Subido por Gema Xina

Apocalipsis, cap. 1, 2 y 3

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LIBRO DE APOCALIPSIS
Autor: Juan
Tema: conflicto y consumación
Fecha: 90-96 d.C.
Propósito
El libro tiene un propósito triple:
[1] Las cartas a las siete iglesias revelan que ocurrían en el NT desviaciones graves
de las normas apostólicas de verdad y justicia, entre muchas iglesias de Asia. Juan
escribe de parte de Cristo para reprender su acomodo y pecado y llamarlas al
arrepentimiento y a volver a su primer amor.
[2] En vista de la persecución que resulto del endiosamiento de sí mismo de
Domiciano, Apocalipsis se dio a las iglesias para fortalecer su fe, resolución y
fidelidad a Jesucristo y para inspirarlas a ser vencedoras y a permanecer fieles aun
hasta la muerte. [3] Finalmente, se escribió para dar a los creyentes de todas las
generaciones la perspectiva de Dios de su fiero conflicto con las fuerzas
combinadas de Satanás al revelar la culminación de la historia. Revela en particular
los acontecimientos de los últimos siete años que preceden a la segunda venida de
Cristo, que Dios prevalecerá y librara a sus santos derramando su ira sobre el reino
de Satanás y a esto seguirá al segunda venida de Cristo.
Apocalipsis es el último libro del NT y el más extraordinario. Es, a la vez, una
revelación del futuro (Apocalipsis, 1:1-2, 20), una profecía (Apocalipsis, 1:3, 22:7,
10, 18-19) y un conjunto de siete cartas (Apocalipsis, 1:4, 11, 2:1 - 3:22). El término
"apocalipsis" es una palabra griega que se traduce como "revelación" en
Apocalipsis, 1:1. El libro es una revelación profética con relación a la esencia de su
contenido, una profecía respecto a su mensaje y una carta con relación a sus
destinatarios. Cinco asuntos importantes acerca del trasfondo del libro se revelan
en el capítulo 1: [1] Es "la revelación de Jesucristo" (Apocalipsis, 1:1). [2] Esa
revelación se le comunico al autor de manera sobrenatural por medio del Cristo
exaltado, de ángeles y de visiones (Apocalipsis, 1:1, 10-18).
[3] La comunicación fue a Juan, siervo de Dios (Apocalipsis 1:1, 4, 9, 22:8). [4] Juan
recibió las visiones y el mensaje apocalíptico mientras estaba exiliado en la isla de
Patmos (80 km. al suroeste de Éfeso) a causa de la Palabra de Dios y de su propio
testimonio (Apocalipsis, 1:9). [5] Las destinatarias originales fueron siete iglesias de
la provincia de Asia (Apocalipsis, 1:4, 11). La evidencia histórica y la interna señalan
al apóstol Juan como el autor. Irineo verifica que Policarpo (el conoció a Policarpo,
quien había conocido al apóstol Juan) se refirió a que Juan había escrito Apocalipsis
hacia el fin del reino de Domiciano, emperador romano (81-96 d.C.).
Contenido
El contenido del libro refleja las circunstancias históricas del reinado de Domiciano
cuando el exigía que todos sus súbditos lo llamaran "señor y dios". El decreto del
emperador creo sin duda una confrontación entre los que estaban dispuestos a
adorar al emperador y los creyentes fieles que confesaban que solo Jesucristo era
"Señor y Dios". El libro se escribió en un momento en que los creyentes estaban
pasando por una persecución grave debido al testimonio que dieron, una situación
que, como es evidente, forma el trasfondo de Apocalipsis (Apocalipsis, 1:19, 2:10,
13, 6:9-11, 7:14-17, 11:7, 12:11, 17, 17:6, 18:24, 19:2, 20:4).
El mensaje profético de este libro se comunica mediante imágenes espectaculares
y simbolismos apocalípticos, que describen la consumación del mensaje bíblico
integral de redención. Presenta la función de Cristo como el digno Cordero que fue
inmolado (capitulo 5) y el Cordero airado que viene a juzgar al mundo y a purgarlo
del mal (capítulos 6 al 19). Las otras principales imágenes simbólicas en el libro son
el dragón (Satanás), la bestia del mar (el anticristo), la bestia de la tierra (el falso
profeta) y la gran Babilonia (el centro de engaño satánico y poder mundial). Después
del prólogo (Apocalipsis, 1:1-8), hay tres secciones principales en el libro.
En la primera sección (Apocalipsis, 1:9 - 3:22), Juan tiene una pasmosa visión del
Cristo exaltado en medio de los candeleros (iglesias) que comisiona a Juan para
que escriba cartas a las siete iglesias en Asia Menor (Apocalipsis, 1:11, 19). Cada
carta (Apocalipsis, 2:1 - 3:22) incluye una descripción simbólica del Señor exaltado
de la visión inicial, una evaluación de la iglesia, palabras de encomio (alabanza) o
censura o ambas, palabras de advertencias a cinco iglesias, una exhortación a oír
y arrepentirse y una promesa para todos los vencedores. El énfasis en el número
siete en esta sección indica que las cartas representan una plenitud colectiva de lo
que el Señor exaltado dice a la iglesia en cada ciudad y generación.
La segunda sección principal del libro (Apocalipsis, 4:1 - 11:19) contiene visiones de
lo que hay en el cielo y en la tierra respecto al Cordero y su función en la culminación
de la historia. Comienza con una visión del tribunal majestuoso celestial donde Dios
se sienta entronizado en santidad y luz inaccesible (capitulo 4). El capítulo 5 se
centra en un libro sellado del destino en la mano derecha de Dios y del Cordero,
quien es el único digno de abrir los sellos y revelar su contenido. La apertura de los
primeros seis sellos (capitulo 6) continua la visión que comenzó en los capítulos 4 y
5, salvo que ahora la escena se mueve a los acontecimientos sobre la tierra.
Los primeros cinco sellos descubren los juicios de Dios en los últimos días que
conducen al fin. El sexto sello anuncia la ira venidera de Dios. El primer interludio
del libro ocurre en el capítulo 7 y describe como los 144.000 son sellados al
comienzo de la Gran tribulación (Apocalipsis, 7:1-8) y la recompensa de los santos
en el cielo después de la Gran tribulación (Apocalipsis, 7:9-17). Los capítulos 8 y 9
revelan la apertura del séptimo sello, que descubre otra serie de juicios, es decir,
las siete trompetas. El segundo interludio está entre la sexta y la séptima trompeta,
que incluye a Juan y un librito (Apocalipsis, 10:1-11) y dos poderosos testigos
proféticos en la gran ciudad (Apocalipsis, 11:1-14).
Por último, la séptima trompeta (Apocalipsis, 11:15-19) sirve como una vista previa
de la consumación (Apocalipsis, 11:15) y un preludio de las escenas finales del
misterio revelado de Dios (Capítulos, 12 - 22). La tercera sección principal
(Apocalipsis, 12:1 - 22:5) presenta una descripción detallada del gran conflicto del
tiempo del fin entre Dios y su adversario, Satanás. Los capítulos 12 y 13 revelan
que los santos en la tierra deben enfrentarse a una conspiración y una triada de
maldad terribles, que consta [1] del dragón (Apocalipsis, 12), de la bestia del mar
(Apocalipsis, 13:1-10) y [3] de la bestia de la tierra (Apocalipsis, 13:11-18). Los
capítulos 14 y 15 contienen visiones para asegurarles a los santos de la tribulación
que prevalecerá la justicia, ya que Dios está por derramar su ira final sobre la
civilización del anticristo.
Una completa revelación de la ira de Dios ocurre entonces en la serie de los siete
juicios de las copas (capitulo 16), el juicio de la gran ramera (capitulo 17) y la caída
de la gran Babilonia (capitulo 18). Entonces irrumpe un gran gozo en el cielo y se
anuncia la cena de las bodas del cordero y su esposa (Apocalipsis, 19:1-10). No
obstante, el fin no ocurre todavía. Juan ve entonces el cielo abierto y a Cristo
montado en un caballo blanco como el Rey de reyes y Señor de señores para
derrotar a la bestia y a todos sus aliados (Apocalipsis, 19:11-21).
La derrota final de Satanás está precedida por su encarcelamiento por mil años
(Apocalipsis, 20:1-6), durante los cuales Cristo reina con los santos (Apocalipsis,
20:4), después de los cuales se suelta a Satanás por un poco de tiempo
(Apocalipsis, 20:7-9) y luego se le arroja al lago de fuego para siempre (Apocalipsis,
20:10). La profecía apocalíptica concluye con la escena del juicio del gran trono
blanco (Apocalipsis, 20:11-15), la condenación justa de los malvados (Apocalipsis,
20:14-15, 21:8) y el nuevo cielo y la nueva tierra como el destino de los santos
(Apocalipsis, 21:1 - 22:5). El libro finaliza con advertencias en cuanto a poner
atención a su mensaje y entrar en la vida eterna (Apocalipsis, 22:6-21).
Características
Las características principales de este libro son ocho:
[1] Apocalipsis es el único libro del NT clasificado como profético y de revelación.
[2] Como libro de revelación profética, su mensaje se transmite en símbolos que
representan realidades de tiempos y acontecimientos futuros a la vez que preserva
cierto enigma o misterio.
[3] Se emplean números en abundancia: 2, 3, 3 y 1/2, 4, 5, 6, 7, 10, 12, 24, 42, 144,
666, 1.000, 1.260, 7.000, 12.000, 144.000, 100.000.000 y 200.000.000. El libro
presenta de modo especial el numero 7 no menos de 54 veces (el numero 7
simboliza la perfecta plenitud o realización y es el número de Dios).
[4] Las visiones son prominentes, con escenas que a menudo cambian de lugar de
la tierra al cielo y otra vez a la tierra.
[5] Los ángeles se asocian principalmente con las visiones y los decretos celestiales.
[6] Es un libro polémico que [a] expone el carácter demoniaco de la presunción de
divinidad de cualquier gobernante terrenal y [b] revela a Jesucristo como el Señor
exaltado y el Rey de los reyes de la tierra (Apocalipsis, 1:5, 19:16).
[7] Es un libro impresionante que expresa la verdad de su mensaje con toda claridad
y fuerza posibles.
[8] Tiene el espíritu de la profecía del AT sin citarlo de manera formal.
Interpretación
Apocalipsis es el libro de más difícil interpretación del NT. Aunque los lectores
originales probablemente entendieron su mensaje sin gran perplejidad, en los siglos
siguientes las diversas opiniones sobre el libro dieron por resultado cuatro escuelas
principales de interpretación:
[1] La interpretación "preterista" considera el libro y sus profecías cumplidas en la
escena histórica original del imperio romano, excepto los capítulos 19 al 22, que
aguardan su cumplimiento futuro.
[2] la interpretación "historicista" considera el libro como una predicción profética de
toda la historia de la iglesia, desde Juan hasta el fin del mundo.
[3] La interpretación "idealista" considera el simbolismo del libro como la expresión
de ciertos principios espirituales sin limitaciones temporales sobre el bien y el mal
en la historia, en general, sin referencia a los verdaderos acontecimientos históricos.
[4] La interpretación "futurista" trata los capitos 4 al 22 como profecía respecto a los
acontecimientos históricos que ocurrirán solo al fin del mundo.
Nosotros interpretamos el libro de Apocalipsis primordialmente desde la perspectiva
"futurista".
Para enriquecer este estudio iremos intercalando, entre versículos y capítulos,
comentarios que han elaborado sobre el libro:
[a] Jack Kelley, reconocido ensayista bíblico;
[b] Darío Salas, reconocido escatólogo chileno y una eminencia en profecía bíblica;
y
[c] David Diamond, abogado y sociólogo y reconocido predicador judío mesiánico;
La revelación de Jesucristo
Apocalipsis, 1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus
siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de
su ángel a su siervo Juan, 1:2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del
testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. 1:3 Bienaventurado el
que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella
escritas; porque el tiempo está cerca.
Este libro es una revelación de Jesucristo sobre El mismo. Esto es de suma
importancia porque [1] revela la evaluación que Jesús hace de su iglesia de 60 a 65
años después de su muerte, resurrección y ascensión y [2] revela los
acontecimientos futuros con respecto a la Tribulación, al triunfo de Dios sobre el
mal, al retorno de Cristo a reinar en la tierra y a las bendiciones del reino eterno de
Dios.
Apocalipsis, 1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas;
Esta es la primera de las 7 "bienaventuranzas" (bendiciones) encontradas en
Apocalipsis que se pronuncian sobre los que leen, oyen y obedecen las cosas
escritas en el libro. Las otras 6 se encuentran en Apocalipsis, 14:13, 16:15, 19:9,
20:6, 22:7 y 22:14 (cada una comienza con "Bienaventurado/s"; Lucas, 11:28).
Apocalipsis es un libro que no solo contiene profecías sobre el futuro sino también
grandes verdades espirituales. El libro no solo sirve para conocer el programa de
Dios sobre el futuro para el mundo sino también para aprender y aplicar sus
instrucciones morales.
Al respecto, Jack Kelley comenta:
Era el año 95 d.C.. Ya habían pasado más 60 años desde que Jesús había
caminado entre Su pueblo. Jerusalén y el Templo habían sido destruidos, y los
judíos habían sido derrotados. Pablo había muerto decapitado en Roma, cerca de
30 años antes. Pedro había sido crucificado cerca del mismo tiempo. De todos los
discípulos, solamente Juan estaba vivo. Él había escrito el Evangelio que lleva su
nombre y sus tres cartas unos años antes, y había servido por un tiempo como
obispo en la Iglesia de Éfeso, cuando se trasladó a vivir allí con María, la madre del
Señor, cerca del año 70 d.C. cuando el Templo fue destruido.
Y no es que los romanos ni los judíos le hayan dejado tranquilo. La tradición cuenta
que intentaron matarlo varias veces, y aun lo echaron vivo dentro de una caldera de
aceite hirviendo, pero el Señor impidió que muriera, cumpliendo así Su promesa en
Juan 21:22. (En respuesta a la pregunta de Pedro de qué sería de Juan, Jesús le
respondió, “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú”).
Juan, 21:20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba
Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho:
Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 21:21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús:
Señor, ¿y qué de éste? 21:22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo
venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Finalmente, los romanos exiliaron a Juan en la Isla de Patmos, una prisión tipo
colonia, fuera de la costa de lo que hoy día es Turquía, creyendo que así no
volverían a saber de él. Pero el Señor tenía otros planes y se le apareció
personalmente a Juan ordenándole que escribiera una última carta y la enviara a
las siete iglesias en Asia Menor. Ya anciano al final de sus días, Juan estaba por
embarcarse en uno de sus mayores retos. Después de escribir el Libro de
Apocalipsis, murió de causas naturales cerca del año 100 d.C..
Dicho sea de paso, los amigos “preteristas” (quienes sostienen doctrinalmente que
las profecías del Apocalipsis ya se han cumplido) han tenido que fechar el Libro de
Apocalipsis con una fecha más temprano para poder darle vuelta al versículo uno,
porque alegan que todo se cumplió en el año 70 d.C., pero ustedes no deben de
molestarse. En primer lugar, la fecha del año 95 d.C. ha quedado bien establecida,
y la palabra traducida “pronto” en realidad significa “rápidamente”, y denota la
velocidad con la que los eventos se desarrollarán una vez que inicien y no su
cercanía cronológica a los días de Juan.
Salutación a las siete iglesias
Apocalipsis, 1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros,
del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de
su trono; 1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados
con su sangre, 1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria
e imperio por los siglos de los siglos. Amén. 1:7 He aquí que viene con las nubes, y
todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán
lamentación por él. Sí, amén. 1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el
Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Los destinatarios de la “revelación de Jesucristo” (Apocalipsis, 1:1) son 7 iglesias
de Asia (ubicadas en lo que actualmente forma parte de Turquía). Cada iglesia en
particular estaba compuesta de varias congregaciones. Es probable que esas
iglesias fueran seleccionadas debido a que representaban la totalidad de las iglesias
de aquel tiempo, porque la palabra "siete" representa un número perfecto. Lo que
se dice de ellas, se aplica a la iglesia en su totalidad. En otras palabras, "las siete
iglesias" representan todas las iglesias en el transcurso de la era o época de la
iglesia. La frase "los siete espíritus" pudiera representar la perfección y el ministerio
del Espíritu Santo a la iglesia (Apocalipsis, 4:5, 5:6, Isaías, 11:2-3).
Al respecto, Jack Kelley comenta:
De los 404 versículos que contiene el Libro de Apocalipsis, 278 son tomados del
Antiguo Testamento. De hecho, el único libro no citado es el de Ester. Entonces no
es de sorprenderse que encontremos construcciones gramaticales del Antiguo
Testamento como, por ejemplo, “el que es, el que era y el que ha de venir”, y “los
siete espíritus que están delante de Su trono”. La primera expresión es una
traducción aproximada del Nombre de Dios, y la segunda es el Nombre del Espíritu
Séptuplo de Dios. Veremos muchos de estos a través del Libro de Apocalipsis, y en
el capítulo 19 veremos la palabra no traducida “Aleluya” (que significa “Gloria a
Dios”) que se utiliza cuatro veces.
Es en el único lugar en que esta palabra aparece en el Nuevo Testamento. De
hecho, el Apocalipsis tiene tantos matices del Antiguo Testamento que algunas
personas creen que Juan estaba en realidad traduciendo del hebreo al griego
conforme escribía.
La frase “Alfa y Omega” se deriva de la primera y última letra del alfabeto griego, y
se refiere a Dios el Padre y recuerda Su llamado a Israel. “Ustedes son mis testigos,
dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcan y crean, y entiendan
que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo,
yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve” (Isaías 43:10-11). Esta frase la utilizaría
Jesús después para Sí mismo.
Una visión del hijo del hombre
Apocalipsis, 1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación,
en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por
causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. 1:10 Yo estaba en el
Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, 1:11
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo
que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo,
Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
Patmos es una pequeña isla en el Mar Egeo a unos 80 km. al suroeste de Éfeso.
Juan estaba preso allí debido a su fidelidad en la proclamación del Evangelio y por
permanecer fiel a Cristo y a su Palabra.
Juan dice que estaba en el Espíritu (Apocalipsis, 1:10). Esta expresión se refiere a
una intensidad especial de la conciencia que se tiene del Espíritu Santo y de la
sensibilidad espiritual a la comunicación con El por la cual pueden recibirse visiones
(Hechos, 10:10).
Al respecto, Jack Kelley comenta:
Por medio de esta orden queda claro que Juan en realidad iba a ser testigo de
algunos eventos que el Señor quería que documentara y luego que distribuyera a
las siete iglesias que había nombrado. Algunas personas alegan que Juan vio todo
esto durante un Sabbat, mientras que otras dicen que él fue transportado a través
del tiempo al Día del Señor. Me parece que esto último es lo más acertado.
Moisés escribió los primeros 5 libros de la Biblia: el Pentateuco (Génesis, Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio). Él fue testigo ocular desde Éxodo en adelante,
pero no fue testigo de todo lo relatado en Génesis. Moisés fue transportado al
pasado por el Espíritu Santo. En Apocalipsis ocurre algo similar: Juan es
transportado por el Espíritu Santo hacia el futuro. El Espíritu Santo no solo traslada
a las personas de un lugar a otro de la tierra como lo transporto a Felipe (Hechos,
8:39-40), y de la tierra al cielo como transporto a Enoc (Génesis, 5:24, Hebreos,
11:5), a Elías (2 Reyes, 2:11), a Jesús (Hechos, 1:9-11) y a Pablo (2 Corintios, 12:24) sino también a través del tiempo como traslado a Moisés (al pasado) y a Juan (al
futuro).
Apocalipsis, 1:12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete
candeleros de oro, 1:13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo
del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho
con un cinto de oro. 1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana,
como nieve; sus ojos como llama de fuego; 1:15 y sus pies semejantes al bronce
bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos
filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Al respecto, Jack Kelley comenta:
A pesar que el varón que hablaba con Juan estaba refulgentemente vestido y tenía
apariencia de ser fuera de este mundo, Juan sí le reconoció. Ya Juan lo había visto
así anteriormente, en el Monte de la Transfiguración. “Y se transfiguró delante de
ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como
la luz” (Mateo 17:2) ¡Era el Señor!.
Mateo, 17:1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano,
y los llevó aparte a un monte alto; 17:2 y se transfiguró delante de ellos, y
resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
17:3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Apocalipsis, 1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 1:18 y el que vivo, y
estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las
llaves de la muerte y del Hades. 1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son,
y las que han de ser después de estas. 1:20 El misterio de las siete estrellas que
has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los
ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete
iglesias.
En Apocalipsis, 1:20 Jesucristo le revela a Juan el misterio de las siete estrellas y
de los siete candeleros. Le dice que las estrellas son los ángeles de las siete iglesias
y que los candeleros son las iglesias. En la Biblia, los "ángeles" son llamados
"estrellas".
Apocalipsis, 9:1 El quinto ángel toco la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo
a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.
Este versículo menciona una estrella que cae del cielo y recibe una llave. ¿Tiene
manos esa estrella?. Esa estrella es el diablo.
Apocalipsis, 18:1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo ...
Como muestra este versículo, los ángeles no caen sino que descienden.
Isaías, 14:12 ¡Como caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste
por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
La caída identifica al diablo aquí. El no bajo: lo bajaron.
La palabra ángel, proviene del griego, de la palabra “ángelus”, que significa
“mensajero, comisionado o enviado”. Pero esta palabra “ángelus”, viene desde
atrás, del idioma original, el hebreo: malah (singular) y malahim (plural). La palabra
ángel, en la Biblia, no solo se refiere a seres celestiales con alas. Ángel también es
llamado el predicador, de carne y hueso, que lleva el Evangelio.
Jesucristo le pide a Juan que escriba siete cartas a los ángeles (predicadores o
pastores) de las siete iglesias que están en Asia. Las siete cartas del Apocalipsis,
comienzan (todas) con un mensaje al mensajero del lugar. Cuando Apocalipsis
habla de los siete ángeles de las siete iglesias, entonces, probablemente no se
refiera a seres celestiales (ángeles en sí mismos) sino al pastor de cada iglesia, al
mensajero de Dios dentro de esa congregación. Ángel no solamente es un ser
celestial sino todo predicador de la palabra de Dios.
Al respecto, Jack Kelley comenta:
Apocalipsis, 1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de
ser después de estas.
De esta manera, el Señor divide el Libro de Apocalipsis que Juan va a escribir, en
tres secciones. Las cosas que Juan ha visto, que son las contenidas en el capítulo
1, las cosas que son, las cuales comprenderán los capítulos 2 y 3, y las cosas que
serán después de estas, que son las comprendidas en los capítulos 4 al 22.
El hecho de que al Señor se le vea en pie en medio de siete candeleros de oro
indica Su involucramiento directo con la iglesia, y el que sostenga las siete estrellas
en Su mano derecha, nos habla de la íntima relación que Él tiene con los líderes de
las mismas. Ya sea que los veamos como los pastores o como vigilantes
angelicales, Él los tiene en la palma de Su mano. El número siete es una figura
prominente en el Libro de Apocalipsis. De hecho, antes que terminemos, veremos
que se utiliza 52 veces. Y es curioso ver que 5 + 2 son ¡siete!.
La mención del Señor de ser “el primero y el último” muestra los pasos más
importantes en un proceso de fabricación. La palabra griega traducida “primero” es
“prótos” de donde se origina la palabra “prototipo”. El prototipo es el original. Es el
que fija la norma de la que saldrán todas las demás copias y que serán comparadas,
en exactitud, con el original (el primero, el prototipo).
Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos.
Cuando seamos perfeccionados seremos copias exactas de nuestro prototipo, el
Señor, y esa es la manera como Dios ya nos ve:
2 Corintios, 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y la palabra griega traducida como “último” es “escatos” (de aquí se deriva la palabra
“escatología”, que es la rama de la Teología dedicada al análisis de los últimos
tiempos proféticos).
Escatos es un superlativo, el ejemplo perfecto, lo más alto y mejor que se puede
obtener. A pesar de que estemos destinados a ser como Él y actuar como Él, nunca
podremos ser Él.
Y de esta manera termina el Capítulo 1, pero apenas estamos empezando. Hay
mucho más adelante.
El mensaje a las siete iglesias: el mensaje a Éfeso
Apocalipsis, 2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete
estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice
esto: 2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes
soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y
los has hallado mentirosos; 2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado
arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 2:4 Pero tengo contra ti,
que has dejado tu primer amor. 2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y
arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu
candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 2:6 Pero tienes esto, que
aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 2:7 El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer
del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
Apocalipsis, 2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no
puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no
lo son, y los has hallado mentirosos;
Una de las mayores preocupaciones que Cristo expreso en su mensaje final a las
siete iglesias era que ellas no cayeran en la tolerancia a los falsos maestros,
profetas o apóstoles que estaban tergiversando la Palabra y debilitando su poder y
autoridad. [1] Cristo instruye a las iglesias que prueben a todo aquel que dice tener
autoridad espiritual. [2] Nótese la condenación de Cristo de las iglesias de Pergamo
(Apocalipsis, 2:14-16) y de Tiatira (Apocalipsis, 2:20) por aceptar en vez de resistir
a los que son infieles a la verdad y a las normas de la Palabra de Dios.
Apocalipsis, 2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
No hay una sola llamada de Cristo en la vida, hay varias, cada una más exigente
que la anterior. La conversión cristiana no es una foto sino una película. Es un
proceso evolutivo sí, pero gradual y, las más de las veces, envuelto en grandes
crisis. En Lucas, 5:1-11 Jesús acababa de predicar a una gran multitud desde una
barca, a orillas del lago de Galilea. Entre sus oidores estaban Pedro y algunos otros
futuros Apóstoles. Hasta el momento habían seguido a Cristo de lejos, en medio de
sus trabajos de pesca, sin haber sido llamados todavía a su seguimiento más radical
(Juan, 1:35-42).
Pedro se entrega a Cristo y el signo de su conversión y la de sus compañeros es
que “lo dejaron todo y siguieron a Jesús” (Lucas, 5:11). A primera vista parece la
conversión total. Hay en él mucha generosidad, entusiasmo, impulsividad y amor
sensible al Señor. Pero también hay exceso de confianza en sí mismo y en sus
posibilidades. Su idea de Cristo y del reino a los que se había entregado era aún
superficial. Su compromiso tenía la ambigüedad de muchos israelitas de su tiempo:
Jesús para él no era sólo un maestro religioso, sino también el Mesías temporal que
liberaría Palestina. Sólo al promediar los tres años de ministerio, Pedro reconoce en
Jesús al Hijo de Dios (Mateo, 16:16), pero la naturaleza del reino se le escapa.
"Pescador de hombres" tuvo para él y sus compañeros la noción de una empresa
temporal, en la que ejercerían influencia y autoridad. Por eso discuten sobre los
primeros puestos (Mateo, 20:21, Marcos, 9:34), y hasta la hora de la resurrección
esperan la restauración de Israel. Por eso Pedro experimenta una creciente
dificultad en comprender la naturaleza del seguimiento. Cuando Jesús habla de la
cruz, se escandaliza (Mateo, 16:22). Es incapaz de aliviar a los endemoniados,
como su Maestro, porque aún no ha entendido el valor de la fe y la oración (Marcos,
9:14-29). Durante las horas de la pasión experimenta sus límites en forma dramática
y toda la precariedad de su compromiso y de su conversión.
Lleno de fervor sensible había anunciado que él no abandonaría al Maestro, aunque
los demás lo hicieran (Mateo, 26:33-35). Horas más tarde negaba y traicionaba a
su Señor reiteradamente. Para Pedro ésta fue una grave crisis. Le hizo comprender
hasta qué punto su conversión era superficial. Su autosuficiencia y miras humanas
se derrumbaron. Pero Jesús aprovecha esta misma crisis para volver a llamarlo a
una conversión más madura y decisiva. La escena corresponde a los relatos de la
resurrección, y la trae Juan en el capítulo 21:1-19. Es muy semejante a la del primer
seguimiento. El lugar es el mismo - el lago de Galilea - y las circunstancias muy
parecidas.
Pedro y otros apóstoles están de pesca y no han pescado nada en toda la noche.
Al amanecer, Jesús, desde la orilla, les ordena echar la red a la derecha, y pescan
un número enorme de peces grandes. Luego se reúnen con él a la orilla para comer.
Al final de la comida, Jesús se dirige nuevamente a Pedro, y le dirige, al igual que
años atrás, la llamada a seguirlo. Esta vez en forma de una triple pregunta: "Simón,
¿me amas más que éstos?... Sí, Señor; tú sabes que te quiero... Apacienta mis
corderos" (Juan, 21:15-17).
Pedro ha sido capaz de superar sus crisis y de decir "sí" a Jesús, pero éstas le han
enseñado mucho. Le permiten una respuesta madura, más honda y
cualitativamente diferente que tres años atrás. Aparentemente ha perdido
entusiasmo y la generosidad sentida y espontánea de entonces. Ya no se atreve a
afirmar - como lo hubiera hecho antes de la pasión - que él quería a Cristo más que
los otros. Parece menos entusiasta y entregado, pero en realidad ahora es cuando
su conversión es más lúcida y profunda. Ahora se entrega con conocimiento de
causa a un Señor crucificado y a un reino que no es de este mundo y que se
construye en la fe.
El seguimiento de Pedro desde la conversión superficial e incipiente hasta la
conversión madura de la fe, a través de la crisis, es un paradigma del proceso de la
conversión de cada cristiano. Al igual que Pedro, nosotros también escuchamos en
algún momento de nuestra vida una primera llamada a la conversión. Decidimos
tomar en serio el cristianismo. En muchos casos seguir a Cristo con una dedicación
total. Cada uno sabe cuándo fue la primera conversión de su vida, a menudo en
plena juventud. Como los apóstoles, nos hicimos discípulos "dejando las barcas y
las redes" y a veces la familia. Nos pareció entonces la mayor generosidad. Todo
nos estimulaba al seguimiento, pues éste tenía un sabor sensible y realizador.
Aun con poca experiencia, al comienzo todo era una novedad, un fascinante
descubrimiento del servicio a los demás. La pobreza evangélica tenía un sabor,
incluso un cierto romanticismo. Pero con el tiempo todo fue cambiando. Vino una
especie de crisis, a veces repentina, las más de las veces progresiva y lenta. En
muchos casos nuestra vida de fe es invadida por una creciente insensibilidad. Los
valores evangélicos a los que nos habíamos convertido van perdiendo el sentido y
la atracción sensible que al comienzo ejercían sobre nosotros. La presencia de
Cristo en nuestra vida, y particularmente en la oración, la sentimos cada vez menos.
Experimentamos más bien una aridez, una soledad, una oscuridad que nos hace
lejano el rostro del Señor.
Nos parece que oremos o no oremos todo seguirá igual: nosotros, nuestros
compromisos, los demás, la historia. Por eso una de las primeras tentaciones que
nos sobrevienen es la de abandonar la oración personal. La naturaleza humana se
nos revela parecida en todas partes.
Comenzamos a experimentar desilusiones, fracasos y vemos la relatividad de
nuestro empeño. La pobreza y el sacrificio se van haciendo duros. Han perdido su
primer sabor y además no han sido aplaudidos como creíamos. Además, conforme
pasan los años, nos hacemos más exigentes, más "burgueses". Buscamos
seguridad y un "mínimo de confort".
Esta crisis del seguimiento cristiano, dramática o sutil, es precisamente la que nos
prepara y nos conduce a una conversión más madura y decisiva. Como Pedro
después de la pasión, a través de la crisis, de su desconcierto e insensibilidad,
Jesús nos vuelve a llamar. Lo importante es saber abordar etapas, normales,
propias del dinamismo de la conversión. Ellas nos colocan una vez más frente a la
alternativa crucial: o quedarnos en el desánimo y la mediocridad u optar
nuevamente por el radicalismo del Evangelio, más lúcida y maduramente. Jesús
nos conduce a la conversión en la fe, profunda y adulta, que va más allá del
entusiasmo sensible de una primera conversión.
La verdadera conversión cristiana es en la fe. Sólo ella nos permite dar el paso
radical de entregarnos sin reserva a la palabra de Jesús. Como Pedro, podemos
entregar nuestro trabajo y todas las cosas, pero reservarnos en nuestro fondo de
egoísmo. La verdadera conversión cristiana consiste, más bien, en dejarnos
conducir por el Señor en la fe, en la cruz y en la esperanza.
Juan, 21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a
donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y
te llevará a donde no quieras.
Apocalipsis, 2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si
no te hubieres arrepentido.
Cristo rechazara a cualquier congregación o iglesia y la quitara de su reino si no se
arrepiente del permitir que mengüe su amor y obediencia a Él.
Jack Kelley, al respecto comenta:
Según Apocalipsis 1:11, el libro fue escrito a siete congregaciones en Asia, que es
la Turquía moderna. Durante 2.000 años los eruditos se han preguntado por qué un
mensaje tan importante como este sería enviado a estas iglesias puesto que ni
siquiera eran las más importantes del momento y menos ahora.
Es cierto, Éfeso era una ciudad adelantada en ese tiempo, pero la iglesia que había
en esa ciudad era pequeña como lo eran las demás. ¿Por qué no fue escrito el libro
a la Iglesia en Roma, por ejemplo? Seguramente el Señor sabía que Roma sería la
capital del cristianismo durante mucho tiempo de la historia de la iglesia, y sería el
destinatario perfecto para un mensaje tan eterno. ¿O por qué no Jerusalén, donde
nació la Iglesia?
Cuatro niveles de aplicación:
La respuesta la encontramos cuando nos damos cuenta de que las cartas de los
capítulos 2 y 3 tienen un propósito tanto representativo como específico. En realidad
se pueden leer con cuatro niveles de aplicación.
El primer nivel es histórico.
Estas siete iglesias existieron realmente y cada una experimentaba el problema
particular al que el Señor se refirió cuando le dictó las cartas a Juan.
Segundo. Puesto que todas las iglesias leerían todas las cartas, estas también les
servían de advertencia.
Tercero. Ya que tanto el desafío como la promesa con que termina cada carta son
personales antes que comunales, las cartas estaban destinadas tanto a los
individuos como a las congregaciones.
Cuarto. Al leerlas en el orden en que fueron escritas resumen la historia de la iglesia
y, por lo tanto, son proféticas. Estas cartas son una crónica del espacio entre la
sesenta y nueve y la semana setenta de la profecía de las Setenta Semanas de
Daniel. (Daniel 9:24-27).
El Señor empieza cada carta con uno de los diferentes 24 títulos que se utilizan para
describirlo en el libro, y el título que Él escoge es un indicio al tema de la carta. El
nombre de cada Iglesia contiene también un indicio.
Cada carta se puede dividir en siete partes:
[1] el título del Señor;
[2] un elogio;
[3] una crítica;
[4] una advertencia;
[5] un llamado;
[6] un desafío; y
[7] una promesa;
Dos de las siete cartas, Sardis y Laodicea, no contienen ningún elogio, y en dos,
Esmirna y Filadelfia, no aparece ninguna crítica. Pérgamo no contiene ninguna
advertencia, pero sí contiene dos críticas. En las últimas cuatro cartas el desafío y
la promesa se invierten.
Conforme avanzamos en este estudio, dividiremos cada carta en sus componentes.
Y puesto que visité los sitios de cada una de las siete iglesias hace algunos años,
incluiré una o dos notas personales también. Empecemos, entonces.
A la Iglesia en Éfeso (Apocalipsis 2:1-7):
“Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso”:
Éfeso significa querida, o amada, doncella elegida. Éfeso representa la iglesia del
Siglo I.
(Título) “El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los
siete candeleros de oro, dice esto:”
Al utilizar este título el Señor se identifica como el que visita a Juan, El que tiene la
autoridad sobre la Iglesia, y a Quien la Iglesia debe el afecto así como la lealtad.
(Alabanza) “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes
soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y
los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado
arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado”.
La Iglesia en Éfeso había trabajado arduamente para mantenerse en la verdad del
Evangelio.
(Crítica) “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”.
¡La iglesia estaba tan ocupada en su servicio al Rey que se había olvidado del Rey!
La relación que Jesús esperaba se había transformado en otra religión.
(Amonestación) “Recuerda, por tanto, de dónde has caído”.
¿Cuántas veces hemos oído a algunos de nuestros amigos comentar acerca de que
“los tiempos antiguos eran mejores” cuando ellos ya eran creyentes? ¿Qué
fascinante y emocionante era, y qué rápido eran respondidas nuestras oraciones?
El Señor desea que nos mantengamos así.
(Llamado) “y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti,
y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto,
que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”.
Aquí está el remedio. Vuelvan a hacer lo que ustedes hacían al principio.
¿Recuerdan cuando ustedes no obtenían lo suficiente de la Biblia? ¿Cuándo
ustedes llegaban a la iglesia media hora antes, simplemente porque les agradaba
estar allí, y no querían salir cuando el servicio había terminado? ¿Cómo mantenían
ustedes una conversación constante con el Señor que empezaba cuando se
despertaban por la mañana y no terminaba sino hasta cuando ustedes se dormían
en la noche?.
Los Nicolaítas eran una secta herética partidaria de mezclar las costumbres
paganas, como comer alimentos sacrificados a los ídolos y la inmoralidad sexual,
con el culto cristiano. Solamente hay Uno que es digno de recibir nuestra adoración,
y el adorarle a Él es el propósito primario de la Iglesia.
El candelero se identifica en Apocalipsis 1:20 como la iglesia, de tal manera que el
removerlo significa remover la iglesia de Éfeso. Aunque las ruinas de Éfeso son
extensas e impresionantes, requiriendo casi un día completo recorrerlas, cuando
estábamos allí hace algunos años nosotros encontramos sólo las huellas más
remotas de la iglesia de Éfeso del Siglo I.
(Desafío) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Toque ambos lados de su cabeza. ¿Tiene usted orejas allí? Entonces esta carta fue
escrita para usted. Aunque la carta a Éfeso describe la era Apostólica, la iglesia
lucha con los mismos problemas hoy día.
La iglesia, como un todo, está tan distraída con toda clase de programas y planes,
que su congregación está muy ocupada implementándolos, y usted está demasiado
ocupado ayudando. Somos seres humanos, no cosas humanas, y una vez que
somos salvos, el estar con el Señor en comunión y compañerismo es el propósito
de nuestra vida.
(Promesa) “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en
medio del paraíso de Dios”.
A causa del énfasis en las buenas obras y los programas en la iglesia hoy día,
muchos que se llaman a sí mismo cristianos y cristianas, y consideran que es justo
el estar trabajando duramente como miembros de sus congregaciones, nunca se
han tomado el tiempo para encontrar al Rey que ellos y ellas dicen servir y recibir el
perdón que Él compró para ellos y ellas con Su vida. Se sorprenderán mucho
cuando lo escuchen decir, “nunca los conocí; apártense de mí, hacedores de
maldad” (Mateo, 7:23).
El mensaje a Esmirna
Apocalipsis, 2:8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero,
el que estuvo muerto y vivió, dice esto: 2:9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y
tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo
son, sino sinagoga de Satanás. 2:10 No temas en nada lo que vas a padecer. He
aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados,
y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de
la vida. 2:11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que
venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.
La palabra "pobreza" (del griego "pteocheia") significa "carecer de todo". La pobreza
de los creyentes de Esmirna era extensa. Estaban económicamente necesitados,
aunque Cristo dijo que eran espiritualmente ricos. Nótese el contraste con la iglesia
de Laodicea, que poseía mucha riqueza material aunque se le consideraba
espiritualmente "desventurada, miserable, pobre" (Apocalipsis, 3:17, Mateo, 6:20, 2
Corintios, 6:10, Santiago, 2:5).
La "segunda muerte" se refiere al castigo eterno: el lago de fuego (Apocalipsis, 20:6,
14, 21:8), del cual escapara únicamente el fiel vencedor (Apocalipsis, 2:7).
Al respecto, Jack Kelley comenta:
A la Iglesia en Esmirna (Apocalipsis 2:8-11):
“Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna:”
Esmirna significa molida. Se deriva de la misma raíz gramatical de la palabra mirra,
una especia aromática que se utiliza para embalsamar y que despide su aroma
cuando se muele. Esmirna representa la iglesia de los siglos 2 y 3, la cual sufrió
intensa persecución.
(Título) “El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:”
El énfasis en el título es obvio, vencer la muerte.
(Elogio) “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la
blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.”
Los primeros en perseguir a la iglesia fueron los judíos. Policarpo, el más famoso
de los primeros mártires, fue obispo de Esmirna y fue quemado en la estaca a la
edad de 86 años.
(Advertencia) “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a
algunos de ustedes en la cárcel, para que sean probados, y tendrán tribulación por
diez días.”
Los diez días se refieren al reinado de 10 césares (dictadores) romanos, abarcando
un período de 250 años.
(Llamado) “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.”
No hay ninguna promesa de liberación, solamente la recompensa del Cielo. Las
historias de la fortaleza de los creyentes, por la gracia, al enfrentarse a la muerte
mientras se empleaban métodos ingeniosos y diabólicos para exterminarlos como
una forma de entretenimiento público, han logrado una posición legendaria.
(Desafío) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Muchos de nosotros en el occidente nunca hemos encarado las serias amenazas
por motivo de nuestra fe, pero a nivel mundial, el número de mártires cristianos ha
promediado entre 100.000 y 150.000 por año durante los últimos 10 años. Ese
número solamente se va a incrementar conforme el fin se acerca cada vez más.
(Promesa) “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.”
Hay un adagio antiguo que dice, “Naces una vez, mueres dos veces. Naces dos
veces, mueres una vez.” Es la segunda muerte de la que debemos escapar, porque
esa muerte es la permanente.
Hoy día, en el lugar que ocupaba Esmirna se levanta una ciudad próspera llamada
Izmir, la cual es la tercera en importancia en Turquía. Un incidente que demostró
claramente el sentido de humor del Señor, mientras acentuaba el punto de la carta,
sucedió cuando manejamos por la ciudad. Vimos unas señales prominentes en una
salida de la autopista cuando abandonábamos Izmir, señalando Esmirna y creyendo
que habíamos encontrado el antiguo sitio, me dirigí allí rápidamente. Pero al final de
la rampa de salida había un cruce en “T” sin ninguna indicación hacia dónde
debíamos doblar.
Y ahí no había más señales que nos dirigieran a Esmirna. Después de una hora de
manejar en todas direcciones buscando una señal, renuncié al intento y seguí
manejando según nuestro itinerario. Yo no entendí el asunto sino hasta que le
describí nuestra experiencia a nuestro agente de viajes turco. Él me dijo que las
señales indican hacia donde Esmirna estuvo localizada una vez. No hay ningún
rastro de lo que una vez fue Esmirna. La iglesia de Esmirna está en el cielo.
El mensaje a Pergamo
Apocalipsis, 2:12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada
aguda de dos filos dice esto: 2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está
el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los
días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.
2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la
doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel,
a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 2:15 Y también
tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 2:16 Por
tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la
espada de mi boca. 2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca,
y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que
lo recibe.
Apocalipsis, 2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás;
Esto pudiera significar un lugar donde era muy prominente la influencia de Satanás
y de la maldad, porque Pergamo era un centro de adoración imperial.
Apocalipsis, 2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los
hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.
Balac fue un rey pagano que contrato a Balaam para que maldijera y para que
tentara a Israel a acomodar su fe a la idolatría. Este falso profeta (Balaam) vendió
sus servicios al rey idolatra (Balac). La historia está referida en Números, 22:5, 7,
25:1-2, 31:16. La doctrina de Balaam se refiere a que la iglesia de Pergamo tenía
(falsos) maestros que enseñaban que eran compatibles la salvación con un estilo
de vida inmoral.
Apocalipsis, 2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé
contra ellos con la espada de mi boca.
Jesús se opone a cualquiera que, dentro de las iglesias, promueva una actitud
tolerante hacia el pecado (Apocalipsis, 2:15, 2:6, 1 Corintios, 5:2, Gálatas, 5:21). El
promete emprender una batalla personal contra los inmorales que dicen ser
creyentes y no lo son (si no se arrepienten).
Apocalipsis, 2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que
venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la
piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
Hay que escuchar las advertencias del Espíritu Santo en estos tiempos.
Constantemente El pronuncia las mismas palabras de Cristo a las siete iglesias de
Asia, ordenándoles a los creyentes de hoy que venzan el pecado en el mundo y no
toleren la inmoralidad. Si no logran vencer en esa importante esfera, perderán la
presencia de Dios y el poder del Espíritu y se convertirán en enemigos del reino de
Dios. En cambio, si vencen, recibirán el mana escondido de vida espiritual y "una
piedrecita blanca", que significa el triunfo de la fe sobre todo lo que trata de destruir
la devoción a Cristo.
Al respecto, Jack kelley comenta:
A la Iglesia en Pérgamo (Apocalipsis 2:12-17):
“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo:”
Pérgamo significa matrimonio mixto y representa la unión de las prácticas paganas
con las cristianas durante el Siglo IV cuando el cristianismo llegó a ser la religión
oficial del Imperio romano.
(Título) “El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:”
En Hebreos 4:12 la espada de doble filo se utiliza para describir la Palabra de Dios
que es la fuente de la Verdad.
(Elogio) “Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás;
pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas
mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.”
Con el establecimiento de Bagdad como el principal centro de distribución entre el
Golfo Pérsico y el Mar Mediterráneo, después de la muerte de Alejandro Magno,
Babilonia había declinado de tal manera que el culto de la madre/hijo se trasladó de
allí a Pérgamo. (Eventualmente se estableció en Roma).
La referencia al trono de Satanás muestra la verdadera fuente de esta religión falsa.
(Crítica 1) “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen
la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de
Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.”
(Crítica 2) “Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que
yo aborrezco.”
Estas prácticas paganas penetraron en la iglesia en Pérgamo, como lo hicieron en
la iglesia en Éfeso.
(Llamado) “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra
ellos con la espada de mi boca.”
La verdad del Evangelio siempre ha sido la mejor defensa contra las sectas.
(Desafío) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Aún existe mucha idolatría dentro de la iglesia. Quizá usted estacionó la suya en el
estacionamiento hoy, o la afeitó esta mañana, o la mantiene en su cuenta bancaria.
(Promesa) “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno
conoce sino aquel que lo recibe.”
Así como una bola negra era un voto en contra de alguna persona, una bola blanca
era una señal de confianza. Cuando un empresario importante cerraba un negocio
en una ciudad lejana, él no tenía que viajar hasta allí para cerrar el trato, porque era
demasiado peligroso hacerlo. En su lugar enviaba a una persona de su confianza
con el poder para cerrar el negocio en su nombre.
Esta persona llevaba consigo una pieza de barro cocido, de color blanco, en forma
de moneda, que tenía impreso el nombre del empresario en secreto y que solo
conocía la otra parte del negocio. Al presentar esta pieza de barro en forma de
moneda, la persona se autenticaba teniendo la autorización y los derechos y
privilegios de su patrono. De esta misma manera, nuestro Señor Jesús nos
identificará teniendo todos los derechos y privilegios debidos a Él, cuando entremos
ante la Presencia de nuestro Padre Celestial en el Cielo.
Nuestro Señor les dio instrucciones a Sus discípulos para ir por todo el mundo
(Mateo 28:19-20).
Pero en Pérgamo, la Palabra llegó a la iglesia. En el Siglo IV, con el Edicto de Milán,
el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio. Cuándo eso ocurrió, las
festividades paganas se convirtieron en festividades cristianas. Las fiestas de
Saturnalia e Istar se convirtieron en la Navidad y la Pascua (Ester en Inglés),
respectivamente. Eso explica por qué ciertos símbolos paganos como el tronco
navideño y el árbol siempre verde, los cuales eran símbolos del sol que muere y
nace otra vez en el solsticio de invierno, se asocian ahora con la Navidad, mientras
que los símbolos de la fertilidad como los conejos y los huevos de pascua, se
asocian con la Pascua (Ester). Istar era la diosa babilónica de la fecundidad.
Las impresionantes ruinas en una colina a una altura de 300 metros encima de los
valles circundantes, cerca de la moderna ciudad de Bergama, en Turquía, son los
restos de los grandes templos paganos dedicados a los dioses y emperadores
romanos, pero solamente se puede observar un ligero rastro de la iglesia de
Pérgamo que una vez estuvo allí.
Los hijos de un matrimonio mixto:
Yo creo que las iglesias de Éfeso, Esmirna, y Pérgamo han desaparecido
simbólicamente y también en la realidad. Pero el matrimonio (o unión) entre las
creencias paganas y las creencias cristianas en Pérgamo, en el Siglo IV, produjo
unos descendientes que han podido sobrevivir hasta nuestros días en este Siglo
XXI, y están representadas por las cuatro cartas restantes, las cuales analizaremos
a continuación.
Cuando el Imperio Romano creció en prominencia, Roma pronto llegó a ser el centro
mundial de las prácticas y tradiciones de la religión pagana de Babilonia. Pérgamo
desapareció de la escena, pero el matrimonio mixto del cristianismo con el
paganismo iniciado allí ha producido cuatro “hijos”: los católicos romanos (Tiatira),
los protestantes principales (Sardis), los Evangélicos (Filadelfia) y la iglesia apóstata
(Laodicea). Todas estas iglesias están muy vivas hoy día.
¿Quiénes eran los nicolaítas?
Los “nicolaítas” están mencionados en la Biblia solo en dos pasajes, y ambos
pertenecen al libro de Apocalipsis, con lo cual podemos inferir que solo nuestro
Señor Jesucristo hablo de ellos, no mientras estuvo en la tierra, con sus apóstoles,
sino mediante la revelación hecha a Juan, precisamente en el libro de Apocalipsis:
Apocalipsis, 2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las
cuales yo también aborrezco.
Apocalipsis, 2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la
que yo aborrezco.
El primer pasaje citado se encuentra dentro de la carta a la iglesia de Éfeso,
mientras que el segundo se encuentra dentro de la carta a la iglesia de Pérgamo.
La de Éfeso es la primera carta (a la primera iglesia). Si suponemos que cada iglesia
representa también una instancia histórico-evolutiva de la iglesia a través de los
siglos en cuanto a la fe y a sus obras, en el caso de Éfeso, estamos hablando de la
‘iglesia primitiva’, la de los primeros tiempos luego de la muerte y resurrección del
Señor Jesucristo, donde todavía la religión era una pasión y no habían aparecido
aun los razonamientos teológicos.
Mientras que a la primera iglesia, la de Éfeso, nuestro Señor Jesucristo le reconoce
como merito aborrecer las obras de los nicolaítas (las que El también aborrece), a
la tercera iglesia, la de Pérgamo, le reprocha tener dentro suyo “a los que retienen
la doctrina de los nicolaítas”.
En la primera iglesia (Éfeso) los nicolaítas actuaban fuera de la iglesia (Pero tienes
esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco).
En la tercera iglesia (Pérgamo) los nicolaítas ya actuaban dentro de la iglesia (Y
también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco).
La carta a Éfeso representa el inicio de la iglesia desde el día de Pentecostés,
mientras que la carta a Pérgamo nos muestra la decadencia espiritual de la iglesia.
Éfeso significa “Deseada”, pero Pérgamo significa “Casamiento”.
La deseada iglesia de Cristo había decaído hasta llegar al punto de olvidar su
compromiso con su Señor y definitivamente “contraer matrimonio” con otro. La
pregunta que brota inevitablemente es ¿con quién se casó la iglesia de Pérgamo?.
Considerando esto, ya podemos saber con quién se casó la iglesia de Pérgamo.
Ella no considera que deba estar alejada del mundo. Ella mora en el mundo y mora
donde está el trono del mismo diablo. Pérgamo tipifica al compromiso que la iglesia
asumió con el estado y con el mundo. Las convicciones se habían echado por tierra
a fin de agradar al mundo por sobre los mandatos del Señor. Muchos ubican el
período de esta iglesia aproximadamente por el año 320 d.C. en pleno gobierno de
Constantino, quien por primera vez institucionaliza el concepto de césar o papismo,
o sea la presencia de un líder político y religioso, que en la actualidad se conoce
como “Papa”.
Para entender la obra de los nicolaítas, es necesario en primer lugar definir el origen
de la palabra. La palabra “Nicolaíta” proviene de dos raíces griegas: NICO que
significa dominio o conquista sobre otros y LAOS que significa pueblo, gente común,
laicos. De ahí podemos analizar la composición de la palabra NICOLAOS que viene
a ser algo así como DOMINIO SOBRE EL PUEBLO.
La obra y doctrina de los nicolaítas, consistió en jerarquizar a la iglesia, destruyendo
el armazón horizontal, para levantar uno piramidal. Esa es la obra y doctrina que
tanto aborrece El Señor. Así nace el clero (Nico) y el laicado (Laos). Una casta
clerical con privilegios especiales, fuerte vínculo con el césar y un evidente dominio
sobre el resto del pueblo (laicos).
Los nicolaítas comenzaron a dividir al pueblo de Dios en dos grupos. Los Clérigos
que eran personas “apartadas”, doctas, espirituales y con privilegios, y los laicos
que correspondían al resto del pueblo. Desde aquel tiempo comienza esa estructura
piramidal dentro de la iglesia, aun no teniendo asidero en las Santas Escrituras. La
sencillez de la iglesia, se vio paulatinamente reemplazada por una institución
organizada con jerarquías y con moldes seculares y paganos extraídos del
romanismo.
En otras palabras, era el nacimiento de la iglesia de Roma.
El mensaje a Tiatira
Apocalipsis, 2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que
tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: 2:19
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras
postreras son más que las primeras. 2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti:
que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis
siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. 2:21 Y le he dado tiempo
para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 2:22 He aquí,
yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se
arrepienten de las obras de ella. 2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las
iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada
uno según vuestras obras. 2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira,
a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las
profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 2:25 pero lo que
tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 2:26 Al que venciere y guardare mis obras
hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 2:27 y las regirá con vara de
hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido
de mi Padre; 2:28 y le daré la estrella de la mañana. 2:29 El que tiene oído, oiga lo
que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis, 2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer
Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer
cosas sacrificadas a los ídolos.
Un pecado que prevalecía en la iglesia de Tiatira era la tendencia a tolerar el pecado,
la injusticia y la enseñanza contraria a la Biblia de parte de sus dirigentes
(Apocalipsis, 2:14, 20). [1] A cierta persona Juan la llama Jezabel, nombre derivado
de la Jezabel del AT, la impía esposa del rey Acab, enemiga del profeta Elías y que
es sinónimo de idolatría y persecución (1 Reyes, 16:21, 19:1-3, 21:1-15, 25).
Es probable que algunos creyentes de Tiatira aceptaran a los falsos maestros
porque decían hablar de parte de Dios y exhibían gran carisma, éxito e influencia.
Cristo condena ese pecado de tolerancia. [2] Se debe rechazar a todo orador que
dé la impresión de que sus propias palabras son más autorizadas que la revelación
bíblica (1 Corintios, 14:29) y que afirme que Dios acepta dentro de la iglesia a
cualquiera que comete actos de inmoralidad y participa en los placeres mundanos.
Con frecuencia, algunos de la iglesia toleran tales falsas enseñanzas por
indiferencia, amistad personal o temor a la confrontación o por el deseo de paz,
armonía, ascenso personal o dinero. Dios destruirá a tal iglesia, junto con sus
dirigentes (Apocalipsis, 2:20-23, Lucas, 17:3-4).
Apocalipsis, 2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no
tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de
Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga;
Había en la iglesia de Tiatira quienes se habían mantenido fieles a la Palabra de
Cristo y a sus normas de justicia. Dios afirma que los conoce y promete que reinaran
con El sobre las naciones (Apocalipsis, 2:26).
La frase "las profundidades de Satanás" pudiera referirse a la falsa enseñanza que
dice que, a fin de experimentar plenamente la gracia y la salvación de Dios, se
deben conocer las profundidades del pecado y familiarizarse con toda clase de
maldad.
Lo anterior es una falsedad absoluta, ya que en la propia Biblia hay una bendición
sobre aquellos que no han pecado:
Salmos, 1:1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo
en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Apocalipsis, 2:25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
Las palabras de Cristo "hasta que yo venga" y "hasta el fin" (Apocalipsis, 2:26)
aclaran que sus mensajes, advertencias y promesas a las siete iglesias se aplican
también a todas las iglesias hasta el fin.
Al respecto, Jack Kelley comenta:
A la Iglesia en Tiatira (Apocalipsis 2:18-29)
“Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira:”
Tiatira significa sacrificio continuo. En la Iglesia Católica, el Señor aún permanece
en la cruz, y ellos creen que la hostia de la comunión se convierte en Su verdadero
cuerpo y sangre cuando se consume. Es la primera carta con el futuro a la vista, lo
que me lleva a concluir que las tres iglesias anteriores han desaparecido. Es
también la primera carta cuyos miembros están divididos en dos categorías, los
salvos y los no salvos.
(Título) “El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes
al bronce bruñido, dice esto:”
No podría ser más claro. Aunque nacido de una virgen, Quien habla con fuego en
los ojos debe de ser tratado como el Hijo de Dios, no de María.
(Alabanza) “Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus
obras postreras son más que las primeras.”
La Iglesia Católica es bien conocida por sus esfuerzos en llevar misericordia y
compasión, así como también llevar el Evangelio a los hijos de Dios.
(Crítica) “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel,
que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas
sacrificadas a los ídolos. Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación”.
El título “Reina del Cielo” con el que muchos católicos se refieren a María, fue
primeramente utilizado en Semiramis, la esposa de Nimrod, el fundador de
Babilonia, y madre de Tamuz. Semiramis se declaró como una diosa y afirmó que
Tamuz nació sobrenaturalmente habiendo sido concebido por el dios Sol, y así nació
la primera religión falsa, el culto de la madre/hijo.
Según la leyenda, mientras Tamuz salió a cazar, lo mató una fiera salvaje.
Semiramis hizo duelo durante 40 días, al final de los cuales Tamuz fue levantado de
los muertos. Así fue como se formó el sacerdocio célibe para conmemorar esto y se
nombró un sacerdote principal que fue declarado infalible. El duelo de 40 días (que
ahora se le llama la Cuaresma), el tronco navideño, el árbol siempre verde, el
muérdago y los bollos calientes de pan en forma de cruz, fueron símbolos utilizados
en los rituales conmemorativos de ese evento, y así fue como se inició el culto de la
madre/hijo.
Más tarde, los romanos adaptaron estos rituales a la muerte y el renacimiento del
sol en el solsticio de invierno, pero en el Siglo IV las tradiciones que rodeaban a
Semiramis y Tamuz fueron atribuidas a María y Jesús y llegaron casi sin ningún
cambio al catolicismo romano, en donde permanecen hoy día.
En esta carta, a Semiramis se le llama simbólicamente Jezabel, pues aleja a las
personas de la verdad hacia la idolatría. Pero también la verdadera Jezabel está a
la vista aquí. Ella era la hija del Rey de Fenicia, una princesa pagana mejor conocida
por el consejo que dio a su esposo el rey israelita Acab, de cómo apropiarse de la
viña que él quería.
Ella levantó acusaciones falsas en contra del dueño de la viña, contrató testigos que
también dieran falso testimonio, y así el dueño de la viña fue condenado y ejecutado.
Luego ella confiscó la viña en nombre del rey (1 Reyes 21:1-16). Siglos más tarde
la Iglesia Católica obtendría mucha de su riqueza de la misma manera. Fortunas sin
medida fueron adquiridas durante estas inquisiciones.
Jezabel fue también la patrocinadora de los 450 sacerdotes de Baal a quienes Elías
degolló en el Monte Carmelo. El Señor ve la idolatría como una infidelidad, y a
Jezabel como la que ha fomentado la adoración a Baal, dirigiendo a las personas al
adulterio espiritual.
Los muchos santos a quien los católicos les rezan, y las obras sacramentales que
deben de hacer para obtener y mantener su salvación, no están en las Escrituras y
todas ellas niegan la suficiencia de la cruz. Por esta razón, a la Iglesia Católica a
menudo se le llama “la religión de algo más”. Jesús más María. La gracia más las
obras. Las Escrituras más la tradición. El darle el crédito por las obras de Dios a
alguien más, es el adulterio espiritual que permanece hoy día.
(Advertencia) “He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella
adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte,
y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y les
daré a cada uno según sus obras.”
Todas aquellas personas que insisten ser juzgadas por sus obras, les será otorgado
su deseo. Tristemente el énfasis en sus obras religiosas ha ensombrecido el
verdadero mensaje del Evangelio al punto de que algunos católicos de toda una
vida nunca llegan a conocer al Señor en una forma personal. El Señor los juzgará
según los motivos de su corazón. ¿Fueron sus buenas obras hechas con gratitud
por el regalo gratuito de la salvación, o fueron hechas en un esfuerzo inútil de
ganarla por sus propios medios?.
(Llamado) “Pero a ustedes y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen
esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás,
yo les digo: No les impondré otra carga; pero lo que tienen, reténganlo hasta que yo
venga.”
Los demás han mirado a través de las capas de las tradiciones y de las obras y de
los santos y de los rituales, y han encontrado el rostro del Señor que los mira. Todas
aquellas personas que se aferran tenazmente a Él, tendrán su recompensa.
(Promesa) “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad
sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso
de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la
mañana.
Ellos se unirán a Él en Su trono como co-regentes del universo, la Desposada de
Cristo, Su amada iglesia.
Nosotros no estamos en la iglesia por el lugar que ocupamos en la banca, o por el
nombre en la puerta, o por las buenas obras que hacemos. Nosotros estamos en la
iglesia porque hemos creído por la fe que “Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme
a las Escrituras (1 Corintios 15:3-4).
(Desafío) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Hay un poquito de Tiatira en todos nosotros. Aún después de que hemos sido
salvados por la gracia, todos nosotros tenemos una lista de lo que debemos hacer
y lo que no debemos hacer. Y entonces, derivamos nuestra auto-imagen como
creyentes, por estar adheridos a esa lista, generalmente juzgando a los demás en
cómo deben de cumplir con nuestros mandamientos. Cuando fracasamos,
recurrimos de nuevo a la gracia de Dios, pero no nos sentimos bien con nosotros
mismos hasta que nos volvemos a nuestra lista otra vez. Se nos olvida que la gracia
más las obras es igual a obras. Las dos son como el agua y el aceite, no se pueden
mezclar. “Más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe es
contada por justicia” (Romanos 4:5).
La única experiencia negativa que tuvimos en toda nuestra visita a los lugares de
las siete iglesias en Turquía sucedió en Tiatira, llamada Akisar hoy día. Después
que un amable y amistoso guarda abrió el sitio donde la iglesia estuvo una vez y
nos entregó el material que explicaba lo que estábamos buscando, nos alejamos
para buscar dónde almorzar, pensando lo placentero que nuestra estadía había sido
hasta ese momento. Calle abajo descubrimos una tienda al aire libre donde un
vendedor vendía los bocadillos de pollo a la barbacoa que son tan populares en
Turquía, y que también habíamos venido a saborear.
Esperando nuestros bocadillos, se nos acercó un hombre que parecía tener alguna
posición de autoridad. Sus maneras eran muy hostiles, y sus preguntas
transmitieron un aire de sospecha. Nos alejamos de allí rápidamente, pensando si
acaso era un agente de la policía, o del gobierno o un oficial de una religión hostil
al cristianismo. Al alejarnos en el automóvil, también nos dimos cuenta de que los
bocadillos no se podían comer. El pollo estaba descompuesto, como si las entrañas
no hubieran sido removidas antes de cocinarlo. Al leer de nuevo la carta a Tiatira
nos impresionaron los contrastes entre el bien y el mal, tanto en la carta como en
nuestra visita.
El mensaje a Sardis
Apocalipsis, 3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes
nombre de que vives, y estás muerto. 3:2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que
están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3:3
Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si
no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 3:4
Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras;
y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. 3:5 El que venciere
será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 3:6 El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis, 3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes
nombre de que vives, y estás muerto.
La iglesia de Sardis estaba espiritualmente muerta, ya que muy pocos de sus
miembros se habían mantenido fieles al Evangelio. Por fuera, parecía avivada y
activa y tenía fama de éxito y espiritualidad. Pero Jesucristo la conocía por dentro,
pues El conoce el corazón de las personas.
Apocalipsis, 3:4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado
sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
A lo largo de la historia de la iglesia siempre ha habido unos pocos (un remanente)
“que no han manchado sus vestiduras” y que han procurado volver a la simplicidad
y pureza de la devoción a Cristo que conocieron los apóstoles y muchos otros
creyentes del NT (2 Corintios, 11:3).
Al respecto, Jack Kelley comenta:
A la Iglesia en Sardis (Apocalipsis 3:1-6):
“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis:”
Sardis significa remanente. Como lo hizo en la Carta a Tiatira, el Señor hace la
distinción entre los perdidos y los salvos (el remanente) en Sardis. La iglesia en
Sardis representa la Reforma Protestante. Cuando Lutero y otros abandonaron el
catolicismo romano, fue para buscar la verdad. Los católicos habían distorsionado
la Palabra de Dios en algo que nunca debió haber sido, agregándole a las Escrituras
e imponiendo severas cargas espirituales a sus seguidores.
El llamado de la Reforma fue, “Sola fide (Sólo por la fe), Sola Gratia (Sólo por la
gracia), Solus Cristus (Sólo con Cristo), y Sola Scriptura (Sólo Su Palabra).”
(Título) “El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto:”
El Señor le recuerda a la Iglesia en Sardis Quién es el que les escribe. Él es el Dador
del Espíritu Santo, y del Guardián del ángel que los pastorea.
(Crítica) “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.”
Jesús le dijo a la mujer junto al pozo, “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan, 4:24). En su búsqueda de la
verdad, los protestantes descuidaron las cosas del Espíritu y por varios cientos de
años, casi nunca escucharon los susurros del Ruach Elohim (el Espíritu de Dios) en
su entorno. Cuando el Gran Despertar a finales de 1.800 y comienzos de 1.900,
produjo que los Dones del Espíritu vieran de nuevo la luz, ellos rechazaron la idea,
dando como resultado que nacieran los movimientos Pentecostal, primero, y luego
el Carismático.
(Advertencia) “Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque
no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.”
Cuándo la Escuela Superior Alemana del Alto Criticismo invadió sus seminarios con
sus teorías paganas sobre la “verdadera” autoría de la Biblia, y los racionalistas
modernos, a los cuales ellos dieron a luz, explicaron que no había milagros, no hubo
ningún discernimiento de las Escrituras para poder resistirlos. Y así fue cuando
habiendo rechazado primeramente el Espíritu, también ellos ahora habían perdido
la Verdad.
(Llamado) “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora
vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado
sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.”
Como fue el caso con la iglesia católica, solamente permanece un remanente del
protestantismo denominacional que es salvo. El resto, habiendo trabajado
intensamente para hacer que Dios fuera lo suficientemente pequeño como para
caber en sus mentes, ahora lo encuentran demasiado pequeño para satisfacer sus
necesidades. Ellos estarán entre los más sorprendidos al encontrar que fueron
dejados atrás cuando los eventos del tiempo final se desarrollen. (Observe que el
Señor no promete venir por ellos, sino venir a ellos.).
(Promesa) “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante
de sus ángeles.”
Pero al remanente de creyentes, Él les dará las vestiduras blancas de la justicia que
es por la fe, y se complacerá al presentárselos a Su Padre como miembros de la
Eterna Familia de Dios.
(Desafío) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Existen dos extremos en el cristianismo hoy día. La ortodoxia muerta del
protestantismo principal, la cual no puede oír el Espíritu y cuyo diluido evangelio no
tiene ningún poder para salvar, se encuentra en un extremo del espectro. El “celo
sin conocimiento” de los carismáticos quienes con tanta frecuencia ignoran las
admoniciones de Su palabra y permiten los excesos más espantosos del
espiritualismo, está en el otro extremo. Se nos dice de adorar a Dios en espíritu y
en verdad, pero un enfoque muy grande hacia ambos puede causar la pérdida de
los dos.
Juan, 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores
busca que le adoren.
La “verdad” es la Palabra de Dios. Adorar “en espíritu y en verdad” significa adorar
a Dios dando el debido lugar tanto a lo espiritual como al conocimiento de la Palabra
de Dios, en un justo equilibrio. Por un lado, adorar con un celo extremo puesto en
la Palabra de Dios, ignorando las manifestaciones del Espíritu, implica proclamar un
Evangelio “solo de palabras” sin poder para salvar (que no salva).
Por el otro, adorar poniendo el énfasis estrictamente en lo espiritual, sin el debido
conocimiento de la Palabra de Dios, implica el serio riesgo de ser destruido ya que
un indebido conocimiento de la Palabra de Dios es una puerta abierta al ingreso de
(falsas) doctrinas de demonios (1 Timoteo, 4:1).
Oseas, 4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto
desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley
de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
El lugar más importante en Sardis es hoy día una gran sinagoga y un gimnasio
(escuela) abandonados. Meditando en el lugar pensé cómo la iglesia protestante ha
abandonado sus raíces judías al haber ignorado el Antiguo Testamento, aun
dudando de su veracidad. Habiendo aprendido del Nuevo Testamento lo que el
Señor hizo, pero sin entender por qué lo hizo porque ellos nunca han leído el Antiguo
Testamento, han perdido el significado último que una vez validó su teología. Se
convirtió en forma sin sustancia.
Estas dos hijas definieron el cristianismo hasta los años de 1.800, cuando el Señor
de nuevo hizo grandes cosas y la Iglesia nació otra vez en la tercera hija de
Pérgamo.
El mensaje a Filadelfia
Apocalipsis, 3:7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el
Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y
ninguno abre: 3:8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado
mi palabra, y no has negado mi nombre. 3:9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de
Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo
haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. 3:10
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la
hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que
moran sobre la tierra. 3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que
ninguno tome tu corona. 3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de
mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el
nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de
mi Dios, y mi nombre nuevo. 3:13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias.
Filadelfia era una iglesia fiel que guardo la Palabra de Cristo y no lo negó. Los
creyentes habían soportado la oposición del mundo y habían resistido el adaptarse
a las tendencias malas de otras iglesias y todavía perseveraban en la fidelidad a
Cristo y en la verdad del Evangelio del NT (Apocalipsis, 3:7-10). Debido a su
perseverancia fiel, Dios les promete librarlos de la hora de la prueba que ha de venir
sobre los que moran en la tierra.
Apocalipsis, 3:10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también
te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para
probar a los que moran sobre la tierra.
Este pasaje es una confirmación de lo que Pablo dice en:
1 Tesalonicenses, 1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los
muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
1 Tesalonicenses, 5:9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar
salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
También Jesucristo hablo de lo mismo mientras estuvo en la tierra:
Lucas, 21:36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de
escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del
Hombre.
La forma de escapar de "todas estas cosas que vendrán" y de ser rescatados de la
ira venidera es, sin dudas, el rapto o arrebatamiento de la iglesia (1 Corintios, 15:5152, 1 Tesalonicenses, 4:15-17).
Apocalipsis, 3:11 He aquí, yo vengo pronto;
La estrecha relación de este versículo con Apocalipsis, 3:10 indica [1] que la venida
de Cristo para llevarse a su iglesia de la tierra, en el rapto o arrebatamiento, será el
medio de liberación para ella y [2] que solo los fieles de las iglesias que se
mantengan fieles a Cristo y a su Palabra escaparan de la hora de la prueba y de la
Tribulación (Apocalipsis, 3:8).
Al respecto, Jack Kelley comenta:
A la Iglesia en Filadelfia (Apocalipsis 3:7-13):
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia:”
Filadelfia significa la Ciudad del Amor Fraternal.
En las crónicas de la historia de la iglesia, Filadelfia representa la iglesia evangélica
nacida en los años de 1800 durante el Segundo Gran Despertar. (El primero sucedió
cerca de 100 años antes principalmente en las Colonias Septentrionales de los
EE.UU.).
Durante siglos los eruditos han intentado alegorizar la interpretación de las
Escrituras, especialmente las relacionadas con la profecía, pero a mediados de los
años de 1800 se activaron sus bases con el retorno de la interpretación literal. El
Rapto antes de la tribulación y los 1000 años del reinado de Cristo en la Tierra, que
fueron puntos de vista prevalecientes durante el Siglo I, pero abandonados por la
interpretación alegórica, volvieron a ser populares. La iglesia nació de nuevo.
(Título) “Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre
y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:”
Jesús es el Mesías que sostiene las llaves del Reino Davídico. Solamente Él tiene
la autoridad para otorgar y rechazar el ingreso al reino.
(Elogio) “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta,
la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi
palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás
a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que
vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.”
La puerta abierta es aquella por la cual Juan entró al Cielo en el capítulo 4, para
estar frente al Trono de Dios, lo cual es un tipo de Rapto. La Iglesia en Filadelfia, al
no recibir ninguna crítica, también se le otorga el ingreso. Esto es un hecho
simbólico puesto que todas aquellas personas que son salvas por la gracia según
la fe, es como si nunca hubieran cometido pecado alguno. Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en él (2 Corintios, 5:21).
La iglesia de Filadelfia del Siglo I, como otras iglesias gentiles del momento, estuvo
acosada por los “judaizantes”. Estos insistían en que antes de que un Gentil se
convirtiese al cristianismo, debía convertirse primero en un judío y guardar la ley.
Ellos se vieron obligados a admitir que el camino al cristianismo no era pasando por
el judaísmo, sino era yendo directamente al pie de la cruz.
En estos últimos días, los seguidores de la Teología de la Sustitución (los que creen
que la iglesia remplazó a Israel) y otros grupos que niegan la herencia de Israel
como hijos favoritos de Dios, se verán obligados a postrarse ante la verdadera
Iglesia y admitir el error de sus caminos.
(Advertencia) “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar
a los que moran sobre la tierra.”
Esta es la promesa del Señor del Rapto antes de la tribulación. La palabra griega
traducida “de” en este pasaje literalmente significa “fuera del todo” y nos excluye del
tiempo, del lugar, y de la causa de los juicios de los tiempos finales. Solamente una
“hora de prueba” se profetiza sobre el mundo entero, y solamente una está diseñada
para los moradores de la tierra. Es la Gran Tribulación. A través del resto de
Apocalipsis, a la iglesia se le menciona como aquellos que moran en el Cielo.
(Llamado) “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona.”
Aquí encontramos uno de esos lugares en que se distingue el regalo gratuito de la
salvación, de las coronas que ganaremos como galardones por el trabajo que
hicimos en el nombre del Señor como agradecimiento por Su regalo. Una de esas
coronas está reservada para aquellos que anhelan Su venida (2 Timoteo, 4:8) con
lo cual se describe perfectamente la actitud de la Iglesia en Filadelfia.
La palabra griega traducida “pronto” en realidad significa de repente, sin aviso.
Cuándo El venga, lo hará de repente, sin ninguna advertencia. No permita que nadie
lo aleje de la promesa de Su retorno. ¡No pierda la esperanza!.
(Desafío) “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más
saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de
mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre
nuevo.”.
¿Quién es que vence al mundo? pregunta Juan. Solamente los que creen que Jesús
es el Hijo de Dios (1 Juan, 5:5). A través de todas las cartas, los vencedores son
aquellas personas quienes han resistido los agregados y las supresiones que la
humanidad le ha hecho a la ecuación de salvación del Señor y han permanecido
firmes en la creencia de que solamente por fe es que somos salvos.
La Nueva Jerusalén es el hogar de la iglesia. Nada impuro podrá jamás entrar en
ella, solamente aquellos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del
Cordero (Apocalipsis, 21:27). Con toda esa identificación, no habrá ninguna duda
en cuanto a quienes son las personas que estarán autorizadas a vivir allí.
(Promesa) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Una vez más se nos advierte que permanezcamos dentro de los principios del
Evangelio. Mantenernos en Su Palabra. Nunca negar Su nombre. Mantener
nuestras convicciones. Y mantenernos mirando al Cielo.
Era un día claro y hermoso cuando llegamos a Filadelfia, que es hoy día la moderna
Alasejir, apenas después de almuerzo. Justo a tiempo, pensé, puesto que los
lugares históricos en Turquía a menudo cierran a las tres de la tarde. Divisamos las
señales que guiaban al sitio de la iglesia y llegamos sin dificultad alrededor de la
1:30 PM. Era un vecindario silencioso y el sitio en que la iglesia estuvo, era como
un parque, verde y limpio.
El rótulo en la puerta nos indicó que llegamos durante las horas de visita y, como en
los otros sitios que habíamos visitado, había una oficina pequeña para cobrar el
ingreso y distribuir la literatura del lugar. La puerta estaba abierta así que entramos
al lugar. Pero a diferencia de los otros lugares, aunque permanecimos por casi una
hora, no vimos ningún visitante ni empleado. Era como si todos se hubieran
esfumado, tal como el Señor había prometido.
El mensaje a Laodicea
Apocalipsis, 3:14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el
testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: 3:15 Yo
conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 3:16
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 3:17 Porque
tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no
sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 3:18 Por
tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico,
y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu
desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. 3:19 Yo reprendo y castigo a
todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. 3:20 He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él,
y él conmigo. 3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así
como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 3:22 El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Apocalipsis, 3:15-16 describe la condición espiritual de la iglesia de Laodicea. Una
iglesia tibia es la que se acomoda al mundo y se asemeja a la sociedad que la rodea.
Profesa que sigue el ejemplo de Cristo pero, en realidad, es miserable y digna de
compasión (Apocalipsis, 3:17-18). En su autosuficiente prosperidad y
mundanalidad, la iglesia de Laodicea había excluido de sus congregaciones al
mismísimo Señor Jesucristo, quien "está a la puerta y llama". Una iglesia sin
Jesucristo. Sí, es preferible se ateo (frio).
Debe mantenerse continuamente la distinción entre las iglesias y el Espíritu Santo.
Las iglesias están subordinadas al Espíritu de Dios y a su Palabra inspirada (2
Timoteo, 3:15-16, 1 Pedro, 1:24-25, 2 Pedro, 1:20-21). Esta distinción entre el
Espíritu y las iglesias puede expresarse mediante las siguientes verdades bíblicas.
[1] El Espíritu Santo no es posesión de las iglesias ni de ninguna institución humana.
Él es el Espíritu de Dios y de Cristo y no el Espíritu de las iglesias. El Espíritu
permanece libre para ir y venir según las normas de justicia de Dios (Juan, 1:33,
4:24, 7:39, 14:17).
[2] El Espíritu Santo representa el actual señorío de Cristo sobre las iglesias. El
Espíritu y su Palabra son la autoridad suprema. Constantemente las iglesias deben
juzgar sus creencias por medio del Espíritu. Nunca deben confiar, obedecer ni
escucharse solo a sí mismas. El Espíritu y la Palabra inspirada son más grandes
que las iglesias de la historia. [3] El Espíritu Santo permanecerá con cualquier iglesia
solo en tanto esta permanezca fiel a Cristo y a su Palabra y “oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias” (Apocalipsis, 2:5, 16, 22-23, 3:3, 15-16).
Al respecto, Jack Kelley comenta:
A la Iglesia en Laodicea (Apocalipsis 3:14-22):
“Y escribe al ángel de la iglesia de Laodicea:”
Laodicea significa “la gente gobierna”. La iglesia de Laodicea representa la iglesia
apóstata del final de la era. Muchos de los movimientos como la Nueva Era y la
Iglesia Emergente forman parte de esta iglesia.
(Título) “He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de
Dios, dice esto:”
Cristo les está diciendo que sepan que no son ellos los que mandan en la iglesia.
(Crítica) “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o
caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y
desnudo.”
Laodicea no recibe ningún elogio, solamente esta crítica la cual está llena de
sarcasmo simbólico. Laodicea obtenía su agua de la cercana Hierápolis, un centro
de aguas termales que aun florece hoy en día con el nombre de Pamukale. El agua
fluye a través de un valle en un acueducto abierto. Originándose caliente en su
nacimiento en las fuentes termales, llega tibia a su destino. Es muy fría para limpiar
o bañarse, y demasiado tibia para ser refrescante, por eso no es apta para el uso
hasta que pueda ser calentada o enfriada.
El fuego del Espíritu se había ido de la Iglesia de Laodicea dejando a sus miembros
metidos en un ritual de “forma sin sustancia”. Y no era que a ellos les importara eso.
Ellos estaban felices como almejas con su religión sin compromiso, ni
responsabilidad. Así es, en muchas formas, la iglesia emergente de hoy día.
Parecen ser iglesia y hasta hacen algunas cosas que una iglesia hace, pero no se
puede detectar el poder del Espíritu Santo allí, y la ausencia del Evangelio de
nuestra salvación es obvia. A pesar de que sus congregaciones son a menudo
grandes y bien financiadas, su condición espiritual es una de pobreza.
(Advertencia) “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego,
para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.”
La ciudad de Laodicea era un centro regional bancario próspero, también famoso
para la rica tela negra de lana que sus residentes producían, y un ungüento
calmante que ayudaba a reducir los efectos dolorosos de la tensión ocular causada
por el astigmatismo. Desde el punto de vista del mundo, ellos eran ricos, pero
pobres en las cosas del Espíritu.
Se creían bien vestidos en sus ropas brillantes de lana negra, pero carecían de las
vestiduras blancas de justicia, por lo que estaban desnudos; eran capaces de ver
todas las oportunidades para obtener una ganancia material, pero tenían una gran
necesidad de una dosis sana del colirio del Señor para restaurar su perspectiva
eterna. ¿Suena como alguien que Usted conoce? La Iglesia de Laodicea está viva
y muy próspera en este Siglo XXI.
(Llamado) “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Muchas veces llamado el “gran llamado evangelístico”, este pasaje expresa con
fuerza un hecho extraordinario. ¡El Señor está afuera! Él llama a la puerta tratando
de entrar, esperando (¿me atrevo decir, orando?) que alguien, cualquier persona,
escuche Su voz y lo invite a pasar. Si lo hacen, Él les dirá, “es mejor que cambien
de manera de pensar sobre su necesidad de un salvador. ¡El tiempo se acaba!”.
(Desafío) “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo
he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Hasta el momento del Rapto cualquier persona en la Iglesia de Laodicea puede
reconocer su necesidad para un salvador y buscar al Señor para salvación. E
incluso si eso los convirtiera en el último miembro del Cuerpo de Cristo, podrán
recibir todos los derechos y privilegios. El número está casi completo. Si usted que
está leyendo esto, pertenece a Laodicea, usted puede ser al que todos estamos
esperando.
(Promesa) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
En todos nosotros hay un poco de Laodicea. En algunas partes de la Palabra de
Dios somos tibios, en alguna área de nuestra vida creemos que somos
autosuficientes, algún pecado nos ha cegado. Entonces, enderecemos las cosas
mientras aún hay tiempo.
Cuando nos detuvimos al lado del anfiteatro griego esa mañana (Laodicea tiene
ambos anfiteatros, griego y romano) era claro que la Iglesia de Laodicea no escuchó
al Señor que llamaba a la puerta. Lo que quedó de la iglesia no es sino un esqueleto
vacío.
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