INSTITUTO TEOLÓXICO LUCENSE LECTURA DE TEXTOS FILOSÓFICOS II-A COMENTARIO A LAS CONVERSACIONES SOBRE LA METAFÍSICA Y LA RELIGIÓN, DE NICOLAS MALEBRANCHE ESTUDIANTE: NIKOLAS VACA PEREIRA DOCENTE: ROCÍO CAROLO TOSAR COMENTARIO Introducción En este comentario de texto veremos a pinceladas un fragmento de Conversaciones sobre la metafísica y la religión de Nicolas Malebranche, en la que se presenta la tesis principal que defenderá la teoría del ocasionalismo, que postula a Dios como causa eficiente unívoca de las acciones y los movimientos dados en el cuerpo y en el alma. Sin embargo, dado que es un pensador que no se sitúa en la lista de filósofos más importantes e influyentes en la historia de la filosofía sino junto con la corriente racionalista que desarrolla al cartesianismo (que posteriormente dejó ofusco el problema metafísico y gnoseológico de la relación entre cuerpo y alma), es oportuno tener conocimiento de los hechos que fueron dando forma a su pensamiento y a su obra intelectual. Situado a mediados del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, Malebranche fue un francés, sacerdote, filósofo, teólogo, formado intelectualmente sobre el neoplatonismo agustiniano y posteriormente influenciado con vigor por el pensamiento de Descartes concretamente, por el Tratado del hombre-, puesto que el cartesianismo lo consideró más acorde a su principios cristianos, por lo que decidirá emprender sus años de vida al estudio intelectual, tratando de ampliar la metafísica y gnoseología cartesiana, ya comenzada por otros pensadores como Luis de la Forge, Geraud de Cordemoy, Johann Clauberg y, con más responsabilidad, Arnold Geulincx (ya que también éste será uno de los recursos de Spinoza y Leibniz), todos éstos defensores de la intervención directa divina como única causa eficiente de los movimientos y relaciones entre cuerpo y alma1. Y será Malebranche, empero, quien dará el sistema filosófico fijo al ocasionalismo. Definición de ocasionalismo Así, a lo largo de las Conversaciones sobre la metafísica y la religión, desarrollada en las conversaciones y objeciones recíprocas de los personajes ficticios Aristeo y Teodoro, se encuentra toda la estructura argumentativa del ocasionalismo malebranchiano. Concretamente, es en la séptima meditación que se puede ver la definición y razones del ocasionalismo. La forma en la que explica Malebranche la naturaleza del alma y del cuerpo es de la siguiente manera: es el alma, como sujeto existente individual, quien piensa y quiere, existiendo y permaneciendo aislada de otras almas y de la materialidad de las cosas; es decir, que existe por sí misma y en sí misma. Por consiguiente, en el cuerpo, siendo independiente del alma, sólo se encuentran extensiones y sus propias determinaciones. Así lo afirma Malebranche: «Pero supongamos que sabes lo que muchos no saben, en lo que ni siquiera se ponen de acuerdo los sabios, es decir, que el dedo se puede mover con los espíritus animales que, fluyendo por los nervios hasta los músculos, los contraen, y tiran de los huesos a los que están adheridos. Supongamos que conoces la anatomía y articulación de tu máquina, tan perfectamente como un relojero conoce la suya (…). Pues, en fin, los espíritus animales, por muy pequeños que sean, son cuerpos: son lo más sutil de la sangre y humores»2. 1 REALE, G., ANTISERI., D., Historia del pensamiento filosófico y científico, Las grandes construcciones metafísicas del racionalismo, c. VIII, La metafísica del ocasionalismo y Malebranche, Herder Editorial; p. 341-343. 2 MALEBRANCHE, Nicolas, Conversaciones sobre la metafísica y la religión, Séptima conversación, Sobre la ineficacia de las causas naturales, o la impotencia de las criaturas, Sólo estamos unidos inmediata y directamente a Dios, Ediciones Encuentro, Madrid, 2006; p. 155. Pero el alma, si no tiene conexión alguna con el cuerpo, ¿cómo puede conocer las cosas que se encuentran en el mundo material físico y sensible? Como lo propuso san Agustín y el neoplatonismo agustiniano: puesto que es completamente independiente del cuerpo y del mundo material, el alma consigue la adquisición de ideas, en tiempo real (a diferencia del innatismo cartesiano o la reminiscencia platónica), por medio de una unión directa e inmediata con Dios. Se expresa Malebranche: «Sólo Él puede y sabe hacerlos fluir del cerebro a los nervios, de los nervios a los músculos, de un músculo a su antagonista: cosas todas ellas necesarias para el movimiento de los miembros. Así que a pesar de la unión de alma y cuerpo, como quieras imaginarla, estarás muerto y sin movimiento, salvo que Dios quiera hacer coincidir sus voluntades con las tuyas»3. Por tanto, si al alma sólo le es suficiente la presencia de Dios para poder conocer las cosas -sus ideas, realmente-, puede prescindir de las cosas físicas y toda sensibilidad que se experimenta de éstas, puesto que éstas no afectan al conocimiento. Dice Malebranche: «Y es que, admirados [se refiere a los filósofos] sensiblemente por la presencia de los cuerpos, interiormente afectados por el sentimiento de sus propios esfuerzos, no han reconocido la operación invisible del Creador, la uniformidad de su conducta, la fecundidad de sus leyes, la eficacia siempre actual de sus voluntades, la sabiduría infinita de la providencia ordinaria»4. En consecuencia, la unión ontológica entre cuerpo y alma es inadmisible; aunque el alma, por medio de las ideas, puede conocer su cuerpo, no necesita de su corporeidad para conocerla: «No digas, por tanto, te lo ruego, querido Aristeo, que el alma está unida al cuerpo más estrechamente que a cualquier otra cosa, puesto que directamente sólo está unida a Dios, puesto que los decretos divinos son lazos indisolubles para todas las partes del universo y encadenamiento prodigioso de la subordinación de todas las causas»5. 3 Ibid. Ibid.; p. 156. 5 Ibid. 4 En suma, todas las cosas que conoce el alma son ideas puras, verdaderas y eternas que le son reveladas por Dios. Así, es Dios quien comunica al alma la existencia y esencia de las cosas, de las ideas, y las ideas son las que dan sentido a la materialidad y sensibilidad de las cosas físicas: «No poseo nada por mi naturaleza, y nada por la naturaleza imaginaria de los filósofos; todo lo poseo de Dios y sus decretos. Dios ha unido todas sus obras, pero no porque haya producido entre ellas entidades que les unen. Las ha subordinado unas a otras, sin revestirlas de cualidades eficaces. ¡Vanas pretensiones del orgullo humano, producciones quiméricas de la ignorancia de los filósofos!»6. En efecto, se comprendería el ocasionalismo malebranchiano de la siguiente manera: ni los movimientos corporales ni el pensamiento o la voluntad actúan sobre el ser humano sino es Dios quien, mediante determinadas ocasiones -en las que se presenta la intencionada pero imposible relación entre alma y cuerpo y viceversa-, actúa en éstos, dándoles sus respectivas causas eficientes7. De esta forma, comprendemos las palabras de Malebranche: «Dios ha querido que mi brazo se moviese en el preciso momento en que lo he movido (presupongo las condiciones necesarias). Su voluntad es eficaz e inmutable. De ahí saco mis fuerzas y mis facultades. Ha querido que tenga determinados sentimientos, determinadas emociones, cuando en mi cerebro se produjeran ciertas marcas, ciertos movimientos de espíritus animales»8. «Por lo tanto, Aristeo, no puedes por ti mismo mover el brazo, cambiar de sitio, de situación, de postura, de hacer a los demás nada bueno o malo, ni producir en el universo ningún cambio. Estás en el mundo sin ningún poder, inmóvil como una roca, estúpido, por así decirlo, como un tronco (…). ¡Ay! Si Dios no viene en tu ayuda, vanos serán tus esfuerzos e impotentes tus deseos» 9. 6 Ibid.; p. 155-156. REALE, G., ANTISERI, D., Historia del pensamiento filosófico y científico; p. 341. 8 ΜALEBRANCHE, Conversaciones; p. 155. 9 Ibid.; p. 154. 7 Malebranche cree de esta forma que, puesto que sabemos las cosas en Dios, el conocimiento científico puede ser favorecido sobreabundantemente ya que, pudiendo tener conocimiento a priori de verdades eternas inteligibles y físicas, podrá estudiar e investigar la realidad de las ideas y de los fenómenos desde la revelación que hace Dios de éstas10. 10 REALE, G., ANTISERI, D., Historia del pensamiento filosófico y científico, 2., Malebranche y la evolución del ocasionalismo, 2.2, El conocimiento de la verdad y la visión de las cosas en Dios; p. 346.