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Manual de urgencias
en cirugía oral y maxilofacial
Manual de urgencias
en cirugía oral y maxilofacial
Manuel Fernández Domínguez
Profesor Asociado
Director del Departamento de Odontología, Universidad San Pablo CEU,
Madrid.
Jefe de Servicio, Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial, Hospital Universitario
HM Montepríncipe, Boadilla del Monte, Madrid.
Jose Luis Del Castillo Pardo De Vera
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Colaborador docente, Universidad CEU San Pablo, Madrid.
Facultativo especialista de área, Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial,
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
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Las ciencias de la salud están en permanente cambio. A medida que las nuevas investigaciones y la experiencia clínica amplían nuestro conocimiento, se
requieren modificaciones en las modalidades terapéuticas y en los tratamientos farmacológicos. Los autores de esta obra han verificado toda la
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Por ejemplo, y en particular, se recomienda a los lectores revisar el prospecto de cada fármaco que planean administrar para cerciorarse de que la
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administración. Esta recomendación cobra especial importancia con relación a fármacos nuevos o de uso infrecuente.
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Impreso en España
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Colaboradores
Miguel Burgueño García
Profesor Titular, Universidad Autónoma de Madrid.
Jefe de Servicio, Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial,
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
José Luis Cebrián Carretero
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Jefe de Sección, Servicio De Cirugía Oral Y Maxilofacial,
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Alfredo Fernandez Esplá
Facultativo especialista de área, Unidad del Dolor,
Servicio de Anestesiología y Reanimación, Hospital
Universitario La Paz, Madrid.
Daniel García Molina
Profesor Asociado, Universidad CEU Cardenal Herrera,
Valencia.
Facultativo especialista de área, Servicio de Cirugía
Maxilofacial, Hospital General Universitario de Valencia.
Pilar Soledad García Raya
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Facultativo especialista de área. Unidad de
Radiodiagnóstico, Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Pedro Luis Garrido Ortega
Facultativo especialista de área, Servicio de
Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor,
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Fernando Gilsanz Rodríguez
Catedrático, Universidad Autónoma de Madrid.
Jefe de Servicio, Unidad de Anestesiología, Reanimación
y Terapia del Dolor Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Emma Iglesias Candal
Colaborador docente, Universidad CEU San Pablo,
Madrid.
Facultativo especialista de área, Clínica Svenson,
Barcelona.
Jose María López-Arcas Calleja
Médico Interno Residente, Servicio de Radiodiagnóstico,
Hospital Universitario Infanta Leonor, Madrid.
Facultativo especialista de área, Cirugía Oral y
Maxilofacial, práctica privada, Madrid.
Emilio Maseda Garrido
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Facultativo especialista de área, Unidad de Cuidados
Críticos Quirúrgicos, Servicio de Anestesia y
Reanimación, Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Patricia Morales Fernández
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Enfermera, Universidad de Cirugía Plástica y Reparadora,
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Mario Fernando Muñoz Guerra
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Facultativo especialista de área, Servicio de Cirugía
Maxilofacial, Hospital Universitario de La Princesa,
Madrid.
Ignacio Navarro Cuellar
Facultativo especialista de área, Servicio De Cirugía Oral
Y Maxilofacial, Hospital Gregorio Marañón, Madrid.
María José Nieto Fernández-Pacheco
Facultativo especialista de área, Servicio de Cirugía
Maxilofacial, Hospital General Universitario Santa Lucía,
Cartagena, Murcia.
Edurne Palacios Weiss
Facultativo especialista de área, Servicio de Cirugía Oral
y Maxilofacial, Hospital Virgen De La Salud, Toledo.
Lorena Pingarrón Martín
Colaborador docente, Universidad Rey Juan Carlos,
Madrid.
Facultativo especialista de área, Servicio de Cirugía Oral
y Maxilofacial, Hospital Universitario Rey Juan Carlos,
Madrid.
Sonia Reina Alcalde
Enfermera. UCI Quirúrgica, Hospital Puerta de Hierro
Majadahonda, Madrid.
Celia Reina Cerdán
Enfermera, Servicio de Cirugía, Hospital Universitario
Infanta Cristina, Parla, Madrid.
Miguel Ángel Reina Perticone
Profesor Titular, Universidad CEU San Pablo, Madrid.
Facultativo especialista de área, Servicio de
Anestesiología, Hospital Universitario Madrid
Montepríncipe, Madrid.
V
COLABORADORES
Rogelio Rosado Caracena
Facultativo especialista de área, Servicio de
Anestesiología y Reanimación, Hospital FREMAP
Majadahonda, Madrid.
Felipe Sainz Gónzalez
Profesor contratado Doctor, Universidad de Alcalá de
Henares, Madrid.
Jefe de Servicio, Unidad de Cuidados Críticos y
Quirúrgicos, Servicio de Anestesia y Reanimación.
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Rocío Sánchez Burgos
Facultativo especialista de área. Servicio de Cirugía Oral
y Maxilofacial, Hospital Universitario de Canarias, San
Cristóbal de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife.
VI
Miguel Serrano Hernández
Colaborador Docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Enfermero, Unidad de Cirugía Plástica y Reparadora,
Hospital Universitario La Paz, Madrid.
Blanca Tapia Salinas
Colaborador docente, Universidad Autónoma de Madrid.
Facultativo especialista de área, Unidad de
Anestesiología, Reanimación y Terapia de Dolor, Hospital
Universitario La Paz, Madrid.
José Felipe Varona Arche
Profesor Asociado, Universidad CEU San Pablo, Madrid.
Facultativo especialista de área, Servicio de Medicina
Interna, Hospital Universitario Madrid Montepríncipe,
Madrid.
Prólogo I
Es un enorme placer escribir unas palabras acerca de este
libro editado por dos grandes profesionales y trabajadores
incansables como son el Dr. Manuel Fernández y el Dr.
Del Castillo y que viene a hacerse un lugar entre la enorme
oferta que hoy en día ocupa nuestras librerías. Nos aportan una obra sobre un aspecto difícil de afrontar como son
las situaciones de urgencia en el campo de la cirugía maxilofacial. No resulta fácil en una situación de urgencia tener
la paciencia de recoger la iconografía necesaria para editar
este libro. Por ello felicito a los autores, y será sin duda una
herramienta de consulta para todos los profesionales que
nos ocupamos de esta patología.
Me resulta todavía más entrañable, si cabe, encontrar
entre los colaboradores de los diferentes capítulos a un
gran número de profesionales incuestionables que se han
formado con nosotros y a los que tengo un enorme cariño.
Todo lo anterior, unido a la gran calidad científica del
libro, me permite recomendarlo a todos aquéllos que puedan verse involucrados en la atención de pacientes con
problemas urgentes del área maxilofacial, tanto residentes
en formación como adjuntos consolidados. Tener la posibilidad de contrastar información en una situación de
urgencia es de un valor incalculable… siempre que tengamos el libro a mano.
Dr. Miguel Burgueño García
Jefe de Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital
Universitario La Paz. Madrid
VII
Prólogo II
Una realización del ser humano que precise de sacrificio,
dedicación y esfuerzo es posible que finalice en la oscuridad o que sea capaz de abrir una nueva senda. Sobra
energía y claridad en esta obra. Hacía mucha falta este libro. Era una necesidad. Las situaciones de urgencia son
las eternas desconocidas, las que generan mayor estrés por
la inmediatez del tratamiento y sus posibles consecuencias para el paciente y para el cirujano. Y, por ello, son los
temas más reclamados por cualquier profesional, ya sea
residente o clínico avezado.
Un libro así nos ahorra tiempo. En la era digital, la búsqueda de respuestas ordenadas no es fácil por muy bien
que nos manejemos en la red. Y los autores nos presentan
un trabajo organizado, intenso pero directo y de fácil acceso. Es un favor inmenso que hacen al conocimiento y
a su aplicabilidad inmediata. Y el proyecto no era fácil.
Nuestra especialidad es tan amplia y compleja que abarcarla y sistematizarla es un arduo trabajo. Además, incluye
aspectos de anestesia, enfermería, odontología, radiología,
neurología, etc., íntimamente imbricados en la cirugía
maxilofacial. Las situaciones de emergencia también son
muy diversas, y por ello destaco en este trabajo su amplitud, lo que además lo hace útil a otras especialidades
interrelacionadas, unida a la concisión de su estructura. Es
fácil localizar cualquier patología y resulta fácil repasar el
tratamiento propuesto para su rápida actuación.
Ya es una obra de referencia a la que animo a que tenga
vocación de perdurabilidad y difusión. Dada la velocidad
de crecimiento del conocimiento actual, que hace que
todo quede obsoleto rápidamente, no me cabe la menor
duda de que se continuará el esfuerzo y será revisada periódicamente. Y al editor y a los autores también me atrevo a
sugerirles que den el salto a su traducción al inglés y hagan
posible que los no hispanohablantes puedan aprovecharla
y, por ende, acrecienten por el mundo el éxito de la cirugía
maxilofacial española.
Por último, quiero destacar a este equipo de profesionales españoles que ha sido capaz de realizar este trabajo.
Es algo que nos enorgullece a todos sus compañeros. Los
Dres. Manuel Fernández y José Luis del Castillo tienen
que estar muy satisfechos. Enhorabuena.
Disfrutemos y aprendamos.
Juan López-Quiles
Profesor de Cirugía Maxilofacial
Universidad Complutense de Madrid
IX
Índice
Sección I: Aspectos generales
Capítulo 1. Demanda de asistencia en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
Introducción.
Campos de actuación.
Enfoque demográfico.
Aspectos generales en salud.
Afecciones más frecuentes en cirugía oral y maxilofacial.
Bibliografía.
Capítulo 2. Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
Farmacología de los anestésicos locales.
Actividad anestésica local.
Toxicidad sistémica de los anestésicos locales.
Prevención de la toxicidad por anestésicos locales.
Bloqueos anestésicos en la región facial.
Bibliografía.
Capítulo 3. Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral
y maxilofacial.
1
3
3
3
4
6
6
7
9
9
12
12
14
14
19
21
Introducción.
Examen de la vía aérea.
Intubación oronasotraqueal.
Dificultad de intubación.
Técnicas alternativas de intubación en cirugía oral y maxilofacial.
Complicaciones durante la intubación en pacientes con patología urgente.
Inducción y recuperación anestésica.
Monitorización del paciente.
Vía aérea quirúrgica.
Bibliografía.
21
21
22
23
25
30
31
32
33
34
Capítulo 4. Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
35
Dolor: Aspectos generales.
Manejo del dolor postoperatorio.
Manejo del dolor oncológico.
Manejo del dolor orofacial.
Bibliografía.
35
37
44
46
51
XI
ÍNDICE
Capítulo 5. Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias.
Traumatismos faciales.
Patología infecciosa.
Patología de la articulación temporomandibular.
Bibliografía.
Capítulo 6. Cuidados de enfermería en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
Cuidados de enfermería del paciente con traumatismo facial en urgencias.
Cuidados de enfermería del paciente con patología en la cavidad oral en urgencias.
Urgencias oncológicas en cabeza y cuello.
Bibliografía.
Sección II: Patología dentaria y de la cavidad oral.
53
61
63
65
67
67
69
70
72
73
Capítulo 7. Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
75
Introducción.
Microbiología de la región orofacial.
Técnicas diagnósticas.
Diagnóstico por imagen de las infecciones maxilofaciales.
Etapas clínicas de la infección odontogénica.
Consideraciones anatómicas de las infecciones dentoalveolares.
Anatomía cervical aplicada al diagnóstico y tratamiento de infecciones cervicales.
Mediastinitis.
Infecciones asociadas a terceros molares impactados.
Angina de Ludwing.
Tratamiento de las infecciones cervicales.
Bibliografía.
75
75
76
77
79
79
80
85
86
86
87
89
Capítulo 8. Complicaciones postextracciones dentales.
Introducción.
Clasificación.
Complicaciones locales.
Bibliografía.
XII
53
91
93
95
97
104
Capítulo 9. Complicaciones en implantología.
105
Introducción.
Complicaciones preoperatorias.
Complicaciones quirúrgicas.
Complicaciones postoperatorias inmediatas.
Complicaciones postéticas.
Complicaciones durante el seguimiento.
Bibliografía.
105
105
105
111
111
112
113
ÍNDICE
Capítulo 10. Diagnóstico diferencial de lesiones en la cavidad oral (I).
Introducción.
Lesiones blancas.
Lesiones rojas.
Surcos y fisuras.
Lesiones vesiculoampollosas.
Bibliografía.
Capítulo 11. Diagnóstico diferencial de lesiones en la cavidad oral (II).
Lesiones atróficas y ulcerativas.
Lesiones pigmentadas.
Lesiones hiperplásicas.
Bibliografía.
Capítulo 12. Manejo de urgencias en pacientes oncológicos.
Introducción.
Urgencias médicas asociadas a la propia patología oncológica de cabeza y cuello.
Urgencias y complicaciones asociadas al tratamiento quirúrgico.
Urgencias médicas asociadas al tratamiento radioterápico.
Urgencias médicas asociadas al tratamiento quimioterápico.
Bibliografía.
Sección III: Situaciones especiales.
Capítulo 13. Pacientes especiales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
Introducción.
Urgencias en pacientes con alteraciones hematológicas.
Urgencias en pacientes epilépticos.
Urgencias en pacientes diabéticos.
Urgencias en embarazadas y lactancia.
Urgencias en enfermos psiquiátricos y discapacitados psíquicos.
Urgencias en pacientes con SIDA.
Urgencias en pacientes de edad avanzada.
Bibliografía.
Capítulo 14. Traumatología facial.
Introducción.
Fractura nasal.
Fracturas orbitocigomáticas.
Fracturas de mandíbula.
Fracturas dentoalveolares.
Fracturas del maxilar superior.
Fracturas del complejo nasoorbitoetmoidal.
Fracturas frontales.
Fracturas panfaciales.
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181
182
XIII
ÍNDICE
Consideraciones en traumatología facial infantil.
Bibliografía.
183
184
Capítulo 15. Tratamiento de las heridas faciales.
187
Introducción.
Clasificación de las heridas.
Pronóstico de las heridas faciales.
Suturas.
Agujas.
Tratamiento de las heridas faciales.
Consideraciones especiales sobre heridas a nivel facial.
Bibliografía.
187
188
188
189
191
192
192
196
Capítulo 16. Patología urgente de las glándulas salivales.
197
Introducción.
Mucocele.
Ránula.
Sialolitiasis.
Sialoadenitis submandibular.
Sialoadenitis parotídea aguda.
Sialoadenitis parotídea crónica.
Sialoadenitis parotídea vírica.
Sialoadenitis parotídea recurrente juvenil.
Otras afecciones.
Criterios de ingreso.
Bibliografía.
Capítulo 17. Patología urgente cervical.
209
Introducción.
Linfadentitis específicas e inespecíficas.
Quistes y fístulas congénitas.
Quistes del conducto tirogloso.
Anomalías congénitas cervicales.
Linfomas.
Patología del Timo.
Otras lesiones cervicales.
Bibliografía.
209
209
211
214
214
216
219
220
222
Capítulo 18. Patología urgente de la articulación temporomandibular (ATM).
Introducción.
Anatomía y biomecánica de la articulación temporomandibular y musculatura de la
masticación.
Exploración de los síntomas y motivos de consulta principales de los pacientes con
afectación de la articulación temporomandibular o síndromes relacionados.
Clasificación de los trastornos temporomandibulares.
XIV
197
197
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223
223
225
227
ÍNDICE
Enfermedades no articulares.
Enfermedades articulares.
Otras afecciones articulares.
Luxación mandibular e hipermovilidad.
Fracturas condilares.
Hipomovilidad temporomandibular.
Tratamiento no quirúrgico de la patología temporomandibular.
Tratamiento quirúrgico de la patología temporomandibular.
Bibliografía.
Capítulo 19. Heridas por arma de fuego en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
Introducción.
Conceptos generales de balística.
Clasificación de las heridas de escopeta.
Clasificación clínica de las heridas faciales producidas por arma de fuego.
Manejo inicial del paciente con herida facial por arma de fuego.
Tratamiento quirúrgico de las heridas por arma de fuego.
Bibliografía.
Índice Analítico
228
228
229
231
231
231
233
235
237
239
239
239
242
243
243
246
247
I-1
XV
SECCIÓN I
Aspectos generales
1.
► Demanda de asistencia en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
2.
► Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
3.
► Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
4.
► Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
5.
► Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias.
6.
► Cuidados de enfermería en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
CAPÍTULO
1
Demanda de asistencia en urgencias de cirugía
oral y maxilofacial
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
Las urgencias en cirugía oral y maxilofacial suponen un
amplio y variado grupo de afecciones que hace que un
número cada vez más creciente de usuarios solicite nuestra
atención en los servicios de urgencias de los hospitales.
Se trata de una serie de entidades de una gravedad diversa,
que pueden oscilar desde procesos banales hasta situaciones
que suponen un grave riesgo para la vida del paciente.
Los grupos de patología que demandan mayor asistencia en urgencias son las infecciones odontogénicas, los
pacientes traumatológicos con afectación dental o del esqueleto craneofacial, la patología inflamatoria y/o litiásica
de las glándulas salivares y la patología relacionada con la
articulación temporomandibular.
La Cirugía Oral y Maxilofacial está definida por la Comisión Nacional de la Especialidad como una especialidad
médico-quirúrgica que se ocupa de la prevención, el estudio,
el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación de la patología de la cavidad bucal y de la cara, así como de estructuras
cervicales relacionadas directa o indirectamente con estas.
El servicio de urgencias es uno de los más complejos y
con mayor demanda asistencial en cualquier centro hospitalario. En la literatura nacional e internacional existen
diversas publicaciones en las que se describen estudios epidemiológicos de los pacientes que acuden a los servicios
de urgencias llevados a cabo en diferentes poblaciones. Los
grupos de trastornos varían de unas zonas geográficas a
otras, por lo que los datos no pueden estandarizarse.
El progreso actual de la especialidad está determinado
por la demanda por parte de la sociedad de una atención
médica de alta calidad y a cargo de especialistas adecuados,
concepto que se ha unido al crecimiento de la población,
en parte debido al gran aumento de la población inmigrante en muchos casos. Por otro lado, se ha registrado un
incremento en la incidencia de gran parte de la patología
del territorio cervicomaxilofacial así como la aparición de
nuevos avances técnicos que permiten tratamientos antes
imposibles, como en el área de la oncología de cabeza y
cuello o en la cirugía de las deformidades craneofaciales.
Las necesidades que se plantean en la situación actual han
sido entendidas por las instituciones representativas de la
especialidad, que son la Comisión Nacional de la Espe-
cialidad y la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial, entidad que agrupa a más de 600 miembros. En
la actualidad se trabaja en la adaptación de los programas
de formación de la especialidad a las directrices europeas,
planteándose la reintroducción de la formación en odontología como parte de este trabajo.
CAMPOS DE ACTUACIÓN
La especialidad se divide en la actualidad en varias secciones según aspectos específicos de actuación. A grandes
rasgos, se divide en dos grandes bloques: la cirugía oral y
la cirugía maxilofacial. De entre ellos, se puede señalar:
• Cirugía oral: trata de la patología de la cavidad oral,
donde se enmarcan las afecciones de origen dental (inclusiones, quistes, flemones y abscesos, etc.), la patología de la mucosa oral y de la lengua y glándulas salivares menores. Es la parte con más demanda asistencial
en cuanto a número de pacientes, donde se circunscribe la patología del tercer molar.
• Patología oncológica: trata los tumores del territorio
oral y cervicofacial. Si bien es una patología que afecta
a un número limitado de pacientes, requiere gran consumo de recursos de todo tipo por la complejidad de
su manejo, las implicaciones pronósticas y el potencial
de secuelas.
• Traumatología: se ocupa de los traumatismos faciales.
Su principal característica es la urgencia de tratamiento, lo que conlleva la realización de guardias médicas
en los servicios con mayor volumen de pacientes.
• Cirugía correctora de las deformidades dentofaciales:
trata de corregir los problemas malformativos tanto
congénitos como adquiridos. En este campo se enmarcan los procesos congénitos atendidos por secciones de
cirugía maxilofacial infantil y las deformidades de la
esfera de la oclusión, tratadas por la cirugía ortognática.
• Patología articular: se encarga de corregir los problemas de la articulación temporomandibular, los cuales
son de enfoque cada vez más complejo. Esta patología
es cada vez más frecuente en nuestras consultas y servicios de urgencias.
3
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
ENFOQUE DEMOGRÁFICO
Datos estadísticos
Según el Instituto Nacional de Estadística, la población
española se ha incrementado en los últimos años (19962001) en aproximadamente 1,5 millones de habitantes,
presentando en este momento una población de unos
46.500.000 habitantes. La distribución nacional por sexos es muy similar, con un pequeño predominio del sexo
femenino. En cuanto a la distribución por edad, aunque
la mayoría se encuentra entre los 20 y 40 años, los mayores de 60 años superan en unos 3 millones a la población
infantil, por lo que podemos considerar que existe una
tendencia al envejecimiento poblacional.
La inmigración registrada en los últimos años se ha
incrementado notablemente, tanto de países de Europa
como de América Latina y África. Dicha población era
de unos 700.000 en el año 1998 para pasar en el año
2000 a casi 900.000, y probablemente en este momento supere el millón de extranjeros censados. La inmigración, por otra parte, ha supuesto un incremento en
cuanto a la natalidad. La tasa de natalidad (número de
nacimientos por 1.000 habitantes) ha pasado de 9,91 en
1995 a 10,03 en el 2001, y este aumento se debe en gran
medida a los nacidos de inmigrantes: en 1999, el número
de nacimientos en el grupo de inmigrantes fue de unos
17.800.
El crecimiento vegetativo de la población (nacimientos
menos defunciones), que en el año 2000 era de 36.000 habitantes, se ha incrementado en el 2001 hasta alcanzar la
cifra de 45.000.
Los principales resultados más recientes publicados por
el Instituto Nacional de Estadística son los siguientes:
• La población de España disminuyó en 113.902 personas durante 2012 y se situó en 46.704.314 habitantes
el 1 de enero de 2013.
• El número de extranjeros descendió un 2,3 %, hasta
5.118.112 residentes.
• Durante el año 2012, España registró un saldo migratorio negativo de 162.390 personas. En el caso
de los españoles, el saldo migratorio negativo fue de
27.344 personas.
• Un total de 476.748 personas emigraron al extranjero, y 314.358 inmigraron desde el extranjero durante
el último año. En el caso de los españoles, emigraron
59.724 e inmigraron 32.380.
• El número de habitantes creció en Andalucía, Baleares,
Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla,
y disminuyó en el resto.
Impacto de la población en el ámbito sanitario
4
Según la Ley General de Sanidad (artículo 1 de la Ley
14/1986, del 25 abril, General de Sanidad), son titulares
del derecho a la protección de la salud y a la atención sanitaria todos los españoles y ciudadanos extranjeros que
tengan establecida su residencia en el territorio nacional.
Esta ley se complementa con la Ley Orgánica 4/2000, en
la que se establecen los derechos de los inmigrantes a la
asistencia sanitaria.
A la vista de los datos estadísticos y con base en la ley, se
puede considerar que, además del aumento de población,
existen dos variables demográficas que influyen en la gestión y la organización de los recursos sanitarios de los que se
dispone; estos son la edad de la población y la inmigración.
Edad
El hecho de que la población mayoritaria esté comprendida entre los 20 y 40 años (Fig. 1-1) condiciona sin
duda el tipo de servicio sanitario que con más frecuencia
se demanda:
• Patología relacionada con la erupción de piezas dentales y afecciones asociadas: inclusiones, quistes, etc.
• Disfunciones de la articulación temporomandibular
que suponen una causa importante de absentismo laboral.
• Traumatismos faciales, incrementados sobre todo, por
el aumento de la violencia.
• Tumores benignos del área cervicofacial.
• Deformidades dentofaciales. Debido a la mayor información disponible, a una mejor prevención de los trastornos infantiles y a la creciente preocupación de los
jóvenes por la estética y la funcionalidad, la demanda
para solucionar las deformidades dentofaciales suponen hoy día uno de los aspectos más importantes dentro de la especialidad de la cirugía oral y maxilofacial.
• Por otra parte, el incremento en la población por encima de los 60 años supone un aumento en la demanda
de servicios por otras afecciones:
o
o
Tumores malignos, en los que gracias a nuevas
técnicas quirúrgicas se consiguen no solo mejores
supervivencias, sino mejores reconstrucciones que
condicionan también una mejor calidad de vida y
una reinserción social mejor y más precoz.
Patología preprotésica, cada vez más demandada, debido a la mejora en cuanto a técnicas y dispositivos
que garantizan una mejor rehabilitación protésica.
Inmigración
Las principales nacionalidades de los inmigrantes
extranjeros fueron los rumanos (con 28.280 llegadas a
España durante 2012), los marroquíes (23.408) y los
británicos (16.569). De entre las 15 nacionalidades con
mayor flujo inmigratorio, los dominicanos registraron
el mayor aumento relativo, con un 49 %. Por el contrario, los rumanos fueron los que más frenaron sus llegadas a España durante 2012, con un 45,5 % menos
(Fig. 1-2).
El aumento de la población de inmigrantes también ha
supuesto cambios en la demanda de servicios sanitarios en
nuestra especialidad:
• Incremento en las listas de pacientes dentro del sistema
sanitario.
Demanda de asistencia en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 1
Pirámide de población de España
1 de enero de 2013
Edad
101
96
91
86
81
76
71
66
61
56
51
46
41
36
31
26
21
16
11
6
1
150
Españoles
Extranjeros
VARONES
100
MUJERES
50
0
50
100
150
Varones + Mujeres = 10.000
► Figura 1-1. Pirámide de población en España a 1 de enero de 2013. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
• Mayor preocupación por sus problemas dentales, demandando solución para estos.
• Incremento en la traumatología facial, fundamentalmente por problemas sociales.
• Aparición de enfermedades poco conocidas en
nuestro ambiente, como son las enfermedades tropicales.
• El incremento en la natalidad se reflejará en un aumento de las demandas de servicios sanitarios de nuestra especialidad en niños: trastornos dentales, traumatología y deformidades dentofaciales.
Repercusión en el gasto sanitario
Es evidente que el aumento de la población vegetativa, el
envejecimiento de la población y el incremento de la población
de inmigrantes suponen un mayor gasto sanitario debido a:
• El aumento de las listas de espera:
o
o
Absentismo laboral.
Consumo de recursos sanitarios no definitivos para
la patología: medicaciones, pruebas complementarias, mayor asistencia a la urgencia hasta solucionar
el problema, etc.
Inmigración exterior de extranjeros por nacionalidad. 2012
Rumania
Marruecos
Reino Unido
Colombia
Rep. Dominicana
China
Alemania
Francia
Brasil
Bulgaria
Ecuador
Cuba
Perú
Portugal
Venezuela
28.280
23.408
16.569
10.379
10.289
9.583
8.218
7.611
6.723
6.426
5.825
5.810
5.796
5.355
4.764
► Figura 1-2. Inmigración exterior de extranjeros por nacionalidad en España. (2012). Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
5
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
Mayor complejidad de los procedimientos a la hora
de tratar a estos pacientes por el mayor tiempo de
evolución que llevan y mayores probabilidades de
complicaciones.
• Enfermedades crónicas por el envejecimiento poblacional.
• La mayor complejidad técnica de los procedimientos
sanitarios necesarios para el tratamiento de estos pacientes y su mejor inserción social.
• Las enfermedades tropicales o raras en nuestro ambiente, que suponen una mayor carga sanitaria, tanto
para su diagnóstico como para el tratamiento.
o
tratamientos restauradores, periodontales y protésicos.
En la población infantil está mejorando, aunque de forma lenta y paulatina, como consecuencia de las actividades de promoción, prevención y actividades asistenciales
que se están realizando en los programas de salud bucodental y que llevan a cabo las distintas Administraciones
Públicas.
Por otra parte, existen unos factores sociales que repercuten en el ámbito sanitario y que se relacionan con
determinados tipos de patología: tabaco, alcohol, drogas,
accidentes de tráfico, violencia, escasas expectativas laborales de la población joven, inmigración, envejecimiento
de la población, mayor esperanza de vida de la población.
Repercusión en la calidad asistencial
Además del incremento en el gasto sanitario, existen
otros factores (incremento de la población, mayor número
de afecciones asumidas, mayor complejidad de los procesos sanitarios para el tratamiento de los enfermos, estancamiento de plantillas del personal sanitario, etc.) por los
que se produce una merma en la calidad asistencial que
supone dos hechos claros:
- Insatisfacción del enfermo/cliente.
- Insatisfacción del personal sanitario.
Ambos están íntimamente relacionados y son necesarias ciertas medidas para conseguir la satisfacción en ambos grupos, lo que supondrá una buena calidad asistencial:
óptimo tratamiento, en el mejor tiempo posible y con el
menor gasto sanitario posible.
AFECCIONES MÁS FRECUENTES EN CIRUGÍA ORAL Y
MAXILOFACIAL
Las afecciones que con más frecuencia se ven en un servicio de cirugía maxilofacial son:
• En consulta:
o
o
o
o
o
o
o
ASPECTOS GENERALES EN SALUD
Según la Encuesta Nacional de Salud de 1997, la población adulta no manifiesta una actitud muy preventiva
en los temas de salud bucodental. La situación en los
adultos y en los ancianos es muy deficiente, por lo que
son muy patentes las necesidades de educación sanitaria,
C
• En urgencias:
o
o
o
Procesos inflamatorios de origen dental.
Traumatismos faciales.
Patología de la articulación temporomandibular.
RESUMEN
• Las urgencias en cirugía oral y maxilofacial suponen un
amplio grupo de afecciones de diversa gravedad que en
ocasiones pueden llegar a suponer un grave riesgo para
la vida del paciente. A grandes rasgos, la patología se divide en dos grandes bloques, la cirugía oral y la cirugía
maxilofacial, que engloba la traumatología facial, la pa-
6
Patologías orales menores: caries, restos radiculares,
inclusiones dentarias, quistes periapicales, odontogénicos, etc.
Patología de la articulación temporomandibular.
Tumores benignos cervicofaciales.
Tumores malignos cervicofaciales.
Procesos inflamatorios glandulares.
Deformidades dentofaciales.
Alteraciones con relación al edentulismo-patología
preprotésica.
tología oncológica, la cirugía de las deformidades dentofaciales, la patología articular y la cirugía oral.
• En la actualidad se trabaja en la adaptación de los programas de formación de la especialidad a las directrices
europeas, planteándose la reintroducción de la formación en odontología como parte de este trabajo.
Demanda de asistencia en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 1
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7
CAPÍTULO
2
Anestesia local en urgencias de cirugía oral y
maxilofacial
Dr. José María López Arcas Calleja
Dra. Blanca Tapia Salinas
Dr. Miguel Ángel Reina Perticone
Dr. Felipe Sainz González
Dr. José Luis Del Castillo Pardo de Vera
FARMACOLOGÍA DE LOS ANESTÉSICOS LOCALES
Los anestésicos locales son fármacos que, colocados en concentración apropiada en contacto con una
estructura nerviosa o muscular, bloquean de forma
temporal y reversible la propagación de los potenciales de membrana. En la práctica clínica, los anestésicos locales se dividen en dos grupos: monoamidas o
aminoésteres.
Farmacología general: mecanismos de acción
La membrana axonal está compuesta por una doble
capa fosfolipídica que encierra estructuras proteicas que
constituyen los receptores de membrana. Al igual que
otras células excitables del organismo, la neurona en reposo es más negativa en el interior que en el exterior.
Esta polaridad se mantiene por un transporte activo de
iones fuera de la célula, a la vez que el potasio entra en el
interior. Sin embargo, hay una tendencia natural al movimiento de los iones según gradiente. Durante el estado
de reposo, la membrana es más permeable al potasio que
al sodio, con lo que sale más potasio que entra sodio en
la célula. Esto determina que en reposo exista una diferencia de potencial de –60 a –90 mV entre el interior de
la célula, rica en iones potasio y cargada negativamente,
y el exterior celular, rico en iones sodio y cargado positivamente.
El potencial de acción es una variación transitoria y cíclica del potencial de membrana. Los cambios en el potencial
inducen una apertura progresiva de los canales de sodio que
permiten su paso al interior de la célula siguiendo al gradiente de concentración. Mientras la membrana se encuentra despolarizada, se produce una modificación estructural
del canal de sodio, que se vuelve impermeable, sin entrar
más sodio. En este momento está facilitada la salida de potasio, que se produce de forma masiva. La repolarización se
completa cuando el número de iones de potasio que han
salido es equivalente al sodio que había entrado. Esta fase
de repolarización está marcada por la inexcitabilidad de la
membrana y corresponde al período refractario, primero
absoluto y después relativo (Fig. 2-1).
En resumen, la cinética del canal sódico está relacionada con la duración de la despolarización. Si esta última es
larga, la inactivación se retarda; si es corta, la repolarización es rápida.
Los anestésicos locales impiden la propagación del
impulso nervioso, disminuyen la permeabilidad del canal sódico al ion sodio bloqueando la fase inicial del
potencial de acción y por tanto no afectan al potencial
de reposo. Este efecto entraña una reducción de la corriente de despolarización, que no puede alcanzar el valor umbral, lo que causa bloqueo de la propagación del
impulso. Para ello, los anestésicos locales deben atravesar la membrana nerviosa, puesto que el efecto farmacológico principal se produce uniéndose al receptor en
su lado citoplasmático; se produce por tanto un descenso en el número de potenciales de acción por tiempo,
una disminución de la velocidad de despolarización y
conducción nerviosa que prolonga el período refractario. La unión del anestésico local a este receptor, según
mecanismos poco específicos, que se conocen mal, se
opone a cualquier cambio de conformación del canal
iónico.
Este bloqueo obedece a un mecanismo doble: tónico
y fásico. La inhibición tónica aparece con frecuencias de
estimulación bajas, mientras que la inhibición fásica domina de forma progresiva, paralelamente al aumento de
frecuencia. Este fenómeno define el bloqueo «frecuenciadependiente». El bloqueo del canal sódico resulta de la
interacción del anestésico local con un lugar receptor específico situado en la parte interna de este canal, cerca del
axoplasma.
Efectos neurofisiológicos
Concentración mínima inhibitoria
Este parámetro permite comparar la potencia de los
anestésicos locales y corresponde a la concentración nece9
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
Potencial de acción
0
Despolarización
Repolarización
Potencial
del umbral
Potencial
de reposo
1,0 m seg
mv
-100
0
-
-
+
Na+
Reposo
0,5
-
+
-
+
Na+
Activo
(abierto)
+
+
+
+
ATP
+
-
-
+
-
Na+
Inactivo
► Figura 2-1. Fisiología de la transmisión nerviosa.
saria de un anestésico local dado para bloquear in vitro la
conducción en un nervio determinado. La concentración
mínima inhibitoria (CMI) es un valor mínimo que generalmente es necesario sobrepasar en condiciones clínicas,
definiéndose así la concentración mínima eficaz. La diferencia entre estos dos valores umbral explica múltiples
variables como la cinética de absorción y distribución de
los anestésicos locales, las variaciones de pH y de composición electrolítica de los medios líquidos atravesados y la
absorción sistémica.
Calibre de las fibras nerviosas
10
Varía con la existencia o no de vaina mielínica. Para las
fibras amielínicas (fibras C), la membrana del axón está
en contacto con el medio extracelular, y la conducción del
impulso obedece a la ley del todo o nada. A la inversa, para
las fibras mielínicas (fibras A y B), la conducción depende
de las características de la vaina de mielina que desempeña la función de aislante. Los canales de sodio en fibras
amielínicas se disponen a lo largo de toda la membrana,
mientras que en fibras A y B solo están en los nódulos de
Ranvier.
La velocidad de conducción aumenta con el intervalo
entre dos nódulos, que a su vez se incrementa con el calibre y el grado de mielinización de la fibra. La velocidad
es máxima en las fibras motoras Aα (60 a 120 m/s), más
lenta en las fibras preganglionares B (3 a 15 m/s) y muy
lenta en las fibras amielínicas C (0,5 a 2 m/s).
El valor de la CMI correlaciona con el diámetro de
cada fibra. Ya que el bloqueo solo se puede instaurar si
se bloquean tres nódulos de Ranvier consecutivos, el vo-
lumen y la concentración local de anestésico local son
parámetros importantes, especialmente para las fibras de
gran calibre, cuya distancia internodular y cuya CMI son
las más altas.
Bloqueo diferencial
Se define por la existencia de un bloqueo de conducción en ciertas fibras, mientras que la conducción no está
alterada en otras fibras del mismo tronco nervioso. Este
fenómeno se observa en la práctica clínica habitual, particularmente con concentraciones bajas de anestésicos locales. Depende de la naturaleza del anestésico local y del
lugar de inyección. Así, se puede observar una analgesia
mientras que el sentido del tacto y la motricidad están
conservados en un territorio dado. Teniendo en cuenta las
características de las fibras nerviosas, se bloquearán primero las fibras simpáticas/parasimpáticas, las nociceptivas,
las propioceptivas, la sensibilidad táctil, la presión y, por
último, las fibras motoras.
Cronología del efecto anestésico local
Cuando un anestésico local se deposita en las proximidades de una estructura nerviosa, la difusión de las moléculas está regida por los porcentajes de captación tisular, de
resorción sanguínea y, para los aminoésteres, de hidrólisis
local. La dosis de anestésicos locales que no está afectada
por estos tres fenómenos penetra en las células nerviosas,
equilibrándose a uno y otro lado de la membrana. Estos
procesos dependen del pKa y de la lipofilia del anestésico
local. La velocidad de difusión del anestésico local a través
de la membrana explica las latencias de aparición y desaparición del efecto anestésico local.
Características fisicoquímicas y farmacocinéticas
Ciertas moléculas que no son propiamente anestésicos
locales poseen actividad de ese tipo, como por ejemplo
la meperidina, algunos espasmolíticos, betabloqueantes y
antihistamínicos. Eso hace difícil establecer una relación
precisa entre la estructura química de determinadas moléculas y actividad biológica.
La actividad clínica de los anestésicos locales varía
según su estructura y puede ser modulada por muchos
factores, de naturaleza esencialmente fisicoquímica,
como la liposolubilidad, el pKa y el porcentaje de unión
a proteínas. Otros factores que pueden influir son: dosis administrada, propiedades vasoactivas intrínsecas del
anestésico local, el lugar de inyección y otras situaciones
fisiológicas (embarazo).
En general, la molécula típica de anestésicos locales
está formada por cuatro componentes: una amina terciaria (base aceptadora de protones), una cadena intermedia
de unos 6 a 9 angstroms y un anillo insaturado (aromático) generalmente bencénico. La cadena intermedia une la
amina básica con el anillo aromático y presenta un enlace
de tipo éter (-CO) o amida (-CNH_) (Fig. 2-2). A continuación se detallan estas características.
Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
NÚCLEO AROMÁTICO
UNIÓN
CO
O
CADENA
HIDROCARBONADA
MM
CO
R1
soluble es un anestésico local, más potente es y más larga es
su duración de acción, pero también mayor es su toxicidad.
R1
pKa
R1
Los anestésicos locales en solución existen dos formas:
básica, no ionizada (B), y ácida, catiónica, ionizada (BH+).
La proporción entre estas dos formas depende de la constante de disociación Ka del ácido conjugado y de la concentración local de iones H+. A un pH específico para cada
anestésico local, resulta que la concentración de B es igual
a la de BH+. Ese pH se denomina pKa.
Cuando el pKa está cerca del pH fisiológico (7,32 a
7,40), una proporción importante de las moléculas se encuentran en forma no ionizada; de ahí la latencia de acción corta.
De esta forma, a pH fisiológico, la lidocaína (pKa = 7,6) y la
mepivacaína (pKa = 7,7) tienen una latencia de acción
más corta que la bupivacaína, cuyo pKa es de 8,1.
De esta forma, cualquier modificación del equilibrio
ácido-básico del medio en que se inyecta el anestésico local puede modificar su comportamiento farmacológico.
La infección, por ejemplo, que produce acidosis extracelular prolonga la latencia de acción de los anestésicos locales,
al aumentar el porcentaje de forma ionizada.
AMIDA
(CH2)n
N
(CH2)n
N
Éster
Amida
CAPÍTULO 2
R1
► Figura 2-2. Estructura química de los anestésicos locales.
Anillo aromático. Constituido por un núcleo bencénico
sustituido, explica la liposolubilidad de la molécula, que
varía con la naturaleza de los radicales presentes en este
núcleo. La conformación espacial de este anillo es responsable de su capacidad de unión al receptor diana.
Unión intermedia. La naturaleza de la unión entre el ciclo aromático y la cadena intermedia es responsable de
la estabilidad de la molécula y de su modo de degradación. La unión tipo amida es resistente a las reacciones de
hidrólisis, mientras que los anestésicos locales que tienen
una unión éster son hidrolizados muy rápidamente por
las seudocolinesterasas plasmáticas. Esto explica la prolongación de la vida media de eliminación de los ésteres en
los pacientes portadores de un déficit genético de seudocolinesterasas. Las aminoamidas son metabolizadas en los
microsomas hepatocitarios por una serie de reacciones catabólicas en las que interviene el citocromo P-450.
Cadena intermedia. La longitud de esta cadena hidrocarbonada es un elemento importante, relacionado con la
liposolubilidad y por tanto con la potencia de la molécula.
El alargamiento y la ramificación de la cadena intermedia es lo que aumenta su potencia anestésica (está relacionada con la liposolubilidad), mientras que la presencia de
grupo éster o amida es la que determina el metabolismo.
Grupo amino. La naturaleza de las sustituciones en el átomo de nitrógeno de este grupo amino terciario es responsable de las variaciones de hidrofilia de la molécula.
Isomería óptica. La presencia de un carbono asimétrico
explica la existencia de isómeros ópticos de ciertas moléculas de anestésicos locales (mepivacaína, prilocaína, etidocaína, bupivacaína, ropivacaína). Experimentalmente,
la toxicidad de los enantiómeros levógiros es inferior a la
de los enantiómeros dextrógiros y a la de las mezclas racémicas. Actualmente, la ropivacaína y la levobupivacaína se
comercializan en forma levógira.
Propiedades fisicoquímicas
Liposolubilidad
Los anestésicos locales cuyo coeficiente de partición
octanol/tampón (que indica la hidrofobicidad) es elevado
(> 1) atraviesan rápidamente las capas lipoproteicas de las
membranas celulares. De forma general, cuanto más lipo-
Unión a proteínas
Los anestésicos locales del grupo aminoamidas se unen
sobre todo a la albúmina y a la proteína oromucoide (alfaI-glucoproteína). La albúmina tiene poca afinidad pero elevada capacidad de fijación relativa. La proteína oromucoide
actúa a la inversa. Durante el embarazo, la fijación de los
anestésicos locales disminuye debido a una reducción de la
concentración y a una alteración de la proteína oromucoide. Ocurre lo contrario en el período postoperatorio y postraumático, ya que la concentración de oromucoide puede
aumentar considerablemente en estas circunstancias.
La duración de acción de un anestésico local correlaciona con el porcentaje de unión a proteínas. Cuanto más
elevado es este porcentaje, más larga es la duración de acción del producto considerado.
Farmacocinética
La absorción, la distribución y la eliminación de los
anestésicos locales están condicionadas por las características fisicoquímicas previamente descritas.
Distribución local
No se conoce exactamente la distribución local de los
anestésicos locales. Depende de numerosos factores como
la naturaleza y la viscosidad del excipiente, las variables de
inyección y las características de la solución inyectada, el
lugar de inyección (tamaño, pH, membranas, flujo sanguíneo local, tejido conjuntivo, densidad de grasa, etc.) y
el tipo de bloqueo. La conjunción de todos estos factores,
que no se conocen bien, puede modificar el comportamiento farmacocinético de los anestésicos locales. Así, los
parámetros habituales (latencia y duración de la acción,
11
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
potencia, etc.) determinados in vitro pueden ser sensiblemente diferentes in vivo.
Absorción
La cinética de absorción es monofásica tras la inyección
subaracnoidea. Durante la inyección en lugares ricos en
grasas, la cinética de absorción es bifásica, con una fase
inicial rápida seguida de una fase más lenta.
Tras la inyección de un anestésico local, una parte de la
dosis alcanza su objetivo, mientras que otra fracción pasa a
la circulación sistémica. La riqueza en tejido graso y el flujo
sanguíneo local son las principales variables. En este sentido,
el lugar de inyección es clave. De esta forma, la velocidad
de absorción crece de la siguiente manera: anestesia raquídea
< bloqueo del plexo braquial < inyección peridural < inyección caudal < inyección intercostal < inyección intrapleural
< aplicación tópica en las vías aéreas. En este último caso, las
concentraciones plasmáticas obtenidas son comparables a las
que se obtienen por vía intravenosa. Cuando se utilizan los
anestésicos locales en crema (mezcla eutéctica de lidocaína y
prilocaína tópicas), las concentraciones plasmáticas de prilocaína y lidocaína permanecen muy bajas.
Las implicaciones clínicas de estos datos son considerables, en la medida en que una cierta dosis de anestésicos
locales es potencialmente tóxica por vías de administración locorregional y por otras no.
La adición de un agente vasoconstrictor disminuye la
velocidad de la absorción de ciertos anestésicos locales, que
varían igualmente con las propiedades vasoconstrictoras intrínsecas del anestésico local. La lidocaína, a bupivacaína y
la etidocaína inducen una vasodilatación, favoreciendo la
absorción sistémica, mientras que la prilocaína, la mepivacaína y la ropivacaína inducen más bien una vasoconstricción. Para estos tres últimos anestésicos locales, la adición
de un vasoconstrictor no tiene, de hecho, ningún interés.
Distribución sistémica
12
Tras la absorción sanguínea, los anestésicos locales son
captados transitoriamente por el pulmón. Este sistema
amortiguador se satura muy rápidamente y los anestésicos locales son liberados de nuevo al torrente circulatorio.
En caso de inyección intraarterial accidental durante una
anestesia regional para cirugía oftalmológica o dental, el
riesgo neurotóxico se acrecienta, ya que se obvia la depuración pulmonar. El anestésico local se distribuye rápidamente por los tejidos ricamente vascularizados que
constituyen el compartimento central. El compartimento
periférico está constituido por los tejidos menos vascularizados.
La distribución fetal está regida por el paso transplacentario, de tal modo que la concentración de la fracción
libre de anestésicos locales se equilibra a ambos lados de la
barrera. Al ser el pH fetal más ácido que el pH materno,
se produce un fenómeno de trapping en el lado del feto.
Con la bupivacaína y aún más con la lidocaína, existe un
fenómeno de captación materna que aumenta el retorno
del anestésico local hacia la sangre de la madre.
Eliminación
Los aminoésteres son degradados rápidamente por las
colinesterasas plasmáticas y globulares. Solo la cocaína
sufre en parte un metabolismo hepático. La procaína es
hidrolizada en aminoetanol y ácido para-amino-benzoico.
Este último es el principal responsable de las reacciones
tipo anafilactoide de este anestésico local. La cloroprocaína sigue la misma vía, pero cuatro veces más rápidamente.
La tetracaína se metaboliza en ácido butil-amino-benzoico
y dietil-amino-etanol.
Las aminoamidas son metabolizadas por las enzimas
microsomales hepáticas. Las reacciones de fase I conducen
a los metabolitos ionizados hidrosolubles. Les siguen las
reacciones de fase II, que consisten en una hidroxilación y
en una conjugación, principalmente con ácido glucurónico y eventualmente con cisteína o glicina. Los metabolitos
conjugados tienen excreción urinaria y biliar.
ACTIVIDAD ANESTÉSICA LOCAL
Se presenta en la tabla 2-1.
TOXICIDAD SISTÉMICA DE LOS ANESTÉSICOS
LOCALES
La toxicidad sistémica de todos los anestésicos locales
afecta, principalmente, al sistema nervioso central y al aparato cardiovascular. Se debe a la administración de dosis excesivas, aunque el bloqueo se ejecute correctamente desde el
punto de vista técnico o por la administración intravascular
inadvertida. Algunos anestésicos locales producen efectos
adversos específicos, como metahemoglobinemia (prilocaína) o reacciones de hipersensibilidad de tipo alérgico (ésteres), con lo que se recomienda el uso de amidas por la
menor incidencia de anafilaxia (Figs. 2-3 y 2-4).
Las dosis y concentraciones sanguíneas que pueden
producir toxicidad en el sistema nervioso central son menores que las requeridas para afectar al sistema cardiovascular; la afectación de este último es más grave y difícil de
tratar.
Toxicidad en el sistema nervioso central
Cuando se administra una cantidad excesiva de anestésico local, los signos de toxicidad en el sistema nervioso
central aparecen de manera progresiva, y su intensidad depende de la elevación gradual de las concentraciones sanguíneas, consecuencia de la absorción del anestésico. En
primer lugar, el paciente puede quejarse de somnolencia,
vértigos, aturdimiento, trastornos visuales, acúfenos, sabor metálico, parestesias linguales y peribucales, náuseas y
desorientación. Si progresa el cuadro de toxicidad, puede
presentarse agitación, mioclonías de la cara y de la musculatura distal de las extremidades y, finalmente, puede
producirse una crisis tonicoclónica generalizada. Si continúan aumentando las concentraciones sanguíneas, a la
crisis convulsiva le sucede una depresión del sistema nervioso central, con parada respiratoria por inhibición de las
vías excitatorias e inhibitorias. En los casos de inyección
CAPÍTULO 2
Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
TABLA 2-1. Actividad de los diferentes anestésicos locales
Anestésico local
Potencia
anestésica
Latencia de
acción
Duración de la
acción
Toxicidad potencial
Dosis máxima (mg/kg) con/sin epinefrina
Débil
Corta
Corta
Débil
7/9
ÉSTERES
Procaína
Cloroprocaína
Débil
Corta
Corta
Débil
11
Tetracaína
Fuerte
Larga
Intermedia
Fuerte
1,5
Lidocaína
Intermedia
Corta
Intermedia
Intermedia
4/7
Mepivacaína
Intermedia
Corta
Intermedia
Intermedia
4/7
Prilocaína
Intermedia
Corta
Corta
Débil
6
Etidocaína
Fuerte
Corta
Larga
Fuerte
3-4
Bupivacaína
Fuerte
Larga
Larga
Fuerte
2/3
Ropivacaína
Fuerte
Intermedia
Larga
Fuerte
1-2
Levobupivacaína
Fuerte
Lento
Larga
Fuerte
Dosis única máxima: 150 mg
Dosis 24 h: 400 mg
Articaína
Intermedia
Corta
Corta
Intermedia
7 mg/kg peso
AMIDAS
intravascular accidental, se presenta una crisis convulsiva
como manifestación inicial. Asimismo, la fase depresora
puede aparecer sin fase excitatoria previa en pacientes que
se encuentren sometidos a sedación.
El tratamiento de la toxicidad sistémica de los anestésicos locales sobre el sistema nervioso central es sintomático
y consiste en medidas de soporte vital avanzado: oxigenación, ventilación asistida, fluidoterapia, inotrópicos, vasopresores y anticonvulsivantes, de acuerdo con la gravedad
del cuadro. La intervención inmediata ante cualquier signo de toxicidad incrementa la posibilidad de éxito del traSÍNTOMAS EXCITATORIOS SNC:
- Agitación
- Cambios auditivos (tínnitus)
- Sabor metálico
- Síntomas psiquiátricos de inicio brusco
CONVULSIONES
DEPRESIÓN
- Somnolencia
- Coma
- Parada respiratoria
tamiento. La premedicación con benzodiacepinas puede
disminuir la probabilidad de crisis convulsiva.
Toxicidad cardiovascular
La toxicidad cardiovascular de los anestésicos locales
depende de sus efectos sobre la contractilidad miocárdica,
sobre el sistema de conducción cardíaco y sobre la musculatura lisa del sistema vascular periférico.
Los efectos de los anestésicos locales sobre los vasos sanguíneos son variables, y puede producirse constricción o
dilatación, según la dosis. Si están muy diluidos, presentan un efecto local predominantemente vasoconstrictor.
En diluciones clínicas predomina el efecto vasodilatador,
excepto en la ropivacaína, que presenta propiedades vasoconstrictoras.
La alteración electrofisiológica causada por concentraciones tóxicas de bupivacaína difiere de la producida por
otros anestésicos locales. Mientras la toxicidad causada
por la lidocaína se caracteriza por bradicardia sinusal, hipotensión y fracaso circulatorio, la bupivacaína produce
SIGNOS INICIALES DE TOXICIDAD CARDIACA
- Hipertensión
- Taquicardia
- Arritmias ventriculares
DEPRESIÓN CARDIACA
- Bradicardia
- Bloqueos de la conducción
Toxicidad SNC
Sabor
metálico
Parestesias
manos/boca
Toxicidad Cardiaca
Temblor
Tinnitus
Contracciones muscular
Alteraciones
musculares
Convulsiones
de conducta y
Nistagmus
sensoriales
Inconsciencia
Arritmias
Hipotensión
y arritmias
Fibrilación
ventricular
Parada
Aumento de niveles tóxicos en sangre
- Asistolia
- Disminución de la contractilidad
► Figura 2-3. Signos de toxicidad de anestésicos locales.
► Figura 2-4. Niveles de toxicidad de anestésicos locales.
13
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
un cuadro clínico característico con ensanchamiento del
complejo QRS, prolongación del intervalo QT, arritmias
ventriculares, prolongación del intervalo PR, bradicardia,
bloqueo auriculoventricular, disociación electromecánica
y asistolia, que requieren grandes dosis de adrenalina para
reanimación o que, incluso pueden ser refractarias a esta.
PREVENCIÓN DE LA TOXICIDAD POR ANESTÉSICOS
LOCALES
La extrema gravedad de las reacciones de toxicidad sistémica causadas por los anestésicos locales hace imprescindible adoptar, en todos los casos en los que se proceda
a su administración con la finalidad de realizar bloqueo
nervioso, determinadas reglas de seguridad. Estas medidas
preventivas son las siguientes:
14
• Conocimiento de la historia clínica del paciente, sin
omitir los antecedentes de alergias o intolerancias medicamentosas, las experiencias quirúrgicas previas con
anestesia local o regional y la existencia de contraindicaciones para la adición de adrenalina a la solución de
anestésico local.
• Disponibilidad de una vía intravenosa de calibre suficiente (mínimo, 18 G).
• Monitorización: electrocardiograma, presión arterial
no invasiva y pulsioximetría.
• Disponibilidad para uso inmediato de material de reanimación cardiopulmonar: fuente de oxígeno, material para intubación traqueal y ventilación asistida,
desfibrilador, bloqueantes neuromusculares de acción
rápida, fármacos inotrópicos, antiarrítmicos y anticonvulsivantes.
• Disponibilidad de un anestesiólogo accesible por parte
del facultativo que realiza el bloqueo para llevar a cabo
reanimación cardiopulmonar.
• Cumplimiento del ayuno preanestésico para todas las
técnicas de anestesia locorregional.
• Preparar las soluciones de anestésico local personalmente.
• Emplear preferentemente soluciones de anestésico local con adrenalina (nunca en concentraciones superiores a 1:200.000).
• Aspiración previa para descartar la ubicación intravascular de la aguja o del catéter, antes de cada inyección
de anestésico local.
• Administración lenta del anestésico local, sin superar
la velocidad de 1 mL cada 5 segundos, o bien realizar
inyecciones de 3 mL cada vez, separadas por pausas de
15 segundos como mínimo.
• Interrumpir la inyección que requiera la aplicación de
una presión desacostumbrada, por la posibilidad de
ubicaciones erróneas (intraneural, subperióstica) de la
punta de la aguja.
• Escoger los anestésicos locales potencialmente menos
tóxicos o menos asociados con reacciones adversas.
Con respecto a las amidas de acción prolongada, la
ropivacaína y la levobupivacaína deben sustituir a la
bupivacaína en todos los casos.
• No superar las dosis máximas recomendadas de anestésico local, eligiendo la dosis y concentración óptima
menor con la que se consiga el efecto requerido.
BLOQUEOS ANESTÉSICOS EN LA REGIÓN FACIAL
Habitualmente se emplean jeringas metálicas para cartucho, ya que presentan varias ventajas frente a las jeringas
normales de plástico. Son instrumentos robustos y permiten su esterilización durante años sin deteriorarse; posibilitan la infiltración intraoral posterior sin limitaciones por
su longitud y además permiten aspirar (Fig. 2-5).
Recuerdo anatómico
La inervación sensitiva de la cara depende del nervio
trigémino (V PC), con excepción de una pequeña porción
del ángulo de la mandíbula y de la parte inferior de esta,
inervadas por la raíz C3 del plexo cervical (Fig. 2-6).
La primera división del nervio trigémino, V1 o nervio
oftálmico, recoge la sensibilidad de la frente, zona anterior
del cuero cabelludo y dorso nasal, a través de los nervios
► Figura 2-5. Jeringas con cartucho tipo Carpule empleadas en la
anestesia de la región facial e intraoral.
V1
V3
V2
► Figura 2-6. Distribución sensitiva de la cara según las diferentes
ramas del nervio trigémino.
Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
El bloqueo troncular del nervio maxilar superior resulta
posible en la fosa pterigomaxilar o pterigopalatina, cuando ha salido de la cavidad craneal. Las divisiones susceptibles de bloqueo periférico son las siguientes:
1
2
3
4
13
5
12
CAPÍTULO 2
• Nervio infraorbitario.
• Nervio cigomático (ramas cigomático temporal y cigomaticofacial).
• Nervio dental posterior (bloqueo alveolar superior
posterior).
• Nervio dental anterior.
• Bloqueo de los nervios palatinos.
6
11
7
10
9
8
► Figura 2-7. Ramas del nervio trigémino.
supraorbitario y supratroclear. El nervio infratroclear y el
del dorso nasal y las ramas terminales del etmoidal anterior también inervan el dorso nasal (Fig. 2-7).
La división maxilar del trigémino, V2, recoge la sensibilidad de la mejilla, el párpado inferior, la zona lateral de
la nariz y el vestíbulo nasal, así como la mucosa y la piel
del labio superior, a través de los nervios cigomaticotemporal, cigomaticofacial e infraorbitario.
El nervio esfenopalatino inerva el mucoperiostio de la
cavidad nasal, el septo, el paladar y la nasofaringe, a través
de sus ramas (nervios nasopalatino, palatino mayor y palatino menor).
La división mandibular del trigémino, V3, posee un
componente sensitivo y otro motor, a diferencia del resto de
ramas, únicamente sensitivas. Las ramas sensitivas de esta
división con importancia clínica son cuatro: alveolar inferior, lingual, bucal y auriculotemporal. Esta última también
lleva fibras vegetativas a la glándula parótida, y su lesión
causa la aparición del síndrome de Frey (episodios recurrentes de rubor y sudoración facial) tras cirugías en la zona.
El nervio oftálmico no es accesible para el bloqueo
troncular, debido a su recorrido intracraneal. Sus ramas
infraorbitarias solamente pueden ser bloqueadas mediante
anestesia retrobulbar. Las divisiones susceptibles de bloqueo periférico son las siguientes:
•
•
•
•
•
Nervio supraorbitario.
Nervio supratroclear.
Nervio infratroclear.
Nervio nasal externo.
Nervio lagrimal.
Resulta posible el bloqueo troncular del nervio maxilar
inferior en la fosa infratemporal, cuando ha salido de la
cavidad craneal a través del foramen oval, y también mediante un acceso intraoral. Las divisiones susceptibles de
bloqueo periférico son las siguientes:
• Nervio auriculotemporal.
• Nervio bucal.
• Nervio mentoniano (Fig. 2-8).
Los bloqueos terminales de las ramas del trigémino resultan técnicamente sencillos y presentan una baja probabilidad de morbilidad. Los bloqueos insuficientes pueden
reforzarse fácilmente con la infiltración local de anestésicos adicionales o bien con la administración de analgésicos
opioides y sedación por vía intravenosa. Estos bloqueos
resultan suficientes para la cirugía de partes blandas, y
mediante su adecuada selección puede bloquearse íntegramente toda la superficie del macizo facial.
En el servicio de urgencias, las ramas del trigémino que
con mayor frecuencia requerirán ser bloqueadas son:
• Nervio supraorbitario/supratroclear (V1).
• Nervio infraorbitario (V2).
• Nervio dental inferior/nervio mentoniano (V3).
► Figura 2-8. Visión clínica del nervio mentoniano en su salida a través del agujero mentoniano a la altura de los premolares.
15
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
Bloqueo del nervio supraorbitario/supratroclear (V1)
El nervio supraorbitario emerge por la hendidura del
mismo nombre, fácilmente palpable en el reborde orbitario y localizable en el cruce de una línea imaginaria que lo
une con la pupila en posición centrada.
Previa colocación en posición lateral con respecto al
paciente, se localiza con la aguja la hendidura supraorbitaria, sin penetrar en ella. Después de inyectar 1-2 mL de
anestésico local en el seno del músculo frontal, en la vecindad de la hendidura, se avanza en sentido medial sobre
el borde superior de la órbita y se inyectan otros 2 mL de
anestésico (Fig. 2-9).
Para bloquear a continuación el nervio supratroclear, se
dirige la aguja al ángulo formado por el borde superior de la
órbita y la raíz nasal y se inyectan de nuevo 1-2 mL de anestésico, hasta que la aguja toca el hueso nasal (Fig. 2-10).
En ocasiones son necesarios 2 mL adicionales sobre el
borde superoexterno de la órbita, hasta la vecindad de la
sutura cigomaticotemporal, para ramas laterales del supraorbitario que puedan salir por una escotadura adicional más externa.
► Figura 2-10. Visión clínica de la infiltración anestésica del nervio
supraorbitario.
Bloqueo del nervio infraorbitario (V2)
El nervio se bloquea a su salida en el orificio infraorbitario, que se encuentra en una línea imaginaria que lo une
con la pupila en posición central, a 2 cm del ala nasal y
a 4-7 mm del reborde orbitario inferior. El nervio puede
bloquearse mediante dos abordajes transcutáneos (directo y
nasolabial) y un acceso intraoral. Para cualquier tipo de acceso, 3-4 mL de anestésico resultan suficientes (Fig. 2-11).
En el abordaje transcutáneo, una vez localizado el orificio infraorbitario, la aguja se introduce en un punto de
la piel de la mejilla a 0,5-1 cm por fuera de la porción
media del ala nasal. Se dirige a continuación, hacia arriba,
atrás y hacia afuera, aproximándose al foramen, pero preferiblemente sin penetrar en el canal, para evitar lesiones
nerviosas por hiperpresión (Fig. 2-12).
Para el abordaje nasolabial transcutáneo, el punto de
inyección se sitúa medialmente al surco nasolabial supe-
16
► Figura 2-9. Esquema anatómico de la infiltración anestésica del
nervio supraorbitario.
► Figura 2-11. Imagen anatómica de la infiltración anestésica del
nervio infraorbitario.
rior y unos pocos milímetros lateralmente con respecto al
ala de la nariz. Manteniendo el dedo índice de la mano izquierda en el orificio infraorbitario, la aguja se dirige hacia
a él intentando mantener un contacto óseo entre 4-7 mm
por debajo del reborde orbitario. A menudo, la aguja pe-
► Figura 2-12. Visión clínica de la infiltración anestésica del nervio
infraorbitario mediante abordaje transcutáneo.
Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 2
► Figura 2-15. Detalle clínico de la localización de la punción del nervio dental inferior.
► Figura 2-13. Visión clínica de la infiltración anestésica del nervio
infraorbitario mediante abordaje intraoral.
Bloqueo del nervio dental inferior (V3)
netra en el canal infraorbitario, caso en el que se puede
optar entre retirarla hasta el foramen o inyectar únicamente 1-2 mL de anestésico. En ningún caso la aguja debe
recorrer más de 1 cm en el conducto infraorbitario, por el
riesgo de alcanzar la cavidad orbitaria. En caso de inyección dentro del canal, en ocasiones se bloquea también el
nervio dental anterior con anestesia de incisivos y canino
superiores y la encía correspondiente.
En el abordaje bucal, la aguja se introduce a través de la
mucosa labial a nivel del vértice del primer premolar, y se
dirige hacia arriba, atrás y hacia afuera a lo largo del maxilar superior, en dirección al dedo índice, que se mantiene
localizando el orificio infraorbitario (Fig. 2-13).
El bloqueo infraorbitario es suficiente para anestesiar
los tegumentos de su área de distribución. Si la cirugía
incluye incisivos, caninos o hueso maxilar superior, debe
depositarse la inyección dentro del conducto (con las limitaciones señaladas) o anestesiarse por separado el nervio
dental anterior.
El bloqueo puede realizarse por vía bucal o extrabucal,
a partir de un punto de entrada situado a nivel del ángulo
de la mandíbula; el punto ideal de referencia es la espina de
Spix, que se encuentra en el punto medio de la línea que
une el ángulo de la mandíbula con la apófisis coronoides. La
vía intrabucal es la técnica de elección (Figs. 2-14 y 2-15).
Para realizar el bloqueo, se define, en primer lugar, el
borde anterior de la rama ascendente, por palpación con
el dedo índice dentro de la boca. El cuerpo de la aguja
(10 cm, calibre 22) se coloca sobre el borde alveolar del
lado contrario, entre el canino y el primer premolar. La
aguja se dirige hacia el dedo que palpa y se introduce por
dentro, 1 cm por encima de la superficie del último molar
del lado que se va a bloquear. A continuación, la aguja
toma contacto con el trígono retromolar y se desliza horizontal y paralelamente al borde alveolar de los molares y
progresivamente hacia atrás. Cuando de pierde el contacto
con el hueso, se ha rebasado la línea oblicua interna o lado
interno del trígono. Se desplaza después el cuerpo de la
aguja horizontalmente hacia la línea media, por encima de
los incisivos, y su punta se introduce de 1,5 a 2 cm más
► Figura 2-14. Imagen anatómica de la infiltración anestésica del
nervio dental inferior.
► Figura 2-16. Anestesia troncular del nervio dental inferior.
17
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
► Figura 2-17. Imagen anatómica de la infiltración anestésica del
nervio mentoniano.
► Figura 2-19. Visión clínica de la infiltración anestésica del nervio
mentoniano, vía intraoral.
hasta alcanzar la espina de Spix. Bastan 2 mL de solución
anestésica para efectuar el bloqueo (Figs. 2-16 y 2-17).
Una técnica alternativa consiste en introducir la aguja en
el lado que se va a bloquear, a 1 cm por debajo del molar
superior. La aguja se dirige 2 cm hacia atrás, a lo largo de una
línea paralela a dicho borde, y se inyecta la solución anestésica
en ese punto mediante movimientos de la aguja en abanico.
Para el bloqueo extrabucal, se determina el punto de
punción de la manera siguiente: se traza una línea entre
los dos premolares inferiores y se prolonga perpendicularmente hasta el borde inferior de la mandíbula; en el punto
medio de esa línea se traza otra, paralela al borde inferior
mandibular; el punto de punción se sitúa a 1,5 cm del
cruce de las líneas, en la bisectriz del cuadrante correspondiente al segundo molar. La aguja se introduce hacia dentro y hacia abajo, hasta establecer contacto óseo cerca del
orifico mentoniano. Bastan 2 mL de solución anestésica
para producir el bloqueo (Fig. 2-20).
Bloqueo del nervio mentoniano (V3)
El nervio mentoniano sale de la mandíbula por el orificio del mismo nombre, que habitualmente se encuentra siguiendo hacia abajo una línea vertical que parte del
segundo premolar, con una variabilidad anatómica de
6-10 mm anterior o posterior a esta. Puede bloquearse por
vía intrabucal o extrabucal (Fig. 2-18).
Para realizar el bloqueo intrabucal, la aguja se introduce
cerca de la base del segundo premolar inferior y se dirige
verticalmente hacia abajo, próxima al hueso, hasta que la
punta se sitúa en una posición equidistante entre el borde
alveolar y el borde inferior de la mandíbula. En este punto
se inyectan 2 mL del anestésico. El nervio se bloquea con
facilidad al estar solamente cubierto por mucosa y por el
perineuro (Fig. 2-19).
18
► Figura 2-18. Visión anatómica de la infiltración anestésica del nervio mentoniano, vía intraoral.
Bloqueo del nervio auricular mayor (rama del plexo
cervical, C2, C3)
El nervio auricular mayor es una rama del plexo cervical (C2 y C3) y asciende por encima del borde posterior
del músculo esternocleidomastoideo hacia la superficie
anterior de dicho músculo. Se puede localizar a 6,5 cm del
conducto auditivo externo para inervar la piel sobre la piel
de la parótida, el ángulo de la mandíbula y la parte inferior
del pabellón auricular.
Para efectuar su bloqueo, con el paciente en flexión cervical, mirando hacia el lado contrario del nervio al que se
► Figura 2-20. Visión clínica de la infiltración anestésica del nervio
mentoniano, vía extraoral.
Anestesia local en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
C
CAPÍTULO 2
va a bloquear, se marca la distancia a la que se encuentra el
nervio, 6,5 cm por debajo del conducto auditivo externo
en una línea que une esta estructura con un punto en la
zona intermedia del músculo esternocleidomastoideo. La
aguja se introduce en este punto y se inyecta anestésico
en el plano facial en esta zona (Fig. 2-21). Con 2 mL se
puede producir el bloqueo de la inervación de este nervio.
Bloqueo del nervio alveolar superior posterior
► Figura 2-21. Foto clínica de la infiltración del nervio auricular
mayor.
► Figura 2-22. Imagen anatómica de la infiltración anestésica del plexo pterigoideo.
El nervio maxilar superior es la segunda rama del
trigémino y es puramente sensitivo. El acceso a la fosa
pterigopalatina se realiza habitualmente de forma intraoral, a través de la hendidura pterigomaxilar. Se realiza la
punción en fondo de vestíbulo, dirigiéndose hacia atrás y
arriba, sin penetrar más de unos 2 centímetros, con una
inclinación aproximada de unos 45° respecto al plano
oclusal. Se consigue la anestesia de los molares superiores
(Fig. 2-22).
RESUMEN
•
El tratamiento del dolor es indispensable, tanto por sus
repercusiones sistémicas como para el confort del paciente. Comienza por un buen diagnóstico diferencial.
•
El abordaje es multimodal. Hay que reseñar la importancia en cirugía maxilofacial de las técnicas regionales, el
efecto analgésico de la temperatura y el uso de corticoides como coadyuvantes.
•
El empleo de anestésicos locales se realiza en la gran
mayoría de procedimientos en urgencias que precisan
alguna intervención quirúrgica en el territorio maxilofacial. El conocimiento de los mecanismos de acción de los
diferentes anestésicos, sus características y propiedades junto con la prevención de su toxicidad son imprescindibles en la práctica clínica.
•
Los diferentes tipos de bloqueos anestésicos de la región
facial permiten la realización de suturas, drenajes, extracciones dentales y demás intervenciones sin dolor
para el paciente.
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SECCIÓN I
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20
CAPÍTULO
3
Anestesia general y manejo de la vía aérea en
urgencias de cirugía oral y maxilofacial
Dr. Rogelio Rosado
Dr. Emilio Maseda
Dr. Pedro Garrido
Dra. Blanca Tapia Salinas
Dr. Fernando Gilsanz
INTRODUCCIÓN
El manejo de la vía aérea en la cirugía maxilofacial
supone un reto constante para el anestesiólogo, que en
numerosas ocasiones va a necesitar la ayuda del cirujano
(realización de traqueotomías preinducción anestésica)
para planear un abordaje adecuado del paciente.
EXAMEN DE LA VÍA AÉREA
La cirugía oral y maxilofacial constituye uno de los
campos donde con más frecuencia se puede encontrar un
paciente portador de una vía aérea difícil (VAD). El componente esencial de casi todos los algoritmos existentes
para el manejo de una vía aérea difícil es su identificación
previa a la inducción de la anestesia general; por lo tanto,
es importante saber hacer una correcta valoración de la
vía aérea.
La evaluación prequirúrgica de la vía aérea se basa en la
historia clínica, los signos clínicos de dificultad de ventilación-intubación difícil y la presencia de ciertas pruebas
de predicción de intubación difícil, que se desarrollan a
continuación.
Historia clínica. En primer lugar, es importante preguntar al paciente sobre antecedentes anestésicos de intubación difícil (de ahí la importancia de realizar fichas
que documenten el antecedente de intubación difícil). Así
mismo, se preguntará por antecedentes quirúrgicos que
orienten a posibles distorsiones en la vía aérea. Por último,
se prestará atención a la presencia de enfermedades asociadas a intubación difícil (síndrome de Pierre-Robin, artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, síndrome de
Down, etc.). En este contexto de cirugía maxilofacial, se
debe preguntar al cirujano por la existencia de neoplasias
de vía aérea superior y su implicación a la hora de asegurar
la vía aérea en el paciente anestesiado (tumor de base de
lengua, rinofaringe, etc.).
Signos clínicos predictivos de dificultad de intubación. Se deberá realizar una inspección del paciente
buscando signos «poco tranquilizadores» que orienten a
una posible intubación difícil: incisivos superiores largos,
retracción mandibular, escasa visibilidad de la úvula con
la apertura bucal, macroglosia, cuello corto y grueso, paladar estrecho, cicatrices faciales o cervicales, escasa apertura bucal, espacio mandibular rígido, indurado o poco
elástico. Cuando la historia clínica y los signos clínicos
orienten hacia la posibilidad de intubación difícil, se deberá realizar además una prueba de predicción de intubación difícil.
Pruebas de predicción de intubación difícil. Son
sencillas, realizables a la cabecera del enfermo. De forma
aislada tienen escaso valor discriminatorio, que aumenta
mucho cuando se combinan varias de ellas; se ha documentado que la mejor combinación es realizar la prueba
de Mallampati y la medición de la distancia tiromentoniana:
• Índice de Mallampati: inicialmente fueron publicados
tres índices por Mallampati y posteriormente se añadió un cuarto por Samsoon y Young (a mayor grado,
mayor dificultad). Se basa en la visión de estructuras
faríngeas con la boca abierta al máximo en posición
sentado, es el más empleado (Fig. 3-1).
• Prueba de la mordida: Se le pide al paciente que con
su dentadura inferior muerda el labio superior. Tiene
tres grados:
•
o Grado I: el paciente tapa con su labio inferior toda
la mucosa del superior.
o Grado II: tapa parcialmente.
o Grado III: los incisivos inferiores no pueden morder el labio superior.
o El grado III se asocia con intubación difícil.
21
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
Class I
Class II
Class III
Class IV
► Figura 3-1. Clasificación de Mallampati modificada.
El test se basa en la importancia del movimiento mandibular para la realización de la laringoscopia.
• Distancia tiromentoniana o de Patil: distancia entre
el mentón y el borde inferior del cartílago tiroides. Se
mide con el cuello en extensión y la boca cerrada; si
es inferior a 6,5 cm, es posible que el enfermo tenga
intubación difícil.
• Distancia esternomentoniana: se mide con la misma
postura que la de Patil, pero entre el mentón y el yugum esternale; si es inferior a 12,5 cm, se relaciona
con intubación difícil.
• Apertura bucal: distancia entre los incisivos superiores
e inferiores con la boca totalmente abierta; si ésta es
inferior a 3 cm, es posible la intubación difícil. Esta
distancia es además importante porque si es inferior a
2,5 cm imposibilita el uso de dispositivos de rescate en
la VAD como la mascarilla laríngea.
El examen de la vía aérea no debe centrarse solo en
la posibilidad de intubación difícil, hay que investigar la
posibilidad de ventilación difícil con mascarilla facial,
ya que la suma de intubación y ventilación difícil va a colocar al médico en la zona más insegura para el enfermo,
la terrible situación de «no intubable, no ventilable».
Para evaluar la posibilidad de ventilación difícil, se
debe valorar si el paciente es portador de barba, si presenta un índice de masa corporal por encima de 26 kg/m 2,
si está desdentado, si es mayor de 55 años o tiene historia
de roncador. Estos cinco parámetros se identifican como
factores de riesgo independientes para ventilación difícil,
y la presencia de dos de ellos en un mismo paciente indica
ventilación con mascarilla difícil. Otro estudio posterior
con más de 1.400 pacientes confirmó estos factores de
riesgo, excepto el ser un paciente desdentado (corregible
con una cánula de Guedel), y además introdujo la limitación de la protrusión mandibular como factor de riesgo de
dificultad de ventilación.
22
la permeabilidad de la vía aérea, obtener una oxigenación
adecuada, etc.
Para llevarla a cabo se necesitan fundamentalmente
tubos endotraqueales y laringoscopios. El tubo endotraqueal más utilizado en la práctica habitual es uno de cloruro de polivinilo con un balón de alto volumen y de baja
presión, para evitar lesiones en la mucosa traqueal. Los
tubos endotraqueales sin balón se utilizan en los niños
menores de 6 u 8 años, ya que en los adultos el diámetro
externo que condiciona el tamaño del tubo está limitado a
la zona de la glotis, y en los niños, el diámetro externo está
condicionado por la zona subglótica. El tamaño del tubo
se adecua, además de por la edad, por el sexo del paciente:
son más adecuados tubos de 8 mm de diámetro interno
para varones y de 7,5 mm para mujeres. El laringoscopio
consta de una pala desmontable con una bombilla extraíble que se conecta a un mango que contiene pilas. Existen
varios tipos de palas, pero las más usadas y conocidas son
las de Miller y Macintosh, que a su vez tienen varios tamaños. La pala curva de Macintosh probablemente sea la
más popular en los adultos. La pala recta de Miller puede
resultar ventajosa en los niños pequeños, aunque la selección de un tipo u otro de pala, tanto en niños como
en adultos, depende de la experiencia y de los gustos de
cada especialista. Así, por ejemplo, la pala recta puede ser
ventajosa en glotis anteriores, y la pala curva, cuando la
apertura de la boca está limitada.
Intubación endotraqueal oral
INTUBACIÓN ORONASOTRAQUEAL
Es el método de intubación habitual en el quirófano.
Previo a cualquier intubación es necesario alcanzar un
plano anestésico suficientemente profundo para evitar reflejos implicados en la laringoscopia. A menos que exista
contraindicación, la cabeza debe mantenerse en la clásica
posición de olfateo para alinear los ejes oral, faríngeo y
laríngeo. Es habitual colocar una almohada pequeña que
consiga elevar la cabeza (almohada de Popitz), facilitando
así tanto la intubación como la ventilación por favorecer
la alineación de dichos ejes (Fig. 3-2).
Son varias las indicaciones de la intubación endotraqueal en las unidades de cuidados intensivos y en el quirófano, como son la protección de la vía aérea, mantener
El laringoscopio se sostiene con la mano izquierda y se
introduce por la comisura derecha de la boca, desplazando la lengua hacia la izquierda; hay que evitar la presión
Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 3
► Figura 3-2. Almohada de Popitz y posición de olfateo.
sobre dientes, encías y labios; deslizándose sobre la base
de la lengua se llega a la epiglotis; colocando la punta de
la pala curva en la vallécula, se tira del laringoscopio hacia delante y hacia arriba, para dejar la glotis a la vista.
Una vez reconocidas las estructuras, se mete el tubo por
el lado derecho y bajo visión directa se introduce entre las
cuerdas vocales.
La pala recta se usa de forma similar a la curva con la
excepción que se introduce más allá de la epiglotis, la cual
queda incluida en las estructuras levantadas por la pala.
El tubo debe quedar a una distancia de 4 cm de la
carina traqueal, lo que corresponde a 21-23 cm en la comisura bucal.
Intubación nasal
Es necesaria cuando la cirugía se realiza en la cavidad oral
o en la mandíbula y necesita un campo de visión despejado.
En ocasiones también se emplea en situaciones de VAD (intubación nasal a ciegas, con el enfermo despierto bajo sedación). Las contraindicaciones clásicas a la intubación nasal
son: coagulopatías, trastornos intranasales graves y fracturas
de la base del cráneo o fugas de líquido cefalorraquídeo.
A diferencia de la intubación oral, la nasal puede provocar bacteriemia, por lo que debe ir precedida de una
profilaxis apropiada de endocarditis bacteriana si el paciente lo precisa.
Igualmente, se debe tener en cuenta, sobre todo si se
prevé que el paciente va a necesitar durante varios días la
intubación, que los tubos colocados por vía nasal tienen
más riesgo de neumonía nosocomial y sinusitis.
DIFICULTAD DE INTUBACIÓN
El concepto de VAD hace referencia a la situación clínica en la que un anestesiólogo entrenado tiene dificultad
para ventilar con mascarilla facial, dificultad para la intubación o ambas. La dramática situación de fallo de ventilación y fallo de intubación, afortunadamente para los
anestesiólogos, solo acontece en un 0,01 % de los casos. La
definición según la ASA (American Society of Anestesiologists) de intubación difícil consiste en la necesidad de tres
o más intentos y/o más de 10 minutos para la colocación
apropiada de un tubo endotraqueal. Esta definición, para
muchos autores, queda incompleta, ya que los intentos de
intubación pueden no ser óptimos (anestesiólogo poco
experimentado, mala colocación del paciente, pala del
laringoscopio inadecuada, etc.). Por ello, una definición
quizá más adecuada de intubación difícil fuese aquélla en
la que un anestesiólogo experimentado necesitara más de
dos intentos con una misma pala de laringoscopio, ayuda para realizar la laringoscopia (guías o fiadores) o un
dispositivo alternativo a la intubación con laringoscopio
(dispositivos supraglóticos, fibrobroncoscopio, etc.).
Por último, la laringoscopia difícil se define como
aquella situación en la que no se pueden ver las cuerdas
vocales con la laringoscopia convencional. La incidencia
de esta situación es de hasta el 10 % de los casos.
En las últimas guías se ha incluido también dentro de
la definición de VAD aquellos pacientes en que se presentan dificultades en inserción de dispositivos supraglóticos. En estas últimas guías también se sugiere la recomendación de dotar a éstos pacientes con una tarjeta
identificativa de VAD.
Incluye la mascarilla Fastrach tanto para ventilación
como IOT difícil.
Videolaringoscopia como dispositivo de entrada ante
sospecha de VAD.
Se han elaborado diferentes algoritmos de actuación en
caso de VAD. El más conocido por todos corresponde a las
guias de la Sociedad Americana de Anestesiología (2003,
modificadas en 2013), (tabla 3-1). En el encabezamiento
del algoritmo, la ASA establece unas recomendaciones generales: es fundamental valorar la dificultad de cooperación
del paciente, la dificultad de ventilación con mascarilla, la
dificultad a la hora de posicionar un dispositivo supraglótico, la dificultad de laringoscopia, intubación y la dificultad
de acceso quirúrgico (traqueotomía, cricotiroidotomia).
Según lo anterior, se debe considerar la intubación con
el paciente despierto frente a la intubación tras inducción
de la anestesia general, realizar una técnica inicialmente invasiva (traqueotomía con anestesia local y sedación) frente
a la realización de cualquier técnica no invasiva y mantener
la respiración espontánea del paciente o suprimirla.
Con estas consideraciones, se habrá elaborado un plan
inicial de intubación y siempre se dispondrá de uno alternativo por si fracasa el anterior. Se pueden ver los grados de
dificultad para la intubación traqueal en la tabla 3-2.
23
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 3-1. Clasificación de la American Society of Anesthesiologists
INTENTO DE INTUBACIÓN DESPUÉS
DE LA INDUCCIÓN DE LA ANESTESIA GENERAL
INTUBACIÓN VIGIL
Abordaje de la vía aérea
mediante intubación no invasiva
Intentos iniciales de
ntubación exitosos*
Intentos iniciales de
intubación FALLIDOS
DESDE ESTE MOMENTO
CONSIDERAR:
FALLIDO
Exitoso*
Cancelar el
procedimiento
Abordaje invasivo
de la vía aérea (b)*
Considerar la posibilidad
de otras opciones(a)
01. Solicitar ayuda
02. Restituir la ventilación
espontánea
03. Despertar al paciente
Abordaje invasivo
de la vía aérea (b)*
VENTILACIÓN CON MÁSCARILLA
FACIAL ADECUADA
VENTILACIÓN CON MASCARILLA
FACIAL INADECUADA
CONSIDERAR/INTENTAR VENTILACIÓN
CON MÁSCARA LARÍNGEA
NO EMERGENCIA
Ventilación adecuada, intubación
infructuosa
Abordajes alternativos
a la intubación©
Intubacuón
exitosa*
VENTILACIÓN
CON MÁSCARA
LARÍNGEA
ADECUADA*
SI TANTO
LA MASCARILLA
FACIAL COMO
LA VENTILACIÓN CON
MÁSCARA LARÍNGEA
RESULTAN
INADECUADAS
FRACASO después
de múltiples intentos
• Intubación con el paciente despierto: de forma no
invasiva (lo más habitual con el uso del fibrobroncoscopio); si fracasara, se propone cancelar intervención,
realizarla mediante anestesia local o regional, o con
anestesia general mediante mascarilla facial o laríngea,
Solicitar ayuda
Ventilación no invasiva de emergencia(e)
Ventilación exitosa*
Vía aérea invasiva(b) Considerar la posibilidad
de otras opciones(a)
Desarrollando el algoritmo:
EMERGENCIA
Ventilación inadecuada,
intubación fallida
VENTILACIÓN CON
MÁSCARA LARÍNGEA
NO ADECUADA
O NO APLICABLE
Paciente despierto(d)
FRACASO
Vía aérea invasiva
de emergencia(b)*
(sin intubación orotraqueal) el uso de dispositivos supraglóticos o pasar al acceso quirúrgico de la vía aérea:
traqueotomía percutánea o quirúrgica, ventilación jet o
intubación retrógrada.
• Intento de intubación tras la inducción de la anestesia general: si fracasa la intubación (confirmar ventilación con intubación traqueal o dispositivo supraglótico
TABLA 3-2. Grados de dificultad para la intubación traqueal
24
FÁCIL ACCESO
Cuando se realiza la laringoscopia, se visualizan las cuerdas vocales y el espacio glótico de un solo intento sin compresión
externa de la laringe.
MEDIANAMENTE DIFÍCIL
Cuando se realiza la laringoscopia, se visualiza la epiglotis, se necesita compresión externa de la laringe y la intubación
se realiza con más de un intento.
DIFÍCIL ACCESO
Durante la laringoscopia sólo se visualiza el paladar blando. Se necesita compresión externa de la tráquea o es necesario
colocar conductor a la sonda endotraqueal, revertir los fármacos empleados e intubar después de varios intentos y por
más de un anestesiólogo.
ACCESO IMPOSIBLE
Después de realizar todo lo anterior no es posible intubar la tráquea mediante laringoscopia directa y se necesita utilizar
fibrobroncoscopio o realizar una traqueotomía.
Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
con CO2 espirado (tras tres intentos óptimos de intubación), en esta situación se propone pedir ayuda, recuperar la ventilación espontánea y despertar al paciente.
Mientras, se realiza ventilación con mascarilla facial,
que puede ser adecuada (intubación fallida, ventilación
adecuada) o inadecuada (intubación fallida, ventilación
inadecuada).
• Intubación fallida, ventilación adecuada: si la ventilación es adecuada, se recomienda continuar con técnicas
alternativas de intubación como cambiar las palas del laringoscopio, videolaringoscopios, dispositivos supraglóticos usar guías intubadoras, uti- lizar el fibrobroncoscopio, guías luminosas o la intubación retrógrada. Si se es
incapaz de llevar a cabo la intubación, las posibilidades
son despertar al paciente, continuar la anestesia mediante
mascarilla o establecer una vía aérea quirúrgica.
• Intubación fallida, ventilación inadecuada: en este
caso, a diferencia de las guías previas se considera la
utilización de dispositivos supraglóticos; si la ventilación es adecuada, se considera el apartado anterior. Si
la ventilación es inadecuada, se pasa a una vía aérea de
emergencia no invasiva, que incluye ventilación con jet
transtraqueal, combitubo o broncoscopia rígida. Si falla
la ventilación no invasiva, habrá que pasar a la vía aérea
de emergencia invasiva realizando una cricotiroidotomía o una traqueotomía. Recientemente ha salido en
el mercado un nuevo dispositivo supraglótico (Totaltrack©) que auna las ventajas de la mascarilla laríngea
para ventilación junto con la visión directa para realizar
intubación a su través, que probablemente se incluya en
guías en el futuro por su utilidad (Figura 3.3).
Con esto se ha intentado desarrollar brevemente un algoritmo, que incluye multitud de situaciones y que además es
dinámico, ya que un mismo paciente puede ser ventilable y
dejar de serlo, teniendo que pasar a una vía aérea de emergencia.
Igualmente, se debe considerar que este algoritmo está
realizado para pacientes que van a someterse a una intervención quirúrgica, y tiene limitaciones evidentes para su aplicación en el paciente crítico.
► Figura 3-3. Dispositivo de intubación supraglótico Total Track®.
CAPÍTULO 3
La Difficult Airway Society (DAS) publica igualmente en
2015 guías de intubación difícil , en las que se vuelve a destacar el papel de los dispositivos supraglóticos y con algoritmos
muy claros y sencillos de seguir (Tablas 3.3, 3.4 y 3.5)
TÉCNICAS ALTERNATIVAS DE INTUBACIÓN EN
CIRUGÍA ORAL Y MAXILOFACIAL
Intubación con fibrobroncoscopio flexible
Entre las diversas técnicas alternativas a la intubación,
la más significativa por su importancia, ya que es la técnica de elección para el manejo de los pacientes con una
VAD, es la intubación con el paciente despierto o anestesiado por medio de un fibrobroncoscopio por la seguridad que proporciona; este se utiliza como guía del tubo
endotraqueal.
El éxito de la intubación mediante fibrobroncoscopio
es la preparación del paciente. Ésta debe incluir:
• Preparación psicológica mediante entrevista con el
paciente. El médico debe informar de todo el procedimiento con detalle, con el fin de ganarse la confianza
del paciente y tratar de hacerle partícipe de la técnica
y su éxito. Y probablemente este punto, junto con una
buena anestesia local de la vía aérea sean claves en el
éxito de la intubación.
• La premedicación con benzodiacepinas y antisialogogos ayuda en la mayoría de los casos, disminuyendo las
secreciones en la vía aérea, que es uno de los grandes
enemigos del fibrobroncoscopio. La premedicación
debe realizarse con antelación suficiente. El compromiso de la vía aérea en la patología maxilofacial llega
en ocasiones a un extremo en que la menor sedación o
sequedad de la vía aérea puede obstruirla y complicar
seriamente la técnica. Hay que evitar los narcóticos
en casos de compromiso importante de la vía aérea,
porque, aparte del riesgo de apnea al potenciarse con
las benzodiacepinas, pueden convertir una obstrucción parcial en una completa. Habitualmente, puede
realizarse la intubación mediante fibrobroncoscopio
con sedación consciente utilizando remifentanilo, que
ofrece ventajas por su corta duración y comienzo de
acción. El perfil farmacocinético del remifentanilo
permite conseguir rápidamente el nivel de efecto que
se precise y, combinado con otros fármacos como el
midazolam, ofrece ventajas al compararlo con otros
opioides como el fentanilo. Las dosificaciones recomendadas de remifentanilo para la sedación consciente son de 0,75 µg/kg/min durante 30 segundos
seguidos por una perfusión continua a 0,075 µg/kg/
min complementada con midazolam, monitorizando
y vigilando los signos vitales del paciente.
• La anestesia de la vía aérea puede realizarse con anestesia tópica o locorregional. Esta técnica no solo tiene
el fin de anestesiar la mucosa de la vía aérea, sino que
también facilitará el paso del tubo por la fosa nasal al
añadir vasoconstrictores al anestésico local, evitando
25
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 3-3.
Guía de intubación difícil de la DAS – Revisión
2015
2 Plan A: Ventilación
con mascarilla facial e
intubación traqueal
Laringoscopia
Éxito
Intubación
Fallo intubación
Plan B:
Mantenimiento
oxigenación. Inserción
dispositivo supraglótico
Plan C: Ventilación
con mascarilla facial
Dispositivo
supreglótico
Éxito
Fallo en ventilación con DSG
Intento final de
ventilación con
mascarilla facial
Éxito
PARAR Y PENSAR
Opciones (Considerar riesgos
y beneficios):
1.Despertar al paciente.
2.Intubación a través DSG.
3.Proceder sin intubación.
4.Traqueotomía o
cricotiroidotomía.
Despertar al paciente
No intubable – No oxigenable
Pan D: Emergencia
acceso del cuello
Cricotiroidotomía
así el otro gran enemigo del fibrobroncoscopio, que es,
además del exceso de secreciones, el sangrado. Se emplea lidocaína al 4 % con fenilefrina al 0,25 % para la
anestesia de la mucosa nasal (4-5 mL) si no existe contraindicación. Esta se realiza introduciendo por las dos
fosas nasales y con la ayuda de unas pinzas en bayoneta y
rinoscopio una tira de gasa o tira de algodón mojándola
con la mezcla de lidocaína y fenilefrina. Debe llegarse
con la gasa hasta la parte posterior del cornete inferior y
las fosas nasales con el objetivo de que el anestésico local
se extienda por todas las fosas nasales y llegue a bloquear
las ramas del nervio esfenopalatino, produciendo anestesia de la faringe posterior. Como alternativa en aquellos
pacientes que toleren mal los taponamientos nasales, se
puede realizar anestesia local con lidocaina al 1% ( unas
4 pulverizaciones por fosa nasal) y vasoconstricción local
con oximetazolina ( siempre después del anestésico local). Para la mucosa faríngea es suficiente una aplicación
de pulverizaciones de lidocaína en la base de cada uno
de los pilares amigdalinos, que, unida al resto de lidocaína, que caerá por gravedad de la anestesia de las fosas
nasales, producirá una anestesia satisfactoria. La laringe
y la parte superior de la tráquea se anestesian mediante
una inyección transtraqueal de lidocaína al 5 % (2 mL).
26
La anestesia de la vía aérea también puede realizarse mediante la instilación de anestésico local a través del canal
de trabajo del fibrobroncoscopio a medida que se avanza
hacia las cuerdas vocales a lo largo de toda la vía aérea superior. Dicha técnica se denomina SAYGO (Spray as yuo go).
Una vez que se ha realizado la preparación previa (preparación psicológica, sedación y anestesia correcta de la
vía aérea superior), se puede optar por introducir el fibrobroncoscopio por vía nasal u oral como se describe a
continuación.
Intubación nasal con fibrobroncoscopio. Después
de lubricar el tubo endotraqueal y el fibrobroncoscopio, y
de pasar éste por el interior del tubo, la introducción del
fibrobroncoscopio por la fosa nasal debe realizarse siempre bajo visión endoscópica para evitar en todo lo posible
la lesión de la mucosa y el sangrado posterior, que puede
dificultar mucho la visión. La identificación de las distintas estructuras es importante para la correcta situación del
fibrobroncoscopio (Fig. 3-4).
Si la preparación es correcta, no deben existir dificultades para la introducción del fibrobroncoscopio en la tráquea. Pueden aparecer dificultades a la hora de introducir el
tubo a través de las cuerdas; si es así, se debe retirar un poco
el tubo endotraqueal y girarlo 90° en sentido antihorario,
y posteriormente intentar de nuevo la progresión del tubo
endotraqueal. La rotación antihoraria colocará el bisel del
tubo anteriormente, donde no hay estructuras que dificulten su progresión. No se debe empujar bruscamente el tubo
endotraqueal contra la resistencia de los tejidos. Esta complicación a la hora de introducir el tubo en las cuerdas se pro-
CAPÍTULO 3
Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
TABLA 3-4.
Manejo de una intubación traqueal difícil
no anticipada en adultos
2015
Plan A: Ventilación con mascarilla facial
e intubación traqueal
Optimizar posición cabeza y cuello.
Preoxigenar
Adecuar bloqueo neuromuscular
Directo/Video laringoscopio (max. 3 + 1
intentos)
Manipulación laríngea externa
Bougie
Retirar presión cricoidea
Mantener oxigenación y anestesia.
Si hay dificultad
Éxito
Pedir ayuda
Confirmar Intubación
Traqueal con capnografía
Declarar
intubación
4 Plan B: Mantenimiento con oxigenación.
Inserción dispositivo supraglótico
Éxito
2ª Generación de dispositivo recomendado
Cambiar dispositivo o tamaño. (Max. 3
interntos)
PARAR Y PENSAR
Opciones (Consuderar riesgos
y beneficios):
1.Despertar al paciente.
2.Intubación a través DSG.
3.Proceder sin intubación.
4.Traqueotomía o cricotiroidotomía.
Declarar fallo
ventilación DSG
Plan C: Ventilación con mascarilla pacial
Éxito
Si ventilación MF imposible, relajar
Intento final de ventilación con MF
Usar técnica de 2 personas y ayuda.
Declarar no intubable
– no oxigenable
Plan D: Emergencia acceso del cuello
Cricotiroidotomía con bisturí.
duce sobre todo cuando el diámetro del tubo es mayor que el
calibre del fibrobroncoscopio y se induce un movimiento de
«campaneo» del tubo sobre el fibrobroncoscopio.
Intubación con fibrobroncoscopio por vía oral. Resulta más dificultosa, ya que la vía nasal centra al fibrobroncoscopio en la vía aérea y la curvatura del tubo es menor.
Despertar al paciente
Cuidado post-operatorio y seguimiento
Formular un plan de manejo inmediato
de la VA.
Monitorear las complicaciones.
Completar el documento de alerta de VA.
Explicar al paciente en persona
y por escrito.
Enviar informe escrito a GP y
base de datos.
La preparación es semejante a la de la vía nasal excepto la
preparación de las fosas nasales. Ayuda a la apertura de la vía
aérea tirar de la lengua hacia fuera con una gasa para despegar la base de la lengua de la pared posterior de la faringe o
colocar un dispositivo orofaríngeo para intubación mediante fibrobroncoscopio(cánulas de Ovassapian, de Williams
o VAMA); con estos dispositivos se consigue evitar que la
27
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 3-5.
Fallo de intubación, Fallo de oxigenación
en paciente paralizado y anestesiado
2015
PEDIR AYUDA
Continuar con O2 100%
Declarar “No intubar – No oxigenar”
Plan D: emergencia acceso del cuello
Continuar administrando Oxigeno por vía superior
Garantizar bloqueo neuromuscular
Posición de paciente con cuello extendido
CRICOTIROIDOTOMIA
Equipo:
1.Bisturí (nº10)
2.Bougie
3.Tubo (0,6mm D3)
Palpación laríngea
Identificar membrana cricotiroidea
Membrana cricotiroidea palpable
Incisión transversa a través de membrana cricotiroidea
Giro de 90º del bisturí (borde cortante….)
Introducir al Bougie a lo largo del mango dentro de la tráquea.
Tubo de 6mm encarrilado y lubrificado dentro de la tráquea.
Ventilar, inflar el manguito y confirmar posición con capnógrafo.
Asegurar el tubo.
Membrana cricotiroidea no palpable
Incisión vertical de 8-10cm de caudal a cefálico.
Usar los dedos de ambas manos para separar los tejidos.
Identificar y estabilizar laringe.
Proceder con técnica de membrana palpable, expuesta arriba.
Cuidados post-operatorios y seguimiento
∗ Posponer cirugía a no ser que haya riesgo vital
∗ Revisar cirugía urgente del lugar de la cricotiroidotomía.
∗ Documentar y seguimiento.
28
Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 3
lengua caiga hacia atrás y facilita el paso del fibrobroncoscopio. También son útiles el empleo del fibroscopio óptico
AirTraq® (Fig. 3-5) y las guías de intubación (Fig. 3-6).
Con entrenamiento y una buena preparación del paciente, el número de éxitos de la intubación fibroóptica
puede llegar hasta el 98,5 % de los casos si no son emergencias. La intubación fibroóptica después de varias laringoscopias o intentos de intubación puede no ser la mejor elección. El edema de la mucosa del vestíbulo laríngeo
unido a la sangre dificulta la localización de las cuerdas y
su visión, haciendo muy difícil y laboriosa la intubación a
pesar de la experiencia.
Las causas de fallo de la intubación fibroóptica son:
► Figura 3-5. Fibroscopio óptico AirTraq®.
•
•
•
•
•
•
•
Ausencia de entrenamiento o experiencia.
Inadecuada preparación.
Presencia de sangre o secreciones.
Objetivo o foco sucio o empañado.
Imposibilidad de despegar la epiglotis de la faringe.
Gran alteración de la anatomía.
Imposibilidad de hacer avanzar el tubo endotraqueal
o imposibilidad de retirar el fibrobroncoscopio.
La mascarilla laríngea tipo fast-track, es una herramienta muy útil para el manejo de la VAD (Fig. 3-7).
Con este dispositivo supraglótico, se puede ventilar al paciente e introducir un tubo a través de ésta para dejarlo en
la tráquea, con un alto porcentaje de éxito (95 %).
El tubo de la mascarilla fast-track es de silicona para facilitar su paso por el interior de la mascarilla, atraviesa el
dispositivo por un túnel que tiene en su interior y llega al
extremo distal. Al salir el tubo, levantará la barra elevadora
de la epiglotis permitiendo el paso del tubo por las cuerdas
vocales sin obstáculos. Igualmente, se puede usar el fibrobroncoscopio para guiar el paso del tubo por el interior de la
mascarilla fast-track a través de la laringe (Fig. 3-8).
La única limitación para el uso de este dispositivo
como «alternativa a la intubación traqueal convencional»
es la necesidad de una apertura bucal mayor de 2 cm para
permitir el paso de la mascarilla por ésta.
► Figura 3-4. Intubación nasal con fibrobroncoscopio.
► Figura 3-6. Guía de intubación.
Intubación a través de mascarilla laríngea fast-track
29
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
Intubación submentoniana
La presencia de fracturas panfaciales o craneomaxilofaciales convierte en ocasiones a la intubación oral o nasal inconveniente o imposible. Aun cuando es factible lograr una buena intubación de este tipo, la presencia del tubo oral o nasal
entorpece o imposibilita el manejo quirúrgico de las lesiones.
Para esos casos se ha usado la traqueotomía o la cricotiroidotomía, pero estas últimas no están exentas de complicaciones, como son la hemorragia, la infección, el enfisema
intersticial, la fístula traqueoesofágica, el daño en el nervio
recurrente laríngeo, la estenosis traqueal, ulceraciones y
erosiones endotraqueales y resultados postoperatorios poco
estéticos. Por ello, en 1986, Altemir describe la intubación
submentoniana como técnica alternativa a la traqueotomía
o cricotiroidotomía. La intubación submentoniana es una
técnica alternativa a la intubación convencional para el período intraoperatorio y postoperatorio inmediato, cuando
no se puede realizar una intubación oral o nasal y además
se plantea una extubación precoz a fin de evitar las posibles
complicaciones de la traqueotomía o la cricotiroidotomía.
No se recomienda esta técnica alternativa en casos en los que
se prevea una necesidad de ventilación mecánica prolongada
(Fig. 3-9). Se pueden ver las indicaciones y contraindicaciones de la intubación submentoniana en la tabla 3-6.
COMPLICACIONES DURANTE LA INTUBACIÓN EN
PACIENTES CON PATOLOGÍA URGENTE
Las complicaciones durante la intubación traqueal se pueden dividir en las que se producen a corto plazo y las derivadas de la intubación prolongada, donde la más representativa
es la estenosis traqueal secundaria por reacción inflamatoria.
Igualmente, es distinta la posibilidad de complicaciones según quién realice la técnica (médicos expertos o no expertos)
y, sobre todo, si el paciente que necesita la intubación se encuentra en una unidad de cuidados críticos (habitualmente
con una grave enfermedad subyacente y escasa reserva funcional) o se trata de un paciente que ha sido sometido a una
cirugía programada.
La hipoxemia y la hipercapnia son complicaciones potencialmente graves de la laringoscopia cuando ésta no se lleva
a cabo en un tiempo razonable. La evaluación previa va a
30
► Figura 3-7. Mascarilla Laríngea tipo fast-track.
► Figura 3-8. Tubo a través de mascarilla fast-track.
servir para predecir en mayor o menor medida qué pacientes
van a ser difíciles de intubar y/o ventilar. Es fundamental
el uso de un pulsioxímetro para detectar la aparición de hipoxemia en este período. Si no se puede intubar ni ventilar
con mascarilla, se debe insertar un dispositivo supraglótico
(mascarilla laríngea o combitubo) y valorar la posibilidad de
ventilación con jet traqueal o establecer un acceso quirúrgico, según los protocolos.
El estómago lleno (ausencia de ayuno o pacientes con
enlentecimiento del vaciamiento gástrico) y el acto de intubación están sujetos a un riesgo alto de aspiración broncopulmonar.La inducción de secuencia rápida con la maniobra
de Sellick (compresión cricoidea) y sobre todo la intubación
con el paciente despierto y por lo tanto con todos los reflejos
protectores de la vía aérea intactos son las actuaciones recomendadas para evitar esta temible complicación.
► Figura 3-9. Intubación submentoniana.
Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 3
TABLA 3-6. Indicaciones y contraindicaciones de la intubación submentoniana
INDICACIONES
Traumatismo facial grave con contraindicación para intubación oral o nasal.
Cirugía ortognática.
CONTRAINDICACIONES
Diátesis hemorrágica.
Alteración de la anatomía.
Necesidad de ventilación mecánica prolongada en el postoperatorio.
La laringoscopia es un estímulo muy importante; tanto es
así, que la concentración alveolar mínima de un gas anestésico es un 30 % mayor para la intubación traqueal que para la
incisión quirúrgica. Por lo tanto, debe alcanzarse un estado
anestésico profundo, incluso con ayuda de la realización de
bloqueos nerviosos (glosofaríngeo, nervio laríngeo superior,
etc.). Si no se realiza una adecuada protección neurovegetativa a la maniobra de laringoscopia, los pacientes con escasa
reserva coronaria o miocárdica pueden desarrollar una isquemia o una insuficiencia cardíaca. Además, estas respuestas
serán inaceptables en los pacientes con hipertensión intracraneal o lesiones en la pared aórtica (aneurismas, disecciones,
etc.).
El laringoscopio puede producir lesión dental, sobre todo
si la laringoscopia es muy complicada o si existe enfermedad
periodontal previa; es muy importante ser cuidadosos con
esta complicación para evitar que una pieza dental caiga en
la vía respiratoria. Igualmente, se debe evitar lesionar partes
blandas como labios y encías.
Una vez que se ha conseguido atravesar las cuerdas vocales con el tubo endotraqueal, se debe confirmar la posición
correcta del tubo endotraqueal mediante la auscultación del
murmullo vesicular, la visualización de los movimientos en
el tórax y la aparición de dióxido de carbono en el capnograma. Ante la duda, se realizará una valoración con el fibrobroncoscopio de la posición del tubo endotraqueal. Se debe
confirmar que no haya una intubación bronquial selectiva,
más frecuente en pulmón derecho por la especial disposición
del bronquio principal derecho.
El tubo endotraqueal, sobre todo si se usan dispositivos
para la intubación (estiletes, guías, etc.), puede ocasionar lesión, disección e incluso perforación de la tráquea, dando
lugar a la aparición de infecciones, neumotórax o neumomediastino.
Si la intubación se ha efectuado por vía nasal, hay que
tener cuidado con la aparición de epistaxis y realizar una
adecuada profilaxis de endocarditis por el desarrollo de bacteriemia durante la introducción del tubo.
El dolor de garganta postextubación es un efecto secundario menor que suele resolverse en las primeras 72 horas, y
no debe constituir un factor que condicione o no la idoneidad de la intubación endotraqueal. Su aparición es multifactorial y sólo debe dársele importancia si se prolonga durante
más de 3 días.
INDUCCIÓN Y RECUPERACIÓN ANESTÉSICA
En la cirugía maxilofacial, el anestesiólogo debe estar familiarizado con una serie de consideraciones para tener en
cuenta en la inducción, el mantenimiento y la recuperación
anestésica. Las cirugías reconstructivas, sobre todo en oncología de cabeza y cuello, pueden relacionarse con una pérdida sustancial de sangre. Se debe prestar atención, por tanto,
a las medidas para disminuir el sangrado, como son colocar
la cabeza en posición ligeramente elevada y a la realización de
hipotensión controlada durante la disección quirúrgica (no
hay datos científicos que recomienden un límite de presión
arterial, pero parece razonable no disminuir la presión arterial sanguínea sistólica por debajo de 100 mm Hg).
El anestesiólogo debe controlar la hipotensión teniendo
en cuenta el mantenimiento de la presión de perfusión cerebral, sobre todo si el tumor engloba la arteria carótida (disminución de la presión arterial cerebral) o la vena yugular
(aumento de la presión venosa cerebral). Este tipo de cirugía
se caracteriza por ser de gran duración (8-12 horas), con una
importante pérdida de calor y líquidos. Debido a la duración
de la cirugía, se recomienda hacer profilaxis con heparinas
de bajo peso molecular incluso en pacientes jóvenes, sanos y
sin ningún factor de riesgo, así como el uso de medios mecánicos de profilaxis tromboembólica (compresión neumática
intermitente, medias compresivas).
Se deberá evitar en la medida de lo posible la hipotermia
con prevención de hipotermia prequirúrgica (realizar calentamiento del paciente en áreas prequirúrgicas) y usar métodos de calentamiento activo durante el intraoperatorio con
el uso de mantas de calor y calentadores de fluidos. La hipovolemia unida a la hipotermia desarrolla vasoconstricción
periférica, que produce disminución del flujo sanguíneo al
injerto y pone en peligro su viabilidad. Se debe evitar tanto
la hiperventilación como la hipoventilación. La hiperventilación produce vasoconstricción periférica.
Con frecuencia, en muchas de las intervenciones de cirugía maxilofacial, se coloca un tapón bucofaríngeo para disminuir la cantidad de sangre y restos titulares que llegan a la
hipofaringe; así, se evitará que éstos puedan ser aspirados o
deglutidos por el paciente, disminuyendo las náuseas y vómitos en el postoperatorio. Se debe estar al tanto de la colocación del taponamiento y, sobre todo, de su retirada previa al
despertar del paciente.
Otra situación no infrecuente en la cirugía maxilofacial
es la necesidad de evitar la utilización de relajantes musculares en el mantenimiento de la anestesia, con el fin de no
tener interferencias en la localización por el cirujano del nervio facial o nervio espinal durante procedimientos como la
disección ganglionar del cuello, parotidectomías o suturas
microquirúrgicas de lesiones nerviosas traumáticas.
Al final de la cirugía, se debe valorar la posibilidad de
edema postoperatorio en las estructuras que puedan obstruir las vías respiratorias, y si es así, retrasar la extubación
31
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
y trasladar al paciente a una unidad de cuidados críticos.
Igualmente, la extubación de pacientes con fijación intermaxilar merece una atención especial, pero a diferencia de
la anterior, es más recomendable hacerla en el quirófano,
con presencia del cirujano y de un cortalambres por si es
precisa la reintubación urgente.
Por el riesgo en el manejo de la vía aérea que entraña la
fijación con alambres, el bloqueo elástico con gomas de ortodoncia suele ser la más habitual en la actualidad.
Ya en la sala de recuperación, y sobre todo si hemos
realizado microcirugía con injerto vascularizado, se debe
mantener una presión arterial similar a la basal del paciente .La utilización de vasoconstrictores por su efecto directo en la vascularización del colgajo es controvertida,pero
se deben mantener presiones arteriales medias para la
perfusión del mismo. Se podría considerar que el mantenimiento de unas presiones arteriales medias es más determinante en la vascularización que la vasocontricción
directa de la amina en sí. El objetivo en este procedimiento es el mantenimiento del hematocrito en torno al 30 %
asegurando un buen aporte de oxigenación de tejidos así
como un flujo óptimo disminuyendo la viscosidad.
MONITORIZACIÓN DEL PACIENTE
32
La anestesiología ha experimentado un gran avance incrementando la calidad de la práctica anestésica. La disminución de la morbilidad y la mortalidad se debe tanto
a la utilización de fármacos y técnicas anestésicas cada vez
más seguras como al perfeccionamiento de la monitorización del paciente quirúrgico (Fig. 3-10).
Monitorizar significa observar, prevenir, estableciendo
una vigilancia continua y detallada del paciente anestesiado, para mantener las constantes fisiológicas y la profundidad anestésica de manera adecuada. La medida y observación de ciertos parámetros antes, durante y después
de la anestesia proporciona información importante para
conocer de modo fiable la situación del paciente y hacer
una valoración clínica de su estado para, en caso necesario, instaurar las pertinentes medidas correctoras.
Las anormalidades deben detectarse tan pronto como
ocurren para que pequeños cambios no se conviertan en
problemas mayores. Una buena técnica de monitorización
debe mostrar las tendencias de las constantes informando
así al anestesista sobre la situación del paciente.
La monitorización durante la anestesia permite tomar
medidas correctivas antes de que se deteriore el estado de
un paciente y desemboque en un tratamiento de emergencia.
Dicho lo anterior, el anestesiólogo es el responsable
de la vigilancia del paciente durante la cirugía. Para el
mantenimiento de una vigilancia eficaz, la ASA adoptó
estándares para la vigilancia eficaz del paciente: durante
todas las anestesias se debe valorar en forma continua la
oxigenación, la ventilación, la circulación y la temperatura del individuo.
A continuación se comentan diversos sistemas y aparatos para la monitorización de los enfermos anestesiados,
► Figura 3-10. Máquina de anestesia.
pero nunca se debe olvidar que el monitor más importante es la valoración clínica que se realiza en el paciente.
Ventilación
Todos los anestésicos producen, en diferente grado,
depresión del centro respiratorio, alterando la mecánica
ventilatoria. La importancia y objetivo de la monitorización del aparato respiratorio es mantener ventilación del
paciente de modo adecuado, asegurando el intercambio
gaseoso para garantizar una correcta oxigenación y conveniente eliminación de CO2. Para monitorizar la ventilación se usa:
• Vigilancia del patrón respiratorio: la respiración se puede monitorizar sencillamente vigilando los movimientos respiratorios de la pared costal o de la bolsa reservorio, pero de forma aislada es difícil saber, sólo con
esta vigilancia, si se está produciendo un intercambio
gaseoso y una eliminación de carbónico adecuada.
• Capnografía: es una técnica de monitorización no invasiva, considerada como una de las más útiles en pacientes anestesiados, que mide la concentración de CO2 al
final de cada espiración. De este modo, informa directamente de la mecánica de la ventilación, de la frecuencia respiratoria y del estado de la membrana alveolar, y
de modo indirecto, sobre el aparato cardiovascular, posible obstrucción de vías aéreas y problemas mecánicos
del circuito anestésico.
• El que más se usa es el capnómetro de infrarrojos. En
cada espiración toma una muestra de gases del tubo
endotraqueal, de donde se analiza el pico de concentración de dióxido de carbono.
• El CO2 al final de la espiración corresponde a concentración alveolar del gas, y ésta tiene la misma presión
de CO2 que la sangre arterial; de esta forma, se obtiene
información sobre lo efectivo del intercambio gaseoso y
de la capacidad pulmonar de bombear sangre a los pulmones.
Anestesia general y manejo de la vía aérea en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 3
Oxigenación y circulación
La medición de la oxigenación y la circulación se objetiva gracias a tres elementos combinados, la medición de
la presión arterial, la saturación periférica de oxígeno y el
electrocardiograma:
• Pulsioximetría: se trata de un método no invasivo de
medir el porcentaje de hemoglobina que está saturada
con oxígeno en sangre arterial, además de la frecuencia de pulso. La oximetría se establece mediante espectrofotometría, al pasar a través de un lecho vascular
pulsátil dos haces de luz roja de diferente longitud de
onda que se absorben de forma desigual por la hemoglobina saturada (oxihemoglobina) y la no saturada de
oxígeno. Así, el equipo define el porcentaje de saturación de oxígeno en sangre arterial como la relación
entre la hemoglobina oxidada con respecto al total de
hemoglobina que podría estar oxidada.
• Presión arterial: puede medirse de modo directo invasivo usando un catéter que toma valores directamente de la arteria o indirecto no invasivo colocando
un manguito. El método indirecto es menos agresivo,
pero da valores intermitentes y no son fiables cuando
existe hipotensión.
• Electrocardiograma: el electrocardiograma detecta
de modo preciso la frecuencia, el ritmo cardíaco, así
como alteraciones de la línea de base.
Temperatura
En pacientes quirúrgicos, la exposición de cavidades
corporales al medio ambiente provoca pérdida de calor
durante la cirugía. La hipotermia, como complicación
anestésica, debe evitarse, ya que desciende la tasa metabólica y puede producir bradicardia, hipotensión y arritmias
cardíacas; además, un corazón hipotérmico disminuye la
respuesta ante fármacos cardioactivos. Del mismo modo,
una temperatura corporal baja durante la recuperación de
la anestesia produce temblores que aumentan el consumo
de oxígeno debido a una actividad muscular mayor pudiendo reproducir hipoxia tisular. Por lo tanto, se debe
monitorizar la temperatura en los enfermos anestesiados
y, en su defecto, aplicar adecuadamente al paciente mantas de calor.
VÍA AÉREA QUIRÚRGICA
La imposibilidad de intubar al paciente es una indicación
clara para acceder a la vía aérea mediante manejo quirúrgico. Debe realizarse un abordaje quirúrgico a la tráquea en
casos de obstrucción de la vía aérea por diversos motivos:
edema de glotis, hemorragia orofaríngea grave, fractura de
laringe y en aquellos casos en los que el tubo endotraqueal
no pase a través de las cuerdas vocales.
► Figura 3-11. Traqueotomía en traumatismo facial grave.
Cuando se precisa una vía aérea en caso de emergencia,
se prefiere la realización de una cricotiroidotomía frente a
una traqueotomía por varios motivos: es más fácil de realizar, produce menor sangrado y suele ser más rápida.
Cricotiroidotomía con aguja
La inserción de una aguja a través de la membrana cricotiroidea permite una vía aérea temporal hasta que se pueda
conseguir una vía aérea definitiva. Esta técnica permite una
oxigenación adecuada al menos durante una media hora,
aunque necesita de la presencia de dispositivos de ventilación
jet manuales o ventilación jet automáticos de alta frecuencia.
Cricotiroidotomía quirúrgica
El acceso a la tráquea se realiza a través de la membrana
cricotiroidea. Se incide la piel en la línea media (vertical
u horizontal) y se prolonga mediante disección hasta la
membrana cricotiroidea, que se incide para introducir el
tubo en la región subglótica. No debe prolongarse durante muchos días, ya que produce lesión de la laringe, por lo
que se realizará el cambio a una traqueotomía.
Traqueotomía
Se accede a la pared anterior traqueal, mediante hiperextensión cervical del paciente. La incisión suele ser horizontal, y se realiza una disección a través de la línea media
hasta la fascia pretraqueal. En este momento debe ligarse
o coagularse el istmo tiroideo, para evitar sangrado abundante. Generalmente se realiza la apertura a la altura del
segundo o tercer anillo traqueal (Fig. 3-11).
En los últimos años se ha popularizado la realización
de traqueotomías percutáneas como alternativa a la traqueotomía clásica, pero no debe indicarse en caso de urgencias, ya que precisa el uso de diversos dilatadores y más
tiempo que la traqueotomía normal.
33
SECCIÓN I
C
ASPECTOS GENERALES
RESUMEN
•
Las urgencias en cirugía oral y maxilofacial suponen
una de las situaciones donde con más frecuencia se
puede encontrar un paciente que presente una vía aérea difícil. El reconocimiento de una vía aérea difícil, el
manejo de las técnicas de intubación, junto con las téc-
nicas alternativas y la vía aérea quirúrgica permiten al
anestesista y al cirujano solventar las circunstancias
dramáticas de vía aérea difícil que pueden presentarse
en algunas urgencias en el campo de la cirugía oral y
maxilofacial.
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CAPÍTULO
4
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y
maxilofacial
Dra. Rocío Sánchez Burgos
Dr. Alfredo Fernández Esplá
Dr. Jose Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dra. Blanca Tapia Salinas
Dr. Felipe Varona Arche
DOLOR: ASPECTOS GENERALES
Bases anatómicas y fisiológicas del dolor
Para que un estímulo nociceptivo origine una sensación
dolorosa es necesario que se transmita a lo largo de una
serie de estructuras anatómicas hasta alcanzar el sistema
nervioso central (SNC).
La transmisión dolorosa se origina en los nociceptores, terminaciones libres de aferencias primarias nociceptivas; estos receptores son estimulados por multitud
de sustancias liberadas por los tejidos al producirse daño
tisular. El nociceptor se activa ante un umbral alto de
dolor, diferenciando así estímulos nocivos de inocuos.
También puede sensibilizarse ante el dolor y alterar la
respuesta produciendo fenómenos de hiperalgesia. Las
aferencias primarias nociceptivas están formadas por fibras A y C. Estas fibras forman parte de neuronas de primer orden bipolares con el soma en los ganglios dorsales,
una prolongación periférica y una prolongación central
que alcanza el asta posterior medular. En el área cefálica,
el dolor se transmite a través de los nervios craneales (V,
VII, IX y X pares) al ganglio nervioso craneal. El asta
posterior medular constituye el primer centro de relevo
de la información dolorosa; tienen especial relevancia las
capas más superficiales.
La información llega hacia centros supraespinales a través de tres haces principalmente:
• Haz espinotalámico.
• Haz espinomesencefálico.
• Haz espinorreticular.
Las aferencias en el área cefálica se transmiten sobre
todo a través del V par craneal. El IX par transmite la
sensibilidad térmica, dolorosa y táctil del tercio posterior
de la lengua, la pared posterior de la faringe y las amígda-
las. El X par lleva la sensibilidad táctil del área posterior
auricular y CAE, y la sensibilidad del tracto digestivo y
respiratorio superior.
En los centros superiores (tálamo, hipotálamo, sistema
límbico, corteza cerebral) se integran los estímulos dolorosos. La corteza somatosensorial recibe información talámica y define parámetros como la duración, localización
e intensidad del dolor. La integración afectiva se produce
a nivel límbico, regulando aspectos emocionales del dolor.
En el dolor postoperatorio, este componente afectivo es
responsable de reacciones vegetativas y endocrinas. La respuesta motora se elabora principalmente a nivel cortical, y
la memorización de la experiencia dolorosa se produce en
la corteza temporal.
Las vías descendentes se extienden desde la sustancia gris
periacueductal a los núcleos bulbares, y desde ahí al asta
posterior medular. En ellas se controla el dolor mediante
fenómenos de inhibición y excitación que modulan la duración y la intensidad del estímulo. Esta regulación tiene
lugar sobre todo a nivel bulbar; son los denominados sistemas on y off, que se caracterizan por tener actividad alternante. También el sistema bulboespinal catecolaminérgico
es un sistema inhibidor cuyo principal neurotransmisor es
la noradrenalina.
Respuesta sistémica al dolor
Es un dolor agudo que aparece como consecuencia del
acto quirúrgico y puede deberse a la agresión quirúrgica, a
la distensión vesical o intestinal, a la tracción de los mesos,
a los espasmos musculares o a las lesiones nerviosas.
La respuesta biológica que se deriva de la agresión quirúrgica tiene repercusiones en todos los órganos y sistemas, y su magnitud depende en gran medida del control
del dolor peroperatorio y postoperatorio.
El tratamiento del dolor debe orientarse tanto a aumentar el confort del paciente como a evitar una serie de com35
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
plicaciones asociadas a la respuesta al estrés, que se manifiestan de forma sistémica a distintos niveles (Fig. 4-1):
- Cardiovascular: se produce un aumento en la secreción de catecolaminas que se traduce en un incremento de las resistencias vasculares periféricas, la
presión arterial, la frecuencia cardíaca y el volumen
sistólico. En pacientes con patología cardíaca esta situación puede precipitar una descompensación de su
enfermedad.
- Respiratorio: los pacientes con dolor postoperatorio
tienden a movilizar lo menos posible la caja torácica
y el diafragma. Esto, asociado además a una disminución en la función mucociliar, conduce a un mayor
riesgo de atelectasias, neumonías y abscesos pulmonares, así como a una disminución en la ventilación
que conlleva una situación de hipoxemia.
- Digestivo: la inmovilidad del paciente y los estímulos
simpáticos conducen a una disminución de la motilidad intestinal y un aumento de la secreción con
distensión abdominal e intolerancia digestiva. Además, el tratamiento con opioides asocia como efecto
secundario un empeoramiento del íleo paralítico.
- Endocrino: se activa el eje hipotálamo-hipofisario y
aumenta la secreción de ACTH, GH, ADH y prolactina, que se traduce en un incremento de cortisol,
glucagón y aldosterona, y una disminución en la secreción de hormonas anabólicas (insulina, testosterona y tiroxina). Las consecuencias metabólicas postoperatorias son un estado de hiperglucemia.
Básicamente, se aumenta la secreción de catecolaminas y de hormonas catabólicas y se frena la secreción
de hormonas anabólicas, lo que se traduce en un estado catabólico con balance nitrogenado negativo.
- Hematológico e inmunitario: se instaura un estado
de hipercoagulabilidad acentuado por la vasoconstricción y la inmovilidad. Disminuye la fibrinólisis,
aumenta la síntesis de fibrinógeno a nivel plasmático
y se favorece la agregación plaquetaria; por eso es tan
importante la profilaxis antitrombótica. El traumatismo quirúrgico también produce una respuesta inmunitaria basada en un aumento de la fagocitosis y
la granulocitosis con un descenso en la actividad de
linfocitos B, T y monocitos. Esto explica la importancia de los protocolos de profilaxis antibiótica.
- Psicológico: a nivel cortical se pueden originar una
serie de respuestas como la angustia o el miedo, o la
postración y la desorientación espaciotemporal.
Escalas de valoración del dolor
Los aspectos emocionales y sensoriales del dolor hacen
de esta una experiencia subjetiva para cada paciente, lo
cual dificulta su medición. De la definición misma del
dolor por la IASP («experiencia sensorial y emocional asociada o no a una lesión tisular») se deduce el carácter subjetivo y la complejidad de la experiencia dolorosa y, por
tanto, la dificultad que entraña su valoración.
La evaluación del dolor, en general, puede dividirse en
tres categorías:
• Método verbal: unidimensional o multidimensional.
• Método conductual.
• Medidas fisiológicas.
El método verbal consiste en valoraciones subjetivas del
paciente o acompañante.
Los métodos verbales que evalúan únicamente la intensidad del dolor son los llamados unidimensionales, como las
escalas verbales, numéricas y visuales. Las escalas de valora-
Dolor
36
Cardiovascular
Respiratorio
Endocrino
Hematológico
Psicológico
Frecuencia cardíaca
Tensión arterial
Gasto cardíaco
Motilidad torácica
Eje HT-HF
Catecolaminas
Hiperglucemia
Inmunidad
Viscosidad
Hipercoagulabilidad
Ansiedad
Estrés
Postración
Desorientación
Motilidad ciliar
► Figura 4-1. Respuesta sistémica al dolor.
CAPÍTULO 4
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
ción verbal constan de cuatro grados de dolor (Tabla 4-1),
con el inconveniente de variabilidad interpersonal en la interpretación. La escala verbal simple contempla 10 grados
de intensidad y 5 de malestar (Tabla 4-2). Otra modalidad
es la escala descriptiva simple, que además evalúa el alivio y
por tanto la eficacia del tratamiento (Tabla 4-3).
La escala numérica divide el dolor entre 0 (no dolor) y
10 (dolor insoportable). La escala visual analógica (EVA)
es la más frecuentemente utilizada (Fig. 4-2). Creada por
Huskinsson en 1976, consiste en una línea horizontal de
100 mm marcada con dos líneas verticales en sus extremos
que indican la ausencia de dolor y el máximo dolor. Su
ventaja radica en no tener elementos descriptivos o numéricos: el paciente traza sobre un continuo la medida
adecuada.
Se puede aproximar una valoración de la intensidad del
dolor con la EVA:
• Una EVA menor de 4 sería un dolor leve a moderado.
• Una EVA entre 4 y 6 sería un dolor de moderado a
grave.
• Una EVA mayor de 6 se puede considerar como dolor
intenso.
TABLA 4-1. Escala de valoración verbal del dolor
Escala de valoración verbal
0
Sin dolor
1
Dolor leve
2
Dolor moderado
3
Dolor grave
4
Dolor angustiante
TABLA 4-2. Escala verbal simple
Escala Verbal Simple
Grados de intensidad: dolor ausente, muy débil, débil, muy
moderado, moderado, moderadamente intenso, intenso,
muy intenso, extremadamente intenso y máximo
Grados de malestar: nulo, soportable, molesto, penoso e
insoportable
0
10
SIN DOLOR
MÁXIMO DOLOR
► Figura 4-2. Escala analógica visual.
Existen otras escalas de tipo visual, como la escala de
caras, que se utiliza en niños desde los 3 años de edad. Son
dibujos de caras que representan 6 grados de dolor, desde
el dolor nulo hasta un dolor máximo (Fig. 4-3).
Las escalas multidimensionales, también denominadas
pruebas o métodos multidimensionales, evalúan distintos
componentes del dolor que aportan más información que
las unidimensionales; son especialmente útiles en el ámbito clínico en situaciones de cronicidad o cuando se pretende una evaluación precisa en el contexto de un estudio
clínico.
Los métodos conductuales se basan en la detección de
conductas indicadoras de la experiencia dolorosa. Se usarían en pacientes con problemas de comunicación, enfermos inconscientes o críticos y en niños pequeños. Es un
método observacional por personal entrenado o cercano
al paciente. Entre lo observado se puede destacar: muecas,
suspiros, posturas antiálgicas, tono muscular y expresiones
faciales. Entre estos métodos están: Escala de Campbell,
Escala de Andersen, etc.
Los métodos fisiológicos miden la respuesta del sistema nervioso autónomo ante el dolor mediante parámetros
como la frecuencia cardíaca o la sudoración, aunque no
son específicos. Tienen su utilidad en niños y en personas
con las que no es posible comunicarse.
MANEJO DEL DOLOR POSTOPERATORIO
El dolor postoperatorio se define como el dolor presente en el enfermo quirúrgico debido a la enfermedad, al
procedimiento quirúrgico y sus complicaciones o a una
combinación de ambos. El dolor agudo postoperatorio se
define como un dolor predecible, resultado de una agresión planificada y deliberada que aparece al inicio de la
intervención y que finaliza con la curación de la patología
quirúrgica que lo ha generado (American Association of
Anesthesiologist).
Es un dolor agudo, con una duración previsible entre
1 y 7 días, aunque existen casos en los que se prolonga en
el tiempo hasta cronificarse si no se trata de forma correcta. Es un dolor innecesario, no tiene función biológica, y
si no se trata adecuadamente puede desencadenar complicaciones asociadas a éste.
TABLA 4-3. Escala descriptiva simple
Escala descriptiva simple
Grados de dolor: no dolor, dolor leve, dolor moderado, dolor intenso,
muy intenso y máximo dolor posible
Grados de alivio: sin alivio, alivio ligero, alivio moderado y alivio
completo
0
1
2
3
► Figura 4-3. Escala de caras para medir el dolor.
4
5
37
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
A pesar de los avances en la terapéutica, el dolor postoperatorio continúa siendo tratado inadecuadamente. En
España, se calcula que el 40 % de los pacientes refieren dolor leve, y el 16 %, dolor intenso tras una intervención.
El dolor postoperatorio es consecuencia directa de la intervención quirúrgica y puede clasificarse según el nivel y
el tipo de cirugía. El dolor cutáneo o somático superficial
se caracteriza por ser punzante y bien localizado. El dolor visceral es un dolor sordo, mal localizado, cólico, y se
puede acompañar de manifestaciones vegetativas. El dolor
de origen neuropático tiene unas características especiales,
es urente y puede acompañarse de paroxismos a modo de
descarga eléctrica. Otros autores, además, distinguen un
tipo de dolor psicógeno sin aparente origen orgánico (Tabla 4-4).
Tratamiento farmacológico
El tratamiento del dolor postoperatorio se basa en una
analgesia de tipo multimodal o balanceada, de manera
que, gracias a la combinación de fármacos de distintos
grupos farmacológicos, se consigue un aumento en la eficacia analgésica, potenciándose su efecto y disminuyendo
los efectos secundarios asociados al aumento de las dosis
de cada uno. Para ello se utilizan combinaciones de tres
grandes «familias» de fármacos: analgésicos no opioides,
opioides y anestésicos locales.
Analgésicos no opioides
Analgésicos centrales: paracetamol
Presentan muy buena tolerabilidad gastrointestinal, excepcional afectación hematológica y escasas reacciones de
hipersensibilidad.
• Su administración es oral e intravenosa.
• No tienen efecto antiinflamatorio.
• Dosis > 4-6 g diarios producen grave toxicidad hepática. Tratamiento: N-actilcisteína.
Antiinflamatorios no esteroideos
Analgésicos opioides
Tanto los efectos terapéuticos como los adversos se deben a la inhibición de la síntesis de prostaglandinas.
Todos ellos inhiben la enzima ciclooxigenasa (COX),
que convierte el ácido araquidónico en los endoperóxidos
cíclicos PGG2 y PGH2, que darán lugar a los eicosanoides prostaglandinas y tromboxanos (Fig. 4-4).
Esta enzima se subdivide en dos subtipos: la COX-1, que
se encuentra en distintos lugares del organismo (epitelio
digestivo, riñón, plaquetas), y la COX-2, que es inducible
bajo estímulos asociados a la cascada de la inflamación.
Los inhibidores selectivos de la COX-2 no presentan los
efectos adversos asociados a la inhibición indiscriminada
de ambas enzimas, pero están asociados a un aumento del
riesgo cardiovascular, por lo que algunos de ellos han sido
retirados del mercado.
Son los fármacos con mayor potencia analgésica; actúan
en distintos puntos desde la corteza hasta la médula espinal a lo largo del eje nociceptivo. Se caracterizan por no tener techo analgésico y por su capacidad para producir tolerancia y dependencia física, dando lugar a un síndrome
de abstinencia con gran sintomatología vegetativa. Según
su mecanismo de acción, se dividen en agonistas puros
(morfina, heroína, metadona, fentanilo, etc.), agonistasantagonistas (nalorfina, pentazocina, etc.), agonistas parciales (buprenorfina) y antagonistas puros (naloxona, naltrexona) (Tabla 4-6).
Sus principales efectos adversos son náuseas y vómitos,
por lo que se recomienda asociar algún fármaco antiemético al iniciar el tratamiento; estreñimiento, que constituye
el efecto secundario más constante y para el que no se desarrolla tolerancia, y depresión respiratoria.
La analgesia multimodal se basa en la combinación de
analgésicos de distintos grupos farmacológicos entre sí, lo
que permite un mejor control analgésico y un menor número de efectos adversos.
TABLA 4-4. Clasificación del dolor postoperatorio
Clasificación de Bond del dolor postoperatorio
1. Dolor cutáneo o somático superficial
2. Dolor somático profundo
3. Dolor visceral
4. Dolor neuropático
38
Los efectos principales de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) son analgésico, antipirético, antiinflamatorio y también antiagregante (ácido acetilsalicílico). Su
eficacia analgésica es de grado moderado a medio. Son eficaces en muy diversos dolores (cefaleas, dismenorreas, artralgias, dolores dentales, cólicos, postoperatorio, etc.).
Presentan un techo analgésico. La dosis analgésica máxima viene a ser sólo 2-2,5 veces mayor que la dosis eficaz
mínima. Entre sus efectos secundarios se encuentran diversas manifestaciones gastrointestinales como dispepsia,
gastritis y ulceraciones de la mucosa gástrica y/o duodenal.
Puede afectar al riñón en forma de nefropatía intersticial
asociada al consumo a largo plazo. A nivel hepático, pueden aparecer elevaciones temporales de las enzimas hepáticas. Pueden dar lugar a hemorragias, agranulocitosis,
anemia hemolítica y anemia aplásica, así como reacciones
alérgicas que pueden presentarse como reacciones cruzadas entre fármacos del mismo grupo (Tabla 4-5).
5. Dolor psicógeno
Anestésicos locales
Los anestésicos locales bloquean de manera reversible la
conducción nerviosa. Pueden clasificarse en dos grupos:
amidas (lidocaína, prilocaína, mepivacaína, bupivacaína,
ropivacaína, levobupivacaína) y ésteres (cloprocaína, tetracaína) (Tabla 4-7). Su absorción es mayor en áreas bien
CAPÍTULO 4
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
Membrana
celular
Fosfolípidos de
membrana
Fosfolípasa A2
Ácido
araquidónico
Lipoxigenasa
COX-1
COX-2
Leucotrienos
Prostaglandinas
Tromboxanos
Prostaglandinas
Broncoespasmo,
inflamación
Protección gástrica,
función renal
Agregación
plaquetaria,
vasocontricción
Dolor, inflamación,
inhibe la agregación
plaquetaria,
mitogénesis
► Figura 4-4. Cascada del ácido araquidónico.
vascularizadas, por lo que se asocian con frecuencia a adrenalina o epinefrina para prolongar el tiempo de absorción
y la duración de su acción.
Se administran por vía epidural, perineural o subcutánea. Pueden administrarse en bolos, en infusión continua
o de forma controlada por el paciente.
Su sobredosificación o inyección intravenosa rápida
produce manifestaciones neurológicas (somnolencia, convulsiones, etc.) y cardiológicas (taquicardias y parada cardiorrespiratoria).
Además, se pueden combinar con los opioides, lo que
permite reducir la dosis de éstos y por tanto sus efectos
adversos (Fig. 4-5).
tración vestibular para bloqueo del nervio bucal. La jeringa
más utilizada es la de tipo Carpule, que suele ser esterilizable
y está dotada de un sistema de aspiración (Fig. 4-6). Tam-
4° Escalón
3° Escalón
2° Escalón
1° Escalón
Control del dolor en cirugía oral
Para la realización de procedimientos en cirugía bucal,
la anestesia local suele ser la técnica preferida, como es
el caso de la cirugía del tercer molar incluido (nivel de
evidencia IV). Para esta intervención se recomienda el bloqueo troncular del nervio dental inferior, lingual e infil-
Técnicas
intervencionistas
Opioide débil
+/- AINEs y/o
paracetamol
+/- coadyuvantes
Opioide
potente
+/- AINEs y/o
paracetamol
+/- coadyuvantes
PARACETAMOL
+/- AINEs
+/- coadyuvantes
► Figura 4-5. Escala terapéutica de dolor.
39
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 4-5. Analgésicos no opioides
Analgésicos no opioides
Propiedades
Ácido acetilsalicílico
Indicaciones
Efectos adversos
Posología
Analgésico, antitérmico,
antiinflamatorio.
Gastrointestinales
Toxicidad renal
Antiagregante
Anemia, trombocitopenia,
agranulocitosis.
500 mg de ácido
acetilsalicílico cada 4 a
6 horas
Metamizol
Inhibe la COX-2 a
nivel SNC.
Analgésico, antitérmico
Antiespasmódico.
Dolor leve a moderado.
Agranulocitosis, leucopenia,
trombocitopenia.
Escasa toxicidad GI.
Exantema, hipotensión,
somnolencia (IV)
0,5 g/6-8 h v.o.
2 g/8 h i.v.
Ketorolaco
Metabolismo
hepático y
eliminación renal.
Analgésica, menor
antiinflamatoria y
antitérmica.
Dolor moderado a intenso.
Dispepsia, diarrea,
hemorragia digestiva.
Vértigos, cefaleas,
alucinaciones.
Insuficiencia renal.
10 mg /6 h v.o. (máximo
40 mg/día)
30,60 mg bolo + 15-30 mg /6 h
iv (máximo 120 mg/día)
Diclofenaco
Buena absorción oral
y rectal.
Analgésico, antiinflamatorio.
Dolor moderado a intenso.
Digestivos.
Insuficiencia renal.
Exantemas, edemas. Aumento
de las enzimas hepáticas.
50 mg/ 8 h v.o.
75 mg/ 12 h i.m.
No i.v.
Ibuprofeno
Absorción
oral completa,
metabolismo
hepático, eliminación
renal.
Analgésico, antiinflamatorio,
antitérmico.
Dolor leve-moderado.
Efectos secundarios propios
de los AINE. Menor número de
reacciones adversas graves.
400-600 mg/ 4-6 h v.o.
Celecoxib, valdecoxib, Inhibidores
parecoxib
selectivos de la
COX-2.
Analgésicos
Antiinflamatorios.
Reacciones cardiovasculares.
Reacciones cutáneas graves.
Dosis más bajas durante el
menor tiempo. 20 mg/6-8 h
v.o. (máximo 80 mg)
Parecoxib: 40 mg/12 h i.v.
(max 48h)
Paracetamol
Analgésico, antitérmico.
Intoxicación aguda: toxicidad
hepática. Tratamiento:
n-acetilcisteína.
Fármaco seguro, pocos
efectos secundarios.
1 g/6 h v.o.
1 g/6 h i.v.
Inhibe la COX-2 a
nivel SNC/vías
descendentes.
AINE: antiinflamatorios no esteroideos; COX-2: ciclooxigenasa 2; GI: gastrointestinal; i.m.: intramuscular; i.v.: vía intravenosa; SNC: sistema nervioso
central; v.o.: vía oral.
TABLA 4-6. Analgésicos opioides
Analgésicos opioides
Propiedades
Indicaciones
Efectos adversos
Morfina
Prototipo.
Cualquier vía.
Absorción rápida.
De elección en el tratamiento del
dolor postoperatorio (i.v.)
Los propios del grupo.
Meperidina
Potencia analgésica meperidina/morfina
1/10.
Comienzo de acción más rápido.
Tramadol
Potencia 1/10.
Dolor moderado-intenso.
Menor depresión respiratoria.
Antitusígeno. Sin histaminoliberación.
Fentanilo
Lipofílico: atraviesa BHE.
Rápido y breve.
Potencia 100/1.
Dolor postoperatorio intenso.
Rigidez muscular.
Bradicardia.
Acumulación.
Estabilidad hemodinámica.
Codeína
Vía oral.
BHE: barrera hematoencefálica; i.v.: vía intravenosa.
40
Toxicidad neurológica metabolito (norpentidina):
temblores, mioclonías, convulsiones.
Toxicidad cardiovascular.
Escasa sedación. Mínima depresión respiratoria,
náuseas, vómitos y estreñimiento.
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 4
TABLA 4-7. Analgésicos locales
Analgésicos locales
Propiedades
Indicaciones
Efectos adversos
Lidocaína
Acción rápida y corta (90120 min).
Bloqueos, infiltraciones,
espinal.
Radiculitis y síndrome
de cola de caballo (vía
subaracnoidea)
Infiltración 0,5-1 %
Bloqueo 1-1,5 %
Mepivacaína
Latencia corta. Duración
moderada (90-180 min).
Bloqueos, infiltraciones,
espinal.
No en embarazadas.
No en analgesia
postoperatoria.
Infiltración 0,5-1 %
Bloqueo 0,5-1 %
Bupivacaína
Es el anestésico local
de mayor duración (180360 min) y latencia (2030 min).
Bloqueos, infiltraciones,
anestesia subaracnoidea y
epidural.
Toxicidad cardiológica
y neurológica.
Infiltración 0,125-0,250 %
Bloqueo 0,25-0,375 %
Menor toxicidad
cardiológica y
neurológica.
Infiltración 0,125-0,250 %
Bloqueo 0,25-0,375 %
Menos cardiotóxica y
neurotóxica.
Infiltración 0,25-0,5 %
Bloqueo 0,5-0,75 %
Levobupivacaína
Ropivacaína
Corta latencia y larga
duración (160-290 min).
Infiltraciones, anestesia
epidural.
Dosis
bién existen jeringas desechables y autoaspirables que utilizan un cartucho por aguja. Las agujas más empleadas son de
calibre 25 G, 27 G, 30 G y longitud ultracorta (8-15 mm,
amarillas), cortas (16-24 mm, naranjas), largas (25-29 mm,
azules) y ultralargas (30-4 mm, violetas) (Fig. 4-7).
Suelen emplearse anestésicos locales con vasoconstrictor salvo contraindicación médica, lo cual alarga el tiempo
anestésico y disminuye el sangrado (Tabla 4-8). La lidocaína con epinefrina al 0,5 o 1 % es empleada como gold
standard por sus escasas reacciones alérgicas y su duradero
potencial anestésico. Se ha demostrado sin embargo que la
articaína al 4 % tiene un menor tiempo de latencia y una
mayor duración del efecto, asociada a concentraciones de
adrenalina de 1:100.000 o 1:200.000. Otros anestésicos
locales empleados son la bupivacaína o la etidocaína, con
efectos de muy larga duración que se prolongan durante
las primeras horas del postoperatorio (Fig. 4-8).
El empleo de sedación asociada, por vía oral o intravenosa, se recomienda en casos en los que la duración de la
intervención puede ser prolongada o pacientes con altos
niveles de ansiedad; también se pueden utilizar sedaciones
con óxido nitroso. La medicación ansiolítica prequirúrgi-
► Figura 4-7. Agujas de Carpule.
► Figura 4-8. Anestésicos locales en diferenes concentraciones.
► Figura 4-6. Jeringa tipo Carpule empleada en cirugía oral.
41
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 4-8. Anestésicos locales más empleados en cirugía oral
Anestésico
Lidocaína
Potencia relativa
1
Vida media
plasmática
90 min
Componentes
Marca comercial
Lidocaína al 2 %
Dosis máxima
4,4 mg/kg; 300 mg =
8,3 Carpule
Lidocaína al 2 % +
Adrenalina 1/100.000
Octocaína®
Xilonibsa®
4,4 mg/kg; 300 mg =
8,3 Carpule
Anestesian®
Lidocaína al 2 % +
Adrenalina 1/80.000
Xilonibsa®
Lidocaína Normon®
Lidocaína al 2 % +
Octocaína®
Adrenalina 1/50.000
Lidocaína al 2 %
Xilonor 2 %®
+ Noradrenalina
1/25.000
Mepivacaína
0,8
90 min
Mepivacaína al 3 %
Iso gaine®
Scandinibsa®
4,4 mg/kg; 300 mg =
5,5 Carpule
Mepivacaina
Normon®
Scandonest ®
Articaína
1
120 min
Mepivacaína al 3 % +
Adrenalina 1/100.000
Scandinibsa Forte®
Articaína al 4 % +
Ultracaín®
Adrenalina 1/100.000-
Meganest®
200.000
Septanest®
4,4 mg/kg; 300 mg =
5,5 Carpule
7 mg/kg; 500 mg = 6,9 Carpule
Artinibsa®
Prilocaína
0,5
90 min
Prilocaína al 3 % +
Citanest®
6 mg/kg; 400 mg = 7,4 Carpule
Fenilpresina 0,03 UI
Bupivacaína
180-360 min
Bupivacaína al 0,5 % +
Inibsacain®
Adrenalina 1/200.000
42
ca suele basarse en benzodiacepinas en dosis fraccionadas
para alcanzar niveles estables (la noche antes, por la mañana y justo antes de la intervención). Las más usadas son el
diazepam 10 mg, el bromazepam 1,5 mg y el alprazolam
0,25 mg. También puede utilizarse premedicación antiin-
flamatoria antes de que desaparezca el efecto de la anestesia local para bloquear la liberación de prostaglandinas por
► Figura 4-9. Morder gasa para controlar sangrado intraoral.
► Figura 4-10. Máscara de frio local.
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
la COX-2 que se inicia con la agresión tisular, aunque el
momento de administrarla (antes de la cirugía o inmediatamente después) es controvertido.
Con respecto al control del dolor postoperatorio, las
medidas físicas para disminuir la inflamación incluyen la
compresión local con gasa durante 30 minutos o 1 hora
(Fig. 4-9), la aplicación de frío local a intervalos breves
(5-10 minutos) (Fig. 4-10), la higiene rigurosa de la zona
mediante cepillado y enjuagues con efecto osmótico (agua
con sal) o antiséptico (colutorio de clorhexidina) y evitar fumar o tomar bebidas alcohólicas. La información
adecuada al paciente y el empleo de una técnica mínimamente traumática en condiciones de asepsia son medidas
esenciales. Se ha estudiado el impacto en el postoperatorio
del empleo de tubos de drenaje para disminuir el edema y
el empleo de técnicas de cierre primario o secundario en
cirugía del tercer molar incluido, sin encontrar diferencias
significativas entre ambas. También se ha propuesto la introducción de fármacos intraalveolares (clindamicina, tetraciclina, ketoprofeno, ácido acetilsalicílico, paracetamol,
gel de clorhexidina, ácido poliláctico, corticoides, etc.)
para mejorar la cicatrización alveolar y evitar complicaciones, con resultados variables.
Las medidas farmacológicas postoperatorias incluyen la
administración pautada de los fármacos y la indicación de
analgesia de rescate, individualizando la pauta según las
características del paciente y la cirugía. Los más frecuentemente empleados son los AINE, entre ellos el ibuprofeno (nivel de evidencia IIb), el ibuprofeno combinado con
arginina para mejorar su farmacocinética, el ketoprofeno,
el ketoprofeno-trometamol y el naproxeno. El diclofenaco y el ketorolaco son derivados del ácido acético muy
extendidos en su uso por su potencia analgésica y antiinflamatoria; no obstante, el ketorolaco sólo se emplea en el
ámbito hospitalario por su alto riesgo asociado de hemorragia digestiva.
Los oxicams (piroxicam) son fármacos con una vida
media más larga pero con reacciones adversas más graves
que los AINE, por lo que en 2006 la Agencia Española de
Medicamentos elaboró un informe desfavorable sobre el
balance riesgo-beneficio de sus usos autorizados. Los inhibidores de la COX-2 reducen el riesgo de complicaciones
gastrointestinales, aunque han sido restringidos en su uso
por el riesgo de efectos adversos cardiovasculares.
El paracetamol carece de actividad antiinflamatoria y de
los efectos secundarios de los AINE. Es un fármaco de primera elección, muy seguro y efectivo, a dosis de 1 g cada
6-8 horas. Están indicados en combinación con los AINE
para potenciar su efecto, especialmente en pacientes con
tratamiento anticoagulante, úlcera gastroduodenal, riesgo
de hemorragia digestiva y trastornos de la coagulación.
Como efecto secundario principal, presenta hepatotoxicidad, y su sobredosis puede producir necrosis hepática.
El metamizol tiene una potente acción analgésica, aunque su uso es controvertido en muchos países por la escasa
posibilidad de producir anemia aplásica y agranulocitosis (5-8 casos por millón). Se recomienda asociado a los
AINE en dosis de 500 mg-2 g cada 6-8 horas.
CAPÍTULO 4
Existen múltiples publicaciones que recomiendan el
empleo de corticoides en procedimientos de cirugía oral
moderada o altamente invasivos, aunque la pauta de administración no está estandarizada. La combinación de
corticoides y AINE es más eficaz en el control del dolor y
la inflamación postoperatoria en cirugía del tercer molar.
Los más empleados son dexametasona, betametasona y
metilprednisolona, antes o después de la intervención. La
dexametasona se considera un corticoide de acción prolongada, con una vida media de 36-54 horas, similar a la
betametasona. La metilprednisolona se considera un corticoide de acción intermedia, con una vida media de 1836 horas. El pico máximo de inflamación tras la cirugía se
produce a las 48-72 horas, por lo que se recomienda una
duración de la corticoterapia de 3-5 días. Las dosis empleadas suelen ser 8-16 mg de dexametasona, 40-125 mg
de metilprednisolona y 9-12 mg de betametasona. Se
pueden administrar por vía intramuscular o intravenosa,
aunque la vía oral es la más usada. Actúan inhibiendo la
fosfolipasa A2, bloqueando todos los escalones de la cascada del ácido araquidónico; son los fármacos con mayor
potencia antiinflamatoria (Fig. 4-4). Su inicio de acción
es retardado, y sus efectos adversos dependen de la intensidad y la dosis; son raros durante una terapia de menos
de 5 días. Éstos incluyen hiperglucemia, osteoporosis y
osteonecrosis, inhibición del crecimiento, úlcera gastroduodenal, alteración en la distribución grasa, aumento de
la susceptibilidad a infecciones, alteración de la función
adrenal o cicatrización deficiente, aunque en cirugía oral
se utilizan pautas cortas que minimizan estos riesgos. Están contraindicados en pacientes con glaucoma, herpes
ocular o tuberculosis, y relativamente contraindicados en
diabetes, síndrome de Cushing, úlcera péptica, insuficiencia renal, hipertensión, diabetes, osteoporosis, miastenia
gravis o infecciones activas.
Se ha estudiado la eficacia del láser de baja energía (láser de arseniuro de galio o helio-neón) para disminuir el
dolor, la inflamación y el trismo tras la cirugía del tercer
molar incluido, con resultados por ahora prometedores
pero no definitivos; aún no está estandarizado su uso en
este campo.
La alveolitis seca postextracción es una complicación
inflamatoria muy dolorosa del alveolo que da lugar a una
pobre cicatrización y una osteítis localizada. La mayoría
ocurre tras la extracción de un tercer molar incluido, con
una incidencia del 20-30 %. Su patogenia no está clara, y
para su profilaxis se han empleado agentes fibrinolíticos,
lavados, antisépticos, antibióticos y apósitos calmantes
con eugenol. Su tratamiento se basa en el empleo de agentes fibrinolíticos, antisépticos y antibióticos, sin que exista
una pauta clara en su manejo.
Control del dolor en cirugía ortognática
La inflamación postoperatoria en cirugía ortognática es
un proceso que muestra un pico máximo a los 4-5 días de
la cirugía, desaparece parcialmente al mes y totalmente a
los 9-12 meses. Es muy frecuente el empleo de cortico-
43
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
terapia en este tipo de intervenciones para reducir la inflamación, el dolor, las náuseas y los vómitos, aunque la
pauta de uso varía entre centros. También se ha postulado
que el empleo de corticoides pueda tener beneficios en
cuanto a la neurorregeneración, aunque aún no existe una
evidencia sólida. Con respecto a sus efectos secundarios,
no se ha demostrado que aumenten la tasa de infecciones
o afecten a la cicatrización. El riesgo de inhibición adrenal
depende de la dosis y la duración del crecimiento: aumenta en aquéllos que se prolongan durante más de 5 días a
dosis superiores a las fisiológicas. Se han descrito casos aislados de psicosis inducida por esteroides.
El dolor percibido por el paciente depende tanto del
tipo de cirugía como de las características del paciente y
sus afecciones previas, particularmente de la coexistencia
de síndrome miofascial o disfunciones de la articulación
temporomandibular (ATM); existe un requerimiento más
prolongado de medicación analgésica cuando estas afecciones no son tratadas previamente.
En este tipo de cirugía, a pesar de realizar un proceso bilateral similar, es frecuente que los pacientes refieran
mayor dolor en un lado comparado con el otro. La manipulación del nervio trigémino puede dar lugar a disestesias
en labios, mentón, encías, nariz o mejillas que pueden durar de días a meses. Las hipoestesias permanentes son más
frecuentes en el nervio mandibular que en el lingual, con
una incidencia que oscila entre el 3-85 % en la literatura.
El empleo de máscaras de frío local convencionales o
con circulación de agua (Hilotherm®) para crioterapia
postoperatoria parece ofrecer buenos resultados en la reducción del edema postoperatorio y la estancia hospitalaria. La anestesia con hipotensión controlada durante la
intervención también ha demostrado ser una herramienta útil para minimizar la pérdida de sangre y reducir el
tiempo quirúrgico, sobre todo en cirugía bimaxilar; es
excepcional que esta técnica provoque consecuencias por
hipoperfusión sistémica.
MANEJO DEL DOLOR ONCOLÓGICO
Se calcula que el dolor en pacientes oncológicos tiene
una prevalencia 30-50 %, que en casos de estadios avanzados alcanza tasas del 70-90 %. Este tipo de dolor se debe
al proceso oncológico en un 80-90 % de los casos, aunque
también puede tener su origen en el tratamiento aplicado
hasta en un 20 % de los pacientes; se combinan ambos en
la mayoría de casos. Además, en muchos de estos pacientes
el dolor se convierte en un síndrome crónico, y a pesar de
que el 90 % podrían ser controlados, hay una tendencia
a no tratar lo suficiente el dolor, dando más prioridad al
manejo de la enfermedad que a sus síntomas.
como el metabolismo óseo. En el ejemplo de afectación
de la mandíbula, la activación de los osteoclastos produce
una destrucción ósea con afectación nerviosa del nervio
alveolar inferior que puede dar lugar a síndromes disestésicos locales como el denominado numb chin syndrome
(Fig. 4-11).
Esta sintomatología es en muchos casos el motivo de
consulta del paciente. Tumores de origen nasofaríngeo
pueden simular patología relacionada con la ATM o patología infecciosa odontogénica con dolor local, disfunción
masticatoria o trismo. Tumores de origen intracraneal pueden debutar mediante síntomas de dolor orofacial, como
neuralgias del trigémino y cefaleas, asociados a tumores
de fosa posterior. El dolor orofacial puede también estar
relacionado con neoplasias de origen sistémico, como linfomas o leucemias. Pueden presentarse como masas localizadas como mayor frecuencia en región tonsilar y sinusal
produciendo molestias locales o dolor por infiltración
perióstica o gingival. El mieloma múltiple puede originar
lesiones osteolíticas en la mandíbula o la base de cráneo,
con síntomas asociados en cavidad oral.
Las metástasis en la región orofacial no son frecuentes,
pero pueden presentarse como síndromes de dolor orofacial. El cáncer de mama es el tumor metastásico más frecuente en la mandíbula, seguido del cáncer de pulmón y
el de próstata. Así mismo, el dolor orofacial puede ser de
tipo referido asociado a tumores primarios a distancia por
mecanismos como compresión del nervio vago o activación de vías nociceptivas a nivel mediastínico.
Dolor asociado al tratamiento oncológico
El dolor orofacial se presenta con frecuencia en el postoperatorio de resecciones tumorales en cabeza y cuello,
asociado a la agresividad de la cirugía, lesiones a nivel
nervioso y a la respuesta inflamatoria posquirúrgica. Las
disecciones cervicales, por ejemplo, pueden ser causa de
dolor crónico con síntomas que afectan a la calidad de
vida del paciente; los más frecuentes son la tirantez de los
tejidos, las disestesias cutáneas o el síndrome del hombro
Dolor asociado al proceso tumoral
44
El dolor producido localmente por el crecimiento tumoral se asocia a distintos mecanismos. Por un lado, el
tumor produce invasión tisular, fracturas óseas patológicas
y destrucción nerviosa, dando lugar a una reacción inflamatoria local que activa tanto mecanismos nociceptores
► Figura 4-11. Afectación mandibular por tumor maligno.
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
doloroso, con una incidencia que puede alcanzar el 5070 % en la literatura.
Xerostomía
La xerostomía se define como la sensación subjetiva
del paciente de «boca seca». La radioterapia en el tratamiento del cáncer de cabeza y cuello alcanza dosis de
50-70 Gy, produciendo daños irreversibles asociados a
hipofunción en la secreción salivar a partir de los 60 Gy.
Durante la primera semana del tratamiento radioterápico se produce un gran descenso en la secreción salivar
tanto en la glándula parótida como en el submaxilar, que
es prácticamente imperceptible a las 6-8 semanas del tratamiento. El daño es menos acusado sobre las glándulas
salivares menores, y su papel en este proceso está menos
documentado. A largo plazo, los cambios continúan meses tras el tratamiento. Entre las opciones de tratamiento
encontramos la amifostina, cuyo efecto mucoprotector
previene tanto la mucositis como la sobreinfección por
cándidas, aunque su uso en el tratamiento del cáncer no
está completamente validado. La pilocarpina es un parasimpáticomimético que aumenta el flujo y mejora la
sequedad mucosa, con escasos efectos secundarios, pero
que en administración tópica tiene efectos muy limitados. La intensity modulated radioterapy consiste en una
planificación del tratamiento radioterápico que permite
minimizar las dosis sobre tejidos adyacentes no patológicos, disminuyendo así los efectos secundarios asociados
como la xerostomía. Como medidas dietéticas se recomiendan la disminución en el número de ingestas y una
baja tasa de azúcares en la dieta. El uso de gel de fluoruro
sódico se aconseja durante el tratamiento en prevención
de caries, así como la profilaxis antifúngica en caso de
candidiasis recidivante.
Mucositis
La mucositis es una complicación aguda asociada al
tratamiento radio y quimioterápico, que se manifiesta en
forma de eritema y úlceras en la mucosa oral (Fig. 4-12).
Es referida por los pacientes como el peor efecto adverso
asociado al tratamiento. Se inicia 5 a 14 días tras el comienzo, y alcanza niveles de gravedad hasta en la mitad de
los pacientes. Es un proceso autolimitado que cesa, si no
hay sobreinfección, de 2 a 4 semanas tras la finalización
del tratamiento quimioterápico. En el caso de la radioterapia la incidencia es alta (hasta el 80 % de los pacientes),
con una duración media de 39,7 días. Como consecuencia
de la mucositis, además del dolor asociado en el 69 % de
los casos, el paciente refiere disfagia (56 %) y pérdida de
peso (30 %). En un 8-19 % de los casos puede dar lugar a interrupciones o modificaciones en el tratamiento;
un 16 % de los pacientes requieren hospitalización, y el
19 %, la colocación de una sonda nasogástrica. La Organización Mundial de la Salud divide la mucositis en cuatro
grados según características anatómicas y funcionales, desde el eritema hasta un estado mucoso que imposibilita la
alimentación por vía oral (Tabla 4-9).
CAPÍTULO 4
Para su tratamiento es importante eliminar cualquier
factor irritante y mantener una higiene bucodental rigurosa. En la reciente revisión del grupo Cochrane, 10 terapias
mostraron evidencias de ser eficaces en el tratamiento de
la mucositis: aloe vera, amifostina, crioterapia, factor estimulante de colonias granulocíticas (G-CSF), glutamina,
miel, factor de crecimiento queratinocítico, determinados antibióticos (polimixina, amfotericina, tobramicina)
y sucralfato. La terapia con láser He-Ne puede aplicarse
de manera profiláctica, ya que tiene efectos antiinflamatorios, modifica la nocicepción y acelera la cicatrización
de los tejidos.
Sobreinfecciones orales
El estado de inmunodepresión del paciente tratado con
quimioterapia favorece la sobreinfección bacteriana, sobre
todo en pacientes con enfermedad periodontal previa,
riesgo que se mantiene durante todo el estado de inmunosupresión hasta 3-4 semanas tras el cese del tratamiento. No obstante, la sobreinfección por cándidas es la más
frecuente en el contexto de un paciente bajo tratamiento
radioquimioterápico. La fragilidad de los tejidos, la xerostomía y el uso de corticoides y antibióticos favorecen esta
situación alterando la flora oral y favoreciendo el sobrecrecimiento del hongo. El tratamiento se basa en el uso
de agentes antifúngicos, con frecuencia por vía sistémica. Los agentes virales son también origen de múltiples
sobreinfecciones en pacientes en tratamiento oncológico.
Los más frecuentemente implicados son el virus del herpes
simple, el virus varicela-zóster, el virus de Epstein-Barr y
el citomegalovirus; en la mayoría de los casos se trata de
reactivaciones del agente latente dada la situación de inmunodepresión.
Osteonecrosis
La osteonecrosis es una complicación crónica asociada
al tratamiento radioterápico definida como una exposición ósea de duración mayor de 6 meses (Fig. 4-13).
► Figura 4-12. Mucositis.
45
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 4-9. Escala de gravedad de la mucositis según la Organización Mundial de la Salud
ESCALA DE LA MUCOSITIS
GRADO I
Eritema.
GRADO II
Eritema, úlceras. Pueden comer sólidos.
GRADO III
Úlceras confluentes. Requieren dieta líquida.
GRADO IV
Hemorragia. No es posible la alimentación oral.
Descrita por Regaud en 1920, su patogenia es un tema
controvertido y su incidencia es variable según las series
(0-43 %). Marx, en 1983, hizo pública su «hipótesis de
las tres H», que basaba la patogenia con tres pilares fundamentales: hipoxia, hipovascularización e hipocelularidad
ósea. Así explicaba el descenso en la cantidad de matriz
ósea así como la proliferación medular y endotelial. Sobre esta base se producirían tanto necrosis tisulares como
necrosis postraumáticas. En 2004, Assael propone un mecanismo etiopatogénico similar al que se produce en la
necrosis ósea por bisfosfonatos basado en la reabsorción
osteoclástica (Fig. 4-14). Los últimos estudios investigan
el papel bacteriano mediante sondas de hibridación de ácido desoxirribonucleico.
La profilaxis incluye un seguimiento y una preparación
exhaustiva del paciente, optimizando su estado bucodental
en un plazo prudente previo al inicio del tratamiento. El
beneficio de realizar una exodoncia previa a la radioterapia
con respecto a una posterior es controvertido. Existen centros que defienden una actitud más agresiva, mientras que
en otros se llevan a cabo protocolos más conservadores, en
los que la exodoncia se indica sólo en casos de enfermedad
periodontal avanzada con movilidad de piezas y exposición de la furca, piezas con caries avanzadas con afectación
pulpar no restaurables, restos radiculares expuestos con
imagen radiolúcida apical o piezas semiincluidas sintomáticas. Es importante respetar un tiempo de curación tras
las extracciones, establecido en un mínimo de 2 semanas
46
► Figura 4-13. OPG. Osteonecrosis mandibular por radioterapia.
según el National Cancer Institute. No existe consenso en
la recomendación de administrar antibióticos preexodoncia o postexodoncia en estos pacientes, aunque la mayoría
de los cirujanos orales lo recomiendan. Con respecto a la
terapia de oxígeno hiperbárico, dada la falta de evidencia
en su papel en la profilaxis de la osteorradionecrosis, se
debe realizar un balance entre sus riesgos y sus beneficios.
El tratamiento puede ser conservador en caso de pequeños
secuestros o bien recurrir a mandibulectomías marginales,
segmentarias o incluso radicales (Fig. 4-15).
MANEJO DEL DOLOR OROFACIAL
Diagnóstico diferencial del dolor dental
La odontalgia, o dolor de origen dental, es la causa más
frecuente de dolor orofacial. Representa la urgencia más
frecuente en servicios odontológicos y una de las más habituales en servicios de urgencia hospitalarios. El dolor
que se origina en los dientes puede ser un dolor localizado, referido de otras estructuras o irradiado a otras áreas
locales, por lo que un diagnóstico adecuado es esencial en
el manejo del dolor orofacial.
El dolor dental suele tener dos orígenes principales: el
tejido pulpar y el tejido periodontal. Para su diagnóstico
diferencial es esencial establecer la historia médica y dental del paciente e identificar las características del dolor
mediante la anamnesis y las pruebas de estimulación lo-
► Figura 4-14. OPG. Osteonecrosis secundaria a bisfosfonatos.
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
cales. Además, el dolor dental puede ser un dolor de características heterotópicas que se manifieste en dientes o
estructuras contiguas, puede ser un dolor referido como
cefalea o dolor auricular o dar lugar a hiperalgesias secundarias en encía, piel, cuero cabelludo, otros dientes o en
la musculatura masticatoria. En el examen extrabucal se
valoran hallazgos como la asimetría hemifacial, la inflamación, la presencia de cicatrices o la palpación cervical. El
examen intrabucal evaluará la presencia de alguna afección
que justifique el dolor, examinando tanto tejidos blandos
como duros y buscando signos como fracturas dentales,
supuración, fístulas, caries, restauraciones filtradas o signos de traumatismo oclusal.
La pulpa dental se encuentra inervada por fibras A delta y fibras C. Las fibras A delta mielínicas son fibras de
transmisión rápida responsables de la percepción del dolor
agudo inmediato. La estimulación de fibras C está asociada a daños titulares, su transmisión es lenta y contribuye
al proceso inflamatorio. La pulpa es un tejido conjuntivo
que se encuentra entre paredes inextensibles, lo cual caracteriza la evolución del dolor en los procesos de patología pulpar. La presencia de un estímulo nocivo provoca la
liberación de mediadores de la inflamación que inducen
una vasodilatación en los vasos pulpares y un edema local.
Así, el proceso inflamatorio aumenta la presión y puede
desencadenar una necrosis pulpar y una extensión del proceso hacia tejidos periapicales.
El dolor pulpar puede variar desde una discreta hipersensibilidad hasta un dolor intolerable. Así, un tipo de dolor pulpar agudo es el de la lesión pulpar irreversible, en
el cual el proceso de irritación pulpar ha dado lugar a una
lesión pulpar no recuperable. Es un tipo de dolor que se
caracteriza por ser espontáneo, intermitente o continuo,
a menudo acentuado por estímulos fríos y cambios posturales. Clínicamente, la evolución de cuadro no se puede evaluar hasta que no afecte al ligamento periodontal
para pasar a ser una periodontitis periapical aguda. Los
tejidos periapicales, al contrario que los pulpares, sí tienen capacidad de extensión local, por lo que el proceso
► Figura 4-15. Pieza de mandibulectomía por osteonecrosis por bisfosfonatos.
CAPÍTULO 4
puede extenderse a nivel perirradicular provocando desde
una leve inflamación hasta una amplia destrucción de los
tejidos. La percusión dental se utiliza como prueba para
valorar la presencia de afectación perirradicular, y su positividad indica una afectación del ligamento periodontal
(Fig. 4-16).
Las pruebas térmicas son muy útiles en la evaluación
de la situación pulpar, y suelen realizarse con frío (dióxido de carbono, cloroetilo, hielo). Pueden ser positivas o
negativas, lo que indica si el diente tiene vitalidad pulpar
o si la afectación de la pulpa es grave cuando la respuesta
se mantiene tras la retirada del estímulo (Tabla 4-10). El
examen periodontal mediante sondaje o la exploración de
la movilidad también son de gran utilidad para diferencial el dolor de origen pulpar o periodontal. La anestesia
selectiva puede emplearse para el diagnóstico de dolores
mal localizados, sobre todo en maxilar superior, ya que si
el paciente manifiesta un dolor continuo que no se alivia
con la anestesia debe sospecharse una etiopatogenia no
odontógena.
El tratamiento del dolor dental puede ser exitoso mediante la pauta de analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos, pero la intervención de un odontólogo es imprescindible para llevar acabo el tratamiento etiológico
definitivo.
Diagnóstico diferencial del dolor orofacial
Los dos trastornos de la masticación más frecuentes son
los trastornos asociados a la musculatura masticatoria y los
trastornos de la ATM. Ambos comparten signos y síntomas, pero el diagnóstico diferencial es imprescindible para
que su tratamiento sea selectivo y exitoso. La historia clínica del paciente es el primer paso, y resulta esencial identificar un antecedente traumático u oclusal. Los trastornos
musculares suelen tener una evolución fluctuante, con
ciclos de mayor y menor intensidad, sin que en general
se identifique un factor causal concreto, y están estrechamente relacionados con los niveles de estrés del paciente.
► Figura 4-16. Percusión dental.
47
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
TABLA 4-10. Diagnóstico diferencial de las infecciones pulpares
48
Pulpitis reversible
Pulpitis irreversible
sintomática
Pulpitis irreversible
asintomática
Dolor
Provocado de corta duración
Espontáneo, continuo o
intermitente
Ausente
Características del dolor
Referido
Hipersensibilidad
Localizado, con o sin
irradiación Pulsátil
Aumenta en decúbito
Dentopercusión
Negativa
Dolor
Estímulos
Frío (alto), calor (no o
moderado) transitorio
Frío (moderado, puede
aliviarse), calor (alto)
que permanece tras el
estímulo
Signos
Caries
Restauración defectuosa
Fractura de esmalte
Yatrogenia
Caries
Restauración profunda
Traumatismo
Caries profunda
Hiperplasia pulpar
Cambios de color
Traumatismo
Caries
Cambios de color
Olor fétido
Radiología
Zona radiolúcida adyacente a
cámara pulpar
Posible aumento del
espacio periodontal
Osteítis periapical
Reabsorción interna
Posible aumento del
espacio periodontal
Pruebas de sensibilidad
Positivas
Positivas
La limitación a la apertura oral es un síntoma que puede
aparecer tanto en patología articular como muscular; la
sensación es de un tope rígido o flexible en la máxima
apertura, respectivamente, un dato diferencial. En la exploración de la movilidad excéntrica, los trastornos intracapsulares muestran restricciones a la movilidad contralateral, mientras en los problemas musculares los elevadores
suelen ser responsables de una limitación de la apertura.
Puede observarse también una deflexión en el trayecto de
apertura en casos en los que el cóndilo no presenta una
adecuada traslación, aunque también en casos de contractura unilateral de la musculatura elevadora. Las maloclusiones agudas pueden estar relacionadas con ambas entidades, pero en un trastorno articular es más probable que
el paciente relacione el comienzo súbito de la maloclusión
con un hecho concreto. El desplazamiento brusco del disco articular puede reflejarse en un contacto prematuro
posterior homolateral, mientras que si se desarrolla una
retrodiscitis secundaria, puede pasar a caracterizarse por
una pérdida de contactos posteriores. La manipulación y
la carga de la articulación pueden identificar también un
dolor en una articulación enferma.
Las técnicas de bloqueo anestésico son muy útiles para
establecer el diagnóstico diferencial. Las infiltraciones intramusculares, además de tener valor terapéutico, puede
poner de manifiesto la existencia de puntos gatillo. Los
puntos gatillo se identifican como bandas fibrosas musculares dolorosas a la palpación que pueden producir patrones de dolor referido que mejoran con la infiltración. Estas
inyecciones se pueden realizar en músculos como temporal, masetero, esternocleidomastoideo, esplenio de la cabeza, trapecio y occipital. No deben emplearse anestésicos
Necrosis pulpar
Ausente
Dolor si periodontitis
apical
Positivas
Negativas
locales de acción prolongada ni con vasoconstrictor por
el riesgo de miotoxicidad. Como anestésico de elección
puede emplearse la procaína al 1 % por ser el menos miotóxico, así como lidocaína al 2 % si se utiliza en formato
de cartucho para Carpule.
Pueden también realizarse bloqueos nerviosos para
identificar el origen del dolor. Suelen emplearse anestésicos locales sin vasoconstrictor, que también tienen valor
terapéutico en determinadas situaciones como el dolor
crónico; en este caso, se emplean anestésicos de acción
prolongada con vasoconstrictor. Los dos bloqueos más
utilizados son los del nervio auriculotemporal y del nervio
infraorbitario. La inervación principal de la ATM procede del nervio auriculotemporal, por lo cual un bloqueo
de éste aliviará un dolor con origen articular. Para su bloqueo, se localiza por delante y ligeramente por encima de
la unión entre el lóbulo de la oreja y el trago, penetrando con la aguja hasta la zona posterior del cuello condilar
hasta llegar a pasar por detrás del cóndilo e infiltrando en
dirección anteromedial a una profundidad de 1 cm (Fig.
4-17). Se ha empleado también la anestesia directa de la
ATM, pero esta maniobra puede dañar las estructuras articulares. Las inyecciones intracapsulares tienen un enfoque
más terapéutico, localizándose el espacio articular superior
mediante la palpación del arco cigomático, por detrás de
la zona posterosuperior del cóndilo (Fig. 4-18). El bloqueo del nervio infraorbitario puede realizarse mediante un abordaje extraoral, localizando su escotadura en el
borde inferior del marco orbitario, o a través un abordaje
intraoral en el vestíbulo maxilar.
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
Dolor facial crónico
CAPÍTULO 4
El diagnóstico del dolor facial crónico es complejo,
ya que deben tenerse en cuenta múltiples entidades que
comparten signos y síntomas, la mayoría con mecanismos
etiopatogénicos desconocidos. La neuralgia del trigémino
y la cefalea en racimos son los más frecuentemente diagnosticados, seguidos de las neuralgias postherpética, occipital y glosofaríngea, neuralgias locales, dolor orofacial
atípico y hemicránea paroxística.
La neuralgia del trigémino se considera un dolor neuropático cuya causa es desconocida. Es muy importante
el diagnóstico diferencial con la neuralgia del trigémino
secundaria, descrita en asociación con múltiples afecciones como tumores cerebrales o maxilofaciales, compresión
vascular, esclerosis múltiple o malformaciones craneales.
Según la Asociación Internacional para el Estudio del
Dolor, se define como un dolor repentino, con frecuencia unilateral, intenso, punzante, breve y recurrente distribuido a lo largo de una o más ramas del 5º par craneal.
Desde el punto de vista clínico, los pacientes pueden presentar puntos gatillo dentro o fuera del área de inervación
del nervio trigémino. Los ataques de dolor se acompañan
típicamente de calambres o contracciones dolorosas o
asintomáticas de la musculatura facial. Ocurre con mayor frecuencia en mujeres de mediana y avanzada edad.
El tratamiento se basa en la administración de fármacos
como carbamazepina, baclofeno, fenitoína, gabapentina,
antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoaminooxidasa. Se han empleado también técnicas quirúrgicas
como neurólisis percutánea, crioterapia, descompresión
microvascular o radiocirugía estereotáxica.
La mialgia crónica es uno de los dolores crónicos más
frecuentes para el cirujano oral y maxilofacial. Se considera un dolor muscular crónico el que ha estado presente durante un tiempo superior a 6 meses de forma continua. La
mialgia crónica de mediación central es un dolor muscular
crónico debido a la mediación del SNC cuyos síntomas
se perciben en los tejidos musculares. Cuando el SNC se
somete a un estímulo doloroso prolongado, puede existir
una modificación funcional en las vías de transmisión que
da lugar a un efecto denominado «antidrómico». Este fenómeno se denomina inflamación neurogénica, y en él las
neuronas aferentes invierten la dirección de transmisión y
la información viaja en sentido inverso desde la periferia
al SNC, liberando en los tejidos estímulos nociceptivos
causantes del dolor periférico.
La causa principal de la mialgia crónica es la perpetuación de un dolor muscular o miofascial que se mantiene
constante en el tiempo sin intervalos libres de dolor. Existen determinados factores que pueden prolongar los síntomas hasta la instauración de un dolor muscular crónico.
Entre ellos hay factores locales como la acción de una causa prolongada o recidivante o una conducta terapéutica
errática, o factores generales como el estrés emocional, los
trastornos de sueño, la depresión o determinadas alteraciones de la conducta. La principal característica clínica es
un dolor muscular que se mantiene en reposo y aumenta durante la función, con síntomas de larga evolución y
continuidad. La palpación muscular es muy dolorosa, con
sensación de tirantez, y a largo plazo puede haber signos
de atrofia o contractura miofibrótica. Los bloqueos anestésicos y el tratamiento sobre el dolor localizado a menudo
empeoran los síntomas. Se debe limitar la movilidad mandibular dolorosa, instaurando una dieta blanda y evitando
el sobreesfuerzo para mantener la musculatura en reposo.
La administración de antiinflamatorios mejora la sintomatología. La terapia física debe realizarse sólo cuando el
paciente refiere una mejoría de sus síntomas agudos, de
forma lenta y progresiva, mediante ejercicios de distensión
pasiva o isométricos.
La fibromialgia se define como un trastorno doloroso musculoesquelético diseminado con sensibilidad en
11 puntos o más de un total de 18 puntos de dolor repartidos por el cuerpo. Su etiopatogenia no está clara,
pero parece estar en relación con el sistema inmunitario,
así como con alteraciones del sistema simpático y del eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal. Un alto porcentaje de estos
pacientes presentan también síntomas relacionados con la
ATM como bruxismo diurno, dolor miofascial en la mus-
► Figura 4-17. Infiltración anestésica del nervio auriculotemporal.
► Figura 4-18. Infiltración intraarticular de la ATM.
49
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
culatura masticatoria o limitación a la apertura oral. Si se
objetivan trastornos musculares en este tipo de pacientes
deben ser tratados como tales; resultan útiles las técnicas
físicas. Pueden administrarse antiinflamatorios o dosis bajas de antidepresivos tricíclicos (amitriptilina), empleados
durante años como primera línea de tratamiento en dolor
neuropático y la fibromialgia. También pueden ser útiles
las férulas de descarga (Fig. 4-19).
El síndrome de Eagle es trastorno muy poco frecuente
debido a un alargamiento de las apófisis estiloides u osificación del ligamento estilohioideo (Fig. 4-20). Se manifiesta como una sensación de cuerpo extraño faríngeo
o retromandibular, disfagia o dolor cervical referido a la
ATM o al oído. Se calcula que aproximadamente un 4 %
de la población tiene este rasgo anatómico, pero sólo el
4-10 % presenta sintomatología. En la exploración física
existe una palpación intraoral dolorosa de la apófisis estiloides en la fosa tonsilar, y en las pruebas de imagen se
objetiva una estiloides que alcanza una longitud superior
a los 3 cm (Fig. 4-21). El tratamiento puede ser farmacológico y/o quirúrgico, mediante infiltraciones locales o
exéresis a través de un abordaje intraoral o transcervical.
El síndrome de boca urente o glosodinia puede incluirse
también como un síndrome de dolor crónico orofacial; se
define como un dolor quemante de la mucosa oral, no secundario a ninguna patología médica o fármaco, que dura
más de 4-6 meses. Ocurre con frecuencia en mujeres (proporción 7:1), sobre todo en mujeres posmenopáusicas, y
su etiopatogenia es desconocida. Se cree que se trata de
una neuropatía crónica con componente central y periférico que evoluciona hacia un trastorno de dolor crónico. Se
ha investigado además su relación con determinados trastornos psiquiátricos (depresión, ansiedad) y hormonales
(déficit de estrógenos). Su diagnóstico parte de descartar
que se trate de un síntoma secundario a trastornos sistémicos como alteración de la secreción de hormonas tiroideas,
déficit vitamínicos (B12) y de minerales (zinc, hierro), factores locales (candidiasis oral) o trastornos gastrointestinales (reflujo gastroesofágico, Helicobacter pylori). Se han
50
► Figura 4-19. Férula de descarga.
► Figura 4-20. Síndrome de Eagle. OPG detalle de la apófisis estiloides y el ligamento estilomandibular calcificado.
propuesto múltiples tratamientos, la mayoría basados en
tratar la posible neuropatía causal, sin que exista evidencia de un tratamiento efectivo de elección. Entre ellos se
encuentran analgésicos, anticonvulsivantes, neuromodu-
► Figura 4-21. Síndrome de Eagle. Imagen de TAC.
Manejo del dolor en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
ladores, terapia hormonal sustitutoria, ácido alfa-lipoico
y terapias cognitivas, aunque se necesita el aporte de más
estudios de calidad para esclarecer el manejo de esta enfermedad.
Existe un tipo de dolor facial agudo o crónico clasificado como trastorno somatomorfo por dolor en el
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la American Psychiatric Association, que se define como un dolor que provoca malestar significativo,
en el que los factores psicológicos desempeñan un papel
importante y en el que se descarta un trastorno del estado de ánimo, de ansiedad o psicótico. Puede existir
o no asociado a enfermedad médica; ésta desempeña
una función importante en el inicio, gravedad o persistencia de los síntomas. El diagnóstico se realiza por
C
CAPÍTULO 4
exclusión, sin que exista ninguna causa física o hallazgo
en las pruebas de imagen que lo justifique. Suele ser
un dolor intenso, profundo y constante, más frecuentemente referido por mujeres de mediana edad, que no
sigue una distribución anatómica y cruza con frecuencia la línea media. También se ha descrito la odontalgia
atípica como una forma localizada de dolor orofacial
atípico. Aunque la etiopatogenia es desconocida, la literatura apunta a un posible origen neuropático; en muchos casos se maneja farmacológicamente como tal con
antiepilépticos y antidepresivos. No obstante, ante un
dolor facial atípico que no responde a tratamiento se recomienda una evaluación mediante pruebas de imagen
(resonancia magnética nuclear) para excluir la presencia
de lesiones intracraneales.
RESUMEN
•
El manejo del dolor agudo en urgencias debe enfocarse
tanto en aumentar el confort del paciente como en evitar una serie de complicaciones sistémicas asociadas a
la respuesta al estrés. El diagnóstico diferencial del do-
lor facial crónico es complejo y precisa para su tratamiento la combinación de fármacos de diversos grupos
farmacológicos.
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CAPÍTULO
5
Valoración radiológica y pruebas de imagen en
urgencias
Dra. Lorena Pingarrón Martín
Dr. Jose Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dra. Pilar García Raya
Dr. Manuel Fernández Domínguez
TRAUMATISMOS FACIALES
En la valoración inicial del paciente traumatizado es
fundamental la identificación de lesiones importantes
adecuando las técnicas de imagen al cuadro clínico del paciente, desde el sujeto que acude a urgencias deambulando
hasta el politraumatizado con Escala de Glasgow que indique que pudiera presentar lesiones graves.
El paciente estable comprende la inmensa mayoría de
los casos que acuden a urgencias.
Existe un margen de tiempo (horas, incluso días) para
realizar una adecuada valoración de las lesiones faciales;
la exhaustiva exploración clínica nos dará el diagnóstico
de presunción y nos orientará de forma juiciosa a pedir la
prueba de imagen idónea para establecer un diagnóstico
más preciso.
La radiología simple proporciona las imágenes fundamentales, pero suele ser insuficiente para una agudeza diagnóstica y la planificación terapéutica en el macizo facial.
Lo importante es tener claro los criterios diagnósticos
para saber cuándo es necesario completar el estudio con la
tomografía computarizada (TC) o cuándo la exploración
clínica con la radiología simple permite el tratamiento
adecuado. La regla general es que las fracturas deben visualizarse en al menos dos planos, preferiblemente ortogonales. Para la valoración craneofacial es necesaria una
valoración anatómica sistemática. Cada región anatómica
precisará una proyección radiológica específica.
El macizo facial se divide en tercio superior, medio e
inferior y, a su vez, el tercio medio se subdivide en componente central y lateral:
• Lesiones en tercio superior: proyección posterior o
de Caldwell (proyección frontonasal) y proyección
lateral.
• Lesiones de tercio medio: proyección occipitomentoniana a 10 y 30° (Hirtz); el estudio se completa
con una proyección lateral en caso de afectación del
compartimento central del tercio medio más la pro-
yección de Waters (proyección occipitonasomentoniana) para el estudio de los senos paranasales.
• Lesiones del tercio inferior (mandíbula): ortopantomografía (OPG) (Fig. 5-1) o tomografía panorámica más proyección posteroanterior de mandíbula. Si
no se dispone de OPG, se realizarán proyecciones
laterales oblicuas en ambos lados.
Las cuatro S descritas por Delbalso son una regla mnemotécnica para la búsqueda de signos en las radiografías.
Hacen referencia a simetría, sharpness (nitidez), senos y
soft tissues (tejidos blandos).
Simetría. A excepción de los senos frontales, la cara es
relativamente simétrica. La hipoplasia del seno maxilar o
el antecedente de traumatismo podría causar confusión,
pero ante cualquier asimetría debemos prestar especial
atención y realizar una exploración detallada en esa región.
Nitidez (sharpness). Con este término se hace referencia a la nitidez acentuada o disminuida, con la que se
aprecian los fragmentos de fractura cuando están rotados
► Figura 5-1. Ortopantomografía en la que se objetiva fractura mandibular doble.
53
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
o desplazados tangencialmente al haz de rayos X (acentuación en la imagen) o rotados fuera de la tangente (pérdida
del reborde óseo).
Senos paranasales. Estas proyecciones radiológicas
conllevan como requisito que el paciente esté incorporado
para observar niveles líquidos en los senos paranasales.
Soft tissues. Ante el hallazgo de burbujas de aire dentro
del cono orbitario (neumoórbita), aumento de densidad
y grosor en las partes blandas que en asociación con la
clínica nos haga sospechar hematoma o colección, cuerpos
extraños, etcétera.
Radiografía simple: proyecciones
Pénfigo oral
Se utiliza como complemento de la ortopantomografía
para visualizar la región anterior del esqueleto facial. Puede ser importante para determinar las características espaciales de quistes, tumores o dientes impactados en región
paramediana, así como para valorar el grado de desplazamiento anteroposterior de las fracturas mandibulares.
Proyección axial de cráneo o submentovértex (proyección de
Hirtz)
Se emplea ante sospecha de fracturas de arco cigomático
y problemas de localización de terceros molares impactados en el maxilar (aunque en esta indicación la tomografía
axial computarizada ha sustituido a la radiografía convencional) (Fig. 5-2).
cráneo con base en arco cigomático y región malar.
Radiografía posteroanterior mandibular (proyección de
Towne invertida)
Es una de las proyecciones craneales más importantes,
con la mandíbula en máxima apertura. Esta proyección
permite una visión frontal de los sectores maxilares que
solo pueden visualizarse lateralmente en la ortopantomografía. A su vez, mejora la imagen de la radiografía panorámica al aportar una tercera dimensión. Esto es de importancia crítica en la localización de fragmentos de fracturas,
tumores, quistes, cuerpos extraños y, en especial, el posicionamiento atípico de cordales incluidos.
Proyección de Waters (proyección occipitonasomentoniana)
Es también una de las radiografías craneales más útiles al suponer una parte básica en el estudio de los senos maxilares así como de los senos frontal y etmoidal.
En traumatología facial, es el primer estudio radiológico
ante la sospecha clínica de fractura malar, donde además
de diagnosticar la fractura por la pérdida de continuidad
del marco óseo, se obtendrán signos indirectos como un
nivel hidroaéreo del seno maxilar correspondiente al lado
fracturado.
Sirve de complemento importante de la ortopantomografía en la patología relativa a los senos paranasales (Fig. 5-3).
Radiografía intraoral: oclusal o en aleta de mordida
Es la imagen suplementaria más importante de la ortopantomografía. Continúa siendo el método radiológico primario en la detección de caries proximales incipientes (Fig.
Proyecciones tangenciales de arco cigomático y mejilla
Para la detección de cuerpos extraños o flebolitos en región
geniana o detección de sialolitiasis en el conducto de Stenon,
puede ser útil la proyección tangencial posteroanterior de
54
► Figura 5-2. Proyección de Hirtz.
► Figura 5-3. Proyección de Waters.
Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias
CAPÍTULO 5
5-4). Además, su uso está extendido al diagnóstico de:
- Litiasis en la glándula submaxilar o a lo largo del
conducto de Wharton.
- Valorar la situación del reborde alveolar de segmentos posteriores.
- Existencia de maloclusión en regiones posteriores
como consecuencia de pérdidas dentales, pérdida de
dientes antagonistas o contactos prematuros.
Ortopantomografía
La ortopantomografía desempeña una función fundamental en traumatología facial (Fig. 5-5). Satisface las
demandas de recogida de datos con respecto a la localización y al diagnóstico preciso de la línea de fractura para
el abordaje quirúrgico, así como para registrar los datos
necesarios para las compañías de seguros.
Es importante tener en cuenta que incluso si la radiografía estándar no revela la línea de fractura, esto no es
garantía de ausencia de fractura. Los datos radiológicos
deben apoyarse siempre en la exploración clínica basada
en signos patológicos como disoclusión, diastema o escalón interdental, limitación funcional, desviación mandibular a la apertura oral, algias o hipoestesias, solución de
► Figura 5-5. Ortopantomografía. Fractura desplazada de ángulo
mandibular izquierdo con presencia de cordal incluido.
continuidad en encías y papilas dentales, etcétera.
Incluso en el caso aparente de traumatismos infantiles
sin complicaciones, la ortopantomografía puede ayudar a
la identificación de fracturas del cóndilo articular o fracturas en tallo verde.
Solo de esta manera se evitarán complicaciones a largo
plazo como pérdidas dentales o alteraciones en el crecimiento craneomandibular.
La disoclusión es esperable especialmente en la mandíbula no solo por el traumatismo en sí, sino por la tensión
muscular secundaria (Fig. 5-6). La ortopantomografía no
siempre aporta la imagen adecuada para el diagnóstico
debido a la superposición por falta de tercera dimensión.
Habrá que obtener esa tercera dimensión a través de radiografías adicionales con varios ángulos de proyección.
En el caso de traumatismo dental, la vitalidad de dichos
dientes deberá ser reevaluada en un período de al menos
6 meses tras el traumatismo, para descartar secuelas tardías
evolutivas.
Tomografía computarizada en traumatismos faciales
La decisión de realizar el estudio tomográfico depende
de los hallazgos clínicos y del estudio radiográfico inicial.
Los accidentes de tráfico, tan frecuentes hoy en día, son
► Figura 5-4. Radiografía intraoral en paciente con cálculos en el
conducto de Wharton y glándula submandibular.
► Figura 5-6. Disoclusión como consecuencia de fractura mandibular.
55
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
causa de daños múltiples. El paciente inconsciente o politraumatizado no puede ser examinado de forma eficaz en
el momento agudo con la radiografía convencional dados
los problemas de movilización y posicionamiento del traumatizado.
Esto hace que sean necesarias la mejora y la agudeza en
la recogida de datos en el examen secundario. Para ello,
la TC, con resultados satisfactorios en el diagnóstico de
traumatismo en la profundidad del macizo facial, provee
nuevas posibilidades diagnósticas.
Si las radiografías simples son negativas, sin niveles hidroaéreos, engrosamiento de la mucosa de los senos paranasales, enfisema orbitario o de tejidos blandos ni signos
de lesión penetrante, las posibilidades de encontrar con
la TC fractura significativa en el tercio medio facial son
menores.
Las imágenes de radiología simple no suelen aportar detalle suficiente de la naturaleza y extensión de las fracturas
de la base de cráneo, lesiones de pared orbitaria, fracturas de
las láminas de la apófisis pterigoides y fracturas sagitales
del hueso maxilar y del cóndilo mandibular.
La tomografía computarizada es la principal prueba
diagnóstica, con un papel esencial tanto de los cortes axiales como de las imágenes de reconstrucción multiplanares,
en especial en el plano coronal.
Las imágenes axiales revelarán las fracturas de pared anterior y posterior del seno frontal, mientras que la región
de la lámina cribosa se ve más nítida en los cortes coronales. El techo y pared lateral de la órbita se visualiza bien
tanto en imágenes axiales como coronales (Fig. 5-7).
En todos los pacientes con sospecha de fractura del ter-
56
► Figura 5-7. Tomografía computarizada, corte coronal a nivel orbitario.
cio superior de la cara se debe realizar estudio tomográfico, dada la elevada incidencia de lesión intracraneal en
estos pacientes así como el importante planteamiento de
abordaje quirúrgico y pronóstico a largo plazo referente a
la pared posterior del seno frontal, el conducto nasofrontal
y el techo orbitario.
Las lesiones leves del complejo nasomaxilar (huesos propios nasales y láminas nasales de la apófisis ascendente del
maxilar) no requieren TC, y la utilidad de esta en fractura
Le Fort I es muy controvertida (Fig. 5-8).
Las lesiones de la zona lateral del tercio medio raramente precisan estudio tomográfico, a menos que exista gran
desplazamiento o se extienda hasta la apófisis orbitaria
del hueso frontal o hasta la bóveda craneal esfenoidal y
temporal. La TC permite la adecuada visualización del
desplazamiento del arco cigomático, aunque la valoración
meticulosa de las proyecciones posteroanterior y occipitomentoniana a 10 y 30° es suficiente para la planificación
del tratamiento (Figs. 5-9 y 5-10).
Tomografía computarizada en tres dimensiones
En la mayoría de los pacientes con lesiones faciales, la
TC con reconstrucciones multiplanares en dos dimensiones es suficiente para el diagnóstico y la planificación del
tratamiento.
Las reconstrucciones tridimensionales de TC no desempeñan en la actualidad un papel destacado en la valoración
de todos los traumatismos faciales, aunque en determinadas situaciones permiten planificar mejor la intervención
y determinar los abordajes necesarios (Fig. 5-11). La verdadera extensión de la lesión suele subestimarse, y existe
poca información que no pueda obtenerse con un examen
meticuloso de las imágenes coronales y axiales. Lesiones
más graves y complejas con intensa conminución pueden
beneficiarse de la TC tridimensional; además, su utilidad
resulta indiscutible en el caso concreto del cóndilo mandibular, en el que las imágenes tridimensionales proporcionan una indicación clara del nivel de fractura y su orien-
► Figura 5-8. Tomografía computarizada, corte coronal con fractura
centrofacial.
Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias
CAPÍTULO 5
► Figura 5-9. Tomografía computarizada, corte axial fractura de tercio medio.
tación (Fig. 5-12).
► Figura 5-11. Reconstrucción tomográfica tridimensional de fractura facial compleja.
Resonancia magnética
Esta técnica no emplea rayos X, lo que representa una
ventaja sobre la TC. Una desventaja es que la precisión en
el esqueleto facial es inferior a la de la TC. Además, no
puede realizarse en pacientes con marcapasos (la mayoría
no compatibles) o en portadores de materiales ferromagnéticos, porque pueden ocasionar graves consecuencias.
► Figura 5-10. Tomografía computarizada, corte axial fractura de
arco cigomático derecho.
► Figura 5-12. Reconstrucción tomográfica tridimensional en caso de
fractura subcondílea izquierda desplazada.
57
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
En pacientes con traumatismo facial y posibles inclusiones
metálicas en el globo ocular pueden causar desplazamientos, además de degradar la calidad de imagen.
A esto debemos añadir la dificultad de acceso con algunos equipos de monitorización no compatibles así como la
inaccesibilidad en muchos hospitales; es menos útil que la
TC en los traumatismos maxilofaciales agudos.
La aplicación específica en la valoración urgente es su
capacidad de detectar fístulas y pérdidas de líquido cefalorraquídeo y su mayor capacidad de demostrar meningoceles y encefaloceles postraumáticos. Tiene cada vez más
aplicación en lesiones del globo ocular y del nervio óptico
así como para las lesiones agudas de tejidos blandos en la
articulación temporomandibular (aunque no hay estudios
concluyentes de su utilidad en la fase aguda, y se reservaría
para el estudio de casos con síntomas articulares persistentes).
► Figura 5-14. Tomografía computarizada, corte coronal para valorar
la presencia de líquido en el seno esfenoidal tras traumatismo facial.
Patología específica de los traumatismos faciales
Senos paranasales
Casi el 100 % de las fracturas del tercio medio tienen
afectación de uno o más senos paranasales. Se observará
opacificación del seno afecto, engrosamiento de la mucosa
(generalizado o local) o la presencia de niveles hidroaéreos
correspondientes al hemoseno como signo indirecto de
fractura o por hemorragia nasal importante (Fig. 5-13).
Para apreciar un nivel líquido es necesario que el haz de
rayos X sea horizontal (válido hasta 10° de inclinación).
La presencia de nivel líquido en el seno esfenoidal en
una proyección lateral en un paciente politraumatizado
debe considerarse siempre indicativo de fractura de la base
del cráneo y precisa estudios adicionales con TC para confirmarlo o descartarlo (Fig. 5-14).
La opacificación del seno frontal puede ser problemática
ante inflamación importante de los tejidos blandos suprayacentes, y si la dimensión anteroposterior del seno frontal es pequeña, puede ser imposible definir, basándose en
radiografía simple posteroanterior, si existe ocupación del
seno por aire, sangre o líquido cefalorraquídeo, a menos
que exista nivel líquido. La opacificación del seno frontal
o de las celdillas etmoidales puede deberse a una hernia
58
► Figura 5-13. Hemoseno maxilar derecho en paciente con fractura
orbitocigomática.
de masa encefálica, lo que indica la realización de una TC
urgente (Fig. 5-15).
Tejidos blandos y hueso
La presencia de inflamación, cuerpos extraños y enfisema puede resultar de utilidad para dirigir el estudio del
paciente (Fig. 5-16).
No todas las fracturas son evidentes a la exploración clínica. Igualmente, en la radiografía simple o TC no todas
se descubren, al ser lesiones óseas microscópicas. Lo que
reviste importancia es si el fragmento óseo se encuentra
desplazado o suelto.
Las fisuras únicamente se visualizan en la radiografía
tras 7-10 días, cuando se ha producido una descalcificación de los bordes de la fractura.
Las fracturas en tallo verde (fractura de una de las corticales con incurvación de la otra) y las deformidades plásticas puras son frecuentes en niños, especialmente en el cue-
► Figura 5-15. Tomografía computarizada, corte coronal. Fractura
orbitofrontal grave con posible lesión cerebral.
Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias
CAPÍTULO 5
► Figura 5-18. Mordida abierta anterior en caso de paciente con fractura de cóndilo mandibular.
► Figura 5-16. Tomografía computarizada, corte axial. Gran edema
de partes blandas en el contexto de gran politraumatismo facial.
llo del cóndilo. En estos casos, quizás únicamente se observe una deformidad angular y el fragmento en posición
incorrecta aunque estable. Es frecuente que las fracturas
de la bóveda craneal tengan bordes difusos, sin terminar
en extremos óseos.
Traumatismos dentales y dentoalveolares
La disoclusión es un importante signo clínico que hay
que valorar. La prematuridad en la oclusión de un lado
puede sugerir fractura Le Fort I unilateral o lesión dentoalveolar (Fig. 5-17).
Una mordida abierta anterior puede indicar fractura Le
Fort o fractura de cuello del cóndilo mandibular (Fig. 5-18).
El ensanchamiento radiológico del ligamento perio-
dontal en un signo importante de fractura. En un alveolo concreto, el ligamento periodontal presenta un grosor
uniforme en torno al diente; su grosor es equivalente al de
los dientes adyacentes. Si en ausencia de extrusión dental
aparece más grueso o más ancho en mesial que en distal
(y viceversa), debe hacer sospechar fractura mandibular a
ese nivel.
Los objetivos de la radiología en la fase aguda de los
traumatismos dentales son:
- Valorar el desarrollo fisiológico del ápice de la raíz.
Si la formación radicular es incompleta (conducto
abierto con forma de embudo con evidencia aún de
saco germinal), el diente en crecimiento tiene un
importante potencial de consolidación. En casos de
desarrollo radicular más avanzado, el conducto más
estrecho conlleva un riesgo mayor de lesión vascular
y necrosis pulpar.
- Valorar el tamaño de la pulpa y sus relaciones con la
fractura.
- Identificar la presencia de fractura radicular.
- Identificar la presencia de cuerpos extraños y fragmentos de hueso en los tejidos blandos.
- Valorar el estado de los dientes adyacentes.
- Establecer el pronóstico de los dientes traumatizados.
Cuerpos extraños
► Figura 5-17. Disoclusión en caso de paciente con lesión dentoalveolar.
En los traumatismos faciales los cuerpos extraños son
muy frecuentes, así como la impactación de los dientes
avulsionados en regiones próximas o lejanas al tercio inferior facial (se han encontrado dientes impactados en el
seno frontal e incluso en el antebrazo) (Fig. 5-19).
Las localizaciones más frecuentes de implantación de
dientes o sus fragmentos son los tejidos blandos de la boca
(encía, suelo de boca, labios y lengua), pero no hay que
descartar su posible localización en paladar, cavidad nasal
o seno maxilar.
Ante la avulsión de dientes con ausencia de localización
59
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
► Figura 5-21. Tomografía computarizada, corte coronal fractura del
suelo orbitario.
pecha de cuerpo extraño orbitario, ya que el campo magnético puede desplazarlo con riesgo de lesión ocular; en
cambio, su papel en importante en la detección de cuerpo
extraño de madera si no ha sido detectado con la TC.
► Figura 5-19. Impactación dental en fractura mandibular con gran
conminución.
de alguno de ellos, se debe realizar una radiografía de tórax
(lateral y posteroanterior) por la posibilidad (aunque muy
infrecuente) de aspiración con consecuencias muy graves
(atelectasia pulmonar, neumonías, abscesos pulmonares e
incluso la muerte).
Los cuerpos extraños en la órbita se pueden presentar
aislados o asociarse a una lesión facial más grave. Pueden
ser intraoculares o extraoculares. La mayoría de los cuerpos extraños intraorbitarios extraoculares no necesitan ser
extirpados, excepto en casos de compresión del nervio óptico. Si el cuerpo extraño sobresale, debe extraerse tanto si
su localización es intraocular como extraocular.
Los intraoculares deben extirparse al ser causa potencial
de oftalmitis simpática o catarata prematura. La mayoría
de cuerpos extraños intraoculares identificados por oftalmoscopia o lámpara de hendidura no requieren estudios
radiológicos adicionales.
El propósito del estudio radiológico es doble: confirmar
la presencia del cuerpo extraño y localizarlo.
La resonancia magnética está contraindicada ante sos-
60
► Figura 5-20. Enoftalmos en fractura orbitocigomática.
Traumatismo orbitario
En el caso de lesiones orbitarias, la TC añade gran precisión y es imprescindible para el estudio de enoftalmos,
hipoglobo, diplopía y alteraciones o restricciones en la
motilidad ocular externa (Fig. 5-20).
Si se sospecha fractura de suelo o techo orbitario, la TC
con reconstrucciones coronales es el mejor estudio. En las
fracturas de pared medial se emplea la TC axial o coronal
(Figs. 5-21 a 5-23).
En niños y adultos jóvenes, las fracturas más pequeñas,
especialmente las fracturas en trampilla o trapdoor fracture, son más frecuente y, debido a la mayor elasticidad del
► Figura 5-22. Tomografía computarizada, corte axial de fractura de
suelo orbitario izquierdo.
Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias
CAPÍTULO 5
PATOLOGÍA INFECCIOSA
Una exhaustiva exploración extraoral-intraoral permitirá delimitar la extensión de los diferentes espacios anatómicos afectados, detectar la existencia de colecciones
purulentas, explorar los dientes implicados, etcétera.
En general, el diagnóstico clínico de cualquier infección
debe ser confirmado por técnicas de laboratorio microbiológico, aunque el tratamiento antimicrobiano se inicia
de forma empírica a la espera de los datos de laboratorio.
► Figura 5-23. Tomografía computarizada, corte sagital de fractura
de suelo orbitario izquierdo.
hueso, a pesar de ser pequeñas pueden ser de mayor relevancia clínica. La incarceración o estrangulación de material orbitario, periostio o músculo, incluso en cantidades
pequeñas, puede producir una importante limitación de la
movilidad ocular (Fig. 5-24).
En estos casos, la imagen radiográfica, incluso por TC,
puede ser irrelevante, pero el criterio clínico con maniobras de ducción forzada inequívocas puede establecer que
la cirugía sea necesaria sin demora.
Los pacientes jóvenes no presentan todos los signos habituales de fractura orbitaria, como son la equimosis y el
edema, pero pueden en cambio manifestar una notable
restricción de la motilidad de la mirada hacia arriba y abajo. Esta entidad se denominó fractura con «ojo blanco». En
estos pacientes, las pruebas de imagen muestran escasos
signos de fractura o un pequeño defecto en trampilla con
escaso desplazamiento o el signo de la lágrima (hematoma
de escasa cuantía a través de la pequeña fisura del suelo).
En la mayoría de lesiones penetrantes en párpados o
conjuntiva se debe considerar la necesidad de TC dado el
riesgo significativo de que pase desapercibido un cuerpo
extraño en órbita o fosa craneal anterior.
Ni la TC ni la radiología simple ni la resonancia magnética deben emplearse para el estudio de las hemorragias
retrobulbares graves. Esta situación es una urgencia extrema con necesidad de exploración quirúrgica de la órbita
tan pronto como sea posible.
► Figura 5-24. Importante limitación de la movilidad ocular por atrapamiento en caso de fractura del suelo de la órbita.
Radiología convencional
La ortopantomografía es la herramienta más indicada;
proporciona una visión panorámica de ambos maxilares y
de los dientes. El uso de la ortopantomografía en la urgencia es fundamental para el diagnóstico de una gran diversidad de infecciones de los maxilares, siempre con base en
las manifestaciones clínicas del paciente:
- Patología inflamatoria aguda y crónica periapical
(Fig. 5-25).
- Osteomielitis y osteorradionecrosis (Fig. 5-26).
- Quistes y tumores odontogénicos que requerirán
confirmación diagnóstica con biopsia tras extirpación (Fig. 5-27).
- Inclusiones dentales (Fig. 5-28).
- Osificaciones y calcificaciones en maxilares.
- Cuerpos extraños y restos de fragmentos radiculares
(Fig. 5-29).
- Defectos óseos quirúrgicos.
- Rechazo de material de osteosíntesis (Fig. 5-30).
Las radiografías intraorales con técnicas convencionales
ofrecen una rápida y concreta información en cuanto a la
existencia de caries interproximales, patología periodon-
► Figura 5-25. Ortopantomografía. Foco dental periapical.
61
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
► Figura 5-26. Ortopantomografía. Osteorradionecrosis mandibular.
► Figura 5-30. Ortopantomografía. Intolerancia al material de osteosíntesis y aflojamiento de tornillos.
tal, etc. Las radiografías simples de senos paranasales (posteroanterior, de Waters, basal y lateral) son útiles para el
diagnóstico de patología sinusal.
Tomografía computarizada y resonancia magnética
► Figura 5-28. Ortopantomografía. Inclusiones dentarias.
Son dos técnicas de extraordinario potencial de imagen,
donde la TC ofrece mayor resolución en el estudio de tejidos óseos y mayor rapidez en la obtención de imagen.
Permite la visualización de la extensión de la infección y
su posible foco de origen. Diferencia entre miositis y fascitis, formación de abscesos, estado de la vía aérea y afectación ganglionar, si la hubiese. La diferenciación entre la
existencia de una fase flemonosa y un absceso ya formado
es importante a la hora de seleccionar el tratamiento más
adecuado (Fig. 5-31).
La resonancia magnética es más apropiada para el estudio de tejidos blandos, aunque se requiera más tiempo
para la obtención de la imagen. Fundamentalmente se utiliza como complemento de la TC en casos dudosos. Tiene
un papel determinante en el estudio de posibles discitis
u osteomielitis de los cuerpos vertebrales (asociados con
cierta frecuencia a ADVP).
► Figura 5-29. Ortopantomografía. Presencia de múltiples restos radiculares.
► Figura 5-31. Tomografía computarizada. Absceso odontogénico.
► Figura 5-27. Ortopantomografía. Gran quiste odontogénico mandibular.
62
Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias
CAPÍTULO 5
Ambas técnicas permiten evaluar la extensión del proceso inflamatorio, sobre todo en espacios profundos poco
accesibles a la exploración física, detectar la presencia de
colecciones purulentas y evaluar el estado de la vía aérea
y la digestiva.
Gammagrafía
Se realiza con tecnecio 99 y galio 67 para el diagnóstico
de osteomielitis, y leucocitos marcados con indio 111 para
diagnóstico de infecciones agudas (Fig. 5-32).
PATOLOGÍA DE LA ARTICULACIÓN
TEMPOROMANDIBULAR
Parafunciones destructivas y hábitos masticatorios no ortodoxos pueden desembocar en maloclusión y trastornos
funcionales del complejo articular temporomandibular.
Ortopantomografía
La ortopantomografía permite valorar posiciones anómalas de los cóndilos durante la oclusión y sugestivos
cambios degenerativos (Fig. 5-33) que necesitarán un
diagnóstico más preciso por medio de la resonancia magnética en el seguimiento del paciente desde consultas externas.
Ofrece una aproximación clara de todas las estructuras
duras del sistema masticatorio y aporta una imagen inicial
del cóndilo y la fosa glenoidea.
Constituye la única prueba necesaria para muchos pacientes. Evidencia cambios degenerativos avanzados del
cóndilo y lesiones como quistes, tumores, osteomielitis y
trastornos del desarrollo. Puede identificar fracturas y luxaciones (Fig. 5-34).
► Figura 5-33. Ortopantomografía. Cambios degenerativos a la altura
de los cóndilos mandibulares por proceso de osteoartritis.
para la evaluación de lesiones tumorales y seudotumorales
desarrolladas a partir de tejidos blandos. Permite valorar
varios parámetros, aunque en ocasiones se pueden emplear imágenes de TC (Fig. 5-35):
- Desplazamiento discal, tanto en boca abierta como
cerrada (Figs. 5-36 y 5-37).
Resonancia magnética
Es la técnica de elección para valorar la disfunción de la
articulación temporomandibular. También está indicada
► Figura 5-32. Gammagrafía ósea en caso de infección ósea mandibular.
► Figura 5-34. Fractura mandibular subcondílea izquierda.
63
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
► Figura 5-35. Tomografía axial computarizada. Quistes subcondrales condilares.
► Figura 5-38. Resonancia magnética nuclear. Desplazamiento discal
anterior sin recaptura en boca abierta.
-
Reducción discal.
Morfología de la pars posterior (Fig. 5-38).
Adaptación o fibrosis de la zona bilaminar.
Desplazamiento del cóndilo.
Presencia de exudado.
Deformidades en fosa-cóndilo (Fig. 5-39).
► Figura 5-36. Resonancia magnética nuclear. Desplazamiento discal
anterior en boca abierta.
64
► Figura 5-37. Resonancia magnética nuclear. Desplazamiento discal
anterior en boca cerrada.
► Figura 5-39. Tomografía axial computarizada. Anquilosis de la articulación temporomandibular izquierda.
Valoración radiológica y pruebas de imagen en urgencias
C
CAPÍTULO 5
RESUMEN
• La valoración de diversas afecciones en los servicios
de urgencias precisa, además de una historia clínica
exhaustiva y una exploración completa, de estudios de
imagen complementarios que confirmen el diagnóstico de sospecha. La ortopantomografía juega un papel fundamental en traumatología facial y en los casos
de patología dental. La TC permite un correcto diagnóstico de las fracturas faciales, mientras que la resonancia magnética permite una mejor valoración de los
procesos infecciosos.
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65
CAPÍTULO
6
Cuidados de enfermería en urgencias de cirugía
oral y maxilofacial
DUE Sonia Reina Alcalde
DUE Celia Reina Cerdán
DUE Miguel Serrano Hernández
DUE Patricia Morales Fernández
En este capítulo se han clasificado los cuidados de enfermería según si el paciente presenta un traumatismo facial
o bien patología en la cavidad oral.
CUIDADOS DE ENFERMERÍA DEL PACIENTE CON
TRAUMATISMO FACIAL EN URGENCIAS
Los traumatismos faciales son alteraciones del hueso;
pueden verse incluidas las partes blandas circundantes. La
importancia de este tipo de traumatismos radica en que:
• Los tejidos blandos y los huesos de la cara confieren la
protección anterior del cráneo.
• El aspecto facial es un factor importante en la imagen
personal.
• Su conjunto anatómico está estrechamente relacionado
con las actividades de la vida diaria, como la alimentación o la comunicación, por lo que su alteración supone un efecto directo sobre el estilo de vida.
Los traumatismos faciales pueden deberse a múltiples
causas como agresiones, accidentes de tráfico, lesiones deportivas, accidentes laborales o caídas.
Valoración
Esta información es aportada por el paciente, familiares
y acompañantes, testigos o autoridades.
Es muy importante para realizar unos correctos y adaptados diagnósticos de enfermería e instaurar un adecuado tratamiento, así como para establecer una relación de
confianza con el paciente. Se distinguirá entre valoración
primaria, secundaria y focalizada:
• Valoración primaria: se valorará inicialmente la vía respiratoria, la circulación, la columna y el estado neurológico. Se recogen datos acerca de los síntomas y su
origen, mecanismo de la lesión y el factor tiempo, desde que comienzan los síntomas hasta que acude a los
servicios de urgencia.
• Valoración secundaria: es importante para poder incluir posibles datos ocultos en aquellas historias clínicas
insuficientes o confusas. Se pueden recoger siguiendo
diversos modelos: de la cabeza a los pies, por sistemas,
por patrones, etc.
• Valoración focalizada: estará centrada en la patología en
concreto, en este caso, el traumatismo facial. Recogiendo la historia de la enfermedad actual: sintomatología,
presencia de dolor, su origen e intensidad, naturaleza
de la lesión, si ha existido pérdida de conocimiento,
antecedentes clínicos, intervenciones quirúrgicas previas, alergias y, también, alteraciones en órganos de los
sentidos:
- Oído: hipoacusia o acúfenos.
- Vista: ceguera o menor percepción de la luz.
- Tacto: parestesias o disminución de la sensibilidad.
- Gusto: sabor metálico.
- Olfato: hiposmia, unilateral o bilateral.
Hay que realizar una inspección facial, teniendo en
cuenta la presencia de heridas, simetría, el color y estado
de la piel, movimientos dentales, alteración de la movilidad, maloclusión, trismo, edema y hemorragia. Han de
incluirse también los resultados de análisis complementarios como analíticas y pruebas de imagen.
Diagnósticos de enfermería y problemas de colaboración
Son los siguientes:
• Riesgo de patrón respiratorio ineficaz.
• Deterioro de la integridad cutánea relacionado con lesión de tejidos blandos.
• Riesgo de infección.
• Dolor.
• Déficit de conocimientos relacionado con el cuidado
de heridas.
• Edema.
67
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
• Hemorragia.
• Riesgo de trastorno de la imagen corporal.
Intervenciones
Las intervenciones dependerán del tipo de traumatismo,
por lo que en primer lugar se dividirán estos en los subgrupos más habituales:
• Laceraciones faciales y lesiones de tejidos blandos:
incluyen abrasiones, heridas punzantes, mordeduras,
etc. Pueden acompañarse de otros problemas asociados
como hemorragia, edema u obstrucción respiratoria
(Fig. 6-1).
Se realizarán acciones para el control de la hemorragia
y el mantenimiento de la vía aérea permeable, si es pertinente, así como administración de analgesia pautada,
limpieza de la herida, preparación del paciente para una
posible cirugía y asistencia al cirujano en caso de sutura.
Se debe prestar apoyo emocional al paciente e informarle del proceso de curación de las lesiones.
• Fracturas mandibulares: el saliente facial de la mandíbula y su forma en U hace que sea la fractura más
habitual; su causa más habitual son las agresiones y los
accidentes de tráfico.
Las intervenciones serán la prevención de aspiración
de dientes o coágulos, garantizando una vía aérea permeable, vigilar signos y síntomas de infección, administración de la medicación prescrita, como antibióticos,
analgésicos y vacuna antitetánica. En caso de que pueda
comer, proporcionar una dieta banda con abundantes
líquidos, uso de pajitas.
• Fracturas maxilares: son más habituales las fracturas
en la mandíbula, por lo que una fractura en el maxilar
superior puede ser reflejo de un traumatismo facial masivo (Fig. 6-2).
Se colocará al paciente en posición semi incorporada,
en caso de no haber contraindicación. Así mismo, deben vigilarse los signos de hemorragia e inflamación. Se
administrará la medicación pautada por el cirujano, siguiendo una estrecha valoración del dolor. En este tipo
68
► Figura 6-1. Heridas faciales que precisarán curas locales.
► Figura 6-2. Traumatismo facial con fractura maxilar.
de lesiones es muy necesario tranquilizar al paciente y
prestarle apoyo emocional, pero siempre se será realista en cuanto al tipo de lesión y las secuelas que puede
conllevar.
En el caso de que el paciente vaya a requerir puntos,
la realización de una reducción o la colocación de un
cerclaje por parte del cirujano, se preparará todo el material y se le ayudará en la realización de la técnica.
Las fracturas más graves pueden verse acompañadas de
rinorrea de líquido cefalorraquídeo, por lo que se deben
extremar las precauciones y vigilar las secreciones.
• Fracturas cigomáticas: se deben a golpes directos en
el arco cigomático o la prominencia malar y por caídas
sobre un lado de la cara (Fig. 6-3).
Las intervenciones serán similares a las fracturas mandibulares.
Registro y evaluación de los resultados
Tras realizar las intervenciones, se deben evaluar los resultados y la respuesta del paciente, y en caso de no obtener los efectos deseados, se volverá a realizar un nuevo
plan de intervención y una reevaluación de los diagnósticos de enfermería.
► Figura 6-3. Imagen de tomografía axial computarizada. Fractura
orbitocigomática.
Cuidados de enfermería en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 6
CUIDADOS DE ENFERMERÍA DEL PACIENTE CON
PATOLOGÍA EN LA CAVIDAD ORAL EN URGENCIAS
La patología que puede presentarse en la cavidad oral
puede ser de diversa etiología. Las infecciones son una de
las primeras causas de consulta en el servicio de urgencias
de cirugía maxilofacial. Pueden deberse a la propia flora
saprófita, al producirse un desequilibrio en esta, o bien a
la acción de otros agentes patógenos. Su origen frecuentemente es dental y de ahí pueden diseminarse a otras regiones de la boca y la cara (Fig. 6-4).
Otras causas de consulta pueden ser la odontalgia o las
complicaciones asociadas a la extracción de piezas dentales, como hemorragia o alveolo seco.
Algunas de las afecciones son situaciones de extrema urgencia, ya que pueden limitar la entrada de aire a los pulmones, debido a la inflamación del cuello o a la oclusión
de la vía aérea secundaria a un hematoma en el suelo de la
boca (Fig. 6-5).
La actuación de enfermería debe pasar por la realización
de una correcta valoración, el análisis de los problemas que
presenta el paciente, así como la planificación de las intervenciones y la evaluación de sus resultados.
Valoración
La realización de una buena valoración es fundamental
para el posterior desarrollo del cuidado de enfermería. La
► Figura 6-5. Hematoma en suelo de la boca que puede llegar a comprometer la vía aérea del paciente.
información debe ser recogida tanto del paciente como de
la familia o acompañantes. La cantidad de datos recogidos
depende de diversas variables, y siempre está supeditada
al carácter urgente de la patología que pueda presentar el
paciente:
• Valoración primaria: debe incluir una valoración de las
vías respiratorias, de la respiración y de la circulación,
así como del estado neurológico del paciente. Ninguna valoración ha de proseguir hasta que se resuelvan
todos los problemas que puedan comprometer la vida
del paciente.
• Valoración secundaria, cuya función es descubrir todas las
lesiones o problemas que el paciente pueda presentar.
• Valoración focalizada, que va enfocada a la patología
de la cavidad oral y debe incluir datos subjetivos como
la historia de la enfermedad actual, registrando si el
paciente presentó o aún presenta dolor, malestar, sangrado, disnea, disfagia, asimetrías, secreción purulenta,
halitosis, trismo o parestesia.
Han de incluirse también los antecedentes médicos que
puedan influir en la patología actual, como alergias,
medicación actual, hipertensión, diabetes, tabaquismo,
consumo de alcohol o drogas, alteraciones en la coagulación, traumatismos previos, patología oral previa,
extracciones dentales, presencia de prótesis dentales y
cuidados deficientes de la boca.
Por último, han de registrarse los datos objetivos obtenidos en la exploración física de la cara, mandíbula,
dientes, alveolos, labios, mucosa oral, encías, lengua,
paladar y suelo de la boca. También han de anotarse
los resultados de pruebas radiológicas, de laboratorio y
microbiológicas.
Diagnósticos de enfermería y problemas de colaboración
Son los siguientes:
► Figura 6-4. Imagen clínica de flemón paramandibular derecho.
• Dolor.
• Infección.
69
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
• Ansiedad.
• Riesgo de patrón respiratorio ineficaz.
• Riesgo de déficit del volumen de líquidos.
Intervenciones
Las intervenciones han de priorizarse según la gravedad que presente el paciente; así, primero han de realizarse aquellas que estén implicadas en la conservación de
la vida, para posteriormente centrarse en las actividades
focalizadas en la cavidad oral:
• Canalización de una vía venosa, si precisa, para la administración del tratamiento médico, como analgésicos,
antipiréticos, antibióticos o sueroterapia (Fig. 6-6).
• Obtención y envío de muestras al laboratorio o a microbiología.
• Retirada de prótesis dentales removibles, en caso de tenerlas.
• Ayuda al cirujano maxilofacial en el tratamiento quirúrgico de la patología que pueda presentar el paciente.
• Valoración continua del paciente, haciendo hincapié en
la presencia de sangrado o complicaciones poscirugía
urgente.
• Ayuda al paciente en la realización de las recomendaciones dadas por el cirujano.
URGENCIAS ONCOLÓGICAS EN CABEZA Y CUELLO
Con el objetivo por parte de enfermería de valorar la
atención en urgencias de pacientes con tumores malignos,
se distinguirán diferentes situaciones.
Puede acudir a urgencias un paciente con una tumoración maligna todavía sin diagnosticar; la enfermería tiene
que explicar al paciente todos los procedimientos que se
le van a realizar, ayudar al médico en la biopsia y preparar
al paciente para la realización de pruebas de imagen (Fig.
6-7). Se debe dar apoyo emocional tanto al paciente como
a la familia, manteniéndoles informados de la localización
y situación de su familiar.
Puede haber urgencias de pacientes ya tratados por sus
tumores y que acuden al servicio de urgencias, ya sea en
el postoperatorio inmediato por sangrado o infección o de
manera más tardía por efectos secundarios de la cirugía o
de su tratamiento radioterápico o quimioterápico posterior. No se puede olvidar al paciente con tumores terminales (Fig. 6-8).
Registro y evaluación de los resultados
Tras registrar las acciones que se han llevado a cabo, hay
que evaluar sus resultados, así como la respuesta del paciente.
► Figura 6-7. Tumoración mandibular maligna.
70
► Figura 6-6. Vía venosa periférica para la administración de medicación intravenosa.
► Figura 6-8. Imagen clínica de paciente oncológico en el postoperatorio inmediato.
Cuidados de enfermería en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
Valoración
Tras la valoración primaria y objetivar vía aérea, situación hemodinámica, estado nutricional y neurológico del
paciente a su llegada y valoración del dolor según escala
visual analógica (0, ningún dolor, a 10, máximo dolor)
(Fig. 6-9). Se procederá al análisis exhaustivo de las lesiones del paciente, de su localización y posibles problemas
secundarios.
Una vez controlada la situación de urgencia que ha llevado al paciente hasta aquí, se comenzará una valoración
subjetiva focalizada en su patología actual, conociendo su
historia clínica, sus antecedentes personales y médicos,
medicación actual, momento del tratamiento en el que
se encuentra, resultados de las biopsias previas, si las hubiera. Respecto al estado nutricional, en su mayoría estos
pacientes son portadores de mecanismos de alimentación
tipo K-30 (Fig. 6-10) o gastrostomías. Debe haber una
valoración más objetiva como resultado de la exploración
física de la cara y cuello. También deben valorarse los resultados de las pruebas radiológicas, de laboratorio y microbiológicas.
CAPÍTULO 6
Diagnósticos de enfermería y problemas de
colaboración.
Dentro de los diagnósticos de enfermería y problemas
de colaboración, se debe nombrar y tener presente:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Dolor.
Infección.
Ansiedad.
Temor.
Riesgo de patrón respiratorio ineficaz.
Riesgo de déficit de volumen de líquidos.
Desequilibrio nutricional: ingesta inferior a las necesidades.
Gestión ineficaz de la propia salud.
Deterioro de la comunicación verbal.
Trastorno de la imagen corporal.
Deterioro de la mucosa oral.
Deterioro de la integridad cutánea.
Intervenciones
Las intervenciones por parte de enfermería deben ir enfocadas a la pronta recuperación del bienestar del paciente; siempre se ha de priorizar por el grado de gravedad, realizando primero una valoración más global para después
enfocarlo a la patología de ese momento concreto:
► Figura 6-9. Escala visual analógica del dolor.
• Canalizar una vía intravenosa periférica, para facilitar la
administración, dependiendo del caso, de antibióticos,
analgésicos, antipiréticos o sueroterapia para reponer
volemia.
• Acomodar al paciente en una cama en posición de
Fowler y explicarle en cada momento los procesos que
se le van a realizar, así como las técnicas.
• Monitorizar al paciente si su situación lo precisa, observando su estado de consciencia.
• Mantener informada a la familia.
• Mantener al paciente en ayunas.
• Colaborar con el médico en las técnicas invasivas, de
drenado de la herida quirúrgica, controlar sangrado,
cierre por segunda intención de heridas y llegado el
momento y si es necesario asegurar vía aérea, mediante
traqueotomía (Fig. 6-11).
• Colocación si fuera necesario de sondas de alimentación.
• Educar al paciente a distinguir situaciones que puedan
ayudar al personal sanitario a diferenciar situaciones
graves como ronquera, dificultad de entrada de aire,
dolor espontáneo, etcétera.
Registro y evaluación de los resultados
► Figura 6-10. Sonda de alimentación en paciente intervenido de patología tumoral en la cavidad oral.
Después de registrar las acciones llevadas a cabo por el
equipo de enfermería, tras la elaboración del plan de cuidados, es muy importante realizar la valoración de los resultados previstos, alterar el plan si no han sido los esperados y mantenerlo si el paciente ha conseguido el bienestar
tanto físico como emocional.
71
SECCIÓN I
ASPECTOS GENERALES
► Figura 6-11. Traqueotomía.
La labor de la enfermería con estos pacientes es muy
valiosa y la mayoría de las veces muy valorada por los propios pacientes y sus familias (Fig. 6-12).
C
► Figura 6-12. Trabajo de enfermería en paciente que presenta gran
traumatismo facial.
RESUMEN
• La formación especializada de la enfermería en urgencias es una necesidad para todos los servicios de urgencias hospitalarios. En el manejo de pacientes traumatizados, con heridas, con riesgo de permeabilidad
de vía aérea por procesos infecciosos, hemorrágicos,
etc., juega un papel importantísimo la actuación de
enfermería para el tratamiento inicial de las lesiones,
el manejo del dolor, una correcta valoración en los primeros momentos, la planificación de las intervenciones y la evaluación de sus resultados.
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SECCIÓN II
Patología dentaria y de la cavidad oral
7.
► Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
8.
► Complicaciones postextracciones dentales.
9.
► Complicaciones en implantología.
10.
► Diagnóstico diferencial de lesiones en la cavidad oral I.
11.
► Diagnóstico diferencial de lesiones en la cavidad oral II.
12.
► Manejo de urgencias en pacientes oncológicos.
CAPÍTULO
7
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía
oral y maxilofacial
Dr. José María López Arcas Calleja
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
La población microbiana de la cavidad oral constituye
una de las floras más variada y numerosa del organismo.
Más de 500 especies de bacterias se pueden aislar en la
cavidad oral, de las cuales aproximadamente 22 son las
más predominantes. También es posible encontrar especies fúngicas, virus e incluso protozoos.
Dentro de la cavidad oral es posible encontrar variaciones
importantes en la composición de la flora en función de
la región anatómica a la que nos refiramos (surco gingival,
superficie dental, lengua o mucosa bucal, por ejemplo).
Aunque la proporción y los subtipos de microorganismos varían entre distintos individuos, los patrones generales de flora indígena son similares en individuos sanos.
En general, en la región orofacial, la mayor parte de procesos patológicos en los que se ven involucradas especies
bacterianas son consecuencia de alteraciones cualitativascuantitativas de la flora normal o de desplazamiento de
componentes de la flora normal a diferentes zonas anatómicas en las que normalmente no están presentes.
MICROBIOLOGÍA DE LA REGIÓN OROFACIAL
La cavidad oral se considera estéril al nacimiento. Durante el parto y en las primeras 8 horas de vida el número
de microorganismos en la cavidad oral aumenta exponencialmente. A partir de ahí, progresivamente con el crecimiento del individuo se desarrolla la flora de la cavidad
oral, en la que diferentes especies bacterianas se van alternando hasta alcanzar la configuración predominante en el
adulto. Una vez establecida esta, permanece relativamente
constante.
No obstante, a pesar de la tendencia a la estabilidad de
las condiciones microbiológicas de la cavidad oral, existen
diversos factores que pueden alterar la composición de esta
flora que se describen a continuación.
Saliva. Probablemente sea el factor más importante en
la regulación de la flora microbiana. Se altera con la edad
y diversos estados patológicos e incluso se han constata-
do variaciones en la calidad y cantidad de saliva producida a lo largo del día, que igualmente se relacionan con
cambios en la composición de la flora. Así, la presencia de
xerostomía (producida por fármacos, patología glandular,
irradiación de enfermedades sistémicas como el virus de
la inmunodeficiencia humana) altera de forma notable la
composición de la flora oral, aumentando la incidencia de
patología a este nivel.
Pero no solo es importante la cantidad de saliva en términos absolutos, también sus características cualitativas lo
son. De los factores intrínsecos de la saliva, el pH es uno
de los más determinantes, que influye entre otros en la
composición de los organismos presentes en la placa bacteriana. El papel de las inmunoglobulinas también ha sido
estudiado, y se ha determinado su importancia en la opsonización de bacterias anormales, capacidad que disminuye
con la edad.
Dieta. Es otro de los factores esenciales. Los microorganismos requieren diferentes nutrientes para su desarrollo
y, por tanto, la composición de la dieta va a influir en la
preponderancia de ciertas especies bacterianas. De todos
los elementos de la dieta, el que más se relaciona con este
fenómeno son los carbohidratos (al ser estos la principal
fuente de energía de la mayor parte de los microorganismos de la cavidad oral). Como ejemplo, dietas ricas en
sacarosa aumentan de forma exponencial las poblaciones
de estreptococos, que, entre otros, intervienen en la caries.
Fármacos. Muchos tratamientos farmacológicos van a
favorecer la aparición de infecciones orales oportunistas
debido a la alteración del medio ambiente bucal. Ejemplos
frecuentes serían la aparición de candidiasis o de parotiditis supurada tras la disminución de la secreción salival
por fármacos xerostómicos o de candidiasis tras la alteración de la flora oral por antibióticos de amplio espectro.
Otro mecanismo favorecedor de la producción de infecciones oportunistas sería la modificación de la respuesta
defensiva del huésped. Un ejemplo claro es la neutropenia
por la depresión de la función medular inducida por los
75
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
fármacos citotóxicos empleados en la quimioterapia del
cáncer.
infecciones polimicrobianas en individuos inmunodeprimidos.
Otros factores de relevancia. Alteraciones endocrinológicas (diabetes mellitus como factor favorecedor de infecciones oportunistas, enfermedad periodontal avanzada
y xerostomía) o patología sistémica (inmunosupresión).
Bacilos gramnegativos
Flora microbiana
Estreptococos
Los cocos grampositivos suponen el grupo más numeroso en la cavidad oral; representan el 50 % de las especies
presentes en legua y saliva y un 25 % de las presentes en
el surco gingival.
La clasificación basada en la α-hemólisis es incompleta
cuando se estudia la flora de la cavidad oral. La mayor parte pertenece al grupo viridans. Previenen la colonización
por microorganismos de mayor agresividad, mediante la
producción de bactericidas. Generalmente son de baja virulencia, pero pueden producir infecciones de gravedad
cuando la barrera mucosa se interrumpe, los mecanismos
de defensa del huésped están alterados o una combinación
de ambos. Los más frecuentemente aislados son: Streptococcus mitis, Streptococcus oralis y Streptococcus sanguis. En
infecciones cervicales profundas se cultivan con mayor
incidencia Streptococcus constellatus y Streptococcus intermedius.
Los estreptococos del grupo mutans tienden a colonizar
los dientes y se asocian con la aparición de caries dental.
Otros cocos grampositivos presentes en menor proporción incluyen: Enteroccus, Peptostreptococus y Staphylococcus aureus.
Bacilos grampositivos
Actinomyces spp. son algunos de los más frecuentes en
la cavidad oral. Principalmente anaerobios, algunos son
facultativos. Se incluyen en este grupo algunos de los
patógenos más persistentes y difíciles de erradicar de las
infecciones cervicales. Las especies que con mayor frecuencia se aíslan son: Actinomyces israelii, Actinomyces viscosus, Actinomyces naeslundii y Actinomyces odntolyticus. A.
israelii está implicado en una gran parte de los casos de
actinomicosis.
Eubacterium spp. son anaeróbicos, pleomórficos y se localizan en diversas zonas de la cavidad oral: placa (Eubacterium saburreum), bolsas periodontales y pulpa necrótica
(Eubacterium timidum, Eubacterium brachy).
Los lactobacilos son flora oral característica sin claro papel patogénico.
Cocos gramnegativos
76
Veionellae spp. son cocos gramnegativos anaeróbicos que
en total suponen un 5-10 % del total de la flora de la cavidad oral Las especies más frecuentes son: Veionellae parvula, Veionellae atypica y Veionellae dispar. Generalmente
desempeñan su papel como patógenos en el contexto de
En conjunto constituyen un 25 % de la flora normal,
pero su proporción puede duplicarse en pacientes que presentan gingivitis o periodontitis. Los más frecuentes son:
Prevotella, Porphyromonas, Selenomonas, Bacteroides, Fusobacterium, Campylobacter, Actinobacillus y Capnocytophaga.
La mayor parte de las infecciones son polimicrobianas
e involucran combinaciones de cocos grampositivos y bacilos gramnegativos. La proporción de patógenos varía en
función de la localización y el estadio de la infección.
Hongos
Candida albicans es el hongo más frecuente en la cavidad oral, con tasas del 10-80 % en individuos sanos. Otras
especies aisladas son: Candida dublinniensis, Candida parapsilosis, Candida krusei, Candida famata, Candida guillermondii. Las especies predominantes varían en función
de la edad. De igual forma, la aparición de infecciones
fúngicas es más frecuente en individuos con la inmunidad
comprometida. Candida spp. pueden desempeñar una
función simbiótica u oportunista con la flora bacteriana.
Virus
Con la excepción del virus herpes simple y el citomegalovirus, suelen ser comensales transitorios.
TÉCNICAS DIAGNÓSTICAS
El aislamiento, la identificación y las pruebas de susceptibilidad antimicrobiana constituyen la base del diagnóstico y del tratamiento adecuado para las infecciones de la
región orofacial. Estas presentan características microbiológicas particulares que se deben tener en cuenta. No obstante, el diagnóstico microbiológico de la patología cervical infecciosa urgente por lo general se demora varios días,
hasta la obtención del cultivo y del antibiograma correspondiente. Por eso, resulta fundamental el conocimiento,
por parte del profesional de urgencias, del probable foco
infeccioso así como de las especies microbianas probablemente implicadas, con el fin de instaurar un tratamiento
antibiótico empírico adecuado en espera de la confirmación definitiva por el antibiograma.
Como se ha dicho antes, la principal complicación del
diagnóstico microbiológico, es la multitud de especies presentes en la flora (más de 300) y por tanto el riesgo de contaminación de las muestras que se van a estudiar. Por este
motivo, es crucial en este tipo de afecciones una toma de
muestra precisa y selectiva. Por otro lado, la mayor parte de
pacientes atendidos por infecciones cervicales odontógenas
en los servicios de urgencias frecuentemente han recibido ya
al menos un ciclo de antibióticos de amplio espectro, con la
dificultad que ello supone para el microológico clínico para
la correcta elaboración del antibiograma.
Las muestras generalmente se obtienen por aspirado o
por estudio directo de muestras de hueso o tejidos blan-
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 7
dos; estos últimos son los especímenes óptimos para el
examen y el cultivo microbiológico. La utilización de torundas debe limitarse en lo posible por la alta incidencia de
contaminación en la muestra así como por la dificultad de
cultivo de los microorganismos atrapados en las fibras de
la torunda.
DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS INFECCIONES
MAXILOFACIALES
Técnicas diagnósticas
Se describen a continuación la radiografía simple, la tomografía computarizada y la resonancia magnética.
Radiografía simple. Generalmente está limitada a la
ortopantomografía como diagnóstico inicial de posibles
focos odontogénicos responsables de la infección orocervical. En pacientes pediátricos, la radiografía lateral de cráneo es útil para el estudio de la patología adenoidea. En el
adulto, con el cuello en posición neutra, el espesor de los
tejidos blandos prevertebrales debe ser inferior a 10 mm a
la altura de C1 y menor de 20 mm a la altura de C7. En
el paciente pediátrico las cifras correspondientes son de
6 y 15 mm, respectivamente. Además, hay que fijarse en
la morfología de la columna aérea, que debe ser simétrica
a la altura del tercio medio cervical. Un desplazamiento de
la vía aérea faríngea o traqueal implica una afectación de
los espacios parafaríngeos/retrofaríngeos y pretraqueales.
► Figura 7-1. Tomografía axial computarizada de colección purulenta orbitaria secundaria a proceso odontológico.
Otras indicaciones de la radiografía simple en este contexto han caído en desuso por las técnicas de tomografía
computarizada o resonancia magnética.
Tomografía computarizada (TC). Técnica de elección
por su elevada sensibilidad. Accesible en gran parte de los
servicios de urgencias, su coste es inferior al de la resonancia magnética (RM). Permite la visualización de la extensión de la infección y su posible foco de origen. Diferencia
entre miositis y fascitis, formación de abscesos, estado de
la vía aérea y afectación ganglionar si la hubiese. La diferenciación entre la existencia de una fase flemonosa y un
absceso ya formado es importante a la hora de seleccionar
el tratamiento más adecuado, ya que en la última circunstancia el tratamiento de elección es el drenaje quirúrgico
de la colección purulenta (Figs. 7-1 y 7-2).
La TC debe realizarse siempre que sea posible con contraste, en el plano axial y con cortes de 5 mm de espesor. Si
existe sospecha de afectación del espacio retrofaríngeo y/o
afectación mediastínica, deben realizarse reconstrucciones
en los planos sagital y coronal.
Resonancia magnética. Fundamentalmente se utiliza
como complemento de la TC en casos dudosos. Tiene un
papel determinante en el estudio de posibles discitis u osteomielitis de los cuerpos vertebrales (asociados con cierta
frecuencia a ADVP).
► Figura 7-2. Tomografía axial computarizada con gran componente
infeccioso maxilar.
Como principales ventajas respecto a la TC se incluyen:
menor distorsión/artefactos causados por las restauraciones metálicas (amalgamas, implantes) dentales y menor
toxicidad del contraste. Entre sus inconvenientes destacan
su mayor coste y menor disponibilidad en servicios de urgencia.
ETAPAS CLÍNICAS DE LA INFECCIÓN ODONTOGÉNICA
En términos generales, como en cualquier tipo de infección, se distinguen tres períodos en la evolución na-
77
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
tural de la infección odontogénica, cuyas manifestaciones
clínico-radiológicas variarán en función de su localización
anatómica inicial:
• Período de inoculación o infección.
• Período clínico.
• Período de resolución.
Caries dental
La caries es una enfermedad multifactorial que se caracteriza por la destrucción de los tejidos del diente como
consecuencia de la desmineralización provocada por los
ácidos que genera la placa bacteriana. Las bacterias, que
colonizan la placa bacteriana, fabrican esos ácidos a partir
de los restos de alimentos de la dieta que quedan en contacto con ellas. Por eso, la caries se asocia a la ingesta de
azúcares y ácidos contenidos en bebidas y alimentos (Fig.
7-3). Otros factores favorecedores de la aparición de caries
dental son: los errores en las técnicas de higiene, ausencia
de hilo dental, así como también con una cierta predisposición genética. Se ha comprobado asimismo la influencia
del pH de la saliva en relación a la caries. El proceso se inicia en condiciones normales con la destrucción progresiva
de las capas de esmalte. Una vez se alcanza la dentina (de
menor dureza), la infección progresa con mayor rapidez.
Ya en esta fase se pueden encontrar signos indirectos de
caries profunda como la presencia de sensibilidad o dolor
al frío/calor y tras la ingesta de azúcares. Una vez alcanza la
pulpa dental, puede evolucionar de dos formas:
• Subaguda o crónica: con necrosis pulpar y desarrollo
de granulomas o quistes periapicales o radiculares.
• Aguda: con pulpitis aguda, caracterizada por un dolor lancinante, pulsátil, que empeora con el decúbito,
mejora con los astringentes (como el alcohol) y que se
puede asociar a movilidad o sensación de diente alargado. Si la infección aguda no se resuelve en esta fase,
se produce una entrada y colonización de bacterias,
generalmente procedentes del conducto radicular, que
inician su proliferación incontrolada a nivel periapical.
78
► Figura 7-3. Ortopantomografía: boca séptica con múltiples restos
radiculares en ambas arcadas y caries.
En esta fase el tratamiento de conductos o la extracción
dental consiguen en la mayoría de los casos la remisión
de la infección odontogénica.
A continuación empezaría el período clínico, en el que
ya aparecen una serie de signos y síntomas típicos de cada
fase de esta etapa: aumento del dolor, tumefacción y rubor cutáneo, movilidad dental, aumento de la longitud
del diente con contacto prematuro y doloroso a la percusión y moderada repercusión del estado general. A esta
fase clínica se la denomina la periodontitis apical aguda
o absceso periapical. A medida que la infección apical
progresa, va expandiéndose radialmente buscando el camino de salida más corto, que normalmente se produce
hacia las corticales óseas del maxilar o mandíbula, a las
que perfora.
A continuación, la infección queda transitoriamente retenida por el periostio, formándose así el absceso
subperióstico. El periostio es más resistente a nivel de la
mandibular que en el maxilar, razón por la cual esta fase
de absceso subperióstico, en la que el dolor se exacerba
notablemente, es más patente en dicha localización. La
integridad del periostio acaba cediendo progresivamente
y permitiendo el paso de la infección a los tejidos blandos circundantes, sean intrabucales (flemón) (Figs. 7-4 y
7-5) o extrabucales (celulitis). En condiciones normales,
si se produce la formación de un exudado purulento, el
organismo tiende a limitarlo (fase de absceso facial o cervicofacial).
Por último, en el período de resolución, que viene
marcado por el cese de la actividad inflamatoria y la formación de tejido de reparación, el proceso infeccioso remite progresivamente. Dicha fase se acelera notablemente
si el absceso se abre espontáneamente (fistulización) o terapéuticamente (desbridamiento quirúrgico). Como se ha
► Figura 7-4. Imagen clínica de flemón submandibular derecho.
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 7
aumento de la temperatura local. Hay una afectación del
estado general mayor que en la fase de periodontitis. Puede acompañarse de fiebre, sensación distérmica, aumento
del recuento leucocitario, desviación izquierda y aumento
de la velocidad de sedimentación globular y de la proteína
C reactiva.
En fase de celulitis hay todavía muy poca destrucción
tisular y no se ha formado el exudado purulento. En su
maduración tiende a circunscribirse para dar lugar al absceso.
Absceso
► Figura 7-5. Tomografía axial computarizada de flemón submandibular derecho.
dicho antes, en otras ocasiones, la infección odontogénica
se presenta, sin embargo, de forma subaguda o crónica sin
un período clínico inicial. En estos casos, generalmente
no se evidencia un período de resolución definido como
tal y se descubre la presencia de la infección, al cabo del
tiempo, como un hallazgo casual durante la realización de
un examen radiológico (en forma de lesiones radiolúcidas
de mayor o menor tamaño asociada a los ápices radiculares
de las piezas dentales) o de forma aguda por sobreinfección de la lesión crónica, pérdida dental o aparición de un
orificio fistuloso a nivel intraoral o extraoral.
Periodontitis
Se define como una inflamación de los tejidos de sostén
que componen el periodonto. Se distinguen varias formas
clínicas de periodontitis según su carácter evolutivo: aguda, subaguda o crónica; o según la calidad del exudado:
serosa o supurada. Este capítulo se centrará en la forma
aguda supurada, también denominada absceso periapical,
osteítis periapical o absceso alveolar agudo.
El dolor de la periodontitis supurada es agudísimo, pulsátil, y se refiere en el diente afectado. La oclusión con el
diente antagonista y la percusión aumentan notablemente
el dolor. Puede observarse un cambio de color del diente,
cuya percusión origina un sonido mate. Las pruebas de
vitalidad pulpar son negativas y la exploración radiológica
es anodina o llega a mostrar un ensanchamiento del espacio periodontal o una pérdida de definición de la lámina
dura.
Se define como la acumulación delimitada de pus en un
tejido orgánico. En esta fase se produce la formación localizada de un exudado purulento que se detecta clínicamente, gracias a la palpación, por la sensación de fluctuación
(Fig. 7-6); sin embargo, esto puede ser difícil de apreciar
en absceso localizados en zonas profundas. El dolor que
en esta fase es sordo, continuo y se localiza en profundidad; se soporta mejor que en la fase de celulitis. A la larga,
el absceso acaba por abrirse al exterior (fistulización) y se
observa entonces la típica afectación de la piel o mucosa.
CONSIDERACIONES ANATÓMICAS DE LAS
INFECCIONES DENTOALVEOLARES
La localización de los abscesos de causa odontógena se
relaciona directamente con la anatomía radicular de la pieza afectada así como con su posición relativa respecto al
hueso alveolar.
Por ejemplo, las raíces de los incisivos laterales superiores se encuentran en una posición palatinizada respecto a
los incisivos centrales. Esto determina que con frecuencia
una infección de los incisivos laterales se manifieste como
un absceso que abombe en la mucosa palatina, a diferencia de un abombamiento en el vestíbulo bucal si la pieza
responsable es un incisivo central.
El conocimiento de estas peculiaridades anatómicas pue-
Celulitis
Es la inflamación del tejido celular subcutáneo. El dolor
es agudo, pulsátil, lancinante, pero no tan bien localizado como el de la periodontitis. Existe un ligero enrojecimiento de la piel o mucosa afectada, acompañado de un
► Figura 7-6. Absceso mandibular con signos de fluctuación y celulitis avanzada.
79
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
de servir al clínico del servicio de urgencias para orientar el
diagnóstico de la pieza afectada en aquellas situaciones en
las que no se disponga de sistemas de radiología dental o
exista un amplio número de piezas cariadas.
La relación entre la pieza afectada y la localización más
frecuente del absceso se detalla en la tabla 7-1.
ANATOMÍA CERVICAL APLICADA AL DIAGNÓSTICO Y
TRATAMIENTO DE INFECCIONES CERVICALES
Los tejidos blandos del área cervicofacial pueden dividirse en espacios. Estos están separados unos de otros por
planos fasciales de mayor o menor o resistencia. Es fundamental conocer en profundidad la anatomía de estos para
valorar gravedad y extensión de la infección, posible foco
de origen y mejor opción de tratamiento.
Dado que la causa más frecuente de infecciones cervicales profundas son las infecciones odontogénicas, el estudio
de los espacios fasciales y su posible afectación se orientará
con relación a las infecciones odontogénicas.
Otras causas de infecciones cervicales, que incluyen
patología glandular salivar infecciosa (se comentará posteriormente), infecciones faríngeas, amigdalares, traumatismos, cirugía cervicofacial, exceden los objetivos del
presente capítulo y por tanto no serán comentadas en profundidad.
En primer lugar se dividirán las estructuras cervicales en
función de su posición relativa al hueso hioides. De esta
forma, se tendrá:
• Espacios suprahioideos (desde el hueso hioides hasta la
base del cráneo):
9 Espacios faciales:
* Bucal.
Canino.
Masticador:
• Compartimento maseterino.
• Compartimento pterigoideo.
• Compartimento cigomaticotemporal.
9 Espacio parafaríngeo.
9 Espacio mucoso faríngeo.
9 Espacio submandibular.
9 Espacio sublingual.
• Estructuras infrahioideas (desde el hioides hasta la
unión cervicotorácica): espacio pretraqueal.
• Espacios pancervicales:
9 Espacio retrofaríngeo.
9 Espacio perivertebral.
9 Espacio carotídeo.
*
*
Espacio canino
El espacio canino está afectado en infecciones odontogénicas cuyo origen son los caninos maxilares. Clínicamente, se manifiesta por inflamación del surco nasogeniano
con/sin afectación celulítica palpebral. La localización de
la infección en este espacio depende de la posición relativa
de la inserción del músculo elevador del labio superior, ya
que si la infección perfora la cortical maxilar por encima
de esta, se afectará de forma difusa el espacio canino. De lo
contrario, quedará circunscrita en la porción más próxima
a la corona del diente.
El drenaje de este espacio debe realizarse preferentemente por vía intraoral a través del vestíbulo maxilar.
Espacio bucal
En general, los molares y premolares maxilares y mandibulares tienden a drenar en una dirección lateral y bu-
TABLA 7-1. Motivos de consulta en una sala de urgencias asociados a patología oncológica de cabeza y cuello
Diente
80
Localización más frecuente
Menos frecuente
Incisivos mandibulares
Labial
Lingual
Caninos mandibulares
Labial
Lingual
Premolares mandibulares
Bucal
Lingual
Molares mandibulares
Bucal /lingual
37 o 47 indistintos
Lingual
Incisivos maxilares
Labial
Palatino (salvo incisivos laterales)
Caninos maxilares
Labial
Palatino
Primeros premolares maxilares
Bucal (raíces vestibulares)
Palatino (raíces palatinas)
_
Segundos premolares maxilares
Bucal
Palatino
Molares maxilares
Bucal (raíces vestibulares
Palatino (raíces palatinas)
_
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
cal. Las inserciones del músculo buccinador (superficie
externa del proceso alveolar maxilar y mandibular) y su
posición relativa respecto a los ápices de las piezas afectadas determina si la infección queda confinada al vestíbulo
intraoral o si por el contrario se extiende en profundidad
hacia el espacio bucal.
El espacio bucal contiene la bola de Bichat, el conducto
de Stenon y los vasos faciales.
La infección a este nivel se diagnostica fácilmente por la
existencia de una inflamación muy marcada de la mejilla.
El volumen de colección purulenta puede alcanzar dimensiones muy importantes.
Se recomienda el drenaje percutáneo, colocando la incisión por debajo del punto de mayor fluctuación y posterior disección roma en el interior del espacio. Debe realizarse con delicadeza para evitar la compresión de las ramas
del nervio facial y/o el conducto de Stenon.
Una entidad distinta que se puede encontrar en esta localización y que aparece con cierta frecuencia es la celulitis
del espacio bucal no odontogénica provocada por Haemophilus influenzae. Generalmente aparece en niños menores
de 3 años de edad y se caracteriza por fiebre alta 24 horas
antes de la aparición de la tumefacción geniana. Se asocia
frecuentemente a otitis media aguda. Responden bien al
tratamiento con amoxicilina-clavulánico (Augmentine®) o
cefalosporinas (Cefaclor®).
Finalmente, cabe destacar que en pacientes afectados
por la enfermedad de Crohn se pueden encontrar abscesos
recurrentes del espacio bucal a partir de lesiones granulomatosas y úlceras de la mucosa oral. Responden mal a
tratamientos combinados con antibióticos y corticoides.
Espacio masticador
Los tres componentes del espacio masticador (maseterino, pterigoideo y temporal) están bien diferenciados anatómicamente, pero se comunican ampliamente entre sí y
con el espacio submandibular, bucal y parafaríngeo.
Los límites del espacio maseterino son el músculo masetero lateralmente y la rama ascendente de la mandíbula
medialmente. El espacio pterigoideo, lateralmente musculatura pterigoidea interna y externa en su porción superior.
Ambos compartimentos se comunican directamente con
el espacio temporal superficial y profundo superiormente, el espacio bucal lateralmente y el espacio parafaríngeo
posteriormente. La extensión hacia el espacio parotídeo y
submandibular también se produce con cierta frecuencia.
La causa fundamentalmente suelen ser infecciones de
los molares y en concreto de los terceros molares (muelas
del juicio). Pueden ser secundarios a gingivitis supurativas
del colgajo gingival adyacente a un tercer molar semierupcionado (pericoronitis) (Figs. 7-7 y 7-8) o secundario a
caries.
Otras causas asociadas a infección de este espacio incluyen: inyección de anestésicos contaminados, traumatismo
directo en la región o secundario a cirugía de la articulación temporomandibular.
El hallazgo clínico más importante es la incapacidad para
CAPÍTULO 7
► Figura 7-7. Pericoronitis aguda. Aspecto intraoral.
abrir la boca de forma completa o casi completa. El término clínico utilizado para este fenómeno es trismo. Si no se
produce este, es muy probable que estos espacios fasciales
no estén afectados por la infección. La inflamación, a diferencia de las infecciones del espacio bucal, puede no ser evidente al estar en profundidad a largos vientres musculares.
En cuanto al drenaje, aunque técnicamente es posible
realizarlo intraoralmente, se recomienda la vía extraoral
para un mejor control del plano de disección y a una colocación precisa de los drenajes (Figs. 7-9 y 7-10). Desde
una incisión en el ángulo mandibular se puede acceder
al rafe pterigomandibular y desde aquí drenar el espacio
maseterino y el pterigoideo. Los espacios temporales se
drenan con seguridad de forma percutánea con incisiones
localizadas por encima del arco cigomático en la zona de
seguridad del nervio facial.
► Figura 7-8. Ortopantomografía en el mismo caso de pericoronitis.
81
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 7-9. Tomografía axial computarizada, colección purulenta
submandibular.
Espacio submandibular
Está delimitado por la capa superficial de la fascia cervical profunda anclada al mentón, cuerpo de la mandíbula
e hioides. En profundidad, tapiza la musculatura del suelo
de la boca (milohioideo y digástrico). Se considera una extensión anterior del espacio parafaríngeo, y como tal, una
infección que se origine en la glándula submaxilar puede
extenderse a esta localización con facilidad a través del denominado ojal bucofaríngeo, delimitado por el músculo
estilogloso. Artificialmente el músculo milohioideo divide
el espacio submandibular en dos zonas: sublingual, que
queda por encima del músculo, y submandibular propiamente dicho, inferior al milohioideo. Ambas zonas se
comunican libremente a nivel del borde posterior del milohioideo.
82
► Figura 7-10. Imagen clínica de paciente con absceso drenado con
los drenajes tipo Penrose transfixiantes.
El espacio sublingual contiene músculos genioglosos,
genihioideos, estilogloso e hiogloso, glándula sublingual,
arteria y nervio lingual, nervio hipogloso y lóbulo profundo de la glándula submaxilar, que incluye el conducto
de Wharton. El espacio submandibular incluye: lóbulo
superficial de la glándula submaxilar, ganglios linfáticos
submentonianos y submandibulares y vientre anterior del
músculo digástrico. No existen barreras anatómicas definidas que separen los espacios submentonianos y submandibulares de los contralaterales, lo cual permite que la
infección se extienda rápidamente a la región contralateral
Dicho fenómeno es especialmente dramático en la angina
de Ludwig, en la que se produce una afectación cervical
bilateral y rápidamente progresiva que compromete rápidamente la vía aérea.
El espacio sublingual se comunica en su parte anterior
con el espacio submentoniano y puede afectarse secundariamente a infecciones de los incisivos. En su zona posterior se comunica con el espacio faríngeo lateral.
En estudios de TC, la glándula submandibular tiene
una densidad similar a la del músculo adyacente. El lóbulo superficial se identifica como una estructura uniforme y
bien definida en el espacio submandibular rodeada de un
plano graso. La pérdida de este plano implica la extensión
de un proceso neoplásico o inflamatorio que involucra la
glándula submaxilar y/o las estructuras adyacentes. Los
ganglios submandibulares y submentonianos deben tener
una apariencia homogénea sin captación de contraste y
de un diámetro inferior a 15 mm. La identificación del
lóbulo profundo es compleja y generalmente es difícil distinguirlo de las estructuras adyacentes.
Para la identificación del espacio sublingual se buscará
el espacio submucoso y el realce de los vasos linguales tras
la administración de contraste.
Las infecciones del espacio sublingual y submandibular
generalmente tienen su origen en infecciones dentales. El
músculo milohioideo y su inserción relativa respecto a los
ápices de las raíces de premolares y molares determina qué
espacio se afecta inicialmente. En este sentido, los ápices
de los premolares y primer molar mandibular son inferiores a la inserción del milohioideo y por tanto el espacio
que inicialmente se afecta es el sublingual.
Clínicamente, las infecciones del espacio sublingual se
caracterizan por edema y eritema del suelo de boca que
se extiende desde la mandíbula hacia la línea media (Figs.
7-11 y 7-12). El principal diagnóstico diferencial a este
nivel es la celulitis asociada a una whartonitis litiásica.
El drenaje quirúrgico puede realizarse intraoralmente a
través de una incisión paralela al conducto de Wharton. Si
ambos espacios submandibular y sublingual están afectados, se recomienda un abordaje extraoral y drenaje transfixiante a través de una infección submandibular (Figs.
7-13 y 7-14).
Cuando el espacio submandibular está afectado, el hallazgo clínico típico es la existencia de una tumefacción
submandibular asociada a la infección de un segundo o
tercer molar. Se realiza un drenaje extraoral vía incisión
submandibular. El diagnóstico diferencial debe realizar-
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 7
► Figura 7-13. Drenaje transfixiante sublingual.
se con un cuadro de submaxilitis aguda (Figs. 7-15 y
7-16).
Otras afecciones que pueden afectar a estos espacios
anatómicos son: adenitis de los ganglios sublinguales y
submandibulares (frecuentes en niños), sialoadenitis y
traumatismos penetrantes.
Como se comentaba anteriormente, una entidad potencialmente fatal que puede afectar al espacio submandibular es la angina de Ludwig.
Espacio submentoniano
► Figura 7-11. Paciente que presenta submaxilitis aguda litiásica.
Es un espacio fascial delimitado superficialmente por
los músculos mentonianos y la piel, lateralmente por los
► Figura 7-12. Fístula por proceso abscesificado sublingual.
► Figura 7-14. Múltiples drenajes transfixiantes.
83
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 7-15. Drenaje de abundante contenido purulento en caso de
absceso submandibular.
Las causas de afectación de este espacio incluyen: faringitis, amigdalitis, parotiditis, otitis e infección odontógena.
Clínicamente, la afectación del compartimento anterior
se manifiesta por abombamiento de la pared lateral faríngea, desplazamiento de la úvula, disfagia, edema por debajo del ángulo mandibular y generalmente trismo.
La afectación del compartimento posterior se caracteriza
por ausencia relativa de trismo y edema facial o cervical,
obstrucción de la vía aérea, disfagia, disfonía y, en casos
muy graves, trombosis séptica de la vena yugular interna
o ruptura carotídea.
La técnica diagnóstica de elección es la TC (Fig. 7-17).
La vía de abordaje para el drenaje quirúrgico es a través
de una incisión en la pared lateral faríngea o a través de
una cervicotomía que exponga el espacio carotídeo a la
altura del hioides y desde aquí, por detrás del vientre posterior del digástrico, se accede al espacio faríngeo lateral.
Espacio retrofaríngeo
vientres anteriores del digástrico y en profundidad por el
músculo milohioideo.
Se afecta generalmente por contigüidad de los espacios
sublingual y submandibular, aunque primariamente puede ser consecuencia de infecciones localizadas en los incisivos mandibulares.
Clínicamente, el mentón aparece inflamado, de consistencia firme y eritematoso. Se recomienda una incisión
horizontal en la parte más inferior del mentón.
La tráquea y el esófago están rodeados por la capa media
de la fascia cervical profunda. Una banda de tejido conectivo conecta el esófago con el espacio carotídeo creando de
esta forma un compartimento cervical anterior o pretraqueal y uno posterior o retrofaríngeo.
Este espacio retrofaríngeo se extiende por detrás del esófago y la faringe desde la base del cráneo superiormente
hasta el mediastino superior, inferiormente
Espacio faríngeo lateral
Espacio cervical lateral con forma de pirámide invertida
de base en el cráneo y ápex en el hueso hioides. Su límite
medial lo forma el espacio carotídeo, y es lateral al músculo constrictor superior de la faringe. Por propósitos académicos, se divide en compartimento anterior y posterior.
84
► Figura 7-16. Tomografía axial computarizada de absceso submaxilar.
► Figura 7-17. Corte axial de tomografía axial computarizada cervicofacial donde se aprecia un absceso en el espacio masticador derecho que se extiende hacia el espacio parafaríngeo ipsilateral.
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
La etiología de infecciones en este espacio es: infecciones
nasofaríngeas en niños, infecciones dentales difundidas de
los espacios adyacentes, traumatismo esofágico y cuerpos
extraños (espinas de pescado, por ejemplo).
Clínicamente, se encuentra disfagia y disnea, rigidez nucal, regurgitación esofágica y fiebre intensa. Si es posible
visualizar la faringe, se encontrará un abombamiento de la
pared posterior asimétrico debido a las inserciones del rafe
medio en la fascia prevertebral.
Las radiografías laterales simples son de gran utilidad
para el diagnóstico de aumento del espacio retrofaríngeo
muy por encima de los 3-6 mm que se encuentra en el
adulto a la altura de C2. En cualquier caso, debe complementarse con la realización de una TC con contraste
intravenoso (Fig. 7-18).
El tratamiento de elección es el drenaje quirúrgico junto
con antibioterapia intensiva (Fig. 7-19). Con cierta frecuencia es necesario realizar una vía aérea quirúrgica (traqueostomía) por el riesgo de ruptura del absceso contenido durante la intubación. El abordaje será externo con una
cervicotomía transversa, exposición del esternocleidomastoideo, retracción lateral del paquete vascular carotídeo y
disección roma digital en profundidad al constrictor inferior de la faringe hasta abrir el absceso retrofaríngeo. Es
fundamental, dada la dificultad en su colocación, dejar los
drenajes hasta que todos los signos de infección clínicos,
analíticos y radiológicos hayan desaparecido.
Las cifras de mortalidad en infecciones del espacio retrofaríngeo se sitúan en torno al 10 %.
► Figura 7-18. Corte axial de tomografía axial computarizada cervicofacial donde se aprecia gran colección en espacio retrofaríngeo
con importante abombamiento anterior debido a la enorme cantidad
de gas presente.
CAPÍTULO 7
► Figura 7-19. Drenaje intraoral de absceso en espacio parafaríngeo.
MEDIASTINITIS
El mediastino puede representarse como un templo griego, con la fachada (mediastino superior) apoyada en tres
columnas (mediastino anterior, medio y posterior). Todas
las estructuras cervicales que penetran en el mediastino
inferior, (anterior, medio o posterior) lo hacen a través del
mediastino superior.
Los límites y contenidos de los compartimentos mediastínicos están detallados en la tabla 7-2.
La extensión de infecciones cervicales profundas al mediastino superior se manifiesta por la aparición de dolor
torácico, disnea grave, fiebre incontrolada y ensanchamiento mediastínico en la radiografía anteroposterior de
tórax. En raras ocasiones, la infección odontogénica puede
extenderse directamente al espacio vascular y desde aquí
alcanzar rápidamente el mediastino superior (Fig. 7-20).
► Figura 7-20. Corte axial de tomografía axial computarizada torácica en el que se puede apreciar la presencia de colección con gas en
su interior en mediastino anterior, en el contexto de una mediastinitis
descendente de origen odontogénico.
85
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
TABLA 7-2. Límites y contenidos de los compartimentos mediastínicos
Límites
Contenidos
Mediastino superior
Superior: 1ª costilla
Inferior: borde inferior de T4 hasta ángulo de Louis
Inserciones esternohioideo y esternotiroideo
Remanente tímico
Vasos mayores (carótida, tronco baquiocefálico,
subclavios y arco aórtico), conducto torácico, tráquea
esófago y nervios frénico, vago y recurrente laríngeo
Mediastino anterior
Superior: espacio traqueal
Tejido conectivo areolar y ganglios linfáticos
Inferior: diafragma
Posterior: pericardio
Lateral: pleura
86
Mediastino medio
Superior: mediastino superior
Inferior: diafragma
Corazón, pericardio y nervios frénicos
Mediastino posterior
Anterior: pericardio
Posterior: fascia alar
Lateral: pleura visceral
Inferior: diafragma
Superior: mediastino superior y espacio peligroso
de Grodzinsky
Aorta torácica, vena cava superior e inferior, vena
ácigos, tráquea y nervios esplácnicos
Como complicaciones se pueden encontrar: absceso
mediastínico, derrame pleural, empiema, síndrome de
vena cava superior, pericarditis y muerte.
Una entidad clínica independiente es la fascitis necrosante mediastínica. Se trata de infecciones cervicales de
muy rápida progresión en la que característicamente se
afectan de forma extensa los tejidos superficiales. El agente etiológico suelen ser comensales de la cavidad oral que
al invadir zonas distintas a su hábitat habitual desarrollan
sinergias que contribuyen al desarrollo de infecciones de
extrema gravedad.
El tratamiento de la mediastinitis supurativa incluye
drenaje extenso (en colaboración con el cirujano torácico)
y antibioterapia de larga duración.
dibular. Las manifestaciones clínicas en estos casos serán
las propias de la afectación a estos niveles, ya comentadas
previamente.
El tratamiento de elección incluye:
INFECCIONES ASOCIADAS A TERCEROS MOLARES
IMPACTADOS
ANGINA DE LUDWIG
Los terceros molares incluidos son una fuente frecuente
de infección en pacientes sanos. Debido a la mejoría en los
tratamientos conservadores odontológicos dentales, la frecuencia de pérdida del segundo molar ha disminuido y en
consecuencia la incidencia de terceros molares impactados
o semierupcionados ha aumentado.
Esta impactación generalmente se relaciona con infecciones pericoronales, es decir, del tejido gingival que rodea a la
corona clínica del tercer molar. Este tejido gingival, de difícil
acceso para el cepillo dental, tiende a acumular detritus favoreciendo la colonización por una flora mixta aerobia-anaerobia. Las manifestaciones clínicas pueden oscilar entre una
gingivitis focal aguda o subagduda hasta una infección franca
con necrosis tisular, supuración y/o formación de abscesos.
Se caracteriza por la presencia de dolor en trígono retromolar,
trismo leve-moderado y disfagia en casos complicados.
En ocasiones, la pericoronitis se puede extender hacia
los espacios masticador, bucal, parafaríngeo o subman-
• Antibioterapia: amoxicilina-ácido clavulánico
500 mg-1 g/8-12 horas × 5-7 días. Clindamicina
300-600 mg/8 h × 5-7 días.
• Higiene oral estricta.
• Aplicación local de gel de clorhexidina concentrada.
• Extracción del tercer molar incluido (preferentemente
de forma diferida).
• Drenaje de las colecciones abscesificadas si estuviesen
presentes.
Se caracteriza por la presencia de una celulitis cervical
florida de rápida progresión que afecta inicialmente a los
espacios submandibulares de forma bilateral. Su incidencia es baja, aproximadamente menos del 1 % de pacientes
tratados en las urgencias maxilofaciales.
Generalmente es secundaria a una infección odontógena
o adenitis supurativa. En algunas series, el porcentaje de
infección odontógena es de hasta el 90 %. Rápidamente
puede extenderse a los espacios parafaríngeo y retrofaríngeo así como al mediastino superior. Característicamente
cursa con compromiso de la vía aérea e intensa afectación
del estado general.
En la exploración física es llamativa la tumefacción cervical bilateral, con edema y elevación del suelo de boca,
disfagia y disnea. Clásicamente, se ha descrito la relativa
ausencia de colecciones purulentas con relación a la gravedad del cuadro.
En las imágenes de TC se observa celulitis de los tejidos
blandos submandibulares y sublinguales, formación de
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 7
abscesos, con/sin extensión a los espacios parafaríngeos y
retrofaríngeos (Figs. 7-21 y 7-22).
En los cultivos generalmente se aísla una población microbiana que incluye anaerobios como Prevotella, estreptococos y espiroquetas.
El tratamiento se basa en:
• Diagnóstico precoz.
• Asegurar la vía aérea (vía aérea quirúrgica, traqueotomía o cricotiroidotomía si fuese necesario) (Fig. 7-23).
• Terapia antibiótica intensiva (Augmentine®/piperacilina tazobactam/clindamicina) + Corticoterapia intensiva (metilprednisolona 1 mg/kg/8 h).
• Drenaje quirúrgico (comunicación de espacios submandibulares y submentonianos) y extracción de las
piezas afectadas.
• Mantenimiento sistémico.
La tasa de mortalidad, tras la aplicación de los preceptos anteriormente enumerados, ha disminuido progresivamente. A pesar de ello, ante la sospecha de este cuadro
debe consultarse de inmediato a un especialista en cirugía
oral y maxilofacial y comenzar la terapia sistémica intensiva.
TRATAMIENTO DE LAS INFECCIONES CERVICALES
Consideraciones generales
El tratamiento de las infecciones odontogénicas puede
requerir la combinación de tratamientos médico, quirúrgico, dental o la combinación de todos ellos. Un principio
básico es que toda infección de origen dental requiere un
tratamiento definitivo del diente afectado. Puede abarcar
► Figura 7-21. Tomografía axial computarizada, corte coronal, en
angina de Ludwig.
► Figura 7-22. Tomografía axial computarizada, corte axial, en angina de Ludwig.
desde un tratamiento endodóncico hasta la extracción de
la pieza. Las consideraciones para elegir uno u otro tratamiento dependerán de la gravedad de la infección, del
estado general del paciente, del estado de la/s pieza/s
afectada/s y los medios disponibles.
En cualquier caso, el estado de salud general del paciente debe primar sobre consideraciones dentales.
► Figura 7-23. Imagen clínica de una angina de Ludwig. Nótese la
protrusión lingual por el efecto masa del edema del suelo de boca.
Se ha practicado una traqueotomía para asegurar la permeabilidad
de la vía aérea.
87
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
Terapia antibiótica
88
La utilización de antibióticos en fases iniciales de infecciones odontogénicas junto al tratamiento dental suelen
resolver una gran parte de las infecciones atendidas en los
servicios de urgencias. Con una adecuada cobertura antibiótica es posible realizar cualquier procedimiento dental, si bien es recomendable, siempre que la evolución del
proceso lo permita, diferir el tratamiento. Ello facilita el
confort del paciente y del odontólogo/cirujano maxilofacial, pero no debe servir como excusa para demorar el
tratamiento de forma generalizada.
Los pacientes con factores de riesgo de progresión de infección (diabéticos, inmunodeprimidos, enfermos en diálisis, pacientes hospitalizados) deben tratarse inicialmente
con dosis elevadas de antibióticos de amplio espectro.
Idealmente, la elección del antibiótico debería realizarse en función de los resultados definitivos del antibiograma. En la práctica debe iniciarse el tratamiento de forma
empírica hasta recibir el resultado del cultivo, entonces se
ajustará el tratamiento si fuese preciso.
La mayor parte de las infecciones incluyen floras mixtas
aerobias y anaerobias (65 al 70 %) o son exclusivamente
anaerobias (25 al 30 %) mientras que solo un 5 % son estrictamente aerobias. Los organismos más frecuentemente
aislados son estreptococos aerobios (α, β, ν), estreptococos anaerobios (Peptostreptococcus), Bacteroides (Porphyromonas, Prevotella), Fusobacterium y Eikenella.
La penicilina ha sido el antibiótico empírico de elección en las últimas cinco décadas, pero la progresiva aparición de resistencias y la proliferación de microorganismos
productores de betalactamasas como los bacteroides (en
algunas series alcanza el 40 %) están cambiando la tendencia de utilización de estos antibióticos. A pesar de ello,
numerosos autores como Moeening recomiendan utilizar
penicilina de primera elección en tratamientos ambulantes de infecciones de gravedad leve-moderada en pacientes
sin patología de base. Igualmente, consideran que la combinación con metronidazol es muy eficaz.
La combinación amoxicilina-ácido clavulánico (genérico o Augmentine®) es muy eficaz frente a infecciones mixtas aerobias-anaerobias con flora productora de betalactamasas. La nueva formulación en dosis de 1 gramo cada
12 horas (Augmentine Plus®) facilita el cumplimiento y
disminuye la incidencia de diarrea.
La clindamicina por vía oral es una buena alternativa,
así como las penicilinas, por su buena actividad frente a
aerobios y anaerobios. Sin embargo, su coste y posibles
efectos secundarios (colitis seudomembranosa) hacen que
su utilización se limite a pacientes alérgicos a penicilinas.
Los macrólidos (eritromicina, azitromicina) se absorben
peor y son menos eficaces en la infección odontogénica que
las penicilinas o la clindamicina y por tanto su utilización
debería limitarse a pacientes con alergia a penicilinas y que
presenten infecciones odontogénicas de carácter muy leve.
Las tetraciclinas y fluoroquinolonas son poco activas
frente a flora anaerobia y por tanto su utilización, en monoterapia, en infecciones odontogénicas agudas está desaconsejada.
En pacientes inmunodeprimidos o con infecciones graves se recomienda el ingreso hospitalario y la administración intravenosa de los antibióticos anteriormente expuestos. De primera elección sería Augmentine® en dosis de
1 o 2 gramos cada 8 horas. En un segundo escalón estaría
la combinación de Ciprofloxacino 500 mg/iv + Metronidazol 250 mg/iv. La clásica combinación clindamicina en
dosis de 600 mg cada 8 horas en combinación con gentamicina (30 mg/kg cada 24 horas), está cada vez más en
desuso por la elevada frecuencia de resistencia a Clindamicina en nuestro medio.
Incisión y drenaje
Ante la presencia de una colección purulenta, su incisión y drenaje libera al organismo del material tóxico
purulento, descomprime los tejidos y permite una mejor
perfusión de la zona afectada, lo que redunda en mayor
accesibilidad de los antibióticos sistémicos y elementos
defensivos al foco de infección.
Generalmente, en las infecciones de causa odontogénica, el absceso debe drenarse al mismo tiempo que se realiza el procedimiento dental (extracción o apertura de la
cámara pulpar). En ocasiones el proceso infeccioso puede
propagarse a estructuras vecinas, como es el caso de los
abscesos periorbitarios (Figs. 7-24 a 7-26).
Como se señalaba al describir los espacios anatómicos
fasciales, es fundamental conocer la anatomía cervical para
drenar con la mayor eficacia y seguridad posibles.
Hay una serie de principios generales que se deben observar:
• Realizar la incisión si es posible en piel o mucosa sana.
Una incisión localizada en el área de máxima fluctuación donde los tejidos están dañados puede resolverse
con la aparición de una cicatriz antiestética.
• Colocar las incisiones en áreas estéticamente aceptables,
como en pliegues cutáneos o arrugas.
• Si es posible, colocar los drenajes en zonas de decúbito
para favorecer el drenaje por gravedad.
• Colocar drenaje (el de Penrose es recomendado) y fijarlo con suturas.
► Figura 7-24. Absceso periorbitario en el contexto de proceso infeccioso maxilar.
Infecciones orocervicales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 7
► Figura 7-26. Imagen clínica de drenaje de absceso periorbitario.
► Figura 7-25. Imagen clínica de celulitis orbitaria preseptal tras
extensión de la infección desde foco otorrinolaringológico.
C
• Utilizar incisiones transfixiantes cervicales-cavidad oral
si la infección es de importancia y afecta al espacio submandibular.
• Realizar lavados a través de las incisiones o drenajes con
suero salino o material antiséptico diluido (clorhexidina o povidona yodada) al menos una vez al día hasta
retirar los drenajes.
• Retirar los drenajes tan pronto como dejen de drenar,
evitando que permanezcan un tiempo innecesario.
RESUMEN
•
•
Las infecciones odontogénicas tienen su origen en un
proceso patológico del diente (caries, traumatismos,
periodontitis). Estos procesos infecciosos suelen presentarse en varias etapas clínicas: período de infección, período clínico y período de resolución.
En ocasiones estas infecciones suelen extenderse
hacia espacios anatómicos que ofrecen menos resistencia (espacios profundos cervicofaciales a través
de las fascias y tejidos blandos), originando abscesos
en estas zonas que requerirán drenajes quirúrgicos
enérgicos.
•
En la práctica debe iniciarse el tratamiento antibiótico
de forma empírica hasta recibir el resultado del cultivo, entonces se ajustará el tratamiento si fuese preciso. El tratamiento de las infecciones orocervicales
puede requerir la combinación de tratamientos médico, quirúrgico, dental o la combinación de todos
ellos.
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SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
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CAPÍTULO
8
Complicaciones postextracciones dentales
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Daniel García Molina
Dra. María José Nieto Fernández Pacheco
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
El acto quirúrgico supone una agresión para el organismo, por lo que desencadena una serie de alteraciones
tanto a nivel local como general, habitualmente en proporción a la intensidad de la intervención. En la mayoría
de los casos la extracción dental es una intervención quirúrgica sencilla, por lo que la aparición de complicaciones
es infrecuente y por lo general estas son leves.
Las complicaciones se suelen producir por errores en el
diagnóstico, malas indicaciones o un uso incorrecto del
material durante la cirugía; por ello, antes de iniciar la
intervención se debe disponer de suficiente información
del caso. Por ello es fundamental la realización de una
historia clínica exhaustiva y las pruebas diagnósticas pertinentes, para detectar aquellos pacientes más susceptibles
de presentar una complicación.
Probablemente lo que más satisfacción proporciona, tanto al médico como al paciente, es la ausencia de complicaciones tras la cirugía, pero si suceden, deben resolverse, por
lo que es de vital importancia conocer qué complicaciones
pueden presentarse. Éstas pueden deberse a la anestesia, a la
cirugía o bien al estado general del paciente.
En el presente capítulo se describen las complicaciones
más frecuentes que pueden suceder tras una extracción
dental y los criterios de ingreso hospitalario.
CLASIFICACIÓN
Locales, en relación con la zona intervenida:
- Fractura dental.
- Luxación o fractura de dientes vecinos.
- Dientes o raíces desplazados a espacios anatómicos vecinos.
- Complicaciones hemorrágicas.
- Complicaciones infecciosas.
- Alveolitis.
- Lesión de partes blandas.
- Dehiscencia de herida intraoral.
- Enfisema.
- Dolor.
-
Edema.
Inflamación.
Equimosis y hematomas.
Trismo.
Fiebre.
Osteonecrosis relacionada con la administración de
bisfosfonatos.
- Fracturas mandibulares asociadas a exodoncia de cordales.
- Lesiones nerviosas asociadas a exodoncia de cordales.
- Comunicación orosinusal.
Generales, en relación con la afectación sistémica:
-
Dolor torácico.
Dificultad respiratoria.
Alteración del nivel de consciencia.
Bacteriemia.
COMPLICACIONES LOCALES
Fractura dental
Es el accidente más común de la exodoncia, ya sea de
la corona o de la raíz. La máxima frecuencia se da en los
molares y primeros premolares.
Existen varios factores que contribuyen a incrementar el
riesgo de esta complicación: grandes destrucciones de la
corona, endodoncia previa, anquilosis, hipercementosis,
hueso denso o esclerótico, dientes con raíces largas, puntiagudas, curvas y divergentes. No obstante, en muchas
ocasiones las fracturas se suelen producir por una mala
aplicación de la fuerza ejercida sobre el diente; esto puede
deberse a mala colocación del fórceps, movimientos erróneos o ejercer fuerzas no controladas.
Cuando ocurre, se debe examinar la porción del diente
que se ha extraído, lo cual dará una idea tanto del tamaño
como de la posición del fragmento que permanece en el
alveolo. Se debe inspeccionar el lecho quirúrgico, hay que
irrigar abundantemente y tener una buena iluminación
para poder distinguir correctamente la interfase entre el
91
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
hueso y el diente. En caso de duda, debe realizarse un examen radiográfico, que confirmará la presencia de raíces.
El tratamiento consiste en extraer el resto de raíz. Siempre que sea posible, debe realizarse en el momento de la
cirugía, pero si no es posible, se deben administrar analgésicos y cobertura antibiótica.
Luxación o fractura de dientes vecinos
La subluxación del diente contiguo se suele producir por
una incorrecta aplicación de la fuerza sobre el instrumental.
Si la movilidad del diente no es excesiva, no se requiere tratamiento, pero si ésta es mayor, se deberá ferulizar
durante 2 a 4 semanas. Se debe controlar la vitalidad del
diente afecto y seguir una dieta blanda.
La extracción de un diente contiguo también suele producirse por el uso inadecuado de los fórceps y elevadores,
normalmente sobre dientes periodontales. En este caso,
se debe reimplantar el diente y ferulizarlo. El tratamiento
endodóncico no debe realizarse en este primer paso.
La fractura de dientes vecinos es más frecuente en aquellos dientes que presentan grandes caries. El tratamiento
debe ser conservador.
► Figura 8-2. Imagen de tomografía axial computarizada, corte coronal, en la que se aprecia el resto radicular en el seno.
Dientes o raíces desplazadas a espacios anatómicos
vecinos
Ocurre durante la exodoncia por maniobras violentas o
por un movimiento brusco del paciente. Se produce por
una perforación de las corticales vestibular o lingual/palatina. Es más frecuente en caso de molares superiores,
en los que se produce el paso hacia el seno maxilar. Con
menor frecuencia está descrito el paso al conducto dental
inferior, la vía digestiva o la vía respiratoria.
El diagnóstico se realiza mediante las exploraciones radiográficas pertinentes en cada caso (ortopantomografía,
radiografía lateral de mandíbula, etc.) (Figs. 8-1 a 8-3).
El tratamiento consiste en la extracción del diente o raíz
desplazada, con un abordaje quirúrgico específico, que en
ocasiones requiere anestesia general (Fig. 8-4).
► Figura 8-3. Imagen de tomografía axial computarizada, corte sagital; resto radicular en el seno maxilar izquierdo.
Complicaciones hemorrágicas
El sangrado postextracción consiste en un fenómeno
muy común que se puede minimizar identificando previamente a los pacientes en riesgo y utilizando una técnica
quirúrgica impecable (Fig. 8-5).
92
► Figura 8-1. Ortopantomografía en la que se aprecia resto radicular
de la pieza 25 en el interior del seno maxilar.
► Figura 8-4. Imagen intraoperatoria de la extracción del resto radicular del interior del seno a través de ventana ósea en la pared anterior.
Complicaciones postextracciones dentales
► Figura 8-5. Coágulo en maxilar tras exodoncia de molar superior
con persistencia de sangrado.
Las causas de la hemorragia pueden ser tanto locales
como sistémicas.
Entre las medidas más importantes para el control del
sangrado está la de identificar a aquellos pacientes en riesgo. Durante la anamnesis es fundamental interrogar al
paciente sobre el consumo de medicamentos antiagregantes o anticoagulantes, una historia familiar o personal de
coagulopatías y preguntar sobre un sangrado excesivo en
intervenciones quirúrgicas previas, heridas o durante la
menstruación.
Las condiciones sistémicas que predisponen al sangrado, como la hemofilia A, B o la enfermedad de Von
Willebrand suelen diagnosticarse en edades tempranas,
y esto permite preparar a los pacientes antes de la extracción. En el pasado, el manejo de estos pacientes requería
de trasfusiones sanguíneas y estancias hospitalarias prolongadas; hoy en día esto se ha simplificado mediante el
uso de concentrados de factores de la coagulación y de la
desmopresina. Cada vez se tiende más a evitar los productos derivados del plasma y a utilizar productos recombinantes, ya que así se disminuye la transmisión potencial
de virus.
La desmopresina es una alternativa muy eficaz frente
a los concentrados de factores de la coagulación, ya que
es mucho más barata y tiene utilidad en pacientes con
enfermedad de Von Willebrand tipo I y II, hemofilia tipo
A leve y en algunos pacientes con disfunciones plaquetarias. En el resto de pacientes será necesario el empleo de
factores de la coagulación.
Aquellos pacientes con hemofilia A grave que han sido
tratados previamente con plasma fresco o factor VIII recombinante pueden producir anticuerpos contra el factor,
lo que dificulta su manejo perioperatorio. Este fenómeno
se produce en un 25-30 % de individuos con hemofilia
A grave. El tratamiento de elección para estos pacientes
es la inducción de la tolerancia inmunitaria, mediante la
infusión de factor de la coagulación VIIA y complejos de
protrombina activados (protocolo de Bonn). El manejo de
estos pacientes debe incluir la estrecha colaboración con
CAPÍTULO 8
un hematólogo y la utilización de medidas para el control
local del sangrado.
La terapia antiagregante y anticoagulante es otro factor
sistémico para tener en cuenta a la hora de realizar una
extracción, ya que está asociado con un mayor riesgo de
sangrado. Actualmente, no está indicada la suspensión de
la terapia anticoagulante ni antiagregante en pacientes a
los que se les va a realizar procedimientos de cirugía oral
menor debido al bajo riesgo de sangrado y a la elevada
morbilidad potencial que supone el cese del tratamiento.
Procedimientos menores como biopsias, extracciones
dentales simples o cirugía periodontal se pueden realizar
con un índice internacional normalizado (INR) menor de
4,0, a pesar de que el valor ideal está por debajo de 2,5.
Pacientes con un INR mayor de 4,0 no deben ser candidatos a ningún procedimiento dental antes de consultar
con el clínico responsable de su terapia anticoagulante.
En cirugías de mayor envergadura es necesario un INR
menor de 2,5 o sustituir la terapia anticoagulante perioperatoriamente con heparina de bajo peso molecular. El
INR debe medirse en las 24 horas previas al procedimiento dental, aunque en aquellos pacientes con un INR estable en el tiempo se puede aceptar un INR medido en las
primeras 72 horas.
La terapia antiagregante puede duplicar el tiempo necesario para la formación del coágulo, pero aun así no tiene
por qué ser clínicamente relevante, ya que la mayoría de
estos sangrados suelen controlarse con medidas locales.
Por eso, en líneas generales no es necesario suspender la
terapia antiagregante previa a la extracción. Existen numerosos estudios publicados sobre el mayor riesgo de
sangrado cuando el antiagregante en cuestión es el clopidogrel o el dipiridamol; sin embargo, no existe evidencia
científica de la necesidad de alterar la terapia con dichos
fármacos antes de la extracción. Aquellos pacientes que
estén en tratamiento con dos antiagregantes simultáneos
deben ser tratados en un hospital debido al mayor riesgo
de sangrado.
Lo ideal en pacientes antiagregados o anticoagulados es
no extraer más de tres piezas dentales en una misma sesión, y en aquellos pacientes a los que se les vaya a realizar
cirugía periodontal, limitarla a pequeñas áreas en varias
sesiones por si el paciente presentase un sangrado problemático.
Los factores locales responsables del sangrado, como los
desgarros del colgajo mucoso y los daños al paquete vasculonervioso, son la causa más frecuente de hemorragia
postoperatoria y los que mejor responden a las medidas
locales.
En los pacientes sanos el sangrado postoperatorio suele
ser mínimo y autolimitado por la cascada de la coagulación, ya que el período de estabilización del coágulo oscila
entre 6 y 12 horas (Fig. 8-6). Por eso, un sangrado tras
12 horas desde la intervención se considera excesivo y debería poner sobre aviso de la necesidad de tratamiento.
Se debe recomendar a los pacientes, en caso de persistir sangrando tras la extracción, realizar presión local con
gasas durante 45 minutos, evitando enjuagarse o escupir.
93
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 8-6. Sangrado autolimitado tras exodoncia de cordal inferior erupcionado.
En ocasiones es útil empapar las gasas en peróxido de hidrógeno o ácido tranexámico. Si a pesar de estas medidas
el sangrado persiste, se les debe animar a consultar a un
especialista de forma urgente (Fig. 8-7).
La utilización de anestésico con adrenalina una vez
identificado el punto de sangrado, la aplicación de trombina tópica, de suturas adicionales, de cera de hueso o de
mallas de celulosa oxidada suelen ser suficientes para el
control definitivo del sangrado. Suele ser frecuente identificar un coágulo incompleto en el lecho de sangrado;
este coágulo suele ser móvil y dificulta la hemostasia en
el lecho quirúrgico, por lo que hay que retirarlo antes de
comenzar todas estas medidas.
Los sangrados arteriales que no pueden controlarse con
medidas locales han de ser tratados mediante ligaduras
o electrocauterio (Figs. 8-8 y 8-9). Si el sangrado persiste, lo cual es, afortunadamente, excepcional, es necesario
considerar la embolización, la ligadura de vasos de mayor envergadura u otros procedimientos endovasculares
(Figs. 8-10 y 8-11).
94
► Figura 8-7. Manejo del sangrado postextracción. Sutura en «X»
tras taponamiento del alveolo con material hemostático.
► Figura 8-8. Imagen de tomografía axial computarizada en paciente
con sangrado importante tras extracción de molar superior que ocupa
senos paranasales ipsilaterales.
► Figura 8-9. Mismo caso de la figura 8-8 con sangre en seno esfenoidal.
► Figura 8-10. Embolización de ramas en el territorio de la maxilar
interna.
Complicaciones postextracciones dentales
CAPÍTULO 8
TABLA 8-1.
Antibiótico
Dosis
Amoxicilina
1000 mg/8-12 h
Amoxicilina/ácido clavulánico
2000 mg + 125 mg/12 h
Clindamicina
300 mg/6 h
875 mg + 125 mg/8 h
► Figura 8-11. Detalle del coil tras la embolización.
Complicaciones infecciosas
Se ha sugerido que la edad, la presencia de inmunosupresión, el grado de impactación de la pieza que se va a
extraer, la necesidad de osteotomía, los hábitos higiénicos
y dietéticos del paciente, el consumo de tabaco, la experiencia del cirujano y la utilización de antibióticos perioperatorios, entre otros, pueden tener efectos positivos o
negativos sobre la susceptibilidad a infecciones postextracción.
La utilización de profilaxis antibiótica durante las extracciones dentales continúa siendo un tema muy controvertido: existe numerosa literatura a favor y en contra. En
líneas generales, parece que existe una tendencia a disminuir la incidencia de alveolitis y de infecciones postextracción; sin embargo, su utilización supone un aumento
del gasto económico y de las resistencias terapéuticas así
como un riesgo potencial de anafilaxia para los pacientes.
Como norma general, la profilaxis está indicada siempre
que exista un riesgo importante de infección, ya sea por las
características mismas de la operación o por las condiciones locales o generales del paciente. Entre los factores que
van a determinar la posibilidad de aparición de infección
destacan el tipo y el tiempo de la cirugía así como el riesgo
quirúrgico del paciente por su comorbilidad: diabetes, nefropatías, hepatopatías, cardiopatías y terapias inmunosupresoras fundamentalmente. Las intervenciones menores
en pacientes sanos en general no requieren profilaxis.
Las infecciones odontogénicas, tanto las preextracción
como las postextracción, suelen estar ocasionadas por una
flora mixta en la que predominan cocos grampositivos y
anaerobios; por lo tanto, el tratamiento antibiótico empírico debe ir encaminado a cubrir dicho espectro de microorganismos. En la tabla 8-1 se muestran los distintos
regímenes de antibióticos empleados en nuestro medio.
En las infecciones muy localizadas y de poca repercusión clínica generalmente se emplea monoterapia y de
elección es la amoxicilina-ácido clavulánico por vía oral
durante un período de 7 días. En caso de alergia se utilizará la clindamicina o un macrólido.
Clindamicina + levofloxacino
300 mg/6 h + 500 mg/24 h
Claritromicina
500 mg/12 h
Metronidazol
500 mg/6-12 h
Azitromicina
500 mg/24 h 3 días
En los casos evolucionados con mal estado general y
riesgo de complicaciones pueden emplearse distintas pautas, que generalmente se administran por vía intravenosa
(i.v.):
• Amoxicilina-clavulánico 1-2 g/8 h i.v.
• Clindamicina 600 mg i.v./8 h + levofloxacino 500 mg
i.v./24 h.
• Piperacilina/tazobactam 4 g/0,5 g/8 h i.v.
• Clindamicina 600 mg/8 h i.v.+ metronidazol 500 mg/8 h
i.v.
Cuando se produce la infección, ésta se puede diseminar en múltiples direcciones dependiendo de la localización anatómica del sitio infectado y de los espacios circundantes. La afectación puede limitarse a la cavidad oral
o extenderse a los espacios cervicofaciales superficiales y
profundos. En líneas generales, cuanto más profunda se
localice la infección y mayor número de espacios anatómicos afectados presente, mayor es su gravedad, y se deberá intensificar el tratamiento y el seguimiento. Infecciones que afecten al espacio submandibular, parafaríngeo,
retrofaríngeo y mediastínico presentan una importante
morbilidad debido al riesgo de obstrucción de la vía aérea,
de afectación sistémica y de patología mediastínica (Figs.
8-12 y 8-13).
► Figura 8-12. Imagen de tomografía axial computarizada, absceso
submandibular derecho.
95
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
evidente, en infecciones de espacios profundos que puedan comprometer la via aérea y en celulitis difusas graves
como la angina de Ludwig, en las que el drenaje y un
desbridamiento precoz pueden resolver el cuadro (Figs.
8-14 y 8-15).
Dependiendo de la zona que se vaya a drenar se empleará anestesia local o general. La incisión puede ser intraoral o extraoral y estará condicionada por la localización
del absceso. Las incisiones extraorales deben realizarse en
lugares estéticamente aceptables y teniendo en cuenta la
presencia de estructuras vasculonerviosas importantes.
Cuando existe afectación extensa o de espacios profundos, es interesante colocar un drenaje en el mismo acto
quirúrgico para mantener la oxigenación de la zona y poder lavar los restos necróticos (Fig. 8-16).
Alveolitis
Mención especial merece la angina de Ludwig, que es
una celulitis difusa aguda grave que afecta a los espacios
submaxilar, sublingual y submentoniano de manera bilateral. La acción de los gérmenes da lugar a una importante necrosis muscular, sin ninguna tendencia a la supuración, que de presentarse lo hace de forma tardía. Es una
infección potencialmente grave, ya que puede conducir a
la obstrucción de las vías aéreas superiores y a un estado
de sepsis.
El tratamiento quirúrgico va a estar indicado en infecciones en fase de absceso maduro con fluctuación
Una de las complicaciones más conocidas y frecuentes
tras las extracciones dentales es la osteítis alveolar, también conocida como alveolitis seca. Ocurre en menos del
5 % de los pacientes sometidos a extracciones dentales y
su incidencia es mucho mayor tras la exodoncia del tercer
molar. La alveolitis maxilar es mucho menos frecuente
(probablemente por la mayor vascularización del maxilar) y generalmente pasa desapercibida, diagnosticándose
como un dolor postextracción usual.
Su etiología es desconocida, pero se cree que se debe
a una fibrinólisis prematura del coágulo, lo que provoca
dolor local que se irradia, exposición ósea, halitosis y linfadenopatías.
El síntoma cardinal de la alveolitis es un dolor que se
origina en la mandíbula y se irradia hacia el oído y la garganta. Generalmente el dolor empeora al tercer-quinto
día postextracción y dura alrededor de 1 semana. Si el
dolor persiste de forma prolongada en el tiempo, es nece-
► Figura 8-14. Imagen de tomografía axial computarizada, angina de
Ludwig (corte coronal).
► Figura 8-15. Imagen de tomografía axial computarizada, angina de
Ludwig (corte sagital).
► Figura 8-13. Absceso en región temporal derecha secundaria a
absceso postextracción.
96
Complicaciones postextracciones dentales
CAPÍTULO 8
El tratamiento para las heridas extensas es la sutura de la
herida. Para heridas menores se recomienda el uso de un
gel de clorhexidina cada 12 horas durante unas 2 semanas.
Dehiscencia de herida intraoral
► Figura 8-16. Imagen clínica de paciente con drenajes cervicales e
intraorales tras drenaje de absceso.
En ocasiones el paciente puede presentarse en la revisión o en la urgencia porque refiere que se le ha caído un
punto antes de tiempo o que la herida está abierta. A la
exploración se observa una exposición ósea entre ambos
bordes de la herida.
Esto puede suceder por aplicar demasiada tensión a la sutura o bien por no apretar suficiente los nudos del punto.
Si la dehiscencia es pequeña, se puede dejar cicatrizar,
aplicando en los primeros 15 días un gel con clorhexidina
cada 12 horas. En caso de dehiscencias mayores se puede
requerir el empleo de colgajos de mucosa locales para cerrar la herida.
Enfisema
sario descartar una osteomielitis. A la exploración destaca
un alveolo vacío con exposición ósea.
Entre los factores de riesgo para padecer alveolitis se encuentran: infección preexistente, mala higiene oral, dientes impactados, falta de pericia del cirujano, consumo de
anticonceptivos orales, hábito tabáquico y edad elevada.
El tratamiento consiste en la irrigación local para eliminar
detritus y fragmentos óseos y la aplicación tópica de analgésicos y antibióticos. Normalmente se emplea un carrier que
bien puede ser una gasa empapada en yodoformo, colágeno
o esponjas de gelatina y sobre ella se aplican sustancias que
contienen eugenol, benzocaína, guaicaol o bálsamo del Perú.
Este apósito debe ir cambiándose hasta que remita la sintomatología del paciente. Como tratamiento complementario
a éste, la analgesia por vía oral también está indicada.
Si bien no está demostrada la utilidad de la antibioterapia por vía oral para el tratamiento de la alveolitis seca, se
ha descubierto una disminución de su incidencia en pacientes que han sido tratados con antibioterapia profiláctica, por lo que sí que estaría indicado su uso en pacientes
con factores de riesgo.
Se produce por la entrada de aire en el tejido celular
subcutáneo producido por el uso de elementos rotatorios
que expulsan aire comprimido o por el uso de la jeringa
de aire utilizada incorrectamente para secar los campos
operatorios en cirugía oral. El paciente presenta de forma
súbita una tumefacción que es blanda y crepita. Dependiendo de la cantidad de aire y su localización, se clasifica
como leve, cuando no afecta más allá de la zona intervenida, y grave, cuando afecta a la región cervical o mediastino (Figs. 8-18 a 8-20).
El examen radiográfico ayuda a establecer la extensión del
enfisema y el grado de gravedad. El tratamiento consiste en
antibioterapia. Se debe ingresar al paciente para observación
al menos 24 horas en los casos de enfisema grave.
Dolor
Es el síntoma más frecuente que refieren los pacientes.
En la mayoría de los casos no suele durar más de 24 a
48 horas, suele tener un carácter leve o moderado y se
localiza en la zona intervenida.
Accidentes de las partes blandas
Se producen como consecuencia de la tracción excesiva de los tejidos por una mala técnica quirúrgica o por
un accidente durante la exodoncia, como la pérdida de
control del instrumental (resbalo, descuido, etc.). Para
prevenirlos hay que utilizar la técnica correcta y proteger
adecuadamente los tejidos, bien mediante separadores o
simplemente con la mano izquierda.
La lesión de los labios puede producirse por tracción
excesiva de los separadores (Farabeuf, Langenbeck, etc.)
o por quemaduras al utilizar demasiado pronto material
que se encuentra muy caliente tras la esterilización o piezas de mano sobrecalentadas que apoyan en el labio.
El diagnóstico es clínico, se observa una solución de
continuidad de la mucosa de mayor o menor longitud y
profundidad en función de la agresión (Fig. 8-17).
► Figura 8-17. Lesión de partes blandas gingivales.
97
SECCIÓN II
98
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 8-18. Radiografía cervical donde se aprecia el enfisema cervical postextracción.
► Figura 8-20. Radiografía posteroanterior de tórax. Enfisema subcutáneo cervical.
Es fundamental conocer qué tipo de cirugía se ha realizado, pues aquellas que implican mayor agresión al periostio y a la mucosa, que cuentan con abundantes terminaciones nerviosas amielínicas libres y por tanto con
mayor sensibilidad, suelen implicar mayor sintomatología
dolorosa. El dolor también puede deberse al edema y la
hemorragia producidos por la distensión de los tejidos circundantes a la cirugía.
Generalmente, el dolor responde a analgésicos habituales. Debemos indagar en la historia del paciente para saber qué tratamiento está siguiendo en el momento actual
para el dolor, pues no es infrecuente que el paciente no
esté siguiendo ningún tratamiento o siga un tratamiento
insuficiente. El dolor que no cede con analgésicos habituales, dura más de 48 horas o comienza a los 3-5 días de
la intervención suele deberse a una infección.
► Figura 8-19. Radiografía lateral de tórax. Enfisema subcutáneo
cervical.
Inflamación
Se trata de una reacción de defensa celular, debida a la
liberación de mediadores químicos. Éstos producen una
vasodilatación de vasos sanguíneos locales con el consiguiente aumento del flujo local. Se aumenta la permeabilidad capilar, por lo que pasa abundante líquido al espacio
intersticial, donde migran gran cantidad de granulocitos y
monocitos, aumentando la liberación de mediadores de la
inflamación. Todo esto conlleva tumefacción de la zona,
que se manifiesta como inflamación (Fig. 8-21).
► Figura 8-21. Inflamación paramandibular tras exodoncia de cordal.
Complicaciones postextracciones dentales
La intensidad del proceso inflamatorio que se produce
en el postoperatorio suele ser directamente proporcional
al grado de lesión tisular o traumatismo quirúrgico.
El tratamiento consiste en aplicar frío local, indicar al
paciente que duerma con la cabeza ligeramente incorporada y medicación antiinflamatoria.
CAPÍTULO 8
La progresión del trismo ocasiona hipomovilidad crónica
por contracción muscular o anquilosis fibrosa.
Su tratamiento consiste en calor local, analgésicos, relajantes musculares y ejercicios de apertura, cierre y lateralidad de la mandíbula.
Fiebre
Hematomas y equimosis
No es infrecuente que tras exodoncias complejas, sobre
todo en personas de edad avanzada, se produzca un hematoma o equimosis en la zona intervenida (Fig. 8-22).
Un hematoma se define como la presencia de una colección hemática entre diferentes planos de partes blandas o
entre éstas y un plano óseo. Se produce por la difusión de
la sangre siguiendo la disposición anatómica de los planos
musculares y fascias.
La equimosis, en cambio, es la presencia de una colección hemática por debajo del plano cutáneo o mucoso.
Se caracterizan porque la piel va cambiando de color,
primero es rojo vinoso, posteriormente se torna violeta y
finalmente amarilla; este cambio es debido a la degradación de la hemoglobina.
Para intentar disminuir la posible formación de hematomas se puede aplicar frío a intervalos de 10 minutos,
durante 24 horas. Suelen resolverse tras unos 14 días. Los
hematomas se pueden complicar principalmente de dos
maneras, por infección o por calcificación.
Trismo
Es la incapacidad o dificultad de apertura normal de la
boca. Es frecuente que se produzca tras exodoncia de terceros molares, debido a lesión del músculo pterigoideo interno, espasmo muscular por la inflamación, reflejo antiálgico o inflamación en la articulación temporomandibular.
► Figura 8-22. Hematoma mentoniano postextracción.
En las primeras 24 horas posquirúrgicas la temperatura corporal puede elevarse hasta 38,5 °C, pero no debe
persistir más allá de este tiempo; de lo contrario, es necesario pensar en causas de carácter general y de mayor
gravedad.
Osteonecrosis por bisfosfonatos
Se define como la necrosis ósea, más frecuentemente
mandibular, que se produce en los pacientes que están
siendo tratados o han sido tratados recientemente con
bisfosfonatos (osteoporosis, metástasis óseas, mieloma
múltiple, etc.). Generalmente el desencadenante de la osteonecrosis es una agresión quirúrgica, como puede ser
una extracción dental, y se manifiesta como una zona
de exposición ósea que no mejora con el paso del tiempo
(Figs. 8-23 a 8-26).
Se debe realizar un diagnóstico diferencial con otras
afecciones que cursen con exposiciones óseas y retraso
en la cicatrización de los procesos alveolares, teniendo en
cuenta los siguientes criterios diagnósticos (Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial):
- Paciente que ha recibido, está recibiendo o recibió bisfosfonatos intravenosos u orales sin antecedentes previos de radioterapia en el territorio maxilofacial. La
existencia de un antecedente previo de radioterapia
cervicofacial conllevará un diagnóstico diferencial entre una osteonecrosis física, química o mixta.
- Presencia de una o varias lesiones ulceradas con exposición ósea en el maxilar superior y/o la mandíbula de
más de 8 semanas de evolución
► Figura 8-23. Exposición ósea en paciente con bisfosfonatos intravenosos.
99
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
- La exposición ósea puede ser asintomática y autolimitada en su tamaño, o acompañarse de dolor, aumento
en su extensión y formación de secuestros óseos.
- Algunos casos de osteonecrosis por bisfosfonatos de los
maxilares pueden presentarse sin una exposición ósea
franca, predominando el dolor de origen no filiado,
con o sin pequeñas fístulas orales.
► Figura 8-24. Exposición ósea en paciente con bisfosfonatos orales.
► Figura 8-25. Fístula mandibular en paciente con osteonecrosis por
bisfosfonatos en mandíbula.
100
► Figura 8-26. Secuestro óseo en caso de osteonecrosis por bisfosfonatos.
Las pruebas complementarias necesarias para el diagnóstico son la ortopantomografía (Fig. 8-27), prueba de
imagen más utilizada dada su amplia disponibilidad, y
la tomografía computarizada, para valorar mejor el área
afectada y planificar el mejor tratamiento (Fig. 8-28).
En cuanto al tratamiento, depende de la gravedad del
caso, que se clasifica en cuatro estadios:
- Estadio 0: no hay exposición ósea, síntomas como dolor o inflamación.
- Suspender el bisfosfonato, si es posible.
- Realización de prueba de imagen OPG.
- Enjuagues de colutorio de clorhexidina al 0,12 %
cada 12 horas durante 15 días.
- Control a los 15 días:
Misma sintomatología: mantener tratamiento 15 días.
Empeoramiento: aplicar tratamiento estadio I.
- Control al mes:
Mejoría o resolución: valorar reintroducción del
bisfosfonato.
Persistencia de la sintomatología, aparición de exposición, dolor o signos de infección: aplicar tratamiento estadio I ó II.
- Estadio I: exposición de hueso necrótico, asintomático
y sin signos de infección:
- Suspender el bisfosfonato, si es posible
- Enjuagues de colutorio de clorhexidina al 0,12 %
cada 12 horas durante 15 días.
- Control a los 15 días:
Mismo o menor tamaño exposición: mantener tratamiento 15 días.
Mayor tamaño exposición: aplicar tratamiento estadio II.
- Control al mes:
Mejoría o resolución: valorar reintroducción del
bisfosfonato.
Mayor tamaño exposición, dolor o signos de infección: aplicar tratamiento estadio II.
► Figura 8-27. Ortopantomografía en la que se aprecia secuestro
óseo mandibular izquierdo.
Complicaciones postextracciones dentales
CAPÍTULO 8
- Control al mes:
Menor tamaño: tratar como estadio I.
Mismo o mayor tamaño: tratar como estadio III.
- Estadio III: exposición de hueso necrótico, en pacientes con dolor, signos de infección y evidencia clínica o
radiográfica se secuestro óseo o fractura patológica:
- Suspender el bisfosfonato, si es posible.
- Antibioterapia y enjuagues orales como en estadio II.
- Eliminar el secuestro óseo (Fig. 8-29).
- Control a los 15 días:
Evolución favorable: suspender antibioterapia oral
y antinflamatorios. Mantener colutorio y revisión
a los 15 días.
Evolución desfavorable: mantener tratamiento 15 días.
- Control evolutivo al mes:
Evolución favorable: aplicar medidas de prevención.
Evolución desfavorable: intervención quirúrgica programada.
Fracturas mandibulares asociadas a exodoncia de
cordales
► Figura 8-28. Tomografía axial computarizada,. Secuestro óseo
mandibular.
- Estadio II: exposición de hueso necrótico, en pacientes
con dolor y signos de infección:
- Suspender el bisfosfonato, si es posible.
- Enjuagues de colutorio de clorhexidina al 0,12 %
cada 12 horas durante 15 días.
- Antibioterapia: amoxicilina-ácido clavulánico 2.000
/125 mg cada 12 horas durante 15 días. En pacientes alérgicos a penicilina y sus derivados, administrar levofloxacino 500 mg cada 24 horas durante
15 días.
- Antiinflamatorios no esteroides por vía oral.
- Control a los 15 días:
Menor tamaño: tratar como estadio I.
Mismo o mayor tamaño: mantener tratamiento 15
días.
Las fracturas mandibulares asociadas a exodoncia de cordales son una complicación poco frecuente, entre el 0,005 %
y el 0,19 % de los casos según la serie. Se atribuye fundamentalmente a fuerzas excesivas e instrumentación inadecuada
durante la cirugía, aunque también contribuye la profundidad del diente, lesiones quísticas o neoplásicas asociadas, etc.
El tipo de fractura que se produce suele ser una fractura de
ángulo mandibular, debido a que esta es una zona de menor resistencia de la mandíbula, especialmente en pacientes
dentados.
A la exploración se puede observar una solución de continuidad en la cortical mandibular, así como movilidad independiente de ambos fragmentos de la mandíbula. El paciente puede presentar disoclusión y anestesia del territorio del
nervio dental inferior e intenso dolor (una vez que cede el
efecto de la anestesia local).
Se debe realizar una prueba radiográfica para confirmar la
sospecha diagnóstica.
El tratamiento consiste en reducción de la fractura y osteosíntesis, que es necesario realizar con anestesia general en
quirófano.
Lesiones nerviosas asociadas a exodoncia de cordales
► Figura 8-29. Imagen intraoperatoria de legrado del lecho necrosado.
Son lesiones infrecuentes: en la literatura, su frecuencia
varía entre el 0,4 % y el 8,4 %. La agresión quirúrgica
puede provocar sección, aplastamiento o desgarro del
tejido nervioso. Los nervios que se pueden afectar en la
exodoncia de terceros molares mandibulares son el nervio
dentario inferior y el nervio lingual. Por eso son imprescindibles las pruebas de imagen (Figs. 8-30 a 8-32).
El nervio dentario inferior es responsable de la inervación del hemilabio inferior, piel del mentón, mucosa gingival y dientes del lado afecto. El nervio lingual inerva la
hemilengua homolateral. Ambos nervios son sensitivos,
por lo que en ningún caso existirá un trastorno de la movilidad facial o lingual (Figs. 8-33 a 8-35).
101
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 8-30. Imagen iCat de posición del nervio dentario inferior
respecto a cordal incluido (vista superior).
► Figura 8-32. Imagen iCat de posición del nervio dentario inferior
respecto a cordal incluido (vista lateral).
Habitualmente se manifiesta como parestesias en la
zona del nervio afecto, que con el paso de las semanas
van mejorando. La mejoría se suele apreciar como una
sensación de hormigueo; es infrecuente la aparición de
neuralgias dolorosas asociadas al frío. En el caso de secciones completas del tejido nervioso, se manifiesta como
una anestesia total del territorio afecto. Puede ser que el
paciente además asocie lesiones de mordida o quemaduras
en la lengua o el labio. En caso de secciones completas
puede quedar como secuela la anestesia total o parcial del
territorio de inervación.
Comunicación orosinusal
La comunicación orosinusal en la literatura tiene una
frecuencia muy variable, que oscila del 0,008 % al 1 %
de los casos. Se define como cualquier abertura formada
102
► Figura 8-31. Imagen iCat de posición del nervio dentario inferior
respecto a cordal incluido (vista medial).
► Figura 8-33. Ortopantomografía en la que se aprecia cordal con
quiste asociado, adyacente al canal del nervio dentario inferior.
► Figura 8-34. Detalle intraoperatorio de cordal incluido.
Complicaciones postextracciones dentales
CAPÍTULO 8
ñar al paciente puede desencadenar, en personas con riesgo cardiovascular, un dolor opresivo que puede irradiar al
brazo izquierdo, con relación a una cardiopatía isquémica
(angina de pecho o infarto agudo de miocardio).
Dificultad respiratoria
► Figura 8-35. Detalle intraoperatorio con nervio dentario inferior en
el fondo del lecho.
Suele producirse por reacciones adversas a fármacos
o secundarios a enfermedades sistémicas, como el asma
bronquial o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
También puede deberse al paso accidental de un cuerpo
extraño a la vía aérea.
El paciente presentará disnea y se observará una cianosis progresiva. A la auscultación pueden escucharse ruidos
respiratorios anómalos (estridor, roncus, sibilancias).
Alteración del nivel de conciencia
entre la cavidad oral y el seno maxilar (Fig. 8-36). Puede
ocurrir durante la cirugía o en el período postoperatorio.
La exodoncia de dientes en estrecho contacto con el seno
maxilar tiene un elevado riesgo de producir lesión de la
membrana sinusal. Generalmente, si la comunicación no
es muy grande, puede ser que el coágulo sanguíneo obture la perforación. Si tras la exodoncia se observa una comunicación orosinusal franca, se debe proceder al cierre
inmediato, bien con colgajos de mucosa local o bien con
colgajo de bola de Bichat. Además el paciente debe seguir
unas recomendaciones en los siguientes días: no debe sonarse, no debe hacer enjuagues orales y debe estornudar
con la boca abierta; es decir, debe evitar cualquier maniobra que pueda producir una diferencia de presiones entre
la cavidad oral y el seno maxilar, pues el paso brusco de
aire puede contribuir a producir o mantener la comunicación.
COMPLICACIONES GENERALES
Dolor torácico
El estado de ansiedad y nerviosismo que puede acompa-
No es infrecuente que en cualquier momento del acto
quirúrgico el paciente refiera sentirse mareado, por lo que
se debe interrumpir la cirugía y solventar este problema
lo antes posible. Frecuentemente está relacionado con reacciones vasovagales por el estímulo doloroso y el miedo
que presenta el paciente respecto al acto quirúrgico.
Se pueden distinguir varios niveles de alteración de
consciencia, pero los que se producen en el gabinete dental son dos principalmente, el mareo y el síncope.
El mareo es un conjunto de sensaciones en las que se
produce una mínima y transitoria alteración del nivel de
consciencia.
El síncope se define como una pérdida de conocimiento temporal debida a una disminución brusca del flujo
sanguíneo cerebral. Puede ocurrir de forma repentina
o estar precedido de síntomas como náuseas, visión borrosa, palidez y sudoración. El síncope más común es el
síncope vasovagal, que se desencadena en situaciones de
dolor intenso, ambiente caluroso o situaciones emocionales estresantes.
Ante esta situación, se debe colocar al paciente en decúbito o en posición de Trendelenburg (elevando las piernas
del paciente por encima del nivel de la cabeza) y controlar
la presión arterial y el pulso. Si el pulso se torna imperceptible, se debe administrar 1 mg de atropina intravenosa y
avisar al anestesista o intensivista de guardia.
Bacteriemia
Es la presencia de bacterias patógenas en la sangre. Se
produce en aquellos procedimientos quirúrgicos invasivos, como los realizados en cirugía oral. En pacientes inmunocompetentes y sin patología cardíaca no supone un
riesgo. En pacientes inmunodeficientes y con patología
cardíaca es preciso la profilaxis antibiótica para evitar el
riesgo de endocarditis bacteriana.
CRITERIOS DE INGRESO HOSPITALARIO
► Figura 8-36. Detalle de comunicación orosinusal.
La experiencia del clínico y las condiciones individuales
de cada paciente son un factor muy importante para tener
en cuenta a la hora de decidir el ingreso hospitalario, por
103
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
lo que no se puede dar una receta aplicable a todas las
situaciones, sino una serie de directrices que deben alertar
frente a lo crítico de la situación.
En líneas generales, el ingreso hospitalario del paciente
estará indicado en aquellos casos con afectación sistémica
y/o compromiso real o potencial de la vía aérea. El mal
control del dolor con medicación oral también puede ser
criterio para ingreso hospitalario.
El sangrado dental postextracción es clínicamente relevante cuando dura más de 12 horas, es refractario al tratamiento con medidas locales, origina un gran hematoma
o equimosis en los tejidos blandos intraorales o cervicales
C
y/o requiere de trasfusiones sanguíneas.
La presencia de trismo, disfagia, sialorrea, elevación del
suelo de la boca y disnea son signos de obstrucción progresiva de la vía aérea que precisan de tratamiento antibiótico y con corticoides intravenosos de forma urgente y,
probablemente, de tratamiento quirúrgico. La elevación
de parámetros infecciosos analíticos (leucocitosis con
neutrofilia, proteína C reactiva y velocidad de sedimentación globular), la presencia de fiebre y postración indican
afectación sistémica, por lo que también serían criterio
para el ingreso hospitalario.
RESUMEN
•
La mejor manera de prevenir las complicaciones tras
una extracción dental es la realización de una correcta
historia clínica (que investigue medicación y antecedentes médicos de interés), un correcto diagnóstico (con
adecuadas pruebas de imagen) y un acto quirúrgico cuidadoso.
•
El dolor es el síntoma más frecuente referido por los
pacientes. Ante una posible complicación grave (hemorrágica, infecciosa o de otro tipo con compromiso de la
vía aérea) de una exodoncia, el paciente debe ser remitido lo antes posible a un centro hospitalario para valoración por el cirujano oral y maxilofacial.
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CAPÍTULO
9
Complicaciones en implantología
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Miguel Burgueño García
Dr. Dr. José Luis Cebrián Carretero
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
En la mayoría de los casos, la colocación de implantes es
una intervención quirúrgica que en manos experimentadas y efectuada de manera cuidadosa podría calificarse de
«sencilla». Por lo general, el paciente tan solo presenta un
leve malestar durante la intervención y ligera inflamación
local en los primeros días del postoperatorio. En la práctica habitual, la aparición de complicaciones graves es rara y
estas suelen ser leves.
COMPLICACIONES PREOPERATORIAS
Se puede considerar la mala elección de un paciente como
complicación, y puede deberse a múltiples motivos: deficiente lecho óseo y/o partes blandas, técnicas diagnósticas
insuficientes o incorrecta valoración de estas, mala planificación del caso, enfermedades sistémicas como la diabetes,
cardiopatías, estados de inmunosupresión o fumadores.
- Sangrado por lesión de algún vaso, en regiones muy
vascularizadas (el suelo de la boca o la región pterigomaxilar) (Figs. 9-2 a 9-6).
Especialmente peligrosa es la lesión de la arteria sublingual, por fenestración de la cortical interna mandibular a
la altura de canino y premolares durante el fresado quirúrgico. La formación de un hematoma en suelo de boca
puede ser muy peligrosa, fundamentalmente por las características anatómicas de dicha localización (Fig. 9-7). La
perforación con la fresa de la cortical lingual mandibular
produce sangrado y edema acompañante, por daño en las
estructuras vasculares del espacio sublingual, que puede
llegar a producir hematoma en suelo de boca que comprometa la vía aérea.
COMPLICACIONES QUIRÚRGICAS
Son aquellas que se producen durante la primera fase
quirúrgica.
Hemorragia
No suelen ser muy frecuentes, pero pueden tener repercusiones clínicas importantes. La formación de equimosis
y hematomas localizados son habituales cuando se precisa mayor despegamiento mucoperióstico (Fig. 9-1), pero
se suelen reabsorber en unos 10-15 días. Se puede aplicar
hielo tras la intervención para disminuir su posible formación.
Pueden producirse por varios motivos:
- Debidas a afecciones sanguíneas que alteren la coagulación, como la toma de anticoagulantes y/o antiagregantes, hepatopatías, hemofílicos.
- La causa local más frecuente de sangrado importante en
la mandíbula es la lesión del techo del canal del nervio
dentario inferior y la lesión del paquete vascular.
► Figura 9-1. Hemorragia por excesivo despegamiento mucoperióstico
en procedimiento implantológico.
105
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 9-2. Sangrado intraoral tras colocación de implantes en
maxilar con elevación simultánea del seno maxilar.
► Figura 9-5. Imagen de la localización del sangrado y
embolización.
Deglución y aspiración de instrumentos
► Figura 9-3. Detalle de la ortopantomografía en el caso de la
figura 9-2.
106
► Figura 9-4. Tras sangrado incontrolable a pesar de tratamiento
quirúrgico local en la zona intervenida, se decide embolizar el vaso
sangrante mediante angiografía.
Pueden producirse debido al manejo de los componentes implantológicos de pequeño tamaño y por movimientos incontrolados del paciente; pueden desplazarse a
la vía aérea, por lo que se deben prevenir. El empleo de
material inadecuado puede ocasionar rotura de los dife-
► Figura 9-6. Control del vaso sangrante. Embolización de ramas en
el territorio de la maxilar interna.
Complicaciones en implantología
CAPÍTULO 9
► Figura 9-9. Sinusitis aguda derecha tras elevación de seno
maxilar.
► Figura 9-7. Hematoma en el suelo de la boca tras colocación de
implantes que puede poner en compromiso la vía aérea del paciente.
rentes aditamentos. Se puede emplear un hilo de sujeción
a los componentes para asegurar su recuperación. En caso
de migración a vía aérea, se empleará la maniobra de
Heimlich, y si no fuese eficaz, se realizaría una cricotomía
de urgencia.
La deglución de algún componente implantológico
puede producirse sin que el paciente lo advierta, dado el
pequeño tamaño de ciertas piezas; en estos casos, se advertirá al paciente del accidente. El 90 % de los cuerpos extra-
► Figura 9-8. Deglución de prótesis. Precisó retirada por servicio de
digestivo.
ños deglutidos pasan el aparato gastrointestinal sin ningún
problema, aproximadamente el 10 % precisan extracción
mediante endoscopia y en el 1 % se precisará una intervención quirúrgica (Fig. 9-8). Se debe realizar un control
y seguimiento radiológico cada 2-3 días para confirmar
la progresión en el aparato digestivo de la pieza deglutida
hasta su expulsión espontánea, que puede producirse en
un período de tiempo variable. Los componentes que se
desplazan a la vía digestiva pueden recuperarse mediante
endoscopia.
Perforación de cavidades
La perforación de las cavidades nasales y/o sinusales está
considerada como una complicación mayor en el campo
de la implantología. A pesar de ello, no suele producir problemas graves; de hecho, en situaciones de poca altura ósea
se intenta conseguir estabilidad primaria realizando una
fijación bicortical al suelo del seno maxilar y se consigue
la osteointegración del implante. Pequeñas perforaciones
de la mucosa sinusal durante la colocación de implantes
no suelen tener trascendencia y el extremo del implante
se recubre por mucosa sinusal sana. Sin embargo, perforaciones más grandes con penetración del implante más allá
de 3-4 mm pueden producir graves complicaciones. En el
peor de los casos, puede producir una sinusitis aguda que
precisará tratamiento antibiótico o cirugía orosinusal para ser
solucionada (Figs. 9-9 y 9-10).
En caso de perforar la membrana sinusal durante una
elevación abierta de seno maxilar, se debe intentar su sutu-
► Figura 9-10. Sinusitis aguda derecha tras elevación de seno
maxilar.
107
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 9-13. Migración de implante a fosa nasal derecha.
► Figura 9-11. Detalle de la ventana de elevación del seno maxilar
con la membrana al fondo.
ra y cierre; si no es posible, se debe colocar una membrana
de colágeno para sellar la comunicación (Fig. 9-11). La
penetración del implante en cavidad nasal puede llegar a
producir una rinosinusitis. La alteración del flujo nasal
podría causar irritación de la mucosa nasal, alterándose
la función mucociliar y produciéndose inflamación local.
Migración del implante
La migración del implante al interior del seno maxilar es
una complicación mayor que puede producirse durante la
colocación del implante o en la segunda fase en caso de ausencia de osteointegración (Fig. 9-12). Hay que retirarlo
mediante abordaje del seno o fosa nasal sin destrucción de
la cresta ósea, realizar un firme sellado de la cavidad e iniciar tratamiento antibiótico sistémico, a fin de colocar el
implante pasados varios meses (Figs. 9-13 y 9-14). Si no
se retira el implante del seno, puede producirse una sinusitis maxilar y una reacción a cuerpo extraño intrasinusal.
Es una rara complicación (en torno a un 0,2 %) que
suele presentarse en rehabilitaciones completas en pacien-
tes edéntulos, en pacientes de edad avanzada; el mayor
factor de riesgo son los casos que presenten una atrofia
mandibular grave (Figs. 9-15 a 9-17). Se aconseja, por
tanto, un estudio de imagen tridimensional en aquellos
casos con gran reabsorción ósea para evaluar de forma
exhaustiva la configuración tridimensional mandibular y
valorar la posibilidad de colocar implantes sin correr un
riesgo elevado de fractura. La prevención exige una cirugía
► Figura 9-12. Ortopantomografía, migración del implante al seno
maxilar.
► Figura 9-15. Ortopantomografía en caso de fractura mandibular
patológica en el implante en posición 44.
Fractura de mandíbula
108
► Figura 9-14. Detalle intraoperatorio del implante migrado a fosa
nasal.
Complicaciones en implantología
► Figura 9-16. Retirada de los implantes laterales en un intento de
controlar la infección mandibular.
cuidadosa, evitando apretar demasiado el implante sobre
un hueso generalmente muy corticalizado debido a la reabsorción, por lo que se puede recomendar el empleo de
terrajas a fin de evitar una sobrepresión, lo que evitaría
la fractura y fracaso de osteointegración. En ocasiones, la
fractura puede producirse por una cirugía de lateralización
del nervio dentario (Figs. 9-18 a 9-22).
Se trata de una complicación mayor que precisa un
tratamiento quirúrgico en medio hospitalario mediante
reducción de la fractura y osteosíntesis con placas y tornillos de titanio. Las dehiscencias y fenestraciones de las
corticales suelen producirse por excesiva angulación de la
fresa y en ocasiones pueden provocar lesiones graves de
tipo nervioso o vascular en el suelo de la boca y el espacio
submandibular.
CAPÍTULO 9
► Figura 9-18. Colación de implantes mediante técnica de
lateralización del nervio dental inferior.
► Figura 9-19. Fractura mandibular tras lateralización.
Alteraciones nerviosas
Las lesiones de tipo nervioso se suelen referir al nervio
dentario inferior. La afectación del nervio dentario inferior durante la colocación de implantes a nivel mandibular
es una complicación problemática que debe evitarse (Fig.
9-23). La incidencia de alteraciones neurosensoriales tras
la colocación de implantes dentales oscila entre el 0,6 y
el 36 %. En casos de reabsorción mandibular importan► Figura 9-20. Imagen de tomografía axial computarizada
tridimensional del detalle de la fractura tras lateralización.
► Figura 9-17. TAC 3D. Fractura mandibular derecha.
► Figura 9-21. Tratamiento de la fractura mediante exposición
extraoral, reducción del foco y osteosíntesis.
109
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
También puede producirse la lesión del nervio lingual
por estos motivos:
► Figura 9-22. Ortopantomografía final tras consolidación.
te resulta imprescindible la realización de un estudio de
imagen como tomografía axial computarizada o i-CAT,
para determinar con certeza la distancia de la cresta al canal. En ocasiones se ha descrito la lesión del nervio sin
daño directo al canal, como consecuencia de un síndrome compartimental tras sangrado dentro del canal, por lo
que se recomienda mantener una distancia de seguridad al
conducto de unos 2 mm. Durante el fresado del lecho es
típico el calambrazo irradiado al labio cuando se alcanza el
conducto. Los casos con escasa altura ósea a nivel mandibular posterior pueden ser candidatos a una transposición
del nervio dentario.
Las causas de lesión del nervio dentario inferior pueden
ser:
- Lesión durante la infiltración, mediante técnica troncular o mediante inyección directa en la salida del agujero
mentoniano o en su recorrido hacia el labio inferior.
- Durante la realización de la incisión crestal en pacientes
edéntulos en los que por la reabsorción ósea la salida del
nervio se encuentra superficializada.
- Durante la realización de una descarga vestibular en el
colgajo mucoperióstico.
- Debido a una excesiva tracción del colgajo o compresión directa mediante el separador en la región de salida
del nervio en el agujero mentoniano.
- Daño directo durante el fresado del lecho del implante, generalmente debido a una mala planificación del
caso.
- Síndrome compartimental en el canal del dental como
consecuencia de sangrado profuso dentro de este.
110
► Figura 9-23. Daño del nervio dental inferior tras colocación de
implantes en mandíbula.
- Lesión directa durante la infiltración por lingual. El
daño suele ser mayor que en el caso del nervio dentario
inferior, ya que su diámetro es menor.
- Durante la realización de una descarga lingual en el colgajo mucoperióstico.
- En caso de perforación de la cortical interna, por excesiva
angulación del implante o en casos de atrofia severa.
- Compresión del nervio lingual, debida a una excesiva
retracción de la lengua por el ayudante durante la intervención.
- Compresión accidental del nervio mediante la sutura
del colgajo.
El pronóstico de la lesión nerviosa depende del tipo de
lesión del nervio, la edad del paciente, el tipo de tratamiento y la demora en comenzarlo, que dependerá de un
diagnóstico precoz y acertado. El tratamiento analgésico
se instaurará desde el inicio de la sintomatología, y pueden
asociarse complejos de vitamina B para favorecer la restauración de la sensibilidad.
Lesión de dientes adyacentes
Pueden evitarse manteniendo al menos una distancia
mínima de 1 mm entre diente e implante para no dañar
el ligamento periodontal. La colocación de implantes está
absolutamente contraindicada si existe un foco periapical
en dientes adyacentes (Fig. 9-24).
Rotura intraósea de material rotatorio
Las fracturas del material rotatorio suelen producirse por
un cambio de eje del fresado o por un movimiento inadecuado del paciente durante el fresado. Cuando se produce
► Figura 9-24. Lesión de dientes adyacentes al implante.
Complicaciones en implantología
la rotura del extremo de una fresa de bola inicial o una
broca durante el inicio del fresado puede retirarse realizando un fresado a su alrededor en la parte más externa, para
poder apresarlo con pinzas o mosquito, generalmente sin
mayores consecuencias. Si la rotura se produce a nivel más
profundo la osteotomía necesaria para su retirada suele ser
más ancha y profunda, lo que suele impedir la colocación
del implante en ese momento y se deberá esperar unos
meses. Existen comercializados diferentes taladros huecos
especialmente diseñados para dicho fin, que intentan evitar la pérdida de hueso.
En ocasiones el cirujano puede no percatarse del accidente en ese momento y encontrar el extremo fracturado de la broca tras la intervención. Si en pruebas
radiológicas postoperatorias el fragmento está separado
de los implantes adyacentes, se puede realizar un seguimiento periódico y decidir su extracción en el caso de
que se evidencie alguna lesión ósea alrededor del fragmento.
Técnica quirúrgica incorrecta
Generalmente, el empleo de una técnica incorrecta durante la colocación del implante conlleva la ausencia de
osteointegración de dicho implante. Esto puede deberse a
diversos factores:
- Fresado y/o velocidad excesivas.
- Insuficiente irrigación y refrigeración durante el fresado.
- Cambios de dirección del fresado.
- Excesiva presión del roscado del implante en el hueso.
Ante una disminución de la estabilidad del implante,
debe ser sustituido por otro de mayor diámetro o mayor
longitud si las condiciones anatómicas lo permiten. En
huesos con densidad ósea alta se puede realizar terrajado
(sobre todo en la mandíbula) para evitar el exceso de presión ósea al colocar el implante, lo que provocaría microfracturas óseas en la zona de roscado. Por lo tanto, se debe
realizar un correcto diagnóstico de la estructura ósea que
alojará el implante, precisando las dimensiones de las corticales y del hueso esponjoso. Se deben seguir una serie de
recomendaciones básicas:
Irrigación externa e interna.
Fresado intermitente en mandíbula. Evitarlo en maxilar.
Intentar no emplear fresas con mucho uso.
Osteotomía final ligeramente menor que el diámetro del
implante que se va a colocar.
- Empleo de terrajas en huesos muy densos.
- Evitar sobreinfección del lecho al implantarlo.
COMPLICACIONES POSTOPERATORIAS INMEDIATAS
Son aquellas complicaciones que se producen a continuación de la intervención quirúrgica hasta la retirada de
los puntos, en torno a los 7-10 días.
Edema y dolor
El edema inflamatorio suele ser proporcional al grado
de complejidad del procedimiento quirúrgico, y se trata
más bien de una respuesta normal de los tejidos sobre los
que se actúa. La prevención del edema mediante manipulación cuidadosa de los tejidos blandos, incisiones bien diseñadas y técnicas atraumáticas será el mejor tratamiento.
La aplicación de frío local durante las primeras 24 horas
disminuirá la aparición de edema. La formación de equimosis y hematomas localizados es habitual cuando se precisa mayor despegamiento mucoperióstico, pero se suelen
reabsorber en unos 10-15 días. Se puede aplicar hielo tras
la intervención para disminuir su posible formación e instaurar medicación analgésica.
Alteraciones sensitivas
Son una de las complicaciones más serias. Se pueden
producir neuralgias y parestesias transitorias con una frecuencia baja, en torno al 2 %.
Por lo general la sensibilidad se recupera al cabo de semanas o meses si es debida a un hematoma, pero si la
lesión produce un daño directo de las fibras puede convertirse en definitiva. La mejor prevención es el diagnóstico
preoperatorio mediante estudios de imagen tipo tomografía axial computarizada o i-CAT para visualizar la posición
del conducto a cada nivel. Existe controversia respecto a
la recomendación de retirada del implante para evitar la
lesión nerviosa permanente.
Problemas gingivales
Son los siguientes:
•
•
-
Otra complicación que puede presentarse en la fase
quirúrgica y que puede afectar a la osteointegración y a
la parte protésica es la incorrecta posición y angulación
del implante, además de poder lesionar estructuras adyacentes.
CAPÍTULO 9
Dehiscencia de herida: una sutura muy apretada
compromete la vascularización y favorece la necrosis tisular en los bordes de la herida.
Infección y formación de absceso: suelen aparecer
en pacientes que no cumplen las correctas medidas higiénicas postoperatorias, por insuficiente
irrigación durante el fresado, permanencia de
suturas no reabsorbibles y en ocasiones pueden
estar provocadas por el aflojamiento de los tornillos de cierre. Se recomienda la administración
de antibióticos preoperatorios y postoperatorios.
COMPLICACIONES PROTÉTICAS
Son de tres tipos:
•
Complicaciones estructurales: en lo referente a todos los componentes de la prótesis: fracturas del
armazón, fracturas del tornillo, fracturas de los
111
SECCIÓN II
•
•
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
muñones, aflojamiento de los tornillos del muñón
o de la prótesis. Por todo ello se debe realizar una
verificación radiológica en cada una de las fases.
También se incluyen la inadecuada posición y
eje de inserción de los implantes, que dificultan
la toma de impresiones y en ocasiones puede imposibilitar la colocación de los pilares de impresión. Los implantes que superan una angulación
de 25-30° suelen provocar defectos óseos periimplantarios, además de provocar defectos estéticos y
biomecánicos.
Complicaciones estéticas: son más frecuentes en
las rehabilitaciones del maxilar, causadas por discrepancias en altura o angulación que precisan
estructuras complejas que van en detrimento de
la higiene local. La más frecuente es la inclinación vestibular del implante en el maxilar superior seguida de la recesión gingival.
Complicaciones funcionales: la fonación puede
verse afectada tras grandes restauraciones implantosoportadas y afectación del espacio lingual
en rehabilitaciones inferiores. Son bastante raras.
COMPLICACIONES DURANTE EL SEGUIMIENTO
Complicaciones mecánicas
Pueden producirse la fractura del implante, por sobrecarga o por un mal diseño del armazón. Por sobrecarga
oclusal también puede llegar a fracturarse el pilar.
Complicaciones gingivales
Puede producirse gingivitis, hiperplasia gingival, fístulas
y formación de placa bacteriana (Fig. 9-25).
Pérdida de fijación del implante. Periimplantitis
La periimplantitis se define como la inflamación de la
mucosa que rodea al implante con pérdida del hueso de
soporte (Fig. 9-26). Debe diferenciarse de la mucositis pe-
112
► Figura 9-25. Hiperplasia gingival en zona de rehabilitación con
implantes.
► Figura 9-26. Imagen intraoral en caso de periimplantitis.
riimplantaria, en la que no se produce pérdida ósea. En la
periimplantitis la lesión migra apicalmente con respecto al
epitelio de unión y se observa un predominio de células
plasmáticas, linfocitos, células polimorfonucleares y macrófagos. Actualmente se piensa que el fracaso de los implantes
después del proceso de osteointegración esta principalmente motivado por la infección bacteriana. Se estima que esta
infección afecta al 10 % de los implantes con más de 5 años
y el principal factor de riesgo asociado es la existencia de
enfermedad periodontal previa al implante.
La flora bacteriana en la cavidad oral antes de la colocación de implantes osteointegrados va a determinar la composición de la nueva microbiota que se va a formar alrededor de estos. La etiopatogénesis de la periimplantitis está
relacionada principalmente con reservorios de perioodontopatógenos de bolsas residuales, aunque también influyen
aquellos factores que facilitan la colonización de la superficie de implantación y la susceptibilidad a la infección.
Respecto al tratamiento, deben corregirse en primer lugar los factores locales que limiten un correcto control de
placa por parte del paciente. Además, deben ser corregidos
los factores oclusales detectados durante la exploración
que puedan provocar una sobrecarga de los implantes. Por
el momento, no existen ensayos clínicos controlados que
valoren los posibles beneficios de los antibióticos sistémicos, pero varios autores muestran efectos clínicos como la
disminución de la inflamación y ganancia ósea. El tratamiento quirúrgico debe seguir los siguientes pasos:
1. Desbridamiento del tejido de granulación.
2. Eliminación de la placa bacteriana de la bolsa periimplantaria. Se realizará mediante curetas de plástico,
teflón o ultrasonidos para no dañar la superficie del
implante.
3. Limpieza de la superficie del implante. Se realiza mediante diferentes sustancias como clorhexidina, ácido
cítrico, tetraciclinas, etc. Su objetivo es la eliminación de la flora bacteriana en la superficie rugosa del
Complicaciones en implantología
CAPÍTULO 9
Las tasas de mayor fracaso clínico se han encontrado a
nivel posterior maxilar, donde la fuerza de carga es mayor, y la densidad ósea, menor. Los criterios de éxito en
implantología pueden resumirse con los criterios de
Albrektsson et al.:
► Figura 9-27. Detalle de pieza de secuestro óseo que incluye el
implante en paciente al que se le había administrado bisfosfonatos
intravenosos.
implante que permita la unión del hueso y las partes
blandas.
4. RGT (Regeneración Tisular Guiada). En caso de defectos óseos de importancia con exposición de espiras del
implante. Se empleará injerto óseo y recubrimiento con
membranas de colágeno.
C
- Cada uno de los implantes aislados debe ser inmóvil.
- Radiológicamente no debe existir ninguna zona radiolúcida alrededor del implante.
- La pérdida ósea vertical anual debe ser inferior a 0,2 mm
después del primer año.
- Ausencia de síntomas (dolor, infecciones, parestesias,
etc.).
- Porcentaje de éxito a los 5 años del 85 %, y a los
10 años, del 80 %.
Bisfosfonatos
En pacientes que han recibido tratamiento intravenoso
u oral con bisfosfonatos, existe riesgo de presentar osteonecrosis secundaria a la administración de estos fármacos,
que pueden hacer fracasar la rehabilitación con implantes
y producir grandes secuestros óseos (Fig. 9-27).
RESUMEN
•
En implantología dental, la aparición de complicaciones graves en manos experimentadas es rara y estas
suelen ser leves. Estas complicaciones pueden darse
en cualquiera de las diferentes fases del tratamiento
(preoperatorias, quirúrgicas, protésicas o durante el
seguimiento de la osteointegración).
•
Una correcta elección del paciente, una adecuada planificación con suficientes pruebas diagnósticas y una
intervención quirúrgica cuidadosa son factores imprescindibles para intentar evitar dichas complicaciones.
•
La identificación del problema y una actuación inmediata por parte del implantólogo suelen ser el mejor
tratamiento de dichas complicaciones.
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10
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad
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Dra. Rocío Sánchez Burgos
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
Las lesiones en la mucosa oral engloban un amplio espectro morfológico y etiológico de afecciones, y su diagnóstico es esencial en la práctica diaria del cirujano oral
y maxilofacial. Por sus características anatómicas, la cavidad oral se expone a una gran variedad de agresiones
traumáticas, físicas y químicas, es puerta de entrada de
múltiples microorganismos, y puede asentar en ella una
amplia variedad de infecciones de origen bacteriano, vírico o fúngico. Múltiples enfermedades sistémicas y diversas
enfermedades de origen autoinmunitario presentan también manifestaciones en la cavidad oral, en determinados
casos muy específicos. El estudio de este amplio espectro
de lesiones orales es imprescindible para el diagnóstico
diferencial, la búsqueda de agentes causales exógenos o
endógenos y, por supuesto, la prevención y detección precoz del cáncer oral.
LESIONES BLANCAS
Leucoplasia
Se define como una lesión en forma de placa blanquecina, rugosa o lisa, limitada o no, de curso crónico, no desprendible con raspado y no atribuible a otra enfermedad o agente
causal. La prevalencia mundial es del 2 %, aunque existe
marcada variabilidad geográfica: en Estados Unidos hay
14 casos por 100.000 habitantes, mientras que en la India
es de 130 casos por 100.000 habitantes. Históricamente,
este tipo de lesiones se ha asociado más al sexo masculino,
pero con los cambios culturales la distribución está cambiando, con una proporción de 85:1 (hombres:mujeres) en
la India y de 9:1 en Estados Unidos. En su etiopatogenia
están implicados factores genéticos y sistémicos sobre los
que actúan de manera sinérgica factores irritativos crónicos como el tabaco (es seis veces más frecuente en fumadores) y el alcohol. El papel que juega el virus del papiloma humano es controvertido.
Junto con la eritroplasia, es la lesión potencialmente
maligna más frecuente, con una tasa de degeneración
anual de 1. Desde el punto de vista histológico, los distintos estadios de displasia han sido clasificados por la
Organización Mundial de la Salud (Tabla 10-1), aunque
en realidad se trata de un espectro continuo que implica
una gran variabilidad interobservador. La presencia de
displasia se considera el factor de riesgo más importante
para la malignización, aunque una lesión displásica puede
permanecer sin cambios o incluso regresar a lo largo de la
vida, y una transformación maligna puede tener lugar en
una lesión no displásica. A pesar de los avances en biología
molecular, aún no se han identificado factores predictores
de malignización fiables. Para la identificación de lesiones
TABLA 10-1. Clasificación de estadios histológicos de
lesiones orales precursoras de malignidad (Organización
Mundial de la Salud, 2005)
Tipo de lesión
Características histológicas
Hiperplasia escamosa
Acantosis o hiperplasia epitelial basal
Arquitectura estratificada sin atipia
celular
Displasia leve
Alteraciones en la arquitectura tisular
limitadas al tercio inferior del epitelio
Atipia celular leve
Displasia moderada
Alteraciones en la arquitectura extendidas al tercio medio del epitelio. Atipia
celular moderada
Displasia grave
Las alteraciones en la arquitectura
afectan a más de dos tercios del epitelio,
con atipia celular grave
Carcinoma in situ
Alteraciones en la arquitectura que
afectan a todo el espesor del epitelio
Atipia celular pronunciada
115
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
de riesgo se ha empleado la citología exfoliativa, la tinción
con azul de toluidina, la espectroscopia, la quimiofluorescencia o la fluorescencia directa. El tratamiento de estas
lesiones no está estandarizado; en general se basa en el
seguimiento a largo plazo o la resección de la lesión mediante cirugía o láser, aunque no se ha demostrado que
estas medidas disminuyan la incidencia de malignización.
Además, se han identificado cambios epiteliales que van
más allá de la lesión macroscópica, lo cual explica las posibles recidivas o las lesiones de localización multifocal.
Como tratamientos alternativos a la cirugía se han empleado retinoides, criocirugía y la terapia fotodinámica.
Según su aspecto clínico, se dividen en homogéneas,
con aspecto uniforme liso, y no homogéneas, excrecentes
e irregulares entre las que se incluyen la leucopasia verrucosa y la eritroleucoplasia.
Según su localización, se han descrito diversas formas
clínicas de presentación:
- Leucoplasia de la mucosa labial. Puede ser de morfología homogénea en la zona de mucosa labial o bien
de aspecto ulcerado si se encuentra localizada en el
borde del bermellón. Se hallan con más frecuencia en
el labio inferior. Como factor de riesgo destacable se
encuentran los fumadores que depositan los cigarrillos
largo tiempo en el labio; esta lesión se denomina en
la literatura como «lesión labial de los fumadores de
cigarrillos».
- Leucoplasia nodular de la comisura labial. Esta lesión
se asocia a la candidiasis hiperplásica crónica. Es una
lesión en la zona de la comisura oral en la que se aprecian nódulos blancos separados por estrías rojizas. Se
da con mayor frecuencia en fumadores y portadores de
prótesis, y tiene una notable tendencia a la transformación maligna.
- Leucoplasia verrugosa proliferativa. Descrita en 1985 y
antes denominada «papilomatosis oral florida», se considera hoy en día un subtipo de la leucoplasia verrucosa. Se caracteriza por su localización multifocal, su
resistencia al tratamiento y su alto potencial de malignización.
- Leucoplasia lingual (Fig. 10-1). Las lesiones se localizan con mayor frecuencia en el dorso lingual. La
afectación puede ser difusa o en forma de placa homogénea, y se observa una desaparición de la morfología
papilar lingual.
- Leucoplasia del suelo de la boca y la región sublingual.
Con gran potencial maligno, este tipo de lesiones son
más predominantes en el sexo femenino.
► Figura 10-1. Leucoplasia lingual.
Wickham. Suelen hallarse en superficies de flexión del
organismo, de forma simétrica, con manifestaciones orales en el 30-70 % de los casos. En las mucosas se presenta
como mácula con estrías en su interior en forma de helecho. El diagnóstico diferencial se realiza con las lesiones
leucoplásicas y las candidiasis orales; resulta de gran utilidad el análisis histológico de la lesión.
La etiología es desconocida, aunque existen múltiples
factores que parecen tener un papel importante. Se ha
asociado a agentes infecciosos y enfermedades sistémicas
como la hipertensión arterial, la gota, la diabetes, el hipertiroidismo o algunas alergias. Existe un evidente componente psicosomático en la evolución de la enfermedad,
y también se han asociado factores neurotróficos. Se han
Liquen plano
116
El liquen plano (Fig. 10-2) es una enfermedad cutaneomucosa crónica que afecta sobre todo a mujeres adultas de raza blanca, con una prevalencia del 1,1-2,2 % en
nuestro medio. La lesión consiste en una serie de pápulas
poligonales planas, de color púrpura, con líneas características de color blanco grisáceas denominadas estrías de
► Figura 10-2. Liquen plano.
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (I)
CAPÍTULO 10
descrito reacciones liquenoides a determinados fármacos
(Tabla 10-2) y tratamientos odontológicos, entre los que
destacan reacciones al mercurio de las amalgamas.
La anatomía patológica se caracteriza por una hiperqueratosis o paraqueratosis con acantosis, degeneración
hidrópica de la basal e infiltrado linfocitario en banda.
Estos hallazgos se observan con mayor claridad en las lesiones cutáneas que en las mucosas.
La evolución es crónica, con períodos de remisión y
exacerbación que pueden estar en relación con factores
psicosomáticos. La lesión suele ser asintomática, aunque
puede producir sensación de picor o ardor. La localización
más frecuente es la región yugal a nivel del trígono retromolar. Se han descrito diversas formas clínicas:
- Liquen plano papuloso: se conoce como tipo agudo. Su
morfología consiste en placas blanquecinas, con tendencia a la remisión.
- Liquen plano reticular: consiste en una serie de placas
blancas con aspecto reticulado en su interior. Es el subtipo más frecuente (Fig. 10-3).
- Liquen plano en placas: más frecuente en fumadores,
algunos autores discuten su clasificación como un tipo
de leucoplasia (Fig. 10-4).
- Liquen plano atrófico: contiene placas atróficas en su
interior con estrías periféricas en forma de sierra. Se
ha descrito recientemente una posible asociación entre
este subtipo y la infección por virus del papiloma humano.
- Liquen plano erosivo: es una forma evolutiva del anterior con ulceración de la lesión.
- Liquen plano ampolloso: se caracteriza por ampollas
en el interior de la lesión y se asocia a una elevada prevalencia de virus del papiloma.
La tendencia a la malignización es discutida en la literatura: oscila entre un 4-15 % de los casos con mayor
riesgo asociado a los subtipos atrófico y erosivo. El primer
paso en el tratamiento se basa en la atención a los factores
psicosomáticos y la supresión de los fármacos que podrían
causar reacciones liquenoides. Si la lesión fuera sintomática, produciendo picor, ardor o escozor, se recurrirá al
uso de corticoides tópicos de alta potencia. Si la respuesta
es positiva, el tratamiento a largo plazo se realizará con
► Figura 10-3. Liquen plano reticular.
corticoides tópicos de potencia media asociados a antimicóticos; en caso contrario, puede recurrirse al uso de
esteroides sistémicos. Como tratamiento médico se han
propuesto distintas alternativas como la administración
de alopurinol, fenilbutazona, estreptomicina, vitamina A,
antifúngicos y corticoides. No existe un método eficaz
para predecir la malignización, por lo que la utilidad del
seguimiento a largo plazo ha sido cuestionada, aunque es
recomendada por muchos autores.
Lesiones lúpicas
El lupus es una enfermedad inflamatoria autoinmunitaria crónica de causa desconocida que afecta al tejido
conectivo; cursa en forma de brotes. Existen tres formas
clínicas esenciales:
TABLA 10-2. Fármacos asociados con reacciones
liquenoides
Fármacos asociados con reacciones liquenoides
Antiinflamatorios no esteroideos
Diuréticos tiazídicos
Metildopa
Fenotiacinas
Sales de oro
► Figura 10-4. Liquen plano en placas.
117
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
- Lupus eritematoso discoide (LED), con afectación crónica de la mucosa oral y la piel. Se considera la forma
más leve de lupus eritematoso. Tiene una mayor prevalencia en el sexo femenino, en personas jóvenes y en la
raza negra.
- Lupus cutáneo subagudo, una forma intermedia con
mayor afectación de cabeza, tronco superior y superficies extensoras de los miembros superiores.
- Lupus eritematoso sistémico (LES), la forma más grave
con afectación de piel, mucosas y órganos diana (afectación renal y hemática).
La prevalencia en Estados Unidos y Europa es de 40 casos por cada 100.000 habitantes. Es más frecuente en el
sexo femenino, con una proporción de 9:1 en el LES y
2:1 en el LED. Estos pacientes tienen una tasa de mortalidad tres veces mayor que la población general, debida
sobre todo a la enfermedad activa, las infecciones y las
arterioesclerosis a largo plazo.
La etiología es desconocida. La patogenia se basa en la
aparición de autoanticuerpos en inmunocomplejos que se
depositan y originan lesiones de diversos órganos diana.
Una serie de factores ambientales actúan como desencadenantes (retrovirus, fármacos como la procainamida o la
hidralacina, tabaco, radiaciones, etc.) unidos a una serie
de factores genéticos (HLA A1, B8, DR2, DR3, DQ ) y
endocrinos (déficit en la producción de andrógenos). Se
produce una activación del sistema inmunitario, concretamente de los linfocitos B; se pueden aislar anticuerpos
antinucleares (ANA), anticitoplasmáticos, contra proteínas del ácido ribonucleico (ARN) (anti-RNP, anti-Ro,
anti-La) y antifosfolípidos (anticardiolipina).
La clínica se caracteriza por lesiones cutáneas en alas
de mariposa sobre todo en zonas expuestas como la cara
o el cuero cabelludo. Las lesiones cutáneas son típicamente discoides en el LED y presentan la tríada típica:
eritema, atrofia e hiperqueratosis. En el LES se observan
con frecuencia lesiones urticarianas difusas o en «alas de
mariposa» en región facial. También pueden existir telangiectasias, áreas alopécicas, arteritis, púrpuras, petequias
y ulceraciones.
Las lesiones orales pueden aparecer antes, de manera
simultánea o después de la aparición de las lesiones cutáneas. Tienen una duración media de 4,2 años y son sintomáticas en un 75 % de los casos; se manifiestan como
una sensación local de quemazón o molestia. Las lesiones
en cavidad oral ocurren en un 21 % de los casos de LES y
en un 24 % de LED, y se pueden localizar en mucosa yugal, lengua, paladar, labios y encías. Se describen distintas
formas clínicas:
118
- Lesiones orales discoides típicas: formadas por un área
central atrófica rodeada de estrías en forma radial y
eritema.
- Lesiones orales discoides atípicas: pueden observarse
estrías blancas en la mucosa yugal, lengua o encías, similares a las estrías de Wickham del liquen plano.
- Lesiones orales no discoides: áreas hiperémicas, purpú-
ricas, ulcerativas o ampollosas, normalmente no dolorosas. Pueden tener valor predictivo en la transformación de LED a LES.
- Lesiones labiales (labio lúpico): pueden ser típicas, con
zonas hiperqueratósicas y atróficas, o atípicas, en las
que observamos estrías blancas en el borde bermellón.
Son característicos signos como el de «invasión cutánea», que consiste en un borramiento del límite cutaneomucoso y el signo del engrosamiento asimétrico
por infiltración irregular a nivel de la lámina propia,
que ayudan a diferenciar estas lesiones de otras similares como el liquen plano.
- Síndrome seco: en la mitad de los pacientes con LES y
xerostomía existirá infiltración linfocitaria en glándulas salivares menores.
En el LES puede existir afectación renal, gastrointestinal, pulmonar, cardíaca, hematológica y neuropsiquiátrica. El diagnóstico es fundamentalmente serológico
mediante la detección de determinados autoanticuerpos,
ANA, DNAn, SM SS-A (Ro), SS-B (La), y desde el punto
de vista histológico se observará la característica «banda
lúpica».
El tratamiento se basa en el uso de corticoides tópicos,
tanto para las lesiones cutáneas como para las mucosas.
En las lesiones orales es posible utilizar triamcinolona o
fluocinolona en forma de cremas o enjuagues. En terapia
sistémica se utilizan antimaláricos (cloroquina, hidroxicloroquina) e inmunosupresores. Se aconseja evitar la exposición al sol y a irritantes como el alcohol, el tabaco o
la placa bacteriana.
Para la realización de procedimientos dentales existe
controversia en la administración de profilaxis antibiótica, recomendada en casos con afectación grave del sistema
inmunitario. Se debe realizar un control de coagulación
previo al tratamiento, ya que la trombocitopenia puede
ser grave en el LES y deben ajustarse las dosis de los fármacos en caso de afectación renal.
Candidiasis oral
Las micosis más frecuentes en cavidad oral están producidas por hongos del género Candida, en un 80 %
Candida albicans. Son comensales habituales de la mucosa oral que se vuelven patógenos en determinadas condiciones (alteraciones endocrinas, inmunodeficiencias, xerostomía, desnutrición y alcoholismo, prótesis antiguas,
uso de antibióticos y corticoides, tabaco, etc.). Pueden dar
lugar a distintos tipos de lesiones, agudas o crónicas:
• Formas agudas:
- Candidiasis pseudomembranosa, muguet (Fig. 10-5).
Frecuente en niños, ancianos, paciente inmunodeprimidos, pacientes tratados con radioterapia y
diabéticos. Es la segunda infección oportunista en
frecuencia en pacientes infectados por virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH), con un impacto
importante en términos de pérdida de peso y calidad
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (I)
► Figura 10-5. Candidiasis pseudomembranosa.
de vida (Rabeneck y Laine, n.d.) Aparecen lesiones en
forma de placas blanquecinas que se desprenden fácilmente al raspado en cualquier zona de la mucosa oral,
con escasa sintomatología. Deberá realizarse diagnóstico diferencial con lesiones de tipo leucoplásico.
- Candidiasis eritematosa aguda. Se caracteriza por
la aparición de una estomatitis eritematosa erosiva
acompañada de una lengua depapilada, que cursa
con dolor y sensación de quemazón. Es frecuente tras
el uso de antibióticos a largo plazo y asociada a diabetes mal controlada, anemia y déficit de vitamina
B12.
• Formas crónicas:
- Candidiasis seudomembranosa. Con las mismas características que la aguda, pero prolongada en el
tiempo.
- Candidiasis atrófica crónica (Fig. 10-6). Son lesiones
eritematosas atróficas en mucosa yugal, paladar y
lengua, que adquiere un aspecto liso y atrófico; se
pueden encontrar petequias y zonas hiperplásicas en
estadios más avanzados. Cursa prácticamente asintomática y es la forma más común de candidiasis.
► Figura 10-6. Candidiasis atrófica crónica.
CAPÍTULO 10
Es frecuente en pacientes portadores de prótesis removibles durante un tiempo prolongado que no se
retiran durante la noche. Este tipo de estomatitis por
prótesis se localiza con frecuencia en zonas de apoyo
de la prótesis en el paladar, donde existe menor flujo
salivar.
- Candidiasis crónica hiperplásica (v. lesiones hiperplásicas).
- Candidiasis crónica multifocal. Se define como la
presencia de candidiasis en más de una localización
durante más de 4 semanas en ausencia de factores
predisponentes, como en casos de concurrencia de
estomatitis por prótesis y queilitis angular.
• Otras formas clínicas asociadas a cándidas:
- Queilitis angular. También llamada «perleche», es
frecuente encontrar este tipo de colonización en inmunodeprimidos, desdentados, pacientes de edad
avanzada y con déficit vitamínicos. Representa con
frecuencia una combinación de infección bacteriana
y fúngica por C. albicans y Staphylococcus aureus.
- Glositis romboidal media (Fig. 10-7). También conocida como atrofia central papilar, es una entidad
debida a un defecto en el desarrollo del tubérculo
impar que se presenta como un área eritematosa alargada en la unión de los dos tercios con el tercio posterior lingual, que muy frecuentemente está colonizada por Candida. En ocasiones se puede encontrar
una lesión «en beso» simétrica en el paladar por el
contacto durante la deglución.
El tratamiento de las candidiasis se basa en el diagnóstico precoz de la infección, la corrección de los factores
favorecedores y el empleo de fármacos antifúngicos tópicos o sistémicos.
► Figura 10-7. Glositis romboidal media.
119
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
Queilitis actínica
Manchas de Koplik
Es una lesión frecuente en personas de edad avanzada
debida al acúmulo de daño solar, aunque también pueden estar implicados el tabaquismo y factores irritantes
crónicos. La lesión característica (Fig. 10-8) es una placa blanquecina que puede ser ulcerada a la altura del
borde bermellón labial, más frecuente en labio inferior,
de aspecto seco y áspero. Desde el punto de vista histológico se observa atrofia epitelial con transformación
del colágeno subyacente en tejido elastósico avascular.
Pueden observarse alteraciones en la maduración epitelial, atipias, ortoqueratosis y paraqueratosis. La naturaleza atrófica de la lesión junto con los daños acumulados
causados por las lesiones solares la hacen más susceptible
a la transformación maligna, que puede ocurrir hasta
en un 10 % de los casos. El tratamiento se basa en la
extirpación mediante cirugía, crioterapia, electrocoagulación, quimioterapia tópica con 5-fluorouracilo, imiquimod o escisión con láser CO2 .
Son formaciones en forma de mácula blanquecina, pequeña e irregular que aparecen en mucosa oral (mucosa
yugal y lengua), características de las etapas tempranas
del sarampión.
Quemaduras físicas
Entre las quemaduras por agentes físicos cabe destacar
las originadas de forma yatrogénica por los bisturís de
electrocoagulación; deben ser tratadas mediante higiene
oral, enjuagues con clorhexidina y anestésicos locales. Las
quemaduras debidas a la ingestión de biberones demasiado calientes en los niños pueden presentarse en distintos
grados de gravedad, que hace necesaria en ocasiones la
exploración de la vía digestiva.
Gránulos de Fordyce
Los gránulos o manchas de Fordyce son glándulas
sebáceas ectópicas sin potencial maligno, consideradas
como un variante de la normalidad. Desde el punto
de vista clínico se observan nódulos blanquecinos que
pueden aparecer en cavidad oral, tronco o genitales, y
desde el punto de vista histológico se evidencian glándulas sebáceas normales pero con localización heterotópica.
120
► Figura 10-8. Queilitis actínica en labio inferior.
LESIONES ROJAS
Mucositis por radiación
La mucositis y la xerostomía son las complicaciones
orales más frecuentes asociadas a la terapia oncológica
no quirúrgica y al trasplante de medula ósea. Pueden ser
secundarias a quimioterapia o radioterapia, y se calcula
una incidencia del 99 % en pacientes previo trasplante
de células hematopoyéticas. Representa uno de los efectos adversos más invalidantes del tratamiento y con más
impacto en la calidad de vida del paciente, y uno de los
principales factores limitantes de dosis. Existen distintos
grados de afectación en un espectro que la Organización
Mundial de la Salud divide en gravedad I a IV, desde eritema hasta grandes ulceraciones muy dolorosas que pueden afectar a toda la mucosa oral.
Su patogenia esta en investigación; se describen cuatro
fases: inflamatoria, epitelial, ulcerativa y curativa. En la
primera fase, denominada inflamatoria, el daño tisular
genera la producción de citocinas inflamatorias a través
de la activación de determinados genes (c-jun, c-fos, Erg-1)
que desencadenan una cascada inflamatoria promotora
de la apoptosis celular. La situación de inmunodepresión
sistémica y la disminución de los niveles de inmunoglobulinas en saliva favorecen la colonización por gérmenes
comensales orales o patógenos potenciales como estreptococos α-hemolíticos que pueden desencadenar bacteriemia.
La profilaxis es esencial, aunque existen escasas evidencias en la literatura sobre la eficacia de las terapias empleadas. Se ha descrito el empleo de agentes antiinflamatorios
(bencidamina), antibióticos locales y sistémicos, factores
modificadores de la respuesta biológica (citocinas, factores
de crecimiento de colonias), citoprotectores (amifostina,
prostaglandinas, vitamina E, N-acetilcisteína), crioterapia y otros (pilocarpina, sucralfato, tretinoína, glutamina,
misoprostol). Para su prevención durante la quimioterapia, una de las medidas más simples y baratas es la de
chupar hielo durante la administración de agentes de vida
media corta (sobre todo el fluorouracilo) para disminuir
el flujo sanguíneo y así la exposición al fármaco. Un reciente metaanálisis sobre la prevención de mucositis oral
en pacientes oncológicos pediátricos pone de manifiesto
la falta de evidencia sobre la efectividad de las terapias
disponibles, dando importancia a los programas de salud
oral.
La terapia con láser y los dispositivos de control del dolor controlados por el paciente han demostrado una discreta utilidad para disminuir la intensidad y la duración
del dolor. Es frecuente el empleo de rutina de enjuagues
antisépticos (clorhexidina) o antiinflamatorios (bencida-
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (I)
mina), a pesar de que existen evidencias que advierten de
la ineficacia o incluso de un posible incremento del dolor.
Otros tratamientos como la administración de alopurinol
en enjuagues, factor estimulante de colonias granulocíticas, inmunoglobulinas y extractos de placenta humana
muestran una discreta eficacia, aunque son necesarios
más estudios para que se desarrollen protocolos útiles de
prevención y tratamiento de la mucositis oral.
Estomatitis alérgica
La estomatitis alérgica medicamentosa está relacionada
con el depósito de inmunocomplejos. Se manifiesta con
eritemas, ampollas o úlceras; también se pueden encontrar lesiones cutáneas y debe cesar la ingesta del fármaco.
La erupción fija por medicamentos se caracteriza por
una lesión eritematosa acompañada de vesículas que aparece en una zona concreta de la piel o mucosas ante la
toma de un determinado fármaco. Las manifestaciones
clínicas se caracterizan por ser recurrentes y de localización específica cada vez que se ingiere el medicamento.
Las lesiones orales suelen acompañar a lesiones cutáneas
similares, pero pueden ocurrir de forma solitaria o asociadas a lesiones en otras mucosas. Pueden presentarse
como aftas, erosivas o eritematosas, localizadas con más
frecuencia en el dorso lingual o el paladar duro.
La estomatitis por contacto se origina mediante un mecanismo de hipersensibilidad retardada en relación con
la inmunidad celular, y se caracteriza por la aparición de
lesiones eritematosas unos días después de la colocación
en boca de determinados materiales odontológicos (material de impresión, resinas, materiales protésicos, etc.) que
deberán ser eliminados de la cavidad oral.
Déficits nutricionales
Los déficits de vitaminas solubles en agua que pueden
producir patología oral incluyen los de vitamina B2, B3,
B6, B12, ácido fólico y vitamina C. La carencia de vitaminas solubles en grasa A, D y E también puede producir manifestaciones bucales. Los minerales relevantes en
la salud de la mucosa oral son calcio, fluoruro, hierro y
zinc.
La deficiencia de vitamina B2 (riboflavina) se ha relacionado con edema de mucosas y glotis, glositis, estomatitis
y queilitis angular. La vitamina B3 (niacina) está implicada en mecanismos de reparación celular. Su déficit, denominado pelagra, es frecuente en pacientes alcohólicos,
con enfermedad renal o hepática. Se manifiesta como una
glositis de color rojo brillante acompañada de sensación
de boca urente y una alta incidencia de caries. El déficit
de vitamina B6 (piridoxina) puede producirse también en
pacientes alcohólicos y en tratamiento con determinados
fármacos (isoniazida, L-dopa, penicilamina y cicloserina)
que pueden provocar glositis, eritema gingival y queilitis.
La carencia de vitamina B12 puede desencadenar manifestaciones orales como mucosa eritematosa, glositis y
sensación de quemazón. La anemia perniciosa es un tipo
de anemia megaloblástica causada por gastritis atrófica,
CAPÍTULO 10
que provoca un defecto en la absorción de la vitamina.
Este cuadro puede observarse en enfermedades endocrinas de origen autoinmunitario como la diabetes tipo
1, el hipoparatiroidismo, la enfermedad de Addison, el
hipopituitarismo, la tiroiditis crónica, la enfermedad de
Graves, la miastenia gravis y el vitíligo. También puede
desencadenarse en afecciones que provoquen un déficit
en la absorción de nutrientes como enfermedad de Crohn,
gastritis crónica, infecciones por Helicobacter pylori y pacientes con desnutrición. El déficit de vitamina B12 junto
con el déficit de ácido fólico y hierro se ha relacionado
con la estomatitis aftosa recurrente.
El déficit de vitamina C (ácido ascórbico) se denomina
escorbuto y puede ocurrir en pacientes alcohólicos o malnutridos. Se presenta como una gingivitis hemorrágica,
con coloración roja o azulada de las encías, sangrado y
propensión a las infecciones. Así mismo, se ha demostrado relación entre el déficit de vitamina C y la enfermedad
periodontal.
La carencia de vitamina A puede darse en pacientes con
malabsorción intestinal provocando como manifestaciones orales xerostomía, propensión a infecciones y alteraciones en el desarrollo dental. La toxicidad por vitamina
A puede dar lugar a queilitis y gingivitis, en relación con
patología hepática.
Entre los minerales, el déficit de calcio se ha relacionado
con un incremento del riesgo de enfermedad periodontal.
La carencia de flúor se asocia con un aumento de la incidencia de caries dental, mientras que su toxicidad causa
manchas en el esmalte que pueden verse en forma de moteado blanco o coloración marrón. Las manifestaciones
orales de la anemia por déficit de hierro incluyen atrofia
de las papilas linguales, glositis y sensación de quemazón,
estomatitis angular, disfagia y palidez de mucosas, que se
pueden asociar con úlceras aftosas recurrentes. El déficit
de zinc provoca cambios en el epitelio mucoso dando lugar a un adelgazamiento de las papilas filiformes, úlceras
y xerostomía.
Los pacientes alcohólicos son un grupo especial de riesgo de malnutrición, anemia y déficit vitamínicos. Estos
pacientes suelen presentar xerostomía, palidez mucosa,
queilitis angular y glositis. Los pacientes con anorexia o
bulimia pueden presentar atrofia de la mucosa y glositis
secundarias al déficit nutricional, además de erosiones palatinas en los dientes anteriores muy características provocadas por el ácido de los vómitos frecuentes.
Síndrome de Plummer-Vinson
El síndrome de Plummer-Vinson o de Paterson-Kelly
se presenta mediante la clásica tríada de anemia hipocrómica, glositis urente con atrofia de las papilas linguales y
membranas esofágicas. La causa es desconocida, aunque
parecen desempeñar una función importante factores genéticos y nutricionales. Desde el punto de vista epidemiológico, se da con mayor frecuencia en mujeres escandinavas
entre la cuarta y la séptima década de la vida. La disfagia
es la manifestación clínica más importante, indolora e
121
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
intermitente o progresiva. Los pacientes padecen además
astenia, palidez y alteraciones en la piel y en las uñas. A
nivel oral, es característica la denominada boca de «carpa», arrugada, con excoriaciones labiales. Existe atrofia de
las papilas linguales y mayor frecuencia de leucoplasias y
eritroplasias. Está asociado con un aumento del riesgo de
carcinoma escamoso de cavidad oral, faringe y esófago. El
tratamiento se basa en la administración de complejos de
hierro para el tratamiento de la anemia y las dilataciones
endoscópicas esofágicas.
Granulomatosis de Wegener
Es una rara enfermedad autoinmunitaria caracterizada
por una inflamación granulomatosa necrosante que afecta al tracto respiratorio superior asociada a vasculitis y
glomerulonefritis. En la mucosa oral pueden existir manifestaciones en el 6-13 % de los casos, y en la presentación
inicial solo en el 2 %. La forma clínica más frecuente es
la gingivitis granulomatosa papuloeritematosa, caracterizada por una hiperplasia gingival con gran hiperemia,
petequias y propensión al sangrado denominada «encía
en fresa». También pueden aparecer úlceras y áreas de necrosis. El diagnóstico diferencial debe incluir la gingivitis
asociada a fármacos, la enfermedad de Crohn, la sarcoidosis, la granulomatosis oral, la histiocitosis de Langerhans
y los linfomas. Para su correcta diferenciación se deben
determinar los niveles de anticuerpos anticitoplasma de
neutrófilo (ANCA-C), positivos aunque fluctuantes. Los
hallazgos histológicos muestran una hiperplasia seudoepiteliomatosa, con células gigantes multinucleadas y microabscesos. El tratamiento se basa en la administración
de corticoides y ciclofosfamida; la desaparición de las lesiones orales es uno de los signos de respuesta y remisión.
Sarcoma de Kaposi
122
También llamado angiosarcoma de Kaposi o sarcoma
hemorrágico idiopático múltiple, es una angiomatosis
sistémica de evolución maligna. Existe una forma clásica
en el sur y este de Europa, una forma endémica africana
y una forma epidémica asociada al VIH. En su etiopatogenia se ha descrito el papel asociado del virus herpes
humano 8 al virus de la inmunodeficiencia humana. La
afectación de la mucosa oral es frecuente, localizada en
paladar, encía maxilar y lengua, y en muchos casos es la
forma de presentación inicial. Las manifestaciones pueden variar clínicamente y pasar de una forma leve a fulminante de forma poco predecible. Se han descrito tres
estadios clínicos: el estadio de parche, en el que la lesión
característica es una mácula de color rojizo, el estadio de
placa, en el cual la lesión evoluciona como una placa violácea de mayor tamaño, y el estadio nodular, en el que es
característica la aparición de múltiples nódulos en piel y
mucosas. El edema linfático facial y las lesiones extensas
orales se asocian a un peor pronóstico. La histopatología
varía según la fase clínica, y en su diagnóstico diferencial
deben incluirse el granuloma piogénico, el hemangioma
y el angiosarcoma. El tratamiento de las lesiones orales
se basa en la quimioterapia sistémica asociada a la terapia
antirretroviral; también pueden emplearse agentes quimioterápicos intralesionales.
Lesiones vasculares
Las anomalías vasculares (Fig. 10-9) se dividen en dos
grandes subtipos: los hemangiomas y las malformaciones
vasculares. Los angiomas son tumores vasculares benignos cuya localización más frecuente es en cabeza y cuello.
Estas formaciones de células endoteliales presentan un
crecimiento rápido durante la infancia, y a lo largo del
tiempo pueden estacionarse o involucionar. Se subdividen
en infantiles, congénitos de rápida involución y congénitos no involutivos. Los congénitos están presentes en el
nacimiento, y la forma involutiva regresa durante los primeros meses de vida. Las malformaciones vasculares, sin
embargo, se caracterizan por estar presentes desde el nacimiento, mostrando un crecimiento endotelial normal, sin
capacidad de involución. Según el tipo se han clasificado
en hemangiomas, hemangioendoteliomas kaposiformes y
granulomas piogénicos. Las malformaciones vasculares
pueden ser venosas, linfáticas, capilares o arteriovenosas.
El diagnóstico diferencial entre ambas entidades puede
ser complejo, aunque es importante para plantear su tratamiento por su distinto comportamiento biológico.
Los hemangiomas intraóseos son muy poco frecuentes:
suponen el 0,2 % de las neoplasias óseas. La localización
más frecuente es en cráneo, vértebras, mandíbula y maxilar. La mayoría se descubren casualmente tras una exploración radiológica, aunque pueden producir erosiones y
reabsorciones dentales, expansión, deformidad, o debutar
como un sangrado muy abundante tras una exodoncia o
biopsia. El diagnóstico de sospecha se basa en la clínica y las pruebas radiológicas, y el diagnóstico diferencial
se debe realizar con entidades de apariencia radiológica
similar como el quiste óseo aneurismático, el mixoma
odontogénico o el granuloma de células gigantes.
Los hemangiomas pueden estar asociados a determinados síndromes como el síndrome de Rendu-Osler, en el
► Figura 10-9. Lesión vascular intraoral.
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (I)
CAPÍTULO 10
que aparecen múltiples telangiectasias con afectación del
tracto gastrointestinal. El síndrome de Kasabach-Merrit
se caracteriza por hemangiomas asociados a púrpura
trombocitopénica y coagulopatía de consumo. El síndrome de Maffucci asocia hemangiomas de las mucosas y
discondrodisplasia. En el síndrome de Klippel-TrenaunayWeber la angiomatosis, localizada en extremidades, se
acompaña de manchas en vino de Oporto. El síndrome
de Sturge-Weber-Dimitri se caracteriza por angiomas leptomeníngeos y manchas en vino de Oporto. El síndrome
de Von Hippel-Lindau presenta hemangiomas localizados
en la retina o el cerebelo. El síndrome PHACE(S) agrupa
malformaciones cerebrales en fosa posterior, hemangiomas faciales, anomalías arteriales, cardíacas y oculares.
Los hemangiomas parotídeos son los tumores salivares
más frecuentes en niños, y su tratamiento es controvertido por la complejidad anatómica de su relación con el
nervio facial y su potencial de crecimiento expansivo. Se
ha propuesto la resección quirúrgica en conjunción con
terapias endovasculares y más recientemente el empleo de
propanolol y bleomicina, con resultados prometedores.
El manejo en general depende del tamaño, la localización y las características del tumor. Muchos, por su
localización intraoral, son susceptibles de traumatismo
masticatorio; se ha descrito el tratamiento mediante escleroterapia, láser, embolización o cirugía. Se han publicado
resultados variables con el empleo de imiquimod, bleomicina intralesional, esteroides o vincristina.
temente asociada con algún grado de displasia o incluso
carcinoma in situ o carcinoma escamoso. Tiene un gran
potencial de degeneración, por lo que se recomienda su
extirpación precoz y la vigilancia continuada. Las lesiones
leucoplásicas tienen un riesgo global de malignización del
3-4 %, salvo excepciones como la leucoplasia moteada de
Pingborg sobreinfectada por C. albicans, cuyo riesgo se
eleva al 15-20 %. Existe una serie de signos y síntomas
clínicos de alarma: un crecimiento rápido de la lesión, la
aparición de fisuras o induración, dolor o hemorragia, la
localización de la lesión en suelo de boca, región sublingual, borde de la lengua o región retromolar y determinados subtipos como la variedad verrucosa, nodular o
eritroleucoplásica.
El primer paso en el manejo es la eliminación de posibles
agentes irritantes como el tabaco o el alcohol y el seguimiento de la lesión durante un período de 2 a 4 semanas
para valorar una posible involución. En caso contrario,
será necesaria la toma de biopsia, preferentemente escisional en lesiones menores de 2-3 cm. Es posible utilizar
técnicas adyuvantes para la localización de las lesiones,
como el azul de toluidina, espectroscopia o quimioluminiscencia. Las opciones quirúrgicas de tratamiento pasan
por el stripping, la electrocoagulación, la criocirugía, la
extirpación con láser CO2 o la extirpación quirúrgica de
la lesión. No existen estándares acerca de los tiempos de
seguimiento, pero éstos deben acortarse en caso de lesiones displásicas.
Eritroplasia
SURCOS Y FISURAS
Se define como una lesión en forma de parche rojo que
no puede ser identificada clínica o histopatológicamente
como otra lesión definida (Fig. 10-10). Su apariencia clínica puede ser plana o ligeramente deprimida, de color
rojo brillante. Si presenta placas blancas en su interior o
adyacentes, se denomina eritroleucoplasia. El tabaco y
el alcohol se consideran factores de riesgo, y el papel de
la infección por cándidas es dudoso. Desde el punto de
vista histológico, se trata de una atrofia epitelial frecuen-
► Figura 10-10. Eritroplasia.
Lengua fisurada
También denominada lengua escrotal o lengua plicata,
se considera una variante de la anatomía normal. Se calcula una prevalencia del 1,2 al 30,5 % en la población general. Se caracteriza por una anatomía lingual con fisuras
que varían en tamaño y profundidad, únicas o múltiples.
Puede ser congénita o presentarse en cualquier etapa de
la vida, con posible exacerbación con la edad. La causa
es desconocida, pero se cree que el factor genético y la
ingesta de irritantes como el té negro y el tabaco pueden tener un papel en la génesis. La histología muestra un
incremento del grosor de la lámina propia, con pérdida
de las papilas filiformes e infiltrado inflamatorio. Puede
asociarse a determinadas afecciones como síndrome de
Down, acromegalia, síndrome de Melkersson-Rosenthal
y psoriasis. No requiere tratamiento, pero se recomienda
una buena higiene oral para evitar halitosis y sobreinfecciones secundarias a la acumulación de restos orgánicos
en las fisuras.
La lengua geográfica es un entidad similar, caracterizada por manchas eritematosas con atrofia de las papilas
filiformes centrales e hiperqueratosis. Las lesiones pueden
ocurrir en cualquier zona de la mucosa oral, pero predominan en la lengua. Son migratorias, y pueden aparecer y
desaparecer en el plazo de unos días o semanas. La lesión
es benigna y suele ser asintomática, aunque algunos pa-
123
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
cientes refieren molestias con la ingesta de comidas picantes o amargas; en algunos casos puede estar relacionado
con el síndrome de boca urente.
Épulis fisurado
El épulis fisurado es una hiperplasia inflamatoria fibrosa provocada por el roce de una prótesis dental que le da
un aspecto hendido o fisurado, localizada en la encía o en
el surco vestibular. El origen es la irritación crónica provocada por una prótesis mal adaptada, y clínicamente se
aprecia un aumento local de volumen en forma de cordones fibrosos paralelos al reborde alveolar, de color rosa pálido o eritematoso si está irritado y de consistencia firme.
El tratamiento se basa en el rebase y ajuste de la prótesis;
puede precisar de tratamiento quirúrgico o exéresis con
láser o crioterapia en caso de persistencia.
LESIONES VESICULOAMPOLLOSAS
Infecciones víricas
virus del herpes simple 1 y 2
124
El virus del herpes simple (VHS) pertenece a la familia
de los herpes, virus de ácido desoxirribonucleico ampliamente distribuidos. La infección por herpes simple es la
más común de todas. Se divide en VHS tipo 1, que afecta
sobre todo a cara, labios y cavidad oral, y VHS tipo 2, que
se localiza en región genital, aunque puede producir también lesiones orales. La vía de transmisión es el contacto
con las lesiones o a través de la saliva de portadores sintomáticos o subclínicos. En el momento de la primoinfección el virus migra a través de las terminaciones nerviosas sensitivas para quedar acantonado a nivel ganglionar
(ganglio del trigémino). El virus se reactivará ante situaciones de inmunodepresión, fiebre, luz solar, etc., produciendo infecciones locales recurrentes en el área inervada.
Más del 90 % de la población tiene anticuerpos contra el
VHS, mientras que solo el 40 % sufre infecciones recurrentes. En el caso de la primoinfección, en el 1 % de la
población tiene lugar un cuadro clínico de gingivoestomatitis primaria herpética, con más frecuencia en la infancia.
Comienza con síntomas prodrómicos (fiebre, mal estado
general, adenopatías submandibulares) y a los 3 o 4 días
aparece una gingivitis con encías eritematosas y tumefactas, comienzan a aparecer vesículas distribuidas por toda
la cavidad oral de contenido amarillento que al romperse
dejan erosiones muy dolorosas. El cuadro es autolimitado,
con una duración de 10 a 14 días.
Las recurrencias en forma de herpes labial ocurren en
más de la mitad de la población. Tras un pródromo de
escozor y disestesia en la zona, aparecen unas vesículas
agrupadas en racimo en el área mucocutánea del labio.
Estas vesículas se rompen dando lugar a erosiones costrosas que curan sin dejar secuelas en 8-15 días. En el caso
del herpes intraoral, se observan vesículas en racimo sobre
todo en paladar duro y encías, que rápidamente dan lugar
a una lesión erosiva de bordes estrellados eritematosos y
cura en 8-10 días sin dejar cicatriz. En pacientes inmunodeprimidos pueden aparecer formas mucocutáneas extensas o atípicas.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico. Se debe
tener en cuenta el diagnóstico diferencial con el impétigo bacteriano, el eritema polimorfo y la estomatitis aftosa
recidivante. En caso de dudas, puede realizarse citología
exfoliativa, aislamiento y cultivo del virus, detección de
antígenos virales, serología de anticuerpos circulantes u
observación del virus mediante microscopia electrónica.
El tratamiento de la gingivoestomatitis herpética se
basa en antivirales sistémicos (aciclovir), enjuagues con
lidocaína al 2 %, colutorios antisépticos y una adecuada hidratación oral. El tratamiento de las recurrencias
se basa en la aplicación de antivíricos tópicos (aciclovir
al 5 %, panciclovir al 1 %) en lesiones labiales (cinco
aplicaciones al día durante 5 días). En lesiones intraorales se recomienda el uso de antivirales en suspensión
junto con soluciones anestésicas de lidocaína al 2 %.
En pacientes inmunodeprimidos el tratamiento será
más prolongado, y se utilizarán dosis mayores por vía
oral o intravenosa.
Virus de la varicela-zóster
Es un virus de la familia de los herpes (herpes humano tipo 3). El contagio se produce por vía respiratoria, se
distribuye por vía sanguínea y produce la infección primaria (varicela). El virus queda acantonado en ganglios
nerviosos sensitivos, ocasionando reactivaciones ante determinadas situaciones en las que disminuye la inmunidad del sujeto (radiaciones, tratamientos inmunosupresores, tumores, etc.). Tras un período de incubación de 1 a
3 semanas, tiene lugar una erupción vesicular a lo largo
de un dermatomo inervado por una determinada rama
nerviosa. En el caso de la cara pueden afectar al área mandibular (3ª rama del nervio trigémino), maxilar (2ª rama
del nervio trigémino) y la correspondiente al ganglio geniculado, con parálisis facial y vesículas en pabellón auricular (síndrome de Ramsay Hunt). Tras la resolución del
cuadro puede aparecer una neuralgia postherpética hasta
en un 30 % de los pacientes, con sensación urente e hiperestésica en la zona.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico; se pueden
detectar anticuerpos monoclonales y realizarse cultivo y reacción en cadena de la polimerasa. Su tratamiento se basa
en el uso de antivirales más potentes que el aciclovir como
el famciclovir y el valaciclovir, junto con analgésicos, antidepresivos y anticonvulsionantes. En pacientes inmunodeprimidos la terapia debe ser temprana e intensa.
Virus de Epstein-Barr
Es el virus herpes humano 4, responsable de la mononucleosis infecciosa. Se transmite a través del contacto oral y
cursa como un síndrome seudogripal junto con linfocitosis atípica. En el 5 % de los pacientes tiene lugar un exantema que en cavidad oral se manifiesta como petequias y
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (I)
lesiones de tipo hemorrágico en paladar blando y faringe.
Ocurre sobre todo en pacientes que han sido tratados con
ampicilina, penicilina o amoxicilina. No requiere ningún
tratamiento, y las lesiones se resuelven espontáneamente.
Este virus también se asocia al linfoma de Burkitt, el
carcinoma nasofaríngeo y la leucoplasia vellosa, entidad
que tiene lugar en pacientes inmunodeprimidos (en pacientes VIH está en relación con la disminución de los
CD4 y el aumento de la carga viral). Aparecen una serie
de lesiones de tipo velloso, blanquecinas y alargadas en los
bordes laterales de la lengua, asintomáticas, sin potencial
maligno.
CAPÍTULO 10
Penfigoide oral
Pénfigo y penfigoide oral
Es una enfermedad de origen autoinmunitario que afecta a piel o mucosas, raramente a ambas. Existen dos subtipos: bulloso y de las mucosas, o penfigoide cicatricial. Es
una enfermedad propia de la edad adulta, dos veces más
frecuente en mujeres. Se producen autoanticuerpos contra
determinados componentes de la lámina basal del epitelio (laminina 5, laminina 6, antígeno 168 kDa, antígeno
BPAg2) dado lugar a una ampolla subepitelial. Las mucosas más frecuentemente afectadas son la oral, la ocular y
la genital. En la mucosa oral pueden observarse ampollas
que se rompen rápidamente dado lugar a erosiones que
curarán dejando o no cicatriz. La localización más frecuente es gingival en forma de gingivitis descamativa y
en el paladar.
Tiene un curso crónico y lento con períodos de exacerbaciones. El diagnóstico se ratifica a través de la histología
y la inmunofluorescencia directa, en la cual se observa
una banda en la membrana basal del epitelio. La inmunofluorescencia indirecta no se utiliza, ya que no siempre
es positiva y no sirve para monitorizar la evolución de la
enfermedad. En pacientes de alto riesgo, el tratamiento
se basa en administración de corticoides por vía oral junto con inmunosupresores o dapsona. En paciente de bajo
riesgo se administrarán corticoides tópicos de moderada
o alta potencia.
Pénfigo oral
Eritema multiforme
Es una enfermedad autoinmunitaria cuya lesión elemental es una ampolla intraepitelial por acantólisis. Se producen anticuerpos circulantes de tipo IgG contra la desmogleína 1 y 3, produciendo ampollas y vesículas en piel y
mucosas. Existen dos formas clínicas: el pénfigo vulgar, el
más frecuente (70 %), con una implicación importante de
las mucosas, y el pénfigo foliáceo, que se manifiesta en la
piel. La incidencia es de 0,5-3,2 casos/100.000/año, con
mayor prevalencia entre la cuarta y la sexta década de la
vida, sin diferencias entre sexos.
Las lesiones comienzan en cavidad oral en el 60 % de los
casos. La mucosa bucal se afecta en el 90 % de los casos,
apareciendo ampollas en cualquier localización, con mayor
frecuencia en áreas de roce. La encía también puede verse
implicada dando lugar a una gingivitis descamativa. Las lesiones en la piel aparecen meses o años después, sobre todo
en cara, cuero cabelludo y parte superior del tronco.
El diagnóstico de sospecha es clínico y debe confirmarse mediante estudios citológicos e histopatológicos,
inmunofluorescencia directa e indirecta y estudios de inmunoprecipitación. Los niveles de anticuerpos circulantes
antisuperficie son útiles en la monitorización de la enfermedad. El tratamiento se basa en el uso de corticoides y
agentes inmunosupresores.
Existe un tipo de pénfigo de origen paraneoplásico que
se manifiesta con frecuencia en la cavidad oral. Se asocia sobre todo a neoplasias de tipo hematológico como el
linfoma no Hodgkin, la leucemia linfocitaria crónica o la
enfermedad de Castleman.
Es una enfermedad aguda recidivante que afecta a piel y
mucosas. Se da con mayor frecuencia en jóvenes del sexo
masculino. La etiología es desconocida; se asocia con infecciones previas herpéticas y con el consumo de determinados fármacos (Tabla 10-3). Las manifestaciones orales
aparecen entre el 48 y el 92 % de los pacientes, encontrándose de forma exclusiva en el 43 % de los casos. Existen
varias formas clínicas:
Virus Coxsackie
Es un virus ARN de la familia Picornavirus. El Coxsackie
A da lugar a la herpangina, infección que se produce en
niños de forma endémica en primavera y otoño, y que da
lugar a papulovesículas en paladar blando, úvula y pilares
amigdalinos, con una duración autolimitada de 1 semana.
Así mismo es el agente responsable de la enfermedad bocamano-pie, también propia de la infancia y que se caracteriza por lesiones vesiculoerosivas en región oral, palmas de las
manos y de los pies. No requiere tratamiento y se resuelve
en 1 o 2 semanas.
- Formas menores: se limitan a una zona mucosa, generalmente la mucosa oral. Suelen aparecer en labios en
TABLA 10-3. Fármacos asociados con reacciones
liquenoides
Antimaláricos
Hidralacina
Barbitúricos
Litio
Busulfano
Mercuriales
Cardiazem
Metrotrexato
Penicilinas
Carbamacepina
Codeína
Clorpropamida
Digitálicos
Estreptomicina
Etretinato
Fenitoína
Griseofulvina
Salicilatos
Sales de oro
Sulfamidas
Teofilina
Verapamilo
Vinblastina
Yoduros
125
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
forma de lesiones ampollosas erosivas y dolorosas. A
nivel cutáneo aparecen lesiones bilaterales simétricas en
superficies de extensión de piernas y brazos. Su duración
es autolimitada, desapareciendo en unas semanas.
- Formas mayores: se afectan varias mucosas por definición: oral, laríngea, esofágica o genital, junto con lesiones en piel similares a las de las formas menores.
- Síndrome de Stevens-Johnson: suele aparecer tras el
consumo de fármacos, con una amplia afectación de
diversas zonas del cuerpo (mucosa oral, gran afectación
ocular, faringe, laringe, mucosa genital y piel).
•
La facilidad de exploración de la cavidad oral hace
que el diagnóstico de las lesiones intraorales no
deba ser responsabilidad exclusiva de los odontoestomatólogos ni cirujanos orales y maxilofaciales,
sino que el médico general debe conocer aquellas lesiones más importantes que asentando sobre la cavidad oral puedan conducir en su evolución a un cán-
El diagnóstico se basa en la clínica y la histopatología;
se hallan ampollas subepidérmicas o intraepidérmicas
junto con queratinocitos necróticos. La resolución es lenta, 3 semanas en la forma menor y hasta 6 semanas en la
forma mayor. El tratamiento se basa en el uso de corticoides locales o sistémicos con apoyo de fármacos inmunomoduladores y analgésicos o anestésicos locales; se puede
requerir plasmaféresis en casos graves.
cer oral. El diagnóstico se basa en la exploración clínica y en el estudio histopatológico.
•
El estudio de este amplio espectro de lesiones orales es imprescindible para el diagnóstico diferencial,
la búsqueda de agentes causales exógenos o endógenos y, por supuesto, la prevención y detección precoz del cáncer oral.
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CAPÍTULO
11
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad
oral (II)
Dra. Rocío Sánchez Burgos
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
LESIONES ATRÓFICAS Y ULCERATIVAS
Lesiones traumáticas
Las lesiones traumáticas autoinducidas son frecuentes
y pueden estar producidas por múltiples mecanismos que
erosionan la mucosa en la propia boca del paciente. Las
úlceras traumáticas deben reconocerse y buscar la relación causa-efecto para su tratamiento y diagnóstico diferencial con úlceras de otra índole, sobre todo para la
detección de una posible lesión de etiología oncológica
(Fig. 11-1) Ocurren por el roce de prótesis, piezas mal
posicionadas, caries, piercings o el propio mordisqueo del
paciente (morsicatio buccarum), que ocasiona una lesión
característica en forma de línea blanquecina en la mucosa yugal que será necesario diferenciar de otras lesiones
blanquecinas como leucoplasias, candidiasis y liquen plano. Es frecuente en pacientes jóvenes sin factores de riesgo que pueden asociar bruxismo. Deberá tratarse la causa
subyacente realizando rebases de prótesis y tratamientos
dentales, y deberá vigilarse la lesión para plantearse la posibilidad de biopsiarla en caso de que no desaparezca en
un plazo de 15 días tras la eliminación del factor causal.
Las heridas en la mucosa oral producidas por contusiones o traumatismos cortantes deberán tratarse mediante
sutura primaria, con la precaución de comprobar que no
inciden en el trayecto de conductos salivares, pues su disrupción dará lugar a complicaciones como obstrucción
glandular o fístulas salivares secundarias. Deberá pues
prestarse atención al área de mucosa yugal paralela al
segundo molar, donde se encuentra la papila que marca
la salida del conducto de Stenon, o en el suelo de boca,
ambos conductos de Wharton. En el caso de verse implicados, deberán ser sondados y reparados en el mismo
momento quirúrgico. Se recomienda pautar antibióticos
de manera profiláctica dada la alta tasa de infección de
la herida intraoral. Las heridas en la lengua pueden im-
plicar a los vasos linguales; en este caso, el sangrado será
abundante y debe aplicarse hemostasia local. El mismo
tratamiento recibirán las heridas gingivales y los deglovings; se deben reposicionar los tejidos y suturarlos; pueden utilizarse tanto suturas reabsorbibles como suturas
de tipo trenzada no reabsorbibles, con aguja circular, menos traumática para la mucosa oral.
Estomatitis aftosa recidivante
Es una enfermedad crónica recidivante que cursa en
forma de brotes, en los que aparecen úlceras necróticas en
mucosas. Tiene una prevalencia del 5 al 25 %, más frecuente en clases sociales altas y en el sexo femenino, entre
los 10 y los 40 años. La etiología es multifactorial; intervienen factores genéticos (herencia poligénica), agentes
alimentarios alérgenos (actúan como factor precipitante),
el ciclo menstrual asociado a la fase luteínica (desaparece
en el embarazo), el estrés, los traumatismos, el cese del
► Figura 11-1. Lesión traumática en borde posterior lingual.
127
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
hábito de fumar (queratinización de la mucosa) y el uso
de determinados productos químicos (lauril sulfato sódico presente en dentífricos y enjuagues). Se considera una
enfermedad inflamatoria de la mucosa en la que se produce una respuesta inmunológica local de los linfocitos T
contra las células epiteliales. La estomatitis aftosa puede
cursar de forma aislada, pero existen diversas enfermedades sistémicas que asocian aftas orales y hay autores que
las consideran formas complejas de la estomatitis aftosa
recidivante (síndrome de Behçet, déficit de zinc, hierro,
B12 y ácido fólico, enfermedad celíaca, enfermedad de
Crohn y colitis ulcerosa, síndrome de Reiter, síndrome
MAGIC [mouth and genital ulcers with inflamed cartilage], síndrome de fiebre periódica y síndrome de Sweet).
La lesión característica es una úlcera necrótica, dolorosa y recidivante, que puede presentase en forma de aftas
menores, mayores o herpetiformes. Las aftas menores o
aftas de Mikulicz aparecen en el 75-85 % de los casos,
son de color blanco y borde eritematoso, con una duración autolimitada de 10-14 días; curan sin secuelas. Las
aftas mayores suponen un 10-15 % de los casos, miden
más de 1 cm y curan dejando cicatriz en un período de
tiempo que puede superar el mes. Es una úlcera más profunda, con base limpia y fondo amarillento, de bordes
no indurados. En un 5-10 % de los casos la entidad se
presenta en forma de ulceraciones herpetiformes de pequeño diámetro que tienen a unirse para formar úlceras
irregulares.
El diagnóstico es puramente clínico; se debe diferenciar de las lesiones producidas por el herpes virus, el eritema polimorfo, las reacciones de hipersensibilidad y el
carcinoma escamoso. El tratamiento se basa en descartar
un síndrome sistémico y tratar los posibles factores desencadenantes. Pueden utilizarse enjuagues antisépticos
con clorhexidina al 0,2 %, antibióticos (tetraciclinas) y
corticoides (acetónido de triamcinolona al 0,1 %, fluocinolona al 0,05 % o propionato de clobetasol al 0,05 %).
Fibrosis submucosa
128
La fibrosis submucosa es una enfermedad insidiosa y
crónica que puede afectar a cualquier zona de la cavidad
oral y la faringe, caracterizada por un estado atrófico de
la mucosa. Es endémica en la India, Sri Lanka y Vietnam, con una prevalencia en torno al 0,2-1,2 %. Se ha
relacionado con estados de déficit nutricional, con el consumo de irritantes como la nuez de betel y con la hipersensibilidad a condimentos picantes como el chile.
La histología se caracteriza por inflamación yuxtaepitelial y alteración fibroelástica de la lámina propia. Se
trata de una inflamación crónica con características de
fibrosis tisular, con un aumento en la producción de colágeno y un descenso en los mecanismos de eliminación,
asociado a una atrofia epitelial. Clínicamente, se observa
un blanqueamiento de la mucosa con induración, que alterna con zonas eritematosas.
El cuadro clínico se basa en la rigidez mucosa, que provoca una serie de alteraciones funcionales. Las complica-
ciones más frecuentes son la dificultad para la apertura
oral, disfagia y, con frecuencia, sensación de boca urente.
Es común la aparición de ampollas y úlceras, así como
los episodios de estomatitis recidivante. El 7 % presenta
displasia epitelial y leucoplasia asociadas. La atrofia de la
mucosa oral la hace más sensible a la agresión por agentes
tóxicos como el tabaco. El riesgo de malignización aumenta con la edad, el consumo de tabaco o nuez de betel
y la coexistencia de otras lesiones (leucoplasia, liquen plano), con una incidencia del 0,5 %.
El tratamiento se basa en medidas quirúrgicas y tratamiento médico, orientados a aumentar la apertura
oral. Entre las opciones no quirúrgicas se encuentran
las inyecciones intralesionales de corticoides o enzimas
(quimotripsina, hialuronidasa). El tratamiento quirúrgico incluye la extirpación de las bandas fibróticas con
reconstrucción posterior, las miotomías temporales y las
coronoidectomías. El tratamiento posterior rehabilitador
es básico para el éxito del tratamiento.
Enfermedad de Behçet
También denominada enfermedad de Adamantiades,
es una vasculitis multisistémica crónica en la que la aparición de úlceras orales recidivantes constituye uno de sus
principales síntomas. Además, puede presentar ulceraciones orogenitales, manifestaciones cutáneas, artritis y alteraciones gastrointestinales o neurológicas, con períodos
de exacerbación y remisión. La estomatitis aftosa recurrente tiene lugar en el 90-100 % de los casos, es la manifestación más frecuente y en la mayoría es el síntoma
inicial de la enfermedad. Solo en un pequeño porcentaje
de pacientes la enfermedad progresa, pero no es posible
determinar qué casos o en qué momento se va a producir
esta transición.
Aunque es una enfermedad universal, muestra un carácter geográfico concreto, con mayor incidencia en países europeos mediterráneos, Japón, Turquía y Corea del
Sur. La etiopatogenia es desconocida, pero su distribución geográfica hace sospechar que puedan estar implicados factores genéticos o ambientales, aunque la prevalencia familiar es baja. También podrían existir factores
bacterianos, virales o autoinmunitarios, ya que se trata
de una vasculitis leucocitoclástica mediada por inmunocomplejos. El tratamiento incluye terapias con colchicina, talidomida, esteroides e inmunosupresores.
Neutropenia
La neutropenia o granulocitopenia se define como un
grupo de alteraciones en el que el signo principal es la
disminución del número de neutrófilos circulantes en
sangre. Pueden ser de origen congénito, como la neutropenia congénita grave y la neutropenia cíclica, o adquirido, como la neutropenia idiopática o la neutropenia autoinmunitaria. Existen además enfermedades metabólicas
asociadas a neutropenia como el síndrome de Shwachman-Diamand y la glucogenosis tipo 1b. A nivel oral
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (II)
pueden presentar estomatitis, úlceras mucosas dolorosas
y gingivitis, con una mayor predisposición y gravedad de
periodontitis y pérdida ósea. El manejo estomatológico
incluye realizar profilaxis antibiótica y control de los niveles de neutrófilos antes de realizar cualquier procedimiento dental, contraindicado en casos graves. El tratamiento se basa en las transfusiones y la administración de
factor estimulante de colonias granulocíticas.
Tuberculosis oral
La tuberculosis (TBC) oral tiene lugar de forma secundaria a una TBC pulmonar; representa el 1 % de los
casos extrapulmonares. El germen causal (Mycobacterium
tuberculosis o bacilo de Koch) es una bacteria aerobia estricta que puede llegar a la cavidad oral a través del esputo o la sangre. El cuadro clínico se caracteriza por una
úlcera de contorno irregular, dolorosa e inflamatoria de
meses de evolución, acompañada de odinofagia y pérdida de peso, y la importancia de este proceso radica en el
diagnóstico diferencial con el carcinoma oral de células
escamosas.
La linfadenitis tuberculosa cervical es la forma más
frecuente de TBC extrapulmonar; se manifiesta como
una masa móvil que tiende a fistulizar (escrófula), acompañada de afectación del estado general. El diagnóstico
se realiza a través de pruebas de infección tuberculosa
(prueba de la tuberculina o intradermoreacción de Mantoux) y pruebas de enfermedad tuberculosa (radiografía
de tórax, tinción de Ziehl-Neelsen, cultivo en medio de
Lowestein-Jensen, histología característica de granulomas epitelioides y reacción en cadena de la polimerasa).
El tratamiento se basa en la asociación de diversos fármacos (isoniazida, pirazinamida, rifampicina) durante un
tiempo prolongado.
CAPÍTULO 11
llidum, cuyo único reservorio es el ser humano. La enfermedad es casi exclusivamente de transmisión sexual,
penetrando a través de soluciones de continuidad en la
piel y mucosas. Se localiza hasta en un 10 % de los casos a
nivel extragenital, y se puede encontrar en cavidad oral.
La enfermedad consta de tres fases. La sífilis primaria
acontece 1 mes tras el contagio, y se manifiesta por una
lesión característica denominada chancro sifilítico, que
en más de la mitad de los casos se localiza en cavidad
oral. Esta lesión es indolora, dura y cura de forma espontánea en semanas. La sífilis secundaria tiene lugar entre
1 y 3 meses después, y se caracteriza por múltiples lesiones
cutáneas muy contagiosas. La sífilis terciaria puede acontecer años después, y afecta fundamentalmente al sistema
nervioso y cardiovascular. A nivel oral, son características
las «gomas sifilíticas», lesiones de aspecto granulomatoso
con necrosis central e infiltrado inflamatorio periférico,
indoloras y poco contagiosas. Pueden localizarse en labios, lengua o paladar. A nivel lingual se produce una
glositis intersticial como resultado de la lesión vascular
propia de la enfermedad (endarteritis obliterante) que
conlleva una atrofia del epitelio lingual que puede favorecer el desarrollo de cáncer oral.
El diagnóstico se realiza mediante pruebas serológicas
que detectan anticuerpos antitreponema (VDRL; RPR;
FTA-Abs, TPI, TPHA). El tratamiento de elección es la
penicilina G benzatina.
Carcinoma epidermoide
La sífilis o lúes es una enfermedad de transmisión
sexual producida por una espiroqueta, Treponema pa-
El carcinoma epidermoide (Figs. 11-2 y 11-3) de cabeza y cuello constituye la sexta neoplasia maligna más
frecuente en el mundo y el 90 % de las neoplasias orales
malignas en el tracto aereodigestivo superior. En 2007, la
Organización Mundial de la Salud, a través de una resolución sobre salud oral, destacó la necesidad de incluir la
prevención del cáncer oral como parte integrada en los
programas de prevención del cáncer, mediante la educación de la población y de los profesionales de la salud para
fomentar la detección y el tratamiento precoz.
► Figura 11-2. Carcinoma epidermoide en trígono y vestíbulo mandibular.
► Figura 11-3. Carcinoma epidermoide en pilar amigdalino izquierdo.
Sífilis oral
129
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
El diagnóstico precoz de lesiones malignas y potencialmente malignas incluye técnicas como las tinciones con
azul de toluidina, los sistemas ópticos de diagnóstico, la
citología, o la detección de marcadores moleculares, aunque el gold standard continúa siendo la exploración exhaustiva y el análisis histopatológico. Las manifestaciones
orales del carcinoma epidermoide pueden presentarse en
distintas formas. Lesiones leucoplásicas, eritroplásicas o
eritroleucoplásicas, irregulares, ulceradas, con márgenes
elevados, alveolos que tras una extracción no cicatrizan
o pérdida dental no explicable son algunos de los signos
clínicos de alarma (Tabla 11-1). Una lesión sospechosa de
este tipo que no se resuelve en un plazo de 2-3 semanas
debe ser inmediatamente explorada y sometida a una o
varias biopsias incisionales.
LESIONES PIGMENTADAS
Tinciones de la mucosa oral
Diferentes agentes pueden producir discromías en la
mucosa oral. La amalgama de plata es el más frecuente, produciendo una zona de pigmentación azulada en
la mucosa en relación con una restauración de años de
evolución. No precisa tratamiento, pero deberá tenerse en
cuenta en el diagnóstico diferencial con nevos, hemangiomas o procesos malignos como los melanomas.
Existen otros agentes capaces de producir pigmentaciones, como en el caso de la intoxicación por plomo (saturnismo), en la cual aparece el característico ribete gingival
de Burton, ribete negruzco en las encías por depósito en
los capilares de sulfuro de plomo propio de intoxicaciones profundas y prolongadas que son excepcionales en
la práctica clínica actual, unido a sintomatología gastrointestinal, urológica, hematológica y neuropsiquiátrica.
También pueden producir tinciones metales como el
bismuto, presente en determinadas preparaciones terapéuticas antidiarreicas, o el mercurio (hidrargirismo),
intoxicación que presentaban los pintores en el pasado
por ingesta de cantidades de mercurio presentes en determinados pigmentos al llevar los pinceles a la boca. El
cortejo sintomático incluye hiperproducción de saliva,
sabor metálico, pirosis, queilitis seca y un ribete grisáceo
en las encías, junto con sintomatología neuromuscular y
gastrointestinal.
Nevos y melanosis oral
Los nevos en la cavidad oral son menos frecuentes que
en la piel y generalmente son de color marrón o azulado, planos o muy ligeramente sobreelevados, de pequeño tamaño, homogéneos y localizados en paladar duro,
mucosa yugal y encías. Los subtipos más frecuentes son
los nevos intramucosos y los nevos azules (Fig. 11-4); es
poco frecuente la incidencia de nevos compuestos, nevos
de la unión o nevos combinados. El nevo intramucoso es
similar al nevo intradérmico cutáneo; desde el punto de
vista histológico se observa una proliferación de células
névicas en el corion, sin actividad en el epitelio. Aunque
la evolución es benigna, se aconseja su exéresis y análisis
histopatológico para realizar un análisis diferencial con
el melanoma oral.
La mácula melanótica labial es una lesión que se localiza en labio inferior, cercana a la línea media, en forma
de placa pigmentada de color oscuro y tamaño menor a
6 mm, que puede ocurrir en personas expuestas al sol.
Pueden observarse máculas orales en mucosa yugal y
otras localizaciones, no relacionadas con la exposición
solar. En fumadores se observa una lesión melanótica
similar localizada a nivel gingival en el vestíbulo inferior, denominada melanosis del fumador. También se
han descrito melanosis asociada a la ingesta de fármacos
como el imatinib. Las melanosis gingivales pueden suponer un problema estético para el paciente; se han descrito
tratamientos locales con derivados del ácido ascórbico.
Melanoma oral
A pesar de que la gran mayoría de las lesiones pigmentadas en la cavidad oral son benignas, debe realizarse el
diagnóstico diferencial con el melanoma, cuya localización en boca representa el 1 % de los melanomas y el
0,5 % de todos los tumores malignos orales. Los factores etiológicos son desconocidos; se discute el papel de
TABLA 11-1. Clasificación por tamaño del cáncer de cavidad oral
TX
130
No puede evaluarse el tumor primario
T0
No hay prueba de tumor primario
Tis
Carcinoma in situ
T1
Tumor ≤ 2 cm en dimensión mayor
T2
Tumor > 2 cm pero ≤ 4 cm en dimensión mayor
T3
Tumor de más de 4 cm en dimensión mayor
T4a
Tumor que invade las estructuras adyacentes; por ejemplo, a través del hueso cortical, a los músculos profundos
de la lengua, seno maxilar y piel facial
T4b
El tumor invade el espacio masticatorio, placas pterigoideas, base de cráneo o la carótida interna
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (II)
CAPÍTULO 11
Enfermedad de Addison
► Figura 11-4. Nevo intraoral.
tabaco, irritantes locales y carcinogénicos inhalados. La
mayoría son de nueva aparición, pero pueden surgir en
relación con lesiones melanocíticas orales de largo tiempo
de evolución; se investiga en la expresión de determinados marcadores de malignización como la p53, la pérdida
de expresión de la proteína p27KIP1 o la pérdida de heterocigosidad de 12p13. La localización más frecuente es
paladar o encía gingival, y su síntoma inicial suele ser una
inflamación local frecuentemente pigmentada, de color
marrón o negro uniforme o con variaciones de color. El
aspecto puede ser nodular, macular, con ulceración, excrecente o de superficie lisa. Otros síntomas asociados son
sangrado, movilidad de piezas dentales, dolor y adenopatías regionales. El acrónimo ABCD (asimetría, bordes,
color, diámetro) empleado para el diagnóstico de melanoma cutáneo puede servir de ayuda en el diagnóstico de
melanoma oral. Según las guías de manejo actuales, se
recomienda realizar una biopsia excisional si es posible,
seguida de una adecuada ampliación de márgenes si se
confirma el diagnóstico. En caso de una amplia extensión o una localización que impida la realización de una
biopsia excisional, se deberá tomar una biopsia incisional.
Desde el punto de vista histológico, puede clasificarse en
forma in situ , melanomas con patrón invasivo o mezcla
de ambos; no se ajusta como el melanoma cutáneo a categorías como melanoma superficial, nodular o lentiginoso
acral. Los marcadores histológicos más frecuentemente
empleados son la proteína S-100, gp100 y Mart-1.
El término proliferación melanocítica atípica se ha aplicado a lesiones orales de diagnóstico dudoso, con melanocitos atípicos que muestran cambios nucleares pero
infrecuentes mitosis. El melanoacantoma es una lesión
benigna mixta reactiva compuesta por queratinocitos y
melanocitos que aparece en personas de raza negra, cuyo
aspecto clínico y crecimiento rápido hacen que deba incluirse en el diagnóstico diferencial del melanoma oral.
El tratamiento del melanoma oral incluye la combinación de cirugía, radioterapia y quimioterapia, y su pronóstico es muy pobre, con una supervivencia del 15 % a
los 5 años.
Es una deficiencia hormonal por hipofunción de la
glándula suprarrenal que ocasiona una insuficiencia
corticosuprarrenal. Puede tener origen genético o hereditario, autoinmunitario, adquirido o yatrogénico. Las
formas adquiridas más frecuentes son las desencadenadas por hemorragias bilaterales glandulares, metástasis
tumorales e infecciones como la tuberculosis, citomegalovirus, histoplasmosis o Mycobacterium avium, frecuentemente en pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Cursa con hiponatremia,
hiperpotasemia, hipocortisolemia, hipercalcemia, alteraciones electrocardiográficas e hipertermia. Los principales signos clínicos son astenia, pérdida de peso, náuseas,
vómitos, dolor abdominal, trastornos de la percepción
gustativa, olfatoria, auditiva y pérdida de peso. Es característica la hiperpigmentación de piel y mucosas secundaria al déficit de proopiomelanocortina, péptido precursor
de la hormona estimulante de la síntesis de melanina. Las
principales manifestaciones bucales son precisamente estas áreas de hiperpigmentación en mucosa yugal, labios,
encías, paladar y lengua. En niños puede existir un retraso en la erupción dental. Además, dado que el tratamiento está basado en la administración de esteroides, pueden
aparecer colonizaciones orales secundarias por cándidas.
Síndrome de Peutz-Jeghers
Es una enfermedad rara caracterizada por la asociación
de múltiples pólipos benignos gastrointestinales y zonas
de pigmentación oscura en mucosa labial y perioral. Es
una enfermedad hereditaria autosómica dominante, debida a la mutación de un gen situado en el cromosoma 19.
A nivel oral, se caracteriza por manchas de color café con
leche o azul grisáceo, de diámetro inferior a 5 mm, similares a las efélides y localizadas en labios y mucosa oral.
Neurofibromatosis
La neurofibromatosis es un trastorno genético neurocutáneo y esquelético con una expresión fenotípica variable
y una incidencia de 1:3.000 en el mundo. La neurofibromatosis tipo I representa la forma clásica descrita por Von
Recklinghausen en 1882 y agrupa el 90 % de los casos de
neurofibromatosis. Se hereda de forma autosómica dominante con un alto porcentaje de mutaciones espontáneas, y
se caracteriza por la presencia de neurofibromas, manchas
cutáneas café con leche y nódulos de Lisch (hamartomas
localizados en el iris). La neurofibromatosis tipo II se caracteriza por la presencia de neurinomas acústicos bilaterales y otros tumores del sistema nervioso central como
meningiomas, que pueden asociar, aunque con menor frecuencia, neurofibromas y manchas café con leche.
La manifestaciones en los tejidos blandos orales son
relativamente comunes, localizadas en paladar, mejilla,
suelo de boca, labios y más frecuentemente en lengua,
en forma de neurofibromas orales, hiperplasias gingivales o aumento de tamaño de las papilas linguales. Si la
131
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
localización es profunda, puede simular una macroglosia, mientras que su localización superficial puede dar
el aspecto de una lengua fisurada. Los tumores pueden
aparecer también en las encías, pudiendo causar manifestaciones periodontales si se localizan en la membrana
periodontal o el hueso alveolar. Se han descrito neurofibromas con localización intraósea, con una imagen
radiológica radiolúcida con posible ensanchamiento del
canal mandibular del nervio dental inferior. Además, en
población infantil se ha observado una mayor incidencia
de maloclusión clase III y alteraciones de la articulación
temporomandibular.
LESIONES HIPERPLÁSICAS
► Figura 11-6. Hiperplasia gingival por consumo de hidantoínas.
Hiperplasia gingival
Existen fármacos como las hidantoínas, la ciclosporina
o el nifedipino capaces de producir sobrecrecimiento gingival que comienza como una hipertrofia papilar que va
creciendo hasta ocultar de manera parcial o total la corona dental. En su tratamiento puede ser necesario realizar
gingivectomías para eliminar el tejido hiperplásico.
En el diagnóstico de la enfermedad es conveniente
realizar pruebas que descarten afectaciones del sistema
inmunitario (VIH, agranulocitosis, leucemia, diabetes)
(Figs. 11-5 a 11-7).
Se pueden encontrar reacciones de tipo granulomas a
cuerpo extraño ante sustancias de relleno estético facial
como silicona, colágeno bovino y ácido poliláctico incluso años después de la inyección del producto, aunque la
mejora en los materiales ha hecho disminuir la incidencia
de este tipo de lesiones.
La gingivitis por placa consiste en una inflamación de
las encías secundaria a la acumulación de placa bacteriana. Existe un sobrecrecimiento bacteriano en el seno de la
placa (predominantemente bacterias grampositivas anaerobias) que produce una inflamación gingival. Clínicamente, se manifiesta por inflamación, enrojecimiento y
sangrado gingival que evoluciona en forma de brotes. El
tratamiento se basa en una higiene oral rigurosa y eliminación de la placa bacteriana.
La gingivitis necrosante aguda, enfermedad de PlautVincent o boca en trinchera se desarrolla por el crecimiento de gérmenes oportunistas de tipo fusoespirilar
en el seno de la placa bacteriana, en presencia de otros
factores favorecedores de tipo sistémico (estrés, diabetes,
inmunosupresión, desnutrición) o locales (mala higiene
oral, tabaco) (Figs. 11-8 y 11-9). La enfermad cursa con
afectación del estado general, febrícula y dolor gingival
que dificulta la nutrición. Las lesiones son de tipo ulcerosas, comienzan en la papila dental y pueden extenderse
(periodontitis necrosante). En pacientes inmunodeprimidos, puede evolucionar hacia una estomatitis necrosante;
en esta entidad, destaca el papel de Pseudomonas aeruginosa.
► Figura 11-5. Hiperplasia gingival en paciente que presenta leucemia mieloide aguda.
► Figura 11-7. Resección de la hiperplasia gingival en el caso de
la figura 11-6.
Gingivitis
132
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (II)
CAPÍTULO 11
► Figura 11-8. Gingivitis necrosante aguda en paciente embarazada que afecta a ambas arcadas.
► Figura 11-10. Pericoronaritis en cordal incluido.
El tratamiento se basa en una higiene oral rigurosa,
limpieza quirúrgica del área y tratamiento con antibioterapia sistémica; son útiles el metronidazol y la amoxicilina asociada a ácido clavulánico.
en formas supuradas y la posterior exodoncia de la pieza
causante.
Pericoronaritis
Consiste en una inflamación por sobreinfección de la
mucosa gingival que recubre a una pieza dental semierupcionada. Es frecuente en terceros molares inferiores, en
los que la mucosa que los recubre de modo incompleto
forma una bolsa periodontal donde se acumulan detritus,
produciéndose una infección secundaria. Aparece dolor,
disfagia, odinofagia, otalgia, halitosis y tumefacción e
irritación de la mucosa a la altura de la pieza (Fig. 11-10).
Puede observarse salida de material serohemático o purulento. El tratamiento se basa en analgesia y antibioterapia
Infecciones odontogénicas
Se originan en la cámara pulpar o el ligamento periodontal del diente, y pueden extenderse hacia los tejidos
adyacentes. El absceso periapical o periodontitis apical
aguda se localiza en el ápice del diente. El tejido necrótico, los leucocitos y los gérmenes formarán un granuloma
que puede evolucionar hacia quiste periapical. Existe dolor a la percusión, sensación de extrusión y molestias pulsátiles. El proceso puede evolucionar hacia la formación
de un absceso subperióstico, periodontal o buscar una vía
de drenaje dando lugar a una fístula. El tratamiento se
basa en la apertura cameral junto con la administración
de analgésicos y antibióticos.
La diseminación de la infección a través de los tejidos
blandos orales constituirá la formación de flemones o
celulitis orales (Figs. 11-11 y 11-12). Si se produce una
acumulación de material purulento, dará lugar a un absceso. El cuadro clínico se caracteriza por dolor, tumefacción y enrojecimiento; puede aparecer disfagia, trismo,
odinofagia o disnea. Puede provocar cuadros de gravedad
por extensión cervical y mediastínica, que requieren actuación quirúrgica urgente. La presencia de fiebre, disfagia, disnea o trismo son criterios de ingreso hospitalario
para tratamiento antibiótico por vía intravenosa y planteamiento de drenaje quirúrgico, exodoncia de la pieza y
colocación de un drenaje que impida el cierre prematuro
de la incisión. Se utilizarán antibióticos de amplio espectro (amoxicilina-clavulánico, penicilina, clindamicina,
metronidazol), analgésicos, antiinflamatorios y corticoides en caso de compromiso de la vía aérea.
Fibroma irritativo
► Figura 11-9. Gingivitis necrosante aguda en zona sinfisaria mandibular.
El fibroma traumático o hiperplasia fibrosa focal es
una neoplasia mesenquimal benigna con alta incidencia
en la cavidad oral que aparece como respuesta del tejido
133
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 11-11. Absceso odontogénico en ángulo mandibular derecho.
conjuntivo a una agresión. Su localización es más frecuente en áreas anatómicas propensas a sufrir traumatismos como encías, labios y borde lateral lingual. El aspecto es sobreelevado, papuloso, con una coloración mucosa
pálida y una superficie lisa. Puede ser sésil o pediculado,
y su crecimiento es lento y raramente sobrepasa los 2 cm.
Su consistencia suele ser moderadamente dura, y por lo
general es asintomático (Fig. 11-13). El diagnóstico diferencial incluye neurofibromas linguales, tumores de
glándulas salivares en paladar, granulomas periféricos de
células gigantes, granulomas piogénicos de larga evolución, fibromas odontogénicos, mucoceles y otros tumores derivados del tejido conjuntivo como leiomiomas o
rabdomiomas. El tratamiento es la exéresis quirúrgica,
con escasas recidivas locales; se debe tratar el factor traumático.
► Figura 11-13. Fibroma lingual.
Épulis
El épulis fibromatoso es un subtipo de épulis que clínicamente se presenta como una formación bien delimitada de consistencia fibrosa y poco vascularizada. El
épulis granulomatoso consiste en una proliferación de
tejido de granulación como mecanismo de reparación tisular que puede estar provocado por un cuerpo extraño,
desarrollarse tras una exodoncia o tras una obturación
con traumatismo gingival. Su tratamiento es la exéresis
quirúrgica, y puede evolucionar a épulis fibromatoso si
no es tratado.
El épulis congénito o tumor gingival de células granulares es un tumor benigno poco frecuente, cuyo lugar de
aparición más frecuente es el reborde alveolar de la región incisocanina del maxilar superior. Su aspecto suele
ser pediculado, blanquecino, de tamaño variable; puede
comprometer la alimentación y la respiración del recién
nacido en casos de gran tamaño. Su consistencia es firme,
fibrosa, lisa, y no es doloroso. Predomina en el sexo femenino (85 %) y suele ser único, aunque pueden existir casos múltiples (10 %). Se han descrito casos de involución
espontánea, aunque su tratamiento habitual es la exéresis
quirúrgica, sin recidivas locales.
Mucocele y ránula
134
► Figura 11-12. Flemón orbitario secundario a absceso odontogénico en segundo cuadrante.
El mucocele es un fenómeno de extravasación mucosa
en relación con la ruptura (mucocele por extravasación)
u obstrucción (mucocele de retención) de un conducto
de una glándula salivar que produce una acumulación de
mucina, normalmente ocasionado por un traumatismo
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (II)
local. No se considera un quiste verdadero, al no constar
de recubrimiento epitelial. La localización más frecuente
es el labio inferior; puede encontrarse también en mucosa yugal, lengua y suelo de boca, denominándose en
este caso ránula (Fig. 11-14). El origen de la ránula suele
ser la glándula sublingual, aunque también pueden estar
involucradas la glándula submaxilar o glándulas salivares
menores. El tamaño puede variar, y el aspecto es blando
y fluctuante, con un contenido que puede ser azulado.
Su curso clínico es variable: puede regresar espontáneamente o sufrir recurrencias repetidas y evolución crónica;
en este caso, está indicado el tratamiento quirúrgico mediante cirugía convencional, láser o crioterapia. Su variante localizada en el paladar se conoce como mucocele
superficial, con aspecto vesicular o ulceroso y frecuentes
recurrencias. Su diagnóstico diferencial en suelo de boca
incluye masas de origen congénito como quistes dermoides, quistes branquiales y tiroglosos.
Rodete mandibular
El rodete o torus mandibular es un crecimiento anormal óseo en la mandíbula, normalmente originado a la
altura de la inserción del músculo milohioideo (Fig. 1115). Su localización más frecuente es a nivel lingual de
premolares, con mucha frecuencia de forma bilateral y
simétrica. Su aspecto es nodular o multinodular, duro,
asintomático y cubierto de mucosa de características normales. Su localización en el paladar es menos frecuente,
denominándose rodete palatino. Suele encontrarse en varones de edad adulta, y puede tener una relación causal
con el bruxismo. No requiere tratamiento si no interfiere
con prótesis dentales.
CAPÍTULO 11
► Figura 11-15. Torus mandibular.
do que tanto el fibroma osificante (Figs. 11-16 y 11-17)
como el cementante tienen su origen en el ligamento periodontal, pudiendo ser variaciones de un mismo proceso. Se presenta tras un traumatismo o una irritación local
Fibroma osificante periférico
Las lesiones reactivas se definen como una hiperplasia
inflamatoria reactiva benigna secundaria a una irritación
o agresión local que da lugar a un crecimiento de los tejidos blandos, principalmente de la encía. Se ha sugeri-
► Figura 11-16. Fibroma osificante periférico mandibular.
► Figura 11-14. Ránula.
► Figura 11-17. Fibroma osificante en encía maxilar.
135
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
crónica, y su aspecto clínico es el de una tumefacción de
crecimiento lento y exofítico, sésil o pediculada, de consistencia firme y color similar al de encía sana, aunque
puede ulcerarse o presentar un aspecto eritematoso. La
mayoría tienen un tamaño menor a 2 cm, y suelen localizarse en la región anterior del maxilar, con mayor incidencia en mujeres jóvenes. Radiográficamente no suelen
afectar al hueso subyacente, aunque puede aparecer una
erosión ósea alveolar. El tratamiento es la escisión quirúrgica con un profundo legrado del periostio y el ligamento
periodontal para evitar una posible recidiva, cuantificada
entre el 8-30 % en casos de fibroma osificante periférico
y 2-9 % en casos de hiperplasia fibrosa local. El diagnóstico diferencial ha de establecerse con otras lesiones
gingivales reactivas como la hiperplasia epitelial focal, el
granuloma piogénico o el granuloma periférico de células gigantes y con lesiones neoplásicas con componente
fibroso como el fibroma odontogénico periférico y la fibromatosis agresiva. El fibroma odontogénico periférico
representa la forma periférica del fibroma odontogénico
central, con una histología similar. Estas lesiones pueden
presentarse clínicamente como masas fibrosas de crecimiento lento y asintomáticas, pero pueden ser diferenciadas histológicamente.
Granuloma piogénico
Es una lesión nodular seudotumoral secundaria a una
proliferación vascular reactiva ante distintos estímulos
(Figs. 11-18 y 11-19). La mayoría de las lesiones tienen
una etiología traumática. También pueden aparecer en re-
► Figura 11-19. Granuloma piogénico en la punta lingual.
lación con factores irritantes locales como restauraciones
desbordantes, higiene oral deficiente, extracciones, restos
radiculares o prótesis mal ajustadas. El aspecto superficial
es similar a un tenido de granulación, con proliferación
endotelial en el componente profundo. Suele presentarse
como una lesión solitaria y asintomática, como un nódulo
que raramente supera el centímetro de diámetro, exofítico,
pediculado o sésil y que puede sangrar con facilidad. Puede
presentar un característico collar epidérmico que rodea la
base del pedículo de las lesiones, y su localización intraoral
más frecuente es a nivel gingival y labial. El diagnóstico diferencial con tejido de granulación se basa en la identificación histológica del componente vascular. Su tratamiento
de elección es la exéresis quirúrgica con electrocoagulación
de la base de implantación. Se han descrito además tratamientos alternativos con láser de ND-YAG, criocirugía o
inyección intralesional de corticoides.
Granuloma periférico de células gigantes
El granuloma periférico de células gigantes (Fig. 11-20)
es una lesión reactiva poco frecuente, también denominada
épulis de células gigantes, hiperplasia de células gigantes o
granuloma reparativo de células gigantes. Su etiología es
desconocida, aunque puede deberse a factores irritativos o
agresiones locales. Se presenta como una lesión nodular o
polipoide, con superficie lisa o mamelonada, de color rojo
y consistencia blanda. Suele ser asintomática y su tamaño
no supera los 2 cm; se localiza con más frecuencia en la
región parasinfisaria. El tratamiento consiste en la exéresis
quirúrgica y la eliminación de los factores irritativos, con
recidivas poco frecuentes. Su diagnóstico diferencial incluye el granuloma central de células gigantes, el granuloma
piogénico, el fibroma, el fibroma osificante periférico, el
hemangioma y el épulis fisurado.
Granulomatosis orofacial
136
► Figura 11-18. Granuloma piogénico en borde lateral lingual.
La granulomatosis orofacial es una enfermedad inflamatoria crónica de etiología desconocida, caracterizada por
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (II)
► Figura 11-20. Granuloma periférico de células gigantes.
un aumento recurrente o persistente de los tejidos blandos
de la cara y la cavidad oral. Las manifestaciones clínicas
son variables; la más frecuente es una inflamación persistente de uno o ambos labios, denominada queilitis granulomatosa de Miescher. Si además se asocia a la presencia
de lengua fisurada, con o sin parálisis facial, se denomina
síndrome de Melkersson-Rosenthal. Otras manifestaciones clínicas son úlceras orales o crecimientos gingivales.
A pesar de la variedad clínica, la histología es similar en
todos los casos: muestra la existencia de granulomas no caseificantes e inespecíficos. Aunque no se conoce la etiopatogenia, se apunta hacia mecanismos alérgicos, infecciosos
y predisposición genética. El diagnóstico diferencial debe
incluir las alergias por contacto, la enfermedad de Crohn,
sarcoidosis, tuberculosis, infecciones fúngicas de tejidos
profundos y reacciones a cuerpo extraño.
CAPÍTULO 11
no encapsulado difuso. Un tercio de los linfomas de tipo
no Hodgkin pueden presentarse en tejido linfático extranodal. En la cavidad oral, pueden localizarse tanto en
tejidos blandos como en maxilar y mandíbula, y frecuentemente son secundarios a una diseminación sistémica de
la enfermedad. Las localizaciones más frecuentes son las
glándulas salivares, la mucosa intraoral, los senos paranasales, el anillo de Waldeyer y a nivel óseo en maxilar o
mandíbula. Clínicamente, afecta sobre todo a varones de
mediana o avanzada edad. Las lesiones suelen tener una
consistencia blanda y pueden presentar ulceración de su
superficie, erosión ósea y movilidad dental.
El linfoma de Burkitt es una forma de linfoma no
Hodgkin de rápido crecimiento y alto grado de malignidad, con mayor incidencia en niños. Existe una forma endémica africana, una forma esporádica americana
y el tipo asociado a inmunodeficiencia. Su aparición en
la edad adulta está relacionada con estados de inmunodepresión como el síndrome de la inmunodeficiencia
humana. La afectación del maxilar o la mandíbula puede ser con frecuencia la primera manifestación clínica,
más a menudo en la mandíbula de forma unilateral. Los
signos más frecuentes son la tumoración facial, el dolor
y la pérdida de piezas dentales. Las lesiones comienzan
en el hueso alveolar, mostrando un crecimiento agresivo
y rápido con tumefacción local y movilidad, extrusión
o versión de los dientes. Las características radiológicas
son inespecíficas, con cambios osteolíticos que producen
desplazamiento de los gérmenes, ensanchamiento de los
folículos o dientes flotantes en lesiones amplias. La biopsia incisional es la prueba diagnóstica definitiva, y el tratamiento de elección es la quimioterapia.
Lesiones producidas por el virus del papiloma humano
La sarcoidosis es una enfermedad sistémica granulomatosa caracterizada por la formación de granulomas epitelioides no caseificantes en diversos tejidos y órganos. En
cabeza y cuello, las glándulas salivares son las estructuras
afectadas con mayor frecuencia. La implicación de la cavidad oral es excepcional; puede localizarse en labios y
mucosa yugal, encía, lengua o paladar. Clínicamente, la
mayoría de los casos se presentan como movilidad dental
con pérdida rápida de hueso alveolar. Pueden existir nódulos submucosos en mucosa bucal, paladar o labios. A
nivel gingival la presentación más frecuente es en forma
de gingivitis, así como induración a nivel lingual o ránula
en el suelo de la boca. El diagnóstico se realiza por exclusión, y el tratamiento quirúrgico y la corticoterapia son
los tratamientos de elección.
El virus papiloma humano (VPH) pertenece a la familia de los Papovaviridae, incluida en el género Papilomavirus. Son virus de pequeño tamaño, no encapsulados,
con doble cadena de ácido desoxirribonucleico (ADN)
y comprometen a piel y mucosas produciendo lesiones
benignas. Se han identificado más de 130 tipos, con tropismo cutáneo o mucoso, con una prevalencia en mucosa oral sana del 25 %. La mayoría son de bajo riesgo
y se relacionan con lesiones papilomatosas benignas: el
6 y 11 están asociados a papiloma bucal, 6 y 4, a verruga
vulgar, el 13 y el 32, a la hiperplasia epitelial focal, y el
11, al condiloma acuminado. Se han identificado como
subtipos de riesgo el 16, 18, 31, 33, y 35, asociándose a
lesiones premalignas y carcinoma escamoso; la presencia
de papilomavirus es un factor de riesgo modificable en
cáncer oral, sobre todo en carcinoma orofaríngeo, donde
se considera un marcador favorable en la historia natural
y la respuesta al tratamiento.
Linfoma no Hodgkin
Papiloma escamoso
Los linfomas representan el 5 % de los cánceres de cavidad oral. El tejido linfoideo en boca se localiza principalmente en el anillo de Waldeyer, y existe tejido linfoide
Los papilomas escamosos son neoplasias epiteliales benignas de la mucosa oral con predilección por el paladar
duro y blando, la úvula y el bermellón. Su patogenia se
Sarcoidosis
137
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
ha relacionado clásicamente con el virus del papiloma
humano, aunque su origen viral no está claro, así como
los mecanismos de transmisión oral. Suelen ser lesiones
asintomáticas que miden menos de 1 cm, de aspecto sésil
o pediculado, exofíticas y de color blanco-rosado. En el
diagnóstico diferencial se incluyen el condiloma acuminado, el xantoma verruciforme y la hiperplasia papilar. El
tratamiento de elección es la exéresis quirúrgica, aunque
se han descrito otras modalidades como escisión con láser, electrocauterio, criocirugía o inyección intralesional
de interferón. Las recidivas son infrecuentes, excepto en
pacientes infectados con VIH.
Verruga vulgar
La verruga vulgaris es una lesión benigna, papilomatosa
escamosa causada por la infección del virus del papiloma
humano. Es frecuente en niños y adolescentes, localizada
en lengua, paladar y labios. Son asintomáticas, de consistencia firme, superficie rugosa blanquecina o rosada y
base sésil. Puede tener regresión espontánea, sobre todo
en niños, y se puede tratar con cirugía, láser o criocirugía. La recidiva es inusual y no se ha descrito potencial
maligno.
Hiperplasia epitelial focal (enfermedad de Heck)
Es una enfermedad benigna, rara en nuestro medio,
en la que se implican los genotipos 13 y 22. Tiene lugar
sobre todo en niños y adolescentes de determinados grupos étnicos en América y Groenlandia; se han descrito
casos familiares. En su etiología existen factores genéticos, desnutrición y malas condiciones socioeconómicas.
Suele localizarse en labio inferior, mucosa comisural y
lengua. El aspecto clínico es de mucosa en empedrado,
con múltiples formaciones nodulares o papilomatoides
asintomáticas. El diagnóstico definitivo es histológico;
se debe diferenciar del condiloma acuminado, la papilomatosis oral florida, el síndrome de Cowden o la
enfermedad de Crohn. El manejo es controvertido: no
existe un método completamente eficaz. Se trata fundamentalmente por motivos estéticos o por interferencias
con la oclusión, sin evidencia de que el trastorno tenga
potencial de malignización, y puede revertir espontáneamente. Se ha propuesto la exéresis quirúrgica en casos únicos o escasos, las terapias cáusticas, la electrocoagulación, el legrado, la terapia con láser o la aplicación
de imiquimod.
Condiloma acuminado oral
138
Son lesiones benignas de la cavidad oral que se localizan sobre todo en lengua, suelo de boca y mucosa labial.
En su etiología se ha descrito la infección por el VPH,
comúnmente los genotipos 6, 11, 16 y 18, con una transmisión por lo general venérea. Su apariencia clínica es variable, desde pequeñas lesiones sésiles a grandes lesiones
con apariencia de coliflor, altamente contagiosas. Para su
tratamiento se ha empleado el electrocauterio, la crioterapia, el imiquimod al 5 % y el podofilino al 25 %.
Papiloma ductal invertido
Los papilomas ductales son tumores raros de glándulas
salivares menores que incluyen el papiloma ductal invertido, el sialoadenoma papilífero y el papiloma intraductal. A
pesar de que los papilomas nasales están asociados a cambios degenerativos, el curso de los papilomas ductales orales
es benigno. Suelen localizarse en mucosa labial y bucal con
la apariencia de un nódulo submucoso con o sin depresión
central. La etiopatogenia es desconocida; se ha detectado
ADN del VPH. El diagnóstico histológico se caracteriza
por la observación de células con halos e irregularidades en
su membrana denominadas koilocitos.
Leucoplasia verrugosa proliferativa
Fue descrita en 1985 por Hansen como una lesión de
origen desconocido que comienza como una placa blanquecina homogénea que se extiende de manera lenta pero
irreversible hasta convertirse en una lesión verrugosa y
exofítica con gran tendencia a la malignización. La etiología es desconocida; se considera una enfermedad multifactorial. El papel de irritantes como el tabaco y el alcohol es importante. La sobreinfección por Candida está
presente en un alto porcentaje de casos y podría estar en
relación con la evolución crónica de las lesiones; sin embargo, el virus del papiloma humano no parece ejercer un
papel importante en la etiopatogenia de la enfermedad ni
existen evidencias de mutaciones del gen p53.
Este tipo de lesión tiene lugar más frecuentemente en
mujeres que en hombres, en una proporción de 4:1, a una
media de edad aproximada de 60 años. La lesión comienza siendo una placa homogénea que suele aparecer en la
mucosa yugal y que evoluciona a una lesión verrugosa
multifocal de aspecto exofítico. La evolución será en más
del 50 % de los casos hacia un carcinoma oral de células escamosas. Debido a su alto porcentaje de derivar
en una lesión maligna, se aconseja la eliminación de la
lesión. El tratamiento quirúrgico presenta altos índices
de recidivas. Otras opciones son el láser CO2, la terapia
fotodinámica o el uso tópico de quimioterápicos como la
bleomicina.
Candidiasis crónica hiperplásica
Esta entidad puede acontecer en cualquier rango de
edad, en ambos sexos y en cualquier raza, aunque existen
una serie de factores predisponentes como son el pH ácido oral, el embarazo, los estados carenciales de vitamina
B, la administración prolongada de antibióticos, la intercurrencia con estados infecciosos, etcétera.
Esta lesión presenta una morfología nodular o en placas que no se desprenden con el raspado, y en las cuales
el hongo coloniza no solo la superficie, sino que penetra
en la profundidad del epitelio; se localiza frecuentemente
en la mucosa bucal con afectación comisural y con menos
frecuencia en lengua y paladar.
El diagnóstico diferencial debe realizarse con las leucoplasias, mediante técnicas de tinción con ácido pe-
Diagnóstico diferencial de lesiones en cavidad oral (II)
riódico de Schiff que pondrán de manifiesto las hifas
características del hongo. La candidiasis crónica hiperplásica es la forma menos frecuente de candidiasis oral,
y se asocia en un 10 % de casos a las lesiones de tipo
leucoplásico; se discute su papel causal en la etiopatogenia o bien que se trate de una infección sobreañadida.
Debido a la posibilidad de encontrar signos displásicos,
se recomienda, además de la retirada de los posibles
factores predisponentes (tabaco, prótesis, etc.), la realización de una biopsia para descartar la presencia de
displasia, que indicaría el tratamiento quirúrgico de la
lesión. El tratamiento médico se basa en el uso tópico
de antifúngicos como nistatina miconazol, durante un
mínimo de 2 meses; pueden asociarse fármacos sistémicos como fluconazol o ketoconazol durante un período
mínimo de 15 días.
CAPÍTULO 11
► Figura 11-22. Lipoma palatino.
Carcinoma verrugoso
Es una variante del carcinoma escamoso bien diferenciado; la cavidad oral es la localización más frecuente en
cabeza y cuello, seguida de la laringe. Epidemiológicamente afecta más a varones entre la sexta y la séptima década de la vida, y se relaciona con el consumo de tabaco
o alcohol y con algunos subtipos del virus del papiloma
humano (16, 18). Se caracteriza por su crecimiento lento,
considerándose un carcinoma agresivo localmente pero
con capacidad limitada para invadir estructuras y producir metástasis regionales o a distancia. Histológicamente
se observa un epitelio engrosado, marcada hiperparaqueratinización y buena diferenciación. Su localización más
frecuente es la mucosa bucal y la encía mandibular, con
un peor pronóstico asociado a tumores que afecten al
paladar o la encía maxilar (24). Clínicamente, tiene un
aspecto exofítico y vegetante característico, de crecimiento lento, gran tamaño y superficie mamelonada (Fig.
11-21). Su tratamiento es fundamentalmente quirúrgico,
con buen pronóstico.
► Figura 11-21. Carcinoma verrugoso maxilar.
Neoplasias benignas conjuntivales
Pueden ser derivadas del tejido conjuntivo (fibroma,
mixoma), vasos (hemangioma, linfangioma), tejido adiposo (lipoma), tejido nervioso (schwannoma y neurofibroma), músculo estriado (rabdomioma) y músculo liso
(leiomioma) (Figs. 11-22 a 11-24).
El fibroma es una lesión sésil o pediculada, con histología similar a la hiperplasia fibrosa pero encapsulada,
de crecimiento lento y localización en mejillas, lengua,
paladar o encías. El mixoma de los tejidos blandos orales
es una lesión rara que aparece como una masa submucosa
de crecimiento lento que debe ser tratada mediante exéresis completa por su tendencia a ser localmente agresiva
y recidivar. Los lipomas suelen ser tumoraciones de coloración amarillenta, lisas, cubiertas de mucosa de aspecto
normal, que pueden aparecer en mucosa yugal, suelo de
boca o labios. El schwannoma o neurolemoma se presenta como una masa submucosa, encapsulada y cubierta de
mucosa de características normales, bien definida e indolora que se localiza principalmente en la lengua, mientras
► Figura 11-23. Angioma labial.
139
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 11-24. Hemangioma intraoral.
que el neurofibroma puede presentarse en forma única o
múltiple asociada a enfermedades de tipo neurofibromatosis. El neuroma traumático se asocia a una agresión sobre
una estructura nerviosa; puede localizarse, por ejemplo,
cercano al agujero mentoniano en casos de prótesis que
generan un roce crónico, produciendo una lesión generalmente dolorosa de pequeño tamaño. El rabdomioma suele
presentarse en la región dorsal de la lengua, mientras que
el leiomioma puede localizarse en lengua, labios o paladar;
ambos son infrecuentes en la cavidad oral.
•
La facilidad de exploración de la cavidad oral hace
que el diagnóstico de las lesiones intraorales no
deba ser responsabilidad exclusiva de los odontoestomatólogos ni cirujanos orales y maxilofaciales,
sino que el médico general debe conocer aquellas lesiones más importantes que, asentando sobre la cavidad oral, puedan conducir en su evolución a un cán-
► Figura 11-25. Lengua negra vellosa.
Lengua negra vellosa
Es un proceso que afecta al dorso de la lengua como
consecuencia de una alteración de las papilas linguales.
Suele apreciarse en individuos con pobre higiene oral en
los que se presenta un sobrecrecimiento bacteriano. El
tratamiento consiste en cepillado regular y mejorar la higiene oral (Fig. 11-25).
cer oral. El diagnóstico se basa en la exploración clínica y en el estudio histopatológico.
•
El estudio de este amplio espectro de lesiones orales es imprescindible para el diagnóstico diferencial,
la búsqueda de agentes causales exógenos o endógenos y por supuesto la prevención y detección precoz del cáncer oral.
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141
CAPÍTULO
12
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
Dra. Edurne Palacios Weiss
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. José Luis Cebrián Carretero
INTRODUCCIÓN
Se define urgencia médica como aquella situación que
requiera una actuación médica inmediata. Y aunque el
cáncer sea una enfermedad crónica, existen muchas situaciones asociadas que pueden generar urgencias médicas
agudas que requieren una actuación relativamente rápida.
Con relación a la patología oncológica de cabeza y cuello,
se pueden encontrar urgencias médicas asociadas al propio diagnóstico y al tratamiento de estas afecciones.
El aumento de los tratamientos oncológicos domiciliarios y el incremento de la supervivencia hacen que sea más
frecuente tener que tratar urgencias oncológicas.
URGENCIAS MÉDICAS ASOCIADAS A LA PROPIA
PATOLOGÍA ONCOLÓGICA DE CABEZA Y CUELLO
Un porcentaje importante de los tumores de cabeza y
cuello se diagnostican en la sala de urgencias. Existen signos o síntomas que deben alertar sobre una posible malignidad subyacente y que en muchas ocasiones son, incluso,
el motivo de consulta principal del paciente que acude a
una sala de urgencias.
Los siguientes signos y síntomas se consideran factores
de riesgo: afta oral que no cura en 7 a 10 días, dolor o
molestias en la boca que no desaparecen, engrosamiento
o tumoración en la mejilla, lesión blanquecina o rojiza,
sensación de cuerpo extraño con molestias persistentes,
dificultad para tragar o masticar, dificultad para mover la
lengua o mandíbula, sensación de anestesia en la lengua u
otra zona, inflamación de la mandíbula o paladar, caída o
movilidad de piezas dentales, cambios de la voz, aparición
de una masa en el cuello, pérdida de peso, otalgia (Tabla
12-1).
La presencia de cualquiera de los signos o síntomas anteriores en un paciente fumador y bebedor debe alertar al
clínico y se deberá descartar una neoplasia subyacente.
Úlceras
Las úlceras orales son la forma de presentación más frecuente del carcinoma oral. Una úlcera, dolorosa o no, de
más de 15 días o 1 mes de evolución deberá ser biopsiada
(Fig. 12-1).
Sangrados
Neoplasias orales, de orofaringe o de hipofaringe se
pueden presentar clínicamente como hemoptisis agudas.
Adenocarcinomas de las fosas nasales o senos paranasales pueden presentar manifestaciones clínicas de epistaxis
(Fig. 12-2).
Ante una hemoptisis, hay que hacer una buena exploración física de la cavidad oral y se deben visualizar mediante fibroscopia o laringoscopia las vías aerodigestivas
superiores para descartar lesiones ulcerosas o cancerosas
en dichas localizaciones.
Masas
Toda masa en cabeza y cuello de nueva aparición debe
ser correctamente estudiada y diagnosticada (Fig. 12-3).
Aunque en el diagnóstico diferencial de una masa se in-
TABLA 12-1. Motivos de consulta en una sala de urgencias
asociados a patología oncológica de cabeza y cuello
Úlceras mucosas
Sangrados
Tumoraciones o masas
Movilidad dental de rápida aparición
Disfagia
Síntomas respiratorios
Alteraciones oculares
Parálisis facial
Alteraciones sensitivas
Disnea
Fracturas patológicas
143
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 12-1. Úlcera maligna en carcinoma sobre implantes mandibulares.
cluyen múltiples afecciones, tanto benignas como malignas, se debe descartar siempre la existencia de una masa
tumoral. La edad, los antecedentes familiares y médicos
del paciente, los hábitos tóxicos y el cuadro clínico ayudarán a sospechar y encaminar los diagnósticos. En general,
toda masa en cabeza y cuello se puede encuadrar en patología inflamatoria o infecciosa o en patología tumoral
(incluyendo tumores benignos o tumores malignos, que
involucran desde tumores hematológicos hasta el carcinoma escamocelular –95 % de los tumores de cabeza y
cuello–).
Movilidad dental
La movilidad dental suele estar en relación con enfermedad periodontal avanzada y con disminución del soporte óseo de los dientes. Pero existen procesos tumorales
o necróticos que destruyen el hueso de los maxilares y
cuya presentación clínica puede ser una simple movilidad
dental (Fig. 12-4).
144
► Figura 12-2. Sangrado intraoral de lesión maligna en paladar
blan d o.
► Figura 12-3. Ante una masa cervical, debe descartarse la presencia de un proceso maligno.
Disfagia
Los enfermos con cáncer de cavidad oral y faringe presentan una alta incidencia de disfagia en el momento del
diagnóstico del tumor. Se calcula en torno al 20 %. La
aspiración y la malnutrición se asocian a este signo.
La disfagia es habitualmente multifactorial. En los casos oncológicos puede deberse tanto a la obstrucción de la
luz faríngea por el propio tumor como a problemas neuromusculares asociados a la infiltración tumoral.
En los pacientes oncológicos la disfagia está asociada
tanto al propio tumor como a su tratamiento: radioterapia
y cirugía. La incidencia global de disfagia una vez terminado el tratamiento oncológico se estima en un 28 %. La
► Figura 12-4. Movilidad dental en el contexto de paciente con tumor maligno mandibular en estadio avanzado.
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
CAPÍTULO 12
disfagia en pacientes, una vez finalizado el tratamiento
quirúrgico y radioterápico, está asociada a tumores localizados en la cavidad oral y orofaringe.
intensidad debe alertar de la posibilidad de una fractura
patológica por una lesión subyacente: patología quística,
tumoral o necrótica (Fig. 12-5).
Aspiración
Compromiso de la vía aérea
La aspiración consiste en el paso de contenido gástrico o de alimentos a la vía aérea por fallo de los distintos mecanismos de control. Alteraciones nerviosas o un
efecto masa pueden alterar estos mecanismos de control y
provocar aspiraciones en pacientes con tumores de la vía
aerodigestiva superior.
La obstrucción de la vía aérea secundaria a un tumor
supone un reto para el cirujano. La presentación típica es
la de un paciente con disnea progresiva de semanas o meses de duración. La dificultad para respirar difiere según
el lugar de la obstrucción.
Aunque los tumores de la cavidad oral y la orofaringe no bloquean típicamente el espacio aéreo laríngeo de
forma directa, dan lugar a situaciones de compromiso de
vía aérea por la dificultad que generan a la ventilación
y a la intubación. Masas grandes en estas localizaciones
pueden dificultar la laringoscopia directa e imposibilitar
la intubación. En algunas situaciones, la base de la lengua
puede verse fijada en una posición posterior, obstruyendo
la vía aérea. Un trismo significativo por la invasión del
músculo pterigoideo puede limitar la apertura oral, incluso en un paciente miorrelajado, impidiendo nuevamente
la laringoscopia, sobre todo en pacientes con la dentición
completa (Fig. 12-6).
Por tanto, se debe evaluar correctamente la vía aérea y
su posible compromiso en todo paciente con cáncer de
cabeza y cuello.
Ante un paciente en el que se sospecha un compromiso de la vía respiratoria es imperativo asegurar dicha
vía aérea antes de instaurar ningún tratamiento. La
obstrucción de la vía aérea por un proceso oncológico
suele requerir la creación de un traqueostoma temporal
hasta que se pueda someter al paciente al tratamiento
definitivo. Si el paciente no puede ser intubado de forma transoral o transnasal para realizar la traqueotomía
bajo anestesia general, puede ser necesario realizar la traqueotomía bajo anestesia local para maximizar la preservación de la vía aérea. En casos de tumores laríngeos, se
prefiere la realización de traqueotomías bajas para evitar
la transgresión del tumor.
En una urgencia real puede ser necesario realizar una
cricotiroidotomía con aguja, como ventilación temporal
hasta que se pueda establecer otra vía aérea.
Hiposensibilidad o anestesia
La hiposensibilidad o anestesia del territorio del trigémino puede ser la única manifestación clínica de un neurinoma del trigémino o de un tumor de la fosa pterigomaxilar. La distribución del territorio anestesiado puede
ayudar a determinar dónde puede estar localizada la causa y elegir las pruebas diagnósticas de forma apropiada.
No se puede olvidar que en el diagnóstico diferencial se
deben incluir las afecciones del sistema nervioso central
o periférico.
Pérdida de visión
En el diagnóstico diferencial de una pérdida de visión
se debe considerar el efecto masa del II par craneal a lo
largo de su recorrido.
Alteración de la motilidad ocular extrínseca
La afectación de los pares craneales III, IV o VI o la
afectación de los músculos extraoculares tiene como consecuencias clínicas la alteración de la movilidad ocular
externa, que suele cursar con diplopía. Ante una diplopía
sin antecedente traumático se debe descartar la etiología
tumoral.
Parálisis facial
La afectación del nervio facial o de alguna de sus ramas
da lugar a una parálisis facial periférica. Una tumoración
preauricular con parálisis facial es sospechosa de tumor
maligno de glándula salivar.
Dolor
En el diagnóstico diferencial del dolor orofacial están
incluidos todos los tumores del territorio de la cabeza y
el cuello.
En un dolor orofacial que no responde a tratamiento
habitual y en el que se han descartado las causas más habituales se deberán realizar pruebas diagnósticas de imagen para descartar patología tumoral.
Fracturas
La aparición de fracturas, sobre todo mandibulares sin
traumatismos previos o por traumatismos de pequeña
► Figura 12-5. Fractura mandibular patológica como consecuencia de proceso tumoral intraóseo.
145
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 12-6. Masa tumoral en el suelo de la boca que produce un
cuadro clínico obstructivo de la vía aérea.
URGENCIAS Y COMPLICACIONES ASOCIADAS AL
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Se debe recordar que el tratamiento quirúrgico del cáncer de cabeza y cuello es un tratamiento locorregional.
No sólo se extirpa el tumor intentando mantener unos
márgenes de seguridad libres de enfermedad, sino que se
debe realizar un tratamiento ganglionar regional que va
a depender de las características del tumor primario y de
la presencia o no de metástasis ganglionares. Las disecciones cervicales varían desde una extirpación de los tres
primeros niveles ganglionares del cuello hasta disecciones
cervicales radicales donde, aparte de las estructuras ganglionares, se resecan estructuras vasculares, nerviosas y
146
► Figura 12-7. Pieza de resección con vaciamiento cervical.
musculares como son el nervio espinal, el músculo esternocleidomastoideo y la vena yugular interna. La extirpación de estas estructuras está asociada a un mayor índice
de complicaciones (Fig. 12-7).
En la cirugía de cabeza y cuello se sacrifican órganos
funcionales y estéticos. Incluso los tratamientos quimioterápicos para preservación de órganos tienen una alta
morbilidad. En los últimos 30 años, la filosofía de tratamiento del cáncer de cabeza y cuello ha evolucionado
gracias al empleo de disecciones cervicales electivas o modificadas, resecciones mandibulares marginales y avances
en técnicas de reconstrucción microvascular. Actualmente, los pacientes tienen la oportunidad de obtener unos resultados estéticos y funcionales mucho mejores que hace
años. Sin embargo, la pérdida de función o el compromiso
cosmético es inevitable, aun con cirugías conservadoras.
En esta sección se van a detallar algunas de las complicaciones más frecuentes asociadas al tratamiento quirúrgico de cáncer oral y de cabeza y cuello.
En primer lugar, existen factores predictivos. En general, los procedimientos de cabeza y cuello tienen un
riesgo mayor de complicaciones peroperatorias que otros
procedimientos (Figs. 12-8 a 12-10). Evitar complicaciones comienza por identificar los pacientes que tienen
un mayor riesgo de desarrollar estas complicaciones. El
estado nutricional, la edad y la presencia de comorbilidades son factores pronósticos implicados en el desarrollo de
complicaciones después de una cirugía mayor de cabeza y
cuello (Tabla 12-2).
Estado nutricional. Los pacientes con cáncer de cabeza y cuello habitualmente presentan déficits nutricionales
causados por una dificultad a la masticación o para tragar
o por un abuso crónico de alcohol. Se sabe que los déficits
nutricionales afectan negativamente a la integridad y cicatrización de la herida quirúrgica; sin embargo, este factor es frecuentemente menospreciado. Por otro lado, los
déficits nutricionales están asociados a un aumento de la
susceptibilidad a infecciones. Se han desarrollado diferentes índices que toman como referencia los niveles de al-
► Figura 12-8. Resección mandibular con placa de reconstrucción.
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
CAPÍTULO 12
TABLA 12-2. Factores predictivos de presentación de
complicaciones peroperatorias en el cáncer de cabeza y
cuello
Estado nutricional
Edad
Comorbilidades
► Figura 12-9. Imagen intraoperatoria de resección de tumor sinfisario mandibular.
búmina sérica, el pliegue del tríceps, la transferrina sérica
y la hipersensibilidad cutánea retardada para predecir el
riesgo de desarrollar infecciones según el estado nutricional del paciente. Por lo tanto, se debe intentar reducir el
riesgo de complicaciones quirúrgicas identificando a los
pacientes con malnutrición, aportándoles una adecuada
nutrición preoperatoria y verificando sus efectos antes de
la cirugía.
Edad. Se han realizado múltiples estudios retrospectivos sobre cirugía de cabeza y cuello en pacientes ancianos
y no parece que estos pacientes sufran una mayor frecuencia de complicaciones quirúrgicas mayores como infección, fístula, hematoma o daño vascular mayor. Sin embargo, complicaciones posquirúrgicas médicas como infarto de miocardio, fallo cardíaco o neumonía sí ocurren
con mayor frecuencia en pacientes mayores. No se debe
adoptar la actitud de que pacientes mayores de 80 años
no pueden resistir una cirugía mayor de cabeza y cuello.
Comorbilidades. Muchos de los pacientes con cáncer
de cabeza y cuello presentan múltiples comorbilidades
médicas en el momento de presentación, que pueden influir sobre las decisiones terapéuticas generando un impacto negativo sobre el pronóstico final. El sistema TNM
(tumor, ganglios, metástasis) no representa de forma adecuada el comportamiento clínico del tumor porque solo
se fija en las características morfológicas del tumor. Aunque actualmente está claro que la existencia de comorbilidades tiene un papel en el pronóstico de los pacientes con
cáncer de cabeza y cuello, no existen índices predictivos
hoy día correctamente definidos. Se sugiere que índices
como ASA (American Society of Anesthesiologist), CCI
(Charlson Comorbidity Index) o KFI (Kaplan-Feinstein Index) pueden tener un papel potencial para predecir complicaciones posquirúrgicas.
Recurrencia local
En cáncer oral, el peor resultado tanto para el paciente
como para el médico es el fracaso en curar la enfermedad.
Esto ocurre en la mitad de los pacientes por recurrencia
locorregional, metástasis a distancia o segundo tumor
primario. Aunque los rangos de mortalidad en cáncer
oral no han cambiado en los últimos 30 años, el patrón
de fracaso es diferente. La mejoría progresiva del control
locorregional se acompaña de un aumento de mortalidad
por metástasis a distancia y segundos tumores primarios.
La recurrencia local tiene lugar cuando no se consiguen
márgenes negativos a la hora de resecar el tumor primario
(Fig. 12-11). Se definen histológicamente márgenes negativos como sin displasia, carcinoma in situ o carcinoma
invasivo a 5 mm del margen de resección. Para conseguir
este objetivo es necesario resecar de 1 a 1,5 cm de margen
de tejido aparentemente normal alrededor del borde visible y palpable del tumor. Esto puede ser difícil de definir
en tumores infiltrantes o en órganos musculares como la
lengua. Recurrencias sobre tejidos irradiados son más difíciles de evaluar y requieren márgenes mayores.
Disfunción neurológica
► Figura 12-10. Aspecto intraoral de colgajo microvascularizado
en reconstrucción de pilar amigdalino.
Durante la extirpación quirúrgica de los tumores de
cabeza y cuello todos los nervios craneales y cervicales
sufren un riesgo de daño en función de la localización y
el estadio del tumor primario. La sección inadvertida de
una estructura neurológica es una complicación durante
la cirugía, pero el sacrificio de un nervio por encontrarse
involucrado o próximo a la lesión maligna es una secuela
del tratamiento. Se describirá brevemente la lesión de las
147
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
► Figura 12-11. Recurrencia tumoral en maxilar.
148
estructuras neurológicas más frecuentemente encontradas
en el tratamiento quirúrgico de la patología oral y glándulas salivares.
Nervio espinal accesorio. La disección cervical radical sigue siendo el tratamiento estándar para erradicar
los tejidos linfáticos del cuello; esta técnica quirúrgica no
ha cambiado apenas desde su introducción por Crile en
1906. La disección radical cervical incluye el sacrificio
del nervio accesorio espinal para poder extirpar completamente los ganglios linfáticos del triángulo posterior.
Aunque la disección cervical radical sigue siendo ampliamente empleada cuando existe afectación cervical grande,
se han descrito muchas modificaciones. Estas modificaciones han intentado disminuir la morbilidad quirúrgica
sin comprometer la seguridad oncológica. La mayor parte
de la morbilidad que se evita en las disecciones cervicales modificadas está asociada a la preservación del nervio
espinal accesorio. De todos modos, las lesiones del nervio espinal accesorio también pueden deberse a una lesión por tracción, desvascularización o corte inadvertido
durante la cirugía. La disfunción secundaria del hombro
se manifiesta en un complejo bien descrito de síntomas
conocido como síndrome del hombro. Estos síntomas
incluyen: a) limitación a la abducción del brazo; b) pérdida del ritmo de abducción por la rotación anormal de
la escápula; c) escápula alada, y d) pérdida del contorno
normal del hombro, en el que aparece un ángulo recto
por la marcada atrofia muscular y la pérdida de soporte.
Este síndrome de disfunción y pérdida estética frecuentemente está acompañado de dolor. La disfunción del
hombro después de una disección cervical afecta de forma significativa a la calidad de vida de los pacientes con
cáncer de cabeza y cuello. La disfunción cervical después
de una disección cervical puede minimizarse realizando
fisioterapia en el período postoperatorio continuando en
casa. Se han descrito abordajes quirúrgicos para intentar
corregir o reparar nervios espinales accesorios sacrificados
intencionadamente o accidentalmente.
Nervio facial. El abordaje quirúrgico de tumores de la
glándula parótida requiere una disección cuidadosa del
tronco del nervio facial y de todas sus ramas a través de la
glándula. Aunque la mayor parte de los casos permiten la
preservación del séptimo par, algunas veces este nervio ha
de ser sacrificado. La incidencia de parálisis facial temporal después de una parotidectomía superficial puede rondar de un 40 a un 58 %, pero la disfunción permanente
es baja (0-3 %). La incidencia aumenta con tumores del
lóbulo profundo y en recurrencias. La rama más frecuentemente afectada en una parotidectomía es la rama marginal mandibular por la pobreza de inervación desde otras
ramas (Fig. 12-12). La sección de un nervio facial debe
manejarse de forma inmediata mediante una anastomosis primaria sin tensión o un injerto de nervio auricular
mayor o nervio sural. En el manejo retardado se incluyen
terapias como la unión hipogloso-facial, la transposición
facial contralateral o los injertos libres microneurovasculares. Los procedimientos quirúrgicos estáticos o dinámicos se pueden emplear para mejorar el tono muscular de
la zona paralizada. La sección de la rama mandibular del
nervio facial durante la extirpación de tumores de cavidad
oral en combinación con disecciones cervicales tiene efectos adversos cosméticos y funcionales.
Otros. Otras estructuras neurológicas con riesgo de sufrir daños durante el tratamiento de la enfermedad maligna de cabeza y cuello son el nervio trigémino (V), glosofaríngeo (IX), vago (X), hipogloso (XII), frénico (C3-C5),
la cadena simpática y los nervios del plexo braquial.
Infección de la herida quirúrgica
La incidencia de infecciones en cirugía de cabeza y cuello asciende a un 90 % en heridas limpias-contaminadas
sin antibióticos peroperatorios. Este porcentaje se ha reducido hasta un 10 % cuando se emplea antibiótico profilácticamente. Las infecciones de la herida quirúrgica son
una preocupación constante del cirujano que trata cáncer
de cabeza y cuello por su impacto en el pronóstico del
paciente, el retraso en la terapia adyuvante, la movilidad
del paciente, la prolongación de la estancia hospitalaria y
el coste total. Para todo cirujano es prioritario prevenir,
► Figura 12-12. Imagen intraoperatoria de parotidectomía superficial, con la disección de las ramas del nervio facial.
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
identificar y tratar apropiadamente estas situaciones. El
estadio tumoral, el estadio ASA, la duración de la cirugía,
un traqueostoma preoperatorio, radiación previa o quimioterapia, reconstrucción mediante colgajos, el estado
nutricional y condiciones médicas asociadas son, todos
ellos, factores asociados a un aumento de incidencia de
infección posquirúrgica. La selección antibiótica a la hora
de realizar una antibioterapia profiláctica debe incluir la
cobertura de Eikenella corrodens, Bacteroides spp., estafilococos coagulasa-negativos, Streptococcus spp., Enterobacter spp., Fusobacterium y Escherichia coli. No está clara
la necesidad de cubrir bacterias gramnegativas. Por otro
lado, la descontaminación oral previa a la cirugía puede
suponer un beneficio importante en el tratamiento profiláctico de estos pacientes.
Formación de fístulas
Una complicación particularmente problemática después de la cirugía de cabeza y cuello es la formación de
fístulas orales o faringocutáneas. Se ha descrito un porcentaje de fístulas postoperatorias de hasta el 30 % después
de resecciones complicadas y del 50 % tras laringectomías.
Las mismas variables implicadas en la infección posquirúrgica también son aplicables a la formación fistulosa: estado
nutricional, radioterapia preoperatoria, técnica quirúrgica, estadio tumoral, comorbilidades, reconstrucción con
colgajos. Una vez se haya formado una fístula, esta debe
ser identificada rápidamente y tratada apropiadamente
para prevenir complicaciones catastróficas. Puede ser difícil identificar de forma temprana una fístula oral o faringocutánea. Síntomas sugestivos son fiebre, eritema de la
herida y supuración aproximadamente 1 semana después
de la cirugía. Un signo temprano puede ser la presencia
de líquido claro en los recipientes de drenaje. Identificar
de forma temprana estas fístulas en el período postoperatorio inmediato puede disminuir la morbilidad, la estancia hospitalaria y el coste total de estas complicaciones. El
tratamiento de las fístulas orales o faringocutáneas tiene
como objetivo prevenir complicaciones vitales y minimizar
CAPÍTULO 12
las secuelas funcionales y estéticas. Los pasos iniciales en el
manejo de estos pacientes son drenar cualquier colección,
tomar muestras para cultivar y determinar antibiogramas,
desbridamiento quirúrgico y empleo apropiado de antibióticos. Muchas fístulas pequeñas en pacientes no irradiados
pueden curar con medidas conservadoras. De todos modos, es imperativo proteger el árbol traqueobronquial de los
líquidos salivares o purulentos para prevenir la aspiración.
Es especialmente inquietante la contaminación de la arteria
carótida por saliva o material infeccioso. Cualquier fístula
que amenace la arteria carótida debe ser tratada como una
emergencia quirúrgica, porque el riesgo de una ruptura arterial es inminente.
Dehiscencia
La dehiscencia de las heridas quirúrgicas es una complicación quirúrgica frecuente. La desnutrición, la tensión de
los tejidos, la falta de vascularización, la fibrosis y calidad de
los tejidos previamente irradiados favorecen la dehiscencia
quirúrgica. Salvo en casos graves, con exposición de grandes
vasos o cuando la epitelización secundaria no es posible, el
tratamiento habitual se realiza con curas locales para favorecer la cicatrización por segunda intención (Fig. 12-13).
Rotura de grandes vasos
El síndrome de rotura carotídea (SRC) se refiere a la
ruptura de la arteria carótida y sus ramas. Es una de las
complicaciones más devastadoras asociada al tratamiento del cáncer de cabeza y cuello. La ruptura de la arteria
carótida es una complicación infrecuente tanto del tratamiento quirúrgico del cáncer de cabeza y cuello como de
la radioterapia.
El síndrome de rotura carotídea fue descrito en 1962,
tiene una mortalidad del 40 % y una morbilidad neurológica asociada del 60 %.
El síndrome de rotura carotídea se clasifica como:
• Riesgo de SRC: pacientes que tienen exposición de la
arteria carotídea.
• SRC inminente: pacientes con sufusión de un seudoaneurisma.
• SRC agudo: ruptura del vaso.
La incidencia de ruptura de la arteria carótida después
de una disección cervical radical es de un 4 %. Los factores de riesgo de que tenga lugar esta complicación son
la necrosis del colgajo, infección de la herida quirúrgica,
fístula faringocutánea, radiación del lecho operado, exposición a saliva, resección cervical radical y resección de la
vaina carotídea y recurrencia del carcinoma (con afectación de la arteria carótida).
Es frecuente que algunos pacientes desarrollen episodios recurrentes. A estos pacientes se los puede clasificar
en dos grupos según las causas:
► Figura 12-13. Aspecto intraoral de colgajo microvascularizado
antebraquial con posibilidad de dehiscencia.
• Enfermedad progresiva (más frecuente):
- Dehiscencia de la herida quirúrgica.
149
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
- Necrosis del colgajo libre o del colgajo musculocutáneo.
- Daño mecánico yatrogénico vascular.
- Arteriopatía inducida por radiación.
- Invasión tumoral de un segmento arterial mayor.
- Crecimiento tumoral recurrente e invasión de las superficies mucosas adyacentes.
• Fallo del tratamiento: sangrado repetido del mismo
segmento arterial tratado endovascularmente (el tiempo que transcurre entre los eventos suele ser corto: entre 1 y 10 días).
Esta complicación rara pero catastrófica es más frecuentemente observada a la altura de la bifurcación carotídea. La prevención incluye el empleo de incisiones no
trifurcadas, colgajos cutáneos subplatismáticos, manejo
cuidadoso de los tejidos y prevención de la infección quirúrgica y de la formación de fístulas. El tratamiento incluye un desbridamiento cuidadoso del material infeccioso
y el tejido necrótico alrededor de las arterias y cobertura
mediante colgajos musculares (habitualmente el pectoral
mayor) para proteger. Los colgajos microvasculares son
una buena opción para cubrir la carótida cuando no se
dispone de tejido regionalmente. El papel de los procedimientos invasivos radiológicos para manejar la rotura de
la arteria carótida va adquiriendo más relevancia.
Complicaciones asociadas a la traqueotomía
150
Tanto el tratamiento quirúrgico como el propio tumor
son una amenaza a la permeabilidad y estabilidad de la vía
aérea, por lo que en muchas ocasiones estos pacientes van
a ser susceptibles de una traqueotomía (en la mayor parte
de los casos temporal). Los pacientes traqueotomizados
son portadores de cánulas de diferentes tipos. Lo habitual
es que la cánula sea cambiada diariamente, incluso más
frecuentemente si es necesario, aunque se recomienda no
realizar el cambio de cánula hasta 1 semana después de la
realización del estoma (Tabla 12-3).
Las ventajas de la traqueotomía en relación con la intubación endotraqueal son: a) mejoría de la mecánica respiratoria; b) menor ulceración laríngea; c) mejor nutrición, movilidad y vocalización; d) mayor comodidad del paciente; e) el
paciente puede abandonar una unidad de cuidados intensivos, y f) mejor control y aclaramiento de las secreciones.
Las desventajas incluyen: a) es un procedimiento quirúrgico que tiene complicaciones asociadas inmediatas; b)
complicaciones del estoma; c) formación de una fístula de
la tráquea a la arteria innominada, y d) fístula traqueoesofágica (raras).
Las complicaciones asociadas a la traqueotomía que
deben ser reconocidas e identificadas porque comprometen la vía aérea y suponen una emergencia son las siguientes.
Hemorragia. El sangrado posquirúrgico puede variar
desde un sangrado menor que se resuelve con empaquetamiento y asegurándose de que el balón del tubo de la
traqueotomía esté inflado hasta un sangrado mayor que
requiera reintervención.
TABLA 12-3. Urgencias y complicaciones asociadas a la
presencia de un traqueostoma
Complicaciones precoces
Hemorragia
Infecc i ó n
Enfisema subcutáneo
Obstrucción del tubo
Falsa vía o pérdida temprana del tubo
Complicaciones tardías
Disfagia
Estenosis traqueal
Fístula traqueoesofágica
Fístula a la arteria innominada
Formación de un granuloma
Persistencia del estoma
Infección de la herida quirúrgica. Habitualmente
no se prescriben antibióticos profilácticos a pesar de ser
una herida limpia-contaminada. La infección real es rara
y solo suele requerir terapia local. En caso de tratarse de
una infección traqueal necrosante, será necesario realizar
una intubación oral y un desbridamiento amplio de los
tejidos afectados.
Enfisema subcutáneo. El enfisema subcutáneo puede
estar causado por una ventilación con presión positiva o
por tos contra una sutura con tensión o un empaquetamiento de la herida. Se puede prevenir no suturando la
herida alrededor del tubo. El enfisema se resuelve espontáneamente en unos cuantos días. Se debe realizar una
radiografía de tórax para descartar un neumotórax.
Obstrucción del tubo. El tubo se puede obstruir por
moco, coágulos de sangre, desplazamiento dentro de los
tejidos blandos que lo rodean o porque la apertura del
tubo choca contra la pared traqueal. Si no se consigue restablecer una ventilación adecuada mediante la aspiración
a través del tubo, habrá que reemplazar inmediatamente
la cánula interna o el tubo entero.
Falsa vía o pérdida temprana del tubo. La creación
de una falsa vía o la descolocación temprana del tubo son
situaciones de emergencia de la vía aérea. Si no se puede
restablecer inmediatamente la vía aérea, se debe realizar
una intubación orotraqueal inmediata.
Las siguientes son complicaciones de la traqueotomía a
más largo plazo.
Disfagia. Tanto la disminución de la elevación de la
laringe como la compresión esofágica y la obstrucción por
el tapón del tubo de traqueotomía influyen en las alteraciones que sufren estos pacientes al tragar.
Estenosis traqueal. La estenosis traqueal ocurre en el
1 al 2 % de los pacientes y se debe a isquemia, desvas-
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
cularización o erosión química. Las causas incluyen el
empleo de tubos a alta presión, angulaciones forzadas o
hiperinsuflaciones del balón. La localización de la estenosis puede variar desde el estoma a la punta del tubo de
traqueotomía.
Fístula arterial de la tráquea a la arteria innominada. La incidencia de esta complicación es menor del
0,7 %. La mayor parte de las fístulas aparecen como resultado de una presión directa de la cánula contra la arteria
innominada. Los factores de riesgo incluyen traqueotomías bajas, balones a alta presión y movimiento excesivo
de la cabeza o del tubo de traqueotomía. La supervivencia
global con esta complicación es sólo del 25 %.
Fístula traqueoesofágica. Es una complicación rara
que ocurre en menos del 1 % de los pacientes. La causa
es sobre todo yatrogénica debido a erosión por el tubo
de traqueotomía. Es más frecuente observar esta complicación cuando existe también un tubo nasogástrico. El
tratamiento de esta complicación es quirúrgico.
Formación de granuloma. Los granulomas pueden ser
consecuencia de una reacción de cuerpo extraño. Son más
frecuentes en los tubos fenestrados. Pueden ser tratados
con láser YAG. Son especialmente peligrosos los granulomas que se forman en el extremo inferior del tubo de
traqueostomía, donde la resección bajo fibrobroncoscopio
solo proporciona un alivio temporal.
Persistencia del estoma. Suele ocurrir cuando se ha
mantenido el tubo durante un período muy prolongado de
tiempo. Puede ser necesario realizar un cierre quirúrgico.
URGENCIAS MÉDICAS ASOCIADAS AL
TRATAMIENTO RADIOTERÁPICO
El tratamiento radioterápico tiene complicaciones sobre
las glándulas salivares, la mucosa oral, los tejidos blandos
y el tejido óseo (Tabla 12-4).
Mucositis
La mucositis es una lesión aguda asociada a tratamiento del cáncer. Aunque la radioterapia afecta potencialmente a cualquier superficie mucosa expuesta, desde la
mucosa labial al esófago cervical, la mucositis inducida
por quimioterapia (también conocida como estomatitis o
mucositis oral) habitualmente afecta a la cavidad anterior
oral (mucosa yugal, labios y borde lateral de la lengua). La
estomatitis inducida por quimioterapia es habitualmente
menos grave y de menor duración (3 a 12 días). El empleo
de radioterapia y quimioterapia concomitante acorta el
comienzo y exacerba la gravedad y prolonga la duración
de la mucositis. La mucositis se ha hecho más problemática en los últimos 5 a 10 años a medida que son más frecuentes los regímenes intensivos de quimio-radioterapia
(Fig. 12-14).
En los regímenes terapéuticos de moderados a agresivos, la inflamación de la mucosa y la pérdida de células
epiteliales llevan a la interrupción de la integridad de la
barrera mucosa. Los cambios en la mucosa varían desde
un ligero eritema a unas profundas úlceras. Las úlceras es-
CAPÍTULO 12
TABLA 12-4. Urgencias y complicaciones asociadas al
tratamiento radioterápico
Mucositis
Xerostomía
Caries y enfermedad periodontal
Disgeusia
Trismo
Radiodermitis
Osteorradionecrosis
tán típicamente cubiertas por un exudado compuesto por
células, suero y restos, por lo que a este estado avanzado
se lo denomina mucositis ulcerativa, fibrinosa o seudomembranosa. Al espectro de cambios mucosos y síntomas
asociados se lo denomina como mucositis inducida por
radiación (MIR).
Los síntomas asociados durante el tratamiento radioterápico o radio-quimiotérapico para el cáncer de cabeza
y cuello incluye llagas en la boca y garganta, dificultad
para tragar, dolor, disgeusia, exceso de secreciones que
pueden ocasionar gagueo, náuseas y vómitos, pérdida de
apetito, fatiga, pérdida de peso y aspiración. El exceso de
mucosidad viscosa en la boca y la garganta pocas veces se
comunica, pero se ha visto que es uno de los síntomas que
más incomoda a muchos pacientes con un alto grado de
MIR. La xerostomía es uno de los efectos tardíos más prevalentes en la radioterapia de cabeza y cuello, pero también puede ser un componente temprano que contribuye
a la mucositis aguda. Las mucinas salivares protegen la
integridad de la superficie mucosa y los efectos antimicrobiales de saliva y los factores de crecimiento fomentan una
mucosa sana y madura. Paradójicamente, no es infrecuente que los pacientes aquejen tanto boca seca como exceso
de mucosa en la garganta.
La duración de la mucositis es proporcional al grado de
disminución de las células madres mucosas. La MIR pue-
► Figura 12-14. Mucositis posradioterapia.
151
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
de tardar semanas o meses en curar en función de la recuperación de las células madres mucosas. Algunos efectos secundarios tardíos son la necrosis de tejidos blandos,
cicatrización por segunda intención y disminución de la
distensibilidad mucosa, lo cual contribuye a una disfagia
crónica.
Son factores de riesgo para padecer MIR edad, sexo,
predisposición genética, salud oral, normalidad de la saliva, abuso de tabaco o alcohol y existencia de comorbilidades; localización y superficie irradiada, tasa de radiación
acumulada (fraccionamiento), agente quimioterápico
coadyuvante y esquema de tratamiento.
La terapia actual consiste en el manejo sintomático. Se
debe limitar la intensificación del tratamiento a los pacientes que realmente vayan a beneficiarse de ello. Los
agentes sistémicos empleados como radiosensibilizadores
tienen un impacto mayor en la gravedad de la mucositis.
Por ejemplo, el cisplatino es un agente citotóxico que causa una aumento relativamente modesto de mucositis con
radioterapia. Se puede administrar como un agente único
en una dosis sistémica. En cambio, el 5-fluorouracilo ha
sido casi abandonado como agente concomitante porque
aumenta la MIR. El cetuximab es un agente radiosensibilizante nuevo que no parece empeorar la mucositis en
comparación con radioterapia sola (Tabla 12-5).
El tratamiento radioterápico con una planificación previa cuidadosa puede limitar los volúmenes de mucosa expuesta y limitar las dosis a las estructuras funcionalmente
importantes.
Los cuidados orales básicos previenen infecciones y
ayudan a aliviar síntomas mucosos. Mantener la higiene
oral durante y antes de la radiación reduce el riesgo de
complicaciones dentales, incluyendo infecciones, caries,
gingivitis y osteorradionecrosis. El cuidado oral básico
durante el tratamiento radioterápico consiste en cepillarse
de manera no traumática con un cepillo blando, emplear
TABLA 12-5. Manejo de la mucositis inducida por
quimioterapia o radioterapia
Cuidado oral básico
Manejo del dolor
Parches de nicotina
Lidocaína viscosa
Prevenir la disfagia
Sonda nasogástrica
Fisioterapia
Manejo de las abundantes secreciones
Enjuagues con sal y bicarbonato
Guaifenesin®
Combinación de narcóticos y anticolinérgicos
Antihistamínicos
Elevar el cabecero de la cama
Humidificador
152
Vigilar infecciones
la seda dental mientras se tolere y enjuagues frecuentes
con una solución como suero salino con bicarbonato sódico (1 litro de agua con media cucharadita de bicarbonato
y media cucharadita de sal), emplear agentes hidratantes,
evaluaciones y limpiezas dentales periódicas y emplear
profilaxis fluorídica dental diariamente de por vida.
Los «enjuagues mágicos» consisten en la combinación
de antiácidos, difenhidramina y antifúngicos tópicos
como nistatina con lidocaína viscosa en proporciones diferentes. Aunque son populares, no se ha probado formalmente su eficacia. La difenhidramina es sedante y puede
generar efectos anticolinérgicos indeseables. La nistatina
tópica hace poco para prevenir o controlar la candidiasis.
El ketoconazol o fluconazol oral son más eficaces de forma terapéutica en caso de que aparezca una candidiasis en
el contexto de radioterapia de cabeza y cuello.
En el manejo del dolor de estos pacientes, el fentanilo
transdérmico se ha mostrado útil en pacientes con capacidad limitada para tragar sólidos. La lidocaína viscosa se
emplea regularmente como anestésico tópico y es eficaz
como alivio temporal del dolor relacionado con mucositis.
Es controvertido emplear sondas nasogástricas profilácticas en el tratamiento de la disfagia asociada. Aunque
se prefiere evitar la sonda profiláctica en la mayor parte
de los pacientes, aquellos con historia de gran pérdida de
peso, tumor primario de gran tamaño o dificultad para
la nutrición oral por la localización primaria del tumor
pueden beneficiarse de ella. Otros factores son la disponibilidad de un soporte para el paciente. Se les debe animar
a los pacientes a continuar tragando, al menos líquidos,
durante el curso de la radioterapia, aun si tienen una sonda nasogástrica. Realizar ejercicios de deglución durante y
después de la radiación con una terapeuta probablemente
llevará a un mejor resultado a largo plazo.
Un problema mayor de muchos de estos pacientes con
una mucositis de alto grado es la mucosidad copiosa oral/
hipofaríngea/orofaríngea y las náuseas asociadas. Para algunos pacientes puede ser el síntoma más molesto. En las
fases iniciales ayuda el realizar enjuagues regulares con sal
y soluciones con bicarbonato. Guaifenesin® puede ayudar en fases iniciales, donde la secreción es más líquida,
pero no en fases más tardías, porque las secreciones son
más viscosas. En fases tardías o con volúmenes mayores
de mucosidad se puede emplear una combinación de narcóticos y agentes anticolinérgicos que se encuentran en
preparaciones antitusígenas. Si el paciente ya está tomando narcóticos, se le puede añadir algún antihistamínico.
La escopolamina (parche transdérmico) puede ser eficaz
para reducir el volumen de secreciones. Es importante
elevar la cabecera de la cama 30° para reducir el edema
y proteger la vía aérea. Un humidificador puede ayudar a
lubricar y movilizar las secreciones.
Es importante vigilar a estos pacientes de cerca en busca
de signos de infección oral o faríngea que pueden revelar
candidiasis, bacterias o herpes simple. Una exacerbación
aguda del dolor o una mucositis posradioterapia prolongada puede significar una infección subyacente. Si se sos-
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
pecha una infección, se deben tomar cultivos y comenzar
un tratamiento antimicrobiano empírico o basado en la
evidencia.
Los antimicrobianos y los agentes antisépticos se han
evaluado para prevenir la mucositis. El empleo de antisépticos orales no ha sido fructífero. La clorhexidina no
ha demostrado ser eficaz, incluso actúa en detrimento en
pacientes con radioterapia de cabeza y cuello, por lo que
no se recomienda.
Actualmente no existen datos para apoyar el empleo de
antisépticos profilácticos o agentes antimicrobianos para
reducir o prevenir la mucositis durante la radioterapia de
cabeza y cuello.
En conclusión, las recomendaciones actuales para tratar
o prevenir la mucositis se dirigen a limitar la extensión
y/o gravedad mediante una selección apropiada del tratamiento, prestar atención a los detalles de planificación
de la radioterapia, emplear un soporte o cuidado paliativo
como cuidado oral básico, uso agresivo de analgésicos,
sondas de alimentación/gastrostomías en casos seleccionados y ejercicios de deglución y terapia.
Xerostomía
Se define la xerostomía como la sensación subjetiva de
sequedad de la boca por disfunción de las glándulas salivares (Fig. 12-15).
Los síntomas que aqueja una persona afectada de xerostomía son ardor y dolor bucal, trastorno alimentario
(por la dificultad de formar el bolo alimentario), disgeusia, dificultades para usar la prótesis dental y halitosis. En
la exploración, la mucosa pierde el brillo y la palidez y la
lengua se agrieta. Son frecuentes la candidiasis oral y las
caries cervicales.
La xerostomía en relación con el cáncer de cabeza y cuello se asocia a los tratamientos radioterápicos. La secreción
salivar disminuye drásticamente después de 10 Gy, cuando todas las glándulas salivares se encuentran en el campo
de las radiaciones. La radiación destruye las células acinares de las glándulas salivares mayores (aunque existen
otras hipótesis que sugieren que es un efecto indirecto y
CAPÍTULO 12
tardío por daño del tejido conectivo o por alteración del
aporte sanguíneo). Las células serosas son más susceptibles al daño que las mucosas; por eso, las glándulas más
afectadas son las parótidas. La reducción de la secreción
salivar se relaciona con la dosis total, el incremento de
la dosis diaria (más de 2 Gy/día) y la duración del tratamiento. Una dosis de radiación que sobrepasa los 60 Gy
bilateralmente suele generar una xerostomía irreversible.
Las manifestaciones clínicas asociadas a la xerostomía
son la dificultad para hablar, deglutir, alteraciones del
gusto, halitosis, caries, enfermedad periodontal, problemas protésicos, problemas mucosos (atrofia, fisura, úlcera, mucosa seca, eritematosa, sensible y dolorosa, urente),
predisposición a infecciones, etcétera.
La amifostina está aprobada para disminuir la cantidad
y gravedad de la xerostomía aguda y crónica.
El tratamiento incluye estímulos locales mecánicos que
aumentan la función masticatoria: alimentos que requieran fuerza masticatoria, beber agua frecuentemente durante las comidas, chicles sin azúcar. Alimentos ácidos o
amargos aumentan el flujo salivar (Tabla 12-6).
La pilocarpina y otros fármacos parasimpaticomiméticos son eficaces en pacientes que todavía tienen parénquima salivar funcionante. La pilocarpina ha demostrado tener una gran eficacia clínica a dosis de 15 mg/día
(5 mg/8 h), comenzando a una dosis menor. También la
anetoltritiona ha demostrado efectos beneficiosos en algunos pacientes.
Existen sustitutos salivares con mucina, glucoproteínas
y enzimas. Estos sustitutos tratan de semejar la saliva humana tanto en composición como en viscosidad. En algunas situaciones se pueden crear reservorios de sustituto
salivar incorporados a la prótesis o sujetos a los dientes de
los pacientes no edéntulos.
Se debe realizar una prevención de caries cepillando
frecuentemente los dientes, limitando el consumo de hidratos de carbono de absorción rápida, usando geles fluorados y antisépticos como la clorhexidina.
Caries y enfermedad periodontal
La disminución de la saliva disminuye los electrólitos y
las inmunoproteínas que protegen el esmalte de los dientes y, a su vez, favorece la proliferación de la flora carió-
TABLA 12-6. Tratamiento de la xerostomía asociada a
radioterapia
TRATAMIENTO DE LA XEROSTOMÍA ASOCIADA A RADIOTERAPIA
Amifostina (preventivo)
Estímulos locales mecánicos (fuerza masticatoria)
Estímulos locales químicos (alimentos ácidos o amargos)
Pilocarpina
► Figura 12-15. Microstomía y xerostomía en paciente intervenido
de carcinoma de labio inferior y radioterapia.
Sustitutos salivares
153
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
gena por la alteración del pH oral. Aumentan organismos
como Streptococcus mutans y Lactobacillus. También se ha
visto una mayor proliferación de Actinomices naeslundi en
estos pacientes, lo cual ayuda a explicar que estos pacientes presenten una enfermedad periodontal más acelerada.
La radioterapia con dosis mayores de 20 Gy aumenta la
susceptibilidad de los dientes.
Clínicamente, las caries posradiación suelen desarrollarse a partir de los 3 a 6 meses de haber finalizado el
tratamiento radioterápico. El deterioro dental es rápido,
se localiza a nivel cervical fundamentalmente y aparecen
caries en zonas no habituales.
Pérdida del gusto
A partir de los 30 Gy aparece la pérdida del sentido del
gusto y la disgeusia. Se afectan más los sabores salados y
amargos que lo dulce y lo agrio.
Infección
La sobreinfección más frecuente de la cavidad oral durante el tratamiento radioterápico es la candidiasis, debido a la alteración del pH, a la disminución de inmunoglobulinas, lisozima y otras enzimas. Aparece una colonización por Candida albicans sobre el dorso de la lengua
y paladar. Es frecuente la queilitis angular. La candidiasis
oral puede ser eritematosa, atrófica, seudomembranosa o
hiperplásica.
Trismo
La fibrosis inducida por la radiación sobre los músculos de la masticación perturba la apertura oral y añade
dificultades masticatorias y alteraciones del habla a estos
pacientes.
Radiodermitis
Se define la radiodermitis como el conjunto de lesiones
cutáneas que aparecen tras la exposición de la piel a ra-
154
► Figura 12-16. Radiodermitis tras tratamiento local en labio superior.
diaciones ionizantes. Los cambios cutáneos dependen de
la dosis total recibida, la profundidad de la penetración
de la radiación y la sensibilidad individual (Figs. 12-16 y
12-17).
La radiodermitis aguda se produce por radiaciones de
alta energía, con un período de latencia de 6 a 12 días y
habitualmente con dosis acumuladas de más de 7 Gy.
Según el cuadro clínico, se distingue la radiodermitis
aguda de primero, segundo o tercer grado. Las de primer
grado se caracterizan por un eritema de la zona irradiada.
Con dosis de 8-10 Gy aparece la radiodermitis de segundo
grado, que cursa con eritema, edema y lesiones ampollosas. Va asociada a una pérdida permanente de pelo y anejos. La radiodermitis de tercer grado consiste en necrosis
profundas, escaras y úlceras. Va asociada a importantes
secuelas.
La radiodermitis crónica se produce al menos 2 años
después de una exposición acumulativa mayor de
12-15 Gy.
En la radiodermitis crónica la piel se encuentra atrófica, esclerosa, sin anejos y con cambios de pigmentación y
telangiectasias. Es una piel deteriorada con inflamación
crónica subyacente y un aporte sanguíneo deficiente.
Hasta un 20 % pueden formar carcinomas cutáneos secundarios. Y los carcinomas que surgen sobre placas de
radiodermitis crónicas son más agresivos y con mayor
capacidad metastásica que los carcinomas espinocelulares
convencionales.
El tratamiento de la radiodermitis aguda se basa en
emolientes y corticoides tópicos. Los antiinflamatorios
no esteroideos por vía oral ayudan a aliviar el dolor asociado.
El tratamiento de la radiodermitis crónica es muy complicado y puede requerir desbridamiento e injertos de piel
sana.
Se debe realizar una correcta higiene de todas las lesiones. Recientemente, se están introduciendo productos
como el ácido hialurónico y derivados de la baba de caracol en el tratamiento de la radiodermitis.
► Figura 12-17. Radiodermitis cervical.
Manejo de urgencias en pacientes oncológicos
Osteorradionecrosis
La radioterapia produce una destrucción de osteocitos y
osteoblastos, fibrosis de los vasos sanguíneos con la consiguiente disminución del aporte vascular y aumento del
tejido conectivo de la médula ósea. Todos estos factores
favorecen los procesos de necrosis e infección de los huesos maxilares y mandibulares en los pacientes que han
recibido radioterapia.
La incidencia de osteorradionecrosis oscila de un 4 %
hasta un 35 % en los pacientes irradiados. En un 50 %
de los casos existe un antecedente de exodoncia en los períodos inmediatamente previos a la radioterapia o en períodos posteriores. Los pacientes edéntulos tienen menor
riesgo de desarrollar osteorradionecrosis.
Son factores predisponentes a la osteorradionecrosis: la
localización próxima del tumor al hueso, dosis mayores
de 65 Gy, altos rangos de dosis diarias (mayores de 2 Gy/
día), higiene oral disminuida, procedimientos quirúrgicos postradioterapia, traumatismos y factores nutricionales. El abuso de alcohol y tabaco son factores de riesgo.
La delimitación del campo de irradiación por técnicas
tridimensionales y el hiperfraccionamiento de la dosis de
irradiación disminuyen significativamente el riesgo de osteorradionecrosis.
El cuadro clínico consiste en la aparición de úlceras de
piel o mucosa oral, únicas o múltiples, que dejan expuesto
el hueso subyacente necrótico. Puede encontrarse sobreinfectado y no son infrecuentes las fracturas patológicas
asociadas. Es más frecuente la localización mandibular.
El tratamiento consiste en retirar el hueso necrótico,
antibioterapia y colutorios antisépticos con clorhexidina.
URGENCIAS MÉDICAS ASOCIADAS AL
TRATAMIENTO QUIMIOTERÁPICO
Estas afecciones se resumen en la tabla 12-7.
Alteraciones gastrointestinales
La deshidratación secundaria a diarrea es un efecto
secundario del tratamiento oncológico importante que
habitualmente no se considera. Hasta un 30 % de los pa-
•
•
El tratamiento del dolor en los pacientes oncológicos
es indispensable, tanto por sus repercusiones sistémicas como para el bienestar del paciente. Comienza
por un buen diagnóstico diferencial.
El abordaje es multimodal. Hay que reseñar la importancia en cirugía maxilofacial de las técnicas re-
CAPÍTULO 12
TABLA 12-7. Urgencias y complicaciones asociadas al
tratamiento quimioterápico
Alteraciones gastrointestinales
Extravasaciones
Úlceras orales y mucositis
cientes con delirium están deshidratados. Por otro lado,
el estreñimiento suele estar asociado a medicaciones narcóticas y ocasionalmente a agentes quimioterápicos neurotóxicos.
Extravasaciones
Muchos agentes quimioterápicos (como las antraciclinas o los alcaloides de la vinca) son irritantes. La extravasación de estos agentes en la piel durante la infusión intravenosa puede provocar lesiones como cicatrices graves
o contracturas si la lesión afecta a las articulaciones. Los
signos clínicos incluyen eritema, inflamación y necrosis,
habitualmente a las pocas horas de la quimioterapia. El
diagnóstico precoz es crucial para evitar un daño extenso
de la piel. El tratamiento incluye detención de las infusiones, aplicación de calor o hielo, evitar la compresión
del sitio afectado e iniciar antídotos. Los pacientes con
eritema deberán ser revisados por un especialista porque
pueden requerir un desbridamiento.
Úlceras orales por tratamiento quimioterápico
Uno de los efectos secundarios más frecuentes de la
quimioterapia es la formación de úlceras bucales. Los fármacos más a menudo relacionados con esta complicación
son: metotrexato, 5-fluorouracilo, doxorubicina, melfalán, mercaptopurina y bleomicina.
El aspecto clínico de estas úlceras es de múltiples úlceras grandes, necróticas y poco profundas y con una mínima inflamación periférica.
Se tratan con enjuagues anestésicos combinados con
clorhexidina para aliviar las molestias del paciente.
gionales, el efecto analgésico de la temperatura y el
uso de corticoides como coadyuvantes.
•
En los pacientes oncológicos, las complicaciones
asociadas (xerostomía, mucositis, osteonecrosis,
etc.) precisan tratamientos específicos.
155
SECCIÓN II
PATOLOGÍA DENTARIA Y DE LA CAVIDAD ORAL
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SECCIÓN III
Situaciones especiales
13.
► Pacientes especiales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
14.
► Traumatología facial.
15.
► Tratamiento de las heridas faciales.
16.
► Patología urgente de las glándulas salivales.
17.
► Patología urgente cervical.
18.
► Patología urgente de la articulación temporomandibular (ATM).
19.
► Heridas por arma de fuego en urgencias de cirugía oral y maxilofacial.
CAPÍTULO
13
Pacientes especiales en urgencias de cirugía oral
y maxilofacial
Dra. Emma Iglesias Candal
Dr. Manuel Fernández Domínguez
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
INTRODUCCIÓN
De todos los pacientes que son valorados en los servicios de urgencia por patologías del área de la cirugía oral
y maxilofacial, muchos presentan afecciones asociadas que
los convierten en pacientes con unos condicionantes especiales a la hora de su valoración y tratamiento.
Se puede definir como paciente especial, o paciente
portador de necesidades especiales, siguiendo la tendencia actual, a todo aquel paciente que se desvía física,
intelectual, social o emocionalmente de los patrones de
normalidad, y que por esta razón necesita una serie de
cuidados especiales.
Todos estos pacientes presentan un riesgo relativo de padecer ciertas enfermedades, superior a la población normal
de referencia. Se debe conocer cuáles son las afecciones
asociadas a cada uno de estos grupos, para poder diagnosticarlas y actuar con la mayor premura posible.
El objetivo del presente capítulo es conocer dichos cuadros clínicos y establecer un protocolo de actuación para
su asistencia en los servicios de urgencia.
URGENCIAS EN PACIENTES CON ALTERACIONES
HEMATOLÓGICAS
Todo paciente que acuda a un servicio de urgencias hospitalarias derivado por una hemorragia oral o facial incontrolada, que no responde a medidas conservadoras, debe hacer
pensar en la posibilidad de un trastorno de la hemostasia.
Dentro de este grupo de pacientes con algún tipo de alteración hematológica, se pueden encontrar los siguientes
tipos de pacientes.
Pacientes con trastornos de la hemostasia
Las alteraciones de la hemostasia se manifiestan por sangrado excesivo, aunque su presentación clínica depende de
la fase del proceso que se encuentre alterada.
Las alteraciones en el número o la función plaquetaria
o vascular se manifiestan por fracaso en la hemostasia primaria. Las hemorragias aparecen inmediatamente tras un
traumatismo o una intervención quirúrgica. En general
suelen ser superficiales, en forma de hemorragias gingivales
espontáneas y sangrado prolongado tras el cepillado dental
o traumatismo menores. La hemostasia primaria se altera
en las trombopenias y trombocitosis, algunas enfermedades
metabólicas como el escorbuto o la enfermedad de Gaucher y afecciones del tejido conjuntivo, como el síndrome
Ehlers-Danlos. En la enfermedad de Von Willebrand se
afecta tanto la función plaquetaria como la coagulación.
Respecto a las recomendaciones en estos pacientes, muchas trombopenias primarias responden al tratamiento con
corticoides en 48 horas; se aconseja evitar tras la cirugía o
traumatismo el uso de ácido acetilsalicílico (AAS) o el uso
de antiinflamatorios no esteroideos. No se deben realizar
procedimientos quirúrgicos programados si la cifra de plaquetas no alcanza las 50.000/mm3. Siempre que se hagan
procedimientos quirúrgicos en estos pacientes se debe
efectuar una técnica cuidadosa, con medidas hemostásicas
locales (Fig. 13-1) y antifibrinolíticos (ácido tranexámico o amicaproico), comenzando antes de la extracción y
prolongando el tratamiento entre 3 y 7 días después del
procedimiento (Fig. 13-2).
Las alteraciones de la fase plasmática de la coagulación
son trastornos de la hemostasia prodeficiencia de un factor
procoagulante. La hemofilia A es la más frecuente; se debe
al déficit de factor VIII y es de transmisión recesiva ligada
al cromosoma X. Las hemorragias orales son muchas veces
el desencadenante del diagnóstico de este tipo de enfermedades en niños y adolescentes.
Respecto a las recomendaciones en estos pacientes, debe
llevarse a cabo la reposición de factores de coagulación
previa a intervenciones programadas, administración de
antifibrinolíticos para procedimientos orales, técnica quirúrgica cuidadosa y medidas hemostásicas locales. Igualmente, están contraindicados los analgésicos tipo AAS o
antiinflamatorios no esteroideos.
159
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 13-1. Material hemostático en lecho de extracción.
Pacientes en tratamiento con antiagregantes o
anticoagulantes
Cada vez es más frecuente el uso de tratamientos antiagregantes o anticoagulantes en la población general,
probablemente asociado al envejecimiento poblacional y
el aumento de trastornos asociados a hipercoagulabilidad.
Con relación a los antiagregantes, se distinguen dos grupos, aquellos que tienen efecto irreversible sobre las plaquetas, actúan durante toda la vida de la plaqueta, como
son el AAS, el copidogrel o la ticlopidina, y aquellos que
tienen un efecto reversible, duran hasta que se elimina el
fármaco, como es el caso del trifusal y el dipiridamol.
¿Cómo debemos actuar en estos pacientes, ante una
intervención programada?, ¿se deben suspender los antiagregantes irreversibles unos 7 días antes y reintroducirlos
al día siguiente de la cirugía si no han aparecido complicaciones hemorrágicas? En algunos casos, por el alto riesgo
de recidiva de procesos trombóticos, no se puede suspender la antiagregación; se puede valorar con el hematólogo
el cambio a heparina. Algunos autores recomiendan no
suspender antiagregación que esté por debajo de 100 mg/
160
► Figura 13-2. Ácido tranexámico.
día de AAS o en caso de tratamientos dentales simples (extracción de una a tres piezas no quirúrgicas). Si pese a este
protocolo de actuación surgen complicaciones hemorrágicas, puede ser necesaria la transfusión de concentrados
de plaquetas.
Los anticoagulantes se usan en la prevención de episodios tromboembólicos en pacientes con cardiopatías,
portadores de válvulas mecánicas, antecedentes de tromboembolismo, etcétera.
Actualmente se recomienda no suspender el tratamiento
anticoagulante en pacientes con índice internacional normalizado (INR) < 3,5 para tratamientos poco invasivos
(extracciones dentales simples, de una a tres piezas). En el
caso de tratamientos más agresivos o INR > 3,5, se recomienda la sustitución con heparina de bajo peso molecular. Se recomiendan igualmente medidas hemostásicas locales (compresión local, hemostáticos locales, sutura, etc.).
Si pese a todo esto surge un sangrado postratamiento, será
necesario suspender la anticoagulación, administrar vitamina K y, en casos de hemorragias intensas, la administración de plasma congelado intravenoso.
Independientemente de la causa que esté originando el
sangrado y que persiste pese a un tratamiento adecuado, se
debe solicitar un hemograma y un estudio de coagulación
(Fig. 13-3).
En un primer momento se debe tratar de frenar la hemorragia haciendo uso de medidas locales: uso de gasas
impregnadas en agua oxigenada o de agentes antifibrinolíticos o gasas de celulosa oxidada durante unos minutos
(Fig. 13-4). El uso de suturas tiene fines hemostáticos.
Una vez conocido el trastorno hematológico que ha causado el sangrado, se procederá a la reposición de factores
o infusión de vitamina K o de concentrados de plaquetas
según el origen hematológico del sangrado.
URGENCIAS EN PACIENTES EPILÉPTICOS
Los enfermos epilépticos pueden requerir la atención de
urgencias de un cirujano oral y maxilofacial fundamentalmente por dos motivos: un traumatismo facial asociado a
una crisis comicial o por complicaciones orales del tratamiento anticomicial.
Ante un paciente valorado en el servicio de urgencias
por una crisis comicial con caída al suelo y pérdida de
conocimiento, se deben descartar dos problemas del área
maxilofacial: la presencia de mordeduras linguales y las
fracturas faciales.
Respecto a las heridas por mordedura en la lengua, si
la herida es pequeña, localizada en la punta o en el borde
lateral lingual, que no sangra y que no limita la deglución,
no va a necesitar sutura. Si es más grande o presenta sangrado activo, se procederá a la sutura bajo anestesia local
o, en caso de pacientes que no colaboren, bajo anestesia
general (Fig. 13-5).
Con relación a las fracturas faciales, muchos de estos
pacientes en su caída sufren traumatismos directos sobre
el mentón, lo que lleva a tener que descartar fracturas de
cóndilo mandibular en estos pacientes (Fig. 13-6). Para
Pacientes especiales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
XII →XIIa
CAPÍTULO 13
Traumatismo
Vía intrínseca
XI →XIa
Fx tisular
Ca++
VIIa ← VII
IX →IXa
Vía extrínseca
VII →VIIIa
Complejo VIII:
(VIIIa, IXa, Ca++,
Fosfolípidos)
X
Xa
Activador de la trombina:
(Va, Xa, Ca++, Fosfolípidos)
Protrombina
Vía común
► Figura 13-3. Cascada de la coagulación.
estos es posible ayudarse del uso de una ortopantomografía como primer estudio. Han de explorarse el resto de
territorios faciales para descartar la presencia de escalones
óseos sugestivos de fracturas faciales; puede ser necesario
acompañar la exploración clínica de pruebas radiológicas
para descartar otras lesiones traumáticas.
Un último apartado que se debe valorar es la presencia
de lesiones orales derivadas del tratamiento con anticomiciales.
La lesión de este tipo más frecuente es la hiperplasia gingival: es una reacción adversa que se ha relacionado con el
tratamiento crónico con fenitoína, ácido valproico, carbamazepina o vigabatrina. El mecanismo patogénico que
se ha relacionado con la aparición de esta reacción es la
► Figura 13-4. Gasas de celulosa oxidada empleadas para realizar
hemostasia.
Trombina
Fibrinógeno
XIII
Fibrina
polímeros de fibrina
► Figura 13-5. Gran herida labial y lingual en niño epiléptico.
► Figura 13-6. Tomografía axial computarizada. Fractura condílea
tras golpe en mentón.
161
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
inhibición de la captación celular del calcio que inducen
todos estos fármacos (Fig. 13-7).
Los pacientes con este tipo de lesión suelen acudir a urgencias pensando que se trata de una tumoración o una
infección o aquejados de sangrados gingivales.
Es importante tranquilizar al paciente, educarlo sobre
hábitos de una adecuada higiene oral y derivar a la consulta para valorar la necesidad de una gingivectomía.
URGENCIAS EN PACIENTES DIABÉTICOS
La diabetes mellitus es una enfermedad que afecta según
las diferentes publicaciones a un 4-18 % de la población
general.
En principio no existen manifestaciones específicas de
la diabetes mellitus a nivel oromaxilofacial, pero estos pacientes tienen un riesgo relativo aumentado de padecer
ciertos trastornos en esta área, mayor al de la población
general.
Entre estos trastornos, que pueden ser motivo de consulta en urgencias, se encuentran los siguientes:
Enfermedad periodontal y caries. La enfermedad periodontal es la complicación intraoral más frecuente en la
población diabética. Algunos autores incluso consideran
que el diagnóstico de esta patología puede ser un criterio
diagnóstico de diabetes.
Suele ser una afectación generalizada en ambas arcadas,
con mayor agresividad que en población normal y con
peor pronóstico (Fig. 13-8).
En este cuadro influyen varios factores: el grado de control metabólico, el tiempo de evolución de la enfermedad
y la higiene oral.
También las caries son más frecuentes en estos pacientes, debido sobre todo a la xerostomía.
Ambos cuadros pueden llevar al paciente al servicio de
urgencias por odontalgias o infecciones odontogénicas.
En estos casos se debe iniciar tratamiento antibiótico y
analgésico en caso de infecciones y remitir al odontólogo
para tratamiento de la patología de base.
► Figura 13-8. Ortopantomografía. Enfermedad periodontal avanzada.
Xerostomía. En pacientes diabéticos hay una disminución del volumen de líquido extracelular y cierto grado de
disfunción glandular parotídea que conducen a una disminución de la secreción salivar.
Esta xerostomía favorece la aparición de caries y el síndrome de boca seca, caracterizado por sensación de quemazón y ardor intenso en la cavidad oral.
El tratamiento de la xerostomía es difícil; se recomienda
ingesta abundante de agua, enjuagues orales con suero y
bicarbonato, utilización de sustitutivos salivares o de sialogogos y buen control de la glucemia.
Sialoadenosis. Es un trastorno en la inervación vegetativa glandular que genera una tumoración parotídea,
generalmente bilateral aunque no sincrónica, de curso
asintomático y crónico que engloba todo el parénquima
glandular. Aparece en el curso clínico de varias enfermedades metabólicas, de las cuales la diabetes es la más
típica.
En urgencias, ante un paciente diabético conocido o no,
con una tumoración bilateral parotídea indolora de semanas de evolución, se debe remitir a consulta para la realización de un estudio sialográfico y detección de diabetes
mellitus en caso de no ser diabético conocido. No precisa
tratamiento y se resuelve con la corrección del trastorno
metabólico.
Odontalgia atípica. En los pacientes diabéticos es frecuente la aparición de dolor en dientes sin evidencia de
caries ni enfermedad periodontal. Se deben a pulpitis por
microangiopatía vascular intrapulpar.
El tratamiento es odontológico mediante la endodoncia
de la pieza o piezas afectadas.
162
► Figura 13-7. Hiperplasia gingival en paciente en tratamiento con
fenitoína.
Infecciones odontógenas. Los diabéticos tienen más
riesgo de infecciones odontogénicas que un paciente normal y más riesgo de desarrollo de complicaciones.
Los pacientes diabéticos descompensados con procesos
infecciosos odontogénicos pueden desarrollar cuadros tan
graves como mediastinitis necrosante, trombosis del seno
cavernoso, encefalitis, angina de Ludwig o septicemia fulminante, por lo que deben ser tratados con especial atención (Fig. 13-9).
Pacientes especiales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 13
Entre las principales alteraciones que surgen durante el
embarazo destacan las siguientes:
Alteraciones periodontales. La gingivitis gestacional se
caracteriza por un dolor localizado en las encías, que se
hallan eritematosas y edematosas. Existen halitosis y gingivorragias importantes. En el desarrollo de esta patología
están implicados factores hormonales, dietéticos e inmunológicos y una mala higiene oral.
No necesitan tratamiento específico de urgencia: se deben
remitir al odontólogo para el tratamiento periodontal.
► Figura 13-9. Angina de Ludwig que precisó drenaje quirúrgico.
Alveolitis seca. La aparición de esta complicación post
extracción es más frecuente en pacientes diabéticos. Se caracteriza por un dolor intenso localizado en el lugar de la
extracción que no cede con analgésicos habituales y que a
la exploración presenta el alveolo con una capa de material
seroso, seco sucio y doloroso a la exploración.
En urgencias, el tratamiento se centra en el lavado del alveolo con suero fisiológico caliente o peróxido de hidrógeno y curas con cementos con eugenato como el Alvogyl®.
Se debe conseguir una buena analgesia en estos pacientes.
Úlceras orales. En los pacientes diabéticos, la aparición
de úlceras es más frecuente y suelen ser más grandes que
en pacientes normales. Están favorecidas por las alteraciones vasculares degenerativas (microangiopatía) y por retrasos en la cicatrización. Se tratan igual que en pacientes sin
diabetes mellitus.
Candidiasis y otras micosis. Son infecciones oportunistas. Necesitan el tratamiento del componente microbiológico
y un adecuado control del metabolismo hidrocarbonado.
De especial riesgo, por su mal pronóstico en estos pacientes son las infecciones por Aspergillus y Mucor que requieren tratamiento intravenoso con antifúngicos como la
amfotericina y tratamiento quirúrgico agresivo para desbridar todas las zonas afectas de infección.
Alteraciones de la mucosa oral. El épulis del embarazo es su manifestación más habitual; es un tumor blando, pediculado, de color rojizo, que sangra con facilidad.
Suelen aparecen en el segundo o tercer trimestre, son de
crecimiento rápido, aunque suelen involucionar espontáneamente después del embarazo.
Dada su involución espontánea, no se requiere tratamiento
de urgencia. Únicamente se debe recomendar una dieta blanda para evitar el sangrado y mantener una buena higiene oral.
Alteraciones dentales. Durante el embarazo hay un
cambio en la microbiología oral y en la microvascularización de la encía que, unido en ciertos casos a un descuido
de la higiene oral y un aumento de la ingesta de hidratos
de carbono, conduce a un aumento de la aparición de
caries.
En caso de que la caries progrese y genere una infección odontogénica, se debe tratar mediante antibiótico
(amoxicilina o eritromicina) y analgesia (paracetamol
y codeína) y remitir al odontólogo para el tratamiento
odontológico.
URGENCIAS EN ENFERMOS PSIQUIÁTRICOS Y
DISCAPACITADOS PSÍQUICOS
Los enfermos con trastornos mentales, ya sean pacientes
psiquiátricos o discapacitados psíquicos, son personas con
una elevada predisposición para las enfermedades orales.
Reacciones liquenoides. Aparecen lesiones mucosas y
cutáneas de tipo liquen plano con relación a la ingesta de
determinados fármacos hipoglucemiantes (Fig. 13-10).
El tratamiento y seguimiento es igual que en pacientes
no diabéticos.
URGENCIAS EN EMBARAZADAS Y LACTANCIA
Durante el embarazo acontecen una serie de cambios
hormonales que explican los principales cambios fisiológicos de la mujer en este período, y asociados a todos estos
cambios surgen una serie modificaciones faciales y orales
que pueden ser motivo consulta en un servicio de urgencia.
► Figura 13-10. Liquen plano en paciente diabético.
163
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
Gran parte de estas complicaciones son inherentes y
típicas del propio trastorno, mientras que otras aparecen
favorecidas por las siguientes causas: mala o nula higiene
oral; efectos secundarios de los fármacos empleados en su
tratamiento, dieta inadecuada con un exceso de hidratos
de carbono, elevado índice de tabaquismo y dificultad
para un diagnóstico precoz (Fig. 13-11).
Las afecciones más frecuentes en estos pacientes son:
enfermedades periodontales avanzadas, caries extremas,
infecciones odontógenas de repetición, sequedad de boca
intensa, patología de la mucosa oral y odontalgias atípicas.
Respecto a las enfermedades periodontales y las caries,
en la urgencia el objetivo fundamental es eliminar el dolor
y controlar la infección. Se deben valorar en consultas externas, dado que en la mayoría de los casos se programará
la exodoncia bajo anestesia general de los focos dentales.
Con relación a la sequedad oral, la patología de la mucosa oral y la odontalgia atípica hay una gran relación entre estas afecciones y los cuadros de ansiedad y estrés. Son
muy frecuentes en pacientes depresivos y pacientes con
neurosis obsesivas.
Se debe tranquilizar a los pacientes y tratar la sintomatología de cada uno de los diferentes problemas.
URGENCIAS EN PACIENTES CON SIDA
Existen múltiples cuadros clínicos relacionados con el
área maxilofacial que aparecen con un riesgo relativo mayor en pacientes con sida que en la población normal.
Debido a que el virus de la inmunodeficiencia humana
afecta al sistema inmunitario del enfermo, son comunes
las infecciones por todo tipo de microorganismos y el desarrollo de procesos tumorales.
Se detallan a continuación algunos de los procesos de área
maxilofacial por los que pueden consultar los pacientes.
Candidiasis oral
Aparece hasta en un 75 % de los pacientes con sida. Puede ser la primera manifestación de la historia de la enfermedad.
164
► Figura 13-11. Nula higiene oral en paciente psiquiátrico.
Hay varias formas de presentación:
- Candidiasis eritematosa o atrófica: se manifiesta como
una lesión rojiza localizada en paladar y dorso lingual
en la línea media con depapilación y desqueratinización de la lengua.
- Candidiasis seudomembranosa, que se manifiesta como
placas de color blanco, cremosas o amarillentas que
asientan sobre una mucosa enrojecida (Fig. 13-12).
- Queilitis angular o comisural: son fisuras pequeñas,
erosiones y grietas con costras a su alrededor en ambas
comisuras.
El cuadro suele tener carácter recidivante, y en las formas más graves asociadas a esofagitis candidiásica pueden
llegar a producir hemorragias por ulceraciones secundarias
y extenderse a otros órganos.
En urgencias se debe instaurar tratamiento con nistatina, ketoconazol o amfotericina B.
En pacientes que han padecido un episodio previo, se
aconseja profilaxis con nistatina o miconazol.
Leucoplasia oral vellosa
Aparece en un 10-25 % de pacientes con sida. Al igual
que la candidiasis, puede ser diagnóstico de la enfermedad.
Se trata de una lesión que aparece en la cara dorsal y
lateral de la lengua y se caracteriza por formaciones blanquecinas que se asemejan a cabellos y que pueden cubrir
todo el dorso lingual.
Se considera una infección oportunista producida por el
virus de Epstein-Barr.
Se trata con aciclovir oral.
Enfermedades periodontales
En pacientes con sida, aparece patología periodontal
agresiva como es la gingivitis ulcerativa necrosante aguda y la periodontitis necrosante aguda, que se caracterizan
► Figura 13-12. Candidiasis seudomembranosa.
Pacientes especiales en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
por la necrosis de los tejidos periodontales, dolor intenso,
sialorrea, halitosis y sangrado.
En urgencias se debe instaurar tratamiento antibiótico con
metronidazol, analgesia, pautar enjuagues orales con clorhexidina, higiene oral adecuada y control por el odontólogo.
Sarcoma de Kaposi
Es una neoplasia característica de enfermos con sida que
desarrollan hasta un 50 % de estos pacientes. Puede ser
también el primer signo de la enfermedad.
Es una formación neoplásica que deriva de las células
endoteliales, afecta a la piel y a las mucosas, sobre todo en
cabeza y cuello. Las lesiones orales son las más frecuentes
y se presentan como máculas rosadas o azuladas de aspecto
equimótico y planas inicialmente para lobularse y ulcerarse en su posterior crecimiento.
En caso de valorarse estas lesiones en la urgencia, se debe
remitir al paciente a consultas externas para realizar una biopsia e instaurar tratamiento (quimioterapia y radioterapia).
Linfoma no Hodgkin
Como consecuencia del defecto inmunológico, los linfomas son frecuentes en pacientes con sida. Suelen ser más
agresivos y pueden aparecer en cualquier zona de la mucosa oral; también pueden aparecer en la órbita, la parótida
u otras localizaciones faciales.
Ante la sospecha de un linfoma, debe remitirse al paciente desde la urgencia a las consultas externas para
programar una biopsia e iniciar tratamiento de quimioterapia.
Enfermedades de las glándulas salivares
En pacientes con sida pueden aparecer varios cuadros
clínicos que afecten a las glándulas salivares: parotidomegalia, parotiditis y lesión linfoepitelial benigna.
La parotidomegalia suele ser característica en niños con
virus de la inmunodeficiencia humana. Cursa con xerostomía y no requiere tratamiento.
La frecuencia de aparición de parotiditis está aumentada
en estos pacientes.
Suele deberse a infecciones bacterianas por un mecanismo de colonización ascendente. En urgencias debemos
valorar el ingreso de estos pacientes para tratamiento antibiótico e hidratación con sueroterapia intravenosa.
Respecto a la lesión linfoepitelial benigna, es una tumoración localizada en la parótida cuya anatomía patológica es
parecida a la del síndrome de Sjögren. Debe ser remitida a
consultas externas para la realización de una biopsia.
Infecciones por virus
En estos pacientes están aumentadas respecto a la población normal la incidencia de infecciones por hongos:
herpes simple, varicela-zóster o papilomavirus.
Suelen tener una sintomatología florida y más agresiva y
requerir tratamiento intravenoso con antivirales.
CAPÍTULO 13
Infecciones por hongos
En pacientes con sida aparecen infecciones por agentes
que en pacientes normales sanos no son patógenos, como
son: Aspergillus, Mucor, criptococos o histoplasma.
En caso de sospecha de estas entidades se debe ingresar
al paciente, realizar un tomografía axial computarizada
para valorar la extensión, hacer una biopsia en fresco e
iniciar tratamiento intravenoso con amfotericina.
Infecciones por micobacterias
Se han descrito lesiones orales asociadas a Mycobacterium avium intracellulare y Mycobacterium tuberculosis, en
forma de úlceras grandes, dolorosas localizadas en paladar
duro y dorso lingual.
Ha de establecerse el diagnóstico diferencial con carcinomas y otras ulceraciones y proceder al tratamiento tras
la biopsia.
Aftosis oral recidivante
Su etiología es desconocida, aunque se piensa que tiene
relación con la inmunorregulación.
En urgencias se emplean anestésicos locales para disminuir el dolor y se recomienda una buena higiene oral para
evitar su sobreinfección.
URGENCIAS EN PACIENTES DE EDAD AVANZADA
Con la edad surgen una serie de problemas del área oral
relacionados con los cambios fisiológicos propios del anciano, la polimedicación y el uso de prótesis dentales.
En el servicio de urgencias los pacientes de edad avanzada pueden requerir asistencia con relación a varios problemas que se detallan a continuación.
Xerostomía. Probablemente sea la queja más común en
pacientes ancianos. Afecta a un 40-60 % de este grupo de
pacientes. La causa más habitual es la polimedicación. Es
importante no solo por las molestias que ocasiona, sino
por el aumento de otras afecciones, como se ha comentado previamente.
Entre los fármacos que producen xerostomía se encuentran: anticolinérgicos, antidepresivos, broncodilatadores
sistémicos, antihistamínicos, antipsicóticos, diuréticos de
asa, captopril, betabloqueantes, etcétera.
Parotiditis. Son más frecuentes las parotiditis bacterianas en estos pacientes, facilitadas entre otros factores por
la xerostomía.
Lesiones precancerosas y cáncer. El envejecimiento va
acompañado de mayor posibilidad de displasia, sobre todo
si el paciente ha sido y es fumador o bebedor.
Ante una úlcera oral que no cicatriza en paciente
bebedor, fumador y con mala higiene oral, la primera aproximación diagnóstica siempre será cáncer (Fig.
13-13).
165
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 13-13. Úlcera oral que precisará biopsia.
Caries y enfermedad periodontal. Son frecuentes,
agravadas por la xerostomía. Suelen ser de larga evolución por la falta de seguimiento odontológico de estos
pacientes.
Problemas relacionados con las prótesis dentales. Los
pacientes portadores de prótesis dentales son candidatos
para presentar problemas asociados a su uso; entre estos
problemas destacan:
C
► Figura 13-14. Épulis fisuratum.
- Candidiasis en el paladar favorecida por el uso de la
prótesis y la mala higiene oral.
- El épulis fisuratum; es una hiperplasia benigna de tejido conectivo de la encía producida por el roce continuo de la prótesis (Fig. 13-14).
- Las úlceras traumáticas, por roce de una prótesis mal
ajustada.
- Erupción de cordales, típico de pacientes edéntulos
por atrofia ósea. Si producen periocoronaritis, requerirá su exodoncia quirúrgica.
RESUMEN
•
Los pacientes especiales son aquellos que por su
edad, estado o por presentar afecciones asociadas
precisan una serie de medidas especiales en su tratamiento. Son numerosas las condiciones sistémicas
que hacen que la atención en urgencias de los estos
pacientes sea especial, entre ellas se engloban: pacientes con alteraciones hematológicas, epilépticos,
diabéticos, mujeres embarazadas o aquéllas que estén dando lactancia, enfermos psiquiátricos, discapacitados psíquicos, pacientes con sida o pacientes de
edad avanzada. Todos ellos van a precisar un protocolo de actuación específico en el manejo de urgencias
en cirugía oral y maxilofacial.
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CAPÍTULO
14
Traumatología facial
Dr. Ignacio Navarro Cuellar
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
Los traumatismos del macizo facial representan la segunda causa más frecuente de consulta de urgencias, en
el área maxilofacial, después de las infecciones de origen
odontogénico. Suelen presentarse en pacientes varones
con un pico de incidencia que oscila entre los 15 y los
30 años de edad.
El incremento en las medidas de seguridad en vehículos de locomoción como el uso obligatorio del cinturón,
los cascos integrales, el dispositivo de frenado ABS y el
airbag ha originado que la primera causa de los traumatismos faciales en España sea la agresión física seguida de los
accidentes de tráfico. Otras causas menos frecuentes son
las caídas casuales, los accidentes laborales, los accidentes
deportivos, las precipitaciones, los intentos autolíticos y
los atentados terroristas.
La fractura craneofacial más frecuente es aquella que
afecta a los huesos propios nasales seguida de las que se
producen en el complejo orbitocigomático y en la mandíbula. Las fracturas dentoalveolares, maxilares, nasoorbitoetmoidales, frontales y panfaciales representan un
porcentaje mucho menor de la casuística traumatológica
facial.
El traumatismo facial puede presentarse de manera aislada o en el contexto de un politraumatismo.
El paciente politraumatizado se define como aquel que
sufre más de una lesión traumática grave, alguna o varias
de las cuales suponen un riesgo vital. Es prioritario hacer
una valoración primaria del estado general del paciente siguiendo el protocolo establecido:
orofaríngeos, el sangrado oral o nasal intenso, el desplazamiento posterior de la lengua (muy importante el uso de
una cánula de Guedel), las lesiones laringotraqueales, el hematoma cervical o del suelo de la boca (Fig. 14-1), la fractura bilateral del cuerpo mandibular, etc., pueden requerir
una traqueotomía de urgencia para salvaguardar la vía aérea
y ventilar al paciente. Si se llegara a esta situación, se debe
practicar una incisión cutánea vertical hasta la membrana
cricotiroidea y una horizontal, en la propia membrana, situada por debajo del cartílago tiroides, introduciendo un
tubo endotraqueal o cánula de traqueotomía con balón.
En otras ocasiones, cuando el paciente llega intubado a la
urgencia o el colapso respiratorio no es tan inminente, la
traqueotomía se puede diferir y hacer de una forma reglada
dos anillos por debajo del cartílago cricoides a fin de evitar
la mayor parte de la glándula tiroides (Fig. 14-2).
En cuanto al estado hemodinámico y, en relación con
la cabeza y el cuello, es posible encontrar pacientes con
un shock hipovolémico debido a un foco de sangrado activo. Es prioritario monitorizar al paciente, canalizar vías,
estabilizarlo y, a ser posible, obtener una tomografía computarizada (TC) de todo el cuerpo para localizar el punto
• A (airway): vía aérea y posible lesión de columna cervical.
• B (breathing): ventilación.
• C (circulation): estado hemodinámico del paciente
prestando atención a posibles focos hemorrágicos.
• D (disability): exploración neurológica.
• E (exposure): exposición y valoración del resto del cuerpo.
Son múltiples las lesiones faciales que pueden comprometer la vía aérea de forma aguda. Los cuerpos extraños
► Figura 14-1. Importante hematoma en suelo de boca tras traumatismo mandibular de alta energía.
167
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 14-2. Imagen clínica de traqueotomía.
► Figura 14-4. Revisión quirúrgica de herida cervical, ya que atraviesa el músculo platisma del cuello.
de sangrado. Es importante recalcar que los sangrados que
comprometen la vida en el área maxilofacial suelen ser cervicales. Por ello, ante toda herida penetrante en cuello que
sobrepase el músculo platisma colli, la exploración quirúrgica es de obligado cumplimiento para cerciorarse de
que los grandes vasos y sus ramas colaterales estén íntegros
(Figs. 14-3 a 14-6). Especial hincapié hay que hacer en
aquellas heridas por arma blanca que permanecen clavadas
en el cuello. En estos casos, está contraindicado retirar el
arma hasta que se llegue al quirófano, ya que puede estar
cohibiendo la hemorragia.
No se debe intubar o utilizar una sonda nasogástrica en
un paciente politraumatizado por el riesgo de introducirla
en la fosa craneal anterior a través de una supuesta fractura
etmoidal.
El resto de traumatismos faciales, de forma explicativa, ocuparían «la letra F» (face) dentro de la valoración
primaria, es decir, las lesiones faciales en las que no haya
168
► Figura 14-3. Herida cervical por arma blanca.
► Figura 14-5. Herida cervical suturada tras realizar hemostasia del
sangrado cervical y drenaje aspirativo.
► Figura 14-6. Herida cervical por arma blanca que atraviesa platisma y herida en labio inferior.
Traumatología facial
un compromiso de la vía aérea o un sangrado importante
pueden, al menos, esperar a un diagnóstico más preciso
del estado general del paciente y de sus lesiones asociadas.
Los pacientes que hayan sufrido un traumatismo craneoencefálico (TCE) deben ser valorados desde el punto
de vista neurológico: exploración de fuerza y sensibilidad,
pupilas, pares craneales, valoración cerebelosa y de reflejos
vestibulares, búsqueda de focalidad neurológica, etcétera.
Ante un TCE con pérdida de conocimiento es obligado
pedir una TC para descartar lesiones intracraneales. Si estas existiesen, se debería ingresar al paciente para observación y tratamiento si fuera preciso. En caso de una TC sin
hallazgos significativos, la vigilancia debe ser domiciliaria
durante 48 horas con control del nivel de consciencia cada
2-3 horas. Ante sintomatología sospechosa de un aumento
de la presión intracraneal (cefalea intensa, nauseas, vómitos en escopetazo, diplopia, etc.), el paciente deberá regresar a urgencias para una nueva valoración.
En un TCE sin pérdida de conocimiento y en pacientes
que estén bajo tratamiento anticoagulante o antiagregante, la TC será de obligada realización y el paciente será vigilado en centro hospitalario o en su domicilio en función
del resultado de esta prueba.
Ante traumatismos faciales solitarios, una minuciosa
historia clínica es fundamental.
La anamnesis debe centrarse en los antecedentes personales del paciente (alergias medicamentosas, enfermedades
conocidas, cirugías previas y el tratamiento habitual), en
la etiología, el mecanismo y el tiempo transcurrido desde
el traumatismo, la localización, la sintomatología y en las
posibles lesiones asociadas.
Se recomienda hacer una exploración facial de rutina, bien de tercio superior a tercio inferior o en sentido
contrario, de modo que no se pase por alto ningún signo
► Figura 14-7. Exploración del marco orbitario superior.
CAPÍTULO 14
clínico. Una vez realizada esta exploración se pedirán, si
es preciso, las pruebas radiológicas complementarias pertinentes para llegar a un diagnóstico definitivo (Figs. 14-7
a 14-10).
A continuación, se detallan los distintos tipos de fracturas faciales. Se hace hincapié en la anatomía facial y en
cómo proceder clínicamente hasta un correcto diagnóstico. No se explican los abordajes quirúrgicos ni las técnicas
de reducción, pues no es el objetivo de este manual.
► Figura 14-8. Exploración del marco orbitario inferior (reborde infraorbitario).
► Figura 14-9. Exploración del hueso malar y su proyección.
169
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
perpendicular del etmoides, la espina nasal del hueso frontal, el vómer, la cresta nasal del hueso palatino, la espina
nasal del maxilar superior y el cartílago septal.
El tipo de fractura nasal dependerá de la localización
del traumatismo así como de la dirección y energía del
impacto. Con base en ello, existen muchas clasificaciones
de estas fracturas (Fig. 14-11). La clasificación de Rohrich
las divide en cinco subtipos:
-
Simple unilateral.
Simple bilateral.
Conminuta.
Compleja (asocia fractura septal con o sin hematoma
septal).
- Formando parte de otra fractura (fractura nasoorbitoetmoidal).
► Figura 14-10. Exploración de movilidad patológica mandibular de
forma bimanual.
FRACTURA NASAL
170
La fractura de los huesos propios nasales es la más frecuente del macizo facial y la tercera en frecuencia de todo
el organismo. Esto es debido a dos razones: la pirámide
nasal es la zona más prominente y expuesta de la cara, y los
huesos propios son dos finas láminas óseas que no precisan
traumatismos de alta energía para fracturarse.
La nariz (unidad estética centrofacial) tiene forma de
pirámide con base triangular y se divide, a su vez, en varias subunidades: dorso nasal, paredes laterales, alas nasales, columela y punta nasal. Esta estructura piramidal está
constituida por un esqueleto óseo, un esqueleto cartilaginoso y el tabique nasal.
El esqueleto óseo está formado por los huesos propios
nasales y la apófisis ascendente del maxilar superior. Los
huesos propios son dos láminas cuadrangulares que se articulan entre sí en la línea media, con la apófisis ascendente
del maxilar superior (sutura nasomaxilar) lateralmente y
con el hueso frontal (sutura frontonasal) superiormente.
Caudalmente se encuentran relacionados con los cartílagos triangulares.
El esqueleto cartilaginoso está constituido por los cartílagos triangulares o laterales, los cartílagos alares (dan
forma a la punta nasal, constituyen la columela y están
compuestos por tres segmentos o cruras) y los accesorios o
sesamoideos. El ligamento intercartilaginoso se sitúa entre
el cartílago alar y el lateral, dándole proyección a la punta
de la nariz.
El tabique o septo nasal es la estructura que divide la nariz en dos cavidades o fosas nasales, da soporte al esqueleto
óseo y cartilaginoso y contribuye a dar forma a la punta
nasal y columela. El tabique está formado por la lámina
El septo nasal, dependiendo de las series clínicas, puede
fracturarse hasta en un 15-20 % de los casos.
A la hora de evaluar un traumatismo nasal, es importante preguntar al paciente por desviaciones previas, cirugías
nasales anteriores, si respiraba mejor por una determinada
fosa o si ronca por las noches. También suele resultar muy
útil ver una foto del paciente para determinar si la pirámide nasal estaba previamente desviada.
Para determinar el tipo de fractura interesará conocer el
mecanismo del traumatismo (alta, media o baja energía)
y su dirección.
El signo clínico más frecuente es la epistaxis (unilateral
o bilateral), la cual suele ser autolimitada. Un traumatismo nasal sin epistaxis, por lo general, no se acompaña de
fractura.
► Figura 14-11. Fractura nasal en Rx lateral de cara.
Traumatología facial
En muchas ocasiones, el paciente acude a los servicios de
urgencias bastantes horas después del traumatismo presentando un dorso nasal muy edematizado que puede asociar una
equimosis periorbitaria a modo de ojos de mapache junto a
una hemorragia subconjuntival (Fig. 14-12). En estos casos,
y tras una buena exploración clínica, es preferible reevaluarle
3 o 4 días después, cuando haya disminuido la inflamación,
ya que el diagnóstico y el resultado de la reducción serán más
previsibles.
La palpación, aunque no haya fractura, es normalmente
muy dolorosa; se debe buscar signos como la crepitación o
el hundimiento de los huesos propios. Así, ante una fractura
simple suele haber un hundimiento en el lado del traumatismo con una desviación en bloque de la pirámide nasal al lado
contralateral.
En los casos de fracturas nasales complejas, el septo puede estar fracturado o desinsertado del vómer colapsando una
fosa nasal; el paciente refiere una obstrucción unilateral de la
vía aérea.
Mediante la rinoscopia anterior, se valorará la presencia de
coágulos intranasales y posibles focos de sangrado, laceraciones de la mucosa nasal, desviaciones, hematomas y abscesos
septales. El hematoma septal no es frecuente, pero requiere
un drenaje precoz para evitar la necrosis del tabique nasal y
una posible «nariz de boxeador». Hay que evaluar la integridad de la válvula nasal interna (ángulo existente entre la parte
más caudal del cartílago lateral y el septo: 10-15 grados), ya
que interviene en la regulación del flujo aéreo en su paso a la
cavidad nasal. Alteraciones de este mecanismo valvular pueden provocar problemas funcionales a los pacientes.
La obtención de pruebas de imagen mediante radiología
simple (proyección de huesos propios nasales) es controverti-
► Figura 14-12. Inflamación nasal postraumática a los 4 días del
traumatismo.
CAPÍTULO 14
da, ya que estas no siempre aportan datos acerca del desplazamiento de una posible fractura. En otras ocasiones se producen falsos negativos y la fractura pasa desapercibida. La exploración física es imperativa sobre ellas y, hoy día, la tendencia
es no apoyarse en la radiología simple para su diagnóstico; a
veces, se reserva por motivos médico-legales (Fig. 14-13).
Una vez obtenido el diagnóstico, se llevará a cabo una reducción cerrada bajo anestesia local y tópica (por ejemplo,
lidocaína) con vasoconstrictor. El objetivo es bloquear la
inervación del nervio etmoidal anterior, el nervio esfenopalatino, el nervio infraorbitario y el nervio infratroclear. Para
posicionar la pirámide nasal se utilizarán instrumentos como
la pinza de bayoneta, el mango de un bisturí, los fórceps de
Asch o el elevador de Boies. Una vez reducida la fractura,
se realiza un taponamiento anterior, unilateral o bilateral (en
función de la fractura), mediante tira de taponamiento estéril
untada en terramicina para evitar un nuevo desplazamiento
de los huesos propios y se feruliza externamente (Fig. 14-14).
Los tapones se retirarán a las 72 horas, y la férula, entre el 3º
y el 5º día.
El manejo de las luxaciones septales, aunque estén descritas
en la literatura, no se recomienda hacerlo bajo anestesia local.
Por eso, la nariz postraumática queda muchas veces desviada
(laterorrinia) a pesar de la correcta reducción de los huesos propios. Es aconsejable citar a los pacientes transcurridos 4-5 meses para valorar una posible septorrinoplastia secundaria.
FRACTURAS ORBITOCIGOMÁTICAS
Las fracturas del complejo orbitocigomático son las
segundas más frecuentes en clínica y las primeras en frecuencia de las que se operan bajo anestesia general.
► Figura 14-13. Fractura nasal en tomografía axial computarizada.
171
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 14-15. Imagen anatómica de la cavidad orbitaria.
► Figura 14-14. Férula nasal de escayola tras reducción cerrada de
fractura.
172
El hueso cigomático o malar es una de las prominencias
faciales, junto con la nariz, más expuestas a los traumatismos. Es un hueso clave desde un punto de vista estructural, funcional y estético. Así, da soporte a los músculos
de la masticación, protege el globo ocular y mantiene las
órbitas simétricas permitiendo una visión binocular. El
cigoma presenta una estructura cuadrangular y está constituido por un cuerpo y cuatro arbotantes que articulan
con el hueso frontal, el ala mayor del esfenoides, el maxilar
superior y el arco cigomático.
La cavidad orbitaria es una pirámide cuadrangular, con
base en la superficie facial, formada por siete huesos: malar
(pared lateral orbitaria y suelo de la órbita), esfenoides,
frontal, etmoides, palatino, lacrimal y maxilar. Dentro de
la órbita hay tres aberturas por donde pasan estructuras
vasculonerviosas y musculares que hay que preservar a la
hora de realizar un abordaje quirúrgico. La hendidura esfenoidal o fisura orbitaria superior da paso a los III, IV y VI
pares craneales, nervios lacrimal, frontal y nasociliar, rama
orbitaria de la arteria meníngea media, rama recurrente
de la arteria lacrimal y a las venas oftálmica superior y orbitaria superior. Por la hendidura esfenomaxilar o fisura
orbitaria inferior discurren la arteria y vena infraorbitaria,
la vena oftálmica inferior, las ramas parasimpáticas hacia la
glándula lacrimal y los nervios infraorbitario y cigomático.
El tercer foramen es el agujero óptico que incluye al nervio
óptico, la arteria oftálmica y la vena central de la retina
(Fig. 14-15).
El globo ocular está rodeado por la periórbita, que incluye la fascia bulbar, la musculatura extraocular, múltiples septos de tejido conectivo en disposición radial, tejido
adiposo y periostio.
El sistema lacrimal, encargado de la producción, distribución y drenaje de las lágrimas, está compuesto por la
glándula lacrimal situada en la parte superoexterna de la
órbita, la vía lacrimal que llega a los puntos de drenaje
lacrimales superior e inferior, el saco lacrimal protegido
por las bandas anterior y posterior del ligamento cantal
medial, los canalículos que desembocan en el saco lacrimal
y el canal lacrimal que llega al meato nasal inferior.
Manson clasifica las fracturas orbitocigomáticas en función de los hallazgos de la TC:
- Fracturas de baja energía: no desplazadas o ligeramente
desplazadas. Suelen tener buena estabilidad y normalmente no requieren reducción quirúrgica.
- Fracturas de media energía: moderado desplazamiento
y cierta conminución. Suele afectar a los cuatro arbotantes y habitualmente requieren un abordaje quirúrgico.
- Fracturas de alta energía: desplazadas y asociadas a
fracturas panfaciales. Precisan un abordaje quirúrgico
para su restitución tridimensional.
Con el impacto directo sobre el hueso malar se produce
una desarticulación en tres o cuatro de sus articulaciones
(fractura en trípode o tetrápode). El hueso sufre entonces
una rotación y es desplazado inferolateralmente por la acción del músculo masetero.
El marco periorbitario puede fracturarse mediante varios mecanismos: en el denominado blow out, se produce
un aumento de la cavidad orbitaria con relación al globo
ocular (aumento del continente). Su etiología suelen ser
traumatismos directos sobre la órbita que provocan un
aumento de presión dentro de esta. Esto conlleva que se
fracture en aquellos puntos donde la resistencia es menor,
normalmente el suelo de la órbita y la pared medial formada por la lámina papirácea etmoidal. En el otro extremo
se encuentra el mecanismo blow in, mediante el cual un
fragmento óseo se desplaza al interior de la órbita provocando un aumento de la presión intracavitaria y una disminución de su volumen (disminución del continente).
Suele producirse en traumatismos frontales y en atentados
por grandes explosiones.
La anamnesis debe recoger el tipo, la dirección y energía del traumatismo sufrido; las agresiones son la primera
causa de este tipo de fracturas.
Traumatología facial
A la hora de explorar al paciente, es posible encontrar
dificultades por presentar un gran edema periorbitario
(Fig. 14-16), heridas adyacentes a la zona del traumatismo o un enfisema subcutáneo indicativo de que la fractura
está en contacto con cavidades aéreas como la fosa nasal
o el seno maxilar. Por eso es importante insistir al paciente en no realizar maniobras de Valsalva que aumenten la
presión aérea.
Se debe valorar todo el marco óseo orbitario en busca
de irregularidades óseas que orienten hacia la localización
de una posible fractura. Así, es obligado palpar el reborde
supraorbitario, el reborde infraorbitario, la pared lateral
de la órbita y la pirámide nasal. Comparar la proyección
de ambos malares y arcos cigomáticos puede ofrecer un
diagnóstico rápido de la rotación y desplazamiento del cigoma por una fractura. La exploración intraoral permitirá
evaluar si existe un descenso del arbotante maxilomalar,
si el paciente presenta maloclusión por desplazamiento
posteroinferior del malar o por asociar una fractura dentoalveolar del maxilar superior o si su apertura oral está
limitada por una fractura de arco cigomático que impida
el movimiento completo de la apófisis coronoides mandibular.
La motilidad ocular extrínseca ha de explorarse en busca
de restricciones que causen diplopia. Esta puede ser inflamatoria, por herniación de la grasa orbitaria o por atrapamiento muscular; es típica la restricción de la supraducción en una fractura del suelo orbitario (Fig. 14-17). Una
restricción completa de la motilidad puede ser debida a
un posible atrapamiento muscular con riesgo de necrosis
de este, y resulta necesaria la intervención quirúrgica urgente. No se debe olvidar explorar la diplopia monocular
postraumática, muy rara, y que suele deberse a una lesión
neurooftalmológica o a una luxación del cristalino. Si esta
se presentase, el paciente requeriría ser evaluado urgentemente por el oftalmólogo.
Un traumatismo periorbitario en niños puede cursar
con atrapamiento muscular (diplopia) y, sin embargo, no
visualizarse claras líneas de fractura en las pruebas complementarias (trap-door fractures). Esto es debido a la mayor elasticidad ósea de los pacientes pediátricos. Se produce la fractura, se hernia parte del músculo, se reduce
espontáneamente y, al ser mínimo el desplazamiento, el
► Figura 14-16. Gran edema periorbitario que dificulta la exploración del marco orbitario.
CAPÍTULO 14
músculo puede verse comprometido. Un seno maxilar
menos neumatizado, suturas no fusionadas y un periostio
grueso ayudan a que se produzcan este tipo de fracturas.
Su tratamiento es quirúrgico.
El enoftalmos (hundimiento o desplazamiento posterior
del globo ocular) orienta hacia un aumento de la cavidad
orbitaria (blow out). Es difícil valorar el grado de enoftalmos en un paciente con edema y hematoma periorbitario,
por lo que es obligatorio apoyarse en técnicas de imagen y
resulta recomendable diferir algunos días la posible intervención quirúrgica.
No son raros los hiposfagmas o los hifemas secundarios
a un traumatismo ocular. El telecanto (aumento de la distancia entre los cantos internos de los ojos) y la distopia
► Figura 14-17. Exploración de la motilidad ocular extrínseca (A, B,
C yD) en paciente con fractura de suelo de órbita. Restricción de la
supraducción.
173
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
postraumática pueden aparecer si el canto medial se ha
desinsertado, aunque estos signos se suelen producir en
el contexto de fracturas más complejas de la región centrofacial.
La hipoestesia del nervio infraorbitario es muy frecuente
en este tipo de fracturas. Puede ser de etiología inflamatoria o indicar una sección traumática de este en el suelo de
la órbita o en su salida por el orificio infraorbitario en el
maxilar superior. El paciente refiere una hipoestesia de los
dientes del maxilar superior así como de la piel de la zona
geniana y del ala nasal.
No hay que olvidarse de una serie de síndromes o cuadros clínicos que pueden comprometer la visión de los pacientes y que pueden implicar intervenciones quirúrgicas
de urgencia asociadas a altas dosis de tratamiento antinflamatorio:
- Hematoma/hemorragia retrobulbar: sangrado que
compromete el nervio óptico por isquemia («síndrome compartimental»). Clínicamente se caracteriza por
exoftalmos, oftalmoplejía y amaurosis.
- Síndrome de hendidura esfenoidal: oftalmoplejía completa (parálisis del III, IV y VI par craneal), afección de
la primera rama del nervio trigémino, ptosis, exoftalmos, midriasis y abolición de reflejos pupilares.
- Síndrome de vértice orbitario: síndrome de hendidura
esfenoidal asociado a amaurosis.
Ante una exploración física aparentemente normal, el
diagnóstico se puede apoyar en una radiografía de senos
paranasales o proyección craneal de Waters (hemoseno,
signo de la gota que indica herniación del contenido orbitario, líneas de fractura), en una proyección craneal de
Caldwell (rotación del malar y la sutura frontomalar) o
en una radiografía desenfilada de arco cigomático o proyección de Hirtz (muy útil para valorar su posible hundimiento). Si, por el contrario, existe diplopia, enoftalmos,
falta de proyección ósea, enfisema, irregularidades óseas,
hematomas importantes, etc., la TC orbitaria multiplanar
con reconstrucción tridimensional es muy útil para visualizar el malar, el marco orbitario, la posible herniación
del contenido orbitario al seno maxilar, un atrapamiento
muscular, la presencia de neumoórbita, un hematoma intraconal y la existencia de neumoencéfalo (Fig. 14-18).
Las fracturas orbitocigomáticas deben ser reducidas,
bajo anestesia general, valorando la reducción cerrada o
abierta según la exploración clínica y radiológica. (Fig.
14-19). La utilización de injertos autólogos o materiales
de osteosíntesis así como la utilización de navegadores o
TC intraoperatorios que confirmen el resultado de la reducción no son de interés para este manual.
cios mentonianos, las regiones edéntulas como los ángulos
mandibulares o los cóndilos. En la mandíbula se insertan
diversos músculos que son responsables de la apertura, cierre, protrusión, retrusión y lateralidad mandibular. Estos
músculos son:
- Elevadores (cierre de la cavidad oral): músculos masetero, temporal y pterigoideo medial.
- Depresores (apertura oral): musculatura suprahioidea (milohioideo, genihioideo y vientre anterior del
músculo digástrico).
- Protrusivos (avance mandibular): músculos pterigoideo medial, pterigoideo lateral y masetero.
- Retrusivos (desplazan la mandíbula posteriormente):
fibras posteriores del músculo temporal, musculatura
suprahioidea e infrahioidea.
- Laterales: músculo pterigoideo lateral y fibras posteriores del músculo temporal.
Según estas inserciones musculares, las fracturas serán
favorables o desfavorables en función de si los fragmentos
óseos se aproximen o se alejen por la acción muscular. Según su localización, las fracturas se clasifican en:
- Sinfisarias: línea media, entre los incisivos centrales.
- Parasinfisarias: desde el incisivo central hasta los caninos.
- Cuerpo mandibular: entre los caninos y el ángulo
mandibular.
- Ángulo mandibular.
- Rama ascendente mandibular: entre el ángulo y la escotadura sigmoidea.
- Apófisis coronoides.
- Región condílea.
FRACTURAS DE MANDÍBULA
174
Las fracturas mandibulares representan la tercera localización más frecuente de fracturas faciales. La mandíbula
tiene una forma de U simétrica y una gran consistencia.
Pese a ello, posee zonas de debilidad como son los orifi-
► Figura 14-18. Tomografía axial computarizada orbitaria que
muestra fractura de suelo orbitario y pared lateral.
Traumatología facial
► Figura 14-19. Osteosíntesis en marco orbitario lateral.
Las fracturas de la región condílea representan un grupo
especial, pues hay gran controversia acerca de su tratamiento. Esto es debido a la complejidad de la anatomía de la articulación temporomandibular y al difícil acceso quirúrgico
a la zona. Spiessl y Scholl las clasificaron en seis subtipos:
•
•
•
•
•
•
I: fracturas sin desplazamiento.
II: fracturas bajas (subcondíleas) sin desplazamiento.
III: fracturas altas con desplazamiento.
IV: fracturas bajas con dislocación del cóndilo.
V: fracturas altas con dislocación del cóndilo.
VI: fracturas intracapsulares.
Múltiples fracturas mandibulares presentan un mecanismo de acción mixto, es decir, existe un foco de fractura
en el lugar del impacto y otro lejano a este por la transmisión de fuerzas a través del eje mandibular. Así, como
ejemplo clásico, está la fractura doble de mandíbula por
traumatismo directo en la zona parasinfisaria que asocia
una fractura del ángulo o región condílea contralateral
(mecanismo indirecto, por transmisión de fuerzas). Entre
un 30-40 % de las fracturas condíleas se producen por este
mecanismo indirecto; son frecuentes aquellas producidas
por traumatismos en la región sinfisaria, parasinfisaria y
CAPÍTULO 14
condílea contralateral. Por ello, es importante realizar una
correcta anamnesis indagando en la etiopatogenia de la
fractura.
La agresión es la causa más frecuente de fracturas mandibulares en las sociedades desarrolladas.
En cuanto a la clínica, las fracturas de mandíbula pueden presentar sintomatología muy diversa: hematoma extraoral e intraoral, dolor y movilización de los focos de
fractura, disoclusión por la pérdida de continuidad ósea y
por la acción de las fuerzas musculares (p. ej., disoclusión
de los segmentos posteriores en las fracturas de cóndilo
con mordida abierta anterior), escalones óseos intraorales,
heridas gingivales en el foco de fractura, heridas transfixiantes, hipoestesia o anestesia del nervio alveolar inferior,
pérdida de piezas dentales, edema facial, sangrado por el
conducto auditivo externo, desplazamiento de la mandíbula al lado afecto con la apertura oral y la protrusión por
fallo de la musculatura pterigoidea ipsilateral en las fracturas condíleas (Fig. 14-20).
Con la sospecha clínica de fractura mandibular, hay diversas pruebas radiológicas que confirmarán el diagnóstico.
La ortopantomografía sigue siendo la prueba de elección.
En determinadas fracturas, como son aquellas de la región
condílea, una proyección posteroanterior y, en otras como
las del ángulo, una lateral oblicua o desenfilada de mandíbula darán más información acerca de la posible fractura.
La TC se utiliza ante dudas clínicas y radiológicas, sobre
todo, ante una sospecha de una fractura de cóndilo mandibular. La TC multiplanar con reconstrucción tridimensional (3D) es muy útil en fracturas intracapsulares y en
fracturas complejas como pueden ser las fracturas sagitales
(Figs. 14-21 a 14-23).
Las fracturas altas de la región condílea o algunas favorables según el trazo de la fractura pueden ser tratadas con
un bloqueo intermaxilar realizado bajo anestesia local. Dicho bloqueo se mantendrá un máximo de entre 2 y 3 semanas en función de su carácter unilateral o bilateral. En
el resto de ocasiones, bajo anestesia general, la reducción
abierta o por vía endoscópica y la fijación interna son el
tratamiento de elección (Fig. 14-24).
Las fracturas infectadas, conminutas, las mandíbulas
atróficas (pacientes edéntulos), aquéllas con grandes defectos de continuidad y con grandes pérdidas de partes
blandas representan situaciones biomecánicas especiales
que deben ser tratadas quirúrgicamente a la mayor brevedad posible.
Una de las posibles complicaciones que pueden verse
en pacientes postoperados son los denominados retrasos
de consolidación o seudoartrosis. El retraso de consolidación es un diagnóstico radiográfico, ya que el paciente
está clínicamente asintomático pero el foco de fractura
no ha consolidado en el tiempo esperado. Su tratamiento
es conservador. La seudoartrosis o ausencia de consolidación implica un movimiento de los fragmentos óseos
tras un período de tiempo que en el que fracturas comparables debieran haber consolidado. Su tratamiento es
quirúrgico.
175
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 14-22. Ortopantomografía de fractura mandibular doble.
► Figura 14-20. Aspecto clínico de paciente con fractura de ángulo
mandibular izquierdo, con importante edema de partes blandas.
FRACTURAS DENTOALVEOLARES
► Figura 14-23. Imagen clínica del escalón en el foco de fractura de
la figura 14-22.
El traumatismo dentoalveolar es aquel en el que existen
lesiones dentales o peridentales; las piezas dentales pueden
quedar parcial o totalmente desplazadas de su posición habitual (Fig. 14-25).
► Figura 14-24. Imagen intraoperatoria de osteosíntesis de fractura
subcondílea izquierda con ayuda del endoscopio.
176
► Figura 14-21. Tomografía axial computarizada de fractura mandibular.
Los traumatismos dentoalveolares son la segunda causa
de atención odontopediátrica después de las caries dentales; se acepta que hasta un 25 % de la población total
sufrirá un traumatismo dental en algún momento de su
vida. Los niños varones son los más frecuentemente afectados, con dos picos de incidencia entre los 10 y 24 meses
(dentición temporal o decidual) y entre los 9 y 12 años
de edad (dentición mixta). La pieza dental más frecuentemente afectada es el incisivo central superior. La fractura
Traumatología facial
CAPÍTULO 14
no complicada de la corona (en dentición permanente) y
la luxación dental (en dentición temporal) son las lesiones
más prevalentes.
Su etiología suelen ser caídas casuales, agresiones y accidentes deportivos.
La clasificación de estos traumatismos fue propuesta por
la Organización Mundial de la Salud en 1969 y posteriormente modificada por Andreasen en 1977 (no incluía
lesiones gingivales o de la mucosa oral):
Avulsión. Desplazamiento completo del diente fuera
de su alveolo.
- Lesiones del hueso de sostén (alveolo dental):
�
Conminución de la cavidad alveolar mandibular.
�
Conminución de la cavidad alveolar maxilar.
�
Fractura de la pared alveolar mandibular.
�
Fractura de la pared alveolar maxilar.
�
Fractura del proceso alveolar mandibular.
�
Fractura del proceso alveolar maxilar.
- Lesiones de los tejidos duros dentales y de la pulpa:
�
Fractura incompleta (infracción). Fractura del esmalte sin pérdida de sustancia dentinaria.
�
Fractura no complicada de la corona. Afecta al esmalte y la dentina sin exposición pulpar.
�
Fractura complicada de la corona. Afecta a esmalte,
dentina y pulpa.
�
Fractura radicular. Afecta a la dentina, al cemento y a
la pulpa.
�
Fractura no complicada de corona y raíz. Afecta al esmalte, la dentina y al cemento sin exposición pulpar.
�
Fractura complicada de la corona y de la raíz. Afecta
al esmalte, la dentina, al cemento y con exposición
pulpar.
- Lesiones de los tejidos periodontales:
�
Concusión. Lesión de las estructuras de sostén del
diente sin movilidad y sin desplazamiento anormal de
este.
�
Subluxación. Lesión de las estructuras de sostén del
diente sin desplazamiento anormal de este pero con
leve movilidad.
�
Luxación lateral. Desplazamiento del diente en dirección diferente a la axial, normalmente hacia el
paladar.
�
Luxación intrusiva (dislocación central). Desplazamiento interno del diente en el hueso alveolar.
�
Luxación extrusiva (dislocación periférica, avulsión
parcial). Desplazamiento parcial del diente fuera del
alveolo hacia la cavidad oral.
Fuera de esta clasificación los defectos gingivales o de
mucosa bucal se pueden dividir en:
► Figura 14-25. Imagen clínica de fractura dentoalveolar con luxación dental.
�
-
Laceración.
Contusión.
Abrasión.
Herida superficial.
El tratamiento está determinado por diversos factores como son: edad, cooperación del paciente, dentición
temporal o permanente, localización y extensión de la lesión, el estado bucoperiodontal del paciente y el tiempo
transcurrido desde el traumatismo. El tiempo es crítico
en aquellos pacientes con avulsión completa dental; se
consiguen mejores resultados cuanto antes se instaure el
tratamiento.
Es necesario realizar una inspección cuidadosa de toda
la cavidad oral buscando puntos sangrantes, cuerpos extraños, abrasiones, laceraciones, etc., que precisen tratamiento quirúrgico. Es obligado el recuento de piezas dentales y,
ante su ausencia, investigar acerca de su posible ubicación
(en aquellos casos en que los pacientes no lo hubieran visto fuera de la cavidad oral) en vía aérea, tracto digestivo,
cavidad nasal o seno maxilar (Fig. 14-26.A, B y C). La
exploración se completará evaluando los tejidos blandos
(conducto de Wharton y Stenon, nervio facial, lingual y
alveolar inferior) y los óseos (fracturas dentoalveolares en
bloque, fracturas mandibulares, alteraciones oclusales).
En general, los traumatismos dentales que se ven en los
servicios de urgencias suelen corresponder a pacientes pediátricos con dentición temporal. El traumatismo dental
con peor pronóstico es la luxación intrusiva debido a la
proximidad del diente decidual con el definitivo. La distancia media entre ellos es de alrededor de 3 milímetros,
por lo que la pieza definitiva puede verse dañada en este
tipo de lesión. En dentición temporal, no se reponen los
dientes avulsionados y se exodoncian aquellos que tengan
mucha movilidad patológica o provoquen un traumatismo oclusal con los dientes de la arcada antagonista. No se
deben ferulizar dientes temporales, y siempre se debe remitir a los pacientes a los odontopediatras para una nueva
valoración al cabo de 7-10 días. La correcta erupción de
los dientes debe vigilarse.
Ante traumatismos en dientes definitivos, si la pieza
dental está lo suficientemente fija por los tejidos periodontales, se debe remitir al paciente a su odontólogo de
forma preferente descartando un tratamiento quirúrgico de urgencia. Si por el contrario, la pieza presenta una
177
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
Ante una verdadera fractura dentoalveolar, la ferulización rígida (con férula de Erich y alambres) durante 3 semanas está indicada (Fig. 14-27). En ocasiones se requiere
una osteosíntesis con miniplacas (Fig. 14-28. A, B y C).
FRACTURAS DEL MAXILAR SUPERIOR
Las fracturas del maxilar superior representan un porcentaje mucho menor dentro de las fracturas del macizo
facial; sin embargo, son de capital importancia, ya que
este hueso proporciona la dimensión anteroposterior de la
cara.
Al igual que el hueso malar, el maxilar superior posee
un cuerpo, que contiene el seno maxilar (cavidad neumatizada que permite distribuir las cargas a través de los arbotantes mediofaciales evitando su transmisión a la base
de cráneo) y cuatro pilares o apófisis: frontal, cigomática,
palatina y alveolar. Asimismo, forma parte de la estructura
ósea orbitaria constituyendo parte del reborde infraorbitario y de su suelo. Los arbotantes del tercio medio facial son
el nasomaxilar, el cigomático-maxilar y el pterigomaxilar.
La etiología predominante son los accidentes de tráfico
y por tanto muchos de estos pacientes ingresan con politraumatismos; es necesaria una evaluación primaria con el
protocolo de urgencias de dichos pacientes.
La clasificación de las fracturas de maxilar superior más
conocida fue descrita por Le Fort a principios del siglo xx
(1901) al describir el trazo de estas fracturas en cadáveres
que arrojaba al vacío desde la sala de disección de La Sorbonne parisina. Esta clasificación continúa vigente hoy día
por su naturaleza descriptiva, aunque la gran mayoría de
las fracturas maxilares no son puras. Suelen estar asociadas
a otras fracturas faciales o incluso asociarse distintas fracturas Le Fort en un mismo paciente. Así, hay tres tipos de
fracturas según esta clasificación:
- Le Fort I: el trazo de fractura es horizontal desde la
unión pterigomaxilar de un lado a la contralateral superior a los ápices dentales. Incluye la fractura de las
apófisis pterigoides, la bóveda palatina y el proceso al-
► Figura 14-26. A) fractura dental con herida en labio superior; B)
tras la exploración de la herida labial, se encuentra fragmento del
incisivo central 11; C) se comprueba que no falta otro fragmento en
dicha pieza, no se localizó fragmento de 21.
178
avulsión completa y, teniendo en cuenta la edad, el estado
periodontal del paciente y el tiempo transcurrido desde
el traumatismo (no se aconseja ferulizar a pacientes con
enfermedad periodontal, mayores de 35-40 años y con
avulsiones completas de más de 2 horas de evolución),
se puede recolocar y ferulizar a los dientes adyacentes. La
ferulización puede ser mediante férulas rígidas y alambres
o mediante resina compuesta en su odontólogo. Siempre
que la situación lo permita, se aconseja la resina compuesta, ya que es menos lesiva para su salud periodontal.
► Figura 14-27. Ferulización dental con férula de Erich y alambres.
Traumatología facial
CAPÍTULO 14
arco cigomático hasta la sutura nasofrontal atravesando el marco óseo orbitario cercano al agujero óptico y
la hendidura esfenomaxilar. Los huesos propios nasales
pueden verse o no afectados.
Manson, en 1986, propuso un cuarto tipo de Le Fort
que era aquel que afectaba al hueso frontal. El mismo autor, en 1990, clasificó las fracturas del maxilar superior en
función del grado de conminución y desplazamiento de
los fragmentos óseos:
- Fracturas de baja energía: Le Fort I incompleto con
integridad de las apófisis pterigoides. Las paredes posterior y medial del seno maxilar están afectadas.
- Fracturas de media energía: Le Fort I o II asociado a
fractura del hueso malar. Las apófisis pterigoides no
están íntegras. Las paredes anterior y posterior del seno
maxilar también están fracturadas.
- Fracturas de alta energía: fractura Le Fort III con gran
conminución de los fragmentos óseos.
A la hora de explorar el tercio medio facial y, sospechando una fractura de éste, se debe posicionar una mano en la
sutura frontonasal e intentar movilizar con el dedo índice
y pulgar de la otra el tercio medio facial. Se debe explorar
la movilidad patológica del maxilar superior, de la apófisis
ascendente del maxilar superior y de la unión frontomalar.
En el Le Fort I hay una movilidad patológica en bloque de todo el proceso alveolar del maxilar superior. Suele
asociarse con maloclusión dental (normalmente mordida
abierta anterior) y un hematoma intraoral en el fondo del
vestíbulo sin equimosis periorbitaria.
En el Le Fort II, la movilidad patológica del tercio medio facial se produce en la apófisis ascendente del maxilar
superior; se encuentran fijos el malar y el arco cigomático.
Se caracterizan por presentar deformidad nasal y alargamiento de la cara asociados a una equimosis periorbitaria
y subconjuntival.
► Figura 14-28. A) Imagen intraoperatoria que confirma la fractura
dentoalveolar; B) imagen de las miniplacas; c) ortopantomografía de
control postquirúrgico.
veolar. Por tanto, representa una disyunción del maxilar superior (Fig. 14-29).
- Le Fort II: es una fractura piramidal que afecta a la
apófisis frontal o ascendente del maxilar superior, al
hueso lacrimal, al suelo orbitario, la sutura maxilomalar, la pared lateral del maxilar superior y la unión pterigomaxilar. Los huesos propios nasales pueden verse o
no afectados.
- Le Fort III: constituye la disyunción craneomaxilar.
Su trazo discurre desde la articulación frontomalar y el
► Figura 14-29. Corte coronal de tomografía axial computarizada en
paciente con fractura de Le Fort I.
179
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
En el Le Fort III, no existe integridad de la unión frontomalar; presenta una movilidad patológica de todo el tercio medio facial. El paciente presenta una cara ensanchada
(por la no integridad del malar y del arco cigomático),
alargada y aplastada a modo de «cara de plato». La deformidad nasal y la equimosis periorbitaria y subconjuntival
son constantes.
En los Le Fort tipos II y III es obligada una exploración
oftalmológica y, si existiesen lesiones de las partes blandas, sería necesario explorar tanto las estructuras nerviosas
como el conducto de Stenon.
La prueba diagnóstica de elección es la TC multiplanar
con reconstrucción 3D (Fig. 14-30). No hay que olvidar
que pueden asociarse distintos tipos de fracturas Le Fort,
pudiendo apreciarse, por ejemplo, un Le Fort I izquierdo
y un Le Fort II derecho.
El tratamiento, en general, será quirúrgico, bajo anestesia general, con una amplia exposición de los focos de
fractura y fijación interna (Fig. 14-31).
FRACTURAS DEL COMPLEJO NASOORBITOETMOIDAL
Las fracturas del complejo nasoorbitoetmoidal (NOE)
son complicadas desde el punto de vista diagnóstico y terapéutico. Son aquellas que afectan al tercio medio facial
(huesos propios nasales, la lámina papirácea del hueso etmoides y la pared medial orbitaria) en su porción más central. Son especialmente relevantes por la proximidad que
tienen a estructuras como el sistema lacrimal o el canto
interno del ojo.
El arbotante principal de esta región anatómica es la
apófisis ascendente del maxilar superior que se articula
180
► Figura 14-30. Imagen tridimensional de fractura de maxilar superior.
► Figura 14-31. Exposición de foco de fractura maxilar.
con la apófisis angular del hueso frontal. La pared medial
orbitaria está formada por los huesos lacrimal, etmoides,
frontal y el maxilar superior.
En el hueso lacrimal se sitúan las crestas lacrimales anterior y posterior (entre ellas se ubica el saco lacrimal). El
tendón cantal medial se divide en sus brazos anterior (protege la vía lacrimal) y posterior, que a su vez se insertan en
ambas crestas lacrimales.
La lámina papirácea del hueso etmoides es una estructura fina que se fractura con mucha facilidad en los
traumatismos faciales (posible causa de enoftalmos). En
ella se sitúan los orificios etmoidales anterior y posterior
por donde emergen los nervios nasociliar y etmoidal y los
vasos etmoidales. Ante traumatismos faciales graves, está
contraindicado colocar una sonda nasogástrica al paciente
ya que, en caso de fractura de la lámina cribiforme del etmoides, podría introducirse en la fosa craneal anterior.
Es importante definir el llamado «fragmento central»
para entender la posterior clasificación de este tipo de
fracturas. Este incluye los dos tercios inferiores de la pared
medial orbitaria incluyendo las crestas lacrimales.
Las fracturas NOE suelen producirse en el contexto de un
accidente de tráfico con impacto directo sobre la pirámide
nasal. Por ello, suelen verse asociadas a otras fracturas faciales convirtiéndose en auténticas fracturas panfaciales. Es
comprensible que el grado de desplazamiento y conminución dependerá en gran medida de la fuerza del impacto.
Una de las clasificaciones más utilizadas para describir
estas fracturas fue descrita por Manson y Leipziger:
- NOE tipo I: son aquellas que presentan un único fragmento central y el ligamento cantal medial se encuentra íntegro en su inserción en las crestas lacrimales.
Pueden ser unilaterales o bilaterales (fracturas monobloque) y completas o incompletas. Las incompletas
son aquellas en las que el periostio de la apófisis angular del hueso frontal no ha perdido la continuidad, al
contrario de las completas, que son aquellas en las que
dicho periostio presenta una laceración.
- NOE tipo II: son fracturas completas. Pueden presentar un fragmento único o ser conminutas, y dicha
conminución es externa a la inserción del ligamento
Traumatología facial
cantal medial; este permanece unido a un fragmento
lo suficientemente grande como para ser fijado.
- NOE tipo III: existe una conminución del fragmento
central que compromete la inserción del ligamento cantal medial, con una línea de fractura que pasa justo por
debajo de este. Rara vez se encuentra avulsionado, generalmente se encuentra adherido a varios fragmentos muy
pequeños, lo que imposibilita su fijación con material de
osteosíntesis y precisará de otras técnicas de anclaje.
Las NOE tipo II y III pueden ser unilaterales o bilaterales,
incluso pueden coexistir un tipo II de un lado y un tipo III
contralateral.
El cuadro clínico se caracteriza por presentar la región nasal
una forma de «silla montar» y una depresión frontoglabelar.
Esto puede provocar una sobreproyección de la punta nasal
compensatoria y el ángulo nasolabial es más obtuso. Como
en toda fractura nasal, la rinoscopia anterior es obligatoria
para evaluar focos de epistaxis y lesiones y hematomas septales. El tabique nasal puede estar colapsado debajo del dorso
nasal, y su mucosa, engrosada y congestiva (Figs. 14-32 y
14-33).
La equimosis y los edemas periorbitarios, la hemorragia
subconjuntival y el enoftalmos por desplazamiento posterior
del globo ocular secundario a la fractura de la pared medial
son hallazgos habituales. La motilidad ocular extrínseca, la
sensibilidad dependiente del nervio infraorbitario, la diplopia y el reborde infraorbitario deben ser explorados. Es importante apoyarse en exámenes oftalmológicos con el fin de
determinar el estado de la función visual del paciente y la in-
► Figura 14-32. Vista lateral de paciente con fractura del complejo
nasoorbitoetmoidal.
CAPÍTULO 14
tegridad de la vía lacrimal (epífora por posible lesión del saco
lacrimal o del conducto lacrimonasal y consiguiente obstrucción de la vía). La hemorragia retrobulbar es una complicación rara, pero hay que tenerla en cuenta en este tipo de traumatismos. Representa una auténtica urgencia desde el punto
de vista oftalmológico y requiere un drenaje inmediato.
El ligamento cantal medial puede situarse en posiciones
anómalas en función del tipo de fractura. Debemos buscar la
existencia de telecanto (aumento del espacio intercantal con
distancia interpupilar normal). La distancia intercantal normal se sitúa entre 33-34 mm en hombres y entre 32-34 mm
en mujeres. El edema facial puede camuflar este telecanto. Si
el ligamento cantal medial se encuentra desinsertado, habrá
distopia.
Cuando la lámina cribiforme del etmoides no está íntegra,
la alteración del olfato en forma de hiposmia o anosmia y la
rinorrea por una fístula de líquido cefalorraquídeo pueden
estar presentes.
La TC con cortes coronales y reconstrucción 3D es la prueba radiológica complementaria de elección para evaluar las
fracturas tipo NOE.
El tratamiento de elección es la reducción abierta y fijación
interna.
FRACTURAS FRONTALES
Las fracturas frontales constituyen entre un 5-10 % de
las fracturas del macizo craneofacial. Su importancia radica en la relación que tienen con el seno frontal, la fosa craneal anterior y el defecto estético que puedan ocasionar.
El hueso frontal articula superiormente con los huesos
parietales, lateralmente con los huesos temporales y el
malar y medialmente con los huesos nasales, maxilares y
el etmoides. Forma parte del techo orbitario, de la pared
medial y se extiende posteriormente para articular con el
esfenoides próximo al vértice de la cavidad orbitaria.
En el espesor del hueso frontal se encuentran los senos
frontales, dos cavidades separadas por un tabique denominado interfrontal. Estos senos, a su vez, pueden tener
uno o más compartimentos. Miden, de promedio, 3 cm
► Figura 14-33. Vista lateral que objetiva la falta de soporte en el
paciente de la figura 14.32.
181
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
de alto y 2-2,5 cm de ancho, con una profundidad de 1,52 cm. Su capacidad aproximada es de 6 a 7 mL. La pared
anterior del seno frontal se relaciona con la piel, tejido
subcutáneo, músculo frontal y orbicular de los párpados,
vasos y nervios supraorbitarios y supratrocleares, mientras
que la pared posterior está en directa relación con la duramadre. La pared anterior es más resistente a los traumatismos que la pared posterior. Tiene relación con el reborde
supraorbitario, las celdillas etmoidales y el seno sagital superior (posteriormente). El conducto de drenaje del seno
frontal al meato medio nasal se localiza en la parte más
anteromedial de este.
Los accidentes de tráfico con impacto directo sobre el
hueso frontal son la etiología principal de estas fracturas.
Si la energía del impacto se irradia por el arbotante frontomalar, la línea de fractura de extiende por el techo de la órbita posteriormente hacia el esfenoides pudiendo lesionar
estructuras de la hendidura esfenoidal o del canal óptico.
Si el vector de fuerza del impacto discurre por el arbotante
frontonasal, es el seno frontal el que absorbe la energía del
traumatismo y se pueden afectar ambas paredes causando,
en numerosas ocasiones, desgarros en la duramadre.
Se han realizado múltiples clasificaciones de las fracturas frontales (Manson, Gruss, Markowitz), aunque de una
manera más didáctica se pueden clasificar en:
- Fracturas centrales: afectan al seno central y complejo
NOE.
- Fracturas laterales: compromete el área frontotemporoorbitaria de forma unilateral o bilateral
- Fracturas asociadas: combinación de ambas.
Sin embargo, clínicamente estas fracturas se clasifican en:
- Fracturas frontales y frontobasales.
- Fracturas frontoorbitarias y del canal óptico.
- Fracturas del complejo NOE.
182
Las fracturas frontales o frontobasales presentan trayectos lineales o en forma de estrella. Pueden ser fracturas aisladas del techo orbitario (normalmente fisuras sin
desplazamiento) o fracturas del seno frontal (fractura o
fractura-hundimiento de la pared anterior o fractura de la
pared posterior con posibilidad de daño de la duramadre).
Si la fractura es lineal, la duramadre suele estar intacta,
mientras que si hay desplazamiento de los fragmentos,
hasta en un 50 % de los casos se encontrarán desgarros
durales. Pueden asociarse a fracturas de la base del cráneo
(fracturas complejas).
Las fracturas frontoorbitarias y del canal óptico pueden
ser fracturas aisladas del techo orbitario, fracturas irradiadas
desde otras localizaciones y asociadas a las paredes medial
y lateral de la órbita, unilaterales o bilaterales; pueden coexistir con una disyunción craneofacial del tipo Le Fort III.
Los traumatismos frontales de alta energía precisan una
valoración primaria del estado general del paciente con
una exhaustiva exploración neurológica. La TC craneal es
obligatoria para descartar lesiones hemorrágicas intrapa-
renquimatosas así como un posible neumoencéfalo (Fig.
14-34).
La exploración intranasal es necesaria para evaluar una
posible rinorrea que indique fractura de la pared posterior
del seno frontal con lesión concomitante de la duramadre.
La hiposmia o anosmia pueden existir si la lámina cribosa
del etmoides está afectada.
Se debe palpar el hueso frontal (bajo anestesia local si
existe herida inciso-contusa de espesor total) en busca de
hundimientos o escalones que orienten hacia una fractura.
El marco orbitario también debe ser explorado, sobre todo
el reborde supraorbitario (explorar la sensibilidad de la región frontal a través del nervio supraorbitario), aunque
no se debe olvidar la importancia del hueso frontal en la
cavidad orbitaria. Por eso es necesario evaluar la motilidad
ocular extrínseca, la diplopia, el enoftalmos, la existencia
de ptosis (en heridas con afectación del músculo elevador del párpado superior), la distopia, el telecanto y el reborde infraorbitario. La colaboración del oftalmólogo es
importante para completar una rigurosa exploración física
(evalúa posibles hemorragias, desprendimientos de retina,
etc.).
El hematoma retrobulbar, el síndrome de la hendidura
esfenoidal y el síndrome del vértice orbitario tienen una
incidencia baja pero no deben olvidarse.
Si en la TC se visualizan lesiones hemorrágicas, fracturas
de la pared posterior del seno frontal, neumoencéfalo o si
el paciente presenta rinolicuorrea, se debe avisar al neurocirujano.
Las fracturas no desplazadas de la pared anterior del seno
frontal se tratan de forma conservadora, mientras que si
existe desplazamiento, lesión del conducto de drenaje del
seno o fístula de líquido cefalorraquídeo que no se resuelve
espontáneamente en el plazo de pocos días, será preciso su
tratamiento quirúrgico (Figs. 14-35 a 14-37).
FRACTURAS PANFACIALES
La fractura panfacial pura es aquella que afecta a los tres
tercios faciales (superior, medio e inferior); sin embargo,
en la práctica clínica, se utiliza para denominar a aquellas
► Figura 14-34. Tomografía axial computarizada: fractura frontal
con afectación del seno.
Traumatología facial
fracturas que afectan a más de un hueso facial (normalmente dos tercios faciales).
Para un correcto abordaje y tratamiento de este tipo de
fracturas es importante entender la estructura ósea facial
como una única unidad tridimensional con su correspondiente altura, anchura y profundidad (dimensión anteroposterior). Por otro lado, es de capital importancia la
valoración y el tratamiento de las partes blandas faciales
asociadas. En los tiempos actuales no es aceptable el tratamiento de la unidad ósea sin tener en cuenta las partes
blandas y viceversa. Si se realizase, el resultado probablemente sería insatisfactorio.
Suele afectar a pacientes varones en el contexto de accidentes de tráfico, accidentes laborales o impactos de alta
energía.
Manson clasifica las fracturas panfaciales en puras (afectan a los tres tercios faciales), superiores (afectan al hueso
frontal y al tercio medio) e inferiores (afectan al tercio medio, a la mandíbula y a la oclusión). No se debe olvidar
explorar la región palatina, pues es clave para restaurar la
estructura tridimensional.
Ante un paciente con una fractura panfacial, lo primero es realizar una exploración general con el protocolo de
pacientes politraumatizados. Una vez estabilizado el paciente, se debe realizar una exploración física por tercios
faciales para determinar qué posibles lesiones existen. No
se puede olvidar valorar la movilidad en bloque del tercio
medio facial y la región palatina. Una fractura palatina
mal tratada altera la posición del maxilar superior y, por
tanto, puede condicionar una mala posición de los tercios
medios e inferiores faciales además de ocasionar una mala
oclusión.
Los pacientes con fracturas panfaciales suelen llegar a
los centros hospitalarios muy edematizados, pero el facultativo sí suele apreciar una pérdida de la proyección anteroposterior o vertical facial, lo que se traduce en una «cara
redonda». Se debe explorar una posible rinolicuorrea, otorragia u otolicuorrea.
La prueba complementaria de elección es la TC multiplanar con reconstrucción tridimensional. Si está afectada
► Figura 14-35. Imagen clínica del hundimiento frontal.
CAPÍTULO 14
► Figura 14-36. Imagen intraoperatoria con abordaje a través de la
herida.
la mandíbula, y siempre que el paciente esté estable, pruebas adicionales como una ortopantomografía ayudarán a
planificar el tratamiento quirúrgico.
El tratamiento quirúrgico consiste en la reducción
abierta y la fijación interna de los focos de fractura. Existe controversia acerca de cuántas fracturas tratar, de los
abordajes y, sobre todo, del orden en el que las fracturas
deben ser fijadas para restablecer la estructura tridimensional facial.
CONSIDERACIONES EN TRAUMATOLOGÍA FACIAL
INFANTIL
Los traumatismos faciales en pacientes pediátricos no
son raros, pero que asocien una fractura es más infrecuente. Esto es debido a que suelen ser accidentes de baja
energía y a que las propiedades elásticas del esqueleto óseo
infantil absorben dicha energía.
Es muy importante entender las diferencias que existen
entre un paciente adulto y uno infantil. Por ello, es necesario tener en cuenta que:
► Figura 14-37. Imagen posquirúrgica.
183
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
- Las características óseas de los adultos y los niños no
son similares.
- La flexibilidad ósea de los niños hace que los traumatismos que provoquen fracturas tengan que ser, en general, de mediana o alta energía. También, debido a
ello, muchas de las fracturas son en tallo verde.
- La estructura osteocartilaginosa flexible de los pacientes pediátricos puede enmascarar una lesión de órganos
internos o una hemorragia con una rápida desestabilización hemodinámica, pues su volumen de reserva es
menor.
- La relación cráneo/cuerpo es mayor en niños que en
adultos, lo que implica que asocien más TCE.
- La ausencia o incompleta neumatización de los senos
hace que se requieran energías mayores para ocasionar
fracturas. El desarrollo gradual de los senos paranasales
se produce a partir de los 5 años. A medida que se desarrollen, el patrón de fracturas se asemejará al de los
adultos.
- El metabolismo óseo infantil está acelerado respecto
al adulto, por lo que los períodos de cicatrización y
consolidación ósea son menores.
La fractura facial más frecuente, en edad infantil, es la
nasal seguida de la fractura dentoalveolar y de la mandibu-
C
lar. El pico de incidencia se sitúa entre los 6 y los 11 años
de edad y suele afectar más a los varones (60 %).
La etiología es diversa y, según las series, los accidentes
de tráfico, los traumatismos con otros niños o las caídas
casuales son las causas más frecuentes. Las agresiones, las
precipitaciones o los accidentes deportivos son menos frecuentes.
Las pruebas radiológicas que se deben emplear en el
diagnóstico son las mismas que en adultos; la TC multiplanar es la que más información aportará sobre el estado
del esqueleto craneofacial. Otras proyecciones de radiología simple utilizadas son la de senos paranasales o Waters,
Hirtz, ortopantomografía o posteroanterior de cráneo.
El tratamiento dependerá del estado general del paciente, del grado de desplazamiento de la fractura, del número
de fracturas, de la existencia de lesiones de partes blandas
asociadas (heridas, músculos, nervios, conductos de drenaje salival, etc.). La fijación interna se puede realizar con
titanio o materiales reabsorbibles.
Como conclusión, en general, las fracturas infantiles,
salvo la fractura nasal, suelen producirse en el contexto
de traumatismos de mediana/alta energía. Es importante
tener este dato en cuenta, ya que por las características del
esqueleto infantil, pueden existir lesiones subyacentes que
a simple vista puedan pasar desapercibidas.
RESUMEN
•
Los traumatismos del macizo facial representan la segunda causa más frecuente de consulta de urgencias en
el área maxilofacial. Los traumatismos faciales pueden
presentarse de manera aislada o en el contexto de un
politraumatismo; en esos casos, es prioritario realizar
una valoración primaria del estado general del paciente
siguiendo el protocolo ABCDE establecido a escala
mundial.
•
Es importante realizar un diagnóstico preciso de una
forma rápida, para lo que se realizará una completa
historia clínica, una adecuada exploración facial apoyada en los estudios radiográficos, lo que permitirá un
diagnóstico correcto y un adecuado tratamiento quirúrgico.
•
El objetivo del tratamiento es conseguir una restitución de la forma y la función facial.
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185
CAPÍTULO
15
Tratamiento de las heridas faciales
Dra. Emma Iglesias Candal
Dr. Manuel Fernández Domínguez
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
INTRODUCCIÓN
En la actualidad existen múltiples definiciones y conductas ante los diferentes tipos de heridas, algunas con sólidas bases científicas y otras que continúan tradiciones e
ideas arrastradas de manera histórica.
Se define la herida como una pérdida de continuidad
de la piel o mucosa producida por algún agente físico o
químico.
Las heridas faciales constituyen emergencias muy frecuentes y suelen acompañarse de traumatismos asociados
más o menos graves (Fig. 15-1). Las heridas faciales no
constituyen una urgencia vital, por lo que la prioridad
siempre será el resto de lesiones de riesgo vital en caso de
que existieran. Una vez descartadas y/o tratadas el resto de
lesiones de estructuras vitales, se debe abordar el problema
de las heridas faciales.
En primer lugar, se debe descartar la presencia de lesiones
óseas faciales subyacentes que estén asociadas a las heridas
faciales, mediante una exploración clínica y un examen radiológico complementario si fuera necesario (Fig. 15-2).
La cara constituye una encrucijada anatómica que,
además de albergar las primeras estaciones de cuatro de
los cinco sentidos que nos relacionan con el entorno
y la porción inicial de los dos conductos digestivo y
respiratorio, define de manera primordial la identidad
de cada ser humano y es fiel reflejo de su estado anímico. Ante estas características especiales de la región
de la cara, es importante tener unas nociones sobre las
características anatómicas de la cara, dada su complejidad anatómica, la presencia de múltiples estructuras
neurovasculares y de los conductos lacrimonasal y los
conductos salivares.
La piel de la cara presenta las denominadas líneas de
Langer, que se corresponden a las zonas de relajación
de las estructuras colágenas de la piel (Fig. 15-3). Son
perpendiculares a las líneas de contracción muscular. Se
deben orientar las incisiones en el sentido de estas líneas en busca de cicatrices de la mejor calidad posible.
La cara puede dividirse en unidades estéticas con
características especiales que se deben tener en cuenta
para el tratamiento adecuado de cada zona. Estas regiones son: región frontal, región temporal, región orbitopalpebral, región auricular, región geniana, región
labial, región mentoniana y región nasal.
► Figura 15-1. Herida mentoniana en paciente que presenta traumatismo facial grave.
► Figura 15-2. Imagen intraoperatoria de la paciente de la figura
15-1, que presenta fractura mandibular conminuta.
187
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 15-4. Herida facial tras precipitación.
► Figura 15-3. Líneas de Langer a nivel facial.
PRONÓSTICO DE LAS HERIDAS FACIALES
CLASIFICACIÓN DE LAS HERIDAS
Las heridas se pueden clasificar atendiendo a diferentes
criterios:
188
• Según la profundidad:
- Heridas epidérmicas: arañazos, erosiones por pérdida de sustancia o desprendimiento epidérmico.
- Heridas superficiales: que afectan al tejido celular
subcutáneo.
- Heridas profundas: que afectan a tejidos blandos
más profundos o hueso.
- Heridas penetrantes: que perforan articulaciones,
la boca, el canal auditivo, etc.
• Según la dirección:
- Longitudinales.
- Transversales.
- Oblicuas.
- Espiroideas.
• Según la forma:
- Lineales.
- Curvas.
- Anguladas.
- Estrelladas.
- Puntiformes.
• Según el tipo de objeto causante de la lesión:
- Heridas contusas: producidas por objetos romos.
- Heridas incisas: producidas por objetos afilados.
- Heridas punzantes: producidas por elementos afilados.
• Según la etiología:
- Agentes mecánicos: accidentes de tráfico, caídas y
precipitaciones, agresiones, mordeduras, armas de
fuego (Fig. 15-4).
- Agentes físicos: electricidad, radiaciones, térmicas.
- Agentes químicos.
En el tratamiento de las heridas faciales no solo se busca
el cierre simple de las heridas; es importante devolver al
individuo una funcionalidad y estética normal.
Al contrario que la creencia general, la calidad de la cicatriz no está determinada tanto por la técnica de sutura
como por la forma en que se produjo la herida, aunque la
primera asume un importante papel en la obtención de los
mejores resultados posibles.
Los factores que influirán sobre los resultados estéticos
de una cicatriz serán:
- La relación de la herida con las líneas de tensión relajada de la piel (líneas de Langer); cuanto más perpendicular sea a éstas, la cicatriz será más ancha y probablemente más hipertrófica.
- La zona de la cara. Una cicatriz antitensional sobre una
piel fina es mucho más deformante que otra similar
sobre piel gruesa.
- Relación con detalles anatómicos. Si la herida pasa de
una unidad estética a otra, será más desagradable a la
vista.
- Forma de la herida: las cicatrices en línea quebrada
son generalmente superiores a las rectilíneas antitensionales.
- Longitud. Las cicatrices largas en la cara pueden no ser
aceptables desde el punto de vista estético.
- Ángulo entre plano de la herida y superficie cutánea.
Las incisiones perpendiculares a la superficie cutánea
dan mejores resultados.
- Profundidad de la herida. Para que una herida produzca una cicatriz permanente debe seccionar o destruir la
capa papilar de la dermis.
- Tensión estática de la piel. Existen muchas variaciones
individuales de tensión cutánea. Por eso, se obtienen
mejores resultados en el anciano que en el joven y en el
delgado que en el obeso.
Tratamiento de las heridas faciales
- Idiosincrasia, tendencia en algunas personas a producirse una cicatrización hipertrófica. Es interesante conocer si el paciente tiene tendencia a desarrollar cicatrices hipertróficas o queloideas e intentar prevenirlas.
SUTURAS
La sutura es el material destinado a mantener próximos
los bordes de una herida con el fin de favorecer su cicatrización. Las técnicas de sutura son tan antiguas como la
medicina. Las primeras referencias acerca del uso de tendones para ligaduras y suturas se remontan a 3.200 años
antes de Cristo.
Cualidades de la sutura ideal
Las propiedades ideales de las suturas incluyen:
- Manejabilidad (que depende de su flexibilidad y elasticidad).
- Seguridad (no tóxica ni alergénica, histocompatible, con posibilidades mínimas de adherencias bacterianas).
- Fiabilidad y predictibilidad (que mantenga sus propiedades con el tiempo, lo cual depende de su resistencia
a la tracción, histocompatibilidad y absorción).
- Esterilizable.
CAPÍTULO 15
que causará alteraciones en los tejidos circundantes). Las
suturas no reabsorbibles se denominan así porque no son
digeridas por las enzimas de cuerpo o hidrolizadas en el
tejido. Están compuestas por uno o varios filamentos de
metal, sustancias sintéticas o fibras orgánicas.
En la tabla 15-1 se resumen los distintos tipos de suturas.
Suturas monofilamento y suturas trenzadas
Las suturas monofilamento están hechas de un único
hilo de material, continuo (Fig. 15-5). Debido a su estructura simplificada, encuentran poca resistencia al atravesar los tejidos, son más histocompatibles y atraumáticas,
arrastran menos impurezas que permitan el asiento de
gérmenes en su superficie y dejan menos cicatriz. La desventaja es que este tipo de suturas se desanudan más fácilmente (exigen más nudos), tienen un manejo más difícil y
mayor capacidad de sección de los tejidos (aunque carecen
del «efecto sierra» de las suturas trenzadas). Las suturas
multifilamento o trenzadas consisten en varios filamentos
o fibras, enrolladas o trenzadas juntas (Fig. 15-6). Esto
Tipos de sutura
Las suturas se pueden clasificar en función de su origen
(naturales o sintéticas), en función de su comportamiento
en los tejidos (reabsorbibles y no reabsorbibles) y en función de la configuración estructural del material que la
compone (monofilamento y multifilamento o trenzadas).
La selección del tipo material de sutura que se va a utilizar
debe realizarse en función de las propiedades de cicatrización de los tejidos y de las características de la herida que
se va a tratar.
Suturas reabsorbibles y no reabsorbibles
Después de su implantación en un tejido, una sutura
puede permanecer en el organismo, manteniendo inalteradas sus características indefinidamente (suturas no
reabsorbibles) o perdiendo gradualmente su resistencia
inicial para ir desapareciendo gradualmente (suturas reabsorbibles). Las suturas reabsorbibles pueden usarse para
mantener los límites de la herida en aproximación temporalmente, hasta que hayan cicatrizado lo suficiente para
resistir una tensión normal. Están constituidas tanto por
colágeno de mamíferos sanos como por polímeros sintéticos. Las suturas reabsorbible naturales son digeridas por
enzimas del propio organismo. Las suturas reabsorbibles
sintéticas son hidrolizadas; así, el agua penetra gradualmente en los filamentos de sutura, causando la rotura del
polímero (es un mecanismo menos agresivo para el organismo que la puesta en marcha de un sistema enzimático,
► Figura 15-5. Sutura monofilamento.
► Figura 15-6. Sutura trenzada.
189
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
TABLA 15-1. Tipos principales de suturas
Composición
Reabsorbibles
Colágeno
Nombre
Estructura
Origen
Fuerza tensil efectiva
(días)
Reabsorción (días)
Catgut
Trenzado
Natural
10-14
70-90
Trenzado
Sintético
30
60
10
30
crómico
Poliglicano
Vicryl®
(poliglactina 910)
Vicryl Rapide®
Monosyn®
Ácido poliglicólico
Dexon®
Trenzado
Sintético
21
60-90
Monofilamento
Sintético
60
180
Monofilamento
Sintético
40
120
Safil®
Peterglyd®
Serafit®
Poliodioxano
PDS®
MonoP lus®
Serasynth®
Poliglecaprona
No
reabsorbibles
Monocryl®
Poligluconato
Maxon®
Monofilamento
Sintético
42
180
Poliglitona
Caprosyn®
Monofilamento
Sintético
10
56
Poliéster
Poly sorb®
Biosyn®
Monofilamento
Sintético
21
56-70
90-110
Seda
Mersilk®
Seda®
Trenzado
Natural
Progresiva
(más de 60)
Más de 2 años
Monofilamento
Sintético
Progresiva
Permanente
Surgical Silk®
Silkam®
Silk®
Sofsilk®
Poliamida
Nylon®
Ethilon®
Supramid®
(más de 60)
Dafilon®
Perlon®
Nurolon®
Dermalon®
Poliéster
Ethibond®
Trenzado
Sintético
Terylene®
Progresiva
Permanente
(más de 60)
Mersilene®
Polipropileno
Prolene®
Monofilamento
Sintético
Monos of®
Progresiva
Permanente
(más de 60)
Surgilon®
Surgipro®
Politetrafluoroetileno
Gore-Tex®
Monofilamento
expandido (PTFEe)
190
produce mayor fuerza tensil, ductilidad y flexibilidad, por
lo que son más manejables y la fijación del nudo es más
fácil y duradera. Los inconvenientes son mayor riesgo de
infección (en su superficie trenzada es más fácil que se
retenga flora bacteriana), mayor cicatriz, posible «efecto
sierra» y mayor resistencia a su paso a través de los tejidos
Sintético
Progresiva
Permanente
(más de 60)
(más traumáticas, más dolor al retirar los puntos). A veces,
las suturas trenzadas están recubiertas (de teflón, silicona)
para facilitar su paso a través de los tejidos. También pueden estar impregnadas de sustancias como antibióticos (p.
ej., Vicryl Plus®), lo cual se ha asociado a una disminución
de la tasa de infección de la herida («suturas activas»).
Tratamiento de las heridas faciales
CAPÍTULO 15
Sutura con pegamentos biológicos
Existen distintas fórmulas, como el 2-octil cianoacrilato
(Dermabond®). Se emplea sobre todo en pequeñas heridas
no muy profundas. Está indicado especialmente en pacientes pediátricos. Para su correcta utilización requiere la
aproximación perfecta de los bordes de la herida, y se debe
aplicar en varias capas.
Calibre y fuerza tensil
El calibre indica el diámetro del material de sutura (hilo).
La práctica quirúrgica más aceptada consiste en utilizar la
sutura del menor diámetro que mantenga adecuadamente
el tejido reparado. Se mide en «ceros»: a mayor calibre,
menor número de ceros (un aumento en «un cero» supone
un aumento de un 40 % en el calibre del hilo).
La fuerza tensil del nudo está medida por la fuerza en
libras que puede resistir el hilo de sutura antes de que se
rompa cuando está anudada (Tabla 15-1). La regla aceptada es que la fuerza tensil de la sutura no exceda nunca la
resistencia a la rotura del tejido.
AGUJAS
Las agujas tienen como misión permitir el paso y actuar
como guía del hilo de sutura a través del tejido. Suelen ser
de acero inoxidable. Los tejidos frágiles se pueden perforar
con agujas de sección cilíndrica, que a su vez son menos
traumáticas. Los tejidos fibrosos son resistentes y hace falta usar para ellos agujas cortantes, con sección transversal
triangular o plana. Al hablar de agujas se puede diferenciar
entre tipos de punta (fundamentalmente dos: punta cónica o punta cortante de sección triangular), tipos de sección
del cuerpo de la aguja (fundamentalmente dos: cilíndricas
y triangulares), tamaños (desde 4 mm hasta 78 mm) y curvaturas (rectas y curvas; dentro de las curvas, la curvatura
se mide en octavos de círculo).
► Figura 15-7. Agujas de punta cónica.
cabeza de flecha con la punta hacia abajo. Se utilizan
en tejidos de alta resistencia como la piel.
Curvatura
Hay agujas rectas y curvas. Las agujas rectas normalmente se utilizan cuando el camino de la aguja es recto o
se pueden deformar los tejidos (Fig. 15-9). Se pueden manipular fácilmente con los dedos. Las agujas curvas pueden llevarse a través de un trayecto curvo, de forma que la
punta pueda emerger a cierta distancia del punto de entrada. En este tipo de agujas es de fundamental importancia
el valor del arco de circunferencia delimitado por la punta
y el extremo posterior de la aguja. Este valor se suele expresar no en grados, sino en partes de un círculo completo
(octavos de círculo). Las agujas con mayor arco, como las
½ de círculo se emplean en heridas profundas y estrechas
y en cavidades, y las de 5/8 en cavidad nasal y oral, donde
no son posibles grandes movimientos del portaagujas. Las
de 3/8 son las más comúnmente utilizadas en piel.
Punta
Es la parte encargada de perforar al tejido abriendo paso
al hilo. Debe tener en cuenta las características del tejido
que se va a suturar. Los tipos básicos son (1-8):
• Punta cónica: utilizada en tejidos blandos fáciles de
penetrar. Produce poco traumatismo (Fig. 15-7).
• Punta roma: se utiliza en tejidos parenquimatosos,
principalmente para no cortar el tejido.
• Punta triangular de corte transverso: la sección cortante de la punta se continúa con la sección del cuerpo de la aguja (Fig. 15-8). Tiene tres aristas cortantes,
la tercera en la parte convexa o cóncava del cuerpo
de la aguja (parte convexa en la de corte reverso, las
más utilizadas, aunque también las hay con la arista
cortante en la concavidad). Según la marca comercial llevan las iniciales FS (for skin) de Ethicon, TB
de Braun-Dexon o CE (cutting edge) y un símbolo de
► Figura 15-8. Agujas de punta triangular.
191
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 15-9. Aguja recta. Comparativa con aguja curva.
TRATAMIENTO DE LAS HERIDAS FACIALES
El tratamiento de las heridas faciales se centra en la sutura bajo anestesia local o general según las circunstancias
de cada paciente.
La anestesia local en las heridas faciales debe ser preferentemente de tipo troncular, aunque la anestesia infiltrativa también tiene sus indicaciones.
En zonas acras como la nariz o los pabellones auriculares
se debe utilizar anestesia sin vasoconstrictor (Fig. 15-10).
Dependiendo del momento en el que se realice la sutura, esta se clasifica en primaria o diferida.
La sutura primaria es la que se realiza de manera inmediata tras la valoración inicial del paciente.
La sutura diferida o retardada es aquella que se realiza transcurridas más de 24 horas desde el momento del traumatismo.
Siempre que sea posible, se deben suturar las heridas de
manera primaria para disminuir el riesgo de infección al eliminar espacios muertos, tejidos desvitalizados y cuerpos extraños; impedir que la cicatrización afecte a la función y la
estética, y prevenir la aparición de cicatrices dolorosas u otras
sensaciones residuales.
Tras la anestesia de la zona, se debe proceder a la hemostasia
de la herida y después a un lavado minucioso incluyendo un
cepillado quirúrgico de la herida y retirada de posibles cuerpos extraños.
En la cara no se suelen dejar drenajes, pero están indicados en procesos supurativos o en los que la hemorragia o
exudación de líquido puedan comprometer la curación de
la herida.
Los apósitos de colocan para evitar la contaminación de las
heridas o con soluciones antibióticas o antisépticas para controlar posibles infecciones en heridas sucias, salvo en zonas
periorificiales, que no deben ocluirse.
Respecto a los distintos tipos de heridas, según la profundidad de las heridas, el plan de actuación será distinto.
En heridas superficiales de tipo escoriación y abrasión casi
siempre se controlarán sin apenas complicaciones cuando se
dejan al aire.
Cuando no se pueden suturar las lesiones acanaladas producidas por arañazos y que afectan parcialmente el espesor de
la dermis, se tratará de aproximar los bordes mediante suturas cutáneas adhesivas (tipo Steri-Strip®) buscando reducir la
cicatriz visible.
Las heridas profundas requieren una adecuada sutura mediante el cierre por planos de la herida para evitar los espacios
muertos, las desalineaciones en sentido vertical y la inversión
de los bordes de la herida (Fig. 15-11).
La sutura de los planos subdérmicos requiere la sutura
mediante puntos sueltos con algún material reabsorbible. La
parte superficial se suturará de manera que afronte los bordes
pero sin un exceso de tensión para evitar que la cicatriz quede
muy marcada.
En general, la sutura se comenzará por un extremo de la
herida para terminar por el otro, pero en la cara, cuando la
herida atraviesa ciertos puntos de alineación (línea de implantación del cabello o ceja, unión mucocutánea de los labios, bordes libres de los párpados, nariz, orejas y arrugas de la
piel), se empezará por unir cuidadosamente esos puntos guía
para seguir desde ahí el resto de la sutura.
CONSIDERACIONES ESPECIALES SOBRE HERIDAS A
NIVEL FACIAL
Se centran fundamentalmente en las distintas regiones
anatómico-funcionales de la cara.
192
► Figura 15-10. Herida en punta nasal.
Cuero cabelludo. No es necesario rasurar la región afectada. El pelo no supone peligro de infección. Debido a su
estructura, en caso de hemorragia es mejor suturar en un
solo plano, para mejorar la hemostasia. Una vez suturada
la herida, conviene dejarla al aire libre.
Tratamiento de las heridas faciales
► Figura 15-11. Herida profunda facial.
Pabellón auricular. Las heridas auriculares suelen evolucionar favorablemente, dada la buena vascularización de
la zona (Fig. 15-12). Debe practicarse un buen aseo y una
adecuada sutura. Es importante evitar la exposición de cartílago por el riesgo posterior de condritis. No se debe pasar
la agujar por el pericondrio de ambos lados para evitar la
isquemia. Hay que suturar primero la piel posterior del
pabellón y luego la piel de la región anterior. Es una zona
propensa al desarrollo de infecciones, por lo que se debe
instaurar un tratamiento antibiótico profiláctico; en caso
de hematomas, será necesaria la colocación de un drenaje
para evitar su sobreinfección y facilitar su drenaje.
CAPÍTULO 15
► Figura 15-13. Herida palpebral compleja.
► Figura 15-14. Secuela de ptosis palpebral tras traumatismo de
tercio medio facial.
Párpados. Es una zona con una rica vascularización y flexibilidad, que permite resecciones de hasta ¾ de su extensión
haciendo un cierre primario. Es una zona con una rápida cicatrización, la sutura debe retirarse a los 3-5 días. En heridas
cercanas al canto interno, es importante la exploración de
las vías lacrimales. Es importante valorar la movilidad ocular
para prevenir ptosis posteriores descartando la presencia de
lesiones del III par craneal (Figs. 15-13 y 15-14).
Pirámide nasal. Es importante conocer y respetar las
subunidades estéticas de la nariz para lograr que las cicatrices tengan un volumen y color adecuado a cada subunidad
(Fig. 15-15).
Las heridas que comprometen el dorso y/o las paredes
laterales de la nariz requieren un estudio radiográfico para
► Figura 15-12. Herida auricular.
► Figura 15-15. Gran herida nasal.
193
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
descartar fracturas nasales asociadas. En la parte inferior
de la nariz, punta y alas nasales, debe evitarse la exposición
de los cartílagos, por lo que puede ser necesario el uso de
colgajos o injertos compuestos.
Frente. El defecto estético que dejará la lesión dependerá de su naturaleza. Las heridas verticales son las que peor
resultado estético tienen en esta zona (Fig. 15-16).
No se debe rasurar nunca la ceja, ya que es un punto de
referencia anatómica.
Cavidad oral. Las lesiones mucosas tienen tendencia a
cicatrizar espontáneamente, aunque es preferible desbridar y suturar este tipo de heridas.
► Figura 15-16. Herida frontal suturada.
► Figura 15-17. Secuelas de herida labial.
Labios. Las heridas labiales son heridas fáciles de suturar si se siguen ciertas normas (Fig. 15-17). Las líneas de
tensión cutánea son perpendiculares a la dirección de los
músculos, por lo que las heridas verticales cicatrizan de
manera muy aceptable. Es importante el correcto alineamiento del bermellón. De esta forma se evitan escalones
o resaltes en la cicatriz resultante. Para lograrlo se debe
suturar como primer punto la línea de unión entre la piel
y el bermellón. Heridas con pérdida de sustancia requerirán de avances de mucosa vestibular con o sin disección, y
en casos más graves puede ser necesario el uso de colgajos
linguales o nasolabiales complejos (Fig. 15-18).
Si las condiciones del paciente son precarias y demandan
rapidez, lo importante es suturar la unión mucocutánea y
posteriormente hacer la sutura de la mucosa y cutánea. En
ocasiones, hay que emplear incluso colgajos locales para la
reconstrucción del labio (Figs. 15-19 a 15-22).
En la tabla 15-2 se resumen los diferentes tipos de sutura para aplicar en cada zona de la anatomía facial.
194
► Figura 15-18. Herida labial con importante pérdida de tejido.
► Figura 15-19. Herida de labio superior con desinserción del ala
nasal derecha.
Tratamiento de las heridas faciales
► Figura 15-20. Herida en labio inferior con pérdida de sustancia
tras mordedura de perro.
CAPÍTULO 15
► Figura 15-22. Reconstrucción labial mediante colgajo de Karapandzic. Postoperatorio a los 6 meses.
TABLA 15-2. Resumen de tipos de sutura y zonas
anatómicas faciales
Región o
estructura
Sutura
superficial
Sutura
profunda
Cuero cabelludo
Grapas
Seda 2-0/4-0
Reabsorbible
2-0 a 4-0
Pabellón auricular
Monofilamento 5-0/6-0
Párpado
Monofilamento 6-0/8-0
Pirámide nasal
Monofilamento 5-0
Absorbible
4-0/5-0
Labio
Monofilamento 4-0 a 5-0
Absorbible
4-0/5-0
► Figura 15-21. Reconstrucción labial mediante colgajo de Karapandzic. Postoperatorio inmediato.
Mucosa oral
Otras áreas
faciales
C
Seda 2-0 a 4-0
Absorbible
Vycril Rapid® 3-0 a 5-0
3-0/4-0
Monofilamento 4-0/6-0
Absorbible
4-0/5-0
RESUMEN
•
Las heridas se definen como una pérdida de continuidad de la piel o mucosa producida por algún agente físico o químico. La gran vascularización de las estructuras faciales permite demorar su tratamiento si el
manejo del paciente traumatizado así lo requiere.
•
Es fundamental la limpieza exhaustiva de las heridas,
una correcta exploración de posibles lesiones óseas,
nerviosas o de estructuras vitales que deben ser reparadas. La elección de una correcta sutura, una adecuada
técnica quirúrgica y el mantenimiento de las características anatómicas de cada región facial son requisitos imprescindibles para obtener un buen resultado estético y
el restablecimiento de la función facial.
195
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
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CAPÍTULO
16
Patología urgente de las glándulas salivales
Dr. Ignacio Navarro Cuellar
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
Las glándulas salivales son derivados ectodérmicos formados por tres tipos celulares distintos: mucoso, seroso
y mioepitelial. Se dividen en glándulas mayores (parótida, submaxilar y sublingual) y menores (entre 500 y
1.000 glándulas distribuidas por la submucosa del tracto
aerodigestivo superior, de las cuales el 80 % se localiza en
la cavidad oral).
La glándula parótida se localiza en la región parotídea
(preauricular) y es de secreción serosa; drena a la cavidad
oral a través del conducto de Stenon. Está cubierta por
el sistema musculoaponeurótico superficial, que es continuación de la fascia cervical superficial, y está dividida en
dos lóbulos no anatómicos separados por el nervio facial.
La glándula submaxilar, localizada en la celda submaxilar, está en relación con el músculo milohioideo, el
músculo digástrico, los vasos faciales, el nervio lingual y la
glándula sublingual. Su secreción es seromucosa y drena al
suelo de la boca a través del conducto de Wharton.
La glándula sublingual, situada sobre la musculatura del
suelo de la boca y tapizada por la mucosa oral, drena un
contenido casi exclusivamente mucoso al mismo suelo de
la cavidad oral bien a través de múltiples orificios (conducto de Rivinus) o al conducto de Wharton a través del
conducto de Bartholin.
Las glándulas salivales menores se sitúan en toda la cavidad oral a excepción de la mucosa gingival insertada y la
mitad anterior del paladar óseo. Presentan secreción mucosa a excepción de las glándulas serosas de Ebner, situadas
en las papilas circunvaladas de la lengua.
La saliva está formada en un 99 % por agua; el otro 1 %
son electrólitos y compuestos orgánicos como proteínas
(amilasa, albúmina, lisozima, inmunoglobulina A). Sus
funciones son iniciar la digestión, lubricar el bolo alimenticio y proteger la cavidad oral y los dientes mediante su
actividad antimicrobiana.
La producción salival, controlada por el sistema nervioso
autónomo, varía a lo largo de un ciclo de 24 horas; puede ser
casi imperceptible durante la noche o llegar a 4 mL/minuto
en períodos de máxima estimulación. Alrededor del 70 %
de la saliva diaria es producida por la glándula submaxilar,
el 20 % por la parótida y el resto por la glándula sublingual y las glándulas menores.
El tejido glandular salival puede verse afectado por múltiples procesos patológicos. Por su tamaño, la glándula parótida y la glándula submaxilar son las más comúnmente
implicadas.
Una función anómala de las glándulas salivales afecta la
secreción salival y puede ocasionar disminución o aumento de esta o una alteración en su composición y salida a la
cavidad oral.
La etiología de este mal funcionamiento salival es diversa:
- Yatrogénica: farmacológica (antidepresivos, antihipertensivos, antihistamínicos y diuréticos), radioterápica,
quimioterápica y quirúrgica.
- Inflamatoria: sialoadenitis aguda o crónica.
- Autoinmunitaria: síndrome de Sjögren.
- Enfermedades endocrinológicas: diabetes, hipertiroidismo e hipotiroidismo.
- Trastornos neurológicos: depresión, estados de ansiedad, enfermedad de Parkinson.
- Alteraciones genéticas/trastornos congénitos: fibrosis
quística.
- Malnutrición: anorexia, bulimia, abuso de alcohol.
- Infecciosa: virus de la inmunodeficiencia humana, mononucleosis infecciosa, tuberculosis, virus de EpsteinBarr.
- Tumoral: benigna o maligna.
- Otras: hipertensión, síndrome de boca urente, síndrome de fatiga crónica.
Pese a la infinidad de cuadros clínicos en los que se ven
involucradas las glándulas salivales, el facultativo de los
servicios de urgencias suele valorar sialoadenitis agudas o
crónicas, víricas o bacterianas y sialolitiasis.
MUCOCELE
Es la patología glandular más frecuente de la edad pediátrica. Representa un cuadro clínico muy característico por
el que consultan bastantes pacientes, tanto adultos como
197
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
infantiles. Puede ser de dos tipos: quiste de extravasación
o quiste de retención. La extravasación salival se debe a
la rotura traumática del conducto de una glándula salival
menor y la retención a la ausencia de secreción por una
obstrucción del conducto. Desde el punto de vista clínico,
se suele apreciar una tumoración de pequeño tamaño en el
punto donde el paciente refiere el traumatismo o donde se
produce la retención salival, normalmente la mucosa yugal o el labio inferior. No es raro que por otro traumatismo
(mordisco) o por un aumento de la presión salival se abra
la lesión y disminuya de tamaño por la pérdida salival. El
tratamiento definitivo es la exéresis de la glándula implicada en el proceso (Fig. 16-1).
RÁNULA
Es un mucocele de la glándula sublingual localizada en
el suelo de la boca. Debe su nombre por la semejanza al saco
vocal que poseen las ranas. En general, se caracterizan por
ser lesiones de tonalidad azul-violáceas. No suelen cruzar la
línea media y es raro que se extienda a través del músculo
milohioideo (plunging ranula). Si se sospechase esta última, habría que solicitar una prueba de imagen del tipo
resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada
(TC) (Fig. 16-2). Su tratamiento definitivo es quirúrgico:
se realiza una extirpación de la glándula responsable o una
marsupialización consistente en la exéresis de la parte más
superior de la ránula y la sutura del resto de sus bordes al
suelo de la boca para permitir el drenaje salival (esta última técnica presenta mayor tasa de recidivas).
SIALOLITIASIS
► Figura 16-2. TC en el que se aprecia ránula en suelo de boca con
extensión a celda submaxilar.
sus conductos de drenaje, asociado a una estasis salival. La
mayor parte de estos cálculos están formados por fosfato
cálcico con pequeñas cantidades de magnesio, carbonato
y amoníaco junto a células epiteliales exfoliadas, tapones
de moco y colonias bacterianas. Radiográficamente suelen ser radiopacos (el 90 % de los cálculos submaxilares)
(Fig. 16-3). Sin embargo, existen otros cálculos donde no
Alrededor del 80-90 % de los cálculos salivales se localizan en la glándula submaxilar, un 10-19 % en la parótida
y el otro 1 % en la glándula sublingual y en las glándulas
salivales menores.
La formación de los cálculos es el resultado de la precipitación de sales, tanto en el parénquima glandular como en
► Figura 16-1. Mucocele de labio inferior
198
► Figura 16-3. Radiografía oclusal en la que se aprecian varios
cálculos radiopacos en el trayecto del conducto de Wharton.
Patología urgente de las glándulas salivales
precipita el calcio y son, por tanto, radiolúcidos (90 % de
los cálculos parotídeos). En determinadas enfermedades
sistémicas, como la gota, los cálculos están formados por
ácido úrico y son, también, radiolúcidos.
La glándula submaxilar es la más comúnmente afectada debido a que su saliva es más alcalina, con una mayor
concentración de calcio y fosfato. Además, el conducto de
drenaje (descrito por Wharton en el siglo xvii) tiene un
trayecto largo y tortuoso en contra de la gravedad hasta el
suelo de la boca, y su orificio de salida es muy estrecho, lo
que hace que la saliva tenga más dificultades de ser secretada. Por otro lado, hay autores que defienden la teoría de
que infecciones retrógradas desde la cavidad oral favorecen
la formación de cálculos salivales.
El paciente clásico suele ser una mujer adulta (es muy
raro que ocurra en niños y adolescentes) que presenta episodios recurrentes de inflamación, tumefacción y dolor de
rápida instauración que, generalmente, coincide con las
comidas. Estos episodios serán de distinta magnitud en
función del grado de obstrucción del conducto de drenaje.
La estasis salival obstructiva puede ocasionar infecciones
retrógradas con cambios inflamatorios, aumento de la
temperatura y secreción purulenta a través del conducto
convirtiéndose en una sialoadenitis litiásica obstructiva
supurativa.
El diagnóstico radiológico se realiza mediante una ortopantomografía y una radiografía oclusal. La ecografía y la
TC pueden localizar el cálculo o las posibles colecciones
asociadas con mayor precisión. La sialografía (contraste yodado) convencional (sensibilidad de 90 % y especificidad
98 %) o la sialografía con resonancia magnética secuenciada
en T2 (sensibilidad, 80 %, y especificidad, 98 %) pueden
detectar una obstrucción ductal, pero hoy en día se tiende
a no utilizarlas. La sialoendoscopia es útil para diagnosticar
cálculos radiolúcidos (hay series con un 16 % de cálculos
radiolúcidos submandibulares diagnosticados con esta técnica).
El tratamiento médico consiste en la ingesta abundante de líquidos, masajes locales que favorezcan el drenaje
glandular, dieta blanda, analgésicos, espasmolíticos y tratamiento antibiótico que cubra microrganismos grampositivos y anaerobios (normalmente amoxicilina-clavulánico
o clindamicina) para tratar los cuadros infecciosos.
Cuando el cálculo salival se palpa en el suelo de la boca,
una apertura del conducto de Wharton (plastia ductal),
bajo anestesia local, puede ser suficiente para extirpar el
cálculo. Si, por el contrario, el cálculo no fuese accesible,
la sialoendoscopia intervencionista puede ser un arma para
extirparlo sin olvidar que la submaxilectomía convencional acabará siendo el tratamiento definitivo de muchos de
nuestros pacientes (Figs. 16-4 a 16-6). La litotricia y la
utilización del láser CO2 para el tratamiento de la litiasis
submaxilar no ofrecen todavía resultados suficientemente
buenos como para recomendarlos en nuestro plan terapéutico.
En el caso de la glándula parótida, debido a que la gran
mayoría de los cálculos son radiolúcidos, la radiografía
convencional no suele aportar información acerca de la
CAPÍTULO 16
► Figura 16-4. OPG en la que se aprecia gran cálculo coraliforme en
glándula submandibular derecha.
obstrucción salival. Por eso, la ecografía como primera
elección y la sialografía con contraste yodado o la gammagrafía con tecnecio 99 pueden ayudar a diagnosticar una
sialolitiasis parotídea. Si el paciente presentase una parotiditis litiásica con formación de colecciones purulentas,
sería necesaria una TC para valorar su drenaje quirúrgico.
Si el cálculo parotídeo estuviese cerca del orificio de salida del conducto de Stenon, podría extirparse bajo anestesia local. Si estuviese más cercano a la glándula, la extirpación sialoendoscópica o la parotidectomía conservadora
serían las otras opciones terapéuticas.
► Figura 16-5. Pieza quirúrgica de submaxilectomía.
199
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 16-6. Detalle del cálculo en paciente de la OPG de la Figura
16.3.
SIALOADENITIS SUBMANDIBULAR
La sialoadenitis submandibular o inflamación de la
glándula submaxilar es la causa más frecuente de consulta,
junto a la parotiditis vírica, en los servicios de urgencias
(Fig. 16-7).
La sialoadenitis submaxilar suele deberse a pequeños
tapones mucosos y cálculos que obstruyen parcialmente
el conducto de drenaje glandular. Cuando la etiología es
litiásica, se ha de profundizar en el diagnóstico y tratamiento como se ha descrito en el apartado anterior.
La sialoadenitis bacteriana inespecífica aguda suele estar
provocada por los microorganismos intraorales vía retrógrada desde la cavidad oral. La afección submandibular
bacteriana vía hematógena es excepcional. Los agentes
200
► Figura 16-7. Sialoadenitis submandibular izquierda.
infecciosos habituales suelen ser Staphylococcus aureus y
Streptococcus (Streptococcus oralis, Streptococcus viridans,
Streptococcus pyogenes, Streptococcus salivalius, Streptococcus
mutans, Streptococcus pneumoniae, etc.). No hay que olvidarse de los anaerobios (Corynebacterium, Actinomyces,
Peptostreptococcus, Eikenella, Fusobacterium, etc.) y de los
gramoportunistas (Klebsiella, Escherichia coli, Proteus,
Haemophilus influenzae).
Otras causas de sialoadenitis son los fármacos del tipo
parasimpaticolíticos, antidepresivos tricíclicos, diuréticos,
antihipertensivos, etcétera.
El paciente acude con una inflamación y tumefacción
de la región submandibular, que en muchas ocasiones ha
comenzado durante una comida (si el origen del cuadro
es litiásico, la inflamación aguda puede manifestarse en
repetidos episodios). Otras veces refieren una induración
dolorosa a la palpación extraoral y bimanual (extraoral/intraoral) en la celda submaxilar de días de evolución y etiología desconocida. El trismus puede impedir una buena
exploración de la cavidad oral, la cual es importante para
comprobar el estado del suelo de la boca y la existencia de
drenaje purulento a través del conducto de Wharton.
Cuando el paciente acude con trismus moderado/grave,
disfagia o disnea es imperativo pedir una TC cervical para
valorar la existencia de posibles colecciones que requieran
drenaje quirúrgico (es obligatorio enviar una muestra a
microbiología) y posterior tratamiento antibiótico intravenoso. En estos casos, la leucocitosis con neutrofilia suele
ser un hallazgo casi constante en la analítica.
El tratamiento de la sialoadenitis submandibular aguda
consiste en la ingesta abundante de líquidos, masajes locales, dieta blanda, estricta higiene oral, analgésicos y antibioterapia. Por lo general, la amoxicilina-clavulánico y, en pacientes alérgicos, la clindamicina o el levofloxacino son los
antibióticos que se deben utilizar. En los casos de evolución
tórpida con el tratamiento antibiótico, las pruebas radiológicas nos informarán acerca de posibles cálculos (ortopantomografía, radiografía oclusal, TC) o colecciones (TC) que
haya que tratar para resolver el cuadro clínico.
La sialoadenitis submandibular crónica es la patología
más frecuente que afecta a la glándula submaxilar y normalmente se debe a una obstrucción litiásica (50-83 %
de los casos) (Figs. 16-8 y 16-9). Otras etiologías menos
frecuentes son trastornos que afecten a la secreción salival o enfermedades autoinmunitarias como el síndrome
de Sjögren o la sialoadenitis mioepitelial. Los numerosos
episodios de inflamación aguda de la glándula hace que
esta se fibrose y parezca un tumor (tumor de Kuttner),
haciendo en ocasiones difícil su diagnóstico diferencial.
Existen pocos casos en la literatura en que coexistan sialoadenitis de las glándulas submaxilares y parótida.
Los estadios histológicos de la sialoadenitis crónica son
cuatro y se suceden de una forma progresiva:
-
I: infiltración linfocitaria.
II: formación de folículos linfoides.
III: fibrosis.
IV: cirrosis glandular.
Patología urgente de las glándulas salivales
► Figura 16-8. OPG en la que se aprecia cálculo en glándula submaxilar derecha.
El paciente acude a urgencias por un episodio de exacerbación (normalmente posterior a las comidas) que puede
haberse transformado en una submaxilitis crónica purulenta. Si esto fuese así, habría que seguir los mismos pasos
diagnósticos y terapéuticos que en los procesos agudos. El
tratamiento inicial es conservador con ingesta abundante
de líquidos, masajes locales, dieta blanda, buena higiene
oral, analgésicos y antibióticos dejando la opción quirúrgica a aquellos que no evolucionen bien y desarrollen colecciones.
La sialoendoscopia y, finalmente, la submaxilectomía
suelen acabar siendo el tratamiento definitivo de los pacientes con sialoadenitis submandibular crónica.
SIALOADENITIS PAROTÍDEA AGUDA
La parotiditis aguda es un cuadro clínico que se ve con
frecuencia en los servicios de urgencia. Sin embargo, la
► Figura 16-9. Imagen TAC en la que se aprecia cálculo submaxilar
derecho.
CAPÍTULO 16
incidencia de la parotiditis aguda supurativa es menor, del
0,01-0,02 % de los pacientes atendidos en los hospitales y
del 0,02-0,04 % en los pacientes postoperados.
En la parotiditis aguda no complicada o no supurativa,
el paciente acude normalmente alarmado por una inflamación aguda de la región parotídea. No es infrecuente
que dicha inflamación se haya producido en el transcurso de una comida. Su diagnóstico es puramente clínico,
aunque puede apoyarse de técnicas de imagen (TC con
contraste intravenoso) si se sospechase una colección glandular (Fig. 16-10).
Si la parotiditis ha debutado después de la ingesta
alimenticia, se ha de comprobar la permeabilidad del
conducto de Stenon para favorecer la salida de pequeños
tapones serosos que puedan estar dificultando la secreción
salival con normalidad. Estos episodios son más frecuentes
en la época estival donde, aunque se mantenga la ingesta
de líquidos, la deshidratación es mayor. Si, por el contrario, el cuadro clínico es de días de evolución, también
hay que comprobar la permeabilidad del conducto para
descartar la presencia de material purulento intraglandular
o intraductal.
Una dieta blanda, los masajes glandulares en la dirección del conducto, una ingesta abundante de líquidos y
una adecuada analgesia son suficientes para tratar estos
cuadros clínicos. Se recomienda revisar a los pacientes con
parotiditis aguda para confirmar su buena evolución.
Se cree que la sialoadenitis supurativa es el resultado de
una acción bacteriostática disminuida de la saliva parotídea. El microorganismo más frecuentemente involucrado
en esta afección es S. aureus (la fibronectina es una proteína salival que incrementa la adhesión de S. aureus al epitelio ductal glandular), que asociarse a otros gérmenes como
E. coli, H. influenzae o anaerobios del tipo Peptostreptococcus o Bacteroides. Hay casos descritos en la literatura en los
que S. aureus resistente a la meticilina es el responsable de
► Figura 16-10. Parotiditis aguda no complicada.
201
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
la infección (se describe en pacientes ancianos portadores
de dicho estreptococo en el frotis nasal).
La parotiditis aguda supurativa (PAS) por S. aureus era
una complicación nosocomial frecuente con una elevada
morbimortalidad de los pacientes postoperados de cirugía
abdominal en los años 1950-1960 (algunos autores afirman que las parotiditis agudas supurativas en pacientes
postoperados podían ser bilaterales hasta en un 20 % de
los casos). La introducción posterior de la antibioterapia
perioperatoria y de la fluidoterapia ha modificado el patrón de presentación, y actualmente es una infección adquirida mayoritariamente en la comunidad. La población
de edad avanzada, en muchas ocasiones institucionalizada,
es el grupo de edad más frecuentemente afectado.
Los factores predisponentes de la parotiditis aguda supurativa son la litiasis, el trayecto ductal tortuoso, la deshidratación y desnutrición, el alcoholismo, una pobre
higiene oral, las enfermedades concomitantes (diabetes
o trastornos autoinmunitarios como el síndrome de Sjögren), un foco séptico orofaríngeo, la inmunodepresión
y aquellos fármacos que disminuyen la secreción salival.
a
El paciente presenta una inflamación, induración y eritema en la región parotídea asociada en muchas ocasiones
a fiebre. La palpación de la parótida es dolorosa y el drenaje de material purulento por el conducto de Stenon son
hallazgos habituales en la PAS. La disfunción del nervio
facial asociado a la PAS es muy rara; apenas hay 10 casos
descritos en la literatura. Rara vez fistulizan a piel (Fig.
16-11. A y B).
El tratamiento consistirá en una ingesta abundante de
líquidos, masajes locales que favorezcan la salida del material purulento a través del conducto, analgesia y antibioterapia intravenosa (amoxicilina-clavulánico durante
10-14 días). La tutorización del conducto de Stenon con
una sonda puede ayudar a desobstruirlo y drenar el material purulento.
En 24-48 horas, el paciente debería haber experimentado una evidente mejoría clínica. Si no fuese así, se debería
pedir una TC con contraste intravenoso para determinar
la existencia de colecciones. La TC de entrada, sin esperar a la evolución del paciente, se puede pedir en aquellos
casos con fiebre, afectación del estado general, si ya ha
estado con tratamiento antibiótico, etc. La sialografía está
contraindicada porque el contraste puede perforar el conducto debido a un aumento de la presión intraductal.
La afectación del nervio facial, de los planos fasciales
adyacentes, del espacio faríngeo lateral o la no respuesta al
tratamiento antibiótico deben hacer valorar al especialista
el drenaje quirúrgico bajo anestesia general. Es obligatorio
tomar una muestra del contenido purulento para su cultivo y poder determinar así un correcto antibiograma.
Un tratamiento inadecuado de una PAS puede ocasionar complicaciones del tipo erisipela, osteomielitis, compromiso de la vía aérea, fascitis necrosantes cervicales, mediastinitis, sepsis y el fallecimiento del paciente.
El uso generalizado de la punción aspirativa con aguja
fina (PAAF) para orientar el diagnóstico de las masas parotídeas (sensibilidad del 80 % y especificidad del 90 %)
puede en ocasiones provocar una PAS (otras posibles complicaciones de la PAAF son la hemorragia, celulitis en el
punto de la punción y el daño del nervio facial). Los casos
descritos en la literatura de parotiditis aguda secundaria a
una PAAF se dieron en pacientes con sospecha de tumor
de Warthin (cistoadenoma linfomatoso). Esto es debido a
la pobre vascularización de este tipo tumor que, al realizar
la punción, se ve comprometida pudiendo ocasionar una
pequeña área de necrosis coagulativa que posteriormente
se infecta.
SIALOADENITIS PAROTÍDEA CRÓNICA
b
202
► Figura 16-11. a) Fístula parotídea cutánea. b) Imagen de cálculo
intraparotideo en la ecografía.
La parotiditis crónica es una patología caracterizada por
episodios repetidos de inflamación glandular entre los
cuales el paciente suele estar asintomático. Afecta predominantemente a personas de mediana edad que, normalmente, tras una comida, presentan un episodio de inflamación e induración de la región parotídea.
La causa subyacente es un inadecuado drenaje glandular
secundario a una disminución de la producción salival o a
Patología urgente de las glándulas salivales
una obstrucción del circuito salival, esta última es la más
frecuente.
Con cada episodio inflamatorio, la glándula va degenerando progresivamente y las recurrencias son clínicamente
de mayor intensidad. Por eso, una exacerbación de la parotiditis crónica puede simular una verdadera parotiditis aguda. Sin embargo, el mecanismo patogénico de una parotiditis crónica difiere del de la agudización de una parotiditis
aguda. Como regla general, la parotiditis aguda se desarrolla
sobre tejido glandular normal, y la deshidratación y la disminución del drenaje glandular (otras causas ya vistas son
los cálculos, fármacos, etc.) son la base del cuadro clínico.
Por el contrario, la parotiditis crónica implica un parénquima glandular más fibrosado y una pared ductal más estrechada por los repetidos episodios inflamatorios; los tapones
seromucosos son los responsables de la patología.
La parotiditis crónica es un cuadro clínico doloroso
pero transitorio en el tiempo, con una latencia de hasta
semanas. En un episodio de reagudización de parotiditis
crónica la inflamación e induración es de menor intensidad y se acompaña de menor eritema que en aquellos
casos de parotiditis aguda. La fiebre y el malestar pueden
presentarse, y es frecuente la salida de material purulento
por el conducto de Stenon.
El enfoque terapéutico de un episodio de parotiditis
crónica difiere del de una parotiditis aguda. En una parotiditis aguda, el tratamiento conservador con una adecuada rehidratación del paciente, masajes glandulares, antibióticos, analgesia y una buena higiene oral son la base del
tratamiento. Rara vez el paciente necesita una parotidectomía como solución definitiva. En los primeros episodios
de una parotiditis crónica el tratamiento de soporte suele
ser suficiente. Sin embargo, cuando son múltiples (cada
vez son más frecuentes e intensos) y el drenaje glandular
está afectado, la parotidectomía conservadora del nervio
facial puede ser necesaria.
En casos de parotiditis crónica obstructiva, el tratamiento clásico dependía de la localización de la obstrucción
de tal manera que si esta fuese anterior a la curvatura del
conducto de Stenon en las proximidades del músculo masetero, el tratamiento podía ser intraoral, mientras que si
era más posterior, a veces requería una parotidectomía.
Con el advenimiento de la sialoendoscopia, la causa
obstructiva como los cálculos, pólipos y tapones seromucosos pueden ser extraídos, y las estenosis del conducto,
dilatadas. Hay estudios que propugnan que la sialoendoscopia terapéutica debe ser de primera elección en aquellos
casos en los que exista un sialolito. También afirman que
si con las distintas pruebas de imagen (ultrasonidos, TC,
sialografía, la propia sialoendoscopia) se observa un conducto tortuoso, la sialoendoscopia permitirá dilatarlo con
balón o con presión hidrostática.
Al igual que en los casos agudos, si se sospecha una colección glandular y el paciente presenta fiebre y malestar
general (supuración por el conducto de Stenon), se debe
pedir una TC para sopesar el drenaje bajo anestesia general. La antibioterapia intravenosa es obligada asociada a
una hidratación importante. Medidas como los masajes
CAPÍTULO 16
locales y una dieta blanda completan el tratamiento. En
los casos menos graves, la antibioterapia por vía oral puede
resolver el cuadro.
SIALOADENITIS PAROTÍDEA VÍRICA
La afección vírica que más frecuentemente afecta a la
glándula parótida son las vulgarmente conocidas como
paperas (parotiditis por paramixovirus o mixovirus). Es
una de las enfermedades prevenibles con vacunación a los
12-15 meses, en función del país, junto con la rubéola y
el sarampión.
Su pico de incidencia ocurre entre los 4 y 6 años, tiene
un período de incubación de entre 2 y 3 semanas y suele
durar otras 2 semanas más. La vía de contagio es directa
a través de las gotitas de Flügge, aunque también se ha
descrito transmisión por orina.
Clínicamente, el paciente presenta un pródromo consistente en febrícula, malestar general, cefalea y dolor mandibular al tacto. Poco después se produce la inflamación
parotídea, que suele ser bilateral (aunque no se inflaman
al mismo tiempo) y dolorosa a la palpación. No se puede
descartar la inflamación de las otras glándulas mayores incrementándose el dolor y el edema facial.
La orquitis urliana se presenta hasta en un 25-40 % de
los pacientes varones pospuberales. Complicaciones mayores del tipo meningitis (cefalea, somnolencia, fiebre, rigidez de cuello), sordera súbita, ooforitis, pancreatitis (dolor abdominal con intolerancia oral), priapismo, tiroiditis,
hepatitis, miocarditis, fibroelastosis miocárdica, neuritis,
trombocitopenia y artralgia migratoria son raras pero hay
que tenerlas en cuenta para hacer un diagnóstico precoz.
Otras complicaciones importante del tipo encefalitis, síndrome de Guillain-Barré, ataxia cerebral y mielitis transversa son tardías y también están descritas en la literatura.
El diagnóstico es predominantemente clínico aunque
puede confirmarse mediante la detección de anticuerpos
contra los antígenos V y S del virus.
Su tratamiento es sintomático salvo complicaciones, y
una vez pasada la enfermedad, se adquiere inmunidad permanente.
Otros virus como el Coxsackie A, el virus de la gripe A y
el citomegalovirus pueden presentar un cuadro infeccioso
parecido al del virus de la parotiditis y confundirse con las
paperas. Normalmente se presentan en la infancia a modo
de parotiditis recurrente juvenil.
SIALOADENITIS PAROTÍDEA RECURRENTE JUVENIL
La parotiditis recurrente juvenil (PRJ) o parotiditis aguda recurrente es la segunda afección parotídea más frecuente en niños tras las paperas, y resulta difícil diferenciar los
dos cuadros clínicos en niños de corta edad. Puede ocurrir
en pacientes de edades comprendidas entre los 3 meses y los
16 años (afecta más a varones), con un pico de incidencia en
los primeros años de escuela y un segundo pico alrededor de
los 11 años. La PRJ suele ser autolimitada con la pubertad
en posible relación con la atrofia glandular.
203
SECCIÓN III
204
SITUACIONES ESPECIALES
Una gran variedad de factores etiológicos han sido propuestos como causantes de la enfermedad. Entre ellos se
encuentran: malformaciones ductales congénitas, factores
hereditarios, infecciones virales o bacterianas retrógradas,
alergias, enfermedades autoinmunitarias, etc. Hoy día
existe consenso acerca de la naturaleza multifactorial de
la PRJ.
Histológicamente, la parótida presenta un infiltrado
linfocitario (tiende a formar folículos linfoides) y una dilatación ductal. Estas dilataciones ductales se denominan
sialectasias y suelen ser bilaterales. Además, la composición salival es distinta en los pacientes diagnosticados de
PRJ: presenta una mayor concentración de proteínas tipo
albúmina, lactoferrina, IgA y un mecanismo de difusión
de esta alterado.
Clínicamente, se manifiesta por una inflamación, normalmente unilateral (también se puede dar bilateralmente; en este caso, la sintomatología es mayor en un lado que
en el contralateral), de la glándula parótida. Es una parotiditis recurrente, no obstructiva ni supurativa, no guarda
relación con la ingesta de alimentos y los episodios duran
varios días (entre 3-7 días); pueden repetirse durante años
cambiando su frecuencia de aparición.
Durante los períodos de remisión, la producción salival
es normal sin haber xerostomía. Sin embargo, cuando hay
exacerbaciones, hay menos saliva y, por tanto, la xerostomía puede aparecer. En la exploración intraoral, las papilas de ambos conductos de Stenon suelen estar dilatadas y
pueden presentar pápulas blanquecinas que algunos autores definen como patognomónicas.
El diagnóstico es clínico, indagando en los antecedentes
familiares acerca de infecciones parotídeas. Estudios sialográficos demuestran combinaciones de ectasias ductales,
estrechamientos, trayectos tortuosos, etc. (la gravedad de
los hallazgos sialográficos no suele corresponder con la clínica del paciente); estos son, en múltiples ocasiones, bilaterales. Con la sialoendoscopia se ha observado un aspecto
avascular del conducto. Algunos autores asumen que esta
falta de vascularización interfiere con el sistema de esfínter
y drenaje de la parótida, que ocasiona su obstrucción.
Otras pruebas radiológicas como la TC, la RM o los
ultrasonidos pueden demostrar aumento del tamaño glandular, lesiones de aspecto quístico en secuencia T2 (sialectasias con saliva en su interior), áreas hipoecogénicas
(dilatación ductal asociada a infiltración linfocitaria periductal).
El diagnóstico diferencial hay que hacerlo con las paperas, el síndrome de Sjögren, linfoma, sida, etcétera.
En cuanto al tratamiento, es importante saber que no
existe ningún tratamiento preventivo para la PRJ. El tratamiento en fase aguda es conservador, con ingesta de abundantes líquidos, masajes, dieta blanda, etc. El tratamiento
antibiótico (amoxicilina-clavulánico) de cobertura a bajas
dosis o profiláctico al inicio de un episodio recurrente se
debe dar en aquellos pacientes con déficit de IgA o en
aquellos que no responden bien al tratamiento conservador.
Hay escuelas que propugnan la sialoendoscopia como
opción terapéutica para la PRJ. En aquellos niños con más
de dos episodios en menos de 12 meses, la sialoendoscopia
sirve para dilatar y lavar todo el sistema ductal bajo visión
directa y, además, permite inyectar hidrocortisona en la
glándula.
La parotidectomía puede ser una opción terapéutica en
los casos más graves.
OTRAS AFECCIONES
Son múltiples los trastornos que pueden afectar a las
glándulas salivales de forma primaria, pero también existen enfermedades sistémicas que pueden involucrarlas.
Entre dichas enfermedades, que no son objeto de este capítulo, se encuentran:
- Quistes de extravasación mucosa.
- Quistes de retención mucosa. Ránulas (Fig. 16-12).
- Quistes linfoepiteliales (más frecuentes en pacientes
positivos para el virus de la inmunodeficiencia humana) (Fig. 16-13. A y B).
- Enfermedades granulomatosas (sarcoidosis, actinomicosis, tuberculosis, enfermedad por arañazo de gato).
- Sialometaplasia necrosante.
- Queilitis glandular.
- Hemangiomas.
- Malformaciones vasculares.
- Linfomas.
- Enfermedad de Kimura.
- Síndrome de Sjögren.
- Sialoadenosis.
Mención aparte tienen los tumores primarios que afectan a las glándulas salivales (Fig. 16-14). En general, ante
una tumoración de más de 15 días de evolución y que no
presente mejoría clínica, se debe pedir una PAAF para determinar su etiología (Fig. 16-15. A a D). Determinados
síntomas como una parálisis facial, la erosión cutánea y la
presencia de adenopatías deben orientar hacia un cuadro
tumoral maligno.
► Figura 16-12. Ránula sublingual.
Patología urgente de las glándulas salivales
a
CAPÍTULO 16
b
► Figura 16-13. a) Imagen intraoperatoria de parotidectomía superficial para extirpación de quiste linfoepitelial. b) Se aprecia la disección de
las ramas del nervio facial.
CRITERIOS DE INGRESO
Los criterios de ingreso ante patología glandular salival
son los siguientes:
-
Submaxilitis supurativa.
Parotiditis supurativa.
Mal estado general del paciente.
Posible compromiso de la vía aérea por colecciones.
Trismus.
Disfagia.
Disnea.
Ausencia de respuesta al tratamiento antibiótico ambulatorio.
Se recomienda dejar a los pacientes en dieta absoluta y
pedir una TC para descartar colecciones.
► Figura 16-14. Imagen de TAC de Adenoma pleomorfo parotideo.
a
b
► Figura 16-15. a) Imagen de TAC de gran Adenoma pleomorfo palatino b) Imagen del mismo caso donde se aprecia la erosión del paladar
duro. c) Imagen intraoral de la tumoración palatina. d) Extirpación y reconstrucción mediante colgajo palatino.
205
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
c
d
► Figura 16-15. A y B) Imágenes de tomografía axial computarizada de gran adenoma pleomorfo palatino que erosiona paladar duro. C y D)
Imagen intraoperatoria e imagen postoperatoria tras reconstrucción mediante colgajo palatino.
C
RESUMEN
•
Las glándulas salivales se dividen en dos grandes grupos: mayores (glándula parótida, submaxilar y sublingual) y menores, distribuidas por la submucosa del
tracto aerodigestivo superior. Alrededor del 70 % de la
saliva diaria es producida por la glándula submaxilar,
el 20 % por la parótida y el resto por la glándula sublingual y las glándulas menores.
•
La sialoadenitis submandibular es la causa más frecuente de consulta, junto a la parotiditis vírica en los
servicios de urgencias. Los mucoceles representan la
enfermedad glandular más frecuente en la edad pediátrica. Las sialolitiasis se localizan fundamental-
mente en la glándula submaxilar, ya que el trayecto
del conducto de Wharton es largo y tortuoso y en contra de la gravedad, unido al hecho de que la saliva en
esta glándula tiene mayor concentración de calcio y
fosfato. Existen enfermedades sistémicas que pueden
involucrar las glándulas salivales.
•
El tratamiento inicial de estas afecciones suele ser
conservador, con la ingesta de abundantes líquidos,
masajes locales, dieta blanda, analgésicos y antibióticos. El tratamiento quirúrgico se reserva a los casos
de litiasis y aquellas situaciones que no evolucionen
bien y presenten complicaciones como abscesos.
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207
CAPÍTULO
17
Patología urgente cervical
Dra. Lorena Pingarron Martín
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
Historia clínica
La región cervical es susceptible de un amplio espectro
de patología, benigna o maligna, por la cual un paciente
puede acudir a las urgencias de un hospital.
La mayoría de las veces el factor primario que hay que
tratar es de causa infecciosa independientemente de la patología subyacente responsable de la infección.
Lo fundamental, como en el resto de la anatomía humana, es una exploración clínica exhaustiva de la zona
afectada, teniendo en cuenta los antecedentes personales
y datos de la anamnesis como tiempo de evolución de los
síntomas, el tratamiento efectuado antes de acudir a consulta y el modo de evolución de los síntomas.
Se realizará un diagnóstico de presunción con base en la
localización central, paracentral o lateral de la tumoración,
adherencia a planos profundos, signos de infección, evolución temporal, edad del paciente y pruebas complementarias que ayudarán a establecer un diagnóstico de certeza.
En el momento urgente, lo fundamental será tratar la
clínica por la que acude el paciente a urgencias (infecciosa,
hemorrágica, compresiva, etc.) y realizar las pruebas necesarias para establecer el factor causal para determinar la
necesidad o no de un tratamiento quirúrgico durante el
ingreso del paciente o de forma de diferida.
Es fundamental para la orientación hacia un diagnóstico
causal de la inflamación adenopática. Junto con la linfadenitis, una larga batería de signos y síntomas concomitantes
ayudará a la determinación causal según la evolución en su
establecimiento:
• Síntomas respiratorios de vías altas, dolor de garganta,
dolor de oídos, conjuntivitis, coriza e impétigo.
• Fiebre, irritabilidad y anorexia.
• Contacto con animales, especialmente gatos.
•
LINFADENITIS ESPECÍFICAS E INESPECÍFICAS
La linfadenitis es la inflamación y/o el aumento del tamaño de un nódulo linfático.
El aumento del tamaño de los ganglios linfáticos es frecuente en la infancia, en numerosas ocasiones en respuesta
a infecciones benignas, locales o generalizadas (generalmente virales) pudiendo afectar a un ganglio o a un grupo
de nódulos localizados (adenopatías regionales) de manera
unilateral o bilateral. El curso puede ser agudo, subagudo
o crónico (Fig. 17-1).
Los nódulos pueden producir calor local y tumefacción
con eritema de la piel suprayacente. Los de localización
cervical pueden ser causa de tortícolis, y los retrofaríngeos
(absceso retrofaríngeo) pueden desembocar en disfagia o
disnea.
► Figura 17-1. Tomografía axial computarizada de una linfadenitis
aguda.
209
SECCIÓN III
•
•
•
•
•
•
•
•
SITUACIONES ESPECIALES
Patología dental, estomatitis, caries o absceso dental:
adenopatía submandibular.
Factores de riesgo para tuberculosis: las linfadenopatías
generalizadas en un niño con tuberculosis podrían indicar siembra hematógena del bacilo tuberculoso.
La afectación localizada es más frecuente en el mediastino, el mesenterio o los nódulos cervicales anteriores.
Establecimiento agudo o crónico:
- La adenitis aguda cervical bilateral normalmente se
debe a faringitis viral o mononucleosis infecciosa.
- La adenopatía crónica localizada puede atribuirse a
infección regional persistente.
Estado de la piel y el scalp: adenopatías occipitales y
postauriculares pueden acompañar a infecciones del
scalp, dermatitis seborreica o pediculosis del scalp.
Periodicidad: fiebre periódica, estomatitis aftosa, faringitis y adenitis cervical constituyen un síndrome que generalmente se asocia a otros hallazgos cada 3-6 semanas.
Historia de viajes: adenopatías causadas por Yersinia
pestis (plaga bubónica), el paciente podría haber visitado un área rural al oeste de los Estados Unidos antes
del establecimiento de la enfermedad. Adenopatías extremadamente blandas con piel suprayacente eritematosa en región cervical, inguinal y axilar.
Medicamentos: hidantoína, mesantoína.
Edad: micobacterias atípicas producen adenopatías en
edad pediátrica.
•
•
•
•
•
Exploración física
Deben examinarse los siguientes elementos:
210
• Localización:
- La tularemia podría acompañarse de adenopatías
regionales, más frecuentemente de localización cervical.
- La infección por Yersinia enterocolitica puede causar
adenopatías cervicales o abdominales.
- Salmonella se acompaña de adenopatías generalizadas.
- Rubella e infecciones por parvovirus se caracterizan
por adenopatías de consistencia elástica y de tamaño aumentado de localización auricular posterior,
cervical posterior y occipital.
- Las micobacterias atípicas pueden ser causa de adenopatías submandibulares o submentonianas.
- Síndrome oculoglandular de Parinaud: adenopatías
preauriculares secundarias a conjuntivitis granulomatosa monocular, causadas por la enfermedad por
arañazo del gato, conjuntivitis por Chlamydia, Listeria o tularemia.
• Tamaño: los nódulos linfáticos de rápido crecimiento
en tamaño pueden ser indicativos de malignidad.
• Forma: los nódulos confluentes (conglomerado adenopático) pueden ser indicadores de malignidad.
• Consistencia: blanda, fluctuante, firme, gomosa o dura:
- En estadios iniciales, los nódulos en la tuberculosis
están bien demarcados, móviles, duros y firmes.
•
- Si la infección se mantiene sin tratamiento, los nódulos se vuelven fluctuantes y adheridos a la piel, la
cual suele estar eritematosa.
- En la enfermedad de Hodgkin, los nódulos son
inicialmente blandos. Más tarde, se vuelven firmes.
De inicial presentación indolora con aumento del
tamaño y generalmente localización cervical y supraclavicular.
La fijación de los nódulos a la piel y los tejidos blandos
es indicativa de malignidad.
Los niños con eccema atópico pueden presentar linfadenopatías generalizadas.
El estreptococo del grupo B puede ser causa de celulitis
y adenitis en niños menores de 2 meses de edad; se
caracteriza por fiebre, anorexia, irritabilidad y tumoración submandibular. Generalmente, el hemocultivo
confirma los resultados.
Trastornos inmunitarios y del tejido conectivo:
- La artritis reumatoide juvenil debe tenerse en cuenta
ante la existencia de fiebre y linfadenopatías persistentes en el paciente de edad pediátrica.
- La enfermedad del suero puede corresponderse con
linfadenopatías blandas generalizadas.
Una larga lista de enfermedades primarias del tejido
linfoide o reticuloendotelial:
- Leucemia aguda.
- Linfosarcoma.
- Linfoma no Hodgkin.
- Enfermedad de Hodgkin.
- Histiocitosis maligna o linfoma histiocítico.
- Rabdomiosarcoma nasofaríngeo.
- Carcinoma de tiroides.
- Enfermedad de Kikuchi.
Enfermedades metabólicas:
- Enfermedad de Gaucher.
- Enfermedad Niemann-Pick.
- Histiocitosis X.
- Cistinosis.
Procedimientos diagnósticos
Se utilizan la punción aspirativa con aguja fina (PAAF)
y la biopsia parcial o escisional.
Tratamiento
Depende del agente causal:
• Antibioterapia: en caso de abscesificación, fístula con
supuración de material purulento y otros signos de infección local como eritema y calor local.
• Manejo expectante: la enfermedad por arañazo del gato
es benigna y generalmente no requiere tratamiento antibiótico.
• Quimioterapia y/o radioterapia en etiología maligna.
• Quirúrgico: dependiendo de la localización y la forma
de presentación, se llevarán a cabo los siguientes procedimientos:
Patología urgente cervical
- Biopsia escisional: la linfadenitis causada por micobacterias atípicas puede mejorar estéticamente con
la escisión quirúrgica.
- Incisión y drenaje para aquellas adenopatías abscesificadas.
QUISTES Y FÍSTULAS CONGÉNITAS
Quistes branquiales o linfoepiteliales
Estos restos embriológicos pueden presentarse clínicamente como quistes, senos o fístulas. Si una porción de un
arco o bolsa fracasa en su involución completa, el remanente atrapado formará un quiste epitelial llamado quiste
branquial o quiste cervical linfoepitelial.
Además de ser causa potencial de morbilidad, su importancia radica en el diagnóstico diferencial con otras tumoraciones laterocervicales.
Constituyen el 17 % de las masas cervicales en edad pediátrica y el 4 % de los casos con clínica de bultoma en cuello.
La forma clásica de presentación es la de tumoración de
1-10 cm en el borde anterior del esternocleidomastoideo
en la unión del tercio superior y medio, que puede ser
dolorosa a la palpación dependiendo en gran medida de si
cursa o no con episodio de infección.
Con respecto a la edad de aparición, los senos y fístulas
típicamente se producen en la primera década de la vida y
con menor extensión en la segunda década. Sin embargo,
los quistes se presentan en la adolescencia y adultos de
mediana edad.
Según establecieron Howie y Proos y Chandler y Mitchell, estas lesiones deben llamarse fístulas si poseen disposición tubular y orificio de drenaje de entrada y salida. La
denominación de seno en este contexto será en el caso de
que la lesión tenga un solo orificio de apertura al exterior
a la piel, a faringe o hacia el aparato digestivo.
El quiste branquial debe recordarse dentro del diagnóstico diferencial de cualquier tumoración cervical lateral,
independientemente de si cursa o no con dolor, de consistencia quística o sólida, especialmente si aparece en las tres
primeras décadas de la vida.
Dentro de las lesiones que se deben incluir en el diagnóstico diferencial tras la exploración clínica están: linfadenitis
tuberculosa, lipoma, higroma quístico, tumores carotídeos,
quistes del conducto tirogloso, tumores metastásicos, linfomas, linfadenitis supurativa, quistes/senos/fístula branquial,
neurofibroma, hemangioma, linfangioma.
Clasificación de las anomalías branquiales
Anomalías del primer arco
Representan el 1 % de todas las afecciones de los arcos
branquiales. Se han descrito 2 subtipos:
• Tipo I: derivado ectodérmico; se trata de una duplicación
del conducto auditivo externo (CAE). Se manifiesta adyacente a la concha y desemboca en el mesotímpano.
CAPÍTULO 17
• Tipo II: contiene tanto ectodermo como mesodermo.
Son más frecuentes y pueden originarse a lo largo del
CAE, el oído medio o la nasofaringe. A menudo se
manifiestan con una fístula que emana de la concha,
el CAE o, a nivel cervical, con una trayectoria que se
extiende medial e inferiormente hacia el CAE (Fig.
17-2. A a D).
A menudo hay una apertura en el CAE, así como inframandibular.
Las anomalías del primer arco branquial no suelen afectar al oído medio o a la membrana timpánica.
Los pacientes afectados por esta patología pueden presentar parálisis facial unilateral; también se ha asociado a
microsomía hemifacial.
Anomalías del segundo arco
Son las más frecuentes: representan el 90-95 % de las
anomalías branquiales.
Se clasifican en cuatro categorías según la localización
anatómica. El tipo II es la más frecuente. La presentación
bilateral en muy poco probable. Los tipos son:
• Tipo I: localización a lo largo del margen anterior del
músculo esternocleidomastoideo, en la unión del tercio medio e inferior, en profundidad al platisma y la
fascia cervical.
• Tipo II: anomalías en contacto con los grandes vasos.
• Tipo III: discurre medialmente entre la carótida interna y externa, extendiéndose hacia la pared faríngea
lateral sobre los nervios glosofaríngeo e hipogloso por
debajo del ligamento estilohioideo.
• Tipo IV: anomalías muy infrecuentes localizadas junto
a la pared faríngea, medial a los grandes vasos a la altura de la fosa amigdalina. Las lesiones quísticas son más
frecuentes que las fístulas.
Anomalías del tercer arco
La patología del tercer arco es extremadamente rara.
Muchos autores coinciden en el difícil diagnóstico clínico
diferencial entre las anomalías de tercer y cuarto arco.
Este grupo puede manifestarse con compromiso de vía
aérea superior en el neonato con parálisis del nervio hipogloso.
Anomalías del cuarto arco branquial
Son extremadamente raras y, a diferencia de las del segundo arco branquial, se manifiestan típicamente en la
infancia.
Se originan en el seno piriforme, descendiendo anteriormente hacia el músculo cricoides y el cartílago tiroides.
Un hallazgo común es un quiste cervical lateral con una
fístula interna en el seno piriforme.
El trayecto es diferente según el lado del cuello. En el
lado derecho, el tracto pasa bajo la arteria subclavia discurriendo superior al nervio laríngeo recurrente e inferior
al nervio laríngeo superior. En el lado izquierdo, el tracto
211
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 17-2. A) Quiste de primer arco, con fístula superior. B) Sondaje del trayecto fistuloso. C) Imagen intraoperatoria. D) Quiste extirpado.
pasa anteriormente bajo la aorta y discurre en una dirección superior en el cuello; se localiza posterior a la arteria
carótida común. Las anomalías del cuarto arco a menudo
terminan en el espacio peritiroideo, la glándula tiroides o
el esófago cervical; se manifiesta clínicamente como un
absceso en estas áreas. La apertura cutánea se produce a
lo largo del borde anterior del músculo esternocleidomastoideo.
Diagnóstico y tratamiento de las anomalías branquiales
212
El diagnóstico es en primer lugar clínico, por la historia
clínica, la exploración física y el diagnóstico de exclusión.
Como métodos diagnósticos preoperatorios se incluye la
tomografía computarizada (TC), la ecografía y la PAAF.
La TC es particularmente útil no solo para visualizar la
extensión completa de la lesión, sino para delimitar su asociación con estructuras adyacentes tan importantes como
los grandes vasos (Fig. 17-3. A a C).
Estas lesiones son muy asequibles al diagnóstico ecográfico por su naturaleza quística. La ecografía muestra una
masa redondeada de baja ecogenicidad homogénea y escasa tabicación interna.
La PAAF ha sido mencionada en la literatura como método de delimitar el diagnóstico ante una lesión lateral
cervical. Si la masa se localiza en el borde anterior del mús-
culo esternocleidomastoideo, se recomienda realizar una
PAAF, siempre y cuando se haya descartado la posibilidad
diagnóstica de glomus carotídeo; en este caso, la punción
está completamente contraindicada.
Si el estudio citológico demuestra células epiteliales benignas y/o cristales de colesterol, sugerirá que se trata de
un quiste epitelial benigno, y el diagnóstico más probable
es el de quiste branquial. El análisis de la punción muestra un fluido ámbar con células escamosas, polimorfonucleares, linfocitos y cristales de colesterol. La PAAF es un
método de diagnóstico importante al definir la categoría
benigna o maligna de la tumoración cervical de forma rápida y ser mínimamente invasiva.
Sin embargo, no sustituye al minucioso estudio microscópico anatomopatológico de la lesión. Lo que es más,
uno de los falsos positivos en el diagnóstico citopatológico
del quiste branquial es por su difícil distinción del depósito metastásico de células escamosas bien diferenciadas
(metástasis de bajo grado). Y aunque pudiera reducir el
tamaño del quiste al aspirar su contenido, no sustituye a la
escisión quirúrgica de este.
Los quistes branquiales tienen el potencial de conversión maligna, así como también, por su naturaleza linfoide, pueden ser confundidos con una metástasis linfática o una neoplasia maligna primaria de la glándula
tiroides.
Patología urgente cervical
CAPÍTULO 17
► Figura 17-3. A) Quiste branquial, tomografía axial computarizada
corte sagital. B) Quiste branquial, tomografía axial computarizada,
corte axial. C) Quiste branquial, tomografía axial computarizada, corte
coronal.
La extirpación quirúrgica es el tratamiento de elección
y el definitivo. Existe controversias sobre cuándo operarlos y si todos los quistes requieren extirpación. Muchos
cirujanos opinan que la simple existencia de lesión requiere extirpación por la propensión a infectarse. La escisión
asintomática minimiza la posibilidad de infección, que
complicaría la cirugía. La infección duplica la tasa de recidiva de estas anomalías al favorecer la disección incompleta, convirtiendo el proceso quirúrgico en no curativo.
La cirugía debe realizarse de forma ideal en ausencia de
infección cervical. Por tanto, se debe pautar antibioterapia
sistémica intravenosa o por vía oral en caso de infección,
previa a la cirugía (Fig. 17-4).
El abordaje clásico, para el tratamiento quirúrgico de
esta afección, es la cervicotomía transversa a la altura del
quiste, con exposición del borde anterior del esternocleidomastoideo y despegamiento de la fascia muscular adherida al quiste con disección y exéresis de este.
Consideraciones especiales
Cada tipo de quiste branquial presenta consideraciones
especiales:
• Para las anomalías del primer arco, debe tenerse en
cuenta la potencial afectación del nervio facial. Antes
de la extirpación, se debe realizar una exploración nerviosa exhaustiva.
• En las anomalías del segundo arco, el tracto generalmente diseca las arterias carótida interna y externa sobre la bifurcación, en un trayecto lateral y superior a
los nervios hipogloso y glosofaríngeo, que termina en
la fosa amigdalina.
• En las anomalías del tercer arco, el tracto discurre posterior a la carótida interna, superiormente al nervio hipogloso e inferior al glosofaríngeo. El abordaje externo
a través del músculo esternocleidomastoideo es el de
elección.
213
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 17-4. Imagen de tomografía axial computarizada en caso
de quiste branquial sobreinfectado.
• El abordaje de las anomalías del cuarto arco es a través
de la tradicional incisión para tiroidectomía. Especial
atención requiere el nervio laríngeo recurrente.
• La complicación más frecuente de la extirpación quirúrgica es la recidiva, que se produce en un 3 % de los
casos.
QUISTES DEL CONDUCTO TIROGLOSO
214
Representan la anomalía congénita cervical más frecuente: suponen el 2-4 % de todas las masas cervicales.
La edad más frecuente de aparición es la primera década
de la vida, pero pueden presentarse igualmente en la edad
adulta. No hay predominio por sexo.
Los quistes del conducto tirogloso (QCTG) están causados por un tracto epitelial persistente, el conducto tirogloso, durante el descenso del tiroides desde el orificio
ciego hasta su localización final en la región cervical anterior. Pueden dar lugar a senos, fístulas o quistes; es muy
infrecuente la comunicación con la piel.
La manifestación puede producirse en seis variantes. El
tipo infrahioideo supone el 65 % de los QCTG, localizándose mayoritariamente en una posición paramedial,
mientras que el tipo suprahioideo supone casi el 20 %,
posicionándose en la línea media. Los quistes yuxtahioideos alcanzan el 15 % de los QCTG, y aquellos de localización intralingual se producen en un 2 %. La variedad
supraesternal se encuentra en un 10 %, y la intralaríngea
es extremadamente infrecuente y resulta necesario diferenciarla de otras lesiones intralaríngeas.
Los QCTG tienen generalmente un tamaño de 1-2 cm
de diámetro, pero pueden alcanzar incluso los 10 cm. Son
de consistencia dura y móvil sobre la piel que los recubre
a menos que estén infectados; en este caso, su consistencia
es blanda con aumento del tamaño de la masa; pueden
asociar disfonía, drenaje por fístula y fiebre. Suelen producir manifestaciones clínicas tras padecer una infección de
vías respiratorias altas. Existe la posibilidad de obstrucción
de la vía aérea, especialmente con quistes intralinguales.
La posibilidad de malignización es muy baja (0,1 %),
pero se han descrito hasta 100 casos. Por ello está indicada la extirpación quirúrgica de estos quistes, aunque sean
asintomáticos.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, aunque se
cuenta con una batería de pruebas que pueden ayudar a
confirmar la naturaleza de la masa. La imagen ecográfica y
la TC son las pruebas de imagen de elección. El ultrasonido
permite la distinción entre componente sólido y quístico.
La TC puede revelar la existencia de lesión quística bien circunscrita con realce capsular. Un fistulograma puede revelar
el curso del tracto quístico (Fig. 17-5. A a C).
Ante una masa cervical anterior en línea media con
sospecha clínica de quiste tirogloso, hay que descartar un
cuadro clínico de hipotiroidismo (estreñimiento crónico,
retraso en el crecimiento, somnolencia excesiva, aumento
de peso sin correlación con hábitos alimenticios, etc.).
Se pedirán pruebas de laboratorio para cuantificar la
tirotropina, y si la hormona está en el rango de la normalidad, se procederá a la extirpación quirúrgica del quiste.
Si las pruebas de laboratorio o el cuadro clínico sugieren
hipotiroidismo, se realizará una TC cervical para descartar
que la masa cervical se trate de un tiroides ectópico.
El tratamiento de elección para los quistes tiroglosos
es la extirpación quirúrgica primaria mediante la técnica
de Sistrunk, en la cual la resección incluye la escisión del
quiste en continuidad con la porción media del cuerpo del
hioides en bloque con el músculo que en teoría incluye el
remanente de conducto tirogloso disecado hasta el orificio
ciego.
La tasa de recurrencia con esta técnica se estima en un
3-5 % y se incrementa (hasta en un 30 %) con la escisión
incompleta y la historia previa de infecciones recurrentes.
ANOMALÍAS CONGÉNITAS CERVICALES
Teratomas y quistes dermoides
De todos los quistes cervicales, el 28 % son de origen
dermal. El subtipo más común es el quiste epidermoide,
derivado únicamente de las células correspondientes a la
epidermis.
Los quistes epidermoides se localizan inmediatamente
subyacentes a la epidermis en el plano subcutáneo, y su
contenido corresponde a un material blanco-cremoso.
Los quistes dermoides están formados por todos los planos dérmicos y, por tanto, contienen en su interior tejidos
de origen ectodérmico incluyendo glándulas sebáceas y
pelo (Fig. 17-6. A y B).
Aunque a menudo son congénitos, pueden generarse a
partir de heridas o punciones traumáticas.
El cuadro clínico se presenta como una masa compresible, blanda, tapizada por piel de características normales
(a no ser que esté infectado y aparezcan los signos típicos
Patología urgente cervical
CAPÍTULO 17
A
B
► Figura 17-5. A) Quiste del conducto tirogloso, tomografía axial
computarizada, corte sagital. B) Quiste del conducto tirogloso, tomografía axial computarizada, corte coronal. C) Quiste del conducto
tirogloso, tomografía axial computarizada, corte axial.
C
A
A
► Figura 17-6. A) Quiste dermoide. B) Quiste extirpado.
B
215
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
inflamatorios de eritema local o drenaje espontáneo a través de un poro).
Los teratomas son extremadamente raros, con localización por lo general lejos de la línea media cervical. Dado
su origen ectodérmico, mesodérmico y endodérmico, en
su interior puede haber calcificaciones o incluso dientes
remanentes. Por lo general, los teratomas se sospecharán
en cualquier paciente de edad pediátrica con una masa
cervical de rápido crecimiento.
El tratamiento es quirúrgico en cualquiera de las lesiones anteriores.
Puede ser difícil mediante la clínica el diagnóstico diferencial entre un quiste dermoide en línea media y un
quiste de conducto tirogloso. Por ello, en el momento de
la extirpación quirúrgica, la lesión debe ser explorada bimanualmente y examinarse el contenido del quiste.
Si lo que se está operando es una recidiva de un quiste
categorizado en la primera intervención como quiste dermoide, deberá tratarse como quiste del conducto tirogloso,
por la posibilidad de que el primer espécimen contuviera
tejido tiroideo remante del conducto tirogloso.
Linfangioma (higroma quístico)
Es una alteración en el proceso embriológico de desarrollo de los conductos linfáticos a partir de la sexta semana
de gestación, con formación de quistes linfáticos con paredes muy finas tapizadas de células endoteliales.
El 90 % de los linfangiomas se localizan en el triángulo
cervical posterior y se diagnostican en las primeras semanas de vida extrauterina.
El cuadro clínico se presenta como una masa quística,
blanda, compresible, en la región lateral cervical, que transilumina fácilmente.
Las infecciones respiratorias de vías altas pueden desembocar en un aumento del tamaño del higroma, no necesariamente como resultado de la infección de la lesión, sino
por bloqueo de los canales linfáticos.
El 65 % están presentes en el nacimiento, y el 90 % se
presentan dentro de los primeros 2 años de edad.
El diagnóstico es generalmente clínico, aunque la arteriografía se utiliza para el diagnóstico diferencial con los
hemangiomas capilares cavernosos.
El tratamiento quirúrgico es el de elección. Deberá retrasarse hasta que el niño cumpla 3-4 años.
Dado que los linfangiomas no poseen potencial de malignización, podrán extirparse con preservación de estructuras vitales, que requiere en ocasiones de la escisión parcial de la lesión para la preservación de la función.
La radioterapia está contraindicada por el riesgo de inducción neoplásica en el campo irradiado.
Existe escasa evidencia de regresión espontánea de estos
tumores; la tasa de recidiva de las lesiones grandes está en
torno al 5-10 %.
gica del estadio endotelial de los lagos y canales capilares,
que en situación normal darían lugar a arterias y venas
en estadio maduro. En su lugar se forman hemangiomas
capilares o cavernosos.
Aproximadamente el 95 % se identifica a los 6 meses
de edad.
Lo más frecuente es la localización en la región parotídea, pero también es bastante común la localización cervical, faringe, base de lengua y en la piel.
El cuadro clínico se presenta como una masa azulada,
blanda, no pulsátil, que aumenta de tamaño con el llanto y
el esfuerzo. Los hemangiomas pueden presentar un rápido
crecimiento en el período neonatal, pero generalmente involucionan a los 5-6 años de edad de manera espontánea.
Respecto al tratamiento, dada la involución espontánea
en un gran porcentaje de casos, la actitud predominante
es el seguimiento clínico. A pesar del curso benigno de la
gran mayoría de estas lesiones, en ocasiones es necesario
un tratamiento radical combinado con embolización o
cirugía.
La corticoterapia puede ayudar a minimizar la tasa de
crecimiento de estas lesiones, pero debe reservarse para los
casos con potencial sintomático.
Los corticoides han demostrado producir regresión de
los hemangiomas capilares cavernosos en ciclos de 3090 días con dosis de 1-2 veces/día; se necesitan varios ciclos para una respuesta satisfactoria.
Si la lesión continúa creciendo más allá de los 5 años
de edad, se debe considerar la embolización quirúrgica,
tanto como único tratamiento como para reducir el riesgo
de sangrado masivo previo a la escisión quirúrgica de la
lesión.
Las indicaciones de extirpación quirúrgica son: localización del hemangioma que cause obstrucción de la vía
aérea, lesiones oculares que desemboquen en ambliopía,
hemangiomas de rápido crecimiento, hemorragia o ulceración con o sin trombocitopenia y deformidad grave.
La radioterapia como modalidad terapéutica es de uso
controvertido. Algunos autores consideran sus complicaciones, de enorme gravedad, como una contraindicación
de peso.Estas incluirían atrofia, dermatitis, cicatrización
tejidos sanos, cese del crecimiento óseo, osteorradionecrosis. Otros autores apoyan su baja tasa de complicaciones e
infrecuente inducción de malignización.
Ránula
Es una retención quística de la glándula sublingual. Se
clasifica como ránula simple cuando se manifiesta clínicamente en la boca; puede ser extirpada o marsupializada.
Si la masa cruza el músculo milohioideo presentándose
como una tumoración cervical, se clasifica como plunging
ranula, y es necesario extirpar la tumoración en continuidad con la glándula sublingual a través de un abordaje
transoral o transcervical (Fig. 17-7. A y B).
Hemangiomas
216
Son la tumoración benigna más frecuente en la infancia.
Consisten en una anomalía en la maduración embrioló-
LINFOMAS
Los linfomas son neoplasias malignas de estirpe linfoide.
Patología urgente cervical
A
CAPÍTULO 17
B
► Figura 17-7. A) Ránula sublingual de gran tamaño. Tomografía axial computarizada, corte axial. B) Pieza de ránula
sublingual extirpada.
De forma amplia se clasifican en enfermedad de Hodgkin y linfoma no Hodgkin (LNH); los linfomas se distinguen clínica, patológica y biológicamente.
Linfoma no Hodgkin
De acuerdo con el Instituto Nacional de Cáncer, la mayoría de LNH en pacientes en edad pediátrica puede clasificarse en los siguientes tipos:
• Linfomas linfoblásticos.
• Linfoma Burkitt o Burkitt-like (linfomas no Burkitt).
• Linfomas de células grandes.
Desde finales de 1960, la respuesta al tratamiento en
niños con LNH ha aumentado, con tasas de supervivencia libre de enfermedad, incluso en enfermedad de estadio
avanzado, que alcanzan el 65-90 %.
El pilar de la terapia convencional es la quimioterapia
multiagente de acuerdo con el subtipo histológico y el estadio clínico de la enfermedad. En determinados individuos
con LNH, la resección quirúrgica más radioterapia son las
claves del tratamiento definitivo. Nuevas terapias con dianas inmunológicas y biológicas están en reciente desarrollo
con introducción creciente en el ámbito clínico.
Clínica
La forma de presentación de los pacientes con LNH es
aguda o subaguda, a diferencia del curso indolente que caracteriza a la mayoría de los linfomas que afectan a adultos.
La duración de los síntomas previo al diagnóstico ronda
un mes aproximadamente.
El comportamiento específico varía según la localización predominante de afectación.
Los síntomas constitucionales son infrecuentes, a excepción de los pacientes con linfoma anaplásico de células
grandes. La mayoría de estos pacientes presentan fiebre de
bajo grado, anorexia y pérdida de peso.
La enfermedad localizada puede manifestarse con linfadenopatías (generalmente firmes y no elásticas) (Fig.
17-8. A y B), hipertrofia amigdalar o una masa en cualquier posible localización (Fig. 17-9). Sin embargo, en
niños, el LNH es de forma primaria una enfermedad
extranodal.
Los pacientes con enfermedad supradiafragmática (p.
ej., el linfoma linfoblástico) a menudo presentan tos no
productiva, disnea, dolor torácico y disfagia.
Los pacientes ocasionalmente desarrollan síntomas de
sistema nervioso central antes del diagnóstico: cefalea, meningismo, parálisis de nervios craneales y alteración del
sensorio, etc., pueden ser algunos de ellos.
Exploración física
El estado general del paciente puede verse afectado de
forma media a moderada. Ocasionalmente tienen fiebre
de bajo grado. Pueden presentar palidez, dificultad respiratoria, dolor y malestar.
La presencia de tumor maxilar u orbitario tiene una tasa
de un 10 %.
En el caso de existir una masa cervical, supraclavicular
o adenopatía, estas son firmes, fijas y no elásticas (Fig.
17-10).
Puede haber disnea o estridor en pacientes con masa
mediastínica. En aquellos con síndrome de vena cava, se
217
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
B
A
► Figura 17-8. A) Grandes linfopatías en caso de linfoma. B) Corte sagital.
puede objetivar a la exploración distensión de venas cervicales y plétora.
Lesiones cutáneas dolorosas sugieren linfoma de células
grandes.
Relativamente poco frecuentes son los hallazgos de masa
nasofaríngea, agrandamiento parotídeo y nefromegalia.
Procedimientos diagnósticos
Son los siguientes:
• Biopsia de adenopatía.
• Biopsia - aspiración de médula ósea.
• Reacción en cadena de la polimerasa.
Es más frecuente en hombres que en mujeres, con
una tasa de incidencia con distribución bimodal en ambos sexos, el primer pico en adultos jóvenes (15-34 años
de edad) y el segundo pico en individuos mayores de
55 años.
Clínicamente se caracteriza fundamentalmente por la
presencia de linfadenopatías asintomáticas en un 80 % supradiafragmáticas:
• Los síntomas constitucionales (pérdida de peso inexplicada, fiebre, sudor nocturno) están presentes en el 40 %
de los pacientes. Se conocen como «síntomas B».
• La fiebre intermitente se presenta en el 35 % de casos.
Enfermedad de Hodgkin
El linfoma Hodgkin es una enfermedad maligna potencialmente curable con propiedades histológicas, biológicas
y clínicas muy características.
218
► Figura 17-9. Linfoma mandibular en la región del trígono retromolar.
► Figura 17-10. Adenopatías cervicales adheridas a planos profundos.
Patología urgente cervical
De manera infrecuente, se diagnostica la clásica fiebre
Pel-Ebstein (fiebre alta durante 1 o 2 semanas seguida
de período afebril de 1-2 semanas).
• Dolor torácico, tos, estridor respiratorio o una combinación de estos síntomas podría presentarse como
resultado de una masa mediastínica o implicación pulmonar. Más raramente, se observa hemoptisis.
• Los pacientes pueden padecer pruritos. El dolor inducido por el alcohol en los sitios específicos de afectación nodal es específico de la enfermedad de Hodgkin
y se produce en menos del 10 % de los pacientes.
• El dolor de espalda o dolor óseo es un síntoma muy
poco frecuente.
Exploración física
Las linfadenopatías palpables indoloras afectan al área
cervical (60-80 %), la axila (6-20 %), y menos frecuentemente al área inguinal (6-20 %).
Son descritas como adenopatías gomosas.
La afectación del anillo de Waldeyer o de las áreas occipital o epitroclear es infrecuente.
Puede existir esplenomegalia o hepatomegalia.
El síndrome de vena cava aparece como resultado de linfadenopatías masivas mediastínicas.
Síntomas o signos de afectación del sistema nervioso
central podrían deberse a síndromes paraneoplásicos, incluyendo degeneración cerebelar, neuropatía, síndrome de
Guillain-Barré o leucoencefalopatía multifocal.
Procedimientos por el cirujano de cabeza y cuello
El diagnóstico histológico siempre requiere:
• Biopsia escisional de nódulo linfático: importante para
la clasificación histológica del linfoma a partir de la arquitectura ganglionar. Siempre se requiere el diagnóstico histológico para categorizar el linfoma y planificar
el tratamiento.
• Cuando un paciente presenta una linfadenopatía cervical que puede deberse a un tumor de cabeza y cuello,
se aconseja realizar una punción aspiración con aguja
fina como paso diagnóstico inicial seguido de biopsia
escisional si la histología de células escamosas queda
excluida.
PATOLOGÍA DEL TIMO
El desarrollo embriológico de la glándula tímica procede de la porción ventral del tercer arco branquial, que
pierde la conexión con la faringe y queda definitivamente
en el mediastino.
Está compuesta por dos lóbulos rodeados de una cápsula con septos que se extienden hacia la unión corticomedular, con un aporte arterial variable que puede preceder
de la arteria mamaria interna, de la arteria tiroidea inferior
y de estas dos más la arteria tiroidea superior. El drenaje
venoso acaba en la vena braquiocefálica izquierda.
La unión hipotalámico-tímica se ha sugerido como explicación de los numerosos factores neurológicos, sociales,
CAPÍTULO 17
psicológicos y ambientales que han demostrado influir en
las hormonas tímicas y en el sistema inmunitario.
Es el primer órgano linfoide en desarrollarse. La glándula alcanza su máximo tamaño en la pubertad e involuciona progresivamente. El timo humano, especialmente en
el feto, mantiene la eritropoyesis y la granulopoyesis y es
responsable de la formación de las células mastocitarias a
lo largo de toda la vida.
Las anomalías del timo se presentan a continuación.
Quistes tímicos cervicales
Son remanentes persistentes del extremo tubular superior del órgano primitivo. Se trata de una entidad extremadamente rara.
Anomalía en el descenso del timo
Puede ser bilateral, aunque la más común es la localización unilateral izquierda. Se diagnostica generalmente en
la infancia.
Timo accesorio
Se presenta a lo largo del trayecto de descenso embriológico; no es clínicamente relevante (se encuentra en el
25 % de la población).
Agenesia tímica
Es una enfermedad autonómica recesiva a menudo asociada a agenesia de glándulas paratiroides (síndrome de
DiGeorge) con fallecimiento a edad temprana por infecciones o defectos cardíacos. El trasplante tímico y el de
paratiroides son el único tratamiento posible.
Aplasia tímica
Consiste en un timo de pequeño tamaño. El trasplante
de timo y el de hígado fetal para reponer la función de las
células T y B han demostrado alta tasa de éxito.
Hiperplasia tímica
Es un incremento del volumen por formación de nuevos elementos celulares. Existen dos tipos, la verdadera y
la linfofolicular.
Verdadera hiperplasia
Supone un incremento del tamaño y del peso de la
glándula. Entidad muy rara que se presenta clínica y radiológicamente como una masa mediastínica. La causa
es desconocida: puede tratarse de una hiperfunción o
disfunción con relación a la actividad endocrina de la
glándula.
Los pacientes generalmente presentan síntomas de irritación de las estructuras mediastínicas, desde un rango
asintomático hasta dificultad respiratoria.
El timo funcionalmente activo en la infancia y adolescencia podría ser susceptible a la fluctuación en la con-
219
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
centración de esteroides, factor causante de la hiperplasia
tímica (niveles endógenos elevados de corticoides en quemaduras graves o altas dosis administradas exógenamente
en el tratamiento de enfermedades malignas). El rango de
edad de los pacientes ronda los 2-12 años. Todos los casos
publicados fueron diagnosticados en radiografías torácicas
de rutina sin otro hallazgo clínico o de laboratorio positivo.
Después de una enfermedad tumoral, la hiperplasia tímica podría confundirse con una recurrencia o metástasis.
La hiperplasia tímica se ha publicado también en relación con sarcoidosis y otras anomalías endocrinas (tirotoxicosis, hipotiroidismo, enfermedad de Addison, acromegalia).
Resultado de las pruebas complementarias en estos pacientes:
• Analítica con leucocitosis e hipogammaglobulinemia,
aunque puede encontrarse un hemograma normal.
• La radiografía de tórax y la TC muestran ensanchamiento mediastínico con incremento del tamaño del
timo.
Respecto a su manejo, en el niño con masa mediastínica
anterior de reciente aparición, se impone una observación
cuidadosa si está asintomático y los posibles diagnósticos
alternativos se han excluido en el examen clínico y de laboratorio.
Breve ciclo de esteroides si el tumor es corticosensible.
Si la hiperplasia persiste más de 2 años, es necesario un
diagnóstico por mediastinoscopia. En el caso de masa sintomática o calcificada se requiere resección completa para
el diagnóstico y descartar malignidad.
Hiperplasia tímica linfofolicular
Se caracteriza por su histología. Forma de presentación:
• Infecciones crónicas diseminadas.
• Endocrinopatías.
• Enfermedades autoinmunitarias:
- Miastenia gravis.
- Lupus eritematoso sistémico.
- Esclerodermia.
- Artritis reumatoide.
- Periarteritis nudosa.
- Tiroiditis de Hashimoto.
- Anemia autoinmunitaria.
- Enfermedad de Behçet.
- Colitis ulcerosa.
- Esclerosis múltiple.
Timoma
220
Es el tumor mediastínico primario más frecuente, en
torno al 15 % de todas las masas mediastínicas.
La media de edad de los pacientes ronda los 40-60 años,
con igual incidencia en ambos sexos. Los timomas suponen el 50 % de los casos de masas del mediastino antero-
superior descubiertas incidentalmente en una radiografía
de rutina de tórax.
Presentación clínica:
• Un 25 % de pacientes describe sintomatología torácica
inespecífica y vaga.
• Síntomas de desplazamiento de estructuras torácicas
(tos, disnea, palpitaciones, disfagia, síndrome de vena
cava superior o dolor subesternal).
• Un pequeño porcentaje publicado de timomas se presentan como síndromes paraneoplásicos (miastenia gravis, aplasia eritrocitaria o hipogammaglobulinemia).
• Existe la posibilidad de localización ectópica (poco frecuente) en mediastino posterior, parénquima pulmonar y región supraclavicular.
Pruebas complementarias diagnósticas:
• Radiografía posteroanterior y lateral de tórax: masa
pequeña redondeada mediastínica. Un 15 % casos tiene calcificación en parches amorfos. Los tumores bien
delimitados menores de 5 cm suelen ser no invasivos,
pero más del 50 % de los timomas presentan un tamaño mayor de 8 cm, aplanados, irregulares y de bordes
no definidos con criterios de invasión.
• TC torácica con contraste: demuestra la extensión del timoma mediastínica o pleural y las características de invasividad o no. Hasta el 30 % son invasivos; la TC es el mejor método no quirúrgico de diagnóstico de extensión.
• Medicina nuclear: diagnóstico de metástasis óseas.
• Punción aspirativa con aguja fina: permite un diagnóstico
para la planificación del tratamiento definitivo o terapia
no quirúrgica en pacientes no candidatos a cirugía.
Carcinoma tímico
Son citológicamente malignos. Se trata de tumores muy
poco frecuentes con escasos hallazgos distintivos específicos.
Respecto al tratamiento, la resección quirúrgica completa, si técnicamente es posible, es el método con mejor
resultado a largo plazo y de elección.
En tumores ampliamente invasivos se considera de elección la radioterapia con/sin quimioterapia.
Respecto al pronóstico, la tasa de mortalidad es mayor
del 85 %, con una supervivencia media en pacientes con
resección tumoral incompleta de 12 a 36 meses.
La radioterapia y la quimioterapia ofrecen un beneficio
terapéutico escaso.
OTRAS LESIONES CERVICALES
Hay diversas afecciones que pueden cursar con manifestación cervical y que deben entrar en el diagnóstico diferencial de lesiones cervicales:
- Patología de la fosa supraclavicular (Fig. 17-11. A a C).
- Tumores benignos del suelo de la boca (como los rabdomiomas) (Fig. 17-12. A a C).
- Tumores carotídeos (Fig. 17-13. A, B y C).
Patología urgente cervical
CAPÍTULO 17
A
A
B
B
C
► Figura 17-11. A) Imagen clínica de masa supraclavicular izquierda.
B) Tomografía axial computarizada, corte axial. C) Imagen intraoperatoria de extirpación de masa supraclavicular compatible con lipoma.
C
► Figura 17-12. A) Tomografía axial computarizada, corte axial. Rabdomioma del suelo de la boca. B) Tomografía axial computarizada,
corte coronal. C) Extirpación de rabdomioma del suelo de la boca.
221
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
B
A
C
► Figura 17-13. A) Tumoración del glomus carotídeo. B) Extirpación de la
lesión gnómica. C) Tomografía axial computarizada. Corte coronal.
C
RESUMEN
•
La región cervical engloba un amplio espectro de
afecciones, benignas o malignas, aunque la mayoría
de las veces la causa es infecciosa. Junto con una exploración física exhaustiva, las pruebas radiológicas
complementarias ayudarán a completar la sospecha
clínica y emitir un diagnóstico de certeza. El conocimiento de la complicada anatomía cervical es un factor clave tanto en el diagnóstico como, por supuesto,
en el tratamiento.
•
En la atención en urgencias de estos procesos cervicales lo fundamental es el tratamiento del cuadro clínico
que presenta el paciente y realizar las pruebas necesarias para establecer el agente causal y determinar
la necesidad de tratamiento quirúrgico urgente o diferido.
BIBLIOGRAFÍA
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Springer-Verlag, 1999.
CAPÍTULO
18
Patología urgente de la articulación
temporomandibular (ATM)
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
Dra. Edurne Palacios Weiss
Dr. Mario Fernando Muñoz Guerra
Dr. Manuel Fernández Domínguez
INTRODUCCIÓN
La articulación temporomandibular (ATM) es una articulación bilateral que actúa sincrónicamente mediante
complejos movimientos de apertura, lateralidad, protrusión y movimientos combinados. Su movimiento es constante, no solo al masticar, sino al hablar y durante hábitos
parafuncionales. Se considera que es la articulación que
más carga soporta del organismo.
Al menos un 5 % de la población padece un dolor clínicamente significativo en relación con la ATM, y un 2 %
de la población acude al especialista buscando tratamiento. Tanto la frecuencia como la gravedad de los síntomas
son mayores en mujeres y adultos. Como consecuencia,
un volumen importante de las consultas de urgencia en
cirugía maxilofacial pertenece a problemas y afecciones relacionados con la articulación temporomandibular.
La urgencia en la patología de la ATM está definida, según los casos, por el dolor agudo, la rapidez de su instauración y la necesidad de un tratamiento eficaz temprano. Es
decir, el dolor agudo, que es una de las características clínicas de la disfunción articular y que se encuentra presente
en otras como el dolor miofascial, justifica un tratamiento
paliativo temprano en los pacientes que lo sufren. Por otro
lado, el diagnóstico etiológico de dicho dolor requiere una
exploración clínica exhaustiva y pruebas diagnósticas adicionales que deberán realizarse en una consulta externa de
cirugía oral y maxilofacial.
En relación con los trastornos de la movilidad mandibular, que serán también comentados en este capítulo
es importante reconocer y saber tratar rápidamente una
luxación temporomandibular, puesto que esta patología
supone una urgencia en sí misma, cuyo tratamiento, en
fases precoces responde en la mayor parte de ocasiones a
una maniobra manual.
Para poder entender las afecciones que engloban a la articulación temporomandibular, su movilidad y sus manifestaciones clínicas es imperativo conocer la anatomía de
la región. Conocer la anatomía de la región ayuda a hacer
un correcto diagnóstico diferencial de los signos y síntomas que manifiesta el paciente.
ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DE LA ARTICULACIÓN
TEMPOROMANDIBULAR Y MUSCULATURA DE LA
MASTICACIÓN
La ATM es una articulación diartrodial entre el hueso temporal y el cóndilo de la mandíbula. Completan la
articulación una cápsula fibrosa muy inervada, una membrana sinovial que secreta líquido sinovial (lubricante de
la articulación) y un disco articular. El disco articular divide la articulación en dos compartimentos: el compartimento inferior permite un movimiento de rotación inicial
(los primeros 25 mm de apertura) y el superior permite
un movimiento de traslación condílea durante la máxima apertura oral. El rango de apertura normal es de 3545 mm, y la lateralización y la protrusión suelen alcanzar
los 10 mm cada una.
La ATM se encuentra en estrecha relación anatómicamente con el meato acústico externo. Esta proximidad
anatómica es el motivo de que en muchas ocasiones los
pacientes refieran el dolor y la sintomatología auditiva,
como por ejemplo acúfenos (Figs. 18-1 y 18-2).
Las superficies articulares del cóndilo y el hueso temporal están cubiertas de un denso fibrocartílago articular,
con capacidad de regenerar y remodelar. Bajo el fibrocartílago (fundamentalmente bajo el cóndilo) aparece una
zona proliferativa de células que pueden diferenciarse hacia tejido cartilaginoso o tejido óseo. Las células sinoviales
tienen una función fagocítica y secretora, produciendo
típicamente ácido hialurónico. Algunas células sinoviales,
sobre todo las que se encuentran próximas a las superficies articulares, pueden diferenciarse hacia condrocitos. La
membrana sinovial tiene capacidad de regenerarse rápida
y completamente tras una agresión.
El disco articular es una estructura de tejido conectivo
denso no vascularizada y no inervada; es flexible y está
adherida a la cápsula articular anterior, medial, lateral y
223
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 18-1. Relación anatómica de la articulación temporomandibular con el meato acústico externo. Vista lateral.
posteriormente. Algunas fibras musculares de la cabeza
superior del músculo pterigoideo medial se insertan en la
porción medial del disco para estabilizarlo durante la función (Fig. 18-3).
► Figura 18-3. Imagen tomográfica tridimensional de la relación de
la mandíbula y la articulación temporomandibular.
Ligamentos
Los ligamentos de la articulación temporomandibular,
principalmente, limitan la cantidad de movimiento del
cóndilo y el disco. Los ligamentos colateral, capsular y
temporomandibular son ligamentos funcionales, mientras
que los ligamentos esfenomandibular y estilomandibular
son ligamentos accesorios. Estos ligamentos restringen el
movimiento del disco más allá del cóndilo, permiten un
movimiento sincrónico del complejo disco-cóndilo, mantienen la articulación unida y tienen una función conjunta con la cápsula articular evitando la salida del líquido
sinovial.
Vascularización e inervación
La vascularización arterial de la articulación proviene de
la arteria temporal superficial, la arteria maxilar y la arte-
ria maseterina. En la parte posterior de la articulación, en
asociación a los tejidos retrodiscales, existe un importante
plexo venoso que se rellena y vacía alternativamente con
los movimientos de protrusión y retrusión de la mandíbula, respectivamente. La inervación depende fundamentalmente de las ramas del nervio auriculotemporal, contribuyendo también a esta el nervio maseterino y temporal
profundo posterior.
Musculatura
Aunque un total de 12 músculos (bilaterales) influyen
en los movimientos mandibulares solo cuatro se consideran músculos de la masticación. Los músculos se dividen
anatómicamente en dos grupos. El grupo de músculos
que se insertan en la rama mandibular y el cuello condilar
pertenecen al grupo de músculos supramandibulares (son
el músculo temporal, masetero, pterigoideo medial y pterigoideo lateral) y tiene como función principal elevar la
mandíbula. En el grupo de músculos inframandibulares
que se insertan en el cuerpo y sínfisis mandibular e hioides
se encuentran los cuatro músculos suprahioideos (digástrico, genihioideo, milohioideo y estilohioideo) y los cuatro
músculos infrahioideos (esternohioideo, omohioideo, esternotiroideo y tirohioideo).
Músculo temporal. Este músculo eleva la mandíbula
para cerrarla. Las fibras de la porción media y posterior
contribuyen al movimiento retrusivo de la mandíbula.
224
► Figura 18-2. Relación anatómica de la articulación temporomandibular con las estructuras de la base craneal. Vista inferior.
Músculo masetero. Es el músculo elevador de la mandíbula más potente; crea presión en los dientes, particularmente en los molares.
Patología urgente de la articulación temporomandibular
Músculo pterigoideo medial. Su función principal es
elevar la mandíbula pero también funciona sinérgicamente con el pterigoideo lateral unilateralmente para conseguir protrusión y rotación hacia el lado contrario.
Músculo pterigoideo lateral. La función primaria de la
cabeza inferior es un movimiento protrusivo y de contralateralidad. Cuando ambas cabezas inferiores funcionan
conjuntamente, el cóndilo se desplaza anteriormente hacia la eminencia temporal con el disco moviéndose pasivamente. La función de la cabeza superior se centra fundamentalmente en cerrar la mandíbula y con movimientos
de retrusión e ipsilateralidad.
Biomecánica de la articulación temporomandibular
La relación entre la fosa, el disco articular y la cabeza
condilar permite la generación de un movimiento de rotación y un movimiento de traslación anterior. Los primeros 2,5 cm de apertura oral medida entre los incisivos son
consecuencia de un movimiento de rotación del cóndilo
dentro de la fosa; a partir de los 2,5 cm, el disco articular
se desplaza anteriormente permitiendo un movimiento de
traslación de todo el cóndilo. La mandíbula y el disco se
articulan juntos como una unidad porque están unidos
por los ligamentos colaterales. El máximo movimiento
anterior y lateral de traslación permitido por el disco es
de aproximadamente 1,5 cm. Todos los movimientos de
la mandíbula, asimétricos o no, requieren un contacto
estrecho de cóndilo, disco y eminencia articular. Los ligamentos asociados a la articulación no mueven la articula-
► Figura 18-4. Palpación bimanual en boca cerrada.
CAPÍTULO 18
ción, simplemente se alargan durante los movimientos de
apertura oral.
EXPLORACIÓN DE LOS SÍNTOMAS Y MOTIVOS DE
CONSULTA PRINCIPALES DE LOS PACIENTES CON
AFECTACIÓN DE LA ARTICULACIÓN TEMPOROMANDIBULAR O SÍNDROMES RELACIONADOS
La sintomatología que va a referir un paciente afectado
de patología asociada a la articulación temporomandibular va a ser dolor, ruidos articulares, bloqueo y alteraciones
de la movilidad mandibular. La exploración de la ATM se
realiza de forma bimanual y mediante palpación sin presión (Figs. 18-4 a 18-9).
Dolor
Se trata de un proceso álgico localizado en la región preauricular, que en ocasiones puede asociarse con otalgia. El
agravamiento del dolor con la carga articular y la apertura
orientará hacia un origen articular, mientras que si el paciente localiza el dolor en los grupos musculares y tiene
características fundamentalmente matutinas, se pensará
en un proceso de dolor miofascial. Dependiendo de las
características del dolor, se pensará en uno u otro de los
orígenes intraarticulares (Tabla 18-1).
Chasquidos
Los ruidos de la articulación temporomandibular o los
chasquidos se asocian a la patología temporomandibular.
► Figura 18-5. Palpación bimanual durante la apertura oral.
225
SECCIÓN III
226
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 18-6. Palpación del músculo masetero.
► Figura 18-8. Palpación intraoral de la inserción del músculo temporal y pterigoideos.
► Figura 18-7. Palpación del músculo temporal
► Figura 18-9. Palpación del músculo esternocleidomastoideo.
Patología urgente de la articulación temporomandibular
TABLA 18-1 Tipos de dolor por alteraciones internas de la ATM
Dolor origen en ligamentos
• Intermitente y relacionado con la función articular
• Contracción muscular como respuesta al dolor
Dolor por alteración en ligamento posterior
• Dolor incrementado en máxima intercuspidación
• Disminuye con un mordedor que evite la intercuspidación
• Se incrementa en el movimiento de lateralidad en sentido homolateral
• Puede presentarse con algún grado de maloclusión homolateral
Dolor en la cápsula articular
• Se acentúa al palpar directamente la cabeza condilar
• Puede apreciarse fluctuación a la palpación
• Se incrementa con la función articular
• Se mantiene estable en máxima intercuspidación y al apretar un
mordedor
• Se aprecia disminución en la apertura oral
Dolor artrítico
• Se acentúa al palpar directamente la cabeza condilar
• Se incrementa con la carga articular
• Disminuye al morder un separador en el área homolateral
• Aumenta al morder un separador en sectores molares contralaterales
• Puede apreciarse disminución en apertura oral e incluso maloclusión
La prevalencia oscila entre el 14 % y el 44 % de la población y es más frecuente en mujeres.
En general, cuanto mayores sean los ruidos, más avanzada suele estar la enfermedad. Pero la ausencia de ruidos
no excluye patología articular.
El chasquido articular puede ser precoz, intermedio o tardío. La causa del chasquido es el choque del cóndilo contra
el hueso temporal tras haber vencido un obstáculo mecánico.
Los ruidos de la articulación están asociados diversas afecciones: desplazamiento discal con reducción, ensanchamiento local de los tejidos de las superficies articulares, hipermovilidad de la articulación y cuerpos libres intraarticulares.
La presencia de chasquidos debe alertar de una posible
patología articular, pero los ruidos aislados, sin dolor ni
otras alteraciones asociadas, no requieren tratamiento.
CAPÍTULO 18
intraarticular secundaria a cambios degenerativos primarios o secundarios. El síndrome o dolor miofascial afecta
al 50 % de los pacientes que presentan manifestaciones
clínicas de la articulación temporomandibular. Además
del SMF forman parte de la patología no articular el espasmo muscular y la miositis. Dentro de la patología articular destaca el síndrome de disfunción temporomandibular, que se debe a un funcionamiento anómalo del
complejo disco-fosa. Otras afecciones articulares incluyen
artropatías inflamatorias y no inflamatorias, alteraciones
del crecimiento y enfermedades del tejido conectivo (Tabla 18-2).
TABLA 18-2. Clasificación de la patología de la articulación
temporomandibular.
CLASIFICACIÓN DE LA PATOLOGÍA DE LA ARTICULACIÓN
TEMP OROMANDIBULAR
ENFERMEDADES ARTICULARES
Artropatías no inflamatorias
Desarreglos mecánicos (síndrome de disfuncion
temporomandibular -SDTM-)
Osteoartritis secundaria (trauma, cirugía previa, necrosis
avascular)
Osteoartritis primaria
Enfermedades óseas y cartilaginosas con manifestación articular
Artropatías inflamatorias
Sinovitis
Capsulitis
Artritis reumatoide
Artritis reumatoide juvenil
Poliartritis seronegativa
Espondilitis anquilopoyética
Artritis psoriásica
Artritis reactiva (bacteriana, viral, fúngica)
Enfermedades del crecimiento
Bloqueo
Puede apreciarse una limitación de la apertura oral que,
en casos agudos, suele ser el motivo de asistencia del paciente a un servicio de urgencias.
Pérdida de control de la dirección de los movimientos
mandibulares
Si la desviación en apertura se produce antes de los
35 mm, cabe pensar en un origen intraarticular. En la
patología muscular pueden observarse movimientos amplios, en ocasiones tras apertura oral máxima y no asociados a ruidos articulares.
No-neoplásicas del desarrollo (hiperplasia, hipoplasia, displasia)
No-neoplásicas adquiridas (condilolisis)
Neoplasias
Pseudotumores (condromatosis sinovial)
Benignos (condroma, osteoma)
Malignos (primarios, metastásicos)
Enfermedades del tejido conectivo
Miscelánea
ENFERMEDADES NO ARTICULARES
Enfermedades musculares
Espasmo muscular
DOLOR MIOFASCIAL (SMF)
CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS TEMPOROMANDIBULARES
La patología de la ATM se divide en dos grupos: el síndrome miofascial (SMF) o dolor miofascial y la patología
Fibromialgia
Distrofia miotónica
Miositis osificante progresiva
Enfermedades del crecimiento
227
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
Aparte de los trastornos de la articulación temporomandibular, se debe hacer referencia a los trastornos de
la movilidad mandibular, en muchos casos solapables a
los anteriores. Los trastornos de la movilidad mandibular tanto por hipermovilidad como por hipomovilidad se
pueden presentar en la consulta con un cuadro clínico
semejante al de la patología temporomandibular (Tablas
18-3 y 18-4).
TABLA 18-4. Causas de hipomovilidad mandibular
CAUSAS DE HIPOMOVILIDAD
Trismus
Odontogénico: dolor miofascial, maloclusión, erupción dentaria
Infección: pterigomandibular, faríngea lateral, temporal
Tumor: fractura mandibular, tumores que invaden la musculatura
mandibular
Psicológico: trismus histérico
ENFERMEDADES NO ARTICULARES
Aproximadamente un 50 % o más de las afecciones de la
ATM son diferentes formas de mialgias musculares. Incluyen tensión muscular aguda o espasmo, dolor miofascial y
disfunción, enfermedades crónicas como la fibromialgia,
distrofias musculares o miositis osificante. Todas estas enfermedades disminuyen el rango de movilidad mandibular y producen dolor. El dolor y la disfunción miofascial
están comúnmente relacionados con el músculo masetero
o el espasmo del músculo temporal. Puede afectar a los
pterigoideos o cualquiera de los otros músculos del grupo.
Se cree que los hábitos parafuncionales como el bruxismo
y el apretamiento de los maxilares son los mayores causantes de esta enfermedad. También se creen relacionados con
los bloqueos agudos.
Síndrome miofascial
El SMF afecta al 50 % de los pacientes con manifestaciones clínicas de ATM. Los traumatismos, los hábitos
parafuncionales, la maloclusión, la sobrecarga funcional
de la articulación, factores psicológicos y posiciones ergonómicas de la cabeza son causas etiológicas de éste. Es
difícil calcular el impacto de los factores psicológicos, pero
se estima que entre el 10 y el 20 % de los pacientes con
SMF también manifiestan alguna otra forma de enfermedad psiquiátrica.
TABLA 18-3. Causas de hipermovilidad mandibular
CAUSAS DE HIPERMOVILIDAD
Trauma intrínseco: daño por sobreextensión
Bostezo
Vómitos
Apertura amplia
Crisis convulsiva
Trauma extrínseco
Trauma: lesión por flexo-extensión de la mandíbula, intubación con
anestesia general, endoscopia, extracciones dentales, hiperextensión forzada
Enfermedades del tejido conectivo: síndrome de hipermovilidad,
síndrome de Ehlers-Danlos, síndrome de Marfan
Miscelánea: desarreglos internos, disfunción muscular desincronizada, obstrucción intraarticular contralateral, pérdida de dimensión
vertical, discrepancias oclusales
Psicológica: dislocación habitual, disquinesia tardía
228
Inducida por drogas: fenotiazidas
Farmacológico: fenotiazidas
Neurológico: tétanos
Pseud oanquilosis
Fractura-hundimiento del arco zigomático
Fractura dislocada del cóndilo
Adhesiones de la apófisis coronoides
Hipertrofia de la apófisis coronoides
Fibrosis del músculo temporal
Miositis osificante
Contractura cicatricizal tras lesión térmica
Tumor del cóndilo o de la apófisis coronoides
Anquilosis verdadera
Traumática: fractura intracapsular (infancia), fractura condilar
desplazada medialmente (adulto), trauma obstétrico, fibrosis
intracapsular
Infección: otitis media, artritis supurativa
Inflamación: artritis reumatoide, Enfermedad de Still,
espondilitis anquilopoyética, Enfermedad de Marie-Strümpell,
artritis psoriásica
Quirúrgica: complicaciones postquirúrgicas de la articulación
temporomandibular y cirugía ortognática
Cuando se sospecha un SMF, el tratamiento debe enfocarse en mejorar la función y reducir el dolor y el malestar.
De un 74 % a un 85 % de los pacientes responden favorablemente a los tratamientos conservadores no quirúrgicos. De hecho, los estudios a largo plazo sugieren que casi
todos los pacientes con SMF mejorarán con el tiempo,
independientemente del tipo de tratamiento que reciban.
ENFERMEDADES ARTICULARES
Síndrome de disfunción temporomandibular
Entre las alteraciones articulares no inflamatorias de la
ATM, el síndrome de disfunción temporomandibular es
la enfermedad más frecuente, y, a menudo, es de origen
idiopático. Se caracteriza por un funcionamiento anormal del disco articular, que se desplaza anteriormente y
se reposiciona al cerrar la boca (DDAcR) o no (DDAsR).
Entre los hallazgos intraarticulares característicos de esta
entidad cabe destacar condromalacia, desplazamiento del
disco y cambios degenerativos óseos o en el cartílago articular (Fig. 18-10). El grado de desplazamiento del disco
articular permite dividir a la entidad según los estadios de
Wilkes:
Patología urgente de la articulación temporomandibular
► Figura 18-10. Resonancia magnética nuclear de la articulación
temporomandibular.
• Estadio I: desplazamiento discal con reducción temprana.
• Estadio II: desplazamiento discal con reducción tardía.
• Estadio III: desplazamiento discal agudo o subagudo sin reducción.
• Estadio IV: desplazamiento discal crónico sin reducción.
• Estadio V: desplazamiento discal crónico sin reducción y con osteoartritis.
Cuando no hay reducción, se puede producir un bloqueo durante la apertura oral, que puede ser agudo (menos de 1 mes de evolución), subagudo (de 1 a 3 meses de
evolución) o crónico (más de 3 meses de evolución).
El manejo terapéutico de este síndrome incluye férulas
oclusales, fisioterapia articular, manipulación mandibular pasiva y artrocentesis en los casos de bloqueo agudo o
subagudo. En los casos refractarios se ha empleado artroscopia y cirugía abierta.
OTRAS AFECCIONES ARTICULARES
Infecciones de la articulación temporomandibular
No son frecuentes, pero requieren un diagnóstico y un
tratamiento rápidos para evitar tanto el dolor como los
cambios permanentes que se pueden producir en la articulación.
A la exploración, los pacientes presentan mordida abierta posterior ipsilateral, una postura antiálgica inclinando
la cabeza hacia el lado contralateral, inflamación preauricular y, en ocasiones, fluctuación.
La vía de diseminación de la infección suele ser hematógena. Una articulación con enfermedad artrítica suele
ser más susceptible a la infección de un foco distante. De
todos modos, la fuente bacteriana suele ser odontógena,
procedente del maxilar superior o a través de las venas del
plexo pterigoideo.
CAPÍTULO 18
Las complicaciones de infecciones de la ATM incluyen
fístula, fibrosis o anquilosis ósea, osteomielitis del hueso
temporal y abscesos intracraneales.
Son necesarias una historia clínica completa y una exploración para llegar a un diagnóstico acertado. Hay que
descartar infecciones adyacentes, sobre todo infecciones
procedentes de molares superiores. Conviene valorar el
resto de articulaciones.
Aspirar el contenido articular alivia el dolor y ayuda a la
identificación del germen causal.
El mejor tratamiento empírico inicial en una infección
de la ATM es la combinación de penicilina con inhibidor
de la β-lactamasa. Inicialmente se deberían usar antibióticos vía parenteral: ampicilina + sulbactam 3 g por vía
intravenosa (i.v.) cada 6 horas o clindamicina 600 mg i.v.
cada 6 horas en pacientes alérgicos. Las cefalosporinas de
tercera generación como la cefotaxima 6 a 12 g i.v. al día
se pueden utilizar en casos de infección por gramnegativos
en pacientes no hospitalizados. La tobramicina, 3 mg/k/
día en 4 dosis, debe considerarse para tratar posibles infecciones por Pseudomonas aeruginosa en infecciones de pacientes hospitalizados o inmunodeprimidos. La duración
del tratamiento dependerá de la respuesta clínica y del organismo aislado. En general, un tratamiento antibiótico
de 30 días parece apropiado para los casos de infección
de la ATM.
Se debe hacer un aspirado articular, no solo para realizar
un cultivo y estudio de sensibilidad, sino para analizar la
existencia de leucocitos o la presencia de cristales y fibrinógeno.
El líquido sinovial de una articulación inflamada contiene más de 2.000 leucocitos/mm3 (normal < 200 mm/
mm3). En articulaciones sépticas, este valor asciende a
50.000/mm3. La mayor parte de las células son mononucleares. En casos de infecciones predominan las células
polimorfonucleares, salvo en los casos de infecciones por
hongos o por micobacterias donde los leucocitos descienden por debajo de 20.000/mm3 con predominio de células
mononucleares.
Además de la introducción de la antibioterapia es útil el
lavado de la articulación para extraer componentes inflamatorios, disminuir la carga bacteriana y aliviar la tensión
articular.
Una vez resuelta la infección aguda, se debe iniciar un
control del paciente para minimizar la discapacidad articular y vigilar las recurrencias (las cuales se han descrito
hasta 1 año después y alcanzan una incidencia del 11 %).
Una infección articular puede predisponer a la misma articulación a la formación de fibrosis o anquilosis. Se debe,
por tanto, comenzar ejercicios de movilización cuanto antes para prevenir las adhesiones intraarticulares.
Enfermedades neoplásicas
Las enfermedades neoplásicas de la ATM son extremadamente raras y suelen cursar con signos y síntomas similares a las enfermedades articulares (dolor preauricular
y disfunción), lo cual puede retrasar el diagnóstico. Hay
229
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
que descartar la existencia de una enfermedad neoplásica
de la articulación cuando el paciente no responda a los
tratamientos tradicionales.
Tumores benignos
Los tumores óseos benignos más frecuentes son el osteoma, el osteocondroma y/o la hiperplasia condilar con
alargamiento del cóndilo. Todos estos diagnósticos se presentan clínicamente con signos y síntomas relacionados
con el aumento del tamaño del cóndilo: desviación mandibular hacia el lado contralateral, mordida abierta ipsilateral y disminución del rango de movimiento.
Las pruebas de imagen delimitan la extensión de la lesión y la afectación de la fosa glenoidea y estructuras asociadas. Si se sospecha una hiperplasia condilar, está indicado el estudio gammagráfico para determinar la actividad
del proceso. Tanto para el caso de la hiperplasia condilar
como en los tumores benignos de la cabeza condilar el
tratamiento consistirá en la resección de la cabeza condilar
parcial o completa en casos de osteoma-osteocondroma
o hiperplasia activa, mientras que se realizará una condiloplastia para reducir el tamaño condilar y restaurar
la oclusión en lesiones hiperplásicas no activas. Se debe
preservar el disco o reemplazarlo en caso de que estuviese
dañado por un colgajo de músculo temporal (Figs. 18-11
a 18-13) o algún tipo de injerto autólogo. Se suele precisar
fisioterapia postoperatoria con el propósito de recuperar
la funcionalidad articular. En el postoperatorio, suele ser
necesaria la fijación maxilomandibular, pero unas guías
elásticas pueden ser útiles para guiar la oclusión.
fías demuestran la presencia de cuerpos sueltos radiopacos
en la articulación. Estos cuerpos sueltos se componen de
cartílago que contiene células multinucleadas. La presencia de atipias celulares e hipercromatismo es común, y se
debe realizar un cuidadoso estudio histológico para descartar la existencia de un condrosarcoma.
El tratamiento de la condromatosis sinovial consiste en
la extirpación de los cuerpos intraarticulares libres y la retirada de la membrana sinovial. La recurrencia es rara y
suele deberse a una extirpación incompleta de las lesiones
originales.
Gangliomas
La condromatosis sinovial es la enfermedad neoplásica
sinovial más frecuentemente descrita en la ATM. La media de edad de estos pacientes es de 47 años (mayor que
en la condromatosis sinovial de otras articulaciones, cuyo
rango de edad oscila entre los 20 y 30 años). Los signos
iniciales son el dolor y la inflamación preauricular y, en
función del grado de calcificación presente, las radiogra-
Los gangliomas quísticos son estructuras quísticas que
se presentan subcutáneamente en asociación con la cápsula de la articulación o la funda del tendón. El examen
histológico muestra un quiste con contenido mucinoso y
ácido hialurónico. Se presentan como una masa preauricular y pueden producir síntomas de ATM clásicos como
dolor y limitación de la función. La inflamación se puede
confundir con una masa parotídea. El tratamiento es quirúrgico, con extirpación de la lesión.
► Figura 18-11. Imagen intraoperatoria tras meniscectomía.
► Figura 18-13. Colgajo de músculo temporal interpuesto en la
articulación.
Tumores sinoviales
230
► Figura 18-12. Tallado de colgajo de músculo temporal.
Patología urgente de la articulación temporomandibular
Tumores malignos
Los tumores malignos de la ATM son muy raros y suelen deberse a extensiones directas de una lesión primaria
de las estructuras adyacentes. Aunque se han descrito lesiones metastásicas en la ATM, estas se encuentran más
habitualmente en el ángulo mandibular. Las lesiones más
frecuentes que metastatizan en el cóndilo son los adenocarcinomas de mama, riñón y pulmón. Los síntomas
tempranos son dolor y disfunción. Las lesiones malignas
primarias de la ATM son tumores intrínsecos del hueso
condilar. Estos pacientes suelen ser de mayor edad que los
pacientes con artropatías de la ATM. Se debe descartar
metástasis en pacientes que tengan una historia previa de
enfermedad neoplásica maligna y presenten síntomas de
la ATM. Asimismo, debe sospecharse la presencia de metástasis ante una fractura de cóndilo sin antecedente de
traumatismo previo.
Las enfermedades neoplásicas primarias de la ATM requieren un tratamiento agresivo para prevenir la extensión
intracraneal.
LUXACIÓN MANDIBULAR E HIPERMOVILIDAD
La subluxación mandibular ocurre cuando aparece una
incapacidad momentánea de cerrar la boca desde una posición de apertura máxima. Se define como una dislocación parcial autorreducible de la ATM, durante la cual el
cóndilo sobrepasa anteriormente a la eminencia articular.
En cambio, la luxación mandibular es una incapacidad
de cerrar la boca de larga duración.
La subluxación del cóndilo puede ser una manifestación
temprana de una futura patología de la ATM. Puede desencadenarse por situaciones en las que la boca se abre en
exceso como los bostezos y al comer o en situaciones en
las que la boca se mantiene abierta durante mucho tiempo
como en procedimientos dentales de larga duración.
La subluxación puede ser secundaria a traumatismos
agudos o después de una crisis epiléptica. Está asociada
también a enfermedades sistémicas tipo Ehlers-Danlos o
enfermedad de Parkinson. Puede haber asociado problemas musculares secundarios a la toma de medicación o
enfermedades neurológicas.
El problema puede ser unilateral o bilateral, y los pacientes generalmente se presentan con un espasmo muscular asociado y dolor.
Respecto a las consideraciones terapéuticas, en ausencia
de dolor, la subluxación no requiere tratamiento específico, puesto que se autorreduce. Cuando se asocia a una
apertura oral amplia, se deben realizar esfuerzos conscientes para evitar la subluxación recurrente. Los pacientes deben modificar la dieta, y los tratamientos dentales se realizan con citaciones más cortas y múltiples. Es útil el uso
de bloques de mordida durante la realización de dichos
procedimientos. Cuando existe una laxitud excesiva de la
articulación, puede ser necesario recurrir a procedimientos
quirúrgicos, entre los cuales se ha sugerido en los últimos
años la artroscopia con inyección de un agente esclerosante (etoxi-esclerol o etanolamina) en el ligamento posterior.
CAPÍTULO 18
La reducción de la luxación mandibular se debe realizar
lo antes posible para evitar que el espasmo muscular se
haga intenso, dificultando la reducción. La reducción se
realiza mediante la presión de la mandíbula hacia abajo y
hacia atrás para recolocar el cóndilo en la fosa glenoidea
(maniobra de Nélaton). En casos agudos no suele hacer
falta el uso de anestesia. En casos de evolución prolongada
o luxación crónica, puede ser necesario el uso de miorrelajantes y analgésicos. Cuando no se consigue la reducción a
pesar de estos, puede requerirse realizar la reducción bajo
anestesia general. Después de la reducción, la mandíbula
debe inmovilizarse durante unos días para permitir la reparación capsular, la recuperación muscular y prevenir la
recurrencia.
Las luxaciones crónicas habitualmente requieren un enfoque más intervencionista. En estos casos, es importante
identificar la etiología. Se pueden realizar procedimientos
de plicatura para limitar la movilidad mandibular, procedimientos quirúrgicos para eliminar el impedimento mecánico de la eminencia articular (eminectomía o técnica
de Myrhaug) o procedimientos que crean impedimentos
mecánicos a la translación condilar (técnica de Norman).
Si existe una hiperactividad muscular asociada a luxaciones recurrentes crónicas, un tratamiento eficaz es la desinserción del músculo pterigoideo lateral. Se ha propuesto el
uso de toxina botulínica tipo A en los músculos pterigoideos laterales.
FRACTURAS CONDILARES
Las fracturas condilares corresponden al 19-38 % de todas las fracturas mandibulares, y el porcentaje aumenta
hasta el 26-60 % en la población infantil.
Las fracturas condilares se subdividen en fracturas intracapsulares y fracturas extracapsulares y, a su vez, según
el grado de desplazamiento, se pueden dividir en fracturas
no desplazadas, desviadas de la línea de fractura, dislocadas y luxadas.
En niños menores de 6 años predominan las fracturas
intracapsulares. Entre los 6 y 15 años el 78 % de las fracturas son el cuello del cóndilo y solo un 4 % son más bajas.
Es importante reposicionar de forma temprana los fragmentos para recuperar la correcta función, aunque muchos pacientes con fracturas condilares no desarrollan problemas a largo plazo.
HIPOMOVILIDAD TEMPOROMANDIBULAR
Etiología
Las causas de hipomovilidad mandibular son heterogéneas, y es preciso realizar un correcto diagnóstico del proceso para llevar a cabo un tratamiento eficaz.
La causa más frecuente es la traumática, seguida de la
infección (odontógena, otitis media y mastoiditis). Las
enfermedades sistémicas que incluyen hipomovilidad incluyen anquilosis espondilítica, artritis reumatoide y otras
enfermedades vasculares y del tejido conjuntivo como la
231
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
esclerodermia (Fig. 18-14). También se han identificado
causas yatrogénicas como las secuelas por radiación a altas
dosis que involucra los músculos de la masticación, craniotomías y, menos frecuentemente, cirugía ortognática.
Alteraciones temporomandibulares internas pueden producir hipomovilidad clínica. Traumatismos perinatales y
enfermedades neuromusculares pueden generar hipomovilidad en la infancia. En términos generales, la anquilosis
congénita se define como limitación de la apertura interincisal desde el nacimiento sin causa etiológica conocida.
Clasificación
La hipomovilidad mandibular se describe como trismo
junto con espasmo de la musculatura masticatoria. Puede
ser secundario a dolor miofascial, infección, traumatismo,
tumor, fármacos o factores psiquiátricos o neurológicos.
La anquilosis se clasifica de acuerdo con la localización
(intraarticular frente a extraarticular), tipo de tejido afectado (óseo, fibroso o mixto) y la extensión de la fusión
(completa frente a incompleta).
La anquilosis real es causada por fusión fibrosa y ósea
de las estructuras incluidas en la ATM, y en el estadio más
grave existe una unión ósea del cóndilo y la fosa glenoidea
(Fig. 18-15). La verdadera anquilosis se ha subclasificado
según la posición anatómica del cóndilo y la extensión del
puente óseo. La anquilosis falsa o seudoanquilosis consiste en movilidad limitada causada por factores extraarticulares como la fibrosis, la obstrucción mecánica (p. ej.,
fractura del arco cigomático), espasmo muscular u otras
afecciones.
estructuras del tercio medio facial. La anquilosis en adultos se caracteriza por limitación de la apertura mandibular
y disminución de la traslación, pero no suele causar alteraciones en la morfología facial. La pérdida de la estructura
condilar y un ángulo mandibular prominente se observan
en casos de enfermedades reumatológicas, especialmente la esclerodermia. Es frecuente observar una mordida
abierta anterior cuando se pierde altura de la rama o el
cóndilo. Causas unilaterales con etiología traumática pueden generar maloclusión y prematuridades dentales ipsilaterales. Es preciso realizar un examen físico cuidadoso para
identificar si el proceso es unilateral o bilateral.
Las radiografías son esenciales para evaluar y tratar a
pacientes con hipomovilidad. En la ortopantomografía
se puede identificar la ausencia o presencia de espacio
articular, anomalías óseas muy evidentes o hiperplasia de
coronoides. Una tomografía axial computarizada define
con mayor precisión la extensión de la anquilosis. La resonancia nuclear magnética aporta mucha información
en la evaluación de la ATM, especialmente a la hora de
determinar la posición del menisco. Aunque la anquilosis fibrosa se puede diagnosticar con la resonancia nuclear
magnética, la tomografía axial computarizada es superior
a la hora de demostrar patología ósea.
Consideraciones terapéuticas generales
El objetivo en todo estado de hipomovilidad es recuperar el movimiento mandibular y prevenir la progresión de
la enfermedad.
Presentación clínica
Los pacientes con fibrosis anquilosa u ósea se presentan
con movimientos mandibulares restringidos y, en función
de la edad del paciente y la etiología, pueden tener un
tamaño y forma mandibular anormal. Una patología unilateral en niños puede generar asimetrías del tercio inferior
facial que afectan secundariamente al plano oclusal y a las
232
► Figura 18-14. Artritis reumatoide en relación con la patología de
la articulación temporomandibular.
► Figura 18-15. Ortopantomografía, detalle de anquilosis de articulación temporomandibular.
Patología urgente de la articulación temporomandibular
Se deben identificar las causas reversibles como la hiperactividad muscular o el espasmo, las causas infecciosas o
inflamatorias, relacionadas con medicamentos. Conseguir
la recuperación de la oclusión en casos de anquilosis es
más difícil. Se han descrito muchas técnicas quirúrgicas.
El protocolo quirúrgico de Kaban consiste en una secuencia basada en resección agresiva de la masa anquilótica con
exposición intraoperatoria amplia y prestando especial
atención a la parte medial de la articulación para asegurarse de que se extirpa todo el tejido óseo, fibroso y de granulación. Además de la resección agresiva, se debe realizar
disección y liberación del músculo temporal, masetero y
pterigoideo medial, además de coronoidectomía ipsilateral en todos los casos y a través de la misma incisión. Si,
tras estos procedimientos, la apertura interincisal es menor
de 35 mm, se realiza una coronoidectomía contralateral
intraoral. Dado que la resección de la masa anquilótica habitualmente produce una pérdida de la altura de la rama,
se debe reconstruir la altura y restablecer la oclusión y la
función. Pueden emplearse injertos costocondrales para su
reconstrucción, con bloqueo intermaxilar no más de 1014 días y un protocolo de rehabilitación con fisioterapia
precoz. Otras opciones reconstructivas son la distracción
osteogénica y el empleo de prótesis articulares (Figs. 1816 y 18-17).
TRATAMIENTO NO QUIRÚRGICO DE LA PATOLOGÍA
TEMPOROMANDIBULAR
El objetivo del tratamiento de la patología de la ATM
es aliviar el dolor y/o la disfunción mandibular. Tanto el
dolor como la disfunción que sufren estos pacientes son
debilitantes, afectan al cuidado de la salud de la cavidad
oral y disminuyen, en definitiva, la calidad de vida de estos
pacientes. Otro objetivo importante es educar al paciente
para que conozca y evite los factores predisponentes. Los
tratamientos no quirúrgicos disminuyen la sobrecarga del
sistema masticatorio, eliminan el dolor, reducen la disfunción y la cronicidad y promueven la curación. En general,
los pacientes deben ser instruidos en limitar la función
CAPÍTULO 18
► Figura 18-17. Ortopantomografía, caso de prótesis de articulación
temporomandibular bilateral.
mandibular, modificar los hábitos, evitar el estrés y realizar
ejercicios de rehabilitación en casa.
Los chasquidos de la articulación son bastante frecuentes en articulaciones normales. Son difíciles de eliminar y
habitualmente recurren. No existe evidencia de que pueda suponer un problema para el paciente y, en general, se
considera que los ruidos articulares que no están acompañados de dolor o disfunción no deben tratarse.
Dieta blanda
La dieta blanda previene la sobrecarga de la articulación
temporomandibular y disminuye la actividad muscular. El
tiempo que se debe mantener la dieta blanda depende de
la gravedad de los síntomas. La dieta líquida estricta se
reserva para los casos con síntomas más graves.
Farmacoterapia
Se recomienda prescribir los fármacos a intervalos regulares más que a demanda. Los agentes farmacológicos
más frecuentemente empleados son los analgésicos, los antiinflamatorios, los relajantes musculares, los ansiolíticos y
los antidepresivos. Los fármacos analgésicos, corticoides
y ansiolíticos son útiles en el tratamiento del dolor agudo,
y la medicación antiinflamatoria y antidepresiva se emplea
principalmente en el manejo del dolor crónico. Los relajantes musculares, los antiinflamatorios no esteroideos y
los anestésicos locales se emplean tanto en el dolor agudo
como en el crónico.
Analgésicos. Los analgésicos no opioides se pueden asociar con antiinflamatorios para conseguir un mejor control
del dolor. Los salicilatos son los más frecuentemente empleados. Son antipiréticos, analgésicos y antiinflamatorios.
Los analgésicos opioides sólo deben emplearse en dolores
moderados a intensos de duración limitada, por su alto
potencial adictivo. Estos fármacos se administran conjuntamente con antiinflamatorios no esteroideos (AINE) o
paracetamol. No se deben emplear más de 2-3 semanas.
► Figura 18-16. Modelo tridimensional craneal y comprobación de la
adaptación de la prótesis de articulación temporomandibular.
Antiinflamatorios. Los AINE mejoran la sintomatología de los pacientes con sinovitis, miositis, capsulitis,
desplazamiento discal y osteoartritis. Estos medicamentos alivian la inflamación y disminuyen la percepción de
233
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
dolor. Como efectos secundarios se incluyen la irritación
gástrica, alergias y disfunción hepática. Los AINE más
empleados son el ibuprofeno, el diclofenaco y el naproxeno, pero los inhibidores de la ciclooxigenasa 2 se están
popularizando. Se ha encontrado que la ciclooxigenasa 2
es un importante mediador inflamatorio que se encuentra
presente en el tejido sinovial de la ATM y en líquido de
los pacientes con desarreglos internos de la articulación.
Los corticoides tienen una mayor respuesta antiinflamatoria que los AINE. Los esteroides sistémicos solo están
indicados para cortos períodos de tiempo (5 a 7 días) debido a las complicaciones derivadas de tratamientos más
largos. Se han inyectado esteroides en la articulación para
disminuir la inflamación, pero un uso excesivo a largo plazo está asociado a hipoplasia condilar por inhibición de la
actividad osteoblástica y la pérdida de calcio por la orina y
el tracto gastrointestinal.
Ansiolíticos. Reducen la ansiedad, el insomnio y la hiperactividad muscular asociada a la patología de la ATM.
Las benzodiacepinas (diazepam) disminuyen la ansiedad,
relajan la musculatura esquelética y producen sedación.
Las propiedades relajantes musculares se pueden emplear
para disminuir los efectos del bruxismo secundario a hiperactividad de los músculos de la masticación. Se recomienda no emplear las benzodiacepinas durante un período de más de 2 semanas por su alto potencial de crear
dependencia, aunque puede aumentarse a 3 semanas si se
emplea de forma nocturna para controlar el bruxismo. Los
antihistamínicos de acción central y periférica tienen efectos sedantes y ansiolíticos sin peligro de abuso. Son más
seguros para niños y pacientes ancianos, y resultan útiles
en el tratamiento del vértigo y las náuseas que, a veces,
acompañan la patología de la ATM.
Antidepresivos. La relación que existe entre dolor y depresión es un reto que, a menudo, requiere tratamiento
simultáneo. Los inhibidores de la monoaminooxidasa no
se prescriben de rutina por sus numerosos efectos secundarios. Las propiedades analgésicas de los antidepresivos
tricíclicos son independientes de sus efectos analgésicos,
que requieren dosis mayores. Se ha demostrado que una
dosis pequeña de amitriptilina (10 mg) antes de acostarse
puede tener un efecto analgésico sobre el dolor crónico
sin relación con las acciones antidepresivas, que requieren
dosis 20 veces mayores. Los antidepresivos tricíclicos también se muestran útiles para tratar el bruxismo nocturno
y las alteraciones del sueño en relación con la patología de
la ATM. Los inhibidores de la recaptación de serotonina
se emplean para tratar pacientes con patología de la ATM
y depresión. Estos pacientes suelen requerir tomar esta
medicación varios meses. La fluoxetina (Prozac®) puede
aumentar el bruxismo y la ansiedad, por lo que debe ser
cuidadosamente administrada.
234
Relajantes musculares. Los relajantes musculares de
acción central pueden emplearse para relajar la hiperactividad muscular asociada a patología de la ATM. Pueden
actuar como sedantes y se combinan habitualmente con
AINE. Los relajantes musculares de acción central pueden
ser muy eficaces en dolor miofascial agudo (p. ej., traumatismo). El baclofeno se ha empleado para el dolor miofascial, pero se reserva para espasmos musculares intensos y el
dolor neurogénico. Se ha empleado toxina botulínica para
tratar el bruxismo grave. La relajación muscular reduce la
inflamación del masetero y la cápsula articular.
Anestésicos locales. Los anestésicos locales previenen
la generación de impulsos nerviosos. Los anestésicos locales pueden emplearse para realizar bloqueos diagnósticos
intraarticularmente o intramuscularmente para aliviar el
dolor y aumentar el rango de apertura. Por ejemplo, una
inyección tras la tuberosidad maxilar anestesiará el pterigoideo lateral permitiendo una protrusión y retrusión
máxima de la mandíbula. No se deben emplear vasoconstrictores junto con el anestésico porque la disminución del
aporte vascular puede aumentar el dolor muscular.
Terapia física
El dolor muscular, el desplazamiento anterior del disco
y el tejido cicatricial fibroso limitan los rangos de movimiento de la mandíbula. Además, la inmovilización de la
mandíbula tiene efectos perniciosos sobre la articulación y
los músculos de la masticación porque crea cambios degenerativos y genera una rápida fatiga muscular, debilidad y
contracturas.
Ejercicios terapéuticos. La terapia física y el ejercicio
son una parte importante de cualquier programa de rehabilitación y tratamiento de la ATM. Los síntomas leves o
agudos pueden tratarse inicialmente con dieta blanda, reposo mandibular, frío/calor local, ejercicios posturales de
apertura mandíbula/lengua, movimientos de lateralidad y
ejercicios pasivos de estrechamiento.
La ultrasonografía, la estimulación nerviosa eléctrica
transcutánea, la manipulación del tejido blando, inyecciones en los puntos trigger y la acupuntura también han
demostrado efectos beneficiosos en el tratamiento del paciente con patología de la ATM.
Técnicas de reducción de estrés. Las técnicas de relajación y reducción de estrés son muy útiles para estos
pacientes. Algunos estudios han demostrado resultados favorables de la acupuntura y técnicas de acupresión cuando
se combinan con otras modalidades terapéuticas como las
férulas.
En algunos casos, la patología de la ATM es la expresión somática de una alteración psiquiátrica o psicológica
subyacente como una depresión o una conversión. Una
vez identificados, estos pacientes deben ser derivados a un
especialista para recibir tratamiento.
Terapia oclusal. Las férulas son aparatos removibles de
acrílico duro que encajan a medida en las superficies oclusales de las arcadas superior o inferior. La eficacia de la
férula se atribuye a que disminuye la carga sobre la ATM
Patología urgente de la articulación temporomandibular
y reduce la actividad refleja neuromuscular. El alivio del
bruxismo puede deberse a los cambios en la dimensión
vertical. Existen dos tipos de férulas: de estabilización o
férula de Michigan (planas) y de reposicionamiento anterior. Las férulas de estabilización cubren todos los dientes
de una arcada y están indicadas para relajar la musculatura de la masticación, proporcionar estabilidad a la articulación y proteger los dientes del bruxismo. Otras indicaciones incluyen la mialgia, inflamación y retrodiscitis
secundaria a traumatismo. La férula de reposicionamiento
anterior coloca a la mandíbula en una posición más anterior que lo normal para alterar la relación cóndilo-discofosa y disminuir la carga articular. Sus indicaciones se reducen a alteraciones internas primarias del disco. Su uso
prolongado en el tiempo puede provocar cambios oclusales irreversibles como mordida abierta posterior.
Ajuste oclusal. Consiste en el limado selectivo de los
dientes para conseguir una mejor oclusión. Es irreversible
y tiene su mayor indicación en sintomatología aguda derivada de restauraciones protésicas o poscirugía ortognática.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LA PATOLOGÍA
TEMPOROMANDIBULAR
Para reposicionar el disco articular se han descrito diferentes posibilidades:
- Manipulación pasiva mandibular.
- Infiltración intraarticular de líquido con aumento de la
presión hidráulica y manipulación mandibular.
- Artrocentesis y lavado articular con manipulación mandibular.
- Artroscopia.
- Cirugía abierta.
Maniobras de recapturación discal
Dichas maniobras están indicadas en luxaciones discales
recientes, no más de 3 semanas tras el bloqueo. Se puede
realizar una infiltración anestésica local para evitar la contractura del músculo pterigoideo lateral y que el paciente
no experimente dolor durante las maniobras. El procedimiento es el siguiente:
1. Se coloca el pulgar sobre el segundo molar mandibular del lado bloqueado y el resto de dedos se
coloca en el borde inferior de la mandíbula.
2. Se aplica una fuerza en el segundo molar hacia abajo,
mientras que el resto de dedos lo aplican hacia arriba.
3. La otra mano mantiene la cabeza en su posición y
palpa la zona preauricular para comprobar el movimiento condilar durante la maniobra.
4. En este momento la articulación está distraída y
entonces se ejerce un movimiento basculante mandibular hacia el lado contralateral a la articulación
luxada, para intentar recapturar el disco luxado. Se
mantendrá esta posición durante unos 30 segundos.
CAPÍTULO 18
5. El paciente debe cerrar la boca en ligera protrusión
o en posición borde a borde para intentar que el
cóndilo arrastre al disco a la cavidad glenoidea. Se
mantendrá la posición durante unos segundos.
6. Finalmente, el paciente abrirá y cerrará la boca hasta
máxima apertura de manera suave.
El punto clave en el mantenimiento de la reducción discal es el estado de la lámina retrodiscal, compuesta por
tejido conjuntivo elástico, que puede llegar a perder su
capacidad para recuperar la longitud y morfología normales; en este caso la probabilidad de recidiva es muy elevada.
Artrocentesis
La artrocentesis de la ATM se ha mostrado altamente
eficaz, sobre todo en el tratamiento del bloqueo discal
agudo, que es su principal indicación (Fig. 18-18). Consiste en la lisis y lavado del espacio articular superior, generalmente con lactato de Ringer (habitualmente en una
cantidad superior a 200 mL) y la posibilidad de infiltración de diferentes sustancias, como ácido hialurónico o
corticoides. Por tanto, la artrocentesis constituye un excelente tratamiento para pacientes con bloqueo discal en la
ATM de menos de 1 mes de evolución. Se ha empleado
con resultados variables en bloqueos discales de larga duración, osteoartrosis y procesos inflamatorios articulares.
La técnica es fácil y puede llevarse a cabo de manera ambulatoria con anestesia local; las complicaciones potenciales son escasas. Su principal desventaja es que una técnica
terapéutica pero no diagnóstica, porque no muestra el interior de la articulación.
Artroscopia
Consiste en la introducción de un sistema óptico endoscópico en el compartimento articular superior que
permite visualizar, valorar y tratar diversas alteraciones
como sinovitis, adherencias, bridas (Figs. 18-19 a 18-21).
► Figura 18-18. Artrocentesis de articulación temporomandibular
izquierda.
235
SECCIÓN III
236
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 18-19. Cánulas y trocares de artroscopia de articulación
temporomandibular.
► Figura 18-21. Cámara de artroscopia.
► Figura 18-20. Pinza y palpador de artroscopia.
► Figura 18-22. Hallazgo artroscópico. Brida intraarticular.
Permite valorar el grado de desplazamiento discal anterior
y posibilita diferentes procedimientos quirúrgicos como
miotomía anterior, coagulación de la banda posterior, suturas discales artroscópicas, todo ello a través de diferentes
cánulas de trabajo, tras una lisis lavado y con la posibilidad
de infiltración de las diferentes estructuras con visión directa (Fig. 18-22).
Técnicas de cirugía abierta
Se realiza el abordaje quirúrgico de la articulación y
pueden efectuarse diversos procedimientos en función del
problema que se vaya a tratar:
-
Discopexias.
Discectomías con/sin interposición de injertos.
Artroplastias condilares.
Condilectomías y reemplazo mediante injertos óseos o
prótesis.
Patología urgente de la articulación temporomandibular
C
CAPÍTULO 18
RESUMEN
•
Un volumen importante de las consultas en urgencias
de cirugía oral y maxilofacial pertenece a problemas y
afecciones relacionados con la ATM. Los signos clínicos más frecuentes son el dolor y la dificultad para la
apertura oral. El diagnóstico etiológico de esta patología requiere una exploración clínica exhaustiva y una
serie de pruebas de imagen que serán solicitadas
desde las consultas de forma diferida.
•
Los pacientes con patología asociada a la ATM suelen
presentar dolor, ruidos articulares, bloqueo anticuar o
alteraciones de la movilidad mandibular. Existen dos
grandes grupos de afecciones: patología muscular y
patología intraarticular. Es imprescindible establecer
un correcto diagnóstico para proponer un tratamiento
acertado y eficaz.
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237
CAPÍTULO
19
Heridas por arma de fuego en urgencias de
cirugía oral y maxilofacial
Dr. Manuel Fernández Domínguez
Dr. José Luis Del Castillo Pardo De Vera
INTRODUCCIÓN
Las heridas faciales por arma de fuego son heridas especiales que pueden verse en el servicio de urgencias de
centros hospitalarios. Por fortuna, son raros en nuestro entorno, posiblemente por la legislación existente sobre posesión de armas de fuego en España (Fig. 19-1). Durante
los últimos 15 años han aumentado los hechos violentos
en la Comunidad de Madrid, en los que se ven implicadas
armas de fuego como causantes de heridas, como demuestra la estadística sobre criminalidad obtenida a través de
la Dirección General de la Policía (Tabla 19-1). La falta
de experiencia en muchos centros hospitalarios debido al
reducido número de casos tratados hace que estos pacientes sean considerados como auténticos retos quirúrgicos
para el cirujano oral y maxilofacial. Además, este tipo de
lesiones suele producir importantes secuelas estéticas y
funcionales, y en el peor de los casos el fallecimiento del
paciente (Fig. 19-2).
CONCEPTOS GENERALES DE BALÍSTICA
La balística es la ciencia que estudia el desplazamiento
de los proyectiles desde el interior del cañón de un arma de
► Figura 19-1. Radiografía de pistola y su cargador.
fuego, durante su recorrido por el aire o espacio en el que
se desplace y en su trayecto final.
La balística de las heridas es un apartado especial dentro
de la balística de efectos, en el cual el trayecto final del proyectil es un ser vivo; estudia la dinámica del proyectil dentro del cuerpo humano y su capacidad de generar daño.
TABLA 19-1. Estadísticas de criminalidad.
140
120
Armas cortas
100
Armas largas
80
Armas recortadas
60
Total
40
20
0
Madrid
1999
España
1999
Madrid
2000
España
2000
239
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 19-3. Imagen clínica de pequeño proyectil en región
cervical.
► Figura 19-2. Grandes lesiones de partes blandas faciales tras
disparo con arma de fuego.
En el desplazamiento del proyectil por el aire y al penetrar en los tejidos influyen los siguientes parámetros:
-
240
cubiertos de una carcasa metálica, lo que hace que atraviese
los tejidos con una trayectoria limpia. Sin embargo, en el
ámbito civil, fundamentalmente se trata de los proyectiles
que se usan en la caza, que están diseñados para provocar
el mayor daño tisular posible, por lo que la carcasas no son
metálicas y según el tipo de munición contienen múltiples
proyectiles secundarios (perdigones) que aumentan aún
más los daños tisulares (Figs. 19-7 y 19-8).
Con relación a la distancia al cuerpo y la trayectoria de
la bala, de nuevo van a ser elementos determinantes en el
tipo de lesión que se generen.
Tipo de arma.
Tipo de proyectil.
Distancia al cuerpo y su trayectoria.
Área corporal sobre la que impacta.
Respecto al tipo de arma, se deben distinguir las consecuencias provocadas por las armas de fuego en función
del número de proyectiles en cada disparo: pueden ser
armas que produzcan un disparo simple (un solo proyectil) (Figs. 19-3 y 19-4) y armas que producen un disparo
múltiple (varios proyectiles) (Figs. 19-5 y 19-6).
También se deben distinguir las armas según la longitud
del cañón en cortas y largas. En su interior la pared puede
ser lisa o rayada. Las armas con el cañón rayado favorecen
la estabilidad del proyectil durante su trayectoria por la
acción giroscópica que imprimen.
Con relación al tipo de proyectil, existen múltiples factores que condicionan su capacidad lesiva en los tejidos.
La transmisión de energía del proyectil sobre el cuerpo
se produce como consecuencia de la transmisión de energía del proyectil a los tejidos, siguiendo la fórmula, Ec = ½
m × V2; por tanto, el tamaño y la velocidad del proyectil
son condicionantes directos del posible daño tisular.
Otro factor determinante del proyectil es su forma y
composición. En el ámbito militar los proyectiles están re-
► Figura 19-4. Radiografía objetivando el proyectil.
Heridas por arma de fuego en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 19
► Figura 19-5. Múltiples pequeños proyectiles en cara.
La trayectoria de vuelo que sigue un proyectil es aquel
recorrido que sigue sometido a su propia inercia y a las
fuerzas inherentes al medio en el que se desplaza.
Con relación a la distancia al cuerpo, va a condicionar
directamente la lesión al organismo y aportará signos característicos según esta: características de los orificios de
entrada y de salida, aparición de quemaduras y tatuajes
cutáneos en disparos a quemarropa, un halo de contusión
en la superficie cutánea en disparos a bocajarro o a corta
distancia, la dispersión de perdigones, cuya amplitud de
distribución es directamente proporcional a la distancia
de tiro.
► Figura 19-6. Tomografía axial computarizada que demuestra la
presencia de múltiples perdigones a nivel intraoral y maxilar.
► Figura 19-7. Múltiples proyectiles en región maxilar a diferente
profundidad.
Respecto al área corporal sobre la que impacta, los tejidos que atraviesa ofrecen una resistencia a la energía liberada por el proyectil en su trayectoria. Los factores que más
condicionan este hecho son la densidad y la elasticidad de
los tejidos que perfora el proyectil. Los tejidos con densidad semejante al agua como el cerebro, hígado o bazo, los
órganos llenos de fluidos como el corazón o la vejiga así
como los tejidos muy densos como el hueso son más susceptibles de daño por proyectiles de armas de fuego.
► Figura 19-8. Radiografía lateral de cráneo en paciente que ha
sufrido accidente con arma de caza.
241
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
En cuanto a los mecanismos por los que un proyectil
puede generar daño tisular, son:
- Laceración y rotura.
- Onda de choque.
- Cavitación transitoria.
El mecanismo de laceración y rotura se refiere al daño
que genera la bala al atravesar los tejidos que encuentra a
su paso.
La onda de choque explica el fenómeno de que un proyectil va creando un trayecto por detrás y va comprimiendo las estructuras que tiene delante; esa transmisión se
produce en ondas esféricas. Esas ondas provocan cambios
de presión que pueden causar daño a una distancia considerable de su trayectoria corporal.
El fenómeno de cavitación transitoria se refiere al daño
que aparece cuando el proyectil ya ha atravesado el organismo. Solo aparece en misiles de alta velocidad y es
la causa de su inmenso poder destructivo (Figs. 19-9 y
19-10). El fenómeno de cavitación es más importante en
órganos sólidos y homogéneos por su alta densidad, como
el músculo, el hígado o el cerebro.
CLASIFICACIÓN DE LAS HERIDAS DE ESCOPETA
Dado su alta incidencia en nuestro medio, es importante conocer la clasificación de las heridas de escopeta
desarrollada por Sherman y Parrish (1963):
- Heridas de tipo I. Los proyectiles penetran únicamente
la piel, el tejido celular subcutáneo y la aponeurosis pro-
242
► Figura 19-9. Imagen clínica de paciente que ha sufrido lesión
facial por artefacto explosivo.
► Figura 19-10. Imagen intraoperatoria de las lesiones sufridas por
la explosión; daños en partes blandas, mandíbula y piezas dentales.
funda. Son heridas causadas por disparos a gran distancia o mayores de 13,7 metros de distancia. Este tipo de
heridas se suelen tratar con limpieza, extracción de los
perdigones y postas y profilaxis del tétanos (Fig. 19-11).
- Heridas de tipo II. Los proyectiles perforan estructuras por debajo de la aponeurosis profunda. Son heridas causadas por disparos a distancias menores de
13,7 metros pero mayores de 2,7 metros. Son lesiones
que alcanzan planos subaponeuróticos sin causar gran
destrucción de los tejidos superficiales, por lo que pueden tener el aspecto de heridas leves, pero son heridas
potencialmente graves por ser heridas penetrantes (Fig.
19-12). El tratamiento de estas heridas requiere una
cuidadosa exploración, especialmente por el riesgo de
lesiones vasculares en la trayectoria de los perdigones.
- Heridas de tipo III. Los proyectiles penetran en planos
profundos y causan destrucción tisular masiva. Son heridas causadas por disparos a una distancia no mayor de
► Figura 19-11. Proyectiles alojados en cuero cabelludo.
Heridas por arma de fuego en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
► Figura 19-12. Proyectil alojado en profundidad adyacente a cuerda vocal.
2,7 metros. Se caracterizan por la destrucción masiva
de tejidos y la hemorragia grave (Figs. 19-13 y 19-14).
CLASIFICACIÓN CLÍNICA DE LAS HERIDAS FACIALES
PRODUCIDAS POR ARMA DE FUEGO
Con relación a la presentación clínica de las heridas por
arma de fuego, se distinguen:
- Heridas penetrantes: el proyectil queda retenido en el
CAPÍTULO 19
► Figura 19-14. Lesión extensa en región maxilomandibular.
cuerpo pero sin daño tisular asociado. Esta retención
indica que los tejidos anexos al recorrido del proyectil
han absorbido la energía cinética asociada a la bala. Son
heridas causadas habitualmente por misiles proyectados
a baja velocidad. La herida de entrada acostumbra a ser
pequeña e irregular.
- Heridas perforantes: el proyectil atraviesa por completo la zona del impacto. Por definición existe siempre
un orificio de entrada y un orificio de salida (Figs. 1915 a 19-17). Los tejidos absorben solo una parte de la
energía cinética del proyectil. Suelen estar producidas
por misiles de alta energía. El orificio de entrada es pequeño, de tamaño similar al calibre de la bala, pero el
orificio de salida es considerablemente más grande.
- Heridas avulsivas: son aquellas heridas en las que existe
una pérdida de elementos óseos y/o de partes blandas.
Son originadas por proyectiles de muy alta velocidad,
disparos de artillería pesada móvil o fragmentos de
mortero. La herida de entrada puede ser pequeña, pero
el orificio de salida presenta gran destrucción tisular
(Fig. 19-18).
MANEJO INICIAL DEL PACIENTE CON HERIDA FACIAL
POR ARMA DE FUEGO
El paciente que presenta lesiones por arma de fuego debe
ser evaluado en un primer momento siguiendo el algoritmo de valoración de reanimación ante cualquier paciente
politraumatizado (ABCDE).
► Figura 19-13. Gran daño mandibular por disparo cercano de
escopeta de caza.
A: airway (vía aérea y columna cervical). El control
de la vía aérea es prioritario. En un primer momento, en el
lugar del accidente se dispone de maniobras manuales que
mantienen la vía aérea permeable, como subluxar la mandíbula y dispositivos específicos como tubos de Guedel
o tubos nasofaríngeos. Ante heridas extensas en el tercio
inferior facial, la traqueotomía de urgencia o cricotiroidotomía es necesaria, ya que el estado de la cavidad oral por
sangrado, destrozo de partes blandas y edema generalizado
dificultan enormemente la realización de una intubación
243
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
► Figura 19-17. Fractura del maxilar superior y gran hematoma a
nivel palatino por el estallido intraoral en el paciente de las figuras
19-15 y 19-16.
orotraqueal (Fig. 19-19). Todo paciente politraumatizado
debe ser movilizado en bloque, hasta que pueda descartarse una lesión espinal, por lo que el cuello no debe extenderse ni rotarse.
244
► Figura 19-15. Orificio de entrada submentoniano, con importante
edema facial generalizado.
B: breathing (ventilación). Una vez asegurada la vía
aérea, se debe mantener la correcta ventilación del paciente con las medidas oportunas. Inicialmente es aconsejable
► Figura 19-16. Detalle de orificio de salida a nivel frontal del paciente de la figura 19-15.
► Figura 19-18. Herida avulsiva con gran destrucción ósea.
Heridas por arma de fuego en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 19
► Figura 19-19. Paciente intubado a su llegada a urgencias tras
sufrir estallido de artefacto explosivo. La presencia de lesiones
intraorales y de piezas dentales dificulta la intubación.
administrar oxígeno a todos los pacientes, con el objetivo
de mantener una saturación de oxígeno mayor del 90 %.
C: circulation (circulación y control de hemorragias). La hemorragia es una de las principales causas prevenibles de fallecimiento postaccidente. La hipotensión
en el contexto de un politraumatizado debe considerarse
hipovolémica hasta que se demuestre lo contrario. Es importante controlar los sangrados activos, en especial los de
los grandes vasos faciales y cervicales. Inicialmente debe
realizarse compresión externa directa y a continuación
efectuar una arteriografía con posibilidad de embolización
selectiva del vaso lesionado o una exploración quirúrgica
urgente y hemostasia/ligadura del vaso sangrante.
► Figura 19-20. Tomografía axial computarizada de lesión con arma
de fuego con orificio de entrada derecho.
► Figura 19-21. Tomografía axial computarizada, corte axial, con
gran conminución mandibular.
Una vez controlada la vía aérea y estabilizado el paciente,
se debe realizar un diagnóstico más preciso de las lesiones
sufridas. Además de la exploración clínica, habrá que basarse en las pruebas de imagen, como radiografías simples
de cráneo, ortopantomografía, proyección de Waters, pero
la técnica de elección en el diagnóstico de estas lesiones es
la tomografía computarizada con reconstrucciones en tres
dimensiones, especialmente útiles a la hora de planificar
el tratamiento (Figs. 19-20 a 19-22). Otras pruebas de
utilidad en estos pacientes pueden ser la ecografía (permite
localizar cuerpos extraños en partes blandas) y la arteriografía, en aquellos casos en los que se sospeche afectación de
los grandes vasos o cuerpos extraños/proyectiles cercanos.
► Figura 19-22. Ortopantomografía de primer control quirúrgico de
paciente que presenta fracturas por herida de arma de fuego.
245
SECCIÓN III
SITUACIONES ESPECIALES
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LAS HERIDAS POR
ARMA DE FUEGO
Según el tipo de herida, proyectil, velocidad y energía del
traumatismo, se debe realizar un planteamiento diferente.
Así, en heridas por proyectiles de baja velocidad se intentará
un tratamiento definitivo de forma primaria, ya que suelen
ser heridas de partes blandas y hueso pero sin pérdida de
tejidos. En este caso se tratan como la mayoría de fracturas
faciales con heridas en partes blandas (aunque puede tratarse de fracturas conminutas). En cambio, ante heridas por
proyectiles a gran velocidad, con gran destrozo de los tejidos
blandos y múltiples esquirlas y fragmentos óseos, se propone un tratamiento en varias fases bien identificadas:
- Fase primaria de diagnóstico y tratamiento. Limpieza y
lavado de las heridas, desbridamiento de tejidos necróticos, retirada de cuerpos extraños y una estabilización
inicial de los fragmentos óseos afectados. Los tejidos
blandos suelen presentar gran pérdida de sustancia y
amplias zonas necróticas. Se recomienda ser conservador y, ante duda de daño tisular importante, se revisará
en quirófano a las 24-48 horas (second look). Una de las
características de la cara es que su vascularización es excelente y ello aumenta las posibilidades de revascularización de amplias heridas. Las lesiones del tejido celular
subcutáneo y musculares deben desbridarse de forma
amplia; en cambio, los bordes cutáneos deben tratarse
de forma conservadora (Fig. 19-23). Las fracturas óseas
presentan avulsión de fragmentos y generalmente gran
conminución. El objetivo debe ser mantener unas adecuadas dimensiones faciales, tanto en anchura, altura y
proyección facial. Se empleará material de osteosíntesis
para mantener una reducción anatómica de los segmentos óseos y un mantenimiento de los defectos óseos,
que permita una correcta expansión de los tejidos blandos a pesar de la avulsión tisular (Fig. 19-24). De igual
manera, se intentará conseguir una oclusión dental lo
más correcta posible a pesar de las avulsiones dentales.
246
► Figura 19-23. Tratamiento inicial de las partes blandas. Limpieza,
retirada de cuerpos extraños y sutura.
► Figura 19-24. Fase primaria de tratamiento. Empleo de material
de osteosíntesis intentando la mejor reducción de los fragmentos
sin colapsar los defectos óseos y evitar el colapso de partes blandas
para una posterior reconstrucción.
Se efectuarán revisiones quirúrgicas si el estado de los
tejidos lo precisa, y pueden realizarse pequeños colgajos
locales si hay comunicación con la cavidad oral o senos.
Todo ello intenta evitar las secuelas derivadas de la fibrosis, retracción y colapso de las partes blandas.
- Fase definitiva de tratamiento. El momento óptimo
para la reconstrucción definitiva se sitúa a los 5-7 días,
ya que los tejidos aún se encuentran en la fase primaria de cicatrización. En este momento se realizan las
reconstrucciones óseas mediante injertos óseos avasculares y colgajos microquirúrgicos de hueso y/o partes blandas en función de la lesión; generalmente esta
última opción, la microquirúrgica, es la más adecuada
(Figs. 19-25 y 19-26).
Esta reconstrucción secundaria debe realizarse lo más
precozmente posible una vez que las partes blandas estén
en buen estado.
► Figura 19-25. Ortopantomografía en paciente en el que se realiza
reconstrucción del defecto mandibular mediante técnicas de transporte óseo.
Heridas por arma de fuego en urgencias de cirugía oral y maxilofacial
CAPÍTULO 19
► Figura 19-26. Radiografía lateral en la que se aprecia el detalle
del transporte óseo.
C
RESUMEN
•
Las heridas faciales por arma de fuego suponen un
gran traumatismo que suelen asociar lesiones óseas,
de partes blandas y lesiones de los órganos de los sentidos. La repercusión social está determinada por las
secuelas estéticas y funcionales que suelen presentar
estos pacientes.
•
La atención de estos pacientes debe ser urgente y de
forma multidisciplinar. Requieren un tratamiento inicial de la urgencia vital que suponen y un tratamiento
específico de las lesiones faciales. El objetivo es la reconstrucción ósea del esqueleto facial con una adecuada cobertura de partes blandas, que se realizará
en varias fases bien definidas: fase primaria de diagnóstico y tratamiento y fase definitiva de tratamiento.
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247
Índice analítico
Los números de página seguidos de una “t” indican una tabla y los seguidos de una “f ” una figura.
A
Absceso cervicofacial, 76
Absceso facial, 76
Absceso mandibular, 77, 77f
Absceso mediastínico, 84
Absceso odontogénico, 60f, 132f
Absceso periapical, 76
Absceso periorbitario, 86
- drenaje, 87f
Absceso posextracción, 93, 94f
Absceso sublingual, 81f
Absceso submandibular, 80
- drenaje, 80f
- drenaje transfixiante sublingual, 81f
- tomografía computarizada, 93f
Absceso submaxilar, 82f
Absceso subperióstico, 76
Accidentes de las partes blandas cervicales,
95, 95f
Ácido araquidónico, 37f
Ácido traxenámico, 158f
Adenoma pleomorfo parotídeo, 205f
- tomografía computarizada, 205f, 206f
Aftosis oral recidivante, 163
Almohada de Popitz, 23f
Alteración de la motilidad ocular extrínseca, 143
Alveolitis seca, 41
- diabetes, 161
Analgesia de rescate, 41
Anatomía cervical, 78
Anestesia local, 9
- cronología, 10
- urgencias, 9
Anestesia troncular, 17
- nervio dental inferior, 17
Anestésicos locales, 9, 39f
- actividad, 12, 13t
- aminoésteres, 9
- características farmacocinéticas, 10
- características fisicoquímicas, 10
- con vasoconstrictor, 39
- concentración inhibitoria mínima, 9
- efectos neurofisiológicos, 9
- estructura química, 11f
- - anillo aromático, 11
- - cadena intermedia, 11
- - grupo amino, 11
- - isomería óptica, 11
- - unión intermedia, 11
- farmacocinética, 11
- farmacología general, 9
- liposolubilidad, 11
- monoamidas, 9
- pKa, 11
- toxicidad sistémica, 12
- - cardiovascular, 13
- - niveles, 13f
- - prevención, 14
- - signos, 13f
Angina de Ludwig, 84
- diagnóstico, 85
- drenaje, 94
- tomografía computarizada, 84, 85f, 94f
- tratamiento, 85
- - quirúrgico, 94
Angioma labial, 137f
Anomalía en el descenso del timo, 219
Anomalías de los arcos branquiales, 211,
Véase también Quistes branquiales
- clasificación, 211
- diagnóstico, 212
- - tomografía computarizada, 212
- tratamiento, 212
Anquilosis fibrosa temporomandibular, 232
- ortopantomografía, 232f
Armas de fuego, 239
Articaína, 13t
Articulación temporomandibular (ATM),
223
- abordaje quirúrgico abierto, 236
- - artroplastias condilares, 236
- - condilectomía, 236
- - discectomía, 236
- - discopexia, 236
- anatomía, 223
- artritis reumatoide, 232f
- artrocentesis, 235
- artroscopia, 235
- biomecánica, 223, 225
- bloqueo, 227
- chasquidos, 225
- dieta blanda, 233
- dolor, 223, 225
- - tipos, 227t
- enfermedades neoplásicas, 229
- enfermedades no articulares, 228
- farmacoterapia, 233
- ganglioma, 230
- hipermovilidad, 228t, 231
- inervación, 224
- infección, 229
- - complicaciones, 229
- - tratamiento, 229
- ligamentos, 224
- musculatura, 224
- palpación, 225f
- patología urgente, 223
- recapturación discal, 235
- relaciones, 223, 224f
- resonancia magnética, 229f
- terapia física, 234
- - ajuste oclusal, 235
- - terapia oclusal, 234
- trastornos de la movilidad, 223
- tratamiento, 232
- - no quirúrgico, 233
- - quirúrgico, 235
- tumores malignos, 231
- tumores sinoviales, 230
- vascularización, 224
Artritis reumatoide, 232f
Artrocentesis, 235
Artroscopia, 235
- cámara, 236f
- cánulas y trocares, 236f
Aspiración broncopulmonar, 28, 143
B
Bacteriemia posextracción dental, 101
Balística, 239
Bifosfonatos, 111
Bloqueo diferencial, 10
Bloqueo del nervio alveolar superior posterior, 19
Bloqueo del nervio auricular mayor, 18,
19f
Bloqueo del nervio dental inferior, 17, 17f
Bloqueo del nervio infraorbitario, 16, 16f
Bloqueo del nervio mentoniano, 18, 18f
Bloqueo del nervio supraorbitario/supratroclear, 16, 16f
Bloqueo del plexo pterigoideo, 19f
Bloqueo troncular del nervio maxilar inferior, 15
Bloqueo troncular del nervio maxilar superior, 15
Bloqueos anestésicos, 14
Bloqueos terminales de las ramas del trigémino, 15
Bupivacaína, 13t
I-1
ÍNDICE ANALÍTICO
C
I-2
Cálculo salival, 199, 199f
Candidiasis oral, 116
- atrófica crónica, 117, 117f
- crónica hiperplásica, 136
- crónica multifocal, 117
- eritematosa aguda, 117
- eritematosa o atrófica, 162
- - sida, 162
- glositis romboidal media, 117, 117f
- hiperplásica crónica, 117
- queilitis angular, 117
- seudomembranosa, 116, 117f
- - sida, 162, 162f
- tratamiento, 117
Capnografía, 30
Capnógrafo de infrarrojos, 30
Cara, 187
- líneas de Langer, 188f
- unidades estéticas, 187
Carcinoma epidermoide, 126, 126f
Carcinoma in situ, 113t
Carcinoma tímico, 220
Carcinoma verrugoso, 137, 137f
Caries, 76, 151
- aguda, 76
- diabetes, 160
- pacientes de edad avanzada, 164
- período clínico, 76
- subaguda o crónica, 76
Cascada de la coagulación, 159f
Celulitis, 77
- orbitaria preseptal, 87f
Cirugía correctora de deformidades dentofaciales, 3
Cirugía maxilofacial, 3
- inducción de la anestesia, 29
- infecciones orocervicales, 73
- patologías más frecuentes, 6
- recuperación de la anestesia, 29
Cirugía oral, 3
- aguja Carpule, 39
- dolor, 37
- - urgencia, 33
- infecciones orocervicales, 73
- jeringa, 39
- máscara de frío local, 40f
- patologías más frecuentes, 6
- sangrado intraoral, 40f
Cirugía ortognática, 41
Cloroprocaína, 13t
CMI, Véase Concentración mínima inhibitoria (CMI)
CO2 al final de la espiración, 30
Compartimentos mediastínicos, 84t
Compromiso de la vía aérea, 143
Comunicación orosinusal, 100, 101f
Concentración mínima inhibitoria (CMI), 9
Condiloma acuminado oral, 136
Conducto de Wharton, 197
- cálculos, 198f
Crecimiento vegetativo de la población, 4
- impacto en el ámbito sanitario, 4
- repercusión en la calidad asistencial, 6
- repercusión en el gasto sanitario, 5
Cricotiroidotomía con aguja, 31
Cricotiroidotomía quirúrgica, 31
D
Deformidades dentofaciales, 4
Dehiscencia de herida intraoral, 95, 147
Diabetes, 160
Dientes o raíces desplazados, 90
- ortopantomografía, 90f
Difficult Airway Society (DAS), 25
Dificultad de intubación, 21
- pruebas de predisposición, 21
- - índice de Mallampati, 21, 22f
- - prueba de la mordida, 21
- vía aérea difícil (VAD), 23
Diplopía, 173
Discectomía, 236
Discopexia, 236
Disfagia, 142, 148
Disfunciones de la articulación temporomandibular, 3, Véase también
Articulación temporomandibular
(ATM)
- edad, 4
Disoclusión, 53, 53f, 57f
Displasia, 113t
Distribución sensitiva de la cara, 14f
Dolor, 33
- agudo, 35
- articulación temporomandibular, 225
- asociado al proceso tumoral, 42, 42f
- asociado al tratamiento oncológico, 42
- aspectos emocionales, 33
- bases anatómicas y fisiológicas, 33
- cirugía oral, 37
- cirugía ortognática, 42
- dental, 45
- - diagnóstico diferencial, 45
- - infecciones pulpares, 46t
- - manejo, 45
- - percusión, 45f
- escalas de valoración, 34
- facial crónico, 47
- - diagnóstico, 47
- - infiltración anestésica, 47f
- de garganta posextubación, 29
- oncológico, 42
- orofacial, 42
- - diagnóstico diferencial, 44
- - manejo, 44
- posoperatorio, 35
- - analgesia de rescate, 41
- - control, 41
- - corticoides, 41
- - láser, 41
-
pulpar, 45
- pruebas térmicas, 45
respuesta sistémica, 33, 34f
- complicaciones, 34
transmisión, 33
tratamiento, 36
- anestésicos locales, 36, 39t
- antiinflamatorios no esteroideos, 36, 38t
- opioides, 36, 38t
- paracetamol, 36, 38t
E
Edad, 4
- deformidades dentofaciales, 4
- disfunciones de la articulación temporomandibular, 4
- impacto en el ámbito sanitario, 4
- traumatismos faciales, 4
- tumores, 4
Edema periorbitario, 173f
Electrocardiograma, 30
Enfermedad de Addison, 129
Enfermedad de Behçet, 126
Enfermedad de Heck, 136
Enfermedad de Hodgkin, 218
- cuadro clínico, 218
- diagnóstico histológico, 219
- exploración física, 219
Enfermedad de Kimura, 204
Enfermedad periodontal, 151
- diabetes, 160
- enfermos psiquiátricos, 162
- ortopantomografía, 160f
- pacientes de edad avanzada, 164
- sida, 163
Enfisema cervical posextracción, 95, 96f
- radiología simple, 96f
Enfisema subcutáneo, 148
Enoftalmos, 173
Envejecimiento poblacional, 4
- patología preprotésica, 4
- tumores malignos, 4
Epilepsia, 158
- heridas en la cavidad oral, 159f
Epistaxis, 170
Épulis del embarazo, 161
Épulis fibromatoso, 132
Épulis fisurado, 122
Épulis fisuratum, 164f
Equimosis posextracción, 97
Eritema multiforme, 123
- diagnóstico, 124
- tratamiento, 124
Eritroplasia, 113, 121, 121f
Escala analógica visual, 35, 35f, Véase también Escala visual analógica del dolor
Escala terapéutica del dolor, 37f
Escala visual analógica del dolor, 69f
Escalas de valoración del dolor, 34
- escala numérica, 35
ÍNDICE ANALÍTICO
- método conductual, 34
- método fisiológico, 34
- método verbal, 34, 35t
Espacio bucal, 78
- bola de Bichar, 79
- conducto de Stenon, 79
Espacio canino, 78
Espacio faríngeo, 78
- lateral, 82
Espacio masticador, 79
- infecciones, 79
Espacio parafaríngeo, 78
- absceso, 83f
Espacio retrofaríngeo, 82
- tratamiento del absceso, 83
Espacio sublingual, 80
Espacio submandibular, 80
- tomografía computarizada, 80f
Espacio submentoniano, 81
Espacios faciales, 78
Espacios pancervicales, 78
Espacios suprahioideos, 78
Estomatitis aftosa recidivante, 125
- diagnóstico, 126
- tratamiento, 126
Estomatitis alérgica, 119
Etidocaína, 13t
Extracciones dentales, 89
- alteración del nivel de consciencia, 101
- bacteriemia, 101
- complicaciones, 89
- - accidentes de las partes blandas, 95
- - alveolitis, 94
- - comunicación orosinusal, 100
- - criterios de ingreso hospitalario, 101
- - dehiscencia de herida intraoral, 95
- - dientes o raíces desplazados, 90
- - dolor, 95
- - - torácico, 101
- - enfisema, 95
- - equimosis, 97
- - fiebre, 97
- - fractura mandibular, 99
- - generales, 89
- - hematoma, 97
- - hemorrágicas, 90
- - infecciosas, 93
- - inflamación, 96f
- - lesiones nerviosas, 99
- - locales, 89
- - - fractura dental, 89
- - luxación o fractura de dientes vecinos,
90
- - osteonecrosis por bifosfonatos, 97
- - trismo, 97
- dificultad respiratoria, 101
- síncope, 101
F
Fallo de la intubación, 27
Fenómeno de cavitación transitoria, 242
Fibras nerviosas, 10
- amielínicas, 10
- calibre, 10
- mielínicas, 10
Fibrobroncoscopio, 26, 26f
- por vía oral, 27
Fibrolaringoscopio flexible, 25
- anestesia, 26
- exceso de secreciones, 26
- sangrado, 26
Fibroma, 137
- irritativo, 131
- lingual, 132f
- osificante periférico, 133, 133f
Fibromialgia, 47
- férula de descarga, 48f
Fibrosis anquilosa temporomandibular,
232
- resonancia magnética, 232
Fibrosis submucosa, 126
Fiebre posextracción, 97
Fístula, 147, 149
- mandibular, 98f
- parotídea cutánea, 202f
- traqueoesofágica, 149
Flemón orbitario, 132
Flemón paramandibular, 67f
Flemón submandibular, 76f
- tomografía computarizada, 76, 77f
Flora microbiana, 74
- Actinomyces, 74
- bacilos gramnegativos, 74
- Candida albicans, 74
- estreptococos, 74
- Eubacterium, 74
- hongos, 74
- virus, 74
Fractura cigomática, 66
- tomografía computarizada, 66f
Fractura condílea, 175
- extracapsulares, 231
- intracapsulares, 231
- osteosíntesis, 176f
- tratamiento, 231
Fractura dental, 89
Fractura del macizo nasoorbitoetmoidal,
180, 181f
- clasificación de Manson y Leipzinger,
180
- cuadro clínico, 181
- - edema periorbitario, 181
- - equimosis, 181
- mecanismos, 180
- tomografía computarizada, 181
- tratamiento, 181
Fractura mandibular, 51f
- asociada a exodoncia, 99
- clasificación, 174
- clasificación de Spiesl y Scholl, 175
- clínica, 175
- complicaciones, 175
- conminuta, 187f
- en implantología, 106
- - ortopantomografía, 106f
- - TAC 3D, 107f
- - tratamiento, 107
- intervenciones, 66
- mecanismos, 175
- ortopantomografía, 176f
- por proceso oncológico, 143f
- tratamiento, 175
Fractura del marco periorbitario, 173
- niños, 173
Fractura del maxilar superior, 66, 66f, 178
- clasificación de Le Fort, 179
- diagnóstico, 180
- exposición, 180f
- tomografía computarizada, 179f
- tratamiento, 180
Fractura nasal, 170
- epistaxis, 170
- evaluación, 170
- palpación, 171
- radiología simple, 171
- rinoscopia, 171
- tipo, 170
- tomografía computarizada, 171f
- tratamiento, 171
Fractura orbitocigomática, 171
- de alta energía, 172
- de baja energía, 172
- exploración, 172
- de media energía, 172
- osteosíntesis en marco orbitario lateral,
175f
- proyección craneal de Caldwell, 174
- proyección craneal de Waters, 174
- proyección de Hirtz, 174
- radiografía de senos paranasales, 174
- reducción, 174
- tomografía computarizada, 174f
Fracturas dentoalveolares, 176
- clasificación, 177
- férula de Erich, 178, 178f
- incidencia, 176
- ortopantomografía, 179f
- tratamiento, 177
Fracturas frontales, 181
- accidentes de tráfico, 182
- clasificaciones, 182
- exploración intranasal, 182
- hematoma retrobulbar, 182
- tomografía computarizada, 182f
- tratamiento, 182
Fracturas panfaciales, 182
- clasificación de Manson, 183
- cuadro clínico, 183
- infantil, 183
- - etiología, 184
- - pruebas radiológicas, 184
- - tratamiento, 184
I-3
ÍNDICE ANALÍTICO
Fracturas panfaciales (Cont.)
- tomografía computarizada, 183
- tratamiento quirúrgico, 183
G
Gingivitis, 110f, 130
- gestacional, 161
- necrosante aguda, 130, 131f
Glándula parótida, 197
Glándula submandibular, 197
Glándula submaxilar, 197
- sialolitiasis, 199
Glándulas salivales, 197
criterios de ingreso, 205
- enfermedades sistémicas, 204
- función anómala, 197
- - cuadros clínicos, 197
- - etiología, 197
- mucocele, 197
- ránula, 198
- sialolitiasis, 198
Glositis romboidal media, 117, 117f
Glosodinia, 48
Granuloma, 149
- periférico de células gigantes, 134, 135f
- piogénico, 134, 134f
Granulomatosis orofacial, 134
Granulomatosis de Wegener, 120
Gránulos de Fordyce, 118
H
I-4
Hemangiomas, 120
- intraoral, 138f
- parotídeos, 216
- - cuadro clínico, 216
- - localización, 216
- - tratamiento, 216
- - - indicaciones de cirugía, 216
- - - radioterapia, 216
Hematoma posextracción, 97, 97f
Hematoma retrobulbar, 174, 182
Hematoma septal, 171
Hematoma en suelo de la boca, 67f, 167f
Hemorragia en implantología, 103
- control por embolización, 104f
- despegamiento mucoperióstico, 103f
- hematoma en el suelo de la boca, 105f
- ortopantomografía, 104f
Hemorragia retrobulbar, 174
Heridas faciales, 187
- agujas de sutura, 191
- - aguja recta, 192f
- - curvatura, 191
- - punta cónica, 191f
- - punta triangular, 191f
- cavidad oral, 194
- clasificación, 188
- cuero cabelludo, 192
- frente, 194
- frontal, 194f
- labios, 194, 194f
- - colgajo de Karapandzic, 195f
- mentonianas, 187f
- óseas, 187
- pabellón auricular, 193
- palpebral compleja, 193, 193f
- pirámide nasal, 193
- tras precipitación, 188
- profunda, 193f
- pronóstico, 188
- resultados estéticos de la cicatriz, 188
- sutura ideal, 189
- - tipos, 189, 189f, 190t, 195t
- tratamiento, 192
Herpes simple 1 y 2, 122, 163
Hifema, 173
Higroma quístico, Véase Linfangioma
Hilotherm®, 42
Hipermovilidad mandibular, 228t
Hiperplasia condilar, 230
Hiperplasia epitelial focal, 136
Hiperplasia escamosa, 113t
Hiperplasia fibrosa focal, 131
Hiperplasia gingival, 130, 130f, 159, 160f
Hiperplasia tímica linfofolicular, 220
Hipersensibilidad, 143
Hipoestesia del nervio orbitario, 174
Hipomovilidad temporomandibular, 231
- clasificación, 232
- etiología, 231
- presentación clínica, 232
- radiografías, 232
Hiposfagmas, 173
Hipotermia prequirúrgica, 29
Hundimiento frontal, 183f
Hundimiento del globo ocular, 174
I
Implantología, 103
- complicaciones mecánicas, 110
- complicaciones posoperatorias, 109
- - alteraciones sensitivas, 109
- - dolor, 109
- - edema, 109
- - problemas gingivales, 109
- complicaciones preoperatorias, 103
- complicaciones protésicas, 109
- complicaciones quirúrgicas, 103
- - alteraciones nerviosas, 107
- - deglución y aspiración de instrumentos, 104, 105f
- - fractura de mandíbula, 106
- - hemorragia, 103
- - infección, 107f
- - lesión de dientes adyacentes, 108
- - migración del implante, 106, 106f
- - - ortopantomografía, 106f
- - perforación de cavidad, 105
- - - sinusitis, 105, 105f
- - rotura intraósea de material rotatorio,
108
- - técnica incorrecta, 109
- gingivitis, 110
- periimplantitis, 110, 110f
- secuestro óseo, 111f
Índice de Mallampati, 21, 22f
Inducción de la anestesia, 29
Infección dentoalveolar, 77
Infección de la herida quirúrgica, 146, 148
Infecciones odontogénicas, 3, 75, 131
- abceso facial o cervicofacial, 76
- absceso periapical, 76
- absceso subperióstico, 76
- caries, 76
- diabetes, 161
- etapas clínicas, 75
- flemón submandibular, 76
- período de resolución, 76
- periodontitis apical aguda, 76
- tratamiento, 85
- - antibiótico, 86
- - incisión y drenaje, 86
- - pacientes inmunodeprimidos, 86
Infecciones orocervicales, 73
- cirugía oral y maxilofacial, 73
- técnicas diagnósticas, 74
- - radiología simple, 75
- - resonancia magnética, 75
- - tomografía computarizada, 75, 75f
Infecciones pericoronales, 84
Infecciones posextracción, 93
- diseminación, 93
- profilaxis antibiótica, 93
- tratamiento antibiótico, 93, 93t
Infecciones pulpares, 46t
- bloqueo nervioso para identificar el origen, 46
Ingreso hospitalario posextracción dental,
101
Inmigración, 4
- origen, 4, 5f
Intento de intubación tras la anestesia general, 24
Intubación con el paciente despierto, 24
Intubación fallida, 25
Intubación nasal, 23
- con fibrobroncoscopio, 26
- fallos, 27
- fibrobroncoscopio, 26f
- guía de intubación, 26f
Intubación oronasotraqueal, 22
- complicaciones, 28
- - aspiración broncopulmonar, 28
- - dolor de garganta posextubación, 29
- - hipercapnia, 28
- - hipoxemia, 28
- - lesión laríngea, 28
- fibrolaringoscopio flexible, 25
- grados de dificultad, 24t
ÍNDICE ANALÍTICO
- monitorización de la anestesia, 29
- técnica, 22, 23f
- técnicas alternativas, 25
Intubación submentoniana, 27f, 28
- contraindicaciones, 28t
- indicaciones, 28t
J
Jeringas con cartucho fijo Carpule, 14f
L
Laceraciones faciales, 66, 66f
Laceraciones septales, 171
Laringoscopio, 22
- pala de Macintosh, 22
- pala de Miller, 22
Láser, 41
Lengua fisurada, 121
Lengua negra vellosa, 138, 138f
Lesiones en cavidad oral, 113
- atróficas, 125
- autoinducidas, 125
- candidiasis oral, 116
- déficits nutricionales, 119
- estomatitis alérgica, 119
- gránulos de Fordyce, 118
- lúpicas, 115
- manchas de Koplik, 118
- mucositis por radiación, 118
- neutropenia, 126
- pigmentadas, 127
- - melanoma oral, 127
- - melanosis, 127
- - nevos, 127
- - tinciones de la mucosa oral, 127
- precursoras de malignidad, 113t
- queilitis actínica, 118
- reacciones liquenoides, 115t
- síndrome de Plummer-Vinson, 119
- traumáticas, 125, 125f
- vasculares, 120, 120f
- - hemangiomas, 120
- vesicoampollosas, 122
- - víricas, 122
Lesiones nerviosas en implantología, 108
- nervio dental inferior, 108, 108f
Leucoplasia, 113
- lingual, 114, 114f
- mucosa labial, 114
- nodular de la comisura labial, 114
- oral vellosa, 163
- verrugosa proliferativa, 114, 136
Levobupivacaína, 13t
Lidocaína, 13t
Linfadenitis, 209
- diagnóstico, 210
- específicas, 209
- esploración física, 210
- historia clínica, 209
- inespecíficas, 209
- tomografía computarizada, 209f
- tratamiento, 210
- - antibiótico, 210
- - quirúrgico, 210
Linfangioma, 216
- cuadro clínico, 216
- diagnóstico, 216
- localización, 216
- potencial de malignización, 216
- regresión espontánea, 216
- tratamiento quirúrgico, 216
Linfoma de Burkitt, 217
Linfoma no Burkitt, 217
Linfoma no Hodgkin, 135
- biopsia de adenopatía, 218
- clínica, 217
- diagnóstico, 218f
- exploración física, 217
- linfoblástico, 217
- sida, 163
Lipoma cervical, 220, 221f
Lipoma palatino, 137, 137f
Liquen plano, 114, 114f
- ampolloso, 115
- atrófico, 115
- diabetes, 161f
- erosivo, 115
- papuloso, 115
- en placas, 115, 115f
- reticular, 115, 115f
Lupus, 115
- clínica, 116
- cutáneo subagudo, 116
- eritematoso discoide (LED), 116
- eritematoso sistémico (LES), 116
- etiología, 116
- prevalencia, 116
- tratamiento, 116
Luxación mandibular, 231
- crónica, 231
Luxación o fractura de dientes vecinos, 90
Mepivacaína, 13t
Mialgia crónica, 47
Microbiología orofacial, 73
- dieta, 73
- fármacos, 73
- saliva, 73
Mixoma, 137
Monitor de anestesia, 29f
Monitorización de la anestesia, 29
- capnografía, 30
- CO2 al final de la espiración, 30
- oxigenación y circulación, 30
- - electrocardiograma, 30
- - presión arterial, 30
- - pulsioximetría, 30
- temperatura, 30
- vigilancia del patrón respiratorio, 30
Mordida abierta anterior, 57, 57f
Motilidad ocular extrínseca, 173, 173f
Movilidad dental, 142, 142f
Mucocele, 132, 197
- labio inferior, 198f
Mucositis, 43, 43f, 149
- escala de gravedad de la OMS, 43, 44t
- inducida por quimioterapia o radioterapia, 150t
- inducida por radiación, 149
- - factores de riesgo, 150
- - terapia actual, 150
- posradioterapia, 149f
- por radiación, 118
Muguet, 116
M
O
Macizo facial, 51
Manchas de Koplik, 118
Manchas en vino Oporto, 121
Máscara de frío, 40f
- Hilotherm®, 42
Mascarilla laríngea, 27f
- Fast-track®, 27f
Material hemostático, 158f
Mediastinitis, 83
- tomografía computarizada, 83f
Melanoma oral, 127
- clasificación por tamaño, 127t
- tratamiento, 129
Melanosis, 127
Meningoencefalocele postraumático, 56, 56f
Obstrucción de la vía aérea, 143, 144f
Odontalgia atípica, 161
Orquitis urliana, 203
- complicaciones, 203
- diagnóstico, 203
- tratamiento, 203
Ortopantomografía, 59
Osteocondroma mandibular, 230
Osteoma mandibular, 230
Osteonecrosis, 43, 153
- por bifosfonatos, 45f
- diagnóstico, 98
- estadios, 98
- mandibular por radioterapia, 44f, 60f
- posextracción, 97, 97f
N
Nervio mentoniano, 15f
Nervio trigémino, 14f
Neuralgia del trigémino, 47
Neurofibromatosis, 129
Neutropenia, 126
Nevos, 127
- intraoral, 128
I-5
ÍNDICE ANALÍTICO
Osteonecrosis (Cont.)
- - fístula mandibular, 98f
- prevención, 44
- secundaria a bifosfonatos, 44f
- tratamiento, 98
P
I-6
Papiloma ductal invertido, 136
Papiloma escamoso, 135
Parotidectomía, 204
- superficial, 205f
Parotiditis, 163
- aguda, 201
- - no complicada o no supurativa, 201,
201f
- - supurativa, 202
- - - cuadro clínico, 202
- - - factores predisponentes, 202
- - - punción aspirativa con aguja fina
(PAAF), 202
- - - tratamiento, 202
- crónica, 203
- - obstructiva, 203
- pacientes de edad avanzada, 164
- sida, 163
- supurativa, 205
Parotidomegalia, 163
Patología de la cavidad oral, 67
- diagnóstico de enfermería, 67
- dolor, 67
- evaluación de los resultados, 68
- intervenciones, 68
- valoración, 67
Patología oncológica, 3
- edad, 4
- motivos de consulta, 78t
- urgencia médica, 141
Pénfigo oral, 123
Penfigoide oral, 123
Pérdida del gusto, 152
- infección, 152
- radiodermitis, 152
- trismo, 152
Pérdida de visión, 143
Perdigones, 240, 241f
Pericondritis, 79f
- ortopantomografía, 79f
Pericoronaritis, 131, 131f
Periimplantitis, 110, 110f
Periodontitis apical aguda, 76
Pirámide de población en España, 5f
Posición de olfateo, 23f
Potencial de acción, 9, 10f
Prilocaína, 13t
Procaína, 13t
Profilaxis antibiótica durante la extracción,
93
Proliferación melanocítica atípica, 129
Prueba de la mordida, 21
Pulsioximetría, 30
Q
Queilitis actínica, 118, 118f
Queilitis angular, 117
- sida, 162
Quiste del conducto tirogloso, 214
- diagnóstico, 214
- malignización, 214
- manifestaciones clínicas, 214
- tasa de recurrencia, 214
- tomografía computarizada, 215f
- tratamiento, 214
Quiste dermoide, 214
- cuadro clínico, 214
- tratamiento quirúrgico, 215f
Quiste epidermoide, 214
Quiste subcondral, 62f
Quistes branquiales, 210
- clasificación, 211, 212f
- diagnóstico diferencial, 210
- potencial de conversión maligna, 212
- tomografía computarizada, 213f
- tratamiento, 213
- - consideraciones especiales, 213
- - extirpación quirúrgica, 213
Quistes linfoepiteliales, 210
Quistes tímicos cervicales, 219
R
Rabdomioma del suelo de la boca, 221f
Radiodermitis, 152, 152f
Ránula, 132, 133f, 198
sublingual, 204f, 216
Reacciones liquenoides, 115t
- diabetes, 161
- por fármacos, 123t
Reconstrucción labial de Karapandzic, 195f
Recuperación de la anestesia, 29
Recurrencias locales del cáncer oral, 145
Repolarización, 9
Rinoscopia, 171
Rodete mandibular, 133
Ropivacaína, 13t
S
Saliva, 197
Salud bucodental, 6
- prevención, 6
Sangrado posextracción, 90, 91f
- autolimitado, 92f
- causas, 91
- condiciones sistémicas que predisponen,
91
- embolización, 92, 92f
- factores locales responsables, 91
- ligadura o electrocauterio, 92
- sutura, 92f
- tomografía computarizada, 92f
- tratamiento, 92
Sangrados orales, 141, 142f
Sarcoidosis, 135
Sarcoma de Kaposi, 120
- sida, 163
Schwannoma, 137
Secuestro óseo mandibular, 98f, 111f
- tomografía computarizada, 99f
Sialoadenitis bacteriana inespecífica aguda,
200
Sialoadenitis parotídea aguda, 201
- supurativa, 201
Sialoadenitis parotídea crónica, 202
- causa, 202
- cuadro clínico, 203
- enfoque terapéutico, 203
Sialoadenitis parotídea recurrente juvenil,
203
- cuadro clínico, 204
- diagnóstico, 204
- diagnóstico diferencial, 204
- factores etiológicos, 204
Sialoadenitis parotídea vírica, 203
Sialoadenitis submandibular, 200, 200f
- crónica, 200
- - estadios histológicos, 200
- - urgencia, 201
- cuadro clínico, 200
- sialoendoscopia, 201
- tratamiento, 200
Sialoadenosis, 160, 204
- ecografía, 160f
Sialoendoscopia, 201, 203
Sialolitiasis, 198
diagnóstico radiológico, 199
tratamiento médico, 199
Sífilis oral, 126
Síndrome de boca urente, 48
Síndrome de disfunción temporomandibular, 228
estadios de Wilkes, 229
Síndrome de Eagle, 48, 48f
TAC, 48f
Síndrome de Guillain-Barré, 203
Síndrome de hendidura esfenoidal, 174
Síndrome de Kasabach-Merrir, 121
Síndrome de Klippel-Trenaunay, 121
Síndrome de Maffucci, 121
Síndrome miofascial, 227
- manifestaciones clínicas, 228
Síndrome de Patterson-Kelly, 119
Síndrome de Peutz-Jeghers, 129
Síndrome de Plummer-Vinson, 119
Síndrome de Rendu-Osler, 120
Síndrome de rotura carotídea (SRC), 147
Síndrome de Sjögren, 204
Síndrome de Stevens-Johnson, 124
Síndrome de vértice orbitario, 174
Sobreinfecciones orales, 43
Sociedad Americana de Anestesiología
(ASA), 23
ÍNDICE ANALÍTICO
- algoritmo de actuación en la vía aérea
difícil, 24t
Sociedad Española de Cirugía Oral y
Maxilofacial, 3
Subluxación mandibular, 231
- reducción, 231
- tratamiento, 231
Submaxilitis aguda litiásica, 81f
- drenaje, 82f
Submaxilitis supurativa, 205
T
Tasa de natalidad, 4
TBC, Véase Tuberculosis oral
TCE, Véase Traumatismo craneoencefálico
(TCE)
Terapia oclusal, 234
Teratoma, 214
- localización, 216
- recidiva, 216
- tratamiento, 216
Terceros molares impactados, 84
- infección, 84
Tetracaína, 13t
Timo, 219
- accesorio, 219
- agenesia, 219
- aplasia, 219
- carcinoma, 220
- hiperplasia, 219
Timoma, 220
- diagnóstico, 220
- presentación clínica, 220
Torus mandibular, 133, 133f
Totaltrack®, 25
Transmisión nerviosa, 10f
Traqueotomía, 30f, 31, 70f
- complicaciones, 148, 148t
- - enfisema subcutáneo, 148
- - hemorragia, 148
- - infección de la herida quirúrgica, 148
- - a largo plazo, 148
- urgencias, 148t
Trastorno somatomorfo por dolor, 49
Trastornos temporomandibulares, 227
- cambios degenerativos, 227
- clasificación, 227t
- síndrome miofascial, 227
Traumatismo craneoencefálico (TCE), 169
Traumatismos faciales, 3, 167
- aislados, 167
- arma de fuego, 239, 240f
- - clasificación, 243
- - fenómeno de cavitación transitoria,
242
- - manejo inicial, 243, 246f
- - mecanismos, 242
- - tomografía computarizada, 245f
- - tratamiento quirúrgico, 246
- - - primario, 246
-
- - secundario, 246
- - transporte óseo, 246, 247f
articulación temporomandibular, 61, 61f
- ortopantomografía, 61
- resonancia magnética, 61, 62f
- tomografía computarizada, 62f
cuerpos extraños, 57
cuidados de enfermería, 65
- valoración, 65
dentales y dentoalveolares, 57
diagnóstico de enfermería, 65
edad, 4
edema de partes blandas, 56, 57f
estado hemodinámico, 167
exploración, 169f
fractura orbitocigomática, 56, 56f, 58f
fracturas en tallo verde, 56
hematoma en el suelo de la boca, 167f
herida cervical por arma blanca, 168f
heridas de escopeta, 242
- clasificación, 242
impactación dental, 58f
intervenciones, 66
- evaluación de los resultados, 66
intubación, 168
labor de enfermería, 70f
manejo ABCDE, 167
orbitario, 58
- limitación de la movilidad ocular, 59f
- tomografía computarizada, 58, 58f
ortopantomografía, 51f, 53, 53f
patología infecciosa, 59
- gammagrafía, 61
- ortopantomografía, 59
- radiografía intraoral, 59
- resonancia magnética, 60
- tomografía computarizada, 60
perdigones, 240, 241f
politraumatismo, 167
problemas de colaboración con enfermería, 65
- radiología simple, 51
- - cuatro S de Delbalso, 51
- - - nitidez, 51
- - - simetría, 51
- - intraoral, 52, 53f
- - proyecciones, 52
- - - Hirtz, 52f
- - - Waters, 52f
- senos paranasales, 56
- sonda de alimentación, 69f
- tejidos blandos y huesos, 56
- tomografía computarizada, 51, 53
- - fístulas, 56
- - resonancia magnética, 55
- - en tres dimensiones, 54, 54f
- valoración inicial, 51
Traumatología facial infantil, 183
Trismo, 97, 152
Tuberculosis oral, 126
Tubo endotraqueal, 22
Tubo orotraqueal, 22
Tumor en cavidad oral, 69f
Tumor del glomus carotídeo, 222f
Tumor mandibular maligno, 68f
Tumor sinfisario mandibular, 145f
Tumor de Warthin, 202
U
Úlceras orales, 141, 153
diabetes, 161
malignas, 142f
Urgencias
- alteraciones hematológicas, 157
- - trastornos de la hemostasia, 157
- - tratamiento con antiagregantes o anticoagulantes, 158
- asociadas al tratamiento quirúrgico, 144
- cirugía maxilofacial, 3, 6
- cirugía oral, 3, 6
- dehiscencia, 147
- disfunción neurológica, 145
- - nervio espinal accesorio, 146f
- - nervio facial, 146f
- embarazadas, 161
- enfermos psiquiátricos, 162
- - mala higiene oral, 162f
- fístulas, 147, 149
- granuloma, 149
- infección de la herida quirúrgica, 146
- lactancia, 161
- médica, 141
- - alteraciones gastrointestinales, 153
- - asociada a patología oncológica de
cabeza y cuello, 141, 141t
- - asociada a quimioterapia, 153, 153t
- - asociadas a radioterapia, 149, 149t
- - extravasaciones, 153
- - úlceras orales, 153
- oncológicas en cara y cuello, 68
- - diagnóstico de enfermería, 69
- - escala visual analógica del dolor, 69f
- - intervenciones, 69
- - - registro y evaluación de los resultados, 69
- - problemas de colaboración, 69
- - valoración inicial, 69
- pacientes diabéticos, 160
- pacientes de edad avanzada, 163
- pacientes epilépticos, 158
- recurrencias del cáncer oral, 145, 146f
- sida, 162
- tumoración mandibular maligna, 68f
V
VAD, Véase Vía aérea, difícil (VAD)
Varicela zóster, 122, 163
Ventilación difícil con mascarilla facial, 22
- evaluación, 22
I-7
ÍNDICE ANALÍTICO
Verruga vulgar, 136
Vía aérea, 21
- difícil (VAD), 23
- - algoritmos de actuación, 23, 24t
- examen, 21
- - historia clínica, 21
- - signos clínicos de dificultad de intubación, 21
I-8
- manejo, 21
- - cirugía maxilofacial, 21
X
- - cirugía oral, 21
- quirúrgica, 31
Virus Coxsackie, 123
Virus de Epstein-Barr, 122
Xerostomía, 43
- diabetes, 160
- inducida por radiación, 151, 151f
- - tratamiento, 151t
- manifestaciones clínicas, 151
- pacientes de edad avanzada, 164
Virus del papiloma humano, 135, 163
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