Título del cuento La niña de ojos tristes En un lugar recóndito, vivía una niña con una hermosa familia, formada por su papá, mamá, y sus dos hermanos, ella era la más pequeña de los tres y la más consentida, pues era una niña bien portada y estudiosa. Todos los días iba a su escuela; ella tenía un perro que se llamaba Firulais, al que amaba mucho. Cada vez que se iba para la escuela se despedía de él, Firulais la esperaba con mucho amor a que regresara de la escuela, moviendo su cola y dando vueltas cada vez que la veía. Pasaron los años y ella fue creciendo igual que su gran amigo Firulais. La niña creció y tenía que irse para la universidad, pidió a sus padres que cuidaran con mucho amor a su gran amigo Firulais, y así lo hicieron, ellos aceptaron la petición de su hija y cuidaron al animalito como ella se los pidió. Una tarde de verano por fin regresaba la niña, sus padres la esperaban con ansias al igual que su fiel amigo. Ellos le tenían una gran sorpresa, y era que su perro ya era papá de unos hermosos cachorros. Por fin llegó la niña y todos en casa estaban muy contentos, pero el que más feliz era Firulais. Por semanas pasaron jugando y divirtiéndose como antes; un día la niña salió a tomar el sol y llamó a su perro Firulais y el nunca atendió al llamado, la niña preocupada por su amigo, lo buscó incansablemente por todos lados hasta que lo encontró tirado en el suelo con muchas mordeduras de serpientes, al verlo en esta situación salió corriendo en busca de ayuda, hasta que por fin encontró a un veterinario que era amigo de la familia quien le dio atención inmediata al animalito. Tuvo que esperar los resultados por un rato, el doctor salió del consultorio y llamó a sus padres y les dijo que el pequeño Firulais había fallecido. El dolor de la niña era tan grande que salió de la clínica con sus ojos aguados y un llanto desconsolado, buscó consuelo en los lugares donde siempre compartió con él. Sus padres estaban preocupados y la buscaron por todas partes; ella sabía que debía regresar y así fue, abrazó a su mamá y pidió estar sola. Aquella niña alegre ya no quería salir de casa, el brillo de sus ojos se había ido, ahora estaba triste y sus amigos la llamaban la niña de los ojos tristes. Ellos la querían mucho y sabían que debían hacer algo por su amiga, por eso recordaron que su mamá le había contado que Firulais había tenido unos cachorros, por lo que decidieron buscar el perrito que más se pareciera a Firulais y así fue, para el cumpleaños de la niña de los ojos tristes, sus amigos le llevaron la sorpresa del cachorro que era igual a su amigo Firulais. Al ver al pequeño y tierno cachorro sus ojos se llenaron de felicidad, pues vio el retrato de su amigo en el perrito que le obsequiaron. Ella pensó que jamás volvería a ver a su amigo y eso la entristecía, pero, su mamá le dio en ese momento la noticia de que Firulais era el papá de ese cachorro, la niña lloro de felicidad al tener el recuerdo de su perro en el cachorro al que puso por nombre Firulais en honor a su gran amigo, después de tantos meses la niña volvió a sonreír, ya no era la niña de los ojos tristes.