Subido por Jimena Dionicio

Eduardo Zimmerman Resumen Fernando Giardinieri

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Eduardo Zimmermann, Los intelectuales, las ciencias sociales y el reformismo liberal:
Argentina 1890- 1916
Síntesis del capitulo
La idea es empezar con el texto de zimermman y a partir de ese texto poder ir
articulando con los demás temas, crisis del 80, nacionalismo de derecha, el ascenso
del radicalismo, crisis del 29, construcción del catolicismo nacional.
El autor en este capítulo pone el acento en un grupo de “liberales reformistas” y refleja
cómo estos abordan “la cuestión social”, es decir, las problemáticas que surgen a finales
del siglo XIX en relación a la urbanización, la salud pública, el crecimiento demográfico,
la inmigración etc., y la relación/tensión con las primeras organizaciones obreras1. A su
vez, pareciera que hay un resquebrajamiento en las internas de ese “liberalismo
oligárquico”2 de los 80.
Y este nuevo grupo de intelectuales con compromiso político (a partir de la crisis de los
803 y la “cuestión social”) intentará reconstruir un nuevo espíritu de reforma como
prioridad entre el Estado y una sociedad convulsionada.
1
Esta sociedad se complejiza al surgir la expansión económica que, por cierto, presentaba otras líneas de conflicto:
malas condiciones de vida, bajos salarios, jornadas extensas de trabajo, y falta de protección estatal produjeron, de
alguna manera, la organización y movilización obrera. A principio del siglo XX se consolida la Federación Obrera
Regional Argentina, dirigidos mayoritariamente por corrientes anarquistas. Como explicó la profesora Analía en
clase, el autor Juan Suriano puso de relieve la importancia de observar las demandas de los trabajadores para ver
cómo estas se hicieron visibles y se retomaron con las nuevas normativas y los debates parlamentarios. Es decir,
surge una confrontación de miradas o cambio de perspectivas entre Zimmermann y Suriano que ayudan a
comprender de manera más amplia y compleja el entendimiento de una cuestión social que, por un lado, el
“reformismo de las elites para Zimmermann” y, “la conflictividad social imperante para Suriano” por otro,
propiciaron la necesidad estatal de resolver problemáticas de urbanización, inmigración y, por ende, las
transformaciones y consecuencias subsiguientes.
2 Desde 1880, existió un sistema que otorgaba ciertas libertades en la esfera civil
que coexistió con un régimen político
que limitaba a unos pocos al manejo de las decisiones del Estado. “Esta particular combinatoria entre liberalismo
económico y conservadurismo político entre 1880 y 1916 hizo que se conozca como el ciclo del liberalismo oligárquico”.
En V.V.A.A., Historia Argentina Contemporánea, Buenos Aires, Dialektik, 2008, pg. 61
3
Uno de los factores que propiciaron el accionar de la corriente reformista fue el legado de la crisis política y
económica de 1890: “corrupción administrativa, especulación financiera, fraude electoral”. Eduardo Zimmermann,
Los intelectuales, las ciencias sociales y el reformismo liberal: Argentina 1890- 1916, Buenos Aires, p.546
Ahora bien, ese armado político que estaba conformado por un grupo de reformistas
liberales, convivió, advierte el autor, con otras corrientes reformistas: La católica o la
socialista.
Según Zimmerman esta nueva conformación intelectual política presenta tres rasgos
distintivos que los caracteriza: 1) como profesionales (principalmente abogados y
médicos quienes participan activamente en la vida intelectual y académica) y 2) liberales
con fuertes convicciones progresistas con una impronta anticlerical y 3) sus posturas
reformistas en lo social se basaron en el legalismo o que el parlamento era el lugar
propicio para solucionar cualquier conflicto social.
En palabras del autor la reforma social fue interpretada por estos grupos como una de
las caras de un proceso de regeneración más amplio, que se extendía desde la moral
pública hasta los cambios institucionales que culminarían con la reforma electoral de
19124. Esta generación, entonces, impulsaría una reforma de tipo moral, política y social
que tuvo un fuerte entrecruzamiento con la actividad intelectual.
Este pragmatismo de los intelectuales propició la creación de nuevas instituciones
estatales, como el Museo social argentino, La Asistencia Pública de Buenos Aires, El
Registro de Pobres, El Instituto de Criminología de la Penitenciaría Nacional, El
Departamento Nacional del trabajo, etc. Y a su vez, la actividad académica se transformó
con la creación de nuevos campos profesionales y cursos en la Universidad.
Reformismo en las ciencias sociales: Sociología y Economía
El auto advierte que el surgimiento de la sociología como disciplina científica significó,
en la conformación intelectual del reformismo social, un cambio profundo.
Interpretada, incluso, como la ciencia general de la sociedad.
“Los enfoques de los conflictos sociales aportados el individualismo y el socialismo
carecían de un verdadero carácter científico por haber sido elaborados antes del pleno
4
En febrero de 1912 el Congreso Nacional sancionó la ley que establecía el sufragio universal masculino, secreta y
obligatoria, lo que incrementó las hasta entonces bajos niveles de participación electoral y puso fin a prácticas como
el voto cantado o el voto múltiple, que facilitaban diversas formas de coerción sobre los electores por parte de los
patrones o caudillos locales. Cf., https://www.conicet.gov.ar/la-ley-saenz-pena-y-la-fragil-transicion-hacia-laargentina-democratica/
desarrollo de la sociología”5. Esto significa que la sociología llegó a considerarse una
ciencia tan positiva como la química, porque estudiaba al ser humano en su conjunto.
Formó parte de la enseñanza como disciplina. En 1904 se dictó la primera cátedra de
sociología en la facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires.
La crisis del modelo liberal (que advierte Zimmermann) de democracia restringida y
controlada, con un tipo estado mínimo, represor y relacionado con el capital ingles,
hegemónica desde 1880 hasta 1916, comienza a crujir con la primera guerra mundial
y con la expansión del Partido Radical que cuestiona ‘limitadamente’ dicha hegemonía
liberal y conservadora. Los atisbos de un estado benefactor a fines de los 20, donde
confluyen sectores medios y trabajadores se debilita con la crisis del 29 y 30 dando
lugar al surgimiento del militarismo argentino que será hegemónico hasta comienzos
de los 80. Se da aquí el paso del orden conservador, del estado liberal a la Argentina
católica, a la patria católica, a la nación católica. Comienza a construirse la relación
Catolicismo y nacionalismo, el catolicismo juega como - ocupa el lugar de - un
nacionalismo de sustitución en una sociedad de inmigrantes.
El rol de Joaquín V González
En la década de 1900 se produjeron varias huelgas y movilizaciones en gran medida
comandadas por el anarquismo que hegemonizaba las luchas de los trabajadores. Los
cuestionamientos al nuevo orden capitalista se hacían cada vez más fuerte. Durante un
tiempo predominó una respuesta puramente represiva. La ley de Residencia de 1902
permitió la deportación de inmigrantes activistas gremiales y políticos. En 1910 la Ley
de Defensa Social reforzó los mecanismos de control y se instauró un conjunto de
sanciones aplicables a quienes infringieran el “orden social”.
Pero junto a ese modelo represivo fue surgiendo una línea de carácter consensual.
Aparece la figura de Joaquín V González, como ministro de interior, quien tuvo una
lectura sobre la realidad de la clase trabajadora mucho más amplia en materia de
derechos y le permitió solucionar algunos conflictos y controlar a las organizaciones
5
Cesas Iglesias Paz: El problema social, (Bs As.: Moen.,1097), p. 122
sindicales. González “era un decidido partidario de la nueva concepción social del
liberalismo de fin de siglo”6. Fue un cuadro importante para la vinculación entre el
mundo universitario y la reforma social. Además de político, jurista, docente, historiador
y escritor, González fue el fundador de la Universidad Nacional de La Plata y del Instituto
Superior del Profesorado.
En El juicio del siglo, Joaquín V. González interpreta, bajo una visión psicológica y
filosófica, la historia argentina. A nuestro entender, una de las personalidades más
influyentes del sector reformista de la oligarquía. Elogia la inserción de la Argentina en
el mundo qué, bajo su mirada, estuvo gobernada por un conjunto de hombres que
consideró aptos y superiores.
El libro fue escrito en 1910 con motivo del centenario de la Revolución de Mayo.
González intenta en este libro descubrir o describir, mejor dicho, los rasgos o modos de
ser de la Argentina. No parece un libro sobre historia sino más bien hace una filosofía de
la historia, porque en todo su recorrido intenta mostrar como se fueron desarrollando
ciertos aspectos sociales del pueblo argentino.
Empédocles, Platón, Dante Alighieri y Hobbes, son al menos algunos autores que
pareciera en que está inspirado el autor. El odio de facciones (discordia) o la guerra de
unos contra otros habría predominado rotundamente desde la Revolución de Mayo
hasta Caseros. Y el amor, por su parte, desde Caseros hasta los días del Centenario. El
amor y el odio como dos líneas marcadas que fueron clave en la construcción de la
historia argentina.
Nos recuerda la importancia de la Revolución y de la Constitución y muestra que en el
ciclo de la Revolución, que llega hasta 1853, predomina la ley del odio (la discordia, la
lucha, la guerra civil, la rivalidad entre personas y facciones, la habilidad...), mientras
que en el ciclo de la Constitución predomina la ley del amor (la pacificación, la justicia y
el derecho, la unidad nacional, el patriotismo, la solidaridad, la educación...).
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Cf., Zimmermann, E., Los intelectuales, las ciencias sociales y el reformismo liberal:
Argentina 1880-1916 En: Desarrollo Económico, v. 31, N º 124 (enero-marzo 1992) p.
550
Estos rasgos de argentinidad, los busca con los criterios en boga en su época, tratando
de descubrir las leyes positivas que gobiernan el desarrollo histórico del país. Se
mantiene fiel a su formación filosófica, aunque como lo hemos dicho en otra ocasión,
su positivismo está ablandado por algunos elementos espiritualistas y poéticos, que
eran consustanciales con su personalidad.
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