GOBIERNO DEL ESTADO DE JALISCO SECRETARÍA DE EDUCACIÓN DEL ESTADO DE JALISCO MAESTRÍA EN EDUCACIÓN CON INTERVENCIÓN EN LA PRÁCTICA EDUCATIVA TALLERES EDUCATIVOS QUE PRESENTA LILIA ALEJANDRA LÓPEZ CARRANZA ESTUDI ANTE DE L A M AES TRÍ A EN EDUC ACIÓN CON INTERVENCIÓN EN LA PRÁCTICA EDUCATIVA Jocotepec, Jalisco 12 de octubre de 2013 ENSAYO SOBRE EL DISEÑO E IMPLEMENTACIÓN DE TALLERES EDUCATIVOS Coloquialmente el término taller hace referencia a un sitio donde se reparan, mejoran o perfeccionan determinados objetos, no obstante, dicho concepto se ha ampliado al ámbito educativo, de tal forma que se han convertido en espacios en los cuáles se favorece el aprendizaje y cooperación de forma dinámica. Autores como Gloria Mirebant lo definen como una reunión de trabajo donde los participantes aprenden de forma práctica, basándose en objetivos. Por su parte Natalio Kisnerman es breve al describirlo como una unidad que produce conocimiento a partir de una situación determinada. La implementación de ésta herramienta responde a dificultades que resultarían convenientes de abordarse en forma grupal, buscando aprender a ser, aprender a aprender y aprender a hacer de forma integrada; pretende pues impulsar acciones a partir de la comprensión, análisis y descubrimiento. Es claro que en un taller convergen pensamientos, emociones y actos, elementos que no resultan idóneos para ser analizados de forma cuantitativa, sin embargo resultan interesantes de ser revisados de forma cualitativa. El presente ensayo ofrece una aproximación a la labor que un psicólogo desarrolla en las aulas, lo cual implica un servicio de terreno, un proceso pedagógico y una instancia teórico – práctica, y desde su papel de facilitador tiene la responsabilidad de transformar la forma tradicional de enseñanza, y también de favorecer en el niño la transformación de receptor pasivo a individuo activo capaz de generar conocimiento a partir de sus posibilidades. Lo anterior retoma la premisa de aprendizaje que Frooebel formuló en 1826: “Aprender una cosa viéndola y haciéndola es algo mucho más formador, cultivador, vigorizante que aprenderlas simplemente por comunicación verbal de las ideas”. Para empezar deben definirse objetivos, los cuales obedecen a la problemática, es importante concretar lo que se busca conseguir. En este caso el Tallerista se aproxima a un informante, que pudiera ser el maestro, éste a partir de su experiencia transmite su punto de vista de la situación, lo anterior se conjunta con la observación, considerando las características propias del grupo; edad, nivel educativo, número de asistentes, entre otros aspectos y se coteja la información obtenida. Cabe mencionar que los objetivos son el eje central de la práctica y sin ellos no sería posible una buena praxis, gracias a ellos se delimita la labor que deberá realizarse en el grupo, hablando paradójicamente el objetivo constituye la brújula, ayuda a direccionar y encausar cada una de las actividades. El diseño del método incluye el establecimiento de contenidos temáticos, que deben corresponder al objetivo del taller; por tanto si se busca promover las habilidades sociales en los niños, por poner un ejemplo, es conveniente revisar conceptos como: Asertividad, autoestima, trabajo en equipo, comunicación, empatía, etc. En ésta etapa nuevamente se retoma el contexto y las características propias de la población. La elección de actividades es un punto crucial en el desarrollo del taller, ya que permitirán aterrizar los conocimientos que se intentan transmitir y las aplicará de forma conjunta con la teoría. Dependiendo de la temática y objetivo específico de cada sesión pueden ser dinámicas de presentación; que establecen el primer canal de comunicación entre los presentes, de integración; conocimiento, de resolución de conflictos, cooperativas o lúdicas. Las herramientas y materiales que pueden ser utilizados son ilimitados, diversos; dependiendo de la habilidad del presentador, incluso una simple roca puede resultar útil promotora de reflexión y aprendizaje. Para la ejecución del taller el facilitador se presenta ante los participantes, de ser posible realizando un ejercicio en el que se involucre a todos para “romper el hielo”, se dan a conocer los objetivos, y en un ambiente adecuado se adaptan las actividades, entreverando teoría, práctica, intercambio de ideas, al final se resumen los contenidos y se hace la retroalimentación para asegurar que sea significativo el aprendizaje obtenido. Un taller puede ser llevado a cabo en una o varias sesiones, al culmen del mismo se evalúan los resultados logrados. Basándonos en la Teoría de Piaget sobre las etapas de desarrollo cognitivo; se considera la madurez intelectual y la capacidad que tienen los participantes para percibir las relaciones, por tanto la estructura de los ejercicios debe adecuarse a las posibilidades del niño. Suponiendo que se tienen un grupo de 7 a 11 años de edad (Grupo A), y otro de entre 12 y 14 años (Grupo B), donde encontramos la problemática del “mal comportamiento”, y considerando que cada segmento dispone de un andamiaje distinto se dispone que las actividades dirigidas al grupo A considerarán la capacidad que ellos tienen para centrarse en más de un aspecto y la necesidad de hacer vívido el conocimiento, en el Grupo B será retomada la habilidad lógica formal, de imaginación, de comprender el mundo y de identificar la causa y efecto de determinado estímulo. Kohlberg con su teoría de desarrollo moral establece que durante el desarrollo se van estableciendo estructuras de conocimiento, valor y acción, y que dicha madurez está íntimamente relacionada con la interacción con el ambiente, dicha madurez no tiene relación con la edad cronológica del individuo. Suponiendo en éste caso que el grupo A es de miembros con sentido de mutualidad, conciencia de las reglas de comportamiento y autonomía, se considerarán dichos elementos para realizar la práctica escolar. En caso de que el grupo B proveniente de un ambiente hostil, es probable que carezca de cierta madurez moral, lo cual deberá tomarse en cuenta. Gardner por su parte considera que todos disponemos de inteligencia, la cual puede o no estar relacionada con la brillantez académica. Menciona en su Teoría de las Inteligencias Múltiples la existencia de Inteligencia Lingüístico – Verbal, Lógica – Matemática, Espacial, Musical, Corporal Cenestésica, Interpersonal, Intrapersonal y naturalista. Y establece que disponemos de éstas en menor o menor grado. Ejemplificando lo anterior en el Grupo A encontramos niños que tienen habilidad para expresar lo que les sucede, otros por el contrario, se les dificulta comunicar ideas, sentimientos y percepciones, encontramos también niños con capacidad para analizar, calcular y encontrar soluciones a determinadas situaciones, otros con aptitudes y sensibilidad musicales, así pues, cada elemento del grupo presenta particularidades. Aquí el formador tiene la tarea de dirigir las destrezas de las cuales se dispone para lograr el objetivo. En su tesis Vigotsky menciona la importancia del medio en la reconstrucción interna del individuo, es decir existe un puente entre los fenómenos sociales e individuales y es éste proceso semiótico el que finalmente da sentido a la estructuración de ideas, reflexiones y actos. En la práctica educativa un mismo estímulo puede promover respuestas variables en el receptor, o incluso puede no tener impacto alguno, suponiendo que en el grupo B se trabaja con el tema de “Violencia” encontramos niños que han sido víctimas dentro de sus hogares y otros que no están “marcados” por tal hecho, en éste caso aún cuando reciban información y realicen las mismas actividades, será evidente un impacto particular en cada niño, de acuerdo a su vínculo o desligo de dicha situación. Piaget, por su parte, postula que las nociones de adaptación se dan luego de un proceso de asimilación y acomodación. Dentro de los talleres éste hecho se retoma en diferentes momentos, en el primer acercamiento con los grupos es probable la existencia de cierto abismo, entonces el facilitador debe acortar éste espacio y establecer canales de comunicación acertados, luego de éste se comienza a reajustar la relación entre el equipo. Otra etapa importante en la que se hace presente es en la evaluación, ya que el participante a partir de su vivencia personal retroalimenta los aprendizajes obtenidos y adapta nuevos saberes al escuchar los comentarios de los demás. Citando la Teoría de la Atribución la cual habla de la conducta como resultado de causas externas e internas, durante el desarrollo de la sesión es probable que factores como la suerte, el destino, den sentido a la conducta del niño. Si en el grupo A encontramos a un chico que no tiene interés en el taller, se muestra desatento y no participa aún cuando la información que se transmite tiene gran relación con su experiencia inmediata, es necesario sondear acerca de la utilidad que tiene para el niño tener éstos nuevos saberes, si lo considera importante pero no cree, por ejemplo, que es capaz de transformar su realidad porque piensa que “si no cambian los demás de que sirve que cambie yo” es probable que ésta atribución externa esté obstaculizando el proceso de adquirir nuevas posibilidades de enfrentar determinada problemática. En la ejecución de un taller educativo es importante hacer un análisis, puesto que hay detalles no cuantificables, es conveniente hacerlo de forma cualitativa, mediante una aproximación hermenéutica se traducen, explican e interpretan los hechos ocurridos dentro de los grupos, además se considera la interacción entre participantes, la cual está influenciada por los pares, el grupo, y el contexto. Aquí la principal herramienta del facilitador es la observación, que en la búsqueda de cambios mejore el ambiente de trabajo y favorezca la interiorización de lo que se transmita. Es conveniente así mismo hacer un análisis etnográfico para que a partir del conocimiento de modo de vida, descripción, comportamiento y tipo de interacción se establezcan las bases necesarias para la implementación de recursos pertinentes. Existen técnicas proyectivas que motivan la exteriorización de actitudes y sentimientos subyacentes respecto a cierta situación, entre otros recursos que permiten tener un panorama amplio del espacio en el que se implementa la práctica educativa. Existen elementos inamovibles dentro de la elaboración y aplicación de talleres educativos, el objetivo representa la base de ésta práctica educativa, por otro lado, el desarrollo e implementación de actividades; están sujetos a la demanda y pueden ser flexibles de acuerdo a la necesidad de los grupos. Diversos autores han formulado teorías entorno al desarrollo intelectual, físico y cognitivo del ser humano; la forma en que las personas adquirimos conocimientos, la interacción social; a pesar de que ninguna de ellas explica en totalidad los aspectos que engloba el desarrollo del niño, si sustentan y facilitan el quehacer del creador y aplicador de talleres en espacios educativos. El facilitador tiene el rol acompañar y generar un espacio apto para la generación de aprendizaje, aunque no es por tanto responsable de la experiencia personal del participante. El aprendizaje puede facilitarse, pero es el individuo quien reconstruye; a partir de los conocimientos adquiridos, su propia experiencia interna y subjetiva de la realidad. La labor dentro de un grupo de trabajo es compleja, la interacción con los otros, la historia de vida, el contexto, entre otras realidades, tienen impacto en el ser humano que está en constante movimiento, éste como miembro tiene impacto sobre otros individuos que a su vez dan la pauta a otros modos de interacción y transformación.