Subido por Ander Guerra

Lengua oral - textos

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Lengua castellana y Literatura - Oral
Textos con los que trabajar la oralidad
Discursos políticos
Discurso de Clara Campoamor en las Cortes
<<[...]Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os
votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron
sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que la
mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis –fijaos bien– afirmando su
personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad,
que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en
materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha
dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que
se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la
mujer se manifieste y veréis cómo ese poder no podéis seguir detentándolo.
[...] Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia.
Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi
deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía
una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas
mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la
pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la
República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no
tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para
llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una
fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles;
que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose
a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de
la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella.
Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os
molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta
la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de
igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y
que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como
yo sirve en estos momentos a la República española>>.
Clara Campoamor, 1 de octubre de 1931.
Venceréis, pero no convenceréis
Acabo de oír el grito de ¡viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida! Y yo, que
me he pasado toda mi vida creando paradojas que enojaban a los que no las comprendían,
he de deciros como autoridad en la materia que esa paradoja me parece ridícula y
repelente. De forma excesiva y tortuosa ha sido proclamada en homenaje al último orador,
como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. El general Millán Astray es un
inválido de guerra. No es preciso decirlo en un tono más bajo. También lo fue Cervantes.
Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos
demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele
pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un
inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo
aumentan los mutilados a su alrededor. El general Millán Astray no es un espíritu selecto:
quiere crear una España nueva, a su propia imagen. Por ello lo que desea es ver una
España mutilada, como ha dado a entender.
Este es el templo del intelecto y yo soy su supremo sacerdote. Vosotros estáis profanando
su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio
país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero
no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que
os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España.
Miguel de Unamuno (12 de octubre de 1936)
Brigadas Internacionales
<<Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las
Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.
Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas.
Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados
de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos.
Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo
en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna
gratitud.
De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como
hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de
la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las
Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo
combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.
Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas
inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas
Internacionales.
Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo,
asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a
salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.
Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología
diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la
justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.
Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus
esperanzas y sus anhelos… Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha,
anhelaban el honor de morir por nosotros.
¡Banderas de España! ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!
[...]>>
Dolores Ibarruri, 1 de noviembre de 1938
Lección para las camaradas flechas que han de pasar a
Sección Femenina.
CAMARADAS El día de Santa Teresa vais a entrar a formar parte de la Falange. Hasta
ahora, como niñas que erais, os hemos tenido a prueba en calidad de aspirantes, para ver
si al llegar este día habíais merecido el honor de ingresar en la Sección Femenina como
miembros del Partido. Por lo tanto, este día tiene que ser para vosotras apetecido y
deseado como el más importante de vuestra vida falangista. Yo comprendo que al principio
sintáis un poco lo que dejáis atrás; siempre duele el desprenderse de un pedazo de la vida,
y más para vosotras, que tan felices habéis sido entre vuestras camaradas. Pero el tiempo
es implacable, y no porque vosotras lo sintáis más o menos dejáis de cumplir años. Cada
edad requiere lo suyo, y así como para vuestra vida particular se empiezan a abrir ahora
horizontes nuevos, que os marcarán quizá el camino definitivo por donde ha de transcurrir
vuestra vida, así para vuestra existencia falangista se inicia también un nuevo rumbo,
acorde con vuestros diecisiete años. Eso no quiere decir que os vayamos a hacer olvidar
estos años que habéis pasado en el Frente de Juventudes; por el contrario, vamos a
continuar en vosotras las mismas enseñanzas que allí habéis recibido, y, ampliándolas,
vamos a hacer que las pongáis en práctica. Ya no vais solamente a recibir de la Falange;
ahora vais a dar. Vais a entregar vuestra juventud, vuestra inteligencia, vuestra sana alegría,
vuestro trabajo, vuestro servicio. Pero ya veréis cómo no hay nada más hermoso que servir.
Ya veréis cómo se os llena el alma de gozo cuando, en misión de divulgadoras, vayáis
salvando la vida de los niños españoles; cuando enseñéis como maestras todas estas
cosas que aquí habéis aprendido y las nuevas que os vamos a enseñar; cuando vayáis en
servicio deportivo, ganando fama y gloria para nuestros equipos de Falange; cuando os
ocupéis de los niños de Auxilio Social; cuando os preparéis para cuidar a nuestros heridos
en caso de guerra, cuando os forméis en nuestras Escuelas del Hogar para saber ordenar
una casa. Todas estas cosas y muchas más tenéis que hacer en las Secciones Femeninas,
y sobre todas ellas, obedecer. Obedecer a vuestros mandos y a vuestra conciencia
falangista, que os dice cómo tenéis que cumplir dentro de esta nueva vida de la Falange. No
creáis que os vamos a quitar vuestra sana alegría; todo lo contrario: ése es el mejor tesoro
que nos traéis del Frente de Juventudes. Sois jóvenes, y sabemos cómo tenemos que
trataros. Seguiréis cantando, seguiréis bailando, y saliendo al sol y al aire, y subiendo a los
montes de España. Porque para todo esto que os hemos dicho, os queremos sanas de
alma y de cuerpo, sin endeblez, sin mezquindades, mirando a la vida como quería José
Antonio: con el alma y los ojos abiertos. Obedientes a Dios y sumisos a la Falange. Por lo
tanto, no tenéis que llorar; que el llorar por cosas pasadas es decadente y es romántico, y
nosotras bien sabéis que no somos románticas. Así, pues, preparaos con vuestra mejor
voluntad; coged vuestras armas, y, después de pedirle a Dios acierto para vuestras
gestiones, venid y decidnos: "Aquí estamos, dispuestas a todo lo que nos queráis mandar
para el mejor servicio de la Falange." ¡Arriba España!
Pilar Primo de Rivera
Españoles, Franco ha muerto
Españoles: Franco ha muerto. El hombre de excepción que ante Dios y ante la Historia
asumió la inmensa responsabilidad del más exigente y sacrificado servicio a España ha
entregado su vida, quemada día a día, hora a hora, en el cumplimiento de una misión
trascendental. Yo sé que en estos momentos mi voz llegará a vuestros hogares
entrecortada y confundida por el murmullo de vuestros sollozos y de vuestras plegarias. Es
natural: es el llanto de España, que siente como nunca la angustia infinita de su orfandad;
es la hora del dolor y de la tristeza, pero no es la hora del abatimiento ni de la
desesperanza.
Es cierto que Franco, el que durante tantos años fue nuestro Caudillo, ya no está con
nosotros, pero nos deja su obra, nos queda su ejemplo, nos lega un mandato histórico de
inexcusable cumplimiento. Porque fui testigo de su última jornada de trabajo, cuando ya la
muerte había hecho presa en su corazón, puedo aseguraros que para vosotros y para
España fue su último pensamiento, plasmado en este mensaje con que nuestro Caudillo se
despide de esta España a la que tanto quiso y tan apasionadamente sirvió:
«Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante
su inapelable juicio pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y
morir como católico. En el nombre de Cristo me honro, y ha sido mi voluntad constante ser
hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón
perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y
deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el
último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé
próximo.
Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la
gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por
nuestra patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey
de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis
brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros
he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta.
Velad también vosotros y para ello deponed frente a los supremos intereses de la patria y
del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura
para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la
unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente
de la fortaleza de la unidad de la patria.
Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos
para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte, “iArriba España! iViva
España!”». Arias Navarro, 20 de noviembre de 1975
Cartas
Querido:
Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas
espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo
concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor
felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos
personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No
puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que
lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que
quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente
conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que. Todo el mundo lo sabe. Si alguien
pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu
bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido
nosotros.
V.
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