Toalla significado bíblico Definición. El significado bíblico de toalla, es el elemento que se elabora a partir de materiales como el algodón o la felpa. Se dice que parece un lienzo gracias a su forma rectangular y su utilidad tiene que ver con el hecho de secar el cuerpo de las personas que le emplean cada día. La toalla es una especie de delantal que puede ceñirse y que en la antigüedad se colocaban los sirvientes de los templos a la hora de efectuar sus labores de servicio. Por lo tanto, su empleo no se remite sólo a aquellos que desean secar superficies o partes de sus cuerpos en específico. Jesús, la toalla y el lavado de los pies a sus discípulos En los escritos del libro de Juan, la toalla se denota como una especie de paño de lino que llevaban los siervos domésticos. Antes de que se realizara la fiesta de Pascua, Jesús ya sabía que se acercaba la hora de partir de este mundo. Sin embargo, amó a los suyos hasta el último de sus días en la tierra. Aconteció que se levantó de la cena y tomó una toalla para ceñírsela a su cintura. Poco después, colocó agua y comenzó a lavar los pies de sus apóstoles, enjuagándolos. Entonces se acercó a él Pedro y le dijo que no estaba de acuerdo con sus actos, más cristo le expresó que si no le lavaba no tendría parte con él en el reino de los cielos. Así lo vemos en Juan 13: 9-10 del siguiente modo 'Le señaló Simón Pedro: Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que es limpio, no necesita más que lavarse los dedos, pues está impecable; y vosotros lo son, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar'. No tirar la toalla Dentro del contexto religioso tiene lugar la frase no arrojar la toalla para expresar que los creyentes no deben rendirse ante las adversidades que les presenta la vida. A pesar de que una persona se sienta cansada y angustiada, con las responsabilidades de sus días, debe seguir manteniendo la lealtad hacia el Señor. Esta expresión podría referenciarse justo con los boxeadores que se enfrentan a diversas situaciones en las que es preciso pelear. En este caso, tenemos que recibir a Jesús y obedecerle como si se tratase de nuestro propio entrenador.
