Subido por 12monos army

el velo

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“Les contaré un cuento. Ustedes juegan a juegos y yo
cuento cuentos.”
Los tres días del Cóndor
Prólogo
Contaría todo lo que sé, pero he de coincidir con
Sócrates en que en realidad no sé nada.
Ni siquiera lo que me han contado, porque en realidad
nadie me ha contado nada, personalmente. Aunque con los
años sí que he ido recolectando, de aquí y de allá
pequeños retazos.
Las películas de la época de la cita del principio se
solían rodar en Panavision, visión panorámica.
En mi vida no he tenido demasiado tino en construir nada
salvo lo fundamental, una cosmovisión. Porque opino que,
antes de construir nada, uno requiere una mínima
conciencia de donde está para decidir qué es lo que debe
ser construido.
Tampoco es que haya sido muy sistemático en ello, supongo
que la pereza ha terminado por librarme del resto de
pecados. Por lo tanto las líneas que siguen vienen a ser
una recreación de esa pequeña cosmovisión personal que
los años me han permitido reunir e interpretar.
Nada de lo aquí expuesto se presenta como hecho en sí,
sino más bien como resultado de una elucubración, espero
que fundamentada. De ir tirando de un hilo deshaciendo la
madeja de la historia que en realidad nunca ha sido
divulgada como tal. O mejor aún, una simple fantasía a
través de hechos históricos que puede que encajen mejor
de lo que en principio cabría esperar para una pequeña
imaginación desbordada. Al final es el lector el que
decide. O siguiendo el consejo de la escuela escéptica,
tal vez convenga suspender el juicio.
El libro de Nodern y la cuarta pirámide
Intentaré ir al grano. Me gusta curiosear en temas de
historia y sucede que con el tiempo vuelvo a pasar sobre
las mismas encrucijadas. Creo que ya había ojeado “Voyage
d'Egypte et de Nubie”.
Es un tema recurrente entre los que nos interesamos por
ciertos asuntos. Magufos, conspiranoicos y piramidiotas
de todo pelaje. Hasta J. L. tiene un video hablando del
tema. ¿Mal empezamos, no?
Bueno, si nos atenemos a los hechos antes que a los
prejuicios lo cierto es que es un libro digno de reyes,
literalmente. Frederic Louïs Norden fue un capitán que
escribió e ilustró el libro para el rey de Dinamarca si
no recuerdo mal. Tendréis que disculparme la
imprecisiones.
El volumen data de fechas tan incipientes para lo que
luego ha sido la egiptología como 1755. Algunas fechas si
van a ser importantes, por varias razones: no existía la
fotografía, así que el libro se compone de grabados y
podemos decir que es de los primeros contactos modernos
de los que tenemos testimonio con la que es la última de
las maravillas del mundo antiguo que aún sigue en pie.
Un pionero. El relato que a mí me ha llegado explica que
quedó varado en el país por largo tiempo y aprovechó para
componer el volumen. Lo interesante es que cuando dibuja
la meseta de Guiza con las pirámides, dibuja cuatro
pirámides. Otros han hecho algo más de prospección y
parece que hay más constancia de esa cuarta pirámide,
algo más pequeña que la menor de la tres, la de
Micerinos.
Más oscura, la pirámide negra, la llaman. Y se deduce que
debió estar, si tenemos por válido el rigor de Norden, en
la diagonal de las dos mayores, a distancia similar a la
que hay entre la de Micerinos y la de Kefrén, siempre
según las atribuciones actuales. Cerca de donde hoy hay
una carretera, algo apartada del tránsito de los
turistas.
Sin duda parece inverosímil perder una pirámide. Mucho
antes, a finales del siglo XII, año 1196, cuentan que AlAziz Uthman trató de desmontar la pirámide de Micerinos y
se dio por vencido ante lo desproporcionado de la gesta,
o eso es lo que nos ha llegado. Se conoce que los hombres
temen al tiempo y el tiempo teme a las pirámides.
Pues eso es lo que debió haberse hecho cinco siglos
después si hemos de respetar el rigor de Norden y lo que
se encontró allí posteriormente, ya en tiempos de
Napoleón, con una esfinge anegada hasta el cuello por las
arenas. Pero lo que está claro es que una pirámide no
desaparece por arte de magia, hace falta mucho y muy duro
trabajo, durante años, en tiempo de los mamelucos. Que
recuerdo haber leído que practicaban la puntería con ese
rostro de piedra que por allí se conoció como “el padre
del terror”. No parece que tuvieran mucho aprecio a
aquellas piedras ni que se pudiera haber llevado a cabo
tal empresa sin su connivencia. Mucho antes de que Egipto
se pusiera de moda en las cortes europeas. Sería algo
parecido al viaje de Colón, que otros hicieron antes,
pero no lo compliquemos.
Tenemos una pirámide que ha volado. Y mira que he hablado
antes de prejuicios, y me van a tener que perdonar. Pero,
si algo falta en Egipto, el primer lugar donde cualquier
hombre sensato buscaría es, sin duda, en el museo
británico. Pero hombre, ¿una pirámide? La última debía
ser más pequeña, pero la de Micerinos son más de 100
metros de lado por casi 65 de altura. Y no es como
llevarse… todo lo otro que se llevaron, vamos que es casi
un casus belli. ¿Qué hacer entonces con el supuesto
botín?
Una operación de tal envergadura hubiera sido imposible
de acometer en le Reino Unido aún en la segunda mitad del
siglo XVIII. Pero por aquellas fechas lo que hoy son los
Estados Unidos de América eran colonia inglesa, hasta el
4 de julio de 1776. No recuerdo muchas fechas, pero ese
año se me queda bastante, de hecho está inscrito en los
billetes del dólar. En números romanos, al pie del sello
con… vaya, a ver si hemos encontrado la pirámide perdida.
Se halla grabada en el reverso de cada billete verde bajo
el lema “annuit coeptis”, que se suele traducir como
“dios ha favorecido nuestras empresas” o “ha dicho que sí
a las cosas que hacemos” etc. Que dios está de nuestro
lado, vamos. Y hombre, para mover una pirámide en 20
años, porque intuyo que se debió concluir la tarea antes
de la independencia, parece difícil que se pueda hacer
con los dioses en contra.
No conozco una sola pirámide en toda norteamérica, fuera
de las que todos conocemos en México, que son
escalonadas. ¿No es un poco raro encontrarse con una
pirámide “como las egipcias” en el papel moneda de un
país que no tiene pirámide alguna? O tal vez si la tiene.
Sea como fuera el gran sello no aparece hasta 1935, ya
muy lejos de la operación, pero el problema persiste:
¿cómo se gestiona toda esa masa de piedra? Bien.
Bienvenidos a Denver.
Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto
No se puede negar que es un gran título para una
película, muy literario. Denver también ocupa un lugar
especial en la constelación de los usuarios de gorritos
de papel de plata, se habla de la simbología masónica en
el trazado de la ciudad, en el aeropuerto...
Si retrocedemos hasta la segunda mitad del siglo XVIII y
vemos el enclave que es hoy Denver, que con todo respeto
sigue estando un poco en medio de la nada, aquello debía
ser bastante tranquilo.
Pero uno no se puede presentar con toneladas y toneladas
de piedra y pretender que eso pueda ser algo mínimanete
discreto. Busca un lugar apartado cerca de un lugar ya de
por sí apartado, en el medio del país.
No muy al este de Denver hay hoy una pequeña población
llamada Castle Rock. Los amantes del terror deben estar
acordándose del señor King. Y uno puede pensar, bueno,
pues será coincidencia, igual hay varias poblaciones en
Estados Unidos con el mismo nombre. Puede ser. En
cualquier caso la fundación por lo que he consultado
tiene lugar en fechas tan postreras como 1874. Y es que
en algún lugar había que guardar ese “castillo de
piedras” hasta que se acomodó en el propio aeropuerto de
Denver, inaugurado en 1995.
Hay una zona curiosa en una aeropuerto francamente
majestuoso para una población tal vez no tan grande, una
especie de patio donde unas piedras quedan a la vista de
todos los pasajeros que circulan por el área. Unas
terrazas con piedras que, francamente, se ven antiguas.
Están como entre dos plantas en una especie de obertura.
Uno puede pensar que es pura coincidencia todo lo hasta
aquí descrito, sin duda. Eso desde luego no es una
pirámide, no nos engañemos. Pero es que justo en ese
espacio hay algo muchísimo más llamativo que unas viejas
piedras. ¡Hay un enorme avión colgado del techo! Qué duda
cabe que debe acaparar todas las miradas dejando a esas
tristes piedras, curiosas sin en principio mucho más
interés, en un muy segundo plano.
Me gustaría contar con pelos y señales lo de la pirámide,
pero ni he estado en Denver ni estoy muerto todavía, así
que no he hecho ese selecto tour. Sucede que,
imaginación, -estarán pensando en Denver- me sobra y
mucha. En una aeropuerto tan grande, una obra de tales
dimensiones… se podría cavar lo suficiente para enterrar
un objeto de… ¿30, 40, 50 metros?
Más difícil sería segmentar el trabajo para que los
operarios no tengan mucha idea de lo que tienen entre
manos, al final quedaría todo en rumores y habladurías…
que precisamente es lo que rodea en buena parte a ese
aeropuerto, y eso, señores, no es culpa mía. Pero si
alguien cree que lo dicho hasta aquí es “increible”,
estamos en el aperitivo. Los prolegómenos, se diría.
La nebulosa de Orión
Hay una teoría harto conocida por todo piramidiota de fe,
como el que suscribe estas líneas, que se precie de
serlo. La alineación de las tres pirámides de la meseta
de Guiza con las tres estrellas del cinturón de Orión.
Una observación brillante, pero que nos aboca a un claro
problema. ¿Qué pasa entonces con la cuarta pirámide?
Aquí es donde la cosa se empieza a poner interesante. El
tamaño y color de las pirámides parecen claramente
asociados a la magnitud de su brillo, ya no es sólo la
alineación.
Pero ¿qué podría significar entonces una pirámide negra?
¿Se la llevaron por ser la más pequeña?
Es harto difícil pensar que en el interior pudiera haber
algo de valor material cuando, por lo que sabemos, en el
siglo IX el califa Al-Mamun ya había hecho el túnel en la
gran pirámide por el que hoy acceden los turistas que la
visitan.
De hecho, cabe pensar que el valor que pudiera tener
consistía en buena medida en su emplazamiento y
disposición respecto al resto. Porque la verdad es que
las pirámides, a parte de la correlación de Orión
presentan multitud de características sorprendentes. La
de Kefrén por ejemplo, de un ángulo más pronunciado,
presenta el conocido como triángulo egipcio, cuyos
catetos son 3, 4 y su hipotenusa 5. En la gran pirámide
parece hallarse una aproximación de pi. Incluso hay un
libro de un tal Kunkel que propone que podría haber
funcionado como una bomba de agua, que crearía un pulso
que a través de la piezoelectricidad de un recubrimiento
de granito que hoy ya no existe habría podido generar
electricidad.
¿Sorprendido? ¿Escandalizado? Escandalizados debieron
quedarse los conservadores del museo de Bagdad cuando
tras la invasión estadounidense desapareció una pequeña
jarra que se ha establecido que pudo generar pequeños
voltajes llenándola de electrolito por la reacción
natural entre metales.
A estas alturas ya debería estar bastante claro que la
historia que nos han contado no tiene nada que ver con lo
que pasa en el mundo. La gente está muy ocupada
trabajando toda su vida para enterarse de nada, a lo más
que se llega es a un “por el petróleo”. Y por supuesto
que los recurso naturales son estratégicos y vitales.
Pero la información, el conocimiento, puede llegar a ser
invaluable.
Para toda la humanidad, no para unas élites celosas de la
herencia de sociedades secretas desde que los templarios
hallaron no se sabe qué en el templo de Salomón. ¿O
alguien puede pensar que las cruzadas eran por turismo?
Pero no nos desviemos, volvamos a la meseta de Guiza.
Tenemos una cuarta pirámide negra, o teníamos, que no
tiene reflejo en el firmamento. Y como es arriba, es
abajo. Así se lee en los principios herméticos de la
tabla esmeralda de Toth el atlante.
Pero ya volveremos a eso, lo importante ahora es que
nadie pintaría una estrella de negro… a no ser, por lo
que sabemos hoy, que se estuviera refiriendo a un agujero
negro. Y aquí es donde se rompe absolutamente todo. Los
agujeros negros ya requieren una cierta habilidad
astronómica para ser detectados, aunque sin duda debieron
verlo brillar en el cielo, pero si además nos planteamos
que es el remanente de una supernova que dio lugar a la
nebulosa de Orión, el reloj de la datación retrocede
vertiginosamente.
¿Cuánto? Los astrónomos sabrán, actualmente se estiman
dos millones de años para la edad de esa nebulosa. Puede
parecer que no tiene mucho sentido, pero lo que no tiene
sentido es esa cantidad de trabajo ingente simplemente
para enterrar a nadie, por muy divino que sea. Cuestión
que también valdrá la pena abordar aparte. ¿Descabellado?
Lo que realmente es descabellado es que una civilización
previa a la actual lleve a cabo un trabajo ciclópeo
dejando un aviso para el futuro, señalando a su verdugo,
y sus herederos se lleven la pieza clave de ese
rompecabezas. Eso está mucho más allá de la coincidencia.
Porque al final, un montón de piedras robadas hace más de
dos siglos, bueno, tienen un valor. Y es una ofensa que
corresponde al signo de sus tiempos. ¿Pero privar a la
humanidad de un conocimiento crucial para su
supervivencia? Alguien trabaja en contra de los intereses
de la raza humana. No se explica por la mera torpeza o
avaricia.
Las élites y los dioses
Si uno repara en las pirámides de Orión, con unos
pasadizos de entrada de 120 centímetros de altura y dada
la antigüedad a la que por su codificación podrían
apuntar, se hace poco fluida la idea de los egipcios que
conocemos como constructores originales. Del mismo modo
que es complicado asociar con los incas la fortaleza de
Sacsayhuamán. Y cabe resaltar que hay patrones evidentes
en el método constructivo empleado en ambos proyectos. En
especial unas protuberancias que suelen verse de dos en
dos, que sólo presentan algunas piedras, y se hallan
también en otros puntos del globo. Como otros muchos
detalles, la información en estos tiempos ya está
disponible para quien verdaderamente la quiera hallar.
La historia que cuenta el registro fósil es por su propia
naturaleza muy limitada. Si además, se compone un relato
con un grueso de evidencia y cada hallazgo peculiar que
no encaja con el relato establecido se va aparcando en
una cajón, en lugar de un relato del pasado lo que
tenemos es una fábula.
Pero es que, además, el testimonio escrito de nuestros
antepasados ha sido desacreditado y ridiculizado
inmisericordemente. El cánon real de Turín, con reinados
que se cuentan por milenios, pura mitología. La biblia,
lo mismo para muchos. Hasta el punto de negar la
existencia de un tal Jesús de Nazaret, que hasta en el
Islam es considerado un profeta.
Se nos está negando nuestro pasado y no es de extrañar,
viendo como terminó el nazareno es muy comprensible que
los descendientes de los responsables, que hoy caminan
por esas mismas tierras, quieran echar tierra sobre el
asunto. Para más I.N.R.I.
No es nada fácil dilucidar lo que se teje entre
bastidores, pero es obvio que no es lo que nos cuentan. Y
que algunas élites parecen, o bien haber sido manipuladas
en contra del interés común de la humanidad, o bien
tienen intereses contrarios.
Relatos de dioses hay en todas las culturas y no se les
concede la menor credibilidad. Incluso se cita en la
biblia o en la mitología griega casos de dioses metiendo,
perdón por la expresión, la polla donde en principio no
deben. Es a la postre algo muy humano. Y guerras entre
dioses y vimanas voladores en India, todo al cajón de
sastre de la mitología sin tener la menor explicación
alternativa de un origen.
No es que nuestros antepasados no nos hallan legado una
herencia, es que simplemente la hemos ignorado. La
irresponsabilidad es nuestra, no suya. Pero qué duda cabe
que se entrevé una mano negra más allá de la torpeza
propia de los hombres que los azuza a los unos contra los
otros, que alimenta sus debilidades hasta postrarlos en
el nivel más bajo de su ser.
¿El diluvio? Fantasías de pastores. ¿La Atlántida?
Imaginaciones de Platón, ¿otro pastor irreflexivo?
La impresión que da es que la humanidad ha caído una y
otra, y otra vez y volverá a caer. O al menos parte de
ella, ¿no? Algo les deben haber prometido a las élites
que traiciona a los de su sangre, si es que realmente son
de su misma sangre. ¿Que no perecerán junto al resto en
el próximo diluvio? Quizás. Aunque todo el mundo sabe que
Roma no paga traidores.
Nos mantienen en la inopia, hasta hace pocas décadas el
80% de la población ni leía ni escribía.
El conocimiento pues, lo atesoraban unos pocos. El poder,
la iglesia, la aristrocracia durante siglos.
Más tarde, desde que el Papa ordenó la prohibición de los
templarios, que al parecer sí hallaron lo que fueron a
buscar a tierra santa, el cisma fue irreconciliable. Y
ahí está el origen de la élite que hoy controla el mundo,
por más que el aspecto que presenta el escenario es del
todo poliédrico.
Pero ni siquiera podemos saber con certeza, ni nosotros
ni ellos, si la voz que les susurra al oído y les dispone
a unos contra otros es en realidad la misma voz. La misma
mano negra que inicia la primera de las guerras
mundiales.
¿Y entre tanto? Aparecen dibujos geométricos en los
campos de trigo, obra sin duda de borrachos ociosos.
Algunos incluso con mensajes muy concretos: “nos oponemos
a los engaños, mucho dolor pero aún hay tiempo”.
Reconocer que uno no tiene ni la más remota idea de lo
que está pasando en un mundo que nos supera por su tamaño
es infinitamente mejor que creer que sabemos algo,
sabiéndolo mal.
Lo hacen bien, claro. Todo lo bien que se puede mentir,
que no es tanto. Así, nos cuentan, con el soporte de
producciones audiovisuales al efecto, que cristo no
existió como tal y que era la alegoría de un dios solar.
Crucificaron al sol y al sol le pusieron una corona de
espinas. Nos hacen débiles y nos empujan a acogernos al
dogma, de cualquier signo, antes que valernos del más
elemental sentido común.
Cuidado con los falsos profetas con piel de cordero, se
advierte en la biblia. La degradación y corrupción en el
seno de la iglesia ha sido tal que fue tremendamente
fácil predisponernos contra ella, pero no contra su
corrupción, sino una enmienda a la totalidad. Hedonismo y
nihilismo que a nada conducen, eso parece hallar siempre
respaldo en las élites de los últimos siglos que aún
profesan una hostilidad más que manifiesta hacia
cualquier cosa que tenga que ver con la iglesia y así nos
han dispuesto, no sin razón.
Y en alianza con aquellos que clavaron al filósofo de
Nazaret en la cruz, el pueblo elegido por dios. ¿Por qué
dios? Ni ellos pueden saberlo. Los egipcios, que se diría
que respetaron las tres pirámides restantes de Orión,
dejaron abundantes escenas de dioses con cabezas de
diversos animales y cuerpo humano, en la forma del
minotauro, se diría.
¿Imaginación? ¿Mitología? ¿Magia? ¿O tecnología lo
suficientemente avanzada, como propondría Arthur C.
Clarke? Es en la ficción donde parecen hallarse a veces
las mejores descripciones de la realidad, incluso del
futuro, antes que en la historia.
Si los dioses reinaron en la tierra y hoy permanecen
ocultos, cabe pensar que llegaron a ser expulsados.
Algunos sostienen que dejaron en el linaje de las
monarquías su sangre azul. Y a buen seguro en otros
tantos lugares más. Otros tal vez se imbuyeran falsamente
de tales dones.
Los tiempos de las monarquías e iglesias hoy decaen, es
la burguesía la que toma el relevo desde la escisión de
la orden del temple. Porque al margen de lo que hallaran
en el templo, lo que si trajeron bien aprendido fueron
los pilares de la banca moderna. Y hubo un renacimiento,
y un siglo de las luces, y un siglo de oro. Pero las
líneas generales del esquema quedaron inalteradas.
¿Igualdad, libertad y fraternidad?
Los principios, los valores y las buenas intenciones se
diluyen del mismo modo que lo hicieron las palabras del
nazareno que expulsó a los mercaderes del templo, los
cambistas y banqueros que hoy rigen el mundo a través de
la economía financiera. Tal vez la mácula se halla en el
corazón del hombre, que olvida. Los profetas van y vienen
y sus palabras se diluyen en el eco de los tiempos. O al
revés, se escriben en piedra y permanecen así por siempre
fuera del contexto que les dio sentido.
Todo menos confiar en la razón propia. Dejándose
arrastrar por las debilidades. El hombre es un niño y
natural es que como un niño sea tratado. El hombre es, a
la postre, un esclavo.
“Cuidado con los portadores de los falsos presentes y sus
promesas rotas, hay bien ahí fuera”.
Así empezaba el mensaje en un campo de Winchester, en el
Reino Unido, muy cercano a una instalación con
radiotelescopios y que respondía a no mucha distancia al
mensaje lanzado al espacio desde Arecibo.
¿Sólo un engaño? Puede ser. Lo cierto es que no podemos
tener la menor certeza.
Pero, ante tal falta de certidumbre, tal vez la intuición
nos pueda socorrer. Quiero pensar que la inteligencia
conduce a la bondad si la escasez de recursos no obliga a
la disputa.
Pero la avaricia no conoce límites y en tal mundo
vivimos. Tal vez observando el mundo creado podamos ver
en él las huellas de sus creadores. Dinero, acumulación
sin fin, oro.
Siempre me ha llamado la atención el oro, no se oxida, es
relativamente maleable, pero nunca me pareció tan bonito
per se. Antes la plata, aunque tiene menos valor.
Al final conduce mejor la electricidad que el oro, pero
se oxida. Tampoco son tantas ni en cantidades tan
significativas las aplicaciones industriales del oro, hay
algo más, algo que viene de la historia. Tal vez no
seamos nosotros, con nuestra tecnología actual, los que
necesitamos ese oro.
Tal vez cuando nos adentremos en el transhumanismo se
muestre más relevante por su biocompatibilidad, similar a
la que muestra el titanio en el hueso del maxilar cuando
nos sometemos a un implante dental.
Recientemente en Estados Unidos un denunciante ha hecho
público que el gobierno posee tecnología “exótica” que
oculta al congreso. ¿Revelación? ¿Desinformación en
tiempos de guerra?
Difícil de decir. Al parecer se basa en documentación a
la que ha tenido acceso antes que en la evidencia física.
Pero da igual, hay entrevistas de Bob Lazar explicando el
trabajo de ingeniería inversa que realizó en unas
instalaciones al más puro estilo del proyecto Manhattan.
Y claro, nadie cree nada. Y hasta cierto punto es
razonable, sin evidencia. Pero al final la acumulación de
¿rumores? es tal que es difícil sustraerse de que todo
eso pueda tener alguna clase de anclaje con la realidad.
Todo se niega, todo se ridiculiza, todo es para vender
libros.
Pero hay hechos que son difíciles de negar. Buscar a un
tal Bin Laden en unas cuevas de Afganistán, se antoja
raro. Saquear el museo de Bagdad ya entra más dentro de
lo previsible. Cuando en Siria se ponen a destruir las
ruinas de la antigua ciudad de Palmira, tal vez es que
saben algo más que nosotros. ¿Y Crimea? Claro que está la
geopolítica, la seguridad nacional, la lucha de bloques.
Lo que muchos no saben es lo de las pirámides, y desde
luego la información que hay es a todas luces escasa.
Aunque no tanto como la de las pirámides de China que al
parecer no se exploran, he llegado a leer, ¿por temor a
trampas?
La tierra es el campo de batalla de una guerra que en
realidad ignoramos por completo y cuyas explicaciones
públicas son una parte muy limitada de la verdad. También
en Bosnia creen haber encontrado una pirámide enorme que
parecía una montaña, recubierta de vegetación. Las
pirámides de centroamérica también estaban devoradas por
el olvido en forma de maleza.
Se hace extraño que tales lugares se hallen abandonados
por completo, parecieran corresponder a civilizaciones
pretéritas antes que a imperios caídos.
En la península de Kola, en el Yucatán, Balbeek, las
huellas de una cultura megalítica global son
persistentes. Y me temo que tendemos a confundir a sus
últimos moradores con los constructores originales.
Carecemos de la memoria, como especie. Mucho de lo que se
perdió en la biblioteca de Alejandría resultó
irrecuperable. Y las élites, a través de diferentes
estructuras familiares y de sociedades secretas o
discretas, parecen preservar algo más de esa memoria pero
al final se pierde en la noche de los tiempos.
Fragmentados y confundidos por los dioses como en Babel,
reservando la información por la desconfianza y el temor,
sin duda no exentos de justificación. Y peleando los unos
con los otros por ella. A nadie debería serle ajeno el
interés del Tercer Reich por determinados asuntos que hoy
nos parecen poco ortodoxos, podemos pensar que estaban
locos, (y lo de los campos de concentración no era
locura, que sería un eximente, era otra cosa) o que
disponían de una información que el público general no
tiene y de la que se le aparta mediante desinformación y
ridiculización de quienes la plantean. En realidad muchas
veces se encargan de ello aquellos que la plantean ellos
solitos.
La estrella moribunda del hombre
Nadie comparte la información. Todos la guardan para sí
mismos. Imposible poder aportar las capacidades del
colectivo humano al completo. El resultado son avances
penosos y pugnas sangrientas, si es que la avaricia no
termina por romper el saco.
No se respeta lo que a todas luces debe ser patrimonio de
la humanidad. Como con la cuarta pirámide de Guiza, se
sustrae el conocimiento del resto poniendo en riesgo la
misma continuidad de la especie.
¿Parece exagerado? En estos tiempos el brillo de
Betelgeuse empieza a declinar en el cielo. Tal vez sea
demasiado tarde y la suerte ya esté echada. Los
científicos, no los magufos, ni los conspiranoicos, ni
los piramidiotas como yo, los científicos que aguantaron
largos años oyendo sandeces sin inmutarse hasta
interiorizarlas -el Big Bang parece declinar aún más que
Betelgeuse-,temen que Betelgeuse pueda convertirse en
nova en cualquier momento, aunque naturalmente ante el
público se impone prudencia:
Y lo paradójico es que Betelgeuse forma parte de la misma
constelación de Orión, irónicamente llamada del
“cazador”, que a tenor de lo codificado en la meseta de
Guiza, desentrañado el misterio de la cuarta pirámide,
huelga decir que no puede ser casualidad que la faz de la
tierra vuelva a ser barrida desde similares coordenadas.
Cabría preguntarse qué hay más allá de Orión pero, con
nuestra limitada tecnología y conocimientos, con tanto
tiempo perdido en interminables pugnas intestinas,
habiendo perdido durante tanto tiempo el marco de
referencia o no habiéndolo tenido nunca, parece
improbable que pudiéramos hacer nada en absoluto para
evitarlo.
Ya sea por agua, ya sea por fuego, parece que la tierra
volverá a ser inevitablemente arrasada. Como si el
desarrollo de la humanidad debiera ser cercenado cada
cierto tiempo en un reinicio, con una vuelta empezar en
las mismas o similares condiciones, tal vez con largos
tiempos de barbecho que entierren bajo el polvo del
olvido el fracaso de los hombres.
¿Esperanza? Más que escasa, exigua. Tal vez la
inteligencia de los antepasados lograra burlar en alguna
medida la previsible avaricia y necedad de sus
descendientes. Existen rumores, de procedencia a veces
peor que confusa, sobre un salón de los registros bajo la
meseta de Guiza, bajo la esfinge, sugieren. Lo cierto es
que en relatos de la época de la Grecia clásica existe la
descripción de una suerte de laberinto jamás hallado,
pero lo cierto es que incluso con la mejor de la
voluntades poco alcanzamos a comprender, enfrascados
antes en deshacer los esfuerzos del otro que en construir
los propios.
La esfinge es un monumento más controvertido si cabe que
las propias pirámides. Empezando por sus más elementales
proporciones, que han hecho pensar que una posible cabeza
de león fuera tallada hasta convertirse en la del faraón
actual. Hancock y Schoch mantienen la tesis de que la
erosión vertical que se observa, que atribuyen a aguas de
lluvia, han de remontar la datación de la obra unos diez
mil años en el pasado, cuando la zona era húmeda.
La observación es desde luego valiosa, pero en una
antigüedad sin motor de combustión creo que debemos
pensar en las vías fluviales como en las autopistas del
pasado, en lugar de pensar en barcas solares para algún
tipo de viaje astral, tal como se propone hoy desde el
punto de vista oficial. Y los que carecemos de rigor
somos otros. Como ajuar funerario estaba clasificada la
ya mencionada pila de Bagdad hasta que un ingeniero
reparó en ella. Es imprescindible una aproximación
multidisciplinar ante problemas complejos.
Así pues, no es difícil imaginar el foso de la esfinge
repleto de agua, que habría causado las notabilísimas
líneas de erosión horizontales que presenta a la altura
de los hombros, e incluso cabría pensar en algún tipo de
efecto de refracción que justificara de alguna manera la
desproporción observada. El papel del agua parece clave
en la orilla del Nilo y su canalización se diría que tuvo
una función muy relevante en la composición del escenario
que hoy conocemos como meseta de Guiza, ya desecado bajo
el sol.
Y algunos piensan en el león, si es que la esfinge fue en
realidad tal cosa, que bajo su pata derecha alberga una
esfera que dicen representa el conocimiento, imagen que
se puede ver reproducida en gran parte del mundo. Algo
hay sin duda que se nos escapa y además se nos pone con
cierta burla antes lo ojos. Como el criminal que mediante
su jactancia quisiera ser sorprendido en su delito para
explicarnos con elocuencia su magistral proceder. La
vanidad también es una debilidad muy humana.
Lo cierto es que Betelgeuse está a algo más de la mitad
de distancia que la nebulosa de Orión, así que si damos
por buena la especulación aquí planteada, a buen seguro
nada exenta de controversia sino todo lo contrario,
cabría esperar que los efectos sobre la atmósfera
resulten mucho más destructivos.
De hecho, si asumimos la hipótesis hasta aquí insinuada y
mantenemos la confianza en la relatividad de Einstein que
nos indica que nada viaja más rápido de la luz,
entendiendo que las supernovas de Orión hubieran sido
inducidas (y cabe señalar que hay dos nebulosas y
Betelgeuse sería la tercera), la decisión de tal acción
debería haber sido tomada en algún remoto momento del
pasado a identificar, pues conocemos la distancia a la
decaída Betelgeuse pero no desde que distancia se
desencadenaría tal mecanismo. Ni desde qué dirección.
Mínimo 1300 años entre que la orden se envía y se
perciben los efectos, el doble de la distancia, mucho
antes de que Al-Mamun accediera al interior de la gran
pirámide en el siglo IX.
Curiosamente coincidiría con la edad dorada del Islam y
su expansión por aquellas regiones, ostentando en aquel
momento lo que podría ser la primera de la luces de la
civilización en el planeta.
Aún con todo, dado el escenario que se plantea, no cabe
descartar una física superior que nos sea del todo
desconocida y es que, con bastante seguridad, la
información y tecnología que habrían sido facilitadas,
aunque efectivas, estarían muy lejos del enfoque óptimo y
eficiente que les es natural y parecieran formar parte de
estrategias dilatorias antes que de un deseo genuino de
facilitar el progreso.
Es posible que los herederos de los califas, dada su
tenacidad y celo a la hora de mantener intactos los
mensajes del profeta, guarden a buen recaudo algún
conocimiento o memoria de lo que hace 1200 años hallaran
en el interior de las pirámides de Orión. Es poco
probable que pueda cambiar en algo el destino de la
humanidad pero, comprendido el escenario, es urgente un
esfuerzo coordinado.
Que nadie se lleve a engaño, habrá un sólo destino para
la raza humana, sea el que termine siendo y que todos
compartiremos, por más promesas que se recibieran, ante
las que ya fuimos prevenidos.
Me considero un hombre de ciencia, y de fe. No creo en el
pensamiento mágico. Sin embargo, me tengo que remitir a
las palabras de Sócrates, como todos debiéramos, y
recordar que en realidad no sabemos nada. Que la
tecnología avanzada puede parecer magia antes nuestros
ojos y obrar milagros. Hasta un ilusionista puede hacer
soñar a los niños.
Así, cuando se rastrea el origen del rumor se la llamada
“sala de los registros” hasta un vidente, en la más
rigurosa forma de la escuela escéptica, no puedo hacer
más que suspender mi juicio, pues la realidad es que
carezco de elementos para fundamentarlo. Por supuesto,
puede ser sólo un burdo engaño. Pero también podemos
recoger la literalidad de las palabras del mensaje
recibido: “hay bien hay fuera”. En esta hora aciaga, me
temo que no nos quede mucha más esperanza que la memoria
de los ancestros que trataron de prevenirnos ante lo que
hoy parece tornarse en una realidad insoslayable. Y me
temo que el tiempo apremia y no corre a nuestro favor.
Y a todos nos convendría recordar las palabras de un
hombre que sin duda no fue perfecto, pero eso no puede
restar nada a su razones:
“La propia palabra ‘secreto’ es repugnante en una
sociedad libre y abierta”, decía Kennedy a poco más de
dos años de su asesinato, en el discurso “El presidente y
la prensa”. Eisenhower tuvo sin duda oportunidad de
avisarle de los problemas que heredaba por un
desproporcionado complejo militar-industrial, en sus
propias palabras. Y no sólo a él sino a todo el público
norteamericano y del resto del mundo, un aviso que
debería tenerse aún más en consideración proviniendo de
un militar.
La humanidad ha sido engañada y se acerca su última hora,
otra vez. Y nadie sabe cuantas vinieron o vendrán. Entre
diluvios como el de Gilgamesh y las flechas del cazador
arrojadas desde las estrellas. Si queda alguna
oportunidad, está en el conocimiento. No permitamos que
nos predispongan los unos contra los otros, ningún barco
puede avanzar si los marineros no trabajan codo con codo
y temo que la cuenta atrás para está embarcación que
todos compartimos esté próxima a su desenlace.
El fin se acerca, hermanos. Demos lo mejor de nosotros
mismos en esta nuestra hora final.
Las escrituras fueron malinterpretadas. Los profetas
tergiversados. Los traidores serán traicionados. Y los
antiguos dioses volverán a descender para gobernar sobre
la raza esclava del hombre, sin memoria de su pasado y
con un velo ante su destino. Hoy el velo ha caído.
Nunca fuimos el ápex de este planeta ni reinamos sobre él
ni sobre nuestras vidas. No somos los primeros ni seremos
lo últimos. Nos lo recordará la noche cada luna llena,
que un día formó parte de las cenizas que hoy orbitan
entre marte y júpiter. Queremos y podemos gobernamos, en
la parte de dios que hay en todos nosotros,
prevaleceremos.
Y si alguien cree que puede escapar del destino de su
raza, que recuerde lo que dice el libro de los
cristianos. Que por un solo hombre y una mujer fue
repoblado el mundo. Y que la mujer fue sacada de éste.
Tal vez no de su costilla, pero hoy sabemos que es
posible desde sus cromosomas.
Y se les expulsó del paraíso por tomar la fruta del árbol
prohibido, la fruta del conocimiento. Hoy sabemos que los
dioses nos postraron como a esclavos, condenados a un
papel que no nos corresponde. Tal vez aún estemos a
tiempo.
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