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Resumen Safford - Política, Ideología y Sociedad
Historia Latinoamericana (Universidad de Buenos Aires)
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SAFFORD – CAPÍTULO II - POLÍTICA, IDEOLOGÍA Y SOCIEDAD (1810 – 1850)
En 1825, terminada la guerra de independencia con España, que perdió casi todos sus
territorios, excepto Cuba y algunas islas de las Antillas menores, se abre un periodo de gran
inestabilidad política en Hispanoamérica, que no está bien claro cuando concluye, pero se
comienza a acomodar a partir de 1850.
La incógnita de cómo construir un orden político estable es la que marca este período. Safford
dice que existen un grupo de dificultades que hay que tener en cuenta para pensar a nivel
regional este proceso.
 El autor define las dificultades para trazar las líneas generales que caracterizaron la política
hispanoamericana: diferencias en la composición étnica, geográficas, etc.
Diferencias étnicas entre regiones: los países no tenían una composición étnica igual. México,
Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala tenían mucha población india, asimilada sólo en parte por
la cultura hispánica dominante. En resto de los países predominaban mestizos y casi toda la
población estaba culturalmente integrada en la sociedad hispánica. Esto repercutía en la vida
política (menos participación activa donde la clase más baja era distinta culturalmente a la
hispánica).
Diferencias geográficas: los países eran muy distintos geográficamente. Mientras que las
poblaciones nativas normalmente habitaban las tierras altas del interior (México, Guatemala
y países andinos), una proporción importante en la región costera (Río de la Plata, Venezuela
y Chile). Consecuencias en la economía y vida política. Los países con población y recursos en
la costa, tenían desde hace años relaciones comerciales con Europa y gracias a los ingresos
aduaneros, tenían bases financieras más firmes y mayor estabilidad política.
Diferente herencia colonial: Por un lado, principalmente en las zonas centrales históricas del
Imperio, México, Perú y América Central, la presencia de la cultura y de las instituciones
españolas era mucho más fuerte, principalmente el peso que tenían dos actores que serán
claves en este período, como el Ejército y la Iglesia, mientras que, en zonas históricamente más
periféricas, como Venezuela o el Río de La Plata, su peso era mucho menor. En México la Iglesia
tenía una preponderancia institucional y económica no comparable con otras regiones.
Cómo afectaron las guerras de independencia: mientras que en América Central casi no
afectaron, en territorios como Colombia, Venezuela y el Río de La Plata fueron muy
importantes. En México y Perú, oficiales criollos instruidos en la carrera militar por los
españoles, antes de la independencia, continuó casi intacto luego de la misma  militares
profesionales se conformaron como un grupo de interés (grupo corporativo) más o menos
coherente con peso en la vida política. En los otros países, la organización militar de fines del
período colonial, fue liquidada luego de las guerras de la independencia.
 El aspecto más importante de la historia política fue la dificultad para establecer nuevos
estados una vez lograda la separación de España.
Establecimiento de nuevos Estados
El común denominador del período es la dificultad que encontraron, a partir de 1825, para
establecer nuevos Estados.
Existen dos cuestiones centrales para esta dificultad:
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Desorganización de las estructuras coloniales españolas (sociales, políticas o
económicas).
En términos políticos, no hubo un paso de la monarquía a una república, sino más bien
un colapso de estructuras de control centralizadas bajo la forma de sistemas federales,
Se produjo así un debilitamiento de un poder central que, a su vez, quedó minado del
poder de grupos corporativos y distinciones de castas.
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Desintegración de las estructuras coloniales fueron consecuencia de las guerras de la
independencia pero también de la ideología liberal dominante, importada de Francia,
Inglaterra y Estados Unidos. Las élites liberales aceptaron de forma generalizada
aspectos de la concepción liberal individualista de la sociedad, economía y de los
ideales liberales de igualdad jurídica. Procedieron a abolir o debilitar estructuras
coloniales de las corporaciones y castas ya que entraban en contradicción con los
principios liberales.
 Abolición jurídica de la diferencia entre castas
 Abolición de la esclavitud concluida en 1850
En lo económico, la propiedad comunal se consideraba incompatible con la concepción
liberal individualista de la sociedad.
 División de tierras comunales (muchas en manos de los pueblos originarios) en
parcelas individuales privadas para su aprovechamiento (en este punto también se
discutirán las tierras eclesiásticas, que tampoco estaban siendo aprovechadas por el
mercado).
 Proceso de apropiación de tierras de indios y destrucción de comunidades, culminó
después de 1850.
Tres fases o períodos de la liberalización en Hispanoamérica
1- Primer período reformista (1810-1827): principalmente en el Río de La Plata, Nueva
Granada y Venezuela. Bolivia década del 20. México y Guatemala primeros años de la
década del 30. Reformas políticas, jurídicas, sociales, económicas, fiscales y educativas.
Esta fase se puede enmarcar en cómo instaurar una autoridad legítima sin el rey como
cabeza del Estado y controlar los resabios del poder colonial, materializados en la Iglesia y el
Ejército. Por un lado era necesario construir sistemas políticos que ejercieran autoridad
duradera, y que permitieran reconciliar la cultura política española, conservadora, centralista,
estamental con la ideología anglo francesa liberal, constitucionalista, individualista y científica.
A su vez, poder controlar a los grupos corporativos de la sociedad hispanoamericana como la
Iglesia y el ejército ya que en el sistema español, el rey podía exigir lealtad y obediencia, pero
en ausencia del rey, se presentaba el problema de cómo se ejercería una autoridad efectiva
sobre los mismos.
Las élites van a buscar crear constituciones liberales limitadas (inspiradas en los modelos
republicanos de EEUU y de la Revolución Francesa) creyendo que la sola instalación de
normativas produciría un cambio en la sociedad y el respeto hacia ellas. En este sentido, la
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instalación de las primeras constituciones, sumamente liberales y progresistas fue un fracaso
porque no se pudieron adaptar a las estructuras existentes en América.
Por los fracasos que se producen, a partir de 1815 hubo una tendencia general a crear
gobiernos con poderes ejecutivos más fuertes que puedan de algún modo asegurar el orden
social para luchar contra España y, para que las economías europeas se viesen tentadas de
invertir en el país. En algunas ocasiones se llegó a plantear la instalación de monarquías
constitucionales (Argentina 1814-1818 y Chile 1818) para lograr la estabilidad interna, pero
fueron propuestas con muy poco sustento. Luego de las revoluciones norteamericanas y
francesa, el republicanismo era la única opción consensuable y que parecía representar el
futuro y no el atraso del sistema monárquico. La influencia del liberalismo constitucional
moderado europeo constituía la base intelectual de las elites entre 1820 a 1845.
Modelos constitucionales
En el período 1819-1845 se implantaron dos tipos de constituciones: la de las Repúblicas
centralizadas parecidas a la Constitución de Cádiz (1812) y la del estado napoleónico que
defendía Simón Bolívar.
 Constituciones de Cádiz (1812): Influencia entre los años 1820-1830. Gran Colombia (1821),
Nueva Granada (1830 y 1832), Venezuela (1830), Perú (1823 y 1828), Argentina (1826),
Uruguay (1830) y Chile (1828), México (1824). Era el tipo de constituciones defendidas por las
elites liberales y letradas, ya que representaba una aplicación de la ideología liberal a la
cultura y la sociedad española. Tenían como inspiración el escrito que se había sancionado en
esa misma ciudad, aunque la de Cádiz tenía como uno de sus objetivos primordiales limitar el
poder del rey en España; por el contrario, en América, y luego de los fracasos de las primeras
constituciones, el objetivo era reforzar el poder y la legitimidad del ejecutivo, para intentar
lograr el orden social. Sistema centralista con adornos del constitucionalismo.
Argumentos centralistas: la gente no tenía experiencia político para adoptar un tipo de
gobierno democrático y republicano externo, las masas populares no tenían instrucción y
responsabilidad cívica. Se debía sacrificar un poco de libertad para poder tener orden y las
libertades cívicas se protegerían por la división de poderes. Establecieron el derecho a
participar en la vida política en base a la propiedad. Excepción, la Constitución federalista de
Chile (1826-1828).
 Constituciones napoleónicas (1799 y 1802): Influencia entre los años 1820-1845. De gran
influencia entre la élite política, sobre todo militares. Simón Bolívar es su máximo
exponente. Coincidían en el peligro de la anarquía y la inexperiencia política de las masas, pero
consideraban que mientras no se pudiera confiar en la población, había una élite lo
suficientemente amplia e ilustrada como para establecer repúblicas centralizadas. Trataban
de establecer una república de tipo paternalista (monarquía constitucional con apariencia de
república). Si bien establecían elecciones, una vez en los cargos lo estaban sujetos a elecciones
(presidente vitalicio y senado hereditario o vitalicio). En décadas de 1830 y 1840, este modelo
volvió a aparecer en manos de generales, aunque fracasó porque para muchos componentes
de la élite civil, se parecía demasiado a la monarquía y violaba principios liberales de
alternancia en los cargos como medio para evitar la tiranía.
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En lo que respecta a la cuestión de federalismo y centralismo, queda claro que el liberalismo
apoyaba la primera opción, ya que lo consideraban como el único camino contra la tiranía del
poder central.
2- Segundo período pesimista conservador (1830-1840): periodo de pesimismo y de
conservadurismo debido a las crisis económicas, los rebrotes de inestabilidad política y, en
algunos lugares, las reacciones sociales contra las reformas.
Durante todo el proceso desde el fin de las guerras de independencia hasta la consolidación de
los Estados modernos, aparecen en la escena social, política y económica nuevos actores,
americanos y criollos. Estos son los militares, caudillos regionales, comerciantes y propietarios.
Militarización y ruralización del poder:
Para Tulio Halperín Donghi, durante las guerras de independencia, aparecieron, principalmente
en el interior, muchos militares criollos que ganaron importancia durante estos conflictos,
mientras que las élites civiles que habían dominado en el régimen colonial (funcionarios civiles
y alto clero), sufrieron la decadencia de su poder, así como la Iglesia sufrió la pérdida de sus
recursos financieros requisados en tiempo de guerra. Por lo que si bien en muchos sitios las
élites urbanas influyeron de forma dominante en la política nacional, los gobiernos nacionales
eran débiles y su control sobre las provincias era incompleto. Por ello las élites urbanas dirigían
un aparato cuyas decisiones a menudo podían frustrarse a nivel provincial por los propietarios
y comerciantes locales importantes. Paralelamente, durante la guerra, los lugares más
golpeados y que más riquezas y fortunas perdieron fueron las grandes ciudades (normalmente
portuarias), por lo que el interior de los territorios serían los lugares donde fue más sencillo
mantener el orden y las riquezas de los propietarios, ya que no fueron centros críticos de lucha.
Esto produce que las diferentes regiones ganen importancia y que el poder real recaiga en los
caudillos provinciales. En este sentido, Halperín sostiene que se produjo a la vez una
militarización y una ruralización del poder.
Safford amplía la interpretación de Halperín y sostiene que se puede pensar en dos modelos de
militarización de la política:
 México y Perú: países donde España deja una fuerte estructura militar y eclesiástica.
Por esto los caudillos tenían su base de apoyo en las unidades del ejército regular y
logran aliarse con la clase alta civil. En algunos casos gracias a estas relaciones llegan a
ocupar lugares de importancia y controlar el gobierno nacional. Se combina así la
ambición individual con el interés corporativo y la instigación de la clase alta civil.
 Provincias de Río de la Plata: los caudillos tenían su principal apoyo en la milicia local
y contaban con el respaldo de los propietarios y comerciantes de la región. Se plantea
una relación entre clientes entre caudillo y las grandes oligarquías, basadas en
acuerdos para que uno gobernase el territorio manteniendo el orden de la región, de
esta manera, la clase alta podía ocuparse de sus negocios. En términos weberianos, se
puede aplicar el concepto de dominación carismática para los caudillos de la época,
pero también por el temor y el autoritarismo que practicaban.
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Caudillos
La autoridad se encarnaba más bien en personas concretas antes que en las instituciones
formales establecidas en las constituciones. De esta manera, esta autoridad estuvo en manos
de líderes fuertes que tendían a ponerse por encima de las leyes. Eran hombres cuya fuerza
personal les permitía obtener la lealtad de un importante número de seguidores a los cuales
movilizaba para enfrentarse a la autoridad constituida o para hacerse con el poder por medio
de la violencia o la amenaza de violencia. Hasta 1840, la mayoría de los caudillos, sobre todo en
las primeras décadas de este periodo, eran líderes militares que habían alcanzado renombre
durante las guerras de la independencia. Luego de esta fecha, este papel fue asumido en parte
por hombres que habían empezado su carrera política como civiles (abogados, periodistas,
comerciantes y propietarios) y que fueron empujados al liderazgo militar debido a la violencia
política de aquel entonces.
La mayoría de los enfrentamientos luego de romper con España fueron por el control del
Estado y sus recursos, además de si el Estado debía ser centralista o federalista. Este conflicto
quedó sumergido entre 1835 y 1845 cuando las fuerzas centralistas triunfaron
definitivamente (incluye a Rosas como centralizador de poder dentro de una estructura
federalista).
En general en la región hubo una tendencia al consenso en los proyectos de reedificación de
la sociedad y en materia económica entre los grupos políticos bajo los principios liberales.
Esto se hizo aún más fuerte después de 1845, cuando la mayor parte de Hispanoamérica se
incorporó más estrechamente al sistema comercial atlántico por lo que hubo casi
unanimidad en los aspectos comerciales del liberalismo económico. La creciente demanda
europea y norteamericana de materias primas hispanoamericanas permitió que la mayoría de
estos países pudieran equilibrar su comercio con el exterior, por lo que parecía justificada la fe
económica liberal en el libre comercio.
3- Tercer período del nuevo reformismo o Nueva Generación (1840-1860) : Nueva
generación llena de optimismo y empujada por circunstancias económicas más favorables,
reemprendió el proceso de liberalización con renovado vigor.
Después de 1845 el consenso de la élite empezó a fracturarse ya que apareció una nueva
generación de políticos que se enfrentó a las personas y a la política de los que habían ocupado
el poder desde finales de la década del 20. Esta fase de renovación liberal es principalmente
fuerte en México, Nueva Granada, Venezuela y Perú. Aunque la dinámica del periodo se puede
entender como el resultado de la presión de una nueva generación dentro de la clase alta, el
enfrentamiento también tuvo carácter de lucha de clases en varios lugares por el nuevo origen
social de la nueva generación. La composición de la nueva generación de liberales estaba
formada mayoritariamente por hombres ambiciosos de provincia que no había participado en
las guerras contra España y que más ilustradas. Venían, por decirlo de algún modo, a terminar
la tarea que se había iniciado hace décadas en lo que respecta a la aplicación de la ciencia en la
sociedad, al ataque sistemático a los privilegios de la Iglesia y a la insistencia de la democracia
social (menos en Argentina).
Empezó también a figurar otro grupo social: el de los artesanos urbanos. La expansión del
comercio exterior hispanoamericano significó la llegada masiva de productos de consumo que
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amenazó con hundirlos. Perjudicados por el aumento de las importaciones que se produjo
entre 1845 y 1855.
En algunos países de Hispanoamérica la nueva generación tendió hacia la retórica democrática
(no necesariamente hacía la práctica democrática), por el contrario en Argentina, tras el
derrocamiento de Rosas en 1852, la nueva élite intelectual dominante se inclinó hacia
actitudes más conservadoras en cuanto a la democracia política por lo que el conservadurismo
se desarrolló de forma más articulada en este periodo.
Los reformadores de 1845-1870 (al igual que los liberales de los años 20), defendían
concepciones individualistas del Estado, la sociedad y la economía, fueron constitucionalistas
libertarios.
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Reclamaron las libertades individuales, también libertad de conciencia, prensa,
educación y comercio. Sistema judicial de tribunales y la abolición de la pena de
muerte, sino también que la constitución reconociera el derecho a la insurrección.
En la política económica y social, insistieron en el individualismo liberal y en el ideal de
la igualdad ante la ley. Buscaron racionalizar la economía de sus países de acuerdo a las
concepciones liberales decimonónicas. Se opusieron de forma bastante dogmática a la
intervención del gobierno en la economía ya fuera mediante empresas públicas,
otorgando privilegios monopolísticos a empresas privadas o bien decretando tarifas
aduaneras proteccionistas.
Defensa de la igualdad ante la ley significó eliminar los privilegios jurídicos de la Iglesia
y el ejército. Abolición de la esclavitud y de la incorporación de las comunidades indias
en la sociedad dominante y capitalista.
Lo que caracterizó a los reformadores de 1810-1825 fue su intención de racionalizar el sistema
que habían heredado. En cambio, la generación de 1845-1870 (en Nueva Granada, Perú y
Chile) se concibió a sí misma como realizadora de una revolución. O, tal como Echeverría
prefería decir en Río de la Plata, de una «regeneración».
Al final del texto problematiza el grado en que los grupos americanos podían llamarse partidos
según las regiones.
Antes de 1870, el grado en que los grupos se podían llamar partidos variaba de una región a
otra. En general, partidos entendidos como aquellas organizaciones que reúnen individuos de
similar ideología, clase social o intereses en general, no se los puede encontrar
específicamente. En los países en los que dominaban los caudillos (Provincias Unidas de Río de
la Plata, Bolivia o Perú), no había lugar para que se desarrollaran los partidos cuya finalidad era
ganar las elecciones. Pero, en las repúblicas donde las elecciones jugaban un papel importante
en la vida política, los partidos, entendidos como grupos políticos organizados con el propósito
de ganar las elecciones, se desarrollaron bastante temprano (1825 Nueva Granada, 1826
México, 1830 Uruguay). Las facciones políticas se formaban para lograr el control del gobierno
y los cargos que emanaban de ese control, lo que generaba que los individuos se adherían a los
líderes o grupos políticos que con más probabilidad les iban a recompensar. Esto implicaba
vincularse a líderes o grupos con quienes compartían un origen regional u otro tipo de
conexión personal. En este período, hay muchos grupos políticos que parecen tener como eje
de su existencia este tipo de vinculación personal, más que una consistencia ideológica,
principalmente en los grupos formados en torno a los caudillos o de otros líderes políticos
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dominantes. Estas redes regionales, o de otro tipo de asociación personal, también fueron
importantes para cimentar grupos políticos conformados por convicciones ideológicas.
¿Qué puede decirse sobre las características de la diferenciación social de los grupos políticos
enfrentados? Se puede asociar a los conservadores con los tradicionales grupos poderosos de
la economía y a los liberales como las nuevas clases económicas en ascenso.
El análisis de dividir a las facciones por posición social o su función económica es impreciso y
poco claro. Sí es posible apreciar divisiones políticas donde la distribución del poder y el status
juega un importante papel. Un individuo se inclinaba a ser conservador si, en términos
sociales, ocupaba una ubicación centra que podía deberse a cuestiones de tipo institucional,
esto es haber nacido y crecido en ciudades que funcionaron como centros administrativos o
universitarias en la colonia. Tenían un ethos más aristocrático, una jerarquía social más rígida
que las ciudades provinciales de menor importancia. También procedían de ciudades donde el
poder económico estaba concentrado o bien pertenecían a familias de propietarios o
económicamente importantes. Profesionales de la capital o provincia, a menudo eran captados
por las filas conservadoras donde servían como agentes políticos (periodistas, legisladores,
etc.)
Por su parte, los liberales solían ocupar una posición social más periférica y procedían de
ciudades provinciales que en la colonia habían tenido menos importancia económica,
administrativa o cultural donde la estratificación era menos pronunciada. Se trasladaban de las
provincias a las ciudades a estudiar. Pasaron a formar parte de la élite política gracias a su
talento, más que a su nacimiento, es probable que se inclinara por las ideas liberales de
igualdad ante la ley y la capacidad individual y que no tuvieran interés en proteger estructuras
coloniales del poder y privilegio. También había comerciantes y propietarios de posición social
secundaria que se deberían ver a sí mismos luchando para acabar con la estructura comercial
oligopolista, a menudo estaban en peor situación que los provincianos que iban a los centros a
estudiar.
Dos interpretaciones sobre la inestabilidad política hispanoamericana entre 1810 y 1870:
1- Visión de los modelos culturalistas de Richard Morse.
2- Las variables sociales y económicas de Halperín Donghi y J. Bazant.
La visión tradicional o visión culturista: Le otorga una gran importancia a los modelos
culturales e institucionales coloniales que estaban fuertemente enraizados en américa. More
sostiene que el peso de la tradición monárquica en la época republicana conduce a la dictadura
presidencial, a la tiranía, y que esto lleva inexorablemente a la rebelión. Considera que esta
tendencia al autoritarismo y al anarquismo son características inherentes al legado español y
que se reforzaron con las ideas liberales constitucionalistas importadas del extranjero, el
proceso de la independencia reforzaba estas tendencias.
Sitúa la clave de su explicación en el Estado patrimonial que existía en España donde los
diferentes grupos de intereses no formaron núcleos de poder autónomo sino que dependían
del Estado, el cual estaba corporizado en el poder patrimonial del rey como fuente de
patronazgo y árbitro de disputas. La organización del poder dependía del rey y en ausencia del
mismo, el sistema se deshizo. Al no existir en América grupos de intereses económicos
desarrollados que participaran en el proceso constitucional, los nuevos países quedaron en
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lucha para hacerse el Estado patrimonial (imperio original fragmentado). Los líderes
hispanoamericanos del siglo XIX trataron de reconstruir la autoridad patrimonial pero los
caudillos fueron incapaces de institucionalizar su poder en una legitimidad suprapersonal
aceptada por la mayoría. (A excepción de Chile con Portales). Las ideas constitucionalistas
liberales occidentales (anglo-francés) con énfasis en la división de poderes, controles sobre la
autoridad fue una contradicción con los valores y formas de vida que se encontraban. De esta
manera, la estabilidad sólo se podía conseguir cuando se lograra una síntesis donde el modelo
tradicional dominara y los principios constitucionales quedaran como fachada. Esto fue lo que
ocurrió de manera excepcional en Chile.
Esta interpretación tiene un par de problemas que se señalan, entre ellos que toma a la cultura
como algo demasiado estático que no tuvo modificaciones; le da poca importancia a los que
profesaron sinceramente las ideas liberales importadas de la época y, por último, no toma en
cuenta factores sociales, económicos, políticos y estructurales geográficos.
La visión económico social estructural: Esta visión, que comparten tanto Halperin Dongui
como Safford, ligan la inestabilidad política a causas sociales y económicas.
Esta interpretación subraya la no existencia de una clase fuerte y unida dedicada a sostener al
Estado junto con una debilidad financiera de los nuevos gobiernos. La falta de fondos hizo
difícil conseguir la fidelidad del ejército. México tenía una inmensa deuda extranjera (1920) y
tuvo que escoger entre cobrar impuestos para pagar deuda (alentando la rebelión interna), o
pagar evitando una intervención externa. Halperín atribuye la debilidad financiera de los
nuevos estados en parte a las consecuencias de la relación de Hispanoamérica con la economía
atlántica y los desequilibrios mercantiles, y sostiene que, al mismo tiempo, la burguesía urbana
quedó debilitada por la invasión de comerciantes extranjeros. Durante estos años, la escasa
integración internacional en la economía mundial evitó la aparición de una burguesía
dominante que pudiese tejer alianzas hacia el interior y el exterior del territorio para garantizar
el orden. A partir de 1870, cuando la creciente demanda europea aumentó el volumen de las
exportaciones y comienza a equilibrar su balanza de pagos con el de las potencias, es posible
sostener una mayor estabilidad política, ya que eran gobiernos económicamente más fuertes.
Entre 1870-1910 se dan los años de consolidación y centralización política bajo gobiernos de
tipos seculares y modernizadores pero más o menos autoritarios y no democráticos.
Se tendieron a poner de relieve las bases económicas del nuevo orden ya que la creciente
demanda de materias primas latinoamericanas conllevó a una afluencia de prestamos e
inversiones extranjeras en ferrocarriles, minas y sector agrícola de exportación, así como la
llegada de inmigrantes europeos. Los ingresos aduaneros suministraron recursos para cooptar
a posibles opositores con puestos en el gobierno o con concesiones o contratos. A su vez
permitió mantener un ejército nacional moderno con el que reprimir. Estos gobiernos centrales
eran más fuertes en lo fiscal y, por lo tanto, más capaces de contener a los disidentes. Para los
sectores altos de la sociedad esta etapa se caracterizaba por la posibilidad de hacer dinero más
que por la conflictividad política.
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