tema: filosofia latinoamericana

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COLEGIO LA SALLE
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y FILOSOFIA
DECIMO GRADO
ESTUDIANTE:_______________________________________________________________________
TEMA: FILOSOFIA LATINOAMERICANA
Las culturas precolombinas tuvieron un pensamiento propio de
tipo mítico que explicaba el propio universo. El mito es una
expresión simbólica de las creencias últimas y de los valores
fundamentales de una cultura, mediante los cuales se está en
claro frente al universo y se proyecta la vida con seguridad. La
hermenéutica trata de descifrar dichas creencias y valores que
se esconden bajo el bello ropaje de la expresión simbólica.
Todos los pueblos orientales, y la propia Grecia antes de
acceder al pensamiento racional o filosófico en el siglo VI antes
de Cristo, han recurrido al mito para expresar sus verdades.
También los pueblos de América precolombina tienen una rica
simbólica que es preciso estudiar para comprender los
fundamentos últimos de las respectivas culturas. En tal sentido
podemos hablar de pensamiento precolombino de las grandes
culturas como la Azteca, la Maya, la Incaica, la Muisca, etc.
Pero la filosofía como práctica racional es un producto de la
cultura occidental, que hace aparición en el nuevo mundo con
la conquista. Por lo mismo, consideramos que la filosofía
latinoamericana comienza con la dominación española. Tiene,
pues, más de cuatrocientos años de existencia y es un reflejo
del pensamiento europeo aplicado a la problemática que en
este transcurso se vive en América Latina. No hemos tenido
una filosofía original debido a la dependencia en que han vivido
nuestros pueblos desde el mismo día del descubrimiento y la
conquista. Pero nuestra historia en el ámbito de procesos
socioeconómicos e institucionales sería imposible de explicar
sin tener en cuenta las influencias ideológicas del pensamiento
europeo en ella. De aquí la importancia de reconstruir la
historia de las ideas filosóficas en nuestros países
latinoamericanos.
Para una cabal comprensión de los problemas ideológicos es
necesario establecer ciertos períodos: conquista, colonia,
ilustración, emancipación, romanticismo y positivismo, siglo XX.
CONQUISTA
Con el descubrimiento del Nuevo Mundo se inicia el período de
la conquista, que dura aproximadamente cincuenta años. Las
guerras de conquista, el choque de dos culturas tan dispares,
generan problemas no sólo de índole práctica, sino también de
naturaleza teórica. ¿Con qué derecho los españoles hacen la
guerra y ocupan extensos territorios en los que vivían
pacíficamente y de los cuales eran dueños los pueblos
amerindios? ¿Es posible considerar dichos territorios como
tierra de nadie y someter a los indios a la dominación
española? ¿Acaso no son hombres? Y si lo son ¿con qué
derecho se los somete? ¿Por razones de evangelización?
¿Por estar en infidelidad? ¿Por su puestos pecados contra la
naturaleza? ¿Por ser menores de edad o “subhombres”
necesitados de tutelaje y educación?
Todos estos
interrogantes dan origen a una acalorada polémica entre los
defensores de las prácticas de los conquistadores y los críticos
de la conquista, que ponen en vilo la conciencia europea. Dos
temas fundamentales que se debaten son la condición
humana del indio y los derechos inherentes a la misma, y la
justicia de las guerras de conquista. Surge una primera filosofía
“sobre” América impuesta por los hechos mismos. Los que
intervienen en la polémica son lógicamente europeos formados
en la segunda escolástica de Salamanca, cuya universidad en
este momento es uno de los centros más importantes del
pensamiento europeo. Desde la tradición escolástica se
pretende legitimar el sometimiento de los pueblos americanos
o se crítica dicha dominación y sus prácticas inherentes
poniendo en evidencia la humanidad de los indios, la invalidez
de ciertos títulos y la injusticia de ciertas prácticas. Entre los
legitimadores cabe citar, entre otros, a Ginés de Sepúlveda; y
entre los críticos a Antonio Montesinos, Bartolomé de Las
Casas y Francisco de Victoria, como figuras centrales. Las
Casas es el profeta de la liberación de los pueblos americanos.
Victoria, el fundador del derecho de gentes. Gracias al
movimiento lascasiano y a la influencia de las tesis de Victoria
cabe hablar de una primera escolástica profética, crítica y
liberadora, cuya voz fue acallada al consolidarse el orden
colonial al fin de la conquista.
COLONIA
A mediados del siglo XVI mediante las nuevas Leyes de Indias
se implanta el orden colonial en el imperio en que, al decir de
Felipe II, “no se ponía el sol”. Se organiza la administración
y la economía colonial. Se estratifica la población en castas por
razón del mestizaje. Se fomenta la educación a nivel elitista, se
abren en Santo Domingo, México, Lima y Santa Fe los
primeros centros universitarios. La escolástica florece durante
los siglos XVII y XVIII en las universidades coloniales. Pero, en
general, es una escolástica que refleja la declinación de la
Universidad de Salamanca, ignorante de las nuevas corrientes
modernas del pensamiento europeo, repetidora de una
tradición medieval obsoleta, encerrada en los claustros y
ausente, con excepciones, de la vida real. Una escolástica que
sirve de ideología al imperio para formar clérigos para la
evangelización y juristas en ambos derechos, canónigo y civil,
para surtir los puestos de la administración civil y eclesiástica.
El método en la docencia es la lectio y la disputacio,
conducidas con todo los rigores del silogismo, por cuyo cause
tenía que discurrir el pensamiento, como la vida real debía
ajustarse a las normas de la administración colonial. La lengua
oficial es el latín. La filosofía se subordina a la teología, reina
de las ciencias según el orden medieval. El siglo XVII ha sido
calificado de “siesta o modorra” colonial. Sin embargo, en este
siglo se destaca en México Fray Alonso de Veracruz,
agustino; el jesuita Antonio Rubio, autor de un agudo
comentario a la lógica de Aristóteles conocido como Lógica
mexicana; Tomás de Mercado, comentador de Aristóteles y
autor de un importante tratado de economía y moral, titulado
Tratos y contratos de mercaderes y tratantes, y Carlos de
Sigüeña y Gongora, primer filósofo mexicano (los anteriores
habían nacido en España) abierto a las preocupaciones de la
filosofía moderna y al método experimental. En el Perú la figura
cumbre es la del jesuita español José Acosta, autor de la
importante obra Historia natural y moral de Indias, considerada
como el primer hito en la antropología física y cultural. También
en el Perú sobresalen como profesores Juan Pérez de
Menacho. En Chile nace Fray Alonso Briceño, franciscano,
quien en Venezuela escribe los gruesos volúmenes de
Controversias célebres, que le han merecido el sobrenombre
de “pequeño Escoto”. En Colombia, durante el siglo XVII y
primera mitad del siglo XVIII destacan los profesores de la
Universidad Javeriana: José de Urbina, Mateo de Mimbela y
Juan Antonio Varillas, como también Jacinto Buenaventura,
profesor de la Universidad Santo Tomás.
ILUSTRACION Y EMANCIPACION
En la segunda mitad del siglo XVIII, con el advenimiento de
Carlos III al trono, se produce en despertar en España y sus
colonias. Es el período de la ilustración. Les duele a los
ilustrados el atraso científico y, por lo mismo, la decadencia
económica y política de España y su imperio. Y tratan de poner
remedio rebelándose contra Aristóteles y la escolástica
decadente y adoptando las nuevas corrientes de la filosofía
moderna. Se cuestiona el método escolástico y el argumento
de autoridad. Se exalta la razón y la experiencia como fuentes
de nuevos conocimientos. Se aplican estas luces al
conocimiento de la naturaleza y se propende por una reforma
de la educación que tiene como objetivo el conocimiento y
aplicación de las ciencias útiles. La ruptura con la cultura
colonial permite el nacimiento de una conciencia crítica en
peninsulares y criollos, que rápidamente se extiende a
aspectos políticos, siguiendo ideas de los ilustrados franceses.
Tal conciencia crítica, reforzada por el reencuentro con la
naturaleza y valores propios del mundo americano, genera un
profundo patriotismo, que desemboca en los movimientos de
emancipación que se desarrollan a partir de la primera década
del siglo XIX.
La Ilustración americana es reflejo de la europea. Benito
Feijóo, al combatir el escolasticismo y defender y divulgar la
ciencia y la filosofía moderna en su Teatro crítico universal,
es quien más influye en un primer momento. Pero, al finalizar el
siglo XVIII se conoce directamente las obras de los
enciclopedistas, entre los cuales Juan Jacobo Rousseau
moviliza las aspiraciones políticas de los ilustrados americanos
hacia una nacionalidad americana libre, igualitaria y fraterna.
En esta forma el pensamiento del ginebrino sirve de guía a los
libertadores e informa nuestras primeras constituciones.
Entre los ilustrados americanos más importantes cabe destacar
a los siguientes: En México: Benito Díaz de Gamarra, autor de
Elementos de filosofía moderna, Fracisco J. Alegre y
Francisco J. Clavigero, defensor de la cultura mexicana frente
a los europeos que la suponía inferior. En Quito sobresale el
indio Francisco Eugenio Santa Cruz y Espejo, quien escribe
El nuevo Luciano de Quito o despertar de los ingenios
quiteños. En Cuba descuella José Agustín Caballero con su
Philosphia electiva. En el Perú cabe nombrar a José Eusebio
Llano Zapata, a Hipólito Unanue. En Chile brilla Manuel
Lacunza, autor de la obra incluida en el índice de libros
prohibidos, La venida del Mesías en gloria y majestad. En
Colombia el período ilustrado fue especialmente brillante con la
figura patriarcal de José Celestino Mutis y la constelación de
discípulos, entre ellos Francisco José de Caldas, además de
los precursores Antonio Nariño, traductor de Los derechos del
hombre, y Camilo Torres. La revolución cultural propiciada
por la ilustrados preparó la emancipación de América.
ROMANTICISMO Y POSITIVISMO
Al consumarse la independencia de los pueblos americanos en
la segunda década del siglo XIX, la elite criolla que dirigió la
gesta libertadora influenciada por los ideales de la ilustración,
trata de organizar las jóvenes repúblicas. Rotos los vínculos
políticos y culturales con España, la inteligencia americana
busca inspiración en las ideologías más en moda en la Francia
y en Inglaterra, nueva potencia imperial emergente. El
utilitarismo de Jeremías Bentham y la ideología de Destutt de
Tracy se imponen en este momento. Es una ideología
romántica que aspira a conseguir el máximo de felicidad para
mayor número de personas, entendiendo la felicidad como
placer y fundado éste en una metafísica de tipo sensista.
Ideología vaga e inoperante, además de opuesta a la tradición
católica profundamente arraigada en el pueblo. Dentro de las
tendencias románticas cabe señalar, también, la preocupación
por una cultura latinoamericana propia y ciertas influencias de
los socialistas franceses en cuyo pensamiento se ve la clave
para la solución de los problemas de las masas populares
irredentas.
El utilitarismo y el sensismo tienen como máximo exponentes a
los rioplatenses Juan Crisóstomo Lafinur, Manuel
Fernández Agüero y Diego Alcorta; en México a José María
Luis Mora y Lucas Alamán; en Colombia a Ezequiel Rojas y
a Eustaquio Alvarez. La corriente americanista, preocupada
por la emancipación cultural de las nuevas repúblicas, tiene
como representantes al venezolano Andrés Bello y al
argentino Juan Bautista Alberdi. A los anteriores
componentes se agregan ciertas tendencias socialistas y
moralistas de tipo utópico aplicadas a la circunstancias
americana en los argentinos Estebab Echeverría, Bartolomé
Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, en el portorriqueño
Jaime María Hostos, en el hondureño José Cecilio Valle, en
el ecuatoriano Juan Montalvo, en el peruano Manuel
González Prada y en el colombiano José María Samper,
entre otros.
En la agitada vida de las nacientes repúblicas que tratan
difícilmente de encontrar un cauce hacia el futuro en medio de
guerras y continua crisis, que niegan la prometida felicidad
para todos, se hace sentir la necesidad de una mayor
estabilidad. Se acoge entonces la nueva filosofía que en
Francia e Inglaterra predica el orden y el progreso como fuente
de felicidad. Tal es la ideología positivista de Augusto Comte,
de Hebert Spencer. El positivismo se convierte en las últimas
tres décadas del siglo XIX en la ideología imperante en toda
América Latina.
Es imposible en breve resumen como éste siquiera enumerar
todos los representantes de este estado de ánimo generalizado
que llamamos positivismo. Sólo cabe citar: en Brasil a Luis
Pereira Barreto, Miguel Lemos, Raimundo Texeira y Tobías
Barreto; en Chile a Victoriano Lastarria, Valentín Letelier y
los hermanos Lagarrigue. En Perú a Mariano H. Cornejo; en
Bolivia a Luis Arce, en Argentina a José Inginieros; en
Uruguay a José Enrique Rodó; en Cuba a José de la Cruz y
Enrique José Varona; en México a Gabino Barreda, Justo
Sierra y Porfirio Parra; en Colombia a Rafael Núñez.
FILOSOFIA DEL SIGLO XX
Si el siglo XIX es difícil de historiar debido al entrecruce de las
más variadas tendencias en una época de inestabilidad y
consolidación de las nuevas repúblicas americanas, el siglo XX
no ofrece menores dificultades de sistematización.
Consolidadas las nuevas repúblicas se percibe en éstas, lo
mismo que en Europa, al iniciarse el siglo XX, la insuficiencia
de los ideales positivistas. El positivismo se siente agotado en
sus posibilidades interpretativas. Surgen nuevas filosofías que
pretenden rescatar los valores metafísicos negados por el
positivismo cientifista.
Como criterio de periodización de la filosofía latinoamericana
en nuestro siglo se ha impuesto el método de las
generaciones. Según el mismo, se ha establecido la existencia
de cuatro generaciones.
Generación de los fundadores: se llama así porque con ellos
comienza la filosofía actual. Educados en la ideología
positivista, reacciona contra los dogmas del positivismo puro
descontentos de la explicación óntica o científista de los
objetos. Aspiran a una interpretación ontológica o metafísica
como base de un nuevo humanismo espiritualista. Existe en
ellos el anhelo de una filosofía latinoamericana. Se constituyen
en maestros orientadores de la juventud por sus calidades
humanas y excelente estilo como escritores. A esta generación
de principios de siglo pertenecen entre otros: Alejandro Korn,
argentino; Carlos Vaz Ferreira, uruguayo; Enrique Molina,
chileno; Alejandro Deustua, peruano; Antonio Caso y José
Vasconcelos, ambos mexicanos.
Generación de la normalización: empiezan a escribir en la
segunda década del siglo. El ideal de esta generación es el de
normalizar el quehacer filosófico en el ámbito latinoamericano,
creando una tradición continua e interrelacionada entre todos
los que se ocupan de la filosofía. Tratan de instrumentar la
labor filosófica con medios indispensables: facultades de
filosofía, congresos, revistas, publicaciones, etc. Más que la
influencia social, les importa la profesionalización de la
filosofía. Se abren a las influencias más actuales que estudian
con profundidad: neotomismo, fenomenología, axiología,
escuela de Madrid, marxismo, etc.
Entre los representantes más sobresalientes de estas
generaciones están: Francisco Romero, Carlos Astrada y
Nimio Anquín, los tres argentinos; Amoroso Lima, brasileño;
José Carlos Mariátegui, peruano; Samuel Ramos, mexicano
y José Gaos, español nacionalizado en México.
Tercera Generación: asume el proyecto que la generación
anterior tuvo como aspiración y lo realizan. Su ideal es hacer
filosofía auténtica desde una infraestructura académica ya
consolidada. Los miembros de esta generación discuten con
pasión en torno a la posibilidad de una filosofía
latinoamericana. Están de acuerdo en que deben hacer
filosofía “auténtica”. ¿Cómo? ¿En línea universalista
insertándose en las tendencias actuales, o en línea
latinoamericana consagrándose a la investigación de ciertos
temas propios: historia de las ideas, filosofía de la historia
latinoamericana, interpretación de la cultura y el ser
latinoamericano? Ambas orientaciones terminan
por
reconocerse mutuamente.
A esta generación, que empieza a escribir en la década del
cuarenta, pertenecen entre otros: Leopoldo Zea, Arturo
Ardao, Francisco Miró Quesada, Risieri Frondizi, Adolfo
Sánchez Vásquez, Miguel Reales, etc.
Ultima generación: irrumpe hacia 1900. El ideal de la nueva
generación no es ya el de hacer filosofía auténtica, sino el de
articular la filosofía con la praxis de liberación que vive nuestro
pueblo latinoamericano, desde distintas vertientes. En esta
línea liberadora, predominante en las últimas décadas, se
mueven Paolo Feire, Abelardo Villegas, Augusto Salazar
Bondy, Enrique Duseel, entre otros muchos.
LA ANTROPOLOGIA DE LA ALTERIDAD “FILOSOFICA
LATINOAMERICANA”
“La situación concreta de Latinoamérica exige y posibilita
una nueva reflexión sobre el hombre lejos de los moldes
clásicos y, sobre todo, del subjetivismo propio de la
modernidad, fundamento último del proceso de expansión
y colonización”. (Jaime Rubio. Antropología filosófica)
La reflexión filosófica latinoamericana ha pretendido replantear
en sus fundamentos antropológicos presentados desde antiguo
y hasta la modernidad por los filósofos de la tradición
occidental. La nueva antropología y la nueva concepción
filosófica de la historia constituyen quizá los aspectos más
importantes de la reflexión filosófica latinoamericana y son, a
su vez, los criterios que fundamentan una nueva visión de los
valores, de la cultura, de la política, de la sociedad, etc.
¿Cuáles son los fundamentos de la nueva antropología en
perspectiva latinoamericana?
Sabemos por definición que la antropología que se preocupa
del estudio del hombre como hombre. Desde una mira
ontológica se entiende por
antropología filosófica al
pensamiento que piensa al hombre en su particularidad de ser
y existir.
Esta forma clásica de entender la antropología filosófica parece
no ser discutida por la perspectiva latinoamericana. Sin
embargo, la antropología latinoamericana no está del lado de la
visión esencialista y abstracta del hombre sino más bien su
simpatía está por la pluridimensionalidad, por la multiplicidad
de perspectivas antropológicas resultantes de las perspectivas
de considerar al hombre desde su situación concreta, desde su
contexto.
En efecto, durante muchos siglos la antropología filosófica se
preocupó únicamente de la esencia del hombre, del propio
constitutivo del hombre universal, y éste se puso en la razón, o
en el alma, en su imagen de Dios.
Después de Hegel el tema del hombre adquirió una nueva
dimensión; se comenzó a reflexionar sobre el hombre concreto,
real; el hombre de la calle, de carne y sangre, que tiene
problemas, inquietudes. Se estudió al hombre como ciudadano
y trabajador, al hombre existente, al hombre que vive
enfrentado a la nada y a la muerte.
América Latina solicita una reflexión contextualizada del
hombre latinoamericano, que tenga en cuenta su situación de
opresión y sus ansias de libertad; esto es, una antropología
filosófica a partir del contexto cultural e histórico, que reflexione
sobre el ser hombre latinoamericano “aquí” y “ahora”, en su
realidad.
La propuesta de la antropología filosófica latinoamericana
estriba en un humano de la alteridad. En efecto, sólo un
humanismo que sea capaz de reconocer al otro como igual y
diferente es auténtico. El humanismo griego fue realmente un
antihumanismo para los pueblos bárbaros y para los propios
griegos esclavos quienes por su situación no eran
considerados ciudadanos.
También el humanismo renacentista acentúa las diferencias
entre el europeo cristiano y la barbarie pagana. El humanismo
latinoamericano de la alteridad es un humanismo universal que
crítica y contradice de manera abierta el humanismo predicado
y practicado en primer instancia por los conquistadores de
nuestras tierras quienes, bajo el pretexto de traernos la
salvación del alma y la riqueza cultural, conquistaron nuestras
pertenencias materiales y violaron nuestros derechos más
elementales.
Pero la crítica se extiende también al pragmatismo y
utilitarismo norteamericano.
¿Cuáles son los pilares sobre los cuales se fundamenta la
antropología de la alteridad? Tomemos los más significativos y
reflexionemos sobre ellos.
1.
La dimensión erótica: la desfiguración erótica es uno
de los factores que tiene oprimido al hombre
latinoamericano.
“La injusticia o perversión en el nivel erótico, hoy, es el
uxoricidio o muerte de la mujer en una sociedad donde
reina la ideología machista, masculinista, falocrática. La
erótica describe la relación varón-mujer. No
confundiremos nunca al hombre (especie) con el varón
(hombre de sexo masculino) y con la mujer (hombre de
sexo femenino)” . (Dussel, E. Filosofía de la liberación).
La antropología de la alteridad que busca la liberación del
otro contempla que la erótica pertenece al ser del hombre
concreto que es sexuado. La erótica es un contexto del
hombre que lo coloca en una situación muy determinada:
la sexualidad., La perversión erótica conlleva
necesariamente la opresión del hombre porque separa y
enfrenta, crea un clasismo erótico, una lucha de clases
eróticas, donde hay agresor y agredido que produce
alienación del hombre por el hombre. Por su parte, la
autenticidad erótica crea y recrea a la persona; facilita el
encuentro interpersonal y establece la dignidad del
hombre.
2.
La dimensión económica: “La economía es la parte
de la filosofía que piensa la relación práctico-
productiva, la relación del hombre-el otro mediado por
el producto de la relación hombre naturaleza... la
economía es entonces la relación del ámbito práctico
con el productivo... Es la economía alguien vende,
compra, roba algo a alguien. El primer alguien es el
punto de partida de la economía, el sujeto
económico; el algo es el producto de un trabajo; el
otro es el término de la relación práctica, ahora
económica”. (Dussel, E. Filosofía de la Liberación).
El tema de la liberación económica del otro es
también un ingrediente fundamental de la propuesta
antropológica latinoamericana. La economía
pertenece al contexto humano, al ser del hombre.
“No es necesario investigar mucho para descubrir la
naturaleza de nuestro sistema económico, capitalistadependiente. Pertenecemos a una sociedad
dependiente de otra sociedad y nuestro subdesarrollo
es condición para el desarrollo de quienes nos
oprimen... Esto hace que en América Latina se
plantee un doble problema: la necesidad de una
verdadera democracia política y, consiguientemente,
la instauración de una democracia económica”.
(Rubio, J. Antropología Filosófica).
3.
La dimensión política: “La dimensión política de hombre
es de por sí la más compleja de estudiar. esta complejidad
radica en la naturaleza misma de lo político, es decir, en
las realciones que se establecen dentro de lo que
podemos denominar el ámbito de lo político... cuya
esencia la constituyen las relaciones: amigo-enemigo,
público-privado,
mando-obediencia”.
(Rubio,
J.
Antropología filosófica).
Podríamos sintetizar esta propuesta de liberación de “lo
político” mencionando los siguientes aspectos:
-
-
-
-
-
Se propone una liberación de “lo político” y no una
eliminación de las relaciones políticas.
La esencia de “lo político” se manifiesta como
relación de mando-obediencia, amigo-enemigo,
público-privado
Las anteriores relaciones son, en su conjunto, una
relación metafísica que se realiza a partir de la
epifanía (manifestación) del otro, de su mirada, de su
palabra. La intercomunicación se realiza entre
iguales, entre términos absolutos que no se igualan ni
se identifican dentro de una totalidad.
La relación metafísica con el Otro no sigue las pautas
del comercio o la guerra.
La guerra, como la paz, suponen elementos
estructurados de otra manera y no como partes de la
totalidad.. La paz sin alteridad no existe, y sin la
violencia justa que abre la totalidad cerrada e injusta
no hay alteridad auténtica.
El anterior deseo requiere un replanteamiento de la
subjetividad que es apertura y que puede y tener
muchos sentidos relacionados don la intencionalidad.
Pero la apertura también puede significar
vulnerabilidad hacia as necesidades del otro,
misericordia.
Esta relación, que se basa en la vulnerabilidad, puede ser
llamada amor-de-justicia hacia el otro: Etica de la paz.
-
-
Frente al problema de la violencia se propone la
opción política de la no-violencia, situándola como
núcleo profético de cualquier acción política.
De otra parte, se dice que en América Latina se
encuentra un pueblo desorganizado, sin Ethos,
-
incapaz de tomar decisiones, es decir, de constituirse
en Estado.
Por el contrario, el proyecto político del pueblo ha de
ser el resultado de esa experiencia, expresión de una
voluntad que se halla identificada con la realidad de
su efectivo poder.
“Así nos acercamos a la liberación de Estado, de un
Estado no como sistema totalizado, sino como expresión
de la organización del pueblo y de su capacidad
decisional. La liberación se alcanzará cuando el pueblo y
su Estado mediaticen el amor-de-justicia en proyectos
nacionales al servicio del pueblo en trance de liberación”.
(Rubio, J. Antropología Filosófica).
Diremos finalmente que las tres dimensiones humanas
tratadas aquí, no son las únicas reconocidas por el
pensamiento antropológico latinoamericano sino sólo
aquellas que, según sus creadores, requieren un
tratamiento más inmediato en América Latina.
TALLER: con la ayuda de los anteriores textos evalúa tu
capacidad lectora, tu proceso mental (tesis, argumentación,
derivadas, definitorias, contraargumentación);
tu proceso
psicomotriz (habilidades, destrezas y hábitos); tu proceso
afectivo (sentimientos, emociones, pasiones, actitudes, valores);
tu proceso Volitivo (capacidad para: elegir, decidir, y obrar en
base en valores racionales).
Responde las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es la utilidad que tiene para América Latina
disponer de una auténtica y bien estructura filosofía?
- ¿Cuáles son las esclavitudes que oprimen al hombre
latinoamericano?
- Qué aspectos del ser y de la vida del hombre deben
ser tomados en cuenta en la antropología filosófica
latinoamericana?
- ¿Cuál es la originalidad de la literatura
latinoamericana?
- ¿Cuál es la originalidad de la música
latinoamericana?
- ¿Cuál piensas que debe ser la originalidad de la
filosofía latinoamericana?
- ¿En qué consiste una antropología de la alteridad?
- ¿Qué beneficios trae para el hombre latinoamericano
la alteridad erótica?
- ¿Qué beneficios aportaría al hombre latinoamericano
la alteridad económica?
- ¿Qué beneficios aportaría al hombre latinoamericano
la alteridad política?
2. Elabora un ensayo sobre el tema: ¿En qué consiste la
filosofía latinoamericana, cuál es su originalidad y su
finalidad? (4 páginas como mínimo)
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