadas a la laicicidad: carácter necesariamente laico del estado; colocar los Derechos Humanos en la introducción de la constitución (en Túnez), ya que en el primer borrador, se basaba en la shari’a (legislación islámica); b) Énfasis en el lenguaje de derechos de las mujeres: especificación de los avances de las mujeres y de sus derechos, no fórmulas vacías; generizar el lenguaje constitucional; c) Noción de democracia: introducir los derechos de las mujeres al concepto tradicional de democracia y tomar las convenciones internacionales, en especial la CEDAW y la firma de su protocolo facultativo; d) Igualdad de oportunidades mujeres y varones: los mismos derechos sociales y económicos y derechos políticos (derecho a votar y a ser elegidas, distribución igualitaria para los cargos electivos: “50 y 50”). e) Protección contra la violencia, tanto en la esfera privada como en la pública, incluyendo el ámbito laboral. Derogar el estatuto legal del avenimiento (en Marruecos). A partir de las revueltas en el Norte de África, englobadas en la expresión “primavera árabe” -con activa participación de mujeres y jóvenes- activistas y académicas/os se preguntan por los procesos de transición en los países de la región, a los que las estudiosas feministas agregan otras preguntas: transición a qué tipo de democracias? ¿Esas democracias darán respuestas a las demandas de las mujeres? ¿Les será reconocido su importante rol en las revueltas? ¿Habrá más mujeres en las posiciones de poder institucional? Este artículo se propone reflexionar acerca de las transiciones, a cinco años de iniciadas en Túnez y Egipto, para lo cual consideramos tanto sus devenires como los discursos que intentan comprenderlas (y también, marcar sus derroteros). El enfoque elegido está atento a evitar las perspectivas orientalistas y eurocéntricas (Said, 1978; Quijano, 2000; de Sousa Santos, 2009). El análisis se realizara teniendo en cuenta los siguientes puntos: a) la emergencia de identidades políticas, entre ellas, las de las mujeres en lucha involucradas en la búsqueda de expansión de derechos, y el potencial efecto democratizante de sus prácticas, c) los logros en términos de derechos de las mujeres, b) la comprensión, de las disputas teóricas y de formación de agendas de diferentes enfoques acerca de las transiciones. Las manifestaciones que sacudieron el norte de África se iniciaron en Túnez detonadas por el suicidio de un vendedor ambulante de frutas, Mohamed Bouazizi, que se prendió fuego públicamente debido a sus condiciones económicas y el trato recibido por la policía. Las protestas se extendieron por el mundo árabe, incluidos Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 39 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres Marruecos, Egipto, Siria y Libia. En estos cinco años los procesos de transición han seguido diferentes trayectorias en aquellos países. Dentro del vasto campo de estudios sobre los procesos sociales, políticos e institucionales del norte de África, existen varios grupos de investigación en Estados Unidos y Europa, que en general abordan las transiciones mayormente desde la perspectiva de la democracia liberal (entre otros, Brumberg, 2002; Linz y Stepan, 1996, 2013). Otra vertiente de estudios es la que desarrollan académicas/os y activistas feministas, que contribuyen al acervo teórico y descriptivo sobre los feminismos en el Norte de África y su impacto en la igualdad de género y en la democratización (entre las más recientes, Moghadam, 2013, 2011; Arfaoui, 2011; Arfaoui y Tchaicha, 2013; Ennaji 2011; Sadicqi 2011, Di Marco, 2011; Kandiyoti, 2011, 2012; Regan, 2012). Moghadam, Kandiyotti y Di Marco, hacen además comparaciones con las transiciones en América Latina y los movimientos de derechos humanos y de mujeres. También se han intensificado los estudios sobre las juventudes en el Norte de África, dado el rol jugado por los jóvenes en las revueltas (Al-Momani, 2011; Halaseh, 2012, Mendes Diz y Di Marco, 2015). Distintas agencias de Naciones Unidas (en especial, UNESCO y PNUD) trabajan activamente para favorecer los estudios comparativos y los contactos para que muchos países de América Latina compartan sus experiencias respecto de las transiciones democráticas con los países del Oriente Medio y el Norte de África (UNESCO, 2012). El secretario general de la UN, Ban Ki-moon, en un discurso ante el Consejo Permanente de la OEA, subrayó las experiencias de América Latina en las transiciones democráticas en materia de justicia y derechos humanos y afirmó que estos procesos han generado lecciones valiosas que pueden usarse más allá de la región. En el informe de UNESCO (2011), se resaltan a las mujeres y a los/as jóvenes, como motores de la revolución árabe, y a estos últimos/as como protagonistas ineludibles, a la vez que se considera que el logro de los derechos de las mujeres son la otra revolución necesaria. Sostenemos que una mirada desde el sur global puede aportar a la reflexión sobre las transiciones en el norte de África, con aportes de una visión crítica acerca de las teorías de las democratizaciones, con estudios comparativos que aborden no solo América Latina sino otras regiones, como se ha realizado con el estudio de las diferentes olas democratizadoras en la región mencionada, Europa del Este y Sudáfrica3. 3 40 En el caso de América Latina los más notorios estudios congregaron a importantes cientistas políticas/ os (O’Donnell, Schmitter, Whitehead,1986; O’Donnell, Schmitter, Lowenthal, Wolfson, Oszlak,1988; O´Donnell,1996; Nun,1989, 1991; León, 1996; Jaquette y Wolcbick ,1998; Álvarez, Sonia, 1999; Jelin,1990; Jelin y Herhberg, 1996; Garretón y Newman, 2001; Garretón,1990,2012; Schmitter, 2011). Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco La evolución de las democracias en América Latina tiene implicaciones para otros países que se enfrentan a obstáculos similares de las que encuentran los países latino-americanos hace casi 40 años. También es importante tomar en consideración que las transiciones no fueron uniformes entre los países latinoamericanos, debido a sus heterogeneidades culturales, históricas, económicas y políticas. Para nuestro análisis nos referiremos a Argentina, Chile y Brasil. El surgimiento y la consolidación de las transiciones estuvieron condicionados por la agenda neoliberal, mediante la alianza entre los diferentes sectores de poder, que no solo implementaron las políticas de ajuste estructural, sino que conformaron el neoliberalismo como cultura, en un escenario en el que las desigualdades sociales eran un desafío para profundizar las democracias. Por lo menos hasta mediados de 2000, cuando un nuevo proceso de democratización comenzó a llevarse a cabo, sobre todo en Brasil y Argentina. Los gobiernos de Luis Inazio Da Silva y Dilma Roussef (Partido de los Trabajadores) en Brasil desde 2002 y de Néstor Kichner y Cristina Férnandez de Kichner (Partido Justicialista) desde 2003 en Argentina, tuvieron en cuenta las críticas a las políticas neoliberales y en consecuencia trataron de generar políticas redistributivas y ampliar el alcance de la ciudadanía. El proceso seguido en la última década implicó un avance en los derechos económicos sociales y culturales. No obstante es incompleto, debido a la magnitud de los factores estructurales históricos y el impacto de las políticas neoliberales sobre la población. En Chile, las políticas neoliberales fueron establecidas por el gobierno autoritario represivo de Pinochet y continuaron en la transición debido, entre otros factores, a las condiciones establecidas por la dictadura. En general, en Brasil y Argentina se había revalorado el papel del Estado y se llevaron a cabo reformas estructurales para revertir las políticas neoliberales, junto con el fomento de la representación popular y la profundización de las instituciones democráticas en tres dimensiones clave: a) política, como un espacio necesariamente conflictivo, la activación de los actores colectivos, y la ampliación del alcance de la ciudadanía democrática; b) económica, orientada a la redistribución y a la supervisión y control de la economía por parte del Estado; c) cultural, tendiente al reconocimiento de derechos de las diversidades (géneros, sexos, razas, etnias, etc.). Más allá de sus diferencias, se hizo hincapié en la lucha contra la exclusión social, la búsqueda de una mayor igualdad y equidad y el ejercicio efectivo de las instituciones democráticas y los derechos humanos. Un punto central de la comparación que proponemos en esta investigación es el sentido mismo de la teoría y práctica de los procesos de transición democrática. En los estudios de las transiciones en América Latina la única fuente fue la democracia Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 41 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres liberal, que en aquel entonces solo existía en unos veinte países del mundo. Por otra parte, el estudio de las democratizaciones estuvo centrado en sus aspectos políticos, y dejó de lado los referidos a la vida cotidiana, a lo privado, atravesados también por varios tipos de autoritarismo. Aun hoy se observa que es frecuente encontrar que los teóricos de las transiciones hacen escasas referencias a la ciudadanía de las mujeres afectada negativamente por las desiguadades de genero (Schmitter, 2011; Garreton, 2012). En nuestro estudio analizamos lo público macro-social en la búsqueda de la identificación de la emergencia de identidades políticas orientadas hacia la articulación de las luchas populares que pueden encarnar la construcción de contra-hegemonías sustentadas en las demandas en torno a la expansión de derechos (Laclau y Mouffe, 1985, Laclau, 2005; Mouffe, 1999). Al escribir sobre las transiciones en América Latina, José Nun (1989:63) identificó el espacio de la democracia como uno de indecibilidad, que requiere de la atención puesta en su condición de construcción histórica y de la comprensión de las democracias liberales como producto de la interacción de capitalismos en expansión, welfare states, sistemas de articulación y representación política y aparatos estatales densos y experimentados. Aludió al conjunto de reglas de procedimiento que preside la formación de las decisiones colectivas en un régimen democrático representativo. No obstante, señaló el carácter formal, indispensable, pero insuficiente, y a veces coyunturalista en el análisis de las transiciones y aseveró que cuando se trata de procesos políticos, las reglas no alcanzan para definir las prácticas de los actores, que son prácticas sociales protagonizadas por los sujetos productores de lo social y no apenas por individuos aislados, y se ubican en el plano de la reproducción social y de la constitución de los sujetos como agentes históricos (Nun, 1989:105). Justamente la perspectiva de democratización aborda no solo el nivel de la esfera político institucional, sino simultáneamente al del conjunto de prácticas a través de las cuales los actores interpelan y negocian las relaciones políticas, en la esfera pública y político institucional antes señalada y también en la esfera privada y en las relaciones entre los sujetos (Nun, 1989; Nun 1991; Di Marco, 2009, 2011 a, b; de Souza Santos, 2009). Mientras que los estudios sobre las transiciones a la democracia como tipo de régimen político se ocupan del modo de gobierno y de la ampliación de la ciudadanía, los referidos a la democratización incluyen los procesos de incorporación de la ciudadanía a la vida social y sus beneficios, a la igualación de oportunidades, y a la participación en las diversas esferas que afectan la vida individual y colectiva. Frecuentemente se superponen ambos conceptos, así como también existe una tendencia a priorizar el tema del régimen democrático como una finalidad en sí mismo, 42 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco y como condición de la democratización. Quizás, porque los años pasados bajo los regímenes autoritarios - sean militares o autocracias semi-liberalizadas (Brumberg, 2002)-, la concentración del poder en las elites y la cruda represión operada en aquellos, ponen en primer plano el tema del régimen democrático como una urgencia. Entonces, la democratización queda pendiente. La subordinación de ésta a aquel se desvanece cuando se hace visible que la consolidación democrática depende en gran parte de que se resuelva el problema de la democratización (Garretón ,1990; Jelin, 2007). En ese punto es conveniente tener en cuenta la advertencia de Nun (1989:12): “Lo que está en juego es mucho más profundo: se trata de revindicar y potenciar los contenidos políticos de la cotidianeidad de todos los sectores oprimidos… Pero ni estos contenidos de la cotidianeidad están ahí, ya dados, listos para ser aprehendidos en clave empiricista. Requieren ser construidos como objeto e interpretados…”. El desafío de los procesos de democratización social consiste en la posibilidad de construcción de sujetos democráticos populares y la transformación de relaciones sociales, instituciones y elementos culturales y religiosos, que subsisten como enclaves autoritarios. La participación y la ampliación de los espacios de igualdad no se refieren solamente a la ciudadanía política, civil y social, sino que se extienden a las relaciones de género, de generaciones, a los diferentes modos de vivir las culturas, los cuerpos y las sexualidades. Las democratizaciones políticas no implican en forma automática la democratización de la esfera privada. No obstante, cuando ambas están articuladas pueden favorecer la ampliación de derechos y de la ciudadanía, así como contribuir a la profundización y madurez de la democracia. Estas articulaciones adquieren diversas especificidades y espesores en diferentes culturas. Las categorías mencionadas nos permiten leer los cambios producidos en los diferentes contextos, en clave de avances o retrocesos en las luchas contra hegemónicas, antipatriarcales y anticapitalistas (Di Marco, 2009, 2011 a y b; Grosfoguel, 2006; 2008, de Sousa Santos, 2009). De allí que consideramos que los derechos de las mujeres no son una nota al pie de página en los procesos de democratización, sino que están en la médula de los mismos. En el mismo sentido Valentine Moghadam (2011:46) afirma que “…una democracia sin participación política por parte de las mujeres no es sino una forma inferior de democracia”. Los casos estudiados en el Norte de África Decidimos acotar los casos de estudio a dos países, Túnez y Egipto, donde, con cambiantes variantes, se realizaron procesos de transición, uno, no violento y el otro extremadamente violento. La selección de Túnez y Egipto como el primer plano Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 43 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres desde el cual abordar las profundas transformaciones que agitan el norte de África obedece a varias razones: a) estos países difieren entre sí en relación a su sistema político: Túnez es una república presidencialista, con un poder legislativo, actualmente la Asamblea Nacional; Egipto es un sistema semi-presidencialista bicameral. Los dos pueden ser caracterizados como autocracias semi-liberalizadas (Brumberg, 2002) o híbrido autoritario-democrático (Linz y Stepan, 2013); b) en Túnez y Egipto los presidentes, respectivamente, Zine el Abidine Ben Ali y Hosni Mubarak, tuvieron que renunciar; c) en 2011 en los dos países y en Marruecos, habían ganado las elecciones los partidos islámicos en alianza con otros partidos, con lo cual controlaban los nuevos gobiernos e influenciaban los contenidos de las nuevas constituciones; d) presencia de una sociedad civil sólida en Túnez, con una poderosa central sindical, organismos de derechos humanos y un movimiento de mujeres conformado por organizaciones de larga data y otras conformadas con posterioridad a las revueltas (Arfaoui, 2007, 2011). En el caso de Egipto, la sociedad civil, salvo algunas excepciones, se encontraba desarticulada y perseguida. Frecuentemente compararemos con Marruecos, que es una monarquía constitucional, con legislatura bicameral, porque compartió también el clima de la primavera árabe en 2011. En este país fue el mismo rey Mohamed VI el que encabezó rápidamente las reformas. Al igual que en Túnez y Egipto, las fuerzas islamistas se consagraron con la victoria del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), partido islámico moderado en alianza con otros partidos. La nueva Constitución mantiene al rey, con cierto recorte de su poder a favor de la Cámara de Representantes y el Gobierno. Las principales campañas democráticas en los países mencionados, han sido la campaña feminista de once años de duración para la reforma del derecho de familia (Mudawana) en Marruecos, que culminó con la reforma de 2003-04, el Movimiento Kefaya (Suficiente) en Egipto 2005 y el Movimiento Juvenil 6 de abril en el mismo país (surgido en 2008). Como ya se mencionó, en las revueltas han jugado un papel muy importante las juventudes. En general los jóvenes de estos países son una generación más educada, formada y mundializada que sus mayores (UNESCO, 2011), y profundamente descontenta de las posibilidades que los sistemas políticos de sus países les ofrecen. El Movimiento Juvenil 6 de abril (Egipto) y el nuevo Movimiento 20 de Febrero (Marruecos), tomaron rápidamente el ejemplo de lo que había sucedido en Túnez, y fueron los iniciadores de las protestas, al convocarlas a través de las redes sociales, además de poner el cuerpo en cada una de ellas. Actualmente 44 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco ambos movimientos están ilegalizados y sus principales referentes y militantes, presos con condenas por incitar a las revueltas4 (Mendes Diz y Di Marco, 2015). Las transiciones Se hace necesario presentar una breve narración de los principales hechos sucedidos en Túnez y Egipto, para contextualizar nuestras reflexiones. Del seguimiento y análisis de los procesos seguidos en el norte de África en estos cinco años, en forma provisoria identificamos como los principales actores de la disputa política y cultural a los partidos islamistas, por un lado, y a un conjunto de fuerzas conformadas por partidos laicos, movimientos sociales tales como los de trabajadores sindicalizados y los de mujeres y de derechos humanos. Las contiendas están representadas por las tensiones entre secularismo e islamismos, que han adquirido espesor en la confrontación por los contenidos de los borradores de los nuevos textos constitucionales en esos países. En Túnez, el presidente Zine el Abidine Ben Ali, quien gobernó desde 1987, tuvo que renunciar en enero de 2011. Este constituyó el primer derrocamiento de una dictadura en la región. Las reacciones populares se debieron a los efectos de las políticas de privatización y liberalización económica (desempleo, alto costo de vida), la corrupción generalizada; los excesos policiales y violaciones de los derechos humanos. Luego del derrocamiento del presidente, y el triunfo de la coalición encabezada por En Nahda, existía el temor de que los derechos, especialmente los de las mujeres, fueran limitados por la influencia en el nuevo gobierno de los grupos religiosos que retornaron después de años de exilio o encarcelamieno. Uno de los campos de disputa en la transición, basado en la tensión entre secularismos e islamismos, fue la redacción de la nueva Constitución. Entre otras cuestiones, el primer borrador fue criticado por colocar demasiado énfasis en la identidad árabe-musulmán, el Islam; y poca mención de los derechos universales. Además, en éste se proponía sustituir la “igualdad entre sexos” por la “complementariedad entre varones y mujeres”. La oposición a esa redacción articuló al sindicato mayoritario Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT), la Asociación de Mujeres Demócratas (ATFD), la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTGH), entre otras asociaciones. Estas tensiones y la conformación de un campo contra hegemónico son centrales, con una demanda que al principio no estaba formulada y luego posibilitó la articulación de actores: por un lado, el partido En Nahda y por el otro, la oposición 4 Para una descripción más completa de los movimientos juveniles, se puede consultar a Mendes Diz y Di Marco, 2015. Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 45 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres laica, en un contexto de demandas económicas, sociales, de derechos humanos. Las críticas al gobierno de En Nahda, se concentraron en la gestión económica, la seguridad, pero por sobre todo, en el intento de querer controlar totalmente el aparato estatal y las orientaciones de la nueva constitución con una versión propia del islam. A fines de septiembre de 2013 el gobierno de En Nahda acordó su dimisión luego de arduas negociaciones. Las fuerzas opositoras – la UGTT, los partidos de la oposición, y los activistas de los derechos humanos- intentaron de este modo evitar una espiral de violencia como la de Egipto. El Frente de Salvación Nacional (FSN) se organizó en julio, inmediatamente después del asesinato del líder opositor Mohamed Brahmi. Incluye a las principales fuerzas de la oposición y está conformado por el Partido Socialista, el Partido de los Patriotas Demócratas Unificado, el Partido de la Vanguardia Árabe Democrática, así como grupos como la Organización Tunecina contra la Tortura, Tamarod (Rebelión) y asociaciones de la sociedad civil. En enero de 2014 la Asamblea Constituyente aprobó la Constitución, que define un poder ejecutivo conformado por el presidente y el primer ministro y reduce el papel del Islam en el país. También incluye, por primera vez en el mundo árabe, listas paritarias de candidatos, con una alternancia de 50% de varones y de mujeres. Finalmente, se votó una constitución laica, que respeta la igualdad de género y los derechos humanos. A fines de febrero de ese año, cayó el gobierno de En Nahda, frente a las protestas y los enfrentamientos entre las fuerzas policiales y los manifestantes que reclamaban su salida, que dejaron un saldo de 3 muertos y 85 heridos. En octubre del mismo año se realizaron las elecciones a la Asamblea de Representantes del Pueblo en la cual el partido Nidaa Tunes ganó 85 de los 217 escaños. Sus votantes se reparten entre intelectuales, sindicalistas, empresarios, militantes de izquierda, centro izquierda y feministas. En las elecciones presidenciales del 21 de diciembre de 2014, Mohamed Beyi Caid Essebsi, fundador de Nidaa Tunes, ganó con 55,68 % de los votos. Del millón setecientos mil votos que obtuvo, más de un millón fueron de las mujeres. Su elección fue celebrada como la victoria de los laicos, lo cual volvía a poner en el centro que ganó la demanda central, la laicicidad. En Egipto, el 25 de enero de 2011 estalló la llamada Revolución del Loto en la plaza Tahrir de El Cairo. Las redes sociales tuvieron un papel importante en la convocatoria a las protestas contra el régimen autocrático del presidente Hosni Mubarak, que había gobernado el país durante 30 años, con rasgos sultanísticos5. No obstante, el poderoso ejército egipcio siempre mantuvo un considerable margen de autonomía, debido a la posición geopolítica estratégica de este país, cercano 5 46 Por ejemplo, entre otros, la preparación de su hijo para sucederlo y perpetuar su poder. Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco a los productores de petróleo, protegiendo a los regímenes del Golfo de posibles agresiones6. Las elecciones presidenciales se realizaron en 2012. Mohamed Mursi, presidente del Partido para la Libertad y la Justicia, fundado por los Hermanos Musulmanes, fue el ganador, con un 51,73%. La victoria de los Hermanos Musulmanes puede comprenderse desde el voto de rechazo de la ciudadanía hacia el sistema político monopolizado por el Partido Nacional Democrático (PND) y porque aquellos contaban con una organización y una estructura política lograda en décadas de trabajo (sindicatos, colegios profesionales, universidades)7. En cambio, los movimientos opositores Kefaya y 6 de Abril eran de poca data y sin estructuras organizativas. Por otra parte, el porcentaje de participación electoral fue bajo, ya que 25 millones de egipcios no concurrieron a votar (47,75% de la población con derecho al voto). El proyecto de Constitución fue aprobado a finales de noviembre de 2012 por la Asamblea Constituyente dominada por los islamistas. Esta atentaba contra las libertades de expresión y credo y la igualdad de género; mantenía los privilegios de los militares y reforzaba el papel de la shari’a . El Frente de Salvación Nacional (FSN), que agrupa a los principales partidos de oposición, intelectuales y figuras públicas anunció que no reconocía la Constitución. Las asociaciones feministas denunciaron la ausencia de derechos para las mujeres en la misma. Por otro lado, los partidos de la yihad islámica también se opusieron a ella por considerarla demasiado alejada de la shari’a. En abril de 2013, activistas de la oposición -miembros del Movimiento Egipcio por el Cambio, que se formó en 2004 para impulsar la reforma política- crearon la base para el movimiento de protesta Tamarod (rebelión), que demandó nuevas elecciones presidenciales y organizó protestas masivas. Las manifestaciones comenzaron de modo pacífico en su mayoría, pero rápidamente se volvieron violentas. Ante esta situación, el primero de julio, el general Al-Sisi declaró un ultimátum para la dimisión del gobierno. El Ejército se reunió con varias fuerzas políticas del país para 6 Después de la guerra del Golfo, mediante la firma de los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y Egipto en 1979, en los que EEUU actuó como mediador, el ejército de Egipto recibe de Estados Unidos 1300 millones de dólares e Israel, 3.000. Estados Unidos se convirtió en garante del cumplimiento de los acuerdos y Egipto e Israel restablecieron su relación, lo cual contribuyó a que el último no se viera más amenazado por el ejército egipcio, el décimo más numeroso del mundo. De este modo pudo impulsar la ocupación ilegal de más territorios palestinos. La estabilidad de la península egipcia del Sinaí, que comparte frontera con Gaza e Israel, requiere de la colaboración del Ejército egipcio. 7 La asociación Hermanos Musulmanes fue fundada en Egipto en 1928. Se destacó en la lucha contra el dominio colonial británico. Tanto el régimen de Hosni Mubarak, como sus antecesores, la reprimieron, persiguieron y encarcelaron a muchos de sus miembros. Desarrollo una intensa acción social y comunitaria mediante escuelas y servicios sociales para los egipcios más pobres. Defienden la implantación en Egipto y en todos los territorios musulmanes de la shari’a . Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 47 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres trazar una hoja de ruta ante la negativa del presidente Mursi a abandonar su cargo. En la reunión, a la cual la Hermandad Musulmana se negó a acudir, se formó una coalición entre los líderes del Frente de Salvación Nacional, Tamarod, el Partido alNour, la autoridad islámica de al-Azhar, la iglesia copta. Ante la negativa de Mursi a renunciar al poder, el día en que el ultimátum expiraba el presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Abdul Fatah Al-Sisi derrocó a aquely suspendió la Constitución. En las elecciones celebradas en junio de 2014, Al-Sisi, quien dirigió de hecho el Gobierno interino, ganó con el 96,9% de los votos. En los comicios no pudo competir el mayor movimiento popular del país, los Hermanos Musulmanes. El 2 de diciembre de 2013 se aprobó el proyecto de una nueva constitución. El borrador retornó al modelo de la Constitución de 1971 y eliminó las provisiones de corte más islamista. Los principios de la shari’a están sujetos a la interpretación del Tribunal Constitucional, y se prohíben los partidos políticos con base religiosa. Asimismo refuerza el papel del Ejército. Entre los artículos más controvertidos está el que otorga derecho de veto al Consejo Superior de las Fuerzas Armadas sobre el nombramiento del ministro de Defensa durante los próximos ocho años. Además, establece juicios militares a civiles, lo que representa una terrible derrota para los activistas revolucionarios. Los movimientos de mujeres en el norte de África Como resaltan varios autores, el movimiento de mujeres en el mundo árabe tiene una larga historia enraizada en la lucha anti-colonial, la independencia nacional y las contiendas en torno a las reformas de las leyes de familia, los derechos económicos, políticos y sociales y, más recientemente, por la democracia y los derechos humanos. Las organizaciones de mujeres se constituyeron en las más vigorosas defensoras de la sociedad civil en toda la región (Regan, 2012; Moghadam, 2007, 2010, 2013; Arfaoui, 2007,2011, 2013; Sadiqi, 2011; Kandiyoti, 2011, 2012; Azaola Piazza, 2004; etc). Algunas organizaciones de mujeres reclaman el derecho a reinterpretar las tradiciones y prácticas musulmanas mediante el razonamiento independiente8. Entre las más importantes organizaciones se pueden mencionar en Túnez, a la Asociación Tunecina de Mujeres Democráticas -ATFD-; el Centro para la Investigación, Estudio, Documentación e Información sobre las Mujeres -CREDIF-; la Asociación de Mujeres Tunecinas para la Investigación y el Desarrollo -AFTURD-; en Marruecos, la Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos, la Coalición Primavera de 8 48 Ichtihad. Interpretación independiente del Islam Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco la Dignidad; en Egipto, la Coalición de ONG de mujeres; el Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer. Existen importantes redes regionales: Collectif Maghreb Egalité 95; el Centro de las Mujeres Árabes para la Capacitación y la Investigación -CAWTAR-; AISHA-Arab Women’s Forum-, que incluye organizaciones independientes de mujeres de Argelia, Egipto, Jordania, Líbano, Marruecos, Palestina, Sudán y Túnez. En Túnez, AFTURD y ATFD se formaron en 1989 y fueron las primeras organizaciones autónomas. En cambio, la Unión Nacional de Mujeres Tunecinas (UNFT) creada en 1956, se convirtió en el brazo político del régimen de Zine el Abidine Ben Ali, en lo que se denomina feminismo de estado. En este caso, la creación de los “aparatos” mujer y el otorgamiento de ciertos derechos, con el propósito de mostrar un estado moderno como los de Europa (Arfaoui y Tchaicha, 2013:9; Regan, 2013: 239). En cambio, las organizaciones mencionadas en primer lugar desafiaron al régimen político y tuvieron un papel destacado tanto en la promoción de los derechos de las mujeres como en la crítica a aquel y en la búsqueda de la democratización del país y la vigencia de los derechos humanos. Las organizaciones de mujeres en Egipto son unas de las más antiguas del mundo árabe. Debido a la oposición combinada de los conservadores, los islamistas y el gobierno, por su desafío al orden patriarcal y la represión sobre los opositores, se han concentrado en demandar el derecho de las mujeres a la educación y en la reforma de las leyes que discriminan a las mujeres, también con campañas para cambiar el Código del Estatuto Personal9. Arfaoui (2011) alega “..en Egipto, durante los últimos años, los llamados a la democracia y a la reforma política parecen no haber tenido en cuenta la cuestión del género y haber hecho caso omiso de las problemáticas de inclusión, participación, y especialmente de los derechos de las mujeres. Estos llamados quedaron atrapados en una retórica formalista, sin tomar conciencia de la sustancia –o de la cualidad y el género– de la democracia. La Hermandad Musulmana, por ejemplo, desea “la libertad de crear partidos políticos” y la “independencia del sistema jurídico”. Se trata de objetivos encomiables, pero que requieren, también, “ajustarse a la Ley Islámica de la Shari’a ”, lo cual no es propicio para la igualdad de género ni para la igualdad de ciudadanos musulmanes y no musulmanes en ningún aspecto (Brown, Hamzawy y Ottaway 2006)”. 9 En 2001 el Parlamento aprobó una nueva ley sobre el divorcio (ley Khôl) que permite a las mujeres solicitar el divorcio unilateralmente por motivos de incompatibilidad (Regan, 2012:240). La misma es discriminatoria puesto que mientras los varones pueden divorciarse unilateralmente sin necesidad de justificación, las mujeres pueden lograr un divorcio “amistoso” (khol) si renuncian a sus derechos económicos. De otro modo, deben demostrar que el daño ocasionado por sus esposos mediante presentaciones judiciales. (Amnistía Internacional 2008.http://www.amnistia.org.ar/noticias-y-documentos/archivo-de-noticias/egipto-59) Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 49 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres Por su parte, Fatima Sadiqi (2011) considera que la gradual liberalización y democratización de Marruecos durante los noventa tuvo como actores centrales a las organizaciones de mujeres, especialmente mediante las campañas llevadas adelantes por las mencionadas organizaciones y por varones feministas por la reforma del Código de Estatus Personal. Según la misma autora, los grupos de mujeres se aliaron al gobierno a fin de promover tanto los derechos de las mujeres como una organización política democrática cuando fue nombrado Primer Ministro en 1998 Abdelrahman Yousefi, un socialista y ex prisionero político que formó un gabinete progresista. En la región, las principales demandas legales y de políticas públicas de los movimientos de mujeres se centran en la reforma de la legislación sobre las familias; la penalización de la violencia contra las mujeres (crímenes de honor, el acoso sexual en las calles y en los lugares de trabajo, violencia doméstica); la igualdad para las mujeres casadas con extranjeros y sus hijos; los derechos de herencia y aumento de la participación de las mujeres en los órganos políticos y en la fuerza de trabajo. La democratización de las familias es un imperativo para las transformación de la cultura patriarcal, que adquiere contenidos diversos, si los comparamos con las luchas de los movimientos de mujeres en América Latina: mientras que en esta se luchaba por el divorcio vincular y la patria potestad compartida, en los países el norte de África se lo hacía por la reforma del código de familia musulmán, con excepción de Túnez, que ya lo había reformado en 1957 y que, además, desde 1961 cuenta con el aborto legalizado. Otro punto central en que se advierten las mismas luchas tanto en esta región como en América latina, está constituido por la lucha contra los fundamentalismos religiosos, que expresan su oposición a los valores laicos en forma diversa en cada una: contra las leyes de familia en el Magreb; y contra el aborto legal y el reconocimiento de los mismos derechos civiles para la población LGBTTTI, en América Latina. La ley de familia musulmana es el “locus de la discriminación civil y jurídica contra la mujer”, como afirma Sadiqi (2011). En Túnez, el Código de Estatus Personal fue instituido en 1956, a meses de la independencia. Este dio a las mujeres derechos como la abolición de la poligamia y el repudio, el divorcio judicial, la igualdad en cuanto a la educación y al trabajo fuera del hogar. Las mujeres también fueron alentadas a deshacerse del velo. Hasta 2004 en Marruecos y 2005 en Argelia, todavía necesitaban la autorización de sus padres o hermanos para contraer matrimonio, aunque no había obstáculos para ejercer variadas profesiones u oficios. En Marruecos, la reforma impulsada en 2004 por el rey Mohammed VI de la Ley de Estatus Personal establece un nuevo Código de Familia, que sustituye a la antigua Mudawana. Sin embargo, la Organización Marroquí de Derechos Humanos (OMDH) 50 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco demanda que se hagan efectivas las disposiciones del Código de familia, ya que su aplicación no ha sido generalizada y además, sigue existiendo discriminación en relación a asuntos tales como la herencia, el matrimonio y la custodia de los hijos e hijas en caso de divorcio. Arfaoui (2011) afirma: “Eso es exactamente lo que se necesita: que más personas tomen conciencia de la injusticia que hace que las hijas mujeres hereden la mitad de lo que obtienen sus hermanos varones. Con el paso del tiempo, esto podría derivar en el esperado cambio de las leyes. Claramente, la familia continúa siendo el bastión del patriarcado” La reforma de la Ley de Estatus Personal (Mudawana) parece constituir un paso importante en el proceso de secularización de Marruecos (Ennaji, 2011). Por ello Moha Ennaji afirma que “La sociedad civil feminista y democrática convirtió al Mudawana en algo no tan sagrado”, contemplando dos aspectos: un feminismo que no es solo portado por las mujeres, y la dislocación de lo sagrado, similar a lo que sucede actualmente en Argentina. Arfaoui (2011) afirma que debe separarse la religión de la política para lograr la igualdad de las mujeres y se pregunta “¿Puede existir la igualdad sin laicismo?”, respondiendo que no. Las mujeres en las revueltas Como ya se mencionó, tanto en Túnez, Egipto y Marruecos, como en Yemen, Libia, Bahrein y Siria, las mujeres y las/os jóvenes fueron un porcentaje importante de las/os manifestantes y se enfrentaron a los islamistas conservadores. El incremento de la participación de las mujeres se debió, entre otros factores, a los avances educativos, la capacidad que tuvieron para de organizarse en ONGs, las nuevas redes de televisión por satélite, tales como Aljazeera y el aumento de la accesibilidad a Internet y el desarrollo de las redes sociales10 (Regan (2012: 246, Moghadam, 2013). Sin embargo, nos parece relevante señalar que las mujeres, tanto las organizadas como las que no, vieron la oportunidad de desafiar al orden del estado autocrático a través de ganar la calle en las protesta colectivas masivas, como no habían podido hacerlo antes con esa magnitud. Según Kandiyotti (2011), hubo diferencias entre las prácticas de las mujeres en ambos países. En Túnez las mujeres estuvieron a la calle y abiertamente plantearon sus demandas y su preferencia por un estado laico, posiblemente porque lo que estaba en riesgo eran los derechos otorgados por Habib Bourghiba después de la independencia. Sin embargo, en El Cairo, mujeres y jóvenes participaron en la organización de las protestas, en especial en la plaza Tahrir 10 En Túnez la bloguera Lina Ben Mhenni ya en diciembre de 2010 alerto al mundo a través de su blog .(Regan, 2012: 246) Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 51 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres y en Alexandria. Según diversos relatos, durante los 18 días de la presencia de las protesta en la plaza, las mujeres se sintieron libres, en el espacio público que siempre les fue vedado. Mozn Hassan, directora de la organización Nazra for Feminist Studies, sostuvo en una entrevista que las mujeres “no están jugando un papel tradicional en este conflicto como cuidadoras. Incluso las mujeres que nunca habían participado en política ahora están decidiendo qué acciones deben llevarse a cabo. Han entrado en la primera línea”11. Al año siguiente, en la manifestación por el Día Internacional de la Mujer, fueron objeto de violentas críticas y de provocaciones por parte de varones y mujeres tradicionales, que consideraban que sus demandas no estaban relacionadas con la lucha contra el régimen y la entorpecían. Además, la policía arrestó a muchas de ellas, a las que sometió a un test de virginidad, una forma de violación. Fue una premeditada intimidación, como medida para impedir que volvieran al espacio público. Después de la primavera Desde la perspectiva de casi 40 años desde las transiciones, la experiencia de los países latinoamericanos (Argentina, Chile y Brasil) que hemos seleccionado para nuestras comparaciones en la investigación en curso, nos muestra procesos complejos de avances y retrocesos. Consideramos que al calor de los procesos en marcha en el Norte de África quizás exista una exigencia (no solo por parte de los militantes, sino también de parte de los cientistas políticos, como veremos mas adelante) de resultados rápidos y exitosos en torno a las democratizaciones y la satisfacción de las demandas que se conjugaron para dar origen a las revueltas, que merecen otra mirada, más matizada, sin pesimismos paralizantes ni optimismos ingenuos. Las democracias son construcciones políticas contingentes, no están predeterminadas (Lefort, 1990:190/191). Además, el litigio acerca de quién es entendido en la cuenta de la democracia, o sea, la cuenta de los no contados, la parte de esos que no tienen parte, es siempre conflictivo (Rancière, 1996: 42/45). Cada comunidad política articula las diferencias de diferentes modos, por lo tanto si la democracia es contingente y contextual, no existe un modelo predeterminado, por ejemplo, en los temas de derechos de las mujeres, derechos humanos y religiosos, para los cuales hay múltiples interpretaciones, dentro de los principios básicos de la democracia: la libertad y la igualdad. En Argentina, Chile y Brasil, las organizaciones feministas y de mujeres, las de Derechos Humanos, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo (en Argentina), fueron actores decisivos en las transiciones. Los movimientos de los ‘70 y ‘80 en América 11 http://ersiliacoop.es/mujeres-en-egipto/ 2011. 52 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco Latina se constituyeron simultáneamente a las luchas contra los gobiernos autoritarios, así como con las cada vez peores condiciones de vida y se relacionaron con la lucha por los derechos humanos, los de los indígenas y el movimiento de mujeres en todo el continente, que trajo a la arena pública el reclamo de sus derechos al denunciar la violencia de género, la doble y triple jornada de trabajo, la falta de políticas de salud reproductiva, la discriminación laboral, etcétera. En los años ochenta, varias organizaciones, redes y alianzas lucharon para contribuir a la toma de conciencia de las mujeres en torno a sus derechos. Comenzaron a discutirse cuestiones como la subordinación, la violencia, el acoso sexual y a exigir derechos reproductivos, políticas de salud, educación, acceso al mercado laboral y la necesidad de aprobación de diversas leyes. El activismo de los movimientos de mujeres y la nueva agenda aprobada por los Estados de la región, a fin de cumplir con las normas internacionales y mostrar algún tipo de liderazgo en cuestiones relativas a los derechos de las ciudadanas, resultó en un aumento gradual en el número de mujeres en las instituciones del Estado (Ejecutivo y Legislativo), así como la elaboración de agendas de equidad de género. En los tres países se crearon instituciones públicas de derechos de las mujeres12 . Se aprobaron leyes relativas a la democratización de las familias: Patria Potestad compartida (en Argentina en 1987), Divorcio (en Brasil, en 1977, en Argentina en 1987; en Chile recién en 2004). También las referidas a la violencia contra las mujeres (Brasil, Ley María La Penha, 2006; Argentina, la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, 2008). Las Leyes de Cupo o Cuota de participación femenina democratizaron parcialmente el acceso de las mujeres a la representación política (Argentina 1991/2000; Brasil, 1997, Chile, 2015). Sin embargo no se ha llegado aún al 50% en ninguno de los países. Las cuestiones relativas a los derechos sexuales se han introducido en la agenda pública en los últimos cinco años (Ley de matrimonio igualitario: Argentina: 2010, Brasil, Uruguay: 2013; Argentina: Ley de Identidad de Género, 2011). La legalización del aborto es todavía una deuda de la democracia en estos países, en los que la Iglesia católica, a pesar de las controversias, es todavía muy poderosa. Una dimensión importante de los procesos de democratización fue la forma en que esos países se comprometieron con la justicia y la rendición de cuentas por abusos contra los derechos humanos. En Chile y Brasil siguen vigentes las leyes de 12 Argentina: Consejo Nacional de la Mujeres (CNM); Chile: Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM); Brasil: Consejo Nacional para los Derechos de la Mujer (CNDM), ahora Secretaría Especial de Políticas para las Mujeres (SPM). Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 53 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres amnistía de 1974 y 1979, respectivamente13. Con el retorno a la democracia en Argentina, en 1983, el gobierno puso en marcha el juicio a las juntas militares.- hecho que distingue la Argentina del resto de países de América Latina en relación con el enjuiciamiento de los crímenes de lesa humanidad- que terminó con la condena a sus integrantes. La Ley de Amnistía del gobierno militar fue revocada. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas-CONADEP) fue creada en 1983 con el objetivo de aclarar e investigar las desapariciones forzadas ocurridas durante la dictadura militar. Argentina comenzó el período más largo de su historia en la que no hubo ruptura del orden constitucional, aunque enfrentó cuatro levantamientos militares entre 1987 y 1990, que buscaban alterar el desarrollo de la democracia renaciente. Por otra parte, se dictaron las leyes de Punto Final (1986), de Obediencia Debida (1987) y los decretos de los indultos (1989-1990)14. Recién en 2003, el Congreso declaró su nulidad. En 2007, la Corte Suprema declaró las leyes de amnistía inconstitucionales y sin valor, con lo que puso fin a muchos años de impunidad. Por lo tanto, se aceleraron los Juicios por la Verdad y la Justicia, que impulsados por Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones de derechos humanos, comenzaron a finales de 1990. Lo procesos estudiados dan cuenta de un lento camino hacia la consolidación democrática, que evidencia la necesidad del estudios diacrónicos, ya que observamos los disímiles recorridos seguidos por las iniciales transiciones, que fueron consolidando regímenes más democráticos, aun con sus falencias. Si bien el clima de época actual es muy diferente al de hace cuarenta, treinta o veinte, o tan solo, diez años., los procesos mencionados, los logros y las dificultades en términos de derechos de 13 En Chile, la ley de amnistía de 1974 no permite que los autores de crímenes cometidos durante la dictadura militar sean procesados. La Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Comisión Rettig) fue creada con el retorno a la democracia por el decreto de la presidencia y comenzó su trabajo en abril de 1990. La definición de los derechos humanos y su violación limita la capacidad de la comisión y el castigo de los agentes culpables de la crímenes. Brasil no logró formar una Comisión de la Verdad, por la Ley de Amnistía de 1979. Esta ley permitía a los activistas exiliados regresar, pero también estableció mecanismos para impedir el enjuiciamiento de las violaciones de los derechos humanos cometidas por agentes del Estado. En diciembre de 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró ilegal a la ley de amnistía debido a las disposiciones que “impiden la investigación y sanción de graves violaciónes de los derechos humanos” y solicitó el estado hacer justicia y eliminar la Ley de Amnistía. La Comisión Nacional de la Verdad Nacional –CNV- fue creada en 2013 por la presidenta, Dilma Rousseff. Investiga la tortura y las violaciones a los derechos humanos que se produjeron entre 1964 y 1985. El 9 de abril de 2014, el Senado de Brasil aprobó un proyecto de ley para la eliminación de la ley de Amnistía. 14 Las leyes de amnistía declararon exentos a los militares sobre el papel que jugaron durante la represión. La Ley de Punto Final anuló todos los cargos penales por delitos cometidos antes de diciembre de 1983. La Ley de Obediencia Debida proporcionó amnistía para los mandos medios y de menor rango de las Fuerzas Armadas, la Policía, el Servicio Penitenciario y otras agencias de seguridad, en relación a los crímenes cometidos durante la dictadura, ya que estaban obedeciendo las órdenes de sus superiores. Por lo tanto, los comandantes en jefe, jefes de área y subárea estaban exentos de culpa. 54 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco las mujeres y de juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad, señalan que las demandas van entrando al sistema político con un timing que depende de la situación interna y externa de cada país. En el caso de los países del norte de África estudiados, hubo ataques a mujeres en universidades y escuelas, y en los comienzos del gobierno de En Nahda en Túnez se las estaba obligando a usar la hijab. En Egipto, las mujeres estuvieron intensamente movilizadas, y también fueron confrontadas y agredidas por quienes habían combatido al gobierno de Mubarack en las calles, igual que ellas, un año antes (además de los abusos policiales). Algunas autoras alertan acerca del peligro de que los derechos de las mujeres se conviertan en parte de negociaciones gatopardistas. En otras palabras, una de las amenazas más inmediatas para la realización de la igualdad de género, es el grado en que sean un elemento de “compromiso” en la agenda de reforma (Kandiyoti, 2011, 2012; Regan 2012). Moghadam (2013) menciona la paradoja entre la participación activa de las mujeres en las protestas y el no tenerlas en cuenta para formar parte en diversas comisiones y cargos públicos. Las críticas y prevenciones señaladas son pertinentes, ya que se ha observado el liderazgo de las mujeres en estos cinco años, pero no ocupan el mismo sitio que ocuparon en la lucha, tensión que se ha observado frecuentemente en todos los procesos revolucionarios, pacíficos o no. En Túnez muy pocas mujeres ocuparon cargos de importancia. Kandiyotti (2012:2) pregunta: “¿Por qué es que en las sociedades acosadas por una miríada de problemas económicos y sociales inmanejables siguen ocupando los titulares interminables debates sobre los derechos y la situación de las mujeres? Una forma de responderla es la consideración de la gran cantidad de mujeres y jóvenes en las protestas en las calles que las visibilizó en la arena publica y llevo sus demandas a ser objeto de debates, no solo en sus países, también en el mundo, al poner de relieve -para aquellos que lo ignoraban o estaban sumidos en cualquier tipo de prejuicios- la existencia de organizaciones de mujeres democráticas y laicas en la región. La conformación de nuevas organizaciones y coaliciones da cuenta de este proceso15. La otra, no es menor el resultado del rechazo público por parte de las organizaciones de mujeres en articulación con otros sectores democráticos y laicos de los borradores de las reforma constitucionales de orientación islámica. En Egipto, en 2013 se aprobó la 15 La Coalición de Mujeres de Túnez fue fundada en 2012 por quince asociaciones. Al presente ya son treinta. Su objetivo es promover los principios de derechos humanos, y la igualdad total de género, la plena ciudadanía para todos a través del acceso a la cultura, y la lucha contra todas las formas de discriminación, especialmente la discriminación de género. En el original: …and total gender equality, in irrevocable terms, and not liable to interpretation. http://www3.e-joussour.net/files/COALITION%20FOR%20WOMEN%20OF%20%20TUNISIAPresentation%20190912.pdf Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 55 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres nueva constitución, donde se estableció que los principios de la sharí’a están sujetos a la interpretación del Tribunal Constitucional, además de prohibirse los partidos políticos con base religiosa. En Túnez en 2014, se votó una constitución laica, que respeta la igualdad de género y los derechos humanos. Otro de los logros fue el retiro de todas las reservas específicas a la CEDAW. La caída del gobierno islamista y la victoria en el mismo año del candidato Mohamed Beji Caid Essebi, del partido Nidaa Tunis, tiene una gran importancia, pues el voto mayoritario que lo llevó al triunfo provino de las mujeres. El presidente designó tres ministras (en los Ministerios de Cultura, Turismo y Mujeres, familias y niños) y cinco secretarias de Estado. Se pasó así de una participación en el poder ejecutivo entre el 7 y 10% a 19,5%. El promedio regional de mujeres parlamentarias es de 10,7%, muy por debajo del promedio mundial. En Túnez, por la ley electoral vigente, las mujeres tenían el 25% de los puestos en las listas. Las elecciones de 2011 llevaron 49 mujeres a la Asamblea Constituyente, esto es un 22, 56% de los escaños. Sin embargo, es necesario considerar que 42 de esas mujeres eran miembros de familias vinculadas al partido En Nahda. Los activistas tunecinos de larga trayectoria temían que este partido, que dominaba la asamblea, utilizara la presencia de las parlamentaristas para restringir los derechos de las mujeres (Ennaji, 2013). En abril de 2013 se tomó una iniciativa sin precedentes, no solo en el mundo musulmán: la paridad de varones y mujeres -los 50 y 50 que demandaban las mujeres tunecinas en el FSM- en las listas para las primeras elecciones democráticas en los 55 años de independencia del país, en 2014. En aquellas se alternaron las y los candidatas/os de ambos sexos. Esto llevo la representación de las mujeres a 68 escaños, o sea, al 31%16. En Marruecos, la introducción de cuotas para las mujeres parlamentarias permitió un aumento de 6 % del número de mujeres en 2011, por lo que paso a ser de 17%. En cambio en Egipto, se registró una caída del porcentaje de mujeres parlamentarias, pasando de 12,7% a poco menos de 2%. (Informe de la 126ªAsamblea de la Unión Interparlamentaria Mundial-UIP- 2012). Los discursos sobre la transición en Túnez y Egipto ¿Cómo están abordando las transiciones del norte de África algunos de los teóricos de las democratizaciones? Hacia mitad de los 90, Juan J. Linz y Alfred Stepan 16 No es la ocasión aquí para explicar el sistema electoral, que casi deja a las mujeres en la misma situación que antes. Para más información ver: Nihel Ben Amar, presidente de la Asociación “Túnez Vota”. (2016) http://www2.warwick.ac.uk/fac/soc/pais/research/researchcentres/irs/euspring/ euspring_policy_brief_on_womens_rights_in_tunisia 56 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco (1996:4) retomaron las discusiones de los 80 que intentaban sistematizar un criterio para distinguir la “transición” de la “consolidación”, y afirmaron que con una “democracia consolidada” se referían a un régimen político en el que la democracia como un sistema complejo de instituciones, normas, incentivos y desincentivos institucionalizados se hayan convertido, en “el único juego en la ciudad”. Recientemente estos autores se han mostrado interesados en interpretar los procesos de transición en algunos países del norte de África. En esta ocasión ven la necesidad de enfatizar la contingencia de las democracias y no menos importante, que no hay un solo tipo de democracia consolidada. Al referirse a las nuevas transiciones, consideran que se abre una nueva área de investigación en torno a las variedades de democracias consolidadas. Aclaran que estas pueden mejorar su calidad, atendiendo a los factores económicos y a la profundización de la participación popular en la vida política y social del país (Linz y Stepan, 2013: 16). Enuncian algunas condiciones, como la posibilidad de desarrollo de la sociedad civil, una sociedad política relativamente autónoma, una sociedad económica institucionalizada, un estado de derecho vigente en todo el territorio del estado y una burocracia estatal imbuida de los principios democráticos (Linz y Stepan, 2013: 20). Dentro de lo que ellos denominan una nueva área de estudios, y de esas condiciones que enuncian, no se desprende la consideración de los derechos humanos y la ampliación efectiva de la ciudadanía económica, social, cultural, de género y sexual. No reflexionan en torno a que no puede haber democracias sin derechos de las mujeres, de las diferentes sexualidades, colectividades étnicas y religiones. Lo cual podría ser interpretado en el marco de la continuidad de las discusiones de los noventa, y sostener que en esa época no eran tan visibles como problemas a abordar como lo están ahora. Sin embargo, la cuestión de los derechos humanos atravesaron los procesos de democratización en América latina y en Europa oriental. El tema de los derechos de las mujeres ya había sido levantado por las feministas de la segunda ola y a nivel internacional habían tenido lugar las Conferencias Mundiales de la Mujer, la primera en México (1975); la segunda en Copenhague (1980), la tercera en Nairobi (1985) y la última en Beijing (1995). La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, (CEDAW) había sido aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el18 de diciembre de1979. En las conferencias y en la convención se declararon los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales de las mujeres. En esta misma dirección, Moghadam (2013:395), afirma que si bien los estudios sobre las mujeres, la participación política y la democratización comenzaron con las transiciones en América Latina y en el Este de Europa, aquéllos continúan alejados de las tendencias dominantes en Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 57 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres la literatura sobre la democratización. Es cierto que la problematización sobre el no reconocimiento de las diferencias étnicas y religiosas y de las diferentes sexualidades, son más propias y generalizadas de los debates de fines de los noventa y de este siglo. Por otra parte, desde los estudios poscoloniales, varios/as académicos/as vienen haciéndose eco de las demandas de los movimientos indígenas y feministas. En el análisis de las transiciones, Linz y Stepan (2013) consideran que los conflictos en relación con la religión, o entre las religiones, no figuraron como algo notorio en las transiciones de América Latina o del este de Europa. Sin embargo destacan el papel positivo de la Iglesia Católica Romana, en las transiciones democráticas en Polonia, Chile y Brasil. No aluden a las complicidades con la dictadura cívico-militar en Argentina, por ejemplo. Ni que en Chile, no obstante haber cumplido un importante rol en la defensa de los perseguidos por la dictadura de Pinochet, se opuso al divorcio vincular, y vetó toda iniciativa sobre los derechos sexuales. Llama la atención que Stepan (2012:90) a solo un año de sucedidas las revueltas en Túnez afirmara con cierta premura, sin tener en cuenta el seguimiento del proceso, “que Túnez logró una transición democrática exitosa, aunque todavía no es una consolidación de la democracia”. Para la mencionada afirmación, Stepan (2012:90) alega que Túnez había cumplido con los cuatro requisitos que Linz y él mismo habían argumentado, en base a sus previos estudios17. Esta transición fue exitosa porque se siguió el modelo de lo que denominó de “tolerancias gemelas”, que se refiere a la tolerancia de los ciudadanos religiosos hacia el estado, esto es, que se acepten las normas y funcionarios elegidos democráticamente con la libertad para legislar y gobernar sin tener que enfrentar, en el caso árabe, reclamaciones religiosas sobre el predominio de la shari’a como fuente de la ley y, simultáneamente la tolerancia del Estado hacia los ciudadanos religiosos, o sea la libertad religiosa (Stepan, 2000). En un artículo publicado con Linz, ambos sostienen que puede haber variados modelos de relaciones entre el Estado, la religión y la sociedad, o sea que pueden existir “múltiple secularismos” (Linz y Stepan, 2013:17). Si bien se puede coincidir con esta noción, que puede dar cuenta de contextos culturales e históricos específicos, la medida de su aceptación depende de cómo se respetan los derechos de las mujeres y sexualidades diferentes que han sido privadas de todos o muchos de ellos en virtud de los mandatos religiosos patriarcales. Además es notable el lenguaje utilizado, que se expresa en términos de tolerancia y no en términos de derechos. 17 “1-suficiente acuerdo sobre los procedimientos para producir un gobierno electo; 2- un gobierno que llega al poder como el resultado directo de un país libre y el voto popular; 3-la posesión de facto de este gobierno de la autoridad para generar nuevas políticas, y 4-el ejecutivo, el poder legislativo y judicial generados por la nueva democracia no tiene que compartir el poder con otros organismos de jure “(como los militares o líderes religiosos). Además de una constitución con protecciones contra la tiranía de la mayoría, un poder judicial independiente, una sociedad civil fuerte y crítica, y una prensa libre” (Stepan, 2012: 90). 58 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco Con respecto a lo que varios autores denominan sociedad política, Daniel Brumberg (2002:62) alude a que la presencia o ausencia de la misma es una función de la política oficial, mediante un gradualismo democrático que debe presionar para la creación de partidos políticos efectivos, parlamentos representativos, y el Estado de Derecho. Estas afirmaciones han sido desafiadas por los sucesos que estamos analizando, que comenzaron con las revueltas de la sociedad civil enfrentada a los estados autocráticos. También Brumberg afirma que las transiciones deben ir acompañadas de apoyo internacional para el seguimiento efectivo de las elecciones locales y nacionales. Coincide en este punto con Linz y Stepan, al afirmar: “Si las fuerzas poderosas desde el extranjero pesan en el lado de la democracia, puede seguirle una transición democrática razonablemente rápida”. En ninguno de estos autores se atisba una consideración de la posibilidad de cambios que podrían surgir desde los mismos pueblos. Maged Mandour (2014) ha denominado “imperialismo liberal”, a la noción que permite vincular el orden político actual con la ideología neo-colonial internacional. Las relaciones entre las elites nacionales y de los países capitalistas centrales han estado presentes tanto en los aspectos ideológicos como económicos de la opresión. El autor señala dos rasgos distintivos del “imperialismo liberal”: ..”el libre mercado como elemento esencial para el orden democrático pleno (ajuste y reformas de mercado) y la perspectiva orientalista “ que “….no transmite la verdad de cómo las civilizaciones y culturas se solapan, confluyen y se nutren unas a otras” (Said, 2008:25). Este enfoque nacido en el mundo occidental, reduce al árabe, al musulmán, al “otro”. Para los cientistas sociales latinoamericanos es bien familiar: se trata del colonialismo económico y cultural. La versión orientalista se reproduce al interior de las mismas sociedades, en las cuales las elites y muchos sectores educados y urbanos se ven a sí mismos como liberales seculares y consideran a sus conciudadanos del pueblo, de sectores rurales o menos educados, como incivilizados. El resultado de esta visión es la necesidad de que sean guiados y controlados, en una típica operación que reproduce como estas elites son guiadas y controladas por las potencias de occidente. De esta ideología se deriva la necesidad de la intervención directa o indirecta por el bien de un cambio de régimen, y la “democratización”, al estilo de los países del norte. En síntesis, los estudios de las democratizaciones que provienen de centros con grandes recursos e influencia en aquellos países, sostienen un enfoque de democracia liberal y no aparece como tema relevante el importante aporte ciudadano de las mujeres a la democracia, más allá del voto, ni la participación popular. Moghadam (2011) sostiene la misma crítica en torno a la ceguera sobre la participación activa de las mujeres. Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 59 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres Conclusiones Las identidades políticas en torno a los movimientos de mujeres, en alianza con otros sectores han logrado algunas victorias, entre estas, el reconocimiento de las organizaciones de mujeres democráticas y laicas y la conformación de nuevas organizaciones y coaliciones. El movimiento de mujeres articulado con otras identidades laicas y antipatriarcales, consiguió que finalmente en Egipto se aprobara la nueva constitución, donde se eliminaron los artículos más islamistas y en Túnez se votara una constitución laica. Otro de los logros en ese país fue el retiro de todas las reservas específicas a la CEDAW. Túnez también fue el primer país de la región que lo hizo. El logro de la paridad en las representación parlamentarias es sin dudas destacable. No empalidece porque en 2014 la proporción de mujeres electas haya sido del 31%, ya que se necesita tiempo para que esta herramienta sea apropiada por las mujeres y exigida en los partidos político democráticos, cuestión que puede suceder en las sucesivas elecciones parlamentarias, entre ellas, las de 2017. También puede llevar más tiempo, como ha sucedido en otros países, sin más lejos, en la Argentina. También puede contabilizarse la victoria del partido laico Nidaa Tunis como resultado del voto de las mujeres. Las teorizaciones sobre las democracias, acuñadas en el norte global y seguidas frecuentemente en los estudios de las democratizaciones en América Latina y en el este de Europa, con su concepción minimalista y sus listas de procedimientos, no se detienen a considerar en profundidad las dimensiones vinculadas a la participación popular, la justicia social, los derechos económicos, sociales, culturales (no solo civiles y políticos), los derechos de las mujeres y de las diferencias en virtud de la sexualidad, la etnia, la religión, los derechos humanos. En general se parte desde una concepción que, al mirar solamente la institucionalidad política, concluye apresuradamente con reflexiones acerca de la “debilidad” de los países árabes para realizar los procesos de transiciones democráticas y por consiguiente, se señala la necesidad de la ayuda externa. Los “modelos” de democracia que se proponen son los de los centros académicos de los países del norte global y los organismos de crédito internacionales, en síntesis, democracias neoliberales. Además de tener en cuenta los factores internos, como el tipo de organización y articulaciones contra-hegemónicas de la sociedad civil y política de cada país, es necesario considerar el contexto regional geopolítico y la posición estratégica de los países, pues esto contribuye para la comprensión de las razones por las que la transición tunecina se llevó adelante hasta alcanzar niveles más democráticos, sin excluir al partido En Nahda, ni perseguir a sus miembros, mientras que en el caso de Egipto, 60 Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 Graciela Di Marco se persigue aun a los Hermanos Musulmanes, a los grupos opositores y a periodistas. Las fuerzas externas cumplen un papel mucho más determinante, por la estratégica posición de este país como llave del Golfo Pérsico. En el caso de Túnez, como ya lo hemos mencionado, un aspecto relevante lo constituye la división del campo político entre las identidades políticas islamistas y las seculares, que se tensó especialmente en el proceso de sancionar la nueva constitución. La conformación de las identidades políticas en torno a Nidaa Tunez, y al Frente de Salvación Nacional, los sindicatos, movimientos feministas y de derechos humanos, pueden dar una pista provisoria sobre una articulación de demandas democráticas, enfrentada en los primeros años de la revolución al islamismo en el gobierno. Como sucedió con el apresuramiento de Stepan que ya mencionamos, también ahora los analistas dan por finalizada la transición en el país, ya que Mohamed Béji Caïd Essebsi se convirtió en el primer presidente electo de la II República de Túnez. Es necesario seguir analizando qué tipo de estrategias políticas emergen, esto es, si es destino ineludible la democracia liberal y los ajustes de mercado. Es preciso observar cómo sigue este proceso, en riesgo por la situación económica, uno de cuyos indicadores es la elevada tasa de desempleo, aún más alta que cuando comenzaron las revueltas; y amenazado ahora por los ataques terroristas18. En Marruecos, las reformas fueron dispuestas por decisión del mismo rey, la transición democrática no se realizó y la represión continúa. Consideramos el caso de Egipto como una transición fallida. El triunfo del general Al-Sisi vuelve la situación prácticamente a su inicio, antes del enero de 2011. El proceso en estos cinco años, teñido de violencias de todo tipo, y con fuertes contenidos de autoritarismo, persecuciones y no respeto a los derechos humanos, está abierto, y es preciso continuar profundizando su estudio. No se pudieron articular las demandas que dieron origen a la revolución para buscar una transición democrática. Coincidimos con Mandour (2014) en que la actual situación en este país es fundamental para el estatus quo a nivel regional, ya que ayuda en el flujo de la corriente de capital y petróleo del mundo árabe a los países centrales. Esto se observa en las iniciales y retoricas declaraciones de condena desde Washington el golpe de estado y su aceptación después. Mandour agrega, “se mantiene a Egipto como un país periférico, ya que su avance de un estado semi-periférico implicaría un enfrentamiento directo con los intereses de los países centrales, 18 El Estado Islámico cometió en Túnez dos atentados durante 2015. En marzo, al museo del Bardo; en junio en un hotel en la costa. Estos ataques ponen en situación de vulnerabilidad el turismo, que es la tercera industria más importante en el país. En noviembre, hubo una explosión a bordo de un autobús de la seguridad presidencial, del que no se conoce la autoría. Frente a este último hecho el presidente Essebi declaró el estado de sitio. Segunda época, Volumen XX, 2016, 35-67 61 Las democracias, las democratizaciones y los desafíos en torno a la inclusión plena de las mujeres principalmente en Estados Unidos, que no va a tolerar el surgimiento de otra potencia regional, como Irán, que podría disputar su supremacía en el mundo árabe”. Lejos de toda visión orientalista, se hace necesario además hacer un análisis tanto sobre la democracia liberal como meta para las transiciones, como de los diversos islamismos políticos, con sus discursos y estrategias. Entre otros, los del salafismo, los del islam popular, comunitario y los del feminismo musulmán, que ha propiciado un dialogo entre feministas religiosas y laicas a favor de la igualdad entre los sexos (Rizzo et alt, 2007, Moghadam, 2002, 2008). Las experiencias de los tres países de América Latina que hemos estudiado señalan la posibilidad de transitar hacia democracias inclusivas y redistributivas, basadas en la participación popular, pero al mismo tiempo alertan sobre los riesgos que enfrentan en un contexto globalizado en los cuales las fuerzas hegemónicas del capitalismo están actuando con ferocidad para retrotraer esos caminos emprendidos. Bibliografía ÁLVAREZ, Sonia (1999), “Advocating feminism: The Latin American Feminist NGO ‘Boom’. En: International Feminist Journal of Politics, Volume 1, Number 2, 30 November 1999, pp. 181-209 (29). Routledge. Oxford, UK. ARFAOUI, Khedija and TCHAÏCHA, Jane (2013), “Governance, Women, and the New Tunisia”. Paper presented para LASA ARFAOUI, Khedija (2012), “What the Women Say: The End of the Beginning: Tunisia’s Revolution and Fighting for the Future”. ICAN International Civil Society Action Network For Women’s Rights, Peace and Security. Brief 2: April 2012. 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Resumen En el presente artículo se analiza la cuestión de la relación entre género y lenguaje, en especial el concepto de generolecto, arguyendo que puede servirnos para acercarnos a la comprensión de cómo se construyen las identidades femeninas y masculinas. ¿Qué es eso que llamamos femenino, y qué lo que denominamos masculino? En la vida cotidiana todos y todas en algún momento describimos una acción corporal o un acto de habla de alguien como femenino o masculino, pero ni en las ciencias sociales ni en el análisis del discurso se ha llegado a caracterizar estos estilos. La exploración de los generolectos permitirá indagar sobre ellos, es decir, sobre lo que en un contexto sociocultural específico se considera masculino y femenino, como estereotipos que sirven para sancionar aquellos actos (y aquellas personas) que se aparten de lo culturalmente esperado. El trabajo se propone revisar una serie de definiciones básicas para delimitar el alcance del concepto de generolecto, con base en algunos hitos importantes de la literatura feminista y/o sobre género y lenguaje, y finalmente examinar la importancia de este concepto para los estudios de género. Palabras claves: generolecto – femenino – masculino – literatura feminista Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 69 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto Abstract In this article the question of the relationship between gender and language is analyzed, specifically the concept of genderlect, arguing that it can help us to get closer to understanding how feminine and masculine identities are constructed. What is it we call feminine, and what masculine? In everyday life everyone at some point has described someone’s bodily action or speech act as feminine or masculine, but neither in the social sciences nor in discourse analysis have these styles been characterized. The exploration of genderlects will allow us to discover what in a specific cultural context is considered masculine and feminine, and how these stereotypes are used to sanction those acts (and people) who do not meet cultural expectations. The work aims to review a number of basic definitions to define the scope of the concept of genderlect, based on some important milestones in feminist literature and in studies about gender and language, and finally to examine the importance of this concept for gender studies. Keywords: genderlect – feminine - masculine - feminist literature Sumario: Introducción. Definiciones y precisiones. Género y lenguaje: los generolectos. Los generolectos y el binarismo. Generolectos y postmodernismo. Caracterización de los generolectos. A modo de conclusión. Bibliografía. L Introducción a cuestión de la relación entre género y lenguaje se ha venido debatiendo en la sociolingüística desde que en 1975 Robin Lakoff publicó su libro Language and Woman’s Place1. En esa obra la autora exploró las diferencias en el habla de hombres y mujeres, tanto las formas como el lenguaje (en su caso, el inglés) trata a las mujeres, como las formas como las mujeres usan el lenguaje. Las manifestaciones en el lenguaje de la subordinación sociocultural de las mujeres era una consideración importante para esta autora. Desde entonces han corrido ríos de tinta sobre el tema; sin embargo, la labor de presentar un estado de la cuestión de las relaciones entre género y lenguaje está más allá de los alcances de este texto2. Lo que me propongo hacer aquí es centrarme en el concepto de generolecto, arguyendo 1 Existe una versión en español de 1981: El lenguaje y el lugar de las mujeres (Barcelona: Hacer). 2 Dos ensayos relativamente recientes que revisaron la literatura sobre el tema fueron escritos por Deborah Cameron (1998, 2005). 70 Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos que puede servirnos para acercarnos a la comprensión de cómo se construyen las identidades femeninas y masculinas. Ya en 1990 Judith Butler presentó su tesis de que las identidades de género se construyen performativamente, es decir, por medio de la repetición ritualizada de estilos de gestos y de posturas corporales, a la vez que de actos de lenguaje. Pero no hemos avanzado en la definición de cuál es el contenido específico de esos estilos, en qué consisten, cuáles son sus características. ¿Qué es eso que llamamos femenino, y qué lo que denominamos masculino? En la vida cotidiana todos parecemos saberlo; todos y todas en algún momento describimos una acción corporal o un acto de habla de alguien como femenino o masculino, pero ni en las ciencias sociales ni en el análisis del discurso hemos llegado a caracterizar estos estilos. Lo que arguyo aquí es que es la exploración de los generolectos lo que nos permitirá indagar sobre estos estilos, es decir, sobre lo que en un contexto sociocultural específico se considera masculino y femenino. En este trabajo me propongo revisar una serie de definiciones básicas para delimitar el alcance del concepto de generolecto, con base en algunos hitos importantes de la literatura feminista y/o sobre género y lenguaje, y finalmente examinar la importancia de este concepto para los estudios de género. Definiciones y precisiones Género y discurso El punto de partida del estudio de los generolectos lo constituye la articulación entre dos campos relativamente nuevos del trabajo académico: la teoría del discurso y la teoría de género. Por una parte, el lenguaje ha dejado de ser visto solamente desde la perspectiva de las estructuras de la lengua, y se estudia hoy también como discurso, es decir, como lenguaje en acto, o lenguaje en uso, lo cual implica atender a “la forma como los significados se producen cuando se usa el lenguaje en contextos particulares para propósitos particulares” (Cameron y Kulick, 2007:93). Al mismo tiempo, para los teóricos críticos, sobre todo para Michel Foucault, quien definió el “discurso” como “las prácticas que sistemáticamente forman los objetos de los cuales hablan” (1972:149), los “discursos” son parte de las prácticas sociales (Cameron y Kulick, 2007:93-94). Mientras los analistas del discurso lo definen como el lenguaje en contexto, en acto, “para los teóricos críticos, los ‘discursos’ son un conjunto de proposiciones en circulación acerca de un fenómeno particular, que constituyen lo que la gente toma por la realidad de ese fenómeno” (Cameron y Kulick, 2007:93). Sin embargo, como señalan, de nuevo, Cameron y Kulick, “los dos sentidos del Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 71 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto término ‘discurso’… se implican mutuamente en el proceso… [de] la construcción y de la ‘realidad’ del sexo” (2007:93-94), y por supuesto, de las realidades culturales de género. Por otra parte, es importante recordar que discurso no sólo designa el lenguaje hablado y escrito, sino otros sistemas de significación relacionados, que incluyen la gestualidad, las posturas y movimientos corporales, y otras formas de relación entre los cuerpos de los interlocutores. Sexo y género Por otro lado, el campo de los estudios de género se ha formado a partir de la indagación sobre las diferencias sociales y culturales entre los sexos. Partiendo de las primeras definiciones del “sistema sexo/género” (Rubin, 1975), que nos remitían a las interpretaciones culturales de las diferencias biológicas, y pasando por la discusión de Joan Scott sobre el género como “un elemento de las relaciones sociales que se basa en las diferencias entre los sexos” (Scott, 1990 [1986]:14), podemos hoy definir el género como “el sistema de saberes, discursos, prácticas sociales y relaciones de poder que les da contenido específico al cuerpo sexuado, a la sexualidad y a las diferencias físicas, socioeconómicas, culturales y políticas entre los sexos en una época y en un contexto determinados” (Castellanos, 2006:27). A partir de esta definición, el sexo aparece ya contenido en el género; es decir, se postula la construcción socio-cultural de la sexualidad. Esta postura proviene de dos fuentes: por una parte, las indagaciones de Michel Foucault (1980 [1976]) sobre el carácter histórico de la sexualidad, y por la otra, las posiciones de algunas teóricas feministas sobre las relaciones entre biología y cultura. La necesidad de las feministas de refutar el determinismo biologicista que milenariamente había condenado a las mujeres al rol reproductivo como su función social exclusiva, llevó a muchas teóricas a buscar formas nuevas de plantear las relaciones entre biología y cultura. Algunas feministas radicales de los años 70, como Shulamith Firestone (1970), apelaron a la tecnología reproductiva como un modo de trascender la esclavitud de la mujer a la reproducción, pero no llegaron a superar la idea de que las mujeres recibían mayor influjo de la naturaleza que los hombres. Ya en 1983, sin embargo, Alison Jaggar, en su influyente libro Feminist Politics and Human Nature, y siguiendo planteamientos de otras autoras feministas, como Andrea Dworkin and Dorothy Dinnerstein, iba a afirmar que “la constitución biológica humana… es un resultado a la vez que una causa de nuestro sistema de organización social” (Jaggar, 1983:109)3. 3 72 Todos los textos citados que provienen de obras en inglés, han sido traducidos por mí. Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos Para Jaggar, los aspectos biológicos y los sociales de la vida humana interactúan a lo largo de su evolución en distintos medios, de tal modo que las características físicas mismas se desarrollan dialécticamente: biología, ambiente y desarrollo tecnológico como factor social entran en un juego de influencias mutuas que llega a dar forma a nuestros cuerpos, tanto como a nuestras sociedades: Como se concibe generalmente, el sexo aparece como un conjunto de características biológicas fijas, mientras que el género se construye como un conjunto de normas sociales variables… Si, por el contrario, reconocemos que la biología humana, incluyendo la sexual, se crea parcialmente en la sociedad, y si reconocemos que la sociedad humana responde a la biología humana, perdemos la claridad de la distinción entre sexo y género (Jaggar, 1983:112). A partir de esta idea, en 1987 dos etnometodólogos estadounidenses, Candace West y Don Zimmerman, definieron el sexo como “una determinación hecha a través de la aplicación de criterios biológicos acordados socialmente para clasificar las personas como mujeres o varones” ( West y Zimmerman, 1987:127). Tres años antes de la famosa declaración de Judith Butler de que “el sexo ya es género”, West y Zimmerman concebían el sexo como una característica que se decide con base en “acuerdos sociales” sobre cómo clasificar a los individuos. Estos dos autores propusieron otras dos categorías complementarias de la de sexo: la “categoría sexual”, que tiene que ver con “las demostraciones identificatorias exigidas socialmente que proclaman que pertenecemos a una categoría o la otra”, y la de género, definido como “la actividad de manejar la conducta situada a la luz de concepciones normativas… [consideradas] apropiadas para la categoría sexual de una persona” (West y Zimmerman, 1987:127). Por otra parte, debemos fundamentalmente a Judith Butler, influida por Foucault, el planteamiento del género como la base cultural sobre la cual se produce performativamente tanto la identidad de género como la sexualidad misma (2001 [1990]). Y reconocemos que tanto él como ella han postulado la interacción fundamental entre el discurso y la construcción de las subjetividades, lo cual tiene especial relevancia para el estudio tanto de las sexualidades como de los géneros femeninos y masculinos, en toda su diversidad sociocultural. A pesar de que estas posiciones teóricas han tenido una fuerte influencia en las ciencias sociales y en las humanidades, no debe pensarse que exista unanimidad sobre su validez. En ciertos contextos, sobre todo en agencias internacionales cuyo trabajo se basa en una cierta concepción del desarrollo, género ha venido apareciendo “como un término inocuo, a menudo un simple sustituto para ‘mujeres’” (Scott, Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 73 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto 2010:10). En la vida cotidiana también se generaliza ese sentido, ya incapaz de producir controversia, pero también estéril en cuanto a su uso para reclamar y producir cambios sociales y culturales profundos. La diferencia entre una definición del concepto que lo puede convertir en una herramienta revolucionaria de análisis e intervención, y otra que le da un sentido ya neutralizado, yermo, estriba, según Scott, en si simplemente se emplea para señalar diferencias de roles sociales, pero conservando la concepción del sexo como algo “natural”, o si se va más allá, para cuestionar la idea de que ser hombre o ser mujer es estar dotado de una identidad fija, invariable. Para esta autora, el género está condenado a perder su capacidad transformadora si no se adopta la posición desconstruccionista, que sostiene que “ni el sexo ni el género [son] producto de la naturaleza sino de la cultura” y que el sexo no es “un fenómeno transparente”, sino que adquiere su estatus “natural” sólo “de modo retrospectivo, como justificación para la asignación de roles de género” (Scott, 2010:10). Apoyándose en la investigadora feminista Denise Riley (1988), Scott afirma que el cuerpo, ese sustrato supuestamente natural en el cual se basa la diferencia sexual, no es “un punto de origen ni un término, es un resultado o un efecto”; es decir, un producto cultural. En ese sentido, “género”, tal como se concibió en la literatura feminista en la década de los 80, nos advierte Scott, “era un llamado a trastornar el poderoso influjo de la biología al abrir todo aspecto de la identidad sexuada al cuestionamiento” (Scott, 2010:11). El tiempo pasado del verbo (“era”) en la oración anterior nos muestra que Scott se está refiriendo a un movimiento de décadas pasadas, ahora gravemente amenazado por la ola homogeneizante, neutralizadora, del uso globalizado del término “género”. Del mismo modo que el de género, el concepto de “mujeres” y de “hombres” debe relativizarse, pensarse en términos de los flujos de la historia y de los cambios culturales, y no suponer que “nuestros cuerpos” “nos” definen (Scott, 2010:12). Es de vital importancia, entonces, que mantengamos la pregunta abierta sobre cómo se viven y se conciben el cuerpo, el sexo, las masculinidades y las feminidades en contextos precisos: Son precisamente [los] significados particulares [de masculino o femenino, varón o hembra] los que necesitan ser extraídos de los materiales que examinamos. Cuando el género es una pregunta abierta sobre cómo se establecen estos significados, qué implican, y en qué contextos, entonces sigue siendo una categoría útil para el análisis, por ser crítica (Scott, 2010:14). 74 Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos Para que la categoría de género sea profundizada y refinada en los estudios feministas, debemos alejarnos, desde el punto de vista teórico, de sus usos globalizados y acríticos. Generolectos: identidades y estilos Con base en todas las anteriores consideraciones, defino el concepto de generolecto4 como el dialecto discursivo de género, es decir, las diferencias de estilo entre el discurso femenino y el masculino, culturalmente concebidos. Los generolectos, en mi definición, no son adscribibles a hombres o a mujeres como grupos biológicamente determinados, sino que corresponden a la caracterización cultural de qué tipos de expresiones y actitudes se consideran femeninos o masculinos en un contexto sociocultural específico, y por lo tanto qué tipos de conducta se esperan de hombres o de mujeres. Se trata por tanto de estereotipos culturales, que se emplean para juzgar el comportamiento de las personas como femenino y masculino, esperando que exista “coherencia” entre sexo biológico y estilo de género, alentando de diversos modos a los sujetos y sujetas a comportarse de una manera considerada “coherente”. En aras de lograr esta coherencia, se llega en algunos casos a conminar a los sujetos y sujetas a comportarse del modo esperado, sancionando negativamente a quienes sean vistos como “incoherentes”, o “desviados” de la conducta esperada. En otras palabras, “sexualidad y género tienen una ‘relación especial’, una forma particular de dependencia mutua” (Cameron y Kulick, 2003:7), y el uso de los discursos por hombres y mujeres es juzgado a partir de esta relación. Es esta normatividad estilística, profundamente dicotómica y en muchos casos homofóbica, la que podemos explorar mediante el uso del concepto de generolecto. Por otra parte, en este punto se hace necesario discutir las diferencias entre los conceptos de identidad de género, orientación sexual, identidad sexual, y estilos de género. Se trata de una nomenclatura relativamente nueva; no hace tanto que todos estos términos hubieran resultado superfluos, ya que las discusiones a las que sirven de base se suponían resueltas simplemente recurriendo a la diferencia sexual anatómica. 4 El término “generolecto”(en inglés “genderlect”) fue acuñado por Cheris Kramer (1974) originalmente, y discutido extensamente por la sociolingüista estadounidense Deborah Tannen (1990), así como por otros autores, y redefinido por mí (Castellanos, 2010). En ese trabajo elaboré una crítica de la concepción de poder y de la tendencia esencialista de algunos de los planteamientos de Tannen, y replanteé el uso del término para al análisis del discurso. Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 75 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto El tema de la identidad5 nos remite a la discusión política sobre multiculturalismo, que tuvo sus raíces en la protesta contra el feminismo llamado de “la segunda ola” por mujeres como Audre Lorde (1984) y Gloria Anzaldúa (1990), y de la cual se han ocupado brillantemente, entre muchas otras, Nancy Fraser (1997:229-250), Iris Marion Young (2000), Celia Amorós (2005). Al mismo tiempo, nos llevaría también a la discusión sobre postcolonialismo y descolonialismo que han debatido desde Gayatri Spivak (2011) hasta María Luisa Femenías (2005), pasando por María Lugones (2010), y un largo y continuamente creciente etcétera. Sin embargo, no nos ocuparemos a fondo aquí de las dimensiones políticas que evoca el término desde la perspectiva de la lucha feminista en general, sino que nos centraremos en los aspectos de la identidad de género que se relacionan más estrechamente con la diversidad. Aunque, por supuesto, los conceptos de identidad de género e identidad sexual no sólo son pertinentes para los no –heterosexuales, el tema se ha puesto en discusión en gran parte en la medida en que se ha llegado a aceptar la posibilidad y la validez ética de la transexualidad, o sea la transformación de las características sexuales de una persona, y en la medida en que se ha elaborado sobre el concepto de transgénero. El término transgénero ha sido definido recientemente por la American Psychological Association como aquel fenómeno en el cual la identidad, el estilo o la conducta de una persona no coinciden con el sexo asignado desde su nacimiento (LGBT Concerns Office, APA, 2006). Aunque el término se emplea por lo general para referirse a quienes reclaman una identidad de género no coincidente con su sexo asignado, tal definición de “transgénero”, al incluir no sólo la identidad, sino también el estilo y la conducta en general, nos permite emplearlo en un sentido más amplio. Todos y todas, en algunas ocasiones, tenemos comportamientos y empleamos estilos de habla o de movimiento corporal que no corresponden a los estilos convencionalmente asociados a nuestro sexo. Por lo tanto podemos concluir que esta definición de “transgénero” ubica en un mismo plano, en primer lugar, la identidad femenina en una persona considerada biológicamente masculina (“mujer trans”) o la identidad masculina en una persona considerada biológicamente femenina (“hombre trans”); en segundo lugar, las características más agudas de “amaneramientos” y presencia de estilos culturalmente considerados propios del género opuesto; y finalmente, las consecuencias de lo que Freud llamó a lo largo de su obra la “bisexualidad psíquica”6, como un rasgo común a todos los individuos. 5 Para una revisión del tema de la evolución filosófica del término “identidad” y su uso en las ciencias sociales, véase Castellanos, Grueso y Rodríguez (2010). Véase también Castellanos (2008, 2010a y 2010b). 6 El término fue acuñado por Freud desde su obra temprana, en Tres ensayos de teoría sexual (1993 [1905]). 76 Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos De este modo, la coexistencia de estilos culturalmente considerados femeninos y masculinos en la conducta y los discursos de todos los sujetos y sujetas, como un rasgo a la vez universal y que muchas veces se manifiesta solamente de modo ocasional, no se diferenciaría en lo básico de los casos de “afeminamiento” en algunos hombres o de talantes “hombruno” en algunas mujeres, o finalmente, de los “cambios” de identidad. La distinción entre estos tres tipos de casos sería de grado, de ubicación a lo largo de una misma gama, no de naturalezas distintas de todos estos tipos de fenómenos. Las consecuencias políticas de este concepto, entonces, pueden llegar a ser importantes para quienes defienden el derecho a la diversidad sexual y de géneros. Pasemos ahora a definir la identidad de género como el sentido de sí mismo/a o del yo en lo que respecta a, o bien sentirse hombre o mujer, o bien sentirse incapaz de optar por “pertenecer” a uno de los dos sexos, o fluctuar entre ambos. En cuanto al estilo de género, éste corresponde a lo que se espera culturalmente de una persona en cuanto a su manera de pensar, moverse, y expresarse, así como otras conductas relacionadas con la apariencia (vestido, peinado, uso de accesorios, etc.) con base en si se le considera hombre o mujer7. En cuanto a la identidad sexual, recurro nuevamente a Cameron y Kulick, quienes definen el término como “un estatus social basado en la auto-definición del individuo como heterosexual, gay, lesbiana, bisexual, etc.” (2003:3). Como lo señala Jules Falquet, esta “auto-definición” no siempre ha sido necesaria; de hecho, “Apenas recientemente, y en el pensamiento occidental, es que se empieza a atribuir a la gente una personalidad e identidad sexual específica y (relativamente) fija, con base en sus prácticas sexuales” (Jules Falquet, 2006:19). Ya Foucault había señalado que fue apenas en la modernidad, específicamente en el siglo diecinueve, cuando lo que había sido considerado una conducta “antinatural”, un pecado habitual (la sodomía), pasó a convertirse en una “naturaleza singular” (el homosexual): “El sodomita había sido una aberración temporal; el homosexual era ahora una especie” (Foucault, 1980:43). Ahora bien, si bien el surgimiento de las categorías de “homosexual” y “heterosexual” es reciente, y si se debe a una tendencia histórica de la “biopolítica” a controlar la sexualidad, esta misma categorización ha sido adoptada por quienes se resisten a este control, enarbolando un término que apareció originalmente como instrumento de dominación política, ahora como una bandera de emancipación. 7 Mi definición de “estilo de género” corresponde en líneas generales a lo que la Oficina de Asuntos LGBT de la APA llama “expresión de género”: “la expresión de género se refiere al modo en que una persona comunica su identidad de género a otras a través de conductas, su manera de vestir, peinados, voz o características corporales” (LGBT Concerns Office, APA, 2006). Por otra parte, se asemeja también a la definición de “categoría sexual” por parte de West y Zimmerman (1987) a la cual ya nos referimos. Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 77 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto Como ya se dijo, todas estas definiciones se derivan en gran parte de la tendencia en los últimos tiempos a una mayor conciencia de la gran diversidad que presenta la sexualidad humana, y de la variedad de elementos que intervienen en sus consecuencias para el comportamiento de las personas. ¿Qué falta en todo este catálogo de componentes del género, en este sondeo de las facetas, de los modos como nos construimos en seres sexuados? Falta el contenido simbólico de lo femenino y lo masculino; faltan los modelos cambiantes, diversos, pero que al mismo tiempo nos brindan el espejismo de una sustancia natural, de una regularidad binaria, de una norma sólida, de un más y un menos, de un hombre y una mujer. Faltan los metros con los cuales verificamos el alto, el ancho, el grosor, de cada gesto, de cada palabra de cada individuo, para intentar encajarlos en los moldes imaginarios donde nunca cabrán. Faltan los generolectos. Género y lenguaje: los generolectos Según Deborah Cameron, en las últimas décadas ha habido, en los estudios sobre género y lenguaje, una tendencia a alejarse de generalizaciones globales sobre el lenguaje de las mujeres que eran comunes en los primeros estudios sobre el tema: “El enfoque ahora se centra en la especificidad (mirar a las mujeres y los hombres particulares en contextos particulares) y en complejidad (mirar las interacciones de género con otros tipos de categorías de identidad y de relaciones de poder)” (Cameron, 1998:946). En estas categorías y en estas especificidades, debemos incluir las distintas identidades sexuales y de género, además de la clase, la etnia, la raza y las generaciones o los grupos etarios, entre otros parámetros. Por otra parte, nos recuerda Cameron, la actuación lingüística es profundamente intersubjetiva; es decir, se basa en las relaciones entre interlocutores, de modo que los enunciados de un/a hablante llevan la impronta de lo que se dijo antes en esa conversación, de múltiples maneras, y se les da forma en anticipación de lo que vendrá después: “Muchos analistas hoy enfatizan que los “selves”8 [sí mismos, “yos” o identidades] que se producen en la interacción lingüística son ‘co-construidos’ o ‘logrados conjuntamente’” (Cameron, 1998:952). Por todas estas razones, no podemos continuar identificando el lenguaje empleado por una persona de determinado género con el lenguaje de ese género. En el primer caso, estamos ante una categoría empírica del lenguaje, el discurso de este hombre, o de esta mujer, mientras que en el segundo se trata de una categoría 8 78 Plural de “self” en inglés. Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos simbólica, una construcción cultural (Gal, 1995:171). Es aquí donde entra en juego el concepto de generolecto. Los generolectos, entonces, son códigos que deben verse como herramientas culturales simbólicas, compuestas por prototipos dotados de eficacia para producir conductas culturalmente esperadas, y que fundamentalmente sirven para clasificar los actos discursivos, así como los corporales (gestos, posturas, marcha, etc.), como más o menos femeninos o masculinos. En suma, en una cultura determinada, los modos en que sujetos reales, hombres y mujeres, usan el lenguaje, y los repertorios de gestos y de actitudes, son interpretados o “indizados” como femeninos o masculinos a partir de los generolectos como códigos culturales. Se hace necesario, en primer lugar, distinguir entre las prácticas discursivas reales de los sujetos y la ideología sobre esas prácticas, pues si bien en la vida cotidiana los individuos de uno y otro sexo tienden a exhibir en su discurso características del generolecto de signo opuesto a su identidad de género, ya sea ocasional o habitualmente, ideológicamente encontramos la suposición generalizada de que los hombres emplean el generolecto masculino y las mujeres el femenino. No se trata, además, de una mera suposición, sino de una verdadera imposición, ya que el hombre que no siga consistentemente esta norma será considerado sospechoso en su virilidad, y por lo tanto será estigmatizado como “afeminado” y sancionado negativamente. Igualmente, la mujer que no se exprese, se vista y se mueva, en general, de acuerdo con la norma cultural del estilo femenino, es decir, aquella que no actúe de modo “femenino”, según la definición ideológica de la feminidad, será tildada de “marimacha” y recibirá el peso de la censura de su medio. Estamos entonces ante un sistema binario y hegemónico, que se supone universal y natural, cuando en realidad tiene como uno de sus fines el encubrir y eliminar desviaciones y diferencias, en la medida en que los individuos que se apartan de encajar en él sufren no sólo reprobación, sino fuertes sanciones de variados tipos. Además, estamos refiriéndonos a estereotipos culturales que tienen un gran poder, no sólo represivo, sino probablemente también productivo de las mismas identidades y los estilos de género, en la medida en que los individuos se apropien performativamente de las normas culturales. Los generolectos y el binarismo Existen múltiples estudios sobre “cómo las identidades de género se logran mediante el uso del lenguaje” (Cameron, 1998:950). En un volumen titulado Gender Articulated. Language and the Socially Constructed Self (1995), las editoras, Kira Hall Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 79 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto y Mary Bucholtz recogen 19 artículos que informan sobre investigaciones encaminadas a identificar las ideologías dominantes de género. Aunque no emplean el término “generolecto”, muchos de estos ensayos examinan el papel que juega el lenguaje en el control social que busca mantener las ideologías hegemónicas de género. Ahora bien, en la introducción, Hall y Bucholz (1995) nos cuentan que entre los más intensos consumidores de libros de las diferencias de los estilos de habla femeninos frente a los masculinos encontramos a los individuos “transgenerizados” que buscan orientación para actuar de manera más acorde con la identidad de género que han escogido, o que de hecho tienen, en contra de lo asignado al momento de su nacimiento. Efectivamente, en una investigación sobre los “expertos” que se dedican a asesorar a mujeres trans sobre cómo feminizar sus estilos de conversación, se encontró que éstos “entrenan a sus clientes para producir las características de lo que Lakoff [llamó] ‘lenguaje de las mujeres’” (Cameron, 2005:492). Sin embargo, en un artículo sobre los estilos de habla de trabajadoras de “sexo por teléfono”, Kira Hall (1995) reporta que en su trabajo ellas usan un registro lingüístico indicativo de sumisión, típico del habla femenina que Robin Lakoff (1981 [1975]) describió como una demostración de falta de poder. En una situación donde sólo la voz puede usarse para exhibir características de género, estas trabajadoras sexuales emplean el estilo de feminidad que los clientes desean comprar, a pesar de estar conscientes de que están desempeñando (performing) un rol ficticio, operando como “actrices”. Podría pensarse que estas mujeres en su trabajo están exagerando unas características que posiblemente estén presentes, aunque con menor intensidad, en otros tipos de actuaciones lingüísticas de muchas otras mujeres. Como puede apreciarse, los generolectos parecen tener como fin último la defensa o la intensificación del binarismo sexual y de género. Se trata de una división binaria que ha sido y es cuestionada por muchas lingüistas feministas. En el mencionado artículo donde hace una revisión de la literatura sobre el tema de lenguaje, discurso y género, Cameron (1998) informa sobre las investigadoras e investigadores que, una y otra vez, se pronuncian en contra del binarismo. Particularmente interesante es el caso de las autoras de uno de los artículos contenidos en la compilación titulada Rethinking Language and Gender Research (1996). En el artículo, titulado “The Question of Questions: Beyond Binary Thinking” (“La cuestión de las preguntas: Más allá del pensamiento binario”), las autoras afirman que “quienes contribuyen a este volumen cuestionan la división del habla sobre la base de una división binaria por género o sexo” (Bing y Bergvall, 1996:3, citado en Cameron, 1998:952). Sin embargo, Cameron observa que esta posición teórica de rechazo del dualismo de 80 Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos género como una postura simplista, contrasta con lo encontrado en muchos de los estudios empíricos que la siguen: Lo que es impactante sobre [estos estudios empíricos] es la evidencia que suministran de que el dualismo de género, a pesar de que sus formas son variables y culturalmente específicas, sigue siendo una fuente potente de significados que continúa dándole forma a las creencias y la conducta de los usuarios del lenguaje. Las [investigadoras] sí enfocan el binarismo hombre-mujer de manera crítica, pero en la mayoría de los casos sus datos las obligan a reconocer la importancia de este binarismo para los hablantes que estudian…. Aunque el abandono de concepciones ingenuas y esencialistas sobre género en la sociolingüística es sin duda bienvenido, ello no necesita, y con base en la evidencia, no debería, implicar que desconstruyamos los dualismos de género hasta hacerlos desaparecer [de las investigaciones]. Puede argüirse que lo que las feministas necesitamos explicar es más bien el poder que siguen teniendo [estos dualismos] en las comunidades de habla del mundo— aunque sin perder de vista la diversidad de formas que toman… (Cameron, 1998:953). Por ejemplo, en estudio tras estudio encontramos referencias a la feminidad y la masculinidad “convencionales”, o a lo que Cameron (2005:491-493) en un artículo posterior, llama lo “simbólicamente femenino” o masculino, no como formas de conducta usuales en todos los hombres o todas las mujeres, sino como herramientas lingüísticas empleadas de diversos modos para dar una impresión de feminidad o de masculinidad, o para poner en juego cualidades femeninas o masculinas en una determinada situación donde se piensa que sería ventajoso hacerlo. Lo interesante aquí es que no encontramos que esas cualidades aparezcan siempre como las convenciones parecerían demandarlo, sino que los hablantes en ocasiones aparecen actuando conforme a los estereotipos, mientras que en otros momentos negocian su masculinidad y su feminidad buscando evitar extremos de excesiva masculinidad o feminidad, de modo que inclusive los mismos sujetos exhiben “una gama de actuaciones (performances) generizadas”. Sin embargo, tanto los sujetos como las investigadoras en algunos de los estudios feministas sobre lenguaje y género que reseña la autora mencionada en el párrafo anterior, parecen estar conscientes de esos estilos discursivos de género convencionales que hemos llamado generolectos, y emplean esa feminidad o masculinidad simbólicas en sus interacciones y en sus análisis. Por ejemplo, en un estudio sobre discusiones en clases de Inglés en colegios mixtos, se vio que aquellos estudiantes que pueden calificarse como “contestatarios respecto al género”, porque ignoran o van en contra de las expectativas de estilos correspondientes a su género (estudiantes varones Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 81 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto feminizados o estudiantes masculinas), son rechazados por su grupo de pares, “lo cual limita la efectividad de sus contribuciones” a las discusiones en grupo. En otros casos, encontramos que el ingreso de mujeres a profesiones tradicionalmente masculinas, como las mujeres sacerdotes ordenadas en la religión anglicana, va aunado a la expectativa de que sus cualidades “femeninas” produzcan cambios positivos en la comunicación en la institución, en este caso la Iglesia Anglicana. Desafortunadamente, en vez de que las mujeres cambiaran las normas de los discursos eclesiásticos, lo que sucedió entre los anglicanos fue que los varones “se especializaron en las tareas lingüísticas que requerían actuación pública de autoridad, como predicar o dirigir reuniones, mientras que las mujeres se especializaron en las tareas asociadas con el cuidado, como atender a los familiares de los difuntos o a parroquianos con problemas” (Cameron, 2005:497). O sea que nuevamente se impusieron los estereotipos, lo cual demuestra la inercia cultural, la eficacia simbólica de los generolectos. En suma, el rechazo feminista al pensamiento binario no puede conducirnos a creer que aquello que rechazamos por razones teóricas ha desaparecido en la práctica de los comportamientos de género, o que ha perdido su eficacia. Por el contrario, es precisamente ese binarismo lo que debemos estudiar, y para ello, es importante recuperar el concepto de generolecto. Generolectos y postmodernismo Tal vez por razones muy similares a las que acabo de resumir, un sociolingüista, Heiko Motschenbacher, ha planteado “una redefinición postmodernista” del término generolecto. La sociolingüística podría ser una de las disciplinas que proporcione… la conexión entre el pensamiento postmodernista de Butler y sus consecuencias para las prácticas generizadas reales. En el corazón mismo de la lingüística postmodernista sobre género, entonces, estaría la meta de mostrar cómo el binarismo de género se construye lingüísticamente y cómo lucirían las alternativas al binarismo normativo (Motschenbacher, 2007:259). A partir de la recomendación de que se considere la concepción performativa de género en relación con la interpretación de la variación generizada de lenguaje como registro o como estilo, Motschenbacher revisa la literatura sobre estilos de habla y género y concluye que, en general, “los estilos pueden entenderse como formas de actuación [performance]. Los estilos de generolectos, entonces, son las maneras variables como las personas actúan [o realizan] el género lingüísticamente” (2007:262). Después de resumir su propia investigación sobre generización 82 Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos lingüística en discursos publicitarios, este autor plantea la necesidad de “estudiar el rol que juega la estilización por medio de generolectos en la formación discursiva de las identidades generizadas” (2007: 268). Esto lo conduce a una re-definición de la noción de generolecto: Los generolectos… no son índices o síntomas de identidades de género pre-existentes. Más bien representan puntos de referencia que a lo largo del tiempo se han materializado en su conexión performativa con el género. Los generolectos, por lo tanto, proporcionan recursos para las actuaciones [performances] de identidades de género que pueden ser explotados estratégicamente (por ejemplo, en la publicidad) o usados como una forma de práctica ritualizada en las comunidades cotidianas (Motschenbacher, 2007:268). El autor concluye sugiriendo que la diversidad de condicionamientos sociales conduciría a “un número infinito de generolectos correspondientes a grupos específicos de mujeres/hombres u hombres/mujeres en ciertas comunidades y contextos” (Motschenbacher, 2007:269). En mi opinión, la idea de “un número infinito de generolectos” debe ser reconsiderada, en la medida en que los generolectos pudieran ser vistos más bien como tendencias estilísticas que interactúan de diversos modos con condiciones de etnia, clase, raza, generación, etc., en vez de como entidades discretas; sin embargo, los planteamientos del autor en torno a las relaciones entre performatividad, estilos y generolectos representan aportes conceptuales importantes. Caracterización de los generolectos ¿Cómo son, entonces, los generolectos? ¿Cómo podemos describirlos? Las características de los generolectos femeninos y masculinos difieren, como ya hemos dicho, entre culturas y subculturas; también varían de acuerdo con otras dimensiones identitarias como la clase, la etnia, la raza, la ocupación, la generación, etc., y cambian a lo largo del tiempo. Pero parecen existir ciertas tendencias predominantes en lo que llamamos feminidad o masculinidad. Inclusive, podemos encontrar similitudes en la descripción de lo femenino y lo masculino en dos autoras en otros puntos muy disímiles como son Deborah Tannen (1990) y Deborah Cameron (2005). Es cierto que la teoría esbozada por Tannen sobre la formación de los generolectos difiere en muchos puntos de la recomendada por Cameron para el estudio de las relaciones entre lenguaje, género y sexualidad. La primera autora postula diferencias en los procesos de socialización de hombres y mujeres que supone producen características de género en la infancia, que luego permanecen relativamente fijas, y aunque asegura que los dos generolectos pueden ser empleados por ambos sexos, Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 83 Los estilos de género y la tiranía del binarismo: De por qué necesitamos el concepto de generolecto generalmente cae en generalizaciones que parecen remitirla a diferencias entre hombres y mujeres como sujetos empíricos, en vez de referirse a diferencias culturales simbólicas, además sin atender a otras dimensiones identitarias, a la vez que supone que el sexo es algo natural9. Cameron, en cambio, en lo que llama el nuevo “enfoque postmoderno” al estudio de lenguaje y género, suscribe la idea de la performatividad, según la cual el género es algo que se hace, no que se es, y que se produce a lo largo de la vida; adicionalmente recomienda para el estudio de los discursos partir de la diversidad entre diferentes grupos, y cuestiona la naturalidad del sexo. A pesar de estas diferencias, los contenidos de lo que llamamos lo femenino y lo masculino no difieren mucho en las dos autoras. En la revisión de la literatura sobre “Lenguaje, género y sexualidad” que hace Deborah Cameron, encontramos una y otra vez que tanto las sujetas y los sujetos estudiados, como las investigadoras, demuestran que existe una especie de sustrato ideológico, de corriente subterránea en los intercambios discursivos, a partir del cual lo femenino y lo masculino tienen una serie de características más o menos claras. Aunque Cameron no reúne en una caracterización generalizante los distintos rasgos encontrados, por efecto acumulativo podemos decir que del lado de lo simbólicamente (o convencionalmente) masculino, aparece la idea de que priman actitudes de poder y autoridad, deseo de competir, interés por la superioridad jerárquica, distancia emocional y el uso ocasional o habitual de lenguaje grosero o vulgar; mientras que del lado de lo simbólicamente femenino aparecen la falta de poder, la sumisión, las relaciones horizontales, el interés por las relaciones interpersonales, por establecer conexiones, la capacidad para escuchar con sensibilidad y empatía, y el lenguaje cortés y refinado. Ahora bien, esta caracterización que emerge de las investigaciones revisadas por Cameron, es en líneas generales muy similar a la hecha por Deborah Tannen con base en múltiples investigaciones realizadas en Estados Unidos y en algunos otros países. Para Tannen, el generolecto femenino aparecía caracterizado por una visión del mundo como una red de relaciones, un interés por entablar y mantener relaciones interpersonales, las cuales eran altamente apreciadas, y la aspiración a lograr conexiones, compañía, intimidad. Según la misma autora, el generolecto masculino se basa en ver el mundo como una jerarquía, una actitud hacia la comunicación como un modo de impartir y recibir información, aprecio por la independencia y la libertad, e interés por el éxito, más que por formar y mantener relaciones. Como puede verse, los dos cuadros que emergen tienen muchos rasgos en común. Falta mucho, evidentemente para que podamos decidir los contenidos de los generolectos como estereotipos, como orientaciones ideológicas, en su diversidad y 9 84 Para un resumen de las principales críticas a Tannen (1990), véase Castellanos, 2010a. Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 Gabriela Castellanos Llanos en sus tendencias comunes. Necesitamos muchos estudios empíricos sobre grupos diversos para poder establecer propensiones, estilos, y necesitamos también hacer avanzar la teoría en torno al concepto de generolecto. Pero no me queda duda de la conveniencia y la importancia de estos propósitos. A modo de conclusión Debemos proponernos, entonces, caracterizar los lineamientos generales de los dos generolectos, y mostrar la necesidad política de reconocer la existencia del sistema a fin de combatir la ideología que trata de imponer el generolecto masculino a los hombres y el femenino a las mujeres, con graves consecuencias para quienes no correspondan a los estereotipos; al mismo tiempo, debemos admitir la necesidad de aceptar tanto a los sujetos que se adecúen a la norma como a quienes se aparten de ella. Se hace necesario explorar también algunos aspectos de los procesos mediante los cuales los generolectos contribuyen a la construcción performativa de las identidades femeninas y masculinas. En otras palabras, el concepto de generolecto nos permite develar, y por lo tanto nos pone en camino de rechazar, los modos en los cuales en nuestra cultura se tiende a exigir un estilo de comportamiento y discurso femenino a las mujeres y masculino a los hombres, con la consecuente sanción social negativa a quienes no cumplan con esta exigencia. Al mismo tiempo, en el plano ético, considero importante aceptar tanto a quienes no cumplen con ella, como a quienes sí lo hacen; es decir, no estigmatizar ni a aquellos y aquellas que podrían ser acusados, por quienes quieren imponer la hegemonía heterosexual, de incoherencia por su falta de alineación entre su sexo asignado y su estilo de género, ni a aquellos y aquellas que podrían ser criticados, por quienes luchan contra esa hegemonía, debido a su adherencia a la coherencia culturalmente esperada. 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Recibido: 14-04-2016 Aceptado: 24-04-2016 88 Segunda época, Volumen XX, 2016, 69-88 María Belén Caballero Baez EL MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES DE GENERAL PICO LA PAMPA Movement for women´s rights of General Pico La Pampa María Belén Caballero Baez Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer Universidad Nacional de La Pampa Resumen Desde la vuelta de la democracia en nuestro país, muchos movimientos sociales se gestaron con diferentes fines, entre ellos los que luchan por la defensa de los derechos de las mujeres. La provincia de La Pampa, no ha estado exenta de este fenómeno. En un período de más de tres décadas aparecieron en el escenario social pampeano diversos movimientos. Pero es sobre fines del siglo XX, que emergen varios otros cuyos objetivos son claramente feministas y están ligados a la defensa expresa de los derechos de las mujeres. Este es el caso del Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, objeto de estudio en este trabajo. Ubicándome en una perspectiva regional y de género, la presente investigación es motorizada por los siguientes interrogantes: la constitución de este movimiento ¿implicó una re-significación y reconstrucción de las identidades, individuales y colectivas, de sus integrantes? ¿En qué sentido? ¿En qué contexto deciden agruparse? ¿Cuáles fueron o son sus objetivos? ¿Qué planes de acción tienen? ¿Han obtenido logros? ¿Cuáles? Palabras claves: Movimientos sociales - Género - Feminismo - Identidad Abstract Since the return to democracy in our country, many different movements, having different aims appeared. Among them, those which would struggle for the defence of women’s rights. The province of La Pampa has not been exempt from this fenomenon. In a period of more than three decades flourished in the pampean social scenery several movements. Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 89 El movimiento por los derechos de las mujeres de General Pico La Pampa Nontheless, it is about the end of the 20th century that many other emerged, whose objectives are clearly feminist, and they are bound to the express defence of women’s rights. This is the case of Movement for Women’s Rights of General Pico”, subject of study in this paper. Adopting a regional perspective, from a gender viewpoint, this research is powered by the following questionings: Did the constitution of this movement implied a resignification and reconstruction of both, individual and collective identities of its members? In what sense? In which context do they decide to group? Which were, a still are their aims? Which lines of action do they have? Have they achieved any goals? Which ones? Key words: Social movements / Gender / Feminism / Identity. Sumario: Introdución. Escenario de emergencia: ¿por qué surgen? Pilares teóricos. El Movimiento por los Derechos de las mujeres de General Pico. Palabras Finales D Introducción esde la vuelta de la democracia en nuestro país, muchos movimientos sociales se gestaron con diferentes fines, entre ellos los que luchan por la defensa de los derechos de las mujeres. La provincia de La Pampa, no ha estado exenta de este fenómeno. En un período de más de tres décadas aparecieron en el escenario social pampeano diversos movimientos. Pero es sobre fines del siglo XX, que emergen varios otros cuyos objetivos son claramente feministas y están ligados a la defensa expresa de los derechos de las mujeres. Este es el caso del Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, objeto de estudio en este trabajo. Ubicándome en una perspectiva regional y de género, la presente investigación es motorizada por los siguientes interrogantes: La constitución de este movimiento ¿implicó una re-significación y reconstrucción de las identidades, individuales y colectivas, de sus integrantes? ¿En qué sentido? ¿En qué contexto deciden agruparse? ¿Cuáles fueron o son sus objetivos? ¿Qué planes de acción tienen? ¿Han obtenido logros? ¿Cuáles? Escenario de emergencia: ¿por qué surgen? Si bien muchos movimientos surgieron a fines de la última dictadura, es con la gran crisis del 2001 cuando esas agrupaciones sociales eclosionaron con mayor 90 Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 María Belén Caballero Baez fuerza. Esta crisis ha quedado grabada en la memoria de los argentinos como una de las más severas y cuyos latigazos se sienten aún. ¿Qué llevó a nuestro país a sufrir tan terrible caída? Es una pregunta que muchos científicos se formulan. Lo cierto es que fue (cómo todo fenómeno histórico) el resultado de una conjunción de factores. Hilda Sábato, en su artículo ¿Democracia en agonía?, hace referencia a la pesada herencia que dejó el gobierno menemista. No obstante, no puede atribuírsele toda la responsabilidad. El gobierno que asume la presidencia en 1999, lejos de cumplir lo que había prometido en su campaña electoral, defraudó las –bajas– expectativas del pueblo argentino. “Los grados de libertad para el nuevo gobierno eran sin duda muy estrechos, pero no inexistentes. En lugar de aprovecharlos, o buscar crear nuevos espacios, ese gobierno (…) terminó por anularlos, yendo de traspié en traspié, equivocando casi todas las políticas y demostrando una incapacidad para gobernar que desembocó en la crisis actual” (2002:47). Esta crisis se dio en todas las esferas de la sociedad argentina. Fue económica, fue social, fue cultural, fue política, e incluso de representación partidaria. El pueblo argentino dejó de creer. Sábato escribía en esos años “…estamos a la deriva y en quiebra…” (2002:48). La gente, el pueblo, la sociedad argentina ya no podía creer más que en su propia realidad, plasmada muy claramente en la emergencia de los movimientos piqueteros y en el club del trueque. Con respecto a esa crisis de representación partidaria, Juan Carlos Torre, dice que en las elecciones de ese año se da un cuestionamiento que no es hacia la democracia, si no, hacia el desempeño de los partidos y sus dirigentes. “El clima de cuestionamiento que rodea a los partidos indica en verdad la distancia entre lo que la oferta partidaria ofrece y las mayores y plurales exigencias de sectores importantes de la ciudadanía…” (2003:647). Se crea un vacío de poder. Un vacío en donde los partidos existentes parecen no ser suficientes para satisfacer las demandas del electorado, ni mucho menos, las de toda la sociedad. Por otra parte, Di Marco (2013:19) plantea que en esos años se produce una disociación entre la “…sociedad y el sistema político que había debilitado la capacidad del sistema de partidos para ejercer su rol de mediación”. Este espacio vacío fue llenado por esos movimientos sociales que emergieron con el fin de satisfacer las expectativas para las que el sistema político aparecía como totalmente incapaz. Fue el Movimiento por los derechos humanos que surgió en la última dictadura quien ofició de inspiración, según Torre, a “…una segunda ola de movimientos que colocaron sus demandas en términos de derechos…” (2003:656). La provincia de La Pampa, no ha estado exenta de este fenómeno. En un período de más de tres décadas aparecieron en el escenario social movimientos tales como el Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 91 El movimiento por los derechos de las mujeres de General Pico La Pampa de los Derechos Humanos (Asquini y Pumilla 2008; Morales 2010 y 2013). Otros que centraron sus demandas en la recuperación de puestos de trabajo. Si bien estos movimientos estaban compuestos en su mayoría por hombres, la presencia femenina se hizo notar. Así lo muestra Morales (2010) al hablar del proceso de constitución del Movimiento de Derechos Humanos en La Pampa. La participación de las mujeres tuvo un alto impacto en la primera etapa […], en tanto que, sin desaparecer, la misma tendió a ser menos significativa en la segunda fase (Morales, 2010:163). Si bien este movimiento es uno de los primeros en surgir en el territorio pampeano, sobre fines del siglo XX, emergen varios movimientos cuyos objetivos son claramente feministas, y están ligados a la defensa expresa de los derechos de las mujeres y de los sectores más vulnerados de la sociedad. Mujeres por la Solidaridad, Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha, Agrupación de Amas de Casa de Santa Rosa, Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, Tamboras del Viento, Tamboras de Santa Rosa, Agrupación Pan y Rosas, son algunos ejemplos que se pueden citar1. Todas ellas luchan o lucharon por la liberación de las mujeres dentro de una sociedad machista y patriarcal, que tiende siempre a la opresión de quienes considera más débiles. Algunas de estas agrupaciones se diluyeron en el tiempo. Otras, como Mujeres por la Solidaridad surgieron en la década del 90 y aún hoy tienen presencia activa. Así mismo, el Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, Tamboras o Pan y Rosas son agrupaciones cuyas integrantes son en su mayoría mujeres jóvenes, que se aglutinaron en los últimos años, reclamando por casos de violencia contra las mujeres. Pilares Teóricos Para poder llevar a cabo el estudio propuesto en la introducción, es necesario definir y aclarar los conceptos de los que se nutre la perspectiva teórica adoptada. Género, Feminismo y Movimientos Sociales emergen como los pilares de este análisis. Si bien estos tres conceptos son ejes fundamentales, es menester incluir también, las teorías que se ocupan de la construcción de la identidad colectiva. Los cuatro pilares han sido intensamente analizados y trabajados a lo largo de las últimas décadas, desde diferentes posturas y atendiendo a diversos paradigmas. El concepto de género quizá sea uno de los conceptos más complejos y analizados en el campo de la historia de género. Muchos autores lo han definido, ajustándose a múltiples visiones, paradigmas y contextos. Joan Scott (1996), es una de las 1 92 Confr. Di Liscia (2008, 2012, 2014); Pilkowicz (2003) y Santillán (2015) Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 María Belén Caballero Baez historiadoras que ha teorizado sobre género, viéndolo como una categoría útil de análisis, y sin duda, una referente a la hora de definir dicho concepto. En tanto categoría analítica, según la autora, “género” hace referencia, a grandes rasgos, a los estudios sobre la mujer. No obstante, es mucho más que eso. Siguiendo a Scott, la definición de género tiene dos aspectos: “…es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos y […] es una forma primaria de relaciones significantes de poder” (Scott, 1996:23). De esto se deduce que el género, además de ser una construcción socio – cultural, condiciona a los actores y actoras sociales en cuanto a las relaciones sociales que entablan entre ellos y dentro de una sociedad, condicionando incluso su identidad. Por otro lado, el género marca y define las relaciones de poder de la misma sociedad, que bajo la justificación de superioridad masculina, ubica a las mujeres en condiciones de desigualdad e inequidad. Otra autora, la italiana Teresa de Lauretis, en su escrito La tecnología del género (1989:7), también analiza el concepto de género. Desde el inicio, sostiene como necesaria una nueva conceptualización de género, una que no lo defina como mera diferencia sexual, porque “la diferencia sexual es en primera y última instancia una diferencia de las mujeres respecto de los varones…”. Propone, siguiendo la línea de Foucault, que el género “…en tanto representación o auto-representación, es el producto de variadas tecnologías sociales –como el cine– y de discursos institucionalizados, de epistemologías y de prácticas críticas, tanto como de la vida cotidiana” (De Lauretis, 1989:7-8). De manera similar a Scott, De Lauretis, sostiene que el género no es una pre-condición, si no, algo que el individuo va construyendo a lo largo de su vida, influenciado, no sólo por su contexto socio-familiar-cultural, si no también, por las tecnologías mismas. El segundo pilar de este trabajo, Feminismo, presenta aún mayor complejidad que el concepto anterior para su definición. Lejos de hablar de feminismo, el concepto correcto a utilizar debe ser Feminismos. Las mismas historiadoras feministas lo definen como un término muy complejo y de muchas aristas. Susana Gamba, feminista y directora del Portal Agenda de las Mujeres, definió feminismo de la siguiente manera: “El concepto se refiere a los movimientos de liberación de la mujeres, que históricamente han ido adquiriendo diversas proyecciones. […]. El feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de las mujeres a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos” (Gamba, 2007:144). Por otra parte, Pilar Sánchez Álvarez, sostiene que se puede definir de varias maneras el feminismo, pero todas ellas tienen como denominador común hacer visible Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 93 El movimiento por los derechos de las mujeres de General Pico La Pampa a las mujeres y emanciparlas de la subordinación respecto del varón. Victoria Sau, quien es citada por la autora antes mencionada, lo define de la siguiente manera “… es un movimiento social y político que se inicia formalmente a fines del siglo XVIII -…- y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación de que ha sido y son objeto por parte de los varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiera” (Sánchez Álvarez, 2008:1). Queda claro que es un movimiento cuyo objetivo es la liberación de las mujeres, lo complejo radica en la multiplicidad de enfoques que hay en su interior. Si bien, dice Gamba, no es homogéneo, es un movimiento político integral que lucha contra el sexismo en todas las esferas de la sociedad. Es pertinente aquí destacar que los feminismos contemporáneos, sobre todo en la Argentina, tienen cuatro ejes principales de luchas: “…la lucha por el aborto legal, gratuito y seguro; las leyes contra el proxenetismo y la trata de personas; la creación de espacios que contengan a las mujeres víctimas de la violencia machista y, por último, la inclusión de las orientaciones sexuales diversas por la educación sexual obligatoria en las escuelas, a través de ESI (Educación Sexual Integral)” (Masci, 2014:34). Movimiento social por excelencia, el feminismo durante los últimos años, ha adquirido en América Latina una gran fuerza y se preocupó por articular las luchas propias de las mujeres con las luchas antiimperialistas de los países dependientes. “Los movimientos de mujeres, sumamente heterogéneos, están constituidos básicamente por grupos de amas de casa, villeras, pobladoras, sindicalistas, trabajadoras de la salud, etc., en general pertenecientes a los sectores populares” (Gamba, 2007:148). He aquí el tercer pilar del trabajo: Movimientos Sociales. Los movimientos sociales han sido estudiados en profundidad a lo largo del siglo XX, utilizando categorías de análisis micro y macro. Revilla Blanco (1994:1), intenta un acercamiento hacia una definición de los movimientos sociales entendidos como “…procesos de construcción social de la realidad”. A partir de un proceso de (re)construcción de la identidad, el individuo logra identificarse y satisfacer sus expectativas socio-políticas a través de la identificación con una identidad colectiva. Así, agrega: “El movimiento social surge cuando la situación de disonancia o incertidumbre entre preferencias y expectativas me coloca en una situación, vivida individualmente, de “exclusión” respecto de las identidades colectivas y las voluntades políticas que actúan en una sociedad en un momento dado” (1994:11). Desde una misma perspectiva, Graciela Di Marco (2003) ve a los movimientos sociales como los espacios que encuentra el 94 Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 María Belén Caballero Baez individuo para expresarse cuando ya no le son suficientes los partidos políticos o las asambleas barriales. No es casualidad que estos movimientos hayan surgido en nuestro país en un momento de extrema crisis social, política y de representación: 2001 – 2002. Di Marco (2013:19) plantea que en esos años se da una disociación, tal como se dijo anteriormente, entre la sociedad y el sistema de representación partidaria. Fue en ese espacio vacío de poder, pero lleno de una masa poblacional a la deriva, donde emergieron los movimientos sociales, con el fin de satisfacer las expectativas para las que el sistema político aparecía como totalmente incapaz. Estos movimientos, que surgen y se consolidan fuera de las estructuras políticas y organizativas preestablecidas, son, según Revilla Blanco el resultado de un “…proceso de (re)construcción de una identidad colectiva, fuera del ámbito de la política institucional, que dota de sentido (certidumbre) a la acción individual y colectiva en la articulación de un proyecto de orden social” (1994:15). Es decir, que en esos movimientos –de diversos objetivos, de diversos orígenes, de heterogénea composición– esa masa poblacional que anda a la deriva, encuentra un lugar, un algo que los une y los identifica. Se hace pertinente a esta altura, hablar sobre las teorías que se ocupan de los procesos de construcción de identidades colectivas. Sin bien son varios los sociólogos, historiadores, y demás teóricos que se ocupan de esta temática, nos centraremos en el análisis que hace Alberto Melucci. Este sociólogo italiano, sostiene que la identidad colectiva se construye a través un proceso “que se realiza a partir de la práctica de los/as actores/as, junto con la emergencia del movimiento social” (Di Liscia, 2015:20). Es un proceso que se nutre del contexto en el cual está inmerso el movimiento, de su capacidad de permanecer en el tiempo, de reconocerse y ser reconocido y que contiene una gran inversión emocional, es decir, que muestra “…sentido de pertenencia a la comunidad…” (Chihu Amparan y Lopez Gallego, 2007:143). Lejos de ser algo dado por la clase social de los individuos o creados dentro de las márgenes institucionales establecidas, …la acción colectiva se considera el resultado de intenciones, recursos y límites, una orientación intencional construida mediante relaciones sociales desarrolladas en un sistema de oportunidades y obligaciones. No puede, por tanto, considerarse exclusivamente como el efecto de las precondiciones estructurales o como la expresión de valores y creencias.” (Melucci, 1994:157) De los análisis anteriores se desprende que el género de los diferentes actores de la sociedad se va construyendo junto con la identidad de los mismos, a la vez, que es un elemento determinante en las relaciones sociales y de poder. Estas relaciones están Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 95 El movimiento por los derechos de las mujeres de General Pico La Pampa marcadas y caracterizadas por el patriarcado, que ubica los varones en una situación de superioridad absoluta con respecto de las mujeres. En este tipo de sociedades (como la nuestra), la construcción de la identidad genérica del individuo está condicionada por sus características biológicas, cerrando así la posibilidad a cualquier otro tipo de identidad de género que no se ajuste al patrón binario varón – mujer. En este contexto de cercenamiento de libertades, los movimientos feministas enarbolan la bandera de la libertad de género, haciéndose eco de las opresiones a las que las mujeres son sometidas. El feminismo –o los feminismos, dada la gran diversidad de enfoques que se hallan en su interior– como movimiento social, no sólo defiende la libertad de las mujeres de decidir sobre el funcionamiento de su propia vida, como en el caso de la defensa por un aborto seguro, legal y gratuito, sino que también protegen y defienden los derechos de aquellos grupos sociales cuya voz no es escuchada y cuyos derechos también son vulnerados. Estos movimientos sociales feministas, surgen, de manera clara, para satisfacer ciertas expectativas para las que las estructuras tradicionales de la sociedad, incluido el Estado, aparecen como incapaces. La identidad de estos movimientos es construida a partir de ese objetivo de satisfacción y en relación contestataria con las estructuras tradicionales, mostrándose como algo que no está predeterminado, pero sí organizado. El Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico Tal como se indica en el apartado anterior, el género y las relaciones sociales que de él se desprenden, definen las relaciones de poder que se construyen dentro la sociedad. Una sociedad caracterizada por diferencias sexuales que delimitan la existencia de la mujer en tanto existe el hombre. Una sociedad donde se avala la superioridad masculina, y consecuentemente, la violencia de esos superiores hacia las inferiores. Esa violencia hacia lo que no se define como masculino, brinda el contexto y las bases para el surgimiento de identidades colectivas, dando forma a los movimientos feministas. Esas identidades, que no están prescriptas ni condicionadas, surgen para satisfacer necesidades que las estructuras tradicionales no pueden. Los movimientos sociales que surgen luego de la dictadura, y con mayor fuerza luego de la crisis de 2001 – 2002, en nuestro país, llevan consigo objetivos y fines diferentes. Lo que aparece como constante, según Di Marco (2003: 24) es la gran presencia femenina en los mismos. “El movimiento de mujeres en Argentina y en la mayor parte de los países latinoamericanos es caracterizado por la participación de 96 Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 María Belén Caballero Baez las mujeres en los movimientos de derechos humanos (…), por las de los sectores populares (...) y por las mujeres del movimiento feminista (...)”. El Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico nace a partir de la necesidad de varias mujeres de reclamar justicia ante casos de violencia de género que se dieron en la ciudad. Este movimiento tiene su fecha fundacional el 25 de noviembre de 2009. Claudia Giacobbe, en una entrevista que se le realizó, lo recuerda: “…fue nuestra primera manifestación pública, no masiva… hace seis años”. En ese momento sus integrantes eran: “Aixa Fayolle, Ana Ferraris, Adriana Longoni, Andrea Talone, Claudia Giacobbe, Paula Félix, Anaclara Félix, Nilda Masci, Olga Perez, Sonia Moreira, Silvia Ramos y más tarde se agregaría Nerina Bracconi” (Masci, 2014: 48). Hoy, Nilda Masci, Adriana Longoni y Claudia Giacobbe, no pertenecen ya al movimiento, y Silvia Ramos, que era concejal, falleció. En este último tiempo se ha sumado Natalia Voragini Weth. Cabe destacar que este movimiento está formado por mujeres de diferentes edades y formación, aunque predominan docentes. Como todos los movimientos sociales que se enmarcan bajo el feminismo, estas mujeres se plantearon (Masci, 2014:8). Una de sus primeras manifestaciones públicas es recordada por Paula Félix: …lo que se logró, yo lo veo como positivo, son folletos, […], esto se distribuyó con los impuestos municipales, esto llegó a todas las viviendas de Pico. Esos folletos tuvieron como objetivo concientizar a las mujeres víctimas de violencia de género sobre qué hacer en caso de ser abusada o violentada. Meses más tarde, hicieron su aparición en el escenario político, cuando presentaron ante el Concejo Deliberante de la ciudad una solicitud con más de ochocientas firmas, para peticionar un refugio para las mujeres víctimas de la violencia machista. De aquella petición al Concejo surge del poder ejecutivo la propuesta de conformar una Comisión de Políticas de Género. Las mujeres del Movimiento se unieron a esa Comisión que estuvo integrada por concejalas, abogadas, asistentes sociales, empleadas del Municipio, psicólogas del hospital, personal de la Unidad de Género, dos fiscales del poder judicial, mujeres de la iglesia evangélica y personas independientes (Masci, 2014: 48). Pero ellas sabían que ese no era su lugar. Estructuras políticas, partidismo, absorción y cooptación no eran cosas que fueran con sus ideales, ni mucho menos con la identidad que estaban construyendo. Se autodefinen como un movimiento sin tendencia política alguna, horizontal y auto-gestionado, razones por las cuales, terminaron saliendo de esa comisión. Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 97 El movimiento por los derechos de las mujeres de General Pico La Pampa …no es lo mismo estar en un movimiento social que estar metida dentro de una institución municipal, con toda la puja partidaria que hay dentro de ella, dice Claudia. Es justamente esa convicción ideológica la que marca y caracteriza sus estrategias, planes de acción, y da cuerpo a su identidad colectiva. Todas las actividades las realizan en forma conjunta y unificada. Cuentan, en ciertas ocasiones, con la participación de la agrupación Tamboras del Viento. Sus planes de acciones se nutren de paciencia y fuerte identificación colectiva. La presencia del Movimiento en las manifestaciones de los resonantes casos de Carla Figueroa2 y de Sofía Viale3 es una clara muestra de sus objetivos de lucha y de forma de expresión. Manifestaciones, puebladas, pintadas, solicitadas, publicaciones en periódicos, lobby, campañas de concientización, charlas sobre aborto, violencia, prostitución, abuso, son algunas de sus estrategias. Al momento de decidir cuál usar, se somete a votación y se realiza lo que decide la mayoría. La democratización de la que habla Di Marco (2003) es un fuerte rasgo de este movimiento, que surge, al igual que otros, para satisfacer expectativas para las que el Estado o las estructuras políticas tradicionales, aparecen como incapaces. La fuerte presencia que tienen en la sociedad piquense es otra de sus características. Los periódicos, todos, publican sus solicitadas y publicitan sus actividades. Las autoridades de la ciudad las tienen en cuenta –y hasta suelen temerles–, al momento de realizar alguna actividad relacionada con las mujeres. Una anécdota que ellas 2 Carla fue asesinada el 11 de diciembre de 2011 por su pareja. Este hecho se dio luego de que el juez Jensen ignorara la “perspectiva de género” del caso y subestimara la historia de violencia a la que la joven había estado sometida desde niña y los antecedentes del detenido de haber abusado sexualmente de Carla. El magistrado utilizó la figura de avenimiento (reconciliación) que le otorgó la libertad al abusador para formalizar un matrimonio con su víctima (Masci, 2014:49). El Diario Clarín así reza: “Al final, Marcelo Tomaselli, el violador de 26 años que estaba preso, se casó con su víctima y de esa manera consiguió salir en libertad, terminó asesinando a la mujer. En la madrugada del sábado, a la vista del hijo que la pareja tenía, le aplicó a Carla Figueroa (19) casi una decena de puñaladas con un cuchillo de cocina: una de ellas mortal, en el cuello. La policía llegó al lugar poco después del crimen. Tomaselli estaba ahí, con el pequeño en brazos” (Diario Clarín, 11/12/2012). 3 Sofía desapareció en agosto de 2012. Su familia hizo la respectiva denuncia y casi de inmediato se iniciaron los procesos de búsqueda. Los días pasaban y no había noticias de la niña de 12 años. Luego de dos meses de búsqueda (31 de octubre de ese año), por azar hallaron su cuerpo. Por azar se dice, porque fue gracias a otro delito que cometió quien luego fuera el acusado de su asesinato: intentó violar a una nena de 14 años. A consecuencia de esto, su familia hizo la denuncia y pidió se allanara el lugar. Y ahí estaba, en el patio de la casa de Janssen, a pocas cuadras de la casa de sus padres el cuerpo violado, golpeado y sin vida de Sofía Viale. El Diario Popular del 6 de noviembre de 2012 inicia así la noticia sobre Sofía: “El cuerpo de Sofía Viale, la niña de 12 años que había desaparecido hace más de dos meses en la ciudad de General Pico de La Pampa, fue encontrado enterrado en la casa de Juan José Janssen, un hombre con serios antecedentes por violación, al que le allanaron la casa tras atacar a una adolescente. Sofía, que había desaparecido el 31 de agosto pasado, salió con un carrito a vender alimentos y nunca más volvió…”. 98 Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 María Belén Caballero Baez recuerdan como muy graciosa, y que muestra el peso político y la fuerte identidad que han logrado, es la siguiente: … ¿Dos años será? Para un 8 de marzo iban a hacer una actividad y no sé por qué alguna en el movimiento de Tamboras, que éramos como 30 en ese momento dijimos: tendríamos que ir a manifestarnos para impedir, que se yo. Corrió el rumor, nunca en realidad lo dijimos, no lo pensamos en serio. ¡¡SUSPENDIERON TODO!! ¿Te acordás? (A Paula). En la presentación del libro de la Piñeiro…” (Claudia Giacobbe, 2015). Ellas tiene muy claro qué buscan: igualdad de género, el fin de una sociedad patriarcal, el fin de la violencia contra la mujer y justicia en los casos de violencia de género (en todos, no sólo en los que han llevado a la muerte a la víctima). Luchan también por la abolición de la prostitución en La Pampa y por el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo (aborto no punible). Cada vez que creen necesario, hacen su aparición en el escenario social y político para hacer oír sus voces en contra de una sociedad que parece cada vez más machista. Al oírlas hablar se desprende algo claro: ellas no se reconocen fuera del Movimiento, su identidad ha sido (re)construida en torno a los objetivos y causas del mismo. Palabras Finales Es claro que las relaciones de poder dentro de una sociedad están marcadas y pautadas por las relaciones de género que se entablan al seno de la misma. Históricamente, la mujer ha estado subordinada al varón; mientras que éste ha sido ubicado como líder y protector, por ende, como un ser superior, siguiendo los patrones de las diferencias sexuales de las que habla De Lauretis (1989). Es en este contexto de cercenamiento de libertad y de insatisfacción de expectativas, en el que surgen los movimientos sociales feministas. El vacío que se genera en la sociedad argentina con la crisis partidista de los años 2001 – 2002, hacen posible la emergencia de esos movimientos, como lugares de participación y democratización. No es casual, como dice Di Marco, que la mayor cantidad de miembros de esos movimientos sean o hayan sido mujeres. “Casi todas las mujeres refieren que en los momentos límite, emergieron las capacidades para la lucha y para ejercer liderazgo, aprendidas en la vida familiar, a través de las duras condiciones de vida de madres trabajadoras” (Di Marco, 2003: 27). Estos movimientos, como el caso del Movimiento por los Derechos de las Mujeres de General Pico, nacen y se consolidan en espacios sociales en donde el Estado parece ausente o insuficiente. A lo largo de su trayectoria, las/los integrantes de Segunda época, Volumen XX, 2016, 89-103 99 El movimiento por los derechos de las mujeres de General Pico La Pampa esos movimientos van construyendo su identidad individual alrededor de la identidad colectiva del movimiento social al que pertenecen, generando lazos de lealtad y compromiso para con la causa defendida. Siguiendo a Melucci (1994), al momento de definir esa identidad colectiva se da muestras de inversión emocional y de que ningún movimiento social está fijado de antemano, ni se guían por un modelo estratégico de acción. “Más bien se guían por un modelo expresivo de acción social, en donde lo que se busca no son recursos materiales, sino identidad, autonomía y reconocimiento” (Chihu Amparan y Lopez Gallego, 2007:142). Tras los pasos de Revilla Blanco (1996), y luego de haber realizado entrevistas a las miembros del Movimiento, se considera que todas, o casi todas las integrantes del mismo han vivido una importante resignificación y (re)construcción de su propia identidad, a partir de la constitución de una nueva identidad colectiva. La fuerte convicción que muestran al momento de defender los derechos de las mujeres y las acciones colectivas que realizan, son muestra clara de la cohesión identitaria que poseen. Ellas no se reconocen fuera del Movimiento. La lucha por la liberación de las mujeres es su identidad individual y colectiva. Bibliografía Libros – artículos: ARONSKIND, Ricardo (2011), Las causas de la crisis del 2001, http:// www.unicen.edu.ar/content/las-causas-de-la-crisis-de-2001 (Página visitada 09/12/2015) CHIHU AMPARAN, Aquiles y LOPEZ GALLEGO, Alejandro (2007), “La construcción de la identidad colectiva en Alberto Melucci”, en Polis 2007, vol 3, N° 1. 125 – 159. DE LAURETIS, Teresa (1989), “La tecnología del género”. En Technologies of Gender. Essays on Theory, Film and Fiction, Londres, Macmillan Press. 1-30 DI LISCIA, María Herminia B. (2008), “Mujeres en los movimientos sociales en Argentina. Un balance del último siglo”, en Cadernos de Estudos Latino-Americanos, N° 6. 141–180. DI LISCIA, María Herminia B. (2012), “Las cuestiones de género en La Pampa”, Di Liscia, M. H (compiladora): Mujeres en La Pampa contemporánea. Ciudadanía, identidad y estrategias de vida. Instituto Interdisciplinario de Estudios de La Mujer. 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SANTA ROSA LA PAMPA, AÑO 2015 The impact of abolitionism and/or reglamentarism in the daily life of women in prostitution. Santa Rosa La Pampa, 2015 Carolina Folmer Universidad Nacional de Villa María Resumen El presente artículo se desprende de un trabajo final de grado para la Licenciatura en Trabajo Social y se propone analizar y reflexionar sobre las experiencias de mujeres en situación de prostitución en el año 2015 en la ciudad de Santa Rosa, a la luz de los paradigmas abolicionista y/o reglamentarista. De esta manera se busca conocer los significados que atribuyen las mujeres a la práctica de la prostitución y las relaciones que se dan en ella. Palabras Claves: prostitución – abolicionismo – reglamentarismo Abstrac: This article follows a final degree for the Bachelor of Social Work and intends to analyze and reflect on the experiences of women in prostitution in 2015 in the city of Santa Rosa, in light of the abolitionist paradigms and/ or regulationist. In this way it seeks to understand the meanings attributed women to practice prostitution and relationships that occur in it. Key words: Prostitution - abolitionism - reglamentarism Sumario: Introducción a la problemática de la prostitución. Comienzos en la prostitución. Un Estado Proxeneta. El patriarcado como organizador de la vida familiar. Encuentro con el prostituyente. Reflexiones sobre la prostitución como trabajo. Reflexiones finales. Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 105 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres E Introducción en la problemática de la prostitución n el presente proyecto, se concibe a la prostitución como la venta de servicios sexuales a cambio de dinero o cualquier otro bien (OMS 1989). El término prostitución proviene del latín “prostituere”, que significa “exhibir para la venta”. En este ámbito, la mayoría de las personas prostituidas son mujeres pero también existen travestis, hombres, niños y niñas en menor proporción; asimismo, los mayores consumidores de prostitución como de explotación son hombres. La dinámica del capitalismo configura un contexto social que estructura a los sujetos, las relaciones y la vida cotidiana en general. Según datos de la CEPAL (2012) la pobreza sigue en disminución en América Latina pero aún afecta a 167 millones de personas. Las cifras indican que el 10% más rico de la población latinoamericana recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe solo el 15%. De esta manera la salud de las mujeres se ve influida de manera definitiva por factores sociales y económicos, como el acceso a la educación, el nivel de riqueza familiar y el lugar de residencia. La violencia es otro riesgo importante para la salud sexual y reproductiva de las mujeres ya que puede ocasionar trastornos mentales y otros problemas crónicos de salud (OMS 2009). A pesar de los grandes avances que ha logrado la mujer en la sociedad, la igualdad de género es uno de los grandes desafíos de estos tiempos. Aún para muchas mujeres y niñas la discriminación, la desigualdad, la violencia y la privación de derechos son una realidad diaria. Joan Scott (1990) ha profundizado el concepto de género desde una perspectiva histórica. Permite pensarlo como elemento fundamental en la organización social de las relaciones, destacando que se refiere a las relaciones construidas entre los sexos (hombre y mujer). La autora afirma que por un lado, el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y, por otro lado el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder. Según estadísticas de la OMS (2009) la violencia contra la mujer está generalizada en todo el mundo. Las mujeres que han sido víctimas de abusos físicos o sexuales presentan tasas más elevadas de enfermedad mental, embarazo no deseado y aborto, tanto espontáneo como inducido, que las que no han sufrido esos abusos. La mayoría de las agresiones contra las mujeres son cometidas por varones con los que tienen una relación íntima. Recientemente se ha comenzado a visibilizar la violencia sexual como táctica de guerra. 106 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer La convención para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ratificada por Argentina en el año 2000, otorga un marco legal para manifestarse en contra de todas aquellas acciones u omisiones que vulneren los derechos humanos fundamentales para las mujeres. Sin embargo dentro de este sistema, el patriarcado se presenta como el escenario donde las relaciones desiguales de poder pueden llegar a hacerse reales y desarrollarse sin inconvenientes. El término “patriarcado” es conceptualizado como un sistema de relaciones sociales sexo-políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia. Los estudios feministas sobre el patriarcado, y la constatación de que se trata de una construcción histórica y social, señalan las posibilidades de cambiarlo por un modelo social justo e igualitario (Fontela 2004). Es así, como desde la organización patriarcal, se construye una determinada sexualidad masculina y femenina que avala y legitima la desigualdad de género. En consecuencia, la sexualidad debe dejar de ser entendida como manifestación de un instinto natural y un destino biológico y poder concebirla como una construcción social e histórica (Elizalde, Felitti y Queirolo 2010). Desde la perspectiva de género en el complejo fenómeno de la prostitución, las relaciones que se desarrollan en ella se fundan en la desigualdad de género, la mayoría de las personas que son prostituidas son mujeres y la mayoría de personas que consumen son hombres. María Lourdes Molina (2008) señala que existen distintas miradas con respecto a las personas en situación de prostitución: a) Mirada Prohibicionista: Pretende eliminar de la sociedad el ejercicio de la prostitución. Establece la represión penal ante cualquier oferta sexual pública o privada que implique una retribución monetaria. La mujer que esta en prostitución se torna en una “delincuente” y debe responder ante la justicia sobre su conducta, lo que puede originar castigos que van desde el encarcelamiento hasta multas o medidas reeducadoras para quien la ejerce, organiza o promueve. b) Mirada Reglamentarista: Considera a la mujer prostituida como una trabajadora sexual, cuya actividad debe ser controlada por el Estado. Consideran que la prostitución se debe reglamentar porque es la forma más idónea de defender los derechos de las mujeres prostituidas. Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 107 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres c) Mirada Abolicionista: Realiza una crítica radical a la prostitución como fenómeno social, cuestionando la estructura que subyace de subordinación y explotación sexual de la persona prostituida. Comienzos en la Prostitución Interpretar el comienzo en la prostitución solo en términos de libertad de elección ofrece una imagen distorsionada y sesgada de la complejidad de la problemática. A continuación, se ofrecen testimonios de mujeres1 que describen escenarios sociales con características comunes o similares que es imposible dejar de lado a la hora de las interpretaciones. Todas ellas afirman que comenzaron entre los años 2000 y 2002, y en este escenario se hace imposible no mencionar que en esos tiempos la política del Estado Argentino no buscaban la garantía de los derechos sino que, provocaron la fragmentación y exclusión social de amplios segmentos de la población. El comienzo en la prostitución se presentó como única opción ante un horizonte pobre de oportunidades, y en un contexto donde la explotación sexual ya estaba naturalizada en el seno de la vida familiar. La combinación de familia numerosa, precariedad laboral y entornos de violencia resultan un “combo” de fragmentación familiar y exclusión social que impulsan a las mujeres al mundo de la explotación sexual. De esta manera, los escenarios sociales en los que se encontraban condicionaban la decisión de comenzar en la prostitución. Las mujeres lo relatan de esta manera: …Cuando yo me separé, me separé porque él me mataba a palos y cuando lo sacaron de mi casa…y después viene todo esto de la prostitución. Entonces decidí quedarme sola, pase frio, pase hambre, de todo. Yo tenía a mi hermana que ejercía la prostitución, y ella me dijo, Sonia vos estas pasando esto porque vos querés, y me dice ¿por qué no lo dejas al plan? tengo un amigo que si vos querés salir te paga…tenés que acostarte con él y te paga. Y Mirta me dice si es un ratito pero que se cuide, no vayas a hacer nada que vos no quieras. Si el tipo te quiere hacer cosas decile que te dé más plata (Sonia 2015). …Llegué a la prostitución por necesidad….alquilábamos, el papá de los nenes trabajaba de changas…Yo a veces necesitaba plata, lo básico lo teníamos, pero yo a veces veía que la hermana de él (que ejercía la prostitución) le compraba a los chicos de ella, en cambio 1 108 La muestra que se seleccionó para este trabajo de investigación fueron 4 mujeres que estuvieron o están en situación de prostitución ya sea en la vía pública o en ámbitos privados y además residen en la ciudad de Santa Rosa. Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer ellos me pedían algo y yo no se lo podía comprar al no tener trabajo ni siquiera cobraba salario ni nada… (Marta 2015). Tenía una amiga Tucumana (Tamara) a quien conocí porque vivía en el barrio de mi tía con su Marido. Un día, le conté por todo lo que estaba pasando con el padre de Demian y le dije que me quería ir lejos de mi casa; en ese momento, Tamara me habla de la oportunidad de trabajar en un bar de acá de La Pampa y que podíamos hacer buena plata juntas… Todavía no había cumplido los 2. En ese momento, venía a Santa Rosa, me hacía unos mangos y me volvía a La Rioja. Después de un tiempo, me vine definitivo (Soledad 2015). Mi hermana más grande había empezado la calle antes que yo…lo hacía por su familia. Todos empezamos cuando aprieta el bolsillo, cuando no tenés para darle de comer a tu familia, o cuando no tenés para comprar los medicamentos para tus hijos (Patricia 2015). Las mujeres entrevistadas narran que en medio de este escenario de soledad, estar en prostitución presentaba diferentes ventajas. Una de ellas es la facilidad en la flexibilidad del tiempo y espacio, generalmente realizaban la actividad durante la noche cuando sus hijos dormían y de esta manera no requerían contratar una niñera o acudir a los favores de algún familiar. También les permitía, cumplir con las actividades del hogar y de sus hijos. Otra de las características importantes de la prostitución es que no se requiere una formación específica ni formal y tampoco se necesita dinero para ingresar en el mercado de la explotación sexual, y lo más importante, es que les permitía tener el dinero al instante. Un Estado Proxeneta El Estado Proxeneta es aquel que mantiene a las personas en situación de explotación otorgando tarjetas, cajas alimentarias, subsidios esporádicos pero no brinda una ayuda radical para salir de la situación de prostitución (Sánchez 2007). Es oportuno considerar que las historias de las mujeres entrevistadas se encuentran atravesadas por una evidente ausencia del Estado en todas las esferas de su vida. Sus historias no son hechos aislados sino que están vinculadas a la historia de la Argentina, con el rol que ocupó el Estado desde mediados de los años 70 con sus políticas neoliberales, como se fueron profundizando en los años ´90 y como se terminaron de consolidar con el estallido de la crisis social que se vivió en 2001. Las transformaciones de las políticas públicas en Argentina tienen dos periodos históricos claves, por un lado el Estado de Bienestar a mediados del siglo pasado, y Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 109 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres por otro, los avances de las políticas neoliberales que se profundizaron en la década del 90 barriendo con todas las conquistas sociales logradas en la etapa anterior. “En la década de 1990, con la asunción del Presidente Carlos Menem, se produce la reforma del Estado. De manera similar a otros países de la región, las políticas de ajuste estructural se basaron en una estricta aceptación de las propuestas de los organismos internacionales de financiamiento como el FMI, Banco Mundial entre otros, en lo referente a la desregulación de la economía y los mercados, apertura externa, privatización de las empresas públicas de servicios de uso económico masivo y productivas estratégicas, cambios profundos en la legislación laboral tendientes a la flexibilización, modificación de la orientación de las políticas públicas y del rol social y económico del Estado. A partir de la desregulación del mercado, el sector privado comienza a ocuparse de los servicios básicos como educación, salud, obras sociales, pensiones, jubilaciones, riesgos de trabajo, entre otros. La política social del Estado Neoliberal tenía como objetivo fundamental atender las situaciones de pobreza extrema, lo cual implicaba el abandono de otros objetivos como la reducción de la incertidumbre, la distribución progresiva de los ingresos y la movilidad social” (Lo Vuolo et al, 2002 citado en Hintze 2007). De esta manera, el achicamiento del Estado que propuso el neoliberalismo, impactó de lleno en las historias de las mujeres entrevistadas. Patricia y Sonia, relatan cómo llegaron las políticas de ajuste a su vida: El plan jefes y jefas de hogar me lo dieron en el año 2001, tiempo después de que tuve a Micaela. Este plan sale en los diarios para personas de bajos recursos y que no estaban empleadas y fui a anotarme para que me lo den. Igualmente no era que te lo daban y listo, sino que debías cumplir 6 horas diarias de trabajo en la Municipalidad. Nos pagaban miseria, eran solo $150 por mes y nos explotaban. A mí no me alcanzaba para vivir, tenía a mi hija que criaba sin ayuda del padre, así que me la empecé a rebuscar sola por otros lados. Empecé en la calle… (Patricia 2015). En ese momento no te aumentaban el sueldo cobraba $150 del plan y $50 por la Municipalidad, tenía que pagar un alquiler de $300, no tenía para comer me daban la vianda. Me daban la bolsa de la mercadería de la Municipalidad que eran víveres secos que me duraban 5 días (Sonia 2015). En consonancia con el énfasis en la atención de la pobreza, durante la primera mitad de la década de los ’90 las políticas focalizadas en grupos social y biológicamente vulnerables fueron las intervenciones públicas asistenciales de mayor visibilidad. En la segunda mitad de la década del 90, los planes de empleo se presentaron 110 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer como respuesta al acuciante problema de la desocupación. Con variaciones, constituyeron en general subsidios directos a desocupados (sujetos a capacitación o contraprestación laboral), creación de empleo público temporario (bajo modalidades de pasantías) y subsidios a la generación de empleo en el sector privado (Hintze 2007). En relación a lo mencionado Montaña y Policastro (2012), expresan que por lo general, el estado ha ignorado la perspectiva de género al momento de diseñar las políticas sociales, reproduciendo asimetrías y discriminación económica a la mujer, sin redefinir las asignaciones simbólicas para ambos géneros. El patriarcado como organizador de la vida familiar “La familia como principal agente socializador configura el campo de las relaciones afectivas más profundas y constituye uno de los pilares de la identidad de un sujeto. De esta manera en el seno de la vida familiar es donde los sujetos tejen los lazos afectivos primarios, los modos de expresar las emociones, la vivencia del tiempo y, del espacio, las distancias corporales, el lenguaje, la historia de la familia grande, extensa, que comprende a las distintas generaciones que nos precedieron; es decir, todas las dimensiones humanas más significativas se plasman y transmiten en la cotidianeidad de la vida en familia” (Baeza 1999:1). Las familias de origen de las entrevistadas se caracterizan por ser familias numerosas que están atravesadas por problemáticas de violencia, pobreza y, en algunos casos, situaciones de adicción. En varias ocasiones las mujeres relatan que se desprendieron de sus hogares desde muy adolescentes, pero más tarde por diferentes motivos debieron regresar. Mi papá era empleado municipal y mi mamá nos criaba, éramos 8 hermanos…viví con el miedo a que la matara porque él era violento. También era alcohólico…Termine la primaria y no seguí más la escuela. Me puse de novia a los 15 años y a los 16 me fui de mi casa; mis papás nunca me dijeron nada, de hecho con mi mamá no teníamos una relación fluida y nos veíamos muy de vez en cuando. A los 20, quede embarazada y obviamente no lo busque. Cuando mi pareja se enteró al principio no quería saber nada, pero después lo acepto y estuvimos juntos todo el embarazo. Él trabajaba en una empresa de limpieza y yo me quedaba en la casa donde alquilábamos. A los dos años de mi hija Micaela, nos separamos y me echo de mi casa porque tenía una amante, así que no me quedo otra alternativa que ir de nuevo a la casa de mi mamá. En ese momento me encontré sola con mi hija de 2 años, sin mantención, sin trabajo, con un plan y sin un lugar propio donde vivir, y para colmo mi hija se había enfermado y no tenía plata para comprar la medicación (Patricia 2015). Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 111 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres Tengo 5 hermanas mujeres menores que yo, mi papá tiene 56 años y es mecánico en un taller automovilístico y mi mamá (Mabel) falleció cuando yo tenía 14 años. Así que tuve que dejar de estudiar y ponerme a trabajar para mantener a mi familia, ya que mi viejo no podía cuidarnos ni mantenernos porque se había tirado al alcohol (Soledad 2015). En el caso particular de Sonia, vivió su niñez y adolescencia en la zona rural de La Pampa con su madre y con su padrastro, que falleció hace unos años por alcoholismo. Sonia tiene 10 hermanos, ella y su hermana mayor no eran hijas del señor X. Sonia relata que se encontraban en situación de pobreza y además su padrastro abusaba sexualmente de su hermana mayor con quien tuvo un hijo; y también maltrataba a su madre. Alrededor de los 11 años escapa del campo junto a un tío materno que le brinda su ayuda. … Y me acuerdo clarito que los patrones, por ahí ellos iban y llevaban mercadería y eran todos víveres secos para 15 días, la carne la sacábamos de ahí porque ahí carneaban. Había una bolsa de galletas que más de una vez estaba verde y tenías que comer lo que había...Y en la mesa notaba la discriminación que yo no era hija de él, porque estaban todos mis hermanos comiendo y primero le daba a los hijos de él y después a mí y yo le decía a mamá: Mamá tengo hambre, ¿puedo repetir? y ella me decía No, porque tiene que comer tu padre. …Mi padrastro a mi mamá la golpeaba, con nosotros fue un ejemplar padre porque nunca nos puso una mano encima. Yo le tenía miedo porque él nos estaba criando para él…a mi hermana se la empezó a agarrar de chica…yo le tenía miedo…y mi mamá nunca lo vio porque ella era limpiar, lavar, planchar todo el día y mi hermana era más grande y se quedaba limpiando la casa… …Mi padrastro falleció hace 8 años, él tomaba y le pegaba a mi mamá, con lo que tenía en la mano o con un palo le pagaba en la espalda o en los brazos en cualquier lado le pegaba…Yo me escape porque yo le tuve miedo a él, porque él me amenazo, me dijo vos abrís la boca y vas a ver lo que te pasa. Y él se la seguía agarrando a mi hermana, y yo dormía vestida con un calor que se partía la tierra y dormía envuelta con una sábana porque tenía miedo que se sacara la ropa y me agarrara. Andaba atrás de mi mamá, siempre tuve miedo… (Sonia 2015). Los relatos develan como el sistema patriarcal, atraviesa toda la organización del grupo familiar. Si bien el patriarcado es una estructura invisible, se manifiesta a través de la desigualdad de poder en torno a las relaciones de género. En las familias de estas mujeres, los hombres tenían el poder de decidir sobre la vida de todos los 112 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer miembros pero, especialmente, decidían sobre la vida de las mujeres y sus cuerpos, no como sujetos con derechos sino como objetos a utilizar en función de sus necesidades. El hombre de la familia, reencarnaba la figura del patriarca. Su autoridad, ejercía el poder a través de la división sexual del trabajo. La esposa reservada al ámbito privado, realizaba el trabajo doméstico que contenía el cuidado de la casa, la crianza de los hijos y la atención del marido. Mientras que para el hombre, estaba reservado el acceso a los bienes a través del trabajo remunerado, tenía el privilegio de apelar al ámbito público, donde se obtienen los recursos indispensables para la reproducción de la vida familiar. A partir de allí, de ese lugar de poder, decidía y administraba el dinero. También ejercía todo tipo de violencia, especialmente el maltrato físico y sexual a las mujeres de la familia. De esta manera, como se puede observar con la ausencia de intervención de las instituciones estatales, las leyes del patriarcado se impusieron en el seno de las familias sin ningún cuestionamiento. Facio (2005) señala que en todos los sistemas patriarcales nos vamos a encontrar con una serie de características comunes; para comprenderlo debemos primeramente saber que tiene orígenes culturales y no naturales, pero por sobre todo requiere de la fuerza y el temor - en otras palabras la aplicación o amenaza del dolor- para mantener y reproducir los privilegios de aquellos que dominan. Dicha violencia se instala en los cuerpos de las mujeres quienes quedan sujetas al control sexual y reproductivo de los varones, en particular de aquel que se atribuye su dominio. La cultura sexista y patriarcal, se instala como parte de la identidad de varones y mujeres reproduciendo roles y estereotipos de género que legitiman la violencia contra las mujeres. Las narraciones dejan ver como los vínculos de las familias de nuestras testimoniantes se volvían a reproducir a la hora de conforman una pareja y posteriormente tener hijos. Era enfermo de los celos tenía que llegar a la hora que él me decía porque si llegaba dos o tres minutos después ya se enojaba. Hasta embarazada me agarraba de los pelos me arrastraba y me golpeaba; es hasta el día de hoy que me peino y me duele el cuero cabelludo... Me tenía que poner con el sin tener ganas y en esas ganas que no tuve también nació mi hijo...me tuve que poner porque él se tenía que sacar las ganas. Yo tenía miedo de que él se fuera con otra y me dejara sola con los nenes... entonces me tenía que poner…ese dolor no me lo voy a sacar hasta el día que me muera. Entonces, yo me tenía que aguantar eso por la luz, por el gas, por el techo, porque me ampliaba la casa, no es que yo pensaba en la comodidad sino que pensaba en mis hijos. Para que no estuviera en la calle y con mis hijos rodando por ahí (Sonia 2015). Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 113 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres Yo estuve muy enamorada de él, pero me hizo mucho daño. El me pegaba, me maltrataba y me vivía (Soledad 2015). El patriarcado le ha inculcado a Sonia, como a muchas otras mujeres, que la sexualidad masculina tiene un origen natural, que es necesario satisfacer y que las mujeres son las responsables directas de esa satisfacción. Dentro de este escenario de tortura, los sentimientos y deseos se van adormeciendo; y las mujeres interiorizan la idea de que su cuerpo ya no les pertenece, que ya no tienen poder de decisión sobre él. Ese cuerpo enajenado pasa a convertirse en una máquina para satisfacer los deseos sexuales del hombre y en la práctica se confirma la idea de que la sexualidad femenina se subordina a la sexualidad masculina. Tal y como señalan Navarro y Celay (2002) una de las manifestaciones psicológicas del patriarcado se observa en la falta de autoestima de las mujeres, inducida por la educación y la violencia del entorno. Esto se traduce en una permanente actitud de resignación, de “sacrificio” mal entendido, de búsqueda permanente de la aprobación de los demás (especialmente de los varones), no tener confianza en las propias fuerzas, estar permanentemente inseguras de sí mismas, sentirse culpables de lo que les pase a otros, como por ejemplo a sus hijos. Los autores ponen en evidencia el miedo a la libertad que tienen muchas mujeres inmersas en situaciones de violencia, que desarrollan cierta dependencia psicológica hacia los hombres violentos, y romper con ello requiere de desnaturalizar y poner en cuestión normas, creencias y valores que dan lugar a prácticas violentas. Sonia lo cuenta de esta manera: yo mentía cuando me golpeaba, inventaba muchas excusas...él me daba puñetazos en las piernas y los brazos y me decía ahora anda y contale a tu amigas y vas a ver cómo te va a ir...Me trataba verbalmente mal, me desgastaba psicológicamente en todo, no me daban ganas de hacer nada. Te sentís obligada a seguir porque no tenés otra cosa…Entonces yo tenía que hacer todo lo que él decía. Y un día una compañera me dijo que no tenga miedo, deja que te pegue en la cara que te desfigure y ahí llamas a la policía y así te lo sacan de la casa. Sino tenés desfiguración de rostro la policía no te va a creer. Y es verdad, me hice romper toda la cara, los pómulos, la boca, que por ahí tengo un tajo largo. Se me cayó la boca en pedazos. Ese día lo encare y le tire un grabador, y le dije no me pegues más, me tenés cansada Ariel, y ahí me agarro contra la pared, me pegaba piñas… y yo puse la cara. Salí con la cara llena de sangre con mi hijo, llamé a la policía y ahí se lo llevaron preso. Antes había ido a la policía pero no me creían…esos moretones te lo podes haber hecho vos me dijo el oficial de la Seccional Primera en aquellos años. Cómo sabemos si te pego él, capaz que vos viniste y te pegaste con un martillo, y dijiste lo quiero denunciar porque hay 114 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer mujeres que andan con otros tipos y con tal de sacarlo de la casa. Y yo le decía no es así, y bueno pero como hacemos para creerte y bueno podes conseguir testigos… (Sonia 2015). Encuentro con el Prostituyente En el pensamiento colectivo, la palabra prostitución está asociada a la imagen de una mujer, pero no habría mujer prostituida sin un hombre que demandara la prostitución. No es casual, que la imagen del cliente ha sido ocultada en el imaginario de la explotación sexual. Cabe señalar que la prostitución, no debe ser definida como el oficio más antiguo del mundo sino como la actividad que responde a la demanda más antigua del mundo: la de un hombre que quiere acceder al cuerpo de una mujer y lo logra a cambio de un precio (Cobo Bedia, 2014:3). El patriarcado silencia el rol del cliente, situándolo en una posición casi secundaria en la problemática. Cada vez que se habla de prostitución todas las referencias están orientadas hacia las mujeres; se invisibiliza la figura del prostituyente, descontextualizando la vinculación de la estructura patriarcal que la contiene. En el ejercicio de la prostitución, todas las mujeres se exponen a experiencias potenciales de maltrato, denigración y humillación, e incluso se enfrentan con el temor a lo desconocido. Es importante señalar, que en el contacto genital con el hombre, las mujeres se encuentran expuestas a situaciones que las violentan en forma continua (cansancio de su cuerpo, desagrado de ciertos aspectos del cliente o prácticas sexuales riesgosas) pero que desde su perspectiva estas agresiones son representadas como aspectos negativos que forman parte de la cotidianeidad-normalidad de este contexto. Dicho lo anterior, en el encuentro íntimo con el otro-desconocido se presentan diferentes situaciones estresantes, que dan origen al conflicto y que la mujer debe aprender a negociar para salir ilesa de él. Las entrevistadas, señalan que los ejemplos más significativos son cuando los hombres se presentan agresivos, cuando no están higienizados o han ingerido alguna sustancia, y otra de las situaciones conflictivas, cuando se niegan a utilizar el preservativo y pagar por la actividad. Los encuentros sexuales con sus clientes, se describen a partir del desagrado y el desprecio que les produce la relación sexual aun cuando se trate de un cliente habitual o un desconocido. …Me da asco y siento asco del hombre, me humillo como persona, me humillo como mujer. Yo nunca tuve ningún sentimiento lindo con esos tipos…les tengo asco y bronca. El hombre me humilló moralmente. Conseguí una persona mayor, era un asco porque me sentía violada. Me tenía que acostar y ponerle la boca…abrirle las piernas y me decía Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 115 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres no tengas vergüenza…el tipo te va haciendo a que hagas esas cosas. No tengas vergüenza sácate la bombacha, sácate el corpiño y me quedaba como una tabla dura…el tipo se tiraba arriba se ponía un forro y me hacia lo que él quería…me daba asco porque ya de por si es una violación…y bueno terminaba y hacia lo que tenía que hacer el tipo y ya está… el me daba la plata y era la plata fácil pero a la vez no es plata fácil porque la humillación que siente la mujer, el asco no te lo saca nadie. Cobraba $300 y yo capaz que estaba 20 minutos con la persona en la habitación. Era plata, imagínate que me bancaba el alquiler y le agarraba gusto a la plata que era plata fácil pero vos pagabas el alquiler y te quedabas seca ¿y que te quedaba? Te quedaba lo que te había hecho el tipo, que era asco. Y te largabas a llorar…yo hasta el día de hoy me acuerdo y me da asco (Sonia 2015). …A veces estaba en el momento ese y me daba tanto asco que lloraba. ...porque te da rabia de que no querés estar con cualquiera…y lo tenés que hacer. La mayoría de los hombres venían higienizados pero por ahí me sabía tocar algún sucio, de ultima vos podías elegir si ya habías trabajado le decías que no. Los del campo eran por ahí los que venían más sucios pero ellos traían más plata, venían con toda la plata y traían para gastar. Yo les sabia decir al padre de los chicos míos que yo sabía salir llorando de ahí, me daba bronca de estar ahí, del asco de estar acá y venirme caminando a las 4 de la mañana sola…Yo a la gente que siempre le tuve miedo, le decía que no por más que me faltara la plata. Yo tuve suerte de poder decir que no con los sucios. En esos momentos que yo a veces me largaba a llorar o estaba mal en el momento en que estaba con el hombre ellos ni se daban cuenta (Marta 2015). Había veces que me hacia la borracha y la que no aguantaba para que no me exigieran hacer nada. Como así también, tengo situaciones que pase que no quisiera ni volver a recordar, ni volver a vivir (Soledad 2015). Marisa Ortiz (1998) explica que el mecanismo de disociación en las relaciones con sus clientes, les permite separar temporalmente la relación YO-CUERPO; de esta forma logran sobrevivir a la repulsión física que les produce el contacto con algunos clientes y a la doble moral que socialmente tienen que jugar, la de mujer (madre-señora) y la de prostituta. A pesar de los mecanismos de disociación y formas de control que adoptan con sus clientes, algunas no dejan de sentir una gran frustración, presión moral y resistencia física al establecer sus contactos sexuales, sobre todo, al establecer estas situaciones de manera diaria y sin otras alternativas. Ante el encuentro con un hombre, las mujeres siempre deben estar alertas sean o no clientes habituales. Puede ser que el encuentro se desarrolle con normalidad donde se cumpla todo lo pactado antes de la relación sexual, como la higiene, el uso del preservativo, la forma de trato, el lugar de encuentro y el pago adelantado, pero no siempre sucede lo que se pactó. La atención de alerta se produce cuando los clientes 116 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer se presentan habiendo ingerido alguna sustancia o cuando se acercan y generan desconfianza a la mujer. Esta actitud se desarrolla a partir de las experiencias traumáticas que han sucedido en contextos de prostitución. Todas narran experiencias que no han querido vivir, por eso desarrollan actitudes de cuidado ante alguna situación sospechosa. …Yo una vuelta estuve ahí en el mate, en la Luro y se baja un tipo de un remis y me dice yo vivo acá a dos cuadras veni, vamos…y me dice tengo miedo que la policía nos esté mirando o tu marido, y le digo no, mi marido no está y la policía no la veo por ningún lado. Cuando iba caminando me dice adelantate que yo voy a orinar y para ese momento ya habíamos hecho una cuadra, faltaba una más…ya ahí desconfiaba. Había unos departamentos que estaban sin terminar, y le digo ¿y dónde está tu casa? Me dice ¿que estas apurada? No, pero yo tengo que seguir laburando. Es acá, ¿que estas de sereno? No, vos subí. No págame acá en la luz porque allá dentro no hay luz. Ya te voy a pagar, si acá tengo la billetera. Págame porque si no me vuelvo. Y saca un revolver debajo de la ropa y me dice metete adentro, así que tuve que entrar. Subimos una escalera caracol y me dice sacate la ropa y le digo no, la ropa no me la voy a sacar. Si querés plata yo no tengo recién llego. No me hagas nada porque yo tengo a mis hijos que me están esperando en mi casa, y me dice bueno, vos mira, hizo lo que tenía que hacer y terminó. Y me dice cuando vos sientas el tropel recién ahí baja. Yo muchas veces tenía desconfianza. Venían muchas veces consumidos o te invitaban a consumir (Marta 2015). Del bar no me iba con cualquiera. Una sola vez… estábamos con mi amiga y dos hombres “clientes” tomando algo en el bar. Después de un rato, mi amiga se va a la habitación con el chico y yo me quede en el bar con el otro hombre. En un momento nos fuimos del bar. En el camino me empezó a pedir que tengamos relaciones sin preservativo; así que le dije que no, que yo no me manejaba así. Ahí fue donde el hombre me abrió la puerta del auto y me tiro, dejándome abandonada por unas calles oscuras y muy lejos del bar (Soledad 2015). El relato de Soledad, evidencia los riesgos a los que se expuso al salir del ámbito privado donde tenía cierto resguardo de sus compañeras. Allí en la calle aumentaba la probabilidad de que los hombres atenten contra su integridad física exponiéndose a la violación, contagio de enfermedades de trasmisión sexual, embarazos no deseados o la misma muerte. Esta actividad de sometimiento y maltrato, es considerada en muchas partes del mundo necesaria para satisfacer la sexualidad masculina, reivindicando de esta manera el ejercicio de la violencia de género, la desigualdad y vulnerabilidad femenina que está siendo naturalizada por hombres, mujeres y niños/as. La naturalización de la prostitución y su uso por parte de los “consumidores”, da lugar a que la brecha Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 117 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres desigual “hombre-mujer” se amplíe generando una exclusión laboral, percibiendo como única posibilidad de salir adelante el camino de la prostitución. Reflexiones sobre la prostitución como trabajo La problemática de la prostitución implica una serie de debates respecto si debe ser reglamentada como trabajo sexual o abolida del sistema social. Argentina tiene, desde el año 1936, una posición abolicionista que actualmente constituye el discurso hegemónico en el debate sobre prostitución. Dentro del movimiento feminista, quienes sustentan el enfoque reglementarista propugnan el concepto de trabajadoras sexuales. Afirman que en la prostitución se intercambian servicios por dinero, alguien ofrece una mercancía alguien paga por ella. Cualquier contrato entre adultos en que haya sexo y consentimiento debe ser respetado y tal vez legitimado. También sostienen que la legalización acabaría con las mafias y los problemas que sufren las trabajadoras sexuales, como el tráfico y el estigma que proceden de la falta de reconocimiento social, no de las características intrínsecas al oficio (Álvarez, 2012:58). Mientras que el abolicionismo, habla de mujeres en situación de explotación. Dentro de esta corriente se concibe a la prostitución como violencia contra las mujeres y afirman que no es comparable a ningún trabajo. La prostitución se encuentra anclada en la desigualdad de género, y a partir de allí, afirman que las mujeres son víctimas de una sociedad capitalista y patriarcal. Expuestas las diferencias de una postura y la otra, podemos observar que en el discurso de las entrevistadas ninguna conoce los debates que se están dando a nivel nacional, latinoamericano y mundial sobre su situación de prostitución. Ninguna de ellas, tenía conocimiento sobre estas reflexiones dentro del movimiento feminista. Pero a la hora de indagar sobre la visión que considera a la prostitución como trabajo y cómo las mujeres se inician, todas coinciden en que lo hacen por falta de trabajo, de formación educativa, por condiciones precarias de salud, por no tener acceso a una vivienda, por falta de alimentos, todos aspectos que producen situaciones de derechos humanos vulnerados. Sonia, Marta y Soledad lo expresan de esta manera: …No sé, nunca escuche este tema… que sea un trabajo. En su momento cuando te toca hacer eso no tenés otra opción… Para mí no es un trabajo, no es un trabajo que una persona te basuree que te tenga que pagar y decirte haceme esto, haceme lo otro... El trabajo es que vos hagas lo que vos sientas como yo atender a los chicos, higiene, la limpieza de acá. Hubiese preferido, siempre dije, de estar fregando zócalos…limpiando a hacer eso… Para 118 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer mí no tendría que estar legalizado, si quieren hacer eso…como que eso es un trabajo…No es nada honrado, no es un trabajo…es lo más bajo que hay para mí (Sonia 2015). La prostitución es sobrevivir, lamentablemente si tuviera que volver a hacerlo, lo haría solo por ellos (hijos) y para darles todo a ellos; no me permitiría que sufran porque les falte algo (Soledad 2015). …A comparación de otros trabajos que yo he tenido, la prostitución es fácil en el sentido que yo no tenía que cumplir un horario, si estaban enfermos lo chicos faltaba, no tenía una patrona…en la prostitución vos hacías lo que tenías que hacer y te pagaban, pero cuando vos te subís a un auto a veces te vas tranquila porque es gente conocida pero a veces te levantaba gente desconocida y vos ibas pensando con quien te vas y si va a estar todo bien. Para mí la prostitución es como un trabajo y las mujeres necesitan ayuda. Yo creo que la prostitución existe porque hay falta de trabajo. A mí me pasó porque no tenía trabajo, tenía uno y me fue mal, busque y no conseguía…Yo si pudiera elegir un trabajo, a mí me gustaría vender ropa, andar casa por casa vendiendo ropa (Marta 2015). Las mujeres ponen en evidencia que el comercio sexual no es la elección menos mala sino que es el único horizonte posible, en un mundo donde la prostitución esta naturalizada como forma de subsistencia de las mujeres, en el momento que el Estado deja de ser el organizador de la vida social. Reflexiones Finales Defagó y Riviera (2007) señalan que la situación socioeconómica de la familia de la mujer en situación de prostitución, condiciona en gran medida sus posibilidades reales de desarrollo. Para una familia en situación de pobreza, el principal problema es la subsistencia, por lo tanto, sus esfuerzos están dirigidos a la obtención del alimento, la vivienda y el vestido; la recreación es casi nula y la salud muy precaria, las posibilidades de educación de sus miembros, limitadas al máximo y, en gran medida, la ulterior posibilidad de empleo. En general, la condición psicoafectiva está caracterizada por indiferencia y madurez temprana de sus miembros y “...el ciclo de la vida familiar está ligado a las fluctuaciones del desarrollo de la economía doméstica”. Por consiguiente, las familias se ven presas de los mecanismos del mercado capitalista que saca provecho de su condición de vulnerabilidad, especialmente de las mujeres que se ven más expuestas. Esto no solo sucede porque se enfrentan a la explotación capitalista sino también porque deben hacer frente a la explotación Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 119 El impacto del abolicionismo y/o Reglamentarismo en la vida cotidiana de mujeres patriarcal. Por un lado sufren por su carácter de género (ser mujer) y por otro lado, en su carácter de clase (por su pertenencia a sectores populares). El Estado como regulador de la vida social tiene el deber de respetar, proteger, promocionar y garantizar los derechos humanos fundamentales que establece la constitución nacional. Es allí, frente a la organización del Estado y la forma de sus políticas públicas, es que la ciudadanía debe reclamar y exigir por la restitución de sus derechos. Del mismo modo, las entrevistadas coinciden que han dejado de prostituirse cuando sus condiciones económicas han mejorado. Sonia dejo de salir con sus clientes cuando llego a ser parte de la planta permanente Municipal, Marta cuando consiguió trabajar cuidando abuelos en un geriátrico y algunos empleos de limpieza, Soledad cuando se clausuró el cabaret y consiguió trabajo en el Estado Provincial a través de un monotributo; y Patricia cuando conoció a su pareja con el que formó una familia. Además, ha colaborado la existencia de Programas del Estado Nacional que permiten satisfacer las necesidades básicas de las familias y han brindado un respiro a las mujeres para no depender puramente de los ingresos que provenían de la prostitución. Las principales políticas fueron la Asignación Universal por Hijo, Pensión por Madre de 7 Hijos y las Pensiones no contributivas. En otras palabras para ninguna de ellas la prostitución fue un trabajo, es decir, una alternativa laboral posible de continuar realizándola; en el momento en que aparecieron otras alternativas decidieron abandonar la explotación sexual. Gracias al acceso al empleo formal o informal y las políticas estatales las familias se encuentran en mejores condiciones económicas y sociales. Las jefas de hogar, tienen más libertad para proyectarse en el futuro lejos de la prostitución. Para finalizar y haciendo referencia a la prostitución como trabajo, retomó las palabras de las propias protagonistas para describirla: yo creo que la prostitución existe porque hay falta de trabajo (Marta 2015). Me da asco y siento asco del hombre, me humillo como persona…para mí no es un trabajo que una persona te basuree (Sonia 2015). La prostitución es sobrevivir (Soledad 2015). Si bien las mujeres, que brindaron su testimonio, han salido de la prostitución las huellas de esa experiencia en sus memorias y en sus cuerpos aún persisten. 120 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 Carolina Folmer Bibliografía FACCIO, Alda y FRIES (2005), Feminismo, género y patriarcado. Extraído el día 08/02/2016 de http://centreantigona.uab.es/dox/ articulos/feminismos. ALVAREZ, Ana (2012), La prostitución de mujeres, una escuela de desigualdad humana. Revista Europea de Derechos Fundamentales ISSN 1699-1524 Núm. 19/1er Semestre, 49 – 74. España. BAEZA, Silvia (1999), La intervención familia y escuela. Extraído el día 09/05/2015 de http://www.redsistemica.com.ar/baeza.htm COBO BEDIA, Rosa (2014), La prostitución entre el capitalismo neoliberal y el patriarcado. Extraída el día 02/03/2016 de http://www. revistapueblos.org/?p=15606 COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (2012), Panorama Social para América Latina. 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Recibido: 22/05/2016 Aceptado: 21/06/2016 122 Segunda época, Volumen XX, 2016, 105-122 María Virginia González NATALIA MÉRTENS (1996) DE HORTENSIA MAGGI. EMPUÑAR LA ANTORCHA Y PRONUNCIAR EL VERBO1 Hortensia Maggi’s Natalia Mértens (1996). Take up the Torch and pronounce the Verb María Virginia González UNLPam Resumen La figura de Hortensia Maggi se configura en torno a dos variables que atravesaron tanto su participación pública como su producción escrita: ser mujer y militante en el Partido Socialista. En 1996 publica Natalia Mértens, una novela con rasgos autobiográficos en la que funciona un entramado de valores y concepciones ideológicas que superponen la trama ficcional con la militancia política de la autora. La protagonista de la novela se delinea como un sujeto que tiene conciencia de la situación marginal de la mujer y de las injusticias sociales. Esta caracterización se vincula con las particularidades que adquiere la voz narradora omnisciente en esta novela. El análisis permite leer las filiaciones y afiliaciones, en términos de Edward Said (2004), que se configuran en esta novela. Palabras claves: Hortensia Maggi; mujeres socialistas; ficción Abstract Hortensia Maggi’s figure is set around two variables that crossed both its public participation as their written: being female and member of the Socialist Party. She publishes Natalia Mertens in 1996; a novel with autobiographical traits in which a framework of values and ideological concepts that overlap the fictional plot with political militancy of the author works. The protagonist of the novel is outlined as a subject who is aware 1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Política, género y escritura. Legado de la militancia socialista” dirigido por la doctora María Herminia Beatriz Di Liscia. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 123 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo of the marginal status of women and social injustice. This characterization is linked to the particularities acquires omniscient narrator’s voice in this novel. The analysis allows to read filiation and affiliations, in terms of Edward Said (2004), which are configured in this novel. Keywords: Hortensia Maggi; socialist women; fiction Sumario: Tramas del discurso. La escritura como puente: dibujar el pasado para proyectar el futuro. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo. L a necesidad de un cuarto propio y quinientas libras al año que pregonara Virginia Woolf en su ensayo publicado en 1929, aún es actual y se resignifica cada vez que accedemos a documentos en los que las mujeres empuñan el Verbo para contar, de diferente modo, su propia historia. Un caso singular es el de Hortensia Eugenia Maggi (Guatraché, 1912-Santa Rosa, 2006) quien desde el inicio de su militancia en el Partido Socialista se erige en una destacada disertante; así lo atestigua, por ejemplo, Nicolás Repetto quien la califica como “Oradora de palabra precisa y a veces incisiva”, en referencia a su primera intervención pública en la ciudad de Buenos Aires2. También fue asidua colaboradora y corresponsal del diario La Vanguardia y luego, cuando asienta su residencia en la capital de la provincia de La Pampa durante el último período de su vida, escribe columnas de opinión en forma ininterrumpida para el diario La Arena. En la editorial de este diario publicó Los nazis en la Argentina. Virajes en la vida política (sin fecha de publicación). El libro, prologado por Armando Luis Zapata y Juan José Reyes, consta de capítulos muy breves en los que fustiga al peronismo desde la interpretación que los socialistas han hecho de este movimiento. Más allá de la producción urgente que implica el trabajo escrito en el fulgor de la contienda política y que Maggi ha cumplido con presteza, expresa en una entrevista que recién pudo dedicarse a escribir en la última etapa de su vida: “Hace tres años que estoy sola, y que puedo dedicarme a lo que realmente me interesa, a escribir, porque para eso se necesita tiempo para pensar mucho” (Di Liscia, 1996). El ejercicio de la escritura aludido en sus palabras parece vincularse a la producción ficcional. Es posible afirmar esto porque publicó en diarios a lo largo de su trayecto vital y, en cambio, en la etapa que refiere en esta entrevista se vincula con la publicación de los dos libros más cercanos a la ficción en el término de dos años: Vivencias de ayer y de hoy, en 1994, y Natalia Mértens dos años después, ambos 2 124 La cita textual del diario La Vanguardia está incluida en el libro Vivencias de ayer y de hoy en la página 13. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González impresos en la editorial del diario La Arena3. La única excepción es el cuento “Los álamos” que apareció en la revista Vida Femenina en 19434. En otro contexto y con otras variables en juego, las palabras de Maggi reactualizan la consigna woolfiana: el cuarto propio es el espacio simbólico y material que cada mujer debe conquistar. Para reflexionar en torno a la figura y a la obra de Hortensia Maggi, resulta ineludible tener en cuenta dos variables intrincadas: ser mujer y militante en el Partido Socialista porque signaron cada acto de su vida y dejaron una huella indeleble en su producción escrita. Es posible afirmar esto porque sus libros están atravesados por esta marca: Los nazis en la Argentina responde a la caracterización que hizo el partido socialista sobre el peronismo y Vivencias de ayer y hoy reúne anécdotas de su vida política y su experiencia junto a varios socialistas famosos como Alfredo Palacios, Nicolás Repetto, Alicia Moreau de Justo y Mario Bravo5. Pero es en Natalia Mértens el espacio en el que estas variables adquieren otra densidad ya que utiliza la ficción como un medio para la reflexión social. Esta obra tiene rasgos autobiográficos que se pueden constatar en una entrevista en la que la propia autora indica que el título de la novela es el nombre de su abuela pero que el personaje alude a su madre6. Aunque tengo en cuenta estas consideraciones para la interpretación de la trama narrativa, no pretendo detenerme en la constatación de estos elementos (aspecto complejo por las escasas fuentes a las que podría recurrir) sino que me interesa analizar cómo se construye el sujeto femenino protagonista de la novela. En la configuración se delinean elementos de un sujeto que tiene conciencia de la situación marginal de la mujer y de las injusticias sociales. Esta caracterización se vincula con las particularidades que 3 María Herminia Di Liscia realiza una aproximación a Vivencia de ayer y de hoy en la ponencia “‘Dale a tu voto el valor que tiene: votá con conciencia’. Escritura, Socialismo y Política en la obra de Hortensia Maggi” presentada en el IV ENCUENTRO INTERNACIONAL DE INVESTIGACION DE GÉNERO que se desarrolló en Luján entre el 12 y14 de mayo del corriente año. 4 Por otra parte, en el diario La Arena, el domingo 5 de junio de 2016 (página 19) en una nota recordatoria por los diez años de su muerte, Juan José Reyes menciona Dos mujeres en la vida política y social Argentina, libro que, en el proyecto que enmarca este trabajo, no hemos podido conseguir. Además, en la revisión de sus papeles personales de la escritora encontramos varias obras de teatro inéditas. 5 La crítica ha investigado los vínculos entre dirigentes socialistas de la capital con lo que entonces era Territorio Nacional de La Pampa. En este sentido, son notables las fluidas relaciones que mantuvo Antonio Buira con Nicolás Repetto y Juan B. Justo así como los vínculos intelectuales a nivel nacional y latinoamericano de Salomón Wapnir, un militante del socialismo local. Estos aspectos los desarrolla in extenso Lanzillota (2011) y Martocci (2015). Sería interesante investigar los lazos intelectuales de Maggi con Buira y Wapnir. 6 En la entrevista que le realizó María Herminia Di Liscia (1996) se señala que “La novela recientemente presentada en Buenos Aires de Hortensia Maggi lleva el nombre de su abuela, pero el carácter del personaje es el de su madre. Esto lo contó cuando le pregunté por ella: ‘Mi madre era adorable. Leyó siempre, desde joven, de todo, estaba siempre compenetrada de todo, no había tema sobre el que no se pudiera conversar con ella, tenía un carácter fuerte y era un ser extraordinario. Era una vieja moderna, leía diarios, tenía argumentos para todo’”. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 125 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo adquiere la voz narradora omnisciente en esta novela. A partir de estos elementos se observa una intencionalidad manifiesta en una obra que parece tramarse sobre la base de una historia de amor y desamor pero vela, aunque no demasiado, la columna vertebral que organiza el relato: denunciar la situación marginal de la mujer a comienzos del siglo XX en nuestro país. En esta novela publicada a fines del siglo pasado, la literatura se asocia con la idea de contenido, de doctrina y encuentra en la estética realista su formulación. A grandes rasgos se puede señalar que a comienzos del XX, la apelación a esta estética se fundó en pensar la literatura como una vía para desentrañar la “realidad” y, en este sentido, la descripción iba acompañada de un juicio ético sobre la temática abordada7. Esta concepción de la literatura funciona en Natalia Mértens porque la trama condensa situaciones de opresión para poner en evidencia la lucha de clases, aunque el eje central es la denuncia de las desigualdades de género. A partir de estas consideraciones es posible advertir que Maggi realiza una operación singular: para contextualizar una obra que se enmarca a comienzos del siglo XX, apela a una forma que signó los debates estéticos y políticos de ese período8. Con esta lectura intentaré leer las filiaciones y afiliaciones, en términos de Edward Said (2004), que se configuran en esta novela. Said menciona dos formas de vinculación de la conciencia crítica con la cultura, a través del trabajo intelectual: la filiación y la afiliación. La primera es natural, biológica, refiere a los vínculos entre padres e hijos, a la extracción social y a la transmisión por vía filial de un patrón de valores y concepciones ideológicas; mientras que la afiliación serían los vínculos sociales de segundo orden: un partido político, una institución, una cultura, un conjunto de creencias que proporcionan una nueva forma de relación. Esta dupla teórica resulta productiva para analizar Natalia Mértens porque me permitirá ir y venir de la novela a la escritora, dos términos complejos pero que acá inevitablemente se contaminan porque resulta imposible borrar los rastros de las relaciones sociales y políticas de la autora. Esto sucede porque en el caso de la obra de Maggi, la afiliación reproduce la filiación, y viceversa. 7 Para revisar los debates estéticos y políticos a comienzos del XX en Argentina resulta fundamental tener en cuenta no sólo la contienda ideológica entre Boedo y Florida, sino un proyecto anterior del que luego se vinculan algunos de sus integrantes con el grupo de Boedo: la editorial Claridad. Antonio Zamora encabezó este proyecto que incluyó a diversas posiciones políticas que iban desde la izquierda revolucionaria a una más moderada. Para pensar los vínculos con el socialismo resulta interesante tener en cuenta que los padrinos virtuales de este proyecto fueron sus amigos Juan B. Justo, Alfredo L. Palacios y Mario Bravo. Sobre este tema consultar: Prieto (1959); Montaldo (1987); Altamirano y Sarlo (1997); Ferreira (2005); De Diego (2006); Candiano y Peralta (2007), entre otros. 8 El referente artístico del socialismo fue Roberto Payró, uno de los fundadores del partido. En su obra buscó analizar en forma exhaustiva la sociedad argentina y, para esto, apeló a la sátira y el humor. Sobre este autor consultar: Sarlo (1984) y Dalmaroni (2006). 126 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González Tramas del discurso Los umbrales del texto (Genette 2001) aportan sentido para la interpretación y este caso no es la excepción: la tapa, de color gris, tiene una fotografía de una flor de jazmín y en la contratapa se incluye un fragmento de Las fuerzas morales de José Ingenieros. Luego, en la primera hoja, el título está acompañado de un paréntesis que funciona a modo de aclaración y advertencia para el lector, “Natalia Mértens. (Novela)”. También los umbrales están constituidos por un prólogo de Saúl Hugo Santesteban y una dedicatoria: “A mi madre y amiga, Mathilde Vermeulen”. Más adelante retomaré estos elementos significativos. Natalia Mértens es una novela de corte realista-costumbrista con un narrador omnisciente que relata en veinticuatro capítulos el itinerario de la protagonista desde su vida en el campo hasta sus vivencias en la ciudad. El marco temporal de la historia abarca desde comienzos del siglo XX hasta 1932, en el último capítulo, cuando se menciona que Agustín P. Justo asume la Presidencia de la Nación. La primera etapa centrada en los avatares de las actividades cotidianas en el ámbito rural ocupa la mayor parte del libro y se detiene en la narración de una serie de sucesos que marcan el trayecto vital de la protagonista: el nacimiento de Alberto, su primer hijo; la sospecha de la infidelidad de Andrés, su marido; el derrumbe del amor cuando descubre que asiste al prostíbulo del pueblo; el nacimiento de Rosalía; la muerte de su hijo en un accidente con un caballo y la de su marido en una riña poco clara. Luego de este incidente, Natalia no puede afrontar los problemas económicos del campo y se traslada con su hija a la ciudad en busca de un trabajo. Relatada de este modo puede parecer que la historia gira en torno al amor y al desamor. Esta línea de lectura se puede seguir ya desde el capítulo que abre la novela con rasgos marcadamente románticos: la protagonista contempla extasiada la naturaleza en estado puro, tópico del beatus ille, que se condice con la plenitud de su cuerpo a punto de dar a luz a su primer hijo. Esta situación idílica armoniza con las referencias al amor que siente hacia Andrés: Ella se sentía feliz compartiendo la vida con él –aún en esa soledad—bajo ese cielo infinito, límpido. Las noches silenciosas sin nada que perturbara el placer del amor, el deseo insaciable de sus besos. Natalia sentía que en su panza tenía la sublimación de ese amor (12). Aunque ya desde el primer capítulo el lector advierte la posibilidad de las relaciones furtivas del esposo, el momento de quiebre de la historia de amor se produce cuando Natalia descubre que Andrés es asiduo visitante de un prostíbulo y, aunque ya sospechaba de su infidelidad, este hecho desencadena el derrumbe de su amor. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 127 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo Desde esta lectura, el momento clave del conflicto estaría en el capítulo VI en el que la pareja concurre a un baile en el pueblo y la protagonista llora mientras escucha el vals “Loca de amor” de Ricardo Podestá. Cuando regresan al hogar, Natalia se niega a tener relaciones sexuales pero Andrés se impone por la fuerza y el acto se configura como una violación. Entonces, como la loca de Podestá que “en tiempos pasados/ habitara en las horas de amores,/ en la pampa que duerme en la paz”, Natalia abandona el lecho conyugal para vagar, descalza, en el campo nocturno hasta que pierde las referencias espacio-temporales. La voz narradora señala: Contra su voluntad había asistido al derrumbe del amor. Para ella lo más sublime de la vida. Edificador de cosas hermosas, el amor derrumba muros. El amor todo lo puede, cuando realmente existe. Con estas reflexiones quedó dormida (80). Esta trama de romance se cierra en el final de la novela cuando Natalia rechaza el amor de Rufino, el médico rural que visita la ciudad en busca de la posibilidad de redimir(se) el amor de la protagonista. Luego de verlo partir, Natalia toma entre sus manos el libro Caballería roja de Isaak Bábel y lee: “Quisiera saber, a toda costa, qué es lo que el hombre lleva adentro” (223). Pero en la trama de Natalia Mértens el amor y el desamor son una excusa o, dicho en otros términos, funciona como telón de fondo para hablar de un tema que constituye la columna vertebral que organiza el relato: la situación marginal de la mujer en esa época y, en este sentido, el texto se erige como una denuncia de estas condiciones, realizada desde una matriz socialista. Desde esta interpretación es posible revisar el modo en que la protagonista se constituye como un sujeto consciente de su lugar marginal y de las injusticias que vive no sólo el sexo femenino sino que también advierte esta situación en otros sectores. A lo largo de la novela, Natalia Mértens se configura como un sujeto carente de derechos políticos pero con conciencia de la situación marginal de la mujer y con capacidad para analizar los avatares sociales y políticos del momento. Así, se observan diálogos con su hermana Julia en los que comentan aspectos cotidianos que marcan la desigualdad ya sea en aspectos legales (los hombres se encargan de los bienes materiales de la familia, pueden votar) como en cuestiones del ámbito de las construcciones sociales de los roles; por ejemplo, está aceptado que sean sólo ellos los que conduzcan autos, trabajen en el ámbito público, mantengan una doble vida y, por el contrario, a la mujer le corresponde el ámbito de lo doméstico. Sin embargo, las hermanas desnaturalizan estos roles y realizan una precursora denuncia de la doble jornada femenina: — ¿Cuándo termina de trabajar la mujer? dijo Natalia 128 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González — Cuando duerme y eso con suerte, le contestó Julia, mientras arrojaba baldes de agua en el patio para asentar la tierra (26)9. Del mismo modo, es recurrente la denuncia de las prácticas políticas de la época así como la exclusión del voto de la mujer. Para Natalia, las prácticas de los partidos que se presentaban a elecciones –en la novela se mencionan los boinas blancas y los boinas coloradas, en alusión a los radicales y a los conservadores— era la misma respecto de la exclusión de la mujer: Las mujeres no votamos, pensaba, se nos niega ese derecho. Sólo tenemos obligaciones. Para ambos las mujeres somos buenas para limpiar los comités y hacerles las empanadas. Para la cama, criarles los hijos y servirlos. En cuanto a los derechos como seres humanos iguales a los hombres, ahí ya no (88). También se incorporan análisis sobre la situación política de la época y, en varias oportunidades, la voz narradora omnisciente parece incorporar estas reflexiones en el pensamiento de la protagonista. Digo “parece” porque resulta forzado el modo en que se introducen y la narración no fluye; la dificultad para configurar la voz narradora es un problema recurrente en esta novela. Así, por ejemplo, en lo que podría ser un monólogo interior pero que no llega a serlo por las intervenciones del narrador, Natalia reflexiona mientras mira el galpón repleto de estibas: —¡Qué país maravilloso es esta Argentina!, se decía Natalia mientras continuaba mirando el campo. Pero… ¡siempre nos joden!... la estudia para buscar la vuelta. —El precio que se nos fija desde arriba nunca es el mismo cuando vamos a cobrar. No da el peso específico… esta chuzo… o tiene carbón. Cuántas cosas y sólo éllos (sic) están en el control, en eso no tenemos parte los productores. (…) Estaba al día con los problemas del país. Compraba el diario La Nación no sólo por la historieta que publicaba en sus ediciones llamada “Sisebuta y Trifón”10 9 Aunque no es objeto de este trabajo, deseo advertir que en la novela se observan problemas en la configuración de la voz del narrador y de los personajes. Generalmente se usa estilo directo o indirecto pero no se utilizan signos que permitan distanciar la palabra de los personajes de la intervención del narrador. No es, sin embargo, porque utilice discurso indirecto libre. Por ejemplo, en la cita trabajada abre pero no cierra la raya de diálogo. También se observan problemas en la sintaxis oracional. Por ejemplo: “Esa mañana era una de las tantas, se había hartado de mate y también realizado algunas tareas” (33). O cierra un signo y no lo abre (49). 10 Sin punto final en el original. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 129 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo Era muy cómica. Sisebuta con su palo de amasar y su guiso de repollo. Siempre se hacía tiempo para leer robándole horas al descanso y gastándose la vista a la luz de la lámpara a keroséne o a veces, de una vela. Los diarios eran los únicos medios de información con que se contaba (35). En otra ocasión, cuando los esquiladores entregan a Natalia un vellón y mientras lo manipula reflexiona, en el mismo tono que el ejemplo anterior, sobre la situación ventajosa del acopiador que buscará pagar menos la lana (capítulo III). Este análisis que atraviesa el ámbito de lo personal para trasladarse a una visión general de la situación política y social del país se reitera a lo largo de la novela pero hay un caso ejemplificador sobre el que me detendré por sus características particulares. Es el momento en que Natalia descubre que su marido que integra el Partido Conservador (en la novela se los menciona como “los boinas coloradas”) se presta a la práctica política que consistía en realizar un festejo en el prostíbulo del pueblo, “Fue como si le corrieran un velo adelante de sus ojos y de pronto le dejara ver la luz” (63). Pero el velo que se corre no es el de la desilusión amorosa como podría interpretarse en una línea de lectura centrada en la el tema amor/desamor, sino que esa revelación sirve para una reflexión político-social: No lo aceptaría –pensaba— no estaban vedados a su conocimiento los problemas políticos y sociales de la hora que se vivía en el país. Aún en el campo se podía estar informada. Ella lo estaba, pero no era suficiente. Sabía precisamente, que en las cámaras legislativas se habían presentado varios proyectos de divorcio, ellos beneficiarían su situación. La mujer separada era marginada. También sabía que Alfredo Palacios logró sancionar la ley –que lleva su nombre—de represión a la trata de blancas. Se llamaba así al tráfico de mujeres de distintos países del mundo, llevadas a la fuerza para someterlas al mas (sic) ignominioso de los comercios: La prostitución (64). Esta extensa cita permite advertir dos cuestiones centrales. En primer lugar, como ya señalé, la voz narradora configura a un sujeto femenino que se erige como portador de la voz de las marginadas por género (la mujer no puede votar ni tampoco puede administra los bienes materiales) y que denuncia la explotación sexual11. En ese fragmento se alude a la primera ley contra la Trata de Blancas, conocida como 11 A comienzos de siglo en Argentina, la prostitución es una problemática que analizan las posiciones más diversas de la sociedad, desde la iglesia hasta las posiciones más radicales, como el anarquismo. En un marco higienista, concluyen en argumentos similares; señala al respecto Mabel Bellucci: “bajo una mirada paternalista hacen notar que la prostitución es una consecuencia directa de la falta de educación e imposibilidad de conseguir trabajo y oficios respetables por parte de las mujeres” (1990: 155). 130 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González Ley Palacios (ley Nº 9.143) sancionada en 1913. Natalia se pone del lado de las explotadas y a partir de ese momento quiere averiguar la situación de una mujer del pueblo, Rosita, porque sospecha que un compadrito la introdujo en la prostitución; luego se entera de que apareció muerta en un pozo y de que así fue tapado su caso. Cuando otra mujer la pone al tanto de estas novedades, Natalia opina: “Esto es el submundo del hampa, de la gente de la política sucia. Todo se apaña, todo se miente, ¿qué valor tiene para ellos la vida de una pobre chica? vale más la libertad de los malandras, siendo de su entorno” (67). En segundo lugar, el fragmento sirve como ejemplo de un aspecto central que atraviesa estructuralmente la novela: la voz narrativa omnisciente interviene en los comentarios de los personajes, evalúa y responde aquellas preguntas sin respuestas. En este sentido es importante destacar que esta modalización se realiza desde una perspectiva socialista que se exterioriza, en este caso, porque alude a leyes impulsadas por miembros del partido. En otros momentos, también la voz narradora enmarca la marginalidad de la mujer no sólo en las leyes como manifestación del machismo de la época sino también en la anuencia de la religión. Esta lectura permite, por lo tanto, entablar un diálogo y una identificación entre la configuración del personaje de Natalia y la voz narradora que asume, en su focalización, la perspectiva ideológica de la protagonista. Así, por ejemplo, al entierro de Andrés asiste un miembro del partido conservador, un “caudillo” (149) dueño de la estancia “La Lonja” y la voz narradora lo describe “negrero como tantos… explotador de nativos… peones de su estancia…hombreadores y hacheros sometidos a una vida penosa por un salario miserable. Un pedazo de tumba y galleta dura por comida” (149). Pero en esta valoración no se explicita una distancia entre el pensamiento del personaje femenino y la voz narrativa, por lo tanto, se superponen. Luego de la muerte de su marido, Natalia debe afrontar la cosecha de trigo pero no tiene medios económicos para hacerlo. Entonces entabla un diálogo con su padre y su hermano en el que aflora una crítica al gobierno por la situación del campo así como una denuncia a los bancos que favorecían sólo a un sector: —Los agricultores ocupamos el último lugar en la consideración, no obstante ser esta explotación el motor que impulsa la grandeza del país. Funda pueblos y alimenta industrias. Prácticamente los chacareros trabajamos para los dueños de la tierra, los banqueros y los cerealistas exportadores, decía Natalia a lo que su padre agregó: —No influimos en lo más mínimo en las luchas políticas y sociales. No estamos organizados gremialmente. El movimiento cooperativo aún no es importante (152, la cursiva me pertenece). Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 131 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo En este diálogo con una construcción forzada se analiza la situación de desprotección de los trabajadores del campo y con el uso de la primera persona del plural se explicita la adhesión familiar al movimiento cooperativo –columna vertebral sobre la que se asentó el socialismo12. Después de que Natalia llega a la ciudad, la novela se vuelve panfletaria. Se puede decir esto, sin riesgo de caer en la exageración, porque comienzan a abundar las consignas y las referencias a hechos que involucraron al Partido Socialista. Sin intención de realizar valoración respecto del mensaje, deseo señalar que es notorio este giro dentro de la novela. Un ejemplo ilustrativo: los personajes conversan sobre las elecciones y Agustín, un amigo de Natalia, advierte que hay una alianza que sería una buena solución para el país, pero si el fraude no les fuera suficiente se las ingeniarían para no entregar el poder. La Alianza Demócrata-Socialista. Lisandro De la Torre-Nicolás Repetto. Dos personalidades capaces y honestas dispuestas a darse por el país (203). Luego de esta afirmación continúan una serie de comentarios sobre la imposibilidad de votar las mujeres así como de los beneficios logrados con la aprobación de la ley de Derechos Civiles. Cabe recordar que en las elecciones presidenciales de 1932, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista concretaron una alianza electoral y presentaron la fórmula Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto que fue derrotada con un fraude patriótico. En esta misma línea, cuando la protagonista tiene necesidad material de ingresar al mercado laboral –un espacio público del que la mujer estaba relegada— en busca de sustento económico, la voz narradora reflexiona sobre la situación de la mujer en el mundo del trabajo y, con una modalización que fluctúa confusamente con el pensamiento de la protagonista, realiza una crítica a la situación de inequidad de género13: 12 Cuando en el siglo XIX surgen en nuestro país las primeras cooperativas a partir de la influencia innegable que tuvieron los inmigrantes europeos que desarrollaron sus actividades en forma asociativa, uno de los casos más significativos fue la Cooperativa Obrera de Consumos fundada en 1898 por iniciativa del Dr. Juan B. Justo. Esta cooperativa sirvió de base de lo que luego fue El Hogar Obrero”. En 1915 el Diputado Juan B. Justo presenta el primer proyecto de Ley General de Cooperativas. Esta y otras iniciativas fueron la base para que en 1926 se sancionara la Ley Nacional 11.388, que estableció los requisitos para el funcionamiento cooperativo (reemplazada en el año 1973 por la ley 20.337). Sobre la historia del movimiento cooperativo en Argentina consultar: Haddad 2003; Montes y Ressel 2003; Plotinsky s/f. 13 Sin embargo, Natalia no ingresa a una fábrica, como esperaría el lector según el contexto que enmarca el relato, sino que se dedica a las labores de manos: modista. Este aspecto también tiene rasgos de la biografía familiar de Maggi; en la entrevista publicada en el diario La Arena, señala que no pudo estudiar en la Universidad porque “yo le ayudaba mucho en el trabajo a mi madre, que era modista fina”. Hacia el final de la novela, Natalia es dueña de un modesto negocio de ropa. 132 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González ¡Oh, injusticia! El sueldo o salario no era igual. A las mujeres se les pagaba menos. No era cosa del dueño de la fábrica, en este caso de Agustín, sino de las leyes que discriminaban a la mujer. ¿Por qué? ¿por el sólo hecho de ser mujer? ¿Igual trabajo igual salario? ¡Ni qué pensar! La mujer cada vez en mayor número salía a trabajar fuera de su hogar, iba ocupando puestos de trabajo pero, también adquiriendo conciencia de ese nuevo mundo que estaba formándose a su alrededor (173). Y cuando Natalia sale de la fábrica ve mujeres jóvenes pegando carteles en las paredes en los que reclamaban “la aprobación del proyecto presentado por el legislador socialista Mario Bravo, sobre Derechos Civiles de la Mujer, ley que las igualaba a los hombres” (174). Por lo tanto, la representación de esta situación permite apuntar a dos reivindicaciones centrales de la lucha socialista: la situación laboral de la mujer y la problemática de la igualdad civil ya que llamaban la atención sobre el tutelaje en el que vivían las mujeres en lo concerniente sobre todo a los bienes, de ahí el consignismo explícito que implica la alusión a lo que poco tiempo después sería la Ley 1135714. Pero el punto cúlmine de esta explicitación del móvil de escritura que sustenta esta novela es cuando Rosalía le pregunta a Natalia sobre su ideología y responde: “yo no me he puesto a pensar qué soy. Pero si el socialismo es como dicen; decencia, honestidad, justicia, luchar contra la persecución de las ideas, como en este caso entonces sí, soy socialista” (183). Del mismo modo que en el registro de sus Vivencias y en sus discursos políticos, Hortensia Maggi configura en la ficción un sujeto femenino que aúna el rol de género con el rol socialista: Natalia Mertens constituiría, entonces, otra vida ejemplar. La escritura como puente: dibujar el pasado para proyectar el futuro Como en todos los relatos de memorias, en Vivencias se observa una tensión no resuelta entre el recuerdo de lo efectivamente vivido, la incidencia del factor 14 El 25 de septiembre de 1924, los senadores socialistas Mario Bravo y Juan B. Justo presentaron un proyecto que titularon Derechos civiles de la mujer soltera, divorciada o viuda. Este proyecto fue considerado y aprobado por el Senado el 25 de septiembre del año siguiente. Sobre la aprobación de esta ley señala Dora Barrancos que “La opinión especializada se refirió a esto –y a menudo se refiere— como a un paso que significó la adquisición de la ‘capacidad civil plena’ por parte de las mujeres. En realidad, cayeron las trabas más escandalosas: ya no fue necesario pedir al marido autorización para estudiar, profesionalizarse, comerciar, testimoniar o pleitear. Tampoco el marido administraba los bienes que la esposa había adquirido antes del matrimonio, aunque este siguió al frente de la administración conyugal. Comprar, vender o cualquier forma de contrato requería autorización del marido; la patria potestad siguió siendo una facultad de los padres varones y el domicilio conyugal era fijado por el marido” (2007: 139). Sobre el tema consultar también Giordano (2004). Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 133 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo emocional y la construcción de una subjetividad: el sujeto que opera sobre su pasado jerarquiza, selecciona, asocia, borra y omite, por mencionar algunas de las operaciones básicas de este proceso. Pero ese pasado adquiere significado a partir del presente desde el que se recuerda y, en este sentido, en esta obra de Hortensia Maggi los destinatarios sustentan la operación de recordar: [las vivencias] van dirigidas a las mujeres argentinas y en especial, a las militantes del socialismo. Son, al mismo tiempo, un homenaje a aquellas que lucharon para obtener un espacio en la vida cívica y social, sin renegar de su deber de madres, ni de su integridad moral. Me gratifica saber que he sido parte de ese quehacer a la par del hombre y al igual que el hombre. Pretendo ser coherente con mis principios y mis ideas. Mediante estas páginas, ratifico mis objetivos y deseos de lucha. Confío en que, en la Argentina, la mujer logrará su plena inserción en todas las actividades sociales. A pesar de todos los obstáculos que se le interpongan. Incluido el machismo (1). En estas palabras, Maggi construye e incluye su relato personal en el marco del Partido Socialista y alude, explícitamente, a la igualdad entre los géneros como un rasgo central de esta fuerza política15. En el mismo gesto, rememorar el pasado le permite no sólo poner en discusión el presente de enunciación sino proyectar el futuro deseado. A partir de la entrevista realizada por M. Herminia Di Liscia (1996) es posible afirmar que el contexto de producción de la obra es durante el segundo mandato presidencial de Carlos Saúl Menem. En la entrevista le preguntan por la situación de las mujeres en el plano laboral y responde: estamos con un gobierno de la misma ideología que el que supuestamente defendía a los trabajadores. Yo creo que con este gobierno no se favorece nadie, no hay derechos, los gremios están sometidos y corruptos. También los gremios de la otra época del peronismo, ¿acaso no fueron sometidos y dirigidos? La dedicatoria de Vivencias, entonces, batalla con un presente signado por la corrupción y la precarización laboral y programa la posibilidad de un futuro promisorio con un rol protagónico de las mujeres (socialistas). Aunque en forma solapada, este ejercicio retórico también funciona en la ficción. Esta afirmación se sostiene si pensamos, por ejemplo, en el lector implícito que 15 Con respecto al socialismo, Dora Barrancos sostiene que “Sin duda, se trató de la primera fuerza partidaria que insufló aliento a la participación política de las mujeres (…) y sus representates fueron defensores destacados de los derechos femeninos” (2007, 122). 134 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González configura el texto: un sujeto femenino que no conoció la dura vida en el campo de comienzos del siglo XX. De ahí también los rasgos costumbristas de esta novela: la voz narradora explica detalladamente, por ejemplo, la preparación de sopa de gallina y la purguita para la recién parturienta (capítulo I), la esquila (capítulo III), la elaboración de las tabaqueras (95), la descripción de la “trenza” o “Viveza criolla” (en alusión a las prácticas eleccionarias fraudulentas en el capítulo VIII), la elaboración de adobes (capítulo XII), la yerra (capítulo 13), la calefacción (capítulo 16), entre otras. Este lector que se delinea en la novela está imbricado con las características que tiene la voz narradora omnisciente: se erige como figura de saber, es decir, otorga al lector la información necesaria para comprender la historia narrada. Es evidente que estos rasgos son propios de cualquier narrador omnisciente pero aquí tiene tintes específicos vinculados a la función ideológica que cumple a lo largo de toda la novela: desde una posición jerárquica respecto de la interpretación del relato, realiza digresiones morales, comentarios o contrastes entre el pasado y el presente16. Esto permite pensar que la literatura es concebida como vehículo de enseñanza para esclarecer el pensamiento del lector, es decir, con un fin pedagógico, un modelo que marcó algunos proyectos editoriales de fines del siglo XIX y comienzos del XX en nuestro país17. Para confirmar esta intencionalidad didáctica de la literatura señalaré dos elementos centrales de los umbrales del texto que mencioné en el primer apartado. En primer lugar, la decisión (ya sea de la autora o del editor) de incluir un fragmento de Las fuerzas morales en la contratapa en el que José Ingenieros convoca a los jóvenes a “ensanchar los cimientos de la justicia” cuando el presente se “abisma en la inmoralidad y la injusticia”. No está de más recordar que Ingenieros fue fundador del Centro Socialista Universitario (1894) y que tuvo una activa participación en el proceso que derivó en la fundación del Partido Socialista en 189618. También el prólogo de Saúl Santesteban confirma la intención aleccionadora de la novela: 16 Sin intención de entrar en estos debates y aún consciente del riesgo de caer en generalizaciones, deseo señalar que a fines del siglo XX cuando se publica esta novela, el uso del narrador omnisciente ha caído en desuso. En la novela histórica contemporánea, que es tal vez donde pueda encorsetarse esta novela de Maggi, se dejó de lado, entre otras cosas, este tipo de narrador para optar por el uso de la primera persona que implica una apuesta por la subjetivación de la historia. Esto va acompañado del uso de la yuxtaposición de perspectivas sobre el mismo suceso. 17 Sobre este tema consultar: Prieto (1959); Montaldo (1987); Altamirano y Sarlo (1997); Ferreira (2005); De Diego (2006), entre otros. 18 En 1902 José Ingenieros renuncia a la afiliación del Partido Socialista. También es importante tener en cuenta que Las fuerzas morales es una obra póstuma; allí se recopilan escritos (o “sermones laicos” como él los llama) que había publicado en revistas universitarias entre 1918 y 1923 para generar lo que entendía como un nuevo espíritu en América Latina. Consultar: Biagini (1985), Terán (1986) Lafforgue (2004), entre otros. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 135 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo Abunda allí la mención de costumbres y cosas en un relato ameno que puede contribuir en los jóvenes –y los que no lo son tanto—, a comprender y valorar los esfuerzos y las dificultades que hallaron sus padres y abuelos al radicarse en la llanura recién habitada y en los pueblos que comenzaban a modelarse bajo la influencia del caudillaje político (6). Las palabras de Santesteban explicitan, entonces, esta intencionalidad instructiva que sustenta la novela: para poder revisar el presente es necesario conocer (y valorar) el pasado signado por el esfuerzo y la ejemplaridad. En estas palabras del prologuista resuena el último apartado de Vivencias que Maggi titula “Puentes”. La elección de este término le permite concluir sus memorias con un legado ético para las nuevas generaciones: “Un pasado que no podemos ni debemos ignorar, olvidar, desconocer ni negar, sino estudiar y comprender –sin fanatismo, que ciega la razón—, para enmendar errores y proyectarnos a un futuro justiciero y solidario” (117). Aunque utiliza la primera persona del plural, resulta evidente que el sujeto de la enunciación está en la etapa final de su vida y se coloca en el lugar del “deber cumplido” (expresión que, por cierto, se repite a lo largo de todo este libro), como remedando el gesto de pasar la antorcha a la generación siguiente. En la presentación de Santesteban resulta llamativo el supuesto sobre el que se asienta el sacrificio de los “padres y abuelos” (en alusión a la inmigración que se produjo con el modelo agroexportador): decir que la llanura estaba “recién habitada”, supone leer el proceso histórico desde los presupuestos positivistas que entendía como desierto cualquier espacio no poblado por hombres blancos y “civilizados”19. No me detendré en estas disquisiciones pero me permiten señalar que estos presupuestos también sustentan la perspectiva de la voz narradora en la novela. Por ejemplo, cuando Natalia con su hija toman el tren que las traslada desde el campo a la ciudad en busca de trabajo, la voz narradora comenta: “El ferrocarril era importante, la gente le tenía cariño. Con él había llegado la civilización a lo largo de las inmensas y despobladas llanuras (159). Además, la visión paternalista de la voz narradora se traslada a las descripciones de los personajes de la historia, en este sentido, resulta singular la caracterización del peón Cayupil. En la trama de la historia, Natalia y Cayupil se delinean como unidos por un mutuo afecto y complicidad ya que, por ejemplo, es el encargado de averiguar cuál fue el destino de los lechones que se llevó el comisario con el consentimiento de Andrés. Y en esa misión el peón descubre la fiesta que los boinas coloradas organizaron en el prostíbulo. La expresiones que utiliza el narrador para caracterizar a este personaje son: “Cayupil, el fiel peoncito indio” 19 En realidad este presupuesto es anterior al Positivismo. Se puede rastrea sobre todo en la Generación del 37 y particularmente en Domingo F. Sarmiento. Sin embargo, lo señalo así en el cuerpo del trabajo porque el contexto histórico que enmarca la novela responde al período de consolidación del pensamiento Positivista. 136 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González (13), “Era un paria en su propia tierra. Analfabeto… pero respetuoso y…enemigo de lo ajeno” (20), “El pobre indiecito no sabía que eso era la delincuencia de guante blanco” (60). “Era analfabeto, pero humano para entender tamaña aberración” (62)20. Estas expresiones permiten percibir la visión paternalista que adopta la voz narradora para explicar lo que el peón (parece) no puede entender y se pueden vincular con la concepción que el Partido Socialista tuvo sobre los sujetos sociales y que los hizo sobredimensionar el rol pedagógico del Partido21. Esta visión paternalista se observa, también, en el cuento “Los álamos” que Maggi publicó en 1942 en la revista Vida femenina. La revista de la mujer inteligente22. El protagonista, Nemesio, un peón de estancia, se rebela ante el patrón y formula un discurso en el que denuncia la situación marginal del trabajador rural: No da pa más, no da para pagarnos a nosotros porque a Vd. le interesa más la sangre de sus novillos que la salud de los hijos de la patria que le ha dado riquezas y bienestar. No da para pagarnos a nosotros, burros de carga, que trabajamos de sol a sombra, quemándonos sobre el lomo del caballo en el rigor del verano o haciéndonos sopa cuando llueve y quedándonos duros de frío en crueles días de invierno, y en las pocas horas que nos quedan para descansar tenemos por cama un catre y bolsas por colchón y unos ponchos para taparnos, tirados en un rincón del galpón peor que las herramientas de trabajo y sólo cada quince días podemos ir a ver a nuestra familia. Y por toda esa vida que vamos dejando poco a poco se nos paga cincuenta pesos mensuales, mientras que Vd. tiene su familia en su chalet a todo lujo con tres o cuatro sirvientas, automóviles para que las niñas gasten nafta todo el día y derrochen plata yendo a veranear a todas partes, tirando en los casinos lo que nos corresponde y... (43) Pero cuando Nemesio se enfrenta a su patrón (y, de este modo, al sistema “caudillista” de la política nacional) tampoco es comprendido por los otros peones, por eso la voz narradora, al igual que en la novela, interviene para proyectar el futuro de la lucha “Si los demás hubiesen comprendido su gesto. Pero pasaría mucho, quizás” (43). Finalmente, el cuento se cierra con una crítica al latifundio y una alusión a la posibilidad de un cambio (drástico) en el uso y tenencia de la tierra y, del mismo 20 En todas las citas, las cursivas me pertenecen. 21 Consultar: Aricó (1999). 22 Entre el período que se extiende desde principios del siglo XX y el momento que se logra la ampliación de la ciudadanía política de la mujer, hubo un gran producción de revistas (sobre todo, socialistas) como forma de intervención pública de grupos femeninos que luchaban por la igualdad con los varones en términos políticos y sociales. Ana Lía Rey (2011) realiza un estado de la cuestión sobre los estudios que abordan estas publicaciones. Vida femenina integra este catálogo, circuló entre agosto de 1933 y junio de 1941. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 137 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo modo que en la novela, adquiere relevancia el análisis que realiza la mirada paternalista de la voz narradora: —La patria es grande —pensó— y... algún día nos pertenecerá. Entonces si... si... Y entre la bruma de sus ideas recordó la fortuna inmensa que tenía con el cariño de su mujer y de su hijo. En ese amor que es tan puro en el corazón de los pobres porque él no se empaña con frío interés material, sino que sólo sabe de ternuras (44). Del mismo modo que en la novela escrita en 1996, en este cuento resuena la propuesta de Juan B. Justo destinada a desarticular el poder económico y político concentrado en el sector oligárquico-terrateniente. Este plan proponía modernizar el campo y transformar la estructura de la propiedad de la tierra para conformar una clase de medianos propietarios rurales que promoviera el progreso económico y la democratización del país, condición previa a la realización del socialismo23. Resulta sugestivo que al año de la publicación del cuento, Edelmiro Farrell decretara el Estatuto del Peón Rural por propuesta del Secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón. Comienza, poco después, el descalabro dentro del socialismo, un partido que hasta ese momento había logrado incidencia social y una gran masividad24. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo El diálogo de la novela con el libro de memorias, Vivencias, permitió revisar algunas operaciones discursivas en la producción escrita de Hortensia Maggi, una mujer que se constituye, en primer lugar, desde su elección política y de género. El análisis de Natalia Mértens permite confirmar la hipótesis de que las dos formas de vinculación de la conciencia crítica con la cultura (filiación y afiliación) se fusionan en el trabajo de esta escritora. La lectura puso en evidencia el entramado de valores y concepciones ideológicas que superponen la trama ficcional con la militancia política de la autora así como con rasgos de su biografía familiar, aspecto en el que no me detuve aunque realicé varias alusiones, sobre todo, en las notas al pie. En la novela 23 Sobre este tema, consultar Tortti (s/f y 2007), Camarero (2005), entre otros. 24 La crítica ha señalado cómo el primer peronismo implementó las históricas reivindicaciones del programa socialista como, por ejemplo, mejoras en los salarios y en las condiciones de vida de los trabajadores, reglamentación de la jornada de trabajo, voto femenino y la participación de los obreros en actividades culturales, etc. Además se realizó un intento de expropiación de tierras con la Ley de Colonización Nº 5.286, promulgada en 1948, y la creación del Instituto Autárquico de Colonización para la elaboración de planes de expropiación, colonización, arrendamiento, administración y venta de las tierras. Sobre este tema consultar: Altamirano (2001), Camarero (2005), Herrera (2005), Tortti (2007), entre otros. 138 Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 María Virginia González funciona, además, la importancia que asignó el Partido Socialista al fin pedagógico y moralizante del discurso. El recorrido realizado en estas páginas también permitió advertir otro aspecto relevante de la trama discursiva de la novela: los rasgos de la protagonista, un eje que permite también aunar filiación con afiliación en la obra de Maggi para quien su militancia siempre fue de la mano con su lugar como mujer. En Natalia Mértens se configura un sujeto femenino que establece rupturas respecto de los modelos vigentes en el contexto en que se enmarca el relato. Natalia se delinea como un sujeto que comienza a (re)pensarse de manera autónoma y que cuestiona el imaginario social instituido en la sociedad argentina, y el rol de la mujer dentro del núcleo familiar. Aunque la protagonista continúa viviendo con su marido hasta que este muere, interiormente logra separarse de la idealización del amor y del matrimonio así como también cuestiona la situación de opresión social y política de la mujer. Además, adscribe al socialismo, aunque su adhesión no esté vinculada a la afiliación partidaria sino a sus principios. Sin embargo, tal vez no sea aventurado señalar que el cuestionamiento de las relaciones jerarquizadas en la estructura familiar parece acercarla más al anarquismo, aunque Natalia está muy lejos de adscribir al ideal del “amor libre” como una salida que este sector libertario pregonaba como respuesta al matrimonio burgués25. Como ha señalado la crítica, fueron las anarquistas a comienzos del siglo XX quienes problematizaron acerca de las relaciones jerárquicas y desiguales entre los géneros masculino y femenino, y particularmente, el autoritarismo que ejercía el hombre sobre la mujer al interior de la estructura familiar. En cambio, para el socialismo “la desigualdad entre los géneros radicaba fundamentalmente en el sistema capitalista y las instituciones legales del Estado, y no al interior de la estructura familiar” (Macoc, 2011:159). Luego de la muerte de su madre y de su marido, Hortensia Maggi se dedica a una actividad postergada: la lectura y la escritura. Por eso, poner en diálogo la trama de la novela con el momento de la escritura permite confirmar que, en esa etapa de su vida, su modo de militar en el socialismo está vinculado a la pluma. Incluso, en Vivencias, señala que en “la cabecera del hoy” tiene “el resto de las energías, que mi entusiasmo pone al servicio de la tarea de desenredar esta complicada madeja política, social y económica que tenemos por delante” (117). Es el tiempo del recogimiento en el “cuarto propio” para escribir ficción. La operación que despliega esta escritora se puede leer desde los aportes de Reinhart Koselleck (1979) quien advierte que toda lectura del pasado es siempre una experiencia del presente a la vez que una 25 El anarquismo pasó por diferentes etapas en sus reivindicaciones por los derechos de las mujeres. Sobre este tema se puede consultar: Bellucci (1990), Barrancos (2007), Macoc (2011), entre otros. Segunda época, Volumen XX, 2016, 123-143 139 Natalia Mértens (1996) de Hortensia Maggi. Empuñar la antorcha y pronunciar el verbo expectativa sobre el futuro. Desde esta perspectiva resulta evidente que, en su novela, Maggi revisa y aquilata el pasado enmarcado en el período de mayor masividad del Partido Socialista en nuestro país porque después de los sucesos que derivan en la presidencia de Juan Domingo Perón, este partido pasa a ser una fuerza minoritaria frente a la masividad del peronismo. Esta afirmación también se puede constatar en Vivencias porque allí hay fotos de diarios porteños que dan cuenta de la multitud de gente que se reunía en los actos del Partido Socialista. Incluso, Maggi señala como comentario de esas fotografías que “Desde esa fecha [1 de mayo de 1942], el gobierno de facto y los posteriores del mismo signo, destruyeron demagógicamente sus cimientos, quitando a la clase trabajadora el poder de una fuerza política que realmente defendía sus derechos” (29). En la novela, la revisión de este pasado le permite pensar el presente en que se hallaba inmersa y, de este modo, delinea también los trazos de un futuro posible aunque ya no vivible desde su propia experiencia vital. Esta lectura del pasado se puede leer también en la fotografía elegida para la imagen de la tapa: sobre la encuadernación gris descansa una flor de jazmín. Y en ese gesto de reposo, la flor/libro se deposita como homenaje; en otras palabras, si la historia tiene rasgos fuertemente autobiográficos como la misma escritora ha dejado entrever, el libro es un (auto) homenaje a su madre a quien, además, dedica la novela. Y con este gesto abraza también a aquellas mujeres socialistas que lucharon desde diferentes posiciones y con distintas herramientas por conseguir una sociedad más justa. Esas mujeres que, como Hortensia Maggi, empuñaron la Antorcha y pronunciaron el Verbo, como invoca José Ingenieros en la contratapa del libro. Por lo tanto, la novela se puede leer como un símbolo que consiste en pasar la antorcha a la nueva generación de mujeres (socialistas) para que continúen la lucha por la construcción de la igualdad. Fuentes: MAGGI, Hortensia (1943). “En los álamos”. Vida femenina. La revista de la mujer inteligente, 111-112, 42-44. ______. (1994). Vivencias de ayer y de hoy. Santa Rosa: La Arena. _____. (1996). Natalia Mértens. Santa Rosa: La Arena. Bibliografía: ALTAMIRANO, Carlos (2001), Peronismo y cultura de izquierda. 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LA POLIGAMIA EN UN TRABAJO DE HISTORIA ORAL CON MUJERES, EN ESPACIOS DE ALFABETIZACIÓN DE ADULTOS/AS. BAHÍA BLANCA (1995-2013) Folds and creases of genre and memory. Polygamy in an oral history work carried out with women in adults’ literacy courses. Bahía Blanca (1995-2013) Graciela Hernández Investigadora Independiente CONICET Prof. Adjunta UNS Resumen El objetivo general de este artículo es realizar un estudio sobre los recuerdos, la memoria y el género sobre la poligamia masculina, en un espacio no hegemónico, conformado por una diversidad cultural entre la que encontramos particularidades consideradas propias de la “cultura mapuche”, que a veces la observamos como algo visible en el ámbito urbano y otras como algo no tan tangible. Las perspectivas teóricas que guían el trabajo responden a un armado en el que se considera que los recuerdos son individuales y sociales, y que con ellos se construyen memorias en las cuales se quiere incluir el género. También se pretende tener en cuenta a los lineamientos que dan fundamental importancia a la figura de la mímesis, tanto en los procesos de evocar el pasado -que siempre es desde el presente- como en los mecanismos que permiten pensar en el armado de las familias, sobre el que pesa el modelo a imitar: la pareja monogámica heterosexual. El diseño metodológico es del tipo cualitativo etnográfico, los documentos a analizar son textos surgidos de la oralidad y de la observación participante, a partir de la realización de talleres en alfabetización de adultos. El recorte temporal y espacial está dado por un trabajo de campo realizado entre los años 1995-2013 en Bahía Blanca. Palabras claves: Memoria. Mímesis. Género. Poligamia. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 145 Pliegues y repliegues del género y la memoria Abstract The general aim of this article is to carry out a study about recalls, memory and gender about male polygamy, in a non-hegemonic cultural area made up of a cultural diversity which comprises the mapuche culture, sometimes visible in urban areas and sometimes not so tangible. The theoretical perspectives which have guided our work fit a framework in which recalls are considered to be individual and social, and are used to generate memories in which genre is included. We also mean to bear in mind the outlines which give fundamental importance to mimicry, in the process of reminisce –which is always from the present- as well as in the mecanisms which lead to consider the family assembly process, on which the model to imitate is the heterosexual monogamic couple. The method used is the qualitative ethnographic one, the documents to be analised have arisen from orality and participant observation in adults’ literacy courses. The temporal and special dimensions are given by a field work carried out between 1995 and 2013 in Bahía Blanca. Key words: Memory. Mimicry. Gender. Polygamy. Sumario: Introducción. Perspectivas teórico-metodológicas. Los testimonios. Análisis de los testimonios orales. Palabras finales. E Introducción n este trabajo intentaremos sumergirnos en el armado de los recuerdos y la memoria sobre la poligamia masculina en un espacio cultural no hegemónico. Con la guía de este objetivo trabajaremos con los testimonios de mujeres que han participado directa o indirectamente de los Talleres de Historia y Memoria que hemos realizado en distintos establecimientos educacionales provinciales y municipales1. Estas mujeres vivieron en ámbitos rurales de la Patagonia argentina y en la actualidad viven en Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Cuando registramos los testimonios sobre los que vamos a trabajar, la mayoría de ellas se encontraba cursando los primeros ciclos de la educación primaria. El 1 146 Desde el año 1995 estamos realizando Talleres de Historia y Memoria, primero en la Escuela Provincial de Adultos Nº 705 en como proyecto institucional, este establecimiento educativo tiene sedes de distintos sectores de la ciudad y trabajamos en todos ellos, luego realizamos la misma actividad en los Centros de Alfabetización Municipales. Los talleres devinieron en una actividad de las mujeres debido a que eran ellas las que participaron voluntariamente, los varones no demostraron interés. Los varones adultos mayores concurren a las distintas instancias de alfabetización y educación primaria para concluir el ciclo y obtener su certificado, esta actividad no es un espacio de socialización como lo es para las mujeres; muchas concurren a espacios de aprendizaje y producción de productos artesanales. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández pasado patagónico de nuestras interlocutoras, en contacto también con el pasado de las y los las migrantes que llegaron desde Chile, nos pone en contacto de diversas maneras con el universo de las identidades y de la cultura mapuche, que se presenta a veces como algo tangible y otras como algo esquivo y difuso. Cuando surgió el tema de la poligamia masculina como un hecho frecuente en las familias de las participantes a los talleres, vimos que había un consenso grupal en considerarlo como algo que “antes era común”, algunas lo consideraban una “costumbre de la gente de antes”, y de alguna manera se lo relacionaba con el universo cultural mapuche, “de los paisanos”, “de la gente de campo”. Esta situación nos llevó a vincular a la poligamia masculina que estamos analizando como una de las particularidades de los “pliegues fragmentarios” a través de los cuales aparecen características del orden pre-intrusión en nuestras sociedades de los que habla Rita Segato (2011:27). En otras oportunidades hemos ahondado en los recuerdos acerca de las clasificaciones parentales, en especial en la de tíos/primos paralelos y cruzados, la importancia del tío materno, y del matrimonio preferencial (Hernández, 2003), mientras que ahora queremos hacer un recorte en los recuerdos y las memorias sobre las uniones matrimoniales y sus particularidades. No pensamos en analizar modelos clasificatorios, sino en internamos en el fragmentado espacio de las experiencias de vida de las mujeres con las cuales trabajamos a lo largo de muchos años. Además pretendemos realizar este abordaje desde el género y el feminismo, mejor dicho desde los feminismos, señalando las tensiones que existen en su interior, especialmente entre el feminismo “eurocéntrico” y los feminismos que denuncian el colonialismo dentro del propio movimiento de las mujeres. No esperamos generar explicaciones universales, sólo queremos focalizar en los testimonios que surgieron en nuestras prácticas de investigación y extensión universitaria. Para realizar este proceso trabajamos la temática en los citados talleres, aunque nunca seleccionamos a la poligamia masculina como tema central de ningún encuentro, sino que fue apareciendo en forma transversal en distintos momentos. En el universo cultural mapuche estaba aceptado que un varón tuviera varias esposas, pero estas modalidades matrimoniales fueron criminalizadas por la jurisprudencia que reglamentó la vida del estado-nación argentino. La ley no terminó definitivamente con la poligamia, ya que veremos que de alguna manera subsistió en algunos espacios, según la información ya editada y los testimonios orales de las personas con las que interactuamos. En términos generales podemos decir que la poligamia masculina es mucho más frecuente que la femenina, en muchas sociedades esto está ajustado a las leyes y en Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 147 Pliegues y repliegues del género y la memoria otras es ilegal. En nuestros países americanos es ilegal porque quebranta la ley de la monogamia que impuso el régimen colonial. Sin embargo, aunque jurídicamente es ilegal, sabemos que en algunos contextos está legitimada socialmente, esto sucede cuando quienes la ejercen son varones con poderío económico, pertenecientes a la cultura hegemónica, aunque no pasa lo mismo con los sectores no hegemónicos. La poligamia fue una práctica cultural de los pueblos originarios que fueron derrotados y ubicados en lugares subalternos a través de las campañas de exterminio dirigidas al Chaco y a la Patagonia, sin embargo de alguna manera la poligamia tuvo cierto grado de continuidad y nos interesa indagar acerca de cómo se la recuerda, y qué memoria se construye sobre ella. Además hay que tener en cuenta que esta práctica fue publicada en trabajos antropológicos y en el film Araucanos de Ruca Choroi del documentalista Jorge Prelorán. El protagonista, Damasio Caitruz o Caitrú aportó particularidades acerca de las características de su vida como varón que tenía dos esposas, ambas con hijos e hijas, los cuales fueron recopilados en la década del sesenta en diversas investigaciones que fueron publicadas en distintos momentos (Burruat de Bun, 1970:1-11) y (Prelorán, 1983:167-169). El antropólogo Miguel Ángel Bartolomé anota que su viaje de antropólogo joven a la Patagonia, y especialmente con la cena compartida con Caitrú y “todas” sus esposas, le sirvió para aproximarse a “la teoría del amor mapuche” y a “la diversidad de la experiencia cultural humana” (2002: 41). Perspectivas teórico-metodológicas Memoria y género La familia poligámica en la que un varón podía tener más de una esposa, es un tema/problema en el que tensionan las particularidades culturales y la políticas de derechos universales, que las luchas de las mujeres han puesto en las agendas nacionales e internacionales en la búsqueda de la paridad con los varones. La universalidad se ha convertido en uno de los temas más controvertidos de la teoría social reciente. Según la filósofa del género Judith Butler las lecturas constructivistas y posestructuralistas de la universalidad no logran una delimitación sustantiva o procedimental de lo que en el plano de la representación política es común a los seres humanos en tanto sujetos, es así que siempre se imponen enfoques que ubican a la racionalidad en un lugar central y a las particularidades no tan visiblemente racionales en el lugar de la sospecha. Por otra parte todo lo “sospechoso” legitima a las potencias coloniales a intervenir de distintas formas. 148 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández La cuestión de la universalidad ha emergido tal vez de manera más crítica en aquellos discursos de izquierda que advirtieron el uso de la doctrina de la universalidad al servicio del colonialismo y el imperialismo. El temor, por supuesto, es que lo que es nombrado como universal sea la propiedad parroquial de la cultura dominante, y que la “universalidad” sea indisociable de la expansión imperialista (Butler, Laclau y Žižek, 2011: 23). Las tensiones entre universalidad y particularidades también se reflejan en la memoria y los recuerdos sobre el pasado y en la interpretación de los procesos sociales cercanos, dado que la universalidad genera fuertes representaciones en el plano simbólico, llegando a hegemonizar el sentido de las prácticas culturales y políticas. Las relaciones entre historia y memoria se pueden abordar desde distintas perspectivas, la memoria –como lo señaló el historiador francés Le Goff- es un término polisémico y algo bastante más complejo que los recuerdos individuales (Le Goff, 1991: 149). Según Paolo Montesperelli la memoria es una construcción que toma elementos de los recuerdos individuales desde un presente que piensa el pasado colectivo. Este autor sustenta gran parte de su análisis en los trabajos de Jedlowski, Berger, Luckmann Schütz y Halbwachs entre otros. De Jedlowski y Schütz toma la idea de relevancia e irrelevancia de los recuerdos; ellos sostienen que la relevancia se produce cuando en un grupo social muchos individuos confirman un recuerdo, cuando nadie lo hace, éstos tienden a desaparecer o se vuelven irrelevantes (2004:14). De Berger y Luckmann tomó la idea que la memoria no es sólo un acervo de conocimientos de cada individuo, sino que se proyecta al exterior y se vuelve colectiva. De Halbwachs tomó especialmente el concepto de “marcos sociales de la memoria” fundamentales para entender cómo el recuerdo individual se encuentra sustentado y organizado por la memoria colectiva, en la que participan: el lenguaje que está en relación con el pensamiento, las representaciones sociales de tiempo/espacio y las relaciones que el individuo mantiene con la memoria de las demás personas en un mismo contexto social. Halbwachs sostenía que las personas evocan sus recuerdos apoyándose en los marcos de la memoria, que son sociales (Halbwachs, 2004: 172). Consideramos que en nuestro trabajo de campo hemos sido testigos de los complejos procesos que dan lugar a la memoria individual y colectiva. Se trata justamente de establecer relaciones con una memoria no hegemónica, en algún caso débilmente entrelazada con la mapuche y en otro considerada claramente como parte del pasado y presente de este pueblo originario que sufrió el ataque de las fuerzas militares con la llamada “Conquista del Desierto”, en una de las masacres más devastadoras de la historia argentina del siglo XIX. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 149 Pliegues y repliegues del género y la memoria Hemos visto que cuando se piensa a la familia, su organización, miembros que la componen y roles de género desde el presente, se lo hace desde representaciones hegemónicas que han fijado imágenes de la familia nuclear, el amor romántico, la maternidad y la paternidad. Este universo simbólico ha llegado a casi todas partes de múltiples maneras, desde las imágenes de los textos escolares, de las radio/telenovelas, los medios de difusión masiva y los discursos sobre la “familia” en general. A partir del reconocimiento de este proceso consideramos incluir a la figura de la mímesis en su relación con la memoria. Por otra parte, la mímesis ha sido reconocida tanto desde los estudios sobre colonialismo como sobre el género. El antropólogo australiano Michael Taussig ha estudiado rituales de distintos pueblos de América y ha señalado cómo estas prácticas de los pueblos originarios pueden incorporar a los sistemas jerárquicos coloniales, y aunque le otorguen nuevos sentidos no quedan excluidos de sus influencias. Este proceso no se da sólo en los rituales, sino que el cotidiano y la vida social transforman lo nuevo en lo antiguo, incorporando y absorbiendo lo externo. Entre los fundamentos teóricos de Taussig se encuentran las reflexiones de Walter Benjamin sobre la mímesis, otras influencias de la Escuela de Frankfurt y la obra literaria de Franz Kafka. Taussig ha problematizado las circunstancias por las cuales la mímesis –en tanto copia de lo real- se asume como lo real y señala que historia y mímesis transitan por una calle de doble vía en la cual las historias entran en la lógica del funcionamiento de la facultad mimética y la facultad mimética entra en la lógica de esas historias. Opina que no podemos separar estos procesos miméticos del colonialismo que sufrieron los pueblos americanos (Taussig, 1993: XIV). Desde ciertas perspectivas del género, en las que se destaca Judith Butler, se sostiene que la pareja heterosexual es una invención con capacidad de producir copia o mímesis a partir de lo que denomina la “metafísica de la sustancia”. Es así que esta idea de pareja genera representaciones –en el cine, la literaria, el arte en general y en la legislación- pero a la vez se retroalimenta de las mismas. Para esta autora el género no puede ser explicado como las construcciones culturales que se generan sobre los cuerpos sexuados, sino que sostiene que el género es performativo y conforma la identidad imponiendo lo que se supone es. Estas relaciones de performatividad y género operan para constituir la materialidad de los cuerpos y para materializar el sexo en el cuerpo, “para materializar la diferencia sexual en aras de consolidar un imperativo heterosexual” (Butler, 2010:18). Para la autora la performatividad no es mera teatralidad, opina que no dista mucho de la teoría de la hegemonía en el sentido que ambas ponen el acento en el modo en que el mundo social es construido y 150 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández por la forma en que se ejerce el poder a través de mecanismos ocultos de persuasión (Butler, Laclau y Žižek, 2011: 22). En suma, consideramos a la mímesis –tanto desde la perspectiva de Taussig como de Butler- como un concepto significativo para pensar cómo se ponen en marcha los dispositivos mentales que van a articular los recuerdos y las memorias para explicar el sentido y las valoraciones de la poligamia masculina. Historia oral y etnografía Realizaremos este análisis sobre las valoraciones y la memoria de la poligamia en sectores no hegemónicos partir del análisis de documentos orales producidos en una experiencia en historia oral sustentada en el método etnográfico. Los fundamentos de las estrategias cualitativas los tomamos de trabajos como los de Hammersley y Atkinson sobre la investigación etnográfica (Hammersley y Atkinson, 1994) y la noción de “relato de vida” de Daniel Bertaux (Bertaux, 1999, 2005)2. En los estrechos vínculos que en nuestra práctica de investigación tiene la historia oral con la etnografía encontramos una manera de registrar testimonios a los que convertimos en documentos que nos dan indicios para comprender procesos sociales en los cuales está incluido el género. Es así que nos internamos en un espacio específico para trabajar en conjunto con las estudiantes de alfabetización convertidas en talleristas. En estos encuentros se propició que circulara la palabra y que se pudieran realizar producciones en favor de una lecto-escritura que surgiera de las necesidades grupales. En este contexto surgió la necesidad de hablar del tema seleccionado para este artículo. A esta estrategia de recolección de fuentes sumamos las entrevistas y la observación participante. En estos talleres se trabajó mucho el tema de la historia desde el cotidiano, desde la alimentación, el trabajo, el lugar de la escuela y en todos los casos se hacía presente el tema de los cambios en la vida cotidiana y en la idea de familia ocurridos a lo largo de sus vidas, en especial entre su origen rural –al que algunas identifican como “mapuche”, pero también otras simplemente como “de los Menucos”, “de Aluminé”, o “de Curacautín”, “de allá de Temuco” en el caso de Chile (en este trabajo no incluimos testimonios de mujeres llegadas desde este país limítrofe). Los espacios en los que se realizaron estas actividades se relacionan con distintas instituciones barriales 2 Para establecer las diferencias entre historia de vida y relato de vida tomamos los aportes de la sociología a la historia oral, en especial las conceptualizaciones sobre historia y relatos de vida de Daniel Bertaux. Este sociólogo francés trabajó desde una perspectiva etnosociología en el estudio de fragmentos de la realidad histórico social. Es así como relaciona a los relatos de vida con las life stories, diferentes de las historias de vida, life histories. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 151 Pliegues y repliegues del género y la memoria como sociedades de fomento, unidades sanitarias, guarderías municipales y otros a los que citaremos a lo largo del trabajo. Para analizar a estos testimonios vamos a buscar “puntos nodales” o “significantes claves” en cada uno de los relatos para interpretar su sentido en el contexto situado de su enunciación. Para realizar esta tarea seguimos la estrategia que propone Homero Saltalamacchia para el análisis de los testimonios en historia oral. Este autor nos remite a los trabajos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, quienes a su vez siguieron las sugerencias de Lacan y puntualizan en la identificación de points de capito (puntos nodales para Laclau y Mouffe) “a los que se le podía atribuir la función de fijar el sentido de toda la cadena de significante en cada uno de los discursos que habían habitado al testimoniante en cada una de las épocas de su vida” (Saltalamacchia 1992: 139). Por su parte Laclau y Mouffe han trabajado largamente estos nudos del relato y su articulación en el interior del campo discursivo, de este modo el concepto “articulación” pasa a tener un lugar fundamental en su teoría, dado que nos ubica en el plano de lo contingente, de aquello que fija el sentido solo parcial y momentáneamente (Laclau y Mouffe: 2004: 129). Los testimonios Seleccionaremos cinco testimonios. En primer término puntualizamos en la transcripción y contextualización de dos documentos orales que rememoran hechos ocurridos durante la infancia de dos mujeres en su edad adulta. El primero de los relatos puntualiza sobre una situación ocurrida en la zona cordillerana de la provincia de Neuquén y el segundo en el interior de Río Negro. En segundo término focalizamos en tres testimonios en los cuales los hechos que analizamos estaban ocurriendo en nuestro “presente etnográfico” y al cual pretendíamos aprehender con nuestro trabajo en historia oral. Se trata de situaciones que pudimos observar, de cuestiones que intentamos conocer desde una epistemología del sujeto cognocente, desde la mirada de quien quiere ingresar y comprender a un universo del que sabe muy poco. 1. Mi papá era cacique y tenía dos mujeres, antes era así El testimonio que veremos pertenece a A. C., nacida en la región del Lago Huechulafquen en la provincia del Neuquén, en 1943. Debido a que hemos trabajado largamente con esta mujer que se considera así misma “mapuche”, algunas de sus intervenciones fueron publicadas como una “historia de vida” que escribimos hace más de una década, y otra parte es producto del trabajo que continuamos realizando 152 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández y que permanece inédito. El fragmento que transcribiremos corresponde a la versión editada, en la cual el tema en cuestión aparece enunciado muy brevemente. En aquel momento nos centramos en las razones por la que ella quería contar su historia para legitimar la cultura mapuche, para que se “conozca cómo somos los mapuche” decía. En varios momentos ella recordó que su padre tenía dos esposas cuando ella era una niña y que antes de juntarse con su madre había tenido otra mujer que había fallecido. ¿Las dos mujeres, es decir tu mamá y otra esposa vivían juntas? No, ¡se armaban cada líos! Cada una tenía su casa y trabajaban en huertos separados. Yo era chica pero me acuerdo que mi papá me llevaba a la casa “de la vieja”. Me llevaba a mí porque era la más chica, bueno, después nació Juanita. Yo me acuerdo que Rita –así se llamaba- le hablaba mal de mamá, le decía que no lo atendía a mi papá. A mí me daba bronca pero no se lo contaba a mamá (Hernández, 2000: 348-349). Luego seguimos trabajando, realizamos muchas actividades en conjunto y conocimos muchas de las consecuencias que tuvo para ella y su familia el desarmado de la familia bígama que había realizado su padre. Supimos que cuando falleció el padre de A.C. los hermanos mayores, hijos de la otra esposa, sacaron a su madre del lugar que ocupaban y también les sacaron a sus hijas a las que “regalaron”; a las dos menores, A.C y J.C, las llevaron al destacamento militar de Junín y las otras dos quedaron con familias del lugar. A los siete años A.C. fue llevada a vivir a Buenos Aires por la familia de un militar que la tomó como empleada doméstica y niñera de sus hijas. Años después se trasladó a varios lugares en busca de trabajo, entre ellos volvió en los veranos a su lugar de origen como cocinera y se encontró con algunos de sus hermanos y las dos hermanas de padre y madre que habían quedado allí, se casó y se quedó a vivir en Bahía Blanca. De su hermana menor nadie sabía nada, aunque en el 2000 nos enteramos que siempre había estado internada en un hospital psiquiátrico de la ciudad de Buenos Aires. Entre las actividades en conjunto que realizamos en estos años se encuentra un video para el Museo Histórico de la Municipalidad de Bahía Blanca, sobre el cual presentamos una ponencia a un congreso de arqueología (Pupio y Hernández, 2004). Durante la filmación describió y explicó el uso de un conjunto de piezas arqueológicas a partir de sus conocimientos en la realización de comidas y procesamiento de cueros, carnes y semillas. Durante este trabajo ella recordaba permanentemente a su padre de manera muy positiva, como un hombre trabajador y buen padre, que tenía dos esposas en una época en la cual eso era lo habitual, dado la condición de cacique del mismo. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 153 Pliegues y repliegues del género y la memoria Mi papá estaba todo el día ocupado, siempre estaba haciendo algo, lo iban a buscar a cada rato, si alguien se peleaba, si había algún problema...siempre lo llamaban a papá, como era el cacique tenía que estar. Mi papá recibía a los curas también, cuando pasaban por el Huechulafquen mi papá siempre los recibía, será por eso que yo he trabajado tanto con los curas. El tenía dos mujeres, es mejor así, yo siempre pienso que es mejor así, para que haya más mapuches. El a las mujeres las tenía como unas reinas, no les faltaba nada. Pero cuando falleció eso fue un problema Eso pasa en todas partes, la gente siempre se pelea por la herencia. Yo pienso que mi papá hizo las cosas bien. Yo sufrí mucho ¿sabes lo que es no saber hablar nada? ¿no decir ni agua en castellano? Dejar el campo para estar en Buenos Aires con gente rica. A mi me hubiera gustado seguir con mi mamá aunque sea comiendo pankutra [especie de sopa] y nada más...pero ya no les tengo odio a mis hermanos. 2. Nosotros nos criamos con el abuelito, mi papá no se quedaba con nosotros... A. Ñ era una de las alumnas del Centro de Alfabetización Municipal del Barrio Pampa Central y participó activamente en los talleres de historia y memoria que realizamos allí, le gustaba hablar de su pasado, en especial de su madre y de su abuelo, a quien recordaba con mucho cariño. En el momento de los talleres, en 1995, tenía 65 años, se había criado en la zona rural del interior de Río Negro, antes de llegar a Bahía Blanca había trabajado en establecimientos rurales como cocinera, allí conoció a su esposo que con el tiempo se convirtió en empleado ferroviario, esta situación les permitió venir a radicarse en la ciudad, lugar que eligieron porque había un importante hospital ferroviario en el que podían atender a los hijos, especialmente al que había nacido con varias patologías. En varias oportunidades dijo que ella al padre lo vio pocas veces, que éste se quedaba unos días y se iba, es así que su madre había tenido seis hijos pero siempre sola. Su padre tenía otra esposa y otra familia en otro lugar; ella nunca dijo saber más de él. Esta situación hizo que la madre de nuestra narradora se convirtiera en una tejedora capaz de trabajar hasta el límite de sus fuerzas y de exigir un comportamiento similar al suyo a sus hijas que debían hilar y realizar todas las tareas domésticas en el duro ámbito rural en el que vivían. Sus recuerdos del pasado están centrados en su vida en un ranchito, con su madre, sus hermanas, hermanos y su abuelo, con un padre al que vio pocas veces y del que nunca quiso hablar, en cambio, siempre tenía expresiones cariñosas para su describir al “abuelito”, bueno con ellas y su madre. Mi mamá tejía mucho, pasaba tejiendo, pasaba hilando, hilando,...Todo hacía mamá, hacía matra, cojinillo, pelera, ponchos, un montón de cosas hacía y las venían a buscar. 154 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández También tejía medias, todo tejía; usted le vía y tenía mi mamá todo hiladito, así matra laboreada, todo... ¿A quién le vendía? Venía mucha gente del pueblo, muchos turcos iban; los turcos nos compraban todo, salían en...Venía mucha gente del pueblo, muchos turcos iban; los turcos nos compraban todo, salían en camionetas, iban a allá a buscar. ¿Qué compraban con la plata de los tejidos? Harina...nosotros nos criamos solos con mi mamá, mi papá se fue, nunca estaba, era muy malo...Nos criamos con mi abuelito, él nos dejó chivas, ovejas, muchos yeguarizos... ¿Quién esquilaba? Esquilábamos todos, mi mamá, mis hermanos, todos... tenía dos hermanos, uno se fue al servicio y ya no volvió con nosotros, quedó uno solo. Esquilábamos todos, señalábamos, cortábamos las orejas, capábamos, todo... No ocupábamos a ninguna persona, tenía muchos yeguarizos mi mamá, lo dejó mi abuelito finado. ¿Qué les vendía el turco? Cambiábamos por vicios, cambiábamos por harina, en invierno nos dejaba 6 ó 7 bolsas de harina, yerba, para que no falte. Ellos vendían bien...Nosotros nunca tuvimos ni zapatillas, siempre mal vestidos. Teníamos que salir con la nieve, teníamos que amamantar a los chivitos para que no se mueran... Los tamangos eran de cuero de caballo, los envolvíamos con arpillera por la nieve. Mi mamá nos hacía los tamangos. La primera vez que tuve alpargatas me las compraron en Jacobacci, una tía, a mi me daba vergüenza andar vestida así... Para dar cuenta de lo dura que era su vida y la de su madre A.Ñ. decidió contarnos cómo fue el nacimiento de su hermana menor: Le voy a contar cuando mi mamá tuvo a mi hermana Rosa, la más chica. Mi mamá la tuvo y no la dejaba ver hasta el cuarto día, la tenía tapadita. La tuvo sola, no quería que la vieran. Después no quería que la alzáramos porque iba a ser llorona. ¿Quién la iba a cuidar después?. No conocíamos cuna, nada, le hacíamos cuerito de oveja, de chiva, de chivita, montoncito así, uno arriba del otro, ahí lo teníamos. Para que no caiga la poníamos con hilo hilado, todo, no tenía donde caer la nena. Así lo crió. Mi mamá trenzaba esa lana hilada, un poquito grueso lo hilábamos vio? Así se hacía la cunita. Mi mamá se curaba sola, cuando enfermaba nos mandaba a buscar remedio. Tomillo tomaba mucho, acá no hay de ese tomillo, es muy bueno. También nos cantó la canción de su madre, esto le produjo a ella una emoción muy grande y a nosotros también, se trató de una experiencia muy conmovedora de la que nuestra interlocutora trató de salir diciendo: “pobrecita mi mamá, siempre trabajando”. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 155 Pliegues y repliegues del género y la memoria 3- Estaba recién casada y él trajo otra mujer. En nuestros trabajos de investigación y en distintas actividades culturales, de extensión y de acciones realizadas en ámbitos barriales, entre ellos unidades sanitarias, hemos escuchado reiteradamente decir a las mujeres que sus maridos han sugerido que ellos podrían tener más de una esposa, porque antes era así y que ellas les recordaron que las cosas han cambiado y que ahora no es así, pero claramente el tema de la poligamia masculina, no es ajeno al ámbito urbano. El caso más claro de la existencia de este tipo de uniones la escuchamos en el Taller de Historia y Memoria realizado en el Barrio A. de Bahía Blanca (2012), en estos talleres habíamos trabajado el tema de la violencia familiar y casi todas las alumnas de alfabetización recordaron hechos de violencia familiar o institucional. En esta oportunidad cobró relevancia el testimonio de C.P. (59 años, nacida en Los Menucos, Río Negro), quien recordó las características violentas de su ex marido, todas las compañeras, vecinas del barrio, asentían y le aconsejaban que se fuera olvidando de las situaciones pasadas. Las maestras de alfabetización identifican a C.P. como una mujer muy proclive a deprimirse y con estados de ánimo muy cambiantes, un día de octubre de 2013, llegó Centro de Alfabetización con las huellas de haber llorado y dijo que no iba a hacer las manualidades que acostumbran hacer. En esa oportunidad habíamos pasado simplemente para saludar y cuando vimos esta situación nos quedamos un rato para escuchar lo que pasaba y colaborar con la maestra. C. P. había estado con los trámites del divorcio y separación de bienes, se encontraba muy sensible y contrariada con la situación que estaba viviendo. Logramos registrar en forma escrita algunos fragmentos de su historia: Yo lo conocía a mi marido de Los Menucos, la familia de él y la mía se conocen, ellos iban a los camarucos [ceremonia mapuche] que hacía mi papá… Yo no tendría que haber aceptado –me da tanta vergüenza- que el trajera a vivir a mi casa a otra mujer…¿Dónde se ha visto eso? Estaba recién casada y el trajo otra mujer…a la Rosa…ella no tiene la culpa… En mi familia me dijeron que no fuera mañosa…a mi no me gustaba pero no podía decir nada, el siempre estaba pegando… mi familia es así, le dan la razón a él. Como él siempre tuvo trabajo, siempre cobró un sueldo, siempre trabajó en la cárcel, pensaban que yo tenía que estar contenta, pero yo siempre trabajé. Siempre trabajé afuera y venía a mi casa y tenía que seguir trabajando y el me pegaba con lo que tenía a mano... Varias de las asistentes hicieron gestos y enunciaron algunas palabras breves a través de las pudimos ver que este caso no les resultaba para nada extraño, sino que 156 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández por el contrario, la habían visto en situaciones similares y escuchado sus argumentos. C.P. insistía en la rareza de la situación, en cómo un hombre va a vivir con dos mujeres y nosotros le preguntamos si antes, en el campo, allá en el interior de Río Negro no sería así, por eso la familia consentía esta unión. Nuestra intención fue la de aliviar la situación, tratando de darle un marco que desdramatizara a una práctica que habría sido culturalmente aceptada. La protagonista de la historia amplió su testimonio y señaló que su padre también había tenido dos mujeres y que por ese motivo ella había sufrido mucho en su infancia. Consideraba que el hecho que su padre tuviera dos esposas y muchos hijos no le había permitido vivir dignamente y siempre había sido muy pobre. Entre las cosas que recordó en ese momento fue que nunca había tenido zapatillas, en otra oportunidad volvió a hablar del tema del calzado y eso sí lo grabamos y transcribimos: Allá en Los Menucos es todo jarilla, alpataco, todo con espinas, yo tenía las piernas y los pies todos lastimados de las espinas. ¡Como antes no nos compraban zapatillas y andábamos con las alpargatas rotas y chicas siempre teníamos los pies lastimados! Yo me curé los pies recién cuando vine a Bahía, una señora que sabía de eso me dijo que me curara con jugo de tomate, todos los días me curaba, pero me quedaron las marcas. Ya sabíamos que ella había migrado y llegado a Bahía Blanca cuando era una adolescente y como tenía hermanos y hermanas en la ciudad contaba con contactos para trabajar en el servicio doméstico. Después de esta conversación supimos que su marido había construido dos casas en el mismo lote, en una vivía ella con sus hijos y en la otra la segunda esposa con su hijos, que los hijos de ambas tienen buenas relaciones. C.P. está separada de su esposo, quien vive en otro lugar, y su mayor preocupación en este momento es la subdivisión de la propiedad. 4- Me obligaba ir a su casa para que les cocine a los nenes... Una historia con muchos puntos en común con la que estamos analizando es la L.C. En este caso el tema de la organización familiar bígama no es expresado directamente por la protagonista, pero nosotros pudimos observar directamente situaciones en la cual su ex-esposo expresaba directamente que el tenía derechos sexuales sobre ella a pesar de tener una nueva mujer con la cual convivía. Con L.C. nos conocimos en un jardín maternal (antes guardería) a la que llevaba a su hijo más chico, nos presentó un trabajador social muy preocupado por la situación de esta mujer que era “una mamá de la guardería” a la cual encontraba muy decaída y a cargo de sus cinco hijos, uno de ellos era un bebé de meses. En ese momento junto con los trabajadores sociales incentivamos a L.C. para que diera un taller de tejido Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 157 Pliegues y repliegues del género y la memoria en telar en una Biblioteca Popular en un barrio cercano al suyo, dado que ella se sentía reconocida enseñando algo que sabía hacer y además cobraba por ello, ya que esos talleres eran pagos y había un reconocimiento institucional, porque se trata de una biblioteca que está incluida en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP). Tenemos una entrevista grabada en la que narra cómo fue su rápida salida de su hogar y anotaciones sobre las situaciones que siguieron en su corta vida, ya que L.C. falleció en 2011 de cáncer. Transcribimos parte del relato de vida de L.C. en el cual narra su vida de niña que desde muy pequeña tuvo que ir a trabajar y criarse fuera de su casa, luego logró salir de allí, conoció otras empleadoras, trabajó en otras condiciones y hasta asistió a la escuela secundaria. Cuando tuvo un hijo volvió a Aluminé y se encontraba en una situación económica que ella consideraba buena, ya que trabajaba en un kiosco y había conseguido la adjudicación de un terrero para hacerse su propia casa. Veamos esta historia en sus palabras: Nací en Aluminé, Provincia del Neuquén, el 27 de julio del año 1966. Cuando yo era chiquitita, me crié hasta los 9 años con mi familia, con mi mamá y papá, en un hogar, con mis hermanitos, luego por la falta de alimentos y la falta de educación nos mandaban a trabajar. Porque mi mamá no nos podía tener, entonces nos mandaba a trabajar. Trabajaba con un matrimonio que el hombre era policía y la señora era inválida, tenía reuma, no sé que problema tendría que no podía hacer nada, vivía sentada, estaba todo el día sentada. A mi me hacía hacer de todo, limpiar, lavar, cocinar, yo no sabía cocinar, pero ella me decía todo lo que yo tenía que hacer y yo iba poniendo todo. Me hacía cuidar el caballo, porque tenían caballo, perro, chanchos, criaba chanchos, gallinas ¡Qué se yo que más tenía! Me hacían cuidar eso, aparte teníamos que traer el agua de afuera, cerca del río y me hacía lavar afuera, cuando llovía, nevaba, me hacía lavar afuera. Vos me decías que tu mamá vivía cerca… Cerquita, a una cuadra, a una cuadra de dónde yo trabajaba, pero pasaban 4 ó 5 [meses] o hasta el año y no la íbamos a ver porque esa señora no nos permitía ir. No dejaba que nosotros charláramos con nadie, ni siquiera que habláramos en la escuela de lo que hacíamos en el trabajo porque ella me amenazaba, me tenía amenazada. Después pasaron los años y a los 12, 13 años o más, como a los 15 años me fui de esa casa. Me fui a trabajar a otra casa porque la señora falleció, cuando la señora falleció yo me fui, pero ella ya estaba en malas condiciones, entonces me fui a trabajar a otro lugar y después me fui de Aluminé a Plottier. Porque trabajé con esta otra señora que era buenísima, estaba en un estado económico bueno, bien. Ella me enseñó muchas cosas, ya no era el temor, ya no había que temerle a la gente, sino aprendimos a ganar el dinero, en la primera parte donde trabajaba no pagaban. Nosotros trabajábamos por la comida y la cama, decía ella. 158 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández Vemos que comenzó a contar su historia mirando el espejo del modelo de familia hegemónico, de mamá, papá y hermanitos pero eso no fue posible por “la falta de alimentos”, por la pobreza. La otra parte de la historia la conocemos por haber estado cerca de ella, por los diálogos que tuvimos con la trabajadora social de la sala médica de su área y con el equipo trabajo de la guardería de su hijo más chico, y es la parte que da cuenta de su nueva partida desde Aluminé a Bahía Blanca después de juntarse con el que fue el padre de los cuatro hijos que nacieron en esta ciudad. El hombre con el que armó su familia era de su mismo lugar de origen, tenía un mercadito en el barrio Villa Nocito, había sido también pastor de una iglesia evangélica y se consideraba un hombre exitoso. Cuando fuimos a su vivienda y comercio pudimos ver que en la fachada aún conservaba el cartel que identificaba al lugar como una iglesia evangélica. Esta historia nunca la grabamos, debido a la carga emotiva de todas las situaciones que fueron realmente de mucha violencia. Fueron varios los momentos en los que pudimos ver que su ex-esposo consideraba que el tenía derechos sexuales sobre ella, la obligaba ir a su casa para que poder estar con sus hijos, había logrado sacarle la tenencia de los hijos y la llamaba para que los cuidara, ante los ojos de su nueva esposa, una mujer con la que nunca pudimos hablar. La última vez que ocurrió una situación de este tiempo fue cuando L.C. fue enviada a esta casa desde el hospital porque el ranchito donde ella vivía no reunía las condiciones para albergarla mientras estaba con un tratamiento de quimioterapia, sin embargo, la historia volvió a repetirse y la atacó sexualmente. Unos meses después falleció. 5- Mi marido decía que los mapuche tenían muchas mujeres y yo le dije: “a vos ni se te ocurra” Citaremos fragmentos del relato de vida de R. H. realizado el marco de uno de los Talleres de Historia y Memoria en el barrio Vista Alegre en 2001 (Nacida en Los Menucos, provincia de Río Negro, en 1942). Yo se que mi mamá era familia de los Namuncurá, venía a ser sobrina del cacique Namuncurá, por intermedio de – no sé cómo venía el parentesco- el asunto es que mi papá todavía lo recuerda y el dice: ‘yo soy sobrino de Namuncurá’ [el matrimonio entre primos –cruzados- fue una característica del parentesco mapuche]. Tenían campo en San Ignacio, por San Martín de los Andes, llegando a la Cordillera, tenían un campo muy grande, incluso tenían chacras, eso fue herencia de mi abuelo Mariano, el papá de mi mamá. Ellos quedaron en el campo ese, era un campo y una chacra muy grande, o sea que toda esa parte de San Ignacio tenía un límite tremendo, después de la caída, que creo que fue con Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 159 Pliegues y repliegues del género y la memoria Rosas, fue entonces cuando él repartió su campo, quedaron los más cercanos de la familia de él con un límite de campo, que ya le digo, quedó mi abuelo. ¿En San Ignacio? Por Copahue, por allá, se llama San Ignacio3 El abuelo Mariano le dejaba el campo a la hija, es decir a la señora de mi papá, para que dividiera a todos los hijos, le iba a tocar la parte de la chacra a todos los hijos, pero mi papá no quiso ir, estaba instalado el Paraje Los Menucos, afuera, en Comicó, ahí tenía mi papá campo y no quiso ir, dijo que se tenía que cruzase todo en mulas, con chatas –porque antes no había ni camiones- y no le convenía. Dijo que los caballos no iban a resistir. Mi papá tiene 90 años y está muy bien, vive en Villa Rosario, cerca de la terminal. ¿Cuánto hace que está en Bahía? Yo que vivo acá en Bahía hace veintipico de años. Me vine de grande, después de casada, con los chicos. Estuve en muchas partes, de mi casa me fui cuando tenía ocho años, nueve años, me mandaron a criarme a una casa, a trabajar. Así que yo volví a mi casa cuando tenía catorce años, pero no me quedé en mi casa, yo me casé a los veintitrés años y viví en toda la zona de Chubut, conozco todo: Trelew, Rawson, Playa Unión –vivimos dos años-, en Trelew vivimos dos años también, mi marido era contratista de obras, después nos vinimos a Cutral Co, de ahí nos vinimos a Bahía, después que murió mi marido. Esta historia fue publicada en un cuadernillo que daba cuenta de lo narrado en este taller, en el cual R.H. participó activamente orgullosa de su identidad mapuche y de su cercanía a Ceferino Namuncurá, situación que deslumbraba a algunas de sus compañeras del aula (las que no son evangélicas) y a las maestras. Como tantas mujeres mapuche que viven actualmente en Bahía Blanca, dejó su casa de niña, la mandaron “a criarse a una casa”. En uno de los talleres de historia salió el tema de la poligamia relacionado con la historia de los Calfucurá-Namuncurá. En esa oportunidad se habló de las esposas de Calfuncurá, entonces ella dijo contundentemente: “Mi marido siempre decía que los mapuche tenían muchas mujeres y yo le dije: ‘a vos ni se te ocurra’”, esto provocó el apoyo de sus compañeras que aseguraron que estaba bien ser decidida y no permitir que los hombres hagan lo que quieran, sostuvieron que las mujeres “se tienen que hacer respetar”, en este caso ninguna pensó que lo que estaba en juego era el desconocimiento de una pauta cultural mapuche avasallada por la cultura hegemónica a la que ellas muchas veces denostaron. En este grupo había muchas mujeres llegadas desde Chile y según venimos viendo desde que realizamos la tesis doctoral casi todas habían tenido alguna relación con el pueblo mapuche y pudimos ver que tenían una valoración muy positiva de su cultura y de su gente, sin embargo ninguna aprobaba la poligamia (Hernández, 2002). 3 160 En 2009, en el paraje San Ignacio –ubicado a 60 km de Junín de los Andes- se realizó un santuario a Ceferino Namuncurá y se depositaron sus restos allí. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández Análisis de los testimonios orales En el primero de los testimonios el punto nodal lo ubicamos en la valoración positiva de la bigamia en tanto forma de organización familiar mapuche que servía a los objetivos de un pueblo perseguido y masacrado. Un hombre con más esposas tenía más hijos, tan necesarios para asegurar la continuidad del pueblo mapuche, según el razonamiento de A.C. La emisora del testimonio tiene buenos recuerdos de su vida en el seno de una familia en la cual su padre era bígamo, en todo momento pensó que “antes era así”, que los problemas se suscitaron después de la muerte de su padre fueron consecuencia de la avaricia de sus medios hermanos. Para ella se trató de problemas puntuales no estructurales, que podrían haberse dado en cualquier contexto cultural. Ella no se mira en el espejo de la familia nuclear “occidental”, más bien busca encontrar la lógica mapuche. Acepta que la bigamia ocasionaba disputas entre las mujeres pero no considera que esto fuera realmente una problemática muy diferente a las que tienen las familias en general. En el segundo testimonio, de A.Ñ, la memoria sobre el pasado se centra en el recuerdo de una madre trabajadora porque no había un padre, ya que éste estaba siempre de paso porque tenía otra familia. Esta madre fue demasiado exigente, aunque esto era compensado por la presencia de un abuelo muy bueno. En ningún momento pensó que se trataba de una “costumbre mapuche”. Sus memorias se articulan en torno al trabajo excesivo en su infancia, luego el cuidado de sus hijos por parte de ella y su esposo –la enfermedad de uno de ellos los llevó a radicarse en Bahía Blanca- y por otra parte las ganas de aprender a leer y a escribir. Más allá de los testimonios, vimos por años sus esfuerzos por escribir su nombre, las miradas compasivas a sus propias manos y al reuma, al que consideraba una consecuencia del trabajo excesivo. Inferimos que para ella la legitimidad –aunque sea en el plano privado- de la bigamia entre los mapuche fue un problema, en ningún momento pensó que esto podía tener algún elemento positivo. En los dos casos siguientes, los de C.P. y L.C. el significado de la bigamia ya no se lo piensa desde la experiencia de la familia de origen, en la cual el bígamo era el padre, sino que es la propia experiencia en la cual sus esposos o ex-esposos esperaban detentar con este privilegio que ellos consideran un derecho. A través de estos testimonios intentamos de alguna manera hacer audible las voces de las mujeres que en los últimos años pasaron por la experiencia de estar unidas a un hombre que tenía otra mujer y consideraba que esto debía ser aceptado. En los dos casos se trata de mujeres más jóvenes que las anteriores. Además, ambas eran el blanco de la violencia Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 161 Pliegues y repliegues del género y la memoria de sus parejas, aunque de alguna manera esto excede al tema que estamos analizando, dado que no tenemos espacio para analizar cómo se puede llegar a conjugar la violencia de género en estas situaciones de diversidad y desigualdad cultural. En ambos casos el peso del arquetipo de la familia monogámica, ha generado muchas contradicciones para pensar en su propia experiencia de vida. Por momentos la condición de considerarse mapuches –que algunos momentos habían manifestado con orgullo- pasaba a ser visto como un hecho que las ubicaba en el centro de muchas tensiones, ya que aquello que les ocurría no era ajeno a su cultura de origen, a la que defendían. Los relatos de vida de ambas están atravesados por estos conflictos. Podríamos decir que el punto nodal de estos documentos orales es la visibilización de la existencia de la poligamia en espacios urbanos contemporáneos en contextos de violencia de género. Por último, el testimonio de R.H. nos pareció significativo en cuanto da cuenta de un relato de vida en el cual la identidad mapuche se relaciona con un ícono del catolicismo como es la figura de Ceferino Namuncurá. En este caso hay un fuerte rechazo a la idea de la poligamia, pero en el contexto del testimonio nos parece que este rechazo no se debe solamente a la imposición de un ethos cristiano, sino que veían a la poligamia como una atribución masculina que dejaba a las mujeres en un plano de desigualdad que no estaban dispuestas a aceptar. En este “centro” de alfabetización concurrían solo mujeres que habían permanecido mucho tiempo juntas, además había una maestra que lograba que se generaran espacios de diálogo, en los cuales eran posibles intercambiar ideas y pensarse como grupo. En estos talleres vimos que el punto nodal para las participantes era que consideraban a la poligamia algo equivalente a la infidelidad, un “derecho” que han tenido y tienen los varones, pero que ellas no estaban dispuestas a aceptar. Palabras finales Hemos realizado un recorrido sobre los recuerdos y memoria de la poligamia masculina que surge de un trabajo etnográfico centrado en prácticas de la historia oral, en el análisis de testimonios orales recopilados en nuestros trabajos de campo. El tema central del trabajo es analizar las memorias existentes acerca de la poligamia masculina desde una perspectiva de género que se hace preguntas e intenta tener en cuenta a las tensiones entre universalimo-particularismo. Intentamos un análisis situado en un entramado de la memoria y el género para aproximarnos al tema/ problema de la poligamia masculina, que sin dudas constituye un recuerdo relevante 162 Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 Graciela Hernández y genera memorias encontradas a las que analizamos a partir de la identificación de puntos nodales, siguiendo la propuesta de Saltalamacchia para la historia oral. Intentamos comprender los sentidos que se le pueden dar a la poligamia masculina en los distintos testimonios recopilados. Nos pareció importante señalar que para ahondar en las memorias sobre la familia tenemos que reconocer el peso de las imágenes impuestas por sistema colonial con sus construcciones de género que organiza memorias y recuerdos a partir del uso de la facultad mimética. Estamos pensando en la mímesis que reproduce al sistema colonial, tal como la planteó Taussig, pero también en la que identifica a la pareja heterosexual conformada por un varón y una mujer como el único modelo a seguir, tal como lo señala Butler. A partir de este análisis, producto de un estudio centrado en una metodología cualitativa etnográfica, podemos afirmar que al menos para una de nuestras interlocutoras que su padre fuera bígamo le parece un hecho positivo, una particularidad cultural que tuvo un sentido y ella lo reivindica, mientras para las demás mujeres, en situaciones diferentes, la bigamia ha sido un problema o la ven como algo negativo. La mirada positiva sobre la bigamia masculina surge de una mujer que ha participado en varias instancias reflexión y participación política en eventos de revalorización de las culturas de los pueblos originarios. En los otros casos las mujeres con las que trabajamos han sostenido que el género femenino en general tiene menos derechos que el masculino y consideran que la poligamia se alinea en este sentido, es decir, refuerza las asimetrías de varones y mujeres en las sociedades contemporáneas. La escasa defensa de la poligamia que encontramos en estos testimonios no significa desconocer que pueden surgir nuevas valoraciones sobre esta práctica, tanto desde el reconocimiento de las culturas no hegemónicas -como la de los pueblos originarios-, como desde la diversidad sexual –que propone nuevas formas de organización familiar- e interpelen a las imposiciones de la monogamia heterosexual como único camino a seguir. Bibliografía BARTOLOMÉ, Miguel Ángel (2007), Librar el camino. Relatos sobre antropología y alteridad, Buenos Aires, Antropofagia BERTAUX, Daniel (1999), “El enfoque biográfico. 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TAUSSIG, Michael (1993), Mimesis and Alterity; A Particular History of the Senses, New York, Routledge Recibido: 29 de abril de 2016. Aceptado: 8 de julio de 2016. Segunda época, Volumen XX, 2016, 145-165 165 Jesús Jaramillo “ANDAR TODO EL DÍA”: CONSTRUCCIONES DE GÉNERO DE NIÑOS Y NIÑAS EN ESPACIOS URBANOS “Walk all day”: constructions of gender of children and girls in urban spaces Jesús Jaramillo Becario CONICET Universidad Nacional del Comahue Resumen En este artículo analizo los sentidos del “andar” otorgados por un grupo de niños y niñas con los que realicé una investigación etnográfica, con el objetivo de reconstruir las prácticas de género agenciadas en el contexto urbano de la ciudad de Neuquén, provincia homónima, situada al norte de la Patagonia Argentina. Específicamente, el trabajo apunta a visibilizar la manera en que los movimientos de los niños y las niñas por el barrio conformaban un uso y una construcción particular de la espacialidad que funcionaba como significante clave en las relaciones sociales y, más específicamente, en los modos de construir social y simbólicamente identificaciones con la masculinidad. De este modo, focalizo en las construcciones de género como mecanismo de socialización y estrategia cotidiana para la vida local. Palabras claves: género, identificaciones masculinas, socialización, etnografía con niños y niñas, espacio urbano Abstract In this article I analyze the meanings of “walk” granted by a group of children with conduct an ethnographic research, with the aim of reconstructing gender practices are agency found in the urban context of the city of Neuquén province, located north of Patagonia Argentina. Specifically, the work aims to visualize how the movements of the children in the neighborhood formed a use and a particular construction of spatiality that functioned as a key signifier of social relations and, more specifically, Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 167 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos modes social construct and symbolic identification with masculinity. Thus, I focused on gender constructions as a means of socialization and everyday strategy for local life. Keywords: gender, masculine identifications, socialization, ethnography with children, urban space Sumario: Introducción. El escenario y el trabajo de campo. De un lugar a otro: movimientos esencialmente masculinos. La espacialidad de la construcción masculina. Virtudes y distinciones masculinas: lo que “hace andar”. Conclusiones E Introducción ste trabajo recupera algunos resultados parciales de mi tesis de maestría sobre procesos de socialización de niños y niñas en contextos urbanos1, en el marco de una investigación etnográfica colectiva desarrollada en un barrio periférico de la ciudad de Neuquén, al norte de la Patagonia Argentina2. Allí indagué, a través de la incorporación de un grupo de niños y niñas colaboradores, los sentidos y prácticas puestas en juego en las identificaciones con la masculinidad desplegadas en su vida cotidiana. Las prácticas y dinámicas barriales, y el conjunto de relaciones sociales que mis colaboradores agenciaban, jugaban un papel fundamental en sus procesos de socialización, en los que iban produciendo y reproduciendo identificaciones de género como mecanismo de sobrevivencia cotidiana. En los últimos veinte años, diversos trabajos de corte etnográficos han situado a los niños y las niñas como actores sociales partícipes de la dinámica cultural y sus actuales procesos educativos (Holloway y Valentine, 2000; Christensen y O’Brien, 2003; Cohn, 2005; Milstein, 2008 y 2013; Padawer, 2010; Szulc, 2011; Tammarazio, 2014; entre otros). Estas investigaciones describieron en diferentes contextos principalmente urbanos y a través de distintos abordajes metodológicos, los aprendizajes subyacentes a las prácticas de niños y niñas para la reproducción social. Y al hacerlo, profundizaron el debate sobre las condiciones actuales de socialización en 1 Tesis de maestría “Masculinidades al andar. Identificaciones y procesos de socialización en un grupo de niños de la ciudad de Neuquén”, Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, julio de 2015. Directora: Dra. Diana Milstein 2 Proyecto de Investigación “La escuela y las infancias: otras dimensiones de lo político. Un estudio etnográfico en escuelas primarias de la ciudad de Neuquén”, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional del Comahue, 2010-2012; y Proyecto PICT 1356-2010 “Un nuevo lugar social para la escuela estatal. Entre la irrupción de la política y la emergencia de nuevas infancias y adolescencias”. Investigadora Responsable: Diana Milstein. Financiado por ANPCYT/FONCYT – Préstamos BID 2437. 168 Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo la medida que exaltaron otros modos de aprender la vida social y cultural, muchas veces en contradicción con las formas legítimas de socialización que las instituciones modernas como la familia y la escuela supieron mantener por largo tiempo. En la profundización de esta perspectiva analítica la intención del artículo es explorar las construcciones de género desplegadas por los niños y las niñas en sus experiencias cotidianas, en particular en espacios urbanos de sectores populares del interior del país3. Para ello, el trabajo plantea inicialmente una breve descripción del escenario y el trabajo de campo de una investigación en colaboración realizada en el barrio “Toma Norte” a partir de 2010, y se detiene luego en los modos en que los movimientos del “andar” por el barrio conformaban un uso y una construcción de la espacialidad que funcionaba como significante clave en las relaciones de género y, más específicamente, en los modos de construir social y simbólicamente identificaciones con la masculinidad. El conjunto de estas descripciones permitirá comprender las relaciones sociales constitutivas de los espacios barriales, algunos de los principios distintivos que los niños y las niñas ponían en juego en sus procesos de identificación y diferenciación, así como los procesos a través de los cuales aprendían a integrarse al flujo de la vida social local. Este recorrido analítico incluye, al menos, tres encuadres teóricos fundamentales e ineludibles que deben ser explicitados en la medida que iluminan el argumento del trabajo: me refiero al género, los movimientos del “andar” y el espacio. En cuanto al primero, retomo los análisis críticos de West y Zimmerman (1999:111) para entender el género como un logro rutinario, metódico y recurrente, un hacer relacional y situado realizado en presencia de otros que actúan como referentes constantes de esa producción genérica. En consecuencia, “Más que una propiedad individual, consideramos el género como un elemento emergente de situaciones sociales: es tanto el resultado como la razón fundamental de varios arreglos sociales y un medio de legitimar una de las divisiones más fundamentales de la sociedad”. Para desarrollar las implicaciones de esta afirmación, no sólo me detengo en las clasificaciones de categorías inherentes tales como niña o niño, o varón y mujer, sino que describo un tipo de práctica social de género – el “andar” – realizada a través de la interacción cotidiana con los otros. Esto nos lleva al segundo encuadre teórico, los movimientos del “andar” considerados prácticas sociales que expresan modos de pensar y de sentir, anclados esencialmente en un modo particular de vivir la niñez en el barrio. Marcel Mauss (1979) fue quien advirtió el carácter simbólico y por lo tanto social del caminar, destacando con ello la incorporación de un habitus a través 3 Agradezco a Carmen Reybet los comentarios y sugerencias efectuados, que permitieron mejorar sustantivamente esta nueva versión del texto para su publicación. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 169 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos de la mediación práctica de una cultura o grupo social particular. Sus planteos retomados y teorizados luego por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1991) fueron los que establecieron definitivamente para las ciencias sociales la necesidad de pensar al cuerpo como producto social modelado por condiciones materiales y culturales de existencia en tanto se incorporan disposiciones más o menos permanentes, que incluyen la postura corporal, las maneras de moverse, de hablar, de oler, de mirar, de percibir, de clasificar y jerarquizar. Ambos autores advirtieron la experiencia de socialización al caminar en la medida que existe un aprendizaje corporificado de una sintonía con el medio y con otros, un estilo y un ritmo particular, una manera de mirar y vínculos muy especiales y particulares de cada lugar. Estos planteos teóricos dialogan directamente con otros, cuyos objetos de estudio han articulado género, niñez y espacialidad. En este sentido, los clásicos de Barrie Thorne (1993), Doreen Massey (1994) y las compilaciones de Holloway y Valentine (2000), así como de Christensen y O’Brien (2003) me ayudaron a mirar las prácticas masculinas de acuerdo a cómo los espacios de la calle, las “bardas”4 y canchas de fútbol eran habitados por los niños y las niñas. En este punto, las lecturas más generales de Lefebvre (1974) y De Certeau (2007) resultaron sustanciales para mirar analíticamente el espacio habitado, vivido y representado, y no solamente geométrico, homogéneo y abstracto (Segaud en Lemay, 2009). Estas dimensiones adquieren especial relevancia para el caso que propongo analizar, en tanto que los discursos y las prácticas de mis colaboradores constituían un posicionamiento diferente en el barrio vinculado a los espacios que recorrían y las relaciones de género que con ello producían. El escenario y el trabajo de campo El barrio al que se refiere este artículo está situado en una geografía extensa particular: suelos más o menos irregulares que ascienden hasta las “bardas”, especie de terrenos arcillosos y ondulados con alturas que no superan los 150 metros de altura debido a la erosión del viento, propio de la zona de mesetas en la que se encuentra ubicada la ciudad capital de Neuquén. Allí se concentraron los grupos más desfavorecidos de los recursos económicos. Dicho proceso de movilidad poblacional, había comenzado a notarse ya en los años 1960 en el contexto político y económico del partido que desde hace cincuenta 4 170 Respecto de esto me referiré en el apartado sobre escenario y trabajo de campo. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo años gobierna la provincia: el Movimiento Popular Neuquino5. En esos momentos, el auge del petróleo, gas y la construcción de obras hidroeléctricas en la provincia constituyó una posibilidad de puestos de trabajos para grupos de familias que estaban sufriendo las consecuencias de políticas restrictivas en el plano nacional y aquellas provincias que no otorgaban posibilidad de cubrir las necesidades básicas del trabajo, salud y vivienda. Sin embargo, fue en los años 1990 cuando se produjo un crecimiento poblacional desmesurado en la zona de “bardas”6. Al fenómeno de la migración externa se sumó la situación social y económica regional, por entonces la desocupación que era del 7% a comienzos de la década, pasó al 17% en 1995; a lo que se agregaba la subocupación, la marginalidad y pauperización creciente (Favaro, 2002). El origen del barrio “Toma Norte” data de aquellos años, momento en que el gobierno provincial construyó allí algunos planes de viviendas con trabajadores traídos desde el interior, otras provincias –principalmente del norte argentino– y países limítrofes –como Chile y Bolivia–, que optaron por la “toma” de terrenos para construir sus casas y radicarse en la capital. Más adelante, en los inicios del nuevo siglo, fueron los grupos de familias pertenecientes a otros barrios populares de la ciudad los que ocuparon terrenos en la zona. Al momento de hacer trabajo de campo vivían allí unas 800 familias, algunas pocas ligadas a empleos estatales –municipio, escuela, policía y hospital–, y la mayoría ligadas al trabajo en la construcción, temporario e informal, y a subsidios estatales. Estas condiciones socioeconómicas y políticas afectaron a los hombres, a las mujeres, a los niños y niñas, así como a las dinámicas del espacio en tanto limitaron o posibilitaron relaciones sociales –en las cuales el género jugó un rol importante– que ayudaron a valorizar y aprovechar esos espacios alejados del centro de la ciudad. Con la intención de acercarme a ese mundo social y compartir, observar y escuchar sus experiencias cotidianas, el trabajo de campo incluyó la incorporación de un grupo de niños y niñas colaboradores durante dos etapas. Esta experiencia realizada en el marco de un proyecto más amplio, abarcó los meses de junio a diciembre en 5 El MPN, así nombrado localmente, es un partido provincial fundado en 1961 con la figura de Felipe Sapag en el contexto de la proscripción del peronismo. Durante los años ’90, sus gestiones respaldaron las políticas nacionales del entonces presidente Menem que establecieron, entre otras cosas, la privatización de la empresa nacional YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), concentrada en las localidades de Cutral Có y Plaza Huincul, ubicadas a unos 100 km de la ciudad neuquina. 6 Alrededor de catorce fueron los barrios que comenzaron siendo “tomas” en la zona, lugar donde aproximadamente reside un tercio de la población actual de la capital. No obstante, muchas de estas “tomas” no figuran en los mapas municipales y tampoco son considerados barrios aunque algunas cuenten con servicio de luz, agua y/o tenencias de terreno precarias. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 171 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos 2010 y de marzo a octubre en 20117. En esos primeros meses, el grupo lo conformaron ocho niños y tres niñas: Violeta, de 9 años; Fernanda, Ernesto y Yony de 14, 15 y 10 años, respectivamente; y Alejandro, de 7 años. Al poco tiempo se sumaron Ruth y Elías, de 14 y 12 años, respectivamente, hermanos de Violeta; y más tarde, Yon, Marcos, Pedro y Nico, que tenían entre 11 y 12 años y jugaban en el mismo equipo de fútbol junto con Elías. En el segundo año, el grupo se terminó de conformar por siete niños y dos niñas: Violeta, Ruth, Elías, Yon, Marcos, Pedro, Nico, Jorgito y el “Pipi”. Estos dos últimos de 10 y 12 años de edad, respectivamente. Con el grupo utilizamos metodologías y técnicas antropológicas para que los niños y las niñas adoptaran el rol de etnógrafos y registraran su cotidianidad no sólo en palabras sino también en registros escritos, de audio, y a través de imágenes. Para ello, se programaron una serie de actividades según las propuestas y los intereses del grupo orientadas a realizar conversaciones grupales, caminatas por el barrio, observaciones, entrevistas a vecinos, registros fotográficos, dibujos de planos, visitas a sus casas y recorridos por las “tomas” aledañas. El conjunto de estas actividades, que muchas veces eran simultáneas y ocurrían en períodos de tres a cuatro horas con mayor frecuencia los fines de semana, fueron plasmadas en un libro de cartón confeccionado por el grupo y titulado “Conociendo Toma Norte”. De manera que la investigación en colaboración fue fundamental para conocer de primera mano los significados y las prácticas que estos niños y niñas organizan en torno al género y el uso de los espacios. (Figura N°1: Mapa del barrio elaborado por Lucas. El mismo aparece en la Sección “Planos” del Libro “Conociendo Toma Norte”). De un lugar a otro: movimientos esencialmente masculinos En el barrio los encuentros con el grupo eran modificados sobre la marcha, mayormente las veces que los niños y las niñas se demoraban en llegar al comedor comunitario o, una vez en el lugar, sabíamos que estaban en la vereda de alguna casa, la “canchita” o algún festejo barrial. En una oportunidad, decidimos con mi compañera salir a buscarlos. Comenzamos a caminar cuando a lo lejos vimos un grupo de varones que venían a nuestro encuentro. Eran Elías, Yon, Nico, Claudio y otros tres compañeros de fútbol de los que no recuerdo sus nombres. Caminaban en hilera, uno al lado del otro, todos masticando chicles y chupetines, uno de ellos cargaba una caja de alfajores. Muy eufóricos se acercaron hacia nosotros: 7 172 En el transcurso de esos años, el trabajo de campo lo realicé de manera conjunta con la directora del proyecto, un grupo de colegas de la facultad –María Teresa Pujó, Carmen Reybet, Silvina Fernández–, y una colega de España –Raquel Borrero López– durante el periodo que realizó una pasantía de investigación. Por eso el uso del plural en este apartado. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo Yo: -¿Y de dónde vienen? Elías: -¡¡De una fiesta!! (…) –exclamó gritando. Yo: -¿Cómo no nos invitaron a la fiesta? Claudio: -Porque llegaron muy tarde… Elías: -Ni sabíamos que había fiesta nosotros Yo: -¿Y cómo se enteraron? Elías: -Y porque fuimos a jugar –dijo con voz gruesa Claudio: -Fuimos a jugar y pintó Yon: -¡Vamos a la fiesta! –gritó al grupo (Registro de campo, 20 de agosto de 2011) Las conversaciones fueron simultáneas y tocaron diferentes temas, pero nuestro interés y el del grupo por saber más de las “fiestas” en el barrio hizo que nos acercáramos a otro festejo similar organizado por una de las iglesias evangélicas. Esto me hizo suponer que del mismo modo que los niños se habían enterado de la fiesta andando por las canchas, nosotros supimos de los festejos del niño andando por el barrio. La frase “fuimos a jugar y pintó” indicó la espontaneidad de la actividad, y el “vamos” de Yon la forma de participar en grupo. “Andamos desde las diez de la mañana” dijeron los niños en referencia al partido que habían disputado y al festejo del que habían participado luego. Es decir que gran parte de ese día habían estado en contacto con esas personas. Y si bien se los notaba cansados, los varones se mostraron dispuestos a seguir caminando y participar de esas “otras” fiestas como la de la iglesia. En cada una de esas instancias en que les preguntaba cómo sabían de alguna actividad, el argumento era el mismo: “Salimos y pintó”. En cierta forma, aquello me conectaba con la manera que tenían los varones de embarcarse en las actividades barriales y la forma particular de estar entre varones vinculado al “andar”. Sin demasiada anticipación, los varones decidían qué hacer sobre la marcha, sobre todo cuando la actividad en las que estaban llegaba a su fin –el final de un partido de fútbol, por ejemplo– o cuando el interés era mayor, como lo fueron esas “fiestas del niño”. Esto le permitía no sólo participar de actividades como las que acabo de describir, sino también relacionarse con diferentes actores sociales como los dirigentes y los jugadores de la liga de fútbol, los encargados del comedor comunitario, los dirigentes políticos, los responsables de iglesias, los policías y organizaciones de distinta índole. En el caso de las niñas, sus participaciones y relaciones con frecuencia eran contempladas en función de las tareas del hogar, por lo que varias veces tuvieron que negociar algún permiso para “andar” por el barrio. Una mañana la mamá de Fernanda nos dijo que no la dejaba ir porque la tenía que ayudar a “colgar Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 173 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos la ropa”. Estas tareas y otras como las de cuidar algún sobrino o hermano pequeño, lavar los pisos y acompañar a sus madres para las compras, eran actividades frecuentes en las niñas que las demoraban en llegar a los encuentros o les impedía participar de las actividades en el barrio. Estas responsabilidades asumidas por las niñas y reforzadas por las familias, hacían que las posibilidades de moverse de un lugar a otro para participar de eventos y relacionarse con diferentes actores sociales, fueran mayores para los niños. Podríamos decir entonces, que estas conductas funcionaban como un principio de diferenciación de género, adaptado y reproducido mediante disposiciones que se hacían pasar como naturales o eternas al ser incorporadas y programadas en el juego simbólico de las estructuras del espacio –ayudar hacer las tareas de la casa vs “andar” en la calle– y las estructuras del tiempo –más o menos permiso de participar del grupo. Según Bourdieu (1998), los esquemas mentales y corporales de apreciación, pensamiento y acción que estructuran el habitus de cualquier grupo social son, en su aspecto más primario, esquemas de género resultantes de la división sexual del trabajo y de la división social del trabajo sexual. Esto quiere decir que en las sociedades modernas la división entre sexos se presenta en estado objetivado en el mundo social y en las cosas (en la casa por ejemplo, con todas sus partes sexuadas), y en estado incorporado, en los cuerpos y habitus de sus agentes. Esto presupone en nuestro trabajo que las conductas y actitudes tanto de las niñas como de los niños, eran sustentadas por una práctica en apariencia normal y natural, apropiada para sus categorías sexuales. Mientras que las niñas debían anticipar a sus madres lo que tenían ganas de hacer en el día y las actividades de las que querían participar, los niños tenían mayor permiso para involucrarse en una actividad después de otra y decidir los lugares en cuáles participar. El argumento de fondo era que el “andar callejeando” implicaba una conducta de masculinidad y no de feminidad. En las niñas, esas diferencias de género también eran establecidas en relación a ciertas diferencias etarias. Violeta, por ejemplo, era la menor de las niñas y la que tenía mayor permiso para “andar” por el barrio y participar del grupo de colaboradores. Era la primera que solía esperarnos en la puerta del comedor y la que participaba sin ningún régimen de horario, incluso la única que estuvo en casi todos los encuentros que mantuvimos con los niños. De manera que los recortes etarios o los distintos momentos de la vida de las niñas coadyuvaban a reforzar la esencialidad de su género. Las responsabilidades que las niñas asumían en sus hogares ocurrían de acuerdo a la percepción que ellas y sus adultos hacían respecto del ser “más chica” o “más grande”. Esta clasificación condicionaba de alguna manera los usos del tiempo de “andar callejeando” en las niñas y por lo 174 Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo tanto las maneras de habitar los espacios. En cierto modo este era un argumento válido para habilitar ciertos permisos para Violeta. Sin embargo, aún cuando esos permisos podían sugerir alguna contradicción de roles al asumir Violeta comportamientos asociados con la masculinidad como el “callejear”, su persona estaba sujeta a una evaluación en términos de conceptos normativos de actitudes y actividades apropiadas a su categoría sexual de niña y debía probar entonces que era un ser esencialmente femenino (West y Zimmerman, 1999). Por lo tanto, siguiendo estos mismos planteos teóricos, el ser un niño o una niña en “Toma Norte” no era sólo asumir roles, sino fundamentalmente ser competentemente femenino o masculino, es decir, aprender a producir demostraciones de comportamiento identificados con la feminidad o masculinidad esencial. En los apartados que siguen me ocuparé en analizar esas demostraciones realizadas por los niños a través de la interacción como parte de la socialización del género masculino. La espacialidad de la construcción masculina Espero haber dejado claro que la práctica del “andar” era un atributo masculino antes que femenino. Los movimientos de un lugar a otro fueron permanentes en los niños, así recorrimos los espacios de la calle, la “barda” y canchas de fútbol, y al mismo nos relacionarnos con actividades y referentes barriales. Estos niños tenían un conocimiento detallado sobre las formas de ocupar esos espacios y las relaciones sociales que lo constituían. “Andamos siempre por acá” y “sabemos el camino de memoria, somos re capos”, solían decir los niños a medida que atravesábamos los lugares. Tanto lo recorrían que sabían, por ejemplo, hasta del lugar apropiado para hacer un descanso, donde conseguir un kiosco o mercado y también anticiparnos en detalle lo que podíamos encontrar al caminar: “bocha de gente”, “casas más grandes”, “canchas más feas”, “un montón de árboles”, así como las casas de familiares y conocidos. En esos recorridos las niñas acompañaban el “andar” del grupo, hacían comentarios y conversaban entre ellas, con los niños y los/as investigadores/as, sin embargo muy pocas veces fueron las que propusieron u orientaron recorridos. Frente al caminar de los niños que solía ser disperso y apurado para guiar los recorridos, las niñas tenían un andar más pausado, un ritmo que podía seguir y que solíamos compartir tomados del brazo. Sin embargo, aquello no era una limitación para que también las niñas ocuparan esos espacios públicos. Una mañana estando en una cancha cercana al barrio, mientras los varones se ponían las camisetas y yo buscaba un lugar para sentarme, Ruth me avisó que se volvía a su casa. Aquello me había preocupado porque minutos antes tanto Ruth como Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 175 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos su hermana dijeron no conocer la cancha en la que estábamos y tampoco el camino que habíamos realizado para llegar. Entonces le pregunté desconcertado como iba a hacer si no sabía el camino, pero su respuesta fue categórica: “yo me acuerdo”. Acordarse el camino fue la manera que tuvo Ruth de reafirmar un desconocimiento del recorrido y al mismo tiempo un reconocimiento de las formas que tenía de moverse en el barrio. Como la mayoría de las personas del barrio, el caminar era una práctica diaria en la vida de Ruth y las niñas. Para juntarse en alguna casa, acudir al comedor, las clases de apoyo, participar de las “fiestas” y asistir a la escuela, las niñas debían caminar por el barrio y atravesar algunos lugares próximos al mismo. Es decir que las niñas sabían “callejear” y conocían muy bien los espacios del barrio. En un trabajo anterior (Milstein, Pujó y Jaramillo, 2011), advertimos el modo particular en que las niñas miraban el barrio al trepar una de las “bardas”. Mientras los varones corrían, caminaban, tiraban algunas piedras y se apoyaban contra el alambrado para conversar con un policía, Fernanda señaló desde arriba “la parte de mayor pobreza” refiriéndose a un conjunto de casillas de madera y nylon construidas al pie de la “barda”. Esa indicación de Fernanda establecía miradas y saberes diferentes ligados a vínculos familiares. Así como los varones sabían de lugares, historias y personas, las niñas sabían de miradas. Allí donde los adultos y los niños veíamos parecidos de colores y construcciones, Fernanda señaló diferencias de casas y grupos sociales: los pobres y los “más pobres”. En tal caso, estos relatos reflejan las tácticas de apropiación que utilizaban los niños sobre espacios que no les pertenecían exclusivamente. De Certeau (2007:116) al pensar en las artes del hacer con que las clases populares inventan lo cotidiano, advirtió que la acción del caminar producía temporalmente una apropiación del espacio y una distinción en las relaciones entre posiciones diferenciadas. “Andar es no tener un lugar”, afirma el autor y agrega: “se trata del proceso indefinido de estar ausente y en pos de algo propio. El vagabundeo que multiplica y reúne la ciudad hace de ella una inmensa experiencia social de la privación del lugar”. En esas prácticas del “andar”, los niños construían y transformaban en otra cosa cada significante espacial de “la Toma” en intersección y disputa con las niñas y otros varones que también caminaban el barrio y producían significantes. Esto último puede vincularse con lo que Doreen Massey (1994) llamó geometría del poder para enfatizar el carácter político del espacio como producto de acciones, relaciones y prácticas sociales. Esto implica reconocer que la producción del espacio es, en su misma constitución, un espacio de relaciones de poder. Al referirse entonces a las identidades de género, lo hace aludiendo a relaciones extendidas en un espacio sobre la base de negociaciones, conflictos, contienda entre distintos grupos, con 176 Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo intereses materiales y posiciones sociales muy diferentes. En ese sentido, evoca también un espacio más activo, el espacio como una simultaneidad de historias y una multiplicidad de trayectorias inacabadas y en vías de producción. “Espacio se crea a partir de la inmensa complejidad, la increíble complejidad de la interrelación y la no interrelación, y las redes de relaciones a cualquier escala, desde lo local hasta lo global (…). Al ver el espacio como un momento en la intersección de las relaciones sociales configuradas (en lugar de una dimensión absoluta) significa que no puede ser visto como estático. Además (…) el espacio, por su propia naturaleza, está lleno de fuerza y simbolismo, una compleja red de relaciones de dominación y subordinación, de solidaridad y de cooperación” (Massey, 1994:265, mi traducción). En esa coetaneidad de negociaciones y disputas señalada por la autora, los niños colaboradores producían una espacialidad al “andar” no sólo en la puesta en práctica del caminar, sino también en los relatos que dibujaron y que luego incorporaron como “planos” al interior del libro. En todos esos dibujos, la calle principal “Rode”, la cancha y la “barda” fueron espacios significativamente más grandes que otros. En el caso puntual del plano dibujado por Lucas –ver Anexo– se destaca además una parada de colectivo, un cerco, un arco, un espacio para un acilo, el “puesto de seguridad” y el “tanque de agua” sobre la “barda”, y más abajo dos escuelas primarias, una jardín y una comisaría. Lo particular de aquella actividad fue que Ruth y Fernanda no estuvieron ese día, sin embargo éstos y otros lugares ya habían sido nombrados, fotografiados y recorridos también por las niñas. Y aunque Violeta estuvo presente y también sabía de esos lugares, al tomar la hoja decidió copiar en silencio el plano tal cual lo hizo una de las investigadoras. Escenas como éstas refuerzan esa mayor apropiación que los niños hacían de los espacios públicos atribuyéndole una visibilidad masculina omnipresente. Apropiación que también hacían con sus relatos al dibujarlo, comentarlos y describirlos: el cerco y el arco tenían la inscripción “robados”, el asilo fue caracterizado como un espacio que también habían “robado” para su construcción, y las líneas de color verde de la cancha representaba lo opuesto a lo que realmente era en tanto afirmaban “acá tiene que haber césped”, “lo pinto de verde”, “así tiene que ser”, “acá jugamos nosotros”. Cuando le preguntamos a los niños sobre aquello que habían dibujado dijeron que se repetía la “canchita”, que aparecía en todos lados porque “ahí hacen entrenamiento y juegan a la pelota”, y porque “esa cancha es nuestra”, afirmó Elías. Tal era la identificación del grupo con la cancha, que al poco tiempo de conocernos algunos niños decidieron contarnos parte de la historia del barrio a través del espacio de la cancha: “ahí antes había una placita”, “antes había yuyo acá”, “esto era un descampado”, “les decimos a los políticos que arreglen la cancha pero no hacen Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 177 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos nada”. “Está la cancha, mi casa, la casa de Nico”, “yo vivo en frente de la cancha” explicó Pedro. Lejos de remitir esto a una masculinidad identificada con el deporte –en este caso el fútbol– como estrategia de despliegue de ciertas virtudes masculinas (Archetti, 2003), lo que estos niños establecían a través de la jerga futbolística era ante todo una virtud masculina de apropiación e interacción del espacio público. Aquella práctica deportiva los identificaba con la cancha pero también con la calle y las “bardas”, espacios que solían ocupar y que al mismo tiempo los incluía en una red de relaciones sociales con vecinos, organizaciones e instituciones barriales. A través de la concepción de esos espacios como propios, los niños expresaban su ubicación en las relaciones sociales. Esto era para mis colaboradores otra manera de hacer fútbol. De hecho, saber o no jugar al fútbol no era condición para hacerse varones. Jorge, por ejemplo, era considerado por sus compañeros “medio madera”, y Claudio “lenteja” haciendo alusión a su condición física, más gordo y grandote que el resto. El mismo Claudio que se mostraba incómodo ante las bromas de sus compañeros sobre lo apretado de su camiseta y el modo lento de moverse en la cancha, era festejado por el grupo cuando se movía ligeramente entre los bancos y las mesas del comedor, llegando a trepar con astucia una media estructura de cemento afuera del comedor. El mismo Jorge que corría todo el tiempo por la cancha casi sin tocar la pelota y acataba cada palabra de Elías sobre el juego, era el que improvisaba bromas durante los recorridos causando risas en el grupo. Estas situaciones además de diferenciar las distintas imágenes y conductas contenidas en la noción de masculinidad al interior del grupo, daban cuenta del rasgo distintivo de su masculinidad: el “andar”. Los varones movían sus cuerpos por el barrio y ocupaban los espacios con el tacto y la virtuosidad con la que jugaban al fútbol. En la sección “Lugares” del libro elaborado por el grupo, se muestra y describe la calle “Rode” ubicada por los varones “cerca de la canchita”; el ciber 312 “donde van muchos chicos a jugar a la compu”; el kiosco “la familia”; la garita del colectivo “donde pasa el 1A al frente del comedor”; una cancha de fútbol en la que suelen entrenar los varones con la referencia “hace tres semanas estaba así ahora está muy buena”; el club Maronese ubicada entre “La toma norte II y alto Godoy”; la barda roja “con hermosos colores rojizos” un poco más alejada; algunos techos de casas; la cancha Toma Norte “donde se realizan fiestas del grupo JEO8 para los niños” y una parte verde de la plaza. Lo que quiero resaltar, entonces, es la idea de que los niños 8 178 Se trataba de un grupo de jóvenes del lugar coordinados por una maestra y una psicóloga dependientes del Consejo Provincial de Educación, y Elisa, una vecina ligada al barrio y una iglesia. Sus actividades en el barrio consistían en ofrecer ayuda social a través de clases de apoyo, la copa de leche, venta de ropa y la organización de eventos barriales como el “día del niño” y “día de la familia”. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo del grupo habitaban los espacios de la calle, la cancha y la “barda” como forma de legitimar su masculinidad expresada en conocimiento, autonomía y jerarquía. El uso de esos espacios y otros alejados del barrio, dependió en buena medida de una táctica masculina explícita: los varones eran los “capos” y “genios” por conocer esos lugares más visibles y saber habitarlos corporalmente. En efecto, estos niños habían aprendido a “andar” y, a través de ello, a ocupar espacios y saber participar de relaciones que allí construían. Esto fue lo que posibilitó que dibujaran y comentaran los planos sin dificultad y mucho entusiasmo, así como la oportunidad de relatar sucesos y conflictos vividos en primera persona. Virtudes y distinciones masculinas: lo que “hace andar” He mostrado hasta aquí, que el caminar con otros –pares y adultos– era para estos niños un hacer rutinario que le permitía transitar las historias de un lugar, establecer contactos más allá del grupo y construir una espacialidad eminentemente masculina. Mostraré ahora, la manera en que el conjunto de esas situaciones sociales proporcionaban escenarios posibles para exhibirse como varones y, al mismo tiempo, aprender a serlo. Una mañana, luego de haber andado por arriba de una de las “bardas”, los varones decidieron descender por un camino alternativo. Así fue que caminamos por un sendero de tierra que conectaba con muchas de esas casillas de madera a las que Fernanda se había referido, y con perros que ladraban muy enfurecidos. Yo: -Tere –dije refiriéndome a mi colega– le tiene miedo a los perros Tere (investigadora): -Elías recién me mostró –hace el gesto como de tomar una piedra– y estos dos perros se fueron. Pero estos eran muchos, yo no me animo, ¿ustedes cómo hacen? Yon: -Pasas con un perro y le tienen miedo (…) Tere: -Bueno…ustedes…¿han pasado por acá? Yon: -Sí. No muerden los perros Tere: -Bueno, vamos.. Yony emprendió la avanzada. Elías también pero esperaba nuestro pasos lentos. Yon había decidió esperar a Diana, Raquel y Ruth que venían un poco más atrás. Yo: Esperemos que vamos juntos –había empezado a preocuparme (…) Nuevamente los perros empezaron a ladrar (…) Tere: -Yony, vayan ustedes que conocen un poco… Otra vez los ladridos hacia nosotros, pero cada vez eran más fuertes. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 179 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos Yo: -¡Esperen! ¡esperen! (Registro de campo, 4 de junio de 2011) Continuamos caminando y más adelante otra vez estuvimos rodeados de perros. Los ladridos nos asustaban cada vez más y hacían de nuestro caminar un paso muy lento, con temor a que nos muerdan. “Mírelo a los ojos –dijo Elías fijando su cabeza– y eso significa guerra para los perros”. Los perros no dejaban de ladrar y Tere otra vez temblaba. Decidimos acercarnos al caminar de una mujer de unos cincuenta años que salía de su casa de la mano de una niña: Yo: -Estamos rodeados acá, vamos todos juntos –dije en tono de broma– a ella la deben conocer Señora: -Sí Elías: -¿Le tiro esto? –mostrando una madera. Ruido de pies Señora: -Piedra hay que agarrar. Cuando se acercan los perros les tiras las piedras y listo. Yo hago así. Te desconocen los perros… (Registro de campo, 4 de junio de 2011) Esos movimientos de cabeza y formas de poner las manos no sólo hicieron pensar que los niños estaban dispuestos a cruzarnos caminando y protegernos, además mostraban la manera que tenían de aprender su género. El gesto agarrar una piedra y luego simular tenerla fue clave para visibilizar el manejo de los niños de los elementos del contexto, así como para transmitir un saber que tanto para las niñas como para los adultos investigadores significó aprender a caminar con perros. En esa invitación de movernos en grupo, los niños demostraban conocimiento, autonomía, valentía y coraje. Por eso los movimientos y desplazamientos eran deseados y valorados por los niños, pues se trataba de formas de habitar espacios y al mismo tiempo de exhibir su capital. Según Bourdieu (1997), la noción de capital simbólico hace referencia a cualquier propiedad de capital físico, económico, cultural o social, percibida por los agentes sociales como distintiva al conferirle algún valor. Esta categoría analítica le permitió mostrar al autor cómo en las economías arcaicas, cuando los capitales simbólicos no estaban institucionalizados, emergían los instrumentos de demostración del poder mediante la exhibición del capital que contribuía a reproducir y legitimar el mundo social. En los niños de la “Toma Norte”, al igual que en las economías arcaicas, aquel mecanismo de diferenciación masculina del “andar” tampoco estaba institucionalizado, por eso la validez del mismo se ajustaba a su exhibición. 180 Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo En las etnografías sobre los boxeadores en Chicago (Wacquant, 2006), los vendedores de crack en Harlem (Bourgois, 2010) y los integrantes de una hinchada de fútbol en Buenos Aires (Garriga Zucal, 2007), pueden observarse algunos ejemplos en que los saberes y resistencias corporales, el manejo de la venta de drogas y las prácticas del aguante –formas de ser muy particulares y muy distintas– conformaban verdaderos capitales sociales entre sus protagonistas como alternativas de reproducción social. Así subrayo la manera en que esos capitales eran herramientas de posicionamiento identitario, y muy particularmente de pertenencia a un universo determinado de género masculino. En mi estudio, aquellos niños que querían identificarse como masculinos debían compartir formas de ser y de hacer respecto al ethos del “andar”. Aquello compartido por el grupo de varones y el grupo de colaboradores era distintivo y a su vez generaba fuertes sentimientos de pertenencia en la medida que era exhibido y transmitido. En ese aprender a caminar con perros, la posesión del capital remitió a experiencias que iban acompañados de formas corporales, gestos, miradas respecto a la “protección”. Este es un rasgo que, según el antropólogo David Gilmore (1994: 217), en la mayoría de las sociedades prevalece como uno de los tres requerimientos socioculturales de los hombres: “preñar a la mujer, proteger a los que dependen de él y mantener a los familiares”. Según sus planteos, se trata de una masculinidad hegemónica que requiere, como contraparte, de la feminidad subrayada: por su fragilidad, la mujer requiere de protección hacia un “afuera” amenazante. Este último aspecto representaba un ideal masculino entre los niños y las niñas, incluso entre los adultos. En el caso de Fernanda, por ejemplo, la presencia de Ernesto, su hermano mayor, otorgaba cierta “seguridad” a sus padres para andar en la calle y con el grupo. Desde el primer momento la mamá fue categórica con su permiso: “Bueno, [Fernanda] va a ir pero después que me ayude y cuando venga su hermano el Ernesto para que la acompañe”. Con Violeta y Ruth esa “protección” era algo distinto. Si bien estas niñas gozaban de cierta autonomía de la presencia de su hermano Elías, cada tanto ambas reclamaban a mí y a sus compañeros la presencia varonil al “andar por ahí”. En varias oportunidades Ruth se refirió al “cuidado” que debía tener Ernesto para con ella: “él me tiene que cuidar bien”, “no me tiene que pelear”. Los adultos también solían hacernos bromas con respecto del peligro de las niñas. El papá de Fernanda, por ejemplo, en cierta ocasión dijo sonriendo: “va ir, no se la van a llevar”. Estas expresiones aún en la broma evidenciaban el peligro de las niñas en el barrio por su condición de mujer y la virtud de los niños por su condición de varón y su capacidad de “cuidar” y “proteger” por “andar callejeando”. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 181 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos Al mismo tiempo, esta “protección” que las niñas recibían y a veces demandaban, tenía como contrapartida el “cuidado” que las niñas ofrecían. Por ejemplo, cuando cuidaban de sus hermanos o sobrinos más pequeños en la casa o la calle. Sin embargo, esos “cuidados” nunca fueron transmitidos tan visiblemente para con otros que no fueran de su grupo familiar. De alguna manera, esos “cuidados” ejercidos por las niñas seguían conservando su clasificación como mujer. Esos comportamientos seguían la lógica de lo que Barrie Thorne (1993:63-68, mi traducción) llamó trabajo de frontera para referirse a aquella “interacción que pretende superar los límites de género, pero que permanece anclada en ellos e incluso llega a reforzarlos”. Al igual que los juegos de persecución y toqueteo analizados por la autora en los patios de escuela, esos juegos de “protección y cuidado” que los niños y las niñas desplegaban en la calle conservaba la asimetría de las relaciones de género. Eran los varones los que controlaban esa forma específica de “protección” por su permanente “andar”. Esos movimientos colocaban a los niños en una posición más elevada que las niñas al autodefinirse “capos” o “genios”, y al ser reconocidos así por las propias niñas que demandaban sentirse “protegidas/cuidadas” y por los/as adultos/as al reclamar la presencia varonil. Cuanto más hábil era la capacidad del niño para “andar” por el barrio, mayor era su virilidad. Todos estos niños, en algún momento, debían experimentar aquel acto distintivo y diferenciador para diferenciar las cualidades masculinas que ponderaban el coraje, la habilidad y el prestigio. Conclusiones Las interacciones del “andar” fueron situaciones que me permitieron articular las perspectivas de espacio, género e infancia. Las jornadas destinadas a caminar y recorrer lugares predispusieron un marco distinto en donde poder observar construcciones de género y procesos de socialización: en las interacciones del caminar las calles, al trepar y bajar una “barda”, en el interés de participar del grupo, en las formas de estar en las fiestas barriales y en el modo de caminar con perros. En esa cotidianidad estos niños ponían en juego una serie de prácticas y sentidos masculinos a través de los cuales desplegaban aprendizajes y estrategias sobre cómo usar la calle, recorrer muchos lugares y conocer muchas historias a la vez, proteger a los “otros” al caminar, tener pasión por el fútbol y saber relacionarse con una variedad de instituciones y actores barriales. Por lo tanto, esos aprendizajes no estaban meramente situados en la práctica –como si se tratara de algún proceso independiente realizable, localizado en algún lado–, sino que eran parte integral de la práctica social por la que se integraban al flujo de la vida local (Lave y Wanger, 1991). Lo que pretendo advertir con esto es 182 Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 Jesús Jaramillo que en las condiciones estructurales socio-económicas de la “Toma” ligadas a la pobreza, la precariedad y la marginación, los niños promovían a través de las nociones de masculinidad una forma de sobrevivir y reproducirse. “Andar todo el día” refería a una cuestión temporal y sobre todo a movimiento permanente, atributo valorado entre los varones como capital para construir autonomía, valentía, dominio, fuerza y protección. Estos valores y actitudes considerados aceptables según sus parámetros para vivir en “la Toma” y en la ciudad, establecían una jerarquía respecto de otros al autoafirmarse “capos” o “genios” por conocer lugares y saber vincularse con diferentes actores sociales. Esto último implica reconocer al menos dos cosas: por un lado, que la construcción de esa masculinidad era producida temporalmente por el hecho de constituirse en un proceso de apropiación de espacios que, como ya señalé, no les pertenecían absolutamente; por el otro, la dominación relativa de esa masculinidad. De hecho, esa construcción masculina no era hegemónica ni siquiera al interior del propio grupo. Lo que compartían todos estos niños, aún cuando establecían esas jerarquías, era el habitus con el clasificaban y valoraban como positivo el capital del “andar” para mostrar y mostrarse masculinos. La particularidad de los niños era hacer de eso una marca de identificación y diferenciación al mismo tiempo. De esta manera, los niños ofrecieron otra perspectiva a la presencia infantil en las calles de la ciudad como un “problema”. En contra de las perspectivas pesimistas de los adultos, los diferentes usos de la calle aparecieron como espacios importantes y de vehículos para la construcción de género. Mirar estas formas de socialización que, como el caminar o el “andar”, aparecen diversificadas y muy a menudo descalificadas, permite pensar en modos de aprender y transmitir conocimientos culturales en movimiento. Aprehenderlo es todo un desafío. Segunda época, Volumen XX, 2016, 167-186 183 “Andar todo el día”: construcciones de género de niños y niñas en espacios urbanos Anexo Figura N°1: Mapa del barrio elaborado por Lucas. El mismo aparece en la Sección “Planos” del Libro “Conociendo Toma Norte” Bibliografía ARCHETTI, Eduardo [1999] (2003), Masculinidades. Fútbol, tango y polo en la argentina. Buenos Aires: Antropofagia. BOURDIEU, Pierre (1991), El Sentido Práctico. Madrid: Taurus. -------- (1997), Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona: Anagrama. -------- (1998), La dominación masculina. 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María José Ortega Chinchilla Centro de História d’Aquém e d’Além-Mar Universidade Nova de Lisboa e Universidade dos Açores Resumen: Este artículo aborda la problemática de las nodrizas en Portugal en el siglo XVIII. Además de aquellas que eran contratadas por las administraciones municipales para trabajar en las instituciones de beneficencia, fueron muchas las mujeres que a lo largo del siglo XVIII desempeñaron la práctica de la lactancia asalariada en el seno de familias urbanas pertenecientes a la clase obrera. A pesar de la escasa información que existe sobre este último colectivo de trabajadoras -debido a la ausencia de relaciones contractuales-, he tratado de aportar algunos apuntes de carácter socio-económico sobre las mismas. No obstante, el grueso del estudio se centra en dibujar la imagen social de estas mujeres construida a partir de los discursos médicos, memorialistas y literarios (literatura de cordel); una imagen nefasta que se proyectó a través de distintos medios e instrumentos de expresión (tales como obras de teatro popular o tratados médicos). Centrarse en los discursos sobre el ama de leche supone asumir la importancia del proceso de objetivación de sus cuerpos, esto es, su conversión en objeto de discusión teórica, en instrumento o vehículo mediante el cual argumentar, justificar, defender y elaborar nuevos modelos en el cuerpo social. Palabras claves: nodrizas, Portugal, siglo XVIII, discursos Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 187 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII Abstract: This article discusses the problem of wet nurses in Portugal in the eighteenth century. In addition to those who were hired by the city to work in charities administrations were many women throughout the eighteenth century played the practice of salaried breastfeeding within urban families belonging to the working class. Despite the limited information that exists on this last group of -due to the absence to contractual relations workers, I have tried to provide some notes socio-economic character on them. However, the bulk of the study focuses on drawing the social image of these women constructed from doctors, memorialists and literary discourses (cordel); a nefarious image was projected through different means and instruments of expression (such as work of popular theater or medial treatises). Focus on the speeches about wet nurses is to assume the importance of the process of objectification of their bodies, that is, its conversion into an object of theoretical discussion, instrument or vehicle by which to argue, justify, defend and develop new models in the social body. Keywords: wet nurses, Portugal, XVIII century, speeches. Sumario: Una «perniciosa costumbre». El trabajo de las nodrizas en el seno de familias urbanas. Algunos apuntes sobre su perfil socio-económico. Las nodrizas y el discurso sobre la degeneración de la especie. Conclusión. Una «perniciosa costumbre». El trabajo de las nodrizas en el seno de familias urbanas A diferencia de las nodrizas que trabajaban en las instituciones de beneficencia o al servicio de casas reales y nobles, sobre las amas de leche que desempeñaban su actividad en el seno de familias urbanas portuguesas no poseemos mucha documentación. Entre los motivos destaca la inexistencia de huellas contractuales de dicha labor. De este modo, tan sólo podemos hablar a través de testimonios indirectos, eso sí, bastante elocuentes, sobre esta actividad asalariada que llegó a constituirse en una auténtica moda en el Portugal dieciochista. En el Tratado da educação fysica dos meninos para uso da nação portuguesa (1790), su autor, el médico Francisco de Mello Franco, hará referencia a este hecho de la siguiente manera: «Una cosa que para mí es más fuerte que lo precedente es la moda 188 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla abominable y la perniciosa costumbre de que los niños no se críen con la leche de sus madres»1, y continuará más adelante incidiendo en la misma idea: De todas las modas y costumbres absurdas (…) ninguna es tan perjudicial ni tan irracional como la común introducción de las amas, alquiladas para criar a hijos ajenos; y se ha hecho tan general este pésimo contagio, que hasta se ha hecho un hueco en las personas de la más baja esfera. Pero la moda es de naturaleza tan poco apadrinada por la razón que siempre la procuran cubrir con algún velo de honestidad, pues casi todas recurren a la debilidad de la constitución y a la insuficiencia de fuerzas para tamaño peso (…) Cuando la verdadera causa es no querer confundirse con la ínfima plebe y no parecer menos que las otras2. De las palabras de Francisco de Mello Franco, así como de otros testimonios documentales de la misma naturaleza3, se deduce que la contratación de nodrizas –algo habitual entre las familias aristocráticas y de buena posición económica-, acabó por convertirse en un signo de distinción, provocando un fenómeno de imitación entre distintos sectores del cuerpo social. A pesar de los discursos críticos, contar con el servicio de un ama de leche en el hogar pasó a considerarse, por tanto, como un testimonio público del estatus de la familia o incluso en signo de promoción social. Por estos motivos, pero también, indiscutiblemente, por mera necesidad económica en un momento de mayor accesibilidad de la mujer al mercado de trabajo -debido al auge de determinados negocios e industrias en contextos urbanos- el contratar a un ama de leche se convirtió en una práctica frecuente en un amplio espectro de grupos sociales4. Para que las madres pudieran seguir trabajando y aportando un salario sin los inconvenientes derivados de la lactancia, fueron muchas las familias, 1 DE MELLO FRANCO, Francisco (1790), Tratado da Educação Fysica dos meninos, para uso da nação portugueza, Lisboa, Academia Real de las Ciencias de Lisboa, capítulo VI “A especie humana tem degenerado e sensiblemente degenera na Europa e por que motivos”, pág. 28. BNP S.A. 8192 P. 2 DE MELLO FRANCO, Francisco, Tratado… op.cit., capítulo VIII “De quanto diz respeito ao modo de nutrir as crianzas”, artículo III, “Quaes sao as mais que legítimamente estao despensadas de crear seus filhos”, pág. 48. BNP S.A. 8192 P. 3 Me refiero a otros tratados médicos dedicados al cuidado del niño durante sus primeros años de vida en los que se incide en esta idea, la de una práctica que estaba convirtiéndose en auténtica moda incluso entre las clases más populares. Tratados como el de DE ALMEIDA, Francisco José (1791), Tratado da educação fysica dos meninos para uso da nação portuguesa, Lisboa, BNP, obra digitalizada que puede consultarse en la siguiente dirección http://purl.pt/6378. En los demás tratados consultados, y que iremos citando a lo largo del texto, aparece también esta idea expresada de forma implícita. 4 Mónica Bolufer (1992) refiere este mismo fenómeno para el caso español. Tras analizar los anuncios de nodrizas en el Diario de Valencia entre 1790 y 1800 en los que se demandan los servicios de estas mujeres, observa cómo la mayoría de los padres demandantes se declaran artesanos, lo que lleva a la autora a corroborar la amplitud social del fenómeno. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 189 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII incluso de un poder adquisitivo no muy alto, que contrataron los servicios de nodrizas haciendo de esta práctica una costumbre. La literatura médica va a advertir de los peligros de dicha moda, especialmente, entre las clases más pobres puesto que las madres sin recursos que optaban por contratar a una nodriza lo harían sin la recomendación de ningún sujeto instruido y, por tanto, sin los criterios necesarios para optar por una buena ama. En la obra Medicina Domestica ou tratado completo dos meios de conservar a saúde, del doctor Guilherme Buchan, traducida al portugués por el doctor Francisco Pujol de Padrell, se reprende la indiferencia con la que los oficiales mecánicos, artistas y mercaderes eligen a las amas para que alimenten a sus hijos, entregándolos «sin ni siquiera preguntar el nombre de la receptora». Según las observaciones de Buchan: [Estas clases populares] las más numerosas en las ciudades populosas y las más reticentes en consentir que sus esposas alimenten a sus propios hijos, entregan a amas de leche depravadas a sus tiernos retoños que serán transportados hasta las zonas rurales en las más pésimas condiciones: en carros, sin toldos y, a veces, en tal número, que van amontonados unos sobre otros, expuestos al frío, la lluvia y el viento, alimentados con leche seca, viciada por la fatiga y abstinencia de las amas5. La diferencia entre unas clases y otras a la hora de contar con los servicios de una nodriza la encontramos, por tanto, en la calidad del ama (las que reúnen las características adecuadas según el criterio médico y las que no), pero también en la modalidad de contratación y en las motivaciones que llevaban a emplear a estas mujeres. Si bien la baja burguesía urbana se podía permitir -no sin cierto esfuerzo- contratar un ama de leche interna para trabajar en el propio hogar de los padres, los operarios, artesanos, tenderos etc. entregarían a sus hijos al cuidado de nodrizas residentes en los alrededores (zonas rurales) para que sus esposas pudieran continuar ejerciendo sus trabajos y contribuir con sus salarios a la menguada economía familiar (Lebrun, 1983:121 y ss.). Sin embargo, como afirma Carmen Sarasúa, desde mediados del siglo XVIII se produce en Europa un proceso de urbanización de la lactancia asalariada. La crítica médica hacia las nefastas condiciones en las que se criaban los niños que 5 190 PUJOL DE PADRELL, Francisco (1788), Medicina Domestica, ou tratado completo dos meios de conservar a saúde, e de curar e precaver as enfermedades por via do regime, e remedios firmes: obra util e acomodada á capacidade de todas as pessoas de qualquer estado, e condiçao, pelo doctor Guilherme Buchan, trasladada em vulgar para utilidad na nação pelo doctor Francisco Pujol de Padrell, Lisboa. En esta obra Buchan nos habla de la existencia en la ciudad de Lyon de la figura de la mensajera o corretora, mujeres que actúan de intermediarias entre los padres y las amas de leche. Buchan ataca duramente a estas mujeres por la negligencia con la que tratan al recién nacido. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla eran entregados a amas residentes fuera del hogar de los padres –sobre todo en ámbito rural-, además de ese fenómeno de imitación que llevaba a las clases populares a contratar a nodrizas como parte del servicio doméstico, provocó que muchas mujeres acabaran trasladándose a las ciudades para ejercer esta actividad (Sarasúa, 1994:141). Además de la literatura médica, encontramos otros testimonios en los que se critica la expansión de la lactancia asalariada entre la clase obrera. Me refiero a la popular literatura de cordel portuguesa6. El dramaturgo Manuel Rodrigues Maia dedicó varios entremeses a las amas de leche en los que elaboraba una crítica mordaz sobre estas mujeres tildándolas de mentirosas, aprovechadas y estafadoras7. Sus escritos, realizados en estilo desenfadado, en prosa o en verso, contienen una aguda crítica moral a las costumbres de su tiempo, por lo que no se resiste a escribir sobre esta «abominable moda» que estaba extendiéndose en Portugal, incluso entre los sectores más populares. En una de las obras dedicadas a este asunto le da voz a Brazia Fagundes, quien se dirige a su amiga Brites Martha en estos términos: Hace un tiempo era rarísima la persona que tenía ama en casa, ahora ya no hay perro ni gato que no haga una moda de esto (…). Ya no hay carpintero que no se venda a la moda de tener ama en casa8. Brazia vierte un sinfín de argumentos en contra de las nodrizas después de haberlas «sufrido» durante unos meses, los cuales refuerzan esa imagen negativa de este 6 La literatura de cordel, de gran popularidad en España, Portugal y Brasil, toma su nombre de la forma en que eran exhibidas las obras, expuestas para la venta prendidas en cordeles. Los textos que pertenecen a esta tipología, además de tener en común géneros y temáticas (acontecimientos históricos, fenómenos naturales, milagros, relatos de crímenes, experiencias y obras de personajes célebres, apariciones de monstruos), también comparten características formales: obras en pequeño formato, de escaso número de páginas, baja calidad del papel, la impresión y la edición en general, presencia de ilustraciones y elementos decorativos. La literatura de cordel portuguesa muy activa durante cuatro siglos es hoy día una fuente documental de gran valor. Para profundizar en diversos aspectos teóricos generales sobre la literatura de cordel en Portugal consultar la obra de Ana Margarida Ramos (2008). 7 Según los datos que nos proporciona Inocéncio Francisco da Silva en su Diccionario Bibliographico Portuguez, (1858-1878), Manuel Rodrigues Maia (174?-1804) ejerció de profesor de gramática latina en Lisboa donde también dirigió un colegio particular. Fue un prolífico escritor de obras de carácter popular entre las que destacan pequeñas piezas de teatro. Firmaba bajo el pseudónimo de Matusio Matoso Matos da Mata. Algunos datos biográficos de este autor así como un índice de algunas de sus obras pueden consultarse en João Madeira Martins (1982). 8 RODRIGUES MAIA, Manoel (1786), Entretenimento que em huma visita tiverão as duas amigas Brazia Fagundes e Brites Martha, a’cerca das amas de leite, em que se monstrou pelo alto as inclemencias desnecesarias que supportão todos aquelles que cahem na esparrella de amurallas. Obra muito util e proveitosa áquelles que ainda não estiverem escaldados, dada a’luz por Matusio Matoso Matos da Mata, Lisboa, pág. 6. BNP L. 41627//6P, se puede consultar también en la dirección web http://purl.pt/16413. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 191 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII colectivo de trabajadoras que se pretende transmitir a la opinión pública. Además de arruinarle el matrimonio se queja ante Brites de su «desvergüenza en el comer», su «descaro y holgazanería» –pues incluso obligan a las mozas del servicio a estar a su cuidado-. El personaje de Brites, que encarnaría el modelo de madre que toda esta literatura (divulgativa, popular, pedagógica, médica, etc.) trata de desterrar, acaba por aceptarlas como un mal menor en tanto que es lo que «está al uso y es una moda»: Yo antes quiero prefiero sufrir carros y carretas que no ser señora de mi voluntad. La gente, en cuanto cría, es peor que esclava negra. Y si tiene ama, puede salir fuera, ir de visitas y hacer cuanto quisiere9. Resulta difícil seguir el rastro de estas mujeres en tanto que su trabajo no dejó ninguna huella contractual. Los acuerdos entre empleador y empleada se realizaban mediante recomendación de vecinas, conocidas o a partir del consejo de otras amas de leche. Rodrigues Maia retrata también muy oportunamente este fenómeno, esta vez mediante la voz del ama Serafina, quien se dirige a su amiga embarazada Briolanja del siguiente modo: «Cuando usted para, hable conmigo y deje el negocio por mi cuenta. Yo le enseñaré cómo usted se ha de comportar»10. Serafina trata de convencerla para que busque trabajo como nodriza persuadiéndole con los múltiples beneficios que supone desempeñar esta lucrativa actividad. De hecho, ella misma dice ingresar con esta labor más de 30.000 reales11. Quince meses dice Serafina haber estado criando fuera en esta ocasión -pues también se refiere a otras crianzas anteriores-, «al hijo de un sujeto que tiene oficio allá abajo»12. Se lisonjea del buen negocio que ha hecho con este trabajo en los siguientes términos: «que el niño quedara bien criado, eso importa tanto como dos caracoles; a lo que me refiero es al lucro que obtuve»13. Con estas palabras, Rodrigues Maia incide en los pocos escrúpulos que se les supone a estas mujeres, más interesadas en la ganancia que en el bienestar de los niños a los que dan de lactar. 9 Ibídem, pág. 11. 10 RODRIGUES MAIA, Manoel (1786), Alcorão das amas de leite ou marmota em que se vem mais claras que a luz do dia as metafisicas de que usão estas sanguexugas para sacar o sangue das casas onde crião. Obra muito util e necessaria a todos que desejarem saber por onde o barco faz agua, ou o gato vai ás filhofes. Composta por hum escaldado; e dada a’luz por Matusio Matoso Matos da Mata, Lisboa, pág. 9. Sobre estas dos obras de Rodrigues Maia (Entretenimento y Alcorão), una historiadora portuguesa escribió hace ya más de dos décadas un pequeño estudio: María José Moutinho Santos (1987). 11 Ibídem, pág. 7. 12 Ibídem, pág. 5. Con este comentario incide en la idea de que operarios, mercaderes, etc., es decir, las clases medias más populares de las ciudades también contrataban a estas mujeres. 13 Ibídem, pág. 7. 192 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla Este sería uno de los rasgos más destacados en los distintos discursos de entre los que dibujan la imagen social de las amas de leche. También jugaron un papel importante las propias comadronas o comadrones e incluso los médicos a la hora de poner en contacto al cliente con la potencial trabajadora (Sarasúa, 1994:168). La intermediación del médico era defendida en los tratados de higiene y textos similares como un medio de evitar la contratación de amas inadecuadas. Pero sólo las familias más pudientes podían contar con esta colaboración. Lo habitual era que funcionaran, como apunto más arriba, las recomendaciones de las propias comadronas, vecinas, etc., sin olvidar el recurso a anunciarse en la prensa. De hecho, los anuncios en la prensa escrita del XVIII y XIX constituyen uno de los más importantes conjuntos documentales que arrojan algo de luz, no sólo sobre la representatividad de este servicio en el conjunto del mercado laboral, sino también sobre la identidad y el perfil social de las jóvenes que se ofertan (Ribeiro, 2007; Sarasúa, 1998). Algunos apuntes sobre su perfil socio-económico A partir de testimonios indirectos podemos trazar algunos rasgos del perfil socio-económico de estas nodrizas portuguesas. En este sentido, las obras de Rodrigues Maia ya referidas, además de para esbozar la imagen colectiva o popular que la sociedad lusa tenía de las amas de leche a finales del siglo XVIII, coadyuvan a arrojar algo de luz sobre las características socio-económicas de este conjunto de trabajadoras. Maia se refiere, siempre en tono jocoso, al bajo nivel de vida de quienes desempeñaban esta actividad en el seno familiar de las clases obreras lisboetas. Hará alusión al escaso poder adquisitivo, no sólo del ama, sino también de quien contrata sus servicios: Brazia: - (…) El pobre hombre, no teniendo ni para un capote, que andaba algunas veces que era una vergüenza, metiendo agujas por alfileres, aún mucho antes de que ella pariera ya estaba el ama en casa14. Estas mujeres veían en este empleo, por tanto, un modo de mejorar su calidad de vida, no sólo por el salario percibido sino por el trato dispensado por parte de las familias que las empleaban: ¿Puede haber algo mejor bajo el sol que ir una de nosotras (…) para una casa, donde es tratada a las mil maravillas (…), a cambio de unas gotitas de leche (…)? ¿Hay cosa como 14 RODRIGUES MAIA, Manoel, Entretenimento…, op. cit. pág. 12. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 193 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII comer una de nosotras lo que, cómo y cuando quiere, y encima ganar dinero? La gente, si el niño tiene cualquier catarrillo, ya andan con ella en paños calientes15. Él [el marido de la ama] trabajaba en una obra allí mismo, mas no gastaba un real en comer, porque ella, todo cuanto podía aprovechar del almuerzo y de la cena, lo guardaba. (…) Ellas en su casa se las pasan, como Dios sabe, tocando las almas con los dientes y viendo las estrellas al medio día; pero cuando se hacen amas, cuidan de que el rey sea su porquero; se hacen de manto de seda, queriendo picos de ruiseñores16. También la literatura médica se hace eco de sus deficiencias alimenticias debido a que «por su pobreza o rusticidad no comen en sus casas buenos alimentos»17. El doctor Francisco da Fonseca Henriques, a quien pertenecen estas palabras, confiesa que «a las muchas amas que tuve (…) siempre las dejé comer lo que quisieran, conforme a su costumbre y crianza, y así criaron muy bien a los niños, sin queja ni lesión alguna». Si ya resulta difícil obtener datos objetivos acerca de las condiciones contractuales de esta actividad, sobre la identidad y perfil de estas amas de leche o sus condiciones económicas y extracción social, una mayor complejidad supone desentrañar aspectos más controvertidos como el de su concepto de maternidad o sentimientos de amor maternal. Recordemos que se trata de testimonios indirectos vertidos sobre unas mujeres que no tienen espacios de expresión y en un contexto de crítica generalizada sobre una profesión que llegan a tildar de aberrante. En este sentido se nos retrata a unas personas sin escrúpulos a las que no les importa abandonar a sus propios hijos en manos de «amas aún más miserables», cuando no en las casas de roda18, para ir a lactar a los niños de otras. Esta es la idea que transmite Rodrigues Maia y que apuntala la literatura médica. 15 RODRIGUES MAIA, ManoeL, Alcorão…, op. cit. pág. 8. 16 RODRIGUES MAIA, Manoel, Entretenimento…, op. cit. pág. 10. Tanto en esta cita como en las dos anteriores, Rodrigues usa expresiones populares para hacer referencia al hambre que sufrían las nodrizas en sus hogares: «tocando las almas con los dientes y viendo las estrellas al medio día», así como a las exigencias de éstas en cuanto eran contratadas en el seno de una familia: «cuidan de que el rey sea su porquero; se hacen de manto de seda, queriendo picos de ruiseñores». 17 DA FONSECA HENRIQUES, Francisco (1731), Medicina Lusitana ou Socorro Delphico a os clamores da Natureza humana, para total profligação de seus males, Lisboa, (primera edición 1710), pág. 137. BNP S.A. 6513 A. 18 Estas casas deben su nombre al sistema por el cual los niños abandonados eran introducidos en el edificio: la rueda o torno giratorio embutido en la pared del edificio en el que era depositado el niño de forma anónima y recogido en el interior del mismo. 194 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla Serafina: - (…) Este último mío lo mandé para allá afuera y vino tan gordo que se podía lavar con una garrafa de agua. Briolanja: - ¿Y no es mejor que la gente críe a sus propios hijos en lugar de estar aguantando los de nadie? (…) Serafina: - (…) Por ir a ser ama se dejan barcos y redes. ¿Cuántas hay por ahí que dejan a sus hijos en la roda, diciendo a las vecinas que se le murieron al nacer para ir a criar a los de otros?19 En el discurso médico se observa también, como acabo de señalar, un interés por esta otra vertiente de la personalidad de las amas. Así, Francisco José de Almeida aconseja interesarse por las siguientes cuestiones: ¿Tiene esta [el ama] un hijo?, ¿qué destino le ha dado? ¿Cómo dispone a su respecto? ¿Ya no lo tiene? ¿Qué le ocurrió? Si murió, habría que saber de qué molestia, hereditaria, contagiosa, si procedía del vicio de la madre, si ocurrió por descuido de ella, mal trato, alimento impropio y extraño, o si murió por molestia accidental, en que no puede achacarse ni al temperamento de la madre ni a falta de desvelo. Pero si ella conserva su hijo y determina abandonarlo por un extraño, es mucho de recelar que sea mala cuidadora, que ni para sus hijos sabe ser madre. No faltan mujeres que por ambición y la mayoría de las veces por miseria, emprenden dos crianzas juntas cuando mal bastarían a la que la naturaleza les destina20. En otro tratado médico de 1787 se advierte de esta necesidad de vigilar el destino de los hijos de las amas para prever su comportamiento con los hijos ajenos: «Sería pues importante que un ama mercenaria ya nunca más fuese alquilada para criar un hijo ajeno a menos que ya haya desmamado el suyo»21. En resumen, nos encontramos ante una práctica sólidamente asentada en la sociedad portuguesa del siglo XVIII. Ante la profesionalización de un servicio tan útil como denostado. Carmen Sarasúa afirma que junto a esta profesionalización de la lactancia asalariada se dio una especialización regional. Estos serían los rasgos que, según esta autora, caracterizaron al mercado de amas de leche en todos los países 19 RODRIGUES MAIA, Manoel, Alcorão…, op. cit. pág. 9. Aquí se hace referencia al abandono al que eran sometidos los propios hijos de las amas de leche en las casas de roda (casas de expósitos) por parte de sus madres con el fin de que éstas pudieran criar a los hijos de sus contratantes. 20 DE ALMEIDA, Francisco José, Tratado da educação fysica…, op.cit. pág. 54. 21 MONIZ BARRETO, Luis (1787), Tratado da educação fysica e moral das crianzas de ambos os sexos, traduzido do franzes em linguagem portugueza pelo bacharel Luiz Carlos Moniz Barreto, Lisboa, capítulo II “Dos principios da educação até a idade de três ou quatro anos”, s. I “Obrigação que tem as mais de criarem a seus filhos e utilidades que daqui lhes resultão”, pág. 59. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 195 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII europeos. Esta aseveración generalizadora sobre este último punto resulta, sin embargo, excesiva para el caso portugués. En España es cierto que las más cotizadas fueron las nodrizas cántabras del Valle del Pas, a las que era fácil identificar por su porte y vestimenta, convirtiéndose en un signo de afirmación de la categoría social de quien las contrataba. Pero para el caso portugués, resulta más difícil llegar a conclusiones similares. No parece ser que existiera ninguna zona geográfica concreta en la que el componente femenino de la población se especializase en esta actividad (Da Fonte, 2004). En los escasos estudios que existen sobre la procedencia geográfica de las mujeres que trabajan como nodrizas en territorio portugués se hace alusión tan sólo a aquellas que lo hacen en las instituciones de beneficencia (casas de expósitos). En este caso, las mujeres acudían a las casas de roda más próximas a su lugar de residencia: zonas rurales de alrededor o incluso de la misma ciudad en la que se ubicaba la institución. Isabel dos Guimarães Sá apunta que la explicación de que la mayor parte de las amas de leche que trabajaban en estos lugares fueran oriundas del propio pueblo o ciudad donde se ubicaba dicha institución puede encontrarse en el hecho de que la administración prefiriera las mujeres casadas a las solteras «por ser de leche mas pura y regularmente de mejor procedimiento». En este sentido, sería menos habitual que las amas casadas emigrasen del campo a la ciudad porque ello hubiera implicado también el traslado de sus cónyuges con la complicación que ello supondría (Guimarães Sá, 1985:179). Llegados a este punto, propongo a continuación evidenciar el papel que juega la figura del ama de leche en la articulación de uno de los discursos de mayor calado social enmarcado en el contexto de la Ilustración portuguesa. Me refiero a las disertaciones sobre la degeneración de la especie humana y, en concreto, al declive de la población portuguesa. La nefasta imagen social de estas mujeres planea entre las argumentaciones que médicos y memorialistas elaboran para alertar de los peligros que acechan a la población, convertida en este periodo -siglo XVIII- en centro de las preocupaciones políticas y en objeto de estudio científico. Las nodrizas y el discurso sobre la degeneración de la especie A comienzos del siglo XVIII empiezan a trazarse las líneas de un discurso que gozará de gran trascendencia social en la segunda mitad de dicha centuria y parte de la siguiente: el de la degeneración de la especie. No resulta muy difícil averiguar el recorrido de esta asociación. Haciéndonos eco de las palabras del investigador Bruno Barreiros, el interés por la conservación y el incremento poblacional, en un contexto 196 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla de estancamiento demográfico como era el portugués, condujo a «una preocupación creciente -individual y colectiva, médica y política- relativa al perfeccionamiento del hombre, del cuerpo y de la especie» (Barreiros, 2011:43). La asociación salud/robustez o, en contrapartida, la pérdida de vitalidad de la población portuguesa, acaparan buena parte de los discursos que desde los ámbitos médico, filosófico y político se elaboran sobre la cuestión poblacional por considerarse condiciones indispensables para la felicidad y el progreso públicos. Es aquí donde nos encontramos, entre otros argumentos, la referencia a la actividad desempeñada por el ama de leche como de una de las causas principales de la mortalidad infantil cuando no, de la decadencia física y moral de los futuros ciudadanos, abocando a Portugal, irremisiblemente, hacia una sociedad débil y decadente. Si las madres criasen por sí mismas a sus hijos seguirían de ello las mayores ventajas, así para la sociedad como para los individuos. No se verían más a las mujeres pobres arrastradas por el interés a abandonar a sus propios hijos para criar a los de los ricos. Esta barbaridad hace perder a la sociedad un número considerable de sus miembros útiles22. El trato negligente al que eran sometidos los niños, los malos hábitos en sus cuidados alimenticios y de higiene, así como en el vestir (uso de fajas y alfileres), el contagio de enfermedades al recién nacido a través de la leche y un largo etcétera, son algunas de las causas que se alegan para argumentar la decadencia de la población portuguesa23. El discurso médico penetra en los más diversos estratos de la sociedad por diversos canales. Un texto que ilustra muy bien dicha influencia en las preocupaciones de cariz poblacionista entre la clase política es el redactado por Joaquim José Marques Torres Salgueiro, proveedor de la comarca de Évora, quien en 1793 realiza un informe sobre la situación de Villaviçosa en el contexto de la reforma de las comarcas que tuvo lugar en 179124. 22 MONIZ BARRETO, Luis, Tratado … op.cit. capítulo II “Dos principios da educação até a idade de três ou quatro anos”, s. I “Obrigação que tem as mais de criarem a seus filhos e utilidades que daqui lhes resultão”, pág. 59. 23 En la citada obra Medicina Domestica…, de G. Buchan, traducida al portugués por F. Pujol Padrell, se destacan los defectos de las amas que los padres más deben vigilar: dormirlos con narcóticos, mecerles y cantarles para que cojan el sueño, dar alimentos inadecuados, dejarles llorar durante horas –lo que provoca, entre otras cosas, inflamaciones de garganta-, no asearlos debidamente, ocultar enfermedades y accidentes a los padres, etc. op. cit., págs 109-116. 24 Portugal experimentó una reforma territorial a finales del siglo XVIII (1790), a raíz de la publicación de Lei da reforma das comarcas. Dicha ley evidencia un discurso racionalista y uniformizador acorde con el ideario político de la ilustración, en el mismo tono en el que se venía dando en países como España y Francia. Para conocer más sobre esta reforma consúltese la obra de Ana Cristina Nogueira da Silva (1998). Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 197 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII Este escrito resulta interesante en tanto que recoge muchos de los planteamientos que conforman el cuadro mental dieciochista en materia económica y social pero, sobre todo, por la relevancia que asigna a las amas de leche en la exposición de sus argumentos, poniendo en evidencia el papel que esta figura tenía en el imaginario colectivo del siglo XVIII. Torres Salgueiro al enumerar las causas del descenso de población en Portugal hablará de los siguientes temas: la nefasta influencia del lujo, la desigualdad económica de los matrimonios, el celibato, la tolerancia de los vagabundos, libertinos, concubinos y meretrices y, por último, el método de criar a los hijos: «desgraciadamente se ha introducido la moda de asalariar a mujeres para la crianza de los hijos sin advertir tal vez de las funestas consecuencias de un error tan pernicioso»25. Los argumentos que plantea a la hora de criticar esta práctica son de distinta naturaleza. Por ejemplo, alude a razones médicas relacionadas con la alimentación: los estómagos de los recién nacidos no estarían preparados para asimilar una leche de varios meses; en este sentido se pregunta: «¿cómo puede aprovechar el nacido de pocos días la leche que la naturaleza formó para el sustento del que ya cuenta muchos meses?». Se interroga además sobre la manera en la que se podría poner remedio a los daños resultantes de «una leche infectada por el veneno sutilísimo de la cualidad venérea que fácilmente se encuentra en las mujeres que profesan la vida y oficio abominable de amas de leche?». No falta tampoco el argumento moral de culpabilizar a las madres que «para horror de la naturaleza» entregan a sus hijos «al cuidado de mujeres mercenarias que teniendo el valor y crueldad de dejar a los propios hijos, ¿cómo han de criar los de otras?». Este texto -bastante más amplio y sustancioso- es interesante, además, por el hecho de que, a pesar de ser un discurso de carácter político-administrativo inscrito en un contexto muy específico como es el de la reforma de las comarcas, recoge las preocupaciones latentes en la sociedad portuguesa del XVIII sobre esta moda de la lactancia asalariada y las repercusiones que tiene a nivel poblacional: decadencia y disminución de la población. No son muy diferentes las causas a las que se refiere el político Torres Salgueiro de las que da Francisco de Mello Franco: la invención de la pólvora «que ha eliminado la lucha cuerpo a cuerpo y por tanto, ya no se practica el ejercicio físico como antaño», la economía política de los Estados de Europa, es decir, la tranquilidad entre la naciones vecinas que hace que los hombres ocupados en el ejército, en tiempo de 25 Arquivo Histórico Parlamentar de Lisboa, Mazo 104, caja 152, documento 29. Sobre J. J. Torres Marques Salgueiro escribe Inocéncio Francisco da Silva en su Diccionario Bibliographico…, op., cit., tomo IV, pág. 109 que se había formado en Derecho en la Universidad de Coimbra, aunque era natural de Beja. 198 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla paz sean «corrompidos y arruinados por el libertinaje», las meretrices, charlatanes, las viviendas poco saludables, la suciedad de los barrios y, también, la «moda abominable y perniciosa costumbre de que los niños no sean alimentados con la leche de sus madres, así como de ser vestidos con fajas en cuanto nacen»26. De Mello Franco es quien más se detiene a argumentar este fenómeno. Lo comprobamos de nuevo en las palabras que dirige directamente a las madres que: (…) sufriendo mal y tal vez con indignación los nueve meses de preñez, luego que dan a luz los hijos, los apartan de sí para un ama desconocida de la que no tienen ninguna información y algunas veces a muchas leguas de su vista (…). Este origen de la despoblación y de la degeneración de la especie humana merece toda la atención del ministerio, porque sin vasallos robustos, el Estado necesariamente irá a quedar paralítico, sin fuerzas, sin energía y tendiendo cada día para su completa ruina27. Otros médicos como Francisco José de Almeida particularizan este discurso de la degeneración de la especie en la figura de la mujer, que tiende cada vez a ser menos vigorosa y robusta y, por tanto, a dar a luz a vástagos débiles28. Por continuar descendiendo en la escala de las particularizaciones, José Manoel de Chaves, en su Memória sobre o tratamento dos meninos ofrecida a la Academia Real de las Ciencias en 1791 -que nunca llegó a publicarse-, se referirá también a la degeneración de las propias madres que, de no dar leche, quedarán sin ella: Además de esto, si hubiera una serie de mujeres nacidas de la misma línea que sean criadas con leche de amas, yo creo que se perderá en ellas la leche y quedarán en esta parte mancas por la propia naturaleza (…), puede suceder que se obstruyan de tal forma los canales de los pechos y queden las mujeres exentas de leche29. 26 DE MELLO FRANCO, Francisco, Tratado…op.cit., capítulo VI: “A especie humana tem degenerado e sensívelmente degenera na Europa e porque motivos”, pág. 28. 27 DE MELLO FRANCO, Francisco, Tratado da Educação Fysica…op.cit., prefacio, pág. VI. 28 Mujeres, dice el médico, cada vez más pusilánimes e impresionables «por una noticia desagradable, una representación triste, un sobresalto o ¡el olor de una flor!», DE ALMEIDA, Francisco José , Tratado da educação fysica…op., cit., pág. 2. 29 CHAVES, JOSE MANOEL (1791), Memória sobre o tratamento dos meninos que pelo depravado appeite de comer terra, carvoens, cal, gesso, ou barro contrahirão o habito cachetito de que vem a morrer hydropicos, porque repugnão tomar remeios; queixa esta que mata hum grande numero de meninos, e para que os autores medicos ainda não tem dado suficientes meios, Lisboa, fol. 290. Esta memoria, designada con el número 31, se encuentra en el códice 377 Memórias de Física oferecidas á Academia Real das Ciências que não foram julgadas poder entrar nas suas colecções, tomo 5º (1780-1813), de los Manuais Azuis ubicados en la Biblioteca de la Real Academia de las Ciencias de Lisboa. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 199 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII La lactancia mercenaria se cita, pues, entre las causas de la decadencia y degeneración de la población portuguesa, uno de los discursos de mayor calado en la sociedad lusa del XVIII, no sólo entre las élites intelectuales, sino del que también se hará eco la prensa periódica y la literatura más popular, como la de cordel, que dedicará un importante número de páginas a hablar de partos monstruosos acontecidos en tal o cual lugar, como signo de esa degeneración de la población30. Junto a las amas de leche, las parteras poseen también este nefasto privilegio de influir negativamente en el curso demográfico. Así se pone de manifiesto en obras como el Novo Methodo de Partejar: «de la falta de buena instrucción de ellas [las parteras] se pueden seguir daños gravísimos a las parturientas y a los mismos fetos, así como la despoblación de una gran parte del mundo»31. En realidad, como apunta Claudia Rosas, estas preocupaciones se inscriben en un discurso higienista de carácter burgués más amplio. Las diatribas contra las amas de leche y las parteras encajan en el contexto de las preocupaciones ilustradas por la mejora de los hospitales, las transformaciones en la forma de los enterramientos, en la limpieza de las calles, etc. Todo ello, como apunta la autora, estaba orientado a la prosperidad pública, «por lo que la lactancia materna no era solamente una cuestión privada, sino también pública, pues la mujer debía criar a los futuros ciudadanos sanos, robustos y fuertes» (Rosas, 2005:332). Es decir, estas disertaciones sobre la degeneración de la especie en las que planea la sombra de la nodriza, se conectan con otros discursos de gran transcendencia en el contexto intelectual de la Ilustración como son los relacionados con el cuerpo, la salud, la higiene y la construcción del nuevo ideal de familia burguesa en los que se viene a definir el nuevo rol de la mujer como madre-educadora. Conclusión En el caso del ama de leche se concreta de una forma muy esclarecedora una de las constantes históricas más evidentes: la desconexión entre la norma, la prescripción, la obligación, la prohibición, el control y la realidad poliédrica que discurre en multitud de direcciones y bajo un sinfín de formas. De este modo, en el siglo XVIII se radicaliza en Portugal un discurso, el de la criminalización de la lactancia 30 Según el estudio de Ana Margarida Ramos (2008:100), los nacimientos insólitos se revelan tan importantes que darán lugar a clasificaciones meticulosas y pormenorizadas de todos los nacimientos monstruosos ocurridos, llegando a conformar colecciones y a propiciar el nacimiento de los estudios modernos en teratología (ciencia que estudia las malformaciones físicas de los seres humanos y animales). 31 AFFONSO, Manoel Jose y DE MELLO FRANCO, Francisco (1772), Novo Methodo de Partejar, recopilado dos mais famigerados e sabios autores, Lisboa, pág. 29. 200 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla asalariada, que ya se venía articulando desde distintas instancias (religiosa, médica, filosófica) desde mucho antes -al menos desde el siglo XVI-. Sin embargo, a pesar de sus combativos detractores, la realidad es que la contratación de nodrizas experimentó una importante expansión entre las clases urbanas portuguesas de finales del siglo XVIII, continuó siendo importante durante el siglo XIX y perduró hasta bien entrado el XX (finales de la primera Guerra Mundial), cuando se generalizó en Europa el uso de la leche de origen animal como sustituto de la leche materna. El discurso crítico contrasta, por tanto, con la dinámica que se impone desde mediados del siglo XVIII pero, además, presenta una palmaria contradicción. Si bien por un lado se demandan durante ese periodo y buena parte del siglo XIX los servicios de la nodriza para trabajar en las instituciones de beneficencia (lactancia de expósitos), se las tolera por considerarlas necesarias, se reglamenta su actividad, etc., por otro lado se criminaliza a la mujer que, escapando a cualquier tipo de control institucional, utilizaba su leche a cambio de un salario pagado por familias particulares. Esta actividad se convertirá en el blanco de las críticas contenidas en el discurso médico, literario y memorialista, de lo que se puede deducir la importancia de dicho fenómeno en el seno de la sociedad portuguesa dieciochista y la preocupación que despertó entre diversos sectores de opinión. Preocupación o alarma que, a la luz de lo que acabamos de analizar, no sólo deberá de interpretarse desde la perspectiva del contexto ilustrado que aboga por nuevos valores morales y éticos, nuevos comportamientos de salud e higiene o nuevos ideales de familia y maternidad, sino también por puro pragmatismo de cariz demográfico y económico. El feroz ataque contra las amas mercenarias y contra las madres que por «capricho» delegan esta «sagrada función» de lactar a sus propios hijos en «mujeres viciosas y crueles», podría entenderse como el argumento moralizante de una necesidad perentoria: la de colocar a estas mujeres bajo la órbita del Estado con el fin de paliar, gracias a sus servicios de lactancia, la elevada mortalidad infantil. La pérdida de efectivos para un país era sinónimo de disminución de su riqueza en el imaginario político del siglo XVIII. De ahí la instrumentalización del cuerpo de la mujer, su conversión en una propiedad estatal puesta al servicio del bien común. Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 201 “Una perniciosa costumbre”. Discursos sobre la lactancia asalariada en Portugal en el siglo XVIII Fuentes históricas AFFONSO, Manoel Jose y DE MELLO FRANCO, Francisco (1772), Novo Methodo de Partejar, recopilado dos mais famigerados e sabios autores, Lisboa. CHAVES, José Manoel (1791), Memória sobre o tratamento dos meninos que pelo depravado appeite de comer terra, carvoens, cal, gesso, ou barro contrahirão o habito cachetito de que vem a morrer hydropicos, porque repugnão tomar remeios; queixa esta que mata hum grande numero de meninos, e para que os autores medicos ainda não tem dado suficientes meios, Lisboa. DA FONSECA HENRIQUES, Francisco (1731), Medicina Lusitana ou Socorro Delphico a os clamores da Natureza humana, para total profligação de seus males, Lisboa DE MELLO FRANCO, Francisco (1790), Tratado da Educação Fysica dos meninos, para uso da nação portugueza, Lisboa, Academia Real de las Ciencias de Lisboa. DE ALMEIDA, Francisco José (1791), Tratado da educação fysica dos meninos para uso da nação portuguesa, Lisboa. MONIZ BARRETO, Luis (1787), Tratado da educação fysica e moral das crianzas de ambos os sexos, traduzido do franzes em linguagem portugueza pelo bacharel Luiz Carlos Moniz Barreto, Lisboa. PUJOL DE PADRELL, Francisco (1788), Medicina Domestica, ou tratado completo dos meios de conservar a saúde, e de curar e precaver as enfermedades por via do regime, e remedios firmes: obra util e acomodada á capacidade de todas as pessoas de qualquer estado, e condiçao, pelo doctor Guilherme Buchan, trasladada em vulgar para utilidad na nação pelo doctor Francisco Pujol de Padrell, Lisboa. RODRIGUES MAIA, Manoel (1786), Entretenimento que em huma visita tiverão as duas amigas Brazia Fagundes e Brites Martha, a’cerca das amas de leite, em que se monstrou pelo alto as inclemencias desnecesarias que supportão todos aquelles que cahem na esparrella de amurallas. Obra muito util e proveitosa áquelles que ainda não estiverem escaldados, dada a’luz por Matusio Matoso Matos da Mata, Lisboa. RODRIGUES MAIA, Manoel (1786), Alcorão das amas de leite ou marmota em que se vem mais claras que a luz do dia as metafisicas de que usão estas sanguexugas para sacar o sangue das casas onde crião. Obra muito util e necessaria a todos que desejarem saber por onde o barco faz 202 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 María José Ortega Chinchilla agua, ou o gato vai ás filhofes. Composta por hum escaldado; e dada a’luz por Matusio Matoso Matos da Mata, Lisboa. Bibliografía AFONSO DA FONTE, Teodosio (2004), No limiar da honra e da pobreza. A infância desvalida e abandonada no Alto Minho (1698-1924), Tesis doctoral, Insitituto de Ciências Sociais, Universidade de Minho. BARREIROS, Bruno (2011), “Regime, higiene e saúde pública em Portugal no século XVIII”, en CARDOSO, Adelino (org.), Medicina, cultura e sociedade, Lisboa, Húmus. 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El servicio doméstico en la formación del mercado de trabajo madrileño 1758-1868, Madrid, Siglo XXI. Recibido: 29 de abril de 2016 Aceptado: 24 de Junio de 2016 204 Segunda época, Volumen XX, 2016, 187-204 Oliva Solís Hernández EL PAPEL DE LAS MUJERES EN EL DISCURSO DE LA MÚSICA NORTEÑA MEXICANA The role of women inside norteña mexican music Oliva Solís Hernández Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Universidad Autónoma de Querétaro, México Profesora-investigadora, Miembro del SIN-NI Resumen La música norteña, entendida como aquella que caracteriza fundamentalmente al nororiente de la República Mexicana, es uno de los elementos integrantes de la identidad nacional. Sus canciones, ritmos, instrumentos, espacios y prácticas forman parte de una tradición que identifica una región geográfica. A partir de la Independencia de México se ha tratado de construir y homogenizar una identidad “nacional”, a la cual se le ha dotado de significaciones que tienden a “borrar” las particularidades de las regiones. Junto con la identidad nacional o local existe la identidad de género, también construida históricamente. En la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento de los medios de comunicación permitió que estas identidades permearan en el imaginario social. A partir de lo anterior preguntamos ¿Qué tipos de identidades genéricas para hombres y mujeres propone la música popular mexicana conocida como música norteña? Cuando ponemos en juego la categoría música norteña con la de género, consideramos, se podrían revelar algunos de los mecanismos a través de los cuales, culturalmente, se reproducen los discursos que tienden a perpetuar un sistema cultural. Proponemos que la música norteña mexicana tiende no sólo a reproducir sino incluso a exacerbar los prototipos tradicionales de hombre macho y mujer sumisa. Palabras claves: México, música norteña, identidad nacional y de género. Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 205 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana Abstract The norteña music, known to be the one who characterize fundamentally the Norwest of the Mexican Republic, it is one of the integral elements of the national identity. Their songs, rhythms, instruments, spaces and practices form part of the tradition that identifies a geografic region. From the Mexican Independence it has tried to build and homogenize a “national” identity, at which it has been provided of significations that tend to “erase” the particularities of the regions. With the national or local identity exists the gender identity, also constructed historically. In the second half of the XX century, the growth of the media allowed that this identities permeate in the social imaginary. From above we ask, what types of generic identities for men and women the popular Mexican music known as the northern music propose? When we put in game the category of northern music with the one of gender, we consider, it could reveal some of the mechanism from which, culturally, are reproduce the speeches that tend to perpetuate a cultural system. We propose that the Mexican Norteña music tends not only to reproduce but also to exacerbate the traditional prototypes of male and submissive woman. Keywords: Mexico, norteña music, national identities and gender. Sumario: Introducción, Mujeres ideales, Construyendo nuevas identidades, El análisis: entre pétalos y espinas, Reflexiones finales. E Introducción n este trabajo nos preguntamos ¿Qué tipos de identidades de género para hombres y mujeres propone la música norteña mexicana? Proponemos que la música norteña mexicana tiende no sólo a reproducir sino incluso a exacerbar los prototipos tradicionales de hombre macho y mujer sumisa. Cuando ponemos en juego la categoría música norteña con la de género, consideramos, se podrían revelar algunas de las desigualdades que reproducen los discursos que tienden a perpetuar el sistema patriarcal donde impera la cultura machista. En este trabajo, analizamos el discurso de algunas letras de las canciones más representativas de la música norteña, entre ellas, las de grupos como Los Tigres del Norte, Ramón Ayala, Los Huracanes del Norte y Los Cadetes de Linares, por mencionar sólo algunos. El trabajo está estructurado en tres partes: en la primera hacemos un esbozo de la idea de la mujer heredada por la tradición, la cual a su vez está fundada, principalmente, en la religión católica. Luego abordamos el concepto de identidad nacional, regional y de género, mostrando cómo entre estas dimensiones existen características 206 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández que se comparten y que, a través del discurso, se reproducen. En la tercera parte hacemos el análisis de las letras de algunas de las canciones norteñas seleccionadas y, finalmente, presentamos algunas conclusiones. Mujeres ideales A lo largo de la historia, la idea que se ha tenido de la mujer ha sido poco halagadora. Ya desde la época clásica la mujer era considerada como “un animal de cabellos largos e ideas cortas”, según lo expresó Aristóteles. Se creía que por naturaleza la mujer era inferior al hombre y su forma de ser la convertía en el ser más peligroso para la sociedad. El mito de Pandora ejemplifica esta idea, pues por su curiosidad entraron los males en el mundo. Una mujer era considerada poco prudente y muy parlanchina, de ahí que se aconsejaba que no participara en las conversaciones sobre la cosa pública. Su ignorancia, las hacía doblemente peligrosas pues no sólo hablaban mucho sino mal. Por otro lado, en el Antiguo Testamento encontramos frases como: “más amarga que la muerte es la mujer” (Eclesiastés, 7-26) o, según lo expresó Pablo, que la mujer tiene que estar sometida al hombre y no se le puede dejar a su arbitrio pues eso originaría la ruina de la casa. Ambas ideas, heredadas a occidente por el cristianismo, han pervivido en mayor o menor medida a lo largo de la historia. Las ideas anteriores fueron transmitidas en México por los españoles. La persistencia de ellas ya ha sido evidenciada por Herón Pérez Martínez (2005) en un trabajo sobre la idea de la mujer y el caballo en el refranero popular mexicano, así como por otras investigadoras quienes han mostrado el papel de las mujeres en el siglo XIX en México, ubicándolas en el ámbito de lo privado y privadas, a su vez, de otras oportunidades que no estuvieran ligadas a su sexo y el ideal que de ellas se había construido como ángeles del hogar. El modelo femenino y masculino heredado de la tradición luego se insertaría en la construcción de otras identidades. Construyendo ¿nuevas identidades? La identidad nacional A partir de la Independencia de México se ha tratado de construir y homogenizar una identidad “nacional”, a la cual se le ha dotado de características y significaciones que tienden a “borrar” las particularidades de las regiones. Sin embargo, como parte de esta identidad, subsisten prácticas más o menos homogéneas entre la población, tal es el caso de la identidad regional y la denominada identidad de género. Estas Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 207 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana identidades, que forman parte de la identidad social, son producto del proceso de socialización. En México, la identidad femenina ideal, heredada de la tradición cristiano-católica, se asocia con la pasividad, hermosura, honradez, pureza, dulzura, comedimiento, cuidado, etc. La identidad femenina no deseada, pero presente de muchas maneras, es la de la pecadora, infiel, interesada, despiadada y traidora, pero de una belleza sin igual. La identidad masculina, por su parte, se asocia con el machismo. El machismo, dice Páramo, es una expresión peculiar de la masculinidad que está inserta en la cultura, de donde resulta que no hay que hablar de “machismo” sino de “cultura machista”. La autora señala que la característica central de la cultura machista es la dominación y la superioridad masculina, la cual se complementa con la inferioridad y la sumisión femenina (Páramo, s/f ). La identidad es el resultado de un proceso de construcción social que, a decir de Giménez, “se construye precisamente a partir de la apropiación, por parte de los actores sociales, de determinados repertorios culturales considerados simultáneamente como diferenciadores (hacia afuera) y definidores de la propia unidad y especificidad (hacia adentro). La identidad no es más que la cultura interiorizada por los sujetos, considerada bajo el ángulo de su función diferenciadora y contrastiva en relación con otros sujetos” (Giménez, s/f ). Así pues, la función principal de la identidad es la de diferenciar a un sujeto de otro o a un grupo de otro. En términos de la identidad nacional, la del mexicano ha sido el resultado de un proceso de construcción en donde se conjugan una serie de elementos de la vida cotidiana de la mayoría de la población, elementos que el cine, el cual jugó un papel muy importante en la construcción de la identidad masculina, potenció al adjudicárselos al ranchero protagonista de numerosos filmes de la época de oro del cine mexicano (Villarreal, 2006). A. Knigt (2010) señala una serie de problemas al tratar de dar cuenta de una identidad nacional, pues afirma que debajo de lo nacional coexisten una gran variedad de identidades que están en constante movimiento. Para el autor, estudiar la identidad nacional supone hacer cortes que distinguen identidades objetivas y subjetivas que se basan más en estereotipos y falsas generalizaciones que en realidades empíricas. Knigt (2010) argumenta que para que algo sea un marcador y moldee las conductas como mexicano deben alcanzar un umbral de significado nacional; no regional o sectario. Siguiendo este criterio, pocos serían los elementos que distinguirían a lo mexicano, por ejemplo, la Virgen de Guadalupe, la geografía, la geopolítica y, destacadamente, la historia compartida. Después de la Revolución, el nuevo Estado buscó con afán organizar un gobierno fuerte y centralizado, que girara en torno a la idea de una sola nación a costa de 208 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández negociaciones y pactos con las regiones y sus líderes. Dice A. Knight que en este intento se puso a los medios de comunicación, al cine, el arte, las escuelas o los deportes, al servicio del Estado para forjar este imaginario. La idea que se proponía era más aspiracional y normativa que objetiva y poco se pudo lograr pues, por debajo de lo nacional, siguió persistiendo lo local. Sin embargo, pese a este “fracaso”, algo se pudo hacer, ya que el modelo mexicano que se proyectó al exterior cumplió con la finalidad de diferenciarnos de otros grupos, de forma que en Europa o América Latina, ser mexicano era sinónimo de ser charro, imponiéndose en el ámbito internacional la identidad local de Jalisco como la identidad del mexicano. Este prototipo quedó expresado también en las canciones, por ejemplo en El mexicano, cuya letra dice: Yo soy mexicano, mi sangre es bravía, palabra de macho que no hay otra tierra más linda y más brava que la tierra mía. Yo soy mexicano, y a orgullo lo tengo, nací despreciando la vida y la muerte, y si echo bravatas, también las sostengo. Mi orgullo es ser charro, valiente y bragado, traer mi sombrero con plata bordado, que nadie me diga que soy un rajado. Jugar a los gallos, saberme afamado, pero más que todo, ser enamorado. Yo soy mexicano, muy atravesado. Yo soy mexicano, y por suerte mía, la vida ha querido, que por todas partes se me reconozca por mi valentía, yo soy mexicano, de nadie me fío y como Cuauhtémoc, cuando estoy muriendo, antes que rajarme, me aguanto y me río. Usar mi sombrero, echado de lado, cargar mi pistola, cacha de venado, fumar mi cigarro en tabaco picado, correr mi caballo, a pelo montado, pero más que todo, ser enamorado. Yo soy mexicano, muy atravesado. La canción conjunta una serie de características descriptivas sobre las que se construyó la identidad nacional, la del charro-macho. El macho Si bien la cultura mexicana ha sido considerada en términos generales como machista, el norte de México ha sido caracterizado como un espacio donde esta cultura alcanza uno de sus máximos exponentes. El “macho mexicano”, prototipo ideal masculino, se forjó en torno a dos aspectos: la parte moral incluía hombres fuertes, valientes, trabajadores, mujeriegos (aunque sólo amen verdaderamente a una mujer), pendencieros, buenos en todo lo que hacen (lazar animales, jugar barajas, disparar, amar a las mujeres) y la parte física los presentaba como fuertes, guapos, bigotudos y hábiles en el trato con las mujeres. El prototipo del hombre “norteño” por su parte, también fue producto de una construcción en donde el cine y la música jugaron un papel central. “Piporro” fue el arquetipo del hombre del norte (Montoya, 2014). Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 209 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana La difusión de estos estereotipos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, gracias al crecimiento de los medios de comunicación (cine, radio, industria discográfica) permitió que estos ideales permearan en el imaginario social y que buena parte de la población se apropiara de ellos. Esto puede quedar evidenciado en los discursos pronunciados en la música popular. El discurso Dado que en este trabajo abordaremos sólo las letras de las canciones, dejaremos de lado los estereotipos visuales que están construyendo el género. Las letras, por su parte, serán analizadas como un discurso. Siguiendo a Foucault, entendemos por discurso no sólo aquello que ha sido dicho o pronunciado en su realidad material, sino también aquello que tiene una existencia transitoria, una duración que no nos pertenece. El discurso es pues no sólo el conjunto de palabras dichas, sino también el conjunto de procedimientos que le rodean y las dimensiones que encarna. En el discurso, dice Foucault, se vinculan el deseo y el poder, ya que el discurso no es solamente lo que manifiesta o encubre el deseo, es así mismo, el propio objeto del deseo. Es aquello por lo que y por medio del cual se lucha (1992). Foucault ha señalado, como parte de los procedimientos de producción del discurso, el papel que tienen los que pronuncian el discurso y el lugar desde donde lo hacen, pues hay en ello un afán de exclusión y de verdad. En este sentido, el discurso pronunciado en las canciones, es emitido, mayoritariamente, por varones, quienes desde una posición de poder, otorgado por su popularidad y por el dominio que muchos de ellos tienen del espacio musical y discográfico, difunden una serie de ideas que son repetidas y, en muchos casos, apropiadas sin que ello pase por el tamiz de la crítica. La norteña La música norteña es entendida como aquella que caracteriza fundamentalmente al nororiente de la República Mexicana. Sus canciones, ritmos, instrumentos, espacios y prácticas forman parte de una tradición que permite identificar a los habitantes tanto de una región geográfica como de un grupo cultural. Cuando se habla de música norteña tal región se circunscribe a tres estados: Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Culturalmente, esta zona comparte una serie de características como el tipo de comida, la forma de vestir, las variaciones en el lenguaje, los deportes que se practican y, por supuesto, la música. La música norteña se define, desde lo instrumental, por el uso de un acordeón y un bajo sexto. Partiendo de los géneros musicales que le dan cuerpo, la norteña se 210 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández identifica por la ejecución de géneros dancísticos europeos como la polka y el vals, además de géneros mestizos nacidos en América como el corrido, la canción ranchera, el bolero y la cumbia (Montoya, 2014). A decir de Montoya (2014) y Olvera (2014), la norteña es una música que tiene sus orígenes tanto en el norte de México como en Estados Unidos y ha sido allá donde el género ha alcanzado su concreción al conjuntarse los elementos técnicos que le abren la puerta a la industria discográfica con la migración. Su auge puede explicarse por lo que los estudiosos de la comunicación han denominado convergencia, entendida como la tendencia integradora de la información a partir de los avances tecnológicos, lo que permite a las industrias, en este caso a las culturales, generar nuevas pautas de consumo creciente debido a: la baja de los costos de producción y distribución, la diversificación de los medios a través de los cuales se puede acceder a la información y la obsolescencia programada que implica nuevas actualizaciones de los soportes materiales. Como evidencia de lo anterior, podemos citar el caso de la existencia de canales televisivos especializados en géneros musicales1, los cuales se pueden acceder vía cable o internet. Los canales, donde se proyectan vídeos, complementan la producción musical y difunden un estereotipo de masculinidad y feminidad que cada vez más tiende a ser imitado, en donde los hombres, en una actualización de la indumentaria “norteña”, visten pantalón de mezclilla, camisa a cuadros, bota vaquera, cinturón “piteado” y sombrero “norteño o texano”. El atuendo es completado por un “buen caballo” o un “buen coche”, joyas, bebidas, casas o ranchos lujosos y mujeres hermosas, las cuales aparecen como parte de la escenografía en la historia que se cuenta. Así pues, el auge de la industria de la música norteña está posicionando un nuevo modelo de masculinidad, vinculado muchas veces al mundo del narcotráfico y reproduciendo un estereotipo femenino negativo que tiende a perpetuar los roles tradicionales. El género Cuando al análisis de la música norteña añadimos la variable género como categoría analítica se abren nuevas posibilidades. El género, según lo han señalado las teóricas Scott (2008), Lamas (1996), Burin y Meler (2010), es entendido como una construcción cultural que permite explicar las formas en que hombres y mujeres se han relacionado históricamente. El género pone el énfasis no en la división sexual del mundo establecida por el sistema patriarcal, sino en los factores culturales que 1 Algunos de estos canales son, por ejemplo: MTV, VH+1, Ritmoson, etc., los cuales transmiten durante todo el día vídeos, documentales, recopilaciones musicales, etc. Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 211 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana han permitido que el varón domine a las mujeres, tratando de desentrañar aquellos elementos que se han utilizado para legitimar tal orden, partiendo del supuesto de que una vez visibilizados es más factible su transformación. Como categoría analítica, el género es siempre relacional, es decir, implica no sólo a las mujeres sino también a los hombres, de forma que hablar del papel de la mujer en las letras de las canciones norteñas nos remite necesariamente a dar cuenta del papel de los hombres. La comparación de ambos nos permitirá luego dar cuenta de las relaciones asimétricas y desiguales desde las cuales se visualiza y se valora. Finalmente, el género es contrario a las ideas esencialistas que suponen la existencia de una naturaleza dada. Por el contrario, al suponer la identidad genérica como resultado de un proceso socio-histórico-cultural, destaca la idea de que la forma de ser hombre y ser mujer es aprendida y que parte de esos aprendizajes pueden proceder de las ideas estereotipadas que la música reproduce. Las fuentes Las canciones analizadas tienen diversos emisores en términos de autoría, sin embargo, coinciden en el hecho de que han sido escritos por hombres, de donde suponemos que lo dicho refleja la forma de pensar no sólo de los autores, sino de un sector social más amplio: el masculino (con las excepciones que pueda haber al caso). Los autores a su vez tienen diferencias etarias pues muchas de las agrupaciones que aún siguen vigentes, comenzaron a crecer entre la década de los cincuenta y sesenta: por ejemplo, los Rancheritos de Topochico, Los Gorriones de Topochico o Carlos y José, quienes desde la década de los cincuenta y finales de los sesenta formaron sus respectivas agrupaciones. A estas, se sumarían después Los Cadetes de Linares, Ramón Ayala o Los Tigres del Norte, quienes desde finales de la década de los sesenta se han mantenido en las preferencias de un amplio público. A estos primeros grupos de éxito le han seguido otros muchos, destacándose en la actualidad, además de los anteriores, Intocable, La Reunión Norteña, Sueño Norteño, Conjunto Azabache, entre otras, incluyendo holandeses como Dwayne & Geert Verheyden. Sin embargo, pese a estas diferencias etarias, encontramos en las letras ciertas similitudes, lo cual puede ser indicativo de la persistencia tanto de las temáticas como de las ideas. El método Dado que la producción de música norteña ha sido creciente en las últimas décadas, es imposible analizar el total de las obras producidas, por ello, recurrimos a una muestra. A partir de una serie de listados, elaborados tanto por radiodifusoras como por conocedores de este género, se eligieron aleatoriamente una serie de canciones 212 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández entre las que se incluyeron “las clásicas”. El listado resultante incluyó más de sesenta canciones. Sobre esta primera lista realicé una búsqueda, la cual fue completándose con las recopilaciones discográficas de lo que la industria disquera considera como los “éxitos norteños”. Estas recopilaciones aparecen tanto en formato de disco compacto como en las búsquedas de internet, donde se pueden localizar tanto los éxitos norteños como los éxitos de cada una de las agrupaciones. De éstas buscamos las letras para, con ello, realizar el análisis. Éste se hizo en dos fases: la primera consistió en una lectura general de las obras para comenzar a identificar posibles categorías de análisis. Después, es una segunda etapa, a partir de las categorías analíticas, se trabajaron las letras. El análisis: entre pétalos y espinas Las canciones adoptan la forma de corridos o de baladas rancheras y tienen como escenarios lugares ubicados en el norte de la República Mexicana o la frontera con los Estados Unidos, los cuales, para quienes habitan aquellos lares, pueden ser identificados con claridad: Laredo, Miguel Alemán, el Río Bravo o Río Grande, Saltillo, Reynosa, Monterrey, Guerrero, China, Allende, llegando incluso a Guadalajara o lugares ubicados en el centro del país. Los temas giran en torno a historias en donde los protagonistas son bandidos, capos del narcotráfico, políticos o personas del común del pueblo a quienes ocurren tragedias, traiciones o desengaños que, por sus características, merecen ser recordados y pasar a la historia. En algunas ocasiones, las mujeres también aparecen como protagonistas, tal sería el caso de la famosa Camelia “La Tejana”. Sin embargo, en la mayoría de las canciones, las mujeres aparecen como fuente de inspiración. De todas las canciones, se tomó como elemento de análisis el papel de las mujeres expresado en la letra. El análisis de las canciones nos permite reflexionar sobre algunos puntos: 1. El uso de diminutivos para referirse a las mujeres: chiquita, chiquilla, piquito de oro, etc. El uso del diminutivo resulta interesante pues pareciera que se usa como signo de cariño, sin embargo, aunque esto es lo primero que aparece, lo que está al final es la inclinación de la mujer a ser adulada (Mi piquito de oro, Ramón Ayala). 2. El uso recurrente de alegorías de aves para dar cuenta de las mujeres: palomas, gaviotas, golondrinas, chuparrosas, etc., o de flores: siempre viva, rosa –“rosita de olivo, blanca flor de azahar” (Rosita de Olivo, Los Tigres del Norte)– o jazmín (Los Canelos de Durango). Como flores, las mujeres se equiparan a un jardín en el cual los varones cuidarán “con amor” de la integridad de la flor (Jazmín, Los Canelos de Durango) o como flores-objeto que pueden ser cortadas, aún a despecho “del Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 213 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana jardinero”, es decir, de su cuidador (Flor Morena, El Chapo de Sinaloa). En Zenaida Ingrata (Los Alegres de Terán), la mujer es una flor que embriaga con su perfume y hace desear al varón “embriagarse con su dulce miel” lo cual hace referencia a un goce sensual. En A ellas, Los Tigres del Norte señalan que las mujeres “… son como una diosa, adorables y divinas, pero son como las rosas, tienen pétalos y espinas”. La advertencia es clara: cuidado con las mujeres pues pueden ser suaves y tiernas o pueden herir y causar daño. El uso de estas analogías sirve para ejemplificar situaciones de vida, por ejemplo en Gaviota Traidora, interpretada por las Hermanitas Calle, se da cuenta de una gaviota (mujer) que está a punto de dejar a un hombre para echarse a volar. El hombre le dice que volar es peligroso, que se puede caer al mar y que, aunque parece tranquilo, sus profundidades pueden ser causa de muerte. Sin embargo, dado que la gaviota parece estar decidida a volar, sólo le advierte que, cuando regrese, porque está seguro que lo hará, no lo busque, pues él, no está dispuesto a cargar con “sus pecados”. La analogía es clara: las mujeres no tienen derecho a “echarse a volar”, es peligroso y se pueden perder moralmente y por lo mismo, serán despreciadas. También encontramos animales despreciables, como la “mosca prieta”, donde la mujer es tan mala que ya hay cuatro que por ella suspiran, deja a los hombres a dieta y durmiendo en la banqueta (Los Cadetes de Linares). 3. El hacer referencia a características físicas o morales es también una constante: chaparrita, morena o morenita, prieta, etc., sin embargo, las características morales son las más importantes en la caracterización femenina. En las letras de las canciones analizadas identificamos una serie de calificativos que o alaban la belleza e integridad de la mujer o señalan sus defectos físicos y, sobre todo, morales, en este sentido, seguimos oscilando entre los modelos de la virgen y la pecadora. Entre la lista de estos defectos morales aparecen el orgullo, el desdén, la infidelidad, la avaricia, la mentira o la traición. En Hermosa Tirana, por ejemplo, el protagonista le dice a la tirana, cuyo concepto ya de por sí es peyorativo, pues hace referencia a una persona que ejerce el poder sin justificación y a medida de su voluntad (RAE, 2012): “eras orgullosa y mala conmigo, y con tus desdenes me hacías sufrir, pero con el tiempo tú te diste cuenta que solo quería que fueras feliz”, el orgullo y el desdén son la esencia femenina. En Golpes en el corazón (Los Tigres del Norte), el varón clama porque él le regalaba todo, todo lo que le pedía, y le reclamaba cuando él le daba hasta la vida. En la canción Recordando a María, de Los Canelos de Durango, María, la mujer protagonista, es presentada como una “joven vampiresa”. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una vampiresa es una mujer fatal, una mujer que “aprovecha su capacidad de seducción amorosa para lucrarse a costa de aquellos 214 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández a quienes seduce” (RAE, 2012). En este caso, la muerte de María ha llenado a todos de tristeza y nadie se resigna con su muerte pues los hombres con sus besos se perdían. En la canción Dices que te vas (Canelos de Durango) se señala que las mujeres son mentirosas pues dicen que se van y no se deciden. 4. Existe una serie de ideales que proyecta el hombre sobre la mujer: debe ser cariñosa y estar siempre disponible. Las mujeres, pero no las de carne y hueso, sino las imaginadas, sirven de inspiración no sólo para exaltar el amor, la felicidad o los buenos sentimientos, como en Mujer Ideal (Los Mier), sino para imaginar una forma de ser distinta. Así, en Buscando a mi morena, de Los Rancheritos de Topochico, el protagonista jura que una vez que encuentre a la morena de su vida, cambiará y dejará a sus amigos, a la diversión y a la parranda, para consagrarse a su amor. Sin embargo, también sirven las mujeres para desviarse del recto camino pues por el amor de una fémina los hombres son capaces de hacer locuras. En Prieta Casada, de Los Tigres del Norte, la mujer llora y suplica al varón que se la lleve con él y él, profundamente enamorado, aunque sabe que está casada, se propone llevársela, “aunque sea una temporada”. 5. Las canciones también distinguen tipos de mujeres. La madre ocupa un lugar privilegiado, es idolatrada y su imagen, cercana a la de la Virgen María, es idealizada a tal grado que sólo ella posee las virtudes femeninas en grado heroico. En la canción de A mi madre, de Chuy Vega dice el autor, que sigue recordando su amor, su amor con mucho cariño, pues la madre lo acompañaba, lo arropaba y lloraba con él. En Madrecita querida, Los Cadetes de Linares exaltan la figura de la madre y la comparan con el cariño de la otra, la traidora. Según el autor, sólo ella comprende y sólo ella ama, incluso cuando el varón ha sido malo, pobre y perdido. Junto a la madre todo se tiene, amor puro y sincero, de forma que sólo en ella se puede confiar. Los Razos, en Anoche soñé a mi madre, aconsejan a los oyentes, pidiéndoles que quienes todavía tienen una madre la disfruten, y recuerda lo que les decía: portarse bien, quererse. La madre, dicen, es lo más lindo que Dios hizo. Del mismo grupo es Perdóname madrecita, donde se expone el arrepentimiento de un varón pues hizo sufrir a su madre, “que es ternura, que es bondad y que es muy buena, la mujer que con su vida dio su ser y que en pago sólo recibió más penas”. Ahí, en medio del dolor, se consagra la madre como la gran sufridora, la que ofrenda su vida por otro, en este caso por el hijo, un hijo que además es borracho y vago. Contrastando con la madre está la puta, la otra, la que se encuentra en “el arroyo”. Ella es fácil, es infiel y traicionera. Pero es bella: “cara preciosa, boca exquisita, cuerpo de mujer”. En Me equivoqué contigo, de Los Barón de Apodaca, el protagonista se equivoca al vincularse con una mujer “por su carita buena” y por haberla Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 215 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana encontrado en la iglesia. Sin embargo, entre la mujer ideal y la mujer real, hay una profunda decepción. Eso queda evidenciado de nuevo en Golpes en el corazón pues ella le dio sólo “falsas promesas de amor”. Aquí, se resume la comparación: “Yo te regalaba todo, con mi madre discutía, me quería abrir los ojos, perdóname madre mía”. Dado que el uso de la categoría género es de carácter relacional es importante que, para dimensionar a mujeres y varones, los comparemos. 6. Destaca como otro punto importante el papel en el que se posicionan los varones: por un lado son víctimas y por otro machos. Como víctimas aparecen al caer en las redes de vampiresas como María. La canción dice que María trabajaba en una cantina, suponemos que como prostituta, y añade que con su hermosura y sus besos perdía a los hombres, de forma que cuando ella murió, todos la recordaban y le lloraban, pues la amaban. Aparecen también como víctimas cuando caen prendados de las mujeres y sienten que sin su correspondencia no podrían vivir, juran que se morirían y por lo mismo esto aparece o como un ruego para seducir o como un chantaje. Esto pasa, por ejemplo, en Cariño Santo, de Los Barón de Apodaca, donde “… toda la culpa la tienes tú… Cariño santo, como me duele, que tus caricias no tenga yo, pero te juro, que aquí en mi pecho, se está muriendo mi corazón”. Como víctimas también los encontramos suplicantes, pidiendo perdón, pidiendo que se queden, incluso ofrendando su libertad y solicitando la esclavitud a cambio de no ser abandonados. Como machos, encontramos una serie de frases que nos muestran que la idea de virilidad está anclada en el ejercicio del poder y la dominación. Los hombres-machos se presentan como valientes en oposición a la cobardía, la cual se manifiesta en el “rajarse”, atacar a traición, por la espalda, o traicionar al apropiarse de la mujer de otro. El hombre-macho aguanta, recibe “lo que venga”: golpes, balazos, “se raja el cuero”, “se rifa el destino”. El hombre-macho es “un gallo jugado”, “un gallo fino”, “un gallo muy giro”, un gallo adulto y no un pollo que puede ser desplumado, es una fiera que con sus rugidos controla una manada (Corrido de Caro Quintero, Ramón Ayala), es decir, un animal dispuesto a la pelea para conservar su libertad, su territorio y sus posesiones. Estos hombres-macho, “amigo de los machos” ejercen su poder sobre otros hombres pero, sobre todo, sobre las mujeres en varios aspectos: control del amor, disfrute de su cuerpo y, sobre todo, de su virginidad, lo que les permite alardear de ser el primero, pero más allá de eso está también el control de la mente. Como machos, les gustan las coleaderas, la fiesta, las carreras de caballos (Corrido de Lucio Peña, Los Cadetes de Linares), la embriaguez es una constante, pero no beben porque les guste, sino para olvidar. Por ejemplo, en la misma canción de Cariño Santo dicen: “Si ando tomando, para olvidarte y hasta 216 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández en mi copa te vuelvo a ver…”. En La Revolcada, de Religión Norteña, dice la canción: “…estoy ahogando el corazón en el alcohol, estoy quemándome las venas…” y todo porque la mujer resultó más falsa que una moneda de tres pesos al imaginarla mejor que una princesa. A estos hombres-macho “les gusta tener de a dos, para no andar batallando, cuando una me dice adiós, la otra ya me está esperando” (Me gusta tener de a dos, El Halcón de la Sierra). En esta visión de la masculinidad destaca un elemento: las lágrimas. Si bien en el imaginario popular los hombres no lloran, “se aguantan como los meros machos”, en la música norteña el llorar no es necesariamente un signo de debilidad o cobardía, por el contrario, es un signo de entrega incondicional y por lo mismo son valoradas, esto se evidencia en la frase: “Me paro en la esquina al verla pasar. A ver si le duele de verme llorar. De verme llorar por fin se arrendó, a hacerme preguntas: por quién lloro yo. Y yo le contesto, con grande dolor: No lloro por nadie, sólo por tu amor” (Rosita de Olivo, Los Tigres del Norte). Esto mismo queda evidenciado en la ya citada canción de Recordando a María, donde todos los hombres lloran con amargos sollozos por el recuerdo de María. La masculinidad incluye también la defensa del honor. El honor, como lo ha mostrado Seed (1991) radica fundamentalmente en la mujer, de forma que si una fémina engaña o traiciona a un hombre, éste tiene el derecho de “limpiar” su honra, justificándose incluso el asesinato. Esto queda evidenciado en Bonita finca de adobe de Ramón Ayala, quien dice en la canción, dirigiéndose a la finca: “si me roban sus amores, muy cruel será mi desquite, jamás, jamás me traiciones, que si su amor se me pierde, a ti, a ella y a ese hombre, los quemo con leña verde”. Otra evidencia de machismo está en la frase “Que soy hombrecito y te puedo cumplir” (Rosita de Olivo, Los Tigres del Norte). Existen también canciones en forma de corridos en donde las protagonistas son mujeres quienes, por sus actitudes, más parecen hombres y, por eso mismo, algunas son cuestionadas y otras alabadas. En estos casos, existen zagas que nos cuentan una historia; tal sería el caso de La venganza de María, o de Zenaida y La Nueva Zenaida. La venganza de María narra la historia de una mujer que en un baile mata al hombre que mató a su padre. Laurita Garza es otra protagonista de una historia de venganza, pero en este caso por haber sido engañada y abandonada por su novio. La Chacha, de Beto Quintanilla, es otra historia de venganza pero, en este caso, por la muerte a traición del hermano. En todos los casos, las historias nos presentan a mujeres que no olvidan, no perdonan y empeñan sus vidas en la venganza. En este grupo de historias, el modelo presentado no se ve de forma negativa, por el contrario, de alguna Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 217 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana manera se esperaría que las mujeres fueran así, leales hasta después de la muerte y capaces de dar su vida por sus hombres. En Mujer Ideal, de Los Mier, esa es una cualidad de la mujer quien dice “recuerda que siempre te esperaré”. En otra categoría están las protagonistas que son modelo pero en sentido negativo. Una de las clásicas es Camelia “la tejana”. La trama de la historia resume lo bueno y lo malo de las mujeres. Dice la letra, asumiendo que Camelia es “una hembra de corazón”: “Una hembra si quiere a un hombre, por él puede dar la vida, pero hay que tener cuidado, si esa hembra se siente herida, la traición y el contrabando, son cosas incompartidas” (Los Tigres del Norte). La estrofa distingue entre la mujer ideal que por amor puede entregarse completamente, incluyendo la vida y la mujer “herida” que traiciona. El corrido de Camelia tendrá luego sus secuelas. En Ya encontraron a Camelia, Los Tigres del Norte cuentan el sufrimiento de Camelia después de haber matado a Emilio y la búsqueda que de ella hacen los de la banda para ejecutarla. Esta parte de la historia termina con la muerte de Camelia, quien ve en ella la oportunidad de reunirse con su amor. Finalmente, El hijo de Camelia, concluye la saga. El hijo conduce un auto muy veloz y viste mezclilla, chamarra, botas de vaquero y sombrero tejano, y va recorriendo los caminos vengando la muerte de su madre. La tragedia es romanticismo puro: el amor que en vida no pudo ser, idealmente se realizará después de la muerte y la mujer en su pecado llevó la penitencia pues pese a que se quedó con el dinero nunca pudo alcanzar la felicidad. Reflexiones finales En este trabajo nos preguntamos ¿Qué tipos de identidades de género para hombres y mujeres propone la música popular mexicana conocida como música norteña? Las letras de las canciones analizadas revelan algunos de los mecanismos a través de los cuales, culturalmente, se reproducen los discursos que tienden a perpetuar el sistema patriarcal donde impera la cultura machista. Las identidades derivadas de este sistema, terminan siendo, como lo ha propuesto A. Knigt, subjetivas, es decir, que se basan más en estereotipos y falsas generalizaciones que en realidades empíricas. Para la mujer existen una serie de cualidades que no aplican para el varón, lo que nos permite evidenciar la desigualdad: las mujeres deben esperar, los hombres no (“Vuela vuela chuparrosa y no dejes de volar, anda y dile a mi amorcito, que ya no me haga esperar” (La Chuparrosa, El Halcón de la Sierra); las mujeres deben ser fieles, los hombres pueden tener “de a dos”; la mujer debe ser sumisa, el hombre es “un gallo”. 218 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 Oliva Solís Hernández La mayoría de los autores son varones. Son contadas las mujeres que aparecen como autoras, tal es el caso de Gabriela Beltrán, sin embargo, al interpretar las canciones los varones, las letras son adecuadas para que haya consonancia en los géneros. El hecho de que sean mayormente los hombres quienes cantan, invisibiliza la perspectiva de las mujeres, de ahí la necesidad de ampliar esta investigación para recuperar la voz de ellas, no sólo en la interpretación, sino fundamentalmente en la autoría. La identidad que propone la música norteña para los varones está en consonancia con la que propone la identidad nacional: machos, que no se rajan, valientes, que no le temen a la muerte. Para las mujeres, sigue siendo la misma que ha propuesto la tradición: hermosas pero ingratas, orgullosas, mentirosas, traicioneras, y una larga serie de calificativos despectivos. De entre todas las mujeres sin embargo se rescata la madre, en quien se encuentran condensadas todas las virtudes: cariñosa, atenta, incondicional y sufridora. Así, la idea de mujer que propone la música norteña mexicana contiene una doble naturaleza femenina que se sigue moviendo entre la puta y la santa, entre la pecadora y la virgen. A la primera se le usa, se le quiere o se le desprecia, a la otra solo cabe amarla. La ambigüedad, como quedó señalado claramente en A ellas, es lo que caracteriza a las mujeres: tienen pétalos y espinas. El modelo pues se mueve más en el campo de lo ideal que de lo real y se construye más sobre generalizaciones que tienden a difundir la idea de que todas las mujeres son iguales. El discurso propuesto por la música norteña mexicana es aspiracional y normativo. Intenta moralizar e imponer normas de conducta que perpetúen los roles de género tradicionales. Las mujeres que son rescatadas y que han actuado mal, siempre terminan mal. En este proceso de construcción identitaria, se ponen en juego el poder y la dominación, el poder ejercido por el varón y la dominación de las mujeres quienes siguen pensándose como objetos que pueden ser poseídos o como sujetos desiguales que deben ser “protegidos”. Reflexionar sobre el discurso que proponen las canciones puede ser una vía para reflexionar sobre la necesidad de construir relaciones más igualitarias entre varones y mujeres. Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 219 El papel de las mujeres en el discurso de la música norteña mexicana Bibliografía BURIN, Mabel y MELER, Irene (2010), Género y Familia. Poder, amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad, Argentina, Paidós, Biblioteca de Psicología Profunda. DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA, Cfr. http://lema.rae.es/drae/?val=Tirana FOUCAULT, Michel (1992), El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets. GIMENEZ, Gilberto, “La cultura como identidad y la identidad como cultura”, disponible en: http://perio.unlp.edu.ar/teorias2/textos/articulos/gimenez.pdf KNIGHT, Alan (2010), “La identidad nacional mexicana”, en Nexos, disponible en: http://www.nexos.com.mx/?p=13852 LAMAS, Marta (Comp.) (1996), “Introducción” en El Género. 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Recibido: 06/06/2016 Aceptado: 7/7/2016 Segunda época, Volumen XX, 2016, 205-221 221 Brisa Varela GEOGRAFÍA DE GÉNERO Y DISCURSOS DEL CUERPO EN LOS MICROESPACIOS ESCOLARES: ENTRE LA VIGILANCIA Y LA DISPLICENCIA Geography gender and body discourses in school microspace: between monitoring and nonchalance Brisa Varela Universidad Nacional de Luján Resumen En este artículo se reflexiona desde la perspectiva de la geografía de género, sobre la diversidad de prácticas sociales y espaciales de los niños y niñas en su contexto escolar considerando sus acciones en los momentos de juegos libres. El estudio del espacio geográfico se propone aquí como dialéctico porque las situaciones que estudia son dialécticas en un marco de asimetrías propias del sistema patriarcal. Palabras claves: Género, geografía cultural, escuela, metodología cualitativa. Abstract From the perspective of gender geography, in this article studies the diversity of spatial and social practices of the children and school context considering their actions in moments of free play. The study of geographical space is proposed here as dialectical because the situations are studied dialectic within a framework of asymmetries patriarchal own system. Key words: gender, social and cultural geography, school, qualitative methodology Sumario: Introducción. Encuadre, problemas y metodologías. El recreo escolar ¿espacio de libertad? De la teoría al campo: el uso del espacio por varones y mujeres en el recreo. Conclusiones. Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 223 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares E Introducción n este artículo se analiza la apropiación diferenciada de microespacios escolares por parte de los niños y las niñas, naturalizada por los adultos como producto de una construcción histórica y social en la que la escuela se encuentra inserta y en la que la valorización de lo que se entiende por “lo femenino” se encuentra subordinado a “lo masculino”. El campo epistémico en el que nos situamos es el la geografía que incluye tanto la revisión de la noción de espacio geográfico como la perspectiva de género y en el que los trabajos feministas han sido sustanciales para la construcción de una teoría crítica del espacio. El desarrollo de las geografías feministas ha permitido explorar las diversidades de escalas, puestas en diálogo, en nuestra vida cotidiana y resignificar aquellas zonas invisibilizadas o subconsideradas, aquellos márgenes no tratados que quedaban fuera de las categorías hegemónicas (Puente Lozano, 2011). La revisión de la perspectiva androcéntrica ha alentado la instalación de nuevas problemáticas como objeto de estudio, y legitima, como objeto de estudio, por ejemplo las interacciones de género en los microespacios y también, fomentando el trabajo interdisciplinar. Desde la sociología, las artes, la literatura, la historia, la antropología y la educación física se ha trabajado sobre el estudio del control de los cuerpos y desde lo conceptual se ha introducido la conceptualización de microespacios y la noción de “extrañamiento” o distanciamiento para estudiar un espacio que antes resultaba “familiar”. La geografía de género ha impulsado, tardíamente en relación con otras disciplinas, la indagación del el vínculo entre la espacialidad y el poder, Estévez Villarino (2012) retoma la posición de Hannah Arendt quien politiza el espacio y lo concibe como un “espacio de aparición” en el que la acción y el discurso crean un espacio entre los participantes que puede encontrar su propia ubicación en todo tiempo y lugar. Se trata del espacio de aparición en el más amplio sentido de la palabra, es decir, el espacio donde yo aparezco ante otros como otros aparecen ante mí (…) La comprensión de este vínculo ha sido un elemento central para avanzar en la lucha por romper los límites que han constreñido los espacios materiales, discursivos o conceptuales y simbólicos de las mujeres (Puente Lozano, 2011). Epistemólogas de la geografía como Dolors García Ramón (2012), en especial desde los años ochenta, han incorporado la categoría de género redefiniendo las dimensiones de la espacialidad, al entender que las relaciones entre corporeidad, 224 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela género y espacialidad no son neutras, las acciones de las personas en los espacios están cargadas de intencionalidad e historicidad (Perrot, 2008). Las formas de situarse en el presente están afirmadas en estereotipos que, aunque velados, están vigentes y construyen subjetividades e identidades que remiten a lo material, lo imaginario y lo simbólico. Retomando los sugerentes trabajos de Henri Lefebvre (1976, 1981) Jaques Derrida (1997) y Michel Foucault (1976) entre otros intelectuales, puede afirmarse que las identidades de género se construyen en y por medio de la acción socioespacial. Lefebvre (1976) expuso las debilidades teóricas de las definiciones de espacio geográfico producido por la geografía moderna de los siglos XIX y XX y afirmó que todas las nociones y los niveles del espacio son productos sociales, por lo tanto todo espacio es un espacio social. Este “espacio” no es ni transparente ni natural y cada época tiene modos de producción de espacio(s) que se expresan en lugares específicos, jerarquías y conjuntos espaciales. El espacio no es un objeto científico descarriado de la ideología o de la política; siempre ha sido político y estratégico. Si el espacio tiene apariencia de neutralidad e indiferencia con respecto a sus contenidos, y por eso parece ser puramente formal y epítome de la abstracción racional, es precisamente porque ha sido ocupado y usado, y ya ha sido foco de procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El espacio ha sido formado y modelado por elementos históricos y naturales, pero siempre políticamente. El espacio es político e ideológico. Es un producto literalmente cargado de ideologías (Lefebvre, 1976: 46). Además de los aspectos materiales, es significativo considerar las representaciones sociales y discursivas sobre el espacio, ligadas a las relaciones de producción, al orden que se impone y se asienta en una estructura de poder. Los espacios de representación relacional y social ofrecen, a la vez, una región de posibilidad y de resistencia simbólica. Otra característica del espacio geográfico es que sólo es entendible dialécticamente, es una construcción social que refleja la estructura de poder de la sociedad articulando clase y género, pero a la vez ejerce su influencia sobre ese orden social petrificándolo y la separación de funciones sigue reflejando la ideología de la domesticidad (Karsten y Meertens, 1992). Este trabajo propone un análisis del espacio vivido, me interesa compartir aquí los resultados de las indagaciones sobre el sexismo en la escuela realizado con la participación de estudiantes del Profesorado de Educación Primaria (PEP) N2 Mariano Acosta, futurxs maestrxs, en la asignatura “Trabajo de campo: experiencias en Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 225 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares investigación educativa”. Entiendo que la perspectiva de género implica necesariamente lograr visibilizar la estructura patriarcal y reformular estrategias pedagógicas que permitan desmontar su vigencia en las distintas relaciones sociales, instancias institucionales y espacios diversos de constitución de lxs sujetos, entre ellos el de la escuela. Desde el punto de vista metodológico la visibilización del sexismo implicó un proceso de diseño, observación, construcción de registros de campo e interpretación desde la pedagogía crítica y la perspectiva de género, de los momentos escolares conocidos como “recreos” en los que el juego invita y se caracteriza por ser un lugar de “libertad supervisada” o “libertad controlada” (Pavía, 2005). Sostener la perspectiva de género requirió revisar la carga de prejuicios y subvaloraciones persistentes en los recreos como espacio y tiempo particular. Como afirman Karsten y Meertens (1992) el espacio desborda su marco geográfico y se convierte en un concepto que remite a las nociones de autonomía e identidad, y también a las prácticas sociales concomitantes. En los estudios de geografía de género se trata de integrar tanto 1os procesos histórico-estructurales en que se enmarca la vida de las mujeres y niñas como las prácticas cotidianas. En relación con la temática estudiada son de considerar aquellos estudios que, por fuera de la geografía, se vienen realizando desde hace décadas investigaciones sobre educación y género. Recientemente los estudios sobre las geografías de las infancias han iniciado un tránsito incipiente. Anna Ortiz Guitart (2007) ha relevado los esfuerzos autorales e institucionales referidos a esta cuestión: La revista de geografía que más artículos ha publicado desde sus inicios (en 2003) ha sido Children’s Geographies. Esta publicación nació con la voluntad de cubrir un vacío en nuestra disciplina y crear un forum de discusión para todos aquellos geógrafos interesados en investigar para y con los más jóvenes (Matthews, 2003a). En ella publican los mejores y más prolíficos especialistas sobre el tema, como Hugh Matthews (editor de la misma), Gill Valentine, Sarah Holloway, Tracey Skelton (todas ellas procedentes de universidades británicas), Stuart Aitken y Cindy Katz (de Estados Unidos) y Lia Karsten (de los Países Bajos). Otras revistas de geografía sensibles a este nuevo enfoque han sido las siguientes: Area (número monográfico titulado «Geographies of Childhood» aparecido en el año 2001, vol. 33, n. 2), Annals of the Association of American Geographers, Antipode, Environment & Planning D: Society and Space, The Professional Geographer y Tijdschrift voor Economische en Sociale Geografie. (…) El trabajo de Thomson (2005) es un buen ejemplo de utilización de la observacióncomo método de análisis para estudiar como los niños y los adultosterritorializan6 y reterritorializan los espacios de juego de la escuela, con elobjetivo de controlar, dominar y resistir el espacio de los otros (Ortiz Guitart, 2007:199). 226 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela Encuadre problemas y metodología En el Plan de Estudios de Formación Docente para el Profesorado de Educación Primaria (Resolución Nº 6635 /2009) se propone que, como experiencia formativa, se desarrolla el espacio curricular “Trabajo de campo: experiencias en investigación educativa”. Se aspira a promover el acercamiento a diversos aspectos de la realidad educativa a partir de las diversas metodologías y enfoques que asume cada disciplina o área de enseñanza y ofrecer oportunidades para que lxs estudiantes se pongan en contacto con situaciones escolares, problemáticas o cuestiones específicas relativas a estudios de caso. Entre las herramientas que pueden dotarse a lxs estudiantes se encuentran metodologías relativas a la observación y registros de situaciones escolares; el análisis del material didáctico ofertado por editoriales comerciales y la aplicación de marcos interpretativos que permitan pasar de la descripción a las diversas explicaciones y contrastaciones posibles. En cuanto a las opciones metodológicas acordamos con el posicionamiento de Estévez Villarino (2012) quien afirma: Para enfrentarse a un objeto de estudio relacional y múltiple que, además, emana de los cuerpos, la etnografía parece la herramienta más apropiada, entre otras cosas, porque permite enfrentarse al espacio público desde la consciencia de que la vida excede las condiciones normativas que representan sus categorías. Por etnografía no me refiero tanto a la puesta en práctica de algunos métodos cualitativos, como al compromiso decidido de registrar lo concreto y lo cotidiano, atendiendo y respetando sus lenguajes (Estévez Villarino 2012:159). En el ida y vuelta de la teoría a la escuela y de ella nuevamente a la conceptualización, se generó un ámbito que invitó a la reflexión sobre el proceso de producción de conocimientos con base en la investigación; posibilitar experiencias para la recolección, sistematización y análisis de referentes empíricos; la promoción del análisis de las diferentes dimensiones de la realidad educativa, dando sentido a los nuevos enfoques e introduciendo la perspectiva de género, estimulando reflexiones sobre el rol docente a partir de la construcción de una mirada que favorezca y valorice las prácticas no sexistas en el aula, desnaturalizando estereotipos, en el ejercicio de la práctica docente. Previo al trabajo de campo se debatió sobre la importancia del relato biográfico, las historias de vida, la subjetividad del investigador y se propició la autoindagación en referencia al interés por el tema objeto de estudio y el peso de lo biográfico en las decisiones profesionales. Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 227 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares También se abordó la definición del problema de estudio y el área de interés, lo académico, su necesidad institucional y los criterios de validez científica. Por último se construyó una propuesta etnográfica de trabajo en campo con lxs estudiantes a partir del registro de observaciones participantes y de entrevistas. En este artículo se toman los resultados de dos investigaciones en campo concretadas por Rocío y Lisandro1, estudiantes del último año de la carrera de profesores de educación primaria del PEP N 2 CABA, que pudieron indagar sobre el espacio dado a niñas y niños, de diez y once años, en los “recreos” en dos instituciones escolares, una de gestión privada y otra estatal con alumnos de sectores medios bajos. Se prestó especial.atención a los intersticios y rugosidades de las prácticas cotidianas en los que las desigualdades de género puedan llegar a ser problematizadas. El recreo escolar ¿espacio de libertad? El objetivo de la propuesta pedagógica formulada en esta investigación apuntó a la descripción de relaciones de género entre lxs niñxs a partir de sus prácticas y hábitos en los recreos y a conocer las representaciones sobre ellxs mismxs y sus elecciones durante el recreo accediendo a los significados del texto espacial a través de las actividades prácticas que ocurren en tal espacio, y del conocimiento que estas implican de parte de los actores sociales como afirma Henrietta Moore (1986). La palabra recreo, según el diccionario2 remite al “sitio o lugar apto o dispuesto para diversión” (de recrear, “divertir, alegrar o deleitar”), y el tiempo y lugar del recreo significa un corte en relación con el horario de “clase” y se organiza según las pautas del mundo adulto. En Argentina a fines del siglo XIX se instituyó el recreo siguiendo el modelo francés, su fundamento para la implementación de los recreos escolares se apoyó en la biología, la fisiología y la higiene y el objetivo expresado fue el de “reponerse de la fatiga mental”. Fue Juana Manso quien impulsó la práctica de los recreos y los patios y la ley 1420 lo incorporó como normativa obligatoria. En el artículo 14º se establecía: “Las clases diarias de las escuelas públicas serán alternadas con intervalos de descanso, ejercicio físico y canto”. Para ese momento se recomendaban las diferenciaciones por género: “En las escuelas mixtas los patios deben ser separados para ambos sexos y también separados los de niños pequeños y los mayores”. Las posibilidades edilicias no necesariamente se ajustaron a esta recomendación, pero los 1 Rocío presentó un texto con el título “La vinculación “espontanea” de lxs niñxs en las instancias de recreo” y Lisandro presentó un texto con el título “Androtecto”. 2 Diccionario Enciclopédico Peuser, Buenos Aires, 2000. 228 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela juegos separaron a ambos sexos durante muchos años. Con el correr de los tiempos y tal vez también por cuestiones de reducción espacial, los recreos se desarrollan en el mismo patio tanto para niñas como para niños (Linares, 2010). Desde los comienzos de la escolarización queda planteada una dicotomía entre “el aula” y “el patio”. En el aula, generalmente, lxs niñxs no podían decidir con quién sentarse, mientras que en el patio podía elegir con quién jugar; el aula era un espacio cerrado, el patio era abierto; en el aula el control es casi total, en el patio es difuso. Al considerar al patio y al recreo como escenarios, también se disponían elementos y objetos que, de alguna manera condicionan a lxs niñxs que los usan. El recreo significa, aún en la actualidad, el momento en el cual niñxs se sienten en libertad de poder expresarse de manera espontánea dejándose llevar por su propio sentir, en un ambiente libre. Estos son los motivos por los cuales se consideró al recreo como el momento propicio para observar las conductas de lxs niñxs, sus maneras de relacionarse, los roles que asumen, los estereotipos naturalizados, así como algunos otros aspectos. Iniciadas las observaciones ambos estudiantes refieren que en los recreos escolares se multiplican los estereotipos inculcados durante generaciones. El recreo es la sociedad en pequeño, los varones ocupan todos los espacios y las niñas lo naturalizan. Los estereotipos de género tipifican el ideal masculino o femenino, son el conjunto de características que la sociedad “espera” del “ser varón” o “ser mujer” y las conductas prescriptas (permitidas) y proscriptas (prohibidas) por la sociedad para cada género. Ambos estereotipos encierran alto contenido valorativo y son la reproducción de conductas esperadas que niños y niñas deberían llevar a cabo en su vida adulta, encuadrados en un juego de relaciones asimétricas de poder. Retomando la mirada de Bourdieu y Passeron (1972) hemos enmarcamos las relaciones de género, como prácticas de reproducción, en el espacio escolar. Foucault (1976) que dice que lo que caracteriza al poder es un juego de relaciones entre las personas y el entramado de relaciones entre ellos y afirma que no vivimos en un vacío sino en el interior de un conjunto de relaciones. Rocío y Lisandro iniciaron las observaciones en campo tras fundamentar su trabajo. Desde una perspectiva heteronormativa, los adultos nos hemos ocupado durante generaciones de inculcar a nuestros niños y niñas la identidad sexual, de acuerdo con si ha nacido varón o niña. Según Bourdieu, el notable éxito que ha logrado mantener durante siglos la “dominación masculina” se relaciona con la manera en que instituciones como la familia, la escuela, la Iglesia, el Estado, los medios de comunicación y la práctica de los deportes han otorgado un velo de “naturalidad” a la desigualdad social y cultural entre Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 229 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares los géneros. De todas estas instituciones, en la que haré hincapié en esta ocasión es la escuela, ya que es el microcontexto en el que se desarrolla el escenario a describir, pensar y analizar. Elijo abordar las manifestaciones infantiles en las instancias de recreo ya que es en el patio y durante este momento, que se dan de manera espontánea ciertas relaciones y ciertas distribuciones corporales en el espacio sin estar atravesadxs por la cohesión del ámbito áulico (Rocío). Androtecto es un trabajo realizado para la materia del profesorado de enseñanza primaria “Trabajo de campo”. En la actualidad este trabajo se mira en el espejo de un reconocimiento de la lucha de identidades que fueron sometidas mediante discursos, políticas represivas, normas sociales e imposiciones de hábitos de todo tipo. Rompiendo con la lógica imperante llevada a cabo por la visión occidental de la historia hubo, hay y habrá mujeres luchando, participando de la política entendida como una función común de todas las prácticas sociales más allá de sus diferencias y distancias, es decir, desnaturalizando a la práctica política como uso restringido (Lisandro). Desde la cátedra se les propuso que en sus indagaciones revisaran los mecanismos sutiles e invisibles de los diferentes aspectos relacionados con el género en la comunidad educativa, más específicamente en el recreo, teniendo en cuenta la trama de relaciones, roles estereotipados y situaciones de discriminación que contribuyen a reforzar la desigualdad. Partimos de considerar que el recreo puede ser un momento de gran potencialidad para intervenir, operar y generar acciones, en función de modificar actitudes y cambios que posibiliten la igualdad de oportunidades y la equidad entre los géneros. En sus intervenciones en el momento del análisis teórico Rocío presentó sus interrogantes: ¿Cómo se relacionan niñas y niños durante el recreo? ¿Cómo se dan las relaciones de género entre niñas y niños durante el recreo?¿Qué modelos guían las conductas de lxs niñxs? ¿A qué prefieren jugar? ¿Por qué lo eligen?¿Qué roles asumen? ¿Asumen roles estereotipados? ¿Qué espacios ocupan en el patio? ¿Con qué elementos juegan niños y niñas? ¿Existe igualdad de oportunidades en las actividades de descanso y esparcimiento durante el recreo? ¿Se da una relación asimétrica de poderes entre niñas y niños que juegan en el recreo?¿Qué trama de relaciones se plantean en este ámbito?¿Las niñas o los niños ejercen la dominación durante las actividades de descanso y esparcimiento del recreo? ¿Cómo es la acción de unos sobre otros? 230 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela Lisandro polemizó con los enfoques sexistas que relevaba en sus observaciones exploratorias: La práctica docente en la actualidad ya no puede mirar a un costado ni desentenderse sobre el espacio de lucha que conquistó la mujer y que debe seguir peleando para construir una sociedad justa e igualitaria no solo en relación al género, sino al respeto por las diferencias. Las escuelas son un claro reflejo del entramado machista social que reina y que cada vez va descubriendo más grietas en su interior. El androcentrismo no solo se proyecta en las representaciones sociales sino que también se proyecta en el espacio, entendido como una arquitectura hecha para y por los hombres, reflejando nuevamente pero esta vez ya con la mira en donde va a desarrollarse el trabajo, en la escuela, en sus paredes, en sus patios, en sus techos y columnas. De la teoría al campo: el uso del espacio por varones y mujeres en el recreo Primer caso La información relevada pertenece a una escuela privada ubicada en el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las que Rocío es maestra3, acceden niñxs de clase media. Las observaciones se realizaron en el espacio del recreo de lxs niñxs de cuatro divisiones de 5to y 6to grado. En esta institución no se pueden llevar herramientas ligadas a la tecnología a la escuela, por ende están prohibidos los usos de celulares, computadoras, tablets. La institución con esta decisión “preventiva”, se anticipa e impide que se rompan, que se pierdan o que se extravíen los objetos. De esta manera, se distancia de la responsabilidad de educar acerca del cuidado de los bienes materiales, refugiándose en la necesidad de evitar determinados conflictos con las familias. ¿Quién se haría cargo si algo de lo anterior sucediera? … La escuela ya tiene demasiadas obligaciones. A principios de abril, ante la cantidad de niñxs golpeadxs, aparece una norma nueva: “en los recreos se prohíbe correr”. Lxs niñxs quieren moverse y lxs docentes deben controlar sus movimientos, cada vez normativamente más reducidos. La hipótesis que Rocío formuló, a partir de observaciones preliminares en los recreos, fue la siguiente: Durante los recreos, los niños elijen juegos activos, que involucran desplazamiento y actividad física. Sin embargo, las niñas prefieren dinámicas estáticas, pasivas, sin incluir el ejercicio de destrezas físicas. Esta división 3 El GCBA ha declarado la emergencia educativa motivo por el cual los estudiantes avanzados en su carrera docente pueden ocupar puestos supletorios de maestros. Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 231 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares entre grupos de juegos de, niñas por un lado y, niños por el otro, cada uno con sus características, responde a pautas culturales instaladas en el sentido común. Rocío aclara: Todxs nos enfrentamos al desafío de intentarlo. A la mancha jugaban todos, a la escondida también. ¿Y ahora qué? Aparece la pelotita de goma y el “Picapared” como la actividad que permite desarrollar el mayor movimiento posible sin correr que, al mismo tiempo pone en evidencia otra vez, la división lúdica por géneros. En la misma institución se legitima la fragmentación del trabajo por géneros. Me atrevo a afirmar que normativizada e incluso, justificada con argumentos pedagógicos: Las niñas y los niños se separan en la hora de educación física. Los niños se suben a un micro y van al “sindicato”. Las niñas se suben a otro micro y van al “gimnasio”. Los niños entrenan deportes. Futbol sobre todo. Las niñas entrenan gimnasia artística. Son especialistas en coreografías. Podemos advertir que en las escuelas existen “prácticas habituales que –muchas veces sin intenciones conscientes o explicitas- reproducen cuestiones y estereotipos sobre los “lugares de mujeres y varones” Infinidad de actitudes que conducen a una desigualdad en el trato ejercido en relación con la diferencia de sexo se sostienen en representaciones cristalizadas como la idea de que las niñas son ordenadas, prolijas, tranquilas, buenas alumnas, rosas, educadas, delicadas, y respetuosas por nombrar algunos adjetivos. En oposición los niños serían rebeldes, desordenados, acelerados, violentos, contestatarios, distraídos, “maleducados” y desprolijos, contraponiéndose casi antagónicamente a las caracterizaciones de las niñas. Todas las sociedades humanas esperan y conducen hacia determinados tipos de comportamientos según los sexos de que se traten. Los comportamientos “esperables” no son naturales sino que se construyen históricamente sobre cada uno de los sexos” (Varela y Ferro, 2000). En ocasión de nuestra investigación el “cuándo” y “dónde” suceden las acciones son esenciales, el escenario es un patio de terraza de 10 metros por 3 metros habitados por aproximadamente cincuenta niñxs. El tiempo: 15 minutos de recreo. Basta una mirada durante los 15 minutos de recreo en el patio, para apreciar la fragmentación de lxs estudiantes en grupos donde el rasgo observable que los diferencia es el sexo. Una descripción de un recreo bastará para hacer visible esta dominación, representada en el uso y distribución del espacio. 232 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela Para comenzar el recreo deben atravesar el disciplinado laberinto que los conducirá al patio. Salen del aula y deben formar en dos filas alineadas, una de nenas y otra de nenes. Me detengo delante de ellxs y aguardo. Lxs niñxs están dispersxs en pequeños grupos. Con pelota en mano algunos niños que se ordenan cantando. Otros pegados a la pared, tocando el marco verde de la ventana gritan ¡pido! Las nenas en ronda aguardan con libros bajo el brazo. Una sola tiene una soga y espera en la fila. Me acerco a algunos y algunas recordándoles que deben formar (Rocío). Rocío aplaude y mira a cada uno forzando un rostro de enojo o, aburrimiento, seguimos ahora sus impresiones: Cuando considero apropiado el momento, o me canso de insistir con algo que no me importa, subimos por una escalera. En medio del trayecto debo detenerme para recordarles que aún no comenzó el recreo y deben caminar ordenados. Se miran entre ellos y se alinean. Continuamos, atravesamos un pasillo, subimos un escalón, la luz natural comienza a hacerse notar, tres ansiosos niños se adelantan y avanzan corriendo. Llegan y se dispersan. Un grupo de nenes festejan a los gritos haber conseguido la pared grande. Acelerados le piden que cierre la ventana de un aula del secundario que da al patio. Lo logra y ellos festejan otra vez. ¡Pri, segun, ter, cuar, quin, sexti, septi, octi! En ese orden se alinean en horizontal. Uno lanza la pelota y comienza el juego. Picapared. Quemado, directa, risas, uuuuuuuuuuu que genio, pique. Concentrados se encargan de que la pelota repita su ciclo: mano, pique, pared, pique, mano, pique, pared. Todos juegan, todos respetan su turno. Al fondo un grupo de ocho niños juegan al futbol con una pelota de goma espuma. No todas las niñas llegaron al patio. Se dispersaron, entraron al baño, se distrajeron en la cafetería. Tan solo algunas, cinco se organizan en un rincón para saltar la soga. Dos la sostienen de los extremos y por turnos saltan al son de canciones que se aceleran. Pasan unos minutos y llega otro grupo de varones. Frente a otra de las paredes arman un círculo, se enumeran, pica la pelota y ¡atención! En el centro del patio, un grupo de seis niñas y un niño arman dos grupos. Dividen el espacio teniendo como referencia las líneas de alquitrán del piso. Lanzan la pelota y cuidado, cualquiera puede ser quemado. Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 233 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares Al fondo, apoyados sobre la pared un grupo mixto conversa. Abrazos van, empujones vienen. Dos niños tomados de la mano estiran sus brazos y comienzan a dar vueltas. Ríen. Otros dos niños se codean y comienzan a copiar la conducta. Una docente se acerca y les señala que no es un juego adecuado para el recreo. Que podían lastimarse y podían lastimar a otros. Pasa un niño perseguido por una niña. Ambos se dispersan entre el montón. En la sombra, en un pasillo pequeño en el que no llegan a entrar todas, un grupo de siete niñas practica una coreografía con verticales contra la pared mientras dos niñas apoyadas contra una columna observan. Queda reflejada en esta primera observación que, lxs niñxs en cuestión no son más que un absoluto reflejo del sistema de representaciones sobre los géneros de esta sociedad occidental en la que están insertxs y que es performativa. Sin lugar a dudas, las niñas también tienen destrezas físicas y motoras, acciones como saltar la soga y crear coreografías son las que se manifiestan en el relato. Lo interesante de este testimonio es el lugar físico que ocupan las niñas en relación con el de los niños, a ellas les corresponden rincones y son esos recovecos suficientes para desarrollar sus actividades elegidas. Otro día Rocío registra: Ingreso al aula, saludo a varios niños y niñas con un beso. Me detengo a escuchar algunas quejas, otras anécdotas mientras recuerdo con la voz y con el cuerpo que es momento del recreo y les pido que se alisten para subir. Un grupo de seis niñas se acercan y me piden ir a la biblioteca acompañadas por la seño Dani, del comedor. Asiento con la cabeza, ellas se adelantan y bajan por las escaleras. Los niños y niñas se agrupan cerca mío, porque saben que soy quien decide cuándo es momento para subir. Nombro a algunos niños y a otras niñas, comento ¡vamos!, me doy vuelta y camino hacia la escalera. El grupo me sigue. Al llegar al segundo piso nos detenemos a esperar al grupo, varios niños corren. ¡Esperen, no corran! Ellos continúan y los imitan otros con pelota en mano. Ocho niños se dispersan a lo ancho del patio, ocupando una franja limitada por las esquinas, el tacho de basura y una columna. Pelota al suelo y pie. Un grupo de tres niñas y dos niños se enumeran y juegan al “Picapared”. Luego de observar reiteradamente esta situación le pido a Rocío que entreviste a cada unx de lxs integrantes del grupo. Planteamos los siguientes objetivos: conocer los argumentos e ideas de lxs niñxs sobre sus elecciones y actitudes en los recreos; 234 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela identificar las representaciones que tiene lxs niñxs sobre ellxs mismos y hacer explícitos los motivos de sus elecciones con respecto a los juegos compartidos con las personas del otro sexo4. Es relevante considerar que el motivo de la elección de los juegos, en el 90% de las respuestas, fue “porque es divertido”. En la instancia del “pueden”, todos asumen que es posible que ambos géneros jueguen juntos, con la excepción de algunos casos en que contestaron: “No, porque los distintos sexos se pelean.” “Pueden jugar juntos si los varones son menos brutos.” Sin embargo, en el momento de asumir lo que sucede aparecieron opiniones como: “No juegan juntos porque cada género elige distintas cosas.” “No porque los varones juegan bruto.” “Los varones juegan bruto y salen lastimados.” Una niña invitada a jugar por los niños dice “cuando juego con los varones me parece gracioso que todos se tiren para pegarle a la pelota porque no hace falta.” Una niña del grupo mixto, explica “Juego con los que me siento cómoda, porque no hacen trampa y no me van a burlar.” A Rocío le aparece una contradicción entre introducir una mirada de género en los juegos del recreo o respetar ese espacio de libertad y actividades libres, me dice: Tras una breve conversación sobre las respuestas de las entrevistas y lo sucedido en los recreos, les propuse armar un torneo de “Picapared” mixto. Caras de enojo, gritos de bronca y un coro de “nooo” rotundo fueron las respuestas Por el momento, contando con tanta resistencia de parte de lxs niñxs, decidí no seguir adelante con la propuesta, y restringir mi marco de acción al aula. Segundo Caso En el segundo caso retomamos las observaciones de campo y entrevistas realizadas por Lisandro durante dos meses en los patios, techados y destechados, del histórico Normal del Barrio de Balvanera, durante los recreos del turno tarde del segundo ciclo del nivel primario. 4 Las preguntas de las entrevistas fueron: ¿A qué jugas en los recreos?¿Por qué elegís ese juego?¿Con quién jugas?¿Jugas siempre con las/los mismas/mismos?¿A qué te gustaría jugar?¿Los varones pueden jugar con mujeres?¿Las mujeres pueden jugar con varones?¿juegan juntos? ¿Por qué? Contá alguna anécdota en la que hayas jugado con algún varón/mujer. Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 235 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares El patio destechado de la escuela es verdaderamente grande en relación al resto de las escuelas públicas de la ciudad autónoma de Buenos Aires y su composición, casi en su totalidad, está dada por dos arcos de fútbol y una enorme cancha para jugar. La suma de los tres patios techados apenas supera la mitad del destechado y el juego predominante de los niños es el futbol, el de las niñas no es uno en particular sino varios. En quinto grado del turno tarde tengo la suerte de conocer no solo como docente sino como persona a un maestro quien al contarle lo que estuve observando y compartiendo en mis registros nos pusimos de acuerdo en que en una cultura futbolera y en una escuela en donde el patio grande es una cancha de futbol hay una clara tendencia machista en la distribución del espacio en relación al juego en los recreos. Le pedí además el favor de realizar una encuesta en su grado, formado por 14 varones y 12 mujeres para poder definir qué juegos son los preferidos de los niños, dónde se juegan, si juegan entre niños y niñas (Lisandro). La entrevista permitió cuantificar los datos: sus resultados son tajantes: Niñas: futbol 2% Niños 50% futbol. La encuesta fue realizada durante los recreos y era notable como el único juego organizado y que se jugaba en la mayoría del espacio era el fútbol y era jugado por chicos, se podría observar alguna chica quizás pero la relación de cantidad por sexo era drásticamente amplia. Las niñas en los recreos se las veía sobre todo corriendo, conversando, jugando a la mancha pero nunca con algún juego claro con una determinada organización que lo diferencie de los otros. En los patios internos me gustaría comentar que la disposición de las columnas forman como una especie de arcos de fútbol que no necesitan mucha imaginación dado que los niños de uno de los dos patios lo usan como una cancha y se ve claramente como las niñas terminan jugando al costado de la cancha imaginaria que es un espacio reducido en relación al que usan los chicos. Por último no había una propuesta abarcadora de ninguno de los dos sexos de jugar en conjunto, quizás la mancha zombi era una propuesta pero todavía no consigue su éxito (Lisandro). Las nenas proponen otros juegos como mancha venenosa, charlar, dibujar, escondidas, Angry Birds5 y muñecas barbies. El patio de afuera es el sitio elegido por la mayoría de alumnos y alumnas. Los chicos en su mayoría prefieren jugar al fútbol y es justo en el patio de afuera donde en la mayor 5 236 Juegos para celulares Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela parte de su extensión se ubica una gran cancha de fútbol. Las chicas no tienen un juego determinado como el preferido sino que son varios y no tienen un espacio que contenga características para desarrollar un juego organizado ni que las represente. El fútbol se ve representando no solo por el gusto y la preferencia de los chicos también por el espacio, por la estructura de un patio grande en el cual su cancha de fútbol ocupa más de la mitad de su espacio. Entiendo que de los participantes de la encuesta la mitad aproximadamente de los distintos sexos confirman la posibilidad de poder jugar entre ambos (Lisandro). Lisandro concluye puntualizando la perspectiva de género que esta experiencia le ha permitido construir trabajando etnográficamente en campo. Quizás las modalidades de las relaciones entre chicos y chicas no permitan la conciliación para llegar a un juego menos sexuado o desafectar lo sexual de un juego y compartir el espacio material y lúdico para poder compartir en esencia el juego en sí, considerándose iguales unos a los otros. La desatención quizás sobre esta realidad y la poca incidencia de los mayores en los recreos sumados al contexto social son en conjunto con las representaciones que genera la sociedad motivos que logran conservar directa e indirectamente esta realidad. Esas modalidades están imantadas a un tipo de sociedad, por una familia constituida en una concepción androcéntrica no solo del espacio sino también de la cultura. El cambio de la situación de falta de representatividad por parte del espacio hacia el género femenino en el contexto de juego de recreo no va a surgir solo del espacio sino de un cambio más profundo y de las personas, pienso que la propuesta que surge del trabajo no como solución total sino como más bien parcial, es la participación del docente o de un encargado que forme parte de la interacción de los niños y niñas en los recreos. Buscando la unión y defendiendo el uso del espacio como algo compartido y no de uso machista, sería bueno a partir de todos los cambios sociales que viene ocurriendo en Argentina en relación a la lucha de género, aprovechar y lograr un cambio institucional que incida desde el juego del recreo hasta el currículo de estudio no como algo oculto sino como algo notorio, materialmente expreso (Lisandro). Conclusiones A modo de reflexión final expresamos que en el momento de concretar la investigación desconocíamos el trabajo de Pearce, G. and Bailey, R. (2011) Football pitches and Barbie dolls: young children’s perceptions of their school playground realizada casi sincrónicamente a la nuestra. Lxs autorxs señalan expresamente que los patios y los tiempos de juego han sido relativamente estudiados por los Investigadores Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 237 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares Educativos y de Salud si se compara con los estudios del currículo formal6 y la investigación es aún incipiente, y que se presenta una oportunidad única para la indagación7. Con metodología más amplia en cuanto a cantidad de entrevistas a niñxs y por la inclusión del personal docente, la lectura de sus resultados resultan y sumamente interesantes por las similitud a los que obtuvimos, registrando una constante en países tan disímiles como Gran Bretaña y Argentina. Su estudio se centró en los campos de juego para niños y las actividades en las que participan en el espacio escolar, adoptaron métodos orientados a los niños inspirado en el enfoque de mosaico. Los principales temas de las entrevistas de grupos focales fueron juegos sociales (amistad, la soledad / soledad y el juego limpio); la actividad física juego (actividades y justificación); (riesgo de lesiones y la intimidación); y el género (acción / quietud y roles de género. A modo de síntesis del trabajo realizado sobre niñxs de cuatro a once años, los autores sostienen que: “Hubo una abrumadora sensación en las conversaciones con los niños en esta escuela que la segregación de género y los estereotipos fue tomada simplemente por sentado” (2011:1375). En nuestros dos casos estudiados, tanto a través de las observaciones como de las entrevistas son coincidentes en varios aspectos referidos al uso del espacio para juegos en los tiempos libres de estudio por varones y mujeres. Esta realidad la hemos podido observar arraigada en muchas otras instituciones por lo que nos animamos a pensar que es una cuestión generalizada. El espacio de los juegos es estructurado por los varones que asumen como propio el espacio central dejando a las niñas rincones y recovecos marginales en una verdadera jerarquización de espacios que recuerda la reproducción del living y el espacio de las hornallas en la unidad doméstica. Efectivamente se dan relaciones de género entre lxs niñxs de 5to grado durante el recreo. La particularidad de las relaciones de género radica en que se establecen mediante la omisión de un intercambio verbal o corporal directo es decir, su especificidad está en la distribución desigual en el 6 En las Jornadas Internacionales de Investigaciones de Género (2016) realizadas recientemente en la Universidad Nacional de Luján una mesa se dedicó a presentar diversas investigaciones que, en el campo de la educación física, trabajaban los diseños curriculares desde una perspectiva de género. 7 El estudio se llevó a cabo En Una Escuela Primaria es el sur-oeste de Londres. La ciudad en la que reside la escuela es predominantemente blanca (12% Grupos Étnicos minoritarios) y rica (341 de 354 en los índices generales de privación). la escuela atrajo una población más diversa que la mayor parte de las salas circundantes, incluyendo los niños de familias de Europa del Este de Asia y de inmigrantes. En el momento del estudio era una “escuela promotora de la salud ‘, y la invitación se basó en un compromiso expreso de desarrollar los factores relacionados con el bienestar de los niños. El personal había expresado su preocupación por que algunos niños parecían nerviosos y aislados en el parque infantil (patio de juegos). El Proyecto de Investigación fue percibido como la primera etapa de una evaluación y rediseño de los espacios de juego de la escuela. 238 Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 Brisa Varela espacio físico del patio, una apropiación desigual de éste, fundamentada por los roles y estereotipos prescriptos para cada uno, sumado a ello la estructura de los patios que también es condicionante de las actividades a desarrollar. Lxs niñxs generalmente no comparten las actividades de descanso y esparcimiento: los niños juegan al “Picapared”, Los varones son quienes ocupan la mayor parte del espacio de los patios: más del 80% de la superficie y quienes además se quedan jugando aún después del toque de timbre. Las niñas se distribuyen aleatoriamente en los recovecos disponibles y aceptan finalizar el juego, o al menos acotarlo8, cuando el tiempo es señalado. A la vez el movimiento de los varones es lineal del aula al juego de pelota, en tanto que los desplazamientos de las niñas se realizaban en movimiento de zigzag acotándose a los rincones y esquivando pelotazos. En los márgenes aparecen algunos juegos mixtos y juegos “de mujeres” que realizan unos pocos varones. Existe en ambos casos una contradicción entre lo que se dice y lo que se hace: si bien la mayoría asume que niños y niñas pueden jugar juntos, no eligen hacerlo. Si bien admiten lo “políticamente correcto” afirman que es aceptable pero continúan prefiriendo estar acompañadxs por niñxs del mismo género en los juegos. Las niñas se refiere al uso del cuerpo los varones son “muy “brutos”. Un último aspecto es la naturalización y consecuente inacción de lxs docentes tanto en las iniciativas personales como en la ausencia de algún proyecto pedagógico institucional tendiente a transformar esta situación. Es a esta posición docente a la que aludimos en el título de este trabajo cuando mencionamos el término “displicencia” que se define9 como “desaliento en la ejecución de una acción, por dudar de su bondad o desconfiar de su éxito”, mostración de apatía o indolencia en estos casos, frente a la cuestión de género. Algunos autores utilizan para calificar estas situaciones con el término “ceguera de género” para definir la incapacidad para percibir la desigualdad en las prácticas de discriminación (Bascón, Rebollo, Prados, Saavedra, Sala e Ignacio, 2010). Por último como afirma Pierre George (1973) el estudio de la geografía ha de ser dialéctico porque las situaciones que estudia son situaciones dialécticas. Consecuentemente y observando las conductas de lxs niñxs, se encontró una pauta de la apropiación del espacio por parte de los varones que se naturaliza tanto por niñxs como por adultxs y es producto de una construcción histórica y social de la que forma parte la escuela en la que lo femenino es disciplinado por lo masculino. 8 En ocasiones continúan sus juegos con celulares dentro del aula. 9 Real Academia Española Segunda época, Volumen XX, 2016, 223-241 239 Geografía de género y discursos del cuerpo en los microespacios escolares El rol asumido por lxs niñxs, es el que la sociedad ha reproducido y la dominación, con tinte de “expansión imperial”, queda evidente también en la apropiación/ expropiación de los microespacios escolares. Bibliografía BASCÓN, M., REBOLLO, M. A., PRADOS, M. M., SAAVEDRA, J., SALA, A. e IGNACIO, M. J. (2010), “Análisis de buenas prácticas coeducativas en el marco del proyecto TEON XXI: un enfoque sociocultural”. 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Este evento, estuvo convocado por el consorcio de Universidades mexicanas-argentinas integrado por las siguientes instituciones: Universidad Autónoma de Querétaro; Universidad Autónoma de Guerrero; Universidad Tecnológica de Querétaro; Universidad Autónoma del Estado de México; Universidad Autónoma de Zacatecas; Universidad Autónoma de Tlaxcala; Universidad Nacional de Luján; Universidad Nacional del Comahue. Su organización, estuvo a cargo del Área de la Mujer (PEMyG) del Departamento de Ciencias Sociales y las Carreras de Posgrado de Especialización y Maestría en Estudios de las Mujeres y de Género de la Universidad Nacional de Luján. Los ejes conceptuales para reflexionar y orientar la presentación de las producciones científicas fueron: • Las mujeres y la cultura material y simbólica • Las mujeres en la vida social. • Las mujeres y la política. En el IV Encuentro, participaron investigadoras/es de múltiples disciplinas, tales como: sociología, educación, literatura, medicina, historia, psicología, derecho, entre otras. Dentro de las mesas más convocantes se destacaron las referidas a las cuatro primeras áreas mencionadas. Los temas abordados tienen que ver con la violencia Segunda época, Volumen XX, 2016, 245-246 245 IV Encuentro Internacional de Investigación de Género de género, el aborto y políticas de salud reproductiva, la mujer y el mercado laboral, la vida cotidiana, las mujeres en la historia Argentina, el género en las didácticas, reflexiones sobre la educación física, política pública y derechos humanos, el patrimonio cultural de las mujeres, etc. Asistieron más de 400 especialistas, del exterior y de nuestro país, que a través de sus investigaciones debatieron y reflexionaron en veintiuna mesas, seis simposios y tres paneles. Analizando los datos recogidos, se permite visualizar que las/os participantes a este evento fueron un 87% de mujeres y un 13% de varones, mostrando un incremento del 5% de participación de investigadores varones en relación a las X Jornadas de Historia de las Mujeres, que se realizaron en esta Casa de Estudios en el año 2010. Además de investigadoras/es nacionales y extranjeros, concurrieron un 88% de estudiantes y graduados de las provincias de Buenos Aires, Mendoza, San Juan, Jujuy, Córdoba Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Chaco y Salta. En cuanto a las/os docentes extranjeros, un 4%, venían de México, 2,9% de Colombia, 2,7% de Brasil y un 3% restante de España, Ecuador, Uruguay, Chile, Polonia y Estados Unidos. Destacamos, también, la presencia de las Direcciones de la Mujer y Género de diferentes municipios de la Provincia de Buenos Aires y de mujeres funcionarias en actividades de gestión políticas: legisladoras nacionales, provinciales y municipales, como también, mujeres académicas en ejercicio de funciones políticas en Universidades Nacionales. A todas/os agradecemos su participación en este Evento, extensivo al público asistente y particularmente a los estudiantes de Educación Media de distintos establecimientos educativos de la zona. El alto nivel académico de las ponencias, los/as numerosos/as expositores/as y la gran y variada cantidad de asistentes, revelan gratificantemente que las cuestiones de género son cada vez más visibles y convocantes en nuestra sociedad. 246 Segunda época, Volumen XX, 2016, 245-246 Cristina N. Gutierrez Dipróspero TRABAJO REMUNERADO Y NO REMUNERADO EN EL MUNDO DOMÉSTICO Y ACADÉMICO DE VARONES Y MUJERES DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES-UNLU Cristina N. Gutierrez Dipróspero Universidad Nacional de Luján Argentina H acia el año 2013, un grupo de investigadoras de varias disciplinas de la UNLu, considerando el lugar del género en el mundo académico a escala internacional y local, unido a una rica experiencia de trabajo en la Especialización en Estudios de la Mujer y género, dirigido por la Dra. Cecilia Lagunas, decidimos desarrollar un proyecto denominado: Trabajo remunerado y no remunerado: Hacia la medición del uso del tiempo en los docentes del la UNLu. Luego de cierto tiempo de elaboración, fue aprobado en 2014 por el Consejo Directivo Departamental de Ciencias Sociales, el Proyecto de Investigación dirigido por Amalia Testa, con el equipo de trabajo que incluye a Viviana Escanes, Vanesa Repetto, la autora de esta miscelánea (Investigadoras del Depto. De Cs. Sociales) y Susana Filippini (del Depto. De Cs. Básicas), así como estudiantes avanzados de la carrera de Trabajo Social. El relevamiento continúa hasta el presente (2016), con posibilidades que se extienda hacia otro período adicional para cubrir la totalidad de la Encuesta diseñada. Así, el Proyecto tiene como finalidad proceder al relevamiento del trabajo remunerado y no remunerado del total de los docentes, investigadores y extensionistas regulares, tanto mujeres como varones, en las distintas sedes de la Universidad Nacional de Luján, con el objetivo de otorgarle un enfoque de género. Tratamos de analizar la carga horaria de las tareas remuneradas y no remuneradas que realizan en sus especialidades académicas en los Centros Regionales (Campana, Segunda época, Volumen XX, 2016, 247-250 247 Trabajo remunerado y no remunerado en el mundo doméstico y académico de varones y mujeres San Miguel, Chivilcoy, San Fernando) y en la Sede Central de Luján para los 4 Departamentos existentes (Cs. Sociales, Educación, Cs. Básicas y Tecnología) y para las diversas carreras que se dictan (de grado: 3 Ingenierías, 14 Licenciaturas y 6 Profesorados)1. A nivel de los objetivos específicos de nuestra investigación, pretendemos el análisis de las actividades y la distribución del tiempo de las personas según sexo, edad, nivel de instrucción alcanzado, inserción laboral y cuidado de las personas. También queremos comparar el uso del tiempo de la población en estudio (Varones y mujeres) entre la población total de la casa, sosteniendo una perspectiva de género. Finalmente deseamos relacionar las actividades desarrolladas por la población en estudio (Docentes varones y mujeres con distintas cargas horarias y jerarquía académica) y el ciclo familiar en que se encuentran. El relevamiento propuesto e iniciado es uno de los primeros que se realizan en nuestro país dentro del mundo académico, con el objetivo de poner en evidencia la diferencia en el Uso del Tiempo de ambos sexos dentro de nuestra Universidad, esto es, responder a la pregunta si existe una división sexual-académica del trabajo en nuestra Universidad para varones y mujeres. Para ello, el equipo de trabajo se basó en varias fuentes primarias y secundarias: en textos de varias Universidades de América Latina, en especial, sobre el Uso del Tiempo de las mujeres y varones, así como varios Documentos de Organismos Internacionales (BID, BM, CEPAL), Países miembros de OEA, ONU, CEE, Revistas Internacionales y locales (Fundación Encuentro de España, Instituto de la Mujer de países europeos y de América Latina, Asuntos de Género de la CEPAL, etc.), estadísticas del Uso del Tiempo producidas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INEGI) de México, de Cuba, de Costa Rica, España2, Buenos Aires, Rosario y San Juan. En cuanto a los métodos de medición se seleccionó una muestra probabilística por conglomerado, considerando como dominio a las carreras de grado. Esto se 1 No se consideran dentro de esta Encuesta de Uso de Tiempo a los docentes, varones y mujeres que se encuentran en los Posgrados (2 Doctorados, 6 Maestrías y 9 Especializaciones) así como a las 2 carreras de Pregrado. 2 Queremos reconocer a la Dra. María Ángeles Durán, profesora del Centro de Investigaciones Sociales de Madrid que afirma que “No es sensato la distribución del tiempo que hacemos ahora mismo porque se produce una excesiva acumulación de obligaciones en un tiempo relativamente corto, el período laboral, y a la vez la esperanza de vida es cada vez mayo y “sobra Tiempo”, en: El valor del Tiempo (2000), ESPASA; El valor del tiempo ¿Cuántas horas te faltan al día? (2006), ESPASA Calpe; La investigación del uso del tiempo (2009), CIS. 248 Segunda época, Volumen XX, 2016, 247-250 Cristina N. Gutierrez Dipróspero realiza mediante una encuesta de tipo transversal, auto-administrada y a nivel de la población seleccionada. Debido a problemas de coordinación y de instrumentación de la Encuesta ya diseñada3 y debatida por parte del Equipo de Investigación, en parte por demoras para la obtención de información en la totalidad de los Departamentos de la UNLu, porque además no se pudieron realizar los Talleres de Capacitación al equipo de trabajo de Campo, debimos aplicar un método alternativo al que originalmente nos planteamos. Así aplicamos la Encuesta a una pequeña muestra de 30 académicos de la casa. Esperamos que dicho relevamiento continúe en el futuro, para obtener conclusiones sobre el análisis completo. Producto de una amplia discusión académica que hemos debatido y de la que también participamos como investigadoras y desde nuestra acción como docentes, notamos que es a partir de los ´90 que en nuestro país el mejoramiento de la medición del Uso del Tiempo de la Mujer y el varón se refleja en la captación de su inserción en el mercado de trabajo en general –y en particular el académico- privilegiando la actividad sobre la inactividad, que no necesariamente significó en el caso de actividad, un trabajo no remunerado (por caso el servicio doméstico o tareas parcialmente remuneradas). Sin embargo el trabajo académico está remunerado en las UUNN de nuestro país pero el tema es observar la comparación con otras actividades profesionales no académicas y su estatuto social para el género en lo local. Así vimos que las mujeres que trabajan en general y en el mundo académico, en particular, deben tener las mismas posibilidades que los varones al ser contabilizadas en las estadísticas oficiales en torno a lo laboral y de esta manera contribuir a la reducción de la subestimación de la población femenina en la participación laboral4. En consecuencia, hemos acordado que el abordaje del mercado de trabajo general –y académico- desde la perspectiva de género, atañe para una mirada multidimensional, sujeta a cambios, y que además es producto de su dependencia histórica y material de las transformaciones sociales. En esta esfera, la inequidad de género está presente, como el resto de los espacios económicos y sociales, al considerar que el trabajo no remunerado –y 3 También una estudiante de Estadística de la carrera de Lic. en Biología participó en el diseño de la muestra. 4 En el caso de Argentina se han realizado, de acuerdo a las fuentes consultadas tres mediciones de Uso del Tiempo: la primera en Buenos Aires, en 2005, la segunda en la Pcia. de San Juan entre 2008/2010 y finalmente la realizada en Rosario, Pcia. de Sta. Fe durante 2010. Hubo también antecedentes con una encuesta de opinión realizada en 2006 por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) donde se entrevistaron a 1.600 mujeres en Gran Rosario y Gran Córdoba, pero faltó la consulta a los varones. En 1998 en la Cd. de Bs. As., Ma. Lucía Colombo y Alejandro Rupnick, dentro del Consejo Nacional de la Mujer, realizan un relevamiento, pero no es considerado relevante por las expertas. Segunda época, Volumen XX, 2016, 247-250 249 Trabajo remunerado y no remunerado en el mundo doméstico y académico de varones y mujeres remunerado- limita las opciones y libertades de las mujeres para realizar su autonomía económica, el acceso a mejores puestos de trabajo de acuerdo con sus competencias e intereses, su participación política y las actividades de esparcimiento y cuidados personales. En tal sentido, el equipo se propone al finalizar el proyecto: 1. Identificación y sede de los docentes de la UNLu, 2. Características del hogar en que vive, 3. Organización del hogar, 4. Características sociodemográficas, 5. Condición de actividad y características del trabajo académico, 6. Movilidad de acceso al trabajo, 7. Trabajo doméstico no remunerado. En consecuencia, el Proyecto de investigación requiere responder si la/os docentes de la UNLu, en el Siglo XXI tienen más ó menos trabajo que en el siglo anterior ya que las relaciones sociales de género son dinámicas y modificables a través de las interacciones humanas para distribuir mejor el tiempo, porque las responsabilidades del cuidado han cambiado, de forma que tanto varones como mujeres asuman la totalidad de sus actividades productivas y reproductivas y que el tiempo libre sea común a ambos. 250 Segunda época, Volumen XX, 2016, 247-250 Mónica Molina LA PALABRA: UNA HERRAMIENTA DE ACCIÓN POLÍTICA PARA DECONSTRUIR EL LENGUAJE PROSTIBULARIO Mónica Molina Integrante de Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista (Red PAR). Docente de la carrera de Comunicación Social de la UNLPam E n marzo pasado, en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la red PAR- Periodistas de Argentina en Red- la asociación Akun y la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa conjugaron un interés común en la charla pública “La explotación sexual, un desafío para los medios de comunicación” en la que se problematizó desde las palabras el universo discursivo que nombra a la prostitución y las características que asume en el imaginario social. Desde la Red PAR, la licenciada y militante feminista Gabriela Barcaglioni introdujo las razones que llevaron a la red que trabaja por una comunicación no sexista a producir el “Decálogo para el Tratamiento Periodístico de la Trata y la Explotación Sexual”. Este documento de realización colectiva que nuclea a más de ciento cincuenta periodistas de todo el país tuvo como objetivo elaborar diez premisas que, a manera de recomendación, se propone en las redacciones de los medios de comunicación. Desde su militancia popular, la co autora del libro “Ninguna Mujer Nace para Puta”, Sonia Sánchez, que fuera prostituida le puso la voz potente y política a las distintas formas de nombrar todo el andamiaje que de manera sistemática replica el lenguaje “fiolo”, al decir de la feminista. El contexto de la charla pública desde dos miradas convergentes fue una interpelación y un desafío para quienes estudian la carrera de Comunicación Social y periodistas en ejercicio de su profesión, en estos últimos en la idea de cuestionar su propia Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 251 La palabra. Una herramienta de acción política para deconstruir el lenguaje prostibulario práctica y, en quienes han elegido la formación en las ciencias de la comunicación tienen la tarea de problematizar los contenidos desde una perspectiva de género. En el libro Pensamiento y Acción el sociólogo Pierre Bourdieu (2002) lanza en uno de sus capítulos una interpelación sobre la práctica periodística, no lo hace desde un punto de vista de género, no es por ello que lo convoco en estas líneas, sino más bien desde el rol acerca de la propia actividad, no obstante advierte, que no se trata de un “ataque” a la prensa. Introduzco en este artículo la reflexión de Bourdieu porque el autor toma la precaución que no sea mal interpretada su visión del trabajo periodístico. Por ello, y previo a focalizar en la actividad pública de referencia, me resultó interesante esta consideración porque si hay algo que resulta molesto para quienes desarrollan –desarrollamos- el ejercicio periodístico es ser incomodado o interpelado en su profesión, en definitiva es cuestionar su pensamiento; éste se traduce a partir del manejo de las palabras y, a la vez, éstas comunican el pensamiento, que entraña puntos de vistas, imaginarios, un enfoque ideológico acerca de determinados temas, en definitiva las palabras conforman el sentido. Bourdieu se pregunta respecto de los/as periodistas: ¿qué es lo que realmente está en su poder? Entre las cosas que dependen de ellos figura el manejo de las palabras porque a través de las palabras producen ciertos efectos y ejercen una violencia simbólica. De allí, entonces que podamos intersectar nuevos sentidos a un andamiaje discursivo donde la palabra contribuya a transformar un estado de cosas1. Incomodando el discurso de los medios El Decálogo para el Tratamiento Periodístico sobre Trata y Explotación Sexual viene a irrumpir en una modalidad perpetuada en el discurso periodístico de los medios al recomendar otra producción de sentido respecto de la prostitución al momento de elaborar la información que será comunicada en un medio de comunicación. Gabriela Barcaglioni, una de las autoras del equipo de redacción del Decálogo, en la introducción a su exposición se refirió al rol intelectual y militante de quienes conformamos la red y, al papel que tenemos como profesionales comprometidos con la realidad. Una de las contribuciones de esta Red federal propende a una mejor calidad periodística en el marco de los Derechos Humanos y, en particular de las mujeres. 1 252 Intervención en un coloquio de Periodistas sin Fronteras, publicada en Les mensonges du Golfe (Las mentiras del Golfo, Artlea, Paris, 1992, P.27-32). Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 Mónica Molina En este sentido, un objetivo claro que se fijó PAR con esta producción es que las personas afectadas por el delito de explotación sexual no sean convertidas nuevamente en víctimas –esta vez, de los medios de comunicación- en el momento de ser contadas sus historias. Ahora bien, el medio no es el único responsable en el sentido que otorga a sus producciones comunicacionales, sino que convergen otros discursos, dice Barcaglioni, en ellos confluyen la iglesia y la familia, entre otros. Es cierto, que los medios construyen sentido, de allí la decisión política e intelectual de incidir para cambiar la mirada y el abordaje que las personas tienen sobre la trata y la explotación sexual. Los medios promocionan el uso de los cuerpos de las mujeres, siguen mostrando a los cuerpos de las mujeres como eróticos y pasivos, acá es posible ver como se deslizan en la redacción de los textos y selección de imágenes los patrones culturales que se traducen en estereotipos sexistas. Entonces, en términos generales las mujeres son representadas como deseadas e incapaces de poder decidir sobre lo que deseamos y queremos. Desde PAR entendemos que los medios de comunicación socializan una sexualidad masculina basada en la dominación, y es lo que queremos romper de los discursos, enfatiza Barcaglioni, quien además es docente de periodismo en la carrera de Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata. Entonces, el basamento desde donde se parte es ideológico, se pretende cambiar un estado de cosas. A través de los diez puntos planteados en el Decálogo se deja en claro que la trata por explotación sexual es un delito complejo, que nos referimos a un sistema que vulnera los derechos de las mujeres. La ausencia de una mirada de género y un enfoque abolicionista, en el tratamiento de este tema en particular, restringe la producción comunicacional como si se trataran de hechos aislados y esporádicos; eludiendo abordar las historias como parte y producto de un delito. Un sistema prostituyente donde conviven complicidades y responsabilidades, del poder político, económico, judicial y policial, aunque también la sociedad lo es en tanto reproduce las prácticas prostibularias con la aceptación social. Desde la red PAR planteamos que en las mujeres víctimas de trata, hay una serie de factores que confluyen para afectarlas y dentro de ellos, tienen singular importancia sus propias historias. La otra cuestión central respecto de introducir una mirada distinta en el abordaje es discutir y plantear claramente: la trata no se puede escindir de la prostitución. Un circuito que se retroalimenta, por ello este Decálogo apunta a desmontar a la prostitución como trabajo. La naturalización dificulta entender este nexo entre ambas Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 253 La palabra. Una herramienta de acción política para deconstruir el lenguaje prostibulario problemáticas. Lo vinculamos porque, tanto la trata como la explotación están centradas en esa sexualidad. El Decálogo se plantea en sus tres primeros puntos caracterizar el delito y deconstruir el mito de que las mujeres están en la prostitución porque quieren. Sino dimensionar que se trata de una violación a los derechos humanos; este aspecto como comunicadoras/es es necesario despejarlo. La otra cuestión en los puntos que siguen refieren al contexto en que se produjo la captación: se debe dejar claro qué sucedió y poner en evidencia las complicidades del sistema prostituyente (del sistema político, judicial, policial). Nos referimos sin eufemismos a la situación de prostitución, erradicamos el concepto de “cliente” por el de prostituyente, visibilizando la relación de poder desigual y, como tal, no se trata de una transacción comercial entre pares. Sino que desoculte los delitos de proxenetismo y de trata de personas con fines de explotación sexual. Por lo mismo, no nos referiremos en la cobertura periodística sobre la prostitución y/o trata con las expresiones de “servicio sexual” ni “trabajadora sexual” o “víctima de trata de personas”, ni prostituta, sino “mujer prostituida”, con el mismo criterio no utilizaremos la expresión “prostitución infantil” sino “explotación sexual infantil”. Revisar la práctica en el ejercicio periodístico y hacerlo desde lo que las comunicadoras feministas llamamos “buenas prácticas con enfoque de género” modificaría sustancialmente las miradas sobre cuestiones cotidianas que tienen a las mujeres como protagonistas, sobre todo contribuirá a transformar las relaciones desiguales de poder. A esta intención de transversalizar la perspectiva de género en la comunicación y el periodismo propuesto por PAR es sustancial y necesario intersectar la palabra convertida en acción política de la militante popular, Sonia Sánchez. Ninguna Mujer nace para puta Quizá como nadie, desde su traumática experiencia de mujer prostituida, reconstruyó con voz potente y rebelde, desobediente como ella gusta llamarse, las huellas dejadas en su cuerpo para devolverlas a la sociedad a partir de una dura interpelación. Ninguna Mujer nace para puta, así lo pienso y así lo digo yo, así se presenta, desafiando los eufemismos que circulan y permean el imaginario social. Se planta con toda su humanidad, mirando ese espejo social que la pretendió construir en un momento de su vida como la puta de todos y todas. 254 Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 Mónica Molina Puta, prostituta, dama de compañía, perra, mujer de la vida fácil, cual será la vida de la mujer difícil, se pregunta y, enfatiza con una mirada que interpela. Sonia Sánchez menciona las palabras, con una contundencia que no da lugar a dudas: no son solo adjetivos, sino términos de acción directa violenta y lo repite, por si no quedó claro, sobre niñas y niños, por lo tanto para mi la prostitución no es un trabajo. La prostitución es una violación para los derechos civiles, económicos, sociales en una persona. Una definición ideológica clara que pone sobre el tapete los intentos permanentes en Argentina de abandonar la tradición jurídica abolicionista y abrir la puerta al reglamentarismo con la legalización de la prostitución como “trabajo”. Certeramente expone: el primero en violar los derechos es el Estado luego, todos/ as por acción o por omisión somos responsables. ¿Cómo yo llegué a ser la puta de todos y todas? Cuando mi madre me parió y, soy la cuarta de siete hermanas, no dijo Sonia vas a ser la puta de la familia. El peso de sus palabras y su interlocución con quienes la reciben, habla del poder de la palabra y de la posibilidad que emana de ello para deconstruir los discursos prostibularios montados sobre una justificación de la “libre elección” premisa neoliberal si las hay. Cada una de sus palabras, repican en el ambiente como un cachetazo por tanto dolor recibido en su cuerpo, cobrándole a la sociedad la acallada complicidad. Sin que le tiemble la voz dice: Ni puta Ni peronista, después dirá porque ese título elegido para su nuevo libro, que sintetiza la rebeldía de la humillación vivida en su Chaco profundo. La palabra viva, amasada en escritura, palabra propia que le reclama en su texto La puta esquina a las feministas, a las que cuestiona ser portavoces de la voz de las putas. Sonia Sánchez denuncia que la prostitución es un campo de concentración a cielo abierto, donde se entra y se desaparece producto de la tortura diaria con la dureza que pueden implicar las palabras, pero no más que las acciones; sostiene: “los penes son picanas, las palabras son latigazos que nos enmudecen”. Alza su voz rebelde para denunciar que la prostitución es una práctica constante de femicidio maquillado con un lenguaje que distorsiona, tapa y mantiene los lugares asignados por el patriarcado. Por ello, asigna a la palabra un poder de haber perpetuado un estado de las cosas. Para tomar la palabra primero tuve que tener voz propia!! Se rebela y lo enfatiza. “Porque sostengo que cuando estás siendo prostituida los varones prostituyentes y fiolos hablan a través de una; y cuando eres persona prostituida organizada, además de los fiolos y prostituyentes se suman las agencias internacionales y el Estado”. Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 255 La palabra. Una herramienta de acción política para deconstruir el lenguaje prostibulario Como reconstruyendo cada marca de su cuerpo Sonia Sánchez pone el acento en el lenguaje, al que tuvo que desafiar, tuvo que “oxigenarse” de esa violencia. Como desmenuzando cada una de las palabras que la nombró durante un momento de su vida describe como una mujer pierde su propia voz y comienza a incorporar un lenguaje prostibulario como: “cliente”, “empoderamiento”, “sensibilización”, “trabajadora sexual”, “mujer en situación de prostitución”, “compañera”, “pase” la recuperación de su palabra propia se rebeló al discurso alquilado, impuesto y extendido en el mundo del sistema prostibulario, discurso “fiolo” que considera prestado. Tener voz propia y tomarla como herramienta de resistencia y lucha fue el primer acto de desobediencia que hice en mi vida, expresa con una claridad sin cita de autor más que su vida misma, constituyéndose en un acto de reparación mental, física y emocional. Las razones que explican su postura abolicionista emanan de su propia subjetividad. Cuerpos sacrificables es la crónica de cuerpos que solo importan como un producto comercial, como objetos de placeres e intercambios para y entre varones, un envase donde pueden depositar su semen, rabias, deseos de humillar, sus violencias los torturadores prostituyentes, dice sin más. Se refiere a esos cuerpos penetrados hasta treinta -30- veces de forma bucal, anal y vaginal diariamente, hablo de cuerpos enfermos, infectados por VIH/SIDA que deben seguir produciendo dentro de la prostitución. Denuncia toda vez que levanta su voz contra la academia, las agencias internacionales, la CTA., los laboratorios, los jueces, los políticos, los medios de comunicación, el sindicato de trabajadoras sexuales, los proxenetas, y los varones prostituyentes que tratan como cuerpos sacrificables a los cuerpos sometidos a la prostitución. En su palabra estos cuerpos sacrificables son los que siguen produciendo dinero e información. Con total crudeza de una realidad que no es visibilizada desde los medios, Sonia Sánchez desnuda un sistema que pasa inadvertido por lo naturalizado cuando describe que es a través de la información que brinda una vagina, boca y ano prostituido, el sindicato de trabajadoras sexuales, los laboratorios, ONG´s y agencias internacionales, fundaciones, academia y el Estado convierten en proyectos dolarizados que las personas prostituidas jamás verán uno. Cuando hablamos de desmontar un discurso a partir del tratamiento que se hace de los medios de comunicación nos referimos a las fuentes que hay que consultar, a las líneas de investigación que hay que seguir, compartimos la expresión de esta militante popular cuando dice que: solo hay apropiación del saber –el que surge de 256 Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 Mónica Molina los cuerpos sacrificables- pero no hay un estudio serio sobre los efectos dañinos que sufre un cuerpo prostituido y como esto repercute en lo psicológico y en su alma y en toda su descendencia. Como una resignificación del deseo y la intención política de alzar la voz en estos tiempos vale recordar a las mujeres anarquistas que a finales del siglo XIX sacaron a la luz el periódico comunista-anarquista La voz de la mujer. Desde su primer editorial se levantaba en un rechazo a la condición de opresión sufrida por las mujeres. En aquel momento, arrancaban: compañeros y compañeras ¡salud! Y bien: hastiadas ya de tanto y tanto llanto y miseria, hastiadas del eterno y desconsolador cuadro que nos ofrecen nuestros desgraciados hijos, los tiernos pedazos de nuestro corazón, hastiadas de pedir y suplicar, de ser el juguete, de ser el objeto de nuestros infames explotadores o de viles esposos, hemos decidido levantar nuestra voz en el concierto social y exigir, exigir decimos, nuestra parte de placeres en el banquete de la vida (La voz de la Mujer, 1997: 19). A la consigna Ni Dios, ni Patrón, ni Marido La voz de la mujer irrumpió como una voz disonante en 1896 como antecedente de demandas que no parece tener distancia entre las de aquel momento y el actual. La palabra es interpelación a un estado de cosas, es en definitiva una herramienta para la acción. Bibliografía BOURDIEU, Pierre (2002), Pensamiento y acción, Buenos Aires, Libros del Zorzal. UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES (1997), La voz de la mujer, periódico comunista-anárquico, Buenos Aires. Colección La ideología argentina, dirigida por Oscar Terán. Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 257 Mónica Molina Reseñas Segunda época, Volumen XX, 2016, 251-257 259 Eleonora Gómez Castrilli Detrás de la mirilla. Trabajo y género en las nuevas formas de asociatividad. María de los Angeles Dicapua, Julieta Mascheroni y Melina Perbellini (compiladoras) (2013), Rosario, Ediciones del Revés, 176 páginas. D esde hace más de una década el Centro de investigaciones y Estudios del Trabajo (CIET) de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional del Rosario, promueve producciones científicas que invitan a reflexionar acerca de los vínculos laborales en una modalidad que emergió en Argentina luego de la crisis de 2001. Se trata de las nuevas formas asociativas que han hallado trabajadoras y trabajadores para rescatar, gestionar, permanecer y reivindicar las empresas recuperadas. Con un primer escenario en el Gran Rosario y luego extendido a la provincia de Santa Fe, según los casos, un equipo de trabajo interdisciplinario impulsó cuatro Proyectos de Investigación y Desarrollo que fueron combinando diferentes inquietudes respecto de este fenómeno de empresas recuperadas. El abordaje consistió en indagar cómo eran estas formas asociativas desde su definición y complejidad, cuáles eran los cambios y continuidades que se percibían en el transcurso de los años, qué problemas de identidad y género configuraban nuevas identidades en el seno de las empresas y si dentro de ellas se vive aún una situación de precariedad. Los cuatros proyectos de investigación, dirigidos por María de los Ángeles Dicapua, permiten visualizar un hilo que enhebra las vivencias de las y los trabajadores de estas empresas y las inquietudes de las y los trabajadores de la academia, como el mismo equipo de la universidad se autodenomina. El primer relato de la construcción colectiva de ese conocimiento, se circunscribe al inicio del proyecto de investigación “Estrategias de asociatividad en la reconstrucción de los lazos sociales a través del trabajo: pymes y empresas recuperadas” (2003-2006). Segunda época, Volumen XX, 2016, 261-264 261 Detrás de la mirilla. Trabajo y género en las nuevas formas de asociatividad Según se traduce en los artículos que refieren a la trayectoria de este trabajo, la fragmentación social heredada de los noventa y posterior crisis de 2001, y la búsqueda en la recuperación de derechos sociales, fueron elementos que establecieron el reclamo por mantener la fuente de trabajo y su visibilización, que se constituyó en algo más que una demanda laboral y se transformó en acción política a través de la conformación de cooperativas de trabajo. Es una mirada general de una experiencia que fue solidaria en la difusión de sus luchas y permitió que grupos en similar situación pudieran aprender de ella. El análisis preciso de la regularidad de los obstáculos que han atravesado trabajadoras y trabajadores están bien definidos. Los obstáculos jurídicos que estaban dados por marcos legales que dispusieron una mirada capitalista y no social de la economía; los económicos determinados por la dificultad de mantener y actualizar la tecnología de máquinas e instalaciones que se deterioraban por el estado de cierre de muchas fábricas y la espera de su reapertura; y los organizacionales cruzados por la inexperiencia en gestión y la falta de calificación de las y los trabajadores en estos saberes. En este marco, ¿cuáles son las estrategias alcanzadas para no sucumbir en este intento de mantener la fuente laboral? El trabajo indaga sobre las maneras, a veces creativas, de sobrellevar estos conflictos e invita a recapacitar sobre las posibilidades de “invención” de cada grupo donde el estado asambleario compone el ámbito en el que la autogestión se acrecienta y manifiesta. El grupo de investigación propone un segundo proyecto: “La organización y gestión del trabajo en las empresas recuperadas. Un estudio de caso” (2006-2009) que refiere a tres análisis que identifican procesos innovadores o continuidades que se manifiestan en estos espacios. Un ejemplo de cambio concreto es en el rol de las mujeres en el proceso de recuperación de las empresas cuando defienden el puesto de trabajo de sus cónyuges en un lugar que, según las y los investigadores, traduce registros de la vida privada que marcan la configuración del espacio público. Con esclarecedores testimonios de esta lucha, el trabajo apunta a visualizar el papel de las mujeres que relatan en primera persona, las estrategias de recuperación de la fuente laboral, la consecuente ruptura de los estereotipos de género y la posterior asunción de roles protagonistas dentro de la empresa. Si de continuidades de trata, el segundo artículo manifiesta la persistencia del oficio como estructurador de una identidad que, sustentada en la tradición, conforma la carrera profesional ya que la calificación obrera es necesaria para la pervivencia de la empresa recuperada. La identidad está claramente ligada al oficio y su transmisión, y se estructura en torno a él, una comunidad donde es posible 262 Segunda época, Volumen XX, 2016, 261-264 Eleonora Gómez Castrilli reflexionar sobre las tensiones entre los portadores del saber y las nuevas generaciones que, incorporadas a la cooperativa, no alcanzan a proyectar un futuro dentro de ella. La tercera mirada de este proyecto refiere al componente más tirano: el tiempo. La espera que han tenido las recuperadas en lograr estabilizar su situación económica, jurídica y política, las denominadas precariedades, ya sea por la imposibilidad de sostener una fabricación continua o por la indefinición en la expropiación y posible propiedad de la empresa, todo es tiempo que no puede esperar de definiciones políticas o legales porque en ello va la subsistencia. Ante este panorama, la conformación en cooperativa constituye un aprendizaje más en un grupo que pugna por la fuente laboral y la manutención de los medios de producción. Los últimos dos proyectos de investigación que forman parte del libro, han sido casi simultáneos y colocan el foco en los cambios que se producen en las relaciones sociales cuando la empresa deja de tener la forma jurídica original, para ser recuperada y adoptar la forma de cooperativa de trabajo. Se trata de una “Nueva identidad y precarización laboral: mujeres y varones redefiniendo sus relaciones de género. Estudio de casos” (2009-2012) y “Regularidades y rupturas en la construcción de las relaciones sociales e identidades en los procesos de recuperación de empresas. Estudio exploratorio y comparativo de las empresas recuperadas en el municipio de Rosario” (2010-2012). Un primer artículo relata el cambio que se evidencia en los vínculos interpersonales en el pasaje, conflictivo a veces, de ser asalariado a socio de una cooperativa. El carácter horizontal de estas organizaciones, y la ausencia de la figura del patrón, obligan a refuncionalizar la producción y la gestión y sitúa la atención en el grado de compromiso que todos debieran de asumir de manera colectiva. Este último aspecto es el más sensible, la solidaridad también forma parte de un aprendizaje y de una multiplicación. A continuación, un segundo trabajo se posiciona en la incorporación de las mujeres a un mercado del trabajo que precariza e invisibiliza la doble o triple jornada laboral femenina. En este marco las autoras se preguntan si existe un cambio en las representaciones de género cuando una empresa se transforma en cooperativa de trabajo. Se abordan así algunas cuestiones vinculadas a cómo juegan los estereotipos femeninos y masculinos en el interior de la gestión de las cooperativas, de qué manera tensionan los espacios que cada uno ocupa en el trabajo manual e intelectual, cuáles son los prejuicios que predominan en el clima laboral y si existen preconceptos que perviven en el funcionamiento cotidiano de las fábricas. Con una serie de testimonios que sustentan, de manera contundente el artículo, Segunda época, Volumen XX, 2016, 261-264 263 Detrás de la mirilla. Trabajo y género en las nuevas formas de asociatividad se perciben además, las dificultades que atraviesan las mujeres en la toma de decisiones y la distribución de tareas y cómo la lógica doméstica-privada es traída al espacio de trabajo por las y los trabajadores. El último aporte del libro lo constituye una indagación necesaria: cómo se incorporan las empresas recuperadas como actores en el mercado de trabajo. Se profundiza en las dificultades que afrontan al momento de competir y la demanda de nueva fuerza de trabajo para cumplir con un estándar de producción. Esto repercute en las tensiones que se generan entre los asociados y los no asociados en el colectivo de trabajo. Cada artículo que compone este libro, despliega una profunda descripción histórica y social del contexto en el que surgen las empresas recuperadas y aporta un marco teórico que permite comprender categorías conceptuales que definen una realidad. La lectura es dinámica, en un lenguaje que convierte en cercana la experiencia. “Detrás de la mirilla” es más que una compilación de trabajos de investigación, es una invitación a asomarse a un espacio de trabajo, de lucha, de recuperación y formas laborales horizontales y, a su vez, complejas. Es un modo de asomarnos a un fenómeno que modificó trayectorias laborales, impulsó otras formas de producción no capitalista y transformó ciertas representaciones sociales. Sin dejar de advertir que esa lucha está signada de contradicciones, tensiones, matices y fisuras en un orden capitalista y patriarcal. Pero la mirilla nos permite no sólo mirar al interior de estas fábricas, sino también ver quién llama a la puerta de estas experiencias de autogestión que propician una economía más justa y solidaria. Eleonora Gómez Castrilli Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer FCH-UNLPam 264 Segunda época, Volumen XX, 2016, 261-264 Rayén Daiana Pozzi “De amor, de honor e de donas”. Mujer e ideales corteses en la Castilla de Juan II (1406-1454) Vélez Sainz Julio, (2013), España, Ediciones UCM, 247 páginas. E sta publicación aborda un análisis que vincula los ideales corteses y las mujeres a través de un importante abanico de textos literarios contemporáneos al reinado de Juan II de Castilla. Muchos de los autores de estos textos participaban en la Corte de Juan II, por lo cual esta investigación permite desentrañar estos ideales mediante los cual se expresan diversos mecanismos de articulación que se encuentran dentro de un sistema social. En las Siete Partidas de Alfonso X queda de manifiesto que la Corte medieval es un espacio de aprendizaje. La Corte se constituye en un sitio donde el comportamiento de la nobleza expresa su educación artística, literaria e incluso deportiva; por lo cual estas representaciones públicas mediante la utilización de la cortesía simbolizan un corpus de conocimientos que son aprendidos dentro del ámbito nobiliar, e incluso entrelazados con la costumbre social. “A lo largo del bajo Medievo, la cortesía si bien favorece un conjunto de valores también se convierte en un baremo para la permanencia en la corte. Aquellos que quieran formar a pasar parte del espacio cortesano deben no ya pertenecer a ella tras haber aprobado los rigores del linaje sino los de las costumbres.(…) los ideales corteses pues hacen primar la nobleza de acto sobre la de linaje, la cortesía en la Edad Media era más bien un ornato, un comportamiento social, algo exterior y una marca de diferencia entre aquellos que la poseen y los que no”. Por lo tanto, los ideales corteses se deben entender como una praxis que se pueden aprender. Estos conocimientos son apropiados por la nobleza a través de su desenvolvimiento en la Corte. Dentro de estas acciones se encuentra reflejado en la literatura, el amor cortés. Esta práctica es producto de un ideal amatorio en el cual se replica los esquemas sociales feudales en el cual el amor es presentado como un impulso, una guía o un deseo. En este punto, el autor sostiene que “el Segunda época, Volumen XX, 2016, 265-266 265 Vélez Sainz Julio, “De amor, de honor e de donas” amor cortés encierra una especie de juego profano en el que se busca la promoción del amante al exagerar la posición de la amada que se convierte en el medio de obtención de algún beneficio. La amada (dona) otorgaría un don (regalo) por medio de un vocabulario tomado del prebendismo y que semióticamente simbolizaría la entrega de parte de sí misma.” En este punto, se puede observar el rol de las mujeres dentro de este sistema social, ocupando un papel destacado en el entramado sociopolítico. Por lo tanto, debemos entender que los grupos sociales hegemónicos – Rey y nobles – están en conflicto por el control de recursos materiales y políticos, por ende las alianzas o los variados pactos políticos - de naturaleza feudal – como son el clientelismo, la amistad (amisticiae) u otros instrumentos culturales como será a posterioridad la cortesía - se constituyen al interior de estos grupos – tanto horizontal como verticalmente entre los actores sociales y sus familias y/o linajes - , entablando vínculos que permiten concretar el acceso al poder. La presencia femenina no esta ausente, su presencia en las alianzas matrimoniales se evidencia en el corpus documental utilizado por el autor, sin embargo los roles de las mujeres serán determinantes a la hora de reconocer por los papeles asignados a éstasreproductivos en primer lugar- y políticos cuando las situaciones demandaban, al conducir las estrategias familiares de sus linajes. De tal manera, esta publicación nos brinda la posibilidad de reflexionar en torno a comprender a la Corte como un espacio político donde los nobles buscan el favor del Monarca en beneficio de su linaje, aunque con el transcurso del tiempo la utilización de la educación se constituye en un instrumento central en el proceder y en las formas de relacionarse entre los nobles que se convirtió en determinante. Es por ello, que la cortesía se estableció como un medio de construir, mantener y reproducir poder al relacionarse con mujeres de otras casas nobiliares, generando alianzas y pactos entre familias. Por lo tanto, es una forma más de adquirir poder al vincularse con otros linajes, de esta forma el espacio de la Corte es un lugar no solamente para enlazarse de forma diplomática y pacifica sino también que se constituye en un espacio de aprendizaje, es decir adquirir el conocimiento para proceder correctamente dentro del juego del poder político. Dentro del accionar cortés podemos decir que se conforma en un recinto (la Corte) donde se presentan tensiones, alianzas o pactos políticos donde todos los sujetos (varones y mujeres) cumplen una función determinante dándole vida al entramado social medieval. Damian A. Cipolla UNLu/ UNO/UNLaM 266 Segunda época, Volumen XX, 2016, 265-266 Jessica Eileen Jones, Ph.D. Estratos de una voz femenina estadounidense Susan Howe, (1993) Middletown, CT: Wesleyan University Press, 208 páginas Los sonidos y los espíritus (fantasmas si se quiere) dejan rastros en una geografía... Por más cerca que piensas que estas cerca de capturar las particularidades de un escritor, más particularidades piensas que has encontrado, más lejos estás de donde pensabas que ibas a ir. Estoy finalmente aprendiendo a dejarme ir a la deriva. Pero hay diferentes ríos y corrientes por donde se puede meter. Cada balsa o escritor está hecha de materiales diferentes. La diferencia entre Melville y Dickinson sería (además del género) que Melville es de un lado del Río Connecticut y ella es del otro lado. Hay una diferencia enorme entre la historia del noroeste del estado de Nueva York y la historia de Massachusetts. Confia en el lugar para formar la voz. Susan Howe, Birth-mark. unsettling the wilderness in American literary history S usan Howe. Nacida en Boston, Massachusetts, juventud en Cambridge. Epicentro del proyecto colonial. Epicentro del proyecto WASP. Blanco. Anglo-Sajón. Protestante. Más: Varón. Dominio de Reverendo Cotton Mather, pastor nacido en el nuevo mundo cuya Historia Christi Americana. Una historia eclesiástica de nueva Inglaterra (1702) llena siete volúmenes, ochocientas páginas. Un documento, refleja Howe, cuya “combinación idiosincrática de historia, ficción, sagradas escrituras, drama elizabetiana y barroca” refleja el estilo de otro tomo enorme, meditativo, famoso, que vendrá después: Moby Dick. La ballena blanca. Un epicentro de espada y de pluma, entonces, que es también una vorágine y un mar que se abre para tragar barcos. Boston Massachusetts. Hogar de los Massachusett, los Algonquinos. El destinario -- “la Ciudad de la Colina” – revelado al reverendo John Winthrop, en un barco, en el medio de un mar, para la fundación divina de un mundo en base de la erradicación de otro. El Pequod desaparece bajo el mar pero la balsa de Ishmael flota: el narrador llega a la orilla. Boston Massachusetts. Un lugar desde donde una ciudad no tan lejana Segunda época, Volumen XX, 2016, 267-270 267 Estratos de una voz femenina estadounidense en Amherst Massachusetts Emily Dickinson escribe algunos poemas que manda por carta a sus íntimas, a un posible editor, un conocido, un Maestro, en Boston, pero a los que la mayoría, cosidos a mano, guardados por ella misma con cariño en un cajón de escritorio en la casa paternal que no serán conocidas hasta después de su muerte. Boston, Massachusetts. El epicentro de las cazas de brujas, luchadas también con espada y pluma. Donde la poderosa voz de Anne Hutchinson, mandada al exilio después de un largo juicio de antinomismo, sigue en los márgenes de documentos, ventriloquiada, pero perceptible. “El Capitán Johnson excoria a Anne Hutchinson en capítulo tras capítulo. Ella es la hidra de su Canto de América...” dice Howe. Y cita los ventriloquias del capitán”..Ella y los de su consorcio que luchan contra la educación, y intentaban convencer a todos que podían de no hacerle caso... seguramente si hubiera durado esta Secta, hubieran hecho una nueva Biblia”. Harvard University, fundado en 1638, después de los ataques de indios, las predicaciones de Anne Hutchinson, la censura civil, las deportaciones, los masacres; y la muerte del Señor John Harvard, quien deja el dinero suficiente para pagar la construcción de la primera universidad en Nueva Inglaterra. “Del gran Terremoto en Nueva Inglaterra” escribe el Capitán Johnson, “y de la lamentable fin de algunas personas erróneas, la primera fundación de Harverd Colledge”. Harvard University cuyo editorial publicará muchos años después los libros de Emily Dickinson, borrando los guiones que ella ponía entre sus palabras, borrando las marcas extráenas de la autora, poniendo números a los poemas, limpiando las páginas, instalando un orden. Hogar también de los primeros estudios americanos, de críticos como F.O. Matthiessen cuyo American Renaissance. Art and Expression in the Age of Emerson and Whitman, va a contar con los Thoreau. Con los Emerson. Con los Whitman. Pero no va a mencionarle a Emily Dickinson. Ni a Harriet Beecher Stowe. Ni a Margaret Fuller. Y mucho menos a Frederick Douglass. “Un renacimiento intelectual y poético” con sustracciones. “Es ese tipo de contradicción que me llama...O sea, es importante ir a los substratos de la historia oficial de Harvard. ¿Qué representaría este otro lugar? No puedo con simplicidad decir que crecí en una comunidad falsa -- una comunidad que pretendía ser liberal. No quiero juzgarla tan fuertemente porque eran intelectuales honorables, cuidadosos, y eso era su profesión; lo sentían como una vocación. Pero hay que decir que sí era falso si eras una niña o una mujer que no estaba contenta con ser de segundo orden.” Susan Howe. Nacida en 1937, años de la administración de Roosevelt, todavía en un país en recuperación de la Depresión, pero de generación de la post-guerra, de 268 Segunda época, Volumen XX, 2016, 267-270 Jessica Eileen Jones, Ph.D. los tiempos después de la segunda guerra mundial y una posición geopolíticamente favorable que le asegurará esa Ciudad en la Colina ser un microcosmo de un país que ocupará el lugar en el centro del escenario mundial. Su madre era Mary Manning, dramaturga irlandesa. Su padre, Mark Dewolfe Howe, era profesor en la Escuela de Derecho de Harvard University. F.O. Matthiessen y Perry Miller son amigos de la familia. La tierra tiembla y en el epicentro, Susan Howe zambulle en las ruinas de la biblioteca de la universidad de Harvard. “Siento en mi trabajo la necesidad de ir atrás, no a los Hittites, sino a la invasión y el asentamiento....Quiero entender ¿por qué todo se fue tan mal cuando los europeos llegaron? Vinieron aquí por algo, algo les motivó. ¿Qué fue? ¿No es una ironía amarga que muchos de ellos escaparon de la devastación causado por las leyes de acercamiento en Inglaterra, y la primera cosa que hicieron aquí era construir cercos?”. En un tiempo de post-guerra y contra la marcha lineal y progresista de la historia, Susan Howe va atrás, hacía las sincronicidades. Inhabita los márgenes, las zonas feminizadas. La singularidad...es el punto cuando hay un cambio repentino a otra cosa. Es un punto caótico. Es el punto donde lo caótico entra el cosmos, la articulación instantánea. Y entonces hay un salto a otra cosa. Depredación y captura son términos que usa constantemente. Pensé en que eso era una metáfora por los europeos que llegaban a este continente, cuando una suerte catastrófica tuvo que acontecer -- un nuevo sentido de las cosas por los habitantes originales, los emigrantes y para la tierra también. Y parecía una manera de describir esos poemas míos. Son obras singulares en las páginas de un libro y, tomados como un conjunto, fracturan el lenguaje; están cargados. El lenguaje de Susan Howe traza singularidades, como su propia voz es singular. De libros, historias, naciones, individuos, saltamos a un mar tempestuoso que traga los confines para convertir lo que era definido, contenido, en su anfípodo. “Los caminos ambiguos de las afinidades me llevan por sentidos opuestos a la vez.” Hay mujeres y hombres pero no hay un género literario y no hay un género. Hay una voz, la voz de la poeta, salada con fuego. Howe escribe libros de poesía y de ensayo literario desde lo inmarcable, pero también desde una fascinación con los marcos. Desde un romper con el alambramiento de la palabra. Los títulos no encierran, sino abren: The Nonconformist’s Memorial (1993). Hinge Picture (1974). The Western Borders (1976). The Liberities (1980). Su escritura aparta.”Y la narrativa [de la captiva de Mary Rowlandson, la primera narrativa de una mujer blanca en estas tierras] está divida en capítulos llamados apartados. Segunda época, Volumen XX, 2016, 267-270 269 Estratos de una voz femenina estadounidense Cada apartado es una marcha esforzada lejos del racionalismo occidental, cada vez más profundo hacía lo sin límite, donde toda ilusión de la volición, toda la identidad individual puede ser transformada--asimilada”. ¿Por qué escavar la voz de Susan Howe? ¿Por qué Susan Howe escava la voz de Emily Dickinson? Otros mundos yacen en las grietas. Entender eso es entender la potencia de un terremoto y aprender a leer bien la balsa que queda de nuestro naufragio americano. Jessica Eileen Jones, Ph.D. Visiting Research Scholar, Duke University 270 Segunda época, Volumen XX, 2016, 267-270 Rayén Daiana Pozzi Colección antiprincesas + antihéroes1 Nadia Fink y Emiliano Saá, (2015) Buenos Aires, Editorial Sudestada y Chirimbote. D esde muy temprano entre las comunidades humanas fue necesario organizar instrumentos que condicionaran y convirtieran a los niños y niñas, aislados del mundo adulto, paulatinamente y por medio de múltiples mecanismos, en sujetos plausibles de “pertenecer” de forma plena a dichas sociedades. Uno de estos dispositivos fue sin lugar a dudas el “cuento”, utilizado como una herramienta de aprendizaje, de estructuración del pensamiento, y sobre todo como mecanismo transmisor de valores que, al reconfigurar la realidad y dotarla de sentido, influyen en los autoconceptos y prejuicios. En primera medida, el cuento funcionó como limitador: el qué “no” hacer, lo prohibido: los cuentos atemorizaban a niños y niñas para evitar determinados eventos. Desde la hiperglobalización y el mundo de mercado el cuento es pensado como promotor: el que “debo” ser, condicionando los modelos a los que niños y niñas deben aspirar, pero sobre todo a consumir. En contrapartida, la colección “Antiprincesas-antihéroes- ofrece otra mirada, permite pensar el que “puedo” ser. Esta visión propedéutica de las “antiprincesas” y “antihéroes” son un canal de resignificación, un puente entre el mundo y lenguaje de los adultos/as y el de los niños/as. Este proyecto busca ser disruptivo en la forma de instalar la discusión sobre los formatos de familia de estructura monogámica en la que hijos e hijas están 1 Colección Antiprincesas # 1: Fink Nadia y Saá Emiliano, “Frida Kahlo para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015. ISBN 978-987-33-9158-3. # 2 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Violeta Parra para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015. ISBN 978-987-33-9159-0. # 3 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Juana Azurduy para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015. ISBN 978-987-33-9157-6. # 4 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Clarice Lispector para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2016. ISBN 978-987-42-0190-4. Colección Antihéroes # 1 Fink Nadia y Saá Emiliano, “Julio Cortázar para chicas y chicos”, Buenos Aires, Editorial Chirimbote, 2015. ISBN 978-987-33-9820-9. Segunda época, Volumen XX, 2016, 271-274 271 La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas subordinados a sus progenitores, y la mujer al marido; las familias ensambladas; el rol de la mujer y la visión sobre los géneros y las sexualidades, -sí, así, en plural-; los estereotipos físicos, culturales o económicos; ponen de relieve además, el fin de la mujer como un objeto frágil y débil que debe ser protegida o rescatada: son mujeres que toman las riendas de sus vidas a pesar de las condiciones en las que se criaron, de su entorno y los mandatos externos; son hombres que lejos de tener superpoderes o imponerse por la fuerza, utilizan la palabra, la fantasía y la utopía para hacer de este mundo un lugar mejor. Los textos que constituyen esta propuesta promueven el respeto por la diversidad comprendiendo y valorando la especificidad, lo particular y lo único de cada niño y niña con sus posibilidades y proyecciones. Esta colección expone algunos casos entre miles y rescatan valores de hombres y mujeres comunes que decidieron “ser” dentro de un mundo que intenta homogeneizar, que lucharon por ideales y convicciones lejos del legado patriarcal y religioso que América Latina heredó de sus conquistadores y que regula la vida de niños y niñas con el fin de hacerlos “encajar”. Este conjunto de historias se inició en junio de 2015 con la saga de antiprincesas y rápidamente dio inicio al ciclo de antihéroes. A la fecha, se han publicado cinco tomos ilustrados que narran la vida de diversos personajes latinoamericanos: Frida Kahlo, Violeta Parra, Juana Azurduy, Julio Cortázar y Clarice Lispector. La calidad del material es excelente a un muy buen precio, pero lamentablemente por las lógicas del mercado y por tratarse de una editorial independiente, todavía es complejo adquirirlos lejos de Buenos Aires y los grandes centros urbanos. Si bien son concebidos por los autores como cuentos, en realidad no respetan la dinámica y estructura como tal, tienen más que ver con micro-biografías. En los textos no dejan de utilizar términos complejos y explicarlos. Se trata de conceptos clave que son desarrollados en apartados que dan la sensación de “hipervínculos”, haciendo a estas biografías didácticas y dinámicas. Algunos ejemplos que resaltan son “judaísmo”, “represión”, “revolución”, “surrealismo”, “desarraigo”, “nómade”, “tiranía”, “colonias”, “dictadura” o “mitología”, lo que enriquece la propuesta al aportar al proceso de construcción de nociones y conceptos de una manera muy didáctica, permitiendo profundizar algunos puntos nodales. En cada número es recurrente la presencia de algún personaje ligado al protagonista que hace preguntas e interviene en la narración, haciéndola más dinámica. Entre ellos, se destacan “el sable preguntón de Juana” y “Ulises el perro preguntón de Clarice”. 272 Segunda época, Volumen XX, 2016, 271-274 Rayén Daiana Pozzi Al finalizar el recorrido biográfico lectores y lectoras se encontran con un apartado donde se proponen actividades y juegos que instan a recuperar lo leído y con el que los autores pretenden despertar el interés y la imaginación al mismo tiempo que juegan a ser Frida, Violeta o Julio. El volumen inicial está basado en la vida de Frida Kahlo: una mujer que pensó su cuerpo como bandera a pesar de su renguera, que pintó en una tela los momentos más felices y más tristes de su vida, una mujer alegre y defensora de su cultura, sus raíces y los derechos de su pueblo y que dijo ser hija de la revolución mexicana. Violeta Parra, la segunda antiprincesa, fue una soñadora y cantautora, que buscó la música y canciones en cada rincón de su Chile. De origen humilde y familia numerosa rompió con los moldes de la familia tradicional, se casó dos veces y tuvo dos hijos en cada matrimonio, desafió el yugo patriarcal siguiendo su pasión y forjando su destino. En tercer lugar apareció Juana Azurduy, flor del Alto Perú, que luchó por la liberación de América Latina, y que comandó las tropas contra los realistas, al mismo tiempo que fue esposa y madre de cinco hijos, condecorada con el cargo de Teniente Coronel, falleció de viejita, sin honores en su humilde vivienda un 25 de mayo, día en el que se conmemora la libertad. La escritora ucraniana - brasileña Clarice Lispector es por el momento la más reciente antiprincesa: “que lo tenía todo”, que rechazó la vida acomodada junto a su marido diplomático, y que “podría haber sido una princesa pero no quiso”. Se volvió a Brasil y trabajó de periodista desempeñando su pasión por escribir cuentos, novelas y crónicas, junto a su dedicación de madre. Como no le gustaba dar por terminadas las cosas, muchas de sus historias no tenían finales. El primer antihéroe de la colección es Julio Cortázar, en este caso, más allá de introducir algunos pocos datos sobre su vida personal, el libro se centra en su obra y en explicar la forma de escribir del autor: “la travesura más grande de Cortázar fue crear un mundo de seres imaginarios”. Al incluir el relato biográfico de un varón, la colección abre un interesante camino que transita a la categoría de género, como relacional, a la vez que la asume como metodología de análisis. Si bien los autores hacen hincapié en “hablar claro” y considerar a los y las pequeños/as lectores/as (6 a 12 años) capaces de comprender los “temas de adultos” es contradictorio que por ejemplo no incluyan el suicidio como la verdadera causa de la muerte de Violeta Parra y dejen la narración abierta: “¿y qué pasó después con Violeta? Esa ya es otra historia… una que habrá que contar en otro cuento o que vas a tener que buscar en otros libros, en otras voces…” (#2; pág. 22). Otro ejemplo en el mismo sentido, es que no exponen con claridad la bisexualidad y bigamia de Frida Kahlo, los autores en este caso apelan a una bellísima fórmula Segunda época, Volumen XX, 2016, 271-274 273 La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas poética para expresarlo “tuvieron otros amores, aun estando juntos. Como otras cosas, compartían ese sentimiento más de lo acostumbrado para la época. Así los amigos y amantes eran muchos, y para Frida el amor se reflejaba en hombres y mujeres (#1, pág 14). En el intento por romper con los estereotipos quedan algunos elementos aún conservadores al no exponer los hechos y explicarlos. Se trata de una experiencia que se multiplica: la fuerza de estos proyectos radica en que impulsan transformaciones en conglomerados comunicacionales, aunque sean marketineras, que hasta Disney necesita buscar novedosas estrategias discursivas con su más reciente eslogan “soy princesa siendo yo”. Es un paso, pero faltan muchos porque la realeza sigue siendo un modelo al cual aspirar, con estándares de belleza marcados e impuestos desde afuera. Las antiprincesas no sólo son mujeres. No sólo son distintas a aquellas de plástico y fantasía. No sólo derrumban mitos y lógicas misóginas. Son reales, son de acá, son nuestras. No sólo por ser americanas, sino por ser pueblo. Porque contra el cuerpo femenino atacan, Frida el cuerpo usa como bandera; porque contra los pobres arremeten, Violeta los acompaña; porque contra la expresión se lanzan, Clarice entonces grita; porque por la fuerza someten, Juana nos defiende. Para escapar y soñar, Julio nos propone fantasías pequeñas basadas en hechos reales, contra las injusticias sociales. El chico con cuerpo de grande que nunca quiso abandonar su inocencia nos invita a ser como él. Cortázar nos invitó a jugar, y el próximo número, el próximo antihéroe, Eduardo Galeano, nos invita a la utopía. Lo esperamos. María Morales y Giulietta Piantoni Universidad Nacional del Comahue. Centro Regional Universitario Bariloche. 274 Segunda época, Volumen XX, 2016, 271-274 Rayén Daiana Pozzi La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas Alicia Genovese, (2015) Buenos Aires, EDIVUM, 188 páginas. A licia Genovese es una poeta de extensa trayectoria y una ensayista que hasta la actualidad ha publicado trece poemarios y dos libros de estudios sobre poesía, el aquí reseñado y Leer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco (Fondo de cultura económico, 2011). Desde 1977 –año en que apareció su primer poemario-, su predilección por la poesía se ha complementado con preocupaciones de género, que se perciben en primer plano en poemarios como Anónima (Editorial Tierra Firme, 1992) y La hybris (Bajo La luna, 2007) y que se aglutinan en el libro La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas. Esta obra, publicada originalmente en 1998 como resultado de su tesis doctoral, se ocupa de delimitar una zona del campo literario que comienza a visualizarse con mayor claridad a partir del retorno a la democracia en el país en 1983. Se trata de la proliferación de escrituras de mujeres que dejan de ser una rareza en el caudal de libros literarios que circulan en la época. Si bien, como aclara Genovese, otras poetas las habían precedido (como Alfonsina Storni o Alejandra Pizarnik), en el periodo de estudio recortado que se extiende desde 1983 a 1993 se registra una abundante producción literaria a cargo de un número creciente de poetas mujeres. Este dato, que la autora corrobora mediante un relevamiento de escritoras y obras, reviste gran importancia puesto que tradicionalmente las mujeres ocupaban el lugar de objeto en la poesía, no de sujeto. Por esta razón la categoría de doble voz que anuncia desde el título se instrumenta con el fin de atender a ese diálogo entre la cultura dominante y el lugar específico que ocupa la mujer cuando asume el lugar de enunciación, es decir, cuando toma la palabra. La categoría de doble voz implica una primera voz, aquella que se teje en el discurso social hegemónico y que responde también a las exigencias de la crítica y a las pautas del canon literario (marcadamente androcéntrico); y una segunda voz que se presenta como una disonancia que dialoga, burla, confronta a la primera. Segunda época, Volumen XX, 2016, 275-277 275 La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas Para delimitar esta categoría, la autora coloca en diálogo nociones como la de “palimpsestos” de Sandra Gilbert y Susan Gubar, “wild zone” de Elaine Showalter, o bien, las “tretas del débil” de Josefina Ludmer, a las que suma el elemento dialógico, pensado desde la teoría de Mijail Bajtin. Si bien las teóricas a las que se remite (Gilbert y Gubar, Showalter, y también Alice Ostriker, Nancy Miller) la enlazan a una tradición de estudios feministas norteamericanos (que se explica por una larga estadía de la autora en Estados Unidos), Genovese realiza una incursión en la tradición francesa (Luce Irigaray, Hèléne Cixous, Julia Kristeva) aunque para diferenciarse. En este aspecto, en los primeros capítulos de La doble voz… Genovese precisa su posicionamiento: se distancia de la crítica alentada por los teóricos estructuralistas que decretaban la “muerte del autor” (Roland Barthes, Michel Foucault) para insistir en la importancia del lugar de enunciación, es decir, intenta desarticular la neutralización de las diferencias que se imprimen en los textos en función de la situación o posición que asume un/a autor/a frente a la cultura hegemónica. Cabe remarcar que Genovese no propone volver a explicar la obra a través de la biografía de su autor/a sino considerar la posición del sujeto (social) en su inserción en una cultura androcéntrica. Por ello insiste en que las escrituras de esas poetas contienen un “plus”, algo que excede las estéticas a las que se las asocia (neobarroso, neorromanticismo, objetivismo) y que también escapa a las categorías tradicionales de análisis literario: ese “plus” la autora lo interpreta como resonancia diferenciadora vinculada al lugar de enunciación. En este sentido, algunos críticos señalaron con posterioridad que la propuesta de Genovese es riesgosa en tanto delimita un corpus de estudio a partir de un dato empírico que es la condición de mujeres de las escritoras y aborda la lectura de las obras desde una categoría teórica que señala la existencia a priori de dos voces. En cuanto al primer aspecto, para la autora se trata de admitir que las mujeres asumen un lugar de enunciación diferenciado frente a una sociedad y un campo literario notoriamente androcéntricos. Ahora bien, en la actualidad también se podría objetar la preeminencia de una mirada que no escapa a la dualidad masculino/femenino, pero a nuestro entender esas limitaciones no invalidan ni la riqueza del aporte ni su necesidad si consideramos que La doble voz… constituyó en los años ’90 uno de los primeros abordajes sistemáticos de un corpus tan heterogéneo como, por entonces, indeterminado. En cuanto al segundo aspecto, la categoría de doble voz resulta para Genovese más un punto de partida que un condicionante para sus lecturas. Si bien esa perspectiva teórica brinda unidad a sus estudios y le permite dar cuenta de un fenómeno 276 Segunda época, Volumen XX, 2016, 275-277 Rayén Daiana Pozzi más amplio, la autora centra su atención en cinco poetas que lee atendiendo a la complejidad estética que sus obras presentan, sin ceñirlas sólo a la comprobación de una doble voz. Genovese examina las producciones de Irene Grus, Tamara Kamenszain, Diana Bellessi, María del Carmen Colombo y Mirta Rosenberg. La doble voz en esas poéticas se delinea por ejemplo en los modos de resignificación del espacio doméstico en Grus y Kamenszain; en el jardín entendido como frontera entre lo público y lo privado y como lugar de creación poética en Bellessi; en la apropiación de tradiciones marcadamente androcéntricas como el tango o el género gauchesco en Colombo; o en el cuidado formal y el distanciamiento que proponen un modo de hacer poesía alejado del estereotipo del sentimentalismo en el caso de Rosenberg. Estos ejemplos, que no agotan la riqueza de los análisis que Genovese desarrolla, muestran que esta perspectiva de género no sólo atiende a nuevas figuraciones de la mujer (escritora) sino también a una renovación que se opera en el lenguaje a través de resemantizaciones y de la exploración de nuevas significaciones posibles que contribuyen a delinear subjetividades alternativas. Si en 2015 La doble voz… vuelve a publicarse sin mayores cambios que la suma de un breve prólogo -en el que Genovese explica los motivos de la reedición- el gesto da cuenta de las repercusiones que tuvo su primera aparición y de la vigencia de su estudio. Quince años después, esta obra continúa siendo una de las más sistemáticas en el examen de esa zona poco explorada de la literatura argentina y, mirada retrospectivamente, fue acertada en la selección del corpus en tanto estas poetas constituyen hoy voces insoslayables dentro del campo de la poesía. La doble voz… se presenta entonces como un estudio arriesgado en su contexto de producción, como un aporte que enriquece los modos de lectura atendiendo a una perspectiva de género y como una invitación a leer poesía. Rayén Daiana Pozzi CONICET Universidad Nacional del Comahue Segunda época, Volumen XX, 2016, 275-277 277 Marta Urtasun En los gestos de la noche Anamaria Mayol, (2015), Santa Rosa, Editorial Voces, 145 páginas. D os son las preguntas que organizan esta lectura del libro de poemas En los gestos de la noche, de la escritora patagónica Anamaría Mayol: ¿cuál es la genealogía literaria que puede trazarse a partir de su poemario? y ¿qué clase de yo es el yo del poema? En cuanto a la primera, es una buena estrategia analizar la red de elementos paratextuales de su edición. El prólogo “Una poesía en cuarto creciente” a cargo de Edgar Morisoli, sitúa a Mayol en una filiación posible con otros poetas pampeanos y, desde el punto de vista geográfico, más allá de los límites de su Victorica natal, con San Martín de los Andes. El pueblo y el lago neuquinos atraviesan sus poemas como escenario y habilitan también la vinculación de ciertos sentimientos con elementos del entorno cotidiano. En esta introducción, además, Morisoli alude al crecimiento de los recursos literarios y de la sabiduría poética de la autora. Por otro lado, advierte que los tres apartados que organizan el libro “Yo que soy mujer”, “Cosa de pájaros” y “Máscaras” no constituyen poemarios diferenciados sino un libro unitario y estructurado. Se trata de un texto con “un ritmo vital” cuyo eje es el amor, “el eros poético en la plenitud del recuerdo”. Dos epígrafes iniciales rearman la serie literaria. Uno de ellos es de la escritora pampeana Olga Orozco (1920-1999) (“Olga ronda la casa”) con el que Mayol establece una línea filiatoria explícita a través de una figura retórica recurrente, la sinécdoque; en este caso, sus manos que recogen lo que otras manos tatuaron. El segundo epígrafe es de su propia autoría y anticipa el tema del amor y la noche. Los nombres de Alejandra Pizarnik (1936 -1972, en el poema “Nada es posible (87), José Saramago (1922- 2010), en “Promesa” (31), Álvaro Olmedo (poeta argentino, 1961) en Destierro” (137) y Horacio Hídrovo Peñaherrera (poeta ecuatoriano, 1931-2012) en “Homenaje” (57) son algunos de los escritores que completan esta genealogía que arma la autora y en la que sitúa su poética. Segunda época, Volumen XX, 2016, 279-281 279 En los gestos de la noche El interrogante acerca de qué clase de yo es el yo del poema, implica reflexionar acerca del concepto “autor” para quebrar cualquier ilusión de lectura biografista. Diversos estudios críticos se han preocupado por esta figura como una función, un efecto producido por el vínculo con otros discursos. También se ha hablado de la muerte del autor y el nacimiento del lector. Asimismo, del autor como sujeto de la enunciación que detiene su mirada en la posición del escritor ante la cultura y las relaciones intertextuales. Y hasta en el discurso de una voz femenina no solo la escrita por mujeres sino también por varones, que amplía la práctica textual de una voz que se opone al orden patriarcal hegemónico y así sus elecciones poéticas establecen una lucha simbólica por organizar una discursividad de género. Asimismo, en relación con conceptos tradicionales como el de “yo lírico” o “sujeto poético” resulta fructífera la noción de “sujeto imaginario” en tanto conceptualización teórica que reúne todas las articulaciones de persona y del yo. Anamaría Mayol, entonces, materializa una voz femenina en el amplio arco de un sujeto imaginario que privilegia, en el espacio del poema, una relación yo-tú amorosa, anticipada desde una de las dedicatorias (“a los amores que aún perviven en los gestos de la noche”). La otra dedicatoria es a sus hijos, la primera en orden de aparición, y actualiza el tema de ser madre que solo aparece una vez más, replicado en el poema “Yo que soy mujer”: “la maternidad fue el único milagro/ reconocido en mi vida” (15). Del mismo modo que Mayol esboza una línea genealógica, gesto borgeano fundacional, plantea los rasgos estilísticos de su poemario. Así, varios de sus textos saturan los versos de sintagmas nominales (“inaugurando lenguajes/ de miradas sudores silencios”) que en muchas ocasiones se reiteran en la conclusión de los versos finales. La representación de la figura de los pájaros es un tópico recurrente que hilvana temas y procedimientos: el poema “Pájaro” (21) el – cuarto del primer apartado, – alude a un ave herida que se posa sobre el cuerpo del yo del poema. Este apartado, además, se cierra con “Solo obstinados pájaros”, en tanto insistencia de volver sobre un amor terminado. El hilo conductor se refuerza con el nombre del segundo apartado “Cosa de pájaros” (51), el símil en este caso, propone que el yo se quede solo consigo mismo y con el invierno como los pájaros Finalmente, en “Hendija”, el yo se suicida de pájaros (69). Cabe recordar que también ha escrito otros libros de poemas en los que retoma el tema: Poemas pájaros (2006) y Para no espantar los pájaros (2011). También es de destacar el uso provocativo de ciertos lugares comunes para el logro de un efecto estético, por ejemplo ante la acción de llorar, puede leerse “llorar 280 Segunda época, Volumen XX, 2016, 279-281 Marta Urtasun a mares”, “llorar hasta cansarse”, “vaciar los ojos”. Asimismo, la poeta trabaja con paradojas inusitadas: títulos que anuncian morfologías imposibles como “Adjetivando”, que a través de un gerundio propone una serie de adjetivos que arman un campo semántico compacto (“perfecto, logrado, rotundo, inmensurable, hermético”) y un cierre con predominio de sustantivos: “ y este silencio/con sus adioses cadáveres deambulando el hastío” (18). El poemario, además, despliega juegos semánticos y espaciales: en “Veril” el significado literal acerca del borde entre una zona profunda y otra no, parece repetirse en el quiebre de la sintaxis de alguno de los versos: “Camino/ los pies desnudos efímeros pases en la arena” (41). Hay ciertas figuras retóricas que apuntan a relaciones especulares como el quiasmo en “Besos”: “tus mis ojos tuyos/mis tuyos ojos mí” (53). En otros poemas, hay versos entre paréntesis. Puede hacerse un ejercicio de lectura, que tal vez exceda las intenciones de producción, y leer los versos encerrados en los signos de puntuación armando un único poema a lo largo de los distintos apartados. A medida que la escritura avanza, el lector atiende a juegos discursivos con la espacialidad geográfica: el caldenal del mundo de la infancia, el lago Lacar, el pueblo de San Martín de los Andes y el Ecuador americano. En otras ocasiones, el sujeto imaginario coloca la emoción en un objeto – “correlato objetivo” desde la teoría poética – sin aludir a un yo tangible. Es el caso del despliegue cromático que se da en varios poemas de la tercera parte” Máscaras”. El amarillo para referirse al mundo de la infancia, el violeta y el ocaso con la recuperación del juego infantil de deshojar una margarita. El gris y su relación con el olvido, el rojo símil con la sangre y el abismo, el verde en alusión a la oxidación del poema y, finalmente, “pensar en azul” para aludir a la distancia y al alejamiento amoroso. Afirmar que detrás de Anamaría Mayol hay una poética implica la legitimación de una voz que tiene algo para decir. Por eso, citamos a modo de cierre las palabras de Morisoli en la contratapa del libro: “la poeta sabe– de casta le viene al tigre – que por encima de los siete significados (…) que el diccionario da a la palabra, la poesía es mucho más: una forma de asumir la existencia, un compromiso ineludible con la palabra y la verdad del corazón”. Marta Urtasun Instituto de Investigaciones Literarias y Discursivas Departamento de Letras, UNLPam Segunda época, Volumen XX, 2016, 279-281 281 Marta Urtasun Pautas para las/os colaboradoras/es Segunda época, Volumen XX, 2016, 279-281 283 Pautas para las/os colaboradoras/es Revista de Estudios de la Mujer Pautas para las/los colaboradoras/res 1. La Aljaba, segunda época. Revista de Estudios de la Mujer publica un volumen anual en noviembre. 2. La recepción de artículos no implica la obligación de publicarlos. El Consejo Editorial de la Revista es el encargado de seleccionar aquellos que ameriten publicación según criterios establecidos de calidad y contenido. 3. La publicación no significa acuerdo de las Editoras, del Consejo Editorial y del Consejo Asesor con el contenido de los artículos. Las/os autoras/res son responsables directos de las ideas, juicios, opiniones, enfoques, etc. expuestos en ellos. 4. Los artículos deben ser originales e inéditos. También se aceptan revisiones de literatura, adaptaciones y traducciones, siempre sujetas a lo indicado en la pauta número dos. 5. Las editoras, previa consulta con el Consejo Editorial, se reservan, el derecho de aceptar y publicar trabajos no inéditos. La/el autor/a deberá manifestar ese hecho e incluir la referencia bibliográfica correspondiente. 6. Los artículos tendrán dos instancias de evaluación. Inicialmente las/os miembros del Comité Editorial definirán la aceptación o rechazo del artículo. En un segundo momento los artículos aceptados serán revisados por evaluadores externos a la Comisión. En este caso, el trabajo puede ser aceptado, aceptado con recomendaciones o rechazado. Después de la evaluación, la/s autores tendrán 20 días para efectuar las correcciones basadas en las recomendaciones del evaluador/a. Segunda época, Volumen XX, 2016, 285-289 285 Pautas para las/os colaboradoras/es 7. Deben presentarse dos (2) copias del trabajo en papel, tamaño carta, mecanografiado a doble espacio y con hojas numeradas, en archivo Microsoft Word o con extensión TIFF o JPEG en caso de tratarse de gráficos. No incluir subrayado, negrillas ni mayúsculas fijas. El texto debe estar justificado. 8. El título de los artículos deberá estar en español e inglés, con resumen (en español e inglés) de no más de 200 palabras, 4 a 5 palabras claves (en español e inglés) y un sumario. 9. Los cuadros y gráficos se incluirán en hojas separadas del texto con indicación de las fuentes correspondientes. 10. Las llamadas de las notas del texto se enumerarán consecutivamente con números arábigos, en posición superpuesta y figurarán a pie de página con un tipo menor. 11. Las referencias bibliográficas se realizaran en el texto y entre paréntesis señalando el apellido del autor/autora, año de la edición y página. Ej. (Scott, 1996:43). Al final del trabajo se remitirá a una bibliografía de las obras citadas, conteniendo los siguientes datos: Apellido (en mayúscula fija) y nombre del autor/a, b) (Fecha de edición, entre paréntesis), c) Título del libro en cursiva, d) lugar de edición, e) editorial, f ) volumen, tomo, si correspondiere. En el caso de artículos de revistas, el título del artículo deberá estar entre comillas y el nombre de la revista en cursiva. Incluir el número total de páginas del artículo. 13. Indicar a continuación del título datos académicos del autor (Universidad, Institución a la que pertenece, si es investigador, etc.). 14. No superar las 7000 (siete mil) palabras o 38000 (treinta y ocho mil) caracteres sin espacios para los artículos; las 1300 (mil trescientas) palabras o 6800 (seis mil ochocientos) caracteres sin espacios para notas, comentarios y críticas bibliográficas. Todos los textos deben estar a espacio y medio y sin sangrías. 15. Los artículos presentados serán sometidos a arbitraje salvo aquellos cuyas/os autoras/es han sido invitadas/os a publicar. 286 Segunda época, Volumen XX, 2016, 285-289 Pautas para las/os colaboradoras/es 16. Las colaboraciones presentadas, aún en el caso de no ser publicadas, no se restituyen. 17. El Consejo Editorial asume el derecho de no aceptar para publicación, trabajos que no se ciñan a esta reglamentación. Guidelines for contributors 1. La Aljaba, segunda época. Revista de Estudios de la Mujer publishes an annual volume in November. 2. The reception of articles does not imply the obligation to publish them. The Editorial Council of the magazine is the one in charge of selecting those articles that merit publication according to stated criteria of quality and content. 3. Publication of the articles does not imply agreement with their content on the part of the editors, the Editorial Council or the Assessment Council. The author/s is/are sole responsible for the ideas, opinions, approaches, etc contained in them. 4. Articles must be original and unpublished. Literature reviews, adaptations and translations, always subject to the pattern indicated in number two are also accepted. 5. The editors, after asking for advice to the Editorial Council, keep the right to accept and publish unoriginal works. The author/s will have to express this fact and include the corresponding bibliographical reference. 6. Articles have two instances of evaluation. Initially the members of the Editorial Board will define the acceptance or rejection of the article. In a second moment accepted papers will be reviewed by external evaluators to the Commission. In this case, the work can be accepted, rejected or accepted recommendations. After evaluation the authors will have 20 days to make the corrections based on the evaluator’s recommendations. Segunda época, Volumen XX, 2016, 285-289 287 Pautas para las/os colaboradoras/es 7. Two (2) copies of the work on paper, letter size, typed double-spaced and numbered sheets in Microsoft Word file or TIFF or JPEG extension in case of graphics should be provided. Do not include underlining, bold or fixed capital. The text must be justified. 8. The title of the items must be in Spanish and English, with an abstract (in Spanish and English) of no more than 200 words, 4 to 5 keys (Spanish and English) words and a summary. 9. Charts and graphics will be included in separate sheets from the text with an indication of the corresponding sources. 10. Notes must be numbered consecutively with Arabic numerals, appear superimposed position and footnotes with a lower rate. 11. Bibliographical references have to be included in the text must contain the following information in the stated order: author’s surname, date of edition and page number: egg. (Scott, 1996:43). At the end of the article, it will be remit to a bibliography of the cited book with the following facts: a) author’s surname (fixed capital) and the name, b) Date of edition between parenthesis, c) Title of the work in cursive, d) Place of edition, e) Publishing House, f ) Volume, tome, page number (if appropriate). In the case of magazine articles, the title of the article should be between inverted commas and the name of the magazine in italics. Include the total number of pages of the article. 12. Indicate after the title the academic facts about the author (University, Institution he/she belongs to, if he/she is a researcher, etc). 13. Do not exceed 7000 (seven thousand) words or 38000 (thirty-eight thousand) characters without spaces for papers; 1300 (one thousand three hundred) words or 6800 (six in 1800) characters without spaces for notes, comments and bibliographical review. All texts must be 1.5 line spacing and without bleeding. 14.All articles submitted will undergo arbitration except those whose authors have been invited to publish. 288 Segunda época, Volumen XX, 2016, 285-289 Pautas para las/os colaboradoras/es 15.The contributions submitted, even if not published, will not be resorted. 16.The Editorial Council assumes the right of not accepting for publication works that do not observe this regulation. Segunda época, Volumen XX, 2016, 285-289 289 Este libro se terminó de imprimir en el mes de NOVIEMBRE de 2016 en la Imprenta de la Universidad Nacional de La Pampa, dependiente de la Secretaría de Cultura y Extensión Universitaria (UNLPam). Cnel. Gil N° 353, CP L6300, Santa Rosa, La Pampa. Tirada de esta edición: 300 ejemplares.