beaubourgh prueba2.indd 1 12/04/2014 19:00:51 beaubourgh prueba2.indd 2 12/04/2014 19:00:51 beaubourg una utopía subterránea beaubourgh prueba2.indd 3 12/04/2014 19:00:51 beaubourgh prueba2.indd 4 12/04/2014 19:00:51 ALBERT MEISTER BEAUBOURG una utopía subterránea Traducción de Valentina Maio Introducción de Julio Monteverde Ilustraciones de Lucas Vázquez de la Rubia Enclave de libros beaubourgh prueba2.indd 5 12/04/2014 19:00:54 ISBN: 978-84-940208-9-6 Depósito Legal: m-10437-2014 Título original: La soi-disant utopie du centre Beaubourg Primera edición: Editions de L´Entente, 1976 © Herederos de Albert Meister Nuestros esfuerzos por establecer contacto con ellos han resultado infructuosos. Quedamos a su disposición. Título: Beaubourg, una utopía subterránea Primera edición en castellano: abril 2014 © 2014 Enclave de Libros Autor: Albert Meister Traducción al castellano: Valentina Maio Diseño de cubierta e ilustraciones: Lucas Vázquez de la Rubia Maquetación: Julio Monteverde Corrección: Gabriela Torregrosa Enclave de Libros C/ Relatores, 16 28012 Madrid http://www.enclavedelibros.blogspot.com [email protected] beaubourgh prueba.indd 6 02/04/2014 9:53:07 índice Julio Monteverde: Introducción........................9 Beaubourg, una utopía subterránea ...............25 Notas...............................................................287 Bibliografía esencial de Albert Meister...........295 beaubourgh prueba2.indd 7 12/04/2014 19:00:54 beaubourgh prueba2.indd 8 12/04/2014 19:00:54 ¡BEAUBOURG! EL TIEMPO, EL LUGAR, LA UTOPÍA Imaginemos que un día se descubren decenas de plantas subterráneas (84, como mínimo), bajo un famoso museo de arte contemporáneo de París. Imaginemos también que todas estas plantas son tomadas por una comunidad abierta de personas decididas a crear un espacio vital propio, un lugar de libertad, de creación de vida. Imaginemos por último que todo esto, a pesar de los múltiples problemas a los que debe enfrentarse, tiene éxito, que se despliega en el tiempo y, lo más importante, que se extiende más allá de sus límites físicos modificando el curso de la vida común en el exterior… Toda utopía, al plantear un destino, implica su propio itinerario, un cierto mapa trazado para llegar a «alguna parte». Nuestro tiempo se ha acostumbrado a pensar que la utopía no es más que una patada hacia adelante, una proyección del deseo que, a fin de cuentas, no lleva realmente a «ningún lugar». Sin embargo, la utopía 9 beaubourgh prueba2.indd 9 12/04/2014 19:00:55 Introducción sólo se propone para motivar el movimiento, y es la posibilidad de su realización lo que permite vislumbrar la necesidad de andar esa distancia que la separa de la realidad. Una vez propuesta, los puentes materiales que llevan a ese «buen lugar» empiezan a iluminarse y se vuelven franqueables. De nosotros depende por tanto aceptar la llamada o despreciarla. Despreciarla también porque no todos los caminos que propone la utopía son igualmente transitables. En su forma final de relato más o menos literario, existen muchos tipos de utopías, y algunos de ellos son como poco discutibles, cuando no directamente despreciables. No obstante, todo parece indicar que estas diferencias parten siempre, en lo esencial, de aquello que habita en el interior de los mismos que las proponen. Pues si lo que impulsa al que se toma el trabajo de escribirla es simplemente el deseo infantil de dominación, la utopía resultante será un mero reflejo de ese carácter abyecto (París en sueños, Cristianópolis); si por el contrario es el deseo profundo de libertad, la necesidad de salir de la pesadilla de los días hacia un mundo más intenso y habitable, el resultado será algo muy diferente (El nuevo mundo amoroso, Noticias de ninguna parte). Por tanto, nunca estará de más clarificar, aunque sea a modo de señalización, el clima personal y social del que ha podido surgir una utopía. 10 beaubourgh prueba2.indd 10 12/04/2014 19:00:55 Introducción el tiempo Recordemos que la primera mitad del siglo pasado fue también, entre otras muchas cosas, el tiempo de la distopías (1984, Un mundo feliz, Farenheit 451). Pero recordemos igualmente cómo todo este clima de desaliento y temor fue cambiando con el correr de los años sesenta, y cómo Mayo del 68 estuvo finalmente atravesado por un poderoso aliento utópico sin el cual no es posible siquiera comenzar a entenderlo. El ejemplo más elocuente de este cambio de perspectiva, que vendría a resumirlo todo mejor que cualquier discurso, sería la «restitución», una mañana de marzo de 1969, de la estatua de Charles Fourier sobre su famoso pedestal vacío en el extremo occidental del boulevard de Clichy, en París, por parte de un grupo de desconocidos autodenominados les barricadiers de la rue Gay-Lussac. La estatua sólo duró un día en su lugar, pero la rehabilitación, hecho completamente impensable diez años atrás, habla a las claras de cómo la corriente utópica se había extendido y afianzado en la mente de muchos durante aquellos años. En este contexto, o mejor dicho, como consecuencia del paso de unos hechos reales que cambiaron brutalmente la forma de entender las luchas sociales y aquello que hasta entonces se conocía como «la política», es que un libro tan sorprendente como el que el lector tiene ahora entre sus manos, pudo tener, en lo bueno y en lo malo, 11 beaubourgh prueba2.indd 11 12/04/2014 19:00:55 Introducción un suelo fértil sobre el que alzarse. Sin duda su autor, Albert Meister, fue también un producto de aquellos años, en el mejor sentido posible de la expresión. Albert Meister nació el 22 de julio de 1927, en Basilea (Suiza).1 Naturalizado francés en 1967, se doctoró en sociología en Ginebra y en ciencias humanas en París. Toda su carrera profesional giró en torno a la problemática de la autogestión y la puesta en marcha de organizaciones horizontales, así como sobre las implicaciones políticas que esta creación de comunidades libres tenía para la sociedad en su conjunto. Como experto en la materia fue altamente respetado en el ambiente intelectual de izquierdas de la época. Trabajó para la Ecole des Hautes Études de París y muchas de sus obras fueron traducidas a otros idiomas, includo el castellano.2 Así sucedió por ejemplo con su trabajo más famoso: L´inflation créatrice, pero también con el que dedicó a las experiencias de autogestión yugoslavas. Igualmente, destacó como animador de la revista Autogestion. Murió prematuramente en Japón en enero de 1982, a la edad de 54 años. Según sus amigos poco tiempo antes había decidido abandonar la investigación 1 Las informaciones biográficas de Albert Meister están extraídas del postfacio escrito por Éric Dussert para la segunda edición francesa de este libro, publicada por la editorial Burozoïque en París en 2010. 2 Para más información sobre la obra de Meister, véase la bibliografía esencial incluida al final del presente volumen. 12 beaubourgh prueba2.indd 12 12/04/2014 19:00:55 Introducción y la docencia para dedicarse por completo a la escultura y el dibujo. Sin embargo, todo este camino vital de especialista recorrido por Meister, por muy interesante que nos pueda parecer, por muchas vías que pudiera abrir a una comprensión profunda de los fenómenos de la autogestión, no alcanza a eclipsar la fascinación que provoca hoy en día el pequeño libro que publicó en 1976, bajo el seudónimo de Gustave Affeulpin, titulado La soi-disant utopie du centre Beaubourg;3 esa extraña joya que Meister nos legó como quien no da importancia a lo que hace mientras se reserva un gesto de inteligencia para quien sepa encontrar en ella lo mejor de su obra. Pues en esta historia, a partir de una idea luminosa, Meister pareció volcar los conocimientos adquiridos en el trabajo científico de toda una vida para dotarlos de una dimensión nueva, más intensa y cercana, despojándose además de todo aparato «intelectual» para situarse directamente frente a aquello que más le interesaba: la posibilidad de creación de un espacio vital al margen de las constricciones capitalistas en todo lo que este podía tener de real y vivible, tan luminosamente concreto como el mismo escenario que eligió para situarlo. La referencia completa de esta primera edición es Gustave Affeulpin: La soi-disant utopie du centre Beaubourg, París, Editions de L´Entente, 1976. La segunda edición de 2010 prescindirá finalmente del seudónimo. 3 13 beaubourgh prueba2.indd 13 12/04/2014 19:00:55 Introducción el lugar En los años sesenta del siglo pasado el barrio de Les Halles era un agujero negro sobre del plano de París. Gran mercado de la ciudad, situado en pleno casco urbano, estaba rodeado de una miríada de callejuelas en las que durante más de ochocientos años se sucedieron los locales de mala muerte y los prostíbulos, atraídos por la presencia constante de los obreros que todas las noches trabajaban en las labores de carga y descarga. Los elementos más conocidos de los bajos fondos de París tenían allí sus permanencias así como algunos de sus cuarteles generales más conocidos, y la fama de insalubridad, hacinamiento y peligrosidad había perseguido al barrio, aparentemente con razón, durante gran parte de su existencia.4 Pero la ciudad convivió con este punto problemático de su geografía durante siglos, ya que en cierto modo también él respondía a una necesidad común. Desgraciadamente esta simbiosis llegó a su fin cuando, allá por los años cincuenta, los procesos de gentrificación, como una pandemia, comenzaron a invadir las cabezas de los alcaldes La famosa película de Billy Wilder Irma la dulce (1963), con todo lo que tiene de mistificación de la miseria que en aquellos tiempos pululaba por aquel barrio, muestra no obstante imágenes reales preciosas tras las cuales se puede acceder, aunque sea por proyección, a una cierta perspectiva de lo que aquel barrio significaba para toda la ciudad justo antes de ser demolido. 4 14 beaubourgh prueba2.indd 14 12/04/2014 19:00:55 Introducción y concejales del mundo, incitados convenientemente por unos constructores y arquitectos que siempre han soportado mal la tozuda resistencia de barrios enteros a las posibilidades de beneficio económico que su rehabilitación vendría a materializar. Así, ya a principios de los años sesenta se fue haciendo más o menos evidente que Les Halles tenía los días contados. En 1968 fue finalmente derruido dando paso a un parque y a un enorme centro comercial subterráneo; típicos ejemplos —de manual, como no podía ser de otra forma tratándose de París— de «no-lugares» capitalistas.5 Pero el proceso no se detuvo ahí. Pronto la muy cercana plaza Beaubourg serviría como nueva punta de lanza para el proceso de vaciamiento del centro histórico de París. En 1970 se hizo pública la idea de construir en ella un nuevo museo de arte contemporáneo y una biblioteca que dotarían al barrio de un nuevo aire más «respetable». Así surgió la iniciativa del Centro Beaubourg, de la mano de Georges Pompidou, el por entonces presidente de la República Francesa que finalmente se arrogaría la denominación con la que, a día de hoy, es popularmente conocido en todo el mundo: el Centro Pompidou. El 20 de marzo de 1973 Puede parecer extraño que el solar dejado por Les Halles no se convirtiera directamente en nuevas construcciones. En realidad esto no era necesario. Bastaba con eliminar el foco de infección para que todo el barrio adquiriera una nueva dimensión turística y las cotizaciones de las casas ya construidas se dispararan. 5 15 beaubourgh prueba2.indd 15 12/04/2014 19:00:55 Introducción comenzarían unas obras de construcción que durarían hasta 1977 y que convertirían un lugar popular y lleno de vida en un nuevo barrio apto para las clases medias de burgueses bohemios. Este sería el escenario, geográfico e histórico, que Meister eligió para plantear su utopía, un marco que no podía resultarle más familiar. la utopía Durante los años setenta Albert Meister vivió en el número 30 de la rue Rambuteau. Desde su balcón tenía una perspectiva tan privilegiada de las obras de construcción del Centro Beaubourg que en ocasiones los periodistas se colaban en su casa para documentar el proceso.6 Como ya hemos comentado, la primera edición francesa de este libro se publicó en 1976, un año antes de que se terminaran las obras. Por tanto, Meister escribió y publicó su texto directamente sobre el agujero dejado por las excavadoras, sosteniendo un momento la pluma entre los labios para observar aquel vientre abierto en la superficie de la ciudad. No obstante, si bien parece claro que fue el rechazo visceral a lo que tenía frente a los ojos lo que le motivó a comenzar a escribir este relato, el motor inmóvil que le facilitó la apertura hacia La fotografía de Jean-Claude Planchet que incluimos en la página 20 quizá pueda dar una idea más gráfica de la envergadura de la obra y del trauma que supuso para el centro de la ciudad de París. 6 16 beaubourgh prueba2.indd 16 12/04/2014 19:00:56 Introducción ese otro espacio en su imaginación, ¿qué es lo que este sociólogo experto en autogestión quiso plantear finalmente con su obra? Éric Dussert ha comentado que uno de los pilares de este libro es sin duda la convicción postsesentayochista de que el sueño de la Gran Tarde, el día magnífico de la revolución social transformadora y global, se habría vuelto ya irrealizable, no tanto por su misma inviabilidad como por las condiciones históricas del capitalismo, la capacidad de los medios de coerción a su alcance y su peculiar manera de moldear las mentes de los que viven bajo su dominio. Sin embargo, este repliegue en el realismo no sería tan definitivo como pudiera parecer, ya que lo que restaría tras esta disolución, al menos para Meister, sería el deseo de puesta en práctica de una vida revolucionaria en un tiempo en el que la idea clásica de revolución se habría vuelto imposible. Y así, en el título original de esta obra, él mismo introduciría una esquiva partícula destinada a desestabilizar nuestras certezas. La soi-disant utopie du Centre Beaubourg; es decir: la así llamada utopía del Centro Beaubourg. La voluntad de indefinición, de apertura, lejos de ser un mero juego con el lenguaje, es consecuencia directa de una tensión particular que es claramente identificable en cada una de las páginas de este libro. Pues si para nosotros, como lectores, este relato es ciertamente una utopía, no lo es en absoluto para los personajes que habitan la narración. Para ellos sería únicamente la vida, una vida 17 beaubourgh prueba2.indd 17 12/04/2014 19:00:56 Introducción con todos sus espacios de sombra y de suciedad, con sus problemas cotidianos y sus alegrías mayores o menores. Y es en este transporte, en esta transición, que ese irónico soi-disant adquiere su sentido profundo. Se trata de una calculada ambigüedad que aspira a llamar la atención sobre el movimiento implícito en toda utopía y, muy especialmente, su tendencia natural hacia esa concreción última en la que debe ser superada por la vida. Esta sería sin duda la clave de bóveda de la obra de Meister, de la cual parten todas las líneas de fuerza que investigó con su trabajo hasta poco antes de su muerte. Y para nosotros, la pertinencia de semejantes ampliaciones de espectro, en un tiempo en el que las propuestas alternativas a la pesadilla se debaten entre el abandono definitivo de la idea de la revolución en favor de la creación de comunidades libres en las que vivir por fuera y más allá del capitalismo; y la urgencia de un cambio radical que asegure la supervivencia de la vida humana sobre la faz de la tierra, está, creemos, fuera de discusión. Toda utopía aspira a dejar de serlo. La necesidad de su propia materialización estará siempre implícita en ella desde que, como género, pasó de ser un mero ejercicio arquitectónico de dominación para, al unirse definitivamente al movimiento obrero en el siglo xviii, recuperar toda la fuerza motriz de ese principio esperanza sin el cual cualquier lucha social parece abocada a hundirse 18 beaubourgh prueba2.indd 18 12/04/2014 19:00:56 Introducción antes o después en el posibilismo político. Pero igualmente toda utopía revolucionaria implica su grado de materialidad concreta, de realidad. La imaginación deseante del ser humano, al desencadenarse, tiende a crear las propias condiciones de su cumplimiento, a fundar ese lugar material en el que todas sus promesas se miden con lo real. Así, las coincidencias verificables entre lo escrito en estas páginas y ciertos sucesos acaecidos no hace mucho a la vista de todos quizá puedan dar que pensar al lector. Y quizá también, a partir de ellas, pueda llegar a plantearse incluso la posibilidad, en apariencia descabellada, de que todo este relato haya sucedido realmente, de que quizá todas esas plantas vacías bajo el grotesco edificio del Centro Pompidou siguan existiendo, de que aún sería posible toparse en la superficie con alguno de esos bellos beaubourgs que las habitaron. Estará en su derecho y a nosotros nos ha pasado lo mismo. Así que si llegado a este punto el lector cae en la tentación del escepticismo, a aquellos que hemos participado en la edición de este libro singular no nos quedaría más que recordar la famosa sentencia con la que Lautréamont cerró sus Cantos de Maldoror: «Id a comprobarlo vosotros mismos si no queréis creerme». Julio Monteverde Madrid, marzo de 2014 19 beaubourgh prueba2.indd 19 12/04/2014 19:00:56 Le trou Beaubourg beaubourgh prueba2.indd 20 12/04/2014 19:00:57 sobre la traducción La traducción de la presente obra ha planteado varios retos. En primer lugar, el estilo escogido por Meister, cargado de argot y de expresiones populares parisinas. En segundo lugar, pero más importante quizá para asegurar la correcta comprensión de la obra, la profusa alusión a personajes y hechos concretos muy identificables para un lector francés pero probablemente oscuros para quienes no comparten ese acervo cultural. Así, para poner este texto a disposición del lector en las mejores condiciones posibles, se han resuelto estas dos dificultades de manera diferente. Para la traslación del estilo de Meister se ha preferido no sustituir las palabras en argot por sus equivalentes en castellano ya que podrían crearse construcciones chocantes o arbitrarias que sacaran al lector del fluir natural del texto. En este caso se ha optado por escoger versiones lo más próximas posible al original manteniendo la inmediatez del estilo. Para la segunda dificultad se ha decidido incluir un apartado de notas al final del volumen. Estas notas, que en el cuerpo del texto van marcadas con números —las del autor están marcadas 21 beaubourgh prueba2.indd 21 12/04/2014 19:00:57 con asteriscos—, y que el lector es libre de consultar o no, intentan explicar someramente ciertas alusiones a personajes y hechos que un público no-francés no tiene por qué conocer. En el caso de referencias a otros personajes y hechos más conocidos, se confía en la cultura del lector. Los editores 22 beaubourgh prueba2.indd 22 12/04/2014 19:00:57 beaubourg una utopía subterránea beaubourgh prueba2.indd 23 12/04/2014 19:00:57 beaubourgh prueba2.indd 24 12/04/2014 19:11:38 Dôzo, dôzo… te l’avevo promesso.1 Tal día como hoy hace diez años fue inaugurado el centro beaubourg y, por todos lados, me piden que deje mi testimonio de lo que fue considerado, en el mejor de los casos, una utopía y, las más de las veces, un sabotaje cultural, un desafío a los valores fundamentales de nuestra civilización… Echad un vistazo a los periódicos de la época, los sarcasmos de los fachas y el escepticismo indignado de la izquierda, acordaos de las intervenciones de los Parlamentarios, que exigían que se pusiese fin al sacrilegio y la orgía; de los Académicos ultrajados o de las Asociaciones de Padres bobalicones, de los obispos llorones y de todos los censores malhumorados, los gramáticos respetuosos y de cualquier otro etcétera decadente. No es mi intención volver a hablar de estas cosas, ni de lo que se dijo o escribió más tarde, cuando la utopía dejó de parecer tan descabellada y los intelectuales hicieron de ella, como aún se suele decir, una «nueva lectura», analizándola, seccionándola, conceptualizándola y lacanizándola; en definitiva, demostrando que la utopía no era tal, y eso, con la misma superioridad con que antes la trataran de absurda mamarrachada. 25 beaubourgh prueba2.indd 25 12/04/2014 19:11:38 Beaubourg Es inútil, por tanto, insistir en tales sandeces, en las elucubraciones primero en contra y después a favor. Además, para saber todo lo que se imprimió sobre la cuestión, no tenéis más que pasaros por cualquier buena librería. Para nosotros, los beaubourgs, lo que verdaderamente importa es lo que se hace y no lo que se dice, lo que se vive y no lo que se cuenta, en definitiva: las cosas, no su apariencia. Por supuesto, siempre estarán los Anaxágoras de turno para convencernos de que, puesto que tenemos manos, somos inteligentes, pero este tipo de listillos pertenece a la cohorte de los epígonos, de los profetas del pasado. Por tanto, lo que yo quiero contar aquí es cómo lo hicimos, con todos los detalles sobre las dificultades concretas que tuvimos que superar. ¿No es esto acaso lo que se espera en primer lugar de un testimonio? 15 de diciembre de 1986. 26 beaubourgh prueba2.indd 26 12/04/2014 19:11:38 Fue hacia 1965 cuando conseguí los primeros resultados en materia de contracción molecular. No os torturaré con el relato de los ensayos y experimentos posteriores; por lo demás, ya se ha escrito bastante sobre contracción molecular tangencial como para que yo tenga algo más que añadir en el plano científico. También hay que decir que, a lo largo de estos últimos años, ocupado como estaba con el lado práctico de la cuestión y demasiado absorto por la experiencia vital del centro, he descuidado considerablemente sus aspectos teóricos. A pesar de todo, y aunque me dé un poco de vergüenza, tengo que contar al menos mi primera experiencia. Como podréis comprobar, esta es muy poco brillante desde el punto de vista cultural. Por aquella época, mi laboratorio se hallaba en la rue Clauzel, en el distrito V, en un local que mi padre me había dejado antes de volverse a su Alsacia natal. La parte utilizada como vivienda (pues también vivía allí) se encontraba un tanto ruinosa y, como consecuencia de una pesadilla que tuve sobre un robo —quizá no se tratara solo de un mal sueño, aunque no se encontró ninguna evidencia—, me compré una pistola, una Beretta 7,65. Y no se me ocurrió otra cosa mejor para guardarla que disimularla en el interior de un gran libro después de 27 beaubourgh prueba2.indd 27 12/04/2014 19:11:38 Beaubourg haberlo vaciado según el volumen y la silueta del arma. Este escondite fue la primera aplicación de mi descubrimiento científico: tracé cuidadosamente los contornos de la Beretta sobre la placa-guía, calibré los espesores y expuse el libro al haz contractor. Pronto se dibujó una cavidad con la forma exacta de mi pistola. Tampoco es que yo, que tanto me dedicaría a la cultura más adelante, me sintiese orgulloso de haber hecho el Pinochet de aquel modo, sacrificando un libro por un arma, más que nada porque había llevado a cabo mi particular auto de fe molecular con la gran antología de Pensamientos y principios vitales de don Richard Nixon. Huelga decir que no soy un intelectual ni un bibliómano, pero de ahí a considerar un libro como una simple masa de celulosa perforable… Enseguida se me ocurrieron otras aplicaciones, desde el raspado de las caries hasta la excavación del canal de Libia para la mejora de la situación en el Sáhara. Pero hoy todo esto es de sobra conocido, así que puedo omitirlo para llegar directamente al agujero del Beaubourg... Creo que me enteré de los grandiosos proyectos que la Administración tenía reservados al Carreau des Halles y la explanada Beaubourg por un sobrino de mi primera mujer, carnicero en el mercado de Les Halles. Seguramente, los periódicos ya habían hablado de ello, pero yo no lo recordaba. Así pues, tuve tanta información como la que podía tener cualquier vecino del barrio, además de todos los miedos y la incertidumbre de todo el 28 beaubourgh prueba2.indd 28 12/04/2014 19:11:38 Una utopía subterránea mundo cuando al Poder le da por interesarse por ti. Ahora que conozco bien el dosier, creo poder decir que la Administración tampoco sabía mucho más sobre el tema. Por lo que respecta a Les Halles, las ideas que se barajaban no es que fueran muy emocionantes: una estación de tren, más otra de cercanías, un centro comercial, un hotel de lujo y yo qué sé qué más. Y todo más o menos subterráneo para poder ver Saint-Eustache desde el Square des Innocents. Total: nada excitante. En cambio, las ideas sobre la explanada del Beaubourg daban para más fantasías. Se hablaba de una gran biblioteca pública, de una filmoteca, de teatro, de danza, de un museo de arte moderno… «Animado» —era el término que se usaba en aquel momento; no me negarán que no se han hecho progresos desde entonces—, según se decía, por monitores, actividades y encargados especializados, un poco al estilo de las fiestas de L’Humanité. Yo me pasé por allí varias veces, intentando imaginar cómo sería el futuro templo de la Cultura. Ya que estaban —pensé—, seguramente aprovecharían para sanear la rue Quincampoix y el basurero en que se había convertido la rue Rambuteau, y para convertir los cuchitriles de los inmigrantes de la rue Saint-Martin en viviendas de lujo. Eso sí, el barrio seguía estando deliciosamente sucio, lo que le daba un aire bastante pintoresco. Después fui al Grand Palais a ver la exposición de los proyectos presentados al concurso internacional, todos auspiciados por los grandes nombres de la 29 beaubourgh prueba2.indd 29 12/04/2014 19:11:38 Beaubourg arquitectura contemporánea: Prouvé, Niemeyer, de Balkany, etc. El presidente de la República en persona supervisaba todo el asunto, de modo que la demolición de los edificios que estorbaban pudo comenzar sin demoras. Unos meses más tarde, habían desaparecido los coches aparcados y las montañas de escombros de la explanada del Beaubourg, recuerdo de algunos negocios inmobiliarios sacrificados sobre el altar de la Cultura. Como estábamos en agosto, la plaza estaba limpia y el barrio relativamente tranquilo por las vacaciones. Así que pude dedicarme sin peligro a la primera aplicación seria de mi descubrimiento. Se prepararon unas unidades móviles con todos los aparatos necesarios y se aparcaron en los cuatro ángulos del gran rectángulo de ciento ochenta y cinco metros de largo por ciento veintiséis de ancho que forman las calles Beaubourg y Rambuteau y de San Merri y Martin. Tras una violenta turbulencia de energía térmica en el perímetro —que tuvo el efecto de una especie de barrera para mantener a los curiosos a una distancia razonable del agujero—, se dibujó casi de inmediato la enorme cavidad, y siete millones de metros cúbicos se esfumaron o, mejor dicho, se adhirieron a las paredes de la excavación. Durante los días siguientes, el calor siguió siendo intenso, circunstancia que aprovechamos para levantar las vallas de protección. Por esa misma época, se sorteó la adjudicación del proyecto arquitectónico del Centro entre el 30 beaubourgh prueba2.indd 30 12/04/2014 19:11:39 Una utopía subterránea centenar de proyectos presentados, y yo me alegré de que fuera seleccionado el de dos jóvenes arquitectos vegetarianos, Ropers y Giano. Su originalidad consistía principalmente en excluir cualquier viso de originalidad, cualquier ornamento o amaneramiento, anti-Bellas-Artes por excelencia, un retorno a las guías y barras de hierro multicolores de estos hijos pródigos de Mies, nostálgicos de su primer Mecano. El futuro Centro no ocuparía más de cuatro pisos de profundidad, lo cual dejaba disponible la parte más profunda del agujero para nuestro centro. La vecindad o, mejor dicho, la superposición de ambas instituciones no debería ser un problema, es más, los responsables del Centro superior se mostraron encantados de encontrarse con que los cimientos ya estaban hechos. Un tabique maestro separaría los dos universos culturales, y nosotros tendríamos entradas independientes y libertad total para su acondicionamiento. En realidad, se trataba básicamente de enlosar las distintas plantas e instalar los sistemas de circulación de personas y de fluidos. Como sabéis, las diferentes plantas no tienen peculiaridad arquitectónica alguna, no son más que una serie de niveles subterráneos superpuestos. Desde el comienzo, nuestra intención era dedicar todo el espacio al trabajo y a la creación, de modo que no habíamos previsto nada para los espacios de representación, esos espacios por lo demás inútiles en los que los culturetas adoran exhibirse. 31 beaubourgh prueba2.indd 31 12/04/2014 19:11:39 Beaubourg La inauguración del Centro noble se había fijado para el 15 de diciembre de 1975. Posteriormente, se retrasó un año, lo que nos vino muy bien porque nuestras obras de acondicionamiento tampoco estaban terminadas. Así que el 15 de diciembre de 1976 tuvo lugar la inauguración de los dos centros superpuestos, cada uno en su estilo. Mientras que el Presidente y las personalidades destacadas del mundo de la Educación y de la Cultura oficiales recorrían las plantas superiores e inauguraban solemnemente los locales del Centro de Creación Industrial, de la Biblioteca Pública, de los puestos de reproducciones artísticas, nosotros nos poníamos manos a la obra con los últimos preparativos de nuestra primera asamblea general. A decir verdad, veintisiete plantas por debajo de aquella en la que las autoridades pronunciaban sus discursos y devoraban elegantemente sus canapés, los preparativos habían sido rebuscadamente sencillos, limitándose a un sistema de audio y a una enorme cantidad de tizas destinadas a que los participantes pudiesen apuntar en las paredes las eventuales decisiones de la asamblea inaugural y constituyente. Ni sillas, ni bancos, ni mesas, ni ceniceros: sería la gente la que decidiera de la eventual utilidad de equipamientos y mobiliario. En cuanto al orden del día, tampoco había nada establecido. Durante las engorrosas entrevistas que había tenido que sufrir en las semanas anteriores a la inauguración (puesto que los medios 32 beaubourgh prueba2.indd 32 12/04/2014 19:11:39 Una utopía subterránea inevitablemente se sentían intrigados por saber qué se estaba tramando en las profundidades del Centro Beaubourg), solo había fijado el día y la hora, y aclarado que se expondría el estado inicial de la iniciativa. La asamblea estaba prevista para las siete, pero la gente empezó a llegar a partir de la hora de cierre de oficinas y fábricas, sorprendidos al no ver ni bancos ni sillas: —Aquí se nos va a helar el culo. Menudo asco. —¿Es esto la cultura? Más nos valdría haber ido a la inauguración del Centro de arriba. —¿Y los canapés? ¡No esperaréis que nos comamos la tiza! —¿No se ha previsto nada para la prensa, señor Gustave? —¿Y dónde está el tigre? —¿Has visto qué caretos que hay por ahí? ¡Y no hay ni servicio de seguridad! —Se van a llenar las paredes de grafitis. ¡Qué desastre! —Va a haber que sentarse en el suelo… Etc., etc. Todo el mundo preocupado por el frío en las nalgas y la falta de comodidades. Puede que sea así, que la cultura no pueda empezar si no se solucionan antes este tipo de problemas. Para mí, que no soy más que un marxista vulgar, ya no cabía la menor duda. Hacia las siete y media la planta estaba a rebosar, cuatro mil personas más o menos, en su mayoría gente muy joven. Dije en pocas palabras lo que llevaba preparado, y que repetiré ahora aquí 33 beaubourgh prueba2.indd 33 12/04/2014 19:11:39 Beaubourg porque creo que en su día los periódicos no lo reflejaron fielmente: «Debajo de esta hay otras cincuenta y tres plantas, equipadas igual que esta (aquí fui interrumpido por algunas burlas, pero los altavoces eran lo suficientemente potentes como para que mi voz las silenciara), es decir, iluminadas y ventiladas, pero sin tabiques de separación, salvo en los baños (más risitas). Todas estas plantas están destinadas a la cultura, a la cultura que vosotros vais a hacer, porque yo no tengo ni una definición a priori de la cultura ni poder para imponer una; a decir verdad, ni siquiera tengo muy claro qué significa el término cultura (nuevas interrupciones, en las que destacan términos populares de la anatomía y de las funciones digestivas). En esta casa, o si lo preferís, en este agujero, todo debe ser decidido entre todos: tanto lo que entendemos por cultura como los contenidos y las maneras de organizar las diferentes actividades culturales. Está claro que hay que contar con un poco de desorganización al principio: es inevitable y ocurre siempre que se intenta crear algo nuevo, repensar los viejos problemas y ofrecer nuevas soluciones. Por tanto, es necesario que todos aquellos que quieran hacer algo se den a conocer, se agrupen y se pongan manos a la obra. Para vuestras sugerencias y comunicaciones utilizad las paredes, están ahí para eso. Agrupaos, hay espacio de sobra en todas las plantas, todas están abiertas e iluminadas las 24 horas del día. En cuanto al dinero, nos hará 34 beaubourgh prueba2.indd 34 12/04/2014 19:11:39 Una utopía subterránea falta, porque está todo por hacer; en función de lo que decidáis comprar, será o no suficiente. De hecho, una vez pagados todos los gastos para el año que viene, es decir, la electricidad, el agua, el mantenimiento de los ascensores, las escaleras mecánicas, los ventiladores, etc., e incluyendo el alquiler de los altavoces de esta tarde, nos quedarán exactamente 23.628 francos en caja; y, aparte de vuestras donaciones (abucheos) o de las subvenciones que podáis conseguir, el año 1977 lo tendremos que sacar adelante con eso. Habrá que decidir por tanto los gastos más urgentes, y esto tiene que decidirlo la asamblea general, un consejo o comité que vosotros os encargaréis de nombrar. Mientras tanto, hasta que hayáis designado a alguien para que gestione la caja, yo me haré responsable del dinero y os propongo que se deje esta pared sin escribir para que podamos ir apuntando en ella los gastos o los ingresos inesperados. Dos cosas más: estos locales pertenecen a todos, son públicos y no hay ningún control de entrada, ni ninguna distinción entre miembros y no miembros (estuve a punto de añadir que esperaba que nunca la hubiera, pero me contuve a tiempo), y esto se mantendrá así hasta que decidamos juntos algo al respecto. Un último punto: aquí no hay seguridad, ni policías (hurras sin fin), tampoco porteros ni empresas de limpieza. Es probable que se presenten problemas, pero tendremos que encontrar juntos las soluciones. Y eso es todo, no tengo nada más que decir». 35 beaubourgh prueba2.indd 35 12/04/2014 19:11:39 Beaubourg Son las ocho. La gente se mira, sorprendida por la brevedad del discurso, a la espera de que alguien rompa el silencio. Finalmente se levanta un tipo encorbatado que ronda la treintena: —Estoy esencialmente de acuerdo con el enfoque que se nos propone, inductivo en el plano conceptual y no dirigido en el metodológico, sugiero que se lleve a cabo un estudio sobre las motivaciones de cada uno, al estilo del marketing cultural… La voz queda silenciada por los silbidos y las protestas. Otro tipo, igualmente bien arreglado, agarra un micro: —No es mala idea, pero nosotros mismos podríamos hacer el estudio, consultando entre los que estamos aquí… De todas formas, lo que yo quería saber es quién va a seleccionar a los animadores y al personal… Como la pregunta parece dirigida a mí, contesto que no tengo ni idea, que todavía no se ha decidido nada sobre el tema, y que primero hay que saber si lo creemos necesario. Desde el fondo a la izquierda me aplauden al grito de: «Abajo los animadores, abajo los funcionarios, abajo la propiedad, ni dios ni amo»; alguien, a quien no puedo ver desde donde estoy, se adueña de un micro: —Nada de animadores, nada de control sobre la cultura. Si queréis integraros, idos a la Casa de la Cultura o al Club Med.2 Y tampoco queremos trabajadores fijos, no somos un sindicato ni un partido, no queremos estar en un templo de la cultura, 36 beaubourgh prueba2.indd 36 12/04/2014 19:11:39 Una utopía subterránea con sus curas y sus actividades parroquiales. Todo debe decidirse en común, todos juntos, en asamblea. Debemos poder expresarnos siempre que sea necesario. Y nosotros mismos nos encargaremos de la limpieza, prescindiremos de la policía, todos seremos responsables de las instalaciones, de la propiedad de todos. La sala se viene abajo con los aplausos. En cuanto a mí, todo me resulta de lo más simpático. Me gusta el perfume libertario. Pero también existe un riesgo: demasiado a menudo este tipo de gente es más bien del tipo reflexivo y soñador más que realizador. De todas formas, se intuye que hay una idea en sus palabras, espero que se dé a conocer. Enseguida le contestan: —Contrariamente a lo que usted dice, creo que necesitamos gente más preparada, gente formada para guiar, aconsejar y animar todas las actividades. Llámeles animadores o como quiera, qué más da. Pero es imposible iniciar un proceso de vulgarización cultural (silbidos)… o de divulgación, si lo prefiere… (más silbidos, protestas, tiene que parar). El que viene después es claramente un pintor del tipo anti-todas-las-escuelas, y además cabreado: —Si hay algo en lo que cagarse definitivamente es en la vulgarización, en la divulgación, en la cultura de tipo popular… Este centro será un centro de creación o no será. Podremos tener aquí nuestros talleres y a nuestros alumnos, podremos exponer sin tener que pasar por las galerías de arte, 37 beaubourgh prueba2.indd 37 12/04/2014 19:11:39 Beaubourg que nos sustraen el 50% de las ventas y además se publicitan fatal. —Yo soy ceramista, pero mi taller es muy pequeño. Podría instalarme aquí con mi horno, a cambio, y como contribución al pago del alquiler, les haría un precio a los usuarios de la ciudad de las artes. La cosa empieza mal. El centro está a punto de convertirse en una ciudad de las artes, en una simple acumulación de talleres y galerías de arte, en un lugar de encuentro entre creadores y sus discípulos. Un poco impulsivamente, me decido a intervenir, porque definitivamente eso no se corresponde para nada con lo que yo había imaginado; si al final acaba convirtiéndose en algo de ese tipo, al menos debo intentar retrasarlo lo más posible. Aclaro que, para empezar, todavía no se había decidido que el centro tuviera que ser una ciudad de las artes, o de los artistas, a no ser que todos juntos decidamos que eso es lo que queremos. Pero también aclaro que yo, por mi parte, lo lamentaría, que lo que yo tengo en mente no es fomentar el diálogo entre creadores y público, entre maestros y discípulos, sino crear un lugar solo de creadores, donde las distinciones entre maestros y discípulos queden abolidas. Creadores que se han quedado rezagados respecto a la vanguardia (me interrumpen: «¡viva el impresionismo!, ¡viva el arte del boulevard Sebastopol!»). —Pues sí —contesto—, si es necesario, empezaremos por ahí (sinceramente espero que esto no 38 beaubourgh prueba2.indd 38 12/04/2014 19:11:40 Una utopía subterránea ocurra, pero hay que ser consecuentes). Lo importante es que todo el mundo pueda venir a crear, a coger un pincel, aunque sea torpemente; o a modelar una vasija, aunque sea algo que ya se haya hecho ya cien veces, y cien veces mejor. Todo el mundo debe poder venir, viejos y jóvenes, todo el que crea que tiene algo que decir, quien quiera expresarse, como sea y con lo que sea, con las manos, con la boca («¡y con la polla!», grita alguien, y el porvenir le dará la razón: eso también forma parte de la cultura). En cuanto a que cada uno tenga su pequeño taller, con la llave bajo el felpudo y unos cuantos metros cuadrados de pared reservados, nada se ha decidido sobre esto todavía, y habrá que decidirlo entre todos. En lo que a mí se refiere, no creo que esta sea la mejor solución. Son las nueve y media y estoy cansado. Incluso con los altavoces, hay que afinar el oído para no perderse nada; el parloteo es muy fuerte y las interrupciones mucho más frecuentes de lo que esta crónica puede dar a entender. Nos haría falta un sindicalista convencido como Charles Piaget, pedagogo incansable como su tío Jean de Ginebra.3 Además, a pesar de la ventilación, el calor y el humo pesan. Aprovecho un altercado entre dos pintores —siempre he pensado que muchos de ellos se expresan mejor mediante las palabras que con los pinceles— y me llego al final de la planta para salir un momento. Me doy cuenta con sorpresa de que el público se ha dispersado bastante, aunque sea todavía temprano, y de repente se me ocurre 39 beaubourgh prueba2.indd 39 12/04/2014 19:11:40 Beaubourg que en la Sorbona, en 1968, ni habría habido tanta gente ni las asambleas hubieran sido tan largas de no ser por las sillas. A propósito de sillas: ese fue el milagro de la tarde. Mientras me encontraba fuera, alguien propuso que, como había que ahorrar, cada uno debería llevar al menos una silla, que no valía la pena comprar unas nuevas, y que era mejor utilizar el dinero para comprar herramientas que para mobiliario sin importancia, que solo para amueblar esa planta harían falta al menos cuatro mil sillones que, a 200 francos cada uno, costarían casi un millón, una cifra desproporcionada respecto a lo se podría gastar a lo largo del año. La propuesta no hizo mucha gracia, pero tampoco se oyeron risitas sarcásticas. Se trataba de una propuesta tan sorprendente, práctica y evidente a la vez que nadie pudo criticarla, ni secundarla, ni burlarse de ella. Fue un poco como el argumentobofetada zen, que sacude bruscamente el espíritu, iluminándolo. Hasta entonces el debate se había desarrollado sobre la base de los principios, a pesar de que en mi introducción yo había intentado ser muy concreto. Y de repente llega la propuesta a ras de suelo, brillante de sencillez, que vuelve a centrar todo el debate y permite llegar a una conclusión. Posteriormente, iba a poder constatar el mismo fenómeno en muchas ocasiones, a saber: que antes de llegar a soluciones concretas es requisito indispensable deshacerse de todo el 40 beaubourgh prueba2.indd 40 12/04/2014 19:11:40 Una utopía subterránea fárrago de ideas generales y de consideraciones elegantes e inteligentes. Me pregunto si este no es un rasgo característico de una cultura como la nuestra, intelectualizada en exceso, que privilegia la palabra a costa de la acción y que, por eso mismo, excluye de la vida cultural a todos aquellos que no han adquirido, en la familia o en la escuela, las categorías y las habilidades propias de este tipo de discurso. Contra esto era contra lo que había que reaccionar, aunque en esa reacción quizá favorecimos demasiado los patrones expresivos no verbales, al menos durante los primeros tres o cuatro años… Pero sobre este tema volveré más adelante. Volvamos a las sillas… Y es que este mobiliario elemental dio tono al centro. El hecho de optar por mobiliario reciclado suponía situarnos radicalmente al margen de las instituciones culturales de moda, del diseño cool y del arte moderno al estilo Knoll. También significaba una renuncia total a la cultura como confort (o al confort como cultura, todavía más frecuente), que estábamos listos para reconsiderar todos los aspectos de la vida como fenómenos culturales, que reflexionar sobre cosas banales como las sillas era una condición necesaria para poder repensar progresivamente todos los aspectos de la cultura. Y eso fue precisamente lo que terminó por pasar... Unos días más tarde, conocí al tipo que había propuesto la recogida de sillas. Era uno de esos 41 beaubourgh prueba2.indd 41 12/04/2014 19:11:40 Beaubourg tipos nerviosos, fornido, inquieto, rebosante de energía, práctico, apañado: ya sabéis a lo que me refiero. Habían empezado a llamarlo «Tío Boral», que seguramente era su nombre. En lo sucesivo, se encargaría de todo el mantenimiento del centro y de los talleres de forjado. Aunque pasara de la cincuentena, sus convicciones sobre la democracia directa seguían tan intactas como cuando tenía veinte. Y de no ser porque siempre andaba dispuesto a ayudar y a echar una mano, hubiese terminado por aburrirnos, siempre hablando de democracia. Pero todo el mundo le adoraba. Hace tres años, cuando se fue a Poitou para montar allí otro beaubourg, unas veinte personas se marcharon con él. Y ya para terminar con el tema de las sillas: tres días después de la reunión contamos unas setenta y tres, y un mes después más de mil setecientas. Hay que decir que había de todo un poco, desde la Luis xv falsa que había acabado sus días en un desván hasta el asiento de un dos caballos (que cuenta por dos en nuestro inventario), además de un número respetable de sillas de bistrots del barrio (justo a partir de ese momento los propietarios empezaron a marcarlas). Más adelante, llegarían también bancos de iglesia y filas enteras de butacas de cine. Gente que trabajaba en la demolición de edificios tomó la costumbre de avisarnos de la existencia de esos lotes, así como puertas, planchas y estanterías de todo tipo. También es probable que, a juzgar por la subida 42 beaubourgh prueba2.indd 42 12/04/2014 19:11:40 Una utopía subterránea de precios en el mercado de las pulgas, un cierto número de personas hubiese comprado sillas para el centro. Está claro que todas aquellas antiguallas, cubos de caucho sintético, bancos, taburetes, etc., daban al centro un aire un tanto caótico. Le Figaro hizo una descripción poco amable, Le Monde lo tildó de simpática maraña, aunque algo primaria, y Escarpit le dedicó amables palabras. Solamente Le Canard Enchaîné y Le Nouvel Art vivant comprendieron el sentido real de aquella operación de reciclaje. En lo que a mí se refiere, pensé que era un buen comienzo, quizá también porque tenía otras cosas en la cabeza. La primera asamblea terminó a las dos de la mañana, pero las discusiones continuaron en pequeños grupos a lo largo de toda la noche. Algunos se habían quedado a dormir en el suelo y otros no dudaron en venirse a vivir al centro, limitándose a salir una vez al día para comprarse su ración de salchichas con patatas. Inevitablemente, hubo algún que otro desperfecto, unos cuantos azulejos rotos en los aseos y una docena de neones. Los dos váteres atascados con papel de periódico, que se desbordaban y olían mal, eran algo más molestos, pero al menos tuvieron el mérito de llamar la atención del Parisien Libéré, además de hacer reír a todos los alcaldes (de Annecy, de Tours…) que más tarde intentarían suprimirnos. En las paredes había menos mensajes y carteles de lo que me hubiera esperado, y solo una docena 43 beaubourgh prueba2.indd 43 12/04/2014 19:11:40 Beaubourg de invitaciones a reunirse en los días siguientes: para música (siete), para teatro (tres), para organizar la lucha contra la represión (uno), para la gestión del centro (uno). Yo tenía mis esperanzas puestas en esta última, porque era urgente tomar algunas decisiones, aunque solo fuera para darle un buen barrido a la planta 27, donde se había celebrado la asamblea. Por eso, yo mismo me encargué de escribir bien claro en la pared frente a los ascensores: se necesitan voluntarios para la limpieza – traed escobas y cepillos Si todas estas cuestiones prácticas os aburren, es que todavía no habéis entendido nada; o no, mejor dicho, no: que yo no he sido capaz hasta ahora de explicaros hasta qué punto no teníamos una idea preconcebida de lo que es la cultura. En efecto, no teníamos motivo alguno para suponer que el barrido del suelo no fuese un hecho cultural y, sobre todo, ningún derecho a decidir quiénes debían ser barrenderos y quiénes creadores, ni a designar a unos (¿los pobres, los viejos?) y a otros (¿los jóvenes, o los que pueden costearse las herramientas, o los que tienen «gusto»?). Y los lavabos y los aseos, ¿quién iba a desatascarlos? ¡También defecar es cultural!, como demuestra el hecho de que los turcos lo hacen en una posición distinta de la nuestra. Y La Grande Bouffe de Ferreri, ¿acaso no lo deja bien claro? 44 beaubourgh prueba2.indd 44 12/04/2014 19:11:40 beaubourgh prueba2.indd 45 12/04/2014 19:11:41 Beaubourg Pronto la realidad se encargaría de dar respuesta a todas estas preguntas. Como ya he comentado, la inauguración tuvo lugar en diciembre, el invierno fue frío y sucio. Poca gente en los restaurantes y la noche de fin de año (sin duda también a causa de la recesión). Aunque fuera escandinavo, a Pontus Hulten, el director del Centro Superior,4 le entraron sudores fríos. Me había pasado por su despacho la mañana de Navidad. Esperaba a muchísimos visitantes aquella tarde: el día de Navidad caía en sábado, así que el puente era corto y la gente se quedaría en París. Una buena ocasión, por tanto, para salir de casa e ir de visita al Centro oficial, y luego bajar a las plantas inferiores para comprobar si era verdad que todo era tan desolador como decía L’Aurore. Esa misma mañana de Navidad, no sin sorpresa, tuve la oportunidad de descubrir nuestra primera actividad. Mientras iba bajando, alguien me dijo: «Hay un follón enorme ahí abajo, parece que hay unas motos…». Efectivamente, desde los huecos de los ascensores subían unos ruidos raros, aunque todavía tuve que pararme en varias plantas para acabar dando, en la 62, con unas cincuenta motos de todo tipo, la mayoría dando vueltas en el sitio o en reparación. ¡Menudo escándalo! Parecía evidente que la planta había sido ocupada hacía varios días porque se había trazado una pista y las paredes decían en grandes caracteres: moto=cultura. Por un momento 46 beaubourgh prueba2.indd 46 12/04/2014 19:11:41 Una utopía subterránea pensé, aliviado, que menos mal que los ascensores no eran lo bastante grandes para transportar automóviles… Algunos de los moteros me reconocen y se acercan, forzando un poco su aire de tipos duros, y es que a pesar de todo también se sienten un poco ocupas. «El otro día estuvimos en la asamblea, cuando dijo que no existe una definición preconcebida de la cultura. Para nosotros la cultura es la moto, así que hemos pensado que también teníamos derecho a venir aquí. Además, fuera nos morimos de frío, no sabemos adónde ir. Y los maderos nos echan de todas partes…». Yo les digo simplemente que, lo que es a mí, me-da-igual, e incluso que estoy encantado, pero que tendrán que defender su punto de vista en la asamblea general y que quizá tengan que organizarse… «Eso ya está hecho. (Habla siempre el mismo.) Aquí somos tres bandas, hemos nombrado a unos jefes, hemos prohibido fumar en el rincón de los tanques de gasolina, hemos prohibido bajar las motos por las escaleras mecánicas, e incluso hemos expulsado a dos tíos por ese mismo motivo». Resultaba un poco dura como organización, pero tenía sentido. Posteriormente, se bajarían a la 75, que tenía la ventaja no sólo de disminuir el ruido, sino que, por la disposición de las últimas plantas, permitía una mejor ventilación y un almacenamiento más seguro del carburante. 47 beaubourgh prueba2.indd 47 12/04/2014 19:11:41 Beaubourg Así que la moto fue nuestra primera actividad cultural, y tuvimos suerte, porque era lo bastante marginal con respecto a la Cultura con mayúsculas como para animar a que otros «chiflados» se organizasen. De modo que pronto llegaron grupos dietéticos, hermandades de yoga y muchos otros grupos, sectas y cultos extravagantes de los que hablaré más adelante. Por supuesto, todo esto al margen de las actividades culturales «de verdad», las legítimas a ojos de los Intelectuales y de los representantes de la alta Cultura. Otras actividades, como la pintura o el teatro, con su reconocimiento oficial y su sello de producto cultural, tardaron más en ponerse en marcha y, al contrario que en el caso de los grupúsculos marginales, tendieron desde el principio a plantear problemas de apoyo financiero, trayéndose consigo al centro la vieja actitud gorrona, resultado del parasitismo en el que las minorías ricas y cultas siempre las han mantenido. Arquitectos y profesores tienen en común una cosa: protestan contra una sociedad autoritaria, pero no dejan de imponer sus propios puntos de vista a las personas cuyos comportamientos organizan, en forma de modelos de vivienda los unos, y de modelos culturales los otros. Nosotros tuvimos que lidiar con estos dos tipos de modeladores. Por supuesto, los primeros con los que nos las tuvimos que ver fueron los arquitectos, que no podían entender por qué dejábamos tantos espacios 48 beaubourgh prueba2.indd 48 12/04/2014 19:11:41 Una utopía subterránea sin una función precisa. Como hacen con el urbanismo, con el alojamiento, con las casas de cultura, también aquí pretendían ayudarnos a definir arquitectónicamente las distintas funciones del espacio: aquí la danza, allí la zona de descanso, por aquí la zona de paso, etc. En definitiva, la réplica exacta de lo que van imponiendo en las ciudades y los barrios que edifican, y cuyos habitantes sabrán de antemano donde deberán y, sobre todo, donde no deberán, dormir, circular, comer. Y todas estas imposiciones e injerencias en la vida de los propios interesados vienen acompañadas, como no podía ser de otra manera, de las habituales monsergas sobre la Libertad del Hombre y el humanismo de los creadores. Pero ¿cuándo se darán cuenta estos cándidos de piñón fijo de que son ellos los auténticos portavoces de la sociedad integrada y de que, con sus audacias desmedidas y su ridículo hormigón, solo se engañan a sí mismos? Las ciudades del pasado estaban vivas precisamente porque no estaban planificadas, las casas y las calzadas fueron trazadas y construidas poco a poco, según las necesidades; se añadía una habitación o todo un ala, un pasaje o una callejuela, cuando hacía falta más espacio o más libertad de movimiento. Nosotros haremos igual: seremos el antiplano, el antiurbanismo, la no-arquitectura. Como en las ciudades de antaño, nuestros locales tendrán doble función, espacio malgastado, ángulos ciegos, y los modificaremos cuando mejor nos parezca. Y vosotros, arquitectos, no construiréis 49 beaubourgh prueba2.indd 49 12/04/2014 19:11:41 Beaubourg aquí ni anfiteatros, ni fosos de orquestas, ni palcos, ni salas de música, ni laboratorios fotográficos, ni nada en absoluto. Los diferentes niveles se irán distribuyendo en función de las actividades y de las fantasías y, mientras Dylan no me moleste cuando visito a Webern, poco me importa que todos estos espacios estén pegados unos a otros. Es inevitable que haya líos, indecisión, discusiones, tensiones: dejad al menos que todo esto lo hablemos entre nosotros, los interesados (y no entre los Interestresados en que se convierten aquellos a los que prodigáis vuestros buenos consejos); al fin y al cabo, sabemos muy bien que estas discusiones nunca podremos mantenerlas con vosotros, ya que los planificadores no hablan nunca con los planificados, ni los moduladores, con los modulados. Llegué a detestar el sitar, a odiar a la guitarra y su electricidad, el charango, la flauta andina y la espineta alsaciana, el gong, las maracas y las piñatas: porque en este agujero ya no se oye nada. A veces hay hasta cinco grupos por planta, sin contar a los que aporrean, rascan o soplan por su cuenta, cada uno en su rincón. ¿Cómo acabar con esta diarrea de sonidos? Y pensar que ayer mismo maldecía a los arquitectos y sus soluciones impuestas de antemano; al menos ellos nos habrían delimitado las zonas de ruido o de los auditorios, o de las salas de concierto, debidamente aisladas. Pero sí, hay que maldecirlos, vamos por buen camino: son los propios interesados, tanto los que 50 beaubourgh prueba2.indd 50 12/04/2014 19:11:41 Una utopía subterránea se molestan entre sí como aquellos cuya necesidad de loudness está ya saturada, los que encontrarán juntos las reglas de convivencia. De momento, ya hemos conseguido algo: los músicos decidieron ceder la planta 29 a los grupos teatrales. Desde siempre se nos han impuesto ciertos caminos, obedecer y conformarnos. A veces, la sociedad (es decir, aquellos que detentan el poder) es más sutil y reclama nuestra adhesión, llegando incluso a hacer que obedezcamos «libremente» las reglas que insidiosamente han dictado para nosotros. Estamos tan acostumbrados a que alguien dictamine las normas por nosotros que la libertad nos choca, nos agobia, nos desconcierta, y nos cuesta mucho definir en primera persona nuestras reglas del juego. Pero lo conseguiremos, hoy lo hicimos con los músicos, mañana con nuestras asambleas, con la limpieza y el papeo, y con todo lo que tiene que ver con nuestra vida; ya no aceptaremos más normas que las que nosotros mismos hayamos decretado, y que serán el fundamento de la nueva cultura. Desafortunadamente, yo no soy más que un técnico poco competente en cuestiones culturales. Es cierto que tengo una vaga noción de arquitectura, pero la adquirí de forma autodidacta, principalmente durante un viaje ya lejano a la Liguria de Paladio. También sé encuadrar una foto, y apreciar a los buenos escritores, como Henri Bordeaux o Pierre Benoît. Pero yo nunca he escrito nada 51 beaubourgh prueba2.indd 51 12/04/2014 19:11:41 Beaubourg y aunque, a los quince años, es verdad que compuse algún poema para una novia, fue por componer versos, en el mejor de los casos, del tipo: «La sonrisa de Yvette / embriaga a Yves vii» (ya no recuerdo qué tenía que ver aquel papa de Aviñón con mi Yvette). Resumiendo, aunque puedo dejar testimonio de la evolución del centro como institución, no me considero cualificado en absoluto para juzgar su evolución cultural. Por tanto, no me toméis a mal si sobre esta cuestión me limito a citar las opiniones de periodistas y críticos reconocidos. A algunos les gustaría que se llevase a cabo eso que se llama una prefiguración, es decir, un periodo de pruebas que precediera a la apertura real del centro. En resumidas cuentas, la prefiguración vendría a ser una especie de ensayo general que garantizase que en lo sucesivo todo marchará sobre ruedas, o sea, que después ya no hará falta romperse la cabeza experimentando y buscando, que los bailarines bailarán, los alfareros alfarearán, que el teatro se representará… sin que exista ya necesidad alguna de interrogarse sobre el porqué del teatro, de la danza o de la cerámica. Pero es que precisamente nosotros no queremos ningún tipo de prefiguración, pues lo ya establecido se petrifica y anquilosa. No queremos parar nunca de experimentar, y nunca sabremos qué vamos a hacer dentro de un mes o de un año, si seguiremos bailando o si ya no bailaremos más. El espectador no nos interesa, resulta inútil, por 52 beaubourgh prueba2.indd 52 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea tanto, ofrecerle un programa o prepararnos para dar un espectáculo. El único público que cuenta para nosotros es aquel que viene a hacer las cosas con nosotros, el que representa el espectáculo para sí mismo, para su deleite, y que representará su vida y no obras y repertorios, el público-actor. Está decidido, las asambleas han sido formales al respecto: no tendremos jefes. Decir, como hicieron algunos, que esta fue una imposición de la corriente libertaria es de lo más absurdo. Sé de primera mano que no había corriente organizada ni facción alguna. Sí había, en cambio, la sensación difusa, pero profunda, de que, si nos limitábamos a seguir los pasos de otras tantas asociaciones y movimientos, pronto nos veríamos atrapados en el callejón sin salida de la democracia y de que los dirigentes elegidos acabarían por convertirse en los auténticos dueños, de manera más o menos inamovible, debido a su gusto por el poder, pero sobre todo debido a la costumbre adquirida de contar con ellos para todo, de confiar en ellos, de dejar en sus manos la tarea de decidir sobre el futuro del centro y las preocupaciones y responsabilidades de su funcionamiento cotidiano. Estábamos convencidos de que siguiendo el camino trillado el centro fracasaría en su intento por transformar los modos de la creación cultural y acercar la creación a todo el mundo. Del mismo modo que nos rebelábamos contra las manifestaciones de la cultura popular, que 53 beaubourgh prueba2.indd 53 12/04/2014 19:11:42 Beaubourg pretenden acercar la cultura burguesa de los Museos y de la Literatura al pueblo, instándolo primero a amar y luego a imitar las producciones de la clase así llamada «superior», también había que rechazar la estructura organizativa de tales instituciones culturales de corte popular, convertidas, es verdad que muy a su pesar, y a espaldas de aquellos que las pusieran en marcha, en pilares de la cultura existente y medios eficaces para su integración en dicha cultura. Aunque no combatiera directamente estas ideas, existía una minoría que defendía las estructuras de la democracia representativa, con su ejecutivo encargado de poner en práctica las decisiones de la asamblea general y de supervisar la administración cotidiana. Según esta minoría, una institución tan importante como la nuestra debía contar con funcionarios estables, empleados, vigilantes… y todo este personal debía ser «gestionado» por un consejo de administración al uso. En definitiva, era necesario, decían, que las distintas concepciones culturales tuviesen la posibilidad de manifestarse en la elaboración de las políticas y de ser representadas en el consejo de administración, aunque solo fuera para poder repartir adecuadamente los recursos entre las diferentes actividades. Justo después circuló el rumor de que esta minoría tenía la intención de colocar a sus hombres en el futuro consejo… razón de más para rechazar toda aquella mierda reglamentista. 54 beaubourgh prueba2.indd 54 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea Pero no os preocupéis, que no os voy a hacer el informe de todas las asambleas que se sucedieron prácticamente sin interrupción durante los primeros meses desde nuestro arranque. Aparte de que la prensa ya dio regularmente cuenta de estos debates, y de que algunos incluso se venden en minicasetes, me parece preferible mostrar cómo las decisiones tomadas se fueron llevando poco a poco a la práctica, y con qué resultados, y dar cuenta también de nuestras esperanzas y desilusiones, y de cómo nuestras ideas se modificaron o fueron evolucionando. Creo que esta y no otra debe ser la función de un testimonio. Planta 75: pasan cosas extrañas entre los moteros. Toda la pared del lado de Saint-Martin ha sido pintada de blanco y compruebo con estupor que se ha escrito en ella: prohibido pegar carteles – ley 29 de julio de 1881, en caracteres muy grandes, al viejo estilo, con trazos finos y gruesos. En esa misma pared, decenas, quizá incluso más de cien señales bien conocidas: prohibido entrar, prohibido fumar, prohibido pisar el césped, cuidado con el perro, prohibido tomar fotografías... Y, además, colocados uno al lado del otro, igual que platos en una bandeja (no los vi en un primer momento, aunque saltaban a la vista), al menos unas treinta señales de prohibido aparcar. Sospecho que acabaremos por tener problemas con la poli y se lo digo a unos tipos con casco que están pegando en la pared un magnífico prohibido atravesar los raíles. 55 beaubourgh prueba2.indd 55 12/04/2014 19:11:42 Beaubourg «No te preocupes, Gustave. Solo quitamos las señales de prohibido aparcar de donde en realidad está permitido el aparcamiento, estas señales ya solo sirven para afear el paisaje. Y además también están todas las que nadie se acordó de retirar cuando se cambió la señal de prohibido aparcar por la de estacionamiento de pago». —No quitamos nada que pueda resultar útil —me dice una motera en anorak—. Esta —dice señalando una señal de tren— procede de la estación de Teil: como en Ardèche han suprimido los trenes de viajeros, ya no hay motivo para prohibirles que crucen las vías. Efectivamente, no veo en la pared ni una sola señal de prohibido adelantar o de stop, solo carteles inútiles o idiotas. Posteriormente, esa pared fue bautizada el «muro del escarnio», y el nombre me parece acertado. Por otra parte, no resulta sorprendente que sean precisamente los moteros, eternos perseguidos del mundo automovilizado y biempensante, quienes se mostrasen tan sensibles a las prohibiciones de todo tipo que nos limitan por todos lados. Con el tiempo, las paredes de varias plantas se acabarían cubriendo de señales de prohibido fijar carteles de la ley de 1881, como recordatorio permanente de que, justamente, lo que hay que hacer es escribir, hacer grafitis, que las paredes están para eso. Durante toda la semana la asamblea debatió sobre el principio de igualdad. Incluso algo que en principio parece tan evidente como renunciar a la 56 beaubourgh prueba2.indd 56 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea habitual distinción entre miembros y no miembros del centro (según la cual los primeros tendrían una serie de ventajas o de prestaciones derivadas del pago de una cuota), requirió una enorme cantidad de tiempo gastado en hacer comprender la nocividad de la propuesta. Al comienzo, alguien había propuesto incluso que las personas presentes en la primera asamblea fueran declaradas miembros fundadores y que tuviesen derecho a cierto número de asientos reservados dentro del consejo de administración. Por supuesto, nunca habrá consejos de administración en nuestros subterráneos culturales; únicamente recuerdo estos hechos para mostraros hasta qué punto las mentalidades van con retraso, lo persistente que es el espíritu feudal, con sus distinciones de casta y sus diferenciaciones entre los buenos, los mejores y los mucho mejores que los demás. De acuerdo, es cierto que toda nuestra educación tiende a reforzar la aceptación de un sistema, pero es obsceno, tenéis que admitirlo. Los había también que se alegraban por ser miembros y pretendían que se aumentase la cuota para mantener «cierta exclusividad», como ellos decían. ¿Y qué más? También querrían recibir un boletín mensual —«el vínculo entre nosotros», o bien «tendiendo puentes», o «ecos de nuestra gran familia»— y que se les invitase a las asambleas generales con viaje en autobús y pícnic en el parque natural de Chevreuse incluidos… ¿entendéis lo que quiero decir? —¿Entonces podrá venir todo el que quiera? 57 beaubourgh prueba2.indd 57 12/04/2014 19:11:42 Beaubourg —¡Por supuesto! Negros, minusválidos, viejos y gatos incluidos. Y todos serán libres de venir o no venir, de hacer o no hacer. También estaban los realistas, que pensaban que el pago de una cuota aumentaría nuestras posibilidades de acción y de compra de material, que la cotización podría ajustarse en función de los recursos de cada uno, con la ventaja de, al menos, no disfrazar las desigualdades existentes entre los miembros, que habría miembros voluntarios para llevar la contabilidad y la caja. La asamblea no aceptó nada de todo esto, está claro que, donde hay dinero y hombres elegidos para gestionarlo, hay peligro de desigualdad. Otros admitían que no hubiese miembros y no miembros, sino simples usuarios que pagarían por los servicios que utilizasen: a tanto la hora de yoga, tanto por usar el taller de bordado, tanto por el equipo de vídeo... y, ya puestos, reembolso de la Seguridad Social, y sistema copago, y tarifa combinada danza-foto o pintura-judo, y prima de fidelidad y cena de fin de año, «sáquese el bono semanal en la máquina expendedora, introduzca el importe exacto, tenga cuidado de no utilizar el vale del día equivocado, la serigrafía es los viernes de 10 a 12, etc.». Si además tenemos en cuenta que la gestión de los 212,4 diferentes tipos de tarifa reducida le cuestan a la sncf más de lo que los beneficiarios se ahorran con ellas, comprenderéis lo mucho que la propuesta nos hizo reír y que no se volviera a hablar de ella. 58 beaubourgh prueba2.indd 58 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea Teníamos claro que la multiplicación de las diferentes tarifas y de diferentes tipos de reducciones era el medio del que se valen quienes detentan el poder para dividirnos y hacer extremadamente improbable cualquier tipo de reivindicación común. Nosotros no queremos el poder, por tanto, no tenemos ningún interés político en este tipo de medidas: no habría miembros, ni tarifas para usuarios. Y así fue como llegamos a formular el primero de nuestros grandes principios: nada de dinero en el centro. La pasta vendría de fuera, pero se quedaría en la puerta. Para cerrar la asamblea con alguna carcajada, leo la carta que me envía el bmp (ya sabéis, ese banco que quiere ser tu banco), que desea ¡abrir una sucursal en el centro! Ya han pasado cinco meses. Poco a poco, se van ocupando todas las plantas, pero sin guiones previos, sin planificación, sin lógica. Los espacios no están delimitados, nada está cerrado, y si en un momento dado una hilera de sillas o de muebles se disponen en corro, o se entrecruzan para delimitar una zona de reunión o de trabajo, nada hay que impida observar, escuchar o tomar parte. Al contrario: todo invita a unirse a los demás. Si existe una lógica del espacio es precisamente esta: la lógica de la vida, en las antípodas de la lógica atributiva y funcionalista de los arquitectos, claro reflejo de la división del trabajo dentro de un orden social que ellos se encargan de reforzar. 59 beaubourgh prueba2.indd 59 12/04/2014 19:11:42 Beaubourg Discusión bastante acalorada esta mañana. La cosa casi acaba mal entre un pintor que acaba de regresar de un viaje de varios días y un tipo corpulento que en su ausencia se ha instalado en «su» caballete y no tiene intención de abandonarlo de ninguna de las maneras. Los vecinos los separan a tiempo y los obligan a remitir la cuestión a la asamblea. Afortunadamente, esta tarde hay menos gente y se puede «legislar» más rápido. En principio no se trata más que de reafirmar ciertos principios, a saber: que todo lo que hay en el centro, herramientas, mobiliario, etc., es de propiedad pública y por tanto cualquiera puede utilizarlo con total libertad, que después de su uso, toda herramienta, mobiliario u objeto debe limpiarse y ser devuelto en buenas condiciones de uso (ya conocéis el estilo: rogamos dejen este sitio en el mismo estado en que les gustaría encontrárselo), y que todo objeto o herramienta en uso que se deje desatendida o sin una clara indicación de la vuelta del usuario se considerará inutilizado y, por tanto, utilizable por cualquiera. Todo esto ya se ha repetido una docena de veces, quizá por eso mi tono sea un tanto amargo. Entiendo que los centros culturales al uso contraten a simpáticos animadores para preparar el material y ponerlo en su sitio cuando los usuarios se han marchado. Pero ¿seremos nosotros capaces de demostrar que la auténtica acción cultural solo puede ser llevada a cabo por gente independiente, autónoma, y que dicha autonomía debe 60 beaubourgh prueba2.indd 60 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea empezar por asumir la responsabilidad sobre las propias herramientas? En definitiva, que si queréis independizaros de la cultura conformista del animador sociocultural, siempre más o menos respetuoso de las normas oficiales que sancionan su posición, hay que empezar por saber hacer el trabajo que ellos hacen por vosotros y que os hace dependientes de ellos. «Solo hay que delimitar unos lugares específicos para follar, al igual que hay unos lugares para cagar. Tenemos los cagaderos, tendremos los picaderos». Oportunamente, esta observación venía por fin a colocar en el terreno práctico el tema de las funciones corporales. Ya se habían celebrado tres asambleas, donde se había debatido, sin éxito, el rol de la sexualidad en la nueva cultura y el lugar que tendría que ocupar esta en el beaubourg de abajo. Estaba claro que teníamos que adoptar una posición sobre un asunto tan importante, pero, más allá de esta opinión unánime, las opiniones divergían considerablemente. Para algunos, el centro tenía que estar en primera línea en la lucha por la liberación sexual y esforzarse por escandalizar a los burgueses y que perdiesen sus complejos. Esta corriente no era sino la prolongación de una larga tradición artística y literaria, luego cinematográfica, de Madame Bovary al Último tango en París, pasando por los surrealistas y por todos los que se atrajeron las iras de los Royer5 de su época. 61 beaubourgh prueba2.indd 61 12/04/2014 19:11:42 Beaubourg A grandes rasgos, para estos, el centro debía convertirse en un «agujero del culo» (la expresión era del Charlie Hebdo), con plantas enteras consagradas a cualquier forma de desviación, una especie de Eros Center donde las Emmanuelle o las Rita Lenoir desinteresadas y solícitas dirigirían las actividades prácticas e iniciarían a las perversiones más desviadas. Empujados por su necesidad de afirmación frente al exterior, y algunos de ellos por una suerte de macchismo al reves,6 organizaciones como el Frente homosexual de acción revolucionaria, el Movimiento para la liberación de la mujer, las Lesbianas Rojas, los Ambidiestros, el aco,7 etc., apoyaban esta corriente y pensaban que el centro podría ser una base de repliegue para cuando se desataran las inevitables persecuciones sobre ellos. Hay que reconocer que los primeros meses les dieron la razón, demostrando la acuciante necesidad de liberación en este ámbito. Con la perspectiva del tiempo, me parece una lástima que la historia de estos comienzos no pueda disponer de un mejor testimonio que los que aparecieron en Paris-Match, Elle y compañía, centrados únicamente en sus aspectos más libertinos. Claro que había material de sobra para mirar y para comentar. El exhibicionismo se ofrecía a manos llenas, los sofás y los sillones usados que habíamos traído conocían una segunda juventud, Bach parecía no tener más función que la de favorecer los orgasmos colectivos, la antigua fascinación por el 62 beaubourgh prueba2.indd 62 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea miedo a ser descubierto convertía los ascensores en baños, la expresión corporal parecía haberse fijado en cadenas de felaciones, por no hablar de los pajilleros y de los aseófilos que obstruían los lugares de paso y dificultaban la salida de nuestras Sodoma y Gomorra. Yo constataba una vez más la explosión de una necesidad repentinamente liberada. Lo mismo había pasado con la liberación de la palabra, cuando las primeras asambleas habían permitido expresarse a todo el mundo. Había que dejar que la exuberancia se fuese calmando por sí misma, y eso, a pesar de las críticas y de los ataques del exterior. Entendía también por qué todas las sociedades se habían preocupado muy mucho de controlar la expresión de ciertas necesidades y de canalizarlas o desviarlas hacía direcciones más útiles para el orden y la estabilidad del poder. Al cabo de unos meses, una vez pasada la novedad, las cosas se fueron relajando. Después de todo, el amor es como el chocolate, como el sexo, como la comida, una vez que se nos quitan las ganas largo tiempo reprimidas, aprendemos a comer menos frecuentemente y a degustar más. Sin embargo, había que tener paciencia y esperar que, si no todos, al menos una mayoría llegara a este punto. Como era de prever, el cansancio se manifestó antes entre los jóvenes. Al haber crecido en un ambiente más permisivo que sus mayores y no haberse sentido todavía atrapados por una 63 beaubourgh prueba2.indd 63 12/04/2014 19:11:42 Beaubourg sociedad encorsetada que reprime la sexualidad, transformándola en gusto por los negocios, poder y promoción social, los más jóvenes se hartaron rápidamente de ver sus talleres o lugares de trabajo permanentemente atestados de las más variadas razas de eructantes, erectantes e insaciables empalmados. Tampoco os vayáis a pensar que lo que les animaba era una actitud moral; al revés, se movían por consideraciones eminentemente prácticas, y eso era un síntoma de liberación. Necesitaban espacio, y los delirios de toda aquella gente hacían ruido, a veces incluso olían. Simplemente había que mantenerlos alejados; es como cuando en el cine te sientas delante de alguien que saca ruidosamente el bocata y las patatas; si te molesta y no tienes hambre, no te das la vuelta para comprobar las dimensiones de lo que tiene entre manos, simplemente le sugieres que se cambie de sitio o cambias tú de butaca. Pues eso precisamente fue lo que hicieron varios colectivos y grupos de trabajo. Además, y esto no os lo toméis a mal, como los jóvenes son generalmente más guapos que los viejos, estaban hartos de que se les requiriese constantemente para que participasen en estas nuevas formas de vida social; sobre todo los chicos, y es que no os imagináis hasta qué punto las mujeres habían superado ampliamente el tradicional recato a la hora de tomar la iniciativa en este tipo de invitaciones. En resumen, lo dicho: si uno no tiene hambre, está desnutrido o es insaciable por naturaleza, el tener que rechazar 64 beaubourgh prueba2.indd 64 12/04/2014 19:11:42 Una utopía subterránea continuamente las ofertas de comida acaba por volverse un auténtico coñazo. Y así fue como nuestras asambleas asistieron a la formación de una mayoría que asimilaba el sexo a las demás funciones corporales, cuya satisfacción no debía trastornar la vida colectiva, precisamente por formar parte de ella. Hacían falta, por tanto, además de los locales donde hacer música o dibujar, lugares para el amor. Tanto más cuanto que en esta jodida ciudad (especialmente después de la generalización de los centros de masajes tai) hay más lugares donde se puede hacer el amor pagando que donde hacerlo libre y gratuitamente. Al final, se aceptó el término «picadero»; algunos habrían querido llamarlos «cabinas», aludiendo irónicamente al ritual electoral, algo que por otro lado hubiese sido incorrecto, porque no se trataba de que los picaderos estuviesen aislados, y, además, esta invitación al aislamiento hubiese sido contraria a la nueva cultura. Pienso muchas veces en los centros culturales, casas de la juventud y otros centros de integración, cuyos animadores, abrelatas necesarios de una sensibilidad que la Educación se encarga de poner en conserva, son también una especie de chicos de los recados: preparan las salas, ponen las herramientas en su sitio, hacen los pedidos, vuelven a ordenarlo todo cuando los Animados se marchan, realizan los inventarios e incluso muchas veces vacían los ceniceros. Aquí abajo 65 beaubourgh prueba2.indd 65 12/04/2014 19:11:43 Beaubourg no tenemos animadores, pero… ¡qué cantidad de mierda! Restos de café en los vinilos, colillas encendidas sobre el papel fotográfico, un proyector abandonado en el suelo en medio del pasillo, el horno encendido durante dos días —hace buen tiempo y, al parecer, las chicas que se ocupan de él se han ido al campo para recoger arcilla en el Yonne—, por no hablar de las sillas volcadas y de todos los objetos abandonados por doquier. ¡Vivan los bailarines y los practicantes de yoga que solo necesitan de sus cuerpos, y se los llevan encima al acabar! Pero, sobre todo, no tocar nada, no interferir, el orden y la autodisciplina deben nacer espontáneamente, desde dentro. Solo esperemos que no les lleve demasiado tiempo… Y entonces es cuando aparecen los teóricos y los doctrinarios de la autogestión, como si fueran monjas de la caridad, que pretenden enseñarnos las reglas de la gestión del centro… y que monopolizaban las discusiones en asambleas y grupos. Nunca pensé que los bardos de la democracia directa y consejista pudiesen emperrarse tanto en autoafirmarse y dominar a los demás gracias a la libertad de palabra. ¡La dictadura de la palabra! Por un momento pensé que no nos libraríamos de ella en la vida. Algunas asambleas parecían juntas municipales, verborreicas, retóricas, una diarrea de inhibiciones reprimidas demasiado tiempo… y sobre todo, extenuantes, pues se hablaba mucho, pero no se decidía nada. 66 beaubourgh prueba2.indd 66 12/04/2014 19:11:43 Una utopía subterránea Había que encontrar por tanto, y rápido, unas reglas para gestionar nuestros bajos fondos. Lo había estado pensando mucho e incluso había estado leyendo sobre el tema (sobre todo panfletos sindicales) antes de cavar el agujero, pero no conseguía sacar nada en claro. También había estado hablando con algunos especialistas, con Yvon Bourdet8 y Alfred Meister,9 pero ni el apóstol generoso ni el hipocondríaco lúcido supieron decirme gran cosa. A fin de cuentas, nada que Jean Yanne no hubiera dicho ya en su película sobre el dinero.10 Y luego, como sucede siempre que se dan las condiciones de la libertad, las cosas acabaron arreglándose solas, sin necesidad de recurrir a los esquemas de los doctrinarios. Poco a poco, la gente se emancipó de la tutela de los charlatanes, aprendiendo a reconocer, bajo la capa de sus altruismos, el gusto ávido por el poder. Ellos siguieron hablando, pero ante audiencias cada vez más escasas, y al final se encontraron aislados con sus proyectos, sus publicaciones y su obsesión por transformar las estructuras. El momento clave fue el arranque de los talleres y de las reformas, es decir, cuando la gente pudo hacer en vez de decir —desde entonces estoy convencido de que en la mayoría de los casos la palabra no es sino un substituto de la acción… cuando no directamente su freno. Y ahora pienso que si las asambleas del 68 se hacían interminables era porque la gente no tenía nada que hacer y sólo sabía hablar. 67 beaubourgh prueba2.indd 67 12/04/2014 19:11:43 Beaubourg Los colectivos dan un gran paso adelante definiendo sus propias reglas de funcionamiento interno. Aparentemente, toman decisiones muy sencillas: ¿Quién ordena los utensilios? ¿Quién, dónde y cómo compra las herramientas? ¿Habrá una caja común o se recaudará el dinero para cada compra? ¿De quién será la responsabilidad? Asistí a reuniones sobre este tema en colectivos de pintores y fotógrafos, pero en los demás grupos los problemas eran los mismos. Juntas, las personas recuperan la vieja norma escolar del quién-quédónde-cuándo-cómo. También dentro de estos pequeños grupos se constata que hay que pasar por una fase de exploración conceptual profunda y de grandiosos proyectos de investigación para luego poder definir las bases concretas de la convivencia. Los grandes discursos constituyen por tanto un desvío obligatorio antes de llegar a lo concreto, y hay que extinguir la reserva de palabras para poder pasar a la acción. No sé si esto marcha en el sentido de la autogestión. En todo caso, así funcionan las cosas entre nosotros. Por todos lados nos llueven las críticas: que si el centro está sucio, desorganizado, que si parece el coño de la Bernarda, que si los proyectos formulados en asamblea se terminan abandonando, que se convierte en el ashram de todos los marginados y desequilibrados de la ciudad, etc. Y, sin embargo, si nuestros detractores nos mirasen con un poco más de atención, podrían apreciar algunos 68 beaubourgh prueba2.indd 68 12/04/2014 19:11:43 Una utopía subterránea progresos: los muebles y las herramientas que llegan de todas partes, los aseos que se desatascan, el placer de todo tipo de música, las paredes traviesamente recubiertas de grafitis, los niños en libertad... Está claro que se trata de progresos sutiles que solo los que nos miran con buenos ojos pueden apreciar. Nosotros mismos tendemos a ignorarlos, agobiados por miles de preocupaciones, distraídos por las miles de pequeñas riñas que hay que resolver, en resumidas cuentas: por la falta de autonomía de gente a la que nunca se le enseñó a comportarse de forma independiente, sin tener que ser constantemente guiada por mandatos y prohibiciones, gente que necesita de continuos ánimos para ser libre y actuar libremente, contando solo consigo misma. Por otro lado, incluso aquellos de nosotros que estamos más comprometidos, nos sentimos en ocasiones un poco perdidos y nos desanimamos fácilmente. En tales condiciones, es fácil comprender cuánto daño nos hacen los críticos que nos juzgan y nos miden; somos extremadamente vulnerables a las críticas, cuando lo que de verdad necesitaríamos es sentirnos apoyados… un poco aunque sea, para seguir creyendo que la idea de esta colectividad de seres libres no es una utopía. (Extracto de mi diario, 15 de junio de 1977). Apenas se supo que estaba tomando notas regularmente sobre la evolución del centro, todo el mundo me recomendó que, en caso de que algún 69 beaubourgh prueba2.indd 69 12/04/2014 19:11:43 Beaubourg día las publicase, habría que ofrecer todo tipo de explicaciones sobre las estructuras financieras y el funcionamiento económico. De hecho, si algo hay importante en la sociedad que rechazamos, eso es el dinero, y por tanto viene muy a cuenta explicar cómo resolvimos esta cuestión. Desde el comienzo quedó claro que el centro se autofinanciaría. No se planteó en ningún momento la posibilidad de utilizar los beneficios obtenidos de la aplicación del principio de contracción molecular para reflotar la experiencia (me permito repetirlo con el fin de acallar definitivamente los rumores que siguen corriendo sobre el particular). Admitido esto, cabían varias posibilidades: pagar por todos los servicios a precio de mercado (tanto por hora el curso y la utilización de material, etc.), al margen de que luego se repartiesen las eventuales ganancias entre los usuarios, como en una cooperativa; o bien pagar por estos mismos servicios a precio de coste y por medio de sistemas de suscripción a las distintas actividades y a precios interesantes. Algunos jóvenes ingenieros de la organización (habíamos recibido ofertas por parte de esa gran empresa-pilar del moderno sistema esclavista que es ibm, así que sin duda los tenían en plantilla) llegaron a sugerir que se distribuyesen tarjetas de crédito a todos los usuarios, que podrían utilizarlas fácilmente en los distintos terminales instalados aquí y allá en el centro, y que se cargarían a su cuenta mediante un ordenador central, que también se encargaría de recordar a 70 beaubourgh prueba2.indd 70 12/04/2014 19:11:43 Una utopía subterránea los olvidadizos sus obligaciones, de mantener las cuentas, etc.. ¡Nos pegamos unas buenas risas con aquello! Al final, establecimos el único principio que nos pareció aceptable: ¡no cobrar por nada y esperar a ver! Desde un punto de vista práctico, esta nos pareció la única solución válida: desde el momento en que los servicios no cuestan nada, ya no hay necesidad de abonos, contribuciones, tarjetas de crédito, miembros, ficheros, tesoreros y controladores. Está claro que así todo es más fácil: ¡por la misma razón, tampoco habrá ingresos! Volveré a hablar de esto más adelante. Fue una decisión fundamental. Si no hay dinero, queda eliminada también la noción servil y esclavizante de servicio; y es que, detrás de estas prestaciones, se esconde inevitablemente toda la estructura de animadores, profesores y funcionarios. El dinero presupone la organización, y la organización, el poder, y el poder, la dominación de los demás por parte de los pocos que saben gestionar. Ni hablar de hacer concesiones, ni de tirar por el camino del medio (la trampa del «punto medio») a través de cuotas mínimas, por ejemplo, como se hace en algunas asociaciones, porque acabaríamos por ser lenta pero inevitablemente reabsorbidos por el sistema, aun contra nuestra voluntad. Nada de dinero significaba también orientarse hacia una cultura y un arte anti-Sennelier,11 privilegiando el uso de materiales baratos o reciclados, en oposición radical por tanto al lujo de las Casas de 71 beaubourgh prueba2.indd 71 12/04/2014 19:11:43 Beaubourg la Cultura y otros palacios oficiales. Finalmente, nada de dinero significaba también que no iba a haber propietarios (asociaciones o individuos), que todo sería de todos, aparatos, material, ropa, etc. Este principio implicaba una claridad total. Pero también es cierto que no iba a ser esta claridad la que nos proporcionase el dinero necesario para hacer frente a nuestras cuatro grandes partidas de gastos: agua + electricidad + material para las actividades + mantenimiento de los ascensores y de las escaleras mecánicas (gastos a los que posteriormente se añadiría el material para la producción del alicom y los impuestos). Además, como todo es de todos, era de temer que nada fuese de nadie y que por tanto nadie se preocuparía por los distintos equipos y que habría que gastar mucho en reparación. Y como no había ni vigilantes ni responsables ni funcionarios, se multiplicarían los despilfarros y los hurtos. Todo esto es cierto, pero hay que saber pagar el precio de los propios principios. Llevarlos hasta sus últimas consecuencias significaba colocar una gran urna en la entrada en la que cada cual metería lo que pudiera y de la que se tomaría lo que hiciera falta. La diferencia, es decir, lo que quedara en la urna, debería servir para pagar nuestros gastos fijos. Pues para que ustedes se enteren, señores Cerriles de sonrisa condescendiente: ¡Lo conseguimos! Y sepan también que, todavía hoy, en 1986, nuestro beaubourg podría ser considerado un negocio rentable. 72 beaubourgh prueba2.indd 72 12/04/2014 19:11:43 Una utopía subterránea Si la Revolución debe ser una liberación de los hombres —algo que por el momento no se ha producido—, ¡debemos admitir que no serán los hombres tal y como hoy los conocemos quienes la hagan! Nuestro punto de partida es pues contrario al de los partidos políticos y de los socialismos que estos invocan: para construir otra sociedad, debemos empezar por ser distintos nosotros mismos, diferentes, ser cuando menos un poco mejores. Y si queremos acabar con estructuras sociales demasiado rígidas, debemos empezar por romper con nuestra propia rigidez, la rigidez que llevamos dentro: acabar con todo lo que nos han hecho tragar de respeto a la Autoridad y de sed de dominación del otro, antes de acabar con las jerarquías externas. De lo contrario, acabaremos (como siempre) por volver a reproducirlas. Si os apetece, en la planta 24 os invitan a un té. Hay muchos pintores allí, en general aislados, trabajando en silencio. Quizá sea la calma o cierta atmósfera de recogimiento lo que los atrae ahí. De todas formas, para el té hay que dirigirse hacia el ángulo de Saint-Martin-Rambuteau, allí encontraréis al colectivo que hemos bautizado como los «neosimbolistas». Ya se han organizado bastante bien en lo que a iluminación, mesas de trabajo y mobiliario de todo tipo se refiere. Para ellos siempre es la hora del té, porque es así como han decidido dar la bienvenida a todos los que vengan a visitarlos —y no solo para ofrecerles un 73 beaubourgh prueba2.indd 73 12/04/2014 19:11:43 Beaubourg té, sino también para conversar, preguntar, escuchar críticas. Deben haber desvalijado los pisos de sus papás, porque el mobiliario es cómodo, muy kitsch, muy retro-berlinés. A veces, cuando hay demasiada gente o parecen estar realmente ocupados, cada uno se prepara su té en un hornillo de camping y se lo sirve. Si no queda azúcar, sale a la superficie o lo pide prestado en otra planta. Esta costumbre es bastante curiosa y me intriga tanto más cuanto que su pintura no los lleva precisamente a abrirse al exterior. Uno se los imagina más bien metidos en conversaciones íntimas y místicas con los Gustave Moreau y los sar Péladan de su misterioso universo. Hoy me entero de que Syberberg, el realizador de Ludwig III de Baviera, tiene pensado venir a trabajar aquí para una película cuya acción —o más bien, cuya alucinación— se desarrolla en el vestuario. Su té de bienvenida, por tanto, más que para mantener un contacto con el mundo exterior, parece tener la finalidad de reunir las diferentes tonalidades de rostros lívidos y evanescentes necesarios para este tipo de producciones. Por lo que parece, mi cara no les vale, pues no me han propuesto que participe. Nuestra experiencia es parecida a la de aquellos tipos que, sobre todo a partir de mayo del 68, se fueron al campo a fundar comunas: al igual que ellos, también nosotros tenemos que vérnoslas con lo que podríamos llamar los «desechos» de 74 beaubourgh prueba2.indd 74 12/04/2014 19:11:43 Una utopía subterránea esta mierdosa sociedad nuestra. Me explico: de la misma forma que las comunas han revelado toda una fuerza militante, de gente apasionada, de trabajadores infatigables (aun cuando antes no eran más que unos colgados), nuestro proyecto está poniendo en evidencia una gran cantidad de talentos ignorados, de generosidad y de espontaneidad, de perseverancia, de fidelidad y de abnegación. Pero —y es aquí donde quiero llegar—, en el otro extremo, también hemos descubierto — también nosotros, y con qué amargura— a todos los parásitos, falócratas, inútiles, charlatanes, psicóticos, hiperagresivos, cazadores de moscas a lazo y aprovechados de toda calaña. ¿Veis ahora a lo que me refiero cuando hablo de desechos? Tíos que probablemente jamás serán capaces de participar en un esfuerzo creativo cualquiera, que siempre considerarán a los demás como ocasiones para conseguir sexo o comida, que prolongarán al infinito una discusión con el único fin de dominar a unos interlocutores vencidos por el cansancio, que vienen aquí abajo solo para tocar los cojones o para destruir los equilibrios y luego largarse, gamberros de poca monta que echan mano de todo cuanto se les pone por delante para venderlo en otra planta al día siguiente, gente enferma, incapaz de cualquier esfuerzo sostenido, tan dependientes psicológicamente de los demás que se pegan, encostran y frenan al resto... Y no hablo de drogadictos, a sabiendas de que la droga no es más que una consecuencia: la droga te 75 beaubourgh prueba2.indd 75 12/04/2014 19:11:43 Beaubourg atrapa tanto más cuanto que formas parte de alguna de las categorías arriba mencionadas. Pues bien, muchos de estos tipos, o mejor dicho, muchos de estos casos, se salvaron gracias a la libertad, a la posibilidad de crear, a la amistad y la igualdad. Pero, desgraciadamente, como en las comunas, algunos resultaron irreductibles e incurables, verdaderos obstáculos que tuvimos que apartar del proyecto, cuando no dirigirlos discretamente hacia personas o instituciones que podían ocuparse de ellos o, al menos, mantenerlos apartados. Al ritmo que van nuestros tecnócratas y planificadores, con los sociólogos y psicólogos que les van a la zaga, podemos estar seguros de que este tipo de personas terminarán por ser eliminados físicamente: con los instrumentos oportunos, se detectará que se adaptan mal y se los destruirá antes que arreglarlos, quizá en sus orígenes. El problema para los que tienen un proyecto en marcha hoy es que estos individuos estorban y que, sin querer, al final uno se pone en el papel (como estoy haciendo yo ahora, para qué engañarnos) de seleccionador, de estalinista o de fascista de toda la vida. Y, sin embargo, si nuestro beaubourg no ha sido precisamente una utopía, es porque tuvimos que encontrar soluciones a problemas de este tipo. ¡No os vayáis! Me gustaría que os quedara claro que nosotros no teníamos nada en contra de los «anormales», contra los que se salen de la norma, contra los que no están en el centro del pastel bajo 76 beaubourgh prueba2.indd 76 12/04/2014 19:11:44 Una utopía subterránea el vientre de la curva de Gauss. También nosotros somos anormales, puesto que nos sublevamos contra el modelo considerado normal, y contra el sino del obrero obediente o el del empleadillo eficiente que sirve fielmente a su respetado patrón, quedándose en el lugar que el buen Dios le ha asignado, aunque este no sea en absoluto un buen lugar para quedarse. ¿Acaso no somos nosotros anormales cuando nos comparamos con esos arrogantes de la facultad de Ciencias Políticas, con sus planes de carrera requetecurrados, que mañana tomarán el relevo de las orgullosas élites dirigentes de hoy? El problema es que, más allá de nosotros, aún hay otros más anormales. Porque, aunque nosotros somos irrecuperables a ojos de esta sociedad de consumo e integración, que nos considera unos «inadaptados», en realidad estamos perfectamente sanos y somos capaces de concebir y realizar un proyecto al margen de esta sociedad (de ahí que se preocupen más de reprimirnos a nosotros que de asistir al resto de anormales); el problema, decía, es que existe gente que no es recuperable para nada. Es de estas personas de las que estoy hablando, y dejadme que os diga que nuestro centro, al igual que las comunas, es como la mermelada para este tipo de moscas. Llegan de todas partes, tanto más numerosas cuanto más débiles o indefensos frente a sus exigencias nos ven, igual que los hijosdelagran que roban libros en las librerías de izquierdas porque saben de sobra que no se les denunciará a la policía. 77 beaubourgh prueba2.indd 77 12/04/2014 19:11:44 Beaubourg Pero tampoco os vayáis a creer que esta fue nuestra postura desde el principio. Como todos aquellos que nunca se han comprometido en la realización práctica de un proyecto, intelectuales con las manos limpias, suponíamos que, de alguna manera, no sabíamos muy bien cómo, el centro sería capaz de resolver cualquier problema, insuflando energía a los setas del juke box o desbloqueando a los psicóticos vegetativos. También es verdad que, al principio, su llegada en masa al centro había multiplicado los problemas de cada uno de ellos; pero posteriormente quedaron cercados, y las free-clinics y los grupos de psicoterapia devolvieron a la normalidad a la mayoría —es decir, a lo que nosotros consideramos una vida normal y por eso mismo totalmente opuesta a la normalidad del mundo exterior, que era el que los había desquiciado. Entre los irrecuperables, existe una categoría muy conocida, a la que ya aludí antes: la de los amantes de los discursos, los pejigueras, tan fértiles en sugerencias como incapaces de concretar lo que sea, siempre dispuestos a apelar a los valores de la colaboración, pero incapaces de participar en una tarea colectiva o de hacer un frente común. ¿No fue Michel Rocard12 quien declarara que incluso dentro del Partido Socialista, donde en tiempos hubo una alta concentración de materia gris, el porcentaje actual de gilipollas era igual de elevado que en todas partes? La famosa constante k… 78 beaubourgh prueba2.indd 78 12/04/2014 19:11:44 Una utopía subterránea Pero aquí, donde todo es libre y no programado, esta categoría fue rápidamente eliminada gracias al siguiente principio: quien sugiere algo, quien tiene ganas de ver realizado algo, ¡pues eso, que lo haga!, que se ocupe él mismo, que él mismo despierte el interés con su ejemplo y movilice a los demás. Aquello era una novedad para muchos, porque normalmente este tipo de charlatanes se dirigen a gobernantes y animadores, que, para acallarlos y justificar su propia posición y su empleo, se sienten en el deber de aceptar sus sugerencias; y, como nunca logran estar a la altura de lo prometido, a los charlatanes siempre les queda adoptar el cómodo rol de críticos, obviamente «constructivos» por definición. Pero cuando no hay poder, cuando no hay jefes, ni presupuestos ni teorías de lo que se debe o no se debe hacer, estos parlanchines nuestros se encuentran desarmados por completo, y como la mayoría de ellos son incapaces de ponerse manos a la obra con las iniciativas que defienden, desaparecen de la circulación. Y por eso mismo en nuestro subterráneo ya no queda ni uno. Otra categoría agrupa a los que nosotros denominamos los «preambulistas», una subespecie de los charlatanes de antes. Los preambulistas defienden que es imposible crear una nueva cultura o hacer cualquier otra cosa contra la sociedad actual sin haber hecho antes la revolución, y que el centro por tanto debería convertirse en el instrumento de educación de las masas para esta revolución. Por 79 beaubourgh prueba2.indd 79 12/04/2014 19:11:44 Beaubourg otra parte, el gran número de intentos similares al nuestro recuperados finalmente por el mundo burgués parece darles la razón. Aunque en realidad lo que pasa es que no se enteran de nada, pues nuestro objetivo no era, y no es, el de hacerle la competencia a la cultura burguesa, ni siquiera el de debilitar su poder o su dominación. Muy al contrario, nuestro objetivo es huir de la influencia cultural burguesa y, aunque haya que partir de ella, puesto que estamos sumergidos en ella hasta el cuello, vivirla poco a poco de otra manera. La cultura burguesa es el punto de partida obligado, pero de ahí en adelante queremos construir por nuestra cuenta, sin preocuparnos más por ella. Para terminar, es necesario añadir que nosotros no estamos en contra de la Revolución, al contrario, estamos más que dispuestos a apoyarla si viniese a producirse mientras todavía estemos en condiciones… pero, por supuesto, a condición de que vuestra revolución, camaradas, nos deje vivir como queremos, de que vuestros jefes —¡porque siempre acabáis por nombrar jefes, joder!— nos dejen en paz en lo que vosotros llamáis despectivamente nuestra marginalidad, nuestra insignificancia, nuestra posición de «aliados objetivos de la reacción». Así que permitid que nosotros también os ataquemos y que formulemos nuestro propio «preámbulo», que nosotros también tenemos el nuestro, a saber: que para lograr la revolución que tanto deseáis, antes hay que cambiar a los hombres. 80 beaubourgh prueba2.indd 80 12/04/2014 19:11:44 Una utopía subterránea He aquí, en su versión apasionada, el relato de nuestro diálogo con los preambulistas. Creedme si os digo que hago un gran esfuerzo por resumir en una sola página discusiones que se prolongaron durante días enteros, poniendo a prueba a más de una asamblea. De todas formas, también en este caso, una vez constatado que entre nosotros no había aparatos, posiciones u organismos que conquistar, se cansaron y desaparecieron definitivamente, llevándose consigo su sueño de una nueva sociedad construida sobre la simple conquista del poder, lo que en su ingenua escatología denominan la «transformación de las estructuras». En resumen, estas dos categorías se desalentaron por sí mismas, porque son hijas de la Organización y están en deuda con ella: nuestra no-organización les desconcertaba, les dejaba desarmados. Sí hubo, en cambio, otras categorías de oponentes que requirieron una actitud más activa por nuestra parte. Empezamos a recibir peticiones del tipo: «A mí y a mi troupe nos gustaría presentar un espectáculo en el centro y desearíamos saber cómo y en qué medida podréis ayudarnos financieramente», o bien se trata de pintores a los que les gustaría exponer sus obras. A todos les contestamos lo mismo: «Venid, el espacio no cuesta nada. Venid y haced». ¡Resulta tan difícil acabar con la idea de la sala de exposiciones o galería de alquiler! 81 beaubourgh prueba2.indd 81 12/04/2014 19:11:44 Beaubourg Muchas veces me divertía vagando entre los mirones del domingo, y el mismo caso se repitió centenares de veces: durante cinco o seis semanas seguidas, todos los domingos por la mañana, me topaba con un señor alto —en torno a los cuarenta y cinco años, corbata y chaleco, estilo inequívoco de ejecutivo, pelo largo a la par que elegante—, que se mantenía respetuosamente al margen de un grupo de alfareros que trabajaban en sus tornos, salpicándolo todo, preparando la arcilla por el suelo. Por aquel entonces había una treintena de grupos parecidos, y este en concreto estaba formado por cinco o seis niños de unos nueve o diez años, una mujer de al menos sesenta y cinco, un par de jóvenes de alrededor de treinta, un jubilado muy ordenado y una chiquita de veinticinco o veintiséis, bien peinada, incluso algo coqueta, aun cubierta de barro, que parecía la líder del grupo. En el suelo, delante de ella, había un montón de dibujos de cubos, semiesferas, conos, todo muy geométrico y coloreado con tintas básicas, como salido de un manual de los cursos de la primera Bauhaus. Intrigado, me acerqué al tipo y, señalando unas cuantas piezas puestas a secar antes de la primera cocción, comenté: —No está nada mal, ¿eh? —Sí, está muy bien… a mí también me gustaría… No le saqué ni una palabra más, ocupado como estaba en sus cavilaciones. Me prometí a mí mismo volver al domingo siguiente, pero llegué un poco tarde y no tuve mucho tiempo de observarlo. 82 beaubourgh prueba2.indd 82 12/04/2014 19:11:44 Una utopía subterránea El suficiente, sin embargo, para darme cuenta de que había cambiado, había sustituido el traje por unos vaqueros y un jersey de cuello alto. Además, tenía las manos sucias de barro. El domingo siguiente, cuando iba a coger el ascensor, oí que alguien me pedía que le echara una mano: era mi señor, intentando arreglárselas con un magnífico torno alfarero recién salido de la tienda. Estaba muy excitado, todo lo que alcanzaba a articular era: «Estoy dando el salto, creo que sí, voy a dar el salto, he dado el salto». Bajamos juntos a la 41 y le ayudé a llevar e instalar el torno. Lo dejé cuando la chica guapa le ayudaba a centrar la pella en el plato. Después de eso me lo encontraba a menudo. Era director en una sucursal de la Société Générale, y un año después vendió su apartamento de seis habitaciones en la avenue de Breteuil y se fue a vivir a la rue des Blancs-Manteaux, en un edificio cochambroso de esos donde por el mismo precio se puede conseguir más del doble de superficie. Actualmente, todos los viernes a las cinco en punto está aquí, y no se marcha hasta el lunes por la mañana, con el tiempo justo para enfundarse el uniforme de la respetabilidad bancaria. A juzgar por cómo empezó su historia, acabará por venir a dormir aquí todas las noches. Más tarde, me confió sus proyectos: «Me ha llevado tiempo dar el salto. No era por el miedo a no saber usar las manos, aunque es verdad que es la primera vez que hago algo manual. La incapacidad de expresarse no está en las manos. Lo peor de todo son las barreras 83 beaubourgh prueba2.indd 83 12/04/2014 19:11:44 Beaubourg culturales, las prohibiciones, el desprecio de clase. No te puedes imaginar el miedo que tenía de hacer el ridículo por estar aquí modelando cilindros; y sin embargo, hacía semanas que tenía ganas de tocar esta tierra, o incluso de embadurnar con ella mi estúpida corbata de Cardin. Pero tenía miedo de que alguno de mis subordinados me viese, sobre todo porque sospecho que uno de mis jóvenes adjuntos participa en uno de vuestros grupos de expresión corporal. Además, tenga en cuenta (pasaba de nuevo al «usted»; en esos ambientes, resulta difícil el tuteo) que, si uno de mis clientes importantes me viese por aquí, se acabó mi reputación, podría hacerme perder el puesto. Donde trabajo, los rumores enseguida se propagan, sobre todo para cosas de este tipo. Afortunadamente, el centro tiene mala fama entre la gente acomodada y no se acercan aquí. Pero, como puedes ver, estoy ya casi en el punto en que me importa un pimiento, y creo que ya no haría ningún esfuerzo por conservar mi puesto. Lo máximo que pediría, y lo podría obtener fácilmente, porque el banco necesita gente de mi nivel, es un trabajo sin contacto con el público. Así se guardarían las apariencias. Todo lo que antes era importante de mi posición ya no me interesa, incluyendo una parte del dinero que gano, que ya no me hace falta: he cambiado radicalmente de vida, como comida casera, bebo agua, voy al picadero cuando tengo ganas, cosa que por otra parte me ocurre con bastante más frecuencia que antes; la arcilla cuesta poco y el hierro, también —también 84 beaubourgh prueba2.indd 84 12/04/2014 19:11:44 Una utopía subterránea me he puesto a hacer esculturas en hierro—, la mayoría de las veces me quedo a dormir aquí, y todo lo demás, todo lo que antes me parecía tan importante, ahora ya no me hace falta: el poder, el prestigio, los cócteles, el frenesí embriagador del mundo de las finanzas, nada de todo esto me satisface ya. Ya ves…». Nos quedamos un rato en silencio; entretanto, yo reflexiono sobre la austeridad de esta nueva cultura que estamos descubriendo. Una austeridad completamente alejada del puritanismo, porque aquí hacemos realmente lo que nos gusta, asumiendo con ello nuestras necesidades humanas. Puede que la liberación sea exactamente eso: asumir el trabajo, el hambre, el sexo, verlos como funciones, desarrolladas de manera desigual, claro, pero sin cosificarlas ni idolatrarlas. Tampoco es una religión de la felicidad, cada uno de nosotros en su propio ámbito tiene sus preocupaciones, unos por sacar adelante esta maldita excavación, otros por plasmar una forma en el barro, otros por conseguir que su cuerpo se exprese y se comunique. Desde luego esta nueva cultura no es hedonista, el placer por el placer. Al contrario, es tensión, y también lucha y pena. Y todo esto sin ninguna ilusión por cambiar el mundo. Lo único que queremos es rechazar lo que lo caracteriza, algo que sin duda no va a cambiar de la noche a la mañana: el dinero, el poder. Nuestra nueva cultura es estoica, rechaza las apariencias y la ilusión, implica disciplina y regla interior. 85 beaubourgh prueba2.indd 85 12/04/2014 19:11:44 Beaubourg Asamblea del 10 de julio de 1977. La asamblea para la cuestión de la comida. Están presentes todos los militantes de los circuitos de alimentación alternativa, macrobióticos y comedores de alpiste, lameajos y zanahorias, sibaritas del zumo de naranja, trigófilos, aficionados a diferentes legumbres y enemigos de los lípidos junto con unos cuantos acupuntores, homeópatas y militantes por las plantas (la fitoterapia se ha hecho muy popular aquí). Pero, atención, esta tarde están todos muy pero que muy serios, no discuten entre ellos. Se nota enseguida que, para ellos, es un momento importante, se han preparado mucho lo que nos tienen que decir y han dado una tregua a sus adhesiones particulares, acallando sus fobias recíprocas. Lo que este frente alimentario está a punto de proponer no es poca cosa: en primer lugar, nos reprochan el que en un centro que se las da de andar a la búsqueda de nuevos modos de crear y de experimentar la creación, de vivir, sin más, todavía no se haya hecho nada en materia de alimentación. Que se consumen exactamente las mismas guarrerías que se comen fuera. Que, so pretexto de no darle mayor importancia, la gente se alimenta mal, se apaña con bocatas y patatas fritas comprados en la rue Saint-Denis, y con Nescafé, que acabará por hacerles polvo el sistema nervioso; que no están en contra del Grille, ni contra la Ambassade d´Auvergne,13 pero que uno no puede permitírselos todos los días; que por eso hay que encontrar alguna solución innovadora; 86 beaubourgh prueba2.indd 86 12/04/2014 19:11:44 Una utopía subterránea pero vamos, que tampoco es cuestión de pedirle a Jacques Borel14 que abra una de sus cafeterías ni de montar un stand de degustación con sus mesas y sus camareras porfavor-señor-qué-desea-beber. En resumen: que para vivir de otro modo, hay que alimentarse de otro modo. Hasta ahí, todos de acuerdo. Porque nadie podrá negar que somos extremadamente dependientes de la sociedad de consumo y de sus mil y un caramelos, pasteles, saladitos y zumos de fruta sin fruta. A lo largo de estos seis primeros meses no hemos hecho más que organizarnos. El término mismo es incorrecto: mejor sería hablar de esfuerzos por salir del follón inicial. Aparte de los militantes de la alimentación, nadie se ha ocupado del asunto. Así que nos proponen que probemos su alimento completo enriquecido, que seguramente ya conocéis porque ahora se comercializa por doquier en el mundo de los Organizados. Se habían preparado muy bien su dosier, y hasta habían testado el valor nutricional y calórico del alicom y estudiado las posibilidades de abastecimiento de materias primas (trigo integral y otros cereales, proteínas...) y de fabricación. En cuanto a la distribución, las bolas de alicom se pondrían simple y gratuitamente a disposición de la gente del centro, que cargaría con todos los gastos —solución fácil y lógica habida cuenta del principio de no-circulación del dinero que regía nuestro subterráneo. 87 beaubourgh prueba2.indd 87 12/04/2014 19:11:45 Beaubourg Por supuesto, decidimos probar. Nuestros alimentacionistas habían descubierto dos buenas panaderías de las de toda la vida, con horno de leña, que aceptaron mezclar varios ingredientes, legumbres y fruta de temporada con su pan de trigo biológico. Al principio, algunos consumidores les hicieron remilgos, sin embargo una o dos bolas de alicom grandes como mi puño en cada comida, y ya estabas alimentado para todo el día, calorías, vitaminas y minerales incluidos. Pero para nosotros, que todavía guardábamos el recuerdo de aquellas tartas extraordinarias que nos hacían nuestras abuelas o tías, el alicom nos traía más bien el recuerdo de aquellos años en que el granizo había castigado duramente los vergeles de Esparta. No obstante, al menos dos tipos de gente estaban contentas con el nuevo alimento: en primer lugar, los jóvenes, cuyas cañerías aguantan lo que se les eche y que, además, así ahorraban; y después, en el lado contrario, los que ya tenían las cañerías corroídas como tubos de escape, los insomnes, los atentos-al-peso, los ulcerosos, los sufridores de almorranas… En este lado, fue increíble la cantidad de gente que descubría que digería mejor, que se sentía menos pesada, que conseguía dormir sin pastillas, que defecaba todas las mañanas. Evidentemente, el producto no satisface a todos los paladares, así, La Reynière15 se limitó a escribir en Le Monde que, tras haberlo probado, se había tenido que ir a cenar a Benoit. Pero autoridades en la materia como la señora Anne 88 beaubourgh prueba2.indd 88 22/04/2014 19:43:27 Una utopía subterránea Gaillard y el doctor Soubirang16 están de nuestro lado. Como era cómodo disponer de este alimento por toda la casa, el Tío Boral proyectó un sistema de tubos que llegaba a todas las plantas a partir de silos ubicados en el nivel superior. No tenéis más que coger vuestra bolita en alguno de los distribuidores;* y, como el alicom está incluso mucho mejor rancio, no hay problemas de conservación. Si estás en contra del robo, solo hay dos maneras de evitarlo: o guardas todo bajo llave, organizando un sistema de control de los usuarios de los bienes y demás cosas que temes que te puedan robar; o bien te esfuerzas por que dichos bienes y materiales pierdan su valor, por hacer de tal manera que no resulte ya deseable robarlos para poseerlos de manera individual, sin contar con los demás, como hacen los coleccionistas, los marchantes y los especuladores de toda calaña. Nosotros adoptamos esta segunda actitud desde el principio y en lo que se refiere a todos los bienes, material y objetos del centro. Claro está que las cosas no vinieron dadas: hizo falta tiempo para cambiar las costumbres ancestrales de apropiación privada. Los libros y los discos son un * Sobre este punto, los compañeros oshawistas del colectivo de alimentación, a los que di a releer las pruebas de esta crónica, me han encargado que aproveche para recordar una vez más a los lectores que es indispensable masticar bien los alimentos. Y así lo hago. 89 beaubourgh prueba2.indd 89 12/04/2014 19:11:45 Beaubourg buen ejemplo: la asamblea había propuesto desde el principio que los que tuviesen libros y discos los llevasen abajo, poniéndolos así a disposición de todos. Según la costumbre, los que habían hecho la propuesta se comprometían a poner en marcha el mínimo de organización necesaria para llevar a cabo su idea. Solo se trataba de dar a conocer su iniciativa y de construir unas estanterías, utilizando para ello los tablones y demás materiales recuperados de las obras de demolición. Así que la gente empezó a llevar al centro sus libros, en cestas repletas, que luego ayudaba a seleccionar y ordenar. Pero ocurría que durante estas operaciones muchos se quedaban con libros y luego se los llevaban, de modo que salían prácticamente tantos como entraban, y solo quedaban en el centro colecciones enteras sobre pesca con mosca que nadie quería. Por no hablar de todos los libreros de viejo y coleccionistas maníacos que solo venían por aquí para servirse libremente. El desaliento del grupo libros fue mayúsculo cuando vieron que un gran lote de libros (y, no, de verdad, no solo de devoluciones) enviado por Maspero17, absolutamente fascinado por la iniciativa, fue tomado «en préstamo» el mismo día de su llegada. Todo esto venía a demostrar que al menos la gente lee; pero en lo relativo a cambiar la tendencia a la apropiación privada, nuestras esperanzas no eran tan optimistas. En cambio, las cosas iban un poco mejor con los discos, porque, a fin de cuentas, ¿qué gracia tiene 90 beaubourgh prueba2.indd 90 12/04/2014 19:11:45 Una utopía subterránea escuchar un disco en solitario? Y si invitas a los amigos a casa para escucharlos, la conversación acaba inevitablemente por abordar la estupidez de la propiedad privada, entristeciéndote a la luz de la incoherencia entre tu opinión sobre el tema y tu comportamiento como coleccionista. A pesar de la lentitud de los progresos, estábamos decididos a proseguir la experiencia. Aquí todo el mundo se tutea, pero ¿cómo dirigirse a alguien cuyo nombre desconoces? Con un «¡Eh, tú!», o un «¡Eh, oye!...», etc.; también podrían recuperarse palabras ya gastadas como «camarada» o «hermano», pero tienen un regusto demasiado político, o religioso, o étnico; o quizá sería mejor decir «amigo» o «compañero». Al final alguien encontró algo mejor, y hasta puede que su uso acabe generalizándose: «creador». Al igual que el «ciudadano» de los tiempos de la Revolución, que afirmaba la conquista de los derechos políticos y la nueva dignidad republicana, «creador» indica a la perfección lo que nosotros queremos ser y alude también a la idea de que cualquier ser humano puede ser un creador, el creador de sí mismo, y de que no hay grupo, ni clase, ni dios que creen para él, que puedan sustituirle en esta actividad, a él, el único. Nos aconsejan que publiquemos un periódico o, al menos, un boletín para informar sobre lo que aquí acontece. Pero nosotros nos negamos. En primer lugar, aparte de los comerciantes de la 91 beaubourgh prueba2.indd 91 12/04/2014 19:11:45 Beaubourg rue Saint-Honoré, que publican anuncios en los periódicos para atraer a la gente cuando su calle está iluminada o sus escaparates especialmente bien decorados, aparte también de los trípticos de las oficinas de turismo con sus mil y un destinos turísticos, ¿acaso se ha visto alguna vez que una calle o plaza se publiciten para atraer a la gente? vengan a la rue tronchet, vengan a visitar la rue de la pompe… nunca se ha visto nada parecido. Pues eso, nosotros también somos un espacio público, con plazas superpuestas y calles verticales u oblicuas que las comunican. Una costumbre ancestral quiere que siempre hayamos considerado las calles en un plano horizontal, y admitido que los locales superpuestos solo pueden ser privados, de modo que a la gente le cuesta hacerse a la idea, y se pierde un poco, a pesar de la multitud de ascensores, escaleras mecánicas y accesos a los aparcamientos y al metro que hay. Nos dicen también que un periódico nos permitiría dar a conocer las distintas actividades que se desarrollan en el centro y evitaría tener que descifrar todas las inscripciones y los afiches que hay por las paredes; de este modo, el que viene para un ensayo de teatro encontraría enseguida el espacio donde tiene lugar, sin necesidad de perder el tiempo dando vueltas por todas las plantas para encontrar a sus amigos. A eso contestamos que nosotros estamos en contra de ese concepto fragmentario de la cultura, reflejo de la especialización y la compartimentación de un mundo 92 beaubourgh prueba2.indd 92 12/04/2014 19:11:45 Una utopía subterránea mezquino. Que quien quiera hacer teatro, o cualquier otra cosa, que no venga aquí para esa única actividad, que no se dirija a ella ignorando todo lo demás, todo lo que se hace alrededor. Hay que abrir los ojos a todo lo que se hace; para nosotros, las impresiones fugitivas que deja el entrever un grupo de danza, el echar un ojo a la forma en que un escultor está creando, o el escuchar un minuto siquiera las polémicas de un grupo de discusión resultan útiles incluso para la actividad particular que nos trae hasta aquí. Además, los grupos cambian frecuentemente de sitio, se pasean de una planta a otra. Los que buscan tranquilidad tienden a bajar a los niveles inferiores o se instalan en los espacios más alejados de las zonas de paso. Cierto, sobre todo los días festivos, siempre hay curiosos escuchando y mirando. Y así queremos que sea, pues es la única manera que se nos ocurre para impulsar a la gente a participar. Por muy bonitos que sean, los cuadros, los poemas o el grafismo gestual de la danza no hacen cultura por sí mismos. Hace falta también la fraternidad, la amistad. Quizá los poemas y el resto de las producciones así llamadas culturales no son más que medios para llegar a amar. Septiembre. A juzgar por las nuevas paredes cubiertas de señales de prohibido, nuestros moteros han dado muchas vueltas este verano. Las hay en todos los idiomas europeos y hasta en caracteres 93 beaubourgh prueba2.indd 93 12/04/2014 19:11:45 Beaubourg farsi e hindi, preciosos recuerdos de la ruta a Mirzapour. Las paredes de la 75 ya están cubiertas por completo, y las de la 74 empiezan a estar saturadas también. Dos aspectos a considerar: primero, los moteros bien habrían podido construir unos tabiques para poder ganar unos cuantos metros cuadrados más, y hasta me pregunto por qué no lo han hecho; sin duda, porque en todo el centro, a excepción de los baños, no hay nada cerrado, separado. Sin embargo, creo que ya dije que continuamos recibiendo material de derribo, pero este se utiliza sobre todo para hacer mesas de trabajo, mesillas o estanterías en las que colocar todo nuestro bazar. En todas las plantas se ha preservado el carácter de espacio público, y no cabe duda de que es debido precisamente a esta tendencia antiseparatista, anti-segregacionista incluso, por lo que los moteros han seguido con su colección de señales en las paredes de la planta superior. En cuanto al segundo aspecto, se trata del carácter político de su colección. Las consideraciones estéticas no tienen nada que ver con la forma en que se cuelgan las señales: se colocan donde hay sitio y los espacios desiguales que quedan libres se ocupan con placas más pequeñas, del tipo prohibido el uso del aseo mientras el tren se encuentre parado. De hecho, la colección se parece mucho a las que hay a la entrada de ciertas fincas que se ven aún a veces en las zonas de campo, en las que los campesinos solían atornillar las placas de latón que certificaban el pago del seguro de 94 beaubourgh prueba2.indd 94 12/04/2014 19:11:45 Una utopía subterránea incendio o los premios ganados por sus reses en los concursos agrícolas. Pero estas cosas forman ya parte del pasado… Por otra parte, el término «colección» no parece adecuado en este caso, pues los coleccionistas se intercambian lo que tienen repetido, intentan hacerse con las piezas más extravagantes, las más raras o exóticas. Tampoco digo que la búsqueda de la pieza adecuada esté del todo ausente, o la fascinación por eludir la vigilancia para quitar un cartel particularmente idiota o irritante, pero esto resulta del todo secundario frente a su carácter de limpieza pública. De hecho, se puede asistir a una suerte de expediciones de «barrido», durante las cuales toda una calle o un conjunto de casas son sistemáticamente purificadas del signo metálico de sus prohibiciones. En las grandes ciudadesdormitorio, los propios habitantes hicieron entrega de sus señales, lo cual indica una primera toma de conciencia del peso de la represión social en su vida cotidiana. También recuerdo que gracias a estas saludables campañas es posible merendar en todas los jardines de Île-de-France, incluido el del Luxembourg. burgueses que os escondéis en vuestros chalets, ¿por qué habéis vuelto malvados a vuestros perros? La inscripción figura en grandes caracteres en el suelo, frente a una de las paredes de la colección de señales. 95 beaubourgh prueba2.indd 95 12/04/2014 19:11:45 Beaubourg Hay que volver ahora sobre el episodio de los vagabundos cachas, a los que en Mayo del 68 se llamaba «los katangueses»,18 que de nuevo plantea el problema de los irrecuperables. Desde las primeras semanas de vida del centro, tuvimos que hacer frente a la situación creada por el asentamiento de una verdadera banda en la 35, que prácticamente impedía el acceso a la planta. Sus incursiones tenían aterrorizadas a las plantas vecinas, sobre todo porque además de comida habían intentado raptar a algunas chicas, así que temíamos que acabasen tomando rehenes. También habían amontonado una gran cantidad de muebles y durante una incursión en la 75 se habían llevado varias motos y bidones de gasolina. Lógicamente, las asambleas fueron turbulentas: por un lado estaban los partidarios del uso de la fuerza, que proponían que los tomáramos por asalto y les diésemos una paliza ejemplar, o, si no, que bloqueásemos las salidas y empleásemos gases lacrimógenos o paralizantes. Otros proponían que continuásemos con las negociaciones, dando a aquellos chulos una última oportunidad para abandonar el centro. Otros proponían simplemente cortar el agua y la electricidad y dejarlos morir de hambre. Pero todos estábamos de acuerdo en que había que evitar a toda costa la intervención de la policía. Básicamente, estábamos en la misma situación que aquellos universitarios que por un lado querían mantener la autonomía de su institución y no tener nada que ver con la policía, 96 beaubourgh prueba2.indd 96 12/04/2014 19:11:45 Una utopía subterránea al mismo tiempo que, por otro lado, querían librarla de los que obstaculizaban su funcionamiento —aunque, en nuestra opinión, el beaubourg valía mucho más que una universidad, pero esto es un juicio del todo subjetivo y es cierto que por aquel entonces todavía no habíamos demostrado nada. Pero las cosas tampoco marchaban a la perfección en el bando contrario, y desde hacía varios días ya no salían. En realidad, sabíamos que no les faltaba comida, ya que dos tiendas de alimentación del barrio habían sido saqueadas. En cualquier caso, las motos ya no petardeaban, ya sea porque se les había acabado el combustible o porque las reservaban para defenderse. Luego supimos que había bronca porque sonaron unos disparos. Por lo que a mí respecta, estaba cabreado porque habían forzado uno de los ascensores y tirado al hueco todo lo que no les parecía útil para su defensa. Fue entonces cuando les quitamos el agua y la luz y esperamos a que saliesen a través de la escalera de la planta superior, ya que todas las demás salidas habían sido bloqueados con todo el material resistente que habíamos encontrado a mano. Aunque probaron con varias salidas, no consiguieron forzar o prender fuego a las montañas de muebles acumuladas delante. Y la única salida que quedaba libre la habíamos estrechado para que solo pudiera pasar una persona a la vez. Los jefes se oponían a la rendición, impidiendo que los menos belicosos y los freaks a su mando se rindiesen por su cuenta. Finalmente, después de 97 beaubourgh prueba2.indd 97 12/04/2014 19:11:45 beaubourgh prueba2.indd 98 12/04/2014 19:11:46 Una utopía subterránea ocho días, empezaron a salir en pequeños grupos de tres o cuatro, uno tras otro, sedientos y agotados. Les habíamos asegurado que no les pegaríamos, ni se les fotografiaría o ficharía. Según iban saliendo, los conducíamos de inmediato a la superficie, pero a lugares diferentes para que no pudiesen reagruparse y que no los interceptase la policía, que, por supuesto, se había enterado del asunto y quería impedir más desperfectos en el barrio. Posteriormente, se nos reprochó no haber sido más compasivos y haber demostrado a los vencidos que los perdonábamos, dándoles comida y dejando que se asearan un poco antes de salir. Todavía hoy, este reproche me revuelve las tripas, y es que llevan siglos repitiéndonos las mismas monsergas, por lo general a toro pasado, cuando su compasión ya no resulta de ninguna ayuda. Por otro lado, las condiciones de la rendición eran de sobra conocidas (ya os imagináis que la prensa se había hecho eco de ellas): eso sí, ni una sola de esas almas caritativas apareció por allí para recibir a aquellos impresentables a la salida. Así que, que no venga nadie a darnos lecciones de fraternidad. Ya nos parecía bastante fraternal el haberlos dejado salir, arriesgándonos a verlos de vuelta unos días después. Que fue exactamente lo que ocurrió, como no podía ser de otra manera (por suerte, sin daños comparables). En resumen, sacamos a 47, y encontramos a 8 en el interior, heridos o colocados. De estos, 6 fueron llevados a la clínica popular de la 38 y los 99 beaubourgh prueba2.indd 99 12/04/2014 19:11:46 Beaubourg otros dos hospitalizados gracias a un médico amigo y discreto. Esta primera temporada se anuncia buena, se oye comentar en todas las plantas. El Teatro del Sol, que finalmente posee un espacio propio, está preparando una Virgen de la Guadalupe; Gisèle y Grazielle Martinez trabajan en un proyecto de comunicación experimental junto con Fred Forest, en un escenario compuesto por una treintena de armarios de luna recuperados de las viejas casas del barrio; Sabourey está montando una sección electroacústica; el hard rock sacude las escaleras mecánicas y por doquier retumban los golpes de garlopa, un tanto excesivo para los que como yo prefieren todavía las charlas a los gritos… Pero ahora me doy cuenta de que he hablado de «temporada», lo cual es archifalso, pero demuestra hasta qué punto es difícil deshacerse de los ritos culturales de la sociedad educada que nosotros rechazamos. Aquí, de hecho, no es el caso de hablar de «temporada», pues no hay ni representaciones ni estrenos ni galas. Lo que los actores, es decir, nosotros mismos, la gente común, representan en el teatro es su propia vida. El tiempo no nos limita; como en el Nô coreano, aquí se vive en el teatro todo el día, se come y se bebe, y hasta los más tímidos acaban por prestarse, ya avanzada la noche o de madrugada, al juego. En estas condiciones, es imposible programar representaciones, puesto que la obra se crea y se recrea continuamente al 100 beaubourgh prueba2.indd 100 12/04/2014 19:11:46 Una utopía subterránea azar de la improvisación. En cuanto a dar conciertos u ofrecer espectáculos, los grupos los consideran obstáculos a la creación colectiva, y puede decirse que la representación ya no es en absoluto el estilo de la casa. En cambio, sí hay grupos que están recibiendo propuestas del exterior para dar representaciones, incluso tienen previsto irse de tournée. En cuanto a hacer venir aquí a Johnny Halliday o a Alice Cooper, como criaturas del show business que son, mejor que se vayan con sus recitales a otra parte y, si quieren venir aquí, que lo hagan como compañeros. Como aquí no circula el dinero, y todo pertenece a todos, sin querer, perjudicamos a todos los vendedores, buscadores y recogedores de dinero a mayor gloria de algún Krishna y de su capital inmobiliario. En cuanto a los vendedores de periódicos, han entendido que perdían el tiempo distribuyendo su prensa a personas que intentan realizar en la práctica lo que ellos hacen solo de palabra. Tanto es así que La Gueule ouverte, Le Courpatier y algún otro hablan de cerrar el periódico. Los más preocupados son los vendedores ambulantes. Al ver que la gente se servía tranquilamente de la mercancía expuesta en sus paraguas o banquitos, dejaron de venir. Salvo, por supuesto, los que vienen aquí para comer, buscar ropa o dormir, puesto que todo esto es gratis aquí. 101 beaubourgh prueba2.indd 101 12/04/2014 19:11:47 Beaubourg Toda nuestra cultura privilegia la palabra y la inteligencia verbal a expensas de la emoción y la sensibilidad. Por eso, experiencias como la nuestra desconfían de la supremacía de los discursos e intentan que quienes se expresan con las manos o con el cuerpo sean escuchados del mismo modo que los que hablan. «El Beaubourg (el de abajo, el nuestro) parece haber cogido al fin el problema de la cultura popular por las riendas, partiendo de la constatación de que todos viven una cultura: la de la moto, la de las novelas negras o la de las excursiones domingueras. Desde siempre, los intentos por llevar al pueblo versiones simplificadas, vulgarizadas, de la cultura de las clases dominantes se han dado de bruces contra estos modelos, contra esta cultura del pueblo. Por tanto, la perspectiva es radicalmente diferente de la de las Casas de la Cultura, que intentaban, hace no tanto, llevar la Cultura al pueblo y a las provincias lejanas. Aquí de lo que se trata es de permitirle que construya su propia cultura, a partir de sus vivencias y según su recorrido autónomo. Sin duda es pronto para preguntarse qué saldrá de este cruce de actividades y géneros, de esta reunión en la misma «caverna» de todo lo que nuestra sociedad estigmatiza como marginal, sectario o esotérico en el plano sociocultural. ¿Se logrará la fusión de ese pueblo que el beaubourg subterráneo cobija (hay numerosos empleados y obreros, algo inaudito en las 102 beaubourgh prueba2.indd 102 12/04/2014 19:11:47 Una utopía subterránea instituciones culturales tradicionales) y de todos los marginales, mentores de nuevas religiones, adeptos de nuevas dietas, combatientes de nuevas formas de arte, creyentes de nuevos evangelios políticos, a los que el centro ofrece al fin un foro, un público y un techo? Después de todo, esta fusión pueblo/marginales ya se logró en Larzac, donde campesinos e izquierdistas libraron una misma batalla. Luego puede ser que el Beaubourg gane la apuesta» («Resumen de la semana», en Le Monde, 4 y 5 de diciembre de 1977). Al caer la noche, sobre todo en invierno, los vagabundos hacen su aparición. Impresiona un poco verlos instalarse, con las narices rojas y las caras encendidas, un poco al margen, pero lo suficientemente cerca como para no perderse nada, de una clase de occitano o de un colectivo de pintores. Al parecer les gusta estar cerca de los pintores, que siempre han apreciado sus caras machacadas y rojizas, y que no hacen ascos a fraternizar en el ritual báquico. Se sienten a gusto aquí, y es justo que en este mundo que estamos creando haya también un lugar para ellos. Lamentablemente, su jovialidad no acaba con los efluvios… Solo los niños parecen no darse cuenta. ¿Os habéis dado cuenta de lo bien que se entienden a pesar de todas las diferencias que los separan? Al principio, viéndolos llegar cada noche, desconfiábamos un poco, pues temíamos que se apelotonaran en algún rincón, 103 beaubourgh prueba2.indd 103 12/04/2014 19:11:47 Beaubourg como hacen en el exterior. Pero no fue el caso, ya que aquí no se sienten excluidos. Mientras que el mundo de los Organizados encarga a su policía la tarea de ocuparse de ellos, aquí siempre tienen a alguien con quien hablar. Además, sin que hubiera nada previsto —al menos que yo sepa—, han encontrado a personas que se ocupan de ellos, los cambian de ropa, les cortan el pelo, los cuidan cuando hace falta. Y muchas veces me he preguntado quién, y cómo, ha instalado esa especie de gran máquina desinfectante que hay cerca de los baños de la 62; por otra parte, la tercera parte de ese nivel está ocupada por el almacén de ropa. Horrorizado por lo que escribí el otro día sobre los irrecuperables, tratándolos incluso de «desechos». Mismo lenguaje que los Poderosos. Asqueado del autoritarismo que trasluce, de mi reacción estalinista contra los que no están conformes con nuestro proyecto. Muchos nos sentimos tristes tras la expulsión de los saboteadores de la 35, que dejó al descubierto a más de uno. El autoritarismo, el estalinismo, está dentro de nosotros: forma parte de esa faceta de nuestra personalidad que detestamos cuando se manifiesta y que creemos haber suprimido cuando todo va bien, cuando no nos hallamos en situaciones violentas. Pero está ahí, siempre lista para salir a la luz. ¿Qué deberíamos haber hecho? ¿Qué otra cosa podíamos haber hecho? 104 beaubourgh prueba2.indd 104 12/04/2014 19:11:47 Una utopía subterránea Primera exposición (y última, como se verá) de tipo bienal, contestataria, anti-arte (ataúdes, mierdas, salchichones, desechos, etc.), foco de atracción para los Culturetas y sus amiguetes, lo suficientemente obscena y morbosa como para hacer reír a los culos estrechos y divertir a los aburridos. Por el contrario, suscita más bien escaso eco en el propio centro, no tanto porque la mayoría de los expositores viene de fuera como porque nosotros ya estamos bastante lejos de ese tipo de refritos surrealistas con los que se busca escandalizar a los burgueses —quienes, por otro lado, ya no se escandalizan: ya han visto de todo— Nos sentimos alejados sobre todo de una cultura que sirve para arreglar las mini-contradicciones internas de los estratos cultivados, entre los clanes de los que hacen y los clanes de los que miran, entre los hijos problemáticos y sus papás virtuosos e hipócritas. También hay irritación, comprensible por parte de un público popular como los beaubourgs, por los galimatías esotéricos de esos niños de papá que juegan a hacerse los mártires del proletariado mundial y que preparan la gran insurrección de los pueblos oprimidos a golpe de pincel. Desde el punto de vista de las vanguardias, y por tanto de la élite que las produce y les da vida, sin duda se dirá que las producciones del centro marcan un retroceso, propio de la cultura popular. Pero se puede pensar también que toman direcciones distintas, que conseguirán renunciar al caca-culo-pedo-pis sin caer en el charming o el 105 beaubourgh prueba2.indd 105 12/04/2014 19:11:47 Beaubourg lovely, que no serán necesariamente peores por ser menos demagógicas, ni necesariamente blandengues por ser menos pérfidas, menos pesadas, menos vomitivas o folloneras, y tampoco necesariamente desenfadadas por ser menos pesada y mundanamente comprometidas. Esta es la apuesta de la nueva cultura. Continuará… Hay un montón de gente que nos dice: muchos vienen al centro solo para jalar, o para aprender un arte o cualquier otra cosa, y luego se van. De acuerdo, pero confiamos en que este comportamiento disminuya: si queremos que las personas pierdan el espíritu de acaparamiento, habrá que empezar por crear las condiciones en que tal espíritu ya no tenga sentido… ¡aun sabiendo que la transición será larga! Muchos se sienten orgullosos por llenar de faltas de ortografía los carteles y las pintadas, convencidos de que esa es la única forma de luchar contra la dictadura de los gramáticos y, en consecuencia, de desinhibir a quienes no se atreven a coger un bolígrafo para expresarse. Son los mismos que están en contra del francés bienhablado, el francés de París, del centro rico y elegante, en oposición al de provincias o al de los palurdos del extrarradio. Les gusta mezclar los distintos idiomas que se hablan aquí abajo e inventan expresiones simpáticas. A veces cuesta comprender lo que se escucha o lo que se lee en los carteles. Es 106 beaubourgh prueba2.indd 106 12/04/2014 19:11:47 Una utopía subterránea verdad que hace falta tiempo para adquirir la agilidad mental necesaria, para superar los siglos de academicismo oficial y las prohibiciones de jugar libremente con las palabras, las letras, las normas. 1978. Parece que después de más de un año de democracia asamblearia estamos entrando en la fase de los colectivos de trabajo, de los grupos pequeños de reflexión o de toma de iniciativas. Evidentemente, existe el riesgo de que cada grupo, comunidad, célula, comité (todas ellas denominaciones en uso) se concentre en sus proyectos particulares y de que las tendencias centrífugas prevalezcan sobre las finalidades globales. De todas formas, hay que tener en cuenta que las asambleas ya han dicho prácticamente todo lo que había que decir, que las decisiones importantes ya se han tomado y que ahora tenemos nuestras leyes para gobernarnos, además de una idea general sobre lo que debería ser el futuro del centro. Se entiende que entre nuestras leyes también está la que dice que cualquiera de ellas puede ser modificada o revocada por simple decisión asamblearia. Por encima de estas leyes, están los grandes principios que las inspiran: la propiedad pública y la libre disponibilidad de todos los objetos, materiales, mobiliario, etc.; la no circulación de dinero; la inexistencia de jefes, ni siquiera electos; el poder total de la asamblea; la ausencia de categorías tales como miembro, usuario, donante; la ausencia de cualquier tipo de orientación o directriz 107 beaubourgh prueba2.indd 107 12/04/2014 19:11:47 Beaubourg intelectual, moral o de cualquier otra índole en lo relativo a las actividades y la creación. Todavía no he visto que nadie cuestione estos grandes principios, y ello a pesar de que discutimos, y mucho, ¡creedme! Y, sin embargo, el que nuestras leyes no hayan sufrido grandes cambios durante este tiempo no se debe tanto a dicha unanimidad como al hecho de que si no otorgas más poder a unos que a otros, si evitas las desigualdades de dinero y las que se derivan del acceso al control del dinero, luego al poder, las leyes se tornan estables y se respetan. Vale, es verdad que no hemos resuelto todos los problemas, pero al menos hemos llegado a lo esencial. Se han delimitado una docena de picaderos, casi tantos como clínicas populares y colectivos antipsiquiátricos. Si a esto añadimos las hermandades de yoga, los grupos de expresión corporal, de danza y gimnasia, uno se da cuenta de que todo lo relacionado con la expresividad del cuerpo y su florecimiento está aquí bien representado. Por lo que se refiere a los picaderos, hay dos tipos de actividades: las que resultan de los distintos tipos de sexualidad (homo, bi, hetero, zoo, etc.), sexualidades directas y que florecen en lugares más o menos aparte, según el gusto de sus participantes; y las actividades sexuales que podríamos calificar de simbólicas, que requieren de una mayor imaginación y fantasía, y que precisan de equipos apropiados (sexotecas, periscopios, instrumentos varios, etc.). Este segundo tipo de actividades son 108 beaubourgh prueba2.indd 108 12/04/2014 19:11:47 Una utopía subterránea más propias de gente de cierta edad, que hasta hace poco frecuentaba los pornoshops, y que ahora se ha traído aquí sus libros, películas y discos. Como el resto de talleres y lugares de trabajo o diversión, los picaderos están abiertos y cualquiera puede pasearse por ellos libremente (con la excepción, como ya hemos dicho, de algunos espacios cerrados para los que necesitan ocultarse). Aprovecho aquí la ocasión para repetir una vez más que, si bien es verdad que los niños y los adolescentes también pueden ir y venir libremente, ya que aquí no hay nada prohibido, solo vienen en contadas ocasiones. El peligro de los «malos ejemplos» o de la «corrupción moral» es cosa del pasado, y tanto los niños como los adolescentes disponen de espacios propios, para sus correrías, sus «casitas», como las llaman, y los adultos respetan rigurosamente su autonomía. Ya destaqué que para nosotros el respeto de la autonomía de los grupos infantiles es una de las condiciones para la formación de personalidades libres. En cuanto a la «educación sexual», entendida como el aprendizaje de las reglas de juego sexual en un mundo dominado por las prohibiciones, está claro que aquí no existe nada parecido. En este como en otros casos, nuestra única regla es la práctica de la libertad. Incluso tenemos un ballet clásico. ¡No os riáis! Hay que tomar a las personas como son en cuanto a su madurez cultural; la mayoría no ha visto más que tutús y gestos bonitos-bonitos (lo mismo 109 beaubourgh prueba2.indd 109 12/04/2014 19:11:47 Beaubourg ocurre con el teatro, la mayoría solo ha visto vodevil o comedia). En verdad, el academicismo desaparece rápidamente por el contacto con otros tipos de danza, donde la libertad de movimientos no se opone a la precisión. El academicismo en sí es lo opuesto al espíritu del beaubourg, en todos los ámbitos, en la gramática de la danza igual que en la gramática de la lengua. Para cambiar la sociedad, hay que empezar por liberar dentro de nosotros todas aquellas formas libertarias que quisiéramos ver triunfar en la sociedad futura. A mí, el carácter obsesivo de gran número de obras me sigue sorprendiendo. Puede que el centro haya atraído especialmente a este tipo de personalidades, antes bloqueadas por su entorno familiar o reprimidas por otros frenos psicológicos, que no se habían aventurado nunca antes en actividades de expresión pura. También es probable que lo obsesivo solo sea una fase de su liberación, y que la repetición de un gesto o la acumulación de un material dado estén destinadas a durar solo un tiempo, teniendo como función liquidar un pasado hecho de constricciones y deseos insatisfechos, para permitir más adelante, una vez que se haya abierto la espita, la liberación y la creación espontánea, menos crispada, menos exasperada. Ya he comentado antes que la obsesión y los ritmos 110 beaubourgh prueba2.indd 110 12/04/2014 19:11:47 Una utopía subterránea obsesivos son muchas veces obra de individuos dotados de gran maestría técnica. Dicho de otro modo, esta no es únicamente una característica propia de aficionados que acuden al centro para iniciarse en la creación. Iba pensando en ello esta mañana mientras bajaba para volver a ver el «submarino botonero» de Jean-Marie el Largo, siempre tan exuberante, festivo y rodeado de chicas guapas, y que, por cierto, poco o nada tiene de obsesivo. Además, está claro que ya no es ningún principiante, habiendo expuesto anteriormente en dos ocasiones en el Salón de otoño (aunque hay quien dirá que eso no cuenta). Su submarino de yeso mide diecisiete metros de largo y nunca podrá salir de aquí. Está completamente recubierto de botones, lo que le da un aire como de haber permanecido durante muchos años en el fondo del mar. Jean-Marie fija sus botones uno por uno, según una serie de hábiles combinaciones y yuxtaposiciones que ha trazado previamente sobre cartón, como hacen los artistas en tapicería. Desde lejos, el casco aparece recubierto de conchas, como piezas de metal que han permanecido mucho tiempo en el agua; luego, al aproximarse y cambiar de ángulo visual, se aparece una composición abstracta, muy estudiada, rigurosa. Pero ¿por qué esta manía de los botones? ¿No se podía haber conseguido el mismo efecto de otro modo? «Por supuesto —me contesta el autor—, incluso podía haber obtenido el mismo efecto con conchas 111 beaubourgh prueba2.indd 111 12/04/2014 19:11:47 Beaubourg de verdad, o bien, sin llegar tan lejos, simplemente mediante el color. Pero quería demostrar que es posible hacer cosas con los materiales más banales o insólitos que se pueden coger en el suelo. Sé perfectamente que no es ninguna novedad, pero quería demostrarlo aquí, porque creo que es coherente con la filosofía del beaubourg. Dicho esto, me han hecho falta tantos botones...». A mí no me preocupa lo más mínimo, estoy seguro de que podrá apañárselas perfectamente para encontrar los dos o tres metros cuadrados de recubrimiento que le faltan. Como está permitida la entrada en su submarino —solo hay que agacharse un poco—, pide tres botones a cada visitante… y luego habla con todos, les explica. Los botones son solo un pretexto. A la salida de los aparcamientos se ha generalizado una costumbre: los conductores pegan un cartel con la indicación de su destino y llenan el coche de peatones que van al mismo sitio. Me dicen que se ha empezado a hacer lo mismo en provincias. Un grupo de beaubourgs ha organizado un auténtico servicio de transporte alternativo, indicando las salidas a provincias o al extranjero. Nada que ver, de todas formas, con el sistema de compartir gastos que todos conocemos. Los conductores, que generalmente son de los nuestros, se sentirían ofendidos si alguien quisiera pagar por la utilización de una plaza libre. Para ellos, forma 112 beaubourgh prueba2.indd 112 12/04/2014 19:11:47 Una utopía subterránea parte del nuevo estilo de vida. Lo peor que te puede pasar es toparse con un partidario demasiado entusiasta del centro y tener que escucharlo durante todo el trayecto. Nosotros no tenemos esperanza alguna de transformar la sociedad (aunque tuviéramos ese deseo, con desearlo no se adelanta nada), quizá por eso la sociedad nos deja que vivamos en sus márgenes. Si algún día se transforma, será por imitación, no porque nosotros vayamos a predicar o a intentar salvar a los hombres. Por supuesto, hablo aquí a título personal, es verdad que aquí hay personas que llevan a cabo acciones en el exterior, así que, para que mi testimonio resulte completo e imparcial, voy a citaros algunos ejemplos. Obviamente, las acciones en el exterior no tienen nada que ver con la participación política, los desfiles o las peticiones de siempre. Se trata más bien de gestos amables y sencillos que sirven para demostrar a esos Rancios que no somos como ellos. Como soy escéptico por naturaleza suelo pensar que así no vamos a ir muy lejos y que la cultura que estamos inventando quedará como patrimonio de un número limitado de personas. Ojalá me equivoque. De todas las injurias y acusaciones de las que nos colman, la del parasitismo es la que más divertida me parece: «Si nadie trabajase, ¿cómo iba a sobrevivir esa panda de hippies?». Ya sabéis lo que quiero decir. Quienes hablan así generalmente son buena gente que, por desgracia, no 113 beaubourgh prueba2.indd 113 12/04/2014 19:11:48 Beaubourg han aprendido a hacer otra cosa en la vida más que trabajar y que son incapaces de pensar que otra vida sea posible. A lo largo de toda su vida, quedan marcados por la palabra del supremo Mentiroso: te ganarás el pan con el sudor de la frente. Si no hubiese parásitos, ¿creéis que sus esfuerzos se verían mejor recompensados? ¿Que las clases para las cuales trabajan sin rechistar desde hace siglos les compensarían mejor? Los explotados, los padres-que-no-saben-qué-quiere-decirtomarse-unas-vacaciones siempre han necesitado de una cabeza de turco sobre la que descargar su propia agresividad —los judíos de hoy tienen suerte de que estén ahí los jóvenes para sustituirlos en este papel. Toda esta gente sometida a mí me da pena, así que, siempre que puedo, aconsejo a los compañeros que sean indulgentes con ellos, sobre todo con sus propios padres, y que intenten comprenderlos, y que tampoco se pasen mucho diciéndoles que, si no los tuvieran a ellos, los parásitos de sus hijos, ya ni siquiera sabrían para qué siguen viviendo; y, sobre todo, les aconsejo que no rechacen nunca el dinero que les dan, ya que quitarles el pretexto para tanto trabajo equivaldría a matarles. Además, más que verdaderos parásitos, somos más bien marginales, desclasados, intersticiales. Lo único que pedimos a la sociedad (algo que la sociedad necesita) es que deje que nos ocupemos de los trabajos de los que ella ya no quiere saber nada, de los que representan fisuras dentro de un 114 beaubourgh prueba2.indd 114 12/04/2014 19:11:48 Una utopía subterránea estado monolítico, en los intersticios en los que la integración y la superorganización todavía no excluyen la libertad, o simplemente la alegría, los trabajos sin importancia cuya programación no resulta rentable. Y hay un montón de trabajos así que los Oprimidos rechazan, porque eso los desprestigiaría y porque los consideran humillantes para su posición social. Alejarse de todo lo que representa la sociedad burguesa: la propiedad, la lucha por el poder y la política, la respetabilidad, la higiene obsesiva, los juegos inútiles del intelectualismo. Es más, dejar de contestarla, para alejarse cada vez más y construir la nuestra fuera de ella. Somos mutantes que ya no pertenecemos del todo a vuestro mundo. Dormir: ¿eso también forma parte de la cultura? Jawohl, dicen algunos, que proponen convertir varios locales en dormitorios o que la gente pueda dormir o descansar tumbada por los pasillos. Si admitimos que comer, beber, follar, etc., son hechos culturales, está claro que eso vale también para el dormir. Pero ¿cómo solucionar el problema a nivel práctico y, sobre todo, cómo transformar los aspectos culturales del sueño? ¿Habrá mantas? ¿Dónde las almacenaremos? La ubicación de los dormitorios —por supuesto, queda descartado tabicar habitaciones individuales—, ¿será fija, para que se individualicen y se vayan convirtiendo, paulatinamente, en ámbitos de la vida privada? 115 beaubourgh prueba2.indd 115 12/04/2014 19:11:48 Beaubourg Como siempre, según el principio de que quien propone debe ser el que ponga en marcha la propuesta, se decidió que los interesados debían hacer propuestas originales y dar soluciones concretas. Inicialmente, el número de candidatos durmientes solo era de unos cincuenta, pero pronto aumentó, sobre todo a consecuencia de las actividades nocturnas y de la falta de medios de transporte hacia la periferia suburbana. Se hacen propuestas llenas de sentido común: si es estúpido destinar un cuarto solo para comer, igualmente lo es destinar un espacio exclusivo para dormir; al igual que un cuarto de baño para una sola persona es un lujo ultrajante, lo mismo puede decirse de los dormitorios. Por tanto, nada de lugares destinados únicamente al sueño. Cada uno traería sus mantas, en cantidad y calidad acordes a sus hábitos, y lo mismo para los colchones, que según la persona pueden ser más o menos duros. Finalmente, se decidió que se podría dormir en cualquier parte, con la excepción, por supuesto, de las zonas protegidas por razones de seguridad, como los ascensores o cerca de los extintores. En cada planta habría disponibles lotes de mantas que cada uno utilizaría según sus necesidades. Y que cada uno se echara a dormir donde le apeteciera cuando le entrara el sueño. Con el tiempo, llegarían a verse estupendas caravanas de seis, siete camas individuales, montadas sobre ruedas, dando la vuelta a toda una planta y recogiendo durmientes. 116 beaubourgh prueba2.indd 116 12/04/2014 19:11:48 Una utopía subterránea 5 de junio. El conductor del autobús 94 que me trae desde Wagram, donde esta mañana fui a ver a uno de nuestros «sabios», desvía su itinerario para dejarme en Ópera y acercarme así al beaubourg. En el autobús solo somos tres pasajeros, que, por lo visto, como el conductor, somos todos beaubourgs, así que enseguida se estableció una buena comunicación. Con todo, el autobús no puede tardar más de la cuenta, y a mí también me gustaría llegar antes del mediodía. En la rue du 4 Septembre, poco antes de la Bolsa, un grupo de curiosos observa a una extraña criatura vestida con tela gris enmascarada-encapuchada: avanza con lentitud infinita, dejando escapar de vez en cuando un silbido dulce y breve. «Ahí va otro que no tiene nada que hacer y se va al beaubourg», dice un tipo en tono burlón después de haberse dejado llevar un momento por la curiosidad. En el centro, me entero de que en diferentes puntos de la ciudad se ha avistado a seres idénticos, todos dirigiéndose aparentemente hacia el centro de la ciudad. De hecho, también hay uno en la 74 que parece dirigirse a las escaleras de salida. Durante años, el centro médico Marmottan, especializado en la acogida de toxicómanos, ha estado buscando familias que puedan alojar a los convalecientes, sobre todo gente joven, tras la cura de desintoxicación. De ahora en adelante ya no hará falta, pues Marmottan abre una filial permanente 117 beaubourgh prueba2.indd 117 12/04/2014 19:11:48 Beaubourg en la planta 12 y libera a sus pacientes en nuestra cueva. Este tipo de paciente ya no suele frecuentar el centro. Los beaubourgs no necesitan drogas para sentirse excitados. Porque, ¿para qué sirve la droga sino para encontrar medios de comunicación no verbal, liberar la afectividad y el sentimiento, romper con los prejuicios de la educación burguesa? Aquí no vienen los yonquis de verdad, sino los Exhaustos atiborrados de somníferos, los Pastilleros que buscan olvidar sus problemas de pasta, los Vacíos y los Vaciados que no tienen otra cosa que hacer que preocuparse de sí mismos. Como el centro no posee entidad jurídica, ni nos hemos constituido oficialmente como asociación, todo nuestro dinero se deposita en una cuenta de correo a nombre de una persona de confianza, que también se encarga de pagar las facturas de nuestros gastos fijos. Estas personas de confianza, sabios, trustées, mandatarios, consejeros —así los llamamos— son actualmente cuatro. Cada una de ellas está autorizada en la cuenta corriente y, como hay que ser previsores, ha hecho testamento, legando a los otros el saldo de la cuenta. Obviamente, la asamblea tenía que proponer para esta tarea a personalidades de honradez irreprochable, tanto desde el punto de vista intelectual como en sus compromisos en la vida cotidiana. Entre ellos, el más afamado simpatizante de nuestra experiencia es Jean-Paul Sartre, un fraternal consejero. 118 beaubourgh prueba2.indd 118 12/04/2014 19:11:48 Una utopía subterránea 12 de junio. El encapuchado que remonta hacia la superficie ha llegado a la 59. Los demás, los que vienen del exterior, está claro que se dirigen hacia el beaubourg, porque uno de ellos, que salió de Saint-Germain hace ocho días, se detiene/avanza (en realidad no es ni una cosa ni la otra) al pie de la Tour Saint-Jacques. Hemos reconocido sus máscaras: son los Bread and Puppet.19 Han estudiado bien su «espectáculo», eligiendo itinerarios que no pasen por calles demasiado frecuentadas. Marchan desde el alba hasta el atardecer, y se las arreglan para llegar por la tarde a un cruce de calles, para volver a empezar a la mañana siguiente en la acera opuesta. Por otra parte, hay que recordar que en tres ocasiones los comerciantes de la zona han llegado a interrumpir el tráfico durante media jornada o más para que pudiesen cruzar sin problemas. En otros casos, hubo hasta policías municipales (hay muchos que son beaubourgs en la clandestinidad) que se mantuvieron a su lado y desviaron el tráfico para no estorbar su marcha. El compromiso revolucionario muchas veces es solo una manera de olvidarse de sí mismo. Uno se embrutece con una actividad frenética con el único fin de no tener que encontrarse a solas consigo mismo. Respecto a los que hablan sin parar de revolución, estos dos años nos han permitido verificar que lo que en realidad hacen es tratar de compensar una profunda incapacidad para hacer cualquier cosa con los demás. 119 beaubourgh prueba2.indd 119 12/04/2014 19:11:48 Beaubourg El principio «de cada uno según sus posibilidades y a cada unos según sus necesidades» resulta muy difícil de aplicar, por lo que la urna de la entrada está casi siempre vacía. Un hecho que no deja de afligir a quienes echan allí su dinero y ven que unos y otros se aprovechan de él sin reparo. Los hay que solo vienen al beaubourg para gorronear. Ya hace varios meses que dura la experiencia y no hemos recogido prácticamente nada. La asamblea es consciente de que hay que tomar medidas, ya que el panel en el que se apuntan las entradas y salidas de dinero indica que nos arriesgamos a que nos corten la luz. La asamblea decreta por unanimidad la solución más simple (es verdaderamente maravilloso constatar cuán sencillas son nuestras soluciones): se continuará echando dinero en la urna, hasta que saldemos totalmente nuestras deudas, pero no se sacará nada. Siempre práctico, el Tío Boral sugiere inmediatamente que se sustituya la urna por una hucha de hormigón, para disuadir a los ladrones, y que solo uno de nuestros sabios guarde la llave. De acuerdo, intentémoslo. 22 de junio. 18 de los 35 Bread and Puppets han alcanzado la planta 20, donde parecen haberse dado cita. Esperan al resto del equipo vagabundeando de un lado para otro. Hay mucha gente a su alrededor, muda, igualmente flotante. Me entero también de que mucha gente se ha reunido en torno de los que aún están por llegar, acompañándolos durante todo el día. 120 beaubourgh prueba2.indd 120 12/04/2014 19:11:48 Una utopía subterránea 26 de junio. Ayer tarde llegaron finalmente todas las máscaras. Se desvistieron y se marcharon. Siempre muda, la masa de espectadores se fue dispersando poco a poco aunque esta mañana constaté con sorpresa que una docena de ellos se había quedado, como a la espera de algo. Lo cual significa que todos los demás han comprendido. La prueba es que el suelo está cubierto de cientos de cuadernos de notas de esos en los que los Cronometrados apuntan sus citas y todas las idioteces que tienen que acordarse de hacer: cosas tan nimias que, por miedo a olvidarlas, se ven obligados a anotar. Esto quiere decir que al final han entendido que deben liberar sus vidas de esas insignificancias que asesinan el tiempo, su tiempo, su vida; que su tiempo, su vida no debe estar planificada, programada; que hay una enorme alegría en tomarse las cosas con calma, que, de hecho, al final hay tiempo para todo. Yo también tiro mi cuaderno y me marcho. Hace poco más de un año que empezamos a recoger libros y discos. En cuanto a estos últimos, la apuesta está ya casi ganada, pues muchos no solamente han traído al centro sus colecciones, sino también sus tocadiscos y equipos estéreo. Para los libros el proceso es más lento,a pesar de que, como la gente ha tomado la costumbre de venir aquí a leer —hay sillones y asientos de gomaespuma repartidos aquí y allá en torno a las estanterías—, ahora las sustracciones son menos 121 beaubourgh prueba2.indd 121 12/04/2014 19:11:48 Beaubourg frecuentes. Además, la gente que ha comprendido bien la apuesta ha traído al centro bibliotecas enteras, y hasta hay editores que nos remiten sistemáticamente sus devoluciones, o incluso las novedades. Todo esto, paulatinamente, está creando un fondo. También muchos diarios nos hacen llegar ejemplares gratis, lo cual hace que estos rincones de lectura resulten más interesantes. Por supuesto, también disponemos de todas las típicas revistas idiotas de las salas de espera de los dentistas, pero no podemos rechazar lo que nos envían. Ayer el señor Chapel, nuestro sabio, vació la gran hucha de la entrada e informó a la asamblea de la situación: fantástico, a pesar de las vacaciones, lo hemos conseguido. Estamos de nuevo a flote, podremos hacer frente a los gastos. Delirio en mayúsculas, nos abrazamos, nos palmoteamos la barriga. Se trata de una gran victoria, no tanto porque seguiremos iluminados, como porque hemos demostrado que sí es posible, que no es necesario cobrar entrada o cuotas o abonos, que con apelar a la conciencia de la gente, se puede conseguir. Es verdad que muchos nos hemos dejado la piel en el empeño: el Magic Circus ha estado de gira por todas las playas; los Delta Phi, el Chemin, el Living Theatre20 y tantos otros han vuelto agotados pero con los bolsillos llenos; los alfareros, los pintores, todos los artesanos han impuesto la venta en las estaciones del metro; otros muchos han 122 beaubourgh prueba2.indd 122 12/04/2014 19:11:48 Una utopía subterránea extendido la mano, sin contar a los que cogieron curros de verano, mientras los Integrados están de vacaciones. Es una gran victoria, la más fundamental de las demostraciones. Está claro, Señores Sistemizados: es verdad que necesitamos dinero para sacar adelante nuestro centro, para que el sistema tolere nuestro gueto, pero ese dinero lo manejamos de forma diferente, en lugar de dividirnos, como os divide a vosotros, nos une más que nunca. Ya no hay dinero entre nosotros, no debemos poseerlo más que en vuestra contra. Otra asamblea que se prolongará hasta tarde. Probablemente ya pasa de la medianoche y la inmensa sala sigue llena, somos más de cinco mil. Y como cualquier excusa es buena, la música, las salchichas y los dulces, el té, las canciones y el vino hacen su aparición; improvisamos nuestra felicidad a ritmo del ritornelo del padre Daniéloup,21 lo que quizá no sea muy espiritual y sí un poco pesado, pero nos lo pasamos en grande. Nos reímos, nos llamamos la atención unos a otros, todos quieren coger el micrófono simplemente para gritar más fuerte su felicidad y su amistad. Otros, en cambio, están demasiado emocionados para hablar. Maurice Clavel22 está en pie con un vaso en la mano, sonriente, fraternal, fascinado, adivinando el nacimiento de la nueva sociedad. Nos queremos mucho esta noche, y todo por esta historia del dinero. ¿Entendéis? 123 beaubourgh prueba2.indd 123 12/04/2014 19:11:48 Beaubourg Como no hay presidente de sesión, la asamblea vuelve a arrancar cuando alguien plantea de nuevo una cuestión seria. Está claro que cuesta hacernos callar, después de todo nosotros no somos una asamblea de dóciles accionistas de Péchiney.23 Finalmente se retoma la asamblea con una moción para mantener el sistema de la hucha, es decir, sin sacar nada hasta que no se haya constituido una especie de reserva de guerra equivalente a tres meses de gastos fijos, para no tener que recurrir continuamente a las colectas o a las campañas de solidaridad, a riesgo de que lo que fue divertido esta primera vez se vuelva monótono a fuerza de repetición. Nadie abre la boca en contra de esta propuesta, cuyas ventajas nos parecen evidentes a todos —incluso a mi amiga Anne, que ya me había dicho otras veces que ella se alegraba del restablecimiento de la urna, para poder obtener el dinero necesario para comprarse un nuevo torno alfarero. Y Anne desde luego no tiene miedo a expresarse. El señor Chapel invita a todos aquellos que han dejado en la hucha libretas de ahorro o títulos de propiedad (aproximadamente unos cien) a que se identifiquen para darle una procuración y poder así cobrar u operar con el dinero. Última cuestión importante: alguien pregunta si sería posible hacer directamente una transferencia de su salario a la cuenta corriente de nuestro sabio o dar una orden al banco para domiciliarlo mensualmente a su nombre. Natürlich, se puede. 124 beaubourgh prueba2.indd 124 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea Planta 31. Esta mañana me ha parecido ver a una docena de viejas señoras en animado coloquio con tres jóvenes pintores muy hip. A su alrededor, repartidos por sillas y mesas, hay bordados como los que antaño hacían nuestras tías, esa especie de tapices ilustrados por lo general con escenas románticas, de cazadores y bellas damas, para los que ellas compran las plantillas y el hilo de lana con los colores correspondientes a la imagen impresa. Estas señoras quieren hacer algo diferente, se dan cuenta de que la cosa «ya no da para más», no encaja ni con el sitio ni con el espíritu del centro, ni con la vida moderna, sin más. Pero ¿estarán dispuestos los pintores a hacerse cargo de este problema, a interrumpir su obra de creación para ocuparse de algo que consideran, si no como la mierda de la mierda, sí cuando menos como un simple pasatiempo o artesanía de ínfimo nivel? Imagino que os dais cuenta de que se trata de un problema político que pone en cuestión las relaciones entre el creador y su público; implica que dicha relación es posible, que se aceptan los términos de un diálogo. Todo lo contrario del artista en su torre de marfil, solo en las más altas cimas de la creación. Hoy martes, concurso para elegir el mejor «guiso de la abuela». Dieciséis cocineros y cocineras llevan a sus fogones desde la madrugada. Se han preparado grandes mesas para los 126 miembros del jurado invitados (del que yo formo parte). 125 beaubourgh prueba2.indd 125 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg Debemos soportar las pullas de los amigos vegetarianos incondicionales, pero, como todo, el alicom tampoco debe convertirse en un objeto de culto. Nada ni nadie, por muy apreciado que sea, debe convertirse en un fetiche, o sea, en punto de partida para una nueva tiranía. La dietética solo participará del arte de vivir en la medida en que sea capaz de liberarse de sus prohibiciones y de asumir al mismo tiempo sus disciplinas. Lo dicho: aquí hubo una única exposición, la de finales de 1977. Desde entonces, no hemos vuelto a repetir la experiencia. Para ver cuadros o cualquier otra obra, basta con dar una vuelta por las plantas y mirar lo que está colgado en las paredes o en proceso, y con acercarse a hablar con los que están trabajando. No molestaréis. De todas maneras, el que no tenga ganas de hablar o esté ocupado ya se habrá encargado de poner su cartel de do not disturb. Todos los géneros, todos los estadios evolutivos de la pintura, de la danza, del tejido, o de cualquier otra cosa, están representados aquí. Y aunque las actividades y géneros estén por lo general mezclados, algunas escuelas y tendencias se han reagrupado: en pintura hay grupos op-art, popart, arte sociológico, culmo-art, nega-mega, etc. Utilizo estas palabras solo para que nos situemos un poco, pues en muchas ocasiones los propios interesados han puesto en entredicho estas clasificaciones o bien se han alejado de ellas. 126 beaubourgh prueba2.indd 126 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea El juicio resulta más fácil en el plano técnico, donde el ojo se acostumbra a distinguir las obras mal hechas o torpes (hay muchas «nuevas vocaciones»), la pasión mal gestionada, los pastiches o plagios involuntarios, las fanfarronadas, los histrionismos, los quiero-y-no-puedo, la insolencia pomposa, en definitiva, todo lo que estábamos acostumbrados a ver en galerías, conciertos o recitales: este tipo de debilidades las encontramos en cualquier arte. Es difícil decir qué saldrá de estas investigaciones y más aún, de los ensayos de creación colectiva. Incluso en el caso de las obras individuales, la tendencia es al rechazo de cualquier personalización, fetichismo de la firma, notas biográficas e indicaciones de precio. Es un paso hacia el rechazo total del sistema mercantil y también —contra los que nos acusan de desmovilización— una toma de posición política, pues la neutralidad en materia cultural no existe; y en lo que se refiere a los humanistas condescendientes que aspiran a ella, no hacen sino engañarnos, acomodados como están en su confort intelectual. Todo esto no excluye que nuestras producciones sigan estando cotizadas o que se vendan o atesoren fuera de aquí. Como en el pasado, los creadores no se benefician de ello. Actualmente, incluso la gloria les trae sin cuidado. El desorden, el acoplamiento y la mezcla de actividades diferentes, los disfraces y los picnics, el estruendo y los sonidos siempre altos pero no 127 beaubourgh prueba2.indd 127 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg siempre afinados de las fanfarrias, el happening permanente, las abuelas con sus capazos repartiendo pastelitos, los niños con patines que se meten por todos lados... todo esto no nos hace muy simpáticos a ojos de los Meticulosos, de los Elegantes y de los Refinados, para quienes el sentido de la medida es sinónimo de buen gusto, que toleran un vernissage escandaloso, pero aborrecen las verbenas o cualquier otra cosa que se le parezca. Sin embargo, me pregunto si acaso no podrían interpretarse estos hechos como la manifestación espontánea de nuestro pueblo subterráneo contra el Mausoleo de la cultura jactanciosa de unas plantas más arriba, como el síntoma de una hostilidad contenida durante demasiado tiempo por la así llamada no-cultura contra la cultura de la dominación, vamos, una reacción parecida, en versión popular, a la del anti-art, el arte povera y el arte hecho con mierda contra el academicismo, la moderación, la armonía, el orden y los buenos sentimientos. Uno de los trabajillos ocasionales más codiciados por los beaubourgs es el de encuestador. Se trata de un trabajo que deja mucho tiempo libre, pues los entrevistadores se ahorran el tiempo de los desplazamientos contestando ellos mismos a las preguntas; algo que por otra parte siempre han hecho los más espabilados. No obstante, algunos beaubourgs tienden a comportarse de otro modo, acuden efectivamente a casa de los entrevistados 128 beaubourgh prueba2.indd 128 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea y aprovechan el pretexto de la entrevista para mostrarles cómo sus opiniones sirven para integrarlos en el sistema, dándoles al mismo tiempo la satisfacción de creer que han sido consultados y de que sus opiniones se han tenido en cuenta. Una vez hecho esto, entrevistador y entrevistado se lo pasan pipa rellenando el cuestionario de manera fantasiosa, lo que resulta un excelente ejercicio para liberar las facultades imaginativas. Naturalmente, se cuidan mucho de rellenar las casillas más importantes como el organismo o la empresa que paga la encuesta desean que haga. Así es como os enterasteis de que la mejor cocina en nuestra red de autopistas es la que se sirve en los grill de Jack Barrel24 o de que una de cada 4,75 abuelas lee Le Point.25 Cuando hay preguntas acerca de la popularidad de los grandes hombres del Estado y de la política, los entrevistadores dejan la casilla en blanco, ya que tradicionalmente las respuestas a estas preguntas las rellenan directamente las empresas de sondeos, teniendo en cuenta la coyuntura y de manera que las encuestas realizadas por las distintas organizaciones no se contradigan. Efectivamente, nadie tiene interés en matar a la gallina de los huevos de oro. Los Pirados son muy divertidos. Siempre con la palabra «fiesta» en la boca, el vellocino de oro de la felicidad. Esperan recuperar cada noche lo que se han esforzado por matar durante ocho horas de trabajo. En realidad se conforman con 129 beaubourgh prueba2.indd 129 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg cualquier sucedáneo y confunden lo guay y lo fun con la felicidad. El Partido Socialista acaba de decidir renovar su programa. El viejo —antiguamente conocido como «Programa Común»— fue el resultado del brain trust del máximo líder y de alguna que otra personalidad que solo se representa a sí misma. Parece que ahora quieren encargar su elaboración directamente a las secciones locales y de empresa, sintetizando posteriormente los diferentes puntos de vista. Por otro lado, desde la llegada de Mitterrand a la Presidencia del Consejo el pasado año, se ha promovido el desarrollo cultural al rango de prioridad número uno y prometido destinar considerables fondos a la formación de animadores socioculturales, como la única manera de luchar a un tiempo contra la infiltración de la oposición comunista en las organizaciones populares y contra la falta de civismo y la creatividad salvaje tipo beaubourg. Junto con la reforma empresarial, de la que se habla cada vez con más frecuencia, estas iniciativas se consideran como un primer paso hacia la «sociedad de autogestión liberal avanzada». Ahora que la hierba de verdad ya ha empezado a crecer, el Parque de los Príncipes nos ha ofrecido varios centenares de metros cuadrados de hierba artificial. Todo lo que esté en buen estado se cortará y servirá de estera a los cada vez más 130 beaubourgh prueba2.indd 130 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea numerosos durmientes. Se dice que varios cientos de personas viven aquí de forma permanente, durmiendo aquí o allá al azar de sus actividades y encuentros, raramente dos veces en el mismo lugar. Estos cambios de habitación, por así decirlo, son extremadamente importantes para librarnos de nuestro gusto atávico por las pequeñas posesiones personales, y ya se puede ver una evolución interesante. A los primeros durmientes, al igual que a los primeros artesanos, lo que más les preocupaba era encontrar armarios con llave donde poder guardar su ropa, sus documentos o sus utensilios. Para ello, muchos utilizaban el maletero de su coche, aparcado en las inmediaciones. Otros se habían traído los armarios de casa para guardar allí sus cosas, pero sin cerrarlos con llave, que no nos gustan mucho las cerraduras. También había quienes, aun habiéndose deshecho de un coche que ya no les hacía falta, seguían alquilando una plaza de parking que transformaban en una especie de reducto o de cabaña en toda regla donde refugiarse —comoquiera que sea, una habitación para dormir siempre es menos contaminante que un carro. Con el tiempo, aquella necesidad de espacios privados e inviolables, cerrados con llave y con cerrojo, se hizo sentir menos, signo evidente de que nuestra relación con la posesión personal estaba cambiando. Al mismo tiempo, el ropero ha ido aumentando, así como el gusto, incompatible con la opción limitada de un guardarropa personal, por las indumentarias disparatadas y los disfraces. 131 beaubourgh prueba2.indd 131 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg Aquí todo el mundo se saluda y todos aprecian una sonrisa de acogida o las palabras, casi siempre banales, es verdad, que continuamente intercambiamos entre nosotros —signo de reconocimiento del otro, de que el otro no es un decorado, que el otro existe, al igual que yo existo. La sección sindical de la cgt de la línea 63, que incluye muchos beaubourgs, acaba de decidir que todos se saludarían también en horas de trabajo. Lo cual, según parece, no gusta en los barrios bien, e incluso parece que la ratp26 ha recibido quejas por parte de algunos pasajeros que se niegan a saludar a simples maquinistas, entre los que, hacen notar, son cada vez más numerosos los no franceses. Inevitablemente, de entre los tesoros almacenados en nuestras plantas, una parte procede de hurtos en supermercados. Es comprensible que una costumbre adquirida desde la infancia, sobre todo por los años pasados en una sociedad que tolera y en ocasiones legaliza distintas formas de robo, no vaya a desaparecer de repente por la estancia en un universo más justo y honesto. Por otra parte, hacerle un favor a un amigo llevándole un objeto útil o un regalo justifica que se corra algún riesgo… Esto ocasiona algún que otro problema al centro, al que los Mugrientos acusan de ser, según el humor del día, una cueva de ladrones o un agujero de mierda. Sea como sea, todo esto se ha exagerado mucho, aunque podría ofrecer la excusa 132 beaubourgh prueba2.indd 132 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea perfecta para llevar a cabo redadas y controles policiales. Desde el principio, hemos intentado prevenir tales intervenciones, llegando incluso —como ha ocurrido unas cuantas veces— a restituir a los comerciantes objetos que, manifiestamente, se les habían «tomado prestados». Al final, la cosa no fue demasiado lejos, ya que pronto tomamos conciencia de que no teníamos nada que envidiar a los esclavos del Sistema; que solo queríamos ignorarlos en la medida de lo posible, vivir en sus márgenes, separados de ellos, debajo de ellos. Desde este punto de vista, cuidamos mucho la elección de los trabajos que llevamos a cabo para la gente de fuera, evitando toda responsabilidad o compromiso en su sistema. Tenemos la intención de seguir siendo sus parásitos y de echar a correr en el momento en que intenten que nos interesemos por sus gilipolleces y complicarnos con sus enredos. Mantener unas relaciones correctas con ellos, pero guardando la mayor distancia posible: tal es nuestra línea de conducta. Pero las cosas no son siempre fáciles y, aunque consigamos ignorarlos, ellos están siempre ahí, espiándonos, intentando pillarnos en falta. Está claro: somos la viva imagen de lo que ellos serían si pusieran en práctica las grandes ideas de las que se llenan la boca. Ellos se dicen libres, y nosotros lo somos; se tienen por iguales, y nosotros los somos; y aún encima tienen la cara dura de quererse justos, caritativos, fraternales, razón por 133 beaubourgh prueba2.indd 133 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg la cual a nosotros nos parecen unos auténticos cabrones. Nosotros nos esforzamos por vivir lo que ellos solo proclaman, por eso nos odian. Y no solo esos que se suelen definir como reaccionarios, también los dichosos revolucionarios para quienes la Revolución nunca será más que una Robolución. Todos juntos nos acechan, a la espera de que demos un paso en falso. No hace falta que me extienda sobre todo lo que se dice de nosotros, de nuestra suciedad e inmoralidad, lo sabéis mejor que yo. Por eso somos conscientes de estar en un gueto, y de que para que nos toleren hay que someterse a sus leyes. Por eso también nunca pedimos favores: pagamos regularmente el gas y la electricidad y, desde hace poco, el Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Por supuesto, observar sus leyes va más allá de todo eso, y es verdad que hemos tenido algunas dificultades con gente en busca y captura que venía a refugiarse entre nosotros. ¿Debíamos entregarles y, para ello, constituir nuestra propia policía y así darle gusto a la Autoridad? ¿O había que dejar que viniera la policía a investigar y ya de paso a fotografiar y fichar a todo el mundo? «Elegimos» esta segunda alternativa: como no queríamos tener que nombrar entre nosotros a alguien que se convirtiese en guardián y carcelero, pero como somos débiles de cara al exterior, lo cierto es que había poco margen de «elección». Así que ahora estamos todos fichados, ¿y qué? No 134 beaubourgh prueba2.indd 134 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea somos tan diferentes de los Tristes. Ellos también están todos fichados por ordenador. Con el tiempo, estas cuestiones nos han ido pareciendo cada vez menos importantes, sobre todo desde que renunciamos a llevar nombres fijos y tenemos varios nombres, que nos han puesto nuestros diferentes amigos. Y como somos muy descuidados con la documentación, en la práctica resulta muy difícil identificarnos. Si los vándalos (de los que ya he hablado) nos incordiaron a base de bien con sus destrozos y amenazas, no se puede decir lo mismo de los refugiados políticos que se esconden aquí, de los tíos sin papeles o que acaban de salir de la trena y no tienen a nadie, de los delincuentes de poca monta víctimas de su extracción social o de las «cacerías» antijóvenes... prácticamente cualquier tipo al que los Descoloridos tienen algo que reprochar, y que estarían encantados de empezar aquí una nueva vida y no volver a salir de este agujero. Con la Autoridad siempre hay que saber andarse con rodeos, defenderlos todo lo que se pueda, acogerlos fraternalmente y echarles un cable. Por suerte, recursos para ayudarles no nos faltan. No somos una de esas pequeñas comunidades aisladas del exterior a merced del primer jefe de policía que se presente. Somos muchos, numerosos pero no numerables, porque no tenemos ni miembros ni usuarios; como centro, no tenemos ninguna actividad económica por la que puedan pillarnos 135 beaubourgh prueba2.indd 135 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg (negándonos los repartos o saboteándonos las ventas, por ejemplo); no tenemos propiedad, ni inventario de mobiliario, aparatos o maquinarias de cualquier tipo. Somos libres de meter y sacar lo que queramos. Nuestras materias primas son materiales pobres de los que los Grises casi siempre están contentos de poder librarse. Operamos en un sector, la cultura, poco definido, un cajón de sastre, pero también muy valorado por el mundo Superior, indulgente desde siempre para con nuestras excentricidades. Como por otra parte el mundo integrado es un fracaso total en el plano cultural y hasta los más tarados y babosos se dan cuenta de que hay algo que no funciona como debería, nos beneficiamos de cierta libertad de iniciativa y de redefinición del campo cultural. Algo que, al fin y al cabo, nos permite gozar de la simpatía de un sinfín de intelectuales, portavoces de movimientos, altos funcionarios, en definitiva, de gente que crea opinión en el país y que, en caso de ataque, puede intervenir y presionar donde haga falta. Nunca hemos reunido a esa gente, son ellos los que vienen a nosotros, o se mantienen al tanto de lo que hacemos. No debo olvidar mencionar tampoco a todos los médicos que trabajan en nuestros servicios sanitarios, ni a los tres colectivos de abogados que abrieron oficinas aquí, ni a todos los profesores que vienen aquí a dar cursos y a todos los grupos y asociaciones que utilizan nuestros locales. Todo esto representa una fuerza con la que el Poder tiene que contar (¡aunque 136 beaubourgh prueba2.indd 136 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea aquellos que nos tienen tanta simpatía estén muy lejos de querer cambiar el mundo!) y reduce las posibilidades de ataques arbitrarios. Dicho esto, sabemos perfectamente que nos vigilan, que el centro está lleno de secretas, periodistas y soplones, que intentan informarse, entender y reportar. ¿Qué podemos esconder? Las vías que nosotros hemos tomado difieren de las suyas. El alicom está teniendo un gran éxito; se distribuyen miles de bolas cada día, por lo que las panaderías que las producían por cuenta del colectivo de alimentación se han quedado cortas. Ha habido que pasar a la fase industrial, lo que por otra parte no nos ha planteado ningún dilema ideológico: no estamos en contra de la industria; estamos en contra del modo en que está organizada y de la falta de calidad de numerosos productos. Tampoco rendimos culto al pasado: hace tiempo que abandonamos la idea de que hay que renunciar a la industria y a la ciudad para buscar la salvación en la cultura y la artesanía de pueblo. Además, nuestro beaubourg está ayudando a resolver uno de los principales problemas de las comunas y de los agricultores biológicos: la comercialización. El centro se ha convertido en un punto de encuentro de todos los circuitos de alimentación alternativa, y muchos de los nuestros se van a trabajar al campo o a las panaderías que producen el alicom. Estamos de acuerdo, no será esta comercialización paralela la que ponga en 137 beaubourgh prueba2.indd 137 12/04/2014 19:11:49 Beaubourg peligro el sistema capitalista, pero de momento ya no es poca cosa que los campesinos no se vean obligados a envenenar sus cosechas. Además, si tenemos en cuenta todos los demás beaubourgs que van surgiendo aquí y allá, las comunas, todas las Longo Mai27 podrán por fin vender sus cosechas y sobrevivir. Al final, será la autarquía de la alimentación marginal. «Queridos amigos. Aquí ya me conoce todo el mundo, sabéis que no me gusta hablar cuando hay tanta gente. Pero hoy no puedo evitarlo. Escuchadme, seré breve. Estoy en el centro desde el comienzo, quizá porque estaba solo, viudo —mi mujer falleció hace diez años. Como no tenía ataduras, he estado viniendo desde la primera asamblea y, a decir verdad, desde entonces, rara vez he vuelto a salir a la superficie. Me he ocupado de todo un poco, primero de la limpieza, que aquí era el principal problema —imagino que os acordáis. Luego de las estanterías y del mantenimiento. Yo no soy un creador como vosotros, quizá porque me he pasado la vida detrás de un escritorio y vengo de un ambiente modesto. En aquella época (entré en la escuela en 1913) nadie hablaba de la creatividad, a lo máximo a lo que uno podía aspirar era a aprender lo suficiente como para no tener que ir a trabajar a una fábrica. Luego entré en la Sociedad del gas, algo de lo que mi padre se sintió muy orgulloso. De todas formas, también hay que reconocer que, de no haber vivido en este barrio, 138 beaubourgh prueba2.indd 138 12/04/2014 19:11:49 Una utopía subterránea aquí al lado, probablemente nunca me hubiese decidido a venir al centro. Porque, al principio, teníamos pinta de estar un poco fuera de lugar, y vosotros os preguntabais qué hacía aquí un jubilado: sin duda jugar a las cartas y calentarse un poco. Pero lo que de verdad me pareció genial fue que vosotros hablabais conmigo como con los demás. Nunca me sentí excluido por mi edad o por mi escasa cultura. Quizá no os habéis dado cuenta de que, allá fuera, nadie habla con nosotros; nos sentamos en bancos para ver los coches pasar y nadie nos dirige la palabra. Tampoco tendríamos mucho que decir… pero estoy hablando demasiado, os estoy agobiando con estas tonterías….» —No, Jacques, continúa. —Venga, Jacques, lo que dices está muy bien. La asamblea guarda silencio, atenta. Y aunque seamos casi mil, nadie habla en grupitos, y la atmósfera tiene una gravedad inusual. Es verdad que todos conocen a Jacques, todos le quieren, así que a nadie se le ocurriría hacerle un feo e interrumpirle. Pero hay algo más: todos esperan que diga cosas importantes. Ha entrado en materia demasiado solemnemente como para limitarse a contarnos su vida. «Bueno, acabo enseguida. Pues eso, lo que quería decir es que vosotros os habéis convertido en mi familia. Solo os tengo a vosotros. Pero, dentro de poco, voy a tener que dejaros, la maquinaria está desgastada, y los compañeros del centro médico me han explicado claramente cómo están 139 beaubourgh prueba2.indd 139 12/04/2014 19:11:50 Beaubourg las cosas. Voy a tener que ingresar en un hospital muy pronto. Así que quiero pediros una última cosa: dejadme morir aquí.» La gente se queda callada. Los más jóvenes, para quienes la muerte no es más que una hipótesis abstracta, que nada saben de ella porque nunca han visto morir a nadie y solo han visto cadáveres en la tele o el cine, están pasmados: la muerte, ¿eso qué es? ¿Y cómo iban a saberlo en una sociedad que elimina cuidadosamente toda referencia a la muerte, que deja que la gente se muera en los hospitales y luego se deshace de ella en cementerios lejanos, que ya ni siquiera pronuncia la palabra porque intenta exorcizarla hablando de «desaparición» o «largo viaje»? En cuanto a los más mayores, que ya se han dado cuenta de que la vida no durará eternamente y que, inconscientemente, ya la temen, estos tampoco saben qué decir a Jacques. Por un lado, a todos nos gustaría decirle espontáneamente: «Sí, muérete aquí entre nosotros», igual que se le dice a un amigo: «Quédate un poco más y coges el siguiente metro», y todo porque en realidad no sabemos muy bien qué ha querido decir con eso de «morir aquí». Al mismo tiempo, de forma igual de espontánea, a todos nos gustaría hacernos los duros y decirle: «Estás de broma, Jacques, nunca estuviste tan en forma, pero si vas a enterrarnos a todos»; pero nos damos cuenta de que no es el momento para tales idioteces, que Jacques sabe de esto más que nosotros: si nos lo 140 beaubourgh prueba2.indd 140 12/04/2014 19:11:50 Una utopía subterránea ha dicho, es porque tiene sus razones. Así que nos quedamos todos callados. Para romper un silencio que él considera embarazoso, Jacques explica, se defiende: —No voy a molestar a nadie, me quedaré en un rincón con unos amigos, y luego alguien sacará el cuerpo. No os causaré ninguna molestia… —No te preocupes, Jacques, si yo fuera vieja (la que habla es una chica jovencísima), tampoco querría morir en ningún otro lugar. Elige tú el día y te haremos una bonita fiesta. Menos mal que lo ha dicho. La tensión y la emoción disminuyen. Todos sentimos la necesidad de hacer algo, de expresarle nuestra amistad, y no solo a Jacques, a todos, nuestra alegría y nuestro orgullo de que la asamblea se haya desarrollado así, sin palabras huecas, en una especie de comunión. La gente se levanta, todos se arriman a Jacques, lo abrazan, se abrazan, veo a dos mujeres llorando, pero sus ojos no están tristes. Nos quedamos un rato, es muy agradable. Luego nos vamos marchando en pequeños grupos. Nunca antes hubo una asamblea tan breve e intensa. Hay entre nosotros hombres y mujeres tan liberados ya como cabe esperar, pero que siguen teniendo la necesidad de dedicarse a actividades que solo se puede calificar de trabajo. ¿Es que no han sabido librarse de los condicionantes que los empujan a una actividad febril o es que sus glándulas segregan más adrenalina que el común de 141 beaubourgh prueba2.indd 141 12/04/2014 19:11:50 Beaubourg los mortales? No tengo ni idea. De todas formas, estamos muy contentos de tenerlos entre nosotros. Como no son capaces de quedarse de brazos cruzados y tienen una especie de fijación obsesiva por el trabajo, como soñar, pintar o leer no les satisfacen ni les fatigan lo bastante, se han hecho cargo de cierto número de actividades que por lo general no entusiasman mucho a los beaubourgs: limpiar, reparar, sustituir bombillas fundidas o poner en marcha una agencia de trabajo temporal y algunas direcciones útiles. Para estar más tranquilos y poder utilizar un teléfono (los aparatos del centro hace tiempo que están todos estropeados y, como a nadie parecía importarle demasiado, nunca se han arreglado), consiguieron un localito en la rue de Venise, muy cerca de aquí. Y como son ellos los primeros en llevar a la práctica el arte de apañarse solos que tanto preconizan, el alquiler del local lo paga la Oficina de Empleo, en el marco de sus iniciativas para la formación (o deformación) de los jóvenes parados. Y ahora toda una pared de la 7 está ocupada por los anuncios por palabras. Y, lo más importante, los compañeros de la agencia son los que se encargan de quitar los que ya no son válidos. También se pueden encontrar ofertas de asientos libres en un coche para los viajes a provincias o al extranjero. Indudablemente, todas nuestras actividades conducen a la gente a la desmovilización y al desinterés 142 beaubourgh prueba2.indd 142 12/04/2014 19:11:50 Una utopía subterránea por la lucha política tradicional. ¿Es que no podéis entender que desmovilizarnos de vuestra política es nuestra manera de hacer política? Aunque los Mutilados se codean continuamente, al final terminan por no verse siquiera. La televisión, detrás de cuya pantalla se protegen, es la única capaz de procurarles algún placer, pero, ¡ay!, ya no es más que la imagen del placer. Sus sociólogos ya se lo advirtieron hace tiempo, pero para liberarse no basta con que te expliquen y te descifren. Nosotros no tenemos televisor, aunque alcancemos rápidamente eso que los alfareros llaman «el punto eutéctico»: el punto de fusión en el gran todo de la amistad es inferior al de cada uno de sus componentes por separado. Además, siempre hay un grupo dispuesto a arrastrar a los demás a la fusión. ¿Y la ventaja de ser muchos? Habrá que pensar en ello detenidamente. Jacques. Lo habíamos visto bastante deprimido los últimos meses. Pero, desde la famosa asamblea, rebosa de actividad, como si su organismo, sostenido por una voluntad feroz, se concentrara con todas sus fuerzas en un último proyecto. Jacques fue a ver al señor Chapel, uno de nuestros consejeros externos. Quiere donar su piso al centro, una casa de tres habitaciones en la rue des Archives. Chapel se encargará de preparar los papeles que habrá que firmar. Como Jacques vivía aquí de manera permanente, hace tiempo que su piso no contiene gran cosa. 143 beaubourgh prueba2.indd 143 12/04/2014 19:11:50 Beaubourg Todo lo que podía resultar útil para el centro ha sido trasladado. El resto, recuerdos personales y sin interés para los demás, lo destruye él mismo. Repasando viejas cartas y fotos amarillentas, recuerda a los viejos amigos y decide escribir dos líneas a aquellos, todavía con vida, de los que conserva la dirección. Les anuncia su próxima partida, adjunta una foto y hace unos paquetitos con recuerdos, de esos que se amontonan en las viejas casas: el cántaro de cobre traído de España, la alfombrilla yugoslava, el plato de Baviera… Esto es, Jacques pone todos sus asuntos en orden, como se decía antes. Pero, sobre todo, prepara la fiesta, su última fiesta. Se le puede ver constantemente hablando con unos y otros. Parece que está en todas las plantas a la vez, en el centro médico de la planta 40, con la gran fanfarria de la 23, con el colectivo de alfareros de la 53. Hace inventario de los muebles, recuento de sillas y de vajilla. Y, dondequiera que vaya, todos le llaman, que si Jacques por aquí, que si Jacques por allá. Abril de 1979. El Museum of Modern Art de Nueva York inaugura una exposición de más de 300 fotos: los rostros de los beaubourgs. Salvo alguna excepción, todas fueron tomadas por nuestros colectivos de fotografía. El efecto debe ser increíble, ya solo las fotos de Albert merecen el desplazamiento. Ni que decir tiene que, como todo lo que sale de aquí, no hay que pagar ningún derecho, ni ningún copyright. El moma insistió de todos modos 144 beaubourgh prueba2.indd 144 12/04/2014 19:11:50 Una utopía subterránea en hacer una donación al centro. Ok, thanks in advance, os comunicaremos en un correo aparte nuestro número de cuenta. Y mira que nos criticaron por nuestra suciedad. Todos, incluso Libération, a pesar de que siempre nos mostró su simpatía. Es verdad que los comienzos fueron más bien guarros, cuando la basura simplemente se amontonaba en algún rincón, cuando solo los obsesos de la limpieza aguantaban tener que hacer hasta una hora de cola delante de las pocas duchas disponibles, cuando las lavadoras se estropeaban (sobre todo al comienzo) y la ropa olía fatal. Eran las vacilaciones inevitables de los comienzos, pero había más que eso y, solo ahora, empiezo a comprender que lo que realmente se nos reprochaba (sin referirse a ello, claro) era nuestra lucha por librarnos de los condicionamientos que habíamos padecido. Y es que vivir un tiempo en medio de la suciedad, incluso en la mierda más absoluta, la que se adhiere y apesta, y acabar por no verla ni olerla es también una manera de librarse de los primeros condicionamientos, los que se reciben desde la primera infancia, los del control caca-pis. Desde luego, a la sociedad represiva le importa un bledo la caca y el pis, y cada vez que mamá nos limpiaba el culo, en realidad era la sociedad represiva la que nos limpiaba el cerebro, que nos programaba: bloqueos, controles, tabúes, y sobre todo instilaban la angustia por todo, el miedo incesante de dejarse 145 beaubourgh prueba2.indd 145 12/04/2014 19:11:50 Beaubourg ir, de olvidarse de las obligaciones, de saltarse un control. Desde los dos años, éramos pequeños relojes perfectos, puntuales, autocontrolados, sin adelantos ni retrasos, listos para tragarnos sin rechistar todos los contenidos escolares y, más tarde, para reverenciar dócilmente los de la cultura y de las elites y jerarquías que los vehiculan. En fin, ya sé que todo esto no es nuevo, que solo repito cosas que ya dijeron los psicoanalistas; pero es que hay que decirlas una y otra vez, porque también hemos sido condicionados para olvidarlas. Tras la suciedad de los primeros tiempos, se escondía algo de todo esto. Los que la veían como un ejemplo de la decadencia de nuestra sociedad capitalista o de la civilización greco-cristiana (según fuesen de izquierdas o de derechas) no podían ni querían comprender que hay que negar totalmente este mundo para poder crear uno nuevo. Nuestro querido ministro Poniatowski28 no tenía ni idea de hasta qué punto tenía razón al temer al «enemigo interno», pues precisamente es dentro de nosotros mismos donde, desde la infancia, ha sido programado el enemigo de toda espontaneidad, es decir, de toda creación. Cada día pasado sin lavarnos corroía más y más nuestras corazas psíquicas, de la misma forma que todos los culos que hemos poseído liberaron nuestras nuevas posibilidades de amar. Pero tendríais que vernos ahora, nos hemos pasado al otro bando; según vuestros estándares, casi está limpio y todo; claro que no como para 146 beaubourgh prueba2.indd 146 12/04/2014 19:11:50 Una utopía subterránea comer en el suelo como en vuestras casas de locos maníacos de la limpieza. Nosotros hemos dejado de ser unos estrechos, puntillosos, rígidos, puntuales, enemigos de nuestro cuerpo y de nuestro sexo. Incluso veréis que nos lavamos. Pero no como vosotros: nosotros nos lavamos en grupo, al son de la música, por la alegría de ver que nuestro cuerpo funciona. De hecho, hemos eliminado las duchas individuales y en su lugar hemos instalado grandes barreños a la japonesa, a los que acudimos en grupo, por lo general desnudos, después de haber dejado la ropa en las lavadoras. Y, después del baño, en pelotas, la procesión se dirige hacia el depósito de ropa, para elegir las prendas más adecuadas a nuestro humor y nuestros juegos. También comprenderéis que aquí abajo no nos conmueven en absoluto ni los «viva-la-mierda» a lo Arrabal, ni las violaciones a lo Jodorowsky, ni las misas negras o el mimo perverso a lo Lou Reed. No necesitamos que nos asusten, que nos despojen de nuestros mimetismos psíquicos, que nos extravíen de nuestras certidumbres, o que nos sacudan las represiones. Nosotros hemos eliminado todos estos condicionantes, ese batiburrillo de obsesiones que padecéis y que despreciáis sin cuestionarlas siquiera. Muchas veces me pregunto qué será de este centro y de sus incomparables posibilidades creativas. Desde luego, si te das una vuelta por las plantas, te das cuenta de que existen cantidad de pintores a 147 beaubourgh prueba2.indd 147 12/04/2014 19:11:50 Beaubourg la manera de Matisse, Braque o Dubuffet, y de canciones a la manera de los Beatles o de Charlebois, ¡cuántos neo-esto y neo-aquello! Es cierto que toda creación toma algo de los modelos preexistentes: los vacía, los usa, los copia, los supera. Pero cuando la herencia que hay que tragar, digerir y hacer fructificar es tan prodigiosa e inagotable como la que nos dejaron, por ejemplo, Meyerhold, Picasso, o Stravinsky, ¿cuánto tiempo nos va a llevar despegar? ¿Y no ocurre lo mismo con las instituciones, de las que seguimos siendo prisioneros por medio de toda una serie de viejas costumbres, que aquí abajo rechazamos imitar pero que siguen influenciándonos precisamente sugiriéndonos que creemos otras mejores? Aparcar estos problemas durante algunos años. Dejarnos llevar por el juego de lo que hacemos. Pensar solo en las cosas sobre las que tenemos algún control… Estoy cansado, y algo desmotivado, quizá por culpa de esos vándalos que saquearon la planta 23 la noche pasada, lo que ha llevado a que se vuelva a hablar de poner controles a la entrada; es decir, justamente una de esas instituciones cuyo progreso no consiste en mejorarlas, sino en suprimirlas (Extraído de mi diario, 5 de septiembre de 1979). Jacques llegó a la fecha límite que se había fijado. Todo el mundo habla de la fiesta de esta noche. Jacques, que será el único maestro de ceremonias, 148 beaubourgh prueba2.indd 148 12/04/2014 19:11:50 Una utopía subterránea lo tiene todo previsto. Casi la mitad de la planta 53 ha sido despejada, y se ha montado en el centro una especie de estrado en el que Jacques tomará asiento: «Entiéndeme, tengo que estar en un lugar elevado —me dice—, quiero verlos a todos». Está en forma y se pasará la noche intercambiando bromas y saludos con todo el mundo. A su lado, inmensos ramos de los que irá sacando flores para ofrecérselas a los que se acerquen al palco. Y todos quieren estrecharle la mano e intercambiar algunas palabras con él. Ahí llega la supermega fanfarria de los beaubourgs, o sea, la reunión de todos los instrumentos susceptibles de formar una banda móvil. Jacques tocaba la corneta, por eso la fanfarria tiene un papel tan importante en esta fiesta. Por otro lado, para nosotros, la fanfarria es la acompañante imprescindible de cualquier celebración, la que sea. Siempre encontramos una buena excusa para celebrar algo. Es verdad que, y sobre todo hoy con la superfanfarria, el resultado no es que sea excelente desde un punto de vista estrictamente musical; pero, esta noche más que nunca, nos importa un bledo. La fiesta de Jacques consiste en lo siguiente: ver a todo el mundo feliz a su alrededor. No hay un programa, ni concierto, discursos o «exhibiciones». Se han colocado mesas largas con platos enormes llenos de esas cositas de comer que suele haber en los cócteles. También hay vino tinto, hasta los fanáticos de la macrobiótica beben como esponjas. 149 beaubourgh prueba2.indd 149 12/04/2014 19:11:50 beaubourgh prueba2.indd 150 12/04/2014 19:11:51 beaubourgh prueba2.indd 151 12/04/2014 19:11:52 Beaubourg Jacques continúa distribuyendo sus flores, que la gente le devuelve discretamente a medida que se van agotando los ramos. Hacia las diez, Jacques hace grandes señales de despedida y rápidamente se eclipsa. Lo sigo, porque me ha pedido que nos veamos en la 72. Allí nos volvemos a encontrar una veintena, los amigos más íntimos, aquellos con los que más ha trabajado. Hay varios muchachos de un colectivo de alfarería, tres bailarinas, un joven poeta occitano, dos médicos de la clínica gratuita y, por supuesto, la gente de la fanfarria. Aquí, Jacques también lo tiene todo previsto: sillones, bebidas, puros y de nuevo algo que comer. Nos dice que está muy satisfecho por la fiesta, pero también por lo que estos años pasados en el centro han significado para él, la plenitud de su existencia aquí abajo, lo que le hubiese gustado hacer aún, sus esperanzas acerca de la nueva cultura y la nueva vida que está germinando aquí. Hacia la medianoche, veo que pone furtivamente unas píldoras en su vaso. Se da cuenta de que lo he visto y me sonríe. «Y ahora —nos dice— ha llegado el momento de dejarme. Quiero dormir. Ha sido todo tan bonito…». Y así, sentado confortablemente en su sillón, la cabeza erguida, se queda dormido. Así fue como murió Jacques, cómo asumió su propia muerte. Al día siguiente, el centro está extrañamente tranquilo, nadie habla, Jacques nos dejó una enseñanza de vida y todos tenemos mucho en qué pensar. 152 beaubourgh prueba2.indd 152 12/04/2014 19:11:52 Una utopía subterránea Así, un hombre sin más cultura artística que las pocas nociones necesarias para poder tocar la corneta en la fanfarria del distrito iii a comienzos de los años 20 nos ha llevado a reflexionar con él sobre un aspecto que nuestra cultura quiere ocultar, y que sin embargo es capital en la historia de la humanidad. La muerte, de la que nadie sabe ya hablar, ni se atreve a hacerlo, Jacques nos ha hecho redescubrirla en toda su grandeza. Es más: supo devolverle un lugar en nuestras vidas y quizá, y esto es lo más importante, nos enseñó un nuevo modo de despedirse cuando se cierra el telón. Y si creéis que lo que acababa de enseñarnos este oscuro empleado del gas, segunda corneta en la banda del barrio de Sainte-Avoie, es menos creativo que una creación artística, ¡entonces es que sois unos auténticos gilipollas!* Puede que penséis que los trabajillos a tiempo parcial que hacemos no nos permiten ganar lo bastante como para comprar herramientas y renovar nuestro equipamiento. Os equivocáis, especialmente en lo que se refiere al equipamiento. Desde el arranque, nos dimos cuenta de hasta qué punto la publicidad nos tenía engañados con el gusto por * Y ni siquiera os merecéis la mayúscula de Respetabilidad con la que habitualmente os honro. Así que, asqueado como estoy ante la sola idea de tener que permanecer a vuestro lado, aun a través de este libro, estaré encantado de reembolsaros previa solicitud los derechos de autor que me corresponden en virtud de vuestra compra. 153 beaubourgh prueba2.indd 153 12/04/2014 19:11:52 Beaubourg las novedades y fascinados por la técnica y las innovaciones. Nos daban vértigos, pensábamos que para conseguir una simple toma necesitaríamos este o aquel nuevo artilugio, así que comprábamos máquinas cada vez más sofisticadas y caras. He puesto el ejemplo de la fotografía, aunque la misma observación vale también para otros ámbitos, continuamente inundados por la publicidad de los fabricantes. ¿Acaso no pasa lo mismo también con la música? En resumen, enseguida nos dimos cuenta de que también los artistas caen en la trampa, igual que los industriales que sacrifican a la moda ordenadores y los gadgets del Salón de la técnica, o los agricultores que se endeudan para comprar maquinarias cada vez más perfectas, pero también más frágiles. Por el contrario, la atmósfera y los principios fundacionales del centro deberían orientarnos hacia el uso de técnicas pobres, que es lo que acabó ocurriendo en muchos ámbitos. En otros, en cambio, se inventaron nuevas técnicas: la mezcla continua de las personas, las mudanzas de una planta a otra, las discusiones espontáneas a propósito de una proyección o de un grabado, o de un vaso, multiplican las colaboraciones entre artistas y técnicos, de modo que ahora podemos afirmar, sin miedo a exagerar, que los talleres de electrónica, de investigación sobre esmaltes y electroacústica, por citar solo tres ejemplos, se han labrado una reputación que despierta las envidias de más de una gran marca parisina. Aunque también es 154 beaubourgh prueba2.indd 154 12/04/2014 19:11:52 Una utopía subterránea verdad que los técnicos que trabajan en esas empresas con frecuencia son beaubourgs declarados o clandestinos, que se han servido, con razón, de las herramientas de sus patrones para las actividades creativas que llevan a cabo en el centro. Pues se trata de creaciones en toda regla: todo el mundo sabe que la Nikon 404b no hubiera podido salir a la luz de no ser por la compra de tres patentes registradas a nombre del centro, y que el último modelo de los sintetizadores Fagusse procede del colectivo creado en torno a Patrick, un ex «consejero técnico» que se hartó de hacer subir las ventas de la fnac, y que actualmente reparte su tiempo entre la electrónica y un trabajo a tiempo parcial en una floristería de la Madeleine. Para acabar con la historia de los equipamientos, quiero recordaros que, poco a poco, todo el material que la gente compró por su cuenta se fue trayendo aquí. Así que, igual que hemos llegado a contar hasta cuarenta colecciones completas de la Enciclopedia Universalis, también tenemos decenas y decenas de cámaras de todo tipo (muy útiles, especialmente para los principiantes) y un alucinante bazar electrónico, en el que yo me pierdo ya solo hablando de conceptos, pero que nuestros expertos consideran un tesoro incalculable de componentes y una fuente inagotable de combinaciones y acoplamientos. Y así es como, poco a poco, nuestro «departamento» de creación industrial se ha ido equipando, como una réplica subterránea del Centro de Creación Industrial 155 beaubourgh prueba2.indd 155 12/04/2014 19:11:52 Beaubourg incluido en el proyecto oficial del Beaubourg superior. Pero tampoco quisiera que os llevarais la impresión de que todo lo que hemos realizado se ha hecho a partir del bricolaje, o de los ahorrillos de unos y otros. Como es inevitable en un régimen capitalista, en cuanto llegó a oídos de las grandes casas industriales que nuestros colectivos realizaban investigaciones válidas, intentaron aprovecharse colmándolos de equipamientos de regalo y de servicios gratuitos en sus propios laboratorios, del mismo modo y con la misma insistencia que hacen los laboratorios farmacéuticos con los médicos. En un primer momento, la intención de estas empresas era fichar a los mejores de entre nosotros. Pero luego, como nadie se dejaba seducir por sus promesas de riqueza y no tenían ninguna gana de volver al Sistema, se contentaron con mantener buenas relaciones y colocar a sus espías entre nosotros, lo cual en ocasiones dio algún fruto, pero nada comparado con lo que perdieron y continúan perdiendo por los muchos empleados que se acaban hartando y se pasan a nuestro bando. Si alguna vez habéis pasado por la rue Blondel y la rue Saint-Apollinaire, habréis visto o incluso reconocido a Annie la Cosaca, morena, rozando la treintena, tipo robusto estilo Crumb (o Richard Linder, si tenéis referencias más sofisticadas). Ya sabéis, para nada gorda al estilo Dubout, sino en verdad «nada mal». Pero no es mi intención contaros aquí su historia. Solo quiero señalar que 156 beaubourgh prueba2.indd 156 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea baja regularmente a la 36 para trabajar con un grupo de pacientes (no sé muy bien qué nombre darles) que habían confesado a nuestros expertos anti-psiquiatras ser incapaces de mantener «relaciones normales», es decir: sin látigos ni palizas. Aprender a degustar el amor sin sufrir tiene poco que ver con la nueva cultura, pero seguramente tiene mucho que ver con la nueva libertad. Cada día nos damos más cuenta de que el mensaje del Bread and Puppet ha tenido una influencia subterránea profunda, y no solo en nuestra cueva. Claro que aquí se pudo comprobar por primera vez porque el terreno ya estaba abonado. A pesar de haber hecho grandes progresos en lo que se refiere a deshacernos de los compromisos creados por el dinero, nos damos cuenta de que seguimos siendo esclavos del tiempo, seguimos corriendo de una actividad a otra, preocupados constantemente por acabar una cosa para empezar otra. Aun siendo libres, o mejor, considerándonos como tales o en vías de llegar a serlo, involuntariamente nos hemos construido sistemas de obligaciones y horarios, olvidándonos de que todo se puede dejar para mañana y de que la puntualidad no es más que la cortesía de los tiranos; que conceptos como «llegar pronto» o «llegar tarde» pertenecen al no ser y que, al igual que el dinero, tampoco el tiempo tiene valor si no es para gastarlo sin tener que medirlo. A pesar de que desde el comienzo nos resistimos a la costumbre de anunciar el plan de 157 beaubourgh prueba2.indd 157 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg las actividades que se desarrollan en las distintas plantas, la costumbre resurgió bajo otra forma, la de hacer saber que en tal planta se produciría tal manifestación o tal evento, de modo que los interesados se acercaban el día y a la hora exactos, sin prestar la más mínima atención a lo que pasa alrededor. Las personas se dirigen a sus herramientas o a sus mesas de trabajo igual que antes se dirigían a su escritorio o a su puesto en la fábrica, poco les falta para fichar a la entrada. Es verdad que, después de siglos de disciplina, de horarios, de time is money, tampoco vamos a rasgarnos las vestiduras por no saber ya cómo acabar con las viejas costumbres. Afortunadamente, todavía estamos a tiempo de reaccionar, ¡no será ni la primera ni la última vez! La asamblea decide una movilización general y establece el principio de mudanza permanente. Queremos que la gente que se acerca por aquí — nosotros los primeros, claro— no venga solo para hacer alfarería, carpintería o lo que sea, sino que, al ir buscando al colectivo que le interesa, se entretenga aquí y allá cantando con estos y danzando con aquellos, dando y recibiendo caricias, olvidando a los amigos que les esperan, para penetrar en la gran amistad general aún por descubrir. Con la excepción de un titular socarrón en el France Dimanche —en el beaubourg de abajo se entierra a la gente, ¿qué será lo siguiente?—, los artículos dedicados a la muerte de Jacques, por 158 beaubourgh prueba2.indd 158 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea lo general, guardaron las formas. También tenemos la sensación de que ha sido una muerte liberadora, pues por primera vez se habla y se escribe abiertamente de la preparación a la muerte, de la programación del momento y de las ceremonias llevadas a cabo; de la pérdida de significado y hasta del sinsentido de los rituales fúnebres tradicionales; de lo que queda de ello en las grandes ciudades y, finalmente, hasta del suicidio. En una bella crónica en Le Monde, Roger Garaudy29 escribe: «Algunas escuelas filosóficas siempre han considerado el suicidio como el testimonio supremo de la libertad humana. Se puede estar o no de acuerdo. No por ello es menos obvio el hecho de que, considerado como punto final —y, en el caso de Jacques, como apoteosis de una existencia—, el suicidio adquiere un significado nuevo…».* Quien se ve obligado a realizar trabajos de mierda para ganarse la vida, a rociar la fruta de veneno, a repetir el mismo gesto cien veces por minuto (o peor, a cronometrar a los condenados a hacerlo), a construir casas horrorosas, toda esa gente con sus trabajos de mierda acaba por no saber reconocer ni apreciar la belleza. Llega un punto en que ya no son capaces de amar. Porque la amistad y el amor son complementos de la belleza, y la moral y la estética son inseparables. * «La nueva cultura de la muerte», Le Monde, 2 de octubre de1979. 159 beaubourgh prueba2.indd 159 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg 27 de octubre. Encontré a Pontus. Baja aquí a menudo para aclararse las ideas. Esta mañana le llamó la atención, igual que a mí, la jovialidad de la Sonata para cuerno, trombón y trompeta de Francis Poulenc en la que están trabajando los de la planta 22. Volvemos juntos a la superficie y le acompaño hasta su lujoso despacho en el Centro de cultura «superior». Mientras bebemos despacio un poco de aguardiente sueca, hablamos de estructuras. De estructuras, reglamentos, consejos, comisiones… Está hasta el gorro, y no me oculta que le encantaría poder montar sus exposiciones con nosotros, veinte plantas más abajo, dando la espalda de una vez por todas a la mera organización de servicios culturales, para dedicarse a la producción cultural. Yo entiendo lo difícil que es para un nórdico acostumbrado a la descentralización y a la eficiencia administrativas trabajar en este país, y que le esté cogiendo manía a nuestra psicosis nacional de querer estructurarlo, estratificarlo, decretarlo todo, ahogando así cualquier tipo de espontaneidad y flexibilidad. No me sorprende por tanto que me aconseje constantemente que no metamos la nariz en los engranajes institucionales, que nos enredarían para siempre con las presidencias, las titulaciones, las uniones y las re-uniones, que la función de estos estatutos y de esta fachada democrática consiste precisamente en levantar una barrera entre la cultura refinada y la cultura del pueblo, que puede que la cultura que nosotros producimos sea menos brillante 160 beaubourgh prueba2.indd 160 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea que la que rechazamos, pero que al menos se trata de la cultura de la gente y no de aquella, destilada y manipulada, de los que están del otro lado de la barricada. Sienta bien escuchar este tipo de cosas y, una vez más, me alegro de que Pontus venga de un país menos rígido que el nuestro y, en todo caso, no tan palpablemente jerarquizado: ¿sabéis que, si fuera francés, habría que llamarlo todo el tiempo con un montón de títulos ridículos como Señor Conservador Púbico o Señor Presidente Genital? Cada vez más parejas se vienen aquí con sus hijos, así que se plantea la cuestión de organizar guarderías y parques infantiles para los pequeños. La asamblea reacciona violentamente a la idea de imitar aquí abajo los territorios de confinamiento inventados por la sociedad industrial para encerrar tanto a los que todavía no producen como a los que ya no producen, puesto que la guardería no es sino un equivalente del geriátrico. ¿Acaso la finalidad no es, en ambos casos, impedir que la necesidad de cuidados de los no-productores distraiga a los productores de su trabajo? Así que aquí no habrá guarderías, los niños se pasearán y jugarán libremente entre nosotros. Todos nos ocuparemos de ellos, según nuestros gustos y nuestras ocupaciones. Hay que decir que muchos niños ya viven aquí de manera permanente, bien porque están con sus padres, bien porque (sobre todo los más 161 beaubourgh prueba2.indd 161 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg mayorcitos) ya no quieren volver a la superficie. Además, algunas familias nos dejan aquí a sus hijos antes de irse de fin de semana o de vacaciones. Al igual que ocurre con las mascotas abandonadas en los bosques de los alrededores de París antes de las vacaciones de verano, nadie viene luego a recogerlos. Las buenas madres, para seguir percibiendo las ayudas familiares, dirán que sus hijos están con los abuelos o en una colonia o a saber dónde. Por supuesto, los chavales adoran estar aquí, porque siempre hay alguien que les cuida y se ocupa de sus necesidades. Pero lo más importante es el ambiente relajado: aquí no hay ni padres que discuten, ni papás nerviosos o madres lloronas, ni horas interminables de kilómetros y kilómetros de autopista atrapados en la sillita de un coche, ni la obligación de escuchar a personas que no saben hablar de otra cosa que no sea de coches o dinero. Arriba la cultura se consume, aquí la hacemos. No os vayáis a pensar que los beaubourgs se reclutan sobre todo entre los jóvenes. Es verdad que la impresión de juventud es extraordinaria, pero se debe más que nada a la gran confusión que reina siempre aquí abajo, a la infinita variedad de indumentarias, a las extravagancias decorativas —sobre todo psicodélicas y expresionistas y, desde hace poco, también miouistas—, al fondo sonoro 162 beaubourgh prueba2.indd 162 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea desconcertante, meloso, cool, locuaz o frenético de la música grande o no tan grande, y al incesante vaivén, dichoso, amistoso, desordenado, crazy. Si miráis más de cerca, os daréis cuenta de que el porcentaje de jóvenes, digamos de entre 15 y 25 años, no es tan grande, y de que, además de las legiones de niños, también hay muchos ancianos, y sobre todo adultos entre los 30 y 40 años, todos muy mezclados de forma natural, ya que no existen actividades reservadas a una única categoría. De hecho, más que la juventud de los participantes, la característica dominante es la mezcla de edades en los grupos, la ausencia de divisiones. Esto al menos demuestra que no somos una mera Casa de la Juventud new age. De todas formas, cabe preguntarse por qué el número de jóvenes aquí es relativamente modesto, sobre todo si tenemos en cuenta lo que se dice sobre la revuelta juvenil y sobre su escasa integración en el sistema. Considerando las cosas detenidamente, te das cuenta de que en esto hay mucho de leyenda, que los contestatarios son una ínfima minoría si los comparamos con los que preparan su camino dentro del sistema. Y no me refiero únicamente a aquellos que asisten a las grandes escuelas de comercio y administración de empresas, sino a todos los candidatos a obtener un empleo en los grandes aparatos de manipulación y represión —Policía, Enseñanza, despachos en general—, que ya no es que solo piensen en encontrar un trabajo (lo cual sería perfectamente legítimo 163 beaubourgh prueba2.indd 163 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg si lo que buscan es asegurarse la vida para luego poder hacer otra cosa con su tiempo libre), sino en asumir responsabilidades, es decir, en identificarse con las finalidades de su institución para trepar y hacer carrera. Es evidente que la protesta juvenil hace ruido porque a esa edad se está más dispuesto y se tienen más energías, pero, si dejamos aparte a todos los que con una mano lanzan la piedra mientras que con la otra hojean sus libros de latín, como estudiantes diligentes que son, quedan pocos que realmente lleguen hasta el final. Y de este grupo también hay que quitar a aquellos que pierden el tiempo haciendo «trabajo entre las masas», mientras estas mismas masas se escaquean, encontrando más divertidos y tranquilizadores los programas televisivos. Al final, la verdad, no quedan muchos con ganas de hacer la revolución, empezando por la revolución dentro de sí mismos. Y volvemos a toparnos con la famosa constante k, o quizá mejor la constante -k, es decir: la proporción de gilipollas y no gilipollas es la misma en todas partes. Esto explica por qué aquí son relativamente más numerosos los adultos, que ya no creen en las barricadas y se han dado cuenta de la fragilidad de ciertas convicciones generosas. Para estos, la solución consiste en salirse por la tangente e intentar, de una vez por todas, vivir como esperaban hacerlo cuando tenían quince años. Lo cual significa, sorprendentemente, que incluso entre los más maduritos el sueño sigue vivo, no ha sido 164 beaubourgh prueba2.indd 164 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea extinguido por veinte o treinta años de explotación en las fábricas o en los despachos del Sistema. En la planta 68 hay una esquizofrénica que pinta en el suelo baldosas de diferentes colores y tamaños. Está siempre rodeada de sus latas de pintura, su manta cuidadosamente doblada y una especie de saco donde mete absolutamente todo, desde las bragas a la merienda. Está allí desde hace unos quince días y no para nunca, nunca; duerme allí, claro. Sus baldosas recubren ya casi un centenar de metros cuadrados. Creo que ya os comenté que aquí hay muchos niños y que nadie sabe muy bien a quién «pertenecen» (he ahí una palabra que expresa bien el credo de nuestra sociedad propietaria). A menudo viene algún padre buscando (en vano) la «recepción» o la «secretaría»: esos deformados de la feria del menaje se piensan que van a poder dejar recado para que les lleven a sus pequeños. Pero vosotros ya sabéis que aquí no hay altavoces, ni para reproducir música de fondo ni para reforzar la obediencia a golpe de consigna. Son cosas que nos horrorizan. Así que a veces los padres consiguen encontrar a sus hijos y a veces no; y cuando no, los hay que los dejan y se van. En todo caso, el disgusto se les pasa enseguida, y yo me he dado cuenta de que los que pierden así a sus hijos jamás pierden las llaves o el monedero. En cuanto a los chavales, mejor para ellos: aquí más pronto que tarde encontrarán 165 beaubourgh prueba2.indd 165 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg a otros padres, padres que ellos mismos podrán elegir y por los que ellos serán elegidos. A pesar de todo, ya se ha tratado en más de una asamblea el problema de los niños. Obviamente, nadie defiende la idea de la pequeña tribu papámamá-hijos, por la simple razón de que los hijos de las parejas que se han venido a vivir aquí son hijos de todo el mundo. Además, como no existen células separadas, «alojamientos» donde se come y se duerme, la familia no tiene ya base material ni áreas privadas para consolidarse. Los que necesitan dormir pueden hacerlo donde quieran, siempre hay una manta, o un sofá, o un tatami a su disposición. Debo decir que nadie se ha quejado nunca por la ausencia de zonas privadas y más o menos separadas. Los que ya no soporten la colectividad no tienen más que volver a la superficie. Esto ocurre con frecuencia; yo mismo he sentido muchas veces la necesidad, especialmente al principio, de aislarme y de tener objetos personales. Pero siempre he vuelto abajo, y lo mismo hicieron los demás. ¡Achtung! Todo esto no significa que condenemos la familia. Nosotros no condenamos nada, y si hay un rol que no queramos asumir es el de abogado de la acusación. Simplemente sucede que la familia tiende a desaparecer, porque no encuentra aquí ni la propiedad de un espacio ni un espacio cerrado, es decir: las bases del aislamiento, de la ruptura con los demás, que son los fundamentos de la acumulación y la división entre los 166 beaubourgh prueba2.indd 166 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea seres humanos. Y creedme: aun sin esos soportes materiales, existen aquí ejemplos de uniones muy sólidas, y no necesariamente entre personas involucradas en un mismo colectivo, sino entre personas que se encuentran para estar juntas, comer, dormir, hacer el amor o pasear por la superficie. Aprovecho además para contradecir a aquellos que nos comparan con un kibutz: muchos de nosotros han viajado a Israel y están de acuerdo en que en los kibutz la reconstrucción de la familia se debe a la apropiación progresiva de objetos y bienes de consumo. Allí comprobaron horrorizados que los miembros de una comunidad pretendidamente socialista viven como pequeños burgueses en sus pequeñas y cómodas casitas, orgullosos de sus muebles de madera blanca, de su televisión y de sus hijos confitados. Cuando se acaba el amor, son estos objetos los que mantienen unida a la pareja y a la familia. La esquizofrénica de la planta 62 ha creado escuela. Ahora son cinco: cuatro mujeres y un hombre. Nunca hablan entre sí, aunque, cosa rara, trabajen codo con codo. En vez de trabajar en áreas separadas, están todos en el mismo rincón, a pocos metros de distancia los unos de los otros, de modo que sus pinturas, su arte bruto, se entremezclan. Todos pintan recuadros, aunque los estilos y, sobre todo, los colores sean muy diferentes. Aparentemente, no se ven, cada cual se mantiene encerrado en su autismo, en su happening 167 beaubourgh prueba2.indd 167 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg solitario y silencioso. Incluso las personas que miran se quedan mudas. Nadie camina sobre las superficies pintadas. Está todo en calma y solo se oye algún que otro rumor ahogado de las plantas cercanas. Parece que nuestros pintores expulsen toda forma de vida de las superficies que van pintando, ya casi trescientos metros cuadrados de baldosas alucinatorias. Quiero volver al problema de los niños: lo que discutimos en las asambleas no tenía que ver con el hecho de que los niños pudiesen elegir a sus padres, sino con la idea misma de traer al mundo a más, cuando el centro tiene que acoger continuamente a los que llegan de fuera, huyendo de padres mal adaptados o abandonados por padres en busca de otros juguetes a los que dedicar sus atenciones. Recordaréis las polémicas que estos debates suscitaron en aquel momento, y el odio que desde entonces nos guardan las asociaciones y las obras pías por la defensa de la familia y la natalidad nacional. (¿Os habéis fijado cómo natalismo y odio van siempre de la mano?). En conclusión, mal que les pese a los reaccionarios y a las asociaciones de excombatientes temerosos de quedarse sin socios en el futuro, hemos decidido ocuparnos primero de los niños que ya existen, en lugar de hacer más. Por tanto, como buenos ciudadanos que somos de un país donde cualquier intención se traduce automáticamente en leyes y reglamentos 168 beaubourgh prueba2.indd 168 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea imperativos y autoritarios (y en derogaciones en beneficio de los más acomodados), tendríamos que haber pegado unos carteles de prohibición o de disuasión (de tipo ecologista: luchad contra la polución: un niño menos es un culo menos), o bien instalar distribuidores de preservativos y píldoras en los picaderos. Pero de ese modo habríamos olvidado que está prohibido prohibir; por otro lado, nosotros ya hemos renunciado a ser «buenos ciudadanos» y a complacernos promulgando leyes. Venid a ver y os daréis cuenta de que no hay ninguna necesidad de leyes, que si alguien quiere satisfacer o sublimar sus instintos maternales jugando a las mamás solo tiene que obedecer al enanito ese que te pide que lo ayudes a mezclar la tierra, o abrocharle el mandil a esa niña. Y si después de unas cuantas horas o días, todavía tienes ganas de tener uno solo para ti, igual que ya tienes la lavadora o la vajilla y un coche y un piso bonitos-de-la-muerte, bueno, no hay de qué avergonzarse. Hasta luego, nos vemos dentro de unos años, cuando hayáis recorrido vuestro camino. Obligaros no sirve de nada. La evolución, los descubrimientos, los asombros, todo tiene que llegar de dentro; y como es bastante improbable que vuestro mundo prolífico y quiquiriquí se vuelva más inteligente, puede que llegue el día en que de nuevo os unáis a nosotros aquí abajo. Gran afluencia en los distribuidores de alicom: me dicen que también lo hay de fresa, sin duda debido 169 beaubourgh prueba2.indd 169 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg a su llegada masiva al mercado de Rungis estos últimos días. Nuestro frugal alimento tiene cada vez más éxito entre los miembros de la sociedad frenética y malnutrida de ahí arriba; la multinacional Rhone-Poulenc-Olida30 acaba de abrir una nueva fábrica para aprovisionar de alicom su cadena de bares y comedores de empresa. René Dumont31 está peleando dentro de la fao para que sea introducido en los países del Tercer Mundo. El alicom es verdaderamente un factor de salud, como prueba el hecho de que los grandes laboratorios médicos paguen más por la sangre de los beaubourgs que por la de los habitantes de las afueras. Con todo, el alimento único no ha acabado con las golosinas. Hay abuelas en casi todas las plantas ofreciendo trocitos de tarta, gugelhof alsaciano y pralinés de los de verdad, y qué sé yo. La mayoría prepara estos dulces en su casa y luego los trae al centro, aunque algunas se han traído todos sus utensilios de cocina aquí y se quedan delante del horno durante todo el día, rodeadas de enjambres de niños y de jóvenes que quieren conocer las recetas y echar una mano. Además, las furgonetas de la freiduría Chez Fauchon (dos de los hijos del propietario son de los nuestros) descargan aquí varias veces por semana productos considerados invendibles en la tienda. Como podéis ver, no nos falta de nada. Y en las tertulias nunca faltan los dulces, ni el té o el zumo de manzana (todavía no sé cómo ha llegado a la planta 17 ese mastodóntico exprimidor 170 beaubourgh prueba2.indd 170 12/04/2014 19:11:53 Una utopía subterránea con el que a saber cómo se hacen los zumos). Siempre hay un pretexto para conversar, para estar juntos. La gente habla, pero, ojo, no habla por hablar, por darse importancia o, como el Sur parlanchín, por esconder detrás de las palabras lo que no hay que decir. Aquí la gente habla mientras hace algo, y al ama de casa que acaba de servirte un trozo de camembert, te la volverás a encontrar más tarde revelando unas fotos. Se habla, se habla, el tiempo pasa demasiado rápido con tantas cosas que hacer y seres humanos por descubrir, por amar (siempre) y consolar (a veces). Allá arriba, donde los Moribundos y los Mecanizados, pasa al revés, cuando dos tíos se encuentran, primero se ponen a hacer alarde de sus puntos fuertes, de su virilidad, de su curro importante o de sus símbolos de riqueza. Por el contrario, aquí, como nadie tiene razones para competir con el otro o intentar dominarlo, cada uno se muestra como es; y, justamente, lo primero que sale a relucir son nuestros puntos débiles, con los que pueden ayudarnos los demás. En el mundo imbécil, cuando te confías a alguien, de hecho, te libras a él, otorgándole una suerte de poder sobre ti, pues todos compiten con todos. La única forma de arreglártelas es pagando a un psiquiatra que te escuche, ya que, pagándole, lo neutralizas. Está claro (creo que ya lo dije) que no siempre uno está dispuesto a escuchar a los demás. Afortunadamente, por lo general, la gente se da 171 beaubourgh prueba2.indd 171 12/04/2014 19:11:53 Beaubourg cuenta y no te molestan. Además, un letrero de no molestar no ofende a nadie. Paco. Un chileno gordo, llegado a París antes del 73, un año de Bellas Artes, luego algún trabajillo, noches de vino barato en una buhardilla llena de gente, cada vez más perdido a medida que se aleja la esperanza de un cambio en su país… Lleva en el beaubourg desde el comienzo, pero nunca se ha centrado en ninguna actividad en concreto. Espera, observa. Y un día se puso a hablar, no en la asamblea, sino a unos y otros, especialmente a los atareados, a los que siguen bajando a sus talleres a horas fijas y vuelven a subir regularmente unas horas más tarde, reproduciendo aquí abajo los ritmos rutinarios de los horarios industriales. Aunque no usen relojes, han interiorizado tanto los horarios que ya no necesitan preguntar qué hora es para saber cuándo hay que empezar y cuándo parar. La gran idea de Paco, la que será su cruzada personal, es la de parar todos los relojes, desajustar los péndulos, suprimir los despertadores y los relojes callejeros. Aquí no hay relojes, así que no tiene mucho que hacer, aparte de arrastrar consigo a algunos de los cronometrados, intentando sacarlos de su rutina e induciéndolos a luchar contra la de los demás.* * En cuanto a mí, abandono desde ya esta espantosa e inútil numeración de páginas que solo sirve a los maniáticos de la lectura rápida. fini beaubourgh prueba2.indd 172 12/04/2014 19:11:54 Una utopía subterránea De repente, el gordito32 se ha vuelto hiperactivo. Organiza expediciones vengadoras contra cualquier manifestación de medición del tiempo. Se pasea por el metro en las horas punta con un gran imán debajo del brazo envuelto en un periódico, acercándose a los pasajeros de al lado para estropear sus delicados relojes de pulsera, o pegando los imanes con cinta adhesiva a los relojes públicos, o simplemente les pega encima avisos de roto, o averiado o anda retrasado, o sobre los horarios de los trenes y autobuses: horario pendiente de modificación o salida de bus una vez completo, o el personal estará encantado de ofrecerle las indicaciones necesarias. Y otros más didácticos: medir el tiempo acorta la vida; deja para mañana lo que pensabas hacer ayer; relájate, vas bien de tiempo. Esta mañana, al bajar, me sorprende un enorme cartel en el ascensor: se ruega no bajar a la planta 68. pintura fresca. Se trata de nuestros esquizofrénicos —ahora mismo son ya nueve—, han llegado hasta los ascensores de la rue Saint-Merri. A pesar de ello, aprieto el botón de la 68 y me encuentro con un cordoncito tendido a la puerta de salida, con el mismo letrero que el de la cabina, o mejor dicho, de las cabinas, pues hay carteles parecidos en los cinco ascensores. Son letreros escritos por manos distintas, lo cual hace suponer que el autismo fue vencido y que se llegó a algún tipo de acuerdo. De hecho, para tender los cordoncitos beaubourgh prueba2.indd 173 12/04/2014 19:11:54 Beaubourg delante de la entrada de los ascensores hacían falta dos personas al menos. La superficie pintada hasta entonces estaba todavía en buen estado, pero el suelo delante de los ascensores estaba lleno de pisadas y desgastado. Era de prever que en los lugares de más tránsito la pintura se descascarillaría más rápidamente, sobre todo porque nuestros «pintores» no preparaban las superficies, como mucho, quitaban el polvo de un soplido. Subo al nivel superior, vuelvo a bajar las escaleras y me acerco a la iniciadora: —Me pregunto si no hubiese sido mejor pasar una mano de fondo, y quizá incluso un poco de argamasa en algunos sitios. La pintura duraría más y ciertos colores resaltarían mejor. —Habría que barnizar. No sabía qué más decir, ni qué otra cosa se podía hacer; después de todo, solo soy un físico, no sé cómo hablar con esta gente, si hay que decirles las cosas abiertamente o dejar que las descubran por sí solos. Quizá esta última sea la manera adecuada, aun a riesgo de que les pisoteen el trabajo antes de que lo hayan entendido. También pensé pedir al señor Roux o al señor Combaluzier,33 o a uno y otro, siempre los confundo, que, la próxima vez que vengan para el mantenimiento de los ascensores, supriman la parada en la 68, pero eso habría sido una interferencia, y por tanto un acto autoritario (a pesar de las buenas intenciones). Porque, aunque se enfollonen y resulten beaubourgh prueba2.indd 174 12/04/2014 19:11:54 Una utopía subterránea desagradables, las cosas deben arreglarse por sí mismas. Entonces se me ocurrió la idea de hablar con el responsable de la sección de pinturas del bhv —he olvidado decir que toda la pintura procedía de estos grandes almacenes, y que los cubos de pintura de cinco kilos se iban apilando cuidadosamente en un rincón. Los dependientes conocían bien a nuestros locos (así los llamaban), quienes elegían los productos únicamente por el color, sin preocuparse lo más mínimo de las características técnicas de lo que compraban. Nuestros pintores no hacían ninguna mezcla y aplicaban los colores tal cual. Mantuvimos un encuentro con los dependientes, y yo me esforcé por convencerles de que, sin cambiar su comportamiento anterior, propusiesen a sus clientes las argamasas y los fondos más adecuados para las pinturas elegidas. No conseguimos grandes resultados y la única mejora, propuesta por los propios interesados, fue la de barnizar. Pero aquí no termina ni mucho menos la historia de la 68. Aquí viven los primeros ejemplos de niños que eligieron a sus padres. Yo mismo tengo media docena de ellos actualmente, y Maximale, mi compañera desde hace tiempo, tiene otros tantos. Los míos están conmigo a menudo, absorbiendo buena parte de mi tiempo, sobre todo los tres que han empezado a trabajar la madera y que todavía no han encontrado un maestro que les enseñe más cosas de las que yo puedo enseñarles. Ayer por la noche, vino uno de ellos, y cenamos y dormimos beaubourgh prueba2.indd 175 12/04/2014 19:11:54 Beaubourg uno al lado del otro. «Te echaba de menos, así que he venido a verte». Tiene doce años y se quedó conmigo casi dos, justo después de la apertura del beaubourg. Luego, el año pasado, se fue a vivir a una de sus «casas», una especie de amasijo de tiendas de campaña y alfombras en la 19. Entonces se llamaba Christian, probablemente el nombre con el que fue registrado al nacer. Y como a menudo he pensado en él como Christian, ahora me resulta difícil llamarle Omar (la última guerra árabeisraelí ha puesto este nombre de moda). Quizá sea un efecto de la edad, pero lo cierto es que no consigo acostumbrarme a estos cambios de nombre. Todavía estoy acostumbrado a identificar mis sentimientos hacia alguien con su nombre y me cuesta hacerme a la idea de que el nombre de una persona no le pertenece, sino que es un don de sus amigos, que lo nombran para establecer una relación particular, profunda, entre ellos. No poseeremos nada, ni siquiera nuestro nombre. Viviremos para los demás, y será la hermandad la que nos dé un nombre, así que tendremos varios nombres, porque tendremos muchos hermanos y relaciones muy diversas con cada uno de ellos. Todo es de todos, todos son de todos. Yo te pertenezco a ti, y tú a mí, lo que está en ti también está en mí. Seguiré llamándote Christian. La cultura que queremos crear no se puede reducir a la pintura, a la literatura, a las artes nobles. La nueva cultura es tanto un modo de pintar como beaubourgh prueba2.indd 176 12/04/2014 19:11:54 Una utopía subterránea un modo de cagar. Hay que romper con los viejos moldes de valores establecidos. Apelar a los «verdaderos valores» sirve siempre para enmascarar la valorización del poder y, por lo que a mí se refiere, empiezo a pensar que existe una profunda relación entre los «valores morales», los «valores culturales», los «valores franceses» (o de otra nación) y los «valores bursátiles». Por lo general, los que defienden unos son los mismos que defienden los otros. Curiosamente, hay más afinidad entre los veinteañeros y los viejos que entre estos últimos y las personas de entre treinta y cincuenta años, que están en esa fase de la vida que llamamos activa, y que quizá por eso tienen más dificultades para liberarse de los condicionantes del mundo integrado. Igual que los jóvenes, los ancianos están más disponibles, más abiertos, son más sensibles a la calidad de las relaciones. Por eso no sorprende en absoluto que los ancianos sean tan numerosos en todas las plantas y estén tan mezclados con los jóvenes en todas las actividades. Además, son extremadamente valiosos para todos los trabajos de mantenimiento y organización, haciéndose evidente que la disciplina del orden y la limpieza que les ha sido inculcada durante años, en el universo del trabajo organizado, está ausente entre los jóvenes, que no suelen ver ni la suciedad ni el desorden. Algunos ancianos son verdaderos esclavos de su disciplina, y nosotros les tomamos buenamente sí beaubourgh prueba2.indd 177 12/04/2014 19:11:54 Beaubourg el pelo por sus manías… aun alegrándonos y agradeciéndoles su ayuda. Pero en lo que realmente son inigualables es en cómo se hacen cargo de los adictos y de los enfermos mentales, a los que ofrecen afecto y protección. Su relación con médicos y psiquiatras se produjo de forma fortuita a raíz de la ayuda que prestan los ancianos como enfermeros o auxiliares en el centro médico y en los grupos de psicoterapia. Fue allí donde los ancianos revelaron su extraordinaria valía como cuidadores. En su constante búsqueda de la novedad, también la sociedad integrada intentó contratar a jubilados para paliar la carencia crónica de enfermeros y personal médico en los hospitales y demás instituciones de encierro. Pero, aparte del hecho de que, con esta operación, lo único que perseguía el ministerio para la Tercera Edad era la popularidad, el proyecto fracasó clamorosamente: aquí, las free-clinics y los grupos de psicoterapia no están separados de la vida, no hay ni ingresados ni «personal médico». Médicos, enfermos y enfermeros se encuentran en las actividades del centro, viven juntos, y para los ancianos ocuparse de los enfermos es una manera de crear, de hacer nacer o renacer las ganas de vivir; ayudar a alguien a salir de su autismo es una creación comparable a la obra de un escultor. Pero, para que dicha creación sea posible, tanto para el que crea como para el que es re-creado, el universo en el que se desarrolla tiene que ser del todo distinto contenido en grasa beaubourgh prueba2.indd 178 12/04/2014 19:11:54 Una utopía subterránea del universo de la normalidad de los Maniáticos del trabajo y el dinero. El 15 de octubre de 1980, el National Zeitung de Basilea informa que la comisión constituida ad hoc por el Concejo Municipal para el estudio y la reorganización del zoológico acaba de publicar sus conclusiones: «Después de consultar a los organismos competentes (Sociedad para la Protección de los Animales, Sindicado Unificado de los Guardianes de Zoo del Cantón de Basilea, Comisión Cantonal para el Urbanismo, Sociedad de los Zoólogos, de los Ecologistas y Exploradores, el Departamento de Turismo de Basilea), y después del envío de una misión de estudio de los miembros de la comisión al centro sub-Beaubourg de París, la comisión recomienda: 1) transformar el zoológico, según los principios del beaubourgParís, en un parque gratuito, encomendado únicamente al control y al cuidado de los usuarios, abierto las 24 horas, independiente de cualquier autoridad local, política o de otra naturaleza; 2) destruir las jaulas de los animales, vestigios, incluso en un país como el nuestro, de un colonialismo inaceptable, y liberar los animales peligrosos para el hombre en su hábitat natural; 3) una vez finalizado un periodo de transición de tres años, durante el cual guardianes y jardineros podrán transmitir al público sus conocimientos, disolver el cuerpo de guardia e invitar a sus miembros a elegir otro destino en la administración pública o 40% beaubourgh prueba2.indd 179 12/04/2014 19:11:54 Beaubourg bien a aprovechar su antigüedad de servicio para jubilarse». Ahí arriba, psicólogos, psicoanalistas y sociólogos viven de las enfermedades que el Sistema totalitario y represivo produce, y como su tarea es enseñar a los seres humanos a adaptarse a la existencia que les ha sido reservada, lo que hacen es reforzar constantemente dicho Sistema. Este es tan poderoso que los que lo rechazan son considerados enfermos y se ven obligados a pasar a formar parte de los engranajes del asistencialismo. Si a todos les asiste el derecho a recibir asistencia, es precisamente para eso, para que se dejen asistir: todos, cuidadores como cuidados, acabarán más pronto que tarde por creerse enfermos y actuar como tales. No conozco ni a un solo Anquilosado que no esté enfermo de una manera o de otra. Y, joder, aquí no necesitas comprarte un coche potente para hacer ver a los demás que la tienes más larga. Si tanto te importa, ¡sácatela! Otro cuento de viejas —quizá os parezca que desde luego hay un montón. ¿Qué le voy a hacer yo si hay tantas mujeres sin nada que hacer, o al menos sin nada por lo que vivir, tantas viudas que prolongan algunos años la aburrida vida de sus maridos? No me refiero a las mujeres que ejercen una profesión, mujeres cultas, mujeres de mundo; ni tampoco a las feministas más jóvenes, que quizá no saben muy bien para qué luchan, pero aun así luchan. Me refiero a las que se ven en los beaubourgh prueba2.indd 180 12/04/2014 19:11:54 Una utopía subterránea supermercados, con sus bolsas y sus perritos, o a las ancianas y las de mediana edad que riegan las plantas, dan de comer a los canarios y se dedican al macramé. Desde el comienzo llegaron un gran número de ellas al centro, junto con los curiosos. Pensamos que no lograríamos sacar nada de ellas. Nos equivocábamos. Para empezar, fueron ellas las que comenzaron a poner un poco de orden, redescubriendo así comportamientos que desde tiempos inmemoriales nuestras sociedades machistas les tenía reservados. Y fue una suerte, pues de lo contrario hubiésemos vivido entre suciedades de todo tipo. Muchas veces acudían a mí por haberme identificado en la famosa asamblea de apertura. Estaban llenas de ideas, aunque no tenían el valor de llevarlas a la práctica sin pedir autorización previa. Presas de su «atávica» falta de autonomía, en cualquier momento del día se acercaban para preguntarme si podían hacer esto o aquello, aun sabiendo que yo no tenía más autoridad que ellas. Creo que buscaban sobre todo mi aprobación, un empuje para atreverse. Fundamentalmente, y lo he aprendido por propia experiencia, lo que le falta a la gente es atreverse. El rol que juegan la Razón, la Escuela, la Familia y otras instituciones con mayúscula ha consistido no tanto en hacer que la gente acepte las desigualdades y la falta de libertad como en reprimir su capacidad de atreverse. Desde el comienzo, mientras unos traían sus sillas, había señoras que se traían sus plantas. beaubourgh prueba2.indd 181 12/04/2014 19:11:54 Beaubourg Aparte del tulipán, que siempre me ha parecido la única flor de líneas perfectamente modernas, siempre me han horrorizado las plantas, y confieso que nunca me gustaron los halls de bancos y de grandes empresas con sus jardineras de filodendros y sus ficus, que parecen decir depositenaquí-su-dinero-vean-qué-bien-cuidamos-nuestrasflores-y-a-nuestros-empleados. Pero, como suele pasar cuando razonamos por extrapolación de las tendencias del mundo de los Controlados, estaba muy equivocado: en lugar de colocar sus plantas al lado de las puertas de los ascensores o de los aseos (para disimularlos, cuando precisamente lo que hay que hacer es ponerlos en evidencia), estas señoras las llevaron a la planta 51 (una planta doble de casi ocho metros de alto), y empezaron a construir un parque. No sé de qué modo ni de dónde sacaron la tierra y todos esos metros cúbicos de arena y grava, ni cómo organizaron seminarios con Sekisiki, el paisajista japonés, y con Burie-Marx, el arquitecto de los jardines de Brasilia. En la actualidad, para bajar a la 51, hay que asegurarse de salir del ascensor en la planta 50 y luego bajar a la planta de abajo por una de las pasarelas. De este modo, podréis admirar desde arriba un jardín de una exuberancia extraordinaria (la temperatura constante favorece el crecimiento de plantas semitropicales), los céspedes y los caminitos de piedra dispuestos sabiamente, zonas de meditación y senderos de ensueño. Intentad llegar beaubourgh prueba2.indd 182 12/04/2014 19:11:54 Una utopía subterránea hacia las seis de la mañana, cuando todavía casi no hay gente y oiréis el despertar de los pájaros. Se me olvidaba decir, efectivamente, que estas buenas mujeres han liberado aquí sus canarios, sus loritos, sus pájaros orientales y otros plumíferos, desde el momento en que entendieron que las jaulas constituían un insulto permanente a su propia liberación. Muchos asalariados ignoran sus derechos en materia de uso del tiempo: duración máxima de las bajas por enfermedad, límites del absentismo, posibilidad de obtener bajas por estrés, optimización de los puentes, permisos de estudio, técnicas de incitación al despido y cálculo de las indemnizaciones, ayudas para viajes culturales y asistencia a congresos, gestión para la promulgación de nuevos festivos, prejubilaciones, decretos sobre descansos e interrupciones de servicio, absentismo laboral no asimilable a huelga, descansos fuera de los periodos vacacionales, indemnizaciones y bajas por incompatibilidad psicológica, permisos especiales por maternidades histéricas, incontinencia urinaria y necesidades sexuales, compensaciones por infidelidades conyugales debidas a turnos de noche, certificados médicos para el uso prolongado del aseo, etc., etc. Nuestros consultores legales, la Pedagoteca y el servicio de correo de los lectores de L´Expansion están a disposición de los empleados para ayudarles, individualmente o en grupo, a programar sus ausencias y realizar beaubourgh prueba2.indd 183 12/04/2014 19:11:54 Beaubourg una mejor utilización de su tiempo. Nuestros expertos legales no cejan en su empeño de que se organicen seminarios sobre dichas cuestiones en el marco de los programas de formación continua. ¡Asalariados! Aprovechad este nuevo servicio (gratuito) ofrecido por nuestros beaubourgs. Debéis saber que una planificación racional de vuestro tiempo, es decir, la optimización de las diferentes formas de absentismo, os puede garantizar una cantidad de tiempo libre equivalente, según los casos, a una cuarta o incluso a una tercera parte de la duración media de vuestra vida laboral. Los niños crecen en un ambiente natural, abierto, no separado. Aquí no hay actividades organizadas en exclusiva para los kids, ni vigilantes ni puericultoras. Todos somos sus padres, sus educadores, sus compañeros. Claramente, los más pequeños dependen más de una o dos personas en particular, pero pronto amplían el círculo de sus conocidos y socializan rápidamente; acompañan a unos y otros en sus actividades o en sus recados en el exterior o forman pandillas con los de su misma edad. Antes o después se aventuran en nuestro heterogéneo universo, juegan al escondite entre muebles, herramientas y materiales de todo tipo llegados aquí nadie sabe cómo, entran en contacto con las materiales que utilizamos, ladrillos, pintura, restos de madera o de poliestireno, etc., nos interrumpen para que les expliquemos algo o para «ayudarnos», construyen un número increíble de one way beaubourgh prueba2.indd 184 12/04/2014 19:11:55 Una utopía subterránea cabañas, cuevas, escondites misteriosos en los que muchas veces esconden nuestras herramientas o cualquier otro objeto que haya despertado su interés... y que luego habrá que ir a buscar, intentando convencerles para que nos digan dónde los escondieron, porque los necesitamos, y explicándoles la razón y que sería más interesante trabajar juntos con el instrumento que falta… y, claro, no siempre recuperamos todo, y se desatan pequeños dramas… Para los chicos, el beaubourg es el anti-Disneyland, es el pueblo de antaño con sus calles y sus artesanos, con sus lugares donde ensuciarse (aquí, la arcilla de los alfareros ha sustituido al fango), con sus zonas peligrosas donde uno puede hacerse daño, o donde se corre el riesgo de montar algún cisco, con sus lugares que hay que vigilar de cerca, donde se hacen soldaduras o se almacenan contenedores de ácido. Vigilar, buscar lo que nos han extraviado, explicar los porqués, contestar a una infinidad de preguntas, dejar un trabajo a medias para consolar al que se ha torcido un pie y está a punto de echarse a llorar: las excusas para liarla parda nunca nos faltan. Pero es justo que las cosas sean así, es el precio que hay que pagar para respetar el principio, a menudo debatido y reafirmado en asamblea, de que, como todo es de todos, todos deben tener acceso a todo, y, a la vez, la condición necesaria para acabar con la vieja escuela, ese parking para improductivos, reflejo de una división del trabajo castrante, y puesta en beaubourgh prueba2.indd 185 12/04/2014 19:11:55 Beaubourg marcha únicamente con el fin de que los productores no tengan más preocupación (igual que en el ejército) que la de producir más y más. Y aunque imaginéis otra sociedad donde la producción sea colectiva (lo cual nunca se ha realizado, ¡y que es una cosa muy distinta de la socialización de los medios de producción!), pero en la que se seguirá dejando a los niños con la familia y luego en el colegio, donde la sexualidad seguirá limitada a la pareja, ¿acaso creéis haber cambiado algo, haber creado la nueva sociedad? ¡αзкурαηκз вυιια πзγα πβρз βοβυρ cφρα! De la misma manera que la escuela del mundo cruel sirve para prepararnos a la vida monótona de los Apoltronados y que la aceptemos sin reticencias, para crear Pasotas que están hasta el gorro pero que son demasiado flojos para rebelarse, nuestra escuela sirve para preparar a la vida libre que queremos vivir. Precisamente por eso a los Papanatas bienintencionados de ahí arriba que tanta gracia nos hacen con sus aspiraciones a «cambiar la escuela» sin cambiar la vida, su vida… ¡Ja.Ja.Ja!, nosotros les decimos: «Si queréis otra escuela, empezad por cambiar vuestra forma de vivir», en vez de «¡construir una escuela diferente», lo cual no tendría sentido. Aquí abajo, donde trabajamos pero hemos suprimido el Trabajo, donde todos somos responsables pero hemos suprimido a Los Responsables, donde nos enseñamos los unos a los otros pero hemos suprimidos a hace bueno beaubourgh prueba2.indd 186 12/04/2014 19:11:55 Una utopía subterránea los Enseñantes, aquí no dejamos nunca de aprender porque hemos suprimido la Escuela… pues todos nuestros gestos son gestos de aprendizaje, empezando por los que nosotros los adultos tratamos de redescubrir, los que vuestra Escuela adormeció y mató: la expresión a través de los gestos y del cuerpo, la espontaneidad y la risa, el trabajo como juego, la ayuda recíproca y la cooperación. Nosotros nos esforzamos por recuperar las potencialidades y las energías reprimidas, escondidas, sublimadas por la antigua educación. Y los niños, siempre entre nosotros, se convierten en los profesores de nuestra liberación. Es verdad que no siempre resulta fácil para un adulto hacerse explicar el funcionamiento de un instrumento musical por un niño que, si no lo toca mejor que uno mismo, al menos sí consigue sacar de él cosas nuevas, reinventarlo. En cuanto a los famosos «conocimientos», los que se construyen a base de la famosa tríada leerescribir-contar, y que los reaccionarios pretenden que son imposibles de enseñar sin la Escuela, la manipulación y la coerción, que se acerquen a vivir un tiempo aquí. Verán como los niños aprenden naturalmente (es decir, en relación con el desarrollo de su personalidad) las letras y los números directamente a través de los objetos que manejan. Podrán constatar que ya a partir de los seis años todos, o casi todos, saben leer y contar, que a los siete todos saben usar el sorobán, un ábaco japonés. En cuanto a la escritura, tiene beaubourgh prueba2.indd 187 12/04/2014 19:11:55 Beaubourg desesperados a nuestros pintores y dibujantes y a todo aquel en busca de un simple metro cuadrado de pared libre donde colgar sus producciones: si no tienen cuidado y tratan de convencer y explicar (¡siempre eso!), se arriesgan a encontrarse sus obras cubiertas de inscripciones de todo tipo. Por no hablar de nuestros tres talleres de imprenta, donde siempre falta «personal» para poder hacer frente a la marea de chicos interesados en composición y cartelería. Necesitamos un número cada vez mayor de adultos que se ocupen de ellos, permitiendo así trabajar a los que tienen que imprimir un texto. Y, para terminar, el martilleo, infernal por momentos, de las trescientas o cuatrocientas máquinas de escribir diseminadas por las plantas (lo mismo podría decirse del parloteo continuo de címbalos, triángulos y toctoc en las clases de iniciación a la música…), del trasiego de los mensajeros que te traen sus textos: copias de textos impresos, en el caso de los más pequeños; y redacciones, felicitaciones, pequeños discursos y poemas, en el de los más mayores. En cuanto a la Ortografía (sabiduría suprema de la que se vanaglorian los gramaticulos, en su desprecio del común de los mortales), no pudimos dar con ningún obseso pronominal que enseñase las memeces del mi-mamá-me-mima o del pasapipo-pasa. No sacar provecho únicamente de las contradicciones del sistema para que nuestro beaubourg da! beaubourgh prueba2.indd 188 12/04/2014 19:11:55 Una utopía subterránea sobreviva y alumbre hijos. Inventar también una ética del escamoteo para la supervivencia material, fundamento de una vida libre y creativa vivida en los intersticios de un sistema implacable. Ningún escrúpulo pues en practicar el parasitismo. Con ese fin, hemos preparado unas check-lists que cada uno podrá completar según su propia experiencia: —inventariar sistemáticamente todo lo que la distribución comercial ofrece de manera gratuita para atraer a la clientela, desde las muestras a las pruebas sin compromiso; —localizar las fuentes habituales de desechos interesantes, como los edificios de oficinas, que continuamente tiran sobras de papel, mobiliario y máquinas; informarse de los hoteles y restaurantes que cierran y se deshacen de su inventario; —hacer listas de trabajillos en negro o a tiempo parcial y, como ya se ha hecho aquí, organizar un «servicio» de trabajo temporal; —redactar la lista de los laboratorios que compran sangre, esperma, dientes, pelo y cadáveres; —para los que se liberan tarde, no renunciar a los chollos o intentar enchufar a un colega cuya reputación todavía sea aceptable a ojos de los Integrados. Pertenecen a esta categoría todos los trabajos que no requieren demasiado esfuerzo, que dejan tiempo libre y que ni te integran en el aparato ni te encadenan a responsabilidades: profesores, jornaleros, investigadores, porteros, encargados de mantenimiento, adjuntos beaubourgh prueba2.indd 189 12/04/2014 19:11:55 Beaubourg de dirección, encuestadores, lectores del gas, policías de oficina, etc.; —listar las becas y las ayudas de formación o de vacaciones, subvenciones para asociaciones culturales fantasma, mecenas generosos y fundaciones sin ánimo de lucro; —liberarse de la prohibición de la educación burguesa en lo que respecta a aceptar dinero que no haya sido ganado con el sudor de la frente, y no renunciar nunca a pedir dinero a los padres, siendo bien conscientes de que todo lo que hemos hecho por ellos merece su reconocimiento: ¿acaso no les hemos dado una razón para vivir al menos hasta la adolescencia? ¿Acaso no tuvimos una paciencia inmensa al escuchar sus consejos y sus historietas y perdido nuestro tiempo viendo como jugaban a hacerse los importantes al volante de sus cochazos? El equipo de Paco ha aumentado, ya son más de cincuenta los involucrados en la campaña contra la medición del tiempo. Por todo París florecen sus carteles y adhesivos pegados en los puntos de mayor tránsito, en los pasamanos de las escaleras mecánicas, en los tiradores de las puertas, en los frontales de las escaleras, por todos lados. Esta campaña exige una organización: aunque sus adhesivos están escritos a mano, o sellados en papel adhesivo, hay que pensarlos, producirlos en serie e ir a pegarlos según un plan detallado por barrios. Mientras no pierdan el buen humor… reloj parlante: beaubourgh prueba2.indd 190 12/04/2014 19:11:55 Una utopía subterránea «Nunca he ocultado mi aversión por los festivales y los encuentros con pretensiones (tipo Avignon) o pretextos (tipo fiesta de L´Humanité) culturales. No es de extrañar por tanto que mantenga ciertas reservas hacia lo que quiere presentársenos como una redefinición de la cultura. Está claro que estoy pensando en el Beaubourg, el de abajo, el inferior, el enquistado (que es el nombre que más le conviene). Reunir en los mismos locales todas las formas conocidas de artesanía, incluidas la orfebrería callejera y la marroquinería ambulante, no sabría bastar a la fusión de géneros y nuevos estilos (porque para arreglar sillas de paja ya tenemos a los artesanos del faubourg SaintAntoine). Complacerse en los excesos verbales y estéticos —por no hablar de otros aspectos más íntimos— no basta para hacer saltar la chispa del genio, de la que sabrán tomar partido los escultores y compositores que se prestan a estos extraños carnavales. »He pasado una tarde entera en este zoco, buscando en vano un objeto interesante o simplemente curioso. Y, sin embargo, qué de acuarelas, danzas, serigrafías, jarrones, sonidos extraños... como ustedes saben, todo mezclado. Y, no obstante, muchos de esos creadores no son en absoluto desconocidos en galerías y teatros parisinos. Por tanto, el que me haya resultado imposible descubrirlos y apreciarlos se debe sin duda a la promiscuidad y al batiburrillo reinantes. ¿Es acaso culpa mía? Desgraciadamente, me siento incapaz 463.84.00 beaubourgh prueba2.indd 191 12/04/2014 19:11:55 Beaubourg de admirar nada en medio de este caos, y jamás se me pasaría por la cabeza acudir a un museo en domingo. El caso es que, en el Beaubourg, todos los días es domingo, por tanto, jamás podré ver nada. Ese sentimiento de completa extrañeza lo comparto con muchos. Efectivamente, nunca el Beaubourg ha recibido la visita de los que, sea como que sea, cuentan para algo en el plano artístico nacional y, por no citar a los vivos, me limitaré a recordar la opinión de Marcel Achard,34 quien me confesó su horror a tales circos, por muy mágicos que estos sean. Pues, a fin de cuentas, nunca una sociedad ha delegado en el pueblo su misión de inventar, de crear. Sean cuales sean nuestras ideas y esperanzas de cambio, es preciso reconocer que los centros de creación artística siempre se han situado en la cúspide de la pirámide social, que reclutan a los hijos de las clases más favorecidas. Solo los regímenes burgueses tuvieron la pretensión de modificar este estado de cosas; con la excusa de la democracia, sin embargo, de lo único que han sido capaces es de popularizar el reclutamiento de los creadores, transformando la cultura en un modo de promoción social, mediante el cual la pequeña burguesía podía copiar el estilo y las formas de las clases más altas. La cultura se ha convertido así en un instrumento de conformismo al servicio de la perpetuación del orden social dominante. Y esto es precisamente lo que esos insensatos beaubourgs pretenden cambiar. Y por estas mismas razones es por lo que este beaubourgh prueba2.indd 192 12/04/2014 19:11:55 Una utopía subterránea pandemónium ya ha durado demasiado tiempo» (Michel Adroite,35 en Aspects de la France, enero de 1981). Veo a Jean-Luc en medio de los tarros de colores para el taller de serigrafía. Enseguida me temo que se esté preparando un viaje alucinógeno con alguna mezcla de estas pinturas… «No temas, Gustave-Joyeux (es mi nuevo nombre). Ya estoy fuera de eso». Me ha reconocido y comprendido de inmediato mi temor a que tuviera una recaída. Ya han pasado varios meses desde que vino aquí abajo. Al principio, ciertamente no era un espectáculo bonito de ver: una larva replegada sobre sí, una ruina humana. Una mujer mayor empezó a ocuparse de él, a darle de comer, a hablarle, como hacía con los gatos y los perros que siempre están a su alrededor. Con mucha discreción y tacto, la mujer seguía las recomendaciones de los doctores de la planta 34. Un día los vi devanar juntos una madeja de lana, señal de que estaba logrando sacarlo de su propio universo, al menos de vez en cuando. Después he sabido que estaba probando con la pintura sobre seda. Hoy, su curación va por el buen camino. Aquí han venido a parar docenas de tipos como Jean-Luc, que se chutaban para huir de la vacuidad de su existencia y que, poco a poco, han conseguido desintoxicarse gracias al calor de su nuevo entorno (y no solo del entorno humano, beaubourgh prueba2.indd 193 12/04/2014 19:11:55 Beaubourg también del animal, que nosotros pensamos que juega un rol muy importante en estas curaciones). El error, el autoengaño de los que luchan contra el Sistema es el de querer enfrentarse a él (por supuesto, no me estoy refiriendo a esos cándidos visionarios que esperan poder reformarlo), ya que de ese modo se quedan pegados a él, aplastados. La única manera de rechazar el Sistema es negarlo, ignorarlo. No contra él, sino junto a él, creando un universo paralelo, el continuum espaciotemporal paralelo de la ciencia ficción. Para darse cuenta de hasta qué punto un tipo se identifica a sí mismo con la autoridad, cómo, sin saberlo, se comporta como un agente de la dominación, basta con observar cómo trata a un niño o a alguien más débil que él. Del mismo modo (y es fácilmente comprobable en un sitio como este, donde todo el mundo se tutea), basta con observar las dificultades que tienen algunos con el tuteo (por ejemplo, para tratar de «tú» a los mayores o a quienes consideran más inteligentes), para entender hasta qué punto han interiorizado el respeto por las jerarquías y lo que les cuesta entablar relaciones en un plano más igualitario. Incluso en un ambiente como este, tan ajeno a los formalismos, donde cada uno se dirige a los demás sin ceremonias, aun sin conocerse, donde lanzar un «tíos, dejad de dar por saco» no es más que un modo algo fantasioso de dar a entender que no se está 286 beaubourgh prueba2.indd 194 12/04/2014 19:11:55 Una utopía subterránea disponible en ese momento, también hay quien no es capaz de establecer relaciones directas, romper las barreras de la buena educación, aun sabiendo que esta siempre ha sido el modo exquisito que tenían los ricos para mantener a distancia a los pobres. Los hay también que se atormentan de manera visible, y no encuentran el valor de hablar de sus miserias, víctimas también de una educación jerárquica según la cual confiarse significa exponerse. Todos estos condicionamientos están fuertemente arraigados; en algunos casos, ni siquiera unos cuantos años de beaubourg han podido acabar con ellos definitivamente. La liberación no es cosa fácil, por lo que es comprensible la angustia de los que de repente se encuentran con que ya no tienen jefes, el empeño que tienen algunos en hacerse valer frente a los que ellos consideran como tales, la dependencia afectiva que viene a remplazar a las figuras de autoridad. Empezamos a creer incluso que este tipo de liberación puede ser más lenta que la sexual, y nos damos cuenta de lo necesaria que es para el orden social la educación autoritaria, respetuosa, castrante. Pero esto no se lo debemos únicamente al capitalismo, sino más bien a aquello que continúa existiendo incluso en los regímenes que ya lo derrotaron, es decir: al respeto a la Autoridad que hemos interiorizado y a todas las alienaciones que de ahí se derivan. Por eso, aquí no queremos saber nada de jefes de ningún tipo, ni de portavoces, ni de elegidos, hoy beaubourgh prueba2.indd 195 12/04/2014 19:11:55 Beaubourg ni de responsables. Tampoco de tesoreros o de secretarios. Ni de ningún agente de la Organización ni de la Dominación, incluso si viene de buena fe. No nos veremos nunca en la necesidad de soñar con el fin del Estado, porque le habremos impedido incluso nacer. De acuerdo, muchas veces esto es un gallinero, un cacao, un desmadre, se pierde el tiempo, se divaga, se malgastan las energías, hay cabreos: es el precio que hay que pagar por la libertad, por la autonomía, por evitar que las personalidades fuertes se impongan sobre los demás y se conviertan en figuras de autoridad detrás de las que guarecernos y buscar protección. Los jefes, los padres, los Baden-Powell (el abuelo, no el guitarrista)36 no tienen cabida aquí. 1981. La campaña para las elecciones presidenciales está en su punto álgido. Una vez más, los súbditos se apasionan en la elección de sus nuevos patrones. El señor Mitterrand, candidato de la izquierda unida, declara que, de entre todas las prioridades prioritarias, dará la prioridad a los transportes públicos. Nuestros pintores van tomando la costumbre de trabajar sobre soportes fijos, las paredes por ejemplo, o efímeros. Una vez terminada, se fotografía la obra y se emborrona o destruye el original, una vez se haya dado la oportunidad a los interesados de fotografiarlo o reproducirlo. Los colectivos han zanjado rápidamente la cuestión de los derechos beaubourgh prueba2.indd 196 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea de autor procedentes de las fotos o de las reproducciones de otros, siendo inevitable que estas acaben en el mercado. Qué nos importa a nosotros si los Buitres se forran, ¿acaso saben hacer otra cosa? Lo que a nosotros nos interesa es la creación y la pasión que nace de las obras, mucho más importante que la suerte que tendrán después de haber sido creadas. Es cierto que entre nosotros también hay pintores que siguen trabajando a tiempo parcial en sus talleres del mundo exterior, pero tampoco es cuestión de exigirles que lo dejen todo de golpe. Cada uno descubre, y se descubre, a su propio ritmo. Acabo de librarme de una buena: me acaba de dejar un grupo de unos quince chavales, después de hacerme trabajar un buen rato en mis conocimientos sobre electricidad. Tienen entre 13 y 14 años y forman la llamada «cofradía [sic] del transistor 17», lo cual puede aludir a un tipo particular de transistor o bien a la planta donde se encuentra su artilugio electrónico. Necesitaban conocimientos teóricos de electricidad y, de manera más general, de una introducción seria a la física, y creyeron que yo era la persona adecuada. Yo les he dicho que, como ya sabéis, soy especialista en física de materiales, y los he remitido a Sévoze, un ingeniero electrónico que llegó al centro hace poco y que aún no anda muy atareado. Me he librado de una buena porque ando bastante pillado y dar clase a un grupo de chavales, sea cual sea beaubourgh prueba2.indd 197 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg el tema, exige muchísimo tiempo. Como se trata de grupos autónomos, centrados en una investigación muy concreta, son muy exigentes en lo que atañe a lo que les enseñas, y acaparan muchísimo tiempo. Estos grupos se forman por lo general en torno a un proyecto o a una técnica, y tienen la ambición de agotar por completo el tema que les interesa. Los niños pasan así de un grupo a otro, acorde con la evolución de sus intereses. Algunos se especializan cada vez más, mientras que otros se desentienden y acaban por irse, porque todavía no han encontrado su camino o porque sienten la necesidad de dedicarse a una gama más amplia de actividades para sentirse realizados. Estos son nuestros cursos de instrucción, que muchas veces incluyen también a adultos deseosos de aprender una nueva técnica. En la superficie, después de una fase de autogestión (o más bien de cogestión de profesores, alumnos y administración), actualmente los alumnos de secundaria luchan por transformar sus institutos en beaubourgs, con cursos inspirados en el modelo que acabo de describir. Desde hace seis meses, se ruega a los pasajeros de los ascensores esquina con Saint-Merri que no se bajen en la planta 68. Y eso que los ascensores se suelen parar allí a menudo porque nuestros esquizofrénicos se han hecho famosos y todo el mundo sabe que en aquella planta pasan cosas raras. Las puertas se abren, los pasajeros miran y luego las beaubourgh prueba2.indd 198 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea puertas se vuelven a cerrar sin que nadie salga. En seis meses, nadie ha desobedecido, a pesar de que el cordón tendido delante de las puertas no impresiona a nadie. Podéis interpretarlo como queráis, o reprocharme haber hablado demasiado de la planta 68; seguiré pensado que este respeto a la obra (no os pido que la consideréis obra de arte) y, por ende, al trabajo de estos quince «locos», es algo formidable. Más allá del respeto al trabajo, existe el respeto a las personas. Y no solo por ser un trabajo «que merece un respeto», como suele decirse. Hay algo más: el silencio, el exceso, la alucinación, que se apoderan de uno y lo obligan a permanecer en silencio. Quizá sea también el ambiente que reina en toda la casa, donde el número de «mirones» disminuye cada día y nos encontramos cada vez más entre nosotros, creadores de arte y vida y, poco a poco, del arte de la vida. Creo haberlo dicho ya: salvando alguna excepción (las patentes, por ejemplo), nada de lo que sale del centro está protegido por derechos de autor y, cada vez con más frecuencia, solo lleva la firma «beaubourg-París». Si un colectivo musical graba un disco en el exterior, puede ingresar los derechos al centro, pero también puede quedárselos, del mismo modo que un alfarero que expone en la superficie puede vender sus obras. Nosotros no queremos saber si, después, meten el dinero en la urna de la entrada, y sobre todo no queremos crear una burocracia para ejercer este tipo de controles: no tanto por no malgastar energía, beaubourgh prueba2.indd 199 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg sino porque nos parece inconcebible que alguien se dedique a controlar a los demás. ¡Ni que fuéramos el Lourdes del comercio cultural! Pero no somos tan ingenuos como para creer que todo el mundo ya se ha transformado, sabemos que aún hay muchos que se limitan a utilizar los recursos colectivos, los locales, los equipos más sofisticados, la ayuda de unos y otros, con el único fin de montarse su propio rollo, hacer carrera o simplemente ganar algo de pasta con lo que les venden a los Programados. ¿Y qué? Diréis que nos están robando, y yo os contesto preguntando a mi vez que qué quiere decir eso de «robar» cuando uno ya ha salido de la lógica de la propiedad. Hemos discutido estas cuestiones decenas de veces en las asambleas y dentro de los grupos, y poco a poco la gente que quería «hacer carrera», esos jóvenes lobos arribistas, se han autoexcluido, encontrándose a disgusto en un universo que no entienden —o que aún no entendían, pues hay veces en que los ves volver, cuando finalmente se han dado cuenta de cómo funciona el mundo de los Ocupados y Neurotizados. No me cansaré de repetirlo: hace falta tiempo. Cada uno despierta según un ritmo propio. Dicho esto, creo que más de las tres cuartas partes de los adultos que viven aquí mantienen actividades en el exterior, generalmente trabajos de media jornada con los que poder comprar materiales o simplemente hacer algún regalo. Los trabajos de este tipo también tienen la finalidad de acabar de una vez por todas con visitad béziers beaubourgh prueba2.indd 200 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea la vieja distinción entre profesionales y amateurs. De hecho, ¿cómo era antes del beaubourg? Por un lado, estaban los pintores, los músicos, etc., que recibían una formación y posteriormente se consagraban a su arte gracias al talón mensual de papá o a que su mujercita trabajaba de dactilógrafa; por otro lado, estaba una mayoría que tenía que remangarse y ponerse a trabajar, lo que los condenaba a seguir siendo profesionales a medias, es decir, aficionados a medias. Podéis elegir: o decir que todos somos aficionados, lo cual es verdad, porque nos gusta lo que hacemos; o decir que somos todos profesionales, aunque yo me pregunto qué valor puede tener esta categorización vuestra en un mundo que niega la división del trabajo, cuyos supuestos «profesionales» ya no firman sus obras, se mofan de su comercialización y hasta las destruyen una vez admiradas y reproducidas para el placer de todos. Evidentemente, escogemos trabajos que no nos hagan sucumbir a la tentación de la Jerarquía y a los encantos de la Autoridad. Tales empleos están forzosamente mal pagados, pero tampoco necesitamos mucho dinero. Muchos barrenderos, mensajeros, repartidores, vendedores a domicilio, etc., todos pagados por horas o, en el mejor de los casos, a media jornada. Luego están también las sustituciones: yo mismo acabo de pasar un mes en una funeraria. Como necesitaban a alguien a tiempo completo, cogimos el trabajo entre tres personas y nos hemos turnado para cubrir las beaubourgh prueba2.indd 201 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg horas requeridas. En cuanto al sueldo, lo ingresamos directamente en la cuenta del centro. Como Philippe, que formaba parte del equipo, necesitaba dinero para comprar unas pinturas, le he pasado casi toda mi «parte» de una importante propina que recibimos por un funeral de primera clase —coronas, coches y misas por el difunto— en el barrio de Alma. Las empresas aceptan cada vez mejor que los puestos menos importantes los cubran dos o tres personas que se turnan entre sí. Sin duda recordaréis que la idea se lanzó por primera vez en una película, Año 01 (con Jean Gabin, si mal no recuerdo). Desde entonces, se ha ido haciendo camino y hoy la mayoría de los trabajos no cualificados ya se hace mediante este sistema, incluso en la Simca y la Michelin. Ciò non vuol dire que no se nos aprecie: y si no preguntádselo a Manpower, cuyos encargados vienen aquí cada dos por tres para ofrecernos trabajitos. Puesto que nuestra vida está orientada de otra forma, que nuestro verdadero trabajo es lo que hacemos aquí, el trabajo en la superficie se ha vuelto una especie de entretenimiento, e incluso un agradable pasatiempo: barrer el metro permite ver a otra gente, observar el mundo, charlar con la gente que pasa. Siempre nos llevamos unas flores, o unos poemas, o pequeños objetos de metal o cerámica para ofrecerlos a los que nos parezca que están especialmente tristes (todos están un ajinimoto beaubourgh prueba2.indd 202 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea poco tristes) y que quizá nunca vayan a tener la fuerza y el valor para liberarse.* En cuanto a las chicas, hay muchas que hacen masajes body-body en las saunas del barrio de la Ópera. Y como se las arreglan para trabajar solo en las horas punta, entre las doce y las dos, cuando los Obstinados se preocupan un poco por su salud, tienen un montón de tiempo libre y no se cansan.** Pasados los cuarenta, muchas de las parejas que vienen aquí adoptan niños, creyendo apartarles así de la rueda mecanicista de la asistencia pública. Pero si rara vez se depositan bebés delante de los centros médicos, es justo señalar también la llegada, sobre todo en septiembre, de numerosos niños rescatados de los campos de batalla africanos, enfermos, huérfanos, o simplemente entregados a los turistas por unos padres demasiado * Con el fin de secundar la descentralización de la capital prevista en los planes nacionales y de combatir el sentido de privación de los que viven en provincias, las personas residentes fuera de París podrán escribir al rewriter, que les enviará también un pequeño regalo. ** Desafortunadamente, la mayor cadena de centros de masaje Tai, la Short Time and Fine Relax Inc., emanación de la gran banca protestante, rechaza por supuestas razones morales girar los honorarios de nuestras compañeras directamente en la cuenta del beaubourg. Me atrevo a esperar que la lectura de esta crónica convencerá a los piadosos directivos de la empresa de que nosotros no representamos una amenaza para su orden mundial. beaubourgh prueba2.indd 203 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg pobres para poder mantenerlos. Ellos serán los primeros beaubourgs verdaderos, los primeros que no habrán conocido, o cuando eran muy pequeños, la sociedad no liberada. Ya no sabemos dónde meter los libros. Aparte de las decenas de miles de novelas, y otras tantas obras de historia, política y ciencias humanas, y de unos cuantos miles de manuales técnicos y de referencia sobre todos los temas imaginables, también disponemos de colecciones enteras que rara vez se consultan y que ocupan un espacio enorme. Ojo, no hablo de cómics, tebeos o fanzines, que tienen un público muy amplio, sino de todas esas obras «prestigiosas», encuadernadas en piel apestosa con lomos dorados y prefacios de André Maurois and his gang. Algunos ejemplos: 57 ediciones distintas de las obras completas de Balzac, 28 colecciones de «Los Iniciados», 82 Zola, 108 Enciclopedias Alpha, 16 diccionarios Quillet de 1936, etc., etc. Por no hablar de 29 series de esos incalificables premios nobel en 36 tomos, engañabobos para familias pequeñoburguesas en busca de promoción social. En fin, un montón de papel que nos han endilgado para hacer hueco en las estanterías de las bibliotecas familiares. Gracias a los maniáticos de la clasificación y de la documentación, esta avalancha de papel ha podido ser contenida y ahora hay tres plantas enteras ocupadas por nuestra biblioteca. Ni que decir tiene que nos servimos libremente de las estanterías, guayaquil= beaubourgh prueba2.indd 204 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea sin necesidad de rellenar una ficha de préstamo, y se supone que cada cual luego los vuelve a colocar donde los ha encontrado. Después de dos años de rodaje y de caos, el sistema funciona bien; tras la consulta, los libros vuelven a su sitio, los hurtos son raros, las colecciones se enriquecen continuamente y siempre hay muchos voluntarios dispuestos a ocuparse de los libros. Si necesitáis consultar varias obras y tomar muchos apuntes, os aconsejo que vengáis entre las tres o las cuatro de la mañana, pues a lo largo del día la afluencia es verdaderamente excesiva. También intentamos, aunque sin mucho éxito, animar a los lectores a que se dirijan a la biblioteca pública del Centro Beaubourg (superior): la gente está cada vez menos dispuesta a hacer cola para conseguir un préstamo y no comulga con la obligación de respetar ciertos horarios. El éxito de nuestra biblioteca, con sus costes de gestión prácticamente nulos, ha acabado por interesar a la misma unesco, cuya comisión de especialistas ha estado estudiando el tema durante un año entero y cuyos resultados se estudiarán en dos futuros encuentros, en Bali y Acapulco —las conclusiones están enfocadas evidentemente a los países en vía de desarrollo, según la expresión de moda hoy en día para designarlos. Lo cierto es que tengo mis dudas en cuanto a que los especialistas comprendan que las fichas de préstamo y los controles deben ser suprimidos no tanto para simplificar el funcionamiento como porque su función implícita no es ya controlar los libros, -5 (gtm) beaubourgh prueba2.indd 205 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg sino a los lectores o, mejor dicho, que los propios usuarios refuercen su autocontrol. Generalmente, quien no sabe bailar, quien es demasiado rígido de espíritu para vencer la rigidez de su cuerpo, considera la danza como una actividad inferior, un arte secundario, al igual que las artes decorativas, la alfarería, o la cocina. Es lo que ocurre con toda nuestra cultura, rígida y acompasada, que siempre ha privilegiado las actividades puramente intelectuales. Pero el que ya no haya camisas negras no significa que el poder haya dejado de ser represivo: el estreñimiento, la represión están en nosotros. La espontaneidad, el gesto libre: he ahí los enemigos. Por el contrario, la intelectualidad, la racionalidad, la teorización, el verbo mantienen a los hombres en su sitio, les ayudan a contener sus impulsos y a aniquilar todos los demás sentidos y todas las demás formas de expresión. Durante siglos, todas las formas de educación han tratado de acabar con nuestra capacidad para comprender de una manera intuitiva, racionalizando lo que por esa misma razón escapa a nuestro entendimiento: por ejemplo, el comportamiento de los niños, que nosotros nos esforzamos por adaptar a los moldes adultos, o también el comportamiento de pueblos enteros a los que hemos obligado a mutilarse para supuestamente modernizarlos. Dobro, venid a bailar con nosotros. beaubourgh prueba2.indd 206 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea A juzgar por todos los artículos que nos dedican, debemos estar muy de moda. De hecho, no pocos investigadores merodean por las plantas intentando «arrancar» una entrevista a unos y otros. El término «arrancar» no es exagerado: todos esos cuestionarios nos horrorizan y sabemos perfectamente que, sea cual sea el argumento de la encuesta o la opinión personal del entrevistador —puede que algunos sean progresistas—, los conocimientos así adquiridos siempre se utilizan para reforzar los aparatos de manipulación de los individuos. Por eso los entrevistadores no gozan de mucha popularidad aquí abajo, más aún cuando las empresas encuestadoras se ven obligadas a enviarnos a los más gilipollas, es decir, a los mejor blindados contra las influencias dañinas que podríamos ejercer sobre ellos: porque los mejores, los más abiertos, los que se esfuerzan por comprender a sus interlocutores en lugar de limitarse a poner crucecitas en las casillas de los cuestionarios, esos ¡no han vuelto a subir! Lo mismo ha ocurrido con las escuelas para animadores y trabajadores sociales que enviaban a sus alumnos para estudiarnos y que acabaron prohibiéndoselo debido al elevado número de defecciones. Puede que con el tiempo ya no queden instituciones dispuestas a arriesgarse a perder a sus mejores sujetos enviándolos aquí para estudiar a los beaubourgs.* * Aprovecho el interés nacional que sin duda suscitará este testimonio para pedir una vez más a jefes de estudios y profesores de provincias y del extranjero que eviten traer de ahora beaubourgh prueba2.indd 207 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg La falta de estructuras ha eliminado a todos los charlatanes, ni siquiera las asambleas los atraen ya. De todas formas, los literatos, los funcionarios y las almas caritativas nunca han estado demasiado presentes: el que no haya estructuras significa de hecho que tampoco hay grandes escalinatas para las vedettes que gustan de las entradas espectaculares ni para los Misttinguett37 de los discursos. Del mismo modo, siempre desconfiamos de las nobles almas que se las dan de amigos del Hombre y para quienes nada humano les es ajeno; también nosotros, que quede claro, tenemos nuestro lote de gurús, y Buda, Jesús, Reich, Illich, Moon y Mao tienen cada uno su estand, sus adeptos iniciados y sus turbas de discípulos. La imposibilidad de hacer un inventario de todos estos cultos, sectas, sufistas y sofistas es en todo caso algo excelente, pues indica que ninguno de ellos se ha vuelto preponderante e intolerante. Además, tengo la impresión de que buen número de beaubourgs en busca de certidumbres pertenecen simultáneamente a distintas «iglesias» y se dedican a curiosas acrobacias sincréticas, oscilando entre lo apostólico y lo apocalíptico, sobrevolando lo cósmico y cabalgando alegremente a lomos de lo caótico… visita a sus alumnos al centro. Los organizadores de dichos viajes serán los primeros que saldrán ganando, evitando las pérdidas de tiempo y los problemas personales, consecuencia de las búsquedas por parte de la Administración de niños y jóvenes que no quieren regresar a sus casas y se esconden aquí. Hay otras cosas que ver en París, ¡joder! carabobo beaubourgh prueba2.indd 208 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea Nuestra desconfianza hacia los intelectuales fascinados por el poder y por la esperanza de asumir un rol social que la sociedad tecnócrata les niega no nos ha impedido aceptar la ayuda y los consejos de cierto número de ellos, sobre todo de universitarios no conformistas como los profesores Aron, Choron y Matagron.38 Desde aquí les agradecemos públicamente su colaboración. No se puede decir que, con el paso del tiempo, no ejerzamos una cierta influencia sobre el mundo exterior. Sin duda recordaréis la huelga en Cheap Food, el gran proveedor de comida precocinada para comedores de empresa. Aunque los que dieron comienzo al movimiento no eran realmente de los nuestros, seguro que contribuyeron a la toma de conciencia general. Efectivamente, nunca se había visto antes, creo, que unos trabajadores parasen el trabajo para protestar contra la mala calidad de las materias primas usadas en la fabricación de sus productos, en este caso en concreto, los alimentos que su empresa vende a los comedores obreros de París y alrededores. Y también recordaréis la rebelión de los maestros de Essone contra lo que ellos definían como la imbecilidad de los programas, y su decisión de enseñar, a partir de entonces, únicamente cosas útiles: también en ese episodio se dejaba intuir la influencia del centro, y lo mismo se puede decir de la famosa huelga contra la obsolescencia programada en la fábrica de baterías eléctricas marca Wonderful. cucú beaubourgh prueba2.indd 209 12/04/2014 19:11:56 Beaubourg Este tipo de protestas difieren mucho de las del pasado, pues inciden en el significado mismo del trabajo y su rol social. Teniendo en cuenta que hace apenas quince años el señor Lip39 los presentaba a sus visitantes como «mis esclavos», sin que nadie rechistara, hay que reconocer que algún progreso se ha hecho en materia de dignidad laboral. (Extraído de mi diario, nota optimista del 15 de mayo de 1981). «La cultura de los conservadores y la de sus cuarenta custodios de la Academia francesa, la cultura como impulso vital hacia lo universal y los pequeños puntos Omega, la cultura de las patrias que lamentan la fuga del patrimonio nacional hacia la rica yanquilandia, la cultura oficial y sus contenidos diluidos por la promoción colectiva, la cultura de masas y su escrupulosa contabilidad del número de obreros que acuden a ver las geometrías muertas de Vasarély, la cultura consumista y su mercado de reproducciones y libros de arte…. ¡no, no y no! A pesar de ello, aunque los beaubourgs rechacen toda esta basura, deben empezar a construir sobre las ruinas de la cultura burguesa, una vez se encuentren preparados para hacerlo, es decir, después de haber eliminado los residuos, los criterios y las costumbres de dicha cultura dentro de sí mismos. La creación presupone la destrucción, el nacimiento de nuevas formas, el desorden y la desaparición avanzada de las antiguas, la erradicación total de los vínculos beaubourgh prueba2.indd 210 12/04/2014 19:11:56 Una utopía subterránea entre la cultura antigua y la vida, es decir, la transformación radical de la vida. Todo esto no pretende explicar los excesos de los beaubourgs, pues el beaubourg es, en sí mismo, un exceso» (d.d.t., «Actuel», nueva serie, número especial Los beaubourgs, junio de 1981). Algo que ningún gilipuertas conseguirá entender nunca: aquí hay gente que puede pasarse tres semanas enteras sin hacer nada en absoluto y sin tener el más mínimo sentimiento de culpa. Es una etapa necesaria: el fin no es quedarse todo el tiempo en la cama, sino llegar a trabajar libremente, sin obligaciones, sin sentirse constantemente empujado a hacer algo, a estar activo con el único fin de no quedarse quieto. Para alcanzar este equilibrio, primero hay que aprender a vivir sin trabajar. ¿Cuándo los condicionados por el trabajo podrán admitirlo con serenidad? El odio es su coraza. Ya queda poco para las vacaciones de verano y, como todos los años, nos vemos invadidos por los animales que los Deshidratados abandonan antes de dejarse arrastrar frenéticamente por los kilómetros interminables que los separan de las zonas de sol. Les resulta más fácil coger el metro y dejarlos aquí que ir adrede al bosque de Fontainebleau para hacerlo. Está claro que no es cuestión de poner controles en la puerta para prohibir la entrada a cualquier beaubourgh prueba2.indd 211 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg Fétido con su perro de la correa, o con su gato o sus lagartos en una caja bajo el brazo. Ni hablar tampoco de volver a llevar dichos animales a la superficie o entregarlos a una Protectora de Animales falsa y que sirvan para abastecer a los laboratorios de vivisección, en nombre de la Ciencia. Igual que los humanos, también los animales están bien aquí, pronto pierden su agresividad y conviven sin problemas. Aunque rápidamente se los adopta y encuentran a alguien que se ocupe de ellos, no quita para que haya que multiplicar los cagaderos y tomar una serie de medidas para eliminar regularmente los excrementos. Afortunadamente, aquí no faltan amigos de los animales que se ocupan del tema, con ayuda de los higienistas y la clínica veterinaria de la planta 26. Si cuento el caso aquí, es sobre todo para demostrar que, si hace falta, nuestra comunidad, aparentemente tan desorganizada, sabe dar prueba de gran disciplina. Nuestros higienistas nos han prevenido de los riesgos de una cohabitación no disciplinada, riesgos aún más elevados por el hecho de que todos hemos vivido en el mundo demente y que por tanto nos hemos debilitado a causa de la mala alimentación, de las vacunas y del excesivo consumo de productos farmacéuticos. Esta evidencia ha promovido la escrupulosa observancia de las medidas sugeridas, de modo que nunca hemos tenido ningún problema. es posible beaubourgh prueba2.indd 212 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea El Sistema es demasiado fuerte como para que siquiera podamos soñar con cambiarlo. Hay que ser realistas y darse cuenta de que apenas se nos tolera, que siempre estamos a merced del azar y de que bastaría un comisario de policía demasiado celoso para ser invadidos, saqueados, dispersados y encontrarnos luego las entradas tapiadas con ladrillos para impedir que nos reagrupemos de nuevo. Nuestra única fuerza reside en aprovecharnos de las contradicciones del sistema y consolidar el capital de simpatía que hemos sabido cosechar entre el público general. De hecho, las campañas a favor de una concepción de la existencia distinta empiezan a dar sus frutos: las personas hablan más entre sí, dependen menos de las agujas de sus relojes, se saludan más a menudo, en definitiva: comienzan a salir de su cascarón y a ver a los otros. Claro está que los Ricos, los Explotadores, los Poderosos nos odian a muerte, pero como por lo general no son ellos quienes llevan las porras y lanzan los lacrimógenos, deben tener muy en cuenta que los maderos también podrían rebelárseles si en un momento dado recibiesen la orden de invadir el beaubourg. No son pocos los hijos de maderos que, hartos de sus casas-cuartel, se unen a nosotros, lo que genera más de una discusión en sus casas y sus familias, que nos condenan de manera menos categórica que hace algunos años. La contradicción del Poder estriba en que, aun deseando fervientemente vernos desaparecer, no puede matarnos brutalmente, porque le importa capítulo v beaubourgh prueba2.indd 213 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg demasiado su imagen de «sociedad liberal avanzada en vías de autogestión». Tampoco puede dejar de alegrarse por la disminución de la violencia urbana, cuya paternidad nos atribuye, pero temiendo al mismo tiempo que nuestra influencia pueda extenderse y que se les vaya la cosa de las manos. Y es que nosotros somos una formidable fuerza que mina el sistema ahí donde es más vulnerable: en el esfuerzo cada vez renovado por alienar al pueblo. Las sociedades relativamente simples del pasado, basadas en la fuerza bruta, en la ignorancia y en la miseria, podían ser abatidas por la fuerza; pero la sociedad actual, más compleja, altamente informada y basada en el apego y el agradecimiento que las poblaciones alienadas e insidiosamente integradas profesan a sus Patrones, una sociedad de estas características no se puede subvertir por la fuerza, pues los primeros voluntarios para apretar el gatillo serían estos mismos explotados-alienados-integrados. Por tanto, hay que acabar con ella desde dentro, corroerla atacando los hilos invisibles que mantienen unida a la gente. Pero mostrarles que la tríada «casa-metro-trabajo» es una mierda no basta —por lo general a la gente le queda un mínimo de inteligencia como para darse cuenta de esto por sí misma, y por otra parte es esta misma insatisfacción la que hace que se dejen engañar más todavía, esforzándose por conseguir más tiempo libre y menos trabajo, con lo que lo único que cambia son las dosis de los ingredientes, pero no se modifica en absoluto la relación fundamental de alienación. shh... beaubourgh prueba2.indd 214 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea Atacar las certezas sobre las que tal relación descansa (que el hombre «está hecho para trabajar» y cosas parecidas) consiste precisamente en hacer salir a la gente de la lógica de la alienación y llevarla a tomar conciencia de que la liberación solo se puede realizar en el exterior, al margen, fuera del marco que les han trazado. En ayudarles a dar el salto hacia el ahí afuera. Bajo el título de Un beaubourg en Londres, el Quotidien de Paris del 23 de septiembre de 1981 escribe: «Siguiendo el ejemplo de París, un centenar de personas se “mudan” a la National Gallery. Varios camiones de sillas y demás mobiliario han sido descargados con la colaboración de los propios vigilantes, cuyo portavoz sindical ha declarado que “están cansados de que se les considere como estatuas o elementos decorativos y quieren ser miembros de pleno derecho de la comunidad museística”. El portavoz ha garantizado también que las obras no sufrirían ningún daño, habiéndose tomado las medidas pertinentes para reforzar el control de temperatura y humedad. Además, se mantendrá la prohibición de fumar. Igual que en el beaubourg, los locales permanecerán abiertos las 24 horas, y se ha propuesto que de ahora en adelante la institución lleve el nombre de “National Art and Conversation Gallery”».* * Como es sabido, el Folkwang de Essen y la Kunsthalle de Berna siguieron el ejemplo londinense unos meses después. (débil) beaubourgh prueba2.indd 215 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg El tema de la ropa nos tiene preocupados. Desde los comienzos, bajo el impulso del grupo «Apáñatelas» del Movimiento de Liberación de la Mujer, nos habíamos acostumbrado a traer al centro nuestra ropa usada para ponerla a disposición de todo el mundo, para que pudiesen servirse de ella de acuerdo con sus necesidades y sus gustos. A toda prisa se habían instalado percheros y estantes para hacer frente al flujo textil y la invasión del calzado. Posteriormente, algunas boutiques quebradas o en reforma nos pidieron que las ayudásemos a deshacerse de sus estanterías, perchas, expositores, etc., así que se llevó a cabo una primera labor de clasificación, consistente en seleccionar, lavar, limpiar y organizar por tallas. Durante más de tres años, el sistema funcionó de maravilla, con gente encargada de la colocación y el mantenimiento. En esa época, estaba de moda disfrazarse y todos dedicaban mucho tiempo a componer las vestimentas más estrafalarias. Desde entonces, los gustos han cambiado, ahora lo que está de moda son los trajes de judoka, las mallas y los chándales deportivos. Algunos siguen llevando togas y caftanes, so pretexto de que según los médicos es bueno llevar las bolas aireadas. En cuanto al calzado, ya casi nadie lo usa, así que se acumulan enormes montañas de zapatos por los rincones. Todo ese cuero y tejido sudado huele un poco mal y ocupa un montón de espacio (sobre todo si se tienen en cuenta todos los trajes teatrales que han acabado aquí). Personalmente, beaubourgh prueba2.indd 216 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea creo que hay demasiada mierda aquí que habría que tirar, como prueba el hecho de que incluso los militantes del Socorro Popular encuentren cada vez menos cosas que enviar a sus asistidos. También han empezado a rarear los ropavejeros, una buena señal, porque habían hecho el agosto con todo lo que venían aquí a robar. Sin embargo, la mayoría no está de acuerdo, creen que es mejor no tirar nada (por lo menos, llegaremos a un acuerdo para librarnos de unos cuantos cientos de zapatos desemparejados), que resulta más fantasioso hacerse ropa nueva a partir de lo viejo, y que es más estimulante y creativo tener que hacer malabarismos con todo tipo de tejidos distintos para fabricarse ropa nueva. Sospecho por otra parte que hay unas cuantas burguesas del distrito xvi que ya lo han entendido desde hace algún tiempo, pues está claro que las esnobs que vienen cada día a revolver en nuestros stocks no pertenecen al centro. También hay quienes encargan a su criada griega* que ponga todos sus hallazgos junto a las máquinas de coser que hay en el vestuario. En resumidas cuentas, hay que volver a poner orden en la barraca. Las pocas personas que se ocupaban más directamente de la ropa o se sienten desmotivadas o han abandonado para dedicarse a otras actividades. Aun así, una de ellas plantea el problema en la asamblea, con la esperanza, me * N.B.: Estamos ya en 1981 y desde hace unos años el socialismo portugués ha alcanzado un nivel de ocupación tal que la exportación de camareras ya no es una prioridad. beaubourgh prueba2.indd 217 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg temo, de que la nombremos responsable de ese «departamento». Pero nombrar a un responsable está fuera de discusión, significaría abandonar el principio de la responsabilidad colectiva y conferir a unos cuantos esa autoridad. ¿Os imagináis haciendo cola y esperando a que os atiendan o, como en el ejército, a que os asignen una indumentaria por «riguroso turno»? Aquí, cuando dos tíos quieren el mismo par de zapatillas o utilizar el mismo aparato, suele ocurrir que las discusiones acaben eternizándose, porque ambos están dispuestos a renunciar para complacer al otro, y hay que acabar echando a suertes cuál de los dos tendrá que inclinarse ante la generosidad del otro. La asamblea decide en un pispás una operación general de selección-limpieza-organización y, como siempre sucede en este tipo de tareas, probablemente seremos demasiados para ser realmente eficaces; las fanfarrias, que no se pierden una, se sumarán a todo el jaleo, la gente bailará, merendará y, tres días más tarde, habremos llevado a cabo el trabajo que un equipo bien taylorizado habría hecho en apenas diez horas. Pero nosotros, por lo menos, nos lo habremos pasado bien, nos habremos divertido probándonos los trajes mientras los seleccionábamos, o volviendo a poner en marcha el Carnaval perpetuo de años anteriores. Así que durante diez meses volverán a reinar el orden y la limpieza, y después nos alegraremos ante la perspectiva de tener que volver a empezar de nuevo. beaubourgh prueba2.indd 218 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea Durante estas actividades siempre algún tío o tía se hace cargo de la situación y organiza el trabajo a pesar del follón, pero de modo que siga siendo un motivo de diversión para todos. Ya os he hablado de Tío Boral, pero también está la bella Daisy, una anciana del barrio de la Madeleine, todavía de buen ver y con un corazón de oro, que no duda de vez en cuando en aliviar a algún viejo tímido que ya no consigue excitarse con las películas porno. Estoy seguro de que Daisy tomará la iniciativa en la operación ropa. Durante la asamblea ya estaba pletórica, y hace dos días la he visto examinar las lavadoras, las tablas de la plancha y los tendederos. Nunca se ha decidido, y tampoco lo hemos hablado, formar una comunidad. La comunidad se ha constituido por sí sola, poco a poco. Ha sido el resultado, no el objetivo de partida. Diversos grupos ajenos al beaubourg están retomando la campaña contra la medición del tiempo. En muchísimas oficinas de la ciudad, la fabricación de adhesivos ha venido a sustituir a la de las pajaritas de papel. Los hay de todos los colores, por todos lados. También he visto gente con chapas que anuncian: tengo tiempo, habla conmigo, o todavía mejor: ¿te puedo hablar? Los relojeros, descuartizadores del tiempo, se lamentan de la caída de las ventas, porque se ha puesto de moda no llevar reloj. En fábricas y oficinas, los beaubourgh prueba2.indd 219 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg relojes utilizados para fichar se estropean misteriosamente, o bien se adornan con cartelitos que advierten de que no van a la hora, o que están adelantados o que retrasan, de manera que muchos patrones han renunciado a imponer la obligación de fichar, no tanto por los retrasos como por las discusiones sinfín sobre la hora que es. La expresión cara de reloj ha entrado en la lista de insultos comunes. La Vaca que ríe regala un kit antitiempo a cambio de tres pruebas de compra y un sello. Dejar de medir el tiempo no significa simplemente tener más, sino sobre todo estar disponible. Y estar disponible es la condición de la libertad y de la percepción del otro. El 1 de febrero de 1982, en el número 1 de la rue Danton, distrito vi, se abre un consultorio antitest para explicar a los candidatos las trampas y los trucos necesarios para superar las pruebas de admisión y ayudar a los que se han vuelto idiotas a fuerza de pasar por ellas (y, en algunos casos también, de hacérselas pasar a los demás). Los psicólogos que están en el origen de esta iniciativa son nuestros compañeros y ofrecen el servicio gratuitamente. ¿Cuántas veces habéis hablado desdeñosamente de nuestro beaubourg como de una corte de los milagros? Bueno, pues no lo podíais haber si fara beaubourgh prueba2.indd 220 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea expresado mejor, porque es verdad: ¡aquí se hacen milagros! Si no sabéis exteriorizar vuestros sentimientos porque habéis sido condicionados a la impasibilidad y el autocontrol, si no conseguís liberaros y expresar lo que sentís por temor a que os tomen el pelo, siempre podéis dar la ilusión de estar liberados disfrazándoos o quedándoos en pelotas. Si ese es el caso, no resulta sorprendente que el exhibicionismo en el vestir y la desnudez puedan, en cierta medida, aliviaros. Es tanto más comprensible cuanto que el sistema represivo tolera el nudismo en todo momento y alienta incluso la excentricidad en el vestir porque es una garantía de que la pseudoliberación así operada impedirá cualquier tipo de descondicionamiento más profundo. A este respecto, la experiencia de nuestro beaubourg es muy reveladora. Al comienzo se pudieron ver ambos tipos de exhibicionismo: sin duda recordaréis los superdisfraces: capas, miriñaques, chalinas, corsés, polisones, condes Drácula y cowboys, nerones y oficiales de las ss. Era Carnaval en todas las plantas, un Hellzapoppin constante. Por la misma época (casi siempre se trataba de las mismas personas, deseosas de nuevas sensaciones), hizo su aparición el desnudo integral, en asamblea como en el laboratorio fotográfico o en el taller de encuadernación. Todo esto era tan sistemático que acabó por pasar desapercibido. Al fin y al cabo, toda esa gente tomato soup beaubourgh prueba2.indd 221 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg que se esforzaba por escandalizar no era tan divertida: más que a artificial, a farsa, a cortina de humo, aquello olía a rebuscado, a falta de espontaneidad, a esfuerzo. En realidad, era muy triste. No vayáis a pensar que hemos dejado de disfrazarnos. Lo que pasa es que ahora se hace por jugar y no por autoterapia. En cuanto a los grandes desfiles de nalgas al viento, los participantes acabaron cansándose y dejaron de producirse: unos porque se dieron cuenta de que, para trabajar, resultan muchos más útiles unos vaqueros o un delantal, y otros —sobre todo aquellos con el físico en decadencia— de que tanto la comodidad como la estética militan a favor de la ropa ligera y práctica. Esto me hace pensar que, casi por la misma época, también constatamos una especie de vuelta a las cosas auténticas; en concreto, descendió notablemente el uso de inciensos y de otros productos de importación procedentes de un Oriente mercantil y adulterado. Había algo que contaba más que los paraísos olfativos y los festivales retro. También ha pasado un poco la moda de los peregrinajes a lugares de miseria pintoresca, lo que indica que las aportaciones de esas culturas lejanas están siendo realmente asimiladas por la nueva cultura, el ejemplo más claro quizá sea el de los sistemas melódicos de la India y de Bali. Los pájaros están invadiendo las plantas de al lado de la 51. Parecen multiplicarse, a pesar de la luz y la ventilación artificiales. El Instituto Nacional beaubourgh prueba2.indd 222 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea de Investigación Agronómica quiere instalar aquí abajo una colmena. Pero no solo están los pájaros y las abejas. También hay perros, gatos, hámsteres, conejos… en resumidas cuentas: todos los animales que conviven normalmente con el hombre. Y si os molesta apoyaros en el pasamanos de las escaleras mecánicas y poner la mano sobre una cagada de pájaro, peor para vosotros. A nosotros no nos molesta en absoluto, al contrario, estamos convencidos de que tiene que ser así. Seguro que conocéis la historia del campesino bretón que colocó en sus alcachofas destinadas al mercado de la capital unas tarjetitas donde indicaba el precio al que se las habían comprado a él. Esta historia me volvió a la cabeza dos o tres semanas después de la gran reorganización del almacén de ropa; me encontraba casualmente cerca de la entrada de la rue Saint-Martin cuando vi llegar un cargamento de enormes cajas repletas de zapatos viejos que tres muchachos manejaban con evidente entusiasmo. Me acerqué: —Parecéis muy contentos, pero me da la impresión de que vuestros zapatos están todos desparejados… —¡Es cierto! Ahí está lo bueno, vamos a lanzar una nueva moda. Al fin y al cabo, no hay nada más idiota que ponerse dos zapatos iguales, puesto que el cuerpo es por naturaleza asimétrico. La prueba es que no se gastan a la misma velocidad y en los mismos puntos. beaubourgh prueba2.indd 223 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg Pues bien, yo estoy casi seguro de que se trataba de los mismos zapatos que habíamos tirado durante la operación de limpieza, y que nuestros tres entusiastas las habían pasado canutas para recogerlos de un basurero. De ahí la historia de las alcachofas y de la nota que nosotros hubiésemos debido meter en cada zapato. Este encuentro me hizo meditar, y me di cuenta de que estamos creando un mundo antiobsolescencia: mientras que los consumidores consumados se complacen en tirar objetos para poder comprar otros nuevos, nuestro placer estriba en encontrar nuevas combinaciones a partir de objetos usados, a los que atribuimos un significado distinto o una nueva vida, aunque estén desemparejados como los dichosos zapatos. Por cierto, los chicos tenían razón: ya he visto a muchas chicas con los zapatos desparejados. En efecto, si nadie se preocupa ya de llevar calcetines del mismo color, ¿por qué no habría de pasar lo mismo con los zapatos? El hecho de que haya dudado ilustra a la perfección la fuerza de mis antiguos condicionamientos. En muchos aspectos, sobre todo en los más banales, y por tanto más interiorizados, sigo siendo un gilipollas. Una cincuentena de distribuidores automáticos de poemas, homologados por nuestros expertos, ya han sido instalados en estaciones ferroviarias. beaubourgh prueba2.indd 224 12/04/2014 19:11:57 Una utopía subterránea «Durante una breve ceremonia en el Ayuntamiento, Leopold Sedar Senghor, Presidente de la Senegaritania y cabecilla obrero de la comunidad francófona, ha hecho recepción simbólica de una donación de cien mil obras destinadas a las bibliotecas públicas y universitarias de los países africanos de la comunidad francófona. Estos textos proceden de la colección del centro beaubourg. El señor Senghor, venido expresamente para esta ceremonia, aprovechará su estancia en la capital para visitar el hogar de trabajadores africanos de Gennevilliers. Esperamos que el señor Foccart, ministro para la Cooperación, ofrezca al presidente Senghor algún tipo de garantía de que esos centros se multiplicarán en un futuro próximo, acabando así con el odioso tráfico de los “mercaderes de sueño”». (L’Aurore, 19 de septiembre de 1982). En cuanto a nosotros, que, dicho sea de paso, hemos seleccionado y preparado el «don de Francia», tendremos sobre todo más espacio. Air France, que se encargará «desinteresadamente» del transporte, ganará en imagen de marca, puesto que hoy día las grandes sociedades acostumbran a demostrar cierta vocación social. Finalmente, Francia podrá incluir el valor de este don en sus estadísticas sobre ayudas a los países en vía de subdesarrollo. Así que todos contentos y todo va fenomenal… salvo quizá para los africanos, que no van a saber qué hacer con las obras completas de Colette o de Daninos. ley beaubourgh prueba2.indd 225 12/04/2014 19:11:57 Beaubourg Anunciado en todos los ascensores y en todas las escaleras mecánicas: en la planta 68 hay que quitarse los zapatos antes de entrar y venir en otro momento si ya hay más de treinta personas. con más gente, no se ve nada. Bajé hacia las dos de la mañana, el único momento en que no hay cola. La obra no está del todo terminada aún, pero ya es posible hacerse una idea. Personalmente, yo la encuentro más demencial que bella. También se pintaron las paredes, de modo que el visitante se encuentra enteramente rodeado, encerrado en medio de los rectángulos y de los cuadrados y de la tensión de los colores. Aunque evidentes, los distintos modos de pintar de los autores no chirrían, y esta armonía es algo que no acierto bien a comprender. Esto demuestra, sin duda alguna, que la comunicación verbal (inexistente entre nuestros esquizoides) no representa sino una parte de la comunicación entre seres humanos. Y que, por tanto, la cultura verbal (y aquí no me refiero al verbalismo cultural) no es más que una mínima parte de la cultura. En nuestra sociedad, las posibilidades de contestación son extremadamente limitadas. Por supuesto, si uno se queda dentro de la lógica del Sistema, puede obtener ventajas considerables, lujos, poder, riqueza… y decirse a sí mismo que, una vez sea rico y poderoso, podrá realizar todo lo que no podía hacer antes (aunque la experiencia demuestra que hay que emplear toda una vida para poder ganársela). Dependiendo de la posición beaubourgh prueba2.indd 226 12/04/2014 19:11:58 Una utopía subterránea de partida, será necesario escalar o reivindicar, actuar solo o unirse a otros. Las cosas no serán fáciles, pero, a largo plazo, tú (o tus hijos) quedaréis satisfechos. Sin embargo, todo esto se sitúa dentro del sistema, con su lógica y sus reglas del juego. Si rechazáis esta lógica, si estáis convencidos de que el Sistema no tiene arreglo, que hay que transformarlo de arriba abajo, si por ejemplo pensáis que el problema no está tanto en trabajar menos, cuanto en trabajar con y para el placer, y cuando se tienen ganas; no en poseer cosas, sino en poderlas utilizar cuando te apetezca; no en ganar más, sino en olvidar la noción misma de ganancia o dinero; no en fundar y poseer una familia, sino en amar… Si estos son los horrores que os rondan la cabeza, no os queda otra que ir en contra de todo lo que el Sistema implica: amar en lugar de odiar, donar en lugar de tomar, escribir con faltas en lugar de respetar la ortografía, adoptar en lugar de procrear, caminar en lugar de circular, no votar en lugar de caer en la trampa de votar en contra, no poseer y, por tanto, no tener nada que declarar en lugar de declarar poco, no mirar la tv en vez de decir que es una mierda, no creer en lugar de maldecir a los curas, no escribir en lugar de escribir gilipolleces (y aquí me paro, pues al fin y al cabo también es preferible vivir en lugar de escribir cómo hay que vivir). Los trabajadores inmigrantes son cada vez más numerosos: llegan más tarde que los trabajadores beaubourgh prueba2.indd 227 12/04/2014 19:11:58 Beaubourg franceses, lo que es lógico dado que han venido a este país precisamente para hacer algo de dinero. Pero enseguida los que viven en la periferia han tomado la costumbre de pasar el domingo aquí, donde son bien recibidos. Ahora que todo el mundo acostumbra a dormir aquí, son incluso más numerosos. A este respecto, la asamblea ha decidido que los apartamentos legados o donados al centro serán destinados a estos trabajadores: para ellos, dormir en el suelo tal y como hacen aquí no es ninguna novedad, forma parte de su condición, mientras que, para nosotros, que podríamos dormir en otro lugar, es una elección (en pocas palabras: la elección de la pobreza por el gusto a la libertad). Precisamente por eso es necesario que puedan alojarse fuera del centro, para darles la posibilidad de hacer su propia elección. Ahora mismo tenemos algún jaleo que otro con los Huraños de los barrios bien a propósito de un piso muy grande en la avenue Victor Hugo, heredado por el centro, donde acaban de instalarse sesenta y siete inmigrantes. Como esto es perfectamente legal, intentan desalojarlos por medio de presiones políticas (en el mismo edificio vive un senador y se dice que sus tentáculos llegan muy lejos). Habrá que recurrir a algún otro matrimonio «blanco» con chicas del centro para evitar que los «cabecillas» sean expulsados… El cine ha dejado de ser un arte autosuficiente y se ha ligado a otras actividades y a la vida en beaubourgh prueba2.indd 228 12/04/2014 19:11:58 beaubourgh prueba2.indd 229 12/04/2014 19:11:58 Beaubourg general. En los comienzos, los directores bajaban al centro para encontrar a obreros de los de verdad, ya que arriba solo podían fichar a figurantes que fingían serlo. Después se han instalado aquí definitivamente. El primero ha sido Roger Luis, que estaba verdaderamente hasta los cojones de correr tras del dinero y aquí ha vuelto a trabajar como antes de convertirse en un directivo. Luego han llegado Godard, Tanner, Ferrand, Carles, que están aquí establemente, y otros que vienen de vez en cuando. Tras ellos han llegado críticos y profesores: Bory hace su one-man-show, Henri Agel40 anima un grupo de historia del cine y confiesa que descubrió la cinemática estudiando sus tics frente a un espejo. Los talleres de vídeo han preparado y difundido varias cintas sobre la vida de los beaubourgs como herramientas de trabajo para el teatro, el mimo y la danza. A pesar de los contactos con el exterior, todo el mundo está demasiado ocupado para seguir las discusiones sobre el nuevo estatuto de la radiotelevisión francesa. 15 de octubre de 1982. Por fin, la planta 68 está acabada. Me han avisado para que me pase por allí esta tarde. Como de costumbre, llego con retraso, justo a mitad de una animada discusión. Madeleine, la mayor de nuestros esquizoides, la que empezó todo, y algunos otros están explicando las decoraciones del suelo a Michel Foucault y Ariane Mnouchkine. También está el Todo-París, las señoras Françoise Giroud y Mireille Mathieu, bonnard beaubourgh prueba2.indd 230 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea el señor Debré y Merci-Ségalot y también Léon Zitrone, que se ha traído consigo su expresión preocupada y su paraguas. Un poco más allá, está John Cage, que está de paso en París, y que por lo visto ha venido a instancias de André de Saint-Géry, que también está por ahí, hablando de danza. Se discute sobre el espectáculo y su inauguración. Pero los que hablan sobre todo son los esquizoides, al fin. Quieren espectáculo, pero sin público, quieren fiesta, que la gente participe, vestidos con grandes telas, escondidos en grupos bajo un mismo paño, formas redondeadas, músicas… Cage retrasará su partida y se quedará tres meses trabajando con ellos. Hará venir a Cunningham, que todavía anda por aquí.41 Jamás hubo inauguración como tal, salvo la que uno puede hacer, en cualquier momento, junto con sus seres queridos. Descalzaos en la 67, sacad del montón una tela lo bastante grande para cubriros por completo, bajad, mirad, escuchad, bailad. Es una pena que este mundo —estoy pensando en el de ahí fuera— sea tan gilipollas. Y otra vez la historia de los zapatos desemparejados, tirados y luego recuperados es lo que me hace pensar de este modo. En el mundo podrido todo el mundo roba: en el trabajo, en los súper, desde lápices hasta limas o rollos de papel higiénico, por no hablar de lo que la gente se embolsa cuando encuentra algo por ahí, una cartera abandonada por despiste en un banco o una cámara fotográfica olvidada sobre beaubourgh prueba2.indd 231 12/04/2014 19:11:59 Beaubourg la mesa de algún bar. Sin embargo, cuando se trata de donar, ¡nanay!, si te he visto no me acuerdo. Aquí pasa todo lo contrario. Solo tenéis que observar durante un rato: cada día, todos los que vienen entran cargados, como si se dirigiesen a un árbol de Navidad. Las abuelas traen las tartas que han preparado la noche anterior, los chicos se pasan el día metiendo cajas de cartón en los ascensores, y las chicas, cuando no van cargadas con muebles o con bolsas inmensas, traen flores. Somos lo contrario a un gran almacén: los clientes van cargados al entrar. Por suerte también salen cosas, pues empezamos a estar estrechitos, sobre todo por los muebles. Los domingos se eliminan algunos cachivaches, cuando los Espesos se acercan a dar una vuelta a nuestro bazar de Alí Babá y se llevan lo que se les ha dado o lo que han robado. He visto a alguno cargando de mercancías su Citroën. Porque solo los Horrendos roban así, es decir, que se llevan las cosas para atesorarlas en sus propias cuevas familiares-prohibida-la-entrada. Nosotros no necesitamos robar, porque todo es de todos, cada cual coge del montón y lo devuelve al montón. Si alguien tiene que ausentarse un momento y desea volver a encontrar las cosas en el mismo sitio, no tiene más que poner a la vista un cartelito de no quitar para que nadie toque nada, al menos en el 95% de los casos. Lo más bonito es cuando la gente llega a las plantas y se pone a abrir sus paquetes y a distribuir las mercancías; y no se pueden rechazar los ciao beaubourgh prueba2.indd 232 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea regalos para que no se disgusten. En poco más de cinco años he recibido algo así como trescientos jarrones, jarros y cerámicas varias, que siempre he cuidado de poner a la vista sobre una gran estantería cerca del lugar donde por lo general voy a dormir; muchos los he regalado a mi vez y otros se los ha llevado alguien que ha pasado por allí y le han gustado. No hay nada más antipático que tener que guardar para sí un objeto que te gusta, cuando podría dar el mismo placer a medida que va pasando de mano en mano. Y es en ese momento, cuando regalas el objeto, cuando te das cuenta de lo bonito que es y del mucho aprecio que le tienes y, por tanto, de cuánto te cuesta regalarlo y, al final, de lo mucho que quieres a la persona que lo recibe. Un objeto bonito es aquel que da placer cada vez que cambia de poseedor (no de propietario). El criterio de la belleza estriba, por tanto, en esa capacidad siempre nueva de despertar la admiración; y es por esa misma razón por lo que fotografiamos los cuadros y distribuimos copias. Todavía no he acabado con el listado de mis posesiones: a día de hoy, creo haber recibido al menos medio millar de corbatas. (Las corbatas han llegado a convertirse en un auténtico problema, siempre llegan más, y aun utilizándolas como cinturones o juntándolas para formar una especie de falda tahitiana, como hacen algunas chicas, siempre hay toneladas de ellas; solo gustan a los Cuadriculados que bajan aquí a pasear en familia los domingos por la tarde, así que nos hacen un bella beaubourgh prueba2.indd 233 12/04/2014 19:11:59 Beaubourg favor cuando se las llevan). Como iba diciendo: además, he recibido una cincuentena de espejos y mesas de trabajo y estanterías… pero todo esto no os interesa, sin duda. ¡Ah, sí! Esto os lo tengo que contar, estoy muy orgulloso: también me han regalado once motos. La última era de Belmondo, que le encanta pasearse con ella por la planta 75. Tiene una bonita máquina, una Hiatka ox-4, que quiere mucho y cuida perfectamente. Aunque estoy seguro de que, en prueba de su amistad, otros quince de sus amigos por lo menos habrán recibido las llaves de esa misma moto. Todo esto me recuerda la historia de tía Lucía (así quería que la llamasen), una mujer de 72 años, antigua madre de familia cuyos hijos se han ido a vivir fuera, sola, con su pensión de viuda de guerra, hasta que se estableció definitivamente en el centro hace unos tres años (murió el año pasado). Un día me la encontré sentada en un sofá cerca del centro antidroga, donde le gustaba echar una mano. Reía y lloraba a la vez, rodeada por una montaña de paquetes y un montón impresionante de bastones. Tardé bastante en entender lo que le había pasado, de lo nerviosa que estaba: dos días antes le había dado un lumbago y se movía con dificultad, apoyándose en un bastón. A pesar de aquello, había acudido al centro médico, donde no había podido hacer más que tranquilizar a unos y otros acerca de su estado de salud. Y al día siguiente recibió una avalancha de regalos, cuyo 596 beaubourgh prueba2.indd 234 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea inventario, entre lágrimas, estaba haciendo en ese momento: 18 bastones, 22 fajas elásticas y ya no me acuerdo cuántos tubos de pomada para friccionar. Hacer ese listado la hacía llorar como una magdalena. «Estos son mis verdaderos hijos», me decía, feliz de tener tantos y a la vez triste por haber estado esperando durante años a los suyos, que la habían abandonado, los hijos que había dado a luz con la idea de tenerlos solo para sí. Aquí la gente se deja la piel por hacerte un favor, el que da es el que se siente en deuda contigo, el que se siente casi obligado a dar las gracias a quien recibe por haberle dado la oportunidad de demostrar su amistad. Estamos creando un mundo fraternal, estamos realizando de veras esa fraternidad que aparece inscrita en el frontispicio de cualquier ayuntamiento. Libres, iguales, hermanos. Pierre Cardin ha lanzado la moda esquizoide y las Galeries Lafayette acaban de proponer a Madeleine y a algún otro del equipo de la 68 que se encarguen de la decoración de la primavera que viene. Bouchara lanza una serie de telas esquizoides. Como podéis ver, el sistema de recuperación sigue funcionando perfectamente.* * Madeleine aceptó la propuesta de decorar las galerías, pero más tarde me dijo: «Nunca nos lo habíamos pasado tan bien, y eso que les hicimos una verdadera mierda…». Antes de enfermar, Madeleine había sido vendedora de un gran almacén durante veinte años. 597 beaubourgh prueba2.indd 235 12/04/2014 19:11:59 Beaubourg Por todas partes se señalan casos de profesores que ponen buenas notas a todos sus alumnos o a todos los candidatos de las oposiciones de las que son examinadores. Han entendido que negarse a poner nota significa contrariar al sistema, pero no rechazarlo. Cuando se ha comprendido que la enseñanza de la gramática no es más que una forma de enseñar y de interiorizar las barreras de clase, y por tanto, de perpetuarlas, ya no se cuentan las faltas en los dictados, que a pesar de todo hay que hacer, porque están en el programa. Cada vez más parejas, o buenos amigos, deciden morir juntos, eligen el momento de su despedida y arreglan los detalles de la ceremonia, que generalmente consiste en una comida o una fiesta con los íntimos y los compañeros de taller. Nosotros estamos en contra de la eutanasia que se practica cada vez más en el mundo reglamentado, donde no es más que un modo de controlar la muerte de la misma manera que se controla la vida. En nuestra opinión, el problema no estriba en ayudar a la gente a morir, proporcionándoles calmantes para que se vayan de manera rápida e indolora, sino en darles la fuerza y la posibilidad de morir desde el momento en que se den cuenta de que la senilidad o el dolor ya no les permiten disfrutar de la vida. Estamos en contra de la eutanasia y de la muerte medicalizadas, y a favor del suicidio como manifestación suprema de nuestra libertad. Sólo yo tengo el derecho a controlar mi muerte. beaubourgh prueba2.indd 236 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea Sexto aniversario del centro. Complaciente y zalamera (porque se olvida de los presidentes anteriores), la Condesa constata que «el Beaubourg de Mitterrand goza de buena salud» (Le Canard enchâiné, 15 de octubre 1982). Pierre-Luis nos deja hoy. Tiene diecinueve años y forma parte de mi pequeño grupo de estudio sobre física de materiales. Tiene que marcharse fuera porque aquí no tenemos los laboratorios e instrumentos que de ahora en adelante le harán falta para seguir formándose. Había abandonado a su familia muy joven (su padre buscaba ovnis en el Pas-de-Calais) y está en nuestro beaubourg desde su apertura. Ha participado en numerosos grupos de trabajo, aunque obviamente no ha pasado el bachillerato ni tiene ningún diploma. Pero es una máquina, y la prueba es que Princeton acaba de darle una beca de posgrado a raíz de la correspondencia que había mantenido con uno de los profesores de allí. ¿Se quedará? De todos modos, sin un título, no podrá trabajar en Francia, nunca podrá ser ni asistente ni profesor, ni alguien importante. Espero que siga pasando de todo eso. «Serie ordenada de gestos referentes, breviario abierto de una semiótica de lo decible, recorte fugaz de una práctica breve, ella misma engendrada con dificultad por una praxis insatisfecha… tales son algunos de los códigos de la problemática de jetzt beaubourgh prueba2.indd 237 12/04/2014 19:11:59 Beaubourg este primer enunciado del hacer, en-acto de un volver-a-ser inacabado, de nuestros amigos, los esquizoides del beaubourg bajo tierra. El discurso de lo lento y del por-venir aburrido (que tanto recuerda al alegre kuculeMec de los presocráticos) se agota en una alteridad original, aunque insidiosamente aferra un campo estratégico de taxonomía variada y liberatoria. Estamos lejos, muy lejos, del subrayado desgastado, desgastante, reciclado de la costumbre húmeda, propia de las batallas recurrentes que se libran en el seno de una intelligentsia ya devenida blando capricho, en el mejor de los casos caldo soso de aquella elite que fue antaño. Lo expuesto de la acción, corpus en color básico a la Dobs, pero despojado, depurado de todo alivio simbólico, hace simultáneo en último análisis una tentativa operativa (y, ¡oh!, cuán operante y Hop-erante), una exigencia increpativa (tumor, pústula, úlcera en el pensamiento híbrido que cierto tipo de desarrollo de las fuerza productivas eleva al rango burlesco y superfluo de la ética), y, finalmente, de los modos alusivos, acabados e inquietantes que sabemos tienden menos a subvertir que a subreptizar las enormes fauces de las palabras grises…». ¡Ay!, lástima no poder citar al completo las sesenta admirables páginas dedicadas a nuestros artistas de la 68 por Yann Le Sirdet-Vallée,42 en Traverses, revista del Centro de Creación Industrial del Centro Beaubourg (superior) (1982, n.º 24). cada vez más beaubourgh prueba2.indd 238 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea Henri Lefebvre,43 que pasa mucho tiempo explorando nuestras profundidades y reflexionando sobre las nuevas situaciones que creamos, dice que nosotros somos el «joven topo» de una nueva fase de la historia, en la que la fuerza del progreso ya no será la contestación, la revolución y la toma del poder, sino el rechazo, la marginalidad, la exterioridad. Pero, ojo:44 los cazadores de topos nos acechan en las esquinas, son los mismos de siempre… Se habla mucho de nosotros como de una gran comunidad. Es verdadero y falso a la vez. Desde el punto de vista del espíritu de grupo, no cabe duda de que somos diferentes, hemos roto con el universo de putrefacción, hay un apoyo mutuo extraordinario, que nos queremos, joder. Pero todo lo demás es falso y, como existe mucha confusión sobre este tema, voy a tener que detenerme un momento sobre el asunto. Para empezar, somos urbanitas, mientras que otras comunas por lo general se instalan en el campo, víctimas del mito de una vida libre e intensa en la naturaleza. Porque la comuniditis es peligrosa: a menos que podáis permitiros comprar una aldea abandonada a varios kilómetros de cualquier zona habitada, nunca seréis libres, la gente de la zona os espiará continuamente, tomándoos por unos inútiles y alegrándose cuando vuestros experimentos en materia de cultivos y ganadería fracasen, pues así podrán justificar el no haber tenido ellos el valor de intentarlo. yabon beaubourgh prueba2.indd 239 12/04/2014 19:11:59 Beaubourg Frente a ellos, campesinos por condición, por no haber tenido la posibilidad de hacer otra cosa, vosotros, como campesinos por elección, sois demasiado raros como para no despertar su agresividad y su sordo rencor —y lo mismo ocurre con los estudiantes que van a trabajar a las fábricas. Que quede claro que me refiero aquí a los campesinos de las zonas poco desarrolladas, donde precisamente os acabaréis instalándoos porque los terrenos son más baratos y no están cultivados, y no de las zonas de agricultura próspera, donde los terrenos son caros, escasos y codiciados por los propietarios del lugar. Y la vida de los pueblos, ¿os habéis parado a observarla, habéis visto cómo se detestan unos a otros, celosos de las fortunas ajenas e incapaces de hacer cualquier cosa juntos? Y el sistema de mierda que odiáis y del que queréis huir, ¿acaso no es la razón de su existencia entre muebles de formica, tele y tupperware? Otro punto débil de las comunas estriba en sus reducidas dimensiones y, en consecuencia, en el inevitable ombliguismo de una gente que acaba por conocerse casi demasiado bien —como en las aldeas de antaño, donde no había más distracción que la de mirarse vivir. Así que dejaos de ilusiones de vida intensa, sobre todo si tenéis que guardar un rebaño de cabras, por muy ecológicas que sean, de la mañana a la noche; o tejer equis metros cada semana o fabricar velas día tras día para poder llegar a fin de mes… Y como solo sois un pequeño grupo, nadie puede permitirse el lujo de heute beaubourgh prueba2.indd 240 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea hacer el vago o de acercarse a casa de un vecino para hablar y cultivar el arte de la conversación o merodear por ahí y preparar la revolución rural. A esos tíos los tendréis que echar, porque, lo queráis o no, sois una explotación y estáis sujetos a las reglas de la Rentabilidad; como en todas las empresas, no hay lugar para las fantasías. Además, por la misma razón, tendréis que alejar también a los desviados más o menos psicóticos, los que tienen demasiados problemas, que no solo os impiden trabajar, sino que además ponen en peligro un equilibrio psicológico ya de por sí inestable. Y si no los apartáis, serán los más «normales», que quieren ser eficaces y despegar económicamente, los que se irán, y la comunidad se acabará. Pero si por el contrario todo marcha bien, seréis engullidos por la empresa que habréis creado, poco a poco se comerá a la comunidad y vosotros seréis las víctimas, víctimas en definitiva de los mecanismos económicos imperantes incluso en vuestro rinconcito aislado. Para terminar, la mayoría de las veces las comunas tienen la mala suerte de ejercer una actividad económica que nuestras tecnocracias se han esforzado por suprimir, la agricultura a pequeña escala, buscando cada año las mañas para restarle fuerzas. Aunque consigáis afianzaros, aunque solo comáis bio y os privéis de todo —y, ojo, los periódicos y los libros ¡cuestan dinero!—, fabriquéis vuestro propio aceite, vino y pan, contad con que, desde ahora mismo, hay regiones enteras que van beaubourgh prueba2.indd 241 12/04/2014 19:11:59 Beaubourg a ser «reconducidas a la naturaleza», es decir, parceladas y transformadas en residencias de verano. No os tragará el desierto, seréis convertidos en suburbios. Quedaos en la ciudad, amigos, sobre todo en las grandes ciudades, donde pasan cosas, donde podréis pasar de un beaubourg a otro, desde este grande que nació primero a otros más pequeños, de seis o siete pisos, pero que os están esperando para crecer. Venid a ayudarnos a emponzoñar la civilización urbana, en lugar de aislaros en la inactividad forzosa de vuestros matorrales. Solo se puede vivir intensamente en un sitio como este, pues el futuro no está en las comunidades de base local, sino en el crisol de las comunidades con intereses y actividades comunes. Viendo todos los días las mismas caras, acabaréis por no tener más que vecinos, mientras que aquí podéis visitar a los amigos y que ellos os visiten, es una rueda sinfín y sin promiscuidades forzadas, que favorece los encuentros, la amistad, el amor, el cambio, la renovación, la no especialización, los vuelos de la imaginación y la existencia de todo lo posible. Quizá parezca que quiero hacer propaganda. Pero lo que es cierto es que, desde que vivo en el beaubourg, aprecio cada vez más la ciudad. Pero cuidado: la ciudad vivida desde fuera del Sistema, haciendo trabajillos que no nos impiden ir en bici a tomar un poco de sol dos o tres veces por semana, sin prisas, pasear sin rumbo por las avenidas, sin apelotonarse en metros y coches, sin ser beaubourgh prueba2.indd 242 12/04/2014 19:11:59 Una utopía subterránea agresivos, pues nadie está atormentado por pagar los plazos de la nueva lavadora, donde pasárselo bien, porque no estás solo y te encuentras amigos a cada paso, donde no nos aburrimos porque se puede cambiar de albergue todas las noches y saltar de un lugar y de un taller a otro en los apartamentos en laberintos, y donde no te ves obligado a echar al tío que se pasa cinco días seguidos sin trabajar. Los deportes que se practican aquí son: yoga, atletismo, gimnasia correctiva y de relajación. Exceptuando el tiro con arco y un poco de pingpong y tenis, nadie ha seguido el ejemplo de la moto: los deportes exigen espacios más extensos y nuestras plantas no han sido concebidas para la cultura física. Sin darnos cuenta, hemos partido de una definición parcial de la cultura, ajena al cuerpo. Hay que tenerlo presente de cara al futuro. A pesar de que encontrar aparcamiento se vuelve cada vez más complicado, ahora es menos probable encontrarse una multa colgada en el parabrisas. Cada vez son más los policías que se niegan a denunciar, ya que las multas no disuaden a los conductores de aparcar donde mejor les parezca. Consideran que tienen mejores cosas que hacer que andar por ahí dando vueltas para cazar a los infractores. Puede que a largo plazo el Poder acabe por renunciar a intervenir en estas cuestiones. beaubourgh prueba2.indd 243 12/04/2014 19:12:00 Beaubourg Tales hechos, así como los ya mencionados a propósito del Cheap Food y de los maestros de Essone, parecen indicar una toma de conciencia por parte de quien podríamos llamar el último mono de la cadena laboral, o sea, del tipo que ha acabado por convencerse a sí mismo —¡de tantas veces como se lo han repetido!— de que es demasiado estúpido como para tratar de entender las órdenes que recibe y que todo lo que tiene que hacer es obedecerlas. La mayoría está además plenamente satisfecha con esta situación, y entre ellos, los militares, dispuestos a lanzar alguno de los muchos misiles nucleares que permanecen ocultos en bases diseminadas por todo el mundo, sin un atisbo de duda, convencidos de su propia inocencia… porque ellos «no son responsables» y porque las órdenes proceden de arriba; o como los alguaciles que te embargan las dos o tres cosas que tienes, amparándose en el respeto a la ley; o como los carceleros, las ss, los encargados que te echan la bronca y te mandan de un despacho a otro… Todos ellos cumplen órdenes. El auténtico motor del cambio vendrá cuando los que están en lo más bajo de la escala, toda la tropa de profesores, productores y oficinistas, se den cuenta de que ellos también son responsables de lo que se les hace hacer, y de que por tanto están en su derecho a cuestionarlo; que el que ejecuta la orden es tan responsable y, llegado el caso, tan culpable como el que la da. Por supuesto, no hablo de responsabilidades en lo alto de la escala, wakarimaska beaubourgh prueba2.indd 244 12/04/2014 19:12:00 Una utopía subterránea donde el poder permite que estas se disuelvan y esfumen. Pero atención, porque puede que llegue el día en que esas alimañas que tan alegremente se protegen tras sus despachos/ministros se encuentren con que se han quedado solos… al fin podré volver a ver a la tía germaine. Bajo este titular, el France Soir del 5 de julio de 1982 relata el patético caso de Joseph Beuret, 88 años, que hace cuarenta años que no ve su pueblo del Doubs. Gracias al nuevo tipo de huelga practicado por los ferroviarios, monsieur Beuret podrá viajar gratis, solo tendrá que pagar 28 francos por la reserva de plaza. Pasa el tiempo y algunas cosas se repiten insistentemente: como todos los años, los ferroviarios eligen la semana del comienzo de las vacaciones de verano para organizar su gran huelga anual. Para compensar la inflación, exigen una subida del 24% de todos los salarios. Pero esta vez hay una novedad: los trenes seguirán circulando y se pondrá en servicio un mayor número de trenes suplementarios. Se prevé una afluencia de gente excepcional porque no se hará ningún control de billetes y las ventanillas permanecerán cerradas. Convencidos de la popularidad de su movimiento, los sindicatos no han dicho cuándo acabará la huelga. Georges Séguy, secretario general de la cgtu,45 ha declarado que «se corre el riesgo de cuestionar el equilibrio de gestión de la empresa nacionalizada, conquista fundamental de la clase beaubourgh prueba2.indd 245 12/04/2014 19:12:00 Beaubourg obrera frente a los grandes monopolios». También se espera una declaración al respecto de Edgar Faure.46 …Y nosotros, que hace años que nos conocemos todos los trucos para viajar gratis, nos alegramos de que también los demás empiecen a comprender. 22 de julio. Sacamos brillo a los xilófonos y a los bidones de gasolina, terminamos de poner a punto el equipo eléctrico para soportar el volumen supersonoro de los noxal y los argon,47 y en el barrio se terminan de montar los andamios y de tender las cuerdas para payasos, saltimbanquis y funámbulos. El Café de la Gare ya ha ocupado la rue du Temple para instalar el decorado de lo que será una pista de baile. Los silenciosos, los jugadores de gô y los Simones del desierto se repliegan hacia las plantas inferiores, donde no corren el riesgo de ser molestados por farándulas y tarantas. Los burgueses y los rancios del barrio se van de fin de semana o se atrincheran en casa. La de esta tarde es la fiesta que los beaubourgs ofrecen al barrio, a los turistas de visita en la capital y a los cada vez más numerosos ciudadanos que renuncian a las vacaciones estivales debido a la contaminación de las playas. También es la fiesta de fin de año, cuya fecha ha decidido trasladar el Consejo Episcopal de Francia para que la Navidad de diciembre pueda seguir manteniendo su carácter de feria del comercio. chalom beaubourgh prueba2.indd 246 12/04/2014 19:12:00 Una utopía subterránea No queremos cambiar al mundo, pero puede que el mundo cambie porque nosotros mismos habremos cambiado. Se está produciendo una evolución curiosa en materia de sexualidad. En su día, con la creación de los picaderos, se había puesto término a la sexualidad desenfrenada de los comienzos. Los picaderos no limitaban la sexualidad, pero la delimitaban, asignándole el estatus de función corporal, al mismo nivel que los distribuidores de alicom en el plano alimenticio. Llevan años funcionando y, aunque el número de mirones y curiosos ha disminuido (incluso entre los Sosos que bajan de visita dominical), su frecuencia de uso no lo ha hecho. De todas formas, los altos que solíamos hacer varias veces por semana son ahora más cortos, lo cual se debe a que nuestras actividades creativas ocupan nuestro tiempo casi por completo. Mientras que en el universo ordenado y a medida hacer el amor se deja siempre para después del trabajo, como una especie de recompensa —o bien antes del trabajo, por la mañana, que es el único momento del día en que el músculo en cuestión está en condiciones de funcionar—, aquí cada vez con más frecuencia se interrumpen las actividades para hacer el amor, al igual que se interrumpen para comer; y está claro que, como para comer, cada uno para «lo justo y necesario», tan fuerte es la pasión que nos atrae hacia las cosas que hacemos. Igual que hemos apartado beaubourgh prueba2.indd 247 12/04/2014 19:12:00 beaubourgh prueba2.indd 248 12/04/2014 19:12:01 Una utopía subterránea la gastronomía en pro de la simple recuperación energética, así los Gault y los Millau48 del amor pueden reprocharnos con razón el sacrificar el gran juego voluptuoso en beneficio del «aquí te pillo, aquí te mato». Aquellos de nosotros que tienen formación psiquiátrica, se han preguntado si la nueva cultura y la pasión creadora no subliman nuestra sexualidad, y han ido escarbando los signos de dicha sublimación en nuestras creaciones, especialmente en la pintura y la danza, igual que hacen los historiadores del arte con la Edad Media y otros periodos de intensa creatividad artística. Hasta ahora no parecen haber encontrado una respuesta satisfactoria. En cualquier caso, ¡el libertinaje que los guardianes de la moralidad nos reprochan se revela ahora de una inesperada austeridad! Otros consideran que nuestra alimentación, sin ser propiamente bromúrica, tiene muy poco de excitante. Es verdad que las proteínas se dosifican bastante y que no se dan, ni siquiera entre los no consumidores de alicom, los abusos de carnaza y alcohol que la tradición popular asocia con las grandes cópulas. Aun así, la frecuencia de nuestras visitas a los picaderos demuestra que la necesidad de sexo sigue estando ahí, y la pertenencia a la especie homo erectus que los jóvenes que han crecido aquí testimonian frecuentemente en sus pantalones invalida la hipótesis de una carencia alimentaria. anje beaubourgh prueba2.indd 249 12/04/2014 19:12:01 Beaubourg En cuanto a las chicas, los paseíllos y el ligoteo que practican delante de sus «casas» no dejan duda acerca de la persistencia de la libido. Construidas a partir de la experiencia frustrante y mutilante de un mundo para nosotros superado, estas teorías y explicaciones no están en condiciones de explicar lo que acontece en las situaciones creadas por la nueva cultura y la nueva libertad. Una explicación más certera podría basarse en la noción de equilibrio ecológico entre el individuo y su entorno: aquí hemos creado un entorno libre, desinhibido, sin las continuas tensiones por la conquista del poder o del dinero, donde las actividades apelan tanto a la inteligencia como a la pasión, un ambiente así por fuerza ha de conferir a la sexualidad una espacio simbólico mucho menor que el que tiene en el mundo crispado de ahí arriba, donde es ya refugio, ya argumento de venta y de integración, transgresión, prestigio, y, en el campo artístico, como ya tuve ocasión de apuntar, una manera de escandalizar y sacar provecho, y pornografía con coartada intelectual. Constantemente reprimida, la sexualidad siempre está presente, tanto más perversa cuanto más intelectual, y el radicalismo del culo siempre es un radicalismo de poca monta. En nuestros bajos fondos ya no hay prohibiciones, toda desviación se considera normal, se puede satisfacer el deseo cada vez que la pulsión se hace sentir. Pero todos sabemos que el deseo se hace sentir sobre todo cuando el trabajo que se hace now beaubourgh prueba2.indd 250 12/04/2014 19:12:01 Una utopía subterránea exige concentración, cuando nos hallamos encallados en una frase que no se sostiene o en una combinación cromática que no nos sale. En esos momentos, como para aflojar una tensión demasiado fuerte, a nuestro organismo le vienen las ganas de fumar un cigarrillo, de comer una manzana o de echar un polvo. Y entonces, cuando esto ocurre, satisfacemos nuestro impulso, y todos los beaubourgs estamos de acuerdo en que los obstáculos que no lográbamos superar un momento antes se han desvanecido cuando nos ponemos de nuevo manos a la obra. Así, la sexualidad se ha convertido en una especie de regulador de la creación, de la que es parte, aunque no necesariamente quede plasmada en el contenido de las obras. ¿No recomendaba el viejo Sócrates a sus discípulos masturbarse cuando su espíritu estaba turbio? Es justo lo que descubrimos también nosotros, cada uno según sus gustos y deseos personales. Y todo esto no impide que se manifiesten el amor loco, las pasiones vivas y jóvenes, tampoco los celos y la entrega, la ternura y el afecto; estos sentimientos no son solo exclusivos de los jóvenes, aunque en su conjunto, como es comprensible, las personas de edad más avanzada se quedan atrapadas con más facilidad en los modelos tradicionales y en las experiencias anteriores. Los que tienen a sus espaldas una larga vida en pareja quedan marcados por ella y las uniones sólidas continúan y se consolidan aún más. beaubourgh prueba2.indd 251 12/04/2014 19:12:01 Beaubourg Beaubourg chic: ceremonia de despedida en honor de Pontus, que vuelve a su tierra para residir en el beaubourg de Skansen, en Estocolmo, y vivir la cultura en lugar de predicarla en un museocementerio. A fuerza de prepararnos para vivir mejor mañana, nos olvidamos de vivir hoy; a fuerza de exaltar la amistad y el amor, no vivimos ni la una ni el otro; a fuerza de hablar de revolución, nos olvidamos de vivir una existencia que haga la revolución dentro de nosotros. 1984. La planta 84 queda bautizada como «la anti-Orwell». Todavía no os he hablado de la «conjura de los uno-de-cada-diez», otro de los grupos que pululan por aquí, pero que sobre todo hacen discípulos en ambientes fuera del centro, donde se reúnen y con los que comparten gran parte de sus valores. Para hablar de esta asociación es más sencillo dar algún ejemplo de lo que hacen, y pasar luego a intentar explicar por qué lo hacen. Muchos de sus miembros son quiosqueros que regalan el diario a un cliente de cada diez; otros son camareros que no cobran la consumición a un cliente de cada diez. Así es, lo habéis entendido: se trata de hacer una «buena acción» una de cada diez veces. Y, sin embargo, el parecido que pudieran guardar con los Iluminados acaba aquí, porque la frecuencia gosh beaubourgh prueba2.indd 252 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea de sus buenas acciones depende del azar y no de la cara del beneficiario, un detalle este de extremada importancia. «Si no se hiciera al azar —declara un cajero de banco que ha resuelto dar seis francos con veinticinco céntimos de más a los uno-de-cada-diez que saquen dinero del banco—, tendría la tentación de escoger a personas de aspecto amable, y que por tanto no se arriesgarían a denunciarme a la dirección. Ya me han acusado de ser un beaubourg clandestino, y si me denunciaran otra vez, me metería en problemas… ¿Que por qué seis francos con veinticinco? Pues porque llama la atención más que si diese una cifra redonda, cinco francos o diez francos. De este modo la gente se ve obligada a reaccionar; pero el importe tampoco debe ser demasiado alto porque, en tal caso, intentarían disimular, felices de quedarse con el botín. He ahí por qué doy el equivalente a una cerveza o a un café. El otro día me topé con un baboso al que casi le da una embolia cuando le dije que mi placer consistía en procurárselo a él. Está claro que era la primera vez que le ocurría algo parecido». «La buena acción en sí es del todo secundaria, sobre todo porque no cuesta nada —dice la acomodadora de un cine; una de cada diez veces devuelve el doble de la propina que recibe—. Lo importante es que ese uno de cada diez tome conciencia. ¿De qué? Pues exactamente no lo sé, quizá solo de que delante de él hay otro ser humano, que cada vez que se da o recibe algo, cada vez que oggi beaubourgh prueba2.indd 253 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg se hace un intercambio cualquiera, lo que hay en primer lugar son personas.» «Aunque la cosa les parezca demasiado seria, inténtenlo, al menos una vez. En primer lugar se darán cuenta de que no es nada fácil contrariar el modelo que nos han inculcado desde la infancia. Y, en seguida, de que es más fácil hacer trampa en el propio favor que en el de los demás, ese es el modelo normal, tanto más cuanto que según nuestras reglas hay que explicar al uno-de-cadadiez que nos da placer darle placer. En fin, se darán cuenta de que la gente se lo toma como una agresión, una intrusión en su vida. Su vida está tan falta de gratuidad, de sonrisas, que casi les hacemos daño con nuestro gesto, porque los dejamos desarmados, derrumbamos sus defensas. Este gesto nuestro sin importancia les hace tomar conciencia de la fragilidad de sus propia armaduras y sienten, aunque de manera confusa, que esas corazas son una idiotez, una idiotez desgraciadamente necesaria para la vida de idiotas que llevan». Yo le digo que tiene pinta de ser el teórico del grupo, lo que le hace saltar: «Usted me toma el pelo, no hay ningún teórico en nuestro grupo, lo que le estoy contando es muy simple. Por otro lado, los intelectuales nos miran con superioridad, nos encuentran banales… pero cuando les toca a ellos ser el uno-de-cada-diez, son igual de idiotas y están igual de desarmados que los demás. Pues no, mire usted, en nuestro beaubourgh prueba2.indd 254 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea grupo no hay intelectuales, generalmente los intelectuales son nuestros clientes. Nosotros somos vendedores o dependientes, y por lo general sin grandes responsabilidades, razón de más para que no haya intelectuales entre nosotros. Pero el que no hayamos estudiado no significa que no nos demos cuenta todos los días de que los clientes nos ven como una especie de distribuidores más o menos automáticos: dispensadores de periódicos, de aperitivos, de cambio... en definitiva, una especie de grandes olvidados de la automatización. Actualmente somos casi doscientos en nuestra asociación: cajeros, quiosqueros, vendedores ambulantes, camareros, en fin, vendedores de todo tipo, pero siempre de cosas de poco valor». Y entonces me cuenta la aventura de un alto funcionario soviético de paso por París que provocó un escándalo diplomático como consecuencia de un encuentro galante en la rue Tronchet. Como él era su cliente uno-de-cada-diez, su compañera ocasional no quiso que le pagase de ninguna de las maneras. Esto exasperó al ruso de tal manera que acabó acusando a nuestro servicio de inteligencia de haber puesto agentes a su servicio para que le vigilasen. Resulta fácil decir que la gente es víctima del Sistema, y que si queremos cambiar a la gente primero hay que cambiar el Sistema. ¿Pero quién cambiará al Sistema si todos son criaturas del Sistema? -21 beaubourgh prueba2.indd 255 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg Quisiera rebatir una vez más la acusación lanzada en nuestra contra a propósito del asesinato de Pedro Sánchez. Es verdad que dos beaubourgs formaban parte del grupo de cinco ancianos que solicitaron audiencia con el único propósito de acercarse a él lo suficiente y hacerle volar por los aires junto con ellos. De ahí a acusarnos de alentar a nuestros ancianos a aprovechar su despedida voluntaria para llevarse de paso por delante a tiranos y explotadores, hay un límite que nunca hemos sobrepasado. Estamos del todo de acuerdo con la teoría del suicidio útil, pero la felicidad de ver desaparecer de la faz de la tierra a un tirano no compensa la tristeza por la muerte de dos de nuestros amigos, aunque supiésemos que habían decidido quitarse la vida. En lugar de lanzar acusaciones, los Envarados harían bien en enmendarse y librarse de sus alienaciones y, ya que tanto les importa la vida, en librar al mundo de las estructuras de dominación generadas por los opresores. En la entrada, en caracteres enormes, estos versos de Balzac: ¡por los clavos de cristo! yo no tengo ni fe ni ley, ni casa ni asilo, ni rey ni dios* * Notre-Dame de París, canto xxiv.49 -22 beaubourgh prueba2.indd 256 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea «El punto de partida de toda búsqueda de una nueva cultura es dejar que los hombres concernidos por esta la construyan ellos mismos». Este es el tipo de grafitis que os encontraréis a la entrada de los subterráneos culturales del beaubourg. En materia de creación cultural, aquí, a diferencia de Roma, donde estas cosas les eran ofrecidas, es el pueblo mismo el que produce su propio panem et circenses. No voy a volver a insistir sobre la algarabía de estas catacumbas, donde ni el pan ni los juegos son de calidad, y donde incluso lo que pudiera serlo, como ciertos glissandos que escuché el otro día procedentes sin duda de una pieza de Xénakis, se ven constantemente menoscabados por su cercanía con actividades profanas o vulgarmente utilitarias, del tipo fabricación de cestas o composición floral. No niego la fascinación de estos pasatiempos algo femeninos —aunque he visto participar en ellos a tíos bien grandotes, de esos que tanto necesita nuestra industria nacional, pero esta es otra cuestión… En verdad, la confusión y el caos me chocan menos que el sincretismo entusiasta e ingenuo derivado del encuentro con otras culturas. Entiendo que la composición floral a la que me acabo de referir sea una amable costumbre japonesa, también comprendo que los objetos esculpidos por los esquimales supervivientes de la bahía del Hudson son simpáticos recuerdos de viaje, o que las canastillas de fibra trenzada de Gondar resulten encantadoras, pero que todo esto se agrupe en una misma planta dedicada a la frío beaubourgh prueba2.indd 257 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg etnología de los pueblos de ultramar, y que, por favor, no se intenten imitar ni las técnicas, ni los materiales, ni los temas. «Nuestra cultura occidental es lo bastante rica para no necesitar de las aportaciones de pueblos, cuando no de tribus, que solo han entrado en la historia tras haber sido descubiertos por nosotros y que solo después han desarrollado una historia propia. Los años que vieron la emancipación de los pueblos coloniales quedan ya muy lejos como para que, ahora, nosotros los europeos cultos osemos levantar cabeza y reafirmar la jerarquía de las civilizaciones. »Y, por favor, que no se lleve tan lejos el cosmopolitismo como para copiar algunas de sus costumbres, como parece que la gente del beaubourg se complace en hacer. No me interesa escuchar que las dependencias de estos jóvenes, verdaderos antros de iniciación al sexo, son una institución congoleña (o zaireña, como se dice hoy en día), el así llamado Ndalo o casa de los solteros, reservada a los juegos amorosos y abierta a todo el mundo, sin límites de edad. El lector entenderá que no tengo nada en contra de dicho país y que el hombre que lo dirige con la necesaria energía se merece todo nuestro respeto de Occidentales, pero en cuanto a tomar costumbres de un país al que tanto hemos aportado… Alguien podría replicar que también nosotros hemos aceptado el jazz, pero es bueno recordar, a tal propósito, que sin los dos siglos y medio de desembrutecimiento del beaubourgh prueba2.indd 258 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea que los negros se beneficiaron en Nueva Orleans, el jazz nunca se habría emancipado del primitivo tam-tam africano». (Défense de l’Occident, mayo de 1984). Finalmente, la Federación de los Trabajadores Aislados ha ganado la causa. De ahora en adelante todos los trabajadores que, a causa de las tareas que desempeñan, se vean obligados a estar separados del resto, obligándoles a trabajar solos, es decir aislados, tendrán el derecho de hacerse acompañar por un alguien. Estos compañeros de palabra,50 como se les llama, no están remunerados, aunque la Federación no pierde la esperanza de hacer algún avance también sobre este punto. La ley no solo se aplica a vigilantes nocturnos, guardianes, gruistas, carceleros y similares, para los que el aislamiento y el silencio ambiente resultan particularmente penosos, sino también a los conductores del transporte público. Para esta categoría han sido decisivas las investigaciones desarrolladas por el Instituto de Medicina del Trabajo, que han revelado que los taxistas, que pueden charlar amablemente con sus clientes, tienen una esperanza de vida significativamente mayor que los conductores de autobús, quienes tienen prohibido conversar.* Los casos de intelectuales, correctores de exámenes e investigadores * Differential Mortality Rates in the City of Paris, France, Annales de l’Académie de Médicine, vol.lxxii, enero de 1984, pp. 212-215. beaubourgh prueba2.indd 259 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg científicos aún están en estudio y serán objeto de disposiciones adicionales. Nosotros los beaubourgs, por nuestra parte, nos sentimos satisfechos de dichas innovaciones, pues gracias a ellas el pasajero que dé conversación al conductor del autobús podrá viajar gratis. La conversación no entrañará ningún riesgo para la seguridad, y estará prohibido (ya están los carteles pegados) estrechar la mano al conductor. De todas formas, esto no es lo esencial (aunque espero que convendréis conmigo en la necesidad de airear de tanto en tanto mi largo testimonio con detalles menos pesados), lo esencial, decía, es la constatación de que la gente vuelve a descubrir poco a poco el arte de la conversación y de que ya no se contentan con el ruido de fondo y las suaves melodías de la radio. La gente ya no quiere limitarse a escuchar, quiere hablar, mantener un intercambio con un ser concreto, cara a cara, y no escuchar pasivamente a los cursis de los locutores. Creo que se trata de una evolución profunda y no cabe duda de que esta pesa sobre una opinión pública claramente favorable a un reforzamiento del control del Estado sobre la radiotelevisión, cuya privatización ha puesto en entredicho su rol primario de interlocutor de la Nación. Se está imponiendo una curiosa costumbre: en los edificios aledaños, la gente abre pasajes de una casa a otra, comunicando los sótanos (frecuentemente tchlaff beaubourgh prueba2.indd 260 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea inutilizados y más asequibles) y sobre todo los apartamentos, y ello a pesar de los desniveles entre unos edificios y otros. Como hemos vuelto a colocar el trabajo en el lugar que le corresponde, es decir, al mismo nivel que el juego, el amor o la conversación, la división del trabajo entre sexos ha desaparecido. Hacemos las cosas todos juntos, sin distinción de sexo o de edad, y la «producción», si puede llamarse así a la actividad que desarrollamos en nuestros talleres, no es obligatoria, sino un medio como otro cualquiera para crecer y ampliar los horizontes personales. Naturalmente, en el exterior hay trabajos en los que nos vemos obligados a tener en cuenta los deseos de nuestros patrones; pero estos trabajos son marginales en nuestra existencia, y si un patrón tarado nos toca las pelotas porque nuestra chica nos viene a ver al trabajo, simplemente nos piramos. Como lo hacemos todo juntos, nunca pasa que los chicos estén por un lado y las chicas por otro (como tampoco hay nunca niños o viejos solos), y como por otro lado el trabajo ha dejado de ser una maldición para convertirse a un tiempo en una distracción y en una actividad útil, las relaciones entre hombres y mujeres son distintas, y se han transformado en algo parecido a la ternura mezclada con el erotismo —más ternura hacia viejos y niños, más erotización entre las personas de la misma edad (aunque no necesariamente de distinto sexo). beaubourgh prueba2.indd 261 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg No lo sé explicar bien, es algo más que la amabilidad, algo más que el sentimiento de seguridad, porque nadie se reirá o se burlará si dices alguna estupidez. Tampoco se trata únicamente de la serenidad de la gente que se siente a gusto porque hay más calor humano, manos que se rozan, miradas que se buscan y se encuentran. Es todo esto a la vez, y es maravilloso. Pequeño roce con el Ministerio de la Instrucción Pública, que quiere agrupar en una nueva universidad algunas de las enseñanzas que se dan aquí abajo, obligando en consecuencia a los profesores a utilizar locales «más apropiados». La postura ministerial se explica por el éxito conseguido por este tipo de enseñanzas y el abandono de los locales tradicionales por parte tanto de los estudiantes como de los profesores. Esto nos recuerda a la campaña denigratoria contra el profesor Cavauna,51 el primer docente universitario en impartir regularmente en el centro su curso de semántica populista. Fue acusado de atentar contra la dignidad de la Cultura porque su seminario de tercer ciclo se desarrollaba al lado de un grupo de filatelia. Nadie puede entender lo que está pasando con los ejecutivos de la Renault. Tanto los sindicatos como la dirección se encuentran desarmados, periodistas y observadores se pierden en conjeturas: desde hace ya quince días, una treintena de ingenieros murlafa beaubourgh prueba2.indd 262 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea de producción, gente muy valorada por otra parte, se niega a dar órdenes, afirmando que sus funciones se limitan a poner a disposición de la empresa sus capacidades y conocimientos, y que si el personal es indisciplinado o incapaz de aceptar sus responsabilidades, la culpa la tiene la política de contratación y que no entra dentro de sus atribuciones el tener que soportar las consecuencias. Puesto en cuestión, el comandante Arnaud de Castelmignon-Solutré* (jefe de personal y padre del plan de cogestión de la Renault)** se ha escudado en los resultados de los test de contratación, que según él descartan a cualquier candidato desprovisto de sentido de la responsabilidad y de disposición suficiente para colaborar. Igualmente ha estigmatizado, en términos muy duros, el llamado «espíritu beaubourg» que estaría en el origen de estas «dimisiones» del equipo directivo. Por su parte, los jefes de departamento dependientes de los directivos objetores de conciencia se han reunido para decidir las medidas a tomar para hacer frente a la situación. En su mayoría, parecen favorables a las decisiones tomadas por sus superiores y proponen que, a su nivel, el común acuerdo pase a sustituir las órdenes que vienen «de arriba»… Se espera una declaración de la Asociación Nacional de Directivos Industriales en condena de la postura de los ejecutivos, en nombre * Que no forma parte de mi club de canasta. ** Este caso se produjo en 1984, razón por la que ya no se habla de autogestión. beaubourgh prueba2.indd 263 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg del principio de la Jerarquía y del concepto de Autoridad tradicionalmente defendidos por esta asociación. A día de hoy (el señor Chapel, nuestro «consejero económico», facilitó ayer a la asamblea la cifra), el número de personas que cada mes transfieren completa o parcialmente su salario en la cuenta corriente del centro es de 23.590, con lo que tenemos un saldo disponible siete veces superior al importe de los gastos fijos mensuales. Lo hemos conseguido: nuestro sistema de financiación funciona, sin personal fijo, sin organigramas, sin cuotas obligatorias. El señor Chapel se preguntaba incluso si no convendría fichar a una secretaria para llevar las cuentas detalladas de cada ingreso, pero la asamblea lo rechaza a carcajada limpia: puesto que en cada operación la administración postal comunica el saldo, ¿para qué ser tan quisquillosos con los detalles? No hase falta forzase a ecrivir azí para demostrar que no se da la más mínima importancia a la gramática o a la ortografía; estas señoras se están muriendo de muerte natural, y solo los espíritus rancios y los catecumenizadores del pasado indefinido podrán lamentarse de nuestra suprema indiferencia. Hay un test sencillo: si con cada falta no podéis evitar torcer la nariz, significa que os habéis convertido en perros guardianes, y que por 007 beaubourgh prueba2.indd 264 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea tanto estáis perfectamente condicionados dentro del rol que el sistema gramático-represivo os ha reservado, vuestros procesos mentales se han adecuado ortopédicamente a este y la insistencia en un lenguaje pulido revela al castrado que han hecho de ti. Así Petrificado, no eres más que un cadáver condenado a la extinción, y nosotros esperamos que todos los sacrilegios que seguiremos cometiendo contra lo que vuestra Cultura de apóstrofes y circunflejos ha hecho del «genio de la lengua» acaben por haceros reventar. Entre nosotros se oyen hablar todas las lenguas y todos los dialectos. Los «arigatós» se mezclan continuamente con los «ketal» y los «okey», aunque predomina el franglés. Of course, no es el franglés de los técnicos y de los jóvenes ejecutivos llenos de arrogancia, neo-lengua de la organización de la propiedad y de las jerarquías multinacionales, sino más bien el franglés de los marginales, de los exiliados, la jerga de la amistad. Incluye también un buen número de palabras españolas, wólof y japonesas; y bonitos giros italianos, eslavos y de Quebec. Mezclar las lenguas está de moda y cada día se inventan palabra nuevas, sobre todo en los certámenes de poesía, que entre nosotros han vuelto con fuerza. Algunas de estas palabras no tienen más utilidad que el placer de haberlas inventado, y no hay nuevo tipo de plato que nuestros alfareros no bauticen con nombres encantadores. Los gagulús, un crusulpur, los papanoles... Llevo well! beaubourgh prueba2.indd 265 12/04/2014 19:12:02 Beaubourg aquí ya diez años y aún me pregunto qué pueden significar ciertas palabras muy comunes en nuestras charlas. Pero son palabras simpáticas, y me pregunto a santo de qué los Normalizadores y los a-mayor-gloria de la literatura emperejilada habrían de impedirnos jugar con ellas. Después de todo, también la patafísica debe democratizarse. Las cosas se complican con los mensajes en los muros y las proclamas, que muchas veces requieren un tiempo para poder descifrarlos. Pero, bueno, ¿es que no tenemos tiempo para dar y regalar? Y ni se os ocurra hablarnos de la destrucción de nuestra bonita lengua-madre y de que, de seguir así, acabaremos por no ser capaces de leer nuestros grandes clásicos. ¿Qué nos importa a nosotros una lengua fijada y petrificada desde hace siglos, que la Escuela y la Academia no han dejado de empobrecer, frenando y ridiculizando la creatividad popular en materia de expresiones y de nuevos giros? De todas formas, ningún ser con la cabeza debidamente amueblada, con la única excepción de los sádicos dictadorzuelos de instituto lo bastante sádicos como para obligar a los futuros Integrados a degustar Cinna y el Arte poética, es capaz de disfrutar con la lectura de esos cadáveres literarios. Por otro lado, al igual que Tarzán, Robinson y Lenin, ya hace tiempo que El Zorro, Flash Gordon y Manon Lescaux han sido reinventados y representados en sus distintas versiones. Ahora, el pueblo crea lo que consume y ya puduskin beaubourgh prueba2.indd 266 12/04/2014 19:12:02 Una utopía subterránea no espera de sus gramáticos que le digan lo que es bello y bueno, es decir, aquello que tendrá que ser reprimido en el seno de las clases inferiores y respetuosas. A lo largo de muchos siglos, nos habéis hecho creer que la Ciencia (=vuestra Ciencia) y el Conocimiento (=vuestro Conocimiento) nos liberarían y conducirían a la humanidad hacia una estado más Justo, Harmonioso y etceteroso. De ahora en adelante, crearemos nosotros mismos según nuestros usos y para nuestro placer. Dicho esto, si queréis aprender el bretón o el bengalí, el alsaciano o el suajili, si queréis conversar en lengua d’oc o en lenguas de gato al estilo de Quercy, no lo dudéis. Con un poco de suerte, seguro que encontraréis a alguien aquí abajo encantado de poder enseñaros lo que sabe. Nacen beaubourgs por doquier. Los últimos hasta la fecha son los de Marsella y de Tours. En el extranjero está el ch 1007 (Lausanne) y el gb rg9 3au (Oxford), y también, por cierto, el barrio de San Vito en Milán,52 enteramente beaubourgizado, Corte de los Milagros de nuestros tiempos modernos. También en Francia, en numerosas ciudades de provincia, cuyas zonas industriales ilustran mejor las buenas relaciones existentes entre los candidatos electos y los propietarios de las zonas urbanizables que una demanda concreta por parte de industriales deseosos de establecerse allí, las administraciones locales ceden con facilidad terrenos y naves. Buscamos también beaubourgh prueba2.indd 267 12/04/2014 19:12:03 Beaubourg viejas fábricas y viviendas de protección oficial que ya nadie quiere y las bodegas cooperativas abandonadas, cuyos interiores se pueden reformar fácilmente (las fachadas, que dan al mundo exterior, no son de nuestra incumbencia). Incluso en París, la excavación de la línea de metro nortesur y la construcción del gran intercambiador de doble sentido sobre los puentes del Sena, así como el uso obligatorio del casco para los peatones por las grandes arterias de la ciudad asquean a la gente, lo que favorece la creación de pequeños beaubourgs en los barrios periféricos y los suburbios. Empezamos a darnos cuenta de que, para el engranaje perfecto de las galerías, de los artistas con contrato, de los mercaderes de colores y de los críticos, hemos sido un factor de desorden. Como ya he dicho, nada de lo que sale de aquí va firmado, ni telas, ni ballets, ni cerámicas, esculturas, películas o fotografías. Y aun no siendo obras colectivas, las creaciones siempre son anónimas. Lo único que se sabe es que proceden del beaubourg, eso es todo. Nadie se ocupa de la comercialización, de los circuitos o del marketing. Además, la reproducción y la multiplicación de las obras han transformado los museos en centros de almacenamiento de los originales no destruidos, donde solo los eruditos van a documentarse. Por supuesto, hay un montón de traficantes al acecho ante las puertas del beaubourg, haciendo su agosto y beaubourgh prueba2.indd 268 12/04/2014 19:12:03 Una utopía subterránea echando mano de todo lo que sale. Pero qué más da, no estamos aquí para controlar o reformar un sistema no reformable. También es verdad que los más honestos o los que se ven obligados a ello por alguno del centro (pues sobre este punto no acabamos de ponernos de acuerdo, y hay quien dice que habría que pegarles una buena paliza) a veces hacen donaciones sustanciosas. En cuanto a los artistas que aspiran a vivir como burgueses de sus producciones vendiéndolas individualmente a galerías de arte, así como los que hablaban de acercar el arte a las masas al tiempo que ajustaban un nuevo lienzo en su caballete, hace tiempo que se han ido a engrosar las listas del mercado tradicional. Por otro lado, dicho mercado está en crisis, más que nada porque nosotros representamos una producción importante que escapa a su control y que le hace competencia «desleal» al no someterse a su sistema de precios y márgenes.* Nótese que incluso el mercado de antigüedades y de segunda mano sufre también una crisis desde que las personas se han acostumbrado a cambiar o vender directamente sus recuerdos, antiguallas y cosas viejas directamente en los mercados de fin de semana del boulevard Richard-Lenoir o de la avenue de la Grande Armée. * Dieses Buch enhält die für Sie wichtige Gebrauchsanweisung und den Garantieshein. Bitte lesen Sie beides aufmerksam durch und bewahren sie es gut auf. 53 beaubourgh prueba2.indd 269 12/04/2014 19:12:03 Beaubourg La transformación de las relaciones sexuales que se ha producido con el paso del tiempo se debe en parte al número cada vez mayor de jóvenes que han pasado aquí toda su adolescencia y que por ello han vivido una sexualidad equilibrada y libre de restricciones. Quedan fuera tan solo los más ancianos, los de más de sesenta años. Para ellos, la liberación ha llegado demasiado tarde y no han podido desembarazarse de inhibiciones que se remontan demasiado lejos o de desviaciones (o perversiones, como las llaman los Higienistas) resultado de represiones durante su infancia. Ya solo ellos se abandonan a las curvas de los putones felinianos de las películas para adultos. Igual que en otros ámbitos, ha sido necesario el exceso para alcanzar la liberación. Al principio de todo, los cuerpos enloquecían, y no solo los de las chicas al ver a un tipo bien dotado (había bastantes Dallesandros que disfrutaban paseándose por las plantas, mascarón de proa al viento). Era el periodo del gran fucking, la apoteosis de las nalgas, de los Cristos pajilleros, de una planta a otra del Beaubourg (superior e inferior), la época de los picaderos abarrotados que se prolongaban hasta los talleres. Por no hablar de los Integrados que venían aquí de safari a pillar su dosis de sexo. Pero este periodo bulímico ha durado poco. Pronto fue sustituido por una sexualidad que consideramos más equilibrada, o mejor dicho, más satisfecha. Por supuesto, todo sigue estando permitido, y es justo esta gran libertad, junto con los gagaorum beaubourgh prueba2.indd 270 12/04/2014 19:12:03 Una utopía subterránea polvos exprés de los que ya hablé antes, la que ha promovido tanto el desarrollo de la bisexualidad (lo unisex como fin de la división entre los sexos), como el desarrollo de una sexualidad que se podría calificar de espiritualizada, en la que el apareamiento recuerda al coito tántrico, esmerado, no necesariamente intimista, sino precedido de un periodo de relajación del cuerpo y del espíritu (en ocasiones también de un periodo de ayuno, entre los más espiritualistas). Me parece que este es el tipo de relación que tiende a predominar hoy entre nosotros, una relación en la que el amor se disuelve en el todo y que se corresponde con la erotización de la vida, en la que todo se vuelve amor. Incluso en su época bulímica, la relativa infrecuencia de la sexualidad en grupo, siempre nos ha sorprendido. A pesar de estar ocupados casi siempre por muchas personas a la vez, solo de vez en cuando ofrecían los picaderos la ocasión de juegos colectivos o de intercambio de pareja. Todo lo que los periódicos escribieron en su día sobre este tema era una idiotez supina. Releyendo hoy algunos recortes de periódico que he conservado, resulta fácil darse cuenta de cómo las ideas acerca de la sexualidad estaban entonces dominadas, tanto en la derecha como en la izquierda, por las categorías del capitalismo: se abordaba siempre el tema de la comunidad de las mujeres, lo que es muy revelador de la interiorización de la concepción de la mujer como mercancía. beaubourgh prueba2.indd 271 12/04/2014 19:12:03 Beaubourg De este modo, si bien entre nosotros también tienden a estabilizarse las parejas, ya no son el mismo tipo de parejas que vemos en el mundo corroído. Aquí las parejas están tanto más unidas cuanto que la idea de perder a su partenaire es menos angustiosa, pues todos nos sentimos respaldados y queridos por el resto. La exigencia de fidelidad no ha desaparecido, sin duda, pero ya no es tiránica y sobre todo no funciona en un único sentido, únicamente para las mujeres. Como cada uno de nosotros se ha desembarazado de su aislamiento personal y de sus inhibiciones, y han desaparecido las presiones, antaño intolerables, del trabajo y de la familia, y debido también a esta especie de erotización de todos los aspectos de la vida cotidiana, las relaciones entre los individuos son a un tiempo más estables y más libres. Nos sentimos a la vez más seguros de nosotros mismos y más libres, por tanto, menos dependientes del otro, y a la vez más unidos al resto. El afecto, el placer, la ternura tiñen las relaciones de todos, de modo que la relación con una sola persona es simplemente una relación un poco más privilegiada, pero, por eso mismo, preciosa, única. Cada vez son más los consejos municipales que dimiten en la región de París (27 desde principios de año, 56 en tres años). Estas dimisiones preocupan al Ministerio del Interior, pues parece cada vez más evidente que las dimisiones afectan también a los municipios favorables a la mayoría en beaubourgh prueba2.indd 272 12/04/2014 19:12:03 beaubourgh prueba2.indd 273 12/04/2014 19:12:04 Beaubourg el poder. Según un estudio del Nouvel Observateur (15 agosto de 1985), «la política de centralización a ultranza practicada por el gobierno desde hace más de un cuarto de siglo ha llegado a su lógica consecuencia: una falta absoluta de interés por parte de la población en lo que respecta a las funciones municipales. Durante años, el orgullo de vestir la faja tricolor pudo alentar a los candidatos a pesar de la progresiva desaparición del poder de decisión y de la reducción drástica de los recursos municipales. Hoy, mientras se extiende el espíritu de rechazo, la ilusión de poder ya no basta para motivar una candidatura a la alcaldía, sean cuales sean los partidos y las ideologías». Parece que en el exterior los beaubourgs son fácilmente reconocibles, y no por su ropa —¡todavía sabemos llevar chaqueta y corbata si hace falta! No, la gente nos reconoce por pequeños signos de los que nosotros no nos damos ni cuenta: somos más flexibles, más libres de movimiento, más seguros, menos indecisos, pero a la vez más previsores, más receptivos, sin agresividad en los gestos o en la mirada. Es la señal de una liberación interior, de la parte creciente de lo no verbal, del desarrollo de nuestra sensibilidad. En nosotros todo funciona mejor, como no se cansan de repetir los viejos, ya que les resulta más fácil constatarlo en sus motores ya algo gastados: el sueño, el apetito, las heces, pero también los ojos, la mirada, las orejas, los cojones. 228 beaubourgh prueba2.indd 274 12/04/2014 19:12:04 Una utopía subterránea Hoy me han invitado al nuevo beaubourg de la rue de Lisbonne. Edificio burgués, con una agencia inmobiliaria y un laboratorio médico en la planta baja. Basta con subir a la quinta planta para que cambie el estilo. El piso de cuatro habitaciones con balcón ha sido liberado de su respetabilidad y de las divisiones internas. Es el caos amable al que ya estoy acostumbrado. La sala grande sirve de living, sleeping y working a la vez. De hecho, hay unos cincuenta niños jugando, la mitad del beaubourg y la otra mitad del barrio. Atravesamos, subimos unas cuantas escaleras y entramos en un gran estudio del edificio de al lado. Las buhardillas de la sexta planta han sido transformadas en galerías, a las que se accede mediante una escalera de carpintero. Acaba de comenzar un seminario (aunque transformado, el piso sigue alquilado a la Universidad de París xxii) y no podemos pasar debido a la gran multitud. Anda, pero si está hablando Edgar Morin. Razón de más para sentarse y escuchar un rato las geniales divagaciones del calvo pulposo. Me quedo allí más de dos horas, luego sigo con la visita y alcanzo el inmueble cercano a través de una gran apertura que lleva directamente a las escaleras. Aquí hay tres pisos completamente beaubourgizados y nos sentimos todavía más como en casa. Hay que atravesar un gran picadero, en mi opinión demasiado iluminado (deberían haberlo instalado en la zona norte), pero que manifiesta claramente la primera fase de la vida de beaubourgh prueba2.indd 275 12/04/2014 19:12:04 Beaubourg este nuevo beaubourg: la fase del gran desbordamiento, en la que hay que acabar en masa con los muros interiores de las censuras e inhibiciones, la fase en que todavía tienen éxito las fiestas pegajosas. No me he equivocado: las paredes de las letrinas son de vidrio. La visita se alargará mucho, interrumpida continuamente por una taza de té, por los gritos de alegría de los reencuentros o las producciones dignas de admiración. Las idas y venidas de un edificio a otro son incesantes (a pesar de las dos o tres capas de moqueta, los vecinos de abajo deben de estar cabreadísimos). En efecto, me cuentan que han tenido algunos problemas, que sin duda se resolverán con la marcha paulatina de los Integrados, que tienen la mala suerte de vivir demasiado cerca de nosotros. A menos que también ellos tiren sus tabiques y caven sus túneles hacia nosotros —no sería la primera vez que esto ocurre, lo que explica que las recriminaciones del resto de vecinos no hayan desembocado en abierta hostilidad. De momento el nuevo beaubourg cuenta con nueve pisos comunicados, en cinco edificios distintos, y «se está estudiando» una posible ampliación a otros seis pisos. En cuanto a la población de los que viven allí de manera estable, está claro que no se pueden dar cifras precisas —y, aunque pudiera, no las daría, pues cualquier información sobre la vida privada de los individuos siempre corre el beaubourgh prueba2.indd 276 12/04/2014 19:12:04 Una utopía subterránea riesgo de ser utilizada en su contra. Desde el punto de vista legal, cuatro pisos son aún privados, mientras que los demás han sido donados a una asociación de la que es tesorero uno de nuestros sabios. La tarde toca a su fin. A pesar del sunshine, nadie ha sentido la necesidad de salir. Es el defecto de todos los nuevos beaubourgs: se pasa tanto tiempo descubriéndose y redescubriéndose unos a otros que ya no se piensa en salir a tomar el aire. Además, nos da la impresión de que los Avinagrados que nos encontramos por la calle, de los que sin embargo formábamos parte hace no tanto, son tan feos… Plan de combate: alguien acaba de anunciar que el organizador de recepciones Battendier necesita treinta camareros para mañana por la tarde en la Conciergerie. Si he entendido bien, es una recepción del Comité Confederal del Partido Comunista, damas incluidas. Ni me lo pienso, sobre todo porque habrá que vestirse de moujiks (es la nueva moda, en las recepciones chic los camareros sirven en traje de época). Decido dormir aquí esta noche, pues mañana dedicaremos todo el día a preparar los disfraces. Así tendremos la oportunidad de dar una vuelta por los sótanos; parece que allí hay varias cajas de disfraces recuperados del Casino de París. Nos pagarán muy bien por el curro, con eso podremos aprovisionar de alicom al nuevo beaubourg para todo el mes. beaubourgh prueba2.indd 277 12/04/2014 19:12:04 Beaubourg Imposible disociar la acción militante de la vida. Ya seas obrero o estudiante, trabajador en las fábricas del Sistema o aspirante a dirigirlas en el futuro, estás pillado en el engranaje y siempre habrá una separación entre tus horas de militancia y tu trabajo, y una mayor entre tu actividad revolucionaria y tu vida familiar, fuera del curro, con tu familia, en tu apartamentito bien amueblado, durante tu tiempo libre (si es que te queda). Lo que tiene que ser diferente es tu vida privada, pues la acción revolucionaria es la vida misma, es ella la que tiene que transformarse. Si algún día llega, la gran Revolución no será más que una consecuencia de esta transformación. Además, está clara la trampa: no se puede ser revolucionario unas horas al día, entre la salida de la fábrica o de la facultad y la hora de irse a la cama. La revolución no es un chorizo que se pueda cortar en rodajas, la Revolución, tu revolución, hazla empezando por comer distinto, por follar distinto, por alojarte distinto, por reírte distinto. Le Monde, 4 de julio de 1986: «Las recientes subidas de los gastos de distribución y de los costes de producción nos obligan una vez más a un reajuste en nuestras tarifas. A partir de hoy el precio del ejemplar pasa a costar 8,50 francos (recordamos que la última subida se remonta al pasado mes de marzo). Por otro lado, como ya saben nuestros lectores, a los que siempre hemos tenido bien informados, ayer tarde se dieron por terminadas las s.o.s. beaubourgh prueba2.indd 278 12/04/2014 19:12:04 Una utopía subterránea deliberaciones en la asociación de redactores de Le Monde con la decisión de renunciar a la periodicidad diaria. De ahora en adelante, Le Monde saldrá cuando la cantidad y la calidad de las noticias así lo requieran, si bien se prevé que no más de tres veces por semana. Esta reducción del ritmo de publicación nos permitirá seguir mejorando la calidad del diario, algo que nuestros lectores apreciarán con toda seguridad. Animados por este espíritu, damos comienzo desde esta entrega a la publicación de una nueva sección: El arte de vivir. Para «cubrir» mejor la actualidad de este sector, sin por ello dejar de respetar las actividades y aficiones de nuestros colaboradores, esta sección será redactada en común con nuestros compañeros de La Nation* y L’Humanité, en las que aparecerá simultáneamente. Todas nuestras campañas de amabilidad, todos los autobuses que se desvían de su ruta para parar donde les venga mejor a los pasajeros, todos las mamparas que se han tenido que modificar para poder estrecharle la mano al cajero, todas las ventanillas que se han abierto para atender a todos los que rechazan pagar por transferencia y pagan al contado sus facturas de la luz y sus impuestos, porque quieren volver a establecer contactos directos, y finalmente todos aquellos que charlan y se entretienen en saludarse y felicitarse... todas * Sí, aparece de nuevo (n. del e.). s.o.b. beaubourgh prueba2.indd 279 12/04/2014 19:12:05 Beaubourg estas campañas a pie de campo tenían que tener algún efecto a largo plazo sobre la calidad de vida en el mundo de los Severos y de los Indexados. Nuestra imagen está cambiando y los sarcasmos y las hostilidades van menguando. Han transcurrido diez años y las protestas parecen haber dejado paso a cierta tolerancia; el gran público va reconociendo que otra vida es posible. Coca-Cola cierra una de sus fábricas francesas de embotellado. A pesar de los esfuerzos hechos por la empresa para mejorar la calidad de su producto, la desafección parece ya irreversible. Todos los pueblos tienen una historia, pero también se dice que los pueblos felices no tienen historia. Por tal motivo, nosotros somos un grupo feliz que ya tiene una bonita historia a sus espaldas, pero donde nadie se inventa historias, las únicas que tenemos son las que se han montado sobre nosotros los de ahí fuera. Si es verdad que todos los pueblos tienen un arte, puede que la creatividad se estimule más entre los pueblos que tienen historias. ¿Cuáles son las artes desarrolladas preferentemente por estas dos categorías de pueblos? Entre los pueblos que tienen historia —y en el ámbito de los pueblos esto significa guerras, tensiones, revoluciones—, las artes corren el riesgo de reflejar dichos conflictos y se alimentarán continuamente de las contradicciones ambientes. Las escuelas, las iglesias, beaubourgh prueba2.indd 280 12/04/2014 19:12:05 Una utopía subterránea los movimientos se levantarán unos contra otros en una voluntad de dominación. Los creadores se dejan la piel, pero al menos quedarán sus creaciones. Por el contrario, el clima social pacífico y distendido de los pueblos felices corre el riesgo de favorecer las artes del bienestar, las que antaño conocíamos como artes sociales, la conversación, los juegos y las artes decorativas, a imagen de la afabilidad y de la tranquilidad de la vida cotidiana. Nada autoriza a calificar tales artes de menores, porque, precisamente, son las sociedades en conflicto las que inventaron la clasificación, para menospreciar la serenidad y evitar el anhelo de sus súbditos por un mundo más armonioso. Al mismo tiempo, estas sociedades en conflicto desencajaban la integridad humana inventando la aberrante separación entre cuerpo y espíritu, lo que condujo inevitablemente a la primacía de las artes del intelecto sobre las artes predominantemente manuales. De esta forma se abrió el camino a las imposiciones de los espíritus elevados y a la tiranía de los gramáticos de todo tipo. Desde ese momento, la distancia que separaba a artistas de artesanos iría siempre en aumento, reflejando así el conflicto entre una minoría dirigente, inteligente e informada y un pueblo sometido, ignaro, apto solo para tornear jarros o distraerse en su folclore. Al rechazar estructurarse y organizarse, nuestro beaubourg ha evitado cualquier posibilidad beaubourgh prueba2.indd 281 12/04/2014 19:12:05 Beaubourg de emergencia de una minoría de dirigentes, que, bajo la apariencia de una no-dirección bienintencionada, hubiese llegado a gobernar por sí sola todo el cotarro, reafirmando, por supuesto, la separación entre mano y espíritu, entre inferiores y Superiores. Sin poderes que conquistar, sin presupuesto que controlar, sin abonos ni derechos de entrada, somos un mini-pueblo feliz, con una bella historia, pero sin Historia. Y las artes que se han desarrollado aquí abajo reflejan indiscutiblemente el cambio que se ha producido en nuestras vidas. Porque, más allá de las artes, de cuya calidad y originalidad podéis discutir hasta que os canséis, lo que hemos producido es un arte de vivir. Para nosotros, el viejo arte ha muerto junto con el viejo hombre. Nosotros hemos remodelado la vida misma y nos damos perfecta cuenta de que nuestros talleres, nuestros escenarios, nuestros estudios y nuestros picaderos no han sido más que pretextos para transformar la pálida y triste vida de esa pretenciosa civilización así llamada moderna. En lugar de ser una pantalla que separa de la vida, a imagen y semejanza de la de las casas donde la enclaustráis, la cultura se ha convertido en una búsqueda sobre la misma vida; y las artes, que te impiden vivir al mismo tiempo que te ayudan a existir (cuando no a subsistir) se han convertido en las realizaciones prácticas del arte de vivir, el único Arte importante. La cultura deja de ser el sustituto del arte de vivir, empieza la Historia. beaubourgh prueba2.indd 282 12/04/2014 19:12:05 Una utopía subterránea En cuanto a saber si nuestra felicidad es poco propicia a la superación, si la creación no está fundamentalmente ligada a las tensiones y al sufrimiento, hija de la desmesura y de una percepción aguda de lo efímero, en definitiva: a saber si nos quedaremos dormidos en nuestro nuevo arte de vivir… bueno, todas esas cuestiones dejémoselas a aquellos que, a fuerza de buscar razones para vivir en el futuro, han olvidado vivir en el presente. Y en lo que a mí respecta, ya no hay razón para seguir con este testimonio; además, me están llamando para que pruebe las mermeladas. ... .- .-.. ..- -.. -.-. --- -- .--. .- . .-. --- ... stop beaubourgh prueba2.indd 283 12/04/2014 19:12:05 beaubourgh prueba2.indd 284 12/04/2014 19:12:05 notas y bibliografía beaubourgh prueba2.indd 285 12/04/2014 19:12:05 beaubourgh prueba2.indd 286 12/04/2014 19:12:05 Notas: La primera parte de esta dedicatoria está escrita en japonés, la segunda en italiano. La traducción completa es: «Por favor, por favor… como te había prometido». 1 Club Méditerranée: Empresa francesa especializada en ofrecer paquetes de viajes con todos los extras incluidos, preferentemente a destinos exóticos. 2 Charles Piaget: sindicalista y figura emblemática del movimiento autogestionario francés. Se hizo especialmente famoso por su admirable lucha en las fábricas de relojes de la marca Lip, durante los años setenta. «Su tío Jean de Ginebra» es sin duda Jean Piaget (1886–1980), reconocido psicólogo especializado en el comportamiento infantil, si bien no está en modo alguno verificado el parentesco entre ambos. 3 4 Karl Gunnar Pontus Hultén: (1924–2006), historiador del rte sueco director del Centro Georges Pompidou de París entre 1977 y 1981. Jean Royer: (1920–2011), político conservador francés. Fue nombrado ministro dos veces en los gabinetes de Pierre Messmer, entre 1973 y 1974. 5 6 En «castellano» en el original. 7 Action Catholique Ouvrière (aco): grupo católico de inspiración obrerista fundado en 1950. 287 beaubourgh prueba2.indd 287 12/04/2014 19:12:05 Notas Yvon Bourdet (1920–2005): sociólogo francés especializado en autogestión. Publicó varios estudios sobre el tema y artículos, entre otras revistas, en Socialisme ou Barbarie. Su obra clave es L’espace de l’autogestion (París, Galilée, 1978). 8 Al aparecer este libro en su primera edición bajo el seudónimo de Gustave Auffeulpin, se entiende el malévolo placer que pudo experimentar Meister al citarse a sí mismo como autoridad. 9 10 Se refiere a la película Moi y’en a vouloir des sous (Jean Yanne, 1973), nunca estrenada en España. 11 Sennelier es una famosa marca francesa de pigmentos de alta calidad para artistas y pintores profesionales. 12 Michel Rocard (1930): político socialista francés, primer ministro de Francia entre 1988 y 1991. 13 Ambassade d´Auvergne: famoso restaurante de cocina francesa muy cercano al Centro Beaubourg. 14 Jacques Borel (1927): gran industrial francés, inventor del modelo de restaurante de autopista. Igualmente, fue el principal introductor de las hamburguesas en Francia. 15 «La Reynière» fue uno de los seudónimos de Robert Julien Courtine (1910–1998): crítico gastronómico y escritor francés. De posiciones conservadoras, fue condenado por colaborar con los alemanes durante la ocupación. También escribió bajo el seudónimo de «Savarin». 16 Anne Gaillard (1939): periodista francesa famosa por sus reportajes en profundidad sobre temas controvertidos. André Soubiran (1910–1999): médico y escritor francés de gran prestigio popular. 288 beaubourgh prueba2.indd 288 12/04/2014 19:12:05 Notas 17 François Maspero (1932): editor, autor y periodista francés, conocido especialmente por haber sido editor de autores de izquierda durante los años setenta. Los llamados Katangueses fueron un grupo político que, durante la ocupación de la Sorbona en Mayo del 68, se caracterizaron por su actitud radical y, en ocasiones, intimidatoria hacia otros grupos de estudiantes. Según los definió René Viénet, se trataba de un grupo heterogéneo de «exmercenarios, parados y desclasificados» (René Viénet: Enragés y situacionistas en el movimiento de las ocupaciones, Madrid, Castellote editor, 1978, pág 186). En los últimos días de la ocupación fueron expulsados de la Sorbona por los estudiantes que, hartos de sus intimidaciones, esperaban que aquella demostración de «buena voluntad» retrasara en lo posible la entrada de la policía en las aulas. 18 El Bread and Puppet Theatre es una compañía de teatro de marionetas estadounidense creada en 1963 que se caracteriza por combinar en sus espectáculos actores y marionetas gigantes. 19 20 Grand Magic Circus: cabaret de vanguardia francés fundado en 1963 bajo el nombre de Grand Magic Circus et ses animaux tristes (el Gran Circo Mágico y sus animales tristes). Delta Phi: fraternidad de estudiantes francófonos proveniente de Estados Unidos, con delegación en París. The Living Theatre es una compañía de teatro estadounidense, creada en 1947 en la ciudad de Nueva York. 21 Jean Daniélou (1905–1969), fue un sacerdote jesuita francés muy renombrado en su época como teólogo y creador de comunidades juveniles. Su figura pasó a otro grado de celebridad cuando, al morir víctima de un infarto, su cuerpo fue encontrado en casa de una conocida prostituta. Meister añade una «p» al final de su apellido con la intención de modificarlo y acercarlo a la palabra loup (lobo). 289 beaubourgh prueba2.indd 289 12/04/2014 19:12:05 Notas 22 Maurice Clavel (1920–1979): escritor, periodista y filósofo francés. Vinculado al trotskismo, fue especialmente crítico con el estalinismo. Péchiney: grupo industrial francés, activo en los sectores del aluminio, la metalurgia, el embalaje, la química y el combustible nuclear. 23 24 Referencia a los Jack Daniel’s Grill, establecimientos franquicia de la conocida marca de bourbon. La palabra barrel, barril en inglés, aparece en algunas etiquetas de esta marca. Le Point: revista francesa de información general fundada en 1972, de línea conservadora. 25 ratp: Régie Autonome des Transports Parisiens. Compañía arrendataria de los servicios de transporte público de París. 26 Longo Mai es una red de cooperativas agrícolas alternativas de carácter laico, rural y anticapitalista. La primera fue fundada en 1973 en Limans (Francia) y posteriormente se ha extendido por Europa. 27 Michel Poniatowski (1922–2002): político democristiano francés, muy cercano a Valéry Giscard d’Estaing. 28 29 Roger Garaudy o Ragaa Garaudy (1913–2012) fue un filósofo y político marxista, autor de una cincuentena de libros. En 1968 se convirtió al catolicismo y en 1982 al Islam. En 1995 publicó Los mitos fundadores de la política israelí, donde defendió las tesis negacionistas del Holocausto, lo que le valió una condena a seis meses de cárcel, que no llegó a cumplir. Rhône-Poulenc (rp) era un grupo farmacéutico francés muy poderoso sobre todo en los años sesenta. Con el tiempo fue fusionándose con diversas compañías hasta la creación de la actual Aventis. Por su parte, Olida era una marca líder 30 290 beaubourgh prueba2.indd 290 12/04/2014 19:12:06 Notas en charcuterías muy presente en la industria de la carne en conserva hasta los años noventa. La creación de esta marca doble es fruto, en esta ocasión, del humor ciertamente negro de Meister. 31 René Dumont (1904–2001): ingeniero agrónomo francés, conocido por su lucha en favor del desarrollo rural en los países pobres. Su obra más conocida es L’Utopie ou la mort! (1973). 32 En castellano en el original. 33 Roux y Combaluzier: dos de las marcas más frecuentes de ascensores en Francia. 34 Marcel Achard, pseudónimo de Marcel-Auguste Ferréol (1899–1974): dramaturgo y guionista de comedias sentimentales. En 1959 fue elegido miembro de la Academia Francesa. 35 Este nombre posiblemente sea una mistificación de Meister. La traducción al castellano de su apellido (Adroite: a derechas) así lo sugiere. 36 Meister se refiere aquí a sir Lord Robert Cecil Stephenson Smith Baden-Powell of Gilwell, barón de Gilwell, (1857– 1941); fundador de los Boy-Scouts. «El guitarrista» es el famoso músico Baden-Powell de Aquino (1937–2000), clave en el surgimiento de la bossa nova brasileña y conocido popularmente como Baden-Powell. Ambos solo tenían en común la admiración del padre del segundo por la obra del primero. 37 Mistinguett fue el nombre artístico de Jeanne Bourgeois (1875–1956), vedette, cantante y actriz francesa, recordada especialmente, además de por sus bellas canciones, por su particular «divismo». 38 Meister se refiere aquí a tres personajes concretos, de cuya conjunción obtiene destellos de un humor particular: 291 beaubourgh prueba2.indd 291 12/04/2014 19:12:06 Notas Raymond Aron (1905–1983), famoso filósofo, sociólogo y comentarista político francés; y los payasos Choron y Matagron, populares estrellas de los programas infantiles de televisión en Francia. 39 Se refiere aquí a Fred Lipmann, conocido popularmente como Fred Lip, creador de la empresa francesa de relojes Lip y director de la misma hasta 1971. Jean-Louis Bory y Henri Agel fueron dos conocidos críticos de cine franceses, que desarrollaron su labor principalmente durante los años setenta. 40 41 Tanto en este párrafo como en el anterior, Meister nombra a conocidos directores de cine, filósofos, artistas, músicos, periodistas, políticos y cantantes de variedades suficientemente famosos (al menos en los años setenta) como para que consideremos algo redundante su especificación individual. 42 No se ha localizado ninguna información fiable referente a este crítico. Es posible que se trate de una mistificación. 43 Henri Lefebvre (1901–1991): filósofo marxista heterodoxo francés. Destacó por sus investigaciones sobre la ciudad capitalista y por ser el creador del concepto «crítica de la vida cotidiana», muy apreciado, entre otros, por Guy Debord y los situacionistas. 44 En castellano en el original 45 La Confédération générale du travail unitaire (cgtu) fue un sindicato que existió entre 1921 y 1936 muy relacionado con el partido Comunista Francés pero igualmente abierto a ideas anarquistas. Meister lo resucita expresamente para la ocasión, y nombra secretario general a Georges Séguy, famoso sindicalista francés, miembro histórico de la cgt. 292 beaubourgh prueba2.indd 292 12/04/2014 19:12:06 Notas 46 Edgar Faure, (1908–1988): fue un político y escritor francés, vinculado principalmente a los socialistas. Varias veces ministro, fue igualmente presidente del Consejo de Gobierno y presidente de la Asamblea Nacional. También fue miembro de la Academia Francesa. 47 Tanto el noxal como el argón son gases utilizados para realizar soldaduras. Meister se refiere aquí a los bidones que los contienen. 48 Henri Gault y Christian Millau fueron una pareja de críticos gastronómicos célebres por su trabajo de divulgación de la nouvelle cuisine francesa en los años sesenta y setenta. 49 Parece poco probable que Meister confundiera a Balzac con Victor Hugo. Se trata, una vez más, en nuestra opinión, de una lúdica mistificación. 50 En castellano en el original. A pesar de que en el original figura claramente la palabra Cavauna, no podemos evitar sospechar que en realidad Meister se refiere a François Cavanna, fundador de la revista satírica «Charlie Hebdo». 51 52 Un barrio con este nombre no ha existido nunca en Milán. Traducción: «Este manual contiene instrucciones importantes para usted. Por favor léalo atentamente y manténgalo en buen estado». 53 293 beaubourgh prueba2.indd 293 12/04/2014 19:12:06 beaubourgh prueba2.indd 294 12/04/2014 19:12:06 Bibliografía esencial de Albert meister: Associations coopératives et groupes de loisirs en milieu rural, París, Editions de Minuit, 1957. Coopération d´habitation et sociologie du voisinage, París, Editions de Minuit, 1957. Les communautés de travail, París, Entente communautaire, 1958. (Ed. cast.: Los sistemas cooperativos ¿democracia o tecnocracia?, Barcelona, Nova Terra,1969). Socialisme et autogestion: l´expérience yougoslave, París, Le Seuil, 1964. (Ed. cast.: Socialismo y autogestión: la experiencia yugoslava, Barcelona, Nova Terra, 1965). Le développement économique de l´Afrique orientale, París, Presses Universitaires de France, 1968. L´Afrique peut-elle partir? Changement social et développement en Afrique orientale, París, Le Seuil, 1969. 295 beaubourgh prueba2.indd 295 12/04/2014 19:12:06 Bibliografía Participation, animation et dévelopement, París, Anthropos, 1969. (Ed. cast.: Participación social y cambio social: Materiales para una sociología del asociacionismo, Caracas, Monte Ávila, 1971). Le Système mexicain, París, Anthropos, 1971. (Ed. cast.: El sistema mexicano, México D. F., Editorial extemporáneos, 1973). Vers une sociologie des associations, París, Les éditions ouvrières, 1972. La participation dans les associations, París, Les éditions ouvrières, 1972. L´inflation créatrice, París, Presses Universitaires de France, 1975 (Ed. cast.: La inflación creadora, Madrid, Planeta, 1977). L´autogestion en uniforme, París, Privat, 1981. 296 beaubourgh prueba2.indd 296 12/04/2014 19:12:06 La presente edición de Beaubourg, una utopía subterránea de Albert Meister se terminó de imprimir en Madrid en abril de 2014. beaubourgh prueba2.indd 297 12/04/2014 19:12:06 beaubourgh prueba2.indd 298 12/04/2014 19:12:06