Butacas campechanas cubanas. Lilia Martín Brito [email protected] Introducción En Cuba, varias manifestaciones artísticas como la literatura y la pintura exhiben evidencias en cuanto a la búsqueda de definiciones de una nacionalidad en ciernes, en medio de un lento proceso histórico que, proveniente sobre todo del siglo anterior, cobra fuerzas en las primeras décadas del siglo XIX en la figura del Padre Félix Varela y de sus discípulos.1 Este fenómeno que contribuye al proceso definitorio de nuestra identidad, atraviesa por el tamiz de un contexto internacional en el que las formas clásicas van a verse inspiradas por los aires del romanticismo, movimiento artístico en que el hombre, su mundo interior y la naturaleza adquieren un notable protagonismo. En el ámbito 1 Eduardo, Torres Cuevas. En busca de la cubanidad. T I.2006, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p 332´-333. 1 específico cubano estas tendencias se identifican con los tonos narrativos del contexto local, donde aparecen de la mano, realidad, costumbres y paisaje nacionales. Entre las principales manifestaciones artísticas del país en esos años, se encuentra el mobiliario, una de las que con más fuerza encuentra elementos distintivos, tanto en su forma como en los diferentes usos que asume en los interiores de las viviendas. Ello permite reconocer al mueble cubano de la primera mitad del siglo XIX con elementos que lo identifican en medio de las tendencias internacionales vinculadas al neoclasicismo y posteriormente al romanticismo. Aspectos esenciales de sus raíces ancestrales ofrecen a sus formas una apariencia que se consolida rápidamente en varios tipos de muebles como son las butacas y las mecedoras, y entre las primeras, las conocidas como Butacas campechanas, que proliferan de consuno con los perfiles del neoclasicismo, pero poseen particularidades 2 formales que las identifican como cubanas. Por ello, el objetivo principal de este trabajo se vincula a la necesidad de identificar estos elementos probatorios de la representatividad de estas butacas en el contexto caribeño, en tanto constituyen una de las más auténticas caracterizaciones del mueble nacional que, desde el Caribe, trasciende a lo latinoamericano y universal. Desarrollo: Con la llegada a Cuba del ilustrado obispo de ascendencia vasca, Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, ocurrida en 1802, 2nuevos horizontes estéticos se vislumbraron en la cultura cubana. Entre otras muchas innovaciones de tipo social, cultural y artístico, una de las principales realizadas por el prelado, iría encaminada a la transformación de los altares barrocos de la catedral El obispo de Espada, recibió su nombramiento en agosto de 1800, pero por diversas causas no arribó a Cuba hasta febrero de 1802, mes en que también fue consagrado. Eduardo Torres Cuevas. Obispo de Espada. Ilustración, Reforma y Antiesclavismo.1990, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p 25-26. 2 3 de la Habana por otros de estricto corte neoclásico.3 Ello propició la paulatina desaparición del gusto por las tallas barrocas en el mobiliario cubano, las cuales, sin desparecer del todo, comienzan a ser acompañadas por nuevos exponentes de líneas más moderadas y racionales en cuanto a la curvatura de su diseño. Estos cambios, aunque importantes, no serían las únicas influencias que recibiría el mueble en Cuba durante la primera mitad del siglo XIX. 3 La influencia cultural y educacional de Espada en los treinta años de su actuación como obispo de la diócesis habanera, se desarrolla en medio de un contexto europeo que apuesta por el enciclopedismo y la ilustración con el estilo neoclásico en sus modalidades Consulado, Directorio e Imperio y posteriormente la Restauración, como representativos del gusto burgués de los nuevos ricos, constituidos en nobleza. Las diversas versiones del neoclasicismo se expanden por toda Europa, y llega a España con la invasión Napoleónica de 1808.Véase: El Mueble del Siglo XIX. Francia, España, Portugal. (II). 1989, España, Editorial Planeta- Agostini, S.A 4 Acerca de las manifestaciones del mueble cubano de tipología neoclásica dejaría el maestro Francisco Prat Puig importantes asertos, entre los que se encuentra su denominación: En el siglo XIX aparece en Cuba y bajo la incuestionable influencia del mueble estilo Imperio Francés, una rica gama, bastante criollizada, de muebles que constituyen también un conjunto que pese a su filiación y parentesco con el francés visto en su totalidad, hemos de calificarlo como Imperio Criollo; porque elementos hay que a la legua permiten dicernirlos (sic)de cualquier mueble francés de esta época y además en lo que a tipología se refiere esta época nos ha sorprendido con la aparición de algunos tipos de muebles que parecen de invención criolla, (…)4 4 Elsa, Santos. Entrevista al Dr. Francisco Prat Puig, Sierra Maestra, Santiago de Cuba, 1985, p4. 5 La mayoría de las butacas cubanas de la primera mitad del siglo XIX, reciben, además, la influencia directa o indirectamente, de los estilos Directorio y el Regency, estas últimas a través del mueble español altamente influenciado por dichos estilos y también de los muebles norteamericanos, a la manera de Duncan Phyfe. 5 Se sabe de importaciones y adquisición de muebles norteamericanos en Trinidad a lo largo de 1837, entre ellas resultan de gran interés las diez cómodas pequeñas y otras tantas docenas de sillas de madera, más dos docenas de sillas de rejilla que se importaron a nombre de los Sres. Carret y Shelton y arribaron al puerto trinitario de Casilda en el bergantín americano Dover, así como las “40 cajas de muebles de casa”, que llegaron en el bergantín americano Carroll para Nicolás Rodríguez.6 Otra Duncan Phyfe también se inspiró en lo estilos internacionales de la época, tanto el Imperio francés en su primera etapa, conocida como Directorio y también por el Regency inglés. 6 Estos son sólo dos ejemplos de las variadas adquisiciones de muebles importados de los estados Unidos que llegaron a Trinidad en ese año. Archivo Histórico Municipal de Trinidad 5 6 motivación para la entrada en Cuba de muebles europeos fueron los flujos migratorios de franceses ocurridos en Cuba desde finales del siglo XVIII y primeras décadas del XIX.7 La verdadera propagación de los muebles cubanos creados bajo la influencia clasicista ocurre a partir de la tercera década del siglo. Ello explica el hecho de que algunas sillas de brazos cubanas de esta primera mitad del siglo XIX, conserven algo de la austeridad del mueble español más castizo, mientras la suavidad de la línea curva de su espaldar se ve acompañada por una voluta en el cierre o puño de sus brazos que también está presente como remate de sus patas, Fig.1 algunas de estas sillas también pueden culminar en forma de garras de (AHMT). Periódico “El Correo de Trinidad”, sábado, 1 de abril de 1837. (AHMT). Periódico “El Correo de Trinidad”, miércoles13 de septiembre de 1837. 7 Laura, Cruz Ríos. Véase: Flujos Migratorios franceses a Santiago de Cuba (`1800-1868).2006, Editorial Oriente, Santiago de Cuba. Rolando, Álvarez Estévez. Huellas Francesas en el Occidente de Cuba. (siglos XVI- XIX). 2001, La Habana, Ediciones Boloña, Editorial José Martí. 7 lince, Fig.2 según las preferencias del mueble Fernandino.8 Todas estas butacas se suavizan no sólo con la curvatura de sus brazos sino también con la elegante inclinación de su respaldo, mientras la voluta que decora el extremo del respaldo puede ser sencilla o más pronunciada según el diseño de las mismas. Los elementos curvos de sus brazos terminan preferentemente en volutas, directamente sobre el asiento, o la voluta se apoya en una pequeña bola o esfera. Fig.3 Este motivo tuvo gran aceptación y está presente en varias butacas a lo largo del siglo de forma más ligera y evolucionada. Otras veces, la culminación de los brazos utiliza el cuello del cisne9 como elemento decorativo, ya fueran barnizados o sobredorados. Fig.4 y 5 Estos últimos elementos decorativos refuerzan su vínculo ¨El mueble español y portugués del siglo XIX.¨ El Mueble del Siglo XIX 1989, p 70-72. 9 El cisne era el animal favorito de la emperatriz Josefina, primera esposa de Napoleón, tuvo mucha aceptación en las decoraciones tanto del mobiliario Imperio francés como en el Fernandino español. 8 8 con el mueble fernandino que a su vez recibiera el influjo del mueble Imperio francés. Muchas de estas sillas estaban tapizadas en vaqueta o cuero curtido, como se conoce en Cuba al marroquí.10 Fig.6 Poco a poco, la mayoría de ellas tuvo su asiento y respaldo trabajado con rejilla, mucho más en consonancia con clima del país. Fig.7 Este proceso que paulatinamente se va desarrollando en las primeras décadas del siglo XIX, coincide con una tradición anterior que no debe ser ignorada. El mueble cubano de finales del siglo XVIII, con sus tardías influencias barrocas, estará presente con bastante fuerza en los interiores de las viviendas cubanas por varios motivos: lo imponente de su belleza en cuanto a las tallas, el uso de las maderas preciosas cubanas, no sólo muy adecuadas para los trabajos de ebanistería, sino también por las posibilidades que brinda su resistencia al clima Marroquí. -El cuero o piel de cabra curtido y bruñido como el Tafilete. Esteban, Pichardo. Diccionario provincial casi razonado de vozes (sic) y frases cubanas.1985, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p 415. 10 9 húmedo de Cuba y a los xilófagos o termitas u otro tipo de plagas propias de las maderas de países fríos o climas diferentes al tropical. Como protagonista de este mobiliario de rancia tradición y belleza aparece la conocida como Silla campechana o Butaca de Campeche de origen algo controvertido en el ámbito del mueble americano11 pero de suficiente reconocimiento en los ambientes domésticos cubanos. El diccionario de Estaban Pichardo publicado en Cuba por primera vez en 1836, 12da la definición del término Butaca, 11 Una misma silla campechana-en este caso la que se conserva en el Museo de Arte Colonial de La Habana-se reporta como cubana y perteneciente al siglo XVIII, y como mexicana y del siglo XIX, en trabajos actuales de especialistas diferentes. Mercedes Josefina Hernández Padilla. El butaque. De asiento popular a arquetipo del mueble mexicano del siglo XX. “Res Mobilis”. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057, Vol. 10, nº. 13, pp.244-258 (247). Indira Carrillo Álvarez Escenario multicultural: Eclecticismo del mueble en la Habana del siglo XIX a partir de referentes conservados en museos de la ciudad. “Res Mobilis”. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057, Vol. 10, nº. 13-2, pp.162-185 (181). 12 Esteban Pichardo propicia la fecha de las anteriores ediciones de su diccionario, en el prólogo de su cuarta edición, ocurrida en 1875. Estas fueron en 1836, 1849 y 1862 respectivamente. Su quinta edición fue en 1975, esta fue 10 donde aparece como: “Especie de silla poltrona grande con brazos, asiento bajo y espaldar alto; comunmente (sic) es de caoba forrada de marroquí. &c. En la parte occidental se dice más generalmente sillon, (sic) y algunos usan el ambiguo de butaque.”13 Esta definición refiere con bastante exactitud la apariencia de la referida silla o butaca y a la vez constituye, una de las más antiguas definiciones para el apelativo de butaca no sólo en Cuba, sino también en el Caribe. La fisonomía de esta silla de brazos o butaca, debe haber sido una fuerte influencia en cuanto al profundo declive del respaldo de otras butacas cubanas contemporáneas. Fig.7 Su presencia en los ambientes interiores, ya fueran o modestos o en casas de familia de holgada posición económica en la sociedad habanera descritos por Cirilo Villaverde en su novela Cecilia reimpresa en 1985. Esteban, Pichardo. Diccionario provincial, p 1, 9,23. 13 Esteban, Pichardo. Diccionario provincial. p108. 11 Valdés,14corrobora su importancia en Cuba desde las primeras décadas del siglo XIX y probablemente antes. En la casita de Cecilia, la protagonista, se describe una de estas a en medio de un mobiliario vetusto, ella, en sí misma, denota mucho uso: “El más apetecible [mueble] de la casa era una butaca de Campeche, ya coja, con orejas grandes y desvencijada,”15 su estado revela pobreza y antigüedad, dato que ubica a ese tipo de sillas en Cuba en un probable último cuarto del siglo XVIII. También en la casa de la familia pudiente16 se encuentran estos muebles, conceptuados por los especialistas como surgidos en el Caribe,17 o por la Cirilo, Villaverde, Cecilia Valdés o La Loma del Ángel. El, autor afirma que los hechos que narra en la primera versión de su novela Cecilia Valdés se desarrollan entre 1812 y 1831. En el prólogo escrito en Nueva York en 1879 para su obra finalmente publicada en 1882 refiere además,: “Publiqué el primer tomo de esta novela en la Imprenta Literaria de don Lino Valdés a mediados del año 1839.” p 5 y 9. 15 Cirilo, Villaverde. Cecilia Valdés.p27-28. 16 Corresponde a la familia de Leonardo Gamboa, el protagonista masculino. 17 Juan José Junquera y Mato. ¨Mobiliario VIII ¨Summa Artis. Historia General del Arte. Vol. XLV Artes Decorativas. II. 1999. Madrid Espasa Calpe, S.A. p 404. 14 12 combinación de estos con los muebles europeos18 desde los primeros tiempos de la etapa colonial, se les denomina también como “putacas”.19 La Butaca de Campeche jugó un papel fundamental en los interiores domésticos cubanos. Aunque su aparición en Cuba está relacionada con la etapa más floreciente del estilo neoclásico, es muy probable que su existencia provenga de etapas anteriores a la proliferación de dicho estilo en la isla. Su presencia en variados museos y colecciones privadas indica que estuvieron al uso en todo el siglo XIX y hasta bien avanzado el siglo XX,20 sobre todo por la comodidad de las mismas. El maestro Francisco Prat Puig expresó que este tipo de Mercedes Josefina, Hernández Padilla. 2021, “El Butaque. De asiento popular a arquetipo del mueble mexicano del siglo XX.” Res Mobilis. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057, Vol. 10, nº. 13, p 244-258. 19 El Diccionario de Mobiliario suscribe tres acepciones de putaca: Putaca: Catre indiano. Silla a manera de catre. Silla cómoda a manera de catre. Sofía, Rodríguez Berniz. Diccionario de Mobiliario. Publicación Digital,2006, Ministerio de Cultura, España, p 629. 20 Su uso se prolonga en algunas viviendas cubanas aún en pleno siglo XXI. 18 13 butaca, fue usada para recrear el acto de fumar, “… el uso de determinado mueble como es el caso del que antiguamente llamaban Fumador; un mueble asiento muy bajo, muy amplio, empajillado, un mueble que invita a dormir la siesta fumándose un tabaco. Este mueble parece ser, sino invención criolla, algo muy típico de Cuba, y yo osaría decir que es un mueble netamente criollo.” 21 Fig.8 (Cuadro) La afirmación de Prat Puig conduce a otro análisis, dado que lo más significativo acerca del origen de esta silla o butaca, no se trata acerca de si es oriunda de Cuba o de Campeche, lo más importante del tema consiste precisamente en su origen netamente caribeño, de donde también son la hamaca y el dujo, por lo que, con sus variantes, pudo darse en varios lugares de la zona a la vez. Si existieron relaciones comerciales entre los puertos de la Habana y Campeche desde mediados del siglo 21 Elsa, Santos. Entrevista al Dr. Francisco Prat Francisco, 4. 14 XVIII y hasta inicios del siglo XIX,22 las influencias pudieron ser en sentido doble y en mutua sincronía. El estudioso mexicano Pedro Ángel Ramírez Quintana analiza los variados significados de la palabra campechano, de los cuales uno de los fundamentales es el asignado a “…quienes nacimos en Campeche” o “…a la gente del lugar” 23 o gentilicio que desde el siglo XIX se asocia con modos de ser de la persona, tales como: “…franco, dadivoso, dispuesto a la broma, alegre, simpático, sencillo, noble, complaciente, honrado, caritativo y modesto …” 24 Muchos de estos atributos se corresponden con la forma de ser o idiosincrasia de la mayoría de los cubanos pero también con la de otros pueblos caribeños como el dominicano o el portorriqueño. Si campechano alude no sólo a los Julio Le Riverend. Historia Económica de Cuba.1981, La Habana, Editorial Pueblo y Educación.p111 y 215. 23 Omar Páramo y Pedro Medina. Campechano, la palabra de origen indígena que más ha cambiado en la historia del español. https: // unamglobal.unam.mx>, campechano- la palabra indígena que más ha cambiado en la historia del español. 24 Ibíd. 22 15 originarios de un lugar sino también a su modo de ser, el nominativo de butaca campechana no sólo indica su origen referido a un lugar determinado, sino más bien a una región, donde se tiene por campechanos a sus pobladores, provengan de Cuba, del sureste de México, Puerto Rico o Santo Domingo. Si campechano es algo más que la forma de ser, e integra la identidad de varios pueblos que habitan en el Caribe, la denominación de ese tipo de silla como “campechana” puede aludir no sólo a lugar de origen, sino también a un uso de tipo informal, poco protocolar. Junquera y Mato es de los que define a estas sillas como putaca y la declara como: “…un asiento bajo cómodo, de brazos, con patas de tijera-curvas o rectas- y alto respaldo inclinado para sujetar la cabeza. Asiento y respaldo están constituidos por un bastidor continúo recubierto con una sola pieza de cuero que solía estar labrado. El mueble es originario de la costa de los caribes, por quienes era utilizado para sestear y 16 cuyo nombre- convertido en “butaca-”pasó a ser sinónimo de silla cómoda.25 Reincidir sobre la idea de una silla cómoda, de origen caribeño, sin pertenencia definida a un lugar predeterminado es muy importante, para clasificar a la silla de Campeche o mejor “campechana”. Clasificar estas sillas según su forma y función, resulta mucho más adecuado que pretender para ellas un lugar de origen único o específico. La silla o butaca campechana, invita a un descanso tan o más confortable que el que propicia la hamaca; su dueño, no necesariamente tiene que vivir en el campo ni poseer una de estas para disfrutar de un rato de descanso en el caluroso mediodía. La silla campechana cubana le proporciona esto y además, en sus anchurosos brazos se encuentra el lugar ideal para colocar su cenicero y tabaco, mientras fuma sin prisas después de las comidas. Las especialistas opinan estos 25 Juan José Junquera y Mato. ¨Mobiliario VIII ¨p404. 17 “posabrazos” tienen forma de “patas de elefante” que describen “diversas fantasías de más distención o avolutamiento” 26Este es otro elemento interesante y también diferenciador de estos muebles con sus brazos recortados con profunda ondulación en sentido horizontal y no con la voluta tallada en sentido vertical que presentan las reportadas en los museos del continente americano.27 El modelo de estos asientos es muy parecido entre unos y otros. En Cuba las diferencias más marcadas radican en el torneado del soporte de sus brazos, así como en su travesaño frontal que presenta igualmente labor de tornería en algunos modelos y en otros son lisos, ello pudiera indicar una fecha más tardía en su confección para el segundo tipo. Sara Bomchil y Virginia Carreño. El mueble colonial de las Américas y su circunstancia histórica.1987, Buenos Aires, Editorial Sudamericana. S.A., p 674. 27 Mercedes Josefina, Hernández Padilla. “El Butaque.” Res Mobilis, 2021, pp.244-258. 26 18 Amplias ¨orejas¨ colocadas a ambos lados del espaldar, caracterizan a la butaca campechana localizada en Cuba. Dichas piezas evidentemente adicionadas al respaldo, constituyen elementos distintivos de estos muebles, la presencia de este aditamento recuerda a otras sillas de brazos del siglo XVIII de origen inglés.28 Si el pronunciado e inclinado respaldo de las butacas campechanas invitaba al descanso, en el caso de las orejas que poseen las butacas cubanas, se torna más completo este convite, aunque la sugerencia es de tipo sicológica o estética, porque su pronunciamiento es hacia los lados y no hacia el frente, lo cual dificulta el posible cabeceo del que dormita en ella. Estas orejas además de constituir posibles indicadores de antigüedad, se convierten 28 El asiento de orejas existe en Inglaterra desde el siglo XVII. En Francia algunas sillas bergère las incorporaron en el siglo XVIII y son conocidas como de tipo confesional. Véase Sofía, Rodríguez Berniz. Diccionario de Mobiliario. 2006, (publicación electrónica), España, Ministerio de Cultura, Museos Estatales, p 51 y José, Claret Rubira. Muebles de estilo francés. Desde el Gótico hasta el Imperio. 1952, Barcelona, Editorial Gustavo Gili. S.A. p 271. 19 elementos diferenciadores de aquellas encontradas en otros lugares del Caribe, dado que la mayoría de las conservadas en Cuba exhiben estas orejas, mientras las del resto carece de ellas.29 La pajilla se utilizó en algunos casos como sustitución del viejo tapizado de vaqueta- restos del mismo y las antiguas tachuelas que las bordean, así lo evidencian-pero otras, fueron diseñadas con pajillas y orejas de cuero o sin ellas, desde mediados del siglo XIX y también en el siglo XX30. El suave y profundo ondulado de su asiento, relativamente bajo, con respecto al resto de otras butacas cubanas de la época, se prolonga en el respaldo y viceversa, además de propiciar el reposo, recuerda con su cadencia a un mueble aborigen que Véase: Mercedes Josefina, Hernández Padilla. “El Butaque. De asiento popular a arquetipo del mueble mexicano del siglo XX.” 2021, Res Mobilis. Oviedo University Press. ISSN: 2255-2057, Vol. 10, nº. 13, pp.244-258. 30 Un análisis más detallado en cuanto a las técnicas de elaboración de estas butacas podría indicar si en algún momento se perdió el tapizado de vaqueta y fue sustituido por la rejilla o si este tipo de material más fresco se puso de moda, pero prefirió mantener los aditamentos del respaldo del antiguo material, al parecer más adecuado para ello. 29 20 obtuvo carácter internacional por sus funcionales posibilidades como lecho para la marinería en las embarcaciones de todos los continentes desde el siglo XVI y en lo adelante, se trata de la mencionada hamaca. Si se observa detenidamente uno de estos asientos, la sinuosidad de sus líneas vistas de costado representa una sección de elipse, que, a su vez, recuerda una porción o mitad de este mueble que se hacía con fibras vegetales desde tiempos ancestrales,31 mientras que, por su funcionalidad, ha llegado hasta la actualidad con diversos diseños pero sin perder su esencia. Según Jorge Rivas Pérez, historiador del arte venezolano, otro mueble que se encuentra entre los 31 Amaca:-Lecho colgado que usaban los indios y que han adoptado los descendientes de europeos con el nombre de “hamaca”. El Padre de Las Casas dice amaza pero lo creo errata: eran por lo regular de algodón, pendientes de hilos llamados hicos, que aún pronuncian jicos los guajiros. Tambien (sic) se hacían de filamentos del magüey y otras sustancias. Antonio Bachiller y Morales. Cuba Primitiva, Origen, Lenguas, Tradiciones e Historia. 1883, La Habana, Librería de Miguel de Villa, p104. 21 antecedentes de la butaca campechana es el duho o dujo, asiento ceremonial, difundido según él desde Venezuela.32El dujo cubano, de una escala muy inferior en cuanto a dimensiones, también poseía en su diseño líneas curvas muy similares a las de la hamaca y por tanto a las de la silla aludida. 33 De esta forma, la silla o butaca campechana establece un hilo conductor que entreteje, tanto por su forma como función, a las más ancestrales costumbres de la Isla con las del convulso siglo XIX cubano. Ello convierte a la butaca campechana cubana en un símbolo de alto significado para la comprensión de una cultura material que encuentra sus orígenes en la etapa aborigen y arriba a los Jorge, Rivas Pérez, “Observaciones sobre el origen y manufactura del mobiliario en América Latina” en Revelaciones, Las artes en América Latina, 1492-1820. México, Fondo de Cultura económica, 2007, p486. Citado por Mercedes Josefina, Hernández Padilla. “El Butaque.” 2021, p 248. 33 Véase; Lilia Martín Brito. “El dujo cubano.”,2020. Universidad y Sociedad, 12(1), 33-39. https://orcid.org/0000000332 22 momentos en que Cuba integradores de su nacionalidad. Conclusiones: La silla campechana, cubana y/o caribeña, aún es susceptible de nuevos estudios, desentrañar otras coincidencias y diferencias en cuanto a orígenes, usos, formas, y técnicas puede constituir un nuevo punto de contacto entre culturas que, por ser americanas, tienen aún mucho que decir si se les estudia de conjunto y no de manera aislada. La silla campechana es sin dudas un elemento fundamental en cuanto a la comprensión de la nacionalidad cubana, así como de la identidad caribeña y por tanto latinoamericana. 23