Fuera de Ruta Salud en Sonora desde una perspectiva de género Catalina A. Denman, Ma. del Carmen Castro V. y Patricia Aranda* El género es una construcción social que define de manera diferente roles, responsabilidades y obligaciones para hombres y mujeres estableciendo normas sociales que determinan su acceso desigual al poder social, económico y político; analizar los datos de mortalidad desde este enfoque hace más claros los patrones culturales por los que ambos se rigen, y pone en relación distintos ámbitos de su vida. En esta reflexión se hace un análisis de las principales causas de muerte para dos grupos de edad de hombres y mujeres: de 15 a 24 años y de 25 a 34 años, donde ocurre la mayor parte de los eventos reproductivos y se desarrollan una serie de prácticas de riesgo que desembocan en muertes por accidentes, agresiones y suicidios, VIH-sida y cánceres femeninos. La equidad de género no se refiere a que las mujeres y los hombres deban enfermar y morir por las mismas causas y en tasas iguales, sino que deben evitarse las diferencias en las oportunidades de sobrevivir y disfrutar de salud, y reducir la probabilidad de no padecer enfermedad, discapacidad, ni muerte prematura por causas prevenibles. La desigualdad de género señala que las mujeres están más expuestas, por su función tanto productiva como reproductiva, a un mayor número de riesgos que los hombres, y cuentan con menores oportunidades y recursos para el pago de servicios de salud. Por su parte, los hombres enfrentan una serie de riesgos al sujetarse a los modelos de masculinidad dominantes y que se manifiestan en tasas de mortalidad por causas violentas, entre ellos homicidios, suicidios, accidentes y prácticas de riesgo en la sexualidad. Mortalidad en Sonora: un análisis de género Las tres primeras causas de muerte de la población masculina sonorense, en ambos grupos de edad, son muertes violentas por accidentes, homicidios y suicidios, a diferencia de las mujeres de 15 a 24 años, en quienes sólo las dos primeras son de este tipo y el resto por causas relacionadas con el proceso reproductivo (muerte materna), mientras que en las del grupo de 25 a 34 años, sólo la segunda causa es por accidentes y las cuatro restantes son enfermedades crónica-degenerativas. La primera causa de muerte de los jóvenes de 15 a 24 años de edad en ambos sexos, durante 2003, fue por accidentes, principalmente los de tráfico de vehículo de motor. El consumo de alcohol se asocia a este tipo de “accidentes” que en gran medida son sucesos prevenibles. Es triste reconocer que Sonora se ubicó entre los primeros diez estados con mayor tasa de mortalidad por esta causa; los varones alcanzan una tasa de 30.7 por 100,000 habitantes en 2004, a diferencia de las mujeres que alcanzaron una de 8.2. Según tasa de suicidios, la entidad también ocupa uno de los primeros lugares en el país; los hombres presentan una tasa de 11.3 por 100,000 habitantes, y las mujeres una de 0.9. Dichas diferencias expresan la gravedad de los conflictos existenciales en una etapa formativa de su vida, enmarcada en un modelo hegemónico de masculinidad, para el caso de los varones, que no permite la expresión de sentimientos, miedos y conflictos interiores, considerada femenina. La masculinidad es un proceso de socialización que incita a una vida de mayor independencia, agresividad, competencia e incorporación de conductas violentas y temerarias en relación al uso de vehículos, adicciones, relaciones familiares y sexualidad. 1 Sobre esto último, en el 2003 en Sonora, el VIH-sida representa la cuarta posición como causa de muerte de hombres entre los 25 y 34 años, y es asociada a las prácticas sexuales poco seguras que aumentan la probabilidad de contagio. Otro problema de salud que debe leerse a través de la lupa de género son las muertes por cáncer de mama y el cervicouterino que representan la primera y segunda causa de muerte de mujeres de más de 25 años en el estado; ambos lugares se han mantenido relativamente estables en los últimos cinco años. Estudios han reportado las dificultades de las mujeres en la búsqueda de atención, ya que como parte de su rol social, ellas cuidan a los miembros de su familia, pero no a sí mismas, aunado a deficiencias en los servicios de salud en la enseñanza de la autoexploración, acceso oportuno a los servicios de detección oportuna, la práctica de la mamografía y un seguimiento efectivo de casos. Uno de los mayores retos de los gobiernos actuales, tanto a nivel federal como estatal, es implementar la perspectiva de género de manera transversal, en todos los espacios que reproducen o fomentan los riesgos de muertes violentas y los problemas relacionados con estas causas. El género como visión analítica y política no es una meta a alcanzar por única vez, sino un proceso permanente que aporta conocimiento sobre las desigualdades que viven hombres y mujeres en el país, y evita que tales condiciones desiguales e inequitativas se mantengan. *Profesoras-investigadoras del Centro de Estudios en Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora, [email protected], [email protected]; [email protected] 2