EL CANAL: REFLEXIONANDO SOBRE LOS MOTIVOS DEL LOBO I. Premisas fundamentales 1. Daniel Ortega y su esposa tienen la obsesión de eternizarse en el poder, con el fin de continuar disfrutando de protagonismo y de la pleitesía de dóciles serviles, y al mismo tiempo acumulando riquezas. Pretenden además heredar el poder a su descendencia, esto es, aspiran a la creación de una nueva dinastía. 2. Para alcanzar tales objetivos, los Ortega-Murillo están conscientes de que: a) deben mantener buenas relaciones con los Estados Unidos, defendiendo, al margen de una retórica demagógica, los intereses estratégicos de esa nación en el área. b) deben mantener razonablemente satisfecho al capital nacional, y ajustarse estrictamente a las exigencias del FMI y otras organizaciones financieras internacionales. c) algunos cientos de inescrupulosos individuos deben disfrutar de privilegios ilícitos, y del derecho a la corrupción y la impunidad. Estos individuos están enquistados en todos los aparatos del Estado, dando estricto y pronto cumplimiento a las órdenes de sus amos. d) necesitan mantener empobrecidas y en la ignorancia a las grandes mayorías populares. Para que les resulte más fácil convertirlas en un conjunto de seres de reducida autoestima y pensamiento propio, incapaces de reclamar sus derechos, más manipulables. Seres a los que se pueda poner de rodillas por medio de míseras limosnas. Que hasta lleguen a creerlos imprescindibles benefactores d) para ello, precisan mantener su gigantesca campaña propagandística, la cual descansa en los acaparados medios de comunicación y en muchos atropellados miembros del sistema educativo. De esta forma se difunden logros inexistentes, se manipula creencias políticas y sentimientos religiosos, se crean esperanzas, se venden ilusiones y se promueve el surgimiento de una juventud domesticada, de ciega obediencia. II. Un requisito básico Es claro que, para poder ejecutar los aspectos domésticos de este programa y tener posibilidades serias de satisfacer su enfermiza obsesión, la familia precisa disponer, al margen del presupuesto nacional y sin muchos controles, de Ingentes cantidades de dinero, a ser distribuidas, esencialmente, de la siguiente manera: a) una gruesa suma para engrosar sus bolsillos y negocios personales b) una parte destinada a mantener la lealtad de esos cientos de individuos a que antes me referí, que estarían insatisfechos si solo percibieran lo que oficialmente perciben. c) los recursos que, por encima de lo aprobado en el presupuesto nacional, se destinan a la campaña mediática, a financiar los represivos grupos paramilitares, y a los ejecutores de otras importantes tareas, como la de convertir a los jóvenes en mansos borregos. d) el financiamiento de las migajas que se arrojan a las empobrecidas mayorías, grandemente magnificadas por la propaganda: más esperanzas e ilusiones que realidad. La experiencia claramente ha demostrado que, para estos fines, la familia actualmente precisa obtener, en el exterior y con controles relajados, varios cientos de millones de dólares anuales. Esta suma sería todavía más abultada si Ortega no hubiera descubierto que la exportación de nicaragüenses es una gran fuente de divisas, hay que reconocerle. III. Un vistazo, a vuelo de pájaro, de las fuentes externas en las que el orteguismo ha bebido Dos cosas hay que decir de entrada: estas fuentes, por diversas razones, han ido variando en el tiempo transcurrido entre 1980 y el presente, por una parte; y, por la otra, no han sido ni desinteresadas ni confiadas, han demandado garantías y contrapartidas. De una manera aproximada, solo los actores pueden saberlo con exactitud, se puede dividir ese período en varios ciclos: a) el ciclo 1980-1989, cuando el principal proveedor fue el campo socialista de entonces, encabezado por la Unión Soviética. Durante esa etapa, el gobierno que en la práctica dirigían los hermanos Ortega, a fin de obtener recursos de ese país, ofreció y cumplió con convertir a Nicaragua en un peón de la guerra fría. Fueron garantía y contrapartida de ese trato los cientos de miles de jóvenes forzados a convertirse en soldados o guerrilleros, con la trágica secuela de miles de muertos y mutilados. b) un nuevo ciclo comenzó cuando en 1989 la URSS decidió que estaba malgastando su dinero, dejó en el abandono a sus protegidos, forzó las elecciones del 90 y se desintegró poco después. Entre ese año y 2002, merced a su asociación con los dos gobiernos de esa etapa la familia logró mantener para ella y su cortejo el acceso a los recursos estatales. Desde luego, éstos, compartidos con las ávidas cúpulas de ambos gobiernos, eran insuficientes. Recurrieron entonces al dictador libio quien al parecer tan solo demandó, como contrapartida, el apoyo de Nicaragua en sus confrontaciones en el seno de los foros internacionales. En consecuencia, su cartera no se abrió en la medida en que se lo pedían. c) durante el ciclo 2002-2007, la familia y sus principales subordinados continuaron usufructuando el acceso a los recursos nacionales y al poder que le había sido proporcionado por los dos gobiernos anteriores; por un tiempo contaron además con el vacilante e inseguro suministro libio, el cual finalmente cesó alrededor de 2004, cuando fue público que Ortega había viajado a Libia y regresado con las manos vacías. d) todo cambió cuando, en 2007, Arnoldo Alemán le entregó en bandeja de plata la Presidencia de la República. Las relaciones con Hugo Chávez entonces florecieron, y en marzo de ese año se firmó el Acuerdo de Cooperación Energética; a partir de ese momento la familia empezó a disponer sin controles de gigantescos recursos: para comenzar, unos 600 millones de dólares a los que hay que agregar las bonitas ganancias que obtiene cuando nos vende el combustible más caro de Centroamérica (a veces el de Costa Rica está algo más alto). Como contrapartida, Chávez satisfizo sus megalómanos caprichos de convertir a Nicaragua en su protectorado, y a sus autoridades en instrumentos para expandir su influencia en el área. Pero Chávez murió. Sin su mesiánico carisma y su capacidad de embaucar, las presiones desatadas por su catastrófico, torpe manejo de la economía se han dejado sentir. Por ello es razonable suponer que la reciente y rauda visita de su heredero a varios países, entre ellos el nuestro, obedeció a la necesidad de advertir a Ortega que la cooperación venezolana, o al menos su magnitud y falta de controles, está en peligro. IV. El canal, el mandadero y la República Popular de China Ahora, en 2013, un nuevo ciclo parece estarse abriendo. Algo había que hacer ante la aterradora perspectiva de ver drásticamente disminuido el flujo del dinero del pueblo venezolano. Y algo hizo la familia: volvió sus ojos hacia la China Popular. Pues difícilmente puede ser una casualidad el que la precipitada aprobación de la “ley” 840 se haya producido un cortísimo tiempo después de la descorazonadora visita de Maduro. Y que el aparente beneficiario de la concesión sea un perfectamente desconocido ciudadano de ese país. A la luz de las reflexiones anteriores, en mi opinión: 1) la familia se encuentra en desesperada búsqueda de un nuevo Mecenas que pueda inyectarle los cientos de millones de dólares que necesita anualmente para financiar los mecanismos a los que ha venido apelando para aferrarse al poder. 2.) ellos han visto en la China Popular una posible nueva fuente de recursos que puedan ser usados sin demasiados y molestos controles, y que cubra el pavoroso déficit que puede estar –o está- en gestación. Pues no ignoran que ese país dispone de cantidades increíbles de efectivo; que inevitablemente tiene intereses y planes geopolíticos para el mediano y largo plazo; y que, de postre, hasta podría eventualmente cosechar algunos beneficios comerciales en el relativamente corto plazo. 3) Con el fin de captar esa fuente enviaron, a través de un mandadero, un empresario de mentiras, embaucador de verdad, una irresistible oferta: Nicaragua les sería entregada incondicionalmente, como garantía de los recursos que tuvieran a bien suministrar. Y para que la China Popular viera que hablaban en serio, que estaban en capacidad de cumplir lo que ofrecían, hicieron que sus vasallos aprobaran a toda prisa eso que llaman “ley” 840. El mandadero era necesario, pues el gobierno chino tiene que actuar con cautela, no puede olvidar que se trata del patio trasero de los Estados Unidos, con quien –a propósito- podrían estar explorando ya, o pensando en hacerlo, algún tipo de negociación. Desde luego, Washington difícilmente ignora que el concesionario es tan solo una máscara, usada con la mira de enviarle un mensaje tranquilizador: estamos dispuestos a conversar. 4) Si, concluidos los estudios de factibilidad, que desde luego están financiando los chinos, resulta que el canal es viable económicamente, no sería raro que la China diera la bienvenida naturalmente bajo bien calculadas condiciones- a inversionistas de otros países. Si no resultara viable, los gobernantes de ese país tendrían que decidir si vale la pena emprender, por sí solos, su construcción; esto es, si las posibles ganancias geopolíticas, tal como las visualicen en el momento de tomar la decisión, justifican las pérdidas económicas y las inevitables tensiones con los Estados Unidos. 5) Como un comentario al margen, el mandadero es sin duda un hombre audaz, pero torpe e irresponsable, o acaso menosprecie profundamente nuestra inteligencia: dislates tales como exhibir, patas para arriba, el mapa de Nicaragua; hablar de cinco mil personas trabajando en los estudios; y mencionar plazos y costos rápidamente refutados, lo demuestran a las claras. No se le queda muy atrás cierto siervo de Ortega que muy campantemente nos recetó estratosféricos crecimientos del PIB y el empleo. 5) Y, por último, lo más importante: ¿Qué vamos a hacer los nicaragüenses para impedir semejantes ignominias?