La escisión del socialismo y las internacionales

Anuncio
UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MEXICO
LEGISLACIÓN LABORAL
LA ESCISIÓN DEL SOCIALISMO Y LAS INTERNACIONALES
1. EL ANARQUISMO: PROUDHON Y BAKUNIN
El examen de los acontecimientos sociales del siglo XX exige tener en consideración el
pensamiento de quienes en cierto modo, son los protagonistas individuales de ellos. En este
mismo capítulo exponemos el proceso de integración de las internacionales obreras. No podrá
entenderse ese fenómeno sin antes conocer el pensamiento de Proudhon y de Bakunin.
Es oportuno hacer una aclaración. No siendo ésta una obra que intenta exponer la teoría política
por sí sola, sino sólo en la medida de su influencia en el movimiento obrero, hemos tenido que
prescindir del pensamiento de una serie de personajes, particularmente del mundo socialista,
cuyo examen habría hecho innecesariamente largo el análisis histórico. De los utópicos
podríamos citar, por ejemplo, a Godwin, Paine y Charles Hall, en Inglaterra; entre los socialistas
franceses, a Auguste Blanqui y a Louis Blanc, creador este último de la divisa socialista de que
"de cada uno con arreglo a su capacidad; a cada uno con arreglo a sus necesidades" que luego
Marx haría suya. Podríamos, igualmente, haber analizado a fondo la figura romántica del joven
Ferdinand Lasalle (1825-1864), filósofo y abogado, formidable impulsor del uilismo alemán o,
llegando al campo del anarco-comunismo, la del príncipe Pedro Kropotkin (1842-1921), sucesor
de Bakunin en la dirección del movimiento anarco-comunista. En todo caso quien desee estudiar
la historia | el pensamiento de estos hombres, puede recurrir, inicialmente, a la obra ya clásica de
G. D. H. Colé: Historia del Pensamiento Socialista que ya hemos atado, y de la que tomamos la
información que sigue.
Proudhon. Pierre-Joseph Proudhon (1809-65) es hombre de muy humilde extracción, hijo de un
tonelero y cervecero del campo próximo a Besancpn y de una madre de familia aldeana. Fue un
autodidacta, orgulloso siempre re su origen social que, por otra parte, tanto influyó en su
pensamiento. Amaba los libros y debió, probablemente, gran parte de su cultura al hecho de
haber sido corrector de pruebas, escribió muchísimo orientando sus obras más en el sentido
crítico o en el constructivo. Despreciaba a los utópicos, a los que declaraba ignorantes de la
naturaleza humana. Amaba a la libertad y a la justicia por encima de todas las cosas. De la
justicia señalaba que implica reciprocidad, única condición legítimamente limitadora de la
libertad. Estos principios de libertad y justicia no podrían ser impuestos por ninguna autoridad, ya
que la organización social debe estar al servicio del hombre y no ser su dueña.
La república ideal es una anarquía positiva —dice Proudhon—. No es ni libertad subordinada al
hombre, como en la monarquía constitucional, ni libertad presa dentro del orden. Es la libertad
libre de todas sus trabas, supersticiones, prejuicios, falacias, de la usura y de la autoridad: es
liberta recíproca y no libertad limitada; la libertad no es la hija sino la madre del orden.
Proudhon se decía "socialista" pero fue él quien primero introdujo la palabra "anarquismo" en el
diccionario político. Su discrepancia fundamental con Marx, además de ser contrario al
determinismo fundado en la dialéctica de Hegel, radicaba en que no aceptaba al Estado
entendido, a la manera de los pensadores de la primera mitad del siglo XIX, como un poder
externo superpuesto a sus súbditos, no representativo, cuya característica principal sería la de
constituir un órgano coercitivo. Pese a ello Proudhon pensaba en "una constitución que
reconociera legalmente todos los derechos o exigencias que considerase formaban parte de la
estructura propiamente institucional de una sociedad sólidamente cimentada". En ello no veía
Proudhon incompatibilidad alguna.
En la medida en que era contrario a la idea utópica de las asociaciones, en las que encontraba
una limitación a la libertad del individuo más allá de lo que fuese necesario, para Proudhon la
clave social era la familia. La sociedad era por lo tanto, para él, una agrupación de familias.
Acusa en ello Proudhon el fuerte sentido familiar de su origen aldeano. Por lo mismo rechazaba
los ataques al matrimonio y a la herencia, a pesar de que es autor de la famosa frase; "la
propiedad es un robo", ya que, en rigor, se refería-no a la propiedad misma, sino a la que
resultaba de soluciones institucionales injustas.
Aceptando que la sociedad está formada por familias, entre las que ex tía una armonía y una
discordia naturales, Proudhon se declaró enemigo del principio de que debe de existir una
igualdad económica, ya que e sería destruir todo estímulo de trabajo.
Marx y Proudhon se conocieron en 1840, en París. Su amistad —M afirmaba haber iniciado a
Proudhon en la filosofía de Hegel— pronto se convirtió en distanciamiento. Así, cuando
Proudhon publica su Sistema de contradicciones económicas, con el subtítulo de Filosofía de la
Miseria (1846), en el que realiza un violento ataque en contra de la dialéctica hegeliana, Marx
contesta con su Miseria de la filosofía (1847).
En rigor, la diferencia fundamental entre ambos pensadores, además de la ya anotada respecto
del papel del Estado, radica en el problema de las contradicciones sociales.
Para Marx, como para Hegel, la esencia de la dialéctica era que representaba la realidad en una
forma triple de tesis y antítesis, que conducen siempre a una síntesis superior, y de este modo, al
fin, a un término en el cual las contradicciones se resuelven. Proudhon, por otra parte —advierte
Colé— no consideraba las oposiciones y contradicciones de los problemas sociales como
imperfecciones que había que resolver y sustituir realizando la síntesis de los contrarios, sino
como el elemento mismo del cual está hecha y tiene que seguir estando hecha la sociedad. La
oposición entre orden y progreso, entre socialización e individualismo, entre propiedad privada y
propiedad colectiva, todas ellas formas propias de la vida social (es innegable), y las soluciones
habrían de buscarse, no eliminando cualquiera de los términos contradictorios o armonizándolos
en una síntesis superior, sino arreglando las instituciones sociales de tal manera que sigan
existiendo los antagonismos, pero regulados suficientemente por las normas de la justicia,
permitiendo que actúen los elementos benéficos que contienen y refrenando los malos.
Por lo que se refiere al trabajo, afirmaba Proudhon que la sociedad no tenía que estar organizada
para la política, sino para el trabajo. De acuerdo con su pensamiento, la división del trabajo que
Adam-Smith considera el principio básico de la riqueza de las naciones, degrada a los obreros
bajo el capitalismo, mientras que en un sistema de cambio libre y de producción industrial, la
división del trabajo produciría abundancia para todos, sin necesidad de llegar a una subdivisión
humana.
En materia religiosa Proudhon fue toda su vida contrario a Iglesia católica y opone a la idea
eclesiástica de la Justicia, la idea de justicia social.
La influencia de Proudhon en el movimiento obrero, ha sido considerable. Dominó la sección
francesa de la Primera Internacional: la Asociación Internacional de Trabajadores, en sus
primeros años, cuando se producen sus más violentos enfrentamientos con Carlos Marx. Su
influjo en el desarrollo de las doctrinas anarquistas y semi-anarquistas —lo que Colé denomina el
anarquismo menos militante— fue trascendental. Y en cierto — ido, a través de Bakunin y del
anarquismo español, especialmente el catalán, inspiró igualmente el pensamiento del
movimiento obrero mexicano.
Bakunin. El segundo gran teórico del anarquismo, adversario de Karl Marx, es Miguel Bakunin.
Nace en Rusia en 1814. Es hijo de un terrateniente de opiniones liberales moderadas. Por
indicación familiar ingresa a la escuela de artillería, de donde es expulsado por su negligencia.
Sirve en un regimiento en Polonia durante algún tiempo, pero deja el ejército invocando una
enfermedad inexistente. Sólo por la influencia de su familia, evita el castigo que correspondía a
su indisciplina.
A fines de 1840 recibe dinero de su padre para estudiar en el extranjero y va a Berlín, y después
a París donde entra en contacto con las ideas de los hegelianos y el pensamiento de Proudhon,
que constituye la base de su propia ideología. Conoce a Marx y al propio Proudhon. Toma parte
en los acontecimientos de 1848. Intenta producir un movimiento combinado de los pueblos
eslavos en contra de los rusos, austríacos y alemanes, pero nace en él, al mismo tiempo, una
desconfianza profunda hacia el nacionalismo y sus jefes.
Con motivo de una insurrección en Dresde, en 1849 es capturado y condenado a muerte por el
gobierno ruso. Pasa siete años preso en una fortaleza rusa. A los dos años de prisión, envía al
Zar una confesión (descubierta en 1921) donde narra su actuación como revolucionario, aunque,
señala Colé, sin incluir nada que pudiera perjudicar a sus asociados. "Su tono era casi el de una
renuncia abyecta de sus principios revolucionarios y, al mismo tiempo, de intensa exaltación de
los pueblos eslavos en contra de los alemanes, por quienes expresaba un odio profundamente
arraigado". No obtiene nada a cambio, salvo un permiso para recibir una visita ocasional de su
familia.
Cinco años después sus amigos logran su traslado a Siberia, donde contrae matrimonio. El
gobernador Muraniov, primo de su madre, logra su traslado a la capital, Irkutsk. Allí encuentra
empleo en una nueva compañía comercial. Al retirarse Murianov, en 1861, es nombrado en su
lugar Korsa-kov, primo de la esposa de su hermano Pablo. Gracias a las facilidades con que
cuenta, huye a Japón, se embarca para los Estados Unidos y de allí pasa a Londres, a finales de
1861.
En 1864, fracasado un intento de producir una rebelión en Polonia, decide establecerse en Italia,
particularmente en Ñapóles, que convierte en su cuartel general. Constituye una "Hermandad
Internacional", sociedad secreta de revolucionarios internacionales, que tiene una precaria
existencia.
Se traslada a Suiza en 1867, después de dejar un movimiento importante "aunque caóticamente
organizado", cuyas ramificaciones se extendían al sur de Francia y a Cataluña, de donde se
proyecta a otras regiones españolas.
En esa época su contacto con Marx es constante, a través de la "Asociación Internacional de
Trabajadores" fundada en Londres el 28 de septiembre de 1864. Dedica su atención a la liga por
la Paz y la Libertad, e intenta el apoyo de la Internacional con una plataforma de soluciones al
problema social en las que propone la abolición de la herencia y la emancipación del trabajo de la
explotación capitalista. Falto del apoyo de los miembros de la Liga por la Paz, funda la Alianza de
la Democracia Socialista.
A partir de entonces intenta obtener el dominio de la Asociación Internacional de Trabajadores y
después del Congreso de la Haya de 1872, inicia la formación de una nueva Internacional
anarquista secreta. Dos años más tarde se retira de la vida política activa, al fracasar el
levantamiento de Bolonia. Muere en 1876.
Bakunin físicamente era un gigante y de fuerza tremenda —relata Colé—. Sus años de prisión
después de 1849 le costaron la pérdida de toda la dentadura y contribuyeron mucho a que
perdiese también la salud; pero se conservó capaz de una actividad enorme, aunque
intermitente. A todas partes donde iba desarrollaba una fuerza volcánica, y con frecuencia ejercía
una verdadera y notable fascinación sobre sus asociados: fue indudablemente un hombre a
quien era difícil negarle algo, incluso cuando sus peticiones no podían tratarse fácilmente.
No solía tener dinero y lo pedía prestado, sin devolverlo nunca. Al mismo tiempo era generoso
con el dinero prestado. Vivía en casas ajenas, totalmente despreocupado de las molestias que
causaba. Escribía mucho y sin orden y abandonaba pronto lo iniciado, para empezar otra cosa.
En realidad era anárquico en sus ideas y en su conducta. "Era sumamente cordial, casi incapaz
de darse por ofendido, y completamente irresponsable".
La teoría social de Bakunin comienza y termina con la libertad. Luchaba contra cualquier
institución que fuera incompatible con la libertad y se declaró enemigo de todas las creencias que
se opusiesen al reconocimiento de la libertad como fin supremo. No era un individualista y
despreciaba la libertad predicada por el liberalismo. Por encima de todas las cosas, se consideraba socialista y libertario. Siguiendo a Durkheim aceptaba el influjo de la sociedad sobre los
hombres que consideraba como un hecho natural.
Bakunin distinguía entre sociedad y Estado. La primera, común a los hombres y a muchas clases
de animales debía ser aceptada por corresponder al orden de la naturaleza. Entendía al Estado,
por el contrario, como algo artificial, como un instrumento creado por los hombres para dominar a
sus semejantes. Atacó la tesis del contrato social de Rousseau, que creía esencialmente falsa.
Toda forma de Estado, inclusive la democrática, era despreciable y en ésta, los burócratas y
políticos reemplazan a los antiguos rxplotadores como clase gobernante que oprime al hombre
corriente.
Sentía desprecio por la idea de Dios, odiaba a la religión a la que declaraba incompatible con la
libertad humana, y afirmaba que el hombre hainvocado la idea de Dios para explicar la
naturaleza, porque no la comprende, o más bien para proporcionar una explicación falsa lo
suficientemente plausible.
En cuanto a la sociedad, Bakunin sostenía que todas las sociedades libres deben constituirse de
abajo hacia arriba, derivando su poder de la voluntad activa de los individuos. Ello inspira su
concepto del "federalismo", que opone al "estatismo" y al "teologismo". La concepción federalista
parte de la comuna local, como unidad primaria de la acción colectiva. Las estructuras más
amplias son federaciones de comunas no autorizadas. Puede admitirse la "legislación directa",
derivada de un referéndum general tomado en un amplio territorio que inclusive, limitara la
independencia de las comunas.
En la esencia del anarquismo de Bakunin hay que encontrar su fuerte creencia en la naturaleza
social del hombre y en los lazos de solidaridad "que mantienen unidos a los hombres que viven
en comunidades locales bajo condiciones «naturales» de igualdad social". Por otra parte insiste
en lo innecesario de los instrumentos de coacción, de los que podría el hombre prescindir dada
su naturaleza esencialmente social.
Para Bakunin su tarea primordial era destructiva y no constructiva. Le preocupaba acabar con la
sociedad actual y pensaba que, en el futuro, los hombres libres, asociados en pequeños grupos,
llegarían a una forma de solidaridad que sería lo suficientemente elástica para no impedir la
iniciativa personal.
Se ha dicho de Bakunin que era un inmoral. Señala Colé que ello se debió a la influencia de
Nechaiev. En realidad parece que su ansia de destrucción completa y la adulación de Nechaiev
lo llevaron a adoptar posturas contrarias a su auténtico pensamiento. Se le atribuye ser autor de
un "Catecismo Revolucionario" que habla del odio hacia toda la moralidad social del presente, y
de la necesidad de reprimir los sentimientos de amistad, amor, gratitud y honor. Todo esto parece
contrario al auténtico espíritu de Bakunin. Sin embargo, coincide esa etapa con su
enfrentamiento a Marx quien llega a considerarlo, por ello, un nihilista y un enemigo de la clase
trabajadora.
2. LAS INTERNACIONALES OBRERAS EN EL SIGLO XIX
Uno de los aspectos más importantes del socialismo es su tendencia a concebir los problemas
sociales en el ámbito internacional en razón de que se considera que los obreros de un país
tienen más en común con los obreros de otro país que con los burgueses de su propio país. Tal
es el espíritu que se encierra en la frase famosa con la que Marx y Engels terminan su "Manifiesto
comunista"; "¡Proletarios de todos los países, unios!" El resultado de esta tendencia ha
constituido el internacionalismo proletario, cuyas manifestaciones más importantes se
produjeron, en el siglo XIX, mediante la creación de la Primera y la Segunda Internacional. En los
tiempos actuales, el movimiento obrero, a nivel internacional, ha sido mixtificado ya que desde el
fin de la guerra de 1939-1945, presenta una profunda división. Después volveremos sobre ello.
La Primera Internacional
A partir de 1860, el movimiento obrero, disminuida la represión iniciada con motivo de las
revoluciones de 1848, resurge. Esta situación la aprovecha Karl Marx quien, con motivo de
celebrarse en Londres, en el año de 1862, una Exposición Universal, establece contactos con los
obreros que vienen a visitarla.
El día 5 de agosto de 1862, Marx celebra una reunión de confraternidad internacional en Free
Mason's Tavern, local que le es facilitado por la masonería inglesa. Allí se propone crear un
"Comité de Trabajadores para el intercambio de correspondencia sobre las cuestiones de la
industria internacional", que anticipa la creación de la Primera Internacional.
Evidentemente una tarea de esta naturaleza no era fácil. Era preciso poner de acuerdo
tendencias tan opuestas como las de los proudhonianos, los blanquistas, los carlistas y
sindicalistas ingleses, lasallistas, en Alemania, etc. Sin embargo, circunstancias especiales
producen otra reunión (1863) en el Saint James Hall de Londres, en ocasión de una insurrección
en Polonia y nuevamente se encuentran varios de los dirigentes que asistieron a la primera junta.
Por último, el 28 de septiembre de 1864, bajo la presidencia del profesor Beesly, se lleva a cabo
un mitin en el Martin s Hall de Londres, al que acuden, entre otros, Tolain, por Francia, Wolff,
secretario de Mazzini, por Italia v Marx, por Alemania. Allí se acuerda constituir la Asociación
Internacional de Trabajadores. Se encarga preparar los estatutos a un consejo del que participa
Marx.
El domicilio de la Asociación se establece en 18 Greek Street, lugar donde, a partir del día 5 de
octubre de 1864, sesiona el Consejo General que integran Odger, como presidente; Weeler,
tesorero; Gremer, secretario; Le Lubex, por Francia; Wolff, por Italia y Marx, Alemania.
Los estatutos de la Primera Internacional son redactados por Marx, y el texto definitivo,
presentado en tres idiomas: inglés, francés y alemán, es aprobado por el primer Congreso
General celebrado en Ginebra del 3 al 8 de septiembre de 1866.
Es interesante reproducir a continuación, del Proyecto presentado al Congreso de Ginebra, el
preámbulo y alguno de los artículos que lo integran.
Considerando:
Que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos; que los
esfuerzos de los trabajadores para conquistar su emancipación no deben tender a constituir
nuevos privilegios, sino establecer para todos, los mismos derechos y los mismos deberes y
destruir toda dominación de clase;
Que la supeditación del trabajador al capital es la fuente de toda servidumbre: política, moral y
material;
Que por esta razón, la emancipación económica de los trabajadores es el gran fin a que debe
estar subordinado todo movimiento político;
Que todos los esfuerzos hechos hasta ahora se han frustrado por falta de solidaridad entre los
obreros de las diversas profesiones en cada país y de una unión fraternal entre los trabajadores
de los diversos países;
Que la emancipación de los trabajadores no es un problema local o nacional; que, por el
contrario, este problema interesa a todas las naciones civilizadas, y su solución estará
necesariamente subordinada a sus concursos teóricos y prácticos;
Que el movimiento desarrollado entre los obreros de los países más industriosos de Europa ha
hecho nacer nuevas esperanzas, anuncia solemnemente que no debe caerse en los viejos
errores y aconseja la combinación de todos los esfuerzos ahora aislados;
Por estas razones:
El Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores celebrado en Ginebra el 3 de
septiembre de 1866 declara que esta Asociación, así como todas las sociedades o individuos y
adheridos, reconoce como deber de su base de conducta hacia todos los hombres: la verdad, la
justicia, la moral, sin distinción de color o de nacionalidad.
El Congreso considera como un deber reclamar no solamente para los miembros de la
Asociación los derechos del hombre y del ciudadano, sino para cualquiera que cumpla sus
deberes, ni deberes sin derechos, ni derechos sin deberes.
Es con este espíritu con que el Congreso ha adoptado definitivamente los siguientes estatutos de
la Asociación Internacional de los Trabajadores:
Art. lo. Se establece una Asociación para procurar un punto central de comunicación y de
cooperación entre los obreros de diferentes países que aspiran al mismo fin, a saber: la ayuda
mutua, el progreso y la completa liberación de la clase obrera.
Art. 2o. El nombre de esta Asociación será: Asociación Internacional de los Trabajadores.
Art. 5o. El Consejo General establecerá relaciones con las diferentes asociaciones obreras, de
tal forma que los obreros de cada país estén constantemente al corriente del movimiento de su
clase en otros países; dispondrá que se haga una información sobre el estado social;
simultáneamente y con un mismo espíritu; hará que las cuestiones propuestas por una sociedad
y cuya discusión sea de un interés general, sean examinadas por todos, y que, cuando una idea
práctica o una dificultad internacional reclame la acción de la Asociación, ésta se desenvuelva de
una manera uniforme. Cuando así parezca necesario, el Consejo General tomará la iniciativa en
propuestas a someter a las sociedades locales o nacionales.
Publicará un boletín para facilitar sus comunicaciones con las secciones.
Art. 10. Aunque unidas por un lazo fraternal de solidaridad y de cooperación, las sociedades
obreras no podrán por menos de continuar sobre las bases que les son particulares.
La Primera Internacional sigue una línea ascendente, al incorporar a sus filas, con el paso del
tiempo, un número cada vez mayor de obreros. Celebra diversos congresos. El segundo, en
Lausana (Suiza), del 2 al 9 de septiembre de 1867; el tercero, en Bruselas, del 6 al 13 de
septiembre de 1868, en el que se aprueba una resolución contra la guerra.
El 28 de octubre de 1868, el grupo bakunista, que se había separado de la liga de la Paz crea, en
Ginebra, la Alianza de la Democracia Socialista, de tendencia anarquista. Su programa es
calificado por Marx como "una olla podrida de manoseados lugares comunes". En realidad la
Alianza, que después habría de recibir gran apoyo del movimiento obrero español, nace con el
objeto de penetrar y conquistar la Internacional. Ésta niega el ingreso a la Alianza invocando,
como principal argumento, que la Alianza era un peligro para la unidad internacional de la clase
obrera.
El cuarto Congreso de la Internacional se celebra en Basilea, Suiza, durante los días 6 al 12 de
septiembre de 1869. La asistencia fue nutrida. Para entonces la AIT contaba con unos 245,000
afiliados sólo en Francia, pese a la represión del gobierno francés. La guerra franco-prusiana
impide se celebre el Congreso de París, de 1870. Al producirse los acontecimientos que crean la
Comuna de París, en 1871, la Internacional manifiesta su total apoyo a los obreros franceses y
les rinde homenaje al ser derrotados.
En La Haya, del 2 al 9 de septiembre de 1872, se celebró el Quinto Congreso que ratifica los
principios políticos de la Internacional frente al apoliticismo anarquista. Allí se plantea, en una
discusión borrascosa, la situación de la "alianza" anarquista, llegándose a la expulsión de
Bakunin y de James Guillaume, lo que determina la retirada de los anarquistas. Es el principio del
fin de la Primera Internacional.
La Internacional cambia su domicilio a Nueva York. Su consejo general convoca al VI Congreso,
que se celebra, con escasísima asistencia, en Ginebra, del 8 al 13 de septiembre de 1873.
Paralelamente los escisionistas de Bakunin convocan para otro congreso que se celebra del 1 al
7 de septiembre, también en Ginebra. En el congreso escisionista, que es considerado por éstos
el VI de la Internacional, se aprueban sus nuevos estatutos (ver Del Rosal, p. 290 y ss.) y de
hecho, aunque en una forma irregular, el anarquismo toma el control de la Primera Internacional.
A su vez, el otro grupo celebra en Filadelfia, en julio de 1876, y aprovechando de nuevo una
exposición universal, el VII Congreso. Las tremendas dificultades de transporte que permiten la
asistencia de un solo delegado europeo; la dimisión de F. A. Sorge y otra serie de factores
conducen al congreso a adoptar una resolución que declara disuelto el consejo general de la AIT.
La Segunda Internacional
En París, del 14 al 21 de julio de 1889 en la Sala Petrelle, tiene lugar el Primer Congreso de la
Nueva Internacional. Asisten delegaciones de dieciséis países, siendo muy numerosas las de
Alemania, Bélgica e Inglaterra, congregándose las figuras más relevantes del movimiento obrero
y del socialismo: Bebel, Liebknecht, Clara Zetkin, Bermstein, De Paepe, Vandervelde, Pablo
Iglesias, fundador del Partido Socialista Obrero Español, Plejanov, de quien luego diría Lenin:
"Qué bien escribía Plejanov antes de ser un renegado...", Leonor Marx (hija de Karl Marx),
Lafargue, etcétera.
Desde el orden del día discutido para esta reunión, se destaca la intención del Congreso de tratar
los problemas concretos del proletariado con mayor énfasis que los aspectos políticos. El
proyecto era el siguiente:
a ) Legislación internacional del trabajo. Reglamentación legal de la jornada de trabajo; trabajo
nocturno y diurno; días de descanso para los adultos, para las mujeres y los niños.
b) Vigilancia en los talleres de la grande y de la pequeña industria así como de la industria
doméstica.
c ) Vías y medios para obtener estas reivindicaciones.
d ) Abolición de los ejércitos permanentes y armamento del pueblo.
Los dos primeros puntos fueron refundidos en uno solo, según recuerda Amaro del Rosal. Sobre
ellos el Congreso adoptó el siguiente acuerdo:
Después de afirmar que la emancipación del trabajo y de la Humanidad no puede salir más que
de la acción internacional del proletariado organizado en partido de clase, apoderándose del
poder político por la expropiación de la clase capitalista y la apropiación de los medios de
producción; Considerando:
Que la producción capitalista, en su rápido desenvolvimiento, invade incesantemente todos los
países;
Que este progreso de la producción capitalista implica la explotación creciente de la clase obrera
por la burguesía;
Que esta explotación, cada día más intensa, tiene por consecuencia la opresión política de la
clase obrera, su servidumbre económica y su degeneración física y moral;
Que, como consecuencia, los trabajadores de todos los países tienen el deber de luchar por
todos los medios a su alcance contra una organización social que les aplasta y, al mismo tiempo,
que amenaza el libre desenvolvimiento de la Humanidad;
Que, de otra parte, se trata ante todo de oponerse a la acción destructora del presente orden
económico, Decide:
Una legislación protectora y efectiva del trabajo es absolutamente necesaria en todos los países
donde impera la producción capitalista; como bases de esta legislación, el congreso reclama:
a ) Limitación de la jornada de trabajo al máximo de ocho horas para los adultos.
b) Prohibición del trabajo de los niños menores de catorce años; de 14 a 18, reducción de la
jornada a seis horas para ambos sexos.
c) Supresión del trabajo nocturno, salvo en aquellas ramas de la industria que por su naturaleza
exige un funcionamiento ininterrumpido.
d ) Prohibición del trabajo a las mujeres en todas las ramas de la industria que afecten muy
particularmente al organismo femenil
e) Supresión del trabajo nocturno para las mujeres y los obreros de menos de dieciocho años.
f) Reposo ininterrumpido de treinta y seis horas por lo menos, semanalmente, para todos los
trabajadores.
g ) Prohibición de ciertos géneros de industrias y de ciertos modos de fabricación perjudiciales a
la salud de los trabajadores.
h) Supresión del regateo.
i ) Supresión del pago en especie así como de las cooperativas patronales. j ) Supresión de las
oficinas de colocación,
k ) Vigilancia en todos los talleres y establecimientos industriales, comprendiendo la industria
domestica, por inspectores retribuidos por el Estado y elegidos, al menos la mitad, por los propios
obreros.
El congreso declara que todas estas medidas de higiene social deben ser objeto de leyes y de
tratados internacionales, invitando a los trabajadores de todos los países a imponerlos a sus
gobiernos. La aplicación de estas leyes y tratados, obtenidos de la manera que se juzgue más
eficaz, deberá ser vigilada por los trabajadores.
De otra parte el congreso declara que es un deber para los obreros admitir a las obreras en sus
filas en igualdad de condiciones, haciendo prevalecer el principio «a trabajo igual, salario igual»
para todos los obreros de ambos sexos y sin distinción de nacionalidad.
Por todo lo anterior, lo mismo que por la emancipación completa del proletariado, el congreso
considera como esencial la organización de los trabajadores en todos los terrenos y, en
consecuencia, reclama la libertad absoluta de asociación y de coalición.
La importancia de estos acuerdos, particularmente si se intenta encontrar los antecedentes de
nuestro artículo 123 constitucional, salta a la vista.
No dudamos que el constituyente, reunido en Querétaro en 1916-1917 haya tomado en
consideración la resolución anterior para redactar el art. 123. Obviamente sin olvidar el Plan de
San Luis Missouri de lo. de julio de 1906 de los Flores Magón y su grupo.
Además, el Congreso de París, de 1889, decide la celebración de la manifestación internacional
de primero de mayo, en homenaje a los líderes obreros de Chicago Augusto Spies, Miguel
Schwab, Samuel Fielden, Alberto R. Parsons, Adolfo Fischer, George Engel y Luis Lingg,
condenados a muerte y ejecutados con motivo de los acontecimientos ocurridos el lo. de mayo
de 1886 en los que se exigió la reducción a 8 horas de la jornada de trabajo.
La Segunda Internacional celebra, durante el siglo XIX, otros congresos, que tienen lugar en
Bruselas (1891), con la asistencia de 374 delegados de 16 países y en donde se discutió, de
nuevo, la legislación protectora de los obreros y el derecho de asociación y la postura de la clase
obrera contra el militarismo y la guerra; en Zurich (1893), con la asistencia de 411 delegados, y
en donde, a pesar de haber rechazado a la huelga general como solución en contra de la guerra,
se reconoce que, en cambio, constituye un medio de lucha política; en Londres (1896), con la
asistencia de 776 delegados de 20 países, que abandonaron los anarquistas, tras una derrota a
propósito de la "acción política". En este congreso, en contra del voto de los sindicalistas
franceses, se aprobó la expulsión de los anarquistas. Por último, al concluir el siglo XIX, se
celebra un nuevo Congreso en París, del 23 al 27 de septiembre de 1900, con asistencia de 791
delegados, en el que se discute la posible participación de los socialistas en un gobierno
burgués, a propósito de la aceptación que hizo el socialista francés Alexandre Millerand, de una
cartera que le ofreció en su gobierno, Waldeck-Rousseau. A iniciativa de Kautsky, y con votos
contrarios de franceses e italianos, se acuerda que no se trata de un problema de principios por
lo que habría de resolverse cada caso.
En el mismo Congreso se conviene la creación de un Buró de la Internacional, con sede en
Bruselas, nombrándose presidente a Emile Vander-velde y secretario, a Victor Serwy.
3. EL MOVIMIENTO OBRERO ALEMÁN
Como ocurre en Francia y en Inglaterra, la historia del movimiento obrero alemán está
íntimamente ligada al socialismo. En esa virtud esta reseña atiende, fundamentalmente, a la
evolución del socialismo alemán v en especial, hasta finales del siglo XIX.
El punto de arranque lo constituye la fallida revolución burguesa de 1848. en Berlín y Viena, que
falta de apoyo popular, ya que no se pidió la ayuda de los obreros por miedo a las exigencias que
habían presentado los obreros franceses, permitió el rápido regreso de las casas reinantes, sin
otras concesiones que algunas en favor de los campesinos a los que se libera de la servidumbre,
y el otorgamiento del derecho electoral a las clases acomodadas. La revolución empezó en
Badén, en marzo de 1848, habiéndose producido desórdenes en Berlín. El rey de Baviera tuvo
que abdicar. Se intentó dictar una Constitución por una Asamblea Nacional en Frankfurt, que
inició sus trabajos en mayo del mismo año, pero al ser disuelta a mediados de 1849, no había
logrado nada. Ese momento marca el final de la Revolución alemana.
El socialismo alemán, que se inicia apenas termina la revolución de 1848, es, fundamentalmente,
obra de Ferdinand Lassalle. Marx, en razón de encontrarse en el exilio, no podía actuar
directamente sobre la opinión alemana. Inclusive sus obras eran poco conocidas. Lassalle,
además de ser un hombre culto, excelente filósofo y economista, buen abogado y conocedor,
especialmente, del pensamiento de Marx, con quien tenía mucho en común, era un caudillo de
hombres, que no habría aceptado la jefatura de otro, y esa circunstancia habría hecho difícil el
trabajo común de ambos. Colé precisa que entre los dos habría, además, discrepancias
fundamentales:
Marx —señala Colé— estaba con la burguesía en contra del Estado prusiano, mientras que
Lasalle estaba dispuesto a ponerse al lado del Estado prusiano en contra de la burguesía.
Además, tras esta diferencia existía una diferencia teórica mucho más fundamental que sus
doctrinas rivales acerca de las fuerzas determinantes de los salarios o acerca del valor de las
empresas cooperativas. Lassalle, con toda su inclinación hacia el influjo personal, creía
profundamente en el sufragio universal como medio para transformar al Estado en un instrumento de la democracia; Marx, con toda su disposición para ayudar a los burgueses a ocupar el
poder y con toda su insistencia en la necesidad de la acción parlamentaria, carecía por completo
de esa creencia.
Ferdinand Lasalle —en realidad su apellido es Lassal, pero fue afrancesado por el propio
Ferdinand— nació en 1825. Joven brillante, su padre —señala Colé— es indulgente con él hasta
lo increíble. Le da todo lo que pide, aun a costa de tener que pedir prestado.
Lasalle, en su carrera universitaria, se convierte en seguidor de Hegel y lo será toda su corta
vida. Es autor de una obra jurídica: Sistema de derechos adquiridos, en la que examina las bases
sobre las cuales descansa la herencia 3e la propiedad en los diferentes tipos de civilización y de
una serie de escritos, discursos y cartas, algunas de ellas dirigidas a Marx y a Rodbertus, donde
expone su doctrina, además de un pequeño libro polémico dirigido contra los proyectos de
cooperativas del liberal Schultze-Delitzsch. Pensó en ocasiones escribir una economía política
pero parece que no llegó ni siquiera a iniciar esa tarea.
Creía Lassalle en la necesidad de que la clase obrera alemana se organizase en una poderosa
asociación nacional. Con ese objeto funda en Leipzig, el 23 de mayo de 1863, un año antes de su
muerte (31 de agosto de 1864), la "Asociación General de Trabajadores". Su principal aportación
a la teoría económica será, probablemente, la "ley del bronce de los salarios", inspirada por
Ricardo y Rodbertus, y en la que sostiene que aun cuando el salario del obrero bajo el
capitalismo tiende siempre y en todas partes al nivel de subsistencia, y este es variable, en
realidad dicho nivel permanece estático durante largos períodos, dependiendo las fluctuaciones
por encima o por debajo de ese nivel, de las condiciones relativas de la oferta y la demanda de
trabajo. Estas fluctuaciones estarán sujetas a la ley de subsistencia de Malthus, o sea, la
tendencia de la población a presionar continuamente los medios de subsistencia, en tal sentido
que todo aumento en los salarios reales, sería seguido de un aumento de la población, el cual, a
su vez, motiva un aumento de la oferta de mano de obra. A partir de ese momento los salarios
volverán otra vez al nivel de subsistencia o quedarán por debajo de él. Por el contrario, el
descenso del salario real por abajo del nivel de subsistencia, produce una reducción de la
población, lo que provoca una demanda de trabajo que determina un aumento de los salarios.
Lassalle creía en la eficacia del sufragio efectivo para que los obreros llegaran a ocupar el poder,
extremo en el que difería de Marx. Se fundaba en la concepción del Estado como instrumento
para expresar adecuadamente la voluntad de todo el pueblo y no como un poder de coacción, tal
como lo entiende el marxismo. Parece que, de acuerdo con estas ideas, las relaciones entre
Lassalle y Bismarck no fueron malas. En todo caso Bis-marck concedió el sufragio universal para
los varones en el nuevo Imperio alemán de 1870.
La muerte de Lassalle con motivo de un duelo produjo, de hecho, una escisión en el socialismo
alemán. El propio Lassalle había designado a Bec-ker como su sucesor, pero éste fue destituido
y su lugar lo ocupó Baptist von Schwirtzer. A su vez Wilhelm Liebknecht, quien seguía en general
una orientación marxista, secundado por Bebel y con el apoyo de la "Internacional", creó el
Partido Social-Demócrata. Ambos grupos se enfrentaron de nuevo al triunfar Bismarck sobre
Napoleón III, pero el mismo triunfo llevó a Bismarck a reprimir a los dos partidos, ya que no sentía
la necesidad de su apoyo. Con ese motivo, en 1874 se iniciaron las tareas de fusión que
culminaron en el Congreso de Unificación de Gotha, llevado a cabo en 1875, de donde surgió el
único partido obrero social-demócrata alemán bajo la dirección del grupo minoritario, o sea, el
encabezado por Liebknecht y Bebel.
El programa del partido fue objeto de una crítica de Marx, en carta dirigida a Bracke en la que
Marx insiste en atacar los conceptos de Lassa-lle acerca de la "ley de bronce" de los salarios, el
"derecho a todo el producto del trabajo" y el carácter del Estado y la actitud que respecto de él
debe de tomar un partido de la clase obrera. Particularmente Marx afirma que debe rechazarse
toda actitud "nacionalista" como la que sugiere el programa e insiste en el carácter internacional
del movimiento obrero que no puede reducirse, como se proponía, a una simple "fraternalización
internacional de los pueblos".
Pese a ello el nuevo partido desestimó los argumentos de Marx y el programa fue aceptado con
sólo ligeras modificaciones. Es probable, según menciona Colé que ni siquiera fueran conocidas
por Bebel y otros dirigentes las críticas de Marx hasta que, muchos años después, las publicara
Engels.
Al lado de este movimiento surgió también en Alemania un socialismo cristiano, opuesto a
Bismarck y en contra del cual el canciller dictó enérgicas medidas {Leyes de Mayo de 1873), que
provocaron el encarcelamiento de muchos sacerdotes, la expulsión de clérigos y que en 1875 se
suprimieran las subvenciones del Estado para la Iglesia. Fue hasta 1878 que Bismarck,
necesitado de apoyo en su política contra los liberales, y en su lucha contra los
social-demócratas, disminuyó la represión contra los católicos. En el mismo año (21 de octubre
de 1879), dicta Bismarck las leyes antisocialistas, lanzando al partido a la clandestinidad, leyes
que no fueron derogadas hasta 1890.
Es justo señalar que la actitud de Bismarck en contra de los socialdemócratas tuvo una
contrapartida importante en la creación del Seguro Social T7 de noviembre de 1881), del Seguro
de enfermedades (1883), del Seguro de accidentes (1884) y del Seguro de vejez e invalidez
(1889), obra formidable que ha permitido que el nombre de Bismarck haya quedado asociado en
forma más positiva que negativa a la evolución del Derecho social.
4. EL MOVIMIENTO SOCIAL CATÓLICO
La Iglesia católica se retrasó en el planteamiento propio del problema social. Corresponde a León
XIII poner remedio y establecer las bases de un movimiento muy interesante que los últimos
papas: especialmente Juan XXIII con Mater et Magistra, Paulo VI con Populorum Progressio y
Juan Pablo II con Laborem exegercens han intentado actualizar.
Desde su encíclica Quod Apostolici Muneris León XIII había puesto de manifiesto su rechazo a
dos de los principios fundamentales del socialismo: la negación del derecho de propiedad y la
necesidad de la lucha de clases, a los que consideraba destructores del orden social. Pero a la
Iglesia no le bastaba una simple declaración de principios. Por otra parte, Italia era uno de los
principales focos del socialismo y del anarquismo, gracias a Bakunin. Era, pues, necesario, que
la Iglesia participara en el problema obrero.
Es posible que, además, el cardenal Pecci —después León XIII— haya tenido oportunidad de
ver, por sí mismo, el problema social. Fue nuncio en Bélgica, de 1843 a 1846, en época de plena
crisis económico-social. Siendo arzobispo de Perusa, pasa por Londres y con ese motivo escribe
lo siguiente: "¡Cuántas lamentaciones y cuántos solemnes pesares no hemos oído incluso en
estos países que llevan la fama de ir a la cabeza de la civilización, con relación al número
exagerado de horas de trabajo impuestas a los que deben ganar su pan con el sudor de su
frente!".
La encíclica Rerum Novarum no fue, al parecer, escrita por XIII. La redacción la llevaron a cabo el
padre Liberatore y los cardenales Zigliara y Mazella, interviniendo, además, Toniolo y el cardenal
Annibale. Sin embargo, León XIII revisó y corrigió su texto. En todo caso comprometió su autoridad en la empresa. Fue dada el día 15 de mayo de 1891, décimo cuarto año del Pontificado
de León XIII.
Rerum Novarum se inicia con una "Introducción" que contiene un dramático llamamiento para
que se acuda "en auxilio de la clase proletaria, porque sin merecerlo se hallan la mayor parte de
ellos en una condición desgraciada y calamitosa". En el capítulo I, critica el remedio proclamado
por los socialistas que "después de excitar en los pobres el odio a los ricos, pretenden que es
preciso acabar con la propiedad privada y sustituirla con la colectiva", y se señala que tal solución
atenta en contra del "derecho de los que legítimamente poseen, altera la incumbencia del Estado
e introduce una completa confusión en el orden social".
En el capítulo II, intitulado "Solución propuesta por la Iglesia", propone la aplicación de la doctrina
cristiana, e invocando que el trabajo es penoso, porque es expiatorio y afirmando que sufrir y
padecer es la suerte del hombre, y que a ello está inexorablemente destinado, plantea la
concordia entre las clases, afirmando que "sin trabajo no puede haber capital, ni sin capital
trabajo".
Las soluciones específicas las encuentra León XIII en la necesidad de inculcar a los ricos sus
deberes de justicia y caridad, en una fórmula que podría entenderse semejante a la que subraya
la función social de la propiedad, y que sería paralela de una actitud de humildad de los pobres,
"y de esta suerte, la distancia que entre unos y otros quisiera poner la soberbia, se acorta y no
habrá dificultad en conseguir que se unan con estrecho vínculo de amistad la una y la otra clase".
León XIII marca, además, otros remedios humanos. El primero será la intervención del Estado,
que debe atender al bien común y hacer guardar la justicia distributiva, porque importa al
bienestar público que haya paz y orden. "En particular debe el Estado: contener al pueblo dentro
de su deber: poniendo en salvo la propiedad privada e impidiendo que broten las huelgas con
apartar las causas de conflicto".
En segundo término, propone limitar la jornada de trabajo; fijar una edad mínima para trabajar;
que se pague un salario justo "suficiente para la sustentación de un obrero frugal y de buenas
costumbres"; fomentar el ahorro "multiplicando así los propietarios" y no abrumar a la propiedad
privada con enormes tributos e impuestos".
Por último, hace hincapié en que se constituyan asociaciones de socorros mutuos, que se
establezcan sistemas de previsión y que se restablezcan las corporaciones de artes y oficios,
respetando el derecho de asociación que declara fundado en las Sagradas Escrituras.
Específicamente se propone la organización de asociaciones obreras católicas.
La aportación de León XIII sentó las bases de un sindicalismo cristiano, que sin haber alcanzado
la fuerza de los grupos socialistas y anarquistas, merece de todas maneras consideración
especial.
En realidad, en nuestro concepto, el valor de Rerum Novarum se encuentra en que, aun cuando
tardía, encierra una llamada de atención hacia el problema social. Las fórmulas que propone
como solución son, obviamente, imprácticas, ello sin prejuzgar acerca de los supuestos en que
se apoya.
5. LA SITUACIÓN EN EUROPA EN LOS PRIMEROS AÑOS DEL SIGLO xx
Hemos venido examinando la situación tanto del movimiento obrero, como de las doctrinas
sociales, en aquellos países en que, gracias a su expansión económica o por su sensibilidad ante
los problemas sociales, se produjeron los acontecimientos más importantes del movimiento
obrero. Es oportuno ahora presentar el panorama general antes del estallido de la Primera
Guerra Mundial, en 1914.
Inglaterra. A fines del siglo XIX, Inglaterra asiste a un renacimiento del sindicalismo. Podemos
mencionar algunos acontecimientos importantes que lo caracterizan. Serían los siguientes:
a ) La fundación, en 1881, de la Social Democratic Federation, por H. M. Hvndman que, usó
también el nombre de "Partido Socialdemócrata". Fue influida por Marx y Engels y su objetivo
programático consistió en "la creación de libres relaciones de la sociedad sobre la base de la
igualdad política, con derechos sociales iguales para todos y una nacional emancipación del
trabajo".
b) La fundación de la sociedad de los Fabianos, en 1883, cuyos más dignos representantes
serían Beatrice y Sidney Webb y George Bernard Shaw y que, en realidad, fue una organización
de intelectuales burgueses, de poca influencia en la táctica de los movimientos obreros.
"Predicaban un socialismo no marxista basado en la evolución y el desarrollo orgánico de la
socialización de los medios productivos".
c ) El nacimiento del Partido Laborista, en 1893, que constituye el principio de un movimiento
obrero colectivo, dotado de un poder central, con base en una ideología socialista no marxista.
En las elecciones de 1906, de cincuenta candidatos obreros, son elegidos veintinueve.
d ) La aprobación, en 1913, de una ley que autoriza a los sindicatos a ocuparse de política.
Francia. La victoria obtenida sobre los obreros de París, en 1871, eleva a Thiers a la Presidencia
de la República. Una de sus primeras medidas es dictar una ley, de 14 de marzo de 1872, que
prohíbe en Francia el funcionamiento de la Asociación Internacional de Trabajadores —Primera
Internacional— la que, como vimos, decayó después de 1871 para desaparecer, finalmente, con
motivo del Congreso de Filadelfia, en 1876.
En 1874, pese a la política antiobrera, el gobierno aprueba una disposición que prohibe el trabajo
de los menores de 10 años y fija una jornada máxima de 6 horas. Unos años después, en 1892,
se eleva el mínimo de edad a los 12 años y se establece una jornada máxima de 10 horas hasta
los 16 años.
En 1876, a un año de nacida constitucionalmente la Tercera República, el diputado Lockroy
propone un proyecto de ley que implicaría el reconocimiento legal de las cámaras sindicales
obreras, pero es rechazado por los trabajadores porque se establecía un control más policiaco
que administrativo respecto de los agremiados.
En 1882, en Saint-Etienne, se constituye la Federación de Trabajadores Socialistas que agrupa
sólo a una parte del movimiento obrero francés.
El 21 de marzo de 1884, siendo primer ministro Rene Waldeck-Rousseau, se aprueba la ley que
reconoce la legalidad de los grupee sindicales, el derecho de asociación y la personalidad
jurídica de los sindicatos. Al mismo tiempo abroga las disposiciones prohibitivas de la
Revolución: Ley Le Chapelier y Código penal, en cuanto contrarían sus disposiciones. En la ley
de Waldeck-Rousseau aparece la definición de los sindicatos como organismos que tienen por
objeto "exclusivamente el estudio y la defensa de intereses económicos, industriales,
comerciales y agrícolas" que después veremos repetida en nuestra ley del trabajo de 1931.
En 1886, con motivo de un congreso obrero nace en Lyon la Federación Nacional de Sindicatos y
Grupos Corporativos de Francia y de las colonias que en 1892 aprobaría, a propuesta de Aristide
Briand, una huelga general.
En 1892, los delegados de diez bolsas de trabajo, con la representación de 459 sindicatos,
constituyen en Saint-Etienne la Federación de Bolsas de Trabajo.
En septiembre de 1895 se produce el acontecimiento más importante de esta etapa. En Limoges
se celebra un congreso obrero en el cual, por unanimidad, se toma el acuerdo de formar un
nuevo organismo sindical, que agrupará a todos los anteriores y se constituye la Confederación
General del Trabajo (CGT), tan asociada desde entonces al destino de Francia. En 1896 y 1897
se aprueban los estatutos de la nueva central y es hasta 1902 que se actualiza plenamente la
unidad obrera en la CGT.
Los primeros años del siglo XX, hasta el principio de la guerra en 1914, contemplarán un gran
desarrollo de los grupos sindicales obreros, orientados por la CGT en el sentido del socialismo
marxista, y un aumento de las huelgas reivindicatorias. Es importante señalar, respecto de este
período, que en 1906 se celebra en Amiens un congreso de la CGT que aprobará su Declaración
de Principios, conocida como la "Carta de Amiens", donde se invocará como norma suprema la
autonomía del sindicalismo y de la acción obrera. Se trata de rechazar la participación de los
sindicalistas en la organización del Estado, para hacer la revolución desde afuera a diferencia del
laborismo inglés que intenta llevarlo a cabo por la vía de las elecciones y desde el mismo
gobierno.
Alemania. Después de que Bismarck presenta su dimisión, el 20 de marzo lie 1890, en razón de
la decisión del nuevo emperador Guillermo II, en favor de los trabajadores, en la gran huelga de
mineros de 1889, el socialismo y por r T .de, el movimiento obrero alemán asisten a una época de
desarrollo favorable a la legislación obrera. Ello da margen a que sus principales problemas sean
sólo de orden interno y teórico, que enfrentan los más destacados líderes: Eduardo Bemstein, fiel
seguidor del marxismo; Rosa Luxemburgo (1870-19), formidable teórica del socialismo y digna
impugnadora de Lenin; Karl :sky, August Bebel y Karl Liebknecht (1871-1919), hijo de Willhelm
Lie-rtnecht, quien muere asesinado el 15 de enero de 1919 con Rosa Luxembur-; Corresponde a
Rosa Luxemburgo proclamar las bases del movimiento obrero, en su libro Huelga de masas,
partido y sindicatos publicado en 1906 (te-remos a la vista la edición argentina de Cuadernos de
Pasado y Presente, Cordoba, 1970), obra en la que defiende la necesidad de una huelga de
masas espontánea, no dirigida pero sí orientada por el partido comunista. El socialismo alemán
se dirige sin embargo, hacia un revisionismo del pensamiento de Marx, característica que ya será
constante hasta la República de Weimar.
España. España fue, sin duda, el país donde arraigó más el anarquismo de inspiración
bakuniana. En 1868 llega a España, por encargo de Baku-nin, Giuseppe Fanelli y en 1869 crea la
ATT en Madrid y en Barcelona v en 1870, también con la misma orientación se constituye en
Barcelona una "Federación Española de la ATT".
Para contrarrestar la influencia de Bakunin se traslada a España en 1871. enviado por Marx y
Engels, Paul Lafargue, quien se incorpora a la Federación Regional en Madrid.
En 1872 se celebra un congreso de la ATT en Córdoba, que se declara bakunista y expulsa a los
marxistas. Pablo Iglesias funda entonces una "Nueva Federación Madrileña" y, al mismo tiempo,
la ATT es declarada ilegal.
Entre 1873 y 1874 tiene una cortísima vida la Primera República Española.
El 2 de mayo de 1879 es constituido en Madrid, como organización secreta, el Partido Socialista
Obrero Español, cuyo líder principal, Pablo Iglesias es elegido presidente en el Primer Congreso
celebrado en Barcelona en el año de 1888. En este mismo año nace, también en Barcelona, la
Unión General de Trabajadores, como federación sindical de orientación socialista.
Entre 1902 y 1905 se producen diversos movimientos de huelga en Barcelona y en Andalucía. Es
la etapa en que Francisco Ferrer, al frente de la Escuela Moderna de Barcelona, de orientación
anarquista, es acusado de complicidad en el atentado que el 31 de mayo de 1906 llevó a cabo
contra los reyes. Mateo Morral.
En 1909, con motivo del desastre del Barranco del Lobo, en la guerra de Marruecos, el gobierno
de Maura anuncia el propósito de movilizar a 20,000 hombres. Protestan las organizaciones
obreras y los organismos liberales. En Madrid es detenido Pablo Iglesias. En Barcelona, al salir el
vapor "Cataluña", el 18 de julio, con las tropas destinadas a Melilla, y al recil noticias de derrotas
en África, se suceden los mítines y se anuncia una huelga general para el 2 de agosto, pero los
acontecimientos se violentan y en los últimos días julio se produce una verdadera rebelión que no
trasciende más allá de una violenta protesta porque —señala Diego A. de Santillán— "faltó una
dirección, un objetivo revolucionario, y eso iba a costar muchas lágrimas y sufrimientos
inenarrables".23 Son los acontecimientos de la Semana Trágica", que derivaron en un nuevo
proceso a Ferrer, detenido en la carretera de Alella el 1o. de septiembre. Un tribunal militar, a
petición del fiscal, lo condena a muerte. Es ejecutado el día 13 de octubre en el foso de Santa
Amalia del trágico Castillo de Montjuich.
A consecuencia de estos hechos, y de manera particular por los sucesos de Marruecos, entra en
auge el movimiento obrero. En 1910 se funda la Confederación Nacional de Trabajo (CNT), de
orientación anarquista, y la UGT alcanza un gran desarrollo, al grado de contar, en 1912, con 276
secciones y 128,914 afiliados. En 1914, las secciones eran 393 y los afiliados 127,804.26 La
situación, antes de la guerra, a la que España no entraría, marca, entonces, un desarrollo
formidable del sindicalismo.
La Segunda Internacional
Celebra en el siglo XX, antes de su disolución, con motivo de la guerra, los congresos de
Amsterdam (14 al 20 de agosto de 1904), de Stuttgart (16 al 24 de agosto de 1907), de
Copenhague (28 de agosto al 3 de septiembre de 1910), de Basilea (24 y 25 de septiembre de
1912) y, el último, en Bruselas, el 28 de julio de 1914.
En el Congreso de Amsterdam se condena el revisionismo y se declara que la huelga política de
masas es, solamente, "un medio externo para obtener importantes cambios sociales o
contrarrestar acciones reaccionarias contra los derechos de los obreros". Al mismo tiempo, se
aprueba por unanimidad un rechazo al colonialismo.
Los congresos ulteriores comprueban la lucha de los obreros contra el militarismo que era,
ciertamente, el problema más angustioso.
Quizá el documento más claro respecto al papel de la II Internacional se deba a Lenin,1 quien
formula una crítica feroz de Plejánov y Kautsky "los dos socialistas prestigiosos más típicos y
más cercanos a nosotros", a los que califica de oportunistas y contrarios a los principios del
socialismo marxista, en virtud de que defendieron, frente a la guerra, una fórmula conciliadora
pequeñoburguesa y de oposición nacionalista, que los condujo, inclusive, a adoptar posiciones al
lado de sus gobiernos, a pesar de todos los ¿cuerdos en contra aprobados en los congresos
internacionales.
La guerra, que estalla por un pretexto baladí como es el atentado de Sarajevo en el cual el
nacionalista servio Gravilo Príncipe, asesina al archiduque heredero de Austria-Hungría,
Francisco Fernando, y a su esposa, suspende toda acción social y consolida, además, ese
sentido nacionalista, particularmente en el movimiento obrero alemán, que lo desvía definitiva
mente del internacionalismo proletario de inspiración marxista. Son justas, pues, las críticas de
Lenin.
Sin embargo, la propia inercia del movimiento social, particularmente en Alemania, determinará
que un país francamente imperialista encuentre sus propias fórmulas sociales, aún durante el
transcurso de la guerra, que desembocarán en el formidable documento Weimar.
Descargar