Coaching para todos Herramientas para el cambio personal y profesional Alejandro Fiol Meritxell Obiols 2 Primera edición en esta colección: mayo de 2013 © Alejandro Fiol y Meritxell Obiols, 2013 © de la presente edición: Plataforma Editorial, 2013 Plataforma Editorial c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona Tel.: (+34) 93 494 79 99 – Fax: (+34) 93 419 23 14 www.plataformaeditorial.com [email protected] Realización de cubierta: Agnès Capella Sala Depósito Legal: B. 10.142-2013 ISBN: 978-84-15880-27-1 Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org). 3 «En carácter, en comportamiento, en estilo, en todas las cosas, la suprema excelencia es la sencillez.» Longfellow 4 Contenido Portadilla Créditos Dedicatoria Prólogo. Desarrollar el talento de nuestro triple cerebro Introducción 1. Fundamentos teóricos del coaching tipológico 2. Aplicación del coaching tipológico 3. Casos prácticos de aplicación del coaching tipológico 4. Respiración integrativa y coaching Conclusiones Bibliografía La opinión del lector 5 Prólogo Desarrollar el talento de nuestro triple cerebro He tenido el honor de prologar obras de Daniel Goleman, Norton y Kaplan, Christian Felber, Tom Peters o Daniel Pink (y de compatriotas como Santiago Vázquez, uno de los mayores expertos de la felicidad en el trabajo), y en cada uno de estos casos me planteo la duda de qué sentido tiene prologar una obra que ya has decidido comprar y, lo que es más importante, querido lector, empezar a disfrutar. Un prólogo no es una invitación a la lectura, sino un preámbulo más o menos afortunado a una decisión ya tomada. Quiero felicitarte por ello, porque has hecho una buena elección. En esa línea, me permito poner en contexto una obra tan importante como la de Meritxell y Álex. Creo firmemente, como en su día Leonardo da Vinci, que «no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época». En una nueva era en la que el talento es más escaso y valioso que el capital, y que por tanto el paso del «capitalismo al talentismo» es una realidad. Sin embargo, solemos pensar en el talento como en algo fijo, y eso es un error. El talento no es, viene siendo. Es móvil, cambiante, dinámico, y por ello el talento que no se aprecia, se deprecia. Se moviliza (o no) en un entorno en el que nada está quieto. El talento se desarrolla, eficazmente, a través del coaching, este proceso de acompañamiento, esta relación tan profundamente humanista entre dos personas, este diálogo entre el coach –un espejo– y el pupilo. Sabemos que cuando un individuo trata de mejorar, de desarrollar su talento, exclusivamente por sí mismo, lo consigue en menos del 10% de los casos. Si lo hace a través del coaching, lo logra en más del 85% de las situaciones. La diferencia es más que notable. Esta nueva época, el talentismo, se caracteriza por tres rasgos principales: lo que Daniel Pink llama «la era conceptual» (el retorno del hemisferio derecho del cerebro, para equilibrar el poderío del hemisferio izquierdo, del análisis, de lo secuencial, a lo largo del capitalismo), la cultura de lo gratuito (la «googlelización» de todo, el dominio de la generosidad) y la economía conductual (la nueva teoría económica que demuestra que el Homo economicus no es enteramente racional, que los comportamientos determinan la economía). 6 La economía conductual (con investigadores tan excelentes como Dan Ariely, Daniel Kahneman, George Loewenstein o Robert Shiller) está íntimamente relacionada con el «cerebro triuno» que Paul MacLean descubriera en 1978 y del que apenas estamos arañando sus posibilidades iniciales. Ya sabes, cada uno de los seres humanos somos poseedores no de un cerebro, sino de tres: el visceral (el «cerebro del reptil», que atiende a tres posibles soluciones: lucha, bloqueo o huida); el emocional (privativo de los animales mamíferos), y el intelectual (exclusivo de las personas). Dado que la respuesta «racional» no es instantánea, buena parte de nuestros comportamientos están más basados en las emociones y en las reacciones instintivas. Por eso, por ejemplo, el liderazgo es en más de un 90% de los casos pura inteligencia emocional (que incluye la seguridad en uno mismo, la serenidad, el espíritu de superación, la empatía, la influencia en los demás). Lo que vas a encontrar en este maravilloso libro que tienes entre manos es un enfoque innovador para dar a cada pupilo, a cada coachee, un cauce adecuado según sea más físico (más orientado a la acción), más emotivo o más intelectual. Al César, lo que es del César. Es lo más justo (al fin y al cabo, Aristóteles, como coach de Alejandro Magno, definía la equidad como «tratamiento desigual de situaciones desiguales») y lo más eficaz para desarrollar el talento. Un enfoque que vas a utilizar como coach y que puedes considerar como persona dispuesta a desarrollar tu aptitud, tu actitud y tu compromiso. Pero, además, en esta obra vas a encontrar casos reales (debidamente maquillados en nombre y género para proteger la confidencialidad propia del coaching) para entender cómo acompañar a cada una de estas tres tipologías para que den lo mejor de sí mismas. ¿Hay espacio para más libros de coaching, ahora que el coaching está tan de moda? Sí que lo hay cuando se trata de textos como éste, pionero en el método, en el modelo que nos ofrece (un método muy apropiado para el talentismo) y cuando incluye ejemplos reales, tomados de la experiencia práctica. Si has llegado hasta aquí, estoy convencido de que seguirás adelante. Porque este modesto prólogo no ha tenido otro propósito que servir de telonero, como cuando vas a un concierto y, para hacer tiempo, tocan unos meritorios a la espera de que llegue el grupo musical que el público está esperando. El telonero deja de tocar. Ahora, disfruta con Meritxell y Álex, que son a quienes has venido a leer. Juan Carlos Cubeiro Socio-director de IDEO Business y autor de Del Capitalismo al Talentismo 7 Introducción El coaching se ha mostrado en los últimos tiempos como una metodología eficaz que permite facilitar y promover cambios positivos en las personas a fin de que puedan conseguir más rápidamente sus objetivos. Como apunta Cubeiro (2011), diversas investigaciones han demostrado que las posibilidades de conseguir el logro de un objetivo sin ningún tipo de apoyo profesional con quien dialogar se reducen al 10% de los casos, mientras que el acompañamiento de un coach profesional, experto y bien preparado aumenta el porcentaje de éxito al 85% de los casos. Si hay una palabra que define cualquier proceso de coaching, ésta es sin duda «cambio». El cambio es el motor que da sentido a cualquier proceso de coaching y el diálogo transformador es la herramienta principal del coach para facilitar dicho proceso. Si bien los autores entendemos que el diálogo es necesario e imprescindible y que sin diálogo no hay coaching, también creemos firmemente que cualquier otro recurso diferente de él, que facilite y favorezca el cambio y la consecución de los objetivos por parte del cliente, puede y debe formar parte de las herramientas con que cuenta el coach para ser más efectivo en su labor. El objetivo de este libro es sumar. En ningún caso pretende cuestionar ni invalidar ningún otro modelo de coaching ni representa la alternativa a nada. Nuestro enfoque y nuestra meta es presentar el coaching desde una nueva perspectiva, que tiene en cuenta el tipo de personas con las que trabajamos, y que creemos que nos permite a los coaches ser más eficaces a la hora de desempeñar nuestra función. Entendiendo que un proceso de coaching no es una intervención estándar, sino que es un «traje a medida» para cada uno de nuestros clientes, conviene señalar que nuestro modelo no pretende etiquetarlos, puesto que esto sólo limitaría la posibilidad de descubrir y explotar su potencial. Nuestra motivación consiste en ofrecer una herramienta útil para los coaches que facilite la intervención óptima en función de cada caso. A pesar de que el libro está enfocado desde la perspectiva del coaching, ya que es en este ámbito en el que los autores nos hemos formado, quisiéramos hacer hincapié en que el modelo tipológico que presentamos puede resultar de gran utilidad para otros profesionales que trabajan con y para personas (líderes de equipos, educadores, psicólogos o profesionales de la salud, entre otros). 8 Este libro está estructurado en cuatro capítulos: • En el primero se desarrollan los fundamentos teóricos del modelo de coaching tipológico que presentamos, así como la descripción detallada de las diferentes tipologías. El objetivo principal de este capítulo es facilitar su identificación y afinar mejor nuestra intervención como coaches. • En el segundo se incide en la metodología del coaching y en algunas de las herramientas que nos ha brindado básicamente la psicología humanista, analizando en profundidad las mejores formas de intervención en función de la tipología del cliente que proponemos en el capítulo anterior. • El tercer capítulo está dedicado a la descripción detallada de varios casos reales (aunque anónimos y algo adaptados) abordados desde esta perspectiva tipológica, a fin de facilitar la comprensión por parte del lector del material teórico de este libro, así como de su aplicación práctica. • En el cuarto y último capítulo se propone el uso de la respiración integrativa como una herramienta psicocorporal eficaz para catalizar procesos de cambio y acelerar la consecución de los objetivos por parte del cliente. Aunque las posibilidades de éxito de un proceso de coaching dependen en gran parte de la voluntad de cambio, aprendizaje y mejora de nuestros clientes, no podemos obviar que el acierto de nuestra intervención como coaches es parte de esta clave para el éxito. En este sentido, los autores de este libro consideramos la posibilidad de compartir con el resto de la comunidad de coaches nuestros conocimientos y nuestra experiencia para enriquecernos como profesionales, lograr procesos de coaching exitosos y aumentar el prestigio de nuestra profesión. La competencia y la excelencia profesional de los coaches son claves para garantizar la sostenibilidad, la visibilidad y el reconocimiento de nuestra profesión, por lo cual consideramos básico ponernos en valor, compartir conocimientos y experiencias para nutrirnos mutuamente y, en definitiva, ser mejores. Y si logramos ser mejores coaches y nuestros procesos de coaching realmente facilitan el logro de objetivos, el cambio y la mejora de nuestros clientes…, nuestra sociedad también será mejor. Confiamos en que la lectura de este libro resulte de algún modo útil e inspiradora, del mismo modo que otros autores han sido fuente de inspiración para nosotros. También esperamos que disfrutéis leyéndolo tanto como nosotros al escribirlo. 9 1. Fundamentos teóricos del coaching tipológico El ser humano está constituido por un sistema complejo que piensa, siente y actúa, y a lo largo de la historia han sido muchas las personas que, a partir de la observación, han sido capaces de ver más allá de nuestras individualidades y establecer patrones comunes de funcionamiento que han dado origen a los diferentes modelos tipológicos. Ya en la Grecia clásica, Platón clasificaba a los habitantes de la polis en tres tipos de personas en función de la labor que desempeñaban y los denominaba artesanos, guerreros y sabios. Los osteópatas nos hablan de cuatro clases de personas atendiendo al tipo de estructura corporal y el eneagrama (un sistema de clasificación de la personalidad) también plantea un mapa de la personalidad que describe varios tipos y subtipos. Aunque, como sabemos, el mapa no es el territorio, lo cierto es que la utilización de modelos tipológicos apropiados facilita la labor de todos aquellos que nos dedicamos a trabajar con personas. El coaching tipológico parte de un modelo que contempla al individuo como un sistema constituido por tres cuerpos relacionados entre sí, dando lugar a tres tipologías básicas y diferentes de personas en función del cuerpo que rige o domina el sistema. También plantea que la metodología aplicada desde el coaching debe estar adaptada a cada tipología particular. La ventaja principal del modelo expuesto en este libro radica en su sencillez. Es relativamente fácil de aprender y de aplicar y, aunque parezca paradójico, nos permite a los coaches una intervención más acorde a las necesidades individuales del cliente. En este capítulo abordaremos los fundamentos teóricos del coaching tipológico y la descripción de las distintas tipologías, para más adelante poder plantear a fondo las mejores formas de intervención en cada caso. 1.1. El ser humano como sistema 10 En el coaching tipológico consideramos que el individuo es un sistema formado por tres cuerpos relacionados entre sí (figura 1). Los tres cuerpos son: • Cuerpo físico (F). • Cuerpo emocional (E). • Cuerpo mental (M). • El cuerpo físico rige el HACER y está constituido por el conjunto de acciones que emprende una persona. A nivel somático se encuentra representado principalmente en la parte inferior del cuerpo, desde los pies hasta la línea del diafragma que separa el abdomen del tórax. • El cuerpo emocional rige el SENTIR y lo forman el conjunto de sentimientos que experimenta una persona. Se manifiesta principalmente a nivel del tórax y los brazos. • El cuerpo mental rige el PENSAR y está formado por el conjunto de pensamientos que tiene una persona. Se localiza en el área de la cabeza y el cuello. El descubrimiento de estos tres cuerpos no resulta en absoluto novedoso. Los esenios, 11 una comunidad judía de la antigüedad, estudiada en profundidad por E. Bordeaux, ya hablaban de los tres cuerpos y los denominaban: cuerpo actuante, cuerpo sintiente y cuerpo pensante.[1] El hecho es que los tres cuerpos (físico, emocional y mental) se encuentran en todas las personas y se hallan interrelacionados, influyéndose mutuamente y organizando un sistema que, a priori, puede ser coherente o incoherente y funcional o disfuncional (figura 2). • Sistema coherente: decimos que un sistema es coherente cuando existe correspondencia lógica entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago. • Sistema incoherente: hablamos de sistema incoherente cuando no hay correspondencia lógica entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago. • Sistema funcional: decimos que el sistema es funcional cuando me permite conseguir el resultado deseado. • Sistema disfuncional: consideramos que el sistema es disfuncional cuando no me permite conseguir el resultado deseado. Teniendo en cuenta los criterios de coherencia y funcionalidad, combinados entre sí, podemos encontrarnos cuatro tipos de sistemas que exponemos a continuación, con 12 ayuda de un ejemplo para facilitar su comprensión: • Sistema coherente y funcional: imaginemos una persona que piensa de sí misma que es buena persona, se siente buena persona y realiza actos bondadosos que le permiten conseguir su objetivo de ser feliz ayudando a los demás. El sistema es coherente porque hay correspondencia lógica entre los tres cuerpos y es funcional porque le permite conseguir el resultado deseado. • Sistema coherente y disfuncional: imaginemos ahora una persona que se considera nerviosa, siente ansiedad y no puede evitar estar agitada y comer de forma compulsiva, no consiguiendo el resultado deseado de perder peso. El sistema es coherente porque hay correspondencia lógica entre lo que piensa, siente y hace; pero es disfuncional porque no le permite conseguir el resultado que desea. • Sistema incoherente y funcional: supongamos que nos encontramos con una persona que piensa que el dinero no da la felicidad; pero se siente bien teniendo dinero y la mayoría de las acciones que emprende tienen como objetivo el conseguirlo, porque esto le permite lograr lo que desea, por ejemplo, reconocimiento social. El sistema es funcional porque le permite obtener el resultado deseado; pero es incoherente porque lo que piensa no se corresponde con lo que siente y con lo que hace. • Sistema incoherente y disfuncional: se produce cuando no hay coherencia y además no consigo el resultado. Un ejemplo de este tipo de sistema sería la persona que se considera inteligente, se siente capaz; pero realiza actos que ella misma cataloga como tontos, no consiguiendo el resultado que desea. En este caso el sistema es incoherente porque lo que hace no se corresponde con lo que piensa y siente, y disfuncional porque no consigue el resultado deseado. Desde el punto de vista del coaching, más centrado en la consecución de objetivos que otras metodologías de intervención, la funcionalidad prevalece sobre la coherencia interna del sistema, por lo que los cuatro tipos de sistemas quedarían en el orden siguiente, de más deseable a menos deseable: 1.° Coherente y funcional. 2.° Incoherente y funcional. 3.° Coherente y disfuncional. 4.° Incoherente y disfuncional. La mayoría de personas que acuden a realizar un proceso de coaching pertenecen a los sistemas 3.º y 4.º, ya que desean ser funcionales en una o más áreas de su vida en las que todavía no lo son. En este tipo de personas el criterio de coherencia o incoherencia es en principio secundario, aunque contribuye a que el cambio se realice con más o menos facilidad y a que sea sostenible en el tiempo. 13 Por ejemplo, el caso del sistema 3.º (coherente y disfuncional), corresponde a los procesos de coaching con personas cuyo sistema es aparentemente coherente porque responden y actúan en función de lo que piensan y sienten, pero cuyas conductas no son funcionales ni estratégicas. Pongamos el caso de una persona que, ante un despido improcedente y después de treinta años de servicio a su empresa, se siente injustamente tratada, considerando a su jefe culpable de esta decisión. Ante la injusticia que atribuye a su jefe, se siente agredida y furiosa y, como consecuencia, arremete contra él, insultándole e incluso, en el peor de los casos, atacándole físicamente. Ante una situación como la descrita, es legítimo y sano aceptar nuestro propio enojo e indignación, pero no resulta funcional, en coherencia con la rabia que nos invade, responder de forma agresiva. Otro ejemplo sería el del hombre que ante el miedo al compromiso y a una supuesta pérdida de libertad, aplaza indefinidamente la decisión de formalizar la relación con la mujer a quien ama, poniendo en peligro su futuro en común. En este caso, una de las respuestas naturales ante el miedo es la huida (por ejemplo, cortar la relación) o la parálisis (por ejemplo, aplazar indefinidamente la decisión). La paradoja reside en el hecho de que si esta persona está con una mujer de quien está enamorado, la reacción de huida o parálisis ante su miedo será coherente, pero no será funcional, puesto que pone en peligro la relación. Centrándonos en el caso de una persona del sistema 4.º (incoherente y disfuncional), podría ejemplificarse con la situación de una mujer que solicita un proceso de coaching porque, ante un merecido ascenso profesional conseguido después de muchos años de trabajo y esfuerzo, su necesidad de reconocimiento le hace actuar en muchas ocasiones de forma imprudente y poco estratégica ante sus iguales, generando desconcierto y poniendo en cuestión el talento que había demostrado ampliamente a lo largo de su trayectoria profesional. Un ejemplo diferente de persona del sistema 4.º (incoherente y disfuncional) podría ser el de aquella que realiza un proceso de coaching para lograr ser una persona coherente consigo misma a pesar de las presiones familiares. Éste sería el caso de una mujer que, como hermana mayor en una familia de cuatro hermanos (siendo ella la única mujer), asume la responsabilidad del cuidado de sus padres, que están muy mayores y enfermos. Ella piensa que esta responsabilidad debería estar repartida entre los cuatro hermanos. La situación vivida la sume en una gran indignación y siente que todos se aprovechan de ella. A pesar de esto, no actúa de manera funcional, lo cual la sume en una actitud de victimismo y enfado permanente con ella misma y con los demás, resultando insoportable para la gente que la rodea. Si la persona que acude a realizar el proceso de coaching pertenece al 2.º sistema, 14 probablemente sea porque ha tomado conciencia de algunas contradicciones internas que quiere trabajar, a pesar de que no le impiden ser funcional. Si el coach decide trabajar con este tipo de casos, deberá ayudar al cliente a conseguir la coherencia interna del sistema; pero siendo cuidadoso para evitar que la funcionalidad se vea dañada. Un ejemplo que permite describir a una persona perteneciente al sistema 2.º (incoherente y funcional) puede ser el caso de un proceso de coaching ejecutivo solicitado por el líder de un equipo que ejerce su rol de forma impecable. Tiene muy claro en qué momento hay que actuar de forma flexible y respetuosa y sabe cuándo conviene poner límites y mostrarse firme. A pesar de ello, esta segunda parte (cuando tiene que ser «el malo de la película») le genera un gran desgaste emocional. Racionalmente, sabe que está haciendo lo correcto, como en efecto acaba comprobando casi siempre, pero emocionalmente siente un gran malestar interno, porque él «no es así». Este mismo ejemplo podría ser aplicable a un padre o a una madre cuando tienen que poner límites a sus hijos o reprenderlos ante comportamientos inadecuados. En ambos casos (el ejemplo de ámbito profesional y el de ámbito familiar), el gran reto es conseguir que estas personas puedan continuar haciendo lo que ya hacen correctamente de manera funcional… pero sin sentirse culpables. En cuanto a las personas con sistemas del primer tipo, es poco habitual que acudan a hacer coaching. En el caso de que lo hagan, lo más probable es que el motivo tenga que ver con el deseo de autoconocimiento y de crecimiento personal, o incluso por simple curiosidad, para conocer la metodología. En este último caso de las personas pertenecientes al sistema 1.º (coherente y funcional), podríamos incluir, por poner un ejemplo real, a aquellos directivos/as cuyas empresas los premian con un proceso de coaching como recompensa a su profesionalidad, implicación y actitud positiva y proactiva, demostrando que se apuesta por su futuro y proyección profesional dentro de la empresa. En estos casos, las empresas eligen a una serie de personas del equipo directivo a quienes consideran merecedoras de un proceso de coaching individual para potenciar su propia excelencia, sin que por ello tenga que existir ningún problema que se deba resolver. 1.2. Tipologías básicas Tal como ya se ha dicho, en el coaching tipológico consideramos que el individuo está constituido por un sistema formado por tres cuerpos relacionados entre sí. Estos tres cuerpos se influyen mutuamente en una especie de círculo cerrado que conforma el 15 sistema de la persona (figura 3). Parece obvio que si queremos ayudar a la persona a realizar un cambio en el sistema con el objetivo de ganar funcionalidad y coherencia, podemos hacerlo actuando en cualquiera de los tres niveles, es decir, ayudando a la persona a que piense diferente, sienta diferente o actúe diferente. Debido a la relación existente entre los tres cuerpos, la modificación de cualquiera de ellos influirá y modificará a su vez a los otros dos, cambiando todo el sistema. Así, por ejemplo, si en un proceso de coaching mediante el uso del diálogo transformador un cliente descubre una forma diferente de entender la realidad, esto hará que automáticamente se sienta distinto y empiece a actuar de forma diferente, consiguiendo un resultado distinto al que obtenía antes de dicho cambio. Del mismo modo, es posible que en un proceso de coaching el cliente diseñe junto con el coach un plan de acción, y el hecho de llevarlo a cabo (actuar de forma distinta) le permita sentirse diferente y ver las cosas de otra manera. Lo cierto es que las cosas no siempre son tan sencillas y, aunque en ocasiones ocurre, a veces un cambio en la forma de ver las cosas no produce un cambio en la conducta, y el 16 simple hecho de hacer las cosas de otro modo no siempre produce un cambio en la manera de sentir y pensar del cliente. El modelo tipológico expuesto a lo largo de todo el libro surgió, precisamente, ante la pregunta de por qué una determinada intervención producía buenos resultados con unos clientes y en cambio con otros no. El coaching tipológico plantea que hay tres tipologías básicas de personas en función del cuerpo que domina o rige el sistema. De este modo encontramos: • Personas de tipología física: el cuerpo físico es el dominante y gobierna sobre el emocional y el mental. • Personas de tipología emocional: el cuerpo emocional es el dominante y gobierna sobre el físico y el mental. • Personas de tipología mental: el cuerpo mental es el dominante y gobierna sobre el físico y el emocional. Dicho de otra forma: • Tipología física: lo que hacen condiciona lo que sienten y piensan. • Tipología emocional: lo que sienten condiciona lo que hacen y piensan. • Tipología mental: lo que piensan condiciona lo que sienten y hacen. Llegados a este punto, es importante destacar que en ningún caso podemos considerar que haya una tipología mejor que otra. Simplemente representan tres formas distintas de funcionamiento de la totalidad del sistema. Visto de este modo, si, como coaches, queremos ayudar a una persona a realizar un cambio que le permita conseguir un resultado deseado y perdurable en el tiempo, debemos incidir en el cuerpo que está dominando el sistema para que, de este modo, pueda influir en la totalidad del mismo, aportando coherencia y funcionalidad. Si actuamos sobre un cuerpo no dominante puede ser que el cambio que necesita el cliente no se produzca, tarde más en conseguirse o que, una vez conseguido, no se mantenga en el tiempo. Desde esta perspectiva, y entendiendo el coaching como un proceso de cambio y aprendizaje que tiene como uno de sus objetivos principales ayudar al cliente a responsabilizarse de sí mismo, de su vida y de sus resultados, ya podemos empezar a asentar, de forma muy básica, el tipo de intervención que planteamos en este libro y que desarrollaremos en detalle más adelante. 17 • Tipología física: necesitan tomar conciencia de sus actos y responsabilizarse plenamente de las consecuencias de los mismos, porque, en la medida en que los cambian, consiguen influir en todo el sistema y conseguir un resultado diferente. • Tipología emocional: han de aprender a responsabilizarse plenamente de sus sentimientos, aprendiendo a su vez a aceptarlos y a expresarlos correctamente, porque de esto depende en gran medida que puedan cambiar la forma en que se sienten, y de este modo puedan empezar a pensar y actuar diferente y conseguir su objetivo. • Tipología mental: han de tomar conciencia y responsabilizarse de sus pensamientos y de su manera de interpretar la realidad, porque en la medida en que introducen cambios en este nivel consiguen cambiar lo que sienten y lo que hacen, obteniendo un resultado distinto. No quisiéramos pasar a la descripción de las distintas tipologías sin antes hacer una pequeña reflexión personal sobre el concepto de «paradigma», tan utilizado en el coaching. El término «paradigma» hace referencia a la particular forma de interpretar la realidad que tenemos cada uno de nosotros, y en muchos procesos de coaching conseguir un cambio de paradigma por parte del cliente es uno de los principales objetivos del coach. En nuestra opinión, creemos que un verdadero cambio de paradigma consiste en una toma de conciencia que capacita al cliente para «vivir» su realidad de un modo diferente, entendiendo por vivir pensar, sentir y actuar de forma distinta. La puerta de entrada para conseguir esta toma de conciencia es diferente en función de la tipología. Si un cambio en la manera de interpretar la realidad no va acompañado de un cambio en la forma de sentir y de actuar, no se considera que se haya cambiado de paradigma tal y como contemplamos este concepto desde el punto de vista expuesto en este libro. 1.3. Características tipológicas A continuación, describiremos los principales rasgos característicos de las personas de las diferentes tipologías. Es importante destacar que la descripción tipológica no representa ninguna verdad inmutable ni pretende que todos los seres humanos con sus individualidades encajen a la perfección en los modelos aquí presentados. Los modelos tipológicos tan sólo actúan como un mapa que puede ser útil a la hora de detectar el cuerpo dominante del sistema del cliente, así como sus fortalezas, debilidades y necesidades profundas, con el objetivo de facilitar nuestra labor como coaches. Tipología física 18 Son personas orientadas a la acción y de naturaleza predominantemente cinestésica. Suelen presentar una estructura corporal fuerte, de líneas más bien cuadradas y muchas veces poco elástica. Presentan mayor tolerancia al dolor y al esfuerzo físico intenso que las tipologías emocional y mental. Su postura suele ser con los pies firmemente plantados en el suelo y caminan pisando fuerte, aunque en ocasiones no miran qué o a quién pisan. Suelen hablar de lo que tienen o no tienen, de lo que pueden o no pueden hacer y de lo que han conseguido o no. En ocasiones se sienten atraídos por el éxito, entendiendo éste como la consecución de bienes materiales, reconocimiento, prestigio, etc. Cuando consiguen lo que quieren se enorgullecen de que ha sido gracias a su esfuerzo personal, su coraje y determinación. Se han hecho a sí mismos y «nadie les ha regalado nada». A menudo tienen creencias sobre la vida más bien dogmáticas y absolutistas y defienden sus ideas con contundencia y muchas veces en términos categóricos de blanco o negro. Lo cierto es que en ocasiones se creen en posesión de la verdad absoluta y tienen serias dificultades para comprender puntos de vista distintos a los suyos. Cuentan con un fuerte sentido de la realidad y tienden a considerar excesivamente sensibles a las personas de tipología emocional y poco realistas y prácticas a las mentales. Cuando acuden a un proceso de coaching porque no están consiguiendo un resultado deseado, su emoción dominante es la rabia y sus variantes de impotencia y frustración por no conseguir su objetivo. En el proceso, deberán aprender que conseguir el resultado deseado pasa por cambiar su forma de actuar. Esto, en apariencia sencillo, resulta todo un reto para las personas de tipología física debido a su naturaleza más bien impulsiva. En realidad el deseo oculto de este tipo de personas es el control. Aún no han aprendido a controlarse a sí mismas y a responsabilizarse plenamente de sus actos y de las consecuencias de los mismos. Por ello, en ocasiones tratan de controlar a los demás e incluso a las circunstancias. En el proceso, el coach debe ayudar al cliente a responsabilizarse de sus actos y de sus consecuencias y a establecer objetivos y planes de acción concretos y definidos que le ayuden a conseguirlos. En este sentido puede ser útil trabajar el concepto de Círculo de Influencia vs. Círculo de Preocupación, entendiendo como Círculo de Influencia todo aquello sobre lo que tienen algún control y pueden hacer algo, y Círculo de Preocupación todo aquello sobre lo que no tienen control y por tanto no pueden hacer nada. También resulta de ayuda trabajar el concepto de reacción (de naturaleza instintiva) vs. respuesta (decisión consciente). La respiración integrativa, explicada en el cuarto capítulo del libro, puede resultar una herramienta eficaz para que el cliente aprenda a moderar sus impulsos en el caso de que 19 éstos dificultaran excesivamente la acción. Cuando consiguen la coherencia y la funcionalidad del sistema, son personas conscientes de su fuerza y poder personal. Valoran de forma positiva la cultura del esfuerzo y predican con el ejemplo. Si el resultado depende de ellos son capaces de conseguir metas a las que otros no llegan por falta de constancia, disciplina y capacidad de sacrificio. En su máximo esplendor y desde un punto de vista más espiritual, son personas que saben que la única forma de cambiar y mejorar el mundo es a través de la acción efectiva, por lo que a veces encuentran la realización personal trabajando de forma desinteresada y altruista en alguna causa o misión que les motive. Tipología emocional Son personas orientadas al sentir. Su estructura corporal y su rostro suelen ser de líneas más gruesas, suaves y redondeadas que las de las personas de tipología física. Acostumbran a ser de naturaleza auditiva, por lo que para ellas cobra especial importancia todo lo que se dice, incluyendo la forma y el tono empleado. Le dan mucho valor a las relaciones interpersonales y aprecian especialmente las muestras de cariño y afecto tales como palabras amables, abrazos, besos, etc. Suelen hablar de si algo o alguien les gusta o les disgusta o de si les hace sentir bien o mal, y las argumentaciones lógicas no suelen cambiar significativamente el modo en que se sienten. Les cuesta empatizar con las personas de tipología física porque las consideran poco sensibles y con las de tipología mental porque las encuentran frías y distantes. En ocasiones muestran una marcada tendencia al victimismo y una autoestima frágil debido a la excesiva importancia que le dan a la opinión de los demás. También es frecuente que les cueste ser asertivas porque se responsabilizan en exceso de los sentimientos de los demás y evitan decir o hacer cosas que pudieran herir su sensibilidad, ya que al hacerlo se sienten culpables. En el fondo, su deseo oculto es el de aprobación. Buscan constantemente la aprobación fuera, en otras personas, y cuando no la obtienen su emoción dominante es la tristeza, aunque a veces se muestre disfrazada en forma de enfado. El reto en este tipo de personas es aprender a amarse a sí mismas, aprobando y aceptando todos sus sentimientos, sean de la naturaleza que sean. Así que, independientemente del motivo por el cual acuden para realizar un proceso de coaching, el coach debe ayudarles a responsabilizarse de sus propios sentimientos, aprendiendo a aceptarlos, regularlos y expresarlos, porque lo más probable es que de ello dependa la consecución del objetivo. En este sentido, practicar una escucha empática y trabajar con ellas conceptos como 20 empatía vs. simpatía, autoestima y asertividad suele ser de gran ayuda en el proceso. Por otro lado, son personas que no suelen necesitar planes de acción muy específicos, porque cuando empiezan a sentirse distintas, comienzan a actuar diferente de forma casi natural, obteniendo el resultado que quieren conseguir. La práctica de la respiración integrativa puede ayudarles a conectar con sus sentimientos y regularlos. Cuando se aceptan completamente, con todas sus fortalezas y debilidades, se muestran como personas amorosas, alegres y vitales. Les resulta bastante fácil empatizar y saben escuchar y comprender los sentimientos y necesidades de los demás. Tienen además una especial sensibilidad para apreciar el amor y la belleza donde otros no son capaces de verlos. En su máximo esplendor, saben que el amor es el motor que mueve el mundo y, a nivel espiritual, en ocasiones pueden conseguir la realización personal a través de la práctica casi devocional del amor incondicional hacia sí mismas y hacia los demás, o por medio de alguna misión personal de tipo humanitario en la que puedan dar ese amor sin esperar nada a cambio. Tipología mental Son personas orientadas al pensar. Viven literalmente en su cabeza y son de naturaleza predominantemente visual. Su estructura corporal tiende a ser más fina y alargada que la de las tipologías física y emocional y en ocasiones cuando caminan da la sensación de que casi no pisan ni el suelo. Cuando hablan, suelen hacerlo de forma teórica y conceptual y pocas veces lo hacen de sí mismos y de sus sentimientos porque suelen ser muy celosos de su intimidad, llegando en algunos casos a comportarse con una timidez extrema. Tienen dificultad para comprender los actos «ilógicos» de las personas de naturaleza física y los sentimientos «irracionales» de las emocionales. Al mismo tiempo les cuesta sentirse comprendidos tanto por unas como por otras. Lo cierto es que en muchos casos albergan un cierto sentimiento de superioridad frente a las otras tipologías, aunque no lo manifiesten claramente. Como resultado de todo esto, pueden acabar encerrándose en sí mismos, «viviendo» en su cabeza y sintiéndose solos e incomprendidos. La verdad es que son ellos los que han decidido consciente o inconscientemente aislarse del mundo y de los demás. La emoción dominante de la tipología mental es el miedo, porque este aislamiento en el fondo amenaza su supervivencia y su deseo oculto es el de seguridad, que por otro lado no consiguen hasta que aprenden a confiar plenamente en sí mismos y en los demás. Aunque crear un marco de confianza es imprescindible en cualquier proceso de coaching y con cualquier persona, independientemente de la tipología a la que 21 pertenezca, en el caso de las personas mentales es más importante aún si cabe, dado que solamente cuando se sientan realmente comprendidas y consideren al coach una persona competente y capaz de ayudarles empezarán a confiar y a dejarse influir por sus preguntas, consiguiendo al final el cambio de paradigma mental que les permitirá conseguir el resultado deseado. Para ello, resultan de vital importancia los feedbacks de comprensión del contenido del discurso, pero realizados utilizando palabras propias y no parafraseando las del cliente, y las preguntas con intención aclaratoria. Una vez establecido el vínculo de confianza y después de los feedbacks con la intención de confrontar, las preguntas poderosas serán bien recibidas porque en el fondo los retos de tipo intelectual les motivan. En cuanto al diseño de planes de acción, es importante comprender que cuando el cliente en una sesión llega a una conclusión diferente, muchas veces necesita cierto tiempo para reflexionar y comprender por sí mismo las implicaciones profundas que esto pueda tener en su forma de sentirse y actuar, por lo que puede ser que el plan de acción lo diseñe él solo después de la sesión. Por tanto, es importante que al inicio de la sesión siguiente contrastemos hasta qué punto ha hecho algo diferente y cómo se ha sentido. Si esto no ha ocurrido posiblemente se deberá a que aún tiene dudas que necesita aclarar y que pueden ser un buen tema a tratar en la sesión. Cuando cuentan con un sistema coherente y funcional, las personas de tipología mental suelen ser tranquilas, pacientes y reflexivas. Confían en sus propias capacidades y valoran positivamente las de los demás. Su lógica y su sentido común les ayudan a identificar con precisión los problemas y a encontrar soluciones donde otros ven dificultades. En su máximo esplendor son capaces de ver la realidad más allá de las apariencias y comprender el significado profundo de las cosas acercándose poco a poco a la sabiduría, la cual, desde el punto de vista más espiritual, les lleva a la plena realización personal en cuanto comprenden la necesidad de ponerla al servicio de los demás. 1.4. Tipologías mixtas Aparte de las tres tipologías básicas, el coaching tipológico contempla otras dos tipologías que se encuentran a caballo entre dos de las tres descritas anteriormente, y que denominamos físico-emocional y mental-emocional. A fin de facilitar la comprensión del funcionamiento interno de ambas, nos apoyaremos en el concepto de «aprendizaje» propuesto por Leonardo Wolk.[2] 22 23 Para Wolk, el aprendizaje es un proceso activo que tiene como finalidad última, y según sus propias palabras, «expandir nuestra capacidad de acción efectiva». El concepto «activo» hace referencia al hecho de que el aprendizaje requiere la voluntad y la acción de movernos de lo que él denomina zona de confort, a otra de expansión, cuidando de no pasar a una tercera que él denomina de pánico (figura 4). 1. Zona de confort: en ella tenemos todo el conocimiento adquirido, no queda nada por aprender y se expande en la medida en que incrementamos nuestro aprendizaje. 2. Zona de expansión: en ella se produce principalmente el aprendizaje y requiere un movimiento voluntario para salir de la zona de confort y expandir nuestra conciencia y nuestra capacidad de acción efectiva. 3. Zona de pánico: es la zona en la que es prácticamente imposible aprender porque lo que más nos preocupa es mantenernos a salvo. Las tipologías mixtas comparten como zona de aprendizaje la emocional; pero mientras que las personas físico-emocionales encuentran su zona de confort en el cuerpo físico y realizan o dejan de realizar determinadas acciones para evitar sentir, las mentalemocionales encuentran en el cuerpo mental su zona de confort y su forma de evitar determinados sentimientos es escudándose en el discurso mental constante. 24 Durante el proceso de coaching, el coach debe ayudar a este tipo de clientes a salir progresivamente de sus respectivas zonas de confort y a explorar la emocional, a fin de que puedan expandir su capacidad de acción efectiva y conseguir el resultado deseado, pero siendo prudente y cuidadoso para evitar que entren en la zona de pánico, lo cual sería contraproducente. Tipología físico-emocional Son personas de naturaleza básicamente física, en cuanto que están orientadas a la acción y consiguen cambios en la medida en que actúan diferente. No obstante, y a diferencia de la tipología física pura, evitan realizar todas aquellas acciones que pudieran despertar emociones intensas que no pueden controlar. En este sentido, es frecuente que se muestren reacias a permanecer en determinados ambientes y en presencia de determinadas personas. Durante el proceso, el coach debe ayudarles y apoyarles para que poco a poco identifiquen todo aquello que todavía no se atreven a hacer y que por otro lado puede ayudarles a conseguir el objetivo. Para ello deben aprender también que lo que se controla son los actos y los impulsos, pero nunca las emociones, que lo que necesitan es expresión y regulación. En la medida en que van siendo capaces de gestionar sus emociones, se van atreviendo progresivamente a actuar de modo diferente y consiguen un resultado distinto. En esta tipología, la respiración integrativa puede ser útil en la medida en que puede ayudar al cliente a conectar con aquellas emociones que tiene tendencia a evitar, y de este modo ir ganando confianza en su capacidad de regularlas, lo cual le ayuda a perder el miedo y actuar con mayor efectividad. Tipología mental-emocional Al igual que las personas físico-emocionales, las de tipo mental-emocional tratan de evitar sentimientos profundos e intensos; pero en este caso su forma de hacerlo es refugiándose en su cabeza y en sus pensamientos. Son relativamente fáciles de reconocer porque en muchas ocasiones hablan y piensan de forma rápida, saltando continuamente de un pensamiento y de un tema a otro, dando largas explicaciones y resultándoles francamente difícil centrarse y profundizar, ya que en el fondo tienen miedo a parar de pensar y empezar a sentir. El coach puede ayudarles en la medida en que es capaz de permitirles el discurso completo y hacer la función de espejo de los propios pensamientos del cliente, devolviendo feedbacks del contenido principal del mensaje que les ayuden a centrarse y darse cuenta de lo que en el fondo quieren decir. 25 A diferencia de la tipología mental pura, en la mental-emocional sí que resultan de gran ayuda los feedbacks que parafrasean las propias palabras del cliente sin añadir ni omitir nada, porque en realidad necesitan más sentirse escuchados que comprendidos. La comprensión les llega cuando se escuchan a sí mismos con ayuda del coach. A fin de que puedan entrar poco a poco en su zona de expansión, que es la emocional, también resulta de gran valor que los feedbacks recojan el contenido emocional del discurso, ya que a este tipo de personas en muchas ocasiones les pasa desapercibida la emoción implicada, entre otras cosas porque se consideran a sí mismas personas «muy mentales» y le dan mucha más importancia a lo que piensan que a lo que sienten. En esta tipología, la respiración integrativa podría ser de utilidad para ayudarles a conectar con sus sentimientos, pero en muchas ocasiones no se avienen fácilmente a explorarla, porque en el fondo están convencidos de que la única manera de solucionar sus problemas es hablando de ellos. 1. Bordeaux, E., Las enseñanzas de los Esenios desde Enoch a los rollos del mar Muerto, Sirio, Málaga, 1981. 2. Wolk, L., Coaching. El arte de soplar las brasas, Gran Aldea Editores, Buenos Aires, 2007. 26 2. Aplicación del coaching tipológico En el presente capítulo desarrollamos una propuesta de la que consideramos la mejor metodología de intervención en un proceso de coaching en función de la tipología del cliente o coachee. Nuestro modelo de coaching tipológico apuesta por una palabra-clave, común a todos los procesos y a todas las tipologías: «responsabilidad». Por este motivo, los procesos de coaching constituyen un trabajo basado en hacerse responsable de uno mismo. Cada tipología presenta su propia «puerta de entrada» que les conducirá a asumir esta responsabilidad: • En el caso de las personas con una tipología física predominante, la «puerta de entrada» para iniciar este trabajo empieza por aprender a ser responsables de lo que hacen. • Las personas con tipología emocional deben responsabilizarse de lo que sienten, y ésta será su «puerta de entrada» para poder llegar a «ser» y descubrir quién quieren llegar a ser. • Las personas con tipología mental tienen que hacerse responsables de lo que piensan y su «puerta de entrada» es su propio paradigma mental. Nuestra metodología se basa en tres aspectos clave: • Fase clave de la conversación. • Habilidad comunicativa clave del coach. • Paradigmas de referencia y recursos alternativos a la conversación en función de la tipología. A continuación, vamos a presentar brevemente cada uno de los aspectos apuntados. 2.1. Fase clave de la conversación 27 Propuesta que señala cuál de las cinco fases de una conversación de coaching puede resultar la más relevante en función de la tipología del cliente. Antes de profundizar en este aspecto clave, conviene recordar cuáles son estas cinco fases, en qué consisten y qué preguntas nos permiten abordarlas. 1. Asunto: fase que abre la sesión de coaching y que nos permite retomar la sesión anterior haciendo un seguimiento de los compromisos adquiridos durante la misma correspondientes a su PAM (Plan de Acción y Mejora), además de propiciar que se respete la agenda del cliente, así como su centro de interés para esa sesión. Posibles preguntas correspondientes a esta fase: –¿Cómo estás? –¿Cómo han ido los compromisos del PAM para esta semana? –¿De qué quieres hablar? –¿En qué te interesa centrarte durante esta sesión? 2. Objetivo: fase para centrar la sesión desde su inicio y saber cuáles son las expectativas del cliente para esa sesión y en qué podemos ayudar como coaches. Posibles preguntas correspondientes a esta fase: –¿Qué quieres conseguir durante esta sesión? –¿En qué te puedo ayudar? 3. Realidad: fase para explorar su situación y conocer «el estado de la cuestión» a fin de abordar mejor el PAM. Posibles preguntas correspondientes a esta fase: –¿Qué te está sucediendo en relación con esta situación? –¿Cómo te hace sentir esta situación? 4. Alternativas: fase que permite «abrir la mente» del coachee y ayuda a explorar y evaluar todas las opciones posibles que plantea una determinada situación. Posibles preguntas correspondientes a esta fase: –¿Qué opciones existen? –¿Qué has probado? –¿Qué no has probado aún? –¿Qué te ha funcionado hasta ahora? –¿Qué no te ha funcionado? –¿Qué obstáculos prevés? 28 –¿Qué beneficios vas a obtener? 5. Compromiso: fase para generar el PAM con las acciones concretas que el coachee se compromete a implementar. Este PAM debe incluir un calendario de implementación del objetivo a conseguir, así como los indicadores que nos permitan evaluar su grado de consecución. Posibles preguntas correspondientes a esta fase: –¿Qué harás? –¿Qué puedes aplicar de manera inmediata? –¿Cómo lo harás? –¿Cuándo lo harás? –¿De qué recursos necesitarás disponer? –¿Cómo sabrás que lo has conseguido? 2.1.1. Fase clave de la conversación con clientes/coachees de tipología física Con clientes de tipología física, teniendo en cuenta que lo que «hacen» condiciona lo que piensan y sienten, será clave la última fase de la conversación con el coach, correspondiente al «compromiso», es decir, al «plan de acción» que permite concretar qué harán a partir de lo trabajado durante la sesión de coaching. Es posible que con clientes de tipología física las fases anteriores de la conversación puedan sucederse de forma muy fluida, incluso pueden resultar «demasiado» rápidas y poco profundas (a nuestro parecer, claro), puesto que lo que realmente motiva a nuestro cliente no es exponer y explorar exhaustivamente el problema a través de la conversación, sino saber qué es lo que puede hacer para salir de él. Por tanto, puede ser que el cliente no nos permita «entretenernos» demasiado en las fases previas (asunto, objetivo, realidad y alternativas), e incluso puede resultar algo parco de palabras durante la conversación. En estos casos, obcecarnos como coach en mantener un diálogo transformador profundo puede alargar improductivamente el proceso y costarnos un fracaso como coaches por no conectar con la necesidad real del cliente. Por tanto, lo más estratégico en estos casos será adaptarnos a su discurso, escueto y directo (pero no por eso menos válido), y centrar nuestro esfuerzo en la fase donde realmente nuestro cliente estará dispuesto a colaborar y necesitará que seamos minuciosos. En este sentido, es necesario que nuestro cliente salga de la sesión con un PAM (Plan de Acción y Mejora) concreto, pautado, realista y creíble, con acciones 29 susceptibles de seguimiento sesión tras sesión y fáciles de evaluar. En primer lugar, es básico diseñar un PAM que contemple con el máximo detalle: 1. Qué acciones se compromete a poner en práctica o qué habilidades quiere entrenar. 2. Cómo lo va a hacer (es básico ayudar a nuestro cliente a diseñar de qué manera va a conseguir lo acordado). 3. Cuándo o en qué situaciones lo pondrá en práctica (lo cual supone marcar un calendario de las acciones que se van a implementar). 4. Dónde lo va a poner en práctica. 5. De qué recursos necesitará disponer para garantizar el éxito del PAM. 6. Con quién quiere practicar en el caso de que suponga un entrenamiento de competencias emocionales interpersonales. 7. Qué indicadores nos van a permitir medir el nivel de logro del objetivo u objetivos propuestos. A su vez, en procesos de coaching que ya se han puesto en marcha, será imprescindible e ineludible con los coachees de tipología física empezar la sesión revisando cada uno de los compromisos adquiridos durante la sesión anterior, así como la evolución del PAM trazado como eje vertebrador del proceso de coaching. La evaluación de los «hechos» será lo que realmente permitirá al cliente de tipología física vislumbrar su verdadero avance durante las sesiones de coaching. 2.1.2. Fase clave de la conversación con clientes/coachees de tipología emocional Con un cliente de tipología emocional, teniendo en cuenta que lo que «siente» condiciona lo que piensa y hace, será clave la tercera fase de la conversación, correspondiente a la «realidad», que permitirá al cliente poder describir con detalle qué le está pasando y, sobre todo, cómo le hace sentir lo que está viviendo. A pesar de ello, previamente será crucial definir muy bien en la segunda fase del «objetivo» cuál es el problema existente, para poder diseñar un PAM que haga posible plantear una solución/objetivo que esté en sus manos poder alcanzar. Sin un correcto planteamiento del problema, resultará imposible poder hallar una solución. Como coaches, tendremos que estar muy atentos y no dejarnos hipnotizar por dilemas sin solución posible. Por poner algunos ejemplos a título ilustrativo, no podemos aceptar como definición del problema una simple descripción de la situación (por ejemplo, «lo que me pasa es que…»), ni una «Carta a los Reyes» cargada de deseos («me gustaría que 30 mejorara el clima laboral dentro de mi equipo»), ni cuestiones que no esté en manos del cliente poder solucionar (por ejemplo, «¿cómo puedo hacer que mi jefe me trate mejor?»). La fase de «realidad» le permitirá poder verbalizar la situación en que se encuentra actualmente, pero sobre todo, le permitirá compartir en un entorno seguro y sin temor a ser juzgado tanto las emociones que salen a flote, como las contenidas y no expresadas. Esta fase de la conversación permite realizar un «vaciado emocional» a partir del cual, sin demasiada participación por nuestra parte como coaches, puede resultar de máxima utilidad práctica a nuestro cliente el solo hecho de sentirse escuchado y comprendido. Así pues, nuestra intervención no se centrará en trazar un «megaplan» de acción, puesto que el solo hecho de expresarse, verbalizar su situación, su problema y su malestar le obligará a ordenarse, racionalizar, desdramatizar el embrollo emocional que suele caracterizar a esta tipología de clientes, y todo este ejercicio puede resultar gran parte de la solución. A partir de aquí, conviene practicar más que nunca una escucha empática, que legitime los sentimientos de nuestro cliente y le haga sentirse aceptado y respetado. Sólo después de lograrlo podremos permitirnos dar un paso más, que será responsabilizar al cliente de sus emociones y de las consecuencias de las reacciones que éstas conllevan, cuestionar respetuosamente la objetividad de sus sentimientos y hacer un ejercicio de expresión estratégica de los mismos. Confrontar con excesiva dureza o hacerle sentir «reñido» a un cliente de tipología emocional puede costarnos el fracaso del proceso de coaching y, peor aún, puede empeorar la situación de nuestro coachee. En los procesos de coaching en desarrollo, con los coachees de tipología emocional resultará fundamental empezar la sesión preguntando cómo se sienten en este momento y cómo se van sintiendo a medida que ponen en práctica su PAM, así como las acciones concretas que éste supone. La evaluación de su nivel de fortaleza y su correcta regulación emocional será lo que realmente permitirá al cliente de tipología emocional poder comprobar el progreso gestado a lo largo del proceso de coaching. 2.1.3. Fase clave de la conversación con clientes/coachees de tipología mental Con clientes de tipología mental, teniendo en cuenta que lo que «piensan» condiciona lo que sienten y hacen, a diferencia del resto de tipologías, podemos apuntar que toda la conversación de coaching será clave para este tipo de clientes. Esto significa que cada una de las fases resultará significativa, puesto que favorecemos reiteradamente el hecho de pensar, que es justo lo que más motiva a nuestro coachee. Si, a pesar de lo que acabamos de afirmar, tuviéramos que apuntalarnos en alguna fase, 31 optaríamos por la cuarta y penúltima, la fase de las «alternativas», puesto que favorecemos el pensamiento alternativo y permitimos a nuestro cliente abrir su campo de acción buscando las posibles opciones que se presentan ante el problema que hay que solucionar y el objetivo fijado. Ayudar a nuestro cliente a tomar conciencia, explorar nuevas posibilidades, calibrar las consecuencias de su aplicación, evaluar la ecología de las decisiones que pudiera tomar (entendiendo por «ecología» cómo afecta su decisión a él mismo y a su entorno más próximo, incluidas las consecuencias para la gente que le rodea, así como la sostenibilidad de dicha decisión), plantearse los efectos de hacer algo (o dejar de hacerlo), reflexionar sobre qué se ha probado ya o qué es lo que aún no se ha puesto en práctica, recapacitar sobre qué es lo que ha funcionado y qué es lo que no ha ido bien, buscar las razones por las cuales lo probado no ha funcionado, concretar con el máximo detalle los beneficios de la decisión o del objetivo cumplido… Profundizar en esta fase de alternativas puede resultar vital. Es evidente que las preguntas poderosas resultarán el arma más potente para ayudar a nuestro cliente de tipología mental, por lo que cualquier fase de la conversación puede resultar clave si sabemos encontrar las mejores preguntas láser. A su vez, en procesos de coaching que ya están en marcha, con los coachees de tipología mental es posible que las sesiones se queden cortas y tengamos el tiempo suficiente para llegar a conclusiones definitivas al final de una buena sesión con preguntas poderosas. Esto implica que frecuentemente nuestro cliente se lleve como «deberes» acabar de reflexionar sobre las cuestiones planteadas durante la sesión. Así pues, es importante empezar una sesión enlazando con la anterior para permitir que el coachee exponga a qué conclusiones ha llegado y pueda cerrar el ciclo de la sesión llegando a conclusiones que le sirvan de aprendizaje y de palanca para pasar a la acción y favorecer la adquisición de hábitos. 2.1.4. Fase clave de la conversación con clientes/coachees de tipología físico-emocional Con clientes de tipología físico-emocional, tomando como referencia lo que acabamos de apuntar sobre la tipología física y la tipología emocional, sabremos de la importancia que tiene el paso a la acción, pero en estos casos, nuestra tarea como coaches será ayudar a tomar conciencia de lo que les abruma emocionalmente y evitan o no se atreven a hacer. La fase de «realidad» permitirá al cliente verbalizar y expresar las emociones que le impiden pasar a la acción y conseguir su propósito. Resultará fundamental centrarse en argumentar la naturalidad del sustrato emocional que se despierta y acompaña a todo 32 aquello que nos importa. Cuanto más nos importa algo, más nos emociona, y esta reacción no tiene nada de particular; en el fondo es una reacción «de libro». Lo extraño sería lo contrario, es decir, que algo relevante para nosotros no nos despertara ninguna emoción. Así pues, en esta fase se trata de ir facilitando la aceptación de las emociones sentidas y buscar las mejores estrategias para una mejor regulación de las mismas. Por otra parte, dada la importancia de la acción para este tipo de clientes, será clave atender y profundizar en el «compromiso», trazando un PAM que respete su tipología. Por tanto, será un PAM muy bien trazado y definido, pero más prudente y mucho más progresivo que el que podríamos ayudar a trazar a un cliente de tipología física. Deberemos garantizar que el cliente «se lleve como deberes» pequeños compromisos (que no le asusten y que le hagan sentir suficientemente competente para no tirar la toalla antes de empezar) y que le permitan comprobar sesión tras sesión que va avanzando sin que tenga que ser necesariamente a un ritmo trepidante. No es una cuestión de rapidez, es cuestión de conseguir lo que queremos lograr. En los procesos de coaching en desarrollo, con los coachees de tipología físicoemocional resultará fundamental empezar la sesión preguntando cómo ha funcionado el PAM correspondiente a los compromisos adquiridos en la sesión anterior. También convendrá evaluar cómo va aumentando su propia regulación emocional a medida que van consiguiendo sus objetivos. 2.1.5. Fase clave de la conversación con clientes/coachees de tipología mentalemocional En el caso de acompañar a clientes con tipología mental-emocional, tomando como referencia lo que acabamos de apuntar sobre la tipología mental y la tipología emocional, sabremos de la importancia que tiene empezar la sesión respetando su tipología y permitiendo que el coachee exprese lo que piensa. Ahora bien, en estos casos, nuestra tarea como coaches será ayudar a tomar conciencia de lo que evitan o declinan llevar a la práctica porque les hace sentirse emocionalmente superados. La fase de «realidad» permitirá al cliente poder verbalizar su situación y las emociones sentidas de forma guiada a través de nuestras preguntas para no perderse en un discurso inoperativo y lograr tomar conciencia mediante sus palabras de lo que le pasa y de lo que siente. Debemos evitar que esta fase se extienda más de lo necesario, si no es para profundizar en el sustrato emocional, porque el discurso más racional ya estará previamente garantizado por su propia tipología. De todas formas, esta fase puede ser una buena forma de conectar con él para llevarlo a la fase de las «alternativas», donde 33 realmente el coachee tendrá que ralentizar su discurso mental trepidante para empezar a tomar cartas en el asunto y concretar sus propósitos, responsabilizándole de las emociones que estas acciones puedan suscitar. En los procesos de coaching en desarrollo, con los coachees de tipología mentalemocional resultará fundamental empezar la sesión preguntando qué emociones han aflorado y cómo se han ido regulando a medida que ponían en práctica los compromisos adquiridos en su PAM correspondiente a la sesión anterior. También convendrá evaluar cómo va aumentando su propia regulación emocional y su competencia para lograr objetivos y sentirse mejor a medida que los van consiguiendo. 2.2. Habilidad comunicativa clave del coach Propuesta que enfoca cuál de las habilidades comunicativas de un buen coach puede resultar más decisiva y estratégica a la hora de ayudar a un cliente según su tipología, teniendo en cuenta que las habilidades esenciales de un buen coach se pueden traducir en las siguientes acciones (figura 5): • Conectar. • Escuchar. • Intuir. • Preguntar. • Dar feedback. Conectar Como coach es indispensable que nos centremos en nuestro cliente para estar atentos y conectados con lo que nos está comunicando. Es importante generar un clima tal que el coachee se sienta a gusto e invitado a compartir aquellas cosas que necesita expresar para enfrentarse al cambio. Debemos utilizar nuestro lenguaje no verbal de manera que consigamos un buen rapport: la postura, el tono, el rostro, nuestras intervenciones verbales e, incluso, nuestro nivel de energía, deben favorecer la máxima conexión con nuestro cliente para que se sienta escuchado y comprendido. Se trata de conseguir «bailar con nuestro cliente», siguiendo y respetando el ritmo que nos marca. Ésta es una de las premisas que más cuesta, sobre todo cuando tenemos un cliente que no lleva la «velocidad de crucero» que consideraríamos adecuada en relación con su 34 proceso de cambio y mejora. En estos casos es fundamental demostrar respeto hacia él/ella y, además, es la única forma de garantizar que estamos dándole el tiempo suficiente para que pueda profundizar y no quedarse en la superficie del problema. Escuchar La escucha activa y genuina implica que buscamos comprender lo que el cliente nos está diciendo sin presuponer, ofreciendo el tiempo que nuestro coachee necesita para pensar, escuchando hasta el final y sin interrumpir su discurso. Es indispensable que aprendamos a tolerar el silencio del otro y permitirnos también nuestro propio silencio para reflexionar, sin entrar en un estado de ansiedad o angustia. Se trata de aprender a convivir con el silencio y sentirnos cómodos ante su presencia. Si no proporcionamos espacios de silencio a nuestro coachee, le estaremos impidiendo justo lo que necesita: tiempo para pensar de forma guiada, descubrir y decidir. Escuchar no supone estar «de cuerpo presente», sino con todos nuestros sentidos, recursos y nuestra atención puestos al servicio de facilitar la toma de conciencia para el aprendizaje, el cambio y la mejora de nuestro cliente. Nuestro diálogo interno puede resultar nuestro peor enemigo como coaches. Un coach dominado por su diálogo interno difícilmente será un buen coach. Para conseguir una escucha limpia y sin interferencias, será importante nuestra supervisión como coaches, para estar liberados en la medida de lo posible de nuestras creencias y prejuicios, así como para no contaminar con nuestros problemas, miedos e inseguridades la problemática que nos trae nuestro cliente. Es muy importante que el problema que traiga el cliente no genere en nosotros una reacción perturbadora por el hecho de conectar con conflictos propios o situaciones vitales aún no resueltas. Esto podría impedir o limitar el proceso de cambio del cliente. Si nos enfrentamos también a un conflicto con nuestros propios valores, lo recomendable y profesional es derivar el caso a un colega, por el bien del cliente y también por el nuestro. Intuir La comunicación a la que debemos prestar atención no se limita al lenguaje verbal, sino a intuir lo que dice (y lo que no dice) el cliente. Estar siempre «atentos», tanto a los temas más obvios o pragmáticos, como a aquéllos más profundos y sensibles. Hay asuntos sobre los cuales un cliente puede declarar que «le da igual» lo que le pasa en una situación determinada (por ejemplo, decir que «le da igual» que su jefe le grite o le menosprecie reiteradamente delante de los demás), pero el tono y el gesto que adopta para decirlo pueden mostrar justo lo contrario. No hay que dejarse «hipnotizar» por las palabras del cliente y escuchar todo lo que nos transmite sobre «qué» nos dice y, sobre 35 todo, «cómo» nos lo dice. Por supuesto, nuestra habilidad para intuir va aumentando conforme vamos ganando «horas de vuelo» como coach. A pesar de que hoy en día la intuición continúa siendo una gran desconocida, las aún escasas investigaciones sobre el tema apuntan a que la intuición no es cuestión de «magia» sino que, en parte, procede del uso que hacemos del «disco duro» que contiene nuestro cerebro, que almacena todas nuestras experiencias. En el momento en que vivimos situaciones nuevas, nuestro cerebro busca en su «disco duro» experiencias y aprendizajes anteriores afines para comprobar si pueden extrapolarse a estas nuevas situaciones. Por ejemplo, descubrir cada vez con mayor rapidez la tipología de cliente que tenemos para poder utilizar desde el principio la metodología más eficaz, captar con mayor precisión lo que nuestros coachees transmiten con su comunicación no verbal, acertar el momento de formular una pregunta transformadora, etc. De todas formas, para ser intuitivos debemos ser valientes para validar la intuición y actuar conforme a lo que nos dicta, aceptando la incomodidad que nos genera ser discípulos de una educación cartesiana que exige argumentos racionales de lo que intuimos que debemos hacer. Como coach, es fundamental tener en cuenta que si sólo escuchamos y damos validez a nuestro hemisferio izquierdo, sede de la razón y la lógica, y desestimamos nuestro hemisferio derecho, jamás seremos coaches excelentes. Preguntar Esta habilidad comunicativa supone por parte del coach aprender a formular preguntas transformadoras, también conocidas en el ámbito del coaching como preguntas poderosas o preguntas láser. Las condiciones que cumplen las preguntas poderosas son las siguientes: • Favorecen que el cliente entienda su situación y aumente su nivel de conciencia. • Facilitan el aprendizaje. • Implican acción y mejora. • Se plantean centradas en el presente (por ejemplo: ¿qué estás haciendo actualmente?, ¿qué es lo que ya te está funcionando?, ¿qué no funciona?) y orientadas hacia el futuro (por ejemplo: ¿qué vas a hacer?, ¿qué es lo que se puede aplicar de manera inmediata?, ¿cuál será el siguiente paso?). • Incluyen la certificación por parte del coach de los aprendizajes adquiridos, los comportamientos implementados y los cambios producidos. El objetivo de este seguimiento es facilitar la incorporación de hábitos de comportamiento eficaces y garantizar su sostenibilidad en el tiempo. Es fundamental tener muy en cuenta que no sólo se trata de formular «preguntas 36 poderosas», sino también de captar el «momento poderoso» para poder formularlas. Una misma pregunta puede resultar transformadora para alguien si la formulamos en el momento adecuado, mientras que la misma pregunta, planteada en otra ocasión, puede resultar indiferente al coachee por no tratarse del momento más idóneo para ello. Dar feedback Esto quiere decir que debemos centrarnos en el cliente y su problemática, sin dejar que nuestros prejuicios, experiencias personales, etiquetas o valores tiñan la comunicación que estamos buscando comprender. Nuestras intervenciones, especialmente en el momento de brindar feedback, se han de caracterizar por la utilización de un lenguaje sencillo, acorde al lenguaje que emplea el cliente, su realidad y contexto. Dar feedback no es repetir literalmente lo que el cliente nos ha dicho, sino parafrasear su mensaje para comprobar que estamos entendiendo lo que realmente nos quiere transmitir. Para lograrlo debemos sintetizar y conectar con información relevante que él mismo nos ha proporcionado y, por supuesto, sólo podremos hacer un buen feedback si nuestra escucha ha sido impecable. Conviene evitar el uso de términos técnicos o aprendidos durante nuestra formación como coaches que nos alejen del estilo de lenguaje de nuestro cliente; mientras más sencilla y amena sea nuestra forma de comunicarnos, mejor. Nuestros clientes necesitan coaches que se atrevan a decir lo que necesitan oír y que se atrevan a plantear las preguntas que resulten oportunas, aunque sepamos que pueden generar cierto dolor, enojo o incomodidad. En ocasiones, el coach desvela y pone palabras a aquello que el coachee no quiere reconocer o trata de ocultar a los demás, y esto puede hacer sentir «desnudo» al coachee; en estos casos, debemos aceptar la legitimidad de las actitudes de resistencia inicial que puedan generarse por parte de nuestro coachee y confiar en que lo superará. Nosotros debemos ser para el cliente un modelo de asertividad y de confianza en su potencial. Si por temor nos callamos y no decimos lo que el cliente no quiere pero necesita oír, no haremos más que demostrarnos a nosotros mismos que desconfiamos del potencial de nuestro cliente para hacer frente a sus propias incongruencias. En este sentido, convendrá tener el «don de la oportunidad» para intuir y acertar el momento adecuado para cada intervención; un feedback o una pregunta poderosa y transformadora pueden desperdiciarse si no se plantean en el momento oportuno. 37 2.2.1. Habilidad comunicativa clave de la conversación con clientes/coachees de tipología física Con clientes de tipología física, resulta fundamental «preguntar» planteando cuestiones durante la primera fase, correspondiente al «asunto», que nos permitan comprobar y evaluar las acciones llevadas a cabo en relación con su PAM. También resultará fundamental saber formular preguntas que encaminen a las próximas acciones para ir rediseñando un PAM a medida que el proceso de coaching vaya avanzando. 38 2.2.2. Habilidad comunicativa clave de la conversación con clientes/coachees de tipología emocional En el caso de clientes de tipología emocional, «escuchar» (y más concretamente una escucha empática) será la habilidad comunicativa clave que como coaches deberemos aplicar de manera impecable para favorecer a nuestro cliente. Esta escucha empática debe atender a la legitimación de sus sentimientos, haciéndole sentir aceptado y respetado. Si logramos la excelencia en este tipo de escucha, el proceso de coaching se verá muy favorecido con esta tipología de clientes, puesto que es posible que consigamos su plena confianza y apertura para trabajar y propiciar su mejora. Por otra parte, resultará básico que el coach sepa «intuir» lo que el cliente dice y siente más allá de lo que sus palabras declaran para poder realmente comprender el mensaje que nos quiere hacer llegar. Sentirse escuchados y comprendidos es de vital importancia para los clientes de tipología emocional. 2.2.3. Habilidad comunicativa clave de la conversación con clientes/coachees de tipología mental Los clientes de tipología mental requieren de sus coaches que sepan «preguntar» y que les permitan con su ayuda aprender a parar, conectar y revisar. La formulación de preguntas poderosas que les permitan pensar en algo que no se han planteado anteriormente y favorezcan la toma de conciencia y el autodescubrimiento les resultará altamente eficaz en estos casos. También conviene tener muy presente que el planteamiento de una buena pregunta con frecuencia requiere un tiempo equivalente que permita encontrar la respuesta con la solución adecuada. Este tiempo de respuesta, adecuado al nivel de nuestras preguntas poderosas, es el que necesitamos respetar como coaches en relación con nuestros clientes. Por otro lado, y dada la especial importancia que tiene establecer un buen vínculo de confianza con este tipo de clientes, será básico, sobre todo en las primeras sesiones, que el coach sea capaz de «conectar» con ellos. 2.2.4. Habilidad comunicativa clave de la conversación con clientes/coachees de tipología físico-emocional 39 Los coachees de tipología físico-emocional también requieren de sus coaches que sepan «preguntar». Como acontece con clientes de tipología física, con los de tipología físicoemocional resulta fundamental «preguntar» cuestiones correspondientes a la primera fase, relativa al «asunto», para comprobar y evaluar las acciones llevadas a cabo en relación con sus PAM. Además, con la tipología físico-emocional deberemos preguntar acerca de las emociones que se han despertado durante la implementación de los compromisos adquiridos, así como sobre el estado emocional en el momento presente. También resultará fundamental saber formular preguntas que encaminen a las próximas acciones (atendiendo a su tipología también «física»), para ir rediseñando un PAM a medida que el proceso de coaching vaya avanzando. 2.2.5. Habilidad comunicativa clave de la conversación con clientes/coachees de tipología mental-emocional Los coachees de tipología mental-emocional necesitan que sus coaches sepan «retornar», ofreciendo un feedback muy afinado que devuelva con fidelidad y transparencia los aspectos emocionales que el cliente nos hace llegar. Este tipo de feedback permitirá a nuestro cliente poder entender, tomar conciencia de su situación y explicar sus emociones para que, a partir de aquí, pueda responsabilizarse de éstas y lograr ser más eficaz con su propia tipología. 40 2.3. Paradigmas de referencia y recursos alternativos a la conversación en función de la tipología Teniendo en cuenta que el coaching tiene sus orígenes y bebe de fuentes teóricas y epistemológicas muy diversas procedentes del ámbito de la orientación y la psicología humanista, optaremos por apuntar los paradigmas de referencia y algunos recursos que podrían resultar especialmente valiosos en función de cada una de las tipologías. La comprensión por parte del cliente del paradigma de referencia ideal para su tipología le facilitará el proceso de cambio, más aún si va acompañado de los recursos adecuados. Es importante dejar muy claro de antemano que ninguno de estos recursos es de uso exclusivo para alguna tipología concreta; sencillamente, apuntamos cuáles podrían ser particularmente recomendables en función de la tipología predominante. La comprensión profunda de cada tipología nos permitirá escoger, de entre las herramientas de que disponemos cada uno de nosotros como coaches, aquellas que mejor se adapten a la tipología de nuestros clientes, facilitando diálogos transformadores de mayor calado y profundidad. 2.3.1. Paradigma de referencia y recursos alternativos a la conversación con clientes/coachees de tipología física 41 «Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados.» Albert Einstein Conviene recordar que en las personas de naturaleza física el cuerpo físico es el dominante y gobierna sobre el emocional y el mental. Lo que hacen condiciona lo que sienten y piensan. Necesitan tomar conciencia de sus actos y responsabilizarse plenamente de las consecuencias de los mismos, porque en la medida en que los cambian consiguen influir en todo el sistema y obtener un resultado diferente. PARADIGMA DE REFERENCIA Círculo de Influencia (CI) vs. Círculo de Preocupación (CP) Modelo propuesto por Stephen Covey (1990) en su obra Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva y que resulta un modelo ideal para el cambio de paradigma de los clientes de tipología física, dado que les ayuda a centrarse en aquello que pueden hacer y a aceptar aquello sobre lo cual no tienen control. Este modelo se enfoca en aquello que puedes realmente controlar y sobre lo cual tienes margen de maniobra, diferenciándolo de lo que no está bajo el control de la persona (figura 6). La aplicación de este recurso puede requerir de algún tipo de explicación al coachee (entendemos por coachee el cliente o la persona a quien acompañamos para facilitar su cambio y mejora), a modo de «perla de sabiduría», para facilitar la comprensión de este paradigma y su posterior implementación en su vida cotidiana. 42 Para tomar conciencia de nuestra proactividad y la responsabilidad que debe acompañar nuestro rol de adultos hemos de tener en cuenta: • ¿En qué invertimos nuestro tiempo? • ¿En qué invertimos nuestra energía? El tiempo, la energía podemos clasificarlo en dos áreas: • Círculo de Influencia (CI): cosas sobre las que puedo actuar. Todo lo que yo puedo cambiar. Yo tengo influencia cuando puedo hacer alguna cosa. Cuando actúo desde aquí, el CI aumenta y el CP disminuye. Aquí soy poderoso, capaz, proactivo… En este sentido, a un cliente de tipología física hay que centrarlo en los aspectos sobre los cuales puede actuar, influir y favorecer que «las cosas pasen». • Círculo de Preocupación (CP): cosas sobre las que no puedo actuar. Todo lo que yo no puedo cambiar. No puedo, por ejemplo, cambiar a alguien. Yo no tengo control sobre esas cosas. Siempre hay CP, pero no podemos actuar sobre él, pues está más allá de nuestro poder de acción. Aquí no puedo hacer nada, no tengo el control. Si dedico mi tiempo y mi energía en cambiar a alguien, pierdo el tiempo. Querer intervenir sobre algo de lo que no tengo el control crea sentimientos de culpa y frustración. En cada situación puedo intervenir para cambiar aquello que puedo cambiar. 43 Si el otro tiene una conducta que no me gusta, yo desde mi CI y mi libertad interior puedo intervenir en cuanto a cómo interpreto el hecho y cómo quiero actuar al respecto. Los clientes de tipología física necesitan comprender que el verdadero poder consiste en elegir la respuesta que quiero dar en cada situación en función del resultado que deseo obtener. RECURSOS ALTERNATIVOS Línea de la vida El recurso de la línea de la vida, procedente de la PNL (Programación Neurolingüística, creada por John Grinder y Richard Bandler) resulta muy útil para los clientes de tipología física, ya que les permite «vivir» en presente lo que tendrán que hacer para conseguir su propósito, lo cual permite materializar y dar mayor consistencia al PAM (Plan de Acción y Mejora). Se trata de un recurso estratégico para la tipología física, donde quedan fijadas las acciones que se van a realizar. La línea de la vida permite «pasar» por cada una de las fases y comprobar todos los pasos que tendrá que ir dando el cliente para el logro de su objetivo. El objetivo de este trabajo es vivenciar desde el futuro hacia el presente los pasos a dar para conseguir el objetivo propuesto, así como las sensaciones vividas a lo largo del proceso. Permite preparar al inconsciente para realizar dicho proceso. El coach hará la anotación por escrito de los pasos que va concretando el cliente (una hoja por cada paso o fase concretada). El mismo coach irá situando estas hojas en el suelo representando cada paso que va a dar el cliente en su línea de la vida. • Establecer una línea del tiempo, poner dónde está tu presente y dónde quieres tu futuro. • Identificar la meta que el cliente quiere lograr. • Ir hacia el futuro inmediatamente y ver, sentir y escuchar la meta de forma Visual, Auditiva y Cinestésica (conocida con las siglas V-A-C) como si ya se hubiera logrado. • Dar un paso atrás y preguntarse: ¿qué está sucediendo ahora que haya posibilitado el paso anterior? (V-A-C). • Nuevamente dar otro paso atrás e identificar qué está sucediendo para que haya pasado lo anterior (V-A-C). • Seguir con los pasos que sean necesarios hasta llegar al momento presente. • Preguntarle al cliente si faltó algún paso importante. 44 Una vez finalizados todos los pasos, hay que revisarlos uno por uno e identificar momentos para celebrar. • Desde el presente, ir hacia delante paso por paso, para asegurarse de que el cliente interioriza la experiencia de cada paso y así garantizar su puesta en práctica en la realidad. A cada paso, cuando se trate de celebrar, que se le vea disfrutándolo con todo el entusiasmo de un festejo. • Una vez llegada a la meta, que se alegre nuevamente, lo celebre y se asocie al logro de una meta. Autobiografía en tres paradas Recurso adecuado para los clientes de tipología física, sobre todo para desbloquear situaciones de parálisis y para favorecer la responsabilidad de las decisiones tomadas (figura 7). Cuando nos permitimos enfrentarnos cara a cara a algo que nos está impidiendo crecer o ser más felices, una estrategia saludable es contestar a estas tres preguntas mientras nos visualizamos a nosotros mismos avanzando en la línea de nuestra vida: «¿Qué no puedo hacer?», «¿Qué no quiero hacer?», «¿Qué necesito hacer?». Una vez contestadas dichas preguntas sobre la acción a realizar (que podríamos considerar el Plan de Acción, tan recurrido como herramienta altamente eficaz), muy probablemente descubriremos cuál es el primer paso que necesitamos dar y veremos también que hay otros que no necesitamos ni siquiera intentar. 45 Termómetro de autoliderazgo Esta herramienta permitirá a nuestro coachee evaluar de una forma muy dinámica su propio proceso de cambio y mejora, y nos ayudará a comprobar en qué punto se encuentra y en qué aspectos conviene continuar trabajando. Se crea un triángulo con una cartulina grande que colocaremos encima de una mesa y se anotan en cada vértice, en unas cartulinas en forma de rectángulo, las características de una persona competente; en los dos vértices superiores situaremos Conocimientos y Habilidades, y en el inferior, Actitudes, tal como mostramos en la figura 8. Entregaremos 18 trozos de cartulina a nuestro cliente, en los cuales tendrá que escribir tres conocimientos adquiridos durante el proceso de coaching (en tres cartulinas diferentes) y tres conocimientos que necesita adquirir o desarrollar para continuar su proceso de cambio y mejora y ser la persona que quiere llegar a ser. Igualmente, hará lo mismo con las habilidades y las actitudes. Una vez realizado este proceso, al comentarlo podremos valorar el camino recorrido y el que nos queda por recorrer. Este ejercicio sirve como evaluación a mitad o al final de un proceso de coaching y puede resultar de utilidad en los clientes de tipología física para detectar valores implicados sin necesidad de hablar de ellos directamente. 2.3.2. Paradigma de referencia y recursos alternativos a la conversación con clientes/coachees de tipología emocional «No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí que puedes evitar que anide en tu cabellera.» 46 Proverbio chino Recordemos que los clientes de tipología emocional han de aprender a responsabilizarse plenamente de sus sentimientos, aprendiendo a aceptarlos y a expresarlos correctamente, porque de esto depende en gran medida que puedan cambiar la forma en que se sienten y de este modo puedan empezar a pensar y actuar diferente y conseguir su objetivo. PARADIGMA DE REFERENCIA Víctima vs. protagonista Tal como plantea Leonardo Wolk (2006) en su obra El arte de soplar brasas, ¿cómo quieres vivir tu vida? ¿Cómo quieres aprovechar el poder que está en tus manos? ¿Qué quieres que ocurra en esta situación? ¿Cómo responder eficazmente a ella? Cuando estas preguntas se responden con explicaciones del tipo: «yo soy así», «por culpa de mi jefe», etc., precipitan hacia el rol de víctima y limitan las posibilidades de réplica. Teniendo en cuenta la tendencia al victimismo de la tipología emocional, es conveniente favorecer este tránsito hacia un rol más protagonista. El gran reto del coach es poner en evidencia la esencia del coachee, lo que es y lo que puede llegar a ser a través de su poder para decidir y hacer que las cosas pasen. En este sentido, resulta fundamental trabajar la autoestima desde las fortalezas, teniendo en cuenta que un proceso de coaching supone siempre un proceso de asunción de responsabilidad. RECURSOS ALTERNATIVOS Posiciones perceptivas Dado que los clientes emocionales necesitan regularse emocionalmente y responsabilizarse de sus emociones y reacciones ante ellas, todos los recursos que les permiten regularse emocionalmente son especialmente útiles. Esta dinámica favorece que el cliente se pueda disociar de una situación, por ejemplo, de tipo conflictivo con otra persona. Cuando hay un conflicto siempre hay dos partes responsables, con lo cual esta dinámica ayuda a entender al otro. También puede resultar útil en un proceso de toma de decisiones. En esta dinámica necesitaremos dos sillas, una de las cuales no se ocupará. Luego hay que seguir una secuencia de pasos: 47 • El coachee se sienta en la primera silla, planteando el conflicto desde el rol del yo, desde la propia perspectiva, en primera persona; esto se denomina posición uno mismo (o posición self). Por ejemplo, el coachee explica en primera persona, delante de la silla vacía que representa la situación o persona con quien existe un conflicto, todo lo que le pasa a él, expresa cómo se siente y qué quiere que pase, de una forma asertiva, sin catarsis, a modo de ensayo, para expresar todo lo que quiere decir y todavía no le ha dicho a la supuesta persona o situación conflictiva. En los conflictos muchas veces tenemos cosas en la cabeza y no se las decimos a la otra persona. El coachee verbaliza todo lo que necesita evocar y favorece la empatía. • Cuando ya ha verbalizado todo lo que quiere decirle a la otra parte, se disocia (salir de la situación sirve para poder pensar sobre la misma sin tener que revivir las emociones que están asociadas a ella) y se sienta en la otra silla. En esta segunda posición, el coachee representa el rol de la otra persona, adopta la posición del otro. Se trata de percibir la situación como la otra persona, de ver, oír y sentir como él. • El coach tiene que estar muy atento porque a veces es difícil adoptar el punto de vista de la otra persona y se continúa expresando el propio punto de vista. • El coach se pone en una posición en que el coachee no lo pueda ver, porque nos interesa que el diálogo sea con la silla donde está la otra persona o la decisión a tomar. • Cuando se ha acabado el diálogo desde el punto de vista del «otro», el coachee se levanta y adopta una tercera posición, el rol de un observador disociado, que ha visto la discusión desde fuera. Se puede evocar o construir la experiencia viendo y oyendo como si se viera una película con uno mismo, participando de ella en el ambiente. Y desde fuera el coachee se tiene que preguntar qué le diría a las dos personas. En esta tercera posición no se suelen experimentar las sensaciones y las emociones como en las dos anteriores. Al disociarse, la persona se separa de la experiencia emocional y puede observar más objetivamente. En términos de PNL, «estamos disociados». El objetivo de esta posición es llegar a hacer evaluaciones desapasionadas. Desde esta posición es más sencillo darse cuenta de los recursos que se necesitan para cambiar el rumbo de la interacción y encaminarse en dirección a un resultado deseado. • Cuando ya se ha acabado el rol del observador se vuelve a empezar la dinámica. El coachee se vuelve a sentar en la primera silla adoptando de nuevo la posición self y puede contestar a todo lo que le han dicho. Se hace otra ronda completa. • En la segunda ronda cada parte tiene que adoptar su propio compromiso. A lo mejor no se puede llegar a un compromiso, pero sí dejar claras algunas líneas. En el caso de conflictos personales, el peligro es que la persona vea al otro como único culpable de la situación. • Es muy interesante verbalizar la posición de la otra persona, puede ayudar al coachee a entender más plenamente la posición de la tercera persona. • Cuando nos encontramos en la posición uno mismo o en la posición otro vamos a asociarnos a ello y, por lo tanto, nuestros sentimientos y sensaciones corporales se verán incrementados. Éstas son las señales más importantes a tener en cuenta. 48 • La posibilidad de percibir una situación desde estos tres lugares nos da flexibilidad, comprensión, apertura, y nos permite contactar con los recursos que podrían resolver mejor el conflicto. • Hay personas que sólo perciben, piensan y actúan desde sí mismas. Se encierran en su propio modelo de mundo. Otras personas se ubican tanto en la posición del otro que dejan de percibir sus propias necesidades, pensamientos y sentimientos. Las personas que ven todo desde fuera corren el riesgo de comprometerse poco en la interacción. Pero puede ocurrir que esta posición se adopte de forma permanente, dando como resultado una persona distante, alejada de todo compromiso. Piensa como un héroe Este recurso permite a los coachees que se sientan orgullosos de sí mismos y se anclen en sus propias fortalezas y adquieran un rol de protagonistas. A priori, tenemos que generar un ambiente de confianza para poder realizar esta dinámica. Para ser un héroe hoy en día no hace falta matar un dragón, no hace falta hacer grandes gestos. Es igual de héroe quien realiza cambios pequeños, porque siempre hace falta convicción y coraje. • Imaginémonos que se pone en contacto con nosotros un director de cine que nos gusta y que nos pide que seamos los guionistas de la película de nuestra vida. Tendremos que escribir el guión de cómo queremos que siga nuestra vida. Podemos también escoger un actor que queremos que nos interprete en dicha película. • ¿Cómo es la película de nuestra vida? ¿Es un drama, una película de aventura, de persecución, de mafiosos, etc.? Nosotros somos los que sabemos mejor que nadie qué tipo de película estamos viviendo. • ¿Cómo quieres que siga esta película? ¿Qué final quieres que tenga? ¿De qué recursos dispones para que la película acabe como te gustaría? ¿Qué te falta? ¿Qué tendrás que hacer para conseguir los recursos que te faltan para que la película continúe y acabe como quieres? • El protagonista: ¿qué actor escoges para que te represente? ¿Qué personaje escoges? Siempre hay una razón para escoger un personaje, no es el fruto de la casualidad. • Este personaje, ¿qué dice de ti? • Y la película, ¿qué está diciendo de ti en este momento? DAFO Este recurso también resulta de gran utilidad para coachees de tipología emocional, ya que les conecta con sus fortalezas y evita que queden atrapados en sus debilidades y en las 49 cosas que no pueden cambiar. Es una herramienta que resulta útil al principio del proceso de coaching y que se utiliza para que el cliente tome conciencia de sus cualidades, su potencial y también de sus áreas de mejora. La palabra DAFO hace referencia a las iniciales de las cuatro palabras que caracterizan este cuadro de análisis: las Debilidades y las Fortalezas son internas (por ejemplo, una debilidad puede ser la susceptibilidad del cliente y una fortaleza podría ser su perseverancia), mientras que las Amenazas y las Oportunidades son externas (una amenaza puede ser, por ejemplo, la crisis económica, y una oportunidad puede ser trabajar en una empresa que no se ha visto demasiado afectada por la crisis). Este ejercicio del inventario es importante porque muchas veces nos encontraremos con gente que no tiene el vocabulario necesario para describirse a sí misma. A partir del trabajo del DAFO empezará la conversación con nuestro cliente. Por ejemplo, una vez hecho el DAFO se puede plantear la pregunta: de toda esta situación, ¿qué es lo que quieres cambiar? Hay variantes del DAFO que consisten en definir al individuo en relación con sus distintos roles: en tu rol de directivo, ¿qué te define? En tu rol de padre, ¿qué te define? El coaching tiene como objetivo fortalecer la autoestima del cliente. Por eso, en la lista el coach debe procurar que aparezcan el mayor número de fortalezas posible (sugerimos proponer al cliente que escriba diez fortalezas como mínimo), porque al mismo tiempo se utiliza como herramienta para fortalecer la autoestima, sobre todo si la persona tiene inseguridades o no se conoce bien a sí misma. Modelo de matriz DAFO: 50 Role playing Tal como apunta Leonardo Wolk (2006) en El arte de soplar brasas, el role playing resulta de gran utilidad para el entrenamiento de roles bajo la supervisión del coach, para la comprensión de las conductas humanas, los vínculos y los roles, pero sin interpretación alguna por parte del coach. El coachee (que es quien suele aportar el argumento de la historia a tratar) participa como protagonista y representa su papel como si fuera un hecho real. La finalidad que se persigue es expandir la capacidad de acción estratégica, acercando la distancia al objetivo a conseguir. La generación de contexto es esencial para el éxito de este tipo de intervenciones. Durante el role playing se utilizan diversas técnicas dramáticas. La escena que se representa al principio suele ser sugerida por el coach, quien jugará el rol o roles que requiera la situación. Más adelante, si se ha generado un ambiente de confianza adecuado, suele ser el propio coachee quien sugiere la dramatización de una situación. Esto suele ser producto del aprendizaje experiencial, que facilita que lo que no se llega a transmitir sólo a través de la conversación, pueda llegar a ser comprendido después de una dramatización, que además es una fuente donde se evocan emociones, imágenes y sensaciones más difíciles de olvidar. 2.3.3. Paradigma de referencia y recursos alternativos a la conversación con clientes/coachees de tipología mental «El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender.» Plutarco Las personas de tipología mental poseen un cuerpo mental dominante que gobierna sobre el físico y el emocional. Lo que piensan condiciona lo que sienten y hacen. Han de tomar conciencia y responsabilizarse de sus pensamientos y de su manera de interpretar la realidad, porque en la medida en que introducen cambios en este nivel, consiguen cambiar lo que sienten y lo que hacen, obteniendo así un resultado distinto. PARADIGMA DE REFERENCIA Paradigma de la abundancia vs. paradigma de la carencia 51 El modelo que caracteriza el paradigma de la abundancia se rige por la siguiente secuencia: SOY → HAGO → TENGO (por ejemplo, yo soy feliz, indistintamente de si hago más o menos cosas, y de si tengo más o menos posesiones). Este paradigma nos permite ser personas «sostenibles», desde el punto de vista de que pase lo que pase a mi alrededor, yo sigo siendo quien soy. Y si, por poner un ejemplo, me quedo sin trabajo y, por tanto, tengo menos dinero y no puedo permitirme ir de vacaciones o comprarme un móvil de última generación, yo continuaré siendo quien soy y mi valor personal se mantendrá indemne. El «paradigma de la abundancia» permite trabajar desde el SER, punto de partida y objetivo de todo proceso de coaching, y nos permite plantear a nuestros clientes desde dónde transcurre su vida: ¿tu vida supone un camino para SER, hacer o tener? ¿Qué quiere decir partir del ser? Yo ya soy todo mi potencial (como una nuez, su potencial es convertirse en un árbol). Como coaches debemos ser capaces de ver este potencial en nuestros clientes. En este sentido, el paradigma de referencia preferencial que debe favorecer un proceso de coaching con clientes de tipología mental es pasar de «la persona que soy» a «la persona que quiero ser», entendiendo que lo que tengo es el resultado de quién soy, y no al revés. El «paradigma de la carencia» regido por la secuencia SOY → HAGO → TENGO (por ejemplo, si tengo dinero, puedo comprar y tener muchas cosas, y entonces soy feliz). Éste es un paradigma de alto riesgo (como ha demostrado la crisis económica que estamos sufriendo actualmente), puesto que nuestro valor viene dado por nuestras posesiones y por la cantidad de actividades que hacemos. La crisis económica, siguiendo este ejemplo, ha cuestionado el valor de las personas en el momento en que han perdido sus posesiones o han dejado de hacer lo que hacían al perder su trabajo. Quien se mueve desde este paradigma está a merced de las circunstancias, puesto que en el momento en que son desfavorables, la persona pierde valor a sus propios ojos y a los de los demás. ¿Qué hago con lo que tengo? La clave está en la intencionalidad, con qué finalidad adquirimos este tener. La gracia de incorporar más «TENER» es la finalidad, la intencionalidad con la que lo incorporo. ¿Para qué quieres «tener»? Por ejemplo, aprendo una serie de cosas y obtengo más conocimientos para «llegar a ser el mejor profesional que pueda llegar a ser». RECURSOS ALTERNATIVOS Visualización 52 Esta técnica permite darse cuenta de hasta qué punto nuestra vida es coherente con quien queremos ser. A continuación, exponemos una propuesta de visualización extraída de la obra de Covey (1990): Visualízate mentalmente asistiendo al funeral de un ser querido. Imagínate conduciendo su coche al velatorio o a la capilla, aparcando y saliendo. Mientras caminas dentro del edificio adviertes las flores, la suave música de órgano. Ves los rostros de amigos y parientes. Sientes la pena compartida de la pérdida y la alegría de haber conocido al difunto que irradia de las personas que se encuentran allí. Cuando llegas al ataúd y miras dentro, de pronto te quedas cara a cara contigo mismo. Éste es tu propio funeral, que tendrá lugar dentro de tres años. Todas esas personas han venido a rendirte un último homenaje, a expresar sentimientos de amor y aprecio por tu persona. Cuando tomas asiento y esperas a que comience el servicio religioso, miras el programa que tienes en la mano. Habrá cuatro oradores. El primero pertenece a tu familia. El segundo orador es uno de tus amigos, alguien que puede hablar de lo que tú eras como persona. El tercer orador es un colega o compañero de trabajo. Y el cuarto proviene de alguna organización comunitaria en la que has servido. Ahora, piensa profundamente. ¿Qué es lo que te gustaría que cada uno de esos oradores dijera sobre ti y tu vida? ¿Qué tipo de esposo o esposa, padre o madre, te gustaría que reflejaran sus palabras? ¿Qué clase de hijo, hija o primo? ¿Qué clase de amigo? ¿Qué clase de compañero de trabajo? ¿Qué carácter te gustaría que ellos hubieran visto en ti? ¿Qué aportaciones, qué logros quieres que ellos recuerden? Mira con cuidado a la gente que te rodea. ¿Cómo te gustaría haber influido en sus vidas? ¿Qué te falta para llegar a ser la persona que quieres ser? Este ejercicio, realizando con seriedad esta experiencia de visualización, puede ayudar al cliente de tipología mental a conectar con algunos de sus valores más profundos y fundamentales y le permite al coach iniciar con él un diálogo profundo y transformador sobre quién quiere ser y hasta qué punto está viviendo actualmente su vida conforme a este ideal. Este ejercicio es muy útil para definir los hábitos que se quieren trabajar en un proceso de coaching. Al visualizar quién queremos ser, puedo comenzar a gestionarme hacia dicho ideal, actuando en función de las cosas que verdaderamente importan. Seis sombreros para pensar Edward de Bono (2005) propone un método sencillo pero efectivo para mejorar nuestra manera de pensar y evitar ser confusos e ineficaces. Si nos «ponemos» un sombrero, podemos centrar y enfocar nuestro pensamiento. Si «cambiamos» de sombrero, podemos redirigirlo. Si nuestro pensamiento se hace más preciso, nuestra argumentación resulta más centrada y productiva. Para esta dinámica, valoraremos nuestra decisión pasando por cada uno de estos «sombreros» y respondiendo con detalle a las siguientes preguntas: 53 Hechos, cifras, información objetiva. ¿Qué elementos objetivos tengo? ¿Hasta qué punto son reales o probables? ¿Qué está pasando? ¿Cuál es la situación sobre la cual debo decidir? Emociones y sensaciones, sentimientos. ¿Qué intuición tengo? ¿Qué emociones me despierta cada opción? ¿Cómo me siento ante esta situación? Lógico, negativo. ¿Parto de la buena base? ¿Es la única posible? ¿Qué variable importante me dejo por analizar? ¿Qué es lo peor que podría pasar ante cada una de las opciones posibles? Positivo, constructivo. ¿Qué es lo más positivo de todo? ¿Qué es lo que me hace más ilusión? ¿Qué pondré de mi parte para que todo vaya bien? ¿Qué es lo mejor que podría pasar ante cada una de las opciones posibles? ¿Qué intentaría si supiera que no voy a fracasar? 54 Creatividad, ideas nuevas. ¿Qué información nueva puedo aportar? ¿Desde qué posición nueva puedo mirar la decisión que hay que tomar? ¿Qué más puedo hacer? Control de los demás sombreros y pasos para pensar. ¿Qué necesito hacer a partir de ahora? ¿Hasta qué punto esta decisión es coherente o no conmigo mismo? ¿Con qué aspectos de mí mismo es coherente y con qué aspectos de mí y de mi entorno es incoherente? ¿Qué decido finalmente? Eje de valores triaxial Para las personas de tipología mental es muy importante trabajar los valores, y más cuando se presentan en forma de «reto intelectual», como es el caso del recurso de trabajo que propone Salvador García (1997) con su eje de valores triaxial: Dibujamos un triángulo invertido en una hoja o cartulina y proporcionamos unas papeletas para escribir en cada uno de los vértices aquello que nos interesa. La propuesta permite trabajar los valores del coachee de manera que se revisen desde tres fuentes importantes de satisfacción y desarrollo personal: saber vivir, saber compartir y saber trabajar. La pregunta central aquí es: ¿qué valores te definen y qué valores te faltan de cada eje para alcanzar la plenitud y el bienestar? ¿Cuáles te ayudan o te frenan en el logro de tus objetivos? Resulta práctico poder definir los seis valores más importantes que han permitido ser quien soy. Conviene tener muy presente que el máximo logro resultaría del equilibrio sostenible entre los tres ejes de valores (figura 9). A partir de aquí, para no quedarnos únicamente «con la foto» de la situación, hay que construir un PAM (Plan de Acción y Mejora) para desarrollar los ejes más desatendidos 55 o potenciar aún más los que se encuentran en un punto de mejora. 2.3.4. Paradigma de referencia y recursos alternativos a la conversación con clientes/coachees de tipología físico-emocional «Para crecer hay que renunciar temporalmente a la seguridad.» Gail Sheehy Recordemos que las personas de tipología físico-emocional son de naturaleza básicamente física, en cuanto que están orientadas a la acción y consiguen cambios en la medida en que actúan diferente. No obstante, y a diferencia de la tipología física pura, evitan realizar todas aquellas acciones que pudieran despertar emociones intensas que no pueden controlar. En este sentido, es frecuente que se muestren reacias a permanecer en determinados ambientes y en presencia de determinadas personas. PARADIGMA DE REFERENCIA Paradigma del Círculo de Influencia vs. Círculo de Preocupación La diferencia de este tipo con el tipo físico puro reside en que es el intento de controlar y reprimir determinadas emociones lo que constituye un freno para conseguir determinados objetivos. El cliente de tipología emocional necesita comprender la importancia de aceptar las propias emociones como un paso fundamental para culminar con éxito el proceso que se ha puesto a realizar. RECURSOS ALTERNATIVOS Anclaje El anclaje, técnica procedente de la PNL, permite facilitar el camino que nuestras emociones nos están impidiendo. El anclaje favorece el establecimiento de una asociación entre un estímulo y una respuesta. El objetivo es crear un «botón» en nuestro cuerpo, de tal manera que cuando activamos este punto, desencadene en nosotros una acción, el estado emocional requerido o un estado de excelencia. • Pregúntale al cliente qué estado desea evocar en una situación determinada. Pídele que 56 identifique un momento de su vida en el que lo haya experimentado. • Haz que el cliente elija dónde situar el ancla que va a utilizar y colócate cerca de tu cliente de tal forma que te resulte fácil aplicar el ancla en la parte del cuerpo donde tu cliente haya decidido instalar este «botón». • Ahora pídele que evoque el recuerdo de una situación en la que sí que dispuso del recurso que necesita. Ayúdale a asociarse con el recuerdo haciéndole preguntas acerca de lo que ve, escucha y siente. Pregunta en presente para que así se asocie mejor con el recuerdo. Por ejemplo: ¿qué ves?, ¿qué escuchas?, ¿qué sientes? • Exploración de la experiencia con patrones visuales, auditivos y cinestésicos. • Calibración: detectar el momento de máxima intensidad del recuerdo y aplicar el ancla, manteniéndola mientras se observe que la vivencia tiene la misma intensidad. • Cuando disminuya la intensidad de la vivencia, retirar el ancla y volver al presente, «rompiendo el estado» (para ello se le puede hacer una pregunta desconcertante o «zarandearlo» suavemente). • Comprobación: volver a activar el ancla. • «Puente al futuro»: imaginar una situación futura y activar el ancla. • Para que las anclas sean efectivas, deben cumplir los siguientes requisitos: 1. Haber sincronizado el estímulo con el estado cuando éste está en el clímax. 2. Ser únicas. 3. Ser fáciles de repetir. 4. Estar ligadas a un estado clara y completamente revivido. Cambio de postura Cuando una persona narra lo mucho que le cuesta hacer algo para conseguir un determinado objetivo, frecuentemente lo hace con una postura que refleja el estado emocional implicado. Un recurso que suele resultar de gran utilidad en los clientes de tipología físico-emocional consiste en hacerles de espejo de su propia postura para plantearles la posibilidad de modificarla y así cambiar el estado emocional. Este recurso le permite al cliente descubrir hasta qué punto un cambio de postura genera un cambio emocional, lo cual puede ayudarle a regularse emocionalmente en las situaciones que tiende a evitar. La Ventana de Johari La Ventana de Johari (figura 10), denominada así por sus inventores, Joseph Luft y Harry 57 Ingham, es un modelo de gran utilidad para describir el proceso de la interacción humana y explorar con mayor profundidad las propias relaciones intrapersonales. Cuatro paneles «ventanas» dividen el conocimiento personal en cuatro tipos, representados por sus cuatro cuadrantes: abierto, oculto, ciego y desconocido. Las líneas que dividen las cuatro ventanas son como las cortinas de la ventana, que pueden moverse mientras progresa una interacción. Para generar el gráfico de nuestra propia Ventana de Johari basta contestar con sinceridad a dos preguntas: «¿cuánto estoy dispuesto a escuchar lo que los otros dicen de mí?» y «¿cuánto me animo a decir aquello que opino, lo que me agrada y lo que me molesta?». Para cuantificar las respuestas les daremos un valor de entre 1 y 100 (la puntuación de 50 no es válida). Una vez elegida la puntuación, se traslada al gráfico como si fuera un diagrama con dos ejes y la marca se realiza en la puntuación elegida; así se habrá representado gráficamente el propio espacio interpersonal. En los clientes de tipología físico-emocional supone una forma práctica y sencilla de poner de manifiesto lo que les da miedo, a la vez que se favorece el autoconocimiento y se les ayuda a establecer un PAM con el objetivo de ampliar el área libre (figura 11). 58 AT (Análisis Transaccional) El Análisis Transaccional es una teoría del cambio y de la comunicación aplicada a la interacción de las personas, desarrollada por Eric Berne, médico y psiquiatra de Estados Unidos. Analiza las interacciones entre personas y con nosotros mismos, además de explicar cómo nos posicionamos ante los demás. Es una herramienta muy útil para los coachees de tipología físico-emocional, cuando en el proceso se hace necesario explorar las relaciones interpersonales y el modo de situarnos en ellas. Berne definió los estados del Yo como sistemas coherentes de pensamiento y sentimiento, manifestados por los correspondientes patrones de conducta. Todos los seres humanos manifiestan tres estados del Yo: • Padre (P): El Padre tiene comportamientos, sentimientos y pensamientos basados y cogidos de la 59 figura paternal. • Adulto (A): El Adulto tiene comportamientos, sentimientos y pensamientos centrados en la situación actual, orientados a la resolución de problemas. • Niño (N): El Niño tiene comportamientos, sentimientos y pensamientos reproductores de las interacciones infantiles. Veamos ahora los efectos que pueden tener en una relación los diferentes posicionamientos. Empezaremos por un ejemplo recurrente en relaciones de pareja y representado gráficamente en la figura 12: • Una mujer que se queja porque su marido se comporta como un niño, pero la mujer lo trata como a un niño y no le deja hacer nada en casa porque «él no sabe». Su actitud de «mamá» favorece una relación de Padre-Hijo. • Si el marido en cuestión ante las «reprimendas» de su mujer se queja de que lo trata como a un niño, convendrá plantearse hasta qué punto su forma de actuar pone en evidencia una actitud más propia de un niño que de un adulto. De hecho, las relaciones se establecen porque nos encajamos en los roles. El coaching ayuda a situarse de forma diferente y generar relaciones de A-A (Adulto-Adulto). Estos tres estados conviven con otros, dando lugar a las siguientes conjunciones: • Padre Nutritivo (PN) • Padre Crítico (PC) 60 • Adulto (A) • Niño Natural (NN) • Pequeño Profesor (PF) • Niño Adaptado Sumiso (NS) • Niño Adaptado Rebelde (NR) • Estado Padre: este estado se deriva de los padres que cada uno ha tenido y, por eso, lo llamamos estado padre del Yo. Contiene actitudes y comportamientos incorporados de procedencia externa. En este estado la persona siente, piensa, actúa, habla y responde igual que lo hacían sus padres cuando él era pequeño. –Padre Nutritivo: podemos diferenciar entre: • Padre Nutritivo Positivo (PN+): este estado se deriva de una madre o un padre que se muestran benévolos, protectores y nutritivos. Ayudan y dan permisos adecuados, explicando cuándo algo está bien y es justo, acariciando y consolando cuando conviene, haciéndose cargo de los problemas y favoreciendo las soluciones. • Padre Nutritivo Negativo (PN-): en algunas ocasiones podemos ser demasiado sobreprotectores. Podemos dar permisos inadecuados y ayudar menospreciando. Podemos ser demasiado posesivos y paternalistas, mostrarnos acaparadores y usar la demagogia como forma de relacionarnos. –Padre Crítico: podemos diferenciar entre: • Padre Crítico Positivo (PC+): en este estado uns persona puede comportarse protegiendo cuando es necesario, dando normas oportunas y orientando de forma convincente, velando por la seguridad de los demás. • Padre Crítico Negativo (PC-): comportamiento demasiado crítico, juzgando, evaluando, manteniendo, controlando, prohibiendo, acusando, protestando y renegando. La persona tiene una conducta muy severa y autócrata que inhibe a los demás y da miedo. Es un comportamiento de poseedor de la verdad y de todo. • Estado Adulto: este estado es aquel en el que la persona aprecia la realidad presente de forma objetiva, con el sentido adecuado, de forma organizada, apreciando objetivamente lo que le rodea, calculando las posibilidades y las probabilidades como base de su experiencia y conocimiento. Podemos encontrarnos con: –Adulto Positivo (A+): el adulto transforma los estímulos en elementos de 61 información y los procesa sobre la base de la experiencia anterior. Cuando la persona funciona de esta manera lo hace desde su Yo Adulto y de una forma positiva. –Adulto Negativo (A-): en según qué ocasiones, el ambiente proporciona datos erróneos o fallan los analizadores intelectuales o los sentidos. La persona puede engañarse, interpretar mal y creer alguna cosa que no es cierta. Puede ser que también actúe con demasiada frivolidad y con rigidez. • Estado Niño: el estado niño del Yo contiene todos los impulsos naturales, a la vez que las grabaciones de sus primeras experiencias y de cómo respondió a ellas, así como la postura que adoptó en relación con ellas, consigo mismo y con los demás. Este comportamiento piensa, actúa, habla y responde igual que lo hacía cuando era un niño. Podemos diferenciar entre: –Niño Natural (NN): es la parte del niño que juega sin impedimentos, que ríe o llora cuando lo siente. Se pone triste o contento en consonancia con los hechos. Dice las cosas como las ve, sin restricciones ni tabúes, sin prejuicios. Se sorprende con cualquier cosa y se revela con las anomalías del mundo. En realidad, este estado sería el que llegaría a poseer la persona sin coacciones exteriores. Este niño responde impulsivamente a las sensaciones de su grupo, llorando cuando tiene hambre, disfrutando cuando se siente cómodo y satisfecho, prefiriendo el placer al dolor y siendo desvergonzadamente sensual. Disfruta con la sensación y explorando, sorprendiéndose del descubrimiento de su cuerpo. No tiene ningún sensor interno que le diga que no. Algunas conductas propias del estado de niño natural son, por ejemplo: • Vestir de forma poco discreta y provocadora, ajeno al contexto. • Reír a carcajadas sin ningún tipo de contención. Ésta es la parte más valiosa de su personalidad. Añade encanto y cordialidad al trato, dando lugar al afecto, la espontaneidad, la sensualidad, la curiosidad y la imaginación. Las personas con un niño natural sano es probable que disfruten de la vida a la vez que son compañeros muy divertidos. No obstante, un niño natural no siempre será agradable y divertido: también puede ser egocéntrico, desmesurado, caprichoso y temeroso. Es, en resumen, la parte natural de la persona. –Pequeño Profesor (PF): es la parte del niño innatamente intuitiva, creadora, ilógica y manipuladora. Sin conocimientos especiales, el niño intuye lo que pasa a su alrededor. 62 Mira a su madre a la cara y decide si es mejor dejar de hacer lo que está haciendo. Comprende a la perfección el lenguaje no verbal y decide, desde el Pequeño Profesor, qué es lo mejor que puede hacer en esa situación. Estructuralmente, se trata del estado adulto pero en niño. Otro rasgo característico es que equilibra muy bien las demandas del mundo exterior y las de su propio mundo interior. Cuando en una persona madura continúa activo el Pequeño Profesor, a veces puede equivocarse e interpretar mal el lenguaje no verbal. El Pequeño Profesor es intuitivo y creador pero, a la vez, procede de una forma muy simple y primitiva. No razona, porque no tiene la estructura metodológica para hacerlo y, por eso, sus conclusiones pueden ser inconscientes. En este estado la persona tiene mucha habilidad para adaptarse y, con él, una persona puede manipular fácilmente. El Pequeño Profesor no siempre está bien informado. No ha vivido lo suficiente ni ha tenido las experiencias para estarlo. A veces, debido a esto, puede tomar decisiones equivocadas y sacar conclusiones erróneas. Por eso, muchas veces, cuando la persona funciona bajo la alternativa del Pequeño Profesor, llega a situaciones difíciles, problemas y malas soluciones. Este estado es adecuado que funcione en el Niño, pero también en el Adulto, porque puede ser genial y fantástico, pero también puede ser manipulador y egoísta. –Niño Adaptado: desde su nacimiento está sujeto a diferentes circunstancias de la vida. Los comportamientos de la madre y las decisiones que ella tome desde el momento del embarazo y hasta que el niño nazca influirán de forma determinante en su vida. El Niño Adaptado está en constante interrelación con el medio. Este proceso de adaptación dependerá de las condiciones ambientales y de las características personales. A los registros internos de sumisión es a lo que se le llama Niño Adaptado. Después de nacer el recién nacido comienza a adaptarse a las demandas del mundo exterior por su necesidad de sobrevivir. A causa de este contacto con el mundo desarrolla su forma de adaptación y descubre que teniendo la misma necesidad, los demás pueden tener distintas maneras de devolverle una caricia (transmisión). Los que distinguen la necesidad son los demás, por eso el niño se adaptará a esta transmisión y esto formará parte de su personalidad, principalmente influenciada por los padres. El niño tiene diversas posibilidades de adaptarse al medio: de una forma sumisa, acomodándose a las exigencias del exterior (y siendo, por ejemplo, un niño bueno), o puede ser que tenga tendencia a actuar haciendo lo contrario que se le pide (un niño 63 rebelde, un niño difícil). Como en los demás estados del Yo, podemos encontrarnos con el Niño Adaptado Sumiso Positivo (NS+) y el Niño Adaptado Sumiso Negativo (NS-), así como con el Niño Adaptado Rebelde Positivo (NR+) y el Niño Adaptado Rebelde Negativo (NR-). 2.3.5. Paradigma de referencia y recursos alternativos a la conversación con clientes/coachees de tipología mental-emocional «Mi mente es incapaz de concebir una cosa nueva como el alma. Puede que esté errado y que el hombre tenga un alma, pero yo simplemente no lo creo.» Thomas Alva Edison Al igual que los físico-emocionales, las personas de tipo mental-emocional tratan de evitar sentimientos profundos e intensos; pero en este caso su forma de hacerlo es refugiándose en su cabeza y en sus pensamientos. El coach puede ayudarles en la medida en que es capaz de permitirles el discurso completo y hacer la función de espejo de los propios pensamientos del cliente devolviendo feedbacks del contenido principal del mensaje que les ayuden a centrarse y a darse cuenta de lo que en el fondo quieren decir, en este caso, a través de recursos de focalización. PARADIGMA DE REFERENCIA Paradigma «pensar-sentir-hacer» Éste es un paradigma de referencia que facilita la focalización y la toma de conciencia de hasta qué punto mi manera de pensar determina mi forma de sentir y reaccionar, lo cual resulta imprescindible en los clientes de tipología mental-emocional. Por ejemplo, alguien que piensa que le están haciendo mobbing en el trabajo, se siente maltratado y rechazado, por lo cual adopta una actitud defensiva y, a la vez, de ataque permanente hacia sus posibles «agresores». RECURSOS ALTERNATIVOS Una forma útil y estratégica de trabajar desde este paradigma de referencia es mediante 64 las creencias irracionales de Ellis: 1. Aprobación. Tremenda necesidad de ser querido por los demás en cualquier actividad. Necesidad de aprobación (por ejemplo, «necesito que todo el mundo me quiera»). 2. Competencia. Necesidad de ser siempre absolutamente competente, inteligente y ambicioso en todos los aspectos, propio de las personas perfeccionistas (por ejemplo, «tengo que hacerlo todo perfecto»). 3. Maldad. Existen una serie de actos incorrectos o perversos por parte de los demás y debemos rechazar y menospreciar a quien los comete. Son creencias propias de personas maniqueístas, que se mueven en conceptos radicales del bien y el mal, los malos y los buenos; son personas ultraconservadoras (por ejemplo, «la gente que vive en el norte es gente fría y seria»). 4. Control. Es horroroso e insoportable que las cosas no salgan como uno quiere (por ejemplo, «no soporto que las cosas no salgan como tengo previsto»). 5. Exterior. La miseria humana que se padece nos viene dada por factores externos, la felicidad es el producto de la suerte o del destino (por ejemplo, «soy una persona sin suerte»). 6. Aquello desconocido. Obsesión y congoja por aquello que puede resultar peligroso (por ejemplo, «me aterroriza no saber lo que pasará»). 7. Apatía. Resulta más fácil eludir que afrontar las dificultades y responsabilidades en la vida. El escaqueador profesional a todos los niveles (por ejemplo, «prefiero no complicarme la existencia y continuar donde estoy»). 8. Dependencia. Necesidad obligatoria de alguien en quien apoyarse para tirar hacia delante. Imposible, por tanto, ir a contracorriente (por ejemplo, «no puedo vivir sin él»). 9. Historia. Aquello que nos afectó en el pasado continúa influyéndonos el resto de nuestra existencia. La felicidad es imposible por el lastre del pasado (Ej. «mi pasado ha marcado mi vida y no puedo superar lo que tuve que soportar»). 10. Emociones. No existe ningún control sobre las emociones y la persona resulta afectada por todo lo que pasa a lo largo de la vida, tanto para lo bueno como para lo malo (por ejemplo, «soy una persona muy impulsiva y cuando me enfado no puedo evitar gritar y decir cosas que no tendría que decir»). 11. Perfeccionismo. Hay que tener una solución precisa y perfecta para todas las cosas (por ejemplo, «tengo que saber siempre qué responder a la gente de mi equipo para que confíen en mí»). Las once creencias irracionales de Ellis (1977a) se pueden resumir en tres ideas irracionales básicas, exigencias absolutistas o necesidades perturbadoras en forma de «debería», «tengo que», con respecto a: 65 1. Uno mismo. Por ejemplo, «tengo que hacerlo todo bien y merecer la aprobación de los demás por mis actuaciones». 2. Otra/s persona/s. Por ejemplo, «tú tienes que tratarme bien y de forma justa». 3. El mundo, la vida. Por ejemplo, «el mundo debería ser distinto y ofrecerme unas condiciones buenas y fáciles para conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo o incomodidad». Cuando estas exigencias no se cumplen, surgen los pensamientos cargados de emociones derivados de estas exigencias absolutistas: • Tremendismo: por ejemplo, «es terrible». • No-soportantitis: por ejemplo, «no puedo soportarlo». • Condena: por ejemplo, «soy un inútil» En estos casos, pedimos al cliente que identifique cuáles son las creencias que dirigen su vida, para poder ver a posteriori cómo le boicotean en situaciones reales y cotidianas de su día a día. Cuando alguien tiene creencias irracionales, suele trasladarlas a la práctica de forma radical. El problema principal radica en cruzar (a veces de forma totalmente inconsciente) la delgada línea que separa la preferencia (aquello deseable), que genera una emoción negativa saludable (por ejemplo, «me desagrada que me trates de forma maleducada»), de la exigencia (por ejemplo, «tienes que tratarme bien»). En este caso, podemos llegar con facilidad a una emoción perturbada y negativa, puesto que es difícil que esta exigencia se cumpla siempre con todas las personas. Después de identificar las creencias irracionales más significativas para el coachee, éste deberá valorar de 0 a 10 las que haya señalado. Luego se le formularán una serie de preguntas: • ¿Qué precio pagas por esta creencia? • ¿Qué efectos tiene actualmente continuar manteniendo esta creencia? • ¿En qué te está limitando? • ¿En qué te está ayudando? • ¿Qué justifica que esta creencia esté vigente? El Diario de autorregistro es un ejercicio que debe realizarse diariamente y sirve para evidenciar cosas. Cada día (suceda o no algo especial) la persona registra los hechos que demuestren lo contrario de la creencia irracional: 66 • Diario de aptitud: cada día se deben registrar los hechos que demuestren lo contrario de la creencia irracional (por ejemplo, si mi creencia es «Soy un inútil», el diario de aptitud recogerá hechos del día que rebatan esta creencia, como situaciones en las que haya resultado competente). • Diario de comparación de creencias: escribir las evidencias o argumentos que demuestren la irracionalidad de la creencia (por ejemplo, si me creencia es «Tengo que ser agradable y gustar a todo el mundo para aceptarme», podemos rebatirlo diciendo: «¿Dónde está escrito que tenga la obligación de ser agradable y gustarle a todo el mundo?» o «Puedo aceptarme a mí mismo independientemente de que sea agradable y le guste a todo el mundo o no»). • Diario predictivo: consiste en rebatir por escrito los argumentos irracionales sobre las consecuencias futuras, los que me dicen que si hago una determinada cosa, sucederá otra (por ejemplo, «si reclamo lo que es mío, tendrá consecuencias»). En cualquier caso, lo saludable es conseguir que el proceso de coaching facilite el paso de la exigencia a la preferencia (por ejemplo, pasar del «tengo que hacerlo perfecto» a «me gusta que las cosas me salgan bien»). Hoja de ruta Recurso para trabajar la «misión» de forma rápida e inductiva. Procedimiento: 1. Pedir al coachee que elija como mínimo 3 situaciones de su vida profesional (o personal) en las cuales se ha sentido altamente competente y exitoso y que describa brevemente cada una de ellas (una variante es que las puede escribir). Ejemplo: • Situación de éxito 1: terminar la carrera con excelentes resultados académicos y trabajando simultáneamente. • Situación de éxito 2: cambio de trayectoria profesional. • Situación de éxito 3: conferencia ante más de un centenar de personas. 2. Elegir 6 sustantivos y 6 verbos que compartan las 3 situaciones. • Sustantivos: coherencia, disciplina, autoconfianza, trabajo, profesionalidad. • Verbos: actuar, reflexionar, motivar, promover, decidir, cambiar. 3. Ahora elegir 3 sustantivos y 3 verbos de los anteriores descritos. • Sustantivos: coherencia, vocación, profesionalidad. 67 vocación, • Verbos: motivar, promover, decidir. 4. Enseguida, buscar un sustantivo y un verbo nuevo en ambos casos, que abarque los 3 sustantivos y los 3 verbos del paso anterior (deben ser nuevos y no repetirse los anteriores mencionados). • Sustantivo: pasión. • Verbo: hacer. 5. Con el sustantivo y el verbo resultante, crear una frase que los refleje a ambos y que conecte realmente con su SER. Misión: «Hacer de mi pasión mi profesión». Libreta de las «ollas» El registro escrito evita el pensamiento circular y repetitivo característico de las personas de tipología mental-emocional. En este caso, proponemos una narrativa de cinco minutos diarios de todo lo que al coachee le pase por la cabeza, sin filtros, de tal manera que pueda plantearse y escribir a partir del siguiente guión de preguntas: 1. ¿Qué me ha pasado hoy? 2. ¿Cómo me hace sentir? 3. ¿Qué puedo aprender? 4. ¿Cómo puedo aplicar mañana mismo este aprendizaje? Metáforas Las metáforas salvan las defensas del consciente. Nuestra mente ha sido programada, a lo largo de nuestra vida, para protegerse de lo inverosímil y lo extraño. El inconsciente, en cambio, tiene criterios y valores propios y está mucho más abierto a lo desconocido. En el proceso de cambio, para crear una metáfora útil, hay que tener muy claro cuál es el estado actual y cuál el estado deseado de la persona a la que se le va a explicar la historia, puesto que la metáfora será el viaje de un estado a otro. En el caso de los clientes de tipología mental-emocional, la metáfora les permite tener un feedback más poderoso, ya que nos ayuda a conversar de forma aséptica sobre los temas que pueden resultarle más incómodos a nuestro coachee. Por ejemplo, si trabajamos con una adolescente que se siente distinta a los demás porque siente que nada a contracorriente, podemos poner el ejemplo de los salmones, que también nadan a contracorriente, pero no por eso dejan de ser peces… 68 Una vez «lanzada» la metáfora, no hace ninguna falta un «comentario de texto». Nuestros coachees le darán la interpretación y el uso más adecuados a su propia realidad. Los pasos para construir una metáfora efectiva son los siguientes: Examinar el estado actual y el estado deseado: 1. Identificar el problema. 2. Identificar los detalles característicos del problema. 3. Especificar los cambios que se desean. 4. Identificar qué te detiene para lograr lo que quieres. Conjugar elementos de ambos estados: lugares, tiempo, objetos. Elementos de los tres principales sistemas representativos: visual, auditivo y cinestésico. Escoger un contexto apropiado para la historia (que interese a la persona a la que se va a explicar la metáfora) en el que se cambien los elementos del problema por otros elementos, manteniendo la relación existente entre ellos. Realizar la trama isomórficamente; por ejemplo, identificando un ambiente de trabajo conflictivo como si sucediera en la selva y cada animal representara a alguna persona concreta (en el caso de que nuestro cliente se sintiera vulnerable en el trabajo, podría ser representado por un ciervo, y si el cliente sintiera miedo de su jefe, al jefe podríamos representarlo a través de la figura de un tigre). Determinar la solución incluyendo el resultado deseado y el reencuadre del problema inicial. Es importante partir, formalmente, del estado presente y conducir mediante una estrategia de conexión hacia el estado deseado. De esta forma, mientras el hemisferio izquierdo está «entretenido» siguiendo la línea argumental, el inconsciente capta el mensaje. En el caso de la tipología mental-emocional, debido a la dificultad que tienen para 69 hablar de forma explícita de sus propias emociones, el uso de metáforas puede resultar de gran utilidad en cuanto que les facilita poder hablar de lo que les sucede con un cierto distanciamiento (están hablando de la metáfora y de su significado y no de ellos), lo cual puede resultar de vital importancia para el éxito del proceso. Mandala Representación esquemática o simbólica de la visión del cliente a cinco años vista. En una cartulina dibujamos un círculo, el cual dividimos en cuatro cuadrantes, con instrucciones para cada cuadrante de la siguiente forma: 1. Cuadrante superior izquierdo: «quién quiero ser en el año 2018». 2. Cuadrante superior derecho: «qué quiero aprender para serlo». 3. Cuadrante inferior derecho: «de qué quiero desprenderme y dejar para ser esa persona» del cuadrante 1. 4. Cuadrante inferior izquierdo: «cuáles serán mis fuentes de energía». 5. Escribir un lema que nos identifique, que nos dé fuerza, que nos ayude a conectar, el lema de mi vida, etc., en la parte inferior del círculo. Usando recortes de periódicos, revistas de todo tipo, principalmente imágenes, el coachee construye su propio mandala. 70 71 3. Casos prácticos de aplicación del coaching tipológico En el presente apartado presentamos casos prácticos donde se ejemplifica la intervención realizada en procesos de coaching en función de la tipología del cliente o coachee. 3.1. Casos prácticos con clientes/coachees de tipología física Caso práctico 1 María es una abogada de 50 años. Lleva veinticinco años ejerciendo y dirige su propio bufete con varias personas a su cargo, todas mujeres. Su educación y su formación le llevan a dirigir a su equipo intentando que todas las personas que forman parte de él se sientan cómodas y a gusto en sus respectivos puestos de trabajo. Esta situación acaba generando un estado de «relajación» excesiva, sobre todo, por parte de la secretaria y una de las abogadas. La falta de tiempo y el volumen de trabajo del día a día la arrastran hacia un círculo vicioso que le impide dedicarse a definir con precisión el perfil de colaboradores que su equipo necesita. Esto supone seleccionar las personas equivocadas de forma precipitada cuando surge la necesidad de contratar a alguien más, además de pagar un precio muy alto por ello, al rodearse de un equipo de colaboradoras de quien desconfía, lo cual le impide delegar. Así pues, a sus tareas de dirección se suman las que no se atreve a delegar en las personas de su bufete. Los indicadores que me permiten detectar que se trata de una persona de tipología física es su evidente orientación a la acción. A nivel corporal, también supone una pista su estructura corporal fuerte y cuadrada. Es una trabajadora nata y con mentalidad competitiva y ganadora, mentalidad que la hace entrar en crisis cada vez que comprueba que se equivoca con la selección de personas para el despacho. 72 Su necesidad de «hacer algo» (muy propio de la tipología física) para solucionar su problema conduce a María a solicitar un proceso de coaching siguiendo los consejos de un colega de profesión, a quien le une una gran amistad y con quien tiene la suficiente confianza como para comentarle su «problema». Respetando la tipología física que define a María, nos centramos en la elaboración y la aplicación de un protocolo de selección de personal (ya que es ella misma quien lleva a cabo este proceso de selección). La valoración de los resultados no la podemos realizar durante el proceso de coaching, ya que no se da la situación de tener que seleccionar personal, aunque sí que consigue crear un protocolo de entrevista aprovechando la experiencia de situaciones anteriores. Mi seguimiento como coach a lo largo de todo el proceso permitió a María disponer de un tiempo real para definir los perfiles profesionales que necesitaba su empresa y, a partir de aquí, definir las preguntas que le permitieran comprobar si las personas candidatas respondían al perfil requerido. Aprovechando el paradigma del Círculo de Influencia y el Círculo de Preocupación, recurso especialmente útil con las personas de tipología física, trabajamos todo aquello que ya podía llevar a cabo para mejorar la situación del despacho sin despedir a nadie. Parte de este trabajo se centró en la práctica de la asertividad con sus colaboradoras en el momento en que sus actitudes no respondían a sus expectativas, evitando las explosiones de rabia a las que sus colaboradoras ya estaban habituadas. Las diferentes sesiones también resultaron una oportunidad para aprender, determinar y poner en práctica el liderazgo situacional. Kenneth Blanchard (2003) define el concepto de «liderazgo situacional» como la adaptación del estilo de liderazgo en función de la persona o la situación que hay que afrontar, lo que le permitiría ser coherente con un «don» que no quería reconocer en ella misma, por su propia educación y por lo que tiene de peyorativa la expresión: «saber mandar». En este caso, si «mandar» para ella significa ser una tirana autoritaria, acabará practicando indiscriminadamente la democracia forzada (incluso cuando «no toca»). La voluntad de parecer democrática acabó generando «reunionitis» con su equipo para decidirlo «todo entre todas», cayendo en reuniones innecesarias para tomar decisiones muchas de las cuales no solían ponerse en práctica. Esta democracia mal entendida acabó generando un clima de «amistad» incompatible con un nivel de trabajo efectivo. El hecho de haber reconocido la reveladora misión, «mandar», además de la práctica disciplinada de todo lo acordado a través del compromiso del PAM, le permite lograr la coherencia interna que hace de María una líder genuina y eficaz, para la alegría de su actual equipo renovado. La tipología física de María dificultaba empatizar con sus colaboradores de tipología 73 emocional, lo cual generaba continuos conflictos interpersonales que enrarecían el clima de trabajo. Como coach me resultó mucho más estratégico facilitar a María la toma de conciencia de las consecuencias de las acciones que emprendía, así como de las consecuencias de su forma de tratar a los demás. Esta última determinaba en gran medida la respuesta que obtenía de su equipo, por lo que un cambio en su actitud propició relaciones de mayor calidad que la ayudaron a conseguir su objetivo. Caso práctico 2 Juan es un empresario soltero de 32 años en el sector de la restauración. Su vida estaba absolutamente centrada en el trabajo, llegando al extremo de definirse como un adicto a él. Su dedicación exclusiva había hecho posible que a una temprana edad estuviera regentando un restaurante y un pub musical de gran prestigio en su ciudad desde hacía años. Tenía en mente un nuevo proyecto, que suponía abrir un gran espacio que albergara a la vez un restaurante y un bar musical que estuviera abierto todo el día para atender cualquier tipo de necesidad, como ofrecer desayunos por las mañanas, menús al mediodía y cenas y bar de copas con baile por la noche. Juan, un hombre atractivo, fuerte y de buena presencia, con un carácter sociable y buenas relaciones públicas, se daba cuenta de que antes de empezar este nuevo proyecto tenía que ordenar algunos aspectos de su vida. Y éste era su objetivo: ordenar su vida. Considero relevante señalar que durante todo el proceso de coaching, con sesiones semanales durante un período de seis meses, Juan se desplazaba muchísimos kilómetros cada semana para venir a mi despacho a realizar las sesiones correspondientes de una hora, dejándome muy claro que «haría lo que hiciera falta para conseguir su objetivo». Con una disciplina, una perseverancia y una capacidad de trabajo admirables, fue trazando un PAM que fue cumpliendo a rajatabla. Empezamos por poner orden a su agenda semanal, para poder fijar espacios que pudiera dedicar a su vida personal. Por ejemplo, volver a recuperar el hábito de practicar deporte (había sido un excelente tenista años atrás y era algo que necesitaba poder recuperar urgentemente como hábito para mejorar su estado físico, mental y emocional). Otro aspecto que quiso mejorar de manera primordial fue su nivel de vida social con sus amigos fuera del trabajo (aunque éste le permitía reencontrarse con ellos en el restaurante o en el pub musical, siempre lo hacía desde un rol de empresario, del que no lograba desprenderse por muy amigos que fueran). En cuanto a su tiempo personal, también fijó en su agenda semanal los espacios dedicados a pequeños placeres, como tiempo para leer el periódico por la mañana antes 74 de empezar la jornada laboral, o para comer sin interrupciones al mediodía, lo cual supuso dejar de comer en el restaurante, como tenía por costumbre, lo que generaba un estado de alerta constante y las inevitables interrupciones de la gente de su equipo o de clientes que querían saludarlo o hablar un rato con él. A continuación, continuamos con un PAM de tipo profesional, para empezar a definir las tareas concretas para cada uno de los miembros de su equipo que le permitieran poder conseguir lo que no se había permitido hasta ahora por su necesidad de control y – por qué no reconocerlo, como él lo hizo–, por su poca confianza en los demás: se trataba de empezar a delegar. Esto supuso fijar reuniones semanales con su equipo, repartir y establecer tareas para cada miembro del grupo y crear un protocolo de actuación para el personal de nueva incorporación (en este sector de gente joven, la rotación de trabajadores suele ser muy elevada y acababa resultando inviable dedicar tanto tiempo al personal nuevo para ponerlo al día, con las consecuencias que esto tenía, por otra parte). La elaboración de un protocolo minimizó notablemente este problema. Por otro lado, las reuniones semanales permitieron a Juan y al equipo estar al día de las necesidades, novedades y cambios, por lo que empezó a generarse un equipo mucho más estable y sostenible en el tiempo, ya que cada miembro del mismo empezó a encontrar su sitio en la empresa, y era más fácil poderse hacer responsable de algo que se consideraba como propio. Actualmente, Juan ha abierto este nuevo espacio restaurante-bar musical que es un lugar de referencia en su ciudad. Además, al generarse este espacio personal en su agenda, el hecho de reavivar su ámbito social le permitió conocer a la mujer que actualmente es su pareja, con quien acaba de tener una hija. Su proactividad ha hecho posible que todo se haya puesto en su lugar y ha logrado ser una persona con una vida ordenada y con todos los ámbitos vitales en un nivel óptimo. 3.2. Caso práctico con clientes/coachees de tipología emocional Caso práctico 3 Rosa, diseñadora de moda de 30 años, creció bajo la influencia de su madre, diseñadora de renombre y empresaria. El nivel de exigencia y la ausencia de reconocimiento de su madre, así como la escasa relación afectiva entre ambas, hacen de Rosa una mujer luchadora, con ansias de reconocimiento externo y, sobre todo, por parte de su madre, con quien trabaja en la empresa de diseño de moda. Rosa, mujer de gran sensibilidad y susceptible a las críticas, lo valora todo desde el 75 filtro emocional, lo cual la hace pasar por situaciones de emociones intensas, en ocasiones positivas y negativas en otras. Es una persona pasional, que no pasa desapercibida ante los demás, a la vez que siempre se muestra próxima y amable. Esta clienta de tipología emocional inicia un proceso de coaching cuya demanda pasa por conseguir lograr un ambicioso reto profesional, que consiste en llevar sus colecciones a las mejores pasarelas por su propio talento, desligado del reconocimiento de su madre. Los primeros indicadores que me ayudan a descifrar su tipología son, en primer lugar, su estructura corporal y su rostro, de formas redondeadas y suaves, así como la necesidad imperiosa de explicar su situación y las emociones que la acompañan. La descripción de su meta viene acompañada de una necesidad imperiosa de expresar sus sentimientos, sus frustraciones y su malestar. Narra con detalle los efectos de crecer bajo la sombra de una madre famosa, así como la presión de ser «la hija de» y «tener que dar la talla» para demostrar a su madre y a los profesionales de la moda que ella también es una profesional excelente. Mi principal intervención pasa por una escucha activa que legitime sus emociones y que facilite a Rosa realizar un necesario «vaciado emocional», para que, de forma autónoma y respetuosa con su tipología, pueda ir vislumbrando sus propias soluciones una vez apartados «los árboles» que le impedían «ver el bosque». Resulta emocionante descubrir cómo ella misma, a través de su propio discurso, va ordenando sus ideas, va responsabilizándose de sus emociones al ir interiorizando el discurso de protagonista versus el de víctima que la caracterizaba, sobre todo en épocas con un estado emocional de mayor desánimo. Como coach, mi participación está muy enfocada a ir haciéndola responsable de sus emociones y de los efectos que provoca su manera de pensar y reaccionar, confrontando de forma sutil y respetuosa sus incongruencias. Progresivamente, su discurso empieza a cambiar, pasando del rol de víctima, al cual está tan acostumbrada, al de protagonista, que la fortalece para asumir sus retos aprovechando la fuerza que le otorga su carácter pasional. En el momento en que Rosa empieza a sentirse diferente y siente que empieza a tomar las riendas de su vida asumiendo un papel de protagonista, con la responsabilidad que esto supone, es cuando se siente preparada para lograr los cambios que le permitirán conseguir su objetivo. Preguntas como las que formulamos a continuación facilitaron la consecución de su objetivo desde su nuevo rol de protagonista de su propia vida: • ¿Qué puedes hacer, que sólo depende de ti, para aprovechar la oportunidad que te brinda ser la hija de quien eres? 76 • ¿Cuál es tu valor añadido en el mundo del diseño de moda? • ¿Qué estás dispuesta a hacer, como protagonista que ya eres de tu vida, para crear tu propia marca y ser un referente? • ¿Qué quieres aportar al mundo del diseño con tus creaciones? Actualmente, su elección de querer ser protagonista de su vida le permite cuestionarse su propio discurso boicoteador en cuanto surge, sin necesidad de tener un coach a su lado para que le vaya haciendo de «Pepito Grillo» en todo momento, afianzando su liderazgo personal. Por otra parte, opta por dedicar una parte de su tiempo libre al voluntariado en comedores para gente sin recursos, una realidad muy alejada de su vida y a la cual ella no quiere darle la espalda. Caso práctico 4 En este caso, nos encontramos con Carlos, subdirector de una entidad bancaria de 33 años, que se plantea un cambio profesional, deseado desde hace tiempo, lo cual le ha llevado a prepararse desde hace años a través de la formación en diferentes másteres universitarios para poder llevarlo a cabo. A pesar de su sólida preparación y sus intentos para lograr este cambio, las dificultades para materializar su sueño y pasar a la acción acaban por impedir cualquier avance, generando frustración y un sentimiento de incompetencia con respecto a sí mismo. Por otra parte, parece que no cuenta con la total confianza del director de la sucursal, lo cual también dificulta sus avances, puesto que no recibe ningún tipo de reconocimiento por el trabajo bien hecho, mientras que los errores son duramente reprendidos. Carlos es una persona orientada al sentir. Su estructura corporal y su rostro suave y redondeado, y su naturaleza auditiva que se pone en evidencia en el momento en que recrea fielmente los mensajes destructivos de su jefe hacia él, y que prácticamente recuerda al pie de la letra, me permiten descubrir que Carlos es una persona de tipología emocional, y su jefe, de tipología física. A su jefe sólo le importa conseguir que las cosas se hagan en su oficina de la forma que él considera la más oportuna. Para lograrlo, no le importa vociferar o humillar a un colaborador delante de quien sea cuando no lo consigue. Como persona de tipología emocional, Carlos es una persona muy afectuosa que da gran importancia a las relaciones interpersonales en cualquier ámbito, tanto personal como profesional. Esta necesidad propicia que, de forma colateral al inicio del proceso de coaching, Carlos me plantee la posibilidad de poder introducir temas de su día a día profesional como directivo de la entidad bancaria en el caso de que surja alguna 77 «emergencia», a lo cual accedo sin inconveniente. El proceso de coaching empieza y las primeras sesiones transcurren atendiendo a las «urgencias» del día a día. Esto nos lleva a replantear el objetivo del proceso de coaching, que pasa por incrementar su liderazgo con su equipo, un desarrollo de sus competencias que le otorgará bagaje y credibilidad para el salto profesional que se plantea en un futuro próximo, ya que quiere dedicarse al coaching ejecutivo. Es decir, lo que de entrada parece un «tema satélite» pasa a tomar total protagonismo durante el proceso de coaching en cuanto queda definido «para qué» necesita y quiere mejorar como directivo. Su mejora como directivo le permitirá ser mejor coach en el futuro. Una vez dotado de total sentido este objetivo que parecía secundario, entramos de lleno en el desarrollo competencial como directivo, trabajando a partir de las situaciones del día a día, la gestión de conflictos interpersonales y, sobre todo, la regulación emocional que estos conflictos le generan. Atendiendo a su tipología emocional, como coach practico una escucha activa, legitimando sus emociones, pero responsabilizándole a la vez de las mismas. Mi apoyo y reconocimiento como coach le permiten ir recuperando su vitalidad y alegría características propias de sus momentos de plenitud. Su revitalización facilita un mayor grado de apertura, que le permite empatizar mejor con la otra parte (en este caso su jefe, que es la persona que realmente le está generando gran parte de su malestar). En el caso de Carlos, opto también por trabajar con él las posiciones perceptivas, de tal forma que logremos que se disocie de su propia posición y valore la situación desde la posición de su jefe. De esta forma, conseguimos «arrancar» al coachee de su posición de víctima respecto a su jefe, y logramos que verbalice la finalidad positiva que se esconde detrás de la actitud inflexible de éste. «Sorprendentemente», en el momento de ocupar la «segunda posición», en la cual adopta y representa el papel de su jefe, logra verbalizar lo que jamás podría haber verbalizado si siempre hubiera hablado desde él mismo. Escucharse a sí mismo, hablando desde el rol de su «enemigo» y dando razones (¡que las hay!) de los motivos que explican por qué hace lo que hace, es altamente transformador. Por otra parte, escucharse verbalizando desde el rol del jefe lo que Carlos le hace sentir con su actitud y descubrir que su jefe también sufre es absolutamente revelador. El proceso de coaching va consolidando un cambio de paradigma que nos permite trabajar el PAM desde un rol protagonista, a la vez que vamos favoreciendo el desarrollo de sus competencias de liderazgo personal y de equipo para aprender a aceptar y convivir de forma sostenible y eficaz sin estar a merced de lo que puedan decirle o dejarle de decir. Carlos ES, siempre y en todo momento, indistintamente de lo que puedan decir y pensar 78 los demás. 3.3. Casos prácticos con clientes/coachees de tipología mental Caso práctico 5 David, alemán de 32 años residente en España desde hace cuatro, con gran dominio de cinco idiomas, trabaja como director del área de ventas de una multinacional. David solicita mis servicios para empezar un proceso de coaching que facilite la toma de decisiones que le conduzcan a un posible cambio profesional. Las características de David me permitieron vislumbrar en él a una persona de tipología mental. David es una persona muy racional, expresa con claridad sus pensamientos y tiene su discurso muy bien estructurado, y es un buen comunicador a pesar de que no habla en su lengua materna. Deja patente una cierta timidez al tener que hablar de sí mismo «a una extraña», situación a la cual no está acostumbrado, como persona reservada que es en relación con su vida privada. De todas formas, la confianza que se genera entre ambos y los progresos que se van dando a lo largo del proceso de coaching desde la primera sesión, facilitan que David se abra sin resistencias para permitir que le pueda acompañar mejor. ¡Tengo que reconocer que descubrir a David ha sido como descubrir «el tesoro mejor guardado del planeta»…! La toma de decisiones que le motiva a empezar un proceso de coaching también incluye la valoración de la situación de su pareja ante los cambios previstos. Estas sesiones dedicadas a valorar las consecuencias de su decisión en su pareja, una mujer de tipología mental-emocional a quien también acompaño como coach, favorece que David pueda entender mejor ciertas reacciones de tipo emocional de su pareja que, de entrada, no logra comprender. La tipología mental de David, que además goza de un sistema coherente y funcional, permite establecer un proceso de coaching depurado, donde la conversación, las preguntas poderosas, la reflexión, la evaluación de la sostenibilidad de las alternativas de solución y el diseño de un PAM concreto y medible resultaron los protagonistas sesión tras sesión, haciendo posible un proceso de coaching «de libro». Un proceso de coaching absolutamente transformador permitió definir su visión, su misión y sus valores, para que, a continuación, pudiera diseñar su propio PAM personal y profesional en consonancia con lo definido. • Este PAM empezó a ser secuenciado, determinando fechas a corto, medio y largo plazo para su implementación. Los objetivos a corto plazo, más ligados al cambio profesional, permitieron 79 generar una transición sostenible, tanto a nivel familiar como a nivel económico, para permitir que los cambios necesarios no resultaran traumáticos, sino progresivos, realistas y estratégicos. • El proceso de transición permitió respetar el valor de la seguridad que lo define como persona, elaborando un PAM que permitiera no arriesgarse de forma innecesaria despertando el miedo que, de alguna forma u otra, fue uno de los detonantes que derivaron en el inicio del proceso de coaching. A lo largo de las sesiones vamos calibrando las consecuencias de las decisiones que debe tomar, así como el PAM que se deriva de las ya tomadas. En este sentido, la metodología de «los seis sombreros para pensar» resultó una herramienta muy eficaz para valorar de forma completa cada decisión a tomar. • «Curiosamente», su propia transformación interior y su proceso de liderazgo personal le generaron increíbles oportunidades profesionales, que le condujeron a cambiar de país para alcanzar sus sueños y lograr la vida que quería llevar, caracterizada por el mantenimiento del equilibrio entre su vida personal y su vida profesional. Caso práctico 6 Raquel es una mujer joven de 27 años. Hace tres que acabó un MBA en ESADE con excelentes resultados, ajena al ambiente competitivo que caracterizaba su entorno y a la mayoría de sus compañeros. Siguiendo, sin ser demasiado consciente de ello, el guión de vida marcado por sus padres, decidió estudiar oposiciones para acceder a una plaza como funcionaria de la Inspección en la Administración pública. Después de tres años de sacrificio absoluto, con jornadas de estudio maratonianas de mañana y tarde, sin fines de semana ni vacaciones, a lo cual su pareja, su familia y sus amigos estaban acostumbrados, el año que se convocaron las oposiciones (lo cual supuso tres años de espera y de estudio a full time) empezó a dudar de ella misma. Estudiante brillante durante toda su trayectoria académica, sin evidencias objetivas que pudieran justificar sus crecientes dudas respecto a su capacidad para aprobar las oposiciones, sus inquietudes empezaron a mermar su capacidad de concentración, su equilibrio y serenidad habitual y su autoconfianza. A pesar de todo el apoyo personal recibido por parte de su pareja, familia, amigos y el profesorado de la academia donde se preparaba, esta sensación de incompetencia la acompañó en la preparación durante los últimos meses hasta el momento de celebrarse las oposiciones. Superó la primera prueba, pero suspendió la segunda. En aquel momento, le pareció que el mundo se le hundía a sus pies. Tanto sacrificio personal, tres años de su vida «malgastados»… ¡para nada! Una anécdota personal supuso un revulsivo que generó en Raquel la necesidad de replantearse su vida: una amiga íntima perdió a su novio en un accidente de moto y Raquel se enteró dos semanas después a través de otra amiga. Su sorpresa fue mayúscula 80 al descubrir que no se había enterado de una desgracia de semejante magnitud. En un encuentro al cabo de unos meses, Raquel preguntó a su amiga por qué no le había comunicado esta mala noticia y ésta le dijo que estaba siempre tan pendiente de estudiar y se mantenía tan al margen de todo y de todos, que prefirió no decírselo. La explicación de su amiga la dejó en estado de «shock» durante unos días, sobre todo cuando empezó a repasar qué había sido de ella y de su vida durante los últimos tres años. ¡Lo único que había hecho era estudiar! A partir de aquí, y a pesar de la presión familiar para volver a presentarse, Raquel quiso plantearse qué es lo que realmente quería y decidió empezar un proceso de coaching. Lo explicado anteriormente (persona encerrada en la mente) justifica claramente poder identificar a Raquel como coachee de tipología mental. Otros indicadores confirmaron esta identificación: estructura corporal fina y alargada, reservada con sus sentimientos y muy introvertida (hasta el punto de que le incomodaba, tal como comentó en una de las sesiones, entrar en una tienda sólo a mirar o consultar por sentirse con la obligación de comprar algo). Teniendo en cuenta que las personas de tipología mental creen imprescindible considerar al coach una persona competente, Raquel decidió venir después de informarse detalladamente y de que se lo recomendara una amiga suya que trabaja como coach, a quien yo conocía personalmente. Raquel me comentó que había estado buscando información sobre mi trayectoria en Internet y que, después de pensárselo mucho y sin tener la completa seguridad de que la pudiera ayudar, animada por los consejos de su amiga, había decidido venir. El hecho de ponerle las cartas sobre la mesa desde nuestro primer encuentro y dejarle a Raquel muy claros el alcance y los límites del coaching, así como su papel protagonista en el proceso, facilitó establecer un vínculo de confianza basado en la transparencia absoluta. En un proceso de coaching el coachee «tiene que venir convencido de casa», y no es tarea del coach convencer de nada. Estos «deberes» los tiene que haber hecho el coachee antes de venir para seguir un proceso de coaching. Al ser una mujer inteligente, Raquel se dio cuenta de que yo no tenía ninguna intención ni necesidad de «vender» nada, que sabía hacer mi trabajo y que ella era quien tenía que decidir qué quería. Decidió emprender este proceso de coaching y lo primero que trabajamos fue el cambio de paradigma mental, centrado en la «pérdida de tiempo» que había supuesto «tirar por la borda tres años de su vida» para estudiar unas oposiciones que acabó suspendiendo. Las sesiones de coaching facilitaron la reflexión sobre todo lo que había aprendido durante estos tres años, como persona y como profesional, a qué valores había sido fiel y cómo le podían ayudar estos valores a ser la persona que, a partir de ahora, quería ser. 81 Definimos qué opciones se le presentaban a nivel profesional, a partir de sus competencias y sus preferencias. Esta definición fue conformando una «diana» donde empezar a apuntar y que, para empezar, descartaba la posibilidad de continuar estudiando para las oposiciones. A mi pregunta, Raquel me comentó que… ¡nunca se había visto ni se había imaginado como inspectora! ¿Cómo se puede lograr algo que no ves? Un proceso de coaching muy puro, centrado en las preguntas transformadoras, permitió diseñar una nueva Raquel, más genuina, que se veía como economista, trabajando en un tipo de empresa muy concreto. Fue tan minuciosa la definición de lo que quería ser a nivel profesional, que a la segunda entrevista vislumbró al instante que éste era el trabajo que quería para ella, en el cual, «curiosamente», la habían seleccionado por tener un perfil de «opositora» (por tanto, estudiosa, minuciosa, trabajadora, perseverante, inteligente, preparada). Hoy continúa feliz con su nueva vida, en la que, además, ha conseguido equilibrar las vertientes personal y profesional. 3.4. Casos prácticos con clientes/coachees de tipología físico-emocional Caso práctico 7 En este caso, nos encontramos con Santiago, de 45 años, director financiero de una prestigiosa multinacional en el sector del automóvil. Santiago se pone en contacto conmigo por referencias de su esposa, a quien acompañé como coach en un proceso de coaching para mujeres. Santiago explica que se encuentra en una encrucijada y quiere plantearse si debe tomar o no una importante decisión profesional que supondría un cambio muy importante, tanto a nivel profesional como personal. Por este motivo, necesita evaluar si ésta es la mejor de las opciones o puede haber alguna otra mejor. En su caso, se trata de un directivo que trabaja en esta multinacional desde hace veinte años. Su trayectoria profesional ha resultado creciente y exitosa, y la clave de su éxito ha sido la práctica de un liderazgo emocionalmente inteligente que lo ha convertido en una persona valorada y respetada por su equipo (con más de noventa personas a su cargo), sus compañeros y sus jefes. Ahora, en cambio, la crisis ha generado la exigencia de poner en práctica un tipo de liderazgo que Santiago no practica ni quiere practicar. Un liderazgo que requiere perseguir al equipo y «hacer de policía» (en palabras del cliente). Evidentemente, no es un estilo de liderazgo con el que Santiago se sienta cómodo, lo cual lo ha hecho entrar en crisis. 82 Dos años atrás, Santiago había sufrido un ataque de estrés por exceso de trabajo, que le obligó a medicarse. Se había prometido a sí mismo que no le volvería a suceder. Últimamente, reconocía tener los mismos síntomas de años atrás, por lo que decidió buscar ayuda. Y se decidió por el coaching. Aunque tiene claros los síntomas de estrés que está sufriendo (insomnio, cansancio crónico, desánimo, pocas ganas de ir a trabajar…), el miedo a tomar la decisión «que toca» está presente, y esto es lo que quiere trabajar. Quiere tomar la decisión con mayor convencimiento y plantear una alternativa sostenible para él y para la empresa. La decisión pasa por dejar el cargo de director financiero de España-Portugal y ocupar un puesto que le permita trabajar sin tener gente a su cargo. Los miedos que aparecen ante esta opción son varios: miedo a perder el prestigio, miedo a tomar una decisión equivocada, miedo al qué dirán, miedo a la pérdida económica, miedo a decepcionar a la gente que confía en él, etc. Para salvar este miedo tan paralizante, vamos abordando esta decisión paso a paso. La reflexión generada a través de un DAFO de su situación actual confirma su necesidad de cambio. Por otra parte, la reflexión sobre las bondades del trabajo que ha estado realizando durante los últimos años también le permite tomar conciencia de lo mucho que ha aprendido a nivel profesional y de lo mucho que ha crecido como persona gracias al cargo que ha estado ocupando. Definido también el «para qué» de su decisión y definida la persona que quiere llegar a ser en esta nueva etapa vital en la que parece encontrarse, nos centramos en los miedos que surgen en relación con el planteamiento de este cambio. El bloqueo surge a partir del miedo a vivir el proceso de «duelo» por la pérdida de este cargo. La legitimación de las emociones que surgirán a raíz de esta pérdida y el hecho de entender que es «sano» sentir emociones a partir de cualquier tipo de pérdida (rabia, tristeza, miedo, aceptación), permiten a nuestro cliente afrontar esta decisión. A partir de aquí, preparamos un PAM muy progresivo con un calendario con fechas muy concretas de los pasos a seguir para realizar este cambio: ¿qué quiero comunicar? ¿A quién se lo debo comunicar? ¿A quién más? ¿Cuándo lo comunicaré? ¿Dónde quiero expresar esta noticia? ¿Qué más? La duración del plan era de tres meses: en el primer mes, fijamos la fecha para comunicar su decisión a la dirección; en el segundo mes se concretó la comunicación oficial a todo su equipo, y al mes siguiente se materializaría la marcha definitiva. A punto para comunicar la decisión tomada, la ansiedad desaparece y empieza a sentirse satisfecho y seguro con la decisión que hacía ya tiempo que había tomado, aprendiendo a aceptar las emociones «que tocan» y regulándolas. 83 Caso práctico 8 En esta ocasión presentamos el caso de Claudia, de 23 años, joven política de profesión y militante de un partido político. El talento de Claudia para generar ideas y movilizar a las juventudes del partido llega a oídos del cabeza de lista, que le propone dar una conferencia en las jornadas de verano para las juventudes de su partido. A pesar de que sabe qué quiere decir, el solo hecho de imaginarse ante tantas personas y ser el único centro de atención es una sensación que le resulta insoportable, por lo que no sabe si aceptar o no esta propuesta. Desde luego podría resultar de lo más interesante aprovechar esta oportunidad para darse a conocer como política y militante, pero el miedo y la vergüenza continúan estando presentes y dominando su decisión. Finalmente, Claudia decide tomar cartas en el asunto y hacer un proceso de coaching para aprender a regular las emociones surgidas antes de una conferencia en público. Aprovechando que Claudia tiene el «encargo» del cabeza de lista, trabajamos este tema a partir de su propia realidad. En primer lugar, abordamos las emociones que surgen en el momento de realizar una exposición en público y concretamos los beneficios de tener miedo. Todas las emociones tienen una finalidad positiva. Por ejemplo, el miedo que Claudia comentaba ante el hecho de hablar en público, le permite ser prudente y estar «en guardia». El miedo, cuando se mantiene en unos niveles saludables (en estos casos hablamos de «eustrés»), nos permite rendir mejor a nivel intelectual y nos da fortaleza física e interior, lo cual facilita el aprovechamiento óptimo de nuestro potencial para dar lo mejor de nosotros. Entendida la necesidad y los beneficios del miedo a unos niveles prudenciales, recurro a la PNL (Programación Neurolingüística) para preparar a mi coachee para la conferencia. En primer lugar, genero un anclaje de una exposición en público vivida por mi clienta como un éxito. Seguimos luego el protocolo de creación de un ancla según John Grinder y Richard Bandler. Luego de generar el ancla, preparamos el contenido de la conferencia: ¿a quién se dirige?, ¿qué quieres decir en tu conferencia?, ¿de cuánto tiempo dispones y qué quieres decir en este tiempo?, ¿con qué tono quieres transmitir tu mensaje?, ¿qué más quieres decir?, ¿para qué quieres decir lo que dirás?, ¿con qué quieres que se quede la gente de tu intervención? A continuación, realizamos una visualización de la conferencia, atendiendo a los parámetros propuestos por la PNL (sistema V-A-C, Visual-Auditivo-Cinestésico), de tal forma que la coachee visualiza en primer lugar lo que ve, lo que escucha y lo que siente durante la conferencia. 84 Una vez terminada esta secuencia de preparación, acabamos realizando un role playing de la conferencia, donde yo intervengo como «público», lo cual me permite poder hacer un feedback como receptora del mensaje. Este trabajo progresivo de apropiación del discurso permite que su realización acabe siendo un proceso de asimilación natural y «digerible». Finalmente, la exposición de la coachee resultó todo un éxito, por lo que, y como era de suponer, le han salido propuestas para impartir más conferencias en otros actos de su partido. 3.5. Casos prácticos con clientes/coachees de tipología mental-emocional Caso práctico 9 Éste es el caso de Carmen, una coachee de tipología mental-emocional, directiva de una multinacional, cuya evaluación de 360º anual pone en evidencia la necesidad de recibir un proceso de coaching para su mejora personal y profesional. La evaluación de 360º es una herramienta para valorar el rendimiento de una persona en su ámbito laboral. Se realiza a través de un cuestionario de numerosos ítems que contesta la propia persona evaluada, así como también su jefe, sus colegas, colaboradores, clientes internos, etc., quienes también la valoran sobre los mismos ítems. La triangulación de estos datos permite analizar la diferencia que hay entre la autopercepción y la percepción que los demás tienen de la persona evaluada. Uno de los elementos que me permiten descubrir que Carmen tiene una tipología mental-emocional es, de entrada, el negar sentimientos profundos (a los cuales finalmente logro acceder con facilidad gracias al alto grado de conexión desde la primera sesión del proceso). Valorado este proceso de coaching como un regalo y una oportunidad por parte de la coachee, empezamos el proceso con objetivos muy concretos a los cuales somos fieles hasta el final. Carmen tiene un estilo discursivo verborreico, habla rápido y desde la cabeza, sin dar acceso al corazón. No se detiene para darse cuenta de qué es lo que le pasa realmente, responde a mis preguntas de forma inmediata y no va hasta el fondo con sus respuestas. Su hiperactividad mental la protege de «sentir». Como coach no me dejo «hipnotizar» por su discurso y no pierdo de vista que los coachees de tipología mental-emocional necesitan, sobre todo, «sentir». Al sentir, Carmen se encuentra con algo doloroso que no sabe gestionar y recurre a la mente para encontrar una solución. Ante esta situación, mi intervención más estratégica consiste en escuchar sin intervenir y ofrecerle un feedback de espejo (y, a ser posible, que este feedback sea 85 emocional, que describa lo que está sintiendo, más allá de lo que hace o lo que le pasa) y que le retorne de forma breve y sencilla las emociones que hay detrás de su mensaje verborreico. No sabe sintetizar, porque, sencillamente, no se da el tiempo para pararse, pensar y plantearse cómo se siente. Se trata, pues, de poner en evidencia las emociones que acompañan el discurso racional que tan bien sabe elaborar. En el caso de Carmen, la evaluación de 360º pone en evidencia la necesidad de mejorar la relación que mantiene con el resto del equipo directivo, ya que la valoración de sus colaboradores como líder de equipo era excelente. Sus creencias le conducen a emprender acciones incomprensibles para el resto del equipo directivo. Incómoda ante una jerarquía muy marcada por la empresa que le recuerda sus orígenes humildes, se rebela ante esta jerarquía que considera vergonzante y de la cual no quiere formar parte, porque significaría olvidar sus orígenes. Para eliminar estas barreras jerárquicas y obviando la cultura de empresa, «renuncia» a efectos prácticos a su despacho «de jefa» (que está en el piso superior del edificio), para ir a trabajar en el mismo espacio donde está situado su equipo (en el piso de abajo del mismo edificio), postura que es vista con perplejidad por parte del equipo directivo, que no entienden, por qué Carmen se «automargina». Mi feedback pone palabras a la rabia e indignación que siente por estas diferencias entre directivos y colaboradores y que resultan absolutamente desfasadas. El hecho de escuchar la palabra «rabia» o «indignación» que ella misma siente le genera tal impacto, que consigue que, a partir de entonces, resulte muy fácil trabajar con ella. El etiquetaje de sus compañeros, siendo algunas de estas etiquetas poco favorecedoras, genera en ella una actitud de rechazo hacia el resto del equipo directivo, así como de pasividad (algo así como: «Decid lo que queráis que yo voy a la mía»). Evidentemente, sus creencias la hacen sentirse incómoda y fuera de lugar. El proceso de coaching permite a nuestra coachee confrontar sus propias creencias y sus emociones, descubrir el potencial y las cualidades de sus compañeros del equipo directivo, lo que genera la recuperación genuina del respeto por sus iguales y una progresiva sensación de satisfacción y mayor sentido de pertenencia. De forma colateral surge el reto de un sueño que va más allá de la empresa, que supone el hecho de recuperar y aprovechar el don que tiene para escribir. Finalmente, acaba escribiendo un libro sobre liderazgo e imparte una conferencia para darlo a conocer, en presencia de miembros de su propio equipo, además de otras personas interesadas. El reto de «ponerse en valor» y el hecho de creer que es capaz de lograr sus sueños la hacen sentir feliz y protagonista de su vida. 86 Caso práctico 10 Jesús es un joven de 25 años de tipología mental-emocional, que empieza un proceso de coaching para posicionarse a nivel profesional. Está realizando la tesis doctoral en su especialidad y a la vez trabaja en un centro educativo como profesor de refuerzo, pero se siente desubicado, lo cual le genera muchas dudas y malestar. Como en el caso anterior, Jesús también es un coachee que habla y piensa de forma rápida, ofrece descripciones muy minuciosas de lo que le sucede y es fácil que pase de un tema a otro. En algunos momentos resulta difícil redirigir su discurso disperso, aunque poco a poco va aclarando su meta. Jesús quiere encontrar su lugar en el ámbito profesional donde pueda ejercer de aquello para lo cual lleva años preparándose. Necesita una estabilidad profesional y económica que le ayude a conseguir otros sueños de su ámbito personal, como el hecho de lograr una independencia económica que le permita irse a vivir con su novia y dejar la casa de su madre, donde vive. Las ideas que Jesús tiene en mente corren a borbotones durante la sesión de coaching. Lo que falta es transformar las ideas en hechos. Antes de empezar a recuperar estas ideas para colocarlas en un PAM que nos permita temporalizar los pasos a dar, le pregunto al coachee «¿para qué necesitas conseguir este objetivo?». En este caso, como persona emocional encubierta, esta pregunta logra frenar su discurso, ya que no tiene una respuesta inmediata que se hubiera planteado previamente. Jesús comenta que viene de una familia de padres divorciados, y que ambos han rehecho sus vidas con otras parejas. Jesús, hijo único, sufrió la separación de sus padres cuando sólo tenía 6 años. Esto supuso empezar una vida nómada que consistía en ir a casa de su padre y a casa de su madre y aprender a convivir con sus hermanastros por parte de padre y de madre. Esta sensación de desarraigo es justamente la que en estos momentos quiere erradicar. Quiere encontrar su espacio y sentirse feliz con lo que hace y con quien es. Percibo mucha tristeza e impotencia ante lo que ha tenido que vivir durante su infancia y adolescencia, percepción que comparto con él en forma de feedback, como coach que soy. Legitimar su malestar le permite para contarme más detalles, lo cual ayuda a sanear su interior para poder avanzar mejor. Una vez concluido este proceso de saneamiento emocional, nos centramos en su objetivo. Jesús crea un PAM con fechas concretas y empieza a cumplir con los diferentes «tramos» de este camino. En relación con el trabajo, como sus ideas son infinitas, le regalo una «libreta de las ollas» que le permite ir anotando sus ideas de forma inmediata para poderlas tener presentes y hacerlas realidad… ¡cuando toque! 87 Cuando finalizamos el proceso de coaching (aunque continuamos haciendo sesiones de mantenimiento puntualmente), y con la intención de poner en evidencia la necesidad de ser auténtico y pensar para poder decidir mejor, le regalé a Jesús la siguiente metáfora: Caperucita, la abuelita y el lobo feroz hacen coaching Érase una vez Caperucita, su abuelita y el lobo feroz. Un día, viendo que las cosas no iban del todo bien, que llevaban unas vidas un tanto ajetreadas y complicadas y, sobre todo, estaban cansados de vivir el mismo cuento, decidieron ir a ver qué era el coaching. Al cabo de unas sesiones… …Caperucita decidió dejar de hablar con lobos seductores, manipuladores y mentirosos que la engañaban y la hacían andar más de la cuenta por caminos largos y complicados… …La abuelita decidió dejar de abrir la puerta a lobos que se hacían pasar por tiernas niñas, aunque peludas y con la voz ronca. Decidió, además, dejar de vivir en una casa aislada en medio del bosque y se compró un pisito en la ciudad. También contrató a una asistenta para que la cuidase y le hiciera la compra, a fin de evitar que su nieta tuviese que llevarle provisiones atravesando un bosque lleno de lobos mentirosos y peligrosos. Porque la abuelita, gracias a la buena fe de su hija y su nieta, había ido ahorrando con el tiempo dinero de sobras para pagarse el pisito y la asistenta. …El lobo feroz decidió dejar de disfrazarse de abuelita y de meterse en camas ajenas para cazar. Vio que era más fácil cazar conejos en el bosque que complicarse la vida engañando a niñas y abuelas usando disfraces… …Es decir, decidió ser un lobo de verdad, un lobo auténtico… Y colorín colorado, este cuento se ha acabado… ¡Definitivamente! Para descanso y felicidad de sus tres protagonistas. Moraleja: quizá para empezar a ser… a ser felices de verdad, lo que toca es empezar a ser sinceros con nosotros mismos para vernos tal cual somos, pedir ayuda si la necesitamos y, en definitiva… ¡Dejarnos de cuentos! 88 4. Respiración integrativa y coaching El objetivo en este capítulo es dar a conocer de forma breve una herramienta que, en nuestro caso, ha resultado tremendamente útil en muchos procesos que se han llevado a cabo con clientes. La parte final del capítulo está dedicada a plantear de qué modo puede ser de utilidad dentro de un proceso de coaching abordado desde el punto de vista tipológico. En ningún caso la exposición de la técnica pretende capacitar al lector para que pueda aplicarla en sus sesiones, pues resultaría imposible, de la misma manera que no podemos aprender a nadar solamente leyendo un libro sobre cómo hacerlo. El aprendizaje de la respiración integrativa y de su aplicación es de naturaleza básicamente vivencial y sólo puede adquirirse correctamente de la mano de un profesional cualificado. Confío, no obstante, en que este capítulo despierte el interés sobre la utilidad de la incorporación puntual de esta práctica dentro de un proceso de coaching, así como los momentos adecuados para su aplicación. 4.1. La respiración integrativa La respiración integrativa, conocida como Vivation (de la raíz latina viv, que significa «vida»), es un método ideado por Jim Leonard en el año 1979 a partir de sus propias experiencias en otros sistemas de respiración consciente, entre los que se encuentra de manera destacada el Rebirthing de Leonard Orr. La primera publicación sobre Vivation y la teoría de los cinco elementos, que serán explicados a lo largo del capítulo, apareció en el año 1991[3] y en ella propone un sistema sencillo, pero no simple, que permite la integración y resolución de todos los sentimientos, sensaciones y pensamientos reprimidos en el cuerpo. Para Leonard, la represión de dichos sentimientos supone una fuente de malestar que nos impide el pleno 89 disfrute del momento presente y, en muchas ocasiones, la consecución de nuestros objetivos. En una sesión de Vivation, la persona es invitada, con ayuda del asistente, a explorar su mundo interno, apoyándose en una forma especial de respiración denominada respiración circular, la cual, realizada correctamente, le facilita tomar conciencia de todo aquello que se encuentra reprimido a fin de que pueda integrarlo. Las características de esta respiración circular también serán detalladas más adelante en el apartado dedicado a los cinco elementos. Me parece interesante destacar que, si bien esta práctica puede tener efectos terapéuticos, el propio Leonard no consideraba su método como una terapia en cuanto que su objetivo no era en ningún caso curar nada. Para él, Vivation era únicamente una herramienta de desarrollo y de crecimiento personal, que, una vez aprendida, podía ser practicada de forma autónoma. En este sentido, creo que es un método de trabajo perfectamente compatible con la filosofía del coaching, según la cual es el mismo cliente el que encuentra sus propias respuestas y consigue sus propios resultados con el acompañamiento del coach. En Vivation también es la persona la que consigue sus propios resultados aplicando los cinco elementos con el acompañamiento del asistente. 4.2. Integración y represión Los conceptos de «integración» y «represión» son de especial importancia en Vivation. Se entiende por integración el resultado psicocorporal que se produce al permitirnos sentir y aceptar en su totalidad un sentimiento. Cada vez que integramos un sentimiento experimentamos una sensación de bienestar que puede ir desde una ligera sensación de relajación hasta una paz y un gozo profundos. Cuando un sentimiento, por su intensidad o por las consecuencias que creemos que pueda tener para nosotros el sentirlo, supera nuestra capacidad de integración, lo que hacemos es reprimirlo a fin de poder manejarlo mejor. El sentimiento reprimido queda entonces albergado y contenido en nuestro cuerpo a la espera de ser integrado en otro momento. Lo que ocurre es que, en muchas ocasiones, no encontramos el tiempo, el espacio y la manera de poder integrarlo con posterioridad. Vivation nos propone un método suave y progresivo que nos permite acceder a esos sentimientos reprimidos a fin de poder aceptarlos e integrarlos y de este modo tener mayor bienestar interno. Es importante tener en cuenta que, dentro del marco de Vivation, la palabra 90 «sentimiento» no hace referencia solamente a los sentimientos propiamente dichos, sino a todo aquello que puede ser sentido y experimentado en un momento dado, incluyendo sensaciones, impulsos, etc. 4.3. El mecanismo represivo El método Vivation y la teoría de los cinco elementos desarrollada por Jim Leonard surgieron a raíz de sus propias observaciones sobre los mecanismos internos que utilizaban las personas a fin de reprimir sus sentimientos y sensaciones. Leonard detectó cinco actitudes básicas que producían la represión: • Juzgar negativamente: considerar que lo que estamos experimentando es malo, inadecuado o que debería ser de otra manera es lo que provoca que lo experimentemos como malestar y que queramos reprimirlo. • Disminuir la respiración: al disminuir o incluso bloquear la respiración disminuimos también la experimentación del sentimiento o de la sensación que estamos teniendo. Un ejemplo típico de este patrón es cuando inesperadamente un amigo nos da un susto por detrás y dejamos de respirar temporalmente hasta que podemos identificarle y respiramos aliviados. • Tensionarnos: del mismo modo que bloqueamos la respiración, tensamos y endurecemos la zona del cuerpo donde estamos experimentando el sentimiento. En el ejemplo anteriormente citado, al mismo tiempo que dejamos de respirar, encogemos el cuello y los hombros. Otro ejemplo sería el de la persona que aprieta los dientes y los puños en un intento de reprimir su rabia. • Desviar la atención: en nuestro intento de sentirnos bien, desviamos la atención del sentimiento «malo» para que, de este modo, la retirada de la conciencia nos ayude a reprimirlo y así evitar sentirlo. • Controlar: el control constante sobre todo lo que sentimos y no sentimos contribuye a mantener el sentimiento reprimido y evitar que aflore a la conciencia. 4.4. Los cinco elementos de Vivation Los cinco elementos desarrollados por Jim Leonard son cinco habilidades internas que conforman un único proceso y que, cuando están presentes, permiten la integración de todos los sentimientos reprimidos. En el fondo suponen las cinco actitudes contrarias a las que utilizamos cuando queremos o necesitamos reprimir algo. 91 Los cinco elementos son: 1.er Elemento: Respirar de forma circular Es un tipo de respiración que se caracteriza por cumplir tres requisitos: • La inhalación y la exhalación se realizan de forma continua y conectada, sin pausas entre una y otra. • Se exhala por el mismo sitio por el que se inhala, ya sea por la nariz o por la boca. • La exhalación se realiza de forma relajada y no debe forzarse en absoluto. Esta forma de respirar, aparte de presentar beneficios desde el punto de vista fisiológico, ya que mejora el aporte de oxígeno a todo el cuerpo y favorece la liberación del CO2, permite tomar conciencia de todos aquellos aspectos de nuestro ser (sentimientos, emociones, creencias, etc.) de los cuales no somos plenamente conscientes, entre otras cosas porque la inhibición respiratoria los mantiene alejados de nuestra conciencia. Hay varios tipos de respiración circular en función de si la respiración se hace de forma lenta o rápida, de manera profunda o superficial y si se realiza por la nariz o por la boca. Conocer en profundidad la utilización práctica de los diferentes tipos de respiración circular y su aplicación en función de la necesidad del momento es lo que permite que la sesión de respiración integrativa pueda realizarse de una forma suave, progresiva y agradable, adaptada a las necesidades individuales y respetando el ritmo personal. Si bien, realizada correctamente, la respiración circular no entraña ningún peligro, practicada por personas con poca experiencia puede, en ocasiones, despertar sensaciones, sentimientos y emociones intensas con la consiguiente dificultad para integrarlos, en especial en aquellas personas que han reprimido durante largo tiempo su respiración y sus sentimientos. Por ello, es sumamente recomendable, sobre todo al inicio, aprenderla de manos de un profesional con suficiente experiencia en este campo. 2.° Elemento: Relajarse completamente Durante la sesión, invitamos a la persona a que se relaje profundamente a fin de poder sentir con mayor facilidad todo lo que quiera ser sentido. La forma ideal de conseguir la relajación, sobre todo al inicio, es practicando tumbado boca arriba sobre una superficie cómoda y con los brazos separados ligeramente del tronco con las palmas giradas hacia arriba. Desde esta posición respiramos de forma circular relajando el cuerpo en cada exhalación. Una clave para conseguir relajarse 92 profundamente suele ser dedicar especial atención a la nuca, la garganta y la mandíbula inferior, ya que el exceso de tensión en estas zonas dificulta el buen flujo de información entre la cabeza y el resto del cuerpo, impidiendo tomar conciencia de la relación entre nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones. Es importante destacar que, en muchas ocasiones, el hecho de moverse, rascarse, agitarse, etc. no deja de ser un intento de mantener la represión, por lo cual resulta apropiado tratar de relajarse manteniendo la máxima quietud posible durante la sesión a fin de permitirnos sentir. 3.er Elemento: Prestar atención a los detalles Esta habilidad consiste en la capacidad de mantener nuestra atención completamente en una zona determinada del cuerpo. Si, por ejemplo, nos concentramos y ponemos toda nuestra atención durante un rato en un pie, pasado cierto tiempo empezaremos a sentirlo con más detalle. En todo momento estamos sintiendo algo, incluso no sentir nada no deja de producirnos una sensación. En este sentido, lo que hacemos durante la sesión es prestar una atención especial a la zona del cuerpo donde tenemos la sensación o sentimiento más intenso en ese momento a fin de explorarlo con todo lujo de detalles, lo cual facilita la integración del mismo. 4.° Elemento: Integrar hasta el éxtasis Este elemento hace referencia al hecho de que aunque en un momento dado un sentimiento se experimente como desagradable, no es tanto porque el sentimiento en sí lo sea por naturaleza, sino porque adoptamos una actitud de rechazo frente al mismo que nos impide aceptarlo y en cierto modo disfrutarlo. La integración hasta el éxtasis consiste en encontrar maneras de relacionarnos positivamente con todo lo que sentimos a fin de disfrutar lo máximo posible de todo lo que experimentamos. También es importante tener en cuenta que no sólo reprimimos los sentimientos «negativos». En muchos casos el miedo a sentir determinadas cosas también limita nuestra tolerancia al placer y al gozo. Aprender a aceptar completamente todo lo que sentimos nos ayuda a disfrutar más plenamente de la vida y de todas sus experiencias. 5.° Elemento: Hagas lo que hagas, tu voluntad es suficiente Este elemento fue desarrollado por Jim Leonard al observar que había personas que pasaban más tiempo intentando integrar que integrando realmente. Lo único realmente importante para integrar un sentimiento es una disposición abierta y sincera a querer hacerlo. Si no queremos integrar algo, no lo integraremos por muy bien que aprendamos 93 a aplicar técnicamente los cuatro elementos anteriores. En este sentido, éste es el elemento más importante de los cinco. Nuestros intentos por controlar y hacer las cosas bien son, en muchas ocasiones, impedimentos a la integración, por eso entregarse al proceso con confianza es de suma importancia para lograrla. 4.5. Aplicación de la respiración integrativa en el coaching tipológico En términos generales, la práctica de la respiración integrativa por parte del cliente en un proceso de coaching puede resultar de utilidad en cuanto que facilita la consecución de dos objetivos fundamentales: • Aumentar la autoconciencia: aplicada de forma puntual, la respiración integrativa puede ayudar al cliente a tomar conciencia de patrones mentales y emocionales de los que no era consciente, lo cual a su vez puede propiciar diálogos transformadores de mayor calidad y profundidad. • Desarrollar competencias: la práctica de la respiración integrativa facilita el desarrollo de competencias tales como la regulación emocional y el control de impulsos, lo cual puede ser de vital importancia en algunos procesos de coaching. También resulta de gran utilidad para aquellos clientes que ven frenado su proceso de coaching por determinadas emociones vinculadas a temas del pasado que no están del todo resueltas. En este caso, realizar unas pocas sesiones de respiración integrativa tiene el efecto de provocar un «vaciado emocional» que permite que el proceso de coaching posterior avance sin trabas. A continuación expondremos las diferencias más significativas a la hora de aplicar la respiración integrativa en función de la tipología, destacando los beneficios que podemos esperar en cada caso. También se expondrá un caso real de cada tipología en el que la respiración integrativa contribuyó a la consecución de los objetivos por parte del cliente. Tipología física Las personas que pertenecen a la tipología física presentan en muchos casos una marcada impulsividad que les dificulta modular sus actos para que les permitan conseguir sus objetivos. La respiración integrativa realizada tal y como se detallará a continuación permite, en muchos casos, que este tipo de personas ganen autocontrol y sean capaces de moderar sus impulsos, lo cual facilita el proceso de cambio que están llevando a cabo. La práctica de la respiración integrativa en personas de tipología física suele despertar sensaciones corporales intensas tales como calambres, picores, etc., así como una 94 «necesidad imperiosa» de moverse para tratar de evitarlas. En este sentido es importante que el facilitador le transmita al cliente la importancia de realizar la sesión sin moverse nada en absoluto. Dicho de otro modo, el elemento de Vivation en el que hay que incidir con especial atención es el segundo (relajación completa). Generalmente, después de tres o cuatro sesiones, el cliente es capaz de estar respirando de forma circular sin moverse 30 minutos o más. El aprendizaje corporal de no moverse aunque tenga el impulso de hacerlo ayuda al cliente a conectar con el poder que tiene sobre su propio cuerpo y a tomar conciencia de que es capaz de controlarse, lo cual, con frecuencia, se traduce en un mayor control de sus impulsos en otras áreas de su vida. En este sentido, quisiera exponer el caso de una clienta que acudió a realizar un proceso de coaching porque quería perder peso y según ella no era capaz de controlarse frente a la comida. Durante la conversación detecté que era de tipología claramente física y le propuse realizar algunas sesiones de respiración integrativa, explicándole que le ayudaría a desarrollar la competencia del control de impulsos. Durante las dos primeras sesiones, la clienta se mostró incapaz de permanecer quieta cuando sentía el impulso de moverse y decía sentir pinchazos y rampas en las piernas que «no se pueden aguantar». Después de la sesión de respiración dedicábamos un espacio de tiempo a conversar sobre su dificultad y las implicaciones que eso tenía en su vida. En la tercera sesión, pudo permanecer quieta y a los 20 minutos de comenzar abrió los ojos y dijo «¡puedo!». Al preguntarle a qué se refería, me dijo que se había dado cuenta de que cuando pensaba que no podía, realmente no podía evitar moverse; pero que en esta sesión, a diferencia de las otras dos, había decidido que tenía que poder. Según sus propias palabras: «Me he dado cuenta de que sí que puedo si yo decido poder». Después de este cambio de paradigma (del no puedo al puedo), vino a la siguiente sesión contenta y animada porque había podido controlarse mucho más con la comida. Esta sesión y las siguientes las utilizamos para afianzar el cambio de paradigma, diseñar un plan de acción y de seguimiento a fin de que consiguiera su objetivo de perder peso, así como para generalizar el cambio a las demás áreas de su vida y que de este modo fuera sostenible en el tiempo. Tipología fisico-emocional Como ya se ha dicho, los clientes de tipología físico-emocional se caracterizan por su dificultad para realizar aquellas acciones que pudieran despertarles emociones que no saben gestionar. 95 A nivel corporal esta característica se traduce en una congestión del plexo solar (centro emocional situado entre el tórax y el abdomen) y en una gran dificultad para realizar respiraciones abdominales profundas diafragmáticas, ya que la inhibición de la respiración es el principal mecanismo de represión que utilizan para evitar la manifestación de determinadas emociones. En este caso, el elemento de Vivation al que hay que prestar especial atención durante la sesión es el primero (respiración circular). La respiración circular característica de Vivation les permite conectar de forma suave y progresiva con todas estas emociones para aprender a permitirlas y tolerarlas, lo cual facilita a posteriori diseñar un PAM que contemple opciones que antes no eran posibles. Cuando empiezan a practicar la respiración integrativa, es frecuente que los clientes experimenten sensaciones incómodas asociadas a la activación del sistema nervioso vegetativo como resultado de la profundización de la respiración. Es totalmente normal sentir frío, calor, sudor, temblor, etc., que en muchos casos será asociado por el cliente a ansiedad o miedo. Este miedo es el mismo que experimenta cuando se tiene que enfrentar a determinadas situaciones y su respuesta habitual frente a ellas es la evitación. A través de las sucesivas sesiones, el cliente aprende que estas sensaciones son pasajeras y que si se relaja y sigue respirando acaban por desaparecer. Así, gana confianza en su capacidad para superarlas y se atreve de forma gradual a realizar nuevas acciones que pueden ser la clave para conseguir su objetivo. En este sentido, y en clientes algo entrenados, puede resultar muy útil que antes de la sesión el cliente visualice y se ponga en situación de aquello que evita hacer; y por otro lado es necesario que, una vez conectado con la emoción que acompaña a la situación, respire de forma circular hasta que la haya aceptado e integrado completamente. Un cliente de tipología físico-emocional acudió con el objetivo de ganar seguridad en sí mismo y ser capaz de hablar en público porque en el puesto de trabajo tenían la intención de promocionarlo y en el nuevo cargo tendría que presentar trabajos frente a una audiencia, cosa que hasta el momento no se había visto «obligado a hacer». Durante la conversación se puso de manifiesto que era una persona que se consideraba muy insegura y que como resultado de esto evitaba hacer todo tipo de cosas que le hicieran sentirse incómodo, desde acudir a ciertas reuniones sociales hasta tener determinadas conversaciones con su mujer que pudieran desencadenar un conflicto. Dado que me pareció de tipología claramente físico-emocional, le propuse que dedicáramos la primera mitad de la sesión a realizar respiración integrativa y la segunda mitad a conversar sobre lo experimentado y plantear un PAM que le acercara gradualmente a su objetivo de ganar seguridad. Las primeras dos sesiones fueron muy intensas desde el punto de vista corporal y sirvieron para que el cliente tomara conciencia de cómo reprimía la respiración cada vez 96 que empezaba a sentir alguna incomodidad. Progresivamente fue capaz de permitírselas cada vez más hasta que en la sexta sesión pudo integrar sensaciones de incomodidad muy intensas, tomando conciencia de que si las permitía y no trataba de evitarlas siempre acababan por pasar y desaparecer. En sus propias palabras: «¡Qué fuerte! Me he dado cuenta de que cuanto más trato de evitar sentir lo que siento, más fuerte se hace, y en cambio si me relajo y no lucho, desaparece». Esta toma de conciencia sirvió para que se planteara seriamente empezar a realizar acciones concretas que le acercaran a su objetivo (hasta el momento los PAM que se proponía iban dirigidos a realizar actividades que le ayudaran a estar más relajado). En las sucesivas sesiones decidió abordar el conflicto que tenía con su mujer, asistir a más reuniones sociales e incluso coger por iniciativa propia un vuelo para irse con su familia un fin de semana de vacaciones (también evitaba volar por miedo). Antes de que llegara el momento de la promoción, me comentó que ya no le asustaba porque estaba convencido de que podría hacerlo del mismo modo que había podido hacer todo lo demás. Este cliente incorporó además la respiración integrativa como una práctica meditativa diaria que lo ayudó a estar en contacto con su mundo emocional. Tipología emocional Si hay una tipología que pueda beneficiarse especialmente de la práctica de la respiración integrativa, ésta es sin duda la emocional, ya que actúa principalmente en el cuerpo, que es el dominante del sistema. La respiración integrativa les permite aprender a contemplar sus emociones desde un punto de vista diferente en cuanto que incide en la forma en que estas emociones se manifiestan en el cuerpo, y de este modo pueden aprender a gestionarlas y regularlas con relativa facilidad. La ventaja de Vivation respecto a otras formas de regulación emocional más centradas en los aspectos cognitivos es que actúa a nivel kinestésico (se centra en la manifestación de las emociones en el cuerpo) y esto resulta especialmente útil y práctico en las personas de tipología emocional, las cuales en muchas ocasiones «no pueden evitar» sentirse como se sienten. El elemento principal a tener en cuenta durante la sesión es el tercero, es decir, explorar de forma corporal y con detalle la zona del cuerpo donde están sintiendo lo que están sintiendo, ayudándose siempre de la respiración circular. Es importante que la respiración se realice remontando el aire hasta la zona del pecho y permitiendo una buena movilidad costal. Respirar con la intención de expandir bien la caja torácica en el momento de la inspiración es de vital importancia, porque recordemos que es en esta zona donde se encuentra representado a nivel corporal el cuerpo emocional de la persona. 97 Cuando practican la respiración integrativa, las personas de tipología emocional conectan muy a menudo con los sentimientos que muchas veces no se permiten tener, especialmente con la tristeza y con la sensación de falta de amor. El asistente debe acompañarlas de forma cálida en la exploración detallada de estos sentimientos invitándoles a que los acepten de la mejor manera posible y hagan las paces con ellos hasta que los integren. A fin de que la sesión no resulte catártica sino agradable, deben aprender también a utilizar la respiración como una llave que les permita experimentar sus sentimientos con más o menos intensidad, lo cual a su vez asegura que puedan encontrar la intensidad adecuada para ellos en ese momento. Si la intensidad es demasiado grande, resulta abrumadora, y si es demasiado tenue, no podemos integrar el sentimiento porque casi no lo sentimos. A modo orientativo, podemos decir que cuando un sentimiento es demasiado intenso, podemos bajar la intensidad respirando de forma más rápida y corta, y cuando queremos intensificar la sensación debemos respirar de forma más lenta y profunda. Es decir, a más aire, más intensidad, y a menos aire, menos intensidad. Respirar por la nariz o por la boca es otro modo de incidir directamente sobre lo que estamos sintiendo. En unas pocas sesiones, la persona aprende a permitirse sus sentimientos más profundos y a responsabilizarse de ellos regulándolos correctamente, lo cual produce en la mayoría de casos un mayor bienestar interno y un aumento de la autoestima, que –no lo olvidemos– es uno de los objetivos subyacentes en cualquier proceso de coaching. A título de ejemplo sobre la aplicación de la respiración integrativa en una persona de tipología emocional, explicaré el caso de una clienta derivada por una compañera coach, quien me comentó que el proceso que estaba llevando a cabo marchaba correctamente, pero que cada vez que salían determinados temas la clienta se desbordaba y no podía evitar ponerse a llorar, con lo que el proceso se bloqueaba. La clienta acudió a verme con el objetivo de aprender a gestionar sus emociones y que dejaran de ser un impedimento para el proceso de coaching que estaba realizando. Le expliqué en qué consistía la respiración integrativa y decidió aprenderla. Realizamos un total de seis sesiones a razón de una por semana y progresivamente aprendió a regular sus emociones. En las sesiones aprendió que podía regular la intensidad y no desbordarse cuando no quería hacerlo, lo cual le hizo ganar confianza y seguridad en sí misma. Al final de las seis sesiones, le pedí una síntesis por escrito de su experiencia y éstas fueron sus palabras: «Cuando vine aquí por primera vez no podía evitar ponerme a llorar al pensar o hablar de determinadas cosas. En estas sesiones he aprendido que puedo sentir mis emociones y disfrutar de ellas en la medida en que yo quiera y que soy yo la que decide si las quiero expresar o no». 98 Tipología mental-emocional Al igual que las personas de tipología físico-emocional, las de tipología mentalemocional encuentran dificultad en conectar con sus sentimientos, pero en su caso se refugian en la cabeza y en sus pensamientos. Debido a su naturaleza en muchos casos verborreica, les resulta difícil acceder a practicar la respiración integrativa porque a priori no acaban de entender en qué les puede ayudar, ya que lo que ellas necesitan es hablar de lo que les pasa. En el fondo, el elemento de Vivation que está en juego es el quinto («la voluntad es suficiente»), ya que les cuesta confiar en su cuerpo y en sus sentimientos. Suelen tener un patrón respiratorio integral (todo el tronco participa del movimiento respiratorio) pero inhibido, es decir, poco profundo. A diferencia de las tipologías descritas hasta ahora, no suelen necesitar varias sesiones de respiración integrativa para conseguir el resultado. En muchas ocasiones una sola sesión puntual les permite tomar conciencia de algún aspecto que no estaban teniendo en cuenta y a partir de aquí establecer un antes y un después en el proceso de coaching. Esto se debe a que, cuando realizan una sesión y consiguen, muchas veces por primera vez, conectar con su cuerpo, relajarse y dejar descansar la cabeza por un momento, se abre la posibilidad de que tomen conciencia del problema que tienen desde una perspectiva diferente, planteándose la posibilidad de un diálogo transformador posterior de mayor calado y profundidad. Recuerdo el caso de una clienta de tipología mental-emocional, psicóloga de profesión, que acudió a realizar un proceso de coaching porque tenía un dilema respecto a si debía continuar con su pareja o no y quería que el proceso le sirviese para tomar una decisión. Mantuvimos cuatro encuentros que la clienta utilizó para explicarme de varias maneras lo que le ocurría. En general, según ella, su pareja no le escuchaba, algo que no podía tolerar más porque ella era psicóloga y sabía de la importancia de escuchar a los demás, algo que ella hacía durante todo el día. Estas cuatro sesiones las dediqué a escuchar y dar feedbacks que la ayudaran a centrarse en el verdadero problema que aún no se había manifestado. En la quinta sesión, y aprovechando que vino más tranquila que de costumbre, le propuse hacer una sesión de respiración integrativa con la intención de ver qué opinaba su cuerpo de todo esto. Aunque pareció estar de acuerdo, no accedió a probarla hasta la séptima sesión. Cuando finalmente se prestó a realizar la sesión, estuvo la primera parte de la misma hablando y comentando lo que le venía a la cabeza; pero finalmente se relajó con ayuda de la respiración y entró en un estado de mayor profundidad. Cuando llevaba 10 minutos en este estado, abrió de repente los ojos diciendo: «¡Ostras, qué fuerte!». Al preguntarle qué estaba pasando se incorporó de la camilla, se sentó y continuó 99 repitiendo: «¡Qué fuerte, qué fuerte!», al tiempo que su rostro se ruborizaba. Sabía que había tenido una fuerte toma de conciencia así que esperé a que pudiera hablar. Cuando finalmente pudo hacerlo me dijo que cuando estaba relajada en la camilla respirando había visto una escena de hace dos días en la que discutía acaloradamente con su pareja; pero que la había visto, desde fuera, a vista de pájaro, y que se había dado cuenta de que quien no escuchaba era ella a él. Al explicármelo, rompió a llorar. Cuando se recompuso tuvimos una conversación profunda en la que fue elaborando la experiencia. Como era psicóloga y se dedicaba a escuchar a los demás, cuando llegaba a casa quería que su pareja hiciera lo propio con ella por lo que monopolizaba la conversación y sólo hablaba ella sin escuchar las necesidades de él. Después de esta sesión y al darse cuenta de que circunscribía la escucha al ámbito puramente laboral, decidió ser una buena escuchadora también en los otros ámbitos de su vida, lo cual no le resultó especialmente difícil debido a que tenía la competencia y tan solo se trataba de extrapolarla. Dedicamos el resto de sesiones a este objetivo. Tipología mental El beneficio principal que pueden encontrar las personas de tipología mental en la práctica de la respiración integrativa es que les permite conectar con su cuerpo y abrirse a la información generalmente de naturaleza visual que les llega al realizar este contacto. Es muy frecuente que cuando se relajan respirando les empiece a venir todo tipo de información por asociación libre de ideas. Es importante que no cuestionen la validez de esta información y se relacionen positivamente con todo lo que les viene aunque no provenga del pensamiento más racional al que están acostumbrados. En este sentido el elemento más importante que deben tener en cuenta es el cuarto, es decir relacionarse positivamente con todo lo que perciben. Durante la sesión de respiración integrativa las personas suelen entrar en estados de relajación muy profundos que en ocasiones se ponen de manifiesto en forma de pequeños movimientos involuntarios de tipo espasmódico. El asistente debe estar alerta de permitir la relajación profunda pero evitando que caigan en el sueño; para ello deben mantener una respiración circular ligeramente más rápida y profunda que la que les resulta cómoda y que en muchos casos acaba por hacer que se duerman. Después de la sesión es muy importante mantener un diálogo basado en preguntas que les ayude a elaborar toda la información. El coach deberá estar atento a las posibles metáforas que se produzcan durante la sesión y que pueden contener una información muy valiosa para el cliente si consigue interpretarlas. En una ocasión, un cliente de tipología mental vino a verme porque se encontraba en un momento de su vida en el que atravesaba una encrucijada moral respecto a una 100 decisión que debía tomar y que implicaba el ámbito profesional y el personal. Quería tomar la mejor decisión posible teniendo en cuenta absolutamente todos los factores. A pesar de que mantuvimos varias sesiones de coaching sobre su problema y su situación, abordando el tema de los valores implicados, el cliente refería que había algo que se le escapaba y que no podía definir. Le propuse realizar una sesión de respiración integrativa y se mostró totalmente de acuerdo en probarla. Le expliqué levemente en qué consistía y accedió sin problema. Durante la sesión se relajó profundamente y observé que aunque no llegó a dormirse realizaba movimientos oculares debajo de los párpados, signo inequívoco de que «estaba viendo» algo. Después de la sesión, durante la conversación me explicó que había visto una imagen de un tren cargado de pasajeros y que le había llamado la atención que todos iban sentados menos él, que iba de pie. Al indagar sobre la relación que podía tener esta imagen con su problema tomó conciencia de algo que hasta ahora le había pasado desapercibido. Aunque era jefe de una sección, nunca se había sentido líder como tal, por lo que no delegaba todo lo que podía hacerlo. Esto le estaba produciendo problemas con su familia porque no le dedicaba el tiempo necesario. Sus palabras fueron: «En el despacho están sentados todos menos yo». El significado simbólico de concederse el derecho de sentarse y sentirse jefe de verdad le permitiría delegar tareas y conciliar mejor la vida laboral y familiar. Después de este cambio de paradigma, dedicamos las sesiones siguientes de coaching a trazar un PAM que le permitiera delegar con confianza. 3. Leonard, J., Vivation. La ciencia de gozar de toda tu vida, Obelisco, Barcelona, 1995. 101 Conclusiones En el presente libro hemos planteado un modelo de coaching basado en la descripción y el funcionamiento de tres tipologías básicas y dos mixtas, desarrollado a partir de nuestra experiencia profesional con clientes e inspirado por fuentes diversas del ámbito de la psicología humanista, la filosofía y el desarrollo humano. Hemos pretendido que el libro resultara lo más concreto, ameno, útil y práctico posible. Es ahora cuando cada coach, desde su propio bagaje personal y profesional, deberá integrar lo que considere necesario y utilizar lo que considere oportuno de nuestro modelo según cada caso. Con esto queremos decir que la mejor herramienta de un coach sigue siendo él mismo, producto de su propia madurez y personalidad, así como su forma de ser única y exclusiva, mostrada con toda su coherencia. El coaching tipológico permite una interacción con el cliente más acorde al funcionamiento interno del sistema formado por sus cuerpos físico, emocional y mental y más adaptado a sus necesidades reales y profundas. De esta forma, facilitamos a nuestros clientes todo aquello que es propio de cualquier proceso de coaching: tener una mayor conciencia de sí mismos y de los demás, así como un mejor orden interno que facilite la toma de decisiones y el paso a la acción. Conocer y saber identificar la tipología del cliente nos permite actuar con mayor eficacia y nos evita perder el tiempo con intervenciones poco estratégicas e inefectivas. Adaptar la conversación y los recursos de que disponemos como coaches a la tipología del cliente permite que el proceso de coaching discurra con mayor ritmo, fluidez y naturalidad, ya que nos permite «hablar el mismo lenguaje que el cliente», contribuyendo a que se sienta escuchado, respetado y comprendido, optimizando nuestro acompañamiento y facilitando el desarrollo del proceso. Captar la tipología a la que pertenece cada cliente requiere práctica y ciertas dosis de intuición, así como prestar gran atención a su discurso y a su lenguaje no verbal; pero una vez identificada, nos permite a los coaches ser mucho más «finos» en nuestras intervenciones, ayudando al cliente a conseguir sus objetivos con mayor rapidez y facilidad. Tal como hemos apuntado al inicio del libro, creemos sinceramente que tanto los coaches, como otros profesionales de la ayuda (educadores, psicólogos, profesionales de la salud o líderes de equipos, por citar algunos), pueden beneficiarse de este modelo, en cuanto que conocer y reconocer las diferentes tipologías de las personas con las que trabajan les puede ser de gran utilidad a la hora de decidir las estrategias de intervención 102 en cada caso. Por poner un ejemplo, un médico que deba explicarle una operación de cadera a una persona de tipología emocional deberá tener muy en cuenta poder empatizar con el estado emocional del paciente a fin de imprimir confianza, mientras que en una persona de tipología mental tal vez sea más importante incidir en los aspectos técnicos de la operación. La sociedad avanza a un ritmo vertiginoso y las personas demandan cada vez más efectividad y rapidez a la hora de solucionar los problemas por los cuales acuden a los distintos profesionales. No conocer la tipología de cada cliente nos puede hacer perder un tiempo precioso y ser menos eficaces en nuestra labor. Por otro lado, también hemos querido compartir nuestras experiencias con la utilización de la respiración integrativa en coaching, como un medio útil, que permite, en algunos casos, acelerar el proceso y que constituye un sistema que merece pasar a formar parte de las herramientas con las que contamos los coaches para ayudar a nuestros clientes. Su eficacia radica en que permite abordar determinados procesos de cambio desde una perspectiva más corporal y menos cognitiva. Finalmente, no quisiéramos acabar este libro sin remarcar que el coaching es una metodología en plena expansión que bebe de diferentes fuentes y que requiere de coaches de mentalidad abierta que estén dispuestos a nutrirse de todo aquello que pueda ayudarles a alcanzar la excelencia en el desempeño de su labor. Si alguna de las ideas expuestas en este libro cumple esta función, nos daremos por totalmente satisfechos de haberlo escrito. Queremos mostrar nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que han hecho posible este libro: maestros que nos han acompañado durante nuestro desarrollo como coaches, compañeros, y sobre todo nuestros clientes, que han sido la fuente de inspiración de nuestro modelo, así como de los casos prácticos que lo nutren. Terminamos el viaje por el recorrido de este libro esperando haber permitido disfrutar y aprender durante el mismo. A partir de aquí, ahora es a vosotros a quienes os toca integrar los nuevos aprendizajes, implementarlos en vuestra praxis profesional… para continuar aprendiendo, cambiando y mejorando, permanentemente y hasta el final. 103 Bibliografía Bayón, F., Cubeiro, J. C., Romo, M. y Sáinz, J. A., Coaching realmente, Pearson Prentice Hall, Madrid, 2006. Berne, E., Juegos en que participamos, RBA Libros, Barcelona, 2007. 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Durante los seis primeros años de vida el cerebro infantil tiene un potencial que no volverá a tener. Esto no quiere decir que debamos intentar convertir a los niños en pequeños genios, porque además de resultar imposible, un cerebro que se desarrolla bajo presión puede perder por el camino parte de su esencia. Este libro es un manual práctico que sintetiza los conocimientos que la neurociencia ofrece a los padres y educadores, con el fin de que puedan ayudar a los niños a alcanzar un desarrollo intelectual y emocional pleno. "Indispensable. Una herramienta fundamental para que los padres conozcan y fomenten un desarrollo cerebral equilibrado y para que los profesionales apoyemos nuestra labor de asesoramiento parental."LUCÍA ZUMÁRRAGA, neuropsicóloga infantil, directora de NeuroPed "Imprescindible. Un libro que ayuda a entender a nuestros hijos y proporciona herramientas prácticas para guiarnos en el gran reto de ser padres. Todo con una gran base científica pero explicado de forma amena y accesible."ISHTAR ESPEJO, directora de la Fundación Aladina y madre de dos niños "Un libro claro, profundo y entrañable que todos los adultos deberían leer."JAVIER ORTIGOSA PEROCHENA, psicoterapeuta y fundador del Instituto de Interacción "100% recomendable. El mejor 110 regalo que un padre puede hacer a sus hijos."ANA AZKOITIA, psicopedagoga, maestra y madre de dos niñas Cómpralo y empieza a leer 111 112 Vivir la vida con sentido Küppers, Victor 9788415750109 246 Páginas Cómpralo y empieza a leer Este libro pretende hacerte pensar, de forma amena y clara, para ordenar ideas, para priorizar, para ayudarte a tomar decisiones. Con un enfoque muy sencillo, cercano y práctico, este libro te quiere hacer reflexionar sobre la importancia de vivir una vida con sentido. Valoramos a las personas por su manera de ser, por sus actitudes, no por sus conocimientos, sus títulos o su experiencia. Todas las personas fantásticas tienen una manera de ser fantástica, y todas las personas mediocres tienen una manera de ser mediocre. No nos aprecian por lo que tenemos, nos aprecian por cómo somos. Vivir la vida con sentido te ayudará a darte cuenta de que lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante, de la necesidad de centrarnos en luchar y no en llorar, de hacer y no de quejarte, de cómo desarrollar la alegría y el entusiasmo, de recuperar valores como la amabilidad, el agradecimiento, la generosidad, la perseverancia o la integridad. En definitiva, un libro sobre valores, virtudes y actitudes para ir por la vida, porque ser grande es una manera de ser. Cómpralo y empieza a leer 113 114 Vender como cracks Küppers, Victor 9788417002565 208 Páginas Cómpralo y empieza a leer La venta es una profesión maravillosa, absolutamente fantástica. Difícil, complicada, con frustraciones, solitaria, pero llena también de alegrías y satisfacciones que compensan sobradamente esa parte menos bonita. Este libro intenta ayudar a motivar, a ilusionar, a disfrutar con el trabajo comercial. Es un ámbito en el que hay dos tipos de profesionales: los cracks y los chusqueros; los que tienen metodología, los que se preparan, los que se preocupan por ayudar a sus clientes, por un lado, y los maleantes, los colocadores y los enchufadores, por otro. He pretendido escribir un libro que sea muy práctico, útil, aplicable, simple, nada complejo y con un poco de humor, y explico sin guardarme nada todas aquellas técnicas y metodologías de venta que he visto que funcionan, que dan resultado. No es un libro teórico ni con filosofadas, es un libro que va al grano, que pretende darte ideas que puedas utilizar inmediatamente. Ideas que están ordenadas fase a fase, paso a paso. Cómpralo y empieza a leer 115 116 Vivir con abundancia Fernández, Sergio 9788416256471 237 Páginas Cómpralo y empieza a leer Por qué algunas personas consiguen lo que se proponen y otras no. Algunas personas materializan todo aquello que desean sin esfuerzo; otras parecen condenadas a una vida de resignación y sufrimiento. Vivir con abundancia no es un libro: es una revolución que te permitirá pasar a formar parte –y para siempre– del primer grupo. La vida es un juego que tiene sus propias reglas. Comprenderlas e interiorizarlas te permitirá manifestar la abundancia de manera natural. En esta obra práctica y optimista, Sergio Fernández te ofrece las diez leyes para cristalizar tus sueños, así como las treinta claves prácticas para incorporarlas. "Un mapa para cristalizar nuestros sueños a través de una lectura inspiradora y muy necesaria", Pilar Jericó. "Aprecio a Sergio, respeto su trabajo y admiro su frescura. Es un ejemplo de lo que escribe", Raimon Samsó. "Me ha encantado su lectura. Es necesario e imprescindible", Juan Haro. "Sergio es libre, sabio, eficaz y generoso y lo que predica les da estupendos resultados a quienes siguen sus métodos", José Luis Montes. "Sergio Fernández es definitivamente el referente del desarrollo personal en España", Fabián González. "Gracias, Sergio, una vez más, por ayudarnos a crear el mundo que soñamos", Ana Moreno. "Vivir con abundancia se ha convertido en uno de mis libros de cabecera. Imprescindible", Josepe García. 117 Cómpralo y empieza a leer 118 Índice Portadilla Créditos Dedicatoria Contenido Prólogo. Desarrollar el talento de nuestro triple cerebro Introducción 1. Fundamentos teóricos del coaching tipológico 2. Aplicación del coaching tipológico 3. Casos prácticos de aplicación del coaching tipológico 4. Respiración integrativa y coaching Conclusiones Bibliografía La opinión del lector 119 2 3 4 5 6 8 10 27 72 89 102 104 106