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Los “nuevos sentidos” espaciales de las metrópolis latinoamericanas

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Los “nuevos sentidos” espaciales de las metrópolis latinoamericanas
Confins
Revue franco-brésilienne de géographie / Revista franco-brasilera de geografia
24 | 2015
Número 24
Los “nuevos sentidos”
espaciales de las metrópolis
latinoamericanas
Os "novos significados" espaciais das metrópoles latino-americanas
Les «nouveaux sens» spatiaux des métropoles d'Amérique latine
Spatial "new meanings" of Latin American metropolises
Amalia Inés Geraiges de Lemos
https://doi.org/10.4000/confins.10327
Notes de la rédaction
Conferência apresentada durante o XV° Encontro de Geógrafos da América Latina, 6 a 10 de abril
de 2015, no Palácio das Convenções, em Havana, Cuba. No final do Encontro foi entregue a
Amalia Inés Geraiges de Lemos o prêmio Milton Santos, atribuído em homenagem ao conjunto
da obra dos vencedores
Texte intégral
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Crédits : Plan du Jardim America (1915-1916). « City of São Paulo Improvements &
Freehold Co. Ltd. Jardim America, Barry Parker & Raymond Unwin, FE.R.I.B.A.
»http://books.openedition.org/editionsmsh/1249
La ciudad de la modernidad
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Las ciudades, en especial las metrópolis, muestran en sus espacios, los paisajes que
percibimos, a partir de sus sitios naturales, son productos económicos, de relaciones
sociales y culturales, son territorios por excelencia de las utopías, -de arquitectos,
urbanistas y planeadores- y el único lugar donde se puede tornar realidad y tentar
construir sus ideales y visiones de mundo, sus reflexiones filosóficas, durante los largos
momentos históricos de sus construcciones.
En la cuestión urbana hoy los principales problema son las contradicciones que
reflejan sus espacios, preocupan todas las disciplinas científicas que se interesan para
presentar soluciones lo más apremiantes posibles, aunque nunca las consiguen en sus
totalidades, pues es una constante lucha.
Así, la ciudad. espacio-tiempo, es objeto multidisciplinar, definida por los mas
diferentes científicos sociales desde la antigüedad hasta los días actuales. Desde la Polis
griega, mostrada por Platón y Aristóteles, a la Roma Imperial del mundo antiguo –mito
perenne de nuestra civilización, a la ciudad medieval, mixta de la villa cristiana entre
muros y la medina musulmana, con sus respectivas diferencias. De la Polis a las
ciudades medievales europeas, que ya poseían el derecho sobre el suelo y la condición
jurídica de los ciudadanos organizados en comunidad, institucionalizados que se
tornaron predicados de la ciudad moderna. De la ciudad barroca a la ciudad del
Renacimiento, las del periodo pre capitalista, al del capitalismo industrial, con sus
fábricas y barrios obreros, desde Europa a América, todas las formas urbanas se
concretizan y se localizan según sus intereses y sus necesidades. Las ciudades de los
días actuales, modernas o pos modernas, las grandes áreas metropolitanas, en especial
las nuestras de América Latina, presentan nuevas formas de producir y consumir sus
espacios en función de otras necesidades tanto sean económicas, políticas, culturales,
en fin sociales.
Diversas y variadas definiciones fueron realizadas tentando explicar e comprender
esas formas geográficas de grandes complexidades. Así Spengler en el principio del
siglo XX, la define como la “Historia Universal es la historia de la ciudad”, o el geógrafo
Vidal de la Blache afirmó que “la naturaleza prepara el local y el hombre la organiza de
manera a satisfacer sus necesidades y deseos”. H Pirenne, historiador, queriendo
explicar la ciudad de la Edad Media muestra su economía y nos dice “en ninguna
civilización la vida de las ciudades se desarrolló independiente del comercio y de la
industria”. En el final del siglo XX afirmamos con Casullo que la define: “La ciudad
capitalista –es la geografía central de lo moderno. Los tiempos reverenciados como
arquetipos se aglomeran y se superponen en el presente abusivo de la metrópolis, que
es museo, multitud y fábrica”. (1989: 161) Y en la pos-modernidad, como definirla?
Tentaremos llegar a ella, este es el objeto de este trabajo.
Diversos filósofos, sociólogos, científicos políticos, antropólogos, arquitectos,
urbanistas y geógrafos, entre otros, en fin un abanico enorme de estudiosos vivieron y
viven preocupados en pensar ese intenso fenómeno urbano, que es el gran tema de la
modernidad o de las modernidades como nos afirma Milton Santos.
Tratando de hacer una profunda mirada desde la metrópolis mexicana, la mayor hoy,
siguiendo por São Paulo, Buenos Aires, Rio de Janeiro, Bogotá, Caracas, Lima, Santiago
y todas las otras, cualquiera sea el número de habitantes que tengan y de las funciones
que desempeñen, procuraremos pensar sus espacios urbanos, a partir de las
concepciones teórico-metodológicas que dieron contenidos a sus formas y que
influenciaron y quizás determinaron las ideas de sus arquitectos, urbanistas y gestores.
Aunque tradicionalmente se miró la ciudad con características objetivas, queremos
tener en cuenta otras visiones, no solo económicas y políticas, como poder llegar a
interpretar algunas formas culturales.
El crecimiento rápido y desordenado que presentaron las metrópolis de América
Latina a partir del inicio del siglo XIX, cuando algunas ya eran capitales de sus países,
pero con mayor intensidad en la segunda mitad, hizo que se buscasen explicaciones
para resolver la problemática social que se presentaba. Los comienzos de la
industrialización, ya a finales del siglo XIX, lanzan nuevas complejidades en la vida
urbana especialmente en los países que todavía guardaban fuertes raíces de la
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esclavitud. El avance de la industrialización y las desilusiones propias, así como las
migraciones tanto externas como internas, trajeron problemas que persisten hasta hoy,
por ejemplo las disparidades socio- espaciales no interior de esas grandes ciudades. La
siempre existencia y permanencia de las dos ciudades, históricamente definidas.
Urbanistas, arquitectos y el propio estado, buscando solucionar el caos existente en el
espacio urbano, recurren a los conocimientos de la rotulada escuela alemana de
sociología urbana. Los primeros a preocuparse fueron Karl Marx, Frederich Engels,
Max Weber, Georg Simmel e Werner Sombart, que forman los teóricos dedicados a
pensar la problemática urbana desde el comienzo del siglo XIX hasta la mitad del XX,
privilegiando en sus enfoques la historia y la cultura. A Max Weber se lo considera
como el autor de la teoría que determina la cuestión del desarrollo urbano occidental a
partir de los caracteres sociales, políticos y económicos que dan origen a la ciudad
occidental y al significado que asume cuando la confronta con la ciudad oriental y sus
orígenes. Le preocupa que la ciudad como institución compacta tenga como
característica la ausencia de relaciones de conocimiento personal. “Aspectos como el
tamaño, la diversidad de ocupaciones industriales y comerciales, la existencia de un
intercambio regular de mercaderías, la clase y el origen de las rentas de sus habitantes,
etc., permiten describir varios tipos de ciudades”. (Galicia, S., en Almeida, F. 1978: 191)
Para Choay, Marx y Engels, aunque habían recibido las influencias de los pensadores
socialistas utópicos del siglo XIX, criticaron las grandes ciudades industriales
contemporáneas sin proponer modelos futuros. En sus orientaciones se definen los
conflictos entre la ciudad y el campo y las influencias que esas confrontaciones tienen
en la historia urbana. Son los padres de los conocimientos sobre la ciudad capitalista.
Para ellos “la ciudad tiene el privilegio de ser el lugar de la Historia”. Choay afirma que
especialmente Engels analiza que “en una primera fase, la burguesía se desarrolla y
ejerce su papel revolucionario. Es allí que nace el proletariado industrial, al cual le va a
caber principalmente la tarea de ejecutar la revolución socialista y de realizar el hombre
universal” (1965: 15). No tienen preocupación de mostrar una nueva orden para el
espacio urbano, porque ella sería diferente a partir del momento de existir una sociedad
sin clases. Dentro de este grupo de la escuela alemana, otra influencia muy importante
fue la de Georg Simmel. Con este autor se conoce la necesidad de un trabajo
interdisciplinar “…y sobre todo el tipo de transformación que favorece el ambiente
metropolitano, a nivel de personalidad”. Se propone esclarecer cual es el tipo de
personalidad urbana. El autor muestra que la extensión territorial y el número de
habitantes en las ciudades, no son variables aisladas, al contrario tienen papel
importante en la personalidad de sus individuos. Sus temas de trabajo son “el individuo
y la metrópolis”, donde destaca la personalidad, la vida metropolitana, el valor de
cambio, la cultura del dinero, la mutación social, psicología de lo urbano, entre otros
temas, que podemos mencionarlo como el primero que se preocupa con los problemas
ambientales que se presentan en las metrópolis. (Bettin, 1982: 7 a 19)
La influencia de estos autores europeos, se hacen sentir especialmente en América
del Norte, donde se forma la famosa “Escuela de Chicago”, donde algunos de sus
participantes fueron alumnos de los mencionados sociólogos. Con este grupo, iniciase
la preocupación fundamental relacionada al carácter especial que el modo de
producción capitalista traía al mundo moderno: la formación de las grandes ciudades
industriales, que estaban naciendo. El suelo urbano ahora podía venderse libremente y
se transformaba en instrumento de crédito, a parte de adquirir valor de capital, lo que
permitía la actividad mercantil, que daba una mayor libertad a la construcción civil. El
suelo urbano quedó convertido en reserva de valor. El entusiasmo de esos autores
frente a la realidad que estaban viviendo, los hizo analizar un fermento económico
intenso, que generaba un dinámico proceso de urbanización que era necesario proteger.
Destacamos como producto de esa línea de conocimiento, lo que se denomina de
“Escuela de Ecología Urbana de Chicago”, como es realmente su título en función de su
contenido, por la importante influencia que tuvo nos sociólogos, geógrafos, arquitectos,
urbanistas, entre otros, en América Latina. Los conceptos y esquemas que dieron base a
esa Escuela, como los de Robert Ezra Park, R. Mackenzie, Ernest W. Burges, Louis
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Wirth y otros, presentan para la ciudad de Chicago, en pleno desarrollo urbano de los
años de 1920, se hacen sentir hasta nuestros días. Ese grupo de investigadores buscó las
relaciones existentes entre los individuos y la ciudad. Al pensar la ciudad, en sus
características socioespaciales, la analizaron como un verdadero ambiente ecológico,
donde se realizaba el complejo comportamiento humano. Para Park la ciudad no es
solamente una unidad ecológica, es también una comunidad económica con una cultura
peculiar, “es el hábitat natural del hombre civilizado”. Park, que fue la cabeza de esa
escuela, inicia la preocupación de investigar la vida cotidiana y la presencia de los
negros e inmigrantes y de las otras personas que él denominó por primera vez de
“marginalizados”. La situación que se vivía en las ciudades de los Estados Unidos, en
especial Chicago, hizo Park establecer una analogía con los animales, en relación a la
lucha por el espacio. Podemos afirmar que con la Escuela Ecológica de Chicago se
desarrolla una fenomenología social típica de la gran ciudad, sobre todo con los
estudios de Louis Wirth, donde hay un tratamiento crítico sobre la segregación y el
urbanismo. En los Estados Unidos ha surgido una nueva sociedad en los primeros
decenios del siglo XX, y por lo tanto, nuevas teorías y nuevos temas de investigación.
De todas las maneras, en ese itinerario que estamos analizando la influencia mayor
que tuvieron y todavía tienen los científicos sociales de América Latina, fueron los
sociólogos y urbanistas franceses, que consideran el objeto de estudio, la ciudad, con
otro mirar, privilegiando la racionalidad y la utopía. El destaque por su gran influencia,
fue el reformista George Eugène Haussmann, alcalde de Paris en la segunda mitad del
siglo XIX, que ejerció un papel determinante por toda Europa así como en toda
América Latina. En Rio de Janeiro como en Buenos Aires, había una lucha interna entre
los organizadores de la ciudad para ver cual de las dos sería la “Paris de América del
Sur”. Igualmente en La Habana que querían convertirla en la “Paris de los trópicos”. A
estos procesos se les denominó de “hausmanización de las ciudades” por los numerosos
imitadores. São Paulo y la ciudad de México, así como varias otras de diferentes
tamaños, también copiaron los proyectos de Paris.
Figura 1 Rio de Janeiro 1910
Photo from USA Library of Congress 19301, Author unknown - http://www.loc.gov/​pictures/​item/​
npc2007019300/​.
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Haussmann, fue alcalde de Paris, no era urbanista, tampoco trabajaba con
planeamiento, pero fue el responsable por la administración y el embellecimiento de la
ciudad. Remodeló Paris de acuerdo con las normas y las posibilidades que le dieron las
técnicas modernas y las nuevas exigencias de circulación del momento. La necesidad de
trazar una nueva infraestructura, como fue la de sacar los obstáculos para una buena
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circulación, la instalación de un sistema de agua y cantarillas, de gas y luz, y de
higienización, la mejor aeración, en resumen la modernización de la ciudad. Razones
políticas y estratégicas de Haussmann y Napoleón III, hicieron de Paris la “Ciudad
Luz”, realizando un nuevo proyecto “urbanístico”. Trazó grandes bulevares, modificó,
construyó y embelleció los parques de la ciudad, Luxembourg, Manceau, Montsouris,
Boulogne y Vincennes. Construyó el gran mercado de pescados, verduras y frutas,
llamado de “Les Halles”.
La importancia del modelo de Paris fue de largo alcance para todos los estudiosos de
la ciudad, en especial arquitectos y urbanistas, hasta la primera mitad del siglo XX. La
bibliografía consultada, sustentada en esos profesionales, muestran que uno de los
cometidos más anhelados por las élites de las ciudades de América Latina, a finales del
siglo XIX y del XX es el diseño y construcción de los grandes parques urbanos. La
existencia de los parques de Paris, de Londres, de Nueva York (Central Park), fueron
precedentes que determinaron la creación de los mismos. Desde 1891 se propone la
creación de tres parques en Montevideo, el parque del Prado, el parque Central y el
parque Rodó. En Santiago de Chile, el parque Forestal en las riberas del Rio Mapocho,
la Quinta Normal y el Cerro Santa Lucía. En Lima el Parque de la Exposición, llamado
después de Santa Beatriz, el nombre de la hacienda original donde se construyó el
parque. En Buenos Aires el parque Parlermo, lugar privilegiado donde la burguesía
agraria paseaba para ver y ser visto. En São Paulo, en las márgenes del Rio de
Anhangabau y de la varzea do Carmo, parque Don Pedro II, en Rio de Janeiro, en el
bosque de la Tijuca, se define un espacio donde se construye un mirante titulado Vista
China, en 1903. En el barrio de la Salus, un jardín suspenso do Valongo, en 1906. En
México el gran parque de Chapultepec al remate del Paseo de la Reforma, en La
Habana, a fines del siglo XIX se comienza a construir un gran parque en los terrenos de
Campo de Marte con un gran lago con caimanes y en el centro una gruta con rocas
coralinas y caracoles marinos y rodeado por una verja de hierro.
La entrada en el siglo XX, es el periodo de la transformación y conformación de los
centros urbanos, el llamado CBD. El centro colonial comienza a cambiar de escala. El
legado histórico era poco significativo y las élites y el capital internacional ya existente
exigían la remodelación. Había una necesidad de borrar los rastros del pasado colonial,
desaparece la Recova en Buenos Aires, las Plazas Mayores de Caracas, Santiago de
Chile, o Montevideo pierden su carácter homogéneo para albergar a los edificios
eclécticos. Las formas ibéricas que componían los centros de las futuras metrópolis de
América Latina, se habían convertido en habitaciones colectivas de una población pobre
que había emigrado de Europa y del campo. Nuestras ciudades habían vivido un gran
crecimiento demográfico y migratorio al mismo tiempo, pues ahora eran ciudades
mercantiles e industriales y algunas capitales y puertos de sus Estados-Nación. La
remoción tenía por objetivo convertir esos lugares para ser los centros neurálgicos de la
ciudad.
Para superar su configuración colonial, las capitales de América Latina, precisaban
adecuarse a las nuevas necesidades funcionales y al aumento da población. Rio de
Janeiro y Buenos Aires ya tenían más de un millón de habitantes en las primeras
décadas del siglo XX. El incremento de la extensión de las ciudades se hace posible
gracias a la introducción de nuevos sistemas de comunicación. El ferrocarril establece el
vínculo esencial con el resto del país que hace posible el traslado de mercaderías para la
exportación y la importación, vitales en esos momentos. También surge el tren de
suburbio y el tranvía posibilitando el vínculo entre el centro y los barrios residenciales,
especialmente de la población de menor poder adquisitivo. Iniciase también el
transporte por ómnibus y en Buenos Aires se instala la primera línea de metro
(subterráneo) de América Latina, en 1910.
El trazado de las avenidas corresponde a la necesidad de jerarquización de los
edificios públicos, administrativos, comerciales y culturales. Las formas urbanas
tradicionales de la estructura social existente, se quiebran, el gigantismo de la ciudad y
la propia lógica de la división social del trabajo exigen una división espacial de la
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ciudad, una jerarquización funcional y social de los lugares fuera de los cascos
tradicionales.
Hay necesidad de criar una monumentalidad y una estructura que permitiera otra
sacralización, ahora laica, para que la burguesía producto de las riquezas agrarias,
pudiera hacer sus representaciones. Los lugares tenían que tener el sentido de
movilidad en primer lugar y en seguida el de la visibilidad, papeles necesarios para la
existencia del naciente Estado-Nación. La capital del país tenía que tener su sentido de
presencia importante en el mundo. Había que legitimar todos los momentos difíciles
que se pasaron para materializar la Independencia del país, la liberación de las
metrópolis ibéricas. Los propios himnos nacionales tratan de representar estas
situaciones.
Otro hecho a considerar, es que a principios del siglo XX se inicia la instalación de las
Facultades de Arquitectura y Urbanismo en la mayoría de los países de América Latina.
Con estos especialistas, fuertemente influenciados por las escuelas francesas, inglesas y
posteriormente norteamericanas, las ciudades van tomando las formas y los contenidos
que se estaban imitando. Así mientras los empleados técnicos del municipio llevaban a
cabo la tarea de ir construyendo la ciudad poco a poco, los políticos y los empresarios
inmobiliarios fueron incentivando una arquitectura y el urbanismo a la imagen de la
generación compartida con los nuevos profesionales. Los edificios construidos durante
ese primer periodo del siglo en toda América Latina, muestra la ciudad con los edificios
monumentales, de gran tamaño, sólidos de magnificencia arquitectónica.
En este período también, primera mitad del siglo XX, los lugares que habitaban las
clases sociales de mayor poder adquisitivo, eran restricta y se busca consumir otros
lugares y otros tipos de habitación, para lo cual el mercado inmobiliario ya estaba
fortalecido y activo. Se comienza a sentir la influencia urbanística de Ebenezer Howard,
con su “utopía comunitaria” en la denominada “ciudad-jardín”. Un modelo urbanístico
que fue puramente estético, para el consumo de la nueva clase rica, porque en América
Latina, no existían los principios que le habían dado origen en Inglaterra, al
pragmatismo de una gran ciudad industrial.
En América Latina llegan la informaciones, según nos informa Cardinal, en su libro
“Ciudad y Arquitectura, seis generaciones que construyeron la América Latina
moderna” de que “las últimas corrientes urbanísticas coinciden con rara uniformidad
en dos características generales: preconizan la edificación por zonas diferenciales y
condenan el trazo rigurosamente geométrico. Esta monotonía de las calles siempre
rectas, siempre semejantes, siempre paralelas, va estereotipando en nuestro espíritu,
quizás sin que nos demos cuenta de ello, un sello de cansancio, de apatía, de esplín”.
Una visión psicológica que el espacio urbano tendía a ser depresivo. Continuamos
citando la autora, urbanista y arquitecta, que menciona la ideología de la época, “la
ciudad ajedrez (referencia a los planos de las ciudades de origen española), es no solo
contraria a los intereses demográficos, sino también a la estética. Es una ciudad sin
poesía. Esto de saber uno que al doblar una esquina, y otra, y otra, hallará siempre la
perspectiva de una calle recta, cruzada a distancias iguales por otras vías igualmente
rectas, no es en efecto una tortura? Además, la ciudad estandarizada es amorfa, carece
de propia individualidad. Una ciudad-ajedrez se parecerá siempre a otra ciudad
ajedrez”. (2012: 133).
Figura 2 Mapa da Nova Vila Viçosa
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Vila Viçosa c.1769. Site da disciplina 'Teoria e História da Arquitetura e do Urbanismo 1' do Departamento de
Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal do Espirito Santo - Brasil. Responsável: Prof. Dr. Nelson
Pôrto Ribeiro, http://thau1ufes.blogspot.com/​
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El gusto por los trazados con calles curvas y formas geométricas variadas, ya existían
en los parques construidos en principio de siglo y en las urbanizaciones elegantes de las
inversiones privadas trazadas por arquitectos. Lo ideal era realizar estas nuevas formas
urbanas en relieves accidentados y cercanos de ríos. En todas las metrópolis de América
Latina se construyeron los barrios-jardines. El comentario del arquitecto entusiasmado:
“su topografía ofrece los encantos del capricho…su plano es hermoso, peregrino y de
inusitada novedad. Para aprovecharse de las condiciones del terreno y consultar el
confort y los efectos pintorescos de gracia y de contraste, ha desechado la regularidad
de la simetría”.
Después de los años de 1930, fueron significativas en el análisis de las ciudades
latinoamericanas, los conocimientos de Le Corbusier. Aunque nació en Suiza, vivió la
mayor parte de su vida en Paris y de esa ciudad hizo sentir sus influencias. Considerado
el autor de la “Carta de Atenas”, resultado de un encuentro de urbanistas y arquitectos
socialistas en la capital de Grecia en 1933. Ese documento fue el verdadero paradigma
para los urbanistas y planeadores de la ciudad moderna. Los cuatros principios que
deberían nortear la organización de la ciudad –las funciones de habitar, trabajar,
circular y el ocio- fueron determinantes en todos los planos realizados en las ciudades
del mundo capitalista en general y el latinoamericano en particular hasta los años de
1980.
Según Barbara Freitag, en Teorías de la Ciudad (2006), menciona algunos elementos
que constituyen la Carta de Atenas y que denomina como “nuevos principios
arquitectónicos de la modernidad”.
-Dominio del paisaje sobre la ciudad construida. El verde pasa a constituir un
espacio de ocio necesario para las ciudades. Ejemplos existentes en todas
nuestras ciudades desde el límite del Rio Grande en México con Estados Unidos
hasta la Patagonia.
Consideraciones de orden climática, luminosidad (sol) y ventilado.
Determinar claramente las cuatro funciones básicas de la vida moderna:
habitar, trabajar, divertirse y circular.
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Haussmann y posteriormente Le Corbusier hicieron “escuela” con sus concepciones
de organización del espacio urbano. Con el primero, se introdujo en las ciudades de
América Latina, los conceptos de higienización, saneamiento básico, la construcción de
parques, avenidas, la arborización entre otros elementos. Principios con los cuales los
arquitectos procuraron dar un orden al caos de los asentamientos espontáneos y
descontrolados del gran crecimiento cuantitativo y cualitativo que tenían las ciudades
en esas primeras décadas del siglo XX. Le Corbusier consolidó con los elementos de la
estructura espacial de las ciudades, antes mencionadas, con las normas que
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determinaron los espacios de la ciudad legal. Aunque, en este último haya un interés de
planear el espacio urbano para que sea lo más diferente posible del espacio existente
para los pobres, que él conocía muy bien en Paris, sin ventilación, sin luz, con la
sensación de apretado, de insalubridad y otras situaciones que se presentan en los
paisajes de la pobreza. Durante el largo período de su influencia, comienza a aparecer
en las ciudades de América Latina, los conjuntos habitacionales, verdadero sembradero
de bloques de habitaciones , pequeñas, localizadas en antiguas áreas rurales, sin ningún
tipo de infraestructuras y por sobre todo sin medios de circulación viaria.
En 1929 Le Corbusier hace un viaje a América del Sur, y sobrevoló ciudades
brasileñas, argentinas y uruguayas, específicamente se preocupó en analizar y proponer
proyectos para Rio de Janeiro, São Paulo, Montevideo y Buenos Aires. Propuso
remodelación de los espacios de esas cuatro ciudades sin interferir en el tejido urbano
existente. A partir de construcción en pilotes con 30 metros de altura, construcciones
en planos diferentes, permitiría verse lado a lado dos centros urbanos, casi sin
interconexión. Parece ser que solamente se concretizó el proyecto para Rio de Janeiro
que hizo galerías y viaductos acompañando la orla marítima atravesada por las playas.
Figura 3 La nueva manzana
http://antoine-basile.blogspot.com/​2013/​09/​la-vision-de-le-corbusier-pour-buenos.html
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Freitag cita Choay, importante urbanista francesa, que nos dice: “…atribuye a todos
los modelos progresistas del urbanismo, del cual Le Corbusier es el prototipo, una
tendencia autoritaria, coercitiva, en que las funciones de habitar (en la casa y en la
ciudad, ambas concebidas como máquinas) subordinan los habitantes a su propia
lógica. Tratase de una visión racionalista, tecnocrática, a-histórica, que ignora
tradiciones culturales y pretende estructurar el presente y el futuro, llevando en
consideración nuevas tecnologías, materiales de construcción e ideas “progresistas”, en
que prevalecen los principios de higiene, de la luz, de la ventilación, de la circulación”.
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Podemos concluir este momento del proceso afirmando que la ciudad industrial de
América Latina construida hasta la primera mitad del siglo XX, fue una ciudad que
destaca la circulación como valor, porque los flujos están progresivamente
prevaleciendo sobre los lugares y los paisajes. La ciudad industrial europea trajo la
experiencia de una inversión de la relación entre los lugares urbanos y los flujos
externos que la ciudad no consigue controlar. Las rupturas territoriales se definen y la
circulación es el factor preponderante. Oliver Mongin nos informa que “el
emprendimiento haussmanniano es visto atravéz de la voluntad de hacer circular
aquellos que no tienen tiempo a perder..” y continua su exposición “porque las grandes
ciudades, en el actual estado de la civilización, son apenas aglomeraciones de hombres
apresados; tanto si se va a la ciudad para producir, para cambiar, para usufructuar,
para aparecer, somos presionados por el tiempo, no soportamos atrasos ni obstáculos
[…]. Una calle recta, ancha y bien pavimentada aproxima y, por así decir coloca en
contacto dos puntos que nos parecían distantes una legua”. (Guy Burgel, citado in
2009: 83) Aquí nos muestra la circulación alzada a valor fundamental, que mas tarde el
funcionalismo de Le Corbusier valorizará todavía más, por el simbolismo de las cuatro
funciones que sustentan sus principios.
Sin embargo, este valor de la circulación tiene un contenido monetario, consagra el
dinero como elemento de permuta y de mediación, nos presenta la circulación
contemporánea, la que no tiene más límites espaciales, con la abertura de los mercados
financieros que Mongin nos dice que es lo que distingue a la tercera globalización.
Continuaré citando el autor en su libro “A Condição Urbana” que nos explica: “…Como
la potencia de la circulación traduce un retroceder frente a la experiencia urbana, que
exige tiempo, ella favorece simultáneamente una inversión de las relaciones entre lo
privado y lo público.” Al salir de casa el citadino debe ganar dinero y tiempo, consumir
y volver a su casa que le resulta una protección del exterior. Ese interior doméstico, no
es un espacio cerrado, de allí se sale y allí se regresa, hay un movimiento que lo privado
domina sobre la propia experiencia pública. Lo privado y lo público se entrelazan; “lo
privado no es “privado” del público, lo público no es olvidar lo privado, mas la relación
de lo privado y de lo público se invierte al mismo tiempo que la relación de los flujos y
de los lugares”. (op.cit. : 83)
En Europa el interés por los estudios sociológicos sobre la ciudad son retomados
solamente en la posguerra. Se inician en la forma de investigaciones empíricas
centradas en los problemas sociales decurrentes de la vida urbana. La realidad de las
experiencias empíricas que hizo tomar conciencia a los investigadores, de un nuevo
papel que se desarrolla en la ciudad transformando las funciones tradicionales y la
sociedad entera que entra en nuevos valores, nuevos comportamientos, otra estructura
socio-espacial y otras consecuencias de la nueva dimensión urbana que caracteriza este
proceso. “…Es evidente que este desarrollo de la sociedad en la ciudad comporta un
inevitable proceso de disolución de la propia ciudad como forma de organización social
y política y anticipa una crisis de más amplias proporciones y de éxitos inciertos”.
(Bettin, 1982:18)
Así dentro de todos estos teóricos de la ciudad que hasta este momento analizamos, y
resultado de las experiencias vividas después de la Guerra, lo que realmente
revolucionó los estudios urbanos fueron las concepciones marxistas que llegaron a
nosotros solamente a partir de la segunda mitad de los años de 1970. Algunos de los
mayores países de América Latina estaban en las manos de las dictaduras militares y
sería imposible tener condiciones de recibir la bibliografía que en Francia ya circulaba a
partir de los años de 1950 y con mayor énfasis en los de 1960. Filósofos, sociólogos,
urbanistas, arquitectos y también geógrafos comienzan a pensar y estudiar un enfoque
renovador de la problemática urbana, a partir de las ideas teóricas del materialismo
histórico. Los conceptos que Marx y Engels escritos en la “Ideología Alemana”,
publicada solamente en 1932, expresan las pautas para analizar la ciudad industrial y la
urbanización capitalista. “La gran ciudad industrial es, para el marxismo, el centro
propulsor de las fuerzas productivas y el lugar donde se genera y se profundiza la
contradicción principal capital-trabajo. Burguesía y proletariado crecen en ella y luchan
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en ella, en cuanto el campo queda reducido al aislamiento y a la soledad”. (Bassols,
Mario y otros. 1988:460)
En ese momento quien trajo a los urbanistas y arquitectos los primeros
conocimientos de los cambios teóricos fue Henri Lefebvre, con su multiforme
experiencia intelectual, se presenta con una formación de raíces entre la filosofía y la
sociología de la ciudad, entre el humanismo y el marxismo que trae una nueva visión a
la sociología de la ciudad occidental.
Lefebvre nace en el sur de Francia en 1900, y por su formación representa el primer
esfuerzo intelectual para comprender la esencia de los problemas urbanos. En sus
primeros trabajos analiza la relación histórica campo-ciudad y la subordinación del
conjunto del territorio a la ciudad. Lefebvre postula el proceso de urbanización
completa de la sociedad y se preocupa con las contradicciones de la ciudad industrial
capitalista y las denuncia como una nueva utopía. Sus estudios hacen un balance
negativo de lo que denominan progreso, -el grande mito del siglo XX- resultando de ese
proceso de urbanización, de las formas urbanas desordenadas.
En su libro “La Construcción del Espacio”, los estudios parten de la relación espaciotiempo y escribe: “El espacio no es sino la inscripción del tiempo en el mundo, los
espacios son las realizaciones, las inscripciones en la simultaneidad del mundo externo
de una serie temporal que incluye los ritmos de la ciudad, los ritmos de la población
urbana. La ciudad es el desdoblamiento del tiempo, de aquellos que son sus habitantes.
E es por causa de ellos que tenemos que organizarlas finalmente de una forma
humana”. (1974)
Dentro de esa visión marxista de la ciudad, tenemos que mencionar Manuel Castells,
Jean Lojkine, Jordi Borja, entre otros, que fueron los representantes más activos de esa
nueva corriente de los estudios urbanos. De estos el autor que más llama la atención es
Castells. Nació en España, pero exiliado en Francia por el régimen franquista, fue
alumno de Lefebvre y de Alain Touraine. Sus trabajos con nuevas concepciones teóricas
y sus investigaciones empíricas, expuestas de forma sistematizada, dieron una nueva
interpretación a la Sociología Urbana. Con la publicación de sus libros, en especial la
“Cuestión Urbana”, en francés en 1970, en español en 1974, tuvo 22 ediciones y
publicada en siete idiomas convirtiéndose en paradigma de los estudios realizados en
urbanismo y en otras Ciencias Sociales, así como en Geografía Urbana, especialmente
en América Latina. Sus propuestas de investigación para los procesos urbanos tanto de
los países capitalistas avanzados, como los de economías dependientes, fueron muy
creativas y también debatidas. Los intereses por sus obras y sus conceptos llevaron
científicos sociales de todas las disciplinas a hacer cursos e investigaciones en Francia, o
en los países de América Latina donde Manuel Castells era muy solicitado.
Castells parte de las categorías del materialismo histórico para construir nuevos
instrumentos teóricos de análisis de la problemática urbana como “la articulación
específica de las instancias de una estructura social en el interior de una unidad
espacial de reproducción de la fuerza de trabajo”. Todavía más, considera los estudios
urbanos una complexidad teórica y al mismo tiempo una práctica política, mismo
porque la intervención del Estado y la lucha de clases se encuentran en la propia
esencia de la cuestión urbana contemporánea. “Por otro lado sus estudios sobre
movimientos sociales urbanos no favorecen siempre la hipótesis marxista de
transformación social, por lo menos porque documentan muy bien la aparición de
nuevas figuras sociales, diferentes del movimiento obrero organizado, en la escena del
conflicto, adoptando prácticas políticas de efectos alternos e inciertos, pero
diferenciados y originales”. (Bettin, op. Cit.: 19) Sin embargo, no podemos ignorar que
la contribución teórica más importante, es sobre la reflexión que hace sobre las
relaciones entre el Estado, el consumo colectivo y la vida urbana. Su preocupación
principal se concentra en la estructura urbana de la ciudad, definida entre las
instituciones y los movimientos sociales urbanos. También no podemos ignorar que
Castells hace un profundo estudio de la sociología urbana existente en su tiempo que la
llama de ideológica y que lo lleva a proponer los conceptos que ya expusimos. Presenta
nuevas formas de interpretación, especialmente al campo de la lucha de clase que se
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traslada del sindicato en el espacio de la fábrica, a las calles de las ciudades por
exigencias de las necesidades del cotidiano, llevado a las luchas urbanas por las
desigualdades sociales.
Figura 4 Bogotá
Foto Hervé Théry
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En la segunda mitad del siglo XX, especialmente después de los años de 1960, las
influencias de teorías y prácticas urbanas fueron transferidas de Europa, especialmente
Francia para los Estados Unidos, tornándose hegemónica para las ciudades de América
Latina. Los paisajes citadinos nos muestran los rascacielos, los edificios de varios pisos,
o sea las construcciones verticales, la introducción de viaductos, avenidas elevadas,
túneles, que permitan el transporte urbano por y para el automóvil, los ómnibus y todos
los medios de circulación por carreteras. El transporte por tranvías y trenes, típico de
las ciudades francesas, quedó en la historia. Los paisajes de las ciudades se
transfiguraron por la multiplicación de los automóviles particulares que comenzó a
congestionar las calles y avenidas, tanto en los centros urbanos como en las áreas
industriales metropolitanas. Hay infinitos congestionamientos de tránsito, de
contaminación del aire, la irritabilidad de los motoristas. Las veredas de peatones
fueron invadidas por estacionamientos de autos, autorizados y clandestinos. En
realidad la gran influencia en el habitar, trabajar y divertir, en las metrópolis
latinoamericanas, no vinieron solamente del modelo racionalista francés. Jane Jacob,
escritora estadunidense, en 1961, ya escribía criticando la lógica del capital, de la
propiedad de territorios urbanos, y el uso del automóvil no permitían la práctica de la
ciudadanía y del buen vivir. Los espacios urbanos de todas las ciudades grandes y
medianas desde el rio Grande en la frontera de México con USA hasta la Patagonia en
Argentina, reproducen el modelo de planeamiento y de producción espacial de Estados
Unidos, los condominios cerrados, los shopping center, los hipermercados, las nuevas
costumbres de consumo. Esta nueva organización del espacio urbano, trajo nuevas
formas de comportamientos: no hay más urbanidad, civilidad, solidaridad, entre los
habitantes, individualismo exacerbado, lo que Sennet describió para las ciudades de
Estados Unidos, se extendió a todas las metrópolis y ciudades de América Latina.
Urbanidad o tornarse urbano según Sennett, que también es un autor americano que se
preocupa en analizar las ciudades, significa una calidad de la ciudad, con condiciones
de promover actitudes y modos urbanos, morales y humanos entre sus habitantes. Esas
cualidades permitirían tener actitudes de pulidez, refinamiento, civilidad, , cortesía,
condiciones que piensa que se perdieron en la ciudad de hoy, con los grandes cambios
que fueron introducidos con la globalización de la economía.
Mongin nos dice que : “Si toda ciudad es singular, si el tipo ideal de la ciudad jamás
conoció la realización perfecta, si no hay una buena definición de ciudad al despecho
del papel histórico de la tradición utópica, la condición urbana, entendida en su primer
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sentido, se asienta en una paradoja: aquel de un espacio finito y limitado que torna
posible las prácticas infinitas. La urbanidad, la vida común y pública, caminan junto
con una cultura de los limites indisociables de una entidad circunscrita que coloca en
relación un fuera y un dentro, valorizando así una proximidad.” Con la citación de
Mongin (2009:139) podemos finalizar este periodo, afirmando que las utopías de un
urbanismo y un planeamiento existente hasta prácticamente los años de 1970 no
consiguieran ordenar o organizar un espacio que ultrapasa las normas y los ideales de
sus teóricos., que le otorgaban esencia a la modernidad. La ciudad de la sociedad
industrial tenía como paradigma dominante la razón universal, el funcionalismo
simplificado y especializado junto a una democracia representativa y racional. La
estructura urbana dominante era jerarquizada y la construcción de las ciudades
industriales se transformaron en las metrópolis. Los espacios de las relaciones sociales,
en esta organización urbana resultaban integrados dentro de un conjunto más amplio,
entreabierto y de base nacional.
Periodo de la ciudad “global”.
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Los conceptos de la pos modernidad, coinciden con lo que se llamó de globalización.
Un discurso que trae junto conceptos económicos, políticos y culturales. Una definición
que alcanza la noción de intensa movilidad de la comunicación global, “y la
neutralización del territorio y de la distancia”(Sassen, 2007:125) Milton Santos
denominó este periodo del “medio técnico-científico-informacional”. Sigue Santos
informándonos: “Con la globalización del mundo, las posibilidades de un enfoque
interdisciplinar son mayores y más eficaces, en la medida que al análisis fragmentador
de las disciplinas particulares puede más fácilmente suceder un proceso de
reintegración o de reconstrucción del todo.” Continua el autor citado: “En ese proceso
de conocimiento, el espacio tiene un papel privilegiado porque cristaliza los momentos
anteriores; y es el lugar de encuentro entre el pasado y el futuro, mediante las
relaciones sociales del presente que en él se cristalizan”. (1996:105) Así, el tipo de
trabajo que propone una visión de la totalidad debe ser posible a través de la suma de
estudios particulares. La globalización de las relaciones sociales, como el pasaje a la
modernidad actual necesita de un análisis más amplio. Es en este momento que el
territorio ya contenía un conocimiento mayor de técnica y ciencia se le suma el
conocimiento de la informática. “Se puede incluso decir que el territorio se informatiza
más y más rápidamente que la economía o que la sociedad. Sin duda, todo se
informatiza, pero en el territorio ese fenómeno es aún más evidente porque su
tratamiento supone el uso de la información, que está presente también en los objetos”.
(op.cit.107) Con el aumento de los objetos geográficos diferentes aumenta el número de
flujos que esos objetos pueden recibir y trasmitir, tanto desde el punto de vista
cualitativo cuanto cuantitativo, haciendo que el territorio cambie de definición.
Por otra parte Sassen expone que como consecuencia de esta situación se está
formando una nueva geografía de la centralidad en el nuevo siglo, el XXI, “la ciudad
resurge como espacio estratégico para entender tendencias críticas en la
reconfiguración del orden social”. (op.cit. 129)
Figura 5 Flujos urbanos Rio de Janeiro
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http://correiodacidadeonline.com.br/​estudo-do-ibge-mostra-integracao-entre-municipios-brasileiros/​
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El significado de este momento histórico que Milton Santos denomina de la
existencia de un “medio técnico-científico-informacional” determinando los procesos
económicos, políticos, culturales, migratorios, jurídicos, que producen y determinan los
espacios y territorios a nivel mundial. Se realiza una nueva geografía, en diversos
planos, que dependen de los flujos que le corresponden por un pasaje de lo social como
sociedad, de lo social como movilidad, ellos no pueden tener la misma capacidad de
presión. Sassen afirma que las características de ese momento son “la hipermovilidad,
la capacidad de comunicación global y la neutralización del territorio y de la distancia”.
(2007: 125) Para nosotros geógrafos, este último elemento, es de fácil réplica. Los flujos
de este dinamismo son más intensos y se sitúan en lugares y estos son los fijos del
espacio con las diferentes especializaciones de los territorios. Históricamente había una
comunicación individual de los lugares en el mundo, hoy hay una comunión global de
los lugares, “una interdependencia universal de los lugares es la nueva realidad del
Territorio”, afirma Santos. Todavía más, consecuencia del momento vivido, el autor
citado nos dice que ese “Territorio es un conjunto de formas, pero el territorio usado es
el conjunto de objetos y de acciones, sinónimo de espacio humano, espacio habitado. El
análisis de la fluidez puesta al servicio de la competitividad, que hoy rige las relaciones
económicas, todavía pasa por allí. De un lado, tenemos fluidez virtual, ofrecido por
objetos creados para facilitar esa fluidez y que son, cada vez más, objetos técnicos. Pero
los objetos no nos dan sino una fluidez virtual, porque la fluidez real viene de las
acciones humanas, que son cada vez más acciones informadas, acciones normalizadas”.
(Santos, 1996: 122, 124)
En este proceso la geografía trabaja con dos conceptos de lugares. El exigido por los
flujos, de modo que cada lugar se define tanto por la existencia corpórea como por su
existencia relacional. Se definen también por su densidad técnica, por su densidad
informacional y por su densidad comunicacional, cuya función que los caracteriza y los
distingue. (Santos, 1995: 147). Se definen también los lugares como de funcionalización
del mundo es por el lugar que el mundo se percibe empíricamente. Es el dominio del
acontecer solidario, que no es de connotación ética o emocional, es de las normas
hegemónicas del mundo globalizado. Por otro lado también, trabajamos con otro
contenido del concepto de lugar, un sentido que se viene conociendo a partir de la
década de 1970, que es el de lugar como espacio percibido y vivido, dotado de
significado y que manifiestan “el sentido del lugar” y la “imagen del lugar”. Un concepto
de lugar que tiene una dimensión cultural-simbólica, con lo cual nos preocupan
cuestiones como las identidades, la intersubjetividades y los intercambios simbólicos
que viven otro cotidiano y otro tipo de flujos.
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Figura 6 Periferias de São Paulo
Foto Hervé Théry
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La tercera globalización urbana (como la rotulan los científicos sociales franceses), no
nos trae el “fin de los territorios”, como nos decían los apocalípticos del momento, al
contrario, se forma una nueva configuración territorial con los nuevos conceptos de
ciudades globales. Megaciudades, megalópolis, metrópolis y cualquier otra
denominación que tengan las formas existentes, traen en sus contenidos otras
economías, otras relaciones políticas y sociales en diferentes escalas, pero que va de lo
local a lo global. Sea esta afirmación como situaciones para las ciudades europeas como
para las latinoamericanas: México, São Paulo, Rio o Buenos Aires o cualquier otra, no
existe la posibilidad de que estas ciudades no sufran los choques de la globalización en
el plano del territorio, porque estarían siendo dirigidas y determinadas por los flujos en
sus diferentes lugares. La cuestión urbana se define por la lucha de los lugares y a la
lucha por los lugares. Citamos nuevamente Mongin: “El tipo de lo urbano, en adelante
mundialmente fragmentado, hace resaltar una cultura urbana, originalmente europea y
doblemente marcada por la voluntad de circunscribir límites y por un respeto de la
proximidad a un “planeta urbano” que empuja los límites, en el doble sentido de la
megaciudad (ausencia de límites demográficos, abandono de lo humano…) y de la
ciudad global (aquella que tiene a ver con los flujos y con la falta de límites de lo
virtual)”. (op.cit.:140)
Así mismo, hay toda una parafernalia de palabras para mencionar lo urbano de las
ciudades que nos llevan a una gran confusión. En cual término existe realmente el
contenido de lo real. Se puede hablar de urbano en un mundo sin urbanidad o sería
mejor mencionar la sociedad como pos industrial, pos urbano, o sociedad en rede como
la denomina Castell. Françoise Choay por su vez se refiere a las expresiones
“civilización urbana”, “urbano”, “pos ciudad” como sinónimos ya desde 1970. Hay otras
denominaciones de economistas, urbanistas, que no nos interesa desarrollar. Hay sin
duda un movimiento de nuevas territorialidades producto del liberalismo económico y
del nuevo papel del Estado. De cualquier manera comienza existir una busca por parte
del mercado inmobiliario de otros lugares para la proyección de los flujos de esas
nuevas ciudades. Arquitectos y urbanistas denominan estas nuevas formas de edificios
inteligentes con todas las condiciones exigidas por la técnica y las nuevas formas de
consumo. La tercera globalización hace una ruptura histórica socio espacial.
El urbanismo que deseaba racionalizar la prevalencia del centro sobre la periferia, de
los lugares sobre los flujos, de lo público sobre lo privado, la separación de los espacios
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en consideración a una conflictualidad y a la heterogeneidad, está siendo reemplazada
por el predominio de los flujos sobre los lugares, hay un intenso movimiento de
privatización y un proceso de fragmentación espacial que el nuevo urbanismo ya había
puesto en movimiento. El mercado inmobiliario produce nuevos lugares para esa nueva
economía.
La nueva organización espacial afecta directamente los territorios porque jerarquizó las
“ciudades globales (donde domina la lógica del entre sí), las mega ciudades (donde la
dimensión étnica es decisiva) o de comunidades de carácter inédito”. Continuo citando
Mongin: “Indisociable de la economía (la ciudad global), de la tecnología (la ciudad
virtual), de la reestructuración del Estado (las nuevas formas de gobierno dan valor a
las entidades urbanas, las regiones, y fragilizan los Estados centralizadores), el
movimiento de otros territorios poseen particularidades considerables”. Hay una
absoluta necesidad de comparar los lugares, y destacar las particularidades estéticas y
humanas de cada uno de ellos, es una situación forzada de entender los movimientos
básicos que exigen una nueva configuración a los territorios. Lo que denominan de
“urbano generalizado” está en conjunto con la prevalencia de los flujos, si los lugares
están interconectados, si es posible conectarse a cualquier punto de la red, es un ilusión
engañosa pensar que tendremos un mundo unido y solidario consecuente de ese nuevo
urbano. “Realmente, si la fragmentación en curso pide contra ataques políticos, lo
urbano se fragiliza todavía más en la medida que las tecnologías corroen la relación
urdida con lo real, con el ambiente inmediato, en suma, la relación con un mundo que
es preciso habitar”. Destaco la opinión de Mongin: “No es por acaso que la geografía y el
urbanismo son hoy disciplinas muy procuradas, a despecho de su papel marginal en la
vida intelectual francesa. El carácter concreto, físico y espacial de la geografía y del
urbanismo tiene el mérito de tornar visible lo que se pasa efectivamente en la era de la
orquestación de lo local y de lo global. La época no está, por lo tanto, para la celebración
del “fin de los territorios”. (op. Cit. 2009: 149-152)
Para las metrópolis de América Latina, podemos apreciar lo que afirma Milton
Santos que nos dice que “actualmente, la metrópolis está presente en todas partes y en
el mismo momento. La definición del lugar es cada vez más en el periodo actual, la de
un lugar funcional a la sociedad como un todo. Los lugares serían lugares funcionales
de una metrópolis. Y paralelamente a través de las metrópolis, todas las localizaciones
se vuelven hoy funcionalmente centrales”. Continua el maestro, a pesar de su ausencia
física, diciéndonos: “Sin duda, antes, la metrópolis estaba presente en ciertas partes del
país. Digamos que el núcleo emigraba hacia el campo y hacia la periferia, pero lo hacía
con desfases y pérdidas, con dispersión de los mensajes y órdenes. Si a lo largo del
tiempo, el espacio se volvía más y más unificado y fluido, faltaban sin embargo las
condiciones de instantaneidad y simultaneidad que solamente hoy se verifican.”
(Santos, M. op. Cit., 1996: 117) Consecuencia de esas circunstancias ni el espacio se
disuelve, ni el tiempo se desvanece. “Existe una verdadera desmultiplicación del
tiempo, debido a una jerarquización del tiempo social, gracias a una selectividad aún
mayor en el uso de las nuevas condiciones de realización de la vida social”.
Los lugares de esta sociedad informacional, son de una rápida simultaneidad, que no
es producto del tiempo físico, si no del tiempo social, de la realización de la vida social.
Ese tiempo definido, se realiza en las metrópolis, que abarca todo, que “lo trasmite a
todo el territorio el tiempo del Estado, de las multinacionales y grandes empresas”. En
las otras ciudades de la red urbana del espacio, existen “los tiempos subalternos y
diferenciados, marcados por dominaciones específicas”. (Santos, op. cit.: 1996: 118)
Continuamos citado Milton Santos, porque el contenido de este texto está más actual
que nunca: “Ninguna ciudad “llega” a otra ciudad con la misma celeridad que la
metrópolis. Ninguna dispone de la misma cantidad y calidad de informaciones que la
metrópolis. Informaciones virtualmente de igual valor en toda la red urbana no están
igualmente disponibles en términos de tiempo. La inserción de una ciudad en el
sistema más global de informaciones virtualmente de igual valor en toda la red urbana
no está virtualmente disponible en el mismo tiempo. Sin dudas, el tema enfocado por
Santos, nos lleva a seguir considerando sus enseñanzas cuando define que la nueva
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jerarquía de las metrópolis está definida por la jerarquía de las informaciones. Una
nueva circunstancia, enfrentada por nuestras metrópolis, es “una interrelación más
fructífera entre las aglomeraciones del mismo nivel, una nueva realidad del sistema
urbano”.
Figura 7 Redes de información
http://noticias.terra.com.br/​mundo/​brazil-no-radar/​blog/​2013/​07/​25/​rede-de-cabos-submarinos-aumentainteresse-da-inteligencia-dos-eua-pelo-brasil/​
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Así en ese sistema urbano generalizado, producto de esa tercera globalización, no
representa más los valores que le eran propios como el lugar de acogida, de la libertad,
de la cultura, hoy se confunde con los espacios que son comandados por intereses
externos y por la fuerza de los flujos. Históricamente la ciudad integraba por dentro lo
que venía de afuera, la ciudad libertaba, emancipaba, aunque también imprimía
temores por lo desconocido. Algunas se han convertido en el “lugar de la memoria”, que
Choay escribe “que lo urbano se tornó un sustantivo, nosotros asistimos al
desaparecimiento del tipo de aglomeración que el Occidente denominó ciudad…”
(citado por Mogin, 2009: 161), que tenía una relación privilegiada con su ambiente, y
que contenía los flujos que la atravesaban y al mismo tiempo recibía las poblaciones
que a ella llegaban. Esa ciudad de hoy, ese espacio metropolitano que tentamos
analizar, y que tanto preocupa urbanistas y arquitectos porque lo ven genérico, caótico
y segmentado, donde sus lugares reciben una intensidad de flujos que solamente los
domina participando de una red de ciudades, regionales o mundiales, ella misma
jerarquizada. La geografía que con base teórica en una metodología marxista había
abandonado ciertos conceptos propios de su concepción teórica los recupera como el de
lugar, región, red urbana, entre otros.
De la ciudad industrial a la ciudad del consumo, o de la ciudad moderna a la ciudad
pos moderna, rótulo que carga un contenido de “ilusión”, como afirma Otilia Arantes.
Continua la autora: “Modernidad y pos modernidad no son pues alternativas (a ser
elegidas en una especie de bazar cultural), mas pasos unificados de un mismo proceso
de ajuste de la sociedad a las revira vueltas que da el capitalismo para continuar lo que
siempre fue, y de cujas metamorfosis el paisaje urbano es la fachada más visible”. La
autora hace un enfrentamiento en cuanto al papel de la arquitectura moderna en la
construcción de las ciudades de América Latina y en lo que ahora quieren reformar
chamando de pos moderno. Continua afirmando que lo que era “la línea de frente del
progreso”, dejó de existir para convertirse en lo que varios arquitectos denominan de la
ciudad fea por el modelo modernizante, creyendo poder modificarla buscando un
“lugar” de contenido simbólico fuerte, de prácticas sociales sedimentadas en la
tradición como justificativas. Se pregunta Otilia Arantes se estas manifestaciones serían
una iniciativa pos moderna? Y ella misma se responde afirmando que las iniciativas del
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final de siglo XX de preservación del patrimonio histórico (arquitectónico) cuanto su
entorno, se transformaron en un discurso ideológico de los gestores urbanos “como
formas de recomposición de una identidad o de una vida social inexistente –una especie
de panacea que por veces no pasa de recurso publicitario, cuando no, inclusive, de
inhibición y control cultural e social. Lo que acaba ocurriendo es, en la mayor de las
veces, una espectacularización de lo urbano, una especie de escena de una vida pública
que hace mucho dejó de existir”. En la práctica lo que realmente sucedía es que era una
forma de escamotear los conflictos y de excluir población. La ciudad “comunicante” ese
era el nuevo paradigma para algunos urbanistas y arquitectos, la pluralidad era
reducida a un décor cultural. Al lado de la tradicional especulación inmobiliaria, existen
ahora “fisionomías urbanas definidas por una nueva estrategia empresarial que asumió
la función de estimular las identidades locales, a través de la creación de imágenes
enfáticas de un mundo higiénico y libre del fantasma de anomia social.” (Arantes, 1998:
12 a 14)
El Estado-mercado de las ciudades de América Latina, en especial en los lugares de
las metrópolis, y también en todas las escalas de lo urbano, donde el consumo es
especialmente de los espacios de contenido simbólico, transforma a partir de la
producción y de los cambios en lo material y el significado de la ciudad. Lo que los
urbanistas y arquitectos ingleses denominaron de “Gentrification” a las reformas
producidas en el casco antiguo de Londres, el lugar de origen de la ciudad, los
profesionales latinoamericanos quieren copiarlo para nuestras ciudades, en especial
para las metrópolis. Visión eurocentrista de un modelo que se desea imitar pero que
para nosotros tiene otro u otros contenidos. Citaré Costa para explicar estos procesos.
Define lo que denomina de “dialéctica de la memoria” “a la tendencia a la
resignificación de las ciudades, o de parte de ellas, y del paisaje producido por
intermedio de los mecanismos modernos de la patrimonialización global”. Concibe la
“dialéctica de la memoria en los procesos de recualificación y renovación urbanas,
cuando abandonamos a la esencia y la propia presencia física de las cosas, que al mismo
tiempo, tentamos rescatar; lógica en la cual Walter Benjamin (2000, p.43) percibe la
destrucción de la aura en el bies de una urbanité cannibale, de una actitud circunspecta
en la destrucción y reconstrucción de los objetos y de los lugares de la vida cotidiana.
En esa tendencia, ciudades del mundo entero vienen sufriendo procesos de
intervención en áreas elegidas por el Estado-mercado, en la estera de las políticas
públicas” (Costa, 2011: 88) y que así como en la época de Hausmann también queremos
imitar.
Después de los años de 1960, en todo el mundo comienzan a realizarse los procesos
de renovación, rehabilitación, recualificación, revitalización y re funcionalización de los
centros históricos. Diversos términos para usar paradigmas que significan la
intervención directa de gobernanzas urbanas que en general sustentan el capital
financiero internacional. Este capital sigue lógicas individuales mascaradas por el
propio Estado para reformar el territorio urbano, que les interese. “Las políticas de
intervención en áreas elegidas de la ciudad responden a una inteligencia global,
representada por un Gobierno Global (BID, FMI, BM), no nacional o regional, un
Gobierno que elige lugares, siendo ciego. Esto parece unas paradoja, entre tanto es
ciego para su alrededor, pero, preciso y determinado para sus intereses como nos dice
Santos (1999: 11), en el análisis de ese Gobierno Global: “ciegos, saben bien donde
pisan, tienen visión de mercado y de negocios”. (Costa, 2011: 89)
Continuamos citando Costa: “La renovación de las ciudades, por su vez, dice respecto
a los proyectos de modernización del territorio, con cambios formales, de manera que,
por veces, propicia la demolición de bienes construidos. La revitalización está más
relacionada “ a la dinamización cultural, turística y de consumo, con inversiones en
proyectos de reforma y embellecimiento de los frentes de los edificios y de los espacios
públicos, con seguridad pública y ocio, a fin de retomar el efecto simbólico de la
memoria histórica del lugar, en el cotidiano de las personas que usan y ocupan el
territorio” (Colvero, 2010: 40, citado por Costa, op. Cit.: 90)
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Recualificación, renovación y re funcionalización urbanas (cada una de ellas tiene un
significado), son los procesos más interesantes de intervención que puedan preocupar a
la geografía, ya que el foco es la transformación territorial urbana por la
“recolonización” de las áreas centrales de la ciudad. Citamos Costa que se sustenta en
Smith y nos dice: “los aráutos de la estrategia de renovación y regeneración urbanas
mascaran los orígenes sutilmente sociales y los objetivos de cambio urbano, apagan las
políticas de ganadores y perdedores de donde emergen tales líneas de acción, cuando
“un segundo silencio sistemático es el de los perdedores”. Pero también Jameson (1997:
120, citado por Costa. Op.cit. : 92) nos informa que ahora la arquitectura está
direccionada para los centros de las ciudades. Se coloca en cuestión el monumental
atractivo. “El apetito por la arquitectura en nuestros días, por lo tanto […], en realidad,
debe ser deseo del alguna otra cosa”. Continua Costa diciendo que Jameson (1997) cree
que hay una nueva dirección, un apetito por la imagen, por la fotografía, por lo que la
publicidad divulga; lo que queremos consumir, hoy, no son los propios edificios, que
mal podemos reconocer; los centros urbanos se tornaron algo insípido, hasta que
recordemos sus imágenes. Las ciudades están envueltas por la lógica dispersiva y
disyuntiva del capitalismo, que tiende a pocas totalidades –a pesar de los discursos
enunciados- como la totalidad de rentas, metamorfosis de áreas especiales de las
ciudades, pero en última análisis a la elitización de las áreas urbanas centrales. Como
afirma Arantes ya antes citada, es la espectacularización de la ciudad, que los
arquitectos y urbanistas, inventaron para poder modificar un poco lo que habían dejado
como feo, con el modelo de planeamiento moderno.
Daré como ejemplo la situación de São Paulo. Información publicada en 2014 En la
ciudad el 1% de los ricos están cada vez más ricos. Datos demostrados por un
levantamiento realizado por la Municipalidad de São Pablo comparando los Censos de
2000 y de 2010. Para hacer parte de ese porcentaje, hay que tener una renda personal
de por lo menos $ 15.000 reales mensuales. De ese universo solamente hacen parte
100.000 personas en una población total de 11.800 millones de habitantes. El aumento
de los súper ricos fue determinado por la disminución de la clase media que es reflejo
de los cambios producidos en una São Paulo que dejó de ser industrial y se transformó
en una metrópolis de servicios, el más importante centro financiero de América Latina
y sede de grandes multinacionales.
Figura 8 “Higienização” de São Paulo
http://www.thepolisblog.org/​2011/​10/​implementing-right-to-city-in-brazil.html
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El cambio del perfil de empleos, y el surgir de los super ejecutivos que llegan a ganar
de 70 mil a 90 mil reales (según informa la Datafolha, órgano del Diario A Folha de São
Paulo), sin contar abonos y otros beneficios. Nuevos empresarios de la industria de la
creación (publicitarios, marketing, profesionales de las telecomunicaciones, etc.) y el
personal propio de las finanzas, sin contar abogados y otras actividades de la nueva
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economía globalizada. Empresas que ofrecen servicios no conocidos, determinadas por
el mundo de la tecnología y de las comunicaciones que están creciendo rápidamente.
Profesiones nuevas en manos de jóvenes empresarios que idealizan empresas como
“aproximar marcas a otras personas”, realizar fiestas promoviendo desde nuevos
edificios hasta marcas de productos de prevención a las enfermedades sexuales”.
Eventos corporativos.
Al mismo tiempo, São Paulo está teniendo un cambio demográfico: personas muy
bien cualificadas están viniendo del interior del Estado y de todo Brasil a trabajar y vivir
en la ciudad, en cuanto eso la población más pobre, está migrando a buscar lugares de
alquileres más baratos en dirección a la región metropolitana. Hay una tendencia de
que individuos de mayor renda procuren São Paulo, empresarios y ejecutivos de alto
padrón, por la existencia de una mejor infraestructura, de mayores posibilidades de
restaurantes, de teatros, de opciones de ocio. São Paulo representa para el brasileño el
sueño del consumo a pesar de la inseguridad. Existe una corrosión de la renda de la
clase media que quedó presa entre los 40% de los más pobres y los 20% de los más
ricos. En entrevista a José Roberto Mendonça de Barros, que fue secretario de política
económica de la Hacienda en el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002,
explica lo siguiente: “los ricos son compuestos por dos grupos. En uno, la riqueza viene
de las rentas, como alquileres, aplicaciones financieras e intereses. En el otro está
formado por quien ocupa papeles estratégicos en las empresas y detiene altos salarios.
Es una característica del capitalismo contemporáneo, neoliberal: los altos capitalistas
rentistas y los altos profesionales”. (Folha de São Paulo, revista São Paulo, 3 a 9 de
agosto de 2014: 28 a 34). Esa clase social que acabamos de analizar no viven en el área
central de la ciudad. Esa clase social, los ricos abandonaron el centro en los años de
1950 y no retornarán al centro. Sus actividades y sus casas y departamentos están
localizados en el sector Oeste y sudoeste de la ciudad. También en los condominios
cerrados que proliferan en el mismo sector de la ciudad y que trabajan por los mismos
lugares donde está situada la “ciudad global, especialmente construida al final del siglo
XX. Circulan en helicópteros, tanto que São Paulo es hoy la segunda ciudad del mundo
en vuelos de ese avión, siguiendo a Nueva York. Quienes están ocupando el centro
reformado de la ciudad?, secretarias, jóvenes recién formados, algunos escritorios de
abogados, de arquitectos, y en especial los edificios mayores están siendo ocupados por
universidades privadas. Hay inclusive edificios habitados por población socialmente
menos favorecidas, los de los movimientos de “sin techos” o sea sin casas. No podemos
afirmar que haya una gentrificación. Por otra lado, están siendo construidos
departamentos con superficies de 28 a 36 metros cuadrados, con inversión de capital
chino, a precios altísimos, sin garajes, para ser ocupados por jóvenes profesionales –
médicos, químicos y otros relacionados a la medicina- para poder llegar a los hospitales
localizados en la Avda. Paulista y alrededores. La circulación en bicicletas, para lo cual
la municipalidad está dividiendo el espacio de las calles con los autos y los ómnibus. No
podemos afirmar que haya una mudanza de clase social que justifique el concepto de
gentrificación, que fue lo que dio origen al término en Londres. Lo mismo podemos
afirmar para Rio de Janeiro. La clases altas de las metrópolis latinoamericanas imitan
las formas de vida de los Estados Unidos, en consecuencia no es en el centro de la
ciudad, los edificios de un cierto contenido histórico, donde hay una gran cantidad de
gente durmiendo en las calles que les sirva de atracción para habitar esas áreas
recalificadas o cualquier otro nombre ideológico que se quiera usar.
El otro ejemplo que podemos mencionar es el de Buenos Aires, representante mayor
de las ciudades de una América del Sur sacudida por diversas crisis financieras. A pesar
de esa situación consigue contener todavía, una fuerte presencia de los señales de su
época de riqueza en el plano urbano. El casco antiguo fue objeto de una intervención
urbana que dejó más desamparadas todavía, a sus importantes camadas de clase media,
que eran los cimientos de una solidaridad entre las clases sociales. El centro antiguo,
recalificado, renovado especialmente en el barrio de Puerto Madero, zonas específicas
donde están localizadas antiguas construcciones simbólicas del siglo de oro porteño, de
su época de ciudad industrial (puertos y otras formas desactivadas), hoy se encuentran
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los bancos, los hoteles de lujo, escritorios de las multinacionales, lugares construidos
especialmente y con capital internacional para la existencia de la ciudad global. Los
departamentos de alto lujo y de precios carísimos son ocupados por la clase social
inserida en la actividad gubernamental, de las finanzas y de la economía global. Los
propios habitantes del barrio llamado Puerto Madero, no se consideran haciendo parte
de la parte antigua de la ciudad porteña. Frente a esta nueva localización, producida
especialmente y no ocupando edificios históricos remodelados, dos situaciones se
presentan en conflictos: por un lado la presencia de villas miserias a pocos pasos de la
casa de gobierno, en pleno centro de la ciudad (Villa 31, más numerosa con la llegada de
los nuevos pobres) y por el otro, la disminución de la clase media, que fueron
condenadas a habitar en las proximidades de los pobres. En los tiempos áureos, las
fracciones de clase media vivía en las proximidades de los ricos. Situación semejante
vive Montevideo, que está copiando el modelo porteño, entrando a revitalizar el puerto,
local donde habitan los más pobres. La ciudad fracturándose cada vez más, barrios,
territorios urbanos se separan, se asiste al desmembramiento del territorio de la ciudad.
La disminución de fracciones de camadas intermediarias, que fueron punta de lanza
de la trayectoria industrial de ambos lados del Rio de la Plata, la caída de una gran
cantidad de gente de la clase media, “sin esperanza de nueva ascensión social”, es un
dato fundamental. La demarcación de la ciudad, de un lado los súper clasificados, y del
otro los desclasificados, pero también entre los empobrecidos, ellos mismos, en función
de su localización en la ciudad. Una vez más el espacio urbano presenta la división de
sus lugares (el de los ricos y el de los pobres), y sus territorios se presentan como una
explosión sorda pero visible. Ambos fragmentos presentan sus flujos referente a lo
urbano generalizado, una fragmentación profunda, que impide la unificación utópica de
un mundo más solidario. Como vemos los sentidos de esta suma de lugares de la ciudad
global no tiene como utopía urbanística la ciudad de la totalidad urbana.
Entraremos a analizar los lugares de la otra ciudad global, aquellos de las áreas no
hegemónicas, cuyos lugares y territorios son frutos de sus propias manos. Aquí no
existe ni urbanistas ni arquitectos queriendo materializar sus utopías.
En los años de 1970, la ONU publicaba unos boletines mensuales que llegaron a
nuestras manos que en uno de ellos decía: “se tragará el tugurio a la ciudad?”. Era la
expresión de los apocalípticos de la época. Era un período de intensas migraciones
internas y México crecía a 400 mil personas por año y São Paulo la seguía con 300.000
personas por año según estadísticas de ese periodo. Hoy América Latina tiene casi 600
millones de habitantes, de los cuales 224 millones son pobres, diferentes categorías de
pobres, además entre los mil de millones de miserables del mundo, casi 100 millones
son de nosotros. 44% de ese total de la población vive en las periferias y en las villas
miserias, favelas o cualquiera sea el rótulo con que se las denomina, estos son los datos
de estimativas para 2015 consultados de la ONU.
La ciudad de México, con una población total de 8.364.370 habitantes, tiene una villa
miseria con 4 millones de personas desparramada con el área metropolitana, la
segunda del mundo, después de la India. En Rio de Janeiro con una población de
6.320.446 habitantes, tiene en su territorio 763 favelas con 1.393.314 habitantes, 22%
de la población total. Pero, también tiene algunos programas de recuperación como por
ejemplo Favela-Barrio de 1994, el vivir carioca de 2010. Favelas como la de la Rocinha
hoy está prácticamente convertida en barrio, ha recibido algunos servicios que la están
convirtiendo en un barrio de un personal que por la localización y por el problema de
los precios de la tierra no tienen deseos de salir del lugar. En São Paulo, con una
población de 11 millones de habitantes, tiene 1.538 favelas, algunas como Heliópolis y
Paraisópolis llegando cada una de ellas a tener, la primera 190.000 habitantes siendo el
92% de gente que inmigró del nordeste del país y consta con 53% de gente de 0 a 25
años, la gran mayoría de población joven. La segunda, Paraisópolis tiene 100.000
habitantes y está incrustada en medio de uno de los barrios más ricos de São Paulo,
Morumbí. (Datos de 2010 del IBGE, Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística.)En
Buenos Aires con 2.891.082 habitantes, en la ciudad capital en el censo de 2010, tenía
en 2001 un total de 21 villas de emergencia con 100.000 personas. En 2009 existían 44
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villas con 167.000 habitantes. Caracas, con datos de la ONU, 600.000 pobres habitan
en lo que denominan de urbanizaciones. Estas informaciones de la geografía de la
pobreza de América Latina, cuya difícil vida cotidiana no deja de engendrar relaciones
de identidad. Esa gente puede llegar a sentirse orgullosos de una vivienda construida
día a día, con más o menos lentas mejorías de infraestructuras, sobre todo gracias a un
trabajo social intenso como se da por ejemplo en la Rocinha, en Heliópolis y
Paraisópolis, entre otras. Hay que destacar también que muchas de esas villas miserias
se han convertido hoy en auténticos lugares de convivencia social con alto grado de
cooperación y solidaridad entre personas y familias. Sustentadas por el trabajo en gran
parte por la acción de la iglesia católica y otras entidades relacionadas a la música, que
pueden pasar hoy conectadas o no con las redes informales, inclusive con las
relacionadas con el tráfico de drogas. Lo que realmente no podemos dejar de manifestar
que son el reino de la economía del segundo circuito, con sus propios flujos, como las
considera Milton Santos.
Figura 9 Rocinha, Rio de Janeiro
Foto Hervé Théry
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Como y cuáles son los lugares y sus “flujos” en esa otra realidad?
Como vivimos los tiempos de fluidez, de liquidez según nos informa Bauman, en una
“modernidad líquida”, que se traduce en el mundo que nos circunda, en la vida, en el
trabajo, en los sentimientos, en el conocimiento de nosotros mismos, en las relaciones
personales. Lo único permanente es la convicción de los cambios, de las mudanzas, lo
único cierto es lo incierto.
La vida moderna se caracteriza por la fragilidad, la temporalidad frágil, la
vulnerabilidad y la determinación de un cambio constante. Todo es descartable.
La modernidad líquida se manifiesta en tres dimensiones: primera, la incertidumbre,
es el estado mental de que no “sé que va a suceder”, “no puedo planear mi futuro”. La
segunda, es el sentimiento de impotencia, falta de seguridad por la efectividad de los
actos. “no tengo el poder suficiente para encarar los desafíos”. La tercera, es la más
perversa psicológicamente, afecta la autoestima, se siente perdedor, “estoy
hundiéndome”. Se usa la tecnología para huir de la situación, el ser humano se torna
más hermético, más quieto, más introspectivo. Por la tecnología trata de encontrarse,
de reflejar su propia imagen. Vivimos el mundo de la tecnología donde esperamos
encontrar en ella soluciones mágicas a nuestros problemas, a nuestras circunstancias
como nos decía Ortega y Gasset.
En las páginas anteriores, ya habíamos definidos las dos concepciones de lugar
existentes en nuestra disciplina. Completaremos ahora diciendo que en ese lugar de
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connotación fenomenológica, es donde se realiza la esencia de la vida cotidiana. La
experiencia espacial da los sentidos a una geografía de la vida cotidiana. Las prácticas
cotidianas de la movilidad espacial, al trabajo, a la habitación, son actitudes construidas
materialmente a través de los procesos socioculturales que le dan sentido, que les dan
significados, que forman la memoria personal. En esta forma de enfocar esa geografía,
necesitamos pensar la realidad que es multidisciplinar, con otras disciplinas de las
ciencias sociales, así como de la Psicología social.
La vida cotidiana es urbana y rural, es cultural, política, condición de género, de
turismo, de trabajo. Es la relación sociedad/espacio materializada. La relación se refiere
a las personas, a una interacción espacio temporal intersubjetivo en un proceso de
constante re significación y de construcción de los espacios de la vida.
Completaremos este enfoque citando Maffesoli, que nos dice: “La vida cotidiana no es
tributaria de la simples razón, o antes, esta no es clave universal de aquella. Es
necesario agregarle el papel de la pasión, la importancia de los sentimientos
compartidos. Conviene en ella integrar, implicar, el juego de los afectos, la
imprevisibilidad de los humores y hasta el aspecto factual del ambiente, sin olvidar la
repercusión que siempre tendrá, a largo plazo, la memoria colectiva, la memoria de las
pérdidas y de los daños que, por sucesivas sedimentaciones constituyeron el
sentimiento de pertenecer propio al hecho comunitario”. Esta definición solamente
puede acontecer en el lugar. (2007:39)
Sabemos que la población de la periferia, que sufrió un movimiento de expulsión de
las áreas centrales de las metrópolis y de todas las ciudades importantes, forman sus
bolsones de pobreza con todas las clases de carencias de políticas públicas y demás
condiciones que les permita vivir una realización plena de lo urbano. “En ese
movimiento en el espacio urbano que resulta en una fragmentación socio espacial, les
permite una inclusión precaria. La precariedad de esas circunstancias constituye parte
de lo social, de lo cultural y de la identidad individual y colectiva, se esfacelan los
sentimientos de pertenencia y de cohesión que los individuos poseían, así otros
elementos pasan a ser incorporados a lo humano como forma de restablecer se los
referenciales de identidades perdidas”, parágrafo citado haciendo referencia a lo
estudiado por Damião, en su maestría sobre “La resignificación del espacio: Producción
y circulación de cultura contra-hegemónica en las periferias de la ciudad de São Paulo”.
(2014: 2)
Para los habitantes de las periferias los bienes culturales de la cultura hegemónica, se
presentan como un placer efémero, puesto que responden a los deseos de las clases
medias, que buscan distanciarse de las clases que juzgan inferiores y que no les es
interesante porque a parte de alienarlos no les permite tener una auto concientización.
Continuo citando Damiao que nos dice: “…parte de los jóvenes que viven en las
periferias dejan de ser consumidores de productos vacios de sentido y pasan a
comportarse en cuanto productor de bienes culturales contra-hegemónicos. Esa
producción cultural se da a través de colectivos y centros culturales no vinculados
política o ideológicamente a ningún gran agente cultural hegemónico. Ellos promueven
diferentes manifestaciones artísticas, tales como, fiestas, grupos de grafitis, clases de
danzas, teatro, música, producción audiovisual, exhibición de películas, debates, etc.”.
(2014: 2)
Los cotidianos de la periferia, con sus carencias y necesidades, les permiten encontrar
e incorporar otros valores sociales, culturales, ideológicos, así como diferentes formas
de percepción y valoración de experiencias que presentan situaciones no comunes para
los otros grupos sociales. Estamos haciendo referencia a los agentes de acciones
colectivas sociales. En general son colectivos culturales que superan la
homogeneización y padronización capitalista de los bienes simbólicos culturales,
trayendo a sus participantes una tomada de conciencia que son capaces de, situar e
incluir el sujeto en la sociedad de forma crítica delante de las contradicciones sociales.
De esta manera según Damião “…se constituiría relaciones sociales repletas de
experiencias significativas, llevando a un movimiento de emancipación donde los
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sujetos que participan atribuirían nuevos significados y valores a los elementos que
constituyen su vida, incluyendo aquí el propio espacio geográfico”. (2014:3).
En la visión de los lugares confrontados con lo global hay en esta situación una
relación de contraste: un enfrentamiento entre la cultura homogenizada, racional,
padronizada de los grupos de mayor poder adquisitivo y el de la orden local, plena de
sentimientos de pertenecer, que a partir del lugar, respetando la dinámica de lo vivido,
les permiten participar de los colectivos culturales. Es así que en el contexto de las
luchas simbólicas, encontramos en todas las periferias, incluyendo las favelas, de
nuestras metrópolis, grupos de prácticas culturales - siendo innegable la contribución
dada a la población, en especial a los niños y los jóvenes- sobre las manifestaciones
culturales influenciados por la cultura negra, africana, europeas, la de los inmigrantes
nacionales: indígenas, gauchos y todas las otras identidades existentes en este grande
abanico social de América Latina. El tango nace en el conventillo en el principio del
siglo XX en los arrabales de Buenos Aires, el samba en el morro de Estacio de Sá en
1928 en Rio de Janeiro, la cumbia en Colombia, salsa y merengue en Venezuela, conga y
mambo en la Habana en Cuba, por mencionar algunas y todas las otras manifestaciones
musicales que enriquecen el folklore de los países de nuestro subcontinente. Las
religiones afro descendientes y la propia religión católica tienen influencias del
mestizaje de nuestra región. En éstas también aparecieron las músicas de protesto, que
cuentan sus realidades, como el rap, el hip hop, funk, que algunas ya ultrapasaron las
fronteras nacionales. En las periferias de São Paulo por ejemplo, que eran dominadas
por el samba (introducido a partir de Rio de Janeiro) y mesclado a las tradiciones
nordestinas, a partir del año de 1970, con la llegada de nuevas técnicas y a precios más
baratos, comienzan a recibir fuertes influencias de la denominada Black Music, de
origen en los jóvenes negros estadounidenses, pero transformadas por la realidad
vivida por ellos. En las décadas de 1970 y 1980 llegan no solamente a la periferia más
también a los barrios centrales donde organizan los bailes con grande presencia de
jóvenes negros. “Esos espacios, a parte de servir como local de diversión y
manifestaciones artísticas, se comportan como importantes lugares de respaldo cultural
para manifestación política de valoración y reivindicaciones étnicas”. (Damião, 2014:
13) Aunque el origen de estas formas musicales tuvieron influencias de la música de los
Estados Unidos, consiguieron tener sus características locales propias, porque tienen el
contenido de sus espacios vividos. Como escribió Milton Santos, (…la posibilidad, cada
vez más frecuente, de una revancha de la cultura popular sobre la cultura de masa,
cuando por ejemplo, ella se difunde mediante el uso de los instrumentos que en el
origen son propios de la cultura de masa. En este caso, la cultura popular ejerce su
calidad de discurso de los “de abajo”, poniendo en relieve el cotidiano de los pobres, de
las menorías, de los excluidos, por medio de la exaltación de la vida de todos los días. Se
aquí los instrumentos de la cultura de masa son utilizados, el contenido no es, todavía,
“global”, ni la incitación primera es el llamado mercado global, ya que su base se
encuentra en el territorio y en la cultura local heredada”. (2008:144)
Interesante destacar, que en la ciudad de México, Mariano Azuela, autor de
literatura, escribió un libro en los años de 1960, que denominó Los de Abajo donde
narra el proceso de inmigración de la población desarraigada del campo, canalizada
rumbo a la ciudad, en especial a la capital, que fueron a formar la periferia y las favelas
de la ciudad azteca.
De cualquier manera citamos Ana Clara Torres Ribeiro que nos explica los procesos
sociales de las formas de la pobreza diciendo: “la conformación de colectivos activos –
con intensa vida diaria y fuerte significado para la cultura – compone con frecuencia, la
contra fase de los procesos de segregación. Limites a la inclusión de la pobreza en la
denominada cooperación urbana, a la suya integración formal al mercado de trabajo y
de la habitación, no implican en la inexistencia de formas extendidas de cooperación
social que se manifiestan en prácticas cotidianas de ayuda mutua y en múltiples
expresiones de asociaciones”. (1996:41)
La participación de los sectores populares en varias actividades de las asociaciones –
de barrios, iglesias, grupos culturales y acciones recreativas, no consiguió todavía
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producir una transformación y expulsión de la pobreza en los procesos que puedan ser
de renovación urbana. A pesar que las políticas públicas que desde finales del siglo XIX
se preocuparon con la circulación en la ciudad, las áreas de la periferia son las que más
sufren la falta y carencia de medios de transportes que les permita llegar más o menos
rápido de la casa al trabajo y viceversa. Ricardo Barbosa da Silva en su tesis de
doctorado, sobre la precariedad del transporte en São Paulo, nos da las siguientes
informaciones: la ciudad de São Paulo está viviendo una verdadera crisis de movilidad,
consecuencia del alto índice de congestionamiento. En 2013 llegaron a tener 309 Km de
lentitud, con una velocidad media de 18 km por hora. (CET 2013). La precariedad de la
circulación lleva a considerar los siguientes datos: 23% de la población demora más de 1
hora para llegar al trabajo. El ómnibus demora 67 minutos en hacer el recorrido, en
automóvil 31 minutos. 75% de los que ganan más de 15 salarios mínimos circulan en
autos, solamente 25% los que ganan hasta 2 salarios mínimos. El autor, hace también
una relación entre los lugares y el trabajo. En los distritos del centro hay 486.535
habitantes y 1.061.340 de empleos. En la zona este de la ciudad, (solo Tiradentes,
Lageado y Guaianases), viven 488.337 habitantes y los empleos son 92.062. Esta
desproporción entre vivienda y trabajo producen los enormes embotellamientos. En
consecuencia quienes sufren el gran problema de la crisis, son realmente los habitantes
de las periferias y de las villas miserias. La ciudad de los diferentes paisajes nos muestra
y grita sus realidades.
Figura 10 Lentitud en São Paulo
Site da CET, http://www.cetsp.com.br/​
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El paisaje que la periferia y las favelas presentan es un conjunto de casas sin
terminar, en constante construcción, amontonadas, sin espacios entre ellas, sin
vegetación, sin calles bien construidas, son solamente pequeños pasajes a partir de una
un poco más ancha. En fin el retrato de la pobreza, que como ella es triste... Las casas
de las favelas en un primer momento fueron construidas con material descartable, hoy
son de ladrillos. Cuando se originaron en el final de siglo XIX, eran con el intuito de ser
momentáneas, en cuanto encontraran un trabajo permanente. A partir de los años de
1960, tomaron conciencia de que serían permanentes En Rio de Janeiro estas
habitaciones pobres ya tienen más de 100 años de existencia, y se han convertido en
objeto de interés de los turistas que visitan la ciudad. En los hoteles hay informativos
llamando a participar de una “Favela Tour”, en inglés, contando en breves frases el
origen y la vida en ellas . También tenemos que mencionar que no solo el samba nació
en los morros cariocas como el carnaval y los maravillosos desfiles que se presentan
todos los años y que ya están globalizados.
La complementariedad entre el paisaje y el espacio es única. No existe espacio sin
paisaje y vice-versa: el espacio congrega a parte de las formas físicas, las acciones, y el
objeto de hacer de la sociedad. El paisaje es el fruto del proceso social. Balestrin Nunes
así nos informa: “Siendo un conjunto de formas que espejan las acciones de la sociedad,
el paisaje es legible: identificando sus elementos componentes, su historia y la historia
de quien lo crió (de los grupos sociales y su contexto económico y social) es posible
interpretar el paisaje además de las formas objetiva”.
La autora citada nos presenta el autor Joan Nogué, en un texto titulado “Paisaje,
Territorio y sociedad civil” de 2011 donde destaca el creciente interés de la sociedad en
relación al paisaje.”Segundo él, tres serían las causas de ese interés: la primera, la
emergencia de las cuestiones ambientales; la segunda, la rápida expansión de las
ciudades por fuerza del mercado inmobiliario y su consecuente periferización; y la
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tercera, la implantación de infraestructuras que alteraran significativamente los
espacios, algunas indeseadas por grande parte de las personas” (Balastrin Nunes, 2014:
23
Continua la autora citando Nogué (2009: 12) que nosotros asumimos: “las sociedades
humanas transformaron a lo largo de la historia los paisajes originales naturales en
paisajes culturales, caracterizados no solo por una determinada materialidad (formas
de construcción, tipos de cultivos) como también por valores y sentimientos plasmados
sobre ellos. En ese sentido, los paisajes están plenos de lugares que encarnan las
experiencias y aspiraciones de los seres humanos (…) El paisaje por lo tanto, nos
muestra no solo como es el mundo, pero también una construcción, una composición
de este mundo, una forma de verlo.”
Considerado de esa manera que el paisaje es observado y no solo representa la
experiencia individual, más de un conocimiento colectivo, una ideología, puede ser
también el resultado de esa ideología, que nuevamente Nogué nos dice que el paisaje
“contribuye para naturalizar y normalizar las relaciones sociales y el orden territorial
establecido.” (2009:12) En este sentido también se transforma en un herramienta para
establecer, manipular y legitimar relaciones sociales.
Mónica Balestrin Nunes, en su tesis de doctorado usa también los conceptos de Besse
(2009: 13) para quien también el concepto de paisaje es bastante rico: “Pero otras
cuestiones fueron levantadas al respecto de las relaciones entre el paisaje y el poder,
político y económico. Los paisajes no serian, de una cierta manera, los instrumentos de
la disimulación de realidades sociales y económicas poco gloriosas, como a de la
exclusión socioespacial por ejemplo? Cual la sustentación ideológica de un paisaje? Más
genéricamente, que significaciones y que valores un paisaje puede proponer hoy? El
paisaje se tornó un tejido ético, de cualquier forma”.
Retomando ambos conceptos de la geografía cultural renovada, la autora nos resume
diciendo: el paisaje es entonces entendida como un texto, o todavía como un teatro,
donde se desarrollan los papeles de diversos autores, en el caso, los actores sociales.
Finalmente, quisimos terminar citando este trabajo con esos dos autores, uno catalán
y el otro francés, para definir, explicar, resumir, lo que tentamos hacer al pensar los
nuevos sentidos de los espacios metropolitanos de América Latina. Porque en sus
paisajes muestran las dos ciudades que tenemos desde sus orígenes.
Citaremos Garcia Canclini que define las ciudades de este periodo:
“La globalización nos ha conducido a imaginar de otro modo nuestra ubicación
geográfica y geocultural. Las ciudades, y sobre todo las megaciudades, son
lugares donde todo esto se vuelve intrigante. O sea, donde se desdibuja y vuelve
incierto lo que antes entendíamos por lugar. No son áreas delimitadas y
homogéneas, sino espacios de interacción en los cuales las identidades y los
sentimientos de pertenencia se forman con recursos materiales y simbólicos de
origen local, nacional y transnacional”. (Garcia Canclini, 1999: 165)
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Pero también no quiero olvidar Angel Rama, escritor uruguayo que nos dice que
“América Latina, todavía es un proyecto de la intelectualidad de sus países que aún no
se ha realizado”, en sus ciudades está la realidad.
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Table des illustrations
Titre Figura 1 Rio de Janeiro 1910
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Titre Figura 2 Mapa da Nova Vila Viçosa
Vila Viçosa c.1769. Site da disciplina 'Teoria e História da Arquitetura e
do Urbanismo 1' do Departamento de Arquitetura e Urbanismo da
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Universidade Federal do Espirito Santo - Brasil. Responsável: Prof. Dr.
Nelson Pôrto Ribeiro, http://thau1ufes.blogspot.com/​
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Titre Figura 3 La nueva manzana
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Los “nuevos sentidos” espaciales de las metrópolis latinoamericanas
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Titre Figura 4 Bogotá
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Titre Figura 5 Flujos urbanos Rio de Janeiro
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Titre Figura 6 Periferias de São Paulo
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Titre Figura 7 Redes de información
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Titre Figura 8 “Higienização” de São Paulo
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Titre Figura 9 Rocinha, Rio de Janeiro
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Titre Figura 10 Lentitud en São Paulo
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Pour citer cet article
Référence électronique
Amalia Inés Geraiges de Lemos, « Los “nuevos sentidos” espaciales de las metrópolis
latinoamericanas », Confins [En ligne], 24 | 2015, mis en ligne le 24 juillet 2015, consulté le 26
avril 2023. URL : http://journals.openedition.org/confins/10327 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/confins.10327
Auteur
Amalia Inés Geraiges de Lemos
Professora Titular, Departamento de Geografia (FFLCH), Universidade de São Paulo – Brasil,
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27/28
27/4/23, 11:37
Los “nuevos sentidos” espaciales de las metrópolis latinoamericanas
Droits d’auteur
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