Salva Tu Matrimonio Para Siempre Gratis Completo

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DESCARGO DE RESPONSABILIDAD
Este manual ha sido concebido con fines informativos y
recreativos; no pretende, bajo ningún punto de vista, sustituir la
consulta con un profesional matriculado en el tema.
El material no ha sido escrito por consejeros matrimoniales,
psicólogos ni ningún otro profesional de la salud o de las
relaciones interpersonales. Su uso y las consecuencias derivadas
del mismo son de exclusiva responsabilidad de los lectores.
Queda absolutamente prohibida la reproducción total o parcial del
presente libro, por cualquier medio, sin la autorización expresa y
por escrito de sus autores.
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TABLA DE CONTENIDOS
Descargo de responsabilidad
INTRODUCCIÓN: ¿Por qué es importante que estés bien con tu
pareja?
1. El primer paso: hacerse cargo del fracaso marital
2. Resolución de conflictos dentro del matrimonio
3. Necesidades no atendidas: el origen de la infelicidad
4. Demandas de ella
5. Demandas de él
6. La cuestión más peliaguda: la infidelidad
7. ¿Y aquello que nunca cambiará?
PALABRAS DE DESPEDIDA
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INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE QUE ESTÉS
BIEN CON TU PAREJA?
Cuando Dios creó al hombre, le puso al lado una mujer y les permitió
tener descendencia. Desde el principio de los tiempos, el ser
humano necesitó tener a su lado a otros como él. Así continuamos
hasta hoy, y la verdad ¡es que nadie quiere estar solo!
Para eso se instituyó la ley del matrimonio. Según los expertos, el
matrimonio es la mayor inversión de una persona casada. Los
cónyuges suelen tener mayor estabilidad económica, más salud,
una espiritualidad más profunda y una familia más equilibrada en
comparación a las personas solteras. Es un sinsentido que eches tu
matrimonio por la borda para, por ejemplo, ser laboralmente
exitoso. No sirve de nada ser el mejor profesional si eres desdichado
en el amor. Cumplir ambiciones personales y acumular bienes
materiales te dejará siempre insatisfecho si no estás bien
sentimentalmente hablando.
Todos los seres humanos que se casan libremente, se casan porque
aman a otra persona y no porque la odien. No obstante, el número
anual de divorcios parece ya una epidemia mundial. En el continente
americano, el 50% de los enlaces acaban disueltos y la proporción
no hace más que aumentar conforme pasa el tiempo. Este
panorama tan poco alentador mostraría, a primera vista, que ese
amor con el cual nos casamos muchas veces no basta para
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mantener el vínculo, sorteando las dificultades que se presentan en
la vida de cualquier pareja.
A pesar del consabido “que el hombre no separe lo que Dios ha
unido”, y de que Él repudia el divorcio, lo cierto es que también nos
ama tanto que nos dio libre albedrío. Nosotros podemos decidir, a
pesar de todo, romper esa unión. Contradiciendo las leyes divinas,
ciegos de obstinación y de orgullo, sentimos que se acabó el amor
y bajamos el telón.
No obstante, no se trata de una falta de amor en la pareja. Lo que
faltan son estrategias para solucionar los problemas que surgen de
la convivencia entre esas dos personas día a día. Quien dice “sí”, en
la mayoría de los casos lo hace ignorando los conocimientos
necesarios para afrontar los problemas de pareja. Culturalmente no
estamos preparados para sortear exitosamente estas situaciones.
En otras épocas, cuando la división de los roles femeninos y
masculinos era más tajante y pocos sorteaban la institución del
matrimonio, eran los padres quienes con su ejemplo enseñaban a
los hijos cómo llevar una relación. Pero hoy en día, muchos recién
casados o no tanto son hijos de padres separados, que ya vienen de
una generación con grandes conflictos de pareja.
Sintiéndose ahogados en el mar de una relación sin solución de
continuidad, muchos aseguran que se equivocaron al casarse, que
no están con la persona indicada para ellos, que se apresuraron por
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la presión del entorno. Pero vamos a anunciarles cuál es la gran
verdad: en realidad, existen muchas más personas infelices con su
matrimonio porque actúan de forma incorrecta que porque se
casaron con la persona incorrecta. Los miembros de una relación
cometen muchas equivocaciones, van acumulando cuestiones no
resueltas, haciendo que el amor se debilite y se apague. Cambian el
fuego del amor apasionado por los estallidos de la ira o los vapores
tenues de la indiferencia.
Sin embargo, si estás leyendo Salva tu Matrimonio para Siempre
es porque hay gente que lo ha escrito para personas como tú, bajo
la firme convicción de que se puede salvar el amor e inclusive, amar
de verdad a la persona que tienes al lado, a la cual quizás nunca
has amado con plenitud. Eso sí: es muy importante que llegues
hasta el final del libro prestando atención a cada apartado, y que no
dejes de poner en práctica los consejos que te damos. Combina
estas técnicas una a una, incluye a tu matrimonio en tus plegarias
de cada día ¡y verás cómo tienes respuesta!
¿Te apuntas (se apuntan) al desafío?
1. EL PRIMER PASO: HACERSE CARGO DEL FRACASO
MARITAL
Cuando la relación se transforma en algo distinto a lo que habías
planeado, y tu compañero no se comporta como quieres, terminas
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concluyendo que te casaste con la mujer u hombre equivocado. Pero
¿qué pasa con tu responsabilidad? Pareciera que el fracaso marital
no fuera culpa de ustedes, sino de las circunstancias. Pues bien,
desenmascaremos esta falacia.
Décadas atrás, una relación fracasada significaba un fracaso
personal: una derrota vergonzosa para una persona. Siempre que
una pareja tuviera problemas y recurriera a un ser querido para
pedirle consejo, invariablemente la respuesta era: “vuélvete a tu
casa, háblenlo y soluciónenlo”. Estaba bien claro: el problema era
de los dos y había que luchar por el matrimonio.
La culpa de lo que sucede es de las personas, no de una relación
que salió mal o de una de las partes que no es la indicada para ti.
La buena noticia es que si eres responsable del fracaso de tu
matrimonio, también lo eres del éxito. Está en tus manos hacer que
las cosas funcionen.
El
“alma
gemela”
es
una
historia
inventada,
una
fórmula
hollywoodense que vende muy bien las películas románticas. Las
personas usan esta creencia de excusa para explicar el fracaso en
sus relaciones, asegurando que aún no han hallado a su alma
gemela. Y claro, da menos trabajo decir esto y esperar que venga a
nosotros nuestra media naranja, que luchar para lograr la armonía
en nuestro matrimonio.
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Lo que en verdad existe son un hombre y una mujer, que en su
naturaleza son diferentes y se complementan por ello: un sexo tiene
cosas que no tiene el otro, es por eso que fuimos hechos así.
Seguramente, más de uno podría pensar: ¿cómo Dios, si nos ama
tanto, creó dos seres tan diferentes como el varón y la mujer, para
que se unieran en matrimonio y tuvieran que convivir? ¿Quiso hacer
de nuestras vidas un infierno? ¡Por supuesto que no! Él desea lo
mejor para nosotros; así nos destinó a juntarnos para que
aprendiéramos del sexo opuesto y nos asistiésemos mutuamente.
Claro que tendremos diferencias con el otro, que deberemos
aprender a sortear. Pero esperar que una persona sea perfecta y me
dé absolutamente todo lo que busco, es un egoísmo fantasioso y sin
salida.
Una pareja feliz depende, más que de estar con la persona
“indicada” para uno, con que ambos actúen de la forma correcta.
Para decirlo de forma simple, es necesario respetar reglas básicas
de convivencia, como no mentir, no faltar el respeto, no hacerle al
otro lo que no quieres que te hagan a ti.
-Por qué fracasa un matrimonio
Hoy, más que nunca, vivimos sumergidos en una “cultura del
divorcio”. TODO a nuestro alrededor conspira contra el matrimonio.
Las leyes civiles que facilitan y aceleran el proceso del divorcio; las
tendencias a uniones de hecho, uniones civiles y otras formas de
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convivencia sin casamiento; la abundancia de material pornográfico
a disposición del que quiera; el uso y abuso de las redes sociales, el
teléfono celular, Internet; las nuevas demandas y roles de la mujer
en la sociedad actual... estos son nada más que unos pocos
fenómenos a los que se enfrentan las parejas de nuestra era cuando
deciden casarse ¡a pesar de todo! El problema es que la mayoría no
está preparada ni cultural ni emocionalmente para llevar un
matrimonio exitoso adelante en medio de un escenario tan poco
favorable.
¿Por qué fracasamos ante esa promesa tan famosa: ser felices para
siempre? No hay una sola respuesta. Los problemas en la pareja son
muchos, variados y de diversa naturaleza. Lo que sí podemos
aventurar rápidamente, es cuando te enfrentas a una cuestión
peliaguda en tu pareja solo están viendo “la punta del iceberg”, por
así decirlo.
Los problemas que detectamos esconden una causa mucho más
profunda, que es la verdadera, pero a menudo es difícil de detectar
y de comprender. No obstante, si la punta del iceberg es visible
sobre la superficie del mar es porque hay una gran roca de hielo
debajo que la está sosteniendo. Con este libro, queremos ayudarte
a canalizar tu energía mental y tu atención en el problema profundo
que subyace en el fondo de tu matrimonio.
Para lograrlo, es necesario que cambies tu manera de mirar las
cosas. Tienes que hacer un cambio de perspectiva, y para eso
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modificar el foco, cómo centras tu atención y qué interpretación das
a lo que ves. Normalmente, cuando discutes con tu pareja la juzgas,
le exiges que cambie porque miras el problema con los anteojos de
tus experiencias, prejuicios y moral. Cuando logras quitarte estas
gafas y reconoces el punto exacto adonde debes apuntar, qué tienes
que mirar, detectas el verdadero problema y dejas de perder tiempo
en discusiones banales, infructuosas y a menudo, muy dañinas.
Al contraer matrimonio, los miembros de la pareja llevan al altar sus
taras personales. El día en que te casas, solo conoces un quinto (con
suerte) de la persona que tendrás contigo para el resto de tu vida...
y casi todo lo que sabes de ella, es positivo, su costado bueno. Claro,
cuando buscas conquistar a alguien no le mostrarás una parte de ti
que lo espante ¿cierto? Es natural que tratemos de atenuar o
esconder nuestros peores defectos, para que el otro se lleve una
buena impresión de nosotros.
Luego de la boda, este escenario tan atractivo se oscurece bastante.
Tenemos que enfrentarnos al lado menos bonito de la otra persona,
para conocerla por entero. Es aquí cuando aparecen los problemas.
Una buena forma de prevenir esta situación es tratar de mostrar la
personalidad tal cual es ya desde la etapa del noviazgo. No hay que
ocultar el pasado, la manera de relacionarse con la familia ni
ninguna otra cuestión que más adelante podría causar sorpresas
desagradables, ya casados. Todas las personas tienen _”muertos en
el placard”, como se dice; cosas del pasado de las que no está muy
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orgulloso. Sin embargo, el pasado de una persona incide en su
presente y su futuro. Lo que vivimos antes marca la conducta
individual y el funcionamiento con la pareja. Por eso es tan
importante compartirlo con la persona con quien uno se va a casar.
Para comprender cabalmente una situación dada dentro del
matrimonio y saber cómo reaccionar, tienes que saber quién es el
hombre o la mujer que está a tu lado: sus orígenes, sus vivencias
previas, las personas que influyeron en su carácter. Ciertamente, el
matrimonio no es momento para llevarse sorpresas con el otro,
cuando ya han sellado un compromiso.
Quizás sientes que no te hace falta saber del pasado de tu pareja,
que lo que realmente importa son las vivencias que tendrán como
matrimonio desde el momento de casarse. Sin embargo, con toda
seguridad el pasado de ambos irrumpirá cuando se enfrenten a un
problema marital. El pasado forma parte de una persona, nadie
puede quitárselo de encima; lo que sí se puede hacer, es aprender
cómo lidiar con él.
Siempre recuerda esto: cuando discutas con tu pareja, no estás
hablando solo con la persona que tú conociste, sino también con
quien ella era antes de casarse contigo. Eso determinará muchas de
sus reacciones. A veces, herimos a nuestro consorte a sabiendas de
que lo que hacemos está mal, pero fue lo que vimos hacer a
nuestros padres cuando éramos niños. Es el modelo que recibimos
e incorporamos inconscientemente.
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Por muchas buenas intenciones que hayan tenido nuestros padres,
por muchas lecciones de moral que nos hayan dado, nuestra mayor
fuente de conocimiento son sus acciones. Aprendemos a imitar sus
conductas, y en consecuencia... tendemos a repetir sus mismos
errores. Para que esto no cause problemas más tarde en nuestra
vida de casados, debemos tratar de quitarnos de encima los viejos
malos hábitos e incorporar otros mejores.
De hecho, modificar el mal comportamiento no solo redunda en
beneficios para la pareja sino también para uno mismo. Las peleas
provienen de todo lo que acarreamos a la espalda desde nuestro
pasado; tenemos que aprender a enfrentarnos a eso para resolver
las propias limitaciones, trabas, prejuicios, inhibiciones, conflictos.
Déjanos contarte otra cosa. Cuando te casas, empiezas a descubrir
algunas verdades sobre ti mismo que no conocías. Claro, hasta ese
momento no hacía falta enfrentarte con nadie por cuestiones de
convivencia, estabas a tus anchas, hacías lo que querías, no dabas
explicaciones, manejabas tus tiempos, tu espacio. Pero teniendo
que negociar constantemente la cotidianeidad con otra persona, se
manifiesta el verdadero carácter. Tu pareja es un espejo donde
puedes reflejarte y ver tus peores defectos.
Normalmente, en vez de aprovechar ese espejo sincero para
cambiar lo peor de nosotros, empezamos a proyectar lo malo sobre
nuestra pareja, y señalarle las cosas que ella debería modificar. Le
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echamos la culpa al consorte como medio de defensa, pues a nadie
le gusta que le señalen sus faltas.
Piénsalo así: si una mañana antes de ir a trabajar no te mirases al
espejo ¿cómo sabrías si estás presentable? Pues bien, aquí sucede
lo mismo. Descubriendo nuestro lado menos luminoso a través de
nuestra pareja, tenemos una excelente arma para cambiar y ser
mejores. Deja que él o ella sea tu desafío personal, una guía que te
diga qué puedes cultivar en el jardín de tu alma.
Sin embargo, ten en cuenta que ninguna persona es capaz de
cambiar a otra salvo que ella quiera hacerlo. Esto explica que
cuando recibes una crítica, normalmente te defiendes, porque estás
defendiendo tu identidad, tu forma de ser. Tu pareja PUEDE cambiar
y mejorar, PERO NO SERÁS TÚ quien la haga cambiar, ¡sino ella
misma! La clave es que tú puedes hacer algo muy poderoso para
que lo logre: INFLUENCIARLA PARA QUE CAMBIE. Y esto se hace...
¡empezando por cambiar uno mismo!
Si dejas a un lado los reproches al otro y te centras en mejorar tus
defectos personales, te garantizamos que el 50% de los problemas
maritales se habrán resuelto antes de que tu mismo consorte
cambie mucho. Cuando tú mismo cambias y dejas de exigirle
cambios a tu pareja, das el primer paso para sembrar cambios en
el otro, sin que haya reclamos de por medio. Mira adentro de ti y
busca tus errores; deshazte de las taras que te impiden avanzar. Si
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te conoces más honesta y profundamente, no solo serás mejor
persona, sino que tendrás una mejor pareja.
2. RESOLUCIÓN
DE
CONFLICTOS
DENTRO
DEL
MATRIMONIO
Claro está, un matrimonio no se lleva bien por los conflictos que se
desarrollan en su seno. A continuación veremos unas pautas para
reflexionar sobre este tema.
-Cómo no tener conflictos en el matrimonio
Apenas
viste
este
título
tan
flamante
te
abocaste
a
leer
desesperadamente, pero ¡caíste en la trampa! No existe un
matrimonio sin conflictos. Esto lo prueba el hecho de que haya
tantas personas divorciadas o parejas que viven en la misma casa
con total indiferencia. Dichas situaciones aparecen cuando no se
logran resolver los problemas en la relación.
La mayoría de las personas trata de cambiar a su cónyuge para que
sea, piense, sienta y reaccione como ellos. Piensan que de esa forma
se arreglarán los problemas. Es allí cuando comienzan a criticar y a
señalar con el dedo al otro, justificando sus propios errores al mismo
tiempo. Esta manera de actuar provoca un círculo vicioso,
discusiones eternas de las que los casados nunca consiguen salir
airosos. Uno de ellos termina cansándose y pide el divorcio. Mantén
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esto en la cabeza: LOS PROBLEMAS SON PARTE DE LA VIDA. La
diferencia está en que puedes ser más hábil para solucionarlos y
tener éxito, o ser poco hábil y fracasar.
Y presta mucha atención: estamos hablando de resolver conflictos,
no de resolver lo que la otra persona es. Se trata de cambiar la
situación y no a la pareja. Si crees que puedes cambiar a tu pareja,
no solo fracasarás en el intento, sino que además terminarás
convencido de que el problema es el otro, no la situación.
¿Consecuencia?
Te
separarás
para
encontrar
otra
pareja.
¿Realmente crees que con este modo de pensar tendrás un nuevo
matrimonio feliz? ¡Para nada! Volverás a tropezar con la misma
piedra, pues JAMÁS APRENDISTE A RESOLVER CONFLICTOS dentro
del matrimonio.
En Salva tu Matrimonio para Siempre lo que te proponemos es
justamente eso: ayudarte a detectar “la base del iceberg” más allá
de la punta, trabajar sobre esa diferencia profunda que los está
perjudicando y aplicar estrategias para que jamás vuelva a
interponerse entre ustedes.
-La importancia de controlar las emociones
Cuando no sabes mantener tus emociones bajo control en medio de
una discusión con tu consorte, el carácter de ambos explota; y en
un momento, la charla podría acabar abruptamente con un pedido
de divorcio.
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Aunque
hay
personas
a
las
que
les
cuesta
manejar
su
temperamento, una personalidad así no es excusa para tratar mal a
tu pareja. Todos los seres humanos tenemos emociones pero
también tenemos capacidad de razonar para dominarlas. Para que
nuestras emociones no afloren descontroladamente durante una
discusión
con
la
convenientemente.
pareja,
Se
trata
es
necesario
de
canalizar
drenarlas
toda
esa
antes
energía
acumulada y evitar que estalle al primer conflicto en la pareja.
Cuando has conseguido descargar las emociones, separas el
problema de tus sentimientos y eres capaz de analizar la situación
“en frío”, racionalmente y enfocado a los resultados que quieres
conseguir. ¡Encuentra algo donde volcar tus emociones, pero que
NO sea tu pareja! Algunos ejemplos:
 Practicar un deporte.
 Salir con algún amigo.
 Realizar un hobbie.
 Dar una caminata solo.
 Escuchar música echado o leer.
 Rezar.
Este último recurso es sumamente importante. Para las personas
que se casan bajo la institución sagrada del matrimonio, y testifican
su amor ante Dios, rezar es siempre la primera alternativa cuando
se sienten perdidos, agobiados o preocupados. Si hoy sientes que
tus emociones te desbordan y no eres capaz de dialogar con tu
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cónyuge sanamente ¡dialoga primero con Él! Pídele la fuerza, la
templanza y la calma que necesitas para abordar el problema. Deja
que te infunda Su paz.
Por otra parte, cuando no consigues canalizar tus emociones hacia
algo distinto de tu pareja, también puede pasar que las guardes
dentro de ti y las reprimas. Esto es fuente de muchísimo malestar,
incomodidad, preocupación y nerviosismo.
Normalmente, en la vida cotidiana fuera de casa tendemos a ocultar
nuestras emociones: en el trabajo, con los amigos, en la
universidad, etc. Creemos que los demás no están obligados a
tolerar nuestras frustraciones. Pero... ¿por qué creemos que sí es
obligación de nuestra pareja? Lo peor de todo, es que asumimos
que podemos arrojarle encima toda nuestra negatividad como nos
salga de adentro, sin pensar lo que decimos, con mala educación y
riesgo de herirla.
Esta desconsideración hacia la pareja profunda heridas muy difíciles
de cicatrizar. Además, tu consorte te devolverá el mismo trato que
tú le des. Si eres desconsiderado con ella o él ¿por qué te
sorprendes, acaso, cuando tu consorte trata muy bien a sus padres
y amigos pero a ti te pone mala cara? Aquí el problema no está
siendo tu esposo o esposa, eres tú. ¡Aprende a ganarte su respeto
y cariño siendo más racional y menos emotivo!
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Dicen los expertos que los eventos se ligan a nuestra memoria
cuando logramos asociarlos con una emoción. Sin embargo, esto
contradice la capacidad de perdonar. Cuando un hecho te provoca
un dolor intenso, un sufrimiento palpable, es bien difícil olvidarlo.
¿Cómo borrar de la mente esos episodios que nos ofendieron y que
no podemos recordar sin que nos desborden las emociones
negativas?
Pues bien: ¡orando! Dios es el primero en “no tener memoria” para
los pecados de los hombres. Día a día lo ofendemos y Él continúa
confiando en nosotros. Así debemos pedirle la misma fuerza para
dejar ir de nuestros recuerdos todas las ofensas del prójimo, en
especial si se trata de nuestro cónyuge.
Y esto lo lograremos si nos mueve la fuerza del amor. La única forma
de amar a alguien es conociéndolo; medida que conocemos a la otra
persona, aprendemos a admirar sus virtudes y a aceptar sus
defectos.
Teniendo
en
cuenta
esto,
podemos
afirmar
que
muchísimas parejas no saben amarse de verdad.
Llegaron al altar enamorados o por alguna circunstancia en
particular, pero jamás se tomaron el trabajo de analizarse a fondo,
explorarse y develar qué les da felicidad; no conocen las metas ni
trabas del otro, qué le gusta y qué no, ni cómo piensa ni siente. Esto
dará lugar a frecuentes errores dentro de la relación, que serán
fuente de eternos problemas. Los desacuerdos tenderán a alejar a
las dos personas más y más.
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3.
NECESIDADES
NO
ATENDIDAS:
EL
ORIGEN
DE
LA
INFELICIDAD
Pues bien, a menudo, los matrimonios no saben cómo cuidarse el
uno al otro. Lo que fracasa es la capacidad de satisfacer las
necesidades emocionales básicas del cónyuge. Una gran cantidad
de personas encuentran muy difícil el poder entender y apreciar las
necesidades de su pareja. Cada cual tiende a satisfacer (en sí mismo
y en los demás) las necesidades que valora. Pero el asunto es que,
a menudo, las demandas del otro son bastante diferentes a la de
uno. Invertimos tiempo, energías, dinero en satisfacer ¡las
necesidades erróneas!
Las necesidades personales se experimentan con tanta fuerza, que
si una persona no puede satisfacerlas dentro de su matrimonio, es
muy probable que se sienta tentada a solucionarlas fuera. Y no
estamos hablando solamente del sexo y la fidelidad. Existe un
amplio abanico de necesidades que tendrían que satisfacerse dentro
de una pareja. Cuando nos comprometemos con alguien, en realidad
lo que estamos haciendo es dándole derecho para que él satisfaga
una o más de estas necesidades esenciales que tenemos.
Con Salva tu Matrimonio para Siempre, lo que queremos es
ayudar a detectar cuáles son esas necesidades básicas dentro de
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cada pareja, cómo decirle al otro lo que necesitamos y cómo
satisfacer, al mismo tiempo, sus demandas.
Insistiremos en la importancia que tiene satisfacer las necesidades
mutuas dentro del matrimonio. Por lo general, las parejas que no
saben atender estas demandas se vuelven desconsideradas el uno
con el otro, hasta límites insospechados que incluyen todo tipo de
agresiones. Claro que nadie intencionalmente fracasa en la
satisfacción de las necesidades de su cónyuge; lo que sí es
intencional, es el daño que vamos infligiendo en el otro con el
tiempo, porque estamos resentidos. Tanto, que pensamos en
divorciarnos.
Y no hay que pensar que alguien tiene la fórmula del “felices para
siempre”. Nada de eso. El amor se construye. A través de este
material, queremos enseñarte esas habilidades necesarias para
construir el amor, para saber cuidar a tu pareja como lo prometiste
en el altar. Cuando hayas incorporado estos aprendizajes, notarás
cómo tu compañero te hallará irresistible, algo que es fundamental
para un matrimonio feliz.
Cuando una pareja se casa, suele tener expectativas altísimas: se
está comprometiendo, nada más y nada menos, que a llenar
demandas muy personales y fuertes del otro basándose en la
exclusividad: es decir, en que nadie más que el otro tiene derecho
a solucionar esas necesidades. No significa que uno tenga que
completar todas las demandas del otro, pero la mayoría de las
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personas esperan que sus parejas suplan determinadas necesidades
especiales, puesto que han acordado no dejar que terceros lo hagan.
Cada persona es única, así como cada pareja; entonces, es
esperable que un matrimonio y las dos personas que lo conforman
tengan necesidades distintas, únicas, particulares. No obstante, de
la mano de importantes psicólogos y expertos en el tema, hemos
podido localizar algunas necesidades básicas que surgen con
recurrencia en las conversaciones con diversos matrimonios.
Satisfacer las demandas del otro no significa resignarse a vivir una
vida odiosa, haciendo algo que no nos gusta hacer... implica
prepararse para llenar necesidades que uno mismo puede no
apreciar. Se trata de comprender al otro como un ser distinto a
nosotros, con necesidades propias, individuales. Ahora bien...
¿cómo me doy cuenta de cuáles son las necesidades de mi consorte?
En primer lugar, conociendo un poco más cómo funciona su cerebro.
-Todo empieza por la mente
Un famoso religioso y psicólogo norteamericano, Max Grungor,
escribió una famosa conferencia llamada “La Caja de la Nada”. Se
trata de una explicación, en tono cómico, sobre cómo funcionan los
cerebros de los hombres y las mujeres.
El cerebro masculino está dividido en compartimientos separados,
como si fuesen cajas; en cada una de ellas, el varón coloca un
asunto distinto, y este no se interrelaciona con el resto. Por ejemplo,
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tiene una caja para el trabajo y otra para la esposa. En cambio, el
cerebro femenino funciona más bien como una compleja red de
cables, en la que todo está conectado con todo; por eso, es común
que las mujeres piensen en varias cosas a la vez y hagan muchas
asociaciones, pues el asunto del marido está conectado al de la
carrera, a los hijos y a la casa.
El hombre también cuenta con una caja especial, que utiliza cuando
se siente estresado: se llama Caja de la Nada. Se trata justamente
de un compartimento vacío; el varón tiene la capacidad de no
pensar en nada, y así parece cuando pasa horas haciendo zapping
o pescando, por dar dos ejemplos. Cuando un hombre está abstraído
en su caja de la nada y la mujer le pregunta en qué está pensando,
la respuesta es obvia: “¡En nada!”. Y ella, claro ¡no le cree! El
cerebro femenino siempre está procesando información. La mujer
no concibe que pueda no estar pensando en nada... ahora cree que
le oculta algo, y he aquí como se genera una resabida discusión.
La mujer, cuando está estresada, reacciona de la forma opuesta:
necesita hablar. Su red de cables está haciendo tantas conexiones,
está trabajando tanto, que puede sobrecargarse y explotar. Esto
explica por qué ellas pueden pasarse horas en el teléfono o
charlando con amigas sobre todos los asuntos. Y explica también
por qué necesita que su consorte se comunique con ella. La mujer
necesita hablar.
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Y así como ella requiere del diálogo, demanda varias otras cosas, lo
mismo que el varón. Así que si quieres disfrutar de un matrimonio
feliz para el resto del camino, tienes que empezar a plantearte
seriamente el propósito de dar respuesta a esas necesidades. Lo
primero que tienes que hacer, es dejar de ser individualista.
-Pensando de a dos... como uno
Dios creó al hombre y a la mujer queriendo que fueran “una sola
carne”, como lo explica la Biblia en numerosos pasajes. Sin
embargo, lamentablemente en la actualidad muchos de nosotros
estamos bastante de sentirnos uno solo con esa unión de dos
personas.
Cuando una persona se casa, cambian todos los aspectos de su vida;
muchos quieren contraer matrimonio y luego continuar con la
misma rutina y modo de pensar que en la etapa de soltería. Jamás
logran volverse uno, fusionándose con el otro. Son dos personas
distintas viviendo vidas paralelas, sin querer amoldarse a la
relación. Esta es la receta perfecta para el fracaso.
Claro que no hay que renunciar a la personalidad y volverse otro;
no obstante, con alguien al lado podemos adoptar su buena
influencia para mejorar. Al final, somos productos de nuestra unión
marital; por este motivo, al casarte debes comenzar a pensar en
función de un “nosotros” y no de un mero “yo”.
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Los problemas en la pareja se producen cuando la forma de ser de
uno de los dos está perjudicando la relación. Si una conducta tuya
es mala para tu matrimonio, debes cambiarla, porque sino no habrá
relación posible.
Uno de los principales resultados de pensar como una sola persona,
es el orgullo. Las personas orgullosas están convencidas de que el
equivocado es el otro. Ellas son puras víctimas a las que nadie
entiende; y como tienen la razón, esperan a que su consorte agache
la cabeza y afloje. Sin embargo, no es capaz de percibir cuánto
importa, para quien fue herido, que su compañero/a reconozca su
error y le pida perdón sincero. Es muy necesario dejar de lado el
orgullo para admitir que la mujer o el marido están a nuestro lado
para que aprendamos de él, es nuestro complemento, no nuestro
enemigo.
Otra actitud común de alguien que no quiere fundirse con su
matrimonio es el egoísmo. Los egoístas anteponen sus deseos a los
del cónyuge y quieren manejar las cosas como a ellos les gusta.
Oyen a su consorte como quien oye llover; no responden a sus
llamadas de atención pues están seguros de estar haciendo todo
bien. Creen que él o ella “se quejan de lleno” porque tienen la casa,
el coche o los hijos que quisieron, y no carecen de nada.
Pero hay algo fundamental: NO FUNCIONA ENTREGAR MUCHO DE
ALGO QUE TU CONSORTE YA POSEE SUFICIENTEMENTE, Y
NEGARLE LO QUE ÉL O ELLA REALMENTE NECESITA Y ECHA EN
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FALTA. Esto puede ser atención, afecto, seguridad, paz en el hogar,
cualquiera de las necesidades de las que hablamos.
Muchísimas parejas hacen su vida todos los días, sin tener idea de
dónde está el otro, qué está haciendo, con quién va. No quiere decir
que haya que ser controlador y paranoico, pero sí demostrar interés
y cuidado por el cónyuge. Para reforzar el sentido de unión y luchar
contra este desinterés (que como ya sabemos, mata el amor) es
bueno mantener pequeños detalles, como: llamar por teléfono
durante el día, enviar un mensaje de texto cariñoso, comprar algo
especial para la cena, hacer propuestas de a dos para el fin de
semana.
4. QUÉ PRECISA ELLA
Este capítulo estará dedicado a las necesidades básicas específicas
de la mujer, aquellas demandas que deben ser suplidas por su
esposo para sentirse amada y feliz con su relación. Es importante
tener en cuenta que constituyen una orientación, ya que cada
persona es diferente y los requerimientos de una no son
exactamente iguales a los de otra. Sin embargo, estas necesidades
suelen ser una constante entre el público femenino -¡y una fuente
de reclamo hacia los maridos, claro está!
-AFECTO
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Para la mayor parte de las mujeres, afecto es sinónimo de
seguridad, soporte emocional, contención, resguardo del peligro,
aprobación. ¡Si los hombres supieran el enorme poder que tiene un
abrazo y cuántos mensajes se pueden transmitir con un gesto tan
simple! Pero lamentablemente, la mayoría de las casadas siente que
no recibe suficiente afecto por parte de su cónyuge.
En general, los abrazos son una técnica muy sencilla que todos los
varones deberían aplicar más seguido para demostrarle amor a su
mujer y así hacerla sentir contenida, amada, protegida, valorada.
Claro que existen muchas otras maneras de demostrar amor a una
mujer:
 Enviarle un ramo de flores un día cualquiera.
 Invitarla a cenar.
 Abrir la puerta del coche o de un local para que ella ingrese.
 Caminar tomados de la mano.
 Llamarla por teléfono.
 Besarla al levantarte y al irte a dormir.
 Preguntarle cómo ha sido su día cuando vuelves a casa.
 Obsequiarle regalos para ella, no para la casa.
 Recordarle que la amas.
 Ayudarla con algunas tareas hogareñas.
 Acompañarla a hacer las compras y demás menesteres.
El afecto es el material con que una mujer construye los cimientos
de una relación. En una pareja donde no haya afecto, ella se sentirá
26
irremediablemente distanciada de él. En cambio, si los esposos son
afectuosos se sentirán muy unidos. Este sentimiento en principio no
tiene nada que ver con el sexo; ellas necesitan caricias porque sí,
no como parte del juego previo antes de la relación sexual.
Es muy común que los hombres den afecto cuando se acercan a la
mujer para tener relaciones sexuales, pero ellas esperan cariño por
el placer de darlo y recibirlo. Ahora bien... ¿qué sucede cuando
naturalmente el varón no es demostrativo? Pues será muy difícil que
su mujer quiera y busque hacer el amor con él. En un matrimonio
equilibrado, no existe una cosa sin la otra. No puede haber sexo sin
afecto.
Este ítem es tan importante para ellas, que a menudo se sienten
desilusionadas cuando ellos no les devuelven el afecto de la misma
forma. Por ejemplo, si una mujer llama a la oficina de su pareja solo
para recordarle que lo ama, es probable que él le diga que está muy
ocupado en ese momento. Ella se sentirá herida y pensará que ha
hecho algo fuera de lugar. Sin embargo, no está equivocada, aunque
tampoco lo está el varón... ¿por qué?
Pues porque él sí la ama, pero tiene distintas necesidades y
prioridades, y en el horario de oficina, se concentrará en los asuntos
de la oficina. En cambio, la necesidad de ella es comunicarle su amor
y también recibir palabras de afecto por parte de él. En este punto,
el varón debería aprender a demostrarle más afecto a su esposa sin
27
pensar que ella es demasiado exigente o demandante con él.
¿Cómo?
1. Explícale a tu mujer que la amas mucho, pero que no sabes
cómo hacérselo saber.
2. Pídele que te enseñe a expresarle tu amor de maneras que
sean significativas para ella.
3. Una vez identificadas estas formas de expresar afecto,
escríbelas en un cuaderno.
4. Planifica
acciones
concretas
para
transformarlas
en
costumbres, algo que puedas aplicar todos los días y así te
volverás un hombre más afectuoso.
Recuerda que las mujeres expresan afecto de forma mucho más
sencilla y natural que el varón. Así que no tengas miedo de
conversarlo con ella, admitir que te cuesta este punto y que estás
dispuesto a mejorar porque la amas. Es posible que algunos hábitos
de afecto te sean más sencillos que otros, pero todo es una cuestión
de voluntad: mientras más practiques, más fácil te será incorporar
estas costumbres. De hecho, poco a poco irás encontrando placer
en estas prácticas cuando notes que tu mujer está más contenta y
predispuesta, ya que estás satisfaciendo una gran necesidad en ella.
Y ten por seguro que ella sabrá recompensarte: cuando se sienta
amada, protegida y valorada por tu afecto, estará mucho más
predispuesta a tener sexo contigo. Lamentablemente, las aventuras
fuera del matrimonio suelen originarse en un círculo vicioso que
28
parece no tener solución: ella se distancia físicamente porque él no
la contiene sentimentalmente, y él se aleja en lo afectivo porque ella
no le da el sexo que quiere.
Hay que tener en cuenta que el afecto es la atmósfera que debería
rodear e impregnar un matrimonio, mientras que el sexo es un
hecho, una acción episódica. El amor de la pareja, expresado a
través del afecto, le da más sentido y profundidad a la relación
sexual. La mayor parte de las mujeres requieren afecto mucho antes
de pensar en la sexualidad.
Como los varones tienden a hacer del sexo y del afecto dos
sinónimos, es muy importante que aprendan a diferenciarlos y
sepan otorgar amor sin sexo; el afecto debería ser una manera de
relacionarse con la pareja, sin que necesariamente haya una
relación sexual. En un matrimonio feliz, el amor es parte de la rutina
cotidiana en forma de besos, abrazos, palabras de cariño, gestos.
Y de hecho, la importancia que esto tiene para la mujer puede
probarse fácilmente: casi todos los varones se quejan de que antes
de casarse, los encuentros de la pareja eran mucho más
apasionados. Pues bien, mientras él la estaba cortejando a ella, en
la etapa del noviazgo, la llenaba de afecto, ternura y respeto.
Cuando se casaron, él creyó que ya no eran necesarias tantas
acciones preliminares antes de conseguir lo que quería: el sexo.
Para la mala suerte de los varones... su pareja se dio cuenta.
29
Y las acciones preliminares son fundamentales para la mujer, incluso
más importantes que la misma relación sexual. Las mujeres,
primero, necesitan sentirse afectivamente cercanas a su pareja para
querer interactuar físicamente después. Esa sensación se logra
intercambiando afecto e intercambiando atención exclusiva con el
otro.
Si al día de hoy notas que hay problemas de sexo en tu matrimonio,
fíjate primero en el tema del afecto. Sin este ingrediente, ella suele
sentirse forzada a tener relaciones sexuales para conformarlo a él,
sin disfrutarlo verdaderamente. Sin las acciones y gestos del afecto,
el acto amoroso queda incompleto para la mujer.
Incluso, existen mujeres que acceden al sexo solo para tener un
poco de afecto por parte de sus maridos, aunque esto las deja
insatisfechas, desilusionadas, vacías. Apenas se termina el sexo, el
varón vuelve a ser esa persona inexpresiva que no prodiga afecto...
y la mujer siente que lo único que su compañero quiere de ella, es
su cuerpo, y que no le importa nada más. Esta situación las hace
alejarse sentimental –y luego físicamente- de sus esposos.
¿Cómo evitar el amargo proceso? Aprendiendo las técnicas que
describimos más arriba para saber prodigarle afecto a la esposa. Si
bien al comienzo estos hábitos nuevos pueden parecer ensayados y
poco naturales, con el tiempo se incorporarán a tu rutina de manera
natural. Y ella, naturalmente también, se irá acercando cada vez
más a ti.
30
La demanda femenina de afecto probablemente sea la necesidad
más imperiosa de las esposas, y asimismo, ellas deben comprender
que el sexo es sumamente importante para el varón. Si uno de los
dos no tiene lo que necesita (sexo o afecto, en cada caso) es
bastante probable que piensen en arriesgarse a quebrar su
matrimonio con una relación paralela.
-¡Deja de atacar a tu consorte!
Si realmente estás dispuesto a brindar afecto a tu pareja, tienes que
cesar con los ataques, que incluyen:
 Comentarios sarcásticos o irónicos.
 Señalamientos.
 Insultos.
 Traer a colación errores pasados.
 Indiferencia.
 Ocultamiento.
 Evasión física.
 Irse de casa, y un largo etcétera de acciones especialmente
diseñadas para ofender.
De esta lista, los ataques más dañinos y dolorosos son los que se
hacen en público. Cuando una mujer o un hombre critican,
cuestionan y exponen los defectos de su consorte abiertamente
delante de terceros (amigos, familiares o hasta desconocidos),
violan una de las leyes elementales del matrimonio. Ya lo dijo el rey
31
Salomón: “El amor cubre cualquier trasgresión”; es decir, que el
amor sabe esconder el lado menos amable de la otra persona ante
los ojos indiscretos. ¡Nunca dejes mal a tu cónyuge en público! La
humillación le será muy difícil de superar.
Si estás leyendo Salva tu Matrimonio para Siempre, es porque
tu matrimonio ya tiene bastantes problemas como para agregar
algunos nuevos surgidos de la forma en que ustedes se tratan.
Demasiado tienen con defender su pareja de malas influencias
externas (como terceras personas) como para volverse enemigos
entre ustedes. Si no son aliados en esta empresa ¿cómo piensan
alcanzar la meta? Los enemigos deben ser los conflictos a
solucionar, no ustedes mismos.
Si te propones brindar más afecto a tu pareja, también debes cesar
con los ataques y las faltas de respeto. Canaliza toda tu energía en
el lado positivo. No arruines tus esfuerzos para mejorar tu vida
marital y aprende a mantener diálogos fructíferos. Para lograrlo,
presta atención al siguiente apartado, en el que veremos cómo
suelen desarrollarse las discusiones en la pareja y por qué terminan
siempre mal.
-¿Cómo es el ciclo de las discusiones?
1. La pareja tiene un malentendido.
2. Debaten sobre él, sin hacer demasiados progresos.
3. Se erizan los ánimos.
32
4. Comienzan las ofensas verbales o por mantener una postura
rígida.
5. La pareja se cansa de discutir, ante la falta de acuerdo.
6. Cesan de debatir, frustrados y cansados.
7. Pasa un tiempo y vuelve a aparecer el mismo problema.
¡Qué difícil es salir de este círculo vicioso! Lo único que logra es
posponer el conflicto para más adelante, y este siempre vuelve...
recargado. Es un error creer que el simple paso del tiempo
solucionará los desacuerdos. Al contrario: conflicto postergado,
conflicto profundizado.
Normalmente, las personas tienden a posponer la resolución de los
problemas dentro del matrimonio porque el círculo vicioso que
describimos duele, y es emocionalmente muy costoso. Sin embargo,
si aprendes a ser más hábil en la comunicación con tu consorte,
puedes mantener esa “charla seria” a la que tanto temen las parejas
(especialmente los hombres) y dialogar con tu amado/a al mismo
nivel.
-El arte de dialogar
Cada vez que te embarques en una conversación con tu consorte,
piensa qué resultado pretendes obtener con ese diálogo. Así sabrás
dirigir la conversación para alcanzar dicho objetivo. En un
matrimonio, todas las acciones, pensamientos y decisiones deberían
33
estar cohesionadas por un elemento común: los objetivos a largo
plazo de la pareja.
Generalmente, los cónyuges que comienzan un diálogo terminan
discutiendo cada vez más fuerte porque usan un elemento
equivocado para tratar de resolver el conflicto: la emoción. Es
necesario aprender a distinguir lo que uno siente de las actitudes y
hechos que el otro mantuvo. Si queremos zanjar cualquier cuestión,
en cualquier área de la vida, debemos ser racionales y no emotivos.
Es una regla de oro que se aplica muy bien en el matrimonio.
En realidad, lo que tú sientas sobre un conflicto no interesa
demasiado; lo que importa es lo que haces con respecto a él. Tú no
puedes decidir cómo sentirte pero sí cómo reaccionar frente a ese
sentimiento.
Veamos algunas técnicas sencillas pero muy efectivas para dialogar
adecuadamente con tu consorte.
 Escucharse: es muy común que apenas escuchamos de
nuestro
consorte
una
frase
que
no
nos
gusta,
automáticamente nos ofendemos y los colocamos a la
defensiva. En lugar de oír lo que el otro tiene para decir,
estamos pensando en nuestra próxima respuesta. Esto
responde a nuestro instinto básico de supervivencia: cuando
nos sentimos atacados, tendemos a pelear o bien a huir. Por
eso normalmente el varón tiende a evadir las “conversaciones”
34
con su mujer y ella suele criticar o reprender tanto a su esposo.
Para tener éxito en un diálogo, es fundamental que evites los
tonos de acusación y crítica cuando hables con tu pareja, pues
estarás provocando en ella o él una reacción negativa. Al
mismo tiempo, cuando te toque oír, no trates defenderte o
justificarte de inmediato; primero escucha con calma para
reunir todas las piezas de información y luego poder contestar
sin agresiones. Muchas veces creemos que ya conocemos el
problema antes de oírlo de boca de nuestra pareja; sin
embargo, tienes que procurar escuchar, pues posiblemente tu
consorte tenga una perspectiva MUY DISTINTA de la tuya con
respecto al problema en cuestión.
 Hacer preguntas: para hallar la “base del iceberg”, el fondo de
un problema, puedes usar esta famosísima técnica japonesa.
Consiste en plantear un conflicto y preguntar por qué está
sucediendo 5 veces, hasta llegar al fondo del asunto. Mira este
ejemplo:
o Problema: Nuestra casa está muy sucia. ¿Por qué?
o Porque no hay nadie que limpie. ¿Por qué?
o Porque no se ha llamado a una señora que se encargue
de la limpieza. ¿Por qué?
o Porque no quería pagarle a una empleada. ¿Por qué?
35
o Porque
soy
tacaño
y
quiero
gastar
lo
mínimo
imprescindible (¡Encontramos el fondo del problema!)
En este caso, la solución inmediata para el conflicto por la casa
sucia es contratar una empleada doméstica. Pero si quieres una
solución permanente, deberías cambiar tu forma de pensar con
respecto al dinero. Este debería estar al servicio de las personas
y no al revés. Si usar tu dinero para limpiar hace que tu esposa
esté más aliviada y ambos a gusto en su casa, entonces, es
dinero bien invertido.
Cuando en medio de una discusión le haces preguntas a tu
consorte, no solo eres capaz de comprender mejor la situación,
sino que estás demostrándole que lo estás oyendo y que tratas
de entenderlo.
 Atenerse a los hechos: no mires el problema a través de la
lente de tus prejuicios o sentimientos. Enfócate en la
evidencia que tienes delante, para separar tus emociones
del problema. Así podrán solucionarlo.
 Plantearse soluciones mutuamente: en lugar de imponer tu
propia
solución,
trata
de
permanecer
abierto
a
las
soluciones que tu pareja quiera brindarte. No hace falta que
siempre triunfe la posición de uno de los dos, sino la
propuesta que mejor solucione el conflicto. Mientras más
ideas logren reunir, más herramientas tendrán para evitar
36
que el problema reaparezca más adelante. ¡Y cuidado con
menospreciar o burlarse de las ideas del otro! Finalmente,
cabe la posibilidad de que ninguno encuentre una solución
satisfactoria; en ese caso, lo mejor es recurrir a un
profesional.
Nota
Hay problemas que no se solucionan de la noche a la mañana, y
será necesario dialogar y actuar muchas veces. Los desacuerdos
sobre ciertos puntos del problema deben ir zanjándose de a poco,
mientras la pareja actúa en los puntos donde sí ha llegado a un
acuerdo. Hay quienes se cansan de intentar y “tiran la toalla”,
convencidos de que ya hicieron todo lo posible por solucionar ciertos
conflictos en su matrimonio. Esto es una falacia. Nunca digas que
ya lo probaste todo. Siempre hay un recurso o método que todavía
no conoces o no has implementado para solucionar el problema.
Querer rendirse es una actitud guiada por la emoción: la frustración,
el cansancio, el resentimiento. ¡Pero la razón nos dice que todos los
problemas tienen solución!
-DIÁLOGO
Muy a menudo las mujeres sienten que necesitan hablar más con
sus esposos. A ellas les encanta charlar con todo el mundo, pero
ellos pareciera que nunca tienen nada que decir, menos a su propia
mujer. Las reuniones cuyo único fin es hablar de los problemas,
37
preocupaciones o noticias, les proporciona muchísimo placer a las
mujeres.
En cambio, cuando los varones se agrupan suelen tratar temas
prácticos, por ejemplo, cuál es el mejor bar de la ciudad o dónde
pueden conseguir un electricista confiable; es raro que compartan
sus emociones o sentimientos íntimos.
Muchas parejas que dialogan bastante durante el noviazgo, no
consiguen hacerlo tan fluidamente una vez casadas. Esto sucede
porque en la etapa del cortejo, ambos miembros de la pareja
procuran dar una buena impresión al otro; el varón sabe muy bien
que a la mujer le gusta conversar y por eso se esfuerza por ser
demostrativo, llamarla por teléfono, hacerle preguntas. Además,
como está intentando “medir el terreno” en que se mueve, trata de
saber más sobre sus gustos, sus intereses y comprobar el nivel de
atracción que ella siente por él.
En este punto es necesario aclarar que si bien a las mujeres les
encanta conversar, detestan a los hombres que se la pasan
hablando sobre ellos mismos todo el tiempo. Piensan que un tipo
que solo enumera sus problemas o sus logros como en un monólogo,
es aburrido y ególatra.
Como la mujer necesita sentir que la cuidan y la protegen, la mejor
conversación para ella es aquella que también trata sobre su propia
vida, lo que le interesa y más que nada, sobre cómo se siente con
38
respecto a los hechos y las personas. En la mente femenina, la
buena conversación es un ingrediente más del afecto, que la ayuda
a sentirse más cerca de su compañero.
Para
lograr
sentirse
más
unidos,
es
fundamental
entonces
conversar. Los matrimonios deberían dedicar tiempo exclusivo o
casi exclusivo a charlar, tal como hacían durante la etapa del
noviazgo. Es necesario volver a reservar tiempo para citas:
momentos de los dos, donde estén solos, realizando diferentes
actividades pero teniendo como actividad base la conversación.
Cuando la pareja no pasa tiempo junta, las mujeres empiezan a
sentir que se diluye la sensación de intimidad y cercanía que tanto
necesitan. Y sin esta cercanía, se sienten también mucho menos
predispuestas para tener sexo.
Las actividades en pareja deberían dejar espacio para centrarse en
el otro; así, por ejemplo, mirar una película muy larga no
funcionaría. Debe tratarse de actividades que no requieran tanta
concentración o esfuerzo como para dificultar la conversación.
Ejemplos:

Caminar.

Salir a comer.

Navegar en un bote.

Tomar sol.
39
Durante la etapa del noviazgo, las mujeres se enamoran gracias a
los largos periodos que pasan intercambiando cariño y diálogos. Si
esto continúa durante la vida de casados, el matrimonio será bueno.
Es factible que los miembros de la pareja piensen que las
actividades, el amor y la atención que había durante el noviazgo
continuarán en el matrimonio. Lamentablemente, los testimonios
muestran a uno o ambos miembros de la pareja ya casados siendo
sumamente desconsiderados entre sí.
Esto sucede en muchos casos porque al contraer matrimonio, las
personas creen que su relación está sellada y dan por sentado que
el otro se quedará a su lado para siempre... olvidándose de que hace
falta seguir construyendo la pareja de por vida.
Pensemos por un segundo: ¿por qué alguien se casaría? Pues
porque disfrutó tanto lo que sucedió durante el noviazgo, que
quisiera que continuase todo así de por vida. La gente se basa en
este presupuesto para casarse, y con razón, porque ¿quién se
casaría creyendo que su vida matrimonial sería un infierno?
Es muy importante tener en cuenta que no es posible anular o suplir
del todo las necesidades que la pareja debería satisfacer dentro de
ella, de manera externa. Por ejemplo, una mujer que percibe que
su marido no habla, podría buscar dialogar con sus amigos, pero a
la larga sentirá que se está distanciando de su esposo porque la
conversación
es
muy
importante
para
que
ella
se
sienta
afectivamente cercana a él. En consecuencia, tenderá a alejarse en
40
la cama, pues para la mujer está primero el afecto antes que el
sexo, como ya vimos.
De todas formas, la conversación no sólo cubre una demanda
especial de las mujeres sino que además sirve mucho para solidificar
la pareja. A través del diálogo, ambos miembros descubren cómo
comunicarle al otro sus necesidades y cómo darles respuesta. Una
vez que cada uno conoce las necesidades del otro, la pareja
naturalmente se compatibiliza. Se vuelve mucho más sencillo tomar
decisiones y actuar, pues ya conocemos la reacción del otro frente
a lo que hacemos.
-Y conversar... ¿de qué?
Claro que cada persona es distinta y todos tenemos intereses que
nos son propios. Sin embargo, es necesario tratar de ceder un poco
de espacio y tiempo en esos intereses para evitar que cada miembro
de la pareja crezca en paralelo al otro, sin saber lo que le está
pasando ni involucrarse en su mundo. De lo contrario, el matrimonio
cada vez se separa más y más. Conforme pasa el tiempo, mientras
más te involucras en los intereses de tu pareja más temas de
conversación encuentran; los diálogos se hacen más fluidos, más
interesantes y sobre todo más naturales.
Esto no significa perderse a uno mismo ni que el matrimonio deba
realizar todas las actividades juntos, ni que uno se meta demasiado
en las actividades del otro, invadiendo su esfera personal. Pero lo
41
cierto es que cualquier pareja necesita tener intereses compartidos
si buscan mantener una buena comunicación. Ahora bien, veamos
algunas pautas para lograr una buena conversación y que las
buenas intenciones no terminen en discusiones sin sentido.

No usar el diálogo para exigir: tu pareja sabrá que estás
dirigiéndote a ella para sonsacarle algo y no porque realmente
quieres conversar. Es muy posible que, aunque tengas razón en tus
demandas, tu compañera/o se ponga en guardia y no te dé lo que
quieres porque no lo estás pidiendo de la manera adecuada.

Ceder los turnos de habla: no acapares la conversación; lo
ideal es que cada uno tenga el mismo tiempo de habla que el otro,
pues si te acostumbras a monopolizar el diálogo, estás creando en
tu pareja la costumbre de permanecer callada enfrente de ti. Sé
paciente hasta que él o ella tome la palabra, y no lo interrumpas.

No usar el diálogo para insultar o herir a tu pareja: todas las
cosas hirientes o denigrantes que digas, tu compañera/o las
recordará por siempre. Y esto hace que se acumule resentimiento
en el matrimonio.

Evitar los distractores: conversar mirando la pantalla del
teléfono celular o una película, es señal de que estás prestándole
42
poca atención a las palabras de tu pareja. Trata de brindarle
atención exclusiva durante sus conversaciones.

Contarle a tu pareja sobre ti: infórmale sobre tus actividades,
tus horarios del día, tus planes para el futuro. De lo contrario,
estarías tendiendo un manto de misterio sobre tu vida y lo que
haces.

No usar el diálogo para tratar de imponer tu propio punto de
vista: aunque no estén de acuerdo en algún asunto, trata de ponerte
en el lugar de tu pareja y respetar su perspectiva, intentando
comprenderla. No existe nada más enojoso que sentir cómo alguien
avasalla tu capacidad de pensar o tomar decisiones.

Ser sensible y respetuoso: nunca ridiculices o menosprecies
los intereses, gustos, actividades o formas de pensar de tu pareja,
pues así es probable que no quiera expresarlos más frente a ti en el
futuro.

No usar el diálogo para criticar: a nadie le gusta que lo juzguen
o lo corrijan.

¡Dialogar también con Dios!: cuando tu cónyuge sea incapaz
de comprender una situación y te sea imposible llegar a él por más
43
palabras que utilices, recurre a la oración. Pídele al Señor que le
abra los ojos para ver la realidad como es y los oídos para
escucharte sin ofenderse. Dios tolera todo, todo lo comprende, todo
lo sabe: tu rencor, tu impotencia, tu enojo, tu tristeza, tu decepción.
Ofrece tu corazón a Dios y pídele que imbuya de Su sabiduría a tu
consorte.
Cuando una mujer habla y habla, a menudo es porque está
estresada. Pero no está pidiéndole al varón que resuelva sus
problemas,
sino
amorosamente,
simplemente
podría
intentar
que
la
escuche.
proponerle
El
soluciones
esposo,
a
sus
conflictos, pues eso es lo que él querría si le contase sus problemas
a un amigo: soluciones concretas. Sin embargo, si el hombre trata
de hacer esto, ella se sentirá como una tonta incapaz de solucionar
sus propios problemas. Ella sabe muy bien lo que tiene que hacer:
no necesita el direccionamiento masculino. Simplemente, su oído y
su empatía.
Si eres hombre y estás leyendo esto, recuerda prestar verdadera
atención a las palabras de tu mujer. Le haces más daño cuando
finges que la escuchas antes que no escuchándola para nada. Más
adelante, cuando ella te haga un comentario relativo a la
conversación y tú no sepas de qué está hablando, no te quejes con
la tormenta que se te avecinará. Nada peor que ese “ya te lo dije”...
44
Finalmente, con respecto al diálogo es fundamental evitar los
ataques personales mientras se mantiene una discusión. Esposo y
esposa, recuerden: el asunto es el conflicto a tratar ¡no ustedes
mismos! Expresiones como “eres una caprichosa”, “siempre fuiste
un inútil”, “no sirves para nada”, “todos los días me haces lo
mismo”, es apuntar dardos directamente al corazón de la otra
persona. Una batalla en realidad infructuosa, pues lo único que
genera es subir de tono la pelea sin llegar al meollo del asunto.
El matrimonio siempre debería conservar alrededor de sí un aura de
RESPETO mutuo. Solo así podrán conversar de lo que sea, incluso
de temas muy difíciles y dolorosos para ambos.
-CONFIANZA
Los maridos deberían sostener conversaciones honestas y abiertas
con sus mujeres, para que ellas puedan confiar en su pareja. Esto
aporta muchísima seguridad, un elemento fundamental dentro de la
concepción femenina del amor. Para sentir seguridad, la esposa
requiere que su consorte le brinde información fiel, precisa y cierta
sobre sus actividades y su persona, y no solo con respecto al
momento presente, sino también en cuanto al pasado y al futuro.
Sin la suficiente confianza, la mujer no coloca los cimientos de una
relación sólida y comienza a crecer como un edificio apartado, una
“torre gemela” paralela a la de su esposo, en lugar de hacerlo
conjuntamente, como matrimonio.
45
Por otra parte, brindarse información el uno al otro es fundamental
para poder tomar decisiones entre ambos, es decir, NEGOCIAR. Si
no hay honestidad y confianza de por medio, una pareja no podrá
resolver sus problemas ni tomar grandes decisiones. En verdad, la
honestidad es uno de los ingredientes fundamentales en la receta
de un matrimonio exitoso. Una vez casada, la pareja debe aprender
cómo enviar señales o mensajes precisos, concretos, el uno al otro,
y responder de la misma forma.
A menudo, uno de los dos se acostumbra a sentir de una forma y
actuar de otra. Cuando no respondes exactamente cómo te sientes,
con la verdad, no permites que tu pareja tenga la reacción que
esperas para contigo. Por ejemplo: si ella te pregunta cómo estás y
tú le dices que bien, quizás a continuación te proponga un plan para
la noche, y tú te sentirás irritado porque en realidad estás deprimido
y lo único que quieres es echarte en la cama a fumar.
Una regla de oro: sin importar cuándo, dónde ni cómo tu consorte
te pregunte cómo te sientes, respóndele siempre con la verdad. Tu
pareja debe aprender a conocerte mejor que nadie, y esto incluye
tu costado menos bonito: tus miedos, tus enojos, tus frustraciones,
tus dolores, tus amarguras.
Cuando una mujer oye una mentira por parte de su marido, todo su
mundo se desestabiliza. Veamos los tipos de hombres mentirosos
más frecuentes:
46

El mitómano: miente desde que es muy pequeño y por las
cosas menos trascendentes. Es una costumbre que mantiene casi
de por vida.

El evasivo: no dice la verdad para evadir una presión o para
no crear problemas.

El protector: cree que su mujer no soportará escuchar
determinada idea y evita decírsela con el afán de “protegerla”.
Seguramente alguna vez has dicho mentiras piadosas para evitar
herir a tu consorte, pero a la larga, esta actitud acaba mal y genera
un descontento mayor. Por ejemplo, si tu mujer está excedida de
peso y no quieres decírselo para no lastimarla, quizás ella no se
preocupe y siga engordando; poco a poco dejarás de encontrarla
atractiva y te resentirás porque no se cuida lo suficiente. Cuando
ella descubra que tú sí notabas que estaba gorda y no se lo dijiste,
te lo reprochará profundamente.
Tampoco hay que creer en el mito de que la mujer no sabe controlar
sus emociones o es incapaz de razonar. Anímate a decirle la verdad
a tu esposa y ella confiará mucho más en ti. Al mismo tiempo, tu
respeto por ella se incrementará, pues sabes que puedes mantener
una conversación coherente con ella. Al conocer lo que sientes, ella
comienza a comprender mucho mejor tus necesidades, tus
actitudes, tu forma de razonar.
De pronto el panorama se vuelve más estable, equilibrado y
racional. Aunque la verdad duela, conocerla les da el poder de tomar
47
“el toro por las astas” y hacer algo para cambiar la situación. Al
presentarte a ti mismo tal cual eres, le permites a tu pareja
adaptarse a ti, comprenderte, acercarse y negociar contigo.
-ESTABILIDAD ECONÓMICA
Vamos a retrotraernos por unos instantes a los tiempos del Génesis.
Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, Eva pecó comiendo del
árbol prohibido y le convidó de este fruto a su compañero. Entonces,
el Creador echó sobre el varón una sentencia: él estaría condenado
a sacar con esfuerzo los frutos de la tierra, ganándose el pan con el
sudor de su frente.
Desde entonces, el sexo masculino ha tenido un vínculo muy
particular con el tema del trabajo. Es la “carga” que se echó a la
espalda desde el inicio de la historia: trabajar es una de sus
principales preocupaciones, motivo de su vida y también, de orgullo
varonil. Un hombre sin trabajo es casi un hombre sin dignidad.
Esta característica masculina ha afectado, desde siempre, la
configuración del matrimonio, la distribución de los papeles y la
relación del hombre y la mujer entre sí como pareja.
Tal vez alguien se escandalice con esta declaración, pero: las
mujeres se casan con los hombres por su dinero. Claro que sí. La
mujer escoge también al varón por su dinero porque al menos busca
que él pueda ganar lo bastante como para mantener a la familia, el
hogar. Pensemos por un minuto en esto: la mayor parte de los
48
varones están dispuestos a contraer matrimonio con una mujer a la
que tendrán que mantener durante toda la vida, pero no al revés:
casi ninguna mujer pensaría en trabajar solo para mantener a un
hombre.
Buena parte de ello es una cuestión genética e histórica. Desde los
comienzos de la humanidad, el hombre era el ser que tenía fuerza
y resistencia para salir a cazar a la intemperie; se encargaba de
proveer los alimentos mientras la mujer, por el don de la
maternidad, cuidaba de los hijos. Más allá de los cambios sociales,
el feminismo y otras yerbas... en el fondo, parte de la cuestión sigue
siendo igual. El varón nace diseñado para ganarse el sustento con
su trabajo, sostener a su familia y sentirse orgulloso por ello. Esa
capacidad parece ser la esencia masculina.
Esto explica por qué muchos hombres desempleados o jubilados
terminan con depresión. Por otra parte, el espíritu competitivo del
hombre lo lleva a correr en la carrera del éxito, para superar a los
demás en lo laboral y profesional. Imagina lo que un hombre aprecia
su trabajo, que el exceso de horas transcurridas en la oficina suele
ser una de las primeras cuestiones de discusión con la esposa.
A pesar de los reclamos femeninos sobre la falta de atención que se
genera por pasar mucho tiempo trabajando, ellas esperan que sus
maridos trabajen y más, que ganen lo bastante como para sostener
el hogar de ambos. En cambio, ellos están acostumbrados a la idea
de que muchas mujeres no trabajan y prefieren ser amas de casa.
49
A veces, ellas escogen ser amas de casa mientras crían a los niños
y cuando estos crecen, salen afuera a desarrollar actividades
laborales. Hay otras que desean continuar sus estudios y sienten
que no pueden porque “tienen” que trabajar para ayudar a su
marido a pagar las cuentas.
En muchas ocasiones, las parejas se presionan a sí mismas para
mantener un determinado estilo de vida. No quieren ser menos que
sus vecinos, que sus padres, que una pareja de amigos. De pronto
el dinero no es suficiente para mantener tal status y así la mujer se
siente obligada a salir a trabajar y el marido a hacer horas extras.
Si esta es hoy tu situación, la recomendación es que ambos se
relajen y traten de simplificar su modo de vida o revisar sus gastos.
Es muy probable que no necesiten tanto dinero para vivir como el
que están gastando ahora. De esta forma, el marido evita llegar
muy tarde a casa y ella, agobiarse con un empleo para mantener el
hogar.
Las mujeres que así lo deseen, pueden trabajar: ¿por qué no tener
el doble rol de ama de casa y profesional? Lo importante es que el
dinero que ganen no sea destinado a los gastos básicos del hogar.
Si el matrimonio es capaz de reducir el nivel de vida irrealista que
mantiene, el esposo es capaz de plantear objetivos financieros
realistas para cubrir las necesidades económicas de la familia.
50
Al día de hoy, una gran cantidad de mujeres sufre de la falta de
sostén financiero por parte de sus maridos. Los varones no sienten
esta demanda de seguridad, y de hecho, se sienten satisfechos
consigo mismos si consiguen que su salario cubra los gastos básicos
de la casa, y no al revés. A muchos hombres les molesta ser
mantenidos por una mujer. No les importa si ella gana poco dinero
o no gana nada, pero sí que les “hace ruido” que ella gane mucho
más y que pague todas las cuentas.
El tema aquí es que las mujeres puedan conservar el DERECHO de
ESCOGER entre una carrera o la ocupación de ama de casa. No
deberían sentirse obligadas a tener que trabajar.
-La importancia de diseñar un presupuesto
Es fundamental que cada hogar, cada familia, cada pareja,
reconozca con total sinceridad cuánto puede gastar. Más allá de lo
que
desee
comprar,
necesita
evaluar
su
verdadero
poder
adquisitivo. Diseñando un presupuesto, puedes descubrir realmente
cuánto dinero cuesta el estilo de vida que buscas llevar. Si de verdad
quieres detectar la calidad de vida que puedes pagar, tienes que
considerar 3 presupuestos distintos:

Necesidades: aquellos gastos básicos que cubren artículos y
servicios fundamentales para vivir, sin los que te sentirías
incómodo.
51

Deseos: cuánto cuesta satisfacer las cosas que te brindan
placer, lo que te despierta deseos, las necesidades especiales.

Lo que puedes pagar: es la relación entre tus ingresos y el
costo de satisfacción de tus demandas más importantes. Cuando
estas están cubiertas y sobre dinero, solo entonces podrás pensar
en las necesidades relacionadas con el placer.
Si el varón consigue cubrir las necesidades básicas de la familia, él
es capaz de sostener económicamente el hogar. Los ingresos de la
mujer deberían contribuir a elevar el nivel de vida aparte de las
demandas básicas. Cuando ella se siente tranquila porque su
compañero puede sostener financieramente a la familia, es capaz
de dividir su tiempo entre una carrera que la desafíe o la ayude a
salir de casa, y el cuidado del hogar, los niños y la pareja, sin
sentirse presionada.
Cuando el ingreso hogareño no alcanza para cubrir las necesidades
básicas, muchas mujeres salen a trabajar porque prefieren sacrificar
su tiempo antes de resignar su estilo de vida. Noche tras noche sus
esposos regresan agotados y aún así lo que ganan no es suficiente
para sostener el hogar. El hombre se siente presionado porque no
es capaz de brindarle seguridad financiera a su pareja pero a la vez,
si trabaja más tiempo, tiene que resignar las horas que pasa con la
familia.
¿Cuál sería la solución? La familia debería comprometerse a reducir
su tren de vida por un tiempo y la mujer, a trabajar para ayudar con
52
los ingresos, mientras el hombre busca un mejor trabajo. De esta
forma, el matrimonio se está comprometiendo en un objetivo
común, que es superar su crisis financiera; la esposa no se sentirá
presionada a ganarse la vida porque sabe que se trata de una
solución temporal hasta que él mejore su situación. Al mismo
tiempo, el hombre notará el apoyo por parte de su mujer y lo
agradecerá. Con esta estrategia, ambos ganan en amor y la pareja
sale fortalecida del trance.
Y algo muy importante que cabe señalar: la mayoría de las personas
piensan que necesitan más dinero para vivir del que realmente
necesitan. Es recomendable ajustarse para concentrarse más en el
afecto, el tiempo y en cosas que valen la pena mucho más que los
bienes materiales. Hay quienes han destruido su matrimonio por
culpa de la ambición. Que la sed de dinero no nos haga perdernos
lo mejor de la vida. Dentro de la pareja, y en términos financieros,
que valga la frase “menos es más”.
De todas maneras, más allá de la seguridad económica la mujer
necesita seguridad en todos los sentidos habidos y por haber. El
varón no tiene que abandonar a la mujer en medio de sus
tormentas, peleando sola contra las complicaciones que pudiera
haber. Muchas veces, ella recurre a terceros porque su consorte no
la ayuda (es común que él se lo reproche más tarde, pero la culpa
fue suya). Cuando las mujeres perciben que sus esposos son más
atentos con cualquier otra persona que con ellas, se sienten muy
53
inseguras, les falta ese bastión fuerte donde apoyarse y estar
protegidas.
Muchos hombres creen que para mostrarse seguros hay que gritar,
ser violento, imponerse. ¡Todo lo contrario! Un varón que ante una
situación determinada desata su carácter y no demuestra control de
sí mismo ¿cómo podría controlar todo lo demás? El comportamiento
masculino debe ser firme pero suave: solo así la mujer se sentirá
segura.
Y cuando la mujer no se siente segura, siente que debe tomar el
toro por las astas ella misma, tomando todas las decisiones y
piloteando el barco de la familia. Así, pierde todo respeto por el
hombre: es un mamarracho que no sabe conducir nada en la vida,
que no es capaz de dirigir el timón. Los hombres no tienen que
quejarse de las mujeres demasiado independientes si ella ha debido
ponerse al frente de todo por el bien de su propia supervivencia.
-RESPONSABILIDAD FAMILIAR
A pesar de la revolución femenina y las tendencias de muchas
parejas modernas, todavía miles y miles de mujeres sueñan con
formar una familia. Ellas pretenden que ellos asuman el rol de jefe
de familia y se comprometan con el sostén y educación de los niños.
De acuerdo con la Biblia, el varón ha sido designado la cabeza de la
familia, y la mujer, su cuerpo. Él es quien toma el timón del barco,
54
y la mujer es el mar suave que lo ayuda a desplazarse (y de cuando
en cuando, le genera una buena tormenta)
Ser un buen padre va mucho más allá de encargarse de comprar
ropa, pagar una cuota en el colegio o alimentar a los niños. Se trata
también de pasar tiempo verdadero de calidad en familia, con
actividades como leerles cuentos a los niños antes de acostarse,
compartir salidas, reunirse para almorzar o cenar todos juntos,
diseñar proyectos a futuro, enseñar alguna habilidad a los niños.
Es fundamental acostumbrarse a pasar tiempo en familia sin hacer
nada más, y que este momento sea divertido para los hijos; poco a
poco, ellos se darán cuenta de que sus padres les están dedicando
atención exclusiva y comenzarán a esperar este espacio con
ansiedad. Durante la adolescencia, tienden a pasar más tiempo con
los amigos y se hace difícil que quieran estar con la familia, pero
solo hace falta ser creativos y pensar en nuevas formas de invertir
tiempo en los momentos familiares.
En este sentido, resulta esencial acostumbrar a los hijos a pasar
horas en familia desde niños; si la propuesta empieza recién en la
adolescencia, es muy probable que los padres se enfrenten a un
rechazo o negativa.
Aprovechen, como padres, el hecho de que los niños son una “hoja
en
blanco”
donde
pueden
escribir
enseñanzas,
lecciones,
55
experiencias. Todo lo positivo que les enseñen y lo que cultiven en
ellos los formará como personas de bien para el futuro.
-Cómo impartir disciplina en los niños
Más allá de los cientos de libros y mitos que aseguran que nacemos
con el “instinto” de ser padres, lo cierto es que a ser padres se
aprende. Una de las cosas que buscan las mujeres en los padres de
familia, es que sepan impartir disciplina en los niños. A continuación,
una serie de técnicas sencillas para lograrlo:
 Constancia: muchas veces, sin darse cuenta, los padres
son permisivos o tienden a prohibirles cosas a los niños de
acuerdo con su estado de ánimo. Cuando papá ha tenido un
buen día, les deja pasar todas las travesuras; pero cuando está
irritable, no les perdona ningún desliz. Así, los hijos no
aprenden a distinguir la diferencia entre conductas apropiadas
e inapropiadas. Es fundamental que los padres creen sus
normas, las respeten y las hagan cumplir siempre.
 Castigo apropiado a la edad y circunstancias: hay
diferentes formas de castigar a un hijo, pero no hay que
excederse; algunos adolescentes han llegado a suicidarse por
no poder afrontar ciertas imposiciones de los padres. El mejor
sistema es el de las recompensas, es decir, premiar las buenas
conductas; bien aplicado, este método es un excelente
56
correctivo para malos hábitos y reforzador de actitudes
positivas.
 Concordancia entre esposos: el matrimonio debería
resolver los conflictos de los hijos en privado y luego darles una
respuesta. De lo contrario, los niños aprenderán a refugiarse en
la madre o el padre dependiendo de la situación, como mejor
les convenga, para que uno de los dos los ampare. Las
opiniones conjuntas de ambos padres son más fuertes ante los
niños y estos tienden a respetarlas más fácilmente.
 Razonamiento lógico: los niños deben comprender el
porqué de las conductas que les imponen sus padres. Tómense
el tiempo de explicarles los motivos de la disciplina a sus hijos.
Además es una forma de transmitirles sus valores y su moral.
 Calma: los enojos, el fastidio y la ira generan reacciones
violentas para con los hijos, que en muy pocos casos se corrigen
de esta forma. Es bueno calmar los ánimos antes de reprender
a los niños, y en ningún caso usar la violencia.
Finalmente, es importante no olvidar que ser padres implica un gran
compromiso. Los varones deben asumir su responsabilidad y no
57
desligarse del asunto, sobrecargando las espaldas de su mujer con
la crianza de los niños ella sola. Cuando evita su rol de padre, el
varón pierde puntos en la cuenta de amor de su esposa. Si eres un
buen padre, ella en cambio te admirará y te recompensará con su
afecto y atención.
-ADMIRACIÓN
Fuerte, independiente, un líder, un ganador. A todas las mujeres les
gustan los hombres así. Es verdad que muchas veces ellas se quejan
por sus decisiones o porque se salen siempre con la suya. Sin
embargo, un hombre que hace todo lo que la esposa quiere... la
aburre. Paradójicamente, en lugar de verlo como su héroe, lo
percibe como una marioneta y se aburre. A toda mujer le gusta tirar
de la cuerda y ver hasta dónde cede. Si el varón le da una libertad
total, ellas comienzan a desinteresarse. Pierden el respeto hacia el
consorte.
Una mujer que admira sinceramente a su compañero es una gran
fuente de placer para él. Cuando ella le asegura a su consorte que
es una persona magnífica, se siente estimulado a ir más allá.
Consigue vislumbrarse como un hombre exitoso que puede asumir
nuevos retos y perfeccionarse en todo lo que hace. Así, inspirado,
es
como
se
siente
preparado
para
lidiar
con
todas
sus
responsabilidades. Por otra parte, además de una motivación la
admiración femenina es una recompensa por los logros alcanzados
por parte del varón.
58
No perdiendo de vista nunca que el hombre siempre estará
corriendo tras una conquista, un elogio, un reconocimiento o la
auto-aprobación, una mujer puede darse cuenta cuán importante es
el rol de ella a su lado. Aunque no admitan esta especie de
dependencia, ellos buscarán la mirada comprensiva y las palabras
de sostén de ellas cuando se sientan desanimados. En la mayoría
de las ocasiones, el varón se hará el indiferente ante los elogios o
felicitaciones de su mujer, pero muy en el fondo los recibirá con
placer, puesto que los necesita.
De hecho, para que él se enamore de ella, la mujer debe apreciarlo
por lo que es, más que por lo que tendría que ser para alcanzar sus
altas expectativas. A la vez que la admiración los llena de energía y
los hace sentirse apasionados, las críticas provocan que ellos se
coloquen a la defensiva.
El varón espera y necesita imperiosamente que su mujer sea su fan
Nº1. Seguramente lo has oído ya, pero vale la pena repetirlo: los
hombres CRECEN cuando una mujer los admira; los grandes
personajes de la historia muchas veces han tenido tras de sí una
mujer que los ha apoyado incondicionalmente y los ha hecho creerse
capaces de lograr lo que lograron. Sin esta admiración femenina, el
varón no tiene la suficiente confianza que necesita para encarar
cualquier empresa.
Asimismo, si eres mujer, ten en cuenta que a pesar de que cualquier
persona puede criticarlo, tu crítica hacia tu esposo le dolerá más que
59
cualquier otra. Tu palabra tiene el mayor peso. Apóyalo en todas
sus empresas a pesar de que falle y verás cómo él te mantendrá
sobre un altar.
Es fundamentar elogiar de forma sincera y no exagerada, pues de
lo contrario estarías haciendo más mal que bien. La admiración
debería dejar traslucir genuinamente tus sentimientos por tu
hombre. ¿Cómo detectar lo que te genera admiración en tu
compañero? En primer lugar, tienes que hacer una lista de sus
cualidades, aquello por lo cual podrías elogiarlo; y luego, una lista
de cosas que él tiene que rebajan tu nivel de admiración. Luego,
pídele a tu esposo que haga la misma lista en relación a ti.
Compartan ambos listados y comprométanse a ir eliminando,
paulatinamente, todas aquellas conductas que diluyen la admiración
que uno siente por el otro.
Es muy importante que las mujeres anoten una última idea que les
revelaremos aquí, en Salva tu Matrimonio para Siempre: jamás
comparen a su hombre con otros. Esto es como clavarle una daga
en el centro mismo de su amor propio. El varón naturalmente es
competitivo, y si la mujer lo menosprecia diciéndole que hay otro
mejor que él, pulverizará su autoconfianza.
Cuando una mujer admira al hombre y lo alienta a alcanzar sus
objetivos, se hace la joya más preciosa ante sus ojos. Y aquí ella
obtiene lo que más anhela de él: su atención.
60
5. QUÉ PRECISA ÉL
-SEXO
El sexo fue creado por Dios y es bueno que los cónyuges disfruten
del placer que les otorga. De hecho, un matrimonio celebrado en la
iglesia pero en el que luego no ha habido relaciones sexuales, se
considera “no consumado” y puede llegar a deshacerse. Siempre
que no incurran en prácticas que van contra la naturaleza, las
demostraciones físicas de afecto de los esposos son una gran
manera de reforzar los lazos del matrimonio, disfrutar y fundirse con
el otro, siendo uno de verdad.
Cuando el varón escoge una mujer para casarse, acepta estar con
ella para toda la vida porque da por hecho que ella siempre estará
allí para satisfacer sus demandas sexuales, así como ella da por
hecho que él responderá a sus necesidades de afecto. El hombre se
compromete a tener una sola mujer porque piensa que ella está
interesada sexualmente en él en la misma medida que él en ella.
Pero de pronto, descubre que confiar tanto en esa mujer ha sido un
grave error, pues ella se niega a darle eso que tanto necesita. Y
entonces llega el momento en que buscan lo que no tienen en otra
parte.
Los varones infieles suelen justificarse a sí mismos echándole la
culpa a su esposa: ella no es capaz de responder a sus necesidades
61
sexuales. A veces, cuando la mujer encuentra la infidelidad trata de
revertir la situación mostrándose más predispuesta para la cama,
pero en general, las cosas ya han avanzado demasiado y su marido
ya está muy enredado en una relación paralela.
Lamentablemente, los expertos calculan que el 50% de las parejas
consolidadas pasan por instancias de infidelidad y aventuras con
terceros. La buena noticia es que esto es absolutamente prevenible
en la mayor parte de los matrimonios.
Muchas mujeres opinan del sexo en su pareja como una experiencia
nefasta, porque no comprenden su propia sexualidad lo bastante
bien para ayudar a sus maridos a amoldarse a ellas en el plano
sexual. Es importante aclara que ambos miembros de la pareja
deben esforzarse para lograr ser compatibles en la cama. ¿Por qué?
Pues porque no basta con el “sacrificio” femenino de dar sexo al
varón para que se quede conforme y no proteste. Mientras la mujer
no se sienta sexualmente satisfecha, su compañero tampoco lo
estará. Si ella no se une a él verdaderamente en la cama, el hombre
siempre se quedará con “gusto a nada”. Para lograr una experiencia
gratificante y plena para ambos, los miembros de la pareja deben
dialogar: comprender su propia sexualidad y también la del otro.
A continuación veremos brevemente las etapas de una relación
sexual y las diferencias entre hombres y mujeres al transitar por
ellas.
62
1. Excitación: los hombres son seres visuales, se excitan ante
todo con la vista. De cualquier manera, se excitan mucho más
fácilmente que las mujeres, incluso inintencionadamente. En
cambio, para el público femenino la excitación es una cuestión
interna, mental; ellas pueden decidir o no excitarse de acuerdo
con los sentimientos y emociones que la vinculen al hombre
en un momento dado. Un varón tierno, sensible, afectuoso,
respetuoso excitará mucho más a la mujer que cualquier
técnica o caricia, pues le está transmitiendo el mensaje de que
la adora y desea protegerla. Aquí está la clave de por qué
muchas mujeres son apasionadísimas con un amante: a
menudo, este sujeto le demuestra la consideración y la ternura
que su marido no. Eso desata un fuerte deseo sexual en ella,
que lo ve como a un dios.
Si la mujer no está mentalmente abierta y predispuesta para
la relación sexual, no importa qué puntos de su cuerpo toque
el varón: no la excitará.
2. Meseta: es la etapa media, cuando durante el coito, aún no se
llega
al
orgasmo.
Los
hombres
superan
la
meseta
rápidamente, pero las mujeres requieren pasar más tiempo en
este punto para alcanzar el clímax. A menudo los problemas
sexuales en el matrimonio aparecen aquí, con la eyaculación
precoz: él finaliza antes de que ella esté lo suficientemente
estimulada como para el orgasmo.
63
3. Clímax: es muy importante que ninguna de las dos personas
sienta presión por alcanzar el punto máximo del placer, ya que
la
relación
sexual
es
disfrutable
por
entero,
independientemente de haber llegado o no al orgasmo.
Muchos varones presionan a sus esposas para que alcancen el
orgasmo, y a veces no pueden o están físicamente agotadas o
simplemente no les interesa, pues gozan con el sexo durante
la meseta. Resulta fundamental no insistir en este punto con
la esposa y dejar que ella escoja cómo disfrutar libre y
plenamente.
4. Recuperación: es el estado de reposo y calma luego de la
relación sexual. Normalmente las mujeres necesitan afecto,
palabras, caricias en este momento; en cambio, a muchos
varones se les da por dormir o interesarse en otra cosa. No
significa que desprecien a su mujer, sino que físicamente se
encuentran extenuados y para ellos, recomenzar la relación
sexual sería mucho más difícil que para ellas, que tras el clímax
pueden volver a la meseta y luego experimentar otro orgasmo.
Es importante que cada pareja acuerde cómo vivir el momento
de la recuperación, para responder a las necesidades del otro
y no terminar la experiencia con un dejo de insatisfacción.
64
Para finalizar este apartado: no se trata de que la mujer ponga su
cuerpo al alcance del varón más frecuentemente, sino que aprenda
a conocer su sexualidad y a gozar del sexo tanto como lo hace su
compañero. Al mismo tiempo, el hombre debe aprender a ser
afectuoso en la cama para que ella pueda disfrutar más el
encuentro. No hay que preocuparse demasiado por lo que se puede
o no hacer: cada pareja encuentra placer en cosas distintas, lo
importante es conocerse, saber qué le gusta al otro y no hacer lo
que vaya contra las leyes de Dios, como sexo anal, por ejemplo.
-Sexo durante todo el día
¡¡Wow!! Qué título más despampanante para un apartado. Pues
bien, si quieres tener buen sexo durante todo el día, la cosa debería
empezar apenas te levantas. Tu pareja debiera estar teniendo sexo
durante todo el día. ¿Cómo es esto?
Como ya sabes, que una mujer esté predispuesta para el sexo
depende de cuán cercana a él y amada la haga sentir su consorte.
Para que ella quiera acercarse a ti en la cama, tienes que acercarte
tú a ella durante el día. ¿Cómo podrías pretender que sintiese por ti
el ardor de la pasión, si no te has ocupado de avivar las brasas de
a poco?
Para eso, envíale mensajes de afecto y deseo: abrazos constantes
y porque sí, besos al levantarse y al llegar o irse de casa, mensajes
cariñosos, pequeños favores como levantar los platos de la mesa o
65
reponer el rollo del papel higiénico del baño (¡mira qué detalle, pero
hasta los mejores esposos se olvidan!), los chistes y risas –que son
grandes afrodisíacos-, todo esto va creando un clima especial de
intimidad, complicidad y enamoramiento entre los dos ¡que
prenderá fuego a su cama!
-COMPAÑÍA
Quizás pocas mujeres sepan esto, pero los varones dan muchísima
importancia a la compañía de su esposa en distintas actividades de
esparcimiento. El problema parece estar en que ambos sexos se
divierten de forma bastante diferente, al menos en general. A ellos
les gusta lo extremo, lo violento, lo arriesgado; a ellas lo romántico,
lo cultural, lo calmo.
Entonces, el hombre termina saliendo con sus amigos para suplir
esas necesidades de recreación que no puede satisfacer con la
esposa, pues a ella no le gusta hacer lo mismo que a él. Luego llegan
las discusiones por los días de vacaciones: ¿él debe pasarlos con sus
amigos o su familia? Tiene poco tiempo y lamentablemente, debe
elegir. Su mujer da por sentado que “tiene” que pasarlos con ella y
los niños.
Hay quienes desestiman la importancia de la recreación y piensan
que la solución es muy simple, realizar estas actividades con otra
persona y ya. Pero... ponte a pensar que si haces eso, estás dándole
tus momentos de mayor disfrute, de interés genuino, de más
66
expresión... con otra persona que no es tu pareja. Trata de lograr
que quien comparte tu mejor tiempo contigo, sea tu esposo o
esposa.
Algo fundamental: solo debes comprometerte con actividades que
AMBOS puedan disfrutar. No tenemos una vida eterna para hacer
todo lo que nos gustaría hacer, y entonces, no tiene sentido
emprender cosas que a tu pareja la hicieran sentirse incómoda, mal
o miserable. El desafío está en encontrar actividades que disfrutes
pero tomando en consideración los sentimientos de tu pareja. No
tienes por qué ganar a su costa cuando ambos pueden ganar juntos.
De cualquier forma, aquellas actividades que no sean conjuntas
deben respetarse si estas conducen a lograr una meta sana para la
pareja: por ejemplo, si al marido le gusta ir a pescar con los hijos
varones, la mujer debería apoyarlo pues estarían cumpliendo el
objetivo de ser buenos padres.
Es muy importante que los esposos tengan paciencia para
acomodarse a los pasatiempos y gustos del otro; por ejemplo, si él
adora jugar al tenis quizás ella necesite varias clases antes de
aprender todas las reglas del deporte, pero su marido tendría que
saber esperarla pues ella estaría cumpliendo una gran necesidad de
él: pasar tiempo juntos como compañeros de recreación.
Si después de varios intentos de ensayar una actividad, notan que
alguno de los dos no encuentra placer en ella, anímense a probar
67
otra cosa. Seguramente hallarán entretenimientos placenteros para
ambos. Notarán que crece el amor mutuo al aumentar la
compatibilidad entre los dos.
-ATRACCIÓN
Tener una compañera atractiva es una de las mayores necesidades
emocionales de los varones. Las mujeres se indignan ante esta
verdad, pensando que ellos deberían ser más altruistas y considerar
virtudes como la educación, la simpatía o la bondad antes que la
belleza física.
Pues bien: no estamos hablando de que el público femenino debe
responder a un ideal de belleza determinado, no, pues en realidad
lo bello depende de quién lo mire. Pero sí es muy importante que la
mujer, luego de casada, siga siendo aquella que su compañero
escogió para el matrimonio. Debe tratar de parecerse lo más posible
a aquella mujer con que su marido se casó. Es cierto que el tiempo
pasa para todos, pero el hecho de envejecer no debería ser una
excusa para descuidarse.
Los hombres que entre sus demandas tienen la de estar con una
mujer físicamente atractiva, se sienten satisfechos cuando ven que
ella luce bien; si pasa lo contrario, se sienten frustrados, porque una
de sus principales necesidades no está siendo atendida. La mayor
parte de los varones NECESITAN tener una pareja atractiva por
68
fuera, más allá de las cualidades que tenga por dentro. El público
masculino valora la manera en que ellas se ven.
Muy a menudo, mujeres extremadamente hermosas están al lado
de hombres poco atractivos o que no se cuidan para nada. Esto se
explica porque entre las necesidades primordiales de una mujer no
se encuentra lo físico; así, si el consorte satisface demandas
emocionales como la honestidad o la seguridad, posiblemente ella
no se fije mucho en su aspecto.
Veamos algunos consejos prácticos para que las mujeres aprendan
a lucir atractivas ante sus esposos:

Llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio.

Destacar los rasgos más favorecedores con maquillaje (sin
excesos)

Encontrar un estilo de peinado (corte de cabello, color, etc.)
que les agrade a ambos.

Usar ropa que vaya bien al propio cuerpo y prestar atención a
la ropa de dormir, que tiende a descuidarse porque no se muestra
en público. Hay una persona que sí la ve: el esposo.

Mantener la higiene corporal.
Quizás muchas mujeres aún crean que esto es algo superficial, pero
pensémoslo de esta forma: si verte bien para tu marido es una de
sus necesidades básicas, tú lo amas y quieres satisfacer sus
69
necesidades para hacerlo feliz… ¿por qué no intentarlo y agradar a
tu consorte con tu aspecto físico?
Por otra parte, un ingrediente importante de la atracción es la no
dependencia. Verás, así como desde la Creación el varón carga con
la maldición del trabajo, la carga que tiene la mujer es estar
subyugada al sexo masculino. Dado que salió de la costilla del
hombre, la mujer siempre tiene una especie de dependencia hacia
el
varón
que
le
provoca
estar
buscando
su
atención
permanentemente.
Para atenuar esto, es muy importante que las mujeres desarrollen
actividades que les interesen y que se cultiven. Al aprender y hacer
cosas nuevas, productivas, aumenta la autoestima, la confianza y la
seguridad en una misma; todo esto es muy atractivo para el varón.
Al mismo tiempo, las mujeres demasiado dependientes del hombre
tienden a seguirlo a todas partes, a estar pendientes de lo que hace
y deja de hacer, volviéndose una verdadera carga para el varón. Es
natural que una esposa se vuelva resentida y fastidiosa cuando hace
de su consorte el centro de su mundo, pues espera demasiado de
él, le exige, le reclama. Por otra parte, ella se desvaloriza ante los
ojos de él cuando trata desesperadamente de llamar su atención.
Además, recordemos que al varón no le atraen las conquistas
fáciles. ¿Cómo va a encontrar atractiva a su mujer si ella está el
100% del tiempo disponible para él, y más aún, lo asfixia? Si eres
70
mujer, tienes que conservar tu misterio y seguir regando tu jardín
todos los días, para que aparezca hermoso e interesante a los ojos
del varón. Tú te sentirás más satisfecha de ti misma si tienes vida
propia, y él te extrañará cuando estés ocupada e imbuida en otros
intereses que no sean regañarlo.
Una regla de oro: si dependes de alguien para ser feliz, jamás
podrás hacer feliz a otra persona. Dios no te hizo incompleto, ni
defectuoso,
para
que
estés
buscando
en
nadie
lo
que
supuestamente te falta.
Tu compañero no es perfecto, así que jamás podrá darte
absolutamente todo lo que necesitas. Ponte a ti en primer lugar,
mejora como persona, mantente a gusto contigo misma, ¡y verás
cómo el se siente a gusto contigo! Aprovecha tus dones y talentos
y sé tu persona más importante. Cuando lo quitas a él del foco de
tu atención, él lo percibe y naturalmente vuelve a buscarte, pues
siente que tiene que conquistarte para que le des la hora.
Un excelente recurso para lograrlo es dedicar tiempo a ayudar a
otras personas. Por el ejercicio de la oración y de la caridad,
estableces una conexión más profunda con Dios, a la vez que asistes
al prójimo, obteniendo una gratitud y una sensación de paz únicas
que otorga el hacer el bien. Al mismo tiempo, es un quehacer
material y espiritual que no solo te cultiva, sino que te ayuda a no
estar tan pendiente de tu cónyuge.
71
No es bueno darle tanto poder al consorte porque sabría que podría
herirte cuando quisiera y aún así, tú nunca le dejarías. Si él percibe
que no tiene que conquistarte, saldrá a hacer otras conquistas fuera
de casa. No permitas que te tenga en tal concepto, ¡logra que te
respete! Jamás dejes traslucir que es el centro de tu mundo.
Piensa que él se enamoró de la mujer que eras antes de casarte.
Libre, independiente, activa, con intereses propios, llena de sueños.
¿Por qué dejarías todo eso para transformarte en otra persona? No
guardes lo mejor de ti en una caja para convertirte en una bruja.
-PAZ DOMÉSTICA
Casi que no existe hombre que no fantasee con la ilusión de llegar
a casa y ver a su mujer bien vestida, la casa impecable, los niños
ya bañados y la cena lista… todos con una sonrisa, sin problemas,
sin preocupaciones. Pero esto está bastante lejos de la realidad, y
lo cierto es que las tareas del hogar y el cuidado de los hijos suele
ser un gran tema de discusión en las parejas modernas.
Generalmente, si marido y mujer trabajan intentarán dejar las
tareas del hogar de lado, para quien “tenga ganas” cuando quiera
hacerlo, es decir… nunca. Y salvo que haya una empleada doméstica
o niñera, la mayoría de las obligaciones caerán sobre los hombros
de la mujer, que suele sentirse resentida y frustrada por la escasa
ayuda que recibe de su consorte.
72
Para evitar una guerra sin cuartel y no estar haciendo reclamos
sobre lo que se hizo o se debe hacer, aquí proponemos conversar y
llegar a un acuerdo. Si cada uno de los esposos conoce cuál es su
rol dentro de casa, no hace falta poner presión ni estar demandando
constantemente la realización de las tareas. Lo mismo que para
solucionar muchos otros problemas, es necesario conversar y luego
organizarse.
Sugerimos hacer un listado, entre ambos esposos, de todas las
tareas hogareñas que se realizan a menudo; debería incluir el
cuidado de los hijos. A continuación, cada uno debería escoger las
tareas que menos disgusto le causaría, y establecer un orden de
prioridades: si es más importante lustrar los muebles, lavar la vajilla
o limpiar el baño. No puede hacerse todo al mismo tiempo y hay
tareas que requieren un horario específico, por ejemplo, la
alimentación de los niños o el paseo de las mascotas.
Si hay tareas que ambos prefieren hacer, lo mejor es turnarse por
horas, días o semanas; y las tareas que resten, se deberán asignar
para el cónyuge al que le importe más que se cumplan. Por ejemplo,
si para ella es esencial que esté muy limpio el piso del balcón pero
a su esposo no le molesta tanto ese espacio por estar afuera, será
mejor que ella se encargue de barrerlo.
Finalmente, si piensas que alguna tarea debería estar hecha pero
no quieres cargar con la responsabilidad y prefieres achacársela a
tu pareja, mejor que ninguno de los dos la haga, salvo que sea
73
esencial. ¿O quieres escapar del sufrimiento que te genera hacer
una tarea desagradable para que sufra tu esposa o esposo? Esta
actitud es, sin lugar a dudas, muy egoísta.
Si por el contrario, quieres realizar alguna tarea que no es
importante para ti pero sí para tu pareja, esto podría ser
interpretado como un grandísimo gesto de amor. Por ejemplo, tal
vez tú puedes vivir sin la ropa planchada pero planchas las camisas
de tu marido para que vaya bien arreglado al trabajo.
Al mismo tiempo, es muy importante que ninguno de los dos
malgaste tiempo en tareas que no son indispensables ni son
percibidas como tales.
Si haces algo creyendo que ayudas a tu cónyuge pero es una tarea
que a este no le importa, no considera esencial ni la registra, la
inversión de tiempo y energía no habrá valido la pena. Más bien
concéntrense en aquellas actividades que sí aportan al alivio y
mantención de la casa para sí y para el otro, y que sean
fundamentales.
Una nota: la satisfacción de las necesidades emocionales (en este
caso, la paz y equilibrio del hogar) no debería ser percibida como
una obligación; si haces algo por tu pareja con enojo o disgusto,
esta lo percibirá. Si en cambio ayudas con cariño como si fuese un
regalo para aliviar al otro, estarás dándole amor y haciéndole ver
que te ocupas de sus necesidades.
74
Es muy importante establecer las responsabilidades de que
hablamos al comienzo del capítulo para que las tareas cumplidas
como un extra no se den siempre por asumidas u obvias, sino como
una ayuda hecha con afecto para el otro.
En este tema tan crucial de lo hogareño, ambas personas deben
ponerse
de
acuerdo
para
cumplir
con
las
actividades
o
responsabilidades más agobiantes sin que represente una carga
insoportable para ellas. A veces, es bueno considerar la posibilidad
de invertir en personal para que ayude con las tareas domésticas
más pesadas; si un sábado puede usarse para disfrutar en familia
en lugar de arreglar el jardín, el salario del jardinero será dinero
bien gastado. Lo mismo sucede con una empleada que realice las
tareas desagradables que ninguno de los dos cónyuges quiere
hacer, como limpiar el baño.
En cuanto a los hijos, es recomendable no obligarlos a realizar
tareas desagradables para “templarles el carácter”; hay que
dejarlos escoger, de la lista, aquellas responsabilidades que
prefieran, para que aprendan a realizar las tareas domésticas sin
resentirse con sus padres.
En resumidas cuentas: asume las tareas del hogar que te generen
menos incomodidad o bien, las que querrías que estuviesen
cumplidas mucho más que tu pareja. Finalmente, para contribuir a
la necesidad de paz doméstica de tu pareja, realiza algunas tareas
de su lista con afecto.
75
-¡Sé el “salvavidas” de tu amado o amada!
Más allá de que el varón imagine la posibilidad de llegar a casa y ver
una escena hogareña como de publicidad de electrodomésticos, lo
cierto es que habrá días tormentosos en que él o ella deban ser el
salvavidas del otro.
Dios denominó a la mujer la “auxiliadora” del varón, una compañera
que esté para él en los días más difíciles. Asimismo, como son una
sola carne, el hombre debe estar allí para su esposa cuando más lo
necesite.
Tal vez sea la mujer que después de un día agotador, llegue a casa
con el rostro pálido y sin fuerzas para nada más. Solo imagina cómo
aumentará el amor de ella por su marido si él, sin preguntarle por
la cena, llama a un delivery y acomoda un poco el living comedor.
Allí él está siendo el salvavidas de su pareja en un momento de
debilidad. Lo mismo si el hombre tuvo un mal día, ella puede tener
pequeños gestos para aliviarlo y sostenerlo.
En estos casos, lo mejor es no reprochar ni quejarse antes de darse
el beso de bienvenida, sino hacer algo para que el consorte esté
mejor. Se trata de socorrerse en forma mutua cuando uno de los
dos está sobrecargado hasta su punto límite.
6. LA CUESTIÓN MÁS PELIAGUDA: LA INFIDELIDAD
76
Un día, ante el altar, teniendo a Dios y a los hombres por testigos,
juraron ser fieles hasta que la muerte los separe. Sin embargo, hay
un cierto malestar entre los dos, frustraciones por deseos no
cumplidos, un sentimiento de insatisfacción en la pareja...
Ya hemos hablado bastante acerca de que los conflictos maritales
aparecen cuando los cónyuges no saben o no se ocupan de resolver
las demandas de su consorte. Los expertos han notado que, por lo
general, las parejas apelan a una única “solución” para sus
necesidades insatisfechas: las aventuras amorosas. No importa la
ética, ni la religión, ni la educación cuando existe una demanda
interior fortísima, tanto que lleva a doblegar la voluntad y
embarcarse en una relación extramatrimonial.
No sirve de nada negar esta realidad y pensar “yo nunca...”, “él/ella
nunca...”. Lo que hay que hacer es entrenarse para advertir a
tiempo los signos que podrían estar indicándonos que existe una
falla, y cómo subsanarla antes de que sea demasiado tarde.
-Cuidado con las amistades
Con frecuencia, las relaciones extramatrimoniales empiezan por la
consabida frase de “sólo somos amigos”. Frecuentemente la pareja
conoce a su amante; puede tratarse de un amigo o amiga de la
pareja, un cuñado, o un compañero de trabajo. Normalmente, todas
las relaciones se inauguran como una amistad.
77
En este sentido, es muy importante evitar relaciones amistosas que
potencialmente pudieran ser perjudiciales para la pareja. El amor
requiere ciertos sacrificios, y a veces se hace necesario sacrificar
una amistad demasiado cercana con el sexo opuesto si esa persona
pudiera volverse un “tercero en discordia” dentro de la relación. Lo
mismo sucede si un amigo o amiga no se llevara bien con nuestro
consorte: tenemos que elegir preservar a nuestra pareja por sobre
todo lo demás.
En el marco de una amistad, ambas personas comparten sus
preocupaciones o problemas; y generalmente, se ven con cierta
frecuencia, por ejemplo a causa de una relación laboral. Debido a
que pasan mucho tiempo juntos, la amistad va solidificándose; las
personas se alientan y se apoyan... sobre todo en lo que respecta a
sus demandas insatisfechas. Una gran cantidad de gente ha pasado
por periodos de gran frustración y desilusión en sus vidas; cuando
hallan a otra persona que los estimula, los escucha y comparte sus
cargas, sienten crecer una enorme atracción. Y un día, están los dos
en la cama. Casi sin saber cómo pasó.
A menudo, una amistad que se vuelve una aventura amorosa no
está basada en la atracción física. Quizás, el amante o la amante
son mucho menos atractivos que la pareja de la persona. ¿Cómo
pudo suceder todo, entonces? Pues bien, la pregunta es sencilla: la
atracción es una cuestión emocional.
78
El otro se vuelve atractivo porque ha logrado resolver una demanda
insatisfecha. De pronto, es quien más se fija en nuestras
necesidades; así, sentimos desarrollar el mismo deseo de cuidarlo.
Los amantes ya comparten esas ganas irrefrenables de suplir las
demandas del otro; va creciendo el amor entre los dos, y el sexo se
vuelve pasional. De repente, la relación con tu amante es una de
las más plenas e íntimas que hayas tenido.
Sin embargo, un día te despiertas y estás atrapado en una telaraña
de la que no sabes cómo escapar. Eres adicto o adicta a tu amante;
pero tu relación no es realística. No es que tu amante no tenga
defectos, ni que sea el mejor compañero en la cama... lo que en
verdad te hace arder de pasión, es la fantasía, la relación irreal en
que ambos viven. Dejas de preocuparte por tus problemas y de
sentir
tus
frustraciones
de
siempre
mientras
planifican
secretamente el próximo encuentro. Y mientras más se prolongue
en el tiempo, más difícil será terminar con esta relación.
Analizado así, este proceso parece lógico y ahora sí podemos pensar
que podría sucederle a cualquiera. Pues bien, déjanos decirte que
TODOS somos susceptibles de caer en esta red si no sentimos que
nuestras demandas son atendidas por nuestra pareja.
Desde niños, nos enseñaron a pensar que había una persona
“indicada” o “correcta” para nosotros, nuestra media naranja,
alguien que era compatible. Esto es un mito. Por lo general, la
disolución del matrimonio no se produce por una incompatibilidad,
79
sino por la incapacidad de ambos miembros de atender las
demandas de su pareja. ¿Y qué sucede si tienes ganas de resolver
este problema pero crees que no eres capaz?
Pues bien: hemos escrito Salva tu Matrimonio para Siempre
porque sabemos que es posible entrenarse para lograrlo. No importa
cuánto daño se hayan infligido dentro del matrimonio: es posible
remontar la relación y subsanar las heridas, logrando una pareja
mucho más sana, plena y feliz.
-Recuperar la confianza después de un amorío ¿es posible?
Cuando existe una relación extramatrimonial, el cónyuge engañado
ve minada su confianza en su pareja. Sin embargo, si los dos se
sientan a hablar con total honestidad sobre lo que ha sucedido y lo
que sienten, es posible arreglar el matrimonio siempre y cuando
ambos estén de acuerdo.
Es importante tener en cuenta que la confianza se edifica todos los
días, como si fuese una pirámide egipcia: no se construyó de un día
para el otro. Así que es muy posible que la persona engañada
necesite tiempo para volver a confiar en su consorte. Un buen
recurso para lograrlo es que quien engañó, elabore diariamente una
agenda de sus actividades y la otra persona pueda checarla cuando
quiera, incluso llamando por teléfono al sitio donde debería estar.
De esta forma comprobará que su esposo o esposa le está diciendo
la verdad.
80
Un matrimonio basado en la confianza siente felicidad al compartir
libremente sus sentimientos más íntimos con el otro, sin que haya
ocultamientos, reproches ni engaños de por medio.
Dicho sea de paso, la confianza también se construye siendo
transparente en muchos otros ámbitos más allá de lo afectivo o lo
sexual, como por ejemplo, en el área económica. Muchas personas
tienden a ocultarle a su consorte información sobre sus gastos,
mantienen cuentas bancarias aparte, no lo consultan sobre
inversiones importantes ni le dicen adónde va el dinero -que en
última instancia es de los dos. La mayor parte de los divorcios se
produce por temas económicos y no por amoríos, así que ¡a tener
cuidado! No hay que “engañar” a la pareja por las cuestiones
financieras.
-Sobreviviendo a una aventura
Cuando un hombre o una mujer descubre que su pareja lo engaña,
parte de su vida parece caerse a pedazos. Pero calma, que hay
tiempo. Si estás dispuesta/o a salvar tu matrimonio, es hora de
actuar.
Lo primero que debes plantearte es, con total sinceridad: ¿estás
dispuesto a superar el mal trago? Si tu cónyuge llegó a tener una
aventura, probablemente hace tiempo que tu matrimonio no anda
bien. Uno o ambos miembros de la pareja sentía que algunas de sus
necesidades no estaban satisfechas, lo que preparó el terreno para
81
la aventura extramatrimonial. Es bastante posible que la persona
engañada enseguida monte en cólera, señale a su pareja como
traidor y quiera separarse apresuradamente.
Sin embargo, es necesario que nos detengamos a pensar por un
minuto: ¿quien engañó ha sido el único culpable? Las aventuras
empiezan porque hay déficits en el amor y la atención de las
demandas mutuas dentro de la pareja. La persona engañada, sin
lugar a dudas, dejó de satisfacer alguna de esas demandas
esenciales para su cónyuge.
De cualquier manera, es esencial también que no estés dispuesto/a
a soportar ni un solo minuto más tu relación hasta que la pareja
vuelva a ser de a dos, y no de a tres. Muchas mujeres calladamente
soportan que su marido mantenga una relación con una amante
para no divorciarse, por motivos sociales o religiosos.
Aconsejamos separarse temporalmente hasta que consigan arreglar
la situación, para demostrarle al cónyuge que no se está dispuesto
a continuar de esa forma. El amor y la atención dentro del
matrimonio deben ser exclusivos.
La mayor parte de las aventuras amorosas terminan en una
reconciliación de los esposos antes que en un divorcio. Sin embargo,
hay que considerar que desde el momento en que se descubre la
infidelidad hasta la recomposición de la pareja podrían pasar meses
o años y el camino a transitar va a ser muy doloroso. Así es mejor
82
estar preparado y saber qué deberías esperar si te toca enfrentarte
a un caso como este.
En primer lugar, es indispensable que una vez confesada la
infidelidad, el esposo o esposa cese inmediatamente todo contacto
con el amante. Tener un amante es como ser adicto a algo: por
ejemplo, no puedes dejar de ser fumador a menos que alejes de ti
el paquete completo de cigarrillos, en lugar de fumar unos cuantos
menos.
La tentación de regresar a los brazos del amante puede ser muy
fuerte, por lo que debe ser una decisión a tomar cada día. Es
bastante difícil que la persona involucrada en una relación
extramatrimonial deje de estar enamorado de un día para el otro.
El hombre o la mujer puede poner voluntad para dejar de ver a su
amante, pero los sentimientos siguen allí, adormecidos hasta hallar
el momento de despertar otra vez.
Lo
único
que
puede
des-enamorar
a
alguien
son
hechos
desagradables, y el amante que está compitiendo con el esposo o
esposa lo sabe; así, tratará de evitarle a toda costa esas situaciones
a la otra persona.
Si la parte que ha roto el contrato matrimonial en la exclusividad no
está dispuesta a dejar de frecuentar a su amante, la otra persona
afectada debería prepararse para afrontar una larga temporada de
separación.
83
Otro de los beneficios de la separación es que “abre los ojos” del
cónyuge involucrado en la aventura. Cuando alguien tiene dos
relaciones, por ejemplo un hombre, cada mujer le da algo que la
otra no. Si tú como esposa descubres que ha sido infiel y te apartas,
estarás dejando de suplir algunas de sus demandas (por ejemplo,
la paz y el confort del hogar) y él comenzará a extrañar estas
necesidades,
quizás
reclamándoselas
a
su
amante.
En
ese
momento, las cosas ya no serán tan de color de rosa entre ellos
mismos.
Ten en cuenta que cuando un hombre decide abandonar su aventura
y reconciliarse con su mujer, es porque mantiene la esperanza de
que ella pueda volver a otorgarle las cosas que no le dio, es decir,
suplir las demandas que él tiene y que su amante estaba
satisfaciendo. Una de las razones más fuertes para evitar un divorcio
son los hijos comunes y la familia política, ya que una amante jamás
puede reemplazar del todo a la esposa legítima; para ventaja de
esta última, una esposa ¡sí puede reemplazar a una amante! La idea
es que ella pueda ser ambas cosas para su marido. Es verdad que
el cónyuge que cometió adulterio falló, pero también ha fallado la
persona que lo hizo vulnerable a la traición no brindándole toda la
atención que requería.
Según los expertos, es más fácil que una mujer que ha cometido
adulterio renuncie a su amante una vez reconciliada con su marido,
si este le da atención a sus demandas como debería haberlo hecho
84
antes. En cambio, parece bastante más complicado que el hombre
se desprenda de su amante, aún haciendo las paces con su esposa.
Históricamente, en las sociedades poligámicas los hombres han
mantenido a la vez varias mujeres, sin embargo no ha sucedido al
revés. Desde el punto de vista del sexo, ellos son más proclives a
tener muchas esposas pero a ellas parece que no les agrada tener
varios esposos.
En numerosos casos, los hombres que consiguen dejar a su amante
vuelven a ella varios años después de haberse terminado la
aventura, argumentando que la aman y extrañan, aunque también
aman a su esposa y no pueden vivir sin ella. Lo ideal es que si siente
esto, el varón trate de conseguir ayuda profesional y evite el
contacto diario con la mujer en cuestión (por ejemplo, en la oficina)
Mucho mejor si se muda a otra ciudad con su familia.
La buena noticia es que luego de pasar por situaciones de este tipo,
la pareja se ve fortalecida. Enfrentarse a un problema de infidelidad
lleva a los miembros del matrimonio a trabajar en conjunto para
superarlo, y así edificar mucho más sólidamente el edificio de su
relación. Sin dudas admitir y sobreponerse a una aventura es difícil,
pero no imposible.
-El perdón: el mayor de todos los actos
Ya lo dijo Jesús durante el camino de la Cruz: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen”. Si Dios en la tierra fue capaz de
85
perdonar los errores de los hombres, y lo hace cada día con nuestra
oración ¿cómo tú no podrías perdonar a tu cónyuge si te ofendiese?
Ciertamente, perdonar a una persona no es un acto de nuestra
voluntad, pues nadie querría dejar pasar esa herida que le han
infligido. Es un acto magnánimo que demuestra la mayor humildad,
un verdadero sacrificio que uno hace por amor. Si estás dispuesto a
perdonar a tu cónyuge (por una infidelidad o por cualquier otro
motivo), Dios te dará la fuerza que necesitas para hacerlo de
corazón.
Y recuerda: no perdonas porque tu esposo o esposa lo merece, sino
porque quien la pasa mal cuando no perdona ¡eres tú! Todo ese
rencor, ese resentimiento y ese dejo de amargura que te queda
dentro por el recuerdo de lo sucedido, es sumamente dañino para
tu corazón. Deja de cargar toda esa basura emocional que te está
haciendo tanto mal ¡y déjala ir! Sigue la invitación que nos hace la
misma Biblia, a bendecir y no a maldecir. Que de tu boca no salga
un solo reproche o insulto más, sino una plegaria de perdón.
De todas formas, aunque la ofensa y el perdón posterior te hayan
causado tanto dolor, comprobarás cómo en realidad el que más
termina sufriendo es quien provocó la herida. ¿Por qué? Te
invitamos a continuar leyendo.
-Cómo (des) enamorarse
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Muchas parejas después de años de casados, se preguntan: “¿qué
nos pasó? ¡Antes estábamos tan enamorados...! Y ahora apenas nos
aguantamos”. Durante el noviazgo, se encontraban absolutamente
irresistibles el uno al otro: por eso decidieron casarse. Pero un
tiempo después de comenzar a convivir, parecieron caer en la
cuenta de lo incompatibles que son en todo.
Pues bien, todas las parejas pasan por el mismo proceso: se hallan
irresistibles
cuando
están
enamorados,
pero
se
vuelven
incompatibles cuando cesan de atender a las necesidades de su
cónyuge. Allí aparece un tercero/a dispuesto a satisfacer esas
demandas no escuchadas... y surge la relación extramatrimonial. El
amante es esa mujer o ese hombre irresistible que tanto parecemos
necesitar.
Sin embargo, cuidado: no todo lo que brilla es oro, y esa persona
no es tan irresistible como pensamos. Es alguien que suple 1 o 2
demandas de las varias que una persona puede presentar dentro de
una relación. Mientras tanto, del resto de las demandas se encarga
el miembro de la pareja que está sufriendo el engaño. Es así como
quien comete adulterio siente que necesita a las dos personas, y la
idea de perder a una se le hace intolerable.
Entonces, empieza a pendular entre sentimientos de dolor, ira,
culpa, tristeza, lamentación, ya sea que decida quedarse con la
mujer o con la amante. Si deja a esta última, sentirá pena del buen
sexo que tenía y la admiración que ella le demostraba; si deja a la
87
mujer, sentirá culpa por el afecto, los cuidados que ella le prodigaba
y por el daño a los niños.
Hay muchas personas que prefieren no transitar el doloroso camino
de la reconciliación y deciden directamente divorciarse. En realidad
es lo peor que se puede hacer, pues los males no se curan con
acabar la relación. Muchos años más tarde, el nuevo matrimonio
(ahora con el o la amante) presenta problemas similares. Las
personas que abandonan su relación pierden la maravillosa
oportunidad de aprender a superar el conflicto y conocer las claves
para un matrimonio exitoso, pleno y feliz.
-Haz de tu pareja tu prioridad
Cuando una persona soltera abandona el hogar paterno para
casarse, inaugura una nueva familia. Los esposos, aunque todavía
no tengan hijos, ya son una nueva familia, y en ella no deberían
interferir aquellos que ahora son “parientes”: los padres, los
hermanos, los suegros, los cuñados.
No hay que cometer el error de contarle los problemas maritales a
los parientes, pues muchos se permitirán opinar y entrometerse en
algo que, en última instancia, es solo de ustedes dos. Cuando notes
que alguien de tu familia de origen o de la familia política se está
entrometiendo demasiado en su relación matrimonial, toma
medidas de inmediato. Tienes que acabar con la situación de buenas
a primeras, y además preservar la relación para no dañarte a ti ni a
88
tu cónyuge. Hazte amigo o amiga de esa persona que está siendo
demasiado curiosa, para tener un aliado y no un enemigo.
Por otra parte, es fundamental que tu pareja siempre perciba que
tú la pones por delante de cualquier otro asunto. Si hoy día le
preguntamos a cualquier matrimonio qué es lo más importante en
su vida, sin dudar responderá que su pareja... pero del dicho al
hecho ¡hay mucho trecho!
Muchos hombres dirán que su mujer es el bastión de su vida
mientras dedican la mayor parte del día a trabajar; muchas mujeres
hablarán de su esposo casi como de un dios, pero harán girar su
atención alrededor de su carrera o de sus hijos. Durante los años de
convivencia se presentarán cientos de situaciones a enfrentar, y en
cada una de ellas los esposos deberán tenerse como prioridad.
Primero ustedes, después los demás.
Si quieren ayudar a alguien, no lo hagan a costa de su consorte. Por
ejemplo: la hermana del marido se ha quedado sin techo y él la
invita a vivir a su casa sin límite de tiempo, todo lo que quiera hasta
que encuentre un trabajo o quiera irse. Sin embargo, los casados
viven en un apartamento demasiado estrecho, la esposa necesita
espacio para sus actividades y está esperando la llegada de un bebé.
El esposo no supo pensar en que ella se sentiría invadida y en que
ahora no hay lugar físico para eso tan importante que está por
pasar, un nuevo miembro en la familia. La mujer se sentirá
resentida y dejada en el último lugar, cuando el marido debería
89
haber dicho “no” y haberle ofrecido a su hermana otra solución.
¿Cómo pretendes que el otro te dé lo mejor de sí cuando sientes
que tú no lo aprecias como debes? Se guardará lo bueno que tiene
adentro para dárselo a alguien que realmente lo merezca, y con
razón.
¿Cómo
evitar
des-enamorarse
y
resolver
esa
aparente
“incompatibilidad”? Ya lo dijimos varias veces: ocupándonos a
tiempo de las necesidades de la propia pareja. El matrimonio y sus
demandas emocionales DEBEN ser la principal preocupación de los
dos miembros de la relación. Se trata de un principio que debería
servir de guía para aplicar a cualquier situación: anteponer la pareja
ante todo. Y como cualquier otra cosa en la vida, el proceso se
aprende.
El matrimonio
no es una institución sencilla que se elige
simplemente porque “estoy enamorado” y creo en el cuento de
Cenicienta. Se trata de una relación muy compleja entre dos
personas, que demanda un entrenamiento específico y el desarrollo
de ciertas habilidades para suplir las necesidades de la pareja.
Lamentablemente, nuestra sociedad nos ha entrenado poco y nada
para aprender a responder a las demandas ajenas; pareciera que
solo nos centráramos en nosotros mismos. He aquí la respuesta del
alto índice de divorcios a nivel mundial que presenta la actualidad.
Un hombre irresistible, en suma, es aquel que: da afecto a su mujer,
conversa con ella, es honesto y franco al hablar, sostiene
90
económicamente el hogar y se involucra en la formación de la
familia. Y una mujer irresistible, en pocas palabras, es aquella que:
sabe disfrutar y hacer disfrutar a su compañero con el sexo, lo
acompaña en sus diversiones, se mantiene atractiva físicamente,
sabe gobernar el hogar y admira a su esposo. Cuando una mujer
encuentra en un varón las 5 cualidades que necesita para ser feliz,
siente que él es irresistible, y viceversa.
Una nota para finalizar: hemos planteado las necesidades básicas
que presentan hombres y mujeres con respecto a una pareja luego
de haber analizado miles de casos reales. Sin embargo, podría haber
diferencias porque cada persona es distinta y cada matrimonio es
único.
Luego de haber leído con calma estos capítulos, plantéate
seriamente cuáles son tus necesidades principales, ya que quizás no
coincidan todas con las que hemos descrito aquí, y lo mismo vale
para tu pareja. Una vez que identifiquen las demandas propias y del
otro con exactitud, habrán trazado el mapa a seguir para
satisfacerlas.
-Y un condimento importante: ¡buen humor ante todo!
Tener un matrimonio exitoso, como habrás notado, implica bastante
sacrificio. Hay que sacrificar algunas actividades individuales para
emprender otras conjuntas, sacrificar tiempo en el trabajo para
estar con la familia, sacrificar posibles tentaciones y comenzar a
91
mirar a nuestro cónyuge como la persona favorita en el mundo. Si
esta empresa va a exigir tanto de ti... ¡mejor que lo hagas
manteniendo la buena onda! Y eso se logra con el condimento
perfecto para la receta del amor constante: el buen humor.
Recuerda que has contraído matrimonio con tu consorte para toda
la vida. ¿Quieres que los próximos 20, 30, 50 años sean un largo
bostezo? Seguramente que no. Entonces, apliquen el buen humor y
la diversión a lo largo de su rutina. Tener pequeños chistes
“privados”, que solo ustedes dos entiendan, hacer cosas nuevas y
divertidas, reírse del otro (¡sanamente!) y con el otro, son actitudes
que reducen la tensión y el estrés, y liberan una sensación muy
positiva de bienestar.
Reír y estar alegre no significa ser inmaduro y no tomarse las cosas
en serio. Sobre todo a los hombres les gusta bromear y hacer
chistes. Mujeres ¡no menosprecien los chistes de su marido! Sino,
él siempre tendrá que hacerse el gracioso delante de los amigos y
con ustedes será una ameba. Una esposa agradable, cómplice y
empática es una excelente compañía para el varón, y viceversa.
92
7.
¿Y AQUELLO QUE NUNCA CAMBIARÁ?
Bueno, a pesar de todos los esfuerzos que tú y tu consorte hagan
por sí mismos y por el otro, tendrán que aceptar que ciertas cosas
de su personalidad que son fuente de conflictos, nunca cambiarán.
Para esos aspectos, lo mejor será tener un pequeño cajón en
nuestra mente donde podamos guardar bajo llave esos defectos
inherentes al carácter del otro, que nos hacen ruido pero estaremos
dispuestos a soportar por amor.
Una vez que comiencen a trabajar en los aspectos positivos de la
pareja y noten las mejoras, el contenido del cajón pesará cada vez
menos en sus problemas. Deben aprender a convivir con aquello
que no pueden cambiar aceptándolo como una parte de su esposa
o esposo, que ciertamente, va a afectar poco su relación si todos los
demás aspectos que puedan ser trabajados, son efectivamente
trabajados.
-Sin embargo, ¡SÍ puedes hacer ESTO!
Tal vez tu esposo sea una persona muy distraída, y ese rasgo de su
personalidad te molesta; es poco probable que vaya a cambiar. Sin
embargo, puedes proponerle cambiar algunas de sus costumbres
relacionadas con ese rasgo, como por ejemplo, no dejar las llaves
del coche siempre en un lugar diferente o acordar un horario para
ciertas tareas domésticas.
93
A menudo, las peleas de pareja se centran en rasgos del otro y no
en sus hábitos o costumbres, que es lo que sí se puede modificar.
Sugerimos hacer énfasis en este punto, para trabajar lo que nos
molesta del otro sin transformar su personalidad.
Una forma de controlar que el hábito cambie, es desarrollar una
estrategia para conseguirlo. En primer lugar hace falta identificar el
hábito a cambiar (por ejemplo: el desorden); luego, establecer
tareas para alcanzarlo (por ejemplo: dejar la ropa para lavar en un
cesto determinado y hacer la cama apenas se levantan); finalmente,
premiar la conducta con refuerzos positivos (ejemplo: “si hoy
mantienes ordenado nuestro cuarto, mañana haré la comida que
más te gusta”)
Para tener éxito en esta propuesta, resulta esencial ser pacientes y
estar preparados para retrocesos en medio de los avances. Los
hábitos no se crean de un día para el otro. Lo importante es ser
optimistas y pensar que ambos pueden mejorar con vistas a una
relación plena y feliz. Con los cambios, el cónyuge conseguirá
admirar cada vez más profundamente a su pareja, y esta lo
percibirá.
No permitas que tu consorte salga fuera del matrimonio a buscar en
un o una amante la aprobación que tú no le das. Aprende a
admirarlo y a considerarlo genuinamente, y cuando veas un cambio
que te guste, díselo, con naturalidad y amabilidad.
94
PALABRAS DE DESPEDIDA
Después de haber recorrido este camino, te habrás dado cuenta de
que no todo son rosas en él. Al contrario: tener un matrimonio feliz
cuesta trabajo. Y eso no es casualidad. Cualquier pareja que se ve
plena y parece amarse mucho, no es porque encontraron su “media
naranja”, sino porque día a día pegan cuidadosamente, con el
cemento del sacrificio, los ladrillos para continuar construyendo el
edificio de su amor.
Tal como dice el dicho: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Si
combinas las técnicas que te presentamos en Salva tu Matrimonio
para Siempre y una ferviente oración, alcanzarás resultados que
nunca habías imaginado para tu vida marital.
La conquista del otro no se acaba con el “sí” delante del altar. Tienes
que comprometerte de una vez y para siempre, a entregar lo mejor
de ti mismo y buscar la felicidad del otro TODOS LOS DÍAS, tal como
se hizo durante el noviazgo. Solo así conseguirás mantener viva la
llama de ese amor y ambos vivirán felices y enamorados como
siempre soñaron.
El amor es un juego complejo pero también una aventura que debe
recomenzar todos los días, y ciertamente, ambos pueden ganar en
este juego. Hoy, ahora, te invitamos a poner tus cartas sobre la
mesa.
Felicidad y éxitos.
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