GADE, FICO DERECHO DE LA EMPRESA BLOQUE I: Introducción al Derecho Patrimonial Privado (Tema1) LECCIÓN 1. INTRODUCCIÓN AL DERECHO PATRIMONIAL PRIVADO. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Concepto y finalidad. Derecho Público y Derecho Privado. Derecho objetivo y derecho subjetivo. Sistema de fuentes. Jerarquía normativa. Sujeto y personalidad. Persona natural y persona jurídica. Actos jurídicos. Negocios jurídicos. Obligaciones y contratos. Conceptos y elementos esenciales. Clases de contratos. 1.- CONCEPTO Y FINALIDAD: Quien se acerca por primera vez al mundo del Derecho, lo hace con una natural preocupación y desapego, máxime cuando, que yo sepa, en Bachillerato no se aborda su estudio en ningún grado, aunque sea básico. Sin embargo, a ninguno de vosotros se os escapa que el Derecho nos envuelve en nuestra existencia desde que nacemos hasta que morimos, y asimismo nos envuelve con respecto al resto de sujetos que conforman una sociedad. Además, nos envuelve en nuestras relaciones con “entes” distintos a la “persona física” (empresa, Ayuntamiento, Hacienda ...). En los albores de la civilización, desde que una comunidad política se organiza de forma primaria, surge el Derecho como una necesidad de organizar la vida social. “La convivencia social resultaría imposible sin la existencia de normas y principios que nos regulen, y por tanto, que nos establezcan un marco de actuación de todos con todos (ciudadanos, asociaciones, Estado, etc)”. Etimológicamente, Derecho proviene de directum. Directum, que significa “lo recto”, se generaliza en Roma en la etapa postclásica por influjo del pensamiento cristiano cuando penetra en el ámbito jurídico la idea de que lo justo -el Derecho- coincide con lo recto. Siguiendo al profesor Lasarte, podemos afirmar que Derecho es, ante todo y sobre todo, una realidad tangible y buscada afanosamente por las sociedades que nos han precedido en el tiempo con la pretensión de dar solución a los conflictos sociales, fuera cual fuera su naturaleza y extensión, y lo definimos como “un sistema de normas, en un conjunto normativo, con una clara finalidad instrumental; la resolución de los conflictos que se generan y surgen en el propio cuerpo social al que el Derecho (de cada momento y de cada comunidad social dada) va destinado, excluyendo de raíz el recurso a la fuerza bruta o la violencia.” 2.- DERECHO PÚBLICO Y DERECHO PRIVADO Con independencia de las formas políticas de organización social de cada momento histórico, el ser humano ha debido afrontar problemas de carácter básico y de escasa mutación-transformación a lo largo del tiempo: su subsistencia e incardinación en una “célula social” (p.ej. la familia). Dicha subsistencia e incardinación conlleva la adquisición de una serie de bienes de los que podría apropiarse o que debía adquirir de otras personas (intercambios económicos). “Dominación de los bienes y posibilidad de intercambio de los mismos” constituyen instituciones necesarias para el individuo que éste ha debido afrontar desde las sociedades primitivas hasta las contemporáneas. Ello supone la “regulación de los aspectos privados entre particulares de las relaciones sociales”. Según el profesor Lasarte, Derecho civil se define como el “conjunto de normas dirigidas a someter a norma las relaciones entre particulares”. El Derecho Civil es el tronco del derecho privado, procediendo su nombre del ius civile o derecho de los ciudadanos en contraposición al Derecho público. Otra definición que se puede considerar clásica es la de Hernández Gil según la cual es: "el Derecho privado general, que tiene por objeto la regulación de la persona en su estructura orgánica, en los derechos que le corresponden como tal y en las relaciones derivadas de su integración en la familia y de ser sujeto de un patrimonio dentro de una comunidad". El centro legal del Derecho Civil es el Código Civil promulgado en 1889 y que, con sucesivas reformas, todavía recoge la normativa básica civil. No obstante desde mediados del siglo XX ha venido produciéndose una descodificación a través de la aprobación de sucesivas leyes especiales que, sin integrarse en el Código, regulan cada vez más áreas del Derecho Civil. Es característica del Derecho español la existencia de derechos civiles forales que dotan de riqueza y complejidad al sistema. Con la evolución y adaptación del “Derecho” a las sociedades de cada momento, el tronco del Derecho Civil se va viendo erosionado por el nacimiento de nuevos derechos que se independizan de su origen. Así son evidentes disciplinas propias el Derecho Laboral o el Derecho Mercantil y apuntan hacia la especialización otras como el Derecho Agrario, Derecho del consumo, Derecho del seguro... Lo que no siempre resulta claro son los contornos de cada una de las disciplinas, pues las nuevas ramas del Derecho traen causa del tronco común que contiene, con mayor o menor intensidad según el caso, los valores esenciales y las teorías generales de cada materia. Sirviendo de “introducción” a su vez al bloque II del temario de la Asignatura, decir que las reglas civiles, aplicables a la generalidad de los ciudadanos simplemente por el hecho de ser personas, nunca han satisfecho de forma particular a los mercaderes, comerciantes y empresarios. Las transacciones económicas de las personas en sí mismas consideradas son, por principio, actos individuales y personalizados, pero la actividad comercial y empresarial, requiere de este tipo de actos de forma normalizada y repetitiva, es decir, son “actos en masa”. Por ello surge la necesidad de ir disciplinando las relaciones comerciales de comerciantes o empresarios entre sí, y de estos con su clientela. Nace así el Derecho Mercantil como rama especial del Derecho privado frente al Derecho Civil, que es el tronco común del mismo. La aparición del Derecho público como rama especial y autónoma del saber jurídico se produce cuando un Tribunal proclama que el funcionamiento de la Administración no se sujeta a las reglas del Derecho Privado que se aplica a los ciudadanos y empresas o administraciones privadas, sino a unas normas particulares que se singularizan por los sujetos a que se refieren (las Administraciones Públicas). Nacen así normas jurídicas que regulan la actividad de la Administración Pública, su propia organización interna y sus relaciones con los ciudadanos. “Derecho público: sector normativo regulador del funcionamiento de la Administración Pública y de sus relaciones con los ciudadanos”. Nuestra Constitución Española subraya que las Administraciones Públicas quedan sometidas al ordenamiento jurídico en su conjunto, tanto en el precepto fundamental contenido en el art. 9, como en el art. 103, donde establece que “la Administración Pública, sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho”. 3.- DERECHO OBJETIVO Y DERECHO SUBJETIVO. La dogmática moderna entiende el Derecho “objetivo”, en el sentido de “conjunto normativo”. Nuestro conjunto normativo, “ordenamiento jurídico”, no persigue asfixiar la libertad y capacidad de decisión de las personas, pero sí crear los cauces y garantías para que esa libertad pueda ser adecuadamente ejercitada y establecer mecanismos y criterios para la solución de conflictos que irremediablemente vayan a surgir. <<El Derecho ha de ser garante de la “libertad” y establecer “limites” al poder arbitrario que pudiera ejercerse desde las instancias públicas>>. Esta expresión puede resumir lo que podemos entender por “Estado de Derecho” que recoge nuestra C.E. en el art. 1.1º. Podemos entender que las notas más características que conforman el Derecho objetivo son las siguientes: en primer lugar, se trata de un conjunto orgánico, sistemático y concatenado que trata de evitar la antinomia entre las normas de que se compone; en segundo lugar, dichas normas tienen por objeto la regulación de la vida social del hombre; en tercer lugar, dichas normas sociales deben formularse con arreglo a unos valores y principios que serán referentes para la correcta organización de la sociedad; por último, dichas normas son imperativas, si son coercitivas o de obligado cumplimiento. Pueden existir normas dispositivas, cuya aplicación puede excluirse mediante pacto. Este tipo de normas son más propias del Derecho Privado, en que se reconoce a los particulares una amplia autonomía de la voluntad o libertad de pactos. El concepto de derecho subjetivo, es entendido por la facultad de la que es titular un particular, y que puede recaer sobre una cosa o ejercitarse frente a otra persona. Así, podemos distinguir derechos reales frente a derechos de crédito. Al sujeto, persona integrante de una sociedad, de una célula social, persona individual, se le dota pues, dentro de ese Estado de Derecho, de un “ámbito” dentro del cual puede desenvolverse para satisfacer sus necesidades e intereses de acuerdo con su propio criterio, es decir, se dota al sujeto de poder de imponer su criterio y adoptar sus decisiones “DE UNA MANERA JURÍDICAMENTE EFICAZ”, o lo que es lo mismo, que el “ordenamiento jurídico”, respalde el ejercicio de ese poder ejercido por el sujeto tanto frente a otros sujetos, como frente a los poderes públicos. El “tener derecho a” significa ostentar el poder de exigir algo a alguien (conducta activa u omisiva) de una manera jurídicamente eficaz. El profesor Lasarte define el Derecho subjetivo como “la situación de poder concreto otorgada por el ordenamiento a un sujeto para que defienda y satisfaga sus propios intereses”. 4.- SISTEMA DE FUENTES. JERARQUIA NORMATIVA 4.1.- SISTEMA DE FUENTES. El artículo 1.1º del Código civil señala taxativamente que las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios generales del derecho, indicando el artículo 1.7º del mismo Cuerpo legal que los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes establecido. Por su parte, la Constitución fija en su artículo 9.3º la garantía del principio de legalidad y jerarquía normativa. Además de las fuentes que citaremos habrá que tener en cuenta la normativa comunitaria (reglamentos, directivas, decisiones, dictámenes y recomendaciones). Las fuentes del Derecho son los actos o hechos pasados de los que deriva la creación, modificación o extinción de normas jurídicas. A veces, también, se entiende por tales a los órganos de los cuales emanan las normas que componen el ordenamiento jurídico (conocidos como órganos normativos o con facultades normativas), y a los factores históricos que inciden en la creación del derecho. De lo anterior se desprenden, respectivamente, las nociones de fuentes del derecho en sentido material (fuentes materiales) y fuentes del derecho en sentido formal o (fuentes formales): Punto de vista MATERIAL, al considerar las instituciones o grupos sociales que tienen reconocida capacidad normativa (Cortes Generales, Gobierno,...). Fuentes en sentido material. Punto de vista FORMAL, en cuanto al modo o forma de manifestación del derecho (a través de ley, a través de costumbre…) . Fuente en sentido formal. A) La Ley Cabe definir la ley como la norma publicada oficialmente con tal carácter, que contiene un mandato normativo de los órganos que constitucionalmente tienen atribuido el poder legislativo originario. Con arreglo a la Constitución tales órganos serán las Cortes Generales y las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas. La Constitución de 31 de octubre de 1978, actualmente vigente en España, constituye la primera norma del ordenamiento jurídico, es decir, la norma fundamental, la lex suprema. Desde el punto de vista material, la superioridad de la Constitución se traduce en que todas las demás normas deben atemperarse a los mandatos contenidos en la misma, y desde el punto de vista formal, su superioridad resulta del establecimiento de especiales dificultades para su revisión o reforma (arts. 166 y 169). Según también la Constitución Española nuestras normas legales, se configuran según su forma de elaboración el Leyes Ordinarias y Leyes Orgánicas, siendo las segundas las de mayor protección al tenerse que aprobar por mayoría en el Congreso de Diputados (art. 86 CE). LAS DIVERSAS NORMAS DEL DERECHO POSITIVO ESPAÑOL: - LA CONSTITUCIÓN DE 1978 (Ley básica fundamental) - LEYES ORGÁNICAS - LEYES ORDINARIAS - LEYES REFRENDADAS POR LOS CIUDADANOS - LEYES-MARCO - LEYES DE PRINCIPIOS. - DECRETOS-LEYES. - DECRETOS LEGISLATIVOS - DECRETOS. - DEMÁS DISPOSICIONES REGLAMENTARIAS DEL GOBIERNO. - LEYES DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS Y NORMAS EMANADAS DE LA POTESTAD EJECUTIVA Y REGLAMENTARIA DE SUS ÓRGANOS. B) La costumbre Siguiendo a DIEZ-PICAZO y GULLON podemos citar los siguientes caracteres de la costumbre: 1º Es una fuente independiente de la ley; 2º Es una fuente subsidiaria pues regirá en defecto de ley, lo que implica la invalidez de las costumbres contrarias a la ley; 3º Es una fuente secundaria lo que implica que quien alegue ante los Tribunales la aplicabilidad de las normas consuetudinarias deberá probar la existencia, el contenido y el alcance de las mismas. C) Los principios generales del Derecho Según el artículo 1.4º del Código civil los principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley o de costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico. Se acepta con esta redacción la tesis de algunos autores, como DE CASTRO, para quien la expresión principios generales comprende las ideas fundamentales e informadoras de la organización jurídica de la nación. La jurisprudencia ha consagrado, entre otros principios, los siguientes: el de la igualdad ante la Ley; el de que nadie puede ir contra sus propio actos a menos que se tachen de involuntarios, fraudulentos o contrarios a Derecho; el de que nadie puede enriquecerse injustamente. La jurisprudencia Según el artículo 1.6º del Código civil, "la jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico, con la doctrina que, de modo reiterado, establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la Ley, la costumbre y los principios generales del Derecho". Para que la doctrina del Tribunal Supremo se convierta en jurisprudencia es necesario que se trate de una doctrina reiterada, al menos, en dos sentencias y que haya sido utilizada como razón básica para adoptar la decisión (ratio decidendi). Además, es necesario que exista identidad entre los casos concretos decididos por las sentencias. Hoy en día, además de la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, también los Tribunales Superiores de Justicia crean jurisprudencia si bien invocable únicamente en el ámbito de la respectiva Comunidad Autónoma, y no podemos obviar la Jurisprudencia de los Tribunales Europeos de Justicia. 4.2 JERARQUIA NORMATIVA. La definimos como la Ordenación jerárquica o escalonada de las normas jurídicas de modo que las normas de rango inferior no pueden contradecir ni vulnerar lo establecido por una norma de rango superior que tiene mucho valor. El principio de jerarquía normativa permite establecer el orden de aplicabilidad de las normas jurídicas y el criterio para solucionar las posibles contradicciones entre normas de distinto rango. La Constitución garantiza expresamente el principio de jerarquía normativa en el art. 9.3º: “garantiza los principios de legalidad y jerarquía normativa”. En principio la Constitución de 1978 es la norma suprema del ordenamiento jurídico, a continuación las Leyes Orgánicas, después las Leyes Ordinarias entre las que se incluyen los Decretos-Leyes y los Decretos Legislativos. Hay que decir que las normas legislativas de las Comunidades Autónomas no pueden medirse frente a las normas estatales por el principio de jerarquía sino por el de competencia, ello se deduce del art. 148 y 149 de la propia Constitución. Es por lo que la doctrina aborda esta materia en base a dos principios: El principio de la jerarquía: Este principio nos señala que entre las normas jurídicas hay una gradación pudiéndose hablarse de normas fundamentales y normas de segundo grado. Este principio significa que cada norma no puede contradecir ni oponer los mandatos de las normas de rango superior. El principio de competencia: Este principio no se aplica en el contexto de la superioridad de unas normas sobre otras, sino de igualdad. En este caso, no hay contraposición de normas, porque cada una regula un ámbito propio de materias. ¿Cuándo entran en vigor las Leyes en España?: Se establece en el Código Civil, que: "Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispone otra cosa." En nuestro ordenamiento el principio de jerarquía normativa se traduce en: - - Superioridad de la Constitución sobre cualquier otra norma jurídica. Esta superioridad de la Constitución se basa en un criterio material, pues la misma contiene los principios fundamentales de la convivencia (superlegalidad material) y por ello está dotada de mecanismos formales de defensa (superlegalidad formal). Superioridad de la norma escrita sobre la costumbre y los principios generales de Derecho, sin perjuicio del carácter informador del ordenamiento jurídico de estos últimos. Superioridad de la ley y de las normas con rango de ley sobre las normas derivadas de la potestad reglamentaria*. La doctrina discute si las relaciones entre la ley orgánica y la ley ordinaria se rigen por el principio de jerarquía según el cual la ley orgánica sería superior, o por el de competencia, lo que supondría que ambas tienen el mismo rango. * La Potestad reglamentaria es la prerrogativa por la que las administraciones públicas pueden crear normas con rango reglamentario, es decir, normas subordinadas a las leyes, ya sean reglamentos, decretos o instrucciones. No es privativa del Poder Ejecutivo (Gobierno), otros órganos también pueden ejercerla. Así por ejemplo, las Cámaras del Parlamento, o Tribunales Superiores de Justicia. No obstante ello, la potestad reglamentaria está radicada principalmente en el Ejecutivo. - A su vez las disposiciones administrativas (derivadas de la potestad reglamentaria) se encuentran jerarquizadas según el siguiente orden: decretos, órdenes de las comisiones delegadas del Gobierno, órdenes ministeriales y disposiciones de las demás autoridades y órganos inferiores según el orden de su respectiva jerarquía. 5.- SUJETO Y PERSONALIDAD. PERSONA NATURAL Y PERSONA JURÍDICA EL Sujeto de Derecho por antonomasia es el ser humano. No obstante, en Derecho no suele hablarse de ser humano, ni de hombre, mujer o niño (salvo que resulte necesario distinguirse entre ellos), sino de “personas físicas” o personas naturales para referirse al conjunto de los seres humanos. Pero en el mundo del derecho han de ser tenidos en cuenta como posibles sujetos de derechos y obligaciones, tanto los seres humanos, como ciertas entidades, agrupaciones o colectivos a los que el Derecho ha PERSONIFICADO y para referirse genéricamente a cada uno de tales grupos (seres humanosentidades, agrupaciones o colectivos) se ha impuesto la necesidad de hablar respectivamente de PERSONAS FÍSICAS o PERSONAS JURÍDICAS. La persona física es anterior al derecho, en el sentido que es el derecho el que se configura para regular al sujeto y a éste en sociedad, previa existencia del mismo. La persona jurídica, sin embargo, es posterior o nace después de la existencia del derecho que la regula, siendo el derecho el que constituye y admite pues la persona jurídica. Así pues, sea por la inminente personalidad del ser humano o por la personificación de ciertas entidades o agrupaciones, el Derecho acaba reconociendo o atribuyendo PERSONALIDAD tanto a Personas Físicas como Jurídicas. La personalidad equivale al reconocimiento del alguien como “sujeto” (sea p.f o p.j.) de “derechos y obligaciones”, bien porque sea naturalmente idóneo para ello (p.f) o porque el derecho positivo así lo haya estimado conveniente (p.j) El nacimiento de una p.f. o la creación de una p.j. conlleva inmediatamente la consecuencia de ser insertado en la comunidad como un miembro más y por ello puede dar origen a derechos y obligaciones de inmediato, aún cuando tal persona no pueda saberlo (p.ej. un recién nacido) o no pueda llevarlos a la práctica. “Ser titular de derechos y obligaciones y ser capaz de ejercitarlos” (ser y poder) Por ello la personalidad del Sujeto en Derecho, tal como hasta ahora se ha entendido, se compone de CAPACIDAD JURÍDICA Y CAPACIDAD DE OBRAR. Capacidad jurídica: Aptitud o idoneidad necesaria para SER titular de derechos y obligaciones. Capacidad de obrar: Aptitud o idoneidad necesaria para EJERCITAR O PONER EN PRACTICA, los derechos y obligaciones. Realizar actos jurídicos con validez en derecho. Por tanto, la capacidad jurídica no admite matizaciones, se tiene o no se tiene. La capacidad de obrar permite graduaciones en atención al acto que se pretende realizar por el sujeto. (ej: menor de edad puede hacer testamento pero a partir de catorce años; el mayor de edad no puede adoptar salvo que alcance mayoría de 25 años...). Ley 8/2021, de 2 de junio, por la que se reforma la legislación civil y procesal para el apoyo a las personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica introduce un cambio de visión sobre la cuestión de la capacidad. La nueva regulación está inspirada en el respeto a la dignidad de la persona, en la tutela de sus derechos fundamentales y en el respeto a la libre voluntad de la persona con discapacidad, así como en los principios de necesidad y proporcionalidad de las medidas de apoyo que, en su caso, pueda necesitar esa persona para el ejercicio de su capacidad jurídica en igualdad de condiciones con los demás. Dicha capacidad jurídica abarca tanto la titularidad de los derechos como la legitimación para ejercitarlos (hasta ahora distinguíamos entre capacidad jurídica _- para la titularidad de derechos- y capacidad de obrar – para su ejercicio-, siendo la legitimación un concepto distinto, que se refería a la relación que tiene un sujeto con algo, para permitirle disponer de ello, por ej.: puedo vender un bien porque es mío, lo cual es distinto de la capacidad). El elemento sobre el que pivota la nueva regulación no va a ser ni la incapacitación de quien no se considera suficientemente capaz, ni la modificación de una capacidad que resulta inherente a la condición de persona humana y, por ello, no puede modificarse. Muy al contrario, la idea central del nuevo sistema es la de apoyo a la persona que lo precise, apoyo que es un término amplio que engloba todo tipo de actuaciones: desde el acompañamiento amistoso, la ayuda técnica en la comunicación de declaraciones de voluntad, la ruptura de barreras arquitectónicas y de todo tipo, el consejo, o incluso la toma de decisiones delegadas por la persona con discapacidad. Cabe añadir, incluso, que en situaciones donde el apoyo no pueda darse de otro modo y solo ante esa situación de imposibilidad, este pueda concretarse en la representación en la toma de decisiones. Es importante señalar que podrá beneficiarse de las medidas de apoyo cualquier persona que las precise, con independencia de si su situación de discapacidad ha obtenido algún reconocimiento administrativo. Es también relevante que, a diferencia de lo que hacían los códigos decimonónicos, más preocupados por los intereses patrimoniales de la persona que por la protección integral de esta, la nueva regulación trata de atender no solo a los asuntos de naturaleza patrimonial, sino también a los aspectos personales, como pueden ser los relativos a decisiones sobre las vicisitudes de su vida ordinaria –domicilio, salud, comunicaciones, etc.–. CIRCUNSTANCIAS MODIFICATIVAS DE LA CAPACIDAD OBRAR: INCAPACIDADES: Son aquellas circunstancias subjetivas de ciertas personas que obligan a la ley a suspender por cierto tiempo la Capacidad de obrar. Mientras dura esa situación se le nombra un representante legal. Las incapacidades de nuestro derecho se circunscriben hoy al supuesto de la minoría de edad. Hasta ahora se consideraban como tales la minoría de edad y la incapacidad judicialmente declarada. A partir de la Ley 8/2021, ya no existe el concepto de “incapacitado” judicialmente, sino de persona con discapacidad, que contará con las medidas de apoyo que sean necesarias, y que pueden ser medidas voluntarias predispuestas por la persona a quien se apoya, la existencia de un guardador de hecho, o el nombramiento judicial de un curador o un defensor judicial (ocasional). Desaparece la posibilidad de nombrar tutor a esas personas con discapacidad (el tutor actúa en representación del tutelado; esta figura ya solo cabe para los menores de edad no sujetos a patria potestad). El curador es una figura de apoyo continuado que acompaña, presta apoyo a la persona con discapacidad en los actos que el juez determine, que solo excepcionalmente podrá representarle (actuar en lugar de la persona con discapacidad), en los actos que también el juez determine. Por lo tanto, solo se puede hablar de incapacidad en el caso de los menores de edad, y esa incapacidad no es absoluta, pues el nuevo art. 1263 del Código Civil, tras la reforma, - que, además de suprimir el supuesto de los incapacitados judicialmente, cambia la redacción del anterior respecto de la capacidad de los menores para pasar a una formulación positiva (antes se decía que no podían prestar consentimiento salvo excepciones), -dispone que Artículo 1263. Los menores de edad no emancipados podrán celebrar aquellos contratos que las leyes les permitan realizar por sí mismos o con asistencia de sus representantes y los relativos a bienes y servicios de la vida corriente propios de su edad de conformidad con los usos sociales. Esos representantes a los que alude la norma son los padres y, en su defecto, el tutor. LIMITACIONES. Son aquellas circunstancias que afectan a la capacidad de obrar, pero que se diferencian de las incapacidades, en que los incapaces no pueden actuar por si; Mientras que los que tienen la capacidad limitada, si pueden actuar por si, lo que ocurre es que necesitan la asistencia de otra persona para la validez de los actos que realizan. No ocurre como en las incapacidades en las que una persona es sustituida, representada por otra; con las limitaciones no se sustituye, se Acompaña. Como ya se ha indicado, en los supuestos de personas con discapacidad, el juez determinará, si constituye la curatela, los actos para los que dicha persona con discapacidad requiere asistencia del curador, y, en su caso y excepcionalmente, aquellos en los que el curador ha de asumir la representación de la persona con discapacidad. Aun en esos casos excepcionales de representación de la persona que requiere esa medida, no se habla de incapacidad. También hay que incluir en este apartado a los menores emancipados, que pueden regir su persona y bienes como si fueran mayores, pero con algunas limitaciones, en las que se requiere que sea completada su capacidad con la de otra persona (generalmente sus padres). PROHIBICIONES. Son aquellos supuestos en los que una persona es plenamente capaz, pero en atención a determinadas circunstancias no puede realizar determinados actos. Generalmente, se contienen en el derecho positivo. Como ejemplo de prohibición tenemos el art. 14 del Código de Comercio. (ver) 6.- ACTOS JURÍDICOS. NEGOCIOS JURÍDICOS En ocasiones, una actuación voluntaria de un sujeto puede conllevar a desplegar unas consecuencias o efectos “jurídicos”, es decir, regulados por la ley. En principio, estos efectos NO ERAN pretendidos por el sujeto que voluntariamente realiza ese acto, sin embargo, por “ministerio de la ley” dichos efectos jurídicos se despliegan. ( p.ej: Si vendo bienes de una herencia antes de haberla aceptado o repudiado, supone por ley la “aceptación de la herencia”, aunque el sujeto no pretendiera aceptarla, art. 1.000 C.c; o por ejemplo, si un acreedor reclama al deudor el pago de una deuda, se producen los efectos de la “mora del deudor”, aunque el acreedor ignore que su reclamación comporta el despliegue de dichos efectos de la “mora del deudor”). Definimos pues el “acto jurídico” como aquel acto voluntario ejercido por el sujeto que despliega unas consecuencias jurídicas, que pueden no ser pretendidas por el sujeto accionante. En otras ocasiones, a los sujetos se les reconoce el poder de “configurar los efectos que su comportamiento produzca, de acuerdo con su voluntad. Se habla entonces de Negocio Jurídico. Si interviene una sola persona, estamos ante un negocio jurídico unilateral (como el testamento); si interviene dos, ante un negocio jurídico bilateral, cuyo paradigma es la celebración de un “contrato”. Aquí los sujetos desempeñan un comportamiento voluntario de crear un negocio y además pueden (dentro de los límites establecidos en el ordenamiento jurídico) fijar los efectos que su comportamiento genera. Esto es lo que llamamos AUTOREGULACIÓN o libertad de autorregulación. Por tanto, libertad y capacidad de decisión de los sujetos (Derecho subjetivo) significa que los comportamientos voluntarios realizados por las personas son tomados en consideración por el “ordenamiento”, que les puede atribuir efectos, queridos o no por los intervinientes (ACTOS JURÍDICOS); o bien, como manifestación de la autonomía privada, puede el ordenamiento reconocer eficacia vinculante a la decisión de los sujetos , que serán así capaces de configurar el contenido de sus relaciones jurídicas (NEGOCIOS JURÍDICOS) . 7.- OBLIGACIONES Y CONTRATOS. CONCEPTOS Y ELEMENTOS ESENCIALES. 7.1 OBLIGACIONES: El C.C. español nos da, en su artículo 1088, una primera noción de obligación; “Toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa”. Las consecuencias que se derivan de la falta de cumplimiento de la obligación, son recogidas en el art. 1911 del C.C. al definir la responsabilidad universal del deudor; “Del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes presentes y futuros” El art. 1089 del CC define que las obligaciones nacen de la “Ley, Contratos, Cuasicontratos y Hechos ilícitos” Así, de la lectura conjunta de los artículos 1088 y 1911, podemos extraer el siguiente concepto de obligación: “La obligación es un derecho del acreedor a exigir del deudor una prestación de cuyo cumplimiento responde el deudor con todo su patrimonio.” Conceptuamos la “Relación obligatoria como una situación jurídica en la que, en función de la existencia de un derecho subjetivo, una persona tiene el poder de exigir a la otra un determinado comportamiento, al cual denominamos prestación, comportamiento que, a la vez, puede consistir en dar, hacer o no hacer algo”. Los caracteres de la obligación, que la doctrina viene sintetizando son cuatro: relatividad, correlatividad, tipicidad y patrimonialidad; Relatividad: La obligación es relativa porque es un vínculo que une a dos sujetos concretos, es decir, sólo se establece entre ellos, a diferencia de los derechos reales, donde el titular del derecho subjetivo, lo es frente a un colectivo genérico de sujetos (erga omnes)≈ (frente a todos). (p.ej. propiedad privada de un inmueble; el propietario tiene derecho de propiedad frente a todos) Correlatividad: Se dice que la obligación es correlativa por la correspondencia existente entre el derecho de un sujeto y el deber del otro, existe una correlación entre la deuda y el crédito, hecho que se traduce en la subsiguiente desaparición del crédito ante la de la deuda y viceversa. Tipicidad: Con esta expresión, se refiere a que la obligación deberá surgir de una de las fuentes de la obligación que vienen definidas por el art. 1089 del C.C.; “Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y cuasi – contratos y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier tipo ...” Patrimonialidad: Se afirma que toda obligación tiene un contenido patrimonial, ya consista la prestación en dar, hacer o no hacer algo; de lo cual se deriva que el incumplimiento “in natura” de la misma, se traduciría en un cumplimiento patrimonial, por equivalencia, es decir, se transformaría en la indemnización del daño o perjuicio producido. 7.2 CONTRATOS: No existe en el C.C una definición como tal de “contrato”. En cualquier caso, el articulado del C.C., a la hora de caracterizar los contratos, hace referencia en numerosos momentos a la idea de acuerdo de voluntades así, fundamentalmente, en el art. 1254; “El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio.” Igualmente afirma el art. 1258 que el contrato se perfecciona por el mero consentimiento, o el 1261 que, al enumerar los requisitos del contrato, comienza por el consentimiento. De todo ello, podemos extraer la conclusión de que, en el substrato del contrato, se encuentra el acuerdo de voluntades como elemento creador. También se requiere que tal acuerdo de voluntades vaya encaminado a la creación de una obligación, y así, en el art. 1091 se hace referencia al contrato como fuente de las obligaciones. Podemos pues dar una primera noción muy simple del contrato como “el acuerdo de voluntades entre dos o más personas dirigido a crear obligaciones entre ellas”. Los elementos esenciales del contrato son aquellos sin los cuales la ley entiende que no existe contrato. Éstos son: CONSENTIMIENTO, OBJETO Y CAUSA. A) EL CONSENTIMIENTO Art. 1262 Cc: “El consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación sobre la cosa y la causa que han de constituir el contrato” Es el elemento más importante, puesto que, sólo una vez que se ha prestado, podemos hablar de relación jurídica. Surge, en definitiva, como resultado de dos voluntades que convienen, que se pone de acuerdo, y es en este acuerdo donde residirá la obligatoriedad del contrato. En primer lugar, debemos proceder al estudio del consentimiento desde una doble perspectiva, por un lado, quién puede prestarlo y, por otro, los problemas (vicios) que pueden hacer quebrar la eficacia de la prestación del consentimiento. a) Capacidad de los contratantes y prohibición de contraer. El C.c. en su art. 1263, antes de la reforma de 2021, decía quienes no podían prestar el consentimiento, hablando de “menores no emancipados e incapacitados”. Tras dicha reforma, pasa a indicarse qué contratos pueden celebrar los menores no emancipados, por sí mismos o asistidos de sus representantes. Se entiende que, fuera de esos supuestos, el menor no emancipado no puede prestar el consentimiento para celebrar un contrato por sí mismo (sí a través de sus representantes legales). La figura del incapacitado ya no existe como tal. En su redacción actual, el art. 1263 dispone: Los menores de edad no emancipados podrán celebrar aquellos contratos que las leyes les permitan realizar por sí mismos o con asistencia de sus representantes y los relativos a bienes y servicios de la vida corriente propios de su edad de conformidad con los usos sociales. Hoy, no se puede decir que el menor sea un incapaz absoluto, sino que goza de una capacidad de obrar limitada en función de su estado civil, edad, estado físico, psíquico e intelectual, lo que no impide que, en muchos negocios, sea requerida su opinión y que, por ejemplo, los contratos celebrados por un menor fuera de los permitidos, aun estando amenazados de anulabilidad, no sean absolutamente nulos. En cualquier caso, el menor, aun careciendo de capacidad de obrar, siempre podrá ser parte de un contrato actuando a través de los diferentes mecanismos de representación legal. Art. 1262 “El consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación sobre la cosa y la causa que han de constituir el contrato” b) Vicios del consentimiento. El consentimiento tiene que ser libre, no debe estar viciado. La doctrina resume los posibles vicios del consentimiento en: Error, dolo, violencia, intimidación. El error: equivocación sobre el objeto del contrato, o sobre alguno de sus aspectos esenciales. El error es motivo de nulidad del contrato cuando recae sobre: La naturaleza del contrato (quería hacer un arrendamiento e hizo una compraventa). La identidad del objeto. Las cualidades específicas de la cosa. El error no debe de ser de mala fe, porque de lo contrario, se convierte en dolo. Violencia: En la violencia se ejerce una fuerza irresistible que causa un grave temor a una de las partes del contrato, o que una de las partes haya abusado de la debilidad de la otra. Intimidación: Hay intimidación cuando se inspira a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona y bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o ascendientes. El dolo: Todo medio artificioso, contrario a la buena fe, empleado con el propósito de engañar para hacer a una persona consentir un contrato. B) EL OBJETO El art. 1.261.2º CC establece que el objeto del contrato es “Objeto cierto que sea materia del contrato”. Ello significa que el contrato, a parte del consentimiento, supone un intercambio de bienes o servicios de carácter patrimonial, lo que se ve ratificado por otros arts. del CC: Art. 1.271.1º CC: ”Pueden ser objeto del contrato todas las cosas que no están fuera del comercio de los hombres, aun las futuras”. Art. 1.271.3º CC: “Pueden ser igualmente objeto de contrato todos los servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres”. Art. 1.273 CC: “El objeto de todo contrato debe ser una cosa determinada en cuanto a su especie. (...)”. El objeto, para que sea objeto mismo del contrato exige la concurrencia de unos requisitos que son: Licitud. Posibilidad. Determinación. C) LA CAUSA La causa es la razón o fin del contrato. Algunos autores la definen como el hecho que explica y justifica la creación de una obligación por acuerdo de las partes. El art. 1.274 CC establece que “En los contratos onerosos se entiende por causa, para cada parte contratante, la prestación o promesa de una cosa o servicio por la otra parte; en los remuneratorios, el servicio o beneficio que se remunera, y en los de pura beneficencia, la mera liberalidad del bienhechor”. Los contratos sin causa, o con causa ilícita, no producen efecto alguno. Es ilícita la causa cuando se opone a las leyes o a la moral. CLASES DE CONTRATOS Siguiendo a Bercovitz, podemos distinguir las siguientes clasificaciones de contratos, que no son excluyentes entre sí: 1. Contratos típicos y atípicos. Son contratos típicos los que cuentan con una regulación sustancial en las leyes, no bastando que sean mencionados en alguna norma (como, por ejemplo, el leasing); son atípicos, todos los demás, que se rigen por las normas generales de obligaciones y contratos y las de otros contratos aplicables por analogía. No se confunde con la distinción entre nominados (aquellos a los que da nombre una norma) e innominados. Los típicos siempre son nominados; no así los atípicos. 2. Contratos onerosos, contratos gratuitos y contratos remuneratorios. Esta clasificación dimana de la causa de los contratos y, en concreto, del art. 1274 Cc. Son onerosos los contratos en los que el beneficio que se espera obtener con su cumplimiento es consecuencia o a cambio de un propio sacrificio previo, simultáneo o posterior en el tiempo; son gratuitos aquellos en los que se obtiene beneficio sin sacrificio de ningún tipo; y finalmente son remuneratorios aquellos en los que el beneficio que obtiene una parte está encaminado a compensarla de alguna prestación ya realizada por ella libre y espontáneamente o a compensarla por alguna carga que se le impone junto con el beneficio (ej., la donación remuneratoria). 3. Contratos conmutativos y contratos aleatorios. Los primeros son aquellos en los que desde un principio aparece determinada la relación existente entre los beneficios y los sacrificios que las partes asumen; mientras que son aleatorios aquellos en los que no aparece determinada por depender de alguna circunstancia desconocida por las partes o imprevisible. 4. Contratos consensuales, contratos formales y contratos reales. Los primeros son los que se perfeccionan por el mero consentimiento de las partes, mientras que los formales son aquellos que exigen una determinada forma para su existencia o validez (en ellos, la forma es esencial). Los contratos reales son aquellos que requieren la entrega de una cosa para su perfección. 5. Contratos unilaterales, bilaterales y plurilaterales. Son contratos unilaterales aquellos en los que se generan obligaciones para una sola de las partes, mientras que en los bilaterales, se generan para las dos partes de la relación jurídica. Los contratos plurilaterales son aquellos en los que no suele existir confrontación de intereses entre las partes, sino un fin común en el que confluyen sus intereses (contratos asociativos, p.ej.) 6. Contratos normativos, marco o tipo. Son los que tienen como función regular cómo deben comportarse las partes y cuáles serán sus derechos cuando, a consecuencia de su participación en una actividad, tengan contratos que afecten a sus intereses.