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Delirio NY y el Futurismo

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MAESTRÍA DE HISOTIRA DE LA ARQUITECTURA, LA CULTURA Y LA CIUDAD.
SEMINARIO DE HISTORIOGRAFÍA DE LA ARQUITECTURA Y LA CIUDAD
Profesora: Dra.ANA MARÍA RIGOTTI.
INTRODUCCIÓN:
El 20 de febrero de 1909, Filippo Tommaso Marinetti publicó el primer manifiesto
futurista. Ese mismo año, Henry Ford ponía en funcionamiento la primera línea de montaje
de autos en Detroit.
Raymond M. Hood, proponía en 1929 unas células de ciudad, que ocupando tres manzanas
concentraran viviendas, hoteles, cines, lugares de trabajo, oficinas, que podrían repetirse
conformando una ciudad dentro de otra ciudad. Edificios múltiples, que reuniendo
funciones complementarias conformarían una ciudad bajo un mismo techo.
En 1925, Le Corbusier exponía su plan Voisín.
----o----
Reyner Banham escribe dos artículos: Sant´Elía, publicado en The Architectural Review,
en 1955 y otro bajo el título “Futurismo y arquitectura moderna, en 1957, en la revista The
journal of the Royal Institute of British Architecture.
Bruno Zevi en “Poética de Sant´Elía e ideología futurista” (1956) publicado en
L´architettura cronache e storia, inicia la recuperación del legado futurista por historiadores
italianos, como Enrico Crispolti, Luciano Caramel, Alberto Longatti cuyas obras se han
dedicado a reconstruir la arquitectura del movimiento futurista y sus relaciones, nexos e
influencias con otras vanguardias.
En 1976, Reyner Banham publica Megaestructuras: Futuro urbano del pasado reciente,
donde realiza una compleja exégesis siendo testigo de la era espacial, interpreta la llegada
del futuro, pero para explicarlo recupera al futurismo reinterpretado y traducido a partir de
los proyectos de los Archigram. Afirmando que fueron quienes terminaron cumpliendo más
rigurosamente los imperativos verbales que aquellos, despertando en una generación la
búsqueda de materializar la relación máquina/ciudad. Los proyectos de Hans Hollein, de
gigantes maquinas instaladas en el bajo Manhattan, brindan una aproximación a lo aquí
mencionado.
Alumno: Christian Noetzly
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Rem Koolhaas; Reyner Banham; Sigfried Giedion; Filippo Tomasso Marinetti; Sant´Elía;
Robert Venturi; Rafael Moneo. Peter Eisenman; Collin Rowe;
Así, sin mediar explicación, hemos coloreado esta instantánea, que como un retrato
familiar, expone a múltiples integrantes. En adelante deberemos anudar los puntos de esta
compleja red sobre la que se soportan para explicar por qué los hemos reunido.
PREHISTORIA:
Trazar algunos rasgos biográficos de Koolhaas, pueden permitir empezar a desentrañar la
trama de actores enunciados anteriormente.
Rem Koolhaas nace en Rotterdam en 1944. A partir de 1956 se instala en Ámsterdam
donde trabaja como guionista de cine y periodista. En 1968 se traslada a Londres donde
estudia en la Architectural Association, en la que entonces estaba en pleno apogeo la
versión futurista y tecnológica del pop que daba el grupo Archigram. i
En 1972 estudia en Cornell, una de las escuelas de arquitectura más renovadoras de la
época en Estados Unidos, tensionada productivamente entre las figuras de Colln Rowe y
Oswald Mathias Ungers ii, de quien Koolhaas sería discípulo extrayendo tanto su
preocupación por la ciudad como matriz generadora de arquitectura, como su afecto y
respeto crítico por la arquitectura del Movimiento Moderno iii (la cursiva es mía). Basta
recordar las experiencias que tuviera Ungers en trabajos de colaboración con Le Corbusier
y el primer Stirling.
Desde Cornell se conecta con uno de los epicentros de la renovación intelectual de la alta
cultura arquitectónica norteamericana: el Institute for Architectural and Urban Studies
(IAUS), creado por Peter Eisenman en 1967 en Nueva York, donde Koolhaas se instala en
1974 y organiza la primer formación de OMA. En el IAUS y en torno de su revista
Oppositions, que Eisenman dirigía junto a Kenneth Frampton, Mario Gandelsonas;
Anthony Vidler, se nucleaba una vanguardia que exhibía su momento más creativo en el
proceso de desmontaje y desideologización de la forma moderna. Diana Agrest; Rodolfo
Machado; quienes mantenían fuertes vínculos con la cultura arquitectónica europea, tanto a
través de Aldo Rossi y el neo-racionalismo italiano, como de la crítica a la ideología de la
Escuela de Venecia. En 1976 coincide con Manfredo Tafuri en una misma publicación: el
número especial de L´Architecture d´Aujourd´hui dedicado a los arquitectos de Nueva
York donde Tafuri escribe un artículo: Las cenizas de Jefferson que más tarde formaría el
capítulo final del libro La esfera y el laberinto y Koolhaas publica sus proyectos ficcionales
que luego formarían parte del apéndice de Delirio de Nueva York –presentados ya bajo ese
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título- como el proyecto para el concurso de Roosevelt Island
primera versión del capítulo sobre Coney Island.
y como documento una
Reyner Banham, como se ha mencionado anteriormente publica dos artículos dedicados al
futurismo y a la figura de Sant´Elía, recuperando y trayendo al debate cultural
contemporáneo las ideas y manifiestos expresados por Marinetti y Boccioni, aunque este
episodio no debe entenderse como un hecho aislado y toma sentido y relevancia cuando se
pone en relación con el escrito de Carlo Argán: Dopo Sant´Elía de 1935, donde se
delineaba la problemática del grupo futurista en el contexto arquitectónico italiano así como
la consideración de la figura y obra de Sant´Elía como precursora del racionalismo. El
ensayo de Argán, por tanto antecedió las propuestas revisionistas de los sesenta que luego
dividirían, en algunos casos al movimiento en dos: (1909-1915) el futurismo heroico y el
segundo futurismo (1916-1944) determinado por la guerra y por el manifiesto
Reconstrucción futurista del Universo (1915) de Balla y Depero iv
Surge así un período en donde la figura de los futuristas y su movimiento recobraba para
críticos e historiadores un renovado interés. Así Reyner Banham, en paralelo a la difusión
de sus artículos publicaba el libro: Teoría y diseño en la era de la máquina (1960)
dedicando el capítulo 8; 9 y 10 al futurismo, a su manifiesto y a la figura de Sant´Elía:
asignando la fundamental importancia del futurismo en el desarrollo de las teorías
modernas del diseño en sus características principalmente ideológicas, más orientadas
hacia actitudes mentales que hacia métodos formales. El texto del Messagio, reproducido
en el capítulo 10, enunciaba que somos hombres de Grand Hotel, de estaciones ferroviarias,
de caminos gigantescos, de puertos colosales, de mercados cubiertos…habitaremos
ciudades cuya calle no nacerá como un felpudo al nivel de los umbrales sino que se hundirá
varios pisos en la tierra concentrando el tránsito de la metrópoli y vinculándolo con las
combinaciones necesarias con pasarelas metálicas y cintas transportadoras de alta
velocidad. v
El tono optimista del libro, en donde se realizaba una apología de la máquina, la
modernidad, los medios mecánicos de climatización, (recordémoslo previo a la crisis del
petróleo, de tono muy diferente será La arquitectura del entorno bien climatizado de 1969),
influirá en los movimientos Archigram y en la generación de estudiantes que por esos años
se formaban en Londres, siendo Koolhaas uno de ellos. Deberemos esperar apenas diez
años para encontrar una reinterpretación de estas ideas que como un eco evidenciará
marcadas similitudes en la concepción de su Delirio de Nueva York.
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PROGRAMA:
El futurismo en Europa, busca escandalizar, porque como señala Manfredo Tafuri:”el
proceso que en Estados Unidos se produce de manera compleja pero lineal, en Europa se
vive como trauma” vi Para la cultura alemana por ejemplo, la modernización entendida en
esos términos se planteará como símbolo y amenaza, como una pesadilla angustiosa
producida por la vigilia de una metrópoli que está perdiendo como sujeto vii. Aquella
imagen de la alienación descrita en el texto de Kandinsky en donde cinco gigantes
amarillos contorsionan sus cuerpos cuyos torpes movimientos son los últimos intentos de
expresión de seres que por haber visto la verdad se sienten condenados a naufragar en
ella. viii, representa la visión europea ante el inminente avance de la metrópoli y su
modernidad descontrolada.
Aunque lo más interesante sea explicar las condiciones en las que el futurismo se forja.
Efectivamente surge en Italia, país que en los inicios de siglo XX, se encontraba sumergido
en un marcado subdesarrollo, por tanto los escenarios que Marinetti y Sant´Elía describían
utilizando distintos medios expresivos, la poesía, la arquitectura, o Boccioni la pintura,
personificaban un futuro utópico que no era más que la absoluta realidad de los países
desarrollados. Aquellas cintas transportadoras de alta velocidad con las que ellos soñaban,
no era otra cosa que las que de manera simultánea a sus escritos, Henry Ford utilizaba en su
planta de montaje seriado de automóviles.
Ahora bien: ¿Cuál es la relación de Delirio de Nueva York, con todo esto?
Tal como señala Adrián Gorelik es indudable que Delirious, no es un libro de historia
urbana o de la arquitectura, aunque su apelación al pasado es tan fuerte que aparece en el
mismo envés del título del libro: “un manifiesto retroactivo para Manhattan”. ix
Es interesante profundizar en este apartado, ya que podríamos inferir que Koolhaas invierte
el procedimiento realizado por el futurismo, a saber: El movimiento de Marinetti desarrolló
una enorme base teórica y crítica para soportar una ciudad que nunca se materializaría,
Nueva York es “la materialización del último acto de la cultura occidental” “donde se hace
realidad el inconsciente colectivo de un nuevo modo de vida metropolitano” x, pero sin
teoría, en palabras de Siegfried Giedion la arquitectura y el urbanismo norteamericano,
representa la anticipación del futuro, encontrando en su técnica utilitarista sin ambición
estética, la mejor expresión de las nuevas necesidades de la vida moderna. xi
Koolhaas sintetiza y reúne en su libro múltiples voces críticas de su tiempo y aporta nuevas
variaciones, aunque en clara sintonía con las visiones del grupo de historiadores de
Venecia. Se ha mencionado las correlaciones con los artículos de Tafuri. Términos como
congestión, manifiesto, lobotomía, simulacros, entre otros, aparecen en ambos autores,
utilizados como títulos de una nueva interpretación para explicar al fenómeno urbano.
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Del mismo modo comparten imágenes, tales como el proyecto de Gaudí para el Gran Hotel
en Manhattan, los arquitectos de Nueva York disfrazados de rascacielos y Hugh Ferris
trabajando en su estudio, solo por citar algunas Así el libro la Citta americana de 1973, el
capítulo de Tafuri y el prólogo de Josep Quetglas para la edición española, brindan la
instancia previa para el posterior desarrollo de Koolhaas.
Quetglas apunta el desplazamiento desde una primera etapa de simple crítica a la ideología,
hacia la producción de un conocimiento no ideológico, enfrentando a la cultura progresista
europea con sus límites y sus fracasos para quien los Estados Unidos representa el caso
más claro de conversión de la ideología y la cultura en técnica de transformación, el lugar
donde puede verse cómo una cultura urbana libre de ataduras disciplinares de la
arquitectura y urbanismo (europeos) funciona como agente del poderoso proceso puesto en
marcha por la estructura urbana capitalista.
Tafuri señala que la actualidad de lo negativo parece ser el imperativo que serpentea en el
debate sobre la reforma urbana en América y al hablar del rascacielos dirá, que al encarnar
las leyes de de la economía de la competencia, se hace instrumento y ya no expresión de la
política económica emitiendo mensajes de asimilación inmediata por el público
metropolitano. xii
Así entonces, que Koolhaas plantee a Nueva York, como a una montaña de evidencias sin
manifiesto, resulta la consecuencia lógica de este proceso. Aunque nuevamente su análisis
resulta sorprendente, cambia el tono apocalíptico de sus predecesores, asume con
entusiasmo las contradicciones de la retícula como expresión territorial del capitalismo, al
que considera una fuerza revolucionaria fuera de sí; exalta su caos dinámico para instaurar
lo que luego será uno de sus máximos postulados: la cultura de la congestión.
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DESARROLLO:
Se ha trazado el lineamiento general de la operación. Buscando descorrer procedimientos,
objetivos y antecedentes.
Ha quedado demostrado que el libro de Koolhaas, participa del debate cultural que
transitaba la cultura arquitectónica por esos años y que resulta, casi de manera directa, del
proceso didáctico y formativo que ha seguido su autor. Que al mismo tiempo existen
múltiples entrecruzamientos entre las principales figuras intelectuales del momento, no
siendo pocas las referencias e intercambios de ideas puestos de manifiesto en Delirio, pero
bajo una concepción enteramente novedosa.
Resultará interesante realizar una deconstrucción sistemática de sus pasajes más relevantes,
al mismo tiempo que ha de procurarse una interpretación que subyace, casi como un
subtítulo tras su lectura.
En su relato, Koolhaas, comienza exponiendo rápidamente lineamientos y objetivos, así no
tardará en revelar sus intenciones, luego de una corta introducción y bajo el título
“Manifiesto” rápidamente nos enfrenta con el núcleo central del libro y de sus
preocupaciones: nueva York, como la materialización de una montaña de pruebas sin
manifiesto, Manhattan como la piedra Roseta del siglo XX, como partícipe y motor de la
era de la máquina, la ciudad como fábrica de experiencia artificial donde lo real y artificial
dejan de existir.
“Este libro es una interpretación de ese Manhattan que confiere a sus episodios
aparentemente discontinuos, incluso irreconciliables, cierto grado de consistencia y
coherencia: una interpretación que pretende reconocer Manhattan como el producto de
una teoría no formulada, el manhattanismo, cuyo programa (existir en un mundo
totalmente inventado por el hombre, es decir vivir dentro de la fantasía) era tan ambicioso,
que para hacerse realidad, nunca podía enunciarse abiertamente.” xiii
Así el rascacielos y la retícula, configuran el esqueleto de este cuerpo teórico que para
Koolhaas representa Manhattan, articulando todo el libro en consecuencia.
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COMIENZO:
El relato de Koolhaas, se inicia en clave histórica, apelando a ella como la forma de
legitimar su argumentación, así establece el descubrimiento del nuevo mundo, conquista y
fundación. El traspaso de la cultura europea, la creación de Nueva Ámsterdam, la necesidad
de establecer a Manhattan como teatro del progreso, xiv y a la ciudad incipiente como a un
catálogo de modelos precedentes, así todos los elementos deseables que existen
desperdigados por el viejo mundo, se han unido finalmente en un único lugar xv; al instinto
holandés para transferir el orden y de esa forma la retícula como marca genética originaria,
la retícula como especulación conceptual; Manhattan como una polémica utilitaria xvi, como
un contra París, como un anti Londres. La exaltación de la retícula como imposición de la
superioridad de la construcción mental sobre la realidad. La necesidad de establecer
estrategias para diferenciar la uniformidad del trazado, forzando a los constructores a
desarrollar un nuevo sistema de valores formales. Y aquí surge uno de sus mayores
intereses: la disciplina bidimensional de la retícula, crea una libertad inesperada para la
anarquía tridimensional, la retícula como agente de equilibrio entre el control y el
descontrol a partir de la cual, la ciudad puede ser al mismo tiempo ordenada y fluida, es
decir una metrópolis del caos estricto. Con su imposición, Manhattan queda inmunizada
para siempre contra cualquier otra, intervención totalitaria xvii. Así, estableciendo estos
conceptos, indica que la ciudad se convierte en un mosaico de episodios, cada uno con su
particular vida útil, que rivalizan unos con otros a través de ese medio que es la retícula,
obra de suficiente explicación para facilitar la interpretación de uno de los proyectos que se
exponen en el apéndice bajo el título: “La ciudad del globo cautivo”
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Una vez establecido el soporte, tanto teórico como real de la retícula, Koolhaas, prosigue
delineando el relato para hilvanar sus otros intereses: la torre y su posibilitador mecánico:
el ascensor. Así ubica en Coney Island a fines del siglo XIX, un laboratorio de la cultura de
masas, en donde se inventan los más variados mundos artificiales, se experimenta con la
arquitectura más atrevida para contenerlos, realizando la transferencia a Manhattan de todas
estas prácticas que derivarán, siempre siguiendo el hilo argumental propuesto por
Koolhaas, en la aparición del rascacielos y sus teóricos, especialmente Hugh Ferris y
Raymond Hood (resulta interesante notar que Manfredo Tafuri incluye un artículo de R.
Hood: La ciudad bajo un único techo, en su libro La esfera y el laberinto). Así de este
modo, sienta las bases para proponer una provocadora hipótesis: que el manhattanismo
entra en decadencia por causa de la introducción de los principios de la cultura europea, que
clausuran esa experiencia intensa de ingenua creatividad. Koolhaas, ve en el intercambio
con la cultura europea una nueva paradoja: en nombre de la eficacia y el pragmatismo los
inventos norteamericanos de la cultura de la congestión, habían llegado a construir la
fantasía de edificios colmados de placeres; en nombre del idealismo, la arquitectura
moderna europea, propone edificios banales, que solo sirven para los negocios xviii
Así en su argumentación ubica al Down Town Athletic Club, como la materialización de
los ideales soñados por Sant´Elía, los del edificio multifunción; el rascacielos como
instrumento de la cultura de la congestión, como la conquista completa, planta a planta de
la actividad social. El modo de vida norteamericano y su expresión material sin
fundamentos superan definitivamente las modificaciones teóricas del estilo de vida que
diversas vanguardias europeas han estado proponiendo con insistencia, sin lograr nunca
imponerlas. El Down Town Athletic Club, como “condensador social constructivista” Así
Koolhaas induce la idea de que el ideal futurista, y los objetivos comunistas perseguidos
por los suprematistas soviéticos, se materializan gracias a la fuerza del capitalismo
expresada sin censura en medio de la retícula de Manhattan.
Esta deconstrucción del ideal europeo, continúa al desmitificar las propuestas de Le
Corbusier, señalando que la solución que él aporta para Manhattan la vacía de su riego
vital: la congestión. xix Y prosigue: el programa de los europeos para la auténtica era de la
máquina es la eficacia de la banalidad. xx
Así es posible inferir distintas líneas argumentativas por debajo de estos conceptos:
Que Manhattan es la materialización de los ideales de las primeras vanguardias europeas,
pero sin sus manifiestos.
Que Manhattan es la ciudad que Le Corbusier quiere crear, y ante esta evidencia, no le
queda más remedio que promover su destrucción.
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Finalmente: mirando la trayectoria posterior de Rem Koolhaas, Manhattan sirve de piedra
basal para sus posteriores desarrollos teóricos: ubicando a la arquitectura de Nueva York
como la forma de planear la vida misma, con la fantástica yuxtaposición de sus actividades.
Para Koolhaas, cada una de las plantas del club, es un episodio independiente de una intriga
impredecible que ensalza en total sometimiento la inestabilidad definitiva de la vida en la
metrópolis. Provocando la autogeneración del hombre y su entorno construido,
promoviendo una frenética huida hacia arriba colectiva xxi. Bastará leer la memoria de su
concurso para el Parque de la Villette para encontrar muchos de estos mismos conceptos
desarrollados.
FINALMENTE:
Delirious New York realiza múltiples operaciones para así obtener el estatuto de
manifiesto, pero obra como aquella imagen de Jano, que mira al mismo tiempo hacia dos
lados. Hacia uno, Koolhaas explica el surgimiento de la cultura urbana norteamericana,
hacia el otro sienta las bases de su propia producción, que le permitirán constituirse en
agitador y constructor.xxii
Razona en forma de teorema, dando apariencia científica a formulaciones de exaltada
imaginación xxiii: “cuanto mayor es el número de plantas apiladas en torno al hueco del
ascensor, más espontáneamente se solidifican en una única forma”. En otro pasaje del libro
enuncia: “el manhattanismo es el único programa en que la eficacia se cruza con lo
sublime”; “en esta rama de la utopía inmobiliaria la arquitectura ya no es tanto el arte de
proyectar edificios como la brutal extrusión hacia el cielo de cualquier solar que el
promotor haya conseguido reunir”; En Nueva York, viajamos hacia el cielo además de
hacerlo por la superficie”; “ en el edificio de 100 pisos seremos disparados hacia arriba con
la misma rapidez con que se mandan las cartas por el puente de Brooklyn” y así se podría
seguir, casi indefinidamente. xxiv
Esa combinación de razón y fantasía, ciencia y juego, ese regodeo en la paradoja y el
contraste en la propia estructura de sus argumentos resulta en un eje fundamental en su
reivindicación del manhattanismo. Koolhaas practica en su interpretación de Nueva York
un método que pretende por la vía del absurdo presentar con verosimilitud el dispositivo
urbano más característico de una cultura de la racionalidad económica y jugar de este modo
con una interpretación ambigua del mundo. Al mismo tiempo no es desde un lugar externo
al capital donde se ubica para desmontar sus procesos, es desde lo más interno posible para
celebrar su triunfo sin matices xxv.
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Hasta aquí lo expuesto permitiría arriesgar una hipótesis a saber: Es innegable que Nueva
York expresaba a principios del siglo XX, la manifestación y materialización del futuro,
que a través de una racionalidad extrema de procedimientos, brindan la visión de una súperrealidad delirante xxvi. Esto es acompañado, luego de la segunda guerra mundial, por una
creciente gravitación de los Estados Unidos en el escenario económico y cultural
internacional.
Europa consciente del desplazamiento que ha sufrido, busca por un lado negar este
fenómeno norteamericano al mismo tiempo que exaltar aquellas experiencias propias, que
se encuentren en sintonía con lo negado y aunque sin conseguir su materialización, exponga
una superioridad teórico-conceptual. Así surge la reivindicación del futurismo,
primeramente en la década del 30 y luego en la recuperación de Banham próximas a 1960.
Koolhaas desmonta esta operación y la utiliza para realizar una profunda crítica a la cultura
europea, viendo en Nueva York a una maquinaria inmunizada contra la exhibición
surrealista (personificada en Dalí) o incomprendida a causa de la imposibilidad del
movimiento moderno (personificada en Le Corbusier), de interpretar el fenómeno de la
metrópoli.
Así hemos regresado al punto de inicio, recuperando aquella panorámica plagada de
personajes aparentemente inconexos. Pero descubriendo aquella transformación comentada
por Borges y recreada por Michel Foucault, donde se cita cierta enciclopedia china, que no
deja de producir cierto asombro. Esta taxonomía, esta clasificación que manifiesta cierta
extravagancia por encuentros aparentemente insólitos: la fundación, Nueva Ámsterdam, el
hotel en forma de elefante, Coney Island, el rascacielos, Radio City Music Hall; el
Downtown Atletic Club, el Rockefeller Center, el Kremlin y la Quinta Avenida…de esta
forma Koolhaas juega con la desconcertante proximidad, con la cercanía súbita de cosas sin
relación aparente. Tensiona con el espacio en blanco que las separa. Pero lo que aporta
mayor cuota de inestabilidad es suponer el espacio, el lugar, donde todas estas cosas puedan
reunirse.
Los códigos fundamentales de la cultura, los que rigen sus sistemas perceptivos, sus
cambios, sus jerarquías, según Foucault, fijan de antemano para cada hombre los órdenes
empíricos, las estructuras con las cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se
reconocerá. En el otro extremo del pensamiento, las teorías científicas explican por qué
existe un orden en general, a qué ley obedece, qué principio puede dar cuenta de él. Entre
estas dos regiones tan distantes reina un dominio, que debido a su papel de intermediario,
no es menos fundamental, es más confuso, es más oscuro y más difícil de analizar. Es ahí
donde una cultura, librándose insensiblemente de los órdenes empíricos que les prescriben
sus códigos primarios, o por no poseerlos, instaura una primera distancia de libertad con
relación a los supuestos, les hace perder su transparencia inicial. Así entre la mirada ya
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codificada y el conocimiento reflexivo, existe una región media que puede considerarse la
más fundamental, anterior a las palabras, donde cualquier yuxtaposición resulta posible xxvii.
Así Koolhaas encuentra, entre el uso de los códigos ordenadores y las reflexiones sobre el
orden, una experiencia desnuda, vacante, posible, Es en esa región en donde ubica el
surgimiento de la cultura urbana americana. Creada a partir de fuerzas, de tensiones, más
brutales que reflexivas, más surgidas de la necesidad, de la reverberación del impulso
capitalista, que de manera premeditada. La forma como resultado de las fuerzas de la
necesidad. Moldeadas por la maquinaria moderna en funcionamiento descontrolado,
experimentadas en una mesa de pruebas regidas por el absurdo o lo inesperado.
Así Koolhaas reúne en una misma imagen a esta enumeración de elementos y les impone
un gran número de posibles órdenes, sin leyes ni geometrías, solo establecidas bajo la
relación estable de la multiplicidad de la vida manifestada en esta cultura de la congestión.
NOTAS
i
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 59.
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 59.
iii
Rafael Moneo apunta esto en su libro Inquietud Teórica y estrategia proyectual, en la obra de ocho arquitectos
contemporáneos. Ed. Actar Barcelona 2004.
iv
La ciudad futurista: Imaginario Simbólico y realidad. Juan A. M. Roca. Prof. Titular del departamento de Historia de la
Universidad de Castilla - La Mancha. Paper presentado en ocasión de los 100 años del manifiesto futurista. España
2009.
v
Reyner Banham: Teoría y diseño arquitectónico en la era de la máquina. Primera edición The Architectural Press.
Londres 1969. Edición en español: Ed. Nueva Visión Buenos Aires 1977.
vi
Manfredo Tafuri: La esfera y el laberinto: Cap. The new Babylon. Pág. 212 Ed. Giulio Einaudi, Milan 1980. Ed.GG
Barcelona 1984.
vii
Manfredo Tafuri: La esfera y el laberinto: Cap. The new Babylon: Los gigantes amarillos y el mito del americanismo
ii
Pág. 212 Ed. Giulio Einaudi, Turín 1980. Ed.GG Barcelona 1984
viii
Manfredo Tafuri: La esfera y el laberinto: Cap. The new Babylon: Los gigantes amarillos y el mito del americanismo
Pág. 212 Ed. Giulio Einaudi, Turín 1980. Ed.GG Barcelona 1984
ix
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 58.
x
Textual de la nota editorial en la contratapa de Delirious New York.
xi
Siegfried Giedion: Espacio tiempo y arquitectura. Harvard University Press. Cambridge USA. 1941
xii
Manfredo Tafuri: La esfera y el laberinto: Cap. The new Babylon: Los gigantes amarillos y el mito del americanismo
Ed. Giulio Einaudi Turín 1980 y Ed .G G 1984 para la edición castellana.
xiii
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Manifiesto Pág. 9: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009
xiv
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Programa Pág. 13: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009
xv
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Proyecto Pág.15: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009.
Alumno: Christian Noetzly
MAESTRÍA DE HISOTIRA DE LA ARQUITECTURA, LA CULTURA Y LA CIUDAD.
xvi
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Informe Pág. 19: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009
xvii
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Especulación Pág. 20: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009
xviii
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Eficacia 2 Pág.269: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009, citado por Adrián Gorelik en: Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de
2011. Pág. 61.
xviii
Textual de la nota editorial en la contratapa de Delirious New York.
xix
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Remodelación 2 Pág.269: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada
5°, castellana, Madrid, España 2009
xx
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Eficacia 2 Pág.271: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009
xxi
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Incubadora Pág.157: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed, consultada 5°,
castellana, Madrid, España 2009
xxii
xxiii
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 59
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 62
xxiv
Rem Koolhaas: Delirio de Nueva York: Cap. Incubadora Págs.15; 57; 89: Ed. G.G. Primera edición 1978. Ed,
consultada 5°, castellana, Madrid, España 2009
xxv
xxvi
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 63
____Adrián Gorelik. Historias de Nueva York. Revista Block N° 8, Marzo de 2011. Pág. 62
xxvii
Michel Foucault: Las palabras y las cosas. Ed. Siglo veintiuno. Primer edición 1966 por Galimard; segunda edición
1968, Siglo XXI editores; 2002 Siglo XXI editores; 2da edición Argentina revisada: 2008
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