Subido por Patricia Franco Olmos

Articulo Oficios Rionegro

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La técnica de fabricación de zapato artesanal es uno de los saberes más representativos de la
tradición rionegrera. Junto con la carpintería, la siembra de flores y la construcción de silletas,
la fabricación de arepas caseras, entre otros, la fabricación artesanal de calzado ocupa un sitio
privilegiado en las expresiones inmateriales del patrimonio de la ciudad. ¿Pero cómo llegó a
ser esta práctica tan destacada en Rionegro? ¿Qué cambios y transformaciones sufrió en su
trasegar histórico? ¿Por qué fue tan particular dentro de la sociedad?
Es posible que desde la génesis de la parroquia de San Nicolás en el siglo XVII ya hubiera
personas en esta localidad que se encargaran de la fabricación de zapatos. Sin embargo,
solamente se han encontrado registros documentales sobre zapateros en la segunda mitad del
siglo XVIII. Para entonces, personas de diverso tipo se dedicaban a este oficio como una
forma de sustento. Se les llamaba artesanos y constituían un estamento social diferenciado
dentro de la sociedad rionegrera. Es decir, se distinguían principalmente por las actividades
que realizaban y una tendencia a ser mayoritariamente pobres, a pesar de ser un conjunto de
población muy numeroso.
Los artesanos eran zapateros, carpinteros, talabarteros, herreros, sastres, pintores y plateros,
entre otros oficios, que comúnmente formaban gremios o asociaciones de trabajo,
cooperación y articulación. Existía una jerarquía dentro de los gremios: siempre había un
oficial mayor o maestro mayor del oficio, después estaban los oficiales y finalmente los
aprendices y ayudantes, quienes debían pasar varias pruebas antes de convertirse en oficiales
de cualquiera de estas artes manuales. Asimismo, los gremios de artesanos estaban
constituidos por personas de todo tipo: negros, indios, mulatos y, en general, las castas, como
se denominaba a ese grupo donde estaban los sujetos de distinta procedencia social y
caracterizados por su mestizaje.
¿Cómo se fortaleció el oficio de zapatero a finales del periodo colonial? Con el crecimiento
de la población a finales del siglo XVIII, comenzaron a aparecer necesidades asociadas a los
oficios y las ocupaciones de las personas. Al conformarse el cabildo de Rionegro en la década
de 1780, existió una preocupación constante por controlar la mendicidad, la vagancia, el ocio
y el desempleo de las personas. En 1786, por ejemplo, el defensor y padre de menores Joaquín
Londoño señalaba al cabildo de la ciudad que el ideal de la quietud y la tranquilidad de la
población requería el empleo y la ocupación de todas las personas en edad para trabajar, por
lo que solicitó que se sacaran del poder de las familias a los jóvenes ociosos y se les enseñara,
además de la doctrina cristiana, oficios como la zapatería, la herrería y la carpintería. 1 La
solicitud iba orientada a precaver el ocio y la vagancia y generar mayor productividad
económica y circulación de bienes materiales, como era el ideal borbónico a finales del siglo
XVIII.
Es posible conocer cómo se daba el aprendizaje de la zapatería entre finales del periodo
colonial y los inicios de la república. Durante los primeros años de la época de la
independencia, Francisco Pinela entregó a su hijo Juan al ciudadano Miguel Escobar, quien
era oficial de zapatero, con el propósito de que este le enseñara su oficio. El contrato consistió
en que el joven estuviera durante cinco años sujeto al zapatero: tres aprendiendo y los otros
dos trabajando en el oficio para pagarle la enseñanza. Esto incluía el mantenimiento del
aprendiz con la comida y el vestido. Así lo cumplió el zapatero Escobar hasta que el joven
Pinela fue reclutado por el Estado, con el propósito de servirse de él para la guerra de
independencia. Tiempo después, el padre del aprendiz dijo al zapatero que ya no quería que
su hijo siguiera en el oficio, y lo tomó para sí. El zapatero Escobar demandó que no se le
habían pagado los tres años que lo había mantenido y toda la enseñanza del oficio que le
había proporcionado, para que, en 1816, cuando estaba haciendo esa denuncia, el joven Juan
Pinela ya fuera un oficial de zapatería, puesto al servicio de Sinforoso García Salgar.2
Los oficios de los artesanos los acompañaban generalmente durante toda su vida. Una vez
adquirido un oficio o un saber, las personas se entregaban a esa práctica y enseñaban su
conocimiento a sus hijos y cercanos, para que en algún momento pudieran valerse de ese
conocimiento para vivir. El saber de un oficial de zapatería se extendía por lo común a toda
su familia, y tal vez la poca riqueza que los oficiales lograban acumular consistía en sus
herramientas y su conocimiento puesto al servicio de la fabricación de distintos objetos y
obras físicas. En 1813 ocurrió, por ejemplo, que Eugenio Uribe vendió la herramienta de
zapatería de su hermano difunto Juan Ignacio Uribe, con el propósito de pagar los derechos
1
2
Archivo Histórico de Rionegro, (AHR). Gobierno, tomo 16, f. 190r-v.
AHR, Gobierno, tomo 22, ff. 210r-211r.
de la iglesia, la sepultura, el hábito, el entierro y todo lo demás anexo. Esta suma equivalía a
catorce castellanos aproximadamente.3
Durante estos años de la independencia se produjo la reorganización del gremio de los
artesanos de zapatería, puesto que presumiblemente muchas personas habían comenzado a
ejercer el oficio sin el examen previo ni el conocimiento correspondiente por parte del
maestro mayor de zapatería y el cabildo de la ciudad. Al teniente del maestro mayor de
zapatería Antonio Marulanda se le encargó la realización de dicho examen, que se llevó a
cabo congregando a los oficiales y zapateros en una tienda pública de la ciudad durante cierto
tiempo y verificando visualmente y por medio de la prueba tangible de la fabricación de
zapatos que efectivamente tuvieran la destreza para hacer parte del gremio de zapateros de la
ciudad. La prueba ocupó un mes y medio aproximadamente, pues incluyó todos los
preliminares, el proceso, la confección, la construcción y la entrega de cada obra y por parte
de cada uno de los examinados, que según el zapatero Marulanda eran bastantes. Y agregaba:
Entre los oficiales de zapatería ejercen este oficio con tienda pública algunos
esclavos que solo se sujetan a su amo, y esta circunstancia me obliga a hacerlo
presente a vuestra señoría para que se sirva disponer que todo oficial con tienda
pública quede sujeto al examen e inspección del maestro mayor, así en este acto
como en lo sucesivo en la parte que toque al discernimiento y crítica de su
profesión.4
Que negros esclavos practicaran la zapatería en Rionegro y tuvieran una tienda pública en la
ciudad para 1817 constituye un aspecto muy relevante para analizar desde una perspectiva
sociológica, política y económica. Tal vez habría que remontarse a la segunda mitad del siglo
XVIII, para entender por qué razón los esclavos podían tener oficio de zapateros. Las
relaciones sociales que produjo la explotación minera en el valle de San Nicolás en este
periodo generó que la sujeción de la mano de obra esclava fuera menos rigurosa, haciendo
que los esclavos pudieran tener uno, dos y hasta más días a la semana, o cada cierto tiempo,
en que eran libres. Esa libertad justamente los obligaba a tener que ganarse su sustento en
“Contiene la distribución de catorce castellanos en que fue vendida la herramienta de zapatería de Juan Ignacio
Uribe, invertidos en pagos del entierro por Eugenio de Uribe. Año de 1813. Juzgado de segundo voto”, en AHR,
Gobierno, tomo 249, ff. 1r-11v.
3
4
AHR, Gobierno, tomo 22, ff. 262r-263r.
otro tipo de actividades, por lo cual parece que la mayoría de ellos se inscribieron en distintos
gremios de artesanos y aprendieron oficios como la zapatería.
¿Qué circunstancias ocurrieron para que los esclavos pudieran tener esta actividad económica
iniciando el siglo XIX? Es una pregunta que implica estudiar el fenómeno en relación con
las necesidades económicas de esta población y, al mismo tiempo, las necesidades materiales
de quienes compraban o adquirían zapatos. En cualquier caso, este hecho evidencia que la
zapatería ya era un oficio muy popular, conocido y practicado en Rionegro durante los años
de las guerras de independencia.
Justamente en este contexto se solicitó la fabricación de 2000 alpargatas en Rionegro y otros
puntos de Antioquia, con el fin de calzar a las tropas patriotas. En 1815, estando en Rionegro
el francés Manuel de Serviez, solicitó al cabildo enterarse y vigilar la realización de este
pedido, que tenía carácter de urgencia, tanto por el tiempo como por la necesidad de vestir
adecuadamente los soldados de los ejércitos.5 Una cantidad tan grande de alpargatas
solamente podía ser satisfecha por una gran cantidad de zapateros o fabricantes de este
calzado, lo que muestra, entonces, que el gremio era numeroso y la actividad se mostraba
demandada y buscada.
Durante todo el curso del siglo XIX, la zapatería permaneció como una actividad atractiva
para el sostenimiento económico de distintas familias. En este quehacer, además de los
fabricantes, comenzaron a aparecer los tratantes, intermediarios y negociantes, con quienes
se desataron distintos conflictos y querellas. El 29 de marzo de 1867, el negociante Zenón
Parra afirmó que le había mandado a hacer unos botines a Julián Pineda hace un tiempo y
que este se los había entregado. Y luego aceptó la demanda que lo obligaba a pagar seis pesos
que adeudaba al zapatero.6 Asimismo, un año después Joaquina Cardona demandó a Pedro
José Orozco, para que se le obligara al pago de dos pesos y dos reales que hace mucho tiempo
le debía, procedentes de seis pares de alpargatas que le dio para vender a razón de tres reales
cada par.7 Y finalmente, en 1899, Maximiliano Caicedo solicitó ante el alcalde municipal de
5
AHR, Gobierno, tomo 26, f. 86r-v.
AHR, Gobierno, tomo 119, ff. 324r-327r.
7
AHR, Gobierno, tomo 119, ff. 311r-312v.
6
Rionegro exigir a Rafael Silva la devolución de 60 centavos que le había entregado para la
reparación del cosido de un calzado y que después de mucho tiempo seguía sin entregarle.8
Estos pleitos permiten comprender cómo la fabricación de calzado en Rionegro se incorporó
progresivamente en el centro de las actividades económicas para el siglo XIX. En los
registros del Archivo Histórico de Rionegro, los conflictos entre zapateros o por razones
relacionadas con el calzado son, por lo general, más frecuentes en comparación con los
pleitos en los que figuraban otro tipo de artesanos u trabajadores de oficios distintos. No
obstante, aún es necesario indagar mucho más sobre cómo los distintos cambios económicos
y políticos del contexto nacional y regional impactaron la configuración del oficio de la
zapatería durante el siglo XIX.
Para la segunda mitad de ese siglo no se hablaba en los documentos de indios, negros y otro
tipo de personas, pero ciertamente continuaban apareciendo actores distintos en el
intercambio económico y comercial del zapato, así como todo tipo de agentes. Se
encontraban, entonces, los negociantes, los fabricantes y reparadores, los agentes de
comisión que viajaban a otros lugares para comerciar y, muy importante, las mujeres. Estas
se involucraron tanto en la construcción de zapatos como en su comercialización e
intercambio. También el mercado se amplió considerablemente y el zapato rionegrero se
distribuyó por todo el oriente antioqueño, el norte de Caldas y otros lugares del país.
Por ejemplo, el 13 de agosto de 1929, se presentó en la Alcaldía Municipal de Rionegro
Simeón Restrepo, vecino del distrito, y denunció criminalmente a Delio Cardona por el delito
de abuso de confianza. Manifestó que el lunes, 29 de julio de ese año, se había presentado en
su casa Delio Cardona diciéndole que iba para San Carlos con una obra de calzado del señor
Pedro Valencia, y que si él (Simeón) quería darle otros pares para llevar y sacarles alguna
ganancia. Simeón le dio 18 pares de zapatillas de charol propias para mujer y agregó que se
los ponía a tres pesos oro cada uno. Si no los venía, le dijo que le llevara los restantes, pero
si le quedaban cuatro o cinco pares los diera a dos pesos oro con ochenta centavos, para que
no tuviera que cargarlos de regreso. El domingo 11 de agosto llegó Cardona de regreso y
mandó a decirle a Simeón que en Cascajo, cerca de Marinilla, lo había atacado y le habían
quitado todo lo que traía y que por ese motivo no podía darle el dinero. Simeón manifestó
8
AHR, Gobierno, tomo 145, f. 159r.
que a Cardona no lo habían atacado y que lo que quería era privarlo de su dinero, que eran
54 pesos oro, valor de los 18 pares de calzado a tres pesos oro cada uno. 9 Este pleito se
extendió por casi dos años, y permite retratar varios aspectos de lo que significaba la zapatería
en Rionegro para el siglo XX: un oficio de subsistencia de familias, una actividad de
producción para la exportación, un trabajo de articulación de diferentes niveles económicos
(producción, comercialización, distribución, etc.).
Rionegro se convirtió en el centro de la fabricación y la comercialización de zapatos y todo
tipo de calzado en el oriente antioqueño y el departamento durante buena parte del siglo XX.
Desde mujeres viudas como Rosenda Palacio hasta jóvenes de 15 años como Jesús Antonio
Castrillón;10 y desde zapateros que vivían en Belén, como Antonio Flórez, hasta otros que
vivían en Quebrada Arriba, como Manuel Peláez,11 una significativa cantidad de habitantes
de Rionegro se vieron implicados de alguna manera en el oficio de la zapatería.
Hasta en Bogotá se supo en la década de 1930 sobre el potencial y la capacidad de los
fabricantes de zapatos de Rionegro, como se lee en una comunicación dirigida en 1934 al
alcalde de la ciudad por parte del Jefe de la Oficina de Trabajo del Ministerio de Industria.
En ella se comunicaba la devolución a José Cardona, fabricante de calzado de Rionegro, de
la colección de formularios estadísticos.12 Asimismo, un año después, el Ministerio de Guerra
de Colombia solicitaba a través del Departamento Administrativo reducir el valor de la
cotización para la adquisición de calzado nacional, en lugar de mandar a traerlo del exterior.13
De alguna manera, el calzado rionegrero se había convertido en un referente del zapato
nacional para la década de 1930.
El establecimiento y el funcionamiento de las zapaterías fue regulado por la misma
municipalidad de Rionegro, que se encargaba de cobrar y registrar los derechos de talleres y
negocios de calzado. Así, en 1930 se notificó a Alejandro Ramírez la deuda que tenía con el
pago de los derechos de zapatería,14 y con cualquier persona o familia que manejara este tipo
9
AHR, Gobierno, tomo 151, ff. 591r, 593v. Sumario contra Delio Cardona por abuso de confianza al no
pagarle a Simón Restrepo 18 pares de zapatos que le entregó para vender, 1929-1931.
10
AHR, Gobierno, caja 274, carpeta 1, ff. 21v-22r; “Solicitud de Rosenda Palacio reclamando un calzado.
Mayo 1904”, en AHR, Gobierno, caja 256, carpeta 6, f. 164r.
11
AHR, Gobierno, caja 270, carpeta 1, f. 163r.
12
AHR, Gobierno, caja 261, carpeta 2, f. 112r.
13
AHR, Gobierno, caja 261, carpeta 4, f. 29r.
14
AHR, Gobierno, caja 260, carpeta 7, ff. 229r-230r.
de negocios se hacía el mismo procedimiento. Aunque en Rionegro se podían encontrar
talleres y negocios de zapatería en distintos lugares, la mayor parte se concentró hacia el
costado norte de la iglesia de San Nicolás y a un costado de la histórica Casa de la
Maestranza. La calle pasó a llamarse con el tiempo Calle de la Zapatería, y después de que
Carlos Uribe Echeverri abriera un pasaje en los bajos de la Maestranza, este pasaje pasó a
llamarse el Pasaje de la Zapatería. Aunque este fue el centro de la comercialización del
calzado, lo cierto es que los artesanos generalmente tenían su taller en la casa donde vivían,
pues les ahorraba el pago de alquileres y les permitía vincular más fácilmente al trabajo al
resto de la familia (esposa, hijos y otros parientes).
Los procedimientos y las herramientas de trabajo para el siglo XX eran muy diversos, y
también se daba la distribución social y sexual del trabajo. Las mujeres y los niños solían
guarnecer, cocer y decorar los zapatos. Los dueños de los talleres administraban y
gestionaban los pedidos y encargos de la población. Y los aprendices o trabajadores de los
talleres se dedicaban al resto de la construcción del calzado, ya fuera en casa o taller del
patrón o también podía ser en sus propias casas. Entre los materiales usados por los artesanos
se encontraban moscas, puntillas, piedras de amolar, tenazas, cortafríos, cuchillas, planchas,
saca hormas, bisagras para los bordes, pinzas, martillos, vidrio de raspar, cuchillos, pegante,
etc.15
A mediados de siglo XX hubo varias propuestas e iniciativas para institucionalizar una fiesta
típica de Rionegro, como se venía haciendo en otros lugares de Antioquia. Se pensó en la
fiesta de las flores y la fiesta del maíz, pero finalmente el Concejo Municipal de Rionegro,
por medio del Acuerdo No. 17 de 1965, institucionalizó la Fiesta Anual del Zapato. 16 Esta
tuvo como propósito servir de base para la educación pública en este saber tradicional, por
lo que a la postre terminó siendo parte del currículo lúdico-práctico del Instituto Técnico
Industrial de Rionegro, donde finalmente desapareció.
El rápido proceso de industrialización en Rionegro durante la segunda mitad del siglo XX
fue quitando protagonismo al zapato artesanal, que se fabricaba desde el periodo colonial en
Juan Camilo Martínez Aristizábal (comp.), Rionegro: las transformaciones económicas y sus impactos en la
cultura. Aproximaciones desde la memoria oral (Rionegro: Alcaldía de Rionegro, 2015), 108.
16
Acuerdo No. 17 (19 de marzo) de 1965, “Por la cual se decreta la Fiesta Anual del Zapato”, en Archivo
Central del Concejo de Rionegro, Acuerdos.
15
la ciudad. La producción serial y en masa, la apertura económica de la década de 1990, el
establecimiento de industrias e instituciones comerciales en Rionegro y la importación de
productos extranjeros provocaron el rápido declive de esta tradición durante las últimas
décadas del siglo XX, hasta dejar apenas un puñado de zapateros tradicionales, quienes
actualmente portan un conocimiento valiosísimo sobre la forma como se hacía antiguamente
el calzado. Además, si bien reconocen el desequilibrio en la competencia, han encontrado la
forma de mantener viva una práctica ancestral que ha acompañado el desarrollo de la ciudad
durante más de 200 años.
Bibliografía
-
Acuerdo No. 17 (19 de marzo) de 1965, “Por la cual se decreta la Fiesta Anual del Zapato”,
en Archivo Central del Concejo de Rionegro, Acuerdos.
-
Archivo Histórico de Rionegro, fondo Gobierno.
Tomos: 16 22, 26, 119, 145, 151, 249.
Cajas: 274, carpeta 1; 256, carpeta 6.
-
Martínez Aristizábal, J.C. (comp.) (2015), Rionegro: las transformaciones económicas y sus
impactos en la cultura. Aproximaciones desde la memoria oral, Rionegro: Alcaldía de
Rionegro.
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