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VALIDEZ CONTRATOS

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Sistema Bibliotecario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Catalogación
FO
PO
E675
A667a
V.2
Estrada Michel, Juan Pablo
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo / Juan Pablo Estrada
Michel ; [esta obra estuvo a cargo del Centro de Documentación y Análisis, Archivos
y Compilación de Leyes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ; presentación
Ministro Luis María Aguilar Morales]. -- Primera edición. -- Ciudad de México, México :
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2018.
xvi, 90 páginas ; 24 cm. + 1 disco de computadora ; 12 cm. -- (Aportaciones
jurisdiccionales de las señoras Ministras de la SCJN al Derecho contemporáneo ; 2)
El disco incluye apéndice documental
ISBN 978-607-552-112-1
1. Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación – Decisiones judiciales
– Análisis – México 2. Ayala Manzo, Livier, 1915-1976 – Biografía 3. Hecho jurídico –
Acto jurídico – Relación jurídica – México 4. Elementos de existencia del acto jurídico
5. Elementos de validez del acto jurídico 6. Contratos – Elementos de las obligaciones
– Nulidad 7. Función jurisdiccional I. Aguilar Morales, Luis María, 1949, escritor de
prólogo II. México. Suprema Corte de Justicia de la Nación. Centro de Documentación y
Análisis, Archivos y Compilación de Leyes III. serie
LC KGF2560.A67
Primera edición: octubre de 2018
D.R. © Suprema Corte de Justicia de la Nación
Avenida José María Pino Suárez núm. 2,
Colonia Centro, Alcaldía Cuauhtémoc,
C.P. 06060, Ciudad de México, México
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin autorización escrita de los titulares de los
derechos.
Impreso en México
Printed in Mexico
El contenido de esta obra es responsabilidad exclusiva de su autor y no representa en forma alguna la opinión
institucional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Esta obra estuvo a cargo del Centro de Documentación y Análisis, Archivos y Compilación de Leyes de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
La edición y el diseño de esta obra estuvieron al cuidado de la Coordinación de Compilación y Sistematización de
Tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Juan Pablo Estrada Michel*
*
Profesor titular en la Escuela Libre de Derecho. Socio del despacho López Melih y Estrada, S.C.
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
Ministro Luis María Aguilar Morales
Presidente
Primera Sala
Ministra Norma Lucía Piña Hernández
Presidenta
Ministro José Ramón Cossío Díaz
Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena
Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo
Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
Segunda Sala
Ministro Eduardo Medina Mora Icaza
Presidente
Ministro José Fernando Franco González Salas
Ministro Javier Laynez Potisek
Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos
Ministro Alberto Pérez Dayán
Comité Editorial
Lic. María Bertha Fernández García de Acevedo
Secretaria General de la Presidencia
Lic. Erika Arellano Hobelsberger
Encargada del Despacho de la Coordinación
de Compilación y Sistematización de Tesis
Mtra. Martha Beatriz Pinedo Corrales
Titular del Centro de Documentación y Análisis,
Archivos y Compilación de Leyes
Lic. Carlos Avilés Allende
Director General de Comunicación y Vinculación Social
Dr. Héctor Arturo Hermoso Larragoiti
Director General de Casas de la Cultura Jurídica
Contenido
Presentación...................................................................................
IX
Introducción...................................................................................
XIII
CAPÍTULO I
La Ministra Livier Ayala Manzo. Semblanza
1
CAPÍTULO II
El acto jurídico y el contrato
5
1. El hecho y el acto jurídicos.........................................................
7
a. Diferencias entre supuesto jurídico y hecho jurídico.........
7
b. La ley de la causalidad jurídica.........................................
9
c. Análisis de la relación jurídica...........................................
11
d. Hecho y acto jurídico.......................................................
12
e. Clasificación del acto jurídico...........................................
17
f. Clasificación legal de los contratos....................................
20
2. Los elementos del acto jurídico y del contrato............................
21
a. Elementos de existencia del acto jurídico..........................
23
b. Elementos de validez del acto jurídico..............................
36
3. Incumplimiento de los elementos del acto jurídico
y del contrato. Ineficacias jurídicas.................................................
60
a. La teoría clásica de las nulidades.......................................
61
b. Tesis de Japiot..................................................................
63
VII
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
VIII
c. Tesis de Piedelievre...........................................................
64
d. Tesis de Bonnecase...........................................................
65
CONSIDERACIONES FINALES
79
FUENTES DE CONSULTA
83
Presentación
Once mujeres juristas han desempeñado el cargo más alto de la judicatura
mexicana, ser Ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; las
dificultades que han enfrentado las mujeres revela el difícil camino por el que
transitaron para llegar hasta ahí.
Es así como el Alto Tribunal, a través del Centro de Documentación
y Análisis, Archivos y Compilación de Leyes, desea reconocer la destacada
actuación de las señoras Ministras que, desde 1961 y por méritos propios,
lograron ascender a la cúspide del Poder Judicial de la Federación y, con­
gruente con su compromiso de difundir la cultura jurídica, presenta la Serie
original "Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras de la SCJN al
Derecho contemporáneo".
Esta Serie tiene por objeto, además de enaltecer la labor jurisdiccional
de las Ministras, exponer con un enfoque novedoso temas jurídicos de actua­
lidad, tomando como referencia los criterios vertidos en sus resoluciones
judiciales que, de alguna forma, han trascendido en el sistema jurídico mexi­
cano, lo que será enriquecedor compartir con los estudiosos del derecho y
público en general. Al mismo tiempo, difundir el acervo documental bajo
resguardo del Alto Tribunal, con una muestra de las versiones públicas de las
sentencias que sirvieron de apoyo en la elaboración del estudio, así como de
las fuentes bibliográficas y legislativas, las cuales resultan herramientas útiles
que facilitan la investigación relacionada con el tema abordado en cada volu­
men de esta colección.
En esta publicación se continúa con la Ministra Livier Ayala Manzo,
la segunda mujer Ministra del Máximo Tribunal de la República, para dar
continuidad con cada una de las Ministras en el orden cronológico de su
designación.
IX
De este modo, el Tribunal Constitucional dará a conocer el pensamiento
jurídico de cada una de estas ilustres mexicanas, "cuya trayectoria destaca
por su esfuerzo, constancia, dedicación y aportaciones al mejoramiento del
acceso a la justicia en nuestro país; mujeres que no han escatimado talento,
tenacidad y compromiso, y que con auténtica vocación, desempeñaron la
función de impartir justicia, sumando a su conocimiento y experiencia, el alma
y el corazón."*
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Nuestro reconocimiento a María Cristina Salmorán de Tamayo, Livier
Ayala Manzo, Gloria León Orantes, Fausta Moreno Flores, Victoria Adato
Green, Martha Chávez Padrón, Irma Cué Sarquis de Duarte, Clementina Gil
Guillén de Lester, Olga Sánchez Cordero de García Villegas, Margarita Beatriz
Luna Ramos y Norma Lucía Piña Hernández.
Ministro Luis María Aguilar Morales
Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
y del Consejo de la Judicatura Federal
X
*
Palabras del suscrito dictadas con motivo del homenaje a las juristas que han ocupado un sitial
en el Pleno de la SCJN, celebrado en el Auditorio Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho de
la Universidad Nacional Autónoma de México, el 25 de agosto de 2016.
Sólo la posesión de la verdad libera.
Las derrotas de la verdad son siempre
las derrotas de la libertad.
Poseer la verdad es hallarse en
posesión de la realidad, porque la
verdad no es otra cosa que la realidad
misma. Y sólo el conocimiento de las
realidades salva. Sólo él es fuente de
libertad verdadera.
Miguel Estrada Iturbide
Hay aspectos de la vida que no
suponen ambigüedad. La verdad es
uno de ellos. No habrá una verdad para
mí que sea distinta para otro, y eso
constituye una certeza.
Maruan Soto Antaki, Pensar México
Introducción
Con la designación de la licenciada Livier Ayala Manzo como Ministra de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación el 21 de abril de 1975, por segunda
ocasión una mujer se desempeñó en este cargo público,* lo que abrió otra bre­
cha para las siguientes generaciones de abogadas.
En el momento de su nombramiento como Ministra, los requisitos
constitucionales para ocupar el cargo eran, conforme al artículo 95 de la Consti­
tución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los siguientes: ser ciudadano
mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio de sus derechos políticos y civi­
les; no tener más de sesenta y cinco años de edad, ni menos de treinta y cinco,
el día de la elección; poseer el día de la elección, con antigüedad mínima de
cinco años, título profesional de abogado, expedido por la autoridad o corpo­
ración legalmente facultada para ello; gozar de buena reputación y no haber
sido condenado por delito que ameritara pena corporal de más de un año de
prisión; pero si se tratare de robo, fraude, falsificación, abuso de confianza
y otro que lastime seriamente la buena fama en el concepto público, inhabili­
taría para el cargo; por último, haber residido en el país durante los últimos
cinco años, salvo el caso de ausencia en servicio de la República por un tiempo
menor de seis meses.
Los tiempos de la Ministra Livier Ayala Manzo en el Alto Tribunal coin­
ciden con los orígenes de la transición jurídica en México, "que implicó un
cambio de reglas (constitucionales, legales, electorales) que combinado con el
*
La primera mujer en ocupar un sitial en el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
fue la Ministra María Cristina Salmorán de Tamayo. Véase el primer número de esta serie: Notas
sobre el trabajo doméstico remunerado y la contribución de la Ministra María Cristina Salmorán de
Tamayo, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2017.
XIII
aumento de la competencia y la pluralidad en la representación política resulta
también en un nuevo lugar social del derecho en la resolución de conflictos
políticos y no políticos."**
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Nótese que la jurista Ayala Manzo también "fue la primera mujer que
ocupó el cargo de Magistrado de Circuito en el Poder Judicial de la Federa­
ción",*** específicamente en el Tribunal Colegiado del Segundo Circuito, con
residencia en Toluca. Lo anterior no significa desconocer sus otras facetas
profesionales que tuvo fuera del Poder Judicial de la Federación, como con­
ferencista en materia familiar, abogada postulante, doctrinaria, delegada en
seminarios internacionales, entre otros cargos públicos en la capital del país.
Así, en la presente obra Estudio de los elementos de existencia y validez
de los actos jurídicos y los contratos, a partir de las contribuciones de la Ministra
Livier Ayala Manzo, el lector podrá apreciar cómo este cúmulo de experiencias
profesionales se vería reflejado posteriormente en los asuntos de carácter civil
que tuvo bajo su ponencia o relatoría.
Por último, a fin de compartir el acervo documental bajo resguardo
del Alto Tribunal, la presente obra está acompañada de un disco compacto
que contiene las versiones públicas de los expedientes analizados, así como un
catálogo de información bibliográfica y normativa.
Centro de Documentación y Análisis,
Archivos y Compilación de Leyes
XIV
**
***
Ansolabehere, Karina, "Poder Judicial, entre el protagonismo y la desorientación. Un poder
en busca de su papel", en Attilli, Antonella (coord.), Treinta años de cambios políticos en México,
México, Cámara de Diputados LIX Legislatura/UAM/Porrúa, 2006, p. 224.
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semblanzas de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (1917-2016), México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2016, p. 341.
XVI
Ministra Livier Ayala Manzo, óleo sobre tela de la Pintora Martha Sotomayor Peña.
(ca. 2006), Galería "Retratos Vivos", Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ciudad
de México.
Capítulo I
La Ministra Livier Ayala Manzo.
Semblanza*
*
Véanse Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semblanzas de los Ministros de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (1917-2016), México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2016,
pp. 339 a 341; y Suprema Corte de Justicia de la Nación, Vida y Obra de los Ministros de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación. Ministra Livier Ayala Manzo, México, Suprema Corte de Justicia de
la Nación, 2009.
Livier Ayala Manzo, quien sería la primera mujer designada Magistrada de
Circuito y la segunda en ser nombrada Ministra Numeraria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, nació en el pueblo de la Guarachita, hoy
Villamar, en Michoacán de Ocampo, el 7 de junio de 1915. Hija de don Abun­
dio Ayala Pérez, comerciante, y de su esposa doña María de Jesús Manzo
Ruiz de Ayala, doña Livier fue la tercera de nueve hijos.
Aficionada a los estudios y a la lectura, comenzó su formación aca­
démica en su población natal. Pero en 1937, tras la pérdida de su madre,
cambió de lugar de residencia; se trasladó a la Ciudad de México con el objeto
de favorecer su formación, por lo que fue aquí donde trabajó y cursó los es­
tudios de secundaria y bachillerato, estos últimos en la Escuela Nacional
Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uni­
versidad que posteriormente se constituiría en alma mater de su formación
jurídica profesional.
Tras ingresar en el año de 1943 y habiendo ocupado distintos puestos
en el Departamento del Distrito Federal como pasante, terminó la carrera de
licenciado en Derecho en 1947 en la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales
de la UNAM. El 17 de noviembre de 1948 sustentó su examen profesional, en
el que presentó y defendió la tesis "El artículo 13 del Código Civil como
aprehensión de la eficacia internacional de los derechos adquiridos", que
fue aprobada por unanimidad. Durante sus estudios, se interesó y destacó en
la rama de Derecho de Familia, con énfasis en la situación de la mujer, así
como en temas relacionados con el Derecho Constitucional.
Antes del ejercicio de su función en el Alto Tribunal, doña Livier Ayala
Manzo ejerció la profesión en diversas áreas. Desde luego, fue abogada pos­
tulante especialista en Derecho Civil y de Familia desde 1948 hasta 1965,
3
y en todos esos años de ejercicio destacó como abogada consultora y prestó
servicios en favor de Petróleos Mexicanos.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
El 11 de junio de 1965, Ayala Manzo ingresó al Poder Judicial de la
Federación, inicialmente como Secretaria de Estudio y Cuenta adscrita al Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, siendo también la primera mujer
en ser designada como tal. Considerando su destacado desempeño y su capa­
cidad y criterio jurídicos, el propio Pleno la designó Magistrada de Circuito,
siendo la primera mujer que ocupó ese cargo. Si bien, primero fue adscrita
al Tribunal Unitario del Segundo Circuito con residencia en Toluca, en tan sólo
un mes integró el Tribunal Colegiado de ese Circuito. Fue posteriormente
adscrita al Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito con
residencia en la Ciudad de México en octubre de 1972, órgano que presidió
en diversos periodos.
4
Con tan destacada trayectoria, el 21 de abril de 1975 el Presidente de
la República la designó Ministra Supernumeraria de la Suprema Corte de Jus­
ticia de la Nación, adscrita a la Sala Auxiliar. El 20 de octubre de 1976 se le
notificó su designación como Ministra Numeraria del Alto Tribunal, siendo
la segunda mujer en la historia de nuestro país en recibir tal designación.
En la Ciudad de México, el 21 de octubre de 1976, enferma de cáncer y
víctima de un infarto, falleció la Ministra Ayala Manzo, dejando inconclusas las
obras intituladas Las Limitaciones Constitucionales en el orden jurídico mexicano
y El Voto y la Promulgación de la Formación de las Leyes. El Pleno de la Suprema
Corte organizó un homenaje de cuerpo presente en el salón de sesiones.
En su paso por el Alto Tribunal, la Ministra Ayala Manzo intervino como
ponente en la resolución de diversos asuntos que resultaron en tesis, fundamen­
talmente, en materia civil, juicio de amparo y constitucionalidad de leyes.
Capítulo II
El acto jurídico
y el contrato
1. EL HECHO Y EL ACTO JURÍDICOS
a. Diferencias entre supuesto jurídico y hecho jurídico
Un hecho es toda modificación del mundo exterior; es un acontecimiento
que sucede en la realidad, ya sea un fenómeno de la naturaleza o del hombre.
Como tal, un hecho puede ser o puede no ser relevante para lo jurídico, para
el Derecho.
Así las cosas, un hecho tendrá la categoría de hecho jurídico (en sen­
tido amplio) cuando el Derecho lo considere relevante en algún sentido y,
por ello, le interese regularlo; esto es, cuando el ordenamiento jurídico lo tome
en consideración para atribuirle consecuencias de Derecho.
De tal forma, dentro de los hechos, podemos identificar o encontrar:
(i) Hechos relevantes para el Derecho, que son hechos jurídicos; o bien,
(ii) Hechos que no son jurídicos, pues carecen de relevancia para el Dere­
cho, que le son indiferentes, y que, por tanto, no son tomados en consideración
para atribuirle a su realización la producción de consecuencias de derecho.
Existe doctrina que se refiere a estos últimos como hechos simples.
No obstante, la realidad nos demuestra que un mismo hecho (sea de la
naturaleza, sea del hombre) puede ser hecho jurídico bajo ciertas circuns­
tancias, y ser simple o irrelevante bajo otras o para ciertos efectos. Ejemplos
los hay muchos: la lluvia que caiga en un día determinado puede simplemente
ser un elemento climático para muchos, pero ser jurídicamente indispensable
para un contrato aleatorio, o bien, para quien hubiese incluido su realización
como condición en un contrato.
7
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Ahora bien, reflexionemos: ¿por qué hay hechos que son relevantes para
el Derecho? La respuesta seria excede a aquella que aluda al mero capricho
del encargado de hacer la norma. En realidad, un hecho es relevante jurídica­
mente porque el Derecho considera que afecta el orden social en forma tal que
debe contemplarlo para favorecer su realización o para tratar de impedirla,
según el reconocimiento de bienes que deben protegerse jurídicamente (bienes
jurídicamente protegidos).
8
Así las cosas, cuando el Derecho considera relevante un acontecimiento
le atribuye a su realización consecuencias jurídicas a través de la formación
y formulación de una norma jurídica, de una norma de Derecho. Por su parte,
una norma es una regla de conducta obligatoria, en contraposición con las
reglas técnicas o reglas en sentido estricto, que prescriben el método o camino
para llegar a un fin, pero que carecen de obligatoriedad. Las hay jurídicas, en
contraposición con las normas morales y con las normas religiosas.
Es decir, el proceso mediante el cual un ordenamiento jurídico con­
sidera relevante un acontecimiento de manera tal que su realización merece
la producción de consecuencias jurídicas, culmina en la formación y formula­
ción de una norma jurídica.
Así, los hechos jurídicos son regulados o contemplados por normas
abstractas, generales e impersonales. De manera que esas normas abstractas no
contemplan un caso particular y concreto referido a personas y circunstan­
cias concretas y específicas, sino que establecen supuestos de alcance general
que abarquen un universo de posibilidades.
Debido a esa abstracción, la norma jurídica establece y expresa una
hipótesis normativa, a cuya realización atribuye la creación o producción de
consecuencias de derecho.
Por ello, una primera conclusión para el tema que nos ocupa es la
siguiente:
•
La realidad impone o señala un acontecimiento natural o del hombre.
•
Si ese acontecimiento es relevante para el Derecho, entonces requiere
ser contemplado en una norma.
•
Ello se da a través de una norma jurídica, en la que se prevé o se enun­
cia una hipótesis normativa.
•
La propia norma jurídica establece, también, las consecuencias de
derecho que deben producirse cuando tal hipótesis normativa se actua­
liza (i.e. se hace acto), se realiza.
De manera que la estructura de la norma jurídica se compone de dos
elementos diferentes que están íntimamente relacionados:
•
Supuesto jurídico (también llamado hipótesis normativa).
•
Consecuencias de Derecho (derechos y obligaciones).
De ahí que se pueda concluir que: supuesto jurídico y hecho jurídico
no son lo mismo. El supuesto jurídico o hipótesis normativa es la descrip­
ción contenida en la norma jurídica expresada en forma abstracta, de un acon­
tecimiento al que, de realizarse, la propia norma le atribuye consecuencias
de derecho. Por otro lado, el hecho jurídico es aquel acontecimiento de la
naturaleza o del hombre que produce o es capaz de generar consecuencias de
derecho (porque su posible realización ya fue contemplada en una norma
jurídica).
Entonces, el hecho para ser jurídico necesita que ese acontecimiento
de la naturaleza o del hombre esté previsto dentro del supuesto jurídico, den­
tro de la hipótesis normativa de una norma jurídica y, por tanto, es jurídico
si su realización crea una relación jurídica.
b. La ley de la causalidad jurídica
Una vez comprendidos los conceptos básicos que anteceden, es fácil concluir
lógicamente que la realización del hecho jurídico produce consecuencias de
derecho. ¿Por qué? Porque cuando un acontecimiento de la naturaleza o del
hombre satisface y cumple los elementos descritos en el supuesto normativo
o hipótesis de una norma jurídica, la propia norma que se ve actualizada im­
pone obligatoriamente la creación de consecuencias de derecho.
Es decir, cuando se realiza la situación prevista como primer elemento
de la norma, tiene lugar la aplicación de su segundo elemento; aquello que la
norma dispone como la consecuencia de la realización del acontecimiento pre­
visto en la hipótesis.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
¿Cuáles son esas consecuencias de derecho? Siempre son, una o más re­
laciones jurídicas; esto es, uno o más derechos y sus correlativas obligaciones.
9
Esquemáticamente, la fórmula de toda norma jurídica se ha enunciado
de la siguiente manera: si tiene lugar el hecho A, debe producirse la conse­
cuencia jurídica B. De otro modo: si es A debe ser B.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Ésa es, precisamente, la enunciación de la llamada Ley de la Causali­
dad Jurídica. Por citar algunos ejemplos, veamos el artículo 30 constitucional,
inciso A), en materia de nacionalidad mexicana por nacimiento; el artículo
830 del Código Civil Federal (en adelante CCF), cuyo supuesto jurídico es
"ser propietario de una cosa" y la consecuencia de derecho es que "puede gozar
y disponer de ella"; el artículo 881 del mismo ordenamiento cuyo supuesto
es encontrar un tesoro en terreno ajeno sin consentimiento del dueño del
terreno, cuya consecuencia es que tal tesoro es propiedad del dueño del terre­
no; etc.
10
De manera que existe una relación de causa a efecto entre la realización
del supuesto jurídico y las consecuencias de derecho (lo que Galindo Garfias
llama, una vinculación consecutiva).1
Ahora bien, esa realización de causa a efecto no es igual ni opera igual
que aquella propia de las ciencias naturales, porque aquí no es fatal, no es ine­
ludible, no es necesaria. No se está ante experiencias sensibles, sino ante juicios
de valor. Por ello, la fórmula de la norma jurídica no se expresa "si es A es B",
más bien "si es A debe ser B".
Es decir, a diferencia de lo que sucede en la causalidad física, en la
causalidad jurídica el efecto podría no ser cumplido por contingencias múl­
tiples. Por ello, se dice que la causalidad jurídica es de carácter contingente (en
oposición a necesario), porque el efecto que se produce al realizarse el hecho
jurídico podría ser incumplido. Por ejemplo, encontramos normas como el
artículo 1910 del CCF, que dispone como supuesto "El que causa un daño",
y como consecuencia que "debe repararlo". Sin embargo, esa obligación de
reparar el daño causado puede no ser realizada, por diversas razones (falta
de recursos, perdón o renuncia del acreedor).
Siendo exigentes, pareciere que lo que resulta contingente es el cum­
plimiento de la obligación, pero no la producción de efectos. Por ello, hay quien
1
Galindo Garfias, Ignacio, Derecho Civil, 15a. ed., México, Porrúa, 1997, p. 205.
Adicionalmente, Galindo Garfias2 sostiene que en la causalidad física la
consecuencia es intrínseca al hecho generador, mientras que en la jurídica no,
pues las consecuencias proceden de la norma jurídica y no del hecho genera­
dor en sí mismo. Y la norma jurídica per se no puede cambiar la realidad, sino
sólo encauzarla.
Lo cierto es que, en conclusión, la realización del hecho jurídico es la
conditio sine qua non (el presupuesto lógico necesario) para que se produzcan
las consecuencias de derecho. Ergo, sin la realización del hecho jurídico no hay
consecuencias de derecho.
En ese sentido, vale la pena referirse brevemente al principio de impu­
tación de que habla Kelsen, en el que toda consecuencia jurídica supone un
hecho condicionante, pues expresa una relación de deber ser (que por tanto
es diferente de una relación del ser, como efecto-causa).3
c. Análisis de la relación jurídica
Por la realización del hecho jurídico se producen consecuencias de derecho,
que consisten en una o más relaciones jurídicas, en derechos y obligacio­
nes. Por ello, Galindo Garfias señala que la función de los hechos jurídicos
consiste en ser la causa, la "fuente de vida" de las relaciones jurídicas.4 Pero,
¿qué es una relación jurídica?
Gramaticalmente, cabe decir que relación es el orden que guarda un
ser con respecto a otro. Así, hay relaciones de muchos tipos (v. gr. la relación
de distancia entre un objeto y otro), algunas de ellos son irrelevantes o care­
cen de importancia para el Derecho. Luego, una relación es jurídica cuando
el Derecho la toma en cuenta para que se atribuyan efectos jurídicos.
Así, relación jurídica es el vínculo de derecho que existe entre dos
sujetos, de los que uno de ellos (llamado acreedor) está facultado para exigir
del otro (llamado deudor) una determinada prestación.
2
3
4
Ibid.
Cfr. Kelsen, Hans, Teoría General del Derecho y del Estado, 2a. ed., trad. de Eduardo García Máynez,
México, UNAM, 1995, pp. 160 y ss.
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 206.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
ha sostenido que en realidad la causalidad jurídica habría de enunciarse así:
Si es A es [se produce] B; si B no se cumple, es C.
11
La estructura de las relaciones jurídicas se compone de tres elementos:
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
(i) Sujetos: son las personas entre las cuales se establece la relación
jurídica. Siempre hay dos posiciones, la de acreedor y la de deudor, por lo que
se dice que las relaciones jurídicas son bipolares o bilaterales. En este sentido,
para que la relación pueda ser jurídica, tanto el acreedor como el deudor tie­
nen que ser personas, sean físicas, jurídicas colectivas o morales. Acreedor
es el titular del derecho. Deudor es el sujeto obligado por ese derecho. Ambos
sujetos son correlativos: es decir, a todo acreedor corresponde un deudor, y
viceversa. Son las dos caras de la moneda.
12
(ii) Objeto: por objeto se entiende a los derechos y obligaciones que
nacen del hecho jurídico. Es el contenido de la relación jurídica y se refiere a
una conducta humana de dar, hacer o no hacer (por ejemplo en las relaciones
patrimoniales es de carácter patrimonial o pecuniario, no así en los llama­
dos deberes como la fidelidad); ya sea activa o pasiva.
(iii) Vínculo obligatorio: se refiere al facultamiento del acreedor, y el
sometimiento del deudor.
d. Hecho y acto jurídico
Los hechos jurídicos en sentido amplio, es decir lato sensu, se dividen o clasi­
fican atendiendo a la participación de la voluntad humana tanto en su rea­
lización como en su intención; es decir, para esa relevante clasificación –de la
que dependen, entre otras cosas, cuáles son los requisitos a exigir para que
realmente se trate de acontecimientos eficaces y válidos para el Derecho, que es
el tema central de este estudio– se toma en cuenta si hay voluntad humana, si
va dirigida a la realización del acontecimiento y/o si también está dirigida a la
producción de las consecuencias de derecho que por ello surjan.
Al respecto, cabe referirnos a dos doctrinas; por un lado la doctrina
francesa –también conocida como bipartita– patente en el Código de Napoleón,
cuyo criterio de clasificación es la dirección de la voluntad del sujeto agente, es
decir, la intención que persigue. Es denominada bipartita porque divide a los
hechos jurídicos en sentido amplio, en dos grandes categorías:
i) Los hechos jurídicos en sentido estricto, que son aquellos fenómenos
de la naturaleza o del hombre que producen consecuencias de derecho inde­
pendientemente de la voluntad del sujeto, incluso en contra de esa voluntad.
Ejemplos: el nacimiento de una persona física; las lesiones derivadas de un
choque; etc.
•
Naturales, que se dividen en: (i) puramente naturales (aluvión, avulsión);
y, (ii) naturales relacionados con el hombre (nacimiento, muerte).
•
Del hombre, que a su vez se dividen en: (i) voluntarios; (ii) involunta­
rios; y, (iii) contra la voluntad.
Los primeros son aquellos que realiza el hombre voluntariamente sin
buscar el resultado jurídico que producirán. Es decir, hay voluntad
en la realización del hecho, pero esa voluntad no pretende que se pro­
duzcan los efectos o las consecuencias jurídicas, las cuales pese a ello
se producen. En otras palabras, los realiza el hombre pero no pretende
alcanzar el resultado que se produjo.
Por ello, en estos casos la voluntad resulta necesaria por cuanto a la
realización del hecho, pero indiferente por lo que hace a la producción
de consecuencias de derecho. Los efectos se producen en estos casos
por disposición de la ley, de la norma jurídica directamente, sin que
se considere qué es lo que quería el autor del hecho jurídico. Se cla­
sifican, a su vez, en: (a) lícitos (la gestión de negocios o la responsabi­
lidad objetiva); y (b) ilícitos (los delitos, los cuasidelitos y la culpa
contractual). Como especies se mencionan los delitos, los cuasidelitos
y los cuasicontratos.5
5
Un cuasidelito es "todo acto con que se causa mal a otro por descuido, imprudencia o imperi­
cia... produce la obligación de satisfacer los daños y perjuicios que hubiere ocasionado." Escriche,
Joaquín, "Cuasidelito", Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, edición
facsimilar, México, Miguel Ángel Porrúa, 1998, p. 168.
Según Rojina Villegas, en derecho romano y en la doctrina francesa se consideró que cuasidelito
es un hecho ilícito que causa un daño patrimonial, que se realiza sin la intención de perjudicar pero
que supone una falta de previsión o de cuidado. El delito es doloso (intención de dañar), el cua­
sidelito es culposo (sin esa intención). También se dice que es un ilícito civil que difiere del delito
por cuanto a la naturaleza de la ley violada. Sin embargo, el propio Rojina Villegas sostiene que
hay en México delitos penales y civiles, así como cuasidelitos penales y civiles, dependiendo de la
existencia de dolo o culpa y de si existe sanción penal o sólo de reparación del daño.
Por otro lado, un cuasicontrato es "un hecho no torpe que, sin mediar convención ni pacto expre­
so, produce obligación recíproca entre dos o más personas. Podría llamarse con mayor propie­dad
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
A su vez, se clasifican en:
13
Los involuntarios son aquellos en los que no interviene la voluntad
humana en su realización. Generalmente son hechos físicos, como los
reflejos.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Aquellos que se realizan contra la voluntad son mencionados por el
maestro Rojina Villegas, quien pone como ejemplo el caso de una perso­
na que por la fuerza es lanzada como proyectil por otros y causa daños.6
ii) Los actos jurídicos, que en la doctrina francesa son acontecimientos
que producen consecuencias de derecho precisamente por la voluntad de su
autor. Es decir, la voluntad prepondera sobre la simple realización del hecho
y es necesaria en el acto jurídico para que ese acontecimiento produzca conse­
cuencias de derecho. Así, en los actos jurídicos interviene la voluntad del
hombre dirigida expresa y deliberadamente a producir los efectos previstos
en la norma jurídica. En el acto jurídico, el sujeto quiere realizar el aconte­
cimiento como un medio para obtener las consecuencias de derecho.
En contraposición con los hechos jurídicos en sentido estricto, para que
estos actos jurídicos existan se requiere que cumplan determinados elemen­
tos de existencia; y para que sean válidos y eficaces deben satisfacer elementos
o requisitos de validez.
En general, los actos jurídicos se clasifican en:
•
Unilaterales (por ejemplo, una oferta de recompensa).
•
Bilaterales o convenios, que a su vez pueden ser convenios en sentido
estricto (artículo 1792 del CCF) o contratos (artículo 1793).
El convenio en sentido amplio (convenio lato sensu) es un acuerdo de
voluntades por el que se crean, transmiten, modifican o extinguen
derechos y obligaciones. Entonces, convenio en sentido estricto (con­
venio stricto sensu) es el acuerdo de voluntades en virtud del cual se
14
6
contrato presunto, porque de una parte hay verdadero consentimiento y de la otra se presume
por equidad o por la utilidad que le resulta. Hay cinco especies principales, que son: la admi­
nistración de bienes ajenos sin mandato de su dueño; la de la tutela o curaduría; la de una cosa
común; la aceptación de herencia; y la paga de lo indebido." Escriche, Joaquín, "Cuasicontrato",
Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense, edición facsimilar, México, Miguel
Ángel Porrúa, 1998, p. 168.
Cfr. Rojina Villegas, Rafael, Derecho Civil Mexicano, 8a. ed., México, Porrúa, 1997, Tomo V-I, p.
90.
modifican o extinguen derechos y obligaciones; y contrato es aquel
por el que estos se crean o transmiten.
Plurilaterales (por ejemplo, el fideicomiso).
Cabe destacar que el CCF, como el ordenamiento civil de muchas de las
entidades federativas, no regula en general al acto jurídico ni al hecho jurídico
como tales. Por el contrario, ese ordenamiento regula al acto jurídico –que como
se ha dicho, es un género– a través de la regulación de su especie más rele­
vante y frecuente, que es el contrato. Para muestra de ello, basta leer el ar­
tículo 1859 de dicho ordenamiento.
Artículo 1859. Las disposiciones legales sobre contratos serán aplicables
a todos los convenios y a otros actos jurídicos en lo que no se opongan a la
naturaleza de estos o a disposiciones especiales de la ley sobre los mismos.
En ese sentido, si bien es cierto que la doctrina francesa ofrece una
tajante distinción conceptual entre dos categorías distintas de los hechos
jurídicos en sentido amplio y que ello tiene grandes méritos y ventajas en
lo didáctico, también lo es que en la realidad existen casos limítrofes en los
que no se podía saber si el sujeto agente quería o no las consecuencias o si
sólo quería llevar a cabo el acto. El ejemplo clásico al que acude la doctrina,
es el caso del indigente o desvalido que rompe una ventana de un edificio
ajeno, pues quiere dormir y comer algo en algún centro de detención oficial
en lugar de dormir en la calle. Para la doctrina francesa ¿eso sería un hecho
o un acto jurídico? Podría decirse que un hecho jurídico, en sentido estricto
voluntario ilícito, pero en realidad no satisface cabalmente la definición pues
el sujeto no quería el hecho sino sus consecuencias. Entonces ¿es un acto
jurídico?
Al respecto, las doctrinas italiana y alemana surgen para intentar res­
ponder adecuadamente esas preguntas. Los autores de estas doctrinas criti­
caron a la francesa por considerar que existían ciertos casos límite, que no
eran contemplados en ella o en los que no se daba una buena respuesta, dado
el posible conflicto de la voluntad. Esto es, en su opinión existen casos en los
que no se puede saber qué quiso el agente y, por ello, en los que la doctrina
francesa no atiende de manera precisa y adecuada a la realidad. Dentro de esos
casos mencionan como ejemplos los siguientes:
•
Atropellar sin intención de hacerlo; atropellar con el objetivo de ir a la
cárcel; atropellar para matar al atropellado.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
•
15
•
La posesión de un bien.
•
El pago.
•
La gestión de negocios.
•
La edificación.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Es decir, la principal crítica que los italianos y alemanes esgrimen a la
doctrina francesa es que no siempre se puede determinar cuál es el objeto de
la voluntad del agente de un acontecimiento y, por ello, existen casos de hechos
jurídicos que no se podrían clasificar adecuadamente bajo la doctrina bipar­
tita. Por ello, idearon una teoría o doctrina, que se reflejó en sus Códigos Civiles
posteriores, el Bürgerliches Gesetzbuch (Código Civil de Alemania) de 1881-1900
y el italiano hasta 1942, bajo una base o clasificación distinta:
16
•
Se reserva el concepto de hecho jurídico en sentido estricto a los aconte­
cimientos de la naturaleza (es decir, con exclusión de los del hombre).
•
Se llama acto jurídico lato sensu a todos aquellos acontecimientos en
los que interviene la conducta humana como generadora.
Tales actos jurídicos se clasifican en dos:
– Los simplemente voluntarios o en sentido estricto, que son aquellos
que, si bien presuponen la voluntad del sujeto, lo que se toma en
cuenta es la actividad que se desarrolla. Por ejemplo, el abandono de
una cosa o la ocupación. Es decir, en los que se presupone la volun­
tad del sujeto pero el dato determinante para que se produzcan las
consecuencias de derecho es la actividad en sí misma considerada
(sin interesar la intención del agente).
– Los de voluntad, en los que el elemento determinante para la
producción y determinación de las consecuencias de derecho es
la voluntad del sujeto. Cuando tienen una finalidad lícita se deno­
minan negocios jurídicos. En ellos la voluntad es la consecuencia
jurídica. Es decir, la voluntad quiere esa consecuencia jurídica y
precisamente, por ello, surge tal consecuencia, de manera que las
partes del acto deliberada y conscientemente buscan producir
las consecuencias de derecho. Ejemplos: el contrato, el testamen­
to, los estatutos de una sociedad civil, etc.
Hay diferentes y muy variados criterios o puntos de vista para clasificar a los
actos jurídicos, que además son aplicables a los contratos. Por ejemplo, mien­
tras que el maestro Galindo Garfias7 menciona cinco o seis categorías, Rojina
Villegas analiza veintiuno.8 Para efectos de este trabajo, mencionaremos las
que nos parecen las principales clasificaciones de los actos jurídicos, que son
las siguientes:
•
Por su fuente, según el número de partes cuya voluntad es necesaria
para la creación del acto jurídico (que intervienen en su celebración):
En relación con esta categoría, hay que destacar que no se trata de
atender al número de personas que intervienen en el acto, sino al nú­
mero de "partes" que expresan su voluntad (pues una "parte" podría
incluir a varias personas). Es decir, no se trata de analizar o identificar
el número de voluntades con el número de personas o individuos
que intervengan en el acto, sino de atender a la posición o situación de
los sujetos que emiten la voluntad, a los "centros de interés" que hay
en el acto jurídico.
De esta manera, no hay una simple suma de número de personas que
intervengan, sino que han de tomarse en cuenta las situaciones o posi­
ciones en que los sujetos se encuentren colocados por la función
que desempeñan en el acto jurídico. Por ejemplo, en un contrato de
compraventa de un bien inmueble sobre el que existe copropiedad, to­
dos los copropietarios (necesariamente más de uno) se incluyen como
una sola parte, en este caso la vendedora. Luego, vendedora y comprador
son partes que hacen que ese acto sea bilateral.
Así, bajo este criterio hay:
– Actos jurídicos unilaterales (una sola voluntad –o varias en el mis­
mo sentido–).
– Actos jurídicos bilaterales (dos voluntades). Como ya se comentó,
también se les llama convenios en sentido amplio (artículo 1792
7
8
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 212.
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., p. 103 y ss.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
e. Clasificación del acto jurídico
17
CCF), que se dividen en contratos (artículo 1793) y convenios en
sentido estricto (artículo 1793, por exclusión).
– Actos jurídicos plurilaterales (más de dos voluntades, con un mismo
fin, en el mismo sentido). Los hay de tres tipos:
 Actos colectivos: en los que hay varias declaraciones de volun­
tad, distinguibles y no fundidas, pero con un fin común.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
 Actos colegiales: son aquellos en los que hay varias declara­
ciones de voluntad cuya conjunción forma la voluntad de una
persona moral. V. gr. Una asamblea de socios.
18
 Actos complejos: hay varias declaraciones de voluntad con un
fin común, pero también cada una con una finalidad diversa.
V. gr. emancipado que contrae matrimonio.
En relación con los actos jurídicos unilaterales existe doctrina que
sostiene que, si bien existen como fuente de derechos y obligaciones, en
realidad ese tipo de actos no verán ni producirán efectos sin que otra
voluntad lo permita. Por ejemplo, menciona que el testamento requiere
en ese sentido la aceptación de los herederos. Aunque nuestra legisla­
ción civil federal en general no lo diga así, existe quien sostiene que:
lo que puede hacer la voluntad bilateral no lo puede hacer la voluntad
unilateral. No obstante, existe sustento legal para concluir que una sola
voluntad es o puede ser, por sí misma, fuente de derechos y obligacio­
nes, constituyendo un acto jurídico.
•
Según su sujeción a alguna modalidad:
– Actos jurídicos puros y simples: los que no dependen ni en su ce­
lebración ni en sus efectos de que acontezca alguna condición, tér­
mino, modo o carga. En realidad son aquellos en los que los efectos
del acto jurídico se crean, se producen con y por su mera celebra­
ción.
– Actos jurídicos con modalidad o sujetos a modalidad: los que de­
penden en su celebración o en sus efectos de que acontezca alguna
condición, término, modo o carga. Es decir, son en los que los efec­
tos del acto jurídico se difieren hasta la realización de un aconte­
cimiento futuro.
•
Por su forma:
– Formales: son los que para ser considerados válidos la ley requiere
que sean celebrados por escrito.
– Solemnes: según el maestro Rojina,9 actualmente son aquellos para
cuya existencia se exige una determinada forma y la sanción de algún
funcionario. Ejemplos de lo anterior son los actos del estado civil o
las capitulaciones matrimoniales, pero no actos patrimoniales. Esto
se analizará a fondo al mencionar los elementos de los actos jurí­
dicos y de los contratos.
•
Según se surtan sus efectos en vida o muerte del autor:
– Inter-vivos: surten sus consecuencias durante la vida de su autor o
autores.
– Mortis Causa: tienen efectos después y a causa de la muerte de su
autor. Su función es regular algo para después de la muerte. Es decir,
la relación jurídica surge entre vivos por la muerte del autor.
•
Según el momento de ejecución de sus efectos:
– Instantáneos: se celebran y producen sus consecuencias, mismas que
se ejecutan en el mismo momento (v. gr. compraventa de contado).
– De tracto sucesivo: son los que tras la celebración, su producción de
consecuencias de derecho y ejecución o cumplimiento se extien­
de en el tiempo. Se distinguen en ellos las etapas de celebración y
vigencia del acto jurídico. Ejemplos: el arrendamiento y la com­
praventa a plazos.
•
Según su dependencia o interrelación:
– Principales: existen por sí mismos y producen sus consecuencias
de manera autónoma.
9
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., p. 106.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
– Consensuales: áquellos para cuya existencia y eficacia es suficiente
la celebración verbal o por hechos que la presupongan o impliquen.
Pensemos, por ejemplo, en la compraventa de un dulce en una
tienda de abarrotes.
19
– Accesorios: en su constitución o vigencia dependen de la existencia
y validez de otro acto jurídico que les es principal. Por regla ge­
neral, lo accesorio sigue la suerte de lo principal. V. gr. Garantías.
•
Por su conformidad con el orden jurídico:
– Lícitos: están conformes con las normas jurídicas que los regulan.
Según la definición legal, aquellos que no van en contra de las leyes
de orden público o de las buenas costumbres.
– Ilícitos: van en contra de las leyes de orden público o de las buenas
costumbres (1830 CCF). Galindo Garfias añade la particularidad de
que "sean dañosos".10
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
f. Clasificación legal de los contratos
Las mencionadas son clasificaciones que corresponden a los actos jurídicos
en general. Sin embargo, como ya explicamos, la legislación civil mexicana en
general no regula al acto jurídico como tal, sino que lo hace a través de la
regulación específica de una de sus especies, la más relevante, que es el con­
trato. Por ello, frecuentemente existe una clasificación establecida en ley
para los contratos que resulta relevante, ya que determina la aplicabilidad
de ciertas normas, y que en el caso del CCF se encuentra en los artículos
1835 a 1838.
•
Por su efecto obligacional (arts. 1835 y 1836 CCF):
– Contratos unilaterales: son aquellos en los que una sola de las par­
tes se obliga hacia la otra, sin que ésta le quede obligada. Ejemplo:
donación.
20
– Contratos bilaterales: en los cuales las partes se obligan recíproca­
mente. Ejemplo: compraventa.
•
Por su efecto patrimonial o económico (arts. 1837 y 1838 del Código
Civil para el Distrito Federal, en adelante CCDF):
– Contratos onerosos: en los que se estipulan provechos y gravámenes
recíprocos. A su vez pueden ser:
10
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 214.
 Aleatorios: son en los que la prestación debida depende de un acon­
tecimiento futuro que provoca que no sea posible evaluar la ganan­
cia o pérdida que provocará a las partes sino hasta que se realice.
Al respecto, el maestro Sánchez Medal señala que el concepto
del CCF es, en ese sentido, incompleto o insuficiente. En otras
palabras dice:
Carece de exactitud este concepto, por cuanto en varios con­
tratos, como en la sociedad, en la aparcería, en la compraventa
y en el contrato de obra a precio alzado, hay elementos alea­
torios que impiden precisar o evaluar la pérdida o ganancia que
derivará del contrato. Cabe destacar, en cambio, que en los con­
tratos aleatorios o de suerte lo que para una de las partes es
ganancia al realizarse o conocerse el acontecimiento incierto, para
la otra parte viene a ser la pérdida, o sea aquí hay una reciproci­
dad y alteridad, entre la ganancia de uno y la pérdida experimen­
tada por el otro. Sin embargo, en la citada definición legal no es
el beneficiario de la prestación, que es lo característico del con­
trato aleatorio, sino la prestación misma, lo que depende del
acontecimiento futuro e incierto.11
Por ejemplo, en el contrato de seguro. Puede ser un mutuo con interés
a tasa variable.
– Contratos gratuitos: aquellos en los que el provecho es solamente
para una de las partes.
2. LOS ELEMENTOS DEL ACTO JURÍDICO
Y DEL CONTRATO
Corresponde ahora analizar cuáles son los elementos y requisitos que deben
integrar y cumplirse para estar en presencia de un acto jurídico, o específi­
camente un contrato, que sea existente, eficaz y válido.
11
Sánchez Medal, Ramón, De los Contratos Civiles, 16a. ed., México, Porrúa, 1998, p. 119.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
 Conmutativos: aquellos en que las prestaciones son ciertas des­
de la celebración del contrato, de forma que las partes pueden
apreciar inmediatamente (y con certeza) el provecho o pérdida
que a cada uno causará.
21
Esquemáticamente, con base en las disposiciones de la legislación mexi­
cana, podemos enunciar los elementos del acto jurídico de la siguiente forma:
•
Elementos de existencia:
– Voluntad
– Objeto que sea posible:
 Directo
 Indirecto
– Solemnidad (o según Rojina Villegas, el reconocimiento de la norma)12
•
Requisitos o elementos de validez:
– Forma
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
– Capacidad legal de las partes (capacidad de ejercicio)
– Ausencia de vicios de la voluntad, que pueden ser:
 Error
 Dolo
 Mala fe
 Violencia
 Lesión
– Licitud en el objeto, motivo o fin del acto jurídico.
De manera similar, los elementos del contrato se expresan esquemáti­
camente así:
•
Elementos de existencia (artículo 1794 CCF):
– Consentimiento (acuerdo de voluntades)
22
– Objeto que sea posible:
 Directo
 Indirecto
•
Requisitos o elementos de validez (artículo 1795):
– Forma
– Capacidad legal de las partes (capacidad de ejercicio)
12
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., Tomo I, p. 333 y Tomo V, p. 103.
– Ausencia de vicios del consentimiento:
 Error
 Dolo
 Violencia
 Lesión
– Licitud en el objeto, motivo o fin del contrato
a. Elementos de existencia del acto jurídico
a.1. Voluntad
El presupuesto de la voluntad es la razón. Sin razón no hay, no puede haber
voluntad. La voluntad como elemento de existencia del acto jurídico debe
ser real (que efectivamente exista), seria y precisa (con fines obligacionales, con
exclusión de finalidades lúdicas, de broma o didácticas), externa (que se exte­
riorice) y debe tener un contenido determinado (voluntad interna declarada).
Ahora bien, importa considerar la forma en que debe exteriorizarse la
voluntad. La voluntad puede ser (i) expresa; o, (ii) tácita.
Código Civil Federal:
Artículo 1803.- El consentimiento puede ser expreso o tácito, para ello se
estará a lo siguiente:
I.- Será expreso cuando la voluntad se manifiesta verbalmente, por escrito,
por medios electrónicos, ópticos o por cualquier otra tecnología, o por
sig­nos inequívocos, y
II.- El tácito resultará de hechos o de actos que lo presupongan o que
autoricen a presumirlo, excepto en los casos en que por ley o por con­
venio la voluntad deba manifestarse expresamente.
Ahora hablamos de voluntad, que en cierto contexto es distinto que
hablar de consentimiento (elemento propio de los actos jurídicos bilaterales).
El consentimiento es, por definición, un acuerdo de voluntades; es decir, en el
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
 Mala fe
23
caso de los actos bilaterales, una voluntad es una parte o uno de los elementos
del consentimiento. Entonces, como aclara Sánchez Medal,13 deben distin­
guirse dos acepciones de la palabra voluntad: la primera, como voluntad del
deudor para obligarse; la segunda, como acuerdo de voluntades. Cuando se
trata de un acuerdo de voluntades, entonces es necesario que cada voluntad
cumpla las cualidades que habíamos mencionado antes y, además, que exista
una coincidencia entre ellas. Podemos decir que consentimiento es el acuerdo
de voluntades con contenido preciso, en el que se destaca la voluntad del deu­
dor para obligarse.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Ahora bien, el consentimiento vital para un contrato se constituye por
dos partes, dos voluntades: (i) la oferta, policitación o propuesta; y, (ii) la
aceptación.
Tal consentimiento puede, además, formarse entre presentes o bien
entre no presentes,14 y las normas jurídicas aplicables establecen cómo ha de
suceder en cada supuesto, como se expone a continuación:
Artículo 1804. Toda persona que propone a otra la celebración de un
contrato fijándole un plazo para aceptar, queda ligada por su oferta hasta
la expiración del plazo.
Artículo 1805. Cuando la oferta se haga a una persona presente, sin fijación
de plazo para aceptarla, el autor de la oferta queda desligado si la acep­
tación no se hace inmediatamente. La misma regla se aplicará a la oferta
hecha por teléfono o a través de cualquier otro medio electrónico, óptico
o de cualquier otra tecnología que permita la expresión de la oferta y la
aceptación de ésta en forma inmediata.
Artículo 1806. Cuando la oferta se haga sin fijación de plazo a una persona
no presente, el autor de la oferta quedará ligado durante tres días, además
del tiempo necesario para la ida y vuelta regular del correo público, o del
que se juzgue bastante, no habiendo correo público, según las distancias
y la facilidad o dificultad de las comunicaciones.
24
Desde luego, la realidad impone que resulta importante determinar el
momento y el lugar en que se perfecciona el contrato por haber consentimien­
to entre no presentes, por las siguientes razones:
13
14
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 27.
Hay quien usa la expresión ausentes, que no es adecuada pues en derecho mexicano la figura del
ausente tiene una connotación específica en el artículo 648 del CCF.
El lugar determina cosas relevantes como el tribunal que pueda ser
competente para interpretar y hacer cumplir el contrato, las formali­
dades que deben llenarse (locus regit actuum).
•
El momento es necesario para saber si las partes tenían capacidad al
momento de perfeccionarse, así como para la aplicación de la teoría de los
riesgos (res perit domino), el inicio de la prescripción, la ley aplicable, etc.
Por ello, por ser un tema relevante, en la doctrina se han desarrollado 4
sistemas o teorías sobre la formación del consentimiento entre no presentes:
•
Declaración: bajo este sistema, el consentimiento se forma en el mo­
mento en que el aceptante expresa que acepta la oferta, simplemente
lo declara. Esta forma no ha sido adoptada en México.
•
Expedición: se integra cuando el aceptante ha declarado que acepta la
oferta y expide, manda, su aceptación al oferente (la pone en el correo
o manda al mensajero). Este sistema ha sido adoptado excepcional­
mente en algunas normas mexicanas (en materia civil: artículo 1809
CCF tratándose de sucesiones, el artículo 2340 CCF en donación; en
materia mercantil, antiguamente el artículo 80 del Código de Comercio).
Artículo 1809. Si al tiempo de la aceptación hubiere fallecido el pro­
ponente, sin que el aceptante fuere sabedor de su muerte, quedarán los
herederos de aquél obligados a sostener el contrato.
•
Recepción: el consentimiento entre no presentes se integra cuando la
aceptación es recibida por el oferente, aun cuando no se enterare de
su contenido. Este es el sistema que acepta, en general, nuestro CCF.
Artículo 1807. El contrato se forma en el momento en que el proponente
reciba la aceptación, estando ligado por su oferta, según los artículos
precedentes.
•
Información: el consentimiento se integra cuando el oferente se ha
enterado efectivamente de que el aceptante aceptó la oferta. Antigua­
mente, se utilizó en ciertos contratos marítimos, por ejemplo, el antiguo
artículo 222 de la Ley de Navegación.
Por lo demás, la legislación prevé reglas sobre la integración o confor­
mación del consentimiento, en los rubros descritos a continuación:
•
Retiro de oferta o de aceptación:
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
•
25
Artículo 1808. La oferta se considerará como no hecha si la retira su autor
y el destinatario recibe la retractación antes que la oferta. La misma regla
se aplica al caso en que se retire la aceptación.
•
¿Puede quien funge como aceptante hacer, a su vez, una oferta? Sí, lógi­
camente, pero su respuesta se consideraría como una nueva oferta a
valoración del oferente primigenio.
Artículo 1810. El proponente quedará libre de su oferta cuando la respuesta
que reciba no sea una aceptación lisa y llana, sino que importe, modificación
de la primera. En este caso la respuesta se considerará como nueva propo­
sición que se regirá por lo dispuesto en los artículos anteriores.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
•
En atención a los avances tecnológicos, la legislación civil federal ha
previsto la posibilidad de que la propuesta y la aceptación se hagan por
ciertos medios, en los siguientes términos:
Código Civil Federal:
Artículo 1803.- El consentimiento puede ser expreso o tácito, para ello se
estará a lo siguiente:
I.- Será expreso cuando la voluntad se manifiesta verbalmente, por es­
crito, por medios electrónicos, ópticos o por cualquier otra tecnología, o
por signos inequívocos, y …
Artículo 1811.- La propuesta y aceptación hechas por telégrafo producen
efectos si los contratantes con anterioridad habían estipulado por escrito
esta manera de contratar, y si los originales de los respectivos telegra­
mas contienen las firmas de los contratantes y los signos convencionales
establecidos entre ellos.
Tratándose de la propuesta y aceptación hechas a través de medios electró­
nicos, ópticos o de cualquier otra tecnología no se requerirá de estipulación
previa entre los contratantes para que produzca efectos.
26
a.2. El objeto directo e indirecto
Como lo señalan Galindo Garfias15 y Rojina Villegas,16 teóricamente podemos
distinguir dos puntos de vista, dos vertientes según la realidad en cuanto al
"objeto" del acto jurídico:
15
16
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 236.
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., p. 125.
El objeto directo o inmediato, que consiste en crear, transmitir, modi­
ficar o extinguir derechos y obligaciones.
•
El objeto indirecto o mediato, que es la relación jurídica materia del
acto jurídico.
A su vez, la relación jurídica –que es objeto indirecto del acto jurídico–
tiene, como hemos visto, un objeto cuya tendencia también es doble:
–
Directo: la conducta de dar, hacer o no hacer.
–
Indirecto: el objeto cosa (artículo 2011 CCF) u objeto hecho (posi­
tivo en el artículo 2027 CCF; omisivo en el artículo 2028 CCF).
El objeto directo del acto jurídico está reconocido en la legislación civil
federal, en los artículos 1792 y 1793, al referirse a los convenios y contratos.
Sin embargo, en cuanto al objeto indirecto del contrato, esa regulación resulta
confusa y no coincide con la ciencia jurídica antes aludida, lo que ha dado lugar
a diversas posturas doctrinales. En realidad, sostenemos que por una necesi­
dad práctica o por facilidad de apreciación material, el legislador señaló que el
objeto del contrato (del acto jurídico) es el que en realidad es objeto indirecto
de la relación jurídica. Así, la ciencia y la ley no coinciden en este punto. Esta
disparidad ha llevado a varios autores a la conclusión de que el objeto indirec­
to del contrato es la cosa o el hecho.
Al respecto, interesa citar el artículo 1824 del CCF:
Artículo 1824. Son objeto de los contratos:
I. La cosa que el obligado debe dar;
II. El hecho que el obligado debe hacer o no hacer.
Lo cierto es que, como sostiene Sánchez Medal,17 esto es resultado de una
elipsis que viene desde el Código Civil Napoleónico de 1804, en donde se
menciona como objeto del contrato lo que es propiamente objeto de la obliga­
ción creada o transmitida por él. Ello inclusive provoca contradicciones como
se aprecia en la obra de Rojina Villegas.18
17
18
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 34.
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., Tomo I, p. 333.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
•
27
Por otra parte, lo cierto es que al considerar al objeto (en general) como
elemento de existencia del acto jurídico y del contrato, la doctrina y la ley
reconocen que el objeto tiene que ser posible física y jurídicamente. La posi­
bilidad física consiste en que sea posible realizarlo por ser compatible con las
leyes de la naturaleza. Así, el objeto será imposible si jamás se lleva a cabo
porque una ley de la naturaleza constituye un obstáculo insuperable para su
realización. Pensemos, por ejemplo, en un contrato de transporte al Sol.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
La posibilidad jurídica, por su parte, consiste en que sea factible reali­
zar el objeto porque es compatible con las normas que necesariamente deben
regirlo y que no se erigen como obstáculos insuperables para su realización.
El objeto es, entonces, imposible jurídicamente cuando una norma jurídica que
necesariamente debe regirlo impide su realización en forma absoluta. Por ejem­
plo, no es posible vender una calle de uso público.
Desde un punto de vista doctrinal, es importante conceptualmente dis­
tinguir y señalar que lo imposible jurídicamente, según Galindo Garfias, se
refiere a que la conducta debida no pueda realizarse por falta de un presu­
puesto lógico necesario para la realización del acto.19 Por ejemplo, la venta
de un bien que no nos pertenece (sólo puede transmitir la propiedad quien
es propietario).20 Sánchez Medal21 pone como ejemplo adquirir una cosa
que ya es propia. Otro ejemplo es obligarse a no testar, o bien obligarse a no
revocar un testamento, como sostiene Rojina.22
Ahora bien, es relevante destacar que a este respecto el legislador nueva­
mente incurre en la elipsis antes descrita, pues estos conceptos se establecen
en ley como requisitos del objeto indirecto de la relación jurídica; esto es,
del objeto cosa y del objeto-hecho.
Código Civil Federal:
Artículo 1824. Son objeto de los contratos:
28
I. La cosa que el obligado debe dar;
19
20
21
22
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 236.
Es el caso de uno de los argumentos planteados en el juicio de amparo directo 3654/72 de la
Sala Auxiliar de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al que nos referiremos al hablar de
la incapacidad de goce. Archivo Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Fondo:
México, Sección: Sala Auxiliar, Serie: Amparo Directo 3654/72, Resolución: 20 de enero de 1976,
Ponente: Livier Ayala Manzo.
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 40.
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., Tomo I, p. 331 a 333.
II. El hecho que el obligado debe hacer o no hacer.
Artículo 1826. Las cosas futuras pueden ser objeto de un contrato. Sin
embargo, no puede serlo la herencia de una persona viva, aun cuando ésta
preste su consentimiento.
Artículo 1827. El hecho positivo o negativo, objeto del contrato, debe ser:
I. Posible;
II. Lícito.
Artículo 1828. Es imposible el hecho que no puede existir porque es
incompatible con una ley de la naturaleza o con una norma jurídica que
debe regirlo necesariamente y que constituye un obstáculo insuperable para
su realización.
Artículo 1829. No se considerará imposible el hecho que no pueda eje­
cutarse por el obligado, pero sí por otra persona en lugar de él.
Artículo 1830. Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden
público o a las buenas costumbres.
Lo cierto es que si el objeto no es posible, entonces el acto jurídico en
principio no nace pues carece de uno de sus elementos de existencia. Ahora
bien, cabe destacar que en la sentencia de 15 de julio de 1975 dictada en el
amparo directo 6003/72 del índice de la Sala Auxiliar de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, en su calidad de ponente, la Ministra Ayala Manzo
planteó, a partir de lo dicho en los conceptos de violación de la parte que­
josa, el hecho de la extranjería como una causa de nulidad absoluta respecto
de la celebración de un contrato de compraventa de un certificado de mem­
bresía de un club en Baja California, que por ley no podía celebrarse con
extranjeros, pues repercutía en derechos sobre parcelas y tierras ejidales.23
23
Archivo Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Fondo: México, Sección: Sala Auxi­
liar, Serie: Amparo Directo 6003/72, Resolución: 15 de julio de 1975, Ponente: Livier Ayala Manzo.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Artículo 1825. La cosa objeto del contrato debe: 1o. Existir en la natura­
leza. 2o. Ser determinada o determinable en cuanto a su especie. 3o. Estar
en el comercio.
29
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
No obstante, consideramos que un análisis adecuado de la sentencia permite
concluir que, en primer lugar, no se resolvió en ella específicamente sobre la
ineficacia procedente en su caso, sino que se concedió el amparo para el efecto
de que la responsable tuviera por acreditada la extranjería de los quejosos
al dictar un nuevo fallo y, en segundo lugar, que la referencia a la nulidad
absoluta en la sentencia se debe al planteamiento que al respecto hicieron las
partes en el juicio natural.
Por otro lado, si el objeto del acto jurídico o del contrato fuera posi­
ble pero ilícito, entonces el acto sí nació jurídicamente, sí cumple con los
elementos de existencia, pero al ir en contra de la ley carece de un requisito
de validez y, al final, sus efectos se van o se pueden destruir. Rojina Villegas
señala con razón que ilícito es lo posible prohibido.24 En términos del artícu­
lo 1830 del CCF, el hecho ilícito es aquel que contradice las leyes de orden
público o las buenas costumbres.
Entonces, la distinción entre imposibilidad jurídica e ilicitud es impor­
tante, porque la consecuencia de cada una es distinta. Si el objeto es im­
posible, no hubo acto jurídico; si es ilícito, sí hubo acto, sí existe, pero es
nulo o anulable.
Ante eso cabe preguntar ¿es cierto que la ley puede impedir desde el
ámbito regulatorio que se dé el objeto en la realidad? La realidad parecería
indicar que es lo mismo, que no importa, porque en cualquier caso se destrui­
rían los efectos del acto. Esto se analizará en el rubro de ineficacias jurídicas.
En materia de licitud, cabe preguntarse ¿qué son las leyes de orden
público? Al respecto el maestro Sánchez Medal25 dice:
… las normas de orden público interno han de entenderse las relativas
a la organización política, a la organización judicial, al régimen de bienes
inmuebles (13 CC), a la capacidad y al estado civil de las personas y, en
general, a las normas de derecho público o a las normas de derecho pri­
vado que tengan el carácter de imperativas o de prohibitivas (8 CC).
30
Por tanto, el maestro afirma gráficamente que se está ante un concepto
"gaseoso y muy variable".
24
25
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., Tomo I, p. 354 y ss.
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 40.
No obstante, cabe preguntarse si a partir de esa premisa es posible pensar
que el acto de violar las leyes de otro orden no constituye un ilícito. Resultaría
absurdo que un objeto violatorio de la ley no fuese considerado ilícito. Pero,
por otro lado ¿qué sentido tendría entonces que el legislador le impute la
calidad de ilícito solamente al hecho que sea contrario a leyes de orden pú­
blico –infiriendo que las hay de otro tipo–?
Por otro lado, la ley también invoca como causa de ilicitud a las buenas
costumbres. El concepto no ha sido fijado en ley, ni encuentra un contenido
uniforme en la doctrina, pero el legislador lo usa varias veces (arts. 1830, 1831
y 1910 CCF), por lo que resulta importante saber qué significa.
Ilustrativo resulta al respecto el concepto que, en su calidad de ponente,
incluyó la Ministra Ayala Manzo en la sentencia dictada el 13 de noviembre
de 1975 en el amparo directo 3982/70 del índice de la Sala Auxiliar de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al resolver en amparo directo una con­
tienda relativa a la acción de daños e incumplimiento contractual, promovida
en virtud de la filtración de agua de un canal de riego a una huerta con miles
de árboles de aguacate en Veracruz, se sostuvo, entre otras consideraciones, que
"… buenas costumbres no son las que se apegan a las normas científicas y
técnicas necesariamente, sino las normas que forman la moral general y social
de una colectividad humana en un lugar y tiempo determinados".26
Como se ve, por su contenido se trata de un concepto que –aunque
parece fácil de entender– no está fijado legislativamente en forma univer­
sal, porque en realidad es un concepto psicológico que tiende a ser relativo.
En cada país y en cada época la conciencia general acepta una doctrina moral, y
parece que con ello se relaciona este concepto, con la búsqueda de un ideal
moral práctico de cada Nación.
Se trata de un "concepto válvula", donde hay incertidumbre y que el
legislador no define, sino que necesariamente deben ser apreciados por los Jue­
ces y Tribunales al resolver un caso concreto, como sucedió en el asunto
26
Archivo Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Fondo: Suprema Corte de Justicia
de la Nación, Sección: Sala Auxiliar, Serie: Amparo Directo 3982/70, Resolución: 13 de noviem­
bre de 1975, Ponente: Livier Ayala Manzo.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
En realidad, parece que se trata de normas o leyes cuyos bienes jurídicos
protegidos interesan a todos; leyes que atienden a los intereses sociales en
forma directa y preferente sobre los intereses individuales.
31
referido, atendiendo a las ideas éticas que predominen en ese medio cultural
y que informaron a la legislación, o bien al aspecto exterior de la moralidad
del individuo dentro de la sociedad.
El tema es relevante, porque ¿cuándo será nulo un acto jurídico por
ser contrario a las buenas costumbres?
•
Cuando sea un hecho contrario a los deberes morales fundamentales.
•
Porque el objeto, de por sí lícito, no puede ser objeto de contratación
con fin de lucro.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
a.3. La solemnidad
32
Como se comentó anteriormente, desde el punto de vista de su forma, se
clasifica a los actos jurídicos en consensuales (arts. 1832 y 1796 CCF), for­
males –forma ad probationem– (artículo 1795-IV CCF) y solemnes (forma
ad substantiam).
Doctrinalmente, se dice que los actos jurídicos son solemnes cuando se eleva
la formalidad exigida a elemento existencial del acto jurídico, de manera que
si no se observa tal solemnidad al intentar celebrar un acto, podría decirse
que existe voluntad psíquica del agente pero no tendría vida para el derecho
exterior.
En nuestro concepto, la solemnidad es una reminiscencia del Derecho
Romano en el que se concedía un valor autónomo a la forma, por la cual se
concibe que ciertos actos jurídicos tienen que celebrarse exacta y precisamen­
te en la forma que impone la norma jurídica, con el objeto de darle seriedad
a su celebración debido a las consecuencias que producen. De alguna forma, esa
solemnidad apela también al sentimiento o emoción natural en el ser humano
que clama al ritual en ciertos temas y actos.
Por la razón que sea, el caso es que si se acepta la categoría, al tratarse
de actos jurídicos solemnes, si no se celebran de la manera prescrita, el acto
mismo no nace por carecer de un elemento de existencia.
Normalmente, al hablar de actos jurídicos solemnes se mencionan tres
ejemplos: el testamento, el matrimonio y el reconocimiento de hijos.
Sin embargo, nuevamente parece ser un tema en el que por distintas
razones, unas de técnica y otras de índole práctico, la ciencia y la legislación
Por un lado, el artículo 1794 del CCF no señala a la solemnidad como
uno de los elementos de existencia "de los contratos", por lo que en términos
de los artículos 1858 y 1859 del propio código, tampoco lo establece expresa­
mente para los actos jurídicos. Además, la forma se determina en el artículo
1795-IV sólo como un elemento o requisito de validez. Luego entonces, parece
que la solemnidad no se exige en ley como un elemento de existencia, y que
su señalamiento doctrinal solamente se debe a la herencia histórica.
En objeción a esa posición, la mayoría de la doctrina sostiene que no es
posible inferir tal afirmación a partir de los artículos 1794 y 1795, porque esos
preceptos sólo regulan a los contratos y la solemnidad no opera en materia
de contratos, pues ello no sería práctico. Sostienen que los ejemplos de actos
solemnes no se refieren a relaciones meramente patrimoniales y, por ello, no
les es aplicable estrictamente la enumeración de elementos de los contratos
que contienen los preceptos aludidos. Así, la doctrina plantea que hay que
hacer esas distinciones y que, por tanto, la falta de mención de la solemnidad
en el artículo 1794 no es razón adecuada ni suficiente para excluirla como ele­
mento de existencia de todos los actos jurídicos.
Sin embargo, en nuestra opinión esa respuesta se olvida de que no sólo
el 1794 omite a la solemnidad en materia de contratos, sino que el Título
Sexto del CCF, relativo a las ineficacias de los actos jurídicos (inexistencia y
nulidad) y concretamente el artículo 2224, omiten mencionar y no incluyen,
como posible causa de inexistencia, a la falta de solemnidad (sólo se refiere
a la falta de consentimiento y a la de objeto que pueda ser materia del acto
jurídico).
Artículo 2224. El acto jurídico inexistente por la falta de consentimiento
o de objeto que pueda ser materia de él, no producirá efecto legal alguno.
No es susceptible de valer por confirmación, ni por prescripción; su inexis­
tencia puede invocarse por todo interesado.
Es decir, la falta de solemnidades (aun en los llamados actos solemnes)
tampoco se contempla como causa de inexistencia de los actos jurídicos, ni
existe distinción o excepción alguna regulada en ley.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
no coinciden, de manera tal que es válido preguntarse si realmente la solem­
nidad constituye un elemento de existencia de los actos jurídicos en el orden
jurídico mexicano.
33
Sin embargo, también es cierto que ese mismo título sí parece con­
templar la posible existencia de actos solemnes. En efecto, en su artículo
2228 se señala lo siguiente:
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Artículo 2228. La falta de forma establecida por la ley, si no se trata de
actos solemnes, así como el error, el dolo, la violencia, la lesión, y la inca­
pacidad de cualquiera de los autores del acto, produce la nulidad relativa
del mismo.
34
Entonces, hay quien sostiene que por esa mención del artículo 2228,
el CCF sí reconoce la existencia de actos solemnes. Pero ¿cómo lo hace? Como
una excepción a la nulidad relativa tratándose de falta de forma. Dicho de
otro modo, según la literalidad de este precepto, si se trata de un acto solemne
entonces la falta de forma establecida por la ley no produce la nulidad relativa
del acto jurídico (como es de ordinario). Ante ello, nuevamente cabe pregun­
tarse, entonces ¿en esos actos, qué produce? No está enlistada como causa de
inexistencia y está excluida de la nulidad relativa. Tampoco está expres­
amente contemplada como causa de nulidad absoluta, ni se le incluyó en el
artículo 2225 del CCF.
En realidad, lo que parecería es que la mención que se hace de los "actos
solemnes" en el artículo 2228 del CCF se "filtró" en la redacción del título
respectivo, que fue incluido en el Código Civil de 1928 como un capítulo pos­
terior y adicional que, por tanto, muestra ciertas incongruencias con el resto
del ordenamiento. Pero la mayoría de la doctrina se niega a reconocerlo así y
esperan sustentar el pretendido reconocimiento legal de los actos solemnes
a partir de esa mención excepcional.
No obstante, inclusive si se atiende a la regulación de los ejemplos
clásicos de los actos solemnes en el Código Civil Federal, su entidad como tal
es más que discutible. Veamos:
•
Matrimonio. En el artículo 250 del CCF se establece lo siguiente:
Artículo 250. No se admitirá demanda de nulidad por falta de solemnidades
en el acta de matrimonio celebrado ante el Juez del Registro Civil, cuando
a la existencia del acta se una la posesión de estado matrimonial.
Esto es, si faltan solemnidades en el matrimonio, no se admitirá de­
manda de nulidad de tal acto jurídico si fue celebrado ante Juez del
Registro Civil, cuando haya acta y posesión de estado matrimonial.
•
Testamento. En el artículo 1491 establece que "el testamento es nulo
cuando se otorga en contravención a las formas prescritas por la ley".
Esto es, no se habla de solemnidades ni se prevé una inexistencia, sino
sólo nulidad por falta de forma.
•
Reconocimiento de Hijo.
Artículo 369.- El reconocimiento de un hijo deberá hacerse por alguno de
los modos siguientes:
I. En la partida de nacimiento, ante el Juez del Registro Civil;
II. Por acta especial ante el mismo juez;
III. Por escritura pública;
IV. Por testamento;
V. Por confesión judicial directa y expresa.
A partir del último párrafo, por la sanción, podría hablarse de una inexis­
tencia del acto. Sin embargo, si se atiende a las causas, no parece referirse a
solemnidades realmente, sino a medios para llevar a cabo el reconocimiento.
Entonces, con los elementos analizados, puede concluirse que en ma­
teria civil:
•
El artículo 1794 del CCF no reconoce a la solemnidad como un ele­
mento de existencia de los contratos (De los actos jurídicos).
•
El numeral 2224 no reconoce a la falta de solemnidad como causa de
inexistencia de los actos jurídicos.
•
El artículo 2228 excluye a la falta de forma en actos solemnes como
causa de nulidad relativa.
¿Es la solemnidad un requisito de los actos jurídicos distinto de la for­
ma? Si lo fuera ¿es la falta de forma en actos solemnes una causa de nulidad
absoluta o entraña la violación de normas de orden público que, en este caso,
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Es en casos como éste en que cobra relevancia el concepto del maestro
Rojina Villegas, al aludir al reconocimiento del Estado, como antes se
mencionó.
35
son las que establecen las solemnidades? Entonces, si hubiera actos solem­
nes ¿Es aplicable en ellos el artículo 2232 del CCF y la acción proforma o no?
¿Es nulidad absoluta pero con posibilidad de convalidación?
Lo cierto es que el tema genera muchas dudas. Es posible concluir
razonablemente que en el CCF no existen en realidad actos solemnes pro­
piamente, y que entonces la solemnidad no es un elemento de existencia de
los actos jurídicos en ese ordenamiento. Ahora, cabe preguntarse, ¿debería
serlo? Si la respuesta es positiva, entonces convendría reformar el texto de los
artículos 1794 y 2224 del CCF, para mayor claridad.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
b. Elementos de validez del acto jurídico
36
En realidad a nivel legislativo, el artículo 1795 del CCF regula o establece
causas por las que se puede invalidar un contrato, no los requisitos de validez
de manera directa. Pues bien, la interpretación integral de tales preceptos y
la lectura a contrario sensu del referido 1795 del CCF, conducen a concluir
que los requisitos o elementos de validez de los contratos y, por ello, de los
actos jurídicos son los siguientes cuatro: (a) la forma; (b) la capacidad –de
ejercicio–; (c) la ausencia de vicios de la voluntad; y, (d) la licitud en el objeto
del contrato, del acto jurídico.
b.1. La forma (artículos 1795-IV y 2228 CCF)
La forma es un requisito de validez de los actos jurídicos que consiste en
que la voluntad se manifieste en la manera que la ley establece. Es un requi­
sito de validez porque si no se satisface, el acto existe, pero adolece de una
causal de nulidad (que es relativa).
Ahora bien, por cuanto a la exigencia de una forma en los actos jurí­
dicos, el CCF parece incurrir en inconsistencias. Por una parte, el legislador
declara tajantemente como postulado y enunciado teórico general y aparen­
temente primordial, el principio de consensualidad en los contratos. Así se des­
prende de la literalidad de los artículos 1832 y primera parte del 1796 del CCF.
Forma
Artículo 1832. En los contratos civiles cada uno se obliga en la manera y
términos que aparezca que quiso obligarse, sin que para la validez del
contrato se requieran formalidades determinadas, fuera de los casos expre­
samente designados por la ley.
De manera tal que según esas porciones normativas, la consensualidad
es la regla general y, por ello, la formalidad es la excepción.
Sin embargo, al examinar las disposiciones de cada uno de los con­
tratos en particular, nos percatamos que en realidad todos se regulan como
contratos formales. Inclusive hay ejemplos ridículos de tal formalismo, como el
establecido en materia de donación en el artículo 2343 del CCF: "La dona­
ción verbal sólo producirá efectos legales cuando el valor de los muebles no
pase de doscientos pesos".27 Esto es, al reglamentar los contratos, en especial
en el Código Civil Federal y en el correlativo de la Ciudad de México, la pre­
tendida regla general de lo consensual se convierte en la excepción.
Ahora, la razón de ser del formalismo es distinta hoy en día de la que fue
en Derecho Romano (cuando la forma tenía un valor autónomo por basarse en
la fuerza propia de las palabras). Actualmente, la forma se exige en nuestros
días como un mecanismo que da mayor seguridad jurídica, que da precisión
a las obligaciones asumidas y, en fin, para evitar litigios y conflictos. Esto es,
aunque en algunos preceptos programáticos se diga lo contrario, la verdad
es que el legislador no confía en la gente. De manera tal que, aunque se reco­
noce la autonomía de la voluntad y se reconoce la consensualidad como axio­
mas generales, ambas se ven limitadas y acotadas en cierto sentido y, hasta
cierto grado, por la exigencia de formalidades para cuidar de un bien jurídico
protegido que es la seguridad jurídica.
Ahora bien, ¿qué hacer cuando el contrato o el acto jurídico no se ce­
lebra en la forma establecida por la ley? En principio, el acto estaría viciado
de falta de forma y, por ello, sería anulable. ¿Es eso lógico y suficiente en
todos los casos? ¿No podría pensarse que las partes deseaban celebrar el acto
independientemente (o a pesar) de la forma en que lo hicieran?
27
Obviamente, carece de eficacia. Imaginemos pedir que se celebre por escrito cualquier regalo
entre parejas, amigos, propinas en restaurantes, etc.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Artículo 1796. Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento;
excepto aquellos que deben revestir una forma establecida por la ley. Des­
de que se perfeccionan obligan a los contratantes no sólo al cumplimiento de
lo expresamente pactado, sino también a las consecuencias que, según su
naturaleza son conforme a la buena fe, al uso o a la ley.
37
Tanto el legislador como el Juez deben buscar proteger el bien jurídico
supremo, el valor jurídico mayor, cuando hay dos soluciones en conflicto.
Aquí, tenemos, por un lado, que existe el acto jurídico y, por otro, que no se
celebró en la forma establecida por la ley; ¿qué es lo que debe prevalecer?
Hay dos posibles soluciones ante la falta de forma:
•
Purgar el vicio de la falta de forma, subsistiendo el acto jurídico. Esa
"curación" puede darse por distintos modos:
– A través de la ratificación expresa, consistente en la confirmación o
reiteración del acto jurídico hecha en la forma que había sido omi­
tida. Con ello se extingue cualquier acción de nulidad.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Artículo 2231. La nulidad de un acto jurídico por falta de forma estable­
cida por la ley, se extingue por la confirmación de ese acto hecho en la
forma omitida.
– Como indica Sánchez Medal,28 también puede darse la ratificación
tácita, que es la que se da a través del cumplimiento del contrato que
fue celebrado sin la forma debida.
Artículo 2234. El cumplimiento voluntario por medio del pago, novación,
o por cualquier otro modo, se tiene por ratificación tácita y extingue la
acción de nulidad.
Si las partes están de acuerdo, obviamente la ratificación será posi­
ble. Pero el derecho debe solucionar las situaciones controvertidas de
manera racional. Así, el problema de la falta de forma puede existir
cuando la ratificación del acto no es posible tratándose de actos
jurídicos bilaterales, cuando una de las partes no quiere ratificarlo y
prefiere la nulidad del acto. Por ello, la ley contempla otra solución.
38
– Acción pro forma, es la acción que permite a una de las partes de­
mandar judicialmente a la otra el otorgamiento de la formalidad
omitida en la celebración del acto jurídico, para después exigir
plenamente el cumplimiento del contrato que ya tiene la forma
exigida en ley (y así evitar que al reclamar el cumplimiento se le
opusiera una excepción o defensa de nulidad del acto por falta de
forma, por ejemplo).
28
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 67.
El postulado de este precepto de la legislación federal es preocupante y
contrario a la autonomía de la voluntad (art. 1796 CCF) y a la teoría de las
ineficacias del propio ordenamiento, pues establece que mientras no haya for­
ma el contrato no será válido, mientras que el resto del Código (basado en la
doctrina) establece que en todo caso el acto adolece de una causa de invalidez
pero que ella ocurrirá hasta que un Juez la decrete. En fin, los artículos 1796
y 2228 pueden ser, en ese sentido, la "disposición en contrario" que opera como
salvedad del primer postulado del artículo 1833. Como sea, en este precepto
se exige como requisito de procedencia de la acción pro forma que la volun­
tad de las partes conste de manera fehaciente.
Por otro lado, el artículo 2232 del CCF establece lo siguiente:
Artículo 2232. Cuando la falta de forma produzca nulidad del acto, si la
voluntad de las partes ha quedado constante de una manera indubitable
y no se trata de un acto revocable, cualquiera de los interesados puede exi­
gir que el acto se otorgue en la forma prescrita por la ley.
A diferencia del artículo 1833, este precepto exige que la voluntad
conste de manera indubitable (expresión más propia del lenguaje procesal), y
además exige que el acto jurídico no sea revocable, sin excluir aquellos casos
en que quien pudiera revocarlo fuera el actor.
Como sea, la acción pro forma constituye una solución para el pro­
blema planteado, con tal de que exista prueba fehaciente-indubitable de la
voluntad de las partes en la celebración del acto que no sea revocable –pen­
samos– por el demandado. Es claro que la ratio legis de esta acción radica en
el principio de conservación del contrato que se reconoce en el artículo 1853
del CCF, y en relación con el artículo 1796 antes citado:
Artículo 1853. Si alguna cláusula de los contratos admitiere diversos sen­
tidos, deberá entenderse en el más adecuado para que produzca efecto.
Acaso también tenga algo que ver el reconocimiento de la consen­
sualidad.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Artículo 1833. Cuando la ley exija determinada forma para un contrato,
mientras que éste no revista esa forma no será válido, salvo disposición en
contrario; pero si la voluntad de las partes para celebrarlo consta de ma­
nera fehaciente, cualquiera de ellas puede exigir que se dé al contrato la
forma legal.
39
•
La nulidad relativa del acto jurídico (art. 2228 CCF).
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Ahora bien, si las partes en conflicto tomaren posiciones contradic­
torias (una pidiendo la nulidad, la otra ejerciendo la acción proforma), ¿cuál
debe subsistir y por qué razón? ¿El que demandó primero? No parece un tema
que se decida en función del tiempo. Si una de las partes demanda la nulidad
del acto por falta de forma (art. 2228 CCF), la otra puede contrademandar
(reconvenir) el otorgamiento de la forma debida (arts. 1833, 2232), y nos
parece que en ese escenario debe prevalecer la última, por dos razones: (i) nadie
puede ir en contra de sus propios actos; y, (ii) parece que, por su regulación,
la acción pro forma es un mecanismo previsto precisamente para extinguir la
de nulidad atendiendo a la conservación del contrato. Sin embargo, en todo
caso conviene atender al contenido del artículo 20 del CCF:
40
Artículo 20. Cuando haya conflicto de derechos, a falta de ley expresa que
sea aplicable, la controversia se decidirá a favor del que trate de evitarse per­
juicios y no a favor del que pretenda obtener lucro. Si el conflicto fuere
entre derechos iguales o de la misma especie, se decidirá observando la
mayor igualdad posible entre los interesados.
Ahora bien, hemos visto que dentro de las formalidades existe la firma
de documentos por escrito (públicos o privados). Al respecto, la legislación esta­
blece lo siguiente:
Artículo 1834. Cuando se exija la forma escrita para el contrato, los do­
cumentos relativos deben ser firmados por todas las personas a las cuales
se imponga esa obligación.
Si alguna de ellas no puede o no sabe firmar, lo hará otra a su ruego y en
el documento se imprimirá la huella digital del interesado que no firmó.
Artículo 2318. Si alguno de los contratantes no supiere escribir, firmará
a su nombre y a su ruego otra persona, con capacidad legal, no pudiendo
firmar con ese carácter ninguno de los testigos, observándose lo dispuesto
en el párrafo segundo del artículo 1834.
b.2. La capacidad (arts. 1795-I, 1798, 1799 y 2228 CCF)
Nos referimos a la capacidad jurídica, pero ¿en cuál de sus acepciones? Capa­
cidad hay, en derecho, de goce y de ejercicio.
Su contrapartida sería la incapacidad parcial de goce, como sucede en
ciertos supuestos limitativos establecidos en ley. Es decir, como se dijo antes,
la capacidad de goce es un atributo de la personalidad jurídica, por lo que
toda persona, por el hecho de serlo, tiene capacidad de goce. No obstante, exis­
ten ciertos supuestos de excepción que no son totales, ya que dejar de tener
capacidad de goce absolutamente equivaldría a dejar de ser persona, como
sucede con la muerte o con la extinción de una persona moral. Luego en­
tonces, toda incapacidad de goce tiene que ser parcial, no total ni absoluta.
Tales supuestos excepcionales de incapacidad parcial de goce, que el
maestro Sánchez Medal29 sostiene, no son tales, sino una falta de legitimación,
para celebrar un acto jurídico específico y cuya actualización ocasionaría una
nulidad absoluta por ir en contra de normas prohibitivas, son:
•
Prohibición para los extranjeros para adquirir bienes (derechos reales
sobre) inmuebles en la zona restringida (art. 27 constitucional, art.
2274 CCF).
Artículo 2274. Los extranjeros y las personas morales no pueden com­
prar bienes raíces, sino sujetándose a lo dispuesto en el artículo 27 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y en sus leyes
reglamentarias.
•
Prohibición a los abogados, que no pueden adquirir los bienes materia
de los juicios en los que intervienen, ni ser cesionarios de derechos
sobre esos bienes. ¿Por qué? Para proteger al cliente.
Artículo 2276.- Los magistrados, los jueces, el ministerio público, los de­
fensores oficiales, los abogados, los procuradores y los peritos no pueden
comprar los bienes que son objeto de los juicios en que intervengan.
Tampoco podrán ser cesionarios de los derechos que se tengan sobre los
citados bienes.
29
Ibidem, pp. 47 a 50 y 73.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
La capacidad de goce es un atributo de la personalidad jurídica, y
como tal se adquiere por el simple hecho de ser persona para efectos jurí­
dicos, por lo que toda persona la tiene (art. 22 CCF). Es la aptitud de ser titular
de derechos y obligaciones.
41
•
Matrimonio con edad menor a la núbil (aunque la ley parece tratarlo
como incapacidad de ejercicio), en términos del artículo 148 del CCF.
•
Menor de edad para otorgar testamento (art. 1306, fracción I, CCF).
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Por sus características, no parece que éstas sean meros requisitos de
validez. Por el contrario, la falta de capacidad de goce en concreto atacaría
alguno de los elementos de existencia del acto jurídico, ya sea la voluntad, por
no existir capacidad en el agente; y más bien carencia de objeto que pueda ser
su materia.
42
Llama la atención al respecto la manera en que se aborda un argumento
de falta de legitimación30 e incapacidad para vender un inmueble por quien
no ha acreditado ser su propietario, en la sentencia de 20 de noviembre de
1976, de la ponencia de la Ministra Ayala Manzo, relativa al amparo directo
3654/72 del índice de la Sala Auxiliar de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación. Ante el argumento respectivo, se resuelve que la autoridad respon­
sable, en efecto, no había estudiado un argumento hecho por el demandado
para "desvirtuar la personalidad" del pretendido representante común de
la parte actora en un conflicto inmobiliario, ya que en la defensa y agravios
respectivos "no se trató de desconocer la personalidad del actor nombrado,
sino de negar derecho a los actores para exigir las prestaciones reclamadas
en su demanda, por no haber acreditado ser los propietarios del inmueble
objeto del contrato base de la acción".31 Es decir, se trata el argumento de falta
de legitimación o habilitación a la manera propuesta por Sánchez Medal a que
antes nos hemos referido, sin que en la especie pareciere que se estuviera ante
una incapacidad parcial de goce, sino ante una imposibilidad jurídica en el
objeto.
La capacidad de ejercicio es propiamente la que constituye el elemento
o requisito de validez del acto jurídico del contrato. Es la aptitud para ejercer
los derechos y obligaciones por sí mismo. En palabras de Sánchez Medal, es
la "aptitud para usar o poner en práctica los derechos".32 Por ley (art. 1798
30
31
32
Se entiende por legitimación a la aptitud para hacer surgir actos que tengan un determinado
objeto. Véase CAPACIDAD Y LEGITIMACION. DIFERENCIAS. Séptima Época, Tercera Sala,
Semanario Judicial de la Federación, Página: 17, Tesis aislada, registro digital: 24917).
Archivo Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Fondo: Suprema Corte de Justicia
de la Nación, Sección: Sala Auxiliar, Serie: Amparo Directo 3654/72, Resolución: 20 de enero de
1976, Ponente: Livier Ayala Manzo.
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 45.
La contrapartida es la incapacidad de ejercicio, que también está esta­
blecida en ley (art. 450 CCDF), referida a: (i) los menores de edad; o, (ii) los
que siendo mayores de edad por causa de enfermedad reversible o irrever­
sible, o que por su estado particular de discapacidad, ya sea de carácter físico,
sensorial, intelectual, emocional, mental o varias de ellas a la vez, no puedan
gobernarse, obligarse o manifestar su voluntad por sí mismos o por algún
medio que la supla.
La exigencia constitucional pretende que las normas sobre incapacidad
de ejercicio reconozcan amplitud para el Juez para evaluar el grado y alcan­
ces de las limitaciones a la posibilidad de gobernarse, obligarse o manifestar la
voluntad de las personas que se encuentren en ese escenario, a diferencia de
los textos legislativos anteriores que resultaban taxativos e insultantes. La idea
es velar por el mayor interés del incapaz.
A manera de principio general, un mayor de edad tiene capacidad de
ejercicio, y para que sea considerado incapaz de ejercicio debe ser declarado
judicialmente como tal. Los menores de edad son, en principio, incapaces, aun­
que hay menores que tienen capacidad para contratar (los emancipados; y
todos respecto de bienes adquiridos por su propio trabajo).
Lo cierto es que si en alguna de las partes falta la capacidad de ejer­
cicio, entonces el contrato adolece de una causal de nulidad relativa.
Artículo 1795. El contrato puede ser invalidado:
I. Por incapacidad legal de las partes o de una de ellas; […]
Artículo 1799. La incapacidad de una de las partes no puede ser invo­
cada por la otra en provecho propio, salvo que sea indivisible el objeto del
derecho o de la obligación común.
Artículo 2228. La falta de forma establecida por la ley, si no se trata de
actos solemnes, así como el error, el dolo, la violencia, la lesión y la inca­
pacidad de cualquiera de los autores del acto, produce la nulidad relativa
del mismo.
Artículo 2230. La nulidad por causa de error, dolo, violencia, lesión o
incapacidad, sólo puede invocarse por el que ha sufrido esos vicios de
consentimiento, se ha perjudicado por la lesión o es el incapaz.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
CCF), todas las personas cuentan con capacidad de ejercicio, salvo aquellos
exceptuados por ella.
43
En un primer momento, es importante entender que la capacidad de
ejercicio es un requisito de validez del contrato (no la capacidad de goce).
Ahora bien, ante la falta de capacidad de ejercicio (o bien si se trata de
una persona moral), la persona afectada puede (y si es el caso, debe) actuar
con la intervención de un tercero al celebrar un acto jurídico, a quien se llama
representante.
El representante es quien celebra un acto jurídico en nombre y por
cuenta de una de las partes. Obviamente, para que pueda representar a un
incapaz, el representante (tutor, titular de patria potestad, apoderado, etc.)
debe ser capaz de ejercicio.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
b.3. Ausencia de vicios del consentimiento
(arts. 1812 a 1823 CCF)
44
El principio que debe entenderse al apreciar este requisito es que la ley re­
quiere, para que el acto jurídico sea válido, que la voluntad se exprese con
libertad y conciencia, que son cualidades de los seres racionales y prerrequi­
sitos de la voluntad real para obligarse. Entonces, si eso no sucede, se dice
que la voluntad está viciada y, por ello, el acto deviene anulable.
De lo anterior también se puede comprender que para estar viciada,
la voluntad requiere antes serlo. Es decir, sólo puede estar viciada la voluntad
que es, que existe. Por tanto, hay que entender que se habla de vicios de la
voluntad del acto jurídico, aunque sea anulable.
En general, la doctrina reconoce que propiamente hay dos vicios de la
voluntad: (i) el error; y, (ii) la falta de libertad a través del temor, ya sea físico
o moral.
Sin embargo, aunque con base en esos conceptos, la ley se refiere a
varios vicios de la voluntad (arts. 1812, 1815 y 17 CCF):
•
Error
•
Violencia
•
Dolo
•
Mala fe
•
Lesión
Artículo 1812. El consentimiento no es válido si ha sido dado por error,
arrancado por violencia o sorprendido por dolo.
Artículo 17. Cuando alguno, explotando la suma ignorancia, notoria
inexperiencia o extrema miseria de otro; obtiene un lucro excesivo que
sea evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga,
el perjudicado tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato
o la reducción equitativa de su obligación, más el pago de los corres­
pondientes daños y perjuicios.
El derecho concedido en este artículo dura un año.
i) El error
El error se entiende como una falsa apreciación de la realidad. Para Galindo
Garfias, error es el "falso conocimiento de una cosa (error propiamente dicho)
o el total desconocimiento (ignorancia) de ella, y que determina al sujeto en
la formación de su voluntad, en un sentido distinto a aquel que se hubiera
formado, sin la existencia de tal circunstancia".33
Doctrinalmente, se distinguen tres tipos de error:
•
Error obstáculo. Es aquel que impide que en los actos jurídicos bilate­
rales se forme el consentimiento, porque las partes en realidad no están
de acuerdo sobre la naturaleza o sobre el objeto del acto. Para Galindo
Garfias, es aquel en que la declaración no concuerda con la voluntad
interior, y refiere que Planiol lo definió como "error radical", que des­
truye la voluntad e impide el nacimiento del acto.34
Este error afecta de tal manera que no hay un elemento esencial del
contrato, pues no se integra el consentimiento, de tal forma que pro­
duce la inexistencia del acto (1794 CCF). Luego entonces, éste no es el
error regulado como vicio de la voluntad. El error obstáculo puede ser:
33
34
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 229.
Ibidem, p. 230.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Artículo 1815. Se entiende por dolo en los contratos, cualquiera sugestión
o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno
de los contratantes; y por mala fe, la disimulación del error de uno de los
contratantes, una vez conocido.
45
– Error in negotio: se equivoca la naturaleza del acto jurídico.
– Error in corpore: error sobre la identidad del objeto.
– Error in substancia: incide sobre cualidades esenciales que deter­
minan la función del objeto; distinto que error in qualitate.
– Error in personam: incide sobre cualidades personales del sujeto.
•
Error vicio o nulidad. Es al que se refieren los artículos 1795 y 1813
CCF. Cuando adolece de este error, la voluntad está desviada, pero es
voluntad y concuerda con la exteriorizada o declarada.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Puede ser:
– Error de hecho. Falsa apreciación de la realidad sobre las cuali­
dades del acto o sobre la persona que lo realiza (error in qualitate).
V. gr. Celebra un contrato de prestación de servicios profesionales
para llevar un juicio, creyendo que el profesionista es abogado y
era arquitecto.
– Error de derecho. Falsa apreciación de las consecuencias jurídicas
del acto, que vicia la voluntad.35
Ahora bien, como una exigencia de seguridad jurídica, las normas apli­
cables requieren que a partir de un error de hecho o de derecho una persona
puede alegar como causa de nulidad solamente si recae sobre el motivo de­
terminante de la voluntad de quien lo padece, cuando ese motivo se declaró
o se prueba por las circunstancias del contrato.
Artículo 1813. El error de derecho o de hecho invalida el contrato cuando
recae sobre el motivo determinante de la voluntad de cualquiera de los
que contratan, si en el acto de la celebración se declara ese motivo o si se
prueba por las circunstancias del mismo contrato que se celebró éste en el
falso supuesto que lo motivó y no por otra causa.
46
Es decir, es necesario que el error recaiga sobre el motivo determi­
nante de la voluntad de cualquiera que contrata, si en el acto de celebración
se declara dicha causa o si se prueba por las circunstancias del contrato que se
35
Hay quien señala que a este respecto hay que ser cautelosos, pues es posible que el error de
derecho puede causar colisión con el principio que impide alegar el error o desconocimiento de la
ley en provecho propio (art. 21 CCF).
Entonces, para que sea posible anular un contrato con base en un error
de nulidad, la ley exige que: (1) se demuestre el error; y, (2) que el error haya
sido la única causa que determinó la voluntad hacia el acto. Para demostrar
esto último en principio debe constar en el propio contrato cuál fue el mo­
tivo determinante de la voluntad, pero si no fuera el caso entonces debe
probarse por las circunstancias que el acto se celebró en el falso supuesto que
lo motivó, y no por otra causa (lo que resulta difícil en la práctica).
•
Error indiferente. Es un error accidental, de cálculo, que no alcanza
para viciar el acto, y que puede versar sobre la cantidad o calidad en el
objeto. No es vicio de la voluntad, sino que sólo da lugar a su rectifi­
cación o modificación.
ii) El dolo
Para efectos contractuales, dolo significa inducir al error, a diferencia de la mala
fe, que como veremos significa disimular el error del otro cuando se conoce.
Siguiendo a Galindo Garfias, entendemos por dolo "los artificios engañosos o
maquinaciones fraudulentas, por medio de los cuales una persona es indu­
cida por otra a otorgar un acto jurídico, que de otro modo no habría consen­
tido o lo habría celebrado de otra manera, bajo diferente estipulación".36
Artículo 1815. Se entiende por dolo en los contratos, cualquiera suges­
tión o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno
de los contratantes; y por mala fe, la disimulación del error de uno de los
contratantes, una vez conocido.
Entonces, contractualmente se entiende por dolo a los artificios y en­
gaños que una persona usa para "inducir al error" o "mantener en el error" a
otra. Como sucede con el error, el dolo requiere ser principal o determinante,
es decir, que engendre un error que constituye la causa única por la que se
celebró el acto (art. 1816 CCF). De lo contrario se está ante un dolo inciden­
tal que no alcanza para ser causa de nulidad.
36
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 232.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
celebró en ese falso supuesto que lo motivó y no por otra causa. Parece en­
tonces que debe recaer sobre la causa impulsiva de la voluntad. Con ello es
dable sostener que el legislador mexicano fusionó la causa con el error, como
lo ha sostenido el maestro Miguel Alessio Robles en cátedra.
47
Ahora bien, para ser causa de nulidad, el dolo puede provenir:
•
De una de las partes, en cuyo caso si es principal será causa de nulidad.
•
De un tercero con conocimiento de una de las partes, en cuyo caso si
es principal será causa de nulidad.
•
De ambas partes o dolo mutuo, en cuyo caso no existe acción de nu­
lidad para ninguna ni derecho a indemnizaciones, por lo que el acto es
válido.
Artículo 1817. Si ambas partes proceden con dolo ninguna de ellas puede
alegar la nulidad del acto o reclamarse indemnizaciones.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
iii) La mala fe
48
Doctrinalmente se le conoce también como dolo negativo. La mala fe con­
siste en el silencio o inactividad para mantener en el error a la otra parte en la
celebración de un acto jurídico.
Artículo 1815. Se entiende… por mala fe, la disimulación del error de
uno de los contratantes, una vez conocido.
Obviamente, la mala fe presupone que se conoce el error del otro y
se decide no indicarlo ni sacarlo del mismo. Como el dolo, para ser causa
de nulidad requiere ser principal; pero a diferencia del dolo, en la mala fe se
necesita que la disimulación provenga de una de las partes (si fuera de terce­
ros, no es causa de nulidad).
En relación con la mala fe y el error, se ha discutido si son realmente
vicios de la voluntad por sí mismos. La mayoría de la doctrina sostiene que no,
que en realidad el vicio de la voluntad es el error y que el dolo o la mala fe
sólo pueden ser causas para caer o no salir del error, que bajo esa óptica es el
verdadero vicio. Más allá de la discusión científica, lo relevante es considerar
si tiene algún efecto el que la ley regule al dolo y a la mala fe como cuestio­
nes adicionales al mero error, pues de lo contrario parecería innecesario con­
templarlos considerando que el que los sufre y alega de todos modos tiene
que demostrar el error.
En realidad el dolo y la mala fe importan como elementos, no obstante,
que se tenga que demostrar el error de igual modo, porque sí importan para
efectos de poder causar o generar el pago de una indemnización por daños
iv) La violencia (artículos 1818 a 1820 CCF)
La doctrina también llama a la violencia intimidación, o inclusive miedo, y
reconoce que puede ser de dos tipos: (A) violencia física (coacción por medio
del dolor); y, (B) violencia moral (coacción por medio del temor). Así, según
dice parte de la doctrina, propiamente el vicio de la voluntad es el miedo o el
temor que se hace sentir a la víctima de la violencia. Se trata en realidad de una
afectación a la voluntad a través de una afectación a la libertad debida al miedo
o al temor, cuyo efecto es la nulidad relativa del contrato (art. 2228 CCF).
Por violencia podemos entender la coacción ejercida sobre la volun­
tad de una persona, por fuerza material o amenazas, con el objeto de llevarle
a que consienta el acto jurídico, como enseña Planiol.37
Como vicio de la voluntad, la violencia puede provenir:
•
De alguna de las partes del acto jurídico.
•
De un tercero, interesado o no en él. Es decir, el tercero que sea.
El efecto en cualquiera de esos escenarios es el mismo:
Artículo 1818. Es nulo el contrato celebrado por violencia, ya provenga
ésta de alguno de los contratantes o ya de un tercero, interesado o no en el
contrato.
Ahora bien, por su grado o entidad, es necesario distinguir dos tipos
de violencia:
•
Vis compulsiva. Es aquella violencia que permite o deja un margen
de libertad. Es decir, no aniquila ni impide totalmente a la voluntad.
37
Cfr. Planiol, Marcel et al., Derecho civil, trad. de Leonel Pérez Nieto, México, Oxford University
Press, colección Biblioteca Clásicos del Derecho, vol. 8, 1999.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
(pérdidas) o perjuicios (lo que se dejó de ganar). Eso es lo que se desprende
del artículo 1817 del CCF en la parte que establece "reclamar indemniza­
ciones". Así, aunque el dolo o la mala fe no sean vicios de la voluntad sino
causas del vicio de la voluntad (que es el error), es importante que el legis­
lador los haya considerado para hacer posible el pago de indemnizaciones
(además de la nulidad).
49
Es la llamada intimidación o violencia que no destruye completamente
la voluntad del sujeto, porque éste puede elegir entre celebrar el acto
jurídico o bien sufrir el mal con que se le amenaza o ataca. Hay una
"aparente libertad para decidir", por lo que sí hay voluntad pero está
coaccionada.38
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
•
Vis absoluta. Es aquella que anula la voluntad de la víctima, pues im­
plica ejercer la fuerza sobre el cuerpo del sujeto-víctima de la violencia
para forzarlo materialmente a celebrar el acto jurídico. Por ello, en
estos casos la voluntad no nació. Como ejemplos de este tipo de vio­
lencia suele mencionarse: tomar de la mano a alguien para que firme o
estampe su huella en un contrato o el hipnotismo.
La vis compulsiva es aquella que se considera vicio de la voluntad; la
absoluta no es un vicio, sino que anula la voluntad y, por ello, es causa de
inexistencia de la voluntad y, en consecuencia, del acto jurídico.
Ahora bien, para que la violencia vicie la voluntad, es necesario que la
amenaza que acarrea sea:
–
Seria, es decir, que exista la posibilidad de que el mal se realice.
–
Grave,39 es decir, que la eventual ejecución de la amenaza acarree
un mal mayor que el que resulte de la celebración del acto.
–
Injusta, que no entrañe el ejercicio de un derecho legítimo en
contra del sujeto.
Artículo 1819. Hay violencia cuando se emplea fuerza física o amenazas
que importen peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una
parte considerable de los bienes del contratante, de su cónyuge, de sus
ascendientes, de sus descendientes o de sus parientes colaterales dentro
del segundo grado.
50
38
39
Pensemos, por ejemplo, en un pasaje de la novela "El Padrino", en que Puzzo expone la manera
en que Vito Corleone utilizó los servicios de Luca Brassi para liberar al cantante Johnny Fontane
de su primer contrato profesional con el director artístico que prefirió que su firma, y no su
cerebro, constara en el papel de un contrato. Esto es, la vis compulsiva deja un margen de liber­
tad, sí hay voluntad, pero obliga injustamente a elegir, siendo que libremente no habría tenido
que hacerlo.
El llamado temor reverencial es un temor que no califica como violencia para ser vicio de la
voluntad, pues se trata del solo temor de desagradar a las personas a las que se debe sumisión
y respeto (art. 1820 CCF), que en ese sentido no es grave.
[L]os actos mencionados no constituyen el vicio del consentimiento…
porque para que se constituyan las amenazas que forman la violencia pre­
vista en los artículos 1699 y 1700 del Código Civil del Estado de Oaxaca
como causa de nulidad de los contratos y en general de los actos jurídicos,
deben consistir en hechos que no impliquen el ejercicio de un derecho y
que dependan directa o indirectamente de la voluntad de quien los hace,
ya que advertir a una persona sobre el ejercicio de un derecho en su contra
no es injusto y producir una advertencia acerca de algo que no depende
de quien lo hace, no puede crear temor en las personas, y al no existir el
temor no existe la violencia, por ser éste el elemento de definición de dicho
vicio del consentimiento.40
Esto es, encontramos en ese criterio dos importantes notas: (i) la ne­
cesaria relación entre temor y violencia; y, (ii) el requisito de injusticia en la
amenaza, que excluye el ejercicio de un derecho así como aquellos casos en
que el resultado no dependa de quien profiere la advertencia.
En general, la ley establece dos tipos de violencia como vicio de la
voluntad:
•
Violencia física. Es "cuando se emplea la fuerza física", que para Roji­
na Villegas es la coacción por medio del dolor.41
•
Violencia moral. Es "cuando se emplean […] amenazas que importen
peligro de perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una parte con­
40
Archivo Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Fondo: Suprema Corte de Justicia
de la Nación, Sección: Sala Auxiliar, Serie: Amparo Directo 1610/72, Resolución: 19 de agosto de
1975, Ponente: Livier Ayala Manzo.
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., p. 389.
41
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
En relación con la idea de que la amenaza que entraña la violencia
debe ser injusta, resulta conveniente referirnos al concepto que al respecto, en
su calidad de ponente, incluyó la Ministra Ayala Manzo en la sentencia de 19 de
agosto de 1975 en el amparo directo 1610/72 del índice de la Sala Auxiliar
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver en amparo directo
una contienda derivada de un juicio ordinario mercantil en el que se reclamó la
nulidad absoluta de ciertas letras de cambio relacionadas con un convenio de
obras y su ejecución, en el cual, entre otras cosas, se alegó la existencia de dolo,
violencia y amenazas provenientes de un alto funcionario del gobierno del
Estado de Oaxaca, se señaló que:
51
siderable de los bienes", que para Galindo Garfias es la coacción por
temor infundido.42
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Ahora bien, la ley limita, restringe y señala cuáles son las personas
sobre las cuales el ejercicio de la violencia constituye un vicio de la voluntad
de las partes: "del contratante, de su cónyuge, de sus ascendientes, de sus des­
cendientes o de sus parientes colaterales dentro del segundo grado." O sea:
52
•
La parte (el contratante).
•
Su cónyuge.
•
Ascendientes, sin limitación en línea recta (arts. 297-298).
•
Descendientes, sin limitación en línea recta (arts. 297-298).
•
Parientes colaterales dentro del segundo grado (línea transversal, her­
manos art. 300 CCF).
En estos supuestos basta con probar el parentesco, pues existe una
presunción iure et de iure. Pero ¿y si el agente de la violencia no sabía del pa­
rentesco? No importa, es iure et de iure.
Cabe preguntarse qué sucedería, entonces, si la violencia se ejerce sobre
alguien importante para la víctima pero que no se encuentra en el catálogo
del artículo 1819 del CCF. Pensemos, por ejemplo, en el novio, la novia, la
concubina o el amigo. Está claro que la ley no los menciona, pero ¿esa porción
normativa es limitativa? Rojina Villegas43 sostiene que la ley no incluye esos
escenarios pero que en ciertos casos, si bien no existe la presunción iure et
de iure, se puede probar que sólo por la violencia ejercida sobre determinada
persona es que se otorgó el acto jurídico y que, por ello, procedería la acción de
nulidad.
Igualmente, cabe destacar que en materia de violencia, la legislación civil
federal no menciona el derecho a indemnizaciones –como sí sucede tratán­
dose de dolo y mala fe–. Sin embargo, consideramos que ello no impide que
hubiera acción al respecto con base en una responsabilidad civil extracon­
tractual por el ilícito que la violencia entrañe.
42
43
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., pp. 233 y 234.
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., p. 390.
(v) La lesión
De manera descriptiva, podemos decir con Sánchez Medal que la lesión es el
"perjuicio en un contrato conmutativo que experimenta una parte que recibe
una prestación muy inferior a la que ella proporcionó."44 Por su parte, Galindo
Garfias la define como "la notoria desproporción entre lo que se da y se re­
cibe a cambio"45 y refiere que para Planiol se trata de casos en que hay error
sobre el valor.
Lo cierto es que, en todo caso, para que sea posible hablar de lesión, el
prerrequisito es que se trate de un acto jurídico bilateral y oneroso; esto es,
no puede haber lesión en actos unilaterales y/o gratuitos.
Es importante entender que una cosa es la lesión como posible vicio
de un acto jurídico a considerar en el momento de su celebración, y otra di­
ferente es que el contrato, ya celebrado adecuadamente, durante su cum­
plimiento, se torne desproporcionado, lo que en realidad se ha de apreciar
mediante la aplicación de la Teoría de la Imprevisión (adoptada, por ejemplo,
en el Código Civil para el Distrito Federal –Ciudad de México– en los artícu­
los 1796, párrafo segundo, 1796 bis y ss.)
En materia civil, la lesión está regulada en el artículo 17 CCF:
Artículo 17. Cuando alguno, explotando la suma ignorancia, notoria inex­
periencia o extrema miseria de otro, obtiene un lucro excesivo que sea
evidentemente desproporcionado a lo que él por su parte se obliga, el per­
judicado tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato o la
44
45
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 61.
Galindo Garfias, Ignacio, op. cit., p. 234.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Ahora bien, las acciones de nulidad derivadas de dolo y violencia no
son renunciables de manera anticipada (art. 1822 CCF), sin embargo, sí
están sujetas a prescripción –son acciones de nulidad relativa– y quien sea
su titular puede dejar de ejercerlas y así renunciar a ellas, una vez nacidas
mediante el no ejercicio (arts. 2236 y 2237 CCF). También es posible que se
ratifique el acto jurídico, lo que entraña una renuncia expresa a la causa de
nulidad (art. 1823 CCF).
53
reducción equitativa de su obligación, más el pago de los correspondientes
daños y perjuicios.
El derecho concedido en este artículo dura un año.
Y una de sus posibles consecuencias, en el artículo 2230 CCF:
Artículo 2230. La nulidad por causa de error, dolo, violencia, lesión o
incapacidad, sólo puede invocarse por el que ha sufrido esos vicios de
consentimiento, se ha perjudicado por la lesión o es el incapaz.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
La descripción legal del artículo 17 CCF (correlativo al que con igual
número aparece en el CCDF) destaca dos elementos, por lo que se trata de un
vicio mixto:
•
El elemento objetivo: la desproporción, que es notoria.
•
El elemento subjetivo: la suma ignorancia, la notoria inexperiencia y la
extrema miseria.
Pero la descripción del supuesto normativo en la disposición aludida es
un problema para la eficacia de la lesión como figura en nuestro orden jurí­
dico. A diferencia del legislador del Código Civil de 1884, que sólo contempló
al elemento objetivo y tasado (de forma que si había desproporción sancio­
naba la inequidad objetivamente y nada más), el legislador de 1928 incluyó los
dos elementos descritos, lo que complica la procedencia de la figura.
Además, al incluir el elemento subjetivo en nuestro concepto se come­
tieron dos errores graves:
•
Se incluyen calificativos difíciles de medir y de demostrar: suma, notoria,
extrema. ¿Quién y cómo califica como sumamente ignorante y en rela­
ción con qué cuestiones? Lo cierto es que esos calificativos complican
terriblemente la procedencia de la lesión, por lo que se está ante una
figura en desuso y difícil, a pesar de sus buenas intenciones.
•
Faltó considerar en el elemento subjetivo a la "necesidad".
54
Ahora bien, si se está en presencia de la lesión, dos pueden ser los esce­
narios de sus consecuencias:
•
La nulidad relativa del acto (arts. 2228 y 2230 CCF).
•
La actio quantum minoris, es decir, la reducción equitativa de la obliga­
ción más el pago de daños y perjuicios (algo parecido a una rescisión).
En cualquier caso, el plazo para hacer valer la lesión es de un año,
según el artículo 17 CCF.
Si bien algo se ha tratado al respecto en el apartado dedicado a distinguir la
posibilidad del objeto respecto de su licitud, ahora en relación con este últi­
mo punto cabe señalar que, como suele pasar con la codificación, encontramos
algunas inconsistencias en la ley (arts. 1795-III, 1830, 1831 y 2225 del CCF).
En efecto, el artículo 1795-III, del CCF establece que es causa de inva­
lidez de los contratos la ilicitud en el "objeto, motivo o fin del contrato", pero
tales términos no parecen ser sinónimos sino referirse a categorías o ele­
mentos jurídicos distintos.
Lo cierto es que en relación con el elemento de la licitud en los actos
jurídicos, es necesario destacar (como lo hace Rojina Villegas46) que, a dife­
rencia del caso de los hechos jurídicos del que antes hablamos (que pueden
ser dolosos o culposos), en el acto jurídico ilícito el autor del acto debe pro­
ponerse un objeto o fin contrarios a las leyes de orden público o a las buenas
costumbres.
Artículo 1830. Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden
público o a las buenas costumbres.
Artículo 1831. El fin o motivo determinante de la voluntad de los que
contratan, tampoco debe ser contrario a las leyes de orden público ni a
las buenas costumbres.
Nuevamente cabe destacar que el artículo 1831 no se refiere a cual­
quier fin o motivo de la voluntad, sino concretamente a su fin o motivo deter­
minante. Sin embargo, no encontramos esa precisión en el artículo 1795-III.
Ahora bien, la cosa no mejora, pues en el artículo 2225 CCF al refe­
rirse a las causas de nulidad por este motivo, no sólo se habla de objeto o del
fin del acto jurídico, sino que introduce la palabra condición.
Artículo 2225. La ilicitud en el objeto, en el fin o en la condición del acto
produce su nulidad, ya absoluta, ya relativa, según lo disponga la ley.
46
Rojina Villegas, Rafael, op. cit., p. 355.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
b.4. Licitud en el objeto, motivo o fin
55
De manera tal que, en relación con este requisito de validez de los
actos jurídicos, es necesario hacer varias precisiones e interpretaciones de
la legislación civil federal.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
En primer lugar, cabe mencionar que la razón de ser detrás de este
elemento es que, para proteger y ordenar adecuadamente a la sociedad, la ley no
puede proteger los actos y sus motivaciones cuando vayan en contra de las leyes.
Por ello, los artículos 1830 y 1831 del CCF (y sus correlativos de las entida­
des federativas) exigen que el objeto, motivo determinante o fin de un con­
trato, de un acto jurídico, no sean contrarios a las leyes de orden público ni
a las buenas costumbres. En este caso, la enunciación en negativo es correcta,
pues recordemos que para los particulares está permitido todo aquello que
no les esté prohibido.
56
En el mismo tenor se incluye el artículo 8 CCF:
Artículo 8. Los actos ejecutados contra el tenor de las leyes prohibitivas
o de interés público serán nulos, excepto en los casos en que la ley ordene
lo contrario.
Por su parte, el artículo 2225 CCF pretende completar la idea, cerrar
el círculo, señalando que la ilicitud en tales temas acarrea una nulidad del
acto jurídico, que puede ser absoluta o relativa.
De ahí surge un segundo nivel de duda, pues no se indica en tales
preceptos cuándo procede una u otra ineficacia, ni qué habrá de suceder con
las leyes que no se consideren de orden público si un acto jurídico las violara
o contradijera.
Al respecto, planteo las siguientes ideas:
•
Primera. Es ilícito lo que va en contra de una norma jurídica. Por tanto,
es tan ilícito ir en contra de una ley de orden público como de una de
orden privado. En ambos casos se está ante la ilicitud. En ese sentido,
los artículos 1830 y 1831 CCF son, cuando menos, imprecisos o in­
completos.
•
Segunda. Hay que determinar qué es lo que se exige que sea lícito como
elemento de validez de los actos jurídicos.
– Por un lado el artículo 1795-III exige que lo sean: (i) el objeto; (ii) el
motivo; y, (iii) el fin, todos del contrato.
– Por otro, el artículo 2225 exige que lo sean: (i) el objeto; (ii) el fin;
y, (iii) la condición, todos del acto jurídico.
– Causa Final. En los actos jurídicos de la misma especie, siempre se
está ante la misma causa final. Es decir, esta causa se confunde
con la voluntad y el objeto del acto. ¿Cuál es el fin del acto jurídico?
El mismo siempre, el que es propio de ese acto. Por ejemplo, en una
compraventa, el vendedor tiene como fin recibir el precio; el com­
prador el bien.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Claramente, decíamos, esos elementos no son lo mismo. Ante ello
nos parece que en realidad prevalece el artículo 1795-III, porque es
falso que la ili­citud de una condición anule todo el acto jurídico
necesariamente. Además, como lo hemos comentado anteriormente,
el capítulo de las ineficacias del CCF no es congruente con el resto
del ordenamiento. Entonces, si el ar­tículo 1795-III prevalece, la licitud
para efectos de validez del acto jurídico es una categoría que se
exige del objeto, el motivo y el fin del propio acto.
– Si es así, entonces la causa final no es aquella a la que se refiere la
ley como elemento de validez del acto jurídico.
57
Por cuanto al objeto, ya nos hemos referido a ello, pero baste con
re­cor­dar que debe ser lícito aquello a lo que se obliga la parte de un
acto jurídico. Por cuanto al motivo o fin, ¿a cuál de ellos se refiere
la ley? Pues al motivo o fin por el cual se obliga. Por eso el artículo
1831 se refiere al de­terminante de la voluntad. Pero, ¿cuál es? ¿Es po­
sible aplicar el artículo 1813 CCF al respecto? Parece que sí, que debe
haber elementos que lo hagan objetivo.
Para responder adecuadamente, nos parece necesario distinguir 3
tipos de causas, filosóficamente hablando:
– Causa Formal (eficiente). Es el cómo, la manera en que se cele­
bra el acto jurídico. Es lo que llamamos forma. Entonces, tam­
poco es el elemento al que se refiere el artículo 1795-III (sino otra
fracción).
– Causa Impulsiva. Es la que puede considerarse como el motivo
determinante de la voluntad. Es la razón por la cual se celebró el
acto; la causa única y especial por la que la voluntad de un sujeto
es tal, y por tanto es siempre subjetiva.
Por ello, nos parece que ésta es a la que se refiere el artículo
1795-III, y es la que expresamente señala el diverso 1831. Enton­
ces, no se trata de cualquier motivo. En este sentido, es parecido a
lo que establece el artículo 1813 en materia de error.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
•
58
Tercera. Hay que analizar los efectos de este requisito. ¿Cuál es la con­
secuencia de que sea ilícito el objeto, motivo (causa impulsiva) o fin
del acto jurídico? Obviamente de inicio, cabe apreciar que en ese esce­
nario se estaría ante un acto jurídico que no reúne ni satisface todos los
requisitos de validez que exige el artículo 1795 CCF. Entonces, el acto
jurídico existe, pero adolece de causas de nulidad.
Ahora, ¿qué tipo de nulidad? El artículo 2225 establece que absoluta
o relativa, según sea el caso. Por ello, ese precepto no resuelve el tema.
En principio, los artículos 1830, 1831 y 8o. CCF parecerían establecer
que solamente cuando se viole una disposición de orden público o una
buena costumbre, el objeto, motivo o fin del acto es ilícito y, por ello, es
"nulo". Pero el mencionado 2225 señala que, ante ello, existe alterna­
tiva: el acto jurídico puede ser nulo o bien puede ser anulable; puede
adolecer de causas de nulidad absoluta, o bien de nulidad relativa.
En realidad, los artículos 8o. y 1831 del CCF se redactaron siguiendo
la teoría clásica de las nulidades. Pero después el artículo 2225 y todo ese
capítulo tienen una postura ecléctica diferente. Entonces no coinciden
los textos de las diversas disposiciones legales aplicables. Parecería
que al incluir el artículo 2225, debían haber modificado el 8o., pero
no fue así.
Para resolver esta cuestión, nos parece, por su especificidad y espe­
cialidad, que hay que atender al artículo 2225 CCF: la ilicitud sobre el
objeto, la causa impulsiva o el fin del acto jurídico, puede producir:
– La Nulidad Absoluta, cuando la norma violada protege un bien jurí­
dico de carácter general, cuando es de orden público (art. 8 CCF).
– La Nulidad Relativa, cuando la norma violada protege un bien ju­
rídico de orden privado, que se pueda convalidar (art. 2225 CCF).
Lo cierto es que es posible arribar a las siguientes conclusiones en
relación con este requisito de validez:
Tanto el contenido de la prestación (objeto) como la intención que
anima a los contratantes (el motivo o fin determinante) deben ser líci­
tos, en beneficio del orden social.
•
Las consecuencias que deriven de la ilicitud de esos elementos depen­
derán del tipo de bien jurídico tutelado por la norma que contravenga
(sea de orden público o de orden privado).
Por lo demás, nos parece adecuado incluir algunas consideraciones
básicas en relación con la causa en los actos jurídicos. Existen distintas es­
cuelas y teorías respecto de la causa que derivan de la interpretación de la
exigencia que contenía el Código de Napoleón (arts. 1108, 1131) para que
hubiera una "causa lícita en la obligación" y que fuera verdadera (en oposi­
ción a falsa). A continuación una breve presentación de esas teorías.
•
Teoría clásica de la causa (Domat)
Para esta escuela, causa es la razón esencial que determina a obligarse
a los contratantes, por ser el fin más inmediato. Por tanto, es la causa
final y es idéntica en los contratos de la misma especie.
Así, esta postura distingue entre la causa y los motivos, pues éstos va­
rían de persona a persona. Esto es, la causa final es distinta de la causa
impulsiva. Para la teoría clásica de la causa, los motivos son irrelevantes
para la vida y validez de los contratos.
•
Teoría anticausalista (Laurent, Planiol, et al.)
Para esta postura, la teoría clásica de la causa es inútil y falsa. Los an­
ticausalistas sostienen que la noción de la causa es innecesaria, pues
bastaría la idea de la licitud en el objeto o bien de la voluntad para
exigirlas en los actos jurídicos.
•
Teoría moderna de la causa
Es una postura ecléctica, un punto medio. Para esta teoría la causa se
refiere a un concepto distinto de la causa final, pues sí se requiere y
se refiere a los móviles concretos individuales del acto, que deben ser
lícitos. Es decir, por causa se refieren al motivo determinante de la
voluntad, a lo que aquí hemos llamado causa impulsiva.
Coincide con la teoría clásica en la importancia de la causa, pero di­
fiere de ella por cuanto al contenido, pues esta teoría requiere que el
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
•
59
móvil sea concreto y externado (es decir, que no se quede en el fuero
interno del sujeto).
Nos parece que ésta es la teoría de la causa que se refleja en el CCF.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
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3. INCUMPLIMIENTO DE LOS ELEMENTOS
DEL ACTO JURÍDICO Y DEL CONTRATO.
INEFICACIAS JURÍDICAS
60
En realidad, no nos parece lo mismo hablar de actos eficaces que de actos
válidos. Desde luego, lo que se busca idealmente es que un acto jurídico, un
contrato, sea al mismo tiempo válido y eficaz, que tenga una existencia per­
fecta, pero lo cierto es que debe reconocerse que ello podría no suceder en los
hechos ni de derecho. Idealmente, en ambos casos se habla de actos jurídicos
existentes, en el sentido de que reúnen voluntad y objeto.
La categoría de actos jurídicos eficaces se refiere a que esos actos jurí­
dicos surtan sus efectos jurídicos; esto es, aquellos actos jurídicos o contratos
cuyos efectos se verifican en la realidad fáctica.
La categoría de actos jurídicos válidos se refiere a los que cumplan con
los elementos y requisitos de validez que exija la ley. Según Rojina Villegas, la
validez no admite grados, de tal suerte que sólo ha de hablarse de actos jurí­
dicos válidos o bien de actos jurídicos afectados de alguna causa de nulidad.47
Por su parte, los eficaces pueden dejar de serlo si sus efectos se destru­
yen y se retrotraen, de tal manera que pierden su eficacia, sin necesariamente
afectar su validez.
En conclusión, en forma teórica, ideal, de inicio podemos decir que
los actos jurídicos pueden ser: (i) existentes; o (ii) inexistentes. A su vez, los
existentes pueden ser: (i) eficaces y válidos (existencia perfecta); o (ii) invá­
lidos (de existencia imperfecta, pues podrían ser momentáneamente eficaces).
Los inválidos pueden ser: (a) afectados por nulidad absoluta; o, (b) afectados
por nulidad relativa.
Tengamos en mente estas cuestiones al considerar las diversas teorías
elaboradas respecto de las ineficacias y las nulidades, para ver si son certeras
unas y otras.
47
Ibidem, p. 354.
Esta teoría clásica parte de una distinción entre: (i) los actos inexistentes;
(ii) los actos nulos de pleno derecho; y, (iii) los actos anulables. Dicho de otra
manera, esta teoría distingue las nociones de: (i) inexistencia; (ii) nulidad
de pleno derecho; y, (iii) anulabilidad. Cada categoría tiene sus causas y sus
consecuencias.
i) Inexistencia (acto inexistente)
Se considera que ello sucede cuando el acto carece de algo esencial para el
acto mismo, por lo que no ha podido formarse. El acto carece de los elemen­
tos en ausencia de los cuales es imposible concebir su existencia. Por ello, se
sostiene que semejante acto "carece de existencia a los ojos de la ley; es una
apariencia sin realidad, la nada." Por ejemplo: en la compraventa, el precio
es un elemento esencial (objeto). Luego, una venta hecha sin precio sería
inexistente.
De ahí, se concluye que los actos inexistentes:
•
No producen efectos (¿Cómo de la nada podría salir algo?)
•
No prescribe, no es ratificable.
•
El Juez solamente reconoce que sucede, comprueba que el acto no existe.
•
Cualquier persona puede valerse de la inexistencia cuando lo necesite.
Nadie está obligado a reconocer la nada.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
a. La teoría clásica de las nulidades
ii) Nulidad de pleno derecho (actos nulos)
El acto reúne las condiciones esenciales, pero se encuentra privado de efectos
por ley (objeto ilícito). Esta nulidad, dicen, es la que ataca a los actos que se
ejecutan materialmente en contravención a un mandato o prohibición de una
ley imperativa o prohibitiva, es decir, de orden público (nulidad inmediata).
De ahí, concluyen que los actos nulos:
•
No producen efectos en momento alguno.
•
Propiamente hablando, dicen, no se necesitaría ejercer una acción de
nulidad; pero si hay controversia sobre la validez del acto, el Juez se
61
limitará a comprobarla, pero no es él quien la decreta (porque es obra
directa del legislador). El acto, en realidad, se autodestruye.
•
También puede ser invocada por cualquier interesado.
•
Tampoco puede borrarse la nulidad de pleno derecho por confirma­
ción o por prescripción.
(iii) Anulabilidad (acto anulable)
Se trata de lo que conocemos como nulidad relativa, que es una me­
dida de protección que la ley establece en favor de personas determinadas.
Por ejemplo, de los incapaces. Se refiere a los actos jurídicos celebrados bajo
vicios de la voluntad por incapaces; o con falta de forma.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
De ahí, concluyen que los actos anulables:
62
•
No adolecen de una nulidad inmediata, sino mediata.
•
Los actos anulables, en tanto no sea anulados por decisión judicial,
producen sus efectos provisionalmente (aunque la sentencia tendría
efectos retroactivos). Entonces, el Juez debe intervenir para pronun­
ciar la anulación.
•
Sólo pueden ser invocados por las personas en interés de las cuales
los establece la ley.
•
Sí es susceptible de borrarse (también retroactivamente) por confir­
mación y por prescripción.
A partir de estos postulados, cabe preguntarse si realmente la inexis­
tencia y la nulidad de pleno derecho, son cosas distintas.48
La teoría clásica de las nulidades fue atacada, particularmente, por dos
jóvenes civilistas en sus tesis de doctorado, René Japiot y Piedelievre. La razón
de esas críticas radicó en que la teoría clásica de las nulidades parece irreal,
falsa, no se apega a la realidad, principalmente porque: (1) no es cierto que
el Juez no sea quien decrete la nulidad (sí lo es); (2) tampoco parece exacto
48
Como se verá más adelante, la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sos­
tuvo en tesis aislada que sus diferencias son meramente teóricas, en la tesis que lleva por rubro
NULIDAD E INEXISTENCIA. SUS DIFERENCIAS SON MERAMENTE TEORICAS. Sexta Época,
Tercera Sala, Semanario Judicial de la Federación, Volumen XCVI, Cuarta Parte, Materia Civil,
Página: 67, Tesis aislada, registro digital: 270028.
que los actos viciados nunca produzcan efecto alguno; (3) ¿puede hablarse en
verdad de la nada jurídica?
La teoría clásica es rígida y precisa, pero, lamentablemente, resulta irreal;
la realidad no cabe siempre en esos moldes, porque no es exacta ni rígida.
Japiot critica la teoría clásica de las nulidades porque piensa que no tiene en
cuenta la complejidad de las relaciones de hecho ni de las necesidades de
la práctica, y señala que es falso que los actos inexistentes o nulos de pleno
derecho nunca producen efectos. Sostiene que hay efectos que en la realidad
suceden y que no es posible retrotraer o quitar (como el uso de cosa ajena,
por ejemplo), por tanto, hay casos donde un acto, aun siendo nulo e incluso
inexistente, sí produce efectos en la realidad. Además, dice, no hay nulidad
de pleno derecho, no hay nulidad que opere por sí misma. Por el contrario, se
necesita una sentencia judicial que la decrete.
Así, la ley debe dejar que sea el Juez quien resuelva cada caso según
la justicia y la equidad, atendiendo al equilibrio de los intereses jurídicos en
juego. Las soluciones de la teoría clásica son demasiado absolutas, su rigidez
no responde a las exigencias tan variadas de la práctica.49 No se ve por qué las
diversas cuestiones han de ser solidarias, declarándose a priori inseparables
las cuestiones de confirmación y de extensión de la nulidad,50 por lo que no es
necesario que se den soluciones en bloque. Lo que en su opinión sería mejor,
es que se den soluciones distintas a cada cuestión de nulidad.
"La nulidad es una sanción" que asegura la observancia de la regla que
sanciona, y si la regla es violada, debe repararse del mejor modo posible esa
violación, preservando los intereses que la regla estaba destinada a proteger.
Por tanto, únicamente debe hablarse de actos nulos, reglamentados
en forma subordinada y accesoria a las reglas jurídicas. Luego, hay que ver las
reglas y ello ayudará a ver las formas especiales que deben revestir las nuli­
dades, que serán diversas como son diversos los fines de esas reglas.
49
50
Cfr. Japiot, René, Des nullités en matière d'actes juridiques: essai d'une théorie nouvelle, Francia,
Arthur Rousseau, 1909, p. 3.
Ibidem, p. 9.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
b. Tesis de Japiot
63
Ahora bien, hay hechos prácticos que considerar para alcanzar el fin
de la regla. De hecho, el acto, por nulo que sea, puede tener una existencia
aparente que en vano la teoría clásica pretendía desconocer. Habrá alguna
cosa, no será la nada. Los signos materiales de un acto no son sólo su otor­
gamiento, sino también los hechos de ejecución, por tanto hay que tener eso
en cuenta. Sobre ello habrá intereses en lucha.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
De esta forma, Japiot concluye que:
•
La oposición entre inexistencia y nulidad de pleno derecho no es un
hecho objetivo a priori. No es el punto de partida adecuado.
•
Es posible clasificar los vicios de nulidad para precisar los detalles y
aplicación de las nulidades.
•
Lo cierto es que existen efectos del acto, que a veces se producen com­
pletamente y otras en mayor o menor medida. Por tanto, hay el error
en la teoría clásica al considerar al acto en sí mismo, porque real­
mente lo que existe son los efectos del acto. Entonces, es mejor conce­
bir a la nulidad como un derecho de crítica dirigido contra los efectos
del acto, no como un estado del acto en sí.
c. Tesis de Piedelievre
Este autor atiende al tema de los efectos. Según él, hay casos en los que es
falso que los actos nulos no produzcan efectos, como sostuvo la teoría clásica.
Así, señala que:
•
Hay casos de actos nulos que producen efectos secundarios (el docu­
mento de un acto jurídico nulo, como tal, vale como escrito privado,
como prueba en un juicio).
•
Hay actos nulos que producen todos sus efectos durante cierto tiempo
(matrimonio putativo o sociedad de hecho o irregular).
•
Hay actos nulos que desarrollan todos sus efectos (actos celebrados
por heredero aparente).
64
En segundo lugar, según Piedelievre, el que un acto sea inexistente no
es un impedimento para generar determinados efectos. Además, no todos los
efectos de los actos nulos se pueden destruir, porque hay cosas que la norma
no puede destruir en realidad ¿con base en qué? La buena fe, el principio de
responsabilidad, el principio de apariencia. Y se explica según el caso.
Este autor adopta la teoría clásica, pero con las reservas propias del nuevo
movimiento de ideas, pues reconoce aspectos en los que Japiot y Piedelievre
tuvieron razón, bajo la idea de que la institución no puede ser tan rígida.
Bonnecase sostiene que las categorías de que habla la teoría clásica
(inexistencia y nulidad; nulidad absoluta y nulidad relativa) son adecuadas
y necesarias científicamente. Es decir, para este autor es indispensable que
se parta de un supuesto: por un lado está la inexistencia, por otro la nulidad.
Dicho de otra manera, la nulidad se opone a la inexistencia (pues el acto ju­
rídico para poder ser nulo, primero existe). Y es en materia de nulidad donde
hay que hacer precisiones a la teoría clásica derivadas de las críticas que recibió.
Así, señala que el gran error de algunos autores de la teoría clásica ha
sido identificar la inexistencia y la nulidad absoluta o de pleno derecho.
Por ello, Bonnecase indica que en materia de ineficacias operan las si­
guientes categorías:
i) Inexistencia
•
Asume que hay un interés general en juego.
•
La causa de la inexistencia de un acto jurídico es que le falta alguno de
sus elementos orgánicos, de existencia.
•
Por ello, como acto jurídico no produce efecto alguno (si hubiera alguna
consecuencia sería por hechos o actos materiales, no jurídicos).
•
Es inconfirmable, imprescriptible y todo interesado puede prevalerse
de ella.
•
El Juez reconoce su existencia solamente (no la crea).
ii) Nulidad
•
El acto nulo es una realidad mientras no sea destruido por un Juez.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
d. Tesis de Bonnecase
65
•
La nulidad puede ser absoluta o relativa. Y se distinguen en función del
interés general o particular que estén en juego.
– Nulidad absoluta:
 A diferencia de la inexistencia, el acto nulo absoluto, existe y –por
imperfecto que sea– produce sus efectos (aunque después sean
destruidos).
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
 Bonnecase señala que la idea de retroactividad no está nece­
sariamente ligada a la noción clásica de la nulidad.51 O sea,
que no en todos los casos es indispensable que todos los efectos
se retrotraigan, y algunos podrían mantenerse (art. 2227 CCF).
La razón estriba en que ese acto nulo, aunque se destruya, fue una
realidad, es decir, sí sucedió y, por ello, pudo producir efectos y
tal vez no todos pueden destruirse.
– Nulidad relativa:
 Tiene que ver con intereses particulares (arts. 2228 y 2230 CCF).
 Tres características procesales:
1. Sólo las puede hacer valer el interesado (afectado).
2. Caduca, prescribe.52
3. Es convalidable.
 En cuanto a la ilicitud en el objeto como causa de nulidad, Bon­
necase sostiene que hay que fijarse en la norma violada y el
bien jurídicamente protegido por ella, para determinar cuál tipo
de nulidad procede. Para poder saberlo, Bonnecase sostiene que
el legislador será quien lo indique, pues incluiría un elemento de
nulidad relativa para que se sepa que es un interés particular o
que no operan todas las características de la nulidad absoluta.
66
51
52
Cfr. Bonnecase, Julien, Tratado Elemental de Derecho Civil, México, Oxford University Press, pri­
mera serie, vol. I, 2002.
En opinión del autor, técnicamente los derechos reales se extinguen por caducidad (salvo el de
propiedad), y los derechos personales pierden exigibilidad por prescripción. En ese sentido, hay
quienes dicen que el derecho de pedir la nulidad caduca, pero no prescribe (porque no prescribe
la obligación del juez de dictarla). Ibid.
El CCF sigue la teoría de Bonnecase en el Título Sexto.53 Pero, como
53
Se transcribe el título respectivo, para mayor referencia:
TITULO SEXTO
De la inexistencia y de la nulidad
Artículo 2224. El acto jurídico inexistente por la falta de consentimiento o de objeto que pueda
ser materia de él, no producirá efecto legal alguno. No es susceptible de valer por confirmación,
ni por prescripción; su inexistencia puede invocarse por todo interesado.
Artículo 2225. La ilicitud en el objeto, en el fin o en la condición del acto produce su nulidad,
ya absoluta, ya relativa, según lo disponga la ley.
Artículo 2226. La nulidad absoluta por regla general no impide que el acto produzca provi­
sionalmente sus efectos, los cuales serán destruidos retroactivamente cuando se pronuncie por
el juez la nulidad. De ella puede prevalerse todo interesado y no desaparece por la confirmación
o la prescripción.
Artículo 2227. La nulidad es relativa cuando no reúne todos los caracteres enumerados en el ar­
tículo anterior. Siempre permite que el acto produzca provisionalmente sus efectos.
Artículo 2228. La falta de forma establecida por la ley, si no se trata de actos solemnes, así como
el error, el dolo, la violencia, la lesión, y la incapacidad de cualquiera de los autores del acto,
produce la nulidad relativa del mismo.
Artículo 2229. La acción y la excepción de nulidad por falta de forma compete a todos los in­
teresados.
Artículo 2230. La nulidad por causa de error, dolo, violencia, lesión o incapacidad, sólo puede
invocarse por el que ha sufrido esos vicios de consentimiento, se ha perjudicado por la lesión o
es el incapaz.
Artículo 2231. La nulidad de un acto jurídico por falta de forma establecida por la ley, se extin­
gue por la confirmación de ese acto hecho en la forma omitida.
Artículo 2232. Cuando la falta de forma produzca nulidad del acto, si la voluntad de las partes
ha quedado constante de una manera indubitable y no se trata de un acto revocable, cualquiera
de los interesados puede exigir que el acto se otorgue en la forma prescrita por la ley.
Artículo 2233. Cuando el contrato es nulo por incapacidad, violencia o error, puede ser confir­
mado cuando cese el vicio o motivo de nulidad, siempre que no concurra otra causa que invalide
la confirmación.
Artículo 2234. El cumplimiento voluntario por medio del pago, novación, o por cualquier otro
modo, se tiene por ratificación tácita y extingue la acción de nulidad.
Artículo 2235. La confirmación se retrotrae al día en que se verificó el acto nulo; pero ese efecto
retroactivo no perjudicará a los derechos de tercero.
Artículo 2236. La acción de nulidad fundada en incapacidad o en error, puede intentarse en los
plazos establecidos en el artículo 638. Si el error se conoce antes de que transcurran esos plazos, la
acción de nulidad prescribe a los sesenta días, contados desde que el error fue conocido.
Artículo 2237. La acción para pedir la nulidad de un contrato hecho por violencia, prescribe a
los seis meses contados desde que cese ese vicio del consentimiento.
Artículo 2238. El acto jurídico viciado de nulidad en parte, no es totalmente nulo, si los (sic)
partes que lo forman pueden legalmente subsistir separadas, a menos que se demuestre que al
celebrarse el acto se quiso que sólo íntegramente subsistiera.
Artículo 2239. La anulación del acto obliga a las partes a restituirse mutuamente lo que han reci­
bido o percibido en virtud o por consecuencia del acto anulado.
Artículo 2240. Si el acto fuere bilateral y las obligaciones correlativas consisten ambas en sumas
de dinero o en cosas productivas de frutos, no se hará la restitución respectiva de intereses o de
frutos sino desde el día de la demanda de nulidad. Los intereses y los frutos percibidos hasta esa
época se compensan entre sí.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
ya hemos comentado, ese título fue agregado a un ordenamiento redactado
67
conforme a otra postura, que es la de la teoría clásica de las nulidades. Por
ello, el resto del Código Civil Federal no es consistente en sus expresiones
con el Título Sexto.
Cabe destacar que en el amparo derivado de un juicio ordinario civil,
en que una madre por propio derecho y en representación de su menor hijo
demandó la nulidad absoluta de un contrato privado de compraventa y otros
actos de ejecución por simulación, con excelente manejo de la técnica de las
nulidades, la Ministra Ayala Manzo, como ponente, redactó la sentencia de 5 de
agosto de 1975 en el amparo directo 4432/72 del índice de la Sala Auxiliar
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en que se abordó el tema de la
legitimación procesal para demandar la nulidad por simulación.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
En la sentencia se sostiene, entre otras consideraciones, que:
68
De la nulidad absoluta puede prevalerse todo interesado, resultando eviden­
te que la actora es interesada en el caso […] la sola afirmación de que los
actos cuya declaración de nulidad se demanda ocurrieron en fechas an­
teriores a la en que se llevó a cabo el matrimonio de las personas que se
citan, no es suficiente para demostrar la falta de legitimación alegada, por­
que uno de los puntos medulares en que se basa la actora para ejercitar la
acción de nulidad por simulación, consiste en que considera que los actos
cuya nulidad se demanda se llevaron a cabo en una fecha posterior a la
de su matrimonio, pero asentando simuladamente una fecha anterior; y por
otro lado, el artículo 2116 del Código Civil del Estado de Veracruz es­
tablece que ‘pueden pedir la nulidad de los actos simulados, los terceros
perjudicados con la simulación, o el Ministerio Público, cuando ésta se
cometió en transgresión de la ley o en perjuicio de la Hacienda Pública’,
de donde resulta indudable que una esposa y los hijos menores de un
sujeto que simula actos jurídicos para no aparecer como propietario de
un bien inmueble o para aparentar que lo obtuvo o transmitió antes o des­
pués de la fecha real del acto, están legitimados para pedir la nulidad
de dichos actos, en cuanto que son terceros perjudicados en su calidad de
Artículo 2241. Mientras que uno de los contratantes no cumpla con la devolución de aquello que
en virtud de la declaración de nulidad del contrato está obligado, no puede ser compelido el otro
a que cumpla por su parte.
Artículo 2242. Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros sobre un inmueble,
por una persona que ha llegado a ser propietario de él en virtud del acto anulado, quedan sin
ningún valor y pueden ser reclamados directamente del poseedor actual mientras que no se
cumpla la prescripción, observándose lo dispuesto para los terceros adquirentes de buena fe.
acreedores alimentarios del simulador, ya que de prevalecer el acto simu­
lado se dificultaría considerablemente o imposibilitaría la forma de hacer
efectivos sus derechos.54
ACCIÓN DE NULIDAD. LA ENTREGA O RESTITUCIÓN DE LA PRESTA­
CIÓN RECIBIDA POR EL ACTOR NO ES PRESUPUESTO PARA SU PRO­
CEDENCIA, SINO EN TODO CASO SERÁ EFECTO DE LA SENTENCIA
QUE LA DECLARE (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA). La nu­
lidad relativa de los actos jurídicos se encuentra regulada en los artículos
1924 a 1929, 1932 y 1933 del Código Civil para el Estado de Puebla, y
consiste en que cuando menos uno de los elementos de validez del acto
jurídico se realizó imperfectamente. La nulidad relativa puede surtir efec­
tos provisionales, los cuales serán destruidos retroactivamente al dictarse
la sentencia de nulidad, lo que necesariamente supone que se haya ejer­
cido la acción respectiva. De manera que las causas de nulidad relativa son
distintas a los efectos que genera la declaración judicial de nulidad, por
lo que no deben confundirse. Por tanto, la destrucción retroactiva del acto
nulo no es, lógica y jurídicamente, una de sus causas, sino un efecto del
reconocimiento de la causa de nulidad y, por consiguiente, la entrega o res­
titución de la prestación recibida por el actor no es un presupuesto de
procedencia de la acción de nulidad, sino en todo caso será efecto de la
sentencia que la declare.55
CERTIFICACIONES REALIZADAS POR LOS SECRETARIOS DE ACUER­
DOS DE LAS JUNTAS DE CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE. REQUISITOS
PARA SU VALIDEZ. Para que las certificaciones que realizan los secreta­
rios de Acuerdos de las Juntas de Conciliación y Arbitraje alcancen pleno
valor, es necesario que contengan los datos identificativos del expediente
donde obren los originales de los documentos o las constancias cuyas copias
se certifican, la referencia del proveído en el cual la Junta o el presidente
haya ordenado la expedición de las mismas, el sello correspondiente, y el
54
55
Archivo Central de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Fondo: Suprema Corte de Justicia
de la Nación, Sección: Sala Auxiliar, Serie: Amparo Directo 4432/72, Resolución: 5 de agosto de
1975, Ponente: Livier Ayala Manzo.
Tesis: VI.2o.C.651 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XXIX, febrero de 2009, página: 1815, Tesis aislada, registro digital:
167992.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Finalmente, por considerarlos de interés particular para el lector, a con­
tinuación se citan una serie de tesis de jurisprudencia o aisladas, que reflejan
la actividad del Poder Judicial de la Federación en materia de nulidades.
69
nombre y firma del secretario respectivo. Lo anterior, de conformidad con
lo dispuesto por el artículo 723, en relación con la fracción III del artículo
619 de la Ley Federal del Trabajo y con el artículo 62, fracción III, del
Reglamento Interior de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, cuya
parte conducente dice: «... expedir las certificaciones o copias certifica­
das que ordene la Junta o el presidente ...», disposiciones que, en su con­
junto, obligan al secretario que realiza la certificación correspondiente, a
señalar con claridad el acuerdo que ordenó la expedición de las copias
certificadas respectivas.56
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
CONTRATOS. SE AFECTAN DE NULIDAD RELATIVA CUANDO SON
CELEBRADOS POR FALSO REPRESENTANTE O TRASPASANDO LOS
LÍMITES DEL PODER CONFERIDO, SIN QUE SE RATIFIQUE POR EL
MANDANTE. Los actos celebrados en nombre de otra persona, cuando
exceden los límites del poder conferido, sin haber sido ratificados por parte
del representado o por su mandante, están afectados de nulidad relativa.
La anterior conclusión deriva de la interpretación armónica de los artículos
2225, 2226 y 2227 del Código Civil para el Distrito Federal, que esta­
blecen, respectivamente, que la ilicitud en el objeto, motivo o fin del acto
puede dar lugar a la nulidad absoluta o a la nulidad relativa del mismo; que
las características que debe reunir la nulidad absoluta es que no desapa­
rece por confirmación ni por prescripción y que puede hacerse valer por
todo aquel que tenga interés que el acto no produzca efectos; y, que la
nulidad relativa se caracteriza por no reunir todos los datos que distinguen
a la nulidad absoluta. Por tanto, el acto celebrado ya sea por el repre­
sentante o el mandatario extralimitando sus facultades, o sin ser legítimo
representante, y sin que dicho acto hubiere sido ratificado por el mandan­
te, está afectado de nulidad relativa, pues aun cuando pudiera estimarse
que adolece de ausencia o falta total del consentimiento, como elemento
esencial o de existencia del contrato celebrado con el tercero, esta ausen­
cia es susceptible de convalidarse por ratificación, por disposición expresa
de los artículos 1802 y 2583 del Código Civil para el Distrito Federal, los
cuales, como quedó asentado en párrafos precedentes, establecen, el pri­
mero de ellos, que los contratos celebrados a nombre de otro por quien
no sea su legítimo representante, serán nulos, a menos que los ratifique la
persona a cuyo nombre fueron celebrados; y el segundo, que los actos
que el mandatario practique a nombre del mandante, pero traspasando
los límites expresos del mandato, serán nulos con relación al mandante, si
70
56
Tesis: I.6o.T.42 L, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Fede­
ración y su Gaceta, Tomo VI, Agosto de 1997, página: 681, Tesis aislada, registro digital: 197992.
FALTA DE PERSONALIDAD. NO ES VÁLIDO SUBSANARLA MEDIANTE
LA RATIFICACIÓN DE LO ACTUADO POR QUIEN CARECE DE ELLA.
La ratificación de las partes sobre lo actuado en juicio por quien no tiene
su representación, no es un medio válido para subsanar la falta de per­
sonalidad a que se refiere el artículo 41 del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal. Lo anterior, ya que la ratificación se en­
cuentra prevista en los artículos 1802, 1896, 1906, 2234 y 2583 del Có­
digo Civil para dicha entidad, con el fin de salvar la ineficacia originaria
de los actos efectuados por otro sin poder, consistentes en la celebra­
ción de contratos, la gestión de negocios, los actos celebrados por el man­
datario traspasando los límites expresos del mandato, o para extinguir la
acción de nulidad de los actos jurídicos cuya invalidez es relativa, mediante
el cumplimiento voluntario por medio del pago, novación o de cualquier
otro modo; dichos supuestos no tienen lugar tratándose de los actos lleva­
dos a cabo dentro de un procedimiento judicial, porque en éste existe una
relación jurídica de carácter público, pues implica el ejercicio de la función
estatal de la jurisdicción, donde el incumplimiento de cualquiera de sus
presupuestos impide la constitución válida de la relación jurídica, y uno
de ellos consiste en que la parte esté debidamente representada. Ante
esa situación, la falta del presupuesto no puede convalidarse con la mera
voluntad de una de las partes con la pretensión de conferir el mandato
con efectos retroactivos, dentro del juicio.58
INEXISTENCIA Y NULIDAD DE LOS ACTOS JURÍDICOS. DEBEN DETER­
MINARSE JURISDICCIONALMENTE. Si bien es cierto que tanto el Código
Civil Federal como la doctrina establecen diferencias entre inexistencia
y nulidad (absoluta y relativa), también lo es que la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha considerado, en algunos precedentes, que esas
57
58
Tesis: 1a./J. 7/2007, Novena Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Ga­
ceta, Tomo XXV, mayo de 2007, página: 251, Jurisprudencia, registro digital: 172566.
Tesis: 1a. CCCLVII/2013 (10a.), Décima Época, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación,
Libro 1, Diciembre de 2013, Tomo I, página: 526, Tesis aislada, registro digital: 2005131.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
no lo ratifica tácita o expresamente. Esta ratificación constituye la manifes­
tación de voluntad del mandante de aceptar los efectos del negocio rea­
lizado por quien dijo ser su representante y lo perfecciona, porque cuando
el representante realiza actos más allá de los que le fueron autorizados, no se
compromete la responsabilidad del mandante ni puede obligarlo a su cum­
plimiento; y es sólo con la ratificación que este último haga del negocio
jurídico celebrado en su nombre y representación, que los efectos jurídicos
realizados por el mandatario recaerían directa y retroactivamente en él.57
71
diferencias son meramente teóricas y, en otros, que sí existen, lo que de­
nota que las distintas integraciones del Máximo Tribunal de la República no
han escapado al debate doctrinal suscitado al respecto. No obstante, la
doctrina, la ley y la jurisprudencia de este Alto Tribunal, en sus distintas
épocas, convergen en que es necesaria la intervención jurisdiccional para
comprobar la inexistencia del acto, o bien, para declarar su nulidad, de
donde deriva que tanto la inexistencia como la nulidad de los actos jurídi­
cos deben determinarse jurisdiccionalmente.59
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
NULIDAD ABSOLUTA DEL ACTO JURÍDICO. EL ARTÍCULO 2226
DEL CÓDIGO CIVIL FEDERAL QUE PREVÉ QUE AQUÉLLA NO DESA­
PARECE POR PRESCRIPCIÓN, NO AFECTA EL PRINCIPIO DE SEGU­
RIDAD JURÍDICA. El precepto citado al establecer, que la nulidad abso­
luta no desaparece por la prescripción, no afecta el principio de seguridad
jurídica, entre cuyas manifestaciones se encuentra el derecho a ampararse
en los plazos de prescripción por la necesidad de que las relaciones pa­
trimoniales entre las personas no permanezcan inciertas indefinidamente.
Lo anterior es así, en virtud de que la nulidad absoluta, a diferencia de la
relativa, recae en los elementos esenciales o de existencia de los actos jurí­
dicos, por lo que el transcurso del tiempo no puede servir para subsanar
la falta de alguno de esos elementos, independientemente de cuánto sea;
es decir, el tiempo no puede convertir en acto jurídico lo que no tiene ese
carácter; de ahí que esa nulidad es perpetua y puede invocarse por cual­
quier interesado en todo tiempo, lo que justifica que el artículo 2226 del
Código Civil Federal impida que la nulidad absoluta desaparezca por la
prescripción, pues del acto afectado con dicha nulidad no pueden deri­
varse derechos u obligaciones cuya certeza deba protegerse, tan es así
que la ley establece la destrucción retroactiva de los efectos que provisio­
nalmente hubieren tenido lugar.60
NULIDAD ABSOLUTA. PERSONAS QUE ESTÁN LEGITIMADAS PARA
PREVALERSE DE ELLA (INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 2226 DEL
CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL). El artículo 2226 del Có­
digo Civil para el Distrito Federal preceptúa que de la declaración de
nulidad absoluta puede prevalerse todo interesado. De una interpretación
apagógica y pragmática de la norma precisada se advierte que por todo
interesado debe entenderse aquella persona que haya sido afectada en
72
59
60
Tesis: 2a. CLXIII/2008, Novena Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Tomo XXIX, enero de 2009, página: 785, Tesis aislada, registro digital: 168113.
Tesis: 1a. CCXXXV/2017 (10a.), Décima Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación,
Libro 49, Diciembre de 2017, Tomo I, página: 430, Tesis Aislada, registro digital: 2015740.
NULIDAD ABSOLUTA. PUEDE EJERCER LA ACCIÓN RELATIVA TODO
AQUEL QUE CUENTE CON INTERÉS JURÍDICO Y DE ELLA SE PUEDE
PREVALER TODO INTERESADO UNA VEZ DECRETADA POR AUTO­
RIDAD JUDICIAL, CONFORME AL ARTÍCULO 2226 DEL CÓDIGO
CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL. Si bien el citado precepto establece
que todo interesado se puede prevaler de la nulidad absoluta y que ésta
se actualiza como la sanción máxima que el legislador impone a los actos
jurídicos imperfectos, debe interpretarse que dicha facultad le correspon­
de a aquel que tenga interés jurídico para demandar la nulidad absoluta
61
Tesis: I.7o.C.46 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XIX, febrero de 2004, página: 1090, Tesis aislada, registro digital:
182152.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
su esfera de derechos y obligaciones por cierto acto jurídico, y que tenga
interés en invocar en beneficio de sus pretensiones la nulidad del mismo,
previamente decretada, ya que si se considerara que la expresión en aná­
lisis sólo involucra a quienes fueron parte en el juicio en el que se pronun­
ció la nulidad absoluta del acto de que se trate, se incurriría en el absurdo
de mantener la vigencia de un acto nulo de manera absoluta para unas
personas, y de destruir ese acto para otras, aun cuando todas hubieran sido
afectadas en sus intereses jurídicos por tal acto, lo que es un contrasentido
jurídico. Por otra parte, al atender al propósito que tuvo el legislador al ins­
tituir el precepto legal de referencia se advierte que la nulidad absoluta,
a diferencia de la relativa, encuentra su justificación en la protección al
interés general; en efecto, la distinción entre ambas no radica en que exis­
tan nulidades de mayor o menor grado, sino en el interés que protegen, por
lo que habrá actos cuyos vicios afecten al interés general y otros que sólo
afecten intereses particulares, por esta circunstancia se sanciona con mayor
rigor a los primeros, dado que no son convalidables, y la nulidad que los
afecta no es prescriptible, lo que constituye la nulidad absoluta. En este
orden de ideas, si el legislador previó que de la nulidad absoluta puede
prevalerse todo interesado y no lo hizo así en relación con la nulidad
relativa, resulta evidente que ello obedeció a que la protección del interés
general justifica que cualquier persona que tenga interés jurídico pueda
valerse o servirse de dicha nulidad, es decir, está legitimada para preva­
lerse de la misma, haya sido o no parte en el juicio en el que ésta se declaró,
dado que así se impide de manera eficaz que un acto que atente contra nor­
mas de orden público y contra el interés general, surta sus efectos para unas
personas y para otras no, por el solo hecho de que las primeras no hayan
demandado tal nulidad.61
73
de un acto y no sólo por las partes intervinientes en él. Ello en atención
a que la nulidad absoluta se actualiza cuando la trascendencia del vicio
que la provoca es de tal entidad que afecta el interés general, por ser con­
trario a una ley prohibitiva o de orden público. En consecuencia, si la
nulidad absoluta puede ser solicitada ante autoridad judicial únicamente
por persona que cuente con interés jurídico, luego entonces, cualquier
interesado se puede prevaler de ella hasta la declaratoria judicial en térmi­
nos del artículo en comento, pues prevaler significa «valerse o servirse de
una cosa». Así, al sustituir el vocablo de referencia por su significado, debe
entenderse que el precepto legal en cita dispone que de los efectos de la
nulidad absoluta puede valerse o servirse todo interesado, una vez decre­
tada por autoridad judicial.62
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
NULIDAD, EFECTOS DE LA. NO DETERMINAN SU CARACTER ABSO­
LUTO O RELATIVO. Para establecer si la nulidad es de carácter absoluto
o relativo, carece de relevancia que produzca la destrucción total o par­
cial del acto jurídico correspondiente. En general, la nulidad es absoluta
o relativa según las causas que la motiven, pudiendo también distinguirse
una de otra en atención a las características o atributos fijados por el legis­
lador para el caso de que se trate (por ejemplo, si el acto es confirmable
o prescriptible, o si la acción compete a todo interesado o solamente al
contratante). Ahora bien, el efecto de la nulidad es que el acto quede insub­
sistente, obligando a las partes a restituirse mutuamente lo que hubiesen
recibido, y si bien puede ser total o parcial, dependiendo de si las partes
que forman el acto jurídico pueden o no legalmente subsistir separadas, o
de la intención de los contratantes al celebrar el acto, de esa circunstancia
no cabe desprender el grado absoluto o relativo de la nulidad, porque ello
equivale a confundir el efecto con la causa.63
NULIDAD E INEXISTENCIA DE UN ACTO JURIDICO. SUS DIFEREN­
CIAS SON SÓLO TEORICAS. El Código Civil del Estado de México prevé
en diversos artículos, como el 2078, la inexistencia de un acto jurídico por
falta de consentimiento u objeto materia del mismo. En cambio, en otros
numerales como el 2084 del invocado cuerpo legal, habla de nulidad
por vicios del consentimiento. De esa manera, la falta de consentimiento
en el contrato origina su inexistencia, pero también puede considerarse
74
62
63
Tesis: 1a./J. 57/2011, Novena Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Tomo XXXIV, Septiembre de 2011, página: 828, Jurisprudencia, registro digital: 161036.
Tesis: XII.2o.4 K, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Fede­
ración y su Gaceta, Tomo II, agosto de 1995, página: 567, Tesis aislada, registro digital: 204569.
NULIDAD E INEXISTENCIA. SUS DIFERENCIAS SON MERAMENTE
TEORICAS. El artículo 2224 del Código Civil del Distrito no tiene, en
cuanto a la base que pretende dar para establecer la distinción entre la
inexistencia y la nulidad, sino meros efectos teóricos, ya que el tratamien­
to que en él reciben las inexistencias es el de las nulidades, como lo
demuestra el siguiente análisis de casos de inexistencia tratados como si
fueran de nulidad: la falta de objeto hace inexistente el acto según dicho
artículo 2224; mas sin embargo, en los artículos 1427, 1422 y 1434, se
prevén factiespecies de inexistencia y se les trata como nulidades. Los con­
tratos sobre cosas que están fuera del comercio, técnicamente carecen
de objeto; pero los artículos 1826 y 2950, fracción III, que se refieren a la
transacción sobre una sucesión futura, prevén uno de estos casos de falta
de objeto y lo tratan por medio de la nulidad. El objeto de la compraventa
es, indiscutiblemente, la transferencia del derecho de propiedad, según el
artículo 2248; pero ello obstante, a la venta de cosa ajena se le llama nula
en el artículo 2270. Y si de la venta de un crédito inexistente se trata,
mismo que en el momento de la cesión engendra, según el artículo 2042,
el efecto de obligar al cedente a presentar la garantía de su existencia, no
hay sino decir que esta situación no se compagina con la institución de la
inexistencia, que es la nada jurídica. Lo mismo puede decirse en el caso
del contrato de renta vitalicia declarado nulo por el artículo 2779, si el
beneficiario muere antes del otorgamiento. Y si a falta de consentimiento
se refiere, los artículos 1802 y 2183 que prevén algunos de estos casos, le
dan el tratamiento de la nulidad, mismo que deberá darse por falta de texto
adecuado, al caso del acto celebrado por un incapaz en quien la ausencia
de consentimiento es absoluta, pues habrá que tratarlo por el sistema de las
incapacidades, originadora de la nulidad relativa, según el artículo 2230;
el profesor Borja Soriano, que según las «Notas» de García Tellez inspiró la
adopción de las inexistencias en el Código Civil vigente, pasa de la inexis­
tencia a la nulidad sin puente alguno al referirse precisamente al artículo
1802: «Cuando una persona, dice (Teoría de las obligaciones, tomo I,
páginas 361 y 362, primera edición), celebra un contrato a nombre de
otra sin ser su representante, a ese contrato le falta uno de los elementos
64
Octava Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación, Tomo XII,
noviembre de 1993, página: 384, registro digital: 214439.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
nulo el acto jurídico cuando existen vicios en el consentimiento. Con­
secuentemente, las diferencias entre estas dos figuras jurídicas son mera­
mente teóricas y no legales, pues el efecto de la declaración de nulidad o
inexistencia es el mismo: privar de eficacia jurídica el consenso.64
75
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
esenciales: el consentimiento del representado. No hay hasta entonces la
oferta del otro contratante; no existe aún contrato por falta de consen­
timiento. Esta es, pues, la naturaleza de la nulidad a que se refieren los
artículos citados en el número anterior». Ahora bien, según los artícu­
los 2162, 2163 y 2164 del Código Civil del Estado de Hidalgo (iguales a los
números 2180, 2181 y 2182 del Código del Distrito), es simulado el acto
en que las partes declaran o confiesan falsamente lo que en realidad no
ha pasado o no se ha convenido entre ellas, siendo la simulación absoluta
cuando el acto simulado nada tiene de real, y relativa cuando a un acto
jurídico se le da una falsa apariencia que oculta su verdadero carácter, no
produciendo ningún efecto jurídico la simulación absoluta, mientras
que en tratándose de la relativa descubierto el acto real que la oculta, ese
acto no será nulo si no hay ley que así lo declare. Si la simulación pla­
nteada es absoluta, naturalmente que también se plantea como herida de
nulidad absoluta, según el texto legal correspondiente antes citado, pero
que dentro del más riguroso logicismo de la teoría tripartita de la inva­
lidez podría ser un caso de inexistencia, por lo que tomando en cuenta
que conforme al citado artículo 2206 y el 2208 del Código Civil, bien que
se trate de un caso de inexistencia o bien de nulidad, la acción correspon­
diente es imprescriptible.65
NULIDAD DE CONTRATO. EFECTOS VÍA ACCIÓN O EXCEPCIÓN
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO). Cuando se declara la nulidad
de un contrato vía acción, el efecto, si ésta prospera, será que las partes
se restituyan mutuamente lo percibido, en virtud del acto anulado, esto de
conformidad con el artículo 2093 del Código Civil del Estado de México;
en cambio cuando la nulidad se produce vía excepción, sólo tiene el efecto
de destruir la acción.66
NULIDAD DE CONTRATO. LA ACCIÓN RELATIVA RELACIONADA CON
LOS ACTOS JURÍDICOS PREVISTOS EN EL ARTÍCULO 618 DEL
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES DEL ESTADO DE JALISCO,
DEBE TRAMITARSE EN LA VÍA SUMARIA. De la interpretación del citado
precepto que establece las reglas para la procedencia de los juicios suma­
rios, se concluye que contiene un supuesto para determinar que la acción
de nulidad de contrato debe ventilarse en la vía sumaria, cuando esté rela­
76
65
66
Sexta Época, Tercera Sala, Semanario Judicial de la Federación, Volumen XCVI, Cuarta Parte, pági­
na: 67, Tesis aislada, registro digital: 270028.
Tesis: II.1o.C.181 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo X, agosto de 1999, página: 773, Tesis aislada, registro digital:
193594.
NULIDAD DE UN CONTRATO DE APERTURA DE CRÉDITO. CUANDO
SUS CAUSAS DE INVALIDEZ DERIVEN DE LA NULIDAD DE DOS
ACTOS JURÍDICOS DE NATURALEZA EMINENTEMENTE CIVIL DEBE
TRAMITARSE EN LA VÍA ORDINARIA CIVIL. El contrato de apertura
de crédito es de naturaleza mercantil, máxime cuando en él participa una
institución de crédito; hipótesis en la que tiene la característica de ser
un contrato bancario, de conformidad con los artículos 1o., 291 a 301 de
la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, 75, fracciones XIV
y XXIV, del Código de Comercio, y 46, fracción VI, de la Ley de Insti­
tuciones de Crédito, por lo que lo relativo a él debe tramitarse en la vía
ordinaria mercantil en términos del artículo 1049 del Código de Comer­
cio. Sin embargo, cuando se reclame su nulidad en vía de consecuencia,
esto es, cuando sus causas de invalidez deriven de la nulidad de dos actos
jurídicos de naturaleza eminentemente civil, aquélla debe tramitarse en
la vía ordinaria civil, de conformidad con los artículos 1.1 y 1.5, en con­
cordancia con los diversos 7.12 a 7.29 del Código Civil del Estado de
México; por lo que será en el momento procesal oportuno cuando a través
de las excepciones, sean o no de previo y especial pronunciamiento, que
podrán desvincularse las cuestiones jurídicas que se desprendan de las cau­
sas contenidas en la demanda. Luego, si la intención principal del actor
estribó en el ejercicio de la acción de nulidad de dos actos que participan
de una naturaleza civil, el juzgador debe ceñirse a las reglas que la ley
adjetiva aplicable establece al efecto para fijar su competencia en tratán­
dose de esa clase de acciones.68
67
68
Tesis: 1a./J. 70/2010, Novena Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Tomo XXXII, Diciembre de 2010, página: 120, Jurisprudencia, registro digital: 163310.
Tesis: II.4o.C.1 C (10a.), Décima Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta, Libro IV, Enero de 2012, Tomo 5, página: 4496, Tesis aislada, registro
digital: 2000113.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
cionada con los actos jurídicos previstos en el artículo 618 del Código de
Procedimientos Civiles del Estado de Jalisco. Lo anterior es así, ya que
de la exposición de motivos de la promulgación de dicho artículo, se ad­
vierte que la intención del legislador fue establecer un sistema de celeri­
dad para resolver los asuntos relacionados en los mencionados actos y lo
concerniente a ellos, pues dicho numeral no contempla literalmente que
la acción de nulidad de contrato deba ejercitarse mediante esta vía espe­
cial, ni limita la procedencia del juicio sumario, pues en su fracción II,
con la expresión «que versen sobre cualquier cuestión relativa a los con­
tratos», remite a cualquier otro supuesto derivado de los contratos espe­
cificados, como lo es la acción de nulidad.67
77
NULIDAD POR SIMULACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS. LA LIQUIDEZ
DEL ADEUDO DEL DEMANDADO, NO CONSTITUYE UN ELEMEN­
TO DE DICHA ACCIÓN (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA).
Los artículos 2045 a 2052 del Código Civil para el Estado de Puebla
regulan la simulación de actos jurídicos; empero, de ellos no se advierte
que la liquidez del adeudo del demandado, a favor del actor, sea un ele­
mento de esa acción; por el contrario, basta con que el demandante demues­
tre la existencia de un crédito a su favor, anterior o incluso posterior al
acto simulado, para justificar, en este aspecto, la procedencia de la acción
de nulidad por simulación.69
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
NULIDAD RELATIVA, SUS BENEFICIOS PROCESALES. Las notas dis­
tintivas de la nulidad relativa son las inherentes a que siempre permite
que el acto produzca sus efectos provisionalmente; no destruye retroactiva­
mente los efectos del acto anulado; no todo interesado puede invocarla
ya que en el caso de error, dolo, violencia, lesión o incapacidad de alguno
de los contratantes, sólo puede ser invocada por quien sufre los vicios del
consentimiento, el perjudicado por la lesión o el incapaz; puede desapa­
recer por prescripción o confirmación expresa o tácita y tiene lugar cuando
existe falta de alguna formalidad establecida por la ley (salvo el caso de
actos solemnes), error, dolo, violencia, lesión o incapacidad de los con­
tratantes. Así las cosas, una de sus características más importantes es que
la irregularidad que la conformó pueda ser purgada y, por tanto, que el
acto respectivo pueda ser convalidado para surtir plenos efectos. En con­
secuencia, tratándose de un procedimiento judicial en el que se invoca la
nulidad de un acto, si la defensa radica en que la nulidad de que se trata
fue relativa y no absoluta, con lo que se busca atemperar la consecuencia de
la nulidad respectiva, esta materia debe ser deducida precisamente en el
juicio, lo cual implica que se demuestre ante el Juez que la convalidación
ocurrió; en tal virtud, el máximo beneficio que puede aportar a quien la in­
voca sería la posibilidad de acreditar durante el procedimiento que el vicio
de nulidad quedó purgado y, por tanto, que se actualizó la convalidación
del acto impugnado, toda vez que, de no ser así, el acto en comento inde­
fectiblemente debe ser declarado nulo.70
78
69
70
Tesis: VI.2o.C.632 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta, Tomo XXVIII, Octubre de 2008, página: 2385, Tesis Aislada, registro
digital: 168604.
Tesis: I.3o.C.745 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta, Tomo XXX, septiembre de 2009, página: 3156, Tesis aislada, registro
digital: 166350.
Consideraciones
finales
El Derecho, aunque provenga de fuentes tan antiguas como la sociedad misma,
está vivo. Es ordenamiento de la realidad, que vive como aquellos que social­
mente, en conjunto, la crean, modifican, gozan e inclusive la sufren. Esa vida
jurídica se traduce en relaciones entre personas que, por fuente humana,
frecuentemente tienen conflictos o intereses encontrados, los que a su vez
son prueba fehaciente de lo jurídico y lo normativo, de su existencia y su
necesidad.
Los problemas y controversias son, pues, una demostración de la viva
realidad jurídica que provoca su resolución por parte de terceras personas,
necesarias tanto para la solución concreta como para la evolución de esa solu­
ción conforme a la realidad que se mueve, que cambia y que progresa como el
quehacer humano.
Por esa razón elemental, las ramas de lo jurídico, inclusive aquellas de
fuente antigua, viven impactadas por la evolución de la labor del Juez. Y pre­
cisamente la labor de una juzgadora, con la más alta responsabilidad y función,
es lo que motivó la realización y publicación del estudio que el lector tiene en
sus manos.
Nos ha ocupado, en efecto, estudiar los elementos del acto jurídico y
del contrato, no sólo a través de un análisis reiterado desde lo dogmático, sino
también y principalmente mediante el complementario análisis de casos en
cuya resolución intervino el interés, el talento y la labor jurisdiccional como
ponente la señora Ministra Livier Ayala Manzo, integrante de la Sala Auxiliar
del Más Alto Tribunal de la Nación.
Hemos analizado, pues, no sólo la labor de la Suprema Corte como
máximo órgano de decisión de asuntos del orden civil y mercantil contrac­
tual, sino el ejercicio de la función de Juez Constitucional por parte de una
81
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
mujer capaz y valiente, quien fuera la primera Magistrada de Circuito y la se­
gunda Ministra de la Suprema Corte, que actuando en forma colegiada enca­
bezó la decisión de casos como ponente, aplicada a asuntos relativos a disputas
contractuales diversas en los que no sólo se tomó en cuenta lo existente, sino
que se consideró el planteamiento de las partes contendientes para colaborar
en la evolución de la apreciación de los elementos de existencia y validez, en
las causas de validez o nulidad, de los actos jurídicos y contratos. Conside­
remos, además, que tuvo lugar en años determinantes para la vida del país
y para la presencia, apreciación y participación determinante de una mujer
juzgadora.
82
Así, espero que el estudioso y operador jurídico que ha acudido a estas
páginas encuentre en ellas un reflejo de la labor de la Ministra Ayala Manzo,
una huella de su interés por el Derecho, así como una combinación entre el
estudio tradicional y la influencia de la decisión de los casos analizados para este
trabajo, de manera que el legado de la Ministra encuentre una base documen­
tal adicional y complementaria a sus decisiones y opiniones.
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consulta
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• NORMATIVA
Código Civil Federal, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 26 de
mayo de 1928, última reforma de 9 de marzo de 2018.
Código Civil para el Distrito Federal –antes Código Civil para el Distrito Fede­
ral en Materia Común y para toda la República en Materia Federal–, pu­
blicado en el Diario Oficial de la Federación el 26 de mayo de 1928, última
reforma de 18 de julio de 2018.
Ley de Navegación y Comercio Marítimos, publicada en el Diario Oficial de
la Federación el 1 de enero de 2006, última reforma de 19 de diciembre
de 2016.
• TESIS AISLADAS Y JURISPRUDENCIA
ACCIÓN DE NULIDAD. LA ENTREGA O RESTITUCIÓN DE LA PRES­
TACIÓN RECIBIDA POR EL ACTOR NO ES PRESUPUESTO PARA SU
PROCEDENCIA, SINO EN TODO CASO SERÁ EFECTO DE LA SEN­
TENCIA QUE LA DECLARE (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA).
(Tesis: VI.2o.C.651 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito,
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXIX, febrero de
2009, página: 1815, Tesis aislada, registro digital: 167992).
CERTIFICACIONES REALIZADAS POR LOS SECRETARIOS DE ACUERDOS
DE LAS JUNTAS DE CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE. REQUISITOS PARA
SU VALIDEZ. (Tesis: I.6o.T.42 L, Novena Época, Tribunales Colegiados de
Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo VI, agosto
de 1997, página: 681, Tesis aislada, registro digital: 197992).
CONTRATOS. SE AFECTAN DE NULIDAD RELATIVA CUANDO SON
CELEBRADOS POR FALSO REPRESENTANTE O TRASPASANDO LOS
LÍMITES DEL PODER CONFERIDO, SIN QUE SE RATIFIQUE POR EL
MANDANTE. (Tesis: 1a./J. 7/2007, Novena Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXV, mayo de 2007, página:
251, Jurisprudencia, registro digital: 172566).
FALTA DE PERSONALIDAD. NO ES VÁLIDO SUBSANARLA MEDIANTE LA
RATIFICACIÓN DE LO ACTUADO POR QUIEN CARECE DE ELLA. (Tesis:
I.3o.C.745 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXX, septiembre de 2009,
página: 3156, Tesis aislada, registro digital: 166350).
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
Código de Comercio, publicado en el Diario Oficial del Supremo Gobierno de los
Estados Unidos Mexicanos del 7 de octubre al 13 de diciembre de 1889,
última reforma de 28 de marzo de 2018.
87
INEXISTENCIA Y NULIDAD DE LOS ACTOS JURÍDICOS. DEBEN DETER­
MINARSE JURISDICCIONALMENTE. (Tesis: 2a. CLXIII/2008, Novena
Época, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo
XXIX, enero de 2009, página: 785, Tesis aislada, registro digital: 168113).
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
NULIDAD ABSOLUTA DEL ACTO JURÍDICO. EL ARTÍCULO 2226 DEL
CÓDIGO CIVIL FEDERAL QUE PREVÉ QUE AQUÉLLA NO DESAPA­
RECE POR PRESCRIPCIÓN, NO AFECTA EL PRINCIPIO DE SEGURIDAD
JURÍDICA. (Tesis: 1a. CCXXXV/2017 (10a.), Décima Época, Primera Sala,
Semanario Judicial de la Federación, Libro 49, diciembre de 2017, Tomo I,
página: 430, Tesis aislada, registro digital: 2015740).
88
NULIDAD ABSOLUTA. PERSONAS QUE ESTÁN LEGITIMADAS PARA PRE­
VALERSE DE ELLA (INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 2226 DEL
CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL). (Tesis: I.7o.C.46 C,
Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XIX, febrero de 2004, página: 1090, Tesis
aislada, registro digital: 182152).
NULIDAD ABSOLUTA. PUEDE EJERCER LA ACCIÓN RELATIVA TODO
AQUEL QUE CUENTE CON INTERÉS JURÍDICO Y DE ELLA SE PUEDE
PREVALER TODO INTERESADO UNA VEZ DECRETADA POR AUTORI­
DAD JUDICIAL, CONFORME AL ARTÍCULO 2226 DEL CÓDIGO CIVIL
PARA EL DISTRITO FEDERAL. (Tesis: 1a./J. 57/2011, Novena Época,
Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXXIV,
septiembre de 2011, página: 828, Jurisprudencia, registro digital: 161036).
NULIDAD, EFECTOS DE LA. NO DETERMINAN SU CARACTER ABSOLUTO
O RELATIVO. (Tesis: XII.2o.4 K, Novena Época, Tribunales Colegiados de
Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo II, agosto
de 1995, página: 567, Tesis aislada, registro digital: 204569).
NULIDAD E INEXISTENCIA DE UN ACTO JURIDICO. SUS DIFERENCIAS
SON SÓLO TEORICAS. (Octava Época, Tribunales Colegiados de Cir­
cuito, Semanario Judicial de la Federación, Tomo XII, noviembre de 1993,
página: 384, Tesis aislada, registro digital: 214439).
NULIDAD E INEXISTENCIA. SUS DIFERENCIAS SON MERAMENTE TEO­
RICAS. (Sexta Época, Tercera Sala, Semanario Judicial de la Federación,
Volumen XCVI, Cuarta Parte, página: 67, Tesis aislada, registro digital:
270028).
NULIDAD DE CONTRATO. LA ACCIÓN RELATIVA RELACIONADA CON
LOS ACTOS JURÍDICOS PREVISTOS EN EL ARTÍCULO 618 DEL CÓDI­
GO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES DEL ESTADO DE JALISCO, DEBE
TRAMITARSE EN LA VÍA SUMARIA. (Tesis: 1a./J. 70/2010, Novena
Época, Primera Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo
XXXII, diciembre de 2010, página: 120, Jurisprudencia, registro digital:
163310).
NULIDAD DE UN CONTRATO DE APERTURA DE CRÉDITO. CUANDO SUS
CAUSAS DE INVALIDEZ DERIVEN DE LA NULIDAD DE DOS ACTOS
JURÍDICOS DE NATURALEZA EMINENTEMENTE CIVIL DEBE TRAMI­
TARSE EN LA VÍA ORDINARIA CIVIL. (Tesis: II.4o.C.1 C (10a.), Décima
Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro IV, enero de 2012, Tomo 5, página: 4496, Tesis
aislada, registro digital: 2000113).
NULIDAD POR SIMULACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS. LA LIQUIDEZ DEL
ADEUDO DEL DEMANDADO, NO CONSTITUYE UN ELEMENTO DE
DICHA ACCIÓN (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA). (Tesis:
VI.2o.C.632 C, Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXVIII, octubre de 2008,
página: 2385, Tesis aislada, registro digital: 168604).
NULIDAD RELATIVA, SUS BENEFICIOS PROCESALES. (Tesis: I.3o.C.745 C,
Novena Época, Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XXX, septiembre de 2009, página: 3156, Tesis
aislada, registro digital: 166350).
• ARCHIVO CENTRAL DE LA
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
Amparo Directo 6003/72, Fondo: Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Sección: Sala Auxiliar, Resolución: 15 de julio de 1975, Ponente: Livier
Ayala Manzo.
Estudio de los elementos de existencia y validez de los actos jurídicos y los contratos,
a partir de las contribuciones de la Ministra Livier Ayala Manzo
NULIDAD DE CONTRATO. EFECTOS VÍA ACCIÓN O EXCEPCIÓN (LEGIS­
LACIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO). (Tesis: II.1o.C.181 C, Novena Época,
Tribunales Colegiados de Circuito, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Tomo X, agosto de 1999, página: 773, Tesis aislada, registro digital:
193594).
89
Amparo Directo 4432/72, Fondo: Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Sección: Sala Auxiliar, Resolución: 5 de agosto de 1975, Ponente: Livier
Ayala Manzo.
Amparo Directo 1610/72, Fondo: Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Sección: Sala Auxiliar, Resolución: 19 de agosto de 1975, Ponente: Livier
Ayala Manzo.
Amparo Directo 3982/70, Fondo: Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Sección: Sala Auxiliar, Resolución: 13 de noviembre de 1975, Ponente:
Livier Ayala Manzo.
Aportaciones jurisdiccionales de las señoras Ministras
de la SCJN al Derecho contemporáneo
Amparo Directo 3654/72, Fondo: Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Sección: Sala Auxiliar, Resolución: 20 de enero de 1976, Ponente: Livier
Ayala Manzo.
90
Esta obra se terminó de imprimir y encuadernar en octubre de 2018 en los talleres de
XXXX, S.A. de C.V., calle Cadaqués núm.
69, Colonia Cerro de la Estrella,
Alcaldía Iztapalapa, C.P. 09860, Ciudad
de México, México. Se utili zaron tipos
ITC Berkeley OldStyle Std de 8.5, 10 y 11
puntos, y Avenir Lt Std de 11 puntos. La
edición consta de 1,500 ejemplares
impresos en papel bond de 75 gramos.
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