Esc. Prep. ‘‘Celestino Sánchez Cervantes’’ ‘‘ANTOLOGIA DE LEYENDAS POTOSINAS’’ Tercer Parcial Integrantes: Piña Hernández Sherlyn Arleth Ramírez Ramírez Joselyn Rodríguez Muñoz Juan Manuel Tovar Mata Irely Johana Sánchez Lorenzana José Raúl INDICE La Llorona El callejón de las manitas Juan del Jarro La Maltos La Dama de Negros La Copetes El Callejón del Muerto La Calle de los Espantos El Gallo Maldonado La Casa Macabra La Planchada La Loca Zulley CONTENIDO Esta antología se realizó con el fin de darse a conocer las leyendas potosinas más a fondo, al igual que despertar la curiosidad del lector y así mismo se sienta atraído por la cultura. Además de brindar conocimiento también tendrás entretenimiento por medio de la lectura. Algunas de estas manejan lo paranormal lo cual indaga a investigar un poco más de lo sucedido. La Llorona San Luis Potosí Allá en los remotos tiempos de principios del siglo XVIII los ríos eran caudalosos y permanentes, como el río de Santiago y el río Españita. Cuando se rebosaban los ríos, la ciudad se inundaba y las calles se hacían intransitables. Por aquellos tiempos llegó a San Luis Potosí una bella mujer proveniente del Real de Charcas, a quien sus padres habían querido educar en la mejor escuela del lugar. Dada su singular belleza y su bien formada educación, pronto fue cortejada por muchos hombres, y tiempo después se casó con el hijo de un próspero minero, naciendo dos bellos gemelitos del matrimonio. Ella los cuidó con esmero hasta la edad de un año, cuando se enteró de que su esposo tenía una amante. Enloquecida por la rabia, decidió que tenía que deshacerse de sus bebés. Un día en que el calor era sofocante se fue a bañar al Río Santiago, llevando consigo a los dos niños y, una vez dentro del agua, los soltó. Sin embargo, inmediatamente se arrepintió y quiso salvarlos, pero no le fue posible y ella misma estuvo a punto de ahogarse. Gritaba pidiendo que salvaran a sus hijos pero sólo pudieron salvarla a ella y pasó el resto de sus años buscando en el río Santiago, culpándose de haberlos ahogado. 1 Muchos años después, por calles estrechas de la ciudad, apareció una mujer de vestido y manto blanco; al caminar dejaba una estela que emanaba reflejos luminosos. Deambulaba generalmente después de las doce de la noche y siempre que esta mujer paseaba por las calles hacia el río Santiago, en las orillas de la ciudad, se oía el prolongado y lastimero grito de ¡Aaaayyyyyyy mis hijos…! 2 El callejón de las manitas Cuenta la leyenda que… “Era el año de 1780 cuando llegó a la ciudad de San Luis Potosí un sacerdote que atraído por el benigno clima y por la hospitalidad de la gente decidió quedarse a vivir allí. Para el clérigo resultó fácil encontrar trabajo como profesor en uno de los mejores colegios de aquel entonces. Un día después de regresar de uno de sus viajes de peregrinaje por los pueblos vecinos fue cruelmente asesinado por los dos mozos que lo acompañaban. Al regresar a su casa el sacerdote fatigado por la jornada decidió irse a descansar temprano mientras los mozos se encargaban de los caballos y las mulas. Según la versión de los mozos, ellos terminaron sus labores y salieron para sus casas pero como ya era muy tarde decidieron regresar y al llegar de nuevo a casa del sacerdote se encontraron con el terrible escenario del padre asesinado y todo ensangrentado. Luego de intensos interrogatorios por parte de las autoridades a los dos incriminados, estos confesaron su crimen e indicaron el lugar donde habían ocultado el dinero que habían robado al sacerdote y el arma con el que lo habían asesinado. Pero ellos aseguraban que no había sido el robo el móvil del crimen, sino vengarse por el mal trato que les daba el sacerdote. Aun así, fueron sentenciados a muerte y una vez ejecutados se les cortaran las manos a los cuerpos para que fueran exhibidas como 3 escarmiento para el resto de la población. Las manos de los criminales se colgaron del muro exterior de la sombría casa del callejón solitario y triste donde vivía el sacerdote asesinado. Desde entonces se le llamó el Callejón de las Manitas. Cuando la gente tenía que pasar por este callejón empezaba a rezar y no cesaba de hacerlo hasta que salía de él. Aun después de retirar las manos del callejón con cierta frecuencia de manera sobrenatural estas volvían a aparecer y a pesar de que con el paso del tiempo todo el entorno fue trasformado, se dice que en ocasiones se pueden ver las manitos flotando en el aire y un sacerdote que desaparece pasando la calle donde quedaba el Callejón de las Manitas” 4 Juan del Jarro- Leyenda Potosina Juan del Jarro, su nombre verdadero: Juan de Dios Azíos. Era un pordiosero que se paseaba por las calles de San Luís Potosí alrededor de 1826. Era una persona pordiosera que odiaba el baño, las riquezas y el mes de julio. Se le llamaba del Jarro, porque siempre cargaba un jarro de terracota, un sombrero y una estera. Se dice que habitaba en un horno abandonado. Pedía limosnas afuera de los templos para quitarse el hambre. Juan del Jarro no era un pordiosero cualquiera, él repartía sus limosnas a la gente pobre, necesitada y los ancianos. Solía tener un refran en la punta de la lengua, según la ocasión. Era una persona muy lista y a la vez muy loca. Juan era una persona muy querida. Su fama tomó un tinte sobrenatural, pues se decía que era adivino. Se decía que podía ver cuándo y cómo moriría la gente, se sabía el calendario, entre otras cosas. Tenía muy buena memoria. Un día, una señorita de casa decente pasó junto a él, y creyendo que sólo era un charlatán, le preguntó: -"Dime, adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?"- y Juan del Jarro le respondió:- "Te casarás, pero no con el padre del niño que llevas en el vientre"-. Poco tiempo desúés, ésta señorita dejó la ciudad porque la familia descubrió que Juan tenía razón. La leyenda creció, se decía que Juan podía saber el futuro porque lo escuchaba en su jarro de terracota. Juan del Jarro dejó este mundo el 8 de noviembre de 1859, teniendo 66 años. El día de su funeral, gente de todas las clases le rendía homenaje, le cantaban y le oraban para que descansara en paz. Se dice que en la cuarta mañana después de su sepulcro, se vieron salir del panteón varios escarabajos negros que rodeaban una bola de arcilla en el desierto. Actualmente, se le rinde mucho respeto, con la creencia de que es milagroso. Cada dos de noviembre, hay gente que va a su tumba y le dejan estampillas de él mismo, crucifijos, monedas de plata y un jarro con agua, con tal de 5 que les conceda un deseo o les cumpla un milagro. En el centro histórico de San Luis Potosí, se pueden apreciar varias estatuas de éste hombre, recordándo aquella famosa leyenda, la de Juan del Jarro. 6 LA MALTOS San Luis cuenta con una gran cantidad de leyendas, las cuales cobran vida año con año durante el mes de octubre, antes de las celebraciones del Día de Muertos. Una de las más populares es la conocida como Leyenda de La Maltos. Se dice que durante la época colonial, en San Luis Potosí existió una bruja conocida como La Maltos quien era muy poderosa y tenía un gran dominio de la magia negra. Debido a que contaba con una importante influencia entre los integrantes de la Santa Inquisición, utilizaba su poder para decidir sobre la vida de los habitantes del pueblo, causándoles temor y respeto a todos por igual. A pesar de que en la ciudad había toque de queda, se cuenta que La Maltos gozaba de total impunidad y podía pasear a altas horas de la noche por las calles empedradas de la ciudad, en un carro tirado por dos enormes caballos negros, mientras pronunciaba sus hechizos. Solía residir en un edificio que se encontraba en el terreno que actualmente ocupan los Arcos Ipiña,el cual era utilizado por la Inquisición para realizar sus horribles oficios. La Maltos utilizaba el espacio para realizar poderosos conjuros a manera de castigos y torturas, que solían terminar con la muerte de los infortunados prisioneros. Un día, la mujer cobró la vida de dos personas de gran influencia política y económica, lo que provocó que perdiera la protección que le brindaban las autoridades y ordenaron su aprehensión. Fue frente a la hoy llamada Plaza de los Fundadores donde los pobladores escucharon la condena a muerte contra La Maltos, luego de ser acusada de asesinato y brujería. La señalada no se defendió, pero pidió que antes de ser ejecutada se le permitiera hacer un dibujo en su morada, para dejarlo como recuerdo de su memoria. Al ser aceptada su petición, se escoltó a La Maltos hasta su habitación, donde comenzó a dibujar una carreta con 7 dos caballos negros, iguales a los que utilizaba por la noche cuando recorría la ciudad; luego, se dibujó a sí misma conduciendo la infernal carroza. Ante la sorpresa y terror de los testigos, La Maltos comenzó a recitar unas palabras mágicas mientras el dibujo comenzaba a cobrar vida y ella se adentraba en la obra, conduciendo el carruaje y marchándose para, ¿nunca volver? 8 LA DAMA DE NEGRO Si escuchas al niño jugando o ves la pelota no pasa nada, solo recuerda no mirar a los ojos a la dama del velo negro. Arthur Kipps es un hombre que en su juventud tuvo que visitar una casa abandonada en busca de algunos documentos para la herencia de un cliente, y que vivió una experiencia que lo dejó aterrado. Cree que al contarlo podrá superarlo por lo que contrata a un director de teatro para que lo oriente de como hacerlo. A medida que va ensayando en el teatro vacío, los relatos se van materializando hasta tener a la dama de negro frente a él.Esto es “La dama de negro” que este año cumple 25 años ininterrumpidos en cartelera, atemorizando al público al que le gusta el teatro de terror.Antonio Calvo es el productor de la misma y nos cuenta que el secreto viene de un libreto adaptado de una novela de terror:En un medio en el cual casi todo lo que enseñes se podría ver chafa, lo más real es lo que muestras. Lo que tienes en tu imaginación y cabeza es más potente para generar miedos. En ese canal de imaginación en vez de enseñarte una carreta te dicen; esa caja es una carreta. Te van contando la historia y te meten en el carril de empezarte a imaginar todo” La obra se ve casi en obscuridad total lo que permite escuchar todos los sonidos detalladamente y en algunos casos, ver a un niño entre las butacas: El perrito se oye por todo el teatro corriendo, tenemos un sistema de bocinas que da una sensación de 3D espacial. Y oyes por todos lados, te da la sensación que estás ahí. Los sonidos están hechos desde 1994 con la librería de George Lucas. Los hice cuando todavía no existía el mundo digital y se grababa en carretes, apenas empezaban a sacar un casete: digital audio tape. Hicimos los sonidos con samplers digitales como una especie de partitura musical, donde en un teclado de música estaban puestos los cascos del caballo, entonces 9 cuando llegaba tenía un ritmo y otro para correr.Don German Robles era un sabio y decía como debían ser las cosas” “La dama de negro” ha sido presentada en distintos teatros, siempre en obscuridad total. Antonio Calvo nos platica como le hacen los actores para ubicarse: Todas las funciones incluso cuando vamos de gira a lugares como Guadalajara o San Luis Potosí que ya conocemos, llegamos una hora antes a hacer todos los recorridos en el escenario, para sabérselo en la obscuridad de memoria. Porque ya no es la vista la que sabe donde esta el escalón sino el cuerpo. Y los actores más que ver, porque no hay forma de hacerlo en la obscuridad total, sino que el cuerpo sabe dónde están las cosas”Es actuada por Alejandro Tomassi, Juan Carlos Colombo, Rafael Perrin, Ernesto Dalessio, Benjamín Rivero, Fabian Pazzo, Guadalupe Carcaño y Ricardo Morell. Se presenta en el Teatro Ofelia (Av. Thiers 287 en Anzures) de viernes a domingo 10 La copetes Todo comienza en san luis potosi ARLINDA era una mujer con pasado triste purs su madre murio y su padre la mando matar pues esta era sirvienta y el un rico y podia traerle problemas mucho tiempo despues la copetes conoceria a su padre ( por cierto el apodo fue por sus peinados) se arrepintio y le dio una casa la cual en un inicio seria un hotel pero paso a ser un prostibulo despues de tener sexo la copetes matava a sus clientes para despues robarlos y enterrarlos en el jardin un dia dos hombres charlando en una cantina deciden investigar uno se aria el ocupado y el otro lo haría hasta que el que tendría sexo fingió dormirse y la copete lo amarro para matarlo pero el otro que es militar salió del armario y la detuvo y el otro se zafó entre los dos la sometieron y la amarraron en el jardín y la obligaron a confesar le robaron dinero y se fueron le dijeron a la policia pero al 11 llegar fue muy tarde ya que la copetes murio de frio y hambre. El Callejón del Muerto Corría el año de 1600 y a la capital de la Nueva España continuaban llegando mercaderes, aventureros y no pocos felones, gentes de rompe y razga que venían al Nuevo Mundo con el fin de enriquecerse como lo habían hecho los conquistadores. Uno de esos hombres que llegaba a la capital de la Nueva España con el fin de dedicarse al comercio, fue don Tristán de Alzúcer que tenía un negocio de víveres y géneros en las Islas Filipinas, pero ya por falta de buen negocio o por querer abrirle buen camino en la capital a su hijo del mismo nombre, arribó cierto día de aquél año a la ciudad. Después de recorrer algunos barrios de la antigua Tenochtitlán don Tristán de Alzúcer se fue a radicar en una casa de medianía allá por el rumbo de Tlaltelolco y allí mismo instaló su comercio que atendía con la ayuda de su hijo, un recio mocetón de buen talante y alegre carácter. 12 Tenía este don Tristán de Alzúcer a un buen amigo y consejero, en la persona de su ilustrísima, el Arzobispo don Fray García de Santa María Mendoza, quien solía visitarlo en su comercio para conversar de las cosas de Las Filipinas y la tierra hispana, pues eran nacidos en el mismo pueblo. Allí platicaban al sabor de un buen vino y de los relatos que de las islas del Pacífico contaba el comerciante. Todo iba viento en popa en el comercio que el tal don Tristán decidió ampliar y darle variedad, para lo cual envió a su joven hijo a la Villa Rica de la Vera Cruz y a las costas malsanas de la región de más al Sureste. Quiso la mala suerte que enfermara Tristán chico y llegara a tal grado su enfermedad que se temió por su vida. Así lo dijeron los mensajeros que informaron a don Tristán que era imposible trasladar al enfermo en el estado en que se hallaba y que sería cosa de medicinas adecuadas y de un milagro, para que el joven enfermo de salvara. Henchido de dolor por la enfermedad de su hijo y temiendo que muriese, don Tristán de Alzúcer se arrodilló ante la imagen de la Virgen y prometió ir caminando hasta el santuario del cerrito si su hijo se aliviaba y podía regresar a su lado. 13 Semanas más tarde el muchacho entraba a la casa de su padre, pálido, convalesciente, pero vivo y su padre feliz lo estrechó entre sus brazos. Vinieron tiempos de bonanza, el comercio caminaba con la atención esmerada de padre e hijo y con esto, don Tristán se olvidó de su promesa, aunque de cuando en cuando, sobre todo por las noches en que contaba y recontaba sus ganancias, una especie de remordimiento le invadía el alma al recordar la promesa hecha a la Virgen. Al fin un día envolvió cuidadosamente un par de botellas de buen vino y se fue a visitar a su amigo y consejero el Arzobispo García de Santa María Mendoza, para hablarle de sus remordimientos, de la falta de cumplimeinto a la promesa hecha a la Virgen de lo que sería conveniente hacer, ya que de todos modos le había dado las gracias a la Virgen rezando por el alivio de su v&aacutestago. -Bastará con eso, -dijo el prelado-, si habéis rezado a la Virgen dándole las gracias, pienso que no hay necesidad de cumplir lo prometido. Don Tristán de Alzúcer salió de la casa arzobispal muy complacido, volvió a su casa, 14 al trabajo y al olvido de aquella promesa de la cual lo había relevado el Arzobispo. Más he aquí que un día, apenas amanecida la mañana, el Arzobispo Fray García de Santana María Mendoza iba por la calle de La Misericordia, cuando se topó a su viejo amigo don Tristán de Alzúcer, que p&aacutelido, ojeroso, cadavérico y con una túnica blanca que lo envolvía, caminaba rezando con una vela encendida en la mano derecha, mientras su enflaquecida siniestra descansaba sobre su pecho. El Arzobispo le reconoció enseguida, y aunque estaba más p&aacutelido y delgado que la última vez que se habían visto, se acercó para preguntarle. – A dónde váis a estas horas, amigo Tristán Alzúcer? – A cumplir con la promesa de ir a darle gracias a la Virgen-, respondió con voz cascada, hueca y tenebrosa, el comerciante llegado de las Filipinas. No dijo más y el prelado lo miró extrañado de pagar la manda, aun cuando él lo había relevado de tal obligación . 15 Esa noche el Arzobispo decidió ir a visitar a su amigo, para pedirle que le explicara el motivo por el cual había decidido ir a pagar la manda hasta el santuario de la Virgen en el lejano cerrito y lo encontró tendido, muerto, acostado entre cuatro cirios, mientras su joven hijo Tristán lloraba ante el cadáver con gran pena. Con mucho asombro el prelado vio que el sudario con que habían envuelto al muerto, era idéntico al que le viera vestir esa mañana y que la vela que sostenían sus agarrotados dedos, también era la misma. -Mi padre murió al amanecer -dijo el hijo entre lloros y gemidos dolorosos-, pero antes dijo que debía pagar no sé qué promesa a la Virgen. Esto acabó de comprobar al Arzobispo, que don Tristan Alzúcer estaba muerto ya cuando dijo haberlo encontrado por la calle de la Misericordia. En el ánimo del prelado se prendió la duda, la culpa de que aquella alma hubiese vuelto al mundo para pagar una promesa que él le había dicho que no era necesario cumplir. Pasaron los años… 16 Tristán el hijo de aquel muerto llegado de las Filipinas se casó y se marchó de la Nueva España hacia la Nueva Galicia. Pero el alma de su padre continuó hasta terminado el siglo, deambulando con una vela encendida, cubierto con el sudario amarillento y carcomido. Desde aquél entonces, el vulgo llamó a la calleja de esta historia, El Callejón del Muerto, es la misma que andando el tiempo fuera bautizada como calle República Dominicana. 17 LA CALLE DE LOS ESPANTOS 1. 1. La calle de los espantos (esta algo larga.. be patient) Para la anhelante de Doña María de Ayala, tomar estado y meterse por la fragosa vía de la amargura, fue todo uno. El casorio, para ella, fue todo alreves de lo que esperaba, y espero mucho. Durante años fue amontonando con inacabable paciencia y terca laboriosidad, ilusiones y mas ilusiones; primero, como adolescente ensoñadora, enseguida, como vehemente moza casadera y, por fin, como hembra madura finitima a la desesperanza. Tardaron mucho en cuajar las ilusiones, tanto que, cuando ya veía como segura, llena de pabido asombro e ineludible asombro, el quedarse a vestir santos, apareció, 2. 2. asomandose a la claraboya de su expectante corazon, el recio y curtido milite Don Abel Correa, capitan segundo de milicias. Cargada de mil ansias, y por si era el ultimo, no se detuvo a considerar la de Ayala las bondades o maldades del futuro consorte. A la embestida inicial, respondio con una provocativa y feble resistencia, para rendirse luego, con armas y bagajes. Las ardorosas palabras de su amador los fornidos juramentos, las copiosas muestras de ternura, si endoblaron sus brios para llegar a donde ansiaba llegar, el altar, del que bajo convertida en mujer legitima de su hombre, ahí mismo. Y fue cuando el amor cogió por una vereda insospechada. 3. 3. El corazón aquel, todo arrobos y ternuras antes, resulto aposentamiento de un alma pavorosa y rebufante, a la que carcomian los celos. La que esperaba ser reyna de una mansion llena de atuendos, paro en reclusa. Ni a la ventana permitia el milite que se asomara la mujer. Y, ademas de reclusa, en esclava. El tálamo, solo lo ocupaba en ratos, por que su colchon ordinario era el vivo suelo. Por cualquier nonadilla, la tundía a puntapiés; de caricias, unicamente probo la doliente Doña Maria, continuos atronadores y feroces mamporros. El alacranado milite aislo a la mujer de todo 18 y de todos. Ni a la iglesia, siquiera en cuaresma la dejaba ir; menos al 4. mercado. Bastimentos, ropa, enseres, todo le acarreaba el esposo y carcelero. Y, para quitarle de cuajo la ocurrencia de una evasion, con descomunal candado el Correa estuchaba la puesta de su hogar. Con tamaño calvario, a la de Ayala se le seco el vientre, y no dio hijos. Hasta de ese legitimo y natural consuelo se vio desposeida. Pero, como las cosas de esta vida no tienen permanencia y como es bien sabido que no hay mal que cien años dure ni enfermo que los aguante, todo se trastoco en la sufrida mujer. El amor de una principio, se le huyo del corazon y se avecindo en el, entonces, un extraño y sutil odio llevado con mucha manderecha; dio de través a los lamentos y deseco sus ojos; de ahi 5. 5. para adelante, ni una lagrima, ni una queja, una actuosa sumision y mansedumbre. En su corazon ayermado, empezó a urdir la venganza. Aprovechando que el marido, muy de mañana, con los luceros se iba al cuartel - que entonces era el de la estacada - se dio a vagar por las azoteas, en busca de una casa vacía por donde ganar las calles. Fue cosa de días y días. Aun que siempre lo mismo, todas con gente, no callo en desanimo, el que persevera alcanza, asienta - y asienta muy bien - un dicho. Habiendo dado con lo que precisaba, lo 6. 6. casa habitacion, en la hombrosa calle de la Colmeca o del Testerazo, como también la nominaron hoy 2 de abril - vivía una mujer maleficiosa, llena de habilidades indecibles, que ejercia el arte cisorio, una de esas que se dedica a la nigromancia, a la sorteria y a las cerradas artes divinatorias, y que predecia futuros, cortaba males, desleia a ojos, y enderezaba entuertos con sus astrologias, sus geomancias y sus cábalas. Se hizo diligente discípula de esta y se inicio en el tenebroso arte de la brujería. En menos de nada, compelida por las dinámicas ansias bindicativas, aprendio a manejar polvos nefiticos, pociones, toda clase de mezclas, pestilentes brebajes, elixires conformativos, muñecos de trapo, sortilegios, ensalmos, afrodisiacos, narcoticos y simpaticos, triacas, 19 7. 7. amuletos, talismanes, conjuros, emplastos, mensures, y todos los menesteres y ritos útiles necesarios para el cabal ejercicio de la diabólica magia negra. Adoctrinada por su preceptora, Doña Maria alcanzo a llegar hasta lo mas intrinseco de la brujeria. Aprendio, lo primero, y de cuerito a cuerito, el libro infernal de Jonas Sufurino, que es como la cartina de la geomancia; el libro de San Cipriano, o el tesoro del hechicero, un voluminoso manual, indispensable en la libreria de cualquier brujo que se respete; los admirables secretos de Alberto el Grande, y otros libracos de este jaez. Aprendio tambien, la rigurosa jerarquia y trato con los espiritus infernales que 8. 8. amuletos, talismanes, conjuros, emplastos, menjurges, y todos los menesteres y ritos útiles necesarios para el cabal ejercicio de la diabolica magia negra. Adoctrinada por su preceptora, Doña Maria alcanzo a llegar hasta lo mas intrinseco de la brujeria. Aprendio, lo primero, y de cuerito a cuerito, el libro infernal de Jonas Sufurino, que es como la cartina de la geomancia; el libro de San Cipriano, o el tesoro del hechicero, un voluminoso manual, indispensable en la libreria de cualquier brujo que se respete; los admirables secretos de Alberto el Grande, y otros libracos de este jaez. Aprendio tambien, la rigurosa jerarquia y trato con los espiritus infernales que 9. 9. todo nigromante debe tener a su disposicion mediante el pacto: Lucifer, emperador; Belcebú, principe; Astorotch, Gran Duque; y los espiritus superiores subordinados a estos y todas las funciones de c/u de los entes del averno, y todas las mañas de estos seres de la nigromancia. Con esta larga cauda de conocimientos niogromanticos, Doña Maria, enderezo todas sus terribles baterias en contra de su mal humorado conyuge para deslavarle los impetus y satisfacer su ansia ardiente maciza y tras añeja de vindicta. Ni que decir que volco en el, ya en efigie, ya en persona, todas sus habilidades. Los indomitos brios, y el fosforico temperamento, lo insufrible, se fue enmolleciendo poco a poco hasta quedar nada. Dejo de ser el de antes. Ya no volvio a masticar oscuras 20 10. 10. palabras a somormujo o a grito abierto. Olvido el candado, francas dejo todas las puertas, no volvio a ponerle las manos encima a su mujer, ni a gritarle cosas, paro todo en miel, conmedimientos sin fin y amabilidades exquisitas. Y Doña Maria volvio al sol. de triguito de dolores que parecia recobro las chapas y embarnecio muy saludadora y parlera, se dio a conocer a las vecinas, y con sus buenos modos les robo la voluntad. Muy bien quista por sus amables procederes, entraba y salia de todas las casas de vecindario, no dejando detras de si mas que muy honrosos comentarios. Atesoraba simpatias. Era como el gorron sobre el cua lgiraba la vida entera de la pava 11. 11. comunidad del callejon de Zarzosa, apellidado asi desde muy antiguo. El marido mientras tanto por las satanicas hechicerias de su mujer, proseguia adentrandose en una indefinida insanidad, cual si se le stuviera zafando la razon. Ya no tenia nada de aquella preterita impetuosidad y dureza. Todo mansedumbre,no hacia mas que escagularse en el patio de la casa a chupar sol. De pronto, el callejon de Zarzosa, tan lleno de quietud, tan vacio de estrepitos, tan colmado de amisisimos afectos, se inundo de sobresaltos y temores. En las noches, y mas en las noches umbrosas de menguante, o en las argentadas de plenilunio se cernian sobre toda la calleja emanaciones 12. 12. comunidad del callejon de Zarzosa, apellidado asi desde muy antiguo. El marido mientras tanto por las satanicas hechicerias de su mujer, proseguia adentrandose en una indefinida insanidad, cual si se le stuviera zafando la razon. Ya no tenia nada de aquella preterita impetuosidad y dureza. Todo mansedumbre,no hacia mas que escagularse en el patio de la casa a chupar sol. De pronto, el callejon de Zarzosa, tan lleno de quietud, tan vacio de estrepitos, tan colmado de amisisimos afectos, se inundo de sobresaltos y temores. En las noches, y mas en las noches umbrosas de menguante, o en las argentadas de plenilunio se cernian sobre toda la calleja emanaciones 13. 13. pestiferas, insoportables, ruidos de resquebrajar los timpanos, de cadenas, de tambores, de fogonazos, roncos unos chillones otros, ayes despavoridos de 21 arrugar el corazon, y clangores de partir el alma; humos negros, morados rojos; sombras en vuelo; carreras por las azoteas como de todo un tropel desbocado arrastrando cadenas; retumbares so tierra , de tambalearse las casas. Los vecinos, converito el silente y recoleta callejon en saturnal o aquelarre del averno, se vieron forzados a poner las cosas en oidos de la utoridad. El alcalde mando al jefe de los serenos a observar los extraños acontecimientos. Y en la misma noche al apretar la oscuridad, una bolas 14. 14. igneas, como de una vara de diametro, empezaron a rodar por las azoteas. Salian pegando brinquitos de la casa del capitan Correa, y despues de rondar por los demas pretiles, volvian a ella; las arreaban unos silvos fortisimos revueltos con palabras malsonantes de la peor calidad. De cuando en ves, aparecian pestiferas tulfaradas e informes lenguas de humo que borraban las bolas, se quedaban remeciendose en los aires, al par que unos gritos destemplados que no parecian salidos de ningun pecho humano, atronaban los aires. A estos se sumaron el llanto de los niños, las exclamaciones de las mujeres y los denuestos de los hombres, todos se apiñaron en el medio del callejon y de los labios espantados barbotaban oraciones a las benditas animas ya 15. 15. todos lo santos. Cuando se hubo desvanecido aquello les fue volviendo el alma a los cuerpos. Todos se sintieron entonces cargados de osadia, y como vieren que de la casa del capitan Correa salian las causas de espanto y de alli no se asomo nadie, decidieron violarla. Con recias aldabas llamaron muchas veces a la puerta; la zarandearon con impaciencia, sacudieron las ventanas. Ninguna señal, ninguna respuesta. Ya no les cupo la duda, juntaron mas y mas enojo, se lleno el callejon de curiosos dispuestos al asalto, como no les abrieron se derramaron por las casa vecinas para ganar las azoteas y meterse a las de los Correa. Un enjambre de valientes metiches 16. 16. comandados por el sereno, se apretaron al abordaje, y cuando buscaban el modo de bajar al patio, un deslumbrante fogonazo los lleno de luz, quitandoles la facultad de ver; una sombra negra con una larga 22 estela de chispazos salto hacia los aires y una carcajada violenta larguisima cerro el tranquilizo. A los valientes violadores se les fue todo ejercicio de la voz, del movimiento, del repiro, los volvio a recoger el miedo. Algunos se fueron de aguas, y los mas quedaron agarrotados. El puntillo de la honra los vio en si, les aflojo la lengua y el cuerpo, les despercudio el seso, y como eran muchos, pronto enderezaron sus animos para dar cabal fin al abordaje. 17. 17. Con sogas y escaleras alcanzaron el patio, donde se arracimaron todos para reparar miedos. Un espantoso silencio emanaba de las piezas con las puertas destrancadas y oscuras, oscurisimas. La recorrieron sin encontrar persona alguna, y fue en la ultima, en la del corral, donde a la mortecina luz de las lamparas de cebo, encontraron la oficina de la correa, bien abastada en cuanto a menester para el ejercicio de la magia negra; y en el suelo, sobre una cruz de tierra con las extremidades fuertemente amarradas con cuero crudo a sendas estacas, al infeliz consorte, con el cuerpo transido por largas y afiladas espinas, vomitando liquidos mal olientes y espumosos y los desorbitados ojos clavados en inalcanzables lejanias. Como no encontraron a la mujer, los maliciosos 18. 18. concluyeron que, cuando ellos estaban para bajar el patio, la bruja huyo montada en una escoba y por eso el fogonazo. Con tamañas muestras de criminalidad a la mano, las autoridades entraron de lleno en el asunto. Al capitan lo condujeron al hospital, por esa noche cerraron y sellaron la casa; y , al llegar la claridad, cuando de nuevo con notario que diera fe y testigos, entraron a la desolada mansion, encontraron a la bruja tirada en la puerta del taller, inhundada de sudores y carente de sentido. Bajo fuertes custodias, la llevaron a Las Recogidas, donde, en el mas seguro calabozo, la cargaron de grillos y cadenas. 19. 19. Largos meses corrieron mientras se le sustanciaba la causa a la bruja, esta se refugio en un consistente mutismo que no rompió ni la aplicación del potro y el garrote. Al adementado milite, no hubo como sacarlo de su insania, unos parientes radicados en el nuevo reino de León, lo recogieron y no se supo mas de 23 el. La nigromantica mujer al poco tiempo, se convirtio en una vieja carcamal, espantable y repelente, que solo sabia derramar miedos entre las reclusas. Jamás dijo palabra. Sello su boca para siempre. Y solo se abrió para que le huyera el alma, el Callejón Zarzosa, se vacio. Ni los perros osaban transitar por el, durante mucho tiempo, mientras siguieron los ruidos y las diabólicas apariciones que cesaron del todo al morir la mal famada y 20. 20. malaventurada Doña María de Ayala. Y, Por eso, las gentes del viejo San Luis, apellidaron a esa parva y recóndita rúa: "La Calle de los Espantos" Gabriela Yoselin Salazar Tello EL GALLO MALDONADO Corrían los años de la segunda década del actual siglo, época en la que se fundó el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí, convertido ahora en la Universidad Autónoma. Luis Maldonado cursaba los primeros años en la Facultad de Letras; además de ser considerado como un estudiante de porvenir brillante, incursionaba en tareas periodísticas, escribía con galanura poemas a la mujer, que varias veces declamó en público. Estaba en la plenitud de su vida estudiantil, rodeado de simpatías, amigos y amantes de la Literatura. Luis Maldonado, que provenía de una familia de clase media, se enamoró perdidamente de una jóven llamada Eugenia, que pertenecía a una rica familia potosina. Surgió entre ambos un romance de auténtica pasión y devoción mutua; todo indicaba que 24 la felicidad los acompañaría siempre. El joven estudiante cifraba en Eugenia sus más grandes ilusiones, pues con frecuencia decía: "Ahora comprendo lo que es un anticipo del Cielo en este mundo". Para Luis ella lo llenaba todo, era su más fecunda fuente de inspiración. La vida de ambos transcurría tranquila y amorosa. Sin embargo, por razones desconocidas, Eugenia le abandonó. Nadie supo el motivo, pero Eugenia se casó con otro y se fue de viaje de luna de miel por países lejanos. Nadie sabe el motivo de ese abandono, el caso es que Eugenia salió de su tierra para no regresar jamás. Sintió Luis Maldonado que todo había terminado para él, se dedicó a la bebida tratando por ese medio de apartarse de su realidad; así comenzó a desdecirse de sí mismo, a no importarle su apariencia, su aspecto, descuidando su persona. Su vida transcurría de cantina en cantina, deambulando por las estrechas y en ese entonces semi oscuras calles de la ciudad; su físico empezó a debilitarse y, lo que es peor, su mente comenzó a flaquear. La sencilla familia Maldonado se preocupó mucho por él, pero poco a poco fue acostumbrándose a verlo en las condiciones lamentables en que se encontraba. Ya no era posible hacer reaccionar al otrora buen estudiante y activo periodista, pues Luis Maldonado se convirtió en un auténtico vagabundo. Tiempo después cayó enfermo, y como era natural, se acogió al abrigo de los suyos, se refugió en su 25 hogar donde, desde luego, tuvo el apoyo de sus familiares. Un atardecer de intenso frío invernal, se oyó la voz desgarradora de una de sus hermanas: -¡Luis ha muerto! Acudió el resto de la familia y lo encontró inerte; llenos de tristeza lo velaron y al día siguiente, acompañados de un reducido grupo de amigos, lo llevaron al panteón. No pudieron sepultarlo porque había oscurecido; dejaron el ataúd en un sitio llamado "El Descanso", para enterrarlo al día siguiente. La familia de Luis regresó a su casa y todos fueron a dormir. Cuando el alba despuntaba se escucharon fuertes llamadas en el portón de la casa. ¿Quién a esas horas se atrevía a tocar con tanta insistencia? Por fin alguien desde dentro preguntó con voz temerosa quién llamaba. - Soy yo, Luis, ábranme que tengo frío. - ¿Está usted loco? ¡Largo de aquí con esas bromas! - Ábranme, soy Luis -repitió. El Gallo Maldonado había vuelto del panteón. Sus familiares no salían del asombro causado ante el raro acontecimiento de volver a ver a Luis en persona. Un gran cambio se operó en la personalidad de aquel hombre, que se vio tan cerca de la sepultura. A partir de entonces las apariencias ya no le importaban, ni su indumentaria ni sus antiguas amistades. La ropa 26 que usaba era estrafalaria: tocado por un viejo carrete, con la parte superior desprendida, por donde salía un mechón de pelo, como cresta de gallo, haciendo honor al apodo que tuvo desde sus tiempos cuando era estudiante; llevaba un saco enorme, un pantalón de brincacharcos y zapatos sin puntera. Mas a pesar de su vestimenta, no motivaba burla, sino al contrario, se le veía con afecto, con ternura, y porqué no decirlo, con respeto; tal vez porque a pesar de todo sufría un mal de amor y poseía un hálito de sublimidad. Era un sujeto sin prejuicios, se le veía siempre contento; se convirtió en un auténtico vago, más decente y fino en sus actitudes, un poetastro callejero que gustaba de acercarse a las parejas de enamorados e improvisarles un verso: Qué bello amor y que fecundo; es como la vida misma que en el mundo une a las almas con estrecho lazo; como un diamante de fulgente prisma, para vivir feliz y sin acaso. Así vivió el Gallo Maldonado por muchos años, convirtiéndose en una figura típica de la ciudad. Cierta ocasión un extranjero le preguntó sobre Chantecler, a lo que al punto contestó era un gallo perteneciente a una leyenda francesa, la cual narró con gala de detalles. El extranjero comentó: "Se vé que es culto, lástima que sea tan borracho". Si el 27 extranjero hubiese conocido su pasado, hubiese dicho: "Qué lástima que está tan loco". De pronto la gente dejó de ver al Gallo por las calles. Se dijo que esta vez sí había muerto para siempre... ¿Para siempre? En las noches de luna llena se rumora que un vagabundo gusta de acercarse a las parejas e improvisarles versos... amantes: cuando vayan a San Luis Potosí, instálense en la banca de un bello jardín en una noche de luna llena, porque cuando el amor es verdadero, aparece la figura malicienta y vaga del cantor de los enamorados: El Gallo Maldonado. 28 LA CASA MACABRA En la ciudad mexicana de San Luis Potosí, justo en plano Centro Histórico, se halla ubicada la sucursal del Banco Nacional de México, un edificio de estilo contemporáneo en el que abundan las experiencias escalofriantes. No son pocos los empleados de este lugar tan peculiar, que han afirmado que se escuchan ruidos extraños y ocurren todo tipo de cosas misteriosas. A veces, ellos podían oír claramente golpes como si alguien estuviera teniendo una riña. Otras, escuchaban como si alguien vaciara monedas en algún sitio. Y así, los sucesos se repetían sobre todo de noche, cuando el silencio era absoluto y quedaban pocas personas en el banco. 29 La Planchada San Luis Potosí El antiguo Hospital se encontraba entre los barrios de El Montecillo y de San Sebastián, cerca del costado sur del Templo de San José. Cuentan que entró a formar parte del personal una enfermera llamada Eulalia, de buena presencia, quien desde el principio dio muestras de profesionalismo y diligencia; por lo tanto, se ganó la simpatía y el aprecio del personal médico y administrativo. Eulalia repartía su tiempo entre su trabajo en el hospital y en atender a su familia, que consistía en su madre y dos hermanos menores. Llevaba una vida tranquila, sosegada y, al mismo tiempo, activa; nada perturbaba el horizonte de esta eficaz mujer. Años después se inauguraba un flamante hospital con el nombre de Hospital Central Dr. Morones Prieto, y a este hospital pasó la mayor parte del personal del antiguo Hospital Civil; entre el que se encontraba Eulalia. A este mismo lugar llegó a hacer sus prácticas profesionales un doctor de nombre Joaquín, quien al poco tiempo de conocer a Eulalia la hizo su novia. Duraron un tiempo así y, como todo marchaba bien, Joaquín le propuso matrimonio a la inocente enfermera, ella aceptando. Sólo como condición el joven doctor le 30 pidió que lo esperara seis meses porque tenía que tomar un curso de medicina en Monterrey. Pasó el tiempo y, cuando estaba por cumplirse el lapso, Eulalia, con la ilusión de que pronto se casaría compró el vestido de novia, Al mismo tiempo, en el hospital hubo un baile y cuando le preguntaron a Eulalia si asistiría, ella dijo que no porque no estaba su novio Joaquín. Uno de los doctores le dijo que estaba equivocada, porque Joaquín se había marchado a Monterrey a casarse. Tal noticia derrumbó a Eulalia, cambiándola por completo. Trataba de mala gana a los pacientes, no les daba sus medicinas y se dice que muchos murieron por sus negligencias. Transcurrió el tiempo y la enfermera, tras una penosa enfermedad. Murió en el mismo hospital donde trabajaba. Se cuenta que desde entonces en este hospital se aparece una enfermera pulcramente vestida de blanco y que, de vez en cuando, atiende pacientes. Una mañana, entró una de las nuevas enfermeras al cuarto de un paciente y lo saludó: -¿Cómo está? ¿Cómo pasó la noche? -Bien, gracias a Dios y gracias también a la enfermera que pasó en la noche a inyectarme. La enfermera muy extrañada le preguntó quién lo había inyectado, a lo que el paciente le contestó: 31 -Una enfermera vestida de largo, con su ropa bien almidonada. Aun cuando la nueva enfermera sabía que no podía ser, nada dijo al paciente. A la hora de comer, le comentó esto a una de las enfermeras que más tiempo llevaban trabajando en el hospital, quien le contó la historia de la enfermera Eulalia. -Seguramente es “La Planchada”; le decimos así porque siempre anda muy almidonada, con la bata bien planchada, jamás se le arruga, ni se le ensucia. También se aparece en los pasillos y se introduce en los cuartos de los pacientes, varias de las enfermeras y de los doctores la hemos visto. Hoy en día, en el Hospital Central ya se han acostumbrado a ver deambular por los pasillos, o saber que ha entrado en los cuartos de algunos pacientes, a una enfermera con su vestido largo blanco, impecable y almidonado. Incluso, nadie duda que alguna vez haya asistido como ayudante en las operaciones que los nuevos médicos practican en el quirófano, pues fue precisamente en la sala de operaciones en donde Eulalia empezó su trabajo de enfermería. NOTA: Se dice que la Planchada es una leyenda del Distrito Federal, pero esto es mentira ya que los 32 primeros registros vienen de San Luis Potosí, por lo que se sospecha de un plagio mal adaptado. 33 La Loca Zulley, una leyenda de corazones rotos En San Luis Potosí, una de las leyendas más tristes que circulan por las bocas de sus habitantes es la de La Loca Zulley. Una historia donde el misterio y las preguntas sin respuesta se unieron para llevarse la cordura de una mujer. Claudia Zulley era de buena y acomodada familia, aunque incompleta, pues su padre y hermano mayor murieron cuando era niña. Acompañada por su madre y hermana menor, Claudia fue una joven muy alegre a la que se le podía ver riendo en muchas ocasiones. Le gustaba usar vestidos elegantes y sombreros que resaltaban su innegable belleza. Siendo joven aún, Claudia conoció a su primer amor y el único que tendría, Rodolfo. Comenzaron su noviazgo y lo siguieron durante varios años, siempre con el amor inquebrantable por delante, hasta que finalmente decidieron fijar una fecha para la boda. Cuando Rodolfo le propuso matrimonio a Claudia, lo hizo con un anillo de oro blanco engarzado con una acerina negra que había pertenecido a su abuela. Rodolfo entregó el anillo pidiendo que lo amara por siempre sin importar lo que sucediera. Claudia aceptó más que gustosa a su petición. La boda se realizaría en el Templo de San Miguelito. Rodolfo nunca llegó, a pesar de la insistente esperanza de Claudia de que lo haría y la desposaría como se habían prometido. 34 Los rumores sobre la muerte de Rodolfo comenzaron a rondar entre los pobladores, otros decían que simplemente había huido del compromiso. La realidad es que nadie sabía ni supo qué sucedió con el hombre que juró amor a Claudia para luego dejarla plantada en el altar . Claudia cumplió su promesa, los días pasaron y ella esperó y esperó a su amado Rodolfo, asegurándole a la gente que éste volvería y serían felices para siempre. Poco a poco la realidad abandonó la mente de Claudia, dejándola estancada en una eterna espera por su amado. Solía ponerse su vestido de novia y salir al jardín de San Miguelito o a la Plaza de Armas a esperar la llegada inesperada de Rodolfo, a quien muchas veces vio reflejado en el rostro de algún otro hombre. Cuando esto sucedía, la emoción no se hacía esperar y las palabras de júbilo salían una tras otra de la boca de Claudia, pensando que por fin podría casarse con el amor de su vida. Así, sumida en una terrible tristeza o persiguiendo hombres confundidos, seguiría la vida de quien entonces llamaban La Loca Zulley. Cuando Claudia murió, ya fuera de tristeza o causas naturales, fue enterrada en el panteón del Tecuán, detrás del Templo de San Miguelito, permaneciendo allí hasta que ambos fueran sustituidos por la escuela Manuel José Othón. En los restos del panteón fue encontrado el anillo que Rodolfo le entregara a Claudia el día de su compromiso y ofrecido 35 luego a la Virgen de la Soledad que ahora lo porta en su mano izquierda. 36