Universidad y patentes Guillermo Vidaurreta

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ARTÍCULO ESPECIALIZADO:
Universidad y patentes
Guillermo Vidaurreta
El desarrollo industrial basado en la innovación tecnológica constituyó una política de Estado
para los países desarrollados que no fue puesta en duda, a lo largo de la historia, por ningunas
de las distintas expresiones y regímenes políticos imperantes: ciudades y gremios
medievales, reyes, tiranos, déspotas y demócratas han tenido al menos un punto de contacto
y continuidad. La razón de este consenso reposó fundamentalmente en la idea de que el
cambio tecnológico era imprescindible para el desarrollo industrial y que a su vez, el
predominio del conocimiento era sustento de su superioridad económica.
A partir de la Revolución Industrial los procesos de innovación fueron valorados como
indispensables para desarrollar una industria más eficiente y competitiva. Por otra parte, los
países desarrollados que hasta el fin de la segunda guerra mundial fueron más o menos
enemigos entre sí, pero rivales comerciales siempre, pensaron que si la superioridad de un
país se basaba en el conocimiento, entonces el fomento de la innovación debía tener carácter
“nacional”. La intencionalidad de las políticas de gobierno, no estuvieron dirigidas a fomentar
una ciencia o una tecnología para la “humanidad” – aunque indirectamente esta pueda
acceder a parte de sus beneficios o que individualmente los científicos compartan este espíritu
ecuménico – sino a propender a un cambio tecnológico constante que asegure la
competitividad del país en el escenario internacional.
En contraste, en los países subdesarrollados la decisión de establecer un modelo de
crecimiento industrial basado en la investigación y desarrollo es una discusión que
históricamente no se ha saldado. Al día de hoy existen importantes sectores en la Argentina
que señalan que el país debe importar la tecnología necesaria y que no sería “eficiente” si
invirtiera en investigación y desarrollo. Otros grupos si bien valoran en forma positiva la
inversión en I+D, consideran que el Estado sólo podrá realizar una inversión en el área cuando
se solucionen los más importantes problemas económicos y sociales y se equilibren las
cuentas fiscales. Estas posturas, no consideran que una política agresiva en I+D pueda
desarrollar una sólida industria y de esta manera aportar soluciones a los problemas
económicos del país.
Desde el punto de vista empresarial la visión no es más optimista. En Latinoamérica un
modelo de industrialización basado en la importación de tecnología, no facilitó la formación
de una mentalidad empresarial dotada de creatividad técnica nacional, ni propició el
surgimiento de una capacidad de producción científica orientada a la innovación nacional.1
Negraes Brisolla de, Sandra “Universidad – empresa: los problemas de su vinculación”. Revista de Derecho
Industrial, Depalma, Buenos Aires, N° 40, p. 153.
1
Estas posturas encontradas al menos ponen en tensión la relación de la universidad con el
Estado y el sector industrial. Es decir, mientras que en los países desarrollados las
universidades fuertemente financiadas son el apacible y benéfico canal mediante el cual los
Estados cumplen su política de industrialización, conjuntamente con el sector empresario, en
la Argentina ante la general indiferencia del sector público y privado y las crisis económicas
recurrentes, las universidades deben en soledad desarrollar sus políticas de investigación con
presupuestos paupérrimos. Por lo tanto, la investigación universitaria se da en un contexto
entre hostil y poco favorable a la innovación y el cambio tecnológico como política económica.
Ante esta situación no pocos sectores vislumbran a la protección de los resultados de las
investigaciones por patentes como un medio eficaz para obtener los ingresos con que la
universidad hoy no cuenta.
Toda universidad debe tener una estrategia para la protección de los resultados de sus
invenciones. Pero las tensiones por las que atraviesa la universidad y esta visión
“recaudadora” de las patentes universitarias, pueden llevar a hacer perder el horizonte
marcado por las misiones y principios universitarios, conspirando incluso con las posibilidades
de investigación de la misma universidad. En modo alguno se intenta desalentar la protección
de los resultados de las investigaciones de la universidad mediante patentes, sino recalcar su
función de “medio” y no de “fin”.
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