III. LA BIBLIA Y LA REVELACIÓN Cristo es la revelación de Dios al hombre. El unigénito Hijo declaró al Padre ( <430118>Juan 1:18). El es la substancia de la revelación. El registro de esta revelación —los medios literarios de su transmisión a nosotros— es la Biblia. La revelación produjo la Biblia. O, limitando por ahora nuestra consideración sólo al Nuevo Testamento, la revelación produjo al Nuevo Testamento. Dios dio a Cristo como la expresión de su voluntad para el género humano. De este descubrimiento personal por parte de Dios surgió el Nuevo Testamento. 1. Los Cuatro Evangelios son el corazón de la Biblia. El centro de la Biblia son los Cuatro Evangelios, los cuales nos brindan el relato del nacimiento, de la vida, de las enseñanzas, de la muerte, de la resurrección y de la ascensión de Jesús. Si quitáramos de la Biblia los Cuatro Evangelios, este Libro se quedaría sin corazón. La mayor parte del Libro perdería su significado. La Biblia es un grupo de literatura que encuentra su unidad en Cristo; y si el relato de su vida sobre la tierra se sacara de la literatura, ya nopodríamos hablar más de esta como un Libro, siendo que su unidad habría desaparecido. El es la llave de todo lo que le precede, y todo lo que viene después guarda relación con él. 2. El Libro de Los Hechos registra la obra del evangelio. El Libro de Los Hechos contiene la historia empezada en los Evangelios. (Véase <440101>Hechos 1:1). El nos da a entender que Cristo es un Cristo superhistórico. El vivió en la historia; pero en su muerte y en su resurrección se elevó sobre la historia y su actuación sobre la historia viene de arriba. El es “un evangelio perpendicular a un mundo horizontal”. El derrama desde arriba una corriente de nueva vida sobre las debilitadas fuerzas morales y espirituales del mundo. Esa es la única esperanza del mundo. La primera gran demostración de esto la tenemos en el día de Pentecostés. Pentecostés fue la liberación del poder redentor del Calvario. El Cristo resucitado envió a su Espíritu sobre su pueblo con el propósito de que éste hiciera la obra que Cristo le había comisionado que hiciera (<440108>Hechos 1:8; 2:33). De manera que en el Libro de Los Hechos tenemos un bosquejo del plan redentor de Cristo (<440108>Hechos 1:8), y la inauguración del movimiento que llevó adelante este plan. Tenemos el relato de cómo el evangelio rompió las estrechas limitaciones raciales de los judíos, llegando a ser un evangelio de alcances mundiales. 3. Las Epístolas interpretan el significado del evangelio. Las Epístolas del Nuevo Testamento son mayormente tratados escritos por Pablo y por otros apóstoles o por personas que se relacionaron muy de cerca con el grupo apostólico. Estas Cartas explican los principios de la nueva religión, corrigen los errores que aparecían en las iglesias, y aplican los principios de la nueva religión a diversos asuntos de la vida personal, doméstica, social y eclesiástica. Pero todas las cosas vuelven a Cristo y a lo que él ha hecho por los hombres así como a lo que significa para la vida humana. 4. El Apocalipsis predice el triunfo del evangelio. El Apocalipsis anuncia el triunfo final del reino de Dios en la tierra. El representa el fiero conflicto que se libraba en los días de Juan entre el Cristoresucitado y las fuerzas del mal —principalmente la falsa religión y las fuerzas civiles corruptas. Se escribió con el propósito de llevar seguridad y esperanza a los atribulados cristianos de aquel día, respecto a la victoria final que indefectiblemente llegaría. Era la victoria que Cristo ganaría por su Espíritu obrando por medio de sus iglesias. Dicho libro representa el triunfo final del movimiento que vemos inaugurándose en Los Hechos. 5. La Biblia tiene su centro en Cristo. Es así como vemos que Cristo constituye el corazón y el centro del Nuevo Testamento. ¿Pero qué diremos en cuanto al Antiguo Testamento? Podemos decirlo en una palabra: El Antiguo Testamento era una preparación para Cristo y para su venida. Dios escogió a Abraham y a sus descendientes como su pueblo en un sentido especial —no solamente por causa de ellos sino también por causa del mundo ( <011201>Génesis 12:1-3). Dios tuvo un trato muy particular para este pueblo y le dio un conocimiento de él, que ningún otro pueblo poseyó. Por medio de su trato providencial con dicho pueblo, de sus juicios sobre sus pecados, de su paciencia, de su gentileza y misericordia, por medio de las instituciones para el culto y de los caudillos que les levantó, y especialmente por el hecho de revelarse a ellos a través de los profetas, fue que Dios preparó el camino para Cristo y para su obra salvadora. Con tales métodos, él hizo ahondar en ellos su sentido de Dios y su necesidad de él; afinó el sentido de ellos con relación al pecado, contrastándolo con su santidad; él preparó el camino para la inauguración de una religión espiritual y para su introducción en el Imperio Romano. El afianzó de tal modo esta religión, que las fuerzas del mal no podían desarraigarla. Para corroborar esta tesis no se necesitan referencias específicas del Nuevo Testamento. Tal tesis es la de Jesús y la de todos los escritores del Nuevo Testamento. Y ella arroja un caudal de luz sobre el Antiguo Testamento y sobre los tratados de Dios, allí relatados, con su pueblo escogido. 6. La Biblia es el registro de una revelación progresiva. La Biblia es el registro de una revelación progresiva, que tuvo su culminación en Cristo. Pocos hombres se atreven a negar en el día de hoy que la revelación registrada en la Biblia es progresiva. Y no obstante, esto no ha sido claramente captado.El autor del Libro de los Hebreos, en el primer versículo de su epístola demuestra que él entendió este principio. Jesús lo entendió también. El vino a completar una revelación que era incompleta (<400517>Mateo 5:17). Eso es lo que enseña Pablo. El dice que Cristo vino en el cumplimiento del tiempo ( <480404>Gálatas 4:4). Una revelación, históricamente condicionada, difícilmente dejaría de ser progresiva. Podemos ver esto en la doctrina de Dios en la Biblia. En la primera parte del Antiguo Testamento se pone énfasis en el poder de Dios. No se desatienden sus cualidades morales, pero éstas no reciben el énfasis que encontramos después en los Salmos y en los Profetas. Y no arribamos al pináculo del concepto bíblico de Dios, sino hasta que llegamos a la revelación de Dios en Cristo según se registra en el Nuevo Testamento. Pero, ¿a qué se debe la prolongada dilación en llevar la revelación hasta su fin? La razón es porque la entrega de una revelación por parte de Dios está moral y espiritualmente condicionada por parte del hombre. Había condiciones morales, sociales, políticas y espirituales envueltas. Estas condiciones debían alcanzar su madurez antes de que la revelación final de Dios pudiera ser dada. Dios no tiene prisa. Para cumplir sus propósitos, él espera hasta que todas las cosas estén en forma correcta. Esto no debe interpretarse en el sentido de que la revelación sea sólo una evolución naturalista, o en el sentido de que ella puede ser dada sólo en cuanto las cosas se desarrollan por sí mismas de modo que haya una revelación que dar. Una parte de la revelación consiste en la creación por parte de Dios de aquellas condiciones que hacen posible que el hombre reciba la revelación. Dios puede dar solamente en la proporción en que el hombre puede recibir; pero la receptividad del hombre es creación de Dios. Pero para crear esta receptividad, o, en otras palabras, para producir las condiciones necesarias para la recepción de una revelación, Dios está limitado por las condiciones que él tiene que manejar. En lo que Jesús dijo acerca del divorcio, vemos que reconoció este principio en su aplicación a las cuestiones morales (<401903>Mateo 19:3-12). Si uno mira las enseñanzas de la Biblia como estando todas ellas sobre el mismo plano moral y espiritual, entonces estas dificultades no tienen solución. Sobre la base de una revelación progresiva, algunos asuntos, como el de la destrucción total de los enemigos por orden expresa de Dios, se pueden entender con mayor facilidad. Asuntos como ése no pueden resolverse con sólo atribuirlos a la soberanía de Dios. Aun el Dios soberano debe actuar correctamente. Pero cuandorecordamos que los hombres que Dios estaba usando para llevar adelante sus propósitos fueron hombres de ideales morales muy bajos en comparación con los hombres de épocas posteriores, y cuando recordamos que las naciones que iban a ser destruidas eran tan depravadas moral y espiritualmente que su completo exterminio era probablemente lo más beneficioso para el mundo, entonces estas cuestiones no son tan difíciles. ¿Acaso no usa Dios todavía a las naciones para castigarse entre ellas mismas? ¿Y no es cierto todavía que el inocente sufre a causa de los pecados de otros? O, tómese el caso de los salmos imprecatorios. Parece que el Salmista pensaba que sería una cosa piadosa la destrucción de los niños de sus enemigos (<19D708>Salmo 137:8, 9). ¿Debe el cristiano en el día de hoy tener tales sentimientos para con sus enemigos? Por cierto que no. Pero cada hombre debe ser juzgado según las normas de su tiempo y no por las de un tiempo posterior. Además, si Dios no podía emplear a hombres imperfectos, ¿cuánto tiempo hubiera tenido que esperar para encontrar al hombre que sí podía utilizar? El manifiesta su sabiduría al usar a hombres imperfectos, especialmente si éstos son rectos de corazón y se mueven en la dirección correcta. Viniendo al uso práctico de la Biblia, nadie cree que todas las partes de ella sean de igual valor. No hay ninguno que colocaría las listas genealógicas del Antiguo Testamento en el mismo nivel que <430316>Juan 3:16. Y sin embargo, esto no significaría que las listas genealógicas no tienen su lugar. Mi dedo meñique no es de una importancia tan vital para mi cuerpo como lo es mi corazón, y no obstante, es una parte de mi cuerpo y no haría que me lo cortaran innecesariamente. Si un hombre quisiera emparejar su cuerpo permitiendo que le cortaran todos los miembros sin los cuáles él pudiera vivir, semejante despropósito nos recordaría las llamadas “Biblias mutiladas”. 7. La Biblia, entonces, es el mensaje de Dios transmitido por agencia humana. La Biblia no tiene su origen en la vida del hombre, sino que fue enviada de Dios para resolver las necesidades de la vida del hombre. ¿Es la Biblia un libro humano o un libro divino? Es ambas cosas. Fue escrita por hombres inspirados por Dios. Su mensaje vino de Dios, pero él usó a los escritores bíblicos para comunicar ese mensaje a los hombres. Y al escribir ese mensaje, cada escritor fue libre. El escritor no perdió su individualidad. El hombre fue libre, sin perder su individualidad, como si Dios nada hubiera tenido que ver con la entrega del mensaje y con su reducción a la forma escrita. Cadaescritor tiene su propio estilo y su modo particular de pensar. El dice las cosas a su propia manera. Una de las principales causas que han originado problemas con respecto a la Biblia ha sido la suposición en la mente de los hombres, a menudo inconscientemente mantenida, de que los elementos humano y divino eran mutuamente antagónicos y exclusivos. Esta suposición ha acarreado resultados perniciosos en muchos lugares. Por ejemplo, en la doctrina de la persona de Cristo, en la doctrina de la salvación por gracia en relación con la libertad del hombre, en la doctrina de la regeneración y de la fe, en la doctrina de la conservación y de la perseverancia, etc. En relación con la Biblia, los hombres a menudo han supuesto que, si Dios inspiró a los hombres a escribir la Biblia, que el hombre, entonces, deja de ser él mismo, ya que no puede tener pensamientos propios, ni escribir en su propio estilo, ni decir las cosas según él las piensa; de hecho, que el hombre debe convertirse en un instrumento pasivo, si acaso no inconsciente, en las manos de Dios; mas todo esto no es otra cosa sino desconocer que la verdadera expresión del hombre está en el uso adecuado de sus poderes. La grandeza moral y espiritual de la Biblia está en su inspiración divina. Hay desde el principio en la Biblia una grandeza moral y espiritual tal, que no se encuentra en ningún otro tipo de literatura. En este respecto, la Biblia forma su propia clase. Posee esta cualidad en virtud del hecho de que es inspirada por Dios. Tiene la vida de Dios en su mensaje. Esta cualidad de la revelación no proviene del hombre; proviene de Dios. Y sin embargo, no es tan extraña a la vida del hombre como la ceniza lo sería al ojo. Es más bien lo que la luz es para los ojos, es decir, que los ojos fueron hechos para la luz, y sin la luz no podrían desempeñar bien su función. La Biblia, entonces, es el libro inspirado por Dios (<550316>2 Timoteo 3:16, 17; <610121>2 Pedro 1:21). Es el mensaje de Dios para un mundo perdido. Tiene en sí mismo la vitalidad de Dios. En él el hombre encuentra a Dios. Quizá sería más cierto decir que en él Dios halla al hombre. Es esto lo que le da el poder a la Biblia sobre la vida de los hombres. Es esto lo que le da al cristiano su confianza con referencia a la Biblia en cuanto al futuro religioso del género humano. El lugar que ocupará la Biblia en el futuro de la vida humana, estará determinado principalmente por lo que la Biblia hace por la vida religiosa de los hombres y no por lo que los críticos decidan acerca del origen y de las fechasde sus libros. Siempre que los hombres hallen a Dios en el mensaje de la Biblia, también la amarán y vivirán en conformidad con sus enseñanzas. 8. La autoridad de la Biblia. La Biblia tiene tanta autoridad como la voz de Dios la tiene para el alma humana. Ella encuentra al hombre, lo escudriña, y lo hace darse cuenta de su necesidad de ayuda espiritual. Si Dios le habla al hombre, debe hablarle en tonos de autoridad. Dios no está simplemente ofreciéndole al hombre consejos sobre cuestiones espirituales, como si el hombre pudiera aceptarlos o rechazarlos indiferentemente. El se refiere al pecado del hombre, a su salvación y destino, en tonos que revelan su autoridad. Hay un imperativo moral en el mensaje. En el día de hoy, los hombres hablan de un Dios democrático como si Dios fuera uno del rebaño como son los otros, y como si su voz no tuviese más autoridad de la que tiene cualquier otro miembro del grupo. La Biblia no conoce a esa clase de Dios. El Dios de la Biblia es un Dios de santidad que le habla al hombre con toda la autoridad. La autoridad de la Biblia no intercepta la libertad del hombre. Pero aquí encontramos una objeción. La objeción es la de que una autoridad externa de esta clase impide la libertad del hombre, con su autonomía moral y espiritual. Se objeta el que la sumisión a cualquier autoridad externa resulta subversiva a la libertad del hombre lo mismo que a su más alto desarrollo. Esta es una noción equivocada. No hay conflicto entre la sumisión a la verdadera autoridad y la libertad. A decir verdad, la única manera por la que el hombre puede realizar su verdadera libertad es por la sumisión a la autoridad legítima. El rehusar someterse a la autoridad legítima no es libertad. Tal cosa no es más que anarquía espiritual. Y sin embargo, la mayor parte de la objeción a la autoridad de la Biblia se basa en esta noción equivocada con referencia a la relación entre la autoridad y la libertad. Hagamos un esfuerzo para presentar esta afirmación con mayor claridad. Una cosa que nos puede ayudar es recordar que la autoridad de la Biblia es la autoridad de Cristo. Se sigue esto de lo que se ha dicho acerca de la relación entre la Biblia y Cristo. Nosotros no tenemos dos autoridades, esto es, una autoridad de Cristo y otra de la Biblia; sólo tenemos una. Cristo nos habla a través de la Biblia. Después de todo, la autoridad es personal en su naturaleza. Nuestra última autoridad en el cristianismo es la autoridad de Cristo como larevelación de Dios. La Biblia es el instrumento por el cual nosotros conocemos la voluntad de Cristo. Como la revelación de la mente y de la voluntad de Cristo, la Biblia tiene autoridad. Pero la autoridad de Cristo no esclaviza sino que liberta. Pablo se gloriaba en su libertad como cristiano y no obstante, él se llamaba el esclavo de Cristo. Es por la sumisión a la autoridad espiritual de Cristo que el hombre halla su libertad espiritual. La autoridad de la Biblia es entonces, la autoridad de la gracia de Dios puesta a nuestro alcance por medio de Cristo, la gracia que liberta de la culpa y de la servidumbre del pecado. Según lo demuestra Pablo en Romanos capítulo 6, sólo hay dos posibles amos para el hombre: Cristo o el pecado. Cuando Cristo, como el mediador de la gracia de Dios nos liberta del pecado, nos convierte en siervos suyos. De consiguiente, la autoridad que nos gobierna como cristianos, es la autoridad del santo amor de Dios en Cristo Jesús. Esta es una esclavitud, es cierto, pero es una esclavitud voluntaria de amor. La gracia captura nuestro corazón y nos hace libres de la servidumbre del pecado. El Antiguo Testamento Anotado INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO La Biblia es un Libro de libros, sesenta y seis en total, divididos en dos testamentos o pactos. Las designaciones Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, aunque no fueron usadas comúnmente hasta el final del siglo II de nuestra era, se centran en los dos grandes pactos que Dios hizo con Su pueblo: El Pacto Mosaico (Éxo_24:8; 2Re 23:2) y el Nuevo Pacto (Mat 26:28). El Antiguo Testamento registra principalmente el comportamiento de Dios con el pueblo de Israel, basado en el pacto que hizo con ellos por medio de Moisés en el monte Sinaí. Las porciones anteriores del Antiguo Testamento refieren la creación del hombre, el diluvio, el llamamiento de Abraham y el deslinde del pueblo de Israel a través de la línea genealógica de Isaac y Jacob. Después de relatar el establecimiento del Pacto Mosaico, el Antiguo Testamento registra la historia de la relación de Dios con Israel: su vagar por el desierto; la conquista, que dejaron incompleta, del país de Canaán; su vida bajo jueces y reyes, incluyendo la división de la nación en los reinos del norte y del sur; las muchas advertencias proféticas sobre la inminente cautividad; las deportaciones; y el regreso de Judá a Palestina. A lo largo del Antiguo Testamento, se extiende una línea de profecías concernientes a un Libertador-Salvador venidero, el Mesías, y a la institución de un nuevo pacto. El cumplimiento de estas proferías constituye la historia del Nuevo Testamento. DIVISIÓN DE LOS LIBROS DEL ANTIGUO TESTAMENTO Es probable que la más temprana división del Antiguo Testamento fuese en dos partes (cp. Mat 5:18): La Ley (Génesis-Deuteronomio) y los Profetas (Josué-Malaquías). Surgió también una triple división (cp. Luc 24:44): La Ley (Génesis-Deuteronomio), los Profetas (Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel, los doce profetas menores), y los Escritos (el resto de los libros). Nuestro Antiguo Testamento en español se divide del modo siguiente: La Ley (desde Génesis hasta Deuteronomio), Historia (desde Josué hasta Ester), Poesía (desde Job hasta el Cantar de los Cantares), y los Profetas (desde Isaías hasta Malaquías). El contenido del Antiguo Testamento es el mismo en la Biblia hebrea y en nuestras versiones, aunque el orden de los libros en nuestras versiones difiere del que se halla en la Biblia hebrea. ORDEN DE LOS ACONTECIMIENTOS EN LOS LIBROS DEL ANTIGUO TESTAMENTO La ordenación de los libros del Antiguo Testamento no sigue el orden cronológico en que ocurrieron los acontecimientos registrados. La lista siguiente muestra qué libros abarcan aproximadamente los mismos períodos de tiempo: Génesis Job Éxodo Levítico Números Deuteronomio Josué Jueces Rut 1 Samuel 2 Samuel Salmos 1 Reyes 1 Crónicas, Cantar de los Cantares, Proverbios, Eclesiastés 2 Reyes 2 Crónicas, Abdías, Joel, Jonás, Amos, Oseas, Miqueas, Isaías, Nahum, Sofonías, Habacuc, Jeremías, Lamentaciones Daniel Ezequiel Esdras Nehemías Ester, Hageo, Zacarías Malaquías COMPILACION DE LOS LIBROS DEL ANTIGUO TESTAMENTO La compilación y el reconocimiento de los libros del Antiguo Testamento se llevaron un considerable lapso de tiempo. Creen algunos que el procedimiento quedó acabado en tiempos de Esdras, en el siglo V a.C. Las referencias halladas en Flavio Josefo (hacia el año 95 de nuestra era) y en el apócrifo Sir 14:1-19 (hacia el año 100 de nuestra era) indican que las Escrituras hebreas contenían entonces los mismos treinta y nueve libros de nuestro Antiguo Testamento. Los registros de la casa-docente de Jamnia (años 70-100 de nuestra era) parecen reflejar el mismo canon. Sin embargo, es más significativa que ninguna otra la declaración del Señor (Luc 11:51) en la que Él mismo deslindó la extensión de los libros canónicos del Antiguo Testamento cuando acusó a los escribas de ser culpables del asesinato de todos los profetas que Dios había enviado a Israel desde el tiempo de Abel hasta el tiempo de Zacarías. La muerte de Abel está registrada en el Génesis; la de Zacarías, en 2Cr 24:20-21, que es el último libro en la Biblia hebrea (mientras que Malaquías lo es en nuestras versiones). Jesús venía a decir que la culpabilidad de los judíos quedaba registrada desde el principio hasta el fin de las Escrituras hebreas. Excluía así todos los Apócrifos, todos los cuales existían ya en aquel tiempo. ENTRE LOS DOS TESTAMENTOS Durante los cuatrocientos años que mediaron entre la clausura de la revelación del Antiguo Testamento y la primera venida de Cristo, sucedieron algunos acontecimientos importantes. (1) Los griegos, bajo Alejandro Magno y sus sucesores, gobernaron el mundo por algún tiempo. (2) Bajo los macabeos, los judíos se sublevaron e intentaron emanciparse del dominio de los griegos. (3) El imperio romano sucedió al griego y gobernaba el mundo entonces conocido cuando nació Cristo. (4) La sinagoga judía, el Sanedrín y sectas como los fariseos y saduceos se fueron desarrollando. Todos estos acontecimientos y desarrollos prepararon el escenario para el nacimiento y ministerio de Jesucristo y para el nacimiento y desarrollo primitivo de Su Iglesia.