Una chica afortunada Betty Neels Una chica afortunada (1998) Título Original: The fortunes of Francesca (1997) Editorial: Harlequin Ibérica Sello / Colección: Jazmín 1355 Género: Contemporáneo Protagonistas: Marc van der Kettener y Francesca Argumento: Afortunadamente, Francesca Bowen era una chica optimista que seguía manteniendo su buen talante aunque la vida no estaba siendo precisamente amable con ella. Había tenido que abandonar sus estudios de enfermería para cuidar de su anciana tía Emma y la situación económica de la familia empezaba a ser insostenible. Cuando Lady Trumper puso un anuncio en el periódico solicitando una persona de confianza, no buscaba exactamente una chica como Franny, y sólo le dio el empleo ante la insistencia de su ahijado, el profesor Mar van der Kettener. Desde aquel momento, Marc había ayudado a Francesca en todo, pero que le propusiera matrimonio sólo por ayudar a su familia no era algo que ella pudiera aceptar. Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 1 El antipático mayordomo que había abierto la puerta indicó a Franny que esperase en un pequeño salón. El anuncio pedía una chica de confianza y el término podía incluir desde limpiar platos a llevar la contabilidad doméstica o a cuidar de los niños de vez en cuando, por ejemplo. Aunque aquello no era lo que Franny hubiera elegido, necesitaba urgentemente cualquier trabajo o, mejor dicho, cualquier sueldo. Cuando el mayordomo volvió, le dijo con frialdad que lo siguiera y, mientras subían por la amplia escalera, Franny iba pensando que podía no aceptar el empleo si no le gustaba, pero tuvo que desechar aquel pensamiento rápidamente; el sentido común le decía que tendría que aceptar cualquier ofrecimiento. —La joven —dijo el mayordomo, abriendo la doble puerta al final de la escalera. Franny pasó a su lado, cohibida. Era de mediana estatura, delgada, con el pelo castaño y facciones comunes, pero tenía un aire de elegante dignidad. —Me llamo Francesa Bowen —dijo con claridad, acercándose a la mujer que había en la habitación. Era una mujer con rostro altivo, de mediana edad y con el cabello gris recogido en un moño. —Parece muy joven —dijo, con aire de autoridad. —Tengo veintitrés años, lady Trumper. Lady Trumper no esperaba recibir una respuesta y pareció sorprendida. —Ha estudiado dos años de enfermería —dijo, mirando unos papeles—. ¿Por qué no terminó sus estudios? —Tuve que dejarlos para cuidar de mi tía y mi hermano. Mi tía ha estado enferma. —Yo no necesito una enfermera. —Ya me doy cuenta —dijo Franny alegremente—. Pero nunca se sabe, es algo que siempre viene bien. También sé escribir a máquina, llevar la contabilidad, pasear al perro, cuidar niños… pero no soy buena cocinera. —Ya tengo cocinera, señorita Bowen. Y tampoco necesito una canguro. Me temo que no es usted lo que busco —dijo, estirando la mano para tocar un timbre. La puerta se abrió con tal rapidez que Franny pensó que el mayordomo tenía que haber estado escuchando detrás de la puerta. El hombre la acompañó escaleras abajo, mirándola con suficiencia y estaba a punto de abrir la puerta de la calle, cuando una mujer con un mandil blanco entró corriendo en el vestíbulo. —¡Señor Barker! ¡Señor Barker, venga inmediatamente, por favor! Elsie se ha cortado y está sangrando muchísimo. Yo no sé qué hacer. —Seguro que no es más que un rasguño —dijo el mayordomo con gran dignidad, siguiendo a la mujer a través de una puerta y olvidándose de Franny, que lo seguía sin pensar. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 2-81 Betty Neels – Una chica afortunada Pero no era un pequeño rasguño, sino un buen corte que sangraba con profusión y nadie sabía qué hacer para cortar la hemorragia. —Que alguien llame a una ambulancia enseguida. Necesito toallas limpias y vendas, si las tienen —dijo Franny, cuando vio el panorama. La pobre Elsie estaba pálida como la cera y Franny le sujetó el brazo, intentando parar la pérdida de sangre. Unos segundos después, la señora Down volvió con las toallas—. ¿Puede cubrir el corte y presionar con fuerza? Sólo hasta que llegue el médico. No es tan malo como parece, no te preocupes —añadió, mirando a Elsie—. Lo mejor será que cierres los ojos para no marearte. El señor Barker salió en aquel momento de la cocina para llamar por teléfono. Era un engreído y le molestaba la rapidez con la que Franny se había hecho cargo del asunto, pero se sentía aliviado porque él no hubiera sabido qué hacer. Tenía el auricular en la mano cuando sonó el timbre y, sin pensar, colgó el teléfono y fue a abrir la puerta. El hombre que entró era enormemente alto, de pelo claro que se iba volviendo gris en las sienes y rasgos atractivos. —¿Pasa algo, Baker? Parece nervioso —dijo afablemente. —Es Elsie, señor —dijo Barker, tomando su abrigo—. Se ha cortado y estoy llamando a una ambulancia. —¿Está en la cocina? —preguntó el recién llegado—. Iré a echar un vistazo. Cuando entró en la cocina, se encontró el siguiente panorama: Elsie, con el brazo levantado, la señora Down, con una toalla empapada de sangre sobre el mismo y una chica a la que no conocía ejerciendo presión con el aire tranquilo de alguien que sabe lo que está haciendo. —Ah, señor —dijo la señora Down cuando lo vio entrar. —¿Es usted el médico? ¡Menos mal! Creo que se ha cortado una arteria. —Sujétele el brazo hasta que pueda hacerle un torniquete —dijo el hombre, abriendo su maletín—. Voy a parar la hemorragia, Elsie, pero tendrás que ir al hospital para que te den unos puntos —añadió—. No te va a doler, te lo prometo. —¿Llamo a una ambulancia, señor? —preguntó Barker. —No hace falta. Yo la llevaré al hospital, pero alguien tendrá que venir conmigo —dijo, mirando a Franny. Era una chica bastante vulgar, pero parecía sensata—. ¿Puede venir usted? cara. —Sí, claro —contestó Franny, dándose cuenta de que el mayordomo ponía mala Tardaron algún tiempo en parar la hemorragia e inyectarle un anestésico en el brazo y Franny, que había estudiado enfermería, se dio cuenta de que el hombre era un buen cirujano. Cuando el brazo estuvo vendado y la señora Down le había puesto a Elsie un abrigo sobre los hombros, salieron de la casa. El coche, que estaba aparcado en la Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 3-81 Betty Neels – Una chica afortunada puerta era un Rolls-Royce y Franny pensó que hubiera sido un paseo delicioso si la pobre Elsie no hubiera estado sentada a su lado gimiendo y llorando todo el tiempo. Cuando llegaron a la entrada de Urgencias, el doctor salió del coche y entró en el hospital, volviendo casi inmediatamente con un enfermero y una silla de ruedas. Tras él, salieron otro joven médico y una enfermera, pendientes de las órdenes del hombre que las había llevado allí. Por la forma de tratarlo, parecían sentir por él un gran respeto, pensaba Franny mientras veía cómo se llevaban a Elsie. Entraron todos y ella se quedó en la puerta, dubitativa. Si el doctor hubiera querido que entrase con ellos, lo hubiera dicho. Pero Elsie ya estaba en buenas manos y no tenía duda de que permanecería en el hospital durante toda la noche, así que se dio la vuelta y se dirigió a la parada de autobús. Le hubiera gustado charlar con el doctor, pero apenas habían intercambiado unas palabras y dudaba de que la reconociera si volvían a encontrarse. Franny llegó a la parada de autobús y se armó de paciencia para soportar el largo camino hasta su casa, en aquella fría tarde de noviembre. El profesor Marc van der Kettener salió del hospital media hora más tarde y, en aquel momento, recordó a la joven que había ido con ellos. Volvió a entrar en el hospital para buscarla, pero era obvio que se había marchado y lanzó una maldición en voz baja por no haberse dado cuenta antes. Había sido una gran ayuda y no había perdido el tiempo haciendo preguntas tontas, algo que él apreciaba mucho. ¿Por qué estaría en casa de su madrina?, se preguntaba. Cuando volvió a la casa, aseguró a Barker que Elsie estaba bien y que saldría del hospital en un par de días y subió a ver a lady Trumper. Cuando entró, ella ofreció la mejilla para que la besara. —¿Qué es todo eso que me ha contado Barker? Esa chica tan tonta se ha cortado… —La gente se corta sin darse cuenta —dijo el profesor, sentándose frente a ella—. Y, además, ha sido un buen corte. Durante una semana no podrá hacer nada en la cocina. —Qué pesadez. Supongo que Barker se habrá encargado de todo. —Supongo que hizo lo que pudo pero, afortunadamente, había una chica que se encargó de todo antes de que llegara yo. ¿Es una nueva criada? —No lo sé. ¿Barker no sabía quién era? —No le he preguntado, pero no me parece que fuera una criada —sonrió el profesor. —¿Cómo era? A lo mejor era la hermana de la señora Down. —Joven, con una voz bonita, educada. Lo que no puedo recordar es su cara. Vino conmigo al hospital y se marchó cuando entré con Elsie. Si se hubiera quedado, la hubiera traído de vuelta. Lady Trumper llamó al timbre y, cuando Barker entró le indicó que pasara. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 4-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Barker, ¿sabe quién es la joven que ayudó a Elsie? —Sí, señora, era la joven que vino por el anuncio. Estaba acompañándola a la puerta cuando la señora Down apareció corriendo en el vestíbulo y ella fue la que se encargó de todo. Espero que no la moleste, señora —añadió—. La verdad es que era muy competente. —Sí, claro, Barker. ¿No ha vuelto? —No, señora. Me pareció entender que no había sido contratada. —Muy bien, Barker. Gracias. —Era Francesca Bowen. Había venido a la entrevista para el puesto de chica de confianza, pero no me pareció adecuada, así que tendré que buscar a otra persona. —No, no. Contrata a esa chica. Obviamente, es una persona con recursos y eso es precisamente lo que necesitas. —¿No lo dirás en serio, Marc? —Claro que sí. No creo que haya encontrado un trabajo en tan poco tiempo, así que escríbela y dile que has decidido contratarla durante un período de prueba. —¿De verdad crees que es buena idea? —preguntó lady Trumper—. No sé, bueno, quizá tengas razón. —Envíale una nota. Yo la echaré al correo. —¿Tienes pacientes esta tarde? —Sí, dos —contestó él, mirando su reloj—. Será mejor que me vaya; después de verlos, tengo que asistir a una cena. —¿Cuándo volverás a casa? —preguntó lady Trumper desde su escritorio, donde estaba escribiendo la nota. —En un par de semanas. Aún tengo que visitar a unos pacientes en Leeds y Manchester antes de volver. —Trabajas demasiado. ¿No es hora de que sientes la cabeza? Tu hermana me ha dicho que está deseando que te cases. —Pues tendrá que seguir esperando —sonrió el hombre. —Ven a verme cuando tengas tiempo —suplicó, dándole la carta—. Y, por lo menos, avísame cuando vayas a volver a Holanda. —Claro —dijo el hombre, besándola en la mejilla—. Cuídate —añadió. Barker estaba esperándolo en el pasillo—. No deje que Elsie haga nada durante unos días, Barker, y encárguese de que, cuando vuelva a hacerlo, lo haga con el brazo vendado. Tuvo mucha suerte de que esa chica la atendiera con tanta rapidez —murmuró, parándose en la puerta—. Por cierto, lady Trumper ha cambiado de opinión y seguramente la contratará durante algún tiempo. —Haremos todo lo posible para que se sienta cómoda, señor —dijo Barker pomposamente. El profesor, pensando ya en otros asuntos, asintió con expresión ausente y se despidió. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 5-81 Betty Neels – Una chica afortunada Franny salió del abarrotado autobús y dobló la esquina de una calle pobremente iluminada, con pequeñas casitas rodeadas de estrechos jardincillos de hierba seca y viejos portalones de hierro. Las casas habían visto días mejores, pero intentaban conservar las apariencias. —¡Hola, soy yo! —exclamó Franny, cuando entró en la suya, tan pobre como las demás—. Siento llegar tarde. Colgó su gabardina en una percha del estrecho pasillo y entró en la cocina; era una habitación pequeña y más bien oscura, sin ninguno de los detalles que aparecían a menudo en las revistas de decoración, pero las cortinas de flores y el mantel rojo de la mesa le daban un aire alegre. Un hombre joven estaba enfrascado en un libro y saludó a Franny sin levantar la cabeza, pero la anciana que estaba cocinando se volvió hacia ella, sonriendo. —¿Por qué has tardado tanto, cariño? ¿Qué tal te ha ido? —No demasiado bien, tía —contestó Franny, llenando la tetera de agua—. No le gusté. Una pena, porque era una casa preciosa y tenía hasta mayordomo. Mientras estaba allí, una de las criadas se cortó con un cuchillo y empezó a sangrar tanto que tuve que atenderla antes de que llegara el médico. Fui con ellos al hospital, por eso he tardado tanto. —Espero que te dieran las gracias. —Pues ahora que lo pienso, no. El doctor era muy amable, pero creo que pensó que yo era una de las criadas. —¿Cómo? —preguntó su tía, indignada—. ¿Qué ocurrió en el hospital? —Nada, no entré. Me quedé esperando fuera un momento y después tomé el autobús. —Qué ingratitud —dijo la anciana señora Blake. Era una mujer regordeta y bajita con el pelo gris y una cara agradable que, en aquel momento, parecía indignada. —No importa —dijo Franny alegremente—. Cuando pasaba por delante del supermercado vi un anuncio buscando chicas para la caja, así que iré mañana. La señora Blake iba a hablar, pero no lo hizo. Aquella mañana había llegado la factura del gas, Finley necesitaba comprar libros y aún tenían que pagar el alquiler. La única solución era que Franny encontrara un trabajo lo antes posible, aunque no le hacía ninguna gracia. Hasta entonces se habían ido arreglando con su pequeña pensión y el dinero que Franny ganaba con las prácticas de enfermería; incluso habían podido ahorrar un poquito de dinero para que Finn pudiera ir a la universidad a estudiar medicina. Pero entonces, se había puesto enferma y su sobrina había tenido que abandonar el hospital para cuidarla. Finn ya estaba en la universidad y, aunque se había ofrecido a abandonar los estudios y buscar un trabajo, ninguna de las dos se lo había permitido. Si alguien tenía que cuidar de su tía, ella era la mejor cualificada para hacerlo. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 6-81 Betty Neels – Una chica afortunada A la mañana siguiente se levantó temprano y arregló un poco la casa antes de ir al supermercado para buscar trabajo. Cuando estaba en el vestíbulo, dispuesta a salir, el cartero introdujo una carta por debajo de la puerta. Era una nota de Lady Trumper diciendo que se presentara en su casa esa misma mañana para empezar a trabajar a prueba durante un mes. El sueldo que le ofrecía también fue una sorpresa agradable, aunque sabía que trabajar para aquella mujer no iba a ser demasiado fácil. Pero la necesidad de conseguir un empleo era tan grande que no lo dudó ni un minuto y fue a contárselo a su tía, preguntándose por qué lady Trumper habría cambiado de opinión de forma tan repentina. —¿Por qué habrá cambiado de opinión? —preguntó su tía—. ¿Habrá sido porque vio cómo ayudaste a esa chica? —No. Ella no necesita una enfermera. Yo creo que ha debido ser porque nadie más ha solicitado el trabajo. —¿Vas a ir? —Sí, claro. El sueldo es mejor de lo que esperaba. —Si pudieras volver al hospital para terminar tus prácticas… —Si volviera al hospital no podría cuidar de ti, tía Emma. El médico ha dicho que no puedes hacer trabajos pesados y, con este empleo, tendré tiempo suficiente para encargarme de ti y de la casa. Dentro de un par de meses habremos pagado todas las facturas y estaremos tan contentas. ¿Qué me pongo? —preguntó alegremente. —Lo que llevabas ayer te quedaba muy bien. Es una lástima que tu gabardina esté tan vieja, pero puedes quitártela cuando llegues allí. —Haré la compra cuando vuelva —dijo, despidiéndose. El mayordomo la recibió con una expresión ligeramente más amistosa que la del día anterior. —Tengo indicaciones de hacerla subir en cuanto llegue, señorita —dijo el mayordomo con un amago de sonrisa—. ¿Quiere dejar su gabardina? —Hace un día horrible —dijo ella, mientras subían la escalera—. Pero, claro, siempre hace un tiempo horrible en noviembre, ¿verdad? Si tiene que salir… Barker la miró con frialdad. Las familiaridades eran algo que había que cortar de raíz, pero Franny sonreía con tal candor que fuera lo que fuera lo que iba a decir, no lo dijo. —Hace frío, desde luego —dijo el hombre, antes de seguir subiendo la escalera. Aquella vez la anunció por su nombre y lady Trumper, que estaba escribiendo algo en su escritorio, se volvió para mirarla. —Señorita Bowen, supongo que le habrá sorprendido que volviera a llamarla, pero he considerado su solicitud y he decidido contratarla a prueba durante un mes. Me gustaría que empezara a trabajar el próximo lunes a las diez. Trabajará hasta la Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 7-81 Betty Neels – Una chica afortunada cinco de la tarde, con el sábado y el domingo libres. Si necesitara de sus servicios en horas extraordinarias, espero que no tenga problema. —¿Con un período de vacaciones? —preguntó Franny. —Supongo que sí. Dos semanas… —Tres —dijo Franny amable pero firmemente—. ¿Y, exactamente, en qué consistirá mi trabajo? —Tendrá que repasar el correo diario y contestar adecuadamente, comprobar las cuentas de la casa con Barker y, de vez en cuando, quizá tenga que ocupar el sitio de alguien del servicio si se encuentra enfermo o de vacaciones. También tendrá que arreglar las flores y recibir a las visitas que yo no quiera recibir y llevará mi agenda. Barker me ha dicho que mostró usted ayer gran sensatez con Elsie, así que espero que actúe como una enfermera si alguien de la casa o yo misma sufriera un accidente —siguió la mujer—. Comerá en el pequeño salón del piso de abajo y recibirá sus órdenes directamente de Barker. Cobrará su sueldo semanalmente y espero que, si tiene algún problema y no se encuentra cómoda con el empleo, me lo haga saber con una semana de antelación. —Me parece bien —dijo Franny—. Pero debo decirle que no admitiré órdenes de su mayordomo. Lo respetaré e intentaré colaborar con él en lo que sea posible, pero no admitiré órdenes de él. Después de decir aquello se quedó mirando la expresión atónita de lady Trumper. Por un segundo, pensó que iba a volver a despedirla. —Muy bien, señorita Bowen. Estoy de acuerdo si usted me da su palabra de mostrarle a Barker el respeto debido. Debe saber que lleva mucho tiempo en mi casa. —Por supuesto que lo trataré con respeto —dijo Franny—. A él y a cualquiera que trabaje aquí. Yo creo que vamos a llevarnos bien —añadió alegremente. —Eso espero, señorita Bowen —contestó lady Trumper con expresión de sorpresa—. La veré el próximo lunes. Después de aquello, salió del salón y se encontró con Barker. —Creo entender que pronto formará parte de la casa. —Sí, el lunes por la mañana. —Si necesita ayuda de cualquier tipo, no dude en pedírmela —dijo Barker mayestático. —Muchas gracias —contestó Franny bajando los escalones hasta la calle de dos en dos y despidiéndose alegremente. Algo que dejó a Barker atónito. No era hombre que animara ese tipo de comportamiento pero, por otro lado, era agradable que aquella joven, aunque no fuera una belleza, hubiera entrado a formar parte del equipo de la casa. Aquel día Franny decidió que cenarían algo especial; por ejemplo, bacon y huevos con champiñones, que compraría en la tienda de la esquina. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 8-81 Betty Neels – Una chica afortunada Más tarde, cuando ya habían cenado, los tres estuvieron charlando sobre lo que parecía un futuro muy agradable. Exactamente a las diez de la mañana del lunes siguiente, Franny se presentaba frente a lady Trumper, vestida con una blusa blanca, una falda de color azul marino y una chaqueta del mismo color. Aquél no era un atuendo muy atractivo, pero lady Trumper la miró con aprobación. Al menos, aquella chica no llevaba una falda por la mitad del muslo y una de esas camisetas con dibujos. —Su lugar de trabajo será la salita que se comunica con este salón —indicó lady Trumper—. Allí está el correo. Puede abrirlo y mostrarme lo que sea de interés — añadió con su habitual mal humor. Cuando lo hubo hecho, Franny volvió al salón—. Los leeré y le daré instrucciones para contestar. Mientras tanto, vaya a Correos a certificar una carta que hay sobre mi escritorio. Tome cinco libras del monedero y, cuando vuelva, deje allí el cambio. Cuando Franny volvió a la casa, empapada por la lluvia, lo hizo a través de la puerta de servicio que daba a la cocina y en la que estaban Barker y la señora Down discutiendo el menú del día siguiente. —He entrado por aquí porque no quería manchar el suelo del vestíbulo —dijo Franny—. ¿Puedo dejar aquí la gabardina? —Claro. Y, a partir de ahora, por favor use siempre esta puerta —dijo Barker. Cuando Franny salió, la señora Down se quedó unos segundos pensativa. —No es de nuestra clase, ¿verdad, señor Barker? Parece muy simpática y agradable, pero yo creo que ha visto días mejores. —Es posible —dijo Barker—. Esperemos que recuerde su posición en esta casa. Durante aquella semana, Franny había tenido que hacer gran variedad de tareas que la mantenían ocupada todo el tiempo. Abría el correo, contestaba el teléfono, hacía la contabilidad, incluso había preparado el almuerzo un día que la señora Down tenía jaqueca. Desde luego, era una chica con recursos. Al menos, pensaba Franny mientras volvía a casa el viernes por la tarde, no se había aburrido. Tenía el sueldo de la semana en el bolso y dos días libres por delante; si lo miraba por el lado bueno, podía considerarse una chica feliz. No le disgustaba lady Trumper, aunque tampoco le caía especialmente bien pero, en cualquier caso, trabajar para ella llevaba a su casa el sueldo que necesitaban. A la semana siguiente, volvió a encontrarse con el médico que había tratado a Elsie, cuya estancia en el hospital se había alargado debido a una infección. Lady Trumper, aunque era rica, no era muy dada a gastar el dinero para los demás y tuvo que ir hasta el hospital en autobús, aunque la vuelta la harían en taxi. Franny se alegraba porque era uno de esos días grises y lluviosos. Desde la parada de autobús hasta el hospital había un corto paseo, pero llegó con el sombrero y la cara empapados y, cuando entró y se encontró con el profesor, éste la reconoció inmediatamente. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 9-81 Betty Neels – Una chica afortunada Le había dicho a su madrina que no recordaba su cara, pero entonces se dio cuenta de que no era cierto. Recordaba vividamente la pequeña nariz, la suave curva de su boca y la determinación de su barbilla. Sus facciones no eran bellas, pero tenía unos ojos grandes, rodeados de largas pestañas. Grises, recordaba. —Hola. Perdone que no recuerde su nombre, —dijo él— pero gracias por su ayuda el otro día. Había pensado llevarla a su casa, pero no la encontré. —No importa, tomé el autobús —sonrió ella—. He venido a recoger a Elsie precisamente… —Ah, muy bien. Encantado de verla, señorita… —la interrumpió él con expresión ausente, alejándose con unos papeles en la mano. Parecía un hombre muy inteligente, pensaba Franny mientras iba a buscar a Elsie, y la gente muy inteligente siempre es un poco despistada. Debían de sentirse un poco alejados del mundo, viviendo en un plano superior al del resto de los mortales. Elsie, aún bastante pálida, estaba esperándola, deseosa de volver a su trabajo. —No es que no hayan sido amables, —le dijo a Franny— pero es que estar en un hospital no es como estar en casa. Cuando llegaron a la casa, lady Trumper mandó llamar a la joven criada y Franny, sentada frente al escritorio, escuchó lo que le decía. —La cocina está bien equipada —decía Lady Trumper— y no hay excusa para más accidentes. Yo pongo mucho cuidado en lo que hago y espero que tú hagas lo mismo a partir de ahora, Elsie. Te puedes ir. Franny hizo una pausa en su trabajo. Estaba completamente segura de que lady Trumper no sabía nada sobre cuchillos o cocinas, ni sobre estar cansada de trabajar y habló sin pensar lo que decía. —Estoy segura de que Elsie es cuidadosa, lady Trumper, pero tiene que manejar cuchillos y toda clase de cosas cortantes para hacer su trabajo. ¿Cuándo fue la última vez que usted bajó a la cocina? Lady Trumper se había puesto roja de ira y tuvo que tomar aire antes de poder hablar. —Señorita Bowen, no puedo creer lo que estoy oyendo. ¿Cómo se atreve a hablarme de esa manera? Es una impertinencia… —No quiero ser impertinente, lady Trumper, pero está haciendo que Elsie se sienta como si hubiera hecho algo malo. Nadie en su sano juicio se corta a sí mismo a propósito, pero, claro, sentada aquí todo el día, estoy segura de que usted no lo entiende. —Señorita Bowen, márchese inmediatamente. Estoy muy molesta con usted. —Comprendo que esté molesta y comprendo también que se sienta culpable. Uno siempre se siente culpable cuando sabe que está haciendo algo injusto. Pero me iré si quiere. Aunque lo mejor sería que terminase de escribir las invitaciones, no tardaré más que cinco minutos… Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 10-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Márchese ahora mismo… En ese momento, se abrió la puerta y entró el profesor. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 11-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 2 El profesor miró a su madrina, cuya presión sanguínea parecía estar a niveles peligrosos y después a Franny, compuesta y serena, obviamente a punto de marcharse. —¿Interrumpo? —preguntó él. —No… sí —dijo lady Trumper—. Esta chica ha tenido la impertinencia de criticar lo que le he dicho a una de mis criadas y la he despedido. —Ah. Yo lo pensaría un poco, madrina. Éste es un país libre en el que todo el mundo puede expresar sus opiniones sin ser enviado a prisión —dijo, volviéndose hacia Franny—. ¿Ha sido usted deliberadamente grosera, señorita… señorita…? —Bowen —dijo Franny, pensando que un hombre tan alto como aquél necesitaría vivir en una casa enorme—. No, yo creo que no, pero tenía que decir lo que he dicho —añadió—. Debería haberme mordido la lengua, pero sólo he intentado explicar que Elsie no se cortó a propósito. Lady Trumper estaba siendo muy dura con ella, aunque estoy segura de que no quería serlo. En cualquier caso, me voy —dijo, empezando a recoger sus cosas. El profesor cruzó el salón y puso una mano grande y fuerte sobre la suya. —No, no lo haga. Estoy seguro de que lady Trumper comprende ahora que usted habló con la mejor intención. ¿No es verdad? —preguntó, mirando a lady Trumper. —Bueno, sí, no sé… —Y la señorita… —de nuevo había olvidado su nombre—¿entiendo que estás contenta con sus servicios? —Sí —contestó lady Trumper, un poco sin saber qué decir. —En ese caso, no hay nada más que hablar. Elsie tenía un corte importante y ha sido una pena que se le haya infectado. Estoy seguro de que hará todo lo posible para no retrasar su recuperación. Hablaba como un profesor, pensaba Franny con admiración. Y, además, tenía un leve acento. —Por esta vez lo dejaré pasar —dijo lady Trumper con arrogancia—. Pero debo insistir, señorita Bowen, en que la próxima vez no diga lo que piensa. Me ha puesto usted en un estado de nervios insoportable. —Estoy seguro de que la señorita… Bowen tendrá en consideración tus nervios la próxima vez. ¿No es verdad? —preguntó el profesor, sonriendo. —Por supuesto. Tendré más cuidado —sonrió Franny. —En ese caso, quizá la señorita Bowen pueda seguir haciendo lo que estaba haciendo, mientras yo charlo un rato contigo —dijo él, mirando a su madrina. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 12-81 Betty Neels – Una chica afortunada Franny entendió la sugerencia y se retiró al pequeño cubículo que era su despacho, cerrando la puerta. La estaba diciendo que desapareciera, con elegancia, pero igual que se lo hubieran pedido a Elsie. ¿Y por qué tenía que importarle?, se preguntó a sí misma. Debía recordar que ésa era su posición en aquella casa, aunque no lo sería para siempre. En cuanto Finn se hubiera convertido en un médico con consulta en uno de los mejores barrios de la ciudad, no tendría que volver a trabajar en aquella casa ni en ninguna otra. Que sus planes para el futuro se hubieran torcido no la importaba demasiado. La vida era así y había que ser realista, aunque a veces pasara parte de su tiempo haciendo planes imposibles. Después de escribir media docena de invitaciones para una partida de bridge que organizaba lady Trumper hizo una pausa y se puso a pensar en aquel hombre tan alto que se movía con tanta facilidad en todas partes. ¿Estaría casado?, se preguntaba. ¿Y qué estaría haciendo en Inglaterra cuando obviamente era extranjero? Inquisitiva por naturaleza, Franny decidió buscar respuesta a todas aquellas preguntas. Lo haría al día siguiente en la cocina, con toda la discreción de que fuera capaz. Había terminado de escribir las invitaciones cuando oyó que lady Trumper la llamaba. —¿Sí, lady Trumper? —preguntó, abriendo la puerta. —Si ha terminado con las invitaciones, por favor, vaya a echarlas al correo y después vuelva aquí porque quiero que lleve unos documentos a mi abogado, Augustus Ruskin. Deberá dárselos a él personalmente y sólo a él. Irá en taxi y volverá en autobús. —¿La oficina de su abogado está cerca, lady Trumper? —Está en el centro. —Probablemente, para cuando vuelva serán más de las cinco. ¿Le parece que me vaya directamente a casa? Por supuesto, si terminase pronto volvería aquí antes. Lady Trumper, que iba en coche a todas partes y no tenía ni idea del tiempo que tardaba un autobús en recorrer la ciudad, dijo severamente: —Muy bien. Espero poder confiar en su honradez —contestó. Franny no dijo nada. Le hubiera gustado decir muchas cosas, pero quería conservar el trabajo. Después de echar las cartas, Franny entró en el taxi que había pedido el mayordomo y se preparó para disfrutar del paseo. El conductor era simpático y fueron charlando alegremente mientras cruzaban la parte más elegante de la ciudad. —Aquí es donde está el dinero —decía el taxista—. Millones tienen. Qué lástima que no los usen para algo bueno, como ese hospital, ¿lo ve? Ahí me quitaron a mí el apéndice. —Pobre —dijo Franny con simpatía—. ¿Ya se encuentra bien? Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 13-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Estupendamente. Bueno, ya hemos llegado. ¿La espero para llevarla de vuelta? —Me gustaría, pero tengo que volver en autobús. Gracias por el paseo —dijo, despidiéndose. —Un placer, señorita. La oficina del abogado estaba en un enorme edificio de color gris, con una entrada imponente y un portero de librea. —Tome el ascensor —aconsejó el hombre—. Es el tercer piso. El bufete era grande, con gruesas alfombras y antiguos retratos en las paredes. Franny le dijo a la severa recepcionista lo que quería y ésta le pidió que esperase un momento, antes de hacerla pasar a un despacho sobre cuya puerta podía leerse en letras doradas: Augustus Ruskin. El abogado resultó ser un anciano de rasgos patricios y voz firme que tomó el sobre y le dio las gracias amablemente. Terminada su tarea, Franny salió a la calle. Eran más de las cinco y, como no conocía bien el centro de la ciudad y no parecía haber ninguna parada de autobús, decidió tomar el metro. El profesor Van der Kettener la vio en la acera cuando salía con su coche del hospital. Allí estaba aquella chica otra vez, con su vieja gabardina, pensó. Parecía alegre, como solía estarlo siempre. Se acercó a ella y, cuando estuvo a su lado, abrió la puerta del Rolls. —Suba rápidamente —dijo—. No puedo parar. —Muchas gracias —dijo ella, haciendo lo que le indicaba—. ¿No sabrá dónde está la parada de autobús que va a Waterloo? —Me temo que no. ¿Para qué quiere ir a Waterloo? —Porque vivo cerca de la estación. —¿Y a qué ha venido aquí? —He venido a traerle unos papeles al abogado de lady Trumper. Ah, allí hay una parada. —No puedo parar aquí —dijo el profesor, impaciente—. La llevaré a casa. —No hace falta, gracias. Supongo que tendrá muchas cosas que hacer y mi casa está lejos de aquí —dijo, un poco incómoda—. Mire, allí otra parada. Si puede parar un segundo… —No, no puedo. Por favor, dígame dónde vive, señorita Bowen. —En el número 25 de la calle Fish, justo al lado de la estación. Podemos ir por el puente —aceptó ella, sonriendo—. Puede llamarme Franny, si quiere. —Dígame, señorita Bowen, ¿ofrece usted su amistad a todo el mundo? —Oh, no, claro que no. Nunca me atrevería a ofrecerle mi amistad a Barker. —¿Por qué? ¿Considera que los mayordomos no pueden ser sus amigos? Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 14-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Barker es el único mayordomo que conozco —contestó Franny, un poco molesta por la actitud del hombre. Después empezó a hablar sobre otras cosas, aunque el hombre no abría la boca—. Gire aquí a la izquierda —señaló cuando llegaban cerca de su casa. La calle Fish, incluso en la semioscuridad del atardecer, tenía un aspecto desangelado y pobre. —¿Izquierda o derecha? —A la izquierda, en el número 25. Cuando llegaron frente a la casa, él salió del coche y lo rodeó para abrirle la puerta. —Ha sido muy amable trayéndome —dijo Franny, saliendo del Rolls—. Sobre todo, porque no le apetecía. Ahora, vuelva rápidamente a su casa y cene tranquilamente. Le vendrá bien. —Nunca he conocido a nadie como usted —dijo él—. Espero que con lady Trumper no sea tan charlatana. —Siento haberlo aburrido. Pensé que usted era el tipo de persona con el que se podía charlar —dijo, dirigiéndose hacia su casa—. Buenas noches, profesor —añadió, cerrando la puerta tras ella. El profesor cruzó Trafalgar Square y Pall Mall, hasta la calle Wimpole, donde vivía. Ya que pasaba buena parte del año en Londres, había comprado una casa que era a la vez apartamento y consulta privada. Subió de dos en dos los peldaños de la elegante escalera que llevaba hasta su casa y un hombre de pelo gris abrió la puerta sonriente. —La cena está preparada, señor. Debo recordarle que esta noche tiene que salir. El profesor había tirado su chaqueta sobre un sillón y estaba cruzando el vestíbulo hacia una de las habitaciones, con el correo en la mano. —Gracias, Crisp. Cenaré dentro de diez minutos. Su estudio era una cómoda habitación llena de libros, con una chimenea encendida y un escritorio lleno de papeles tras el que se sentó con un suspiro de placer. Allí es donde le hubiera gustado pasar la tarde, escribiendo artículos sobre medicina, leyendo, repasando sus notas. Si no hubiera sido por esa chica tan desagradecida, hubiera estado en casa una hora antes, estudiando el discurso que debía dar esa misma semana, pensaba. Unos minutos después cenó y se cambió de ropa para asistir a la fiesta que daba uno de sus colegas. Casi todos los invitados eran colegas suyos con los que se llevaba bien. Sin embargo, su amabilidad con las mujeres escondía una frialdad que ninguna de ellas había sido capaz de penetrar. Se marchó pronto, con la excusa de que tenía que ir a visitar a uno de sus pacientes en el hospital, algo que decepcionó a varias de las invitadas. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 15-81 Betty Neels – Una chica afortunada Pensaba en ellas mientras conducía de vuelta al hospital. Todas eran agradables compañeras y un placer para la vista. Entonces, ¿por qué sólo podía pensar en aquella charlatana Franny, con su gabardina vieja y el pelo mojado? Suponía que lo que sentía era lástima de ella y sonrió. A ella no le haría ninguna gracia. No necesitaba la compasión de nadie; era una de esas personas que siempre salían adelante por sí mismas. Tía Emma y Finn estaban en el salón, uno con la cabeza inclinada sobre los libros y la otra haciendo punto en silencio. Cuando Franny entró, los dos levantaron la cabeza. —¿He oído un coche? —preguntó su tía. —Sí. Un Rolls-Royce. El profesor me ha traído a casa, pero no he disfrutado mucho del paseo. Es un poco antipático. Supongo que no le hizo gracia tener que traerme. —¿Qué clase de Rolls-Royce era? —No sé. ¿Es que no son todos iguales? —Para nada. ¿Cómo se llama ese profesor? —Van der Kettener. Es holandés. —Acaba de traerte en coche uno de los mejores cirujanos de Europa —dijo Finn, mirándola asombrado—. Lo mencionaron en una lectura en la universidad el otro día. Parece que viaja por todo el mundo dando charlas sobre cirugía vascular, pero pasa mucho tiempo en Londres y en Holanda. Menuda suerte. —Qué bien, ¿verdad, hija? —sonrió tía Emma—. Un hombre tan importante y que se haya molestado en traerte a casa. —Bah —dijo Franny—. Con un coche como ése, no creo que haya sido demasiada molestia. Supongo que él nunca habrá tenido que esperar en la cola del autobús. —¿No te cae bien? —Creo que me da pena —contestó ella, pensativa—. Parece tan… tan encerrado en sí mismo. A lo mejor es diferente en su casa, con su mujer y sus hijos —añadió—. Bueno, voy a hacer la cena. ¿Qué os apetece, tortilla? Finn lanzó un gruñido de aprobación, pero la tía Emma suspiró, recordando tiempos mejores. Sus sobrinos vivían con ella desde que perdieron a sus padres y, hasta entonces, habían tenido planes para el futuro: Franny encontraría trabajo como enfermera en un hospital y vivirían en una agradable casita, mientras Finn terminaba la carrera de medicina. Pero desde que se había puesto enferma tenían problemas para llegar a fin de mes. Sus ahorros se habían terminado y Franny había tenido que buscar un trabajo que le permitiera encargarse de su tía y de la casa. Aquella casa, que todos odiaban en secreto, les había sido ofrecida a un bajo alquiler por la empresa de su marido cuando se había quedado viuda y, como no tenían otro remedio, lo habían tenido que aceptar. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 16-81 Betty Neels – Una chica afortunada Antes de morir su marido habían vivido cómodamente en Islington. Pero él, un científico, había estado siempre tan absorto en su trabajo que no se había ocupado de cosas mundanas como seguros o ahorros. Emma nunca lo había culpado por ello, pero se alegraba de no haber tenido hijos. Cuando fue a poner la mesa en la cocina, notó que no se encontraba bien, pero no dijo nada para no preocuparlos. —Cuéntame más cosas sobre ese profesor. Parece interesante. El día siguiente era viernes, el día favorito de Franny. Una de sus tareas era ir al banco, retirar el dinero para pagar al servicio y preparar los sobrecitos. Una manera muy antigua de recibir el sueldo, pero casi más satisfactoria que un cheque. Sintiéndose rica con el dinero en el bolso, compró su pescado favorito para cenar; algo que no podía permitirse muy a menudo. Los tres disfrutaron de la cena y la tía Emma se fue pronto a la cama. —Y no te preocupes —le dijo a Franny—. Sólo estoy un poco cansada. Franny limpió la cocina y dejó las cosas preparadas para el desayuno del día siguiente, mientras Finn seguía estudiando en su habitación. Cuando se fue a la cama era casi medianoche y se quedó dormida inmediatamente. Un par de horas más tarde la despertaron unos gemidos en la habitación de al lado. Cuando llegó a la habitación, su tía estaba sobre la cama, pálida y con la frente empapada de sudor. Franny la colocó suavemente sobre la almohada, le secó la cara y dijo con suavidad: —Finn llamará a la ambulancia, no te preocupes. No te muevas, enseguida vuelvo. —Tía Emma se ha puesto enferma —dijo Franny, despertando a su hermano—. Corre, llama a una ambulancia desde la cabina y diles que es muy urgente. Después, volvió a la habitación de su tía para intentar tranquilizarla, rezando para que la ambulancia llegara con rapidez. Cuando llegó, los enfermeros metieron a la anciana en la ambulancia y mientras recorrían velozmente la ciudad le hicieron los primeros auxilios. —¿Dónde vamos? —preguntó Franny. —En Santo Tomás y en Charing Cross no hay camas, así que tenemos que llevarla al St. Giles. Le pareció una eternidad hasta que llegaron al hospital pero, una vez allí, la ingresaron con rapidez y ella se quedó sentada en el pasillo, con la mente en blanco. Media hora más tarde, una enfermera se acercó a ella. —La paciente está mejorando, —dijo la enfermera— pero aún tenemos que hacerle algunas pruebas, así que tendrá que quedarse ingresada. No se preocupe, tenemos suerte de que uno de los mayores expertos en corazón esté esta noche en el hospital —añadió antes de marcharse. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 17-81 Betty Neels – Una chica afortunada Franny rezaba para que su tía se recuperara del todo y pensaba en cómo solucionaría aquella situación. Tendría que quedarse con ella durante el día, así que tendría que buscar un trabajo de noche… Alguien se acercó a ella en ese momento, interrumpiendo sus pensamientos. Era el profesor Van der Kettener, alto, fuerte y tranquilizador. —Hola, profesor —dijo ella, con voz cansada. Aquella chica parecía seguirle los pasos, pensaba el hombre. Como siempre, no tenía buen aspecto, aunque era comprensible en sus circunstancias, pero lo miraba con valentía y esperanza. —Su tía está gravemente enferma —dijo el profesor, sentándose a su lado—. Tiene una arteria coronaria taponada y la única solución es operar, pero antes hay que hacerle muchas pruebas. Es una operación complicada pero, si todo va bien, pronto volverá a hacer su vida normal. Yo mismo la operaré. —¿Puedo verla antes de irme a casa? —Sí, claro. Venga conmigo. —Cuántos problemas, hija. Lo siento —murmuró la anciana al verla entrar en la habitación. —Enseguida te pondrás bien, tía, no te preocupes. El profesor Van der Kettener me lo ha dicho. Mañana te traeré lo que necesites —dijo, inclinándose para besarla. Cuando salió, se encontró con el profesor, hablando con la enfermera. —Son las cuatro de la mañana —dijo la mujer, mirando el reloj—. ¿Tiene a alguien que pueda llevarla a casa? —No se preocupe, tomaré el autobús nocturno. ¿Puedo volver mañana por la tarde? —Claro. ¿Tenemos su número de teléfono? —No tengo teléfono. Llamaré yo alrededor de las ocho —dijo, dándose la vuelta, pero el profesor la paró con mano firme. —Yo la llevaré. —Recuerde que vivo muy lejos —dijo Franny mientras salían—. Además, seguro que está muy cansado. Puedo tomar un taxi… —No diga tonterías. ¿Tiene dinero para un taxi? —No. —Pues entonces deje que la lleve sin rechistar. Vamos, entre —dijo, cuando llegaron al coche. El profesor conducía sin hablar, pero el silencio no molestaba a Franny, todo lo contrario. Estaba pensando en todo lo que tendría que hacer al día siguiente, cuando el profesor interrumpió de nuevo sus pensamientos—. Cuando llegue a casa, tome un vaso de leche caliente y váyase a dormir. Por la mañana podrá pensar con más claridad. ¿Hay alguien en su casa ahora? —Mi hermano. Es estudiante de medicina. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 18-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Estupendo. Entraré con usted, si no le importa. No se imaginaba por qué querría él hacerlo, pero estaba demasiado cansada para pensar. Cuando llegaron, Finn estaba esperándola en la puerta. —Franny, ¿cómo está tía Emma? —Dígaselo usted. Yo voy a preparar un poco de té. Un poco más tarde, los tres estaban sentados alrededor de la mesa de la cocina, tomando una taza de té y el profesor explicaba en qué consistiría la operación. Hablaba con seguridad, sin prometer nada, pero ofreciéndoles esperanza y Franny, escuchando aquella voz tan masculina, se sentía un poco más tranquila. —Muchas gracias por el té —dijo el profesor, levantándose después de un rato. —Gracias a usted, profesor —contestó Franny—. Conduzca con cuidado. —Lo acompaño a la puerta —dijo Finn, mirándolo con admiración. Poco después, Franny se tumbó en la cama, agotada. Aunque era sábado, lady Trumper le había pedido que fuera a trabajar y no podía faltar porque iban a necesitar el dinero. A las ocho en punto se levantó y encontró a Finn en la cocina, preparando el desayuno. —Tía Emma está bien —sonrió el joven—. Me han dicho que está descansando. —¿Has ido a la cabina? —No. El profesor me dejó su teléfono móvil y me ha dicho que me lo quede hasta que todo esté solucionado. Es un tipo estupendo, ¿verdad? Mira —dijo, sacando el móvil de su bolsillo—. Ahora podemos llamar al hospital cuando queramos. Franny se sentía inmensamente agradecida y reconfortada al saber que había alguien ayudándolos y, cuando llegó a casa de lady Trumper, tenía el mismo aspecto de todos los días, aunque no podía dejar de pensar en su tía. —Parece como si no hubiera dormido —le dijo de pronto lady Trumper—. Espero que no sea una de esas chicas que salen de noche. Franny se mordió la lengua. Hubiera deseado llorar, preferiblemente sobre un pecho comprensivo, como el del profesor. El problema era que ella no le gustaba. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 19-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 3 Franny estaba sentada al borde de la cama en la unidad de cuidados intensivos, sujetando la mano de su tía. La anciana le hacía preguntas con una voz débil y entrecortada que ella respondía alegremente, para que no notara su preocupación. El profesor Van der Kettener había ido a visitarla aquella mañana, le estaba diciendo la enfermera y la había encontrado mejor. Tenían que hacerle más pruebas, pero si eran satisfactorias la operaría de inmediato. —¿Y después? —preguntó Franny—. ¿Necesitará que alguien cuide de ella durante todo el tiempo? —Podrá volver a casa tres semanas después de la operación, pero necesitará que alguien esté con ella todo el tiempo. ¿Puede hacerlo usted? —Bueno, por el momento trabajo durante el día, pero buscaré un trabajo nocturno. Mi hermano podría quedarse con ella por la noche. —Eso parece un poco complicado. Quizá podamos encontrarle a su tía una cama en un hospital para que no tenga que volver a casa. —Se moriría —dijo Franny—. Además, es mi turno de hacer algo por ella — añadió con firmeza—. No se preocupe, nos arreglaremos. Aquella noche, mientras cenaban, Finn y ella hicieron planes para cuando su tía volviera a casa. —Yo me quedaré con lady Trumper hasta que encuentre un trabajo nocturno, quizá en alguna residencia que esté cerca de aquí. El sueldo será más o menos el mismo. —Yo podría buscar trabajo… —empezó a decir Finn. —No, cariño, no estamos tan desesperados. Lo cual no era cierto del todo, pensaba Franny. Tenían facturas que pagar, además del alquiler, pero era mejor no pensar en ello. —Podríamos escribir a tío William —sugirió Finn. —¿A él? Antes me moriría y tú también. —Pero era el hermano de nuestra madre. No puede seguir enfadado porque se casó con papá. Han pasado años, Franny… —Sí, pero juró que no quería volver a ver a mamá en su vida y cuando tuvieron el accidente ni siquiera nos llamó. Y recuerda lo mal que ha tratado a la tía porque siguió en contacto con ellos. —Pero tía Emma está enferma y estoy seguro de que querría ayudarla. —Finn, no quiero saber nada de tío William, a menos que estemos completamente desesperados. Es un hombre despreciable. Cuando tía Emma le Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 20-81 Betty Neels – Una chica afortunada escribió diciendo que nuestros padres habían muerto, él le devolvió la carta hecha pedazos. No te preocupes, Finn, todo va a salir bien. Franny no le dijo que había pasado por el supermercado de camino a casa y había aceptado un trabajo colocando productos en las estanterías de ocho a diez de la noche. Pasaron varios días hasta que la enfermera les dijo que su tía estaba preparada para la operación. —El profesor Van der Kettener será quien la opere, así que su tía tiene muchas oportunidades de recuperarse completamente —sonrió la mujer—. Comprendo que esté preocupada, pero anime esa cara. —Estoy segura de que todo va a salir bien. ¿Cree que mi tía podrá pasar las Navidades en casa? —Quizá, pero eso debe decidirlo el profesor. La operará dentro de dos días y estoy segura de que dejará instrucciones sobre lo que hay que hacer antes de que vuelva a Holanda. El día de la operación, Franny fue directamente al hospital desde la casa de lady Trumper. Su tía estaba inconsciente y parecía muy frágil, rodeada de tubos y aparatos. Franny se sentó a su lado durante largo rato, sujetando su mano. Estaba cansada y había dormido muy poco, pero deseaba quedarse todo el tiempo que fuera posible. De vez en cuando, una enfermera entraba para comprobar la lectura de los aparatos, sonriendo amablemente y sugiriendo que tomara una taza de té, pero Franny negaba con la cabeza. Diez minutos más tarde, el profesor entró en la habitación. —Estoy muy satisfecho de la operación —le dijo como preámbulo—. No se despertará en toda la noche, así que sugiero que se vaya a casa. Puede llamar mañana por teléfono. —Me gustaría saber cuánto tiempo tendrá que estar en el hospital y si necesitará cuidados específicos cuando vuelva a casa. —Podremos quitarle la respiración artificial en veinticuatro horas y tendrá que estar aquí probablemente tres semanas, más tiempo del que estaría un paciente joven, pero cuando vuelva a casa, podrá llevar una vida normal. No harán falta cuidados específicos, pero puede arreglarse la visita de una enfermera una vez al día. En cualquier caso, es conveniente que no se quede sola. —Gracias por la explicación —dijo Franny—. Sé que está muy ocupado. Después de eso, el profesor se despidió. Estaba muy ocupado, pero aún así encontró tiempo para recordar la pálida cara de Franny. Demasiado pálida y cansada, pensaba. Quizá él podría encontrara alguien que los ayudara cuando su tía saliera del hospital. Era obvio que no tenían dinero para contratar a nadie. Con aquellos pensamientos salió del hospital y, mientras se dirigía a casa, se olvidó de la joven. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 21-81 Betty Neels – Una chica afortunada Tía Emma empezó a recuperarse poco a poco, como había previsto el profesor. —Me ha dicho que seguramente podrá pasar las navidades en casa —le dijo la enfermera una tarde. Aquella noche, mientras colocaba las estanterías en el supermercado, Franny tuvo tiempo de hacer planes. Seguiría trabajando allí hasta que su tía volviera a casa y después buscaría un empleo nocturno en alguna residencia de la tercera edad. Dormiría poco, pero lo importante era que su tía se encontrara atendida. Durante aquellos días, lady Trumper la observaba con extrañeza y le aconsejó un par de veces que durmiera más y no saliera de noche. —Lo que haga por las noches es cosa suya, mientras eso no afecte a su trabajo —le dijo un día—. Y no espere más de dos días de vacaciones en Navidad. Para mí, son unos días de mucho ajetreo; hay que invitar a mucha gente y escribir montones de cartas. Ah, por cierto, tiene que ir a mi modista para recoger un traje que he encargado. Y dése prisa, porque tenemos muchas cosas que hacer. Según se acercaba la Navidad, Franny estaba cada vez más ajetreada. Lady Trumper se quejaba sobre todo lo que tenía que hacer, pero se encargaba de no cansarse demasiado. Podía pasarse una mañana entera comprando regalos, pero era Franny quien tenía que envolverlos. Y era Franny quien iba y venía de la oficina de correos, quien escribía las cartas y abría la puerta cuando Barker y las criadas estaban demasiado ocupados. Mirándose al espejo una tarde, se dio cuenta de que nunca había tenido peor aspecto. El profesor, que entró en la habitación del hospital para echar un vistazo a su paciente, seguramente debió pensar lo mismo. Cuando entró, su tía levantó la cabeza y sonrió encantada. —Profesor, qué alegría verlo. Creí que ya se había ido a Holanda. —Me voy mañana por la mañana, pero antes quería hacerle una visita, señora Blake. En un par de días volverá a casa, pero me gustaría verla en mi consulta cuando vuelva. No deje que se canse mucho durante las Navidades —dijo, mirando a Franny—. Me marcho dentro de media hora. Si quiere, puedo llevarla a casa. —No, gracias, no es necesario —dijo Franny—. Puedo tomar el autobús y estoy segura de que tiene muchas cosas que hacer antes de marcharse de viaje. —Estaré en la entrada en media hora, Franny —dijo con firmeza el profesor antes de estrechar la mano de tía Emma y salir de la habitación. —Es un hombre muy amable —dijo la anciana—. En el hospital lo aprecia todo el mundo. Nunca levanta la voz, pero todos lo obedecen sin rechistar. Un buen hombre —añadió sonriente. Franny pensó que lo mejor sería que estuviera en la entrada en media hora, porque aquel hombre era capaz de enviar a alguien a buscarla. Además, la encantaba viajar en aquel Rolls-Royce y, con un poco de suerte, tendría tiempo de tomar una taza de té antes de ir al supermercado. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 22-81 Betty Neels – Una chica afortunada El coche estaba aparcado justo en la entrada y el profesor salió del interior para abrirle la puerta. —Gracias —dijo Franny alegremente—. Supongo que le hará ilusión volver a casa —añadió. El profesor, a quien nada le hacía demasiada ilusión, simplemente asintió con la cabeza—. La Navidad es una época preciosa —siguió Franny—. Supongo que su familia lo estará esperando. —No creo que mi familia sea de ningún interés para usted, señorita Bowen — contestó el hombre con frialdad. —Bueno, es que me gusta conocer cosas de la gente. ¿A usted no? —Sólo en lo que se refiere a la salud. —Qué aburrido. ¿No se cansa de ver pacientes? —No son los pacientes los que me cansan. —¿Se refiere a mí? Hablo demasiado, lo siento. Durante el resto del camino no volvió a abrir la boca. Sólo cuando paró frente a la casa, le dio las gracias por haberla llevado y le deseó feliz Navidad. —¿No me va a pedir que entre a tomar una taza de café? —preguntó él, dejándola sorprendida. —Sí, claro. No se lo había pedido porque me parecía que estaba enfadado. Pero, por favor, entre. Finn está en casa y es uno de sus fans. —Creí que sólo los cantantes tenían fans. —Pase, por favor —sonrió Franny—. Finn, ha venido el profesor a tomar café — añadió, levantando la voz. Aún tenía una hora antes de ir al supermercado y eso sería tiempo suficiente porque no creía que el profesor fuera a quedarse tanto rato. Pero se equivocaba. La hora había pasado y él seguía allí, explicándole a un extasiado Finn las funciones del corazón. Y lo que era peor, no mostraba signo alguno de querer marcharse. Desesperada, Franny se levantó, intentando buscar una excusa. —No, no se levante —dijo, cuando él lo hizo a su vez—. Tengo que salir, pero usted puede quedarse todo el tiempo que quiera. El profesor la miró sorprendido. —Franny trabaja en el supermercado del barrio por las noches. Quería hacerlo yo, pero ella insistió en que debía estudiar —dijo Finn, incómodo. —¿Sigue trabajando para lady Trumper? —preguntó el profesor. —Sí. No es un trabajo duro y me gusta estar ocupada —contestó ella—. Finn preparará más café, así que no tiene por qué irse si no quiere. —¿A qué hora vuelve? —Alrededor de las diez —dijo antes de marcharse. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 23-81 Betty Neels – Una chica afortunada Colocar estanterías no requería una gran concentración mental, pero era físicamente agotador. Cuando terminó su turno, Franny caminó hacia su casa en compañía de otras dos chicas y se sintió tontamente decepcionada cuando vio que el coche del profesor ya no estaba en la puerta. —¿De qué habéis estado hablando? —preguntó a su hermano. —Me ha estado explicando la técnica de las operaciones a corazón abierto. —Es un hombre extraño —dijo Franny. —Es un tipo genial —replicó su hermano. Mientras cenaba con menos apetito del normal, el profesor se encontró con la mirada de reprobación de Crisp. —No tengo mucho apetito. —¿Mucho trabajo, señor? —¿Qué? Ah, sí, sí, como siempre. Crisp se dirigió a la cocina, sorprendido. —Qué raro —le dijo a su gato, Trimble—. Es la primera vez que el profesor no tiene apetito. El recuerdo de Franny seguía en la mente del profesor. La pobreza de la casa, en contraste con la alegría de aquella chica, para quien las navidades no serían una ocasión demasiado alegre, lo tenía preocupado. Le gustaría hacer algo por ellos, pero no se le ocurría qué podía ser. Lo más fácil sería enviar una cesta de forma anónima, pero seguro que Franny sospecharía de él y no querría aceptarla. Ella nunca aceptaría la caridad de nadie. Se le ocurrió la solución tan de repente que se sorprendió de no haberlo pensado antes. Cuando miró su reloj, vio que aun tenía tiempo. Dos días antes de Navidad, la tía de Franny estaba preparada para dejar el hospital. Sentada al borde de la cama, se había despedido de todo el equipo y estaba esperando que los enfermeros la llevaran en silla de ruedas hasta la ambulancia. —Señora Blake, tengo una sorpresa para usted —dijo la enfermera, entrando alegremente en la habitación—. Le hemos guardado un número de la lotería del hospital y, no se lo va a creer, pero le ha tocado —añadió, dándole una enorme cesta cubierta con papel de celofán. —¿Yo he ganado todo esto? —preguntó la anciana, casi con lágrimas en los ojos—. ¡Qué suerte tengo! Pero tendré que pagarle la lotería. —No, no —improvisó la enfermera rápidamente—. Esto lo paga el hospital. Es una tradición —añadió, esperando que la señora Blake la creyera. Y así fue. Emma Blake era tan inocente que no podía sospechar engaño alguno. En casa estaban esperándola, ansiosos, Franny y Finn. El conductor de la ambulancia la llevó hasta el salón y la colocó frente a la chimenea. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 24-81 Betty Neels – Una chica afortunada Lady Trumper había accedido a darle la tarde libre después de poner muchas pegas y Franny no tenía que volver al supermercado en varias horas, así que tomaron el té hablando todos a la vez y después abrieron la cesta. El contenido era una magnífica colección de extravagancias: té de todas clases, en pequeñas latitas de metal, bolsitas de café capuchino, tarros de paté, salmón ahumado, jamón, pollo, una caja de galletas, una caja de bombones, queso y una botella de champán. Franny lo colocó todo sobre la mesa y se sentó para admirarlo. —Es como un sueño. ¿El resto de los pacientes no ganó nada? —No lo sé, querida. Me quedé tan sorprendida que no se me ocurrió preguntar. Casi ha valido la pena ir al hospital —rió su tía, encantada. En Nochebuena, Franny fue a casa de lady Trumper como siempre y, a pesar de la fría mañana y de la malhumorada gente del autobús, se sentía feliz. Su tía estaba en casa de nuevo y parecía sentirse bien, a Finn le había ido bien en los exámenes y tenían todo lo necesario para disfrutar de unas fiestas felices. Ni siquiera la seria cara de Barker empañó su alegría. Hubiera estado bien un poquito de espíritu navideño, pero estaba claro que, a pesar de las guirnaldas que adornaban las lámparas y del árbol de Navidad que habían colocado en el salón, lady Trumper no permitía que ese espíritu trascendiera más allá de la decoración. Aquel día no parecía encontrar nada a su gusto y no paraba de quejarse de las facturas que recibía por todos los regalos que había comprado. —Que esperen. Ya pagaré después de Navidad. Además, ¿para qué voy a pagar antes? Estoy segura de que se lo gastan en vino. Franny no podía callarse después de oír aquello. —La verdad es que creo que debería pagar las facturas porque esa gente necesita el dinero para vivir. La gente tiene que pagar el colegio de sus hijos, las facturas del hospital y el alquiler de las casas en las que viven. Y estoy segura de que se gastan en bebidas menos que usted y sus amigos, lady Trumper. Aquí hay una factura por doce botellas de champán que mantendría a una familia entera durante una semana. Lady Trumper se había quedado sin respiración. —Es usted una insolente —dijo, por fin—. Recoja sus cosas y márchese ahora mismo. No sé por qué le hice caso a mi ahijado. —Ya me imaginaba que diría eso —replicó Franny. Había perdido el trabajo, pero le daba igual. Tenía que decir aquello—. He trabajado durante dos días y medio, así que tiene que pagarme… —No pienso pagarle ni un céntimo —interrumpió lady Trumper. —Entonces tendré que denunciarla —razonó Franny. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 25-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Tome lo que se le deba del escritorio —dijo lady Trumper después de unos segundos, intentando conservar la calma. Franny le dio las gracias, contó los billetes y se los mostró a la mujer. —Espero que encuentre a alguien de su gusto —dijo Franny como despedida—. Que tenga unas buenas navidades, lady Trumper. En la cocina se despidió de todo el mundo y salió de la casa, dejándolos atónitos. No le diría a su tía y a su hermano que había perdido el trabajo hasta que pasaran las navidades porque no había necesidad de preocuparlos. Estaba harta de Lady Trumper y, además, tenía que buscar un trabajo nocturno, así que casi estaba contenta. Tendría que ir al supermercado más tarde, pero antes tomaría el té con su tía y prepararía un pastel de riñones. De repente, recordó al profesor. Si estaba casado, pensaba, en aquel momento estaría rodeado de su familia y habría niños corriendo por todas partes. O quizá tenía una prometida, con la que se sentaría a cenar en una casa muy elegante… Aquello era exactamente lo que el profesor estaba naciendo. Como cada año, había reunido a su familia y se sentaba al frente de la gran mesa de caoba, como anfitrión de sus tres hermanas, sus maridos y un montón de niños. Estaba sentado, escuchando la charla alegre de todos y participando en la conversación de vez en cuando, mientras sus pensamientos seguían con Franny. No eran ni el momento ni el sitio para pensar en ella, pero no podía quitarse a aquella chica de la cabeza. Suponía que era por compasión; estaba atravesando circunstancias difíciles y, sin embargo, mantenía una actitud alegre ante la vida que no dejaba de admirarlo. Su casa era tan diferente de la de ella que se sintió incómodo. El lujoso salón tenía las paredes forradas de madera y techos altos. Había una chimenea en la esquina y tres altas ventanas cubiertas con cortinas de terciopelo rojo frente a una pared en la que había una larga mesa adornada con objetos de plata. El suelo era de madera pulida, parcialmente cubierto con espesas alfombras haciendo juego con el rojo de las cortinas. La mesa brillaba con los adornos de cristal, plata y porcelana azul, con un centro de flores. El candelabro que había sobre la mesa iluminaba a las diecisiete personas que había sentadas a ella. Aquélla era una cena tradicional que la familia respetaba cada año. Una cena muy diferente a la que celebrarían Franny y su familia. —Marc, ¿las próximas navidades tendrás una esposa sentada a la mesa? — bromeó la más joven de sus hermanas, Sutske, interrumpiendo sus pensamientos. Era su hermana favorita y siempre metía las narices en su vida privada. —Por ahora, no tengo planes de casarme, pero me han dicho que el amor viene cuando uno menos lo espera —sonrió él—. Así que, cualquier día os puedo dar una sorpresa. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 26-81 Betty Neels – Una chica afortunada Más tarde, cuando los niños se fueron a la cama, llegaron unos amigos para compartir la fiesta y el profesor se olvidó de la joven. Sólo después, cuando todo el mundo se había ido a la cama y él estaba sentado en su estudio, se encontró a sí mismo preguntándose qué estaría haciendo Franny. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 27-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 4 Gracias a la cesta, la cena de Nochebuena había sido estupenda y Franny hacía planes mientras estaba en la cama. Estaba segura de que recibiría numerosas ofertas de trabajo y de que todo volvería a ser como antes. Las alegres navidades que estaban teniendo, a pesar de los pesares, le auguraban suerte en el futuro. Pensó en el profesor varias veces durante los días siguientes, pero no permitió que esos pensamientos la turbaran. Su tía no dejaba de hablar bien de él, pero ella siempre intentaba recordarlo como lo había visto en el hospital: amable e impersonal, un hombre que se comportaría de aquella misma manera con cientos de pacientes. Aunque sabía que tenía otra cara; la había visto cada vez que había entrado en su casa. Era una cara sorprendente y que le hubiera gustado conocer mejor, pero no quería pensar en ello. Mientras se iba a la cama al día siguiente, volvió a pensar en él. No creía que volviera a verlo y, si lo hacía, sería en su consulta, cuando llevara a su tía a revisión. No tendrían oportunidad de hablar y, además, él había mostrado varias veces irritación por su parloteo, así que lo mejor sería que no volviera a verlo. Le pediría a Finn que fuera él quien la llevara. Cuando terminaron las navidades, se dispuso a buscar trabajo en el periódico. Había varias residencias de ancianos y guarderías que ofrecían empleo para alguien de sus características, pero la mayoría de ellas estaba demasiado lejos de su casa y tardaría horas en llegar. Escribió a las que estaban más cerca y después le contó a su tía lo que había ocurrido con lady Trumper. —La verdad es que quería cambiar de empleo —dijo alegremente—. Y prefiero que sea un trabajo nocturno. Cuando lady Trumper me despidió, casi me alegré porque no quería tener que ser yo quien dijera que se iba. —¿De verdad? —preguntó su tía, escéptica—. ¿No lo estarás haciendo por mí? —¡Claro que no! —exclamó Franny de forma tan convincente que casi lo creyó ella misma. Recibió respuesta de tres de los anuncios. Los tres eran residencias de ancianos y la más cercana estaba en Pimlico, a unas cuantas paradas de autobús de su casa. La carta era vaga sobre lo que serían sus tareas y no mencionaba el salario, pero decía que trabajaría cinco noches a la semana, desde las ocho de la tarde a las ocho de la mañana del día siguiente y le sugerían que concertara una entrevista por teléfono. Al menos podía ir y ver cómo era, pensaba Franny mientras se dirigía a la cabina. A la mañana siguiente tomó el autobús para ir a la entrevista y, cuando llegó a la residencia, se quedó un poco desilusionada. Alguna vez debió de haber sido una hermosa casa, pero en aquel momento no tenía un aspecto demasiado alentador. Una criada abrió la puerta y la llevó a un despacho en el que había una mujer de unos treinta años, elegante y bien maquillada. Llevaba un moderno corte de pelo con flequillo que hizo a Franny, con su moño, sentirse antigua. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 28-81 Betty Neels – Una chica afortunada —¿Señorita Bowen? —saludó la mujer extendiendo la mano—. Soy la señora Kemp. Siéntese. ¿Tiene referencias? —preguntó. Cuando Franny le entregó unos papeles, los leyó rápidamente y volvió a mirarla—. ¿Puede incorporarse inmediatamente? Tenemos dieciocho ancianas viviendo aquí y, por las noches, hay una enfermera titulada. Como usted no tiene titulación, cobrará el salario mínimo — añadió—. Tendrá una hora libre durante la noche: tres cuartos de hora para cenar y un cuarto de hora para tomar el té. Si está de acuerdo con las condiciones, le pediré a alguien que le enseñe la residencia. Franny asintió con la cabeza y la mujer hizo sonar un timbre. Unos segundos más tarde, la criada estaba mostrándole la casa y respondiendo a sus comentarios alegres con un aire tan taciturno que Franny decidió no decir nada más. La mayoría de las habitaciones tenía cuatro camas, pero había alguna doble y un par de ellas sencillas. En un salón había varias ancianas sentadas en mecedoras, sin hacer nada. —Voy a enseñarle la cocina —dijo su acompañante por fin. Era un lugar deprimente, pensaba Franny. Todas aquellas mujeres sentadas sin hacer nada… Esperaba que, por lo menos, sus familias fueran a visitarlas y que tuvieran un buen médico. Un poco más tarde volvió al despacho de la señora Kemp y le dijo que aceptaba el puesto. —Muy bien, señorita Bowen. Espero que sea puntual. —Sus pacientes… —empezó a decir Franny—. ¿No hacen nada? Quiero decir, ¿es que no pueden pasear o hacer algo? La señora Kemp sonrió. Esperaba que aquella chica no quisiera hacer demasiadas preguntas porque, con el reducido grupo de empleados que tenía, apenas había posibilidad de hacer otra cosa que mantenerlas sentadas frente al televisor y darles bien de comer. —Claro que pueden pasear si lo desean. La espero mañana a las ocho, señorita Bowen. La mujer que le había mostrado la residencia la acompañó hasta la puerta y la despidió de forma brusca. No es que fuera un trabajo ideal, pensaba Franny mientras esperaba el autobús, pero al menos era una paga segura y no estaba demasiado lejos. Cuando llegó a su casa les contó a su tía y a su hermano que tenía un nuevo empleo y, al día siguiente, se dirigió hacia la residencia. La misma mujer del día anterior le abrió la puerta y le dio una bata blanca y una cofia de enfermera. —Así parecerás una enfermera de verdad —dijo—. Esto te da un aspecto profesional. No vio a la señora Kemp y cuando preguntó, le dijeron que no estaba. —Se ha ido al teatro con su marido. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 29-81 Betty Neels – Una chica afortunada —¿Y quién es el responsable cuando ella no está? —preguntó Franny. —La señora Payne. Está arriba. En el primer piso había una pequeña habitación para uso de los empleados en la que una mujer de mediana edad estaba tomando café. —¿Eres la nueva enfermera? Encantada de conocerte —sonrió, extendiendo la mano—. Soy Beck Payne. ¿Quieres una taza de café? —Sí, gracias. ¿Cuántas enfermeras hay en la residencia? —Una enfermera de día con dos ayudantes y por la noche, nosotras dos. —¿Y cuándo tenemos la noche libre? —Pues la que no tenga el día libre, tiene que quedarse sola. Es un poco más difícil, pero siempre nos hemos arreglado. Por las mañanas hay más trabajo, pero nosotras sólo tenemos que tenerlas limpias y cómodas. —Si alguna de ellas se pusiera enferma, ¿a quién debo llamar? —Al doctor Trevor. No te preocupes, mujer, es un trabajo muy fácil. No todo el mundo querría hacerlo, pero yo creo que a ti te va a ir bien. —Eso espero. Tengo que trabajar de noche porque quiero estar en casa durante el día. —Bueno, ahora pasaremos por las habitaciones para asegurarnos de que todas están tranquilas. La enfermera de la mañana les habrá dado las pastillas para dormir. —¿La señora Kemp también es enfermera? —Sí. Pero nunca sale de su oficina —sonrió la señora Payne—. Este sitio es una mina y ella está aquí por dinero. No te puedes imaginar cuánta gente está dispuesta a pagar lo que sea para que le quiten de encima a su madre o a su abuela —añadió, levantándose. Así empezó su jornada de trabajo. Después de cenar y darse un baño, las ancianas dormían profundamente hasta que, a las siete de la mañana, Franny fue por todas las habitaciones, despertándolas con una taza de té. Cuando volvió a la habitación de las enfermeras y miró los informes, se dio cuenta de que todas tomaban pastillas para dormir. —¿Las necesitan? —preguntó a la señora Payne. —Lo dudo, pero yo no soy quién para decir nada. Si todas están dormidas, no hace falta contratar a muchas enfermeras. ¿Entiendes? —¿Qué hacen durante el día? Varias de las mujeres me han parecido muy activas. —Ven la televisión. Y algunas leen el periódico. Están bien alimentadas y limpias y eso es todo lo que necesitan. Mira, hija, yo llevo años trabajando en residencias geriátricas y ésta no es tan mala como parece. No te preocupes, nadie se porta mal con esas pobres mujeres, te lo aseguro. Bueno, ya ha llegado la señora Wright, así que podemos irnos. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 30-81 Betty Neels – Una chica afortunada La señora Wright, la enfermera de día, también era una mujer de mediana edad y parecía agradable y profesional. Franny volvió a su casa, pensando que aquel empleo era deprimente. Aunque el trabajo no era duro, tenía que permanecer alerta durante toda la noche y dos de esas noches estaba sola. Lavar y dar de cenar a dieciocho señoras no era tarea fácil y lo hacía lo mejor que podía. Después, por las mañanas, volvía a su casa cansada, preparaba el desayuno para su tía y comía algo ella misma. Cada día menos, en realidad. —Tienes que comer más —le dijo un día su tía, preocupada. —No te preocupes, comeré cuando me levante —aseguró ella—. Ahora me voy a la cama, pero despiértame si necesitas algo. Dejó a su tía sentada frente a la chimenea, con su labor de punto y sus libros y se fue a dormir. Cuando sonó el despertador, le pareció que acababa de poner la cabeza sobre la almohada, pero el almuerzo con su hermano y su tía la reanimó y se dijo a sí misma que la vida era estupenda. Al final de la segunda semana se había acostumbrado a la rutina de forma admirable. Durante sus días libres salía a comprar, limpiaba la casa, dormía de noche y se sentaba frente al fuego para charlar con su tía y su hermano. Cuando llegó el día de ir a la consulta con su tía, le pidió a su hermano que se tomara una tarde libre para acompañarla. Se había dado cuenta de que era difícil olvidar al profesor y volver a verlo sería una tontería. Así que dijo adiós a su hermano y a su tía en la puerta y se fue a dormir. La consulta del profesor estaba llena de gente, así que la tía Emma esperó pacientemente su turno. Cuando le dijo a Finn que podía aprovechar la oportunidad para charlar con el profesor, éste contestó: —No creo que tenga tiempo para hablar conmigo, tía. Pero el profesor sí tenía tiempo. Mientras examinaba a su tía, le preguntó si se encontraba feliz de estar en su casa, si seguía sus instrucciones y si Franny había ido con ella. —No, me ha traído mi sobrino. Franny está en la cama. —¿Está enferma? —preguntó el profesor. —No, no. Es que trabaja de noche para estar conmigo durante el día. —Creí que Franny trabajaba para lady Trumper —dijo el profesor. —Me temo que lady Trumper la despidió. —¿Y le gusta su nuevo trabajo? —Pues, no sé, no cuenta muchas cosas. Yo creo que no le gusta mucho, pero ella no dice nada. —¿Está cerca de su casa? —A unas paradas de autobús —contestó la anciana, encantada con la conversación—. Está en Pimplico. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 31-81 Betty Neels – Una chica afortunada —A veces visito alguna residencia geriátrica, pero no recuerdo haber visitado ninguna en Pimplico. En cualquier caso, donde mejor se está es en casa, ¿verdad? —Desde luego. ¿Me encuentra bien, profesor? ¿Podré hacer una vida un poco más normal? Sería una gran ayuda para Franny si pudiera limpiar un poco la casa. bien? —Aún es pronto, señora Blake. Debe descansar todo lo que pueda. ¿Duerme —Como un leño. —Me gustaría volver a verla —dijo el profesor, estrechando su mano—. En recepción le darán una nueva cita. El profesor la acompañó hasta allí y saludó a Finn, preguntándole por sus estudios. Cuando volvieron a casa, Franny estaba tomando un té y escuchó lo que le contaban, teniendo cuidado de no hacer preguntas sobre el profesor. Su tía le contó lo amable que había sido, pero olvidó mencionar que le había dicho al profesor dónde trabajaba. El profesor nunca olvidaba ni siquiera el más pequeño detalle. Le había preguntado a la señora Blake cuántas noches a la semana trabajaba Franny y ella le había contestado, añadiendo incluso qué noches estaba libre. Iría a verla, pensaba, sólo para comprobar que tenía un buen trabajo y podía darle a su tía los cuidados que necesitaba. Emma Blake era su paciente y él era responsable por su salud. Pasaron un par de días hasta que pudo ir a la residencia. Era la única residencia geriátrica en Pimplico, así que no fue difícil de encontrar. Una mañana aparcó a unos metros de la puerta y, cuando iba a salir del coche, vio a Franny, pálida como nunca, saliendo de la residencia. Cuando pasó a su lado, la saludó y le pidió que entrara en el coche. Ella lo hizo, sorprendida. —Te llevaré a casa —tuteándola por primera vez. —¿Por qué ha venido? —Quería hablar contigo. —¿Le ocurre algo a mi tía? —No le ocurre nada. Tu tía se está recuperando estupendamente. Sólo quería comprobar si estabas en condiciones de cuidar de ella. —Claro que sí. Éste es un buen trabajo y tengo tiempo libre para cuidar de la casa y de mi tía. Siento que lady Trumper se enfadara conmigo, pero en realidad necesitaba un trabajo por la noche —sonrió Franny. —Estupendo. ¿Cuántos pacientes tenéis? —Dieciocho. Pero no están enfermas en realidad. Sólo son mayores. —¿Cuántas enfermeras hay por la noche? —Sólo la señora Payne. Yo soy su ayudante. —¿Y quién más? ¿Alguien viene a cubrir vuestras noches libres? Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 32-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Bueno, pues… nos turnamos. —¿Y entonces te quedas sola durante toda la noche? —preguntó cuando estaban a punto de llegar a su calle—. ¿Tú tienes que bañar y dar de cenar a todas las pacientes? —Sí, profesor. ¿Por qué está tan interesado? —Franny, trabajas demasiado. Necesitas dormir más horas y hacer algo de ejercicio. Estás empezando a parecer un pequeño espantapájaros. Se había alegrado de verlo, pero al oír aquello se sentó muy erguida en el asiento y lo miró indignada. —¿Qué? Estaba empezando a pensar que era usted una buena persona, pero ahora veo que no lo es —dijo, intentando salir del coche—. Le estoy muy agradecida por todo lo que ha hecho por mi tía, pero le aseguro que puedo cuidarla perfectamente sin sus consejos. Gracias por traerme —añadió, saliendo del coche por fin. —Te he hecho enfadar. Lo siento —dijo él, saliendo tras ella—. Olvida lo que he dicho y escúcheme como médico. Empieza a pensar en buscar un trabajo fuera de Londres, donde tu tía pueda estar cómoda y tú puedas trabajar en un sitio agradable y conocer gente y disfrutar de las cosas. La vida que llevas ahora no es más que esclavitud. Adiós, Franny, piénsalo. Ella no replicó. Le hubiera gustado decirle lo horrible que era el trabajo y lo cansada que estaba pero murmuró algo, sin mirarlo, y entró en su casa, cerrando la puerta tras ella. Le había costado hacerlo, porque lo que de verdad deseaba era apoyar la cabeza en su pecho y llorar hasta quedarse sin lágrimas, pero se las tuvo que tragar y empezó a hacer las tareas diarias: el té para su tía, el desayuno, arreglar el salón, limpiar la cocina, ir pensando en el almuerzo, la compra… otro día en la sucesión de días infinitos hacia el futuro. Durante los siguientes días, pensó mucho en el futuro. Marcharse de Londres en aquel momento sería demasiado complicado, pero podrían intentarlo. Los alquileres eran más baratos y necesitaban un cambio de vida. El profesor tenía razón. Pasaron un par de semanas y Franny cada vez estaba más convencida de que la mejor solución para todos era encontrar un trabajo y una casa fuera de Londres y, aunque aún no le había dicho nada a su tía ni a su hermano, se puso a buscarlos con decisión. Escribió a tres ofertas de empleo en Kent, Sussex y Surrey y esperó impaciente la respuesta. Seguía trabajando y cuidando de todo por el momento, pero cada día dormía menos y se daba cuenta, angustiada, de que su tía necesitaba más cuidados de los que estaba recibiendo. —No te quejes y plántale cara a los problemas —se dijo a sí misma. Un par de días más tarde, su tía abordó el tema que Franny había estado intentando evitar. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 33-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Esto no puede seguir así, Franny —dijo la anciana débilmente—. Trabajas demasiado y vas a enfermar. He estado pensando que debería ir a una residencia… —Ni lo pienses —interrumpió Franny—. Yo me encuentro perfectamente y tú te estás recuperando. —Hay que hacer algo —insistió su tía—. No quiero… —fue interrumpida por un golpe en la puerta y Franny fue a abrir, alegrándose de no seguir con aquella conversación. Cuando lo hizo, no dio crédito a lo que veía. Eran su tío William y su esposa, Editha. —No te quedes ahí, invítame a entrar —dijo el hombre, ceñudo. El tío William era un hombre que caía mal a todo el mundo, excepto, posiblemente, a su esposa. Su madre le había contado que, incluso desde niño, le hacía la vida imposible a todo el mundo. Nunca le había perdonado a sus hermanas que se casaran contra sus deseos y no había querido saber nada de ellas desde entonces. —Qué sorpresa, tío William —dijo, intentando disimular su disgusto. Su tía se quedo atónita al verlos entrar en el salón. —Tía, han venido a verte tío William y tía Editha —dijo Franny, colocando unas sillas e intentando ignorar las miradas de desprecio que su tía Editha lanzaba alrededor—. Finn está en la universidad. Llegará más tarde. —¿Qué te pasa, estás enferma? —le preguntó su tío. —Estoy muy bien, gracias. Por si te interesa, te diré que es tía Emma quien acaba de ser operada del corazón y se está recuperando —contestó Franny con desdén—. ¿Por qué has venido, después de tantos años? —Menudo hermano has sido para mí —dijo su tía—. Y menudo tío para Franny y Finn después de la muerte de sus padres —añadió, furiosa. —Por eso estamos aquí —dijo el tío William—. Para arreglar las cosas —añadió, intentando suavizar el tono. Después, hizo una breve pausa—. Editha y yo hemos venido a ofreceros un hogar decente. —Éste es mi hogar, muchas gracias —replicó la tía Emma. —¿Quieres que vayamos a vivir con vosotros en Dorset? —preguntó Franny. —Por supuesto. Tendrías todas las atenciones que necesitaras, Emma y estoy segura de que los chicos estarían encantados. —Estoy segura de que lo estás ofreciendo de corazón, tío William, pero es un poco tarde. Nosotros nos hemos acostumbrado a vivir aquí —dijo, mirando a su tía, que aprobó lo que decía con un gesto. No era muy amable por su parte, pero su tío William nunca había sido amable con ellos. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 34-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Tenéis que pensarlo —dijo su tío cuando se levantaban para irse—. No podéis seguir viviendo en estas condiciones y yo estoy dispuesto a ser generoso con vosotros. Con ese pomposo discurso salió, seguido de su mujer, hacia un antiguo coche con chófer. Franny esperó hasta que el coche arrancó y después volvió con su tía. —¿Qué le ha pasado a tu tío? Después de tantos años, venir a ofrecernos su casa. ¿Tú qué crees, Franny? ¿Debemos aceptar su ofrecimiento? —No lo sé, tía. ¿Tú quieres ir? —No, cariño, la verdad es que no. Cuatro días más tarde, cuando volvía a casa, Franny resbaló en la calle y se hizo un esguince en el tobillo. El lechero, que pasaba por allí con su camioneta lo vio y la llevó al hospital. El médico que la atendió le diagnosticó un simple esguince, pero le dijo que no podría apoyar el pie durante, al menos, una semana y que tendría que tener cuidado a partir de entonces. Era la pesadilla que Franny había estado temiendo. Incluso tomando analgésicos, el dolor era muy fuerte y no podía caminar. Finn era un gran apoyo cuando estaba en casa, pero a pesar de los esfuerzos de Franny, su tía insistía en hacer cosas que no debería hacer en su estado. Fue un alivio, unos días más tarde, cuando el médico le dijo que podía empezar a apoyar el pie. Había llamado por teléfono a la residencia para decir que no podría ir a trabajar durante un par de semanas pero, dos días más tarde, recibió una carta de la señora Kemp diciendo que no podía conservar su puesto de trabajo. Adjunto a la carta, estaba su salario de una semana. —Bueno —dijo Franny—. Las cosas ya no pueden estar peor. Parecía que, de nuevo, estaba equivocada. Acababa de dejar la carta sobre la mesa de la cocina cuando alguien llamó a la puerta. Era el tío William. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 35-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 5 El profesor, inmerso en su trabajo, se dio cuenta de que no podía apartar de su mente la pálida cara de Franny. Debía volver a verla, se decía a sí mismo, para convencerse de que no significaba nada para él. Su carácter, de natural adusto, se había vuelto irritable y hasta el discreto Crisp le había preguntado si no estaría trabajando demasiado. —¿No debería tomarse unos días libres, señor? —le había sugerido. —No sé, Crisp. Estoy dándole vueltas a la cabeza sobre algo… Tuvo que interrumpir sus pensamientos porque recibió una llamada urgente de Bruselas, donde un famoso político había sufrido un ataque al corazón y necesitaban sus consejos y su experiencia. Estuvo allí durante una semana y después volvió a Londres. Le hubiera gustado ver a Franny, pero no sabía qué podría decirle, así que se enfrascó en su trabajo e intentó no volver a pensar en ella. En la casa de Franny estaban ocurriendo muchas cosas. El tío William había decidido encargarse de toda la familia y ella estaba demasiado cansada para negarse. Su tía se sentía aliviada y, en su ingenuidad, pensaba que sus problemas habían terminado. Y por una vez, estaba completamente decidida. —Tú no puedes trabajar, ni cuidar de mí, Franny. Sabes perfectamente que, si sigues apoyando peso en el pie, ese esguince no se curará nunca. Sé que no te gusta tu tío y a mí tampoco, pero es de la familia y nos ha ofrecido un hogar. No tiene por qué ser para siempre. —No puedo abandonar a Finn. ¿Dónde irá si nos vamos de esta casa? Para su sorpresa, Finn opinaba igual que su tía. —Sé que a todos nos disgusta tío William, pero no podemos seguir así, Franny. Incluso si yo dejara los estudios y buscara un trabajo, no podríamos sobrevivir y tú no puedes seguir trabajando y cuidando de tía Emma al mismo tiempo —dijo, mirándola con cariño. —Pero, ¿tú que vas a hacer? —Tengo dos compañeros que han alquilado un piso y están buscando un tercero para compartir. No es mucho dinero y podré pagarlo si trabajo unas cuantas horas al día en cualquier sitio. —De eso nada —dijo la tía con firmeza—. Venderé los muebles y te daré el dinero… como préstamo —añadió cuando vio que su sobrino iba a protestar—. Será suficiente durante unos cuantos meses y después, puedes solicitar una beca. Así que, a pesar de los deseos de Franny, tuvo que claudicar. Su tía creía que tío William había cambiado y que las cosas iban a ser diferentes, pero ella no estaba tan segura. No le gustaba su tío y no confiaba en él. Su tía había hablado con la empresa de su difunto marido para decirles que abandonaban la casa y se mudarían a Dorset la semana siguiente. Las pequeñas Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 36-81 Betty Neels – Una chica afortunada facturas mensuales habían sido pagadas y Finn se fue a vivir al apartamento con el dinero de los muebles. Las cosas iban a toda velocidad. —No necesitaremos mucho dinero —había dicho su tía alegremente—. Yo tengo mi pensión y estoy segura de que William te dará dinero para tus gastos —le dijo a Franny. Franny no dijo nada. Ya era suficientemente humillante tener que vivir de su caridad como para aceptar dinero de aquel hombre por el que no sentía más que antipatía. —Escribiré al hospital para decirles que nos mudamos —le dijo a su tío—. Pero tienes que entender que habrá que venir a Londres cada vez que tenga una cita. —Dame el nombre del hospital y de ese médico y yo me encargaré de informarles. No te preocupes, yo lo arreglaré todo. Hablaré con mi médico para que pida el historial al hospital y así sabrá qué hay que hacer en caso de que tu tía sufra una recaída. Franny, sorprendida por su preocupación, le dio los datos. Deseaba en aquel momento, como había deseado secretamente cada noche, volver a ver al profesor. El deseo era tan fuerte que fue a la cabina de teléfono y llamó al hospital, pero cuando preguntó por él, le dijeron que estaba en Bélgica. —¿Es sobre alguno de sus pacientes? —le preguntaron. —Sí, pero no es urgente. Gracias —dijo, antes de colgar y volver a casa. Quizá había sido lo mejor porque no sabía qué podía haberle dicho. A él le daría igual dónde viviera su tía porque no era más que una paciente. Sabía que tenía una casa y alguien que cuidaba de ella y eso era todo. Quizá alguien le diría que se habían cambiado de casa… Y entonces, ¿qué? ¿Realmente pensaba que él haría algo? Claro que no. El tío William vivía a unos kilómetros de Wimborne, en Dorset y, aunque Franny nunca había estado allí, sabía algo sobre el lugar porque su madre se lo había descrito muchas veces. Después de casarse con su padre no había podido volver porque su tío William, que había heredado el título y la casa, había dejado claro que sus hermanas ya no eran bienvenidas allí. Mientras hacía la maleta, Franny se preguntaba si su tío William habría cambiado de verdad o sería sólo una fachada. Se despidieron de Finn en la puerta de la casa que no volverían a ver y el chófer de su tío, sin decir una palabra, arrancó a toda prisa. Su tía estaba emocionada y Franny tuvo que persuadirla para que se reclinara en el asiento y cerrara los ojos. Seguía teniendo un aspecto muy frágil y estaba preocupada por ella, pero quizá en Dorset se recuperaría del todo. En fin, pensaba, su vida iba a cambiar y esperaba que fuera para mejor. La casa de tío William era una casa grande y antigua, al borde de Brinsleigh. Cuando el coche llegaba a la entrada, su tía dijo: Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 37-81 Betty Neels – Una chica afortunada —No pensaba que volvería a ver la casa de mis padres. Estoy tan feliz de que vengamos a vivir aquí, Franny —suspiró—. Tengo muchos recuerdos felices. Y algunos no tan felices, pensaba Franny sin decirlo. Cuando salieron del coche, el chófer tomó sus maletas y una mujer las acompañó dentro de la casa. —Soy la señora Beck, el ama de llaves —dijo con fría amabilidad—. Las acompañaré a sus habitaciones. Si su tía había esperado una cálida bienvenida, se debió llevar una desilusión. —¿Lady Meredith no está en casa? —preguntó con dignidad. —Llegará a la hora del almuerzo. Franny, subiendo lentamente las escaleras con un brazo alrededor de su tía, miró a la señora Becky se dio cuenta de que no deberían haber aceptado ir a vivir con su tío. Pero eso era algo que debía guardar para sí misma por el momento. Sus habitaciones estaban en el primer piso y tenían un baño compartido. La habitación de su tía era acogedora; tenía una mecedora frente a la chimenea y una estantería con libros al lado de la cama. Su propia habitación estaba amueblada con sencillez y, en lugar de chimenea, tenía un radiador en la pared, una cama pequeña y una mesita. Era limpia, pero fría, como la habitación de un hotel. La señora Beck las dejó solas y el chófer entró con sus maletas. —¿Puede pedir que le suban un café a mi tía, por favor? —preguntó Franny. El chófer la miró sorprendido, murmuró algo y desapareció. —Estás muy cansada tía, deberías tumbarte un rato —dijo, empezando a abrir las maletas. Estaba colocando las fotografías de su tía por la habitación cuando una joven criada entró con una bandeja. Franny le preguntó su nombre. —Jenny, señorita. También está Rose y el señor Cox, el mayordomo. Cuando se marchó, Franny preguntó a su tía: —¿La casa ha cambiado mucho, tía Emma? A mí me parece exactamente igual a como la describía mamá. —Los muebles son diferentes —contestó su tía, mirando alrededor—. Nuestras habitaciones estaban en la parte delantera de la casa y teníamos unos preciosos muebles antiguos. Esta habitación, si no recuerdo mal —añadió con una sonrisa triste—, era la de nuestra niñera. —Bueno, supongo que tienen cerradas algunas de las habitaciones —dijo Franny—. Debe costar mucho dinero mantener una casa como ésta. —Cuando murieron nuestros padres, tu tío heredó una gran cantidad de dinero, además de esta casa y del título. Franny pensó que deberían cambiar de tema y se acercó a la ventana. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 38-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Sería una buena idea salir a dar un paseo después de comer —dijo, mirando el jardín—. No sé por qué tía Editha no te ha dado una habitación en el piso de abajo. En ese momento oyeron un gong, que indicaba que era la hora del almuerzo y bajaron la escalera. En el vestíbulo las esperaba Cox, preparado para llevarlas al comedor. Aquello molestó a tía Emma que dijo, irritada: —No somos invitadas. Yo he nacido y me he criado aquí, así que no tiene que decirme cómo ir a ningún lado. —Perdonad que no me levante, —dijo su tía Editha cuando entraron en el comedor— pero estoy agotada después de una reunión con el consejo de la parroquia. Espero que hayáis tenido un buen viaje. ¿Os han gustado las habitaciones? Las estaba tratando como si fueran una visita y no alguien de la familia, pensaba Franny mientras ayudaba a su tía a sentarse a la mesa. —Hemos tenido un buen viaje, tía Editha, pero ¿no sería posible que tía Emma ocupara una habitación en el piso de abajo? Se cansa mucho bajando y subiendo escaleras. —Si no te gusta tu habitación, sólo tienes que decirlo —contestó su tía Editha, mirando a Emma—. En fin, cuando llegue el buen tiempo consideraremos tu petición. Queremos que te encuentres aquí lo mejor posible. Franny no creyó una sola palabra, pero no dijo nada. Había sido un error decir aquello nada más llegar. —¿Dónde está tío William? —Ha tenido que ir a Wimborne, pero volverá para la cena. Después de comer, Franny volvió a acompañar a su tía a la habitación y la ayudó a meterse en la cama. Colocó su ropa en el armario y después hizo lo mismo en su habitación. Más tarde, se puso la gabardina y salió a dar un paseo, aunque seguía cojeando. Tenía muchas cosas en qué pensar. La recepción había sido más bien fría y su tía Editha había dejado claro que no era demasiado feliz de tenerlas allí. Ni siquiera los criados parecían simpáticos y se preguntaba qué clase de bienvenida recibirían de su tío William aquella noche. —Ojalá no hubiéramos venido —dijo en voz alta—. Pero ¿qué otra cosa podíamos hacer? Su tía necesitaba atenciones y cuidados y ella no tenía ni trabajo ni dinero. Su tío William había llegado en un momento en el que había sido imposible rechazar su generoso ofrecimiento. La bienvenida de su tío fue un discurso en el que repitió varias veces que debían estar agradecidas a su generosidad, que podían considerar aquella como su casa para siempre y que su tía Emma recibiría todos los cuidados que necesitara. —Y en cuanto a ti, Francesca, —dijo con aquel tono suyo tan apabullante— estoy seguro de que podremos encontrar algo para mantenerte ocupada. He hablado Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 39-81 Betty Neels – Una chica afortunada con el rector de la parroquia y me ha dicho que necesitan ayuda para las clases de catecismo. Mientras cenaban, apenas abrieron la boca porque era el tío William el que llevaba toda la conversación. Hablaba sobre su casa, sobre los arreglos que había que hacer y no escuchaba a nadie. —¡Unos gastos enormes! Pero debo mantener esta casa a toda costa. Había recortado todo lo posible para poder hacer la reforma, —dijo con tristeza— pero ahora, tengo unos gastos extra… —Nosotros no te hemos pedido nada —empezó a decir Franny—. Es muy amable de tu parte habernos ofrecido tu casa, tío, pero en cuanto pueda volver a trabajar, tía Emma y yo te libraremos de la carga que representamos. El tío William se puso rojo de ira. —Francesca, supongo que esa mala educación es el resultado de las malas compañías. —No quiero ser grosera, tío, sólo estoy diciendo la verdad. Supongo que tía Editha y tú os alegraréis de saber que no tendréis que cargar con nosotras durante toda la vida. —Estoy sorprendido, Francesca. Tu ingratitud… —No soy una desagradecida, tío. Aunque tampoco entiendo por qué no quisiste ayudamos cuando nuestros padres murieron. —Estoy atónito… —murmuró su tío. —Como lo estuvimos nosotros entonces —dijo Franny—. Pero la verdad, tío, es que trataste muy mal a mis padres —añadió. Después, hizo una pausa al ver la cara de preocupación de su tía Emma—. Perdona, pero tenía que decírtelo. Su tío William permaneció en silencio desde entonces y fue su tía Editha quien intentó mantener la conversación con tía Emma, ignorando a Franny. —El desayuno se sirve a las ocho y media —dijo su tía Editha después de cenar. Una vez en la habitación, Franny ayudó a su tía a acostarse y después se sentó a escribir una carta a su hermano. Quería que fuera una carta alegre y tardó algún tiempo en hacerlo porque no quería preocuparlo contándole que las estaban tratando como a las parientes pobres de una novela victoriana. Se dio un baño para relajarse, pero los pensamientos que rondaban su cabeza no hacían más que entristecerla, así que se puso a pensar en el profesor. ¿Dónde estaría?, se preguntaba. Si volvieran a verse, quizá él ni siquiera la recordaría. Se despertó en medio de la noche al oír un ruido Había dejado las puertas del baño abiertas para poder oír a su tía en caso de que se encontrara mal y, al levantarse, se hizo daño en el pie. Su tía estaba llorando. Franny encendió la luz y se sentó al borde de la cama. —Estás cansada, tía Emma —dijo bajito—. Por la mañana verás las cosas de otra manera. No te preocupes, es que al principio las cosas son más difíciles, pero ya verás Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 40-81 Betty Neels – Una chica afortunada como nos acostumbramos. Después de todo, hace tanto tiempo que no vemos a tío William y a tía Editha que es como si no los conociéramos. —No sé si confío en tu tío, Franny. Nunca nos ha querido y me preocupa que haya insistido tanto en traernos aquí —dijo la anciana, preocupada. Tenía razones para estar preocupada. Su hermano siempre había querido vengarse de ellas por haber decidido hacer con su vida lo que querían y estaba segura de que lo que quería era vengarse. Franny empezó a hablar sobre las cosas que podían hacer allí para tranquilizarla; podrían pasear juntas por el pueblo, hacer las compras y plantar flores en el jardín. —Sí, cariño, todo eso está muy bien, pero ¿y tú? Tienes que conocer gente de tu edad y llevar tu propia vida. No puedes pasarte la vida rodeada de ancianos. —Estoy segura de que el tío William encontrará algo para mí —dijo Franny, besando a su tía en la mejilla—. Ahora duérmete y no te preocupes más. Todo saldrá bien. Pero no iba a ser así. Franny tardó un par de días en darse cuenta de que realmente iban a tratarlas como a molestas parientes pobres. —Lo mejor será que tu tía descanse todo lo que pueda —dijo su tío William—. Puede bajar al salón a la hora de las comidas, pero sugiero que durante el resto del día se quede en su habitación. —Tía Emma necesita hacer un poco de ejercicio —protestó Franny—. Si pudieras hacer que ocupara una de las habitaciones del piso de abajo, podría salir al jardín sin tener que molestar a nadie. Además, ¿te importaría decirle a tu médico que viniera a visitarla? —No creo que sea necesario. —Entonces tendré que ir yo a buscarlo. —Desde luego que no. Yo me encargaré de ello. Está claro que no tienes nada mejor que hacer que encontrar faltas en todo lo que hago. Veo que, lamentablemente, te pareces más a tu padre que a tu madre. —¿Cómo te atreves a hablar mal de mi padre? ¡Él era mejor persona que tú mil veces! Su tío había salido de la habitación después de aquello y, a la hora del almuerzo seguía enfadado. Franny sabía que no la perdonaría tan fácilmente. Dos días más tarde, Rose, la criada se fue de vacaciones y la tía Editha sugirió que Franny podía ayudar a hacer alguna de las tareas de la casa. —Estoy segura de que te alegrará tener algo que hacer —dijo su tía—. Sólo algunas cosas pequeñas, como colocar las flores, poner la mesa o hacer los recados. Pero no se quedó sólo en eso. Colocaba las flores, hacía los recados, pero también abría la puerta cuando Cox no podía hacerlo, hacía las camas cuando Jenny Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 41-81 Betty Neels – Una chica afortunada tenía trabajo en la cocina, ponía la lavadora, colgaba la ropa y, como parecía que nadie más podía hacerlo, también se encargaba de la plancha. —¿Cuándo va a volver Rose? —preguntó a su tía, mientras retiraba los platos del desayuno una mañana. —He recibido una carta ayer. Dice que su madre no se encuentra bien y que no podrá volver durante algún tiempo. Afortunadamente, tú estás aquí, así que no tengo que contratar a otra persona hasta que vuelva. —Soy tu sobrina, tía Editha, no tu criada. —Debo recordarte, Francesca, que tú y tu tía estáis aquí gracias a la generosidad de tu tío. Si no estás satisfecha, puedes marcharte cuando quieras y llevarte contigo a tu tía. —¿Lo dices en serio? —Desde luego. Pero no tenían dónde ir y casi nada de dinero. Ni casa, ni muebles, ni amigos. Era el mes de febrero y hacía mucho frío. Si hubiera estado sola, hubiera hecho las maletas inmediatamente, pero su tía necesitaba calor, comida y cuidados y no tenía más remedio que quedarse. Tendrían que ir a Londres para el chequeo a la semana siguiente y entonces le explicaría al profesor lo que estaba ocurriendo y le pediría que buscara una cama para ella en un hospital. Eso la dejaría libre para buscar un trabajo y un sitio donde vivir y, en cuanto pudiera, volverían a hacer su vida normal. Era un plan que no sabía si podría llevar a cabo, pero era lo único que tenía por el momento. Al día siguiente, se sentó con su tía en la habitación después de comer y se lo explicó. —La semana que viene tienes que ir a revisión y espero que el tío William nos preste el coche. ¿Te han pagado la pensión? —William se encargó de todo. Me dijo que firmara un papel dándole poderes. —¿Y lo firmaste? —Claro, querida. Ya sabes cómo es tu tío. Me dijo algo de que iba a abrir una cuenta… —Qué buena idea —dijo Franny rápidamente cuando vio la expresión preocupada de su tía—. En fin, tengo que irme, es casi la hora del té. —No te veo mucho —dijo su tía—. Espero que estés saliendo y conociendo gente de tu edad. —Cuando mejore el tiempo, saldremos al jardín —prometió Franny—. La criada ha tenido que quedarse con su madre durante unos días, así que yo hago algunas de las tareas de la casa. Pero enseguida volveré para tomar el té contigo. —Tu tío William está intentando ser generoso, pero no pienso pasar el resto de mi vida metida en esta habitación y creo que se están aprovechando un poco de ti, Franny. Si pudiera hablar con William o con Editha, pero los veo tan poco y, cuando Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 42-81 Betty Neels – Una chica afortunada lo hago, apenas puedo hablar. Claro que Editha lleva una vida tan ocupada, con sus reuniones y la iglesia… Franny le dio la razón. Sabía que su tía no podía pensar mal de nadie y no quiso contradecirla. Mientras hacía el té para las señoras que habían ido a jugar al bridge con su tía Editha, Franny pensaba en el profesor, el único pensamiento que la hacía feliz. El profesor estaba en su consulta, comprobando la lista de pacientes de la semana. Al comprobar los nombres, vio el de Emma Blake y recordó a Franny. —Veo que la señora Blake está citada para la semana que viene, pero no encuentro su informe. —¿No se lo han dicho? —preguntó su enfermera, sorprendida—. Alguien nos llamó para decir que se iban a vivir fuera de Londres y que la atendería otro médico. Dijo que era un familiar y que nos enviaría su dirección y el nombre del otro médico, pero no hemos recibido nada. —¿No tiene ni idea de dónde puede estar la señora Blake? —Ni idea, señor. El profesor tomó el teléfono y pidió el número de la residencia de Pimplico en información. Cuando llamó, le dijeron que la señorita Bowen ya no trabajaba allí. El profesor colgó el auricular, le deseó buenas tardes a la enfermera y salió de la clínica con dirección a la calle Fish. La casa estaba vacía y no había nadie en las casas vecinas a quien pudiera preguntar, así que volvió a su coche. Finn estaba en su habitación estudiando. Sus dos compañeros de piso estaban preparándose para salir a cenar, pero él tenía que terminar un trabajo y, además, no podía gastar dinero en ese tipo de cosas. Se llevaba bien con los otros chicos y no se sorprendió cuando Josh llamó a la puerta de su cuarto, sin duda para intentar convencerlo de nuevo de que saliera con ellos. bien. —Vete, Josh. Tengo que terminar esto antes de irme a la cama. Que lo paséis Cuando se abrió la puerta, el profesor entró en su habitación y Finn se levantó, sorprendido. —Profesor. ¿Cómo ha sabido dónde estaba? —He hecho algunas llamadas —sonrió el profesor—, ¿Dónde están tu tía y tu hermana? —Es una larga historia —contestó Finn, apartando unos libros de la silla. —Tengo toda la tarde —contestó él, sentándose—. Cuéntamelo todo. Estoy un poco preocupado por tu tía. —Pero el tío William dijo… —Empieza desde el principio —le interrumpió el profesor. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 43-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Bueno, pues todo empezó cuando Franny se hizo un esguince en el tobillo… Empezó a hablar y el profesor no lo interrumpió hasta que terminó el relato. —¿Tú crees que se encuentran bien con tu tío? —No. Yo creo que no. Franny me escribe una vez a la semana, pero las cartas no dicen nada. Parece que las escribe como si alguien estuviera vigilándola. —Creo que hay que hacer algo al respecto —dijo el profesor, levantándose de la silla—. Cenaremos en mi casa y pensaremos en algo. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 44-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 6 Franny estaba preocupada. No había llegado ninguna carta del hospital, recordando la cita de su tía y cuando le preguntó a su tío William si podría llamar al hospital, la contestó que lo haría él mismo. —¿Y el médico que iba a venir a ver a tía Emma? —insistió Franny—. No se encuentra bien. —Estás exagerando las cosas, Francesca. He hablado con mi médico y le he contado lo de la operación, así que él llamará si lo cree necesario. —Pero es que es necesario. Es muy importante que esté bajo control médico durante unos meses. ¿No le diste la carta de nuestro médico con los informes? El tío William bajó el periódico y la miró con frialdad. —Creo que tu falta de confianza en mí es imperdonable. Deja de inmiscuirte en todo y ve a ayudar a tu tía. —No me estoy inmiscuyendo en nada —insistió Franny—. Y ya estoy ayudando no sólo a mi tía, sino a los criados. Dime, tío, ¿esperas que siga haciendo el papel de criada en esta casa, sin cobrar un céntimo? —Sí, Francesca —contestó él con sequedad—. Espero que lo sigas haciendo a cambio del cuidado que tu tía recibe aquí. ¿Qué creías, que serías tratada como si fueras mi hija? ¿Quieres ropa, dinero, vida social? —rió con maldad—. Será tu tía quien sufra si te niegas a hacerlo. En aquel momento lo comprendió todo. Cuando fue al pueblo para hacer la compra, usó el poco dinero que tenía para llamar a Finn, pero nadie contestó. Llamó al hospital, pero tuvo que quedarse esperando hasta que la pusieron con el departamento que había pedido y siguió esperando hasta que alguien tomó el teléfono y le preguntó qué deseaba. Pero en ese momento, la llamada se cortó. No tenía más dinero. pelo. Mientras volvía a casa de su tío, ni siquiera notaba la lluvia que empapaba su Su tío William había dejado claro lo que esperaba a cambio de tener a su tía en casa: tendría que trabajar como criada y hacer lo que su tío dijera por el momento, pero escribiría al hospital y haría todo lo posible para descubrir por qué su tía no había recibido una carta recordándole su cita en la consulta del doctor Van der Kettener. A la mañana siguiente se levantó pronto porque su tía le había dicho que la señora Beck iba a tomarse unos días libres. —Estoy segura de que no te importará preparar los desayunos, Francesca. A las ocho y media. Cuando llegó a la cocina. Cox ya estaba allí, gruñéndole a Jenny mientras se preparaba unas tostadas. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 45-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Este lugar es un lío desde que ustedes llegaron, señorita —dijo mientras la observaba preparar los huevos con jamón—. Al señor le gustan los huevos muy hechos, no creo que quiera comerse… —Pues entonces que se los haga él mismo —interrumpió Franny—. Yo desayunaré aquí para ganar tiempo. Envió a Jenny con la bandeja para su tía, preparó el resto de los desayunos y se sentó a tomar unas tostadas. Si pudiera salir de la casa durante una hora podría ir al pueblo y enterarse de dónde vivía el médico, pensaba. El mayordomo entró en la cocina con aire de triunfo y la bandeja del desayuno en la mano. —El señor dice que esto no es un desayuno y quiere verla en el comedor. Franny terminó su té y, con el mandil de la señora Beck y el pelo sujeto en un moño en lo alto de la cabeza, se dirigía al comedor cuando sonó el timbre. Probablemente sería el cartero, pensaba mientras abría la puerta. Pero quien entró en la casa fue el profesor, seguido de Finn. Franny se quedó mirándolos, atónita. Aquello tenía que ser un milagro. —Hola, Franny —dijo su hermano. Al verla con aquel aspecto desaliñado, el profesor sintió una punzada en el corazón. tía. —No sabe cuánto me alegro de verlo, profesor. Estoy muy preocupada por mi —¿Por qué lleva ese mandil? —La cocinera está de vacaciones. —Pareces una criada —dijo Finn, indignado. —Porque lo soy. Si no ayudo en la casa, tía Emma pagaría las consecuencias. —Me gustaría hablar con su tío. ¿Cómo se llama? —Sir William Meredith. Está en el comedor, desayunando. —Entonces vamos a quitarle el apetito —dijo el profesor, con tal rabia que Franny dio un paso atrás. Estaban cruzando el vestíbulo cuando se abrieron las puertas del comedor y su tío William salió al pasillo. —¿Quién ha llamado? —gritó—. Francesca, ven aquí —dijo, antes de ver al profesor y a Finn—. ¿Qué hace aquí tu hermano? No pensará vivir también a mi costa. —No te preocupes por eso —dijo Finn—. Tío William, te presento al profesor Marc Van der Kettener. El tío William abrió la boca para hablar, pero el profesor no le dio oportunidad. —Yo seré quien hable, sir William. Tengo entendido que ha ocultado información sobre uno de mis pacientes. La señora Blake está bajo mi cuidado y tiene Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 46-81 Betty Neels – Una chica afortunada que ser atendida por mí o en el hospital en el que fue operada. Parece que usted llamó al hospital y dijo que informaría sobre su nueva dirección, pero no lo ha hecho —dijo con dureza, volviéndose hacia Franny—. Y, en lo que se refiere a su sobrina, por su aspecto, yo diría que la está usando como criada. Así que he decidido llevarme a las dos conmigo. —No puede hacer eso —dijo el tío William. —¿No? ¿Ha hablado con su médico sobre la señora Blake? ¿Ha intentado llamar al hospital? —No había necesidad. Mi hermana se encuentra perfectamente… —Eso es mentira —interrumpió Franny—. Te he pedido un montón de veces que llamaras a tu médico y que me dejaras llamar al hospital y no lo has hecho. Eres un monstruo. —Ve por tu tía, Franny. Haz las maletas y… arréglate un poco —dijo. Después se volvió hacia sir William que estaba rojo de ira—. Si le parece, podemos hablar en algún sitio. Este es un asunto muy serio. —Llévese a mi hermana si quiere, pero Francesca tiene que quedarse aquí. Es mi sobrina y no tiene ningún derecho a llevársela. —Me temo que sí. Vamos a casarnos. Franny, que estaba subiendo las escaleras, estuvo a punto de lanzar una exclamación al oír aquello. —No digas nada. Deja que lo arregle el profesor —susurró Finn, empujándola suavemente escaleras arriba. —No lo ha dicho en serio, ¿verdad? —preguntó ella, antes de entrar en la habitación de su tía. —No lo sé. Es la primera noticia que tengo. Cuando entraron en su habitación, la pobre anciana se emocionó hasta las lágrimas al ver a su sobrino y estuvo completamente de acuerdo en marcharse de allí inmediatamente. Franny hizo su maleta y después fue a su habitación para guardar sus cosas. Se arregló el pelo en el cuarto de baño y, tomando su abrigo, volvió a la habitación de su tía. El profesor y su tía Editha también estaban allí. —¿Preparada? —preguntó él, sonriente—. Finn, lleva las maletas. Yo llevaré a la señora Blake hasta el coche. Supongo que querrás despedirte de tus tíos, Franny. —Sí —dijo Franny—. Quiero decirles que no deseo volver a verlos nunca más. —Eres una desagradecida —dijo su tía Editha—. Después de lo que hemos hecho por vosotros… Me alegro de que os vayáis, no sois más que una molestia. —Estupendo —replicó Franny, saliendo detrás de Finn. Cuando salieron de la casa, Franny se sentía casi alegre, a pesar de las circunstancias. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 47-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Sube al asiento delantero —dijo el profesor—. Finn irá detrás con tu tía. Quiero que me cuentes lo que ha pasado. Si lo hubiera dicho con un tono más dulce o se hubiera vuelto a mirarla, Franny se habría puesto a llorar y hubiera dejado que toda la infelicidad que sentía y que había intentado disimular saliera a la superficie. Pero su voz sonaba fría y distante y ella le contó lo que había ocurrido con el mismo tono que él había empleado y sin mirarlo. Cuando terminó su relato, le dio las gracias amable, pero fríamente. —Nunca podremos pagarle por lo que ha hecho —le dijo—. Pero se lo agradecemos de corazón. —Iremos directamente al hospital para que le hagan una revisión completa a la señora Blake y después iremos a mi casa. Cuando estaban llegando al hospital, el profesor llamó por teléfono para que tuvieran preparada una camilla que, por supuesto, estaba frente a la puerta antes de que ellos llegaran al hospital. Franny esperó con Finn en el vestíbulo mientras ingresaban a su tía. —Finn, llama a un taxi y dile que os lleve a la calle Wimpole —dijo el profesor—. Crisp os está esperando y yo iré en cuanto pueda —añadió, poniendo en la mano de Finn unos billetes. —¿Dónde vamos? —preguntó Franny en el taxi—. ¿Y quién es Crisp? —Es el mayordomo del profesor y su hombre de confianza. Anoche estuve cenando en su casa y le conté lo que estaba pasando. Lo habéis pasado muy mal, ¿verdad? —Sí, pero ya ha terminado —contestó ella, mirando por la ventanilla. El resto del camino lo hicieron en silencio, preocupados los dos por el estado de su tía—. ¿Ya hemos llegado? Crisp los recibió en la puerta, con amabilidad. —Señorita Bowen, ¿quiere refrescarse un poco después del viaje? —preguntó el mayordomo. Cuando ella asintió, el hombre la acompañó hasta un elegante cuarto de baño del que salió unos minutos más tarde. Su aspecto no había mejorado mucho, pero incluso Finn se dio cuenta de que tenía mejor cara. El profesor, que llegó media hora más tarde, pensaba lo mismo que Finn, pero no lo dijo. Franny estaba demasiado delgada y demasiado pálida, pero seguía teniendo aquella mirada animosa que lo dejaba admirado. —¿Podemos hablar? —preguntó ella. —Por supuesto. ¿Te importa si comemos primero? Finn y yo estamos muertos de hambre y estoy seguro de que tú también. —Sí, claro —contestó ella, poniéndose colorada—. Siento estar causándole tantas molestias. —Hablaremos durante el almuerzo. —De acuerdo. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 48-81 Betty Neels – Una chica afortunada Crisp había preparado un almuerzo que a Franny le pareció delicioso. —Me gustaría que se quedara en el hospital durante una semana —dijo el profesor mientras comían—. No te preocupes, no se encuentra peor —dijo, cuando vio la mirada asustada de Franny—. Pero necesita ejercicio y buena comida y en el hospital la cuidarán perfectamente. No sé por que tu tío la ha tenido recluida en una habitación, pero ha sido una crueldad. —No puede obligarnos a que volvamos con él, ¿verdad? —preguntó Franny. —No, claro que no —sonrió el profesor. —Tengo que conseguir un trabajo en cuanto sea posible —dijo Franny—. Empezaré a buscarlo mañana por la mañana. —No será necesario. Tu tía vendrá a vivir aquí, Franny. —¿Aquí? ¿Qué quiere decir? —Vivirá aquí con nosotros. —No comprendo. —Te estoy pidiendo que te cases conmigo. —¿Cómo? —preguntó, atónita. —Sí. ¿No oíste lo que le dije a tu tío? —Sí, pero creí que era para que no pusiera pegas a nuestra marcha. —Tu tío comprobará si es verdad o no. Y si se entera de que no lo es, intentará por todos los medios hacer que volváis a Brinsleigh. No puede obligaros, pero sí puede haceros la vida imposible. Y eso hay que evitarlo a toda costa porque sería terrible para tu tía —dijo el profesor, con gran seriedad. Franny, hecha un lío, no sabía qué decir—. Voy a llevar a Finn a su apartamento, pero seguiremos hablando cuando vuelva —añadió, levantándose. Finn también se había levantado. Le gustaba la idea de que el profesor fuera su cuñado y le parecía que era una solución maravillosa para todos sus problemas. —Gracias por el almuerzo, profesor. Franny, llamaré al hospital por la mañana para ver cómo está la tía —dijo el joven—. Hemos tenido mucha suerte, ¿verdad? —Sí —contestó Franny, como ausente. —¿De verdad quiere casarse con mi hermana? —preguntó Finn en el coche. —Sí. Un médico necesita una esposa —contestó el profesor con seriedad, pero con reserva y Finn no volvió a hacer más preguntas. Mientras tanto, Franny, miraba el fuego en la chimenea. Todo aquello de casarse tenía que ser una broma, pensaba. Pero el profesor era un hombre de palabra y no podía creer que jugara con los sentimientos de nadie. —No lo conozco en absoluto —se dijo a sí misma—. Esto es una locura. Había atardecido cuando el profesor volvió a su casa y se sentó en un sillón para tomar el té. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 49-81 Betty Neels – Una chica afortunada Franny lo sirvió con manos temblorosas, temiendo romper alguna de aquellas preciosas tazas de porcelana y sin saber qué decir. —Estoy seguro de que tienes muchas preguntas que hacerme, así que puedes empezar cuando quieras. Dentro de un rato tendré que volver al hospital, pero mi secretaria vendrá a hacerte compañía. Pasará la noche aquí. —¿Por qué? —Soy un poco antiguo, Franny. No quiero que pases la noche bajo mi techo si no hay otra mujer en la casa. —¿Por su reputación? —No. Por la tuya. —Pero usted sigue hablando como si fuéramos a casamos. ¿No lo dirá en serio? —Claro que es en serio. Sé que eres mayor de edad e independiente, pero tu tío podría insistir en que su obligación es ocuparse de vosotras, ya que no tenéis ni casa ni medios económicos. —Si lo hiciera, yo me escaparía. —No habrá necesidad de eso. Una vez que seas mi mujer, no podrá hacer nada. —Pero ¿de verdad quiere casarse conmigo? —Como le he dicho a Finn, un médico necesita una esposa y yo creo que nos llevaremos bien. Aún no nos conocemos, pero lo haremos después de casarnos. Decía todo aquello con gran serenidad y absolutamente seguro de sí mismo, pero sin ninguna emoción. Si aquello era una proposición de matrimonio, pensaba Franny, debía de ser única. —Me gustaría pensarlo —dijo ella por fin—. No estoy segura de ser la esposa adecuada para usted. No tengo medios, no soy guapa y tampoco soy demasiado inteligente —dijo, con franqueza. —Yo creo que eres muy inteligente y, sobre lo de ser guapa, nunca me han gustado las bellezas; te distraen demasiado. Lo cual no era la respuesta que una chica habría esperado del hombre que acababa de pedirla en matrimonio. Aún así, eso era mejor que nada y, como estaba claro que no había sentimientos de por medio, era lo único que podía esperar. —No puedo casarme con usted. Se está olvidando de mi tía… —No la he olvidado. Ya te he dicho antes que tu tía se quedará en mi casa hasta que quiera tener la suya propia. Cuando sea así, conozco a una mujer que podría ser una perfecta ama de llaves. —Ha pensado en todo —dijo. Pero, cuando lo decía, un pensamiento acudió a su mente—. Pero hay una cosa. ¿Qué ocurriría si uno de los dos se enamora? Quiero decir, si uno de los dos se enamora de otra persona. —Entonces, lo mejor sería que advirtiéramos al otro, ¿no te parece? —sonrió el hombre. Después miró su reloj—. Tengo que irme. Cuando vuelva, lo haré con la Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 50-81 Betty Neels – Una chica afortunada señora Willet. Es una persona muy agradable y espero que te caiga bien —añadió, levantándose y dirigiéndose a la puerta—. Volveré alrededor de las ocho. Después, se marchó y Franny se quedó allí sentada, pensando en el futuro que aquel hombre la ofrecía. Sería un marido amable y considerado, de eso estaba segura, siempre que ella no le exigiera nada. Y, como había decidido casarse, ella podría ser tan buena esposa como cualquiera. Era un arreglo de conveniencia; un matrimonio con alguien que no le desagradaba y que, en el futuro, podía convertirse en algo más profundo. Y su tía estaría segura y cuidada… Crisp entró, interrumpiendo sus pensamientos y la acompañó hasta su habitación. Era amplia y luminosa, con dos ventanas que daban a un pequeño jardín y tenía una cama de madera de nogal, dos sillones forrados de cretona rosa y una estantería llena de libros. Era una habitación preciosa, pensaba Franny. —Esa puerta lleva al cuarto de baño —indicó Crisp—. Si necesita ayuda, no dude en llamarme. Franny echó un vistazo al cuarto de baño: azulejos color crema, toallas rosas, una concha llena de jabones, cremas, colonias y todo lo necesario para que una mujer se sintiera cómoda. Debía preguntar al profesor si tenía hermanas o sobrinas… Deshizo su maleta, se arregló un poco la cara y el pelo y volvió al salón. Un poco más tarde, el profesor volvió con la señora Willett, una mujer de mediana edad, agradable y simpática que, después de saludarla, se retiró un momento a su habitación. El profesor había vuelto a ver a su tía, que se encontraba perfectamente en el hospital y eso tranquilizó a Franny. Siguieron charlando sobre cosas diferentes y, cuando la señora Willett volvió al salón, Franny se sentía más cómoda. Después de la cena, el profesor fue a su estudio y ella se sentó con la señora Willett frente a la chimenea. La mujer era tan agradable que Franny se encontró contándole la historia de su familia. —Lo ha debido pasar fatal, querida, pero estoy segura de que, a partir de ahora, le espera un futuro mucho más agradable —dijo la mujer, con simpatía—. El profesor me ha dicho que van a casarse y estoy segura de que será un buen marido. Llevo varios años trabajando para él y le aseguro que es un hombre maravilloso. El profesor volvió al salón después de un rato. —Necesitas descansar, Franny —le dijo—. Crisp te despertará por la mañana y nos veremos en el desayuno. —Espero que duermas bien —dijo ella, tuteándolo por primera vez. Se dio un largo baño y después se metió en la cama. Alguien había dejado un vaso de leche caliente sobre la mesita y se lo bebió, preguntándose por qué le sabía tan rico, sin darse cuenta de que le habían puesto unas gotitas de brandy para asegurarse de que dormía profundamente. Los tres tomaron el desayuno juntos por la mañana y después la señora Willett volvió a su habitación. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 51-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Crisp te llevará al hospital cuando quieras —dijo el profesor—. Sería buena idea que después fueras de compras, ¿no te parece? Sí, ya sé que no tienes dinero — añadió, al ver la cara de sorpresa de Franny—. Yo tengo una cuenta en Harrods, así que puedes ir allí y comprar lo que quieras. Llamaré por teléfono para advertirlos. Tendrás que comprarte un traje de novia, por ejemplo —sonrió el hombre. —Ah, sí claro. Es verdad. ¿Qué más puedo comprar? No quiero que te avergüences de mí —dijo Franny. —Compra todo lo que quieras. No te preocupes por el dinero. —Pero no quiero gastar tu… —Yo creo que, por una vez —la interrumpió él— puedes permitirte algún lujo, ¿no crees, Franny? —Está bien —contestó ella—. Será estupendo comprar ropa sin preocuparse del precio. ¿Vendrá alguien a la boda? —Tu tía y tu hermano, por supuesto. —¿Será una boda religiosa? —Sí. Iré por la licencia hoy mismo. ¿Prefieres algún día en especial? —No. Cuando tú quieras. ¿Sabes una cosa? Sigo sin estar segura de que hagamos bien. Ya sé que esto es un arreglo de conveniencia y que no estamos enamorados, pero la verdad es que no sabemos nada el uno del otro. —Pero sé que te caigo bien y que confías en mí. —Sí. Claro que confío en ti. Lo que estás haciendo por mí y por mi familia es maravilloso. —Entonces, déjamelo todo a mí, Franny —dijo él, inclinándose y dándole un fugaz beso en la mejilla—. Llegaré a casa alrededor de las cinco, pero tendré que salir de nuevo esta noche. Después de decir aquello, dejó discretamente unos billetes sobre la mesa y salió antes de que Franny pudiera darle las gracias. —La llevaré al hospital cuando usted me diga, señorita Bowen —dijo Crisp, entrando en el comedor para recoger los platos del desayuno. La verdad es que era muy agradable que todo el mundo la cuidara de aquella manera. Después de años de ahorrar cada céntimo, de trabajar duro, de no poder ser atendida por nadie, aquello era como estar en el cielo. Y tener carta blanca para ir de compras a Harrods era un sueño. En realidad, todo lo que estaba ocurriendo desde el día anterior, era como un sueño. Le preguntó a Crisp si podría llevarla al hospital en media hora y, cuando el mayordomo asintió, Franny subió a su habitación para arreglarse. Aún era temprano, pero tenía muchas compras que hacer, pensaba alegremente. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 52-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 7 Su tía se había levantado de la cama y tenía muy buen aspecto. —Marc acaba de venir a verme y me ha dicho que vais a casaros y que voy a vivir con vosotros —dijo la anciana, con los ojos llenos de lágrimas—. No podía creerlo, Franny. —Yo tampoco —dijo Franny—. A mí también me ha pillado por sorpresa. Marc me ha dicho que necesito ropa nueva, así que me voy a Harrods —añadió, intentando cambiar de conversación. —¿Serás feliz con Marc, hija? —preguntó, mirándola a los ojos—. Todo es tan repentino. Ni siquiera sabía que estuviera enamorado de ti. Franny se detuvo antes de decir que ella tampoco y se despidió con rapidez. Dejaría que su tía disfrutara de sus sueños románticos. Tomó un taxi hasta Harrods, le dio una buena propina al taxista y entró a través de las elegantes puertas de cristal. Durante un rato, exploró el departamento de moda y después se dirigió hacia una de las vendedoras. —Me llamo Francesca Bowen. El profesor Van der Kettener tiene una cuenta en estos almacenes y me ha dicho que cargue mis compras en ella. ¿Le importa comprobarlo? Sería horrible, pensaba Franny, si Marc hubiera olvidado llamar. Pero debería haber sabido que no se olvidaría. La vendedora volvió, sonriente, y se portó con ella de forma amistosa mientras hacía sus compras. —¿Está buscando un traje en particular o todo un vestuario? —preguntó. —Quiero algo para una boda sencilla, algo que también pueda ponerme después. También necesitaré un sombrero, zapatos, guantes, un bolso y ropa para ponerme a diario. Un vestido de tarde, una gabardina, zapatos, un traje de noche, ropa interior y medias. —¿Y un abrigo? —preguntó la vendedora, mirándola con sorpresa. —Sí, un abrigo también. —Venga conmigo, por favor. Dos horas más tarde, Franny salía de los almacenes. Sus compras serían enviadas a la calle Wimpole y lo único que llevaba en la mano era una bolsa llena de cosméticos. No la convertirían en una belleza, pero disfrazarían un poco que no lo era. Tomó un taxi de vuelta a la calle Wimpole y, cuando llegaron las bolsas de Harrods, subió a su habitación y se pasó una hora examinando la preciosa ropa que había comprado. Se había gastado mucho dinero, pero él le había dicho que podía gastar lo que quisiera y aquello valía la pena. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 53-81 Betty Neels – Una chica afortunada Volvió a probárselo todo otra vez. El vestido y la chaqueta que había comprado para la boda eran de lanilla azul pálido y la chaqueta tenía un cuello de piel gris que hacía juego con un sombrero de terciopelo. También había comprado un vestido de lana verde y un cárdigan del mismo tono. Era un poco extravagante, pero cuando se lo había probado se había dado cuenta de que, simplemente, tenía que comprarlo. Había faldas y blusas del estilo sobrio que ella solía usar, un elegante vestido de tarde y un montón de ropa interior de encaje. Le había pedido a la vendedora que anotara todo lo que había comprado con su precio para mostrárselo a Marc y ella lo había hecho, con una sonrisa divertida. Más tarde, mientras tomaba el té frente a la chimenea, Crisp entró para decirle que el profesor se iba a retrasar, pero que intentaría llegar para la hora de la cena. Si llegaba muy tarde, pensaba Franny, estaría demasiado cansado para ver su ropa y se sintió un poco desilusionada. Afortunadamente, la señora Willett llegó en aquel momento para decirle que Marc había tenido que volver al hospital por una emergencia y le había pedido que fuera a su casa para hacerle compañía. —Se ha acordado de que iba a ir de compras y me ha pedido que venga porque pensó que querría enseñárselo a alguien. ¿Sería aquélla una elegante manera de darle a entender que él no tenía tiempo para aquellas niñerías? Franny no estaba segura, pero le agradó tener alguien a quien enseñarle sus tesoros. El profesor no volvió a la hora de la cena, así que cenaron solas. Esperaron un rato por si él volvía, y después se dieron las buenas noches. Franny estuvo despierta durante algún tiempo, pero al final se quedó dormida y no pudo oír sus pasos a altas horas de la madrugada. Por la mañana, lo vio a la hora del desayuno, vestido y arreglado para ir a trabajar y con su tranquilo aspecto de siempre, aunque parecía un poco cansado. Cuando la señora Willett se levantó de la mesa y los dejó solos, Franny le dio la factura de Harrods. —Les pedí que anotaran todo lo que compraba, para que tú supieras lo que me había gastado. Me he comprado algunas cosas preciosas… —Esto no es necesario —la interrumpió él—. Compra todo lo que quieras, no tienes que molestarme con los detalles. Ya te dije que podías gastar lo que quisieras. Franny tuvo que tragarse la desilusión antes de hablar. —Supongo que estás cansado porque anoche dormiste pocas horas. Esta noche tienes que intentar volver antes y descansar un poco. —Cuando quiera consejos sobre mi forma de vida te los pediré, Franny — replicó él. —Perdona, no he querido meterme en tus asuntos —dijo ella. —Será mejor que lo recuerdes para el futuro —replicó él, levantándose de la mesa. Un poco más tarde oyó que salía de la casa con la señora Willett y se quedó sentada a la mesa hasta que Crisp entró para retirar los platos. En aquel momento, Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 54-81 Betty Neels – Una chica afortunada tenía la impresión de que estaba cometiendo un error al haber aceptado casarse con Marc. A pesar de sus dudas, cuando Crisp le preguntó si tendría que llevarla a algún sitio aquella mañana, ella le contestó alegremente: —Voy a volver a salir de compras, Crisp, pero iré en taxi y comeré fuera. Cuando vuelva por la tarde, ¿estará usted aquí o debo llevarme una llave? —Estaré aquí, señorita Bowen. Franny se arregló mientras Crisp pedía un taxi y salió a seguir comprando ropa para llenar el armario. Marc le había dicho que gastara lo que quisiera, así que buscó a la amable vendedora del día anterior y empezó a mirar trajes. Eligió uno de color tierra, una blusa de seda, zapatos de piel de tacón bajo y un bolso a juego. Se quitó la ropa que llevaba y pidió que la enviaran a casa. Cuando salió de los almacenes, se sentía un poco mejor. Almorzó en un pequeño café y después se fue de escaparates. Se sentía un poco culpable por comprar todas aquellas cosas y no llevarle nada a su tía, así que le compró una blusa preciosa y volvió al hospital para dársela. Cuando saliera del hospital, la llevaría de compras, le dijo a la anciana que parecía aún más alegre que por la mañana. Mientras volvía en autobús a la calle Wimpole, Franny se decía a sí misma que había sido un día encantador, a pesar de la desabrida contestación de Marc durante el desayuno. Probablemente tenía mal carácter, pensaba, y aquello era algo con lo que tendría que aprender a vivir. El profesor estaba frente a la ventana de su consulta, esperando mientras su enfermera preparaba a un paciente para la consulta. La calle estaba tranquila y casi vacía de tráfico y gente. De repente, vio a Franny caminando. Caminaba como si quisiera conquistar el mundo, sonriendo. Parecía diferente, pensó, estudiando aquel elegante traje, los zapatos y las bolsas que llevaba en la mano y pensó que se estaba convirtiendo en una chica atractiva, muy diferente de la Franny que había conocido. Más tarde, mientras conducía hasta el hospital pensaba que, cuando se dirigía con Finn a Brinsleigh no había tenido intención de pedirle a Franny que se casara con él. Lo intrigaba, lo divertía y aplaudía su valerosa actitud ante la vida, pero no había pensado casarse con ella. Pero cuando la había visto, vestida de aquella manera y a pesar de todo desafiante, lo había dicho y, por alguna extraña razón, no se arrepentía. Había estado enamorado alguna vez, como todo el mundo y siempre había sabido que acabaría casándose, pero cuando él lo eligiera, sin prisas y con una mujer conveniente. No estaba seguro de si Franny encajaría en su estilo de vida, pero tampoco desluciría como su esposa. Podría haber vivido toda su vida en la calle Fish, pero sus raíces eran más que respetables. Y, además, entre ellos había una relación de respeto nada desdeñable. Él seguiría con su trabajo y estaba seguro de que ella encontraría algo interesante que hacer. Se encontrarían por las tardes y disfrutarían de la compañía del otro y si él tenía trabajo, ella no se quejaría. El profesor, que no había tenido que Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 55-81 Betty Neels – Una chica afortunada darle cuentas a nadie durante toda su vida, se sentía satisfecho. Se caían bien y, por lo que a él se refería, eso era suficiente. Más tarde volvió a su consulta para comprobar la lista de los pacientes del día siguiente con la señora Willett, antes de que los dos subieran a su apartamento. Franny se había cambiado de ropa y se había puesto un vestido gris muy sencillo, al que había añadido un cinturón de piel que resaltaba su fina figura. Además se había maquillado y peinado con esmero y tenía un aspecto bien diferente del que había tenido días atrás. Nunca podría pagar lo que Marc estaba haciendo por ella, pero haría todo lo posible para ser la clase de esposa que él quería. Aunque, en realidad, no parecía querer una esposa de verdad. Pensando sobre ello, decidió que su matrimonio podría funcionar. No sería como otros matrimonios, pero haría todo lo posible para que funcionase. Y, si para ello tenía que dejar de ser la Franny espontánea y charlatana, lo haría. Aquella tarde, Franny se metió de lleno en su nuevo papel, convirtiéndose en una señorita agradable que no hacía intentos por empezar ninguna conversación y que sólo contestaba amablemente cuando se dirigían a ella. El profesor, sorprendido al principio por su nuevo y elegante aspecto, se quedó atónito y después pareció divertido. Había pensado trabajar en su estudio después de la cena, pero aquel cambio de Franny lo intrigaba, así que se quedó en el salón y esperó a que la señora Willett diera las buenas noches. Cuando ella hizo un intento de seguir a la señora Willett, él dijo: —No, Franny. Quédate conmigo unos minutos y cuéntame por qué te has vuelto tan extrañamente callada de repente. ¿Estás enfadada? —¿Enfadada? No. —¿Entonces qué ha ocurrido para que no hables como lo haces normalmente? No has dicho prácticamente nada en toda la noche. ¿Puedo saber por qué? —Deja que te explique —contestó ella—. Si voy a ser la clase de esposa que deseas, tendré que dejar de hablar tanto, ¿no? Tú no quieres saber si he estado de compras, ni cuánto he gastado ni cosas así. No quieres saber que la vendedora de Harrods me ha contado que su hijo acaba de ser aceptado en el coro de la catedral, ni que Crisp tiene un catarro, ni nada de eso. ¿Entiendes lo que digo? —Sí, Franny —contestó él, intentando no sonreír—. Pero no quiero que cambies. Quiero que sigas siendo como eres. Me gusta oírte hablar, aunque no entiendo cómo puedes enterarte de cosas como ésa. Si puedes ignorar mi mal humor y ser tú misma, serás el tipo de esposa que cualquier hombre desearía. Perdóname y cuéntame todo lo quieras sobre tus compras. —¿De verdad? —De verdad. —Pues me he comprado un traje… Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 56-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Sí, te he visto por la ventana de la consulta cuando volvías a casa —la interrumpió él. —¿Ah, sí? ¿Y te ha gustado? Espero que me digas si alguna de las cosas que he comprado no te gustan. —Te lo diré inmediatamente e iremos los dos juntos a cambiarlo. —Eres muy amable, pero sé que no tienes tiempo para nada con tanto trabajo. —Estoy seguro de que serás una esposa ideal, Franny. —Intentaré serlo. —¿Tú sabes el tipo de esposa que necesito? —preguntó él, mirándola con los ojos entrecerrados. —Creo que sí. Alguien que no te distraiga de tu trabajo. Si te casaras con una mujer guapísima de la que estuvieras locamente enamorado, no podrías concentrarte en tus pacientes, ¿verdad? Así que yo soy mejor elección porque a mí casi ni me ves. Quiero decir que cuando me miras no piensas que soy la mujer más guapa del mundo y que estás loco por mí. Creo que yo puedo ser una buena esposa y una buena compañera cuando necesites una. Un buen telón de fondo, no sé si me explico. —¿Es eso lo que piensas de mí, Franny? ¿Que soy un hombre frío, volcado en su trabajo, incapaz de amar? —No, no. No he querido decir eso. Lo que pasa es que no has tenido la suerte de enamorarte de nadie, pero seguro que algún día lo harás. Y entonces, te ruego que me lo digas. Yo no me pondré en tu camino. Después de todo, nuestro matrimonio no es más que un arreglo amistoso, ¿no es así? —Franny, creo que debo decirte algo… —pero no pudo seguir porque fue interrumpido por el sonido del teléfono—. Iré enseguida —dijo, después de escuchar unos segundos—. Tengo que ir al hospital. Seguiremos hablando más tarde. Franny se fue a la cama, pero no pudo pegar ojo porque se había dado cuenta de algo. Se había enamorado de él. De hecho, llevaba algún tiempo enamorada de él sin darse cuenta. Aquello complicaba las cosas, pensó Franny, dándose la vuelta en la cama por enésima vez. Pero, al menos, hacía que su matrimonio fuera verdadero. Aunque tendría que ocultar sus sentimientos. Por la mañana no tenía muy buen aspecto, pero se puso un traje, se arregló la cara y el pelo cuidadosamente y bajó a desayunar. La señora Willett ya estaba allí, hablando con el profesor sobre lo que tendría que hacer durante el día. Los dos sonrieron al darle los buenos días y la señora Willett se inclinó sobre su agenda. —Sólo tendrá tiempo de comer un sandwich después de ver al último paciente aquí y antes de ir al hospital. Después vuelve a tener consulta a las cuatro. La reunión del colegio de médicos es a las ocho en punto. —¿Vendrás a cenar? —preguntó Franny. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 57-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Sólo podré tomar un sandwich, Franny. Después de la reunión, tengo que volver a salir. —¿Tienes que hacerlo? ¿De verdad? —preguntó ella, sin poder evitarlo. Su expresión hizo que apartara la mirada. Pero él se había dado cuenta de sus ojos cansados. —¿Te encuentras bien? No tienes buen aspecto, Franny. —Me siento estupendamente —contestó ella—. Nunca me he sentido mejor. —¿Tienes algún plan para hoy? —Sí y me alegro mucho de que no esté lloviendo. La lluvia es una pesadez — contestó mientras le ponía mantequilla a su tostada. Cuando él y la señora Willet se levantaron, les deseó un buen día y, después se puso la gabardina nueva y salió a pasear. No iría a comer, le había dicho a Crisp. Necesitaba estar sola para ordenar sus pensamientos. Ignoró los autobuses y los taxis y siguió caminando hasta Hyde Park. Después llegó a la calle Kensington y entró en un café. Aún le quedaba mucho día por delante y no había podido ordenar su cabeza del todo, pero había podido tranquilizarse un poco después del descubrimiento de la noche anterior. Después de tomar un café, fue al Museo Británico. Había estado allí antes, cuando era una niña, pero no había podido volver desde entonces. Paseó por sus salas, dejando que todas aquellas obras de arte calmaran su ánimo y, después de almorzar en un coqueto restaurante, empezó a caminar de nuevo hasta la calle Wimpole. Estaba cansada, pero también convencida de que las cosas saldrían bien si ella conservaba la cabeza fría. Era difícil de creer que sólo unos días atrás estaban sufriendo en casa de su tío William. Nunca se sabe lo que le espera a uno en la vida, pensaba. Por un momento, se dejó envolver por sus sueños infantiles: Marc descubriría que él también estaba enamorado de ella y vivirían felices y comerían perdices. —Tonterías —dijo Franny en voz alta y una mujer que pasaba a su lado se apartó, asustada. Crisp tenía el té preparado cuando llegó a casa. Y también unos pasteles que, admitió modestamente, había hecho aquella misma tarde. Le caía bien la señorita Bowen; era amable y simpática y tenía una sonrisa encantadora. El profesor no podía haber encontrado una esposa mejor, pensaba el hombre, convencido de que los dos estaban enamorados. —Tengo entendido que el profesor saldrá esta noche, señorita. ¿Quieren usted y la señora Willett cenar a la hora de siempre? —Sí, Crisp, por favor. ¿Podría prepararle algo al profesor para cuando vuelva por la noche? Seguramente ni siquiera habrá comido. —Desde luego, señorita. Lo esperaré despierto. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 58-81 Betty Neels – Una chica afortunada —No, no haga eso. Usted también necesita descansar. Yo le preguntaré si quiere que le deje algo preparado —dijo, sonriendo—. Perdone si parezco algo mandona. —En absoluto, señorita. Comuníqueme su respuesta más tarde si le parece. —Claro que sí, Crisp. Por cierto, los pasteles están deliciosos. Franny y la señora Willett estaban sentadas en el salón, charlando animadamente cuando el doctor terminó su consulta. Eran las siete y, aunque saludó a Franny amablemente, no parecía tener ganas de charlar. Parecía cansado y Franny le preguntó si quería tomar algo de comer. —Sí, por favor. ¿Te importa decirle a Crisp que suba algo a mi habitación? Comeré mientras me cambio de ropa. —¿Quieres que Crisp te deje algo preparado para cuando vuelvas esta noche? —No es necesario. La reunión terminará a las nueve y voy a cenar fuera. —Que lo pases bien —dijo Franny, intentando que su voz sonara alegre. Se preguntaba con quién cenaría y por qué no la habría invitado. Pero no tenía por qué hacerlo y debía recordar que sólo quería una esposa por cuestiones sociales y para tener compañía. Estaba hablando por teléfono con su tía cuando él volvió a entrar en el salón para despedirse. Llevaba un esmoquin y tenía un aspecto tan atractivo que, aunque siguió hablando por teléfono, no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Sólo podía pensar en Marc. Pero no debía pensar en él de esa forma, se decía a sí misma, porque sólo le causaría sufrimientos. A la mañana siguiente, bajó a desayunar decidida a no hacer preguntas y a mostrar sólo un cierto interés en la información que él dejara caer sobre sus actividades de aquel día. La señora Willett había tenido que salir a hacer un recado y Marc estaba solo en el comedor. —Ya tengo la licencia de matrimonio —le dijo—. Anoche cené con el párroco que va a casarnos y estuvimos buscando fecha para la boda. No te pedí que vinieras conmigo porque no estaba seguro de si él aceptaría con tan poca antelación y no quería desilusionarte. Pero ya está solucionado; sólo tienes que aprobar la fecha que hemos elegido —añadió. Franny abrió la boca para decir algo, pero lo pensó mejor y no lo hizo—. Yo debo ir a Holanda dentro de tres días para atender a unos pacientes, así que si te parece, podemos casarnos pasado mañana y viajar al día siguiente. Me gustaría que vinieras conmigo, pero si decides que es muy pronto todavía y que no estás preparada, lo comprenderé. Me iré como tenía previsto y nos casaremos más tarde, cuando vuelva. —¿Cuándo volverás? —En una semana. —¿Dónde me quedaría yo si tú te vas? —Aquí, por supuesto. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 59-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Creo que prefiero que nos casemos y vayamos juntos a Holanda. —Muy bien. Traeremos a tu tía antes de marcharnos y contrataré a una enfermera de confianza para que la cuide. Y, además, estará Crisp. Franny asintió. No tenía ninguna duda de que las cosas serían como él decía. —¿De verdad quieres que vaya contigo? —Claro que sí. Bueno, hay que decirle a tu hermano y a tu tía que ya hemos elegido fecha. —¿Dónde será? —En una pequeña iglesia que hay en esta misma calle. —Ni siquiera sé a qué ciudad vamos —dijo Franny, sonriendo. —Mi casa está en un pequeño pueblo entre La Haya y Leiden. Es un sitio muy conveniente, porque tengo pacientes en las dos ciudades. —Marc, estaba pensando que mi tía necesitará algo de ropa para la boda. —Claro —sonrió el hombre—. ¿Quieres ir a buscarla al hospital mañana por la tarde? Podéis ir a Harrods a comprar lo que haga falta. —Eres muy generoso. —Tonterías. La generosidad es privarte de algo para dárselo a los demás y te aseguro que no es el caso. —Es muy difícil darte las gracias —dijo Franny. —Entonces no lo intentes —replicó él con naturalidad. Estar casada con aquel hombre no iba a ser fácil, pensaba Franny. Si no hubiera descubierto que lo amaba, quizá habría cambiado de opinión, pero lo amaba de verdad. Su tía, encantada con la idea de ir de compras, estaba prácticamente recuperada. Segura de que tenía un futuro espléndido por delante y acompañada de Franny pasó una hora en Harrods, donde eligió un traje de lana y una chaqueta a juego. Tardó algún tiempo en elegir el sombrero, pero al final lo hizo y volvieron en taxi a la calle Wimpole. Crisp estaba esperándolas y Franny llevó a su tía a la que sería su habitación para que se echara una pequeña siesta. Después fue a su habitación y se miró al espejo para comprobar si todas las cremas que había comprado habían cambiado en algo su cara. No demasiado, pensaba con tristeza, pero, al menos su piel y su pelo tenían mejor aspecto que nunca. La señora Willett y Finn iban a ir a cenar, así que se puso el vestido verde y, tolerablemente satisfecha de su aspecto, fue a la habitación de su tía para ver si se había despertado. Cuando bajaron, Marc, Finn y la señora Willett estaban esperándolas y enseguida se sentaron en el comedor para disfrutar de la espléndida cena que Crisp había preparado. Bebieron champán y charlaron animadamente. El profesor era un Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 60-81 Betty Neels – Una chica afortunada estupendo anfitrión y su hermano parecía estar muy alegre. Nadie habló de la boda, hasta que la señora Willett se despidió y salió con Marc, que iba a llevarla a casa. —La próxima vez que nos veamos será en su boda —dijo, besando a Franny en la mejilla—. Les deseo a los dos toda la felicidad del mundo. Cuando Marc volvió, su tía y su hermano se fueron a la cama y se quedaron solos. Quizá podrían hablar, pensaba ella, conocerse mejor. Pero el profesor no parecía tener esa intención porque le sugirió que ella también se fuera a dormir. —Tengo trabajo que hacer y debo terminarlo esta noche —le dijo—. Buenas noches, Franny. Que duermas bien —añadió, rozando su mejilla con un dedo. —Siempre duermo bien —dijo Franny con firmeza—. Buenas noches, Marc. Tardó mucho tiempo en prepararse para irse a la cama, convencida de que no podría dormir. Pero la cama era tan cómoda y suave y ella estaba tan cansada y, por dentro, tan triste que se durmió casi enseguida. Su último pensamiento fue que era una lástima que Marc no la quisiera. Pero con la luz de la mañana, las dudas y el desaliento desaparecieron. Podía no ser un matrimonio ideal, pero al menos amaba a Marc, lo cual era un buen comienzo. Iban a casarse a las once y, después de un almuerzo ligero, saldrían para Holanda. Finn y su tía ya habían salido hacia la iglesia cuando Franny volvió a su habitación. —¿Preparada? —sonrió él—. Estás muy elegante, Franny. ¿No te arrepentirás? —Por supuesto que no —contestó ella, mirando a su atractivo futuro marido—. Haré todo lo posible por ser una buena esposa, Marc. Te lo prometo. —No tengo ninguna duda sobre eso, querida —dijo él, inclinándose y besando su mano—. Estoy seguro de que seremos muy felices juntos. No era exactamente como estar enamorados, pero tendría que valer por el momento. —Estoy segura —sonrió ella, intentando que su voz no delatara sus pensamientos. Entró con él en el coche y se mantuvo en silencio durante el corto trayecto hasta la diminuta iglesia, cuyas vidrieras daban color a las paredes grises. Había flores en el altar y en el porche y Marc le dio un pequeño ramo de violetas y capullos de rosa antes de entrar. Mientras caminaba por el pasillo con él, empezó a estar convencida de que todo iba a salir bien; la pequeña y tranquila iglesia le decía que no se estaba equivocando. Mientras se dirigía al altar, vio a su tía, a su hermano, a Crisp y a la señora Willett. También vio al sacerdote y oyó su voz pronunciando las palabras que había oído tantas veces en las películas. Cuando Marc le puso el anillo en el dedo, se dio cuenta de que era una mujer casada. Nada de todo ello parecía real, pero sin duda lo recordaría siempre. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 61-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Es una iglesia preciosa, ¿verdad? —preguntó él con tranquilidad. Desde luego, no parecía el comentario de un hombre que acababa de casarse. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 62-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 8 Cuando volvieron a casa, tomaron champán y un almuerzo ligero. Crisp había preparado una sopa de berros, pollo relleno de foie y un sorbete de melocotón y la mesa del comedor había sido decorada con un centro de flores. Cuando sirvió el café, llevó también una tarta nupcial que había preparado sin decir nada. Fue un almuerzo informal pero encantador y Franny se sentía rodeada de toda la gente que quería. Después de tomar el café, Marc dijo: —No quiero hacer un discurso, pero los dos queremos daros las gracias por asistir a nuestra boda y acompañarnos en este pequeño banquete —dijo, sonriendo a Franny. —Espero que, cuando volvamos de Holanda, volvamos a comer juntos de nuevo —dijo ella, antes de besar a su familia y al resto de la compañía—. Ha sido un almuerzo delicioso —le dijo a Crisp—. Muchísimas gracias. Por favor, cuide de mi tía hasta que volvamos. —Tiene mi palabra, señora. La señorita Jenkins llegará enseguida y es una enfermera muy competente. Franny entró en el coche sintiéndose un poco mareada por el champán y Marc, sentándose frente al volante, empezó a hablar sobre cosas sin importancia. En aquel momento, a solas con él, empezó a sentir un poco de pánico. Ella lo amaba pero quizá él no la amara nunca. —Deja de preocuparte, Franny —dijo el profesor para tranquilizarla—. Disfruta de las cosas como vienen. —Siento como si me hubiera caído rodando por al escalera —dijo Franny. —Estoy seguro de que nuestro matrimonio va a salir bien —rió él. Después empezó a hablarle sobre Holanda. —¿Cómo es tu casa? —Es una casa antigua. El pueblo en el que está queda apartado de la carretera general, así que conserva todo su sabor antiguo. —Suena bien —dijo ella. Esperaba que Marc siguiera hablando sobre su país, pero no lo hizo. Le dijo que cruzarían el canal por Calais y que después cruzarían Francia y Bélgica, pero no volvió a hablar sobre sí mismo. El día era gris y amenazaba lluvia y, cuando llegaron a Dover, las aguas tenían un aspecto helador, pero al menos no había oleaje. Dentro del coche se estaba bien y el ferry que los llevó al otro lado se deslizaba con suavidad. —¿Siempre vienes por aquí? —le preguntó a Marc. —Algunas veces tomo el ferry en Harwich. —¿A qué hora llegaremos? Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 63-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Esta noche, con un poco de suerte. Tardaron un tiempo en salir de Calais, pero una vez en la carretera de Francia cruzaron velozmente el país, después Bélgica y por fin, Holanda. Marc paró en un pequeño café de carretera, donde tomaron un té no demasiado caliente, pero bienvenido al fin y al cabo. Se había hecho de noche y una ligera niebla cubría la carretera y los valles que la rodeaban. Había bastante tráfico, pero el profesor no aminoró la velocidad hasta que vieron las luces de una gran ciudad frente a ellos. —La Haya —dijo Marc con indudable placer. Pero antes de llegar a la ciudad, giró a la derecha para dirigirse a una estrecha carretera rodeada de árboles. A su lado se deslizaba un canal y penetraron en lo que parecía un pequeño bosque, iluminado por las luces de algunas casas. Después de unos minutos, llegaron a un pequeño pueblo; apenas un grupo de casas alrededor de una austera iglesia. Entraron en un camino rodeado por un muro de piedra y llegaron a la entrada de una enorme casa con tejado de pizarra y ventanas iluminadas. —¿Es ésta? —preguntó Franny, asustada. —Tu… nuestra casa, Franny —dijo él, antes de salir del coche y rodearlo para abrir su puerta. Un hombre mayor los estaba esperando en el umbral. —Moule… —dijo el profesor, dándole un golpecito al hombre en la espalda—. Éste es Moule, Franny. Lleva más tiempo que yo en la familia. Él es quien lleva la casa y su mujer es el ama de llaves. Habla inglés perfectamente, no te preocupes. Moule, te presento a mi esposa. —Un placer conocerla, mevrouw. Betke los llevará a su habitación. Betke había aparecido sin decir nada y Marc la besó alegremente. Era casi tan alta como él y tenía unos brillantes ojos azules llenos de simpatía. —Estamos muy contentos de que haya venido —dijo, estrechando la mano de Franny—. Venga conmigo, por favor. —Ella te enseñará la casa, Franny. Cuando bajes, tomaremos una copa antes de cenar —dijo Marc, antes de volverse para saludar a un perro que acababa de entrar y ladraba alegremente. Así que, Franny, sintiéndose como un invitado que no sabe qué hacer, cruzó el vestíbulo con Betke y la siguió por la amplia escalera. La escalera tomaba dos direcciones y Betke tomó la de la izquierda. Era una casa apabullante y, desde luego, en absoluto lo que había esperado. El ama de llaves abrió la puerta de una habitación amplia, con cortinas de brocado color crema y moqueta también de ese color. Tenía una cama con dosel cuyo edredón rosa hacía juego con la tela de los sillones y había una cómoda y una mesa con un espejo antiguo. Era una habitación preciosa. —Y por aquí, mevrouw, está el cuarto de baño —señaló Betke, abriendo una puerta. Desde luego, no tenía nada que ver con el cuarto de baño de la calle Fish. Éste Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 64-81 Betty Neels – Una chica afortunada era grande y cálido, decorado en color crema y rosa y había absolutamente todo lo que una chica podía desear, incluso una enorme bañera en la que Franny hubiera deseado meterse inmediatamente. Cuando Betke se marchó, Franny se arregló un poco y después, sintiéndose un poco intimidada, bajó la escalera. Marc la estaba esperando en el vestíbulo. —No quería hacerte esperar —dijo ella. —No, no. Ven a decirle hola a Biddy. Es un buen perro, pero se pone un poco nervioso cada vez que llego a casa. Yo también me pondría nerviosa, pensaba Franny. El salón la dejó sin aliento. Tenía los techos muy altos y las paredes estaban forradas de madera; las cortinas eran de un brocado azul que hacía juego con la tela de los sofás y los sillones. En la chimenea chisporroteaba un buen fuego y todas las lámparas estaban encendidas, lo que le daba un aire acogedor. Franny suspiró encantada. —Qué salón más precioso —dijo, mirando alrededor. —¿Qué quieres tomar? —Jerez seco, por favor. Franny se sentó en uno de los sofás, pero si esperaba que Marc se sentara a su lado, se llevó una decepción porque se sentó frente a ella, con Biddy a sus pies y le hizo un resumen de todas las actividades que lo esperaban mientras estuviera en Holanda. él. El día siguiente lo tendría libre y podrían pasear por la casa y el pueblo, le dijo —Mis hermanas vendrán a conocerte el sábado. Están todas casadas y ya he perdido la cuenta de los sobrinos que tengo. —Oh —dijo Franny, preocupada. ¿Y si no les gustaba? ¿O si a ella no le gustaban? Aunque no lo creía. Después de todo, eran la familia de Marc y ella estaba enamorada de él—. ¿Y tus padres? —Mi padre murió de un ataque al corazón hace dos años y mi madre unos meses más tarde. Sufría una neumonía, pero la verdad es que no tenía deseos de vivir. Estaban muy enamorados. —Lo siento. ¿Tu padre también era cirujano? —Sí y mi abuelo también. Mi hermana mayor también es médico en Leiden. Otra de mis hermanas es abogado y vive en La Haya y la pequeña vive en Friesland y está casada con un veterinario. Somos una familia muy unida e intentamos vemos lo más posible. —¿Tú eres el mayor? —Sí. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 65-81 Betty Neels – Una chica afortunada Moule entró en aquel momento para decirles que la cena ya estaba lista y fueron juntos al comedor. El profesor recordó entonces la última cena familiar que habían mantenido allí unos meses antes. Sutske había dicho que quizá la próxima vez que se vieran, él sería un hombre casado. Cenaron una deliciosa crema de calabacín y faisán al horno y lo regaron todo con champán. Franny, un poco abrumada por el esplendor de la casa, comió sin dejar de mirar alrededor. Tenía hambre y, aunque decían que los enamorados no tenían apetito, aquello no se podía aplicar a su caso. Por el momento estaba disfrutando; Marc podía ser un compañero espléndido cuando quería. Tomaron café en el salón, charlando sobre temas generales, hasta que el profesor observó que debía estar cansada y querría irse a dormir. Estaba a punto de decir que no era así, pero la expresión de él le indicó que no lo hiciera. No sabía si era impaciencia por librarse de ella, pero aún así dijo alegremente: —La verdad es que ha sido un día bastante ajetreado. ¿A qué hora es el desayuno? —A las ocho en punto. ¿O prefieres desayunar en la cama? —¿En la cama? —exclamó, intentando recordar cuando había sido la última vez que disfrutó de tal lujo—. No, gracias. Buenas noches, Marc —dijo, levantándose. —Buenas noches, Franny. Que duermas bien —dijo él, abriendo la puerta del salón. —Tú también —replicó ella. Durante un segundo, creyó que la iba a besar, pero no lo hizo. Se desvistió con rapidez y se metió en la bañera durante largo rato. Era el sitio más conveniente para ella en aquel momento, porque podía llorar todo lo que quisiera sin tener que secarse las lágrimas. El profesor volvió al sillón. Tenía que admitir que había disfrutado del día. Franny no le había hecho ninguna exigencia y, además, estaba muy atractiva con aquel traje. Cuando se conocieran bien el uno al otro, estaba seguro de que se llevarían perfectamente. Le gustaba Franny, incluso la estaba tomando cariño. Pensaba en ella a menudo y con placer. Había estado enamorado un par de veces, pero no recordaba que ninguna de esas mujeres le hubiera gustado tanto como Franny. Era una persona que siempre decía lo que pensaba y hablaba con la gente de una forma que hacía que le ofrecieran su confianza. Como con Crisp, pensaba el profesor con una sonrisa. Él ni siquiera había notado que estaba resfriado. Se había enfrentado a su mala suerte en la vida y a aquel terrible tío suyo sin desanimarse y lo mínimo que podía hacer por ella era casarse y darle un futuro seguro. El profesor, que estaba acostumbrado a hacer exactamente lo que quería con su vida, se quedó allí sentado planeando su futuro. Franny, arreglada y sin sombra de lágrimas, bajó a desayunar alegre como siempre. No podía hacer planes sobre su futuro porque cada día le deparaba cosas diferentes, así que lo único que podía hacer era esperar que fuera lo mejor posible. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 66-81 Betty Neels – Una chica afortunada Cuando vio entrar a Marc por la puerta, vestido de modo informal, el corazón le dio un vuelco y tuvo que pararse un momento en la escalera. —Buenos días, Franny. ¿Has dormido bien? —sonrió él—. Hace un poco de frío, pero podemos salir a dar un paseo después de desayunar. Desayunaron en un pequeño salón al lado de su estudio, con la chimenea encendida y una mesita cubierta con un mantel blanco y con tazas de porcelana. Moule entró con el desayuno, lo dejó sobre la mesa y, cuando Marc le hizo un gesto, salió de la habitación. Franny deseaba estar con Marc, pero se encontraba nerviosa a su lado. El hablaba tranquilamente sobre la casa, el pueblo y su familia y después siguió con otros temas. —Anoche llamé a tu tía y a Finn y les dije que tú llamarías por la mañana. —Llamaré a las seis —dijo ella—. Las llamadas son más baratas a esa hora. ¿O no tenéis ese servicio en Holanda? Él la aseguró con una sonrisa que también existía ese servicio en Holanda, pero que podía usar el teléfono cuando quisiera. —Perdona. Estoy tan acostumbrada a tener que ahorrar dinero, que no lo puedo evitar. —Intenta acostumbrarte a no tener que hacerlo —sonrió el hombre. Después de desayunar salieron a dar un paseo por el jardín que, incluso en aquella época del año, era una delicia. Detrás de la casa había macizos de flores y una enorme explanada de hierba, cubierta del rocío de la mañana. Siguieron caminando hasta una fuente y, después de pasar al lado de los invernaderos, llegaron a los establos. —¿Sabes montar? —preguntó él—. ¿No? Pues aquí tenemos una yegua muy dócil que sería ideal si quieres aprender. Ven a verla. Se llama Beauty —dijo Marc, ofreciendo al animal un pedazo de manzana. Después, le dio a Franny un trozo para que se lo ofreciera ella y el animal lo comió de su mano. —Es muy bonita. Y me encantaría aprender a montar. —Estupendo. Éste es Thunder… —Tiene un aspecto un poco apabullante. —No, no. Tiene carácter, pero es un caballero —dijo él. El caballo recibió su manzana con un relincho y siguieron recorriendo el establo—. Éste es Punch — añadió, señalando un caballo altísimo. —Es enorme. ¿Sirve para trabajar? —Sí. Tenemos una granja a un kilómetro de aquí. Hace el mismo trabajo que un tractor y es muy dócil —le explicó mientras salían del establo y seguían paseando por la finca—. Éste es un atajo para llegar al pueblo, pero hay mucho barro —dijo, mirando los zapatos de ella. —No importa, estos zapatos son para caminar —sonrió ella—. Veo que te encanta tu casa, Marc. ¿No te gustaría vivir aquí siempre? Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 67-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Sí, pero mi trabajo es lo más importante de todo para mí. Y eso hace que tenga que marcharme. Pero tengo lo mejor de los dos mundos, ¿no te parece? Un trabajo que me gusta y una casa estupenda. —¿Sabes una cosa? No sé qué edad tienes. —Treinta y ocho. Quince más que tú, Franny. —Tú ya eras médico cuando yo estaba en el colegio. ¿Cuándo te especializaste en cirugía coronaria? —Hace diez años. —¿Y nunca habías deseado casarte? —Nunca había sentido esa necesidad. —¿Por qué te has casado conmigo, Marc? ¿Sólo porque querías ayudarme? —Sí. Pero quiero que sepas que nunca me arrepentiré, Franny. —Podrías enamorarte… —Si tuviera tiempo y ganas, pero la posibilidad es tan remota que no creo que debas preocuparte —dijo, tomándola del brazo—. Vamos al pueblo y te presentaré al vicario. Es amigo de mi familia hace tiempo. El vicario era un hombre encantador con el que tomaron café, mientras hablaban sobre la boda, sobre el pueblo y sus habitantes, a veces pidiéndola perdón y hablando en holandés. —Tiene que aprender holandés —le dijo el hombre. Franny no había pensado en aquello hasta ese momento. Tendría que aprenderlo, desde luego porque, cuando él se retirara, vivirían allí todo el tiempo. Y, para entonces, pensaba ella, quizá él la amara. Mientras cruzaban el pueblo de vuelta a casa, parecía que Marc conocía a cada una de las personas con las que se cruzaban. Algunos hablaban inglés y le daban la enhorabuena en su propio idioma, algo que ella agradecía enormemente. Pasaron la tarde visitando la casa y Marc le explicó cosas sobre sus antepasados, que aparecían retratados en los cuadros que cubrían las paredes. Los hombres de la familia tenían todos gran parecido y las mujeres eran, se alegró al verlo, todas de baja estatura y no muy bellas. El retrato de sus padres estaba colgado en el vestíbulo y Franny se dio cuenta de que su padre era exactamente igual que Marc. —Siento no haberlos conocido —dijo Franny, siguiendo a Marc por la escalera. Había muchas habitaciones, grandes y pequeñas, algunas de cara a la galería, otras en estrechos pasillos, pero todas estaban espléndidamente amuebladas—. Esta casa debe dar mucho trabajo. ¿Cuánta gente trabaja aquí? —Además de Betke y Moule hay dos personas más y creo que una mujer sube del pueblo todos los días. Puedes preguntarle a Moule. Él es quien se encarga del servicio. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 68-81 Betty Neels – Una chica afortunada Aquella noche le dijo que al día siguiente iría a La Haya y que podía acompañarlo si quería. —Estaré en el hospital todo el día —le dijo—. Pero estoy seguro de que encontrarás cosas que hacer. Hay buenos museos y tiendas y podrás pasear por la ciudad, pero tendremos que salir muy pronto. —Me gustaría mucho acompañarte. ¿Estás seguro de que no te importa que vaya? —No, claro que no. Te dejaré en el centro y te escribiré una nota con el nombre y la dirección del hospital. Te esperaré allí a las cinco. Aquella mañana, Franny se puso el vestido verde y un pequeño sombrero de felpa a juego. Ir de compras sería divertido y estaba segura de que habría muchas cosas que ver. Entró en el coche al lado de Marc, preparada para disfrutar el día. Tenía la dirección de su hospital en el bolso y podía comprar todo lo que quisiera. Pero, cuando él la dejó en la zona centro de la ciudad, Franny se dio cuenta de que no llevaba dinero. En el bolso sólo tenía un billete de diez libras y pensó por un momento en ir al hospital para pedirle dinero, pero recordó que tenía trabajo y no le gustaría que ella lo molestara. Su trabajo, se recordó a sí misma, era lo más importante para él. En fin, tenía diez libras, así que las cambiaría en el banco y con ello podría almorzar y tomar un taxi. Después de ir al banco, caminó mirando escaparates. Eran tiendas muy elegantes y vio varias cosas que le hubiera gustado comprar. Una hora más tarde entró en una cafetería pequeña y agradable y se tomó un café tranquilamente mientras planeaba lo que haría durante el día. Cuando la camarera le dio la factura Franny pensó que debía de haber un error. ¿Cómo podía costar una taza de café más de dos libras? Sorprendida, pagó con la moneda que había cambiado y añadió una pequeña propina. Tendría que tomar un sandwich como almuerzo. Al lado de la cafetería había muchas tiendas, así que pasó un rato en cada una de ellas, mirando cosas que podría comprar al día siguiente. En la oficina de turismo que estaba frente a la cafetería le habían dado un mapa y le habían recomendado el museo Mauritshuis. A mediodía le dolían los pies y tenía hambre, pero ya había aprendido la lección sobre los precios en Holanda, así que caminó un poco más hasta que encontró un café lleno de gente. Encontró asiento en una de las mesas y se sentó durante largo rato tomando un sandwich de queso y un café. Le hubiera gustado tomar otra taza, pero si lo hacía no tendría suficiente para tomar un taxi. En el museo hizo cola para comprar la entrada y cuando llegó a la ventanilla se dio cuenta de que costaba casi todo el dinero que le quedaba. En fin, había tranvías, pensó. Alguno de ellos la llevaría al hospital o al menos cerca de él. Se dijo a sí misma que no debía preocuparse por ello y pasó unas cuantas horas disfrutando de las maravillosas pinturas del museo. Cuando salía, le preguntó a uno de los porteros qué tranvía podía llevarla cerca del hospital e, intentando recordar sus indicaciones, salió a la calle. Cuando fue a pagar, se dio cuenta de que no llevaba dinero suficiente y el conductor le dijo algo en holandés que no entendió. Franny sacó el papel con la Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 69-81 Betty Neels – Una chica afortunada dirección del hospital y se lo mostró, pero el conductor no hablaba inglés y no entendía lo que le estaba diciendo. Un anciano sentado al lado del conductor acudió en su ayuda y habló con el conductor, que tomó el dinero que le quedaba y le dio un billete. —Le ha dado un billete que la llevará relativamente cerca del hospital. Salga del tranvía cuando él se lo indique y después tendrá que seguir caminando. Franny le dio las gracias y, después de un rato, siguiendo la indicación del conductor, bajó del tranvía. Era una amplia avenida y el conductor señalaba de frente con el brazo. Lo único que tenía que hacer era seguir caminando de frente hasta llegar al hospital, parecía querer decir. Aquella era una zona de La Haya bien diferente de la que había visto por la mañana. Altos edificios a cada lado de la avenida y mucha gente que volvía a casa después de trabajar. —¿El hospital? —preguntó a una mujer que se cruzó con ella. La mujer miró el papel y le señaló que siguiera caminando. Tardó quince minutos antes de ver el edificio del hospital frente a ella y, cuando entró, ya había anochecido. Marc estaba esperándola en la recepción, con expresión preocupada. —Estaba empezando a preocuparme. ¿Qué te ha pasado? A Franny le hubiera gustado lanzarse sobre su pecho, buscando su calor, pero sólo dijo: —No tenía dinero. —Dinero… —repitió el hombre consternado—. Por Dios bendito, pobrecilla. Te he dejado sola todo el día sin dinero. Debes odiarme… ¿No tenías nada de dinero? —Tenía diez libras y las cambié en el banco. No te preocupes, no me ha pasado nada. —Franny, lo siento. De verdad —dijo él, tomándola del brazo—. Ven conmigo. Caminaron por un pasillo y entraron en un pequeño despacho, donde él llamó por teléfono y dijo algo en holandés. Enseguida entró alguien con una bandeja y los dos se sentaron para tomar un té. —Llamaré a mi banco mañana para que te den un talonario de cheques —dijo, tomando su bolso y metiendo dentro un montón de billetes—. Pero guarda esto en el bolso por si acaso. Perdóname, Franny. —Claro que te perdono… —Cuéntame cómo te las has arreglado todo el día con diez libras. Eso apenas paga una taza de café en esta ciudad. —Sí, ya me ha dado cuenta de que es muy cara. Pero las tiendas son preciosas. Le contó cómo había pasado el día y cuando había terminado él dijo: —Te prometo que no volverá a ocurrir nunca más. ¿Por qué no me llamaste por teléfono? —Lo pensé, pero creí que estarías muy ocupado y no quería molestarte. Si hubiera sido algo importante de verdad, te hubiera llamado. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 70-81 Betty Neels – Una chica afortunada Él se quedó mirando aquella cara tan alegre. Sabía que era una mujer que sabía hacer frente a las dificultades, que tenía sentido común y no se ponía a llorar a las primeras de cambio. La verdad, tenía que admitir Marc, era que cada le gustaba más aquella chica. Él fue al hospital a la mañana siguiente, pero volvió a casa a la hora del almuerzo y después llevó a Franny a casa de su hermana Elsa, en La Haya. Elsa vivía con su marido y tres niños pequeños en una preciosa casa antigua cerca del centro de la ciudad. Su hermana les dio un caluroso abrazo cuando llegaron, mientras los niños jugaban a su alrededor. —Estamos encantados de que Marc se haya casado —le dijo a Franny—. Es un hombre maravilloso, aunque me imagino que ya lo sabrás. Y le encantan los niños — añadió—. Lo gracioso es que Sutske, mi hermana pequeña, dijo en Navidad que esperaba que la próxima vez que nos viéramos mi hermano estuviera casado. ¡Y así ha sido! —exclamó. Elsa había sugerido que fueran de compras juntas al día siguiente, una sugerencia genial que acabó en un día feliz. Franny, con dinero en el bolso, además de un talonario de cheques, fue llevada de boutique en boutique y volvió con dos nuevos vestidos, un par de zapatos y un precioso bolso de piel. Tomaron el té en casa de Elsa y Marc fue a buscarla cuando terminó en el hospital. Aunque se encerró de nuevo en su estudio después de cenar, Franny se sentía feliz porque cada día lo conocía un poquito más. Cuando llegó el sábado, se puso un vestido de terciopelo granate, sencillo y elegante y, cuando bajó al salón, Marc la estaba esperando. —Este anillo era de mi madre —dijo, colocándole en el dedo un anillo de zafiros y diamantes—. Y esto, —añadió, abriendo un caja de terciopelo y sacando un collar de perlas— es mi regalo de bodas —terminó, colocándoselo en el cuello e inclinándose después para besarla en la mejilla—. Soy un marido espantoso. Debería habértelo dado el día de la boda. Era difícil encontrar una respuesta para aquello, así que Franny le dio las gracias y se sintió aliviada cuando llegaron los invitados. Al principio, todos querían hablar con ella al mismo tiempo, pero no le importaba; su bienvenida a la familia era sincera y pronto empezó a disfrutar de la noche. Cuando los invitados se marcharon, después de medianoche, los dos volvieron al salón para charlar un rato. —La próxima vez que volvamos iremos a visitar al resto de mi familia. Es una pena que tenga tanto trabajo estos días. —¿En el hospital? —No, en Utrech y Rotterdam. No voy a pedirte que vengas conmigo porque tendría que dejarte sola todo el día, así que es mejor que te quedes aquí. Ella le aseguró que no le importaba lo más mínimo porque ésa era la respuesta que él esperaba oír. Y, después de todo, no se aburrió en absoluto. Sacaba a pasear a Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 71-81 Betty Neels – Una chica afortunada Biddy y charlaba con todo el mundo en el pueblo, hablaran inglés o no. El mejor momento del día para Franny era cuando Marc la llamaba por las tardes. Cuando volvió aquella noche, Franny le dio la bienvenida intentando disimular su alegría. Volverían a Londres en dos días, le dijo él, y podrían hacer lo que quisieran hasta entonces porque no tenía trabajo. —Estaba deseando volver a casa para verte, Franny —dijo, besándola en la mejilla cuando ella se levantó para irse a la cama. —Eso es lo más bonito que me han dicho nunca —murmuró Franny. A la mañana siguiente bajó a desayunar, sin haber pegado ojo. La vida era cada día más maravillosa, pensaba. Pero no aquella mañana. Sobre la mesa del comedor había una nota de Marc, despidiéndose porque había tenido que ir urgentemente a Bruselas. Aquella tarde llamó. Se quedaría en Bruselas un día más y después volvería a casa para recogerla. Así que Franny volvió a dar más paseos por el pueblo. Se sentía decepcionada, pero tenía que ser sensata y reconocer que la mujer de un médico tan importante tenía que acostumbrarse a ese tipo de cosas. Cuando Marc llegó a casa por la tarde, Franny estaba preparada para marcharse. Cenaron algo ligero, sacaron a Biddy a dar el último paseo mientras le contaba cómo había ido la operación y después se despidieron de la casa. El profesor no le había pedido disculpas por dejarla sola, pero ella no había esperado que lo hiciera; era su trabajo y él le había dejado claro que su trabajo era lo más importante en su vida. Al menos, pensaba ella, sabía que a él le gustaba volver a casa para encontrarse con ella. No era un hombre muy expresivo, pero le gustaba sentir su brazo alrededor de los hombros mientras paseaban. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 72-81 Betty Neels – Una chica afortunada Capítulo 9 Estaba lloviendo mientras conducían por carreteras inglesas. Habían tenido un viaje tranquilo y llegarían a casa a media mañana, le dijo Marc. —Seguro que tu tía se alegrará de verte. Crisp los estaba esperando con una sonrisa en los labios. —La señora Blake está esperándolos en el salón. ¿Necesitará el coche esta tarde, señor? —Sí, no hace falta que lo lleve al garaje. ¿Qué tal todo por aquí, Crisp? —Sin problemas, señor. Las cartas están en su estudio y he anotado todas las llamadas. —Espléndido. Vamos a ver a tu tía… —Queridos, qué alegría veros —exclamó la tía alegremente, abrazándose a Franny—. ¿Lo habéis pasado bien en Holanda? Estoy deseando que me lo contéis todo. Crisp ha sido estupendo conmigo y la enfermera es maravillosa. Finn ha venido a verme… Fue interrumpida por Crisp, que entró en el salón con la bandeja del té y después de tomarlo Marc se ausentó, con la excusa del correo. Franny y su tía subieron a la habitación y allí le contó todo sobre Holanda, sobre la preciosa casa de Marc y su familia. —¿Eres feliz, cariño? —preguntó su tía. —Sí, lo soy. Marc es muy amable y considerado. Pero trabaja demasiado — suspiró Franny. —Es lógico. Pero no te preocupes, cuando tengáis hijos, las cosas cambiarán. —Tienes razón —dijo Franny, intentando disimular su turbación—. Marc me ha dicho que te lleve a Harrods para que compres todo lo que quieras. ¿Quieres que vayamos mañana? —¿A Harrods! Pero si esa tienda es carísima. —No te preocupes por eso. Es idea suya. Cuando volvieron a casa, Marc estaba como ausente. En Holanda le había parecido que se acercaban un poco, que había una oportunidad de que fueran algo más que amigos, pero ya no estaba segura. Su tía le había dicho en el camino de vuelta en taxi que Marc era el hombre más bueno que había conocido. —Además de mi marido —le dijo—. Y siempre está pendiente de ti, cariño. Si estar pendiente significaba darle dinero para sus compras, preguntarle distraídamente qué tal le había ido el día y decirle que tenía buen aspecto, entonces sí estaba pendiente. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 73-81 Betty Neels – Una chica afortunada Llevaban una semana en Londres cuando le dijo que aquella noche cenarían con lady Trumper. —No —dijo Franny sin pensar—. No quiero ir. —Eres mi esposa, Francesca —replicó él—. Yo no me avergüenzo de ti, así que ¿por qué lo haces tú? —No me avergüenzo en absoluto. Pero yo no le gusto a lady Trumper y ella no me gusta a mí. —Me temo que tendrás que ver y recibir a mucha gente que no te guste, querida. Cenaremos con ella el jueves a las ocho. Y ponte algo bonito; cada día estás más guapa, no sé si te lo he dicho. Lo había dicho con una sonrisa y después se había marchado, dejándola tan irritada que su tía y Crisp intercambiaron una mirada de sorpresa. —¿Por qué estás enfadada, Franny? —preguntó su tía. Franny le contó la razón, pero si había esperado que ella fuera comprensiva, se había equivocado—. Pero no tienes por qué enfadarte. Esta es una oportunidad para que le demuestres que eres la esposa perfecta para Marc. Después de todo, venimos de una familia muy antigua, descendemos directamente de Guillermo III; mucho mejor familia que la suya, desde luego —sonrió su tía—. ¿Quién era su marido? ¿Alguien a quien le dieron un título por fabricar armas de guerra? Mañana iremos a comprar un vestido nuevo y te presentarás en la fiesta como la esposa de Marc. —¿De verdad crees que debo ir? No quiero que se sienta avergonzado. —Eso es imposible, querida. Volvieron a Harrods y las atendió la misma vendedora que, para entonces, casi se había convertido en una amiga. Buscaban un vestido para una cena elegante y la mujer les dijo que tenía exactamente lo que buscaban. Sobre su brazo no parecía más que un pedazo de seda color ámbar, pero cuando Franny se lo probó resultaba una belleza. Y le quedaba perfectamente. El precio era una barbaridad, pero se recordó a sí misma que eso no era problema para Marc. Aquel vestido era más que bonito, era exquisito y realmente la transformaba en una mujer que atraería las miradas. La noche de la cena, él llegó a casa bastante tarde. Franny, sentada en el salón con aquel vestido, se sintió decepcionada cuando él asomó la cabeza y no se fijó en su aspecto. —¿Ya estás preparada? Estupendo. Yo me cambiaré enseguida —dijo. Franny estaba en el vestíbulo con el abrigo largo de terciopelo cuando él volvió—. ¿Lista? — preguntó. Cuando ella asintió, la tomó del brazo y la acompañó hasta el coche. No había mucho tráfico y la casa de su madrina estaba cerca. Barker abrió la puerta y Franny lo saludó amablemente, dándole su abrigo. El profesor, quitándose el suyo, se quedó mirándola como embobado. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 74-81 Betty Neels – Una chica afortunada ¿Cómo no se había dado cuenta antes de que era guapa? Aquel vestido le daba un aire tan sofisticado que nunca lo hubiera creído. De repente, hubiera deseado tomarla en sus brazos y decírselo, pero no podía hacerlo delante de Barker. Franny, con la barbilla levantada y caminando como si estuviera entre nubes, se dirigió hacia el conocido salón de lady Trumper. Todos los invitados se volvieron al verlos entrar y la anfitriona, vestida de seda negra se dirigió hacia ellos. —Ya conoces a mi mujer, Francesca —dijo, besándola en la mejilla. Franny la saludó amablemente, como si jamás se hubieran visto antes. Le hubiera gustado decirle muchas cosas, pero debía recordar que era la esposa de Marc. Marc conocía a todos los invitados, que le daban la enhorabuena por su reciente matrimonio y le decían lo encantadora que era su mujer. Mientras tanto, Franny tomaba un poco de champán y contestaba a las preguntas de todo el mundo. Lady Trumper la miraba a través de la habitación, mientras hablaba con Marc. —¿Quién lo hubiera pensado? —Desde luego —contestó Marc. —No puedes estar enamorado de ella. Esa chica te ha tendido una trampa… —Será mejor que haga como que no te he oído —interrumpió él en voz baja. Después, se dio la vuelta, se dirigió hacia el grupo en el que estaba Franny y la tomó del brazo. —Tenemos que irnos, Franny. —¿Qué ocurre? —Tenemos que irnos —repitió. Presentó sus excusas a los invitados, alegando que tenía que volver urgentemente al hospital y se marcharon, dejando a todo el mundo boquiabierto. Cuando llegaron al coche, Franny se mantuvo callada mientras Marc conducía y después se atrevió a decir: —¿Vas a ir directamente al hospital? Podría tomar un taxi allí. —Vamos a casa. —¿No será mi tía quien está enferma? —Tu tía está perfectamente, Franny. Entraremos un momento para decirle una cosa a Crisp y después nos iremos a cenar. —No te entiendo. ¿No tenías que ver a un paciente? —No. —Entonces, ¿por qué nos hemos ido? —No me gusta estar bajo el mismo techo de alguien que me insulta —contestó él con frialdad. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 75-81 Betty Neels – Una chica afortunada —¿Lady Trumper te ha insultado? No lo puedo creer… ¿Te ha insultado a ti o ha sido a mí? —Si te insultan a ti, me insultan a mí, Francesca. —No sabes cuánto siento haberte estropeado la noche, Marc. Y después de haber comprado este vestido tan caro… —Me alegro mucho de que lo hayas comprado. Es un vestido precioso y estás guapísima con él. Nos iremos a bailar y podrás lucirte todo lo que quieras. —Creí que nunca te fijabas en lo que llevaba puesto —dijo ella, emocionada. Lo había dicho sólo por cumplir, por supuesto, pero de todas maneras era maravilloso. Entraron juntos en el apartamento y Franny le contó a su tía en pocas palabras lo que había ocurrido mientras el profesor iba en busca de Crisp. Sólo estuvieron allí unos minutos y después volvieron al coche. Franny se preguntaba si encontrarían mesa en un restaurante a aquella hora y sin haber reservado, pero no preguntó. Cuando llegaron al restaurante que Marc había elegido, les dieron una mesa espléndida y Franny, consciente de las miradas de admiración, se dispuso a leer el menú, tomando una copa de champán. Siguiendo los consejos de Marc, eligió salmón fresco, pato a la naranja y un sorbete de limón. Después de cenar, Marc le preguntó si quería bailar. —Hace años que no bailo —dijo Franny, pero se levantó y se deslizó entre sus brazos encantada. El profesor se dio cuenta de que, una vez que tenía a Franny en los brazos, hubiera deseado no tener que soltarla nunca. Siguieron bailando durante un rato, cada vez más juntos, cada vez más acompasados. —¿Tienes que ir al hospital mañana? —preguntó Franny, apoyando la cabeza en su pecho. —Sí —contestó él, con cierto tono de tristeza. —Siento lo que ha ocurrido con lady Trumper. —Ya lo he olvidado —contestó él, pero no era verdad, por supuesto. Le hubiera gustado retorcerle el cuello. —Me alegro. Gracias por esta noche tan encantadora. vez. —Yo soy quien debe darte las gracias. Tenemos que volver a hacerlo alguna Después de eso, salieron del restaurante y se dirigieron a casa. Franny le deseó buenas noches y subió a su habitación. Durante mucho rato estuvo estudiando su imagen ante el espejo. El vestido era perfecto, pero podría pasar mucho tiempo antes de que pudiera volver a ponérselo. Y parecía que tenía razón. Al día siguiente, Marc volvió tarde a casa y le dijo que tenía que marcharse de viaje a Israel. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 76-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Me iré dentro de tres días, cuando termine con todos mis compromisos aquí —le dijo. —¿Estarás despreocupada. mucho tiempo fuera? —preguntó ella, intentando sonar —Unos diez días. —Marc, pero es un sitio tan inseguro —dijo ella, olvidando su precaución—. ¿De verdad tienes que ir? —Sí, es un compromiso que tengo hace tiempo —contestó—. No me pasará nada, Franny. —¿Quieres que vaya contigo? —Me gustaría, pero prefiero que no lo hagas. —Supongo que podrás llamarme por teléfono. —Claro. ¿Me echarás de menos? —Sí, claro que sí —contestó ella, apartando la mirada—. Todos te echaremos de menos —añadió, sin poder evitar un ligero temblor en la voz. —Mientras estoy fuera, me gustaría que hicieras una cosa. He comprado la casita que hay detrás de la nuestra. He pensado que a tu tía le gustaría vivir allí, ¿no crees? También sería un hogar para Finn, si lo desea. ¿Te importaría llevarla y preguntarle qué le parece? —Marc… eso es maravilloso. Volverá a tener su propio hogar, como ella quería —dijo Franny, sorprendida. —Dile que le ruego que acepte la casa porque la considero parte de mi familia. Franny estaba muy contenta por su tía, pero se daba cuenta de que él volvía a no incluirla en sus planes, como hacía casi siempre. Cualquier mujer se hubiera quejado o hubiera empezado a hacer su maleta, repitiéndole que tuviera cuidado, que no olvidara llamarla en cuanto llegara al hotel, pero ella no era ese tipo de mujer. Crisp haría su maleta y él dejaría el número de teléfono sobre su escritorio y eso sería todo. La mañana del viaje, Franny lo encontró sentado en el comedor. Se sentó a su lado, tomando el café que Crisp le ofrecía y comentó que iba a ser un día precioso. Aquél era un comentario muy optimista, ya que apenas había salido el sol, pero algo tenía que decir. Aunque lo que le hubiera gustado decirle era que volviera pronto y que tuviera cuidado porque lo amaba y la idea de perderlo era insoportable, pero no podía hacer eso. —Qué pena que uno nunca pueda decir lo que piensa. Quiero decir, que el tiempo que haga da completamente igual. Lo que importa son todas esas cosas que no se dicen… El profesor dejó la taza sobre el plato, dándose cuenta de repente de que todos sus esfuerzos por no enamorarse de Franny habían sido en vano. —Francesca… —murmuró. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 77-81 Betty Neels – Una chica afortunada Demasiado tarde. Crisp volvió a entrar en el comedor para decir que el coche estaba esperando y el profesor debía darse prisa si quería llegar a tiempo al aeropuerto. Marc miró a Franny, con las mejillas coloradas y el pelo suelto y se dio cuenta de que, en la vida, había otras cosas además del trabajo. Estaba el amor… aunque lamentablemente no tenía tiempo de decírselo. Se levantó, la besó en los labios y se marchó. Franny se quedó atónita. Nunca la habían besado de aquella manera. Cuando volviera, diez días más tarde, quizá volvería a besarla así, pensaba. Pero no debía emocionarse, se dijo a sí misma; podía no haber sido más que un impulso. Franny le dijo a su tía aquella mañana que Marc había comprado la casita de al lado para ella y tuvo que intentar convencerla para que la aceptara. —Ya le debemos demasiado, Franny. Ha hecho demasiado por nosotros. —Entonces, ¿prefieres quedarte a vivir en nuestra casa? —No, no. Aquí soy una invitada y no quiero molestar. —Pero cuando te dije que podrías tener tu propia casa, pareciste encantada. —Todavía estaba enferma, Franny. Pero tengo mi pensión y puedo pagarme una habitación en cualquier parte. Las dos se quedaron calladas, sabiendo que, por supuesto, aquello era una tontería. —Tía Emma, Marc se sentirá herido si no aceptas su oferta. Para él, eres un miembro de la familia. Él te salvó la vida y ahora quiere que la disfrutes. ¿No te das cuenta de que, si te vas a vivir lejos de aquí, estará preocupado por ti? Ahora somos su familia y tenemos la obligación de hacer de su casa un hogar, no solamente un sitio al que él va a comer y a dormir. —Tienes razón. Estoy siendo una egoísta. Será un placer para mí vivir en mi propia casa, tan cerca de vosotros —dijo su tía por fin. —Estupendo —dijo Franny, abrazándola—. Entonces, vamos a verla —señaló, animosa. La casita era pequeña, pero preciosa. Marc le había dicho que podían decorarla como quisieran y eso iba a ser una fiesta para aquella anciana que, durante los últimos años de su vida, había tenido que vivir en unas circunstancias tan penosas. —¿Puedo empezar ahora mismo? —Dile a Crisp lo que quieres. Él llamará a los decoradores para que vengan a hablar contigo. —No lo puedo creer —dijo su tía—. Tengo que comprar de todo, papel pintado, muebles, alfombras… —Y cortinas —señaló Franny, alegre. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 78-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Nunca pensé que sería tan feliz como lo soy ahora. Primero, la calle Fish, después tu tío William y ahora… es como un sueño. —Si tú eres feliz, Marc también lo será —dijo Franny. A pesar de que estaba muy ocupada organizando la decoración de la casa de su tía, los días pasaban con lentitud para Franny. El profesor había llamado desde Israel para decir que había tenido un buen vuelo, que estaría en el hotel durante tres días y después se iría a otra ciudad. Unos días más tarde había vuelto a llamar; las lecturas estaban siendo un éxito y esperaba volver en cinco días. Franny tachaba los días que pasaban en un calendario, como si fuera una niña. Cuando llegó el último día, llamó al aeropuerto para comprobar que el vuelo llegaba a la hora prevista, pero le dijeron que llevaba retraso debido a una huelga imprevista y que no tenían ni idea de a qué hora podría aterrizar. A medianoche, aún sin noticias, se metió en la cama preocupada a pesar de que Crisp le había prometido que la despertaría en cuanto llegara el profesor. Pero cuando se despertó ya era de día y salió corriendo al pasillo, donde se encontró con Crisp. —¿Ha vuelto? —Sí, señora, a las cuatro de la madrugada. Hay una nota para usted en la mesa del comedor. —Prometió despertarme, Crisp. —El profesor me lo impidió, señora. Me dijo que no la despertara porque era muy tarde. —¿Dónde está? —En el hospital. A las seis de la mañana recibió una llamada urgente. —Pero si no ha podido dormir… debe de estar agotado. —El profesor nunca está agotado, señora. Me dijo que había dormido en el avión y tomó un buen desayuno. —Crisp, es usted un tesoro, muchas gracias. ¿Le dijo a qué hora volvería? —No, no lo dijo. —Me gustaría llamarlo, pero supongo que estará muy ocupado, como siempre. Franny tomó la nota que había sobre la mesa del comedor y subió a su habitación para leerla. Simplemente decía que tenía que ir al hospital urgentemente y que no sabía a qué hora volvería a casa. Volvió a leerla varias veces, intentando encontrar algo de calidez en ella, pero sin éxito. Volvería a casa cuando terminase su trabajo, se dijo a sí misma. Como siempre. Pasó la mañana ayudando a su tía Emma a elegir la tela de las cortinas y charló con Finn por teléfono. La vida era estupenda, le decía él y había conocido a una chica maravillosa. —Se lo he contado a Marc y me ha dicho que la llevara a vuestra casa una de estas tardes. Te caerá muy bien, ya verás. Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 79-81 Betty Neels – Una chica afortunada —Seguro que sí —contestó Franny—. ¿Hace mucho que la conoces? —Una semana. —Entonces, ¿cómo lo sabe Marc? —Porque se lo he contado esta mañana en el hospital. Fui a oír una de sus charlas. —Ah, claro. Llegó anoche de Israel y se fue casi inmediatamente al hospital. Casi no ha dormido. —Pues estaba radiante —dijo su hermano. Franny pensó en aquello mientras comía. Marc no era un hombre que gustara de hablar sobre sus éxitos, pero si sus charlas en Israel lo habían sido tanto como para estar radiante, le hubiera gustado que se lo dijera. Cuando terminó de comer, acompañó a su tía a la habitación y después se quedó mirando por la ventana. El Rolls estaba frente a la casa, y eso quería decir que Marc estaba en la consulta. En cuanto terminara con todos los pacientes, lo vería por fin. Subió a su habitación y se arregló todo lo que pudo. Después, volvió a mirar por la ventana, nerviosa. —Soy tonta —murmuró, apartándose de la ventana y sentándose en el salón para leer un libro hasta que Crisp entró para preguntarle a qué hora deseaba tomar el té. —El profesor está en su consulta, así que creo que debemos esperar un poco por si termina pronto. —Me parece muy bien, señora —contestó el hombre con una sonrisa. Pero las horas pasaban y Marc no aparecía. Cuando vio a la señora Willett salir de la consulta, tomó una determinación. —Voy a bajar a la consulta —dijo, como dándose ánimos a sí misma. La puerta de la consulta estaba abierta y Franny cruzó el vestíbulo, dudó un momento y después entró en su despacho. El profesor estaba sentado frente a su escritorio, rodeado de papeles, pero no estaba mirando ninguno de ellos sino perdido en sus pensamientos. Cuando vio a Franny, se levantó. —Franny, ¿ocurre algo? Ella dio dos pasos, se sentó en una de las sillas frente a su escritorio y lo miró. —Sí —contestó—. Llegaste a casa esta mañana y no dejaste que Crisp me despertara. La señora Willett se ha ido a casa hace tiempo y yo sé que eres un hombre muy ocupado, pero creo… no, estoy segura de que me estás evitando. Finn te vio esta mañana y me dijo que estabas radiante. ¿Ha ocurrido algo que debas decirme? — preguntó. Él no contestó y ella siguió, cada vez más nerviosa—. ¿Has conocido a alguien… a alguna mujer? Porque si es así, lo comprenderé, te lo aseguro y me Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 80-81 Betty Neels – Una chica afortunada sentiré muy feliz por ti —terminó, reclinándose en la silla—. Ya está, ya lo he dicho. A veces uno tiene que decir lo que piensa. Puedo hacerlo porque somos amigos. —¿Por qué te haría feliz, Francesca? —preguntó él. —Bueno, preferiría no contestar a esa pregunta, pero es posible que explique por qué he dicho lo que he dicho. Verás, estoy enamorada de ti y quiero que seas feliz más que ninguna otra cosa en el mundo. El profesor sonrió, dio la vuelta al escritorio y se colocó frente a ella. Después, la tomó de la mano y la levantó de la silla. —¿Quieres saber por qué estaba radiante esta mañana? Estaba radiante porque iba a volver a verte, mi amor. No quería enamorarme de ti y he luchado para que no ocurriera. Creí que tenía todo lo que necesitaba en la vida, pero de repente tú llegaste a ella y me robaste el corazón. —¿Por qué no me habías dicho… —murmuró Franny. —Quizá soy un poco mayor para ti y demasiado acostumbrado a estar solo — dijo el profesor, abrazándola—. Que tú me amaras me parecía una posibilidad tan remota que tenía miedo de volver a verte, aunque lo deseaba con todas mis fuerzas. Sabía que cuando volviera a casa tendría que decírtelo y estaba aquí sentado pensando cómo hacerlo. —Yo te diré cómo hacerlo —dijo Franny—. Creo que es algo que se va haciendo fácil con el tiempo. —Mi amor, eres una criatura adorable —dijo, inclinándose para besarla en los labios. —Eso me ha gustado mucho —murmuró Franny, consiguiendo así otro beso. Para ser alguien un poco mayor para ella y acostumbrado a estar solo, besaba muy bien—. ¿Estás seguro de que me quieres? No soy ni guapa ni inteligente y hablo demasiado. —Eres preciosa, inteligente y perfecta y el día que dejes de hablar, me moriré — dijo él, levantando su barbilla con la mano. Era una respuesta que hubiera satisfecho a cualquiera y Franny le rodeó el cuello con los brazos. —Vamos a ser muy felices, Marc. ¿Te importaría si nuestros hijos hablasen tanto como yo? —Me encantaría. —Tendremos dos niños y dos niñas —dijo Franny— para que puedan jugar al tenis. El profesor empezó a reír. —Al menos no quieres tener un equipo de fútbol —susurró, apretándola entre sus brazos y besándola con un beso que era el sello de su felicidad. Fin Escaneado por Jandra46-Mariquiña y corregido por Laila Nº Paginas 81-81