Subido por Rosita Duran gaby

APUNTE CONTRATOS MERCANTILES EN CHILE

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Apunte Unidad de Aprendizaje Uno:
Los Contratos Mercantiles.
REGLAS GENERALES DE LOS CONTRATOS MERCANTILES.
Cuando se habla de contrato, se hace referencia a un acuerdo de voluntades,
contrato o convención, aquí se habla acuerdo de voluntades, donde uno de obliga
al otro y el otro se obliga recíprocamente a la entrega del producto.
Recibe el nombre de mercantil, porque cumple un objetivo, es quien desarrolla,
quien va por delante del contrato, por una parte, es el comerciante o puede ser
ambos, quien hace de su vida, el comercio y lo ejerce por todo el tiempo.
Las reglas generales, se encuentran en el titulo primero de del articulo 96 del
Código de Comercio.
- EL PERFECCIONAMIENTO DE LOS CONTRATOS MERCANTILES:
Un contrato como acuerdo de voluntades, requiere del consentimiento, el
consentimiento es el acuerdo de voluntades. EJEMPLO: Cuando a las 7 de la
tarde uno va a comprar el pan, por una parte, le dice a la señorita de la caja, me
vende 2.000 de pan, y ella recibe el dinero, entrega la boleta y por la otra parte,
entrega los 2.000, aquí hay un contrato de compraventa, pero lo mas importante,
es que hay un acuerdo de voluntades, que es el consentimiento, aquí convergen
dos voluntades, Una parte, la intención de comprar el pan, y la otra parte, la
entrega de ese producto.
- La formación del consentimiento, la oferta, proposición o policitación.
- La aceptación.
- Requisito de la aceptación.
- Momento en que se perfecciona el contrato.
- Distinción.
- Solución de la legislación nacional.
- Lugar de la formación del consentimiento.
- Solución de la legislación nacional.
- La Ejecución de los Contratos Mercantiles.
- La Dación de Arras:
- Concepto de Arras.
- Los Plazos Mercantiles:
- Definición.
- Formas de computar los plazos.
- Los plazos de gracia o uso.
- Los Pagos Mercantiles:
- Pagos en relación a la moneda.
- Presunción sobre pago de cuentas mercantiles.
- Rectificación de errores de cuentas.
- Imputación del pago.
- Prueba de pago.
- La Novación y Otros Modos de extinguir Obligaciones Mercantiles:
- Concepto.
- La compensación.
- Prueba de los Contratos y Obligaciones Mercantiles:
- Escrituras privadas.
- Prueba testimonial.
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Capitulo I.- REGLAS GENERALES DE LOS CONTRATOS MERCANTILES
En el título l del Libro II el Código de Comercio establece una serie de
normas que se aplican a los actos y contratos mercantiles en general.
El art. 96 inicia este Libro II y, en especial, al título I, reiterando el carácter
supletorio que exhibe el Código Civil en materia comercial. El libro II parte
diciendo en su artículo 96 que las prescripciones del Código Civil relativas a las
obligaciones y contratos en general son aplicables a los negocios mercantiles,
salvas modificaciones que establece este Código, que en definitiva repite lo
señalado en el artículo 2º. En los artículos siguientes, el legislador consagra
ciertos principios generales relativos a ciertas materias, como la formación del
consentimiento, la dación de arras, los plazos mercantiles, etc.
1).EL
PERFECCIONAMIENTO
MERCANTILES
DE
LOS
CONTRATOS
LA FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO. En el derecho civil los contratos
se clasifican en reales, solemnes y consensuales, atendiendo a la forma como se
celebran o perfeccionan (art.
1.443 del Código Civil). Los contratos reales fueron los primeros en aparecer
en el tiempo, para dar paso luego a los solemnes y, por último, a los consensuales.
EL TRÁFICO MERCANTIL, caracterizado por la rapidez con que circulan
los bienes, valores y servicios y por la cantidad de bienes en circulación,
privilegia el empleo de los contratos consensuales, sin desconocer que asistimos
a la imposición de cierto formalismo que se traduce en el carácter solemne de
ciertas convenciones mercantiles, la sociedad, el seguro, etc.
LA FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO NO fue tratada en el Título
Preliminar del Código Civil, donde debieron quedar establecidas las reglas sobre
la materia.
EL CÓDIGO CIVIL NO REGULA LA FORMACIÓN DEL
CONSENTIMIENTO; sólo se limita a señalar en el art. 1445 n°2 que para que
una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario
que consienta en dicho acto o declaración y que su consentimiento no adolezca
de vicio.
LA LEGISLACIÓN CIVIL regula las diversas situaciones que pueden
acaecer una vez que se ha llegado al consentimiento, pero no así su proceso de
formación. ESTE VACÍO PUEDE SER SALVADO por el art. 24 del Código
Civil, el que alude al espíritu general de la legislación y a la equidad natural.
Utilizando estos conceptos, se puede sostener que reciben aplicación en materia
civil las normas que al efecto consagra el Código de Comercio. Al mismo
resultado se puede llegar invocando al contexto general de la legislación (art. 22 del
Código Civil), el que naturalmente incluye a este último cuerpo legal.
Sin embargo, no hay acuerdo ni doctrinario ni jurisprudencial unánime en torno
de este asunto, divergencia que se puede advertir en dos fallos de nuestras cortes.
La Corte de Temuco ha dicho que “Los artículos 97 a 106 del Código de
Comercio deben aplicarse en materia civil, porque así convienen al espíritu
general de la legislación”.
Por su parte, la Corte de Santiago ha sentenciado que “No es posible aplicar por
analogía disposiciones legales de excepción, como lo son los arts. 101 y 102 del
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Código de Comercio”.
Lo cierto es que la regulación del consentimiento es una cuestión esencial
en materia mercantil, ya que debido al ágil tráfico y a la rapidez con que circulan
los bienes, salvo excepciones, la generalidad de los contratos comerciales es
consensuales. El Derecho mercantil no es formalista, rasgo con el cual se busca
incentivar la circulación de la riqueza.
El consentimiento es el concurso de dos actos jurídicos unilaterales: la oferta y
la aceptación. Como actos jurídicos que son, deben cumplir con todos los requisitos
civiles que exige la ley:
1.- VOLUNTAD, que debe ser:
a) Seria, es decir, implicar la intención de obligarse.
b) Exteriorizada en forma expresa, tácita, presunta o en silencio.
c) Libre de vicios. Los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el
dolo.
2.- Debe tener un objeto lícito o solemne si lo requiere.
3.- Debe tener una causa lícita.
4.- Solemnidades cuando son exigidas.
A ellos, EL CÓDIGO DE COMERCIO agrega ciertas condiciones
particulares.
Fue el Código de Comercio en el Título I del Libro II, relativo a los contratos y
obligaciones mercantiles en general, el que consagró las normas que regulan la
formación del consentimiento. Por lo señalado, se estima en la doctrina
nacional, mayoritariamente, que las normas de los artículos 96 a 107 del Código
de Comercio no sólo se aplican a los contratos comerciales, sino que tienen
vigencia para todo el derecho privado en general. No obstante, la jurisprudencia
de nuestros tribunales no se ha uniformado en esta materia.
EL CONSENTIMIENTO NACE por la concurrencia de dos actos jurídicos
unilaterales, sucesivos y copulativos, que son LA OFERTA y la
ACEPTACIÓN. Estas etapas de la formación del consentimiento suelen pasar
inadvertidas para las partes contratantes. Es preciso distinguir:
1.- LOS CONTRATOS ENTRE PRESENTES de aquellos que se celebran
sin contar con la presencia de los contratantes.
EN LOS CONTRATOS ENTRE PRESENTES, LA OFERTA es conocida por
la persona a quien va dirigida en el momento mismo en que ella se formula. No
transcurre ningún instante entre la oferta y la aceptación,
LA ACEPTACIÓN, se da tan pronto se conoce la OFERTA: el contrato se
perfecciona de inmediato o simplemente no llega a celebrarse porque el
aceptante rechaza la proposición en presencia del oferente.
CONTRATOS ENTRE AUSENTES, media un lapso entre LA OFERTA Y
LA ACEPTACIÓN,
LA A CEPTACION,: no puede darse inmediatamente por la persona a quien va
dirigida
LA OFERTA: porque no se encuentra presente.
EN EL TIEMPO QUE TRANSCURRE ENTRE LA PROPOSICIÓN Y LA
ACEPTACIÓN puede ocurrir que el proponente se retracte o que alguna de
las partes deje de existir, le sobrevenga alguna incapacidad o sea declarada en
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quiebra. Todos estos hechos originan consecuencias jurídicas en la formación
del consentimiento, que conviene analizar por separado.
LA ACEPTACIÓN debe darse en forma oportuna y sin modalidades, para que
en definitiva surja el consentimiento que facilite el nacimiento del contrato.
1.A) LA OFERTA O PROPOSICIÓN
CONCEPTO DE OFERTA. Es el acto jurídico unilateral por el cual una
persona propone a otra la celebración de una convención, en los términos
definidos por el propio oferente, de tal forma que para que quede perfecto baste
con que el destinatario de la oferta simplemente la acepte.
PARA LA VALIDEZ DE LA PROPOSICIÓN se requiere la concurrencia
de los siguientes presupuestos:
1–QUE VERSE SOBRE UN CONTRATO DETERMINADO; EJEMPLO,
compraventa, arrendamiento, mandato, mutuo, etcétera.
2–DEBE SER COMPLETA. Para cumplir con esta condición, la oferta debe
contener a lo menos los elementos de la esencia del acto o contrato. En caso
contrario, no es más que una propuesta orientada a negociar., y
3–QUE SE HAGA A PERSONA DETERMINADA.
Los dos primeros requisitos (verse sobre un contrato determinado y debe ser
completa), que debe reunir la oferta no requieren de mayor explicación para
comprender su sentido y alcance. Sin embargo, la tercera exigencia (se haga
con persona determinada), esto es, que la proposición se haga a persona
determinada, resulta un tanto compleja, de donde surge la necesidad de un
análisis más detallado.
En conformidad con lo previsto en EL ARTÍCULO 105 DEL CÓDIGO DE
COMERCIO, las ofertas indeterminadas contenidas en circulares, catálogos,
notas de precios corrientes, prospectos o, en general, en cualquier otra especie
de anuncios impresos, en principio no son obligatorias para quien las formula.
No obstante cuando los anuncios se dirigen a personas determinadas, la oferta es
válida, pero queda sujeta a la condición implícita de que:
a) No hayan sido enajenados.
b) No hayan sufrido alteración en su precio.
c) Existan en el domicilio del oferente.
Requisitos de la oferta. Para que la oferta conduzca a la formación del
consentimiento, requisito de existencia de todo contrato, es preciso que se
encuentre vigente al tiempo que se da la aceptación. En otros términos, se
requiere que la manifestación de la voluntad esté “viva”, “con toda su energía”,
para que “al entrar en contacto” con la aceptación “salte la chispa” que encienda
“la llama del contrato”.
Dos circunstancias privan de vigencia a la oferta antes que se dé la aceptación:
–La revocación o retractación, y
–La caducidad.
Revocación o retractación de la oferta. Retractación es el acto por el cual el
proponente revoca la oferta antes que haya sido aceptada por la persona a quien va
dirigida. El retiro de la proposición debe ser tempestivo, mientras no intervenga
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la aceptación. Así, en el evento de que el oferente se hubiese comprometido a
esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato sino después de
desechada la proposición, o de trascurrido un determinado plazo, no puede
retractarse en tanto no se cumplan esas condiciones, y si lo hace antes que ello
ocurra, la revocación tiene el carácter de intempestiva.
En cualquier caso, la retractación de la oferta, al igual que la formulación de la
misma, debe hacerse en términos formales y explícitos. El arrepentimiento no se
presume (art. 99 inc. final del Código de Comercio).
La consecuencia fundamental que origina la revocación oportuna de la oferta es
quitarle su vigencia, lo cual obsta para que el consentimiento se forme y para
que el contrato surja, por ende, a la vida jurídica. Por el contrario, el
arrepentimiento inoportuno del proponente no impide la formación del
consentimiento, porque el contrato se ha perfeccionado entre las partes y tiene
para ellas el carácter de ley (art. 1545 del Código Civil).
A pesar de que la retractación expresada en tiempo y forma produce como efecto
que el contrato no surja con todos los derechos y obligaciones que le son propios, el
proponente resulta, de todas maneras, responsable de indemnizar los gastos que la
persona a quien fue encaminada la propuesta hubiese hecho y los daños y perjuicios
que hubiera sufrido (art. 100 del Código de Comercio)
Esta indemnización no proviene de la responsabilidad contractual, puesto que
no se perfeccionó contrato alguno, ni tampoco de la responsabilidad delictual
(o cuasidelictual) o extracontractual. Es un reconocimiento legal de lo que se
denomina “responsabilidad pre-contractual”.
Caducidad de la oferta. Es otro motivo que determina la pérdida de su vigencia.
Ella se produce, a su turno, por muerte del proponente, incapacidad
sobreviniente del mismo, quiebra y expiración del plazo legal o convencional.
Estas situaciones pueden ser:
-Muerte del proponente
-Incapacidad sobreviniente del oferente
-Liquidación o insolvencia.
-Expiración del plazo legal o convencional.
1. B).- La aceptación
Concepto. Es el acto jurídico por el cual la parte a la cual se ha dirigido una
proposición, la admite consintiendo en la celebración del negocio jurídico
propuesto.
Para que la aceptación tenga la virtud de originar consecuencias jurídicas
en la formación del consentimiento, es preciso que cumpla con determinados
presupuestos.
Requisitos de la aceptación. Son, a saber, los siguientes:
–Que sea oportuna
–Que sea pura y simple; y
–Que se exteriorice.
–Oportuna. Vimos al tratar de la oferta que hay una serie de circunstancias que
restan eficacia antes que se dé la aceptación. En términos generales, la aceptación
debe darse en tanto la propuesta se mantenga vigente, produciéndose así la
formación del consentimiento, requisito de existencia del acto o contrato (art.
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101 del Código de Comercio).
La aceptación que se otorga una vez caducada la oferta, carece de relevancia
para el proceso formativo del consentimiento. Sin embargo, el inciso final del
artículo 98 del Código de Comercio dispone que en caso de aceptación
extemporánea, el proponente será obligado, bajo responsabilidad de daños y
perjuicios, a dar pronto aviso de su retractación.
–Aceptación pura y simple. La aceptación debe darse lisa y llanamente, sin
modificar ningún aspecto de la propuesta. Si no observa este requisito, la
aceptación pasa a ser una contraoferta, y el primitivo destinatario se constituye
en oferente a la vez que el oferente originario en destinatario. Así lo expresa el
art. 102, de acuerdo con el cual “La aceptación condicional será considerada
como una propuesta”.
–Exteriorizada. Como en todo acto jurídico, la voluntad del aceptante tiene que
exteriorizarse.
aceptación puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando se manifiesta en
términos formales y explícitos. Tácita es la aceptación cuando el asentimiento
de la persona a quien va dirigida la propuesta resulta de la verificación de ciertos
actos que involucran inequívocamente su propósito de admitirla, como sucede
cuando da comienzo a la ejecución del contrato propuesto.
2).- Momento en que se perfecciona el contrato
Como hemos tenido ocasión de indicarlo, una distinción fundamental se impone
para determinar en qué instante se entiende perfeccionado el contrato: “entre
presentes” y “entre ausentes”.
Tratándose de un contrato “entre presentes”, la aceptación deberá, desde luego,
darse de inmediato y, en ese instante, el consentimiento queda formado.
Conviene precisar, sin embargo, qué se entiende por contrato “entre presentes”.
Para algunos autores son tales los que se verifican estando ambas partes,
proponente y aceptante, en el mismo lugar y al mismo tiempo; en otros términos,
“de cuerpo presente”. En una noción menos estricta y más acorde con las
facilidades de comunicación de nuestros días, se consideran contratos “entre
presentes” aquellos en que, no obstante que las partes no se encuentran
físicamente en el mismo lugar, pueden comunicarse sus decisiones de
inmediato.
En consecuencia, en los negocios “entre presentes” basta que la emisión de la
oferta pueda ser seguida de inmediato por la aceptación, aun cuando medie
distancia física entre las partes.
Cuando el contrato es “entre ausentes”, o existe acuerdo para que la persona a
quien se dirigió la oferta tome un cierto tiempo de reflexión, comunicando después
su decisión al proponente, se origina la dificultad de determinar en qué
momento se forma el consentimiento. La precisión de ese instante puede ser
fundamental para apreciar la concurrencia de los requisitos del contrato, toda vez
que ellos deben existir al tiempo de formarse el negocio y, por tanto, de
perfeccionarse el acuerdo de voluntades. En los contratos consensuales, el
tiempo de la celebración será el de la formación del acuerdo de voluntades.
Solución de la legislación nacional. En nuestro ordenamiento jurídico, el criterio
seguido para determinar la formación del consentimiento es el instante de la
aceptación. Tal solución se desprende del artículo 99 del Código de Comercio, al
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permitir la retractación hasta el instante de la aceptación. Se reafirma este criterio
en la disposición del artículo 101 del mismo cuerpo legal, cuando señala: “Dada
la contestación…, el contrato queda en el acto perfeccionado”. Sin embargo,
tratándose de las donaciones entre vivos, en conformidad con el artículo 1412 del
Código Civil, se admite la doctrina del conocimiento o información, porque
requiere que la aceptación haya sido notificada al donante.
Aparte de la teoría de la aceptación que adopta nuestro Código de Comercio,
existe, en el derecho comparado, el sistema de la información o del
conocimiento.
3).- Lugar de la formación del consentimiento
Importancia. Como vimos, no sólo es importante establecer el momento en que se
forma el acuerdo de voluntades, sino también el lugar en que éste se produce,
por cuanto origina asimismo consecuencias en derecho.
En primer término, el lugar donde se entiende perfeccionado el contrato
determina la competencia relativa de los tribunales que deban conocer de los
litigios que se susciten entre las partes.
En segundo lugar, tiene relevancia desde el punto de vista del derecho
internacional privado, donde impera el principio lex locus regis actum, para
determinar la legislación aplicable a la forma que debe asumir el acto o contrato.
La ley del lugar rige la forma de los actos y contratos (art. 17 del Código Civil).
Sin embargo, no hay que exagerar la importancia del lugar en que se produce el
acuerdo de voluntades, porque se deja a la voluntad de las partes convenir un
domicilio para los efectos del contrato que celebran (art. 69 del Código Civil) y,
al ser de este modo, queda determinada la competencia de los tribunales para
conocer de los litigios.
En tercer lugar, es importante para precisar los usos y costumbres que pueden
aplicarse en el cumplimiento e interpretación del contrato. No puede perderse
de vista que en derecho comercial, la costumbre es fuente formal del derecho,
porque suple el silencio de la ley (art. 4º del Código de Comercio). Las costumbres
según la ley (art. 2º del Código Civil) e interpretativa (art. 6º del Código de
Comercio), también juegan un rol significativo.
Solución de la legislación nacional. En Chile, en conformidad a la norma del artículo
104 del Código de Comercio, en el caso de los contratos “entre ausentes”, dado
que nuestra legislación sigue el criterio de la declaración o aceptación, el
consentimiento se forma en el lugar donde tenga su residencia el aceptante.
Resulta más apropiado señalar que el acuerdo de voluntades que perfecciona el
contrato se forma en el lugar en que se dio la aceptación.
Si, en cambio, se adhiere a la doctrina del conocimiento, el consentimiento
debería entenderse constituido en domicilio del oferente.
Los contratos que se celebran por teléfono participan de las características de
los contratos entre presentes y ausente. De los primeros en cuanto al momento
en que se forma el consentimiento, y de los segundos en lo que dice relación al
lugar en que se entiende configurado.
4).- La ejecución de los contratos mercantiles
Como vimos anteriormente, según el art. 96 del C. de Comercio, nos indica que
las normas del código civil, relativas a las obligaciones y contratos en general, son
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aplicables a negocios mercantiles, salvo las modificaciones que establece el C.
de Comercio.
En materia comercial, estas modificaciones dicen especial atención, en cuanto a
la dación en arras, en cuanto a los plazos mercantiles y a los pagos en materia
comercial.
4.A).- La dación de arras
Concepto de arras. El concepto de arras emana de lo dispuesto en el artículo
1.803 del Código Civil, esto es: dar una cosa en prenda (2384 Cod Civil) de la
celebración o ejecución del contrato.
Es una convención con arreglo a la cual las partes contratantes dan una cosa
mueble en garantía de la celebración o ejecución del contrato, o bien en parte
del precio o en señal de quedar convenidos.
Las arras pueden tener una doble finalidad:
1.- Pueden servir como garantía de la celebración o ejecución de un
contrato. Dadas en señal de garantía, significa que las partes no han entendido
ligarse definitivamente, sino que mutuamente se reservan la facultad de
desdecirse perdiendo su valor (perdiéndolas el que las ha dado, y restituyéndolas
dobladas el que las ha recibido).
La facultad de retractarse sólo puede ejercitarse en el plazo fijado por las
partes y, a falta de estipulación, en el plazo de dos meses contado desde la
convención. Con todo, no puede ejercerse más allá de la época en que el contrato
es reducido a escritura pública o principia la entrega.
2.- Pueden darse como parte del precio o en señal de quedar las partes
convenidas. Esta clase de arras constituyen un medio de prueba relativo a la
celebración del contrato. Las partes carecen de la facultad de retractarse, porque
el contrato ha quedado perfecto.
Para que las arras se entiendan dadas en señal de quedar convenidos o
como parte del precio es preciso que las partes lo convengan expresamente y
que este acuerdo conste por escrito. Si así no fuere, se entienden las arras dadas
en garantía y facultadas las partes para retractarse.
En materia civil el arrepentimiento es, entonces, un elemento de la naturaleza
de este acto jurídico. En materia Civil, la retractación es parte de la naturaleza del
contrato, en cambio en materia comercial debe estipularse expresamente, de lo
contrario se entiende que no existe esta posibilidad de retractarse.
En cambio, el Código de Comercio no contiene ninguna modificación al Código
Civil respecto de las arras dadas en prenda de la celebración del contrato, pero si
en relación a la ejecución del mismo. en el Código de Comercio, la
reglamentación de las arras es diametralmente opuesta a la contenida en el
Código Civil, que acabamos de analizar.
En efecto, de acuerdo con la regla contenida en el artículo 107 del Código de
Comercio, el contrato se perfecciona en el instante de su celebración y por el
hecho de la dación de arras no se entiende reservado el derecho de arrepentirse
del contrato celebrado, a menos que se hubiere estipulado expresamente lo
contrario.
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Por otra parte, el artículo 108 de nuestra codificación comercial dispone que la
oferta de abandonar las arras o de devolverlas dobladas no exonera a los
contratantes de la obligación de cumplir el contrato perfecto o de pagar los daños
y perjuicios. Cumplido el contrato o pagada una indemnización, las arras deben
devolverse, sea cual fuere la parte que hubiere rehusado el cumplimiento del
contrato.
El Código de Comercio, en cambio, presume que las arras han sido dadas con
este segundo fin, es decir, en parte del precio o en señal de quedar convenidos,
salvo estipulación en contrario, y que no permiten a las partes retractarse.
Consagra como elemento de la naturaleza justo la regla inversa (arts. 107, 108 y
109), esto es, que “la dación de arras no importa reserva del derecho de arrepentirse
del contrato ya perfecto, a menos que se hubiere estipulado lo contrario” (art.
107).
4. B). - Los plazos mercantiles
Definición. El plazo es la época que se fija para el cumplimiento de una
obligacióny puede ser expreso o tácito. Es tácito el indispensable para cumplirla.
En materia civil, por regla general los plazos están establecidos en beneficio del
deudor y por lo tanto del acreedor no puede exigir o hacer efectivo su crédito de
manera anticipada a la expiración del término convenido. Es por ello, que en
este caso, solamente el deudor puede renunciar al plazo y pagar anticipadamente
la deuda.
Por excepción en materia civil, situaciones como quiebra o insolvencia del
deudor o extinción o disminución de cauciones, “el pago de la obligación no
puede exigirse antes de expirar el plazo”, (artículo 1.496 del Código Civil), y
“el deudor puede renunciar al plazo a menos que el testador haya dispuesto o
las partes estipulado lo contrario, o que la anticipación del pago acarree al
acreedor un perjuicio que por medio del plazo se propuso manifiestamente
evitar”. (Artículo 1.497 del Código Civil). Una aplicación práctica de estas
normas generales la vemos en el artículo 2.204 del Código Civil, que dispone:
“Podrá el mutuario pagar toda la suma prestada, aún antes del término
estipulado, salvo que se hayan pactado intereses”.
En materia comercial, el plazo está establecido en beneficio de ambos
contratantes y ninguno de ellos puede, unilateralmente, renunciar a él. La
modificación que esto implica respecto de las normas del derecho común, se
justifica si se tiene en consideración que los contratos comerciales constituyen
el mecanismo de circulación de los bienes, que se celebran, generalmente, entre
comerciantes que actúan motivados por el propósito lucrativo.
El criterio que venimos señalando está consagrado expresamente en el artículo 117
del Código de Comercio, que dispone que el acreedor no está obligado a aceptar
el pago antes del vencimiento de la obligación. Concuerda lo anterior con el
principio que la gratuidad no se presume en las operaciones mercantiles (art.
798 del Código de Comercio y art. 12 de la Ley Nº 18.010).
En materia de operaciones de crédito de dinero, regida por la Ley Nº 18.010, el
deudor puede anticipar su pago, aun contra la voluntad del acreedor, siempre
que:
a) tratándose de operaciones no reajustables, pague el capital y los intereses
estipulados que correrían hasta la fecha del vencimiento pactado;
b) tratándose de operaciones reajustables, pague el capital reajustado hasta el día
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del pago efectivo y los intereses estipulados, calculados sobre dicho capital, por
todo el plazo pactado para la obligación (art. 10 de la Ley Nº 18.010).
En lo que concierne a letras de cambio y pagarés, la ley sobre la materia, Nº
18.092, establece que el pago de estos títulos de crédito antes de su vencimiento
se rige por las normas sobre operaciones de crédito de dinero vigentes a la época
de la emisión de la letra o suscripción del pagaré (art. 55 de la Ley Nº 18.092).
Formas de computar los plazos. La disposición del artículo 110 del Código de
Comercio determina que en la computación de los plazos de días, meses y años,
deben observarse las reglas de los artículos 48 y 49 del Código Civil, salvo que
la ley o la convención dispongan otra cosa. De manera que, mientras no se
convenga por las partes en el contrato o no se establezca por norma legal
expresa, los términos en las obligaciones y contratos comerciales se cuentan de
la misma forma que en el derecho común.
Una excepción expresa se consagra en el artículo 111 del Código de Comercio,
al prescribir que la obligación que vence en día domingo o en otro festivo, es
pagadera al día siguiente. Igual norma se aplica a las obligaciones que venzan
los días sábados de cada semana y el 31 de diciembre de cada año.
Aunque la disposición no lo dice expresamente, debe entenderse que se refiere
al día
siguiente “útil” o “hábil”.
Los plazos para el cumplimiento de las obligaciones suelen clasificarse en las
siguientes categorías: legales, que son los establecidos en la ley; convencionales,
que son los que estipulan los contratantes, y de gracia, que son los que, por sobre
los anteriores, pueden derivarse de la costumbre o que, en ciertos casos
determinados en que la ley los faculte para ello, puede establecer el juez.
A este último se refiere el artículo 1.494 del Código Civil, plenamente aplicable
en materia mercantil, declarando lo siguiente: “No podrá el juez, sino en casos
especiales que las leyes designen (Por ej., artículo 2.201 del Código Civil)
señalar plazo para el cumplimiento de una obligación: sólo podrá interpretar
el concebido en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación
discuerden las partes”.
Los plazos de gracia o uso. En nuestra legislación comercial, a diferencia de lo
que sucede en otros países, no se reconocen términos de gracia o uso que
difieren el cumplimiento de las obligaciones más allá del plazo que señale la
convención o la ley (art. 112 del Código de Comercio).
En el caso del vencimiento del las letras de cambio, la ley dispone que si este cae
en día feriado, sábado o 31 de diciembre, se entiende prorrogado para el primer
día hábil siguiente.
4. C).- EXTINCION DE LAS OBLIGACIONES MERCANTILES
4.C.1- EL PAGO.
Pagos en relación a la moneda. Particular importancia revisten algunas normas
concernientes a la moneda en que debe hacerse el pago.
Tratándose de contratos celebrados en el extranjero y cumplideros en Chile,
cuando se estipule que el pago debe hacerse en la moneda del lugar en que fueron
celebrados, ésta debe ser reducida por convenio de las partes, o a juicio de
peritos, a la moneda legal de Chile al tiempo del cumplimiento. Esta antigua regla
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del artículo 114 del Código de Comercio se mantiene todavía en vigencia, no
obstante haberse promulgado numerosas leyes especiales sobre la materia, que
por no constituir el objeto de este trabajo, no trataremos de ellas en particular.
Presunción sobre pago de cuentas mercantiles. Según la regla contenida en el
artículo 120 del Código de Comercio, el finiquito de una cuenta hace presumir
el de las anteriores cuando el comerciante que lo ha dado arregla sus cuentas en
períodos fijos. La norma citada confirma el principio contenido en el artículo
1570 del Código Civil, a propósito del pago.
Similar criterio aplica el legislador en materia de operaciones de crédito de
dinero (art. 18 de la Ley Nº 18.010).
Rectificación de errores en cuentas. En relación con los pagos en obligaciones
comerciales, tiene importancia la norma contemplada en el artículo 122 del
Código de Comercio, que permite, al comerciante que al recibir una cuenta paga
o da finiquito, conserva el derecho de solicitar la rectificación de los errores,
omisiones, partidas duplicadas u otros vicios que aquella contenga. No se trata
de discutir la existencia de la obligación, sino su monto, errores de cálculo,
especificaciones u otros que puedan incidir en el cálculo real del crédito o de la
deuda.
Imputación del pago. Sabemos que esta operación consiste en determinar a cuál
de varias obligaciones pendientes, entre unos mismos acreedor y deudor, se va a
abonar lo pagado, cuando no se alcanzó a solucionarlas todas ellas.
El Código Civil, en los artículos 1595 a 1597, reglamenta la imputación del
pago, estableciendo, en primer término, que corresponde hacerla al deudor, quien
goza de una libertad relativa para ello. En efecto, puede realizar la imputación sin
el consentimiento del acreedor, sujeto a las siguientes limitaciones:
–No puede preferir la deuda no devengada a la que lo está;
–Si se deben capital e intereses, se imputará el pago primeramente a los intereses.
En segundo lugar, a falta de la imputación hecha por el deudor, ésta corresponde
al acreedor, quien tiene que efectuarla en el recibo o carta de pago. Y si el
deudor no reclama en el momento de recibir esta carta de pago, no puede
posteriormente reclamar de la imputación (art. 1596 del Código Civil).
Ahora bien, en el evento de que el acreedor tampoco haga la imputación, la ley
determina que si la deuda devenga intereses, se imputa al pago de éstos; si hay
deudas vencidas y otras no vencidas, se imputa a las primeras; si todas están
vencidas y en la misma situación, a la deuda que el deudor eligiere. (art. 1597 del
Código Civil). Por consiguiente, de acuerdo con la legislación civil la facultad
residual de efectuar la imputación del pago se encuentra depositada en el deudor.
Tratándose de obligaciones mercantiles, el Código de la materia mantiene el
principio que el deudor es quien debe hacer, en primer lugar, la imputación del pago
cuando tiene varias deudas con un mismo acreedor. La imputación deberá
efectuarla el deudor al tiempo de realizar el pago.
En el caso de que el deudor no realice la imputación al tiempo de efectuar el pago,
la ley mercantil faculta al acreedor para llevarla a cabo, sin ninguna limitación
(art. 121 del Código de Comercio).
El deudor de obligaciones mercantiles que no imputa lo que paga, no puede
oponerse a la imputación que realice el acreedor, cualquiera que sea la forma en
que este último la efectúe. Esta es la diferencia más apreciable con el sistema de
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imputación al pago que contempla el derecho común.
Si ni él ni el acreedor lo han hecho al momento del pago y la ley no ha podido
hacerlo, señalando que en estos casos tal facultad subsiste en manos del
acreedor.
El art. 122 advierte que “El comerciante que al recibir una cuenta paga o da
finiquito, no pierde el derecho de solicitar la rectificación de los errores,
omisiones, partidas duplicadas u otros vicios que aquélla contenga”. En
consecuencia, se restringe ese aforismo que expresa que quien paga mal paga
dos veces.
Prueba de pago. En virtud del artículo 119 del Código de Comercio, el deudor
que paga tiene derecho a exigir un recibo y no está obligado a conformarse con
la devolución o entrega del título de la deuda. El recibo acredita la liberación de
la deuda.
La disposición citada otorga facultad al deudor de procurarse un medio de
prueba preconstituido emanado del acreedor: el recibo o carta de pago. Si bien
es cierto que el legislador dispone que el deudor no tiene por qué contentarse con
la simple devolución o entrega del título de la deuda, no es menos cierto que,
tratándose de obligaciones conectadas indisolublemente a un documento, como
ocurre en el caso de los títulos de crédito, la entrega del instrumento tiene gran
significado jurídico, porque sin él no pueden ejercerse los derechos emergentes
(la posesión del título es título de posesión).
A falta de entrega del título de la deuda o de recibo de pago, la obligación del
deudor puede acreditarse por otros medios de prueba, incluso por testigos.
El art. 128 Ccom ,dispone “la prueba de testigos es admisible en negocios
mercantiles, cualquiera que sea la cantidad que importe la obligación que se
trate de probar, salvo los casos en que la ley exija escritura pública”.
El Código Civil, en cambio, no se refirió al recibo en términos generales, lo que
parece inconsecuente si se toma en cuenta que según el art. 1698 de ese cuerpo legal
incumbe probar la extinción de las obligaciones a quien la alega y que la prueba
de testigos es fuertemente limitada por los arts. 1708 y 1709. El precepto del art.
119 salva, por esta vía, una dificultad del Código Civil.
Sólo de manera muy limitada existen referencias al recibo en este último
Código, una de las cuales se encuentra en el art. 1570, de acuerdo con el cual en
los pagos periódicos la carta de pago de tres períodos determinados y consecutivos
hará presumir los pagos de los anteriores.
4.C.2- Novación.
Concepto de novación. La novación es un modo de extinguir obligaciones que
consiste en la sustitución de una nueva obligación a otra anterior, la cual por
tanto queda extinguida (art. 1628 del Código Civil).
En la novación se produce una relación entre dos actos jurídicos conexos, uno
extintivo y otro creativo, en virtud de la cual se extingue una obligación con la
consecuencia de que nace una nueva. Esta relación que se da entre estos dos
actos acaece, eso si, en uno solo, de tal suerte que el acto extintivo de la obligación
primitiva es la causa del acto creativo de la nueva.
La novación puede producirse por:
–Cambio de objeto;
–Cambio de acreedor;
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–Cambio de deudor;
–Cambio de causa.
Es requisito esencial de la convención novatoria el animus novandi, esto es, la
intención de las partes de dar por extinguida la obligación anterior. A falta de
este presupuesto, las dos obligaciones se mirarán como coexistentes y valdrá la
obligación primitiva en todo aquello que no se oponga a la posterior,
subsistiendo en esta parte los privilegios y garantías de la primera (art. 1634 del
Código Civil).
Verificada la novación, se extinguen los intereses, privilegios y garantías
reales o personales de la primitiva obligación.
Tratándose de la novación de obligaciones mercantiles, el Código de Comercio
no contiene reglas especiales, por lo que tienen plena aplicación las reglas del
derecho común a que hemos venido haciendo referencia.
En materia comercial, el art. 125 establece una regla especial, al afirmar que;
“Si se dieren en pago documentos al portador, se causará novación si el
acreedor al recibirlos no hubiere hecho formal reserva de sus derechos para el
caso de no ser pagados”.
En otras palabras, cuando el pago no se entera en dinero sino en documentos
representativos de éste girados al portador, se produce una novación, pues se paga
una obligación con otra, a menos que el acreedor deje a salvo las acciones
emanadas de la obligación primitiva. Si esta reserva no se formula, se extinguen
las acciones para el cobro de la primera obligación, aquella que fue pagada con
los documentos.
Sin embargo, cuando se realizan pagos mediante el empleo de letras de cambio
y cheques, conviene precisar el alcance que ello tiene respecto del modo de
extinguir obligaciones que estamos tratando. La Ley Nº 18.092 en su artículo 12,
establece ahora un principio general claro y preciso. Dispone el precepto citado
que el giro, aceptación o transferencia de una letra de cambio no extinguen, salvo
pacto expreso, las relaciones jurídicas que les dieron origen, ni producen
novación, de este modo, no se produce novación sino cuando expresamente se
acuerda que las obligaciones que tienen como fuente la relación fundamental
quedarán sustituidas y, en consecuencia, extinguidas por las obligaciones
emergentes del título de crédito. (véase art. 37 de la Ley de Cuentas Corrientes
Bancarias y Cheques).
De lo dicho se obtiene que si la letra se gira a la orden, el comprador asume un
riesgo: si ésta es endosada, puede verse en la obligación de pagar doble. Deberá
pagar una vez al vendedor en razón del contrato de compraventa, y otra al
endosatario con motivo del título de crédito. En consecuencia, al comprador le
va a interesar que la letra sea nominativa y no endosable, de manera que no sea
cobrable por un tercero. Con el propósito de alcanzar este efecto, además resulta
conveniente expresar que la letra se extiende con el fin de garantizar una
obligación contractual.
5) Lesión Enorme
La lesión enorme es el perjuicio que sufre una de las partes con motivo de la
desproporción existente entre las prestaciones de ambas. De acuerdo con el Código
Civil, de la lesión enorme emanan dos tipos de acciones:
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1.- La rescisoria o de nulidad, que se concede a propósito de los bienes
raíces, particiones (art. 1958 del Código Civil) y en la aceptación de una
asignación.
2.- La quanti minoris, que se otorga respecto de la cláusula penal, el mutuo
(art. 8 de la Ley 18.010) y la fianza (art. 2344 del Código Civil).
En el art. 126, el Código de Comercio señala que “No hay rescisión por
causa de lesión enorme en los contratos mercantiles”. De los términos de esta
norma se puede concluir que en materia mercantil sólo es posible ejercer la
segunda de estas acciones; no la primera.
6) Solidaridad
🞭
Los siguientes son casos de solidaridad mercantil:
🞭
1.- Responsabilidad de los socios en las sociedades colectivas (art. 370).
El Código Civil señala que la sociedad es una persona jurídica diversa de
los socios. El Código de Comercio, en cambio, no recoge este principio, pues
expresa que “Los socios indicados en la escritura social son responsables
solidariamente de todas las obligaciones legalmente contraídas por la razón
social” (art. 330 inc. 1°). El Código Civil solo establece que los socios se
encuentran obligados conjuntamente a las deudas contraídas por la
sociedad.
🞭
2.- Obligaciones cambiarias. Los giradores, aceptantes, endosante y
avalistas son solidariamente responsables frente al portador del título. Basta
que cualquiera caiga en quiebra para que caduque el plazo. Esta solidaridad
subsiste hasta que se hace efectivo el pago en el aceptante o librador. Es
decir, por el pago de un codeudor no se extingue la solidaridad, por lo que
éste no se subroga en los derechos del acreedor para repetir contra los otros
codeudores en los términos de los arts. 1522 y 1610 del Código Civil.
🞭 La cátedra considera que en materia mercantil la solidaridad debe ser la regla
general, en razón de lo prescrito por la Ley de bancos, el Código de
Comercio y la ley de Sociedades Anónimas
7).-
Prueba de los contratos y obligaciones mercantiles
Rigen también a este respecto las normas del Código Civil, o sea, el Título XXI
del Libro IV del Código Civil, a lo que nos remitimos, con las salvedades que
pasamos a exponer:
7.A) Escrituras privadas. Hemos tenido oportunidad de señalar que en materia de
valor probatorio de los instrumentos privados, el Código de Comercio consagra
una notable excepción al derecho común, cuando permite que los libros de
comercio, que tienen dicho carácter, puedan hacer prueba en favor de los
comerciantes en las causas mercantiles que agiten entre sí (art. 35).
Ahora bien, en virtud de la regla contenida en el artículo 127 de nuestra
codificación comercial, las escrituras privadas que guarden uniformidad con los
libros de los comerciantes hacen fe de su fecha respecto de terceros, aun fuera
de los casos que enumera el artículo 1703 del Código Civil.
7.B) Prueba testimonial. La prueba de testigos tiene importantes limitaciones en
el derecho común, según lo previsto en los artículos 1708, 1709 y 1710 del
Código Civil, que no son del caso analizar en detalle en el contexto de este
trabajo. En términos generales, las limitaciones conciernen a las obligaciones que
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hayan debido consignarse por escrito, en virtud de la ley o atendido el valor de la
cosa que ha de entregarse o que se promete en el acto o contrato.
Tratándose de acreditar los derechos y obligaciones provenientes de un acto o
contrato mercantil, la prueba de testigos es admisible cualquiera sea la cantidad
que importe la obligación que se trate de probar, salvo los casos en que la ley
exige escritura pública (art. 128 del Código de Comercio).
8) Contratos sujetos a condiciones generales y cláusulas abusivas
Los contratos con cláusulas predispuestas por los empresarios o sujetos a
condiciones generales, surgieron de las necesidades propias de la actividad
económica, caracterizada por el volumen de las transacciones y la velocidad de
circulación de los bienes y servicios durante la era industrial y sobre todo en la
posindustrial. Con ello aparece el problema de dar una explicación acerca de esta
nueva clase de contratación, en la que una de las partes propone o más bien
impone ciertas condiciones generales que forman el contenido predispuesto del
contrato, a las cuales la otra parte se limita simplemente a adherir. A esta figura,
considerada como instrumento adecuado para la economía de masas, se la
denomina contrato de adhesión o contrato celebrado por adhesión a condiciones
generales. En la doctrina se han elaborado varias concepciones sobre esta forma
de contratación, pero nos limitaremos a exponer lo esencial.
Noción de cláusula abusiva. Resulta particularmente complejo dar una
definición de cláusula abusiva.
En la práctica, analizando los derechos y facultades de una parte y las
obligaciones y cargas de la otra, es posible descubrir el carácter abusivo de las
cláusulas contractuales. Las cláusulas serán abusivas en la medida que confieren
derechos y facultades exorbitantes a favor del proponente, o si contienen
limitaciones o restricciones injustificadas respecto de los derechos y facultades
del adherente. Asimismo, tendrán carácter de abusivas las cláusulas que
supriman o reduzcan las obligaciones o responsabilidades del predisponente y
cuando incrementen las obligaciones y cargas del adherente.
Sanción de las cláusulas abusivas. Por lo general, la sanción que se impone a
las cláusulas abusivas es la nulidad parcial, dejando eficaz el resto del contrato.
Contrato de adhesión. En los contratos de adhesión es donde se insertan con
frecuencia las cláusulas abusivas de que hemos tratado precedentemente.
En nuestra Ley de Protección de los Derechos de los Consumidores (en adelante
LPC), se define el contrato de adhesión como “aquel cuyas cláusulas han sido
propuestas unilateralmente por el proveedor sin que el consumidor, para
celebrarlo, pueda alterar su contenido”.
Requisitos de los contratos de adhesión. Al igual que en toda clase de contratos,
es posible distinguir en los contratos de adhesión condiciones formales y de
fondo.
Los requisitos de forma consisten en que el contrato, por lo general, es escrito,
en el documento que lo contiene figuran condiciones generales o una referencia
expresa a otro documento donde ellas están establecidas y las condiciones
generales están redactadas en el idioma del país de que se trata, en forma legible
y comprensible.
Las cláusulas abusivas en la legislación nacional. Antes de la promulgación de la
Ley Nº 19.496, de 7 de marzo de 1997, que establece normas sobre la protección
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de los derechos de los consumidores en Chile, el problema de la contratación bajo
condiciones generales y cláusulas abusivas quedaba entregado a las normas
contenidas en el Código de Comercio de 1865 y en el Código Civil de 1856, que
no contemplaban reglas especiales de protección para los consumidores.
De manera que la normativa de protección del consumidor vino a llenar una
sentida necesidad de protección y aunque no tiene general aplicación, al menos
dentro del dominio de las relaciones entre proveedores y consumidores
representa un gran adelanto.
La actual LPC declara en el artículo 16 que no tienen efecto alguno las cláusulas
abusivas contenidas en los contratos de adhesión
9) Nulidad y rescisión.Está contemplado como un modo de extinguir obligaciones en el Nº 8º del artículo
1.567 del Código Civil, y reglamentado en el Título XX del Libro IV de dicho
Código, a lo que nos remitimos.
Sin embargo, al tratar la compraventa, en el párrafo 13 del Título XXIII del
mismo Libro IV, artículos 1.888 a 1896, el Código Civil se refiere a la rescisión
por lesión enorme, que, a pesar de ser tratada en la compraventa es posible
aplicarla por analogía a otros contratos onerosos.
El artículo 126 del Código de Comercio declara enfáticamente: “No hay
rescisión por causa de lesión enorme en los contratos mercantiles”. Esta
disposición resulta innecesaria, puesto que los actos mercantiles sólo tienen por
objeto cosas muebles, (los bienes referidos en el Nº 20 del Art. 3º del Código de
Comercio son muebles por naturaleza, que pasan a ser inmuebles por
adherencia), y el artículo 1.891 del Código Civil ya ordenaba perentoriamente
que “no habrá lugar a la acción rescisoria por lesión enorme en la ventas de
bienes muebles...”.
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