Algunas reflexiones sobre el trabajo Fernando de Santiago Lo importante no es el trabajo que uno realiza, sino quien realiza el trabajo y cómo lo realiza. No es malo lo de la educación ni lo de aspirar a lo que uno quiere, lo que sí hay que repetir es en las circunstancias concretas de nuestra vida lo que nos va a realizar es cómo hacemos el trabajo, quién realiza el trabajo y no qué tipo de trabajo realizamos. En las circunstancias poco motivantes como el trabajo de emigrantes, el que a uno no le gusta, etc., el hombre tiene capacidad creadora para hacer de eso un trabajo más humano mediante la intuición o la inventiva. Y cuando no puede, aún le queda la salida de tomarlo como valores de actitud. Sería bueno que las feministas leyeran esto. ¿Por qué las señoras se tienen que ir a trabajar fuera del hogar? Porque les da la neura en casa, pero también puede darles en la oficina porque es una enfermedad. También les puede dar la neura, no por estar en casa, sino por no hacer nada en casa, lo cual es más fácil. Pero si va a la oficina y no trabaja, le dará la neura a ella y a todos los del negociado. La otra exageración es el hipertrofiar el trabajo. ¡El trabajo es muy importante para el hombre! Pues no. Lo que es muy importante para el hombre es vivir y hacer aquello que la vida te reclame. ¿Qué es lo normal que la vida te reclame? El trabajo, pero si te lo reclama, pues, si a tí no te lo reclama, el trabajo no da sentido a la vida. Otro de los problemas que está hoy muy de actualidad y que tiene un cliché neurótico en el fondo: mi vida se realiza si yo me autorealizo en el trabajo. Y si yo no me autorrealizo en el trabajo estoy medio neurótico y tengo que acabar en el psicoanalista. No es así. Es muy sencillo de contraargumentar. ¿De qué depende tener el trabajo que uno quiere? Tener el trabajo que uno quiere depende de condiciones laborales, de condiciones socioeconómicas, de la bolsa de mercado, de las posibilidades de formación que tienen los países en un momento determinado, de los índices económicos en definitiva. Es decir, todo lo que estamos diciendo son variables que se escapan al dominio de la esfera de la libertad del hombre. Decir que mi vida sí tiene sentido si realizo el trabajo que me gusta es decir que el hombre no tiene libertad, que a algunos le toca la lotería y a otros no. Y eso es un planteamiento neurótico de la vida. “Es que como yo no tengo mi trabajo, así nos va en el matrimonio”. No es así. ¿Eres un ser libre? Sí. ¿Tienes libertad? Sí. Luego tu vida depende de tus decisiones, no de la bolsa de trabajo. ¡Anda si llegas a vivir en el siglo XII en que no había ordenadores!, tu vida no tendría sentido. Aquellas variables que están fuera de nuestra propia libertad no podemos dominarlas, por tanto, no se puede construir la vida del hombre en función de variables que se escapan al dominio de la libertad. Luego el hombre tiene la decisión interior por la libertad de alcanzar la felicidad, de darle un sentido a la vida sabiendo responder a lo que la vida le reclama en cada momento. Y ahora, para llegar a genio ¿qué tengo que hacer? ¡Repartir empanadas! Ese chiquito que tenía tantas ideas que le volaban los pelos porque ya no le cabían. Ese chiquito que se llamaba Einstein tenía un trabajo en la oficina. Empezó de oficinista. Además tenía alguna dificultad para trabajar, por eso trabajaba como una bestia: lo que los demás hacían en ocho horas, él lo hacía en cuatro horas. El resto de las otras cuatro horas inventaba boberías de estas de la relatividad y esas cosas. Un día, con 21 o 22 años, mandó un artículo a una revista en el que decía que las cosas son muy relativas. Al de la revista le gustó el articulillo, pero le dijo que tendría que demostrarlo. Einstein lo invitó a ir a su casa y tenía allí tres armarios llenos de cuadernos con las demostraciones. ¡Qué suerte tuvo en la vida Einstein! No. Tres armarios llenos de cuadernos. El otro día leí un libro encantador de una señorita que no me apetece decir cual es, pero es encantador. Yo me preguntaba ¿cómo puede esta chiquita escribir tan bien? Llevaba diez años intentando que se lo publicaran y, al no conseguirlo, lo pulía año tras año. Fruto de ese trabajo bien hecho salió ese buen libro.