Subido por fernandauririuz

Historia del siglo XIX

Anuncio
Historia del siglo XIX
El nacimiento de México a la vida independiente, contrajo a la par una
serie de intervenciones extranjeras y el no reconocimiento de
Estados como el de la Santa Sede y el de la Corona Española.
Como resultado de la firma de los Tratados de Córdoba se dio la
existencia legal de la nueva nación, a la cual se agregaban, además de
sus múltiples problemas, las asechanzas del exterior. Así, se procedió
a crear la Junta Provisional de Gobierno, fase previa a la instauración
del modelo monárquico que en esa primera etapa de agrupación
político-administrativa adoptaría México. Esta Junta Provisional
designó a la Regencia del Imperio Mexicano, órgano de carácter
ejecutivo que, en su calidad de gobernador interino, nombró al que
sería en nuestro ámbito el primer secretario y le confirió el título de
secretario de Negocios y Relaciones Interiores y Exteriores. Las
funciones de éste serían reguladas por el Decreto para el
establecimiento de los ministerios del 8 de noviembre de 1821, en el
que se señala la creación de cuatro secretarias de Estado y del
Despacho Universal, siendo una de ellas la secretaria de Estado y del
Despacho de Relaciones Exteriores e Interiores, para la que se fijó
como su ámbito de competencia el atender y despachar todas las
relaciones diplomáticas con las partes extranjeras.
Para la realización de estos primeros contactos con el exterior, se
dio posesión del cargo al doctor José Manuel de Herrera, quien fue
así consignado en los anales de la historia nacional como el primer
secretario de Relaciones Exteriores. Cabe destacar que, de la
creación de un Ministerio de Relaciones Exteriores, en 1822 se dio
la primera disposición del Servicio Exterior. El 7 de mayo del año
mencionado, ya habiéndose constituido un Congreso Constituyente,
se hizo un Decreto por el cual se establecieron reglas para los
nombramientos de los miembros del servicio exterior, así como
instrucciones y sueldos del personal diplomático. Con esta pequeña
base se estipuló el primer antecedente del Servicio Exterior
Diplomático.
Consolidado el Estado mexicano y adoptada la Constitución de 1824,
se estableció que el régimen de gobierno en el país sería de carácter
republicano federal, precisándose en ella las atribuciones del
Congreso General respecto del desarrollo de las relaciones
internacionales (Art. 50), las del presidente de la República, en
materia de nombramiento y remoción de secretarios, enviados
diplomáticos y cónsules, así como en la concertación de compromisos
internacionales (artículo 110). Del mismo modo, se delineaba la
organización administrativa y funciones de los despachos en los
negocios del gobierno (artículos 117 a 122).
Acorde con la nueva estructura jurídico-política, y ante el
incremento de los compromisos internacionales de México, se
procedió, el 7 de julio de 1826, a expedir el primer Reglamento
Interior del Ministerio de Relaciones Exteriores e Interiores, en el
que
se
delimitaron
tanto
sus
responsabilidades
como
sus
atribuciones. Y para el 31 de diciembre de 1829, el General Vicente
Guerrero expidió la primera ley del Servicio Exterior Mexicano. En
este último documento, se estipularon las reglas por las cuales se
establecían Legaciones Ordinarias, Legaciones Extraordinarias y
Consulados. De esta manera, las legaciones extraordinarias tenían a
su cargo la constitución de Tratados y Acuerdos; las Legaciones
Ordinarias la correspondencia permanente que era conferida al
derecho de reciprocidad; para los Consulados, esta ley los dividía en
consulados generales, consulados particulares y viceconsulados,
estando al frente de ellos un cónsul general, un cónsul particular y un
vicecónsul, respectivamente.
Para 1831, se promulgó la Ley sobre el establecimiento de legaciones
en Europa y América, en donde se consignaron disposiciones más de
orden laboral que de orden orgánico; en esta Ley se introdujeron dos
aportaciones
importantes:
el
personal
diplomático
se
vio
incrementado con la aparición del oficial de la legación y los sueldos
del personal comisionado en Europa y América fueron igualados.
De la misma manera, en 1834 se promulgó la Ley sobre el
establecimiento de consulados, la cual fue expedida el 12 de febrero
de 1834. En ésta, el presidente Valentín Gómez Farías, derogó todas
las disposiciones relativas a los consulados que hasta la fecha se
habían dictado. Hay que destacar que entre 1835 y 1896 se
expidieron seis reglamentos que determinaban la indumentaria que,
de acuerdo con la diplomacia de la época, debía usar el personal
diplomático y consular mexicano.
En 1836, como consecuencia del golpe de Estado dirigido por el
general Antonio López de Santa Anna, se promulgaron las Siete Leyes
Constitucionales en las que se fijó como forma de gobierno el modelo
republicano centralista, determinándose las bases para que el
presidente de la República nombrara, celebrara y dirigiera las
relaciones internacionales en las que fuese parte el Estado central
(Cuarta Ley, artículo 17, fracciones XII, XIII, XIX, XX, XXI, XXXI
y XXXII). Al mismo tiempo, se establecía que serían cuatro los
ministerios, uno de ellos el de Relaciones Exteriores (artículo 28), y
se especificaban la asignación y funcionamiento de los ministerios
encargados de los asuntos del gobierno (artículo 31, fracciones I, II
y III; 32 y 38).
Los efectos de la adopción de este sistema de gobierno se hicieron
notar.
Se procedió al establecimiento de medidas urgentes y
necesarias mediante la promulgación de las Bases de Organización
para el Gobierno Provisional de la República, firmadas el 28 de mayo
de 1841 y en las cuales se señalaba la existencia de cuatro
ministerios, siendo uno de ellos el de Relaciones Exteriores,
Gobernación y Policía. El presidente Mariano Arista decreta en 1852
una reestructuración orgánico-funcional de los ministerios, lo cual
motiva que sea expedido el 12 de octubre de ese año, el segundo
Reglamento Interior del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En cuanto a la Política Exterior, abundaron intereses ajenos y duras
condiciones impuestas por las Potencias para otorgar a México el
rango de nación. Pérdida de territorio, por la Guerra de Texas y la
correspondiente con Estados Unidos de 1847-1848, predominio
comercial, dependencia por endeudamiento e inversión de capital y
técnica industrial. Una de las discusiones políticas fundamentales del
siglo XIX mexicano fue la manera de lograr la unidad nacional. La
discusión pasó a ser, después de la invasión y pérdida de más de la
mitad del territorio nacional en 1847 la prioridad indiscutible.
En este contexto, durante la última administración del general
Antonio López de Santa Anna se decretaron las Bases de la
Administración Política de la República Mexicana, el 22 de abril de
1853, las que señalaban que serían cinco los Ministerios de Estado
para el Despacho de los negocios del gobierno, uno de ellos con el
nombre de Ministerio de Relaciones Exteriores, mismo que en mayo
de ese año apareció en primer término dentro del decreto para el
orden y denominación de los ministerios instituidos.
Con el fin de afirmar y definir sus acciones, el Ministerio de
Relaciones Exteriores expidió su tercer Reglamento Interior el 8 de
agosto de 1853, en atención al artículo tercero del Decreto de
gobierno del 28 de junio de ese año.
De la misma manera, para 1853, se promulgó la Ley de arreglo del
cuerpo diplomático. Se expidió el 25 de agosto de 1853, en este
ordenamiento se intentó codificar las distintas disposiciones en
materia diplomática que se habían dictado; el primer título del
estatuto orgánico definió un nuevo orden jerárquico del cuerpo
diplomático, además de confirmar la composición de las legaciones
ordinarias y extraordinarias de la ley de 1829. Otras características
de este documento, radican en las disposiciones de “las cualidades de
los empleados diplomáticos y reglas para nombrarlos”; se reivindicó
la nacionalidad mexicana como requisito para formar parte del cuerpo
diplomático y denotó como cualidades de todo empleado diplomático,
la buena reputación, la acreditada aptitud, la probidad calificada en
cualesquiera de las profesiones honrosas y literarias.
Al estar en el poder los liberales, se creó el Estatuto Orgánico
Provisional de la República Mexicana del 15 de mayo de 1856, el cual
señalaba la existencia de seis ministerios, instituidos para el buen
gobierno, determinándose que uno de ellos sería el de Relaciones
Exteriores.
El 5 de febrero de 1857 se adoptó una nueva Constitución para la
República Mexicana, en donde se establecieron las facultades del
Congreso General (artículo 72, fracciones XII y XIII) y las del
presidente de la República (artículo 85, fracciones II, III, X y XI),
respecto
de
la
ratificación
y
aprobación
de
los
asuntos
internacionales y del nombramiento y remoción de secretarios,
agentes diplomáticos y cónsules, así como de la concertación de
compromisos internacionales. En plena Guerra de Reforma, la
Secretaría de Estado y del Despacho de Relaciones Exteriores
emitió, el 12 de agosto de 1858, su cuarto Reglamento Interior.
La aproximación al encuentro de soluciones positivas se hizo tangible
con la Reforma de 1858-1860, y con la resistencia a la intervención
extranjera de 1862-1867 que sentó las bases definitivas de la
República Federal. Al fracasar el segundo Imperio, se acabaron las
expectativas europeas respecto de México.
Al consolidarse el gobierno de Benito Juárez en 1861, se dan en
forma sucesiva cuatro reformas y modificaciones a la composición
orgánica del gobierno federal, en las cuales se manifestó la
existencia del Ministerio de Relaciones Exteriores, quedando
finalmente considerado como Ministerio de Relaciones Exteriores y
de Gobernación.
En el periodo llamado la república restaurada y habiendo caído el
imperio de Maximiliano, se trazaron nuevas bases para una política
exterior cimentada en el respeto a la soberanía de los pueblos y en
su igualdad jurídica, en congruencia con el proyecto nacional; en este
sentido, se promulgó el Reglamento del cuerpo consular de 1871;
entre los avances de esta ley, se pueden mencionar: la asignación de
tareas específicas a cada uno de los miembros de los consulados,
además de ampliar las categorías de composición de los consulados.
Sin mayor cambio en la organización jurídico-administrativa del
gobierno de Benito Juárez, concluyó una etapa del Estado mexicano,
dando paso al prolongado régimen del general Porfirio Díaz.
El XIX fue un siglo dinámico, caracterizado por cambios acelerados
en las estructuras económicas, políticas y sociales de los países. La
independencia de las colonias europeas en América sumada a la
reorientación del colonialismo sobre África y Asia reorganizaron el
mapa geopolítico del mundo.
A lo largo del siglo se consolidó el sistema republicano y democrático
como forma de gobierno preponderante en Occidente, mientras
comenzaban las decadencias de las monarquías absolutistas.
Características del siglo XIX
Las principales características del siglo XIX fueron las siguientes:
A partir de las revoluciones de los últimos años del siglo XVIII,
surgió y se consolidó un nuevo tipo de Estado liberal y laico, con una
administración centralizada y organizada en torno a la idea de nación,
y no de dinastía reinante.
Los países más poderosos iniciaron una política colonialista, de
expansión territorial, sobre África y Asia.
El frágil sistema de relaciones internacionales favoreció las alianzas
defensivo-ofensivas entre los países, tal como la Triple Alianza
(1882) firmada entre Italia, Austria-Hungría y Alemania.
Se consolidó el liberalismo como concepción política opuesta al
absolutismo monárquico. El liberalismo sostiene la igualdad ante la ley
y la idea de que las personas nacen con derechos naturales que el
Estado debe proteger.
Se amplió la base electoral en diversos Estados europeos al
incorporarse el voto universal que, de todos modos, continuó siendo
masculino salvo pocas excepciones. Hacia mediados de siglo
comenzaron las primeras luchas femeninas para que fuera reconocido
el derecho a voto de la mujer.
Se produjo una nueva oleada de innovaciones en la industria y la
tecnología, conocida como Segunda Revolución Industrial. Este
proceso tuvo especial impacto en los transportes con el desarrollo
del ferrocarril, los transatlánticos y el automóvil.
Se consolidó el positivismo, corriente de pensamiento que sostiene
que el único conocimiento verdadero es el científico, basado en la
experiencia. Como consecuencia, se afirmó el cientificismo como
modo de explicar la realidad.
A partir del pensamiento positivista surgieron nuevas disciplinas con
la pretensión de explicar cada aspecto de la realidad aplicando el
método científico. Entre ellas, la sociología orientada a la
investigación de los fenómenos sociales. En economía, el socialismo
cientificista de Karl Marx y Friedrich Engels dio un nuevo enfoque a
las relaciones sociales y laborales en el nuevo sistema de producción
capitalista.
La población del mundo se duplicó. Este aumento de población sumado
a los cambios en los procesos económicos y las mejoras en los
transportes favorecieron grandes movimientos migratorios. Cientos
de miles de personas migraron de las áreas rurales a las urbanas,
entre distintas regiones y entre los continentes.
La población urbana aumentó. En las ciudades, a partir del
crecimiento de la pequeña burguesía, también llamada clase media,
surgió la sociedad de masas, un grupo social con costumbres de
consumo similares, hábitos vinculados al trabajo y al disfrute del ocio
como vacaciones, espectáculos, consumo de impresos, etc.
Se consolidó un nuevo sector social: el de los obreros industriales. Al
mismo tiempo surgieron movimientos reivindicadores de sus
derechos, como los sindicatos.
La difusión de la industrialización generó un nuevo tipo de relaciones
laborales. Aparecieron grupos políticos como los socialistas y los
anarquistas, los cuales planteaban críticas al orden social imperante.
Los nuevos modos de producción de
bienes impusieron la
industrialización sobre las formas manuales. Se inventaron máquinas
y utensilios que facilitaron la vida cotidiana de las personas, por
ejemplo, la máquina de coser, la bicicleta de uso popular, distintos
electrodomésticos, la cámara de fotos familiar, etc.
En arte, los artistas comenzaron a reflexionar sobre su práctica al
mismo tiempo que los movimientos artísticos se hacían más dinámicos.
Durante el siglo XIX en Europa continuó el desarrollo del
neoclasicismo y surgieron el romanticismo, el realismo, y el
impresionismo, así como numerosas corrientes derivadas de estos
movimientos, como el simbolismo y el postimpresionismo, entre otras.
La fotografía también tuvo un gran desarrollo y surgió el cine.
Se produjeron numerosos avances en la medicina con la invención de
la anestesia, las transfusiones de sangre y los rayos X.
Acontecimientos más importantes del siglo XIX
Los acontecimientos más importantes ocurridos durante el siglo XIX
fueron los siguientes:
Entre 1799 y 1815 se produjo una serie de conflictos bélicos entre
Francia, liderada por Napoleón Bonaparte, y diversas naciones de
Europa, conocida como guerras napoleónicas.
Entre 1821 y 1829 se desarrolló la guerra de Independencia de
Grecia, a través de la cual los griegos se independizaron del Imperio
otomano, bajo cuyo dominio se encontraban desde el siglo XV.
En 1825 se inauguró el primer ferrocarril. En las décadas siguientes,
este medio de transporte se expandió por todo el mundo.
En 1848, la publicación del Manifiesto del Partido Comunista de
Friedrich Engels y Karl Marx propuso una nueva comprensión de las
relaciones sociales y económicas capitalistas.
En 1853, después de más de 2 siglos de fronteras cerradas, Japón
fue obligado a firmar una serie de acuerdos comerciales con Estados
Unidos. En 1868, a partir de la ascensión al trono de la dinastía Meiji,
se abrió a la occidentalización cultural, económica y política.
En 1859 Charles Darwin planteó la teoría de la evolución de las
especies y la selección natural, en su libro Sobre el origen de las
especies.
En 1861 se produjo la unificación de los Estados italianos en un
Estado monárquico encabezado por Víctor Manuel II. En 1866 se
incorporó Venecia y en 1870, Roma.
En 1863 se fundó la Cruz Roja Internacional.
En 1864 se fundó, en Londres, la Primera Asociación Internacional
del Trabajo, una organización de lucha por los derechos de los
obreros. Esta asociación se disolvió por disputas internas en 1876 y
en 1889 se fundó la Segunda Internacional.
Entre 1870 y 1871, la guerra franco-prusiana, con victoria de Prusia,
tuvo como consecuencia la unificación de Alemania y la caída del
Segundo Imperio francés.
En 1871 Prusia logró unificar los Estados germánicos y se formó el
Imperio alemán, encabezado por el rey Guillermo I y el canciller Otto
von Bismarck.
Luego de la retirada de las fuerzas alemanas de París y ante la
retirada de las autoridades de la ciudad, los habitantes encabezaron
una rebelión conocida como “La Comuna de París”, la cual instauró un
gobierno popular, socialista y autogestionado entre marzo y mayo de
1871.
Descargar