Excerpts from Lewis and Clark Journals

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5º grado
Estudios Sociales
Unidad: 07 Lección: 01
Pasajes de los diarios de Lewis y Clark
http://xroads.virginia.edu/~Hyper/JOURNALS/toc.html
Nota: Las palabras y frases en corchetes no aparecen en los diarios originales. Representan
adiciones o correcciones hechas por varias personas entre 1806 y el presente, incluyendo al mismo
Clark, quien editó los diarios antes de su primera publicación. Las palabras y frases en paréntesis
estaban en paréntesis en los diarios como estaban escritos originalmente.
Envié un expreso esta mañana al Capitán Lewis en St. Louis. Todas nuestras provisiones, bienes y
equipaje a bordo del bote de 22 remos [grupo], una piragua grande de 71 remos [de los cuales 8
franceses], una segunda piragua de 6 remos [soldados], completo con veleros y hombres, completos
con cartuchos de polvo y 100 pelotas cada uno, todos en buena salud y listos para partir. Los botes y
todo completo, con las provisiones necesarias y tales artículos de mercancía as conforme estamos
autorizados aunque creo que no tan necesario por la multitud de indígenas a través de los cuales
debemos pasar en nuestro camino a través del continente.
Capitán Clark, Rio Dubois en el lado opuesto de la desembocadura del río Missouri, 13 de mayo de
1804
Aquí, el hombre que nos dejó con los caballos, hace 22 [16] días, George Shannon-empezó el 26 de
agosto, y ha estado adelantado desde que se unió a nosotros, casi muriéndose de hambre. Había
estado doce días sin nada qué comer más que uvas y un conejo, el cuál mató disparando un pedazo
de un palo en lugar de una bala. Este hombre, suponiendo que el barco estaba adelantado, empujó
lo más que pudo. Cuando se debilitó, decidió reposar y esperar un barco comercial, el cual se
esperaba llegara, conservando un caballo como último recurso. De este modo, un hombre se hubiera
muerto de hambre en una tierra en una tierra de abundancia por querer balas o algo para matar su
carne.
Acampamos en el L.S., por arriba de la desembocadura de una corriente. Hubo una fuerte lluvia toda
la tarde y casi la mayor parte de la noche, con fuertes vientos del N.O. Miré varios zorros y maté un
alce y 2 venados y ardillas. Los hombres que estaban conmigo mataron un alce, 2 venados y un
pelícano.
Capitán Clark, 11 de septiembre 1804
La hoja de este roble es pequeña, de color verde pálido y con marcas profundas. Casi nunca llega a
más de treinta pies, tiene muchas ramas; la corteza de áspera y gruesa y de color claro. El vaso que
contiene las bellotas tiene un fleco en las orillas, y abarca la nuez aproximadamente una mitad. Las
bellotas estaban cayendo ahora y concluimos que el número de venados que miramos aquí, fueron
inducidos allí por las bellotas, a las que están increíblemente apegadas. Casi todas las especies
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salvajes de caza silvestre están apegadas a las bellotas. El búfalo, alce, venado, oso, guajolotes,
patos, pichones y hasta los lobos se alimentan con ellas.
Capitán Lewis, 16 de septiembre de 1804
A la una y media de esta mañana, la barra de arena donde acampamos se estaba empezando a
socavar y ceder, lo que alarmó al sargento en guardia. El movimiento del bote me despertó. Me
levanté y bajo la luz de la luna, observé que la arena había cedido por arriba y por debajo de nuestro
campamento, y se estaba cayendo rápidamente. Ordené que todos ayudaran lo más rápido posible y
que empujaran. Todos habíamos empujado pero unos cuantos minutos antes, de la orilla, donde
estaban los botes y la piragua, cedió lo cual con seguridad hubiera hundido las dos piraguas. Para
cuando llegamos a la orilla opuesta, el campamento se desplomó.
Hicimos un segundo campamento por el resto de la noche, y durante el día, y procedimos a un
cañón de este Grand Bend y desayunamos. Mandamos a un hombre a medir (a bajar) la distancia a
través del cañón. Hizo 2,000 yardas. La distancia es alrededor de 30 millas. Las colinas se extendían
a través del cañón y están aproximadamente a 200 pies sobre el agua. En el Bend como también en
los lados opuestos, arriba y abajo del Bend, has una hermosa llanura inclinada, en la cual hay un
gran número de búfalos, alces y chivos a la vista, alimentándose y bebiendo en esas llanuras. Los
urogallos, alondras y aves de la pradera con comunes en esas llanuras.
Las praderas en esta área contienen grandes cantidades de nopales.
Capitán Lewis, 21 de septiembre de 1804
Un día muy frío. Viento del noroeste. El Gran Blanco, gran jefe de la primera aldea, vino y nos
informó que una enorme manada de búfalo estaba cerca y que su gente esperaba que los
acompañáramos en una cacería. El capitán Lewis llevó a 15 hombres y se unió a los indígenas
quienes, al momento de despertar, estaban matando búfalos a caballo con flechas que hicieron con
gran destreza. Su gente mató 10 búfalos, de los cuales llevamos cinco al fuerte con la ayuda de un
caballo, además de lo que los hombres cargaron en sus espaldas. Una vaca murió en el hielo.
Después de sacarla de donde había caído en el hielo, la matamos en el fuerte. Las que no tomamos,
se las llevaron los indígenas bajo una costumbre que es establecida entre ellos, ej., cualquiera que
vea un búfalo echado, sin una flecha saliendo de él o alguna marca particular, toma posesión.
Muchas veces, según me dijeron, un cazador que mata muchos búfalos durante una cacería solo
obtiene parte de uno. Toda la carne que se queda afuera toda la noche es para los lobos, de los
cuales hay muchos, siempre en el vecindario de los búfalos. El río opuesto al fuerte cerró anoche
con 1 1/2 pulgadas de ancho. El termómetro marco esta mañana 1 grado bajo cero. Hoy tres
hombres se congelaron.
El Capitán
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Un día muy frío. El termómetro hoy marcaba 10 y 11 grados bajo cero. El capitán Lewis regresó hoy
a las 12 del mediodía, dejando a 6 hombres en el campamento para preparar la carne para empacar.
Llegaron cuatro cargas a caballo. El capitán Lewis tenía un resfriado. Una noche desagradable en la
nieve, en un establecimiento frío con una colcha pequeña. Los búfalo cruzaron por el río de abajo en
inmensas manadas sin interrupción. Solamente 2 búfalos fueron muertos hoy, uno de los cuales
estaba tan mal de salud como para desollarlo. Los hombres que se congelaron se estaban poniendo
mejor. El río se elevó 11/2 pulgada. Vientos del norte.
Capitán Clark, 10 de diciembre de 1804. Fuerte Mandan
Una fría y despejada mañana. El termómetro al amanecer estaba a 22 grado bajo cero. Una
apariencia muy singular de la luna anoche al aparecer a través de la congelada atmósfera. Mr.
Heney del establecimiento del río Assiniboine, con una carta del Sr. Charles Chaboillez, uno de la
Compañía, llegó en seis. El Sr. C., en su carta, expresó una gran ansiedad para servir en todo lo que
pueda. Una raíz descrita por el Sr. Heney para la cura de un perro rabioso. El Sr. Larocque, un
empleado de la Compañía N.W., y el Sr. George Bunch, un empleado de la Compañía Hudson's Bay,
acompañaron al Sr. Heney desde la aldea.
Capitán Clark, 16 de diciembre de 180/P>
Una mañana demasiado fría. El termómetro marcaba 45 grados bajo cero. Encontramos que Sr.
Heney era un hombre muy inteligente, de quien obtuvimos algunos dibujos del país entre el
Mississippi y el Missouri, y algunos dibujos de él los cuales obtuvo de los indígenas del oeste de este
lugar, también los nombres y personajes de los Sioux, etc. Aproximadamente a las 8 p. m. en punto,
el termómetro bajó a 74 grados bajo del punto de congelación. Los jefes indígenas avisaron que los
búfalos estaban en nuestro vecindario, y que si los acompañábamos por la mañana, irían a matarlos.
Capitán Clark
Una mañana muy fría. A las 2 1/2 millas pasamos una extraordinaria roca muy grande que se
asemejaba al casco de un barco. Pasamos rápidos en las millas 6 y 9 millas. En las 12 millas
llegamos a la cabecera de un rápido el cual los indígenas me dijeron que era muy malo. Revisamos
el rápido, encontramos que era malo para descender. Tres canoas austeras se atascaron por un
tiempo en la cabecera del rápido y una golpeó una roca en la peor parte. Afortunadamente, todos
llegaron a salvo al final del rápido el cual medía casi 3 millas de largo. Aquí cenamos y por primera
vez en las últimas tres semanas, tuve una buena cena de cerceta americana.
Capitán Clark, 14 de octubre de 1805
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Observé un gran número de cabañas en el lado opuesto a una distancia y varios indígenas en la
orilla opuesta pasando hasta donde estaba el Capitán Lewis con las canoas. Vi a otros en un lugar
opuesto a donde yo estaba, donde se retrasaron, pero por poco tiempo antes de regresar a sus
cabañas corriendo lo más rápido que pudieron. Tenía miedo de que a esas personas no les hubieran
informado acerca de nosotros. Decidí tomar la pequeña canoa que estaba junto a mí y proseguí con
los tres hombres que había en ella hacia las cabañas. En mi acercamiento, no se veía a ninguna
persona excepto por los tres hombres en las llanuras, y se desviaron conforme me acercaba cerca
de la orilla.
Desembarqué enfrente de cinco cabañas las cuales no estaban tan separadas unas de otras. No vi a
nadie. Las entradas o puestas de las cabañas estaban cerradas, con los mismos materiales con los
que estaban hechas: un tapete. Me acerqué a una, con una pipa en la mano y entré a la cabaña que
estaba más cerca a mí. Encontré a 32 personas entre hombres y mujeres, y a unos niños, sentados
de manera promiscua en la cabaña, en una gran agitación, algunos llorando y retorciendo las manos,
otros colgando sus cabezas. Les di la mano a todos ellos y les hice señales de mi disposición
amigable y les ofrecí mi pipa para que fumaran, y repartía algunos pequeños artículos que tenía en
mis bolsillos. Esta medida calmó a mucho a esas personas que se encontraban angustiados. Luego
envié a un hombre a cada cabaña y yo entré a una segunda cabaña cuyos habitantes estaban aún
más asustados que los que estaban en la primera cabaña. Repartí varios artículos pequeños entre
ellos y fume con los hombres.
Luego entré a una tercera, cuarta y quinta cabaña, la cuales encontré algo calmadas, los tres
hombres, Drouilliard, Joe y R. Fields, habían usado todo medio en su poder para convencerlos
acerca de nuestra disposición amigable. Luego me senté en una roca y les hice señas a los hombres
para que fumaran conmigo. Nadie se acercó hasta que las canoas llegaron con los dos jefes, uno de
los cuales habló fuerte y como era su costumbre para todos, todos habíamos pasado. Los indígenas
salieron y se sentaron conmigo, y fumaron. Dijeron que habíamos llegado de las nubes, etc., etc. Y
no eran hombres, etc., etc.
Capitán Clark, 19 de octubre de 1805
Gran alegría en el campamento. Tenemos el océano a la vista, este gran océano Pacífico el cual
habíamos esperado ver por tanto tiempo, y el rugir o ruido que hacían la olas, chocando en las orillas
rocosas (como lo suponía) se podían escuchar con claridad.
Capitán Clark, 7 de noviembre de 1805
Intenté comprar una pequeña piel de nutria con unas cuentas rojas que tenía en mis bolsillos. Ellos
no querían intercambiar por esas cuentas, no apreciaban ningún otro color aparte del azul o el
blanco. Compré un poco de pan de mora y unas cuantas de sus raíces por las cuales di pequeños
anzuelos, a los cuales parecían estar muy apegados.
Capitán Clark, 10 de diciembre de 1805
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Aproximadamente a las 8 a. m. de esta mañana, un oso de las grandes especies feroces, estaba en
una barra de arena, se levantó en sus patas traseras y nos miró mientras pasábamos por en medio
del río. Se zambulló en el agua y nadó hacia nosotros, ya sea con la disposición de atacarnos o por
el aroma de la carne que estaba en las canoas. Le disparamos tres balas y regresó a la orilla muy
mal herido. Por la noche, mire un enorme oso meterse al agua adelante de nosotros. Ordené
desembarcar el bote en el lado opuesto con un avisa para atacarlo cuando se acercó a la orilla.
Cuando el oso estaba a unos cuantos pasos de la orilla, le disparé en la cabeza. Los hombres lo
arrastraron a la orilla, y comprobamos que era una osa vieja, tan vieja que sus colmillos estaban lisos
y era la osa más grande que jamás había visto.
Capitán Clark, 2 de agosto de 1806
Los mosquitos eran excesivamente molestos, tanto que los hombres se quejaban que no podían
trabajar por culpa de esos molestos insectos. Y encuentro totalmente imposible cazar en las partes
bajas, esos insectos siendo tan numerosos y torturantes que hacen imposible que un hombre siga en
las tierras arboladas, y nuestro mejor refugio de esos insectos es en las barras de arena en el río, y
hasta en esas situaciones solo estamos libres de ellos cuando sopla el viento, como lo hizo hoy por
unas cuantas horas en el mediodía. Las tardes, las noches y las mañanas son casi insoportables,
particularmente para el grupo que me acompañaba, quienes no tenían andas para mantenerlos
alejados por la noche, nada con que taparse sino sus colchas, las cuales estaban desgastadas y
tienen muchos agujeros.
El tormento de esos mosquitos y el deseo de tener una cantidad suficiente de carne de búfalo a
secar, esos animales no se encontraban en este vecindario, me hacen decidir a proseguir a un lugar
mas adecuado abajo en el Missouri, lugar en el cual los mosquitos no serán tan molestos y habrán
abundantes búfalos. Escribí una nota al Capitán Lewis, informándole de mis intenciones, y la até a
un poste el cual lo había puesto en el establecimiento. A las 5 p. m., partimos y proseguimos al
segundo establecimiento, el cual pareció ser una situación [eke] para mi propósito. [Matamos a un
puerco espín]. En este punto, los mosquitos eran tan abundantes que nos atormentaron mucho peor
que en el establecimiento. Al hijo de Charbonneau lo habían picado tanto los mosquitos que su cara
está esponjada e hinchada.
Capitán Clark, 4 de agosto de 1806
Los mosquitos molestaron tanto a los hombres que anoche ellos durmieron muy poco. De hecho,
también me molestaron mucho a mí. Mi bier de mosquitos tiene un número de agujeros pequeños
por donde entraron. Partí temprano con la intención de proseguir a alguna otra situación. No había
proseguido muy lejos antes de ver un borrego cimarrón cerca de la parte de arriba de un farol de
babor. Subí la colina con miras a matar el carnero. Los mosquitos eran tan numerosos que no podía
mantenerlos alejados de mi pistola lo suficiente como para apuntar por lo que fallé.
Capitán Clark, 5 de agosto de 1806
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Unidad: 07 Lección: 01
Esta mañana, un oso demasiado grande de la especie blanca nos descubrió flotando en el agua y
tomándonos, creo yo, como búfalos, de inmediato de zambulló en el río y nos persiguió. Ordené a los
hombres a que se quedaran quietos. Este animal vino a aproximadamente 40 yarda de nosotros y
nos dio. Todos les disparamos sin matarlo, y el viento era tan fuerte que no pudimos perseguirlo, lo
que significa que se escape hacia la orilla, mal herido. He observado a búfalos flotar, los cuales me
supongo que se han de haber ahogado al cruzar. Más o menos de esos animales se ahogaron o se
enredaron al pasar el río. Observé a varios búfalos flotando en el Yellowstone inmediatamente
debajo por donde grandes bandas habían cruzado.
Capitán Clark, 6 de agosto de 1806
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