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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica] Autor: Roberto Martínez de Benito

Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
A.- Justificación y objetivos del trabajo.
El comentario está en referencia a la presentación que realizó el Dr. Alejandro Ávila Espada el
día 9 de febrero con el título “Evolución del Psicoanálisis hacia un compromiso entre lo clínico y lo
social”, en la que el profesor hacia un recorrido “evolutivo” del psicoanálisis desde el primigenio Freud,
pasando por los autores posfreudianos hasta finalizar en la psicoterapia relacional.
Valoré también el comentar el apartado de “Biología y Psicoanálisis” impartido por la Dra.
Rosario Cordobilla, puesto que ya había realizado su curso, en el sentido que desarrolla en el mismo de
circunscribir y acotar históricamente en los textos freudianos su ideología biologicista o, dicho de otro
modo, la herencia de sus primeros tiempos como neuroanatómico; en este caso mi hipótesis hubiera sido
señalar que si bien es innegable que Freud nunca desechó la idea de “una fisiología del psiquismo” que
fundamentara “científicamente” la teoría analítica, esto no fue más que un anhelo que quedó supeditado al
desarrollo de la metapsicología, ahí donde el psicoanálisis adquiere su estatuto específico y auténtico
bastión de la teoría freudiana.
En palabras de E. Roudinesco1:
“Si Freud hubiera quedado tributario de un modelo neurofisiológico, jamás hubiera podido actualizar los grandes mitos
de la literatura para construir una teoría de las conductas humanas. […], si Freud no hubiera inventado la pulsión de
muerte, estaríamos sin duda privados de una representación trágica históricos a los que debe hacer frente la conciencia
moderna. […] la psicología estaría perdida en el culto hedónico del poder para promover un sujeto liso y sin rebaba
encerrado completamente en un modelo físico-químico.”
Sin embargo, al final opté por acercarme al tema de las relaciones y distinciones entre el
psicoanálisis y las psicoterapias, fundamentalmente aquellas de inspiración presuntamente analítica –
como la relacional, objeto de la exposición- pues permitía trabajar en conjunto aspectos críticos como la
relación con la neurociencia, la epistemología científica y filosófica, la validez de los pilares básicos de la
teoría freudiana y cómo habían pervivido o no en los posfreudianos, etc. Incluso permitía una discusión
sobre la ética de estas prácticas en confrontación a las posiciones éticas del análisis vistas en términos de
Freud y, fundamentalmente de Jacques Lacan.
Es probable que estos temas, no sé aún si más inclinados a la clínica, sean los que acaben siendo
plasmados en mi futura tesis.
Sitúo entre corchetes e interrogantes “de orientación analítica” porque son éstas, a mi entender
las que precisamente más se han alejado, incluso abandonado, las ideas freudianas de sexualidad psíquica,
inconsciente significante, transferencia, formación del analista y pulsión de muerte principalmente,
sustituyendo la teoría psicoanalítica por una borrosa y farragosa teoría de la personalidad, proveniente
del mundo anglosajón, en concreto, de Norteamérica.
En un trabajo más amplio habría de hacerse un recorrido histórico de los movimientos, luchas
institucionales y principales personajes:
S. Freud: estudio sistemático de sus textos metapsicológicos y técnicos.
Psicoanalistas de la primera generación: A. Freud, S. Ferenczi, K. Abraham; las principales
figuras del psicoanálisis inglés: M. Klein, D. W. Winnicott; M. Balint, J. Bowlby, R. Fairban, W. Bion y
M. Balint (teoría de la rlación de objetos y la contratransferencia).
El psicoanálisis en EE.UU: los autores de la Ego Psychology (H. Hartmann, R. Loewenstein, E.
Kris, E. Erikson, y D. Rappaport), H. Kohut (teoría del self), Otto Kemberg (teoría relacional), entre
otros.
Jacques Lacan y la escuela lacaniana.
Para dar ya paso a este esbozo, en un primer apartado bosquejaré las relaciones y distinciones
entre psicoanálisis y psicoterapia.
En un segundo apartado haré un breve y no exhaustivo resumen de mis impresiones, ya que el
objeto del presente trabajo se orienta, si no he comprendido mal, a esquematizar una posible línea de
investigación para el desarrollo de una tesis doctoral futura.
1
E. Roudinesco, “¿Por qué el psicoanálisis?”, p. 106, año 2000. Ediciones Paidós Ibérica S.A.
Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
B.- Psicoanálisis y psicoterapia2.
I.- Tendencias en psicoterapia.
Es una obviedad mencionar que las psicoterapias han precedido en siglos al advenimiento del
psicoanálisis, contándose por centenares según algunas recopilaciones al uso lo que en palabras de J. A.
Miller3: “…la psicoterapia no existe. Es una cantidad de elementos tan heterogéneos que en sí mismos no
tienen ninguna entidad, no puede definirse realmente ese campo sino como un cajón de sastre donde todo
podría caber”.
Esto no obsta para que los autores agrupen las distintas psicoterapias en cuatro tendencias:
1.- Las psicoterapias religiosas: sin duda, fue en el seno de los cultos religiosos donde han
aparecido y evolucionado las más antiguas formas de psicoterapia. Estas prácticas terapéuticas se han
prodigado en todo tipo de religiones desde hace milenios, explicando sus efectos bien por la práctica del
propio culto, bien por intervención de deidades o poderes a través de milagros.
2.- Las psicoterapias corporales: conjunto de prácticas muy desiguales cuyo fundamento común
reside en la manipulación del cuerpo con fines terapéuticos, en la idea de que el tratamiento del mismo
tiene efectos más o menos directos sobre las afecciones psíquicas. Las medidas incursas en el
“tratamiento moral” de Pinel o Esquirol en referencia a la dieta o el ejercicio o en la actualidad los
tratamientos sexológicos pueden ser ejemplos de estas técnicas.
3.- Terapéuticas en torno al magnetismo, la hipnosis y la sugestión: en sus inicios, expuestos en
la obra de Franz Antón Mesmer en la segunda mitad del s. XVIII, se postula que la determinación de los
síntomas es debida a la obstrucción de flujos magnéticos, que trataban de restablecerse mediante las
manipulaciones apropiadas. La época del magnetismo animal llegó paulatinamente a su fin con el
cuestionamento de la posible eficacia y existencia del “flujo magnético”, dando paso al tiempo de la
hipnosis término introducido por el médico escocés James Braid. El hipnotismo fue rebatido en beneficio
de un nuevo concepto, la sugestión, concepto que debe su teorización a la Escuela de Nancy (Liébault y
Bernheim, especialmente), y que es presentada como una fuerza activa susceptible de utilización
terapéutica. Esta corriente postuló la existencia de mecanismos no-conscientes responsables de los
síntomas; estos mecanismos a su vez podían orientar respecto del diagnóstico o la conducta terapéutica.
No hay que olvidar que el propio Freud inicia su carrera preanalítica con el uso de la hipnosis
hasta 1896 y de técnicas sugestivas como la presión en la frente para forzar el recuerdo, como se indica en
sus historiales clínicos en su trabajo de 1895”Estudios sobre la Histeria”.
4- Orientadas a la desaparición del síntoma: el surgimiento está en relación con el conductismo
y posteriormente tonel cognitivismo, que son sus referentes esenciales.
La tesis central que sustenta a esta tendencia es la posibilidad de erradicar el síntoma
psicopatológico; este empeño en la desaparición obedece directamente a una demanda social, a un ideal
de adaptación. La causalidad se pretende neurobiológica, aunque aún por descubrir y se aduce que son
casi siempre eficaces cuando se aplican a “síntomas bien delimitados” y en pocas sesiones; no obstante,
esto último ya no es así desde el momento en que se ha ido observando que algunos síntomas no son
plenamente removibles, pues se sustentan en rasgos patológicos de personalidad, por lo que el intento de
tratamiento de la personalidad alarga considerablemente el tiempo de tratamiento.
II.- Simplificaciones de la cura psicoanalítica.
A finales de la primera década del s.XX, cuando las curas analíticas ya tenían una definición
formal rigurosa, comenzaron a emerger psicoterapias tendentes a simplificar las exigencias
psicoanalíticas. Tres son los grandes tipos de simplificación propuestos:
1.- Relativas a la teoría y a la técnica: se realiza privilegiando un aspecto aislado de la teoría
analítica (sentimientos de inferioridad en Adler, la “coraza caracterial” de Reich, etc.). Normalmente
desaparecen los aspectos ligados a la sexuación psíquica, que se consideran inaceptables en el ámbito
sexual.
Para la exposición de este apartado voy a guiarme por un resumen amplio del capítulo 11, del mismo título, pp. 225-235, del libro
“Fundamentos de psicopatología psicoanalítica” (J. M. Álvarez, Ramón Esteban y François Sauvagnat. Editorial Síntesis. 2004).
2
Citado en “Psicoanálisis, medicina y psicoterapia” en Cuadernos de Psicoanálisis de Castilla y León. Nº 4, junio de 2002, en
referencia al trabajo “Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia”, J-A. Miller en Freudiana 32, Paidós, Barcelona,
2001, pp. 7-42.
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Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
2.- Reducción de la duración del tratamiento: la crítica al excesivo tiempo y coste de la cura
clásica ha promovido por parte de algunos autores adaptaciones concernientes a la realización de
objetivos inmediatos como en la reality therapy de Melitta Schmideberg o la terapia focal de Balint.
Este mismo argumento fue esgrimido por las psicoterapias behavioristas.
3.- Focalización sobre objetivos sociales: base, por ejemplo, de las terapias psicosociales y
psicoeducativas de corte cognitivo-conductual de nuestros días.
III.- Psicoanálisis aplicado a la psicoterapia.
1.- Contribuciones del psicoanálisis al dominio de las psicoterapias: podemos afirmar grosso
modo que se pueden agrupar en cinco:
a.- Las elaboraciones teóricas fundadas en los conocimientos científicos más recientes, en
particular en las ciencias afines al psicoanálisis (neurociencias, lingüística, lógica, matemáticas,
sociología y filosofía).
b.- El concepto de repetición.
c.- El concepto de transferencia.
d.- El concepto de inconsciente estructurado por el lenguaje.
e.- Importancia de las pulsiones sexuales concebidas en tanto causalidad esencial de la
psicopatología psíquica; las pulsiones dan lugar tanto a la represión, como a defensas de naturaleza más
“caracterial”
2.- Diferencias entre psicoanálisis y psicoterapia: ya desde un inicio del movimiento
psicoanalítico se elevaron propuestas para la modificación de la técnica consistentes en la incompletud
de las mismas respecto al análisis como tal. Se plantearon dos tipos de distinciones:
a.- “Cura tipo” (designación de la IPA) o “psicoanálisis puro” (orientación lacaniana).
b.- “Psicoanálisis aplicado a la psicoterapia” (orientación lacaniana) o “psicoterapias
psicoanáliticas” (IPA).
Por otra parte, podemos plantear hasta cinco maneras distintas de plantear esa incompletud y,
por lo tanto, distinguir cinco tipos de diferenciación:
a.- Diferenciación en relación al análisis de la transferencia: propuesta por Freud con el fin de
aportar datos muy precisos diferenciándola de la mera sugestión4:
“En verdad, entre la técnica sugestiva y la analítica hay la máxima oposición posible: aquella que el gran Leonardo da
Vinci resumió, con relación a las artes, en las fórmulas per via di porre y per via di levare. La pintura, dice Leonardo,
trabaja per via di porre; en efecto, sobre la tela en blanco deposita acumulaciones de colores donde antes no estaban; en
cambio, la escultura procede per via di levare, pues quita de la piedra todo lo que recubre las formas de la estatua
contenida en ella. De manera en un todo semejante, señores, la técnica sugestiva busca operar per via di porre; no hace
caso del origen, de la fuerza y la significación de las síntomas patológicos, sino que deposita algo, la sugestión, que,
según se espera, será suficientemente poderosa para impedir la exteriorización de la idea patógena. La terapia analítica,
en cambio, no quiere agregar ni introducir nada nuevo, sino restar, retirar, y con ese fin se preocupa por la génesis de los
síntomas patológicos y la trama psíquica de la idea patógena, cuya eliminación se propone como meta”.
Así pues la técnica prohibía sugerir a los pacientes formas de modificar su existencia,
limitándose a favorecer el descubrimiento de los contenidos inconscientes que la determinaban, siguiendo
la regla fundamental de decir cualquier cosa que llegue a la mente sin censurarlo, a través del mecanismo
de la asociación libre de ideas.
A más de la relación entre transferencia y sugestión, Freud se interroga sobre la diferencia entre
interpretación y transferencia, que debía ser analizada hasta el fin para alcanzar la conclusión de la cura.
Así pues, en relación con la transferencia, se postulan dos formas de entenderla:
i.- Como el objeto privilegiado de la interpretación. Este fue el camino elegido por la IPA,
marcándose como objetivo la mejoría del insight con el paciente a través de la utilización de la alianza
terapéutica y la identificación con el analista.
ii.- Como instrumento para acceder al inconsciente. Elección de la orientación lacaniana que la
considera un instrumento para acceder a la verdad del sujeto o a su real.
4
XXIII Sobre psicoterapia. «Über Psychotherapie» - 1904 [1905] Obras Completas, t. III, Biblioteca Nueva
Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
Así pues, según los criterios reseñados por la IPA, debemos considerar una psicoterapia
psicoanálitica aquella cura que sólo analice parcialmente la transferencia –sobre todo la negativa y en
especial los kleinianos- o evite deliberadamente interpretar ciertos aspectos de la transferencia a fin de
“apoyar” al paciente (supportive therapy), con el objetivo de mejorar el encuadre o expresar sus
dificultades más articuladamente (expressive therapy).
Para los lacanianos la insistencia en el insigth se lee como un adoctrinamiento y la perseverancia
en la relación dual intersubjetiva el permanecer en el registro de las relaciones imaginarias. Estas dos
serían características de la psicoterapia.
b.- Evidenciar el inconsciente es privilegio del análisis, en tanto que la psicoterapia oscilaría
entre no darle mucha importancia o negársela por completo.
Se pueden distinguir tres versiones distintas entre los posfreudianos:
i.- Ego Psychology: el inconsciente se deduce de una insuficiencia del Yo respecto a la fuerza de
las pulsiones. La cura tipo se restringe a los mecanismos inconscientes y a privilegiar un mejor insight;
las interpretaciones se dirigen al Yo. La psicoterapia sería menos profunda y se conformaría con cambiar
algunas de las hipótesis patológicas del paciente.
ii.- Teoría de las relaciones objetales: para hablar de análisis hay que tener en cuenta que el
inconsciente en este registro consiste ante todo en las relaciones patológicas con objetos que implican
bien agresividad, bien dependencia, siendo este el verdadero sentido del síntoma. Hay que modificar estos
modos de relación fundamental, aceptando mejor la posición depresiva y una mejor delimitación de la
realidad (kleinianos). Sería psicoterapia cualquier cura que no trate estos temas en profundidad.
iii.- Teorías intersubjetivas: el inconsciente incluye relaciones de reconocimiento mutuo entre el
self y los objetos parentales que han estado marcados por decepciones importantes. Se trata de análisis
cuando se elaboren relaciones de objeto que permitan reconocer un reconocimiento más auténtico; las
modificaciones no van encaminadas únicamente al fortalecimiento del Yo. La no valoración de estas
relaciones fundamentales será tomado en esta corriente como psicoterapia.
Por el contrario, en la corriente lacaniana el “inconsciente está estructurado como un lenguaje”
y no puede reducirse a insuficiencia del Yo ni a mecanismos objetales e intersujetivos. La interpretación
de esos contenidos simbólicos del inconsciente van dirigidos al inconsciente del analizante y no a su Yo.
Sería psicoterapia cualquier cura que no contemple esta hipótesis del inconsciente.
c.- Diferenciación en función de la terminación: así un análisis sería aquel que ha concluido, en
oposición a la psicoterapia, inconclusa, y más si se establece de principio una duración breve.
Esta hipótesis tiene el inconveniente de definir la posibilidad de finalizar un análisis.
Freud, en un primer tiempo, pensó que el final de la cura llega con el reconocimiento del
paciente de que ya conocía lo que se ha expuesto en su análisis. En un segundo tiempo, estima que la cura
puede transformarse en interminable debido a la angustia de castración en los hombres, la envidia de pene
en las mujeres o, de forma general, la fuerza de las exigencias pulsionales. Esta concepción de la
interminabilidad del análisis es retomada a grandes rasgos por la Ego Psychlogy.
Ferenczi, en abierta oposición, preconiza un “final natural de la cura”, postura también sostenida
posteriormente por Balint y basada en el descubrimiento en la cura del amor primario incondicional del
niño más allá de los síntomas; llevar el análisis hasta su conclusión sería encontrar este amor a través
fundamentalmente del análisis de las resistencias del analista y no sólo las del paciente. Balint y
seguidores relativizan la distancia entre psicoanálisis y psicoterapia, proponiendo una suerte de terapias
cortas “focalizadas” en un “motivo central relacional” que incluye tanto transferencia como
contratransferencia.
La corriente lacaniana se hace eco, de forma diferente, de la propuesta de Ferenczi de un fin
posible de análisis sobre todo en la “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la
Escuela”; aquí Lacan indica que sólo puede saberse si un análisis ha finalizado cuando lo vemos
retrospectivamente –après-coup- , hecho que se caracteriza por la travesía del fantasma y la asunción del
ser-para-la-muerte. Dicha travesía permite el testimonio y la verificación de que ha sucedido un análisis.
No hay propuesta de reducción en la duración de la cura.
d.- Distinción cuantitativa: propuesta en el seno de la IPA, en particular para reglamentar la
admisión de candidatos. Hablamos de verdadero análisis cuando las sesiones duran entre 45 y 50 minutos,
con una periodicidad de 4 a 6 sesiones semanales y un mínimo de 500 sesiones y uso del diván. Según
este criterio meramente cuantitativo, no habría diferenciación cualitativa entre la cura tipo y la
psicoterapia.
Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
Merece aquí la pena recoger la cita del propio Dr. Ávila al respecto de este punto 5:
“La Clínica Londinense de Psicoanálisis, dependiente del Instituto de Psicoanálisis, define la única clase de tratamiento
que oferta a sus clientes como "Psicoanálisis personal sobre una base terapéutica", constituido por sesiones individuales
de 50', cinco veces por semana, es decir una sesión cada día de lunes a viernes, durante aproximadamente 43 semanas por
año, advirtiendo a los solicitantes que la duración probable del tratamiento será de varios años. Además los pacientes
deben pasar un proceso de selección -enunciado por la Clínica como necesario ante la falta de plazas vacantesconsistente en una solicitud por escrito, rellenar un formulario extenso (datos psico-biográficos, motivación para el
análisis, incluyendo la aceptación expresa de las condiciones del tratamiento), y asistir a una entrevista de evaluación.
Además algunos solicitantes serán sometidos a exploración psicológica mediante tests. Completo este proceso, si el
paciente es aceptado para psicoanálisis pasa a una lista de espera, en la que no se garantiza plena mente que haya
vacantes. Transcurridos seis meses en espera, es posible que la Clínica advierta al paciente que no puede atenderle
Esta oferta de condiciones subraya varios límites; Sólo son consideradas solicitudes de personas cuya edad no excede de
45 años; Se advierte expresamente que "el tratamiento no puede ser considerado bajo ninguna circunstancia ni en modo
alguno como parte de la formación para otra organización aludiendo claramente al Institute of Psycho-Analysis;
Igualmente se advierte al paciente que se informará al médico general sobre el inicio del tratamiento.
Resalta la manera en que se formula la "Contribución económica" que los pacientes han de hacer durante los periodos de
sesiones de evaluación y tratamiento ("Siendo una asociación sin ánimo de lucro, basada en aportaciones voluntarias,
dependemos grandemente de esta clase de ingresos"), contribución que es estimada por la Clínica según los recursos
económicos del paciente (para lo que hay un grupo de preguntas alusivas en el cuestionario de admisión: Ingresos
actuales; [...] "Máxima contribución por sesión que Vd. estaría de acuerdo en efectuar inicialmente") Esta contribución se
revisa anualmente o siempre que existe un cambio de importancia en la situación financiera del paciente. Queda por
subrayar que los criterios de selección de pacientes son habitualmente muy restrictivos, tal como comentaré más tarde al
revisar la Investigación de la Psicoterapia Breve llevada a cabo en la Clínica. Esta posición refleja el criterio que
habitualmente sigue la I.P.A., tanto para la práctica del psicoanálisis terapéutico, como para el llamado psicoanálisis
didáctico.”
e.- Un último tipo de distinción entre psicoanálisis y psicoterapia, viene dado por los últimos
desarrollos de Lacan en los que propone una nueva interpretación del adagio freudiano “Wo es war soll
Ich Werden”; así el final del análisis no sería la travesía del fantasma, sino la identificación al síntoma”.
El síntoma sería sólo parcialmente modificable por el análisis; queda un resto inmodificable. El objeto de
la cura consiste en permitir al paciente descubrir las coordenadas del anudamiento de su síntoma y
adoptar una posición respecto al mismo que le permita utilizarlo de manera que no se vuelva contra él.
C.-Conclusiones y corolario provisional.
La posición de partida para la realización de este proyecto de tesis doctoral no será neutral, sino
que lo encararé desde la orientación lacaniana, esto es, asumiendo que el análisis se distingue de cualquier
psicoterapia en su estructura, posicionamiento técnico, dirección y fin de la cura; asimismo, en su
posibilidad como episteme de ciencia de la subjetividad no reductible a un psiquismo y no como objeto de
la neurociencia y el paradigma cognitivo que reducen la mente a un producto del cerebro en un renacer de
la mitología cerebral que pretende sostener punto a punto, como las viejas neuronas freudianas, al sujeto
con sus áreas cerebrales.
No deja de ser cómico que este modelo, más o menos cibernético, establezca una analogía entre
mente y ordenador, olvidando que la mente ya es más que un computador inteligente puesto que, incluso
en el reduccionista modelo de la teoría de la mente, ésta ya es más que un mero artilugio inteligente para
ser algo humano; y no me refiero en absoluto a la inteligencia emocional del “hombre de arcilla”al que se
le insufla un alma [Gole(m)an; si se me permite este mal chiste a la lacaniana], sino de eso que antes se
aceptaba como naturalez humana. No tengo problema, como Aristóteles, en aceptar que nuestra
humanidad (alma) es nuestro cerebro, pero no creo que exista una relación inmediata o no entre lo que
soy como sujeto y este órgano, de la misma manera que no existe entre el poeta y el ordenador en que
escribe sus versos.
Por esto mismo me parecen difícilmente sostenibles todos los pretendidos acercamientos,
confluencias y aproximaciones a las teorías neurocognitivas, e incluso del aprendizaje, que desde los
ámbitos de la neurociencia (Adelman y Kandel) fundamentalmente o desde pretendidos lugares
psicoanalíticos se invocan.
5
Escrito dirigido a psicoanalistas, psicoterapeutas y escépticos. Referencia de su publicación: ÁVILA ESPADA,
A. (1989). Psicoanálisis, psicoterapias de orientación psicoanalítica y efectividad
terapéutica. Clínica y Análisis Grupal, 11 (1) [No 50], pp. 51-74. [Psychoanalysis, Psychoanalytic
Psychotherapy, Therapeutic Effectiveness]
Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
Es más que posible que el psicoanálisis precise de un esfuerzo de acercamiento al común de los
mortales, sin caer en trivializaciones demagógicas o pseudopedagógicas, pero bien es cierto que –estoy
firmemente convencido- debe hacerse desde los postulados de la propia teoría analítica, que no es otra
cosa que la explicación de una clínica, la que cada época aporta, con unos conceptos que varían en su
relación estructural para reexplicar lo nuevo, para lo que se puede acudir a la trans o metadisciplinareidad,
que no es en absoluto, la traducción a otro lenguaje de otra ciencia, como cuando se confunde el aflorar
del inconsciente con la rememoración, lo que llevaría al análisis a convertirse en una terapia de la
memoria, y volvería a surgir el problema entre saber y verdad.
Antes que reducir el psicoanálisis a mecanismos neurocognitivos, lugar donde sin duda radica el
psiquismo, recordemos que en análisis no se trata del psiquismo, no se trata del primer Freud al que
parecen haberse abonado tantos, para no obstante traicionarle, sino del Freud final, especulativo y
pesimista en su concepción de la naturaleza humana. El Freud que defiende separar el análisis de la
medicina, porque sabe que en la histeria no hay nada de “natural”, que es un mal de la palabra, que
responde al significante como después nos dirá Lacan.
Quizás sea capaz de poner lo anterior en postulados y añadir algunos más con vistas a aclarar los
puntos a desarrollar:
1.- El psicoanálisis no es para la biología, porque es teoría de la subjetividad basada en una
práctica clínica. Los demás edificios teóricos sólo son aplicaciones. No precisa de la ciencia natural para
dar cuenta de su quehacer, por más que nuestra alma sea nuestro cerebro, porque el fenómeno que
pretende alumbrar es otro: la radical quiebra que representa el lenguaje para el sujeto.
2.- El psicoanálisis sólo está muerto para quien ha querido matarlo. Por más que pese a
muchos, no es el deseo quien da cuenta de un real, que se sostiene por sí mismo. En manos de muchos
psicoanalistas que no han cejado en la dificultad que el análisis representa, se está transformando
permanentemente, capaz de afrontar los nuevos retos de la clínica contemporánea, aunque sin pretensión
de poderlo todo; no tanto en el modelo de indicación/contraindicación/no indicación, como en el que
llamaría de la navaja suiza, cuyas herramientas son muy adaptables, pero que dan los mejores resultados
cuando se utilizan para la especificidad de su función [aunque siempre, en la ficción/fantasía, hay un
McGyver para un descosido].
3.- No es psicoanálisis lo que rechaza sus postulados. La psicoterapia de orientación analítica
en cualquiera de sus versiones (relación de objeto, intersubjetiva, del self) han abandonado los postulados
básicos del psicoanálisis (ver en apéndices los puntos en que Fairban desarma todo el psicoanálisis
clásico), pero queriendo mantenerse bajo la bandera de un significante fuerte. Digo esto porque pese a
enterrar a Freud, decir que todos los postulados básicos están equivocados, y redefinir cada término
vaciándolo del sentido previo, se acogen a este cascarón vaciado, que llevan en la mano como un tesoro
que entregar a otros (ciencia, sociedad, grupo, etc.).
4.- El psicoanálisis plantea la libertad frente la alienación al ideal. Bien que la libertad sea la
de la propia condición humana, o sea desalojada por existir el inconsciente del dominio de su interioridad,
pero no alienada al discurso de un amo que tiene un saber sin verdad; más vale identificarse al propio
síntoma, que al otro especular, que nunca es “de mi” por más que se me parezca.
5.- El psicoanálisis plantea una ética, no una deontología. Ética de la responsabilidad que me
compete como sujeto del deseo que nada sabe que demanda; no como sujeto del derecho en el que se
sostiene la “demanda civil” dirigida al sujeto que sabe por el sujeto que espera su falta en saber para
exigirle el “pago” de su sufrimiento.
6.- No hay analista sin análisis, ni Escuela; no hay analista sin la propia autorización.
Análisis sin calificativo; análisis como analizante; llevado hasta el final, o sea, que por poder ser contado
adquiere retrospectivamente carácter de análisis, porque es evidente que la experiencia del inconsciente
nadie puede garantizar que se produzca en tiempo y forma fijos, pero sí que podemos dar cuenta de la
misma cuando ya ha sucedido –après-coup; y se le da el mensaje a un tercero que no es quien va juzgar la
idoneidad de ese pase por el análisis.
Por supuesto, plantearía otros postulados más, pero estos son , a efectos de lo que planteo, los
que más me interesan. En el desarrollo de este proyecto, aún no formal, aparecerán otros en relación con
la crítica teórica, manejos técnicos, modos y dirección de la cura y cuanto del saber universitario al
respecto sea preciso; pero en las líneas anteriores hay más de pasión que de saber; más de deseo que de
demanda.
Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
Para finalizar y sin pretender que sean nada más que dos textos recogidos en internet y que, para
mí ilustran lo que sí es y no el psicoanálisis, añado un apéndice en el que se recogen, en el lado de lo que
no es, los puntos en los que R. Fairbarn resume su trabajo de años [por desarticular toda clínica analítica
diría yo] y en el lado de lo que sí es psicoanálisis los ocho principios que Eric Laurent explicíta para el
acto analítico.
D.- Apéndice.
I.- Sinopsis de una teoría de relaciones objetales de la personalidad. W.R.D. Fairbairn (1963)[1]
En respuesta a muchas solicitudes he preparado la siguiente breve sinopsis de los puntos de vista teóricos que he
expuesto durante los últimos veinte años.
1.
Un yo (ego) está presente desde el nacimiento.
2.
La libido es una función del yo.
3.
No existe el instinto de muerte; y la agresión es una reacción a la frustración o a la privación.
4.
Puesto que la libido es una función del yo y la agresión es una reacción a la frustración o a la privación, no existe
algo que sea el “ello”.
5. El yo, y por tanto, la libido, es fundamentalmente buscadora de objetos.
6.
La forma más primitiva de angustia, experimentada por el niño, es la angustia de separación.
7.
La internalización del objeto es una medida defensiva adoptada originalmente por el niño para tratar con su objeto
original (la madre y su pecho) en tanto es insatisfactorio.
8.
La internalización del objeto no es un producto de la fantasía de incorporar oralmente al objeto, sino un proceso
psicológico distinto.
9.
Dos aspectos del objeto internalizado, el excitante y el frustrante, son escindidos del núcleo principal del objeto y
reprimidos por el yo.
10. De esta forma se constituyen dos objetos internos reprimidos, que son el objeto excitante (o libidinal) y el objeto
rechazante (o antilibidinal).
11. El núcleo principal del objeto internalizado, que no es reprimido, se describe como objeto ideal o yo ideal.
12. Debido al hecho de que tanto el objeto excitante (libidinal) como el rechazante (antilibidinal) están investidos por el
yo original, arrastran consigo a la represión aquellas partes del yo por las que están investidos, dejando al núcleo
central del yo (yo central) sin reprimir, pero actuando como agente de la represión.
13. La situación interna resultante consiste en que el yo original queda fragmentado en tres yoes – un yo central
(consciente) vinculado al objeto ideal (yo ideal), un yo libidinal reprimido, vinculado con el objeto excitante (o
libidinal), y un yo antilibidinal reprimido, vinculado con el objeto rechazante (o antilibidinal).
14. Esta situación interna representa una situación esquizoide básica más fundamental que la posición depresiva descrita
por Melanie Klein.
15. El yo antilibidinal, en virtud de su vinculación con el objeto antilibidinal (rechazante), adopta una actitud hostil sin
paliativos hacia el yo libidinal, por lo que su efecto es un poderoso refuerzo de la represión del yo libidinal por
parte del yo central.
16. Lo que Freud describió como ‘superyó’ es en realidad una estructura compleja que comprende (a) el objeto ideal o yo
ideal, (b) el yo antilibidinal, y (c) el objeto rechazante (o antilibidinal).
17. Estas consideraciones constituyen la base de una teoría de la personalidad concebida en términos de las relaciones
objetales, en contraste con una concebida en términos de los instintos y sus vicisitudes.
W.R.D. Fairbairn (1963). Synopsis of an Object-Relations Theory of Personality. En ‘From Instinct to Self’. Selected
Papers of W.R.D. Fairbairn. David E. Scharf & Ellinor Fairbairn Birtles (1994) (eds.) N.J.: Jason Aronson (Cap. 9).
(Traducción para el colectivo GRITA, de Carlos Rodríguez Sutil).
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Curso del Doctorado “Psicoanálisis y Filosofía de la cultura”. Curso 2006-2007
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
II.- Principios directores del acto psicoanalítico. Eric Laurent6
Preámbulo
Durante el Congreso de la AMP en Comandatuba, en el 2004, la Delegada General presentó una "Declaración de principios" ante la
Asamblea General. Luego, esta "Declaración" fue leída atentamente en las diferentes Escuelas. Los Consejos hicieron llegar los
resultados de sus lecturas, de sus observaciones y señalamientos. Después de ese trabajo, presentamos ahora, ante la Asamblea, esta
"Carta Magna para el psicoanálisis" que les pedimos adopten.
Primer principio: El psicoanálisis es una práctica de la palabra. Los dos participantes son el analista y el analizante, reunidos en
presencia en la misma sesión psicoanalítica. El analizante habla de lo que le trae, su sufrimiento, su síntoma. Este síntoma está
articulado a la materialidad del inconsciente; está hecho de cosas dichas al sujeto que le hicieron mal y de cosas imposibles de decir
que le hacen sufrir. El analista puntúa los decires del analizante y le permite componer el tejido de su inconsciente. Los poderes del
lenguaje y los efectos de verdad que este permite, lo que se llama la interpretación, constituyen el poder mismo del inconsciente. La
interpretación se manifiesta tanto del lado del psicoanalizante como del lado del psicoanalista. Sin embargo, el uno y el otro no
tienen la misma relación con el inconsciente pues uno ya hizo la experiencia hasta su término y el otro no.
Segundo principio: La sesión psicoanalítica es un lugar donde pueden aflojarse las identificaciones más estables, a las cuales el
sujeto está fijado. El psicoanalista autoriza a tomar distancia de los hábitos, de las normas, de las reglas a las que el psicoanalizante
se somete fuera de la sesión. Autoriza también un cuestionamiento radical de los fundamentos de la identidad de cada uno. Puede
atemperar la radicalidad de este cuestionamiento teniendo en cuenta la particularidad clínica del sujeto que se dirige a él. No tiene en
cuenta nada más. Esto es lo que define la particularidad del lugar del psicoanalista, aquel que sostiene el cuestionamiento, la
abertura, el enigma, en el sujeto que viene a su encuentro. Por lo tanto, el psicoanalista no se identifica con ninguno de los roles que
quiere hacerle jugar su interlocutor, ni a ningún magisterio o ideal presente en la civilización. En ese sentido, el analista es aquel que
no es asignable a ningún lugar que no sea el de la pregunta sobre el deseo.
Tercer principio: El analizante se dirige al analista. Pone en el analista sentimientos, creencias, expectativas en respuesta a lo que él
dice, y desea actuar sobre las creencias y expectativas que él mismo anticipa. El desciframiento del sentido no es lo único que está
en juego en los intercambios entre analizante y analista. Está también el objetivo de aquel que habla. Se trata de recuperar junto a
ese interlocutor algo perdido. Esta recuperación del objeto es la llave del mito freudiano de la pulsión. Es ella la que funda la
transferencia que anuda a los dos participantes. La formula de Lacan según la cual el sujeto recibe del Otro su propio mensaje
invertido incluye tanto el desciframiento como la voluntad de actuar sobre aquel a quien uno se dirige. En última instancia, cuando
el analizante habla, quiere encontrar en el Otro, más allá del sentido de lo que dice, a la pareja de sus expectativas, de sus creencias
y deseos. Su objetivo es encontrar a la pareja de su fantasma. El psicoanalista, aclarado por la experiencia analítica sobre la
naturaleza de su propio fantasma, lo tiene en cuenta y se abstiene de actuar en nombre de ese fantasma.
Cuarto principio: El lazo de la transferencia supone un lugar, el "lugar del Otro", como dice Lacan, que no está regulado por ningún
otro particular. Este lugar es aquel donde el inconsciente puede manifestarse en el decir con la mayor libertad y, por lo tanto, donde
aparecen los engaños y las dificultades. Es también el lugar donde las figuras de la pareja del fantasma pueden desplegarse por
medio de los más complejos juegos de espejos. Por ello, la sesión analítica no soporta ni un tercero ni su mirada desde el exterior del
proceso mismo que está en juego. El tercero queda reducido a ese lugar del Otro.
Este principio excluye, por lo tanto, la intervención de terceros autoritarios que quieran asignar un lugar a cada uno y un objetivo
previamente establecido del tratamiento psicoanalítico. El tercero evaluador se inscribe en esta serie de los terceros, cuya autoridad
sólo se afirma por fuera de lo que está en juego entre el analizante, el analista y el inconsciente.
Quinto principio: No existe una cura estándar ni un protocolo general que regiría la cura psicoanalítica. Freud tomó la metáfora del
ajedrez para indicar que sólo había reglas o para el inicio o para el final de la partida. Ciertamente, después de Freud, los algoritmos
que permiten formalizar el ajedrez han acrecentado su poder. Ligados al poder del cálculo del ordenador, ahora permiten a una
máquina ganar a un jugador humano. Pero esto no cambia el hecho de que el psicoanálisis, al contrario que el ajedrez, no puede
presentarse bajo la forma algorítmica. Esto lo vemos en Freud mismo que transmitió el psicoanálisis con la ayuda de casos
particulares: El Hombre de las ratas, Dora, el pequeño Hans, etc. A partir del Hombre de los lobos, el relato de la cura entró en
crisis. Freud ya no podía sostener en la unidad de un relato la complejidad de los procesos en juego. Lejos de poder reducirse a un
protocolo técnico, la experiencia del psicoanálisis sólo tiene una regularidad, la de la originalidad del escenario en el cual se
manifiesta la singularidad subjetiva. Por lo tanto, el psicoanálisis no es una técnica, sino un discurso que anima a cada uno a
producir su singularidad, su excepción.
Sexto principio: La duración de la cura y el desarrollo de las sesiones no pueden ser estandarizadas. Las curas de Freud tuvieron
duraciones muy variables. Hubo curas de sólo una sesión, como el psicoanálisis de Gustav Mahler. También hubo curas de cuatro
meses como la del pequeño Hans o de un año como la del Hombre de las ratas y también de varios años como la del Hombre de los
lobos. Después, la distancia y la diversificación no han cesado de aumentar. Además, la aplicación del psicoanálisis más allá de la
consulta privada, en los dispositivos de atención, ha contribuido a la variedad en la duración de la cura psicoanalítica. La variedad
de casos clínicos y de edades en las que el psicoanálisis ha sido aplicado permite considerar que ahora, en el mejor de los casos, la
duración de la cura se define "a medida". Una cura se prolonga hasta que el analizante esté lo suficientemente satisfecho de la
experiencia que ha hecho como para dejar al analista. Lo que se persigue no es la aplicación de una norma sino al acuerdo del sujeto
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ORNICAR? Digital Revue électronique multilingue de psychanalyse publiée a Paris. N°293 –Viernes 28 de Julio 2006
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Psicoanálisis y psicoterapias [¿de orientación analítica?]
Autor: Roberto Martínez de Benito
consigo mismo.
Séptimo principio: El psicoanálisis no puede determinar su objetivo y su fin en términos de adaptación de la singularidad del sujeto
a normas, a reglas, a determinaciones estandarizadas de la realidad. El descubrimiento del psicoanálisis es, en primer lugar, el de la
impotencia del sujeto para llegar a la plena satisfacción sexual. Esta impotencia es designada con el término de castración. Más allá
de esto, el psicoanálisis con Lacan, formula la imposibilidad de que exista una norma de la relación entre los sexos. Si no hay
satisfacción plena y si no existe una norma, le queda a cada uno inventar una solución particular que se apoya en su síntoma. La
solución de cada uno puede ser más o menos típica, puede estar más o menos sostenida en la tradición y en las reglas comunes. Sin
embargo, puede también remitir a la ruptura o a una cierta clandestinidad. Todo esto no quita que, en el fondo, la relación entre los
sexos no tiene una solución que pueda ser "para todos". En ese sentido, está marcada por el sello de lo incurable, y siempre se
mostrará defectuosa.
El sexo, en el ser hablante, remite al "no todo".
Octavo principio: La formación del psicoanalista no puede reducirse a las normas de formación de la universidad o a las de la
evaluación de lo adquirido por la práctica. La formación analítica, desde que fue establecida como discurso, reposa en un trípode:
seminarios de formación teórica (para-universitarios), la prosecución por el candidato psicoanalista de un psicoanálisis hasta el final
(de ahí los efectos de formación), la transmisión pragmática de la práctica en las supervisiones (conversaciones entre pares sobre la
práctica) Durante un tiempo, Freud creyó que era posible determinar una identidad del psicoanalista. El éxito mismo del
psicoanálisis, su internacionalización, las múltiples generaciones que se han ido sucediendo desde hace un siglo, han mostrado que
esa definición de una identidad del psicoanalista era una ilusión. La definición del psicoanalista incluye la variación de esta
identidad. La definición es la variación misma. La definición del psicoanalista no es un ideal, incluye la historia misma del
psicoanálisis y de lo que se ha llamado psicoanalista en distintos contextos de discurso.
La nominación del psicoanalista incluye componentes contradictorios. Hace falta una formación académica, universitaria o
equivalente, que conlleva el cotejo general de los grados. Hace falta una experiencia clínica que se trasmite en su particularidad bajo
el control de los pares. Hace falta la experiencia radicalmente singular de la cura. Los niveles de lo general, de lo particular y de lo
singular son heterogéneos. La historia del movimiento psicoanalítico es la de las discordias y la de las interpretaciones de esa
heterogeneidad. Forma parte, ella también, de la gran Conversación del psicoanálisis, que permite decir quién es psicoanalista. Este
decir se efectúa en procedimientos que tienen lugar en esas comunidades que son las instituciones analíticas. El psicoanalista nunca
está solo, sino que depende, como en el chiste, de un Otro que le reconozca. Este Otro no puede reducirse a un Otro normativizado,
autoritario, reglamentario, estandarizado. El psicoanalista es aquel que afirma haber obtenido de la experiencia aquello que podía
esperar de ella y, por lo tanto, afirma haber franqueado un "pase", como lo nombró Lacan. El “pase” testimonia del franqueamiento
de sus impases. La interlocución con la cual quiere obtener el acuerdo sobre ese atravesamiento, se hace en dispositivos
institucionales. Más profundamente, ella se inscribe en la gran Conversación del psicoanálisis con la civilización. El psicoanalista
no es autista. El psicoanalista no cesa de dirigirse al interlocutor benevolente, a la opinión ilustrada, a la que anhela conmover y
tocar en favor de la causa analítica.
Traducción: Carmen Cuñat
En Mansilla de las Mulas a 15 de septiembre de 2007
Fdo. Roberto Martínez de Benito. Psiquiatra.
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