Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 1 La educación: una escena del vivir entre otros / con-otros Reflexiones para compartir1 Graciela Frigerio2 “Las instituciones de la vida social responden al deseo de los hombres de vivir en un mundo pacificado, en un entorno que no esté regido por las relaciones de fuerza 3 ni por la muerte del padre o de los hijos”. (E Enriquez . 2006, pág., 899) Las siguientes notas constituyen la estructura de la ponencia que se desarrollará en el encuentro de Montevideo que tendrá lugar en junio del 2010. Las reflexiones que se exponen parten de considerar el convivir, la hospitalidad, el sentido de las instituciones, las interpretaciones acerca del “vivir” y los avatares de los imprescindibles gestos de enseñar lo (in)enseñable y que sin embargo se transmite y aprende. 1. Convivir La noción y las prácticas de convivencia - vivir entre o vivir con otros- expresan aquello que de manera constante y continua es necesario construir, cuidar, alentar. La noción, las prácticas y las experiencias dan cuenta y condensan deseos detrás de los cuales se vislumbran temores. Muchos de los cuales encuentran fundamento empírico en 1 Ofrecemos aquí una Versión Preliminar (esta versión no cuenta con la autorización de publicación) base de la presentación en el encuentro de Montevideo de Junio 2010. 2 Dra. en Educación. Educadora-Investigadora. Presidenta del CEM (fundación) entre 1995-201. 0Directora del Doctorado en Educación de la UNER (Argentina). 3 Eugene Enriquez: Institutions humaines et organisations in Revue Française de Psychanalyse 2006 Tome LXX septembre. (La traducción es nuestra). Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 2 las dificultades y obstáculos que los humanos encuentran para hacer y compartir un “mundo común”4 del que todos formen y tengan parte. Fundamentos empíricos de los temores sobreabundan: agresiones, guerras, torturas, genocidios, holocaustos, totalitarismos, son los nombres de formas desembozadas de violencia de las que la historia testimonia, como también lo hace de aquellas formas a las que solo irónicamente podríamos considerar como “sutiles“ (políticas des-subjetivantes: humillaciones, exclusiones) que lamentablemente dan cuenta permanentemente de la vigencia de lo que E. Enriquez denomina “la violencia originaria” para poner un nombre en clave psicoanalítica al universo pulsional que no sabe ni de alteridad, ni de ética, que reside en el inconsciente arcaico de todo sujeto y que parece estar siempre dispuesto a salir a la luz y hallar satisfacción sin miramientos. A la vez, sin duda, los humanos dan a saber de un deseo escurridizo, nada simple ni carente de contradicciones: el del poder, al fin, como lo expresa J. Derrida “vivir bien”. S. Freud incluiría este componente en la definición de cultura cuando alude a las reglas necesarias para poder vivir juntos (agreguemos: en paz). Al decir de E. Enriquez se trata del deseo de poder vivir con otros, entre otros, sin que la co-presencia conlleve la muerte de padre o de los hijos, es decir sin que ésta resulte o implique la acción de un hombre contra otro. Vivir, vivir bien (lo que filosóficamente se diría tener una vida buena), vivir en paz, bosquejan el deseo de contar con la oferta de lo que podríamos denominar una “amorosidad” próxima a la idea que D. Winniccott “adecuada” o “suficientemente sugiriera bajo la noción de lo buena” presencia de unos otros capaces de hacer “holding” y “sostener de pie”. A su vez, y este es un punto que nos interesa particularmente destacar desde las perspectivas políticas con las que nos identificamos, podría afirmarse que vivir con otros no remite solo al evitar el ejercicio de violencias manifiestas, sino que alude y concierne el crear las relaciones y distribuciones necesarios para que el vivir con-otros, vivir entre otros no permita la institucionalización de las “vidas dañadas” o “vidas mutiladas” a las que ya 4 Al respecto remitimos a G. Frigerio y G. Diker (comps): Educar: posiciones acerca de lo común. Del estante editorial, Bs As. 2008. Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 3 aludía Th. Adorno en Minima Moralia5. Así vivir con otros, entre otros, refiere para a un orden justo, de “pares con parte” (como podría expresarlo J. Rancière). 2. La hospitalidad debida y de-vida La condición misma de lo humano es estar entre, brindarse mutuamente hospitalidad y reconocerse como par6 de sujetos semejantes7. Sin embargo, no faltan quienes atentan contra la solidaridad, instalan desigualdades y desdibujan la figura del otro como semejante es el efecto buscado de los que trabajan en contra del cosmopolitismo8, optando por la hostilidad (que evidencia de manera descarnada la ausencia de hospitalidad hacia lo humano). La hospitalidad9 en la concepción aredntiana y tal como la trabaja L. Cornu, puede entenderse como el derecho de los recién llegados/los nuevos sujetos en el viejo mundo10; impone una interrogación sobre sus prácticas y remite a todo concepto de educación que se signifique como el modo político en que se tramita la hospitalidad debida –de vida– para los recién llegados11. La hospitalidad debida y de-vida tiene que vérselas con la hostilidad que se presenta con mil rostros, violencias estrepitosas y otras menos ruidosas, pero no menos demoledoras. Son las prácticas sistemáticas de hostilidad las que reclaman con urgencia a las políticas de la amistad12, convocan a las buenas conciencias y solicitan el trabajo de la educación. 5 La edición en alemán corresponde al 1951 y en francés fue publicado por Payot en 2003. Al pensar de Jacques Rancière. 7 Como nos denominaría Pierre Legendre en sus lecciones. 8 Derrida dedicó un texto a alentar el cosmopolitismo, a solicitarlo. Véase Derrida (1997a). 9 Afirmamos muchas veces que: educar es el nombre que describe a la manera de recibir y hospedar a los nuevos; es, a la vez, el modo en que se lleva a cabo la hospitalidad que el mundo asegura a los contemporáneos y los fantasmas que en ellos se referencian. 10 La referencia a Hannah Arendt se vuelve insoslayable. 11 Ver al respecto Frigerio, G. (2003): Identidad es el otro nombre de la alteridad. La habilitación de la oportunidad. En: Diker -Frigerio (comp.) "Una ética en el trabajo con niños y jóvenes. La habilitación de la oportunidad" Colección Ensayos y Experiencias. Buenos Aires, Noveduc/cem. Desarrollaremos esta “distinción” en la conferencia. 12 Remitimos entre otros al escrito de J. Derrida Politiques de l´amitié. 6 Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 4 3. Las instituciones esos albergues del presente viviente El teórico del derecho, P. Legendre lo expresa con contundencia: no alcanza con reproducir la carne para que exista lo humano, la humanidad exige la pregunta acerca de los sentidos; lo humano se engarza en montajes normativos (nunca definitivamente asegurados), que ofician de garantes de la filiación simbólica (que nos reconoce a todos como de la misma especie). Especie que podría describirse como la que es capaz de la renuncia a la satisfacción de órgano para buscar, hallar y satisfacción por esas complejas, diferidas y si se quiere misteriosas tramas de la sublimación. Una de las expresiones de esos montajes normativos a los que aludíamos se expresa en el concepto más amplio de Institución (siendo desde nuestra perspectiva la institución educación la que debe asegurar una oferta de posibilidades sublimatorias). C. Castoriadis expresa esto en términos de la institucionalización de la sociedad. Es a la “Institución” a la que se apuesta y en la que se le confía. Institución que tomará forma de “institución” para darse una organización, volverse contexto específico de acción y alojar la tramitación de la vida colectiva. Si la institucionalización es la gran apuesta de lo humano es porque -tal como lo advierte el psicoanalista Enriquez13 metafórica y simbólicamente las instituciones son creaciones de los hombres para “exorcizar la violencia originaria”, violencia cuyo carácter obstinado e irreductible exige recomenzar el intento (nunca totalmente logrado) con obstinación y decisión. Así convivir, vivir con otros / entre otros, en paz, es una necesidad que conoce avatares tanto por obstáculos externos (sociales, políticos, económicos) como por la trama misma del mundo interno de los sujetos. El lector comprenderá que la complejidad de lo que está en juego excede en mucho a la singularidad de cada uno de los componentes de la arquitectura simbólica e imaginaria de las sociedades; a la vez que concierne y excede a toda noción de educación 13 Eugene Enriquez: op. cit. Pág. 901. Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 5 que se limitara a una cuestión de formatos escolares y prácticas pedagógicas. Sin embargo, esta afirmación no aleja ni limita la responsabilidad escolar en la construcción de un mundo común del que todos formen parte y tengan parte y esto por un argumento tan austero como contundente, como es el que recuerda que desde los orígenes de los sistemas educativos, las instituciones llamadas “escuelas” se han convertido en la modernidad y por decisión de los Estados expresada en sus leyes constitutivas, una institución de pasaje obligado. Sostendremos entonces que la institución educativa escolar en tanto pasaje obligado no puede en consecuencia desentenderse del trabajo de construir lo común (entendido como lo de todos, no lo homogéneo) Esto, obviamente, no significa que todos los chicos siempre hayan asistido y permanecido en ellas, pero si deja claramente sentado que la escuela es en nuestras sociedades la única institución declarada obligatoria. Imposible en consecuencia siquiera imaginar un desentendimiento, mucho menos un descuido de aquello del mundo común, del convivir, del vivir con otros y entre otros, con justicia y paz que deberá encontrar tramitaciones en el mundo escolar. Los efectos de la educación en sus formatos escolares admiten muchas lecturas, como bien lo pone de manifiesto Christian Baudelot en su texto Los efectos de la educación14 no todos los efectos resultan productos lineares, ni siquiera consistentes ni congruentes con los propósitos que se enuncian. Por ello la enseñanza (lo que hace signo, lo que muestra la vida buena) de la convivencia (y su potencial aprendizaje) no se limita a la institucionalización de un cuerpo de reglamentos y normas, no se lleva a cabo simplemente ni sin tensiones y contradicciones que requieren un trabajo permanente de atención y elaboración. Hemos aludido al “vivir” presente en el con-vivir. A continuación nos detendremos en algunas consideraciones acerca del vivir y sus sentidos. 14 Christian Baudelot y otros: Los efectos de la educación, Bs As, Del estante editorial, 2008. Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 15 4. Consideraciones acerca del vivir 6 Alguien, usted o yo, se adelanta y dice: “yo quisiera, por fin, 16 aprender a vivir” . Quelqu’un, vous ou moi, s’avance et dit : “je 17 voudrais apprendre à vivre enfin”. Jacques Derrida (1993; pág. 13) Acerca de qué podemos entender por vida, los diccionarios nos proporcionan definiciones siempre incompletas, incluso no pueden contentarse con una sola sino a riego de omitir sentidos. El pensamiento filosófico la alude con distintas voces a través de todos los tiempos18 y lenguas: • En latín, “vita” alude, simultáneamente, a la facultad de renovar su propia sustancia, a existencia, a una temporalidad/duración, a un conjunto de actividades de los seres naturales; tanto a las maneras de vivir como a los relatos acerca de esas maneras. • En griego, dos palabra están concernidas: “zôê” (que involucra al reino animal) y “bios” (que remite a la existencia humana y a la vida reflexiva). Un listado no exhaustivo nos dirá que podemos entenderla como la vida de tal o cual individuo (aquello a lo que Derrida refiere al señalar que hay allí algo más que un símbolo), pensarla como el mundo vivido, como el territorio cotidiano de los símbolos. Algunos la consideran en sus “modalidades”: la vita contemplativa, la vita activa. Por su parte, Jacques Rancière la define como articulación fundante entre lo sensible y lo pensable. El plural, vidas, remite, entonces, para el filósofo, a las posibles configuraciones de esas articulaciones. Derrida, por su parte afirma que un deseo perdura en todo hombre, el de aprender al fin a vivir. Al fin. ¿Finalmente? ¿Por fin? 15 Las líneas que siguen tienen como referencia una producción anterior “Acerca de lo in enseñable” in C. Skliar y G. Frigerio: Huellas de Derrida. Buenos Aires, Del estante editorial (2005) 16 La traducción es nuestra y es sólo una de las posibles. 17 Jacques Derrida Spectres de Marx, París, Galilée.(1993) 18 Sólo para dar algunos ejemplos: Platón la considera la animación de un cuerpo, una relación entre el alma y el cuerpo, una suerte de organización provisoria y funcional que puede ser modificada por las circunstancias. Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 7 Sería este deseo el que se tramita si nos autorizamos -aunque fuera momentáneamente- a que, para el sujeto de la palabra, educación y vida coincidan. Es sosteniendo que la vida del sujeto requiere del acto humanizante de la educación que queremos reflexionar acerca del vivir, mejor dicho, sobre el aprender a vivir con otros. Si educar tiene que ver con la vida de de todo otro; si vivir para el sujeto social conlleva vivir con otros, entre otros, junto a otros y esto requiriera de una educación (obvio no aludimos aquí exclusivamente al sistema educativo), ¿no constituiría esto mismo el núcleo de lo que habría que enseñar, de lo que es in-enseñable y, sin embargo, enseñable y aprendible? 5. La educación una escena del vivir entre otros / con-otros ¿Debería la educación tratar/ocuparse de otra cosa que no fuera el vivir y el vivir emancipado? ¿Podría tratar la educación el vivir emancipado en ausencia de una igualdad que sale a comprobarse cada día? Esto implicaría pensar la educación en relación con la vida –en lo que ella tiene no sólo de vivible, sino de vital–, es decir de con vivir, no de cualquier manera, sino de una manera que pueda significarse y ejercerse como la mejor para todos (lo que exige justicia), rememorando y tornando posible la vida buena. Comenzamos estas líneas aludiendo a un deseo de ciertas texturas del convivir (en paz). Convivir se vuelva así un modo del aprender a vivir se significa como pedido, expectativa, solicitud destinada a todo otro y a la vez sin destinatario, sin corresponsal en el presente, sólo con potenciales o reales interlocutores sin continuidad ni permanencia, sólo con los fantasmas de los ya no están y de los aún por-venir. ¿Podría acaso la educación siquiera enunciarse con independencia de los fantasmas de todos los hombres, con independencia de la vida de cada hombre? La vida de un hombre. ¿Trata la educación de otra cosa? ¿Está en juego algo distinto a la vida de cada hombre como sujeto singular-plural (Nancy, 1996)? Porque la educación hace a la vida de la comunidad, está estrechamente vinculado a la antigua formula del derecho romano: el vitan instituere. Noción que retoma Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 8 consistencia en las lecciones de P. Legendre19 quien la entiende como la organización del sistema de relaciones destinado a que la condición de hablar condición de vida para la especie subsista. Acerca de la palabra como rasgo de identidad de lo humano, un viejo texto de Isócrates ofrece una expresión inigualable: De todas nuestras otras características, ninguna nos distingue de los animales. Somos, incluso, muy inferiores a ellos en cuanto a velocidad, fuerza y otras habilidades para la acción. Es porque hemos recibido el poder de persuadirnos mutuamente y de hacer aparecer ante nosotros mismos claramente el objeto de nuestras decisiones que nos hemos desembarazado de la vida salvaje y nos hemos reunido para construir ciudades; hemos establecido leyes; descubierto las artes y casi todas nuestras invenciones. Es la palabra la que nos ha permitido lograr esto. Es la palabra la que ha establecido los límites legales entre la justicia y la injusticia; entre el mal y el bien; si esta distinción no se hubiera establecido, seríamos incapaces de vivir los unos cerca de los otros20. Aprender/enseñar a vivir unos-cerca-de-otros, vivir entre otros. ¿ Debería trata la educación de otra cosa? Si la educación trata de la vida con otros, significa que concierne a los modos del lazo (del de los sujetos entre sí, del sujeto con los enigmas y con el secreto que logra descifrar de ellos dejándolos intactos). Y el modo del lazo no es independiente, ni indiferente, de la distribución de plazas y de partes. Si la educación tiene que ver con la vida, es fundamentalmente porque la definición de lo distribuible implica una distribución de las vidas (Rancière, 2004). Distribuir, compartir y repartir, estar entre, ser-entre, formar parte, tener parte, 19 Remitimos a las Leçons de Pierre Legendre y, en particular, a Legendre (2001). Se trata del texto “icoclès: sobre el intercambio” (no de la carta a Nicoclès), reproducida en Raynaud y Rials (1996:87). 20 Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 9 tomar parte, son expresiones que constituyen una cadena asociativa que puede encontrar uno de tantos puntos de partida en una vieja historia. Es usual recordar que Prometeo dio a los hombres, con el fuego, lo que parecía necesario para la vida. Sin embargo, cuenta la historia que lo necesario del fuego para la vida demostró su insuficiencia, dado que sin el arte político (que Zeus conservaba) los hombres se herían y se diezmaban. Preocupado Zeus por la disminución del número de hombres, envió a Hermes para que les diera pudor (aîdos21) y justicia (diké22), a fin de que pudieran tener entre ellos lazos creadores de amistad23. Para Zeus, este arte político (pudor y justicia) debía repartirse entre todos, la polis no podría subsistir si este arte sólo era propiedad de algunos. Es interesante tomar en cuenta que antes de esta intervención de Zeus, si bien los hombres hablaban, es decir, tenían palabra articulada, no podían crear el espacio de lo común, la polis, porque la polis descansa sobre la palabra pública. Palabra que, por renunciar a la fuerza, es suave y, porque es dada a todos por igual para que todos por igual participen, es justa. Siendo consecuentes con estas ideas, para nosotros, la educación no puede jugarse como una ficha de casino, dejarse al azar o, peor aún, contentarse con cumplir con las biografías anticipadas, resignarse a reproducir y perpetuar los lugares y las condiciones que anteceden a cada sujeto, consignándolo a un origen de cuya representación quedara preso. Insistiremos, entonces, en que la educación trata de la vida. No cualquier vida, no la vida entendida como un presente biológico, sino de la vida como aquello que remite al vivir bien entre otros, con otros. El aprender a vivir con otros necesita que se haga vivir al arkhé (archivo, inicio, consignación, autoridad). Educar sería, entonces, hacer vivir el arkhé. Que el arkhé esté, se vuelva, disponible para todos. Sería trabajar en sentido contrario de la pulsión antiarcóntica (la que busca destruir los archivos, censurarlos, expropiarlos, confiscarlos, la 21 Aîdos (pudor) remite a honor, vergüenza, respeto al otro y es, por ello mismo, que su alcance es político. Diké (justicia) significa tener en cuenta a la ley, a la norma pública y, por eso, concierne lo político. 23 Politiques de l’amitié titularía Derrida a uno de sus libros (1994). 22 Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 10 que busca el fin de la institución de la vida) y tomar una decisión24 acerca de las vidas. Rancière afirma que poner en escena una vida es poner en escena una configuración de lo sensible y lo pensable y esto significa, en cada oportunidad, en cada caso, una decisión acerca de quién piensa o puede pensar. Decidir, por ejemplo, que todos pueden pensar constituiría el principio de una educación (o de una pedagogía pública) que no admite sin parte, que se resiste a ser cómplice de la desigualdad y que reparte. 6. Enseñar a vivir bien (lo in enseñable que sin embargo se aprende) Retomemos una expresión anteriormente citada, dice Derrida: Alguien, usted o yo, se adelanta y dice: “yo quisiera, por fin, aprender a vivir”25 …… Responder al pedido implica un modo particular de asumir la enseñanza (el que renuncia a la amenaza “yo te voy a enseñar!!!!”). Ahora bien enseñar a vivir dice el filósofo ¿Enseñar a vivir...? ¿Puede alguien enseñar a vivir? ¿Enseñar lo que escapa a toda didáctica y no se deja atrapar por ninguna pedagogía, lo que solo puede darse como acto intencional de una transmisión que no carece de fallidos? Se tratará entonces de proponerse –y perseverar- en enseñar algo acerca de lo cual no se sabe todo, y que podría considerarse in enseñable? ¿Quién puede? No crea el lector que nos regodeamos con la imposibilidad al contrario, respondemos que se puede, y que un modo sería entender que educar sería negarse a distribuir las vidas en distintas orillas (Frigerio, 2004), saliendo a demostrar que la decisión de que todos piensan y todos pueden pensar es el principio que permite construir lo común, lo de todos. Para construir lo de todos, desde nuestro punto de vista, nada mejor que un buen arconte, cuyo trabajo consiste en hacerse responsable de lo que se le confió: el cuidado del archivo, su mantenimiento, su interpretación, su ampliación. ¿Habría un modo más justo de definir a un educador? Son los arcontes/educadores los que trabajan para que no se repartan y dividan los 24 25 Una decisión a la cual la autoridad no es ajena. Jacques Derrida Spectres de Marx, París, Galilée.(1993) Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 11 futuros asignando a unos el porvenir como tiempo deseable y a otros el destino como inexorable. No dividir los futuros26 es, para Rancière (2004:35), a la vez, “una decisión del pensamiento sobre lo que ‘posible’ quiere decir y sobre la recepción, o no, de un imposible en el campo de los posibles”. Así imaginado/definido/interpretado el verbo educar: ¿existiría ese verbo, podría conjugarse sin que la vida, la pulsión de vida, empuje, insita, persevere y encuentre al fin, en la sublimación, el modo de ser/estar con otros27? Enseñar a vivir... Renunciando a la soberbia del yo te voy a enseñar. Fórmula que como señalábamos antes siempre trae velada una amenaza y anuncia la dependencia como condición de la relación, porque presupone, da a entender que sin uno, el otro nunca aprendería. Enseñar a vivir... ¿A quién? ¿Dónde se enseña? ¿Se aprende? ¿Se aprende de otros? ¿Con otros? ¿De sí mismo? ¿Hay un tiempo para aprender a vivir? ¿Es evaluable? ¿Hay un contenido específico, transversal, disciplinar que enseñe a vivir?... ¿Puede alguien enseñar lo in enseñable? Insiste, en el texto de Derrida (1993), la demanda, la pregunta, el pedido: enseñar a vivir... ¿Puede traducirse esto abusando o confiando en una traducción que indica que “apprendre” es a la vez lo uno y lo otro? Significa esto, entonces, enseñar/aprender a vivir bien. ¿Puede alguien enseñar a vivir bien? A vivir bien ¿cómo, dónde, con quién, de quién se aprende? ¿Alguien se resistiría a aprender a vivir bien? ¿Alguien se resiste a vivir? ¿No es a la muerte a lo que se resiste el hombre? ¿No es contra la muerte, para elaborar lo inelaborable de la muerte, para tramitar tramitable de los duelos por lo perdido, que el hombre quiere aprender (que alguien le enseñe algo, lo suficiente para no quedar atrapado en la melancolía, lo necesario para alcanzar una cierta 26 Ver al respecto Frigerio, G: La división de las infancias. Del estante editorial. Bs As. 2007. Véase Frigerio (2005). Allí se propone una definición de educación como el trabajo psíquico y político de ofrecer a la pulsión un destino que no sea ni la inhibición, ni el síntoma, ni la angustia. 27 Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 12 autonomía)? Vivir, al fin: ¿significa vivir bien, vivir mejor? Finalmente, vivir mejor (todos) significa vivir emancipados. Emancipar es un modo de decir educar. Educar es emancipar más allá del acto mínimo, no menor, formal, de declarar a alguien habilitado, competente. Declaración necesaria, pero no suficiente, acerca de la cual sabemos que su efecto simbólico es el que determina la posición del sujeto cuando éste, a su vez, hace del acto externo un trabajo interno. Emancipar es un modo de significar y afirmar la vida (no cualquier vida, la vida de todos, la vida buena28 para todos). Afirmar la vida es salirse de las condiciones que paralizan o inhiben toda discusión acerca de ellas, es crear otras condiciones. La emancipación de la vida y la emancipación del pensamiento son la misma cosa. Vivir y pensar es lo que da sentido a la vida (del hombre). Lo que vuelve a la vida no sólo vivible, sino vital (Hervel, 2002:28). Vivir requiere, así, un aprendizaje y éste, un arbeit (trabajo sobre sí) (Frigerio, 2004c) y una enseñanza que no puede darse en estos términos, pero que, sin embargo, se intenta, ofreciendo signos. Vivir con otros, vivir entre otros, no excluye a los fantasmas, salvo en los casos en los que las políticas intentan forzarlos a un exilio que nunca se concreta del todo: lo reprimido regresa, enmascarado como repetición o como recuerdo disfrazado. Vivir con otros, vivir entre otros, no debe excluir a los contemporáneos, con los que el mundo expresa su complejidad, su polifonía, su multiplicidad: más de uno. No habría vida de lo humano sin esa posibilidad del más de uno (acerca del cual la filosofía y el psicoanálisis nos “enseñan”) sin ese trabajo por el re-conocimiento de los otros, el afán en volver disponible y distribuir una y otra vez, la parte de todos entre todos, en todas partes. Cosmopolitas, solidarios, arcontes de lo público y lo común: el reino de la palabra, la posibilidad de que un hombre pueda dirigirle la palabra a otro hombre y ser entendido (escuchado, atendido, comprendido, reconocido). 28 Concepto central de la antigüedad. Graciela Frigerio: CON-VIVIR reflexiones para compartir Encuentro Junio 2010 Montevideo 13 Al intento de concretar esos propósitos lo entendemos como el trabajo de la educación, lo llamamos acto político, lo consideramos el despliegue de políticas de la amistad, lo definimos como políticas de la justicia –las que aseguran que ningún sujeto presente sea un omitido y la que garantiza que ningún sujeto ausente, (pasado o por llegar) sea destratado, ignorado, ninguneado o sufra de intentos des-subjetivantes-. Estaremos, entonces, intentando, enseñar lo in enseñable, lo que aún no ocurre, lo que aún no pasa, aquello acerca de lo cual no sabemos bien, ni suficientemente, esperando que el intento produzca sus efectos y que alguien, algunos, muchos, todos, puedan no de nosotros (la historia demuestra que no supimos, que no sabemos aún bien) pero no sin nosotros: aprender a vivir juntos en justicia. Bibliografía que nos acompañó como interlocución para la elaboración de este bosquejo AUSTER, Paul (1994), El país de las últimas cosas, Barcelona, Anagrama. BAUCHAU, Henry (1999), “Entretien avec Henry Bauchau”, L’oeil de bœuf, n° 17, París, abril de 1999. CASTORIADIS, Cornelius (1996), La montée de l’insignifiance, París, Seuil. DERRIDA, Jacques (2005), Apprendre à vivre enfin. Entretien avec Jean Birnbaum, París, Galilée/Le Monde. ——— (2001), L’Université sans condition, París, Galilée. ——— (1999), Sur parole. 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