La Evolución del Pensamiento Científico. “Al replegarse el pensamiento teocrático a causa de la Reforma”, explicó Javier Puerto, “se hizo muy visible una nueva manera de entender el pensamiento que estaba fundamentado, no en mitos, no en creencias, sino en la búsqueda de la verdad dentro de la naturaleza”. Según el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, “decir que hubo una revolución científica es históricamente falso, ya que los cambios se produjeron de forma progresiva. Lo que sí hubo fue una revolución en el campo del pensamiento, que algunos intentaron frenar y a la que otros decidieron amoldarse”. Dos factores tuvieron gran importancia para esa nueva ciencia que estaba a punto de surgir: por un lado, el descubrimiento de América supuso un gran esfuerzo científico en ámbitos tan diversos como la física, la navegación y la geografía. En este sentido, según Puerto, “el descubrimiento del Nuevo Mundo fue más revolucionario que el propio Copérnico”. Por otro, la invención de la imprenta permitió publicar en solo cinco años más libros que todos los manuscritos que se habían escrito hasta entonces. Estos libros expandieron el conocimiento clásico de una forma extraordinaria y además, por estar publicados en lenguas romances, alcanzaron una gran penetración y permitieron que técnicos como boticarios, cirujanos, metalúrgicos y artistas accedieran a ese conocimiento. Algunas figuras adoptaron una actitud crítica ante los errores de los clásicos. Vesalio, por ejemplo, decidió no anteponer las enseñanzas sobre anatomía de los antiguos griegos, a menudo erradas, a lo que él mismo veía durante las clases de disección, una práctica habitual antes de él. Según Puerto, “Vesalio fue la primera persona que atentó radicalmente contra el principio de autoridad”. Nicolás Copérnico, por su parte, expuso su teoría heliocentrista, retirando a la Tierra del centro del universo y situando al Sol en su lugar, (el sol es el centro del universo y los cuerpos celestes giran alrededor de este, los planetas poseen tres tipos de movimientos, el universo y la tierra son esféricos, las estrellas se mantienen fijas). Juan Valverde de Amusco describió la circulación menor de la sangre —un descubrimiento simultáneo con Realdo Colombo y Miguel Servet—. Y William Gilbert propuso que la Tierra se comporta como un imán gigantesco en De magnete, una obra dedicada a “quienes buscan el conocimiento no en los libros, sino en las cosas mismas”. Puerto recordó durante su conferencia que en aquella época no había una separación clara de disciplinas: así, figuras pioneras en la explicación del mundo natural mediante observaciones directas también se aproximaban a prácticas de naturaleza mágica y alquímica. Pero si fue el Renacimiento lo que rompió con la teocracia y dio importancia al individuo y a conocer lo que nos rodea a través de la experiencia directa, fue en el Barroco cuando este modelo de pensamiento cristalizó en una nueva ciencia. Francis Bacon y René Descartes emplearon los métodos inductivo y deductivo, respectivamente, para conocer la realidad (Hizo contribuciones en física y óptica. El sistema de coordenadas cartesianas recibió su nombre. Se le acredita como el padre de la geometría analítica), y Galileo Galilei instituyó el método científico moderno, basado en la razón y en la lógica. Se abrió también la posibilidad de realizar experimentación contrastada gracias a las nuevas tecnologías, como el barómetro que inventó Evangelista Torricelli; los hemisferios de Magdeburgo, con los que Otto von Guericke demostró la existencia del vacío; el microscopio que perfeccionó Anton van Leeuwenhoek, con el que el ser humano accedió al mundo de lo infinitamente pequeño; o el telescopio que perfeccionó Galileo, con el que realizó “observaciones que le confirmaron que la teoría copernicana no era una teoría matemática elegante para explicar los movimientos de los cuerpos celestes, sino la realidad”. Isaac Newton unió los cielos y la Tierra con el descubrimiento de la gravedad: ya no eran esferas separadas, sino que se regían por las mismas leyes. Y con hallazgos como la circulación mayor de la sangre por parte de William Harvey se introdujo la idea de un ser humano dinámico, sometido a leyes naturales como el propio cosmos. Ya en la segunda mitad del siglo XVII, la ciencia comenzó a institucionalizarse: aparecieron las primeras publicaciones científicas y se crearon entidades como la Royal Society en Inglaterra o la Real Academia de las Ciencias en Francia. Puerto concluyó su conferencia con dos citas que resumen la transformación que supuso el pensamiento científico en la manera de aproximarse al conocimiento del mundo natural. Por un lado, Heráclito y su afirmación de que el cambio incesante es uno de los principios fundamentales de la realidad. Por otro, Galileo, “que decía que somos enanos, pero cabalgamos a hombros de gigantes”.