Construcción de Indicadores en comunicación: La importancia del encadenamiento lógico Por: María Cristina Ocampo Villegas Resumen La situación de la comunicación organizacional, está generando grandes retos en la actualidad a los Dircom, ya que les está exigiendo aplicar metodologías que les permita construir indicadores de gestión, lo cual les exige tener que adentrarse en la lógica de la medición organizacional, buscando inicialmente el logro de los objetivos y además demostrar objetivamente el impacto de la gestión comunicativa al interior de la organización. Se presenta una metodología para construir estos indicadores. Palabras Claves: medición, indicador, comunicación, objetivo, lógico Medir está de moda. ¿Medir está de moda? En 1999, Harvard Business Review publicó un amplio documento titulado Cómo medir el rendimiento de la empresa. En este se recopilan artículos de reconocidos referentes de la administración como son: Peter Drucker, Christopher Meyer, Robert Kaplan y David Norton. En particular, resulta pertinente mencionar los trabajos de Kaplan y Norton sobre el sistema de medición, que acuñaron con el nombre de Balanced Score Card y que, en la mencionada publicación, se traduce como Tarjeta de Valoración Equilibrada. Kaplan y Norton utilizan allí una frase que se ha vuelto común cuando se habla de medición: “Lo que mides es lo que tienes” (1999, p. 136). Claro, la afirmación de los autores hace referencia a los activos de la organización, lo que obliga a los comunicadores a formular una primera pregunta: ¿es la comunicación un activo organizacional que debe ser medido? A renglón seguido, Kaplan y Nortón afirman: “Las medidas clásicas de rendimiento financiero funcionaban bien en la era industrial, pero están desfasadas para su uso con las capacidades y competencias que las empresas intentan dominar hoy en día” (p. 136). El aporte de Kaplan y Norton, en lo que se refiere a nuestros cuestionamientos como comunicadores, tiene que ver con que llamaron la atención de los gerentes acerca de que las empresas del siglo XXI debían medir, además de los resultados financieros, otros indicadores que mostraran la perspectiva del cliente, la perspectiva interna y la perspectiva de la innovación y el aprendizaje. El reto que nos queda es elaborar los indicadores que permitan a los comunicadores insertarse con éxito dentro de la lógica de la medición organizacional, lo que facilitará, en primer lugar, la búsqueda del logro de los objetivos y, en segundo lugar, la demostración objetiva del impacto de la gestión comunicativa al interior de la organización. Teniendo en cuenta lo anterior, queremos formular una metodología que puede ser aplicada para la generación de indicadores de gestión de la comunicación dentro de las organizaciones. Esta metodología toma en consideración que las oficinas de comunicación formulan planes estratégicos de acción que son acordes con la visión estratégica de las mismas organizaciones. 1. El encadenamiento lógico Los indicadores de gestión de la comunicación deben corresponder a un encadenamiento lógico de elementos que permitan visualizar el camino que va desde la formulación de los objetivos hasta el logro final obtenido. Los eslabones de la cadena son: la visión, la estrategia, los objetivos, la identificación de las variables, la determinación de las escalas y los rangos dentro de los cuales se debe ubicar el indicador, el horizonte de medición y, finalmente, las acciones y correctivos que se desprenden de los resultados de la medición. 1.1. La visión El primer elemento que constituye esta cadena es la visión formulada por la organización. Vivimos tiempos turbulentos. El entorno político, económico, tecnológico, y ambiental, obliga a las organizaciones a permanecer atentas a las situaciones cambiantes e impredecibles (Manucci, 2008). Sin desconocer esta realidad, la organización no puede permanecer a la deriva, moviéndose a la voluntad de los vientos, sin rumbo fijo. Ese norte, que marca el futuro de la organización, y que debe permanecer vigente como una fuerza que convoque, motive y aliente a todos los miembros de la organización, a pesar de los embates del entorno incierto, es la visión organizacional. La visión, debe ser, por lo tanto, el objetivo máximo. Todos dentro de la organización deben tener claro hacia dónde va y por qué se quiere llegar allí. Los cambios políticos, la competencia, las exigencias que nos imponen la tecnología, el calentamiento global y su impacto, son tormentas que se deben atravesar en el camino y que deben ser superadas para poder llegar a ese objetivo trazado. El comunicador, al igual que los demás miembros de la organización, ha de tener presente que todas sus acciones deben corresponder al logro de ese objetivo mayor. 1.2. La estrategia Dentro del encadenamiento lógico, las estrategias deben ser coherentes con la visión. La estrategia es el mecanismo que nos permitirá lograr la visión planteada. Pero, ¿cómo desarrollar estrategias efectivas en medio de un entorno cambiante e impredecible? Las organizaciones deben fijar estrategias que consideren los factores del entorno, sin embargo, deben estar atentas a mover el timón a tiempo para esquivar las tormentas. Si la visión es un objetivo que se debe mantener a toda costa, hasta que se logre o sea renovado por uno más ambicioso, la estrategia debe ser lo suficientemente flexible para aprovechar las oportunidades que se presenten y superar las crisis. Cada una de las áreas de la organización planteará las estrategias necesarias para contribuir al logro de la visión trazada. Por lo tanto, los encargados de la comunicación también deben incorporar el pensamiento estratégico y diseñar en forma racional las estrategias que desde su quehacer contribuirán a que la organización en su totalidad logre la visión. Esto, que parece obvio, no lo es tanto cuando se mira la forma en que los departamentos de comunicación de varias organizaciones enfrentan la realidad del día a día. Un estudio realizado por la Universidad de La Sabana, en una muestra de empresas reconocidas de Bogotá, demostró que los departamentos de comunicación, en su mayoría, carecen de planes estratégicos (Preciado, A y Guzmán, H, 2011). Me atrevo a pensar que esos resultados no son muy diferentes en otras grandes ciudades de Hispanoamérica. El comunicador, en general, carece de elementos que le permitan diseñar estrategias claras, coherentes y flexibles. Por tal motivo, en muchos casos, esos departamentos actúan por intuición o simplemente reaccionan a las situaciones que se presentan en el momento. 1.3. Los objetivos estratégicos Con la visión clara y la estrategia de comunicación diseñada, debemos iniciar el proceso de construcción de los indicadores de gestión. Lo primero que se debe entrar a considerar es que los indicadores deben crearse desde el mismo momento en que se formulan los objetivos. Es un error frecuente que los indicadores se diseñen al finalizar la gestión. Esta práctica puede que no falsee los resultados, pero sí se corre el riesgo de sesgarlos y presentar solo aquellos que favorecen al gestor. Para evitar ese error, se deben formular simultáneamente los objetivos y los indicadores que corresponde. Un objetivo bien formulado debe ser claro y realista. De acuerdo con Félix Matiz (2004) los objetivos deben formularse en términos del cambio esperado en la variable. Además, debe contener cuatro elementos: un verbo que implique acción; un indicador de logro (que consta de un atributo); un elemento de medición del atributo y una fecha para alcanzarla. Por ejemplo: incrementar el nivel de recordación de la marca en 5% en un periodo de un año. 1.4. La variable Detengámonos un momento para hablar de la variable o atributo. La variable es la razón de ser del indicador. En la gestión de comunicación se pueden medir todas las variables que se le ocurran al gestor. Sin embargo, cuando se trata de establecer una medición real y pertinente, es preferible elaborar un sistema de variables apropiado que involucre solamente aquellas cuyo cambio esperamos y que se han establecido previamente en el objetivo formulado. En este sentido, se deben considerar tanto variables de eficiencia – que demuestren el uso adecuado de los recursos-, como de eficacia –que demuestren el logro del objetivo-. Las variables de eficiencia son en general fáciles de medir, ya que en su mayoría son cuantitativas, por ejemplo: costos, uso de recursos o metodologías que conducen a generar cambios, entre otros. El verdadero problema para el comunicador tiene que ver con la identificación de variables de eficacia que, en su mayoría, son cualitativas o atributos (Martínez B, 2005) y que apuntan a demostrar el cambio. Para poder medir atributos, en la mayoría de los casos, se debe recurrir a las percepciones de los públicos objetivos. Pero, la medición cuantitativa de algo tan cualitativo como la percepción requiere superar una dificultad adicional ¿cómo volver numérico algo que por su naturaleza no lo es? No obstante, existen métodos como el diseñado por R. A. Likert y que consiste en una escala de graduación en la cual se representa un continuo bipolar. Según esta metodología, en un extremo se presenta una respuesta negativa y en el otro extremo, una respuesta positiva (Hayes, 2006, p. 66). Entre los dos extremos encontramos los distintos grados que permiten al encuestado cuantificar subjetivamente su percepción. Para cada grado se establece un equivalente numérico, lo que permite calcular tanto frecuencias como promedios de respuestas. Sin embargo, es necesario ser cuidadoso en la forma de medición de los atributos y en la utilización de la metodología propuesta por Likert. Si bien un consenso de respuestas subjetivas no constituye una respuesta objetiva, si permite acercarse a la percepción generalizada que los stakeholders tienen con respecto a un atributo de comunicación. O, lo que es lo mismo, permite acercarse a la percepción que los públicos tienen frente al cambio. 1.5. Escalas y rangos Si los objetivos fueron formulados adecuadamente, la variable o el atributo principal que medirá la gestión, estará contenido en él, al igual que el elemento de medición que determinará tanto la escala en la que será medido como el rango dentro del cual deberá ubicarse el resultado. Entendemos por escala la forma de medición de la variable que puede ser en unidades anuales; en porcentaje; en moneda (bolívares, euros, dólares, pesos); escalas de tiempo (minutos, segundos, horas, días, años) o en promedios de respuestas, cuando se utilizan escalas como las propuestas por Likert. Por otra parte, el rango determina la amplitud dentro de la cual se puede ubicar el indicador para garantizar el logro del objetivo. Este rango estará limitado por un umbral superior y un umbral inferior. Si al finalizar la gestión, la medida arrojada por el indicador se ubica por debajo o por encima de los umbrales trazados, indicará que o bien el objetivo no se logró (desviación negativa) o se superaron las expectativas (desviación positiva). Aquí volvemos a insistir en la necesidad de mantener una coherencia con respecto al encadenamiento. Si el objetivo está formulado en porcentaje, al menos uno de los indicadores que conformarán el sistema de medición, debe estar formulado en una escala porcentual y el rango establecido debe contener la meta fijada. 1.6. Horizonte El otro elemento de importancia en el encadenamiento es el horizonte, es decir, el periodo que abarcará la medición. Al momento de formular el indicador se debe considerar cada cuanto tiempo se va a medir. El horizonte debe tomar en cuenta el instrumento que se utiliza para la medición y la disponibilidad que se tiene de la información. Por ejemplo, si se trata de percepciones que deben ser sondeadas a partir de la aplicación de entrevistas, cuestionarios o encuestas, resulta poco conveniente establecer horizontes de medición cortos, de uno o dos meses. Las personas tienden a cansarse de responder las mismas preguntas, más cuando se les cuestiona en lapsos tan cortos. Si, la información para el indicador es suministrada por terceros, hay que considerar las fechas en las cuales se tiene acceso a dicha información y el periodo al que se refiere. El horizonte de medición es diferente al plazo establecido en el objetivo, pero, para fijarlo, se debe considerar dicho plazo. Es decir, debe responder al tiempo establecido para lograr el cambio de la variable. Pero, puede plantearse para el final de la gestión, si el indicador es de resultado o, para observar diferentes etapas del proceso, si los indicadores son de proceso o de seguimiento. 1.7. Correctivos y ajustes El último elemento en el encadenamiento lógico se refiere a los correctivos o a los ajustes que deben llevarse a cabo en las estrategias. Dentro de los principios de Gestión de la Calidad, el mejoramiento continuo es uno de los pilares que conduce a las organizaciones a crecer y a consolidarse dentro del entorno incierto. Cambiamos para mejorar y ese cambio solo se produce si observamos los resultados obtenidos y aplicamos correctivos. Cuando nos referíamos a los rangos dentro de los cuáles debe ubicarse el objetivo, anotábamos que la medida podía ubicarse por debajo o por encima de los umbrales trazados. Esas desviaciones, tanto negativas como positivas, implican la realización de cambios y ajustes que lleven a mejorar la gestión a futuro. Si el resultado final se ubicó por debajo de la meta prevista, se debe revisar el proceso e identificar en dónde se presentaron los problemas que impidieron el logro del objetivo. El comunicador debe entonces preguntarse ¿cuáles aspectos se deben cambiar para mejorar la estrategia? Si, por el contrario, el resultado final superó la meta prevista, el comunicador debe revisar el proceso e identificar los aspectos que permitieron superar la meta para reconocerlos y potenciarlos a futuro. 1.8. Un ejemplo Para facilitar la comprensión de lo expuesto anteriormente, resulta conveniente incorporar un ejemplo de un indicador de gestión de comunicación. Visión organizacional: En el 2020 seremos la empresa líder del sector, caracterizada por su compromiso con la protección del medio ambiente y por el manejo de relaciones mutuamente benéficas con personal, clientes y proveedores. Estrategia: Mejorar el conocimiento entre proveedores y compañía a partir de la información transmitida por diferentes medios, a todas las personas vinculadas con la compañía y con los proveedores Objetivo estratégico de comunicación: Fortalecer la relación de comunicación con los proveedores, de tal manera que el conocimiento mutuo sea calificado como óptimo, en el lapso de un año. Atributo: Relación de comunicación. Definición: Se considera que la comunicación se fortaleció cuando los proveedores y los miembros de la compañía, sienten que conocen más sobre la gestión que realizan unos y otros. Para determinar el grado de conocimiento sobre la compañía, el comunicador debe elaborar un instrumento (encuesta, entrevista o grupo focal) que le permita verificar que el público objetivo conoce más de la empresa después de implementada la estrategia. Para este caso, se puede pensar en una encuesta con preguntas que son medidas en una escala numérica entre 1 y 5, siendo 5 el grado óptimo de conocimiento y 1 el menor, así: “Para cada una de las siguientes sentencias, califique el grado de conocimiento que tiene con respecto al proveedor (o a la compañía, según el caso) a partir de la información recibida en los diferentes medios. Tenga en cuente que: 5 corresponde al mayor grado de conocimiento y 1 al menor grado” Las empresas proveedoras de la 5 4 3 2 1 compañía son rentables Las empresas proveedoras de la compañía manejan tiempos razonables en sus procesos 5 4 3 2 1 Las empresas proveedoras cuentan con personal calificado 5 4 3 2 1 Las empresas proveedoras colaboran para el logro de nuestros objetivos 5 4 3 2 1 Definidos los instrumentos de medición, debemos continuar elaborando el indicador de eficacia Escala: numérica – promedio entre 1 - 5 Rango Umbral superior: 5 Umbral inferior: 4 Horizonte: Anual 1.9. Conclusiones Con los elementos mencionados, el comunicador está en capacidad de elaborar unos indicadores que demuestren la gestión de la comunicación dentro de la organización. El comunicador debe elaborar un sistema de indicadores que contenga tanto indicadores de eficiencia como de eficacia, de tal manera que esté en capacidad de demostrar que utilizó en forma óptima los recursos asignados para alcanzar las metas establecidas. El sistema de indicadores debe contener solamente aquellas medidas que son relevantes para demostrar la gestión. Un sistema que contenga demasiados indicadores puede enredar la interpretación y desviar la atención del comunicador, quien debe centrarse más en la gestión que en la medición. Referencias Hayes, B. E. (2006). Cómo medir la satisfacción del cliente. México: Alfaomega - Oxford University Press. Kaplan, R., & Norton, D. (1999). Cómo poner la Tarjeta de valoración Equilibrada en Funcionamiento. Harvard Business Review. Cómo medir el rendimiento empresarial, 161-199. Manucci, M. (2008). Impacto Corporativo (1 ed.). Buenos Aires: La Crujía Ediciones. Martínez B, C. (2005). Estadística y Muestreo. Bogotá: Ecoe. Matiz, F. (2004, 22 de noviembre de 2010). Sistema Integral de Control y Evaluación de Gestión: Cómo lograr que los objetivos se cumplan y simultáneamente evaluar el desempeño de sus colaboradores., from http://www.matizyasociados.com/pdf/SISTEMA-INTEGRAL-DECONTROL-Y-EVALUACION-DE-GESTION.pdf Preciado, A. y Guzmán, H. (2011) Usos y prácticas de la Comunicación Estratégica en las organizaciones. Centro de Investigaciones de la Comunicación Corporativa y Organizacional, CICCO, Universidad de la Sabana, Chía, Colombia María Cristina Ocampo Villegas Profesora de la Universidad de La Sabana - Colombia