Derecho a la igualdad y medidas de acción positiva por AGUSTINA PALACIOS Diciembre de 2000 REVISTA QUORUM REVISTA DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE MAR DEL PLATA Id SAIJ: DACF010005 I.- Introducción: El 21 de julio del año 2.000 se promulgó en nuestro país la Ley 25.280, mediante la cual se incorporó a nuestro derecho interno la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, suscripta en Guatemala el 7 de junio de 1999 , AG/RES.1608 (XXIX-O99). A través de este tratado la República Argentina se ha comprometido a "adoptar las medidas de carácter legislativo, social, educativo, laboral o de cualquier otra índole, necesarias para eliminar la discriminación contra las personas con discapacidad y propiciar su plena integración en la sociedad..." (art. 3). No es este el primer instrumento por el cual nuestro país se encuentra obligado a adoptar medidas idóneas a fin de lograr la integración de las personas afectadas por alguna discapacidad. Sin embargo, esta Convención resulta ser un avance, debido a la definición que realiza el artículo primero sobre el término "discapacidad", que incluye que la misma pueda ser causada o agravada por el entorno económico y social. La aceptación del concepto mencionado anteriormente significa reconocer la responsabilidad que cabe al Estado, con relación a actos que, por acción o por omisión, conlleven a la causa, no- mejoramiento o agravamiento de la discapacidad; como así también a la no-integración de las personas que requieren un tratamiento especial para gozar de los derechos básicos que le son reconocidos por el solo hecho de ser seres humanos. II.- El derecho a la Igualdad: rol del Estado y de la sociedad. Como enseña Bidart Campos (1), todos los seres humanos participamos de una igualdad elemental de status en cuanto personas jurídicas. Este es el concepto básico de la llamada "igualdad civil", que consiste en eliminar discriminaciones arbitrarias entre las personas. Pero al encarar el tema de la igualdad, es bueno tener en cuenta una doble dimensión de los seres humanos (2): - como personas, es decir como entes racionales, en su esencia: somos todos iguales; - como individuos, es decir como unidades dotadas de específicas cualidades psíquicas, físicas y morales, no somos todos iguales En consecuencia es que un buen concepto de igualdad supone respetar tanto las similitudes esenciales como también las diferencias accidentales. Esta distinción es fundamental para elaborar una teoría de la igualdad constitucional. Y dentro de este concepto de igualdad constitucional referido, es que la doctrina ha incluido el "derecho a la diferencia" o "derecho a ser diferente": que exige que a cada ser humano se le respete y se le preserve lo que hay en él de diferente respecto de los demás; ya que la dignidad del ser humano radica precisamente en que no existen dos personas idénticas. También se encuentra aquí involucrado el concepto de libertad, ya que el respeto de la libertad no significa solamente quedar libre de impedimentos para ejercerla, sino además contar con ayudas y prestaciones que faciliten el acceso cuando el sujeto carezca de medios propios. Cuando los ordenamientos jurídicos contemporáneos reconocen el derecho a la libertad, se entiende que ésta se efectiviza no solo a través de omisiones, sino también de acciones. Y de esta manera, promoviéndose la distribución razonablemente igualitaria de la libertad, arribamos nuevamente al principio de igualdad. Y, reiteramos, esta igualdad a la que debemos aspirar no es simplemente la ausencia de discriminaciones arbitrarias. Es eso, más una igualdad de oportunidades, es decir una igualdad real de posibilidades que efectivamente se hallen al alcance de todos, y especialmente de los menos favorecidos, que son siempre quienes más bloqueado tienen su real acceso a los derechos. En consecuencia, de lo hasta aquí expuesto, es que se afirma que no corresponde al Estado un rol pasivo para garantizar el derecho a la igualdad, sino que debe tener una posición activa. Esto actualmente se encuentra reconocido en diferentes constituciones del mundo (3), en Declaraciones, Tratados Internacionales, y en nuestra propia Constitución Nacional. Por lo tanto, hoy en día no cabe duda de que el Estado debe remover los obstáculos de cualquier naturaleza que traben o impidan una real vigencia sociológica de los derechos humanos. Con esto queremos decir que no es suficiente con que el Estado reconozca que somos titulares de ciertos derechos, sino que además es obligación de éste el garantizar a las personas el ejercicio de los mismos. La Convención Americana de Derechos Humanos (que en nuestro país goza de jerarquía constitucional) enuncia en su art. 1 entre los deberes de los Estados partes el respeto y la garantía del pleno ejercicio de los derechos reconocidos; y en su art. 2 se establece el compromiso por parte de estos Estados de adoptar las medidas que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos. Sabemos que en materia de derechos humanos existe una gran distancia entre lo proclamado y lo vigente. No coincide la vigencia normológica con la vigencia sociológica; por lo que debe resaltarse la obligación por parte del Estado, y de toda la sociedad en acortar la distancia mencionada. III.- Breve reseña sobre el tratamiento legislativo en nuestro país antes de la Reforma constitucional de 1994 1.- Ley 22.431 de Protección Integral. Si bien existen cuerpos legales que han tratado el tema discapacidad con anterioridad, recién con la ley 22.431 (sancionada y promulgada el 16-03-81) se ha reunido en una ley especial el sistema de protección integral de las personas con discapacidad. En el mensaje del poder Ejecutivo que acompañó a la norma se destacó la pretensión de que todos los aspectos relativos a la situación de las personas con discapacidad se encontraran contemplados. Mediante la misma se ha procurado reunir en un sólo cuerpo legal la legislación dispersa hasta la fecha. La doctrina ha criticado varios aspectos de esta normativa, de los cuales los más relevantes nos parecen los siguientes: a) En primer término, como enseña Travieso (4), desde los fundamentos del proyecto se advierte un punto débil de la ley, y es la omisión en establecer una declaración de los derechos de las personas con discapacidad, tendientes a lograr la plena integración social de los mismos. Actualmente los avances sobre esta temática han sido significativos en cuanto a dos conceptos básicos: - el de normalización, que se configura en un principio orientador para la formulación de programas y de estrategias de acción. Mediante éste se aspira a que las personas con necesidades especiales sean titulares de los mismos derechos y tengan las mismas obligaciones que los demás miembros de la sociedad. Para ese fin, debe normalizarse el entorno de estas personas, lo que conlleva a la adaptación de los medios y de las condiciones de vida acordes a sus necesidades. La ley de La Paz sobre la Persona con Discapacidad enuncia en forma expresa este principio (5). - el segundo de los principios es el de integración, objetivo primario que debe tenerse presente en cualquier medida a tomarse en servicio de las personas con discapacidad. b) También se ha criticado el establecimiento del principio de subsidiariedad de la intervención del Estado con relación a la cuestión bajo análisis. Coincidimos en la mencionada crítica, ya que, como hemos explicado supra, estimamos que, si bien la actividad privada resulta de trascendental importancia y la sociedad debe colaborar, el rol del Estado es indelegable en esta materia. c) Por último, a nuestro entender es inadmisible la diferenciación que la ley realiza en el art. 1ero (cuando señala los objetivos de la misma) entre "personas discapacitadas" por un lado y "personas normales" por otro. En efecto, el citado artículo establece: ": Instituyese por la presente Ley un sistema de protección integral de las personas discapacitadas, tendiente a asegurar a estas su atención médica, su educación y su seguridad social, así como a concederles las franquicias y estímulos que permitan en lo posible, neutralizar las desventajas que la discapacidad les provoca y les den oportunidad mediante su esfuerzo de desempeñar en la comunidad un rol equivalente al que ejerce las personas normales".(el resaltado nos pertenece). Entendemos que la redacción de esta norma ha sido poco feliz, y nos preguntamos qué parámetros habrán utilizado los redactores de la misma para evaluar la supuesta normalidad de las personas que no sufren discapacidades manifiestas. Sin embargo, y a pesar de los errores que a nuestro juicio se cometieron en la redacción de la misma, la ley tuvo varios puntos positivos, ya que sistematizó en un cuerpo único las protecciones a personas con discapacidad, y estableció beneficios en materia de salud, asistencia social, educación, transporte y trabajo. En relación a este último punto, la norma establece un cupo del 4% de la plantilla laboral de la administración pública a personas con discapacidad; medida que lamentablemente en la práctica no llega a ser cumplida. 2.- Leyes 23.876, 24.308 y 24.901. Estas leyes posteriores ampliaron las medidas de protección. La primera establece la obligación de concesión a personas con discapacidad de espacios para comercio en la Administración. La segunda dispone la prioridad de la supresión en los ámbitos urbanos de barreras físicas, arquitectónicas y de transporte. Y la tercera determina la obligatoriedad de las obras sociales de brindar una cobertura integral de prestaciones básicas y complementarias a favor de las personas con discapacidad. 3.- La Ley 23.592 sobre Actos Discriminatorios. (B.O. 5/9/88). Este cuerpo legal establece en su artículo primero que quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías constitucionales, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o a cesar en su realización, y a reparar el daño material y moral ocasionado. A tal efecto se consideran particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como los caracteres físicos. 4.- La Ley 25.346 (B.O. 27/11/00). El 3 de diciembre de 1983 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró esa fecha como el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. También a partir de ese año se declaró el decenio 1983-1993 a fin de promover la toma de medidas para mejorar la situación y garantizar la igualdad de oportunidades para estas personas. Conforme los antecedentes citados, el 25 octubre del año 2000 se promulgó en nuestro país la Ley 25.346, mediante la cual se declaró el día 3 de diciembre como Día Nacional de las Personas con Discapacidad. En su artículo primero se establecen los objetivos de esta declaración: a) Divulgar las normas que amparan a las personas con discapacidad, b) Fortalecer las acciones tendientes a superar las desigualdades de cualquier orden y en cualquier ámbito; c) Fomentar conductas responsables y solidarias por parte de la sociedad que incluya a las personas con necesidades especiales. IV.- La reforma constitucional de 1.994: 1. Jerarquía constitucional de Tratados sobre Derechos Humanos y 2.-Medidas de Acción positiva. 1. Jerarquía constitucional de Tratados sobre Derechos Humanos. Como es sabido, el inciso 22 del artículo 75 de nuestra constitución nacional invistió de jerarquía constitucional a once instrumentos internacionales de derechos humanos (a los que se ha sumando otro a la fecha (6). Estos tratados integran el bloque de constitucionalidad federal, y comparten igual jerarquía que la constitución. Entre estos instrumentos, si bien la totalidad reconoce el derecho a la igualdad de los seres humanos, resulta oportuno mencionar: *La Convención Americana de Derechos Humanos, la cual con relación al tema que nos ocupa establece en su art. 24: "Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley". La Corte Interamericana de Derechos Humanos precisó el alcance del artículo 1 de la C.A.D.H., el cual establece el deber de los Estados de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos. Según la Corte "garantizar" implica el deber del Estado de tomar las medidas necesarias para remover los obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce. (Opinión Consultiva Nro. 11/90 del 10 de agosto de 1.990). *La Convención sobre los Derechos del Niño en su art. 23 establece: "1. Los Estados Partes reconocen que el niño mental o físicamente impedido deberá disfrutar de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad...". Mediante esta Convención, los Estados han reconocido que el niño con discapacidad tiene derecho a recibir cuidados especiales, y el derecho a disfrutar de oportunidades de esparcimiento a fin de lograr su integración social y su desarrollo individual, incluido su desarrollo cultural y espiritual. En los dos instrumentos mencionados, el Estado asume la responsabilidad de garantizar los derechos reconocidos, y de tomar medidas apropiadas a dicho fin. Entre dichas acciones, se encuentran las llamadas "medidas de acción positiva", de las cuales se ocupa expresamente el inc. 23 del art. 75 de nuestra constitución nacional. 2. Medidas de Acción positiva. En ciertas circunstancias resulta necesario favorecer a determinadas personas o grupos sociales en mayor proporción que a otras. Esto si mediante ello se procura equilibrar la desigualdad de hecho. De esta forma entramos en el concepto de discriminación positiva, o discriminación inversa (7): lo que se intenta, entonces con las medidas de acción positiva, es conectar la igualdad jurídica con la igualdad real. Las acciones positivas significan prestaciones de dar y de hacer a favor de la igualdad. En definitiva, a lo que se aspira es a que se trate del mismo modo a quienes se encuentran en igual situación; ya que la regla de la igualdad no es absoluta, ni obliga a legisladores o jueces a cerrar los ojos ante la diversidad de circunstancias, condiciones o diferencias que puedan presentarse a su consideración. La reforma constitucional de 1994 introdujo diferentes disposiciones para garantizar este fin: * art. 37: establece que la igualdad real de oportunidades entre hombres y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará mediante acciones positivas. * art. 75 inc. 17: establece como obligación del Congreso el reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, y garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural. * art. 75 inc. 19: corresponde al Congreso la promoción de políticas diferenciadas que tiendan a igualar el desigual desarrollo entre las provincias y las diferentes regiones de nuestro país. Específicamente en lo que atañe a las personas con discapacidad, * el art. 75 inc. 23 establece que corresponde "legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta constitución y por los Tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad". (el subrayado nos pertenece). La manda constitucional no deja lugar a dudas: el derecho a la igualdad real de oportunidades debe garantizarse. Para ello, los legisladores deben valerse de estas herramientas llamadas medidas de acción positiva. No es suficiente con reconocer que las personas con discapacidad gozan de los mismos derechos que el resto de la sociedad; en los casos concretos en que el acceso al goce de alguno de estos derechos se ve impedido o limitado; el Estado debe eliminar las barreras, y para hacerlo puede tomar medidas diferenciadas en ventaja del sector vulnerado. Por dar solo un ejemplo: no podríamos sostener seriamente que una persona con alguna discapacidad física tiene las mismas oportunidades que otra sin dicha discapacidad para movilizarse en un transporte público, para descender de la acera, para ingresar a ciertos edificios públicos en los que no funciona, o no existe ascensor, para acceder a un espectáculo cultural o deportivo si no puede movilizarse por si mismo (8)... La lista podría continuar, pero el objetivo es demostrar que en estos casos, si el Estado y la sociedad no adoptan medidas de protección especial a fin de paliar las dificultades, se estaría pecando por omisión. Y me permito hablar no solo de las obligaciones del Estado sino también de la sociedad toda, ya que la indiferencia de cada uno de nosotros, ocasiona otro tipo de discapacidad: la de una comunidad incapaz de considerar a sus semejantes. V.- La incorporación a nuestro derecho de la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad. Este instrumento fue suscripto en Guatemala el 7 de junio de 1999, e incorporado a la legislación argentina a través de la Ley 25.280 promulgada el 21 de Julio de 2000. Creemos oportuno recordar que, si bien a este Tratado no se le ha otorgado jerarquía constitucional, rige la aplicación del principio general establecido por el art. 75 inc. 22, que les ha otorgado jerarquía superior a las leyes. Por lo que en el presente caso se aplica la regla general de supralegalidad de los Tratados internacionales, los que, si bien se encuentran por debajo de la constitución, prevalecen sobre las leyes. En el artículo primero la Convención define el término discapacidad como "una deficiencia física, mental o sensorial, ya sea de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer una o más actividades esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el entorno económico y social". (el resaltado nos pertenece). Consideramos de suma importancia la descripción que realiza la norma en cuanto a la posibilidad de que la discapacidad pueda ser causada o agravada por el entorno. Hoy en día es aceptado que la discapacidad no es generada exclusivamente por factores intrínsecos al individuo, sino que puede ser consecuencia de una interacción entre los recursos y las carencias tanto de las personas como del medio. Ya la probabilidad mencionada ha sido considerada en la Clasificación Internacional de Deficiencias, Incapacidades y Minusvalideces publicada por la Organización Mundial de la Salud, realizada en Ginebra en el año 1980. Mediante esta clasificación se diferenciaron tres conceptos: Deficiencia: cualquier pérdida o anormalidad -psicológica, fisiológica o anatómica- de estructura o función. (Ej: ceguera) Incapacidad: restricción o impedimento para realizar una actividad ocasionados por una deficiencia en la forma o el nivel que se considera normal para un ser humano. (Ej: dificultades en la visión) Minusvalía: deficiencia o incapacidad que se traduce en una desventaja para una persona, en cuanto limita o impide el cumplimiento de una función que se considera común para esa persona según la edad, el sexo, y los factores sociales y culturales. La palabra minusvalía describe la situación de las personas con discapacidad en función de su entorno. Se centra en la evaluación de las deficiencias del entorno. Analizando este tema, Vicchio y Levaggi (9) han expresado: "Entendemos que las minusvalideces creadas por la misma sociedad al rechazar la visión del discapacitado como una persona con otras capacidades son mucho más graves, en la generalidad de los casos, que las incapacidades o deficiencias biológicas". Adherimos a este pensamiento, y consideramos que el artículo 1ero. citado encara la cuestión desde una óptica correcta: las circunstancias que rodean a las personas con discapacidad deben tender a que el entorno no sea un obstáculo más agregado a su propia discapacidad. El artículo segundo establece los objetivos de la Convención. Ellos son: a) la prevención y eliminación de la discriminación b) el propiciar la plena integración de las personas discapacitadas en la sociedad. Como puede observarse, con buen criterio el Tratado no se queda en un primer escalón: la lucha contra la discriminación; sino que además sube un segundo: la PLENA INTEGRACION en la sociedad. Para este último fin es fundamental que el Estado tome medidas de acción positiva, a fin de que podamos hablar sin hipocresía de una igualdad real de oportunidades. Debemos comprender que no solo es inconstitucional el dictado de normas que discriminen a este grupo social, sino que también serán inconstitucionales las conductas u omisiones que no consideren el trato especial al cual estas personas tienen derecho. Y el subrayado tiene como fin remarcar que esta consideración NO significa ni se asemeja de ninguna manera al concepto de beneficencia, sino que, esta atención especial es simplemente el respeto de sus derechos fundamentales. En su artículo tercero la Convención establece que los Estados Partes se comprometen, a fin de lograr los objetivos fijados, a "adoptar las medidas de carácter legislativo, social, educativo, laboral o de cualquier otra índole, necesarias para eliminar la discriminación contra las personas con discapacidad y propiciar su plena integración en la sociedad..." (luego enumera una lista de medidas que aclara no es taxativa). Entre las medidas enumeradas, se incluye la de asegurar que las personas encargadas de aplicar la Convención y la legislación interna sobre esta materia, se encuentren capacitadas para hacerlo. Esto significa no solo un compromiso del Estado en cuanto a la adopción de medidas legislativas, sino también que deberá encararse una campaña de educación a la población. La ignorancia y la indiferencia son factores sociales que han excluido a las personas con discapacidad y han retrasado su desarrollo. Eduardo Russo (10) señala correctamente que "...los prejuicios se transmiten de generación en generación, condicionando desde sus primeros años de vida tanto a quien discrimina como a quien es discriminado". Creemos que resultará fundamental examinar el goce de los derechos humanos desde la perspectiva de los discapacitados, quienes serán los mejores maestros en cuanto al diseño de las acciones a tomar. Por último, en su artículo sexto se prevé el establecimiento de un Comité para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las personas con discapacidad. El objetivo de dicha creación será el seguimiento de los compromisos asumidos por los Estados Partes. El mencionado comité celebrará su primera reunión dentro de los 90 días siguientes al depósito del décimo primer instrumento de ratificación. VI.- Conclusión. Mas de seiscientos millones de personas en el mundo sufren impedimentos físicos, mentales, o sensoriales que los colocan en una situación de desventaja frente a los demás miembros de la sociedad (11). Las personas con discapacidad, por sus especiales características, constituyen un sector vulnerable y necesitado de protección especial. Los Estados se encuentran obligados a tomar medidas a fin de garantizar a estas personas el goce de sus derechos básicos. Es sabido que una de las principales barreras para el acceso a dicho goce es la falta de integración social de las mismas. Nuestro país ha asumido un compromiso internacional a este fin. La introducción en nuestro derecho de la Convención Interamericana significa un avance y un nuevo compromiso por parte del Estado argentino. Las herramientas brindadas son apropiadas y útiles, y la obligación de asumir un rol activo es ineludible. No es posible ignorar que el incumplimiento de la obligación asumida puede generarse simplemente por conductas u omisiones que no consideren el especial trato que las personas con discapacidad merecen. Resulta imperativo el inicio de una estrategia para encarar políticas eficaces, las que creemos no requieren mayor gasto por parte de la administración, sino más bien una actitud solidaria, comprensiva e inteligente. Es fundamental la directa aplicación de las normas vigentes, para lo cual nuestros jueces cuentan con bases, fundamentos y medios idóneos. Como expresa Travieso (12) "los elementos materiales se hallan dispuestos: hay legislación, doctrina y jurisprudencia para que el derecho y la justicia se consoliden en la Argentina". Conforme hemos adelantado, consideramos que el rol del Estado es indelegable en este aspecto, pero también la sociedad tiene mucho por hacer. En consecuencia, si bien debiéramos comenzar solicitando a los poderes del Estado las medidas aludidas; el camino debería continuar hacia la concientización de esta comunidad que integramos, a fin de que se comprenda que, por citar un ejemplo, el dejar el asiento reservado a una persona con discapacidad en un medio de transporte público no significa haber realizado la buena acción del día, sino simplemente el cumplimiento de una obligación, cuya omisión se traduce en la violación de la ley. Me permito para finalizar, citar las palabras del escritor José Saramago (13), quien ha expresado: " ¿quién decide que el diferente es el otro y no nosotros? En mi opinión es el poder quien lo decide: "el poder de la normalidad". Tengo que inventarme una sociedad en la que un ciego no salga a la calle y sea atropellado por un coche que pasa. Es mi responsabilidad. Es decir, es mi "normalidad" (y te pongo aquí todas las comillas) la que me impone esta responsabilidad. Notas al pie: (1) BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución reformada, Ediar, Buenos Aires, Tomo I, 1996, p.529. (2) PADILLA, Miguel, Lecciones sobre Derechos Humanos y Garantías, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, Tomo I, p.203 (3) el art. 49 de la constitución española establece: "Los poderes públicos realizaran una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos." Art. 3 de la constitución italiana: ..."Constituye una obligación de la República suprimir los obstáculos de orden económico y social que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impiden el pleno desarrollo de la persona humana y la participación efectiva de todos los trabajadores en la organización política, económica y social del país". (4) TRAVIESO, Juan Antonio: Los Derechos Humanos en la Constitución de la República Argentina, Eudeba, 1996, p.116 (5) La ley Nro. 1678, promulgada en diciembre de 1995, establece en su artículo 1 inc. i que el concepto básico de normalización busca la provisión de servicios comparables a los disponibles para las demás personas. El principio de normalización está dirigido tanto a las personas con necesidades especiales como al público al cual le sirve de guía. (6) Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas. Adoptada el 9 de junio de 1994, en el vigésimo cuarto período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la OEA. Por medio de la Ley 24.280 (B.O. 29/05/97) se le ha otorgado jerarquía constitucional. (7) BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución reformada, Ediar, Buenos Aires, Tomo I, 1996, p.535. (8) existe en Mar del Plata una ordenanza municipal mediante el cual se establece que en cualquier actividad cultural, deportiva, social o recreativa que se realice en el ámbito del Partido de Gral. Pueyrredón, en lugares del dominio nacional, provincial, municipal o privados, cuya entrada sea onerosa, deberá permitirse el ingreso a personas con discapacidades de carácter permanente que requieran para sus desplazamientos la asistencia de un tercero, mediante el pago de una única entrada para ésta y su acompañante. (9) VICCHIO, Mónica y LEVAGGI Patricia, "La Jerarquía constitucional de la Convención sobre los Derechos del Niño y la protección integral del niño discapacitado en nuestra legislación" en Los Derechos del Niño en la Familia: discurso y realidad. Editorial Universidad, Buenos Aires, 1998, p 216 (10) RUSSO, Eduardo Angel, Derechos Humanos y Garantías: el derecho al mañana, Eudeba, Buenos Aires, 1.999, p. 108. (11) SOLARI YRIGOYEN, Hipólito, La Dignidad Humana, Eudeba, Buenos Aires, 1998, p.79. (12) TRAVIESO, Juan Antonio, Derechos Humanos y Jurisprudencia, Eudeba, Buenos Aires, 1.998, p. 29. (13) ARIAS, Juan, José Saramago: el amor posible, Editorial Planeta, España, 1998, p.147.