Subido por Claudio Mastellone

Botiquin-emocional-Luis-Pescetti

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Pescetti, Luis
Botiquín emocional : para humanos y superhéroes / Luis
Pescetti. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Luis
Pescetti, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-88-3106-0
1. Libro para Niños. 2. Valores Humanos. 3. Literatura
Infantil y Juvenil. I. Título.
CDD A863.9282
© 2021, del texto, ilustraciones y personajes: Luis Pescetti
Diseño de cubierta: Luciano Andújar
Fotografía del autor: © Marcelo Aurelio
Edición en formato digital: enero de 2022
Conversión a formato digital: Libresque
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida
por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico,
magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito del autor.
Luis Pescetti
Botiquín emocional
para humanos y superhéroes
Con ilustraciones del autor
Índice
Cubierta
Créditos
Portada
Dedicatoria
Nota privada en el cuaderno secreto (si alguien la encuentra, no la lea,
¡obvio!)
Lunes en la escuela
Lunes tarde, papá lleva a Javi al pediatra
Camino a casa, Javi y su papá
Lunes tarde, casa
Lunes noche, casa
Lunes por la noche, casa de Julia
Martes, en la escuela
Martes tarde, casa
Martes noche
Miércoles, escuela
Miércoles tarde, casa
Miércoles noche, papelitos por toda la casa
Jueves, escuela
Jueves, en casa
Jueves tardecita, en familia
Viernes, escuela
Muestra libre obligatoria: escritos de 4º y remeras de 7º
Trabajo grupal, por Lisandro
Mi amiga Anita (del campo) por su mejor amigo, yo, Jere
Héroes y emociones
Ramiro: supermejor amigo de mi hermano
Pensamiento medio científico
Autoayuda psicológica que inventé
Un caso bien raro: mi tío Carlos
Redacción: los sentimientos
Cómo viajar en ómnibus a salvo de personas con malas intenciones
Curiosidad: mis abuelos también tienen emociones
Anécdota personal que me pasó
Colita: mi perra amiguera
Chiquita: amiga de mi abuela (es el apodo nomás)
Sentimientos encontrados
El peor día
El cerebro lee o rebota
Encuesta fracasada (¡no exagero!)
Distintas opiniones (entrevista) y frases que oí
Viernes tarde, en casa
Sábado: nota privada en el cuaderno secreto
Palabras para docentes, familia y otros que se meten nomás
Derechos sobre las emociones
Agradecimiento
Biografía
Otros títulos
Más sobre Luis en Internet
A Vicente y a Santiago
Nota privada en el cuaderno secreto
(si alguien la encuentra, no la lea, ¡obvio!)
Al Ministerio de Educación le vino que había que hacer la “Semana de las
Emociones”, entonces la maestra de Sociales, Lengua y Conocimiento del
Mundo puso cara de angustia.
Mi papá dice que las emociones son un sentido más. “Por tener ojos, no
es que obedecés cada cartel que ves; pero si vivís con los ojos cerrados,
te estampás contra un poste. Lo mismo con lo que sentimos. No es que
tenés que hacerle caso a cada emoción, pero si vivís sin enterarte de lo
que sentís, ¡te estampás contra un poste!”.
Es obligatoria (la semana, no la maestra…; bueno, la maestra también),
es obligatoria y esa semana no se puede no tener emociones.
Justo a nosotros, que nos la pasamos hablando. Ojalá fuera la semana del
silencio, porque mi mamá es capaz de parar una película y repetir un
diálogo.
Manu le propuso a su maestra hacer una muestra de dibujos. Ella
respondió que espera más de un chico de 7º. “¿Dos dibujos?”, intentó
Manu; pero nop. Niet. Nada. No. Nou. Nain.
Yo no pensaba hacer nada; pero me enamoré.
Aclaración: este es el cuaderno de inventos que hacemos con Manu. Los
dos dibujamos y escribimos… pero, Manu: lo de antes no lo leas, ¿sí? ¿Por
favor?
Esto sí, porque acá te pido que lo de antes no lo leas (no lo de antes
“de recién”, sino lo de antes más arriba).
Firma: Javi (obvio)
Lunes en la escuela
La maestra de Sociales, Lengua y Conocimiento del Mundo le pide a Javi
que vaya a la sala de mapas, a buscar una lámina del cuerpo humano.
Cuando él la ve, exclama:
—¡Tenemos un laberinto adentro!
Así se explica que lo que sentimos no salga derecho, derechito.
Al regresar a su salón, Javi encuentra ambiente de reclamos, porque la
maestra había explicado que, con motivo de la Semana de las Emociones,
toda la escuela hará una Feria Emocional el viernes.
—¡¿Por qué siempre 4º grado nomás, seño?!
—Toda la escuela dije, Romina, cada grado expondrá los resultados de
sus investigaciones: pueden ser entrevistas, reflexiones sobre las
emociones, ejemplos de seres cercanos…
Como siempre, los chicos no oyen “opciones divertidas”, sino “mucha
tarea”. Aumentan las quejas.
—¿Cuántos renglones tienen que ser? (René).
—¿Animales se puede, seño? (Antonio).
—Para las entrevistas no (Lisandro).
—¡Que sea trabajo en equipo, seño! ¡Así juntamos más emociones y
ganamos! (Juanjo).
—No es para competir (maestra con cara de paciencia, contando cuánto
le falta para jubilarse).
—Si perdemos, no, obvio (Jorge).
Juli es nueva, Javi quiere llamar su atención. Acaba de ser el héroe que
cumplió una tarea que le encargó la maestra, y además viene con un
descubrimiento. Arranca con toda confianza:
—¡Nada llega donde queremos!
Julia lo mira, y se va con Romi y Olivia, con cara de “¿qué te pasa,
nenito?”, porque el entusiasmo de Javi la tomó por sorpresa.
Él siente que metió la pata, habló demasiado de más o demasiado de
menos.
Cuando vuelve a su casa, dibuja un invento para no meter la pata cuando
habla:
(Se habla por un lado y sale mejorado por el otro).
Ejemplo de para qué me serviría:
* Si el lunes ni sé qué decir.
* Si el martes quiero decir algo y no me sale.
* Si el miércoles hice lío y le eché la culpa a otro.
* Si el jueves mejor me quedo callado.
* ¿Qué puedo decirle a Juli para que ella no se dé cuenta de que me gusta
hablar con ella?
* Si el sábado tengo que pedir perdón.
* Si el domingo tengo que repetir una explicación.
* Si el lunes ni sé qué decir.
Lunes tarde, papá lleva a Javi al pediatra
El pediatra de Javi es buena onda, él le tiene mucha confianza, pero no tanta
como para preguntarle si metió la pata con Juli; entonces le pregunta para
qué tenemos tantos circuitos.
—Si fuéramos lisos, la digestión sería más rápida (Javi).
—Tenés razón, mirá el cerebro: por eso nos cuesta aprender, por lo
retorcido como lo metieron (médico, guiñándole un ojo).
Camino a casa, Javi y su papá
—Papi, estamos llenos de tripas y caminitos; si viene una idea, siempre
choca contra algo.
—Ahá…
—Lo meeenos probable es que llegue donde debería llegar, y lo digas
bien.
Así Javi se acerca al tema de “hablar con alguien que te gusta” para
preguntarle a su papá cómo se hace, cuando, a traición y por sorpresa, el
papá le comenta:
—Manu me contó que hay una chica nueva en tu grado.
—Eeeehhh, seeemmm (Manu cobarde traidor, cañón de neutrones,
disparo láser total, lo reviento por traidor).
Lunes tarde, casa
Manu está en su cuarto, escuchando música, dibujando ideas para 7º y la
feria, cuando Javi irrumpe, enojadísimo. Viene con el cuaderno de inventos
abierto en una página, le apaga la música y se lo muestra:
—¿Por qué le contaste a papi que metí la pata con Juli?
—¿Qué decís, nene?
—Prometimos guardar los secretos, Manu (Javi señala esa hoja).
—Le conté que había una chica nueva, nada más. ¿Metiste la pata?
Javi se pone colorado: el invento tenía que ver con la confianza y guardar
secretos, y él acaba de revelar algo sin querer.
Historia que acompaña al invento:
Un chico tenía un secreto. No era tan secreto, pero, como no se lo
contaba a nadie, ¡era muy secreto! Si no contás un secreto, o te olvidás o no
te lo sacás de la cabeza nunca, vuelve y vuelve.
Cierto día apareció un gigante enfrente del niño. No lo dejaba avanzar,
era su viejo secreto. Otra vez: un pájaro, alas azules y plumas rojas en el
pecho. No paraba de cantar. ¡Era su secreto!
Firma: Javi (más: el dibujo) y Manu (más: la historia).
Lunes noche, casa
Para Javi, jugar con su hermano mayor es lo mejor del mundo; a Manu
también le gusta, pero su señal se cuelga. Eso es motivo de peleas cada
tanto, por uno que quiere pensar a solas y otro que reclama atención.
—Manu, ¿jugamos?
—… (Manu mirada perdida, pensando ideas: ¿Y si hacemos remeras?).
—Manu, ¿jugamos?
—… (mirada perdida).
—¡Manu!
—¡No grites, Javi! ¡Me asustás!
—¡¡¡Chicos!!! ¡¡¡Paren de gritar!!! (mamá desde un cuarto).
—¡¡¡No griten, estoy en una llamada!!! (papá, a los gritos).
Una vez más, Javi busca el cuaderno de inventos y dibuja:
Explicación:
En casa, a veces nos hablamos enojados y no se entienden los gritos.
Manual de las catapultas:
Se colocan frente a las ventanas y uno se pone la pulsera detectora. Si te
enojás, empieza beep beep, y si uno sigue enojado, bep beeeeep bep, y le
manda la señal a la primera catapulta. ¡CRASH!
Si con ese vidrio roto no paramos, luego le tira a la otra, y luego a la otra.
Lunes por la noche, casa de Julia
Juli está molesta consigo misma por ser tan tímida.
Odia que le hagan una broma por emocionarse, entonces hace como que
no pasa nada. Eso la hace sentir más protegida, pero demasiado seria. Un
moño.
Le gustaría ser como Victoria, que pone caras de mucha emoción, aunque
no sienta tanto. Victoria viene y dice algo toda feliz, o habla con
corazoncitos en los ojos; pero no es QUE SIENTE TODO ESO. Pone esas caras
porque así cree que todos pensarán que es la mejor amiga (es que tiene
miedo de que Olivia, Neluy y las chicas se junten y no la inviten).
Javi solo expresaba su entusiasmo, pero Julia es muy tímida.
El despliegue de tanto entusiasmo y emociones la asusta, no sabe cómo
reaccionar. Entonces no se acuerda cuál era su propia emoción.
Ah, sí: que le cae simpático este Javi.
Sin embargo, cuando Romi y Olivia le avisaron que la miraba, ella dijo
que ni se había dado cuenta, porque sentía que si lo reconocía, estaba
sonada. ¡Pum! ¡Kaput! ¡Chau!
Martes, en la escuela
Suena el timbre, los chicos caminan hacia el grado. Javi no quiere que Juli
note que la observa, entonces apenas la mira de costado. Es un truco que
ensayó frente al espejo.
“¿Qué hace Javier con los ojos?”, piensa Juli, porque el truco no es tan
perfecto.
Javi hace tanta fuerza con la cabeza derecha y los ojos torcidos que no ve
venir a Raúl, que entra corriendo, lo empuja y lo hace caer sentado al piso.
Los demás se ríen.
—¡Levantate, nenito!
La maestra les explica que esta semana no será solo de las
investigaciones y la feria, sino que también hablarán sobre las emociones y
la importancia de expresarlas.
—¡¿MÁS, SEÑO?! (Sari se agarra la cabeza).
“¿Para qué hay que HABLAR de eso?”, piensa Juli.
—¿Cómo se pone su cara, cuando están contentos?
Pregunta la maestra; pero nadie levanta la mano. Silencio Polo Norte,
hielos eternos, Sahara, en todo el salón. Javi disimula, sonríe y hace que sí
con la cabeza (aunque nadie habla ni pregunta nada), no quiere que lo
distraigan de su dibujo:
—Entonces, cuenten qué los pone tristes. ¿A ver? (insiste la maestra).
Como si les hubieran gritado “¡Estatuas!”, todos están mudos, quietos,
miran el techo, se miran las manos, piedra, inmóvil, tronco, titanio.
Pedro levanta la mano:
—Seño, yo estoy contento, no quiero hablar de tristeza.
Cuando la seño empezó con que “la tristeza es una emoción muy
import…”, suena el timbre.
Julia respira aliviada, la atención se desvía a huir hacia el patio. Le da
vergüenza hablar delante de todos, no es que se queda seria porque no
sienta, sino porque sus sentimientos son intensos.
Salen al recreo nubes de chicos alrededor de sus maestras. Las de 4º y 7º
querían relajarse conversando un poco, pero las rodean, zumbando ruegos:
“Seño, hagamos otra cosa”. “Por favor, seño, prueba de matemáticas, lo que
quieras”. “Son aburridas las emociones, seño”.
—¿Qué les pasa? (maestra de 7º).
—Queremos hacer dibujos, no escribir y escribir nomás (Manu).
—Bueno, pero que sean dibujos ¡con frases!
—¡No vale! ¡Los dibujos no llevan frases! (todos los de 7º).
Entonces interviene Antonio, de 4º:
—¡Dibujen remeras! ¡Y les meten frases!
Manu, el hermano de Javi, salta feliz:
—¡Eso!
Martes tarde, casa
—¿Puedo ayudarte con los dibujos, Manu? —pregunta Javi. Manu había
ocupado la mesa del comedor con hojas, lápices, el piso lleno de bollos de
papel con ideas descartadas.
—Las remeras son de 7º. Javi, ¿hoy se reían tus amigos cuando te
empujó Raúl?
—No es malo, pero es bruto; en vez, los chicos no son brutos, pero a
veces hacen burlas.
—No dejes que se burlen, Javi.
—Hice esto.
Javi le muestra el invento del escudo robot. Pero Manu se acuerda de
algo:
—¡No, Javi, mejor el de cuando no me gustaba la colonia!
Lo buscan en el cuaderno de inventos:
Nota “ayudamemoria”:
Manu no quería ir a la colonia. Mamá tiene un radar y detectó que unos
chicos se burlaban: en vez de Manuel lo llamaban “Manual”, y todo así.
Al otro día, mamá llevó a Manu a la colonia, él se moría de vergüenza.
Pero mamá es canchera para disimular. Se quedó charlando y se acercó a
saludar a los chicos que molestaban:
—Hola, soy la mamá de MA-NU-EL.
Como treinta veces, mientras saludaba a sus papás, también. Luego
charló un rato con los maestros con el ojito mirando al costado y vio que un
maestro retaba a un grupo:
—¡Señores, esperen sentados acá, les dije!
Ella terminó de hablar con los profes.
—Vinimos a despedirnos, porque Manu deja.
Los tipos se quedaron helados.
—¿Qué pasó, mami? (preguntó Manu).
—Tenías razón, Manu, eran salames. Vamos a buscar otra colonia.
Buscaron una mejor, y aquellos maestros se habrán descongelado, creo.
Están viendo el cuaderno cuando pasa su mamá, ve el dibujo y se ríe al
recordar la anécdota. Luego les comenta:
—Chicos, ¿por qué siempre dibujan peleas… golpes, explosiones?
—Para ganarles a los zombis, obvio (Javi).
—Están buenísimos los inventos, ¿no, ma? (Manu).
—Son muy divertidos; pero cambien el rubro. Puras peleas… Hagan algo
sobre amistad, hermanos, cambien el foco, si no, es muy repetido. ¡Ya sé!
Desafío: un invento para dos hermanas; premio: milanesas con papas.
—¡“Hermanas”, dijiste, ma! (Javi).
—Cambié, “hermanas”, mejor… Adiós milaneeeeeeeeesas...
Dice eso, se va. Ellos se quedan sin saber qué hacer; pero es un desafío, y
hay milanesas en juego. Manu tiene una idea, se la cuenta a Javi y empiezan
de inmediato.
Se imaginan dos hermanas, re-buenas y re-lindas, y re-buenas amigas
entre ellas y con las demás chicas. Ellas eran tan tan tan buenas y tan tan tan
lindas que… que… desprendían un olorcito como un perfume que los
zombis detectaban ¡y se ponían como locos! No se aguantaban de ir a
atacarlas.
Por eso inventan este paraguas que parece normal, peeeeeeeeeeeeero…
Martes noche
Eligen una peli para verla en familia. Manu escoge una, pero Javi pide
cambiar, porque el tráiler tenía una imagen que le dio miedo.
CASCO ANTIPESADILLAS FEAS
Miércoles, escuela
En el patio, antes de entrar a las aulas, algunos chicos de 4º quieren sentirse
grandes, eso de escribir les parece un trabajo de nenitos.
—Votemos hacer remeras, chicos (Juan).
—¿Como los de 7º? (Federico).
—No quiero hacer investigaciones (Juan).
—Yo no quiero copiar a los de 7º, ¿quién quiere copiar a los de 7º?
(Olivia).
Preguntado de esa manera, la votación no da favorable. Investigaciones:
mil, copiones: cero, ni Juan quiso.
Entran, la maestra hace una pregunta, otra propuesta y cuatro preguntas
más. Nota una cabecita sin señal:
—Javi, contanos, ¿qué pensás, con esa cara?
Solo el cuerpo de Javi está en clase. La mente, en otra galaxia, piensa en
su mejor amigo, Sebas, porque cuando le gana al ping pong se pone mal.
Javi se imagina que va a una farmacia y pide un remedio para eso y,
como no existe, le venden lo más parecido.
—Probá si sirve —le dice la señora.
Está imaginándose que lo llevaba al partido siguiente, se lo daba a
Sebas…, ¡y servía! ¡CHA CHAAANNN!
Entonces se divertían un montón cuando le pifiaban a la pelota. Es solo
un partido, no hay nada más en juego.
En eso está su mente, cuando su oído oye a la maestra:
—Javi, contanos, ¿qué pensás, con esa cara?
—Es mi única cara, seño (Tragame, tierra).
La maestra lo reta por distraído y por contestón cancherito.
Javi siente vergüenza de que lo reten delante de Juli. Para colmo, ella no
lo busca automáticamente.
Él quiere que ella se acerque, porque no sabe cómo hacer y que sea con
garantía de no rebotar, o de que los chicos le hagan chistes, o de que las
chicas se burlen, o de no quedarse mudo por los nervios, o de que ella le
diga que no, pero él logre hacerla cambiar de opinión, o (¡también lo
pensó!) que ella diga que “bueno”. Y entonces: ¡¿qué sigue?! ¿Cuál es el
paso número 2? Porque imagina que ella le contesta: “Ay, yo también quería
que me hables, Javi”. En ese momento él no puede decirle: “Esperame que
le pido un consejo a mi hermano que está en 7º”.
Desastre total sería. Entonces abre su cuaderno para hacer un plan, o por
lo menos ordenar sus pensamientos, o inventar una estrategia, o por lo muy
menos de menos: evitar ir a hacer algo y meter la pata.
Pero no puede dejar de pensar en Juli.
Su cabeza está así: “Juli, Juli, Juli, Juli… debo pensar en otra cosa: Julia,
Julia, Julia”. No puede controlarla.
—¡Esa es una idea para un invento! (se da cuenta).
Termina el dibujo y lo mira orgulloso. Se imagina con el controlador en
sus manos.
Toca un botón, responde: “No debes pensar en Juli… (ahí imagina que se
traba) Juli… (ruidito) Juli… (ruidito) Juli… Juli… Juli… Juli… Juli…
Juli… Juli…”.
Toca otro botón y se silencia.
Mueve la perilla: “No debes recordar a Juli… Juli… Juli… Juli…
Juli…”. Tampoco.
Aprieta otro botón: “Disimula que estás pensando en Juli… Juli… Juli…
Juli…”. Imposible.
Una cosa son los inventos, esto es más difícil.
Mejor, ordenar el panorama. Vuelve al cuaderno, que tanto lo ayuda, y
hace dos columnas:
Juli, cara contenta
cómo interpreto esa cara
estoy feliz de estar con vos
vino contenta de su casa
estoy feliz por otra cosa
¿es su cumpleaños y me olvidé?
estoy feliz conmigo
¿a quién irá a ver?
me siento muy a gusto
¿a quién habrá conocido?
no quiero mostrar que estoy triste
¿de qué se estará acordando?
no quiero que sepas que me gustás ¿me perdí algo?
Juli está con cara de enojada
cómo interpreto esa cara
estoy enojada con vos
está enojada conmigo
estoy enojada con otra cosa
está enojada conmigo
estoy enojada conmigo
está enojada conmigo
me siento insegura
no le caigo bien
tengo miedo de ser rechazada
seguro me rechaza
me duele… algo
no le caigo bien
me retaron en casa
está enojada conmigo
quiero quedarme más con Javi, pero no puedo se aburre conmigo
Mientras tanto, Juan escribe sobre una vez que se hizo el gracioso con
Tincho:
—Seño, ¿se puede poner “una piña” en el trabajo?
La maestra no lo oye, Juan decide seguir con su redacción.
Mi amigo Tincho me pegó (re-fuerte) porque hice una broma sobre su
tío, para hacer reír a los chicos. Su tío le da vergüenza. Aunque lo quiere, le
da vergüenza, no sé por qué.
Le dolió muchisisisísimo que yo me burlara (hice mal); pero, como me
quiere muchisisísimo, me pegó sin pensarlo (me dolió muchisisisísimo).
Cuando vio lo que hizo, me dijo: “¡Mirá a lo que me obligás!”.
Juan
(tres emociones: la vergüenza, la amistad, la piña)
Posdata: Le pedí disculpas porque sé que quiere ser mi amigo y yo me
hice el cancherito.
Mientras, desde el patio llegan risas de los de 7º. Acaban de decidir que
las remeras para la muestra no sean trabajos separados, sino creación
colectiva, y eso aumentó el revuelo de la preparación.
—Seño, ¿por qué ellos tienen permiso de preparar la muestra en el patio?
(Amílcar José Ismael).
—¡Ya armamos un equipo para trabajo grupal, seño! (Lisandro).
—Yo hago de superhéroe, ¡canté pri! (Ale).
—Los superhéroes no tienen emociones (Olivia).
—¡Ja! ¡Mirá si no van a tener! (Ale).
—¿Escribimos una serie de un campamento de amigos? (Alejandra).
—¡Me encanntaaaaaaaaa! (Nuria).
—Yo con ustedes, chicas, porfi porfi porfi (Fabri).
Miércoles tarde, casa
Al regresar de la escuela, Javi va al cuarto de Manu, que está boceteando
remeras. Javi se para atrás, para verlo trabajar. Manu, sin dejar de dibujar, le
comenta:
—No esperes que esa chica, Juli, te busque automáticamente; hablale
vos.
—¡Ja! ¿Y si me rechaza?
—Hagamos un invento cada uno, Javi, después lo compartimos.
Manu le da unas hojas y lápices a Javi, que se sienta a la mesa. Cada uno
hace un dibujo:
INVENTO DE JAVI
—¿Querés ser mi amiga?
—¡No!
—¿Vamos a jugar?
—No.
—¿Querés hacer la tarea conmigo?
—No.
—¿Querés venir a casa a ver una peli?
—No.
—¿Puedo sentarme a tu lado?
—No.
—¿Puedo decirte algo?
—No.
—¿Me prestás esto?
—… no.
INVENTO DE MANU
Sirve para cuando tu amigo o tu amiga se fue o, simplemente, si te
despertás una noche luego de haber soñado que se aleja.
La mayoría de las personas lo usarían para ponérselo en la ropa o los
zapatos, y así que no se pueda ir.
Mi abuela Genara y yo, en cambio, decimos que no hay que retener a
nadie (lo dice más ella, y yo agrego: “claro” o “ahá”).
Si te duele algo
o sentís que se rompe un poco tu corazón, ahí sí,
el pegamento hace maravillas.
Inventado y fórmula descubierta por Manu.
***
Se comparten los dibujos y por más que fueran inventos de broma, Javi
sonríe con el corazón contento. Es lo más groso del mundo tener un
hermano, y que sea Manu.
Miércoles noche, papelitos por toda la casa
Su tío Jacinto les había contado de unos animales a los que los cazan
encandilándolos con una luz. Se deslumbran, se paralizan, y los cazan.
Inspirada en eso, la mamá les enseñó a representar situaciones, para que no
se traben frente a una sorpresa.
Ejemplo: la mamá hace de un grande que quiere obligarlos a hacer algo
malo. Manu y Javi lo enfrentan, hay aplausos o se ríen porque la mamá
pone cara de sorprendida o se enoja cuando ganan. Después dibujan un
papelito con la respuesta y lo pegan con cinta en la pared:
Su papá hace como que entra de la calle, superenojado, y la mamá hace
como que le reclama algo; entonces el papá responde:
Aplausos, el papá saluda con reverencias de artista.
Manu les cuenta una respuesta suya. En el club lo burlaban porque no se
tiraba a la pileta que tenía el agua fría:
Esa obtuvo el gran premio de la semana.
Pero, además, le hizo acordar a su papá lo que él respondió cuando tenía
10 años y unos amigos lo desafiaron a que se dieran un beso con una chica.
Papelito de hace dos semanas, pegado con imán en la puerta de la
heladera. Ese papelito es para cuando les da vergüenza reconocer un error.
Papelito pegado en el corcho del comedor para cuando estás trabado
frente a algo nuevo y no sabés ni cómo se usa o se enciende, y te da
vergüenza:
Papelitos en la puerta del ropero, para cuando reciben una pregunta que
los pone a prueba:
“¿Viste esa peli?”, “¿Leíste tal libro?”, “¿Conocés tal artista?”, “¿Qué me
decís de tal partido?”.
Normalmente evitan mostrarse ignorantes (globito a elegir):
Otro papelito en ese corcho: para cuando se burlan o critican cómo nos
vestimos.
Jueves, escuela
En el patio, antes de entrar a los salones, hay caos y entusiasmo. Manu trajo
puesta una remera con un diseño suyo. Se produce un revuelo de chicos a su
alrededor. Ahora se aprecia la fuerza de la idea de escribir frases en las
remeras. Hacer una y ponérsela fue una gran ocurrencia.
Los chicos de 4º los miran con recelo y comentan: “Así no podemos
estudiar”, “¿Cómo vamos a concentrarnos así?”, “A la escuela venimos a
aprender, no a hacer lío”.
Si acercáramos el micrófono a su corazón, oiríamos: “Nos morimos de
envidia, nos morimos de envidia, ya queremos estar en 7º, nos morimos de
envidia”.
Entran. La maestra retoma lo de la feria:
—Chicos, cada grado va a tener una mesa y un pizarrón para exponer.
Hay que pensar que la presentación luzca. ¿Quién me quiere contar cómo
van los trabajos?
Alejandra, la más mandona de la clase, levanta la mano como loca,
desesperada por responder.
—Voy a hacer una encuesta en toda la ciudad, seño, me va a tener que
poner un 100 (Antonio).
—Hay que explicar con ciencia, no con entrevistas (Amílcar José
Ismael).
Jorge levanta la mano:
—Yo voy a hacer una investigación personal, si no siento nada, ¡no
escribo nada! ¡Eeehh! ¡Genio!
—Yo elegí a mi perra, seño, porque en mi familia no son tanto de
emociones (Sebastián).
Juli mira a Javi.
Javi sabe que ella lo mira. Dibuja una cara seria sacando la lengua en su
cuaderno.
Se lo muestra a Juli, mientras finge una sonrisa exagerada mostrando los
dientes.
En ese momento, Alejandro salta desde su lugar, le arrebata el dibujo a
Javi y se lo lleva directo a la maestra.
A Juli le cambia la cara. Toma su cuaderno y escribe en letras grandes:
NO
ES
JUS
TO
Y se lo muestra a Javi, que no quiere mirarla porque tiene lágrimas en los
ojos.
Siente vergüenza, pero es la primera vez que Juli se dirige a él, ella a él,
no que le contesta, sino que ella toma la iniciativa. Por dentro Javi siente
una explosión rosada de gansos salvajes gritando mientras corren en todas
direcciones porque quince bombas atómicas (no de guerra, sino tipo un rock
que escuchaba su hermano mayor) tiran carteles alienígenas que invaden el
planeta.
Esa tarde, caminando juntos de regreso,
la sensación era tan pero tan tan tan
tan hermosa que a Javi lo deja callado
y a Juli la pone a hablar, feliz.
Jueves, en casa
Cuando Javi llega a casa, lo primero que hace es contarle a Manu:
—Me alegro un trillón por lo de Juli, sos un capo; ¡pero no te aguantaste
hacer un chiste en clase! No es la primera vez que te reta la maestra por eso.
—¿Qué puedo hacer, Manu?
—Aguantarte, zapallito.
Ponen manos a la obra:
INVENTO PARA NO ACTUAR POR IMPULSO
Derecho a sentir sin actuar (no como Javi, que hace algo y se da cuenta
después, y se arrepiente, se arrepiente, se arrepiente, se arrepiente, se
arrepiente).
Firma del autor: Manu
—Hola, soy tu emoción.
—Gracias, sentate un minuto ahí (yo).
—No, no, haceme caso (mi emoción).
—Claro, pero sin salir corriendo (yo).
Dibujo a dos manos (porque Manu y yo dibujamos con una mano cada
uno).
Jueves tardecita, en familia
Manu, Javi y sus papás van a lo de la abuela Genara, que los invitó a tomar
la merienda. Pasa a buscarlos la tía Angelita, que aprendió a manejar. Ella
es tía de la mamá, muy canchera en su casa; pero sale a hacer un trámite y
se pone nerviosa. Se olvida lo que debía preguntar. Si le contestan serios, se
pone peor y vuelve a su casa y no hizo nada de lo que salió a resolver.
Una vez tomó un curso de manejo con un señor muy amable. Iba sentado
a su lado, esos autos son doble comando, y ella le decía a cada rato:
—Acá, siga usted. ¡Mejor doble usted! ¡Frene usted!
El señor, muy buena onda, siempre tranquilo, no le hacía caso y le
respondía:
—Con confianza, Angelita, usted no pierda la confianza.
Finalmente aprendió.
Ahora que los busca con su auto, Manu y Javi le regalan este dibujo:
Angelita está casada con el tío Jacinto, que es muy capo. Con Manu, le
cuentan lo de La Semana de las Emociones.
—¡Al fin hacen algo! (tío Jacinto), porque nuestras emociones son
ingobernables; ¡pero el mar también, y se puede navegar! ¿Entienden?
—Sí, Jacinto, sentate.
Jacinto es muy bueno, triple extra buena onda. Le pueden contar lo que
sea. Javi le cuenta de Julia, y él les narra una historia:
—Cierta vez un joven dejó unos lentes especiales en una vereda por la
que sabía que pasaría su amiga.
Cuando ella los vio, la curiosidad hizo que se los colocara. Esos lentes
lograban que quien los usara viera maravillosa a la persona que los había
dejado.
Cuando se aseguró de que lo vería con los lentes, este muchacho apareció
frente a ella, que, en efecto, lo vio tan hermoso, tan único, que sintió que
todo su corazón daba un vuelco. Ya no podría existir otra persona tan
maravillosa en el mundo.
Eso la hizo sentir que ella no estaba a la altura de tanta suerte ni tanta
belleza. Sintió que el chico la rechazaría o que nunca alcanzaría a gustarle
tanto como ella sentía por él.
Presa de tristeza y, antes de vivir ese rechazo, salió corriendo. Sin darse
vuelta, tiró los lentes hacia atrás.
El muchacho no alcanzó a salvarlos de que se estrellaran en el piso. Fin
de la historia.
Sigue la charla. Angelita cuenta que al hijo de su amiga Martha le
insistían para que se tirase de un tobogán alto, y él decía que no; pero sus
amigos, dale que sí.
Entonces el chico volteó hacia Martha y le preguntó:
—Mamá, esta valentía, ¿es necesaria?
Javi piensa: “Un genio ese chico. Porque hay una valentía que hace falta
tener y otra que no; a uno no se le da la gana de hacer algo. Lo mismo con
la vergüenza: hay una que hay que tener, y otra que no hay que tener”.
La abu Genara sirve el té y la chocolatada. Ella es muy capa haciendo
tortas y pasteles.
Viernes, escuela
Por poco se suspende hasta el tráfico; pero solo se interrumpe el día escolar
por el aerolito curricular que cayó sobre todas las escuelas del país: “La
Semana de las Emociones”. Terminaba con esta muestra.
Manu fue con una de sus remeras puesta.
Así y todo, en la historia de la humanidad, este día se recordará porque
Juli pasó cerca de Javi, haciéndose la distraída, y le dejó un papelito en la
mano.
Olivia, Romina y Sari tardaron 0,00023 micromilésimas de segundo en
aparecer al lado de Juli a preguntarle:
—¿Por qué le diste una cartita a Javi?
Pero ella puso una mano en la cara, como diciendo: “No lo puedo creer”,
porque Javi debería haber hecho como que no le dieron nada, esperar un
momento, y luego, con mucho disimulo, salir caminando, como quien va al
baño, por ejemplo, o a retirar algo en el salón, desenvolver el papelito y
darse cuenta de que era una carta de Juli, sonreír, levantar la vista para
confirmar que nadie lo miraba y recién ahí: leerla feliz.
Pero Javi abrió el papel ni bien lo recibió en su mano, en medio del patio
en el que se hacía la muestra, y gritó:
—¡Geniaaaaaaa!
Lo empezó a leer y tuvo que salir corriendo cuando se le acercaron los
curiosos, lo persiguieron y por poco no le roban la carta; pero logró
esquivarlos, esconderse y leer quinientas sesenta y dos mil veces la carta sin
poder creerlo y dos millones seiscientas treinta y cuatro mil veces
disfrutándola.
Luego fue a su banco, tomó una hoja y la respondió.
Buscó a Juli por el patio, que, al verlo, trató de evitarlo, porque lo
anterior había sido bochornoso; pero Javi la alcanzó, se lo dio mientras con
un dedo en su boca le pedía discreción y silencio: “Shhh… shhh shh…”.
Juli otra vez pensó: “No lo puedo creer”, pero con una sonrisa que le
tocaba los aritos.
Muestra libre obligatoria: escritos de 4º y
remeras de 7º
Participaron todos los grados. Las maestras metieron presión porque les
anunciaron visitas de autoridades. La producción aumentó y se incorporó al
personal auxiliar, secretarias, maestros de áreas especiales, el señor del
kiosco de la escuela. Fueron tantos trabajos que en este libro apenas caben
los del 4º grado en el que está Santi, y los del 7º de Manu, que decidieron
hacer creación colectiva y por eso no pusieron nombres.
Trabajo grupal, por Lisandro
(Seño, al final lo hice solo, los chicos se peleaban, no se ponían de acuerdo,
¡más plomos!).
El tío, que es hermano de mi mamá, tiene cara re-mala onda.
(Seño, lo ilustro porque pediste; pero a mí el dibujo… después no me
bajes la nota por el dibujo, ojo, ¿eh?).
Siempre anda serio, parece que te va a decir que no a todo; pero es el más
bueno del planeta.
Es capaz de tirarse al piso y jugar.
En cambio, hay otros tíos, mucha sonrisa, mucha sonrisa, pero los vemos
en Navidad y vienen y te preguntan: “¿Cómo va la escuela?” y antes de
decir “escuela” ya se borraron.
Lisandro
Mi amiga Anita (del campo) por su mejor
amigo, yo, Jere
Anita vive en el campo, es una de mis mejores amigas aunque la veo dos
veces al año cuando vamos al pueblo.
Cuando la conocí era re re re re re re (mil “re” más) tímida; pero era la
más alegre del grupo de chicos. No le gusta hablar. Le preguntás algo…
mira para abajo y se pone colorada. Entonces yo decía “Uh…” (así:
“¡Uh!”). Pero, peeeeeero: pero siempre pasaba a buscarme para jugar.
Entonces, ¿cómo es esto de las emociones, eh? Porque si yo le escribo,
no me contesta porque no le gusta, pero si estoy allá, es la más feliz, ¡y me
lo hace sentir! No es secretera y egoísta con las emociones, seño, ¿se
entiende?
(Mínimo un felicitado, seño, porque es una investigación con final
abierto, ojo.
¡Y mirá qué dibujo!).
Jere
Héroes y emociones
emoción principal
otra emoción
Superman
preocupado
miedo a la
kriptonita
Hulk
enojado
requetesuperenojado
Batman
serio
demasiado serio
Hombre de Hierro alerta
se hace el
canchero
Nemo
miedo de no volver con su papá es amiguero
Frozen
miedo a congelar
a los demás
libre soy
Casa del terror
no la vi
ni quiero verla
Ale
Ramiro: supermejor amigo de mi hermano
(él y otro más, Francisco, y Fausto que ahora vive en España).
Antes, te miraba que parecía que nada le caía bien.
Creció y ahora, que se siente más seguro, no para de hablar, siempre está
contento.
Javi
(Investigué una sola persona, pero hice dos dibujos... Eeeeehhh, ¡capo!).
Pensamiento medio científico
No todas las emociones son para expresar, o no hay que expresarlas en
todas partes ni a cualquier persona.
Las emociones también son partes íntimas… como “las otras” (ya sabe,
seño).
Los derechos de las personas con las emociones son:
1) Derecho a elegir si contar o no una emoción y también elegir a quién
hacérsela saber. Que no sea una obligación decirla cuando a cualquiera se le
ocurra o que te miren rarito. Eso sí: siempre que uno tenga a alguien que
sea de mucha mucha mucha mucha mucha mucha confianza, para no estar
solo si le pasa algo.
Equipo de Alejandra, Nuria y Fabri
(escribimos uno nomás; pero es largo, seño, ¿ya está o hay que seguir?).
Autoayuda psicológica que inventé
preguntas requeteincómodas
obvio, uno se
traba
complemento
salvador
¿Te da miedo ESTO?
sí
… ¿y qué?
¿Vos no vas a venir con nosotros?
no
… ¿y qué?
Ajá, entonces no sabés hacer esto…
no
… ¿y qué?
Antes decías otra cosa, ¿cambiaste de
idea?
sí
… ¿y qué?
Si no me lo regalás, no soy tu amigo
no
… ¿y qué?
¿Viste las orejas que tenés?
sí
… ¿y qué?
¿Vas a ser del grupo?
no
… ¿y qué?
Javi
Un caso bien raro: mi tío Carlos
Trabaja en una oficina, pero es pintor. Puede estar ocho o doce horas
pintando cuando vuelve del trabajo. Capaz que ni se da cuenta de que no
comió.
Sin embargo, no quiere trabajar de pintor ni mostrar sus cuadros a nadie.
A nadie, a nadie, a nadie.
Aquí va lo raro:
Una vez hizo una exposición y, por la ansiedad que le produjeron tantas
miradas y opiniones…, ¡dejó de pintar por un año!
Y aquí les va lo más rarísimo:
¡Que yo lo entiendo, seño! Si estoy jugando y vienen mis papás, o mi
abue y me filman… ¡zas! soné, no puedo seguir ni que apaguen el celu.
Raúl
Redacción: los sentimientos
A las personas nos pueden pasar cosas afuera: terremotos, explosiones,
zombis, virus, ataques enemigos, encuentros con personas con malas
intenciones.
Y cosas adentro: la imaginación y los bellos sentimientos.
Equipo de René, Marta, Arturo, Alicia, Fernando J. y Fernando M.,
Cynthia, Daniel, Alejandra, Lautaro, Axel, Cecilia, Gustavo, Sebastián,
Morita, Valentina, Marcos, Azul, Lionel, el Chino y Graciela y Lucas y
Tomás de 4º C.
Cómo viajar en ómnibus a salvo de personas
con malas intenciones
Es una anécdota de mi hermana mayor, que tiene 16 y entrena para escalar y
la nombraron para un equipo preolímpico, es muy muy capa. Tenía que ir a
entrenar a Córdoba y nadie podía acompañarla y mis papás estaban
preocupados porque viajaba sola en ómnibus (primera vez sola).
Le dijeron así, y de paso me sirvió:
—Yuluén, hay personas buenas y hay personas con malas intenciones.
O sea, que se cuidara en el viaje, que no se le sentara uno con malas
intenciones. Los de malas intenciones son los que tienen cara de malas
intenciones o cara normal, pero se le sale algo por la mirada o no le sale
nada, pero de repente son demasiado amables, ¡si ni nos conocemos! ¿Qué
se hacen los tan amables, si no les pedimos nada o no les pedimos tanto,
seño? ¿Qué buscan, eh?
Conclusión: salirse con las malas intenciones.
Neluy
Curiosidad: mis abuelos también tienen
emociones
Los celos son una emociónñoportante y negativa. Mi abuela dice: “Si sentís
celos, es porque estás vivo”. No quiere decir que si dejás de sentir celos te
morís, porque los celos no son como el oxígeno. Ella es celosa de mi
abuelo, porque me encanta jugar con él.
—¡Es porque estás viva, Nelly! —le dice el abuelo, pero ella por poco
que lo fulmina con la mirada.
(Seño, ni se le ocurra poner en la feria este trabajo, porque mi abuela se
ataca).
Olivia
Anécdota personal que me pasó
—Javi, tenés que ver Zombis sangrientos en la noche de las brujas (Jere).
—No me gustan esas pelis.
—Pero las brujas no dan… así: miedo.
—Vi el tráiler, no me gustó.
—Yo la vi con mi tío, que me avisaba las partes de miedo para que
cerrara los ojos.
—Tengo pesadillas igual.
—No seas miedoso.
—No soy miedoso, no me gustan.
—No te gustan porque sos miedoso.
—Mirala con los chicos, yo no quiero.
—Ya la vimos, Javi, faltás vos.
—Ni que fuera un ojo tuyo, nene.
—Mirala, está buenísima.
—¿No querés que juguemos a que yo era un chico normal y vos uno que
insistía, insistía, insistía, insistía, insistía, insistía hasta que se me hacía un
agujero en la cabeza y me salían unos chorritos de líquido del cerebro?
—Eeeh, ¡qué asqueroso, Javi!
Colita: mi perra amiguera
Un miembro de nuestra familia es perra. Nació entre mí y el plomo de mi
hermanito.
Cuando nos tiramos a la pileta se pone loca porque se cree que estamos
en peligro.
O cuando nos peleamos (con el plomo).
Cuando vamos a la pileta, corre alrededor del borde. La retamos, porque
no para de ladrar, entonces sale a perseguir palomas, que no tenían nada que
ver, pero descarga la emoción (yo tendría que salir a correr palomas cuando
me hincha el plomo, ahora que lo pienso).
Cuando recién la trajimos y volvíamos de la escuela, agachaba la cabeza,
movía la cola como loca, se tiraba panza arriba y echaba chorritos de pis,
también por la emoción.
Sebastián (ojo que le digo “plomo” pero lo quiero, aunque se crea el
favorito de mamá).
Chiquita: amiga de mi abuela
(es el apodo nomás)
Tengo una abuela que tiene una amiga que la visita sin previo aviso. Si uno
quiere hablar con la abu no se puede ir así nomás, conviene ir cuando no la
visitó. Pero va todos los días. Resumen:
—Ay, Marga, paso un minuto y sigo, porque estás ocupada.
Dice eso y se sienta.
—Qué ganas de tomar unos mates (sigue).
La abue, más buena: le ceba.
Chiquita empieza a quejarse, desde que le pusieron mal las vendas a la
momia en el antiguo Egipto, hasta el día de hoy.
Habla y no para de quejarse, de todo, se queja, se queja, se queja.
—Abue, ¿por qué no la echás?
—Porque no tiene quién le dé bolilla, pobre.
Más buena, mi abuela, seño (no digo dónde vive, si no, se hace una fila
de gente para ir a tomar mate. Vos podrías, pero como también sos buena,
los demás te preguntarían y terminarías dando la dirección, a menos que un
día te lleve vendada, ¿no estaría buenísimo?).
Sari
Sentimientos encontrados
Son dos emociones distintas que tienen que pasar por la misma puerta: Paso
yo. No, paso yo. No, yo. Yo paso. Dejame. Dejame. No empujes. ¡Salí,
nena! Pum pum. De afuera la cara de la persona se ve así: ojos bizcos,
lengua afuera, cara cansada. Porque estar enojado con uno cansa más que
hacer algo.
Ejemplos:
No te quiero, salí vs. No te quiero y no debo herirte.
Voy a comer vs. Mejor dentro de un ratito.
¿Debo llevarme esto? vs. Mejor juntar el dinero.
¿Juego jueguitos? vs. ¿Disfruto la naturaleza?
¿Me porto bien y vuelvo? vs. Me quedo más.
Conclusión: la fila de la derecha da más puntos, pero, peeeeeeeeeeero…
Jorge
El peor día
Iba a investigar la alegría porque una gata eligió el patio de mi casa para
tener gatitos (mis papás no).
Le hice un cartel de “bienvenidos”, le acerqué una comidita a la mamá,
me hacía “Fffsssss”. Quise convidarle leche para los gatitos, pero mis papás
no me dejaron.
Yo estaba: feliz, feliz, feliz.
¡Hasta hice una carta petitorio para juntar firmas para que se queden!
Pero hoy fui a saludarlos, ni bien me levanté, ¡y no estaban! Mis papás
me explicaron que las gatas tienen hijitos en un lugar y después se los
llevan a su guarida secreta.
Todo bien, pero soy el chico más más más más más triste.
Mejor hago el trabajo sobre las emociones otro día, seño, porque hoy los
bajoneo a todos.
Juanjo
El cerebro lee o rebota
En el cerebro están todos los códigos QR y órdenes que damos y recibimos.
Si no pasa por el cerebro, va derecho a hacer algo, sin filtro. Te
preguntan: “¿Por qué hiciste eso?” y no tenés idea.
Si pasa por el cerebro, rebota y toma los caminitos. Si va a los ojos, sale
como llanto o brillo de felicidad (¡te brillan los ojos!).
Si va a la boca, puede ser una frase de amor, de amigo, o un insulto de
esos que nunca hay que decir.
Amílcar José Ismael
Encuesta fracasada
(¡no exagero!)
Seño, ¿podés creer cómo me fue? Mirá mi encuesta:
—Qué lindo trabajo, Romi, ¿querés que después nos sentemos y me
contás bien? (mi tía).
—Estoy molido, mi amor… (mi papá).
—¡Romi, ¿sabés qué emoción tengo?! (mi mamá porque nos peleamos
con mi hermana).
—No estoy de ánimo hoy (mi hermana).
—¡Flor de bodrio las emociones, querida! (Nati, la señora del kiosco).
—Estoy trabajando, nena, correte (verdulero).
Una porquería, ¿viste que no mentía, seño?
Romi
Distintas opiniones (entrevista) y frases que oí
No soporto que me diga a cada rato lo que le pasa.
El amor es la emoción más linda.
No hay que hablar tanto, vas y hacés algo por la persona que te importa.
No me nace decir lo que me pasa.
¿Emociones? ¿Qué emociones? ¿Qué me preguntás?
Si no digo lo que siento, me viene que me ahogo.
¡¿NO TENÉS SENTIMIENTOS, VOS?!
Lo siento mucho.
Yo siento, como que…
La acompaño en el sentimiento.
Andá, y decile lo que sentís.
Sentí como una cosa.
Antonio
Viernes tarde, en casa
Vuelven felices a casa, comentando la muestra y felicitando a Manu por
cómo prendió su idea de las remeras. Se había vuelto tan popular en el
grado que recibió dos invitaciones para el fin de semana:
A lo de su amigo Fernando, que tiene pileta, patio grande, pelota. A la
casa de Adriana, que es alucinante, divertida, buena onda, amable,
generosa, para nada egoísta.
Manu le cuenta a su papá:
—Las dos invitaciones son a la misma hora y no sé a cuál ir, papi.
El papá sonríe, le acaricia la cabeza. Le guiña un ojo y le dice:
—Preguntale a Manu.
Manu busca el cuaderno:
La mayoría de las veces sé qué quiero elegir, pero me da inseguridad que
salga mal. No es que soy indeciso, sino que no me banco si sale mal.
La persona original (yo) se convierte en dos clones. Cada uno vivirá su
experiencia, luego pueden regresar, compartir lo que vivieron y, metiéndose
al revés, volver a ser una persona sola (yo).
Sábado: nota privada en el cuaderno secreto
Javi pega en su cuaderno la carta que recibió de Juli y, abajo, un papelito en
el que había copiado su respuesta.
Carta que me mandó Juli de sorpresa
Hola, Javi, quiero preguntarte si querés ser mi amigo.
Creo que ya sé que sí, más bien. Pero los amigos hacen cosas lindas que
les gustan a los dos o se acompañan.
¿A vos qué te gusta hacer?
A lo mejor a mí también me gusta o, si no, puedo acompañarte.
A mí me gusta:
Leer.
Cocinar de verdad (menos prender el fuego, que no me dejan todavía), sé
hacer panqueques, sushi y pizza.
Pasear perro o perra (pero no tenemos).
Me encanta dibujar.
Saltar con cintas, sogas, hacer trapecio, cosas de circo.
Mi color favorito es el violeta, pero se me terminó por eso te mando el
sello de corazoncitos con los que me quedan.
Juli
Y mi respuesta secreta para todos, menos para ella (la ensayé en el
cuaderno de inventos)
¡Hola, Juli! me puso re-contento recibir tu carta, me demoré porque escribís
lento. ¡Ja!
No, mentira, escribí un borrador con mi respuesta y lo pasé en limpio
porque taché un poco, y no da para la primera.
Menos el color violeta, que, si querés, te acompaño, lo demás me gusta
todo y podemos hacerlo juntos.
Yo sé hacer asados (lo del fuego, igual, no me dejan).
Me gusta trepar y nadar abajo del agua, ¿querés que te enseñe?
Empecé el verano que no me aguantaba si una gota me mojaba un ojo.
Salía de la pileta a buscar la toalla.
Tenés que ponerte unas antiparras, entonces no te entra agua a los ojos y
ves. Si le ponés una gotita de detergente, el plástico no se empaña y ves
todo como más grande. Mi papá me tiraba unos tiburones de plástico que se
hunden y tenía que buscarlos, ¡y te olvidás! Yo te los puedo tirar, si querés.
Hay que empezar en lo más bajito. Tenemos unas antiparras nuestras y unas
de prestar. Te puedo dar la mía, si querés. Es la más perfecta.
Perra, ni te preocupes, llevamos a la Manchi.
Javi
Palabras para docentes, familia y otros que se
meten nomás
La primera vez que llegué a Buenos Aires me detuve frente al molinete del
subte y esperé que me dejara pasar. No pregunté qué había que hacer,
porque me daba vergüenza no saber. Me habría venido estupendo lo que le
ocurrió a una amiga, en un almuerzo con la realeza de algún país europeo.
Los nervios la traicionaron y volcó una copa con vino; un famoso actor que
estaba a su lado volcó intencionalmente su copa y comentó, elegante: “No
te preocupes, fue un temblor”.
En los cursos de preparto por mis hijos sentía enorme alivio cuando los
otros papás hacían preguntas igual de inseguras que las mías. Fui ganando
confianza, y empecé a preguntar. Me hicieron sentir que no pasaba nada con
no saber.
A veces no faltan palabras, sino que creemos ser los únicos que vivimos
“eso”. En estos casos, lo que faltan son amigos, pares en la experiencia.
Cuando descubrimos que a otros también les ocurren cosas similares, somos
más libres. Este libro busca que los chicos, al reconocerse, sientan alivio
“de no ser los únicos”, de no estar solos.
Las palabras me alivian, es un placer encontrar las palabras justas o
borrar las que sobran.
Cuando me llega una idea, suele presentarse en palabras. Mi propia voz,
como persona, la encontré en buena parte así. También las agradezco en mi
vida diaria, más allá de ser escritor. Es un gran alivio y una forma de
libertad: ser consciente de qué me pasa.
Sin embargo, no es así para todos, y ni siquiera para mí lo es así
totalmente. Se puede ser consciente de algo, se puede ser creativo sin
palabras. Hay a quienes hablar los traba. Se hizo una virtud de la capacidad
de expresar emociones, que lo es, por supuesto, pero puede caerse en el
engaño de confundir “ser más expresivo” con “tener una vida emocional
más plena”, ser “menos expresivo” con “ser más disminuido”. No es así.
Nuestro mundo interior es enorme, podemos llegar a tomar decisiones
llevados por un sentimiento del que no nos damos cuenta, solo nos empuja:
ir hacia él, escapar de él. Cuando lo advertimos, es como despertar de un
sueño: lo vemos enfrente, ahí está, pero con menos poder sobre nosotros.
Esa toma de conciencia muchas veces se da con palabras y otras con una
mirada, un gesto.
Este libro retrata no solo la complejidad de nuestro mundo emocional,
sino lo variado de cómo reaccionamos a él, de niños y de grandes. Quise
ofrecer un modelo alegre, ligero, que mostrara el embrollo del mundo
interior y de lo que nos pasa con nuestro sentir. Lo vivimos a pleno,
quisiéramos que fuera distinto, pretendemos controlarlo, nos vemos
“malos”, ¿“raros”?, por sentir de determinada manera. Unos muestran sus
emociones, como parte de una estrategia; otros, las esconden. Es un alivio
tener palabras para nuestras experiencias, pero a veces es mejor ser
consciente y no ponerlas en palabras, dejarlas en ese magma hasta que se
revelen en su significado, sin apurar una etiqueta.
Cuando le preguntamos a un niño por qué hizo algo, pasará a palabras su
experiencia para respondernos. Uno es el que vivió la situación, y otro el
que la cuenta1. Todos lo hacemos: al relatar algo que vivimos nace un
narrador, tomamos distancia de lo que vivimos y lo modelamos, para
convencer, para hacernos entender o justificarnos. Sea porque quien nos oye
abre los ojos o porque no nos cree, porque queremos lograr un efecto o
evitar que se metan. Cada vez que alguien nos escucha, nos convierte en un
narrador de nuestra experiencia. Y, atención: no somos el mismo para todas
las personas, no contamos lo mismo de la misma manera a diferentes
personas, sale uno u otro narrador.
Cuando oímos el relato de un niño, ayudamos a que nazca un narrador
más seguro, con más confianza en él2 y en que merece la pena contar Un
narrador hace eso: narra, cuenta… no pega. Del consorcio de personas que
tenemos adentro el narrador es un embajador entre varios mundos.
No se puede ser emocionalmente prolijo como un mantel planchado. En
todo caso, lo higiénico en términos de emociones es no atormentarse ni
pretender poder sobre los demás; ser libres y empáticos. Estamos hechos de
deseos encontrados, de intensidades que a veces nos gobiernan (y pretenden
gobernar a otros), de aspectos que nos dan vergüenza, de sentimientos que
nos hacen sentir virtuosos (¡y superiores!), de cambios de humor, de
debilidades, de dificultades, miedos, pesadillas. Se parece más a vivir en un
campo sin trabajar, que a vivir en una app del teléfono.
Tenemos un mundo en nuestro interior, para el cual es bueno tener cómo
traducirlo, que no es lo mismo que convertirlo todo a palabras, como si
urbanizáramos nuestro corazón. Eso sería entre imposible y violento con
nosotros mismos. Es muy liberador encontrar palabras. También, saber que
podemos tener emociones de enojo, rechazo… y seguir siendo buenos,
aceptados, queridos. Somos el que siente, y no lo que sentimos.
Este libro no es un catálogo de emociones. Busqué cierta levedad, porque
no todos los chicos leen un libro junto a adultos de confianza.
Cualquiera puede producir una movilización emocional, una “gran
revelación”, en otros; ni siquiera hay que tener talento. A veces, alguien
cuenta que una charla con un “especialista” le produjo una revelación; pero
el punto no es ese, sino cómo lo asimilamos a nuestra vida. Quiero cuidar a
mis hijos de eso, y cuidar a los maestros también: nadie quiere provocar un
estallido emocional que luego no sepa conducir. Por eso este tratamiento
ligero, vital y humorístico que le di.
Deseo que mis hijos se sientan felices de lo humano, más tempranamente
de lo que yo mismo empecé a convivir con mi consorcio interior. Sin
pretender una sola voz virtuosa en mi interior; conviviendo en una vecindad
que llegue a un acuerdo, sobre mí y sobre los demás.
Contarles que podemos creernos héroes, ridículos, sabios, ignorantes, y
que todo eso es ser persona. Solos, podemos sentirnos más raros que
acompañados; pero “acompañados” no quiere decir “estandarizados”. “Lo
normal” es ser únicos y tener semejantes, pero eso nunca debe funcionar
como un reglamento que nos aísla. También, busco trasmitirles que hay
fronteras que no deben cruzarse nunca y que es un derecho pedir ayuda.
Que sepan que somos vulnerables, pero somos fuertes. Es un goce
indescriptible entender lo que nos pasa, en la forma que sea: con cálculos
matemáticos, con deliciosas palabras o con la plasticidad del joven Einstein
cuando imaginó su ascensor cayendo y su tren. Por suerte no se le cruzó un
experto que lo recondujera: “No, Albert, esto es física, no actividad
plástica”.
Que sepan que no están obligados a contar, pero tampoco a esconderse,
es más: que “el escondido” es un lugar inseguro para nuestros momentos
flacos. Un proverbio groenlandés dice: “Si callas a un fantasma, solo
lograrás que crezca de tamaño”. El miedo o la vergüenza quizás nos haga
sentir pequeños, puede que intentemos escondernos, pero es un truco que no
funciona.
Terminamos escondiéndonos por completo. Los demás “huelen” eso, y
nos exponemos a riesgos con tal de no ser descubiertos, nos debilitamos y
creamos un lobo más grande que el que nos asustaba.
Un gran sufrimiento proviene de creernos malos por lo que sentimos, y
otro, de sentirnos raros. Este libro pretende dejar la semilla de que no somos
malos por lo que sentimos, de que seremos mejores si somos conscientes de
nuestras emociones (luego vemos si las hablamos o no, y con quién), como
cuando Dumbledore le enseña a Harry Potter: depende de qué hagamos,
nuestras decisiones son las que nos definen.
De la manera que quieran y puedan, no se priven el placer de entender y
expresar sus emociones (escojan la soledad o un público bueno). Eso los
ayudará a no sentirse solos, raros ni malos, pero mejor: revelará el estallido
que produce la alegría de vivir. Descubrirme humano en mis experiencias
fue una maravillosa liberación. Eso quiero, lo antes que podamos para cada
niño. “Ningún niño en el exilio de sí mismo” sería un buen lema.
Buenos Aires, octubre de 2021
Luis Pescetti
1 Los que quieran ver más sobre esta idea, pueden buscar la charla TED 2010 que dio Daniel
Kahneman (Premio Nobel de Economía, 2002).
2 Toni Morrison, en su ensayo “La fuente de la autoestima”, habla de esto en el origen del jazz, y es
lo mismo: sea como narradores o como intérpretes, nace un yo que empieza a verse como
individuo.
DERECHOS SOBRE LAS EMOCIONES
El derecho a sentir.
A guardarte lo que sentís.
A tener alguien que dé confianza y seguridad, para contar lo que
sea.
A que no le pongan nombre o etiqueta a lo que sentís.
A dejar atrás lo que sentís.
El derecho a la pausa (no actuar por impulso: sentir sin llevar a
cabo ni actuar las emociones).
A pedir ayuda por lo que sentís.
El derecho a ser consciente de lo que sentís, con palabras; pero
también sin ellas.
El derecho a hermosos sentimientos, pero también a sentimientos
“negativos”, y que no te convierten en eso que sentís (no somos lo
que sentimos).
A no sentir lo mismo que todos, y a sentirte diferente.
A sentir y observar eso que sentís (sin corregirlo, opinar,
cambiarlo, intervenir).
A tener sentimientos encontrados, o a estar en crisis.
El derecho a que pertenecer a un grupo no implique ser desleal
con uno mismo (derecho a que la soledad y la lealtad no sean
monedas).
El derecho a no corresponder a la emoción de otra persona (a no
sentir lo mismo). Nuestras emociones no nos obligan, ni obligan a
otros. Como tampoco estamos obligados por lo que otra persona
siente hacia nosotros.
El derecho a no saber y a no tener una respuesta (y a no estar
obligado a responder y que no sea una vergüenza no saber).
El derecho a cambiar tu sentir (derecho a ser flexible).
El derecho a grandes emociones.
Agradecimiento a:
Carlos Díaz y María Fernanda Maquieira
Eduardo Figueroa e Inés Berro
Laura Wittner, Monique Zepeda y a Eduardo Abel Giménez
Apretá “pulse”
Dice en voz alta lo que hizo.
Elige un botón u otro.
Apuntá el proyector hacia una pared blanca, y pasá un momento
en familia, delicioso.
Martha Mallet, Jorge Avigliano, Adela Sáenz Cavia, Gustavo Schujman y
a Marcos Roth
Luis María Pescetti (Argentina). Actor y escritor. Como comediante para
adultos y niños trabajó en radio, televisión y teatros de Estados Unidos,
España, Colombia, Chile, Brasil, Perú, Uruguay y Cuba. También en
Argentina y México, países en que hizo radio durante 14 años y televisión
por 7 años.
Se presentó en prestigiosos teatros y festivales, destacan: Hay Festival
(Inglaterra-Cartagena). Festival Cervantino, Sala Nezahualcóyotl (UNAM),
Teatro de la Ciudad, Centro Nacional de las Artes (México). Teatro
Metropolitan (3.000 personas), Auditorio Nacional (7.000 personas), en
México. Teatro General San Martín, Teatro Metropolitan, Conferencia TED
(Argentina). Círculo de Bellas Artes de Madrid, Casa Encendida,
Salamanca Capital Europea de la Cultura y Nuevo teatro Alcalá (España).
Publicó más de treinta libros: novelas y relatos para niños y adultos en los
cuales el humor, el juego filosófico y el tratamiento del diálogo ocupan un
lugar especial.
Como autor está presente en toda hispanoamérica. Numerosas bibliotecas,
salones de escuelas y centros educativos llevan su nombre, entre los que
destaca el “Preescolar estatal Luis Pescetti” en San Luis Potosí, México.
Tiene editados diez discos infantiles-familiares: “El vampiro negro”,
“Cassette pirata”, “Bocasucia”, “Qué público de porquería”, “Inútil
insistir”, “Tengo mal comportamiento”, “Él empezó primero”, “Queridos”,
“Magia todo el día”, “Lío”.
Tres de producción para adultos y en colaboración con otros artistas:
“Cartas al Rey de la Cabina” y “Nuevas Cartas al Rey de la Cabina y Anita,
mi amor”, con Juan Quintero, “Textos Tecleados” con Lito Vitale.
Siete producciones audiovisuales: “No quiero ir a dormir”, “Luis te ve”,
“Cartas al Rey de la Cabina”, “Nuevas Cartas”, “Letras Peregrinas”, con
Juan Quintero. “Textos tecleados” con Lito Vitale y “Recital con el Negro
Aguirre”.
Entre los premios que recibió destacan: Grammy Latino (EEUU, 2010), y
nominado al Grammy Latino en 2017 y 2018. Teatro del Mundo
(Argentina, 2010), Caniem (México, 2010), Premio Kónex (década 20012010 en espectáculos infantiles). Premio Gardel en cinco ocasiones
(Argentina, 2009, 2012, 2014, 2018 y 2019). The White Ravens en tres
ocasiones (Alemania, 1998, 2001 y 2005); Premio Pregonero radial 2005
(Fundación El libro, Argentina); Alija (IBBY Argentina, 1998, 2010), Alija
a libro de Poesía (IBBY Argentina, 2013); Premio Casa de las Américas,
1997 (Cuba). Además fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura
de la Ciudad de Buenos Aires, Visitante Ilustre de la Ciudad de Córdoba
(Argentina), Visitante distinguido de la ciudad de Alta Gracia (Córdoba,
Argentina), Embajador Cultural, y luego Ciudadano Ilustre de la ciudad de
San Jorge (Argentina). Fue declarado “Amigo de las Bibliotecas Populares”
(Argentina, 2016).
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