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Carolina Pérez, autora de “Secuestrados por las pantallas” Los riesgos de una generación hiperconectada - Revista de Educación

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Revista de
Educación
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Tendencias
Carolina Pérez,
autora de
“Secuestrados por
las pantallas”: Los
riesgos de una a++
generación
hiperconectada
 ara conversar más a fondo
P
de este tema, entrevistamos
a Carolina Pérez Stephens,
educadora de párvulos de la
Universidad Católica de
Chile y Máster en Educación
de la Universidad de
Harvard, quien acaba de
publicar su libro
“Secuestrados por las
Pantallas, Una adicción en
niños, niñas y adolescentes”
(Editorial Zig-Zag).
Para conversar más a fondo de este
Imagen:
tema, entrevistamos a Carolina Pérez
Gentileza
Stephens, educadora de párvulos de
de Teresita la Universidad Católica de Chile y
Pérez.
Máster en Educación de la
@tereperez Universidad de Harvard, quien acaba
de publicar su libro “Secuestrados por
las Pantallas, Una adicción en niños,
niñas y adolescentes” (Editorial Zig-Zag).
Ud. estudió neurociencias en la Universidad de
Harvard, ¿qué dice hoy esa disciplina respecto del
uso de pantallas en niños y adolescentes?
Antes de hablar del efecto de las pantallas, uno
como profesora tiene que tener muy claro cómo
aprende el cerebro humano. Y el cerebro de los
niños y adolescentes no ha cambiado en nada
desde la época de las cavernas, por lo tanto, el
cerebro sigue aprendiendo con las manos en la
masa, con cariño, pasándolo bien, riéndose, y
experimentando.
Muchos profesores, papás y mamás, ven en el tablet
o teléfono aplicaciones que les enseñan al niño a
hablar, o las tablas o la comprensión lectora, creen
que encontraron la panacea porque así tienen al
niño callado, quieto y según ellos está aprendiendo.
Pero a un profesor o profesora que duda, que
cuestiona y que lee y estudia neurociencias no le
a++
van a meter el dedo en la boca y va a decir: “sí, esto
es muy brillante, muy bonito, pero mis alumnos
aprenden de otra forma”.
Eso se analizó en EE.UU. a principios de los 90,
invirtieron toneladas de millones de dólares en
pasarles computadores a todos los niños y niñas de
los colegios públicos y se dieron cuenta que no
sólo no habían aprendido más, sino que menos y
estaban mucho más ansiosos y nerviosos.
Hay que ver qué es lo que hacen los países líderes
en educación, cómo lo hacen, cómo incorporan la
tecnología y también a qué edad. La tecnología es
maravillosa, pero yo quiero que mis alumnos el día
de mañana sean creadores de tecnología. Lo que
pasa en Chile es que nuestros niños son simples
consumidores de tecnología.
“Cero pantalla hasta los 13 años”
¿Cómo debería ser el acceso a tecnología al llegar
a la adolescencia?
En los colegios de Silicon Valley, donde estudian los
hijos de millonarios y CEO (término en inglés “Chief
Executive Officer” que se traduce al español como
“director ejecutivo” y se usa para hacer referencia a
la persona que ocupa el puesto directivo más alto
en la jerarquía de una organización) de empresas
tecnológicas, hay cero pantalla hasta los 13 años. Y
esos 13 primeros años, los niños leen libros en
papel, hacen experimentos, aprenden tres idiomas,
aprenden instrumentos musicales, debaten, van a la
ópera, etc.
a++
Así llegará un momento en que sus profesores
dirán: ‘nuestros alumnos son pensadores críticos,
comprenden el 100% de lo que leen, son creativos e
innovadores, saben resolver problemas. Por lo
tanto, ya están en condiciones de aprender
programación, robótica o cuantificación’. Eso les
permitirá trabajar después en la NASA, ir al MIT
(Massachusetts Institute of Technology) o a la
Universidad de Harvard (…) Son ellos los que
crearán tecnología para que nosotros, los
latinoamericanos, la consumamos y gastemos
nuestra plata en eso.
Ellos cuidan a sus hijos. Lo leí en el New York Times
durante la pandemia. Decían que su mayor negocio
es Latinoamérica porque son clase baja, o sea,
tercermundistas, porque no cuestionamos y
compramos todo lo que nos ofrecen. Y ése es el
problema. Un papá o una mamá no tiene por qué
a++
saber de neurociencias, somos nosotros los
profesores, los expertos en educación, quienes
debemos capacitarnos de manera constante y ser el
primer cortafuego de la industria.
Porque puede ser que la industria tecnológica
llegue a un colegio y diga: “Les voy a regalar
realidad virtual y visores para que los niños de 3°
básico aprendan biología”. Yo le diría: “discúlpeme,
muchas gracias, pero no, gracias”. Incluso venden
juegos de video para promover la comprensión
lectora, pero un director de colegio que sabe del
cerebro humano, dirá: “A ver, conozco mil técnicas
para mejorar la comprensión lectora y los
videojuegos no están en esa lista”.
Porque los papás, insisto, no tienen por qué saber.
En niños de 3° básico, por ejemplo, ¿cómo se está
desarrollando su cerebro?, ¿cuál es la implicancia
de aprender biología en el metaverso o la realidad
virtual?, eso provoca daño a un nivel muy
profundo. Nosotros los profesores tenemos que
estudiar, no nos queda otra.
¿Por qué hoy vemos tantos niños que no regulan
sus emociones? ¿El uso excesivo de pantallas
influye en la capacidad de autorregulación de los
menores?
La última parte del cerebro que termina de
conectar neuronas es la corteza prefrontal, que
tenemos justo detrás de la frente. También se le
llama función ejecutiva y yo, en simple, digo que es
el “jefe del cerebro”. La naturaleza es sabia y nos
regala 25 largos años para conectar esas neuronas.
Pues bien, el jefe del cerebro tiene solo dos tareas:
a++
la primera, es la planificación y la organización.
Imaginemos que me despierto en la mañana y
digo: ¿qué es lo que tengo que hacer?, tengo esta
reunión, después tengo esto, el próximo año quiero
veranear en tal parte, a dónde quiero llegar con mi
vida. Todo eso lo hace la corteza prefrontal. Y la
segunda, es la autorregulación. Yo no digo todo lo
que pienso ni hago todo lo que quiero, porque me
autorregulo. Siempre a los niños les pongo este
ejemplo: si fuera caminando por la calle y veo a
Cristiano Ronaldo, me darán unas ganas locas de
abrazarlo, pero mi corteza prefrontal me diría:
“Carolina, eres una mujer casada, eres madre, no
hagas el ridículo”. Yo puedo querer hacer muchas
cosas, pero no las hago porque me autorregulo.
“¿Cómo le puedo pedir a una niñita de 12
años, que tiene un cerebro inmaduro en
la parte de la autorregulación, que más
encima está diseñado para que no se
pueda autorregular, que se comprometa
conmigo para hacer un buen uso de un
smartphone? Si firma un contrato que
dice que no va a subir fotos inapropiadas,
que no va a hacer bullying, esa niñita está
firmando un papel que se volará en el
viento porque su cerebro no puede
autorregularse”.
Por lo tanto, un niño de 4 años, ¿cuánta
autorregulación tiene? Prácticamente nada porque
el 100% de la autorregulación se logra en un adulto
de 25 años. Si las redes sociales y los juegos de
a++
video son diseñados para generar adicción y para
que no te puedas autorregular, ¿cómo le puedo
pedir a una niñita de 12 años, que tiene un cerebro
inmaduro en la parte de la autorregulación, que
más encima está diseñado para que no se pueda
autorregular, que se comprometa conmigo para
hacer un buen uso de un smartphone? Si firma un
contrato que dice que no va a subir fotos
inapropiadas, que no va a hacer bullying, esa niñita
está firmando un papel que se volará en el viento
porque su cerebro no puede autorregularse.
Entonces, si los papás y el profesor saben cómo
funciona la corteza prefrontal de sus alumnas o
alumnos, sabrán que por más que le explique, le
enseñe o le castigue y le quite ese aparato, no va a
poder autorregularse.
Por eso es tan importante que los profesores lean
sobre este tema. Es necesario que sean los
directores de colegios y ojalá nuestros legisladores
los que digan: “prohibición total de smartphone
durante toda la jornada escolar, desde prekínder
hasta 4° medio”. Porque así al menos vamos a tener
toda la educación protegida de lo que significan las
redes sociales. Y no tendríamos niños viendo
pornografía en la hora de recreo o adolescentes
mostrándoles porno violento a un niño de 1°
básico.
Todos los colegios tienen sus normas. Prohibir el
smartphone también podría estar dentro de ellas.
Hay directores que me han dicho: “ojalá haya una
ley porque así nosotros cumplimos la ley no más”.
Los colegios tienen terror de los papás y la excusa a++
que dan los papás es: ¿qué pasa si mi hijo tiene un
accidente grave? Pero para eso está la enfermería,
les van a llamar si algo grave pasa en el colegio.
Además, la mamá o el papá no tiene por qué llamar
a su hijo a las 11.00 de la mañana para preguntarle
qué quiere de almuerzo, o a las 12.00 para
preguntarle cómo le fue en la prueba. Eso distrae.
Está comprobado que un niño con un smartphone
en la mochila está pensando solo en encontrar el
momento para usarlo y eso le prohíbe a su cerebro
poner atención y relacionarse bien con los demás.
Algunos incluso se escapan al baño para verlo y
dejan de leer y de estudiar. Por eso tenemos que
hacer un cambio radical en este país. Así al menos
vamos a tener a los estudiantes, en sus colegios,
protegidos de todo lo que significan las redes
sociales.
Somos el país N° 1 del planeta de niños pegados a
las pantallas. Entonces tenemos que hacer algo
drástico, sino los números rojos –representan más
intentos de suicidio, más niñitas cortándose brazos
y piernas- van a ir en aumento y los psiquiatras
norteamericanos dicen: “la única forma de que
nosotros los adultos tomemos conciencia de esto
es que aumenten de forma significativa los
números rojos”. Pero esos números rojos tienen
nombre y apellido y son hijos de alguien y nosotros
tenemos el poder para prevenir.
“Las pantallas interactivas provocan estrés
cerebral”
Usted dice en su último libro, que el uso de las
pantallas afectaría una zona del cerebro
encargada de ser bueno y generoso. ¿Podría
explicar eso?
Cuando empecé a estudiar este tema y leía que los
niños que usaban pantallas o jugaban videojuegos,
no iban a comprender bien lo que leen, yo decía:
“mis hijos no usan pantalla”. Cuando leía que los
niños que usaban pantallas o jugaban videojuegos
iban a tener problemas para aprender vocabulario,
yo decía: “no importa, los míos no usan pantalla”.
Pero llegué al capítulo en que los doctores decían
que ellos no saben por qué, pero gran parte de este
loop de placer y estrés –dopamina – cortisol –
dopamina- cortisol- que producen las pantallas
interactivas, provoca estrés cerebral.
a++
Y una parte significativa de este estrés cerebral va
directamente a matar las neuronas de la “ínsula”,
que es la responsable de la compasión y la empatía.
En las charlas a los niños, yo les digo que es “la
oficina del cerebro encargada de ser buena
persona”. Los padres no sacamos nada con dar
excelentes ejemplos de ser buena persona, con
leerles libros para ser buena persona, si no tiene
materia prima en la ínsula. Por lo tanto, si Chile es
el país N° 1 del planeta, según la OCDE, de niños y
adolescentes pegados a las pantallas, ¿cuál vendría
siendo por analogía el país N° 1 del planeta cuyos
niños y adolescentes matan neuronas en la zona
del cerebro que está dedicada a ser buena persona,
buen amigo, generoso y compasivo? Esto no es un
problema que me atañe solo a mí y a mis hijos
porque a ellos yo los podré querer, cuidar y
enseñar, pero viven en un barrio, van a un colegio,
el día de mañana van a tener pareja, van a formar
a++
familia, entonces quiero que sean buenas personas
aquellos con quienes se relacionen.
Y para eso hay que hacer el trabajo. A los papás hoy
día no les gusta ser activistas, pero al igual que los
profesores no tenemos otra alternativa que ser
activistas por el bienestar de esta generación,
porque en unos años más vamos a ser viejitos y los
futuros líderes: ¿van a tener empatía con nosotros o
nos van a dejar botados?
“Si Newton hubiera estado chateando, no se le
habría ocurrido nada”
¿Las pantallas atentan contra la creatividad de los
niños? ¿Por qué y de qué manera?
Newton inventó varias de sus teorías en un renacer
de la peste negra. Estaba en la Universidad de
Cambridge y lo mandaron a su casa. Obviamente
no había clases online, los profesores le pasaron un
cerro de libros y le dijeron que estudiara hasta que
se acabe la peste negra. Él, en su casa aburrido, con
los libros, descubrió la teoría de la gravedad porque
estaba en su patio y le cayó una manzana en la
cabeza. Si Newton hubiera estado chateando con
sus amigos, le hubiese caído la manzana en la
cabeza y no se le habría ocurrido nada.
“Hoy día se le tiene terror al niño
aburrido porque va a hacer maldades y
un niño aburrido no hace maldades, está
descubriendo el mundo. Entonces, es
responsabilidad nuestra tener materiales
de desecho, piedras, masas, para que ese
niño deje fluir su creatividad”.
Para ser creativo se necesita tiempo de ocio,
tranquilidad. Cuando estoy aburrida, empiezo a
pensar qué cosas voy a hacer. Pero hoy día se le
tiene terror al niño aburrido porque va a hacer
maldades y un niño aburrido no hace maldades,
está descubriendo el mundo. Entonces, es
responsabilidad nuestra tener materiales de
desecho, piedras, masas, para que ese niño deje
fluir su creatividad.
Hay que tener claro algo importante, el tema de la
economía: de aquí a 25 años más los expertos en
economía han dicho que gracias a la inteligencia
a++
artificial y la automatización, muchos de los
trabajos que hoy día existen no van a existir y
habrán trabajos que no sabemos cuáles son.
Muchos adultos, que hoy son niños, van a ser
inempleables por toda su vida. ¿Eso qué significa?
Que no van a poder encontrar trabajo nunca. Y eso
es grave. Porque van a formar su familia, igual van a
comer y vivir. ¿Qué es lo que va a salvar a esos
adultos? Que hoy, siendo niños, desarrollen la
creatividad, la innovación, la capacidad de
resolución y el pensamiento crítico, porque
entonces van a saber reinventarse. Alguien que hoy
es actor, por ejemplo, si viene otra pandemia quizá
va a saber reinventarse como panadero o pastelero.
Yo no tengo cuentas en Suiza ni palacios para
heredarle a mis hijos, lo único que les voy a heredar
es su educación. Por eso me saco los zapatos para
que ellos se aburran y busquen cómo entretenerse,
a++
cómo buscar soluciones y que así vayan
desarrollando su creatividad; es clave para su
futuro como persona.
Hoy tenemos adolescentes de 17 y 18 años, que
debido a que “da lo mismo” entregarles un
smartphone a los 12 años o que disfruten de
videojuegos, solo quieren estar encerrados en su
pieza, sin estudiar ni trabajar, no quieren hacer
nada. Esos son futuros adultos inempleables. ¿La
mamá y el papá los va a mantener de por vida? ¿El
Estado los va a mantener de por vida? Ese es un
problema social muy importante. Y nosotros los
profesores, insisto, no tenemos otra alternativa que
estudiar para hacer los cambios que correspondan.
¿Qué pueden hacer los docentes frente a estos
niños con problemas de autorregulación
emocional y/o faltos de creatividad?
Yo siempre pongo este ejemplo: “si mañana el
director de tu colegio te dice que obligatoriamente
tienes que mandar a tu hijo/a con una botella con
piscola para el primer recreo, ¿lo harías?” No, obvio
que no, sabemos cuál es el efecto del alcohol en los
niños. Pues bien, esto requiere medidas
inteligentes, pero drásticas. Necesitamos
prohibición total de smartphone, a nivel legal. Y
profesores muy capacitados en este tema para que
le transfieran esa información a los papás. Porque
ningún papá, ninguna mamá, quiere dañar a sus
hijos. Si les pasan el smartphone y lo dejan jugar
videojuegos y estar en redes sociales, es
simplemente porque no conocen las futuras
consecuencias de este hecho.
¿Cuáles son las mejores prácticas educativas para
disminuir el tiempo de niños y jóvenes frente a las
pantallas? La lectura y el juego, ¿podrían ser útiles
como estrategia pedagógica?
Si uno analiza la metodología educativa de los
países escandinavos, ellos son super pro y desde
hace mucho tiempo promueven el juego libre no
estructurado en la naturaleza. Yo estuve en
Finlandia, con frío y nieve. Vi cómo los niños salían
a jugar con sus profesoras. Si hay que enseñar
números, enseñemos números con las rocas; si hay
que enseñar seriación, enseñemos con rocas,
semillas y ramitas.
a++
Además, en el tiempo de juego libre y no
estructurado se desarrollan muchísimas destrezas
sociales, de las que nuestros adolescentes carecen:
mirar a los ojos, tener un debate, ser capaz de
comprender el punto de vista del otro, ayudarse, el
trabajo en equipo.
Y sobre el tema de la lectura. En pandemia
estábamos estresados, colapsados. Le dije a mi
marido: “si mi hijo no se mete a clase de esto o de
lo otro da lo mismo, yo prefiero que juegue, pero lo
que sí vamos a hacer de lunes a lunes es la lectura.
Se lee todos los días”. Porque la lectura es lejos el
mejor ejercicio si uno piensa el cerebro como un
músculo. Leer hace imaginar, profundizar en ideas,
da temas de conversación, entonces en mi casa no
se transó con la lectura. Todos leímos toneladas de
libros y si uno tiene que rescatar algo bueno de la
cuarentena fue eso, leímos mucho.
Lo que está pasando actualmente es que los niños
estuvieron expuestos a tanta pantalla durante el
confinamiento por Covid 19, que ahora al tratar de
leer un libro, no tienen la concentración suficiente
y se aburren muy rápido, pues el cerebro se
acostumbró a demasiado placer producto de las
redes sociales, a la inmediatez y no tienen
paciencia. Y el problema es que los papás tampoco
tienen paciencia porque también están con el tema
de la inmediatez. Tenemos que ver esto como una
maratón a largo plazo: ¿qué tipo de adultos
queremos que nuestros niños sean?, ¿que sean
buenas personas?, ¿que sean generosos?, ¿que sean
pacientes?, ¿que sean creativos? Entonces, tenemos
a++
que empezar haciendo cambios desde que el niño
está en el jardín infantil.
Y el juego dramático, ¿qué rol tiene en ese
contexto?
El juego sociodramático, donde los niños pueden
disfrazarse y tener a su disposición todo tipo de
elementos para inventar cosas, lamentablemente
solo se da en los jardines infantiles. En los colegios
se empieza a usar el pizarrón y el lápiz y se olvida
todo el juego sociodramático, que es crucial. A ver,
ese juego libre y no estructurado es como una
caparazón que protege al niño de todos sus
problemas y de los estresores externos.
Imaginemos un niño que vive dificultades en su
casa o en su barrio, a ese niño o niña el juego libre
y no estructurado le da placer, puede conversar con
su profesora y eso lo blinda de sus otros problemas.
Por eso es tan esencial que el niño juegue y que sea ++
a
un juego libre.
“Tengo que desintoxicarme como mamá y papá, y
apagar el teléfono”
Ud. dicta charlas en colegios sobre esta materia,
¿cuáles son hoy las principales preocupaciones de
los padres, docentes y estudiantes?
Maravillosa pregunta. Siempre que me pide un
colegio una charla, les digo: “Esto es sin juzgar,
necesito que ustedes me cuenten todos sus
problemas, lo lindo y lo super feo”. Hace cuatro
años atrás, me decían: “estamos super bien”. Y
desde la pandemia una psicóloga de Convivencia
Escolar me dijo: “te voy a contar”. Y yo le dije: “no
me sorprende nada”. Porque es lo que yo he estado
leyendo y los gringos en ese sentido son super
transparentes: aquí en Chile hay un temor a ser
juzgados, a que piensen que el colegio es malo si
cuentan lo que está pasando. Y tengo informantes
en muchos colegios así que me entero de todo y
este es un asunto transversal, desde el colegio
privado al público. Es un problema que afecta a
todos. Ese síndrome de “a mi hijo no le pasa”, “en
este colegio no”, “en esta familia amorosa no”, a ver,
esto le puede pasar a todo el mundo.
Los grandes problemas que he visto en todos los
colegios son: primero, el nivel de agresividad, hoy
día al mínimo toque los niños se agarran a combos;
segundo, el ciberacoso y tercero, el acoso.
Imagina a un profesor que va a su clase de historia
y una niñita le dice: “profesor, la Juanita se está
cortando en el baño”, obviamente va a correr al
a++
baño, pero ¿cómo queda ese curso pensando que
la niñita se está cortando y se va a matar?, ¿cómo
va ese profesor a volver a hacer clases y esos niños
van a prestar atención y querer estudiar? Este tema
es grave y los profesores no saben qué hacer.
El intento de suicidio en general pasa en las casas,
pero no se habla. Creo que en Chile pasamos del 2°
lugar al 1er lugar de muerte en adolescentes por
suicidio. El niño y el adolescente no se intenta
suicidar porque no quiere vivir, lo que quiere es
dejar de sufrir. La pregunta es: ¿por qué sufre mi
hijo, mi alumno y mi adolescente? ¿Cómo lo puedo
ayudar? ¿Qué puedo hacer para que en vez de sufrir
goce y disfrute su vida?
Fui a La Serena y un profesor de biología, que es
director de Convivencia Escolar de un colegio en el
campo, dijo que por primera vez había visto en su
colegio este fenómeno de que alumnos le peguen a
los profesores. Insisto: yo también quise pegarle a
muchas profesoras en mi vida, pero lo pensé, no lo
hice. Por la autorregulación. Y para autorregularse
se necesitan neuronas conectadas en la corteza
prefrontal. Si desde el día 1, le paso a mi hijo una
tablet con acceso a redes sociales y juegos de
video, no va a tener autorregulación, porque no
habrá materia prima en esa zona del cerebro que
está a cargo de la autorregulación.
Cualquiera hubiera pensado que solo es un mal
hábito esto de estar pegado a las pantallas.
Las empresas no quieren que la gente sepa esta
información, porque no les conviene. Es mucho
mejor tener niños que no piensen, que no
cuestionen, porque el día de mañana van a ser
empleados dóciles a los que les van a poder pagar
la nada y van a vivir con lo mínimo. Si uno analiza
esto a largo plazo y empieza a analizar las aristas
económicas, vemos que el panorama se viene
complejo.
¿Qué podemos hacer los adultos para ayudarlos a
descubrir goces más sanos, que sean felices?
Una de las cosas que a mí me da pena en mis
charlas presenciales es un momento con los
adolescentes en que los miro a los ojos y les
pregunto: “¿qué es lo que a ti más feliz te hace en la
vida?” y los niños te dicen: “no sé”. Miro a los papás
y se desfiguran.
a++
Nuestro cuerpo está diseñado para buscar placer.
Yo puedo tener un mal día, pero sé que voy a llegar
a mi casa, voy a tomar té verde y voy a ir a abrazar
al gato. Sé qué cosas me dan placer y eso es lo que
busco en mis momentos de aflicción. Si un
adolescente no sabe qué lo consuela o qué le da
placer, va a buscar placer en lo que le ofrezca quien
esté al lado.
“Tengo que desintoxicarme como mamá
y papá, apagar el teléfono y luego,
preguntarle a mi hijo o hija: “¿qué te hace
feliz?” Y si no tiene idea, salir con él o con
ella a jugar un partido de vóleibol, a un
museo, a una galería de arte, a andar en
bicicleta, a subir un cerro o cualquier otra
actividad”.
Es importante que los padres hagan una
autorrevisión de cuánto rato pasan con sus propios
aparatos, porque nosotros también sentimos placer
con nuestras pantallas. La diferencia es que nuestro
cerebro es un cerebro maduro. Entonces, tengo que
desintoxicarme como mamá y papá, apagar el
teléfono y luego, preguntarle a mi hijo o hija: “¿qué
te hace feliz?” Y si no tiene idea, salir con él o con
ella a jugar un partido de vóleibol, a un museo, a
una galería de arte, a andar en bicicleta, a subir un
cerro o cualquier otra actividad. Incluso hay
muchos adultos que no saben qué cosas les dan
placer.
a++
Las pantallas fueron un apoyo importante para las
docentes durante el confinamiento por Covid 19.
¿Qué opina al respecto? ¿Las pantallas causan
daño si se usan con fines educativos?
Muy buena pregunta. Lamentablemente en Chile se
mete en una misma bolsa la clase por zoom, la
planilla Excel, las redes sociales y los videojuegos. Y
no es así. Tenemos que pensar qué tecnología, con
qué fin y para qué edad. Ni Excel ni Power Point ni
Word se diseñaron para generar adicción. Nadie al
despertar en la mañana dice: “¡Guauu, quiero hacer
una planilla Excel!” En cambio, al despertar, todo el
mundo revisa sus redes sociales. En pandemia la
única forma que tuvimos de educación fue a través
de Meet y Zoom y con eso no hay ningún
problema.
Ahora, en una clase de Zoom, de 1 a 10, los niños
aprendieron 2 y con suerte, pero al menos podían
a++
ver a sus profesoras, a los compañeros, a los
amigos. El problema es que muchos niños después
de la clase de Zoom, se mandaban el link para los
videojuegos y ahí se quedaban pegados. Si un niño
tiene que hacer un trabajo de investigación y
escribir, eso no tiene ningún problema. El problema
es a dónde se van después de terminado el trabajo
o de terminada la clase.
El gobierno francés tuvo cuarentena y clases online
solo cuatro meses, y el ministro de Educación dijo:
“en estos cuatro meses, nuestros niños no
aprendieron nada”. Así de simple. Por lo tanto, hay
que rebobinar hacia atrás y seguir enseñando.
¿En qué momento un niño o adolescente se puede
tildar de “adicto” a las pantallas? ¿Y qué podemos
hacer los padres y el colegio?
La adicción a las pantallas puede pasar a cualquier
edad: si tu hijo deja de hacer las cosas que le
gustaban y que hacía que le brillaran los ojitos y
ahora solamente pide pantalla.
En mis charlas presenciales, veo ojitos brillantes
hasta los 11 años. A partir de los 12, llegan con sus
ojitos tristes, no se les iluminan y eso es grave.
Porque uno quiere que los hijos se quieran comer
el mundo en unos años más, que a los 18 años
quieran ir de mochileo a recorrer el planeta. Y los
ojitos que dejaron de brillar a los 12 años son los
mismos que a los 18 años no quieren hacer nada
con su vida.
Mi experiencia “clínica”, porque no soy psicóloga
a++
pero lo he visto en mis toneladas de charlas,
coincide con la de los psiquiatras en EE.UU. Hasta
los 8 años, si ves que está pegado todo el día, le
quitas todas las pantallas rápidamente y va a alegar
dos días. A los 9, 10 y 11 y 12 años, el cerebro de
este preadolescente está acostumbrado a umbrales
de placer mucho más altos y si le quitas todo de
una, necesitas ser “coach” de tu hijo por un mes. En
ese mes lo tienes que llevar al fútbol, a la galería de
arte, al museo, a la plaza, tienes que entretener a tu
hijo porque es incapaz de entretenerse solo. Y en
ese mes, su cerebro se reinicia y puede volver a
buscar placer en las cosas simples. De 13 años en
adelante, necesitará terapia psiquiátrica y/o
psicológica.
La clave es preocuparse antes de que cumplan 12
años. Porque de 12 años para abajo hacemos todo
este trabajo de manera gratuita y es fácil; de 13 para
arriba necesitamos psiquiatras y psicólogos. Por lo
tanto, los profesores de alumnos de 13 años para
arriba necesitan mayor asesoría. En Chile no
existen psiquiatras ni psicólogos expertos en
rehabilitación de las pantallas y tampoco hay
clínicas de rehabilitación. Las clínicas top en EE.UU.
tienen cuatro años de lista de espera y un programa
de tres meses vale 70 mil dólares. Entonces, lo
mejor es prevenir y prevenir ya.
“Todos los videojuegos, los violentos y los
educativos, son diseñados para generar adicción”
Los niños y jóvenes, ¿no podrían ver un poco de
pantallas, con un tiempo limitado?
“El niño se da cuenta que ese tablet o
teléfono le da una sensación de placer
inigualable. Después, si va a jugar a la
pelota, se aburre; si la mamá le dice:
“vamos a la plaza”, le da lata. Estamos
frente a una generación con anedonia:
nada le da placer, solo le da placer tener
el celular en la mano o la tablet o estar
frente al computador. ¿Eso es lo que
queremos para nuestros niños?”
Todos los videojuegos, los violentos y los
educativos, son diseñados para generar adicción. El
niño se da cuenta que ese tablet o teléfono le da
una sensación de placer inigualable. Después, si va
a++
a jugar a la pelota, se aburre; si la mamá le dice:
“vamos a la plaza”, le da lata. Estamos frente a una
generación con anedonia: nada le da placer, solo le
da placer tener el celular en la mano o la tablet o
estar frente al computador. ¿Eso es lo que
queremos para nuestros niños, que solo sientan
placer con ese aparato o queremos hijos o alumnos
que sientan placer al hacer un experimento
científico, al jugar voleibol, al ir a un concurso de
debate?
Yo no quiero que mis hijos sean adictos, porque si
empiezan con esos niveles de placer o adicción a
los 10 años, ¿qué es lo que dicen los psiquiatras
norteamericanos? Que ese cerebro se va a ir
acostumbrando a niveles de placer tan altos que
cuando tenga 25 años y su cerebro esté maduro, no
va a ser suficiente el juego de video y las redes
sociales, va a necesitar más placer. ¿Y qué dará más
a++
placer a ese cerebro hipersaturado de placer? Las
drogas duras. Y el problema de las drogas duras es
que según sea la predisposición genética de la
persona a lo mejor colapsa con una pastilla o con
tres. Es una ruleta rusa, desconozco cuál es la
predisposición genética de mis hijos. ¿Quiero hacer
eso con mis hijos? Yo, no.
Hoy día los profesores necesitan más capacitación,
más material concreto, más ayuda del Estado y de
las municipalidades para tener más actividades
porque uno no es profesora de karate o de ajedrez.
Necesitamos que nuestros niños disfruten su vida
porque si no el costo que vamos a pagar como
sociedad es muy alto: niños sin empatía, sin ínsula.
Ud. dice en su libro que quitarle las pantallas a un
adolescente puede conducirlo al suicidio, ¿es tan
así?
Todo depende de la predisposición genética del
niño. En el caso de los hombres, 1 de 8 viene con
predisposición genética a cualquier adicción. En un
curso de 45 hombres, basta calcular cuántos tienen
predisposición genética a la adicción. No sabemos
cuál va a ser la reacción al quitarle todas las
pantallas, porque las redes sociales y los
videojuegos provocan toneladas de dopamina, que
es el neurotransmisor del placer y si les quitas eso,
viene la reacción inversamente proporcional con el
cortisol, que es la hormona del estrés. Cuando uno
está con demasiado estrés, la corteza prefrontal no
piensa claramente, por lo tanto yo no sé si al
quitarle todas las pantallas a un adolescente de 15
va a quebrar un mueble y después va a salir a jugar
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a la pelota o si siente tanto dolor que su decisión
será quitarse la vida. Por eso digo que esto es una
ruleta rusa, a la suerte de la olla. Una persona con
su corteza prefrontal madura dice: “sí, me da pena,
voy a buscar soluciones”. Pero busca soluciones
cuando está tranquilo. Siempre le digo a mis hijos:
“cuando voy manejando no me pregunten nada, no
puedo pensar en un cumpleaños o lo que sea
porque tengo que concentrarme en el camino”. Y
cuando estoy preocupada de otras cosas, no tomo
buenas decisiones. Por eso los psicólogos dicen
que cuando uno está en una pelea, en una
situación de estrés, no tome decisiones porque esas
decisiones van a ser malas.
“El tema de los cortes en adolescentes es
algo que he hablado con muchas
psiquiatras y antes de la pandemia partía
a los 14 años; hoy, en cambio, tenemos
bulimia, anorexia y cortes desde los ocho
años”.
Un adolescente, una niñita, ¿por qué se corta?
Porque es tanto el placer que siente con las redes
sociales y lo está pasando tan mal, que él o ella no
sabe cómo procesar esas emociones. Y al cortarse,
siente que se libera. Basta con preguntarle a
cualquier director/a de colegio qué está pasando en
los baños en los recreos. El tema de los cortes es
algo que he hablado con muchas psiquiatras y
antes de la pandemia partía a los 14 años; hoy, en
cambio, tenemos bulimia, anorexia y cortes desde
a++
los ocho años.
Si yo no sé qué me hace feliz, no estoy contenta
conmigo misma, soy candidata al corte y al intento
de suicidio.
Y en radio Duna hablaron hace poco el tema de la
dismorfia cultural, niñitas de 8 años que quieren
liposucción. Las cirujanas plásticas dicen que llegan
mamás con niñitas de 14 años porque ellas quieren
ser como la super top model o la amiga influencer
del otro colegio.
¿Cómo se puede solucionar todo esto?
Con deporte, ingresando al equipo de vóleibol o a
los scouts. ¿Por qué un adolescente está tan
pegado al celular, acaso tiene otras alternativas? Si
se le ofrecen, va a preferir practicar algún deporte u
otra actividad. Somos seres sociales, lo podemos
lograr, pero para eso los adultos nos tenemos que
hacer cargo del tema. Hoy día nuestras niñitas
están sufriendo por soledad y porque no tienen
otra alternativa.
¿Qué le sugeriría a familias donde ambos padres
trabajan fuera del hogar buena parte del día? ¿Es
posible en esos casos evitar o limitarles el uso de
pantallas?
Esta es la primera generación de padres en la
historia de la humanidad que tiene tecnología para
dejar callados a sus hijos. Desde nuestros padres
hasta el Homo Sapiens y el Australopithecus se las
tuvieron que arreglar como sea. Por lo tanto,
tenemos que buscar soluciones. Obviamente, un
papá y una mamá que trabajan todo el día afuera y ++
a
un niño que llega solo a la casa, es un problema
que tenemos como sociedad. ¿Por qué este niño o
niña está solo en su casa?, ¿dónde está la
municipalidad?, ¿dónde está el Estado?, ¿y los
clubes deportivos que ayudan? No porque a
nosotros los adultos no se nos ocurran soluciones,
los que tienen que pagar las consecuencias son
nuestros niños y ellos tiene que freírse viendo
juegos de video o redes sociales en su casa.
Entonces, cuestionémonos nosotros.
Ahora, lo que tenemos que hacer los papás es: si
tengo un computador con acceso a Internet, tengo
que comprar filtros, cortafuegos, etc. Además,
tenemos que hacer un llamado a la sociedad
porque hoy día los colegios podrían tener
actividades culturales y deportivas después de la
hora de clases. Las municipalidades, en sus centros
deportivos o comunitarios, podrían tener buses de
acercamiento para ir a buscar a los niños al colegio
y llevarlos a hacer deporte: karate o ajedrez, por
ejemplo, de manera que después los papás los
pasan a buscar y se van a sus casas a comer y estar
un ratito juntos. ¡Para eso necesitamos ganas!
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