Subido por Oscar Jesús Sierra Ortiz

9° La herencia a travéz del tiempo

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La herencia a través del tiempo
El filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) escribió un libro
titulado “Sobre la generación de los animales”, en el cual presentaba posibles explicaciones a preguntas relacionadas con
reproducción, desarrollo y herencia en los animales. De acuerdo con Aristóteles, en animales con reproducción sexual, la
madre aportaba sólo la materia prima para la generación de
un nuevo organismo, mientras que el padre aportaba las instrucciones de cómo debía ser el organismo descendiente.
En el tiempo de Aristóteles, había dos modelos para explicar
por qué los hijos se parecen a los padres. Estos modelos eran:
preformación y epigénesis. Los preformacionistas sostenían
que una versión en miniatura del nuevo individuo existía latente en los gametos y que bajo condiciones ambientales
favorables este organismo en miniatura crecía hasta alcanzar
la madurez. Por el contrario, los epigenetistas sostenían que
el nuevo organismo se desarrollaba paso a paso a partir de
materia indiferenciada.
A partir de observaciones detalladas del desarrollo embrionario de la gallina, Aristóteles concluyó que la epigénesis era
un mecanismo más apropiado para explicar la herencia y el
desarrollo en los seres vivos.
La idea de herencia por preformación fue
muy popular durante el siglo XVIII, cuando
se creía que un hombrecito en miniatura u
homúnculo se hallaba en el interior de cada
espermatozoide.
El origen del gen
A principios del siglo XX, el estudio de la herencia no estaba ligado al estudio de la estructura y funcionamiento de las células, pues
aunque se asumía que los gametos debían ser las células portadoras de la información hereditaria, no se comprendía dónde o cómo
se lograba la transmisión de dicha información. Por esa razón los
primeros genetistas usaban el término “factores hereditarios” para
indicar aquellas características que pasaban de padres a hijos. Paralelamente, los avances en microscopía habían permitido observar
los cromosomas en el interior del núcleo celular y poner en evidencia su papel protagónico en la división celular y la formación de los
gametos. Fue así como, en 1902, el científico alemán Theodor Boveri
propuso que los “factores hereditarios” se hallaban en los cromosomas. Esta idea fue comprobada por el embriólogo Thomas Hunt
Morgan hacia 1915, quien observó que ciertos rasgos eran heredados en conjunto, mientras que otros parecían ser heredados de forma independiente. A través de experimentos usando la mosca de la
fruta, Morgan y sus colaboradores lograron demostrar que aquellos
rasgos que se heredaban conjuntamente se hallaban en el mismo
cromosoma, mientras que los rasgos independientes se hallaban
en cromosomas separados. Algunos años antes, en 1909, el biólogo
danés Wilhelm Johannsen había propuesto el término gen para referirse a los factores hereditarios. El trabajo de Morgan consolidó el
concepto de gen, al mostrar que los genes tenían un lugar definido
dentro de las células.
Los experimentos de Morgan con la mosca de la fruta permitieron comprobar que
los genes se hallan en los cromosomas.
La eugenesia o el mejoramiento
de la especie
Durante las primeras décadas del siglo XX, a medida
que se iba comprendiendo mejor la manera como
ocurre la transmisión de la información genética de
padres a hijos, se empezó a pensar también en la posibilidad de controlar y manipular este proceso en los
seres humanos con el fin de “mejorar la especie”. Actualmente, esta idea se asocia con racismo, pues
aquello que se considera el ideal de la especie humana depende de las creencias y la cultura de las diferentes sociedades. Además, muchos rasgos que
son desfavorables en ciertas condiciones, no lo son
en otras. Sin embargo, durante la primera mitad del
siglo XX la eugenesia tuvo una gran acogida, no sólo dentro del ámbito científico, sino también en el
político y social. Por ejemplo, durante 1930 y 1940,
bajo la Alemania nazi, la idea de una raza aria pura llevó
a la implementación de políticas como esterilización
forzada de quienes portaban características no deseadas y eutanasia a quienes padecían enfermedades incurables o hereditarias. Así mismo, también se establecieron incentivos para quienes portaban los rasgos
deseables, como premios a las mujeres arias que tuvieran el mayor número de hijos.
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