TRABAJO DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO Nombre: Nicolás Opazo Introducción: A lo largo de la historia los grandes imperios se han distinguido por su interés colonizador, de dominación de territorios con fines de carácter político, militar o cultural, los cuales a su vez han sido llevado cabo por medios pacíficos o violentos. Ahora bien, cabe analizar una de las épocas mayormente influenciadas por este proceso de dominación territorial como lo fue la conquista de Indias. Durante la primera mitad del siglo XVI España se encontraba en una época de transición que afectó a todos los ámbitos de la vida cultural, política e ideológica. Es durante esta época (fines del siglo XV y mediados del siglo XVI) que los asuntos relacionados a la conquista de indias comenzaron a ser analizados en base a criterios jurídicos, filosóficos y teológicos, sobre los cuales nace la interrogante del “justo título” que poseía la corona de Castilla para subyugar y dominar las poblaciones indígenas del nuevo continente. Producto de estos nuevos análisis es que se produce la llamada junta de Valladolid, en la cual se vieron enfrentadas dos miradas opuestas de entender la conquista de este nuevo continente. Una de ellas representada por Bartolomé de Las Casas, defensor de los Derechos indígenas y por otro lado por Juan Ginés de Sepúlveda, quien alegaba la legitimidad de la Corona española para dominar los territorios indígenas. La empresa de conquista y colonización impulsada por Castilla a fines del siglo XV si bien se caracterizó por su violenta imposición cultural, territorial y política en contra de los habitantes del continente americano, también fue la primera en cuestionarse la legitimidad o ilegitimidad de la posesión de los nuevos territorios de América por parte de los gobernantes e intelectuales de la época. Es a propósito de dicho cuestionamiento que nace la polémica de los justos títulos, sobre los cuales debía realizarse la siguiente interrogante: ¿A propósito de que título o títulos podrían incorporarse dichos territorios a la Corona de Castilla? Desarrollo: Esta nueva problemática relacionada a la adquisición y dominio de los territorios americanos vino a suponer una novedad para la Europa de dicha época. La doctrina medieval no planteaba problema alguno en relación al dominio de tierras antes ocupadas por cristianos y que posteriormente fueron ocupadas por terceros. Durante dicho periodo tampoco existía inconveniente alguno en reconocer el dominio sobre las res nullius, sin embargo, el inconveniente en este punto era que las nuevas tierras no se encontraban deshabitadas, sino que se encontraban pobladas por indígenas que no profesaban ni conocían la religión cristiana. Por este motivo, al poco tiempo del regreso de Colón a España, se comenzó a acelerar las tramitaciones para que el Papa Alejandro VI, otorgue la concesión de las nuevas tierras de Indias. Fue así que se dictaron las Bulas Alejandrinas conforme a la práctica de la donación papal y de la ocupación de la res nullius, en atención a la regulación jurídica del derecho común. Luego de la dictación de las respectivas Bulas Alejandrinas los conquistadores españoles no tuvieron consideración alguna en iniciar la guerra en contra de los indígenas que habitaban estas nuevas tierras. Sabemos que a fray Antonio Montesinos durante el año 1511 se le atribuye el primer grito de protesta contra la forma en que se estaba llevando a cabo la colonización de los indígenas. Esto por medio del sermón de adviento, el fray Montesinos predico lo siguiente: “Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y cognozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Éstos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?” (Dominicos.org, s.f) Fueron aquellos gritos de protesta en contra de la brutalidad de la colonización indígena que provocó que dichas quejas llegasen hasta la mismísima Corte. Será el Rey Fernando quien en un primer instante se verá sorprendido con la osada actitud de los frailes. No importaba el número de veces que meditara dicho asunto, no podía encontrar respuesta sobre la extraña posición que habían adoptado los frailes en relación a la conquista. Ellos desaprobaban la postura adoptada por los colonizadores españoles en tierras indígenas, sin embargo, el Rey alegaba eximirse de culpa, puesto que con anterioridad al envió de navíos españoles hacia Indias este había consultado previamente a los teólogos y juristas de la época que realizaran un examen exhaustivo de los títulos y el derecho que pudieran demandar para adjudicarse dichas tierras. Fue la donación el principal pontificia el recurso que acuñaron para estos propósitos anteriormente mencionados. Igualmente, el Rey con el propósito de asegurar la validez de los preceptos invocados para tomar posesión de las tierras indígenas llamó en el año 1512 a una junta de teólogos y juristas (posteriormente llamada la junta de Burgos) con el propósito de debatir la ilicitud de los preceptos mencionados. El revuelo que ello provocó en la Corte, desencadenó en la redacción del "Requerimiento", el cual no paso de ser un simple apaciguamiento de la controversia, ya que ni Bartolomé de las Casas ni los juristas de la época lo consideraron como determinante para acabar con el conflicto. Para seguir con este análisis, es menester comentar el documento al cual se le otorgo el nombre de “Requerimiento”. Este documento reconocía y legitimaba la conquista del territorio de Indias por medio de la guerra, al igual que la servidumbre de los pobladores indígenas. “El Requerimiento tenía que ser leído a los indios, por parte del conquistador y en nombre del Rey de Castilla, como requisito previo a declararles la guerra y aprehenderlos. El Requerimiento empieza siendo una lección abreviada de historia sagrada. En ella se hace saber a los indios cómo Dios nuestro señor, uno y eterno, creó el cielo, la tierra y un hombre y una mujer, de los que descendemos todos los demás. Se les cuenta luego la historia de la iglesia primitiva, a saber: el encargo que el señor Dios hizo a Pedro con la sede romana como lugar más aparejado para regir el mundo, y como cabeza de todo el linaje humano, lo que significa jurisdicción y señorío, de este Señor y superior sobre cualquier ley, secta o creencia, independientemente de dónde estuviera ubicada ésta.” (Fernández, 1992, p. 310). La redacción del Requerimiento sería, por tanto, consecuencia de un pacto entre la razón de estado y la teología cristiana, lo cual se ve claramente manifestado en la redacción de dicha narración. Será Francisco de Vitoria, gran teólogo, filósofo y jurista del siglo XVI, quien más destacaría entre los pensadores que discutieron en torno a la polémica de los justos títulos para conquistar Indias. El, como catedrático de la Universidad de Salamanca se mantenía actualizado de los eventos acaecidos en Indias, sobre los cuales ejercía una importante reflexión. A día de hoy, Francisco de Vitoria es considerado como uno de los padres fundadores del Derecho internacional, su avanzada concepción jurídica del Ius Gentium y su notable trabajo en la defensa de los indios sentó las bases de las legislaciones modernas y la teorización sobre lo que hoy en día concebimos como Derechos Humanos. Su preocupación por el descubrimiento del nuevo mundo y las injusticias llevadas a cabo en contra de los habitantes de Indias le llevó a ser uno de los filósofos cuyas ideas se mantienen vigentes aun en la actualidad. “En la perspectiva vitoriana, el hombre es el centro de gravedad de la paz, como ser, como miembro del estado y como integrante de la comunidad internacional.” (de León, 2005, p. 55). El fundamento de los principios generales sobre Derecho Internacional y Derechos fundamentales del hombre los propone Francisco de Vitoria al referirse a la polémica de los justos títulos, sobre los cuales Vitoria debatía si los nativos de Indias eran, antes de la llegada de los colonizadores españoles, verdaderos dueños de dichas tierras. Siguiendo la corriente filosófica de Santo Tomas, Vitoria da cuenta que, al plantear esta polémica del dominio de los indígenas sobre dichas tierras, está reconociendo su capacidad jurídica. “Los indios no sólo son dueños de sus cosas igual que los cristianos, sino que además seria falta grave negarles a ellos, que nunca infligieron injuria alguna, lo que no negamos a los sarracenos y judíos, perpetuos enemigos de la religión cristiana, a quienes reconocemos verdadero dominio, sobre sus cosas.” (Fernández, 1992, p. 315). Vitoria prueba que los nativos de Indias no son seres privados de racionalidad, por lo contrario, plantea que son seres sociales dotados de las mismas facultades que sus pares españoles, pero que debido a su aparente falta de educación estos adoptarían estas actitudes de “salvajismo”. “Tal concepción le conduce a establecer un principio de largo alcance: que los derechos que enuncia no dependen ni pertenecen a una religión, ni a una cultura, ni a un pueblo determinado, sino que tienen su fundamento en la misma naturaleza humana racional y, por lo tanto, se pueden establecer como criterios universales para todos los hombres y pueblos. Se trata de un ser humano que distingue los planos natural y sobrenatural, sobre el principio de que la gracia no destruye la naturaleza, sino que únicamente la perfecciona” (Mora, 2013, p. 37). Este es su principio fundamental, el cual se vería reflejado en todo su pensamiento que plantearía en vida. En virtud de este principio Vitoria rechazaría todos aquellos títulos injustos como el dominio del Emperador sobre el mundo, el derecho del descubrimiento, la donación papal, el rechazo de la fe cristiana por parte de los indios, etc. Además de ello, Vitoria defendería esta idea de la dignidad que merecen todos los hombres y pueblos del orbe en razón de su naturaleza humana. Por medio de la extensa obra de Vitoria es posible extraer ciertos postulados que sentarían las bases de lo que hoy en día conocemos como Derecho internacional: La libertad del hombre y su capacidad de elección: Vitoria refutaría a aquellos que pretenden considerar a los habitantes de Indias como esclavos en atención a su naturaleza. Él los considera como seres inteligentes, libres, legítimos dueños de sus tierras y capaces de establecer el régimen por el cual guiarán su vida en sociedad. “El hombre, según Vitoria, es el centro de la Creación, sujeto responsable de derecho por su naturaleza racional y titular de derechos en cuanto ser racional, con independencia de la fe y de la cultura. Así pues, se aparta de las tesis morales y de fe, para razonar desde el derecho natural, porque el hombre sigue siendo imagen de Dios, aunque lo ignore y aun lo escarnezca.” (Mora, 2013, p. 39). Dentro de esta idea de sociabilidad uno de los derechos más importantes del hombre es su educación, la cual le va perfeccionando en su condición de hombre. Por último, considera el aspecto religioso de toda persona humana; la coexistencia, la tolerancia y el dialogo son derechos humanos junto con sus deberes correlativos, que según el se manifestaban principalmente en el orden del pensamiento y de la religión. Actualmente ya no es discutible este tipo de preceptos, ellos se han asentado dentro de nuestro orden social como fundamentos comunes a todo Estado. “Los derechos humanos son garantías jurídicas universales que protegen a individuos y grupos contra acciones que interfieran en sus libertades fundamentales y en la dignidad humana. Los derechos humanos se caracterizan fundamentalmente porque están avalados por normas internacionales; gozan de protección jurídica; se centran en la dignidad del ser humano; son de obligado cumplimiento para los Estados y los agentes estatales; no pueden ignorarse ni abolirse; son interdependientes y están relacionados entre sí, y son universales.” (OMS, s.f). Los habitantes de Indias son soberanos de sus tierras: Al plantearnos la idea de la colectividad y sociabilidad del hombre, Vitoria lo presenta como un fenómeno natural y propio del hombre en atención a sus relaciones y formas de convivencia. El hombre como ser sociable se encamina siempre a esta idea del grupo que en atención a nuestra naturaleza conlleva a la idea de convivencia. Asimismo, toda forma de convivencia requiere de una autoridad que la dirija, para que así pueda desarrollarse en orden y sobrevivir. “…la república misma a la cual compete gobernarse a sí misma, administrar y regir al bien común todos sus poderes. Agrega Vitoria que, por el hecho mismo de no ser ningún hombre, en cuanto tal, superior a los demás, en la propia comunidad radica la potestad de determinar la forma de gobierno, siendo indiferente que lo confíe a una persona, o a varias o a muchas…” (Boutilín, 2005, p. 366). Vitoria en este punto nos plantea que son legítimas las diferentes formas de gobierno y desde el momento en que una república pueda administrarse a sí misma, puede aceptar el régimen político que quisiera, aun cuando este no fuera el mejor. Francisco de Vitoria señalaba que entre los indios hay legítimos gobernantes y en razón de ello, los gobernantes cristianos no podían privar de dicho derecho a los gobernantes indígenas. El señalaba que “Ni la infidelidad, ni el ateísmo, ni el pecado podían privar de la autoridad ni del poder público o privado”. Los indios al igual que los españoles tienen derecho a ejercer sus propias costumbres, aun cuando dentro del ideario español estas fueran malas, estos tienen derecho a mantener sus propiedades, sus tierras, sus leyes, su forma de organización y sus gobernantes. Derecho a la comunicación entre los pueblos: Este derecho es uno de los principales títulos en los cuales se fundamentó Francisco de Vitoria para justificar esta nueva visión de la comunidad internacional. El ius comunicationis o derecho a la comunicación tiene su inicio en las ideas de Vitoria quien planteaba este derecho comunicación entre los hombres con los diferentes países del mundo con la única limitación de no dañar a los naturales que fueran dueños de esas tierras. “El ius societatis et communicationis es, en la primera de las Relecciones sobre los indios, una misma cosa, porque lo es también la comunidad y la comunicación: "la sociedad es como si dijéramos una naturalísima comunicación, muy conveniente a la naturaleza". Por lo tanto, la naturalidad de la comunidad lo es también de la comunicación y viceversa” (Desantes-Guanter, 1989, p.192). De la misma forma que hay derechos individuales de libre comunicación, los hay a nivel colectivo. Bajo esta idea, todo pueblo tiene el derecho de recorrer otras naciones con el fin de hacer alianzas, intercambiar conocimientos y comerciar. Lo cual deberá siempre realizarse bajo la mirada del respeto y consideración de sus naturales, quienes no deberán verse dañados por este derecho. Los pueblos indios son provincias del orbe: La noción del orbe en Francisco de Vitoria erige una de sus más innovadoras e impresionantes ideas. Esta representación de la sociedad internacional como una comunidad jurídico política es dada a conocer por primera vez en Vitoria a través de la relección De Potestate Civili, una de las mejores y más conocidas relecciones de Vitoria. Según el, el Derecho internacional que regularía las relaciones entre Estados obligaría a estos no solamente en relación a los pactos y convenciones que hubiesen suscrito, sino que en atención a esta “autoridad de todo el orbe”. "Todo el orbe, nos dice que en cierto modo es una república, tiene poder de dar leyes justas y a todos convenientes, como son las del derecho de gentes … ninguna nación puede darse por no obligada ante el derecho de gentes, porque está dado por la autoridad de todo el orbe" (ViejoXiménez, 2004, p. 362). Con su idea de “totius orbe” Vitoria quiere acentuar no solamente la solidaridad de todos los individuos en la comunidad humana, sino la visión de la verdadera sociedad internacional o comunidad de las naciones del mundo. Dentro de estas comunidades políticas que forman el “orbe” son todas republicas, sin distinción alguna de su religión o modo de vida, puesto que entre ellas hay una completa soberanía que supondría un medio de igualdad. Siguiendo esta línea, Vitoria planteo que esta noción de “bien de todo el orbe” tendría una estrecha relación con la agrupación natural y solidaridad mutua que se produce entre los miembros de la sociedad. Ello se manifiesta al plantear Vitoria los fundamentos de la guerra justa, planteando que por más beneficiosa y conveniente que fuera una guerra para una República, si esta daña al orbe entonces no tendría motivo por el cual justificarse. El bien de la comunidad internacional pasa a tomar un papel superior en comparación al bienestar particular de la Republica. En síntesis, “Vitoria propone una comunidad universal, basada en el reconocimiento de una igualdad esencial entre todos los seres humanos y en el necesario respeto a su dignidad. La misma idea reflejan las palabras de Urdanoz: el “totius orbis” sería una comunidad ecuménica, universal, pensada como un nuevo orden internacional formado por Estados cristianos y no cristianos, como los recién descubiertos que eran considerados independientes” (Sánchez, 2017, p. 167). Sin lugar a dudas la obra y pensamiento de Francisco de Vitoria sentó las bases para el desarrollo y posterior sistematización del Derecho Internacional. Su preocupación por la paz entre las naciones como pilar fundamental para la convivencia internacional al igual que la libertad y soberanía de los Estados son 2 ideas centrales que guían a la comunidad internacional actual. Condición actual de los Estados: El Derecho Internacional si bien nace de aquellos preceptos planteados en el pasado, no podemos afirmar que este se ha mantenido estático o inmóvil durante el paso de las décadas, sino que este ha ido mutando en atención a los intereses y sucesos que han establecida y formado a nuestra comunidad internacional actual. Hoy en día podemos hablar de un Derecho Internacional de carácter Universal porque así se ha planteado a la comunidad internacional moderna. Sin embargo, ello se trata de un carácter relativamente reciente en términos históricos. Y eso, no sola y únicamente porque el mundo no ha sido siempre el mundo conocido, sino también por la resistencia histórica a reconocernos como miembros de una misma sociedad o comunidad, y, por tanto, iguales en derechos y obligaciones. Hoy en día podemos hablar de un conjunto de principios y postulados que se han ido formando y naciendo a raíz de procesos históricos que marcaron un avance hacia esta idea de la comunidad internacional. La polémica de los justos títulos conllevo a un cambio de paradigma producto de esta pugna entre la empresa colonizadora de España y el Derecho de los naturales de Indias. Dicha polémica provoco que intelectuales de la época desarrollaran ideas que hoy en día vemos como fundamentos que han logrado normar las relaciones entre los Estados miembros a través de la creación de organismos internacionales, creación de pactos y tratados, y normas que vinculan a todas las naciones. Por la importancia de estos fundamentos es necesario pasar a su estudio particular: Los Estados son únicos e iguales: La igualdad soberana de los Estados es quizá el principio más fundamental entre aquellos que forman el núcleo del Derecho internacional. Tal es así que incluso es considerada la igualdad soberana de los Estados como la norma fundamental del derecho internacional. Y sobre la cual descansan los demás principios derivados de ella. Si bien en el Derecho Internacional moderno este principio se ha ido adecuando a lo largo de las décadas. En su esencia sigue el mismo planteamiento que épocas atrás nos planteaba el propio Francisco de Vitoria. “El Derecho a la igualdad jurídica con los demás estados, que Vitoria afirma enérgicamente, está destinado a poner en pie de igualdad a los indios (en un momento en que incluso se discutía su naturaleza humana) con los españoles y con el género humano en general.” (de León, 2005, p. 60). La igualdad de los Estados constituye un principio resultante de la coexistencia de múltiples Estados. Actualmente este principio se ve consagrado en más de una Carta fundamental como lo son la Carta de las Naciones unidas y la Carta de la organización de los Estados Americanos. La primera estableciendo en su artículo segundo, capítulo I “Propósitos y principios” señala que: “Para la realización de los Propósitos consignados en el Artículo 1, la Organización y sus Miembros procederán de acuerdo con los siguientes Principios: 1. La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus Miembros.” La segunda, en su artículo decimo, capitulo IV “Derechos y deberes fundamentales de los Estados” consagra que: “Los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos e igual capacidad para ejercerlos, y tienen iguales deberes. Los derechos de cada uno no dependen del poder de que disponga para asegurar su ejercicio, sino del simple hecho de su existencia como persona de derecho internacional.” Principio de la no intromisión en los asuntos de otros Estados, continuidad de los Estados y de que ningún Estado puede usar la fuerza respecto de otro: El principio de independencia o autonomía de los pueblos ha adquirido, a través de los años una importancia fundamental. Aquello en relación a que este principio o derecho de autonomía crea a su vez principios como el de la "no intervención" y continuidad de los Estados. Ahora bien, la no intervención como principio general encuentra sustento en la seguridad jurídica de los Estados de que ciertas reglas poseen una fuerza de tal magnitud que necesariamente obligan a la comunidad internacional. Por lo tanto, “la no injerencia es vinculante para todos los Estados, hayan o no ratificados los instrumentos convencionales que la expresan, pues los principios generales son la esencia misma del Derecho Internacional que, manifestados en el Derecho consuetudinario, tienen una vigencia erga omnes con independencia de si los Estados hayan concurrido o no a la formación de tal costumbre.” (Roncagliolo, 2015, p.451). La continuidad de los Estados por otro lado plantea que el cambio de gobierno de un Estado no supone una secuencia de distintos Estados, sino que una simple sucesión gubernamental. La carta de las naciones unidas plantea en su artículo segundo: “Para la realización de los Propósitos consignados en el Artículo 1, la Organización y sus Miembros procederán de acuerdo con los siguientes Principios: 3. Los Miembros de la Organización arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia. 4. Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.” Los dilemas relacionados a esta materia vienen presentándose a lo largo de nuestra historia, pareciera que este debiera ser un problema que se debió haber dejado hace mucho tiempo atrás, pero la cuestión no es tan simple de resolver. Ya hemos visto como la empresa de colonización española se plantaba ante los naturales de indias interviniendo en su actuar cotidiano y su forma de organización, imponiendo sus propias leyes. Vitoria negaba esta facultad de los conquistadores aduciendo que los indios se encontraban en su derecho de elegir a sus gobernantes, sus creencias y formas de organización aun cuando estas no fueran las mejores, debido a su libertad de accionar y al entorno de igualdad de los pueblos que forma la comunidad internacional. Sin embargo, Vitoria establecía como legítima la facultad de intervenir bélicamente como consecuencia de la violación del “ius comunicationis”. Si bien la corriente internacional actual ha cambiado en comparación a esos primeros planteamientos de Vitoria, algunos de sus principios siguen teniendo plena usanza actualmente. En el pensamiento Vitoriano este sería legitimo en los siguientes casos: 1. Como medio excepcional para la solución de controversias internacionales. En este punto debiese siempre buscarse una solución pacífica, sin perjuicio de la facultad de recurrir a la fuerza en legítima defensa. En sus palabras “es licito rechazar la fuerza con la fuerza” 2. Cuando la población se encontrase en grave riesgo producto de sus malos gobernantes. En la actualidad hemos evidenciado super potencias como Estados Unidos que han aducido esta facultad de intervenir bélicamente alegando que su intervención tiene como fin la protección de la población. 3. Para la protección de terceros miembros de la comunidad internacional ante una situación de injusticia, que, evidenciada por sus miembros, requiera de protección en atención a las ideas del bien superior del orbe. Conclusión: Sin lugar a dudad Francisco de Vitoria como uno de los padres del Derecho internacional moderno sentó las bases de nuestros los preceptos que hoy en día siguen manteniendo plena vigencia en el acontecer internacional. Su preocupación por la paz entre las distintas naciones como núcleo fundamental para la convivencia de la comunidad internacional y la solución pacifico de las disputas internacionales son 2 de sus ideas centrales que aun a día de hoy, se mantienen como pilares primordiales de la comunidad internacional. Dentro de su ideario más innovador al Derecho Internacional moderno encontramos el cambio de paradigma que provoco su concepción de que la guerra no era un instrumento legítimo de los Estados para imponer sus ambiciones expansionistas y políticas, él sentó las bases de esta idea del “Orbe” y la igualdad de los Estados miembros de la comunidad internacional. Es producto de las ideas de Vitoria que nació una regulación al Derecho de la guerra (la guerra justa) y que hoy en día nos encontremos en un ambiente de relativo respecto y consideración en torno a los Estados. Si bien actualmente vemos como la guerra sigue siendo practicada como medio ilegitimo por parte de algunos Estados, comprendemos que la conciencia internacional se encuentra en un punto firme de mantener el dialogo y la solución pacífica de los conflictos por sobre la acción bélica. Referencias: 1. Texto del sermón de Antón Montesino según Bartolomé de las Casas y comentario de Gustavo Gutiérrez. (s.f). Recuperado de montesino-gustavo-gutierrez.pdf (dominicos.org) 2. Fernández, F. (1992). La controversia entre Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas. Una revisión. Boletín americanista, (42-43), 301-347. 3. de León, P. (2005). Contribución al estudio del fundamento del derecho internacional público: la Escuela de la Paz. Revista de derecho, 4(8), 51-69. 4. Mora, C. (2013). Los derechos humanos en Francisco de Vitoria. En-claves del pensamiento, 7(14), 35-62. 5. Derechos humanos. (s.f). Recuperado de https://www.who.int/topics/human_rights/es/ 6. Desantes-Guanter, J. (1989). 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