Subido por carlosandresserrano

trabajo final lope de vega

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Universidad Nacional de Colombia
Monográfico de Lope de Vega
Brigitte Gissel Jiménez Rojo
Miguel Jaime Rodríguez Puerto
Ángela María Sanclemente Delgado
Carlos Andrés Serrano Hoyos
El uso de la lírica y las formas expresivas del tratamiento del amor en los
sonetos de la comedia El perro del hortelano de Lope de Vega
Y soy tan de veras Español, que por ser en nuestro idioma
natural este género, no me puedo persuadir, que no sea digno
de toda estimación. Los Versos sueltos Italianos imitaron a
los Heroycos Latinos y los Españoles en estos, dándoles más
la gracia de los assonantes, que es sonora y dulcissima.
Prólogo a las Rimas (edición de 1611)
La forma poética del soneto tuvo una gran importancia en el desarrollo de la literatura
española de los siglos XV y XVI. Dicha forma presenta un uso particular en la obra de Lope
de Vega que buscamos analizar desde su presencia en la comedia El perro del hortelano,
para reconocer la forma en que lo usa y los mecanismos expresivos del tratamiento del amor.
Lope retoma esta tradición poética que fue introducida en España por Juan Boscán, como
atestigua la carta que el último dirigió a la duquesa de Soma, en la que le cuenta su innovación
al usar los versos italianos en sus composiciones:
“este segundo libro terná otras cosas hechas al modo italiano, las cuales serán sonetos y
canciones, que las trovas desta arte así han sido llamadas siempre (…) porque la cosa no
era nueva en nuestra España, y los nombres también nuevos”. (Boscán, Carta a la duquesa
de Soma)
Instado por Boscán, Garcilaso hace uso de la forma italiana para sus composiciones que,
junto a su gran maestría, dan realce e importancia a dicha forma en la poesía española; y
gracias al mismo, Lope conoce, utiliza y modela su obra poética.
La tradición del soneto
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El soneto era una forma más en la poesía medieval. La importancia capital en el uso de esa
forma se consolidó con Petrarca en el Cancionero, en él se establecen los motivos y las
formas que se manejarán; convirtiéndose en recurrentes para la lírica de la época. Su métrica
y las imágenes propias se extenderán por todo el continente instaurándose en norma
inamovible.
El soneto se constituyó como la forma expresiva por excelencia del sentimiento amoroso, ya
que permitía por su sonoridad y plasticidad el volcamiento de la pasión; según González:
«El soneto, estrofa italiana que se erige con el cetro en la Edad de Oro, cauce de expresión
de las más variopintas ideas, fue para los poetas europeos la forma idónea para expresar en
un breve giro un pensamiento amable y amoroso. Como es sabido, su especialización en el
sentimiento del amor se remonta al siglo XIII. » (724)
En Italia el soneto tomó fuerza y se hizo un instrumento audaz al tener un lenguaje preciso,
puntual y casi exacto, que podía manifestar toda clase de pasiones y sentimientos a través del
lenguaje, que a partir de un vasto material lograba musicalidad, expresiones profundas,
fuertes y hondas para lograr un efecto en el lector.
A partir de Petrarca se presentan motivos especiales que obedecen a la tradición del amor
neoplatónico, por ejemplo: la idealización de la dama y la expresión del amor como hábito;
además expresa la interioridad del yo lírico en consonancia con el estado de la naturaleza y
configura físicamente la amada a partir de metáforas. Desde esta perspectiva el amor se
presenta como un medio para elevar el espíritu y acercarlo a Dios.
En el caso español, Garcilaso condensa las tradiciones del amor cortes y el amor
neoplatónico acercándose a una concepción menos ideal: aunque el amor se presente como
un sentimiento elevado es al tiempo mal o enfermedad, miedo o peligro, locura, religión; es
una pasión tormentosa e imposible, la causa del dolor es el desdén de la amada, la
imposibilidad se presenta al momento de alcanzar el amor y perderlo.
Aunque Lope siga la tradición en cuanto a la forma métrica de los sonetos y a la expresión
de la interioridad del sujeto y mediante estos se presente la expresión del sentimiento
amoroso, la concepción general del amor no sigue los lineamientos de la filosofía
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neoplatónica, sino que presenta cierto cuestionamiento y plantea una nueva concepción de
este aspecto.
En el verso 308 del Arte nuevo de hacer comedias, Lope afirma que “el soneto está bien para
los que aguardan”, su uso dentro de la comedia está relacionado con el pensamiento o la
interioridad de los personajes en las situaciones, y, aunque se presenten sonetos dialogados,
son fundamentalmente momentos de intimidad o soledad en que los sujetos se interrogan o
se interpelan a ellos mismos, en los que la acción es expectante.
El uso que hace Lope del soneto en la comedia nos permite entender la concepción que tiene
de dicha forma poética y sus posibilidades de expresión dramática. La función de despliegue
de la interioridad nos remite directamente al pensamiento del personaje; en medio de la
acción somos empujados hacia el pensamiento y estamos en contacto directo con la realidad
objetiva de sí.
Pero la única función no es la de mostrarnos los personajes en su individualidad, estos
momentos poéticos nos permiten conocer o articular el resto de la trama, puesto que nos
presentan la evolución de los personajes. Incluso “el público, conocedor de los recursos
teatrales de la época, sabía que la soledad de un personaje sobre el escenario anunciaba
fatalmente un soneto u otra forma establecida de soliloquio” (Pedraza, 528) en el caso de El
perro del hortelano los sonetos “van pespunteando la trama y ofreciéndonos las contrastantes
perspectivas de los protagonistas” (526).
El caso específico de los sonetos en El perro del hortelano
En el Perro del Hortelano el primer lugar donde la reconfiguración del sentimiento amoroso
es explicita es en uno de los diálogos entre Teodoro y Diana. Ella le pide explicación sobre
cuáles son las palabras que utiliza para “vencer a una dama”, es decir, para hacer que esta
ceda a los ruegos del poeta aún a costa del mancillamiento de su honra.
«DIANA ¿Qué le has dicho, por mi vida?
¿Cómo, Teodoro, requiebran
los hombres a las mujeres?
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TEODORO Como quien ama y quien ruega,
vistiendo de mil mentiras
una verdad, y esa apenas.
DIANA Sí, pero ¿con qué palabras?
TEODORO Estrañamente me aprieta
vuseñoría: «Esos ojos,
le dije, esas niñas bellas,
son luz con que ven los míos,
y los corales y perlas
desa boca celestial...»
DIANA ¿Celestial?
TEODORO Cosas como estas
son la cartilla, señora,
de quien ama y quien desea.
DIANA Mal gusto tienes, Teodoro.» (El perro del Hotelano 1049-1066)
Como se puede ver en el diálogo, Teodoro hace alusión a las imágenes poéticas que buscan
halagar a la amada: los dientes como perlas, ojos iluminados y la boca celestial, con la
finalidad de conseguir el amor de la dama. Estas imágenes son propias de la poesía
petrarquista como se evidencia en el siguiente fragmento:
¿Dónde las perlas en las que fragua y frena / dulces palabras, castas y excelentes? / ¿Dónde
tantas bellezas, tan divinas, / de esa frente serena más que el cielo? (Petrarca, Soneto CCXX
v: 5-8)
Sin embargo, es importante resaltar que esta tradición no es presentada como la forma de
expresar el verdadero sentimiento amoroso, sino que es una construcción idealizada y
ficcionalizada que se constituye como el artificio del poeta para adquirir el favor de la dama
y no solo expresar su sentir.
El principal cuestionamiento que se hace a la concepción amorosa del neoplatonismo es su
carácter idealizado y su alejamiento de la verdadera naturaleza humana; no se realiza desde
la diatriba explícita en contra de estos principios, sino mediante la presentación de una visión
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completamente diferente que contrasta los aspectos más importantes de esta construcción del
amor.
Uno de los aspectos más importantes que se pone en tela de juicio es la naturaleza y la
concepción de la dama, puesto que Lope no la presenta como el ser divino, perfecto e
inalcanzable como sucedía en la poesía petrarquista, sino que es presentada en su dimensión
humana, en la que las pasiones que le despiertan el sentimiento amoroso entran en
contradicción con el valor más importante que debe proteger, es decir la honra. Y esto implica
que la mujer ya no es un ser superior al amado ni un ser puro ni casto, sino que es capaz de
cometer bajezas y puede sucumbir al deseo, no solo en lo ideal sino en la dimensión física
que implica su naturaleza humana.
A continuación presentamos el primer soneto que aparece en la comedia:
«DIANA: Mil veces he advertido en la belleza,
gracia y entendimiento de Teodoro,
que, a no ser desigual a mi decoro,
estimara su ingenio y gentileza.
Es el amor común naturaleza,
mas yo tengo mi honor por más tesoro;
que los respetos de quien soy adoro
y aun el pensarlo tengo por bajeza.
La envidia bien sé yo que ha de quedarme,
que si la suelen dar bienes ajenos,
bien tengo de qué pueda lamentarme,
porque quisiera yo que, por lo menos,
Teodoro fuera más, para igualarme,
o yo, para igualarle, fuera menos. » (El perro del hortelano 325-338)
Al pasar el sentimiento amoroso de un plano espiritual a un plano físico, seguimos sin hacer
una gran distancia al amor neoplatónico. La diferencia empieza en que esto se otorga a la
dama y no al caballero, pues como ya explicamos, muestra una naturaleza diferente a la que
se le otorga a ella, pasando del carácter ideal al carácter humano; y, siguiendo esta idea, toda
la concepción del amor pasa de un ámbito utópico a un ámbito terrenal.
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Podemos ver que en El perro del hortelano se transgrede la característica más importante y
que condiciona a las demás, que es el amor eterno y que configura la tradición amorosa. Este
aspecto es expuesto por Lope como algo voluble que está supeditado a las necesidades y
aspiraciones sociales.
En el cuarto soneto vemos a Teodoro presentándose, no como la víctima de un sentimiento
avasallador sino que se permite razonar sus pasiones y someterlas a la decisión que más le
convenga:
«TEODORO ¿Puedo creer que aquesto es verdad? Puedo,
si miro que es mujer Dïana hermosa.
Pidió mi mano, y la color de rosa,
al dársela, robó del rostro el miedo.
Tembló; yo lo sentí; dudoso quedo.
¿Qué haré? Seguir mi suerte venturosa;
si bien, por ser la empresa tan dudosa,
niego al temor lo que al valor concedo.
Mas dejar a Marcela es caso injusto;
que las mujeres no es razón que esperen
de nuestra obligación tanto disgusto.
Pero si ellas nos dejan cuando quieren
por cualquiera interés o nuevo gusto,
mueran también como los hombres mueren.» (El perro del hortelano 11731186)
La idea general del soneto modifica la forma en la que se plantea la relación de los
enamorados, pues ya no hay un proceso de vasallaje ante la dama o ante su objeto de deseo
por ser cambiante e incontrolable, ahora se configura como una decisión del sujeto. El soneto
no funciona como la expresión del sentimiento amoroso de Teodoro sino que por medio del
uso de los elementos naturales se revelan los verdaderos intereses de su cortejo amoroso.
En el soneto final se puede ver como Lope usa el recurso anteriormente descrito para expresar
el verdadero sentimiento de Marcela:
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«MARCELA ¿Qué intentan imposibles mis sentidos,
contra tanto poder determinados?
Que celos, poderosos declarados,
harán un desatino resistidos.
Volved, volved atrás, pasos perdidos,
que corréis a mi fin precipitados;
árboles son amores desdichados,
a quien el hielo marchitó floridos.
Alegraron el alma las colores
que el tirano poder cubrió de luto;
que hiela ajeno amor muchos amores.
Y cuando de esperar daba tributo,
¿qué importa la hermosura de las flores,
si se perdieron esperando el fruto?» (El perro del hortelano 358-370)
Son evidentes los celos que le produce el amor entre Teodoro y Diana, pero descubrimos
velado entre las imágenes de la naturaleza y el deseo físico profundamente insatisfecho, los
reales sentimiento no van dirigidos a la correspondencia amorosa sino a la satisfacción carnal,
mostrando un cambio en el imaginario del amor.
Aquí encontramos la importancia de resaltar la concepción del amor que tiene Lope y como
la expresa en El perro del hortelano, la obra se plantea como un cuestionamiento a las
tradiciones medievales del amor, no sólo en los sonetos como se ha venido desarrollando,
sino a través de toda la obra desde la trama misma.
Relación con el Arte nuevo de hacer comedias
Teniendo en cuenta la presentación que hemos realizado de la tradición amorosa ligada a la
forma del soneto, la innovación de Lope no reside en la reformulación de la métrica, sino en
la adaptación a las necesidades comunicativas de su época. Esta toma de posición se liga a la
poética misma de Lope y está expresada de forma explícita en el Arte nuevo de hacer
comedias:
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«Ya tiene la comedia verdadera
su fin propuesto, como todo género
de poema o poesis, y éste ha sido
imitar las acciones de los hombres
y pintar de aquel siglo las costumbres.» (49-53)
En este sentido, la presentación que se hace del amor no está en la construcción artificial de
conceptos, sino en la representación de cómo se entiende y se vive el amor en su cotidianidad.
Así, la intención del autor no es elaborar una nueva concepción amorosa.
Para su tiempo, el amor no funciona como una búsqueda espiritual encaminada a enaltecer
al sujeto a la manera de la tradición petrarquista, Lope la revela sólo en relación con los
modelos literarios mostrando que la ideología neoplatónica y cortesana no tiene sentido en
la vida real, y la transforma al representar a través de las formas clásicas la realidad del
sentimiento amoroso en su entorno.
Bibliografía
Boscán, Juan. “Carta a la duquesa de Soma” Obras poéticas. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.
En
línea.
Consultado
el
14
de
mayo
de
2017.
Disponible
en
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/64526138989077438596646/p0000002.htm
Caballero, Juan Matas. "Algunas notas sobre métrica: sonetos y canciones de Juan de
Jáuregui." Estudios Humanísticos. Filología 11 (1990): 11-26
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