HISTORIA DE LA IGLESIA Alba Yesenia Vega Cuxin Semestre 1 Teología Historia de la iglesia en la Edad Antigua Lunes 3 de octubre del 2022 San Agustín de Hipona Su vida como ejemplo de conversión así como la fuerza de la fe y los aportes para la iglesia así la perseverancia de su madre Santa Mónica para lograr su conversión forman parte de la influencia positiva para realizar esta investigación. Aurelio Agustín, nacido en África en la ciudad de Tagaste, un lugar que estaba bajo el poder de Roma, el 13 de noviembre de 354 (actual Argelia), hijo mayor de tres hermanos Navigio fundador del convento de monjas de la orden Agustina y Perpetua quien después de enviudar dirigió dicho lugar, sus padres fueran Patricio funcionario civil y completamente pagano de carácter agresivo, quien se convierte en su lecho de muerte y Mónica madre cristiana y mujer de mucha fe; de familia respetable aun que no rica, San Agustín o Agustín de Hipona como también fue conocido fue Padre y Doctor de la iglesia latina, patrono de los que buscan a Dios, teólogos y filósofos. Agustín recibió una educación cristiana, los 16 años tiene la oportunidad de permanecer ocioso durante un año en su ciudad natal, a la espera de que su padre reuniera el dinero suficiente para enviarlo a continuar sus estudios en Cartago, se dedica así a la diversión y a los placeres mundanos, deleitándose en las actividades prohibidas; y en el año 370 se fue a la universidad para estudiar leyes con el fin de convertirse en un abogado. Una vez instalado en Cartago, continuó con sus hábitos alternando sus estudios con variadas diversiones y continuos amoríos; y a los 19 años llegó a compartir su vida con una joven, de quien no se tienen datos, pero se cree que vivió con ella durante aproximadamente catorce años, con quien tuvo a su único hijo en el año 372, llamado Adeodato. En esa época descubre la filosofía a través de la lectura de “Hortensius” de Cicerón, que lo provoca a buscar la verdadera sabiduría, abandonando los planes familiares de convertirlo en abogado para conseguir algún cargo público. En su búsqueda constante de la verdad, Agustín contempló distintas filosofías sin encontrar aquella con la que se sintiera satisfecho, con su personalidad compleja que durante gran parte de su vida fluctuó entre el ferviente deseo de encontrar a Dios y el cuestionamiento constante que lo obligaba a profundizar su propia fe deseaba entender a Cristo desde la razón y se dedicó a investigar el Antiguo Testamento, lectura que lo decepcionó, por lo que siguió su búsqueda lo que lo llevo a considerar el maniqueísmo y se unió a dicha creencia, que era diferente del cristianismo. Cuando volvió a casa de vacaciones y le contó a su madre sobre ello, por lo que santa Mónica cayó en un estado de gran sufrimiento, se dice que ella se dedicó a la oración para que su hijo recapacitara y aceptara la religión cristiana. De hecho, Agustín siguió la doctrina maniqueísta durante varios años, pero la abandonó decepcionado al darse cuenta de que era una filosofía que apoyaba el simplismo, y favorecía una acción pasiva del bien frente al mal. En el 383, a los 29 años, Agustín decidió viajar a Roma para dar clases de retórica y esta influencia cultural le permitió dar un cambio radical a la orientación de su pensamiento y continuó con su búsqueda de la verdad, su madre quiso acompañarlo, y en el último momento Agustín hizo una maniobra a través de la cual logró abordar el barco en el que iba a viajar y dejar a su madre en tierra. Sin embargo, Mónica tomó el siguiente barco con dirección hacia Roma. Estando en Roma, Agustín sufrió una enfermedad que le hizo caer en cama. Al recuperarse, el prefecto de Roma y amigo personal, Símaco intercedió para que Agustín fuese nombrado magister rethoricae en la ciudad que hoy es Milán. En este momento Agustín seguía siendo adepto a la filosofía maniqueísta. La conversión de San Agustín inicia en este viaje a Milán en donde acepto el cargo de profesor y tras conocer a San Ambrosio quien lo recibe con gran bondad, poco a poco mediante la oración insistente de su madre y el interés inculcado por este, va renaciendo en San Agustín una pasión por conocer y practicar las bondades del cielo, las palabras calaron hondo en Agustín, quien admiró a este personaje y a través de este conoció las enseñanzas del griego Plotino, que era un filósofo neoplatoniano, así como los escritos de Pablo de Tarso, mejor conocido como san Pablo. Todo esto fue el escenario perfecto para que Agustín decidiera dejar de seguir el maniqueísmo (luego de 10 años) y abrazara la fe cristiana; Santa Mónica estuvo muy contenta por la decisión del hijo, le organizó la ceremonia bautismal y le buscó a una futura esposa, que según ella se adaptaba a la nueva vida que Agustín quería llevar. Sin embargo, Agustín decidió no casarse, sino vivir en celibato. Un año después, Agustín se dedicó por entero al aprendizaje y al estudio del cristianismo. Se mudó junto con su madre a Casicíaco, una ciudad ubicada cerca de Milán, y se entregó a la meditación. Fue el 24 de abril del 387 cuando Agustín finalmente fue bautizado por el obispo Ambrosio a los 33 años. Su madre Santa Mónica murió poco después. Tras la muerte de su madre Agustín regresó a Africa, vendió todos sus bienes y lo dono a los pobres y necesitados, trasladándose a una pequeña casa de Tagaste con sus amigos en donde llevó una vida de carácter monástico, fue ordenado sacerdote en el año 390, cinco años después es nombrado obispo junto a Valerio quien era en ese entonces obispo de Hipona y al que un año después sucedió, por lo que se muda a una casa episcopal en el 395, durante este periodo se volvió una figura importante en asuntos de la iglesia y como líder en las luchas contra el maniqueísmo, donatismo, pelagianismo, entre otras herejías de ese tiempo. Como obispo, Agustín tuvo mucha influencia en diversos tópicos y predicó en distintos contextos como los III Concilios Regionales de Hipona, celebrados en el 393 y los III Concilios Regionales de Cartago, que tuvieron lugar en el 397.Además, también participó en los IV Concilios de Cartago, celebrados en el 419. En ambos concilios de Cartago, cumplió las funciones de presidente. En esta época fue cuando escribió las obras más importantes de su vida: La ciudad de Dios y Confesiones. Obras y aportaciones de san Agustín Las obras de Agustín fueron extensas y variadas. Confesiones: Esta obra autobiográfica fue escrita aproximadamente en el 400. En ella, Agustín declara el amor por Dios a través del amor por su propia alma, que en esencia representa a Dios. La obra consta de 13 libros, originalmente reunidos en un solo tomo. Aquí narra cómo fue su juventud rebelde y alejada de la espiritualidad, y cómo se convirtió al cristianismo; se considera la primera autobiografía que se escribió en Occidente, y se enfoca especialmente en narrar el proceso de evolución que tuvo su pensamiento desde su juventud hasta su conversión cristiana. El principal elemento de Confesiones es la importancia dada al ser interior, a observarlo, escucharlo y meditar en función de este. En una palabra, a la introspección, a través del conocimiento propio y del acercamiento del alma es posible llegar a Dios y, por ende, a la felicidad. La ciudad de Dios: El título original de este libro fue La ciudad de Dios contra los paganos. Está conformado por 22 libros, escritos al final de su vida. Tardó para escribirlo unos 15 años, desde el 412 hasta el 426. Esta obra se escribió en el marco de la caída del Imperio romano, como consecuencia del sitio perpetrado por los adeptos al rey visigodo Alarico I. En el 410 entraron a Roma y saquearon la ciudad. Algunos contemporáneos de Agustín indicaron que la caída del Imperio romano se debió al auge del cristianismo y, por ende, a la pérdida de las costumbres esenciales de dicha civilización. Teología y política: Dentro de este libro Agustín habla sobre el carácter supersticioso y de lo absurdo que es para él creer en un dios solo porque se recibirá algo a cambio. Además, en este libro Agustín hace énfasis en la separación que debe existir entre política y teología, dado que expresó en todo momento que su doctrina no era política, sino más bien espiritual. Se cree que fue el primer filósofo en incluir el concepto de progreso dentro de la filosofía enfocada en la historia. Retractaciones: Este libro fue escrito por Agustín hacia el final de su vida, y en él analizó las distintas obras que publicó, resaltando los elementos más relevantes de cada una, así como los elementos que lo motivaron a escribirlas. Cartas: Es una compilación de índole más personal, en donde se contemplan las más de 200 cartas que Agustín envió a diferentes personas, y en las que habló sobre su doctrina y su filosofía. Aportes de san Agustín Teoría del tiempo: En su libro Confesiones, señaló que el tiempo es parte de un orden dado dentro de la mente humana. Para él no hay un presente sin pasado y mucho menos un futuro sin presente, lo logró dar a entender que incluso al recordar se mantiene el humano en un presente (revive el momento), y al soñar con acciones futuras. Aprendizaje del lenguaje: Hace referencia a la manera en que los niños aprenden a hablar por medio del entorno y la asociación. Así mismo, aseguró que mediante el habla solo se busca enseñar, porque al preguntar incluso por algo desconocido, se le permite a la persona que tiene la respuesta reflexionar sobre lo que dirá y exponer su punto de vista libremente, recalcó que la oración era un método de comunicación que se mantenía en el alma, y que servía solo para comunicarse con Dios de manera directa, para calmar preocupaciones y avivar esperanzas. Señalamiento de la fe como búsqueda de la comprensión: Afirmó que se debía “creer para entender”, señalando así a la fe como el método perfecto para el entendimiento, ya que es la base de un testimonio y verdad, mediante la razón del sentir. Con base en ello, invitó a los cristianos a entender la realidad conforme a su fe y las doctrinas impuestas, para que notasen así que todo estaba relacionado. Siempre y cuando la fe no fuese indiferente a la razón, se llegaría a un entendimiento pleno. Influyó en el argumento ontológico: Sus escritos relacionados con la fe cristiana dieron fuerza al argumento ontológico, dejando claro que Dios era un ser como ningún otro podría existir, alguien sublime y supremo, explicando a los creyentes que al conocerle se sabía la verdad. Ilustró a Dios como eterno y conocedor de la verdad: para san Agustín el ser humano era capaz de aprender verdades universales, incluso por encima de su propio conocimiento. Por tanto, al comprender los designios de Dios, se obtenía sabiduría, porque él era la eterna verdad. Creó una teoría del conocimiento humano: Debido a su percepción del conocimiento, creo una teoría conocida como “iluminación divina”, donde menciona que Dios es capaz de iluminar y brindar conocimiento a la mente humana otorgándole las verdades divinas. Por tanto, quien conozca a Dios y tenga seguridad de su verdad universal, puede develar misterios. En resumen las doctrinas que abundan en sus escritos tienen que ver, sobre todo, con su intento de entender y articular las verdades que encontraba en la doctrina cristiana y en las Sagradas Escrituras. En este contexto, el telón de fondo intelectual, perfil y circunstancias de San Agustín contrastan con las de los filósofos de su época. Una de las controversias más importantes encarada por San Agustín fue la que mantuvo contra la iglesia cismática del Norte de África, a saber, la iglesia donatista. Quizá, el enemigo público más conocido de San Agustín fue el monje británico Pelagio. Es de sobra conocida la disputa que mantuvieron San Agustín y él en torno al espinoso problema de la conciliación entre gracia y libertad. Es en esa discusión contra Pelagio que deben enmarcarse sus De spiritu et littera, De natura et gratia y dos tratados Contra Julianum, todos ellos escritos donde se exponen las visiones de San Agustín sobre el pecado original, la sumisión de la voluntad humana, la predestinación y la gracia. Con Respecto a las herejías; es reconocido por luchar fuertemente en contra de las herejías que surgieron en su tiempo, como el donatismo, maniqueísmo, pelagianismo y arrianismo. Sostenía que una herejía era una mala comprensión de la fe y que entonces se trataba de un problema racional. Podemos decir que en su vida antes de ser cristiano, en su afán de conocimiento y su acercamiento a los maniqueos, tuvo contacto con las doctrinas de Platón; y al tiempo de su conversión en el 386 comienza a desarrollar una filosofía cristiana con raíces platónicas, demostrando que ambas corrientes se acercaron en gran medida a la Verdad y que el platonismo coincidía en muchos puntos con el cristianismo. Sin embargo, no confundía ambas doctrinas, sino que afirmaba que era necesario que los filósofos platónicos modificaran ciertos aspectos de su pensamiento y forma de vida, los cuales eran reprobados por la doctrina de Cristo. Dios y alma; estas son las dos grandes ramas del pensamiento agustiniano. Por un lado, Dios, y por el otro, el alma. Dos grandes conceptos que fue capaz de enlazar con las enseñanzas de los neoplatónicos Plotino y Porfirio, hasta darle a sus teorías un enfoque nuevo, que seguirá vigente hasta el Medievo, el platonismo tuvo un gran peso en las ideas de San Agustín, como demuestran algunas de las teorías del sabio de Hipona. Para él, al igual que para el ateniense, la totalidad de la existencia tiene un origen divino. Ambos se acogerán a la idea de la existencia de un “mundo de las ideas”, pero que San Agustín contemplará de un modo diferente: en relación con la creación divina. Dios creó todas las cosas que existen previamente en su espíritu y las ideas son los modelos pensados por Dios para dar forma a dichas cosas. Otra variación del pensamiento platónico lo encontramos en la teoría del conocimiento de San Agustín. Para él, el descubrimiento de las llamadas “verdades eternas” es más un proceso de iluminación interior que una reminiscencia, tal y como defendía Platón. Para el griego el alma tiene en sí misma todas las verdades y por ello el hombre puede acceder a ese conocimiento innato. San Agustín defenderá algo parecido, pero en este caso ese conocimiento llega de Dios, al que podemos acceder a través del alma, la parte de la divinidad que habita en nuestro interior. No obstante, pese a esas divergencias, es obvio que las ideas platónicas tuvieron una enorme influencia en el pensamiento de Agustín. Otro ejemplo de ello es la idea del mal, que ha de ser entendido ontológicamente (la ontología es la rama de la metafísica centrada en el estudio del ser). Del mismo modo que lo más alejado del Ser es el No-Ser, el mal ha de ser entendido no como una creación divina, sino como la ausencia del bien. Es, por tanto, dependiente de la libertad humana. Puesto que el mal no es más que la negación del bien, no le correspondería una existencia autónoma. De esta manera, Agustín de Hipona consiguió infiltrar el pensamiento platónico dentro de las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, dando paso a una filosofía que estaría vigente durante siglos, hasta la llegada de la escolástica. Razón y fe; son dos elementos que San Agustín vincula de manera inseparable. Existe razón en la fe y fe en la razón. Ambas, lo mismo que el conocimiento, tienen un camino con un mismo destino, Dios, y según el sabio este camino pasa directamente por el interior del ser humano: su propia alma. La fe es clave en el pensamiento converso de la filosofía agustiniana. La fe, que no requiere justificación externa para explicarse, es el fundamento de la razón. Tal y como explica en Confesiones, fue la inspiración divina la que lo condujo a él mismo a la fe y esta la que puso fin a largos años de dudas y búsqueda infructuosa de la verdad. Referencias bibliográficas Agustín de Hipona. Lifeder. Recuperado de https://www.lifeder.com/aportacionesde-san-agustin/. Recuperado el 1 de octubre de 2022. Santoral católico, Celebraciones y fiestas de la iglesia. Aciprensa, https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-3162 , Recuperado el 3 de octubre de 2022 https://www.pildorasdefe.net/santos/celebraciones/santoral-catolico-san-agustinobispo-hipona-padre-doctor-iglesia-28-agosto.