Subido por joel aguilar

LIBRETO Via Crucis viviente 2023

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VÍA CRUCIS DE LA FAMILIA
INTRODUCCIÓN:
Relator 1: Hermanos nos hemos reunido hoy en familia para recorrer el
camino de Jesús, camino de la cruz y de la Pascua, camino de dolor y de
esperanza. En familia caminamos hoy este camino, como se camina en la
vida de todos los días. En familia sufrimos, gozamos, vivimos nuestras
crisis, luchas, penas y alegrías.
Relator 2: No podemos prescindir de nuestra familia porque es parte de
nuestro ser, de nuestra vida, de nuestra realidad personal. Hoy
contemplamos de una manera especial a Jesús, su vida, su misterio, su
camino de cruz. Tratemos de meditar en este camino nuestra vida de
familia.
Relator 1: Dios no se cansa nunca de perdonar y nos lo ha demostrado
en la cruz de nuestro Señor. Pidamos humildemente perdón por nuestros
pecados al iniciar este recorrido del Vía Crucis.
ÚLTIMA CENA
Relator 2: “Mi hora no ha llegado todavía”, había dicho Jesús a su madre
cuando, a instancia de ella realizó signos, y varias veces hizo alusión a
este momento. Pero el día llegó, la hora de Jesús, se trata de su
Glorificación por medio de la muerte. La hora de su paso de este mundo
al Padre. La hora del triunfo de la luz sobre las tinieblas, del amor sobre
el egoísmo, de la vida sobre la muerte.
Jesús: les aseguro que uno de ustedes me va a entregar, uno que
comparte mi pan.
Relator 1: ellos se entristecieron y empezaron a preguntar.
Discípulos: (2) ¿seré yo Maestro?, ¿acaso seré yo?
Jesús: no Santiago, no serás tú… Tu tampoco Mateo.
Juan: Señor, has entristecido mi corazón, dime: -¿quién será el que te
entregará?
Jesús: es uno de los doce, y que conmigo mete la mano en el plato. El
hijo del hombre se va conforme dijeron de Él las escrituras, pero ¡pobre
de aquél que entregue al Hijo del hombre! Sería mucho mejor para él no
haber nacido.
Relator 2: Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también.
Judas: ¿seré yo Maestro?
Jesús: tú lo has dicho Judas, haz lo que tienes que hacer. (Judas se
retira de la mesa)
Relator 1: mientras comían Jesús tomó el pan y después de pronunciar
la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo.
Jesús: -tomen y coman todos de él, porque esto es mi cuerpo.
Relator 2: (luego que todos coman) Después tomó el cáliz lleno de vino,
y dando gracias se los dio diciendo.
Jesús: tomen y beban todos de él, porque esta es mi sangre, sangre de
la Nueva Alianza que será derramada por ustedes para el perdón de sus
pecados. Y les digo que no volveré a probar de este producto de la uva,
hasta el día en que beba con ustedes, vino nuevo en el Reino de mi
Padre.
Relator 1: (luego que todos beban) Ya el diablo había puesto en el
corazón de Judas Iscariote el proyecto de entregar a Jesús. Y él sabía que
el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que de Dios había
salido y a Él volvía.
Se levantó mientras cenaban, se quitó el manto, se ató una toalla a la
cintura y echó agua en un recipiente. Luego se puso a lavarle los pies a
sus discípulos y se los secaba con la toalla.
(luego que pasan los 5 primeros) Cuando llegó el turno de Simón Pedro,
este le dijo.
Pedro: Tú Señor ¿me vas a lavar los pies a mí?
Jesús: tú no puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, lo
comprenderás después.
Pedro: ¡a mí nunca me lavarás los pies!
Jesús: si no te lavo no podrás compartir conmigo.
Pedro: Señor, si es así, lávame no solamente los pies sino también las
manos y la cabeza.
Jesús: Esto no es necesario para el que se ha bañado, pues está del todo
limpio, ¡ustedes están limpios!, aunque no todos…
Relator 2: (luego de pasar los discípulos restantes) Cuando terminó de
lavarles los pies, se volvió a poner el manto, se acercó y les dijo.
Jesús: ¿Entienden lo qué he hecho con ustedes? Ustedes me llaman el
Maestro y el Señor. Y en verdad lo soy. Si yo siendo el Señor y el Maestro
les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a
otros. Les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con
ustedes. Porque en verdad les digo; el servidor no es más que su patrón,
y el enviado no es más que aquel que lo envía. No lo digo por ustedes,
porque conozco a los que he escogido y se va a verificar lo dicho por las
escrituras: “el que coma pan conmigo se levantará contra mí”. Se los digo
de antemano para que después de lo sucedido ustedes crean que yo soy
el Mesías.
En el Huerto de Getsemaní
Relator 1: Luego de la última cena, Jesús y sus discípulos partieron a
una propiedad llamada Getsemaní… la noche de la agonía… la misteriosa
agonía del Hijo de Dios. Jesús estará solo para enfrentar la muerte y para
vencerla, llevando sobre si el destino de todos los hombres. En ese
momento, Jesús, es el hombre del dolor, carga con toda la maldad de los
hombres y ante su Padre Justo y Amado siente una tristeza de muerte.
Relator 2: Está en agonía, que significa combate, y en esos momentos
su oración es más eficaz que nunca. Miremos a Jesús nuestro salvador. Él
no tenía que pagar ninguna culpa y tampoco necesitaba ser purificado.
Pero tuvo que conocer la humillación, los sufrimientos e incluso el
SILENCIO DE DIOS, para alcanzar esta madurez que solo Dios conoce,
madurez que todavía le falta para ser el HOMBRE, cabeza de la
Humanidad.
Relator 1: Al llegar al lugar, Jesús les dijo:
Jesús: Todos ustedes padecerán un escándalo por mí esta noche, y me
abandonarán porque está escrito: “Herirán al Pastor, y se descarriarán las
ovejas del rebaño”.
Relator 2: Pedro se le acercó y le dijo:
Pedro: Aunque todos se escandalicen, yo nunca me iré, no te
abandonaré.
Jesús: Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo,
mi has de negar tres veces.
Pedro: Aún antes que tenga que dar mi vida, no te negaré (Todos los
discípulos se apoyan)
Jesús: Siéntense aquí, mientras yo voy a orar más allá. Ustedes también
oren para no caer en tentación.
Relator 1: Llevó consigo a Pedro, Santiago y a Juan, comenzó a sentir
tristeza y angustia y les dijo:
Jesús: Siento una tristeza de muerte, quédense conmigo y permanezcan
despiertos.
Relator 2: Fue un poco más lejos e hizo una oración.
Jesús: (poniéndose de rodillas) Padre, para ti todo es posible; aparta de
mí esta copa, pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú
quieras.
Relator 1: Volvió donde estaban sus discípulos, los halló dormidos y dijo
a Pedro.
Jesús: ¿De modo que no pudieron permanecer despiertos conmigo una
hora? Estén despiertos y orando para no caer en tentación. El espíritu es
animoso pero la carne es débil.
Relator 2: Nuevamente se apartó a orar y dijo con fuerza:
Jesús: Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la
beba, que se haga tu voluntad.
Relator 1: Volvió y los encontró dormidos, porque se les cerraban los
ojos de sueño. Y les dijo:
Jesús: Ahora sí que pueden dormir y descansar. Se acabó. Llego la hora,
el hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense! ¡Vamos! Ya está aquí el que me va a entregar.
Relator 2: estaba todavía hablando, cuando llegó un grupo encabezado
por Judas, uno de los doce, y con él un grupo de soldados con espadas y
palos enviados por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades
judías. ¡Pues bien, el traidor les había dado esta señal “Al que yo de un
beso ese es, arréstenlo!!!”. Se acercó a Jesús y le dijo:
Judas: Buenas noches Maestro (y lo besa)
Jesús: ¿Judas con un beso traicionas al hijo del hombre? Haz lo que
vienes a hacer.
Sacerdotes: Ése es el hombre ¡arréstenlo!
Jesús: ¡Basta! ¡Déjenlos! Es a mí a quien buscan, pues ya me tienen. (En
ese momento Pedro le corta la oreja a un soldado)
Jesús: Pedro, vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada,
perecerá por ella.
(Se agacha para curar al soldado)
¿Por qué salieron a arrestarme con espadas y palos como un ladrón? Yo
me sentaba diariamente entre ustedes en el templo para enseñar, y no
me detuvieron. Pero todo esto ha pasado para que se cumpliera las
escrituras.
Relator 1: Entonces los soldados lo apresaron y llevaron a Jesús ante el
Sumo Sacerdote Caifás y allí se reunieron todos los sacerdotes, ancianos
y escribas.
Jesús y Caifás.
Relator 2: El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos
y sus enseñanzas.
Caifás: Dime ¿Quiénes son tus discípulos y que es lo que enseñas?
Jesús: He hablado abiertamente al mundo, siempre enseñé en las
sinagogas y en el templo donde se reúnen todos los judíos y no he dicho
nada en secreto. ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me
han oído lo que les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho.
Guardia: ¿Así respondes al sumo sacerdote, con arrogancia?
Jesús: Si he hablado mal, muéstrame en que ha sido, pero si he hablado
bien ¿Por qué me pegas?
Relator 1: Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso
testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte, pero no lo
encontraron a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos.
Finalmente, dos declararon:
Sacerdote 1: Este hombre dijo “Yo puedo destruir el templo de Dios y
reconstruirlo en tres días”
Sacerdote 2: Si, eso dijo
Relator 2: El Sumo Sacerdote poniéndose de pie dijo a Jesús.
Caifás: ¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos declaran contra ti?
Relator 1: Pero Jesús callaba.
Caifás: Dinos si eres el Mesías.
Jesús: Si yo les respondo, ustedes no me creerán y si los interrogo no
me responderán.
Caifás: ¡Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías,
el hijo de Dios!
Jesús: Tú lo has dicho. Además, les aseguro que, de ahora en adelante,
verán al hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir
sobre las nubes del cielo.
Caifás: (rasgándose las vestiduras) ¡Blasfemo! Ha blasfemado, ¿qué
necesidad tenemos? ya de testigos ustedes acaban de oír lo que ha dicho
¿Qué les parece todo esto?
Pueblo: ¡Merece la muerte! ¡Mátenlo! ¡Crucifíquenlo!
Caifás: ¡Alto! Nuestras leyes no permiten matar a ningún hombre. Por
eso lo llevaremos ante el Procurador Poncio Pilato, para que él según las
leyes romanas decida que hará con este blasfemo, ¡Soldados llévenselo!
Relator 2: Entonces los guardias del templo se apoderaron de Jesús y lo
llevaron al palacio del Gobernados Poncio Pilato.
Jesús ante Pilato
Relator 1: Al amanecer, sin perder tiempo, los jefes de los sacerdotes se
reunieron con las autoridades judías, los maestros de la ley y todos los
miembros del consejo. (Antes de hablar Pilato debe autorizar el ingreso)
Pilato: ¿de qué acusan a este hombre?
Sacerdote 1: Si no fuera un malhechor, no lo hubiéramos traído ante ti.
Sacerdote 2: Hemos encontrado a este hombre alborotando al pueblo.
Afirma que él es el Mesías, el hijo de Dios.
Pilato: Tómenlo y júzguenlo según la ley que tienen.
Sacerdote 1: No tenemos autorización para aplicar la pena de muerte.
Sacerdote 2: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie.
Relator 2: Y dirigiéndose a Jesús, Pilato le preguntó:
Pilato: ¿Tú eres Rey de los Judíos?
Jesús: ¿Viene de ti esa pregunta o repites lo que otros han dicho de mí?
Pilato: ¿Soy judío yo? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han
entregado a mi ¿Qué has hecho?
Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera tendría gente a mi
servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi
reinado no es de aquí.
Pilato: Entonces ¿tú eres rey?
Jesús: Tú lo has dicho. Yo soy rey. Para esto nací, para esto vine al
mundo, para ser testigo de la verdad. Todo hombre que está de parte de
la verdad escucha mi voz.
Pilato: ¿Verdad? ¿Y qué es la verdad? (Dirigiéndose a los sacerdotes y al
pueblo) no encuentro ningún motivo para condenar a este hombre.
Sacerdote 1: Está alborotando la nación. Difunde su doctrina por todo el
país.
Sacerdote 2: ¡Se autoproclama el Mesías, el hijo de Dios!
Relator 1: Pero Jesús permanecía en silencio y no respondía nada
mientras los sacerdotes lo acusaban. Por eso Pilato le preguntó.
Pilato: ¿No contestas nada? ¡Mira de cuántas cosas te acusan!
Relator 2: Pero Jesús no le contestó una sola palabra, de manera que el
gobernador quedó muy extrañado. Durante la fiesta de Pascua, Pilato
dejaba libre a un preso, el que la gente pidiera, como acto de
misericordia. Un hombre llamado Barrabás estaba entonces en la cárcel
junto a otros que habían cometido un asesinato en una rebelión.
Pilato: (Llama a un soldado para que traigan a Barrabás) pues bien, es
costumbre que en la Pascua les devuelva a un prisionero ¿a quién quieren
que deje en libertad a Barrabás o a Jesús llamado “el Cristo”?
Pueblo: ¡Libera a Barrabás! ¡A Barrabás!
Otros: ¡a Jesús! ¡Libera a Jesús!
Pilato: ¿Y qué hago con Jesús llamado “el Cristo”?
Pueblo: ¡Crucifícalo!
Relator 1: Mientras Pilato escuchaba los gritos pidiendo la crucifixión, su
mujer acercándose le dijo:
Claudia esposa de Pilato: (Claudia se lo lleva a Pilato tres pasos lejos
del tribunal) No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por
su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho.
Relator 2: Volviendo Pilato al tribunal alzó la voz y volvió a insistir a
los fariseos:
Pilato: ¿Qué mal ha hecho? Ustedes me presentaron a este hombre
acusándolo de agitador, lo interrogaré personalmente delante de ustedes,
pero no lo hallé culpable de ningún crimen de los que lo acusan. Como
ustedes ven, en todo lo que hizo no hay ningún crimen que merezca la
muerte, por eso no haré nada más que castigarlo y lo soltaré. ¡Azótenlo!
Relator 1: Entonces Pilato dejó libre a Barrabas y luego entregó a Jesús
a los soldados para que lo azotaran. Ellos lo llevaron al patio del palacio y
le dieron veinte azotes.
(Se espera que lo terminen de azotar)
Luego le pusieron una capa de color rojo y en la cabeza una corona de
espinas. Después comenzaron a golpearlo en la cabeza con una vara,
doblando la rodilla le hacían reverencia, lo escupían y le decían.
Soldado: ¡Salud Rey de los judíos! ¡Viva el Rey! ¡Salud mi Rey!
Relator 2: Entonces Pilato volvió a salir y les dijo.
Pilato: ¡Aquí está el hombre!
Relator 1: Al verlo la gente comenzó a gritar:
Pueblo: ¡Crucifícalo!
Relator 2: Cuando Pilato escuchó esto, tuvo más miedo. Volvió y
preguntó a Jesús.
Pilato: ¿De dónde eres tú?
Relator 1: Pero Jesús no le contestó palabra.
Pilato: ¿No me contestas a mí? ¿No sabes que está en mi poder dejarte
libre o mandarte a crucificar?
Jesús: Tu no tendrías poder sobre mi si no lo hubieras recibido de lo alto.
Por eso el que me entregó a ti tiene mayor pecado que tú.
Relator 2: desde ese momento Pilato buscaba la manera de dejarlo en
libertad, pero la gente gritó con más fuerza.
Sacerdote 1: ¡Si lo dejas libre no eres amigo del César!
Sacerdote 2: ¡Porque todo el que se proclame rey va contra el César,
crucifíquenlo!
Pilato: (Pilato hace seña de llamar a su sirvienta y se lava las manos) Yo
no me hago responsable de la sangre que se vaya a derramar.
Sacerdote 1: ¡Nosotros nos hacemos responsables!
Sacerdote 2: ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros
hijos!
Gente: ¡Crucifícalo!
Pilato: Que se haga la voluntad del pueblo. ¡Crucifíquenlo!
Pueblo: No Señor!!! Maestro!!!
Otros: Crucifíquenlo!!!
PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS ES ENTREGADO
Relator 1: Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Relator 2: Pilato cede ante las presiones, se desinteresa del problema y
entrega a Jesús a morir, ante la injusticia se lava las manos. Nosotros nos
hemos preguntado si algunas veces no somos Pilato. ¡Cuando
condenamos a muerte!, por la indiferencia frente a los problemas
actuales, por nuestras críticas, nuestros chismes, por la falta de
confianza.
Reflexión:
Relator 1: Señor: eres condenado injustamente. La injusticia siempre
duele. Los hombres estamos inclinados a condenar, juzgar, criticar, a
crucificar. Condenamos sin saber, sin estar seguros. Y esto es un mal
ejemplo para toda la familia que aprende el papel de juez.
Relator 2: Por eso hoy, en familia, al recorrer el camino de la cruz, te
queremos pedir perdón por haberte condenado tantas veces en nuestros
hogares, por haberte condenado en las personas integrantes de la familia
y en aquellos que forman parte de nuestra vida.
Relator 1: (Se contempla la escena), avanzamos hacia la próxima
estación y decimos AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
Relator 2: Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 1:“El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue
con su cruz y me siga” ( Mt. 16,24 ) Te cargan Señor, con la cruz, esa
cruz que es tan pesada como el mundo, porque cargas los pecados de
todos los hombres. Te la pusieron sobre los hombros... Te la pusimos
nosotros, porque también contribuimos a aumentarle el peso. En vez de
hacerla más liviana, la hicimos más pesada.
Relator 2: “La solemos cargar sobre los hombros de nuestros hermanos,
sobre los hombros de los mismos miembros de la familia. Perdón, Señor,
por el peso de nuestra indiferencia, nuestra falta de cariño, apoyo, y de
comprensión. Perdón, por la cruz de nuestro egoísmo que enrarece el
clima familiar, por la cruz de nuestros descuidos, falta de alegría y
fortalezas, por la falta de dialogo y valoración.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
Relator 1: Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 2: ¡Cómo nos duele caer! El dolor también nos enseña y ayuda;
¡cuántas veces caemos y nos quedamos desanimados! No es esto lo que
Jesús nos enseñó. La cruz que el lleva es demasiado pesada y por eso
cae, pero era necesario continuar, solo así podíamos salvarnos.
Relator 1: Hemos caído mil veces, Señor. Hemos caído como familia,
caemos en la desesperanza, en la falta de alegría, en el descuido de la
oración familiar y en los resentimientos, el fastidio, los gritos, en los
portazos, en los malos modos y en los caprichos. Nos cuesta superar
nuestros defectos, perdonar nuestros errores, levantarnos de nuestros
desaciertos. Hoy te miramos con esperanza, porque creemos que tú
puedes darnos una mano no solo con tu ejemplo, sino sobre todo con tu
gracia.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
Relator 2: Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Respondemos. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Reflexión: “Alguien dijo a Jesús: “Mira, tu madre y tus hermanos están
afuera y preguntan por ti “.
Relator 1: Un ratito de consuelo y de aire fresco en el camino de la cruz.
Aquí está tu madre Ella sufre de verte... pero bien dicen que una pena
compartida es media pena. Te consuelas al verla... Ella se consuela y te
fortalece, viéndote, acompañándote, diciéndote sin palabras que está
cerca tuyo. Nos encanta, Señor, poder tener a tu madre también en
nuestro camino.
Relator2: Ella nos consuela y fortalece. Está en casa con nosotros, en
tantas y tantas formas con que nos ayudamos para tenerla siempre
presente. Te agradecemos, Señor, que nos la hayas dejado tan a la
mano, tan cercana, tan dulce y serena. Enséñanos a mirarla como familia
y a confiar en ella en todo momento.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
QUINTA ESTACIÓN
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
Relator 1: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 2: “Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y lo obligaron a que cargara con la cruz de Jesús. (Mt. 27,31-32) Lo
tomaron un poco por sorpresa. Lo obligaron a ayudarte a llevar la cruz. Y
él lo hizo, un poco empujando, un poco a la fuerza, pero lo hizo. Cargó
sobre sí tu cruz, la que a él no le correspondía, y la llevo. No se
imaginaba que de él se iban a acordar todas las generaciones. Nosotros
también queremos ayudarte. Pero enséñanos a descubrirte en casa, entre
los nuestros.
Relator 1: También caminas a nuestro lado, herido, sin fuerzas, casi
muerto, y muchas veces no nos damos cuenta y te vemos pasar,
simplemente, sin prestar ninguna atención a tu dolor y preocupación. Hoy
queremos pedirte que despejes nuestra mirada para que podamos verte
en los hermanos que necesitan una mano. Queremos ayudarte en las
penas y dificultades de aquellos que nos rodean. Danos, Señor, la
generosidad para hacerlo. Que no nos tengan que obligar las
circunstancias, sino el amor.
(Se contempla la escena)
avanzamos hacia la próxima estación y
decimos AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DEL SEÑOR.
Relator 2: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Reflexión:
Relator 1: Te enjuagan, te limpian el rostro. ¡Qué rostro, Señor! Un
rostro desfigurado por el dolor, por la larga noche en vela, por los
escupitajos, por las espinas, por los pecados, ¡¡ tantos y tantos…!! ¡de
todo el mundo!! y ¡de toda la historia!! Pero hubo alguien, una Verónica,
que te enjugó el rostro. Los rostros, Señor, los rostros de todos los días.
Relator 2: Hay rostros que vemos siempre, que todos los días están muy
cerca. Ayúdanos, Señor, a limpiarlos, a alegrarlos, a consolarlos, a
aliviarlos. Que podamos ser como la Verónica, enjugándote el rostro en
cada uno de los miembros de la familia.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Relato 1: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 2: Señor, caes. Sin estruendos, sin ruidos, en aquellas calles
llenas de gente, en donde te apretujan, te pisotean, te miran con
indiferencia, te dicen cosas y te hieren hasta con el tono de voz. Caes y
te levantas, y sigues... el objetivo es el Calvario, la cruz, el acto supremo
de entrega al Padre y a los hombres. Señor: En casa también caemos.
Caemos en la indiferencia de unos para con otros. Caemos en
conversaciones que no llevan a nada y descuartizan a los hermanos.
Relator 1: Caemos en la indiferencia con los problemas que no llevan a
nada. Caemos cuando no nos hablamos, cuando guardamos rencores,
cuando hacemos amarga la comida con alguna frase o actitud que no
ayuda para nada. Caemos en la crítica fácil y destructiva. Caemos una y
mil veces, Señor. Concédenos la gracia de no desanimarnos por nuestras
caídas y ayúdanos siempre a seguir la marcha hacia la entrega generosa
del amor de cada ida.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
OCTAVA ESTACIÓN
LAS MUJERES DE JERUSALÉN LLORAN POR JESÚS
Relator 2: Jesús se encuentra con algunas mujeres que lo seguían y no
deja pasar el tiempo para hablarles.
Jesús: Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y
por sus hijos.
Relator 1: Los seguían muchas mujeres que se lamentaban por él. Jesús
consuela a las mujeres que lloran por él.
Jesús reacciona con dulzura, no basta lamentarse, es necesario cambiar
de actitud, cambiar el todo por el todo. Jesús nos invita a renovarnos
desde el interior y expresarlo en obras y actitudes. No basta decir, hay
que comprometerse con el Reino, y hacerlo presente en obras concretas.
Relator 2: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 1: Aquellas mujeres, Señor, lloran por ti. No lloran por ellas. Es
lo que solemos hacer nosotros. Casi siempre nos lamentamos de los que
sufren los demás o de lo que los demás nos hacen, pero no lloramos por
nosotros mismos, por nuestras faltas, por nuestros pecados. En casa pasa
lo mismo.
Relator 2: Estamos prontos a compadecer, pero no estamos tan
dispuestos a conocer que muchas veces los sufrimientos de los otros son
por culpa nuestra. Señor, haz que podamos tener la sinceridad y la
entereza de conocer que nuestros pecados son la causa del dolor de
nuestros hermanos.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Relator 1: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 2: Señor, de nuevo en tierra, de nuevo caído. Pareciera que las
tres caídas son como los tres días del sepulcro antes de la Resurrección
Tres días, antes de ser exaltado en la Resurrección. Es como para
indicarnos que el camino de la gloria siempre es el camino del esfuerzo,
de las caídas, y las levantadas, del empeño por ser fiel hasta la muerte.
En casa, muchas veces, queremos que las cosas resulten fáciles. Nos da
fastidio que las cosas no resulten fáciles. Nos da fastidio que las cosas
cuesten tanto, que tengamos que besar tantas veces la tierra, para poder
caminar hacia lo alto.
Relator 1: Es en las pruebas en donde se da muestra de entereza. Es en
las caídas en donde se manifiesta la fe. Ayúdanos, Señor, a luchar, a no
desanimarnos, a mirar siempre hacia adelante, aunque de momento no
tengamos más ojos que para mirar la tierra. Danos tu gracia para que,
aunque nos cuesten las cosas, tengamos siempre presente que solo se
llega a la gloria de la Pascua por el camino de la cruz, que está lleno de
empujones, roces, dificultades y caídas.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Relator 2: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 1: “Cuando los soldados pusieron en la cruz a Jesús, se
repartieron su ropa en cuatro partes iguales, una parte cada soldado. Se
apoderaron también de tu túnica, que era sin costura, de una sola pieza.
Se dijeron entre ellos: “No la rompamos, más bien, echémosla a la suerte
a ver de quien será. Así se cumplió una profecía que dice: Se repartieron
mi ropa y sortearon mi túnica. Fue lo que hicieron los soldados” (Jn.
19,23-24) Te desnudan, Señor. Hoy también lo hacen. De desnudeces
está el mundo lleno.
Relator 2: Hemos perdido el respeto y el pudor. Hemos cosificado el
cuerpo. Hemos ultrajado tu creación. Perdónanos, Señor. Te pedimos que
en casa recuperemos el valor del respeto, de la decencia, de la pureza.
Concédenos la gracia para poder volver a formar jóvenes que valoren la
castidad y el verdadero amor Haz que los hijos, cuando se pongan de
novios, sepan que el amor está hecho de sencillez, respeto, renuncia,
recato, y decencia.
(Se contempla la escena) avanzamos hacia la próxima estación y decimos
AVE MARÍA (así hasta llegar a la estación)
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Relator 1: la gente estaba allí lo insultaba, meneando la cabeza se
decían.
Gente: tú que destruyes el templo y lo levantas en tres días, sálvate a ti
mismo. ¡Baja de la cruz! Sálvate si puedes. ¡Baja! ¡Baja de la cruz!
Relator 2: de la misma manera se burlaban de él los sacerdotes y los
maestros de la ley de decían:
Sacerdote 1: salvo a otros y así mismo no puede salvarse.
Sacerdote 2: ¡que ese Cristo, que ese Rey de Israel baje de la cruz para
que lo veamos y creamos!
Sacerdote 1: ¡que baje de la cruz!
Jesús: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Relator 1: y hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban, uno
de ellos le decía:
Ladrón malo: así que tú eres el Cristo. ¡Sálvate y también a nosotros!
Ladrón arrepentido: ¡cállate! ¿No temes a Dios, tú que también estas
en el mismo suplicio? Nosotros o tenemos merecido y pagamos nuestros
crímenes. Pero él no ha hecho nada malo. Jesús, acuérdate de mí cuando
llegues a tu reino.
Jesús: en verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.
Relator 2: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 1: Te clavan en la cruz. Es lo que hacían con los malhechores
Nos imaginamos los martillazos Nos representamos el rostro y las manos
de aquellos que, cumpliendo su oficio casi mecánicamente, con la rapidez
de los entrenados, te clavaron en la cruz. Nosotros también te clavamos,
y muchas veces sin darnos cuenta.
Relator 2: Te clavamos con la infidelidad matrimonial, te clavamos con
los malos ejemplos que damos. Te clavamos cuando la corrección solo se
convierte en castigo Te clavamos cuando la riña ocupa el lugar del dialogo
y el entendimiento Te clavamos cuando nos gana la ira, el enojo, el grito
Te clavamos cuando el resentimiento ocupa el lugar del perdón Te
clavamos, te golpeamos, te herimos, de muchas maneras… Perdónanos y
ayúdanos, para que en casa no te volvamos a crucificar
DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Relator 1: Junto a la cruz se acercaron, su madre, la hermana de su
madre, María, esposa de Cleofás y María Magdalena. Cuando Jesús vio a
María y junto a ella al discípulo Juan a quien él quería mucho le dijo:
Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Relator 2: luego dijo al discípulo
Jesús: ahí tienes a tu madre.
Relator 1: desde ese momento el discípulo la recibió en su casa.
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde toda la tierra quedo en
oscuridad. Entonces Jesús grito con fuerza:
Jesús: ¡Dios mío Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
Relator 2: algunos de los que estaban allí lo oyeron y dijeron:
Soldado: Esta llamado a Elías
Relator 1: Luego Jesús dijo:
Jesús: Tengo Sed.
Relator 2: al momento, uno de ellos fue corriendo en busca de una
esponja, la empapo en vino agrio, lo ato a una caña y se la acerco para
que bebiera. Jesús bebió el vino agrio y dijo:
Jesús: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu ¡todo está cumplido!
Relator 1: y diciendo esto, Jesús murió. Jesús entrego su espíritu.
Era viernes, y al día siguiente sería la fiesta de la Pascua. Los jefes judíos
no querían que en el día sábado los tres hombres siguieran colgados en
las cruces, porque ése sería un sábado muy especial. Por eso le pidieron a
Pilato ordenar que se les quebraran las piernas a los tres hombres. Así los
harían morir más rápido y podrían quitar los cuerpos.
Relator 2 Los soldados fueron y les quebraron las piernas a los dos que
habían sido clavados junto a Jesús. Cuando llegaron a Jesús, se dieron
cuenta de que ya había muerto. Por eso no le quebraron las piernas.
Sin embargo, uno de los soldados atravesó con una lanza el costado de
Jesús, y enseguida salió sangre y agua.
Relator 1: Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Biblia:
«No le quebrarán ningún hueso». En otra parte, la Biblia también dice:
«Mirarán al que atravesaron con una lanza». El que dice esto, también vio
lo que pasó, y sabe que todo esto es cierto. Él cuenta la verdad para que
ustedes crean
Canción: ……
Relator 2: Te adoramos, Cristo y te bendecimos.
Relator 1: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 1: Mueres Jesús, parece increíble que el autor de la vida muera,
pero mueres para darnos vida. Pero hay muertes que son camino de vida,
porque las resolvemos desde la fe. No queremos muertes muertas, ni
queremos quedarnos en la indiferencia en el desaliento, en el reniego
fácil, queremos vivir nuestras muertes con esperanzas, como tú. Señor,
que cuando algo muera, nunca sea una muerte muerta, sino una muerte
como la tuya, que engendra vida, victoria y alegría.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ
Relator 2: Te adoramos, Cristo y te bendecidos.
Respondemos: Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 1: “José de Arimatea, pidió permiso a Pilato para retirar el
cuerpo de Jesús y Pilato se lo concedió. Vino y retiró el cuerpo de Jesús
(Jn. 19,38) Señor, te bajan de la cruz. Estás terminando....
aparentemente fracasado. Nada se ha podido hacer para librarte del
poder de Herodes, de Pilato, y de las intrigas de los de siempre. A veces,
parece que siempre triunfan los que debieran perder. A veces, parece que
el mal está a la puerta, mirando triunfante cualquier intento de cambiar el
rumbo de la historia.
Relator 2: Cuando te bajan de la cruz, muchos piensan que todo se
acabó, que no hay nada más que hacer. Sin embargo, ni los mismos
fariseos se quedaron tranquilos, porque fueron a pedir una guardia para
tu sepulcro. Nosotros sabemos que aquella aparente derrota, es en
realidad el triunfo de la vida y del amor. Señor, en casa muchas veces
también parece que pierde el amor y gana la muerte, la injusticia, el
poder de los que mandan. Ayúdanos, para que cada vez que “bajemos el
ánimo por las contrariedades de la vida, sepamos que siempre triunfa el
amor, aunque de momento parezca ser otra la realidad. No dejes, Señor,
que, en medio de las dificultades familiares, nos cansemos de ser buenos.
Escena: Se entrega el cuerpo de Jesús a su madre María que se acerca junto con
Juan, el discípulo amado, María Magdalena y María esposa de Cleofás. Luego se
retira a los acompañantes, de modo que queden en escena solo María con su hijo
(suena de fondo: “El diario de María”). Posteriormente los soldados retiran a la
madre y proceden a sepultarlo.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESUS ES SEPULTADO
Relator 1: te adoramos, cristo y te bendecimos.
Respondemos: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Reflexión:
Relator 2: Envolvieron el cuerpo de Jesús con lienzos perfumados con
esta mezcla de aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos.
Cerca del lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto y en el huerto
un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado. Aprovecharon
entonces este sepulcro cercano para poner ahí el cuerpo de Jesús, porque
estaban en la preparación del sábado solemne” (Jn. 10, 40-42) Te
sepultan, Señor. Ahora ya no hablas, pero tu silencio del sepulcro nos
habla más que tus parábolas, porque es el silencio de la abnegación, del
sacrificio, de la donación total.
Relator 1: A nosotros nos gusta más el bullicio, la propaganda, la
televisión, el ruido. Pero Tú hablas desde el silencio. Señor, en casa
muchas veces decimos lindas cosas sobre el amor, pero no sabemos
conjugar el verbo amar con el verbo callar y servir. En el silencio de tu
sepultura queremos aprender a hablar menos y hacer más. Hablar con el
ejemplo de una vida entregada, del sacrificio de cada día, con el silencio
de un gesto oportuno. Enséñanos, para que en casa aprendamos a vivir
el silencio del amor y no el ruido del egoísmo. Que en silencio
demostremos que el amor es ante todo capacidad de renuncia y de
servicio.
ORACION FINAL: Señor hemos terminado el camino de la Cruz. Ha sido
un camino recorrido en familia. Mirándote a Ti hemos aprendido muchas
lecciones. Son las lecciones del amor, de la vida, de la esperanza, de la
alegría verdadera. Ahora aguardamos la Resurrección. Esa Resurrección
que tiene que notarse en nuestra vida diaria. Como familia muchas veces
caminamos en medio de pruebas, dificultades, sinsabores, desilusiones,
dramas, alegrías, triunfos y fracasos. Queremos tu gracia, para que
podamos siempre llegar a la Pascua. Sabemos que no hay cruz y muerte,
sin Resurrección y gloria. Lo sabemos. Pero no siempre lo vivimos.
Queremos aprender la lección de la esperanza. Señor, que en nuestras
familias aprendamos a sonreír, aprendamos a amar, aprendamos a vivir
como hijos de un Padre que no se da nunca por vencido en el amor. Que
al cabo del vía crucis familiar siempre encontremos la luz de la pascua.
Porque Tú eres VIDA. Porque Tú eres AMOR. Porque Tú eres la garantía
de nuestra esperanza. AMÉN
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