Subido por Claudio Hernan Rivero Hernandez

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Traducción libre al español por Fans y para Fans
Con agradecimientos especiales a todos los involucrados en este proyecto:
Adelgheys Freitas Angarita
Gerardo Medina
Alejandra Gutiérrez Pantoja
Jazmin Burgos
Alejandro A. Márquez Mercado
Johann Tindalos
Ana Laura Monreal Bonilla
Karen Paola Reales
Andrea Cruz
Karina Leyton
Ángel Avalos
KSoldier
April Saez
Mariana Puente
Araceli Paredes
Miriam Angeles
BreKalin Selagon
Miroslava Martinez
Carlos Alberto
Raul Aldape
Elizabeth Cold
Roberto Carlos
Emi Gates
Xavier Delgadillo
Gabs Arcos
Yamile Ruiz
PUBLISHER’S NOTE: This is a work of fiction. Names, characters, places, and incidents are either the product
of the author’s imagination or used fictitiously, and any resemblance to actual persons, living or dead,
business establishments, events, or locales is entirely coincidental.
Cataloging-in-Publication Data has been applied for and may be obtained from the Library of Congress.
ISBN 978-1-4197-3504-2
ISBN (B&N/Indigo edition) 978-1-4197-3991-0
eISBN: 978-1-68335-533-5
© 2019 Viacom International Inc. All Rights Reserved. Nickelodeon, Nickelodeon Avatar: The Last Airbender
and all related titles, logos and characters are trademarks of Viacom International Inc.
Cover illustrations by Jung Shan Chang
Book design by Hana Anouk Nakamura
Published in 2019 by Amulet Books, an imprint of ABRAMS. All rights reserved. No portion of this book may
be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted in any form or by any means, mechanical,
electronic, photocopying, recording, or otherwise, without written permission from the publisher.
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ABRAMS The Art of Books
195 Broadway, New York, NY 10007
abramsbooks.com
Tabla de contenidos.
Página del titulo
La página de derechos de autor
Prólogo
La Prueba
Nueve años después
El chico de Makapu
Trabajo honesto
Revelaciones
Promesas
El iceberg
La fractura
Medidas desesperadas
El espíritu
La herencia
La decisión
Adaptación
La Introducción
Escapar
El acuerdo
Obligaciones
El Pueblo
La bestia
Los Maestros del Avatar
Preparativos
Conclusiones
Preguntas y Meditaciones
El Rostro de la Tradición
La Redada
El Reto
Deuda
Recuerdos
La Emboscada
Despedidas
El regreso
Apariciones
PROLOGO
Toda historia de precuela presenta un desafío único, no importa si es uno
ambientado en un canon ficticio como lo es el universo Avatar: El Ultimo maestro
aire.
¿Un error común de las precuelas? Desde que el lector ya sabe cómo
terminan las cosas, están a un paso por delante del héroe. Está bien así, sin
embargo, una precuela puede expandir y profundizar aquel querido mundo
fantástico, explorando su historia y personajes de nuevas maneras, y este es el
caso con “El ascenso de Kyoshi”
Los lectores ya familiarizados con la serie original de Nickelodeon podrían
recordar que el Avatar Kyoshi era una leyenda, incluso entre el impresionante
panteón de Avatares. ¿Pero cómo se convirtió en una mujer dedicada a combatir
la injusticia en todo el mundo? ¿Y por qué era tan temida por sus enemigos?
Estas eran las preguntas que quedaron sin explorar. En mis primeras
conversaciones con F. C. Yee, discutimos algunas posibles tramas, pero también
nos preguntamos: ¿Qué tipo de personaje es Kyoshi? ¿Qué la impulsa y qué tipo
de eventos en su pasado podrían haberla llevado a convertirse en una figura tan
legendaria?
No le envidiaba a Yee el desafío de abordar estas preguntas. Sabía que
tendría que interpretar las convenciones dentro de un mundo ya establecido, y a
su vez, marcarlo con su propio sello creativo. Además de que el universo de
Avatar no tiene escasez de elementos imprescindible; primero se debe de tener un
Avatar, el ser reencarnado que tiene la capacidad de manipular o controlar los
cuatro elementos que tiene una conexión con el misterioso Mundo de los Espíritus
y que se ocupa de los conflictos entre las Tribus del Agua, El Reino Tierra, La
Nación del Fuego y los Nómadas Aire. El Avatar no puede hacer todo esto solo y,
por lo tanto, también debe contar con un grupo central de maestros y amigos: un
equipo Avatar, como nos gusta llamarlo.
El conflicto político también es necesario: ya sea una guerra mundial o una
revolución, puesto que el Avatar inevitablemente termina en medio de la pelea
antes de estar listo, y por supuesto, nunca faltan las épicas batallas de elemento
control.
A pesar de que todos los Avatares comparten ciertos ritos de iniciación,
como dominar los cuatro elementos, cada uno debe tener un viaje único y
enfrentar diferentes desafíos personales y políticos en su camino a convertirse en
un Avatar completamente realizado. En “El acenso de Kyoshi”, conocemos a una
joven muy diferente de la leyenda en la que se convertirá, que nos preguntamos
cómo es que podría transformarse en una figura tan notable. Ella no es una gran
maestra tierra, la gente ni siquiera cree que ella es el Avatar al comienzo del libro,
lo cual es una gran presunción en el nombre de Yee, y una que proporciona el
centro del conflicto para toda la novela.
El confiar a otro escritor un mundo y personajes que ayudé a crear, siempre
me ha llenado de ansiedad, ya que… en las manos equivocadas, puede ser una
experiencia desalentadora; sin embargo, cuando leí “El ascenso deKyoshi” por
primera vez, inmediatamente me sentí atraído por la historia y fascinado por sus
nuevos e intrigantes personajes junto con su historia de fondo. Estaba ansioso por
seguir leyendo para descubrir cómo Kyoshi superaría todos los obstáculos en su
camino, y vaya que Yeesi le arroja muchos en su camino.
Trabajar en este proyecto con todos los involucrados ha sido un placer, y no
podría estar más entusiasmado con esta encarnación del universo Avatar.
Michael Dante DiMartino.
LA PRUEBA
El puerto de Yokoya era un pueblo que fácilmente pasaba desapercibido,
situado en el borde del Estrecho de Cola de Ballena, podría haber sido un punto
importante de reabastecimiento para los barcos que salían de los diversos puertos
que abastecían a Omashu, pero los fuertes y constantes vientos hicieron que fuera
demasiado fácil y rentable para los comerciantes que viajaban hacia el sur pasar
de largo y a así llegar directamente a la Gran Isla de Shimsom.
Jianzhu se preguntó si los lugareños sabían o les importaba que los barcos
cargados de riquezas navegaran tentadoramente cerca, mientras estaban
totalmente atrapados en la cavidad de otro koi elefante. Solo un capricho del
destino y el clima impidió que pilas de oro, especias, libros preciosos y pergaminos
aterrizaran en sus puertas; en cambio, su suerte eran las tripas de pescado, una
gran cantidad de fauces y branquias.
El lado terrestre era aún menos prometedor. El suelo de la península se
volvió delgado y rocoso a medida que se extendía hacia el mar. A Jianzhu le había
molestado ver campos de cultivo tan escasos y calvos la primera vez que
cabalgóen el campo hacia la ciudad, las tierras de cultivo carecían de la
abundancia salvaje y volcánica del Valle de Makapu o de la productividad
cuidadosamente ordenada del Anillo Exterior de Ba Sing Se, donde el crecimiento
se inclinó a la exigente voluntad de los planificadores del rey. Aquí, un agricultor
tendría que estar agradecido por cualquier sustento que pudiera sacar de la tierra.
El asentamiento se encontraba en la intersección de tres naciones
diferentes: Tierra, Aire y Agua, sin embargo, ninguno lo había reclamado. Los
conflictos del mundo exterior tuvieron poco impacto en la vida diaria de los
Yokoyan.
Para ellos, los estragos del levantamiento del Cuello Amarillo en el interior
profundo del Reino Tierra fueron una historia menos interesante que el bisonte
volador que se había escapado del Templo Aire y que derribó algunos techos la
semana pasada. A pesar de ser marineros, probablemente no podrían nombrar a
ninguno de los temidos líderes piratas que esculpen las aguas del este en abierto
desafío para la armada Ba Sing Se.
A pesar de todo, el puerto de Yokoya bien podría no haber estado en el mapa, lo
que significaba para Jianzhu y Kelsang que su pequeño, desesperado y sacrílego
experimento, era perfecto.
Jianzhu caminó cuesta arriba en la nevada húmeda y sucia, su cuello se
erizó por la capa de paja envuelta alrededor de sus hombros. Pasó por el pilar de
madera que marcaba el centro espiritual de este pueblo sin mirarlo siquiera, no
había nada a los lados ni encima del mismo, solo era un tronco desnudo clavado
en el suelo de un patio circular y no estaba tallado con ninguna decoración, lo que
parecía extraño para una ciudad donde casi todos los adultos tenían un
conocimiento práctico de la carpintería.
Allí, un anuncio le dijo a regañadientes a los espíritus cercanos.
-
Espero que estén felices.-
Casas corroídas se alineaban en la avenida ancha y erosionada, asomándose
abruptamente en el aire como puntas de lanza. Su destino era la sala de
reuniones, de dos pisos más grande al final. Kelsang había establecido una tienda
allí ayer, diciendo que necesitaba la mayor cantidad de espacio posible para la
prueba. También afirmó que el lugar disfrutaba de algunas corrientes de viento
favorables, utilizando el muy solemne y sagrado método de lamer su dedo para
después sostenerlo en el aire.
Lo que sea que haya ayudado, Jianzhu envió una oración rápida al
Guardián del Leño Divino mientras se quitaba las botas de nieve, las dejaba en el
porche y se agachaba por las cortinas de la puerta.
El interior del salón era sorprendentemente grande, con rincones lejanos cubiertos
de sombras y paredes de tablones gruesos, cortados de lo que debieron ser
árboles realmente enormes, el aire olía a resina, diez paños amarillos muy largos y
muy desteñidos se extendían sobre las tablas desgastadas del piso y una fila de
juguetes yacía sobre cada uno con espacios equidistantes como un semillero.
Un silbato de bisonte, una bola de mimbre, una mancha deforme que podría
haber sido un pato tortuga relleno, un resorte enrollado de ballenas, uno de esos
tambores que hacían ruido al girarlo de un lado a otro entre las palmas. Los
juguetes parecían tan desgastados y golpeados como el exterior de este edificio.
Kelsang se arrodilló en el otro extremo de las telas. El monje maestro aire
estaba ocupado colocando más chucherías con un cuidado y precisión que
rivalizaba con un acupunturista colocando sus agujas, como si importara si el bote
en miniatura navegaba hacia el este o el oeste. Permaneció sobre sus manos y
rodillas, arrastrando un gran bulto hacia los lados, su túnica naranja ondulante y su
barba negra y espesa colgaba tan bajo, que barría un piso que ya había sido
limpiado.
-
No sabía que había tantos juguetes. - Dijo Jianzhu a su viejo amigo.
Vio un gran mármol blanco que se veía demasiado cerca del borde de
una tela y, con una elegante extensión de su muñeca, lo levitó con tierra
control frente a Kelsang, el cual se cernía como una mosca, esperando
su atención.
Kelsang no levantó la vista mientras sacaba el mármol del aire y la volvía a
poner donde había comenzado. - ¡Hay miles! Te pediría ayuda, pero no lo harías
bien.La cabeza de Jianzhu dolió por la declaración. En este punto ya habían
sobrepasado el hacerlo bien.- ¿Cómo cambiaste la opinión del abad Dorje sobre
darte las reliquias? - Preguntó.
-
De la misma manera en que convenciste a Lu Beifong de que nos
permitiera realizar la prueba de los Nómada Aire para el Ciclo Tierra.dijo Kelsang con calma mientras volvía a centrar una tapa de madera.
-
¡No lo hice!.-
Como siempre decía un amigo suyo de la Tribu Agua;“Era mejor pedir
perdón que esperar por el permiso”. En lo que respecta a Jianzhu, el tiempo de
espera se acabó hace mucho tiempo.
Cuando el Avatar Kuruk, el guardián del equilibrio y la paz en el mundo, el
puente entre los espíritus y los humanos falleció a la avanzada edad de treinta y
tres…
-
¡Treinta y tres!!!! ¡La única vez que Kuruk había llegado temprano para
algo! - Se convirtió en el deber de sus amigos, sus profesores y otros
maestros control prominentes encontrar el nuevo Avatar, reencarnado
en la próxima nación del ciclo elemental; Tierra, Fuego, Aire, Agua, y
luego Tierra nuevamente, un orden tan inmutable como las estaciones,
un proceso que se remonta a miles de generaciones antes de Kuruk, y
que con suerte continuaría por miles más.
Excepto que esta vez, no estaba funcionando.
Habían pasado siete años desde la muerte de Kuruk. Siete años de búsqueda
infructuosa. Jianzhu había examinado todos los registros disponibles de las Cuatro
Naciones, retrocediendo cientos de años, y la búsqueda del Avatar nunca había
fallado así en la historia documentada.
Nadie sabía por qué, aunque los ancianos venerados intercambiaban
conjeturas a puerta cerrada. El mundo era impuro y había sido abandonado por
los espíritus, quizá el Reino Tierra carecía de cohesión, o tal vez eran las Tribus
del Agua en los polos las que necesitaban unificarse, o bien, los maestros aire
debían de bajar de sus montañas y ensuciarse las manos en lugar de predicar. El
debate siguió y siguió.
Jianzhu se preocupaba menos por repartir culpas y más por el hecho de
que él y Kelsang habían decepcionado a su amigo nuevamente. El único decreto
serio de Kuruk antes de que se fuera de la vida, fue que sus compañeros más
cercanos encuentren el próximo Avatar y hagan lo correcto por ellos, pero hasta
ahora habían fallado, espectacularmente.
En este momento, debería haber habido un Avatar Tierra feliz y burbujeante
de siete años al cuidado de su familia amorosa, vigilado por una colección de los
mejores y más sabios maestros del mundo. Un niño preparándose para asumir
sus deberes a la edad de dieciséis años, en cambio, solo había un vacío enorme
que se hacía más peligroso cada día.
Jianzhu y los otros maestros hicieron todo lo posible para mantener en
secreto al Avatar perdido, pero fue inútil. Los crueles, los hambrientos de poder,
los sin ley, personas que normalmente tenían más que temer del Avatar,
comenzaban a sentir que las escalas se movían a su favor, como los tiburones de
arena que responden a las más mínimas vibraciones por puro instinto. Probaron
sus límites, exploraron nuevos terrenos y el tiempo se acababa.
Kelsang terminó de prepararse cuando sonaron los gongs del mediodía. El
sol estaba lo suficientemente alto como para derretir la nieve del techo, y el goteo
del agua golpeaba el suelo como una lluvia ligera. Las siluetas de los aldeanos y
sus hijos haciendo cola para la prueba, se podían ver afuera a través de las
ventanas de papel. El aire estaba lleno de parloteos alborotados. “No más
esperas!” Pensó Jianzhu
- ¡Esto será ahora!-
Los Avatares Tierra se identificaban tradicionalmente por la geomancia
direccional, una serie de rituales diseñados para impulsar a las cuatro naciones
más grandes y pobladas de la manera más eficiente posible. Cada vez que un
conjunto especial de trigramas óseos era lanzados e interpretados por los
maestros tierra, se descartaba a la mitad del Reino Tierra como la ubicación del
Avatar recién nacido, luego el territorio restante (otra mitad), y luego otra mitad
otra vez. Las ubicaciones posibles se reducían hasta que los buscadores por fin
fueran llevados a la puerta del niño Avatar Tierra.
Era una forma rápida de cubrir el suelo y adaptarse completamente al
estado mental de la tierra control. Una cuestión de logística, tan simple hasta el
punto de ser brutal y normalmente funcionaba en el primer intento.
Jianzhu había formado parte de expediciones enviadas por los huesos a
campos áridos, cavernas de gemas vacías debajo de Ba Sing Se, una zona del
desierto de Si Wong tan desértica que ni siquiera los maestros arena se tomaron
la molestia. Lu Beifong había leído los trigramas, el Rey Buro de Omashu le dio
una oportunidad, Neliao el Jardinero tomó su turno. Los maestros se abrieron paso
a través de la jerarquía del Tierra Control hasta que Jianzhu acumuló su parte
justa de fallas también. Su amistad con Kuruk no le dio privilegios especiales
cuando se trataba del próximo Avatar.
Después de que el último intento lo había colocado en un iceberg en el Polo
Norte con solo focas tortuga como posibles candidatos, Jianzhu se abrió a las
sugerencias radicales. Una conversación ebria con Kelsang generó una nueva
idea prometedora. Si las formas del Reino de la Tierra no funcionaban, ¿por qué
no probar el método de otra nación? Después de todo, ¿no era el Avatar, el único
maestro de los cuatro elementos, un ciudadano honorario del mundo entero?
Es por eso, por lo que los dos se estaban limpiando la nariz con la tradición
y probando la manera de los nómada aire para identificar al Avatar. Yokoya sería
una carrera de práctica, un lugar seguro lejos de la agitación de la tierra y el mar
donde podrían tomar notas y solucionar problemas. Si Yokoya funcionaba sin
problemas, podrían convencer a sus mayores para ampliar la prueba más allá en
todo el Reino Tierra.
El método de los nómadas aire era simple, en teoría. De los muchos
juguetes presentados, solo cuatro pertenecían a Avatares de épocas pasadas.
Cada niño de siete años en la aldea sería traído y presentado con la deslumbrante
variedad de juguetes, el que se sintiera atraído por los cuatro juguetes especiales
en recuerdo de sus vidas pasadas, sería el Avatar renacido. Un proceso tan
elegante y armonioso como los propios nómadas aire.
En teoría.
En la práctica, fue un caos, puro y desquiciado. Fue un desastre como el
que las Cuatro Naciones nunca habían presenciado.
Jianzhu no había pensado en lo que podría pasar después de que a los
niños que reprobaron la prueba se les dijera que dejaran atrás sus selecciones y
dejaran espacio para el próximo candidato. ¡Las lágrimas! ¡Los lamentos, los
gritos! ¿Tratando de alejar los juguetes de los niños a los que solo unos momentos
antes les habían prometido que podían elegir? No existía una fuerza más fuerte
que la justa furia de un niño al ser robado.
Los padres eran peores. Tal vez los cuidadores de los nómadas aire
manejaron el rechazo de sus jóvenes con gracia y humildad, pero las familias en
las otras naciones no estaban formadas por monjes y monjas. Especialmente en el
Reino Tierra, donde todas las apuestas se cancelaron una vez que se trataba de
lazos de sangre. Los aldeanos con los que había compartido saludos amistosos
en los días previos a la prueba, se convirtieron en gruñidos de rastreadores de
cañones una vez que les habían dicho que sus preciosos pequeños Jae o Mirai no
eran en realidad el niño más importante del mundo, como lo habían secretamente
conocido todo el tiempo. Más de unos pocos juraron que habían visto a su
descendencia jugar con espíritus invisibles o controlar la tierra y el aire al mismo
tiempo.
Kelsang refutaría gentilmente. "¿Está seguro de que su hijo no se movió
durante una brisa normal? ¿Está seguro de que el bebé no estaba simplemente?...
¿Jugando?"
Algunos no pudieron entenderlo, especialmente el capitán del pueblo. Tan
pronto como pasaron por alto a su hija, Aoma, o algo así, les dirigió una mirada de
desprecio absoluto y exigió ver a un maestro de mayor rango.
“Lo siento, señora” pensó Jianzhu después de que Kelsang pasó casi diez
minutos hablando de ella. “No todos podemos ser especiales.”
-
¡Por última vez! ¡No estoy negociando un salario con ustedes! - Gritó
Jianzhu, frente a un agricultor particularmente franco. - ¡Ser el Avatar no
es una posición remunerada!-
El hombre fornido se encogió de hombros. - Suena como una pérdida de
tiempo entonces. Me llevaré a mi hijo y me iré.Por la periferia del ojo, Jianzhu atrapó a Kelsang agitando frenéticamente
sus manos, haciendo una señal de corte en el cuello. La niña se había acercado al
juguete volador que una vez había entretenido a un antiguo Avatar y lo miraba
fijamente.
-
¡Huh! -
No tenían la intención de obtener un resultado genuino hoy, pero elegir el primer
elemento correctamente ya era improbable, demasiado improbable para
arriesgarse a parar ahora.
-
Está bien - Dijo Jianzhu, esto tendría que salir de su propio bolsillo. Cincuenta platas al año si ella es el Avatar.-
-
Sesenta y cinco platas al año si ella es el Avatar y diez si no lo es.-
-
¿POR QUÉ LE PAGARÍA SI NO ES EL AVATAR? - Rugió Jianzhu.
Kelsang tosió y golpeó ruidosamente el suelo. La niña había recogido el
molinete y estaba mirando el tambor, dos de cuatro correctos de miles.
-
¡¡Santo Shu!! Quiero decir, por supuesto.- Dijo Jianzhu rápidamente. De acuerdo.-
Se dieron la mano. Sería irónico, una broma digna del sentido del humor de
Kuruk, que su reencarnación se encontrara como resultado de la codicia de un
campesino y el último niño en la fila en probar, para empezar, Jianzhu casi se río
entre dientes.
Ahora la niña también tenía el tambor en sus brazos. Se acercó a un mono
cerdo relleno. Kelsang estaba fuera de sí de emoción, su cuello amenazaba con
estallar a través de las cuentas de madera envueltas alrededor. Jianzhu se sintió
mareado, la esperanza golpeó contra su caja torácica, rogando que la dejaran salir
después de tantos años atrapada dentro.
La niña levantó el pie y pisoteó al animal de peluche tan fuerte como pudo. ¡Muere!- Gritó con su pequeña y aguda voz. Ella lo apretó bajo el talón, las
puntadas se rasgaron audiblemente.
La luz salió de la cara de Kelsang. Parecía haber sido testigo de un
asesinato.
-
Diez platas. - Contesto el granjero.
-
Largo.- Espetó Jianzhu.
-
Vamos, Suzu.- Llamó el granjero - Vamos a llegar.-
Después de quitarle los otros juguetes al Carnicero de los Monos Hog, levantó a la
niña y salió por la puerta, toda la aventura fue nada más que una transacción
comercial, al hacerlo, estuvo a punto de caer sobre otro niño que había estado
espiando los procedimientos desde el exterior.
-
¡Hey! - Dijo Jianzhu - ¡Olvidaste a tu otra hija!-
-
Ella no es mía.- Contesto el granjero mientras bajaba los escalones
hacia la calle - Ella no es de nadie.-
-
¿Una huérfana entonces?- Jianzhu no había visto a la chica sin
acompañante por la ciudad en los días anteriores, pero tal vez la había
pasado por alto, pensando que era demasiado mayor para ser
candidata. Era mucho, mucho más alta que cualquiera de los otros niños
que habían sido traídos por sus padres.
Cuando Jianzhu se acercó para examinar lo que se había perdido, la niña
tembló, amenazando con huir, pero su curiosidad le ganó a su miedo. Ella
permaneció en su lugar.
Esta desnutrida, pensó Jianzhu, frunciendo el ceño mientras miraba las
mejillas huecas y los labios agrietados de la niña. Definitivamente es una
huérfana. Había visto a cientos de niños como ella en provincias donde la ley
Daofei corrían sin control, sus padres asesinados por el grupo de bandidos, un
grupo en ascenso en el territorio. Ella debió haber ido lejos en el área
relativamente apacible de Yokoya.
Al enterarse de la prueba del Avatar, las familias del pueblo habían vestido
a sus hijos elegibles con sus mejores prendas, como si se tratara de un festival,
pero esta niña llevaba un abrigo gastado con los codos asomando a través de los
agujeros en las mangas, sus pies de gran tamaño amenazaban con reventar las
correas de sus sandalias demasiado pequeñas. Ninguno de los granjeros locales
la estaba alimentando o vistiendo.
Kelsang, que a pesar de su aspecto temible, siempre fue mejor con los
niños; se unió a ellos y se inclinó hacia abajo con una sonrisa que se transformó
de una montaña naranja intimidante en una versión de tamaño gigante de los
juguetes de peluche detrás de él.
-
¿Hola, hola,- Dijo, poniendo una capa extra de amabilidad en su voz
grave - ¿Cuál es tu nombre?-
La niña se tomó un momento largo y cauteloso, evaluándolos.
-
Kyoshi - susurró. Sus cejas anudaron como si revelar su nombre fuera
una concesión penosa.
Kelsang notó su estado lamentable y evitó el tema de sus padres por ahora. Kyoshi, ¿te gustaría un juguete?-
¿Estás seguro de que no es demasiado mayor? - Dijo Jianzhu - Ella es
más grande que algunos de los adolescentes.-
-
Silencio. - dijo Kelsang e hizo un gesto en la sala adornada con
reliquias, para el beneficio de Kyoshi.
La revelación de tantos juguetes a la vez tuvo un efecto fascinante en la
mayoría de los niños, pero Kyoshi no se asombró, o sonrió, o movió un músculo,
ella en cambio, mantuvo el contacto visual con Kelsang hasta que parpadeó.
Se escabulló tan rápido como un látigo junto a él, enganchó el objeto del
suelo y corrió de regreso a donde ella estaba de pie en el pórtico. Ella evaluó a
Kelsang y Jianzhu esperando su respuesta atenta mientras la miraban.
Kelsang miró a Jianzhu e inclinó la cabeza hacia la tortuga de arcilla que
Kyoshi apretaba contra su pecho. Una de las cuatro reliquias originales, ni un solo
candidato había llegado así de lejos hoy.
Deberían haber estado tan emocionados por ella, cómo lo habían estado
por la pequeña y malvada Suzu, pero el corazón de Jianzhu estaba lleno de
dudas. Era difícil creer que tendrían tanta suerte después de esa farsa anterior.
-
Buena elección.- dijo Kelsang. - Pero tengo una sorpresa para ti.
¡Puedes tener tres más! ¡Cuatro juguetes enteros para ti! ¿No te
gustaría eso?-
Jianzhu percibió un cambio en la postura de la niña, un temblor en su base
que fue evidente a través de las tablas del piso de madera.
Sí, a ella le gustaría mucho tener más de tres juguetes. ¿Qué niño no lo
haría? Pero en su mente la promesa de más era peligrosa, una mentira diseñada
para lastimarla; si aflojaba su control sobre el único premio que tenía en este
momento, terminaría sin nada castigada por creer en la amabilidad de este
extraño.
Kyoshi sacudió la cabeza y sus nudillos estaban blanqueados alrededor de
la tortuga de barro. - ¡Está bien! - dijo Kelsang. - No tienes que dejarlo, ese es el
objetivo; puedes elegir diferente. . . ¡Oye!-
La niña dio un paso atrás, seguido de otro, y luego antes de que pudieran
reaccionar, corrió cuesta abajo con la única reliquia de Avatar, centenaria, en sus
manos.
A mitad del camino por la calle, giró bruscamente como una fugitiva
experimentada arrojando a un perseguidor y desapareció en el espacio entre dos
casas.
Jianzhu cerró los párpados contra el sol, la luz los atravesó en manchas
escarlatas, podía sentir su propio pulso; su mente estaba en otro lugar en este
momento.
En lugar de Yokoya, se encontraba en el centro de una aldea sin nombre en
el interior del Reino Tierra, recién "liberado" por Xu Ping An y los Cuellos
Amarillos. En este sueño consciente, el hedor a carne podrida empapaba su ropa
y los gritos de los sobrevivientes pasaba a través del viento. Junto a él, un
mensajero oficial que había sido llevado allí por un palanquín que leyó desde un
pergamino, pasando minuto tras minuto enumerando los honoríficos del Rey
Tierra, solo para terminar diciéndole a Jianzhu que los refuerzos del ejército de Su
Majestad no vendrían a ayudar.
Él trató de liberarse de aquel recuerdo, pero el pasado había fijado sus
dientes fuertemente en él. Ahora estaba sentado en una mesa de negociación
hecha de hielo puro, y al otro lado estaba Tulok, señor de los piratas La Quinta
Nación. El corsario anciano se partía de la risa ante la idea de que podría cumplir
la promesa de su abuelo de dejar en paz las costas del sur del continente. Sus
convulsiones salpicaron sangre y flema sobre los acuerdos redactados por el
Avatar Yangchen sobre su propia mano sagrada, mientras que su hija teniente
observaba a su lado, su mirada desalmada se clavaba en Jianzhu como si fuera
una presa.
En estos tiempos y en muchos otros debería haber estado a la derecha del
Avatar, la máxima autoridad que podría doblegar al mundo a su voluntad, en
cambio, estaba solo frente a grandes bestias terrestres y marinas, cerrando sus
mandíbulas, encerrándolo el reino en la oscuridad.
Kelsang lo devolvió al presente con una palmada en la espalda.
-
Vamos.– dijo - Con ese aspecto, la gente pensaría que acabas de
perder el artefacto cultural más importante de tu país.-
El buen humor del maestro aire y su habilidad para tomar los contratiempos
con calma, eran normalmente un gran consuelo para Jianzhu, pero en este
momento quería golpear a su amigo en su estúpida cara barbuda.
Serenó sus rasgos.
-
Tenemos que ir tras ella. - dijo.
Kelsang frunció los labios. - Eh, se sentiría mal quitarle la reliquia a un niño
que tiene tan poco, ella puede aferrarse a eso, mejor regresaré al templo y
enfrentaré la ira de Dorje solo.-
No hay necesidad de que te impliques.-
Jianzhu no conocía como era la ira entre Maestros Aires, pero ese no era el
problema aquí. -¿Arruinarías la prueba de Los Nómadas Aire por hacer feliz a un
niño?- Dijo con incredulidad.
-
Encontrará su camino de regreso a donde pertenece.- Kelsang miró a
su alrededor y se detuvo, entonces su sonrisa se desvaneció, como si
esta pequeña mancha de una ciudad fuera una dura dosis de realidad
que sólo ahora estaba surtiendo efecto.
-
Con el tiempo - Suspiró. - Tal vez.-
NUEVE AÑOS DESPUÉS
Para Kyoshi, estaba muy claro: está era como una situación de rehenes.
El silencio era clave para hacer llegar hasta el otro lado, esperando con la
pasividad completa y total; un Jing neutral.
Kyoshi caminó tranquilamente por el sendero a través del campo en
barbecho, ignorando la hierba de cobertura que se inclinaba y le hacía cosquilla en
los tobillos, el sudor goteaba en su frente que le hacían picar los ojos. Se quedó
callada y fingió que las tres personas que habían caído junto a ella como
asaltantes en un callejón no eran una amenaza.
-
Entonces, como les estaba diciendo a los demás, mi mamá y mi papá
piensan que tendremos que arar los canales de los picos a principios de
este año.- dijo Aoma, sacando a la mamá y al papá intencionalmente,
sosteniendo lo que Kyoshi carecía frente a ella. Llevó sus manos en
posición de puente apiñado mientras llevaba sus pies al suelo con
golpes sólidos. - Una de las terrazas se derrumbaron en la última
tormenta.-
Sobre ellos, flotando fuera de su alcance, estaba el último y preciado jarro
de algas picantes en vinagre que todo el pueblo vería este año; el que Kyoshi
había sido encargada de entregar a la mansión de Jianzhu y que Aoma había
tomado de las manos de Kyoshi prometiendo bajar en cualquier momento. El gran
recipiente de arcilla se balanceaba de arriba hacia abajo, salpicando la salmuera
contra el sello de papel encerado.
Kyoshi tuvo que reprimir un grito cada vez que la jarra se sacudía contra los
límites del control de Aoma. Ningún ruido, espera, no les des nada a los que
ferrarse, hablar sólo empeorarán las cosas.
-
A ella no le importa. - dijo Suzu. - La preciosa criada no se preocupa por
los asuntos agrícolas, ella tiene su trabajo cómodo en la lujosa casa, es
demasiado buena para ensuciarse las manos.-
-
Tampoco subirá a un bote.- Dijo Jae. En lugar de seguir laborando,
escupió en el suelo, casi perdiendo los pasos de Kyoshi.
Aoma nunca necesitó una razón para atormentar a Kyoshi, pero en cuanto
a los otros, el resentimiento genuino funcionaba bien. Era cierto que Kyoshi
pasaba sus días bajo el techo de un poderoso sabio en lugar de romperse las
uñas contra las piedras del campo. Ella ciertamente nunca había arriesgado a
lanzarse a las agitadas aguas del Estrecho en busca de un objetivo.
Pero lo que Jae y Suzu ignoraban convenientemente fue que cada parcela
de tierra cultivable cerca del pueblo y cada barco en condiciones de navegar en
los muelles pertenecían a una familia. A madres y padres, que tanto Aoma le
gustaba decir, transmitieron su oficio a sus hijas e hijos ininterrumpidamente, lo
que significaba que no había espacio para que un extraño heredara ningún medio
para sobrevivir. Si no hubiera sido por Kelsang y Jianzhu, Kyoshi se habría muerto
de hambre en las calles, justo en frente de las narices de todos.
Hipócritas.
Kyoshi presionó su lengua contra el paladar tan fuerte como pudo. Hoy no
iba a ser el día. Algún día, tal vez, pero no hoy.
-
Descansa.- dijo Aoma, cambiando su postura hacia el Puente Divisor. Escuché que ser una sirvienta es un trabajo duro. Por eso estamos
ayudando con las entregas. ¿No es así, Kyoshi? –
Para enfatizar, enroscó el frasco a través de un estrecho espacio en las
ramas de un árbol que sobresalía. Un recordatorio de quién tenía el control aquí.
Kyoshi se estremeció cuando una embarcación se lanzó hacia el suelo
como un halcón antes de volver a ponerse a salvo. ”Un poco más lejos” Pensó
mientras el sendero daba un giro brusco alrededor de la ladera. Unos pasos más
silenciosos y sin palabras hasta que…
Ahí. Habían llegado al fin, la herencia del Avatar, en todo su esplendor.
La mansión que el Maestro Jianzhu construyó para albergar al salvador del
mundo fue diseñada a imagen de una ciudad en miniatura. Un muro alto corría en
una plaza perfecta alrededor de los terrenos, con una división en el medio para
separar los austeros terrenos de entrenamiento de las vibrantes viviendas. Cada
sección tenía su propia puerta de entrada imponente, orientada al sur, que era
más grande que la sala de reuniones de Yokoya. Las enormes puertas con
tachuelas de hierro de la puerta residencial se abrieron de golpe, ofreciendo una
pequeña visión de la ventana del elaborado topiario. Una manada de perros-cabra
plácidos pastaban sobre el césped, cortando el césped a una longitud uniforme.
Los elementos extraños se habían integrado cuidadosamente en el diseño
del complejo, lo que significaba que dragones dorados perseguían a orcas polares
talladas alrededor de los bordes de las paredes. La colocación de las tejas de
estilo del Reino Tierra coincidía inteligentemente con los principios de numerología
de los Nómadas Aire. Auténticos colorantes y pinturas de todo el mundo,
asegurando que los colores de las cuatro naciones se exhiban de manera
equitativa.
Cuando Jianzhu compró la tierra, les explicó a los ancianos de la aldea que
Yokoya era un lugar ideal para establecerse y educar al Avatar, un lugar tranquilo
y seguro lejos de las tierras devastadas por los forajidos del Reino Tierra y lo
suficientemente cerca del Templo del Aire del Sur como de la Tribu del Agua del
Sur. Los aldeanos habían sido lo suficientemente felices como para robar su oro
en ese entonces, pero después de que la mansión creció, se quejaron de que era
una monstruosidad, una criatura extraterrestre había brotado durante la noche del
suelo nativo.
Para Kyoshi, era la vista más hermosa que podía imaginar, era un hogar.
Detrás de ella, Suzu olfateó con desdén. - No sé qué pensaban nuestros padres al
vender estos campos a un Ganjinese.Los labios de Kyoshi se apretaron.
El Maestro Jianzhu era de hecho, de la tribu Gan Jin en el norte, pero como
Suzu lo había dicho.
-
Tal vez sabían que la tierra era tan inútil e improductiva como sus hijos.Kyoshi murmuró en voz baja.
Los otros dejaron de caminar y la miraron.
Ups. Ella había dicho eso demasiado alto, ¿no?
Jae y Suzu apretaron los puños. Se dio cuenta de lo que podían hacer
mientras Aoma tenía a Kyoshi indefensa. Habían pasado años desde que
cualquiera de los niños de la aldea podía acercarse a ella, pero hoy era una
ocasión especial, ¿no? Tal vez algunos moretones, en recuerdo de los viejos
tiempos.
Kyoshi se armó de valor para el primer golpe, poniéndose de puntillas, con
la esperanza de que al menos pudiera mantener su cara fuera de la contienda, por
lo que la tía Mui no se diera cuenta. Unos pocos golpes y patadas y la dejarían en
paz. En realidad, era su culpa por dejar caer la máscara.
-
¿Qué crees que están haciendo? - Gruñó una voz familiar. Kyoshi hizo
una mueca y abrió los ojos.
La paz ya no era una opción, porque ahora Rangi estaba aquí.
Rangi debe haberlos visto desde lejos y atravesar todo el gran césped sin
ser vista; tendiendo una emboscada para ellos toda la noche o cayéndose de un
árbol como un leopardo palmeado. Kyoshi no hubiera pasado ninguna de esas
hazañas más allá que el maestro fuego con entrenamiento militar.
Jae y Suzu retrocedieron, tratando de tragarse sus intenciones hostiles
como niños llevándose dulces robados a la boca. A Kyoshi se le ocurrió que esta
podría haber sido la primera vez que habían visto de cerca de un miembro de la
Nación del Fuego, y mucho menos a uno tan intimidante como Rangi, con su
armadura ajustada del color ónix y la sangre seca, podría haber sido un espíritu
vengativo que vino a limpiar el campo de batalla de los vivos.
Aoma, bastante impresionada, se mantuvo firme. - ¡El guardaespaldas del
Avatar! - dijo con una leve sonrisa. - Pensé que no debías dejar tu puesto. ¿No
estás holgazaneando?Ella miró a izquierda y derecha. - ¿O está aquí en alguna parte?Rangi miró a Aoma como si fuera una suciedad que había intervenido en el
camino de la Maestra Fuego.
-
No están autorizados para estar en estos terrenos. - Dijo con una voz
áspera y fuerte. Señaló hacia arriba al tarro de algas. - Tampoco poner
tus manos sobre la propiedad del Avatar o acosar al personal de su
hogar, en este caso.-
Kyoshi se dio cuenta de que ella personalmente obtuvo un distante tercer
lugar en la lista de consideraciones. Aoma trató de tomarlo con calma. - Ese
contenedor es enorme. - dijo, encogiéndose para enfatizar su hazaña aún en
marcha del control elemental. - Se necesitarían dos hombres adultos para
levantarlo sin Tierra Control, por eso Kyoshi nos pidió ayuda para llevarlo dentro
de la casa. ¿Verdad? -
Ella le dio a Kyoshi una sonrisa radiante. Una que decía: Si dices algo de
mí, te mato. Kyoshi había visto esa expresión en innumerables ocasiones cuando
eran más jóvenes, cada vez que un adulto desafortunado tropezaba con dos de
ellos “jugando” por la ciudad, Kyoshi seriamente lesionada y Aoma con una piedra
en la mano.
Pero hoy estaba fuera de juego. Su actuación normalmente perfecta tenía
un tono quejumbroso y genuino. Kyoshi repente comprendió lo que estaba
pasando.
Aoma realmente quería ayudarla con su entrega. Quería ser invitada dentro
de la mansión y ver al Avatar de cerca, como Kyoshi lo hacía todos los días.
Estaba celosa.
Un sentimiento parecido a la pena se instaló en la garganta de Kyoshi, sin
embargo, no fue lo suficientemente fuerte como para evitar que Rangi hiciera lo
suyo.
La maestro fuego dio un paso adelante. Su fina línea mandibular se
endureció, y sus ojos oscuros bronce bailaba agresión, el aire alrededor de su
cuerpo ondulaba como un espejismo vivo, haciendo que los mechones de cabello
negro azabache que escapaban de su moño flotaran hacia arriba en el calor.
-
¡Deja el frasco, aléjate y no vuelvas!" – Dijo - "A menos que quieras
saber cómo huelen las cenizas de tus cejas.-
La expresión de Aoma se desmoronó, se había metido con un depredador
con colmillos mucho más grandes, y a diferencia de los adultos del pueblo, ningún
encanto o distracción funcionaría en Rangi; pero eso no significaba que era un tiro
de despedida estuviera fuera de discusión.
-
Claro. - Dijo ella. - Pensé que nunca preguntarías. - Con un movimiento
de sus manos, la jarra se elevó en el aire, más allá de las copas de los
árboles.
-
Será mejor que encuentres a alguien que esté autorizado para atrapar
eso. - Ella corrió junto a Suzu y Jae.
-
¡Tú pequeña! - Rangi los siguió levantando sus puños en llamas, pero se
contuvo, la ardiente venganza tendría que esperar, estiró la mano y miró
el jarro que se encogía rápidamente. Aoma lo había lanzado muy, muy
fuerte. Nadie podría negar que la niña no tenía talento.
Rangi le dio un codazo a Kyoshi en el costado. - Atrápalo- dijo. - Usa tierra control
y atrápalo.-
N-no puedo - Contestó Kyoshi, temblando de consternación. Su pobre
carga del fracaso llegó a la cúspide de la cima, tía Mui se iba a poner
furiosa. Un desastre de esta magnitud podría llegar a oídos del Maestro
Jianzhu y su sueldo se reduciría o la despedirían por completo.
Rangi no se había rendido con ella. - ¿Qué quieres decir con que no
puedes? ¡Los libros de registro personal te han incluido como Maestro Tierra!
¡Atrápalo!-
¡No es tan simple! - Sí, Kyoshi era técnicamente una maestro, pero
Rangi no sabía sobre su pequeño problema.
-
¡Haz la cosa con tus manos como lo hizo ella!” - Rangi formó sus manos
una especie de garras dobles como si hiciera un puente con ellas, y
como si el único componente que faltara fuera un crudo recordatorio
visual de un maestro que manejaba un elemento completamente
diferente.
-
¡Cuidado! - Gritó Kyoshi y se arrojó sobre Rangi, protegiendo a la chica
más pequeña con su cuerpo del misil que se desplomaba, ellas cayeron
al suelo entrelazadas. No hubo impacto ni fragmentos mortales de
cerámica, tampoco explosión de líquido de decapado.
-
Quítate de encima, idiota.- murmuró Rangi. Ella golpeó sus puños contra
el abrazo protector de Kyoshi, como un pájaro batiendo sus alas dentro
una jaula. Kyoshi se arrodilló y vio que su cara y orejas estaban casi tan
rojas como su armadura.
Ella ayudó a Rangi a ponerse de pie, la jarra flotaba junto a ellas a la altura
de la cintura sobre el suelo. Bajo el control de Aoma, se había tambaleado y
temblado, siguiendo sus patrones naturales de respiración y movimientos
involuntarios, pero ahora estaba completamente quieto en el aire, como si tuviera
colocado en un pedestal de hierro resistente.
Las piedras en el camino polvoriento temblaron y comenzaron a moverse
rebotando frente a los pies de Kyoshi, dirigidos por un poder invisible desde abajo
como si hubieran sido esparcidos por la superficie de un tambor. Marcharon en
direcciones aparentemente aleatorias, pequeños soldados borrachos, hasta que
llegaron a descansar en una formación que deletreaba un mensaje.
De nada.
La cabeza de Kyoshi se alzó y miró de reojo a la lejana mansión. Solo había
una persona que conocía que podría haber logrado esta hazaña. Las piedras
comenzaron a bailar nuevamente, estableciéndose en palabras mucho más rápida
esta vez.
-
Por cierto ese es Yun, por cierto, el Avatar Yun.-
Como si pudiera haber sido cualquier otra persona. Kyoshi no podía ver
dónde Yun los estaba mirando, pero podía imaginar la sonrisa juguetona y burlona
en su hermoso rostro mientras realizaba otro asombroso acto de tierra control
como si no fuera gran cosa, encantando a las rocas en sumisión total.
Nunca había oído hablar de alguien que usara la tierra para comunicarse
legiblemente a distancia. Yun tuvo suerte de no ser un nómada aire, o de lo
contrario el truco lo habría hecho ganarse unos tatuajes, celebrando por inventar
una nueva técnica.
“¿Qué están haciendo hoy mis tres señoritas favoritas?”
Kyoshi se rio. - Bien, entonces no es perfectamente legible.“Suena divertido. Ojalá pudiera unirme a ti.”
-
Él sabe que no podemos responder, ¿verdad?" - Dijo Rangi.
Albóndigas, por favor. De cualquier tipo menos puerro.
-
¡Suficiente!-
Gritó
Rangi.
-
¡Lo
estamos
distrayendo
de
su
entrenamiento! ¡Y llegas tarde al trabajo!. Ella barrió las piedritas con el
pie, menos preocupada por abrir nuevos caminos en el mundo del tierra
control y más por mantener el horario diario.
Kyoshi quitó el tarro de la plataforma invisible y siguió a Rangi de regreso a
la mansión, caminando lentamente a través de la hierba para no superarla. Si las
tareas domésticas fueran lo único que le importara a la Maestro Fuego, entonces
eso sería el final, y no habría nada más que decir; en cambio, podía sentir el
silencio de Rangi compactado en una forma más densa dentro de su esbelto
cuerpo.
Estaban a medio camino de la puerta una vez que se volvió demasiado
difícil de soportar.
-
¡Es patético! - Dijo Rangi sin darse la vuelta. La única forma en que
podía manejar su enojo con Kyoshi era no mirándola. - La forma en que
ellos te pisotean. ¡Sirves al Avatar! ¡Ten algo de dignidad!-
Kyoshi sonrió. - Yo estaba tratando de apaciguar la situación. - murmuró. Ibas a dejar que te golpearan! ¡Yo los vi! ¡Y no te atrevas a tratar de afirmar que
estabas haciendo Jing neutral o lo que sea sobre técnicas de tierra control!”
En ese justo momento, Rangi se había transformado en la Guardián
Profesional del Avatar, lista para chamuscar los huesos de los intrusos, sin
inmutarse, a la adolescente no mayor que Kyoshi, que fácilmente perdía los
estribos con sus amigos y era una especie de mamá gallina rabiosa.
-
Y hablando de tu tierra control. ¡Fuiste presentada por un plebeyo!
¿Cómo es que por ahora no has dominado lo más básico? ¡He visto
niños de Yu Dao mover rocas más grandes que el tarro!-
Ella y Rangi eran amigas, a pesar de lo que parecía. Cuando la mansión
estaba en construcción, mientras Kyoshi estaba aprendiendo sus deberes dentro
de la estructura de la casa sin terminar, le había tomado semanas darse cuenta de
que la chica imperiosa que actuaba como si todavía estuviera en el escuadrón
juvenil del Ejército de Fuego, solo le gritaba a las personas que ella dejaba entrar
dentro de su caparazón. Todos los demás eran escoria que no justificaban el
esfuerzo.
-
Entonces, el campo de acción más eficiente sería sorprender a la líder.¿Aoma lo era? Sola en algún lugar y luego destruirla de tan mala
manera que recibirá el mensaje los demás para que no te molesten
más… ¿Me estás escuchando?-
Kyoshi se había perdido la mayor parte del plan de batalla. Se había
distraído con el collar de la armadura de Rangi, que había sido descolocado en la
caída y necesitaba acomodarlo para que cubriera la delicada piel de su nuca una
vez más, pero su respuesta, era la misma.
-
¿Por qué recurrir a la violencia? – Dijo - Ella empujó suavemente a la
maestro fuego en la parte baja de la espalda con el tarro. - Tengo
fuertes héroes que me protegen.-
Rangi hizo un ruido como si quisiera vomitar.
EL CHICO DE MAKAPU
Yun no podía escuchar lo que decían, pero era posible leer su lenguaje
corporal a esta distancia, y a juzgar por la forma en que gesticulaba salvajemente
en el aire, Rangi estaba molesta con Kyoshi. Otra vez.
Él sonrió. Las dos eran adorables juntas, podría verlas todo el día. pero
luego rodó sobre su espalda y se deslizó por el techo de la pared exterior usando
el borde de la canaleta para detener su caída. Dejó que el impacto convirtiera su
movimiento en una especie de acorazado, voló de frente en el aire y aterrizó sobre
los pies en el patio de mármol quedando.
Cara a cara con Hei-Ran.
Dispara.
-
Impresionante.- Dijo la ex directora de la Academia Real de Fuego para
chicas, con los brazos cruzados a la espalda. - Cuando los espíritus
pidan que intervenga un payaso de circo en su nombre, sabré que
nuestro tiempo juntos ha valido la pena.-
Yun arrugó la cara. Su tutora personal de fuego control tenía una habilidad
especial para encontrar que sus momentos de orgullo y luego aplastarlos.
-
Terminé mis series de sentadillas temprano.- Contestó. - Quinientas
repeticiones de manera perfecta, todo el tiempo.-
-
Y, sin embargo, elegiste pasar tu tiempo libre descansando en el techo,
en lugar de pasar a tu siguiente ejercicio o meditar hasta que regresara.
No es de extrañar que todavía no puedas generar llamas, puedes
entrenar tu cuerpo tanto como desees, pero tu mente permanece débil.-
Se dio cuenta de que Hei-Ran nunca lo golpeo así mientras su hija estaba
cerca. Era como si ella no quisiera disminuir la reputación del Avatar antes los ojos
adoradores de Rangi. Su imagen tenía que ser bien cuidada y conservada, como
los árboles en miniatura que adornaban el jardín; los espíritus prohíben que sea
humano por un momento.
Yun se dejó caer en la postura para realizar la técnica del Puño de Fuego,
luego hizo una pausa para corregirse, aunque era innecesario. Ni siquiera Hei-Ran
podía culparlo de como ubicaba su cuerpo, la postura de su columna y su control
al respirar. Lo único que faltaba era la llama.
Ella frunció el ceño ante él, interpretando su perfección como un acto de
desafío, pero le dio la señal para comenzará de todos modos. Cuando él lanzó un
golpeó el aire, ella caminó lentamente alrededor de él en círculo. Las sesiones de
Puño de Fuego también fueron oportunidades para sermonear.
-
Lo que haces cuando nadie te está guiando determina quién eres. - Dijo
Hei-Ran -. El lema probablemente estaba grabado sobre una puerta en
algún lugar de la Academia de Fuego. - Los resultados de tu
entrenamiento son mucho menos importantes que tu actitud hacia el
entrenamiento.-
Yun no creía que ella realmente creyera eso, ni por un segundo, ella
simplemente lo estaba atormentando en los detalles que no podía examinar y
ajustar para una mejora inmediata. Si él no podía hacer fuego control aún bajo su
cuidado, entonces su defecto residía más profundamente que en cualquiera de
sus estudiantes anteriores.
Sus golpes se volvieron más nítidos, hasta el punto en que las mangas de
su uniforme de algodón se rompieron como el viento con cada movimiento. Era
como un par de imágenes en un pergamino, dos intervalos que se repetían una y
otra vez; puño izquierdo, puño derecho.
-
Tu situación no es única.- Continuó Hei-Ran. - La historia está llena de
avatares como tú que intentaron aprovechar sus talentos. No eres el
único que quería tomarlo con calma.Yun resbaló. Un evento lo suficientemente raro como para notarlo.
Su movimiento lo llevó demasiado lejos fuera de su centro de gravedad, y cayó de
rodillas. El sudor le picó los ojos y corrió hacia la comisura de su boca.
-
¿Tómalo con calma? ¿Tómalo con calma?-
¿Estaba ignorando el hecho de que él pasó noches en vela estudiando
detenidamente los análisis académicos de las decisiones políticas de Yangchen?
¿Que había memorizado exhaustivamente los nombres de todos los nobles
del Reino Tierra, el comandante de la Nación del Fuego y el jefe de la Tribu Agua
entre los vivos’ y retrocedió tres generaciones entre los muertos? ¿Los textos
olvidados que había usado para mapear los antiguos sitios sagrados de los
nómadas aire, hasta tal punto que Kelsang se sorprendió por algunos de ellos?
Así era él cuando nadie lo miraba. Alguien que dedicó todo su ser a su vida
de avatar. Yun quería recuperar el tiempo perdido que había desperdiciado al ser
descubierto tan tarde. Quería expresar su gratitud a Jianzhu y al mundo entero por
darle el mayor regalo que existe. Tomarlo con calma era lo último que tenía en
mente.
Ella lo sabe, pensó. Hei-Ran lo estaba incitando deliberadamente
llamándolo perezoso. Pero la furia incontrolable aumentó en su estómago de todos
modos.
Los dedos de Yun se clavaron en la superficie lisa del mármol, aplastando
la piedra con su puño tan fácilmente como si fuera tiza. Nunca atacaría a un
maestro. La única forma en que podía resistir a Hei-Ran era decepcionarla. Para
sostener la acusación de que era un niño rebelde.
Su siguiente golpe produjo un torbellino de "llama de dragón” digno del
Señor del Fuego, cada boquilla y parpadeo se convirtieron cuidadosamente,
burlonamente en polvo de piedra blanca. Lo dejó enfurecer y bailar como el fuego
real reaccionando a los remolinos de la brisa, y luego dejó que la nube de
partículas cayera al suelo.
Para colmo, completar la presentación, agregó la sonrisa que todos siempre
decían que les recordaba a Kuruk. Un payaso necesitaba su maquillaje, después
de todo.
Hei-Ran se puso rígida. Parecía que estaba a punto de abofetearlo en la
cara. La explosión no se acercó a ella, pero tampoco se alejó de ella.
-
En los viejos tiempos, los maestros solían mutilar a sus estudiantes por
insubordinación,- Dijo con voz ronca.
Yun se contuvo de retroceder. - En qué maravillosos tiempos modernos
vivimos.Con una sola palmada atravesó el aire. Ambos miraron hacia Jianzhu,
observando desde la barrera.
Yun apretó los dientes lo suficiente como para hacerlos rechinar.
Normalmente podía sentir juntos los pasos del mentor a través el suelo, pero hoy. .
. hoy fue de todo tipo de desequilibrio.
Jianzhu saludó a Yun como si no acabara de atrapar al Avatar y a su
maestro de fuego control en las gargantas del otro. – Ven.- Le dijo como para a su
sala. - Tomemos un descanso.Los campos de entrenamiento tenían huecos en las paredes para esconder
armas, jarras de agua y discos huecos hechos de polvo de arcilla prensada que
explotarían sin causar daño al impacto. Suministros suficientes para entrenar a un
ejército de maestros. Jianzhu y Yun tomaron su té en la más grande de las áreas
de almacenamiento, rodeadas de maniquíes de paja.
El piso estaba lleno de polvo. Mientras Yun servía, Jianzhu arrancó una
ramita que se había enganchado en un saco de arpillera y la usó como un lápiz,
dibujando una versión simplificada de un tablero de Pai Sho en el suelo entre
ellos.
Yun estaba confundido, los dos habían jugado el juego sin cesar mientras
se conocían, pero el Pai Sho se le había prohibido por mucho tiempo, porque fue
una distracción para dominar los elementos.
Jianzhu contempló la cuadrícula vacía, su larga cara parpadeaba en
recuerdo de secuencias pasadas, líneas de un deslumbrante brillo y despliegues
de riesgos que se desarrollaban en las baldosas. Los marcadores de la edad
irradiaban de sus ojos. Los problemas que le dieron las arrugas en sus ojos y las
sienes blancas que aún no habían alcanzado la línea lisa y aplanada de su boca.
-
Tengo algunas noticias.- Dijo. - Nuestros emisarios nos dicen que
Tagaka acordó firmar una nueva versión del tratado de su bisabuelo.-
Yun se animó. Su maestro había estado tratando de buscar una solución
diplomática con la reina del Daofei en el mar durante años. - ¿Qué cambió, Sifu?Jianzhu le hizo un gesto.
-
Tú. Ella se enteró de que finalmente encontramos al Avatar y que él era
uno de los mejores maestros de esta generación.-
Yun sabía que eso era cierto. Para el planeta, al menos. Podría haber sido
arrogante de su parte pensar eso, pero era difícil discutir con la evidencia que
quedaba en el suelo.
-
La flota de la Quinta Nación dejará de asaltar las costas a lo largo de las
montañas Xishaan.- Dijo Jianzhu. - Prometieron no levantar una vela
bajo sus colores a la vista del Templo del Aire del Este.-
-
¿A cambio de qué?-
-
Para el acceso oficial a la madera en la isla de Yesso, aunque han
estado talando la madera de manera no oficial durante casi una década.
Los otros sabios lo llaman una victoria diplomática total. Han ganado
tanto, por tan poco.-
Las hojas del té de Yun perdieron su agarre en la superficie más líquida. El
agua era el último elemento que necesitaba dominar, siempre sospechó que lo
pasaría mejor que con el fuego.
-
Excepto que no es una victoria, ¿verdad?- Dijo, rodando la copa entre
sus dedos. - Ella promete detener sus operaciones en un sector, pero
una flota de merodeadores no va a dejar las armas y recoger el arado de
la noche a la mañana.- Causarán problemas en los otros océanos, tal
vez vayan tan al norte como a la Bahía Camaleón o las islas de la
Nación del Fuego. Simplemente está empujando la violencia de un
rincón del mundo al otro.-
-
¿Qué harías entonces?-
Dijo Jianzhu. - ¿Rechazar la oferta de
Tagaka?Yun tomó su turno mientras miraba el tablero de juego en blanco,
especialmente en las secciones donde los jugadores solían colocar sus fichas de
bote. Se estremeció ante las imágenes que le vinieron a la cabeza.
Al contrario de lo que pensaban muchos de los lugareños, Jianzhu no lo
mantuvo encerrado en la finca como una flor de luna que se marchitaría con
demasiada luz solar. Entre los entrenamientos, regularmente hacían viajes
alrededor del mundo con Kelsang en su bisonte volador, Pengpeng, para
encontrarse con personas importantes de alrededor de las Cuatro Naciones. El
objetivo era asegurarse de que Yun tuviera una educación cosmopolita, ya que el
Avatar ideal también era un diplomático, que nunca mostraba prejuicios hacia una
persona u otra. Aprendió mucho a su lado, explorando grandes ciudades y
hablando con sus líderes, algunas veces se divertía.
La última salida no fue una de esas veces.
Cuando Jianzhu le dijo que estaban obligados a examinar el alcance del
daño infligido por la incursión pirata coordinada más grande en la costa sureste del
territorio continental del Reino de la Tierra en más de un siglo, Yun se había
preparado para la sangre, de cadáveres ardiendo en medio de los restos
humeantes, una escena de devastación total.
Pero cuando volaron a baja altura sobre las costas en la espalda de
Pengpeng, revisaron los pueblos costeros en busca de sobrevivientes, se
sorprendió al ver las casas de madera a la deriva y las chozas de paja intactas,
casi sin daños, no había señales de los habitantes en ninguna parte.
Tuvieron que aterrizar e investigar algunas estructuras antes de que las
cosas encajaran. Dentro de las casas, habían encontrado lanzas en los estantes,
esas con comida cocinada que aún no se había podrido y redes de pesca en
medio de reparaciones; no hubo masacre.
Para su completa sorpresa, los aldeanos habían sido capturados como si
fueran ganado, como animales robados de una manada.
Los corsarios de Tagaka no habían tocado nada más, excepto un hilo
común de artículos que Yun notó en el último minuto; habían robado las
campanas, los tambores, los gongs y las torres de vigilancia de cualquier pueblo
con la suerte de tener una, que fueron barridas.
Yun se dio cuenta de que el bronce fundido era extremadamente valioso y
casi insustituible en esa parte del país, también lo eran las pieles de calidad
usadas para las pieles de tambor. Los piratas habían logrado que los sistemas de
advertencia de la aldea no pudiesen reutilizarse cuando regresarán.
Casi mil personas no se contabilizaron. Llevar a cabo una incursión en esta
escala, con tanta precisión, no solo fue un crimen sino un mensaje. Tagaka era
más peligrosa que su padre, su abuelo y cualquier otro pirata grosero y de mente
sangrienta que corría por el Mar del Este.
Yun había pasado la mayor parte de esa noche gritando y furioso con
Jianzhu, después de que su mentor le explicara con calma que el Rey Tierra
probablemente no haría nada para proteger a sus súbditos, no a los de tan poco
valor marginal. Que estaban en gran medida solos para hacer frente al problema.
El vacío del tablero de Pai Sho se burló de Yun tan fuerte como las
campanas perdidas, no sonantes. No si regresaban, sino cuándo.
Dejó el té y se recostó sobre las manos. - Deberíamos aceptar su oferta y
fingir que estamos contentos de hacerlo. Es nuestra única oportunidad de rescatar
a los cautivos sobrevivientes. Ganará tiempo para que las zonas costeras
acumulen defensas. Y si Tagaka es lo suficientemente valiente como para navegar
hacia el noroeste, existe la posibilidad de que se vuelva demasiado confiada y
pelee con la Armada de Fuego. Ese es un oponente lo suficientemente
despiadado como para destruirla por completo.Su propuesta salió de sus labios naturalmente, a pesar de la inquietud que
creó en su núcleo. La idea de manipular a las naciones sobre las que se suponía
que debía mantener en equilibrio era aterradora, solo por lo fácil y efectiva que
sería, esperó una reprimenda.
En cambio, atrapó a Jianzhu sonriéndole abiertamente. Una ocurrencia
rara.
-
¿Ves?- Dijo Jianzhu, señalando el tablero de juego por costumbre. - Por
eso estás destinado a ser un gran Avatar. Tienes la idea de pensar en el
futuro, para ver en dónde las personas son débiles y donde son fuertes,
sabes qué hilos del futuro tirar. No habrá una solución para la Quinta
Nación a través de un poderoso poder control, pero habrá una
estrategia, una línea de juego que minimice el sufrimiento que pueden
infligir, y lo has visto.
-
Eres todo lo que Kuruk no era.- Continuó Jianzhu. - Y no podría estar
más orgulloso. –
Eso fue un cumplido genuino. Kuruk había sido un genio del más alto
calibre cuando se trataba de Pai Sho, poder control también; pero según Jianzhu,
quien lo conocía mejor, el Avatar del Agua no había podido traducir sus talentos
personales en un liderazgo efectivo en el escenario mundial. Había desperdiciado
su tiempo, buscando placeres en torno a las Cuatro Naciones, y murió temprano.
Entonces supongo que eso significa que seré infeliz y viviré para siempre,
pensó Yun. Maravilloso.
Miró al otro lado del patio donde Hei-Ran había tomado un poste,
esperando que terminaran, la mujer era una estatua. Cada dolor que sintió de ella
empeoró por el hecho de que ella se parecía tanto a su hija Rangi, con la misma
cara de muñeca de porcelana, cabello negro y ojos que tienden hacia el bronce
más oscuro que el oro habitual de la Nación del Fuego. Tener un guardaespaldas
hermoso y adorable cerca de su edad, como Rangi, se arruinó cuando su imagen
escupidora le golpeó los mocos regularmente.
-
Hei-Ran piensa que me parezco demasiado a Kuruk.- Dijo Yun.
-
Tienes que ser más comprensivo con ella. - dijo Jianzhu. - Renunció a
su comisión en el Ejército de la Nación del Fuego para enseñar a Kuruk,
y luego dejó la Real Academia para enseñarte. Ella ha sacrificado más
que cualquiera de nosotros por el Avatar.-
Escuchar que había arruinado dos carreras prometedoras diferentes para la
misma mujer no lo hizo sentir mejor. - Esa es una razón más para que ella odie
mis entrañas.Jianzhu se levantó y le indicó a Yun que hiciera lo mismo. - No, su problema
es que ella te ama.- Dijo.
-
Si eso es cierto, entonces tiene una forma divertida de mostrarlo.-
Jianzhu se encogió de hombros. – Asi son las madres de la Nación del
Fuego, ella te ama casi tanto como yo, demasiado, tal vez.Yun siguió a su mentor hacia el centro del piso de entrenamiento. La
transición de la sombra fresca al calor exterior fue un golpe fuerte.
-
Debes saber que tienes el amor de muchas personas.- Dijo Jianzhu. Kelsang, los sabios visitantes y casi todos los que te han conocido. Creo
que la tierra misma te ama. Te sientes conectado a él en todo momento,
como si te estuviera hablando a ti. ¿Estoy en lo cierto? –
Lo estaba, aunque Yun no sabía a dónde iba con esto. Sentirse conectado
a la tierra fue el primer requisito, el más básico, para el control de la tierra. HeiRan se unió a ellos en la corte.
-
Por otro lado, la resistencia al fuego es única en los cuatro estilos de
control, ya que generalmente no se basa en una masa de elementos
separados del propio cuerpo.- Dijo Jianzhu. -No se forma un vínculo
con el elemento en su entorno; en cambio, lo generas desde dentro. ¿Lo
estoy explicando claramente, Directora?-
Hei-Ran asintió, igualmente confundido sobre por qué estaban discutiendo
lo obvio.
-
Quítate los zapatos.- Ordenó Jianzhu a Yun.
-
¿Huh?- Al igual que muchos Maestros Tierra Yun nunca usó zapatos, si
podía evitarlo, pero para el entrenamiento de fuego control lo obligaron a
ponerse un par de pantuflas.
-
Las condiciones de Tagaka son; que cualquier tratado nuevo que deba
firmarse por motivos de su elección.- Dijo Jianzhu. - Sé que dije que la
diplomacia era más importante que inclinarse para esta misión, pero
sería ideal si dominas el fuego. En caso de que los piratas necesitan una
pequeña muestra de fuerza, te quitas los zapatos.-
El sol golpeó la cabeza de Yun. El zumbido de los insectos se hizo más
fuerte en sus oídos, como una alarma. Nunca había desobedecido a Jianzhu
antes, así que se quitó las zapatillas, se bajó los calcetines y los arrojó a un lado.
-
No entiendo.- Dijo. ¿Qué está pasando aquí?-
Jianzhu examinó el piso de entrenamiento sin rasgos distintivos. - Como
dije, la tierra misma te ama, y tú la amas. Ese amor, ese vínculo, podría ser lo que
te está frenando, bloqueando los diferentes estados mentales necesarios para
dominar los diferentes elementos. Deberíamos intentar cortar ese vínculo para que
no tengas nada en lo que confiar sino tu fuego interior. No hay ayuda externa.Por primera vez en su vida, Yun vio a Hei-Ran dudar. – Jianzhu.– Dijo ¿Estás seguro de que es una buena idea?-
Es una idea.- dijo Jianzhu -
Que sea bueno o no depende del
resultado.-
Un nudo helado se formó en el estómago de Yun mientras su mente hacía
la conexión. - ¿Vas a hacer que me queme los pies? -
Jianzhu sacudió la cabeza. - Nada tan cruel.Extendió la mano hacia un lado, con la palma hacia abajo, y luego la
levantó hacia arriba. Alrededor de ellos, del piso de mármol brotaban pequeñas
pirámides de una pulgada de alto, cada una terminando en una punta afilada. Los
terrenos estaban cubiertos de manera uniforme de pared a pared. Era como si
alguien hubiera golpeado clavos en cada espacio de una tabla de Pai Sho y luego
la voltea, clavo hacia arriba.
-
Ahora, veamos que corres a través de la primera forma de Sun
Gathering.- dijo Jianzhu. El jardín de abrojos los rodeaba en un estrecho
anillo. - Sal, justo en el medio, y muéstranos tus habilidades.-
Yun parpadeó para contener las lágrimas. Miró a Hei-Ran suplicante. Ella
sacudió la cabeza y se volvió. - No puedes hablar en serio.- Dijo.
Jianzhu estaba tan tranquilo como una nube a la deriva. - Puedes comenzar
cuando estés listo, Avatar.-
TRABAJO HONESTO
Atravesar la puerta de la mansión era como entrar a un portal al Mundo
Espiritual. O eso era lo que Kyoshi se imaginaba después de escuchas las
historias que Kelsang le contaba. Era una completa transición de un grupo de
reglas a otro, de un aburrido, salvaje lugar donde la única moneda que podrías
gastar era tu sudor y tiempo, sembrar tus semillas y cebar tus anzuelos con la
esperanza de evitar al hambre durante otra estación, a un universo místico donde
los rituales y las negociaciones podían hacerte alguien superior en un solo día.
Su paso estaba marcado por una mancha de sombra debajo del muro de
tierra apisonada. Rangi asintió a los dos canosos guardianes, veteranos de la
armada del Reino de la Tierra quienes tensaron sus cuellos y le respondieron con
una reverencia en señal de respeto. Atraídos por la mejor paga que ofrecía estar
bajo el servicio de Jianzhu, mantuvieron sus abombados cascos de ala ancha pero
los pintaron con las sombras verdes que usaba el sabio. Kyoshi siempre se
preguntó si aquello estaba en contra de las leyes o no.
Dentro, el amplio jardín rebosaba de conversaciones. Sabios y dignatarios
de tierras lejanas constantemente entraban y salían de la mansión, y muchos de
ellos disfrutaban de realizar sus negocios rodeados de flores y el dulce aroma de
los árboles frutales. Un mercader excesivamente vestido proveniente de Omashu
regateaba con un oficial de adquisiciones de la Nación del Fuego sobre el futuro
de las coles, ignorando los pétalos de flores de cerezo que caían dentro de su té.
Dos elegantes mujeres de la Tribu Agua del Norte caminaban, brazo con brazo,
meditativamente por el diseño de laberinto restrillado en el campo de blanca y
pura arena. En una esquina, un taciturno joven con cabello cuidadosamente
despeinado mordía el final de su pincel, esforzándose con un poema.
Cualquiera de ellos podría haber sido-y probablemente eran- maestros del
más alto orden. Siempre emocionaba a Kyoshi el ver a tantos maestros de los
elementos reunidos en un solo lugar. Cuando la mansión estaba llena de
visitantes, como ahora, el aire se sentía vivo con poder. Algunas veces
literalmente cuando Kelsang estaba cerca y de un humor juguetón.
La tía Mui, cabeza del personal de cocina, apareció de uno de los pasillos
laterales y rebotó hacia ellos, viéndose similar a una ciruela rodando cuesta abajo
por una colina irregular. Uso el impulso para darle una fuerte palmada a la parte
baja de la espalda de Kyoshi. La chica soltó un chillido y sujeto la jarra con más
fuerza.
-
¡No cargues comida cuando hay invitados alrededor que puedan verte! Bufo la tía Mui. - ¡Usa la entrada de servicio!-
Apresuró a Kyoshi a bajar los escalones del túnel, sin darse cuenta del duro golpe
que se dio en la frente con la viga superior. Arrastraron los pies por el pasillo que
todavía olía a aserrín y arcilla húmeda a través del yeso. Era más obvio allí debajo
lo nuevo y rápidamente construido que el complejo realmente había sido.
La aspereza del pasillo era uno de los muchos detalles que agujereaba la
común ilusión que aquellos bajo el techo de Jianzhu trataban de mantener, desde
los más distinguidos invitados hasta el empleado más humilde. La presencia del
Avatar era una bendición inconfortablemente reciente. Todos realizaban sus
deberes a un paso acelerado.
-
¿Estuviste en el sol por mucho tiempo, no es así?- Pregunto la Tía Mui. Tus pecas se obscurecieron nuevamente. ¿Porque nunca usas el
corrector que te di? Contiene nácar real molido.-
El cráneo de Kyoshi punzaba. - Que, ¿y parecer un fantasma desalmado?-
¡Mejor que parecer que alguien hecho semillas de amapola sobre tus
mejillas! –
La única cosa que Kyoshi odiaba más que tener mugre en su piel eran los
torcidos, exasperantes valores que las personas mayores como la Tía Mui tenían
acerca de la tez. Era otra más de las contradicciones de la aldea, que debes de
tener una vida honesta esforzándose bajo el sol, pero nunca en lo más mínimo
lucir como si lo hicieras. En el juego de los estándares de belleza en la Yokoya
rural, Kyoshi había perdido esa ronda en particular, junto con otras.
Subieron otro set de escaleras, Kyoshi recordó agacharse esta vez, y paso
a través del salón donde se secaba y cortaba la inmensa cantidad de leña que se
necesitaba para alimentar las estufas. La Tía Mui miro el mazo para cortar que
había quedado enterrado por la última persona que lo había utilizado en lugar de
haberlo colgado donde pertenecía en la pared, pero ella no era suficientemente
fuerte para sacarlo, y Kyoshi tenía las manos llenas.
Entraron a la cavernosa y vaporosa cocina. El choque de las ollas de metal
y las fuertes flamas pudo haberse confundido por una operación de asedio. Kyoshi
puso la jarra de encurtido en la mesa libre, más cercana y se estiro, sus brazos
temblaban con extraña libertad. La jarra había estado pegada a ella por tanto
tiempo que era como despedirse de un niño consentido.
-
No olvides, tienes deberes en la noche.-
Le había asustado escuchar la voz de Rangi. No había pensado que la
Maestra Fuego las hubiera seguido a las entrañas de la casa.
Rangi miro alrededor. - No desperdicies mucho tiempo aquí. No eres una simple
criada.El personal de cocina cercano, algunas de las que eran simples criadas, las
miraron y fruncieron el ceño. Kyoshi hizo un gesto de dolor. Los aldeanos
pensaban que era una creída por vivir en la mansión; los demás sirvientes
pensaban que era una creída debido a su cercanía con el Avatar; y Rangi, con su
actitud elitista, solo lo había empeorado.
No podía contentar a nadie, pensó mientras Rangi salía del lugar.
Kyoshi se dio cuenta de la extraña figura que había entre la legión de
cocineros vestidos de blanco moviéndose en sus estaciones. Un Maestro Aire, con
sus ropajes anaranjados arremangados hasta sus fuertes hombros. Sus manazas
estaban cubiertas en harina, y había resguardado su bosque de barba dentro de
su túnica para evitar que soltara cabello. Era como si la cocina hubiera sido
invadida por un ogro de montaña.
Kelsang debería de estar arriba, mirando al Avatar. O de menos saludando
a los sabios visitantes. No cortando envoltorios de masa para empanaditas con los
cocineros.
Él levantó el rostro y sonrió cuando vio a Kyoshi. - Me han desterrado.- Le
dijo, presintiendo su pregunta. - Jianzhu cree que mi presencia es la causante de
que Yun sueñe antes de tiempo en el aire control, así que estamos intentando
mantenerlo enfocado en un elemento a la vez. Necesitaba sentirme útil, así que
aquí estoy.Kyoshi se desplazó con cuidado hacia él a través del abarrotado lugar y le
dio un beso en la mejilla al monje. - Déjame ayudar.- Se lavó las manos en un
lavadero cercano, tomó una bola de pasta para amasar, y se puso a trabajar a su
lado.
Durante la última década, Kelsang esencialmente la había criado. Había
usado toda la permisividad que tenía en el Templo del Aire del Sur para poder
residir en Yokoya lo más que pudiera, para poder cuidarla. Cuando tenía que irse,
la dejaba encargada con diferentes familias, pidiendo ofrendas para mantenerla
alimentada. Después de que Jianzhu trajo al Avatar a Yokoya para resguardarlo,
Kelsang le había torcido el brazo a su amigo para que contratara a Kyoshi.
Él había hecho todo eso, salvado la vida de una niña extraña, por ninguna
otra razón que la que ella necesitaba a alguien. En un lugar del Reino Tierra
donde el amor estaba reservado solamente para las relaciones sanguíneas, el
monje de una tierra lejana era la persona más querida en el mundo para Kyoshi.
Que era por lo que sabía que su buen humor era una completa farsa.
Rumores que volaban alrededor de la casa diciendo que la alguna vez
legendaria amistad entre los acompañantes del Avatar Kuruk se había deteriorado,
especialmente entre Jianzhu y Kelsang. En los años que siguieron de la muerte de
Kuruk, si querías creer el rumor, Jianzhu había amasado una fortuna e influencias
indignas de un sabio que se supone que estaba dedicado, solamente a guiar a la
reencarnación de Kuruk. Maestros iban a la casa para pagar pleitesía a él, no al
Avatar, y decretos que eran normalmente hechos por los Reyes en su lugar
portaban el sello de Jianzhu, Kelsang no aprobaba semejantes acciones
hambrientas de poder y estaba en riesgo de ser completamente hecho a un lado.
Kyoshi no tenía contexto acerca de política, pero si se preocupaba acerca
de la creciente ruptura entre los dos maestros. No podía ser bueno para el Avatar.
Yun adoraba a Kelsang casi tanto como lo hacia ella, pero al final era fiel al
maestro tierra que lo había encontrado.
Distraída por sus pensamientos, no se dio cuenta del pequeño montoncito
de harina que voló desde la mesa y que la golpeo en la frente. Polvo blanco nubló
su visión. Miró con ojos entrecerrados a Kelsang, quien no estaba tratando de
ocultar el segundo tiro que giraba sobre su palma, rodeado de un tornado tamaño
bolsillo que había invocado.
-
“¡No fui yo! - le dijo. - Fue otro Maestro Aire.-
Kyoshi soltó una risita y tomo el montoncito de harina del aire, que explotó entre
sus dedos. - Detente antes de que la Tía Mui nos saque de aquí.-
Entonces deja de preocuparte por mí,- Contestó, habiendo leído su
mente. - No es tan malo que tome un descanso de los negocios del
Avatar. Así puedo pasar más tiempo contigo. Deberíamos irnos de
vacaciones, solo nosotros dos, tal vez a ver los lugares sagrados de los
Nómadas del Aire.-
A ella le hubiera gustado mucho eso. Las oportunidades de estar en
compañía de Kelsang se habían vuelto escasas mientras el Avatar y sus maestros
se metían más en los problemas del mundo. Pero tan humilde como era su trabajo
en comparación, tenía la misma responsabilidad de presentarse cada día.
-
No puedo.- Kyoshi le dijo. - Tengo que trabajar.- Ya habrá suficiente
tiempo en el futuro para viajar con Kelsang.
Él giró lo ojos. - Bah. Nunca he visto a alguien oponerse tanto a divertirse desde el
viejo Abbot ‘No-hay-de-frutas’ Dorje.- Le lanzó otro montoncito de harina, y ella
falló en esquivarlo.
-
¡Sé cómo divertirme! - Kyoshi susurró indignada mientras se limpiaba la
nariz con el dorso de la mano.
Desde la cabecera de las tablas de cortar, la Tía Mui soltó un silbido,
interrumpiendo su debate. - ¡Tiempo de Poesía!- Les dijo.
Todos se quejaron. Siempre estaba tratando de forzar la alta cultura en sus
trabajadores, o al menos la idea de ello. - ¡Lee! - Llamó, señalando a un
infortunado manejador de wok - Tu empieza.El pobre cocinero tropezó mientras intentaba componer algo en su lugar al
tiempo que trataba seguir contando sus silabas.
“Uh… el clima es bueno
el sol brilla desde el cielo
los pájaros cantan… ¿está bien?”
Tía Mui hizo una cara como si acabara de probar jugo puro de limón. - ¡Eso
fue terrible! ¿Dónde está tu sentido del balance? ¿Simetría? ¿Contraste? -
Lee lanzo las manos al aire. Le pagaban para freír cosas, no para actuar en
el Anillo Superior de Ba Sing Se.
-
¿Puede alguien darnos un verso decente?- se quejó la Tía Mui. No
hubo ningún voluntario.
-
Tengo
las
mejillas
como
fruta
madura,-
Kelsang
empezó
sorpresivamente.
“Tiemblan como ramas en la tormenta
me sonrojo cuando veo una cama
y salto al sonido del cuerno.”
El cuarto exploto en carcajadas. Había escogido una conocida canción
popular con los marineros y trabajadores del campo, donde improvisaban lascivas
palabras desde la perspectiva del objeto de su amor no correspondido. Era un
juego para otros intentar adivinar de quien estabas hablando, y el ritmo simple
hacia la labor manual más placentera.
-
Hermano Kelsang!-
Le pidió la Tía Mui escandalizada. - ¡Ponga el
ejemplo! Lo había hecho. Todo el personal ya estaba cortando, amasando, y tallando
al ruidoso tono. Estaba bien el portarse mal si el monje lo hacía primero.
“Tengo la nariz como un venado cola de paloma
Corro como una hoja al viento “
Lee cantó, evidentemente mejor en eso que en el haiku.
“Mis brazos son delgados y mi cintura apretada
Y para mi familia ya no tengo pensamientos.”
-
¡Mirai! - Un lavaplatos gritó. - ¡Le gusta mucho la hija del dueño de la
verdulería! - El personal chilló por sobre las protestas de Lee, pensando
que hacían una buena pareja. Algunas veces no importaba a la
audiencia si acertaban o no.
-
¡Sigue
Kyoshi!-
Alguien
dijo.
-
¡Nunca
está
aquí,
así
que
aprovechemos!Habían sorprendido a Kyoshi con la guardia baja. Normalmente no era
incluida en las costumbres de la casa. Se dio cuenta que Kelsang la observaba y
vio el reto brillando en sus ojos. Diversión, ¿eh? Te lo voy a probar.
Antes de que pudiera detenerse, el ritmo la animo a empezar la canción.
“Tengo dos cuchillos fundidos en bronce
Perforan todo su camino hasta el alma
Con la promesa del pecado te atraen
Tal cual la polilla a la flama del carbón.”
La cocina aulló. La tía Mui cloqueo con desaprobación. - ¡Sigue, chica mala!
–
Lee le ánimo, contento de que la atención ya no estaba sobre él.
Incluso pudo descolocar a Kelsang, quien la miraba con curiosidad, como si
tuviera una chispa de reconocimiento de a quien estaba describiendo. Kyoshi
sabía que eso no era posible cuando simplemente estaba lanzando las primeras
palabras que llegaban a su cabeza. Golpeo una porción de masa en la mesa
frente a ella, creando sus propias percusiones.
“Tengo el cabello como la noche sin estrellas
A mis labios cuando sonrío se pega
Lo enrollaré con el tuyo y nos saldremos del rumbo
En un barco mientras tocamos nuestros corazones en todo momento.”
De alguna manera la improvisación era sencilla, aunque ella nunca se
consideró una poeta, o tener una mente subida de tono, en ese sentido. Era como
si otra persona, alguien mucho más a gusto con sus propios deseos, se
alimentaba de las líneas correctas para expresarse a sí misma.
Y para su sorpresa le gustaba lo poco elegante que las líneas le hacían
sentir. Verdadera, tonta y cruda.
"Para que el sendero que camino sea una linterna encendida
Que te guíe en la oscuridad
Te sostendré fuerte y te amaré más que a nada
Hasta que veamos nuestro fin."
Kyoshi no tuvo tiempo de meditar el oscuro giro que su verso había tomado
antes de que un sorpresivo dolor se disparara por su muñeca.
Kelsang la había sujetado del brazo mientras la observaba con sus salvajes
ojos blancos. Su agarre se hacía cada vez más fuerte, apretando su piel, sus uñas
derramaban sangre, tanto de su propia carne como de la de ella.
- ¡Me estas lastimando! - grito ella.
El cuarto quedó en silencio, sorprendido, Kelsang la soltó, y ella alcanzó a
sujetarse de la orilla de la mesa. Un moretón quedó estampado en su muñeca.
-Kyoshi- dijo Kelsang, su voz apretada y sin aire. -Kyoshi, ¿dónde
aprendiste esa canción? -
REVELACIONES
Después de que Kelsang la llevase a un estudio vacío y se disculpara con
ella durante alrededor de media hora por haberla lastimado, le dijo por qué había
perdido el control.
-
Oh…- Kyoshi dijo en respuesta a las peores noticias que había escuchado
en su vida.
Pasó los dedos por su cabello y echó la cabeza hacia atrás. La librería
donde se estaban escondiendo era más alta que lo que era de larga, un pozo de
minas, repleto de pergaminos, arrancados de los estantes y vueltos a poner sin
ningún cuidado. Rayos de luz solar revelaron el montón de polvo que flotaba por el
cuarto. Necesitaban limpiar bien el lugar.
-
Estas equivocado- le contestó a Kelsang. -Yun es el Avatar. Jianzhu lo
identificó hace casi dos años. Todo el mundo lo sabe. Kelsang no parecía más feliz de lo que ella se sentía.
-
No entiendes. Después de que Kuruk muriera, las tradiciones del Reino
Tierra sobre la localización del Avatar se vinieron abajo. Imagina como si
repentinamente las estaciones se negaran a cambiar. Era un caos.
Después de tantos fallos, los sabios, Maestros Tierra especialmente,
sintieron que los espíritus y sus ancestros los habían abandonado. –
Kyoshi se hizo hacia atrás recargándose contra una escalera, sujetando con
fuerza los peldaños.
-
Existió el rumor de que Kuruk era el último del ciclo, que el mundo estaba
destinado a una era de conflictos, a ser destrozado por forajidos y señores
de la guerra. Hasta que Jianzhu marcó a Yun como el siguiente Avatar.
Pero la manera en que esto pasó no tuvo ningún precedente. Dime, con lo
cercanos que son ustedes dos, ¿te ha dicho Yun alguna vez los detalles? –
Ella negó con la cabeza. Era extraño, ahora que Kelsang lo mencionaba.
-
Eso es porque probablemente Jianzhu se lo prohibió. La historia completa
arrojaría una sombra de ilegitimidad sobre él. –
El monje se tallo los ojos; estaba terriblemente polvoso ahí.
-
Estábamos en Makapu, vigilando el volcán. Honestamente nos habíamos
rendido en encontrar al Avatar, como muchos otros. En el último día de
nuestro viaje, notamos una multitud creciendo en una esquina de la Plaza
de la ciudad.
Se habían reunido alrededor de un niño que tenía un tablero de Pai Sho.
Yun. Estaba estafando a turistas al igual que nosotros, y hacía bastante dinero con
ello. Para darle seguridad a sus oponentes, estaba haciendo la apuesta de la
bolsa ciega, que es cuando tu oponente juega normalmente, escogiendo sus
piezas, pero tú pones las tuyas en un saco y las mezclas al azar. Lo que sea que
saques en cada turno es con lo que tienes que jugar. Una desventaja insuperable.
Kyoshi podía visualizarlo fácilmente. La lengua de plata de Yun podía sacar
dinero de las carteras de la gente. Con algunas bromas y sonrisas brillantes. Él
probablemente dejaría a alguien en bancarrota y aun así esa persona estaría feliz
de haberlo conocido.
-
Lo que la mayoría de la gente no sabe, y que Yun tampoco conoce, es que
la apuesta de la bolsa ciega se supone es una estafa-dijo Kelsang. -Tienes
que truquear las piezas o la misma bolsa para que tengas la manera de
encontrar las combinaciones exactas que necesites. Pero Yun no estaba
haciendo trampa. En realidad, estaba sacando las piezas al azar y
ganando. -
-
Puede que lo hayamos tomado como un niño que disfrutaba de una racha
de suerte, pero Jianzhu notó que estaba jugando con las estrategias
favoritas de Kuruk, turno por turno, justo hasta la colocación exacta de las
piezas. Lo estuvo haciendo juego tras juego. Demostró trucos y trampas
que Kuruk había mantenido en secreto para todos excepto nosotros. –
-
Suena a que Kuruk tomaba el PaiSho muy seriamente- le dijo Kyoshi.
Kelsang bufo y después estornudo, enviando un pequeño tornado hacia el
tragaluz. -Fue una de las pocas cosas que hizo. Y él era inequívocamente uno de
los más grandes jugadores de la historia. Dependiendo de las reglas que estés
usando, tienes hasta sesenta piezas. Hay cerca de doscientos espacios en el
tablero donde puedes colocarlas. El hecho de tomar piezas al azar y ejecutar una
línea de juego tan precisa la cual únicamente Kuruk estaría tan loco como para
usarla y ganar, como pasó hace ya tanto tiempo, las probabilidades son
impensables. Kyoshi no tenía gusto por el Pai Sho, pero sabía que los maestros con
frecuencia hablaban acerca de estilos de juego siendo tan individualistas y
reconocibles como una firma. Una identidad contenida dentro del tablero.
-
Después de lo que Jianzhu pasó con Xu Ping An y los Cuellos Amarillos,
fue como si un enorme peso hubiera sido levantado de sus hombros- le dijo
Kelsang. -Cualquier duda que pudo haber tenido se desvaneció por
completo cuando vio a Yun hacer Tierra Control. La verdad es que el chico
podía mover rocas como nadie. Si identificáramos al Avatar solamente
mediante un concurso de precisión-control, él sería la reencarnación de
Kuruk sin lugar a dudas. –
Kyoshi pensó sobre lo de esta mañana y el increíble uso de Tierra Control
que tenía Yun. En su mente sólo el Avatar podría haber hecho eso.
-
No lo entiendo- le contestó. -Todo esto es la prueba. Yun es el Avatar.
-
Porque me dirías que yo… que soy… ¿¡porque me harías esto a mí!? -
Su lamento fue absorbido, sin hacer eco, por las masas del despintado y
desmoronado papel que los rodeaba.
-
¿Podemos salir de aquí? - preguntó Kelsang ya con los ojos rojos.
Caminaron en silencio por los corredores de la mansión. La presencia de
Kelsang justificaba tomar la ruta más corta, donde los dignatarios visitantes
pudieran verlos. Pasaron por trabajos de caligrafía montados en las paredes que
valían más que lingotes de oro. Vasijas de traslucida delicadeza contenían flores
recién cortadas del jardín.
Kyoshi se sintió como una ladrona mientras pasaban casualmente por los
tesoros exhibidos, igual que una intrusa que pudiera escabullirse de los guardias y
rellenara un saquillo con cada uno de los preciosos objetos. Aún los dormitorios de
los sirvientes, sencillos y apenas iluminados, parecían susurrarle "Ingrata" desde
sus oscuras esquinas. No todo el personal tenía permitido vivir allí. Y sabía que
una cama elevada sobre el piso y una puerta de madera que podía cerrarse bien
era algo mejor que lo que otros sirvientes en el Reino Tierra tenían.
Ella y Kelsang se apretujaron dentro de su cuarto. Era pequeño, siendo
ambos de la misma altura, pero como personas grandes ya tenían práctica en
encogerse.
Su habitación era pequeña, pero técnicamente tenía más espacio del que
necesitaba. Además de algunas baratijas de su tiempo viviendo en la calle, sus
únicas dos posesiones tras su llegada a la casa de Jianzhu eran un baúl de fuerte
cerradura que almacenaba en una esquina, y sobre él, el diario forrado en piel que
explicaba lo que había dentro. Su herencia de los días antes de Yokoya.
-
Aún tienes esos- mencionó Kelsang. -Se lo valiosos que son para ti.
Recuerdo haberte rastreado hasta el pequeño nido que habías hecho
alrededor del baúl bajo la casa del herrero. Abrazaste el libro fuertemente a
tu pecho y no me dejaste leerlo. Parecías lista para defenderlo hasta la
muerte. –
Sus sentimientos hacia los objetos eran más complicados que lo que él
entendía. Kyoshi nunca abrió el candado, habiendo tirado la llave en el océano un
día durante un ataque de ira. Y casi quema el diario en varias ocasiones.
Más adelante en el pasillo alguien empezaba a moverse, haciendo que las
tablas del piso rechinaran, así que esperaron hasta que el ruido de pisadas
desapareciera. Kelsang sentado en la cama, doblando las tablas en el medio.
Kyoshi recargada contra la puerta y con los pies colocados como si un ejército
enemigo intentará tirarla abajo.
-
¿Así que piensas que soy el Avatar por una estúpida canción que inventé?
-indagó ella. En algún punto entre el estudio y su cuarto había encontrado
las suficientes agallas para decirlo en voz alta.
-
Pienso que podrías ser el Avatar porque sacaste del aire las líneas exactas
del poema que Kuruk escribió hace mucho tiempo- Kelsang respondió.
Un poema. Un poema no era una prueba. No como la fría y dura
imposibilidad que Yun había hecho.
Kelsang entendió que necesitaría una mejor explicación. -Lo que estoy a
punto de decirte, lo tienes que guardar solo para ti - le dijo.
- Estoy escuchando. –
- Fue hace veinte años. Los compañeros de Kuruk aún éramos muy cercanos,
pero sin ningún reto de verdad, nos alejamos para seguir con nuestras propias
vidas. Jianzhu empezó a trabajar en las tenencias familiares. Hei-Ran empezó a
enseñar en la Academia Real del Fuego y se casó con el padre de Rangi, Jusink,
en el mismo año. Es lo más feliz que la llegue a ver. En cuanto a mí, fue cuando
Abbot Dorje estaba vivo y aún estábamos en buenos términos, así que me
estaban preparando para tomar control del Templo del Aire del Sur. Darles un pasado a los venerables Maestros era una extraña mezcla de
satisfacción y desconcertante voyerismo. Estaba espiando en cosas en las que no
debería entrometerse. - ¿Que estaba haciendo Kuruk? -
-
Siendo Kuruk. Viajando por el mundo. Rompiendo corazones y haciéndose
de nombres. Pero un día se presentó en mi puerta sin previo aviso,
temblando como un colegial. Quería que leyera la declaración de amor
eterno que había compuesto en un poema. –
Kelsang inhalo con fuerza por la nariz. Kyoshi mantenía su cuarto limpio y
libre de polvo. -esto pasó dos meses después que Hei-Ran se casara y tres meses
antes que el padre de Jianzhu enfermara- dijo– no usó una métrica más formal
que la cancioncilla de un marinero, y tampoco la cantó, pero el contenido era
exactamente lo que tu inventaste de momento. -
Eso solo debilitó el argumento. -Parece que recuerdas todo eso de una
manera bastante detallada- comentó Kyoshi.
El monje arrugó el ceño. - Eso es porque él iba a entregarle el poema a HeiRan. Oh no. Había escuchado historias acerca de la falta total de modales del Avatar
del Reino Agua, pero eso era llegar muy lejos. - ¿Qué pasó después? -
-
Yo… Intervine- dijo Kelsang. Kyoshi no podía decir si estaba arrepentido u
orgulloso de su decisión. -Le reclamé a Kuruk por su estupidez y egoísmo,
por tratar de arruinar la feliz relación que tenía su amiga, y lo hice romper
su confesión mientras yo lo veía. Hasta el día de hoy no se si hice lo
correcto. Hei-Ran siempre amo a Kuruk con alguna parte de su corazón.
Tal vez todo hubiera resultado mejor si hubieran terminado escapando
juntos. -
Kyoshi rápidamente hizo las matemáticas en su cabeza, y si, si eso hubiera
sucedido, Rangi no hubiera nacido. -Hiciste lo correcto- le dijo con más ferocidad
de la que intentaba mostrar.
-Nunca lo sabré. No mucho después, Kurukconoció a Ummi. Esa tragedia
sucedió tan rápido que mis recuerdos de ella se empiezan a borrar. –
Ella no sabía quién era Ummi, y no tenía intención de preguntar. Sus
problemas eran ya suficientemente complicados. Y Kuruk…
Kyoshi no era una estudiante avanzada de la historia del Avatar, pero
estaba desarrollando una visión muy pobre del hombre.
-
Desearía poder estar más seguro- le dijo Kelsang. -Pero si hay algo que las
últimas dos décadas me enseñaron, es que la vida no trabaja en certezas,
caminos seguros. No se supone que hable de esto, pero Yun está teniendo
problemas con el Fuego Control. Me temo que Jianzhu se está volviendo…
más extremo. Ha arriesgado tanto en crear el reemplazo ideal de Kuruk que
cada vez que se enfrenta a un contratiempo, su respuesta es presionar más
fuerte. –
Kyoshi se asustó por la revelación de que Yun no podía realizar Fuego
Control que por cualquier otra cosa que hubiera escuchado hasta ahora. La
imagen que proyecta de él es la de un chico que es capaz de hacer lo imposible.
Si, Yun era su amigo, pero ella aún tenía la misma fe en el Avatar que cualquier
otra persona. Perfeccionar el control del fuego debería ser sencillo para alguien
tan listo y talentoso como el.
Kelsang pareció adivinar su miedo. -Kyoshi, Yun aún es el candidato más
fuerte para ser el Avatar. Eso no ha cambiado. - Acarició la parte final de su barba.
-
Pero si los criterios a los que hemos caído son “cosas improbables que
Kuruk hizo alguna vez”, entonces tenemos que considerarte a ti también. El monje caviló por un momento, acomodando las piezas en su cabeza.
-
Aunque, para ser honesto, no sé si me molesta esta nueva complicación.
Tú tienes méritos dignos de un Avatar que no reconoces. Kyoshi se burló. "¿Cómo cual?"
Él lo pensó un momento antes de decidirse por uno. -Humildad
desinteresada. - ¡Eso no es verdad! No soy más que-- Se dio cuenta de que Kelsang
estaba apuntó de reírse de ella, por lo que frunció el ceño.
Él se levantó, y las tablas de su cama chirriaron de alivio. -Lo siento- le dijo.
-
Pude haber sido capaz de contestar esta pregunta hace años, si hubiera
tenido la oportunidad de conocer a tus padres como lo hice con los demás
niños de la villa. Más información podría haber hecho la diferencia. –
Kyoshi hizo una mueca y golpeó con el talón contra el baúl, soltando la
súbita sensación de enojo que le atravesó el cuerpo. El lado de madera hizo un
sonido parecido al que haría un tambor. -Estoy segura de que hubieran amado
tener a una hija tan valiosa como el Avatar- contestó molesta. -Un premio que solo
se da una vez en cada generación. –
Kelsang le sonrió con gentileza. - Hubieran estado orgullosos de su hija no
importa qué- dijo. -Cómo yo lo estoy. –
Normalmente Kyoshi se hubiera sentido confortada por el darse cuenta de
que se había convertido en una constante en la vida de Kelsang y él en la de ella.
Pero si atravesaba la puerta y le decía a Jianzhu lo que había pasado, destruiría
aquella pequeña esquina del mundo que ambos habían hecho suya. ¿Kelsang no
se daba cuenta de eso? ¿No estaba preocupado?
-
¿Podemos mantener esto en secreto? - preguntó Kyoshi. -Sólo por un
tiempo, ¿hasta que pueda orientarme? No quiero ser imprudente. Tal vez
en la mañana recuerdes de manera diferente el poema de Kuruk. O Yun
aprenderá a hacer Fuego Control. -Cualquier cosa.
Kelsang no le contestó. Se había quedado paralizado mirando fijamente su
pequeña repisa.
Tenía una borla teñida de oro, algunas cuentas, una moneda que había
robado de una caja de donación de un santuario y que se sentía demasiado
culpable para gastar y también temerosa de regresar. La tortuga de arcilla que no
podía recordar exactamente cómo había obtenido, aparte de que era un regalo de
él. Se quedó observando a aquellas baratijas por un largo tiempo.
-
Por favor- pidió Kyoshi.
Kelsang la miró nuevamente y suspiró. -Por un corto tiempo, tal vez- le dijo.
-
Pero eventualmente tendremos que decirle a Jianzhu y a los demás.
Cualquiera que sea la verdad, debemos encontrarla juntos. -
Después de que se fue, Kyoshi no se sentó. Pensaba mejor cuando estaba
de pie, sin moverse. La celda de madera que era su cuarto era suficientemente
buena para ello.
Era una pesadilla. Aún cuando no era una importante dignataria política,
tampoco era una idiota. Sabía el tipo de alboroto que yacía por debajo del precario
equilibrio que Jianzhu y Yun habían establecido, la montaña que habían
suspendido en el aire.
Desde detrás de las esquinas había espiado los episodios de sollozos
extasiados, la sensación de alivio total que experimentaron muchos de los sabios
visitantes la primera vez que sus ojos se posaron en Yun. Después de más de una
década de dudas, él era un cuerpo sólido, una mente ágil, una promesa cumplida
tardíamente. El heredero del bendito legado de Yangchen. Avatar Yun era un faro
de luz que le daba confianza a la gente de que el mundo podía ser salvado.
-
Avatar Kyoshi- sería solamente suciedad usada para apagar un fuego.
Sus ojos miraron el diario que yacía sobre el baúl. Su pulso se aceleró
nuevamente. ¿La habrían abandonado de haber sabido que había la posibilidad,
no importa que tan pequeña, de que ella tuviera alguna importancia?
Alguien tocó a su puerta. Gajes del oficio. Lo había olvidado.
Mandó toda la conversación con Kelsang al fondo de su mente mientras
abría la puerta. Sabía por experiencia que no había problema tan grande que no
se pudiera guardar para después. Kelsang no estaba seguro, así que no había
necesidad de preocuparse. De lo que tenía que preocuparse era que Rangi la
hiciera esconderse-para-
-
Hey- saludo Yun. -Estaba buscándote. -
PROMESAS
-
Sabes, esto es mucho más difícil cuando estás cerca- Kyoshi le dijo al
Avatar.
Ella y Yun estaban sentados en uno de los innumerables recibidores. Los
biombos ya se habían doblado y empujado contra las paredes, las macetas habían
sido movidas afuera para hacer espacio para las enormes pilas de regalos que
habían traído para el Avatar.
Yun estaba recostado sobre su espalda, ocupando el valioso espacio libre
que quedaba. Tranquilamente movía por el aire una espada jian forjada a pedido,
como si agitara una olla imaginaria colocada al revés con ella.
-
No tengo idea de cómo usar esto- confesó. -Odio las espadas. -
-
¿Un chico al que no le gustan las espadas? - le dijo Kyoshi con fingida
sorpresa. -Ponla en el montón de la armería, y le diremos a Rangi que te
enseñe en algún momento. –
Había un montón de suposiciones alrededor de la villa de lo que hacía
Kyoshi exactamente en la mansión. Dado su estatus de huérfana, y no querida, los
hijos de los granjeros asumían que se encargaba de lo más sucio, de los trabajos
más impuros, lidiar con desperdicios y cadáveres y cosas parecidas. La verdad
era algo diferente.
Lo que ella realmente hacía, su rol primario, era arreglar lo que hacía Yun.
Limpiar sus desastres. El Avatar era tan haragán que necesitaba una sirvienta de
tiempo completo siguiendo su camino, de lo contrario el caos abrumaría todo el
lugar. Un poco después de recibirla, el encargado del personal, descubrió la
fuerte, compulsiva necesidad de Kyoshi de poner las cosas en su sitio
correspondiente, minimizar el tiradero, y mantener el orden. Así que la pusieron en
deber de contención de Avatar.
Ahora, el montón en el que estaban sentados y que les llegaba hasta la
cadera no era culpa de Yun. Visitantes ricos constantemente lo bañaban con
regalos esperando algún favor, o simplemente porque lo amaban. Tan grande
como era la casa, no había suficiente espacio para darle a cada objeto un lugar de
honor donde se pudiera exhibir. Algunas ocasiones Kyoshi tenía que escoger y
empacar las reliquias, antigüedades y obras de arte que parecían hacerse más
lujosas y numerosas con el paso del tiempo.
-
Oh, mira- le dijo ella, mostrándole un círculo lacado en un patrón
entrecruzado con gemas luminosas. -Otro tablero de PaiSho. Yun le dio una mirada. -Es bonito. –
-
Este es, sin exagerar, el tablero número cuarenta y cuatro que tienes ahora.
No te lo vas a quedar. -
-
Ugh, implacable. –
Ella lo ignoró. Él podría ser el Avatar, pero cuando se trataba de sus
obligaciones oficiales, ella estaba por encima de él.
Y ahora Kyoshi necesitaba de eso. Necesitaba de esa normalidad para
enterrar lo que Kelsang le había dicho. A pesar de sus mejores esfuerzos, seguía
subiendo de las profundidades, el pensamiento de que estaba traicionando a Yun
y absorbiendo lo que le pertenecía.
Mientras él descansaba sobre sus codos, Kyoshi notó que Yun no estaba
usando sus sandalias de casa bordadas. - ¿Esas son botas nuevas? - le preguntó,
señalando hacia sus pies. El cuero del que estaban hechas era hermoso, de un
tono gris claro con una orilla de piel suave como la nieve que cae por la mañana.
Probablemente de piel de foca-tortuga bebé. Pensó con repulsión.
Yun se tensó. -Las encontré en la pila hace un rato. –
-
No te quedan. Devuélvelas. -
-
Preferiría no hacerlo. - Se arrastró hacia atrás pero fue detenido por más
cajas.
Ella se agachó para ver sus botas más de cerca. -Qué es lo que...
¿rellenaste el espacio extra con vendajes? ¡Son ridículamente grandes para ti!
¡Quítatelas! Se puso de rodillas y tomó su pie con ambas manos.
"Kyoshi, ¡por favor!"
La aludida se detuvo y lo miró a la cara. Estaba llena de puro temor. Y él
rara vez le levantaba la voz.
Era la segunda vez en el día que alguien importante para ella actuaba de
manera extraña. Se forzó en pensar que lo dos incidentes no estaban
relacionados. Así que Yun súbitamente había desarrollado un intenso gusto por
los zapatos. Tomaría nota de ello.
Yun se sentó y colocó sus manos sobre los hombros de Kyoshi, mirándola
con sus ojos de color verde jade. Desde hacía ya algo de tiempo se había
acostumbrado a sus sonrisas coquetas cada vez que quería obtener algo de ella,
sus ojos de cachorrito cuando quería un favor, pero su expresión de anhelo era
unarma que no utilizaba muy seguido. La manera en que sus pensamientos
problemáticos suavizaban los contornos de su anguloso rostro era conmovedora.
-
Dilo- le pidió. - ¿Qué es lo que te está molestando? -
-
Quiero que vengas en un viaje conmigo - le contestó suavemente. -Te
necesito a mi lado. -
Kyoshi casi se ahoga por la sorpresa. Le estaba ofreciendo una probada del
mundo que solo unos cuantos elegidos llegaban a experimentar. Ser compañero
del Avatar, aunque fuera por un momento, era un honor más allá del
reconocimiento.
Volar hacia el atardecer, acurrucada cerca de Yun, el viento en su cabello si Aoma y los otros aldeanos estaban celosos de ella antes, ahora se pondrían
locos de envidia. - ¿Qué clase de viaje sería? - le dijo, Inconscientemente bajando
la voz al mismo nivel que el que usó él. - ¿A dónde sería? -
-
El Mar del Este, cerca del Polo Sur- respondió. -Voy a firmar un nuevo
tratado con Tagaka. -
Bueno, había sido mucho para una fantasía. Kyoshi empujó las manos de
Yun que seguían sobre sus hombros y se sentó sobre sus rodillas correctamente.
El movimiento le ayudó a bajar el sonrojo que tenía en el rostro.
-
¿La Quinta Nación? - le dijo. - ¿Vas a sentarte a la mesa con La Quinta
Nación? ¿Y quieres que vaya contigo? –
¿Qué iba a hacer ella rodeada de una banda de piratas sedientos de sangre
que eran más grandes que la mayoría del ejército provincial del Reino Tierra?
Limpiar sus… ¿espadas?
-
Sé cuánto odias a los forajidos- explicó Yun. - Pensé que podrías apreciar
el ver una victoria ganada sobre ellos de cerca. Es solo político, pero, aun
así. -
Kyoshi infló las mejillas en frustración. - Yun, básicamente soy tu niñera - se
quejó. - Tú necesitas a Rangi para esta misión. Aún mejor, necesitas a la legión
personal del Señor del Fuego completa. -
-
Rangi va a acompañarme. Pero también te quiero ahí. No vas a estar para
pelear si las cosas se ponen mal. Yun se quedó observando a sus pies. -Solo tienes que pararte por ahí y
mirarme mientras las cosas salen bien. –
-
Por amor de… ¿porqué? -
-
Perspectiva- respondió. Necesito tu punto de vista. -
Él sacó una pieza de Pai Sho que había tomado del set que ella había
guardado y se le quedó mirando como si fuera un joyero observando una gema
bajo un rayo de luz.
-
¿Está mal que quiera a una persona normal ahí? - le cuestionó. - Alguien
que se asustara, se impresionara y se sintiera sobrecogida igual que yo ¿y
no otro monitor profesional del Avatar? ¿Que después de todo pudiera
decirme que soy tan bueno como Yangchen o Salai, a pesar de que pudiera
o no ser la verdad? –
El joven soltó una risa amarga. -Se que suena estúpido. Pero creo que
necesito la presencia de alguien que se preocupe por mí primero y después por la
historia. Quiero que estés orgullosa de mí, Yun, no que estés satisfecha por el
desempeño del Avatar. -
Kyoshi no sabía qué hacer. La idea sonaba impensablemente peligrosa. No
estaba preparada para seguir al Avatar en asuntos políticos o en batalla, no como
los grandes compañeros de las generaciones pasadas.
Su estómago se hizo un nudo mientras pensaba en el secreto entre ella y
Kelsang. No tendrían el tiempo necesario para entender lo que pasaba. El mundo
demandaba un Avatar, de lo contrario…
-
Será más seguro de lo que suena- le aseguro Yun. -Extrañamente, la
mayoría de pandillas daofei tienen bastante respeto por el Avatar. Ya sea
porque son supersticiosos acerca de los poderes espirituales del Avatar o
les intimida que alguien pueda tirar los cuatro elementos sobre su cabeza
de una sola vez. -
Yun intentó sonar alegre, pero parecía más y más dolido mientras más
tiempo esperaba en silencio por su respuesta.
Entonces, ¿era una elección tan terrible? Jianzhu nunca arriesgaría la vida
de Yun. Y se le dificultaba pensar en que Yun pondría en peligro la suya. En
realidad, la situación no era tan grande o complicada como lo pensaba. Trabajo
del Avatar y el destino del Reino Tierra eran para otras personas en otros
momentos. Justo ahora, un amigo suyo la necesitaba. Y ella estaría ahí para él.
-
Iré- contestó. -Alguien tiene que limpiar cualquier desastre que hagas. -
Yun tembló de alivio. Atrapó los dedos de ella y los llevó con cuidado a su
mejilla, acariciándose en ellos como si se tratara de hielo intentando calmar una
fiebre. -Gracias- le dijo.
Kyoshi se sonrojo hasta los pies. Se recordó a sí misma que su tendencia a
acercarse a ella, de compartir toques, solo era parte de su personalidad. Había
escuchado trozos de historias del personal que lo confirmaban. En una ocasión
beso la mano de la Princesa de Omashu por un segundo más de lo normal y
consiguió un nuevo acuerdo como resultado.
Le había tomado mucho, mucho tiempo después de empezar su trabajo en
la casa para convencerse de que no estaba enamorada de Yun. Momentos así
amenazaban con deshacer su duro trabajo. Se dejó llevar y disfrutar ser bañada
por aquel simple contacto.
Yun soltó su mano con reticencia. -Tres…- dijo sonriendo, ladeando la
cabeza con el oído hacia el suelo de cerámica. -Dos… Uno…Rangi abrió la puerta con un click agudo.
-
Avatar- hizo una reverencia solemne a Yun. Entonces se giró hacia Kyoshi.
-
Casi no has avanzado! ¡Mira este desastre! -
-
Estábamos esperándote- Contestó Yun. -Decidimos quemar todo. Puedes
empezar con esas horribles túnicas de seda que hay en la esquina. Como
tu Avatar, te ordenó que lo enciendas todo. Ahora. -
Rangi rodó los ojos. -Si, e incendiar la mansión por completo. –
Ella siempre había tratado de mantener la dignidad en frente de Yun, pero
en ocasiones se quebraba. Y era usualmente en las ocasiones en las que ellos
tres, los más jóvenes en el complejo, estaban a solas.
-
Exacto- respondió alegre. –Quémala hasta los cimientos. Regrésala a la
naturaleza. Así conseguiremos purificar nuestras mentes. -
-
Empezarías a llorar en el momento en que tengas que bañarte con agua
fría- le dijo Kyoshi.
-
Hay una solución para ello- contestó Yun. -Todos irán al río, se desnudarán,
tomarán al Maestro Fuego más cercano, y ¡pthah! –
Una almohada decorativa lo golpeó en la cara. Los ojos de Kyoshi se
abrieron por la sorpresa.
Rangi se veía completamente horrorizada por lo que había hecho. Había
atacado al Avatar. Miró sus manos como si estuvieran cubiertas de sangre. El
castigo de un traidor era lo que le esperaba en la siguiente vida.
Yun estalló en carcajadas.
Kyoshi le siguió, sus costados dolieron por tanta risa. Rangi intentó no
sucumbir, poniendo una mano sobre su boca, pero a pesar de sus esfuerzos,
pequeñas risas y resoplidos se escaparon por entre sus dedos. Un miembro
mayor del personal pasó caminando, frunciendo el ceño al trío por entre la puerta
abierta. Lo que los hizo reír más. Kyoshi miró a los hermosos rostros de Yun y
Rangi, libres del peso de sus deberes, aunque fuera por solo un momento. Sus
amigos. Pensó en lo extraño que era que los hubiera podido encontrar.
Esto. Esto es lo que necesito proteger.
Yun defendía al mundo, y Rangi lo defendía a él, pero en lo que concernía a
Kyoshi, su propio lugar sagrado era en donde estaban sus amigos. Esto es lo que
necesito mantener a salvo sobre todas las demás cosas.
La súbita claridad de esta realización hizo que su alegría se evaporara.
Mantuvo una tensa y fingida sonrisa solo para que los demás no notaran su
cambio de humor. Sus puños se cerraron con fuerza.
Y que los espíritus ayuden a cualquiera que quiera quitármelo.
EL ICEBERG
La pesadilla de Kyoshi olía como a bisonte mojado.
Estaba lloviendo, y el fardo de carga envuelto en yute salpicaba de barro a
su alrededor, como si hubieran caído desde grandes alturas, como si fuese parte
de la tormenta.
Ya no importaba lo que había en ellos.
Un relámpago revelo figuras encapuchadas que se cernían sobre ella. Sus
caras estaban oscurecidas por mascaras de aguas corriendo por sus rostros.
-
Te odio- grito Kyoshi. -Te odiare hasta que muera. Nunca de perdonare. -
Dos manos se estrecharon, se realizó un trato, uno que sería violado en el
instante en que se convirtiera un inconveniente mantenerlo. Algo húmedo y sin
vida la golpeo en las espinillas, papeles sellados en hule.
-
¡Kyoshi! -
Se despertó sobresaltada y estuvo a punto de caer por el costado de la silla
de Pengpeng. Se agarró de la barandilla, con el borde presionando su estómago,
y miro el azul rugiente debajo de ellos. Era una larga caída hasta el océano.
No era lluvia en su rostro sino sudor. Vio una gota caer de su barbilla y caer
en la nada antes de que alguien la agarrara por los hombros y tirara de su
espalda.
Cayó encima de Yun y Rangi aplastándolos.
-
¡No nos asustes así! - grito Yun en su oído.
-
¿Qué pasó? - dijo Kelsang, intentando cambiarse al asiento del conductor
sin interferir con las riendas. Sus piernas se sentaron a horcajadas sobre el
cuello gigantesco de Pengpeng,lo que le dificultaba ver detrás de sí mismo.
-
Nada, Maestro Kelsang- se quejó Rangi, -Kyoshi tuvo un mal sueño, es
todo -
Kelsang parecía escéptico, pero siguió volando hacia adelante. -Bueno,
bien entonces, pero tengan cuidado y no peleen. No queremos que nadie salga
herido antes de llegar allí. Jianzhu tendría mi cabeza en un plato. –
Le dio a Kyoshi una mirada extra de preocupación. Había sido tomado por
sorpresa por la repentina misión de Yun, y su acuerdo de acompañarlo había
amplificado la tensión. Esta firma del tratado era demasiado importante para poner
en duda que Yun era el Avatar ahora. Hasta que terminara, Kelsang tendría que
ayudarla a cargar con elpeso de su secreto, su mentira por omisión.
Debajo de ellos, en la superficie del agua, apenas detrás, estaba el barco
transportando al maestro de tierra control de Yun, así como a Hei-Ran y el
pequeño contingente de guardias armados. Ayudado por el impulso ocasional del
viento que Kelsang generaba con un torbellino de sus brazos, la magnífica nave
siguió el ritmo de Pengpeng con sus velas llenas e hinchadas.
El bisonte de Kelsang estaba seco y bien arreglado para la ocasión, su
pelaje blanco tan esponjoso como una nube debajo de su elegante silla de montar,
pero la fuerte brisa salina todavía llevaba su toque en el olor de la bestia.
Eso debe ser lo que olí en mi sueño. Había pasado mucho tiempo desde
que Kelsang la había llevado a dar un paseo, y el ambiente desconocido le
sacudió la mente dormida.
El gran animal de seis patas estiro las fauces y bostezo como si estuviera
de acuerdo con ella.
Y hablando de vestirse, Jianzhu le había dado a Kyoshi un atuendo mucho
más allá de su posición social que casi había estallado en urticaria cuando la vio.
Había pensado que la blusa de verde pálido y las polainas de seda habrían sido
suficientes, pero luego los encargados de vestuario trajeron dos faldas plisadas
diferentes, una chaqueta que la envolvía hasta los hombros y una amplia faja con
costuras tan exquisitas que debería haber sidocolocadas en una pared en lugar de
ser atada a su cintura.
Los otros sirvientes tuvieron que ayudarla a ponerse la ropa. No echaba de
menos las miradas que compartían a sus espaldas.
Que Kyoshi había abusado del favoritismo del maestro – otra vez.
Pero una vez que las piezas encajaron en su cuerpo, fue como si hubiera
nacido para usarlas. Cada capa se deslizo sobre la siguiente con facilidad,
dándole gran movilidad. Ella no le pregunto a nadie de donde venía la ropa que le
quedaba tan bien, no queriendo escuchar una respuesta corta como ‘Oh, Jianzhu
los arranco del cadáver de un gigante caído que derroto’.
Y la seriedad del asunto que tenían por delante se hizo clara cuando
termino de vestirse. El interior de la chaqueta estaba forrado con una cota de
malla finamente tejido. No lo suficientemente grueso como para detener una punta
de lanza con todo el peso de una persona detrás de él, pero lo suficientemente
fuerte como para absorber un dardo o el corte de un cuchillo oculto. El peso de los
eslabones metálicos en sus hombros le dijo que debía esperar problemas.
-
¿Por qué los cuatro estamos aquí arriba y no allá abajo? - Dijo Kyoshi,
señalando el barco, donde indudablemente se estaban haciendo más
preparativos.
-
Yo insistí- dijo Yun. - Sifu no estaba contento con eso, pero le dije que
necesitaba tiempo para mí mismo -.
-
¿Para repasar el plan? -
Yun miró a lo lejos. -Por supuesto -.
Había estado actuando extraño recientemente. Pero, de nuevo, él era un
nuevo Avatar a punto de promulgar un decreto en uno de los entornos imaginables
más hostiles. Yun podría haber tenido todo el talento y los mejores maestros del
mundo, pero todavía estaba sumergiéndose en el abismo de cabeza.
-
Tu maestro tiene buenas razones para su renuencia- le dijo Kelsang. -En su
momento fue una tradición para el Avatar viajar mucho con sus amigos, sin
la supervisión de los ancianos. Pero Hei- Ran, Jianzhu y yo. . . los tres no
éramos las influencias positivas en Kuruk que se suponía que debíamos
ser. Jianzhu considera que ese período de nuestra juventud es un gran
fracaso personal suyo -.
-
Suena como una falla de Kuruk- murmuró Kyoshi.
-
No critiques la vida pasada de Yun- dijo Rangi, golpeando su hombro con
una mano enguantada. - Los avatares recorren senderos de gran destino.
Cada acción que toman es significativa -.
Pasaron otras tres horas aburridas y significativas en vuelo hacia el sur. Se
fue poniendo más frío, mucho más frío. Se pusieron parkas y se abrigaron en
colchas mientras se abalanzaban sobre pingüinos nutria que se retorcían sobre
trozos de hielo flotantes que se hacían más grandes. El grito de las aves antárticas
se podía escuchar en el viento.
-
Estamos aquí- dijo Kelsang. Era el único que no se había puesto ropas
adicionales; Se teorizaba alrededor de la mansión que los Maestros Aire
eran simplemente inmunes al clima. -Agárrense para el descenso -.
Su objetivo era un iceberg casi tan grande como el propio Yokoya. El risco
azul se elevó en el aire tan alto como las colinas de su pueblonatal. Un pequeño
anaquel plano rodeaba la formación, presumiblemente dándoles un lugar para
establecer un campamento. La mayor parte del otro lado estaba oscurecido por el
pico del iceberg, pero, mientras volaban bajo, Kyoshi vislumbro tiendas de
campaña de fieltro que salpicaban la costa opuesta. La delegación de la Quinta
Nación.
-
No veo su flota- dijo Rangi.
-
Parte de los términos eran que los campos de negociación fueran parejosdijo Yun. -Para ella eso significaba sin buques de guerra. Para nosotros eso
significaba que no hay tierra -.
El compromiso no fue parejo. El vasto iceberg era uno de muchos, flotando
en un océano lo suficientemente frío como para matar en minutos. Una brisa
deposito nieve fresca dejando cada superficie plana lo suficiente para estar de pie
en un desierto de blancura.
Kyoshi sabía que, aunque la Tribu del Agua del Sur había repudiado el
árbol genealógico entero de Tagaka, todavía provenía de una línea de Maestros
Agua. Si alguna vez hubo un lugar para desafiar a un Avatar Tierra, era este.
Kelsang aterrizó a Pengpeng en la costa helada y saltó primero. Luego
ayudó a los demás a bajar del enorme bisonte, generando una pequeña burbuja
de aire para amortiguar su caída. El pequeño gesto despertó inquietud en el
corazón de Kyoshi, el salto juguetón como hacer bromas antes de un funeral.
Vieron entrar el barco de Jianzhu. Era demasiado grande y profundo para
encallar, y no había una formación natural de puerto en el hielo, por lo que la
tripulación echó el ancla y bajaron en botes largos, haciendo el último tramo del
viaje en las naves más pequeñas. Uno de ellos llegó a la orilla mucho más rápido
que los demás.
Jianzhu salió del bote principal, inspeccionó el lugar de aterrizaje mientras
enderezaba sus pieles, entrecerró los ojos y las fosas nasales se dilataron como si
cualquier posible traición pudiera tener un olor que lo revelara. Hei-Ran lo siguió,
tratando el agua con sumo cuidado, mientras estaba cubierta con su
impresionante armadura de batalla. La tercera persona en el bote era menos
familiar para Kyoshi.
-Sifu Amak- dijo Yun, inclinándose ante el hombre.
El Maestro Amak era una presencia extraña y sombría alrededor del grupo.
Aparentemente, era un Maestro Agua del norte que esperaba pacientemente su
turno para enseñarle al Avatar. Pero las preguntas sobre su pasado produjeron
respuestas inconsistentes. Hubo chismes por el personal, de que el miembro
desgarbado de la tribu agua, y de rostro sombrío, había pasado los últimos diez
años lejos de su hogar, al servicio de un príncipe menor en Ba Sing Se que había
pasado repentinamente del undécimo en la línea de sucesión a el cuarto. La
naturaleza silenciosa de Amak y la red de cicatrices que le rodeaban los brazos y
el cuello parecía una advertencia para no preguntar más.
Y, sin embargo, el Avatar tenía sesiones de entrenamiento regulares con él,
aunque Yun le había dicho a Kyoshi que aún no podía hacer Agua control y no
esperaba que pudiera hacerlo. Saldría de los terrenos de práctica, ensangrentado
y desalineado, pero con su radiante sonrisa por los nuevos conocimientos.
-
Él es mi maestro favorito además de Sifu- le había dicho Yun una vez. -Es
el único a quien le importa más la función que la forma -.
Debió haber una estrategia de trabajo con la ayuda de Amak. En lugar de la
túnica azul que llevaba alrededor del complejo, lo habían vestido con una túnica
de manga ancha, verde oscuro al estilo del Reino Tierra, y un sombrero cónico
que sombreaba su rostro. Su orgulloso corte de cola de lobo había sido afeitado y
se había sacado los piercings de hueso.
Amak sacó un pequeño frasco de medicina con una boquilla incorporada en
la parte superior. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el contenido líquido
goteara directamente en sus ojos. -Extracto de serpiente de araña concentrado- le
susurró Yun a Kyoshi. -Es una fórmula secreta y terriblemente costosa -.
Amak atrapó a Kyoshi mirándolo y le habló por primera vez.
-
Aparte de la propia Tagaka, no debe haber Maestros Agua de ningún lado
en esta negociación- dijo con una voz tan aguda y musical que casi la
sobresaltó. -Así que… - Presionó un dedo enguantado contra sus labios y le
guiñó un ojo.
El iris de su ojo abierto cambió de azul pálido a medio verde, el color de
aguas costeras más cálidas.
Kyoshi trató de sacudir laconfusión de su cabeza. Ella no pertenecía aquí,
tan lejos de la tierra, con personas peligrosas que vestían disfraces como espíritus
y trataban las situaciones de vida o muerte como juegos a ganar. Cruzar al mundo
del Avatar había sido emocionante de nuevo cuando dio sus primeros pasos
dentro de la mansión. Ahora, el más mínimo error podría destruir el destino de
cientos, quizás miles. Después de que Yun le contara anoche sobre los secuestros
masivos a lo largo de la costa, no había podido dormir.
Más botes llenos de hombres armados aterrizaron en tierra. Se alinearon a
izquierda y derecha, lanzas listas, los penachos de sus cascos ondeando en la
brisa gélida. La intención debe haber sido verse fuertes y organizados frente a la
reina pirata.
-
Ella se acerca- dijo Kelsang.
Tagaka eligió una entrada relativamente poco dramática, apareciendo en el
borde del iceberg en un punto lejano flanqueada por otros dos. Anduvo con paso
lento a lo largo de un camino que recorría alrededor de la pendiente helada como
un paso de montaña. Parecía no tener prisa.
-
Supongo que todos los que mueren de vejez contarían como lograr la pazmurmuró Yun.
Tuvieron suficiente tiempo para relajarse y luego enderezarse una vez que
Tagaka llego hasta ellos. Kyoshi calmó su rostro tanto como le fue posible y puso
sus ojos sobre el sangriento flagelo que era el Mar del Este.
Contrariamente a su reputación, la líder de la Quinta Nación era una mujer
de mediana edad decididamente poco notable. Debajo de su ropa de cuero liso,
tenía la constitución de obrero, y sus bucles de pelo mostraban su ascendencia
parcial de la Tribu Agua. Kyoshi buscó ojos que arden con odio o una cara de
desprecio cruel que prometía torturas despiadadas, pero Tagaka podría haber
pasado fácilmente por uno de los desinteresados comerciantes del sur que
ocasionalmente visitaban Yokoya para descargar restos de pieles.
Excepto por su espada. Kyoshi había escuchado rumores sobre el
esmaltado verde sable jian atado a la cintura de Tagaka en una vaina chapada
con jade de calidad funeraria. La espada perteneció una vez al almirante de Ba
Sing Se, una posición que ahora estaba vacante y desaparecida debido a ella.
Después de su legendario duelo con el último hombre en ocupar el lugar, ella se
quedó con la espada. Era menos seguro lo que había hecho con el cuerpo.
Tagaka miró a los veinte soldados que estaban parados detrás de ellos y
luego pasó mucho tiempo entrecerrando los ojos hacia Kyoshi, de arriba abajo.
Cada paso de su mirada era como un chorro de agua helada sobre el cuerpo de
Kyoshi.
-
No sabía que debíamos traer tanto músculo- dijo Tagaka a Jianzhu. Miró
detrás de ella al par de guardaespaldas que solo llevaban garrotes de
huesos y luego nuevamente a Kyoshi. -Esa chica es un nido de cuervos
andante -.
Kyoshi podía sentir el disgusto de Jianzhu por el hecho de que había
llamado la atención. Ella sabía que él y Yun habían peleado por su presencia.
Quería encogerse en la nada, esconderse de la mirada de su adversario, pero eso
solo empeoraría las cosas. En cambio, trató de imitar la cara que Rangi solía usar
al tratar con aldeanos. Desdén frío e inescrutable.
Su intento de parecer dura se encontró con reacciones diferentes. Uno de
los escoltas de Tagaka, un hombre con un bigote muy delgado al estilo del Reino
Tierra, frunció el ceño y movió los pies. Pero la reina pirata permaneció inmóvil.
- ¿Dónde están mis modales? - dijo, dándole a Yun una reverencia
superficial. -Es un honor saludar al Avatar en persona -.
- Tagaka, Marqués del Mar del Este- dijo Yun, usando su título
autoproclamado, -felicidades por su victoria sobre los restos de los Diablos Rojos .
Ella levantó una ceja. - ¿Tu sabías de ese asunto? -
-
Yachey Hong y su tripulación eran un grupo de asesinos sádicos- dijo Yun
suavemente. -No tenían tu sabiduría, ni tu... ambición. Le hiciste un gran
servicio al mundo al eliminarlos -.
-
¡Ja! - aplaudió una vez. -Éste estudia como Yangchen y adula como Kuruk.
Espero nuestra batalla de ingenio mañana. ¿Nos dirigimos a mi
campamento? Debes estar hambriento y cansado -.
¿Mañana? Pensó Kyoshi. ¿Es que acaso no iban a terminar esto
rápidamente y se irían? ¿Iban a dormir aquí, vulnerables durante toda la noche?
Aparentemente, ese había sido el plan todo el tiempo. -Su hospitalidad es
muy apreciada" dijo Jianzhu “vengan, todos -.
Fue una cena muy, muy incómoda.
Tagaka había establecido un lujoso campamento, la pieza central era una
tienda tan grande como una casa. El interior estaba forrado con alfombras
colgadas y tapices de colores que no coincidían, pero manteníael frío afuera y
servían como marcadores de cuántas naves comerciales había saqueado. Las
lámparas de piedra llenas de grasa derretida proporcionaban abundante luz.
Las mesas bajas y los cojines de los asientos estaban dispuestos de tal
forma a un magnífico banquete. Yun ocupaba el lugar de honor, con Tagaka frente
a él. A ella no le importaba que el resto de su mesa estuviera llena por el círculo
interno del Avatar. Los guardias uniformados de Jianzhu entraban y salían,
intercambiando burlas por la variedad de corsarios de la reina pirata.
La Quinta Nación se describió a sí misma como un equipo igualitario que no
tenía en cuenta los límites entre los elementos. Según la propaganda que a veces
dejaban después de una incursión, ninguna nación era superior y, bajo el imperio
de su esclarecida capitana, cualquier aventurero o maestro podía unirse a ellos,
independientemente de su origen.
En realidad, la flota pirata más exitosa del mundo serían casi todos los
marineros de las Tribus del Agua. Y la comida reflejaba eso. Para Kyoshi, la mayor
parte de la comida sabía a sangre, la salinidad mineral era demasiado para ella.
Ella hizo lo que pudo para ser educada, y vio a Yun comer perfectamente como
tenía por costumbre la Tribu Agua.
Mientras Yun comía otra bandeja de grasa cruda con gusto, Tagaka lo
alentaba, Kyoshi quería susurrarle al oído a Rangi y preguntarle si deberían tener
miedo al veneno. O la posibilidad de que los apuñalaran por la espalda con sus
brochetas de carne de la cena. Algo que reflejara las hostilidades que debían
haber estado burbujeando bajo la superficie. ¿Por qué estaban siendo tan
amigables?
Se volvió demasiado una vez que comenzaron a preparar los tableros de
PaiSho para los miembros de la tripulación de Tagaka que se creían rivales para
las famosas habilidades del joven Avatar. Kyoshi le dio un codazo aRangi e inclinó
su barbilla ante la alegría, abriendo mucho los ojos para enfatizar.
Rangi sabía exactamente lo que estaba preguntando. Si bien la atención de
todos se centró en Yun jugando con tres oponentes a la vez, señaló con el dedo
del pie a dos hombres y dos mujeres que habían entrado silenciosamente en la
tienda después de que el grupo había terminado de comer, para limpiar los platos.
Eran ciudadanos del Reino Tierra. En lugar de la descoordinada ropa
robada de los piratas, llevaban simplemente ropa de campesinos. Y aunque no
estaban encadenados o retenidos, cumplían con sus deberes de una manera
encorvada y torpe. Como las personas que temen por sus vidas.
Los aldeanos raptados. Yun y Rangi sin duda los habían visto antes. Kyoshi
se maldijo por tratarlos como si fueran invisibles cuando sabía lo que era pasar
desapercibida entre las personas a las que servía. Todo el tiempo, Yun había
estado poniendo una sonrisa falsa mientras Tagaka mostraba su verdadero botín
de guerra frente a él.
Rangi encontró su temblorosa mano y la apretó rápidamente, enviando un
pulso de calor tranquilizador sobre su piel. Mantente fuerte.
Vieron a Yun demoler a sus oponentes de tres modos diferentes,
simultáneamente. Al primero lo derribo, al segundo lo forzó a un callejón sin salida,
y al tercero lo atrajo a una trampa tan diabólica que el desventurado pirata pensó
que estaba ganando todo el tiempo hasta los últimos cinco movimientos.
El público aclamo cuando Yun terminó con su última víctima. Las monedas
tintinearon cuando las apuestas pasaron entre manos, y los retadores recibieron
bofetadas y abucheos de sus camaradas.
Tagaka se echó a reír y bebió otro trago de vino fuerte. -Dime, Avatar. ¿Te
estas divirtiendo? -.
-
He estado en muchos lugares del mundo- dijo Yun. -Y su hospitalidad ha
sido inigualable -.
-
Estoy muy contenta- dijo, buscando más bebida. -Estaba convencida de
que planeabas matarme antes de que terminara la noche -.
La atmósfera en la reunión pasó a toda velocidad a un punto muerto. Los
hombres de Tagaka parecían tan sorprendidos como los de Jianzhu. La quietud
masiva que atravesó la fiesta casi creó su propio sonido. La tensión en los
músculos del cuello. Pelos de punta.
Kyoshi trató de mirar al Maestro Amak sin hacerlo obvio. El duro Maestro
agua estaba sentado lejos del grupo principal, mirando seriamente a Tagaka por
encima del borde de su copa de vino sin tomar. El piso estaba cubierto de pieles y
alfombras, pero debajo había toda una isla entera de armamento a su disposición.
En lugar de congelarse como todos los demás, Kyoshi pudo ver sus hombros
relajados, aflojándose, preparándose para una repentina oleada de violencia.
Ella pensó que Jianzhu podría decir algo, hacerse cargo de Yun ahora que
el teatro se acabó, pero él no hizo nada. Jianzhu observó tranquilamente como
Yun apilaba las piezas de PaiSho entre sus dedos, como si lo único que le
importara fuera asegurarse de que su estudiante mostrara buenos modales
limpiando después de que un juego terminara.
-
Maestra Tagaka- dijo Yun. -Si se trata del tamaño de mi grupo, le aseguro
que no quise hacer ningún daño ni insultarla. Los soldados que vinieron
conmigo son simplemente una guardia de honor. No quería traerlos, pero
estaban muy entusiasmados con la oportunidad de presenciar que hicieras
historia con el Avatar -.
-
No estoy preocupada por un montón de cobardes con lanzas, muchachodijo Tagaka. Su voz se había vuelto más baja. El tiempo de la adulación
había terminado. -Estoy hablando de esos tres -.
Ella señaló, sus dedos formando un tridente. No en Amak ni en ninguno de
los soldados del Reino de Tierra armados, sino en Jianzhu, Hei-Ran y Kelsang.
-
Me temo que no entiendo- dijo Yun. -Seguramente sabes de mis maestros
de elementos. Los famosos compañeros de Kuruk. -.
-
Sí, sé de ellos. Y sé lo que significa cuando el Sepulturero del Paso Zhulu
oscurece mi tienda en persona -.
Ahora Yun estaba confundido de verdad. Su fácil sonrisa se desvaneció y
su cabeza se inclinó hacia su hombro. Kyoshi había oído hablar de varias batallas
y lugares asociadas con el nombre de Jianzhu, y el Paso Zhulu era uno de
muchos, no erauno especialmente destacado en una larga lista. Después de todo,
era un gran héroe del Reino Tierra, uno de sus principales sabios.
-
¿Te refieres a la historia de cómo mi estimado mentor enterró
piadosamente los cuerpos de los aldeanos que encontró asesinados por los
rebeldes, dándoles su último descanso y dignidad? - Dijo Yun. Las fichas
del juego se juntaron en su palma.
Tagaka negó con la cabeza. -Me refiero a cinco mil cuellos amarillos,
enterrados vivos, el resto atemorizados en sumisión. Todo el levantamiento
aplastado por un hombre. Tu "estimado mentor” -.
Ella se volvió hacia Jianzhu. -Siento curiosidad. ¿Sus espíritus te persiguen
cuando duermes? ¿O los sepultaste lo suficientemente profundo como para que la
tierra amortigüe sus gritos? -.
Hubo un golpe seco cuando una de las piezas del juego se escapó de las
manos de Yun y rebotó en el tablero. Nunca había oído hablar de eso. Kyoshi
nunca había oído hablar de eso.
Ahora que se dirigían a él directamente, Jianzhu consideró apropiado
hablar.
-
Respetuosamente, me temo que los rumores del interior del Reino Tierra
tienden a crecer más salvajes cuanto más se acercan al Polo Sur. Muchas
historias de mis hazañas pasadas son pura exageración en este momento -
-
Respetuosamente, gané mi posición al conocer hechos más allá de lo que
crees que un típico sureño de ojos azules debería saber- espetó Tagaka. Por ejemplo, sé quién tiene el récord en la Academia Real por más muertes
‘accidentales’ durante los Agni Kais, señora directora -.
Si Hei-Ran se ofendió por la acusación, ella no lo demostró. En cambio,
Rangi parecía que iba a saltar sobre Tagaka y cocinar la cabeza de la mujer.
Kyoshi instintivamente se acercó a ella y tomó su mano, buscando evitar un
problema.
-
Y el Maestro Kelsang- dijo Tagaka. -Escucha, joven Avatar. ¿Alguna vez te
has preguntado por qué mis flotas permanecen encerradas en el Mar del
Este, donde las cosechas son escasas y se involucran en costosas batallas
por el territorio con otras tripulaciones? Es debido únicamente por ese
hombre de allí-.
De los tres maestros, solo Kelsang parecía asustado de lo que Tagaka
pudiera revelar. Asustado y avergonzado. Kyoshi ya quería defenderlo de
cualquier cargo que pudiera imponerle la pirata. Kelsang era de ella más que de
nadie.
-
Mi padre solía llamarlo el tifón viviente- dijo Tagaka. -Los delincuentes
somos aficionados a los apodos teatrales, pero en este caso, fue correcto.
El abuelo una vez llevó a la familia y a una pequeña flota hacia el oeste,
cerca del extremo sur del Reino Tierra. La amenaza que presentaron debió
haber sido realmente grande, porque el Maestro Kelsang, entonces un
joven en el apogeo de su poder, cabalgó sobre su bisonte e invoco una
tormenta para darles la vuelta.
Suena como una perfecta solución para una amenaza naval sin
derramamiento de sangre, ¿eh? - Dijo. - ¿Pero alguno de ustedes ha sacado una
astilla del tamaño de un jian de su muslo? ¿O los arrojaron al mar y luego
intentaron mantener la cabeza por encima de una ola de treinta pies? –
Tagaka tomo la incomodidad del maestro aire y sonrió. -Debería
agradecerle, Maestro Kelsang. Perdí a varios tíos en esa expedición. Me salvaste
de una horrible batalla de sucesión. Pero el miedo a que se repita mantuvo a la
Quinta Nación y a otras tripulaciones reprimidas en el Mar del Este, toda la
generación de mi padre aterrorizada por un solo nómada de aire. Pensaron que
Kelsang los estaba observando desde los picos del Templo del Aire del Sur.
Patrullando los cielos sobre sus cabezas -.
Kyoshi miró a Kelsang, que estaba encorvado de dolor. ¿Eras tú? pensó.
¿Es por eso que permanecías en las estancias de Yokoya? ¿Estabas cazando
piratas?
-
Una lección de tu maestro de Aire control- dijo Tagaka a Yun. -La amenaza
más eficaz solo se realiza una vez. Entonces puedes imaginar mi angustia
cuando te vi traer esto... Esta colección de carniceros a nuestra firma de
tratado de paz. Pensé con seguridad que eso significaba que habría
violencia en nuestro futuro -.
Yun tarareó, fingiendo estar perdido en sus pensamientos. La pieza de
PaiSho que había estado manejando ahora estaba volteándose sobre sus nudillos,
hacia adelante y hacia atrás sobre su mano. Tenía el control de nuevo.
-
Maestra Tagaka- dijo. -No tienes nada que temer de mis maestros. Y si
damos crédito a las espantosas reputaciones, creo que tendría el mismo
motivo de preocupación -.
-
Sí- dijo Tagaka, mirándolo, con los dedos sobre la empuñadura de su
espada. -Absolutamente -.
La misión colgaba allí, en el contacto visual entre Yun y la indiscutible
señora del Mar del Este. Tagaka podría haber estado mirando al Avatar, pero
Kyoshi solo podía ver a su amigo, joven y vulnerable y literalmente fuera de su
elemento.
Lo que sea que Tagaka buscaba dentro de la cabeza de Yun, lo encontró.
Retrocedió y sonrió.
-
Sabes, es mala suerte encargarse de una ceremonia importante con sangre
en tu espíritu- dijo. -He purificado mis crímenes pasados con sudor y hielo
antes de que llegaras, pero con la mancha de tanta muerte aunrondandode
tu lado, de repente siento la necesidad de hacerlo nuevamente antes de
mañana por la mañana. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras -.
Tagaka chasqueó los dedos y sus hombres salieron de la tienda, tan
incuestionablemente como si se los hubiera ordenado. Los cautivos del Reino
Tierra fueron los últimos, agachándose a través de las puertas sin siquiera echar
un vistazo detrás de ellos. El acto parecía un insulto planeado por Tagaka,
diseñado para decir me tienen más miedo de lo que tienen esperanzas en ti.
Jianzhu juntó las manos. -Lo hiciste bien par--
-
¿Es verdad? - Espetó Yun.
Kyoshi nunca había escuchado a Yun interrumpir a su maestro antes, y por
el ceño fruncido, tampoco Jianzhu. El sabio de la tierra suspiró de una manera que
advertía a los demás que no hablaran. Este asunto era entre él y su discípulo. ¿Qué es verdad? –
-
¿Cinco mil? ¿Enterraste a cinco mil personas vivas? -
-
Esa es una exageración hecha por un criminal -.
-
Entonces, ¿cuál es la verdad? - Dijo Yun. - ¿Eran solo quinientos? ¿Cien?
¿Cuál es el número que lo justifica? -
Jianzhu reía silenciosamente, un movimiento vacilante de su pecho. - ¿La
verdad? La verdad es que los cuellos amarillos eran una escoria del orden más
bajo que pensaban que podían saquear, asesinar y destruir impunemente. No
veían nada, ningún futuro más allá de las puntas de sus espadas. Creían que
podían lastimar a las personas sin repercusiones -.
Golpeó su dedo abajo en el centro del tablero de PaiSho.
-
Contemple las consecuencias sobre ellos- dijo Jianzhu. -Porque eso es la
justicia. Nada más que las consecuencias apropiadas. Dejé en claro que
cualquier horror que infligieran volverían a perseguirlos, ni más ni menos.
¿Y adivina qué? Funcionó. El resto de los daofei que se me escaparon se
dispersaron en el campo porque al fin sabían que habría consecuencias si
continuaban por su camino de proscritos -.
Jianzhu miró hacia la salida, en dirección a Tagaka. -Quizás la razón por la
que nunca has oído hablar de esto por parte de ciudadanos decentes del Reino
Tierra es porque lo ven de la misma manera que yo. Una criminal como ella ve
que se hace justicia y lamenta la falta de perdón, olvidando convenientemente lo
que hicieron en primer lugar para merecer un castigo -.
Parecía que Yun tenía problemas para respirar. Kyoshi quería ir a su lado,
pero el encanto de Jianzhu había congelado el aire dentro de la tienda,
inmovilizándola.
-
Yun- dijo Kelsang. -No entiendes los tiempos de ese entonces. Hicimos lo
que teníamos que hacer, salvar vidas y mantener el equilibrio. Tuvimos que
actuar sin un Avatar -.
Yun se tranquilizó. -Qué suerte para todos ustedes- dijo, su voz era
inexpresiva. -Ahora pueden pasarme la carga de acabar con tantas vidas. Trataré
de seguir los ejemplos que mis maestros han puesto -.
-
¡Suficiente! - Rugió Jianzhu. - ¡Te has dejado confundir por las acusaciones
infundadas de un pirata! El resto de ustedes salgan. Necesito hablar con el
Avatar, solo -.
Rangi salió más rápido. Hei-Ran la vio irse. Tal vez era porque utilizaban la
misma expresión de apretar los labios para ocultar sus emociones, pero Kyoshi
podía decir que quería perseguir a su hija. Sin embargo, Hei-Ran salió rígidamente
del lado opuesto de la tienda.
Cuando Kyoshi miró hacia atrás, Kelsang había desaparecido. Solo el ruido
de un dobladillo naranja debajo de una cortina traicionaba en qué dirección se
había ido. Ella hizo una rápida reverencia a Jianzhu y Yun, evitando el contacto
visual, y corrió tras el Maestro Aire.
Encontró a Kelsang a una docena de pasos de distancia, solo, sentado en
un taburete que presumiblemente había sido abandonado por uno de los guardias
de Tagaka. Las piernas se habían hundido profundamente en la nieve bajo su
peso. Se estremeció, pero no por el frío.
-
Sabes, luego de la muerte de Kuruk, pensaba que mi último y enorme error,
fue guiarlo al camino correcto – dijo en voz baja al helado suelo frente a sus
pies –resultó ser que esto siquiera era el fin de mis desgracias -.
Kyoshi sabía, académicamente, que los nómadas del aire se pasaban toda
la vida en sacro. La gran mayoría eran pacifistas que no consideraban a nadie
como sus enemigos, no existía ningún criminal más allá del perdón y la salvación.
Seguramente existían circunstancias excepcionales que permitían a aquellos
condenados a esperar. Probablemente Kelsang sería perdonado por salvar a
pueblos enteros de las costas del mar occidental.
Pero el tono tenso de su voz decía lo contrario.
-
Nunca te había dicho que tan lejos había caído dentro del Templo de Aire
del Sur ese día – Kelsang trato de forzar una sonrisa a pesar del dolor, pero
en su lugar, se formó una sonrisa rota y triste – He quebrantado mis
creencias como maestro del aire. He decepcionado a mis maestros. He
decepcionado al pueblo entero -.
Kyoshi de repente se sintió furiosa por su comportamiento, pero no sabía
por quién. ¿Por todo el mundo?, por ocasionar que aquel buen hombre sea
infectado por la oscuridad y al mismo tiempo odiarse a sí mismo. Enredo sus
brazos alrededor de Kelsang y lo abrazo tan fuerte como podía.
-
Tú nunca me decepcionaras – dijo ásperamente- ¿Me escuchaste?, nunca.
Kelsang se sintió conmovido por sus palabras, sintiendo el cariño puro
golpear sus omóplatos y caer suavemente en sus brazos, palmeando sus manos.
Kyoshi lo soltó cuando el sonido de un plato rompiéndose atravesó la quietud de la
noche.
Dirigieron sus miradas al lugar de donde provino el sonido. Provino de la
tienda/carpa. Yun y Jianzhu seguían dentro.
Kelsang se levantó, dejando de lado sus problemas. Se veía preocupado.
-
Sería mejor regresar al campamento – le dijo s Kyoshi. El sonido sordo de
la discusión iba en aumento, el cual atravesaba las paredes caídas.
-
¿Están todos bien?
-
Voy a comprobar. Pero por favor, vete. Ahora – Kelsang se apresuró a
entrar en la tienda y desapareció tras las cortinas. Ella pudo escuchar como
el sonido cesó cuando el entro, pero el silencio era más amenazador que el
sonido.
Kyoshi se quedó allí, pensando que hacer, antes de decidir obedecer a
Kelsang. Ella no quería escuchar a Yun y Jianzhu.
En cuanto ella huyó, la luz de luna la alumbró, proyectando sombras,
haciendo que Kyoshi se sintiera como un titiritero en un vacío escenario blanco.
Su huida la llevo muy dentro de la dirección incorrecta, y se encontró a si misma a
afueras del campamento pirata, cerca gélido acantilado.
Se escondió detrás de la pared helada, tratando de estar fuera de vista. El
equipo de Tagaka estaba en medio de retirarse por la noche, arrojando nieve por
el fuego muerto y cerrando sus tiendas desde dentro. Ellos tenían guardias en
intervalos irregulares que miraban en diferentes direcciones. Kyoshi no tenía ni
idea de cómo iba a acercarse sin ser detectada.
Se retiró lo más silenciosamente posible por donde vino, cerca del rincón,
chocando contra algo. Él era uno de los dos piratas que acompañaba a Tagaka
cuando los conoció. El hombre con el bigote. Miró con atención su rostro, tratando
de tener la mejor vista de su fosa nasal.
-
Dime – dijo, una gran nube con olor a alcohol escapo de su boca - ¿Te
conozco?
Ella movió la cabeza e intento seguir su camino, pero le agarró del brazo,
impidiendo que escape apoyándose contra el hielo.
-
Es que luces muy familiar – dijo lanzándole una mirada maliciosa.
Kyoshi se estremeció. Siempre se encontraba con esas clases de hombres
que pensaban que su particular tamaño la hacía un bien público, una rareza que
era digna de admirar, señalar o algo peor. Generalmente ellos piensan que ella se
siente halagada ante la atención que recibe. Que ellos eran especiales y
poderosos por prestarla atención.
-
Solía navegar por aguas dulces – dijo el hombre, en un ataque de
borrachera, orgulloso – Hice negocios con un grupo llamado The Flying…
Algo Sociedad. The Flying Algo u Otros. La líder era una mujer que luce
exactamente como tú. Lindo rostro, tal como la tuya. Piernas… algo así de
largas. Ella podría ser tu hermana. ¿Alguna vez has estado por la Bahía del
Camaleón, cosa hermosa? ¿Estar bajo el techo de Madame Qiji?
El hombre destapo la botella dándole unos sorbos al vino.
-
Pasé un mal momento por esa chica – dijo limpiándose la boca con sus
mangas – Ella tenía un increíble tatuaje de serpiente en sus brazos, pero
nunca me dejó ver hasta dónde iban. ¿Y tú? ¿Qué dices cariño? tienes
algún tatuaje en tu cuerpo que quieras mostrargggggmeehh -.
Kyoshi lo tomo del cuello con una sola mano y lo puso hacia el lado del
acantilado.
Sus pies se removían en el aire. Apretó su cuello hasta que observo que
sus ojos se orientaban en direcciones diferentes.
-
Estás equivocado – dijo sin levantar la voz - ¿Me escuchaste? Estas
equivocado, y tú nunca me has visto, ni a nadie parecida a mí. Dilo ahora.
Ella dejo que él pudiera respirar lo suficiente para poder hablar.
-
Tú, tú maldito pedazo de… TE MATARÉ… aggghhhh.
Kyoshi lo apretó contra la pared. El hielo tras su cabeza se deshizo por la
presión.
-
Eso no es lo que te pedí.
Con sus dedos sofocó sus gritos, evitando que vinieran a socorrerlo.
-
¡He cometido un error! – Jadeó - ¡Estaba equivocado!
Ella lo tiro al suelo. La capa de su abrigo golpeo el gélido suelo. Se hizo a
un lado, tratando de llenar sus pulmones de aire.
Kyoshi lo observo retorcerse ante sus pies. Luego de pensarlo, ella tiro la
botella llena de vino de su cuello, quitando el corcho, y derramando todo el
contenido hasta dejarlo vació. El líquido cayópor el rostro del hombre, y él se
estremeció.
-
Tendré esto por si piensas cambiar de opinión – dijo moviendo la botella
vacía frente al rostro del hombre – He escuchado acerca de los métodos de
disciplina de Tagaka, y no creo que le agrade la idea de que su guardia
este borracho durante su hora trabajo -.
El hombre gimió y cubrió su cabeza con sus brazos.
Kyoshi colapso de cara frente a su tienda. Su frente golpeo el hielo. Se
sentía bien, frio. El encuentro había drenado toda su energía, dejándola incapaz
de seguir caminando para llegar a su litera. Tan cerca, pero a la vez tan lejos.
Ella no sabía que pasó por su mente. Lo que había hecho era tan estúpido
que la aturdió. Si las palabras pudieran volver a Jianzhu de alguna manera…
Una brillante luz apareció sobre su cabeza. Levantó la vista para
encontrarse a Rangi con una antorcha. Una pequeña flama bailando más arriba de
sus largos dedos.
Rangi la miro y luego a la botella de licor que seguía en sus manos. Olfateo
el aire nocturno.
-
Kyoshi, ¿estabas bebiendo?
Iba a ser más sencillo para ella mentir.
-
¿Sí?
Con gran dificultad, Rangi la tomo de los brazos y la llevo a la tienda. Era
cálido dentro, era como comparar la noche de invierno con la tarde de primavera.
Kyoshi podía sentir como la rigidez dejaba sus extremidades, y en su cabeza dejo
de sonar aquel punzante eco que parecía tener antes.
Rangi arrojo las piezas del equipo de combate de ella, como si estuviera
desarmando un vagón roto.
-
No puedes dormir así, menos aun vistiendo esta armadura.
Se quito toda la armadura dejándose únicamente con una delgada camisa
de algodón, la cual exponía sus brazos y piernas. La línea de su figura delineando
la solidez de sus músculos. Kyoshi se encontró a si misma boquiabierta, puesto
que nunca había visto a su amiga sin el uniforme antes. Fue difícil para ella
comprender que aquellas partes picudas no formaban parte del cuerpo de Rangi.
-
¿No deberías de estar durmiendo con Yun? – preguntó Kyoshi. Rangi giro
su rostro tan rápido que casi se disloca el cuello – Sabes a lo que me
refiero.
El sonrojo en el rostro de Rangi desapareció tan pronto apareció.
-
El Avatar y Maestro Jianzhue stán analizando la estrategia, el Maestro
Amak solo duerme por intervalos diez minutos durante todo el día, así que
él y los guardias más capacitados estarán en guardia. La orden es que
todos deben de estar listos para mañana.
Se cubrieron con sus cobijas. Kyoshi sabía que no podría dormir como le
habían ordenado que lo haga. Toda su vida en la calle y ahora estaba en un
privilegiado lugar, en una mansión, ella nunca había tenido una compañera de
cuarto. Ella estaba extremadamente consiente de cualquier pequeño movimiento
que Rangi hacia al lado de ella, el aire entrando y saliendo del pecho de la
maestra de fuego.
-
Yo no pienso que ellos han hecho algo malo. - comentó Kyoshi observando
la parte baja de su tienda.
Rangi no respondió.
-
Escuché de parte de tía Mui sobre lo que Xu y The Los Cuellos Amarillos
hicieron a los desarmados hombres, mujeres y niños. Si la mitad de eso es
cierto, entonces Jianzhu no fue para nada severo. Ellos merecían algo
mucho más severo -.
La luz de luna se colaba por las costuras de la tienda, haciendo que las
estrellas lucieran como agujeros de costura. Ella debería de haberse detenido allí,
pero Kyoshi había sobrepasado el punto que era seguro de hablar.
-
Accidentes son accidentes – dijo – Estoy segura que tu madre nunca quiso
lastimar a nadie.
Dos fuertes manos agarraron las solapas de su túnica. Rangi la acerco ella
para así poder estar cara a cara.
-
Kyoshi - la llamó con voz ronca, sus ojos flameando con dolor – Unos de
sus oponentes era su primo. El candidato rival para la directora – Rangi le
dio un fuerte empujón – No un pirata, o un criminal – comentó – SU PRIMO.
El colegio ha limpiado su honor, pero los rumores me siguieron en la
escuela por años. Personas susurrando en las esquinas que mi madre
era… era una ASESINA -.
Escupió la palabra como si fuera la más vil maldición imaginable.
Comprendiendo de esta manera porque Rangi era un guardaespaldas. Enterró su
rostro en el pecho de Kyoshi, agarrándola con fuerza, como si pudiera de esa
manera borrar aquellos recuerdos.
Kyoshi se quería golpear, por haber sido tan imprudente con sus palabras.
Cuidadosamente rodeo su hombro con su mano. La maestra fuego se sintió
protegida y se relajó, aunque aún seguía teniendo aquellas sonoras inhalaciones
por la nariz. Kyoshi no sabía si esa era su manera de llorar o un ejercicio de
respiración para calmarse.
Rangi se movió, acercándose aún más al cuerpo de Kyoshi, sobando la
horquilla de su cabello por los labios de Kyoshi. Aquel contacto se sentía como
transgresión, el error de una joven cansada y soñolienta. Las familias más nobles
de la Nación del Fuego, como la familia de la cual Rangi provenía, nunca dejarían
que cualquiera pudiera tocar su cabello como lo estaba haciendo ahora.
La débil esencia floral que llenaba los pulmones de Kyoshi hacia que su
cabeza se removiera y su pulso se acelerara. Kyoshi se mantuvo de esa manera
como si eso fuera su misión en la vida, evitando realizar cualquier movimiento que
pudiera interrumpir el sueño de su amiga.
Eventualmente Rangi cayó en un sueño profundo, irradiando calor como un
pequeño carbón encendido en su corazón. Kyoshi entonces se dio cuenta que
consolarla durante toda la noche era tanto un honor como una tortura que nunca
había experimentado en su vida.
Kyoshi cerró sus ojos. Haciendo lo mejor que podía para ignorar el dolor
que sentía en sus brazos por la pérdida de circulación y su corazón caer sobre
una pila de cintas.
Sobrevivieron esa noche. No sufrieron ningún ataque sorpresa, tampoco
ocurrió nada anormal en el campamento como ella temía que pasara.
Kyoshi no pudo dormir más de uno o dos horas, nunca en su vida estuvo
tan alerta, cuando desayunaron en el campamento en la base de la montaña de
hielo, no quiso tomar ni una gota de té. Tenía la boca cerrada como si estuviera
congelada.
Buscaba alguna señal de enojo de parte de Yun y Jianzhu, o de Rangi y
Hei-Ran, pero no había señal alguna. No podía entender como hacían para
enfadarse y luego olvidarlo tan rápido. Hacer algo malo lastima incluso si es un
familiar. Duele aúnmás que sea con un familiar.
Kelsang estuvo cerca de ella mientras se preparaban. Pero su presencia
solamente la hacía sentir con los nervios de punta. En cualquier momento iban a
subir aquella colina a esperar la señal de Yun para mantenerse detrás del Avatar.
No fui yo, Kyoshi pensó, Kelsang dijo que había muy poca probabilidad.
Probabilidad no es lo mismo que realidad.
Jianzhu indico que ya era hora y dijo unas cuantas palabras, pero Kyoshi no
le prestó atención.
El llego a la conclusión de porque Jianzhu lo había dejado de lado. Él
quería ser lo más importante en la vidadel Avatar. En la vida de cualquier Avatar.
Y yo era para él lo más cercano a una hija.
Debía de admitir que dicho razonamiento era un poco acerca de su propia
importancia. Pero mucho menos que ser el Avatar, por ejemplo. Eso tenía sentido.
Kelsang era un humano, propenso a cometer errores. Ese pensamiento la
mantuvo tranquila durante todo el camino a la punta de la montaña.
La punta de la montaña tenía una superficie plana, lo suficientemente
grande como para que las cabezas de las tropas estén frente.
Por el lado de Yun, eso incluye a Jianzhu, Hei-Ran, Kelsang, Rangi, Amak,
y a pesar de lo increíble que parezca Kyoshi. Tagaka nuevamente se dignó a
aparecer acompañada con un par de escoltas. El hombre de bigotes
afortunadamente no se encontraba entre ellos. Pero uno de los rehenes del Reino
Tierra, una joven mujer pescadora con quemaduras de sol, acompañaba a los
piratas. Cuidadosamente llevaba una canasta en la espalda y miraba fijamente el
piso como si en ella estuviera escrito su pasado y futuro.
Los dos bandos pudieron verse cara a cara ante aquella plana superficie en
la punta de la montaña. Estaban lo suficientemente alto como para poder observar
aquellas pequeñas montañas de hielo cerca de aquella helada montaña en la que
se encontraban.
-
Me he dado cuenta que hemos recurrido a métodos tradicionales para estas
cosas –dijo Tagaka – Les pido por favor que esperen unos minutos.
La reina pirata pateo la nieve del suelo con sus pies y tomo sonoramente
aire. Sus brazos se movieron fluidamente como lo haría un maestro agua, pero
nada sucedió.
-
Esperen – dijo.
Lo intento nuevamente, moviendo sus extremidades con mayor intensidad y
determinación. Un círculo empezó a formarse titubeantemente sobre el hielo, del
tamaño de una mesa. Era un procedimiento extremadamente tortuoso.
A Kyoshi le pareció escuchar un bufido de burla por parte del Maestro
Amak, pero podría haber sido dos pequeños pedazos de hielo rompiéndose al
lado opuesto de la mesa. Tagaka hizo el esfuerzo suficiente como para lograr que
aquello sea lo suficientemente grande como para poder sentarnos.
-
Discúlpenme – dijo, tratando de recuperar el aliento – No soy tan buena
maestra agua como mi padre y abuelo lo fueron.
La mujer del Reino Tierra abrió la canasta y rápidamente puso un mantel
sobre la mesa y cojines en los asientos. Con movimientos rápidos y delicados
puso una roca con una tinta en barra, dos pinceles y un pequeño recipiente de
agua.
Kyoshi sintió su intestino revolver, al observar a la mujer meticulosamente
moler la tinta en barra contra la roca. Ella estaba llevando a cabo el método de
Pianhai, un tipo de caligrafía ceremonial, que exigía un gran entrenamiento y
gente común normalmente nunca lo aprendían. Kyoshi sabía eso por Yun. ¿Será
que Tagaka la obligo a aprender?, pensó Kyoshi, ¿O simplemente secuestro a esa
mujer de una escuela de caligrafía en una de esas grandes ciudades?
Al lograr una cantidad considerable de tinta, la mujer se hizo de lado sin
decir ninguna palabra. Tagaka y Yun se sentaron, ambos extendiendo un
pergamino por la mesa de hielo, el cual contenía todos los términos que habían
acordado hasta ahora. Ellos se tomaron un buen tiempo leyendo todo el
pergamino, controlando que las copias coincidieran, este procedimiento era
totalmente diplomático. Tanto Yun como la reina pirata pusieron especial atención
a los pequeños detalles, ninguno de ellos quería perder aquella primera batalla.
– Me opongo a que te describas a ti mismo como Guardiana del Polo Sur
nacida del agua – dijo Yun durante el caluroso intercambio de palabras.
-
¿Por qué? – Dijo Tagaka – Es lo correcto. Mi barco de guerra es el mejor.
Soy la única capaz de mantener aquella armada hostil y navegar hasta las
costas de la Tribu de Agua del Sur -.
-
La Tribu de Agua del Sur te odia – dijo Yun sin rodeos.
-
Si, bueno, la política es complicada – dijo Tagaka – Cambiare eso por
“Auto-Elgida Guardiana del Polo Sur.” No abandonaré a mi gente, incluso si
ellos algún día me dan la espalda -.
De esta manera transcurrió el acuerdo diplomático. Después de que un
guardia de Tagaka empezara a bostezar sonoramente, ellos enrollaron
nuevamente el pergamino.
-
Todo parece estar bien – dijo Yun – Si no te importa, me gustaría proceder
al siguiente nivel. Enmienda verbal – Tagaka soltó un bufido.
-
Oh, la parte realmente divertida -.
-
En cuanto a los rehenes de las costas del sur de la Provincia de Zeizhou
sería lo más razonable definir eso a partir de la proximidad a Tu Zin, fueron
sacados de sus hogares en algún momento entre el equinoccio de
primavera y el solsticio de verano…- Yun se detuvo.
Kyoshi sabía que esto sería difícil para él. Rangi solo le había explicado lo
básico de como las personas eran típicamente redimidas. En el mejor de los
casos, Yun podría salvar a la mitad de los prisioneros, sacrificando al resto,
permitiendo que Tagaka mantenga su reputación y aumente su poder. Él debía
pensar en sus vidas en términos numéricos. En cuanto más alto el porcentaje,
mejor. Esa era la única meta paraél. Sería un héroe para algunos y para el resto
una escoria.
-
Los quiero de vuelta – dijo Yun – A todos.
-
¡Avatar! – Jianzhu vocifero. El Maestro Tierra estaba furioso. Eso
obviamente no era lo que acordaron de antemano.
Yun levanto su mano, mostrando el dorso de su mano a su maestro. Kyoshi
podía jurar que Yun estaba disfrutando el momento.
-
Quiero a cada uno de los hombres, mujeres y niños, de vuelta – dijo Yun –
Si los vendiste a otro grupo de piratas, quiero que uses a tus leales
asistentes a su búsqueda. Si uno de ellos ha muerto bajo tu cuidado, quiero
que sus restos sean entregados a sus familiares, para que puedan velarlo
apropiadamente. Una vez que finalices lo que te estoy solicitando,
podríamos hablar acerca de las recompensas que recibirás.
Los maestros, mis pésames para Kelsang, todos lucían ofendidos. Para
todos ellos, esa era una acción de un niño y petulante que no entendía cómo
funcionaba el mundo.
Pero Kyoshi amo tanto como nunca a su Avatar. Esto es lo que Yun quería
que ella viera cuando le suplico que lo acompañara. Su amigo, defendiendo lo que
era correcto. Su corazón parecía querer salir. Tagaka se recostó por la silla de
hielo.
-
Bien.
Yun parpadeó, era su momento de gloria y un prematuro grito de desafió
salió de él.
-
¿Estás de acuerdo?
-
Sí, estoy de acuerdo – dijo Tagaka – Puedes tener a todos los rehenes de
vuelta. Son libres. Cada uno de ellos.
Un sollozo se escuchó en el aire. Era la mujer del Reino de Tierra. Su
imagen estoica se rompió, colapsando de rodilla y manos al suelo, llorando abierta
y sonoramente. Ni Tagaka, ni sus hombres la reprimieron.
Yun no miró a la mujer, debido al miedo que tenia de estropear la salvación
de la dicha mujer con un movimiento erróneo. Espero a que Tagaka volviera a
hablar. Él no estaba dispuesto a subir el precio por el comportamiento de la mujer.
-
Los rehenes son inservibles para mí – dijo, fijo su vista en un pequeño
iceberg flotando en el mar. A pesar de su paciencia de antes, ella sonaba
repentinamente en total aburrimiento – Entre esas más de mil personas,
ninguno era un carpintero competente. Debería de haberlo sabido.
Debíahaber ido por personas que viven con los árboles, no los que viven
con pedazos de madera flotantes – Yun frunció el ceño.
-
¿Querías carpinteros? – dijo cautelosamente.
Ella poso sus ojos sobre el como si estuviera sorprendida que el siguiera
ahí.
-
Chico, déjame contarte algo acerca de los comercios piratas. Nuestro poder
se mide en cantidad de barcos. Necesitamos carpinteros y artesanos que
sepan lo que hacen. Hacer un barco decente requiere grandes esfuerzos.
Mis pacíficos primos del Polo Sur poseen velas de buena calidad, pero se
conforman con canoas de piel de foca. Nunca harán un buen barco, una
gran nave de guerra porque simplemente no poseen árboles – Tagaka se
dio vuelta y se asomó sobre la mesa – Así que, si –dijo fijando su vista en el
–Quiero carpinteros y árboles y un puerto propio, donde pueda mejorar mis
fuerzas. Y sé dónde puedo conseguir eso.
-
Yokoya – gritó Yun, un llamado de alerta, con una simple palabra.
Tagaka levanto la mano e hizo un pequeño chasquido con los dedos.
Kyoshi escucho un crujido húmedo y gorgoteos. Dio vuelta en búsqueda de aquel
extraño sonido.
Era el Maestro Amak. Estaba inclinado hacia atrás sobre una estalagmita
de hielo, cuya punta ensangrentada brotaba de su pecho como un horrible tallo de
grano. Él se quedó mirándolo, sorprendido y se desplomo hacia un lado.
-
¿Qué esperabas? – Se burló Tagaka - ¿Pensabas que con ese disfraz no
iba a reconocer a un pariente?
Los momentos parecían acumularse lentamente como una torre de piedras
en bruto, cada uno de los eventos iban acumulándose en secuencia, cada vez
más y más alto sin mortero para mantenerlos unidos. Una estructura que era
inestable, terrible, destinada a un rotundo colapso total e inminente.
El sorpresivo movimiento de los dos escoltas de Tagaka atrajo la atención
de todos. Pero eso dos hombres solo tomaron de los brazos a la mujer del Reino
Tierra y desaparecieron de nuestra vista por el camino en el que vinieron,
esquivando las explosiones de fuego que Rangi pudo lanzar. Ellos eran la
distracción.
Pares de manos aparecieron por los bordes de la montaña, agarrando los
tobillos de todos los que estaban del lado de Yun. Maestros Agua estuvieron
esperando allí todo este tiempo. Rangi, Jianzhu y Hei-Ran fueron absorbidos por
el hielo, como si hubieran caído por una grieta de un lago congelado en primavera
derritiéndose.
Kyoshi levanto los brazos para agarrarse de algo, tratando de mantener la
cabeza en la superficie. Su posible captor aún no había hecho el túnel lo
suficientemente grande. Kelsang dio un salto al aire. Evitando de esa manera ser
atrapado por aquel asalto con sus reflejos de Maestro Aire, y desplegando las alas
de su planeador.
Tagaka dibujo con su jian y lo pego por la espalda de Yun. Pero el Avatar ni
se inmuto. En un movimiento rápido que apenas Kyoshi logro percibir, el golpeo
sus puños contra la única fuente de tierra que tenía cerca, la roca que contenía la
tinta para la ceremonia. Se rompió en mil pedazos y rápidamente se convirtió en
un guantelete. Tomo la cuchilla de Tagaka tan pronto esta se puso en contacto
con su piel.
Kyoshi realizo una pisada fuerte con sus botas y escucho un desagradable
crujido. Su pie se quedó atascado allí, en cuanto al maestro agua que acababa de
romper la cara volvía a congelar el agua, encarcelando la mitad inferior de su
cuerpo. Desde allí, ella tenía una perfecta vista del duelo a muerte entre el Avatar
y la reina pirata.
Ambos lucían felices de que todo el espectáculo había terminado. Un hilo
de sangre de Yun goteaba de la espada.
-
Otra cosa que deberías de saber – dijo Tagaka mientras intercambiaba una
sonrisa con Yun, sus músculos temblaban por el esfuerzo – No soy ni lo
más cercano a maestro agua como lo era mi padre.
Con su mano libre ella empezó a realizar una serie de movimientos fluidos y
complejos que Kyoshi necesitaría que sus dedos sean el doble de su longitud. Una
serie de ruidos ensordecedores hizo eco en los alrededores.
Se escuchó al hielo crujir y la nieve se deshacía en contacto con el mar. Un
pequeño pedazo de iceberg se desprendió, revelando un enorme hueco espacio
dentro. Cuando los trozos de hielo se iban deshaciendo, se empezaron a escuchar
las proas de los barcos de guerras de la Quinta Nación, como los sonoros
bramidos de unos polluelos monstruosos que acaban de salir de sus huevos.
Yun perdió el equilibrio y cayó de espaldas al suelo. Tagaka rápidamente lo
sepultó en el hielo, prestando especial atención a su mano con el guantelete de
rocas.
-
¡Qué significa esto! – le grito Yun a Tagaka. Limpio su espada con la tela de
su codo y volvió a enfundar.
– ¿Un plan de respaldo? ¿Una ventaja para nuestro camino a Yokoya?
¿Una oportunidad para presumir? He pretendido toda mi vida ser una
maestra agua débil, así que no me pude resistir a la idea de exagerar un
poco.
Los maestros agua que se encontraban en los barcos empezaron a calmar
las olas producidas por las avalanchas de hielo y moviendo la embarcación
adelante. Los otros miembros de la tripulación se encontraban por el mástil del
barco como insectos, con velas desplegadas. Apuntando hacia el oeste, hacia
casa, donde ellos descubrirían nuevos territorios del Reino de la Tierra, como un
cuchillo contra un vientre desnudo.
-
Detengan los barcos – Yun grito al cielo - ¡No se preocupen por mí!
¡Detengan los barcos! – eso fue todo lo que pudo decir antes de que
Tagaka le cubriera el rostro con hielo.
Kyoshi no sabía a quién iban dirigidas sus palabras, pensó que en su
desesperación estaba suplicando a un espíritu. Pero una ráfaga de aire la hizo
recordar quien estaba libre todavía. Kelsang se impulsó con su planeador y se
dirigió directo a los barcos.
-
No será hoy, monje – dijo Tagaka. Roció carámbanos no más grandes que
unas agujas de coser hacia Kelsang.
Fue un ataque diabólicamente brillante. Un Maestro Aire podía esquivar sin
ningún problema misiles de gran tamaño, pero los proyectiles de Tagaka eran una
lluvia de agujas. La delicada ala de su planeador se desintegro y elcayó de golpe
al agua.
No hubo tiempo para que Kelsang tuviera pánico. Tagaka levito el
sarcófago de hielo en el que se encontraba Yun, arrojándolo hacia donde se
encontraba su campamento y salto a por él.
Kyoshi apretó los dientes e hizo su mejor esfuerzo posible para salir del
hielo. Sus hombros tensos contra su túnica, amenazando con rasgarse en
cualquier momento. El hielo que tenía atrapada su pierna se rompió y cedió, pero
no antes de lastimar su piel que no se encontraba cubierta con tela. Se liberó y fue
en búsqueda de Tagaka.
Por suerte la prisión de Yun había forjado un camino en aquella colina. Sin
ella Kyoshi probablemente tendría un golpe en el cráneo, como producto de
tropezar y caer contra las rugosas protuberancias. Kyoshi logro deslizarse hasta
llegar al campamento pirata, sus heridas dejaron un camino de sangre tras ella.
Los hombres de Tagaka estaban ocupados cargando las cosas de su
campamento y a ellos mismo en los botes largos. Vio una elegante navaja, unas
de las reliquias de las Tribus del Agua que ella había mencionado, esperaba ser
recogida de la costa. Solo unos pocos piratas notaron la presencia de Kyoshi.
Ellos empezaron a tomar sus armas, pero Tagaka hizo señas para que se
detuvieran. Empacar era mucho más importante que lidiar con ella.
-
Libéralo – Kyoshi jadeo. Tagaka puso su pie sobre la prisión de Yun y se
apoyó en sus rodillas.
-
Él coloso ha hablado – dijo con un tono de burla en su voz y una sonrisa en
sus labios.
-
Libéralo, ahora – ella pensaba sonar enojada y desesperada, pero en lugar
de eso su voz sonó lamentable y desesperanzada, tal y como ella se sentía
por dentro. Siquiera estaba segura de sí Yun podía respirar allí dentro.
-
¿Eh? – Dijo Tagaka – Vi lo que quería ver en los ojos de este chico. Tiene
mayor valor con un rehén que como un Avatar, créeme – dijo pateando la
prisión de Yun, y Kyoshi sintió su bilis subir a su garganta ante tal acto
irrespectuoso – Pero tú, por otro lado – dijo – Tu eres un rompecabezas. Sé
que no eres ninguna guerrera ahora, eso es más que evidente. Pero me
gusta tu actitud. No puedo decidir entre matarte ahora, para evitar tener
problema en el futuro, o llevarte conmigo – dio unos pasos acercándose a
ella – Kyoshi, ¿cierto?, ¿Cómo te gustaría disfrutar la libertad absoluta? ¿Ir
donde quieras y tomar todo lo que te deben? Confía en mí, es una de las
mejores formas de vivir, es mucho mejor que tener cualquier tipo de
mugrosa existencia sobre tierra firme -.
Kyoshi sabía su respuesta. Iba a ser la misma respuesta sin importar que
tuviera 7 años y estuviera hambrienta.
-
Nunca me convertiré en una daofei – dijo Kyoshi, haciendo el máximo
esfuerzo posible a que aquello sonara como una maldición – Pretender ser
una líder y una persona importante, cuando no eres más que una esclava
asesina. Eres la forma de vida más repugnante que conozco -.
Tagaka frunció el ceño y desenvaino su espada. El metal silbo contra la
vaina. Ella quería que Kyoshi sintiera la fría muerte deslizarse por sus costillas, en
lugar de una muerte rápida por agua.
Kyoshi mantuvo su firmeza. - entrégame al Avatar -, repitió - O tendré que
humillarte como la bestia que eres -.
Tagaka extendió sus brazos ampliamente, diciéndole que mirara alrededor
de ellas y del campo de hielo donde se encontraban de pie -¿Con qué, niñita del
Reino Tierra? - preguntó. -¿con que?Esa había sido una buena pregunta, una que Kyoshi sabía que no hubiese
podido responder por sí sola. De repente Kyoshi se encontró atrapada por la
abrumadora sensación, de que ahora, en este momento de desesperada
necesidad su voz no estaría sola, al mismo tiempo sus manos se sintieron guiadas
y aunque ella no entendía del todo lo que estaba pasando y tampoco tenía
completamente el control, simplemente se dejo llevar.
Kyoshi preparó su estómago, llenó sus pulmones y azotó sus pies al mismo
tiempo que tomaba la posición de la técnica “golpe directo”
Ecos de poder se ondularon desde su movimiento, cientos de repeticiones
de ella misma pisoteando el hielo, de alguna manera ella había tomado el
liderazgo pero al mismo tiempo estaba siendo dirigida por un ejército de maestros.
Una columna de piedra gris de fondo marino explotó desde la superficie del
océano y atrapó el casco del cortador de Tagaka y balanceó la nave de un lado,
arrancando tablones de madera del marco tan fácilmente como si fuese el papel
de una cometa.
Una ola de agua al desplazarse barrió el iceberg, derribando a los piratas y
rompiendo cajas hasta dejarlas en astillas, fuera de la autodefensa, Tagaka, con el
agua hasta la cintura por reflejo levantó un muro de hielo, apresando y desviando
el oleaje, pero esta barrera ayudó también a Kyoshi, dándole tiempo para atacar
de nuevo.
Saltó directamente al aire y aterrizó con los puños en el hielo, más lejos el
mar hirvió, gritos vinieron de los buques de guerra principales a medida que más
riscos de basalto se levantaron en su camino. Los bauprés de los buques que no
podían girar a tiempo se rompieron como pequeñas ramas, el chillido de la madera
que se rompía contra la roca se abrió paso por el aire, tan horrible como un coro
de animales heridos. Kyoshi cayó de rodillas, jadeando y agitada, tenía la
intención de seguir adelante, traer la tierra lo suficientemente cerca para así
defenderse, pero el esfuerzo la había debilitado a tal punto que apenas podía
levantar la cabeza.
Tagaka se dio la vuelta, su rostro, tan controlado en los últimos dos días, se
contrajo en cada dirección. - En nombre de los espíritus, ¿qué? - , susurró
mientras volteaba su espada Jian para dar una puñalada baja. A la velocidad que
Tagaka se movió para matarla dejó en claro que ella estaría bien viviendo sin una
respuesta.
- Kyoshi! ¡Mantente abajo! - Kyoshi obedeció instintivamente la voz de
Rangi y se agachó.
Ella escuchó y sintió la abrasadora ráfaga de fuego que viaja sobre ella,
derribando a Tagaka. Con un poderoso rugido, Pengpeng aplastó el iceberg,
Rangi y Hei-Ran flamearon desde la izquierda y la derecha del bisonte,
dispersando a los piratas mientras intentaban reagruparse. Jianzhu manejó las
riendas de Pengpeng con la habilidad de un nómada del aire, dándole vueltas
perfectamente disparó con la cola el viento que alejó las nubes de flechas y arrojó
lanzas. Kyoshi no tenía idea de cómo habían escapado del hielo, pero si tres
personas tuvieran el poder e ingenio para lograrlo, fueron ellos.
La pelea no había terminado, parte de la flota de Tagaka había superado
los obstáculos de Kyoshi y de los barcos que se hundían cerca, algunos Maestros
agua declinaron entrar en pánico al igual que sus compañeros en su lugar, se
sumergieron en el agua generando olas de alta velocidad que los llevaron hacia
Tagaka, su guardia de élite, estaba yendo a rescatarla.
Rangi y Hei-Ran saltaron empezaron a bombardeara la reina pirata con
llamas entonces ella se vio obligada a bloquearlas con láminas de agua. La cara
de Rangi estaba cubierta de sangre y su madre solo tenía un brazo disponible,
pero aun así lucharon en perfecta coordinación, dejando a Tagaka sin oportunidad
para armar una ofensiva.
-
¡Nos encargaremos de los maestros agua! -, Gritó Hei-Ran sobre su
hombro. -¡Paren los barcos!- .Jianzhu echó un vistazo a los monolitos de
piedra que Kyoshi había levantado del fondo marino, y luego a ella. En el
fragor de la batalla, decidió detenerse, miró fijamente a Kyoshi, casi como si
él estuviese haciendo sumas en su cabeza.
-
Jianzhu!- Gritó Hei-Ran.
Salió de su bruma y llevó a Pengpeng de regreso. Volaron hacia la
formación de piedra más cercana, sin previo aviso, Jianzhu soltó las riendas y
saltó del bisonte en el aire.
Kyoshi pensó que se había vuelto loco, él le demostró que estaba
equivocada, nunca había visto Jianzhu hacer tierra control antes, solo había
escuchado a Yun y al personal describir su estilo personal como "diferente",
inusual, más como un baile de leones en el Año Nuevo, tía Mui dijo una vez,
abanicándose, con una sonrisa soñadora en su rostro, estable debajo y salvaje
encima.
No había sido capaz de hacer tierra control sobre el iceberg, pero ahora
Kyoshi le había proporcionado todo lo que de su elemento necesitaba.
Cuando Jianzhu cayó, paneles planos de piedra se desprendieron del
peñasco y volaron a su encuentro, organizándose en una maníaca construcción
arquitectónica con la luz del día mostrándose a través de sus huecos triangulares,
aterrizó sin perder su impulso en una rampa inclinada corriendo hacia las naves
que se escapaban, en una dirección en la que no tenía espacio para ir, pero como
el corrió, sus brazos se enroscaron y azotaron a su alrededor como si tuvieran
mentes propias.
Él movió sus puños usando pequeños giros de su cintura, e innumerables
láminas de roca se sujetaron en un puente bajo sus pies. Jianzhu nunca perdió el
paso mientras viajaba en el aire, suspendido por sus movimientos de tierra control
sobre la marcha.
Explosiones de fuego y trombas se dispararon desde los maestros que
manejaban los barcos. Jianzhu Saltó ágilmente y se deslizó sobre ellos, los que
apuntaban a la piedra en sí hicieron sorprendentemente poco daño, ya que la
estructura estaba compuesta redundantemente caótica.
Corrió delante de la nave principal, cruzando su camino con un puente,
justo como Kyoshi Pensó que se había extendido demasiado, que se había
quedado sin piedra y había reducido su apoyo más allá de lo que se podía
sostener, saltó a un lugar seguro, aterrizando encima de un témpano de hielo
cercano.
El ensamble precario y antinatural comenzó a desmoronarse sin que la
tierra control de Jianzhu pudiera mantenerla.
Primero las piezas individuales comenzaron a desprenderse, trozos de roca
cayeron y bombardearon la nave líder desde lo alto, enviando a los miembros de
la tripulación a bucear para cubrirse de la cubierta de madera perforada como
cuero ante un punzón, pero su sufrimiento solo había comenzado, la base del
puente simplemente se dejó llevar, trayendo toda la línea de piedra que atraviesa
la proa. La popa del barco fue apartada de la línea de flotación, exponiendo el
timón y la quilla barn aculada.
El resto del escuadrón no tuvo tiempo de girar y un seguidor alejado del
desastre se las arregló para evitar estrellar su casco, pero el cambio de dirección
causó que la embarcación sufriera una brusca inclinación hacia un lado, la punta
de su aparejo se enganchó en los restos, y luego el barco fue decapitado de sus
mástiles y velas, los pilares de madera se rompieron como el juguete de un niño
se quebró en sus puntos más débiles.
El último buque de guerra restante en la retaguardia podría haber salido,
suponiendo alguna hazaña deslumbrante de marinería heroica, en cambio,
sabiamente decidió echar el ancla y llamar a la paz.
Si el poder de Tagaka estaba en su flota, entonces los compañeros del
Avatar lo habían destruido, ahora solo tenían que vivir lo suficiente para reclamar
su victoria.
- Lo hiciste bien, chica -, dijo un hombre con voz ronca y acento como el del
Maestro Amak.
- Ellos contarán historias sobre esto durante mucho tiempo -. Kyoshi se dio
la vuelta, temerosa de que un pirata hubiera caído sobre ella, pero no había nadie
ahí.
El movimiento la hizo marearse demasiado y se dejó caer de rodillas en un
prolongado y largo proceso desplomándose sobre el hielo.
LA FRACTURA
Estaba cálido, tan cálido que cuando Kyoshi despertó en la enfermería de la
mansión, pensó que estaría Rangi sentada en la silla junto a la cama, ella
esperaba que así fuera, en cambio, fue Jianzhu.
Kyoshi apretó más las mantas y luego se dio cuenta de que estaba siendo
tonta, Jianzhu fue su jefe y su benefactor, él le había dado a Kelsang el dinero
para cuidarla, mientras que ella nunca había cruzado la cortés distancia que los
separaba y no había razón para sentirse incómodo alrededor del sabio de la tierra,
eso fue lo que se dijo a sí misma, su garganta ardía de sed, Jianzhu tenía una
calabaza de agua lista, anticipando su necesidad, y se la entregó. Ella trató de
tragarlo tan decorosamente como pudo, pero se derramó algo en sus sábanas,
haciéndolo reír.
- Siempre tuve el presentimiento de que me ocultabas algo -, dijo.
Ella casi se atragantó.
- Recuerdo el día que tú y Kelsang me contaron sobre tu problema con la
tierra control -, dijo Jianzhu con una sonrisa que permaneció firmemente en la
mitad inferior de su rostro. - Dijiste que tú no podías manipular cosas pequeñas,
que solo podías mover rocas de buen tamaño y de forma regular, como una
persona cuyos dedos eran demasiado gruesos y torpes para recoger un grano de
arena. –
Eso era verdad, la mayoría de las escuelas de tierra control no sabían cómo
lidiar con una debilidad como la de Kyoshi. Los estudiantes comenzaron
controlando pequeñas piedras, y como su fuerza y la técnica crecía, se trasladaron
a trozos de tierra más grandes y pesados, a pesar de las protestas de Kelsang,
Kyoshi había decidido, hacía mucho tiempo, que no se molestaría formalmente
entrenando tierra control, no parecía un problema que valiera la pena resolver en
ese momento. La tierra control era en su mayoría inútil en interiores,
especialmente sin precisión.
-
No me dijiste lo contrario -, dijo Jianzhu, - que podrías mover montañas,
estando separada del fondo del océano por doscientos pasos, ni siquiera yo
puedo convocar a través de esa distancia o a través del agua. –
La calabaza vacía tembló cuando la puso sobre la mesita de noche. - Juro
que no lo sabía - dijo Kyoshi, - No pensé que podía hacer lo que hice, pero Yun
estaba en peligro y me detuve pensando y yo, ¿dónde está Yun? ¿Él está bien?
¿Dónde está Kelsang? –
-
No tienes que preocuparte por ellos -, se dejó caer en la silla con los codos
sobre sus rodillas, con sus dedos cruzados, su ropa cubría sus
articulaciones de una manera que lo hizo verse delgado y cansado. Se
quedó mirando el suelo en silencio por un largo e incómodo tiempo.
-
El Reino de la Tierra -, dijo Jianzhu. - Es un desastre, ¿no lo crees?- Kyoshi
estaba más sorprendida por su tono que por su cambio aleatorio de tema,
él jamás se había relajado tanto a su alrededor antes, ella no se imaginaba
que él hablara de esto informalmente con Yun.
Quiero decir, solo míranos -, dijo, - Tenemos más de un rey, en el Norte y
en el sur los dialectos son tan diferentes que comienzan a convertirse en
idiomas separados, aldeanos en Yokoya visten tanto azul como verde, y la
gente de Si Wong apenas comparte costumbres con el resto del continente
-.
-
Kyoshi había escuchado a Kelsang expresar admiración por la diversidad
del Reino de la Tierra en varias ocasiones, pero tal vez estaba hablando desde la
perspectiva de un visitante. Jianzhu hizo que el Reino de la Tierra sonara como
diferentes piezas de carne unidas para cerrar una herida.
-
¿Sabías que la palabra para daofei realmente no existe en las otras
naciones?- dijo, - Al otro lado del mar, simplemente se les llama
delincuentes, tienen metas pequeñas, nunca alcanzan mucho más allá del
enriquecimiento personal, pero aquí en el Reino de la Tierra, los Daofei
encuentran un nivel de éxito que les viene a la cabeza y les hace creer que
son una sociedad aparte, con derecho a sus propios códigos y tradiciones,
pueden obtener control sobre el territorio y tener una idea de lo que es
gobernar, algunos se convierten en fanáticos espirituales, creyendo que su
saqueo y pillaje está al servicio de una causa superior.-
Jianzhu suspiró. - Todo se debe a que Ba Sing Se no es una autoridad
verdaderamente efectiva -, dijo.
-
El poder del Rey de la Tierra aumenta y disminuye, nunca llega
completamente a cruzar la tierra como debería. ¿Sabes qué es lo que
mantiene unido al Reino Tierra ahora, en este instante? –
Ella sabía la respuesta pero sacudió la cabeza de todos modos.
-
Yo -. No parecía orgulloso de decirlo. - Soy yo quien mantiene a esta
gigante y destartalada nación de nosotros de derrumbarse a polvo, porque
hemos estado sin un Avatar durante tanto tiempo, el deber ha caído sobre
mí y porque no tengo derecho al liderazgo de sangre noble, tengo que
hacerlo únicamente creando lazos de lealtad personal -.
Él la miró con tristeza en los ojos.
-
-
Cada gobernador y magistrado local desde aquí hasta el Templo del Aire
del Norte me lo debe, les doy grano en tiempos de hambre, los ayudó a
recaudar los impuestos que pagan los salarios de la policía y los ayudó a
lidiar con los rebeldes –
Mi alcance también debe extenderse más allá del Reino Tierra -, dijo
Jianzhu. - Conozco a cada maestro que podría llamarse con precisión un
maestro de los elementos en cada uno de las cuatro naciones y quiénes
son sus alumnos más prometedores. He financiado escuelas de control de
los elementos, he organizado torneos y disputas resueltas entre estilos
antes de que terminaran en sangre. Cualquier maestro en el mundo
respondería a mi citación.-
Ella no lo dudaba, él no era un hombre dedicado a la jactancia, más de una
vez alrededor de la casa, había escuchado la expresión de que la palabra de
Jianzhu, su amistad, valía más que el oro Beifong.
Otra persona podría haberse hinchado de felicidad mientras mira hacia
atrás sobre el poder que ellos ejercían.
Jianzhu simplemente sonaba cansado. - No sabrías nada de esto -, dijo, Aparte del desastre en el iceberg, nunca has estado realmente fuera del refugio de
Yokoya -.
Kyoshi se tragó el impulso de decirle que eso no era cierto, que todavía
recordaba los breves destellos que había visto del mundo en general, hace mucho
tiempo, pero eso hubiera significado hablar sobre sus padres y abrir por completo
una caja diferente de víboras. Solo la noción de exponer esa parte de ella a
Jianzhu le aceleró el pulso.
Él captó su angustia y entrecerró los ojos. - Así que ya ves, Kyoshi -, dijo. ¡Sin lealtad personal, todo se desmorona!- Hizo un repentino movimiento de
inclinación hacia el techo como para derribarlo sobre sus cabezas. Kyoshi se
estremeció antes de recordar que la habitación estaba hecha de madera, un poco
de polvo se filtró a través de las vigas del techo y quedó suspendido en el aire en
una nube arriba ellos. - Dado lo que te he dicho -, dijo, -¿Hay algo que quieras
decirme acerca de que hiciste en el hielo?¿Había algo que quisiera decirle al hombre que la había llevado fuera de la
calle? Que había la posibilidad de que él hubiese cometido un error que podría
destruir todo por lo que él había trabajado y que la existencia de ella podría
significar un caos incalculable para su nación?
No, ella y Kelsang tuvieron que esperar a encontrar evidencia de que ella
no era el Avatar y darle a Yun el tiempo que necesitaba para probarlo así mismo
de manera concluyente.
-
Lo siento-, dijo, - Realmente no estaba al tanto de mis propios límites, sólo
entré en pánico y repartí golpes a diestra y a siniestra tan fuerte como pude,
Rangi me dijo que a menudo el fuego control es más fuerte cuando está
enojada; tal vez fue así -. Jianzhu sonrió de nuevo, la expresión calcificada
en su rostro, él apoyó sus manos en sus rodillas y se puso de pie.
-
Ya sabes- , él dijo, - He peleado con Daofei como Tagaka a lo largo y ancho
de esto continente durante tanto tiempo que lo único que he aprendido es
que no son el verdadero problema, son un síntoma de lo que sucede
cuando las personas piensan que pueden desafiar la autoridad del Avatar,
cuando piensan que el Avatar carece de legitimidad -, Miró a Kyoshi. - Me
alegra que haya al menos un maestro tierra más poderoso quien puede
pelear a mi lado, pesar de lo que dije antes, solo soy una medida
provisional, un sustituto, la responsabilidad de mantener el Reino de la
Tierra estable y en equilibrio con las otras naciones pertenecen
legítimamente al Avatar -.
La presión implacable de sus declaraciones se hizo tan grande que Kyoshi
instintivamente trató de pasar el peso a otra persona. - Debería haber sido Kuruk
lidiando con el Daofei -, ella dijo de golpe. -¿cierto?- Jianzhu asintió de acuerdo. Si Kuruk estuviera vivo hoy, estaría en la cima de sus poderes, me culpo por su
fallecimiento, sus malas decisiones fueron culpa mía.- -¿Cómo podía ser -, Porque la persona que tiene la mayor responsabilidad con el mundo, después del
Avatar, es la persona que influye en la forma en que piensa el Avatar, yo le
enseñé a Kuruk Tierra control, pero yo no le enseñé sabiduría y creo que el mundo
aún está pagando por mi error en ese sentido -. Jianzhu se detuvo junto a la
puerta cuando se fue. - Yun está al final del pasillo y Kelsang frente a él, deberías
descansar más, odiaría no verte bien.-
Kyoshi esperó hasta que se fue, tiempo suficiente para que él saliera
completamente de la enfermería. Luego salió de la cama, ella golpeó el pasillo,
sacudiendo el suelo entablado y después de un frenético momento de vacilación,
entró primero en la habitación del Avatar.
Yun se sentó en una silla junto a una bañera de cobre con la manga
derecha enrollada hasta su hombro, su brazo descansaba en el agua humeante.
Rangi estaba parado detrás de él, apoyándose en el alféizar de la ventana,
mirando a la esquina más alejada.
-
Sigo diciéndoles a los curanderos que no tengo congelación -, dijo Yun.
Esto debe haberlos asustado -. Él levantó la mano que goteaba, todavía
estaba manchado con tinta negra, dándole una pálida mirada necrótica,Yun
recogió una tetera de agua caliente del suelo y la vertió con cuidado en el
baño para mantener la temperatura y volvió a sumergir su mano debajo de
la superficie y la hizo girar.
El primer instinto de Kyoshi fue correr hacia ellos y abrazarlos alegremente,
para agradecer a los espíritus que estaban vivos, ver un poco de esa felicidad
reflejada en sus ojos, los tres habían llegado a casa, a salvo, juntos.
Pero parecía que las mentes de Yun y Rangi todavía estaban flotando en
algún lugar del océano del Sur, vacía y distraído.
-
¿Qué pasó?- Preguntó Kyoshi. -¿Están todos bien? ¿Kelsang está herido
de gravedad?-
Yun la saludó con la mano seca para que se callara, - El Maestro Kelsang
está durmiendo, así que nosotros deberíamos bajar la voz -.
Como si ella fuera el mayor perjuicio de la salud de Kelsang en este
momento. - Bien, - siseó ella, - ¿Ahora me dirás lo que pasó? –
-
Perdimos a muchos de los guardias -, dijo Yun, su rostro cambió a dolor.
Los maestros agua ocultos de tagaka se lanzaron como una avalancha
sobre ellos, Rangi y Hei-Ran lograron salvarlos, aunque podrían haberse
quemado por el costado del iceberg después de que se diluyera -.
Rangi no se movió ante la mención de su nombre, ella se negó a levantar la
cabeza, dejándolo a hablar solo.
-
Me liberaron, y entre nosotros, logramos noquear a Tagaka -, continuó Yun,
- Perder sus barcos y ver a su líder derrotado fue demasiado para el resto
de la Quinta Fuerzas de la nación y huyeron, deberías haberlo visto, piratas
aferrados a los restos mientras los maestros agua los empujaban lejos, la
dignidad perdida probablemente duele más que la caída de rocas.
-
¿Qué le pasó a Tagaka?- Preguntó Kyoshi.
- Está en el calabozo de una caravana del Reino de la Tierra que
se dirige a la capital, donde será llevada a las prisiones del lago Laogai -,
dijo. - No sé qué van a hacer al respecto en el lago, si ella puede hacer
agua control de esa manera, pero tengo que asumir que al menos alguien
en la administración del Reino Tierra tiene un plan, mientras tanto, la Quinta
Nación ya no existe -.
Ante su mirada de confusión, Yun le dio exactamente la misma sonrisa
pálida y forzada que su maestro.
Lo hice hace unos
irreparablemente -, explicó.
-
minutos.
-
Sus
barcos
han
sido
dañados
Tagaka lo dijo ella misma su poder reside en su flota. Después de lo que
hiciste, será casi imposible para sus sucesores reconstruir, ellos no
representarán una amenaza para el Reino Tierra Nunca más.-
Kyoshi supuso que eso era cierto y que ella debería estar feliz de
escucharlo, pero la victoria sonó hueco. -¿Y los cautivos?-
Jianzhu atrapó a uno de sus lugartenientes y lo interrogó obteniendo de él
la ubicación -, dijo Yun - Hei-Ran tiró algunas cuerdas, bueno, tal vez más
como toda la cuerda, y ahora la flota de fuego está montando una
operación de rescate en un acto de buena voluntad, será la primera vez que
tengan permitido portar colores militares en el Mar del Este desde el
reinado del vigésimo segundo Rey Tierra.-
Él le estaba dando respuestas pero nada más, no hay emoción, ella podía
enganchar sus dedos alrededor. ¿No la había querido allí como confidente?
Alguien que se sorprendería de sus éxitos?
-
Yun, lo hiciste -, dijo, esperando recordarle - Los salvaste -.
En su desesperación, tomó prestada una línea de la voz imaginaria que le
había hablado en el hielo. -¡La gente hablará de esto en los próximos años!, Dijo. - Avatar Yun, que salvó pueblos enteros! Avatar Yun, que se enfrentó cara a
cara con la Reina Pirata del océano del sur! Avatar Yun…
-
¡Kyoshi, para!- Gritó Rangi. -¡Solo detente!-
-
¿Detener qué?- Gritó Kyoshi, sintiéndose casi enferma de frustración.
-
¡Deja de fingir que todo sigue igual!-, Dijo Rangi. -¡Sabemos lo que tú y
Kelsang estuvieron escondiendo de nosotros!-
El piso se alejó en espiral de los pies de Kyoshi, sus cimientos se volvieron
líquidos, ella era agradecida cuando Rangi marchó hacia ella y plantó un dedo
acusador en su pecho, dándole a ella un punto para estabilizarse.
-
¿Cómo pudiste ocultarnos eso?-, gritó la Maestra Fuego en su rostro, -¿Fue
divertido para ti?-, -¿Haciéndonos parecer tontos? Sabiendo que existe la
posibilidad de que todas nuestras vidas sean una gran mentira?Kyoshi no pudo pensar, ella estaba debilitada, - No lo hice... No lo fue…-
El dedo de Rangi comenzó a calentarse y a humear. -¿Cuál fue tu
perspectiva, eh? estabas intentando desacreditar a Yun? Jianzhu, tal
vez?,¿Tienes algún tipo de deseo secreto retorcido de ver al mundo
desmoronarse hasta los cimientos?La quemadura alcanzó su piel, ella no se apartó, tal vez ella merecía ser
golpeada directamente, un agujero al rojo vivo en su pecho.
-
¡Contéstame!- Gritó Rangi. -Contéstame, tú... tú…-
Kyoshi cerró los ojos, exprimiendo las lágrimas y se preparó para el golpe,
el que nunca llegó Rangi dio un paso atrás, horrorizada, cubriéndose la boca con
las manos, dándose cuenta de lo que ella estaba haciendo y luego pasó junto a
Kyoshi por la puerta.
La sala se balanceaba de un lado a otro, amenazando con obligar a Kyoshi
a ponerse a cuatro patas, Yun se puso de pie, recorriendo el golpeado suelo con
facilidad, se acercó, sus labios se separaron ligeramente, ella pensó que iba a
susurrar algo tranquilizador en su oído y luego la esquivó, deslizándose hacia la
derecha, con una barrera de espacio vacío entre ellos impenetrable como el acero.
Tenía una parada más que hacer. Kelsang la estaba esperando, apoyada
en una posición sentada en su cama, había un medio plato de sopa de algas en su
mesita de noche, un remedio para la pérdida de sangre, su piel era más pálida que
los vendajes que envuelven su torso, incluso el azul de sus flechas parecía
desvanecerse, - Te despertamos -,Kyoshi se sorprendió de lo dura que era su voz,
ella debía estar relevado de que él no estuviera muerto y en cambio ella estaba a
punto de regañarle - Necesitas estar descansando.- Lo siento -, él dijo - Tenía que decirles-.
- ¿Tenías?-
Lo que dije sobre Yun teniendo la mayor posibilidad de ser el Avatar no es
cierto,no más, no después de lo que lograste en el iceberg.- Kelsang pasó
la mano sobre su cabeza rapada, sintiendo el fantasma de su cabello. Estuviste dormida durante tres días, Kyoshi, yo pensé que tu espíritu había
abandonado tu cuerpo, No hay nada más que fingir.-
Algo delicado dentro de ella se rompió al escuchar "fingir". Las personas
más cercanas a ella de repente llamaban a los años que habían pasado juntos
falsos, imaginarios, un preludio inventado a una más importante realidad diferente.
-
Quiere decir que no podía esperar más para hacer su movimiento -, dijo,
incapaz de controlar su bilis - Querías enseñarle a un Avatar que dependía
de ti más que Jianzhu y tú perdiste tu oportunidad con Yun, eso es lo que
soy para ti, un repuesto.- Kelsang miró hacia otro lado. Se recostó contra la
almohada. - El tiempo en que cualquiera de nosotros podíamos hacer lo
que queríamos pasó hace años-, dijo.
MEDIDAS DESESPERADAS
Si hubiese necesitado evidencia las cosas serían distintas.. Con la comida
era suficiente.
En los días en que Kyoshi tenía tiempo de desayunar, generalmente se
servía un plato de jook de la olla comunal que burbujeaba en la cocina decorado
con los residuos secos? de las mesa de arriba que la Tía Mui había considerado
adecuado salvar de la noche anterior.
Hoy, otro sirviente la sorprendió fuera de su puerta y la llevó a uno de los
comedores reservados para los invitados.
La habitación en la que estaba era tan grande y estaba tan vacía que al
beber de su taza de té se hacía eco.
La gran mesa de sándalo contenía una gran variedad de manjares hervidos,
salados y fritos que pensó que el lugar preparado para ella, debía ser un error.
No lo era. Sin saber cuál de los jóvenes bajo su techo era el avatar, Jianzhu
parecía haber decretado que Kyoshi iba a ser alimentada como un noble hasta
que descubriera si ella era el Avatar.
Trató de ajustarse a la generosidad de Jianzhu pero sólo un poco de cada
ingeniosamente arreglado platillo era lo que podía soportar con su arroz.
Incluyendo, con algo de disgusto, las picantes algas en escabeche que se llevó a
su casa, ahora reposadas en un plato lacado.
Su mesera volvió a revisar. -¿Ya ha terminado la señorita?- preguntó, con la
cabeza inclinada.
- Rin, fui a tu fiesta de cumpleaños - dijo Kyoshi. - Ayudé a comprar esa
peineta que estás usando -.
La joven se encogió de hombros. -Ya no debes presentarte en el trabajo. El
maestro Jianzhu quiere que estés en los campos de entrenamiento en una hora -.
- Pero que se supone que debo hacer hasta entonces?- Lo que la señorita deseé.Kyoshi salió del comedor tambaleándose como si hubiese recibido un golpe
en la cabeza.
¿Tiempo libre? ¿Qué clase de animal es ese?
No quería que nadie la viera despierta o en la casa.
Oh ahí está Kyoshi admirando las flores.
Allá va, pensando en la nueva caligrafía del Templo del aire.
La posibilidad de estar expuesta la horrorizaba. En lugar de eso, una mejor
opción fue correr a la pequeña librería en donde antes había hablado con Kelsang
y encerrarse ahí. Se escondió ahí, sola con su temor, hasta que llegó la hora
señalada.
Kyoshi estaba tan familiarizada con la extensión de piedra plana del campo
de entrenamiento como lo estaría con la caldera de un volcán de la Nación del
fuego. Sus tareas nunca la habían traído aquí. Jianzhu esperaba por ella en el
medio del campo real, un espantapájaros vigilando un campo.
- Ya no te molestes con eso -, dijo cuando ella hizo una profunda reverencia
como lo haría un sirviente. - Ven conmigo.La llevó a una de las habitaciones laterales, un armario de suministros que
había sido vaciado rápidamente. Muñecos de paja y discos de tierra control habían
sido maltratados durante las prácticas de otros, lo que que molestó el sentido de
organización de Kyoshi. Adentro, Hei-Ran los esperaba.
- Kyoshi-, dijo con una cálida sonrisa. - Gracias por hacernos caso. Sé que
han sido días duros relacionados con el pasado.Kyoshi sentía que no habría manera de acabar con la incomodidad del
momento.
A pesar de su amistad con Rangi, su relación con la directora era más
distante de la que tenía con Jianzhu. Hei-Ran estaba actuando más amigable de
lo esperado. Pero Kyoshi miró hacia abajo y se dio cuenta que la mujer había
estado caminando tanto que había hecho polvorientos senderos en el piso. Rangi
casi siempre hacía eso cuando estaba molesta.
- Ayudaré en todo lo que pueda -, dijo Kyoshi, de pronto sintió seca la
garganta. Sus amígdalas se pegaron a la parte posterior de su lengua, haciendo
que las palabras se quedarán atrapadas en su boca.
- Lo siento, eso es mi culpa,- dijo Hei-Ran con una suave risa.
- Sequé el aire de esta habitación para un ejercicio. Por favor, siéntate.En el piso había dos cojines de seda pertenecientes a la sala de
meditación. Kyoshi estaba horrorizada de que los cojines tan elegantes fueran
tirados en la tierra, pero igualmente tomó asiento frente a Hei-Ran. Estaba muy
consciente de que Jianzhu estaba parado detrás de ella, mirándola como un ave
de rapiña.
- En la Nación del fuego hacemos esta prueba en recién nacidos para ver si
son capaces de controlar el fuego control,- dijo Hei-Ran. - Tenemos que conocer
rápido a nuestros niños, como imaginarás, de lo contrario nos arriesgamos a que
quemen el vecindario.-
Era una broma, pero hizo que Kyoshi se sintiera más nerviosa. -¿Qué es lo
que tengo que hacer?- Muy poco.- Hei-Ran metió la mano en un monedero y sacó algo que
parecía una bola de yesca. - Esto es corteza de abedul triturada y algodón
mezclado con algunos aceites especiales.- Amasó el material con los dedos hasta
que estuviera tenue y ligero. - Solo necesitas soplar y sentir tu calor interior. Si la
yesca se enciende, entonces eres un maestro fuego.Y por consiguiente, el avatar. -¿Estás segura que esto va a funcionar?Hei-Ran levantó una ceja. - Recién nacidos, Kyoshi. Es esencialmente
imposible para un verdadero maestro fuego no presentar algún indicio con este
método. Ahora guarda silencio. Necesito acercarme un poco mas a ti.Sostuvo la yesca bajo la nariz de Kyoshi, como si la estuviera tratando de
revivir con sales aromáticas. - Relájate y respira Kyoshi. No te esfuerces. Tu fuego
interior, tu fuente de vida, es suficiente. Sopla.- Kyoshi trató de hacer lo que se le
decía. Podía sentir las hebras de algodón cosquilleando los labios. Tomaba
bocanadas de aire una y otra vez.
- Te ayudaré,- dijo Hei-Ran después de dos minutos sin resultados. El aire
alrededor de ellas se puso caliente, muy caliente. Gotas de sudor corrían por la
cara de Kyoshi, se secaban antes de llegar a su barbilla. De nuevo estaba
desesperadamente sedienta.
- Solo una pequeña chispa.- Hei-Ran ahora sonaba como si estuviera
suplicando. - He hecho la mayor parte del trabajo. Muéstrate. El más mínimo
movimiento. Es lo único que pido.Kyoshi lo siguió intentando por diez minutos más antes de que caer hacia
adelante tosiendo. Hei-Ran aplastó la yesca en su puño. Una nube de humo
flotaba entre sus dedos.
- Bajo estas condiciones a los niños y bebés les toma al menos unos
segundos - le dijo. Jianzhu. Su voz era ilegible.
Kyoshi miró a los dos maestros. - No lo entiendo,- dijo. -.Yun ya había
pasado por esta prueba no es así?-
Jianzhu no respondió. Se dio la vuelta y se fue de la habitación, molesto.
Golpeando su puño contra el marco mientras se iba. Los discos de tierra control
que estaban apilados junto a la puerta explotaron haciéndose pedazos.
Alguien había visto a Kyoshi ir y venir de su nuevo escondite en la biblioteca
secundaria y la había delatado. No había otra manera en la que Yun la hubiera
podido encontrar, acurrucada al lado de un botiquín que tenía al menos unos cien
pequeños cajones, cada uno tallado con el nombre de diferentes hierbas o
extractos.
Yun se sentó en piso, frente a ella, apoyando la espalda contra la pared. Le
echó un vistazo a las etiquetas que estaban al lado de la cabeza de Kyoshi. Parece que muchas de estas son curas para la calvicie,- le dijo.
Sin querer, Kyoshi resopló.
Yun se arrancó un mechón de su propio cabello castaño, tal vez pensando
en el día en que tendría que unirse a los nómadas aire para los entrenamientos de
aire control ya fuera en templo del norte o el templo de sur. No lo obligarían a
afeitarse la cabeza, pero Kyoshi sabía que le gustaba respetar las tradiciones de
los demás. Además seguiría siendo bien parecido.
Pero entonces, tal vez nunca tendría la oportunidad, pensó Kyoshi
tristemente.
Tal vez sería robada por un ladrón que se instalaría en su casa bajo la
fachada de ser un amigo.
Yun pareció notar el disgusto que Kyoshi estaba mostrando hacia ella
misma. - Kyoshi, lo siento,- dijo. - Se que nunca fue tu intensión que sucediera
esto.- Rangi, no lo siente.- Decirlo en voz alta hizo sentirla desagradecida con él
por haberla perdonando. Podía contar con la naturaleza tranquila de Yun y con su
de incapacidad de guardar rencor. Pero si Rangi en verdad creía que Kyoshi les
había hecho daño, entonces no había esperanza.
Era claro. Kyoshi necesitaba a ambos para sentirse completa. Quería que
sus amigos regresaran al lugar donde estaban antes de que el terremoto
sacudiera todo. Esta condición de no saber que estaban atrapados era un castigo
espiritual, los separaba de sus antiguas vidas como una capa de hielo sobre un
lago.
- Rangi vendrá,- dijo Yun. -Ella es una persona de fe ¿sabes? Una
verdadera creyente. Para una persona como ella es difícil manejar la
incertidumbre. Le tienes que tener un poco de paciencia.Se dio cuenta de cómo sonaba y torció los labios.
-¿Qué pasa?- le preguntó Kyoshi.
- Nada, solo estaba actuando como Sifu.- La sonrisa se le borró de la cara.
Yun dejó caer la cabeza en la pared al pensar en Jianzhu. -Es él de quien
realmente estoy preocupado.Eso estaba patas arriba.
El estudiante preocupado por el bienestar del maestro.
- No me di cuenta de esto cuando recién conocí a Sifu pero el decidir quién
y cómo entrena al Avatar es un negocio cruel,- dijo Yun. - Se piensa que los
grandes maestros son estos ancianos desinteresados y amables. Pero resulta que
algunos simplemente quieren utilizar el poder y la reputación del Avatar en
beneficio propio.Jianzhu le había dicho algo parecido en la enfermería, que quien enseñará
al Avatar ejercería una gran influencia en el mundo.
Kyoshi se arrepintió de lo que le había dicho a Kelsang la noche anterior.
Tal vez él tenía sus razones para que ella fuera el Avatar pero no era ganancia
material.
- Es especialmente malo en el Reino Tierra - continuó Yun. - Llamamos
'sabios' a los más ancianos, pero no son verdaderos líderes espirituales como en
la Nación del fuego. Más bien son como unos funcionarios poderosos, con todas
las campañas que hacen.Levantó las manos comparando su mano limpia con la otra que se había
manchado de tinta gracias a la pelea con Tagaka. El color aún no se le borraba de
la piel.
- Pero es una de las razones por lo cual Sifu y yo hemos estado trabajando
tanto,- dijo. -Entre más cosas buenas hagamos por las cuatro naciones, menos
probabilidades hay de que los sabios traten de alejarme de él. No creo que
pudiera soportar tener otro maestro. No serían tan sabios o tan dedicados como
Sifu.Kyoshi miró la mano manchada de Yun y se preguntó si podría sostenerlo y
limpiarle la tinta. -¿Qué le pasaría al trabajo que has hecho si... si…-
No pudo decirlo en voz alta.
-¿Si no fueras tú? ¿Si fuera yo?Yun tomó un preocupado y profundo respiro. -Creo que casi todos los
tratados y acuerdos de paz en los que Sifu y yo hemos sido intermediarios se
volverían nulos y ya no tendrían valor. También he fijado muchos juicios que no
fueron escritos. Si la gente se enterara que no fue el Avatar quien presidió en su
disputa y que fue sólo un chico revoltoso de Makapu, nunca acatarían la ley... –
Estupendo, pensó Kyoshi. Ella podría ser la responsable del rompimiento
de la ley y el orden alrededor del mundo y de la separación de Yun y su mentor.
Eso era en el peor de los casos. Desde que conocía a Yun, él siempre se
había negado a hablar de sus raíces. Pero por la manera tan devota en que
miraba a Jianzhu, a pensar de las discusiones o episodios de mal
comportamiento, había algo muy claro: no tenía a nadie más. Jianzhu era tanto su
mentor como su familia.
Kyoshi sabía lo que era estar hundido en la oscuridad tratando de sujetarse
a bordes que estaban muy lejanos, sin alguna madre o padre que te tome de la
mano y te lleve a un lugar seguro. El dolor de no tener valor para nadie, de no
tener nada que dar a cambio de comida o calidez o un abrazo cariñoso. Tal vez
esa era la razón por la que ella y Yun se llevaban tan bien.
En lo que diferían era en cuánto tiempo permanecían en soledad. Yun
olfateó el aire y deambuló con la mirada hasta que aterrizó en un plato de
porcelana que estaba sobre el cofre. Estaba lleno de flores secas y virutas de
cedro.
-
¿Esos son... Lirios de fuego?- dijo, con una amplia y astuta sonrisa.
Kyoshi se puso color remolacha. - detente - le dijo.
-
Sí lo son,-dijo Yun. - El ministro de turismo de la isla Ember trajo un montón
cuando vino de visita hace dos semanas. No puedo creer que una vez que
se hayan secado simplemente las destroces. Supongo que en esta casa
nada se desperdicia.-
-
Ya detente - soltó Kyoshi. Pero era muy difícil evitar que las comisuras de
sus labios se erizaran cansinamente.
-
¿Para qué?- dijo, divirtiéndose con la reacción de Kyoshi. - Sólo estoy
haciendo un comentario sobre una fragancia que en particular disfruto
mucho.-
Era una referencia que sólo ellos dos compartían. Rangi no la conocía. Ella
no había estado allí en la sala donde se guardaron los regalos ocho meses atrás,
la vez que Kyoshi había organizado una gran cantidad de lirios de fuego que
habían sido enviados por un almirante de la armada de la Nación del fuego, uno
de los amigos de Hei-Ran.
Yun había pasado la tarde viendo trabajar a Kyoshi. En contra de su propia
voluntad, lo dejó recostarse en el piso y que descansara la cabeza en su regazo
mientras ella arrancaba hojas deformes y recortaba los tallos a la misma longitud.
Si alguien los hubiera encontrado así hubiera sido tal escándalo que ni siquiera el
Avatar habría podido recuperarse de eso. Ese día, fascinada con los rasgos
volteados de Yun moteado con los pétalos que ella, jugando, había esparcido por
su rostro, casi se había inclinado a besarlo. Y él se había dado cuenta. Porque
también él había estado a punto de levantarse para besarla.
Nunca volvieron a hablar de eso, el impulso compartido que había hecho
casi estrellar sus carruajes. Era muy... Bueno, tenían otros deberes. Ese momento
no encajaba entre sus responsabilidades.
Pero desde entonces, cuando los dos estaban frente a unos lirios de fuego,
Yun dirigía sus ojos hacía a ellos hasta que estuviera seguro de que Kyoshi se
hubiese diera cuenta. Ella intentaría, sin éxito, mantener una cara seria, el calor le
pintaría el cuello de rojo y él suspiraría como lamentándose de lo que pudo haber
sido.
Esta vez no fue distinto. Con un sonrojo anhelante en sus mejillas, Yun la
miró fijamente hasta que se rompieron sus defensas y entonces dejó salir una
risita a través de la nariz.
-
Ahí está esa hermosa sonrisa, - dijo. Aplastó los aplasto los talones contra
el suelo, deslizándose hacia arriba, con ayuda de la pared y alisándose la
arrugada camisa. - Kyoshi, créeme cuando te digo esto: si resulta que no
soy yo, estaría feliz de que lo fueras tú.- Tal vez él era la única persona en
el mundo que pensaba eso. Kyoshi se maravilla de su tolerancia. Sus
temores eran infundados - Yun podía mirarla y ver a una amiga en lugar de
una usurpadora. Tendría que haber confiado más en él.-
-
Estamos retrasados,- dijo Yun. - Se supone que tenía que encontrarte y
llevarte con Sifu, dijo que esta tarde tenía planeado algo divertido para
nosotros.-
-
No puedo,- dijo ella, más bien por un hábito arraigado. - Tengo trabajo…Yun levantó las cejas.
-
Sin ofender, Kyoshi, pero yo creo que has sido despedida. Ahora levanta
esa parte posterior tuya de avatar quiza. Nos vamos de viaje.-
EL ESPIRITU
-
El maestro Kelsang necesita más tiempo para sanar,- Jianzhu dijo por
sobre el hombro. - Mientras tanto podemos hacer un ejercicio espiritual que
tal vez arroje algo de luz a nuestra situación. Piensen en ello como una
excursión para 'sólo maestros tierra.- El trayecto de Pengpeng había
cambiado, la brisa soplaba sus mechones en una nueva dirección.
El grupo era la extraña combinación de Jianzhu, Yun y Kyoshi. Habían
tomado prestado el bisonte de Kelsang, dejando atrás a Hei-Ran y Rangi. No
debería haber nada raro en la idea de tres nativos del Reino Tierra pasando
tiempo juntos gracias a la nacionalidad que compartían aún así Kyoshi lo
encontraba desconcertante. Sin Rangi ni su madre presente, se sentía como si se
estuvieran escondiendo para hacer algo ilegal.
Echó un vistazo al terreno. Según sus cálculos estaban cerca de las
montañas Xishaan que corrían a lo largo del extremo sureste del continente. Las
mismas que el Rey Tierra incorrectamente consideraba ser barrera suficiente para
las amenazas marítimas, como los piratas del mar del Este.
Kyoshi aún no se sentía del todo cómoda hablando con Jianzhu de una
manera tan casual así que le preguntó a Yun cuál era el motivo del viaje. Sifu, le
respondió cautelosamente, una idea que había estado formándose en su cabeza. ¿La razón por la que vamos a un área alejada es porque estamos tratando de
provocar el estado Avatar?- Su maestro se mofó. -No seas ridículo.-
Qué es el estado Avatar? - Kyoshi le susurró a Yun. Los agudos oídos de
Jianzhu atraparon la pregunta. -Es una herramienta,- respondió. -Y un
mecanismo de defensa. Un estado superior diseñado para empoderar al
Avatar actual con el conocimiento y las habilidades de todos los Avatares
anteriores. Permite la invocación de enormes energías cósmicas y casi
imposibles muestras de poder-.
Eso sonaba bastante determinado. ¿Por qué no lo intentaban, después de
los fracasos que habían tenido?
-
Pero si el Avatar no está consciente del poder que está controlando
entonces este puede desencadenarse causando destrucción a gran
escala,- Jianzhu continuó. -Se convertiría en un desastre natural humano.
La primera vez que Kuruk practicó entrar en el estado Avatar, fuimos a un
pequeño y deshabitado atolón para así no herir a nadie.-
¿Qué pasó?.- preguntó Yun.
-
Bueno, después de que sus ojos dejaran de brillar y de que bajara flotando
veinte pies en el aire dentro de una esfera de agua, la isla ya no estaba
allí,- Jianzhu dijo. -El resto sobrevivimos por los pelos. Así que no, no
provocaremos el estado Avatar. Me asusta el pensar lo que pasaría si un
Avatar maestro tierra comenzará a lanzar continentes a diestra y siniestra.-
Los llevó más abajo. El lado oeste de la cresta montañosa estaba salpicado
de colonias mineras vacías. Escapos de polvo café se extendían desde los lugares
operativos como una infección, comiéndose los árboles y desplazando la
vegetación natural. Kyoshi buscó por señales de que las tierras estaban creciendo
de nuevo, pero las cicatrices eran permanentes. Las hierbas silvestres mantenían
un estricto acordonado alrededor de las áreas que habían sido tocadas por los
mineros.
Jianzhu preparó a Pengpeng para aterrizar en el centro de una aldea con
muros de barro.
Quién fuese que hubiese formado las estructuras había sido tan descuidado
que parecía intencional, como para recordarles a los habitantes que no se iban a
quedar por mucho tiempo.
Kyoshi se sorprendió de que no causaran más daño al bajar del bisonte.
-
Este es un importante centro de energía tierra,- pronunció Jianzhu. Yun
hundió un dedo del pie en la tierra mientras examinaba su alrededor. -Se
parece más a un páramo.-
-
Es ambos.- Estamos aquí para comunicarnos con un espíritu que ha sido
despertado de su sueño por la devastación. Espero que uno de ustedes
pueda ayudarlo a mitigar su sufrimiento.-
-
Pero el hablar con los espíritus no es garantizado,- dijo Yun. -He leído de
avatares anteriores que tuvieron problemas con ello. Y también hay
personas como el maestro Kelsang que han podido comunicarse con ellos
a veces sin hacer el mayor esfuerzo.-
-
No dije que el método fuera perfecto,- soltó Jianzhu. -Si lo fuera, ya lo
hubiera usado en ustedes desde hace mucho.- Yun frunció el entrecejo y se
contuvo de hacer más preguntas. Kyoshi se alegró de que al menos
compartieran esa preocupación. El pueblo desolado era horripilante, los
restos de algo que alguna vez tuvo vida. Pero por otro lado la consolaba el
hecho de saber que terminarían pronto.
No sabía nada sobre los espíritus. Ella creía que ser espiritual era
simplemente reconocer el poder de fuerzas que no puedes ver y aceptar el hecho
de que no tienes control sobre cada aspecto de tu vida. Los rituales de comida y
de incienso que se hacían en los santuarios religiosos eran la muestra de aquella
cosmovisión. Nada más ni nada menos.
Las historias sobre extraños animales translúcidos y plantas que hablan
podrían ser ciertas, pero no le interesaban. El Avatar era el puente entre el mundo
humano y el mundo de los espíritus y cuál fuese la prueba que Jianzhu tuviera en
mente pondría en claro el asunto. Yun brillaría de energía o alguna otra prueba, y
ella se quedaría ahí, inerte escuchando sonidos que no se pueden escuchar.
Después de dejar a Pengpeng masticando hojuelas de avena, caminaron cuesta
arriba, por un pequeño camino que pasaba por un canal de desagüe. La cuesta
era empinada y Yun recordó que había una manera más fácil de escalarla. ¿Sabes? Podría construir un…-
No,- dijo Jianzhu.
Eventualmente se reveló una gran terraza en la montaña. Era más grande
que todo el asentamiento de abajo y había sido construida con más cuidado.
Estaba perfectamente nivelada y los grandes agujeros indicaban que alguna vez
había sostenido equipamiento muy pesado.
-
Vayan a sentarse en el medio,- Jianzhu les dijo. Kyoshi sintió el mismo
cosquilleo en la nunca que como lo hizo aquella vez al entrar al Iceberg con
Tagaka. Esta vez no tenía mucho sentido pues estaba rodeada de su
elemento nativo.
-
Vamos,- Yun le dijo. -Terminemos con esto.- Él parecía tener una mejor
idea de cómo esto pudiera continuar. Lo siguió al centro de la terraza.
-
No es el solsticio pero es casi el crepúsculo,- dijo Jianzhu. - El momento del
día cuando la actividad espiritual está en su apogeo. Los guiaré en la
meditación. Yun, ayúdala si lo necesita.-
Kyoshi nunca antes había meditado. No sabía qué pierna se debía cruzar
sobre la otra o como se suponía que las manos se deberían de tocar. ¿Juntar los
puños cerrados o el pulgar y el dedo índice?
-
Tu... básicamente ya lo tienes,- dijo Yun después de haberse sentado.
-
Mete un poco más el coxis y no encorves los hombros.- El se quedó frente
a ella, haciendo su propia pose, no tan lejos de ella. De hecho podía
alcanzar a tocarlo si se estiraba.
Jianzhu sacó un brasero y una vara de incienso que colocó entre ellos.
-
¿Alguno me ayuda a encender esto con fuego control?- dijo.
Lo miraron desconcertados.
-
Valía la pena intentarlo,- les dijo. Prendió el incienso con una hermosa
cerilla de azufre y retrocedió hasta llegar al borde de la terraza, posicionado
como la marca más alta de un reloj de sol.
El aire tomó un suave aire medicinal. - Ambos, cierren sus ojos y no los
abran. Dejen ir su energía. Deja que se derrame. Queremos que el espíritu pruebe
un poco de ella, por así decirlo, para que sepa que puede salir.
Kyoshi no sabía cómo controlar su energía. Pero si Jianzhu le estaba
diciendo que se alejara de la idea de contenerse, de dejar de minimizar el espacio
que ocupaba, que se permitiera crecer y elevar sus dimensiones...
Se sentía maravilloso.
La siguiente inhalación que hizo parecía durar para siempre, saliendo de un
depósito de su interior que parecía no tener fin. Su sentido de equilibrio se volvió
loco, los jalones de la tierra venían de todas las direcciones.
Se balanceaba en la quietud de su propio cuerpo. Sus párpados eran un
teatro en blanco.
Un sonido estridente llegó de la montaña. El sonido de las muelas de
molino sin granos entre ellas.
-
No abras los ojos,- dijo Jianzhu, con delicadeza. -Escucha los sonidos,
huele los aromas; toma nota de ellos y déjalos pasar. Sin abrir los ojos.-
La brisa se levantó por un momento, dispersado el humo del incienso. En lo
que tomó en volver establecerse, Kyoshi pensó que había detectado un olor
humedad. Casi mohoso.
No era tan terrible le era más bien… Familiar.
¿Familiar para quién? Pensó, riendo silenciosamente mientras el incienso
se establecía de nuevo.
-
¿Sabes que sería gracioso?- dijo. -Si no lo fuera... ya sabes... ninguno de
los dos.-
-
Kyoshi,- le habló Yun. Sonaba como si estuviera balbuceando. -Necesito
decirte algo. Importante. Yo y tú.-
Ella trató de volver a hablar pero su lengua se sentía muy grande para
hacerlo. Jianzhu aún no les había dicho que se callaran. Eso era raro. Jianzhu era
el maestro ‘cierra la boca.’ ¿Se encontraba bien? Kyoshi desobedeció y echó un
vistazo. Yun estaba meditando pacíficamente. ¿En verdad habría dicho algo o sólo
se lo había imaginado? Trató de voltear la cabeza hacia Jianzhu pero se confundió
y miró hacia la montaña. En la roca se había abierto un agujero, un túnel de
completa oscuridad. En sus profundidades, un gran brillante ojo le devolvía la
mirada.
Su grito quedó atrapado en la garganta. Trató de correr pero sus músculos
fallaron como si las articulaciones le hubiesen sido cortadas por un carnicero.
Nada conectado a nada. El ojo flotando en la montaña era del tamaño de la rueda
de un vagón. Eran de un pálido, verde luminoso.
Una telaraña de latentes venas lo apretaba firmemente desde atrás,
dándole a la esfera una apariencia amenazante, como si en cualquier momento
fuera a explotar bajo su propia presión.
Se giró para mirarla, su forcejeo fallido había captado su atención.
¡Yun! Gritaba en su mente. Yun no se movía. Su respiración era lenta y
entrecortada.
Jianzhu estaba imperturbable ante el espíritu frente a ellos. - Padre
Glowworm,- lo saludó.
Una cordial y meliflua voz retumbó dentro de la montaña, el eco
concentrado en las paredes del túnel. -¡Arquitecto! Ha pasado tanto tiempo.- El ojo
se precipitaba viendo a los tres. -¿Qué me has traído?- Una pregunta El espíritu suspiró, un grave y nauseabundo zumbido que Kyoshi sintió
hasta en los huesos.
- Ese pequeño intruso hablador de Koh. Ahora cada uno de los humanos
piensa que puede marchar hasta el más viejo y sabio de nosotros a solicitar
preguntas. Creí que tenías más respeto, arquitecto.Jianzhu se puso rígido. - Ésta es una pregunta importante. Uno de estos
jóvenes es el Avatar. Necesito que me digas cuál de ellos es.El espíritu soltó una carcajada que se sintió como si la tierra se hubiera
movido. Oh Dios. El mundo físico en verdad está en un muy mal estado. -¿Sabes
que necesitaré su sangre?- Kyoshi se balanceaba de un lado a otro, con lo que
sea que Jianzhu los había drogado la había hecho agitarse con pequeños
movimientos, sus gritos se desvanecian dentro de simples respiraciones
entrecortadas.
Los ojos de Yun se abrían pero sólo un poco.
- Lo sé,- respondió Jianzhu. - He leído los diarios privados de Kuruk. Pero
has tenido parte importante en las vidas de muchos Avatares pasados. Debo tener
el juicio infalible de un gran y antiguo espíritu como lo eres tú.Una alfombra de légamo comenzó a salir del hueco en la montaña, cayendo
sobre la terraza. Era del mismo color verde mohoso que el ojo y se extendió a Yun
y Kyoshi. Hubo un estridente sonido contra el piso de piedra que Provenía de
puntiagudos restos de escombros flotando en la humedad, raíces y coronas de
color amarillo hueso.
El légamo estaba lleno de dientes humanos. Kyoshi estaba tan asustada
que quería morir. Su corazón, sus pulmones, su estómago se habían convertidos
en instrumentos de tortura, desgarrándose y mordiéndose entre ellos como
animales frenéticos. Quería alcanzar el vacío. Caer en el olvido. Lo que sea para
acabar con ese terror.
Cuando la sangre le llegaba a la rodilla, Yun abrió los ojos. Invocando su
fuerza, se abalanzó sobre Kyoshi, empujándola lejos y arrojándose el mismo entre
ella y el espíritu.
Se ahogó de sorpresa mientras el áspero limo se disparaba debajo de su
ropa. Una mancha roja apareció detrás de su camisa.
El pie de Kyoshi yacía al lado del incensario. Una escasa contribución
después de lo que hizo Yun, pero esta vez gritó con todo su cuerpo en lugar de
sus cuerdas vocales, y pateó el pequeño recipiente de bronce. La ceniza ardiente
cayó sobre el limo y se esfumó. El limo más cercano a ellos se encogió por el calor
y el espíritu siseó enojado.
Yun se puso de rodillas junto a ella.
-
Me sorprende que puedas moverte-, le dijo Jianzhu, más impresionado que
cualquier otra cosa.
-
El entrenamiento de veneno-, escupió Yun a través de las mandíbulas
apretadas. -Con Sifu Amak, ¿Lo recuerdas? ¿O ya olvidaste cada ejercicio
sombrío que me hiciste?-
Estaban distraídos del limo reagrupándose y envolviendose en el tobillo de
Kyoshi, hasta que lo apretó y aplastó, raspando su piel con las filas de dientes. Su
sangre formó nubes dentro del moco viviente.
Yun la vio retorcerse de dolor. Él agarró su mano y trató de alejarla del
espíritu, sus palmas se apretaron lo suficiente como para que Kyoshi sintiera sus
huesos rodar uno sobre el otro. Pero el zarcillo la sostuvo rápido, saboreándola,
lamiendo su herida.
-
Es ella,- dijo el espíritu. -La mujer. Ella es el Avatar-.
Kyoshi y Yun se estaban mirando a los ojos cuando sucedió. Cuando vio el
espíritu de Yun romperse dentro de él.
Él había estado mintiéndole con su cuerpo y su sonrisa y sus palabras todo
este tiempo. Había pensado que era él. Verdadera y completamente él. Nunca
pensó en la idea de que tal vez no fuera él. Cualquier amabilidad y calidez que le
había mostrado a Kyoshi desde que el iceberg no había sido señal de su
aceptación, habían sido capas de armadura que había armado furiosamente para
protegerse.
Y esa armadura había fallado. Pieza por pieza, Kyoshi vio al único Yun que
había conocido, el niño que era el Avatar, se desvaneció y se convirtió en nada.
Su manto había sido despojado de sus hombros, y la forma debajo era
simplemente viento.
Él la soltó.
Jianzhu estaba encima de ellos en un instante. Cortó la rama de slime con
una pequeña navaja afilada y precisa, y usando el mayor cuidado de sus dos
manos, arrastró a Kyoshi a un lugar seguro.
Solo a Kyoshi.
La dejó en el suelo y se dio la vuelta. Pero fue demasiado tarde. El slime del
espíritu se elevó en el aire entre ellos y Yun, como una serpiente protegiendo a su
presa. El globo ocular en el túnel creció de furia.
-
¿Me llamas, pides mi bendición y luego me atacas?- Su rugido casi
destrozó los huesos que habían dentro de los oídos de Kyoshi.
Yun, ella trató de gritar. Corre. Lucha. Sálvate. El Avatar, nunca significó
nada.
Jianzhu adoptó una postura de tierra control, colocando los pies con cautela
como un espadachín podría ir lentamente por su espada. - No podía arriesgarme a
que te vengues de la reencarnación de Kuruk. Conseguiste tu sangre, Padre
Glowworm. Su precio ha sido pagado.-¡Lo incrementaré!En lugar de atacar a los dos, el zarcillo envolvió a Yun desde el cuello hasta
la cadera. Su rostro era tan pálido como la arcilla. No movería sus extremidades.
Cada miedo que Kyoshi tenía de quitarle lo que más atesoraba había sucedido en
un instante. Solo le quedaba una cosa más que perder.
-No,- Kyoshi sollozó. - Por favor no.El espíritu jaló, y Yun voló hacia atrás en el túnel, desapareciendo en la
oscuridad. Cuando Jianzhu lanzó su puño hacia arriba para sellar el paso una vez
más con una montaña sólida de tierra, Kyoshi volvió a encontrar su voz.
Ella gritó puro fuego.
La llama salió disparada de su boca como la ira de un dragón en una sola
ráfaga de explosión. Cubrió la terraza y las hileras de lama en carbón ennegrecido
y escamoso. Aun así, el túnel estaba cerrado. Su fuego fue impotente contra el
muro, hasta que se desvaneció por completo.
Kyoshi se puso de pie, apenas era capaz de ver más allá de sus párpados
pegajosos. El interior de su boca estaba lleno de quemaduras. Podía sentir la
presencia de Jianzhu frente a ella, acercándose.
-
Lo siento -, dijo. - Esto podría haberse evitado si hubieras…Ella se adelantó y lo derribó desde el borde de la terraza.
El viaje en esta ocasión fue peor que el del iceberg. Kyoshi perdió el control
sobre Jianzhu en el instante en que su hombro se estrelló contra una raíz de árbol
dura y marchita. Se tambaleó salvajemente, cayendo boca abajo, y se detuvo en
la orilla de la ladera.
Ignorando el dolor, buscó a Jianzhu a su alrededor. No se lo podía
encontrar en el matorral delgado que rodeaba la base de la montaña. Giró
bruscamente la cabeza hacia arriba al oír el movimiento de una piedra.
El maestro tierra descendió, bajando un tramo de escaleras que él mismo
creó. Un maestro ortodoxo simplemente levantaría una plataforma sólida del
suelo,Jianzhu reunió tablas de piedra y las reunió a voluntad bajo sus pies,
utilizando la misma técnica con la que había llegado a las naves de Tagaka.
Parecía que la tierra misma se inclinaba ante él, postrada bajo su inmenso poder.
Kyoshi vio una roca detrás de él lo suficientemente grande para levantarla y
clavó los pies en el suelo. La atrajo hacia ellos, sin importarle que ella también
estuviera en el camino.
Jianzhu no se molestó en voltear. Con un brazo, alcanzó la roca detrás de
él y la roca del tamaño de una habitación se partió a la mitad, dejándolo pasar a
través de ella. Las dos medias esferas continuaron y por poco se salvaban de que
Kyoshi no las dividiera también. Ella forzó un grito mientras chocaban con el suelo
detrás de ella.
Jianzhu la vio con la misma expresión pensativa que una vez reservó para Yun.
-Tendré que enseñarte a hacer más que simplemente ir a lo grande,- dijo.
Kyoshi intentó hacer la única táctica básica que conocía, romper los
cimientos del oponente. Ella apuntó su objetivo a la base de las escaleras. Ella
derrumbaría la escalera con una gran parte de la ladera.
Pero después de clavar sus pies nuevamente y arrojar una gran cantidad
golpes directos en la ladera de la montaña, lo único que consiguió fue un géiser de
polvo. Las escaleras apenas temblaron.
Ella intentó una vez más. Y otra vez.
Jianzhu estaba tomando posiciones más profundas, girando sus brazos en
espiral al mismo tiempo que los de ella, y de repente ella entendió por qué. La
estaba leyendo. Conteniendo cada movimiento de tierra que intentaba.
Anulándolos. Solo era una niña jalando una puerta que un adulto mantenía
cerrada.
Jianzhu se detuvo justo enfrente de ella, su plataforma lo levantó para que
estuviera a la altura de los ojos de ella. A pesar del polvo en su ropa, él parecía
haber salido de una reunión en su casa. Ella no pudo tocarlo en lo más mínimo.
-
Kyoshi -, dijo con un calor que la puso enferma del estómago. - Tú eres el
Avatar. ¿No sabes lo que eso significa? ¿La responsabilidad que tienes
ahora? -
Se pasó una mano por su cabello y mostró los dientes como si lamentara
qué tipo de arbustos había plantado en su jardín. "Kyoshi, no soy tonto, y tú
tampoco. No vamos a fingir que realmente me perdonas por lo que sucedió aquí.
Lo que te pido que hagas es comparar nuestra pérdida con el futuro del mundo.
No dejes que el sacrificio de Yun sea en vano. Acepta tu deber y déjame
enseñarte.”
¿El sacrificio de Yun?
¿Nuestra pérdida?
Sus dientes mordieron heridas en sus labios. Pensó que había conocido el
odio antes. El odio había sido un vacío en su interior, un dolor sordo que se había
visto obligada a conservar mientras tropezaba por los callejones de Yokoya,
mareada de hambre y enfermedad. Pues el odio había sido reservado para su
propia carne y sangre.
Pero ahora ella entendía. El verdadero odio era afilado y certero. Una
balanza que suplicaba un equilibrio perfecto. Yun yacía a un lado de la balanza.
Su única responsabilidad en esta vida, en lo que a ella respectaba, era igualar el
peso.
Ella se juró a sí misma. De una forma u otra, ella iba a saber cómo se veía
Jianzhu cuando perdiera todo lo que apreciaba.
Kyoshi lanzó un puño de fuego, un movimiento del que no sabía nada. Pero
cualquier control de fuego que tuviera en ella se había agotado. Salió como un
golpe normal, deteniéndose cerca del rostro de Jianzhu.
Al verla tan desesperada por dañarlo, dejó su actitud de serenidad a un
lado. Frunció el ceño enojado y apretó los dedos. Dos pequeños discos de piedra
se estrellaron contra las muñecas de Kyoshi de izquierda a derecha.
Sucedió tan rápido que no tuvo tiempo de estremecerse. Las piedras se
formaron alrededor de sus manos y se unieron entre sí frente a su cuerpo,
formando un conjunto de grilletes gruesos. Estaban tan ajustados como una
muñequera de un médico de huesos y tan irrompibles como el hierro.
Las tiras de heliantemo se elevaron en el aire, llevándola con ellas. Sus
hombros hicieron un clic doloroso bajo su propio peso, y se retorció como un
insecto atrapado en un papel pegajoso, pateando locamente sus pies sin apoyo.
Jianzhu la sostuvo así, como un cadáver para inspección, antes de
golpearla de nuevo. Los grilletes de piedra se fusionaron con el suelo, y ella luchó.
La había forzado a arrodillarse por completo, la postura de sumisión de un
estudiante a su maestro.
-Si tuvieras lo esencial de la tierra control, podrías liberarte-, dijo Jianzhu. Te has descuidado lo suficiente, Kyoshi. Eres débil.Sus palmas se hundieron más profundamente en el suelo cuanto más
intentaba resistirse. No se podía negar que tenía razón. Ella era débil, demasiado
débil para luchar contra él como necesitaba. La diferencia entre ellos era
simplemente demasiado grande.
-Tanto tiempo perdido-, dijo Jianzhu. -Podría haberte enseñado antes, si no
me hubiera distraído ese pequeño estafador.Que no haya terminado de ser cruel con Yun fue el golpe final. Fue
incomprensible. Ella no pudo evitar que las lágrimas cayeran por su rostro. ¿Cómo puedes decir eso?-, Gritó ella. -¡Él te adoraba, y tú lo usaste!-¿Crees que lo usé?- La voz de Jianzhu se calmó peligrosamente. -¿Crees
que me aproveché de él de alguna manera?- Déjame darte tu primera lección. La
misma que le di a Yun.
Golpeó con su pie el suelo, y una gruesa capa de tierra se cerró sobre la
boca de Kyoshi, un bozal sin agujeros para que no pudiera respirar. Ella comenzó
a ahogarse con su propio elemento, sus pulmones estaban obstruidos con arena.
Jianzhu movió su brazo detrás de él con un ancho y amplio arco. -Hay una
nación entera repleta de personas corruptas e incompetentes que intentarán usar
al Avatar para sus propios fines. Bufones que se hacen llamar ‘sabios’ cuando
todo lo que se necesita el Reino Tierra es tener las conexiones correctas y pagar
suficiente oro para cubrir ese título en tu frente -.
La perspectiva de la visión de Kyoshi se enroscó en sí misma. Los dedos de
sus pies hicieron surcos en la tierra, tratando de empujar su cuerpo hacia el aire.
Los golpes en su cabeza amenazaban con reventar su cráneo.
-Sin mi influencia, te convertirías en nada más que un vendedor ambulante
de favores, derrumbándote aquí y allá con tus decisiones, derrochando tu
autoridad en pequeños favores y limosnas-, dijo Jianzhu, sin preocuparse de que
ella perdiera la conciencia ante sus ojos. -Terminarías siendo un chiste de fiesta,
un maestro que puede disparar agua y respirar fuego y escupir consejos inútiles,
una chica que pinta las paredes de un color bonito mientras la casa se pudre en
sus cimientos-.
Ella apenas distinguió a Jianzhu agachándose a su lado, acercando sus
labios a su oído. -He dedicado mi vida a asegurarme de que el próximo Avatar no
se use de esa manera-, susurró. -Y a pesar de todos tus intentos de luchar contra
mí, te dedicaré mi vida, Kyoshi.De repente le quitó el bozal de tierra. La corriente de aire en sus pulmones
se sentía como cuchillos. Ella se derrumbó sobre su pecho y sus manos eran
libres pero inútiles.
Durante varios minutos permaneció allí, despreciando cada trago patético
que tomaba, cada vez que intentaba ponerse de pie, no podía. Finalmente, se
puso de pie, solo para ver a Jianzhu alejándose de ella, mirando por encima de su
cabeza. Una tormenta de viento los bañó en polvo y hojas marchitas.
Kelsang aterrizó con su planeador en la ladera y se deslizó con sus pies el
resto del camino.
Aliviada de verlo, Kyoshi supo de inmediato que él no debería haber venido.
Las heridas de Kelsang se abrieron de nuevo, manchando de rojo sus vendas.
Había estado viajando demasiado él solo sin su bisonte. El viaje en planeador
habría sido arduo aún para un maestro aire sano.
-¿Cómo nos encontraste?- Dijo Jianzhu.
Kelsang cerró las alas de su planeador. Habían sido reparadas tan
apresuradamente que no se guardaban completamente en la vara, con trozos de
pegamento saliendo de las costuras. Se apoyó fuertemente en él para apoyarse,
mirando fijamente a Jianzhu todo el tiempo. "Dejaste un mapa en tu escritorio".
- Pensé que había cerrado mi estudio.- Lo hiciste.La compostura de Jianzhu se rompió por completo por primera vez hoy. ¿En serio, Kel?-, Gritó. -¿Piensas tan poco de mí en estos días que entraste en
pánico cuando llevé al Avatar a un viaje e irrumpiste en mi habitación? ¡Ya no
puedo confiar en las personas más cercanas a mí!Kyoshi quería correr hacia Kelsang, esconderse detrás de su túnica y
sollozar como un niño. Pero el miedo le había cerrado la garganta y le había
pegado los pies. Sintió que la más mínima palabra de ella podría ser una chispa
arrojada al aceite.
Sin embargo, no tenía que decir nada. Kelsang echó un vistazo a su
temblorosa forma e hizo una mueca. Se interpuso cuidadosamente entre ella y
Jianzhu, apuntando su bastón a su viejo amigo.
Ahora se parecía mucho más a un arma que a una muleta. -Nadie en la
casa podía decirme dónde fuiste, incluidos Rangi y Hei-Ran-, le dijo a Jianzhu. ¿Estás diciendo que no tenía motivos para sospechar? ¿Dónde está Yun?-
Kelsang-, dijo Jianzhu, llevando sus manos hacia Kyoshi, tratando de hacer
que su amigo viera la imagen más grande. -Esta chica es el Avatar. ¡Vi su
fuego control con mis propios ojos! ¡Tu Corazonada era correcta! ¡Después
de tantos años, hemos encontrado el Avatar!-
Kelsang se sorprendió, su cuerpo procesó la revelación. Pero si Jianzhu
pensaba que podía distraer al monje de la pregunta, estaba equivocado. -¿Dónde
está Yun?-, Repitió.
-
Muerto-, dijo Jianzhu, renunciando a la artimaña. -Intentamos comunicarnos
con un espíritu, pero se volvió loco. Se lo llevó. Lo siento.-
-
¡No!- Gritó Kyoshi. Ella no podía dejarlo ir. Ella no podía dejar que él
torciera lo que había sucedido. -¡Tú-tú nos obligaste! ¡Lanzaste a Yun a ese
espíritu como carne a un lobo! ¡Lo asesinaste!-
-
Tienes razón en estar molesta, Kyoshi-, dijo Jianzhu suavemente. -Me dejé
llevar por encontrar al Avatar y perdí a mi pupilo. La muerte de Yun es mi
culpa. Nunca me perdonaré por este accidente.-
Él no estaba llorando de tristeza. Eso habría sido un acto demasiado obvio.
Mantuvo la cara que la mayoría de la gente conocía, la del inalterable y franco
maestro.
Esto era un juego para él. Con Kelsang como la pieza en el centro. Kyoshi
fue consumida por un nuevo ataque de desesperación. Si el monje creía en su
amigo el adulto, el hombre de buena reputación en vez de ella, el crimen de
Jianzhu sería enterrado junto con Yun.
Ella no necesitaba haberse preocupado. -Kyoshi-, dijo Kelsang, sin quitar su
planeador de Jianzhu. -Quédate detrás de mí-.
Jianzhu puso los ojos en blanco, su jugada había fallado.
-
No sé qué está pasando aquí-, dijo Kelsang. -Pero tomaré a Kyoshi y nos
iremos.-
Se tambaleó, débil por sus heridas. Ella lo agarró por los hombros y trató de
mantenerlo erguido. La única forma en que podían mantenerse estables era
abrazándose.
-
Mírense los dos-, dijo Jianzhu. -Lo que están haciendo es que volverán a
casa conmigo. Ninguno de ustedes está en condiciones de discutir.Kelsang sintió que Kyoshi temblaba a través de su mano en su espalda.
Sintió su miedo. Ignoró su propio dolor y se irguió por completo.
-
¡No tendrás nada que ver con Kyoshi por el resto de tu vida!-, Dijo. -¡Ya no
eres apto para servir al Avatar!-
El golpe le dio profundamente en Jianzhu. -¿A dónde irás?-, Rugió,
frenético y con rabia.
-
¿A dónde? ¿A Los templos del aire? ¡Los abades me la devolverán antes
de que puedas terminar de contar tu historia! ¿Has olvidado cuán lejos has
caído en desgracia con ellos? ¿Tagaka no te refresco la memoria?Kelsang se congeló como estatua de sí mismo. El centro de su planeador
chirrió por lo fuerte que lo sostenía.
- ¡Conozco a todos en las Cuatro Naciones que podrían ayudarte!-, Dijo
Jianzhu. -¡Envié el mensaje, y cada hombre de ley, cada sabio, cada soldado se
tropezará con sus propios pies para perseguirte en mi nombre! ¡Ser el Avatar no la
protegerá de mí!-
- ¡Kyoshi, corre!- Gritó Kelsang. La apartó y saltó hacia Jianzhu, derribando
su planeador para crear una tormenta de viento. Jianzhu trajo la tierra a su
encuentro.
Pero ellos no estaban peleando la misma pelea. Kelsang tenía la intención
de hacer estallar a su amigo, quitarle la locura, vencerlo con la menor cantidad de
daño posible, como todos los nómadas de aire.
Jianzhu Cortó una navaja de piedra negra de no más de una pulgada,
afilada y lo suficientemente delgada como para atravesar el viento sin resistencia y
cortar donde su víctima estaba expuesta y vulnerable.
Un chorro de sangre salió del costado del cuello de Kelsang, de un corte del
tamaño de un dedo, tan limpio y preciso que era casi elegante.
La expresión de Jianzhu parpadeó con una tristeza más profunda y
verdadera que la que le había dado a Yun, mientras veía caer a su amigo.
Kelsang se derrumbó en el suelo, su cabeza rebotaba sin vida en la tierra
compacta.
Esas fueron las últimas cosas que Kyoshi vio antes de que un brillo
resplandeciente tras sus ojos se apoderara de todo su cuerpo.
EL LEGADO
Una vez, cuando ella tenía diez años o menos, un vendedor de fuegos
artificiales vino a Yokoya. Los ancianos del pueblo, en un inusual ataque de
decadencia, le pagaron para que presentara un espectáculo celebrando el final de
la primera cosecha. Las familias llenaron la plaza, contemplando las explosiones
estruendosas y esplendorosas que iluminaban el cielo nocturno.
Kyoshi no vio el espectáculo. Yacía en el suelo del cobertizo de alguien,
retorcida por la fiebre.
La mañana siguiente, el calor en su cráneo la obligó a despertarse al
amanecer. Se tambaleó por las afueras de la ciudad, buscando aire fresco, y
encontró el campo donde el vendedor colocó sus explosivos la noche anterior. El
suelo estaba chamuscado y picado, completamente devastado por un demonio sin
naturaleza. Estaba cubierto de una capa de ceniza y rocas volteadas. El agua se
arrastra por corrientes lentas y negras. El aire huele a huevos podridos y orina.
De pronto recordó que ahora estaba aterrorizada de que fuera culpable de
la destrucción. Había escapado, pero no antes de borrar sus huellas del camino
que había tomado.
Cuando Kyoshi recuperó su visión, pensó por un momento que había
regresado en el tiempo a ese paisaje irreal y violado. Los árboles desaparecieron
detrás de ella, se partieron de sus troncos y se rasgaron desde sus raíces para
exponer grandes masas de tierra húmeda. Para ella, era como si una enorme
mano hubiera tratado de barrer la ladera de la montaña en una sacudida de miedo
y vergüenza. Profundas rasgaduras cruzaban la piedra como garras. Las cimas de
las colinas habían sido empujadas, los deslaves de tierra caían de sus crestas.
Kyoshi tenía la vaga idea de que ella estaba demasiado arriba. Y ella no
podía ver a Kelsang en ningún lado. Ella había eliminado su existencia.
Hubo un aullido de un animal en el viento, un grito como cuerdas
desafinadas de un violín.
Vino de ella.
Kyoshi cayó al suelo y se acostó allí, con la cara húmeda por las lágrimas.
Presionó su frente contra la tierra, y sus inútiles gritos hicieron eco en su rostro.
Sus dedos se cerraron alrededor del polvo, buscando lo que había perdido.
Fue su culpa. Todo fue culpa suya. Había ignorado a Kelsang en lugar de
escucharlo, había permitido que la cobardía gobernara sus pensamientos y
acciones. Y ahora la fuente de luz en su vida se había ido.
No le quedaba nada. Ni siquiera el aire en sus pulmones. Los sollozos que
recorrían su cuerpo no le permitían respirar. Sintió que iba a ahogarse sobre el
agua, un destino que habría aceptado con gusto. Un castigo justo para una niña
no deseada que había desperdiciado su segunda oportunidad: Kelsang, un
milagroso y amoroso padre evocado de la nada. Y ella lo había maldecido con
muerte y ruina.
Hubo un temblor en la distancia. Los escombros alrededor de cierto lugar se
hundían, separándose. Alguien había escapado de los estragos que ella había
causado en el Estado Avatar enterrándolo en lo más profundo de la tierra. Ahora
eso estaba haciendo un túnel de regreso a la superficie, listo para reclamar su
propiedad.
Kyoshi se puso de pie con un pánico ciego y salvaje. Ella trató de correr
hacía la dirección en la que había venido el temblor, tropezando con los
escombros de tierra que creó, de la cuales, rogó recordar. Las ruinas quemadas
de aldeas mineras eran tan similares en su aspecto desmoronado que, por un
segundo, pensó que estaba atrapada en un bucle. Pero entonces, justo cuando
sus piernas estaban a punto de ceder, encontró a Pengpeng esperando justo
donde la habían dejado.
El bisonte olfateó a Kyoshi y bramó triste, alzando cuatro patas sobre su
espalda antes de estrellarse lo suficientemente fuerte como para sacudir la tierra.
Kyoshi entendió. Tal vez Pengpeng había sentido que su conexión espiritual con
Kelsang iba desapareciendo, o tal vez Kyoshi simplemente olía a su sangre.
-
¡Se ha ido!-, Gritó ella. -Se ha ido y no va a volver! ¡Tenemos que irnos
ahora!- Pengpeng dejó de pelear, aunque no parecía menos molesta.
Permitió que Kyoshi se subiera a su espalda, usando puños de pelo como
escalera, y se elevó en el aire en dirección a casa, sin que se lo dijeran.
Yokoya, se corrigió Kyoshi. No a casa. Nunca más a casa. Yokoya.
Se quedó en la silla de los pasajeros. Ella no estaba dispuesta a sentarse
sobre el lomo de Pengpeng, el lugar de Kelsang, y el bisonte no necesitaba que la
orientaran para el viaje de regreso. Desde lo alto del cielo, podía ver nubes
oscuras y llenas de lluvia acercándose sobre el océano en la dirección opuesta. Si
volaban lo suficientemente rápido, podrían llegar a Yokoya antes de enfrentar la
tormenta.
-
¡Date prisa, por favor!-, Gritó, esperando que Pengpeng pudiera entender
su desesperación.
Habían logrado detener a Jianzhu en las montañas, pero la presencia del
hombre se sentía muy cerca. Como si todo lo que necesitara hacer fuera extender
su brazo para que ella sintiera su mano apretando su hombro.
Ese mismo año se había enfermado y sufrido por los fuegos artificiales,
Kelsang había regresado a la aldea. Miró de reojo al granjero que juró que Kyoshi
había sido bien cuidada con el dinero que había dejado. El peso que había perdido
y su piel pálida contaban una historia diferente. Después, Kelsang le prometió a
Kyoshi que nunca más la dejaría sola por tanto tiempo.
Pero Kyoshi se había olvidado por mucho tiempo de las noches que había
pasado enferma sin medicamentos. Había estado más preocupada por la nueva
moda de volar cometas que se había apoderado de los niños de la aldea. Durante
semanas, diamantes de colores brillantes, dragones y alas de gaviota la habían
hipnotizado en el cielo, bailando en el viento. No era de sorprenderse que no
tuviera los materiales o la orientación para hacer uno ella misma.
Kelsang la notó mirando con nostalgia los cometas que surcaban en el cielo
mientras compartían su alimento en las afueras.
Juntos, hurgaron y empalmaron suficiente cuerda para que él atara un
extremo alrededor de su cintura. Esa tarde, dirigió el vuelo en su planeador
mientras Kyoshi sostenía el otro extremo desde abajo.
Se reían tan fuerte que podían escucharse en las grandes alturas. Por
ella, él era la cometa más grande, más rápida y mejor del mundo entero.
Había juzgado mal el clima. Las primeras gotas de lluvia golpearon su
mejilla y la despertaron de su sueño de agotamiento. Ella y Pengpeng todavía
tenían mucho camino por recorrer cuando rápidamente se convirtió en un torrente
que borró el sol. Por poco lograron llegar a Yokoya a tiempo para evitar que el
rayo extendiera sus dedos por el cielo.
Llegaron a la mansión. Kyoshi saltó de Pengpeng cerca de los establos y
aterrizó hasta los tobillos en lodo. Vadeó a través de la lluvia cegadora hasta la
casa. El personal y los invitados habían sido conducidos dentro de sus
habitaciones.
El viaje le había dado tiempo para pensar. Y había concluido que cada
decisión desde aquí era fácil. Una inevitabilidad que ella seguiría en la oscuridad.
La única persona que podría haberla hecho tambalearse estaba
esperandola en la entrada de los criados, debajo del arco de la pared. Rangi
parecía que se había confinado a esta área todo el día. Había desgastado un
surco en el piso con su paso atrás y adelante.
— Kyoshi, ¿dónde estabas? — Dijo Rangi, con el ceño fruncido por haberse
quedado en la oscuridad por tanto tiempo — ¿Que pasó? ¿Donde están los otros?
Kyoshi le contó todo. Sobre el espíritu poderoso y terrible que la había
identificado como el Avatar. Sobre la forma en que Jianzhu le ofreció a Yun como
sacrificio y asesinó a Kelsang cuando vino a rescatarlos. Incluso incluyó cómo
había entrado en el Estado Avatar.
Rangi tropezó hacia atrás hasta que golpeó su cabeza contra una viga de
soporte.
— ¿Qué? — Susurró. — Eso no es ... ¿Qué?
— Eso es lo que sucedió. — Dijo Kyoshi. Ella goteaba agua de lluvia en el
suelo, cada golpe otro precioso segundo perdido. — Tengo que irme. No puedo
quedarme aquí.
Rangi comenzó a pasearse de nuevo, pasando los dedos por las puntas de
su cabello, que tenía suelto.
— Tiene que haber un malentendido. Una explicación. ¿Dijiste que había un
espíritu? Debe haber jugado trucos en tu mente, eso se sabe que sucede. O tal
vez simplemente te confundiste. El maestro Jianzhu no puede tener. . . El no lo
haría. . .
Ella observó a Rangi intentar creer que una realidad diferente existiera. Era
la misma trampa en la que Kyoshi había caído el día en que Kelsang le dijo que
podría ser el Avatar.
— Tenemos que llegar al fondo de esto. — Dijo Rangi — Cuando Jianzhu
llegue a casa, haremos que se explique a sí mismo. Descubriremos lo que
realmente les sucedió a Yun y al Maestro Kelsang.
— ¡RANGI! ¡ESTÁN MUERTOS! ¡ME TENGO QUE IR!
Durante todo el viaje de regreso, Kyoshi había estado pensando sólo en los
fragmentos de su vida enterrada en esa montaña. Había olvidado que todavía
había una pieza más, y el silencio aturdido de Rangi le hizo saber que también
habría perdido eso. Kyoshi la empujó sin decir adiós y se dirigió a su habitación.
Era fácil llenar un saco con su ropa. Apenas tenía alguna. Se iba a ir
dejando todo lo de su estante detrás, pero el pensamiento de Kelsang la hizo
agarrar la tortuga de arcilla y tirarla dentro del saco. El elemento que la detuvo fue
el hermoso atuendo de batalla verde que se había puesto en el iceberg y ahora
estaba colgada en su pared.
Por alguna razón, Jianzhu la había dejado guardarlo en su habitación. La
idea de tomar, de usar, un regalo de él hizo a su interior retorcerse. Pero
necesitaría una armadura como esa donde estaba yendo. Una cáscara protectora.
Lo bajó, rápidamente lo enrolló y lo metió en el saco. El diario de cuero fue
encima. Estaba realmente agradecida de nunca haber cedido a su impulso de
destruir el libro. En el pasado pudo haber sido evidencia incriminatoria, pero ahora
era un plan de guerra.
Metiendo el bulto debajo de un brazo, se agachó y agarró el asa de su baúl,
con el otro, y lo arrastró al pasillo.
Las esquinas del baúl chirriaron al abrir un camino en los suelos de
madera pulida.
Supuso que la razón por la que nadie la detuvo fue porque estaban
asustados. Ella vio el dobladillo de túnicas desapareciendo en las esquinas,
susurros asustados detrás de puertas cerradas mientras ella pasaba.
Los guardias, recordó, habían sido diezmados en el iceberg. Y
siempre había sospechado de la forma en que los otros sirvientes la
miraban. Ahora su comportamiento aberrante debe haberlos llevado al
borde del miedo. Parecía un fantasma pantanoso goteando con el agua en
la que se había ahogado. Solo podía imaginar los terrores que ocultaba su
cara.
Cada tenedor en el pasillo trajo otro destello de dolor crudo y afilado a
su corazón como si ella fuera una de las muñecas objetivo en el patio,
recogiendo flechas irregulares en el cuerpo. Las rutas que había tomado en
su vida diaria se desplegaron por los pasillos de la mansión, conduciéndola
inevitablemente, una y otra vez, a los muertos.
El camino a la habitación de Yun, la única área en la que nunca la
dejó limpiar, nervioso por su privacidad. El camino al pequeño rincón donde
Kelsang meditaba cuando el clima era demasiado duro. La hierba donde los
tres habían escupido semillas de sandía, solo para escapar cuando Tía Mui
les gritó por hacer un desastre.
Nunca volvería a pisar estas líneas otra vez. Nunca llegaría a ver a
Yun y las caras sonrientes de Kelsang al final de sus pasos.
Por designación, Kyoshi tomó el largo camino más allá de la estación
de corte de madera. El baúl escondido estaba allí, la cuña enterrada en el
bloque. Kyoshi colocó su bolso entre sus dientes y recogió el mazo con su
mano libre. Todo el bloque vino con él, pegado a la cuchilla, así que aplastó
toda la aglomeración contra la pared hasta que la herramienta pesada fue
liberada de la madera.
Siguió caminando.
Afuera, la lluvia se había duplicado. El intervalo entre rayos y truenos
era inexistente. Dejó caer su bolso y arrojó el pesado baúl de madera frente
a ella. Se deslizó en el barro antes de detenerse.
El cofre había sido un punto focal para su ira en el pasado,
recogiendo los flujos de su odio como los barriles de agua colocados debajo
de las canaletas de la casa. Había sido dejado atrás en Yokoya, como ella,
por las personas que la habían relegado a la vida de un hambrienta criatura
desesperada y no amada durante tantos años antes de que Kelsang entrara
en su vida.
Sus padres tendrían que tomar un lugar más bajo en el estante por
ahora. Ella tenía a alguien nuevo para centrarse.
Otro relámpago iluminó de qué lado estaba la cerradura de hierro.
Levantando el baúl muy por encima de su cabeza con ambas manos, la
bajó, apuntando al punto más débil.
La cuña del baúl rebotó en el metal. El tronco se hundió más en el
barro. Ella golpeó de nuevo. Y una y otra vez.
Los truenos y la lluvia ahogaron sus sentidos, dejándola con nada
más que el dolor vibraciones rebotando por el mango del mazo en sus
manos. Golpeó de nuevo y sintió un crujido.
En lugar de que se rompiera la cerradura, el baúl se había astillado
donde el metal estaba sujeto a la madera. Pero estaba abierto. Kyoshi
arrojó el mazo a un lado y levantó la tapa crujiente.
Dentro había dos abanicos de guerra de metal adornado del color del
oro aleado con bronce. Las armas estaban empacadas en un marco de
madera más suave que las mantenía abiertas mientras las protegía de un
trato rudo como el que acababa de repartir.
Un tocado hecho del mismo material descansaba entre ellos. Se
complementa con los abanicos al montar versiones más pequeñas de ellos
en una banda, formando una cresta semicircular en la frente.
Por último, había una bolsa de cuero con un estuche que sabía que
contenía maquillaje. Mucho maquillaje.
Ella arrebató cada artículo de sus amarres. El tocado y los
ventiladores eran mucho más resistentes. de lo que parecían, estaban
destinados a ser usados y empuñados en combate, después de todo. Ellos
y la bolsa entraron en su bolso. El baúl no serviría para otro propósito y
quedaría en el barro.
Con eso, Kyoshi había terminado. Se sorprendió de cuán completa y
absolutamente terminada estaba. Qué poco había mostrado y cuánto había
perdido, como el cielo oscuro alrededor del estallido de fuegos artificiales.
Se había aferrado demasiado a un tesoro que podría tener con forma de
hogar y familia, solo para descubrir que su toque lo había disuelto
enteramente. Se secó los ojos con el antebrazo y corrió por el borde de la
mansión resbalándose y cayendo bajo la lluvia al menos dos veces, y llegó
a los establos.
Había un shock esperándola.
Rangi estaba ocupada asegurando sábanas, tiendas de campaña y
otras pacas de suministros sobre la silla de montar de Pengpeng. Miró a
Kyoshi desde debajo del capó de su chubasquero.
-
Déjame adivinar, - gritó sobre el aguacero, señalando varias cestas
impermeables y sacos de grano, - No empacaste ninguna comida,
¿verdad?- Se agachó, agarró la mano de Kyoshi y tiró de ella hacia
la espalda de Pengpeng. Entonces ella saltó al asiento del conductor
y tomó las riendas. - Tendremos que volar bajo y dirigirnos suroeste,
fuera de la tormenta.La garganta de Kyoshi era un nudo sólido.
-
¿Por qué estás haciendo esto?-
-
No tengo idea de lo que está pasando en este momento. - Dijo Rangi
por encima del hombro. Ella movió lluvia de su frente. Su cara debajo
parecía que se dirigía al combate. — Pero no te dejaré ir sola y morir
en esta tormenta. No durarás ni una hora sin ayuda.
Kyoshi asintió, atontada y agradecida con Rangi. Por Rangi. Ella
suplicó a los espíritus que no fuese un cruel truco final, la forma de su amiga
sentada delante de ella. Ella mantuvo una distancia segura para no disipar
la preciosa visión.
La maestro fuego sacudió las riendas de Pengpeng con autoridad.
-
¡Arriba, niña! YipYip. -
LA DECISIÓN
El amanecer después de la tormenta no tenía idea de lo que Kyoshi había
pasado. Brillaba su calor con tonos de naranja a través de las nubes como el ruido
de un amigo que insiste en que todo funcionará. Las olas debajo fluían
perfectamente bajo la brisa constante, haciéndo parecer que volaban sobre la piel
escamada de un pez gigante.
Combatir el clima durante toda la noche las había destrozado, cuerpo y
mente.
La ruta de vuelo de Pengpeng estaba empezando a divagar. Pero ya no
estaban en peligro por el viento y relámpagos. Fue un momento tan bueno como
cualquier otro para abordar la otra pieza que le destrozó la vida.
Noticias. Rangi se frotó las sombras oscuras debajo de sus ojos.
— Tú eres el Avatar. — Extendió los dedos y miró el dorso de sus manos,
comprobando si estaba embriagada. O soñando. — Después de todo
esto, eres tú. ¿Realmente no tenías idea hasta ahora?
Kyoshi sacudió la cabeza.
— No sé qué salió mal con la búsqueda cuando eramos más jóvenes, pero
por lo que me dijo Kelsang, sonaba como un completo desastre. Nadie
sabía. — Ni siquiera... Fue difícil escupir su nombre. — Ni siquiera
Jianzhu.
— Nunca he oído hablar de esto antes. Cerró y abrió los puños. Para
asegurarse de que todavía estuvieran trabajando. — Al menos no en la historia de
la Nación del Fuego. Cuando los sabios de fuego revelan al Avatar, es un trato
hecho.
Kyoshi luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco. Por supuesto,
en la Nación del Fuego las caravanas llegaron a tiempo, y la identidad de la
persona más importante del mundo nunca estuvo en duda.
— Y luego hay un festival, —dijo Rangi, perdida en sus pensamientos. —
Según la tradición, hay una celebración más grande que el Día del Sol
Gemelo. Comemos alimentos especiales como fideos en forma de
espiral. Se cancela la escuela. ¿Sabes lo raro que es cancelar la
escuela en la Nación del Fuego?
-
Rangi, ¿qué tiene eso que ver con esto?
La Maestra Fuego estiró los codos a la espalda, con la mente decidida.
-
Mi punto es que hay formas establecidas de que se supone que esto
funcione. Si eres el Avatar, necesitas las trampas del Avatar. Necesitamos
encontrar maestros que sepan lo que están haciendo para reconocer tu
legitimidad y que te den la orientación correcta.
Rangi saltó sobre el borde de la silla hasta el cuello de Pengpeng y tomó las
riendas. El bisonte se sumergió más bajo sobre el agua brillante. Más adelante, un
pequeño risco sobresalía de la superficie, un dedo de roca asomando a través de
la capa oceánica. Era demasiado empinado para que los barcos lo usaran como
un muelle, pero había algunas superficies niveladas cerca de la parte superior,
cubiertas de musgo verde suave.
— Voy a dejarte aquí, donde puedes acampar con seguridad. — Dijo
Rangi. — Hay un protocolo en caso de que el complejo fuera atacado y
tuviera que huir con el Avatar. Esas bolsas fueron preempaquetadas;
hay todo lo que necesitas para una semana en ellos. Una vez que
regrese al pueblo y resuelva la situación, traeré a alguien que pueda
ayudar.
— ¡No!
No podía ir con otro maestro, especialmente con uno no conocido.
Cualquier maestro tierra en una posición para ayudarla era más probable que
fuera parte de la red de Jianzhu. Mirando hacia atrás hacia su tiempo en la casa,
había visto la evidencia de su alcance todos los días. Los regalos, las visitas
ceremoniosas, y las cartas dictadas eran simplemente fichas que marcaban el flujo
de poder y control en el Reino Tierra. Y durante todo el tiempo que ella sabía, todo
se filtraba hasta Jianzhu.
Kyoshi se acercó a Rangi y le quitó las riendas de las manos. Pengpeng se
desvió hacia un lado y rugió de queja.
— ¡Para con eso! —Gritó Rangi.
— ¡Rangi, por favor! ¡Solo me enviarías de vuelta a sus manos! — Kyoshi
casi mordió a través de su lengua al recordar el horror que Jianzhu
desató desde lo más profundo de la montaña y su completa
insensibilidad mientras lo hacía. Rangi no podría haber conocido el
extensión de su miedo. Kyoshi estaba segura de que el hombre no le
había mostrado ese lado a nadie pero sí a ella y Yun.
Rangi luchó con ella por las riendas.
— ¡Déjalo ir! ¡Estas siendo ridicula!
— ¡Rangi, como tu Avatar, te lo ordeno!
La Maestra de Fuego retrocedió como si hubiera sido golpeada por un
látigo. La orden no era un chiste. Fue una explotación del juramento de Rangi para
proteger y obedecer al Avatar. Un ataque contra ello significa honor.
Rangi se quitó un largo mechón de pelo negro de la cara. No fue muy lejos,
al final pegado a su boca.
— Supongo que tengo que acostumbrarme a que digas eso.
Había una distancia agonizante en su voz, y Kyoshi lo despreciaba. Ella no
quería un guardaespaldas profesional obedeciendo sus órdenes. Ella quería a su
Rangi, quien la regañó sin dudarlo y nunca retrocedió.
Pasaron mucho tiempo en silencio, escuchando la brisa levantarse.
— Yun se ha ido — dijo Rangi — realmente se ha ido. — Su voz parecía
débil, prolongada por el viento que pasa, como las notas de una flauta.
Ella sonaba hueca por dentro.
Kyoshi no tenía consuelo para darle. Ambas vidas se habían centrado en el
deber. Kyoshi por el bien de la supervivencia, Rangi por orgullo y gloria. Pero Yun
había logrado perforar sus dos conchas. Su amigo había sido robado, y en lo que
respecta a Kyoshi, allí había un sólo camino presentado ante ella que podía tomar
en respuesta, iluminado por los limpios y brillantes fuegos de odio.
-
No estoy lista para enfrentar a Jianzhu. — Dijo Kyoshi. — Todavía no soy lo
suficientemente fuerte. Tengo que encontrar maestros que puedan
enseñarme a pelear y que no estén en su bolsillo.
De hecho, era más que eso. Necesitaría maestros que fueran
completamente desconocidos para Jianzhu. Si sospechaba que ella estaba
entrenando, la buscaría en las escuelas alrededor de los Cuatro naciones.
Y tendría que ocultar que era el Avatar. Esa noticia se difundiría tan rápido
que actuaría como un faro para Jianzhu, lo que le permitiría acercarse a ella antes
de que ella esté preparada. No tenía una buena idea de cómo obtendría
instrucción en los cuatro elementos sin perder el juego, pero lo haría funcionar de
alguna manera.
La idea sonaba ridícula en su cabeza. Y es que era ridícula. Y sin embargo,
Kyoshi sabía que caminaría por este acantilado sin dudarlo. Metería ambas manos
en la boca de un dragón si eso significaba la menor posibilidad de que pudiera
devolverle a Jianzhu lo que le debía.
Rangi se pasó la mano por la cara.
-
Bien. Maestros Control. ¿Dónde quieras buscar primero? Estás hablando
como si tuvieras un plan, así que vamos a escucharlo.
-
No vendrás conmigo. Tengo que hacer esto sola.
La Maestro Fuego le dio una mirada de tan absoluto desprecio por esa
noción que podría haber sido motivo de un Agni Kai. Kyoshi temía que esto
pudiera suceder. La poderosa fe de Rangi, su necesidad de cumplir con su deber,
iría en espiral sin otro lugar donde aterrizar que ella.
Tenía que mantenerse firme. Ya había perdido tanto, y no iba a arriesgar la
conexión restante a este mundo en la búsqueda de un tonto.
-
No vienes conmigo. — Repitió Kyoshi. — Como tu Avatar, te ordeno que te
quedes atrás. Rangi, lo digo en serio.
Quería sonar enojada, pero el efecto fue arruinado por la abrumadora
marea de alivio. Sintió el rechazo de Rangi a su demanda. Un servidor
estrictamente profesional del Avatar, no podía desobedecerla, pero un compañero
sí.
-
No tengo idea de cuánto tiempo llevará este viaje, — dijo Kyoshi. — Y hay
secretos sobre mí que no te he contado.
-
Oh no, Kyoshi me está ocultando un secreto — Rangi gimió una octava
más baja de lo normal. — Creo que estaré de acuerdo con lo que sea tu
pequeña revelación, dado lo último que surgió para mí era solo la
información más importante EN EL PLANETA.
El risco las pasó, un espectador silencioso que no quería participar en la
conversación. El último marcador de razón en un océano de incertidumbre. Desde
este punto en adelante no había nada salvo problemas.
Pero al menos Kyoshi tenía a su amiga de vuelta.
-
Necesitamos descansar, o perderemos efectividad. — Declaró Rangi,
acurrucada bajo la esquina de una lona que se había soltado. — Si tienes
un destino en mente, entonces estoy tomando el primer turno de sueño. Me
debes mucho eso.
-
Rangi. — Kyoshi intentó por última vez gruñir amenazadoramente. En
cambio, el nombre salió como una dedicación de agradecimiento a los
espíritus por esta ardiente bendición de una niña. Fue inútil tratar de
enmascarar cómo se sentía Kyoshi hacia ella.
-
A donde vayas, yo voy. — La Maestra Fuego rodó a su lado y bostezó. —
Además, hay solo un bisonte, cerebro de rocas. No podemos separarnos
ahora.-
A pesar de lo cansadas que estaban, Rangi solo dormitaba a
intervalos, temblando, aunque ya no era frío. Mirándola desde la distancia,
Kyoshi tuvo una respuesta con respecto a los pequeños fragmentos de
aliento que había escuchado durante tanto tiempo en su tienda compartida
en el iceberg. Fue así como Rangi lloró en su sueño. De vez en cuando,
enterraba la cara en sus hombros para limpiar las lágrimas.
Con sus ojos una en la otra, era fácil ser valiente. Tal vez esa es la
única forma en que atravesaremos esto, pensó Kyoshi. Solo nunca mires
para otro lado .
Se quedó mirando el agua hasta que el reflejo del sol se volvió
demasiado, y luego alcanzó su única bolsa de pertenencias. Excavando,
encontró a la tortuga de arcilla. Estaba hecho de tierra.
Era minúsculo, pero podría usarlo para practicar.
Pequeño, pensó mientras lo acunaba con ambas manos. Preciso.
Silencio. Pequeño.
Ella curvó sus labios en concentración. Fue como torcer la punta de
su meñique mientras movía su oreja opuesta. Ella necesitaba un esfuerzo
de todo el cuerpo para mantener su concentración.
Había otra razón por la que no quería buscar instrucciones de un
famoso maestro con una excelente reputación y sabiduría de sobra. Tal
maestro nunca la dejaría matar a Jianzhu a sangre fría. Su hambre de
aprender los cuatro elementos no tenía nada que ver con convertirse en un
Avatar completamente realizado. Fuego, aire y agua eran simplemente más
armas y ella podría influirlas en un sólo objetivo.
Y tenía que llevar su control de la tierra con gran velocidad también.
Pequeña. Precisa.
La tortuga flotaba hacia arriba, temblando en el aire. No era estable
como debería ser la tierra doblada, más bien una tapa tambaleante en sus
últimos giros, pero ella lo estaba doblando. El pedazo de tierra más
pequeño que había logrado controlar.
Una victoria menor. Este fue solo el comienzo de su camino. Ella
necesitaría mucho más práctica para ver a Jianzhu roto en pedazos ante
sus pies, para robarle su mundo de la forma en que le había robado el suyo,
para hacerlo sufrir tanto como fuera posible antes de que ella terminara con
su miserable vida sin valor.
Hubo un fuerte crujido. La tortuga se fracturó a lo largo de
innumerables fallas. Las partes más pequeñas, las pequeñas contundentes
cola y patas rechonchas, se desmoronaron primero. La cabeza se cayó y
rebotó sobre el borde del ensillar. Ella trató de cerrar su agarre alrededor del
resto y solo atrapó el polvo. El polvo de la arcilla se deslizó entre sus dedos
y fue tomada por la brisa.
Su único recuerdo de Kelsang se fue volando en el viento.
ADAPTACION
Jianzhu empujó las puertas de su casa para encontrarla en un caos
estático y silencioso. Los sirvientes se alinearon en filas de izquierda a
derecha, inclinándose al tiempo que iba entrando el maestro, formando un
pasillo humano de defensa para que él pudiese caminar por el medio. Era
demasiado formal, una práctica que él había descartado hace mucho
tiempo.
No se había molestado ni siquiera de limpiarse así mismo antes de
entrar, así que dejo un rastro de polvo y escombro. Había un dolor en su
pecho mientras pasaba la abollada puerta de su estudio, un testamento de
la gran fortaleza y convicción personal de su amigo Maestro Aire.
No tenía tiempo para sentirse mal acerca de lo que le sucedió a
Kelsang. Así que se dirigió directamente al cuarto del Avatar en los
alojamientos del personal, solo siguió el rastro de destrucción afuera del
corral vacío de los bisontes y luego regreso a sus intimidados sirvientes
diciéndoles repetidamente - ¿Alguien me puede decir que diablos pasó
aquí?– dijo en lo que pensó fue un tono admirablemente neutral y pacífico
dadas las circunstancias.
En lugar de responder los sirvientes encogieron sus hombros
mientras temblaban de pánico. Quien sea que hablara primero estaría listo
para tomar la culpa.
Ellos me temen, pensó él. Hasta el punto que ni si quiera pueden
hacer sus trabajos correctamente. Maldijo el hecho de que la chica no tenía
supervisor oficial que la vigilara y señaló a su cocinera principal, Mui. Él ya
había visto al Avatar haciéndole favores a esa mujer en la cocina.
-¿Donde está Kyoshi? -dijo tronando sus dedos.
Mui se enrojeció y dijo - No lo sé, lo siento mucho Maestro, ninguno
de nosotros la había visto actuar de esa forma antes. Ella... ella tenía un
arma. Para cuando encontramos un guardia, ella ya se había ido.
- ¿Alguno de los huéspedes la vio salir?
Mui sacudió la cabeza. - La mayoría de ellos se fueron temprano para
intentar ganarle a la tormenta, y los demás estaban en sus dormitorios en la
sección lejana.
Él supuso que no era culpa de la cocinera de mediana edad que no
pudiera ser capaz de detener a una furiosa adolecente portadora de un
hacha, quien podría partir una montaña siempre y cuando se acuerde que
posee la habilidad para hacerlo. Jianzhu despidió al personal sin otra
palabra más. Mejor tenerlos con la duda, temiendo por su siguiente
mandato.
Corrió rápidamente por los pasillos de la casa hasta que se encontró
en una parte de la galería mirando fijamente a su trabajo artístico pero no
viéndolo realmente, ahí fue donde Hei-Ran lo encontró luego de que
regresara de una junta costa fuera con la delegación de la Marina de Fuego.
Ella frunció el ceño a su apariencia, siempre tan disciplinada. - Luces
como si hubieras sido aplastado por un tejón-topo, -dijo ella.
Lo mejor sería arrancarse el vendaje de golpe. Él le conto la versión
de los eventos sucedidos que ella necesitaba escuchar. Kyoshi siendo el
verdadero Avatar. La desaparición de ambos, Yun y Kelsang, causada por
un espíritu traidor. El Avatar teniendo rencor hacia el por eso.
Ella lo abofeteó en la cara. Lo cual fue el mejor resultado que creía
podría obtener.
-
¿Cómo puedes quedarte así nada más?- siseo y sus ojos cafés se
oscurecieron con furia. - ¡¿Cómo puedes quedarte parado ahí?!
Jianzhu movió la mandíbula, asegurándose de que no estaba rota.
-
¿Te molestaría si me siento?
Una persona menos controlada que Hei-Ran hubiera sido tentada a
gritar su incredulidad a los aires, revelando el secreto. ¿Atrapaste al Avatar
equivocado? ¿Introdujiste un niño al mundo como su salvador y luego
hiciste que muriera? ¿Dejaste escapar al verdadero Avatar hacia quien sabe
adónde? ¿Nuestro más viejo y cercano amigo está muerto por tu culpa?
Él estaba agradecido por la personalidad de hierro de Hei-Ran. Ella
había pensado todas esas cosas sobre el en lugar de decírselas, se
enojaba de manera estratégica. - ¿Cómo es que no vas a perder tu
reputación por esto?- susurró. - ¿Tu credibilidad? ¿Qué vas a hacer?
-
No lo sé- dijo mientras se recargaba en la pared de la galería tan
sorprendido por su respuesta como ella lo estaba. De los compañeros
de Kuruk, él había sido quien hacia los planes. Normalmente Jianzhu
tenía cada contingencia, cada estrategia trazada hasta su lógico final.
El encontró el cambio de ritmo bastante liberador.
Hei-Ran no podía creer que él estaba yéndose a la deriva de esta
forma. Regreso a un semblante serio, con los dientes siendo cubiertos por
sus labios.
-
Podemos minimizar el daño si la recuperamos lo antes posible.-le dijo
ella. - No pudo haberse ido lejos por si sola… es una criada por el
amor de Dios. Enviare a Rangi a atraparla. Son amigas, seguro sabrá
a donde iría Kyoshi.
Hei-Ran tomó la cuerda evocaría más cercana y le dio un tirón. Los
suaves cables amarillos recorrían la casa, sostenidos por ojales
atravesaban ciertas paredes. Las campanas que había del otro lado, hacían
saber al personal donde se necesitaba su ayuda.
Dado que sus empleados estaban ocupados evadiéndolo como si
fuera la plaga, les tomó un minuto o dos antes que alguien contestara. Rin o
Lin o como fuera. La chica estaba sin aliento y cojeando ligeramente, como
si se hubiera golpeado el pie por la premura que se dio para de llegar
rápidamente.
-
Rin, por favor trae a mi hija.- del pidió Hei-Ran gentilmente. - Dile que
es muy importante.
-
¡Lo siento mucho!- chilló Rin. Intentaba con tantas fuerzas no mezclar
sus palabras debido al terror que sentía que no se dio cuenta del
volumen tan alto en que hablaba. - ¡La Señorita Rangi ha
desaparecido! ¡Una de las personas de la caballeriza dijo que la vio
irse con Kyoshi anoche!
-
Rin, por favor retírate de mí vista inmediatamente,- dijo Hei-Ran sin la
delicadeza de la vez anterior.
La chica hizo una reverencia y se retiró, con la vista baja, sus pies
vestidos solo con calcetas marcaron el camino a través del pasillo con un
patrón casi tan rápido y fuerte como el del latido de su corazón. Jianzhu
esperó hasta que se desvaneció al dar vuelta en la esquina.
-
Antes de que me golpees de nuevo,- le dijo a Hei-Ran. - Creo que
cualquier cosa que Rangi haga es tu culpa, no mía.
Su rostro se retorció, parecía como si estuviera viviendo miles de
vidas justo en aquel momento, y en la mayoría de ellas la mujer derretía los
ojos de su acompañante usando su cráneo como caldera.
-
Esto es positivo.- Jianzhu dijo. - Tu hija la mantendrá a salvo hasta
que las encontremos.
-
¿Hasta que los encontremos?- Hei-Ran gritó quedamente. - ¡Mi hija
es una gran Guerrera entrenada en escape y evasión! ¡Podemos
olvidar de una vez por todas el tener una sencilla persecución!
Ella se removió en su lugar, las olas de malas noticias la golpeaban
consecutivamente, desafiando su paz y equilibrio mental. Cuando se
detuvo, su cara de ella estaba llena de un profundo dolor.
-
Jianzhu, Kelsang está muerto.- dijo ella. - Nuestro querido amigo ha
muerto, y en lugar de despedirlo, estamos aquí parados tramando
como mantener nuestro control sobre el Avatar. ¿Que nos ha
pasado? ¿En que nos hemos convertido?
-
Hemos crecido y nos hemos hecho responsables, eso es lo que
pasó.- contesto Jianzhu. - Kelsang le hizo la misma promesa a Kuruk
que nosotros. Podemos honrar su memoria, la de ambos,
continuando en nuestro camino.
Él encontró su energía usual de regreso, su flirteo con la impotencia
había terminado. Antes habían demasiados futuros a considerar. Los
grados individuales de catástrofe eran abrumadores. Pero realmente él solo
necesitaba enfocarse en una solución. La pieza que era crucial en cada
escenario.
-
Recuperaremos al Avatar,- comentó. - Encontrarla nosotros mismos
sería lo ideal, obviamente, pero estaría bien si Kyoshi aparece en la
entrada de otro sabio para buscar refugio. Me enteraré y responderé
rápido para evitar que las noticias viajen más allá.
Él tampoco estaba preocupado por el Avatar escondiéndose en las
otras naciones. Sus contactos personales se extendían más allá de la
diplomacia del Reino Tierra. Si algo, sus contactos exteriores le informarían
más rápido y con más discreción, esperando evitar un incidente
internacional.
-
¿Y que si cae en manos de los aliados de Hui?- Hei-Ran le interrogo.
Jianzhu frunció el ceño a la mención del nombre del chambelán.
-
Supongo que siempre hay un riesgo que tomar. Pero estoy muy
seguro que Kyoshi no sabría quién es él o a cuales maestros conoce.
Ni siquiera yo sé con quién se ha aliado.
Jianzhu se quitó de la pared. - Mi reputación ciertamente tomara un
golpe inevitable una vez que hayamos revelado su identidad al mundo, pero
eso no importara al final,-comentó.- Siempre y cuando la chica este de
regreso aquí cuando lo hagamos, bajo mi techo, siguiendo mis órdenes,
todo saldrá al pie de la letra. Tengo capital para quemar dentro del Reino
Tierra. Es tiempo de darle un buen uso.
Hei-Ran de mala gana se alegró por el regreso de su amigo a su
personalidad usual. - No parece que la chica quiera estar aquí.
-
Nos preocuparemos de eso después. Además, ella es solo una niña.
Aprenderá lo que es mejor para ella.
Jianzhu se sacudió el polvo, el primer intento que había hecho para
deshacerse de la inmundicia del pueblo minero hasta ahora. El plan se
formó por si solo en su cabeza, como arcilla siendo moldeada por una
herramienta invisible. - Necesito que escribas una carta para mí.
Hei-Ran le dio una mirada de costado.
-
Lo sé, lo sé,- respondió. – No eres mi secretaria. Pero tiene que haber
un sello de la Nación del Fuego en este mensaje.
-
Está bien, ¿Para quién es?
-
Profesor Shaw, Líder del Departamento de Zoología en la Universidad
de Ba Sing Se. Dile que estas interesada en pedir prestados algunos
especímenes que el trajo de su última expedición. Que los quieres
presentar en la Nación del Fuego, porque son adorables y cariñosos,
como parte de un tour de buena voluntad entre nuestras naciones.
Jianzhu observo la pieza de arte detrás de él, una pintura de las Luces Del
Norte en pergamino hecha por un maestro artista de la Tribu Agua. Tomó el
ancho marco con sus manos extendidas y lo saco bruscamente de sus
amarres. - Envíale esto también, para motivarlo un poco. Vale más de lo
que él gana al año.
Hei-Ran se mostró un poco disgustada con el uso del soborno por
parte de Jianzhu, pero ese era un rasgo de la cultura del Reino Tierra que la
gente de las otras tres naciones habían tenido problemas en
acostumbrarse. - ¿De cuáles adorables y cariñosos animales estamos
hablando? - Le preguntó.
Jianzhu torció la boca e inhalo. - Los shirshus.
LA INTRODUCCIÓN
Kyoshi tenía problemas para abrir la pequeña caja de metal. Había abierto
el cerrojo visible, sí, pero no importaba que tan fuerte ella apretaba y retorcía el
contenedor, el fondo falso que ocultaba el verdadero contenido no cedía.
-
No puedes forzarlo,- una delicada voz dijo. - Usa mucha fuerza y es
probable que se rompa. Los bienes se esparcirían por todos lados. No creo
que quieras dejar un rastro detrás de ti, ¿verdad?
Kyoshi levantó la mirada del piso para ver una alta, hermosa mujer con
pecas esparcidas por la parte superior de sus mejillas y tatuajes de serpientes que
bajaban sus brazos. A su lado estaba un hombre fuerte, de cuerpo ancho, su cara
adornada de pintura blanca y roja. Las líneas de rojo oscuro se encontraban entre
sí para forma un patrón salvaje, animalistico, pero su expresión debajo de todo
eso era amable y alegre.
La caja de metal de momento se tornó sumamente caliente, quemando las
manos de Kyoshi, que la soltó rápidamente. Intentó gritar pero encontró sus
dientes flojos y moviéndose dentro de su boca. El hombre pintado se limpió el
rostro, y en las líneas entre los colores, sus rasgos se habían convertido en los de
Jianzhu.
Kyoshi hirvió de ira, se lanzó al frente pero no pudo acortar la distancia. A la
mujer le pareció entretenida su impotencia y le guiño con su verde y brillante ojo.
El globo ocular se hincho y se hincho, tanto que salía de su cráneo, y se siguió
expandiendo hasta que consumió el otro ojo, luego hasta que cubrió su cabeza
totalmente y después las cuatro esquinas del mundo.
Kyoshi se agito con terror dentro de la oscuridad abrazadora de su pupila,
tratando de alcanzar tierra firme.
Nunca te dejaremos, - Jianzhu susurró. Siempre nos tendrás Kyoshi, en la
distancia, justo detrás de ti, a tu lado, observándote. Nosotros dos siempre
estaremos para ti.
En el punto máximo de su miedo una mano tomó a Kyoshi por el hombro.
La calidez y firmeza de ese tacto le dijo que no se moviera, ni preocupara. Se
sentó lentamente y parpadeó la luz del día que iba desvaneciéndose.
- Despierta,- dijo Rangi.- Ya llegamos.
Rangi insistió en hacer una parada rápida en la Bahía del Camaleón antes
de aterrizar. Ella se recargó al lado de Pengpeng, dibujando en el destartalado
puerto con la resuelta mentalidad de una avispa-buitre, como si cada irregular
techo y callejón cubiertos de basura fueran de vital importancia. Kyoshi dejó a
Rangi tomarse su tiempo. Ella necesitaba un momento para asegurarse que ya
había superado su pesadilla.
Después de reorganizar sus pensamientos, se unió a la observación. Para
Kyoshi el montón de edificios era indistinguible, como una costra curva rodeando
la bahía que debió de haber sido recogida hace mucho. Solo había una única
localización en la que ella estaba interesada, la única que encaja a la perfección
con la descripción en su diario.
-
Ahí.- dijo la chica, apuntando a uno de los pocos edificios con más de un
nivel. El techo amarillo sobresalía de entre sus verdes vecinos como si
fuera una hoja enferma. - Esa debe ser la casa de té de Madam Qiji.
Se detuvieron y rehicieron la ruta que habían recorrido por el cielo. No
había lugar para aterrizar a Pengpeng dentro de los límites del pueblo, y un
bisonte volador sin su maestro Aire encima era una de las señales principales que
Jianzhu ordenaría a su red de contactos buscar. El mismo barrido de
reconocimiento que habían hecho tenía sus riesgos.
El pequeño bosquecito que encontraron en las afueras del pueblo se sintió
como un golpe de suerte. Quizás sus reservas de buena fortuna serian drenadas
por el simple acto de esconder a Pengpeng entre los árboles.
-
Ya regresaremos, chica,- le dijo Kyoshi, acariciando la nariz de la bestia.
Pengpeng le dio un leve cabezazo, como diciéndole que más le valía que lo
hiciera.
Kyoshi y Rangi comenzaron a andar, la presión del suelo firme contra las
suelas de sus zapatos era una sensación bienvenida después de tanto volar.
Mientras ellas seguían el camino de tierra hacia el Puerto de la Bahía del
Camaleón, tuvieron la oportunidad de obtener una vista a nivel de suelo donde se
podía apreciar el pueblo en toda su gloria.
Era una vista miserable.
Durante los últimos 9 años Kyoshi nunca había visto un campo abierto tan
grande desperdiciándose sin hacer algún intento de sembrar comida en el. Pero
los polvorientos y duros prados que iban pasado las convencían que no valía la
pena intentarlo. El suelo aquí era como cuero crudo, impenetrable.
El puerto sustentaba vida, en el sentido más descarado. Ellas encontraron
en los alrededores una pequeña avenida de barrios bajos con pequeños refugios
de madera y carpas agujereadas comidas por las polillas. Los habitantes se les
quedaron mirando con ojos desenfocados, sin quiera molestarse en moverse un
centímetro de donde yacían desparramados. Los pocos que se levantaron, se
mostraban cautelosos porque ellas podrían ser peligrosas, pero estaban
encorvados por la desnutrición y enfermedad.
-
Las personas no deberían vivir así,- dijo Rangi.
Kyoshi sintió su estómago hacerse nudos. - Ellos pueden y lo hacen,- lo dijo
lo más casual que pudo.
-
No es a lo que me refería.- Rangi se talló el codo, considerando las
ventajas y desventajas de lo que estaba a punto de decir. - Sé del tiempo
que pasaste en Yokoya por tu cuenta, antes que Jian – Antes que el
Maestro Kelsang te resguardara. Incluso aunque tratabas de esconderlo de
mí.
Los pasos de Kyoshi trastabillaron, pero ella se contuvo y siguió. No podían
detenerse aquí simplemente porque su amiga quería tener una charla corazón a
corazón acerca una de las más viejas y más profundas cicatrices que atravesaban
su alma.
-
La Tía Mui me dijo,- Rangi exclamó– Kyoshi, nunca debiste de haber
pasado por esa situación. La idea de que los otros aldeanos te ignoraban
cuando más los necesitabas, me enferma. Es por eso que siempre te
aliento a defenderte.
Kyoshi rio con amargura. Ella había culpado por todos esos años a un
diferente grupo que los Yokoyanos.
-
Qué se supone que yo hiciera, ¿tirar una montaña sobre ellos? ¿Golpear a
un puñado de niños que eran de la mitad de mi tamaño? Lo que sea que
hiciera hubiera sido completamente desproporcionado.
Sacudió cabeza queriendo cambiar de tema. - Como sea, ¿es la Nación del
Fuego tan perfecta que la prosperidad es compartida con cada uno de sus
ciudadanos?
-
No,- contestó Rangi. Apretó sus labios en una mueca. - Pero quizás un día
podría ser.
Entraron al verdadero pueblo, con las esquinas marcadas por un cambio a
barracas de ladrillo y arcilla, algunas de ellas creadas con tierra control y algunas
otras hechas a mano. Las calles giraban y se angulaban como si hubieran sido
puestas sobre caminos hechos por animales en lugar de cubrir las necesidades de
los humanos. Si no era por la señal de que la Casa de Te sobresalía la línea de
techos, Kyoshi se hubiera perdido después de tomar unos pocos pasos.
Los mercaderes que empezaban a cerrar sus tiendas por el día lo hacían
con vigor, asegurando sus entradas con tantos candados y barras de metal que la
chica se preguntó cómo era que habían podido costearlo. Algunos perros-ciervo,
escondidos detrás de las paredes y verjas, se ponían a ladrar cuando alguien
pasaba cerca.
-
Aún es temprano para salir de aquí y mantener tu honor,- Dijo Kyoshi.
-
No es mi honor lo que me preocupa,- siseó Rangi.
Después de que ellas pudieran profundizar en el asunto, el niño volvió con
una bandeja de tazas calientes. Puso una en frente de Kyoshi, Rangi y luego otra
para él, tomando asiento entre ellas. Él estaba mucho más calmado ahora. Lo que
podría tener menos que ver con el té que con los refuerzos que lentamente
entraban detrás de él.
Un gran hombre de unos 30 años, tan alto como Kelsang y una mitad más
gordo, apagó la luz que venía de la cocina.
Tenía un suave y bien afeitada cara sobre un cuerpo que amenazaba con
estallar sus costosas túnicas, que habían sido escogidas más para impactar que
para vestir debido que le quedaban ajustadas. Kyoshi vio los ojos de Rangi
dirigirse a los pies del hombre en lugar de sus nudillos cicatrizados o a sus
sobresaliente abdomen, y se dio cuenta del por qué. Tan grande como era, no
había hecho crujir las tablas del piso.
Una de las puertas suspendidas en la pared sobre el suelo se abrió de
golpe.
Una mujer joven salió de la habitación, sin importarle la caída que la
esperaba.
Ella iba vestida con una túnica del reino tierra, pero con una falda de piel
sobre sus pantalones. Kyoshi había visto pieles como aquella vestida por los
visitantes de los polos. La indicación más fuerte de la herencia de la Tribu Agua de
la mujer eran sus penetrantes ojos azul zafiro de los que ninguna fórmula de
serpiente-araña podría esconder.
Ella aterrizó en el suelo con los dedos de los pies en punta como los de una
bailarina. Kyoshi podría haber jurado que había caído más lento de lo normal,
como el descenso de una pluma. Era la única forma de explicar cómo hizo el viaje
desde el segundo piso hasta la mesa sin inmutarse o romper los huesos de su pie.
Ella estaba parada detrás del otro hombro del niño, sus rasgos eran como de un
lobo, ilegibles, mientras evaluaba a Kyoshi y Rangi.
No tengo miedo, se dijo Kyoshi, descubriendo para su sorpresa que era
verdad. Ella había peleado con el Señor del Mar del Este. Un solo grupo callejero
de daofei a no iba a intimidarla.
El chico con el sombrero del desierto golpeo sus dedos. -Ustedes entran
aquí, completos desconocidos, sin previo aviso, dijo.
-
Tengo derecho,- dijo Kyoshi. - Les di las contraseñas. Estás obligado a
proporcionarme a mí y a mi compañero socorro, por los juramentos de
sangre que has tomado. Para que no sufras los castigos de los muchos
cuchillos.
-
Ves, ese es el asunto.- El niño se recostó en su silla. - Estás usando estas
palabras grandes y antiguas como si tuvieras la maravillosa idea de cómo
se supone que esto debe funcionar. Reclamas un código de alto nivel que
no hemos escuchado en años como si nos hubieras puesto en ridículo. Lo
hiciste como si estuvieras leyendo un manual de instrucciones.
Kyoshi tragó involuntariamente. El chico se dio cuenta y sonrió.
Él inclinó su cabeza hacia Rangi. - Junto con el hecho de que esta
Hermosura prácticamente grita ‘mocoso del ejército’, me hace pensar que ustedes
dos son hombres de la ley.
-
No lo somos,-respondió Kyoshi, maldiciendo silenciosamente dentro de su
cabeza por lo mal que iba esto. - No somos eso.
Había tres hombres dispersos por la casa de té que no formaban parte de
su pequeño enfrentamiento. Todos arrojaron sus monedas y se apresuraron por la
puerta, con los ojos muy abiertos por el miedo.
El niño colocó un objeto pequeño y duro sobre la mesa con un clic. Al
principio, Kyoshi pensó que era una pieza de PaiSho, pero retiró la mano para
revelar una piedra oblonga, pulida suavemente por un río o un molinillo.
-
Soy bastante bueno para detectar a alguien encubierto,- Les menciono el
chico. - Y creo que esta es tu historia. Tu papá te compró la comisión de un
oficial de un gobernador corrupto, y lo primero que decidiste hacer con ella
es jugar a ser detective y llamar a nuestra puerta.-con un gesto de mano
señaló a Rangi. - Ella fue asignada para cuidar tu espalda, pero no hizo un
muy buen trabajo, porque estás aquí ahora y vas a morir. La causa se
registrará como estupidez terminal aguda.
Kyoshi casi podía escuchar el proceso de pensamiento de Rangi, contando
las extremidades de las tres personas frente a ellas, calculando la secuencia de
daño que podría infligir.- Te digo que no somos hombres de la ley.
El muchacho, con enojo, golpeó la parte inferior de la mesa con fuerza,
volteando las tazas de té y derramando el líquido sobre la superficie.
Kyoshi actuó antes pensar. Pero en retrospectiva, se trataba más de
detener a Rangi que cualquier otra cosa. Ella también pateó hacia arriba. Toda la
base de la casa de té, la parcela de tierra sobre la que se construyó, saltó media
pulgada.
El chico casi se cae de la silla. Sus dos guardaespaldas se tambalearon. La
expresión de asombro en sus caras decía que eso no sucedía muy a menudo, no
con la estabilidad del hombre grande y el equilibrio impecable de la niña de la
Tribu Agua.
Kyoshi habló sobre los gemidos del reasentamiento de la madera y el polvo
flotando en nubes a su alrededor. - Tienes razón,- dijo. - No pertenezco aquí.
No la acosaron de inmediato, decidiendo que necesitaba ser atacada con
precaución. Eso le dio tiempo para hablar.
-
La verdad es que desprecio a los daofei,- confesó Kyoshi. - Odio a los de tu
clase. Me enferma estar en su presencia. Son peor que los animales.
-
Uh, ¿Kyoshi?,-le llamó Rangi mientras el tipo grande y la mujer se
deslizaban en mejores posiciones de flanqueo. - No estoy segura de a
dónde vas con esto.
El muchacho se quedó dónde estaba. Kyoshi podía decir que él quería
poner un rostro valiente. Así que ella también lo hizo. - Pero eso no importa en
este momento,- dijo Kyoshi, mirando a través de la capa de ira endurecida en sus
ojos. - Me vas a dar todo lo que exijo, porque estás obligado por tu código ilegal.
Harás lo que te digo por tus tradiciones idiotas, ridículas y fantasiosas.
Su sangre latía en sus oídos. Se llevó la mano al cinturón. El hombre y la
mujer ciertamente interpretarían eso como la señal para atacar. Era consciente de
que Rangi dejaba su asiento.
Solo moviéndose más rápido, Kyoshi evitó el desastre completo. Golpeó
con uno de sus abanicos de guerra en la mesa, sus costillas se abrieron para
revelar la hoja dorada.
La maestra agua y el tipo grande se detuvieron en seco. El chico parecía
como si alguien hubiera metido la mano en su pecho y se apoderara de su
corazón.
-
¡Espíritus del cielo!- Chilló con sorpresa Lao Ge. - ¡Ese es el abanico de
Jesa!
La repentina aparición del viejo en la mesa sorprendió a ambos lados por
igual. Se las arregló para meterse entre Rangi y Kyoshi sin que ellos lo notaran, y
se inclinó hacia adentro, examinando felizmente los detalles del arma.
El muchacho saltó de su asiento. - ¿De dónde sacaste eso?,- Gritó.
-
Lo heredé.- Dijo Kyoshi, con el pulso acelerado. - De mis padres.
La chica de la Tribu Agua la miró maravillada. - ¿Eres la hija de Jesa?,- dijo
ella. - ¿Jesa y Hark fueron tu madre y tu padre?
Kyoshi no sabía por qué estaba más nerviosa por hechos simples que por
la posibilidad de una pelea antes. - Así es,-contestó. Se sentía como si su boca se
hubiera convertido en su estómago, difícil de manejar y agria. - Mis padres
fundaron este grupo. Son tus jefes.
-
¡Nuestro bebé ha llegado a casa!,- Cantó Lao Ge. - Esto requiere un trago.
Dio un paso atrás para poder tener espacio para verter una tercera botella
en su garganta.
El chico todavía estaba enojado, pero con un sabor diferente ahora.
Necesitamos hablar por un minuto.
-
Cogió su roca de la mesa y señaló acusadoramente a Kyoshi. - Mientras
tanto, te sugiero que entiendas bien tu historia, porque tienes muchas
explicaciones que hacer.
- Sí,- dijo Rangi. - Las tiene.-
Lao Ge se encaramó en una mesa a un lado con sus recipientes de alcohol,
como un extraño pájaro colocando objetos brillantes en su nido. El resto de la
pandilla regresó a la cocina sin él. Dado que parecían tratarlo como un mueble de
segunda, Kyoshi solo podía hacer lo mismo. Se giró hacia Rangi y encontró ala
maestra fuego dándole una mirada crítica.
-
¿Qué?,- inquirió Kyoshi. - Esto sucedió exactamente como dije que
sucedería. Estamos dentro. Este es el primer paso para obtener acceso a
este mundo.
Rangi permaneció impasible.
-
Te dije todo antes de aterrizar,-siguió explicando el Avatar. - La verdad
sobre mis padres como contrabandistas de daofei que me abandonaron en
Yokoya. Rangi, viniste aquí conmigo sabiendo esto.
Las palabras salieron de ella en una cascada agitada. Su rodilla trotaba
rápidamente arriba y abajo. El movimiento no escapó a la atención de Rangi.
-
Tan extraño como es para mí decir esto, tú historia familiar secreta no es el
problema,-aclaró Rangi. - ¿No crees que jugaste esa situación un poco…
agresivamente?
Eso fue nuevo para Kyoshi, viniendo de su amiga del tipo ‘quémalo primero
y luego pregunta’. - Es el tipo de comportamiento que estas personas respetan,contestó ella. - Tagaka sabía que éramos tranquilas y racionales, y mira lo que
intentó hacernos.
Los dientes de Rangi chasquearon. - No te viste allí atrás. Era como si les
rogaras que te atacaran. Esta el ser valiente, y esta el tener un deseo de muerte.
Extendió el brazo y sujetó su mano sobre la pierna de Kyoshi para calmar el
temblor. - No estamos en nuestro elemento,- dijo Rangi. - Puede que tengas las
llaves de ciertas puertas, pero esta no es nuestra casa. Tienes que tener más
cuidado.
Y si retrocedo por unos pocos daofei, no tengo posibilidad de enfrentarme a
Jianzhu. - Lo siento, ¿de acuerdo?,-dijo Kyoshi. Este argumento no se resolvería
pronto, y la pandilla ya estaba regresando. Lo último que necesitaban era mostrar
un frente fracturado a los criminales que intentaban coaccionar.
Rangi lo dejó pasar, viendo el mismo valor en la unidad. El niño Si Wong, la
mujer de la Tribu Agua y el hombre voluminoso se acomodaron frente a Kyoshi
con gran formalidad. A menudo se había acomodado de esa manera para saludar
a invitados importantes, siempre en la parte de atrás del grupo debido a su altura.
El hombre hizo un gesto con una palma abierta hacia abajo y la otra mano
apretada en un puño en la parte superior. Era diferente a cualquier otro saludo que
Kyoshi había presenciado e hizo parecer que su lado derecho estaba golpeando al
izquierdo por intentar robar comida de una mesa.
-
Galante “Gorrión” Wong,- dijo, inclinándose ligeramente. Si parecía
avergonzado por tener un apodo con un sonido tan delicado, no lo
demostró.
La ágil Maestra del Agua dio un paso adelante e hizo la misma pose,
aunque de una manera holgada para que todos supieran que ella pensaba que el
concepto de nombres profesionales era tonto. - Kirima,- dijo. - Sólo Kirima.
-
Lek “La Posta”,- espetó el chico con gran orgullo. Se había reorganizado las
vendas detrás de las orejas a un estilo discreto más digno. - Aunque
algunos me llaman Aplasta Cráneos Lek, o Lek de la Muerte Susurrante.
Kyoshi se aseguró de no reflejar los rostros que Wong y Kirima pusieron a
espaldas de Lek, o el chico ciertamente habría sido insultado. - Kyoshi,- dijo. Este es mi socia, Rangi.
Rangi lanzó un pequeño resoplido de desaprobación que Kyoshi entendió
como: Oh, ¿les estamos dando nuestros nombres reales ahora?
-
¿Cómo es que viniste a nosotros esta noche?- Preguntó Kirima. - Comienza
lo más atrás que puedas.
Tan lejos, ¿eh?,- No recuerdo mucho de cuando era pequeña,- comenzó a
hablar. Aunque sus piernas se habían calmado, la parte delantera de su cuello
ahora le dolía por la tensión. - Solo que mis padres y yo nunca nos quedamos en
un lugar por mucho tiempo, y nunca me dijeron dónde. Se podría decir que crecí
en "el Reino Tierra".
-
Eso hubiera sido antes de que alguno de ustedes se uniera,- dijo Lao Ge a
los demás. - Jesa y Hark llevaron un ritmo considerablemente más pausado
durante varios años y apenas hicieron algún trabajo. Nunca me dijeron por
qué dejaron de reunir a la vieja tripulación durante tanto tiempo. Pensé que
tal vez habían dejado el juego.
La memoria del viejo ayudó a Kyoshi a juntar las piezas en un
rompecabezas completo. El resultado fue más feo de lo que había imaginado.
-
Bueno, deben haber querido regresar desesperadamente, porque me
abandonaron en una aldea agrícola cuando tenía cinco o seis años,- dijo. No puedo estar segura exactamente cuándo. Nunca los vi después de eso.O los perdoné.
-
Eso no puede ser,- dijo Lek. - Jesa y Hark nunca le harían eso a la familia.
Eran los jefes más leales que cualquiera podía pedir. Debes estar
equivocada.
Kyoshi se preguntó cómo sería levantarlo, como le hizo a ese pirata, y
sacudirlo hasta que el viera manchas. Kirima intervino antes de poder explorar la
idea.
-
¿Le estás contando a su propia hija lo que le sucedió a ella?,- dijo la
Maestra Agua a Lek. - Cállate y deja que termine.
-
No hay mucho más que contar,-continuo Kyoshi. - Casi me muero de
abandono en esa aldea antes de ser acogida por la familia de un hombre
rico y poderoso. Un sabio. Las únicas posesiones que tenía a mi nombre
eran el equipo de mi madre y su diario.
-
Que tenía información sobre las costumbres daofei de mis padres,
obligaciones a las que podía recurrir. Era un manual de instrucciones.
Como dijiste.
Ella miró a Rangi. - Mantuve el pasado de mis padres en secreto del pueblo
todo el tiempo. Dado que me trataron como una extraña, no creo que me hubiera
ido bien si la gente del pueblo supiera que también era el engendro de unos
criminales.
Rangi apretó la mandíbula. Kyoshi podía decir que estaba pensando en qué
pasaría si su relación hubiera sido diferente si hubiera sabido que Kyoshi era una
niña corrompida desde el principio. ¿Habría mirado más allá de eso y se habría
hecho amiga de Kyoshi de todos modos? ¿O la habría condenado a la basura
como lo había hecho con Aoma, Jae y los demás?
-
¿Y un día decidiste irte y venir aquí?,-preguntó Lek. Todavía estaba
incrédulo, como una secuencia de eventos que comenzó con los padres de
Kyoshi siendo todo menos perfecto, no era posible.
-
No solo decidí,- gruñó Kyoshi, volviendo su atención hacia él. - El hombre
en cuya casa vivía decidió cuando asesinó a dos personas queridas para
mí. Juré por los espíritus que giran a este mundo sobre su eje que le haría
pagar por ello.
-
Por eso estoy aquí,- dijo, golpeando su puño sobre la mesa para enfatizar. Es demasiado poderoso e influyente para ser abatido por la ley. Entonces
necesito el lado opuesto de la moneda. Necesito los recursos de mis
padres. Si me pueden dar un regalo en esta vida, que sea una venganza
por los que he perdido.
Su cara estaba roja. Kyoshi se sintió lista para explotar. No sabía qué haría
si se abriera otra puerta en la pared y salieran su madre y su padre. Hubiera sido
tan volátil e inexplorado como su encuentro con el espíritu de la cueva.
Lek se quitó solemnemente las vendas y las estrujo entre las manos. Su
cabello era arenoso y recortado por debajo. - Has venido hasta aquí para
encontrar a Jesa y Hark,- dijo en un murmullo triste. - Kyoshi, lo siento mucho. No
sé cómo decirte esto, pero. . . pero. . .
El alivio vino como un monzón. Ella no tenía que encontrarse con ellos. No
tuvo que descubrir qué tipo de persona era cuando el pasado se desenterró y
tomó forma sólida.
-
¿Qué, están muertos o algo así?-dijo Kyoshi, agitando su mano hacia él
con frialdad. - No me importa.
Una mentira. Si hubieran aparecido frente a ella, podría haber tenido que
salir corriendo gritando de esa habitación.
El dolor de Lek fue reemplazado por indignación, un invitado al funeral que
la sorprendió robando las ofrendas del altar. - ¡Estamos hablando de tu madre y tu
padre! ¡Fueron tomados por una fiebre hace tres años!
Le resultaba tan fácil ser cruel ahora que sabía con certeza que no podían
defenderse. - Wow,- respondió Kyoshi. - Supongo que hay algunas cosas que no
puedes superar, ¿eh?
Sus ojos se salieron de su cabeza. - ¿Cómo puedes ser tan vil? ¡Nadie en
las Cuatro Naciones les falta al respeto a sus propios parientes así!
-
Me dejaron atrás porque ocupaba demasiado espacio de carga,- dijo
Kyoshi. - Entonces diría que es como una tradición familiar.
Ella cerró el abanico de guerra, con la intención de puntuar su oración de
una manera intimidante. En cambio, los brazos se desalinearon y la hoja se dobló
en sentido contrario, arruinando el efecto. Tendría que aprender a usarlo
correctamente en algún momento.
-
No estoy aquí para confrontar a mis padres o sus fantasmas,-le dijo Kyoshi.
La energía nerviosa cruda que corría por sus huesos se había ralentizado. Estoy aquí para buscar lo que me deben los lazos de sangre.
Ella contó con sus dedos. - Quiero acceder a casas de seguridad en las
ciudades más grandes donde pueda permanecer escondida por mucho tiempo.
-
Quiero presentaciones con el resto de la red, comenzando con los maestros
más fuertes. Y, sobre todo, quiero entrenar. Entrenar hasta que sea lo
suficientemente fuerte como para derrotar a mi enemigo personalmente.
Un silencio cayó sobre el grupo.
Kirima hizo un leve e incómodo sonido de atragantamiento. Kyoshi pensó
que tal vez había tragado un poco de saliva por el tubo equivocado, pero luego al
Maestra Agua se echó a reír.
-
¡Otras ciudades!,- ella se rio. - Déjame adivinar. ¿Su diario mencionaba
bases secretas en Ba Sing Se, Omashu? ¿Gaoling tal vez? ¿Lleno de una
hermandad de bandidos que honran las viejas costumbres?
-
Tocaré mi trompeta,- dijo Wong. - Estoy seguro de que vendrán corriendo.
Kyoshi frunció el ceño. - ¿Que es tan gracioso?
Kirima extendió su brazo. - Esta es nuestra única base de operaciones.
Esta es la red. Nosotros. Cualquier asistencia que creas que podrías exigir
personalmente fuera de la ley termina aquí, dentro de estos muros.
Kyoshi recordó el momento en que más cansada había estado en su vida.
No pasó mucho tiempo después de que la abandonaran en Yokoya, cuando
todavía veía el diario y el cofre como sus tesoros de nacimiento y no como
evidencia incriminatoria que sus padres querían abandonar a su lado.
Había sido expulsada de todas las puertas, obligada a arrastrar el pesado
baúl con ella. Era mucho cargar para un niño en aquel entonces, incluso uno tan
descomunal como ella. A medida que avanzaba el día, el agotamiento se había
infiltrado en sus uñas y dientes. Sus pensamientos se habían vuelto grises. No
había espacio en su cuerpo para el hambre y la sed. Todo se entregó a la fatiga.
Kyoshi sintió los mismos fragmentos de cansancio que amenazaban con
deshacerla ahora. Se clavaron en sus articulaciones como clavos, haciéndole
señas para que se rindiera. Mirando al daofei delante de ella, lo vio claramente
ahora. No eran la vanguardia de algún ejército en la sombra que ella podría usar
para marchar sobre Jianzhu. Eran personas demacradas y cazadas. Como ella.
-
Hemos tenido tiempos difíciles,- dijo Wong. Ella dedujo que él no hablaba
mucho, así que cuando lo hizo, probablemente era cierto y al grano. - Las
medidas enérgicas contra el contrabando a través del Reino de la Tierra
han sido bastante severas en los últimos años. Nos han separado de las
pandillas en otras ciudades sin muchas noticias ni trabajos de los que
hablar.
-
Su diario debe tener al menos una década, con entradas que vayan más
atrás,-comentó Lek.
-
En aquellos días, grupos como el nuestro tenían una influencia real.- Se
miró las manos como un rey dispuesto a aferrarse asu cetro. - Teníamos
territorio. Los gobernadores nos pedían permiso para hacer negocios.
-
Lek, debes haber tenido tres años durante nuestro apogeo,- dijo Kirima. Aún no te habíamos recogido.
Él la giró furiosamente. - ¡Eso significa que el resto de ustedes debería estar
más molesto que yo!
-
Entendemos,- interrumpió Rangi. - Es doloroso saber lo que pudo haber
sido.
Kyoshi detectó una racha de satisfacción en su voz por la forma en que
habían resultado las cosas. El agujero no fue más profundo que una casa de té en
ruinas y unos pocos bolsillos. En lo que respectaba a Rangi, aún podían liberarse.
-
Kyoshi, lo intentamos,- dijo. - Hiciste lo que pudiste. Pero esto no es lo que
buscamos.- Echó un vistazo a las puertas de la habitación y su ubicación
inusual. - Podríamos quedarnos aquí durante la noche, tal vez, pero no
sería más seguro que acampar. Deberíamos volver a Pengpeng y volar al
más cercano –
Lek golpeó sus manos sobre la mesa. - ¿Volar?- Su voz se quebró de
emoción. - ¿Volaste hasta aquí?
El resto del grupo se animó. - ¿Me estás diciendo que tienes un bisonte
volador?-indagó Kirima.
Había un brillo interesado en sus ojos.
Rangi maldijo su desliz. - ¿Por qué? - dijo Kyoshi. - ¿Qué diferencia haría?
-
Porque ahora tienes algo que queremos,- dijo Kirima mientras Lek rebotaba
en las paredes. - Ser la hija de Jesa y Hark significa que estamos obligados
a mantenerte a salvo de cualquier daño. No significa que seguiremos tus
órdenes o te ayudaremos en alguna búsqueda personal de venganza. Si
quieres ese nivel de compromiso, entonces nos haces una oferta.
-
No,- espetó Rangi. - Olvídalo. No te daremos nuestro bisonte. No le
daremos nada por el estilo.
-
Cálmate, Cabeza de Moño,- dijo Kirima. - Simplemente estoy sugiriendo
una asociación. Necesitamos salir de esta ciudad seca a donde las
perspectivas son mejores. Kyoshi quiere entrenar. Deberíamos viajar juntos
por un tiempo. Es su mejor oportunidad para encontrar maestros de mala
reputación que controlen la tierra.
Al escucharla, Kyoshi de repente se dio cuenta de que había cometido un
error crítico. Ella había mostrado su tierra control. Si bien necesitaba una mejora
importante en su elemento nativo, no había una forma directa de entrenarse en los
demás sin revelar que ella era el Avatar.
Rangi seguía oponiéndose a la idea. - No vinimos aquí para revivir una
pobre operación de contrabando, le dijo a Kyoshi. - Simplemente estaríamos
asumiendo más riesgos de los que necesitamos.
-
En primer lugar, nuestra operación fue de primera categoría,-aclaró Lek,
lleno de consternación. - Y segundo, ustedes dos son el equipaje aquí. No
durarían un día moviéndose en nuestros círculos sin una guía. Por el amor
de Dios, casi te matamos.
Rangi entrecerró los ojos. - ¿Esa es tu impresión de lo que pasó? - Parecía
perfectamente dispuesta a probar su teoría.
Kyoshi enterró su rostro en sus manos mientras discutían. Ideas que antes
habían sido tan claras en su mente se estaban viendo pisoteadas y embarradas.
Su singular camino resultó estar lleno de zarzas y giros falsos.
Lao Ge interrumpió su lamentación golpeando una botella vacía sobre la
mesa. Había sido olvidado hasta ahora, y su sonrisa se plegó sobre sí misma
como si tuviera el mejor secreto del mundo.
-
Sé que es una decisión difícil, mi querida niña,- dijo, levantando la oreja
hacia la puerta.
-
Pero no tardes demasiado. Ya viene la policía.
ESCAPE
El sonido de botas marchando, golpeando el piso llenó el aire. - ¡Estúpido
viejo!,- Gritó Lek. - ¡Nunca más te pondré a vigilar!
- Finalmente,- dijo Lao Ge. Le guiñó un ojo a Kyoshi.
Los oficiales vestidos de verde entraron a la casa de té. Se desplegaron a
los lados para acomodar sus números, llegando a las esquinas. Veinte más o
menos, con armadura acolchada y una sola espada dao en sus espaldas.
A la cabeza de su formación, todavía vestidos de civil pero ahora usando la
misma diadema adornada con la insignia de la prefectura de la ley que los demás,
estaban los mismos tres hombres que habían estado en la casa de té antes.
-
Recuérdame de nuevo quién es bueno para detectar encubiertos, Lek,gruñó Kirima.
En un momento de pánico, Kyoshi pensó que los oficiales habían venido
por ella en nombre de Jianzhu, pero ese no podría haber sido el caso. Si hubiera
enviado mensajeros de inmediato, todavía no habrían alcanzado a un bisonte.
No, pensó con una mueca. Estaban aquí para la chica que había entrado en
un escondite de forajidos y comenzó a hacer demandas con códigos de forajidos.
Se había incriminado en público, como una tonta.
-
En nombre del gobernador Deng, ¡están bajo arresto!,-dijo el capitán. En
lugar de una espada, apuntó con una porra ceremonial coronada con el
sello del Rey Tierra, pero parecía lo suficientemente pesado como para
romper huesos. - ¡Baja tus armas!
Deng. El nombre trajo más terror al corazón de Kyoshi que un león-alce con
dientes de sable. El robusto gobernador de nariz roja Deng era un visitante
frecuente de la casa de Jianzhu y uno de sus aliados más cercanos. Kyoshi miró a
Rangi. El preocupado movimiento de cabeza de la Maestra Fuego confirmó su
miedo. Si los atrapaban aquí, esta noche, toda la operación habría terminado.
Estarían de vuelta al alcance de Jianzhu antes de que su desayuno se enfriara.
Al capitán no le gustó el contacto visual entre ella y Rangi. - ¡Dije que
bajaras tus armas!,- Gritó, esperando ansioso por una pelea.
Los daofei miraron sus manos vacías en confusión. Kyoshi se dio cuenta de
que a menos que el hombre se sintiera particularmente amenazado por las
botellas de Lao Ge, la única armada era ella. El deslumbrante abanico de guerra
todavía estaba en su mano, su compañero atrapado en su cinturón. Se puso de
pie para poder tener espacio para sacar el otro abanico.
El capitán dio un paso atrás asombrado. Él la había interpretado el
desplegarse a toda su altura como un acto hostil. No fue el primero en hacerlo.
- ¡Arréstenlos!,-gritó a sus hombres.
Había tantos de ellos. Abarrotada en los oscuros confines de la casa de té,
la fuerza policial parecía más numerosa que los merodeadores de Tagaka. Cinco
de los oficiales se dirigieron directamente hacia Kyoshi, quien era el objetivo obvio.
Fueron derribados por una explosión de fuego. Kyoshi volvió a mirar a
Rangi. Tenía el puño extendido, su piel humeando. Su cara estaba molesta pero
impenitente. Si estaban dentro, estaban en plena medida. Rangi no hacia las
cosas a medias.
Inspirada por su decisión, Wong recogió a Lao Ge y arrojó al borracho hacia
el capitán como una muñeca de trapo. El aullido de guerra de Lao Ge, mientras
volaba por el aire, fue la única señal de que había aceptado el hecho, los dos
debían haberlo hecho antes. El elemento sorpresa funcionó a su favor cuando los
fuertes brazos de Lao Ge se envolvieron alrededor del cuello del capitán y sus
piernas se ciñeron alrededor de la cintura de su subordinado, convirtiéndose en
una red humana.
Otra explosión de Rangi crepitó junto a la oreja de Kyoshi, ella no sabía lo
que estaba pasando. Los hombres se le acercaron con las espadas
desenvainadas. Cogió el objeto cercano más pesado, el tablero de PaiSho, por
una de sus patas y lo balanceó en un arco.
Los policías fueron arrollados como tallos de trigo por el denso garrote de
madera. Los que intentaron bloquear sus ataques salvajes con sus dao, se
quedaron con las espadas dobladas y aplastadas contra sus torsos por tomarse la
molestia.
Nuevos oficiales entraron corriendo por la puerta, solo para deslizarse sobre
una capa de hielo que Kirima hizo con nada más que el vino restante del alijo de
Lao Ge. Kyoshi se sobresaltó, sorprendida por el giro reservado y minimalista de
sus muñecas y dedos, por un momento pareció que Tagaka de la Quinta Nación
estaba luchando a su lado.
-
¡Niña!- llamó Lao Ge, sujetando las espadas dentro de sus vainas, donde
los dedos huesudos de sus pies y manos pudieran alcanzar. - ¡Golpea la
mesa!
Ella no tenía una previa relación laboral con él como Wong, pero Kyoshi
captó su idea así que levantando el pie y piso con fuerza el suelo.
La casa de té volvió a saltar por aire, esta vez más inclinada de la parte de
atrás. Lao Ge y varios policías cayeron por la puerta. Los demás fueron tumbados
revolcándose sobre paja y el vino congelado.
Los nuevos compatriotas de Kyoshi lograron mantenerse erguidos, después
de haber visto el truco antes. – ¡Por el otro lado!-gritó Lek.
-
¿Qué pasara con Lao Ge? -ella no había tenido la intención de dejarlo con
el enemigo.
-
¡Él puede manejarlo solo! ¡Muévete!
La joven lanzó el tablero de Pai Sho a los oficiales más cercanos y siguió a
los demás a través de la cocina. Vio que estaba vacía, era solo una pequeña
habitación con una estufa de arcilla que ardía por el único intento que Lek había
hecho de hacer té. Otra puerta les señalo un camino y ya se encontraban la plaza
del pueblo, detrás del edificio.
El pasaje había sido disfrazado, pintado por encima sin un marco, y no
había ventanas, por lo que era el lado de la casa que estaba menos protegido por
la policía. Solo dos hombres ocupaban posiciones allí. Kyoshi escuchó un ruido
como “zzip-zzip”, y cayeron al suelo antes de que pudieran agitar sus espadas.
Lek metió algo en su bolsillo. - ¿Dónde está tu vehículo?
Rangi respondió, lo cual fue bueno porque Kyoshi había perdido el rumbo y
no lo sabía. - La esquina suroeste de la ciudad,- dijo. - Si todos me siguen, puedo
llevarnos allí.
Hubo un gran trozo de tierra que caía desde arriba. Era una sección entera
de tejas que se había desprendido y cayó sobre sus talones mientras corrían. El
llegar a Pengpeng significaba correr a lo largo del borde de la plaza, buscar
salidas de entre los muchos callejones estrechos que se bifurcaban en diferentes
direcciones como las venas de una hoja.
Kyoshi comprendió la razón por la que no habían sido invadidos por más
policías. Lao Ge se estaba enfrentando con un pelotón entero de ellos en la
entrada principal. Estos cortaban salvajemente el aire que ocupaba, solo para
quedarse vacío cada vez. Dobló y rodó su cuerpo como si el vino todavía nublara
su mente, esquivando y volteando, sus movimientos aparentemente diseñados
para burlarse y confundirlos. Kyoshi lo vio inclinado en ángulos imposibles, casi
paralelos al suelo; y se dio cuenta de que estaba apoyando sutilmente la tierra
debajo de su torso utilizando tierra control, cambiando su centro de gravedad para
confundir a sus oponentes.
- ¡No podemos dejarlo! - gritó a los demás.
Aparentemente ellos sí que podrían, porque nadie más le dio un segundo
vistazo a Lao Ge.
-
¡Este!- dijo Rangi, corriendo por un pasaje hacia la oscuridad, pero antes de
que alguien tuviera la oportunidad de seguirlo, un grueso muro de piedra se
levantó del suelo alcanzando la altura de los techos vecinos cerrando la
salida. La fuerza policial había traído sus propios maestros tierra.
Lek siguió corriendo tras ella como si fuera ajeno al obstáculo en su camino.
Kyoshi pensó que él iba a golpearse el cerebro contra la pared, pero luego hizo
una de las cosas más increíbles que ella había visto.
Este dio un paso en el aire.
Lek corrió más y más alto, como si fuera por unas escaleras invisibles. Fue
solo después que Kyoshi vio como él había superado el nivel de sus ojos, que se
dio cuenta como lo había hecho.
Había creado las columnas de tierra más delgadas que ella jamás había
visto a nadie crear con tierra control, estas nacían desde el suelo hacia cada uno
de sus pies con cada paso, como anticipando dónde aterrizaría su pie.Estas le
brindaron un momento de apoyo para luego, inmediatamente, desmoronarse en
polvo una vez que su peso desaparecía de ellas. Su camino ascendente no dejó
rastro detrás de él.
Kyoshi había visto a los niños alrededor de la villa jugar a desaparecer el
suelo donde estaban parados mientras se movían en el aire. Era como una prueba
de valor, quien pudiera hacer el pillar más alto, o un juego de coordinación,
tomando turnos con un compañero para cortar con la mirada de un lado y otro.
Pero siempre era altamente destructivo para el suelo, pues dejaban marcas
irregulares como prueba de lo que había pasado. Y además los jugadores tenían
que quedarse quietos, o se caerían de sus plataformas.
Lek no tenía ninguna de esas preocupaciones. Él flotaba, ligero, libre de la
tierra. Pisó sobre el límite de la pared y hacia el techo antes de desaparecer.
La hazaña no se limitó a los Maestros Tierra. Kirima descorchó una
pequeña bolsa en su cintura y brotaron briznas de agua que se acumularon bajo
sus pies. Dio un paso más alto hacia la nada como lo había hecho Lek, solo que
sus escaleras eran chorros pequeños y delgados de agua que le proporcionaban
la misma resistencia que la tierra. Si bien, la sincronización era más difícil para ella
o el agua era menos estable, lo compensaba con su suprema gracia.
Wong miró a Kyoshi, como para comprobar lo que estaba pensando. No
puede ser posible, era eso.
Él se encogió de hombros ante su escepticismo y siguió a sus compañeros
hacia el cielo, usando tierra y polvo como Lek, como si no fuera gran cosa. La
visión del hombre gigantesco desafiando todas las nociones de gravedad hizo que
se quedara con la boca abierta. Con lo que parecía menos control elemental y
más una artimaña espiritual, un halcón invisible levantaba el bulto de Wong sobre
la línea del techo. Kyoshi lo observó a él y a Kirima correr sobre aleros, alféizares
y en los espacios en blanco de los huecos en los callejones con la misma agilidad.
Todo ese espectáculo había sucedido en menos de unos segundos. Fue un
truco alucinante. Y muy desafortunado.
Porque nadie había tenido en cuenta que Kyoshi no podía hacer eso.
Precisamente ella, con la mayor certeza, sabía que no podía hacer eso.
-
¡Bloquéala!,-gritó un policía detrás de ella. Una segunda losa de roca se
disparó a su derecha.
Izquierda, entonces. Corrió hacia la avenida restante más cercana y salió
de la plaza antes de que la bloquearan. Inmediatamente supo que era un error, el
callejón se desviaba bruscamente de la dirección en que se habían ido los demás.
Las bifurcaciones en la estrecha calle no tenían marcadores, y cada suposición
subsecuente solo la hacía perder aún más. Las casas la apretaban mientras
corría, prometiendo estrangularla por las agallas como un pez en una red.
Una ráfaga de llamas se disparó hacia el cielo oscuro, luego otro, la fuente
se encontraba ligeramente a la derecha. Era Rangi que le estaba indicando a
dónde ir. Kyoshi sintió que su corazón daba un vuelco por su amiga, fue eso o por
correr a toda velocidad por tanto tiempo.
Siguió la curva que se avecinaba en dirección al fuego, pero también lo
hicieron los hombres de la ley. De hecho, usaron su conocimiento del diseño de la
ciudad para adelantarla, apareciendo de repente más cerca detrás de ella. Ya no
podía retroceder. Más adelante, se alzaba un callejón sin salida que ya había sido
tapiado con ladrillos.
-
¡No hay salida, niña!,-gritó un oficial con admirable capacidad pulmonar.
Un paso, pensó para sí misma. Haz lo que hicieron ellos. Su voz autocrítica
se parecía mucho a Rangi en su cabeza.
Debería ser más fácil a más velocidad, ¿verdad? Entonces se arrojó hacia
la pared, rezando para que ella pudiera volverse el Avatar y aprender una técnica
que solo había visto una vez. Su intento de controlar los puntales necesarios, sin
destruir toda la ciudad, resultó en solo lastimosos bultos de tierra que aparecieron
delante de ella. Estos se derrumbaron bajo su peso, tropezando con ella, luego
cayó de frente hacia adelante sin control. No pudo cruzar los brazos frente a ella
antes de que impactara.
Kyoshi cerró los ojos cuando se estrelló contra la pared. Hubo un choque
terrible, una explosión de ladrillos rotos y mortero desgarrado, cuando los abrió de
nuevo, estaba del otro lado todavía corriendo.
Ella había atravesado directamente sin sentir nada. Ella debió doblarse
reflexivamente, estremecerse y envolverse en su propio poder como una capa.
Luego una rápida mirada hacia atrás mostró un agujero del tamaño de Kyoshi en
la pared y sorprendidos guardias que intentaban decidir si cruzar por allí o pasar
por encima.
En su distracción, chocó con la esquina de una casa. El miedo a los huesos
rotos la hizo abrirse paso a través de la estructura de arcilla en el instante en que
sintió el dolor del impacto en su hombro. El edificio permaneció en pie, una buena
parte se arrancó como si fuera una hogaza de pan.
Delante de ella, los espacios entre las tiendas comerciales cerradas eran
tan estrechos que una persona más pequeña que ella habría tenido que detenerse
y abrirse paso de lado. Rangi envió otra ráfaga de fuego. La única forma de llegar
era como el pájaro volaba. Kyoshi envió una disculpa al cosmos por el daño que
estaba a punto de causar y se lanzó directamente al grupo de edificios. Si no
podía ser una criatura grácil, entonces sería un ariete.
Ella atravesó la primera pared como si fuera papel de arroz. En el interior,
cruzó el piso en unos pocos pasos y entró en la sección vecina, abriendo un
pasadizo a través del grupo de almacenes. Cada sección que ella recorrió le
ofreció una visión momentánea de diferentes productos; artículos secos, artículos
húmedos, armas, marfil que sin duda era ilegal, sombreros elegantes. Estaba
contenta de que solo estaba arruinando el inventario y no dañando a los
ocupantes vivos con escombros voladores.
Su rostro se sentía tenso y se preguntó si se había lastimado y se había
abierto la piel, pero no, ella determinó. Estaba sonriendo con una expresión
enloquecida, exultante en su propio poder y destrucción. Una vez que se dio
cuenta, rápidamente apretó la mandíbula con el ceño fruncido y saltó a través de
la siguiente pared.
Una sensación desconocida la hizo agitarse después de golpear la última
barrera... era la libertad. Estaba en una calle ancha, al fin por el camino correcto.
Arriba de ella, en los tejados, toda la tripulación saltaba hábilmente de una
superficie a otra, ayudándose de su elemento cuando era necesario.
-
Veo que hiciste tu propio atajo,- gritó Kirima. El agua que la levantaba
centelleaba bellamente a la luz de la luna, haciéndola parecer un hada
lunar.
Kyoshi revisó detrás de ella para ver si alguien había seguido el rastro de
devastación que había dejado por la ciudad. - ¿Dónde está Rangi?
- Todavía a la cabeza. Es una buena compañera la que tienes.
Hubo otro resplandor de luz que se parecía a un cohete que subía a la
noche. Rangi se había unido a los daofei a su nivel. Corrió tan ágilmente como lo
hicieron ellos en las tejas del techo, y cuando hubo un salto demasiado grande
para darlo de forma natural, pisó en chorros de fuego que estallaron en sus pies,
saltando en arcos propulsores a través del cielo.
La vista hizo que la respiración de Kyoshi se detuviera en el momento en
que ella necesitaba que fluyera. Rangi era tan hermosa, iluminada por la luna y el
fuego, que dolía. Ella era fuerza, habilidad y determinación envuelta alrededor de
un corazón inquebrantable.
Kyoshi siempre había admirado a Rangi, pero en este momento, se sentía
como si estuviera mirando a su amiga a través de un panel de vidrio recién
limpiado. Un espíritu poderoso y amoroso se había extendido desde los cielos y
había delineado ala Maestra Fuego con nuevos trazos de color y vitalidad.
Hubo una lucha en el pecho de Kyoshi que no tenía nada que ver con lo
fuerte que estaba corriendo, notas de anhelo y miedo en un solo acorde. Ella
reprimió el sentimiento, no queriendo confrontar lo que significaba en este
momento. En cualquier caso, era un mal momento para distraerse.
Pronto agotaron su provisión de casas para saltar, llegaron a las chabolas
en las afueras, causando más confusión a los residentes que habían visto a
Kyoshi y Rangi dirigirse hacia adentro por la noche, pero que ahora huían por sus
vidas en la dirección opuesta con otras tres personas a cuestas.
Lek corrió hacia el bosquecillo de árboles sin que se lo dijeran, tal vez
entendiendo que solo había unos pocos lugares donde se podía esconder un
bisonte de diez toneladas. Kyoshi llegó al bosque a tiempo para atrapar al chico
cuando Pengpeng rugió y lo lanzó hacia atrás con el viento.
-
¡Tranquila, niña!- tosió, sus pulmones ardían por la carrera y de haber
inhalado polvo de construcción. - Están con nosotros.
Caminar por el cielo debe de ser una técnica muy eficiente, porque nadie
más parecía tan cansado como ella. Rangi saltó al cuello de Pengpeng y
desenrolló las riendas de la bocina. Los daofei se subieron a la espalda del
bisonte, agarrando su pelaje con extraña familiaridad. Una vez que se
establecieron, Rangi llevó a Pengpeng por encima de la línea de árboles.
Lek estaba extasiado. - ¡Un bisonte! - Gritó, tamborileando en el piso de la
silla de montar. - ¡Un verdadero bisonte!
-
¡Cálmate!-dijo Rangi. - No es que no puedas verlos cerca en algún Templo
del Aire.
-
Está emocionado porque solíamos tener uno propio,- dijo Wong. - Un chico
lindo llamado Longyan.
A pesar de su necesidad de moverse rápidamente, Rangi hizo una pausa,
dejando a Pengpeng dando vueltas en un círculo suave e inactivo. - Espera,
¿cómo?- dijo ella. -Solo los nómadas aire pueden domar a los bisontes. Los
animales no escucharán a extraños si son robados.
-
No robamos a Longyan,- dijo Kirima. - Era el bisonte de Jesa.
Rangi entrecerró los ojos, confundida y se volvió hacia Kyoshi. - Pero no era
Jesa. . . ¿tu madre?
Kyoshi hizo una mueca. Vio lo que podría ser un respiro de aquella
incómoda conversación, aunque solo fuera temporal. En el suelo debajo de ellos,
agitando las manos, estaba Lao Ge, quién había logrado escapar de las docenas
de hombres que lo tenían rodeado y llegó al escondite en mejor momento que
nadie.
Los daofei no parecían sorprendidos de verlo. Rangi bajó a Pengpeng y
Wong se inclinó, tomando las manos de Lao Ge y balanceándolo sobre la silla,
nuevamente con la facilidad de la práctica. - Pensé que finalmente podríamos
deshacernos de tu piel apestosa,- gritó Lek.
-
No es tan fácil,- dijo Lao Ge. - ¿Alguien más tiene sed? Podría usar-.
-
Cállate,- espetó Rangi. Ella fijó a Kyoshi con su mirada otra vez. - ¿Eso
significa lo que creo que significa? ¿Sobre tu madre?
Parecía herida por otro secreto que se le ocultaba, pero Kyoshi se había
olvidado sinceramente de mencionarlo. No había sido relevante hasta ahora.
-
Sí,- dijo Kyoshi tímidamente. - Mi madre era una Maestra del Aire. Soy
mitad nómada del aire.
Se sintió terriblemente culpable. Había obligado a Rangi a absorber mucho
en el último día. Averiguar que Kyoshi no era la chica del Reino Tierra que Rangi
había asumido todo este tiempo era otro pequeño peso agregado a la pila.
Pero escuchar que una criminal despreciable y una jefa de pandillas era
una nómada aérea habría sido suficiente para sorprender y confundir a cualquiera.
La gente de todo el mundo admiraba a los maestros aire como paragones
ilustrados que estaban libres de preocupaciones mundanas y que pertenecían a
una cultura benigna, pacífica y monástica que era tan espiritualmente pura que
cada miembro tenía capacidad de dominar el aire.
Rangi se parecía a una niña a la que le habían dicho que los dulces
escondidos debajo de la almohada habían sido dejados por sus padres en lugar
del Gran Espíritu de la Cosecha. Kirima y Wong detectaron la incomodidad entre
ellas y permanecieron en silencio. Lek no era tan observador.
-
¿Por qué todo el mundo parece tan serio?,-dijo, dándoles una palmada en
la espalda a Rangi y Kyoshi. - ¡Finalmente tenemos un bisonte de nuevo!
¡Nuestros mejores días están por delante!- Levantó los puños en el aire y
soltó un grito. - ¡The Flying Opera Company está de vuelta en el negocio!
Acamparon a lo largo de la orilla de un arroyo seco, escondiéndose en
virtud de estar en medio de la nada. Si los oficiales en la Bahía Camaleón
supieran en qué dirección se habían dirigido, todavía les habría tomado al menos
un día a caballo-avestruz para alcanzarlos. No se molestaron en ocultar el fuego
que Rangi lanzó al suelo para ellos que quemó más de lo que necesitaban,
chisporroteando y por combustible no sazonado. Comieron lo último de la comida
seca.
Kirima y Wong se durmieron primero, sin preguntar por turnos. Lek vadeó
en el arroyo seco, recogiendo algunas piedras pulidas que le llamaron la atención
antes de acomodarse para pasar la noche.
Rangi guardaba rencor por lo mal que habían ido los acontecimientos del
día: casi ser arrestados por la policía local, los daofei metiéndose a su
campamento, las revelaciones sobre la herencia de Kyoshi, por lo que las dos se
involucraron en un concurso silencioso y mezquino de voluntades para ver quién
sería el siguiente en quedarse dormido. Kyoshi tenía la ventaja, sabiendo que
probablemente había una pesadilla esperándola. Se aseguró de que Rangi
estuviera realmente fuera de combate antes de poner la manta buena que habían
ocultado a los demás sobre los hombros de la Maestra Fuego.
Kyoshi caminó a lo largo del río, tambaleándose sobre rocas del tamaño de
una lápida que alguna vez habían estado bajo el agua, hasta que encontró a Lao
Ge sentado debajo de un árbol retorcido. La mitad de sus raíces habían sido
lavadas en una inundación repentina hace mucho tiempo, mientras que el resto se
aferraba fuertemente a la orilla, a pesar de ello los esfuerzos del árbol eran en
vano, se estaba muriendo.
Los ojos de Lao Ge estaban cerrados en meditación. - Eres muy ruidosa,dijo.
Ella frunció. Había practicado el paso ligero durante años, como sirvienta
debía moverse como un susurro para no distraer a los invitados.
-
Quiero decir que tu espíritu es ruidoso,- le explicó el viejo. - Suena en el
aire, a veces grita… Como en este momento, tu cuerpo puede estar allá,
pero tu espíritu me está agarrando por los hombros y aullando en mi cara.
Si fueras al Mundo de los Espíritus en tu condición actual, causarías un
tifón del tamaño de Ba Sing Se.
-
Sé quién eres,- dijo Kyoshi. - Me tomó un tiempo darme cuenta, pero
después de verte pelear con tantos hombres a la vez, quedó claro.
Abrió un ojo. Kyoshi tenía la teoría de que las personas a las que les
gustaba la meditación practicaban esos gestos para parecer alegres y sabios.
-
Eres Tieguai el Inmortal,-declaró Kyoshi.
-
¿Oh?,-le respondió Lao Ge, ahora completamente interesado. - ¿Supongo
que había una descripción de mí en el diario de Jesa? ¿Cabello largo y
blanco, gran bailarín, devastadoramente guapo?
-
No tenía tantos detalles. Decía que eras una leyenda del inframundo que se
rumoreaba que tenía doscientos años, pero eso es obviamente una gran
historia.
-
Por supuesto. Soy un hombre, no un espíritu, después de todo.
-
Sé que eres tú por una descripción diferente,- dijo Kyoshi.
-
Tieguai pelea con una muleta. Estaba buscando a alguien con una muleta
de madera o una pierna mala, luego te vi apoyado en tu control de la tierra
mientras luchabas contra los policías en la plaza.
Lao Ge suspiró, como si la compadeciera por ponerse junto a él, puso las
manos sobre las rodillas y se puso de pie, luego caminó de puntillas por la red de
raíces hasta que estuvo en la cara de Kyoshi.
-
¿Por qué alguien como tú buscaría al Tieguai Inmortal?- Dijo, ya no era un
anciano sino un monstruo con cabeza humana que pedía un acertijo a
cambio de un paso seguro. - Después de todo, tu madre nunca lo hizo. Ella
solo me llamó Lao Ge.
La raíz en la que se posó no debería haber sido capaz de soportar a un
pájaro, y mucho menos a un ser humano. Kyoshi tragó saliva, tenía la sensación
de caer cuesta abajo, sus oídos internos se agitaban como lo hacían los mares
picados, incapaces de volver a puerto.
-
Porque ella te tenía miedo,- dijo Kyoshi. - Ella no sabía cuándo te uniste al
grupo por primera vez, pero sus sospechas crecieron con el tiempo de que
eras Tieguai el Asesino. Tieguai que mató al cuadragésimo Rey Tierra. Se
dio cuenta de que estabas usando a su banda de contrabando como
cobertura, para viajar de un lugar a otro a medida que eliminabas objetivos
para tus propios fines, estaba demasiado asustada para enfrentarte.
Las entradas hechas por la mano de su madre habían sido completamente
intrépidas al describir trabajos peligrosos de contrabando, robos y escaramuzas
con las milicias locales. Eran las reflexiones de alguien que disfrutaba,
emocionado, la vida de un daofei, pero el diario también tenía parches plagados
de superstición criminal, nada más que las historias dispersas sobre una sombra
que se movió por el Reino de la Tierra, apagando vidas exaltadas y humildes
según un diseño desconocido.
Jesa la contrabandista había reconstruido el patrón. Cada vez que el viejo
tonto de su pandilla se escapaba sólo, una muerte ocurría cerca, a veces sería un
noble prominente quien debería haber estado a salvo detrás de gruesos muros y
numerosos guardias.
Lao Ge —el nombre se le había pegado— bajó la cabeza y pronunció una
oración rápida por los muertos. - Esa mujer siempre fue muy observadora. Me
sorprende que no la pillara atrapándome. Entonces, ¿qué es lo que su hija quiere?
¿Llevarme ante la justicia?
-
No,-negó la joven. - Quiero que me enseñes cómo matar a alguien.
Si Lao Ge se sorprendió por su respuesta, no lo demostró. - Golpéalos en la
cabeza muy fuerte con una piedra.
-
No,- repitió Kyoshi. - el control elemental y matar no son lo mismo.- La
imagen pasó por su mente, de la forma en que Jianzhu había hecho lo
indecible, primero a Yun y luego a Kelsang, tan fácil como respirar. Tenía
que ser así de fácil para ella, no podía permitirse ningún bloqueo mental, ni
vacilaciones a la hora de quitar la vida. Tenía que estar lista en todos los
aspectos la próxima vez que viera a Jianzhu.
Una brisa en el aire nocturno le enchino la piel. - Deberías irte a dormir,
niña,- dijo Lao Ge. - Porque ya has aprendido la lección uno.
-
Entonces, ¿eso significa que continuaremos más tarde?- ella decidió probar
las aguas, - ¿Sifu?
-
Si y cuando yo crea que es el momento adecuado.
Ella se inclinó y lo dejó a sus meditaciones, retrocediendo por desconfianza
tanto como por respeto. Su pie era inestable y amenazaba con torcerle los tobillos.
Justo antes de que ella estuviera a punto de girar, Lao Ge habló de nuevo.
-
Agradecería que no les dijeras a los demás sobre mis empresas
independientes,-pidió. - No deseo complicar las cosas con nuestra pequeña
y alegre pandilla.
La relación entre Lao Ge y los otros daofei no era su problema, pero si esa
fuera la única influencia que tenía para lograr que él le enseñara, lo usaría. - No lo
soñaría, Sifu.
Lao Ge sonrió benignamente. Le recordaba a Jianzhu, solo que más
genuino pues el gesto llegaba a sus ojos. No tenía necesidad de ocultarle a ella lo
que él era
-
Y a cambio, guardaré tu secreto,- dijo. - Kyoshi.
EL ACUERDO
Kyoshi dormía mal, inquieta durante la noche por lo que el viejo había
dicho, por su secreto, primero Tagaka y ahora Lao Ge. Si cada persona mayor
pudiera mirarla a los ojos y deducir que tenía un poder inusual, o que era el
Avatar, entonces estaría en problemas, porque los únicos maestros de los que
podría aprender serían bebés como Lek.
Un dedo golpeándola en las costillas la despertó, arañó la superficie dura
debajo de ella, la suciedad llenó sus dedos en lugar de sus sábanas, se encontró
extrañando su cama.
-
Levántate, ordenó Rangi. El sol aún no había salido, y el fuego todavía
tenía algunas brasas rojas brillando en él. Lao Ge no se veía por ninguna
parte, y los demás estaban absortos en un concurso de ronquidos a tres
bandas. La luz gris anterior al amanecer hizo que la orilla del río polvoriento
pareciera haber sido tratada con lejía, robada de color y vitalidad.
Kyoshi se puso de pie tambaleándose, durante su movimiento en la noche,
la buena manta se había caído al suelo. - ¿Qué-qué?
Rangi la empujó a lo largo del banco, en la dirección opuesta que había
tomado la noche anterior. - ¿Querías entrenamiento? Bueno, tendrás
entrenamiento, empezando hoy y ahora.
Caminaron. Kyoshi se sentía como una prisionera mientras Rangi la
empujaba bruscamente de vez en cuando por no moverse lo suficientemente
rápido. Pusieron cierta distancia entre ellas y el campamento, pero mucho menos
de lo que Kyoshi pensó que lo harían cuando Rangi le ordenara que se detuviera.
Una serie de montículos cubiertos de hierba las protegía de la vista de los
demás, pero las pequeñas colinas no eran muy altas. - Veamos tu postura de
caballo,- dijo Rangi. - No vamos a pasar por alto los conceptos básicos que él
tierra control tiene en común con él fuego control.
-
¿Estamos haciendo fuego control? ¿Aquí?- Cualquiera que viniera a
buscarlos ciertamente verificaría este lugar. Habían dejado a Pengpeng
sola con criminales que la codiciaban.
-
Estamos revisando lo básico, no haciendo fuego,-le respondió Rangi.
Dudo que necesites mucha instrucción matizada y de alto nivel en este
momento. ¿Puedes incluso mantener una postura de flexión profunda
durante diez minutos?
-
¿Diez minutos?!- Kyoshi había escuchado que cinco era un objetivo
admirable, uno que nunca alcanzaría.
Había una pizca de sonrisa en los labios de Rangi. - Postura del caballo,
¡ahora! No le digo cosas a mis alumnos dos veces.
Tres minutos después, y Kyoshi ya sabía de qué se trataba el castigo; el
ardor en los muslos y la espalda, el dolor en las rodillas era una retribución por no
contarle todo a Rangi.
-
Mira, lo siento,- dijo.
Rangi apoyó su codo en su otra mano y examinó sus uñas. - Se te permite
hablar una vez que tus caderas estén paralelas.
Kyoshi maldijo y reajustó sus huesos. Esto tenía que ser un ejercicio
destinado a personas de baja estatura.- Debería haberte dicho que mi madre era
una Maestra Aire, no pensé que fuera relevante.
Rangi parecía satisfecha con la disculpa, o la cantidad de dolor que le
estaba infligiendo a Kyoshi.
-
¡Es relevante!,-contestó ella. - ¡Los nómadas del aire no son forajidos! Esto
es como descubrir que tenías una segunda cabeza escondida debajo de tu
túnica todo el tiempo.
Quizás satisfacer la curiosidad de Rangi la sacaría de la postura de caballo
anticipadamente. - Mi madre era una monja nacida en el Templo del Aire del Este,dijo Kyoshi. - No sé mucho acerca de sus primeros años, aparte de que se
convirtió en maestra a una edad temprana y que fue muy respetada.
Hablar le proporcionó una distracción útil del ácido láctico que se comía sus
músculos. - Luego, en un viaje por el Reino de la Tierra, conoció a mi padre en un
pequeño pueblo en algún lugar, él era undaofei. Un maestro tierra y ladrón de
poca monta.
-
Ugh, ya puedo ver a dónde va esto,- dijo Rangi.
-
¡Sí! Él la arrastró a uno de sus planes, ella se enamoró de él y de la vida de
un forajido; ella debe haber nacido en la existencia equivocada como una
nómada del aire, porque se tatuó sobre sus flechas serpientes y se
zambulló en el inframundo con todo su ser buscando más "aventuras".
Rangi sacudió la cabeza, aún incapaz de superar que un maestro aire
pudiera volverse una forajida. - Eso es justamente… muy extraño.
-
Escuchaste a los demás hablar de ella. Se convirtió en una figura
relativamente grande entre los daofei, más que mi padre, pero su control de
aire sufrió una mancha espiritual; o eso dice su diario. Permitirse ser
absorbida por las preocupaciones mundanas y la codicia, hizo que su poder
disminuyera. Entonces ella compensó.
-
Con un conjunto de abanicos,-completó Rangi, chasqueando los dedos
ante un misterio resuelto. - Por mi vida, no podía entender por qué tenías
abanicos siendo maestra tierra. No pregunté porque pensé que podría
haber sido un tema delicado.
-
Lo es.- El dolor punzante en sus piernas había sido reemplazado por una
agonía más leve y manejable. – ¿Por qué crees que nunca le dije a
Kelsang? “Ah, por cierto, ¿soy el producto de una de las peores desgracias
de tú cultura entiempos recientes?” Cuando tuve la edad suficiente para
considerar mencionarlo, no tenía sentido, tenía mi trabajo y te conocí.
-
Cinco minutos, - dijo Rangi - No está mal.
-
Kyoshi empujó el dolor al fondo de su mente - Creo que puedo seguir.
-
Rangi dio una vuelta a su alrededor, comprobando su postura desde todos
los ángulos. - Es irritante, una maestra aire que abandona su espiritualidad
por una vida de crimen… Sin ofender.
-
No te preocupes. Tampoco me sienta bien.
Rangi la empujó de la parte baja de la espalda. - Prométeme que nunca
desperdiciaras tu vida por culpa de un chico,- dijo, con la voz cubierta de desdén.
Kyoshi se rio. - No lo haré. Además, quién podría valerlo…
Todo el peso de lo que estaba diciendo la golpeó en medio de la cara como
si fuera una puerta pesada. Su interior hervía de asco ante su propia debilidad.
Se había dejado reír. Había pronunciado el nombre de Kelsang en voz alta
sin maldecir a Jianzhu en el mismo aliento, y lo peor de todo, se había olvidado de
Yun. No importaba cuánto durara el lapso, liberar su control sobre él, incluso por
un segundo, era imperdonable.
Rangi lo supo también, Su rostro se arrugó y lo aparto rápidamente. Kyoshi
recordó cuando Lao Ge dijo algo acerca de que su espíritu hacia mucho ruido. Vio
como Rangi permanecía quieta delante de ella con la pena marcada en la cara,
debido a aquella pequeña lección. Las dos mujeres albergaban tormentas en su
interior.
Kyoshi tenía que ser más fuerte, en cuerpo y mente. Los recuerdos felices
debían de ser pruebas útiles, como el agua probando las grietas en una jarra.
Entre menos fallas tuviera, mayor era la oportunidad que ella tenía de ir en el
camino correcto hacia su venganza.
Ella se mantuvo con una postura baja, recordando lo inefectivo que fue el
puño de fuego que había lanzado hacia el rostro de Jianzhu. Quizás si ella
hubiera aceptado su habilidad de Fuego Control mucho antes, hubiera podido
terminar con él en aquel entonces.
-
Déjame intentar producir llamas,-pidió Kyoshi.
Rangi miró hacia arriba y frunció el ceño.
La nueva dedicación de Kyoshi, hacía que su interior se sintiera caliente y
amargo, como el vapor en una tetera. Estaba segura que si lo dejaba salir, ella
podría hacer fuego control. - Puño de Fuego,-dijo. - Creo que puedo hacerlo con
una flama real ahora. Siento que puede funcionar.
-
No,-contestó Rangi.
-
¿No?- Kyoshi fue tomada por sorpresa por la certitud de Rangi. El Fuego
Control se sentía tan real, tan cercano. - ¿Qué quieres decir con: No?
-
Quiero decir no. Justo ahora, estas tan tensa como lo está un león armadillo
cuando se enrolla. Lo que vas a hacer es producir un tipo equivocado de
llama, y desarrollaras malos hábitos. Observa.
Rangi se movió hacia un lado. Sin advertencia, dejo su anterior postura y
dio un golpe al aire, chasqueando la tela de sus mangas con la fuerza de su
movimiento. Kyoshi pudo ver sus nudillos ardiendo como la punta de una varita de
incienso.
-
Necesitas trabajar tu relajación y tu coordinación mental primero,-dijo
Rangi, - Las primeras lecciones de Fuego Control son principalmente sobre
suprimir la llama y mantenerla controlada. Para un principiante las llamas
visibles significan un fracaso.
Kyoshi se rio de sí misma. No poder producir llamas había sido la causa de
sus problemas desde un principio. - Entonces déjame intentar lo que tú haces.- Y
se plantó sobre sus pies, imitando a Rangi y cerró sus puños.
-
Kyoshi, no lo hagas.
Ella imagino la cara de Jianzhu, inhaló y después golpeó.
Su primera experiencia con el Aliento de Fuego fue algo así como sacudir
algo suelto, fue fácil para ella sacar el aliento hacia afuera desde sus pulmones y
hacerlo encender en llamas. Demasiado fácil. La energía corrió hacia abajo por su
brazo y chocando en sus dedos. Eso causo que sus nervios se encendieran
visiblemente, como si hubiera sacado un carbón al rojo vivo del fogón.
A diferencia de aquel brillo chispeante que Rangi había producido, el calor
que emanó del puño de Kyoshi era errático, vacilante, como los estallidos del agua
al caer sobre aceite caliente. Y aquello se prolongó por mucho, causando
demasiado dolor. Kyoshi cayó sobre su espalda e intento ponerse a sí misma
apuntando lejos de cualquier blanco. Pudo apuntar su mano hacia el cielo justo a
tiempo. Y una retorcida, pequeña bocanada de humo negro salió desde sus
dedos.
Kyoshi se sentó. Rangi observo la patética voluta de humo disolviéndose en
el aire. Y entonces le dedico una mirada tan dura como para aplanar el acero.
Pero fueron salvadas de una muy difícil conversación por Lek. Él llego a la
colina cerca de donde se encontraban ellas y trazó el camino del humo con su
dedo.
-
¿Qué clase de miserable fuego control fue este?-dijo con una risita,
dirigiendo la pregunta a Rangi, sin haber visto la fuente de aquel humo.
Rangi se cruzó de brazos. - Tuve un momentáneo colapso de disciplina,dijo, manteniendo su vista en Kyoshi. - No volverá a pasar. No si quiero hacer
Fuego control como es debido.
Lek se encogió de hombros. - Anímense; Solo preguntaba. Si ustedes dos
terminaron de colapsar, el desayuno está listo.
El desayuno era alguna especie de roedor, cazado, destripado, desollado y
quemado hasta el punto de no ser reconocible. Kyoshi y Rangi comían a grandes
y enojados bocados, sentadas junto a los daofei, alrededor de la reconstruida
fogata. Cada una tratando de mostrarle a la otra lo molesta que estaba a través de
su agresiva manera de masticar.
Lek se olvidó de su porción mientras las miraba, asombrado. - Nunca creí
que una princesa del ejército y la mucama de una mansión elegante pudieran
comer rata elefante.
-
Entrenamiento de supervivencia en la Academia,- dijo Rangi, rompiendo un
hueso con los dedos para poder comer la médula. - Aprendimos a aceptar
cualquier alimento que pudiéramos encontrar en la naturaleza.
-
Yo solía comer basura,- dijo Kyoshi.
Sus palabras atrajeron las miradas del grupo.
-
Pensé que Jesa y Hark te habían dejado en una aldea agrícola,- Preguntó
Kirima.
-
Eso no significa que los granjeros compartieran su comida conmigo.Kyoshi movió su lengua tratando de sacar un pedazo de carne atrapada
entre sus dientes. - Probablemente ellos no sabían que yo era hija de
forajidos, pero aun así, todavía era un paria allí. Me trataron como si fuera
inmundicia. Y entonces tuve que hacer cosas como esta para sobrevivir, así
que ya lo saben. Profecía auto-cumplida.
-
Por razones como esa es que yo no soporto a la gente respetuosa de la ley,
la dichosa sal de la tierra,- dijo Wong. - Esa actitud de “soy más santo que
tú”. Pura hipocresía.- Se limpió las manos con una hoja. - Si se merecen
algo, es ser golpeados y robados como todos los demás.
Él se dio cuenta que Kyoshi lo miraba fijamente. - ¿Y qué?- dijo. - Practico
lo que predico.
-
Debes haberlos odiado con todas tus fuerzas,- dijo Kirima.
-
¿A los aldeanos? No realmente.- Kyoshi descubrió que lo decía en serio. No tanto como a las personas que me dejaron con ellos.
Lek arrojó los restos de su comida al fuego y se alejó, echando humo en
silencio. Él desapareció del otro lado de Pengpeng, el único miembro del grupo
que parecía hacerlo feliz
-
Muy bien, ¿Cuál es su problema?-gruñó Kyoshi. - Cada vez que digo un
hecho o una opinión sobre mis padres se pone así.
-
Eso es porque los idolatraba,-contestó Kirima. - Lo recogimos en un pueblo
fuera del Oasis de las Palmeras Brumosas. Acababa de perder a su
hermano, la última familia que le quedaba. Hark y Jesa lo cuidaron algunos
días, y demostró ser bueno trabajando, así que le enseñaron más y más de
nuestro oficio hasta que se convirtió en un fiel seguidor del código de los
Forajidos, más que el resto de nosotros. Él adoraba el suelo sobre el que
caminaban.
Quizás la intención Kirima había sido la de calmar a la bestia dentro de
Kyoshi, pero en lugar de eso, sus palabras fueron como si hubiera manchado su
nariz con sangre fresca.
-
Oh, lo siento,- dijo Kyoshi, haciendo brotar la ironía que no había usado en
toda una vida. - Recordare ser más amable con el niño que mi madre y mi
padre decidieron criar en vez de mí.
Kirima hizo una seña con los pulgares, indicándole lo poco que le importaba
ese asunto.
-
¿Y tú?-le preguntó a Rangi. - ¿Qué hace una chispeante y noble jovencita
como tú con una campesina del Reino Tierra?
El mero recordatorio de su deber hizo que Rangi se enderezara. - Es un
honorable deber seguir y proteger a Kyoshi...
-
¡No!,-dijo Kirima, lamentando haberle preguntado. - Dejémoslo así. La
última vez que escuché a un Maestro Fuego hablar sobre ´honor´ los oídos
casi se me pudrieron dentro del cráneo. Tuve que sacarlo a patadas de mi
cama.
Ella y Wong se pusieron de pie. Los dos daofei, siendo mayores no sentían
la necesidad de corresponder contando las historias de sus vidas. Wong señaló
con dos dedos la fogata y la hundió profundamente en el suelo antes de cubrirla.
Su tamaño desmentía la destreza de su Tierra Control. De hecho, ella había
confirmado la noche anterior que cada miembro de la pandilla de sus padres tenía
control y fineza de sobra. La exacta cualidad que a ella le faltaba.
-
Necesitamos hablar,- dijo Kyoshi, poniéndose de pie también. - Anoche nos
interrumpieron antes de que llegáramos a un acuerdo.
-
Oh, vamos, ¿en serio?-se quejó Kirima. - ¿Después de lo que hemos
pasado, quieres tomar tu bisonte y abandonarnos en medio de la nada?
-
Compartimos una comida,- dijo Wong, que parecía realmente herido.
Golpeamos juntos a los Hombres de la ley.
-
-
Mis exigencias no han cambiado,- dijo Kyoshi. - Quiero entrenamiento de
Control elemental, y los únicos Maestros alrededor son ustedes. Me
enseñarán. Personalmente.
-
¿Por qué me estás metiendo en esto, chica tierra?,- Dijo Kirima.
¿Quieres aprender las formas del Agua control para relajarte y mejorar tu
circulación?
Kyoshi había preparado una respuesta la noche anterior justamente para
este propósito. - La sabiduría puede ser recogida de cada una de las naciones.Contesto, usando una cita de Kelsang. - Si aprendiendo acerca de los otros
elementos puedo hacerme más fuerte, entonces lo haré.
-
Estas desesperada por vengarte, ¿eh?-dijo Kirima. - ¿Quién es el poderoso
hombre que te hizo tanto daño? Nunca nos dijiste su nombre.
-
Eso es algo que no necesitas saber.- Kyoshi no quería hablar acerca de
Jianzhu. Él era demasiado conocido en todo el Reino Tierra. Lo mismo que
su identidad como el Avatar. La información sobre su relación podría
extenderse, dándole así un rastro para cazarla antes de que ella estuviera
lista para luchar contra él.
Cada ventaja contaría en esa batalla. Kyoshi recordó la forma en que la
pandilla de sus padres voló sobre los tejados la noche anterior, sin obstáculos.
Prácticamente habían alcanzado las mismas alturas que Jianzhu tenía con sus
puentes de piedra.
- Quiero aprender a correr por el cielo,- dijo. - Como lo hicieron en la ciudad.
-
¿Pisar el polvo?,-preguntó Wong. Su rostro generalmente tranquilo adquirió
un gesto de seriedad.
-
Esa técnica es el sello personal de nuestro grupo,- dijo Kirima. - Aunque
para mí es ´Pisando la bruma´ Y no es algo que obtienes gratis.
El ambiente había cambiado. Anteriormente, los Daofei habían tratado las
exigencias de Kyoshi como algo divertido, como el ladrido de un cachorro tratando
de parecer feroz. Esta era la primera vez que tomaban el asunto con verdadera
cautela y recelo, como si pudieran ser estafados en aquel trato.
Rangi notó su recelo. - Están tomándoselo muy en serio por una técnica
que podría repetir después de verla una vez,- dijo.
Kirima la miró fijamente. - Otros grupos probablemente te habrían matado
por eso.- Dijo, sin una pizca de risa en sus palabras. - No durarías mucho en
nuestro mundo dejando que todos vean tus ventajas. Sobrevivimos a base de
secretos.
Ella se volvió hacia Kyoshi. - Te enseñaremos, y eso significa que estás
dentro. De corazón y de por vida. Tendrás que hacer nuestros juramentos y seguir
nuestros códigos. A los ojos de quienes acatan la ley, serás un daofei.
Sería como Tagaka, pensó Kyoshi. Sería como mis padres. Ella calmó la
repulsión que sentía dentro de sí misma y asintió. - Entiendo.
-
¡Kyoshi, piensa en lo que estás haciendo!-gritó Rangi.
-
Cabeza de moño tiene razón, esta vez,- dijo Wong. - Estos votos no se
toman a la ligera. Significa que estas aceptándonos como tus hermanos y
hermanas.- Él levantó las cejas, mostrando el blanco de sus ojos. - Desde
que nos conocimos, nos has estado mirando con cierto desprecio. ¿Tu
honor puede aceptar asociarte con gente tan inmunda?
El grandote era más incisivo de lo que parecía. Aunque Kyoshi sabía lo que
era estar en el otro lado, recibiendo todo el desdén de la gente.
Su respuesta fue sí. En lo que a ella concernía, su honor personal y
reputación no tenían valor. Cambiarlos por más poder era una elección fácil. Ella
podría hacerlo. Por Kelsang y Yun.
Prácticamente pudo sentir la decepción de Rangi vibrando a través el suelo.
-
¿Cuáles serían esos juramentos?-preguntó Kyoshi.
Según Kirima, se suponía que la ceremonia del Juramento debería de
celebrarse en un gran salón, con el iniciado parado debajo de un arco de espadas
y lanzas. Pero tendrían que improvisar. Kyoshi eligió un lugar en la orilla del río,
mientras Wong permanecía detrás de ella y sostenía una navaja de bolsillo sobre
su cabeza.
Kirima hizo que Kyoshi hiciera el mismo saludo extraño que la pandilla
había usado la noche anterior en Casa de té. La mano izquierda extendida y
mostrando la palma, representaba a la gente común, a la comunidad respetuosa
de la ley, en tanto que el puño derecho que lo golpeaba representaba a los
seguidores del código de los forajidos. Solo en caso de que Kyoshi olvidara que se
estaba uniendo a las fuerzas de la oscuridad.
Rangi permanecía alejada, pero observaba todo aquello, y también se
aseguró de permanecer dentro del campo de visión todo el tiempo, para que todos
pudieran ver lo molesta que estaba y lo mucho que desaprobaba todo aquello.
Kirima la ignoró completamente, mientras realizaba la ceremonia. Según la
Maestra Agua, normalmente había cincuenta y cuatro juramentos que tenían que
ser tomados, recitados de memoria por el nuevo miembro de la pandilla. Había
decidido dejárselo fácil a Kyoshi haciendo que jurara solamente los tres más
importantes.
-
Oh espíritus,- exclamó Kirima, - Una extraviada ha venido hasta nosotros,
buscando el abrazo y protección de una familia. Pero, ¿Cómo sabremos
que su corazón es sincero? ¿Cómo sabremos que ella seguirá el Código?
-
Haré los Juramentos,- dijo Kyoshi en respuesta. - Juro defender a mis
hermanos y hermanas. Juro obedecer las órdenes de mis superiores. Sus
parientes serán mis parientes, su sangre será mi sangre. Y si no puedo
cumplir estos votos, que esta multitud de cuchillos me den muerte.
Las palabras fueron fáciles de decir. No causaron algún conflicto en su
espíritu. Yun y Kelsang habían sido su familia. Debió de haberlos defendido con
cada pizca de su propio ser y si ella hubiera abrazado su poder más plenamente,
quizás entonces ellos aun estarían con vida.
-
El siguiente,- gruño Kyoshi, - Juro no seguir ninguna regla y no estar
subordinada a ley alguna. Si me convirtiera en lacayo de cualquier corona o
país, que mi cuerpo sea destrozado por los relámpagos.
Como buena ciudadana del Reino Tierra, esta línea la puso un poco
nerviosa. Yun siempre le había dicho que el Avatar tenía que actuar
independientemente de las Cuatro Naciones. Pero ignorar por completo la ley y el
orden se sentía como una decisión demasiado extremista. ¿Acaso sus padres
caminaban por la calle tratando de hacer cumplir de cada estatuto y costumbre
que se les venía a la cabeza?
-
Deja de distraerte,- siseó Kirima.
Kyoshi tosió y se enderezó. - Y por último, juro que nunca viviré
honestamente, como aquellos que acatan la ley. No aceptaré un salario legítimo y
no trabajaré para ningún hombre honesto. Si alguna vez acepto monedas por las
labores que haga, que estos cuchillos me corten en mil pedazos.
Kyoshi no vio diferencia alguna entre el primer y el tercer castigo. Pero
sobre todo, el último juramento era el que quizás se oponía más a su manera de
ser. Recordando a Yokoya, un trabajo estable y remunerado había sido la única
barrera entre ella y la muerte.
Ya no soy esa persona, Se dijo Kyoshi a sí misma. Esa chica se fue y
nunca jamás regresará.
Con su tercer voto todo se había consumado. - No veo a ninguna extraña
delante de mí, veo a una hermana,-confirmó Kirima. - Los espíritus han dado
testimonio. Que nuestra familia prospere en los días por venir.- Dijo, saludando a
Kyoshi y dio un paso atrás.
Algo muy pesado golpeó los hombros de Kyoshi, y por un segundo ella
entró en pánico, temiendo un ataque desde atrás. La sensación era demasiado
similar a la roca con la que Jianzhu había aprisionado sus muñecas... Pero era
solo Wong dándole una palmada de felicitación en los hombros.
-
Bienvenida al otro lado,- dijo, sin sonreír. Pasando junto a ella y dando a
entender que se había terminado la discusión pasada, y se unió a Kirima en
el camino de regreso al campamento.
Kyoshi parpadeó. - ¿Eso fue todo? ¿Y ahora qué?
-
Lo que sucede es que dejaremos este lugar montados en tu bisonte,- dijo
Kirima sin mirar atrás.- Tan pronto como podamos.
La dejaron sola con Rangi. Pero en lugar de reprender a Kyoshi, la Maestro
Fuego solo se encogió de hombros como diciéndole: Obtienes lo que pagaste.
Kirima y Wong ya estaban limpiando los restos del campamento cuando los
alcanzaron. El grandote tenía especial cuidado en cubrir sus huellas, barriendo el
polvo sobre las señales que podrían delatar su presencia con pequeños golpes de
su Tierra Control.
-
El trato fue por lecciones,- dijo Kyoshi.
-
Y las tendrás, una vez que tengamos algún botín,-dijo Kirima, comprobando
el nivel de su bolsa de agua y haciendo una mueca. - Incluso los pequeños
buscadores de venganza necesitan comida y dinero para sobrevivir. Y en
caso de que no lo hayas notado, estamos muy cortos de ambos. No estoy
dispuesta a comer rata elefante por dos días seguidos.
Kyoshi apretó sus labios contra los dientes con frustración. Le habían dado
tanta seriedad al asunto de los juramentos, que pensó que comenzarían a tratarla
como a una igual después de que ella los tomara. Pero en cambio, la trataban
como a Lek.
Tenía que establecer una mejor posición en la jerarquía o de lo contrario
esto continuaría para siempre. Y así cuando Wong se agachó para recoger una
manta, la pisó y la sujetó al suelo.
Él se puso de pie y le dirigió una mirada que probablemente había sido el
anuncio de innumerables peleas en el pasado. Kyoshi se cruzó de brazos y
cruzaron sus miradas. El no debería de ser más peligroso que Tagaka o Jianzhu
pensó.
Después de tratar de enfrentarse mutuamente solo con el poder de su
mente, Wong rompió el silencio. - Sigue portándote como una mocosa, y nunca te
enseñaré cómo usar a tus abanicos,- dijo.
Instintivamente Kyoshi iba a replicar algo, pero la amenaza implícita en las
palabras de Wong la hizo detenerse y dar un paso atrás. Ella sacó uno de sus
abanicos. - Tu… ¿Sabes cómo usarlos?
Aquellos abanicos habían sido un rompecabezas hasta ahora. Rangi había
echado un vistazo a aquellas armas antes, probó su equilibrio, y concluyó que no
podía enseñarle mucho a Kyoshi acerca de ellos, además de usarlos como palos
cortos y pesados estando plegados.
-
No son parte del currículum de la Academia del Fuego,-había dicho antes,
encogiéndose de hombros. - Tal vez podrías ocultarlos en lugares donde no
podrías poner una espada.
Wong arrebato el abanico de la mano de Kyoshi y lo abrió de golpe. Lo tiró
al aire y este giró perfectamente alrededor de su extremo, la hoja trazó círculos
perfectos en su vuelo descendente. Él giró sobre sí mismo y atrapó el abanico con
la mano detrás de su espalda, para después levantar su cara mostrando un gesto
coqueto.
“La hortensia muestra su belleza ante la luna”
Cantó con una voz profunda, hermosa y vibrante. Usando la superficie del
abanico extendido para reflejar y amplificar el sonido.
“Avergonzada por la luz de un espíritu tan puro
Saltó para atrapar todos sus pétalos
Y ahora lloro por todo lo que permaneció sin haberse dicho.”
Hizo que el abanico girara y flotara a su alrededor en una serie de gestos
harmoniosos, mientras hacía que la hoja se abriera y cerrara rápidamente como el
batir de las alas de un insecto. Aquella era una danza realizada por un experto.
Pero Kyoshi sabía que toda aquella danza también podría haber sido una
secuencia que mezclaba ataques, defensa, evasión y contraataques contra
múltiples oponentes.
Con un movimiento grácil y harmonioso, Wong terminó su actuación en una
pose heroica tradicional, una postura profunda en la que mantenía sus brazos
abiertos, y su cabeza tambaleándose intencionalmente de lado a lado con la
inercia restante de sus movimientos. Aquello había sido un derroche de poesía
clásica, más antigua aun que la vieja escuela. La Tía Mui se habría desmayado de
alegría y deleite después de haber visto algo así.
Kyoshi aplaudió, que era la única respuesta apropiada después de aquella
demostración de habilidad tan genial. - ¿De dónde salió todo eso?-preguntó.
-
De Hark. Tenemos un linaje del lado de tu padre, que se remonta a la única
Escuela Real de Teatro en Ba Sing Se,- contestó Kirima. - Y eso nos
mantiene lo suficientemente listos para actuar y tener una actuación creíble
en las ciudades que visitamos. Somos la Compañía Flying Opera, después
de todo.
Levantó una pierna detrás de ella, sobre su cabeza, y continuó hasta que
completó una rueda de carreta hacia adelante, sin usar las manos, aquel era un
movimiento que los bailarines de élite guardaban para el clímax de sus
actuaciones. Pero parecía que Kirima hubiera podido haber hecho sus compras
caminando de esa manera.
Kyoshi estaba asombrada. Eso explicaba por qué eran tan ligeros sus
pasos. Se sabía que los artistas del Teatro Real eran algunas de las personas con
mayor capacidad física en el Reino Tierra, capaces de imitar docenas de estilos
marciales en el escenario y ejecutar peligrosas acrobacias sin hacerse daño. Eso
la hizo sentir mejor sobre el trato que habían hecho. Ella podría haber obtenido un
gratificante extra de aquel acuerdo.
Wong dobló el abanico y se lo devolvió. - Te enseñaré a usar esto,- dijo. Por una quinta parte de tus ganancias sobre cualquier futuro trabajo que hagamos.
-
Acepto,- contestó Kyoshi rápidamente. Ella no sabía cuánto de sus
ganancias habría de compartir, pero habría pagado casi cualquier precio
por aprender a usar sus armas.
Rangi y Kirima golpearon sus frentes con sus manos, aunque por razones
completamente distintas. - ¡Podrías haber obtenido al menos la mitad!,- grito
Kirima a Wong.
Lek asomó la cabeza por el costado de Pengpeng. - ¿Quieren ponerse en
marcha, o se van a sentar todo el día a sobarse las espaldas unos a otros?reprocho.
-
Hey, Lek, adivina quién es el miembro más nuevo de la pandilla,- dijo
Kirima. - Ahora es oficial y todo.
Las cejas de Lek se apretaron juntas por la frustración. - ¡No puedes hablar
en serio!,-gritó, agitando su brazo hacia Kyoshi como si quisiera golpearla en la
cabeza con un jarrón imaginario. -¡A ella no le importa para nada el código! ¡Ella
es débil como una casa de paja! ¡Y es más cuadrada que el agujero en una
moneda del Reino Tierra!
-
Y ella tiene un bisonte,- soltó Kyoshi. - Así que, a menos que te guste
caminar, te sugiero que aceptes la idea de que me volví parte de tu
estúpida familia de forajidos.- Si Kirima o Wong se ofendieron con sus
despectivas palabras hacia daofei, no lo demostraron.
-
Nunca jamás te voy a llamar pariente,- escupió Lek. Volviendo a hacer
algunos ajustes finales en las riendas de Pengpeng. Había ensillado al
bisonte gigante él solo, en un tiempo impresionantemente corto. Y nadie,
aun Kyoshi o Rangi pudieron encontrar alguna falla en el trabajo que Lek
había hecho mientras montaban Pengpeng.
Lek tomo como una ofensa que examinaran su trabajo. - Sé lo que estoy
haciendo,- dijo. - Y es probable que tenga más práctica que ustedes dos.
-
Si somos completamente sinceros, toda nuestra reputación descansa en el
bisonte de Jesa,- dijo Kirima. - Podríamos hablar de nuestras buenas artes,
pero Longyan hizo todo el trabajo. Y el contrabando es mucho más fácil
cuando puedes volar sobre los puntos de control.
Kirima y Wong terminaron de cargar y se subieron a la espalda de
Pengpeng. Rangi marcó su territorio tomando el asiento del conductor, retando a
Lek a desafiarla por ese puesto. Él se consoló de su baja en el orden jerárquico
sacando un mapa de su bolsillo. Después de todo, los verdaderos líderes navegan
y programan la ruta.
-
Vamos a un puesto de reunión en las montañas a las afueras de Ba Sing
Se,- indicó, señalando en el mapa con el dedo. - Recibiremos las últimas
noticias de otros grupos y encontraremos algunos trabajos fáciles para
volver a poner los pies en el agua.
Rangi despegó. El sol creciente de la mañana aún no se había vuelto
caliente y opresivo. Los preparativos habían sido hechos más rápidamente debido
a las manos adicionales, así que la escalada de Pengpeng hacia las alturas donde
el aire era más frío casi se sintió relajante.
-
¿Cómo consiguieron ustedes dos un bisonte?
La repentina pregunta de Lek estaba teñida de sospecha y celos.
Ninguna de ustedes fue criada con los Nómadas Aire,- insistió. - Y esta chica
nunca te dejaría volarla a menos que ya te conozca desde hace mucho tiempo.
¿Se la robaron a algún Maestro Aire?
En su cabeza, Kyoshi le agradeció en silencio a Lek por recordarle su
deber. Ahí era donde ella necesitaba quedarse. Abajo en el lodo, pintada con el
odio que sentía hacia sí misma y su enemigo, no volando en el cielo junto con
Kelsang. - Sí,- dijo Kyoshi. - Yo lo hice.
Rangi le dirigió una mirada preocupada, sin comprender por qué ella
mentiría deliberadamente así. Lek sacudió la cabeza, disgustado.
¿Separar a un monje de su bisonte?,-dijo. - Eso está muy mal. Aunque ya debería
de haber esperado un comportamiento así de ruin de alguien que no respeta a su
madre y a su padre.
Kyoshi no dijo nada y miró hacia la distancia, donde el horizonte se rompía
en extrañas formaciones contra el cielo. Ese sentimiento de vacío era bueno. La
absolvía de tener que elegir, permitiéndole a ella pensar en sí misma como un
simple recipiente, un agente del equilibrio.
Pero su tranquilidad se rompió cuando notó que faltaba algo. - Espera,- dijo
casi preguntando y girando su vista hacia atrás donde estaban los demás. ¿Dónde está Lao Ge?
OBLIGACIONES
-
Siempre tuve la sensación de que una fiesta elegante me haría pedazos,murmuró Jianzhu. Él y Hei-Ran estaban en la biblioteca principal, rodeados
por una colección de mapas. La mejor y la peor representación cómica del
mundo conocido estaban mostradas en las paredes detrás de paneles de
impecable cristal. Páginas irregulares y muy gastadas de libros sobre cartas
náuticas colgadas junto a mapas de tela del mismo color que el té. A
Jianzhu le gustaba esa habitación. Ya que mostraba el avance de la
comprensión humana.
Hei-Ran había insistido para que se reunieran dos veces al día desde cierto
incidente, independientemente de si había o no alguna noticia. Y esa tarde, había
una.
Terminó de leer la invitación estampada con la insignia del jabalí volador y
la arrojó sobre el escritorio.
“La familia Beifong se honra en celebrar una festividad por el Avatar,
conmemorando su victoria sobre los piratas del Mar del Este, frente a los sabios
reunidos del Reino Tierra.”
Jianzhu, este es un desastre más grande que esa ´victoria.´ Pensé que Lu
Beifong había dicho que estaba de acuerdo en no intervenir cuando se trataba de
asuntos que tenían que ver con el Avatar.
-
Lo hizo. Es Hui quien está detrás de todo esto.- Jianzhu giró el abrecartas
entre sus dedos, anhelando un implemento más afilado y algo en lo que
pudiera clavarlo. - Ha estado en este juego desde el año pasado más o
menos, susurrándole al oído a Lu acerca de que el entrenamiento del
Avatar no debería dejarse a cargo de un hombre de orígenes tan humildes.
Bajó aquel cuchillo de metal carente de filo. - Hui puede tener algo de
razón. Mira cómo resultó Kuruk.
-
Éramos unos niños en aquel entonces, al igual que Kuruk,- dijo Hei-Ran. No era nuestra responsabilidad criarlo.
-
Hui todavía representa un ataque contra nosotros,- dijo Jianzhu. - ¿Shaw ya
respondió sobre el asunto de los shirshus?
-
No. E incluso si lo hiciera, no habría suficiente tiempo antes de que esta
fiesta ocurra.- Si una cosa tenía en común Hei-Ran y Jianzhu, era el
desdén por las frivolidades. Ella trono los nudillos. - Podríamos decir que el
Avatar está enfermo.
-
Podríamos, pero luego me vería como un mal guardián que no puede
mantener sano al niño más importante en el mundo, Hui enviaría médicos,
herbolarios y curanderos espirituales, todos insistiendo ven al Avatar en
persona para darle algún tratamiento. Y cada vez que rechacemos a sus
agentes, la sospecha entre los otros sabios crecerá.
-
No, al final la verdad saldrá a la luz,- dijo Jianzhu, recostándose en su silla.
-
Es simplemente un asunto de cuánto tiempo más podemos retrasarlo.
La mente militar de Hei-Ran ya se estaba adaptando. - Entonces
necesitamos fortalecer a tus aliados.Descubre qué sabios se quedarán de tu lado
después de que esta debacle salga a la luz. Y todo va a resumirse a un
enfrentamiento de tu facción contra la suya, ya que en este momento no tenemos
un conocimiento de esos números.
Jianzhu sonrió cuando esa posibilidad le rondó en la cabeza, esperando a
ser jugada. Él siempre podría contar con su amiga para sembrar su cabeza con
ideas nuevas. Solo por eso, estas reuniones forzadas habrían valido la pena.
-
Necesitamos hacer algo así,- dijo. Tamborileando las puntas de sus dedos
contra la mesa. - ¿Cómo se ve tu guardarropa en estos días?
Hei-Ran le fulmino con una mirada que decía que debería de estar
agradecido de que no tuviera el abre cartas en sus manos.
-
Solo quería estar seguro de que tienes listo un vestido elegante,- le
contesto inocentemente. –Tenemos una fiesta elegante a la que asistir.
Sin Pengpeng, hicieron el viaje a Gaoling a la antigua usanza, lento,
en una gran caravana con muchos regalos a cuestas.
Para cuando llegaron a la finca, Jianzhu había ideado una nueva
política que tendría que promulgar. Los maestros tierra, los más elitistas del
reino, necesitaban aplanar cada pulgada de las carreteras y ningún costo
sería demasiado grande si significara nunca tener que sufrir otro viaje que
rebota en el cráneo y golpea los dientes por caminos llenos de baches.
Salió de su prisión móvil y entrecerró los ojos hacia la brillante gloria
de la casa señorial de Beifong. Si había algo que había aprendido cuando
estaba construyendo su propia finca en Yokoya, era que las casas de los
ricos eran esencialmente iguales. Muros para mantener a la gente del
pueblo fuera, un jardín lo más grande posible para mostrar humildad ante la
naturaleza, un barrio residencial donde esa humildad fuese comletamente
olvidada, preferiblemente con tanta incrustación de oro y plata como fuera
posible.
El chambelán Hui los saludó a la cabeza de una columna de lacayos.
El burócrata bajo y fornido se protegió del sol con una sombrilla.
-
Maestro Jianzhu — dijo, levantando la sombra para revelar una
canosa cara de ladrillo.
Siempre sorprendió a Jianzhu cómo se veía el hombre como si
pasara sus días rompiendo rocas con un pico cuando el objeto más pesado
que levantó fue el sello de marfil de su amo.
-
¿Cómo estuvo su viaje?
Innecesario y rechinante, como tú.
-
Muy agradable, Chamberlain Hui. En efecto, más que agradable.
Siempre es una delicia examinar de cerca nuestra magnífica nación.
El siguiente vagón del tren se detuvo, los caballos de avestruz
pisotearon hasta que el peso detrás de ellos se detuvo. Hui abrió la puerta,
probablemente para poder ser el primero en tomar la mano del ocupante.
-
Directora — dijo, proporcionando a Hei-Ran ayuda innecesaria. — Se
ve radiante, juraría que ha salido de las páginas de la mejor poesía de
amor de Yuan Zhen. — Inclinó su sombrilla como si el sol fuera mortal
en su piel, y no como si el calor y la luz del cielo fueran la fuente de
sus increíbles poderes, no. Hei-Ran apenas disimuló su
estremecimiento de que Hui fuera su primera vista fuera del carruaje.
-
Ex directora — corrigió.
-
Ah, pero los educadores merecen el mayor respeto de por vida — dijo
Hui, sus palabras y su sonrisa bañada en aceite. — O eso es lo que
siempre he creído.
Jianzhu se sintía terrible porque su amiga pasara estas situaciones.
Siendo una rica, hermosa, bien conectada viuda atraía una cierta raza de
pretendientes carpinteros. Hombres como Hui podrían interpretar los
desaires más hostiles como parte de un baile de cortejo en curso,
negándose a considerar la posibilidad de que Hei-Ran no quisiera tener
nada que ver con ellos.
-
¿Y cuándo se unirá el Maestro Kelsang a nosotros? — dijo Hui, sus
dedos sosteniendo a Hei hasta que ella los apartó. — Noté que el
Avatar Yun no está con usted, asumo que llegarán juntos en breve.
Los ojos del chambelán recorrieron sus rostros, revisando las
comisuras de sus labios, la dilatación de sus iris, en busca de contracciones
involuntarias. Jianzhu sabía que Hui jugaba un juego de detalles. Inducción.
Convirtió leves pistas en amplias generalizaciones que vertió en los oídos
de Lu Beifong y los otros sabios. En este momento, que el Avatar eligiera
viajar con Kelsang, obviamente era el signo de una pequeña grieta, una
brecha creciente entre Yun y Jianzhu, ¿O no?
Jianzhu pensó en cómo había amenazado al verdadero Avatar, ese
día todo se había hecho pedazos. La red lanzada por su poder e influencia
sobre el Reino de la Tierra era real, pero requería un esfuerzo constante y
agotador mantenerla. Los retadores que fueron erradicados desde la muerte
de Kuruk eran demasiados para contar. Y ahora la última generación de
parásitos estaba aquí, atrapándolo en su punto más vulnerable.
-
Están juntos, sí. — Dijo Jianzhu. Notó la forma en que Hei-Ran se
estremeció a su lado, Hui también lo vio. Con una sonrisa, el
chambelán los condujo a la sala de recepción.
El interior de la finca de Beifong sufría la rara enfermedad de la
monotonía inducida por la riqueza. Estaba cubierto del piso al techo con la
misma pintura verde parduzco que en algún momento había sido el tono
más caro del Reino Tierra. Estaba destinado a mostrar cuán rica era la
familia, pero en estos días el principal efecto que tenía era hacer que
Jianzhu sintiera que estaba siendo digerido lentamente en las fauces ácidas
de un carroñero.
En la garganta del pasillo de columnas había un estrado de dos
asientos donde, sobre muchas generaciones, el líder del clan Beifong y su
cónyuge habían celebrado la corte. En estos días sólo un lado permanecía
ocupado. Lu Beifong, el viejo maestro de Jianzhu, se sentó en el trono de
gran tamaño, sus túnicas de color polvo haciendo una tienda de campaña
alrededor de lo alto de su cabeza marchita.
Podía parecer una momia unida por hilos de seda y rencor, pero su
mente fue agresiva como siempre.
-
Directora, es maravilloso verla, como siempre — chilló, reconociendo
a Hei-Ran lo más rápido que pudo antes de recurrir a Jianzhu. —
¿Qué es esto de un préstamo para la Tribu Agua del Sur?
No preguntó sobre el Avatar. Nada como una transacción comercial
para tener al viejo lagarto cuervo enfocado.
Jianzhu casi se había olvidado de la solicitud que le había hecho a
Beifong, después de la batalla con los piratas. El trabajo no se había
detenido simplemente porque la identidad del Avatar había estado en duda.
Se inclinó profundamente antes de responder.
-
Sifu, hice esa solicitud porque el encuentro con Tagaka trajo a
colación un problema de equilibrio entre las Cuatro Naciones. La
Tribu Agua del Sur podría usar asistencia en el desarrollo de una
armada legítima. La presencia de Tagaka estaba sofocando cualquier
movimiento en esa dirección con más barcos de aguas profundas de
gran alcance. Podrían prosperar en el comercio y protegerse de sus
vecinos, al igual que sus primos del norte. El préstamo es para la
construcción de tales buques.
-
Nosotros somos sus vecinos, Maestro Jianzhu — dijo Hui,
materializándose al lado de Lu. — ¿Por qué querríamos darles alguna
posición de fuerza en relación con el Reino Tierra? Por qué, ¡podrían
intentar reclamar las disputadas islas Chuje con semejante flota!
Una ira familiar levantó los pelos en la parte posterior del cuello de
Jianzhu. Hui no tenía una participación real en este asunto, ni siquiera la
avaricia personal, no había razón para que él quisiera que la tribu de Agua
del Sur permaneciera siendo pobre, subdesarrollada y vulnerable.
Era simplemente oposición por el bien de la oposición. En algún
momento, Hui había decidió hacer su nombre usando a Jianzhu como
escalera, y un hombre de paja, y cualquier otra analogía que se pudiese
aplicar. Era más fácil para Hui ganar poder político y fama destrozando el
trabajo de Jianzhu que hacer el suyo propio.
No importa cuán lógicas y beneficiosas fueran las acciones de
Jianzhu, Hui las socavaría. Presionó hasta el final los tratados que habían
tardado años en desarrollarse, descartándolos como innecesarios cuando
en verdad no entendía cómo funcionaban y tampoco le importaba. Avivó
pequeñas rivalidades sin nececidad de hacerlo, jugando con la paz que
Jianzhu había ganado. Si Hui hubiese estado durante el apogeo de las
atrocidades del Cuello Amarillo, habría insistido en tratar a ese loco Xu Ping
An como un héroe popular.
Eran momentos como estos cuando Jianzhu extrañaba la influencia
de la esposa de Lu, Lady Wumei. Ella había sido una mujer inteligente y
vivaz, amada en todo el reino, y una fuente de sabiduría en el oído de Lu.
Después de su muerte, el viejo se había vuelto más obstinado, y la audaz
destructividad de Hui se había acelerado.
-
He hablado con los jefes del sur y están entusiasmados con el
panorama. — Dijo Jianzhu — Han propuesto un pacto de defensa
mutua. — Es una buena idea, Maestro Beifong — dijo Hei-Ran,
agregando una perspectiva externa. — En este momento, el grupo
más capaz de proyectar fuerza sobre el Mar del Este es irónicamente
la armada de fuego y estoy seguro de que el Reino Tierra y la Tribu
Agua del Sur preferirían comandar sus propias aguas.
Lu no parecía convencido y Jianzhu no quería que esta oportunidad
se perdiera.
-
Si se trata de las islas Chuje, no tienen valor alguno. No tienen otro
propósito estratégico que no sea el de inflar el orgullo nacional...
Se dio cuenta de su error tan pronto como lo dijo. No era común en él
que se equivocara tanto.
-
¡Maestro Jianzhu! — Dijo Hui con falso horror. — ¡Seguramente no
hay nada más importante que el orgullo y el amor que tenemos por
nuestro país! El Rey Tierra ha estado molesto por aquellas islas
desde su coronación. ¡Seguro que no cuestionas el juicio de Su
Majestad!
A Jianzhu nada le hubiera gustado más que aislar, tanto al Rey Tierra,
como a Hui en uno de esos atolones desolados y ver qué idiota se comía al
otro primero.
-
Suficiente — Lo cortó Lu agitando su mano antes de que pudiera
responder. Se puso de pie, apenas se notaba, dado su corazonada.
— Me pongo del lado del chambelán. No habrá préstamo ni marina
para la Tribu Agua del Sur a menos que escuche un argumento
convincente del propio Avatar. Ya que me doy cuenta de que el niño
llega tarde. Puede encontrarme en el salón de banquetes con los
otros invitados cuando llegue.
Lu salió arrastrando los pies de la sala de recepción, el único ruido fue
el roce de sus zapatillas en el piso.
Jianzhu no podía creerlo. Solo así, el futuro había cambiado para
peor, la Tribu Agua del Sur permanecería empobrecida y superada por el
resto del mundo, todo porque Hui quería ganar un debate en una fiesta. Los
estúpidos y presumidos caprichos de un hombre indigno habían dejado
huellas en la historia que probablemente no se borrarían.
El Avatar podría haber hecho la diferencia, se recordó Jianzhu. El
pensamiento lo atravesaba como una jabalina.
-
Maestro Jianzhu, me disculpo por hacer un contraargumento — dijo
Hui. — Pero como sabes, es mi deber para con el Maestro Beifong
asegurarme de que ambas partes sean consideradas de manera
igualmente importante en una decisión.
-
Ambas partes — era un arma retórica utilizada por los hipócritas y los
ignorantes. Hasta donde Jianzhu estaba enterado, Hui no era mejor
que un daofei, quemando campos de grano sin motivo, solo porque
disfrutaba viendo el humo elevarse en el horizonte.
Te mostraría lo que le hago a un Daofei.
-
Chambelán, está bastante bien. Siempre aprecio su voz en tales
situaciones. — Vaciló, añadiendo un poco de incertidumbre a su
lenguaje corporal, el temblor de un hombre que estaba ocultando la
tensión de una gran carga. — De hecho, ahora, necesito de tu
sabiduría más que nunca, ¿Puedes unirte a mí y a la directora para
hablar en privado?
La ventaja de la repentina confesión fue ver a Hui casi colapsar por la
sorpresa. El hombre se aferró al escritorio de su oficina en busca de
estabilidad y tiró una botella de tinta. El líquido negro goteaba por la manga
del chambelán como la sangre de una herida.
-
¡¿PERDISTE AL AVATAR?!
Jianzhu no estaba preocupado por ser escuchado. Sabía, por un
vistazo que le dio a las paredes, que Hui había construido su estudio
personal sencillo y sin adornos para tener aislamiento acústico. Era una
segura sala de secretos para un hombre que traficaba con ellos.
El elemento más peligroso aquí era Hei-Ran. Jianzhu no le había
dicho que iba a decirle a Hui, porque ella nunca lo hubiera aceptado. Se
arriesgaba a alejarla, en este mismo momento.
-
Es como lo expliqué. Yun y yo tuvimos una discusión sobre su
progreso en el control de los elementos. Realmente fue más que una
discusión. Le dije cosas que nunca debería haber dicho, sólo se salió
de las manos y él huyó con la ayuda de Kelsang. En un bisonte, los
dos podrían haberse ido a cualquier lugar del mundo.
La cara de Hei-Ran estaba notablemente quieta, pero el ligero
aumento de temperatura en la habitación traicionó sus emociones y se
sumó al efecto de la estratagema de Jianzhu. Hui todavía estaba
sorprendido, pero los engranajes en su mente ya comenzaban a girar. El
levantamiento del pecho más un efecto dramático que una necesidad de
aire.
-
Pensé que el monje era el equivalente a un ermitaño decorativo que
vive en su propiedad — dijo, no un actor lo suficientemente bueno
como para no hacer una mueca de desdén.
Él era compañero de Kuruk y mi amigo, pequeño sapo.
-
Lo era, o eso pensé, no me di cuenta de lo que había estado
tramando, sólo estaba esperando aprovechar el momento correcto.
Nuestra relación había sufrido a lo largo de los años, pero nunca
podría haber esperado algo como esto. — Jianzhu golpeó el aire,
dejando que sus verdaderas frustraciones brillaran.
-
Es Yun, debería haberlo entendido mejor. No sé si el daño pueda
repararse alguna vez.
-
No puede ser tan malo. — dijo Hui, esperando con todo su corazón
que fuera realmente tan malo. — Los niños son volátiles a esa edad.
-
Él... él juró sobre su propia condición de Avatar que nunca me
aceptaría como su maestro otra vez. — Jianzhu pasó su pulgar e
índice sobre sus ojos. — Chambelán Hui, estoy rogando por su
asistencia aquí. La estabilidad de nuestra nación es primordial, si se
corre la voz de que Yun se ha vuelto deshonesto, entonces habrá
caos.
La grieta que Hui había esperado resultó ser un abismo del tamaño
de la Gran Bifurcación. Él no había estado preparado para encontrar tanto
oro.
-
Maestro Jianzhu, hay varios prominentes sabios del Reino de la
Tierra, incluido nuestro benefactor, esperando al Avatar en el gran
salón. — Dijo, empujando sus manos contra las paredes.
Jianzhu se puso una máscara que nunca antes había usado:
Impotencia. Dejó que su silencio respondiera por él.
Hui se compuso, queriendo reflejar la nueva situación del caso. Él
estaba a cargo ahora, se enderezó el cuello y juntó sus talones,
desafortunadamente para él, se olvidó de la tinta en su manga, arruinando
el efecto de pulcritud.
-
Maestro Jianzhu, no hay que preocuparse. Yo manejaré esto.
-
Hay una expresión en estas partes,- dijo Wong, su bajo refunfuño
cerró la discusión. - Cuando la Ley no te da nada de comer, recurres
al Código. Entonces al menos puedes deleitarte con tu orgullo.
El bazar de Hujiang era… un bazar No muy diferente del de la Villa
Qinchao, que es vecina de Yokoya. Los vendedores estaban sentados con
las piernas cruzadas junto a montones de sus mercancías en lonas sobre el
suelo, frunciendo el ceño a los transeúntes que levantaban demasiado polvo
o se demoraban sin comprar. Los sonidos del regateo resonaron en el aire.
Aquí, era seguro dejarse llevar con agresión. Parecía haber una
distinción entre los guerreros y los contrabandistas que los suministraban.
Kyoshi notó que la mayoría de los vendedores ambulantes se
especializaban en comida itinerante: carnes secas y ahumadas, frijoles y
lentejas. El arroz era caro: producirlo aún más. Las verduras "frescas" eran
marrones y marchitas, y las raras piezas de fruta arrugada se parecían más
a antigüedades decorativas.
-
¿Cómo viajó todo esto aquí?,- preguntó ella. - Para el caso, ¿cómo lo
hizo la gente?
-
Hay pasillos sin marcar a través de las montañas,- dijo Kirima. - Más
secretos comerciales. Los topógrafos reales en Ba Sing Se no tienen
ni idea.
Esa debe haber sido una gran parte de por qué los daofei eran tan
difíciles de eliminar para siempre. Kyoshi reflexionó sobre lo que Jianzhu le
había dicho, sobre que el Reino de la Tierra era demasiado grande para la
policía. Si las redes subterráneas como esta podría prosperar tan cerca de
la capital, entonces la podredumbre debe ser peor en los confines del
continente. Toda otra comunidad existía debajo de la superficie del Reino
Tierra.
El apodo de la flota pirata de la Quinta Nación de repente adquirió un
significado desafiante. Estamos aquí, Kyoshi imaginó a su formidable líder
diciendo con una mirada azul hielo. Siempre hemos estado aquí. Ignóranos
bajo tu propio riesgo.
El pie de Wong quedó atrapado en una lámpara de aceite de latón. El
vendedor al que pertenecía maldijo antes de mirar hacia arriba y silenciarse
voluntariamente. Con su tamaño, el “Galante Gorrión” no necesitaba
reconocimiento de nombre. Las primeras miradas fueron suficientes.
-
Está lleno,- repitió Wong. Había estado obsesionado con eso desde
que llegaron. Kirima y Lek tomaron en serio su queja. Levantaron la
cabeza más alto, escaneando el bazar. Kyoshi trató de ayudar, pero
no tenía idea de qué buscar.
-
Este por noreste,- dijo Rangi. - Están escuchando a alguien hablar.Efectivamente, las personas reunidas en ese rincón del bazar tenían
la espalda vuelta, mostrando las espadas dao u otras armas atadas a
sus torsos. Asentían intensamente, absorbiendo cualquier mensaje
que se les predicara. Alguien encontró al líder un taburete o una caja,
porque dio un paso hacia arriba para revelar una cara fea atravesada
por una correa de cuero.
Lek y Kirima maldijeron en voz alta. - Tenemos que salir de aquí,- dijo
Lek. - Ahora.
- ¿Cuál es el problema?,- Dijo Rangi.
- El problema es que no deberíamos haber venido aquí,- dijo Kirima.
- Tenemos que irnos de la ciudad. Tan rápido como sea posible.
-
¡No hagas contacto visual!,-dijo Lek mientras Kyoshi intentaba darle
una última mirada al hombre. La correa parecía estar sosteniendo su
nariz en su lugar. Su discurso había alcanzado un punto álgido, sus
mandíbulas se movían hacia arriba y hacia abajo como si tuviera un
trozo de carne entre ellas. Curiosamente, tenía una flor de durazno
lunar metida en su cuello.
No tuvo tiempo de ver más detalles. Se apresuraron por donde
vinieron. Solo para toparse con alguien exactamente en el mismo lugar que
el encuentro anterior que habían presenciado. Ese punto ciego era una
trampa mortal.
La cara de Lek cayó en desesperación. Retrocedió unos pasos y se
inclinó bruscamente usando el mismo saludo con el puño sobre la mano de
cuando había saludado a Kyoshi por primera vez. Lo mismo hicieron Kirima
y Wong.
-
Tío Mok,- dijeron en coro, manteniendo la cabeza baja. El hombre del
que esperaban una respuesta estaba vestido con una túnica de
mercader. Su impecabilidad se destacaba en la polvorienta suciedad
de la ciudad. Era sorprendentemente guapo, con los ojos estrechos
descansando sobre los pómulos finos. Y había una flor de durazno
lunar metida en su solapa.
No podría haber sido mayor que Kirima. Kyoshi no entendía por qué
lo llamaban "tío".
-
Lek“La Posta”,- dijo el tío Mok. - Y amigos. Hiciste el largo viaje desde
Bahía Camaleón.
-
Había pasado demasiado tiempo desde que sentimos el abrazo de
nuestros hermanos,- dijo Lek, temblando. En el poco tiempo que lo
conocía, Kyoshi nunca había escuchado al niño hablar con tanta
deferencia. O miedo.
-
¿Y trajiste cuerpos extra?-Mok miró a los dos nuevos miembros del
grupo. Rangi ya había igualado los arcos de los demás, calculando
que a veces era mejor quedarse callado y seguir el juego. Kyoshi trató
de hacer lo mismo, pero no sin que Mok la descubriera usando las
manos equivocadas al principio.
-
Pescado fresco,- explicó Kirima, levantando la cabeza solo un poco.
-
Todavía les estamos imponiendo respeto y tradición.Kyoshi, Rangi,
este es nuestro superior, Mok el Contador.
No se mencionaba a un "superior" Mok en el diario. Hasta donde
Kyoshi sabía, sus padres eran los superiores del grupo.
-
Mira que lo hagas,- dijo Mok con lo que consideró una cálida sonrisa.
-
Sin nuestros códigos, no somos más que animales, rogando por
cercas. Es fortuito que estés aquí, porque tengo asuntos que discutir
contigo.
-
Qué suerte tenemos,- dijo Wong. Si le irritaba inclinarse ante un
hombre más joven, se lo guardaba para sí. Kyoshi notó que Lao Ge
había logrado desaparecer una vez más. Se preguntó si era
únicamente para que él no tuviera que llamar a Mok "tío".
-
Discutámoslo esta noche,- dijo Mok. - ¿Por qué no se unen a mí
como mis invitados en la plataforma de desafío? Cuando hay tanta
gente en la ciudad, la sangre corre alto. ¡Debe ser divertido!
-
Sería nuestro distinguido honor, tío,- dijo Rangi, superando a los
demás. - Nuestro agradecimiento por la invitación.
Sonrió Mok. - Nación de Fuego. Es maravilloso cómo el respeto les
resulta tan natural.- Extendió la mano y tiró la venda de Lek al suelo para
poder despeinar el cabello del chico.
-
Recuerdo cuando conocí a este por primera vez,- dijo mientras
miraba a Kyoshi con su mirada fija. Sus dedos agarraron el cuero
cabelludo de Lek, tirando y girando la cabeza, asegurándose de que
le doliera. - Era un mocoso tan bocazas. Pero aprendió a actuar.
Lek soportó el maltrato sin hacer ruido. Mok lo echó a un lado como
un corazón de manzana. - Espero que seas una estudiante igualmente
rápida,- le dijo a Kyoshi, haciendo un chasquido con los dientes.
Después de que Mok se fue, nadie habló. Esperaron a que Lek
levantara su sombrero del suelo y se alisara el pelo. Sus ojos estaban rojos
por algo más que polvo.
Kyoshi tenía preguntas, pero tenía miedo de decirlas en voz alta en la
calle. Ella sabía exactamente qué tipo de hombre era el Contador.
Jianzhu había implementado una política de que cualquier miembro
del personal, por humilde que fuera, podía hablar con él personalmente
sobre cualquier inquietud del hogar. Kyoshi vio que el gesto de bondad se
convertía en algunos de los sirvientes que se criticaban mutuamente por
agravios menores, con la esperanza de ganarse el favor. Ahora sabía que
esa había sido su intención todo el tiempo.
Las calles llenas de casas de Hujiang se sentían como las paredes de
la mansión durante la peor de las paranoias. No tenía dudas de que una
palabra descuidada arriesgaba llegar a los oídos de Mok. Siguió a su grupo
a una posada cargada de termitas que no había sido pintada desde que
Yangchen estaba vivo. Muchos de los forajidos que pasaron por el camino
tenían flores de durazno lunar en varios estados de frescura colocados en
algún lugar de su persona. No podía creer lo tonta que no se había dado
cuenta antes.
Pagaron por una habitación individual y subieron las escaleras, una
procesión fúnebre. Dentro de sus alojamientos, las tablas desnudas del
suelo habían sido engrasadas por el toque de la piel humana. No había
suficientes camas si planeaban dormir aquí esta noche.
-
Esta es una de las casas más gruesas construidas,- dijo Kirima
después de que cerró la puerta y se desplomó contra una pared. Será seguro hablar mientras no grites.
Wong asomó la cabeza por la ventana e hizo un barrido completo de
la calle de abajo, estirando la cabeza hacia arriba para revisar el techo.
Volvió a entrar y cerró las persianas. - Supongo que quieres una
explicación,- dijo.
-
Esos tiempos difíciles que mencionamos en Bahía Camaleón,- dijo
Kirima. - Fueron bastante duros. Después de la muerte de tus padres,
el bisonte de Jesa escapó y nunca lo volvimos a ver.
Kyoshi entendió eso. El vínculo entre los nómadas aéreos y sus
compañeros voladores era tan fuerte que los animales normalmente huirían
y se unirían a manadas salvajes si perdían a su maestro del aire. Fue un
completo milagro que Pengpeng se hubiera quedado para ayudarla.
-
Estábamos atrapados en la ciudad equivocada con demasiadas
deudas con las personas equivocadas,- continuó Kirima, ignorando la
ironía de que, según la mayoría de los estándares, ellos eran las
personas equivocadas.
- Estábamos desesperados. Así que
aceptamos a la Autumn Bloom Society como nuestros superiores a
cambio de algunos favores y dinero en efectivo.
-
Los chicos de las flores de durazno,- dijo Wong.
-
Los melocotones de la luna normalmente florecían en primavera, pero
nuevamente ellos eran daofei, no granjeros. - ¿Supongo que este
grupo ahora está en deuda con el Autumn Bloom?,- Dijo Rangi.
-
Parecía un movimiento seguro en ese momento,- dijo Kirima. Después de que se dispersaron los cuellos amarillos, había tantas
sociedades más pequeñas que buscaban las sobras. Mok y Autumn
Bloom comenzaron como nada especial. Pero luego comenzaron a
exprimir los otros conjuntos.
-
Y por apretar nos referimos a aplastarlos a una pulpa y chupar las
manchas de sangre,- dijo Wong.
-
Apenas les preocupaba obtener ganancias,- dijo Kirima, sacudiendo
la cabeza ante la mayor indignación de todas. - La ley aún no se ha
enterado de ellos porque todavía tienen que hacer grandes jugadas
sobre el suelo.
-
Bueno, puedo garantizar que eso está a punto de cambiar,- dijo
Rangi. - Lo que vimos en el bazar fue una campaña. Una campaña
de reclutamiento. Mok tiene grandes planes por delante.
-
Y ahora estamos inscritos,- dijo Kirima. - Si desobedecemos una
citación de nuestros ancianos jurados, nuestro nombre valdrá menos
que el barro. Estaremos peor que antes de conocer el Autumn Bloom.
-
Además, él nos matará,- dijo Wong.
Lek golpeó la parte posterior de su cabeza contra la pared. - Mok nos
posee ahora,- dijo. Sonaba como si estuviera hablando a través de una
calabaza vacía. - Nuestra independencia fue el orgullo de Jesa y Hark. Y lo
tiramos a la basura. Por mí.
-
Lek,- dijo Kirima bruscamente. - Usted resultó herido y habría muerto
sin tratamiento. Ya hemos superado esto.
-
Picado por una avispa de buitre,- dijo Lek a Kyoshi y Rangi. Se rio
con una amargura que tuvo que haberse desarrollado durante
muchas noches de reflexión. - ¿Puedes creerlo? Como si estuviera
destinado a ser la ruina de este grupo.
-
Jesa y Hark habrían tomado la misma decisión en un instante,- dijo
Kirima.
El aliento de Kyoshi entró y salió rápidamente por su nariz.
Lentamente al principio, y luego cada vez más rápido, hasta que sintió que
sus pulmones escapaban por los agujeros en su cráneo.
Recordaba rascarse la cabeza contra el suelo helado cuando era
pequeña, tratando de aliviar la fiebre que ardía en su cuerpo. Recordó haber
tratado de caminar nuevamente después de que una enfermedad no tratada
le quitara los músculos, sin estar segura de sí el temblor desaparecería
alguna vez.
¿Era posible ingresar al Estado Avatar por puro desprecio? Miró a los
daofei, perdidos en sus propias historias. ¿Qué sabían ellos, eh? ¿Qué
sabían ellos? Se habían tenido el uno al otro. Familia dispuesta a hacer
sacrificios. No tenía dudas de que Jesa y Hark habrían hecho cualquier
cosa por su pandilla. Simplemente no por su hija. Los lazos jurados
vencieron a los lazos de sangre. ¿No era esa la lección que necesitaba ser
grabada en sus huesos?
-
Oh, boo-hoo,- espetó Kyoshi. - Qué patético de su parte.
Volvieron la cabeza hacia ella. Ella se negó a mirar a cualquiera de
ellos, en lugar de eso, miró un punto en blanco en la pared donde un nudo
se había caído de la madera, dejando una abolladura en la tabla.
-
Entonces sus elecciones tuvieron consecuencias,- dijo Kyoshi. - Esa
no es la definición de un trato bruto. Así es la vida. Hiciste tu cama
con la de Mok y yo hice la mía con la tuya. Yo debería ser la que se
queja.
Deseó tener el hábito de escupir para poder agregar el color
apropiado a lo que estaba diciendo. - Si él quiere que nos presentemos esta
noche, entonces nos presentamos esta noche. Hacemos lo que él quiere
que hagamos. Y entonces todos podemos obtener lo que vinimos a buscar
aquí.
Terminó su declaración a un pelo de los gritos. Siguió un largo
silencio.
- Kyoshi tiene razón,- dijo Kirima. La pared crujió cuando ella le
quitó el hombro. - No tenemos más remedio que dar un paso a la vez.
- Ella no tenía que ser tan mala,- murmuró Wong.
Después del estallido de Kyoshi, Rangi les preguntó a los demás por
un momento a solas con ella. Salieron como niños hoscos. La habitación se
transformó de demasiado pequeña a demasiado grande.
- No me grites,- dijo Kyoshi preventivamente. - Ninguna de estas
tonterías de Autumn Bloom estaba en el diario.
- Y, sin embargo, aquí estamos de todos modos,- dijo Rangi. Parecía
sin saber qué decir. Señaló en diferentes direcciones para enfatizar las
diatribas que aún no había hecho.
Finalmente ella se conformó con una pregunta. - ¿Sabes cómo es
verte hundirte más en esta basura?
- Estoy haciendo lo que es necesario,- dijo Kyoshi. - Si quieres que
progrese más rápido, entonces vamos a buscar un lugar aislado y
practicar más control de fuego.
-
Kyoshi, no me estás escuchando.- Rangi instintivamente bajó la voz
para proteger su secreto. - Eres el Avatar.
- Lo recuerdo, Rangi.
-
¿Enserio?-dijo ella. - ¿De verdad? ¡Porque la última vez que lo revisé,
se supone que el Avatar le da forma al mundo por el bien de los
humanos y los espíritus, sin arriesgar su cuello para ayudar a un
grupo de ladrones de segunda a pagar sus deudas!
Se contuvo de golpear la pared más cercana. - ¿Sabías que se
supone que el Avatar puede comunicarse con sus vidas pasadas y obtener
acceso a la sabiduría de los siglos?,-dijo. - Con las lecciones correctas,
podrías haber estado pidiendo orientación a Yangchen en este momento.
¡Pero no! ¡No tienes esa opción, porque supongo que los maestros
espirituales son un poco difíciles de encontrar en nuestro círculo social
actual!
Rangi agitó la mano en la habitación, en Hujiang, en las montañas
Taihua. - ¿Para verte aquí? Eso me mata. El hecho de que estés atrapada
aquí, donde nadie sabe quién eres realmente, me hace morir un poco por
dentro con cada momento que pasa. Debes tener lo mejor de todo y, en
cambio, tienes esto.
Se frotó los pliegues de la frente con los dedos. - ¡Una ciudad daofei!
¡Un Avatar normal habría sido responsable de limpiar este campamento de
la faz de la tierra!
Así que estaba molesta porque Kyoshi descuidaba sus deberes. Y
nada más. Rangi quería un avatar normal. No lo que sea que era Kyoshi.
Ella era una verdadera creyente. Las palabras de Yun regresaron
como si estuviera parado a su lado, susurrándole al oído. Rangi no pudo
soportar más vergüenza en la oficina. Para empezar, Kyoshi era una pobre
materia prima para un Avatar, y sus elecciones egoístas solo habían
contaminado aún más la posición.
-
Rangi.- El corazón de Kyoshi se sintió más pesado que nunca, un
metal sin brillo le presionaba el pecho. - El mundo esperó años por un
Avatar. Puede esperar un poco más. Y tú también puedes.
Ella pensó que escuchó una pequeña bocanada de aire detrás de las
manos de Rangi. Pero cuando la Maestra de Fuego bajó los brazos, estaba
tan tranquila y pedregosa como la montaña.
-
Tienes razón,- dijo Rangi. - Después de todo, solo soy tu
guardaespaldas. Tengo que hacer lo que dices.
El anochecer le hizo un favor a Hujiang en apariencia. A diferencia de
la gente honesta que se fue a la cama poco después de que se pusiera el
sol, el asentamiento de daofei se iluminó con antorchas para continuar con
sus negocios. La ladera de la montaña que se extendía debajo de la posada
parecía haber atraído una nube de luciérnagas.
Una comida de gachas de arroz y camote seco hizo poco para
ayudarlos a relajarse. Antes de abandonar la posada, Lek apretó las correas
que cubrían sus mangas con tanta ferocidad que Kyoshi temió que sus
manos se pusieran moradas.
-
¿Estás bien?,-preguntó ella. - Estoy preocupado por Pengpeng, eso
es todo,- dijo desafiante. - No dejes escapar que la tenemos. Mok
probablemente nos mataría y trataría de domesticarla él mismo.
Tenía más y más sentido, el grado en que los forajidos codiciaban un
bisonte del cielo. El vuelo era normalmente una hazaña restringida a los
puros de corazón. Como maestra del aire dispuesta a ensuciarse con el
trabajo sucio, la madre de Kyoshi debe haber tenido una gran demanda.
Las calles estaban más vacías que durante el día. Los daofei se
habían reunido dentro de las casas de bebidas, y las casas de bebidas
parecían abarcar la mitad de la ciudad. Kyoshi podía escuchar risas y
discusiones y poesía mal compuesta derramándose desde las ventanas por
las que pasaban. Se imaginó que Lao Ge estaba en una de las tabernas,
estafando por el alcohol. O disfrutar de su otro pasatiempo.
Llegaron a una casa más grande que las demás. Un granero amplio y
alto que temblaba de ruido. Los gritos en el interior se levantaron y cayeron
en oleadas, salpicados de gritos de alegría o decepción. Otro hombre que
llevaba una flor de durazno en su sombrero los saludó en la puerta.
- El tío Mok les está esperando en el balcón,- dijo mientras se
inclinaba. Al entrar, fueron inmediatamente absorbidos por una
multitud de espectadores. El centro del piso sostenía una gran
plataforma de madera cubierta con una capa de lienzo apretada y
sujetada con cuerdas, dando a la estructura la apariencia de un gran
tambor.
Dos hombres se rodearon el uno al otro con cautela en la parte superior,
atravesando posturas, negándose a parpadear mientras el sudor se
acumulaba en sus caras.
-
Leitai,- dijo Kirima a Kyoshi. - ¿Alguna vez has visto uno antes?- No lo
había hecho. Sabía de torneos de control de la tierra con un concepto
similar: derribar al oponente de la plataforma y tú ganas. Pero esta
etapa estaba hecha de material imposible de doblar, y los dos
hombres estaban luchando con los nudillos desnudos y las manos
vacías. Lanzar al oponente requeriría cerrar la distancia y enfrentarse
de una manera que los dobladores normalmente no se tienen en
cuenta.
Lek había mencionado una porción de armas de la noche. Ahora
deben haber sido las rondas de combate desarmadas, que sirven como
calentamiento. Los dos hombres se cargaron entre sí. Puños
resquebrajados contra cráneos. Uno de ellos aprovechó el intercambio y
siguió con una patada devastadora al lado de su oponente.
-
Golpe al hígado,- Kyoshi escuchó a Rangi murmurar. - Se acabó.
Había visto el resultado antes que el perdedor. Trató de reanudar su
postura de lucha, pero no pudo levantar los brazos. En un arco lento y
tambaleante que le recordó a Kyoshi un árbol cortado, cayó a la superficie
de la plataforma, agarrándose el torso.
Kyoshi esperaba que el hombre de pie se pavoneara de su victoria,
pasar algún tiempo disfrutando de la adulación de la multitud. En cambio, se
abalanzó sobre su oponente caído, quien claramente no podía continuar, y
comenzó a golpearlo brutalmente en la cabeza.
-
Aquí hay una lección para ustedes, gente cuadrada,- dijo Wong. - Se
termina cuando el ganador dice que se acabó.- Kyoshi tuvo que darse
la vuelta. Oyó golpes sordos y húmedos intercalados con los vítores
de la multitud y casi se puso de pie. Estaba escuchando a un hombre
ser golpeado hasta la muerte.
Hubo una ronda de abucheos, y ella levantó la vista. El hombre que
se quedó de pie había decidido detener el asalto, aunque Kyoshi podía decir
que la decisión era menos sobre la misericordia y más sobre el ahorro de
energía. Volvió a una esquina de la plataforma donde los asistentes habían
colocado un taburete para que se sentara. Extendió la mano y apareció una
taza de té. Ser el campeón vino con algunas ventajas.
Dos voluntarios se llevaron a su oponente vencido por los brazos y las
piernas. Solo una tos de spray de sangre dio alguna indicación de que el
hombre todavía estaba vivo.
Kyoshi quería terminar con esto lo más rápido posible. - ¿Dónde está
Mok?,-dijo ella.
-
Ahí.-Kirima señaló el segundo nivel. Las sospechas de Kyoshi eran
correctas; Este lugar era un granero. El "balcón" era un pajar
convertido. Mok se sentó en una silla gigante con forma de trono que
tuvo que haber sido levantada con poleas. A su lado estaba el
hombre de nariz angosta del bazar, el que había estado reclutando
forajidos con celo espiritual.
La Flying Opera Company subió a la antigua usanza y tuvieron que
hacerlo de a uno por vez. Los tres miembros más experimentados fueron
primero. Kyoshi sintió ojos en ella mientras subía la larga escalera,
vulnerable con cada rebote y balanceo de los puntales de madera.
Mok no tenía guardias con él, aparte del predicador callejero. Y los
demás le habían dicho que ninguno de ellos era un maestro elemental. O
los daofei eran tacaños cuando se trataba de protección personal, o
preferían mostrar fuerza de esta manera. - Este es mi teniente, hermano
Wai,- dijo Mok, señalando al hombre de ojos salvajes. - Le rendirán el
mismo respeto que a mí.
Kyoshi se inclinó junto con los demás, pero Wai guardó silencio. Miró
al grupo con hiriente desprecio, como si detectara la mancha del mal
enterrado profundamente en sus huesos. Se dio cuenta de su pierna
desollada que se había cicatrizado, de la pesadilla que había despertado en
el fondo de su mente. Pero Wai no le prestó especial atención. Los
despreciaba a todos por igual.
Mok, por otro lado, señaló a Kyoshi. - Nueva chica,- dijo. - Parecías
un poco temerosa de la sangre hace un momento. No es un rasgo que me
gusta en mis subordinados.
Wong y Kirima se tensaron. Le habían advertido sobre la necesidad
de mantener cierta gesticulación facial, y no los había tomado lo
suficientemente en serio. Kyoshi trató de pensar en algo que decir que
aplacaría a Mok.
-
Ella es dura cuando cuenta, tío,- intervino Lek. - Personalmente vi a
Kyoshi limpiar el piso con todo un escuadrón de hombres de la ley en
la Bahía Camaleón.
Mok hizo una señal con el dedo. En un movimiento tan suave que
parecía ensayado, Wai sacó un cuchillo, agarró a Lek de la mano y lo cortó
en la palma. Lek miró incrédulo la herida roja fresca por un momento.
-
Gracioso,- dijo Mok. - No creo que te estuviera hablando a ti.- Una
salpicadura de sangre cayó al suelo.
Lek se dobló, apretando su mano contra su estómago y sofocó un
grito. Los rostros de Wong y Kirima estaban blancos de ira, pero
mantuvieron sus posiciones, los hombros encorvados en deferencia.
Kyoshi se obligó a mirar esta vez, a ver sufrir a Lek. Mok la estaba
probando, se dio cuenta. Su debilidad había lastimado a su compañero, y
este era el precio.
Sus extremidades se enfriaron cuando una visión del futuro la abrazó.
Iba a hacerse cargo de Mok algún día. Ponerlo limpiamente en un estante,
justo debajo de Jianzhu. Él y Wai ambos. Tendrían un lugar de honor en su
corazón.
Pero por ahora, la cara que ella les dio estaba hecha de piedra. Vio a
Lek enderezarse y apretar su manga sobre la herida, apretando la
mandíbula y el puño con fuerza. Miró fijamente el espacio entre sus
zapatos. Aparte de la mancha de sangre que florece al final de su camisa, le
habría costado mucho decir que estaba herido.
-
Mejor esta vez,- dijo Mok a Kyoshi. - A menos que por alguna razón
no te guste el niño.- Ella se encogió de hombros sin comprometerse.
-
No hay muchas personas a las que odio, tío.- La verdad hizo que
fuera más fácil mantener la calma.
-
¡Un aprendiz rápido de verdad!- Mok vislumbró algo interesante que
sucedía a continuación. La multitud rugió, la mitad de ellos abucheó y
la otra mitad expresó su aprobación salvaje por lo que fuera. Él sonrió
y volvió su atención al centro del granero. - Sin embargo, no es tan
rápido como tu amiga Maestra Fuego.
Kyoshi siguió su mirada. Le tomó toda su fuerza de voluntad recién
descubierta no gritar de horror. Rangi estaba de pie en la plataforma de
combate.
-
Lo bueno de Lei Tai es que cualquiera puede presentar un desafío,- dijo
Mok. - Simplemente haciendo lo que está haciendo.
Kyoshi tuvo que mirar la escalera vacía de nuevo para asegurarse de que
no estaba soñando, que Rangi no la había seguido como de costumbre. Para
confirmar que podría haber pasado tanto tiempo sin darse cuenta de la presencia
de su amiga.
El campeón, todavía sentado en la esquina opuesta, ladeó la cabeza con
interés. Rangi se encontró con su mirada cuando se quitó los brazaletes y las
hombreras, arrojando su armadura heredada al suelo como si fuera una cáscara
de fruta. Ignorando los gritos y silbidos de la multitud, se despojándose de todo
hasta quedar en una túnica blanca sin mangas que llevaba debajo de su
armadura.
Rangi estaba por encima de la altura promedio de una chica. Los músculos
de sus brazos y espalda estaban bien formados y fuertes después de años de
entrenamiento. Pero su oponente era más alto y la superaba en un tercio, si no
más. Se veía tan pequeña y vulnerable en la lona, una pequeña flor en la esquina
de una pintura.
Kyoshi casi salta a la zona del pajar para lanzarse entre los combatientes.
Pero Kirima y Wong le dieron la misma mirada y un movimiento de cabeza
desaprobatorio imperceptible de cuando Lek fue separado. No lo hagas Lo
empeorarás.
El campeón se pasó la mano por la cola trenzada y miró a Rangi con los
ojos entrecerrados. Se secó con una toalla y la arrojó detrás de él. Cuando se
levantó, su asistente sacó el taburete de la plataforma. Ya había descansado lo
suficiente. El hombre levantó la barbilla y dijo algunas palabras que Kyoshi no
pudo oír, pero ella adivinó su significado lo suficientemente bien.
Sin fuego control.
Rangi asintió de acuerdo.
Una lanza atravesó el corazón de Kyoshi cuando ambos se acercaron. El
campeón no tomó una postura de inmediato. Si tomara demasiado en serio el
desafío de una joven, quedaría mal.
Rangi le hizo saber cuán sabia fue esa decisión al dar una patada en la
rodilla en la que estaba a punto de poner su peso. Solo el puro reflejo lo salvó.
Retiró la pierna antes de que se la partiera por la mitad y tropezó torpemente
alrededor de la plataforma, un borracho que había perdido el equilibrio. La multitud
se burló.
-
Esta chica.- dijo Mok con un tono de aprecio, lo que provocó una nueva
molestia en la garganta de Kyoshi.
El campeón se enderezó y adoptó una postura arraigada. El movimiento
disciplinado en la parte inferior de su cuerpo estaba en desacuerdo con la ira que
le recorría en su cara.
Como para burlarse más de él, Rangi se deslizó hacia adelante sin miedo
hasta que estuvo a poca distancia de él. Su expresión era fría, impasible. No
cambió cuando el hombre lanzó una ráfaga de golpes. Leyó sus movimientos
como si fuera la líneas de un libro, dejando que su impulso pasara junto a ella
mientras hacía pivotes tan pequeños y fuertes que sus pies chirriaban contra la
lona.
Después de que él perdiera un puñetazo directo que colgaba sobre su
cuello como un yugo, ella lo golpeó en la axila con su hombro, coordinándolo con
su retracción. Fue volando hacía atrás, peor que antes, sus pies haciendo un
intento cómico para apoyarlo. La esperanza de Kyoshi aumentó, obligándola a
ponerse de puntillas mientras se acercaba al borde. Si se caía de la plataforma,
entonces este mal sueño terminaría.
Se las arregló para contenerse. Kyoshi escuchó groserías proveniente de
alguien que no era ella. Rangi siguió a su oponente hasta el límite, pero parecía no
preocuparse por empujarlo. Ella podría haberlo terminado de un empujón.
El hombre vio esto y perdió la compostura. Él arremetió con un golpe
salvaje carente de técnica. Estaba tan aturdido que Kyoshi podría haberlo eludido.
Pero en ese instante, Rangi levantó la vista y miró a Kyoshi. El golpe fue
directamente en su cara. Ella dejó que sucediera.
Ella cayó sobre la plataforma y aterrizó en el centro, bastante inerte. La
diferencia de peso había hecho su trabajo. El grito de Kyoshi fue ahogado por el
rugido de la multitud.
El campeón se secó la boca mientras se acercaba al cuerpo de Rangi. La
niña lo había humillado. Se iba a tomar su tiempo para destruirla.
Kyoshi gritó tan alto, invisible y sin ser escuchado en aquel frenesí. Ya nada
importaba más que Rangi. No podía perder el centro de su ser así. Ella habría
borrado al mundo para deshacer lo que estaba sucediendo.
Solo las manos de Wong que apretaban los hombros de Kyoshi la
mantuvieron en su lugar mientras el hombre levantaba su pie sobre el cráneo de
Rangi. Hubo un momento de confusión y el ruido se apagó.
La mente de Kyoshi sólo pensaba en lo que miraba. Viendo cómo se
desarrollaba esa serie de imágenes, cambiando entre sus parpadeos.
Rangi había esquivado por debajo del pie del hombre, girando sobre sus
hombros como un trompo, y envolvió su cuerpo alrededor de la pierna de él. Ella
había dado un giro sutil, y su miembro se hizo añicos en cada plano que pudo. El
campeón se tumbó en la lona, retorciéndose de dolor, su pierna reducida a una
media sucia atada a su cuerpo. Rangi se paró sobre él, sangrando por la boca.
Aparte del único golpe que había recibido, estaba bien. No había siquiera sudado.
Los espectadores guardaron silencio. Sus pasos rebotaban sobre la lona
como tambores. Saltó ligeramente de la plataforma y recogió su armadura.
Una sola persona rompió en aplausos en el palco. Era Mok, aplaudiendo
furiosamente. Le dio permiso a la multitud para que reaccionara. Aullaron y
gritaron por su nuevo campeón, yendo hacia ella. Una sola mirada los hizo esperar
para darle una palmada en la espalda o levantarla sobre sus hombros, pero se
acercaron lo más que pudieron, formando un pequeño círculo de agradecimiento a
su alrededor.
Rangi se dirigió hacia la escalera y subió una mano, con su armadura bajo
el otro brazo. Su cabeza se asomó por el borde de la zona del pajar, y luego el
resto de su cuerpo. Arrojando la armadura a la esquina y se inclinó.
Nadie respondió Todos esperaron su próximo movimiento, incluidos Mok y
Wai.
Rangi se encogió de hombros ante la pregunta no formulada. - Parecía
divertido.- Dijo con calma.
Kyoshi sabía que eso fue una completa y total tontería. No había razón para
que ella tuviera un error de cálculo, y cometer un acto tan estúpidamente
alucinante. Kyoshi quería golpear a Rangi con tanta fuerza que aterrizaría sobre
su trasero en Yokoya. Iba a estrangular a la maestro fuego hasta que la llama
saliera de sus oídos.
Mok se dio una palmada en los muslos y se echó a reír.
-
¡Una futura jefe naciendo!- Dijo. - Cena conmigo esta noche. Te diré los
planes que tengo en la tienda.-.
-
¿Cómo podríamos negarnos, tío? - Dijo Rangi con la sonrisa más grande,
dulce y falsa que Kyoshi la había visto alguna vez.
Los asistentes llevaron sillas para todos por la escalera con gran dificultad,
seguidos de una mesa, y luego de comida y bebida. A diferencia de las grandes
mansiones de la sociedad alta, aquí no había esa clase de sirvientes. Chicos y
espadachines hicieron la tarea, sus armas resonaban en sus vainas mientras
llevaban las bandejas como criadas novatas.
Nadie dejó ver que ya habían comido. La comida fue un intento de imitar la
mesa de un sabio rico, con más de un plato. La pasta de harina sustituyó a los
ingredientes que hubieran sido imposibles de obtener en las montañas, y las
verduras amarillentas constituyeron el resto. Sin embargo, había mucho vino.
Mok se sentó de espaldas al borde del balcón. Las peleas ya no le
interesaban. A juzgar por el choque del metal que provenía de abajo, los desafíos
habían pasado del combate desarmado a la sección de armas. El grito y el
gorgoteo ocasionales dificultaban la concentración.
-
¿Alguno de ustedes ha oído hablar de Te Sihung?- Preguntó, dejando caer
las interminables muestras de exageración y dominio. Tan imprudente
como había sido la pelea de Rangi, no se podía negar que ella había
cambiado la energía de la reunión.
Te Sihung. Gobernador Te. Kyoshi nunca lo había visto en persona en la
mansión, pero los últimos regalos que recordó que le envió a Yun fueron una copia
original e íntegra de los Poemas de Laghima, y una preciosa semilla de dragón
blanco.
-
Gobernador de las provincias orientales.- dijo. - Le gusta leer y tomar té.
Ciertamente no está haciendo daño por dinero.-
-
Muy bien.- dijo Mok, impresionado, a pesar de que podría haber estado
describiendo a la mitad de los viejos ricos del Reino Tierra. - Es un poco
único entre los líderes de la prefectura. No es tan rápido con el hacha
cuando se trata de condenar crímenes.- Hizo un movimiento leve en la
nuca. Qué alegres estaban siendo.
Mok tomó un sorbo de vino y sonrió cuando Kyoshi volvió a llenar su copa sin que
se lo dijeran. En su lugar, mantiene prisioneros", continuó. - Su familia heredó una
antigua mansión que data del Rey Tierra número treinta y algo, completa con un
juzgado y una cárcel donde los delincuentes podían cumplir sus condenas en
lugar de enfrentar la rápida justicia moderna. Creo que la noción romántica de la
misericordia se le subió a la cabeza.-
Suena agradable.- dijo Rangi, un poco despreocupada. Su rostro había
comenzado a hincharse, sus palabras se arrastraban mientras su labio se
hinchaba. Los otros miembros de su compañía se habían retirado
voluntariamente, dejando que ella y Kyoshi hablaran. Estaban jugando las
fichas que les habían repartido.
-
No vayas a poner estatuas todavía.- Dijo Mok. - Ha tenido a uno de los
nuestros encerrado durante ocho años.-
Detrás de él, Wai vibró positivamente, su cuerpo vibraba de rabia. Necesitamos sacar a nuestro hombre de las celdas de Te.- dijo Mok. - De eso se
trata este trabajo. Una fuga en la cárcel en una posición fortificada tomará muchos
cuerpos, más de lo que los miembros de Autumn Bloom han tenido. Entonces
llamamos a nuestros asociados. Cada favor será devuelto en una noche.-
Este prisionero, ¿es importante?- Preguntó Rangi. - ¿Tiene información
que no quieres filtrar?-
Por primera vez esta noche, Mok parecía disgustado con ella. - Esta misión
es sobre la hermandad.- Dijo. - Primero y ante todo. Mi hermano de armas se ha
podrido en manos de la ley durante casi una década. A Autumn Bloom le tomó
tanto tiempo crecer lo suficientemente fuerte como para intentar una misión de
rescate, pero Wai y yo nunca lo hemos olvidado.Su pasión era real, tallada en su espíritu con profundos surcos. Se parecía
a Lek cuando el niño hablaba de los padres de Kyoshi. Apoyado por un marco de
hierro más grande que él. Kyoshi se preguntó si ella se vería igual si alguna vez
hablara de Kelsang con alguien. Ella esperaba que sí.
-
Disculpas, tío.- Dijo Rangi. - Pensé que conocer los hechos sería útil para
nuestra causa.-
-
Los únicos hechos que necesito para que te concentres y concierne es de
cómo tu grupo va a ayudar a sacar a mi hombre de la prisión del
gobernador Te.- Dijo Mok
-
¿Nuestro grupo?- Kyoshi se inclinó preventivamente disculpándose por no
entender. - Parecía que íbamos a unirnos con el Autumn Bloom en esta
misión.-
-
Originalmente sí. Pero después de pensarlo un poco, sería un desperdicio
de un equipo de élite de maestros como ustedes. Un asalto doble debería
duplicar nuestras posibilidades. Tengo números a mi disposición, pero no
de sigilo o destreza elemental. Mientras mis hombres derriban las puertas
en un asalto frontal, quiero que la Flying Opera Company tome la ruta
tranquila. Quien tenga éxito primero, no me importa.Rangi todavía estaba en modo profesional en recopilación de información. "
-
¿Hay planes para el palacio de Te? ¿Diseños? ¿Horarios del personal?
¿Alguna gente interna con la que podamos contar?-
La cara de Mok se oscureció. Dio una patada a la mesa y envió los platos al
suelo. - ¿Qué crees que es esto, un robo?- Espetó. - ¡Descúbre está estrategia por
tu cuenta!Kyoshi se dio cuenta de por qué estaba tan enojado. Las preguntas de
Rangi lo habían expuesto como alguien poco táctico. No sabía nada de liderazgo
además de hacer demandas y repartir crueldades cuando no se conocían.
Controla por berrinches, pensó Kyoshi. Tenía una etiqueta por la forma en
que Mok ejercía el poder. Se puso de pie y se sacudió el polvo. - Planeo estar en
el palacio del gobernador Te dentro de treinta días con mis fuerzas. Sé lo rápido
que suele ser la Flying Opera Company, así que si llegas temprano, deberías
tener todo el tiempo que necesites para prepararte. ¡Pero! No quiero que actúes
solo antes de que lleguemos. ¿Me escuchas?-
Escucho muchas cosas sobre ti.
- Por supuesto, tío,- dijo Kyoshi. El choque de acero y un grito llenaron el
aire cuando ella se inclinó.
Los cinco se quedaron afuera de su posada, sin saber qué decirse el uno al
otro. Nueva distancia se había interpuesto entre ellos. La autoconciencia reinaba
supremacía.
Kyoshi rompió el silencio. - ¿Podemos aceptar dejar esta ciudad
abandonada a primera hora de la mañana?-
Sí.- dijo Wong. - Me iré a beber y olvidarme de todo hasta entonces. Si me
encuentro con alguno de ustedes, voy a fingir que no los conozco. Incluso si
me desafías.- Él frunció el ceño. - Especialmente si me desafías.- Wong se
fue yendo despacio hacia la oscuridad, desapareciendo más allá del brillo
de la lámpara más cercana.
Lek no había dicho ni una palabra de camino a regreso. Tenía la manga y la
palma de su mano llena de sangre seca, una buena señal en lo que respecta a su
herida. Pero estaba poseído por una rígida frialdad que preocupaba a Kyoshi.
-
Lek.- Dijo ella antes de que él también desapareciera, dentro de su propia
cabeza. – Gracias, por defenderme.-
Él parpadeó y la miró, como si solo se hubieran conocido hace unos
minutos. - ¿Por qué no lo haría?- Dijo, como si despertará de un sueño.
-
Tengo que curar su mano.- dijo Kirima. Ella miró a Rangi. - No soy la mejor
sanadora, así que tardaré un tiempo antes de que pueda curar a tu cara.-
-
No lo necesito.- Dijo Rangi. Se dio la vuelta y se alejó en dirección opuesta
a Wong, bajando la cuesta sobre la que se construyó la ciudad.
-
¡Rangi!- Gritó Kyoshi. La Maestro Fuego no la escuchó. Ella era la
guardaespaldas de Kyoshi. Estaba obligada a escucharla. - ¡Regresa aquí!
¡Rangi! -
-
Después de la exhibición de esta noche, ella es la persona más segura en
Hujiang.- dijo Kirima. Había una astuta sonrisa en su cara. - Pero sigo
pensando que deberías ir tras ella.-
Habiendo crecido en Yokoya, Kyoshi había caminado suficientes colinas
para dos vidas. Bajar rápidamente amenazó con doblarle los tobillos, así que
tensó sus rodillas. Encontró a Rangi sentada al borde del lago poco profundo,
poco iluminado y entre más se acercaba sentía calor. La silueta de la maestro
Fuego se veía contra la serena agua que tocaba sus dedos. Kyoshi barajaba la
posibilidad de avisar su llegada.
-
¿Quieres decirme de qué se trató eso?- Gritó ella. Rangi se mofó ante
aquella pregunta.
-
Mok nos estaba tratando como estiércol, y ahora, un poco menos. Me
impresiona de un daofei. ¿No ha sido ese nuestro objetivo?-
-
¡La pandilla pertenecía a mi madre! ¡Mok es un animal rabioso con el que
no tenemos ninguna ventaja! ¡Fue un riesgo estúpido!- Rangi se puso de
pie. Había estado dejando que sus dedos se relajarán en el agua, y ahora
estaba metida hasta llegar a los tobillos.
-
¡Por supuesto que sí!- Dijo. Casi golpeando su dedo contra el pecho de
Kyoshi por instinto, pero se contuvo. Extendiendo las manos y obligándolas
a permanecer a su lado. - ¡Hice exactamente lo que has estado haciendo
todo este tiempo! –
Déjame decirte algo - dijo Rangi. - Me desmayé cuando me golpearon. Si
no me hubiera despertado rápidamente, ese hombre me habría matado.-
-
La mente de Kyoshi quedó en blanco por la furia. Después de que la pelea
terminó, ella asumió que Rangi había estado fingiendo inconsciencia para atraer a
su oponente. Quería regresar a la zona del pajar y terminar de romper el resto de
las extremidades de aquel tipo.
-
¿Sabes lo que sentiste al verme tirada en la lona?- Dijo Rangi. - ¿Esa
impotencia? ¿Esa sensación de perder a alguien? ¡Eso es lo que he estado
sintiendo, observándote, cada minuto desde que dejamos Yokoya! ¡Me subí
a esa plataforma para que pudieras verlo desde mi perspectiva! ¡No tenía
idea de cómo más podría llegar a ti! - Pateó la superficie del lago, cortando
una ola entre ellos. Por un instante, parecía una Maestra Agua. - Te veo
arrojarte al peligro una y otra vez, ¿y para qué? ¿Algún intento equivocado
de llevar a Jianzhu ‘ante la justicia’"? ¿Sabes que eso significa incluso
hasta más?-
-
Significa que se ha ido para siempre.- Espetó Kyoshi. - Ya no camina por
esta tierra. Eso es lo que tiene que significar.-
-
¿Por qué?- Dijo Rangi, sus ojos estaba lleno de suplicas y a la vez
agresividad. - ¿Por qué necesitas hacer esto tan desesperadamente?-
-
¡Porque ya no quiero tenerle miedo! - Gritó Kyoshi. - Tengo miedo, ¿de
acuerdo? ¡Le tengo miedo, y no sé qué más hacer para que desaparezca! -
Sus palabras traspasaron la superficie del lago o a cualquier hombre y
espíritu que pudiera estar escuchando. La obsesión de Kyoshi no era una prueba
de un gran cazador en un implacable acecho a su presa. Esa era la mentira que la
había sostenido. La verdad era que era una niña asustada, que corría en
diferentes direcciones y esperaba que todo saliera bien. No podía sentirse segura
con Jianzhu suelto.
Ella lo escuchó de nuevo. Esas pequeñas respiraciones suaves y agudas.
Rangi estaba llorando. Kyoshi luchaba contra sus propias lágrimas. No habrían
estado muy elegantes ambas. – Háblame.- Dijo. - Por favor.-
No se suponía que fuera así.- dijo Rangi. Ella trató de ahogar su llanto con
la palma de su mano. - No debió haber terminado así.-
Kyoshi entendió la decepción de su amiga. Se suponía que la nueva era del
mundo tendría que seguir después de tantos años de lucha, el campeón al que
Rangi había entrenado para proteger, les había sido robado y reemplazado…. Con
Kyoshi.
-
Lo sé- Dijo, con el corazón dolido. - Yun hubiera sido mucho mejor…-
-
¡No! ¡Olvídate de Yun, por una vez! ¡Olvídate de ser el Avatar! - Rangi
perdió la batalla por contenerse y golpeó a Kyoshi con fuerza sobre el
hombro. - ¡No se supone que sea así para ti! -
Kyoshi se quedó en silencio. Principalmente porque Rangi la había
golpeado demasiado fuerte, pero también estaba sorprendida.
-
¡Crees que no mereces la paz, la felicidad y las cosas buenas, pero no es
así!- Gritó Rangi. - ¡Tú, Kyoshi! ¡No el Avatar, sino tú! -
Ella cerró la distancia y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de
Kyoshi. El abrazo fue una forma inteligente de ocultar su rostro.
-
¿Tienes idea de lo doloroso que ha sido para mí seguirte en este viaje
dónde estás tan decidida a castigarte? - Dijo. - ¿Viéndote como te tratas,
como un recipiente vacío que se llenó de rencor, cuando te conocí siendo
una sirvienta que no podía hacer tierra control sobre un tarro? El Avatar
puede renacer. Pero tú no puedes, Kyoshi. No quiero entregarte a la
próxima generación. No podría soportar perderte.-
Kyoshi se dio cuenta de que lo había entendido todo mal. Rangi era una
verdadera creyente. Pero su mayor fe había sido por sus amigos, no por su tarea.
Acercó a Rangi más. Le pareció oír un leve suspiro de satisfacción de la otra
chica.
-
Desearía poder darte todo lo que te corresponde.- Murmuró Rangi después
de un tiempo. - Los maestros más sabios. Ejércitos para defenderte. Un
palacio para vivir.Kyoshi levantó una ceja. - ¿El Avatar tiene palacios?-
-
No, pero te mereces uno.-
-
No lo necesito.- Dijo Kyoshi. Ella sonrió acariciando el cabello de Rangi, los
mechones sueltos, acariciaban sus labios suavemente. - Y no necesito un
ejército. Te tengo a ti.-
-
Psh.- Se burló Rangi. - Me tienes mucha simpatía. Si fuera mejor en mi
trabajo, nunca te sentirías asustada. Solo siendo amada y adorada por
todos.-
Kyoshi levantó suavemente la barbilla de Rangi. Ella no podía evitar hacer
esto más de lo que podía evitar respirar, vivir y temer. - Me siento amada",
declaró.El hermoso rostro de Rangi brillaba. Kyoshi se inclinó y la besó.
Un cálido sentimiento recorrió las venas de Kyoshi. Era como pintar sobre
un lienzo eternamente. Pensó que nunca estaría más viva que nunca.
Y entonces…
El susto de las manos alejándose de ella. Kyoshi salió de su trance,
horrorizada.
Rangi se estremeció ante el contacto. La rechazó. Visceralmente,
instintivamente.
Oh no. Oh no.
No podía ser… No después de todo lo que habían pasado… No podía ser
así, Kyoshi cerró los ojos hasta que le dolieron. Quería encogerse hasta
desaparecer en las grietas de la tierra. Quería convertirse en polvo y desaparecer
con el viento.
Pero el sonido de la risa la hizo retroceder. Rangi estaba tosiendo, llorando
y ahogándose con su propia risa de alegría. Contuvo el aliento y volvió a tomar a
Kyoshi por las caderas, girándose hacia un lado, ofreciendo la piel suave que no
estaba lastimada.
-
Ese lado de mi cara está lastimado, estúpida.- Susurró en la oscuridad. Bésame donde no duela.-
LA BESTIA
El amanecer nunca había sido tan cálido. Kyoshi había dormido mejor en la
agreste orilla del lago, sin un lecho, ninguna de las noches que había pasado
acampando entre la Bahía Camaleón y Hujiang. Quizás eso fue porque ahora
tenía quien calentará su corazón. Ella no tenía que compartirlo con nadie más.
Rangi murmuraba sobre su cuello, una sensación suave y vibrante. Una
sombra se cernía sobre ambas. Kyoshi parpadeó hasta que vio un par de botas de
cuero al lado de su cabeza. Kirima se puso en cuclillas más cerca, con los codos
sobre las rodillas y la barbilla entre una de sus manos.
-
¿Tuvieron una buena noche?-, Dijo la Maestra del Agua, batiendo sus
pestañas. Ella sonrió más que el cielo abierto.
Kyoshi se levantó sobre sus codos. Rangi se deslizó de su pecho y golpeó
su cabeza contra el suelo, sobresaltada. La pierna que había arrojado sobre el
cuerpo de Kyoshi la quitó a regañadientes.
-
Debe haber sido agradable-, dijo Kirima, apenas capaz de contener su risa.
-Durmiendo bajo las estrellas. Solo dos amigas. Teniendo un momento de
amistad cercano y privado.-
Kyoshi se frotó la somnolencia de su rostro. Podía ponerse de pie y negarlo
todo. No tenía idea de lo que sucedería si ella y Rangi seguían tirando de esa
cuerda juntas. Pocas personas del Reino Tierra reaccionarían tan bien como
Kirima.
Pero desde ese día en Yokoya, cuando descubrió su destino mientras sus
manos aún estaban espolvoreadas con la blanca harina, su vida había sido una
negativa interminable, llena de secretos infelizmente guardados para sus fines
destructivos. Estaba harta de negarse a sí misma.
No esta vez. Esta vez sería diferente. Un pensamiento en su mente era
constante. El tambor en su cabeza y corazón le hizo conocer la verdad. Nunca
retrocedería de lo que sentía por Rangi.
Rangi atrapó su mirada y sonrió, haciendo un leve, apenas visible
asentimiento. Un listo si tú lo estás.
Ella estaba. Ambas lo estaban.
-
Es exactamente lo que parece-, dijo Kyoshi. -¿Tienes algún problema?Kirima se encogió de hombros y agitó los dedos, sumergiéndose en un
momento de callada seriedad.
-
No soy del tipo de persona que juzga por quien amas-, dijo. Su alegría
regresó de inmediato. -Sin embargo, te molestaré mucho con eso del
romance dentro de tu propia hermandad. Eso es como lavar la ropa en
letrina. Nunca terminará limpio -.
Kyoshi se levantó. -Primero, nos conocíamos antes de conocerte. En
segundo lugar, mis padres fundaron esta estúpida banda, ¡y obviamente eran una
pareja!-
Es bueno verte llevando la tradición familiar-, dijo Kirima. - Jesa y Hark
estaban muy enamorados el uno por el otro-.
Nada podía borrar eso para Kyoshi, era como un recordatorio de sus
padres. Se preguntó si aún se besaban, se miraban, susurraban chistes después
de haberla abandonado en Yokoya. Quizás haberla dejado había hecho que su
relación fuera aún más dulce. Ella no quería preguntar.
La oscuridad de su abandono debe haber salido a la superficie mientras los
tres caminaban cuesta arriba hacia la ciudad, porque Rangi pasó sus uñas por el
dorso de la mano de Kyoshi, una distracción juguetona y provocativa tenía más
sentido ahora que cien volúmenes de historia. Kyoshi estuvo a punto de tropezar y
caer sobre su cara.
Si así era como se sentía ser fiel a sí misma, nunca podría volver atrás. Su
corazón estaba acurrucado en algún lugar sobre ella en la nube más cercana.
Quería levantar a Rangi entre sus brazos y correr, subiendo cada vez más alto
usando esa técnica que aún tenía que aprender, hasta que la encontraran.
Kyoshi estaba tan feliz que Hujiang parecía más bonita ante nueva luz del
día. Manchas de color llamaron su atención que no eran visibles a la luz de las
antorchas de la noche anterior, azules y rojos más allá del Reino Tierra. Ahora
podía ver que las casas largas tenían toques individuales como nichos de
santuarios tallados y alfombras de la Nación del Fuego colgadas sobre las
puertas. Le recordaba la forma en que los marineros personalizaban los barcos. El
negocio del día aún no había levantado el polvo, y el aire era más limpio, más fácil
de respirar sin la neblina sucia.
Caminaron por la ciudad, --- ¿Cuándo fue la última vez que Kyoshi dio un
paseo? ¿Lo había hecho alguna vez? —Y esquivó los cuerpos desparramados de
hombres que dormían por resacas, apaleados o ambas cosas. Kirima las condujo
a uno de los establecimientos más grandes, donde se metió por una puerta con
uno de sus postes destruidos, como si alguien hubiera sido expulsado pero no con
mucha precisión. Regresó momentos después, manejando con agua control una
gran gota de agua que había encontrado dentro. Bajó los escalones como una
babosa.
Wong flotó dentro de una burbuja de agua, su cabeza se asomaba por la
parte superior. Roncaba cómodamente.
-
¡Despierta! - Kirima gritó. Con un movimiento de sus brazos, el agua se
congeló. El hombre corpulento se despertó por el frío. Parecía un pequeño
iceberg y su cara se asomada encima.
-
Ugh, déjame en esto por un tiempo-, dijo soñoliento.
Kirima volvió el hielo a su estado agua, dejándolo de pie y alejándolo de su
cuerpo, dejándolo seco como un hueso. Ella arrojó el agua dentro del pabellón,
donde aterrizó con un charco gigante. Alguien adentro gritó y farfulló.
-
Hemos tenido suficiente de esta ciudad-, dijo. Luego sonrió a Kyoshi y
Rangi, sin ningún intento de ocultar el significado de su mirada. -O al menos
lo he tenido-.
Wong no tuvo la oportunidad de interpretar lo que sus gestos decían. Un
fuerte estruendo de algún lugar cerca del bazar destruyó el silencio de la mañana.
Parecía que una casa podría haberse derrumbado. Los pájaros se elevaron hacia
el cielo, revoloteando en señal de peligro.
Rangi frunció el ceño e inclino la cabeza hacía donde provenía el disturbio. ¿Fue un deslizamiento de tierra?-
No lo sé-, dijo Kirima con cautela. -Pero los pájaros parece saber qué es-.
Ahora se podía escuchar el clamor de los hombres que gritaban con horror
sobre los tejados. - Nunca esperes para descubrir cuál es el problema-, dijo Wong,
alejándose de la fuente. - Para entonces, ya está demasiado cerca de ti-.
Si eso no era sabiduría de anciano, debería serlo. Lo siguieron rápidamente
de vuelta a la posada. Afortunadamente, Lek y Lao Ge estaban ahí, listos para
volar. A juzgar por lo rápido que los alcanzó el alboroto, no tendrían tiempo de
registrar la ciudad en Pengpeng.
Un sonido horrendo y ahogado como un bufido rodó por las calles. De
vuelta en sus días en la mansión, Kyoshi había visto una vez a un embajador que
tenía un mono-caniche mascota que era la representación de la -ternura- que le
costaba respirar con su hocico miniatura. Eso era lo que escuchaba ahora, en una
escala mil veces mayor. Las exhortaciones de una criatura que nunca se satisface
de aire.
Dos hombres salieron corriendo y gritando de la casa comunal, sobre sus
talones. Un instante después, el frente del edificio explotó, tablones y vigas
destrozados por una masa oscura y fibrosa que se retorcía con furia. Una cuerda o
un látigo se lanzó con la velocidad de un cable bajo tensión y azotó a los hombres
en la espalda. Cayeron de cara al suelo, haciendo que sus piernas se eleven
sobre sus cabezas como la cola de un escorpión.
-
¡Por las agallas de Tui!- Gritó Kirima. -¿Qué es esa cosa?-
Detrás de ellos había una bestia como las que Kyoshi nunca había visto
antes, un monstruo negro y marrón de cuatro patas cuyos hombros ya eran más
altos que algunas de las chozas. Se las arreglaba para ser descomunal y
musculoso y, a la vez, liso como una serpiente. Garras largas y afiladas como
cuchillas clavadas al suelo, abriendo heridas húmedas bajo la superficie
polvorienta.
Pero la parte más horrible de la criatura era el oscuro vacío de su cara. El
cráneo alargado y peludo no tenía ojos, sólo un hocico rosado y floreciente que se
retorcía con unas protuberancias carnosas. Era como si un parásito de otro mundo
se hubiera adherido a la nariz de una bestia de la tierra y hubiera tomado el control
de todo el animal. Dos grandes agujeros oscuros, fosas nasales, aspiraron aire en
todas las direcciones hasta que apuntaron directamente a Kyoshi.
Retrocedió lentamente, ineficazmente, sorprendida de poder hacerlo. Las
náuseas del terror la encadenaron, le robaron el instinto de supervivencia. Su piel
se sentía fría y húmeda.
De nuevo, ese era el único pensamiento que atravesaba su mente. de
nuevo, Jianzhu había desatado una pesadilla sobre ella, un espectro inhumano
que la arrastraría hacia la oscuridad, gritando. Tenía que ser él. No había nadie
más que pudiera haber arañado las profundidades de su miedo así. De alguna
manera, ella sabía en su su interior que era él quien se burlaba de ella con esta
aberración viviente.
Una pared de tierra se disparó entre ella y el animal. No había sido ella.
-
¿Qué estás haciendo?- Rugió Wong mientras continuaba su ataque. -¡O
bien pelea o huye! ¡No te quedes ahí parada donde no podemos ayudarte!-
El monstruo trepó fácilmente sobre la pared que Wung había formado, sus
garras le permitían trepar tan rápido como corría. Kirima tomó más agua de un
canal canal cercano y lo plasmó en los hombros de la bestia, tratando de
desequilibrarla. Rangi pateó láminas de llamas a los lugares en los que trataba de
podar sus patas delanteras, razonando que era tan efectivo para cortar la raíz de
un animal como si de un oponente humano se tratara.
Es cierto. Pensó Kyoshi. No estoy sola esta vez.
La calle era lo bastante amplia para adaptarse a sus debilidades en la tierra
control. Apuñaló el aire frente a ella, y toda la superficie del camino comenzó a
oprimirse y a cambiar. Una fisura se abrió, y una de las patas del animal cayó
dentro. Si podía cerrar la brecha lo suficientemente rápido, podría aferrarlo por lasEl monstruo, contrario a evadir las mandíbulas de su trampa, se lanzó de
cabeza a la grieta. Su cuerpo entero desapareció bajo tierra, dejando un montón
de piezas fundidas detrás.
-
¿¡Esa cosa puede enterrarse!?- Kirima sonaba más agraviada que
asustada, como un jugador experimentado descubriendo que la mesa a la
que se habían unido fue manipulada descaradamente en su contra.
Kyoshi sintió vibraciones debajo de ella. Era imposible no sentirlas, con una
criatura de ese tamaño, pero no eran distinguibles y no tenían dirección.
- Sepárense,- dijo Rangi, mirando el suelo.
- ¿No deberíamos permanecer juntos?- preguntó Kyoshi.
- No,- dijo Rangi. -De esa manera obtendrá a más de uno de nosotros de un
sólo bocado. Kyoshi pudo haber sentido la calidez de la nueva camaradería de su
pandilla, pero nadie le había dicho a Wong y Kirima. Luego de escuchar a Rangi,
todos inmediatamente saltaron al techo de la casa más cercana, los elementos
arrastrándose bajo las plantas de sus pies, dejándolas a ella y a Kioshi debajo.
La tierra de aflojó a su alrededor, un círculo perfecto derrumbándose. Rangi
tacleó a Kyoshi fuera del centro de la formación, impulsándose a sí misma con
llamas expulsadas desde sus pies. Aterrizaron con fuerza de costado, sus
hombros heridos. La criatura se abrió paso a la superficie, elevándose hacia el
cielo, el suelo dando a luz a una forma de muerte que ennegreció al sol que
estaba por encima.
Hubo un zumbido, y luego un ruido sordo. El animal gritó, y sus garras se
clavaron cerca de los cuerpos de Kyoshi y Rangi. Sacudió su cabeza
furiosamente.
Otro impacto, y esta vez Kyoshi lo vió. Una piedra lisa, del tamaño de un
puño, había golpeado a la bestia con fuerza en la punta de su sensitiva nariz,
haciendo que se tambalee. Kyoshi levantó la vista y distinguió la silueta de Lek en
el techo de su posada, el sol detrás de él ocultando su rostro.
-
¡Muévanse, si gustan!- Gritó.
Una lluvia de piedras perfectamente dirigidas las mantuvo cubiertas, cada
misil aterrizando misteriosamente en el único punto en el que el animal parecía
sentir dolor, sin importar cuánto se moviera para evitarlo. Retrocedió, tratando de
ocultar su nariz. Mientras Kyoshi y Rangi huían en dirección a Lek, varias flechas
lo golpearon en la parte trasera de los muslos. Se volvió para enfrentar la nueva
amenaza.
Los daofei habían superado su sorpresa y ahora estaban atacando en masa
a la bestia, empujándola con lanzas y pinchando su piel con arcos cortos. Se
procuraron la gloria intentando derribarlo. El animal arremetió con su lengua,
enviando al suelo a toda una hilera de hombres, pero más espadachinesconvertidos-en-cazadores dieron un paso al frente de sus lánguidos cuerpos para
reemplazarlos.
Kyoshi no se molestó en entender la bizarra escena desarrollándose ante
ella. Ella y el resto del grupo corrieron por las colinas.
Llegaron a la cueva de Pengpeng en la ladera de la montaña sin aliento,
con las piernas y los pulmones ardiendo, para encontrar a Lao Ge alimentando al
bisonte con una pila de coles. Una a la vez, las lanzaba alto en el aire para que
Pengpeng los atrapara entre sus anchos y planos dientes. Probablemente no tenía
sentido preguntar cómo había adquirido el producto.
-
¡Fuiste de mucha ayuda!- gritó Lek. Estaba asumiendo, como Kyoshi ya lo
había hecho hasta este punto, que Lao Ge estaba completamente
consciente de lo que había sucedido.
El anciano lo miró con lástima. -¿Pelear contra un shirshu? Eso es sólo una
mala inversión de esfuerzo. Me fui tan pronto como sentí que se acercaba.- ¿Sabías qué era esa abominación?- Dijo Kirima.
-
Es una legendaria bestia subterránea que caza mediante el olfato-, Explicó
despectivamente, como si ellos pudieran haberlo sabido si hubieran
prestado más atención a sus desvaríos. -Supuestamente puede rastrear a
su presa a través de piedra, agua, tierra, aire fino. En los viejos tiempos, los
Reyes del Reino Tierra los utilizaban para ejecutar a sus enemigos
políticos. Para el traidor, déjenlos ser perseguidos por el shirshu hasta que
caigan donde estén parados, lejos de sus hogares y de los huesos de sus
ancestros.-
Lao Ge le dió a Pengpeng otra col. - O al menos así es como era el refrán.
El shirshu no había sido visto en su estado silvestre en al menos una generación,
por lo que asumo que este también estaba siendo usado para cazar a un fugitivo.
Igual que en los días de antaño.Kyoshi sintió la mirada de Lek clavándose en ella. -Iba por tí,- dijo. -Pude
verlo desde el techo de la posada. Estaba olfateando tu aroma. Tú lo trajiste aquí.Ella dudó. Si hubiera sido tan afable cono Yun, podría haber ideado una
negación convincente en el acto.
Antes de que pudiera decir nada, fue interrumpida por el sonido metálico
seco de las espadas en sus vainas. Se inclinaron sobre la saliente de la cueva
para ver una partida de espadachines debajo. Por detrás del grupo, exhortándolos
a seguir, estaba el Hermano Wai. El inquisidor de Mok parecía que deseaba
hablar con quien fuera que estuvieran buscando, mucho.
-
Puedo explicarlo,- dijo Kyoshi rápidamente. -Pero, ¿tal vez una vez que
estemos en el aire?-
Hubo un acuerdo silencioso y unánime mientras trepaban sobre Pengpeng.
La verdad pasó a segundo plano para sobrevivir.
LOS MAESTROS DEL AVATAR
Pengpeng adornaba los cielos sobre las planicies de Ba Sing Se. La Ciudad
Impenetrable los vió pasar como un centinela silencioso, las monolíticas paredes
marrones, una cara en blanco sin rasgos.
Kyoshi vió la capital al paso. En algún lugar en el centro de esas
fortificaciones titánicas estaba en Rey Tierra, nominalmente la persona más
poderosa del continente, con ejércitos bajo su mando y la riqueza del mundo a su
disposición. Aunque nunca había profundizado en las lecciones de historia, sabía
que los registros estaban llenos de casos en los que Avatares y Reyes Tierra se
ayudaron mutuamente.
Y sin embargo, no podía ir a pedirle ayuda. No había manera de que una
campesina se acercara al Rey Tierra y que no resulte en un rechazo inmediato, la
captura, o la muerte. Más aún, las cortes y las ciudades eran el territorio de
Jianzhu. Había pasado décadas cultivando influencia entre los burócratas de Ba
Sing Se. Irrumpir allí no sería mejor que rendirse ante el Gobernador Deng de
regreso en la Bahía Camaleón.
Miró al grupo de sus padres. Estas eran las únicas personas en las que
podía confiar, tan triste como eso era. Allí afuera estaba una ciudad que
esencialmente pertenecía a su enemigo. Sus aliados podían caber en la espalda
de un sólo bisonte.
Y no estaban contentos con ella en este momento.
-
Muy bien, escúpelo,- espetó Kirima. -¿Quién es este hombre con el que te
enfrentas? Dijiste que era un sabio rico y poderoso. ¿Cuál, exactamente?
¡Dinos la verdad!-
Kyoshi miró el piso de la silla de montar. Antes, se había sentido dentro de
sus derechos, al mantener su nombre en secreto. Pero esa decisión parecía
completamente tonta en retrospectiva.
- Jianzhu,- dijo Kyoshi débilmente. -Jianzhu, el compañero de Kuruk.- ¿El arquitecto?- Dijo Lao Ge, frotándose la barbilla. -Apuntas alto querida.
Estoy impresionado-.
El resto de ellos no estaban tan entretenidos. Sus mandíbulas cayeron en
coro. -¿¡Jianzhu el Sepulturero!?- Gritó Lek. -¿¡Elegiste pelear con el
Sepulturero!?-
- ¡Yo no elegí la pelea!- Protestó Kyoshi. -¡No estaba mintiendo cuando dije
que mató a dos personas que amaba!
- Oh no, ¡creemos eso!- Gritó Kirima. -¡Podemos creer en eso plenamente!
¡Ese hombre tiene más muertes en su historial que la viruela!
- Y lo molestaste tanto que envió una bestia salida de un mito para que te
rastreara hasta las Montañas Taihua,- dijo Wong en un suspiro. -Podríamos
directamente saltar de Peng peng ahora mismo y ahorrarnos el problema.- ¡Muchas gracias, zoquete!- Dijo Lek. -Tuvimos la oportunidad de sobrevivir
a Mok, pero si el Verdugo del Paso Zhulu te quiere como comida de gusanos,
¡entonces es sólo cuestión de tiempo antes de que te ponga a ti y a nosotros bajo
tierra!Entonces Kyoshi no era la única aterrada. Era un pequeño consuelo, pero
un consuelo en fin, que la hizo sentir como si como si sus pisadas fueran más
firmes. Los proscritos eran probablemente el único grupo que entendería cuán
brutal y peligroso era realmente Jianzhu.
Cerró los ojos. No hacía mucho tiempo que los conocía, pero para su propia
sorpresa más que para cualquiera, ella se sentiría muy culpable si los esfuerzos
de Jianzhu por capturarla les causaran algún daño grave. Ellos no merecían ser
engañados… fue lo que ella pensó, les debería la historia completa.
- El no intenta matarme – exclamo Kyoshi – Él no me quiere muerta.
- Bueno, eso sería inusitado de su parte – dijo Kirima - ¿A qué se debe
dicho privilegio de formar parte de sus más secretos pensamientos y metas?
- Por qué... – tomo aire para reunir valor – Soy el Avatar.
Era la primera vez que conscientemente decía la verdad en voz alta. De
alguna manera ella hizo todo lo posible para no decir esas tres específicas
palabras y en ese especifico orden la noche de lluvia torrencial en el que escapo
junto de Rangi de Yokoya. Rangi sabía que el Avatar era ella o Yun, y con eso
bastaba.
Las palabras de Kyoshi quedaron colgadas en el aire, tan visible como
humo. Espero a todos se recuperaran ante tal confesión que tanto Rangi, Kelsang
y todos los que pertenecían a su pequeño círculo de conocimiento, habían sufrido
tiempo atrás. Tal vez necesitaban algún tiempo para poder procesar lo que les
había dicho, recalibrar su punto de vista del mundo…
- ¡JA! – Soltó Lek - ¡JA – JA!
O tal vez… ¿reírse en su cara?
Lek se revolcó en el suelo debido a las risas, tomando la confesión de
Kyoshi como un buen chiste, un alivio para sus enredados nervios.
-
¿Tú, el avatar? Hombre, he escuchado varias mentiras pero probablemente
esta sea la mejor hasta ahora.
-
Sé que te deje pasar por altos varios juramentos – dijo Kirima – Pero al
menos cinco de ellos habla acerca de nunca mentir a la familia.
-
Ella es el Avatar –Enfatizó Rangi - ¿Por qué piensan que ella tiene a una de
los guardias de la Nación del Fuego?
-
No sé – dijo Wong encogiéndose de los hombros, y señala a Kirima con su
pulgar - ¿Por qué piensas que tenemos a ella?
El maestro agua le dedico una mirada de disgusto para luego volver a
continuar.
-
Mira, tu puedes creer en el extraño culto de estas dos personas todo lo que
quieras – Le dijo a Kyoshi – Solo dinos que has robado de Jianzhu el
Sepulturero. No serias el primer sirviente que cometió un robo y
consecuentemente huir de un jefe enojado.
Kyoshi no podía creer, ella había entendido todo mal. Ella había pensado
que ser el avatar seria el secreto supremo, como un cofre de tesoro que debería
de mantener bajo una serie de candados en su pecho y solo abrirlo en el momento
indicado. Pero sin prueba alguna, dicha información era tan insignificante como el
papel en el que estaba escrito su nombre. Apretó el abanico de su cinturón por la
frustración.
-
¿Sabes controlar por lo menos los cuatro elementos? – Pregunto Wong ¿Lo haces, verdad?
-
Hice fuego control una vez – dijo, dándose cuenta lo estúpida que sonaba
conforme iba pronunciando las palabras – Bajo coacción. Eso… uh… salió
de mi boca, como el aliento de un dragón – pensó en hacer algún puño de
fuego, pero parecía una mala idea, uno, por el poco espacio que tenían y
segundo por lo mal que salió la primera vez que lo intento.
-
Si, yo por ejemplo una vez me intoxique con unos copos de fuego expirados
– dijo Lek – Pero eso no significa que soy la reencarnación de Yangchen.
-
Bueno, yo creo en ella – dijo Lao Ge con el mentón levantado orgulloso.
Juzgando por la expresión en el rostro de los demás, sus palabras
generaron la reacción opuesta.
-
Bueno, bueno – dijo Kirima – Todos cálmense. Tomemos aire. Y
consideremos lo racional por unos minutos, asumiendo que ella es –––
¡KYOSHI PIENSA RÁPIDO!
Ella destapo su contenedor de agua con un rápido juego de manos,
arrojando una bola de agua a la cara de Kyoshi.
Kyoshi soltó un embarazoso chillido que debería de descalificarla de
cualquier cosa que ella se quisiera dedicarse después de esto. Ella siquiera podía
mover ni un pedazo de tierra más pequeña que una casa, y el agua que se fue a
los ojos la hizo estremecer como si una serpiente se hubiera metido en su bolsa
para dormir. Se llevó las manos a la cara.
-
Espíritus de arriba, por favor, perdónenos – Lek susurro.
Sus mejillas se tornaron rojas de vergüenza. Seguro la escena fue ridícula,
pero ¿tan mala fue?
-
Kyoshi – exclamo Rangi sin alientos y asustada – ¡Kyoshi!
El abanico que estaba sosteniendo había salido de su cinturón cuando lo
apretó ante la sorpresa. Ella lo estaba agarrando de la manera incorrecta como si
fuera una daga. La punta del arma apuntaba a unas pequeñas gotas de aguas que
flotaban en medio del aire.
-
¿Lo estás haciendo? – Rangi dijo a Kirima. La sorprendida maestra agua
negó con la cabeza.
Rangi salto por Kyoshi, provocando que el agua cayera sobre su espalda,
salpicando a las dos. Ella apretó a Kyoshi en un fuerte abrazo.
-
¡Lo hiciste! – Gritó – ¡Puedes controlar otro elemento!
En cuanto Kyoshi trataba de respirar ante aquella emocionada maestra
fuego enredada en su cuello, ella dirigió su vista al abanico en su mano. El arma
de su madre hizo la diferencia de alguna manera, en cuanto al control de los
elementos como también la cantidad, no tenía dudas de aquello.
Ella miro al rostro a la daofei. Lao Ge estaba sereno, con una expresión de
conocimiento, pero el resto estaba sorprendido ante la revelación. Habían estado
contrabandeando una carga valiosa todo este tiempo.
Se alojaron en una de las innumerables canteras abandonadas que
abastecían el centro y el anillo superior de Ba Sing Se. El marcador de las
riquezas para la mayoría de los habitantes del Reino Tierra es si su casa está
construida con la piedra del suelo en la que se encuentra. Cuanto más lejos la
roca tuvo que viajar, mayor riqueza tiene esa persona.
Esta cantera seguía una costura de mármol. El pequeño cañón había sido
extraído en bloques perfectamente cuadrados, dejando los bordes sobresalientes
con ángulos rectos. Aterrizaron en una superficie plana de remolinos grises y
blancos, que se asemejan a pequeñas figuras en una cuenca gigante, la
regularidad con que las piedras fueron colocadas sobre las formaciones rocosas
naturales hizo que Kyoshi no pudiera ver con claridad.
La primera persona en darse cuenta que algo no estaba bien fue Wong. Se
desmonto primero y luego se acercó a Kyoshi para poder ayudarla a bajarse. Ella
frunció el ceño, asumiendo que el sería más capaz de robar algo de su bolsillo que
actuar como un lacayo. Salto al otro lado de la silla de montar.
Una vez que todos ellos estuvieron sobre tierra firme los miembros
originales de Flying Opera Company se alejaron de ella.
-
Necesitamos un momento para hablar – dijo Kirima.
Kyoshi y Rangi dirigieron una mirada inseguras la una a la otra, mientras la
daofei se iba junto a su grupo a un extremo alejado del cubo de mármol,
murmurando y susurrando, ocasionalmente uno de ellos se tocaba la cabeza
como una marmota cantando y le dirigían a Kyoshi una mirada fija y dura antes de
continuar con su debate.
-
Si nos dan la espalda – Rangi empezó a susurrar a un costado de su
forzada sonrisa – Quiero que tomes a Pengpeng y corras, te daré tiempo
para que escapes.
Kyoshi encontraba dicho escenario demasiado estresante como para
imaginarlo. El repentino fin del debate del grupo la forzó a erguirse. Se acercaron
donde se encontraban Rangi y Kyoshi, igual de sombríos, cautelosos y
determinados como la primera noche en la que se conocieron. Kyoshi empezó a
aspirar aire atreves de sus dientes a la par que Lek se acercaba, un reflejo de esa
noche en la que casi habían llegado a golpes.
-
Ha sido un honor viajar con el Avatar – dijo – Lamentamos que tengamos
que tomar caminos diferentes – se inclinaron a la par, no usando el saludo
daofei, pero con las manos en los costados, como un gesto formal.
Kyoshi parpadeo.
- ¿Eh?
- No debe ser ahora, si es eso lo que deseas – dijo Kirima – Supongo que
tal vez salgan esta noche a planear su siguiente movimiento y nos dejaran en la
mañana.
Fue la cortesía más que cualquier otra cosa lo que la desanimo.
- ¿Eh?
Ellos lucían igual de confundidos que ella.
-
Tu eres el Avatar – dijo Wong – No puedes quedarte con gente como
nosotros, sería como una ofensa para los espíritus o algo así.
-
Sin mencionar que será muy peligroso – dijo Lek, paso su dedo sobre una
línea roja en su palma, producto de la curación imperfecta de Kirima – Aun
estamos comprometidos con unirnos al ataque al Gobernador Te, si nos
vamos Mok nos encontrara eventualmente, cuando nos encuentre, bueno…
sería mucho más agradable ser asesinado por un shirshu.
-
Estarás segura conforme más lejos estés de nosotros – dijo Kirima.
Kyoshi se sentía descolocada. ¿Ellos estaban protegiéndola? Estaba
segura que el primer grupo de personas que ella le hubiera contado acerca de su
identidad la iban a tomar como rehén o entregarla en las manos de Jianzhu. El
Avatar era una herramienta. El Avatar era una palanca. El maestro de los cuatro
elementos estaba en uno de los extremos, entre una moneda de cambio para
obtener lo que querías y entre un martillo de fuerza contundente, para que se
balancee el mundo en las muchas imperfecciones que esta posee.
No, tu solo piensas en esa manera por como Jianzhu trataba a Yun.
-
Kyoshi, ellos tienen un punto – dijo Rangi – Si caes profundo entre las
garras de Mok, te manchara para siempre.
Eso era cierto, si realmente le importa todo lo que tiene que ver con ser el
Avatar, algo sobre tomar el oficio y llevar a cabo los deberes tal y como Yun había
empezado a hacer, entonces ella tendría que tomar un camino diferente de Flying
Opera Company y sus deudas, de otra manera su asociación con los criminales
marcaria de manera indeleble.
Ella seria inmunda.
La historia de los Avatar contiene rebeldes, enemigos tiranos, aquel que se
mantiene en pie solo contra el ejército de las Cuatro Naciones cuando era
necesario. Pero hasta lo mucho que Kyoshi sabía, ninguno de ellos servían a los
forajidos. El tiempo siempre había demostrado a sus predecesores en lo correcto y
lo mostro como campeones de la justicia.
Yun le había dicho que muchos de los daofei respetaban al Avatar, Miró a la
pandilla de sus padres, y vio que su arrogancia se había ido, su capa de audacia y
confianza rasgada de par en par. Se descubrieron en presencia del puente
viviente entre la humanidad y los espíritus.
Ella no podía decir que le resultaba tan familiar de esta situación, ni porque
se sentía tan obligada. Flying Opera Company no era un puñado de víctimas
inocentes como los eran los rehenes secuestrados por Tagaka, necesitando
alcanzar un gran poder y cambiar su futuro, ellos son lo suficientemente capaces
sin la ayuda de ella, tal y como…
Yun. Ellos le recordaban a Yun, cuando necesitaba la ayuda de Kyoshi
junto a él en el iceberg. Ellos eran amigos y estaban en problemas.
Kyoshi nunca daba la espalda a un amigo. Trago su temor y se decidió.
-
No iré a ningún lado – dijo – Me quedare. Y si puedo ayudar con lo del
Autumm Bloom, lo hare. Todavía no he cumplido mi parte del trato.
La pandilla se animó, lógicamente, su promesa probablemente no
significaba nada para ellos. Ella era una carga de más desde el inicio, únicamente
útil por Pengpeng. Pero ellos la miraron fijamente con sorpresa en sus cambiantes
ojos, el mismo nerviosismo que sabía que sentía cuando Kelsang la había
rastreado por primera vez y la había sacado de la inmundicia. ¿Te habías
manchado junto conmigo?
-
Kyoshi – dijo Rangi – Piensa de esto hasta el fin, el Avatar no puede ser
visto atacando la residencia de un oficial del Reino Tierra.
-
En lo que respecta a los residentes, no soy el Avatar aun – replico Kyoshi –
He hecho un juramento a este grupo, y no abandonare a mis hermanos y
hermanas de juramento.
Su elección de palabras no se perdió en ellos, o Rangi. La maestra fuego
estaba dividida entre criticar el juicio de Kyoshi y estar orgullosa por haber puesto
su honor personal ante el problema.
-
Tú no estás preparada para nada relacionado a pelear – dijo Rangi –
Actualmente, eres el punto débil más grande del grupo. Eres demasiado
valiosa como para perderte, y tú no tienes la habilidad para poder
defenderte sola.
-
Eso fue un poco cruel – dijo Lek, de entre todos los presentes.
-
Cabeza de Moño esta en lo correcto – dijo Kirima a Kyoshi – Actualmente,
tenemos hasta la siguiente luna llena para reunirnos con las fuerzas de Mok
para el ataque, finalmente podríamos entrenarte como tú estabas
esperando. Eso era lo que te prometimos, ¿no es así?
-
¡Pero le toma años al Avatar para dominar los cuatro elementos! – Exclamo
Rangi - ¡Y eso es con un maestro de clase mundial! No tengo la impresión
de que ninguno de ustedes tenga linaje de un maestro de clase mundial del
cual hablar.
Kirima sonrió
-
No, pero siempre he querido iniciar uno. No dejare pasar esta oportunidad
de formar parte de la historia del Avatar como su maestra de agua control.
Kyoshi podía prácticamente escuchar como la sangre de Rangi hervía. De
parte de su madre, su familia pertenecía en una línea irrompible de maestros
fuego que eran considerados uno de los mejores de la Nación del Fuego. Ellos
daban tutorías a la familia real. Este plan requería que ella aceptara la vergüenza
con la que vivieron por tanto tiempo. El maestro más importante en el mundo
tendría que unirse a la desordenada multitud. El daofei vio la agonía moverse en la
cara de Rangi. Estaban extáticos.
-
Mejora tu semblante – dijo Lek – Estaremos enseñando a Kyoshi a
sobrevivir, no a convertirla en Yangchen, considera el ataque en examen
práctico de Te.
Cualquier rastro de adoración que Kyoshi hubiese detectado antes, había
desaparecido. Kyoshi supuso que la culpa era suya, por decirles que pensaran de
ella como su hermana en lugar de verla como el Avatar.
-
Hablando de Yangchen, estamos sin suerte con el aire control de todas
maneras – Kirima añadió – O ustedes dos aceptan alguna improvisación, o
Kyoshi se queda como está, débil, vulnerable, una pobre e inútil chica en el
bosque que no puede… – Kyoshi apuntó más allá del hombro de Kirima y
sustrajo un cubo masivo de piedra desde el lado más lejano del cañón,
cayó de manera estrepitosa por el acantilado, rompiéndose las esquinas,
una muerte hecha por un espíritu del tamaño de una ciudad, la inmensa
roca golpeó el piso del cañón y se fracturó en un montón de pedazos de
piedra, que se balanceaban de manera inestable antes de caer
completamente. Sin importar el ruido, Kirima ni siquiera dio un vistazo a lo
que había ocurrido, miró a Kyoshi, sin mostrar emoción alguna, sin
impresión – De esto es exactamente de lo que hablo – dijo – Necesitas
más de un truco bajo la manga.
Kyoshi sintió la noche pasar sobre ella como el viento pasa por las ramas
de un árbol. El equipo estaba feliz de dejarla como estaba, por ahora. Charlaron
emocionadamente para sí mismos alrededor de la fogata. El Avatar
voluntariamente decidió quedarse, para estar con ellos. Cada uno de sus
movimientos tenía un matiz de justicia espiritual, Kyoshi le dio un día antes de que
aquel brillo se desvanezca. Rangi estaba inmersa en su estado de ánimo, después
de que los quehaceres del campamento terminaron, ella subió a una roca
completamente cortada, para meditar, por sí sola, estaba bastante claro. Ellos
hablaron sobre el sufrimiento de ver a otro tomar riesgos, pero ninguno de ellos
había hecho ninguna promesa para detenerse, no podían, no ahora.
Kyoshi observó las estrellas disolverse en el cielo una y otra vez, protegida
y descubierta en turno por las nubes que eran tan invisibles en la oscuridad, como
un tramoyista vestido de negro moviendo los escenarios en una obra teatral. Ella
estaba esperando a que los demás se durmieran, esperó por una hora en
particular la cual pertenecía no a ese día ni tampoco al siguiente, cuando el tiempo
se sentía coagulado y grueso. Kyoshi se levantó y se movió a la siguiente
plataforma cúbica del agujero, y al siguiente y al siguiente.
Todo era bastante lento, ella tenía que escalar de arriba abajo y la altura
cambiaba, tampoco quería despertar a los demás con el escandaloso y ortodoxo
tierra control. El anciano se paró en la boca del agujero con su espalda volteada
hacia ella, algunas veces ella se preguntaba si Lao Ge era una alucinación
compartida, o un amigo imaginario exclusivo para ella.
Los demás pudieron complacerla, diciendo que sí con la cabeza y
sonriendo cada vez que ella hablaba a un pedazo de espacio vacío.
-
Pensé que vendrías a mí en Hujiang – dijo él –Supongo, que tenías otras
prioridades en mente – Kyoshi hizo una reverencia, sabiendo que él podría
saberlo si lo hacía.
-
Le ofrezco disculpas, Sifu – pero en sus pensamientos, la ansiedad se
expandía, si él tenía un problema con Rangi, entonces…
Lao Ge se dio la vuelta. Había una sonrisa en sus ojos.
-
No tienes que abandonar el amor – él dijo – El asesinar no es algún tipo de
arte sagrado que necesite abstinencia. Si acaso, esa es la lección número
dos – ella tragó con dificultad.
La ocasión en la que fue a visitarlo en secreto tuvo una plática agresiva y
fuerte. Ella estaba tan acostumbrada a las estrellas falsas y el impedido progreso,
que continuar la conversación se sentía como territorio extranjero. Más dudas se
filtraban en sus grietas.
-
La lección dos debería aterrarte hasta los huesos – Lao Ge dijo – Tú,
puedes tomar una vida antes de que salga el sol, comer el desayuno, e ir a
hacer otras actividades del día,¿cuántas personas que caminan por las
calles piensas que sean capaces de hacer dichas cosas?, más de los que
te imaginas – Jianzhu ciertamente lo era, él la había jalado hacia la
seguridad, dejando a Yun atrás en las garras de aquél impío espíritu, ese
fue el momento que había marcado, a su alguna vez premiado pupilo sin
tener otro uso alguno, de la manera en que un trabajador portuario pinta
una X en una caja de empaque de madera ensuciada por agua de mar,
pérdida total, no valía el esfuerzo de recuperación, y luego estaba lo que él
le había hecho a Kelsang – ¿Te gustaría algo diferente? – Lao Ge dijo,
dándose cuenta de su quietud, ella aun podía sentir las manos de Jianzhu
sujetándola.
-
Nunca lo sabré hasta que lo intente – dijo ella.
El anciano soltó una risa, un simple alarido, que perforó en la noche.
-
Supongo que tendrás esa oportunidad pronto, en el calor de la batalla,
puedes excusar el acto lo suficientemente bien, lanzar una flecha aquí, dar
espadazos allá, tú y tu víctima son solo dos de muchos, actuando en
defensa propia,¿es asícomo quieres lidiar con tu hombre? ¿Con caos
mientras los cubres? ¿Quieres cerrar los ojos, lanzar una cantidad
sobrecogedora de muerte en su dirección, y esperar que él esté dispuesto a
esperarte hasta que los abras?
-
No – ella dijo, recordando lo que le habían robado, lo que nunca
recuperaría a causa de Jianzhu, trajo un golpe de convicción – Quiero
mirarlo a los ojos, mientras acabo con él – Lao Ge reaccionó como si ella
hubiese hecho una broma imprudente, haciendo una mueca con los labios
con gracia
-
¡Bueno! – Dijo él – En ese caso, durante el ataque, tú y yo vamos a
separarnos de los demás, iremos aún más adentro del palacio que
cualquiera, entonces asesinaremos a Gobernador Te.
-
Espera, ¿qué? – la seguridad que ella tenía concerniente a Jianzhu le
causó un desbalance mental temporal con la mención de otro objetivo, es
como si ella fuese una luchadora lei tai lanzando un golpe de todo o nada
hacia Rangi, quien contrataca con un movimiento hábil y veloz contra ella –
¿Por qué haríamos eso?
-
Para ti, será una práctica – Lao Ge dijo – Para mí, es porque es mi hombre.
Escucha, el Gobernador Te es brutalmente incompetente y corrupto, su
gente está hambrienta, roba de los impuestos del Rey Tierra para
enriquecerse, y en caso de que no lo hayas notado, no tiene buenas
políticas para controlar a los daofei.
-
¡Esas no son excusas para matarlo!
-
Tienes razón. No son excusas, son justificaciones. Te garantizo que
muchos ciudadanos han sufrido inmensurablemente, por su avaricia y
negligencia, y muchos más morirán si se le permite seguir respirando – Lao
Ge extendió sus manos como si fuese a enfrentar el mundo – Te y su
séquito son parásitos, que chupan fuerza y vitalidad del reino, imagínate
como una depredadora que mantiene sus tierras sanas eliminando las
fuentes de debilidad. Fue dicho por Kuruk quien fue el mejor cazador que
jamás caminó las Cuatro Naciones, pero por lo que sé, él nunca hizo al
hombre su campo de batalla. Espero que tú puedas ser diferente.
La idea de convertirse en una bestia libre de pensamiento y culpabilidad
tenía el deber de ayudar, pero la hizo temblar convulsivamente.
-
¿Qué te da el derecho de decidir? –Preguntó ella – ¿Eres parte acaso de
otra hermandad? ¿Hay más personas como tú? ¿Alguien te está pagando?
– él solo movía la cabeza esquivando sus preguntas.
-
¿No tenemos todos, el derecho a decidir? – Preguntó él – ¿No es el Avatar
una persona como yo? ¿Alguien que moldea al mundo con sus
decisiones?–ella iba a protestar que no, el Avatar tenía el reconocimiento
de los espíritus y las Cuatro Naciones, pero encontró que su lengua se
enredó al escuchar su argumento, él cruzó con fuerza sus antebrazos
detrás de su espalda y miró a través del cañón –Yo diría que el campesino
más pobre es como el Avatar, desde este punto de vista, todas nuestras
acciones tienen un impacto, cada decisión que hacemos tiene
repercusiones en el futuro, y nosotros alteramos nuestro entorno de
acuerdo a nuestras necesidades. Para mantener sus cosechas vivas, una
granjera saca de raíz la hierba mala que la naturaleza ha puesto en sus
campos, ¿No es así?
-
Las personas no son hierbas – Kyoshi dijo, era lo mejor que podía decir, él
se volvió a mirarla.
-
Pienso que es un poco tarde para ir por el lado de la moral, dados cuáles
son tus objetivos – Ella se sonrojó muchísimo.
-
Jianzhu mató a dos de mis amigos con sus propias manos – ella escupió –
Él no merece salirse con la suya, si tú lo mataras por mí, en vez de
concentrarte en un gobernador cualquiera, podría revelarme ante los demás
como el Avatar – estaba segura, su resolución estaba vacilando de
izquierda a derecha, hacía menos de un minuto ella estaba gritando sobre
hacer la acción ella misma, dando la apariencia de un alma dura, y ahora
estaba rogando al abuelo hacer que los malos se fueran. Lao Ge sonrió de
manera irritada.
-
Nadie en este mundo está al azar. No me importa matar a Jianzhu. Él es
competente, y se rodea de gente competente. Desearía que el Reino Tierra
tuviese cien Jianzhus. Entraríamos en una nueva era dorada.
-
Y aun así no estás intentando detenerme para que acabe con él.
-
Para este caso, no intervendré de una u otra manera, además, ¿Qué clase
de maestro sería si yo hiciera la prueba de mi estudiante?
-
Uno muy rico – Kyoshi murmuró, que los tutores cambiaran identidades con
los niños de familias adineradas para que pudieran pasar los exámenes del
gobierno necesarios para trabajos administrativos prestigiosos, era una
práctica común en todo el Reino Tierra, hacerlo dejaba buena paga. Lao Ge
se carcajeó.
-
Oh, me encantan nuestras pequeñas conversaciones, aquí hay una tarea
para ti para que hagas mientras tanto – él brincó a un nivel más alto sin la
ayuda de sus poderes y sin mucho esfuerzo, el salto era más alto que la
cabeza de Kyoshi –
Muchos de los guardias personales de Te, morirán en el ataque de Mok –
dijo, desapareciendo entre los bordes de piedra, su voz ya empezaba a
desaparecer – Soldados que solo están haciendo su trabajo, sus sirvientes
también se verán inmersos en la violencia ¿Qué harás entonces, Avatar? – Kyoshi
saltó en el lugar, sus ojos viendo por encima de la superficie del cubo de roca en
el que había aterrizado, tratando de dar un último vistazo, estaba vacío, Lao Ge ya
se había ido. Ella apoyó su espalda contra la pared de mármol, el concepto de
daños colaterales había permanecido en su cabeza, pero Lao Ge lo había
circulado con tinta, hizo que doliera, de la misma manera que Rangi señaló los
errores en su posición de Caballo.
Ella no tenía idea de cómo iba a tomar parte en este cometido, cumplir su
promesa a su hermandad recientemente establecida, sin ensuciarse las manos. La
promesa había sido tan fácil de hacer en ese momento. Miró fijamente de manera
miserable al lado opuesto del abismo minado, tenía ganas de dormir antes de que
una solución pudiera llegar. Se despertó, recostada totalmente en la superficie de
mármol. Debió moverse durante la noche. Cuatro figuras emergieron sobre ella,
haciendo un arco con sus rostros.
-
Oh, mira – dijo Kirima – Nuestra preciosa estudiante está tratando de
salirse con la suya y eludir su entrenamiento – Wong golpeó la tierra, el
mármol debajo de Kyoshi se ladeó como un sartén de cocina, poniéndola
de pie. Él sacó los abanicos de Kyoshi y se los ofreció.
-
Te entrenaré primero – dijo resonante – Un calentamiento antes de que
empieces a usar tus poderes.
-
Cabeza de Moño, nos habló a todos de tu pequeña debilidad – Lek dijo,
alejándose con superioridad marcada en su rostro – Que no puedes hacer
tierra control, ni con pequeños guijarros.
-
Creo, que mis palabras fueron: “completa y totalmente faltas de precisión” –
Rangi dijo, sorbiendo por la nariz con desprecio, ella ignoró la mirada
penetrante de Kyoshi.
-
No te preocupes – dijo Lek – Para el cuando terminemos, podrás ser capaz
de hacer tierra control hasta con la mugre de tus ojos. ¡Atrapa! – lanzó la
piedra que estaba en su mano hacia el rostro de Kyoshi, como Wong le
había quitado sus abanicos, en ese instante, le arrebató uno para
protegerse, hizo tierra control y la piedra que le lanzaron se detuvo en
medio del aire, la regresó golpeando a Lek en la frente, él se dobló – ¡Ow! –
Gritó – ¡Estaba apuntando por encima de ti!
-
Espera, ¿entonces puedes hacer tierra control con cosas pequeñas? – Dijo
Kirima, molesta por la revelación – ¿Nos mentiste de nuevo? Debo
decírtelo, ya me estoy hartando de los secretos.
-
¡Estoy sangrando por aquí! ¡Esto es peor que Hujiang!
-
¡Esa no es la manera de abrir un abanico!– Wong exclamó con indignación
- ¡Pudiste haber lastimado la hoja! – en medio de los gritos, Rangi hundió
su cara en sus manos, parecía tener un dolor de cabeza que le hacía
competencia al de Lek, Kyoshi estuvo de acuerdo con ella.
El entrenamiento oficial del Avatar estaba por buen comienzo.
PREPARACIONES
El viaje al palacio de Te fue doloroso y borroso, cada momento que
pasaban en la tierra era para entrenar. El daofei adoptó sus nuevos roles como su
maestro con gran disfrute, a los criminales les gustaban sus jerarquías, y la
Compañía de Opera Voladora había establecido una completamente nueva, con
Kyoshi al fondo.
-
¡No! – Gritó Wong – ¡Es abanico abierto, abanico cerrado, bloqueo alto,
pasos delicados hacia atrás, una gran zancada hacia adelante, y barrido
con la pierna! ¡El abanico no es un arma! ¡Es una extensión de tu brazo! –
El hombre no era de muchas palabras, pero cuando de pelea con abanico
se refería, se transformaba en un tiránico director de teatro, con el ego y
perfeccionismo para combinar.
-
¡Podría recordar los movimientos mejor si tan solo no me hicieras cantar
trabajos completos de Yuan Zhen, mientras hacemos esto! – Kyoshi dijo,
jadeando y resoplando en el campo abierto donde habían aterrizado. El
resto del grupo estaba sentado bajo la sombra de un árbol de caqui
observando el campo vacío, comiendo de la fruta astringente disfrutando de
la brisa mientras Kyoshi trabajaba duro bajo el sol. Wong estaba
extremadamente ofendido.
-
¡El canto es práctica para la respiración! ¡El poder y la voz ambos vienen
desde el centro! ¡Otra vez! ¡Con emoción esta vez! – Sin importar qué tan
difícil se pusiera la práctica con abanicos, ella lo aguantaba, los premios
eran grandes progresos con su tierra control, con sus abanicos en mano,
podía disminuir su concentración para patear rocas hacia blancos y levantar
paredes de piedra como un Maestro Tierra normal, no obstante, uno con
una técnica descuidada e informal. Aun así, después de todos esos años de
tener miedo de destruir el campo con el más pequeño acto de sus poderes,
usar las armas de su madre era liberador, era tan efectivo, que se sentía
como hacer trampa.
-
Es hacer trampa – mencionó Lek mientras se lanzaban guijarros una y otra
vez en la entrada de una cueva mientras los otros ponían el campamento –
Seguro, algunos Maestros Tierra amplifican su poder con armas como
martillos y mazos, pero ¿Qué harás si no tienes tus abanicos? ¿Pedir que
cambien las reglas?
-
¿Cómo es que alguien robará mis abanicos? – Dijo Kyoshi, el vuelo de los
guijarros tomó velocidad, sus arcos creciendo exponencialmente – Siempre
los tengo conmigo.
-
Podría no ser robo – Lek dijo – Podrías olvidarlos. La primera regla del
contrabando es no ser atrapado con la mercancía, tus padres sabían eso,
probablemente esa es la razón por la cual almacenaron los abanicos
contigo en ese pueblo tan provincial – el temperamento de Kyoshi se
encendió.
Uno, se encontró así misma necesitando a Yokoya estos días, muy para su
sorpresa, no a la gente, sino al panorama, rudo y salvaje, donde las arboladas
montañas se encontraban con el mar y viento salado, el interior del Reino Tierra a
veces se sentía como un color café monótono, una expansión plana que cambiaba
muy poco de un sitio a otro, ella decidió que no apreciaba que las personas
despreciaran la única y pequeña parte donde conoció a Kelsang. Y dos, ella nunca
superó el resentimiento que sentía hacia Lek, cada momento que sus padres
pasaron tiempo con él y no con ella, no importaba si él solo era un simple miembro
del equipo para ellos, lo encontraron útil, decidieron que tenía un propósito. ¿Ella?
No tanto, ella pudo haberle explicado sus sentimientos a él, en lugar de eso, partía
las rocas voladoras con sus abanicos, rompiéndolas nítidamente en hemisferios, y
lanzaba el doble de proyectiles a Lek. ¿Puedes hacer eso, con o sin tu arma? Se
quejó y se lanzó al suelo. El tiro de piedra se movió rápidamente dentro de la
pared de la cueva por encima de él, bañándolo en polvo. El tiempo de juego se
había puesto demasiado rudo.
-
¡Lo siento! – chilló Kyoshi, cubriendo su boca con horror auxiliándose con el
abanico, pudo haberlo dejado ciego, o peor, él se levantó con una
expresión de enojo en su rostro, pero después recordó algo, su mueca se
tornó a una sonrisa tan llena de orgullo que pudo haber iluminado el resto
de la cueva.
-
Está bien – dijo él, quitándose la tierra de sus pantalones – Aunque tendré
que decirle a Rangi de tu lapso en control – cualquier sentimiento de
remordimiento que Kyoshi sintió, se desvaneció.
-
Tú, pequeño e inmaduro niño…– él alzó un dedo pacientemente como un
gurú iluminado.
-
Bup-bup es “Sifu Pequeño e inmaduro” para ti.
Kyoshi podía hacer fuego control sin sus abanicos, ese mal intento después
de su escape de Bahía Camaleón era un recuerdo distante. Desde entonces,
algún tipo de bloqueo se había aclarado. La flama se sentía directa, un poder
meramente necesario para ser liberado en lugar de picado o manipulado como la
tierra. No tenía sentido cómo podía tener una debilidad crítica con su elemento
nativo, pero podía producir fuego decentemente para una principiante. La razón
podía ser que Rangi era un gran maestro, como era de esperarse del vástago de
excelentes maestros.
-
No – dijo Rangi – Es tu estado emocional – el pequeño área de
entrenamiento, que habían construido al final de un camino aislado de
pastor, conducía a una pequeña ciudad a un valle más abajo. Rangi la
enfrentó en un largo y estrecho rayo de tierra que ella le había ordenado a
Kyoshi alzar del suelo. Balancearse en él era bastante difícil, pero después
comenzaron a ir por formas del fuego control y rounds con rayos, el
ejercicio lineal significaba que necesitaría concentrarse en resistir y
sobreponerse con un jing positivo en lugar de uno neutro o de evasión – De
todas las disciplinas, el fuego era el más afectado por la confusión interior –
mencionó Rangi, lanzando una flama al pie que Kyoshi tenía delante,
forzándola a ponerlo atrás – El hecho de que sea más sencillo ahora,
significa que te sientes más relajada y natural – Kyoshi dio una patada y un
fuego salió hacia arriba, y Rangi tuvo que reconsiderar qué tanta presión
quería aplicar.
-
¿No es esto algo bueno? – preguntó Kyoshi.
-
¡No! ¿Por qué lo sería? ¡¿Te sientes suelta y relajada cuando estás
rodeada por daofei, a punto de arriesgar tu vida por ellos, en lo que es
esencialmente un acto de traición al Reino Tierra?! – Rangi giró en sus
talones con bolas de fuego, perfectamente centrada, con belleza, como una
danza, que Kyoshi no podría realizar.
Desde su cintura se formó una falda horizontal de flamas, exactamente a
una altura lo suficientemente extraña, para que Kyoshi pudiese brincar o evadir
fácilmente. Rangi no había tomado en cuenta la completa falta de vergüenza en su
oponente. Kyoshi cayó en su abdomen como un gusano, abrazando los lados del
rayo de luz para más estabilidad, y dejó que la ola de fuego pasara sobre ella. Se
levantó lo suficientemente rápido para ver a Rangi mirándola con desaprobación.
Y era más que por su humilde escape.
-
Ahora estás haciendo fuego control – dijo Rangi – Me atrevería a decir, que
puedes ser bueno en ello, no hay razón para continuar en este camino,
podríamos ir con los sabios y probar que eres el Avatar – Kyoshi pensó que
esto ya había quedado resuelto, pero aparentemente no.
-
¿Cuál es exactamente? – Dijo ella – ¡Porque los únicos sabios de los que
sé el nombre son de la lista de invitados de Jianzhu! ¿Deberíamos intentar
con Lu Beifong? ¿El hombre que piensa sobre Jianzhu como su propio
hijo? O tal vez ¡alguien de la corte de Omashu! ¡Omashu es prácticamente
su casa de verano!
-
Podríamos ir con mi madre – expuso Rangi, su voz apenas se escuchaba.
Kyoshi retiró su posición de pelea, si atrapaba una bola de fuego con la
cara, se lo merecería, ella esencialmente separó a Rangi de su propia
familia. Era una agobiante culpa que Kyoshi había sido capaz de ignorar,
solamente por la fuerza de su amiga, esta era la primera vez que Rangi se
había quebrado.
-
¿Realmente crees que estará de nuestro lado en esto? – Kyoshi preguntó,
no quiso que la pregunta sonara desafiante.
La amistad entre los amigos del Avatar en eras pasadas, eran objetos de
leyenda, se decía que dos de los amigos más cercanos de Yangchen, maestros
con poderes, habían muerto protegiéndola de sus enemigos. El prospecto de HeiRan escogiendo a Jianzhu sobre su propia hija debía que ser considerado. La cara
de Rangi se marchitaba aún más.
-
No lo sé – dijo después de un rato, sus hombros estaban pesados con
abatimiento – No podría estar segura. Supongo que si no puedo confiar en
mi propia madre, entonces no podemos confiar en nadie – No se sintió bien
ganar esta discusión. Kyoshi se paró a lo largo del haz de luz,
cuidadosamente hasta que pudo poner sus brazos alrededor de Rangi.
-
Lo siento – dijo ella – He tomado tanto de ti, no sé cómo hacer que todo
esté bien – Rangi se limpió la nariz y empujó a Kyoshi.
-
Puedes empezar por prometerme que serás un gran Avatar, una líder
virtuosa y justa – Ese comentario noqueó a Kyoshi, un desbalance mejor
que una pasada a su rodilla, ella no podía reconciliarse con los deseos
rectos de su amiga y con las conclusiones oscuras de Lao Ge,
entreteniendo la sabiduría de un asesino quien había traicionado la
confianza de Rangi.¿Qué pasaría si Kyoshi tomaba la prueba del anciano, y
la pasaba?
Rangi hizo un masivo ataque para apartar a Kyoshi de su haz de luz,
exagerando sus movimientos y aperturas a propósito para dejar a su estudiante
atacarla, pero Kyoshi no pudo tomar ventaja de esto, sino que se alejó hasta que
se quedó sin espacio, tristemente agitando sus manos en un intento fallido de
fuego control, el calor salía de sus dedos, la suerte hizo acto de presencia antes
de que se humillara más a sí misma.
-
Ustedes dos han estado aquí toda la mañana – Kirima las llamó, mientras
se acercaba por el camino – Es mi turno, con Kyoshi.
-
¡Lárgate! – gritó Rangi, tomó el fuego que había estado serpenteando entre
sus manos y lo redirigió, por encima de la cabeza de Kirima.
Desde la noche que pasaron en la excavación de mármol, la actitud
personal de Rangi hacia Kirima se había ido cerro abajo. Kyoshi no tenía idea de
por qué. Ambas eran talentosas maestras quienes poseían la inteligencia y la
precisión. Confiaría en cualquiera de sus juicios en un abrir y cerrar de ojos. Kirima
ni se inmutó por el fuego que le lanzó. Las olas de calor ondearon su cabello e
iluminaron su agudo rostro en tonalidades doradas, un efecto que era bastante
bonito.
-
No estás poniendo un buen ejemplo, para el bebé Avatar, cabeza de Moño.
Tanta ira entorpecerá su crecimiento.
-
¡Deja de llamarme así! – Rangi dijo enfurecida, tal vez era eso, los
constantes fastidios. Kyoshi se preguntó cómo había aguantado el
sobrenombre por tanto tiempo. En la nación del fuego, el cabello estaba
fuertemente ligado al honor. Había incluso escuchado que algunas veces
los que perdían un AgniKai, se rapaban partes de su cabeza hasta quedar
calvos, dejando porciones de su cuero cabelludo al desnudo para
simbolizar un nivel extra de humildad por la derrota, pero el rodete de
cabello siempre fue sagrado. Nunca era tocado excepto en circunstancias
referentes a la muerte. Kirima se inclinó ante ella en forma de burla.
-
Como desee, mi señora de fuego. Vendré en cinco minutos – Después de
que desapareció, Kyoshi puso su mano en el hombro de Rangi.
-
¿Algo sucedió? ¿Entre ustedes dos? – Rangi respondió con su forma
nueva y favorita de evadir el tema.
-
Entrenamiento de postura – dijo.
-
¡Ya practicamos la postura!
-
Lek dijo que te enloqueciste en la cueva. Haremos dos al día ahora.
Caballo. Ahora – Kyoshi dejó salir un quejido y puso sus pies juntos. Luego
los movió a los lados, alternando entre talones y dedos, hasta que estaban
más abiertos que sus hombros. Se mantuvo callada mientras bajaba su
cintura, de otra manera, Rangi la haría cargar un tronco o alguna clase de
objeto pesado que pudiesen encontrar tirado. Rangi la rodeó, buscando
cualquier debilidad donde pudiese atacar – No te muevas – dijo ella, justo
antes de poner un pie cuidadosamente sobre la rodilla doblada de Kyoshi.
-
¡Te detesto tanto! – Kyoshi gritó mientras Rangi ponía su peso corporal en
sus hombros.
-
¡Este ejercicio es para mantener la compostura en la cara de la distracción!
¡Ahora, mantenla! – Kyoshi aguantó la agonía asimétrica hasta que Rangi
volvió al suelo – No quiero que ella te enseñe agua control – Rangi dijo
mientras se movía amenazante, hacía un punto ciego de Kyoshi.
-
¿Por qué? – Kyoshi sintió a Rangi brincar en su espalda, colgándosele
como un saco – ¡Agh! ¿¡Por qué!?
-
Hay un orden para enseñar al Avatar – dijo Rangi – El ciclo de las
estaciones. Tierra, fuego, aire, agua.
-
Otra vez, ¿por qué? – solo hay cuatro templos aire control en el mundo, si
ella tratara de encontrar un maestro ahí, Jianzhu la encontraría más fácil
que en cualquier lado.
-
¡Solo porque sí! – Rangi dijo de golpe – Dicen que malas cosas ocurren
cuando un Avatar intenta desafiar el orden natural de aprender. La mala
suerte cae sobre ellos – Kyoshi nunca pensó que Rangi creyera en
supersticiones. La tradición, por otro lado, era otra cosa. Podía darse
cuenta que cada vez que ignoraban una práctica que tenía que ver con el
Avatar, un cuchillo se clavaba y giraba en el corazón de Rangi un poco
más. Pero Kyoshi le debía no hacer promesas que no pudiese guardar.
-
Usaré cada arma que tenga a mi disposición – dijo ella, esa era la verdad.
Rangi la dejó ir.
-
Lo sé. No puedo pararte de que entrenes con Kirima, es solo que tan pronto
como empieces el agua control en serio, nuestra oportunidad de hacer las
cosas de la manera correcta, morirá. Para siempre, no podrá traerse de
vuelta – Escuchar eso de esa manera hizo que Kyoshi se sintiera más
abatida de lo que esperaba. Observó el suelo enfrente de ella. Los pies de
Rangi aparecieron en el cuadro – Vamos – dijo – Alégrate. No era mi
intención mandarte en un viaje en espiral.
-
No puedo alegrarme. Estoy en posición de Caballo.
-
Me gusta tu concentración – dijo Rangi – Pero veamos si puedes soportar
esto – Rangi se deslizó en los brazos de Kyoshi y le dio un beso, de esos
que te voltean la cabeza, que te aprisionan, tan poderoso y profundo como
el océano después de una tormenta. Los ojos de Kyoshi se abrieron
ampliamente antes de cerrarlos por siempre. Se hundió en majestuosa
oscuridad. Su columna se volvió líquido – Mantente – murmuró Rangi, sus
labios como una pluma en Kyoshi antes de que atacará de nuevo, con más
ferocidad esta vez. Kyoshi no quería que la tormenta terminara. Rangi se
presionó con ella como el brillante metal en un yunque, de forma
abrasadora cuando sus pieles se encontraban.
Los dedos de Rangi pasaban por el cabello de Kyoshi, girando y jalando
para recordarle qué tan deliciosamente estaba a la misericordia de la maestra
fuego. Después de que cien años hubiesen pasado, Rangi rompió contacto, gentil
y deliberadamente, soplando un hilito de vapor por todo el cuello de Kyoshi, un
regalo de despedida que se metió entre su ropa. Se inclinó para darle un último
susurro seductor.
-
Aún tienes siete minutos para irte – dijo Rangi. Kyoshi se guardó para sí
misma sus quejas. Era un intercambio decente, considerando las
circunstancias.
-
Tus chacras de aire y agua se están desbordando – dijo Lao Ge, sonó
como si fuese una vergüenza, como si Kyoshi hubiera salido a caminar
fuera de su hogar sin estar completamente vestida. Ella tuvo valentía de ir
hacia él mientras los demás seguían despiertos, acostados cerca del ámbar
que despedía la fogata. Rangi probablemente estaba viendo el cielo,
vigilando hasta sus últimos momentos de conciencia. Lao Ge se acostó de
lado en el césped, con una mano debajo de la cabeza para poder ver un
par de libélulas circular entre sí, trazando patrones erráticos en el aire.
Kyoshi entendió que el hombre tenía muy pocas ganas de volver a verla
otra vez.
-
No sé qué son los chakras – dijo ella.
-
Pueden ser abiertos o cerrados, por motivo de predictibilidad, prefiero
trabajar con personas que tengan los 7 cerrados o los 7 abiertos, un pupilo
con solo uno de sus chakras desbloqueado puede ser fácilmente
influenciado por su fuerza, y aún más por sus emociones revueltas – Kyoshi
asumió que tenía algo que ver con el movimiento de energía dentro del
cuerpo, no era de extrañarse, ya que controlar el QI era la base de todo
maestro – Tus sentimientos de placer y amor están chocando con un muro
de dolor – dijo él – …y culpa. Puedo trabajar con el dolor, pero la culpa te
convierte en un asesino, ¿tienes pensamientos de duda sobre tus
hombres?
-
No – dijo ella – Nunca – Lao Ge se dio vuelta hacia su otro lado.
Ella espero, dejándolo examinarla para ver que ella no estaba bromeando,
Jianzhu era parte de su sangre desde ahora, él era el dorso de sus manos, pero
esta persona no lo era en realidad
-
No sé si pueda ayudarte a matar al gobernador – dijo ella – Ayudar a Mok
para liberar a un prisionero es una cosa, pero un asesinato a sangre fría es
otra – Kyoshi se preguntópor qué no rechazo a Lao Ge inmediatamente la
otra noche, decir la acción en voz alta lo hizo sonar ridículo.
-
No hay razón para mí de ayudarte – el viejo hombre se sonó la nariz con su
manga – ¿Has escuchado alguna vez de Gurú Shoken? – Preguntó, Kyoshi
se paralizó – Él era un antiguo filósofo, vivió en el mismo tiempo que
Laghima, aunque no tan popular, él tenía un proverbio: “Si conoces un
espíritu en el camino de la iluminación, ¡mátalo!” – ella arrugó su frente.
-
Puedo ver porque él no fue popular.
-
Sí, él fue considerado hereje por algunos, pero sabio por otros. Una
interpretación de esa frase particular, es que no puedes ser obligado por
pequeñas preocupaciones en tu viaje personal, debes caminar con un
simple propósito, el juicio de otros no importa que tan horrible o criminal
etiqueten tus acciones, no deberían significar algo para ti.
-
No puedo hacer eso – dijo Kyoshi – Me importa lo que piense ella de mí, no
creo poder soportar que ella se decepcione de mí.
Lao Ge sabía de quién hablaba Kyoshi.
-
Tu inseguridad es menos acerca de tu moral y más por el de ella. En efecto,
sin tu maestra fuego titiritándote en este mundo, tú no podrías sentir ningún
arrepentimiento, quizá es por eso que sientes culpa, estas a solo un paso
del ideal de Gurú Shoken, y eso te perturba.
Este era el lamentable estado de la condición de Kyoshi como Avatar, la
crueldad de la nueva iluminación, el asesinato significaba autodescubrimiento, si
ella alguna vez resurge en el mundo verdadero, ella crearía una mancha tan
oscura como la tinta en los libros de historia.
-
No te veas tan comprometida – dijo Lao Ge – Yang Chen fue un lector
devoto de Shoken – Kyoshi lo miro hacia arriba.
-
Ella estudio a sus oponentes también – dijo él– Pero no me siento bien
dándote sus argumentos filosóficos, no sirve para mis propósitos.
Ella recordó sus notas en el diario de su madre, acerca de del rumor de
longevidad de Tieguai el Inmortal.
-
¿Eres él? –Dijo ella – ¿eres Shoken? – si su loca acusación era cierta, el
sería el hombre más viejo incluso antes que las cuatro naciones mismas.
Lao Ge resopló y rodó sobre su espalda, cerrando sus ojos.
-
Claro que no – se acomodó para dormir – Yo siempre he sido mucho más
guapo que ese tonto.
CONCLUSIONES
Jianzhu había aprendido su lección, sin caravana, sin caminos. Tan pronto
como el recibió el mensaje del equipo de seguimiento de los shirshus, entregado
por un halcón, había pasado por el enorme gasto absurdo de comprar AnguilaSabueso. Y ellos atravesaron rápidamente las montañas, y al lado de ellos paso
un bisonte volador, una manada entera de ellos.
En los anales del reino tierra, antiguos barbaros nómadas habían viajado
grandes distancias, sorprendiendo marchas militares con un tipo de táctica. Un
simple jinete podría traer múltiples monturas en un solo viaje, cambiando entre
ellos en el cielo para mantener los animales tan frescos y rápidos como sea
posible. De las filas de sus nuevos reabastecidos guardaespaldas, él tenía que
escoger dos, basándose en su habilidad de montar y partieron con ocho Anguilasabuesos entre ellos, les habían dicho tan pronto como fuera posible, pero por la
urgencia fue fácil suponer que su petición era importante.
Ellos alcanzaron las montañas de Ba Sing Se en un asombroso tiempo, con
apenas un testigo para marcar su paso. Temprano, un jinete se rompió la pierna
en un agujero de marmota y tuvieron que darlo de baja, otro murió de cansancio
en la lejana orilla de Lago Oeste.
Pero por otro lado, la constante conducción sin sentido el viento en su
cabello fue bueno para el espíritu de Jianzhu. Tan pronto el perdió la compañía de
Hei Ran, el necesitaba ocasionalmente la libertad de su mirada vigilante. La
caravana trajo más mensajes de halcones con su equipaje cuidadosamente
enjaulado y encapuchado, Jianzhu hizo la promesa de enviar su respuesta tan
pronto como fuera posible.
El lugar donde estaba sentado para encontrarse con los rastreadores, era
un pequeño comienzo de sendero que conduce a la estribación del sur de Taihua,
la gentil cuesta baja de lomas de pasto verde estaba perforado por hileras de
riscos de piedra roja, que sobresalen hacia arriba uniformemente siguiendo el
mismo ángulo y flores. Las rocas están tan altas y numerosas como árboles en un
bosque.
Jianzhu vio una figura solitaria entre las piedras saludando y frunciendo la
seño, el mensaje que le traía tan deprisa tenía explicación, con muchas disculpas,
que el shirshu había seguido el rastro de olor hasta estas montañas.
Justo después de que ellos perdieran el control sobre el animal, había
escapado y corrido en busca de su presa, por todo lo que el sabia, se debió haber
comido al avatar.
Los entrenadores debieron haber hecho un montón de dibujos, para
asimilar su cara de ira en persona mientras el resto buscaban al shirshu. Apresuró
a su anguila-sabueso hacia el capitán, el hombre estaba agitado, el saludaba
forzosamente.
-
Puedes parar – gritó Jianzhu – Te veo.
Silbó y luego paro. El rastreador se desplomó, con dos flechas en su
espalda.
Jianzhu maldijo y saltó de su montura, más arqueros cruzaron el cielo,
cargó losas de tierra a su alrededor y se preparó en su cubierta, escuchando las
flechas proyectadas aterrizar a su alrededor.
Me estoy volviendo demasiado viejo para esto, él nunca habría caído en
una trampa como esta en su tiempo de juventud.
Hubo una pausa en el fragor, hizo un movimiento con sus pies, tomó el
techo de su guarida y la lanzó hacia arriba, las losas de tierra que lo protegían
ahora se rompieron en trozos, hacía todas direcciones como una ametralladora.
Se escucharon gritos desde las rocas de arriba.
Revisando sus alrededores lo más rápido que pudo, vio algunos arqueros
que cayeron en sus propios cuerpos de los riscos, pero mejor sentirlo, que
lamentarlo. El bajó su postura, sacudió su cintura y torció sus brazos, desde la
base hasta la cima, de cada piedra que él podía ver, violentamente brotaron
espinas delgadas del tamaño dejian, como si se hubieran transformado
instantáneamente, en la misma especie de cactus del desierto de Si Wong.
Escuchó más gritos de los arqueros quienes se quedaron escondidos
detrás del entre las rocas, pero ese tipo de movimientos era para oponentes más
elevados. Luchadores quienes se imaginaban así mismos como profesionales,
pero no lo eran, a menudo cometen el error de tomar las rocas altas sin planear
una salida de emergencias.
Su anguila-sabueso huyo, pero dos de ellos seguían cerca, atados con una
rienda a un peso, el cadáver del guardia estaba adornado de flechas, las riendas
se habían enganchado en su muñeca.
Buen trabajo quien fuera que eras, pensó Jianzhu.
El otro guardaespaldas estaba ocupado limpiando la sangre de su dao con
un puño de pasto, tres atacantes cayeron a sus pies, cargaban consigo armas de
cuerpo a cuerpo, Jianzhu pensó haber visto un ábaco hecho de metal en el suelo.
El seguía impresionado.
-
¿Cómo te llaman, hijo?
El guardaespaldas se volteó para darle su atención y se colocó frente a
Jianzhu mirándolo cara a cara con juventud y brillo en los ojos. Él tenía una ceja
gruesa con parecido a la ascendencia de la península oriental.
-
Saiful, señor.
Es probable que Saiful no entendiera lo cercano que esto los volvía, solo el
talento permita sobrevivir a tantos encuentros, después de eso las probabilidades
de una venganza aumentaban.
-
Excelente trabajo, Saiful, siempre hay oportunidad de una rápida cuchilla
entre mi equipo, siempre recordare esto.
El joven guardaespaldas mantuvo su emoción lo mejor que pudo.
-
Gracias, señor.
Jianzhu cargo un cuerpo sobre su espalda. El hombre muerto estaba
vestido como bandido, en el sentido de que usaba una ropa campesina la última
vez que fue una persona de honor, tenía los pantalones de un marinero que había
sido reparado con una habilidad muy fina de costuras.
Pero había un detalle agregado a su camisa, tenía atorada en la solapa una
flor, estaba demasiado arruinado para ver de qué tipo, Jianzhu reviso otro cuerpo,
no había decoraciones en esta persona, pero regreso por el camino que el hombre
había tomado y encontró en el suelo lo que estaba buscando, una flor de durazno
luna seca.
Una insignia, Jianzhu pensó con cierta vehemencia.
Aclaro su mente y miro alrededor. Las montañas aparecían cerca, se decía
que estaban deshabitadas, prácticamente infranqueables, sin embargo, estos
hombres no estaban vestidos para una expedición.
Con un repentino y vigorizante golpe puso su palma contra el suelo, los
temblores sonaron a través de la tierra extendiéndose como ondas en un
estanque.
-
Señor, esta… ¿buscando algo debajo de la tierra? – pregunto Saiful.
-
Quizás – dijo Jianzhu, su atención de dirigió hacia el pasto –Pienso que lo
que estoy haciendo ahora mismo es preservar sus huellas.
El siguió el camino que dejaron los oponentes de Saiful, observando cada
pisada y hendidura que hicieron los talones y dedos de los pies en la tierra,
examinando donde dejaron barro en el pasto, desde hace mucho practica este
arte de rastrar a los delincuentes, escuchando la tierra y leyendo sus marcas.
Las huellas a la inversa conducían a una sospechosa roca gris del tamaño
de una silla.
Jianzhu movió la piedra con un roce de su mano en ella. Debajo había una
trampilla de madera.
-
¿Un pasaje escondido? – pregunto Saiful.
Jianzhu asintió sombríamente.
-
Un pasaje escondido, a través de las montañas.
-
Señor, ¿este pasaje se supone que este aquí? –dijo Saiful
-
No –dijo Jianzhu, mientras se apretaba los dientes
Pensó que él no lo pudo ver bajo tierra, sabiendo que el túnel estaba ahí
hizo que Jianzhu hiciera varias conjeturas, relacionadas con su conocimiento de
tierra control acerca de hacia dónde se dirigía ese camino, ellos siguieron los
caminos conectados por las montañas sobre sus anguila-sabuesos, forzados a
cerrar algunos de los pasajes confiando en así poder de ver a través de ellos,
eventualmente los obstáculos se rompieron para dejar ver un cráter ubicado en las
alturas, y en ese cráter esperaban por ellos, estaba una villa que ninguno de ellos
había escuchado antes.
Se dieron cuenta de que no estaba en ningún mapa de la nación, Jianzhu
se tuvo que tragar la rabia, él era el empleado de tienda que no podía deshacerse
de las alimañas, un criado que nunca podría pulir la plata.
La ciudad parecía estar abandonada, anduvieron por calles vacías, entre
las casas largas que hacían burlas de las cuatro naciones con adornos traídos o
que eran imitación de su nación de origen, una particular bandera chatarra donde
habían pegado varias insignias formando unas silabas que decían Hu yJiang.
Hu Jiang. Entonces ese es el nombre de este basurero.
-
Ahí está nuestro shirshu, señor – dijo Saiful, apuntando calle abajo hacia la
oscuridad donde algo maloliente estaba bloqueando el camino.
La bestia descansaba de una forma hasta elegante, había algo más que
moscas zumbando alrededor de la cara del monstruo o lo que seguía ahí,
cualquier tropa de cazadores hubiera recolectado las toxinas que seguían activas
aun con el cuerpo muerto.
El profesor Shaw estaría molesto, Jianzhu podría necesitar inventar una
historia convincente, y una convincente suma de dinero para que el hombre no
fuera a soltar toda su ira o que quiera investigar más.
Un ruido de raspado vino de repente de la casa de su derecha, había
alguien adentro,Jianzhu desmonto su arma y se aproximó a la oscura casa.
-
Señor…– dijo Saiful – Ir solo es mala idea.-
Jianzhu se decidió.
-
Vigila la entrada.
El entró y se puso contra la puerta donde nadie pudiera ver su sombra por
la luz, juzgando las largas tablas y los taburetes, esa construcción era alguna
clase de taberna, lo hizo enojarse de nuevo, pensar que esos forajidos habían
tenido toda la paz y libertad de construir sus casas en estas montañas hasta hacer
reuniones y venderse vinos.
Jianzhu camino por la taberna o mejor dicho por sus contarnos, encontró a
la persona que hizo el ruido.
Era un hombre sentado en una montaña de almohadas. Él era musculoso y
tenía cicatrices como un peleador, pensó que estos forajidos habían disfrutado de
suficiente paz, una de sus piernas tenía atada con ropa y estaba entablillada.
El hombre lesionado miro a Jianzhu fijamente y con una mirada vacía, sin
expresión de haber sido capturado. Jianzhu se dio cuenta de las botellas vacías al
alcance de sus brazos, contenedores de comida a medio comer, entonces el
reconstruyo todo, los habitantes de ese lugar habían sido evacuados hace algunos
días, probablemente asustados por el shirshu, la emboscada de la base en la
montaña fue una venganza o un grupo de oportunistas codiciosos que habían
quedado atrás y vieron la oportunidad. Este hombre con la pierna rota no pudo
hacer el viaje hacia la siguiente parada, así que sus compañeros lo dejaron aquí
para que se recuperara.
Las pupilas de Jianzhu se tornaron pequeños, tenía una flor de durazno
luna en él.
-
Estamos buscando una chica – dijo para su amigo que se estaba
recuperando – Ella estuvo aquí en algún punto, una chica alta, más alta que
tú o yo, cara bonita, pecas, no habla mucho, ¿la has visto?
Las cejas del hombre se arrugaron, eso pudo haber sido un intento de
ocultar la verdad o pudo haber sido su memoria jugándole una mala.
-
Ella pudo haber estado acompañada de una maestra fuego. Otra chica,
cabello negro porte militar.
De repente Jianzhu atrapo con la mano una lanza que se dirigía justo a su
garganta, y lo redirigió a un estante cercano, el hombre podía agregar una muñeca
rota a su lista de problemas, Jianzhu podía ver que estaba lleno de preocupación.
El peleador lesionado escondido su mala mano debajo de su brazo sano.
-
Yo soy Guan cuatro sombras – gruño al aire con orgullo – Y no te diré nada,
conozco un hombre de ley cuando lo veo.
Jianzhu le creyó. Una vez que uno de estos tipos te dice su nombre
profesional, no hay más conversación racional que mantener, el intentaría con otra
táctica más, una obra de teatro emociones de daofei.
Él le quito la flor de durazno luna de su florero y giro el tallo entre su pulgar
e índice.
-
Los tiempos han cambiado – dijo – En mis tiempos de juventud recuerdo
haber seguido este pequeño grupo por el desierto, del abrevadero hasta un
agujero. La Banda del Escorpión, se llamaban a ustedes mismos. No podría
haber sido más de una docena de miembros.
Jianzhu se dio cuenta de lo que quería saber; el hombre resoplo con aires
de burla ante un dato de miembros tan pequeño. Lo que quería decir que el grupo
era más grande.
-
La cosa graciosa era, cuando me vi atrapado con ellos, me di cuenta
porque ellos se movían tan lento – siguió – Dos de sus miembros se habían
roto el pie no podían caminar, los otros habían formado grupos pequeños
para cargarlos a través del desierto todo el tiempo. El grupo pudo haber
escapado de mí si hubieran dejado a sus heridos atrás, pero ellos eligieron
quedarse juntos, ellos escogieron la hermandad – rompió la flor –Para eso
se suelen usar Flores de Código, cuando te miro a ti, abandonado por tus
hermanos de armas, no veo la tradición. No veo el honor.
Jianzhu dejó caer los trozos de flor mientras al hombre le cambiaba la
expresión del rosto.
-
Los hermanos de la flor están dispuestos a morir uno por el otro – dijo el
hombre, limpiando sus labios –Tu nunca podrías entender. Nuestra causa
nos hace…
El paró porque se dio cuenta de que Jianzhu lo estaba manipulando. Guan
cuatro sombras era más listo de lo que parecía. Apretó la mandíbula y golpeo su
cama improvisada decidido a descansar.
Jianzhu hizo una mueca y enrollo sus mangas, hizo demasiado de la
manera fácil.
El salió a la luz del sol y se limpió las manos con una toalla colgada que
estaba olvidada
La flor de otoño. Pensó para sí mismo. La flor de otoño.
¿Quién en el nombre de los hijos bastardos de Oma estuvo en la flor de
otoño?
Jianzhu en serio se estaba volviendo viejo, él nunca había escuchado de
esta banda antes. Él, él hombre quien una vez por si solo evitó que la mitad del
continente perdiera la democracia, había dejado un nuevo equipo criminal lo
suficientemente grande como para poblar una aldea de buen tamaño y operar
dentro de unos cuantos kilómetros de distancia de la capital. La flor de otoño,
quien fuera que sean y cualquiera que fueran sus metas, tenían un nivel de
organización lo suficientemente rápido para evacuar una ciudad en el momento
que sintieron una amenaza.
Y lo más importante de todo, lo más importante, la única cosa que era
importante era que ahora tenían al Avatar en sus garras, la chica había estado
aquí en algún punto, eso era cierto, ella debió haber planeado esconderse en las
montañas remotas y caído en una emboscada, como casi éllo hizo, debió haber
sido capturada y llevada a los cuarteles centrales. El shirshu siguió los aromas
vivos, y el animal no hubiera venido hasta aquí si ella hubiera muerto.
Jianzhu maldijo a los espíritus y la humanidad por igual, maldijo a los hilos
del destino que habían formado este nudo, el Avatar había sido secuestrado por
Daofei.
Echo su cabeza para atrás y busco en el cielo por respuestas, por el rabillo
del ojo vio a un pájaro volar lejos, su largo plumaje en la cola se arrastraba por
detrás como si fuera una serpentina, algunas culturas obscuras leían el futuroa
través de los patrones de las criaturas con alas. Jianzhu se preguntó si eso podría
funcionar, si los pájaros podían encontrar a la chica y salvarla de este problema, el
lanzó un gran suspiro.
Saiful rodeo la esquina y volvió a la calle, regresando con su jefe.
-
¿Encontró algo adentro, señor?
-
Solo un cadáver– el miro al joven espadachín. Saiful, solo con un puñal en
la mano que era de otro hombre, el había respondido al llamado de
Jianzhu, para más luchadores después de que el encuentro con Tagaka
dejara las filas de sus guardias vacías. Tal vez un poco rápido y
convincente, ahora estaba pensando en eso –Saiful, no te dije que enviaras
un mensaje con una de nuestras águilas –dijo Jianzhu.
El joven hombre se vio sorprendido.
-
Yo estaba, uh, adelantándome para pedir suministros – dijo él, su mano se
desvió hacia su arma. Él era un guerrero capaz, sin miedo a matar por un
buen pago, un mercenario quien juro lealtad a quien pagara más, cuando lo
piensas de una manera correcta, no hay verdadera diferencia entre él y
daofei.
Pero mentir era algo donde el necesitaba máspráctica.
-
¿Tú eres de la península oriental, no es así? – dijo Jianzhu, el guardo su
compostura poniendo sus manos en la espalda – Tengo un buen amigo
quien hace muchos trabajos en la península oriental, su nombre es Hui.
¿Ha tenido la oportunidad de conocerlo? ¿Quizá es él quien pide los
suministros justo ahora? –Solo había sido una punzada de sospecha de
Jianzhu, un destello realmente, pero al mencionar el nombre de Hui desato
una avalancha expresiones faciales y corporales de parte de Saiful –
Déjame adivinar –dijo Jianzhu, cavando más profundo en esta mina de oro -
-
¿Hui te envió para infiltrarte en mi casa, no es así? Con órdenes de
averiguar qué paso con el Avatar – el ligero paso hacia atrás de Saiful le
hizo saber que Jianzhu había encontrado la verdad – Y siendo el hombre
listo que eres, te diste cuenta de que esto iba a implicar que el shirshu
terminara aquí. El Avatar… y, dejemos lo claro hemos estado siguiendo al
Avatar… hemos perdido un montón de forajidos. Ese fue el mensaje que
acabas de enviar a Hui ahora mismo.
Saiful estaba anonadado de que Jianzhu haya tenido el súper poder de
haber leído su mente. En serio, todo lo que hizo Jianzhu había sigo seguir las
líneas de información y como se habían desplegado, como cualquier buen jugador
de Pai Sho.
El espadachín había decidido seguir la táctica él solo. Se había dado
cuenta, pero ellos estaban en montañas desoladas, y él tenía su arma y sus
juveniles reflejos de su lado, con cautela dibujo su dao de nuevo.
Jianzhu se tronó el cuello, solía sonar el crujido en el tiempo pasado. La
cosa acerca del Pai Sho era que los demás juegos necesitan ser jugados hasta
terminar.
Los maestros normalmente reconocen cuando alguien les gano y se
resignan cuando las acciones siguen técnicamente en progreso. Si este baile entre
él y Hui tomaran lugar en el cuadrangular, entonces justo aquí podría ser donde
Jianzhu se supone que debe inclinarse y recoger sus fichas en defecto.
No había como detener el mensaje dirigido hacia Hui porque ahora el ave
estaba en el cielo.
El árbitro se daría cuenta del gran desastre que está ocultando la asamblea
y armaría un caso de arresto contra los sabios del reino tierra. Si la chica era
encontrada viva y se prueba su identidad, ella sería entregada a manos de Hui,
quien al final no podría importarle la versión de Avatar que él tendría, solo por
alejarla de Jianzhu.
Por toda razón lógica él estaba arruinado. Él estaba perdido.
Pero lo único que los jugadores de Pai Sho no sabían sobre él es que
Jianzhu nunca se había dado por vencido en su vida entera. En alguna rara
ocasión donde el oponente tenía lo mejor de él, él lo forzaba a jugar fuera de línea
hasta la última mordida, los hizo saltar obstáculospor cada pieza suya que
capturaron, y corrieron las velas hasta altas horas de la noche hasta sus últimos
centímetros de mecha por puro rencor.
Jianzhu sonrió sombríamente mientras se acercaba al joven espadachín.
Darle una paliza siempre requerirá un precio en sangre. Él no iba a perder ese
hábito.
PREGUNTAS Y REFLEXIONES
Kyoshi mantuvo la paz entre Lao Ge a través de los pasillos de la tienda.
Los dos estaban solos, una chica y su tío anciano dando una vuelta relajante,
nada fuera de lo común.
A excepción de Lao Ge, Cuando no estaba en presencia del resto de Flying
Opera Company, caminaba con porte de dragón envuelto en ropa de mendigo. Y
Kyoshi era… Kyoshi. Los vendedores en sus puestos estiraban sus cuellos con la
boca abierta cuando ella pasaba.
-
¿No estábamos aquí para comprar arroz? – murmuró ella, sintiendo la
presión de muchas miradas –Ya pasamos dos diferentes vendedores.
-
Cualquiera de nosotros pudo haber hecho eso solo – dijo Lao Ge. Él le
guiño el ojo a una dama de gran corpulencia que iba pasando. Ella frunció
el ceño y empujo una pila de polvo hacia él
-
Estas aquí para observar.
Villa Zigan era el centro de la ciudad que suplía de comida y de hombres
para trabajo al palacio del gobernador Te. Kyoshi estaba impresionada por el
tamaño cuando entraron desde las afueras, pero rápidamente noto que las casas
sólidamente construidas con adornos tradicionales del reino tierra era solo una
fachada. Ellos no pudieron encontrar a ninguna persona hasta que llegaron al
corazón de la villa. Kyoshi encontró difícil de creer que otros distritos estaban
completamente vacíos, pero no vio nada contrario.
Sus oídos se dirigieron hacia el sonido de una discusión. Era un vendedor
ambulante y un granjero que estaban abasteciendo y él estaba a punto de entrarle
a los golpes.
-
¡No puedes engañarme!– Gritó el vendedor– ¡Y te estoy diciendo, más de
esos han sido confiscados por el gobernador en las zanjas! Tengo que
establecer el precio en relación con el grano que tengo sobrante.
-
¿Cómo puedes mantener subiendo de precios, cuando hay un océano de
arroz justo detrás de estas paredes? –Él dijo para sí mismo – Por
Yangchen, puedo ver el techo de la tienda desde aquí.
-
¡Te no había abierto las zanjas hace casi 5 años!, ¡deberías considerar que
esa comida se la comieron los espíritus!
Lao Ge empujó a Kyoshi. Aparentemente, ellos no estaban ahí para ofrecer
soluciones a la gente que lo necesitaba.Ella sabía que intentaba probar, que la
muerte de Te estaba injustificada.
-
Reservar comida para emergencia no es tonto ni corrupto – dijo ella.
-
No, pero secretamente vender tu reserva fuera de los libros de ganancia si
lo es. Para enriquecerse al mismo tiempo, Te ha tratado con el grano que
colecta cada año desde que subió a gobernador. Él ha persistido durante
las malas cosechas, cuando sus ciudadanos hayan pasado suficiente
hambre como para abandonar sus hogares. La mayoría de las hambrunas
es causada por el hombre, él está a punto de hacer una.
Lao Ge pateó un guijarro a una ventana cerrada. No hubo respuesta por el
ruido.
- ¿Dime, Jianzhu alguna vez ha fallado a su gente de esta manera?
Kyoshi se vio forzada a admitir que Yokoya sólo había crecido y prosperado
desde que Jianzhu plantó su bandera allí. Los ciudadanos que ella había visto en
Zigan tenían la mirada hundida y hostigada, propia de los hombres y mujeres a los
que se les acaba el tiempo, ellos aún no se estaban muriendo de hambre, pero
pronto lo harían. Ella reconoció el peso del hambre en los hombros de ellos, el
mismo que ella sintió en los suyos cuando iba de puerta en puerta en Yokoya,
después de haber sido abandonada allí, rechazada a su vez por cada familia, con
sus opciones menguando.
Ella sabía, íntimamente, lo que les ocurriría después a los aldeanos, cómo
su humanidad se rompería mientras que el hambre y la impotencia tomaban
posesión de ellos, cómo se sentía ver a la muerte avanzar un poco más cerca
cada semana. Había sido necesaria la intervención de Kelsang para salvarla de
ese destino.
Ahora, Lao Ge estaba reclamando ser esa piedad para Zigan, para cientos
de personas en lugar de solamente una niña. Ella no tenía ninguna razón para
decir que él estaba equivocado.
Fue una larga y serpenteante caminata por la ladera hasta su campamento.
Ella se dio cuenta de que la Compañía Voladora de la Ópera prefería ubicaciones
elevadas, tal vez era la influencia de su madre filtrándose. El terreno rocoso los
ocultaba de la vista y, desde esa altura, podían ver el diseño del palacio de Te, tan
claramente como un mapa bien dibujado.
El gobernador es tácticamente incompetente al no tener exploradores
vigilando estos pasajes, pensó Kyoshi, antes de darse cuenta de que se le había
pegado una extraña mezcla entre Rangi y Lao Ge.
Lek levantó la vista de avivar la fogata.
-
¿Conseguiste el arroz?
-
Tenemos papa dulce – ella tiró el saco de arpillera al suelo – El arroz es…
un problema.
-
Estoy cansado de la papa dulce – se quejó.
Kyoshi lo ignoró y ascendió más alto, hacia el afloramiento plano donde
Kirima y Rangi yacían boca abajo, inspeccionando el palacio. Habían llegado a
una tregua temporal gracias a su mutuo aprecio por la recopilación de información.
Cubrir una articulación era casi lo mismo que planear un ataque.
Ella se sentó detrás de ellas, inadvertida.
-
Estamos viendo un diseño siheyuan tradicional, que se remonta a la
dinastía Hao de los Reyes de la Tierra – dijo Rangi a Kirima, obsesionada
con el complejo de debajo. Era antiguo comparado con la mansión en
Yokoya. Allí había cuatro patios en lugar de dos. Y, en vez de estar
amurallado por habitaciones en una construcción continua y lisa, parecía
más como si una docena de casas de tamaños y alturas variables se
hubiesen colocado, de extremo a extremo, a lo largo de patrones cuadrados
dibujados en el suelo. La riqueza de los antiguos propietarios debió haber
crecido con el tiempo y, así, estos fueron agregando arbitrariamente cada
vez más extensiones, muy lejos de la visión singular que había tenido
Jianzhu de la construcción de su propia casa.
Seguía siendo obscenamente extravagante, especialmente cuando se le
comparaba con el pueblo en decadencia de Zigan. Uno de los patios tenía un
llamativo estanque para los patos-tortuga que era demasiado grande para sus
alrededores. Kyoshi sabía que era una nueva tendencia en imitación al palacio
real de la Nación del Fuego.
-
Hay campos de visión superpuestos para los guardias en cada uno de los
puntos altos – dijo Rangi, señalando tres abultamientos del techo en el
borde más cercano –Tenemos que asumir que estarán completamente
tripulados. Entonces, cuando lleguemos al mejor ángulo y los abordemos,
tendremos que lidiar con tres centinelas.
-
Lek puede derribar a dos de ellos a la distancia, pero el tercero tendría
tiempo para hacer sonar la alarma – dijo Kirima –¿Cómo sabes tanto sobre
la arquitectura del antiguo Reino Tierra?
-
En la academia estudiábamos cómo atacar cualquier tipo de fortificación–
dijo Rangi –Templos amurallados de la Nación del Fuego, empalizadas del
Reino Tierra…
Kirima la miró atentamente.
-
¿Y murallas de hielo polar?
-
Sí – dijo Rangi sin dudar –La preparación estaba a la orden del día. Incluso
había un plan para Ba Sing Se, aunque me apiadaría de las tropas que lo
llevaran a cabo.
La maestra agua dejó de lado los comentarios hechos hacia las otras
naciones.
-
Mok querrá atacar la puerta sur directamente – dijo Kirima –Si
sincronizamos nuestro ataque con el suyo, podríamos asumir que los
centinelas puestos en las otras murallas se desviarán hacia él.
Rangi frunció el ceño.
-
Es un campo de exterminio – El suelo al sur del complejo estaba hecho de
tierra dura y compacta, esparcida con piedras del tamaño de la cabeza de
un hombre –Algunos maestros tierra en la guardia de Te podrían causar
bajas masivas.
-
No creo que a Mok le importe – dijo Kirima –No sé qué clase de veneno
haya estado derramando Wai en los oídos de sus hombres, pero se han
convertido en fanáticos. Él va a irrumpir en las murallas con un gran número
de personas.
Kyoshi se estremeció al pensar en la matanza que sucedería con el éxito
del daofei. Nunca había escuchado de un asedio en el que los ganadores no
devolvieran el costo de la victoria en sangre.
-
Tenemos una última opción – dijo Kirima –Aún no sabemos en cuál o bajo
qué edificio se encuentran las celdas. Capturar el palacio entero parece ser
la única forma en la que podremos obtener el tiempo suficiente para buscar
a la persona que tratamos de liberar. Así que, en lugar de intentar de
penetrar en el complejo, simplemente sacamos a los guardias de la pared
sur, abrimos la puerta desde dentro y dejamos que Mok pase por allí.
-
Eso no ocurrirá – dijo Kyoshi.
-
¡Ah! – Kirima quedó de rodillas y casi cayó del afloramiento –¿Cómo eres
tan sigilosa con esas pezuñas gigantes que tienes?
-
Los sirvientes deben ser silenciosos – Kyoshi evaluó a ambas maestras,
que probablemente eran más parecidas de lo que ninguna de las dos
estaba dispuesta a admitir. Ella necesitaba algo de sabiduría a toda prisa.
Del tipo convencional, no del de los juegos mentales enrevesados de Lao
Ge. En ese momento, ambas mujeres eran su mejor fuente – Tenemos que
hablar – les dijo.
Las últimas horas del día fueron dedicadas al entrenamiento. El
entrenamiento nunca terminaba. El entrenamiento invadiría sus sueños. Ella
estaba segura de que el siguiente Avatar maestro fuego nacería con su memoria
muscular impresa en sus pequeñas extremidades de bebé del fuego.
-
¡Vamos ya! –gritó Wong –Tú eres la que quería aprender a pisar el polvo.
-
¿Estás seguro de esto? –Dijo Kyoshi, justificablemente nerviosa –Cuando vi
al resto de ustedes haciéndolo, empezaban en terreno firme y luego
avanzaban más alto. Eso parece más seguro.
Ella se encaramó en una columna de roca, una de las muchas que
salpicaban el barranco. La distancia entre cada pilar era de al menos doce pies
(3.66 metros). Al otro lado del barranco, Wong la esperaba.
– La práctica debería ser más difícil que la realidad – dijo él –La meta es
alcanzarme sin disminuir la velocidad. Si tropiezas, tendrás que volver a
donde empezaste e intentar de nuevo. Lo harás tres veces.
Kyoshi miró abajo, hacia el suelo. No había nada que pudiera interrumpir su
caída al duro suelo de piedra.
-
¿Puedo al menos, usar mis abanicos?
-
No lo sé – dijo Wong – ¿Puedes?
Kyoshi sacó sus armas de su cinturón. El peso en sus manos, a medida que
los desplegó, fue reconfortante. Ella pensó que tal vez, si los batía lo
suficientemente fuerte, podría volar como un pájaro.
-
O disparas o pasas hambre – gritó Lek.
Ella debió haber ido a por ello sin dudar. Ahora, había atraído una
audiencia. El grupo entero, incluido Lao Ge, observó desde varios asientos
alrededor del campamento.
Precisión, pensó para sí misma. Sincronización. Precisión. Sincronización.
Saltó al aire. En el mismo instante, los guijarros y el polvo se levantaron
desde fondo del barranco, apilándose unos sobre otros, solidificándose en una
estructura rígida que sólo necesitaba soportar su peso durante el tiempo suficiente
para que ella diera el siguiente paso. Sintió que la punta de su pie aterrizaba sobre
la estalagmita miniatura y temporal, la frágil torre de tierra.
Luego, se precipitó desde ella. Ella cayó como… bueno, como una piedra.
En medio de su pánico, Kyoshi soltó sus abanicos y alargó sus manos hacia
la columna, como una víctima que se ahoga, lista para tirar del bote salvavidas
entero bajo la superficie con ella. Golpeó el costado, rebotó, y arañó con sus
dedos para conseguir la cima de la columna, pero no encontró ningún agarre. Su
espalda colisionó con la formación tras ella, enviándola de cara al fondo del
barranco.
Ella yacía allí, como una mancha en el suelo. Escuchó dos ruidos sordos,
eran sus abanicos aterrizando después de ella. Tenía la clara sensación,
principalmente porque aún estaba viva, de que alguien había manipulado la tierra
para hacerla más suave, cubriendo la roca con una capa de arena. Su suposición
fue Lao Ge.
-
Cero – escuchó gritar a Wong – Comienza de nuevo.
Todo intento de pisar el polvo falló. Penosamente. Fueron tan infructuosos,
que incluso Rangi cedió y permitió que Kirima intentara enseñarle a usar el agua
como soporte, en lugar de la tierra. Eso significaba que Kyoshi terminaba de igual
forma en el suelo, sólo que más húmeda.
-
Tal vez deberías descansar de la misión – dijo Lek después de una caída
particularmente brutal. Por primera vez estaba hablando con una genuina
preocupación en lugar de burlarse de ella.
-
No creo que pueda – dijo Kirima –Los únicos planes decentes a los que
hemos llegado requieren de todos nosotros trabajando juntos.
-
Creo que hay formas en las que podemos usar el poder bruto de Kyoshi –
dijo Lao Ge. Él no había ofrecido ninguna opinión sobre el asunto hasta
ahora –Ella puede ser un martillo en un grupo de escalpelos, pero a veces
la fuerza bruta se hace necesaria. Seré su niñero en la redada.
Kyoshi casi que tuvo que admirar la forma en la que el anciano hizo girar los
eventos de la forma en que deseaba, como un tejedor que mira el lino crudo, y
puede observar la tela en que se convertirá.
-
Tal vez sea lo mejor – dijo ella –Podremos ayudarnos entre nosotros a
mantenernos fuera de peligro.
Cada noche, Kyoshi veía a la luna llenarse, como si esta se estuviera
atiborrando con su miedo. La fecha de la redada se acercaba cada vez más y el
ambiente en el campamento se tornó sombrío. Se determinaron los papeles de
cada uno, los ensayos se llevaron a cabo usando cáscaras de nueces y monedas
sueltas en diagramas trazados en el suelo. El retortijón en el estómago de Kyoshi
tenía poco que ver con el hambre, y el sudor frío la mantenía despierta sin
importar qué tan cerca durmiera de la fogata o de Rangi.
En el lado positivo, el que los dos miembros más inútiles del equipo
estuvieran emparejados les dio a Kyoshi y a Lao Ge bastante tiempo para hablar
en privado.
-
¿No te has preguntado por qué la meta principal de Mok no es asesinar al
Gobernador Te? – preguntó Lao Ge, momentos después de que le
ordenara a ella sentarse y meditar con él.
Ese pensamiento había cruzado por la mente de Kyoshi.
-
¿Sabe él que tú lo harás?
Lao Ge se rio.
-
Y yo que solía creer que no tenías sentido del humor. No, la razón es que él
tiene el mismo trozo de información que yo. Los palacios construidos en el
período Hao usualmente poseían un cuarto seguro reforzado con hierro,
oculto en las profundidades. En caso de un ataque, el señor de la mansión
huiría y se encerraría detrás de las puertas metálicas impenetrables. Las
bóvedas tenían suministros que duraban hasta un mes, que era un tiempo
más que suficiente para que llegaran los refuerzos. Mok sabe que tratar de
matar al gobernador sería una pérdida de tiempo.
Entre más escuchaba Kyoshi sobre este Te, más lo despreciaba. Ella abrió
sus ojos.
– ¿Abandonará él su hogar por un ejército de daofei?
– ¿Qué esperabas de un oficial adinerado?– DijoLao Ge – Te oyes
decepcionada, ¿acaso asumiste que Te entraría en el campo de batalla,
corriendo un gran riesgo para sí mismo, y lucharía contra las fuerzas de
Mok, sin ayuda de nadie, desplegando una increíble tierra-control y
protegiendo decenas de vidas inocentes? No sé de dónde sacaste esa
imagen.
Se le pusieron los pelos de punta. Parecía que el anciano no dejaba pasar
ninguna oportunidad de cantar las alabanzas de Jianzhu. Ella trató de calmarse
volviendo a su meditación.
A Kyoshi se le había denegado el acceso a este tipo de entrenamiento en
Yokoya, pero Rangi había encontrado momentos para enseñarle lo básico durante
el viaje. Con su sangrienta tarea cerniéndose sobre su cabeza, ella encontró que
la práctica era calmante, que la centraba. Ella era como una fría piedra, profunda
debajo de…
-
Entonces, ¿me estás diciendo que nunca te has preguntado por mi edad?
Ahora, estaba tratando de incitarla a propósito. Era asombroso lo fácil que
se transformaba de la terrorífica e hipnótica visión que ella sabía que él podía ser,
a un niño tosco con arrugas y pelo blanco. Se equivocó al pensar que el haberlo
llamado Sifu unas pocas veces le había dado a ella un acceso constante e
ininterrumpido a un gurú de la muerte.
-
No puedo decir que lo haya hecho – murmuró Kyoshi entre dientes.
Él sonó un poco herido por su falta de interés en sus secretos.
-
Es sólo que… las personas que me han confrontado abiertamente en el
pasado bajo el nombre de “Tieguai el inmortal” hasta un hombre, todos me
rogaron por el secreto de la longevidad. Las únicas que no lo han hecho
han sido tú y tu madre.
Primero, ella no creía que él fuera ni remotamente tan viejo como alegaba
ser. Y, segundo, buscar desesperadamente más poder y control sobre la vida era
lo que hacía la gente como Jianzhu. Te también, probablemente.
-
Sifu– ella arrastró las palabras –Oh, por favor, imparte sobre mí los
misterios de la inmortalidad, por cuanto deseo ver pasar las eras ante mis
ojos, como los granos de un reloj de arena.
-
¡Naturalmente! – Dijo Lao Ge alegremente –Lo que sea por mi querida
aprendiz. Verás, todo se reduce a mantener el orden. Conservar las cosas
pulcras, limpias y ordenadas.
– ¿Perdón? – Esto fue genuinamente ofensivo para Kyoshi, como antigua
sirviente encargada de la limpieza. Había dejado de lado sus estándares
de aseo la primera mañana en las afueras de Yokoya, después de
despertarse cubierta por el pelaje desperdigado de Pengpeng. Pero, con
su bebida y su aversión a cambiarse de ropa, Lao Ge cruzaba la línea
de la ranciedad. ¿Qué sabía él sobre ordenar?
-
Envejecer es, en realidad, tu cuerpo desmoronándose, en los niveles más
pequeños e invisibles, y negándose a rearmarse – dijo –Con el enfoque
mental correcto, podrías hacer un inventario de tu propio cuerpo y colocar
cada pieza que está donde no debería de vuelta en su lugar.
Kyoshi tuvo que asumir que él estaba adaptando sus lecciones a los antecedentes
de ella y que el proceso real era mucho más complicado.
-
En la forma en la que lo describes, tendrías que decidir en qué versión de ti
estarás atrapado, para siempre.
-
¡Exactamente! Aquellos que crecen, viven y mueren. El pozo estancado es
inmortal, mientras que el claro río que fluye muere un número incontable de
veces.
-
¿Es ese otro proverbio de Shoken? Porque no suena como ninguna de las
lecciones espirituales que he escuchado.
-
Es mi proverbio – se quejó Lao Ge, con sus sentimientos heridos de nuevo
–Toda esta preocupación por los espíritus. Estoy tratando de enseñarte
sobre la mente. Un mundo infinito que ha sido relegado por demasiados
exploradores.
La mente. La mente de Kyoshi se dirigió a otra existencia, una en la que
estaba sentada felizmente frente a Kelsang, en un campo verde, cuando él le
contó sobre las maravillas del Mundo de los Espíritus. Su cálida y gentil voz
guiando su conciencia hasta que cruzaron el límite, tomados de la mano, a una
tierra donde las preocupaciones humanas no podían agobiarlos.
Ella había perdido aquello. Ella lo había perdido a él, y la enfermedad que le
siguió nunca se curaría por completo. La ausencia de Kelsang la había confinado
a la inmovilidad. Si Lao Ge quería que estuviera estancada y atrapada para
siempre, ella ya había dominado esa lección.
Kyoshi observó a este sustituto que se encontraba sentado frente a ella, la
extraña broma que recibió en lugar de su verdadero maestro. Fue un intercambio
lo suficientemente pobre como para hacerla llorar.
-
Las criaturas espirituales son mucho más interesantes que los enigmas
mentales – dijo ella.
– Mi querida – dijo Lao Ge suavemente –Como descubrirás algún día, la
mente tiene espectros propios.
LA CARA DE LA TRADICIÓN
El momento había llegado. La luna estaba llena hasta estallar. Derramaba
su luz sobre los campos que rodeaban el castillo de Te, afilando las esquinas y
alterando los colores con detalles fantasmales. Mok sabía lo suficiente como para
programar su incursión cuando sus hombres pudieran ver lo que hacían.
La Compañía Flying Opera se abrió camino por la ladera rocosa.
-
¿Todos saben ya el plan? – dijo Rangi.
Ella estaba preguntando a modo de formalidad. Rangi había grabado cada
paso en sus cerebros. Habría sido satisfactorio ver a los demás obtener una
probada de la disciplina de la Nación del Fuego en venganza por lo que le habían
hecho pasar a Kyoshi.
Ir a ver a Mok antes del asalto era parte de la operación. Si él les dejaba
moverse como querían y no se dejaba dominar por su temperamento y su
vanidad, entonces, con la suerte de su lado, ellos podrían entregarle exactamente
lo que él quería. Un prisionero, ileso.
La insensatez de Te se exhibía cada vez más, a medida que se acercaban
al campamento de Mok al sur del palacio. Kyoshi contó al menos quinientos daofei
preparándose para la batalla, afilando sus espadas y bruñendo sus lanzas.
¿Acaso ninguno de los guardias del hogar de Te se habían dado cuenta de todos
aquellos hombres armados convergiendo a su ubicación? Jianzhu habría sofocado
ese minúsculo levantamiento antes de que fuera algo peligroso.
Ella sacudió su cabeza. Por una noche, y sólo una, Jianzhu era inmaterial.
Pasaron de puntillas por un gran grupo de hombres con el pecho
descubierto dispuestos en hileras ordenadas, en postura de montura, cantando
galimatías al unísono. Su capitán caminó entre ellos sosteniendo un manojo de
varillas de incienso en la mano. Él barrió los extremos humeantes, como en un
ritual, sobre sus torsos, dejando rastros de ceniza sobre su piel. Kyoshi observó
más de cerca y vio que cada hombre tenía los caracteres para “inmune” entintados
en su frente.
-
¿Quiénes son ellos? – le susurró ella a sus acompañantes.
– Ellos son miembros de la secta de Kang Sheng– dijo Kirima –Ellos no
son maestros y creen que, llevando a cabo ceremonias secretas de
purificación, podrán ser inmunes a los elementos. Mok debió haber
reclutado a unos cuantos de ellos para que sirvieran en el frente.
-
¡Eso es una locura! –dijo Kyoshi –¡Si ellos cargan directamente contra una
formación de maestros tierra, serán masacrados! – los hombres que ella vio
no tenían armadura ni escudo alguno. Muchos de ellos parecían ser
peleadores a mano limpia, carentes de armas por completo.
-
Es increíble, lo que puede conducir la mente a creer – dijo Lao Ge.
-
Especialmente si estás desesperado – murmuró Lek –Dicen que la gente se
va a la secta de Kang Sheng después de ver a un amigo o a un ser querido
ser asesinado por un maestro de los elementos. Cuando te hacen sentir
impotente de esa manera, harás cualquier cosa que te de coraje.
Ellos alcanzaron el centro del campamento. Mok era fácil de distinguir. Él
había instalado un lujoso escritorio de madera a la intemperie, el cual no tenía
ningún otro propósito que demostrar que él podía instalarlo. Se sentó detrás de
este con los dedos entrelazados como si él fuera el gobernador de estas tierras y
no Te. Wai se mantuvo cerca de él, una imitación de pesadilla de un secretario.
-
Mis queridos asociados –dijo Mok después de que ellos se inclinaron –
Acérquense – ellos se miraron nerviosamente y arrastraron sus pies hacia
el escritorio – Más cerca – dijo Mok. Ellos se agolparon a su alrededor.
Kyoshi se dio cuenta de que Lek estaba en el flanco, bajo mayor peligro.
Tenía la cabeza baja y quieta. Ella se arrepintió de no haber estado entre él
y el líder del daofei–No tuve la oportunidad de despedirme en Hu Jiang–
dijo Mok – Se perdieron de la agitación – miró fijamente a Rangi y a
Kyoshi. No había ninguna evidencia que las ligara al ataque shirshu, pero
un hombre como él no la necesitaría. Ellos eran las piezas que no
encajaban y eso era suficiente.
-
Una gran bestia vino en la mañana que ustedes se fueron – él continuó –
Mató a muchos de mis mejores hombres. ¿Qué tienen que decir ustedes
dos al respecto?
Wai sacó su cuchillo antes de que Kyoshi pudiera responder. Fue Lek, el
estúpido y valiente de Lek, que nunca aprendía o era demasiado generoso para su
propio bien, quien habló por ella otra vez.
-
No sabemos nada sobre eso, tío. Kyoshi y Rangi no tienen la culpa.
Wai se río.
La certeza le dio a Kyoshi una velocidad que ella no sabía que tenía. En un
rápido movimiento, ella agarró la mano de Wai que sostenía el cuchillo antes de
que alcanzara a Lek, la clavó al escritorio tomándola de la muñeca y sacó su
abanico con la otra mano. Ella mantuvo la pesada arma cerrada mientras que
martillaba con ella los dedos de Wai, rompiéndolos de un solo golpe.
El cuchillo cayó al suelo. Los ojos de la Compañía Flying Opera eran tan
grandes y amplios como la luna en lo alto. Todos quedaron en silencio, incluso
Wai, quien parecía aturdido por la incredulidad ante el dolor que le recorría el
brazo.
-
Perdónenme… – Dijo Kyoshi, encontrando que le era supremamente fácil
hablar ahora – Vi un insecto venenoso y pensé que debía salvar sus vidas.
Wai se agarró la mano rota y le enseñó los dientes a Kyoshi, como una
cobra de la vid a punto de escupir.
Ella seguía calmada.
-
Pero, si el tío Wai cree que mi comportamiento es inapropiado, él siempre
podrá enseñarme el significado de la disciplina en el lei tai, después de que
nuestra misión termine.
Mok se reclinó en su silla y rio a carcajadas.
-
¡Tanto progreso en tan sólo unas pocas semanas! Esa es la influencia que
tengo sobre la gente. Vamos, Kyoshi. Siendo que a tus hermanos y
hermanas les han robado la lengua un espíritu, dime qué planes han ideado
desde la última vez que nos vimos.
Ella continuó como si nada hubiera pasado, ignorando la sorpresa de sus
amigos y la furia de Wai. Había escuchado las estrategias de Rangi y Kirima las
suficientes veces como para ser convincente.
-
Creemos que la prisión donde está recluido su —nuestro— hermano por
juramento está debajo del patio noreste. Suponiendo que fue construido al
mismo tiempo que la parte más antigua del palacio, deberíamos ser
capaces de derrotar la seguridad.
Él se dio cuenta de su pausa.
-
¿Pero?
-
Siempre y cuando tengamos el tiempo suficiente. Si los guardias de Te
deciden defender la prisión, nuestro grupo nunca podrá liberar por su propia
cuenta a nuestro hombre. También existe la posibilidad de que, si
mostramos nuestro juego demasiado temprano, se den cuenta de lo que
estamos haciendo y maten preventivamente al rehén.
-
Entonces, es tal y como lo había anticipado – dijo Mok, acariciándose la
barbilla como un hombre sabio –Necesitaremos un ataque directo en
conjunto con su asalto clandestino – Kyoshi tenía que darle algo de crédito.
Él previó ese desenlace en Hu Jiang.
Mok metió la mano en el interior del escritorio y tomó dos varillas de
incienso temporizador. Kyoshi lo vio arrancar el cuchillo de Wai del suelo y
cortarlas cuidadosamente a la misma longitud antes de entregárselos a Rangi
-
Si me lo permites, querida mía– ella encendió ambas puntas con el dedo y
le devolvió una a Mok – Vayan a sus posiciones – dijo Mok – Atacaremos
en una hora.
La Compañía Flying Opera hizo una reverencia y se fue tan rápido como
pudo. El primer paso fue completado con éxito. Rangi acunó el incienso
temporizador cuando salieron del campamento, tratando de protegerlo de las
brisas que podrían acelerar la quema y dejarlos fuera de lo previsto.
Una hora, pensó Kyoshi. En la distancia, se podían ver unas cuantas luces
brillantes procedentes del palacio, eran los fuegos encendidos por sirvientes como
ella para cocinar y calentar, linternas portadas por guardias como los celadores
que siempre la saludaban amablemente en las puertas de la mansión Jianzhu. Ella
vio a los acólitos de Kang Shen trabajando en un frenesí, vulnerables y desnudos,
excepto por su fe. Una hora para que la sangre fuese derramada.
-
Tranquilízate – le susurró Lao Ge.
Sus palabras, que trataban de confortarla, sólo la hacían recordar. Faltaba
una hora para que se convirtiera en la asesina que trataba de ser.
Lek, Kirima y Wong las llevaron de vuelta al campamento.
-
¿Cuál es la prisa? –dijo Rangi, cubriendo la menguante varita de incienso
No hay razón para precipitarnos en este punto – ella y Kyoshi ya tenían
puestas sus armaduras.
-
Tenemos que maquillarnos – dijo Kirima. Ella empezó a revolver alrededor
de sus limitadas pertenencias –Es tradición antes de un trabajo.
Lek no pudo encontrar lo que estaba buscando y gruñó.
-
-
Olvidé que salimos de la Bahía del Camaleón a toda prisa – dijo –No tengo
nada. ¿Alguien más tiene algo de maquillaje de sobra?
Kyoshi parpadeó, teniendo dificultades para comprender.
¿Yo…? Creo que hay un poco el baúl de mi madre, junto con los abanicos.
Wong se sirvió de la mochila de Kyoshi hasta que encontró el gran kit de
maquillaje que había sido completamente descuidado hasta ahora.
-
Sería una vergüenza para una compañía de ópera el actuar con la cara
descubierta. Y, sería estúpido que los ladrones no oculten sus identidades.
Kyoshi recordó. La ópera clásica era representada por actores que usaban
ciertos patrones que correspondían con personajes comunes. El espíritu monotigre, un héroe embaucador popular, siempre tenía una hendidura de pintura negra
en su rostro naranja. El púrpura significaba sofisticación y cultura, y usualmente
aparecía en personajes de sabios mentores. El diario de su madre había
mencionado el maquillaje, pero ella lo había pasado por alto a favor de los
abanicos, más prácticos. Y, el tocado. ¿No tenía ella también un tocado?
Wong le trajo el kit y lo abrió.
-
Parece bueno, de Ba Sing Se, por lo que no se ha secado – dijo él –Haré el
tuyo primero. Se necesita práctica para hacerte tu propio maquillaje
correctamente.
Kyoshi se estremeció al pensar en la pasta aceitosa sobre su piel, pero
decidió no quejarse.
-
Espera un segundo – dijo ella –No hay nada más que rojo y blanco aquí.
Las hendiduras, que debían haber tenido una variedad de colores, se
habían llenado múltiples veces de un profundo color carmesí y un pigmento de
color cáscara de huevo. También, había una pequeña cantidad de kohl negro,
pero no lo suficiente como para cubrir toda la cara.
-
Esos son nuestros colores – dijo Wong mientras sumergía su dedo pulgar y
empezó a aplicar gentilmente la pintura por sus mejillas –El blanco
simboliza la traición, una naturaleza siniestra, la suspicacia de otros, y la
complacencia de infligir obras malignas sobre ellos.
Kyoshi pudo escuchar a Rangi resoplar tan fuerte que Te podría haberla
escuchado desde su palacio.
-
Pero– dijo Wong, hurgando en el otro lado de la caja con su índice –El rojo
simboliza el honor. La lealtad. El heroísmo. Esta es la cara que le
mostramos a nuestros hermanos y hermanas por juramento. El rojo es la
confianza que tenemos en cada uno de nosotros, enterrada en el campo
blanco, pero siempre visible en nuestra mirada.
Kyoshi cerró los ojos y lo dejó ponerle más pintura.
-
Hecho – dijo Wong. Pulió lo último de delineador negro en sus cejas y dio
un paso atrás para examinar su trabajo –No puedo prometer que esto
detendrá una flecha o una roca afilada, pero puedo garantizar que te
sentirás más valiente. A mí siempre me pasa.
-
Inclínate – dijo Kirima. Ella había sacado el tocado de la bolsa de Kyoshi
mientras tenía los ojos cerrados –Estás usando la cara de tu madre, así que
deberías usar su corona también.
Kyoshi bajó su cabeza para que Kirima pudiera colocar la banda a su
alrededor. No había usado el tocado nunca antes. Se le ajustaba como si hubiese
sido hecho para ella.
Ella se irguió en su máxima altura.
-
¿Cómo me veo? – preguntó.
Wong levantó un pequeño espejo que había puesto en la tapa del kit de
maquillaje, mientras que Rangi inclinaba el incienso incandescente para que
pudiera verse. El espejo no tenía el tamaño suficiente para mostrar su rostro
entero, sólo un toque del reflejo, que recorría el arco de oro sobre su frente, a
través de su fulgurante ojo, y sobre la esquina de su boca enrojecida.
El estrecho espejo parecía una lágrima en el velo del universo y, desde la
tierra, que yacía más allá del otro lado, un ser poderoso, imperturbable y eterno le
devolvió la mirada a Kyoshi. Un ser que podría pasar como un Avatar algún día.
-
No me emociona el que estés usando los colores del daofei– dijo Rangi,
mordiendo su labio mientras sonreía – Pero, te ves hermosa.
-
Te ves aterradora– añadió Lek.
Hace una vida, Kyoshi nunca pensó que podría ser ninguna de las dos cosas.
-
Entonces, está perfecto.
LA REDADA
Se arrastraron hasta el punto de parada, un pequeña lengua de tierra a
unos cientos de pies de las paredes del Palacio. Se acurrucaron alrededor de
Rangi y vieron desaparecer el incienso entre sus dedos, las últimas brasas de luz
iluminando sus caras pintadas, Kyoshi miró al grupo, sus facciones apagadas o
exageradas por trazos de rojo sobre blanco, incluso Rangi y Lao Ge se habían
pintado los colores.Las marcas los mantenían unidos.
El incienso se desmoronó hacia donde Rangi ya quien no pudo sostenerlo, Ve,- susurró ella.
Lek camino sobre polvo hasta la cima de la roca detrás de la cual se
escondían. Tomó su manga y se la puso sobre el hombro, dejando al descubierto
un brazo largo y fornido envuelto en más delgadas correas de cuero de las que
Kyoshi había pensado anteriormente.
Él sacudió el codo hacia adelante y las ataduras se soltaron, revelando el
bolsillo de una honda.
Rangi, Kirima y Wong salieron corriendo hacia el palacio.
Sin frenar su movimiento, Lek pateó una bala de piedra del tamaño de un
puño en el aire y atrapó en el bolsillo de la honda, el proyectil aulló con velocidad
mientras giraba alrededor de su cabeza, acelerado con control. Mientras se
paraba a horcajadas sobre la roca, las piernas apoyándose contra el poderoso
impulso de la bala, su rostro tranquilo por la concentración, se veía mucho mayor
para Kyoshi. Menos niño y más un hombre joven en su elemento.
Él dejó volar la piedra. Kyoshi apenas podía ver al guardia en el techo al
que apuntaba y habría adivinado que tal objetivo era demasiado poco práctico
para alcanzarlo, pero los talentos de Lek: físico, control ó ambos, creó un
pequeño sonido de tintineo en la distancia. La borrosa forma que era el guardia se
perdió de vista. Lek ya estaba terminando su siguiente disparo antes de que
aterrizara el primero. Rangi y los otros cerraron la brecha estaban a poca distancia
de los guardias. Él soltó la segunda piedra.
Pero justo cuando soltó el cabestrillo, un cuerno sonó en el silencio de la
noche. Había venido del sur. Las fuerzas de daofei habían decidido anunciar su
presencia.
El repentino ruido movió el tiro de Lek, quien maldijo e inmediatamente
extendió las manos una postura de control. Kyoshi observó con incredulidad
mientras aplicaba algún tipo de presión invisible a la piedra voladora. Ella no pudo
ver ninguno de los resultados, pero por la forma en que dejó escapar un suspiro
de alivio cuando se escuchó otro tintineo, el disparo había acertado. Había
sucedido en un instante. Su control de distancia tenía que estar a la par con el de
Yun, quizás mejor.
- ¡Vete!- Lek le gritó a Kyoshi, sin interesarse por su admiración,- ¡Mok y
esos idiotas han reventado nuestra tapadera! ¡Váyanse!
Kyoshi y Lao Ge comenzaron a llevar a cabo su parte del plan. Corrieron
hacia abajo la ladera hacia los campos del sur del palacio. Por el rabillo del ojo, vio
tres figuras que se elevan en el aire para saltar sobre la pared este, una de ellas
con un centelleo en los pies como si estuviera pisando la luz de las estrellas.
La llanura frente a la puerta principal se llenó de espadachines cargando en
el complejo. Como Rangi había predicho, los primeros puestos no eran más que
forraje para los Maestros Tierra Control de Te escondidos, que carecían de la
precisión de Lek pero no la necesitaban. Las primeras piedras se arquearon en el
aire en la dirección del palacio, pulverizando a los acólitos desprotegidos de Kang
Shen.
Los misiles rebotaron más lejos, esculpiendo franjas a través de los daofei
detrás de ellos. Gritos de dolor y de ira llenaban el aire.
Los forajidos ignoraron sus bajas y aumentaron la velocidad. Kyoshi y Lao
Ge fueron guiados hacia el campo de exterminio entre ellos y el palacio.
Lao Ge se colocó detrás de Kyoshi y la tocó dos veces en el hombro.
¡Vete!,- gritó.
Ella respiró hondo y aun corriendo, abrazó la tierra por completo.
-
- No podemos dejar que Mok se acerque al palacio,- dijo Kyoshi, - Matará a
todos los que están adentro.
Rangi y Kirima la miraron desde sus posiciones en el mirador. Necesitaban
un descanso de estar inspeccionando el complejo de todos modos. - No hay forma
de que podamos prevenir quelo tome,- dijo Rangi. - ¿Quieres cambiarte al lado
de Te e intentar luchar contra ellos?
Kyoshi sacudió la cabeza. - No creo que matar las fuerzas de Mok sea la
respuesta.
- Pero si Mok no lanza su asalto, entonces nuestro equipo estará sentado
como si fuera un pato-tortuga,-indicóKirima.- Nos estás diciendo que necesitamos
pensar en una forma de atacar el palacio con un ejército, salvar las vidas de todos
dentro del palacio, evitar que el ejército se mate y rescatar a un prisionerode
dentro de las paredes?
Lao Ge nunca dijo que no se le permitía buscar ayuda para responder a sus
acertijos. Erala gran tradición del Reino Tierra. Hacer trampa en una prueba con la
ayuda de tus amigos.- Eso es exactamente lo que te estoy diciendo.
- No podemos hacer todo tipo de planes sofisticados cuando solo tenemos
un puñado de maestros,-le respondióRangi.
Kyoshi hizo una mueca.Tenía que acostumbrarse a ejercer su prerrogativa,
y podría ser bueno empieza ahora.
- ¿Qué tipo de planes harías si tuvieras el Avatar?- preguntó.
Kyoshi corrió en dirección al suelo, descendiendo en una rampa de
cincuenta pies de ancho de su propia creación.La tierra bostezó para aceptarla,
separándose para crear un surco titánico que acumuló la tierra sobrante hacia la
izquierda y a la derecha.Aoma y Suzu podrían ir y saltar de un muelle. Kyoshi
había crecido en Yokoya como muchos de ellos lo habían hecho. Ella sabía sobre
asuntos agrícolas. Y ahora ella estaba arando el suelo con más fuerza que la
totalidad de los maestros tierra del pueblo.
Flechas y piedras pasaron inofensivamente por encima.Se estabilizó una
vez que alcanzó una profundidad de cincuenta pies -¿por qué no mantener las
cosas cuadradas y ordenadas?- y siguió corriendo por el campo del sur con Lao
Ge manteniendo el ritmo, creando una trinchera intransitable detrás de ella.
Durante su vigilancia se hizo evidente que el palacio de Te tenía una
debilidad crítica en su seguridad. Le faltaba un foso y Kyoshi le estaba
proporcionando uno gratis.
- ¿Serías capaz de aguantar ir más rápido?,-gritó Lao Ge por encima del
aplastante ruido.
Ella asintió. No había fatiga. No tenía que esforzarse. Su control había
cambiado. El soltarse con todo su poder en lugar de tratar de exprimirlo a través
de pequeños agujeros era energizante. Era la diferencia entre comer un tazón de
arroz de un grano a la vez en lugar de tomar grandes y muy satisfactorias
mordidas de el.
Lao Ge dobló una sección del suelo a su alrededor y de repente los dos
estaban surfeando en una plataforma de tierra mientras Kyoshi seguía empujando
el suelo fuera de su camino.
- No tiene sentido viajar a pie cuando no tenemos que hacerlo,- le dijo.
De esta manera, no les llevó tiempo dar la vuelta a las esquinas del palacio
de Te y encapsularlo en la zanja. No podía ver por encima del suelo, pero imaginó
la sorpresa en los rostros de los guardias y los daofei y de las ganas de matarlos
en las de Mok y Wai. Ella tenía la esperanza de que la fase dos del plan los
aplacara. La Flying Opera Company todavía tenía una promesa por cumplir.
- Cuidado ahora,- dijo Lao Ge. - Sé que todavía no puedes pisar sobre
polvo.
Levantó las manos y la plataforma se levantó de la zanja disparándose más
allá del nivel del suelo sobre techo al este del palacio, donde se derrumbó debajo
de sus pies, dejándolos parados sobre las tejas en el lugar exacto donde Kirima,
Wong y Rangi los esperaban bañados por la luz de la luna.
- Justo a tiempo,- dijo Kirima.
- ¿Están abarrotados los guardias en el muro sur?-preguntó Kyoshi. Ella
había creado un enfrentamiento entre ellos y los daofei, y ella necesitaba que se
quedaran en su lugar.
- Suficientes de ellos,- dijo Rangi. - Sin embargo, tienes que moverte rápido.
Este punto de reunión los dejó temporalmente expuestos, pero había sido
elegido por una razón. Porque yacía justo encima del demasiado grande y
profundo estanque de los patos-tortugas. Y tenían una vista clara de la brillante
luna llena arriba.
Kyoshi bebió su luz, sintiendo su empuje y tirón como Kirima le había
enseñado, sus músculos aflojándose de la rigidez de la tierra control adentrándose
en el estado relajado y fluido del agua. Ella tomó una postura y atrajo al estanque.
Ella sabía poco de formas avanzadas del agua control, pero eso no era
necesario en este momento y tampoco requería de sus abanicos todavía. Para
esta hazaña, Kyoshi proporcionaría el poder, como una elaborada bestia y Kirima
aplicaría el control. Como Maestras Agua, las dos verían su poder incrementado
enormemente por la luna llena, como las mareas subiendo en una bahía.
Los patos-tortugas dormidos se despertaron aterrorizados y huyeron por la
superficie del agua abultada hacia arriba. Kyoshi levantó la masa de líquido cada
vez más alto, donde amenazó con sobresalirse demasiado y derramarse, Kirima lo
empujó suavemente hacia su lugar con la habilidad de un cirujano. La masa de
agua parecía una medusa, pulsando y flotando a lo largo dela corriente.
Kyoshi sintió un impacto contra sus costillas y casi dejó escapar el agua de
su agarre. Miró hacia abajo para ver una rasgadura en la tela de su chaqueta y
una pequeña punta de metal rota en los enlaces de la cota de malla debajo. Había
recibido una rozadura de una flecha.
Unos pocos guardias salieron del extremo opuesto del patio. - ¡Te
cubriremos!- dijo Rangi. - ¡Vete!- Todos los que no podían hacer agua control
saltaron del techo.
- ¡Muy bien, Kyoshi!-Kirima gritó, - ¡Suelta el martillo!
Kyoshi se relajó y bajó su centro de gravedad con tal vigor que se sintió
como si su esqueleto superaba a sus músculos. La pesada formación de agua
atravesó el interior de la pared de la parte sur del complejo, entrando por la
brecha. Había tanta que inundaría cada corredor de pared a pared, de piso a
techo. Pequeñas ventanas y los respiraderos que salpican las paredes interiores
les dieron la línea de visión que necesitaban, aunque con esta cantidad de agua,
era difícil no sentir la presencia del elemento de forma intuitiva.
La ubicación de los gritos les dijo que estaba funcionando. Los guardias que
habían estado centrándose en el asalto daofei, concentrado en las fortificaciones
del sur, estaban siendo barridos violentamente de sus puestos.
Kyoshi y Kirima limpiaron con el maremoto de izquierda a derecha, luego
por si acaso lo hicieron alrededor de la esquina oeste, antes de liberar la presión.
Ellas querían dejar inconscientes a los soldados, no ahogarlos. Con un jalón
sincronizado, hicieron estallar una parte del muro oeste, dejando que el agua
fluyera hacia el otro patio. Montones de cuerpos quejándose y tosiendo se
derramaron a través del hueco.
En el breve momento en que Kyoshi pasó comprobando que los hombres
estaban vivos, se escuchó un grito de batalla que la sorprendió con la guardia
baja. Se giró para ver a un soldado solitario que había entrado al techo desde
algún puerto de salida que habían pasado por alto atacándola con una lanza, sus
pies chocaban contra los azulejos. Sus manos fueron por sus abanicos, pero ella
tardo en desenfundarlos.
Justo antes de que la empalaran, escuchó un familiar ruido de
movimiento.El lancero tomó una bala de piedra hasta la cadera y cayó del techo
con un grito. Kyoshi volvió a mirar hacia la noche.En algún lugar en la distancia,
Lek le sonreía con aire de suficiencia.
- ¿Qué estás haciendo?-espetó Kirima. - ¡Muévanse!
Entraban a la última fase, la que Kyoshi realmente temía.
Kirima y Kyoshi bajaron apresuradamente los escalones de los túneles de
servicio. Su objetivo estaba bajo tierra. Ellos llegaron a una bifurcación donde Lao
Ge los estaba esperando.
- Necesito que “revientes” la cerradura de la puerta de la celda,- le dijo a
Kirima, señalando hacia abajo del sector derecha.- Kyoshi y yo revisaremos el otro
lado en busca de guardias al acecho.
Los otros le habían explicado a Kyoshi que "reventar una cerradura"
significaba disparar agua contra el ojo de la cerradura con suficiente presión para
forzar los pasadores más altos, liberando el mecanismo de bloqueo. Se
consideraba más rápido y más elegante que tratar de congelar el metal hasta el
punto de ruptura. También estaba más allá de la habilidad del agua control de
Kyoshi, abanicos o sin abanicos.
Kyoshi se mordió el labio mientras Kirima bajaba por el túnel derecho sin
dudar, dejándola sola con Lao Ge. El anciano vio partir ala Maestra Agua con
interés casual y tomando una posición encorvada contra el muro como si no le
importara el mundo.
- Ven,- le dijo a Kyoshi, cualquier sentido de urgencia desapareció de su
voz.
Ella lo siguió descendiendo por el pasillo. Estaba más terminado que los
túneles debajo de la mansión de Jianzhu, iluminado por cristales brillantes y
pintado de color blanco. Y aunque su tocado había añadido medidas a su altura,
no tuvo que agacharse para caminar.
El mareo que a veces sentía cuando ella y Lao Ge estaban solos, regresó
con más fuerza que antes. Cada una de sus pisadas parecía no acortar el tramo, y
el túnel parecía no tener fin. Había perdió el sentido de donde era arriba y donde
abajo.
No tenía idea de que tan lejos habían llegado, ni cuando llegaron al final del
pasillo. El primer pensamiento de Kyoshi fue que aquel lugar estaba lleno de
cuerpos, y que la violencia los había alcanzado de algún modo. Pero las docenas
de personas que yacían en el suelo o se recargaban contra los muros, estaban
vivas y temblorosas. No eran guardias, llevaban los colores y los ornamentos de
las damas de compañía, o la bata simple y ordenada de los mayordomos. Más allá
de ellos había una sólida puerta de hierro, cerrada por un perno grueso que
carecía de algún mecanismo de apertura visible.
Lao Ge dio un paso adelante. Todos los que estaban ahí se llenaron de
miedo y escondieron sus rostros.
- Su maestro se salvó y te dejo fuera.- dijo con humor perverso. Los
apretados corredores hacían que su voz sonara con un tono más bajo, o tal vez
siempre había sido así de profunda. - Les han dejado a su suerte.
La mucama más cercana a él sollozó. Lao Ge había pintado su cara como
si fuera la de un bufón horrible y de retorcida mirada lasciva. Y mucha gente
consideraba a Kyoshi una poderosa amenaza en sus mejores días. Ella recordó el
efecto que tuvo en el personal de la mansión de Jianzhu aquel día lluvioso en que
los había dejado, y ellos la conocían de años. Para los sirvientes de Te, que
habían escuchado los gritos agónicos de la batalla desde afuera, ella y Lao Ge
debieron haber parecido las andantes encarnaciones de la muerte.
Un olor acre le hizo arrugar la nariz. Miró hacia abajo para ver a un
chambelán, que estaba meciéndose y murmurando en voz baja con los ojos en
blanco.
- Yangchen, protégeme. Los espíritus y Yangchen me protegen. Los
espíritus...
Lao Ge se echó a reír y los sirvientes gritaron. - Salgan de aquí,- dijo. - Por
hoy todos vivirán.
Todo el personal se amontonó hacia la salida con toda la velocidad que le
permitieron sus manos y rodillas, tratando de alcanzar la puerta que los conduciría
a la superficie del palacio. Kyoshi observó a aquellos desafortunados hombres y
mujeres que se iban, y no dijo nada que pudiera aliviar su miedo o que les permita
dormir mejor esa noche.
- La cerradura.- le recordó Lao Ge.
La mayor parte estaba al otro lado de la puerta, como él le había explicado
anteriormente. Pero había un defecto en el diseño que dejaba parte de la gruesa
barra de hierro expuesta, rompiendo eso, podrían entrar.
Agarró el cerrojo con ambas manos, y este comenzó a brillar bajo el poder
de su fuego control. Tiró de un lado a otro rítmicamente mientras el metal se
calentaba cada vez más. Entre ella y Lao Ge, tenían las tres partes necesarias
para que eso funcionase. Suficiente calor para arruinar el temple del metal.
Movimientos oscilantes para crear fatiga en la estructura, debilitándola. Y por
último, pura fuerza bruta. Su especialidad.
Con cada tirón sucesivo, el metal cedía un poco más. Antes, Rangi le había
advertido que calentar un objeto como este sin herirse requería mucha, pero
mucha más habilidad que evitar que tus propias llamas quemaran tu piel, que era
un acto tan instintivo para los Maestro Fuego, que no necesitaba ser enseñado.
Este truco con el hierro era prolongado, un peligroso contacto con una superficie
caliente. Kyoshi sentía que sus manos comenzaban a arder.
- Ya casi lo logras.- dijo Lao Ge con un toque de admiración. Honestamente, ni siquiera estaba seguro de que esto fuera posible.
El metal se doblo más y más, y se separo de sus bisagras hasta justo antes
de que el dolor se volviera demasiado para soportarlo, se rompió. Los extremos
cortados del cerrojo sobresalían como carbones al rojo vivo. La pesada puerta
chirrió sobre sus goznes.
Kyoshi extinguió el calor en sus dedos y abrió la bóveda apoyándose con
los hombros. Adentro era más brillante que en el pasillo. Así que tuvo que
parpadear mientras se ajustaba al entorno.
El interior de aquella gran sala no era lo que ella esperaba. Lao Ge lo había
descrito como una última medida de supervivencia de emergencia. Ella esperaba
reservas de agua, comida en conserva, armas.
Había sido re-decorado. Alguien había eliminado los pertrechos para resistir
a un asedio, y los había reemplazado con lujosas alfombras, almohadas de seda.
Una pared estaba llena de jarras de vino, no agua. Cualquier tonto que se
encerrara dentro habría muerto en unos pocos días.
Había una sola figura de pie contra la pared del fondo. Un niño en su ropa
de dormir. Kyoshi dedujo que aquel era el hijo de Te para quien habían convertido
esa habitación, hecha para la guerra, en una casa club.
- ¿Dónde está tu padre?,-preguntó, con palabras que sonaron como un
gruñido áspero. - ¿Dónde está el Gobernador Te?
El chico la miró con una cara redonda y suave llena de desafío.
- Soy Te Sihung.- replicó. - Soy el gobernador.
Kyoshi miró a Lao Ge. Quien sonriendo le dio a entender que él ya sabía.
Esta era la prueba. Para saber si ella tenía la suficiente sangre fría como para
ayudarlo a matar a un niño que no parecía tener la edad suficiente para afeitarse.
Kyoshi maldijo al viejo, también maldijo al estúpido joven frente a ella, maldijo la
corrupción y la incompetencia de su nación que permitía que ocurriera tal error de
autoridad.
- ¿Cuántos años tienes?-le preguntó a Te.
- No le debo una respuesta a una daofei,- se burló.
Ella corrió hacia adelante, lo agarró por la nuca y lo arrojó por la puerta de
la bóveda. El chico rebotó en el suelo y se deslizó por el pasillo. Kyoshi caminó
alrededor de su cabeza y presionó su mandíbula con su bota.
- ¿Cuántos años tienes?- preguntó de nuevo.
- Quince, dentro de poco.- gimió. Su actitud cambio dramáticamente
durante su breve vuelo y el aterrizaje doloroso selló el trato. -¡Por favor no me
maten!
- Tiene la edad de Lek,- señalo Lao Ge a Kyoshi. - Pero es lo
suficientemente mayor como para saber lo correcto y lo incorrecto. Tiene la edad
suficiente como para eludir sus responsabilidades, administrar mal, robar. Ya has
visto el estado de Zigan. Puedo garantizarte que salvarás muchas vidas tomando
la suya.- notó que Te intentaba arrastrarse lejos y colocó su pie en el tobillo del
chico, no lo suficientemente fuerte como para romperlo, pero lo suficiente para
dejarle claro que podía hacerlo.
Te se rindió y dejo de moverse. - Por favor,- suplico. - Mi padre fue
gobernador antes que yo.Solo actué de acuerdo a lo que él me enseñó. ¡Por favor!
Eso eslo que cualquiera en este mundo hacía, Lo que vio a sus
predecesores y maestros hacer. El Avatar no era el único ser que formaba parte
de una cadena ininterrumpida.
- No eres mucho mayor que él, - oyó decir a Lao Ge. - ¿Acaso eres inmune
a las consecuencias?
No. No lo era. Levanto a Te por las solapas. Y él lloriqueó
incoherentemente, mientras las lágrimas bajaban por su cara. - Lo siento,- dijo
ella. - Pero esto es algo que decidí, mucho antes de que te pusiera los ojos
encima.
Kyoshi puso su brazo detrás de ella y lanzó a Lao Ge por el túnel con una
fuerte corriente de viento.
- Rangi, no puedo hacer Aire Control. Y tú no eres una Maestra Aire.
Era el día anterior al que Kyoshi había programado para comenzar a
entrenar con Kirima, para averiguar si podrían levantar toda el agua de un
estanque juntas. Rangi y Kyoshi estaban por su cuenta en un pequeño claro
debajo de un solitario y retorcido árbol de montaña que había salpicado de hojas
secas el suelo. Las dos caminaron en círculos, con sus brazos extendidos, a punto
de encontrarse en el centro, No había manera de que estuvieran haciendo bien
aquello.
- No estoy tratando de enseñarte Aire control,- contestó Rangi. - Solo quiero
que crees viento, antes de que comiences a controlar el agua en serio, no tiene
que ser perfecto.- Y giró alrededor, cambiando la posición de sus manos. -Creo
suponer que debes hacerlo... ¿En espiral? ¿Sientes tu energía moviéndose en
espiral?
Kyoshi tuvo que girar torpemente para ir hacia otro lado antes de que Rangi
chocara contra ella.
- ¿Está bien para ti el Aire control autodidacta y no profesional?
- No... Yo solo… Solo tengo este miedo irracional a que si te vuelves
demasiado buena en Agua control antes de que puedas hacer Aire control una
vez, dañarás el ciclo elemental. Cuando usaste tus abanicos para hacer agua
control, estaba extasiada al principio, pero luego entré en pánico, empecé a tener
pesadillas en las que bloqueabas permanentemente tu control de fuego y control
de aire. Tengo miedo de que te conviertas en un Avatar incompleto.
Rangi se dejó caer al suelo y apoyó la cabeza en sus manos. - Sé que no
tiene sentido,- dijo. - Ya nada tiene sentido. Estamos haciéndolo todo mal. Arriba
es abajo, la izquierda es la derecha.
Kyoshi se arrodilló y rodeó a Rangi con los brazos desde atrás. - Pero el
centro no cambia.
Rangi resopló un poco. – ¿Sabes que yo también lo extraño?- murmuró. Al Maestro Kelsang. Él era muy amable y divertido. A veces, cuando me doy
cuenta de que lo extraño, me siento culpable de pensar en él, en vez de mi padre.
Desearía que ambos estuvieran aquí. Desearía que todos a los que hemos
perdido, pudieran estar aquí con nosotros, una última vez.
Kyoshi la apretó con fuerza. Se imaginó la energía de Rangi entrelazándose
en aquel lugar junto con la suya, formando una cuerda más fuerte a partir de dos
hilos.
Algo hizo cosquillas en su frente. Ella y Rangi levantaron la vista para ver
una danza arremolinada de hojas, girando en círculo, las dos pudieron atrapar el
momento. Kelsang solía hacerla reír en el jardín de esta manera, girando el aire,
dejándola tocar las corrientes y sentir el viento corriendo entre sus dedos.
Kyoshi dejó que la brisa tocara su piel antes de darle un suave empujón con
su mano. El viento giró más rápido atendiendo su petición. Pudo sentir a Kelsang
sonriéndole cálidamente, un final regalo de amor.
- Siempre estarán con nosotros,- le dijo a Rangi. - Siempre.
Lao Ge aterrizó dentro de la bóveda, que resulto estar llena de cojines. Lo
que significaba que Kyoshi tenía menos ventaja de la que había esperado. Puso a
Te sobre su hombro y corrió al final del pasillo.
- ¡Niña! - escuchó a Lao Ge gritar detrás de ella, haciendo eco a través del
túnel. Tenía el presentimiento de que claramente él podía alcanzarlos en cualquier
momento, sin importar cuán lejos hubiera ido.
El miedo le dio más velocidad. Subió las escaleras de cinco en cinco
escalones hasta llegar a la superficie.
Te jadeó dado que lo había agarrado de la cintura. - Que eres tú…
- Cállate,-Se encontraron rodeados por las paredes del patio. Los establos
estaban en el extremo opuesto del complejo. Y un asesino inmortal seguramente
solo estaba a unos pasos de distancia.
Kyoshi corrió hacia la pared del fondo. Y luego corrió más alto. Y más alto.
La tierra se sacudió al golpe de las plantas de sus pies, impulsándola hacia arriba.
Ella continuó ‘pisando el polvo’ hasta que aterrizó en el techo.
Echó un vistazo atrás. Lao Ge se paró junto a las escaleras, eligiendo no
seguirla hasta allá arriba, por el momento.
- ¡Oye! - gritó. - Estás llena de engaños, ¿verdad? Me hiciste creer que
estabas fingiendo tantos intentos fallidos de ‘pisar el polvo.’
- ¡No todos eran falsos! - gritó Kyoshi mientras se alejaba rápidamente.
Kyoshi corrió atravesando el palacio, las tejas crujían bajo sus pies. Se
dirigió al norte hasta que encontró los establos pegados a la pared. Se dejó caer al
suelo con Te todavía en sus manos, y encontró un soñoliento caballo-avestruz y lo
despertó.
Lao Ge seguía jugando con ella, o tal vez él no podía ‘pisar el polvo’. Nunca
lo había visto hacerlo. De cualquier manera, no tenían mucho tiempo. Sentó al
niño a horcajadas sobre el animal que había robado.
- Gracias. - dijo Te, tambaleándose por la falta de una silla de montar. - Te
daré todo lo que desees. Dinero, oficiales... Kyoshi lo golpeó fuertemente con el dorso de su mano en la boca.
- Deberías haber muerto esta noche, - dijo entre dientes. - Te estoy dando
una oportunidad para probarte a ti mismo como gobernador de estas tierras.
Abrirás las puertas de tus almacenes y te asegurarás que tu gente está
alimentada. Devolverás lo que robaste, incluso si eso significa vender las
posesiones de tu familia. Si no has hecho esto para cuando regrese, haré que
desees haber sido capturado por los daofei que están afuera.
Ella dejó un final abierto en esa línea de tiempo, sin tener idea de cuándo
sería libre para hacer cumplir aquella la amenaza. Pero sabía que lo haría, si se le
daba la oportunidad. Ella le estaba haciendo saber a Te que habría
consecuencias. Jianzhu estaría orgulloso. Pensó sombríamente.
La cara sangrante de Te se llenó de confusión. - Tú… Tú hiciste Tierra
Control y Aire Control, lo vi. ¿Cómo es eso posible? A no ser que… no puede ser.
¿Tú eres el Avatar?
Ella vio imágenes debatiendo en su cabeza. El debió haber sabido de Yun,
tal vez lo conoció en persona. Revelar su identidad siempre había sido un riesgo
en esta misión. Pero dejar a Te libre al final, era un cabo suelto, uno que corría en
los mismos círculos que Jianzhu.
Kyoshi se mordió el labio. Había elegido desde el principio salvar la
miserable vida de este chico en lugar de guardar el secreto del que dependía su
propia seguridad. No tenía sentido arrepentirse ahora.
- Esa es una razón más para que hagas lo que te digo. - dijo, dando una
palmada en el costado del caballo-avestruz, enviándolo a toda velocidad hacia la
zanja. Te gritó mientras su montura tomaba rumbo hacia un puente girando en el
último minuto. Cabalgó hacia la oscuridad, aferrándose al cuello de su montura
como a su apreciada vida.
Una vez que el chico se había ido, Kyoshi volvió a bajar, no quería que los
hombres de Mok infiltraran el complejo desde la parte trasera mientras aun había
tantas personas indefensas adentro. ‘Pisó el polvo’ a través de la brecha y se
tomaría su tiempo caminando más hacia el norte, hasta el punto de reunión donde
los demás estarían esperando.
Y en algún momento durante la caminata, Lao Ge se apareció a su lado.
- No eres un muy buen aprendiz,- dijo casi sin voz.
Había una docena de respuestas que pudo haberle dado. Te era
demasiado joven para morir y aún tenía tiempo para redimirse. Todo aquel
ejercicio había fallado y no había tenido nada que ver con su deseo de acabar con
Jianzhu.
- No había fallado en un trabajo en mucho tiempo, - continuó Lao Ge. - Mi
orgullo está en ruinas.
Kyoshi hizo una mueca. Nunca había visto a Lao Ge realmente enojado, así
que aquello era una apuesta para saber el tipo de persona que surgiría cuando las
cosas no salían a su manera.
- Te es tu responsabilidad ahora, - dijo. - A partir de este momento, sus
crímenes serán tus crímenes. Más que otra cosa, me molesta que te hayas
encadenado de esa manera, es como si no hubieras prestado atención a mis
lecciones.
Supuso que ser tratada como una niña desobediente que había adoptado
un animal callejero, era el mejor resultado que podría haber esperado. - Lo siento,
Sifu.- replicó Kyoshi. - Estoy dispuesta a aceptar las consecuencias de mis
acciones.
- Es fácil para ti decir eso ahora. - el labio superior de Lao Ge se curvó con
desdén. - La misericordia tiene un precio más alto de lo que la mayoría de la gente
piensa.
Kyoshi se quedó en silencio. No había necesidad de provocar de más a un
hombre que podría comenzar el ciclo del Avatar nuevamente en la Nación del
Fuego, en este momento y sin siquiera interrumpir el paso. Cualquier esperanza
que ella albergaba, acerca de que haber perdonado a Te era el verdadero objetivo
todo el tiempo, o que Lao Ge, a través de la visión de su edad, interpretaría su
traición como una gran broma en el gran esquema de la vida, fue sofocada por su
molestia comprimida y tangible contra ella. No había un nivel de comprensión más
profundo que ese que tenia.
El enfrentamiento entre ellos continuó hasta que llegaron a los demás. La
Compañía Flying Opera había tenido éxito. Wong y Kirima sostenían a un hombre
atado entre ellos, vestido con una túnica simple y desigual, Y tenía un costal de
papas atado sobre su cabeza.
- ¡Lo hicimos!- exclamo Rangi, corrió hacia adelante y abrazó a Kyoshi.- ¡No
puedo creer que lo hayamos hecho! Tu control fue como el de un...-se detuvo a sí
misma de decir "Avatar" en presencia de un extraño. -¡Como un viejo y
experimentado maestro!
- Vamos a hacer nuestra entrega,-dijo Wong quien levantó al prisionero y lo
arrojó sobre sus hombros, tal y como Kyoshi había hecho con Te. - Perdón por el
trato rudo, hermano, pero no pasará mucho tiempo antes de que respires aire
fresco.
- No hay ningún problema, -contestó cortésmente el hombre encapuchado.
Los daofei casi los llenaron de flechas cuando se acercaron al campamento
del sur.
- ¡Tenemos a tu hombre! - Gritó Kirima. Wong arrojó al prisionero a sus
pies. Con la capucha puesta, no podía ver cómo sus rescatadores se apiñaban
detrás de él como un escudo humano.
Mok se acercó a ellos, inspeccionando.- ¡¿Qué creen que estaban
haciendo?! Nosotros lo discutimos y ¡no había tal plan!
Kirima levantó las manos. - Lo sacamos de la prisión.- dijo, recordándole
nuevamente que técnicamente la misión se había cumplido.- La trinchera fue
necesaria como improvisación de último minuto.
Eso no era cierto. Descubrir cómo mantener a los daofei fuera del palacio
había sido el desafío principal que Kyoshi había establecido para Rangi y Kirima.
Ver a la maestra agua mentir por ella hizo que Kyoshi se sintiera peor por ocultar
la misión adicional con Lao Ge y Te de los demás. Ella había expuesto a sus
amigos a un riesgo indebido.
- ¡Debería desollarte y poner tu piel debajo de mi silla! - Gritó Mok. Wai se
puso de pie detrás de él, aunque Kyoshi se dio cuenta de que no estaba listo para
sacar una espada esta vez. El hombre la miró con cautela, frotando su mano
vendada.
- Mok, ¿eres tú?-dijo el prisionero, inclinando la oreja hacia el ruido.- Si es
así, detente de sermonear a mis salvadores y quítame esta bolsa de la cabeza.
Wong desató su capucha mientras Kirima cortaba las cuerdas de sus
muñecas con una pequeña cuchilla de agua. Rangi había recomendado las
ataduras como medida de precaución ya que no querían a un cautivo confundido
resistiendo a sus propios rescatadores. La máscara de arpillera se cayó de la
cabeza para revelar una cara pálida y hermosa bajo un desgreñado cabello
oscuro.
- Hermano mayor.-dijo Mok. Los gestos del líder daofei de repente
adquirieron un aspecto reverencial de naturaleza condescendiente. - No puedo
creer que seas tú, ¡Después de tanto tiempo!
-Ven aquí.- dijo el prisionero, abriendo mucho los brazos. Los dos hombres
se abrazaron y golpearon las espaldas del otro.
- Ocho años.-dijo el hombre recién liberado. - Ocho años.
-Lo sé, hermano.-sollozó Mok.
- Ocho años.- repitió el hombre, apretando más fuerte. - ¡Ocho años! ¡¿Te
tomó ocho apestosos años para rescatarme?!
Mok jadeó, incapaz de respirar. - ¡Lo siento, hermano! -se atragantó con el
aire que lo había dejado. -¡Hicimos todo lo posible!
- ¡¿Tu mejor esfuerzo?!- gritó el hermano mayor en su oído.- ¡Tu mejor
esfuerzo tomó casi una década! ¿Cuál es tu segundo mejor esfuerzo? ¿Esperar a
que mi prisión se derrumbe por el óxido?
A juzgar por los chillidos de dolor de Mok, la prisión no había debilitado
físicamente al hombre, él arrojó a Mok a un lado y examinó a los daofei. Wai no
había hecho un solo movimiento. Los sobrevivientes, los seguidores de Kang
Shen se arrodillaron y bajaron la cabeza, mientras que los guardias de formación
se mantuvieron atentos. Los ojos de Kyoshi se posaron en las flores de durazno
de la luna, aún colocadas con cuidado en las camisas de los hombres.
Si bien ahora era obvio que no habían sacado un forajido ordinario de la
detención de Te, había algo peor colgando en el aire, una oscura advertencia en
su imaginación.
- Tíos,- Kyoshi habló de repente,- Si la deuda de la Flying Opera Company
esta saldada, deberíamos ponernos en camino.- Sus instintos gritaron que
necesitaban salir de allí. Inmediatamente.
- ¿Saldada?,-dijo el hombre que habían rescatado. Les sonrió, no con las
sonrisas falsas de Mok, pero con genuina calidez en su corazón. - Mis amigos,
han hecho más que pagar una deuda. Han hecho posible un nuevo futuro. Para
siempre, tendrás la amistad y hermandad jurada de Xu Ping An. ¡Debes quedarte
y celebrar con nosotros!
Las alarmas sonaron en la cabeza de Kyoshi, el rastro de reconocimiento
apenas desapareció de su vista. Antes de que ella y los demás pudieran negarse,
él se volvió para dirigirse a sus tropas. Los hombres de Mok se habían convertido
en sus hombres, y no hubo protesta.
- ¡Hermanos!,- dijo, su agradable voz resonaba en el campamento.
Durante muchos años han mantenido la fe. ¡Ustedes son verdaderos
seguidores del Código! Moriría felizmente en este instante, sabiendo que todavía
hay honor y lealtad en este mundo!
Los daofei reunidos rugieron y sacudieron sus armas. El sol comenzó a salir
dramáticamente detrás de Xu, como si fuera favorecido por los propios espíritus.
- Pero creo que hemos sufrido suficientes pérdidas, ¿no?,-dijo Xu. - Cinco
mil. Cinco mil de nuestros compatriotas se extinguieron como alimañas. No los he
olvidado en estos ocho años que pasé pudriéndome en una prisión. ¡No los he
olvidado! ¿Y ustedes?
Sobre los frenéticos gritos de los daofei, Xu levantó los brazos para saludar
la luz de la mañana. - ¡Yo digo que hay que pagar un precio!, ¡Una deuda que se
debe!, ¡Y la recaudación comienza hoy!
La cabeza de Kyoshi dio vueltas, habían sido engañados. Distraídos por
pequeños asuntos cuando el verdadero peligro que amenazaba al reino se cernía
dentro de su alcance. Ella era tan estúpida.
- ¡Ahora!,-dijo Xu con casualidad teatral. - ¿Dónde están mis colores? Me
siento terriblemente desnudo sin ellos.
Mok se apresuró y le entregó un trozo de tela, al unísono, los daofei
alcanzaron sus bolsillos y carteras o levantaron sus camisas para revelar largos
trapos atados a la cintura. Liberaron los envoltorios de donde los escondieron y los
ataron a sus cuellos.
El sol salió por completo, dejando que Kyoshi viera los tonos que
adornaban los cuerpos de cada forajido presente. Las flores de durazno de la luna
habían sido una artimaña, una historia encubierta para evitar ser detectados. El
Autumn Bloom era un nombre temporal para una vieja organización. Un gigante se
había levantado de las profundidades de la tierra para alimentarse una vez más.
- Mucho mejor,- dijo Xu mientras acariciaba la bufanda amarilla brillante
anudada alrededor de su cuello. - Se me estaba poniendo un poco frío allí.
EL RETO
- ¡Tenemos que hacer algo!,- dijo Rangi, - ¡Esto es nuestra culpa!
- Podría ser nuestra culpa, pero definitivamente no es nuestro problema,murmuró Kirima mientras ella apresuradamente empacaba su parte del
campamento.- No es nuestro problema.- Lo repitió como un mantra que podría
mantenerlos a salvo de daños.
- No entiendo,- dijo Lek. - ¿Quién es este tipoXu Ping An?, ¿Quiénes son
los cuellos amarillos?, Pensé que estábamos lidiando con los Autum Bloom.
- Los cuellos amarillos son asuntos de los que no queremos participar,- dijo
Wong, enrollando las mantas para dormir con movimientos apretados y nerviosos
de las manos. - Ellos no están en esta vida por dinero o libertad, ellos se regocijan
en el saqueo y la destrucción. Son asesinos sin sentido yXu Ping An es su
cerebro, corazón y alma.
- Era un loco sediento de sangre antes de pasar los últimos ocho años
encerrado y soñando con la venganza,- dijo Kirima. - Escuchamos las historias. El
solía llamarse a sí mismo el General de Pandimu y afirmó que sus residentes
estaban en deuda con él por la protección que él proveyó.
Lek se rascó la cabeza,- ¿Dónde está Pandimu?
- ¡En ninguna parte! - dijo Kirima. - ¡Es el nombre de un mundo que él
mismo creó! Mi punto es ¡él está desquiciado!
Anteriormente, mientras murmuraban excusas sobre la necesidad de dejar
la compañía de los Cuellos Amarillos, Xu parecía tranquilo, sin la mezquindad de
Mok o los estallidos de violencia de Wai. Les había asegurado que aunque
deseaba celebrar una fiesta en su honor, una pequeña muestra de apreciación,
cualquier cosa realmente, eran libres de ir con todas las deudas a The Autumn
Bloom y Cuellos amarillos pagados.
Kyoshi sabía que la apariencia de cortesía no significaba nada. Hombres
como Xu simplemente esperaban el momento adecuado para soltarlo y revelar a
la bestia detrás de la cortina.
- No sé cómo está vivo,- dijo Rangi, quien se paseaba en círculos alrededor
de los restos de la fogata. - He leído copias de informes enviados al Rey Tierra por
el propio Jianzhu. Xu fue enlistado entre los muertos en la Batalla deZhulu. ¡Esto
no tiene sentido!
Kirima mantuvo su argumento dirigido a Kyoshi. - Mira, ellos son... ¿qué?,
Un par de cientos ahora, ¿a lo más?, ¿pocos desde que el Kang Shen decidió
cenar rocas? Ellos no son un ejército como lo fueron en el pasado. Simplemente
podemos esperar hasta que los gobernadores convoquen una fuerza de la milicia
para tratar con ellos. Apuesto a que Te es quien sale a su encuentro.
El gobernador Te estaba actualmente al frente de una columna de un solo
hombre en nada más que su pijama. No estaba claro si Kirima y los demás sabían
cuántos años tenía, pero pudo tener cien, y todavía no sabría cómo tratar con un
hombre que había atacado a Jianzhu.
- Eso me parece perfecto,- dijo Lek. Su rostro estaba irreconociblemente
oscuro. - Cuanto más legisladores muertos, mejor.- salió del campamento para
preparar a Pengpeng para la partida, satisfecho con su contribución al debate.
- Xu comenzó con números más pequeños que ahora,- dijo Rangi. - Si más
Cuellos Amarillos salen de su escondite y se unen a su estandarte, volveremos a
los días oscuros después de que Kuruk murió.
- ¡No hemos vuelto a nada!,-gritó Kirima. - ¡Xu es el problema de los
moradores!, ¡En cuanto nos concierne a nosotros, él es un trabajo terminado!, ¡No
vuelvas a un trabajo que ya hayas terminado!
- Hace años, pasé por un pueblo atrapado en el paso de los Cuellos
Amarillos,- dijo Lao Ge, recordando con calma como si hubieran sido unas
vacaciones mediocres que él una vez había tomado. - Vi lo que les pasó a los
residentes, ellos habían estado... - Él torció la boca, tratando de decidir qué
palabra a usar antes de decidirse por una, - Apilados,- dijo. Hizo un movimiento de
superposición con sus manos, alternando una encima de la otra.
Kirima todavía no estaba convencida,- Nos escapamos de los problemas,dijo. - No vamos hacia ellos. Eso es nuestra política, nos funcionó bien en Bahía
Camaleon, nos ayudó a sobrevivir en Hujiang y aquí funcionara.
- ¿Qué crees que deberíamos hacer, Kyoshi?- dijo Lao Ge,- ¿Dado tu
nuevo gusto en tomar decisiones de vida o muerte?
Su pregunta destilaba petulancia, pero el resto de la pandilla no sabía del
fallido asesinato. Todavía estaban pensando en su precepto de preservar la vida
enla Mansión de Te mientras realizaban la redada. Nadie había discutido contra
ella en aquel entonces.
No parecía que lo harían ahora tampoco. El grupo guardó silencio mientras
esperaban la respuesta de Kyoshi, ofreciéndole la oportunidad de inclinar la
balanza de manera concluyente.
Su cabeza dio vueltas. Una simple luna atrás, ella era el eslabón débil, no la
que hacia los planes. Los otros estaban poniendo demasiada importancia en que
ella fuera el Avatar. Combinando versatilidad de control con liderazgo, se había
vuelto más capaz en los días posteriores a Hujiang, pero no más sabia.
Kyoshi recurrió a la única filosofía que conocía bien como Maestro Tierra. El
Jing neutral. - Esperamos y vemos qué pasa,- dijo. - Pero podemos esperar de un
lugar más alto, carguen a Pengpeng.
Rangi y Kirima, las dos voces opuestas en su oído, se unieron para
compartir una mirada preocupada con el otro.
Se quedaron en el aire, un sello físico de la indecisión de Kyoshi sobre la
tela azul y blanca del cielo. Pengpeng flotaba dentro de una nube que Kirima
había arrastrado a su alrededor. La Maestra Agua se puso de pie en la silla,
girando sus brazos para evitar que los penachos de vapor se separaran y
revelaran su posición.
Lek los llevó lentamente sobre los cuellos amarillos para que pudieran
monitorear los movimientos de las fuerza de Xu. Kyoshi era muy consciente de
que ocupaban un punto medio literal entre huir y quedarse, quizás arruinando sus
posibilidades para cualquiera de las opciones. Ella sacudió la agobiante duda de
su cabeza y miró hacia abajo.
La columna de hombres se alejó lentamente del palacio de Te como
hormigas en marcha. Ellos formaban una masa sólida, Xu sin duda al frente, con
un ocasional explorador corriendo adelante y volviendo para informar. Una colonia
que envía sensores.
- Espero que se dirijan hacia un puesto de avanzada de la milicia,- dijo Lek,
todavía aferrado a alguna brasa de odio por la ley. - Entonces podríamos ver una
buena disputa desde aquí.
- Se detuvieron en un campo de arroz,- dijo Rangi,- ¿Quizás están tratando
de tomarlo?, aunque la segunda cosecha no estaría lista aun.- El conocimiento
agrícola de Yokoya se había pegado a ella.
Kyoshi observó cómo los cultivos provocaban algún tipo de respuesta en los
daofei. Hace años que, cuando todavía vivía sin techo sobre su cabeza, ella
algunas veces veía a sus compañeros insectos arrastrarse por la tierra en busca
de comida. Los movimientos de los bichos siempre comenzaban lento,
indistinguible de la aleatoriedad, lleno de retroceso vacilante, hasta que en menos
del lapso de una punción en el dedo se convertían en un enjambre enfocado. El
ejército se quedó próximo al verde y floreciente grano como si el colectivo hubiera
olfateado un objetivo de interés.
Líneas oscuras comenzaron a crecer en el campo. Ella se preguntó sobre
su significado hasta que ella se dio cuenta de que eran los exploradores de Xu
infiltrándose a través de los altos tallos de arroz, separando y pisoteando las
plantas. Sus ojos se dirigieron al extremo opuesto del campo donde había una
pequeña casa y un granero. El humo de la ebullición del agua de la mañana
soplaba suavemente por la chimenea.
Kyoshi había estado tan preocupada con la seguridad del personal
doméstico del palacio que ella se había olvidado de las personas fuera del foso.
Las grandes propiedades a menudo tenían agricultores arrendatarios
administrando sus tierras privadas. En esa casita había una familia. Un objetivo
para ocho años de la ira acumulada de Xu.
Intentar dividir la diferencia con Jing neutral había sido la elección
equivocada. - Cometí un error,- dijo Kyoshi. - Tenemos que bajar allí, ahora.
Kirima hizo un ruido ahogado e indignado. - ¿Qué vamos a hacer
exactamente?
Las líneas casi habían cruzado el campo de arroz. - ¡No lo sé!,- dijo Kyoshi,- ¡Pero no puedo quedarme aquí arriba y mira más!, ¡Déjame y vuela si tienes que
hacerlo!
Un grito vino de la casa. Los ocupantes habían visto a los daofei
acercándose ellos .El recuerdo de los espadachines llevando amarillo alrededor de
sus cuellos probablemente todavía perseguía a esta región del Reino Tierra.
Kirima maldijo y apretó el puño contra el suelo de la silla. - No,- dijo ella. - Si
tú vas, nosotros vamos.- abrió la tapa de su bota de agua y sacó el vapor de la
nube condensándolo en municiones.
- Una vez que toquemos el suelo, seguiremos tu ejemplo,- dijo Wong a
Kyoshi.
Lek gimió pero trajo a Pengpeng en una curva cerrada, descendiendo tan
rápido como era seguro. Los otros agarraron los bordes de la silla y se aferraron a
la vida.
- Gracias,- dijo Rangi a Kirima, el viento azotaba sus palabras, obligándola
a gritar. Eso fue lo más agradable que había sido con la maestra agua.
Ustedes son verdaderos compañeros del Avatar.
- ¿De qué sirve eso si estamos muertos?,-gritó Kirima. Aunque se sonrojó,
solo un poco.
Por favor, no nos dejen llegar demasiado tarde, rezó Kyoshi mientras
corrían hacia el granero. Ella había elegido ese edificio sobre la casa, recordando
la configuración en Hujiang. En la pequeña cabaña no entraría una audiencia lo
suficientemente grande para los gustos grandiosos de Xu y Mok.
El contingente de daofei atrapado fuera de las puertas se puso de pie
alarmado, pero se relajaron mientras se acercaban. La pintura todavía
apelmazada en sus caras hizo que de The Flying Opera Company fuera
reconocible al instante. Los fantasmas en rojo y blanco eran invitados de honor de
su jefe. Kyoshi presionó para avanzar más hacia el interior.
Ella podía ver por encima de las cabezas de la multitud un espacio vacío en
la parte de atrás donde Xu probablemente estaba y se abrió paso hasta que lo
encontró.
El líder de los Cuellos Amarillos estaba sentado en un banco, leyendo
tranquilamente un libro, debía de haber extrañado la literatura en prisión y lo había
tomado de la casa. Contra la pared detrás de él, Mok y Wai vigilaban a una mujer
y a su hijo, que no podían tener más de siete u ocho años, encogidos y sollozando
para sí mismos, vestidos con el sencillo atuendo de los granjeros.
Habían sido golpeados, sus rostros magullados y ensangrentados. Su ira
hacia Xu por poner las manos sobre un niño palideció ante la vista de lo que le
había hecho al padre del chico.
El daofei había atado al granjero inquilino y lo había colgado de las
muñecas sobre las vigas con una larga cuerda, varios hombres agarraban el otro
extremo para poder subirlo y bajarlo a las órdenes de Xu. Debajo, prendieron
fuego y un caldero lleno de agua hirviendo. Era lo suficientemente grande como
para que si lo dejaran caer, estaría completamente sumergido en la vasija. Los
dedos gordos del granjero colgaban en el líquido, y él gritaba a través de su
mordaza.
Kyoshi corrió y pateó el pesado caldero, derramando agua en dirección a
los daofei sujetando la cuerda. Lo soltaron y ella atrapó al granjero en sus brazos.
Ella escucho el siseo de cuchillas mientras sacaba al hombre al suelo seco,
temblando de dolor pero aún vivo.
Xu no levantó la vista de su libro. - Derramaste mi té,- dijo. Se lamió el dedo
y pasó otra página.
Había llegado a la conclusión de que la indiferencia de Mok era una pálida
imitación de él, su hermano mayor. Xu probablemente lo había aprendido de otra
persona, como Te, todos estaban copiando a sus predecesores, en un ciclo que
seguía y seguía. Kyoshi sacó fuerzas del hecho de que sus propios vínculos se
remontaban aún más, entre los más justos de la historia. - ¡Xu!-gritó la joven. ¡Para esto! ¡Déjalos ir! - Oyó arrastrar los pies detrás de ella y una calidez familiar
y tranquilizadora. Rangi y la Flying Opera Company estaban a su lado.
Xu cerró su libro y miró a Kyoshi. Se había peinado y recortado su barba lo
mejor que pudo.
- Primero, es “tío”Xu para ti,-aclaró. - Y segundo, este hombre es un
seguidor. Él trabajó para los que me encarcelaron, cultivó su grano y tomó sus
monedas, lo que le hace un peso más en la balanza que debo equilibrar. Si no
puedes manejar esto, no te va a gustar lo que le haré a la ciudad de Zigan.
Los puños de Kyoshi se apretaron. Si ellos fuesen a interpretar roles, ella
imitaría a los más fuertes, el más valiente, el mejor. - No obtendrás Zigan,- gruñó
ella. - No tendrás ningún pueblo en el Reino Tierra, ni esta granja en tal caso. Solo
obtendrás el aire libre que puede caber en sus pulmones, y nada más.
Escuchó a sus amigos tensarse a su lado. Xu rechazó preventivamente a
los daofei que estaban listos para hacerla pedazos.
- Kyoshi, ¿verdad?-dijo. - Kyoshi, estoy eternamente agradecido contigo y
tus compatriotas por rescatarme. Pero eres joven y por eso no lo entiendes. Ocho
años de mi vida me fueron robados y miles de mis seguidores. A tu tierna edad,
¿qué sabrás acerca de ese tipo de injusticia?
Todos son iguales, pensó Kyoshi. Todos y cada uno de ellos. Ya sea que se
vistan de negocios o de hermandad o un llamado superior que solo ellos pueden
ver, no importa. Ellos son uno y el mismo.
- Un hombre menor podría renunciar ante un revés tan grande,- dijo Xu.
- Pero yo no, yo disfruto el trabajo, no la recompensa y obtendré lo que se me
debe.
Se miran a sí mismos como fuerzas de la naturaleza, como fines
inevitables, pero no lo son. Su la profundidad es tan falsa como los bajíos en
marea baja. Tuercen el significado de la justicia para absolver ellos mismos su
conciencia.
Xu sonrió benevolentemente y trató de encontrar su lugar en el libro
nuevamente. - El mundo está en el a punto de olvidar mi nombre, lo que significa
que no tallé las cicatrices lo suficientemente profundo la última vez. Me irá mejor
con la segunda oportunidad que me has dado, Kyoshi.
Hizo un gesto a Wai, que todavía se cernía sobre la madre y el hijo. Wai
empujó a la mujer sobre sus manos y rodillas y tiró de su cabeza hacia atrás por
su cabello, exponiendo su garganta. Ella gritó.
Son humanos como nosotros, hechos de piel, tripas y dolor. Necesitan que
se les recuerde ese hecho.
- ¡DIJE DETENTE! - gritó Kyoshi. Había un refuerzo en su voz que atravesó
el aire. Wai vaciló, recordando la última vez que había sacado su cuchillo en su
presencia.
Kyoshi señaló a Xu. - ¡Xu Ping An! Te desafío a que me enfrentes en el
leitai, ¡inmediatamente!
Fue la única idea que pudo haber evitado que tanto él como su ejército
explotaran en un frenesí de violencia. Tal vez Xu no pensaba mucho de Kyoshi,
pero tenía que respetar el reto. El Código que lo empoderaba a los ojos de sus
seguidores lo exigía.
Hubo silencio en la multitud cuando terminó de hablar, pero Xu respondió
como si fuera la solicitud más normal del mundo. - Los desafíos están destinados
a resolver los agravios,- dijo, frotando nuevamente la yema del dedo índice con la
lengua.
- ¿Qué insulto te he dicho?
- Tu existencia - escupió Kyoshi.
Ella no sabía que era posible que un grupo de asesinos endurecidos
jadearan colectivamente. Ahora Xu le prestó atención. Bajó el libro y se levantó,
sus hombres se separaron para formar un pasillo entre él y la puerta del granero.
Solo Kyoshi y La Flying Opera Company se pararon en el medio, obstruyendo el
camino.
- ¿Con control de elementos o no?- Preguntó Xu, con perfecta naturalidad.
- Control de elementos, - respondió Kyoshi. Era la única forma en que tenía
una oportunidad. Recordó que tenía sus abanicos en el cinturón. - Armas, todo
vale.-Sintió la llamarada y la agitación de las emociones de Rangi a su lado pero
no escuchó ninguna protesta.
- Muy bien entonces.-La posibilidad de un duelo tuvo tanta importancia para
Xu como el aterrizaje de una mosca en su nariz. Quizás él ya había evaluado sus
habilidades y la cantidad de amenaza que ella representaba. - Terminemos con
esto.
Fue un arreglo desigual. Seis en un lado del campo de arroz, cientos en el
otro. En el centro, un equipo de Cuellos Amarillos usaba palas del granero para
amontonar tierra en una plataforma elevada. Con un leitai de control tierra, la
superficie de combate tenía que formarse de aquel elemento, no hecho de madera
como el de Hujiang.
Kyoshi se había negado a ayudar con la construcción con la esperanza de
que el retraso creara más tiempo para la milicia de algún gobernador, un ejército
del Reino de la Tierra, o cualquier ayuda que pudiese llegar. Llegado este punto,
tomaría a Te y a un par de sirvientes enojados armados con escobas.
- ¿Este era tu plan?-indagó Kirima mientras observaban la tierra que volaba
en el aire.
- No era tanto un plan como algo que podría haber sucedido y pasó,contestó. - Noté que ninguno de ustedes intentó detenerme.
- Hay poco más que puedas hacer,- dijo Wong. - Especialmente si quieres
detenerlo de arrastrar Zigan por el suelo. Está justo al lado, y el puesto de
avanzada más cercano del ejército del Reino Tierra está a cinco días de marcha.
Kyoshi se colocó detrás de Rangi y la abrazó, sintiendo su calor. Ninguno
de los otros comentó sobre su cercanía. - Lamento seguir haciéndote esto,murmuró, sus labios cerca de la oreja dela maestra fuego.
Rangi se recostó en ella. - Hoy tienes permiso. Como el avatar tienes que
involucrarte de manera regular con horrores como Xu. Esta podría ser la primera
vez que hagas tu deber desde que dejamos Yokoya.
Se sintió bien tomar una decisión correcta, aunque no estaba claro cuánto
tiempo viviría para disfrutar eso.
- Kyoshi, ¿puedo hablar contigo un momento?,-llamó Lao Ge. - ¿En
privado?
Los otros fruncieron el ceño, ligeramente confundidos. Por lo que sabían, no
había una relación en particular entre Kyoshi y el viejo que justificaba una
conversación previa a su muerte inminente. Lao Ge tenía más probabilidades de
darle unos tragos de vino para darle valor que sólo una charla motivacional.
Kyoshi lo siguió detrás de una cortina de tallos de arroz. - ¿Qué crees que
estás haciendo?- espetó una vez que estuvieron solos. Nunca había elevado tanto
tono con ella, ni siquiera después que ella le había salvado la vida a Te.
- ¿Crees que está mal luchar contra Xu? –indagó. Si Lao Ge iba a
argumentar que Los Cuellos Amarillos eran buenos por el bien del Reino Tierra,
entonces él realmente era tan loco como se reflejaba en su exterior. - ¡No, tonta!
Lo que quiero decir es que si querías a Xu muerto, deberías haberle dado un
golpe bajosin previo aviso, ¡sorprenderlo!, ¡Ese es el camino del depredador!
Parecía positivamente disgustado por la noción de un duelo honorable. Encarándolo en el leitai y esperar lo mejor es la mentalidad de un herbívoro
rebuznando y sacudiendo sus cornamentas para verse bien delante del resto de la
manada,- dijo. - Quería que bebieras sangre, no que masticaras hierba.
Kyoshi dio un paso atrás, e hizo una reverencia totalmente formal ante él,
manteniendo la inclinación y distancia. No era la deferencia de un alumno a un
maestro, sino más una poco frecuente reverencia de disculpa que sólo salía a
relucir en el Reino de la Tierra en momentos de verdadera sinceridad, y ella siguió
así hasta que escuchó un resoplido de sorpresa de Lao Ge.
- Lo siento, maestro,- habló. - Pero no estoy haciendo esto como una
asesina. Estoy haciendo esto como el Avatar. Incluso si el mundo no lo sabe.
Lao Ge suspiró. - Detente que nos avergüenzas a los dos.- Ella se
enderezó para ver su cara arrugada dispuesta en una expresión de desprecio. Lo
que fue arruinado solo por los genuinos ojos de preocupación. - Imagina, que la
única vez que encuentro un alumno que me gusta, ella trata de ser tan mortal
como sea posible,-él se quejó.
- Bueno... ¿tal vez Xu fallezca repentinamente donde se encuentra en los
próximos cinco minutos?- dijo Kyoshi a cualquier espíritu o criatura legendaria de
la muerte cercana que pudiera escuchar y tener piedad de ella.
- La muerte no funciona así,- dijo Lao Ge. Y extendió la mano dándole una
palmadita en el hombro. - Estás sola en esto.
Los daofei terminaron de aplanar la plataforma que era más pequeña que la
que estaba en Hujiang. Habría menos espacio para correr.
Xu saltó al leitai primero, balanceando los brazos para aflojar los hombros.
Se había cambiado a un chaleco y un par de pantalones ceñidos a los tobillos.
Mok y Wai se pararon en su esquina, la elevación de la plataforma los ocultaba del
pecho hacia abajo.
- Si pasa algo, tomen a Pengpeng y salgan de aquí,- dijo Kyoshi, como un
eco irónico de lo que alguna vez le había dicho Rangi. - Encuentra a alguien con el
poder de intervenir antes de que Los Cuellos Amarillos vuelvan a aumentar sus
números.
- ¿Qué pasa si es el Sepulturero?,- preguntó Kirima.
Kyoshi hizo una pausa y se preguntó si su odio la seguiría a la otra vida, si
la pureza de su venganza era tan importante que incluso rechazaría su ayuda para
salvar vidas.
Ella no respondió la pregunta, en cambio, le dio a Rangi un último apretón y
saltó en la plataforma. Ella aún estaba vestida para la batalla de la noche anterior.
La pintura de la cara había comenzado a desprenderse.
Kyoshi afirmó sus dedos temblorosos contra los mangos de sus abanicos.
El natural parecido a un escenario del leitai agregó la tensión de una actuación a
las apuestas de un duelo. ¿Había estado Rangi así de asustada, preparándose
para luchar? Enfrentarse a Tagaka había sido menos estresante que esto. La
batalla en el hielo había sucedido demasiado rápido para que ella pudiera pensar
cada paso.
No tenías tanto miedo en aquel entonces porque Jianzhu estaba allí,a tu
lado. El pensamiento sostenía demasiada verdad para que pudiera tragarla. Ella
sacó sus armas.
Xu gruñó y suspiró mientras abrazaba una rodilla contra su pecho y luego la
otra. - Por la última vez, Kyoshi,-le preguntó. - ¿Estas segura de esto?
Tú y tu amabilidad pueden irse directamente al fondo del océano. - Tú
deberías hacerte esa pregunta,-respondió. - Creo que los de tu tipo tienen
demasiada certeza.
Un joven daofei sin nombre, distinto de Mok o Wai, estaba nervioso entre
ellos con la mano levantada. Kyoshi extendió sus abanicos y adoptó una postura
de Sesenta-Cuarenta que Wong le había enseñado. Igualmente buena para
golpear o usar control. Xu saltó ligeramente sobre las puntas de sus pies,
prefiriendo no dar señales de su aproximación al control tierra.
- ¡Preparados! - gritó el árbitro.
Kyoshi saboreó una gota de sudor que caía por sus labios. Tenía cierto
gusto a tierra. Arrastró un poco más de peso sobre su pie delantero. Xu comenzó
a inhalar a través de su nariz.
-¡Comiencen! - gritó el hombrecillo, antes de lanzarse de la plataforma hacia
un lugar seguro.
Kyoshi canalizó su energía, empezando a conectar con el suelo y
extendiéndolo a través de sus armas. Planeaba abrumar a su oponente con un
feroz bombardeo de tierra.
Pero fue demasiado lenta. Y estaba jugando absolutamente mal. Xu
empujó sus manos hacia delante, extendió dos dedos de cada mano e impactó en
sus abanicos con un rayo.
DEUDAS
Su columna estaba casi partida en dos. Cada gota de sangre derramada
había sido causada por una víbora murciélago. Sus manos se sentían débiles y
entumecidas. Su piel había sido calcinada.
Hubo una sacudida y un golpe atravesó su cuerpo. Una eternidad después
se dio cuenta de que fueron sus rodillas golpeando el suelo mientras colapsaba. El
resto de su torso lo hizo también. El adorno de su cabeza se cayó mientras su
mandíbula impactaba contra la plataforma.
Con la mitad de su cara siendo presionada contra la tierra, el sonido fue
aumentando. Escuchó a más de una persona gritando. Rangi, ciertamente. ¿Los
demás estarían así de tristes? Era difícil de decir. Los alcanzó a ver y solamente
vislumbró un desconcertado horror en sus caras, la incapacidad de comprender
con qué tipo de elemento había sido atacada.
Xu se puso enfrente bloqueando su vista. Ella nunca había oído sobre el
rayo control, mucho menos había sido atacada con él, pero esa era la única
explicación para lo que había visto. Azules y ruidosos zigzags saliendo a gran
velocidad desde sus dedos hacia su cuerpo. Intentó ponerse sobre sus manos y
rodillas, pero colapsó, su pecho descansaba contra el campo.
- Recuerda, - decía Wong en un pasado distante, un recuerdo borroso esto se acaba cuando el ganador dice que se acaba.
Xu plantó su pie y disparó otra descarga de rayos impactando en su
espalda.
- No tenía que terminar de esta forma - gritó. Recalcó su oración una
tercera y una cuarta descarga apuntando a su cuerpo. Intentaba carbonizarla más
allá de lo reconocible. - Obtuviste el más grande regalo en el mundo. Mi respeto. Y
lo desechaste. ¿Y para qué?
La pateó en el hombro, un acto sin sentido más que el de mostrar odio.
- No creas que no me di cuenta de cómo me veías aquella última noche.
Juzgándome y condenándome con la vista. ¡Lo que tú no entiendes es que los
hombres como yo estamos exentos de juicios! Hago mi voluntad, y el mundo
debería soportar mi discreción ¡con sumisión y gratitud! -Acompañado de un
quinto rayo para enfatizar.
Lo que Xu no parecía darse cuenta era que ninguno de los rayos a
excepción del primero la habían herido al mismo grado. Kyoshi actuaba muerta
mientras recuperaba sus sentidos. Había aun un calor abrazador que envolvía su
mitad superior, separada por una capa de tela. Su supervivencia se debía a una
cota de malla que portaba debajo de su vestimenta, expuesta por las lágrimas y
rasguños del ataque de la noche anterior. Era mejor mantenerse en el suelo
fingiendo hasta poder encontrar una salida.
Xu respiró una vez más y disparó una continua corriente de rayos a un
punto que creyó aseguraría su muerte. Kyoshi olía su ropa humeante mientras la
tallaba sobre su cuerpo. La había profanado.
- ¡Alto! - Escuchó a Rangi llorar desde muy lejos - ¡Por favor, para!
Fue la desesperanza en su voz lo que puso a Kyoshi en el límite, la
rendición total de una chica que habría sido invencible de no ser por su amor.
Kyoshi le había dado esa debilidad, y Xu la había abierto. Estaba torturando a la
persona que más le importaba en el mundo.
Y por cada espíritu de todas las estrellas que existían en cielo nocturno, él
pagaría por eso.
Estiró la mano y agarró el tobillo de Xu. El repentino impacto del rayo hacia
sí mismo lo hizo gritar, un indigno y agudo sonido que parecía música para sus
oídos. Él detuvo el flujo justo a tiempo, cayendo sobre su espalda. Kyoshi lo
derribó por completo.
Sus ojos se sentían como si estuvieran goteando. No con lágrimas sino con
luz. Pensó brevemente en arrojarlo hacia arriba y hacia abajo contra el suelo o
exprimirlo como a un trapo mojado con sus manos desnudas. Seguramente era
más frágil que una sólida barra de hierro.
No. Él necesitaba presenciar a primera vista la verdadera fuerza de la
naturaleza. Sus hombres tenían que verlo siendo vencido no por fuerza sino por
los elementos mismos, cambio el apretón de sus pies a su cuello.
Se levantó en el aire, no parándose en el polvo como antes sino con un
vórtice de aire que la elevó en el cielo. Xu gritaba mientras ascendía colgando. El
tornado que montaba de un soplo hizo retroceder a los daofei. Desde esa
distancia solo eran minúsculos y patéticos humanos.
Kyoshi extendió su otra mano, levantó la palma y los tallos de los campos
de arroz alrededor de los hombres de Xu comenzaron a arder. Volvió a cerrar los
dedos y lasllamas, aceleradas por sus vientos, los encerraron. Muchos forajidos se
lamentaban y se tiraban en el piso rodando y tratando de apagar el fuego que
tenían en sus ropajes.
Kyoshi bajó la mirada hacia el final de su brazo directo hacia Xu. Él evitaba
mirarla directo a los ojos, su luz interior era muy intensa para soportar. Su boca se
abría y cerraba como la de un pescado, el aire se movía tan rápido que le era
imposible respirar.
- Olvidaste, Xu - dijo, y una legión de voces sincronizadas en elojo de la
tormenta. – Que siempre hay alguien que se mantiene arriba de ti en el juicio.
Era posible que otros, personas más poderosas, hablaran a través de ella
en ese momento. Había una posibilidad de que fuera nada más que una marioneta
manejada por la voluntad de un colectivo. Pero un insaciable sentimiento de
control le decía que no era verdad. Las voces le pudieron dar ideas, elocuencia,
pero no se apoderaban de ella. Muchas de ellas parecían desaprobar las cosas
que estaba haciendo.
Déjalos, pensó Kyoshi.Ella estaba al mando. Acercó la cara de Xu hacia la
suya.
- ¿Qué harás ahora? - dijo - ¿Sabiendo que cada paso que des tendrá una
consecuencia?
No necesitaba preguntar, detrás de los ojos de terror de Xu había algo más
fuerte, indignación profunda. Su alma carecía de porosidad y la oportunidad que
ella generosamente le había dado se esfumo rápidamente. ¿Cómo se atreve? Era
el único pensamiento que corría por su cabeza. ¿Cómo se atreve? ¡Las
consecuencias eran para sus víctimas! ¡Él era un hombre que hacia todo lo que su
poder le dejaba!
Xu la engañó con su ceño pensativo y cuando bajó la guardia disparó sus
llamas hacia la cara de Kyoshi.
Así que es un maestro fuego, pensaba mientras desviaba las llamas hacia
otro lado inclinando la cabeza. Una pena para él que haya revelado sus
intenciones tan claramente, y ese aliento de dragón fue el primer acto de fuego
control que Kyoshi había realizado, no estaba tan sorprendida como él hubiera
esperado.
De todas maneras, la generación del rayo fue única. ¿Un refinamiento del
arte? ¿Un talento singular? Tenía muchas preguntas para Xu sobre eso. Que mal
que nunca tendría la oportunidad de preguntarlas.
Ambos, Lao Ge y Jianzhu estaban en lo correcto en cierto punto. Los
hombres con poca visión como Te y Xu eran parásitos que carcomían las
estructuras que ellos mismos explotaban por poder y supervivencia. No veían el
hecho de que ellos existían no gracias a sus propios méritossino a consecuencia
de la deformada forma de caridad que el mundo había decidido otorgarles.
Y Xu había agotado la suya. Kyoshi era la única cosa que lo mantenía
arriba. Abrió su mano y lo dejo caer.
Para el momento en el que Kyoshi tocó tierra, el muro de fuego que afligía a
los daofei se había esfumado. La mayoría de los espadachines habían optado por
dispersarse. Juzgando por los senderos marcados en los cultivos, corrieron a
diferentes direcciones, un ejército derrotado sin un líder. Mok se había ido. Él y
algunos otros habían arrastrado el cuerpo de Xu antes de desaparecer en los
campos de arroz.
Sorpresivamente, Wai aún se mantenía allí. Miró fijamente a Kyoshi,
paralizado, su mandíbula abierta. Reverente. Kyoshi no sabía qué hacer con el
cruel e inusual hombre. Se veía en una constante necesidad de una figura
poderosa que le diga que hacer.
- ¡Fuera de aquí! - dijo con el ultimo de los ecos en su garganta.
Wai hizo caso a la primera señal y se inclinó profundamente ante ella. Él y
los daofei restantes, la mayoría supervivientes de la masacre de Kang Shen, se
desvanecieron en los campos.
Kyoshi buscaba alrededor a sus amigos, pero no pudo verlos
- ¿Aún, uh, estás poseída? - escucho a Lek decir, su voz se escuchaba
apagaba como si hablara por una portilla - ¿O tú eres tú de nuevo?
- ¿Pueden por favor mostrarse? – Demandó.
Hubo ruidos de tierra moliéndose mientras salían a la vista. Wong había
creado un refugio para esconderse debajo de la superficie, del mismo modo en
que Jianzhu había sobrevivido cuando perdió el control por primera vez y entro al
Estado Avatar. Quería decirles que esta vez, no había enloquecido. Ella tenía total
conciencia sobre sus poderes aumentando con cuales fueran las vastas reservas
de energía a las que el Avatar tenía acceso.
Ella estuvo totalmente consiente al matar a Xu.
Si Rangi quería abrazarla, se contuvo bien. Ella y los otros se pararon frente
a Kyoshi, rígidos y vacilantes. Ellos la conocían, se habían acostumbrado a la idea
de que su inexperta amiga podía controlar los cuatro elementos, pero ciertamente
no habían visto al Avatar, hasta ahora.
- No hagan esto - dijo Kyoshi. - Por favor, si actúan así, no seré capaz de…sus rodillas se doblaron.
Esta vez no, pensó. Mantente alerta. Ten presente lo que has hecho. Mira
tus acciones en lugar de rechazarlas.
- Kyoshi, tus manos - dijo Rangi, aterrorizada.
Las sostuvo delante de su cara, estaban acribilladas con las quemaduras
de cuando los rayos golpearon sus abanicos.
- ¡Debemos llevarla con un sanador! - Kirima comenzó a gritar, su fino
rostro iba perdiendo forma mientras la visión de Kyoshi se volvía borrosa.
- ¡Kyoshi! - Dijo lek, de repente a su lado, manteniéndola lo mejor que podía
por debajo de su brazo, la última persona entre ellos que debió haber intentado
cargarla físicamente. - ¡Kyoshi!
Tomo menos de dos minutos antes de que sucumbiera por el dolor.
MEMORIAS
La llevaron devuelta a Zigan. Los demás detalles no estaban tan claros.
Al principio Kyoshi había intentado rehusarse a tomar la medicación que se
le había impuesto mientras se retorcía en una cama de madera en alguna
construcción oscura. Recordó el embriagador estado de dulzura en el que
Jianzhula había puesto antes de adentrarse en el terror profundo, antes de
asesinar a Yun, y había resistido cualquier intento de nublar su conciencia.
Pero entonces sus manos la traicionaron mandando ondas de dolor,
envolviendo en agonía el resto de su cuerpo. Su resolución se rompió, y tomo un
trago amargo de unos cuencos de madera de dudosa proveniencia. La medicina
dividió su mente del dolor como si cortara el palacio de Te de los daofei. La herida
aún estaba ahí, rechinando sus dientes, pero podía verla a distancia.
Las imágenes posteriores aparecen como los actos de una obra de teatro,
Wong quejándose de la luz solar y de los muebles de su habitación, incapaz de
hacer algo más. Rangi acurrucada en forma de una miserable pelota. Muchas
veces veía a una vieja mujer del Reino Tierra que Kyoshi no reconocía, su
arrugada cabeza flotando encima de una nube de voluminosas faldas. Ella guió a
Kirima en su inexperto baño de sanación, haciendo referencia historiales médicos,
señalando sobre las manos lastimadas de Kyoshi, dónde debía ser dirigida el agua
para enfriar. La falta de confianza, la preocupación en la cara de Kirima durante
las sesiones era entrañable.
Después de algún tiempo, sentía la más reciente dosis de medicina
desvanecerse sin sentir la necesidad de pedir más. La lucidez volvía a su cabeza
de nuevo. Sus pensamientos eran capaces de enfocarse en la única persona en la
habitación, el resto del grupo tomaron un turno de descanso. La rueda de turnos
había girado y caído sobre Lek.
- ¿Estásaquí? – Dijo Kyoshi con la lengua enredada en su boca.
- Es bueno verte también, gigante imbécil. -Se sentó en una linda silla que
parecía no pertenecer ahí. Como podía adivinar, el cuarto estaba en una parte
abandonada de un pueblo, que había sido acomodado como un hospital
improvisado. El gabinete de un herbalista con muchos cajones pequeños había
sido arrastrado hasta allí, dejando huellas de polvo en el suelo.
- ¿Cuánto ha pasado?
- Solo como tres días. - Lek hojeaba un libro sobre puntos de acupuntura.
Kyoshi tenía la sospecha de que veía ilustraciones anatómicas. - Te estas
recuperando rápidamente. Tenemos suerte. La señora Song es una de las
mejores doctoras de quemaduras en el Reino Tierra. Vive bajando la calle un par
de cuadras.
Debe ser la señora que aparecía y salía de los sueños lúcidos que tenía
Kyoshi.
- ¿Entonces que hace en un lugar como Zigan? -Los mejores doctores
tienen mucha demanda, probablemente para ser acaparados detrás de los muros
de mansiones como la de Te.
Parecía que Kyoshi nunca sería capaz de pronunciar más que un puñado
de oraciones sin hacer enojar a Lek.
- Tratando de hacer un hogar - dijo, malinterpretando su sorpresa con odio.Quedándose atrapada en un lugar mientras que su pueblo cambia y decae a su
alrededor. -Se levantó con una rabieta. -Iré por Rangi. Podrás tener a alguien con
quien valga la pena hablar.
- Lek, espera. - han estado mucho tiempo como rivales equivocados. Ella
había decidido no dejar a sus padres tomar más control sobre su vida, y comenzó
por ser amable con el chico con el que decidieron pasar sus últimos años en lugar
de con ella.
En realidad esta vez estaba escuchándola, cruzando sus brazos y
esperando.
No esperaba eso. Kyoshi encontró en sí misma sin palabras, no tenían algo
por lo que disculparse formalmente. Ella revisó una lista de cosas para decir.
- Tú eres… realmente bueno tirando rocas – confesó. Qué elocuente. Si sus
manos no estuvieran cubiertas de vendajes, ella abría mordido sus uñas. No tenía
opción más que continuar. - Lo que quiero decir es, me salvaste en el palacio de
Te, y nunca tuve la oportunidad de agradecerte. Estuviste increíble esa vez.
¿Cómo aprendiste a disparar así? - Ella esperaba que el halago, el cual era
completamente genuino y merecido a lo que ella respectaba, lo hiciera sonreír, en
lugar de eso su cara envejeció ente sus ojos. Arrojo el libro hacia un lado.
- ¿Sabes que es la horca? - dijo después de una larga pausa
Kyoshi sacudió su cabeza
- Es un castigo que provee la justicia en el desierto de Si Wong - dijo - te
cuelgan en una jaula, muy alto y te exhiben para advertir a los demás criminales.
Durante la temporada de sequía, es una sentencia de muerte. Puedes durar poco
menos de dos días hasta que la sed acaba contigo.
- Lek, no era mi intención…
- No - dijo gentilmente, levantando su mano. Por una vez no estaba enojado
con ella - deberías saber. - Se sentó de nuevo en la silla, colocando sus piernas
en los descansabrazos y miró fijamente por la ventana. - Yo vivía en las calles de
Date Grove, un asentamiento cerca de Misty Palms Oasis. Mi hermano, no era mi
familia de sangre. Era mi amigo. Pero lo habíamos jurado. Siguiendo el ejemplo de
los chicos y espadachines que venían y se iban del pueblo en busca de trabajo.
Éramos una pandilla promedio de dos personas, gobernando nuestra parte del
arroyo.
No es de extrañar que ella y Lek no se llevaran bien, ellos habían
compartido mucho, tenían el mismo olor.
- ¿Cuál era su nombre?” preguntó.
- Chen. –Contestó. Rebotó su pie, en consecuencia la silla empezó a
rechinar. – Un día a Chen lo atraparon robando nueces de lichi podridas. Lo
habíamos hecho cientos de veces antes, a veces en plena luz del día, a los
ciudadanos nunca les importo. Pero eso cambio un día. Los suficiente para que lo
encerraran en la jaula. - La agitación de su pie fue aumentando – Debe haber sido
un nuevo gobernador tratando de establecer su poder, o tal vez los aldeanos se
cansaron de nosotros. Lo pusieron tras las rejas antes de que supiera que estaba
pasando.
- Lek – dijo Kyoshi. No podía ofrecerle más que el sonido de su propio
nombre.
- ¡Sin embargo, mantuve la esperanza! - dijo con un poco de hipo.– Verás,
la jaula estaba vieja y oxidada. Tenía una bisagra débil, o eso es lo que vi. Recogí
todas las piedras que pude encontrar y las lance lo más fuerte que podía al punto
débil, tratando de derribarla. Los aldeanos, los habitantes se rieron de mí todo ese
tiempo. Especialmente cuando fallaba. Pude haberles tirado los dientes, pero no
se me ocurrió. No podía desperdiciar ni una sola roca. Después de algunos días,
Jesa y Hark me encontraron desmayado debajo de la jaula. Chen debió haber
muerto antes de que llegaran, porque desperté en la espalda de Longyan mientras
volábamos. No pude usar mi brazo por dos semanas después de eso, mi hombro
y mi codo estaban muy hinchados. - Lek bajo sus piernas de la silla, incapaz de
quedarse en la misma posición sin que sus recuerdos lo alcancen.- Lo divertido es
que, Date Grove ya ni siquiera existe, se fue quedando sin agua, en sus últimos
momentos mientras yo estaba ahí. Ha sido tapado por el desierto. Las personas
del pueblo mataron a mi hermano para defender la justicia, y eso no significo nada
al final. Si la ley existía para proteger al pueblo, y el pueblo no sobrevivió,
¿entonces qué ganaron? Siempre me pregunte si esas personas se quedaron
satisfechas al haber condenado a ese niño, aquella vez, mientras huían de la
tormenta de arena que sepultaba sus casas. Siempre tuve la esperanza de que la
muerte de Chen haya valido la pena para alguien.
Kyoshi mordió el interior de su mejilla hasta saborear la sangre.
- Así que de todas formas, Jesa y Hark me salvaron, aprendí tierra control,
e hice un juramento de que nunca volvería a fallar un tiro en mi vida- dijo Lek - esa
es la razón del porque soy muy bueno lanzando rocas.
No había alguna buena respuesta. La respuesta correcta sería deshacerlo,
regresar el tiempo, rehacer el destino para encontrar diferentes salidas que él y
ella en ese cuarto.
Lek sonrió a medias por el silencio.
- ¿Algún día consideraste que tus padres pudieron dejarte donde te dejaron
para que no tuvieras ese tipo de vida? - preguntó. - ¿Que tal vez te estaban
protegiendo?
Esa idea alguna vez se había cruzado por su mente, pero nunca le había
dado crédito hasta ahora.
- Lo que puedo suponer es que Jesa y Hark asumieron que los habitantes
podían cuidarte mejor que ellos - dijo Lek mientras se limpiaba la nariz. - Tú eras
su sangre. No tenías precio. Yo era inútil. Tan bueno como cualquier otro niño con
manos rápidas, tan fácilmente reemplazable. Y eso era suficiente para mí.
- Lek. -Pensó en qué decir como respuesta.- Creo, como siempre, que te
equivocas. - Kyoshi vio la contracción en la esquina de su boca. - Estoy feliz de
que mis padres te hayan podido dar lo que a mí no me dieron.
Pasó un rato antes de que Lek suspirara y se pusiera de pie.
- Le diré a Rangi que estás despierta y cuerda. -Se detuvo en la puerta. Su
expresión se tornó vacilante. - Crees que… una vez que las cosas se calmen,
¿podría tener alguna oportunidad con ella?”
Kyoshi se le quedo viendo sorprendida.
Lek mantuvo la mirada lo más que pudo. Y entonces soltó la carcajada.
- ¡Tu cara! –Dijo mientras reía. - Deberías ver tu cara. Oh ¡esa es la cara
que deben de poner en tu retrato de avatar! ¡Ojos saltones y furiosos!
Y pensar que habían compartido un momento.
- Ve a remojar tu cabeza Lek. –espetó Kyoshi.
- Seguro hermana. ¿O si no tú lo harás por mí? - Movió sus manos imitando
hacer agua control e hizo sonidos ahogándose al salir del cuarto
Las mejillas de Kyoshi hirviendo por la frustración. Y luego, como un glaciar
rompiéndose, lentamente se derritieron formando una sonrisa cuando se dio
cuenta de cómo la había llamado por primera vez.
LA EMBOSCADA
Según piensa Jianzhu, era bueno estar en casa en Yokoka. No importa que
tantas preguntas extrañas tenían los demás sobre el equipo con el que se había
ido. ¿Dónde estaban Saiful y los otros? ¿Qué paso con ellos? ¿Están bien?
Muertos en la línea del deber. Una emboscada daofei. Y no. Por definición,
no.
Le debía mejores respuestas a Hai-Ran. No solo la mentira fue más
profunda para ella, necesitaba su aporte. Después de cerrarle la puerta de su
estudio en la cara a sus problemáticos sirvientes, arrojó su correspondencia
perdida en su banco mientras ella se sentaba en el sillón.
- El camino fue helado en Taihua, y perdimos un shirshu. –Dijo. Cortó con
un cuchillo el sello de cera que aseguraba el cilindro de correo. - Pero es para eso
que tenemos a la pareja de apareamiento, ¿no es así? Redundancia, la clave del
éxito.
- Jianzhu - dijo Hai-Ran, se veía un poco fría y retirada sentada en el sofá.
- Ba Sing Se está cerca de Taihua. -La carta era de ese mocoso de Te. –
Apuesto que están en algún lugar protegidos detrás de unos muros. Tendré que
recurrir a mis contactos de los tres anillos.
- ¡Jianzhu!
Miro arriba del escrito
- ¡Para! –dijo ella – ¡Se acabó!
La miró cuidadosamente. Había muchas formas en las que pudo haber
terminado. Dependía en que era lo que sabía. Esperó a que continuara.
- Mantuve la vista en los movimientos de Hui mientras te habías ido. Hace
poco menos de una semana hubo una explosión de actividad en sus oficinas.
Cartas, mensajes, oro y plata transferida.
Hace poco menos de una semana. Ese pudo ser el mensaje de Saiful
llegando en las manos de Hui. Lo que haya comprendido puede ser una verdad a
medias, que el Avatar pudo ser capturado por daofeis. Pero el aún creía que Yun
era el verdadero asunto. Hai-Ren sabía que la chica era el verdadero Avatar pero
no los resultados de la misión ni los asentamientos de los bandidos.
Una tenía las más novedosas noticias, la otra, noticias más exactas. Él
tenía que preocuparse por la asimetría.
- Hui actuó según la información que tú le diste en la fiesta. – Dijo Hei-Ran Está haciendo la construcción para mantener al Avatar lejos de ti, si está haciendo
esto basado solamente en una pelea tuya con Yun, ¿cómo crees que reaccione la
gente cuando se enteren sobre Kyoshi?
Hasta ahora esa revelación no ha ido bien para nadie que la ha oído.
- ¿Cómo crees que debamos responder?
Hei-Ran se acurruco en el sofá abrazando sus rodillas, se veía muy joven
cuando hacía eso.
- No quiero responder. Quiero decirle a Hui la verdad para que nos ayude a
extender la búsqueda. Jianzhu, ya no me interesa el Avatar, solo quiero a mi hija
de vuelta.
Estaba sorprendido por su aparente falta de preocupación.
Hasta donde ella sabía, su hija y el Avatar no se encontraban en el peligro
alguno. Por supuesto, la realidad era que definitivamente estaban en peligro, si
estaban en manos de los forasteros. Pero Hei-Ran no sabía eso.
Jianzhu suspiró. Su hija jamás regresaría sin el Avatar, y el Avatar no
regresaría sin… ¿sin qué exactamente? La duda daba vueltas y vueltas en su
mente. Era agotador.
- Tal vez tengas razón. –Dijo Jhianzu. - Tal vez se acabó. Toda esta farsa
ha ido demasiado lejos. - Hei-Ran levantó la mirada esperanzada. - Dijiste que Hui
empezó actuar hace una semana. – Jianzhu frotaba la parte baja de su barbilla
dónde podía sentir la marca que la espada de Saiful dejó. – Le tomará al menos
otro par de semanas para enviar las cartas oficiales y obtener respuestas de todos
los sabios que tienen influencia en todo el Reino Tierra. Se reunirán en la ciudad
de Garín u Omashu y seguramente me convocarán para que responda por mis
errores; eso da otra semana. Eso es tiempo suficiente para preparar un discurso
sobre la verdad. - Encogió los hombros - Es posible que encontremos a Kyoshi
antes de eso. Y en ese caso los hechos saldrán a la luz. Yo perdería al Avatar,
pero tú podrás reunirte con tu hija.
Hei-Ran estaba sorprendida. Se levantó y colocó la mano sobre la mejilla
sin afeitar de Jianzhu y acariciándola gentilmente con su pulgar.
- Gracias. –Susurró.- Sé lo que está sacrificando. Gracias.
Él recostó el rostro sobre su mano, presionándola brevemente contra su
rostro, y le sonrió.
- Aún tengo que encargarme de mucha correspondencia sin leer.
La sonrisa se desvaneció mientras la puerta de su estudio se iba cerrando.
En Soledad, nuevamente agarró la carta de Te. Había actuado bien alno darle a
Hei-Ran la información completa. Siempre había estado sólo en este juego.
El mensaje enviado por el joven gobernador estaba escrito con descuido y
con una letra apresurada, sin los detalles y las formalidades que suelen venir con
la correspondencia de alto rango. La única manera de reconocer de quién venía la
carta era mediante el sello personal del gobernador, que siempre llevaba consigo.
Al parecer Te envío la carta desde fuera de su Palacio y bajo algún peligro.
Al principio, Jianzhu se había opuesto a colocar en el poder a alguien tan
joven, más aun viniendo de una familia con un historial de corrupción, pero
eventualmente le encontró utilidad a la admiración que el joven sentía por él.
Podía fácilmente hacer que Te haga lo que le pida, por ejemplo, el recibir todo tipo
de reportes antes que cualquier otro sabio de Reino Tierra. Como ahora.
El pergamino se arrugó en las manos de Jianzhu mientras leía sobre la fuga
de Xu Ping An. Sus venas amenazaban con estallar y deslizarse lejos.
Contra todo tipo de pronóstico, Jianzhu había mantenido al líder de los
Cuello Amarillo con vida como un favor hacia sus aliados de la Nación del Fuego,
para que pudieran investigar cómo ese hombre era capaz de controlar los rayos.
Era una habilidad tan rara y desconocida que se creía que era un cuento o una
habilidad perdida con las décadas.
De una u otra forma esto hizo a Xu un espécimen muy peligroso. Y Te,
quien poseía una de las prisiones más seguras de la región, se las habpia
arreglado para dejarlo escapar.
Furioso Jianzhu empezó investigar cada tipo de evento que giraba
alrededor de Te, esperando plenamente derrumbarse y morir de ira. En lugar de
eso, al final de la hoja, encontró la salvación.
Aconteció también un atentado contra la vida de Te, continuaba la carta,
como si Te fuera irremplazable. Dos asesinos casi lo matan pero en el último
minuto decidieron tener clemencia. Un anciano, cuya descripción Jianzhu no pudo
reconocer, y una mujer.
La más alta que Te haya visto jamás.
Y a menos que el pánico haya distorsionado su mente, él la había visto
controlar tanto la tierra como el aire.
Jianzhu se recostó en su silla e ignoró los detalles superficiales que daban
fin a la carta, algo sobre caras pintadas y cómo Te necesitaba terminar el ciclo de
estafas en la que su familia había estado tan profundamente envueltos, y si podría
el Maestro Jianzhu darle algunas lecciones sobre la sabiduría de gobernar y bla
blabla.
El Avatar estaba con vida. El alivio se sintió como agua fría echada sobre
él.
Pero ¿qué es lo que ella estaba haciendo? Ella dejó la ciudad de Taihua y
alcanzó el palacio del gobernador antes de la luna llena, lo cual significa moverse
a un ritmo razonable. Sus acciones no parecían las de alguien en cautiverio.
Jianzhu dejó su incógnita mientras abría otra carta. Esta provenía de un
capitán de la prefectura en Yousheng, en las fronteras del territorio de Te. El
hombre de ley había capturado un puñado de daofei, asustados hasta la médula,
con una historia increíble. Su líder, Xu Ping An, había sido asesinado por un
espíritu de ojos brillantes, la cara empapada con sangre y cenizas blancas. Que
había elevado a Xu hacia el cielo antes de succionar la llama interna de su cuerpo
y la consumió para ella misma. El capitán pensaba que el temido Xu Ping An
había muerto años atrás en el Paso Zhulu. Y así como ese estimado sabio quien
había derrotado al repugnante líder de los daofei, ¿tenía Jianzhu alguna
información que arrojase luz sobre la situación?
Ojos brillantes, pensó. Ya había visto esos ojos de cerca antes, y casi
pierde la vida. Hizo rápidamente un mapa mental de Younsheng y descubrió que
los bandidos fugitivos podrían tranquilamente haber visto al Avatar entre el palacio
de Te y la Villa Zigan.
Muy bien, entonces. Las cosas estaban mejorando. Con algunos pequeños
ajustes, tendría al Avatar nuevamente bajo su zaga. No entendía que estaba
haciendo o por qué, pero no le importaba. Tenía su ubicación, y tenía tiempo.
No fue hasta la mañana siguiente que descubrió que se había quedado sin
este último.
Algo en lo que Hei-Ran y él se habían vuelto expertos en sus años de
juventud, era hablar con el otro a través de sonrisas y risas falsas. Esto fue de
mucha ayuda cuando tuvieron que mantener el porte durante las reuniones con
oficiales de alto rango mientras Kuruk dormitaba por las fiestas de la noche
anterior o miraba a los lindos delegados. Jianzhu se paró en frente de su puerta,
sus pies mojados por el rocío de la mañana, y saludó alegremente a la caravana
adornada con el jabalí volador de los Beifong que se acercaba.
- ¿Sabías de esto? -Preguntó con frustración a Hei-Ran.
- ¡Por supuesto que no! - Hei-Ran estaba tan molesta con él como él lo
estaba con ella. - Creí que dijiste que teníamos semanas.
Y así debería haber sido. La forma en que era instruido en Avatar del Reino
Tierra incumbía únicamente a su maestro o maestra. Para revocar ese vínculo se
requería un cónclave de sabios del Reino Tierra. Reunir un número suficiente de
ellos de todo el continente debería haber tomado tanto tiempo como ellos habían
planeado el día anterior, si no más. Y aun así juzgando por el tamaño de la
caravana y de las pancartas que volaban desde los techos de los coches,
aparentemente Hui había reunido suficientes cabezas durante la noche. Tenía que
haber estado esta toma del poder desde antes del incidente de Taihua.
Había subestimado al chambelán. Juzgándolo por su valor nominal en lugar
de considerar lo que por debajo de este se encontraba.
El coche principal se detuvo en la puerta de la mansión. El jabalí en las
puertas de este se abrió para revelar a Hui, quien había viajado sólo.
- ¿Chambelán! – Dijo Jianzhu con una enérgica sonrisa. - ¡Qué agradable
sorpresa! – Quería extenderle una mano y estrangularlo a la vista del resto de la
caravana. Probablemente habría sido perdonado. Asuntos del Avatar o no,
aparecer sin previo aviso era tan grosero como en cualquier otra circunstancia. ¿Está Lu Beifong con usted?
- Maestro Jianzhu, - dijo Hui sombríamente. – Directora. Me gustaría decir
que estoy aquí por más agradables circunstancias. Lu Beifong no nos
acompañará.
Jianzhu notó que Hui no mencionó si tenía o no la aprobación del anciano
para esta acción. Observó como los otros sabios descendían de sus coches y
analizó quiénes habían asistido. El Herbolario Pan, deTaku, acompañado por su
gato mascota cargada en sus brazos. El General Saiyuk, el señor comandante de
la fortaleza de Don Hwan, otro político designado como Tequien estaba totalmente
descalificado para liderar esa fortaleza. El sabio Ryong de Pohuai…
Arriba ese espíritu, pensó Jianzhu, ¿Había Hui simplemente hurgado por
toda la costa noroeste del Reino Tierra en busca de aliados? Ese parecía ser el
caso. No había nadie de Omashu o Gaoling o Ba Sing Se, donde la influencia de
Jianzhu era más fuerte. Hui había elegido meticulosamente a los que asistirían a
su concilio sorpresa, sabios que pudiera influenciar. Promesas y bastas sumas de
dinero deben haber fluido como agua hasta ese día.
Notó que Zhang Dakou también estaba allí. Ningún Zhang que valga la
pena perdería una oportunidad de humillar a Gan Jin. La cantidad era
sorprendente. No se había dado cuenta de la cantidad de sabios que permanecían
fuera de su esfera de influencia. Quizás una quinta parte de las personas más
importantes del Reino Tierra habían llegado a su puerta con intenciones hostiles.
- ¡Muy bien! – dijo alegremente, juntando sus manos en un aplauso. – Sean
todos bienvenidos. Pasen para que puedan refrescarse.
El personal estaba agitado. No tuvieron ninguna advertencia de que iban a
venir invitados. La grave naturaleza de su reciente aviso se hizo más evidente
cuando Jianzhu entró en la cocina y supervisó personalmente los preparativos.
No, ayudó personalmente con los preparativos.
- Todos ustedes, cálmense. – Dijo en un tono tranquilo mientras colocaba
una caldera enorme sobre la estufa. – No tienen que empeñarse en mostrar su
mejor trabajo. Esto no es culpa suya; simplemente no hay tiempo.
- Pero maestro, ¿tantos de sus pares a la vez?– Dijo la tía Mui, al borde del
llanto. – ¡Sería vergonzoso ofrecer menos! Tenemos que… tenemos que preparar
un buen almuerzo, y la cena, y ¡oh, ni siquiera tenemos suficiente leña!
Jianzhu retiró la tapa de la tetera y miró dentro para comprobar el nivel de
agua antes de darse vuelta, posar sus manos en los hombros de la mujer y mirarla
a los ojos.
- Querida. Ellos están aquí por negocios. Dudo mucho que deban alimentar
a muchos de ellos, o a alguno en sí. Concéntrense en tener listo el té. Esto es
todo.
- Por supuesto, Maestro. – Dijo Mui tartamudeando y sonrojada. – Serpia
imposible que discutan asuntos importantes sin té.
Se alejó para gritar a los sirvientes a cargo de la selección de té. Jianzhu se
sacudió las manos cuidadosamente y suspiró cansado.
Jianzhu entró en la gran sala de recepción, a una difícil situación. Los
sabios ya se habían acomodado a lo largo de tres lugares en el cuarto, alrededor
de las largas mesas, y Hui estaba en el medio, donde el señor de la casa se
sentaría normalmente. Estaba sentado en la silla de Jianzhu.
Hei-Ran se encontraba a su izquierda. Le ofreció una mirada con los ojos
muy abiertos. ¿Qué es lo que harás?
Lo que Jianzhu iba a hacer era sentarse, sólo, detrás de la mesa restante, y
esperar. Sintió cómo le quemaban las miradas desde todas las direcciones.
- Maestro Jianzhu, - comenzó Hui.- ¿Podría pedirle al Maestro Kelsang y al
Avatar que se nos unan?
Los sirvientes entraron a la sala con humeantes bandejas de té. Jianzhu
estiró el momento lo más que pudo, esperando a que cada uno de los sabios
tenga una taza de té en frente de ellos para responder. Hizo un gesto de
agradecimiento a la criada que le dio la suya, y tomó un sorbo, agradeciendo la
elección de la tía Mui de oolong mezclado. Sólo una vez que el personal se fue,
habló.
- Usted sabe tanto como yo que no puedo. El maestro Kelsang y el Avatar
siguen en su viaje espiritual.
Hui sonrió con fuerza, dejando de lado su cara inexpresiva de hace unos
momentos.
- Sí, su viaje. Los abades de los Templos del Aire no lo han visto ni una vez
desde que afirmó eso la primera vez. ¿No es extraño que el Maestro Kelsang no
haya llevado al chico a ninguno de los templos, ya sea para visitar los lugares
sagrados o simplemente para reabastecerse?
- No deseo hablar mal de mi amigo, pero es bien sabido que tiene una
relación difícil con varios de los líderes más ortodoxos de los Templos del Aire. Y
lugares sagrados para los Nómadas Aire existen alrededor de todo el mundo. Son
nómadas.
- ¿Y qué lugares sagrados se encuentran en Taihua? – Espetó Hui. –
Quizás el asentamiento daofei, previamente desconocido.
- ¿Qué es lo que está sugiriendo? – Dijo Jianzhu manteniendo la calma.
- Estoy diciendo que uno de los últimos paraderos conocidos del Avatar
resultó ser en el nido de criminales, traidores y forajidos Y desde ahí ya no se los
ha visto más, me refiero a que debemos asumir lo peor que el Avatar y su
acompañante están en peligro o peor aún, ¡¡ya muertos!!”
El silencio predominó en toda la sala, Hei-Ran sabía que rastrearían al
Avatar a Taihua pero no sabía que las montañas estaban llenas de riesgos, el
destino de su hija era incierto.
Decidieron concentrarse en Hui, en el acto de usurpación que estaba
realizando Aunque estrictamente hablando él no poseía la evidencia necesaria
pero aún así desafío a Jianzhu
-
Demostraste una negligencia imperdonable y ciertamente esto le costará
una parte muy importante del reino tierra el cual poseía y estaba encargado
de cuidar este ciclo del Avatar y las personas reunidas aquí son testigos de
eso.-
-
Tú negligencia demostró que tú ya no eres capaz de servir como el maestro
del Avatar”
Jianzhu exclamó
-
¿Y acaso tú lo eres?- -Tú quien quiere obtener ese poder y estatus sin razón
aparente.- Hui con mucha calma sabiendo que ganarían empezó a degustar
gustar y oler el aroma del té
-
En esta reunión aún no se ha decidido quien llevará el manto de maestro
para enseñar al Avatar …si es que aún sigue con vida.-
-
Esta reunión….” Murmuró. - Esta reunión como tú le llamas no es la
adecuada para decidir algo tan importante, lo único que hiciste fue juntar a
mis enemigos alrededor del reino tierra y los trajiste aquí…¡A mi propia
puerta!!” “¿Que fue lo que les prometió?- Gritó a todos los que se
encontraban reunidos.
-
¿Dinero, poder? Por décadas hombres como él han dividido esta nación y
ofrecido pedazo por pedazo a quien desee pagar por ella.
-
¡Soy Yo quién trata de unificarla y soy yo quién trata de hacerla más fuerte !
Todos permanecían en silencio, nadie respondía Hui mantenía su postura.
-
Estamos reunidos aquí con la mínima cantidad necesaria para revocarte de
tus deberes, Así que si ya terminaste de…. de tener esa actitud llamativa e
incoherente con los aquí presentes, Deja que nosotros comencemos con la
votación.-
Jianzhu aún mantenía su postura, pero antes de poder responder algo
empezó a sentirse mal débil y mareado, la visión se hizo borrosa.
-
¿Qué está sucediendo? - Gritó a Hui - ¿Que me hiciste?”
-
¿A qué te refieres?- Hui intentó desconcertado levantarse
pero
inmediatamente colapso de vuelta a su silla, en su asombro llevó la mano a
su nariz y al verla notó que estaba llena de sangre.
-
Qué está sucediendo?- Se escucho gritar, los sonidos de asombro, luego
los mareos, dolor y desesperación fueron más que llamativos, por lo cual un
sirviente entró a la sala desconcertado por aquel disturbio que proveía de
ahí, solo para ser testigo de ese horrible y desconcertante escenario,
Jianzhu se desplomó sobre la mesa, no lograba ver a nadie, sólo intento
reconocer a Hei-Ran, trato de alcanzarla con la mano pero mientras lo hacía
se desmayó.
DESPEDIDAS
Kyoshi reaccionó rápidamente en el momento en que Lao Ge entró a su
habitación completamente sola ella inmediatamente tomó una postura defensiva
sobre su cama, con la idea de que tarde o temprano el demandaría una
explicación por haber evitado que el reclame su objetivo, mientras entraba en la
habitación sacaba una daga
-
Tiempo de quitar los vendajes- dijo
-
¿Porque debes hacerlo tú?- pregunto
-
Cómo puedo ser muy convincente cuando me lo propongo-
Se sentó a un lado de ella y con delicadeza empezó a usar la daga para
cortar los puntajes de su brazo izquierdo, ella temblaba a momentos mientras el
aplicaba a la parte filosa de su daga sobre su ropa
-
Parecías muy distraída Cuando entré- -¿te arrepientes de no haber matado
a Xu? -
Ella aún dudaba de sus intenciones pero estaba preparada a gritar por
ayuda si fuera necesario.
-
No- dijo ella - aún siento que no debí dejar vivir a Te –
El la miro con exasperación mientras movía su daga.
-
Sabes aún podemos corregir eso muy fácilmente, si entiendes lo que
digo…..- Murmuró Lao ge.
-
Eso no es a lo que me refiero, ya dejé Claro que aceptaba la
responsabilidad de haberlo salvado y no cambiaré mi decisión- ella movío
los labios frotándolo con los dientes aún mostrando duda.
-
Esto se siente … .inconsistente , injusto , como si lo que realmente debía
haber hecho era , salvarlo a ambos o haber matado a ambos-
Lao Ge que ya estaba terminando de retirar el vendaje en el brazo el cual
comenzó.
- Un general envía un puñado de sus tropas a morir en alguna misión de
defensa y deja a otros de reserva, un Rey cobra impuestos a la mitad de sus
tierras para poder ayudar a la otra mitad, una madre tiene sólo una dosis de
Medicina y dos hijos enfermos, no llamaría a tu situación algo aun mayor de lo que
muchos deben lidiar- su mentor continuo -las personas tienen altas y bajas, eligen
lastimar o algunos eligen ayudar a otros ,puedo decirte que esto se pondrá aún
más difícil Mientras tu aceptes tu vida como el Avatar-¿Más difícil?- dijo ella - ¿acaso esto no debería volverse más fácil con el
tiempo?- Oh mi querida, esto jamás será fácil. –Mmmh, si mantienes una vida
estricta Tal vez, sí siempre muestras piedad o siempre castigas, podrás usar estas
decisiones en tus actos como un escudo para proteger tu alma de tus propias
decisiones pero eso sólo te alejaría de tu deber. Determinar el destino de otros es
algo constante que viene con el día a día y como Avatar debes mantenerte firme,
puede que afrontar esto sólo debes darte tiempo con el cual aprenderás a soportar
tus decisiones.El hablaba con franqueza, piedad y tal vez mostrándose como alguien no
tan inmutable como el aparentaba ser.
-
Tus decisiones jamás serán del todo correcto, tampoco serán justas y Esto
será tu carga por siempre- Toda esta situación llevó a Kyoshi a dudar, si
realmente podría mantenerse firme en su camino como Avatar.
Lao Ge comenzó a quitar las vendas de su otra mano
-
Siento mucha curiosidad de saber sobre qué será lo siguiente que hagas,
¿Te sientes con la fuerza necesaria para poder detener a tu objetivo?Kyoshi aún distraída lo miro y exclamó
-
¡¡¿Qué?!!!
El anciano continuó: - Parece que eres de aquellos que buscan venganza,
tu búsqueda, Tu última meta, derrotaste al mismo enemigo que Jianzhu derroto
una vez. ¿Te sientes con la fuerza necesaria para derrotarlo de una vez por
todas?Ella no había pensado sobre su pelea con Xu, y sin darle una respuesta, él
sólo termino de quitar las vendas de segunda mano. Ella ya no sentía dolor pero
sus manos se sentían extrañas.
-
Vete, ve y visita tus amigos, tengo unos asuntos que atender por mi cuenta.
-
Entiendo que tengas cosas que hacer, pero no lo mates, no mates a TeKyoshi está muy segura de que el joven ya está a una distancia segura
lejos del alcance de Tieguai el inmortal.
-
No después de los problemas que pase- - ¡¡Lo digo en serio!!-.y el
solamente le dirijo una mirada inocente mientras guardaba su cuchillo.
Kyoshi se alistó y arreglo, Se lavo las manos y fue directo al siguiente
cuarto en el cual estaban hospedados Rangui y Lek, miembros de la compañía,
ambos jugaban una partida de PaiSho, Lek se veía muy concentrado y atento al
juego pero por el otro lado Rangui parecía aburrida y distraída.
Ambos al ver a Kyoshi, no pudieron ocultar la alegría
-¡¡Estás mejor, ya estás de vuelta!!!- Fue bastante tiempo pero ya estoy aquí, aún así no me agrada la idea de
quedarme en la isla ciudad tantos días- Todos acordamos que no iríamos a ningún lado hasta que tú te
recuperaras al 100% - Respondió -me alegra verte, soportaste demasiados
ataques eléctricos Kyoshi, honestamente no sé como sobreviviste pero lo hicisteLek le dio una mirada a Rangi, como si fuera culpa de ella él no haber
advertido sobre lo que realmente Xu podía hacer.
-
Intento decir que jamás conocí a otro maestro fuego aparte de ti
ese
dominio, esa capacidad ¿Es algún As bajo la manga o algún tipo de
movimiento sucio que usan para ganar Agni-Kais? –
Rangi protesto - El Rayo control es una habilidad tan rara que sólo muy
pocos han sobrevivido para poder confirmar que es algo real aún así en ningún
reporte se informaba que Xu era proveniente de la nación del fuego, no tenía
idea, ¿crees que hubiera dejado a Kyoshi a lidiar con semejante peligro? Yo
desconocía quién era el realmente.Aunque Kioshi observaba a ambos discutir acerca de esta técnica oculta,
Ella indaga más en Xu, él no tenía el los típicos ojos dorados que predominan en
la mayoría de los maestros fuego. Aún así no todos tienen esa característica,
también notó que no y cae pudieron jurar lealtad a Xu, sin tener un tipo de relación
familiar con el u otro miembro de la hermandad Daofei, la cual no requería que
todos sus miembros tengan relación sanguínea.
Un maestro fuego, alguien de la Nación del fuego muy ajeno a la tierra
resultó ser el líder de la banda de criminales y forajidos del Reino Tierra, aún así
no era del todo diferente si un deshonrado nómada del aire hiciera lo mismo, este
tipo de cosas no son tan extrañas como piensan lo demás.
Con asombro empezó a llorar - ¡Tus manos!- , sería alguna de las primeras
heridas que sus amigos notarían, aún así Kyoshi las levanto con carisma sabiendo
que se sentían mejor
-
Las siento muy bien, ¡Están muy bien ¡- dijo ella
-
Pero las cicatricesRangi sujeto las manos de ella para poder sentirlas
-
Tenías unas manos tan maravillosas, tú piel era tan suaveEn ese momento Lek interrumpió
-
Tengo una idea para animarnos vamos chicas vamos de compras-.
Las personas en Zigan eran conocidos por su apatía y desconfianza con
los desconocidos, tienen una actitud muy diferente con aquellos que entran a
buscar provisiones, pero esto empeoró con la luz del día y después de aquel
Duelo los habitantes actuaban diferente, los miraban con miedo ,con una actitud
peor de lo usual, puertas y ventanas y cerraban, muchas personas se daban la
espalda o se alejaban. Mientras el grupo de chicos se adentraban mas ,Kyoshi
entender la situacion .
-
¿Tengo aún alguna marca en la cara?-
-
¿Por qué nos miran de esa forma?-
-
Bueno para comenzar muchos en Zigan fueron testigos o pudieron
contemplar la magnitud de la batalla , el cielo se deslumbraban los rayos , la
magnitud de la fuerza del viento como tormenta y el calor del fuego se
sentía; todo como parte de tu duelo con XuExplicoLek
-
Y después muchos daofei usaron esta dirección para escapar por la ciudad
y mientras lo hacían las historias no se hicieron esperar, historias sobre un
gigante con ojos de sangre era responsable de haber matado a su líder, al
absorber su alma. Escuché algún vendedor mencionar que puedes volar y
escupir fuego prácticamente que eres un dragón con forma humana…….
estos idiotas aún no se han dado cuenta que tú eres el Avatar-
-
Pero fui yo quien los salvó de esos criminalesLek se reía por las palabras de Kyoshi
-
Con una estricta interpretación del código, tu al haber eliminado a Xu, te
convertiste en la líder de los cuellos Amarillos, la doctora Sam no es ninguna
tonta ,ella vio a una chica daofei retar a su hermano mayor y ganó, Acéptalo
hermana eres peligrosa.-
Kioshi sorprendida del resultado que tuvo su primer acto heroico, un acto
muy ajeno de ser egoísta, su primera acción como Avatar…. estaba manchada su
concepto de ella misma se derribaba haciéndola sentir menor o incluso igual a la
líder pirata.
Pero aún así, ¿acaso ella no aceptó eso desde un inicio? el legado que ella
dejaría sea malo o bueno, era parte del costo que debía pagar si quería entregar a
Jianzhu a la justicia, siempre fue así, el precio era aún mayor de lo que ella
pensaba así de simple.
Esto era lo que ella se repetía a sí misma una y otra vez mientras se
adentraban a un sector del lugar, y se detuvieron donde parecía el lugar indicado,
un anciano se encontraba ahí el cual no ha demostrado ni miedo o indiferencia
con ellos a comparación de los otros habitantes.
El anciano se dedicaba a la venta de diferentes tipo de artículos
provenientes de animales y Kyoshi creyó
saber por qué esta clase de
trabajadores permanecían aún costado del lugar donde se podía entender que
estaban olvidados; la gente que se ganaba la vida mediante la comercialización de
productos de animales eran consideradas sucias ,por gran parte de la población
del Reino, Kyoshi odiaba la hipocresía de muchas personas , ella pensaba que
cada rubro dependía de trabajo de otro pero muchas veces sólo valoraban el
trabajo hecho y no al trabajador.
-
Buscamos un par de guantes para mi amiga y deben ser muy pero muy
grandes por supuesto-
El vendedor sólo necesito medir la mano de Kyoshi para saber qué tipo de
guante debería llevar.
-
Tengo algo que podría hacerte muy bien- dijo, el anciano, Detrás de él se
encontraban unos bolsos de los cuales logró encontrar lo que necesita
-
Este par está diseñado para más que sólo darle un uso regular, estos
guantes están diseñados para un estilo de vida o más movida para soportar
las batallas-
Kyoshi estaba convencida de que era lo que ella buscaba creo que puedo
probarlas
-
Hice este par para alguien de alto Rango en la armada desafortunadamente
murió en batalla y no pudo pasar a recogerlas aún así creo que son
perfectas para ti - Más que simples guantes parecían guanteletes cubiertos
de metal bastante duros y con un aspecto muy amenazador.
Kyoshi se los probó y sintió como el guante era casi perfecto.
Esto será más que una prenda es sólo usar los daban a entender un
carácter agresivo una declaración de guerra.
-
¡Son perfectos ¡-
Kyoshi estaba emocionada por esa adquisición,-¿Cuánto le debemos?-
Llévatelos, considera esto como un regalo por lo que hiciste por la ciudad-
Kioshi hizo una reverencia como muestra de mucho agradecimiento y
respeto ante el anciano por lo menos existía una persona que sabía la verdad.
Ellos continuaron su camino, con actitud muy positiva. en el camino Kyoshi
sacó uno de sus abanicos dispuesta a sentir su mejoría, se concentró y empezó al
levitar las rocas de su alrededor, los guantes no eran impedimento alguno, ella
podía usar y sentir su habilidad perfectamente
-
Si tan sólo pudiera encontrar un par de botas que….-
-
Estas en muy buena condición, a diferencia mía que soy bajito y delgado, si
tuviera tú tamaño , ya estaría dominando mi propia nación-
Rangui reía, mientras bromeaba con su brazo - Descuida, pequeñin muy
pronto estas en la forma que gustas, tienes buena constitución Lek estaba nervioso por las bromas - Ya paren chicas, no es tan divertido
cuando…ahh!! De repente Rangi jaló de su brazo, con los tobillos en la tierra , sentía
como si su cuerpo entero se caía –
-
¿Pero qué?- Su pulso golpeaba como las alas de un insecto.
Lek volvió a gritar y se da pequeñas palmadas en su espalda. Mientras
giraba en su lugar, Kyoshi observó un mechón de plumaje sobresaliendo de él. La
pluma de una flecha. Instintivamente colocó sus manos frente a su cara y escuchó
afilados roses de metal rebotando en sus brazales. Pero la parte trasera de su
cuello estaba descubierta, y una quemadura punzante se posa sobre su piel.
La sensación de líquido se esparce por su cuerpo. Veneno, su mente
gritaba mientras sus músculos aflojaban. Lek trato de preparar una piedra para
lanzar a sus atacantes, pero se le cayó de sus manos y rodó en el suelo. Él y
Kyoshi colapsaron sobre sus caras como el daofei que había sido azotado por el
shirshu.
Fue diferente al incienso con el que Jianzhu la había drogado. Aún podía
ver y pensar. Pero el veneno tenía diferentes reacciones en sus amigos. Rangi se
veía apenas consciente. Y Lek empezó a ahogarse.
Pies corrieron hacia ellos. Pares de manos rápidamente agarraron a Rangi
y la arrastraron lejos.
Solo a Rangi.
Kyoshi trató de gritar y gritar, pero el veneno tenía su fuerte agarre en su
cuello, donde había entrado por primera vez en su cuerpo. Sus pulmones
impidieron el aire, su caja de voz no agregó ningún sonido. Podía ver a Lek. Su
cara se puso roja e hinchada. Se agarró la garganta hinchada. Estaba teniendo
algún tipo de reacción. Él no pudo respirar.
Las lágrimas corrían por la cara de Kyoshi mientras ella yacía a centímetros
de distancia, indefensa, incapaz de salvar a otro chico de los venenos de Jianzhu.
El polvo se volvió fangoso bajo sus ojos.
Pasó casi media hora antes de que pudiera arrastrarse hacia Lek y
comprobar si había un latido que no estaba allí.
Ella llegó a su edificio al mismo tiempo que Lao Ge, Wong y Kirima. Vieron
el cuerpo de Lek en sus brazos y se tambalearon como si hubieran sido
golpeados. Wong cayó al suelo y comenzó a sollozar, sus gemidos sacudieron la
tierra. Leo Ge cerró los ojos y susurró una bendición una y otra vez sin parar.
Kirima estaba pálida como la luna. Le ofreció algo a Kyoshi, su mano
temblaba incontrolablemente.
-
Esto estaba atascado en una publicación en la plaza del pueblo.- Dijo,
con la voz cruda y sangrante.
Era una nota.
Avatar. Ven a buscarme a la aldea de Qinchao, sola.
Sujeto al papel en el que estaba escrito había un moño negro y sedoso,
cortado cruelmente de la cabeza de su dueño.
EL REGRESO
Jianzhu se sentó junto a Hei-Ran al lado de la enfermería. Estaba viva, pero
aún no se había despertado.
Si alguna vez contara su historia en el futuro, para documentar sus viajes y
sus secretos, esta parte se destacaría como el camino más difícil que había
recorrido hasta ahora. Asesinar a Hui y a los otros sabios en su propia casa no fue
nada. Bebiendo el veneno él mismo para desconfiar de sus sospechas, confiando
en el entrenamiento que el Maestro Amak fallecido le había hecho pasar, así como
a Yun, no fue nada. Un buen número de sirvientes también estaban muertos.Los
que habían usado el agua hervida que había dosificado para sus propias tazas.
Nada. Nada comparado con ver a su último amigo en el mundo bajo. Este
sacrificio había sido el más duro.
Habría réplicas, que alterarían el paisaje del Reino Tierra. La costa
occidental había sido diezmada por su liderazgo, especialmente por el Mar Mo Ce.
Ciertamente, algunos de los sabios que habían bebido su té envenenado eran
corruptos o incompetentes, pero muchos otros estaban tan interesados en aportar
fortaleza y prosperidad a la nación como él. Llevaría tiempo que la población
común sintiera los efectos, pero las partes del país más alejadas de Ba Sing Se
sin duda se habían debilitado enormemente.
Pero Hui inadvertidamente sentó las bases para que Jianzhu saliera limpio
de este desastre. Había identificado y reunido a los sabios que no estaban
completamente del lado de Jianzhu, incluidos algunos que fueron una completa
sorpresa. Ese fue el objetivo de decirle a Hui que había perdido al Avatar en
primer lugar.
Si Hui había sentido que los sabios restantes en la otra mitad del reino
estaban fuera de su alcance para esta reunión, incluso con la evidencia
condenatoria de que el Avatar corría con daofei, eso significaba que esos
funcionarios en particular eran verdaderamente leales a Jianzhu. Cuando llegara
el momento de revelar al verdadero Avatar, estaría en una posición mejor y más
segura, después de haber probado sus límites.
El chambelán había hecho exactamente lo que Jianzhu había querido que
hiciera. Solo, demasiado rápido y demasiado agresivo. Ese error de cálculo lo
había obligado a convertir su propia casa en una casa de charnel. Eso le había
costado Hei-Ran. Él desenterraría los huesos de Hui y se los daría a los cerdos
para ello.
Se levantó, con las rodillas todavía un poco temblorosas por los efectos
persistentes del veneno, y apartó un largo mechón de cabello de la cara dormida
de Hei-Ran. Su constitución, su fuego interior, le había salvado la vida, pero solo
lo necesario. Una vez que tuviera tiempo, dedicaría todos los recursos que poseía
a curarla por completo.
Sin embargo, si hubiera estado despierta el último día o dos, seguramente
lo habría matado por lo que le había hecho a su hija.
Él volvería sobre el asunto más tarde. En este momento tenía una reunión
importante para prepararse.
Enterraron a Lek en un campo fuera del cementerio de Zigan en lugar de
reclamar una de las parcelas no utilizadas dentro de sus fronteras. Él no hubiera
querido descansar demasiado cerca de los residentes, Kirima lo había explicado.
La cuadrícula de lápidas a un lado se parecía a un huerto, cada árbol gris e
infructuoso tallado con el nombre y la fecha de su dueño. Kyoshi contó las filas,
quemando en su memoria la distancia aproximada para poder regresar a este
lugar en el futuro. Siguiendo la tradición de Si Wong, habían evitado cualquier
marcador, cuidando de cortar el césped en tiras que podrían reemplazarse y
palmearse nuevamente. La gente del desierto consideraba que el simple abrazo
de la tierra era el único honor digno de los difuntos, el silencio era el elogio más
apropiado.
De pie sobre la tumba invisible de Lek, Kyoshi no podría haber hablado de
él de todos modos. Tenía la lengua de un animal en la boca, el aullido de una
bestia en el pecho. Lao Ge tenía razón acerca de que la misericordia tiene su
precio.
Le había mostrado piedad a Jianzhu con cada pensamiento que pasó por
su mente no dedicado a su destrucción. Cada sonrisa y cada momento de risa que
había compartido con sus amigos había sido un acto de abandono. Este fue el
costo de olvidar a Jianzhu, de no susurrar su nombre antes de cada comida, no
ver su forma en cada sombra. Y Kyoshi nunca dejaría de pagarlo hasta que ella lo
confrontara.
-
¿Qué vas a hacer? -
Kyoshi levantó la vista del parche de hierba que cubría a su hermano
jurado. Kirima había hecho la pregunta, sus ojos rojos y duros. Wong y Lao Ge
también esperaron una respuesta.
-
Voy a terminar esto.- Dijo Kyoshi, su voz rompía ramas y rasgaba telas.
-
Voy a terminar con él.-
-
¿Y nosotros?- Pregunto Wong. Tenía la misma mirada encorvada y
quejumbrosa que cuando esperaba escuchar si el Avatar se quedaría
con el grupo después de su huida de Hujiang.
Kyoshi tuvo que darle una respuesta diferente esta vez. Ella levantó la
mano. - Aquí es donde tenemos que separarnos.- Contesto.
La villa de Qinchao tenía un aire que muchos visitantes encontraron
desagradable. Más de la mitad de los habitantes pertenecían al clan de Chin, lo
que hacía que los extraños sintieran que estaban hablando con la misma persona
y que los observaban con el mismo par de ojos, sin importar en qué parte de la
ciudad hicieran negocios. Había un grado de riqueza apretada. Eso desviaba la
atención de un conjunto de costumbres y festividades extrañas que no aparecían
en ningún otro lugar del Reino Tierra, muchas de las cuales giraban en torno a
muñecas y efigies pequeñas para el hogar y algunas muy grandes y altísimas en
la plaza para festivales públicos.
Los Qinchao eran insulares, incluso en comparación con los Yokoyanos.
Exaltaron su estatus con declaraciones traidoras limítrofes, como: -Un ciudadano
de Qinchao y un sujeto del Reino Tierra-, donde el juego de palabras y el orden
implicaban sus prioridades.
Hace mucho tiempo, a Kyoshi y a un grupo de otras jóvenes sirvientas se
les había permitido unos días de permiso para visitar Qinchao. Jianzhu les había
advertido severamente que no violaran la ley allí, para que no ocurrieran cosas
malas antes de que pudiera rescatarlos. Las otras criadas se rieron y procedieron
a deshacerse de Kyoshi con la tía Mui mientras corrían como un grupo de calle en
calle, probando vino por primera vez y coqueteando con actores en el teatro al aire
libre.
No pasó nada fuera de lo común. Todos habían vuelto a casa a salvo.
Pero Kyoshi recordó la sensación de presentimiento que había tenido en
ese momento cuando entró por las puertas a través de las paredes circulares y se
dirigió al centro de la ciudad en forma de lágrima.
Había una oscuridad debajo de las calles barridas y los matices
fantasmales de la aldea que había percibido que algún día irrumpirían en la
superficie.
Ella debió haber estado mirando hacia el futuro. Ese día fue hoy. Y esa
sombra del abismo era ella.
Caminó por la calle principal, sin preocuparse por las miradas que dibujó.
Con su tocado aumentando su altura, su maquillaje hecho con una nueva capa de
rojo y blanco, y los pesados brazales blindados atados sobre sus muñecas,
parecía mitad de un artista que había perdido a su compañía, y la mitad de un
soldado sin su batallón. Ella atrajo la atención, abiertamente y sin dudarlo, como
nunca antes lo había hecho en su vida.
Esta era quien era ahora. Esta era su piel. Esta era su cara.
La joya de la corona del clan Chin era la gran casa de té de piedra en el
centro de la ciudad. A diferencia de la destartalada Madam Qiji con habitaciones
que pasan la noche encima de un área común, el establecimiento sin nombre era
una estructura de tres pisos dedicada por completo a la comida y la bebida, a la
manera de ciudades más grandes como Omashu y Ba Sing Se.Los residentes del
pueblo pasarían toda la mañana allí, disfrutando de té y chismes. Era el lugar más
obvio para que Jianzhu o ella esperaran al otro.
Kyoshi bajó la cabeza y entró. El restaurante fue construido con el segundo
y tercer piso como entrepisos, permitiéndole ver las mesas llenas de bulliciosas
conversaciones que caían desde arriba. Los camareros llevaron bandejas de
vapores de bambú apilados a través de los pasillos, gritando su contenido,
haciendo una pausa cuando un invitado les hizo señas para colocar pequeños
platos de relucientes bolas de masa sobre las mesas.
El hombre detrás del mostrador la miró boquiabierto y saludó con la mano
hacia el comedor. O eran asientos abiertos, o estaba demasiado desconcertado
para negarle la entrada. Vio una mesa en la planta baja que todavía estaba
despejando y se dirigió hacia ella. Las sillas chirriaron contra el suelo cuando la
gente se volvió en sus asientos. Un servidor que se acercaba por el pasillo casi
dejó caer su bandeja y retrocedió lo más rápido que pudo.
Kyoshi tomó posición frente a la puerta para poder ver quién iba y venía.
Los platos sucios frente a ella se desvanecieron como si fuera un espíritu de
santuario a quien no le agradarían las ofertas gastadas que duraran demasiado.
Una vez que la mesa estuvo limpia, colocó una piedra redonda y lisa frente a ella.
Entonces ella esperó. Finalmente, su quietud permitió que los otros clientes
volvieran a sus asuntos. La charla a su alrededor continuó. La música de los
pájaros cantantes se podía escuchar desde el segundo piso; una reunión de
hombres mayores había traído jaulas ornamentadas para exhibir nuevos
especímenes en sus colecciones entre sí.
Los clientes ingresaron por la entrada en el transcurso de la mañana. Ella
tomó nota de sus construcciones, pasos y caras, esperando que uno de ellos fuera
Jianzhu. Era solo cuestión de tiempo antes de que él viniera.
Su antiguo empleador entró e inmediatamente la vio sentada en la mesa del
fondo. Parecía un poco encorvado. Su hermoso rostro era pálido, demacrado,
como si no hubiera comido o dormido en días. Le habían peinado el pelo y la
barba, pero no a sus estándares impecables habituales. Parecía mayor de lo que
ella recordaba. Muy viejo.
Jianzhu se acomodó en la silla frente a Kyoshi. Un camarero emprendedor,
al ver que una persona normal se había unido a ella en la mesa, se acercó para
preguntarles qué querían. Jianzhu lo despacho de ahi con una mirada.
Los dos se bebieron el uno al otro.
-
Te ves terrible.- dijo Kyoshi.
-
Tú también.- respondió. - El veneno shirshu no ha abandonado tu
sistema por completo. Lo puedo decir por la forma en que parpadeas un
poco lento.-
Puso los codos sobre la mesa y se apoyó en las manos, dándole una media
sonrisa exhausta. - ¿Alguna vez te diste cuenta de que los animales no te estaban
rastreando, personalmente, para empezar?- Dijo. - Les di el aroma de Rangi, no
el tuyo.-
Estuviste cazándola todo el tiempo en lugar de mí.- Murmuró Kyoshi. Su
crueldad estaba a pasos agigantados más allá de su compresión.
Jianzhu se frotó la cara. - Traerla de regreso sin algún tipo de influencia
hubiera sido inútil. Nunca me hubieras escuchado. Lo dejaste perfectamente claro
antes de escapar.-
Debería haberlo visto venir.- Dijo Kyoshi. - Traficas con rehenes. No
eres mejor que un daofei.-
Jianzhu frunció el ceño. - El hecho de que pienses eso, significa que
necesitas entrenamiento y educación apropiados más que nada. Es hora de
detener estas tonterías, Kyoshi. Ven a casa.-
¿Dónde está Rangi?-
Ella está. . . en . . . ¡CASA!- Gritó Jianzhu. - ¡Donde tú deberías haber
estado todo este tiempo!Su arrebato no llamó mucho la atención de sus vecinos más cercanos. El
padre obviamente estaba furioso con su hija por vestirse y huir. Nada que no
hubieran visto cien veces antes.
-
Kyoshi dudaba mucho que Rangi estuviera paseando por los jardines de la
mansión en su tiempo libre, esperándola. Jianzhu había deshonrado gravemente a
la Maestra Fuego al cortarle el pelo. Para evitar represalias, habría tenido que
encarcelar a Rangi. O peor.
Kyoshi luchó contra la ira que corría por su cuerpo. En una situación de
rehenes, necesitaba permanecer lo más tranquila posible. Pero su rodilla tembló
un poco, haciendo contacto con la mesa y haciendo que la piedra se tambaleara.
El ruido del traqueteo que hizo llamó la atención de Jianzhu. Miró la roca
redonda. - ¿Qué es esto?- Dijo. - ¿El juguete de otro niño que recogiste mientras
estabas fuera?Kyoshi sacudió la cabeza. - Pertenecía a alguien que debería participar en
tu caída.-
Estamos perdiendo el tiempo aquí con tus juegos.- Espetó Jianzhu. ¿Qué vas a hacer, si no es lo que te digo?-
No podía decir su venganza en voz alta. Ahora que estaba lo
suficientemente cerca como para extender la mano y colocar sus manos sobre el
cuello de Jianzhu, diciéndole a la cara que ella buscaba su muerte habría sido un
encantamiento inverso que minó su voluntad. Temía que, si daba voz a su odio, se
convertiría en polvo como una medicina que había permanecido sin usar durante
demasiado tiempo.
-
¿Ves?- Dijo Jianzhu ante su silencio. - Viniste aquí sin un plan.
Mientras, te diré exactamente lo que voy a hacer si no te pones de pie,
sal de aquí y sígueme a casa.- Acercó su rostro. - Voy a derrumbar este
edificio y mataré a todos en el.-
Los ojos de Kyoshi se abrieron de par en par. Su mente omitió debatir si lo
haría y se centró en cómo podría hacerlo. Ella sabía que él no estaba alardeando.
-
Ese es el problema con estas estructuras hechas completamente de
piedra.- Dijo Jianzhu. - Se rompen en lugar de flexionarse. Lo que los
hace horriblemente vulnerables a los terremotos. –
Kyoshi miró a su alrededor. El restaurante estaba lleno de gente ajena a la
ciudad, sentados en pisos de piedra, de espaldas a las paredes de piedra, con un
techo de pizarra sobre sus cabezas. En manos de Jianzhu, era una trampa mortal.
Una fosa común a la espera. La amenaza era tan real como podía ser.
-
Estarías haciendo honor a tu nombre de daofei.- Dijo Kyoshi.
Jianzhu se congeló. Kyoshi pensó que tal vez lo había insultado hasta el
punto en que olvidaría que necesitaba al Avatar, que alcanzaría la mesa y
simplemente terminaría con su vida. Pero se tapó la boca con la palma de la mano
y comenzó a temblar.
Las lágrimas fluyeron de sus ojos. Le tomó un tiempo a Kyoshi entender
que se estaba riendo histéricamente. Ella nunca antes había visto su verdadera
risa, y fue un ataque silencioso y espasmódico que se apoderó de todo su cuerpo.
Ella se estremeció cuando él golpeó su puño sobre la mesa.
Con gran dificultad, Jianzhu se reunió. - ¿Quieres saber cómo me gané ese
nombre hace tantos años?- Susurró, inclinándose con la confianza de un
conspirador. - Es una historia divertida. Primero, hice un ejemplo de los pocos
maestros tierra entre los cuellos amarillos. Me tomé mi tiempo con ellos. Luego le
dije al resto que quien cavara la trinchera más profunda para esconderse al
anochecer se salvaría, libre para regresar a sus hogares. Solo los que se
quedaron atrás serían asesinados.Él se rio con satisfacción. - Deberías haberlo visto. Cavaron tan rápido
como sus miserables manos pudieron hacerlo. Algunos se mataron entre ellos por
una pala. Saltaron a sus agujeros y miraron hacia arriba con pequeñas sonrisas
presumidas pensando que serían los sobrevivientes, no sus compatriotas.Kyoshi quería tirar todo. No había palabra alguna para lo que era Jianzhu.
-
Y ahí lo tienes.- Continuo. - Cinco mil tumbas nuevas excavadas por
sus propios ocupantes. Simplemente barrí la tierra por encima. Como le
expliqué una vez a un antiguo alumno, la fuerza está doblando a la
gente a tu voluntad, no a los elementos.
Suspiró mientras guardaba la buena memoria con sus vecinos. - Eres muy
difícil de doblegar, Kyoshi. Pero si no me das otra opción, después de matar a
todos aquí, tal vez tenga que irme a casa y cortarle el cuello a Rangi…La última bala de Lek salió de la mesa hacia el centro de Jianzhu. Se
detuvo antes de hacer contacto. Jianzhu se meció en su silla por el esfuerzo de
contrarrestar su inclinación, una mano torcida en el aire. Con gran esfuerzo bajó la
piedra de regreso a la mesa, empujándola todo el camino.
Estaba muy interesado por este giro de los acontecimientos.
-
¿Cómo? - Pregunto mientras luchaban por el control de la roca. Cuando te fuiste, carecías de la precisión para controlar un pedazo de
tierra tan pequeño.-
El abanico de Kyoshi revoloteó debajo de la mesa, oculto a la vista. La
tensión era mucho mayor para ella. - Me encontré con una mucha gente
diferente.- Replico.
-
Hmph.- Jianzhu parecía ligeramente impresionado. - Bueno, espero que
estés contenta con lo que has aprendido. Porque ahora has condenado
a todos aquí.-
Levantó la mano y e hizo un ademan hacia el techo.
Kyoshi lo emparejó, llevando su segundo abanico sobre la mesa. Un
temblor atravesó el edificio y se calmó antes de que pudiera registrarse como un
problema con los clientes. Quizás había pasado un carro muy pesado. La losa del
techo permaneció donde estaba, aunque pequeños hilos de polvo cayeron sobre
algunas mesas, causando gritos molestos desde el tercer piso.
Por ahora, algunas personas los miraban, atraídos por sus poses de flexión.
Corran,
Ella quería gritarles a los espectadores boquiabiertos. Pero no pudo. Todo
su cuerpo estaba tenso hasta el punto de ruptura, su garganta congelada. Le tomó
cada gramo de su esfuerzo oponerse a la fuerza de Jianzhu.
Pero cuando sus ojos se dirigieron a los de él, vio que él parecía casi tan
grávido. Sus hombros temblaban, como los de ella.
-
Necesito darte tu…- Dijo antes de interrumpirse. Probablemente iba a
decir que necesitaba felicitar a los nuevos amigos de Kyoshi. Pero no
pudo hablar bajo toda aquella tensión.
Él se dio cuenta que ella notaba su pequeño momento de debilidad. Con
una oleada de ira, apuntó su pierna hacia un lado e intentó volar la pared de
soporte. Kyoshi hizo un grito silencioso cuando el esfuerzo por mantenerlo intacto
rasgó un músculo dentro de su cuerpo a lo largo de su caja torácica.
Ella luchó contra el dolor y logró mantener la destrucción en una sola grieta
que corría del piso al techo. El muro aguantó.
La mandíbula de Jianzhu se flexionó. Mostró sus dientes. Él y Kyoshi
lucharon en silencio, sus seres enteros encerrados en la oposición, una perversión
de jing neutral donde solo parecían no estar haciendo nada. Las vibraciones
comenzaron a crecer nuevamente a través del edificio, el ligero traqueteo de las
tazas contra los platillos. Los clientes en la planta baja cercana podrían haber
sospechado que esta chica y este hombre tenían la culpa, pero su vacilación para
moverse los mantenía al alcance del peligro.
Los sonidos de la conversación se volvieron borrosos y lentos, como si el
aire se hubiera congelado. Hombres y mujeres en la visión periférica de Kyoshi
volvieron la cabeza a paso de tortuga. Sus oraciones se extendían como gemidos.
Kyoshi podría haber estado presionando a Jianzhu con tanta fuerza que ya
no sabía lo que era real. Oyó un paso resonando en su oído, y luego otro.
Una figura envuelta caminó con propósito hacia su mesa. Ni ella ni Jianzhu
podían moverse. Era como si una tercera presencia se hubiera unido a su lucha,
juntando sus manos sobre su flexión entrelazada, apretándolas juntas.
La persona que estaba sobre ellos con toda la familiaridad en el mundo
echó la capucha hacia atrás.
Era Yun.
Si hubiera tenido la capacidad de respirar, Kyoshi se habría ahogado.
Sollozo Esto fue un sueño y una pesadilla, sus más altas esperanzas y tormentos
más crueles se unieron en una mezcla horrible y se arrojaron a su cara. ¿Cómo
había sobrevivido? ¿Cómo los había encontrado? ¿Por qué había vuelto, ahora de
todos los tiempos?
El asombro de Jianzhu al ver a Yun casi rompió el control volátil que tenía
sobre la piedra a su alrededor. Kyoshi ya no podía decir quién tenía el control de
qué, con su control combinado, solo estaba segura de que si liberaba la tensión
moviéndose, hablando o parpadeando, toda la empresa se vendría abajo. Los tres
fueron encerrados en un delirio privado, una prisión de su propia creación.
Yun no dijo nada. Los miró con una leve sonrisa beatífica. Su piel tenía el
brillo de un aventurero sano de regreso de un viaje exitoso, rastrojo limpio que
cubría su mandíbula. Sus ojos brillaron con la misma travesura cálida que Kyoshi
recordaba tan bien.
Nada de esto impidió que una sensación de maldad cegadora y
nauseabunda saliera de su cuerpo. La gente siempre se había sentido atraída por
Yun como el metal en una piedra imán, y Kyoshi no había sido la excepción. Pero
él había cambiado. Faltaba algo esencial del ser de otro mundo frente a ella. Algo
humano.
El niño que había amado había sido reemplazado por un andamio hueco, el
viento soplaba a través de sus huecos. Los clientes cercanos que hasta ahora
habían tolerado su extrañeza se alejaron de Yun como si fuera un cadáver
podrido, arrastrando sillas por el suelo en su prisa por crear distancia. No podían
soportar estar cerca de él.
Yun notó la bala en la mesa. Su presencia lo llenó de deleite y su rostro se
iluminó como si hubiera visto el objeto antes. Extendió la mano y lentamente
arrancó la piedra mientras Kyoshi y Jianzhu aún luchaban por controlarla,
arrancando la roca del agarre combinado de un gran maestro y el Avatar de la
Tierra. A Kyoshi le pareció que había abierto un agujero en el espacio vacío y
había eliminado la luna del cielo. Casi podía escuchar un ruido de succión cuando
la bala la dejó a ella y a Jianzhu.
Aún sin palabras, Yun sostuvo la roca, asegurándose de que Kyoshi y
Jianzhu pudieran verla. Luego acercó esa mano al pecho de Jianzhu. Los ojos de
Jianzhu se hincharon.
Kyoshi sintió que su control de tierra se encendía y se vio obligada a
compensar. Yun puso suavemente su otra mano, todavía manchada con tinta
negra, en la espalda de Jianzhu. Después de otro segundo, les mostró lo que
había viajado entre sus palmas.
La piedra, ahora cubierta de sangre.
Yun no esperó a que Jianzhu terminara de morir. Le guiñó un ojo a Kyoshi y
se volvió para irse. Jianzhu se tambaleó en su asiento, amordazado con sangre,
un parche rojo oscuro se extendía desde el túnel en su pecho. Los camareros
gritaron.
Era todo lo que Kyoshi podía hacer para contener la agonía mortal de
Jianzhu. Más grietas corrieron a lo largo de las paredes, lo suficientemente
grandes y fuertes como para llamar la atención de los clientes. En la puerta, Yun
se detuvo y miró a Kyoshi, viendo a su acción, cómo apenas mantenía la casa de
té unida. Él sonrió.
Y luego golpeó la mesa.
Los cimientos del edificio se levantaron y cayeron a sus órdenes. El impacto
derribó a la gente al suelo. Kyoshi perdió el control sobre demasiada piedra y el
techo comenzó a desmoronarse. Yun desapareció.
Una losa de roca del tamaño de una ventana se estrelló contra el primer
piso, por poco acertaba a un camarero. Podía sentir cómo se formaba una
estampida. Había demasiadas piezas colapsando a su alrededor. El mundo se
estaba desmoronando ante sus ojos.
Lao Ge había insistido.
A pesar de sus protestas de que no necesitaba descubrir los secretos de la
inmortalidad, él la había hecho unirse a él en sus ejercicios diarios de longevidad.
Le había dicho rotundamente que consideraba la litera conceptual.
-
Esto no es espiritualismo.- Dijo. - No tienes que creer. Simplemente
tienes que practicar.-
La había llevado a los mismos lugares en los que un gurú meditaba, las
curvas de ríos que fluyen, los tocones de árboles que alguna vez fueron enormes,
cuevas aburridas en el acantilado. Pero también le había llenado la oreja con
tonterías contra-intuitivas.
-
En lugar de bloquear todo como lo que normalmente meditarías, tómalo
todo.-Dijo mientras descansaban en un prado camino a Taihua. Observa cada brizna de hierba en el mismo momento en que notarias a
todas.-
-
¡Debería tener mil ojos para hacer eso!- Espetó ella. Él se encogió de
hombros. - O una cantidad infinita de tiempo. Cualquiera funcionaría.
Los acertijos nunca cesaron mientras se preparaban para el asesinato de
Té.
-
Divide tu cuerpo en dos.- Dijo, mientras ella practicaba calentar y romper
un pedazo de chatarra. - Luego divídalo nuevamente, y luego
nuevamente, y nuevamente. ¿Qué te quedarías? –
-
Un desastre sangriento.- Se quemó la mano y gritó.
-
¡Exactamente!- Dijo Lao Ge. - Vuelva a colocar los pedazos, y vuélvalos
a poner, una y otra vez, y otra vez más, y estará completo una vez más.-
-
-
Un ser humano no es un bloque de piedra.- Le contestó, mostrándole
su enrojecido pulgar para enfatizar.
-
Ahí es donde te equivocas. La ilusión de que el yo está separado del
resto del mundo es el factor que limita nuestro potencial. Una vez que te
das cuenta de que no hay nada especial en el yo, se vuelve más fácil de
manipular.-
Para Kyoshi esa había sido la lección más fácil de aprender. Ella no era
nada especial. Ella nunca había sido nada especial. Ese era un mantra en el que
ella creía.
Sus ojos brillaban, pero solo en un breve pulso. No necesitaba expresar su
dominio sobre múltiples elementos como lo había hecho durante su duelo con Xu.
Solo uno. La piedra era ella, y ella era la piedra.
Su mente volaba; estaba en todas partes, danzando a lo largo de las puntas
de sus dedos. Se vio forzada a dejar sus abanicos, porque por ahora, no
importaban. Kyoshi podía sentir la forma de cada pieza, y cómo una encajaba con
la otra, haciendo que, colocarlas en su lugar sea realmente fácil. Ella no habría
podido decir si lo que estaba reconstruyendo era la casa de té que había
destruido, o era su propio ser, que al fin encontró su propósito. Según Lao Ge, no
había diferencia alguna.
Hubo un tambaleo que la distrajo, un tambaleo que se sentía como si su
brazo estuviese lleno de hormigas. El resto de los clientes que se encontraban en
el edificio, trepaban despavoridos por las salidas. Ella los observaba mientras
corrían a lo largo de los azulejos destrozados, que eran sostenidos por nada más
que su Tierra-control. Cada paso que la multitud en pánico hacía, era un peso más
sobre sus hombros, pero eso no era un problema.
Cuando el último de los ocupantes salió del lugar, Kyoshi se levantó,
manteniendo la forma de un puente con una mano levantada, mientras colgaba
nuevamente sus abanicos en su cinturón con la otra. Observó a Jianzhu, que se
encontraba desplomado en el suelo, producto de su venganza.
Si algún sentimiento se relacionaba al estado de ánimo en el que ella se
encontraba, era la ira de un niño engañado a quien le prometieron el fin de un
cuento antes de dormir, solo para ver la luz apagada de las velas, y una puerta
cerrándose de golpe; ella era solamente una niña en la oscuridad.
Decidió dejar a Jianzhu en ese lugar, no por rencor alguno, simplemente lo
dejó. El camino que la dirigía hacia él ya había terminado.
Salió a la plaza. Había mucha gente, en conjunto tenían la forma de un
anillo, la rodeaban, y la observaban; lo hacían con horror, no sabían quién era o
cómo y por qué salvó sus vidas. A ella no le importaba realmente.
Kyoshi dejó de hacer su tierra control, y el edificio detrás de ella se
derrumbó. La multitud gritó al ver cómo la casa de té colapsaba, enviando por
sobre sus cabezas, una densa nube de polvo.
Los civiles y residentes de Qinchao comenzaron a huir. Al mismo tiempo,
ella escuchó el choque de gongs, resultado de los guardias que se abrían paso
entre las masas. Los oficiales desenvainaron sus espadas a medida que se
acercaban.
-
¡No te muevas! - Gritó el capitán. - ¡Suelta tus armas y tírate al suelo!-
Miró al nervioso hombre aferrado a su acero, y sin decir nada, ella comenzó
a dar pisotones, levantando una gran nube de polvo, mientras ignoraba sus
amenazas y gritos de asombro, hasta que ella salió volando por sobre sus
cabezas hacia el tejado más cercano, y posteriormente, hacia el cielo.
Había un árbol en la encrucijada que conducía a Qinchao, tenía una rama
simple que se extendía de un lado a otro, y un tronco rodeado por una larga y
oxidada cadena.
Kyoshi se preguntaba qué colgaba anteriormente de esa cadena que causó
que esta se rompiera.
Pengpeng giró en el césped, mientras la Compañía "Flying Opera" se
sentaba en círculo, habían regresado de la misión que Kyoshi les encomendó.
Una figura de pelo corto se puso de pie rápidamente y corrió hacia ella.
Rangi enterró la cara en el pecho de Kyoshi, ella se estremeció y lloró, pero
por lo demás estaba ilesa.
Kyoshi hizo trampa en la prueba que Jianzhu le había impuesto. Él no había
imaginado que una simple sirvienta tuviera tan firmes aliados, tan versados en
romper y entrar. Mientras Kyoshi se enfrentaba a Jhianzu en Qinchao. La
compañía "Flying Opera" allanó su mansión en Yokoya, usando los planos
detallados que ella les había entregado para rescatar a Rengi.
Pero había un cuerpo más. Tendida dentro de la sombra del árbol. Ella
pudo reconocer rápidamente a Hei-Ran, que se encontraba envuelta en mantas.
El color de su cara era de un pálido fantasmal, realmente difícil de mirar. Kyoshi,
en estado de impotencia, no podía pensar en nada más que en Rangi.
-
Kyoshi... Mi madre...- Susurró Rangi, jadeando. - La encontramos en la
enfermería de esta manera. No sé qué le pasó. ¡Abandoné a mi madre,
la dejé y pasó esto!-
-
Ella estará bien.- Exclamó Kyoshi con convicción. - Te lo juro. Ella
estará bien. Haremos lo que sea para poder curarla.- Kyoshi abrazó a
Rangi, y los sollozos se desaceleraron hasta que se convirtieron en un
simple jadeo.
La maestra fuego se estremeció, como si le hubieran rozado una herida
abierta. - Debería llevar un saco sobre mi cabeza para que tú no me puedas ver
así- Dijo ella.
No había manera alguna de explicar que a Kyoshi no le importaba en
absoluto su cabello o su honor, mientras ella esté con vida. Para Kyoshi, era más
fácil descansar su mejilla sobre la cabeza de Rangi.
Kirima, Wong, y Lao Ge llegaron.
-
La operación fue un éxito, obviamente.- Exclamó Kirima. - Una vez que
has rescatado una persona de las entrañas de las mazmorras de un
poderoso oficial del Reino Tierra, has rescatado a todas. Estabas en lo
correcto. Jianzhu no esperaba que nosotros estemos de tu lado, eso
hizo que las cosas sean más fáciles de lograr.-
-
Puede que me haya ayudado a conseguir algunos objetos de valor al
salir.- Dijo Wong. Sus gruesos dedos estaban cubiertos de nuevos
anillos de oro y sellos de jade, incluido uno que le permitía
correspondencia directa y privada con el Rey Tierra.
Kyoshi no vio ningún problema en eso. Pero sus nudillos estaban
lastimados, abiertos y sangrantes. - ¿Hubo alguna dificultad?- Preguntó.
-
Nadie ha muerto.- Respondió Wong rápidamente. - Pero tuve que
conseguir información a la antigua de parte de algunos mercenarios
vestidos de guardias. Puede que me haya sobrepasado un poco, pero
no me arrepiento.-
Él miró a Rangi en los brazos de Kyoshi, y le sonrió de manera extraña. - El
sepulturero tomó a uno de los nuestros. No iba a dejar que se lleve a alguien
más.-
-
Hablando de tal... ¿Dónde está él?- Indagó Kirima. - ¿Ya ha... Ya ha
terminado? -
Jianzhu estaba muerto. Pero Yun no. Kyoshi no tenía ni idea de lo que
había herido a la madre de Rangi, ni qué le pasaría a Yokoya en el futuro sin su
sabio guía.
Y a pesar de sus mejores intentos de mancillar el puesto, su dedicación
para cometer actos indignantes, y actos de descalificación, ella seguía siendo el
Avatar.
¿Se acabó? Kyoshi se dio cuenta que no tenía respuesta alguna para esa
pregunta.
RECUERDOS
El templo aire del sur era como ningún otro lugar que Kyoshi haya visto
antes. Torres blancas que se extendían hacia el tope más alto de la densa niebla.
Largos caminos enmarañados que parecían laberintos, y que desembocaban en
las entradas terrestres del templo. Las crías de bisontes voladores retozando con
ternura en el aire, adorables seres; como nubes de pelo suave, frondoso, y con
cuernos. Ella aún no podía entender cómo la gente optaba por ser nómada,
teniendo un lugar tan pacífico y rico en belleza.
Kyoshi esperó en un pacífico jardín que destacaba por su belleza y
simpleza, con amplios espacios y carente de detalles de gran valor, detalles como
los que veía en las mansiones que tanto acostumbraba visitar. La brisa fluía sin
obstáculo alguno, y sin manipular un solo grano de arena rastrillada que se
ubicaba en los jardines zen del templo.
El jardín colindaba con una de las extensas paredes pertenecientes al
templo, y en ella resaltaba con facilidad, una gran puerta de madera con
revestimiento de metal en conjunto a unos tubos de diferentes formas y tamaños
que desembocaban en un extremo ancho y abierto que hacía recordar a un cuerno
tsungi.
Ella estaba sola.
Sus amigos se habían ido por caminos diferentes. Kirima y Wong dejaron
de lado el contrabando por un tiempo, buscando únicamente tomar un descanso, y
viviendo de los botines que habían conseguido en la mansión de Jianzhu. Ellos le
prometieron a Kyoshi que iban a permanecer en contacto una vez que ella se
encuentre a sí misma. Después de todo, eran los acompañantes del Avatar al fin y
al cabo.
Lao Ge no los acompañó, indicando que él necesitaba descansar sus viejos
y débiles huesos. De forma privada, él le dijo a Kyoshi que como Avatar e
importante líder mundial, la estaría vigilando. Claramente, él estaba bromeando.
Kyoshi estaba muy segura que podría acabar con el hombre fácilmente en una
pelea a muerte.
Hei-Ran despertó. Rangi, luchaba por decir una simple palabra; le dijo a
Kyoshi que necesitaba llevar a su madre al Polo Norte, donde los mejores
curanderos del mundo vivían. Si había chance alguna de que su madre se
recupere completamente, los expertos de la Tribu Agua eran la opción perfecta.
Eso significó el adiós por quién sabe cuánto tiempo. En un futuro se podrían
volver a encontrar, pero como indicó Lao Ge, ya no serán los mismos en ese
entonces. Por más que Kyoshi quiera quedarse con ella, el peso de su deber
como Avatar era mayor, y la forzaba a seguir adelante.
Kyoshi esperó a que sus amigos se fueran para hacer pie a su retirada, con
el objetivo de evitar que el caos que se iba a generar con su llegada recaiga sobre
ellos. Los nómadas aire, con frecuencia aceptaban peregrinos pertenecientes a
otras naciones, dejando que estos se queden en sus monasterios y conventos de
manera temporal. Sin Jianzhu oscureciendo los caminos de su vida, ella
simplemente se unió a un grupo de harapientos viajeros quienes se encaminaban
hacia la civilización del Templo Aire del Sur.
Durante la orientación a su grupo de compañeros de viaje, ella se introdujo
a sí misma, pidiendo que todos se hagan un paso hacia atrás. En frente de los
monjes, ella convocó un tornado de fuego y aire. El ardiente vórtice de doble
elemento fue recurso suficiente para hacerle saber a los monjes quién era,
teniendo en cuenta el hecho de que casi incendia un árbol sagrado, pero ella
decidió confiar en sus abanicos por un tiempo más.
Tal y como ella esperaba, hubo una gran conmoción. Muchos abades
conocían a Jianzhu, y conocían a Yun. La existencia de Kyoshi dejó claro que ella
no era el prodigio del Reino Tierra, sino como la persona que había acabado con
la amenaza de los piratas de la Quinta Nación.
Pero había una razón por la
cual ella había preferido acudir a los Maestros Aire en lugar de los sabios de su
tierra natal.
El aislamiento y la santidad del templo proporcionaron un medio de
protección mientras corría la voz acerca de su llegada aullaba fuera de los muros.
Aunque era una Maestra Tierra nativa, los nómadas aire tomaron eran conscientes
de los acontecimientos, y de una simple verdad, estaban ante la presencia del
Avatar, quien afirmaba que los sabios del Reino Tierra la veían como persona
ilegítima, como si de manera alguna ella hubiera usurpado su posición de sabios
al nacer.
El consejo de ancianos del Templo Aire del Sur no estaba interesado en
aprovecharse de su presencia, o de dictar qué tendría que hacer después, al
contrario. Se mostraron felices por el honor de tener a semejante ser frente a ellos,
buscando así, cumplir con todas las peticiones que Kyoshi planteaba.
Además, Pengpeng disfrutó estar de nuevo con una manada. Kyoshi le
debía algo de tiempo a aquella persona que pertenecía a su misma tierra.
-
¡Avatar Kyoshi!- Gritaron a lo lejos, ella miró hacia arriba.
En lo alto de una torre, posaba sobre el balcón un alto y joven monje que la
saludaba, quien posteriormente dio un gran salto. Ella se hizo un paso hacia atrás
para dejar el espacio, pues el joven monje debía aterrizar. Una ráfaga de viento
disminuyó su descenso, mientras su túnica naranja y amarilla se ondulaba a causa
de tal. Tocó el suelo de una manera muy leve, de la misma manera en la que
Kirima lo hizo en Madam Qiji hace mucho tiempo.
-
¡Mis disculpas, Avatar! Utilizar las escaleras tomaría una eternidad, así
que he optado por tomar uno de mis atajos.- Indicó el Monje Jinpa.
Seguidamente, ambos comenzaron a caminar por los extensos jardines
del templo, mientras conversaban.
Jinpa fue asignado a Kyoshi como su chambelán. Él era el líder de un grupo
administrativo del templo que se encarga de la logística y de las finanzas por culpa
de haber sido forzados a participar del mundo material. Incluso los monjes
necesitaban buscar a alguien que controle el poco dinero que terminaba, de
alguna manera, en su posesión.
-
¿Cuáles son las novedades? - Indagó Kyoshi.
-
Las novedades son... bueno, todo sigue siendo un desastre.- Indicó
Jinpa. - La tragedia en Yokoya es peor de lo que esperábamos. Dos
decenas de miembros de la nobleza del Reino Tierra fueron asesinados
por medio de un veneno. Las criadas se vieron afectadas también.Detalló.
Kyoshi cerró sus ojos, demostrando un profundo dolor. - ¿Hay más
detalles?- preguntó indignada.
Jinpa asintió rápidamente con su cabeza, y explicó. - Los investigadores
enviados por el Reino Tierra creen que todo esto pudo ser obra de un grupo
Daofei. De alguna manera, dicho grupo se enteró de que una importante reunión
de sabios del Reino se iba a llevar a cabo y decidieron atacar con un nivel de
descaro que va por encima de lo que se haya visto antes.La madre de Rangi cayó por los mismos medios, y Kyoshi no sabía quién
entre sus antiguos colegas de trabajo seguía vivo. Ella no sabía tampoco si la Tía
Mui estaba viva. Se veía forzada a volver a Yokoya lo antes posible.
-
¿Y qué me puedes decir de Qinchao?- preguntó Kyoshi.
Jinpa frunció el ceño, haciendo notar cierta incomodidad. Como pacifista, él
no estaba acostumbrado a ver tanto nivel de caos y muerte. - Los oficiales de
Qinchao encontraron el cuerpo del Maestro Jianzhu tendido en el suelo. Un par de
testigos han corroborado tu historia, que un sujeto joven lo mató a sangre fría.
Pero muchos pueblerinos no están convencidos de tu inocencia. Muchos de ellos
sostienen que tú has destruido la casa de té.Kyoshi no le había dicho a nadie que fue Yun quien vengó su propia
muerte. Mirando hacia atrás, ella apenas estaba segura de eso. El encuentro
había sido tan surrealista como el del pueblo minero donde ella pensó que había
muerto.
-
Está bien.- Dijo ella. - Dudo en volver a molestar a los Chin nuevamente.
¿Esas son las últimas noticias?-
-
Ah, no... La muerte del Maestro Jianzhu vino con una complicación.-
Aunque hubiera sido completamente inapropiado, Kyoshi tuvo que aguantar
la risa.
-
Claro. ¿Cuál es la otra complicación que se agrega a la fila?Parece que varios asociados cercanos que incluyen al Rey Tierra y el
Rey de Omashu, tenían copias de su última voluntad sellada, y
testamentos que se abrirían en caso de su muerte. Nombraban al Avatar
como heredero de toda su herencia.- Explicó Jinpa.
-
Él estaba entrenando a Yun para ser su sucesor en la protección del
Reino Tierra. Tiene sentido.- Respondió Kyoshi, ante la revelación.
El monje sacudió su cabeza, y continuó. - Su última voluntad se refiere a ti
por el nombre de Avatar Kyoshi. El Maestro Jianzhu envió esas copias por medio
de un halcón mensajero hace unas pocas semanas atrás. En los documentos, él
confiesa el gravísimo error de identificar erróneamente al Avatar, y le suplicaba a
sus colegas que te brinden todo su apoyo, como lo hace póstumamente ahora.
Sus tierras, sus riquezas, y su casa. Son tuyas ahora.Kyoshi se encontró maravillada al oír lo que Jinpa decía, pero no hay que
confundir dicha reacción con complacencia. Era típico de Jianzhu cambiar su
pensamiento de manera repentina y pensar que corregir un error era lo mismo que
enmendarlo. En su testamento, Jianzhu esperaba que, a instancias de él, el
mundo viera los eventos de la misma manera en la que él lo hacía.
-
Déjame adivinar.- Exclamó Kyoshi, y continuó… - Si bien esos
documentos trataron por completo el tema de si yo era el Avatar o no,
están destinados a que la gente piense que lo asesiné para heredar su
riqueza.-
Jinpa sólo pudo fruncirse de hombros, mostrando cierta impotencia. Resulta extraño que él estuviera contigo en Qinchao, en vez de en su casa, tan
pronto después del envenenamiento.- Indicó el joven monje.
Los demás miembros de la Compañía “Flying Opera” podrían encontrar
esta situación como algo gracioso. Al menos ser parte del legado de la mansión,
no fue violación a los juramentos de Daofei que ella había hecho. Además, tenía
todas las intenciones de respetar el código que los miembros juramentados de su
familia. Tanto en la vida, como en la muerte.
Ella se mantuvo en silencio, mientras continuaban con su caminata.
Se decía que cada Avatar nace en los tiempos apropiados; en una era que
lo necesitaba.
A juzgar por cómo inició todo, la era de Kyoshi se vería empañada por la
incertidumbre, el miedo y la muerte. Los únicos regalos que parecía capaz de
otorgar al mundo. La gente nunca la veneraría de la misma manera que al Avatar
Yangchen, ni le sonreirían como al Avatar Kuruk.
“Entonces… que así sea.” Pensó. Ella luchará contra su mala fortuna, y
protegerá a aquellos que la desprecian hasta el final de sus días.
Finalmente, llegaron a su habitación. Kyoshi les indicó a los monjes que
estaría más que perfecto dormir en la misma habitación que el resto de los
peregrinos, pero los monjes insistieron en darle un espacio privado, hecho y
reservado únicamente para la reencarnación del Avatar. Poseía columnas
anaranjadas que sostenían el techo, dando la impresión de una arboleda interior, y
el piso era de madera oscura, con un fino alfombrado de lana de bisonte que
naturalmente desprenden, y tejido con patrones espirales que identificaban a los
Nómadas Aire. Había estaciones para ejercicios de meditación, que incluían una
piscina reflectante, y una superficie de piedra blanca rodeado por frascos de arena
de diferentes colores.
-
Avatar Kyoshi. ¿Necesita algo más?- Preguntó Jinpa.
De hecho, lo había. - Me he dado cuenta que el nombre del Maestro
Kelsang aparece en diferentes lugares del templo, pero en un lugar menos
honorífico de lo que su experiencia nos ha dejado.-
Ah, mis disculpas, Avatar. Pero eso es una práctica de los Nómadas
Aire. Verás, es acostumbrado tener como algo primordial, un nivel de
separación entre aquellos que han tomado una vida, directa o
indirectamente, y aquellos que han permanecido espiritualmente puros.
Esto se aplica también a nombres y registros.- Explicó Jinpa.
Kelsang no era considerado por los Nómadas Aire como un ser puro. De
esa manera interpretaron sus esfuerzos al salvar a los aldeanos costeros de la
depredación de los piratas. Ella le preguntó a Jinpa dónde estaría el nombre de su
madre en el Templo Aire del Este. Quizá en el suelo, enterrado junto a la basura.
Kyoshi observó la inocente expresión en la cara de Jinpa. Sus hazañas en
Zigan no habían sido oídas por aquí todavía. Pensó en el gran control que había
tenido cuando dejó caer a Xu.
-
Me gustaría que el nombre del Maestro Kelsang recupere su estado
regular.- Dijo Kyoshi. La curiosidad imperiosa la invadía fácilmente.
Odiaba cada centímetro que la empujaba a comportarse como Jianzhu.
Pero era una herramienta muy efectiva que se encontraba en su
arsenal, que únicamente se veía mejorada por su terrible reputación.
-
El consejo de ancianos no estará a gusto con eso.- Contestó Jinpa,
esperando a que Kyoshi se retractara.
-
Pero yo lo estaría.- Respondió Kyoshi. - De hecho, una estatua estaría
bien.-
Él era lo suficientemente joven e inteligente para entender el nivel de lo que
ella estaba tramando. Rio entre dientes, y se mostró con resignación. - Como
desee, Avatar Kyoshi. Y si tiene más solicitudes, por favor, hágamelo saber. Es lo
menos que mis compatriotas y yo podemos hacer después de no poder asistirle
por tanto tiempo. Desafortunadamente, estábamos en la oscuridad, junto con el
resto del mundo.Kyoshi ladeó con su cabeza, mostrando negación. - Los Nómadas Aire no
son los culpables de mis problemas.-
Yo, eh… me refería a otro tipo de “nosotros”- Indicó Jinpa, mientras se
rascaba la nuca. - ¿De casualidad juegas Pai Sho?Cambió
rápidamente de tema.
Kyoshi frunció el ceño, y enigmáticamente lo negó. - No, no. No siento
gusto alguno por ese juego.Jinpa tomó es respuesta como una señal para irse. Él realizó una
reverencia, y se retiró del lugar, dejando a Kyoshi en soledad.
Kyoshi suspiró levemente, y se dirigió hacia el sitio de meditación. El lugar
tenía un cojín para apoyar la cabeza. Se sentó en la pose que Lao Ge le enseñó, y
cerró sus ojos por la mitad. Ella había pasado gran parte de su tiempo meditando
en ese lugar.
Parecía incorrecto llamarlo su lugar favorito. “El único lugar en el cual ella
podía estar en relativa paz” era más apto. Nadie le había advertido sobre el vacío
que uno siente cuando un objetivo simple es alcanzado. La reaparición de Yun, su
ayuda, su nuevo y absoluto desprecio por la vida inocente… son temas que
realmente le impidieron dormir.
En los bordes de la piscina estaba más frío que en el resto de la habitación.
Ella sabía que era por la evaporación, pero esta vez hubo un frío absoluto, se le
puso la piel de gallina y se estremeció.
-
Kyoshi…- Escuchó la voz de un hombre.
Sus ojos se abrieron repentinamente. Divisó el reflejo del agua. Donde
debía estar su propio reflejo, había un contorno cambiante, pero aún de una
persona que ondulaba entre docenas de formas. Era como si hubiera dado un
golpe a la superficie del agua.
-
Kyoshi…- Escuchó nuevamente la voz.
Una ráfaga de viento hizo que su cabello volara. Una mortaja de niebla se
levantó en la piscina. Ella parpadeó, y sobre la superficie del agua se encontraba
un hombre sentado sobre el agua, reflejando su pose.
Tenía aproximadamente treinta y tantos años, y era muy guapo. Llevaba la
indumentaria de un gran jefe de la Tribu Agua, sus pieles azul oscuro
compensaban la palidez de sus ojos. Su cuerpo estaba adornado con los trofeos
de un poderoso cazador, los afilados dientes de un tiburón atados alrededor de su
cuello y muñecas.
- Kyoshi, necesito tu ayuda.- Suplicó.
Ella miró fijamente al espíritu del hombre, ella sabía que estaba muerto. Era
el hombre que había sido amigo de Jianzhu, Hei-Ran y de Kelsang.
Era el hombre que había sido su predecesor en el ciclo Avatar.
-
¿Kuruk?- Exclamó con un leve tono de voz, mientras observaba
sorprendida.
Continuará…
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