Subido por Maritza Zabala Rodríguez

Carretera destapada

Anuncio
Carretera destapada.
Supongo que ustedes como yo se han preguntado alguna vez ¿Cuáles son los elementos de una
buena ciudad?
La respuesta apunta primero a oportunidades económicas y luego al acceso a servicios, espacios
comunes, seguridad y en general, la infraestructura en la que se pueden generar nuevas conexiones
sociales o robustecer las que ya existen.
Una buena ciudad tiene equipamiento de parques, vías, aceras, museos, iglesias, mercados, colegios,
universidades, galerías, bibliotecas, plazas, escenarios deportivos, centros comunitarios, servicios de
agua, luz, transporte, comunicaciones y toda una malla de espacios que se entretejen entre sí, donde
la gente de barrios, comunas, localidades, hacen su vida pública y viven cada ciudad.
Pregunté a varios arquitectos sobre el tema y coincidieron en que toda infraestructura reúne
estructuras, espacios, instalaciones y sistemas de relaciones que tienen un carácter social y político y
permiten la vida de una ciudad y con ella, la construcción de confianza, cooperación y conexiones
sociales de quienes la habitan, a la par de minimizar el aislamiento social, las diferencias
socioeconómicas y las limitaciones de acceso por diversas razones.
La infraestructura busca facilitar las actividades de los ciudadanos, por eso hay varios tipos:
infraestructura social, cívica, de salud pública, educación, recreación e incluso de tipo democrático. Y
entonces es necesario entender en cada territorio, su infraestructura y aprender las rutinas,
convenciones, usos, normas y elementos que impactan sobre su uso y funcionamiento.
Por ejemplo, si la gente no se comporta adecuadamente, no cumple las normas y hace mal uso de
unas escaleras eléctricas, puede generar accidentes o daños que van en contravía de su
funcionamiento. Cada infraestructura cumple una función diferenciada: en los mercados se venden
productos, en los hospitales se atiende la salud de las personas y en las instituciones educativas se
educan niños, jóvenes y adultos. Si desconocemos estas funciones, las condiciones para habitar las
ciudades se deterioran.
Desde lo local es necesario tener en cuenta estas dimensiones de la infraestructura urbana al
diseñar y proveerla. En Popayán por ejemplo este 1 de mayo, para evitar un trancón al salir de la
ciudad, decidimos tomar una vía alterna por el sector de Bello Horizonte. Al hacerlo nos vimos en
una zona carreteable, sin pavimentar que hace de frontera entre dos caras de la ciudad: de un lado
casas de madera, invasiones mejoradas y cerramientos en alambre de púas, del otro lado:
contrafachadas de varios conjuntos residenciales, para los cuales tal vez, los habitantes del otro lado
no existen.
Al salir de este camino destapado muy peligroso de circular y exigente para la conducción por los
sobresaltos, evitamos un trancón monumental, llegamos a una estación de servicio y a una vía
pavimentada donde el entorno cambió por completo.
La provisión de bienes, servicios e infraestructuras concretas en las ciudades pueden representar
la diferencia adicional que incida en lo que allí sucede. La actividad y el uso compartido de una
infraestructura vial en este caso son el espacio sobre el cual podría rodar con facilidad, la tolerancia
y la vida colectiva. La reflexión fue esa: si se pasa de largo nunca se sabría de la existencia de esta
realidad que fomenta brechas invisibles y margina a quienes, desde sus carencias, están casi
anulados por obras e infraestructura urbana que se levanta con todo tipo de servicios frente a sus
privaciones.
Pavimentar esta zona podría representar además de una actividad de diseño, planeación y
mantenimiento de la malla vial urbana, muy oportuna; una vía rápida para minimizar las
desigualdades, contener las brechas y sumar a la conexión social y la vida pública de esta parte de
la Ciudad Blanca.
© Maritza Zabala Rodríguez |@mazarito1
Descargar