Subido por Lilia Martín

Butacas campechanas cubanas

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Butacas campechanas cubanas.
Lilia Martín Brito
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Introducción
En Cuba, varias manifestaciones artísticas
como la literatura y la pintura exhiben evidencias en
cuanto a la búsqueda de definiciones de una
nacionalidad en ciernes, en medio de un lento
proceso histórico que, proveniente sobre todo del
siglo anterior, cobra fuerzas en las primeras décadas
del siglo XIX en la figura del Padre Félix Varela y
de sus discípulos.1 Este fenómeno que contribuye al
proceso definitorio de nuestra identidad, atraviesa
por el tamiz de un contexto internacional en el que
las formas clásicas van a verse inspiradas por los
aires del romanticismo, movimiento artístico en que
el hombre, su mundo interior y la naturaleza
adquieren un notable protagonismo. En el ámbito
1
Eduardo, Torres Cuevas. En busca de la cubanidad. T I.2006,
La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p 332´-333.
1
específico cubano estas tendencias se identifican con
los tonos narrativos del contexto local, donde
aparecen de la mano, realidad, costumbres y paisaje
nacionales.
Entre las principales manifestaciones
artísticas del país en esos años, se encuentra el
mobiliario, una de las que con más fuerza encuentra
elementos distintivos, tanto en su forma como en los
diferentes usos que asume en los interiores de las
viviendas. Ello permite reconocer al mueble cubano
de la primera mitad del siglo XIX con elementos
que lo identifican en medio de las tendencias
internacionales vinculadas al neoclasicismo y
posteriormente al romanticismo.
Aspectos esenciales de sus raíces ancestrales
ofrecen a sus formas una apariencia que se consolida
rápidamente en varios tipos de muebles como son
las butacas y las mecedoras, y entre las primeras, las
conocidas como Butacas campechanas, que
proliferan de consuno con los perfiles del
neoclasicismo, pero poseen particularidades
2
formales que las identifican como cubanas. Por ello,
el objetivo principal de este trabajo se vincula a la
necesidad de identificar estos elementos probatorios
de la representatividad de estas butacas en el
contexto caribeño, en tanto constituyen una de las
más auténticas caracterizaciones del mueble
nacional que, desde el Caribe, trasciende a lo
latinoamericano y universal.
Desarrollo:
Con la llegada a Cuba del ilustrado obispo de
ascendencia vasca, Juan José Díaz de Espada y
Fernández de Landa, ocurrida en 1802, 2nuevos
horizontes estéticos se vislumbraron en la cultura
cubana. Entre otras muchas innovaciones de tipo
social, cultural y artístico, una de las principales
realizadas por el prelado, iría encaminada a la
transformación de los altares barrocos de la catedral
El obispo de Espada, recibió su nombramiento en agosto de
1800, pero por diversas causas no arribó a Cuba hasta febrero
de 1802, mes en que también fue consagrado. Eduardo Torres
Cuevas. Obispo de Espada. Ilustración, Reforma y
Antiesclavismo.1990, La Habana, Editorial de Ciencias
Sociales, p 25-26.
2
3
de la Habana por otros de estricto corte neoclásico.3
Ello propició la paulatina desaparición del gusto por
las tallas barrocas en el mobiliario cubano, las
cuales, sin desparecer del todo, comienzan a ser
acompañadas por nuevos exponentes de líneas más
moderadas y racionales en cuanto a la curvatura de
su diseño. Estos cambios, aunque importantes, no
serían las únicas influencias que recibiría el mueble
en Cuba durante la primera mitad del siglo XIX.
3
La influencia cultural y educacional de Espada en los treinta
años de su actuación como obispo de la diócesis habanera, se
desarrolla en medio de un contexto europeo que apuesta por
el enciclopedismo y la ilustración con el estilo neoclásico en
sus modalidades Consulado, Directorio e Imperio y
posteriormente la Restauración, como representativos del
gusto burgués de los nuevos ricos, constituidos en nobleza.
Las diversas versiones del neoclasicismo se expanden por toda
Europa, y llega a España con la invasión Napoleónica de
1808.Véase: El Mueble del Siglo XIX. Francia, España,
Portugal. (II). 1989, España, Editorial Planeta- Agostini, S.A
4
Acerca de las manifestaciones del mueble
cubano de tipología neoclásica dejaría el maestro
Francisco Prat Puig importantes asertos, entre los
que se encuentra su denominación:
En el siglo XIX aparece en Cuba y bajo la
incuestionable influencia del mueble estilo
Imperio Francés, una rica gama, bastante
criollizada, de muebles que constituyen
también un conjunto que pese a su filiación y
parentesco con el francés visto en su
totalidad, hemos de calificarlo como Imperio
Criollo; porque elementos hay que a la legua
permiten dicernirlos (sic)de cualquier mueble
francés de esta época y además en lo que a
tipología se refiere esta época nos ha
sorprendido con la aparición de algunos tipos
de muebles que parecen de invención criolla,
(…)4
4
Elsa, Santos. Entrevista al Dr. Francisco Prat Puig, Sierra
Maestra, Santiago de Cuba, 1985, p4.
5
La mayoría de las butacas cubanas de la
primera mitad del siglo XIX, reciben, además, la
influencia directa o indirectamente, de los estilos
Directorio y el Regency, estas últimas a través del
mueble español altamente influenciado por dichos
estilos y también de los muebles norteamericanos, a
la manera de Duncan Phyfe. 5 Se sabe de
importaciones y adquisición de muebles
norteamericanos en Trinidad a lo largo de 1837,
entre ellas resultan de gran interés las diez cómodas
pequeñas y otras tantas docenas de sillas de madera,
más dos docenas de sillas de rejilla que se
importaron a nombre de los Sres. Carret y Shelton y
arribaron al puerto trinitario de Casilda en el
bergantín americano Dover, así como las “40 cajas
de muebles de casa”, que llegaron en el bergantín
americano Carroll para Nicolás Rodríguez.6 Otra
Duncan Phyfe también se inspiró en lo estilos internacionales
de la época, tanto el Imperio francés en su primera etapa,
conocida como Directorio y también por el Regency inglés.
6
Estos son sólo dos ejemplos de las variadas adquisiciones de
muebles importados de los estados Unidos que llegaron a
Trinidad en ese año. Archivo Histórico Municipal de Trinidad
5
6
motivación para la entrada en Cuba de muebles
europeos fueron los flujos migratorios de franceses
ocurridos en Cuba desde finales del siglo XVIII y
primeras décadas del XIX.7
La verdadera propagación de los muebles
cubanos creados bajo la influencia clasicista ocurre
a partir de la tercera década del siglo. Ello explica el
hecho de que algunas sillas de brazos cubanas de
esta primera mitad del siglo XIX, conserven algo de
la austeridad del mueble español más castizo,
mientras la suavidad de la línea curva de su espaldar
se ve acompañada por una voluta en el cierre o puño
de sus brazos que también está presente como
remate de sus patas, Fig.1 algunas de estas sillas
también pueden culminar en forma de garras de
(AHMT). Periódico “El Correo de Trinidad”, sábado, 1 de
abril de 1837. (AHMT). Periódico “El Correo de Trinidad”,
miércoles13 de septiembre de 1837.
7
Laura, Cruz Ríos. Véase: Flujos Migratorios franceses a
Santiago de Cuba (`1800-1868).2006, Editorial Oriente,
Santiago de Cuba. Rolando, Álvarez Estévez. Huellas
Francesas en el Occidente de Cuba. (siglos XVI- XIX). 2001,
La Habana, Ediciones Boloña, Editorial José Martí.
7
lince, Fig.2 según las preferencias del mueble
Fernandino.8
Todas estas butacas se suavizan no sólo con
la curvatura de sus brazos sino también con la
elegante inclinación de su respaldo, mientras la
voluta que decora el extremo del respaldo puede ser
sencilla o más pronunciada según el diseño de las
mismas. Los elementos curvos de sus brazos
terminan preferentemente en volutas, directamente
sobre el asiento, o la voluta se apoya en una pequeña
bola o esfera. Fig.3 Este motivo tuvo gran
aceptación y está presente en varias butacas a lo
largo del siglo de forma más ligera y evolucionada.
Otras veces, la culminación de los brazos utiliza el
cuello del cisne9 como elemento decorativo, ya
fueran barnizados o sobredorados. Fig.4 y 5 Estos
últimos elementos decorativos refuerzan su vínculo
¨El mueble español y portugués del siglo XIX.¨ El Mueble del
Siglo XIX 1989, p 70-72.
9
El cisne era el animal favorito de la emperatriz Josefina,
primera esposa de Napoleón, tuvo mucha aceptación en las
decoraciones tanto del mobiliario Imperio francés como en el
Fernandino español.
8
8
con el mueble fernandino que a su vez recibiera el
influjo del mueble Imperio francés. Muchas de estas
sillas estaban tapizadas en vaqueta o cuero curtido,
como se conoce en Cuba al marroquí.10 Fig.6 Poco a
poco, la mayoría de ellas tuvo su asiento y respaldo
trabajado con rejilla, mucho más en consonancia con
clima del país. Fig.7
Este proceso que paulatinamente se va
desarrollando en las primeras décadas del siglo XIX,
coincide con una tradición anterior que no debe ser
ignorada. El mueble cubano de finales del siglo
XVIII, con sus tardías influencias barrocas, estará
presente con bastante fuerza en los interiores de las
viviendas cubanas por varios motivos: lo imponente
de su belleza en cuanto a las tallas, el uso de las
maderas preciosas cubanas, no sólo muy adecuadas
para los trabajos de ebanistería, sino también por las
posibilidades que brinda su resistencia al clima
Marroquí. -El cuero o piel de cabra curtido y bruñido como
el Tafilete. Esteban, Pichardo. Diccionario provincial casi
razonado de vozes (sic) y frases cubanas.1985, La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales, p 415.
10
9
húmedo de Cuba y a los xilófagos o termitas u otro
tipo de plagas propias de las maderas de países fríos
o climas diferentes al tropical.
Como protagonista de este mobiliario de
rancia tradición y belleza aparece la conocida como
Silla campechana o Butaca de Campeche de origen
algo controvertido en el ámbito del mueble
americano11 pero de suficiente reconocimiento en
los ambientes domésticos cubanos. El diccionario de
Estaban Pichardo publicado en Cuba por primera
vez en 1836, 12da la definición del término Butaca,
11
Una misma silla campechana-en este caso la que se conserva
en el Museo de Arte Colonial de La Habana-se reporta como
cubana y perteneciente al siglo XVIII, y como mexicana y del
siglo XIX, en trabajos actuales de especialistas diferentes.
Mercedes Josefina Hernández Padilla. El butaque. De asiento
popular a arquetipo del mueble mexicano del siglo XX. “Res
Mobilis”. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057, Vol. 10,
nº. 13, pp.244-258 (247). Indira Carrillo Álvarez Escenario
multicultural: Eclecticismo del mueble en la Habana del siglo
XIX a partir de referentes conservados en museos de la ciudad.
“Res Mobilis”. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057,
Vol. 10, nº. 13-2, pp.162-185 (181).
12
Esteban Pichardo propicia la fecha de las anteriores
ediciones de su diccionario, en el prólogo de su cuarta edición,
ocurrida en 1875. Estas fueron en 1836, 1849 y 1862
respectivamente. Su quinta edición fue en 1975, esta fue
10
donde aparece como: “Especie de silla poltrona
grande con brazos, asiento bajo y espaldar alto;
comunmente (sic) es de caoba forrada de marroquí.
&c. En la parte occidental se dice más generalmente
sillon, (sic) y algunos usan el ambiguo de
butaque.”13 Esta definición refiere con bastante
exactitud la apariencia de la referida silla o butaca y
a la vez constituye, una de las más antiguas
definiciones para el apelativo de butaca no sólo en
Cuba, sino también en el Caribe.
La fisonomía de esta silla de brazos o butaca,
debe haber sido una fuerte influencia en cuanto al
profundo declive del respaldo de otras butacas
cubanas contemporáneas. Fig.7
Su presencia en los ambientes interiores, ya
fueran o modestos o en casas de familia de holgada
posición económica en la sociedad habanera
descritos por Cirilo Villaverde en su novela Cecilia
reimpresa en 1985. Esteban, Pichardo. Diccionario provincial,
p 1, 9,23.
13
Esteban, Pichardo. Diccionario provincial. p108.
11
Valdés,14corrobora su importancia en Cuba desde las
primeras décadas del siglo XIX y probablemente
antes. En la casita de Cecilia, la protagonista, se
describe una de estas a en medio de un mobiliario
vetusto, ella, en sí misma, denota mucho uso: “El
más apetecible [mueble] de la casa era una butaca de
Campeche, ya coja, con orejas grandes y
desvencijada,”15 su estado revela pobreza y
antigüedad, dato que ubica a ese tipo de sillas en
Cuba en un probable último cuarto del siglo XVIII.
También en la casa de la familia pudiente16 se
encuentran estos muebles, conceptuados por los
especialistas como surgidos en el Caribe,17 o por la
Cirilo, Villaverde, Cecilia Valdés o La Loma del Ángel. El,
autor afirma que los hechos que narra en la primera versión de
su novela Cecilia Valdés se desarrollan entre 1812 y 1831. En
el prólogo escrito en Nueva York en 1879 para su obra
finalmente publicada en 1882 refiere además,: “Publiqué el
primer tomo de esta novela en la Imprenta Literaria de don
Lino Valdés a mediados del año 1839.” p 5 y 9.
15
Cirilo, Villaverde. Cecilia Valdés.p27-28.
16
Corresponde a la familia de Leonardo Gamboa, el
protagonista masculino.
17
Juan José Junquera y Mato. ¨Mobiliario VIII ¨Summa Artis.
Historia General del Arte. Vol. XLV Artes Decorativas. II.
1999. Madrid Espasa Calpe, S.A. p 404.
14
12
combinación de estos con los muebles europeos18
desde los primeros tiempos de la etapa colonial, se
les denomina también como “putacas”.19
La Butaca de Campeche jugó un papel
fundamental en los interiores domésticos cubanos.
Aunque su aparición en Cuba está relacionada con la
etapa más floreciente del estilo neoclásico, es muy
probable que su existencia provenga de etapas
anteriores a la proliferación de dicho estilo en la isla.
Su presencia en variados museos y colecciones
privadas indica que estuvieron al uso en todo el
siglo XIX y hasta bien avanzado el siglo XX,20
sobre todo por la comodidad de las mismas. El
maestro Francisco Prat Puig expresó que este tipo de
Mercedes Josefina, Hernández Padilla. 2021, “El Butaque. De
asiento popular a arquetipo del mueble mexicano del siglo
XX.” Res Mobilis. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057,
Vol. 10, nº. 13, p 244-258.
19
El Diccionario de Mobiliario suscribe tres acepciones de
putaca: Putaca: Catre indiano. Silla a manera de catre. Silla
cómoda a manera de catre. Sofía, Rodríguez Berniz.
Diccionario de Mobiliario. Publicación Digital,2006,
Ministerio de Cultura, España, p 629.
20
Su uso se prolonga en algunas viviendas cubanas aún en
pleno siglo XXI.
18
13
butaca, fue usada para recrear el acto de fumar, “…
el uso de determinado mueble como es el caso del
que antiguamente llamaban Fumador; un mueble
asiento muy bajo, muy amplio, empajillado, un
mueble que invita a dormir la siesta fumándose un
tabaco. Este mueble parece ser, sino invención
criolla, algo muy típico de Cuba, y yo osaría decir
que es un mueble netamente criollo.” 21 Fig.8
(Cuadro)
La afirmación de Prat Puig conduce a otro
análisis, dado que lo más significativo acerca del
origen de esta silla o butaca, no se trata acerca de si
es oriunda de Cuba o de Campeche, lo más
importante del tema consiste precisamente en su
origen netamente caribeño, de donde también son la
hamaca y el dujo, por lo que, con sus variantes,
pudo darse en varios lugares de la zona a la vez. Si
existieron relaciones comerciales entre los puertos
de la Habana y Campeche desde mediados del siglo
21
Elsa, Santos. Entrevista al Dr. Francisco Prat Francisco, 4.
14
XVIII y hasta inicios del siglo XIX,22 las influencias
pudieron ser en sentido doble y en mutua sincronía.
El estudioso mexicano Pedro Ángel Ramírez
Quintana analiza los variados significados de la
palabra campechano, de los cuales uno de los
fundamentales es el asignado a “…quienes nacimos
en Campeche” o “…a la gente del lugar” 23 o
gentilicio que desde el siglo XIX se asocia con
modos de ser de la persona, tales como: “…franco,
dadivoso, dispuesto a la broma, alegre, simpático,
sencillo, noble, complaciente, honrado, caritativo y
modesto …” 24 Muchos de estos atributos se
corresponden con la forma de ser o idiosincrasia de
la mayoría de los cubanos pero también con la de
otros pueblos caribeños como el dominicano o el
portorriqueño. Si campechano alude no sólo a los
Julio Le Riverend. Historia Económica de Cuba.1981, La
Habana, Editorial Pueblo y Educación.p111 y 215.
23
Omar Páramo y Pedro Medina. Campechano, la palabra de
origen indígena que más ha cambiado en la historia del
español. https: // unamglobal.unam.mx>, campechano- la
palabra indígena que más ha cambiado en la historia del
español.
24
Ibíd.
22
15
originarios de un lugar sino también a su modo de
ser, el nominativo de butaca campechana no sólo
indica su origen referido a un lugar determinado,
sino más bien a una región, donde se tiene por
campechanos a sus pobladores, provengan de Cuba,
del sureste de México, Puerto Rico o Santo
Domingo.
Si campechano es algo más que la forma de
ser, e integra la identidad de varios pueblos que
habitan en el Caribe, la denominación de ese tipo de
silla como “campechana” puede aludir no sólo a
lugar de origen, sino también a un uso de tipo
informal, poco protocolar. Junquera y Mato es de los
que define a estas sillas como putaca y la declara
como: “…un asiento bajo cómodo, de brazos, con
patas de tijera-curvas o rectas- y alto respaldo
inclinado para sujetar la cabeza. Asiento y respaldo
están constituidos por un bastidor continúo
recubierto con una sola pieza de cuero que solía
estar labrado. El mueble es originario de la costa de
los caribes, por quienes era utilizado para sestear y
16
cuyo nombre- convertido en “butaca-”pasó a ser
sinónimo de silla cómoda.25
Reincidir sobre la idea de una silla cómoda,
de origen caribeño, sin pertenencia definida a un
lugar predeterminado es muy importante, para
clasificar a la silla de Campeche o mejor
“campechana”. Clasificar estas sillas según su forma
y función, resulta mucho más adecuado que
pretender para ellas un lugar de origen único o
específico.
La silla o butaca campechana, invita a un
descanso tan o más confortable que el que propicia
la hamaca; su dueño, no necesariamente tiene que
vivir en el campo ni poseer una de estas para
disfrutar de un rato de descanso en el caluroso
mediodía. La silla campechana cubana le
proporciona esto y además, en sus anchurosos
brazos se encuentra el lugar ideal para colocar su
cenicero y tabaco, mientras fuma sin prisas después
de las comidas. Las especialistas opinan estos
25
Juan José Junquera y Mato. ¨Mobiliario VIII ¨p404.
17
“posabrazos” tienen forma de “patas de elefante”
que describen “diversas fantasías de más distención
o avolutamiento” 26Este es otro elemento interesante
y también diferenciador de estos muebles con sus
brazos recortados con profunda ondulación en
sentido horizontal y no con la voluta tallada en
sentido vertical que presentan las reportadas en los
museos del continente americano.27
El modelo de estos asientos es muy parecido
entre unos y otros. En Cuba las diferencias más
marcadas radican en el torneado del soporte de sus
brazos, así como en su travesaño frontal que
presenta igualmente labor de tornería en algunos
modelos y en otros son lisos, ello pudiera indicar
una fecha más tardía en su confección para el
segundo tipo.
Sara Bomchil y Virginia Carreño. El mueble colonial de las
Américas y su circunstancia histórica.1987, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana. S.A., p 674.
27
Mercedes Josefina, Hernández Padilla. “El Butaque.” Res
Mobilis, 2021, pp.244-258.
26
18
Amplias ¨orejas¨ colocadas a ambos lados
del espaldar, caracterizan a la butaca campechana
localizada en Cuba. Dichas piezas evidentemente
adicionadas al respaldo, constituyen elementos
distintivos de estos muebles, la presencia de este
aditamento recuerda a otras sillas de brazos del siglo
XVIII de origen inglés.28
Si el pronunciado e inclinado respaldo de las
butacas campechanas invitaba al descanso, en el
caso de las orejas que poseen las butacas cubanas, se
torna más completo este convite, aunque la
sugerencia es de tipo sicológica o estética, porque su
pronunciamiento es hacia los lados y no hacia el
frente, lo cual dificulta el posible cabeceo del que
dormita en ella. Estas orejas además de constituir
posibles indicadores de antigüedad, se convierten
28
El asiento de orejas existe en Inglaterra desde el siglo XVII.
En Francia algunas sillas bergère las incorporaron en el siglo
XVIII y son conocidas como de tipo confesional. Véase Sofía,
Rodríguez Berniz. Diccionario de Mobiliario. 2006,
(publicación electrónica), España, Ministerio de Cultura,
Museos Estatales, p 51 y José, Claret Rubira. Muebles de estilo
francés. Desde el Gótico hasta el Imperio. 1952, Barcelona,
Editorial Gustavo Gili. S.A. p 271.
19
elementos diferenciadores de aquellas encontradas
en otros lugares del Caribe, dado que la mayoría de
las conservadas en Cuba exhiben estas orejas,
mientras las del resto carece de ellas.29
La pajilla se utilizó en algunos casos como
sustitución del viejo tapizado de vaqueta- restos del
mismo y las antiguas tachuelas que las bordean, así
lo evidencian-pero otras, fueron diseñadas con
pajillas y orejas de cuero o sin ellas, desde mediados
del siglo XIX y también en el siglo XX30.
El suave y profundo ondulado de su asiento,
relativamente bajo, con respecto al resto de otras
butacas cubanas de la época, se prolonga en el
respaldo y viceversa, además de propiciar el reposo,
recuerda con su cadencia a un mueble aborigen que
Véase: Mercedes Josefina, Hernández Padilla. “El Butaque.
De asiento popular a arquetipo del mueble mexicano del siglo
XX.” 2021, Res Mobilis. Oviedo University Press. ISSN:
2255-2057, Vol. 10, nº. 13, pp.244-258.
30
Un análisis más detallado en cuanto a las técnicas de
elaboración de estas butacas podría indicar si en algún
momento se perdió el tapizado de vaqueta y fue sustituido por
la rejilla o si este tipo de material más fresco se puso de moda,
pero prefirió mantener los aditamentos del respaldo del antiguo
material, al parecer más adecuado para ello.
29
20
obtuvo carácter internacional por sus funcionales
posibilidades como lecho para la marinería en las
embarcaciones de todos los continentes desde el
siglo XVI y en lo adelante, se trata de la mencionada
hamaca.
Si se observa detenidamente uno de estos
asientos, la sinuosidad de sus líneas vistas de
costado representa una sección de elipse, que, a su
vez, recuerda una porción o mitad de este mueble
que se hacía con fibras vegetales desde tiempos
ancestrales,31 mientras que, por su funcionalidad, ha
llegado hasta la actualidad con diversos diseños pero
sin perder su esencia.
Según Jorge Rivas Pérez, historiador del arte
venezolano, otro mueble que se encuentra entre los
31
Amaca:-Lecho colgado que usaban los indios y que han
adoptado los descendientes de europeos con el nombre de
“hamaca”. El Padre de Las Casas dice amaza pero lo creo
errata: eran por lo regular de algodón, pendientes de hilos
llamados hicos, que aún pronuncian jicos los guajiros.
Tambien (sic) se hacían de filamentos del magüey y otras
sustancias. Antonio Bachiller y Morales. Cuba Primitiva,
Origen, Lenguas, Tradiciones e Historia. 1883, La Habana,
Librería de Miguel de Villa, p104.
21
antecedentes de la butaca campechana es el duho o
dujo, asiento ceremonial, difundido según él desde
Venezuela.32El dujo cubano, de una escala muy
inferior en cuanto a dimensiones, también poseía en
su diseño líneas curvas muy similares a las de la
hamaca y por tanto a las de la silla aludida. 33
De esta forma, la silla o butaca campechana
establece un hilo conductor que entreteje, tanto por
su forma como función, a las más ancestrales
costumbres de la Isla con las del convulso siglo XIX
cubano. Ello convierte a la butaca campechana
cubana en un símbolo de alto significado para la
comprensión de una cultura material que encuentra
sus orígenes en la etapa aborigen y arriba a los
Jorge, Rivas Pérez, “Observaciones sobre el origen y
manufactura del mobiliario en América Latina” en
Revelaciones, Las artes en América Latina, 1492-1820.
México, Fondo de Cultura económica, 2007, p486.
Citado por Mercedes Josefina, Hernández Padilla. “El
Butaque.” 2021, p 248.
33
Véase; Lilia Martín Brito. “El dujo cubano.”,2020.
Universidad y Sociedad, 12(1), 33-39. https://orcid.org/0000000332
22
momentos en que Cuba integradores de su
nacionalidad.
Conclusiones:
La silla campechana, cubana y/o caribeña,
aún es susceptible de nuevos estudios, desentrañar
otras coincidencias y diferencias en cuanto a
orígenes, usos, formas, y técnicas puede constituir
un nuevo punto de contacto entre culturas que, por
ser americanas, tienen aún mucho que decir si se les
estudia de conjunto y no de manera aislada. La silla
campechana es sin dudas un elemento fundamental
en cuanto a la comprensión de la nacionalidad
cubana, así como de la identidad caribeña y por
tanto latinoamericana.
23
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