S.A.C 2022 Historia de la evangelización en Latinoamérica, centrada en Argentina La evangelización en la Nueva España, llamada por Robert Ricard “la conquista espiritual”, fue un proceso histórico que implicó, mediante métodos de predicación, enseñanza y transmisión de la fe católica, la transmisión de la cultura occidental a los pueblos originarios americanos. Estos pueblos indígenas fueron, en principio, hostiles a la nueva doctrina. Fueron los frailes de las órdenes mendicantes europeas (agustinos, dominicos, mercedarios), quienes mediante una labor no exenta de sacrificios personales y comunitarios llevaron a cabo la tarea de la evangelización, enfrentándose incluso a la corona de Felipe II cuando se producían excesos contra los pobladores autóctonos. Los franciscanos arribaron en 1524, los dominicos en 1526 y los agustinos en 1533. Luego llegaron los jesuitas, en 1572 y la Orden de Carmelitas Descalzos en 1585. Debemos hablar de 3 conquistas: la militar, que tenía como meta la expansión política y cultural; la bacteriológica, que diezmó a los indígenas por las enfermedades contraídas a causa de la conquista y la espiritual, que tenía como objetivo la evangelización. Los misioneros utilizaron diversos métodos para la evangelización: pintura, música, teatro, como diversas expresiones para comunicar los misterios de la fe cristiana a un pueblo que no comprendía el lenguaje ni la cultura europea (los “códices testerianos” son un ejemplo concreto de la metodología misionera de la época). Hasta la obtención de la independencia, proceso que en algunos países duró hasta finales del siglo XIX, la religión principal en América Latina fue el catolicismo. Fue la Iglesia católica la que durante la época colonial formó la cultura, el arte, la educación y la sociedad en el sentido de la civilización occidental. El proceso colonizador que se inició con la conquista fue a la vez una transformación evangelizadora. Los Reyes Católicos y sus sucesores promovieron y organizaron la evangelización y constituyeron un Patronato Real sobre la Iglesia, por el que se aseguraba la retribución (remuneración) del clero, la construcción de iglesias, catedrales, conventos y hospitales. El clero también percibía en muchos casos el tributo del indígena y disponía de haciendas trabajadas mediante encomendados, esclavos indígenas o asalariados. Dicha colonización no puede entenderse sin conocer la opresión a la que fueron sometidos los pueblos aborígenes, aunque debemos también conocer la labor de las órdenes mendicantes que mediante un fino trabajo de inculturación integraron y constituyeron la vida social y comunitaria de los pueblos autóctonos respetando sus particularidades. Asimismo, desde el interior de la Iglesia hubieron voces como las de Fray Bartolomé de las Casas, que denunciaban los abusos cometidos por los conquistadores. S.A.C 2022 Así como políticamente se distribuyó a nuestro país reinos, gobernaciones y provincias, la organización eclesiástica impuso la división de diócesis, que paulatinamente se fueron creando y organizando en América Latina y el Caribe. Esto supuso la creación de un clero secular que muchas veces entró en conflicto con el regular. El siglo XVIII supuso una serie de transformaciones para la sociedad novohispana, no solamente por el cambio de dinastía y la llegada de los Borbones, sino también por el flujo de nuevas ideas y teorías provenientes de la Europa ilustrada. La expulsión de los jesuitas, así como los profundos cambios, consecuencia de la ejecución de la pragmática sanción de 1767, impactaron de lleno en la vida de la sociedad novohispana, generándose, no sólo transformaciones a corto plazo, sino nuevas formas de instituir las relaciones internas y el sustento de necesidades ideológicas que fueron surgiendo en la colonia. En este marco, el cientificismo racial emergió como un fuerte movimiento que planteaba encontrar nuevas respuestas sobre la antropología y la cuestión racial, proveyendo un amplio campo de discusión en el que participaron grandes figuras como Carlos Linneo, George Cuvier, Johannes Friedrich Blumenbach y el Conde de Buffon. Los principales obstáculos del cientificismo racial se cimentaban en la presión de la Iglesia, cuyo dogma dictaba un origen único para la totalidad de la humanidad; ante esta afirmación se debatía la diferencia de razas y etnias al provenir todos los hombres de un único linaje. Frente a esta incógnita surgieron dos escuelas, el monogenismo y el poligenismo, la primera reconocía un solo origen para la humanidad en congruencia con el dogma de la Iglesia, mientras que la segunda se decantaba por explicar las diferencias raciales a través de múltiples linajes y orígenes. (1) Para poder explicar la diversidad racial a través de un solo linaje, el monogenismo adoptó la tesis de la degeneración, principio que determinaba que a partir de un origen único las diversas razas se habían diferenciado, con el transcurso del tiempo, debido a la influencia del clima, la calidad del aire, las constelaciones y la alimentación. Bajo esta lógica, los criollos (hijos de europeos, nacidos en América), quedaban atrapados en una suerte de degeneración, a la cual estaban hipotéticamente condenados debido a las condiciones ambientales, supuestamente, poco favorables del Nuevo Mundo. A través del tiempo, esta separación terminó degeneró en un prejuicio más en del discurso de castas. La dualidad entre criollos y peninsulares encontró su cénit S.A.C 2022 en el siglo XVIII cuando, con el proyecto reformista de los Borbones, los españoles americanos comenzaron a resentir una marginación frente a los europeos peninsulares que ocupaban los puestos y dignidades más importantes. Las aspiraciones imperiales del régimen Borbónico alimentadas por el espíritu de la época, terminaron por engrosar la brecha entre criollos y peninsulares, estimulando, tal vez sin saberlo, el nacimiento de un nacionalismo americano. Las nuevas ideas de la Ilustración tuvieron un impacto en la vida colonial, con variadas consecuencias. En lo que respecta a la educación, se instauró una uniformidad administrativa en lo político, propia del centralismo del Despotismo Ilustrado, que será la antesala de los sistemas educativos liberales del siglo XIX. Los niveles educativos (primario a universitario), mayoritariamente en manos de conventos y parroquias, contribuyeron a la formación de una identidad que podríamos llamar nacional, ya que constituyeron las bases culturales de la Nueva España. La integración de los niños y las mujeres en la educación, así como la consideración de que el sistema educativo sea gratuito y laico, fue un avance que se consolidó luego de los movimientos independentistas. Asimismo, la capacitación técnica propia de las zonas mineras, las escuelas de Bellas Artes, etc., fueron creando un contexto cultural nuevo y propio. La Iglesia, con sus luces y sus sombras, mediante el arduo trabajo misionero, fue quien inició esta tarea educativa y cultural, que luego tomaría su propia forma a través del tiempo, constituyendo la identidad nacional de los futuros países de América. (1) Fuente: Campos, Carlos F. “LOS CRIOLLOS NOVOHISPANOS FRENTE A LA TEORÍA DE LA DEGENERACIÓN: DE LA APOLOGÉTICA A LA REIVINDICACIÓN” EN-CLAVES del pensamiento, año XI, núm. 21, enero-junio, 2017, pp. 15-40