Escuela y espiritualidad - Colegio Patrocinio de María

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Escuela y espiritualidad
26 DE MARZO 2015 - 00:01
LUIS UGALDE
¿Cuál es la clave del éxito de Fe y Alegría, que partiendo desde una pobre
escuelita con decenas de niños en Catia en marzo de 1955, llega a sus 60 años
como movimiento mundial con 2.000 centros en 20 países y millón y medio de
alumnos? El secreto está en que Fe y Alegría es un gran movimiento espiritual que
impulsa a hacerse hermano del niño necesitado, desatarlo educativamente y
apostar con él por su futuro de dignidad.
En 1954 el P. José María Vélaz fundó con un grupo de jóvenes de la UCAB (en el
primer año de existencia de esta universidad) la Congregación Mariana con una
espiritualidad que los llevó, saliendo de sí mismos, a encontrarse en Catia con
niños pobres sin escuela. La misma espiritualidad llevó al vecino Abraham Reyes a
entregar la mitad de su casa para hacer la primera escuela. Juntos vecinos, padres
y universitarios decidieron convertir la necesidad de los otros en vida.
A Europa le cayó una automaldición al imponerse que su escuela debe ser
aséptica y que toda espiritualidad es enemiga de una buena escuela laica.
Cortadas las raíces espirituales, pronto mueren los árboles más frondosos. Se
comprende la reacción laicista en sociedades con siglos de cristianismo obligatorio
como religión oficial y en alianza con la espada para imponerse como reino de este
mundo (en contradicción con el rechazo de Jesús: “Mi reino no es de este
mundo”): quien no acepta la religión oficial es un delincuente y candidato a la
hoguera, a la horca, o a ser decapitado en nombre de Dios. De esto se libró la
Europa democrática, no así el fundamentalismo islámico ni otras imposiciones
estatales como los totalitarismos marxistas o fascistas. Tras mucha sangre y
sufrimiento, Occidente vio también que en el pluralismo religioso (por ejemplo,
católicos y hugonotes en Francia) no habría paz ni unión nacional mientras que el
Estado fuera confesional. El Estado no confesional es una necesidad, pero lo es
también el cultivo de la espiritualidad en todas las personas y en todas las
escuelas, no solo en las familias y en las iglesias. Un cultivo con nutrientes
espirituales diversos para compartir frutos plurales, sin imposición de las propias
creencias al otro, se logra en la escuela si de verdad enseña a amar al prójimo,
incluso al distinto y al extranjero. Esta es la enseñanza trascendente del corazón,
más que el estudio de una religión como materia o la imposición de unas prácticas
confesionales.
A algunos secularistas a la europea les molestaba el nombre mismo de Fe y
Alegría. No por la alegría, sino por la fe. Pero resulta que la fe con amor mueve
montañas, transforma personas y las lleva a encontrarse y afirmar la dignidad del
distinto. Por el contrario, la fe sin amor y con fanatismo lleva a negar los derechos,
la dignidad y aun la vida de los que no son de mi religión. Fe y Alegría es un gran
movimiento espiritual sin fronteras. Más de un centenar de diversas
congregaciones religiosas católicas sacan agua fresca de su propio pozo espiritual
para crear escuelas de vida donde antes había calles de abandono y
desesperanza. Decenas de miles de educadores son Fe y Alegría, movidos a
enseñar en la escuela el cultivo espiritual para que florezcan jardines humanos, sin
confesionalidad impuesta. Hay escuelas de Fe y Alegría en el Chad, donde el
director y los alumnos son musulmanes. Los jesuitas dirigimos en la India y Japón
universidades católicas de siembra espiritual con mayoría de profesores y alumnos
no cristianos.
Nada es más necesario en Venezuela que el renacer de una espiritualidad que
lleva a abrirse al otro y a afirmarlo formando un “nosotros” con él. Descubrir que la
verdadera fuente de riqueza nacional es el potencial infinito de la interioridad
despreciada y descuidada de millones de venezolanos. Madres y padres se
agolpan a la puerta de una escuela de Fe y Alegría. ¿Por qué, si no se reparte
leche ni harina PAN? Porque saben (aunque no lo expliquen) que ahí se cultiva el
bien más escaso y necesario en Venezuela y la más firme defensa contra el virus
de la delincuencia: que el tesoro más grande de la vida es amar a Dios y al prójimo
por encima de otros poderes, haberes e ídolos. Fe y Alegría cultiva
sistemáticamente esta formación espiritual en sus docentes y de ella se nutre la
lucha por hacer una buena escuela en las situaciones más adversas y precarias.
Cuanto mayor sea el desierto, más necesarios son los oasis.
Ni confesional, ni escuela donde se cortan las raíces espirituales, pues sin ellas
avanza el desierto nacional, sin virtudes republicanas, ni familiares, ni personales.
Publicado en El Nacional, 26/03/2015
El padre Ugalde, venezolano pero vasco de nacimiento, es uno de los hombres más
respetados del país, y ese respeto se lo ha ganado de la única manera que es lícito
obtenerlo: trabajando. Su labor educativa, que se inició en el Colegio San Ignacio y
continuó en la UCAB, se vio coronada en su faceta de gerencia académica con el
rectorado que ejerce desde hace ya varios años. Su voz es requerida con tanta
frecuencia como las difíciles circunstancias del país lo requiere.
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